LA PAZ Y LA GUERRA EN FEMENINO: HISTORIAS DE MUJERES EX COMBATIENTES DEL M-19 Y LAS AUC LINA PAOLA DÍAZ L. PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA FACULTAD DE COMUNICACIÓN Y LENGUAJE BOGOTÁ 2008 4 LA PAZ Y LA GUERRA EN FEMENINO: HISTORIAS DE MUJERES EX COMBATIENTES DEL M-19 Y LAS AUC LINA PAOLA DÍAZ L. Trabajo de Grado para optar al título en Comunicación Social y Periodismo Director JORGE CARDONA PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA FACULTAD DE COMUNICACIÓN SOCIAL Y LENGUAJE BOGOTÁ 2008 5 6 Nota de aceptación ________________________________ ________________________________ ________________________________ ________________________________ Firma del Presidente del Jurado: ________________________________ Firma del Jurado: ________________________________ Firma del Jurado: Bogotá, Enero de 2008 7 Especialmente quiero darles las gracias a mi papá y mi mamá por su ejemplo y cariño constante durante todos estos años; a Juan Camilo Maldonado porque con su cariño, consejos y escucha ha hecho realidad muchos de mis sueños, entre ellos este trabajo. LINA 8 AGRADECIMIENTOS Esta investigación no habría sido posible sin la ayuda de la Alcaldía de Medellín y del programa de atención a reinsertados del distrito quienes con su amabilidad y experiencia me brindaron los contactos necesarios para la investigación. También quiero agradecerles a Jorge Cardona y Patricia Tovar por ser guías fundamentales en este trabajo y por su tiempo y dedicación en él. Por supuesto, quiero darle las gracias a las protagonistas de estas historias: las mujeres excombatientes, quienes con sus relatos, llenos de fortaleza y ejemplo, le dieron sentido y validez a esta investigación. 9 CONTENIDO pág. INTRODUCCIÓN 11 1. MUJERES A PESAR DE SÍ MISMAS 16 1.1 LA CONSTRUCCIÓN DEL BELLO SEXO 17 1.2 LOS GRUPOS AL MARGEN DE LA LEY Y SU PAPEL SOCIALIZADOR 18 2. ESCRITO EN FEMENINO 27 2.1 ÉRASE UNA VEZ 19 DE ABRIL 27 2.1.1 El origen de un sueño 27 2.1.2 Los diálogos y la negociación 40 2.2 ‘PARA’ NO OLVIDAR 46 2.2.1 Una vieja historia: Primera Parte 47 2.2.2 Una vieja historia: segunda Parte. 49 2.2.3. Adiós a las armas. 54 3. ENTRE LA MEMORIA Y EL RECUERDO 59 3.1 EN LA CIUDAD 60 3.1.1 La soledad de la ciudad 60 3.1.2 Todo por la plata 64 3.2 EN EL MONTE 69 3.2.1 “Mi Comando” 69 3.2.2 Una madre de armas tomar 76 4. CONCLUSIONES 82 RECOMENDACIONES 92 BIBLIOGRAFÍA 93 10 INTRODUCCIÓN Hablar de la historia de las mujeres combatientes en Colombia no es una tarea fácil, sobre todo porque es común identificarlas como víctimas y no como actoras o partícipes en un conflicto. Sin embargo, la presencia de mujeres combatientes en varios conflictos armados internos de África, Centroamérica y Sur América devela la magnitud de este fenómeno a nivel nacional e internacional. De manera que el objetivo de este trabajo es acercarse a dicha situación en el ámbito colombiano, a través de historias de vida de mujeres ex combatientes del M-19 (Movimiento 19 de abril) y de las AUC (Autodefensas Unidas de Colombia), sin olvidar las diferencias históricas y socioculturales de quienes hicieron parte de estas organizaciones ilegales. El propósito es investigar cómo estas mujeres ex combatientes cambiaron su ser femenino durante la guerra y el significado que le adjudicaron a la maternidad y su proceso de reincorporación a la sociedad. Se recopilaron testimonios de ocho mujeres ex combatientes de las AUC que después de desmovilizarse en 2003, hoy participan del Programa de Reinserción de la Alcaldía de Medellín y por motivos de seguridad aparecen en este trabajo con nombres ficticios. Así mismo, se incluyeron los testimonios de cuatro mujeres del M-19 que después de acogerse al proceso de paz que el Estado y la organización guerrillera suscribieron en 1990, establecieron su vida en Bogotá. Adicionalmente fueron entrevistados cuatro expertos en el tema: el escritor y responsable de los programas de reinserción en Bogotá Darío Villamizar y la catedrática Luz María Londoño. Se aporta también revisión bibliográfica sobre género y DDR (Desarme, 11 Desmovilización y Reintegración), además de información obtenida de archivos de periódicos para adelantar un acercamiento retrospectivo en el caso del M-19. La investigación está dividida en cuatro capítulos. Un marco teórico que define los objetivos del trabajo. Un segundo capítulo que reconstruye la semblanza y episodios más sobresalientes de la historia de las dos organizaciones, resaltando la participación de las mujeres combatientes. Un tercer capítulo que relata secuencias de vida de algunas de ellas y unas conclusiones y recomendaciones alusivas al propósito del trabajo: un acercamiento al fenómeno de la mujer combatiente en Colombia que resalta la importancia de incluir la perspectiva de género en los procesos de Desarme, Desmovilización y Reinserción (DDR), recomendación realizada por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y plasmada en el artículo 8 de la Resolución No. 135 del 31 de octubre de 2000, (…)se pide a todos los que participen en la negociación y aplicación de acuerdos de paz que adopten una perspectiva de género, en la que se tengan en cuenta y se incluyan, entre otras cosas: a) Las necesidades especiales de las mujeres y las niñas durante la repatriación y el reasentamiento, así como para la rehabilitación, la reintegración y la reconstrucción después de los conflicto; b) Medidas para apoyar las iniciativas de paz de las mujeres locales y los proceso autóctonos de solución de conflictos y para hacer participar a las mujeres en todos los mecanismos de aplicación de los acuerdos de paz; c) Medidas que garanticen la protección y el respeto de los derechos humanos de las mujeres y las niñas, particularmente en lo relativo a la constitución, el sistema electoral, la policía y el sistema judicial. ¾ Breve recorrido histórico En el siglo XIX, el país vivió “ocho guerras civiles generales, catorce guerras civiles locales, dos guerras internacionales con Ecuador y tres golpes de cuartel” 1 , donde no sólo 1 SÁNCHEZ, Gonzalo y PEÑARANDA, Ricardo. Pasado y presente de la violencia en Colombia. CEREC: Bogotá. 2da Ed. (comps.). 1992. p. 19. 12 los hombres libraron las batallas, las mujeres también fueron protagonistas de gran parte de esta historia desempeñando diversidad de roles, como señala en sus investigaciones Magdala Velásquez 2 . Las que pertenecían a familias con altos recursos económicos fueron en su mayoría enfermeras; las mujeres del pueblo tuvieron función en compra de armas, difusión de noticias o suministro de alimento para la tropa. En todos los momentos de conflicto, desde los orígenes de la República, la mujer fue protagonista de una guerra distinta. Ya en el siglo XX, en el llamado período de la violencia de los años 50, las mujeres llegaron a integrar redes de apoyo para brindar a los bandos los elementos necesarios para su supervivencia. Comida, uniformes o tareas domésticas. De manera que la participación de la mujer en los grupos armados o contendientes, no consiguió transgredir los oficios típicos heredados de la división del trabajo en la sociedad campesina. El caso excepcional fue la cuadrilla del bandolero ‘Desquite’ en el norte del Tolima, donde sobresalieron como combatientes cuatro mujeres, una de ellas Rosalía Velásquez, alias ‘la Aviadora’” 3 , que convirtió en leyenda su lucha por vengar la muerte de su primer esposo. “Con un bebé a la espalda y fusil en mano enfrentando al ejército”, así la describe en su novela ‘Sargento Matacho’ el escritor Alirio Vélez Machado 4 . Con la conformación de los grupos armados de corte revolucionario y aspiración a la toma del poder que emprendieron su desafío al Estado desde los años 60, las mujeres se vincularon de forma más activa a la vida de estos ejércitos y pasaron de desempeñar básicamente roles domésticos a empuñar las armas como los hombres. En el Ejército de Liberación Popular (EPL), el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), el Quintín Lame (MAQL), el Comando Ernesto Rojas (CER), la Corriente de Renovación Socialista y el Frente Francisco Garnica (FFG) que se desmovilizaron en la década de los años 90 por 2 VELÁSQUEZ, Magdala. “Fragmentos de experiencias de paz de mujeres, hoy”, en: El tiempo contra las mujeres. Debates feministas para una agenda de paz. 1993. p. 15. 3 MEERTENS, Donny. “Mujer y violencia en los conflictos rurales”, en: Análisis Político, núm. 24. 1995, enero-abril. p 41. 4 MACHADO, citado en MEERTENS, 1995. 13 acuerdos de paz, quedó la evidencia de que “entre el 24% y el 27%” de quienes conformaron esos grupos fueron mujeres, hoy desmovilizadas. El M-19 el de mayor proporción con el 31.5% de mujeres combatientes y la Corriente de Renovación Socialista con la menor participación, con el 17.5%” 5 . ¿Pero cuál fue realmente la participación de las mujeres del M-19 en la guerra y la negociación de paz? ¿Consiguieron expresar sus necesidades en ambos frentes? ¿De qué manera lo hicieron y lo hacen hoy las mujeres desmovilizadas de las autodefensas? ¿Aprendieron algo de la experiencia de sus antecesoras en la guerra y la paz? ¿Qué diferencias existen en el proceso de desmovilización de esas mujeres protagonistas de dos momentos de la historia colombiana? Responder a tales cuestionamientos parte de tener en cuenta que fueron contextos históricos de negociación muy distintos. En tiempos del M-19, su proceso de desmovilización en 1990 “estuvo marcado por un aire de reforma política, no sólo por parte de las organizaciones sino también de la ciudadanía. Experiencias como la Séptima Papeleta y planteamientos alrededor de la reforma de la Constitución son prueba de ello” 6 , sostiene hoy Darío Villamizar, ex militante y desmovilizado del M-19 y actual coordinador del programa de atención de reinsertados en el Distrito. Hoy, la desmovilización y reinserción de las AUC avanza en un contexto distinto y existe mayor conocimiento y experiencia en el manejo de procesos de reinserción. Ahora se habla de DDR que, según Villamizar, “es un concepto relativamente nuevo, de hace cinco o siete años”. En ese sentido cabe preguntarse si pasados más de 17 años desde la desmovilización del M19, incluyendo la recomendación de incluir la perspectiva de género en los procesos de DDR, la situación de la mujer ex combatiente ha cambiado. Estudiosas de la materia como Luz María Londoño creen que “tanto la paz como la guerra del país han sido hechas por 5 6 LONDOÑO, Luz M. y NIETO, Yoana. Mujeres no contadas. Medellín, La carreta social. 2006. p. 25 VILLAMIZAR, Darío. Entrevista realizada por la autora el 18 de septiembre de 2007, Bogotá. 14 hombres” 7 y que, tal y como lo manifestó Amnistía Internacional en el 2004, “los gobiernos (…) todavía no han garantizado que las mujeres desempeñen un papel clave en la planificación y ejecución de todas las iniciativas encaminadas a la consolidación de la paz (…)” 8 . Es decir, el panorama de hoy supone que se sigue desconocimiento a la mujer como actor activo de la paz y la guerra. 7 8 LONDOÑO y NIETO. Op. Cit. p.12 AMNISTÍA INTERNACIONAL. En: LONDOÑO y NIETO, 2006. 15 1. MUJERES A PESAR DE SÍ MISMAS “Quien enfermara gravemente debía ser sacado. ‘Sacar’ a la gente consistía en llevarla, ‘cuadrarla’, afeitarlos a ellos, vestir a las mujeres…o más bien disfrazarlas de mujeres”. Beatriz Toro “La guerra es al hombre, lo que la maternidad a la mujer”, afirmó alguna vez Benito Mussolini al refirirse al arte de la guerra en la Italia fascista de los años 30’s, que él mismo dirigió. A pesar de que ha pasado más de medio siglo desde aquel pronunciamiento, hoy la analogía de Mussolini parece vigente en el imaginario de algunas personas. Y no es para menos. Cuesta trabajo imaginar a una mujer fuera de las características tradicionales con las que tradicionalmente ha sido asociada: delicada, pacífica, suave, dulce, entregada, sumisa, entre otras tantas cualidades que por muchos años han hecho de ella casi un antónimo de la guerra y de la violencia misma. Sin embargo, muchas han transgredido estos papeles e incluso han demostrado que esa asociación de la mujer con la paz y el hombre con la guerra, no es necesariamente cierta. A principios del 2004, por ejemplo, la imagen de una mujer soldado del ejército estadounidense tirando de una correa amarrada al cuello de un prisionero desnudo, le dio la vuelta al mundo. Se trataba de Lynndie England, una joven de apenas 21 años que se convirtió en la cara visible de los abusos que se cometieron en la cárcel iraquí Abu Ghraib . Un hecho aún más polémico cuando se advirtió que England estaba embarazada del líder que protagonizó los abusos: Charles Graner. Su juicio, quizá uno de los más polémicos de los últimos tiempos, estuvo antecedido por la prevención a la hora de castigar a una mujer por este tipo de hechos. De ahí que su condena fue la más baja de todos los involucrados en los actos de tortura cometidos por unidades del ejército norteamericano, pero también la que más revuelo causó dentro de la sociedad norteamericana. En conclusión, lejos de lo que pensaba Mussolini, la soldado England 16 demostró, al igual que muchas otras mujeres pertenecientes a ejércitos irregulares en distintas partes del mundo, que tanto la maternidad como la guerra están presentes en la vida de una mujer considerada militante. 1.1 LA CONSTRUCCIÓN DEL BELLO SEXO A pesar de las evidencias que hoy existen respecto al papel de la mujer combatiente en la guerra, es aún inverosímil pensar en ella como un sujeto activo dentro de un conflicto armado interno como el colombiano. Una percepción que no sorprende si se tiene en cuenta que, histórica y culturalmente, la mujer ha sido comprendida como un ser que se constituye en oposición a las características que conforman la denominada masculinidad y que, como individuo dador de vida, no está dentro de su naturaleza la función de quitarla. Una peculiar visión que diferencia a ambos sexos, quizás dándole continuidad a los significados que a través de la historia se le ha dado a uno y otro género, casi siempre a partir de concepciones que provienen de la imagen que se ha construido alrededor de sus cuerpos. En la cultura griega, por ejemplo, aunque el culto al cuerpo masculino fue un rasgo muy importante, la mujer también ocupó un lugar prominente. Muchos poemas que fueron dedicados a su belleza exaltaron su poder maravilloso y temible a la vez, mientras los escultores se dedicaron a exaltar sus formas. Hasta mediados del siglo V, las representaciones sobre la mujer se construyeron bajo estándares masculinos: hombros anchos, tórax viril y rasgos musculosos por la importancia que le otorgaban al cuerpo masculino. De tal manera que en la sociedad griega fue el hombre quien personificó la belleza pura y delicada, mientras que las virtudes físicas de la mujer fueron asociadas con connotaciones menos positivas. Un imaginario que perduró hasta la Edad Media, cuando la imagen femenina fue asociada con el demonio y estigmatizada desde la religión. Incluso, el arte de la época lo que buscaba no era exaltar la belleza de la mujer sino inspirar temor hacia ella. Mujeres con 17 rasgos de serpiente o rostros diabólicos al lado de monstruos repugnantes, fueron algunas de las imágenes que representaron a la mujer como sujeto de pecado y tentación para los hombres. Entonces, cabe preguntarse: ¿Desde cuándo la mujer comenzó a ser comprendida como un ser frágil, cálido y bello? Según Guilles Lipovetsky, para que existiera la noción del ‘bello sexo’ fue necesario que la belleza femenina adquiriera un nuevo significado y se superara la visión artística medieval, transición lograda contra la marcada influencia de la Iglesia Católica. Así, en los siglos XV y XVI, con la irrupción del Renacimiento, se inició el proceso de dignificación de la apariencia femenina y exaltación de su belleza, dejando de ser sinónimo de pecado para reflejarse como rostro divino, pero también de madre, esposa o mujer. Aunque ha sido estigmatizada como ser pasivo, estético y suave, en parte por la necesidad de clasificarla como mujer de casa, virtuosa, abnegada y despojada de placer, algunas mujeres han logrado transgredir los roles tradicionales que por siglos se le atribuyeron como un destino. Pero qué sucede cuando se incorporan a grupos armados ilegales donde la condición cultural e histórica es distinta. Ese es el interrogante por responder. 1.2 LOS GRUPOS AL MARGEN DE LA LEY Y SU PAPEL SOCIALIZADOR La historia de violencia que por años ha marcado la historia de Colombia no es sencilla de entender. Para fines de esta investigación, el caso colombiano se explica desde el trabajo de Eduardo Pizarro de 2004 9 , que concluye la existencia en el país de un conflicto armado interno, irregular, prolongado, con raíces históricas de índole ideológica y con una intensidad que se ubica entre la media y la baja 10 . 9 Eduardo Pizarro es también hermano del dirigente del M-19 Carlos Pizarro y del líder del frente Ricardo Franco Hernando Pizarro. En los últimos años se ha dedicado a la investigación sobre el conflicto armado interno colombiano. 10 Según el Failure State Force Task hay tres tipo de guerras revolucionarias o contra-revolucionarias: de gran escala (que producen 25mil muertes políticas por año) de escala intermedia (de 10 mil a 25 mil muertes políticas al año) y finalmente los de pequeña escala (que producen entre mil y 10 mil muertes por año). De acuerdo a este esquema, y a pesar de los cuestionamientos que surgen por no tener claridad sobre las cifras de 18 Por años este conflicto ha permanecido marcado por un desafío de los grupos armados al margen de la ley que han tratado de desarrollarse plenamente en tres perfiles: social, militar y político. Social porque se ha caracterizado por buscar soluciones a los conflictos locales de las comunidades de su influjo, la mayoría de veces relacionados con la lucha por la tierra; militar pues posee una estructura estratégica más definible como máquina de guerra; y político, aunque se divida entre lo militar y lo societal, porque si bien no cuenta con importante apoyo de bases sociales, tampoco abandona su mapa de lucha y busca como objetivo principal la toma del poder. Sin embargo es importante comprender los grupos armados que conforman el conflicto colombiano a partir de la relación que establecen con sus militantes. Según la definición de la antropóloga Beatriz Toro, la guerrilla es “un grupo insurgente, rebelde, organizado en ejército irregular, con miras -en algunos casos- a ser Estado, cuyos miembros comparten unos valores, concepciones de comportamiento e ideales en torno al proyecto político militar común, y que se plantean como radicalmente diferentes a la cultura dominante de la cual provienen” 11 . Tanto el M-19, nacido de diversas organizaciones revolucionarias pero que llegó a contar con significativo apoyo social; como los paramilitares que nacieron como estructura armada contrainsurgente y terminaron agrupados bajo el nombre de Autodefensas Unidas de Colombia en 1997, contando con el beneplácito o complicidad de algunos propietarios de tierras y militares, son dos grupos al margen de la ley, que aunque tiene intenciones e ideologías distintas actuaron como espacios de socialización para sus militantes . Beatriz Toro señala que la guerrilla, “como productora de expresiones culturales, transformadora del medio, dominadora de un territorio y creadora de valores y modelos de comportamiento particulares (…) es una forma de asociación en la cual se dan transformaciones a nivel muertos por causa del conflicto interno colombiano, el caso colombiano se ubica en un punto intermedio entre un conflicto de baja y media intensidad. 11 TORO, Beatriz. “La revolución o lo hijos” [tesis de maestría]. Universidad de loa Andes, Bogotá. Maestría en Antropología. 1994. p. 19. 19 individual y de grupo” 12 , un fenómeno que se presenta de manera similar en las autodefensas. Esta socialización, según Beatriz Toro, puede ser comprendida como “un proceso mediante el cual los individuos se ‘hacen personas’, es decir, se convierten en miembros funcionales del grupo asumiendo sus formas de vida, pautas, símbolos, códigos de comportamiento y costumbres de manera que el individuo se comporte de acuerdo a los esperado y comúnmente aceptado por la colectividad” 13 . Es así, como la mujer combatiente poco a poco incorpora las ideas que allí descubre o que le van enseñando con el fin de apropiarse de significados importantes que le permiten adaptarse con mayor facilidad al grupo. Sucedió con el M-19 y aconteció con las autodefensas, ambos grupos armados desarrollaron dinámicas de asociación y producción cultural de formas de vida donde las mujeres tuvieron que atribuirle un nuevo significado a la maternidad y a su ser femenino, razones por las cuales vale amerita evaluar su proceso de reincorporarse a la vida civil. Por eso es necesario realizar una serie de definiciones operativas a partir del testimonio de algunas mujeres ex combatientes para entender el papel cumplido por las mismas. ¾ Maternidad: Término asociado al status de madre, con las responsabilidades y obligaciones que adquiere una mujer desde el momento en que sabe que la vida de su hijo depende de ella. Cultural e históricamente se espera que todas las mujeres sean madres y estén al lado de sus hijos. Deben sacrificarse y entregarse a una labor que sólo ellas está en capacidad de realizar. Pero cómo ejerce su rol de madre una mujer combatiente, ¿Puede coexistir maternidad y revolución? La contradicción entre mujer combatiente y maternidad se manifiesta desde su misma posibilidad. La mayoría de mujeres combatientes que deciden tener hijos aportan un nuevo significado a la maternidad y a su papel como madres. En vista de que no acompañan a sus 12 13 TORO. Op Cit. p. 20. Ibid. p. 22 20 hijos diariamente en su proceso de crecimiento por estar comprometidas en la guerra, se ven en la obligación de buscar otras maneras de relacionarse con ellos desde su status de madres combatientes, como entregar sus hijos para que sean criados por familiares o por amigos, o incluso que sus hijos entren a ser parte de los grupos armados desde pequeños. “Tenía que ser capaz de construir una relación madre-hijo a la tradicional, sin violentarme, tratando de ser la mamá que no podía ser en aquellas condiciones económicas y existenciales en las que me hallaba” 14 , relata hoy María Eugenia Vásquez en su libro Escrito para no Morir. Sin embargo, no todas las mujeres tomaron la misma decisión. En entrevista con Alix María Salazar, también del M-19, reconoce la decisión de que su hija Juliana también formara parte de la militancia. A pesar de los riesgos, Alix María jamás entregó a su hija: “Yo no luchaba por el M-19, mi hija y yo lo hacíamos”, afirma. En las autodefensas no se podía contar con esta opción. María Zapata cuenta que tuvo que dejar a su hija en manos de su madre y que sólo consiguió volver a verla diez años después cuando se desmovilizó. “O la revolución o lo hijos”, fue la sentencia de Antonio Navarro Wolf a la combatiente Vera Grabe cuando expresó su idea de combinar la lucha armada con su papel de madre. Madre-patria vs. Madre-madre ¿Por cuál debía luchar? Para estas mujeres ambos sacrificios fueron muy altos. Pocas consiguieron conciliar ambos deseos y por eso es que en el momento de construir sus vidas dentro de la civilidad, “una de las cosas más difíciles para ellas ha sido reconciliarse con ellas mismas por su papel como madres. No es fácil sentir que en algún momento se abandonó a lo que uno más quiere en la vida, a los hijos”, acepta Alix María. ¾ Cambios de su ser femenino: Esta investigación pretende hacer visible a la mujer que había antes, durante y después de pertenecer al grupo armado. El objetivo es identificar en qué medida combatientes resignificaron o transformaron los roles que tradicionalmente se le han atribuido a la mujer, por su experiencias como militantes del M-19 o de las AUC. 14 VÁSQUEZ, María Eugenia. Escrito para no morir. Ministerio de Cultura: Bogotá. 2000. p. 435. 21 Para María Eugenia Vázquez lo que mejor resume este punto es lo que ella denomina aculturación, definida como “un proceso de interacción entre varias culturas, durante el cual, el grupo más fuerte actúa como colonizador sobre los demás, imponiendo su identidad a través de técnicas, instituciones y valores que son ajenos al grupo dominado”, lo que le implica a las mujeres cambios sobre su identidad de género “para adherirse, no sin conflicto, a la cultura hegemónica masculina presente en los grupos insurgentes” 15 . Y es que entre operativos, entrenamiento físicos, marchas, combates y mantenimiento del arma, no hay lugar para la vanidad, la fragilidad, el sentimentalismo, todo ese conjunto de características adjudicadas a la feminidad. De manera que la mujer debe olvidar todas aquellas características que definen a la mujer ‘femenina’, que no pueden adaptarse al nuevo medio, lo que no significa la supresión total de su ser femenino. “Al principio, cuando uno llega al monte, todo hace falta y el cambio es drástico. Eso de peinarse y vestirse, cositas que uno de mujer hacía, ya no importan” 16 , admite hoy Patricia Guzmán, desmovilizada de las AUC. De igual forma, se activa un sentido de equidad distinto a la vida cotidiana con sus matices. En el M-19, por ejemplo, considerada como una de las organizaciones que más abierta estuvo al tema femenino, existen testimonios de ex combatientes que rebaten la regla reconociendo que “no fue fácil en aquel tiempo identificar la inequidad y la discriminación, ni mucho menos el poder ejercido por los varones sobre nosotras (…) Sucedía que, tanto para nosotras como para ellos, muchas de las situaciones de inequidad estaban neutralizadas por la cultura, no resultaban visibles y, por lo tanto, ni las sentíamos ni las reivindicábamos” 17 . Por el lado de las AUC las cosas no fueron mejores. Aunque las mujeres sólo llegaron a ser entre el 5 y 10% de sus filas, siempre realizaron tareas distintas a los hombres y no gozaron de los mismos derechos. Por ejemplo, se les llegó a prohibir tener novios que hicieran parte 15 VÁSQUEZ. En: LONDOÑO, 2006. GUZMÁN, Patricia. Entrevista realizada por la autora el 23 de septiembre de 2007, Bogotá. 17 VÁSQUEZ. Op. Cit. p. 438. 16 22 de la sociedad civil, aún cuando para los hombres no existía la misma restricción. Así mismo, le estaba negada la posibilidad de ascenso en las posiciones de mando y cuando tenían hijos eran forzadas a abandonar la lucha armada. Las pocas mujeres que lograron ascender dentro de la organización fueron aquellas que contaban con algún vínculo sentimental o familiar en los altos mandos. Un testimonio de una ex guerrillera de 20 años, obtenido por la investigadora del CINEP Silvia Otero, demuestra en qué medida se reprodujo esta desigualdad: “Lo mejor que uno puede hacer es cuidarse y andar solo con uno, porque conviene tener buena reputación. Si uno anda con más de uno, el comandante lo regaña. Sólo a las mujeres, eso no le queda mal a ningún hombre” 18 . Por cuenta de este tipo de valoraciones es que persiste la idea de que la equidad en estos grupos se traduce en que las mujeres “se vuelven como hombres” o deben parecerse al grupo dominante de la organización –que en ambos casos fueron hombres-, en la medida en que realizan las mismas actividades físicas en el monte y bajo iguales circunstancias, pero ellas anulan su feminidad como única salida para ser integradas como guerreras. ¾ Proceso de reincorporación a al vida civil. A pesar de que el fenómeno de las mujeres combatientes ha sido recientemente tratado por varios investigadores y organizaciones internacionales, “éste sigue sin recibir la atención adecuada en los programas de DDR (…) se trata de un problema de invisibilidad de las mujeres y del papel que juegan en el soporte de las operaciones de un grupo armado o de un ejército” 19 . Según Natalia Springer, los programas de desmovilización funcionan bajo la relación hombre –arma, por lo que no es extraño encontrar mujeres excluidas de los beneficios que ofrece un plan de reincorporación, en la medida en que muchas de ellas realizaban labores que no requerían el porte de un arma. Por ejemplo, varias mujeres del Bloque Nutibara de 18 OTERO, Silvia. “Las mujeres en la guerra y en la paz: lo femenino de las FARC y de las AUC”, 2003. Disponible en Línea: http://www.reliefweb.int/rw/rwb.nsf/db900sid/. Visitado: 24 de noviembre de 2006. 19 SPRINGER, Natalia. Desactivar la Guerra. Alternativas audaces para consolidar la paz. Editorial Aguilar: Colombia. 2005. p. 193 23 las autodefensas desarrollaron primordialmente actividades de carácter comunal en los barrios y no tenían objeto en la desmovilización, pero algunos mandos superiores las motivaron a dar el pasó para gozar de los beneficios del programa y autodenominarse paramilitares el día de la reinserción, por ser las encargadas de cuidar y proteger las armas. No obstante, el proceso de desmovilización tanto del M-19 como el de las AUC, representaron importantes cambios en el estilo de vida de las combatientes. Ana Gómez, ex militantes del M-19 describe ese momento angustiante: “Yo no me quería desmovilizar, no confiaba en eso, no veía las garantías. Era mejor dejar las armas por nuestro lado sin la intervención del Estado” 20 . En la misma perspectiva, así vivió el momento Yolanda Meza de 57 años, ex combatiente del Bloque Nutibara de las autodefensas: “Yo estaba terriblemente asustada, que tal vez eso se acabara y qué iba a pasar con nosotras. Cuando estuvimos en La Ceja yo me enfermé mucho de los nervios que tenía…mi familia y mi hija iban a saber que yo era de las AUC” 21 . A veces los temores van más allá. La situación económica, la construcción de una nueva vida familiar, son aspectos para los cuales no siempre se está preparada: “Maldita sea la hora en que me desmovilicé. A mí nunca me faltó nada, ni la plata, ni la comida, ni la ropa, mucho menos si era para mis hijos….pero también pienso que si no me hubiera desmovilizado no les podría dar el amor que hoy les doy” 22 , asegura María Zapata de las AUC. En este tipo de contextos, la incertidumbre, la desconfianza y la inseguridad de las partes del conflicto hacen que tanto el proceso de desmovilización como el de desarme sean claves para lograr la pronta transición de los militantes a la vida civil. Los actores internacionales han llamado a este proceso DDR Desarme, Desmovilización y Reintegración. De manera que para la compresión de los dos casos que en esta investigación se exponen, es fundamental asimilar y definir las tres etapas sobre las cuales 20 GÓMEZ, Ana. Entrevista realizada por la autora el 20 de septiembre de 2007, Bogotá. MEZA, Yolanda. Entrevista realizada por la autora el 20 de septiembre de 2007, Medellín. 22 ZAPATA, Maria. Entrevista realizada por la autora el 27 de septiembre de 2007, Medellín. 21 24 se enmarcan los procesos actuales. Si bien en el momento en que se desmovilizó el M-19 el DDR no existía como tal, el camino que siguió para su reinserción -hoy reintegración- fue muy similar. El desarme está definido por las Naciones Unidas como el momento de "recolección de las armas, tanto pequeñas como pesadas, dentro de una zona de conflicto", para lo cual se hace necesario definir un lugar en el cual se puedan reunir los combatientes y entregar las armas. Sin embargo, dicha compresión sobre el desarme abarca múltiples condiciones para los involucrados. Por un lado, se espera la desarticulación de las redes de los grupos armados, así como también el diseño de programas de educación para los desmovilizados que les permitan vincularse a futuros proyectos productivos. La siguiente fase es la desmovilización que, entre muchas otras definiciones, se refiere al cambio de status jurídico de los combatientes tras asumir un proceso cooperativo con miras a una reintegración exitosa. La idea es agrupar en zonas seguras los grupos armados para seguir adelante con el proceso. En este paso se desmantela una parte importante de la organización armada. De hecho, se muestra como la única garantía material para la seguridad de la población, pues públicamente el grupo se está desintegrando. Si embargo, vale la pena decir, que estos individuos se desmovilizan en la medida en que consideran tienen un nueva y mejor opción, por lo que es fundamental el trabajo que en este sentido realice el gobierno. Por su parte, la reintegración es el proceso mediante el cual los ex combatientes adquieren un nuevo estatus civil y por ello tienen la posibilidad de acceder a los derechos de cualquier otro ciudadano. El objetivo fundamental de este fase es que los antiguos ex combatientes tengan mejores y mayores posibilidades de desarrollar una vida normal a nivel económico y social. Este momento consta de dos etapas: la reinserción inicial y la reintegración a largo plazo. El primer paso se refiere al corto período durante el cual el ex combatiente regresa a su antigua comunidad. El segundo es un tanto más complejo, en la medida en que pretende asegurar el desarme total y una paz sostenible. De manera que esta última etapa es 25 considerada como el indicador más importante para determinar si el proceso tuvo éxito o no. 26 2. ESCRITO EN FEMENINO “La historia también la hacemos las mujeres” Luz María Londoño 2.1 ÉRASE UNA VEZ 19 DE ABRIL El 8 de marzo de 1990, la única guerrilla no marxista de Latinoamérica dejó de existir. Unos 900 guerrilleros se despidieron en Santo Domingo, Cauca, de más 15 años de lucha armada y entregaron sus armas para derretirlas en fuego, a más de 5.000 grados centígrados de temperatura, como una muestra simbólica de sus anhelos de paz. Fue un jueves que la historia contemporánea de Colombia jamás podrá olvidar. Ese día, Carlos Pizarro, máximo comandante del M-19, lucía jeans y camisón de rayas blancas y azules. Horas atrás había quemado, al lado de sus compañeros, su uniforme de militante y se vistió de civil para darle la bienvenida a una nueva vida, mientras que, con algo de melancolía, envolvía en una bandera de Colombia la pistola que tantas veces disparó en sus años de lucha. Antes de entregarla, al frente de un grupo de Comisionados de la Internacional Socialista, Pizarro grabó con una navaja suiza las iniciales de su nombre, a lo mejor esperando perpetuarlo o simplemente para labrar un recuerdo personal para los seguidores que lo acompañaban en aquella calurosa y nostálgica tarde de marzo. La última orden militar la impartió Nicolás Padre Mío: “Por Colombia, por la paz, dejad las armas”. 2.1.1 El origen de un sueño. Todo empezó a finales de los años 50. Había fiebre de ‘Revolución’. En enero de 1959, en Cuba, el joven guerrillero Fidel Castro, al frente de un movimiento guerrillero que tomó el nombre de “26 de Julio (M-26)”, derrocó al entonces presidente Fulgencio Batista y le abrió paso al único gobierno socialista del continente. A 27 partir de entonces y especialmente durante la década de los años 60, la agitación social cobró forma. En Nicaragua, con la lucha Sandinista; en Guatemala con el Movimiento Revolucionario 13 de Noviembre; en Perú con el Movimiento Campesino Armado, en Colombia con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia FARC, oficialmente conformadas en 1964 y el ELN en 1965. En medio de este contexto, bajo la influencia de la guerrilla de Manuel Marulanda Vélez y del Partido Comunista, jóvenes líderes como Jaime Bateman, Iván Marino Ospina, Álvaro Fayad o Luis Otero Cifuentes hicieron su aparición en la escena política. Bateman y Otero fueron militantes de las FARC. Su labor, después de un corto período de tiempo, fue desarrollar actividades militares en la ciudad, que concretaron con cierta inconformidad por las diferencias que empezaban a tener con el grupo guerrillero. De manera que su expulsión definitiva en 1972, no sólo los dejó desilusionados de este modelo revolucionario, sino que alimentó en ellos serias intenciones de crear su propio proyecto político. Además, en 1970 había estallado una fuerte agitación estudiantil y la FUN, Federación Universitaria Nacional, fue disuelta. Así mismo, la Universidad Nacional había sido cerrada. Las marchas estudiantiles movilizaron a un alto número de inconformes que, poco a poco, fueron encontrando apoyo popular, al tiempo que las FARC, el ELN y el EPL intensificaban su accionar. En el campo político las cosas no parecían mejorar. En 1970, el ex presidente Gustavo Rojas Pinilla, con cierto aire de caudillo populista, se lanzó a las elecciones presidenciales del 19 de abril para enfrentar al candidato del Frente Nacional Misael Pastrana Borrero. Fue una contienda electoral bastante reñida y, según los datos oficiales emitidos por la Registraduría, el candidato Misael Pastrana Borrero, con 1.625.025 votos, superó a Gustavo Rojas Pinilla que sólo obtuvo 1.561.468. Sin embargo, el súbito anuncio del gobierno de suspender la emisión de datos electorales antes de la media noche y el sospechoso resultado obtenido por Pastrana al día siguiente, dejó serías dudas sobre la posibilidad de que un fraude electoral cambió el rumbo de la historia. Los seguidores de Gustavo Rojas Pinilla, agrupados alrededor de la Alianza Nacional Popular 28 (Anapo), coartados en su voluntad popular, empezaron a pensar salidas distintas a las urnas para acceder al poder político. A la inconformidad de los anapistas se sumaron muchos seguidores de la Juventud Comunista (JUCO) y antiguos militantes de grupos guerrilleros, de tal manera que unos y otros terminaron unidos en una causa común: la guerrilla. Con razones aún más precisas: “La necesidad de salir de las luchas estériles de la izquierda, de llevar la guerra a las ciudades, de armar a las masas para impedir que nuevamente se presentara un fraude electoral, la necesidad de pensar más en Colombia que en continuar debatiendo los problemas de otros países” 23 . Entre los dirigentes que empezaron a invocar estos ideales estaban Jaime Bateman, Luis Otero, Iván Marino Ospina, Álvaro Fayad, Carlos Pizarro, Augusto Lara, Rosemberg Pavón, Elvecio Ruiz, María Eugenia Vásquez y Vera Grabe, entre otros. Todos ellos, unidos a otros jóvenes con iniciativas semejantes, constituyeron el grupo ‘Comuneros’, un colectivo que empezó a publicar sus inquietudes políticas en una revista del mismo nombre. Sin embargo, sus intereses fueron más allá de imprimir sus ideas y decidieron conformar un grupo al margen de la ley. Para hacerlo realidad, concluyeron que era necesario dar un primer paso: buscar dinero y armas. Y fue una mujer, María Eugenia Vásquez, la primera militante que se comprometió a concretar esta labor. Cuando Iván Marino Ospina planteó la necesidad de conseguir armas, ‘La Negra’ María Eugenia Vásquez, como comenzó a ser conocida esta mujer, recordó la colección de armas que le había conocido en su casa a un amigo de Varios de los militantes de la universidad llamado Juan Fuente: En: VILLAMIZAR, Darío. Sueños de Abril. 23 VILLAMIZAR. Op. Cit. p. 43 29 Manuel. La idea de sustraerlas fue aceptada de inmediato y las tareas de inteligencia y recolección de datos comenzaron a rodar en el menor tiempo posible. La función de María Eugenia Vásquez fue precisamente recolectar los datos para la operación, por las facilidades que tenia para acceder a la casa escogida y por los lazos que desde tiempo atrás había establecido con los habitantes de la misma. Todo quedó listo para la misión en pocos días. ‘La Negra’, con cierto temor por la suerte de su amigo, llegó al objetivo planeado con la excusa de estudiar con su amigo para un difícil examen de antropología. Hacia las tres de la tarde, un grupo armado encabezado por el propio Iván Marino Ospina entró a la casa con otros compañeros y concretó la misión. Sin embargo, mientras se apoderaban de la casa, La Negra vio la puerta del patio abierta y sintió temor de alertar al perro y así frustrar el ataque. Por eso intentó cerrarla y cuando lo hacía, uno de los guerrilleros le gritó: ¡no se mueva o la mato¡ Hoy recuerda que quedó paralizada, miró a Iván Marino con angustia y sólo descansó cuando este hizo una señal al otro y el guerrillera que le apuntaba dejó de amenazarla 24 . Los asaltantes se llevaron 45 armas de colección. Únicamente dejaron a Juan Manuel su arma favorita. Los amarraron, les taparon la boca con esparadrapo. La Negra cuenta hoy lo que vino después: “Apenas salieron los compañeros, yo me eché a llorar inconsolable. Y no fingía, estaba realmente conmocionada. No atino a saber si era por miedo o por alegría, Fuente: María Eugenia Vázquez. En: VILLAMIZAR, Darío. Sueños de Abril porque todo había salido bien o porque sentía vergüenza con Juan” 25 . A los pocos días del hecho, ella y Juan Manuel tuvieron que aportar declaraciones a los investigadores y La 24 VÁSQUEZ. Op. Cit. p. 102 30 Negra describió a los asaltantes con falsas características con el fin de no levantar sospechas. Una vez finalizada esta primera fase, y tras el incremento de la lucha popular durante el cuatrienio de Misael Pastrana, el M-19 se oficializó bajo el liderazgo y conducción de Jaime Bateman Cayón, El Flaco. En la reunión constitutiva se aprobó un plan que incluía una campaña propagandística de avisos que anunciaban la inminente salida al mercado de un nuevo producto, que daba la sensación de ser un remedio contra los parásitos: “Los primeros clasificados que se publicaron en páginas interiores de cine, clasificados y sociales, tenían un fondo negro y en letras blancas leía: «Ya llega el M-19» «¿Parásitos…gusanos?» «Espere M-19» «¿Decaimiento…falta de memoria? Espere M19»” 26 . El 17 de enero de 1974 apareció el último aviso: «Hoy llega el M-19». Ese miércoles, el que parecía ser un inocente remedio contra los parásitos resultó ser un grupo armado que sustrajo de la Quinta de Bolívar la espada y los espolines del Libertador. Espectacular acción que le dio identidad y carácter al grupo. «Bolívar, tu espada vuelve a la lucha», fue la primera proclama que dejó el grupo en las habitaciones contiguas al epicentro del asalto. El equipo encargado para la operación estuvo compuesto por hombres y mujeres. María Eugenia Vásquez fue una de ellas. “Me tocó con una pelada muy callada y un muchacho alto y fornido que habían traído de Pereira. Era novato y yo era la responsable de este primíparo. Nos asignaron la contención externa. Los tres estaríamos en la puerta de entrada para asegurar que los del interior no tuvieran contratiempos. Seríamos los primeros en llegar y los últimos en retirarnos. Nos dieron unas granadas y, como nunca las había usado, me sentí como desnuda. Tenía confianza con las armas cortas. Sin embargo, nada dije” 27 . 25 VÁSQUEZ. Op. Cit. p. 102 VILLAMIZAR. Op. Cit. p. 53 27 VÁSQUEZ. Op. Cit. p. 120 26 31 No obstante, este primer golpe simbólico y violento del Eme no fue el único que dejó boquiabiertos a los colombianos: el secuestro, el juicio y la posterior muerte de José Raquel Mercado, líder de la Central de Trabajadores de Colombia CTC, fue un episodio que marcó el posterior desarrollo del Antonio Navarro, Álvaro Fayad, Iván Marino Ospina, Carlos Pizarro y Gustavo Arias junto a Clemencia Cayón de Bateman. En: VILLAMIZAR, Darío. Sueños de Abril. grupo. El plagio se perpetró el domingo 15 de febrero de 1976 en la calle 63 con carrera 15 de Bogotá. Su secuestro no fue capricho, según los líderes del M-19 simbolizaba el apoyo que supuestamente el Eme quería brindar al pueblo frente a “un líder corrompido por los intereses políticos”. A pesa de que aún no era mucha la experiencia de sus militantes en el campo de la guerra, fue sencillo llevar a cabo esta operación. Sencillamente, “el Eme 19 le tendió una celada femenina en la cual cayó con facilidad” 28 . Días después del secuestro, el Eme envió un boletín en el que informó que Mercado había sido capturado y puesto en prisión por los comandos Simón Bolívar y Camilo Torres y, a través de un cuestionario de 11 preguntas, detalló los cargos en su contra. Al final de cada interrogante, en el documento apareció escrito un sí y un no. Sí es culpable, no es culpable. Con esta incertidumbre empezaron a pasar los días. En paredes de algunas universidades empezaron a aparecer grafitis con un inmenso sí, mientras que otros sectores se pronunciaban con un fuerte no. Después de 50 días, el Eme publicó su boletín No 14 del 5 de abril, en el que informó sobre la condena a muerte de Mercado. Sin embargo, también envió una serie de condiciones que, de ser cumplidas, podrían salvarle la vida al líder sindical. 28 VILLAMIZAR. Op. Cit. p. 82 32 Dichas exigencias fueron: el reintegro de trabajadores y dirigentes sindicales despedidos en las empresas Riopaila, Ecopetrol, Vanitex y Sofasa, entre otras; la derogatoria de los decretos de estabilidad laboral (decretos 1821, 528 y 2351) y “contra las libertades sindicales y políticas”; y adicionalmente, la abolición de una serie de decretos destinados a minar el movimiento sindical de los educadores agrupados en FECODE, Acpes y en asociaciones de profesores universitarios. Finalmente, el Eme exigió la reproducción textual e íntegra de su boletín No 14 en la prensa del siguiente domingo 11 de abril” 29 . Tras la negativa del entonces presidente Alfonso López Michelesen, el Eme decidió asesinar a Mercado. El cadáver apreció el amanecer del 19 de abril siguiente en la glorieta de la avenida 63 con transversal 48. “El secuestro del dirigente sindical, así como su juicio y su muerte colocaron al M-19 ante el país ya no como un grupo de jóvenes audaces y simpáticos, sino como un movimientos guerrillero de proyección” 30 . El repudio y rechazo que distintos sectores de la población expresaron no detuvo los crecientes anhelos del Eme. Todo lo contrario, su desarrollo y expansión continuaron a tal punto que se convirtieron en una piedra en el zapato para el Estado. Sus continuos golpes, como el robo en Cali de 39 escopetas y 28 revólveres en noviembre de 1976 y el secuestro de Hugo Neira Ferreira, ex Ministro de Agricultura en agosto del siguiente año, entre otros episodios, alimentaron el deseo de control y seguridad del siguiente mandatario colombiano. La llegada al poder del dirigente liberal Julio César Turbay, el 7 de agosto de 1978, le significó al Eme el comienzo de una nueva era. Desde sus inicios, el nuevo mandatario asumió una dura posición contra de los grupos alzados en armas. De hecho, el 6 de septiembre, al mes de su posesión, expidió el decreto 1923 o el Estatuto de Seguridad “por el cual se dictan normas para la protección de la vida, la honra y bienes de las personas y se garantiza la seguridad de los asociados”. Con este decreto buscaba, entre otras cosas, aumentar las penas para los delitos políticos y otorgar nuevas atribuciones a los militares. Y bastó que se terminara el año, con la esperada alocución presidencial, para que la historia 29 30 Ibid. p. 86 Ibid. p. 90 33 del Eme confrontara la nueva política estatal, pero también cambiara su propia historia para siempre. El amanecer del primero de enero de 1979 fue como pocos porque un comando del M-19, a través de un túnel construido clandestinamente, desocupó el depósito de armas del ejército, ubicado en el cantón Norte de Usaquén, en Bogotá. “Narraba Álvaro Fayad, que el galpón donde se encontraban las armas, mirando a lo lejos en la noche, parecía una gran ballena azul, de ahí el nombre que los guerrilleros decidieron colocarle a las acción más osada que hasta el momento realizaban” 31 . Sin embargo, el comando superior del grupo decidió que el país conociera esta acción como la ‘Operación Colombia’, cuya finalidad era armar a las guerrillas móviles, mantener una reserva de armas y además enviar algunas de esas armas a Nicaragua, con el propósito de apoyar el proceso revolucionario que adelantaba el Ejército Sandinista de Liberación Nacional. El plan se llevó a cabo gracias a la construcción de un túnel que llegó hasta el depósito. Del tema se encargó Rafael Arteaga y Ester Morón, quienes arrendaron una casa próxima a las instalaciones del Cantón Norte y desde allí se apoderaron, entre el 31 de diciembre y el primero de enero, más de 5.000 armas. Hasta el martes 2 de enero los militares se dieron cuenta de lo sucedido y, de inmediato, los organismos de seguridad Formación militar del Eme. En: VILLAMIZAR, lideraron una fuerte arremetida contra la Darío. Sueños de Abril. organización. Se calcula, según datos publicados por Darío Villamizar, que en la primera semana hubo más de 500 allanamientos a las casas o a los sitios que desde hacía un tiempo se le estaba haciendo seguimiento. De manera que fue una labor más bien sencilla capturar un alto número de combatientes en Cali y Bogotá. 31 Ibid. p. 124 34 El 26 de octubre de 1979, a las cinco y media de la tarde, frente al Consejo de Bogotá, entre las decenas de aprehensiones y allanamientos, fue capturada y luego torturada durante 10 días una de las mujeres más emblemáticas de esta organización: Vera Grave. Así lo recuerda hoy la ex guerrillera: “Me vendan los ojos, me aprietan las esposas, y me quitan toda la ropa sin otro fin que romperme a punta de frío, cansancio, dolor y humillación” 32 . “En la noche de Halloween, llegan dos hombres (…) ponen música rock a todo volumen y empiezan. Me pellizcan los senos, me abren las piernas, me golpean los genitales (…) y me meten un palo en la vagina. Sangro y tengo dolores en el vientre por mes y medio” 33 . A este tipo de torturas estuvieron sometidos la mayoría de detenidos. Luego, fueron procesados y finalmente sentenciados a pagar distintas condenas en las cárceles del país. Parecía que sus estructuras estaban desmoralizadas, pero su líder Jaime Bateman, se dio a la tarea de proteger y recoger tanto las armas como las personas no detenidas, a fin de recomponer las estructuras iniciales. De manera que uno de los Vera Grabe. En: VILLAMIZAR, Darío. Sueños de Abril. grandes objetivos en la VII Conferencia fue actuar a favor de los presos políticos que, para noviembre de 1979, eran aproximadamente 312. Tanto los reclusos como los militantes que continuaban trabajando clandestinamente, con el apoyo de otros sectores de la sociedad, comenzaron a crear un ambiente de intensa actividad política que buscaba no sólo la liberación de los presos políticos sino la derogación del Estatuto de Seguridad y la defensa de los derechos humanos. 32 GRABE, Vera. Razones de Vida. Editorial Planeta: Colombia, 2000. p. 99 33 Ibid. p. 100 35 Fue entonces cuando el Eme decidió dar un nuevo golpe de enorme trascendencia nacional e internacional: la toma de la embajada de República Dominicana en Bogotá durante los actos de conmemoración de la independencia de este país caribeño. La operación fue bautizada como ‘Democracia y Libertad’. Rosemberg Pabón, Iván Marino Ospina, Eduardo Chávez y otros. Miembros del Eme. En: VILLAMIZAR, Darío. Sueños de Abril. El 27 de febrero de 1980 hacia las 12:02, fue tomada la sede de la Embajada por la columna Jorge Marcos Zambrano, compuesta por 16 miembros del Eme, de los cuales un poco menos de la mitad eran combatientes mujeres: Carmenza Cardona, Norma (La Chiqui) vestida en la siguiente foto recopilada por Darío Villamizar, Gloria Amanda Rincón, María, Stella, Vicky (la médica) y María Eugenia Vásquez. El enfrentamiento inicial fue con los guardaespaldas y con algunos soldados, un cruce de fuego que duró aproximadamente cuatro horas. Tomaron 57 rehenes, entre los que se encontraban los embajadores de Estados Unidos, el Vaticano, México, Uruguay, Venezuela, Brasil, Israel, Suiza, Egipto, República Dominicana, Haití, Guatemala, Costa Rica, Austria y las esposas de cuatro de ellos. Una vez controlada la situación, por iniciativa de los embajadores se conformó un cuerpo para ayudar a facilitar una pronta negociación. 36 La misma noche de la toma se conocieron las exigencias del grupo: garantizar el retiro de la tropa y que no hubiese intentos de asalto a la Embajada; que se detuviera la violación a los derechos humanos y quedaran en libertad todos los presos políticos de todas las organizaciones; cincuenta millones de dólares y la publicación de un comunicado del M-19 en la prensa nacional y en los lugares de origen de los rehenes. Las negociaciones empezaron el 2 de marzo en una camioneta amarilla sin puertas donde se encontraban los negociadores del gobierno, Ramiro Zambrano y Camilo Jiménez con Carmenza Londoño, La Chiqui, delegada del M -19. “Ellos sabían que había hombres y mujeres en nuestro comando y esperaban negociar con un hombre. Decíamos, mandémosle una persona dura que los grite, que pelee con ellos, pero también sensitiva, capaz de desarmarlos. Alguien firme, pero flexible. Mandemos a la mujer para que vean con qué se van a encontrar. Escogimos a Carmenza Cardona Londoño, la Chiqui, una compañera bien probada en la lucha, disciplinada, clara en nuestra concepción política, con gran experiencia en el trabajo de masas en las barriadas de Cali y con comunidades indígenas, tierna, alegre, vital ¡y una fiera en la pelea! (…) Lo que más les dolía a los representantes del gobierno era hablar con una mujer encapuchada, gordita y bajita (…)” 34 . Después de varias semanas en las que la negociación no parecía prosperar, Jaime Bateman decidió hablar con Germán Castro Caicedo y propuso una negociación en aras de la paz. El Eme no consiguió sus propósitos iniciales después de 61 días que duró la toma, pero el 34 Entrevista a Rosemberg Pabón , comandante Uno en la toma de la embajada. En: Villamizar. p. 172 37 episodio terminó el 27 de abril con la participación de tres delegados de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA. Después de recibir una gruesa suma de dinero, los integrantes del M-19 viajaron a Cuba y, el 20 de julio del mismo año, el gobierno presentó al Congreso el proyecto de ley No 1 de 1980 por el cual propuso una amnistía condicional, aprobada ocho meses después en medio de las críticas de los grupos armados que no se acogieron a la iniciativa. Por el contrario, aumentaron su acción armada. “La amnistía estaba concebida, los presos estaban libres, pero los tiros continuaban. El siguiente paso era, pues, buscar el cese al fuego” 35 . Las elecciones de 1982 dieron como ganador al dirigente conservador Belisario Betancur, quien a través de un programa en favor de la paz, anunció el levantamiento del Estado de Sitio y medidas para la reincorporación de los insurgentes a la vida civil. Fue en medio de ese contexto en que se desarrolló la Octava Conferencia del M-19, un importante suceso que marcó el papel de las mujeres dentro del movimiento. Cuenta Vera Grabe que, en medio de esta conferencia, el comandante Pablo (Jaime Bateman) provocó una incendiaria discusión que las mujeres supieron aprovechar. Opinó, con poca cautela, que “las mujeres no caben en el ejército porque generan desorden” y eso explicaba el porqué no había ninguna en ejércitos tan importantes como el soviético. Las mujeres no tardaron en citarlo y, a la mañana siguiente, el comandante ‘Pablo’ tuvo que dar una de sus más grande peleas frente a un ejército armado de rabia y repudio al machismo. Gladis López y su hijo Kun. En: VILLAMIZAR, Darío. Sueños de Abril. 35 RESTREPO, Laura. Historia de una traición. Editorial Plaza & Janes: Bogotá. 1986. p. 29. 38 De este enfrentamiento surgió una de las facetas que más se le ha reconocido al M-19: la de la inclusión a la mujer. El comandante general, ordenó desde ese momento: 1) La obligación de promover en la fuerza militar una formación que pusiera énfasis en el aporte de la mujer, en su formación política y militar, en capacitarla como mando, en hablar de un nuevo tipo de relaciones entre hombres y mujeres, que superaran el machismo. 2) La no discriminación de las combatientes en promoción, rangos, tareas y responsabilidades; en el conocimiento de sus derechos y deberes. 3) Que ningún combatiente puede agredir física o moralmente a su compañera o hija; ningún mando o combatiente puede abusar de su autoridad, presionar o chantajear a una combatiente para mantener relaciones afectivas o satisfacer necesidades personales. 4) La única limitación para la combatiente es no tener hijos mientras esté en la fuerza militar, tiene derecho a anticonceptivos bajo supervisión médica, y si hay embarazo por razón imprevista el derecho voluntario al aborto en los dos primeros meses de embarazo. 5) El derecho de todo y toda combatiente a la vida íntima, si no interfiere en el desarrollo político y militar y no crea problemas al colectivo; el derecho de la y del combatiente a escoger su compañero para convivir, casarse o no, exigir el divorcio, exponiendo sus razones ante asamblea de combatientes” 36 . 36 GRABE. Op.Cit. p. 167 39 Fue, en medio de dicho debate cuando la negra Nelly Rivas y Vera Grabe, fueron ascendidas al comando superior compuesto por diez hombres más. 2.1.2 Los diálogos y la negociación. El 10 de agosto de 1984 llegó un correo de Álvaro Fayad contando sobre el proceso de negociación que se adelantaba en la clandestinidad en Bogotá. Las conversaciones se habían mantenido con Belisario Betancur y su hombre de confianza, el Ministro de Comunicaciones Bernardo Ramírez. La firma del acuerdo de cese al fuego tenía fecha: el 14 de agosto, día marcado por tortuosos pasos anteriores como el asesinato del cofundador de la organización Carlos Toledo en Bucaramanga y el atentado que sufrió el propio Carlos Pizarro camino a las negociaciones. Todo estaba listo para la firma, sólo faltaba Pizarro y cuando iba rumbo a Corinto, al lado de su compañera Laura, pasó al lado de un retén de policías, que asustados dispararon ocasionando el choque del auto. Pizarro llegó herido y, apenas entró al pueblo con el brazo vendando y el uniforme ensangrentado, gritó: “venimos a firmar una paz con dignidad”. En medio de la confusión entró la duda de la pertinencia de su firma. De inmediato se reunió el comando superior en El Hobo y, rápidamente, se decidió continuar con el plan inicial y en presencia de la representación del gobierno compuesta por el ministro Bernardo Ramírez y los delegados Horacio Serpa, Enrique Santos, se aceptó firmar el acuerdo, exigiendo garantías para las personas que decidieran aceptar el proceso del diálogo nacional. Corinto se llenó de espectadores ante la magnitud del evento. Carlos Pizarro. En: VILLAMIZAR, Darío. Sueños de Abril. 40 “Guerrilleros y guerrilleras parecíamos estrellas de cine (…) comandante que llegaba era entrevistado (…) La comandante catalina despertaba mucha curiosidad, por mujer y única jefe guerrillera (…) a la mayoría de periodistas no les interesaba qué pensaba yo de la paz, sino qué sentía. Reivindico el corazón como guía de nuestras vidas, pero las mujeres también pensamos y los hombres también sienten. Al preguntar si me gustaba maquillarme o si era feliz, su intención era humanizar los mitos, pero me sentía ofendida porque las preguntas eran diferenciadas: para los compañeros opiniones sobre el proceso de paz, para las mujeres las llamadas entrevistas humanas. Hasta que un periodistas me averiguó una hora sobre gustos y disgustos y me preguntó si le tenía más miedo a las cucarachas o a los ratones, no me aguanté y le contesté que por qué no le preguntaba lo mismo a Álvaro Fayad. (…) Ni siquiera uniforme y charretera salvaban a una mujer de la concepción superficial existente frente a la mujer: hasta disparar podrá ¿pero pensar?” 37 . El acuerdo se firmó simultáneamente en Corinto y el Hobo, al son del himno nacional y del himno del M-19. Hasta el momento todo parecía fiesta y celebración. El acuerdo ‘Tregua para un gran diálogo nacional’ no tenía un tiempo determinado y quedaba sujeto a su propio desarrollo. La comandancia nombró un grupo que viajó a Bogotá a organizar el diálogo: Antonio Navarro, jefe del grupo, Israel Santamaría, Andrés Almares, Yamel Riaño, Gerardo Ardila y Vera Grabe. Mientras tanto el resto de la fuerza volvió al campamento. Sin embargo, poco fue lo que se consiguió con la firma. Mientras Belisario viajaba al exterior, tropas del ejército cercaron los campamentos de tregua del M-19 y prohibieron las manifestaciones públicas del grupo. Según lo pactado, la guerrilla debía retirarse con sus armas y uniformes de Yarumales, por un corredor de seguridad, hacia Los Robles. Una vez situaron su nuevo campamento buscaron realizar la IX Conferencia, que finalmente les fue prohibida por orden gubernamental. 37 Ibid. p. 220 41 De manera que las contradicciones entre ambos mandos aumentaron de tal forma que el 15 de marzo de 1985, los voceros Vera Grabe, Navarro Wolf y Andrés Almarales hicieron una manifestación de desagravio a la paz en la Plaza de Bolívar y reafirmaron su decisión de no al desarme . Ese mismo día, El Eme informó el desplazamiento del grupo del campamento de Los Robles, dividido en tres columnas dirigidas por Carlos Pizarro, Gustavo Arias y Libardo Parra. Se fortaleció entonces la persecución contra los campamentos de paz del M-19 instaurados en distintas ciudades del país, así como también los allanamientos y desalojos para evitar el inminente paro nacional del 20 de junio. Ese mismo día, el comandante Carlos Pizarro declaró rota la tregua y el inicio de nuevas acciones ofensivas. Con esta nueva decepción en la vida de grupo, el 6 de noviembre de 1985 el M-19 concretó uno de los episodios más polémicos, desatinados y recordados en la historia contemporánea de Colombia: la toma del Palacio de Justicia. En cumplimiento de la operación ‘Antonio Nariño por los derechos del hombre’, 35 guerrilleros de la compañía Iván Marino Ospina, quien había muerto dos meses antes en Cali enfrentando al ejército, se encargaron de la operación militar, mientras siete de los militantes se quedaron cubriendo la parte externa del Palacio. 28 más penetraron a las instalaciones por el sótano occidental. La reacción de las Fuerzas Militares no se hizo Esperar. La guerrilla, expidió un comunicado en el cual VILLAMIZAR, Darío. “Sueños de Abril”. explicó la toma del palacio como un juicio al presidente Belisario Betancur y a su gobierno por incumplimientos en el proceso de paz. Al primero lo acusaron de asumir una actitud mal intencionada en la firma del acuerdo, en 42 razón a los hostigamientos que hizo al grupo durante las negociaciones. Al segundo lo acusó de impedir la libre expresión de la ciudadanía y de implementar una política social y económica en detrimento de cualquier intento de paz. En su texto de demanda sobresalían las siguientes razones del juicio: “No cuestionamos tan sólo la pérdida absoluta de legitimidad de este gobierno, sino también le disputamos el monopolio de la legalidad: para que no se siga haciendo mal uso de las instituciones con que las minorías esconden su naturaleza antisocial; y porque esas instituciones les corresponden a quienes les asiste la decisión histórica de realizar el sueño de Bolívar en el gobierno que era su ideal” 38 . La respuesta de los militares fue contundente. Al poco tiempo entraron cinco tanques de guerra a la Plaza de Bolívar, mientras que varios militares y policías se ubicaron en las casas contiguas, en la Alcaldía de Bogotá e incluso en la Catedral, para recuperar el Palacio. Después del mediodía, llegaron los primeros tanques cascabel y urutú, que fueron ubicados alrededor del Antes del partir hacia el Palacio de Justicia, Clara Elvira Enciso y Elvecio Cruz se despiden. Palacio, con la idea de destruir la entrada. Después de algunas horas, a las 3:45 de tarde se originó un incendio en el cuarto piso donde se encontraban guerrilleros, magistrados y civiles. Una nueva explosión se oyó en este mismo piso a las 9:30 de la noche. Pese a la llegada de los bomberos su intervención resultó inútil pues el Palacio de Justicia fue consumido por las llamas. Mucho se ha especulado sobre este trágico episodio. Los culpables del hecho, los once desaparecidos de la cafetería del Palacio de Justicia y la verdadera historia detrás de la toma aún son enigmas que 22 años después no se han logrado resolver. Lo cierto, es que este episodio no fue la última tragedia que vivió el país ese año ni el último error del M-19 antes 38 VILLAMIZAR. Op.Cit. p. 429 43 de entrar en su etapa final como grupo alzado en armas. La masacre de más de 100 guerrilleros en Tacueyó 39 (Cauca) por la sospecha de pertenecer a un grupo de infiltrados del ejército, fue otro hecho que marcaron ese oscuro final del año 1985, definitivamente lapidario para las pretensiones políticas y militares de la organización alzada en armas. Así que después de interminables controversias, en mayo de 1988 fue secuestrado en Bogotá Álvaro Gómez Hurtado, con una exigencia inédita para su liberación, anunciada por su comandante Otty Patiño en entrevista a Germán Castro Caicedo: generar un nuevo diálogo de paz. La aceptación de la propuesta por parte de varios sectores de la sociedad hizo que se realizaran algunas reuniones en Panamá, hasta que finalmente surgió ‘El Acta de Panamá’, un texto en donde el M-19 se comprometió a liberar a Gómez Hurtado tras negociar algunos puntos para la consolidación de un acuerdo de paz. El 20 de julio fue puesto en libertad el dirigente político conservador. Durante su cautiverio se estableció una estrecha comunicación escrita con el comandante Carlos Pizarro que evidenció puntos de vista en común, que meses después fueron definitivos para el inicio hacia la paz. Yamel Riaño, Vera Grabe, Antonio Navarro, Israel Santamaría, Alfonso Jacquin y Gerardo Ardila. En: VILLAMIZAR, Darío. Sueños de Abril. 39 Se refiere a la masacre que cometieron Javier Delgado y Hernando Pizarro Leongomez contra casi 160 militantes del Frente Ricardo Franco por considerarlos espías dentro de la organización. “'El monstruo de los Andes', como se le conoció a Delgado, torturó a todas sus víctimas con métodos que ni siquiera se conocieron en las sangrientas épocas de la Violencia. Se encontraron cuerpos a los que les habían abierto el pecho, aún con vida, para desgarrarles el corazón. Tres cadáveres de mujeres embarazadas con los vientres vacíos. Varios de esos hombres fueron enterrados vivos. Todos estaban mutilados.” ( Semana. com Diciembre 8 de 2005) 44 Sin embargo, la liberación de Gómez no fue suficiente para que el gobierno del presidente Barco aceptara participar en una cumbre de paz promovida en el anexado municipio de Usaquén para comenzar la negociación. Sólo lo hizo hasta septiembre de ese año, al presentar su propia ‘Iniciativa para la Paz’, no muy bien recibida entre los grupos insurgentes del momento. Sin embargo, el entonces senador conservador Álvaro Leyva Durán emitió una nueva propuesta que complacía las inquietudes del M-19 y de otros grupos, y posteriormente, sobre todo a lo largo de 1989, previa aprobación de una ley de indulto por parte del Congreso, y obviamente después de varias reuniones de discusión política, se materializó la negociación de paz. El 9 de marzo de 1990 la guerrilla del M- 19 dejó de existir. A pesar de la melancolía que despertó el final de esta etapa, Carlos Pizarro comenzó a planear una nueva estrategia: lanzar una lista de mujeres para las elecciones a la Cámara de Representantes. “(…) decía, éramos más estudiosas, las únicas que habíamos culminado nuestras carreras, y que haciendo cuentas había por lo menos 20 mujeres con título universitario” 40 . Vera Grabe, una vez desmovilizada inscribió su candidatura a la Cámara de Representantes, elección que ganó dos días después de decirle adiós a su vida como guerrillera. Bandera del partido Alianza Democrática M- Vera Grabe desmovilizada. En: Villamizar, Darío. 19. En: Tiempos de paz. Acuerdos en Sueños de Abril. Colombia, 1902-1994. Museo Nacional de Colombia, 2003. 40 GRABE. Op. Cit. p. 364 45 2.2 ‘PARA’ NO OLVIDAR El 25 de noviembre de 2003, los espectadores de la primera desmovilización de los grupos de autodefensa, correspondiente a los integrantes del Bloque Cacique Nutibara de Medellín, quedaron totalmente sorprendidos. Entre los 874 militantes que dejaron sus armas aparecieron diez combatientes que no se esperaban. Maquilladas y algo escurridizas entre la multitud de sus compañeros, pero casi siempre juntas, salieron a darle la cara al país las pocas mujeres que militaron activamente en este bloque. “Ese día, mi familia y mi hija se enteraron que yo era de las AUC”, revela Yolanda Meza, de 57 años y madre de una menor de edad. Ella, al igual que la mayoría de sus compañeras, le colaboró a los ‘muchachos’-como suelen llamar a los paramilitares- haciendo trabajos comunitarios y de logística en los barrios de su influencia. “Eso no es una opción de vida para nadie porque se corre demasiado peligro. Pero si alguien que uno quiere está en eso, toca apoyarlo” 41 , asegura Olga, de 26 años, con dos hermanos desmovilizados. Estas diez mujeres fueron las encargadas de conseguir apoyo dentro de los barrios en Medellín, escenarios de la guerra que se libró entre el Bloque Metro y el Cacique Nutibara. En total, se entregaron 623 armas y 4.490 municiones y granadas según datos registrados por el Alto Comisionado para la Paz. Las armas que se recogieron fueron más del doble que las que 17 años atrás entregaron los militantes del M-19. Sin embargo, ninguna de esas armas fue entregada por las mujeres que se desmovilizaron. Después del acto de desarme, los recién desmovilizados fueron llevados al centro de convivencia ubicado en La Ceja (Antioquia) donde permanecieron 21 días. Allí les fue brindado apoyo psico-social, atención médica y se les realizó una evaluación sobre su situación jurídica. “Yo estaba asustada, que tal eso se acabara y que pasaba con nosotras”, cuenta Yolanda. 41 VILLA, Olga. Entrevista realizada por la autora el 22 de Septiembre de 2007, Medellín. 46 2.2.1 Una vieja historia: Primera Parte. El paramilitarismo en Colombia es un fenómeno complejo que no surge a través de una relación lineal de acontecimientos sino que más bien es el resultado de múltiples causas que lo configuran. Uno de sus antecedentes más lejanos se ubica en 1949, en la época de ‘la Violencia’, cuando surgieron los primeros grupos de autodefensa campesina que buscaban enfrentar la violencia oficial del momento. Los ‘pájaros’, desde el ala conservadora, fueron uno de los grupos más representativos de aquel entonces. “Verdaderos ‘asalariados del delito’, ejecutores de la violencia planificada desde las oficinas, los cargos públicos, los directorios políticos” 42 . Esta modalidad de bandolerismo tardío, como lo clasifican Gonzalo Sánchez y Donny Meertens, tuvo especial desarrollo en el departamento del Cauca en los años 50 y 60. En esta región ya era común encontrar grandes haciendas que contaban con servicios de seguridad privada, para proteger sus bienes y familia de las manos de la violencia, que muchas veces se originaba desde una nueva generación de ‘pájaros’ formados en las filas de la Policía que, entre asesinatos selectivos y altas sumas de dinero por sus acciones, se erigieron como múltiples “asociaciones criminales paramilitares que operaban bajo el triple estímulo del sectarismo, del dinero y de la impunidad” 43 . En la década de los 60 muchos de los bandoleros fueron capturados o asesinados. Sin embargo, el terror entre los habitantes continuó y en 1962 el ejército colombiano organizó en el Quindío la ‘Liga de defensa Campesina’ e hizo obligatoria la posesión de armas para todos aquellos que con sus vehículos transitaran las principales carreteras del norte del departamento del Tolima. Todo ello, según un coronel del ejército, para “obligar a la población civil a defenderse a sí misma o al menos a exigirle que no entregue la vida en la forma lastimosa y cobarde en que lo ha hecho gran número de ciudadanos (…)” 44 . No se 42 SÁNCHEZ, Gonzalo y MEERTENS, Donny. Bandoleros, gamonales y campesinos. El caso de la violencia en Colombia. El Áncora editores: Bogotá. 7a edición. 2002. p. 159. 43 Ibid. p. 160. 44 Ibid. p. 235. 47 sabe de mujeres que hayan conseguido ser conocidas como ‘bandoleras’ en este momento, pero se tiene la certeza de que muchas de ellas participaban como informantes de las bandas y apoyaban a sus esposos brindándoles los elementos básicos para su supervivencia. Esta formación inicial de grupos de autodefensa poco a poco se fue transformando en ejércitos más organizados y amplios que hoy han sido llamados paramilitares. Pero, ¿cuáles fueron las causas que permitieron que este fenómeno continuara y diera vida a las AUC? No es sencillo dar una sola razón explicativa de ello, sin embargo algunos teóricos de la materia como Francisco Gutiérrez y Francisco Barón 45 han indicado que el paramilitarismo en Colombia es un fenómeno que no apareció al azar, sino que recibió el apoyo sostenido de agentes intrasistémicos que lo ha alimentado históricamente. Por un lado mencionan las políticas gubernamentales. El gobierno de Guillermo León Valencia en 1965 con la creación de la Doctrina de Seguridad Nacional, el de Julio César Turbay, con el Estatuto de Seguridad y la creación de las Convivir en 1994, por ejemplo, promovieron leyes que llamaron a la población a que se armara, eso sin contar con que en muchas regiones los oficiales del ejército han creado, promovido y protegido unidades paramilitares. De hecho han sido pocos y recientes los casos en los que el ejército colombiano y los grupos paramilitares se han enfrentado. Fuente: Disponible en Línea: http://www.talcualdigital.com/Avances/Im age/paras5.jpg Otro apoyo importante que mencionan los autores es el de las fuerzas sociales. “Es prácticamente imposible, por ejemplo, 45 encontrar un evento de GUTIERREZ Francisco y BARÓN Mauricio “Estado, control territorial paramilitar y orden político en Colombia” En: Nuestra Guerra sin Nombre. Transformaciones del conflicto en Colombia. Coordinadores: Maria Emma Wills y Gonzalo Sánchez. Grupo Editorial Norma, IEPRI, Universidad Nacional de Colombia, VITRAL. Bogotá 2006. 48 paramilitarismo sin el apoyo firme y organizado de sectores ganaderos” 46 y no es de extrañar si se tiene en cuenta que ha sido un grupo perseguido por la guerrilla y el secuestro. De hecho un importante porcentaje de los líderes paramiitares y de los políticos que los respaldan son ganaderos. Por ejemplo, Rocío Arias y Eleonora Pineda, dos ex congresistas que públicamente han expresado su simpatía hacia estos grupos, provienen de familias ganaderas. El tercer aspecto mencionado por Gutiérrez y Barón es el que han denominado “el apoyo heterogéneo de miembros del establecimiento político”. Es difícil establecer el grado de apoyo que los grupos paramilitares recibieron de la clase política colombiana, pero no hay duda de que ha sido por años un sostén importante para la organización. Los paramilitares no están ligados a la clase política porque se identifican con un color o partido, sino porque encuentran en algunos políticos puntos en común que les permiten seguir adelante con los objetivos de la organización. En las pasadas elecciones al Congreso, por ejemplo, se evidenciaron los estrechos vínculos de los paramilitares con más de un partido y dirigente político del país. 2.2.2 Una vieja historia: segunda Parte. En 1987 se creó en Córdoba la organización de Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá, ACCU, lideradas por Fidel Castaño. Un conjunto de grupos provenientes de distintas regiones del país con una estructura de mando militar y orientado exclusivamente a la defensa de sus intereses. Durante este gobierno, el de Virgilio Barco, el paramilitarismo tuvo un importante auge y sin embargo para el Estado y la misma sociedad civil aún no era muy claro su papel. Su núcleo de origen se sitúo en el Magdalena Medio y poco a poco las estructuras paramilitares se fueron extendiendo por la región y “llegaron a tener, en determinado momento, alrededor de cien grupos repartidos en buena parte del territorio nacional” 47 . A 46 47 Ibid. p. 274 PARDO, Rafael. Fin del paramilitarismo. ¿Es posible su desmonte? Ediciones B, Colombia. 2007. p. 19. 49 inicios de los 80’s en Puerto Boyacá se financió una serie de escuadrones paramilitares que expulsaron a las FARC de la región por extorsionar y secuestrar a ganaderos y hacendados de la región en los últimos años. Muchas de las víctimas de esta expansión paramilitar fueron obligadas a vender sus propiedades y otras, en su mayoría campesinos, fueron asesinadas por ser consideradas auxiliadores de la guerrilla. “Su anticomunismo tomó cuerpo en la eliminación de dirigentes de la Unión Patriótica y de todos los opositores políticos” 48 . Y a pesar de su violencia, muchas poblaciones les dieron su aval- incluso algunos se convirtieron en militantes- por considerarlos la única forma de protección contra los abusos de la guerrilla. De manera que el crecimiento del poder paramilitar comenzó a ser alimentado por el dinero que adquirían de la venta de propiedades, por los pagos que la comunidad les hacía por sus servicios de protección y además por la financiación otorgada por algunos narcotraficantes. Desde 1986, Gonzalo Rodríguez Gacha alias ‘El Mexicano’ se encargó de expandir el movimiento gracias al apoyo que le brindó al MAS (Muerte a Secuestradores) nacido en 1981 tras el secuestro de Martha Nieves Ochoa, hermana de varios capos del cartel de Medellín. La creación de este grupo permitió que se incrementara el presupuesto, el armamento y el número de mercenarios a sueldo. “El salario de los patrulleros contratados por los paramilitares era de 40 mil pesos mensuales en el Magdalena Medio y el Ariari en 1988” 49 . La estructura de Puerto Boyacá fue a primera en ser controlada por los principales capos del cartel de Medellín “y su fase expansiva coincide con la ampliación de los territorios de los narcotraficantes de la región” 50 . Desde este momento empieza una terrible violencia en el país ya que este modelo de ‘protección privada’ comienza a tener réplicas en el Meta, el Caquetá y el Putumayo. En este último tuvieron origen ‘Los Masetos’, encargados de la protección de laboratorios de 48 Ibid. p. 22. Sánchez y Peñaranda. Op.Cit. p. 430 50 Ibid. 49 50 coca, y el asesinato de guerrilleros y líderes de la UP. Paralelamente, Pablo Escobar desarrolla proyectos paramilitares en Antioquia con el apoyo de Henry Pérez, líder de la estructura en Puerto Boyacá. El presidente Virgilio Barco decide crear un cuerpo élite encargado de acabar con esta amenaza. Aunque no consigue su objetivo fundamental, terminó con Gonzalo Rodríguez Gacha y derogó la ley 48 de 1968, que autorizaba al ejército a crear grupos de autodefensa. En su lugar emitió el Decreto No 1194 por el que se establecen penas para quienes promuevan la creación de grupos paramilitares. Con la llegada al poder de César Gaviria y su ‘política de sometimiento a la justicia’ se desmontaron varios sectores del cartel de Medellín y en 1991 se desmovilizaron cerca de 200 paramiliatres. “En el mismo año, el grupo de Puerto Boyacá, al mando de alias ‘Ariel Otero’ se acogió a la justicia con más de cuatrocientos hombres y sus armas. Por mediación del obispo de Apartadó, monseñor Isaías Duarte Cancino, se desmovilizó dentro del mismo procedimiento el grupo del núcleo de Fidel Castaño, que operaba en Urabá y en Córdoba. Además de entregar seiscientos fusiles y presentar igual número de hombres ante la justicia, cedieron a la iglesia católica varias haciendas en esas regiones” 51 . Sin embargo, el Estado no consiguió garantizarle seguridad a las zonas que habían contado con presencia paramilitar y pronto la guerrilla tomó posesión de ellas, además los programas de reinserción de ese entonces no tuvieron continuidad y tras la muerte de Pablo Escobar en 1993, se reestructuran los grupos paramilitares y los hermanos Fidel y Carlos Castaño, que ya habían obtenido apoyo de la elite cordobesa por obstaculizar la presencia guerrillera en el sector, se apropian de las zonas dedicadas al cultivo de la coca, se establecen en el departamento de Córdoba, Antioquia y Sucre y fortalecen su presencia en el Urabá. Desde este momento los paramilitares se consolidan como un servicio de vigilancia y promoción de seguridad sobre todo para los hombres de negocios a quienes la guerrilla 51 PARDO. Op. Cit. p. 27 51 había venido extorsionando, pues la acción paramilitar había demostrado ser muy efectiva a la hora de expulsar a los frentes guerrilleros en algunas regiones del país que al final se convertían en territorios armados donde no podía actuar el Estado sino como cómplice de estos nuevos sistemas de seguridad privados. Este proceso se fortalece con la creación de las Convivir en 1994 (Servicios de Vigilancia y Seguridad Privada). Estos grupos autorizados por el decreto 356 se conformaron para trabajar en zonas donde el Estado se sentía incapaz de garantizar la seguridad. Sin embargo su accionar no estuvo vigilado por el Estado y por ello le fue fácil convertirse poco a poco en estructuras paramilitares muy ligadas a las tradicionales. De manera que en 1998 “…en los once departamentos armado más afectados por el conflicto se registran actividades paramilitares en el 70% de los los que municipios en fueron creadas las Convivir 52 .El fortalecimiento de las ACCU (Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá), y el éxito del modelo de Urabá, después de la muerte de Pablo Escobar y del ‘El Mexicano’, permite que en 1997 las estructuras paramilitares coordinen sus actividades a través de las AUC (Autodefensas Campesinas de Colombia) lideradas por Carlos Castaño e Iván Roberto Duque alias ‘Ernesto Báez’. A partir de este momento su gran proclama será la de trabajar en contra de la subversión guerrillera bajo una estructura paramilitar, aunque no homogénea, si unificada. Sus acciones además de las masacres a los supuestos colaboradores de la guerrilla, se 52 RANGEL, Alfredo. Guerra insurgente. Conflictos en Malasia, Perú, Filipinas, El Salvador y Colombia. Intermendio Editores. Bogotá, 2001. p. 66. 52 caracterizaron por difundir temor entre la población y por la disputa de territorios que facilitaban el narcotráfico. De esta forma inician su expansión territorial entre 1997 y el 2002 haciendo presencia en el Putumayo, en el Sur de Bolívar, Norte de Santander, Barrancabermeja, Valle del Cauca, Cauca, Magdalena, Arauca, Cundinamarca, Cesar, Fuente: Disponible en Línea: Nariño y la Guajira. “La acción paramilitar probó ser un medio eficaz para expulsar a los http://www.quiendebeaquien.org/IMG/bmp _Col_paramilitares. frentes guerrilleros en algunas regiones, pero el costo oculto de esta transformación es la creación de dominios territoriales armados, donde no puede actuar el Estado sino como cómplice de sistemas de justicia privados” 53 . El crecimiento exponencial de las autodefensas desde 1998 fue consecuencia de su fuerte relación con la coca. En el 2003 se calculaba que tenían, “según cifras de Carlos Castaño entre 15 mil y 17 mil hombres en armas y, al menos, 10 mil fusiles de asalto AK-47” 54 . Cuadro 1. Evolución de los hombres en armas de los paramilitares 1987 - 2000 53 54 SÁNCHEZ y PEÑARANDA. Op. Cit. p. 426. PARDO. Op.Cit. p. 33 53 No obstante, las tensiones dentro de la organización empiezan a surgir y los diversos intereses a generar fisuras dentro de ésta. La oposición de Carlos Castaño a la participación de su organización en el narcotráfico y la fricción con los grupos que operan en el Magdalena Medio (después Bloque Central Bolívar), por su resistencia a un proyecto integrador, se convierten en los dos ejes principales por medio de los cuales las AUC pierden su intención integradora, así como también los problemas entre el Bloque Cacique Nutibara y el Bloque Metro. Fuente: Disponible en Línea: Fuente: Disponible en Línea: http://www.univisiòn.com http://www.radiomundoreal.fm/.jpg 2.2.3. Adiós a las armas. “Cuando salieron con el cuento de que nos íbamos a desmovilizar después de tanta reunión y cosas no les creí mucho” 55 cuenta Lady López. En noviembre de 2002 tres federaciones de autodefensas, las AUC, el Bloque Central Bolívar,y la Alianza Oriente, anunciaron un cese indefinido y unilateral de hostilidades, un requisito exigido por el gobierno del presidente Álvaro Uribe para dar inicio a los http://unperiodico.unal.edu.co/ediciones/.gif diálogos con esta organización. 55 Fuente: Disponible en Línea: LÓPEZ, Lady. Entrevista realizada por la autora el 20 de Septiembre de 2007, Bogotá. 54 Mientras tanto se creó una Comisión Exploratoria de Paz que en junio del año siguiente le presentó al Gobierno un informe donde le sugería el inicio del proceso con las AUC. Los comandantes de los tres bloques, por su parte,hacían pública su voluntad de dialogar. En julio del siguiente año se firma un acuerdo tendiente a la desmovilización y se estableció el 31 de diciembre de 2005 como fecha máxima para ese cometido. El ‘Acuerdo de Santa Fé de Ralito para contribuir a la paz de Colombia’ contenía diez puntos entre los que sobresalían aquellos concernientes a la desmovilización. A continuación se reproducen los aspectos más relevantes del acuerdo: “2. Las autodefensas Unidas de Colombia se comprometen a desmovilizar a la totalidad de sus miembros, en un proceso gradual que comenzará con las primeras desmovilizaciones antes de terminar el presente año y que deberá culminar a más tardar el 31 de diciembre de 2005. El gobierno se compromete a adelantar las acciones necesarias para reincorporarlos a la vida civil. Fuente: Disponible en Línea: http://newsimg.bbc.co.uk/media/i 5. Crear las condiciones para que en un tiempo prudencial se mages/ diciones/.gif concentren-con las debidas garantías de seguridad- los miembros de las Autodefensas Unidas de Colombia, en sitios previamente acordados. La concentración de sus integrantes incluirá todos los rangos de mando, disponiendo de las garantías que para tal efecto se convengan entre las partes. Dichas zonas contarán con la presencia permanente de la Fuerza Pública”. Fuente: Disponible en Línea: http://estaticos02.cache.el-mundo.net/ 55 Mientras el acuerdo se hacía realidad, el Gobierno debía desarrollar un proceso de desmovilización que materializara lo acordado y que además evitara la extradición de algunos de los militantes por medio del proyecto de alternatividad penal, que entre otras cosas debía permitir que los jefes de los grupos tuvieran un trato favorable a la hora de iniciar un proceso judicial en contra de ellos. Fuente: Disponible en Línea: http://unperiodico.unal.edu.co/ediciones/Para De hecho, en agosto de 2003 fue presentado el militares3.jpg Proyecto de ‘Alternatividad penal’ por el entonces ministro del interior y justicia, Fernando Londoño, en la Comisión Primera del Senado. Este fue el primer intento del Gobierno por atender las demandas que suscitaba la reincorporación jurídica de los paramilitares, en donde además fueron definidos los conceptos de reparación y de reparación simbólica. Los beneficiarios de esta ley no tendrían que pagar un solo día en la cárcel y además tendrían derecho a penas alternativas, por lo cual se generó un intenso debate que no permitió validar este proyecto. A pesar de la cantidad de divergencias y contradicciones que se originaron en ese momento, en noviembre de 2003 se desmovilizó el primer grupo: El Bloque Cacique Nutibara (BCN) en Medellín. El 11 de febrero de 2004, el vicepresidente de la república Francisco Santos de anunció que las AUC no estaba cumpliendo el cese al fuego. Fue entonces cuando el Alto Comisionado para la Paz Luís Camilo Restrepo y la OEA comenzaron a pedir la concentración de los combatientes para Fuente: Disponible en Línea: verificar el cumplimiento de lo pactado. http://static.pagina12.com.ar/fotos//NA19FO 01.JPGg 56 Cuando se abrieron las sesiones ordinarias del Congreso Nacional en Marzo de 2004 el Presidente fue incorporando varias de las recomendaciones que otras personas e instituciones le había hecho respecto al proyecto expuesto el año anterior. Esta concertación dio origen a un pliego de modificaciones del proyecto original que fue llamado ‘Proyecto de Ley de Verdad, Justicia y Reparación’. Sin embargo, este nuevo texto no fue muy bien recibido por las AUC quienes en un comunicado expresaron su inconformidad. En julio de 2004 representantes del gobierno nacional y diez hombres miembros de de la jefatura de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) iniciaron una nueva ronda de negociaciones sobre la desmovilización en Tierralta (Córdoba). Dos semanas antes el gobierno había designado el lugar de las conversaciones con el Bloque Central Bolívar 56 como Zona de Ubicación (ZDU) de 370 kilómetros cuadrados, según había quedado estipulado en el acuerdo Ralito II, del 13 de mayo de 2004. “Pues uno medio sabía que andaban en reuniones y eso pero nada más (…) acá las mujeres sí hacemos los mismo cuando toca guerrearla de resto no les importamos nada” asegura Lady, desmovilizada del Bloque Metro. El sentir de esta joven de 22 años es el mismo que muchas otras mujeres han manifestado pues fueron contadas las que ascendieron dentro de la organización, y ninguna la que representó la voz femenina en el momento de la negociación. “Hasta el 2000 fui la única mujer del Bloque Metro y fui comandante. Después empezaron a llegar unas poquitas pero no peleaban mucho sino que ayudaban a sapiar al enemigo…eso era lo máximo que uno podía aspirar” cuenta María Zapata. Se estima que sólo entre el 5 y el 10% de los paramiliatres son mujeres, la mayoría de ellas llega al grupo por un interés económico o por un vínculo afectivo a la organización. “Nosotras nos metimos con ellos en parte por lo económico (…) y nos desmovilizamos por los beneficios que ofrece el gobierno. Tenemos 56 El BCB no forma parte de las AUC. Sin embrago el 31 de marzo de 2004 las organizaciones firmaron un documentos conjunto en donde se creaba un único comité de negociación 57 educación, algo de plata y una vida mejor” asegura Aydé Rivera ex militante del Bloque Cacique Nutibara. “Como el año 2004 terminó sin proyecto y sin acuerdo entre las bancadas parlamentarias, entre enero de 2005 se hicieron múltiples reuniones en busca de un proyecto que unificara las visiones del gobierno y del grupo de congresistas” 57 conformado por Gina Parody, Rafael Pardo, Andrés González y Fuente: Disponible en Línea: Luís Fernando Velasco. Finalmente, y luego de tres http://newsimg.bbc.co.uk/media/images/ meses de debate en el Congreso, fue ratificada la 40330000/jpg g que sería la Ley 975 de 2005, la conocida ley de justicia y paz. Apenas fue sancionada esta ley, varios sectores nacionales e internacionales arremetieron contra ésta ya que veían en ella un alto grado de impunidad que favorecía a los victimarios y no dejaba satisfechos a las víctimas. De hecho la Corte Constitucional no demoró en expedir la sentencia c-370, que introducía a la ley la obligatoriedad de una confesión integral. “Ni el proceso de negociación que adelante el gobierno con el grupo llamado Autodefensas Unidas de Colombia, AUC, ni la ley de justicia y paz, ley 975, aprobada por el Congreso en julio de 2005 y modificada por sentencia de la Corte Constitucional, van a terminar con el fenómeno paramilitar” 58 . Y no sólo los expertos en la materia como Rafael Pardo lo han expresado. Las mismas excombatientes hablan al respecto. “Acá uno nunca sabe que va a pasar. Lo cierto es que estamos en los barrios calmados pero atentos a lo que vaya a pasar. Donde se acabe el plan para nosotros yo ya estoy lista para volverme a armar”, asegura Lady. 57 58 PARDO. Op. Cit. p. 171. Ibid. p. 98 58 3. ENTRE LA MEMORIA Y EL RECUERDO “Antes no podía hablar. Sentía una cosa en la garganta que no me dejaba. Lo único que hacía era llorar… Hoy en día aunque cuento mi historia y comparto mis recuerdos sigue dolor”. María Zapata La historia de vida es una valiosa herramienta que contribuye en el afianzamiento de la memoria histórica de un país, sobre todo cuando son sus protagonistas quienes recrean con sus relatos las circunstancias bajo las cuales se desarrolló su vida como combatientes. El objetivo en este caso es realizar un acercamiento a la experiencia personal de cada una de las mujeres, saber cómo se cuentan a sí mismas y escuchar un relato construido desde la subjetividad. Para llevar a cabo este ejercicio, cada una de las ex combatientes tuvo que acudir a su memoria, a esa capacidad que tienen los seres humanos para grabar y evocar experiencias sucedidas tiempo atrás. La memora, le permite a las personas darse cuenta de los cambios que han sufrido durante un periodo de tiempo, incluso les ayuda a develar las causas por las cuales sucedieron y por tanto es una manera de guardar y preservar una historia sobre sí mismos. Esta memoria estuvo acompañada la mayoría de veces por el recuerdo, que en el caso de las mujeres ex combatientes es un recuerdo inmaterial. Difícilmente estas mujeres guardan una foto o un objeto de sus años de militancia por lo que no sorprende que apelen a los recuerdos que guardan en su cabeza. 59 De manera que estas historias son producto de la memoria y el recuerdo de mujeres ex combatientes que se atrevieron a contarse a sí mismas. A continuación se presentan voces de algunas mujeres que aún con cierta dificultad cuentan su propia historia. 3.1 EN LA CIUDAD Los trabajos en la ciudad son muy distintos a los del campo. Los objetivos pueden ser plazas, parques, monumentos e incluso todo aquel que transita entre sus calles. De manera que en estos contextos, “la ciudad es territorio del enemigo” 59 . Cualquiera persona, sin importar el momento, puede descubrir el status de combatiente, por eso la importancia de mantener una estricta clandestinidad y medidas de seguridad. Existe, pues, una alta dosis de anonimato e individualidad en el trabajo, por ello su relación con el grupo no es tan directa y en ocasiones es más difícil establecer lazos fuertes con los otros militantes. Sus funciones son por excelencia el transporte de armas y municiones, la logística de secuestros y robos, el trabajo comunitario y recolección de mercancía e información. 3.1.1 La soledad de la ciudad. Ana Gómez, ex militante del M-19, dejó las armas en 1990 y decidió comenzar una nueva vida. De joven se entregó a la lucha armada, y hoy, después de tantos años, se entrega a los jóvenes desmovilizados de las AUC. “Nací en el campo, en un pueblito pequeño de Cundinamarca, hace más de 40 años. Soy la quinta del matrimonio. Mis padres se separaron dos meses antes de mi nacimiento. Yo nunca supe de él. Me cuentan que al año regresó un par de días, pero jamás lo volvimos a ver. Al cabo de un tiempo mi mamá se casó con otro y tuvo dos hijos hombres. Ahí hubo una cosa dura, una ruptura con mi mamá. Mis hermanos pequeños eran su prioridad y yo quedé en segundo plano. Pero lo más difícil era sentir la importancia que les daba por ser 59 TORO. Op. Cit. p. 73. 60 hombres y el trato que recibíamos nosotras cinco por ser mujeres. Me costó mucho tiempo entenderla. Por esa mala relación me fui de la casa a los 14 años, a buscar a mi hermana mayor a Bogotá. Ella era empleada de servicio y yo, cuando podía, cuidaba niños. Luego mi hermana se consiguió un puesto microfilmando en Salvat. Al tiempo me enseñó y a los 17 empecé a trabajar en lo mismo. Fue en ese momento en que me encarreté con el cuento del Eme. Me fui a vivir con unas primas a un apartamento y uno de los vecinos con los que parchaba llegó un día con unos pelaos que andaban metidos en ese rollo. A mi me gustó eso y, sin darme cuenta, me reuní con ellos en las noches a pegar afiches Todo eso empezó como una aventura más que como un ideal político. Era muy pelada, me preocupaba por estar bonita, tener mi novio del barrio, bailar. Pero me sentí muy atraída por la aventura y fue cuando mi vida cambió. Me metí a trabajar con ellos en el barrio Corinto, cerca de San Cristóbal, hasta que yo misma le dije a los duros que quería militar. Me peleé con mi novio, con mis primas, con los chinos de los afiches y perdí mi trabajo en Salvat. Me dediqué de lleno a la vida de barrio. Me metí en ese rollo cuando comenzaron los diálogos de paz del 84. Fue la época de los campamentos y me tocó irme a vivir al de Lourdes porque después de todos esos problemas terminé en la calle. El Eme significaba aventura, yo sabía que estaba en una guerrilla, pero el asunto de la ideología política no lo comprendía. Es más, yo tenía presente las imágenes de la toma de la Embajada, de las armas y todo eso, pero la verdad fue que me vinculé porque no tenía nada más qué hacer, por no tener opciones. O me dedicaba a tener hijos y marido como todas las mujeres o hacía otra cosa…yo no había estudiado, hice dos veces segundo de primaria y hasta ahí llegué. Así que mi posibilidad era ser sirvienta en una casa y era lo último que quería. Dormía donde cayera la noche, en los campamentos, en casas de gente que nos ayudaba de vez en cuando o escondida debajo de la cama de mis amigos. No tenía nada, a veces ni ropa 61 para salir. La mejor casa del barrio era la del policía que junto a su mujer eran auxiliadores del grupo. Nos guardaban propaganda, nos avisaban si iba a subir la policía y nos tenían comida. Estuve trabajando en barrios hasta lo del Palacio de Justicia. Menos mal porque no se pasa nada bien. Estarse moviendo, no tener un sitio fijo y sentir que no éramos prioridad para la organización es difícil de aceptar, eso sin contar con que sobrevivir con un jeans y unas botas todo el año es algo complicado para una mujer. Me sentía muy poco femenina por esos días. De todas formas había cosas buenas. Me acuerdo mucho de un amigo que tuve, fue la única persona que puedo decir que vinculé al Eme hasta que lo mataron. Él vivía con la mamá y me llevaba a escondidas a dormir en su cuarto y me tenía comida. Fue un ángel de la guarda que me encontré en el camino. Una de las cosas más difíciles de vivir así es que varios hombres se la quieren comer a uno y a la mayoría se les olvida que las mujeres somos sensibles, nos idiotizamos, nos enamoramos. No piensan que si te seducen es posible que uno sea más vulnerable de encarretarse, de sentir y querer ese alguien que lo cuide. Una vez mi mamá vino a San Cristóbal pero no me encontró. Bajé a buscarla y en su lugar encontré a un primo que se había convertido en policía. Me quedé con él tres días por la cantaleta que me dio al lado de una de mis hermanas. Medio deserté del grupo y me la pasé de parche con mi primo y apostamos a ver quién se salía primero. Perdió él. Cuando regresé ya me estaban buscando. Me acuerdo que el mando me llevó una pipa y me dijo: “fumémonos la pipa de la paz”. Esa fue la única vez en la que pensé en irme. Yo estaba entre el trabajo político y militar, ya había tenido entrenamiento, me gustaban las armas y eso era lo que quería hacer. Pero en febrero del 86 hicieron un allanamiento y de esa no me salvé…me cogieron presa. Pero en medio de todo eso me alegró porque ya no tenía que subir a ese hijuemadre barrio que me tenía cansada. Se armó una balacera tremenda, un capitán salió herido y una señora muerta. Yo me voy corriendo con otra compañera, que luego mataron, a ver si nos escapábamos pero que va! Se nos pegaron otras viejas que no estaban armadas y ahí fue cuando nos cogieron. Estuvimos detenidas cinco 62 semanas en el Buen Pastor hasta que nos dejaron ir porque no fue mucho lo que nos encontraron ¡Como yo no tenía nada¡ La cárcel es dura y complicada, pero nuestra ventaja era que las presas políticas se respetaban mucho. La primera noche dormí con una compañera del ELN que algo de ánimo me dio. De todas formas fue una experiencia muy dura porque me di cuenta que estaba sola. No recibí una sola visita. Es más, nadie se enteró de lo que me había pasado. Cuando salí ya nunca más me volvieron a mandar a ese marica barrio y me quedé en una estructura militar en Bogotá cuando nació la Fuerza Nacional de Operaciones 60 . Allá la cosa cambió. Ya vivía mejor, aunque lo más tenaz de esta parte fue cuidar a alguien. Quedarme sola toda la tarde con un detenido. Llegamos a un sitio afuera y otra gente iba a caer para ayudarme pero nunca llegaron. Me tocó irme a un bosque a cuidar al man con el susto de que se me rebotara. Me quedé como 14 horas con el detenido. El man amarrado y yo echándole cuento para que se sintiera amenazado por mí. Menos mal lo hice bien y el tipo parecía asustado. Cuando uno es mujer y tiene que hacer un operativo de esos le toca portarse así porque de eso depende su vida y la de los compañeros. Una de las cosas que aprendí en el Eme es que el compañero es más importante que uno, si es necesario hay que morir por él. Entonces si uno es mujer y no es fuerte, pailas, es necesario asumir una posición de poder frente al hombre. Es difícil ponerse por encima del nivel de ellos, pero es la única alternativa que tenemos las militantes si queremos surgir. Y no sólo lo comprobé allá. Hoy, trabajando desde la Alcaldía, con los pelados reinsertados de las AUC confirmo lo mismo. Deseaba tener una pareja bacana…es lo que siempre he deseado. Tuve una con la que al final terminamos siendo muy llave porque era un mando mío. Yo lo quiero mucho porque fue más un papá que una pareja. Luego estuve con otra persona que quise mucho pero fue 60 Estructura que hacía todo lo militar a nivel urbano y que estaba muy conectada con la comandancia general. 63 difícil estar con él. Pertenecíamos a operativos distintos y por motivos de seguridad nunca nos podíamos ver. Sólo si rompíamos las reglas. Hasta que se llegó la desmovilización me estabilicé por siete años con otro compañero. Fue una época dura, llena de incertidumbres. Yo no tenía estudio, casi ni familia, nada. Ahí me tocó empezar de cero entrando a los 30. Lo primero que me compré fue el objeto que más había deseado en los años de mi lucha armada: mi cama”. 3.1.2 Todo por la plata. Desde que nació, una sola consigna ha guiado la vida de Ana María González: sobrevivir. Y para lograrlo esta paisa de apenas 33 años ha trabajado en todo. Su último cargo: militante del bloque Cacique Nutibara de las AUC. “Un día el hambre fue tremenda. Mis hermanitos, el uno de cuatro años y el otro de dos, lloraban pidiéndome comida. Como la mayor no estaba en casa, me quedé cuidando al resto y me puse a rebuscar en cada cajón que veía, a ver si encontraba alguito pa’ darles. Hasta que por desgracia vi un paquete de pastas y me puse a hacerlas. Prendí el fogón, descargué en el suelo la lámpara de petróleo y, de repente, se me prendió todo el vestido. Encendida en llamas atravesé un alambre de púas del desespero para meterme en un tanque lleno de agua donde las llamas se multiplicaron en un abrir y cerrar de ojos. Me quemé toda…el abdomen, los brazos, las piernas. Apenas tenía seis años. Tenía quemaduras de tercer grado. Me llevó a la clínica una amiga de mi mamá, porque la vecina dueña del tanque no hizo nada. Mientras yo gritaba y me revolcaba pasando alambres de púas pidiendo ayuda, ella ni se inmutó. Mi niñez fue dura, demasiado dura diría yo. Mi papá nunca supo de mi existencia. Mi mamá tenía a mi hermanita mayor de bracitos cuando lo conoció. Ella estaba sola, mojada en la calle y desesperada con su bebé. En esas, un señor que la vio le ofreció estabilidad por una noche en hotel y ¡claro¡ se tuvo que acostar con él y de ahí salí yo. Luego mi mamá conoció otro señor que es mi padrastro. Con él sigue ahora. Le ofreció ayuda y tuvo cuatro hijos con él, pero siempre nos dio mala 64 vida. Llegaba borracho y le daba a mi mamá, nos dejaba sin comer y mi madre tenía que salir corriendo a buscar trabajo en casas de familia para llevarnos cualquier cosita. Estuve en tratamiento mucho tiempo y por eso no pude terminé mi estudio, mejor dicho casi ni empezarlo. Con el tiempo, el tratamiento fue mostrando resultados y mis heridas empezaron a cicatrizar. Lo único triste fue que los médicos me aseguraron que nunca iba a tener una familia. Y como es la vida, apenas cumplí 15 años conocí al papá de mis hijos, un desmovilizado de las milicias populares que vivía en mi mismo barrio, en Aranjuez, acá en Medellín. Gerardo Alfonso Moreno era el nombre de mi marido, seis años mayor que yo. Llevamos un noviazgo de año y medio hasta que nos casamos y tuve mi primer hijo, Jason, el mayor, que hoy tiene 17 años. Al Gerardo lo buscaban mucho para matarlo, incluso cuando fuimos novios le tocó esconderse en San Andrés un rato, a ver si se enfriaban las cosa. Vivimos ocho años juntos y tuvimos tres hijos. El segundo a los ocho meses, y la tercera a los cinco años. Éramos felices, casi ni nos afectaba la pobreza. Lo importante era verlo a él trabajando y ahorrando lo poquito que nos quedaba para comprar una casita algún día. Él andaba en cuentos raros, pertenecía a una banda que cuidaba el barrio para que otros no atacaran los buses. Y cuando se desmovilizó, comenzó a trabajar de vigilante con su pistola, su uniforme y todo… pero no fue suficiente su buena intención de cambiar. Me lo terminaron matando cuando la niña apenas tenía un año y tres meses. Y sabe por qué. Por un arma, un ex compañero de las Milicias Populares se puso a pedirle la pistola hasta que le disparó. Yo intenté demandarlo, pero me daba mucho temor que me mandaran matar y quedaran mis hijos solos. Apenas enviudé me fui a vivir con mi mamá porque no tenía para donde coger. Era un ranchito hecho con tablas al lado de una cañada donde apenas se subía el agua todo se volvía tragedia. Yo le dije a mi mamá que nos fuéramos de ahí y que le ayudaba a pagar el arriendo en el mismo barrio. Eso es lo que hemos hecho durante todo estos años: pagar rentas y mudarnos cada rato. 65 ¾ Sola contra el mundo. En esa época la guerra era una cosa muy horrible, así que me tocó empezar a frentear la situación a mi sola. Empecé a trabajar en lo que tocara, en prostitución, en casas de familia, en bares… en lo que fuera con tal de no dejar morir de hambre a mis hijos. Seguí adelante hasta que me metí con ‘los muchachos’ para que me echaran una manito. Me vinculé con ellos después de ocho años de haber perdido a mi esposo, ya era demasiada mi desesperación. Me metí con los muchachos porque me daban platica. A mí, siendo sincera, me motivaba la parte económica y con el tiempo aprendí a disfrutar su compañía. Pero no crea, yo sí pensaba que me podían matar y que iba a dejar a mis hijos solos, pero uno, sardina, no piensa en nada y va es pa’lante. Y como nadie más me ayudaba, más me comprometí a apoyarlos. Eso de la vida fácil no tiene nada de cierto. Uno trabajando en casas de familia y en bares lo único que gana son malos tratos. En cambio ellos me daban buena platica y me trataban muy bien. Era una vida más relajada, dormía hasta tarde, me levanta y luego me iba con ellos. Mi trabajo era básicamente guardarles las armas. A veces tocaba disimular y ayudaba a otras señoras con actividades para los niños, los ancianos y esas cosas. Pero la verdad era que yo tenía que estar pendiente de la ley, impedir que los cogieran sin despertar sospechas. No era un trabajo fácil, porque implicaba mucha cosa, mucho peligro, pero a mí me gustaba ese miedito, esa emoción. ¡Ave María¡ eso era muy rico. Algunas veces, cuanto la cosa se calentaba, ni modos, tocaba usar el arma. Eso no me gustaba pero pues uno en lo que piensa es en sobrevivir: Son ellos o soy yo. Casi siempre eran unas balaceras por la noche ni las hijueputas, pero gracias a Dios nunca me pasó nada. Trabajé durante tres años con ellos. Siempre en el Bloque Cacique Nutibara acá en el barrio. Obviamente me terminé involucrando en el grupo porque me junté con uno de ellos. Vivimos juntos por un año y tuvimos una niña, pero como todos los hombres, me dejó por otra y hoy no me da un peso. Pero igual, yo seguí firme con ellos. Por un lado porque mis hermanitos trabajaban allá y, de alguna forma, también había que cuidarlos. A mí me querían y me respetaban, será por eso que nunca me ofrecieron irme al monte porque capaz que me iba con ellos. 66 Sin embargo, como todo en la vida, si usted se porta mal pues le va mal. Y esa no es solo la ley de ellos, es la ley de la vida. Si la cagó, pues aguántese el regaño. Cuando eso pasaba me daba mucho miedo, pero como tenía a mis hermanitos, pues me trataban con un poquito de consideración. Por eso cuando había bala, me tocaba cubrirlos y cuando no, trasportaba las armas. Las guardaba en cualquier parte y pasaba tranquilita frente a la ‘tomba’ porque en el barrio respetan a las mujeres. Les tienen prohibido que nos requisen. Entonces la vuelta era facilita. Lo que hacían los muchachos era mirar entre las que ayudábamos, cuál era bonita y bien presentada para esas misiones. Tampoco se podían ‘voletear’ escogiendo a una que se pusiera nerviosa y soltara el cuento. Mis hijos no sabían en lo que andaba metida. Mi madre sabía más o menos e intentaba aconsejarme: “Mija un día de estos me la van a matar”. Pero que va, uno en esa loquera en la que anda metida no piensa bien las cosas, mucho menos en la mamá y en los hijos. Mi chinitos se vinieron a enterar el día que me desmovilicé y sabe que me dice el mayor: “Mamá, usted está recibiendo plata ahí sentada. Si yo hubiera sabido eso me hubiera ido al monte”. Escuchar eso fue muy doloroso. Uno la pasa bueno en medio de todo, pero es una experiencia muy dura y sobre todo peligrosa. Además lo aleja a uno de su casa. Yo me pongo a reflexionar y a veces no puedo dejar de sentirme culpable porque mi hijo mayor está tirando vicio, no estudia, no hace nada, es un rebelde. Y eso duele, duele mucho. Mi hija menor tiene siete años. La veo crecer y me siento mal porque nunca le he podido ofrecer nada bueno. Ahora, con la reinserción, pensé que las cosas iban a cambiar pero no tanto. Yo no quiero tener más hijos, así me vuelva a enamorar, porque la vida que nos ha tocado ha sido muy difícil y yo no quiero verlos más en este mierdero. Mientras estaba con los muchachos no me sentía avergonzada. Pero apenas salía a la calle sola, las miradas de la gente recaían sobre mí, con críticas, con rechazo. Escuchaba cuchichear a los vecinos que decían: “Vea a esta, toda alborotada, con armas, creyéndose un macho y sin cuidar esos niñitos”. Me parecía injusto, nadie tiene idea de la historia que uno trae. Aún hoy, en el mismo barrio de siempre, donde saben que me desmovilicé, siento las mismas críticas. 67 La desmovilización me ha traído cosas buenas pero todavía no es suficiente el apoyo del gobierno. Al principio me prometieron una casa y yo feliz porque ese ha sido mi sueño. De eso hasta el momento no he visto nada, pero bueno tengo educación. Aunque lo de la casita si es algo muy importante. Desde la desmovilización me he tenido que trastear unas 20 veces, no por mala paga sino porque llegan los dueños, venden la casa, que toca cambiar algo. Esta es una inestabilidad muy berraca y con mi hijos me da un pesar. Ellos me dicen, “ma, porqué nos cambiamos tanto”. ¾ Ser mujer hoy. No me da miedo decir mi nombre. Me llamo Ana María González, tengo 33 años, llevo más de tres desmovilizada y no he podido pasar a un grado superior. Llevo en cuarto como dos años porque no me entra nada. Todo se me olvida al ratico. Yo me esfuerzo por pasar, porque si no llego a noveno no me van a dar trabajo. Soy papá y mamá a la vez, pero no gano doble. Yo pienso que las mujeres tenemos más necesidades que los hombres y casi nadie se fija en eso. Ellos son más tranquilos, uno es más responsable y vive su vida exclusivamente por las necesidades de sus hijos. Es muy regularcito el hombre que se preocupe por su casa y sus hijos. Una mujer siempre lo va hacer, no importa en que cosas ande, ni siquiera si está lejos de ellos. Uno jamás olvida que parió a un hijo. Y es injusto. Yo pienso que la responsabilidad debería ser la misma, pero no. Véame a mí, y a casi todas las que nos reinsertamos…solas y criando hijos. Por ejemplo, el papá de mi última niña no responde por ella. Lo demandé y se supone que me tiene que colaborar con $60.000 al mes, pero nunca lo hace. Si acaso me da $20.000 o $30.000 con insulto de por medio. Es como si uno siempre terminara debiéndole a alguien. Yo no sé porqué es tan duro ser mujer. Mi experiencia me hizo pensar de forma diferente y ahora soy más responsable. Allá me tocaba ser fuerte y ahora me da nostalgia. Allá no podía dejar que el pesar se me notara porque me decían que era una vieja floja y cobarde. Tenía que demostrar fuerza, mi berraquera, ser dura como ellos, así por dentro estuviera destrozada. ¿Y sabe qué? Aprendí a hacer mi papel muy bien, soy buena para eso, para guardarme todo lo que tengo y entrar en acción. 68 Allá uno tenía que obedecer, porque si no, solo me ganaba problemas. Acá, en el proceso de reinserción, la situación es la misma. Los desmovilizados vivimos bajo amenazas. Si uno deja de venir a estudiar pierde la ayuda o le descuentan plata. Eso es muy maluco y es casi lo mismo, o yo lo veo igual. Por lo menos allá hacía algo, era mi empleo porque en este mundo si usted no trabaja no le pagan. Y a los desmovilizados nadie los contrata, pero en esta vida lo que mueve todo es la plata”. 3.2 EN EL MONTE A diferencia de la vida en una ciudad, las mujeres que luchan desde el monte están obligadas a una vida en comunidad y su aislamiento es distinto. Son nómadas por excelencias y las condiciones materiales dejan de importar. Lo que podría ser su hogar lo llevan a espaldas cada vez que dejan un sitio. Desarrollan una cotidianidad que le presta gran atención al entrenamiento físico con un orden rígido y difícilmente alterable. 3.2.1 “Mi Comando”. Fue una de las mujeres más temidas y de más alto rango de las AUC. Desde los 11 años militó en esa organización armada y durante la mayor parte de su estadía con el grupo fue la única mujer. Esta es la historia de María Zapata, una ex comandante de las AUC que dejó las armas por la maternidad”. La mañana del 24 de octubre de 1993 no fue como Maria la esperaba. No hubo fiesta ni regalos y mucho menos ponqué de cumpleaños. En su lugar, recibió un arma y expresas instrucciones para su primer combate. Tenía 13 años y durante todo ese día tuvo que permanecer escondida entre los cientos de cadáveres que la rodeaban, con la esperanza de salvarse de un destripador que, desde hace horas, tenía amenazada a ella y a sus demás compañeros, y que gritaba desaforado: “¡Salgan perros, salgan que no les va a pasar nada distinto de lo que le voy a hacer a este hp¡”, gritaba a los pocos sobrevivientes del combate, el comandante del Bloque Teófilo Forero de las FARC. 69 Maria, debajo de dos cuerpos para disimular su agitada respiración, se resguardó a tan solo un par de metros del horror, de un brutal episodio que sigue recordando como la peor experiencia de su vida durante su militancia en los grupos de autodefensas. Con odio y furia incontrolable, el comandante guerrillero, de escasos 35 años, decidió buscar, uno por uno, los pocos cadáveres de los militantes que pertenecían a su organización. Los que no pertenecían a las Farc, decidió patearlos uno a uno o pegarles un ‘tiro de gracia’ para no tener dudas de la muerte de sus enemigos. De repente, encontró entre los cadáveres a un compañero de Maria que entre impávidos sollozos empezó a implorar por su vida. No tenía ninguna herida, apenas unos rasguños visibles en el rostro y en las manos. Pero la buena suerte hasta le llegó hasta ese momento. Todo se acabó en el instante en el que el comandante guerrillero lo encontró y decidió torturarlo, cortándole poco a poco las extremidades de su cuerpo. Sus gritos y su llanto poco conmovieron a su victimario, sólo consiguieron delatar el temor de otro par de combatientes que tampoco sobrevivieron a su angustia. Al final de la jornada, después de dos días de combate, la zona fue cubierta por helicópteros del Ejército que lograron ahuyentar a más de 4.000 miembros de la guerrilla que dieron de baja a 200 combatientes de las autodefensas y un alto número de militares. Ese día, Maria, o ‘Gaviota’ como fue conocida entre sus compañeros de armas, literalmente murió y volvió a nacer. Y como ella hoy lo relata, “para que Diosito le diera otra oportunidad”, rezó cuanta oración recordaba y prometió, con una devoción que ni ella misma se conocía, que jamás permitiría una tortura de ese tipo, así le costara su propia vida. Tres años más tarde, luego de patrullar más de ocho días una zona, Maria volvió al campamento con su ejército a descansar y se encontró con la escena menos esperada: un comandante de las AUC torturando a un joven campesino. De inmediato recordó el episodio del guerrillero. “Yo me le alcé y le dije: ¿vos es que sos marica o que, poner la gente a que mire una cosa como esa? (…) usted que me forma un pelado más pa’ que vea eso y nos damos candela. Di la vuelta y siento los tiros en los pies… me volteo y le digo, 70 sabe que gran malparido, no te hagás matar, si van a matar a este man mátenlo pero no delante de toda esta gente. En esas cogí mi fusil y le pegué un tiro en la cabeza al muchacho y le dije al muy machito: ¿lo vas a seguir torturando malparido?”. ¾ El nacimiento de una ‘Gaviota’. Maria poco sabe de su nacimiento. Dice que nació en Tierralta (Córdoba) porque es la versión más creíble de las que ha oído. Según le contó su madre adoptiva, una joven mujer de esa región la abandonó frente a una hacienda familiar en Antioquia a los tres días de nacida. El dueño del predio, un prestante hacendado de la zona, padre de 17 mujeres, acogió a la recién nacida y la puso bajo el cuidado de su única hija soltera y sin hijos: Maria, su madre de crianza. La finca quedaba a las afueras del municipio de Anorí y pertenecía a la familia Zapata, que para ese entonces gozaba de muy buena posición económica y prestigio entre los habitantes del pueblo, de manera que a Maria nada le faltó, ni siquiera lujos. Sin embargo, nunca se sintió muy bien recibida entre su propia familia. Ni su prima Lucía, seis años mayor, con quien a ratos jugaba, disimulaba el rechazo. Su única distracción en aquel mundo ajeno era el campo. Desde que aprendió a caminar, no hubo éxtasis más grande que recorrer las praderas y cultivar yuca y caña al lado de su único amigo: el abuelo, un hombre que la quiso como el hijo hombre que nunca tuvo y que le enseñó a mandar. Quizás por eso desde niña ha tenido una mirada penetrante y ha sido evidente su imponencia a la hora de hablar. Con el correr de los años empezó a llevar las cuentas de la finca y se posicionó como jefa de los trabajadores, hasta el día en que su abuelo falleció. En su inesperado testamento, dos de las fincas fueron repartidas entre la familia, pero la tercera, la más codiciada por los Zapata, fue heredada a Maria, con 10 bestias y 18 reses más. A sus familiares les pareció inaudita la decisión del fallecido abuelo y, extrañamente, a los dos meses, Maria fue secuestrada por las FARC. Los primeros tres meses de cautiverio fueron soportables, pero los tres siguientes su peor pesadilla. En vista de que nadie pagó por su libertad, Maria se convirtió en un estorbo con el que los guerrilleros debían acabar. Un día decidieron matarla y se la llevaron a una carretera para entregarla a 71 un comandante que debía deshacerse de ella. Sin embargo, el plan no salió como estaba planeado y el destino de Maria cambio radicalmente. El comandante no pudo cumplir el encargo de matarla porque un grupo de las Convivir atacó a su grupo. Sin embargo, el captor, consciente de la situación, decidió acabar él mismo con la vida de su víctima. Por eso, entre el éxtasis y la furia de sus golpes, comenzó a despojar a Maria de sus prendas hasta que consiguió abusar de ella. El grupo de las Convivir logró rescatarla y asesinó al violador. Inconsciente y desnuda, Maria conmovió al temible Comandante Rodrigo ‘Doble Cero’, y desde entonces no se separó de ella. ‘Doble cero’ no descansó hasta verla recuperada y la protegió incluso de la familia Zapata, que dedujo fue autora del secuestro. El primer recuerdo de Maria cuando recuperó el sentido fue haber visto a ‘Doble Cero’ abrazándola mientras le decía: “Ay mi niña, tu eres mi gaviota, mi gaviota herida”. ¾ Una mujer de monte. Fueron pocas las semanas en la que ‘Gaviota’ soportó estar lejos del campo. Apenas tuvo fuerzas suficientes para correr, empezó su entrenamiento como cualquier otro miliciano. Fue la única mujer en el Bloque Metro por más de siete años y su único acercamiento al mundo femenino fue gracias a ‘Doble Cero’. Mientras ‘Gaviota’ prefería no salir a permiso como los demás combatientes y prefería seguir entrenando cada día con más fuerza, su ‘papá’, como califica hoy a “Doble Cero”, cada vez que podía visitaba el pueblo más cercano, urgido por comprarle a su hija perfumes, cremas, maquillajes y hasta toallas higiénicas. “El fue el que me enseñó a utilizarlas, yo le decía: no papá que es esta vaina, pa’ que sirve, por qué lado se pone”. A los 14 años, ya le habían entregado la comandancia de 200 hombres porque ‘Doble Cero’ había sido herido y no podía salir a combatir en la zona. Entonces formó a los muchachos y les dijo: “quiero que sepan y entiendan que les voy a asignar a un comandante que tal vez los va a sorprender demasiado pero la van a respetar tanto como a mí, y sepan que si se meten con ella se meten conmigo”. Muchos pensaron que por culpa de esa niña iban a 72 morir pronto. Otros que Gaviota no era la hija sino la ‘moza’ de ‘Doble Cero’ y el resto simplemente acató la orden para no meterse en problemas con la jefatura. Con el tiempo, la comandante ‘Gaviota’ pasó a ser más temida que su propio padre. Ningún hombre se acercaba a ella, no sólo por el temor que inspiraba sino por su templanza y su coraje. Meses después, durante un gran bacanal que se armó en el bloque por la celebración de 15 años de su comandante, un grupo de nuevos jóvenes llegó al campamento de entrenamiento para que su profesora ‘Gaviota’ los formara en el manejo de granadas de mano y morteros. Y ella, en la fila se fijó de inmediato en un joven de tez morena que poco se diferenciaba de los demás. Sin embargo, súbitamente ‘Gaviota’ expresó: “Papi, llegó mi marido, y si este man no es mi marido primero lo mato antes de que me lo quiera otra”. Y lo dijo en voz alta para que la oyera el nuevo miliciano. Ricky se sintió sentenciado. Hoy recuerda que le temblaban las piernas en aquel instante y que ni siquiera tuvo valor para subir la mirada. Lo único que atinó a decir ante semejante declaración fue: “Mi comando no diga esas cosas, usted es mucho para mí”. ‘Gaviota’, a pesar de la fama de recochera que tenía entre sus compañeros y que le servía para esconder la tristeza que le producía sentir que jamás podría estudiar, ni casarse, ni tener un hogar normal, nunca se había dado el gusto de tomarse cosas a la ligera. Por eso, a pesar de la sorpresa de todos, ese día habló en serio. A pesar de que duraron varios años sin permanecer en el mismo campamento, ‘Gaviota’ siempre supo que estaba dispuesta a cumplir su promesa con Ricky. Y se casaron la única vez que pudieron verse dos años después. Sin embargo, meses más tarde, ya embarazada, un día regresó a buscarlo porque sospechaba de su infidelidad. Y lo que sucedió, ella misma lo relata “El tipo estaba en un chocita en una hamaca con la vieja, yo estaba al frente. Y le dije ¡felicitaciones¡ así lo quería ver, mientras su mujer aguanta frío, usted aquí buscando compañía… y los prendí a plomo a los dos. Hasta le di al comandante del campamento por ser un malparido alcahueta”. No murieron pero supieron de su carácter. 73 Completamente destrozada y con cinco meses de embarazo, “Gaviota” alzó por primera vez vuelo de las autodefensas. Aceptó llevar 30 kilos de cocaína, tres fusiles, una granada de mano, dos pares de botas, dos granadas de mortero, una pistola y dos camuflados en un bus rumbo a Manizales, a cambio de 10 millones de pesos. Desafortunadamente para ella, el Ejército paró el bus y cuando un militar la requisaba le dijo: “Entrégueme su cédula de verdad. Usted es Maria Zapata”. De inmediato, fue llevada a la estación de Yarumal, donde fue procesada y condenada a 32 años de cárcel. Allí nació su hija Yamile, pero fue poco el tiempo que compartieron juntas pues el Bienestar Familiar se la quitó y se la entregó a Gloria, su madre de crianza. No volvió a ver a su hija sino diez años después cuando ya estaba desmovilizada. ¾ “Por siempre será mi comando”. A punta de apelaciones y gracias al trabajo de su abogado, ‘Gaviota’ consiguió salir de la cárcel con libertad condicional después de cinco años. Hoy recuerda esa época como una de las más difíciles de su vida por los abusos que recibió, iguales o peores a los que experimentó en la guerrilla. “Yo llegué nueva y las presas me cogieron de trapito cocinero, había que tenderles las camas, limpiarles los zapatos. Había una guardiana y le fascinaban las mujeres a la desgraciada y me la tenía montada, me jalaba por el pelo hasta que un día le metí un revolcón y me metieron dos meses completicos a la celda de castigo, ahí me empezaron a respetar un poquito… es que conmigo nadie se metía¡”. Durante ese tiempo, sólo pudo comunicarse con Ricki a través de cartas. Era muy peligroso que la visitaran. Cuando quedó en libertad fue recogida por sus compañeros y se reintegró a la lucha. Según ella, volvía a nacer, así como su relación amorosa. Desde ese momento rodó de bloque en bloque, también para protegerse porque las cosas dentro de las AUC ya no andaban muy bien. Perdió contacto con ‘Doble Cero’ y sólo volvió a saber de él cuando lo asesinaron. El ambiente se puso pesado y muchos, por temor a correr la suerte de ‘Doble Cero’, votaron a favor de la desmovilización. “Yo tenía cinco meses y medio de embarazo cuando tuvimos un combate y me rodé por un cerro. Nadie me había querido decir que nos desmovilizábamos a los dos días porque el comandante Picapiedra quería que me quedara 74 encargada de las cosas. Pero apenas me hicieron la cesárea un compañero me visitó y se le salió el dato. Con la herida de la cesárea fui, canté el himno, di mi nombre para lo de la cédula y me devolví al otro día al hospital por mi muchachito, porque se me estaba muriendo”. Ricky había tenido una hija con otra mujer, pero eso no fue obstáculo para que formara un hogar con Maria, ya en la civilidad y en la desconocida Medellín. La idea les sonó y con entusiasmo se vincularon al programa de reinserción, empezaron a validar el bachillerato en un colegio exclusivo para reinsertados y alquilaron una casita en La Sierra. Sin embargo, la vida familiar se acabó pronto. Ricky ya no vive con ella debido a la demanda que Maria interpuso en su contra después de que él la agrediera violentamente en varias oportunidades. Y es que salir del monte y enfrentarse a ser una mujer de ciudad, ama de casa y madre cabeza de hogar no es fácil. Según ella misma, es el combate más largo y difícil que ha tenido que enfrentar. Por ejemplo, el primer día de clase, con algo de nervios y las ansias normales por la novedad, se acercó a la oficina de la directora y le preguntó: ¿Esta ropa si me queda? ¿Me sale? ¿Así se visten las mujeres de por aquí? La cotidianidad era distinta y hoy lo reconoce: “Hasta antes de la desmovilización yo era más machista que cualquier hombre. Pensaba lo mismo que ellos, que las mujeres están sometidas a los hombres. Eso sí, nunca me tocó cocinar, ni en las AUC ni en mi casa. Incluso mandaba a que algún compañero cocinara el arroz. Con decirle que todo el tiempo que me puse camuflado siempre usé bóxer o calzoncillos de hombre, nada de mujer”. Desde el primer día, tanto los profesores como los miembros del equipo de ayuda sicosocial del programa de reinserción de la Alcaldía de Medellín, se dieron cuenta que les esperaba un gran trabajo con Maria. De hecho, la ayuda que hoy le brindan busca hacer de ella una mujer y una madre capaz de trasmitir el mundo femenino a sus dos hijas. “Es que no se imagina por las que he pasado. Mi niñas me dicen juguemos a las muñecas y yo ni sé de qué me están hablando y yo quiero aprender, no quiero verme extraña al espejo cuando me 75 maquillo o me arreglo y que mis hijos me digan que soy otra (…) pero quiero seguir siendo fuerte, me da una rabia pensar en todo lo que me respetaban allá y todo lo que hizo ‘Doble Cero’ por cuidarme para que ahora mi propio marido me coja a golpes”. Hoy, Maria se pregunta si su decisión fue acertada. No deja de imaginar como sería su vida si aceptara alguna de las propuestas que ya le han hecho para devolverse al monte. Nunca imaginó pasar hambre y muchos menos estar herida por los golpes que le propicia el único hombre que ha amado. En las AUC jamás una bala rozó su cuerpo, las únicas veces que resultó lesionada fue por cuenta de la onda expansiva que producen las granadas y provocan un repentino impulso de vomitar sangre por la boca. Pero mientras le sigue dando vueltas al asunto, ‘Gaviota’ o Maria, todos los días camina más de dos horas desde su casa hasta el colegio para ahorrar platica, pensando en la lección que la profesora de sexto grado le evaluará o en la tentadora idea de regresar al monte, ponerse sus camuflados, empuñar un arma y olvidarse de los tacones y las faldas que no consigue dominar. Cuando llega al colegio, todos saben quién es. No sólo una de las mejores estudiantes, disciplinada y responsable, sino una de las personalidades más respetadas de las AUC. Cuando el desorden de sus compañeros no le permite atender a clase, sus órdenes y gritos no se hacen esperar. Y después de su expresa orden de silencio, todos responden al unísono: “como mande mi comando”. 3.2.2 Una madre de armas tomar. Su lucha por sus ideales políticos no terminó con el M19. En las pasadas elecciones, como candidata al Consejo de Bogotá, Alix María Salazar demostró que su compromiso político no se ha desvanecido con el tiempo. No bastaron los casi 10 años de experiencia en la lucha armada para escaparse de las balas. Alix María sólo consiguió esquivar unas cuantas que la persiguieron desde muy temprano en la mañana. Al caer la noche, el cansancio y la fuerza del enemigo la vencieron y sin 76 darse cuenta se vio abandonada en un andén con una herida de bala profunda en su abdomen bajo, que amenazaba con arrebatarle el último soplo de vida. No era la primera vez que Alix sentía que se iba. De hecho, cada vez que pasaba por una situación similar no se preocupaba y cerraba sus ojos con ese aire de alegría que sólo produce la satisfacción del deber cumplido. Pero en esa oportunidad las cosas cambiaron. La muerte se convirtió en vació y las ganas de vivir en un profundo deseo. En ese instante supo que no podía morir sin cumplir su más profundo sueño: ser madre. “A veces la lucha no lo deja pensar a uno en eso. Pero apenas me di cuenta que se me escapaba la vida noté cuánto deseaba un hijo... no lo había notado porque vengo de una generación que planteó la imposibilidad de ejercer la maternidad si se trabajaba desde una posición política. Quería ser una militante pero no podía contemplar la maternidad, eran o los hijos o la revolución”, aseguró. Y es que para una bumanguesa de armas tomar como ella no era fácil esa decisión. Por años su gran lucha había estado orientada a demostrar que las mujeres también podían hacer mucho más que los deberes del hogar. “Como sindical trabajé con muchas mujeres muy buenas que se terminaron casando y organizando con otros compañeros. Y desde ese momento se convirtieron en las activistas que trabajaban en el fortalecimiento de la imagen política del esposo…así perdimos sindicalistas muy valiosas”, asegura. ¾ Los primeros pasos. Alix María Salazar nació entre los ires y venires de la derecha y la izquierda que en la década del 50’s se empezaban a sentir. Creció en el seno de una típica familia santadereana de la que heredó la fuerza, la voz de mando y las ganas de salir adelante. Por eso no sorprendió a sus padres tener una hija que desde joven demostró un carácter dominante que no fue fácil hacer valer en una época donde las mujeres seguían confinadas al hogar. “Luego de estudiar en un colegio de monjas entré a la normal nacional. Fui la 77 primera de la clase. Se creía que toda mujer que entraba lo hacía para conseguir novio. Era una idea que hasta los profesores tenían grabada en la cabeza”, recuerda Alix. Su gran reto, en ese entonces, fue superar académicamente a los hombres y evitar cualquier vínculo sentimental con alguno. “Fue un momento muy complicado para mí porque empecé a tener dificultades con las personas que tenían ese tipo de pensamientos sobre la mujer. Esas ideas suponían que no éramos inteligentes”, asegura. En la normal no sólo aprendió estrategias para compartir su conocimiento con los otros, sino que además comenzó a mostrar la dureza de su carácter. “El profesor de trigonometría tuvo que sacar una raíz cuadra y cuando la planteó en el tablero preguntó quién la podía resolver. Alcé la mano y dije: yo. Pero sólo los hombres eran llamados al tablero. Cuando ninguno de mis compañeros pudo resolver la operación llegó mi oportunidad de demostrar lo que sabía. No puedo olvidar de eso. Me hizo sentir que las mujeres solo íbamos a tener una oportunidad cuando el último hombre del planeta no pudiera hacer las cosas. Y eso fue muy diciente para mí. Tanto así que decidí no tener novio porque pensaba en mi orgullo femenino y en que los triunfos que yo tuviera no se los fueran a dar a ningún niño”, recuerda. Una vez culminó sus estudios en la normal, Alix partió a Bogotá a trabajar como profesora del Magisterio para niños con escasos recursos. Desde ahí comenzó a destacarse como una importante sindicalista con alta injerencia entre los profesores. Por sus esfuerzos en el magisterio, no tardó en llamar la atención de un grupo de jóvenes que la convencieron de abandonar el sindicalismo y dedicarse a la lucha armada en 1975. Tenía 24 años y dejó todo para entregarse de lleno al M-19. “Desde el inicio hasta el final del Eme, mi vida fue de la organización. Por mi perfil, mi labor fue la de reclutar nuevos compañeros que se unieran a la causa. Desde siempre he tenido esa facilidad de convencer a la gente, de acercarlas a mi ideales políticos”, cuenta orgullosa. 78 Poco a poco esa pequeña organización de jóvenes intelectuales, como ella suele llamar a los militantes del Eme, creció al igual que su labor. De repente, y sin darse cuenta, Alix entró a la clandestinidad de la ciudad realizando labores de logística que, al poco tiempo, se transformaron en actividades militares que a veces desarrollaba en el monte. En ambos territorios tuvo amigos, combates y momentos difíciles, pero reconoce que el monte no es un territorio fácil de sobrellevar, sobre todo cuando bajo esas circunstancias que decidió darle vida a su compañera inseparable en sus últimos años de lucha: Juliana, su hija. ¾ La compañera Juliana. No es fácil decidir ser madre soltera y mucho menos cuando se parte de la lucha armada. Sin embargo, Alix María asumió ese reto y a pesar de las dificultades de la guerra y del sitio en donde se encontraba, hace 23 años dio a luz a su única hija: Juliana. “Yo creo que esa maternidad hizo de mí un ser diferente. Desde ese momento mi compromiso se multiplicó. Yo no decía que yo militaba en el M-19, decía que mi hija y yo lo hacíamos, porque decidí asumir por ella un compromiso que ni por la edad ni por las condiciones podía hacer. Juliana nace con un compromiso en el Eme que yo le doy”. Alix fue de las contadas guerrilleras que decidió educar a su hija en la organización. No entregó a Juliana a familiares o amigos y, contrario a la mayoría de madres que se encuentran en la misma situación, decidió combinar sus dos roles: el de madre y el de combatiente. “Ella se volvió parte de mi agenda, porque la única forma de ser madre en el Eme era incluyendo a los hijos. Hay una hora para el tetero, para los títeres y para el parque que deben estar incluidos en la agenda de una mujer. Si uno saca a su hijo de su vida diaria es como si éste no existiera. Yo soy una madre-política, no escojo entre ser madre o ser política”. Sin embargo, ese compromiso no fue sencillo. En más de una oportunidad Juliana estuvo presente en combates y situaciones de riesgo que hicieron dudar a Alix sobre su decisión. “Menos mal que siempre encontraba alguien que me apoyara. Conté con personas que 79 cuidaron de mi hija en varias oportunidades y con compañeros que la aceptaban como una más del equipo”. Para facilitar la educación de su hija, Alix regresó al trabajo urbano. Allí, en medio de la clandestinidad, se esforzó por brindarle una vida más o menos normal a su hija aunque siempre fue consciente de que eso jamás sería posible. “Yo no sé si a ella le hubiera gustado tener una madre normal. Estoy casi segura que no, porque eso la hizo una mujer diferente, con una mirada única que pocas personas pueden tener”. Para Alix si es posible la revolución y los hijos pese a la cantidad de pormenores que esto pueda traer. “Sin duda fue un elemento que cambiaba el ambiente del grupo. Por ejemplo era normal que se fumara mucho, y si ella estaba no lo hacían”, recuerda. ¾ Grupo de mujeres ex combatientes. Después de casi ocho años de su desmovilización, algunas mujeres del Eme se encontraron a recordar viejos tiempos. No sólo hablaron de sus vidas como guerrilleras, sino que además relataron varios de los obstáculos que habían atravesado para asumir los nuevos retos que les traía la civilidad. “Cuando nos desmovilizamos muchas de nosotras teníamos 40 años, hijos abandonados, relaciones sentimentales frustradas, amigos difuntos y ni una sola propiedad…así que nuestra reinserción fue más complicada de lo que parece”. Luego de un primer encuentro, Alix María y María Eugenia Vásquez se pusieron en la tarea de hacer un encuentro nacional que le permitiera a varias ex guerrilleras compartir sus experiencias con las demás y volverse un apoyo para superar algunos momentos. “Una de las cosas más difíciles para una mujer ex combatiente es lograr reconciliarse con ella misma por su papel como madre. No es fácil sentir que se abandonó a lo que uno más quiere en la vida: los hijos”, agrega. A pesar de la importancia que tuvo este encuentro para las ex combatientes, no se ha conseguido realizar uno más. “La mayoría de mujeres se fueron a vivir lejos, al campo. Son 80 pobres y con mucho esfuerzo siguen intentando recuperar unos hijos y un hogar que sacrificaron por la revolución”. 81 4. CONCLUSIONES (…) a partir de la desmovilización deben olvidarse de sus familias y valerse por si mismos. Otros regresan a ellas, pero (…) los lazos son difíciles de establecer. Se siente en el ambiente una gran dispersión, dificultades para acoplarse al reencuentro y mucho temor al rechazo y las críticas tanto por sus familiares como por sus hijos” Beatriz Toro Los testimonios de las ex combatientes recogidos en esta investigación, responden, desde su propia experiencia, a las inquietudes planteadas en este trabajo. Estos relatos están atravesados por categorías que nos permiten entender la condición del ser femenino antes, durante y después de la guerra, identificándose la inequidad que aún existe dentro de los grupos ilegales y la influencia de la masculinidad sobre sus vidas como militantes. De igual forma manifiestan la importancia de tener en cuenta la perspectiva de género a la hora de reinsertarse. Como bien lo dijo María Eugenia Vásquez en una entrevista virtual: “Las mujeres tenemos necesidades muy distintas a las de los hombres en el momento de reinsertarnos”. De manera que son las voces de estas mujeres las que mejor expresan las vicisitudes alrededor del fenómeno de las mujeres como combatientes en Colombia. Las conclusiones generales se derivarán del siguiente cuadro y las particulares de unas nuevas categorías de análisis que se infieren de los resultados obtenidos por la investigación. 82 Cuadro 2. Resumen MUJERES M-19 CAMBIOS DEL SER MATERNIDAD REINCORPORACIÓN FEMENINO A LA VIDA CIVIL DURANTE LA GUERRA El proceso: Ideales, Inequidad y “Yo no me quería construcciones y discriminación: desmovilizar, no realidades: “No fue fácil identificar confiaba en eso, no veía “Tenía que ser esto ni mucho menos el las garantías. Era mejor capaz de construir poder ejercido por los dejar las armas por varones sobre nosotras una relación madrenuestro lado sin la hijo a la tradicional, (…) Tanto para intervención del Estado” sin violentarme, nosotras como para AG. tratando de ser la ellos, muchas de las “Para mí el que se ha situaciones de inequidad mamá que no podía debido reinsertar es el ser en aquellas estaban neutralizadas condiciones” MEV. Estado. Nosotros siempre por la cultura, no fuimos parte de, él pero “Madre-patria vs. resultaban visibles, y era una cosa buenísima Madre-madre” VG por lo tanto ni las “Estuve tirada en un seguir haciendo política” sentíamos ni las AMS reivindicábamos“ ME . calle herida, a punto “No fue fácil. Los “Sobrevivir con un jeans de morir y pensé en policías que ayer nos que no me había y unas botas todo el año buscaban para matarnos, podido realizar es al complicado para como mujer por no hoy eran los responsables una mujer. Me sentía tener hijos…Una de de nuestra seguridad (…) muy poco femenina” volver a la civilidad era las cosas más AG. liberador.” VG difíciles para una “Uno se vuelve más “Si tocara volver a vivir mujer ex duro porque está la idea la desmovilización lo combatiente es permanente de querer haría sin duda(…) lo lograr reconciliarse parecerse a los único es que siento una con ella misma por hombres” AMS. pérdida muy grande: las su papel como y los que ya no están”. madre. No es fácil (Londoño, 2006, p,152). sentir que se “Nos reunimos 10 años abandonó a lo que uno más quiere en la después. Ha sido difícil, la mayoría son muy vida: los hijos”. pobres, tienen AMS hijos…pero ha sido muy bueno porque entre todas nos ayudamos a reconciliarnos con el pasado” AMS. 83 MUJERES AUC “En la cárcel tuve a “Eso no fue una decisión “Al principio, cuando uno llega al monte, todo mi hija, el ICBF se que cada cual tomó, sino fue de los comandantes. la entregó a mi le hace falta a uno, es un Con mi hermano y mis mamá. La volví a cambio muy drástico. primos hablábamos de lo ver casi 10 años Eso de peinarse y qué íbamos a hacer acá, vestirse, cositas que uno después cuando me allá contábamos con un reinserté.” MZ de mujer hacía. Pero “El peor castigo era sueldo, acá había que ver ahora ya me dejó de otra vez como nos que no me dieran importar eso” PG. íbamos a guerrear la permiso para salir a “Éramos 13 mujeres vida” PG visitar a la familia. entre 300 hombres. “Yo estaba asustada, que Eran casi 8 meses Imagínese eso, uno eso se acabara y que sin ver a los hijos.” orinaba debajo de un pasaba con nosotras. PG. palo, eso era lo normal, “Lo más duro era no Cuando estuvimos en la los primeros días me CEJA yo me enfermé tener mi hijita. daba pena bañarme mucho de los nervios Cuando tenía un delante de ellos en ropa …mi familia y mi hija permiso le mandaba interior” LNC iban a saber que yo era plata ”. LNC “Él (doble cero) salía a de las AUC. YM “Es una experiencia permiso y me llevaba “Maldita sea la hora en muy dura y sobre una loción, una crema que me desmovilicé. A todo peligrosa. de manos, los mí nunca me faltó Además lo aleja a maquillajes, con qué nada…pero también uno de su casa. Yo recogerme el cabello. pienso que si no me me pongo a Incluso las toallas hubiera desmovilizado reflexionar y a higiénicas que me tuvo no les podría dar el amor veces no puedo que enseñar a que hoy les doy” “He ido dejar de sentirme colocármelas porque yo a la reunión de sólo culpable porque mi ni siquiera sabía eso” mujeres. Me ayuda sentir hijo mayor está “Me consideraba un que ellas sienten los tirando vicio, no hombre más yo creo(…) mismo que yo” MZ estudia, no hace con decirle que todo el La desmovilización ha nada, es un rebelde” tiempo que me puse traído cosas buenas pero AMG camuflado siempre usé todavía no es suficiente boxers, o calzoncillos de el apoyo del hombre, nada de gobierno(…)desde eso mujer”.MZ yo me he tenido que trastear unas 20 veces,(…) es una instabilidad la berraca” AMG 84 En general se encontró que: • Ninguno de los grupos ha incluido dentro de sus reivindicaciones los derechos básicos de la mujer. • La vinculación de la mujer a estos grupos requirió de avances al interior de la organización. Desde su mito fundacional es notoria la ausencia de considerar la mujer como un agente activo de la lucha armada, ya sea por la falta de credibilidad sobre su capacidad física o por su condición de futuras madres. • El núcleo familiar donde las ex combatientes crecen determina en cierta medida la decisión de las mujeres de vincularse a una organización armada. • En ambos grupos las características con las que se suele definir la mujer (la vanidad, el sentimentalismo, la abnegación, etc) no tienen cabida. De manera que la mujer combatiente debe apropiarse de nuevas formas de actuar para adaptarse al grupo. • La mayoría de mujeres esperaban encontrar en los grupos un trato equitativo que no les ofrecía su vida de civil. Casi todas las entrevistadas manifiestan que en sus respectivos ejércitos tampoco encontraron la equidad esperada. • Se reitera que: “La mujer tanto en el manejo de su cuerpo como en su actitud debe cambiar. Se debe tapar porque si anda mostrando sus atributos entre un grupo de cien hombres, el asedio causa desorden, debe esconder su feminidad (y concretamente los rasgos de su cuerpo que son símbolo de feminidad-asociada a la reproducción como el busto), debe adaptarse y “oler como los hombres”, “no bañarse como los hombres”, vestirse como ellos, de manera que, para ellas que ha asumido una manera diferente de 85 ser mujeres que es asimilándose a los hombres y rompiendo estructuras internas, el ‘salir’ del monte implica transformarse en mujer ‘femenina’ (…) 61 • Las mujeres excombatientes manifiestan la lucha que enfrentan contra los estereotipos de debilidad y sensibilidad. • Es difícil que una militante tenga la oportunidad de ascender dentro de las organizaciones. Por lo general si logran ascender es porque tienen algún vínculo sentimental o familiar con los altos mandos. • La maternidad se presentan a veces como un obstáculo o como un impedimento para desarrollar su papel como combatiente de la lucha armada. Generalmente se opta por entregar lo hijos a otras personas. • Ser madre-combatiente es una tarea difícil que en la mayoría de los casos le genera a las mujeres fuertes autocríticas que difícilmente consiguen superar una vez se han reincorporado a la vida civil. • La mujer combatiente debe cambiar la manera de relacionarse sentimentalmente con el sexo opuesto. Son pocas las relaciones estables dentro de la militancia y para algunas es difícil iniciar una nueva vida amorosa después de su reinserción. • Mientras son combatientes luchan por liberarse de la imagen de mujer “femenina” y adaptarse al estereotipo de hombre-masculino-guerrillero. • Para sobrevivir dentro de los grupos las mujeres asumen la forma de vida del grupo mayoritario que, en ambos casos, está conformado por hombres. 61 TORO. Op. Cit. p. 151 86 • Se corrobora como dice Luz María: “Tradicionalmente –las mujeres-marginadas de los proceso de guerra y paz, donde han sido los hombres quienes han tenido el derecho a la palabra y a la acción” 62 . • La reincorporación a la vida civil es un momento de intensa dificultad e incertidumbre para las mujeres. Volver a construir una vida familiar y su feminidad son los procesos más complejos que deben enfrentar. • No se tiene en cuenta la perspectiva de género en los procesos de reinserción. Sólo una excombatiente, –Vera Grabe- participó de las negociaciones de paz y no se tuvo en cuenta la discusión sobre las mujeres. • Las excombatientes manifiestan tener necesidades distintas a las de los hombres. De ahí su interés por formar grupos exclusivos de mujeres que les permitan compartir las inquietudes que consideran únicas de ellas. • La reinserción es un momento de incertidumbre en el que una mujer ex combatientes se enfrenta a la reconstrucción de su vida familiar y emocional e inicia la construcción de su entorno material con bajas posibilidades económicas. • La reincorporación a la vida civil es un proceso difícil y que demora años. Muchas ex combatientes continúan reestableciendo lazos familiares perdidos y buscando una nueva forma de vivir y ganarse la vida. • A pesar de que los momentos históricos en los que se desarrolló cada grupo son distintos y de que los militantes de M-19 y de las AUC provienen de contextos socioculturales diferentes, las mujeres ex combatientes de ambos grupos manifiestan ideas 62 LONDOÑO. Op. Cit. p. 12 87 similares respecto a las tres categorías tratadas. Sobre todo consideran importante tener un trato especial a la hora de desmovilizarse. Sin embargo, estas categorías generales permiten establecer unas nuevas categorías de análisis sobre el fenómeno. Una vez las mujeres se reincorporan a la sociedad civil se enfrentan de nuevo a los estereotipos de lo femenino. Algunas intentan recuperarlo con cierta dificultad y otras ni siquiera lo intentan pues legitiman la construcción que realizaron sobre sí mismas. Es importante tener en cuenta que lo femenino en ambos casos tiene un origen diferente. Las del Eme son mujeres provenientes de familias urbanas de clase media alta con oportunidades de acceder al sistema universitario. En cambio las de las AUC provienen en su mayoría de hogares rurales, humildes e inestables. Por lo general sufrieron algún tipo de maltrato durante su niñez y no tienen la oportunidad de superar el sistema educativo básico. En sus familias están obligadas a cumplir los típicos roles y por lo general concentran sus esfuerzos en atender a los hombres. Por ello no sorprende que las ex combatientes paramilitares miren con desconfianza y recelo esta comprensión de lo femenino y eviten volver a ello, contrario a lo que sucede con algunas ex combatientes del M-19. Por otro lado, el tema de la maternidad se manifiesta más complejo de lo que se espera. Las diversas situaciones por las que debe atravesar una mujer de estas hace pensar que en estos grupos la maternidad es negociada. De las mujeres que abortan, pocas lo hacen por decisión propia, la mayoría son obligadas a hacerlo. Las pocas que llevan a feliz término su embarazo lo consiguen porque tienen algún vínculo con un mando superior que así se los permitió. Una vez nace el bebé, algunas lo entregan a sus familias, otras los abandonan y pocas los conservan mientras participan de la organización armada. De manera que las mujeres no son libres de decidir sobre este punto y por el contrario son obligadas a negociar su futuro como madres y el futuro de sus hijos. 88 Además, se observa que el proceso de adherirse a un proyecto de paz es asimilado de manera distinta por las mujeres de cada una de las organizaciones. Las del M-19, por ejemplo, han desarrollado estudios y proyectos de índole política que relatan su compromiso con la reincorporación. Han realizado postgrados en estudios para la paz y se han desempeñado como candidatas políticas en las últimas elecciones. En cambio el caso de las paramilitares desmovilizadas no es igual. A pesar de que llevan muy poco dentro de la civilidad se sabe que no cuentan con estos mismos intereses porque no tienen la formación académica ni el apoyo para ello. De hecho la historia de su proceso difícilmente será contada por ellas, sus experiencias se conocerán gracias a la intervención de terceros. A continuación se expone un cuadro con un breve perfil de las 12 mujeres entrevistadas que permite observar con mayor claridad las similitudes y diferencias entre ellas y algo de su situación actual. 89 Cuadro 3. Mujeres entrevistadas Organización Nivel Educativo Hijos Actual Nombre Edad Ana 40 años Pregrado Nelly 52 años Pregrado Actividad Actual Situación de Pareja 0 Asistente programa de reinserción del Distrito Sola. Se considera inestable y desea tener una pareja 2* Secretaria del programa de reinserción del Distrito No respondió M-19 Alix 55 años Pregrado 1* Laura** 52 años Bachiller 3* Luz Nelly 23 años Séptimo 2* Nora 42 años Quinto de primaria 4 Ana María 33 años Cuarto de primaria 4 Lady Johana 23 años Bachiller 0 Gloria 30 años Sexto 3* Mercedes 57 años Bachiller 1 Aydé 38 años Bachiller 2 Olga Lucía 26 años Bachiller 2* AUC 90 Sola. Ha tenido pocas relaciones. No busca rehacer su vida sentimental Ama de casa Casada Estudiante colegio para Separada. Hijos de reinsertados de Medellín diferente padre Viuda. En el programa de Estudiante colegio para reinserción conoció reinsertados de Medellín una persona con la que vive actualmente en unión libre. Después de la muerte Estudiante colegio para de su esposo ha reinsertados de Medellín tenido relaciones pasajeras e inestables Sola. Le parece Estudiante de derecho. difícil tener una Funcionaria de la oficina de relación estable, tránsito de Medellín aunque lo ha deseado. Casada desde que militaba en las AUC con otro militante. Estudiante colegio para Desde que se reinsertados de Medellín desmovilizó su esposo la maltrato física y emocionalmente. Divorciada hace 10 Estudiante de cosmetería y años. No volvió a belleza tener relaciones sentimentales Estudiante de inglés. Ama Divorciada de casa Casada con otro Ama de casa desmovilizado de las AUC Investigadora. Líder grupo de mujeres ex combatientes * Hijos nacidos durante la militancia de sus madres ** Entrevista Telefónica Nota: Todas las entrevistas se realizaron personalmente a excepción de una Este cuadro permite ver que, contrario a lo que se piensa, algunas mujeres de las AUC se involucraron con la organización después de los treinta años. De hecho algunas ya eran madres y decidieron dejar de lado su vida junto a ellos para buscar otra opción al lado de la organización militar armada. Por su parte las del M-19 ingresaron a muy temprana edad a la guerrilla y durante su militancia fueron madres. De igual forma se observa que la mayoría de ex combatientes del Eme se desempeñan como profesionales en la actualidad a diferencia de las paramilitares que aún no culminan sus estudios básicos. A pesar de las diferencias entre las militantes de cada uno de los grupos se observa que la mayoría de ex combatientes no ha conseguido construir una vida de pareja estable dentro de la civilidad y tampoco un hogar tradicional al lado de sus hijos. 91 RECOMENDACIONES La sociedad colombiana debe reconocer a la mujer como un actor político activo dentro de un conflicto. Esto implica aceptar la existencia de mujeres combatientes capaces de transgredir los roles tradicionales con los que ha sido identificada. Generar espacios de discusión con las militantes de las organizaciones armadas para que tengan voz y voto en el momento de las negociaciones. A pesar de que muchas de las mujeres ex combatientes no tomaron las armas, sí hicieron importantes tareas dentro de la organización por lo que se les debe garantizarla participación en los procesos de DDR. Es importante tener en cuenta la experiencia histórica que poco a poco ha acumulado el país. Para futuros procesos de reinserción es fundamental traer a colación el aprendizaje obtenido de estos casos. Los programas de reinserción deben constituirse bajo la idea de las diferencias que existen entre un hombre y una mujer excombatiente. Las necesidades son distintas y por lo general las que se dejan de lado son las del sector femenino. De manera que es fundamental generar políticas en donde las mujeres reciban apoyo en aquellos aspectos que la mayoría identifica como fundamentales en su vida como excombatiente: la búsqueda de su ser femenino, la relación madre e hijo, entre otras. 92 BIBLIOGRAFÍA AMNISTÍA INTERNACIONAL. En: LONDOÑO y NIETO, 2006. GÓMEZ, Ana. Entrevista realizada por la autora el 20 de septiembre de 2007, Bogotá. GRABE, Vera. Razones de Vida. Editorial Planeta: Colombia, 2000. GUZMÁN, Patricia. Entrevista realizada por la autora el 23 de septiembre de 2007, Bogotá. LONDOÑO, Luz M. y NIETO, Yoana. Mujeres no contadas. Medellín, La carreta social. 2006. LÓPEZ, Lady. Entrevista realizada por la autora el 20 de Septiembre de 2007, Bogotá. MACHADO, citado en MEERTENS, 1995. MEERTENS, Donny. “Mujer y violencia en los conflictos rurales”, en: Análisis Político, núm. 24. 1995, enero-abril. MEZA, Yolanda. Entrevista realizada por la autora el 20 de septiembre de 2007, Medellín. OTERO, Silvia. “Las mujeres en la guerra y en la paz: lo femenino de las FARC y de las AUC”, 2003. [En línea], disponible en http://www.reliefweb.int/rw/rwb.nsf/db900sid/ LSGZ-6N6GZ8?OpenDocument. Recuperado: 24 de noviembre de 2006. PABÓN, Rosemberg. Entrevista. En: VILLAMIZAR, 1995. 93 PARDO, Rafael. Fin del paramilitarismo. ¿Es posible su desmonte? Ediciones B, Colombia. 2007. RANGEL, Alfredo. Guerra insurgente. Conflictos en Malasia, Perú, Filipinas, El Salvador y Colombia. Intermendio Editores. Bogotá, 2001. RESTREPO, Laura. Historia de una traición. Editorial Plaza & Janes: Bogotá. 1986. SÁNCHEZ, Gonzalo y MEERTENS, Donny. Bandoleros, gamonales y campesinos. El caso de la violencia en Colombia. El Áncora editores: Bogotá. 7a edición. 2002. SÁNCHEZ, Gonzalo y PEÑARANDA, Ricardo. Pasado y presente de la violencia en Colombia. CEREC: Bogotá. 2da Ed. (comps.). 1992. SPRINGER, Natalia. Desactivar la Guerra. Alternativas audaces para consolidar la paz. Editorial Aguilar: Colombia. 2005. TORO, Beatriz. “La revolución o lo hijos” [tesis de maestría]. Universidad de loa Andes, Bogotá. Maestría en Antropología. 1994. VÁSQUEZ, María Eugenia. Escrito para no morir. Ministerio de Cultura: Bogotá. 2000. VELÁSQUEZ, Magdala. “Fragmentos de experiencias de paz de mujeres, hoy”, en: El tiempo contra las mujeres. Debates feministas para una agenda de paz. 1993. VILLA, Olga. Entrevista realizada por la autora el 22 de Septiembre de 2007, Medellín. VILLAMIZAR, Darío. Entrevista realizada por la autora el 18 de septiembre de 2007, Bogotá. 94 VILLAMIZAR, Darío. Aquel 19 será. Editorial Planeta: Bogotá, 1995. p. 53. ZAPATA, María. Entrevista realizada por la autora el 27 de septiembre de 2007, Medellín. 95