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FOTO. F. SANCHIS
O r o de i^ey
Núm. 2GG
15 Marzo 1926
Las Conl(
onierencias
áelC entro
C\RO DÜ LEY, como tantas oirás obras culturales y
^^ sociales, nació a la sombra del «Centro Escolar y Mercantil», y a su calor vivió muchos años,
hasta cjhe en el pasado se le dio completa autonomía, con su Dirección y Consejo propios.
Naturalmente, sus elementos gestores conservan al Centro filial cariño y le consideran como
una de las más trascendentales obras de Valencia,
prestándole, por tanto, el apoyo más decidido.
Su autonomía les da más libertad para elogiar
sus actos, como merece una acción tan intensa, tan
constante, de frutos tan admirables y tan necesaria, que, si hoy desapareciera, sería grave e irreparable daño, no sólo para la juventud escolar, sino
para Valencia.
Entre sus Secciones, es de señalar, muy especialmente, la de las Conferencias.
La labor de muchos años tenaz, inteligente y abnegada de esta Sección, ha conseguido rehabilitar
las Conferencias, que antes se celebraban en todos
los Centros culturales ante un escaso puñado de
oyentes, guiar a la opinión y fomentar iniciativas
hasta en las Sociedades más ajenas a esta acción
didáciica.
Si grandes han sido sus reflejos en la vida social valenciana, mayor ha sido su éxito en las Conferencias propias.
El ciclo de este curso no desmerece del brillantísimo del pasado año.
Ello nos mueve a dedicarla atención preferente,
abriendo esta nueva Sección.
Debemos hacer constar que estas notas están
tomadas al oído y no han podido ser revisadas por
los conferenciantes.
W.
Lonlerencias
apologéticas
del i . i coro Isla;, j j . J .
Dos días consecutivos, y bajo la presidencia de
nuestro amantísimo Prelado y de los dignísimos
Capitán General y Gobernador civil, se ha congregado en el Salón rotonda del «Centro Escolar y
Mercantil» un numeroso y muy selecto publico, ávido de escuchar la cálida y autorizada palabra del
Padre Isla; y a fe que no ha salido defraudado en
su deseo, pues admirables en su fondo y en su forma han sido sus dos Conferencias sobre la personalidad y la Obra de Jesucristo, poniéndose de manifiesto, una vez más, la vasta cultura del conferenciante.
Acertadísimas y felices palabras del Barón de
Cárcer, precedieron a las del conferenciante, no
para presentarle, como muy bien hizo notar, que no
lo necesita, sino para aprovechar la ocasión de manifestar en público la gratitud del Centro al celoso
jesuíta, que tanto lo admira y que con tanto éxito
coopera a la labor intelectual que en Valencia realiza.
Un rápido, pero profundo recorrido a la Historia, sirvió al conferenciante para demostrar la excelsitud de la figura de Cristo. Los pueblos más
poderosos, las más grandes celebridades de los
hombres, mueren; la Historia sólo guarda de ellos
un recuerdo. Cristo, por el conírario, vive todavía,
y su obra crece cada vez más: por vez primera en
la Historia, un hombre y una doctrina se extienden,
con rapidez insospechada, por todo el orbe conocido.
Su figura no puede ni pudo ser jamás indiferente a hombre alguno; de aquí la división de todos en
dos grandes grupos: admiradores y discípulos, los
unos; acérrimos enemigos, los otros; pero glorificadores suyos todos; éstos, con inconsciencia;
conscientemente, aquéllos.
Dos posiciones adoptan los enemigos para combatirle: unos, niegan su existencia; los otros, tienden a destruirle desfigurando su personalidad; de
ahí los falsos cristos.
Imposible sería, en el breve espacio de una conferencia, estudiar la figura y doctrina de todos los
que en el transcurso de los siglos nos ofrece la
fiisloria.
Sólo se ocupa, pueá, de los más notables por su
triste celebridad:
1.° El del judaismo Castigo del horrible deicidio cometido por el pueblo judío, fué la pérdida de
su condición de escogido y el desprecio de los
otros. Pero el judío se vuelve contra su juez, y ya
que no puede negar su existencia, pretende envolver en sombras su vida, muerte y resurrección. Reconoce en él un hombre extraordinario, un enviado
de Dios su profeta: pero le niega la condición de
Hijo de Dios y el carácter de Mesías.
2.° El del paganismo. El paganismo representa
la lucha de la fuerza, no de la astucia; Roma, dueña
y señora del mundo, dicta leyes contra los que
profesan las nuevas doctrinas; llena el mundo de
espías y decreta la persecución de los cristianos.
Pero no logra más que rodear la Cruz de luz
purísima, más deslumbradora cada vez.
Se bambolea el paganismo, y sus arles y ciencias, sus literatos, sabios y filósofos, corren a socorrerle atacando a Jesucristo.
Celso, el malévolo, el filósofo sagaz, de gran
talento, pero de apasionamiento mayor, lanza en su
«Discurso de la verdad», el mejor ataque dirigido a
Jesucristo; lo pinta como un extravagante, propagandista fanático; su doctrina, en algún extremo
útil, es robada a la filosofía griega; su persona nos
la presenta con caracteres de degradación.
Pero las virtudes de Cristo, su caridad y humildad, principalmente, le abren paso a través de las
calumnias.
El neoplatonismo es el último baluarte de la filosofía pagana. Recto y cortés en la lucha, rechaza
los truculentos ataques de los paganos. «A Cristo
—dice—no se le ha conocido: ni por los paganos
que le combaten, ni por los discípulos que le siguen». Y hace de El una nueva figura: sabio maravilloso, su doctrina es admirable, pero no reñida
con la filosofía; antes al contrario, completa la de
Platón. Es un sistema religioso más, el más admirable si se quiere, pero que, como todos, parte de
la filosofía, que es el centro, y llega a la divinidad.
Sus discípulos han cometido el error de divinizarle; el mismo Cristo se equivocó al inclinarse al judaismo, en vez de robustecer el paganismo.
Pero, a pesar de todos estos ataques, cayó definitivamente el paganismo. Es el triunfo de Jesucristo sobre el pecado del árbol del paraíso.
La lucha contra el paganismo debilitó a muchos
la fe, lo que ocasionó algunas herejías; pero ninguna tan importante para fijar en ella de especial modo
la atención hasta el siglo iv.
Arrio, hábil c ingenioso, pero perverso, aspira
al episcopado de Alejandría; se revuelve contra su
Obispo Alejandro, y no pudiendo atacar sus costumbres, se lanza contra sus principios. Pretende
defender la unidad de Dios, y para ello niega a Jesucristo la divinidad, al mismo tiempo que eleva su
figura hasta colocarla a la cabeza déla Humanidad.
Conmueve el Oriente, siembra la discordia en el
Episcopado y logra dominar la corte de Constanza.
Pero cede al fin, vencido el error por San Ataña
sio y anatematizado por el Concilio de Nicca.
En el siglo v, Nestorio, Obispo de Consfanfinopla, hombre fogoso y acometedor, pero imprudente, quiere combatir, con sus escasos conocimientos de Teología, la herejía de Arrio, y al hacerlo,
incurre en oira nueva. «Cristo—dice—es Dios y
Hombre, pero en El hay dos personas distintas: el
Verbo divino y Jesús de Nazaret, íntimamente unidas, sí, pero distintas, pues ni Dios puede sufrir ni
morir, ni el Creador puede nacer. No puede, pues,
María llamarse Madre de Dios, sino Madre de Jesús».
La Iglesia de Constantinopla se alza contra su
Obispo, que blasfema contra María.
Y en 431, el pueblo de Efeso, que se congrega a
la puerta del más grande de sus templos, aclama a
los doscientos Obispos que, reunidos en Concilio,
condenan la nueva herejía.
Otra herejía aparece en 448. Eutígnes defiende la
unidad de naturaleza, engendro monstruoso como
nacido de un cerebro vacío y testarudo No puede
defender su doctrina ante el Sínodo de Constantinopla, pero no importa; halla apoyo en los pobres,
y para defenderla se llegan a cometer los más horrorosos crímenes. Le puso fin León el Grande.
Hasta el siglo xvi desaparece, avergonzada, la
producción artística de la herejía.
y es en la primera mitad de ese siglo xvi cuando
introduce Martín Lutero la más grande revolución
religiosa con la Reforma.
La base de ésta no es otra que el odio a la Iglesia y al Pontificado. En lo demás de su doctrina
reina completa confusión. Reconoce, a veces, en
Cristo al verdadero Dios y Hombre, pero falsea horrorosa y cínicamente su doctrina, cambia el sentido de su gracia y atenta contra su autoridad.
Contra Cristo—termina—se ha alzado el mundo entero: Oriente y Roma le combatieron en la antigüedad. Modernamente, y en Europa, Inglaterra y
Alemania, Rusia, Dinamarca y Suecia, la misma
Italia y hasta la cristianísima Francia, han sido
cuna de errores y nido de sus enemigos. Sólo una
nación, España, la que por su fe luchó siete siglos,
recorrió Europa y civilizó veinte repúblicas, no ha
prevaricado jamás, la que todo lo ganó a la sombra de la Cruz; si esa Cruz dejara de sombrearle,
dejaría de ser España.
El Padre Isla fué muy aplaudido.
En su segunda disertación, que versó sobre
«Jesucristo en la Historia», hizo el retrato del Jesucristo verdadero, del Cristo de la Iglesia, diciendo
que es algo m a s q u e la figura d é l a Humanidad,
algo más que un héroe o que un genio, y que reina
sobre el mundo, ostentando la cuádruple corona de
su inteligencia soberana, de su belleza moral, de su
sublime amor y de su majestad divina.
Entusiastas aplausos interrumpieron varias veces ambos días las palabras del orador, aplausos
que hacemos nuestros.
(^iirsiUo ae L-onlerencias
del i x a o . i . J o s é A . oe JjaDiirii, u . J .
La figura del R. P. Laburu, es de las que excitan
sobremanera a determinado sector de la prensa pe
riódica.
Conocida es la maniobra de presentar normalmente a los católicos, y muy especialmente a los
sacerdotes y religiosos, como amparadores bajo
de su manteo del obscurantismo y la ignorancia.
Pero cuando la realidad se les impone, y ello
ocurre con afortunada frecuencia; cuando habría
que negar la luz del sol ante la pública evidencia,
para no reconocer los méritos científicos, sociales
o pedagógicos de hombres de ciencia, como el Pa-
dre Laburu, entonces su indignación exclama:
¡Esto es un verdadero asalto a la libertad!
Rédenle está el caso de la campaña contra el
Instituto Católico de Areneros, como acaparador
de la más alta didáctica, de los mejores maestros y
de los mejor formados alumnos.
El P. Laburu ha tenido esa osadía; ha asaltado
triunfante las trincheras de la Psicología experimental, y merece en grado superlativo las iras de
los fariseos que se llaman a sí mismos, con notoria modestia, los depositarios de los secretos de la
ciencia, y se enfurecen de que se ponga en entredicho su monopolio cultural. Dedicado a la Psicología experimental, concibió la idea, para estudiar a
fondo algunos asuntos de la misma, íntimamente
relacionados con las emociones y pasiones, de comenzar él mismo en la manifestación más sencilla
y generalizada en todos los seres, que es el instinto
natural.
Su personalidad científica se formó al lado de
Fuobes, Wasserman, Kohler, Herlwig, de Berlín;
de Driesch, de Leipzig, y de Adler y Aller, de Vie
na. Entre los científicos españoles, recordamos los
nombres de Cajal, Río Hortega, Marañón y del
psicólogo catalán Turró.
Sobre materias semejantes a la presente y que
ocupan toda su labor científica, ha tenido ocasión
de hablar en el Ateneo Guipuzcoano, de San Sebastián; posteriormente, en la Junta de Cultura Vasca, de la Diputación de Vizcaya En Caracas, Zaragoza, Valladolid y últimamente en Pamplona, ha
dejado oir una vez más su autorizada palabra. En
la actualidad, y una vez dadas nuestras Conferencias, marcha a Buenos Aires, llamado por el prestigioso Centro de Cultura Superior Católica, por
cuya tribuna han desfilado las eminencias literarias
y científicas
Un publico selectísimo, en el que figuraban catedráticos, hombres de ciencia e importantes elementos culturales, llenaba completamente, durante las
Conferencias del P. Laburu, el Salón-rotonda del
Centro.
Presentó al conferenciante el Sr. Trenor, Presidente de dicha entidad, quien saludó e hizo un resumen biográfico del conferenciante, agradeciéndole que hubiese aceptado la invitación para hablar
en Valencia sobre asunto tan interesante. Notas, límites y psicofisiologismo como es el tema: «Límites del instinto natural».
Las primeras palabras del conferenciante son
dedicadas a esbozar las diferentes formas en que
se ha planteado el estudio del instinto natural, diciendo acto continuo que esta Conferencia primera
va a servir únicamente para encuadrar el estudio
del problema real, estudio al que están dedicadas
las restantes Conferencias.
Dijo que iba a ocuparse en la presente Conferencia de lo que es el instinto natural. Explica que
es el mismo la manifestación psíquica más sencilla
en todos los seres y común a todos ellos; determina sus cualidades, las cuales son: ser innato, necesario, útilísimo al animal y común a todos los de
igual especie.
Dice que las manifestaciones ostensibles del
mismo se revelan en dos aspectos distintos y sucesivos: primero, conservación de la propia vida, y
segundo, conservación de la especie.
Presenta después numerosos ejemplos, que
ilustra con magníficas proyecciones, de procederes
sencillos o complejos de animales, únicamente
guiados por el instinto natural, citando entre ellos
el bellísimo de la abeja, que construye las paredes
de las celdillas de su panal con determinados ángulos y en determinada forma, logrando con ello el
ahorro de un 51 por 100 de la cantidad de cera necesaria para la construcción.
(Se
continuará).
Año X I
Val,encía.
15 M a r z o Je
^úm.
1926
IGG
RO DE LEY
R E V I S T A
I L U S T R A D A
Redaccín y Aámimstración: L I B R E R O S ,
Suscripcion
anua1:
15 pesetas
••
••
2-VALENCIA
Número
J-^a V irgen con e l N
suelto: 7 5
céntímOS
mo
rragniento ae la Adoración oe los xastores, de José Ivibera,
en la Catedral de V alencia
T—ÍACE algunos años, el que estas líneas escribe
*• *• visitaba, con algunos artistas españoles, el
Museo del Louvrc, y quedó sorprendido ante la belleza de una Adoración de los Pastores, obra de
José Ribera, que allí se guarda. La imagen de la
Virgen, de una belleza espiritual que no admite semejante, quedósele grabada por muciio tiempo en
la memoria. Con la grata sorpresa del que halla
impensadamente algo muy querido, encontróse, al
visitar por primera vez las salas Capitulares déla
Catedral, con un cuadro del mismo asunto y de la
mano misma que el del Museo francés, pero aún
superior en perfección y espiritualidad.
Ninguna otra imagen de Nuestra Señora de
cuantas he visto me ha parecido, a la vez, tan divina y tan humana, tan maternal y tan pura, tan impregnada en una suave y dulcísima melancolía.
Dejemos a un gran poeta valenciano, el insigne
D. Teodoro Llórente, el cargo de describrir este
cuadro (1). tNo hay quizá—dice - en toda la Catedral otro cuadro como la a^Adoración de los Pastores», de Joseph de Ribera, el iEspañoletoi>. No
puede ser más sobria la composición: la VirgenMadre, figura de medio cuerpo, tiene en la falda,
desnudo, al Niño-Dios, y levanta los ojos alélelo;
toscos pastores puestos de rodillas, contemplan,
respetuosos, al tierno infante. El cuadro se ha
ennegrecido mucho; del fondo obscuro no se des-
(1) Valencia, tomo I, pág. 619.
0X0
DE
LEÍ
taca bien más que el rostro de la Virgen y el cuerpo
del Niño: eso basta. Parece imposible que el pincel enérgico de Ribera, que hizo resaltar con tan
valientes toques de luz y de sombra las figuras
rudas y lúgubres de sus anacoretas y de sus mártires, encontrase tintas tan suaves y gradaciones
tan delicadas para expresar la belleza moral en el
semblante de María y la frescura de ¡a Infancia en
los miembros de Jesús recién nacido. La expresión de aquel rostro es un poema; présagos temores anublan la alegría de la Madre; algo de la Do
lorosa se ve ya en la Virgen de Belén, que, ante
la excepcional grandeza de su misión maternal,
eleva el alma a Dios, pidiéndole fuerzas para
cumplirla. ¡Insigne pintor quien, a la vez que
arrancaba sus secretos al natural para dar a sus
creaciones la realidad de la vida, hallaba en muchos ideales los secretos psíquicos de la verdade
ra concepción artístlcah
Después de una limpieza efectuada en 1908, se
destacaron de las sombras del fondo las figuras de
algunos pastores, que hoy son bien visibles; pero
en realidad, el observador no tiene ojos sino para
contemplar la faz iluminada de la Virgen. Para Ella,
el pintor copió una vez más las facciones de su
hija María Rosa, belleza medio italiana y medio española, pero supo difundir en ellos una gracia y
una serenidad sobrenaturales. No olvidémosla frase de Llórente: <íalgo de la Dolorosa se ve ya en la
Virgen de Belén". María, con el Niño dormido en
sus brazos, es un presagio de la Madre llorando a
81
Cristo muerto que reproducía en su cubierta el nú
mero anterior de ORO DE LEY.
Bibliografía. Las notas biográficas de Ribera,
en las antiguas historias del Arte, están llenas de
anécdotas y leyendas de dudosa autenticidad. Al
finar el siglo pasado publicaba en Ñapóles Lorenzo
Salazar un artículo titulado La fede di morfe de/lo
Spagnoleto ed altri documenti inediti intorno ad
artisti napolitani del secólo XVII (Napoli Nobilísima, febrero 1896), en la cual publica bastantes
documentos referentes a la familia Ribera. La mejor obra de conjunto sobre Ribera es la tesis doctoral del gran hispanófilo bávaro Augusto L. Mayer,
tiiu\ada Jusepe dé Ribera (lo Spagnoletto),
publicada en la serie de monografías de arte de Karl W.
Hierssemann (Leipzig, 1908). En España es D. Elias
Tormo el que con más extensión y acierto se ha
ocupado de nuestro pintor en diversos trabajos
(Varias obras maestras de Ribera inéditas, B. S.
E de E., marzo 1916; La Inmaculada de Ribera,
ídem, 1.° de septiembre 1914; España y el arte napolitano, Madrid 1924, y otros) y en diversas conferencias en Madrid, Játiva y Valencia (marzo
de 1925). La última aportación documental a la biografía de Ribera es la de D. Gonzalo J. Viñes en su
artículo La verdadera partida de bautismo del
Españoleto y otros datos de familia (Archivo de
Arte Valenciano, Valencia, 1925).
x or la cultura
C
UANDO recorro las carreteras de Galicia, Asturias y Santander, encuentro a cada paso magníficas escuelas debidas al patriotismo de los generosos indianos, y pienso con tristeza que en Valencia casos análogos hay que marcarlos con piedra blanca como a los pocos días felices de la vida.
Hoy he de hacerme eco de una nota simpática.
¿Recordáis a aquel anciano respetable y simpático que se llamó D. Vicente Salas?
Copio de la Información
Municipal:
«Hoy han visitado al Alcalde D. Daniel Martínez
Alonso y el letrado D. Eduardo Salinas, como albá^:ea y heredero el primero, y como contador el
segundo de la herencia de D." Casimira Baquero,
sobrina del ilustre patricio D. Vicente Salas Quiroga, haciendo entrega al Sr. Oliag de los resguardos del Banco de España acreditativos del depósito
de los títulos de la Deuda pública, que ascienden a
108.200 pesetas nominales, como legado al Ayuntamiento del Sr. Salas Quiroga y que usufructuó su
referida sobrina D." Casimira, con destino a un establecimiento docente.
Además, D. Daniel Martínez Alonso ha hecho
donación de un magnífico cuadro al óleo, retrato
del ilustre donante.»
y entre el montoncito de piedras blancas que
cabe holgadamente en el puño regordete y rosado
de mi pequeño, encuentro el nombre de mi ilustre
catedrático D. Rafael Olóriz, con cuyo legado se
hicieron las escuelas de Marchalenes, el del Dr. Ta-
83
razona para el Observatorio de la Universidad y el
de D." Carolina Alvarez, la fundadora del Colegio
Mayor del Beato Juan de Ribera, en Burjasol.
¿Son pocas piedrecitas blancas? Loemos a esos
amantes de la cultura y dediquemos una oración a
su memoria.
Z-
Juf»n
de la L/alle en JVjLaario
J
UAN de la Calle ha estrenado su bombín en Madrid, y ha obtenido un éxito rotundo.
En la villa del Oso y del Madroño también el
sombrero blando ha causado dolorosos estragos:
los cortesanos parecen modestos provincianos.
Juan entra en el Hall del Palace a saludar a unos
amigos, y causa sensación: es verdad que, para ponerse a tono con el sombrero, vistióse de chaqué,
estrena también abrigo y calza zapatos de charol.
¡Las consecuencias de toda concesión en la vida:
una vanidad se encadena con otras vanidades; una
flaqueza suele producir una anemia completa!
Los urbanos de la porrita blanca detienen la circulación de tranvías y autos para que pase.
En la Puerta del Sol le abren calle las gentes
con respeto.
Juan de la Calle se siente invadido de una sensación majestuosa, y cuida de dar a sus andares
una serenidad imponente, a pesar de que los zapatos le molestan.
Nació en la plaza de Oriente, frente a la estatua
de D." Urraca, y se detiene ante la casa natalicia;
medita en el contraste de aquel chiquitín rubio, tirando a rojo, que debió tiritar a la primera caricia
de las brisas del Guadarrama, y este hombre maduro a quien un sol de marzo mayeante arranca deslumbradores reflejos en el charol de sus zapatos!
¡Cuánto polvo y cuánto lodo ha recogido por
los senderos de la vida, y cuántas veces el cierzo
del desengaño le ha hecho tiritar en el alma con
ese frío, que es el peor de todos!
Lentamente pasea ante las regias figuras, calcinadas por la inclemencia extremosa del sol y el aire
de Madrid, y va tomando confianza con ellas: las
conoció desde niño, y luego, cuando estudió en la
escuela, fué aprendiendo sus nombres con las g'orias de la Monarquía española.
Juan de la Calle debe a S. A. el Príncipe de Asturias magnánimos favores; se los deben también
ORO DE LEY y el Centro Escolar y Mercantil.
De justicia era que al volver a Madrid por vez
primera, después de aquellas alfas bondades, presentara al Serenísimo Señor el homenaje respetuoso de su profunda gratitud.
A veces siente unas timideces ridiculas y está
a punto de retroceder azarado; pero encuentra a
unos valencianos que le contemplan atónitos ante
su inusitado esplendor.
- ¿ V a usted a ver al Rey?—le preguntan con un
matiz respetuoso hacia la indumentaria.
Ello le anima a dirigirse hacia Palacio.
De prisa, como un niño que se decide, atraviesa
o RQ P a
LEf
la calzada y se encuentra más que íigerámente emocionado ante la portalada de Palacio.
Se repone bien pronto ante un saludo del tricornio del portero mayor; dos alabarderos se apartan
para franquearle la entrada; pero no se atreve,
achicado por la majestad del Alcázar, y aun más
por la majestad del Trono, a solicitar una audiencia
d e S . M.
Se acogerá a la cordial bondad del Conde del
Grove para que en su nombre presente sus respetos
a S. M. y S. A. y les exprese su reconocimiento leal.
Tienen todos los servidores de Palacio una obsequiosidad bondadosa, bien distinta de la altivez
ridicula de muchos criados de casa grande.
y acompañan y guían amablemente a mi amigo
Juan por una serie de interminables galerías: un ascensor le eleva a la terraza que corona el gran
patio.
En un ángulo abrigado del Norte hay unos tiestos, y en los tiestos abren las flores sus corolas al
sol.
Una maraña de pasillos larguísimos con menudos arcos e innumerables puertas.
Juan se apuntó los números de algunas: no halla
al Conde en sus habitaciones, y haciendo un poco
de coraje, se dirige a las salas de estudio de sus
Altezas.
Una verja sencilla que se abre al son de un timbre; una antecámara severa; un servicial criado que
pasa la tarjeta e introduce momentos después al
señor de la Calle en una de las salilas de estudio.
—El señor General está dando clase a S S . AA.;
pero si el señor tiene prisa...
El señor no tiene prisa; quizás los Infantes don
Juan y D. Gonzalo le hubieran agradecido que la
tuviera. Son buenos estudiantes; pero nada es más
grato que una interrupción en las clases.
El ambiente es austero, de una sencillez elegante.
La sala no es muy amplia; la bóveda y los muros están pintados de blanco; una alfombra de moqueta, color tabaco, cubre las losas; de la bóveda
pende una lámpara holandesa con sus características bolas y sus esbeltos brazos.
Un ancho ventanal se asoma a la plaza de la Armería, muy próximo al gran reloj que va desgranando con lentas campanadas las horas de la Historia de España.
Juan rememora aquella gloriosa jornada del
Congreso Eucarístico; parécele que aun suenan majestuosas las notas del Himno del maestro Busca,
y emocionado pide a Jesús Eucaristía, que la campana del reloj señale en lo futuro horas de esplendor y ventura para la Religión y la Patria, para los
Reyes y sus augustos Hijos.
Unas palomas se acurrucan en los capiteles de
las colosales columnas; se arriman mimosamente
a las piedras que el sol calienta.
Quieran también las ansias aladas de España
seguir buscando el calor tradicional de la Monarquía española para ampararse de los cierzos y las
0X0
DE
Lñ i
tormentas, de los malos patriotas, de los soberbios,
de los que sólo saben desatar tempestades...
Juan deja cuidadosamente su bombín sobre una
butaquita de caoba con taraceas de boj, tapizada de
cretona con grandes flores, y pasea su curiosidad
por la estancia.
¡Qué admirable ejemplo para los padres la austera educación de los Príncipes!
En un ángulo un piano, y tras él una frondosa
látanla; sobre el piano un retrato de la Reina, y al
pie, con letra infantil, de trazos vigorosos: «Mía
Mamá, 1915.»
En las paredes, grabados ingleses en colores
de asuntos hípicos; un pastel con un faro entre olas
encrespadas, y un diploma de la Corte Angélica en
que consta fué consagrado a la Santísima Virgen
María D. Alfonso de Borbón y de Battenberg, a la
edad de dos años.
Sobre consolas estilo Imperio, aparatos de física
y pájaros disecados, libros, muchos libros de estudio.
En una mcsita los usados actualmente: la His.
loria de España de Antonio Ballesteros, un tratado
sobre motores Diesel, obras de Agricultura, de balística..., e:l folleto Sed hombres, que resume el espíritu del Centro Escolar y Mercantil, y el número
extraordinario de O P O DE LEV, con motivo de la
procesión del Corpus en el pasado año.
Juan de la Calle se emociona de tener tales lectores...
Todo esto me ha contado el pobre Juan y algunas cosas más: me lo ha contado en la calle de la
Paz; pero llevaba sombrero blando y me hacía el
efecto de uno venido a menos, que relata pretéritas
grandezas.
Con el bombín, Juan y medio; sin él, un medio
Juan escaso.
LEOPOLDO T R E N O R
Los
iñole en
centenarios españoles
192Í
Averroes
C
ON motivo del Año Santo han acudido a Roma
en 1925 muchas familias de España y, en geral, de todos los países. Al visitar el Vaticano a
nadie le pasa inadvertida la sala de la Signatura,
de tiempos del Papa Julio 11. Existe allí una pintura
mural de Rafael el divino, intitulada «La escuela de
Atenas», y donde puede seguirse paso a paso la
historia de la filosofía. Entre ios filósofos antiguos
vemos un árabe que se inclina curioso sobre un
libro que lee Pitágoras. Aquel árabe es Averroes.
En el trayecto de Madrid a Roma, bien a la ida,
bien al regreso, quizá nos hemos detenido en Pisa.
En la iglesia de Santa Catalina hemos admirado un
cuadro del siglo xiv, de que es autor Francisco
Traini, discípulo de Andrea Orcagna, ante cuya
gloria nos hemos inclinado en el famoso cementerio. El cuadro aludido se titula «El triunfo de Santo Tomás». ¿Quién es el que se retuerce confundido
a los pies de Cristo, Moisés, San Pablo, Platón,
Aristóteles y Santo Tomás? Averroes.
83
fin París, en eí Louvre, hemos contemplado un
cuadro casi igual al de Traini. Lo pinló un siglo
más larde Benozzo Gozzoli, y también Averroes
aparece vencido.
Es que Averroes simboliza en la Edad Media el
materialismo, la impiedad, lo antagónico a la Escolástica, a la doctrina ortodoxa de Alberto Magno y
Santo Tomás de Aquino.
Averroes, en árabe Abulualid Mohamed BenRoxd, nació en Córdoba en 1126. Fué médico, jurisconsulto y filósofo. Gozó del favor de los sultanes
almohades Yúsuf y Yacub Almansur. Por consejo
de Abentofail, el «filósofo autodidáctico» escribió
sus famosos «Comentarios» a Aristóteles, que son
de tres clases: grandes, medios y paráfrasis. Perdió la estimación de los jefes almohades que le habían dado el cargo de cadí o juez supremo en Córdoba, porque los alfaquíes juzgaron sus doctrinas
heréticas desde el punto de vista musulmán. Averroes se vio desterrado a Lucena, y después pasó
a Marruecos, donde murió el 10 de diciembre de
1198. Sus restos se trasladaron a Córdoba.
Los puntos principales de la doctrina de Averroes son el monismo psicológico, es decir, la tesis de que hay una sola alma para todos los hombres, que por cierto reside en la luna; la eternidad
de la materia; la negación de la Providencia; el determinismo; la inteligencia de las esferas; la negación de la inmortalidad personal; la producción del
mundo por una serie de intermediarios y por vía de
consecuencia; la teoría de las dos verdades, por la
cual una cosa puede ser verdadera en teología y
falsa en filosofía, y la reversibilidad eterna de civilizaciones y religiones.
Los más significados averroístas de la Edad
Media, contrarios a Santo Tomás y al escolasticismo, son Siger de Brabante, Boecio de Dacia (no
hay que confundirle con el célebre Boecio) y Bernier de Nivelles.
Dentro del campo católico es libro ya consagrado el üSiger de Brabante y el averroísmo latino en
el siglo xiii», de que es autor el dominico francés
P. Mandonnet. Menéndez y Pelayo trata de él en los
«Heterodoxos» y en las «Ideas estéticas».
Luis ARAUJO-COSTA
Lia Üscuela jlVlod erna
D
URANTE veinte años, en una plaza muy céntrica
de Valencia se leía en grandes caracteres el
rótulo: «Escuela Moderna».
Allí se daban las enseñanzas del inductor de
Morrals y organizador de la Semana trágica de Barcelona, el tristemente célebre Ferrer Guardia, y con
sus mismos libros de texto.
Espanta el mal que habrán sembrado impunemente esas funestas enseñanzas en el pueblo valenciano.
Nuestro caluroso aplauso al dignísimo Gobernador, Sr. Alvarez, por haberla clausurado.
En esta y otras escuelas sin Dios se han formado esas generaciones juveniles, délas que cabe
temerlo todo.
84
A
Lios
val
nombí
OS valencianos
nombres grandes
T
ANTO se ha hablado de \ i pequenez de los valencianos, que resulta consolador un hecho,
labrado en piedra con adornos de bronce.
El señor arquitecto de la Dirección de Correos
ha mandado variar el emplazamiento de los buzones del Palacio de Comunicaciones.
Y al fijar su nivel lo ha hecho a base de su criterio: de la gran altura de los valencianos; muchas
gracias por su opinión,
Yo apenas llego a ellos convenciéndome, con
dolor, que hasta en la talla física no llego a medianía.
Una lección de humildad para mí; pero algo disconforme con las palabras evangélicas: «Dejad g
los niños que se acerquen a Mí>.
Porque los niños se podrán acercar, ¡pero echar
una carta ni con zancos!
El león de la casa vieja de Correos era más bondadoso con los niños y los pequeños, a pesar de
su fiereza férrea.
Mi nota sobre los hongos ha producido una
reacción saludable. El primer convencido, naturalmente, he sido yo, por aquella regla retórica del clasicismo: primum dolendum est tibí, y me he comprado uno, marca Christy, como buen reaccionario
que soy.
Sólo con probármelo he advertido que mi carácter se hacía más recio y mi voluntad más firme:
¡falta me hacía en las actuales circunstancias!
Son muchos los que piensan seguir mi ejemplo:
Valencia volverá a adquirir el tono de respetabilidad por los sombreros, y es de esperar que también en lo demás.
JUAN DE LA CALLE
D a n z a n do
sob u n volcan
sobre
E
África y Asia, sienten los temblores precursores de una erupción volcánica; pero las
gentes siguen danzando con locura inconsciente.
Recordarán nuestros lectores que Hugo Slinnes,
el gran financiero alemán, murió agotado, según
dijeron los médicos, «por no haber podido descansar una semana».
Su hija Hilda, dice la prensa que ha llegado a
Nueva York para aprender un nuevo baile americano, el Char/esfon. El viaje lo ha realizado en un
magnífico yate.
La historia eterna de los padres que se matan
trabajando para que sus hijos se diviertan.
Un periódico inserta el retrato del almirante Ernest Troubridge con el título de «El almirante inglés
que murió danzando», y dice: «Troubridge, que,
además de ser un experto nauta y un valeroso militar, disfrutaba de ese buen humor, de esa jjueril
disposición de ánimo tan frecuente entre los ingleses, rendía ferviente culto a la manoseada Terpsícore. La musa, agradecida, le deparó una muerte
propia de quien tal adoración tenía por la mitológica deidad».
Si llega latemida revolución, ¡Dios no lo quiera!,
pillará a las gentes bailando un tango.
W.
UROPA,
ORO
DE
LEÍ
UnC entenario
J-HN la Casa Gran Asociación de Nuestra Señora
'-^ de los Desamparados, obra un tanto olvidada
por los valencianos, se ha celebrado con toda solemnidad una flesta extraordinaria, con motivo del
primer Centenario de la fundación del Instituto de
las RR. Carmelitas de la Caridad, establecidas en
la benéfica Asociación desde el año 1854, ejerciendo en ella con incansable celo el honorífico título
que las distingue. Aquella escuela de párvulos tan
admirable y digna de visitarse, es una prueba de
su celo.
La Casa, toda magníficamente engalanada con
luces y flores, daba a entender que la gratitud de
muchos corazones unidos se desbordaba, no tan
sola en himnos de gratitud al Dador de todo bien,
cuanto en exteriorizar tan nobles sentimientos, con
el fin de atraer nuevos adoradores que a Jesús dieran gloria portan señalado beneficio.
Sentimos no poder dar un grabado de la artística capilla que. bajo la advocación de nuestra dulcísima Patrona la Virgen de los Desamparados, lucía
sus mejores galas con aspecto embellecedor.
Reproducimos, no obstante, el centro interior
del palio de entrada, adornado de arcos, colgadu-
ras, fechas, destacando en medio, además del Corazón Sagrado de Jesús la noble figura de la ilustre Fundadora, V. M. Joaquina de Vedruna de Mas,
cuya causa de beatificación fué introducida en Roma
en el año 1920.
Quiera el cielo conceder a las buenas religiosas
la gracia que con tanto anhelo desean, de venerarla
pronto en los altares, a cuyo justo deseo nos unimos muy de veras.
ti
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19M
kfM
JPJPPi^^W r-
El Director General de Sanidad Dr. Murillo en la Leprosería
de Fontilles.
En la Gran Asociación de Nuestra Señora de los Desamparados Fiestas centenarias del Instituto de las Carmelitas de la Caridad.
{Folo Sanchis.)
ORO
DE
LEÍ
85
En la Cámara Agrícola. Entrega a D. Carlos Sarthou Francesch del pergamino nombrándole socio honorario por su meritisima
labor.
(Foto.Barbera Masip.)
Visita del Director General de Agricultura a la magnífica finca de Calabarra.
86
{Foto. Barbera Masip.)
o KO i) E
LE
Cartelera áe ORO
DE
LEY
EFEMÉRIDES.-ABRIL
K^ ongrega Clones
oe la X uriUcación y oe la I n m a c u l a d a
ABRIL 4.-Primer domingo. Pascua de Resurrección.Purificación, a las ocho y media.-Inmaculada,
a las nueve (en Libreros).
ABRIL ii.—Segundo domingo. Congregación ordinaria.—Purifloaclón, a las ocho y media.—Inmaculada, a las nueve (en Libreros).
ABRIL 18.-Tercer domingo. Comunión mensual.—
I n m a c u l a d a y Purificación, a las ocho y media (en la iglesia déla Compañía).
ABRIL 25.-Cuarío domingo. Congregación ordinaria.
- P u r i f i c a c i ó n , a las ocho y media.-Inmaculada, a las nueve (en Libreros).
personal ayuda. Cuando pide en los mercados trabajo y dinero para restaurar los sagrados edificios... El grande D. Bernardo Quintabal, seguidor
de San Francisco, repartiendo, por consejo de éste,
sus bienes a los pobres... San Francisco yacente,
hermosísima composición, cuya figura central, obra
anterior de Benlliure, guarda un lienzo suyo en el
Museo de Munich .. Su comida con Santa Clara,
tan místicamente real. . Y luego siguen pasando
más y más acuarelas. Cuando en el capítulo de Arles, predicando San Antonio, se deja ver a frayArnoldo la imagen de San Francisco... Santa Clara,
defensora de Asís contra los musulmanes, con el
viril en alto, varonilmente, ante el miedo de todos,
ella sola con fe... El Cardenal Ugolino conversando
con Santo Domingo y San Francisco, a quien luego
canonizó siendo Papa (Gregorio IX), maravilla de
estudio de época y documentación...
c«iéi;í%-':;'--•••;••
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o a n Jbrancisco oe Asís pintado
por Jjenlliure
i ¿ l JVi.aestro nos n a t í a de su oora
L
A mirada del arte se concentra actualmente en
la maravillosa colección de sesenta y cuatro
lienzos que sobre la figura de San Francisco ha
pintado el ilustre artista D. José Benlliure, y que se
van a reproducir delicadamente en la monumental
obra «San Francisco de Asís, pintado por José
Benlliure y comentado por el P . Antonio
Torró,
con la que los terciarios franciscanos celebrarán el
Vil Centenario, que este año se cumple, de aquel
gran apóstol que subyugaba al impío Renán, quien
creía que el movimiento popular franciscano fué lo
más grande después del Cristianismo, aunque—según comenta un ilustre sociólogo—no fué sino continuación de su espiritualidad y de su esencia.
y el cronista, atraído por ello, ha visitado el estudio del artista para informar a ORO DE LEY, cariñoso siempre con lo que sea arte.
Ya en el encantado jardín, saludamos a D. Rafael Pastor, que recordaba sus años mozos pintando bello paisaje. Una hija del maestro nos conduce
al amable rincón donde trabaja D. José Benlliure,
a quien sorprendimos dialogando con unos caballeros y unos frailes... Un buen hijo del Santo de
Asís nos indica el asunto de las acuarelas, mientras éstas pasan deliciosas... El final, colofón magnífico del libro, sobre la Porciúncula, cuna de la
Orden e inspiración de artistas y de poetas tan notables como Guido de Siena, Cimabue, Gioto, Cappana, Jacopone di Todi, Celano y el gran Dante,
el cantor de Beatriz. La impresión de las Santas
Llagas, ejecutado tan sinceramente .. Los primeros
franciscanos orando a la puerta de un tugurio, ante
rústica cruz. San Francisco en medio de un bosque, sorprendido por ladrones y maltratado... Los
muchachuelos burlándose del Santo... Una sublime
escena en Santa Clara: S . Francisco ha acogido a
un cordero extraviado entre un rebaño y lo ofrece
a las monjitas... Todo con tanta naturalidad, tan
suave y bello, que nos encanta y subyuga... Un
tema tan manido como el sermón a los pájaros con
tan nueva forma .. Y el hermano zorro que recuerda una litografía deHutehings... Cuando San Francisco trabaja reparando iglesias con su propia y
ORO DE L t i
tH
m
;-Í-1^IL
El último retrato del Emmo. Cardenal Benlloch.
En el jardín de Benlliure.
Pero no sólo ha tocado Benlliure la historia de
San Francisco plasmando asuntos por vez primera
o modificando antiguas concepciones, sino que a la
nutrida colección añade una serie de lemas sobre la
vida franciscana .. Ya es la música que en la Porciúncula, dirigida por el P. Boroni, canta el Dies
irse... Ya los campesinos napolitanos que acuden
al Perdono con el frenesí de su fe; viejos, mujeres
y niños que tanto admiraron a San Buenaventura,
pues que para ganar la indulgencia llegan a Asís
desde leguas de distancia, y que dan vueltas al altar verdaderamente hambrientos de perdón... Ya la
Misa... Ya el pueblo que tras la bendición invade
las gradas... Todos aquellos cuadros que escribió
en su San Francisco la ilustre autora Pardo Bazán,
y que Benlliure nos presenta arrancados de una
realidad por él vivida...
Además, ha puesto especial cariño en un busto
maravilloso que da al creyente la impresión del
Santo. Su gesto, el color de marfil de sus facciones, su visión toda hace ver a algo que fué del
mundo, pero cuyo espíritu está en el Cielo, algo
que nació en la tierra para habitar la Gloria...
87
lo quiso decir en vida, y luego, al aparecérseles,
les manifestó que todos los años, en el aniversario
de su muerte, iría al Purgatorio a sacar a los fieles
de sus tres Ordenes y les acompañaría al Cielo, al
Parad ¡so...
Más tarde nos habla el pintor sobre el cuerpo
de San Francisco, y alaba con bellas frases la tarea comentadora del P. Antonio Torró...
Volvemos a interrogarle:
—¿Cómo ha podido usted—le preguntamos—reflejar tan bien la historia franciscana?
—A fuerza de leer obras—nos dice—y leyendo
ediciones de las Florecillas centenares de veces, en el lenguaje de la
época... Viviéndolo...
y por vía de paréntesis nos recuerda un episodio que pinta su
idiosincrasia y su temperamento con
la elocuencia de las obras.
Estando en Argamasilla de Alba,
en la cueva donde Cervantes empezó a escribir su Ingenioso
Hidalgo,
tomó un apunte de aquel lugar, en
la penumbra, a la luz de un quinqué...
De su imaginación - cual fantástico
brote de su magín fecundo - destacó
la imagen del novelista insigne y
pintólo recostado sobre un jergón,
soñando con Don Quijote... Ya en
aquellos años, cuando Benlliure
apenas contaba diecinueve, supo
vivir una escena de siglos atrás
con la fantasía plasmada en el dibujo, alta, sobre los sufrimientos y
las molestias de aquel hediondo y
abominable rincón...
Benlliure comprende la necesidad
de vivir las cosas que han de pintarse, que ahí se encuentra el secreto del éxito... Sólo conociendo como
él conoce el italiano, con sus modismos y variaciones y dialectos y
chistes; sólo viviendo como ha vivido él la época y los lugares franciscanos, sólo así pueden ser de
una realidad asombrosa—sin mengua alguna de su misticidad e idealismo—esos cuadros inimitables en
los que campea no sólo el dominio
técnico del pintor, sino el entusiasmo fervoroso del que admira...
Nos despedimos del ilustre maestro, mas él y su hija, extremadamente amables, nos acompañan por el
jardín-tan delicioso, tan joyante y
evocador—, mientras sigue conversando sobre la obra... Ante el busto
del padre de los Benlliure—bronce
Er ilustre Maestro D. José Benlliure conversando con nuestro redactor
del gran Mariano—, sorprende CaSr. Benejíto.
{Foto. Cabrelles-Sigüenza.) brelles nuestra cariñosa interviú.
Dejamos el jardín, aromado de
franciscanismo; pasamos a la casa; vemos gustopintor de la luz valenciana. Sorolla, que reflejaba
s o s las últimas fotografías del Cardenal Benen el lienzo lo que veía, en Asís no podía admirar
lloch (q. e. p. d.), lomadas tras un íntimo almuerzo,
la luminosidad de este cielo azul, ni el color de
cercana ya su hora postrera, y definitivamente nos
nuestros paisajes...
despedimos de tan ilustre artista...
—Asís—añade ferviente—no sirve sino para soy ya que la ocasión nos ha favorecido, no deñar.
bemos terminar estos renglones, a vuela pluma
Benlliure compró la casita de Sorolla, y a ella
trazados, sin agradecer a la Orden Franciscana el
acudía todos los estíos durante cuatro meses .. Así
grande honor que nos hace al imprimir en el que de
empezó a pintar algunos aspectos franciscanos...
seguro será el libro del Vil Centenario, junto al
Una Misa, Santa María de las Cárceles... Luego,
nombre de San Francisco, los nombres de Valencia
tras leer las Fioretti sobre San Francisco, forjóse
y de su gran pintor José Benlliure...
un cuadro, el primero sobre el tema, al inspirarse
en el hecho de sus repetidas apariciones a varios
J. BENEyTO PÉREZ
frailes que le preguntaron qué le hubo concedido
Dios cuando le imprimió las llagas... El Santo no
.v.arzo, 1926.
Aprovechando unos momentos en los que el
amigo Cabrelles prepara su máquina, nos dirigimos a D. José Benlliure para rogarle unas notas
respecto a la génesis de su labor; y iras dedicar a
OBO DE LEY halagadoras frases por su campaña
artística, accede a nuestros deseos.
—Cuando fui a Italia, pasé por Asís, patria de
San Francisco—nos dice amablemente—, allá por
los años 1881 ó 1882. Me gustó mucho; tanto, que
al poco tiempo volví..'. Entonces Sorolla se iba a
dejar una casita que había comprado...
El ilustre maestro, incidentalmente, habla del
88
ORO
DE
LEf
El estudio de D. José Benlliure. La colección franciscana de cuadros.
San Francisco entre los pobres. De la grandiosa colección franciscana del Maestro Benlliure.
QRO
DE
(.E}
(Foto. Cabrelles-Sigüenza.)
(Bolo. Cabrelles-Sigüenza.)
89
ÍÍ/C05 O ocíales
ocial
Ejercicios
Espirituales
En el magnífico Noviciado de las «Esclavas del
Sagrado Corazón», en Gandía, se ha inaugurado
una Casa de Ejercicios con una tanda dirigida por
el R. P. Jaime Saura.
El R. P. Antonio Iñesta dará la segunda, que se
celebrará del 20 al 27 de marzo.
Los avisos deben dirigirse a la reverenda madre Superiora.
Un valenciano herido en África
Durante una operación realizada junto a Buyahedín (Axdir), resultó con la pierna derecha atravesada por una bala enemiga el teniente de Ingenieros D. Francisco Frígola Noguera, querido amigo
nuestro, por cuyo total restablecimiento hacemos
fervientes votos.
El Sr. Frígola ha merecido grandes elogios por
su valor e inteligente actuación.
Excursión de la Academia Valencianisla,
LIRIA. - Puerta de la Sangre.
(Folo. Beneylo Pérez.)
Necrológicas
Ha fallecido cristianamente D.* Vicenta
Sigüenza, viuda de Cabrelles, madre de
nuestro querido amigo el redactor fotográfico de ORO DE LEY, D. José M.' Cabrelles
y hermana del ilustre artista D.Manuel Sigüenza.
A tan buenos amigos, nuestro cordialísimo pe'same.
Rogamos a nuestros suscritores nos participen sus desgracias de familia, para solicitar las oraciones de nuestros lectores.
Tengan en cuenta, además, al publicar
las esquelas, que en nuestra Revista lograrán el fin principal de ellas, que es obtener
sufragios de un público piadoso y cristianamente amigo, y cooperarán a aminorar los
sacrificios económicos de una publicación
católica.
—Aniversario.—E\ 27 de este mes celebraremos el de nuestro inolvidable amigo y
gran cristiano D. Alberto Monforte.
El y su virtuosa esposa, a más de consagrar su vida a obras de celo y de caridad,
cedieron a Dios uno de sus dos hijos, entregándolo a la Compañía de Jesús. Oremos
de todo corazón por su alma.
D. Francisco Frígola Noguera.
90
— Ha fallecido santamente la señora doña
Rosa Bonich Serrano, esposa de nuestro
buen amigo D. Francisco Tormo, a quien,
con su hija Rosita, acompañamos en su justo
sentimiento.
o /fO
DE
LEÍ
Bodas de oro
Por tratarse de un buen amigo de Valencia y de
un hombre modelo de inteligencia, de laboriosidad
y de honradez, reproducimos, de la prensa de Madrid, las notas siguientes:
«Con una fiesta religiosa y con un homenaje
para hacer entrega al obsequiado de un bello retrato suyo ejecutado por el maestro Menéndez Pidal,
el Consejo y el personal del Banco de España conmemoran las bodas de oro con nuestro primer establecimiento de crédito de su digno e ilustre subgobernador primero, D. Pío García Escudero.
A ese homenaje de afecto y de admiración, por
tantos títulos merecido, unimos el nuestro más cordial, a la vez que felicitamos en tan señalada ocasión al Banco de España y al Sr. García Escudero,
nuestro respetado amigo.»
El P. Quimera
Desde Tokio, nuestro querido compañero de
Colegio, el R. P. Vicente Guimerá, misionero en el
Vicariato de Marianas y Carolinas, nos comunica
que el limo. Sr. Vicario Apostólico de nuestra misión, de acuerdo con el R. P. General, se ha dignado enviarle a Roma para la resolución de asuntos misionales.
De Roma pasará, Dios mediante, a España y
tendrá el gusto de saludar a sus favorecedores y
agradecerles de palabra los favores que han hecho
a la misión. Si en el ínterin se les ofreciera remitir
alguna limosna, ruega demore su envío hasta su
llegada a ésta, que probablemente será al fin de la
Cuaresma próxima.
Excursión de la Academia Valencianista.
Torre del Homenaje del Castillo de Benisanó.
(Folo. Benei'lo Pérez.)
Nuestro pésarae
y bien cordial a la distinguida familia de D." Josefa
Guijarro, viuda de García Andréu: saben sus hijos,
nuestros buenos amigos, el cariñoso afecto que en
esta casa se les profesa, y cuánta parte tomamos
en su pena.
-L ornas d e A q u m O j
luz oe 1os tiempos modernos
íjanto
A mi q^iierido maestro el ü x c m o . ¿ r . jM-arqués de -Lozoya
Excursión de la Academia Valencianista.
LIRIA.—Portada de la Asunción.
(Foto. Beneylo Pérez.)
o ItO DE
LEf
p ^ L principio de organización que establecieran
^—' en el campo de la Filosofía San Bernardo, San
Anselmo, San Franco, Hugo y Ricardo de San Víctor, Pedro Lombardo, Alberto Magno y tantos otros
hombres insignes, no podía ni debía perecer; no
obstante, el espíritu de sutileza y disputa extraviaba
lastimosamente los entendimientos que ya no se
sentían estimulados en sus razonamientos por el
ansia de alcanzar la verdad, sino por la de satisfacer
egoísmos de escuela y vanidades personales; en
sus disputas llegábase también a poner en tela de
juicio los temas funvlamentales de la Religión, con
lo que se arriesgaba grandemente la integridad de
la misma, y Dios, que no deja un sólo momento de
velar por su Iglesia haciendo ¿urgir en los momentos críticos hombres capaces de ponerla a salvo de
los porfiados ataques de sus enemigos, le deparó
91
en el siglo xiii en Santo Tomás de Aquino el hombre providencial que, con su clara comprensión de
las verdades más abstractas, disipara las sombras
de los que yacían en la duda y con sus incontestables argumentos confundiera a los arguciosos impugnadores de los principios de la fe.
No es nuestro propósito exponer ni aun hacer
un resumen de la doctrina de Santo Tomás, si no el
fundador, a lo menos el genial organizador de la
Filosofía escolástica, de acuerdo con las prescripciones de la Iglesia, pues que si muchos y buenos
tratados acerca de ellos escritos, han resultado incompletos, mucho más lo sería este humilde articulo.
San Antonio dice refiriéndosz al Doctor Angélico:
«No hay que admirar que un hombre que jamás
perdía a Dios de vista y tenía frecuente comunicación con las celestiales inteligencias; que un hombre a quien tantas veces se le vio arrebatado en éxtasis admirables; que un hombre, en fin, a quien los
santos Pedro y Pablo dictaban la exposición de sus
epístolas, poseyera ciencia tan profunda y obrase
tantas maravillas en obsequio y en defensa de la
Religión».
De la Summa Theologica, precioso compendio
de sus inimitables concepciones, el más excelente
libro después de la «Biblia», según el Concilio Tridentino, ha hecho la mejor apología Mr. Cousin,
llamándola «uno de los más grandes monumentos
del espíritu humano en la Edad Media y que contiene, a más de una amplia metafísica, un sistema
completo de moral y hasta de política».
No es menor que en el siglo xiii la confusión que
en los tiempos actuales existe, sobre todo en el terreno ideológico, dentro del cual aparecen las doctrinas más contradictorias y absurdas, cuyos corifeos no cesan de preguntarse en un estado de alarmante inquietud, después de haber dado soluciones que ni aún a ellos mismos satisfacen: ¿existe
algo?, ¿cómo lo sabemos?, ¿cuáles son los medios
de que para saberlo nos hemos valido?, ¿son dichos medios legítimos?, etc., etc. Se imponía, pues,
la necesidad de acabar con ese desequilibrio, con
ese espíritu escéptico, que amenazaba destruir el
edificio científico con tantos esfuerzos levantado, al
discutir acaloradamente, aun los postulados más
evidentes; tan deplorable situación fué la que inspiró en el bondadoso corazón del gran Pontífice
León Xlll el deseo de remediarla, para lo cual, en
su Encíclica Aeterni Patria, determinó fuera el criterio tomista el faro de inextinguible luz al que pudieran dirigir s u s miradas los que, perdidos en el
laberinto de los errores modernos, quisieran salir
de él y encontrar seguro guía que, salvando cuantas dificultades a su paso se ofrecieren, les condujera hasta la verdad.
Los que con ardor nos dedicamos a formarnos
en el crisol de la ciencia, visto siempre a través de
nuestras católicas convicciones, nos colocamos
bajo el especial patrocinio del Sol de Aquino, para
92
de este modo mejor y más copiosamente recibir los
efluvios de su celestial doctrina, cuya claridad, cada
vez más, nos permita apreciar la excelsitud de nuestra fe, cuya consistencia y robustez nos dé también
cada vez mayor valor para confesarla y defenderla.
PEDRO R U I Z Y TOMÁS
Valencia, marzo 1926.
R ornas
(Conclusión)
Comprendiendo la intención de su pregunta, sí
—le contesté—soy español y católico ferviente, que
no viene a visitar como un simple turista estos lugares, que perfumaron con su virtud en los albores
de la Iglesia nuestros hermanos.
Sonrió alegremente el religioso, y como si fuera
un antiguo conocido, se apresuró a guiarme por
las galerías de las catacumbas.
Empezamos a andar, y pronto desapareció la
claridad de fuera, y al poco tiempo ya no distinguía
más que el radio a que alcanzaba la luz que el religioso llevaba delante de mí. Iba mostrándome las
lápidas rotas, los sepulcros hacinados; las pequeñas capillas, en donde se advierten los primeros
esbozos de la pintura cristiana.
—¿Cómo resonarían-exclamé yo—las voces de
aquellas almas puras, entonando cánticos de esperanza, mientras hollaba el suelo, bajo el cual alentaban la planta de los perseguidores y de los tiranos?
—Es verdad—contestó el religioso—; y nosotros, que somos cristianos como ellos, también
podemos entonar nuestros cánticos.
y sin esperar a que yo contestase, súbitamente,
como si su voz fuera el eco de las que resonaron
allí, empezó a entonar con acento vibrante el
Te Deum.
¡El Te Deum en las Catacumbas! No sé entonces lo que pasó por mi alma; lo he guardado por
temor a no saber expresarlo, como se guarda un
secreto en el fondo del espíritu. Creí que los sepul
cros se abrían para exhalar los aromas de la santidad y del martirio, perfumando aquella atmósfera
sagrada; que en el aire se agitaban alas invisibles;
que voces celestes contestaban a la voz del religioso, y al ver la sombra de su hábito oscilar sobre
los muros, creí que se movían, y que aquellas galerías sublerráneas eran como departamentos de la
nave de la Iglesia, que yo era un marinero de aquella nave, que azotaban abajo las olas procelosas y
arriba tempestades y huracanes; y cuando el canto
cesó e hicimos alto bajo una grieta que nos dejaba
entrever vagamente la claridad del cielo, me parecían las Catacumbas la fuente de donde había brotado el surtidor del Coliseo, y entonces comprendí
que. cuando el mar de sangre de los mártires no
pudo ser contenido en ellas, abrió con sus ondas
el suelo de Roma, y se dilató por la superficie como
un Océano, que se desborda inundando todas las
0X0
Dt
1. t. )
riberas y que, a ios cspiendores del sol de la Justicia divina satisfecha, se fueron evaporando, hasta
trazar en los cielos la Cruz de Constantino, como
una imagen de la Cruz de dolor del Calvario, que
extendía ya sus brazos triunfadores para lomar definitiva posesión del universo.
Después, cuando agitado por una emoción indefinible, salía de las Catacumbas, llegó hasta mis
oídos un rumor extraño, semejante al ruido lejano
de las olas. Erae\/Ángelus!,
que anunciaba la gran
campana de San Pedro y que repetían como eco
todas las iglesias de Roma, desbordando sus ondas sonoras sobre la campiña solitaria y las ruinas
de la Roma clásica, como la voz de la eternidad
cerniéndose sobre el tiempo. Y entonces, a los resplandores de la tarde, que despedían sus últimos
destellos en las trescientas cúpulas de la gran ciudad, al contemplar a mi lado aquel religioso con
su rostro tostado por el sol de Siria, que iluminó a
los cruzados, ostentando en su frente como un padre de los primeros Concilios la señal del martirio
padecido en las selvas africanas, rezando el Ángelus en el umbral de las Catacumbas como había entonado el Te Deum en sus galerías, apareció ante
mis ojos como un mártir que me había mostrado
los sepulcros de sus hermanos y que, separado de
ellos por una cadena de siglos, todos obedecían
amorosamente aquella voz augusta y solemne que
hacía vibrar el bronce en los aires, que penetraba
las edades y las almas y las juntaba en una unidad
moral que asentaba su trono sobre los escombros
de la antigua Roma.
y entonces yo—que no había sentido el vínculo
espiritual de mi alma con la fíoma pagana-sentí,
con la viveza de un amor que súbitamente se despierta, una como solidaridad interna con la Roma
cristiana, y cuando quise encerrar en un concepto
y en un sentimiento todo lo que cruzaba en tumulto
por mi corazón, me pareció que entre el torbellino
de los pueblos bárbaros - p a s a n d o como una tromba por las colinas del Lacio, y entre las llamas del
incendio—la Iglesia levantaba en sus brazos el cadáver ensangrentado de Roma, y recogiendo los
acentos de su lengua, que iban a extinguirse con
los aullidos de la barbarie; y las fórmulas de su
derecho, que iban a borrar las espadas délos conquistadores al repartirse los jirones de su púrpura,
le infundía un alma nueva, otorgándole la primogenitura en la Historia, mientras con reacción pagana
y manía suicida no quisiese arrojarla de su organismo. Sí, sí, ella le infundió una vida nueva cuando
no era ya más que un cadáver insepulto, despedazado por su propia podredumbre. La verdadera alma
latina la forjó la Iglesia católica sobre el yunque
del Calvario, el más fuerte del mundo, porque lo
formó Dios para poner en él su planta y dividir en
dos hemisferios la Historia; la moldeó con el martillo ensangrentado en aquellas llagas que, según
frase de Renán, apagaron la sed de amor de doce
siglos de ascetas; la caldeó para que tuviera temple
sobrenatural en las llamas del Cenáculo; la llevó
'.ORO DE Z E r
como ei soplo de la inspiración en ios labios del
más elocuente de los apóstoles al Areópago para
que iluminara con luz desconocida el suelo de Atenas, y en las plumas de sus doctores, como en
alas angélicas, a bañarse en las aguas del Liceo y
de la Academia, y la hizo aparecer como una aurora en la frente y una espada de oro en el brazo atlé
tico de Roma resucitada, para que la alzara al lado
de la Cátedra de Cristo como el cetro de la civilización en el mundo, y por eso cuando se levantó
sobre la tierra, los pueblos más altivos inclinaron
la cerviz para rendirle vasallaje, y el Arte cayó de
rodillas para entonar los cánticos más hermosos
que han salido de los labios de los hombres».
JUAN VÁZQUEZ MELLA
I j a «ibcnoia V^antorum.*
Í H ^ N honor de Santo Tomás de Aquino, la Schola
'-^ Cantorum, del Seminario, dio una magnífica
audición musical que, con la celebrada en el Centro por la de Torrente, han constituido dos soberbias lecciones de historia, de estética aplicada y de
maravillosa ejecución.
Ha sido el alma de estas manifestaciones artísticas el ilustre maestro D. Vicente RipoUés, y los
realizadores sus discípulos predilectos D. Juan Belda y D. Eduardo Soler.
En brillantes disertaciones se reasumieron las
ideas del Santo sobre la música, su influencia educadora y lo que debe ser la música sacra.
Las demostraciones prácticas, admirablemente
ejecutadas, se ajustaron al siguiente programa, artísticamente impreso:
El bellísimo Doctor! Angélico, de Ripollés; Ccenantibus, de Haller; Ne timeas, de Victoria (una
maravilla de inspiración y una delicia de ejecución);
Lauda Sion, del Oficio, y Tu es Petras, de Liszt,
formaron las obras del programa.
Nuestro ilustre Prelado, cuya cultura musical es
tan grande, cerró la sesión con un bellísimo discurso.
£ rases de la quincena
r \ i C E un diario de la izquierda:
^^
«Libertad, libertad querida, ¡cuántas tonterías se dicen en tu nombre!»
y, ¿qué más vamos a decir nosotros, después
de lo que ha dicho el aludido periódico izquierdista?
— En la reciente visita del Marqués de Estella a
Segovia, destacóse vibrante un grito original, la
voz de un hombre del pueblo, de un obrero que exclamó con toda la fuerza de s u s pulmones: «¡Vivan
los que nos aflojaron la argolla que nos oprimía!»
¡La verdad e s q u e , en nombre de la libertad, se
ha apretado, y mucho, la argolla de la opresión!
—El chiste de las vacas bravas no le ha salido
bien a D. Alvaro: las vacas han resultado mansas
y huidas en la arena taurina.
Pero, pronto se consoló; como muchos políticos, tiene la suerte de carecer de memoria.
93
Se ha metido eii uri negocio de fabricación de
seda; de seda artificial, y nos ha anunciado que en
mayo «todo irá como una seda».
Dada la capacidad de la fábrica, naturalmente,
es decir, artificialmente, proveerá a toda España.
De paso para su fábrica, se dedica a la poesía
ante los magníficos paisajes de las playas catalanas. Emociona el oirle como habla de «la riente playa mediterránea y del panorama hermoso que ante
sus ojos se extiende...» ¡Político, ganadero, fabricante, escritor, poeta, todo...!
¡Parece que vaya a cantar aquello de: «Costas
las de Levante»!
—Un joven del 42, el año, no el cañón, nos recuerda para Juan de la Calle aquel famoso dístico
con que se falló la discusión sobre el uso del sombrero de copa y del hongo, primera fase de la democratización de las cabezas:
«Yo, ni censuro ni defiendo al hongo;
Si todos se lo ponen, me lo pongo >
—Ante una librería exclama una señora:
«¿Por qué no publicaría D. Ángel Ossorio ese
libro antes de yo casarme?»
Realmente, «Las carias a una muchacha sobre
temas de Derecho Civil», eran una necesidad muy
sentida, y tan sentida, que dirán muchas señoras.
¡Porque hay que ver...!
—«¡Ahora veréis si soy hombre!»—vociferó iln
valiente en una taberna madrileña
Y, para demostrarlo, se bebió de un trago una
botella de cognac, y cayó muerto.
Eso exclaman hoy muchos señoritos bien para
beber y hacer otras barbaridades.
Ser hombre, es dominarse y no dejarse llevar
como las bestias por el brutal instinto y la necia
fanfarronería reinante.
—Al saber la nueva herida del coronel Millán AsIray, exclama el poeta Sánchez Mazas: «Manco
como Cervantes y tuerto como Camoens»
—Francisco de Via está en Ginebra, donde existe
la confusión de lenguas y de espíritus, y piensa:
«Esta es la bíblica Babel: nadie parece entenderse.
¿Sabrán hablar un mismo idioma de paz, por una
vez, los corazones y las buenas voluntades?»
En la Babel de la Biblia no había, como en Ginebra, 450 empleados y 600 periodistas. ¡Cuánto
papel en expedientes y cuartillas!
Si hubieran tenido que escribir en ladrillos, achicarían al Mont B l a n c . - W .
^4
J_/a vuelta a e i i n a i a n o
Llegó un indiano a su pueblo,
al cabo de largos años,
llena el alma de ilusiones,
lleno el bolsillo de cuartos,
y por festejar su vuelta,
dijo a lodo el vecindario
al redoble del tambor
en la plaza congregado:
—A los que en su casa manden,
les voy a dar un caballo;
mas si la mujer les manda,
sólo vaca les regalo.
En juicio contradictorio
se iba a ventilar el caso,
y empezó el primer vecino
con el siguiente alegato:
—Yo soy un hombre de bragas
y por todos respetado,
como pueden declarar
cuantos me están escuchando.
Pero mi mujer es loca,
llene humor atrabiliario,
y por amor de la paz
y por temor al escándalo,
en cuanto veo en sus ojos
brillar el primer relámpago,
abro el paraguas de prisa
y a toda prisa me escapo,
como se escapan las liebres
cuando barruntan al galgo.
—¡Vaca!-gritó el presidente.
—¡Vaca!—repitió el jurado.
—¡Vaca!—clamaron mil voces
entre el pueblo soberano;
y aquel varón respetable,
confundido, abochornado,
cogiéndola por un cuerno
llevó su vaca al establo.
Dijo el segundo:—Ello es triste,
pero fuerza es confesarlo:
mi suegra vive conmigo,
ella es la dueña del gato,
y ponerle el cascabel
resulta un tanto arriesgado;
por ese grave motivo
nunca me expuse a un zarpazo;
soy un marido obediente,
soy un yerno dulce y manso:
una vaquita, señores,
vivan ustedes mil años.
Así fueron lentamente
los vecinos desfilando,
y los unos con rubor
y los otros sin empacho,
con más o menos rodeos
a la postre confesaron,
que en sus casas la ley sálica
nunca se había guardado.
Con lo que dicho se está
que, repitiéndose el fallo,
eran las vacas escasas
y los caballos sobrados.
Llegó, por fin, el zaguero;
era un hombre achaparrado,
redondo como una bola,
cerdoso como un jabato;
y remontándose el pecho
y echando cien mil venablos,
dijo con voz cavernosa:
—Yo sólo en mi casa mando,
y no hay mujer ni demonio
que me levante a mí el gallo,
ni se me suba a las barbas,
ni que me cuente los pasos.
o Rb
DE
LE I
—Menos mal que hallamos uno murmuró el americano,
invitándole a escoger
el meior de los caballos.
Mas cuando había escogido
un elegante cuatralbo,
se le acercó la mujer,
diciendo:—No seas ganso;
mira que es mucho más joven^
mira que es mucho más alto,
mira que es mucho más recio
el otro alazán tostado.
Y sin vacilar un punto,
aquel feroz Sancho el Bravo,
mudando de parecer
pretendió mudar de jaco.
Pero no le fué posible,
porque el pueblo, alborozado,
a voz en cuello gritaba:
— ¡Vaca!—que es uno de tantos.
— ¡Vaca!—falló el presidente.
—¡Vaca!—respondió el jurado.
— ¡Vaca! —clamaron mil voces.
—¡Vaca!—mil ecos clamaron.
y en medio de la alegría
y el delirante entusiasmo
que producen las cogidas
de bravucones y majos,
allí, a la vista de todos,
entre vítores y bravos,
le entregaron una vaca
con el cencerro colgado.
Si alguno quiere seguir
el ejemplo del indiano,
compre cencerros y vacas,
que están de más los caballos.
RAMÓN M.^VINUESA.S.J.
É g l o g a trágica
N
I Pirandello pudo inventar conflictos más truculentos que los planteados por el pastor Grimaldos, nombre apropiado para una égloga romancera del siglo XVI.
¿Surgió un día en lo más íntimo de su rudimentario espíritu la voz del atavismo trashumante y milenario, o como él dice, sintió el barrunto de trágicos peligros? y abandonó la tierra de s u s abuelos, dejó s u s rebaños y sus montañas nativas, y
solo, silenciosamente, sin dar parte a nadie de su
determinación, tomó el camino de la expatriación.
Nadie, acaso, vio su partida. Nadie supo jamás de
ella.
O si lo supo, s e calló.
Fué dado por muerto: acusaron los testigos,
confesaron los reos dando espeluznantes detalles
de su crimen, y por milagro escaparon de la horca,
pero no del presidio.
Las gentes de Osa de la Vega vieron el resplandor de la hoguera donde se consumieron sus restos mutilados.
y la casa trágica quedó desierta y abandonada:
nadie osaba, una vez anochecido, transitar por la
cañada del crimen.
El pastor Grimaldos no sabe leer. Es una parte,
una fracción del conjunto de un treinta y tres por
ciento de españoles que no saben leer, que viven
ORO
DB ¿AI
forzosamente dentro de su nativa rudeza, encerrados en la embrutecida cárcel de su cuerpo, sin poder expandir su espíritu más que a un reducido
cosmos, integrado de sensaciones cotidianas, de
ideas densas, casi visibles, que se encuentran como
flotando en el medio ambiente primitivo y simplicista del analfabeto.
y como no sabe leer, no se enteró de la acusación que pesaba sobre.sus compañeros de pastoreo.
y si luego se enteró, no osó hablar, asustado
de la tragedia de aquellos infelices.
Al cabo de doce años aparece en plena vida y
nos refiere su camino trashumante de pueblo en
pueblo.
¿Qué pensaría su obscuro cerebro en las soledades idílicas del pastoreo por los montes y las
llanuras dilatadas?
Una su hermana percibió, a raíz del crimen, el
olor de carne quemada en la casuca del Palomar de
la Virgen.
y aun hoy, forzada por el juez a penetrar en la
misma, desfallece ante el trágico olor que sigue
percibiendo y se tapa el rostro horrorizada.
¡Qué terrible autosugestión!
Pero aún hay más: el propio Grimaldos se niega
a entrar en la casuca, palidece al obligarle y entra
temblando por temor de encontrarse con los restos
de su propio cadáver, medio comidos por los cerdos y chamuscados por el fuego.
Barruntos, ignorancias, sugestiones, sombra de
misterio y pavor: un muerto vivo.
Personajes de Pirandello formulando terribles
preguntas y trágicos problemas.
y todo en un ambiente de égloga pastoril, donde
se mueven almas rudimentarias y tenebrosas entre
ovejuelas mansas, de ojos candidos y vellones de
nieve.
C. A. H.
Al Jratriarca o a n J ose
Diste a Jesús tu cariño,
y es tu cariño tan fuerte,
que jamás logramos verte
si no es con el tierno Niño.
y estés andando o parado,
y estés sentado o de pie,
siempre en tus brazos se ve,
y a ti en mirarle obstinado.
Tus brazos trono le dan;
tus labios miel y dulzor,
y tu mirada ese amor
que El busca con tanto afán.
Mas la actitud extasiada
de tu bendita figura,
también, José, nos augura
¡que en el taller no haces nada!
Pues al quererle cuidar
con tanto y tanto ardimiento,
¡no tendrás nunca un momento
para darte a trabajar!
Yo, pues, que siento gran pena
de que no ejerzas tu arte,
vengo gozoso a brindarte
un medio de hacer faena.
Para que tú, buen José,
tomes la gubia o la sierra.
Jal Rey de cielos y tierra
yo en mi regazo tendré!
Su frente es blanco jazmín;
su boca es rojo clavel,
y allí mis besos de miel
pondré con ansia sin fin...
Mis brazos trono le harán,
mis versos daránle honor,
y el corazón ese amor
que Él busca con tanto afán.
Pero... ¿no quieres?... ¿Te humilla?...
¿Qué pena tu pecho embarga?
¿Qué es esa lágrima amarga
que resbala en tu mejilla?...
(Ah!, sí..., ya sé...; ¡no te atreves!
¡Tan necio y tan loco he sido!
¡Tantas veces le he ofendido
con mis acciones aleves!
Mas... ¡dámelo! ¿No querrás?
Yo mi constancia aseguro...
Déjamelo... ¡Yo te juro
no abandonarlo jamás!...
Yo pagaré con usura
todo el gran mal que le he hecho;
verás, verás en mi pecho
¡qué incendio de amor fulgura!
y si algún día, atrevido,
Satán de nuevo me intima,
y ves que avanzo a la sima...
y ves que de Dios me olvido...;
si ves que corro obcecado
y extiendo hacia el mal mis alas.,.,
¡oh!, sea a buenas o a malas,
¡líbrame tú del pecado!
Muéstrame que eres mi amigo...
Deten mi fuga inaudita,,.
¡Toma tu vara bendita,
y usa tu vara conmigo!...
PASCUAL L U L L GIMÉNEZ
-La Academia valencianista
Y les lalles oe ¿ e n J o s e p
P^iNALisATs els treballs de I' Asamblea Pro-Festes
^
de San Josep, organÍ9ada per V Academia Valencianista, ens plau donar una nota sobre 'Is fruts
que ab ella s' han alcangat.
En la colaboració de totes les principáis entitats
culturáis de la ciutat, es varen redactar unes peticións que foren elevades a la Comissió de Pestes
d' este Ajuntament, la qual, ab un cél que la honra,
i molt especialment a son digníssim Pressident En
Rosari Martínez, les va estudiar i les ha aceptat en
lo posible, puix no ha pogut implantarse alguna de
les reformes solicitades per la falta material de
temps.
En el bando publicat per 1' Alcaldía respecte a
les festes de Sen Josep, es fan publiques algunes
encertades medides adoptades este any; i algunes
d' elles son les que demanava s' implantaren la Memoria presentada per 1' Academia Valencianista. En
efécte, s' han aumentat los premis, hasta concedirse per el primer la cantitat de 1.800 pésetes (es dir,
doble que fa dos anys). S' han declarat fora de concurs les falles d' anunci; i respecte al Jurat, s' ha
introduit la innovado de que u deis membres siga
nomenat per els falleros. Ademes; pera la millor inteligencia deis Jurats respecte ais assunts de les
falles, s' haurán de pressentar els ilibrets de les
mateixes o alguna breu Memoria explicativa de son
assunt.
Como una enfermera abnegada
el JARABE de
HIPOFOSFITOS
SALUD
asiste al convaleciente devolviéndole sus fuerzas
agotadas.
Desarrolla el apetito.
Restaura el organismo.
Tonifica los nervios.
Infiltra nueva vida en el
cuerpo haciendo desaparecer como por encanto la
postración y anima el espíritu con risueñas esperanzas.
Más d e 35 a ñ o s d e éxito c r e c i e n t e . — A p r o b a d o p o r la Real A c a d e m i a d e Medicina.
96
Rechace todo frasco que no lleve en la etiqueta
exterior HIPOFOSFITOS SALUD en rojo.
ORO
DE
LEÍ
DE
NUESTRO
A P e p i t a Castelló...
q u e e s t á c p el c i e l o .
P
ARADOJA de las más enrevesadas ha de parecerle al caro lector el ver que el comienzo de esta
página se refiere a cosas que no tienen nada que ver
con lo que ocurre en el Centro, que son completamente ajenas a su desenvolvimiento, y que de modo
alguno debieran ser consideradas en esta página;
mas, lector amable, permíteme que por una vez
mi pluma falte a la ley de la costumbre y se deleite en trazar garabatos referentes a cosas que, la
verdad, son algo extrañas para incluirlas en esta
sección. No pienses mal de mí, y no se te ocurra
creer que la cabeza de este cronista pueda estar
alterada; no, no y no...; mi cabeza, gracias a Dios,
está en sus cabales, y... con tu permiso, lector:
Se aproxima San José;
ese santo popular y querido, por todos reverenciado, celebra su fiesta dentro de breves días;
rompiendo la aridez de la Cuaresma, llega la alegría bulliciosa de los días de fallas, de esos regionalísimos días en que las calles de Valencia
son incapaces de contener el torrente humano,
ávido de alegría, que se extasía ante los monumentos que el ingenio de un artista y el entusiasmo
de los vecinos levantan en honor de San José,
queriéndole agradar con su recuerdo y contagiar
de su gozo; llena el aire el tufillo caliente que emanan de las buñolerías, de esos modestos comercios
que son tan típicos en estos días de sol, alegría y
arfe, de ese arte valenciano tan excelso y tan popular, tan noble y democrático a la vez. La Cuaresma
aparece rota, violentada por este avasallador júbilo
de la multitud...; mas, ¡ah!, ¡contrastes de la vida!;
pasará San José, sus fallas, sus diversiones, y
nuevamente volverá la somnolienta Cuaresma; llegarán los dolientes días de lulo mundial por la
muerte del Hijo del Eterno; la tierra, toda cubierta
de luto, llorará el recuerdo de aquellos luctuosos
tiempos en que el Hijo de Dios, hecho carne, sufrió
la más horrenda y afrentosa de las muertes por
salvar al género humano. Meditemos un momento
el contraste que ofrece el deslumbrante y alegre espectáculo de las fallas con el doloroso de los días
de Pasión; en los días de fallas, la ciudad es un
continuo grito, un incesante caudal de alegría; en
los días de la Semana Santa, apenas se oye la vida
de la capital: parece recogerse en su interior para
lloraren silencio la muerte del Amado. Las mismas
mujeres que en días de San José escogen sus galas
bellas, sus más deslumbrantes atavíos, en días de
Viernes Santo cubren sus cuerpecitos de luto y bajan sus ojos elevando al cielo sus oraciones.
Y luego llega la Pascua, vuelve la alegría y el
bullicio; despierta la población del letargo doloroso
en que le tenía sumida la Semana Santa entre las
santas, y soltando el tropel de su desbordante
ORO
DE
LEY
CENTRO
alegría, acude a los lugares donde anualmenle se
consumen tantas monas y donde también se forjan
otras que, ¡cosa rara!, algunos les llaman monas
y otros merluzas, a pesar de que son estas dos
especies de seres de tan difícil confusión y de
parecido no ya escaso, sino nulo, pues, la verdad,
no quiero creer que haya algún lector que, por corto de vista que sea, pueda identificar una mona con
una merluza...
¡Tente, pluma, que te has ido un poco lejos!
Quedamos, pues, en que a esa tristeza de la Pasión sucede el regocijo de la Pascua, así como
aquélla es posterior a nuestra simpática fiesta fallera.
Todas estas consideraciones pueden mostrar al
curioso lector que en esta vida «no hay (como dice
la conseja) mal ni bien que cien años dure».
Pasan días de alegría y llegan las jornadas en
que el espíritu pasa por crisis desagradables, pero
siempre con los ojos el cristiano puestos en la gloria del más allá.
Por lo tanto, como la vida trae estos claroobseuros, dispongámonos a recibir a San José con todo
el cariño y la ilusión de católicos y de valencianos.
Agótense los buñuelos y reciban las fallas la
admiración de hijos y extraños a la ciudad.
Reciban todos los Pepes nuestros deseos de
que el Esposo de la Santísima Virgen les colme de
venturas y les libre de una indigestión de buñuelos.
Acad einias del mes
ele letirero
De Medicina
La general, consecuente, como de costumbre, se
reunió en su salón acostumbrado los días 13 y 20
de febrero El primero de los citados días era el
Sr. Bsteve el disertante de turno, pero hubo necesidad absoluta de suspender la conferencia ante la
escasez de público.
Al llegar a este punto, puede mi lector figurarse
que era el tema o el conferenciante lo que había
causado tal fuga de los dignísimos miembros de la
Academia; mas como nosotros somos y queremos
ser siempre justos, debemos hacer por enderezar
los pensamientos equivocados de mi paciente lector y rogarle vuelva sus ojos hacia la proximidad
del mes de mayo, el mes florido por excelencia, y
con esto, como no es lerdo, podrá darse acabada
y real cuenta del pavor de los estudiantes, que, a
fuer de ser grande, háceles perder la compostura
de académicos y desertar del salón, testigo de tan
bellas conferencias como se han desarrollado en el
presente curso.
Es una lástima este contratiempo, pues la disertación del Sr. Esteve, como todas las suyas, a
buen seguro hubiese entusiasmado a los oyentes y
quizás también hacerles olvidar la proximidad del
terrible fallo.
El 20, y con escaso auditorio, el Sr. Parra hizo
97
Se hizo constar en acta la satisfacción y el honor de la academia, por contar entre sus miembros
a tan valioso elemento. Recibió mil plácemes.
Finalmente hemos de reseñar al grupo del Preparatorio,
El 5 y 12 de febrero hablaron sucesiva y respectivamente los Sres. Burgos y Aparisi: el primero
de ellos hizo un minucioso estudio de «Los vertebrados», y el segundo acerca de «Los proteicos».
Ambos jóvenes fueron aplaudidos cual justamente les correspondía, por la brillantez de su conferencia.
el estudio de «La patogenia de los tumores». Escuchó merecidos aplausos.
La de 4." cz/rso.-Figuran en sus actos reuniones
celebradas el 5 y 9 de febrero; el 5 fué el Sr. Serra
el orador de turno; hablando acerca del tema «Diagnóstico diferencial entre úlcera y cáncer del estómago», demostró su talento, aplicación y grandes
dotes oratorias.
Fué muy felicitado.
El 9 fué Desiderio Benac el ilustre conferenciante,
que desarrolló a perfección el lema «Litiasis biliar».
Rayó en su disertación a grandes alturas y escuchó estruendosa salva de aplausos.
La academia que lleva el nombre de 2° curso,
dando ejemplo de constancia y valor acreditado,
sigue sus reuniones.
El 5 de febrero fué el Sr. Romero Calatayud el
encargado de ocupar la tribuna, desde donde brillantemente expuso las variadas y siempre notables
funciones del hígado. Obtuvo por su labor meritoria grandes aplausos y felicitaciones sinceras de
sus compañeros de academia.
El 19, el Sr. Gallent Palmira explicó el desenvolvimiento del llamado «Mal de Sement (sífilis)».
En tema de índole social tan importante, alcanzó
un gran éxito. Mereció y recogió abundante cosecha de aplausos, a los que unimos los nuestros.
El 26, el siempre estudioso y elocuente Sr. Zumalacárregui (hijo), explicó una lección de Anatomía acerca de la médula y bulbo.
TIPOGRAFÍA
Acad
cadeimas
deC
oniercio
El 4 fué el conocido joven Sr. Mac/iancoses el
que dignamente, desde la tribuna, explicó el fundamento e imt>ortancia de «La taquigrafía en el comercio'. PuSo patentemente este tema ante sus compañeros, que le mostraron su agrado con aplausos
sonoros y nutridos.
El 18, el Sr. Villarroya, joven trabajador y buen
amigo nuestro, disertó acerca de la «Reorganización de la industria germánica en la post guerra»;
tema es éste que fácilmente puede hacerse cargo
el lector, que es de gran importancia actual y de
no menos trascendencia Extenso e interesante,
supo el Sr. Villarroya cautivar a sus oyentes, luciendo su habilidad y sobre todo su gran conocimiento del estado actual de la industria y comercio
internacionales.—ZAID NEZTIMAR.
MODERNA — P R I M A D O REIG (antes Avellanas), 9.—VALENCIA
CENTRO ESCOLAR Y MERCANTIL. —BIBLIOTECA
FEBRERO DE 1926
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