ANTIGUO TESTAMENTO 6 LECCIÓN 1: EL DESTINO DEL HOMBRE Pensemos en una persona cualquiera: un hombre llamado Juan. Juan tiene dos ojos, que le sirven para ver. Los ojos de Juan están muy bien hechos para que pueda ver. Las manos de Juan le sirven para agarrar objetos; son unos órganos muy bien preparados para agarrar. Los pies le sirven para trasladarse. Todos los órganos del hombre sirven para algo, tienen una finalidad natural para la cual están muy bien diseñados y construidos. Y el hombre, ¿Para qué sirve el hombre? Sería muy extraño que los órganos del hombre sirvan para algo, y el hombre en conjunto no sirva para nada. La respuesta cabal a esta pregunta nos la da el Catecismo de la Doctrina Cristiana: "El hombre ha sido creado para conocer, amar y servir a Dios en esta vida, y gozarle después de la muerte por toda la eternidad". Podemos conocer algo de Dios aprendiendo la Historia Sagrada, que se contiene en un libro llamado La Biblia. La Biblia narra las relaciones de Dios con los hombres desde la misma aparición de los hombres sobre la Tierra. La Iglesia Católica reconoce la Biblia como libro inspirado por Dios. Exponemos a continuación un resumen de los principales temas que nos narra la Biblia, con un comentario adicional a los mismos. Aprendiendo esos temas de la Biblia, aprendemos a conocer, amar y servir a Dios mientras estemos vivos, y nos 7 preparamos para poder gozar de la compañía de Dios, en el Cielo, después de la muerte. LECCIÓN 2: LA CREACIÓN DEL MUNDO Al principio creó Dios los cielos y la Tierra. La Tierra estaba confusa y vacía, y la obscuridad cubría el abismo. Pero el Espíritu de Dios flotaba sobre las aguas. Dijo Dios: "Hágase la luz". Y la luz fue hecha, y vio Dios que la luz era buena, y la separó de las tinieblas. Y a la luz llamó día, y a las tinieblas noche. Y hubo tarde y mañana: día primero. Dijo luego Dios: "Júntense en un lugar las aguas de debajo de los cielos y aparezca la tierra seca". Así se hizo. Día segundo. Dijo entonces: "Haga brotar la tierra hierba verde, hierba con semilla, y árboles frutales cada uno según su especie, y con su semilla". Y así fue. Y produjo la tierra hierba verde, hierba con semilla, y árboles de fruto con semilla cada uno. Y vio Dios ser bueno. Y hubo tarde y mañana: día tercero. Dijo Dios: "Haya en el firmamento de los cielos lumbreras para separar el día de la noche, y servir de señales a estaciones, días y años. Y luzcan en el firmamento de los cielos, para alumbrar la Tierra". Y así fue. Hizo Dios los dos grandes luminares, el Sol para presidir el día, y la Luna para presidir la noche, y las estrellas, y los puso en el firmamento. Y vio Dios ser bueno. Y hubo tarde y mañana: día cuarto. Dijo luego Dios: "Hiervan de animales las aguas y vuelen sobre la tierra aves bajo el firmamento". Y así fue. Y creó Dios los grandes monstruos del agua y todos los animales que bullen en ella, según su especie. Y vio Dios ser bueno. Y los bendijo, diciendo: "Críen y multiplíquense y llenen las aguas del mar, y multiplíquense sobre la tierra las aves". Y hubo tarde y mañana: día quinto. 8 Dijo entonces Dios: "Brote la tierra seres vivientes, ganados, reptiles y bestias de la tierra". Y así fue. Y vio Dios ser bueno. Díjose entonces Dios: "Hagamos el hombre a nuestra imagen y semejanza, para que domine sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo, sobre los ganados y sobre todas las bestias de la tierra". Y creó Dios al hombre a imagen y semejanza suya, a imagen de Dios lo creó, varón y mujer. Y los bendijo Dios diciéndoles: "Tengan hijos y multiplíquense, y llenen la tierra. Sométanla y dominen sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo, sobre los ganados y sobre todo cuanto se mueve sobre la tierra". Y vio Dios ser muy bueno cuanto había hecho. Y hubo tarde y mañana: día sexto. Y terminada en el día sexto toda la obra que había hecho, descansó Dios al séptimo día. Y bendijo el día séptimo y lo santificó. COMENTARIO Dios, ser muy poderoso e inteligente, ha creado el mundo y los hombres. Crear es hacer de la nada. El hombre es capaz de conocer y amar a Dios, porque es semejante a Él. En el Credo rezamos: "Creo en Dios, Padre Todopoderoso, Creador del Cielo y de la Tierra". 9 LECCIÓN 3: EL MUNDO DE LOS ESPÍRITUS. ÁNGELES Y DEMONIOS Dios ha creado el mundo que se ve: la tierra, los astros, los animales, las plantas, el hombre. Pero también ha creado un mundo que no se ve, invisible para nosotros, formado por seres que son espíritus puros: son los ángeles. Todos los ángeles fueron creados por Dios buenos y felices. Los creó para que le sirvieran y adoraran. Pero no les obligó a ello, sino que los creó libres. Algunos se negaron a servir a Dios, y capitaneados por Lucifer, combatieron contra el resto. San Miguel y otros ángeles buenos se les enfrentaron. Hubo gran pelea en el Cielo. Lucifer y sus secuaces fueron vencidos y arrojados del Cielo, y cayeron en el infierno, donde sufren mucho y están llenos de odio contra Dios y todo lo que Dios ama: son los ángeles malos o demonios. EL ÁNGEL DE LA GUARDA Cada hombre tiene un ángel que vela por él, y le inspira buenos pensamientos: es el Ángel de la Guarda, o Ángel Custodio. Le podemos pedir ayuda rezándole y consultándole muchas cosas en nuestro interior. Es nuestro compañero, que va por todas partes con nosotros, nos defiende, anima y consuela. Es también nuestro defensor delante de Dios. Se alegra cuando hacemos el bien y se entristece cuando pecamos. La Iglesia Católica nos enseña esta oración: "Ángel de Dios, Ángel de mi guarda, pues la bondad divina me ha encomendado a tu custodia, ilumíname, guárdame, rígeme, gobiérname. Amén". LOS DEMONIOS Los ángeles malos o demonios están bajo el mando de Lucifer o Satanás. Tienen odio a los hombres y se afanan en 10 lograr que los hombres pequen. Pelean contra la Iglesia, inspirando a los hombres a atacarla. Pero no pueden obligarnos a pecar, pues Dios les permite que nos tienten pero les obliga a respetar nuestra libertad. A veces el demonio se apodera del alma de una persona; la persona se dice entonces que está endemoniada o posesa. También el demonio tiene intervención en algunos actos de magia, llamada magia negra. LECCIÓN 4: CREACIÓN DE LA MUJER. EL PECADO ORIGINAL Cuando Dios creó al hombre, dijo: "Hagamos al hombre a imagen y semejanza nuestra. El debe ser el señor de todos los animales y de toda la tierra". Entonces formó Dios su cuerpo de barro de la tierra y le inspiró un alma inmortal. Y fue el primer hombre. Dios le llamó Adán, que quiere decir: "hombre de tierra". Dios había plantado para el hombre un jardín maravilloso, al cual llamó paraíso. En él había árboles de sabrosos frutos. Y en medio, un árbol especial, llamado árbol de la ciencia del bien y del mal. Una fuente que se dividía en muchos arroyos regaba todo el jardín. En ese paraíso de delicias puso Dios al hombre para que lo trabajara a su placer, y le dijo: "De todos los árboles del paraíso puedes comer; pero del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, porque el día que de él comas, morirás". Adán estaba solo sobre la tierra. Por lo cual dijo Dios: "No es bueno que el hombre esté solo. Démosle una compañera semejante a él". Entonces Dios infundió a Adán un profundo sueño, y tomando algunas de sus costillas, formó de ellas a la mujer. 11 Cuando Adán despertó, Dios le presentó la mujer, y Adán se alegró, y la llamó Eva, que quiere decir: "madre de todos los vivientes". Los dos vivían felices en aquel magnífico jardín. No conocían el mal. Dios conversaba con ellos tan familiarmente como un padre con sus hijos. No sufrían enfermedad alguna, y nunca habían de morir. Entre todos los animales de la tierra no había ninguno más astuto que la serpiente. El demonio se sirvió de ella para engañar a Adán y Eva. Un día se acercó Eva al árbol prohibido y vio una serpiente que estaba en él. La serpiente le dijo a Eva: "¿Por qué les ha prohibido Dios que coman la fruta de este árbol?". Eva contestó: "Podemos comer de todos los frutos de los árboles del paraíso, sólo del fruto de este árbol nos ha dicho Dios que no comamos, porque el día que lo comamos, moriremos". La serpiente replicó: "De ninguna manera morirían, sino que se les abrirían los ojos y serían iguales a Dios, y conocerían el bien y el mal". Mientras hablaban, Eva miraba con gran curiosidad el fruto del árbol prohibido. Y, cuanto más lo miraba, tanto más agradable le parecía. Por último tomó el fruto prohibido y lo comió. Después dio otro fruto a Adán, que también lo comió. Así, Adán y Eva, nuestros primeros padres, desobedecieron a Dios y cometieron el primer pecado, que se llama "pecado original". COMENTARIO El hombre fue creado libre por Dios, pero abusó de esta libertad y cometió el primer pecado. Este pecado, llamado original, se nos transmite por herencia. Se borra por el Bautismo. Pero, aunque estemos bautizados, podemos volver a ofender a Dios. La herencia del pecado original para el 12 hombre, le hace capaz de hacer el mal, e incluso de querer el mal. LECCIÓN 5: CONSECUENCIAS ORIGINAL DEL PECADO Después de comer la fruta prohibida, Adán y Eva se escondieron, llenos de vergüenza, entre los árboles del paraíso. Oyeron la voz de Dios que decía: "¿Dónde estás, Adán?". Y Adán contestó: "He tenido miedo, Señor, y me he escondido, porque estoy desnudo". Y dijo Dios: "¿Quién te ha dicho que estás desnudo, sino el haber comido del árbol prohibido?". Adán contestó: "Eva me dio el fruto y yo comí". Entonces dijo Dios a la mujer: "¿Por qué has hecho esto?". Eva contestó: "La serpiente me engañó, y yo comí". Dios habló entonces indignado a la serpiente y le dijo: "Porque has hecho esto serás odiada entre todos los animales de la tierra. Te arrastrarás sobre tu vientre y comerás tierra todos los días de tu vida". "Pondré odio entre ti y la mujer, entre tus descendientes y los suyos. Ella aplastará tu cabeza, y tú pondrás asechanzas a sus pies". Después dijo a la mujer: "Darás a luz tus hijos con dolor. Estarás bajo el dominio de tu marido, y él será tu señor". También habló Dios a Adán diciendo: "La maldita por causa tuya, y producirá espinas. Con sacarás de ella el alimento. Comerás el pan con el frente, hasta que vuelvas a la tierra de donde Porque eres polvo y en polvo te convertirás". tierra será gran fatiga sudor de tu has salido. Cuando Dios hubo pronunciado esta maldición, dio a Adán y Eva túnicas de pieles. Después los expulsó del paraíso, y colocó un ángel con espada de fuego para que les impidiera regresar a él. 13 COMENTARIO Con el pecado original comenzaron las desdichas de la humanidad. Sin embargo Dios no rechazó completamente al hombre. Cuando Dios dijo "Pondré odio entre ti y la mujer", dio una esperanza de que arreglaría las cosas. Dios lo ha arreglado por la Redención que hizo Jesucristo. El pecado original se borra por el Bautismo. Y los pecados personales se borran por la Confesión. Ayudamos a arreglar esa triste situación también nosotros, si cumplimos nuestro deber. Si hacemos lo que nos cuesta, lo que nos desagrada, por servir a Dios. Si trabajamos con empeño, aún cuando ya estemos cansados. Si tratamos de hacer felices a los demás, especialmente a las personas de nuestra familia, aún cuando esto suponga sacrificio de nuestra parte. Entonces Dios vuelve a mirarnos como hijos suyos, nos sonríe y nos ayuda. LECCIÓN 6: CAÍN Y ABEL Adán y Eva tuvieron muchos hijos e hijas. Los dos mayores se llamaban Caín y Abel. Caín era el más fuerte de los dos. Era agricultor. Abel era pastor de ganado. Caín era un hombre malo. Abel, en cambio, era justo. Los dos hermanos ofrecían sacrificios a Dios, en adoración y acción de gracias. Abel ofrecía a Dios en sacrificio lo mejor de sus ganados, quemándolos sobre un altar de piedras. Caín quemaba en sacrificio los frutos del campo. Pero no los mejores frutos, sino los frutos tarados y podridos, que ya no servían para comer. 14 El Señor Dios miró con agrado a Abel y sus sacrificios, pero no hizo caso de los sacrificios de Caín. Caín se dio cuenta de que Dios no estimaba sus sacrificios, y montó en cólera. Dios le habló y le dijo: "¿Por qué te enciendes en cólera? Si tú obraras el bien, serías tan grato a mis ojos como tu hermano. Pero obras el mal, y así pronto vendrá tu castigo. Modera tu inclinación al pecado, y sé señor sobre ella". Caín no hizo caso a las inspiraciones del Señor y alimentó la envidia y la cólera contra Abel y contra Dios en su corazón. Un día se presentó amistosamente a su hermano Abel y le dijo: "Ven, salgamos juntos al campo". Abel fue con él sin pensar nada malo. Cuando estuvieron en el campo, Caín se aventó contra su hermano Abel y le dio muerte a golpes con una quijada de asno. Más tarde, le preguntó Dios a Caín: "¿Dónde está tu hermano?". Caín le contestó con orgullo: "No lo sé. ¿Soy yo acaso el guardián de mi hermano?". El Señor le dijo: "¿Qué has hecho? La sangre de tu hermano clama a Mí desde la tierra. Por lo cual serás maldito sobre la tierra, que ha abierto la boca para tragar la sangre de tu hermano. Cuando la cultives, no te dará fruto. Vagabundo y fugitivo vivirás sobre la tierra". COMENTARIO La historia de Caín y Abel es como la historia de la humanidad, mezcla de bondad y de crímenes. Dios quiere que pongamos a su servicio lo mejor que tengamos, como hizo Abel. Caín creyó que engañaba al Señor ofreciéndole lo que no le servía para nada. Pero a Dios nadie le engaña. 15 LECCIÓN 7: EL ARCA DE NOÉ Después de la muerte de Abel, la maldad de los hombres se fue haciendo cada vez mayor. Todos sus pensamientos se dirigían hacia el mal. Viendo esto, dijo Dios con indignación: "Voy a borrar al hombre de la faz de la tierra". Mas en medio de aquella iniquidad, vivía un hombre justo llamado Noé. Dios dijo a Noé: "Hazte un barco de madera y úntalo con asfalto por dentro y por fuera. En la parte superior tendrá una ventana y al costado una puerta. Harás en el barco tres pisos. Porque voy a enviar una lluvia muy grande, un diluvio, para que mueran los hombres sobre la tierra. Pero contigo estableceré un pacto. Tú entrarás en el barco con los tuyos y pondrás en él una pareja de cada clase de animales, y además, alimentos para que vivas tú, tus familiares y tus animales mientras dure el diluvio". Noé hizo lo que el Señor le había mandado: hizo un gran barco de madera, llamado el arca de Noé. Tardó muchos años en hacer el arca, y durante ese tiempo predicaba a los hombres que se arrepintiesen de sus maldades e hicieran penitencia. Pero los hombres no escucharon su voz, y sólo pensaron en seguir comiendo, y en embriagarse, y en celebrar fiestas y banquetes. Entonces dijo el Señor a Noé: "Entra en el arca con todos los tuyos. Pues dentro de siete días haré llover por espacio de cuarenta días y cuarenta noches, y todos los seres que he creado serán barridos de la superficie de la tierra". Noé entró en el arca con sus familiares y con las parejas de animales. Siete días después, llovió muy intensamente durante cuarenta días con sus noches. Los hombres se refugiaron primero en los techos de las casas, después treparon a los árboles más altos y a los cerros, pero el agua creció cada vez más y lo cubrió todo. En cambio, el arca de Noé flotaba tranquila y segura sobre aquel mar. Pasados cuarenta días, la lluvia cesó, y las aguas empezaron a descender. Al fin, el arca de Noé se posó en la cumbre de un cerro. Noé y sus familiares descendieron a tierra, y de nuevo los hijos de Noé -Sem, Cam y Jafet- volvieron a poblar el mundo. 16 COMENTARIO Noé fue un hombre justo y obediente a Dios. Por eso Dios lo miró con agrado y fue su amigo. El arca de Noé se parece a la Iglesia Católica, que flota segura, con la protección de Dios, sobre las aguas del mundo. LECCIÓN 8: LA TORRE DE BABEL Los descendientes de Noé poblaron la tierra después del diluvio. Pero no se conservaron justos, como había sido Noé. Y llegó un momento en que no pudieron vivir juntos, porque eran tan malos que no podían soportarse unos a otros. Entonces decidieron separarse. Pero antes se dijeron: "Hagamos una ciudad y en ella una torre tan alta, que su cumbre llegue hasta el cielo, y así haremos célebre nuestro nombre". Pero Dios destrozó esa empresa. Dios se dijo: "Confundiré sus lenguas y no se podrán entender entre sí". Los hombres empezaron a hablar diferentes lenguas, y no se podían comprender entre ellos. Y así cesaron de construir la ciudad y la torre, que se llamó Torre de Babel. Pues como no se comprendían, no la pudieron terminar, y se dispersaron en diferentes direcciones. Cuanto más se esparcían los hombres sobre la tierra, más malos se volvían. En lugar de adorar al solo Dios verdadero, tomaron como dioses al sol, a la luna y a las estrellas. Otros adoraron a hombres o a animales, o a las imágenes esculpidas en piedra. Los hombres se corrompieron con toda clase de vicios, con falsedades, robos, asesinatos, e impurezas. Creían que esos pecados agradaban a sus dioses. Y llegaron a ofrecer como sacrificio a ellos, víctimas humanas, especialmente niños inocentes. 17 COMENTARIO La maldad hace infelices a los hombres, e imposibilita la vida social. Los más perjudicados son los débiles, como los niños. Los hombres se comprenden y se ayudan cuando sirven a Dios. Además, así es como Le son gratos. Los que buscan ser célebres no agradan a Dios. El orgullo es algo que Dios rechaza. LECCIÓN 9: EL PATRIARCA ABRAHAM En medio de muchos hombres perversos que poblaban la tierra después del diluvio, vivía un varón justo llamado Abraham. Dios se fijó en él para salvar la humanidad. En una visión, Dios le dijo: "Sal de tu casa y de tu patria, y de la casa de tu padre, y vete a la tierra que yo te mostraré. Yo te haré cabeza de una nación grande, y te bendeciré, y en ti serán benditas todas las naciones de la tierra". Abraham comprendió que Dios le confiaba una gran misión. Y tomó consigo a su esposa Sara, a su sobrino Lot, y a sus pastores y ganado. Salió de su casa y se dirigió a Palestina, como Dios le inspiró. Allí se apareció Dios de nuevo a Abraham y le dijo: "Yo te daré este país a ti y a tus descendientes". Abraham, agradecido, levantó allí mismo un altar de piedras para conmemorar esta aparición y la promesa del Señor. Abraham tenía pastores y rebaños de vacas, asnos, camellos y caballos. Lot, su sobrino, también tenía pastores y rebaños, de modo que, estando juntos, los pastos no alcanzaban para todos. Por ello se trababan peleas entre los pastores de Abraham y los de Lot. 18 Abraham era un hombre pacífico y estaba mortificado por esas peleas. Entonces dijo a Lot: "No haya disputas entre nosotros, ni entre tus pastores y los míos, porque somos hermanos. Todo este país está a nuestra disposición. Yo te suplico que nos separemos". Y se separaron. Lot escogió una rica y hermosa región, a orillas del río Jordán, y vivió en la ciudad llamada Sodoma. Abraham habitó en otra ciudad llamada Hebrón. Algún tiempo después unos reyes extranjeros invadieron el país, y saquearon la ciudad de Sodoma, llevándose cautivos a sus pobladores, incluido Lot. Abraham se enteró de este suceso, reunió a sus pastores y atacó de noche a los reyes extranjeros y los venció. Recobró todo el botín y liberó a Lot y a los demás cautivos. Melquisedec, rey de una ciudad vecina llamada Salem, salió al encuentro de Abraham después de su victoria, y ofreció en agradecimiento un sacrificio al Dios de Abraham. Pan y vino le ofreció a Dios, mientras decía: "Bendito seas, Abraham, por el Señor Todopoderoso, que creó el cielo y la tierra. Y bendito sea el excelso Dios, que ha puesto en tus manos a nuestros enemigos". El rey de Sodoma, que era uno de los cautivos liberados, dijo a Abraham: "Entréganos a las personas que has rescatado y quédate las cosas para ti". Pero Abraham no quiso quedarse nada del botín para él. COMENTARIO Dios promete a Abraham que será padre de un gran pueblo. Este pueblo es el pueblo hebreo o judío, que existe hasta hoy en día. Cuando Dios dice a Abraham: "En ti serán benditas todas las naciones de la tierra", se refiere a Nuestro Señor Jesucristo, descendiente de Abraham, venido al mundo para liberar a la humanidad del pecado. 19 Abraham es un hombre muy generoso, pues ayuda a sus parientes y amigos, con riesgo de su vida, y no quiere aceptar ninguna recompensa. LECCIÓN 10: CASTIGO DE SODOMA Los habitantes de Sodoma tenían muchos y graves vicios. El Señor Dios dijo a Abraham en una visión: "Los pecados de la ciudad de Sodoma aumentan más y más, y claman venganza al Cielo". Abraham, consternado porque amaba a sus amigos de Sodoma, aunque no fueran buenos, permanecía en pie delante del Señor. Finalmente se atrevió a decir: "¿Castigarás al justo juntamente con el impío? Si hubiera cincuenta justos en Sodoma ¿No perdonarías por amor de ellos la ciudad?". El Señor contestó: "Si encuentro cincuenta justos en Sodoma, perdonaré por amor de ellos a toda la ciudad". Abraham insistió: "Ya que una vez he comenzado, hablaré a mi Señor, aunque sólo soy polvo y ceniza. Si faltan cinco justos al número de cincuenta, ¿destruirás la ciudad?". El Señor contestó: "No la destruiré, si sólo encuentro en ella cuarenta y cinco justos". Abraham continuó hablando y regateando al Señor el número de justos, hasta que llegó a pedir que perdonara a Sodoma si encontraba en ella diez hombres justos. Y el Señor le prometió: "Si encuentro diez justos en Sodoma, perdonaré a toda la ciudad". Entonces desapareció el Señor, y Abraham fue a su tienda, seguro de que había diez justos en Sodoma, y por tanto la ciudad no corría ningún peligro. Pero el Señor no encontró ni diez personas honradas en toda la ciudad. Antes de castigarla, envió Dios a dos ángeles en forma humana, para que avisaran a Lot y le dijeran: "Huye con los tuyos de esta ciudad, porque vamos a destruirla". 20 Aquella misma noche, Lot avisó a sus yernos diciendo: "Apurémonos a salir, porque el Señor quiere destruir la ciudad". Pero ellos creyeron que era una broma. Tan pronto como amaneció, los ángeles daban prisa a Lot: "Sal con tu mujer y tus hijas, no sea que también ustedes perezcan". Como Lot estaba indeciso, los ángeles le tomaron de la mano, y lo sacaron de la ciudad con sus familiares, mientras les decían: "No miren hacia atrás, sino apresúrense y sálvense". Estaba saliendo el sol cuando Dios hizo llover sobre Sodoma fuego y azufre, y ardió la ciudad y sus habitantes, y quedó convertida en polvo y ceniza. La mujer de Lot miró hacia atrás para ver cómo ardía la ciudad, desobedeciendo a los ángeles, y quedó convertida en una estatua de sal. El lugar donde estuvo Sodoma lo ocupa ahora un gran lago salado, llamado Mar Muerto, que exhala vapores de azufre y cuyas aguas no permiten la vida de los peces, y en sus orillas tampoco hay animales salvajes. COMENTARIO Unos pocos hombres justos pueden detener la ira de Dios sobre la humanidad. Si vivimos como buenos cristianos, haremos un gran bien a los demás hombres, atrayendo sobre ellos el perdón de Dios. LECCIÓN 11: ISAAC, HIJO DE ABRAHAM Dijo el Señor a Abraham: "No temas, Yo soy tu protector y tu premio". 21 Y sacándolo una noche afuera de su tienda, le hizo mirar al cielo estrellado y le dijo: "Mira el cielo y cuenta las estrellas, si puedes. Pues así de numerosa será tu descendencia". Pero Abraham tenía ya noventa y nueve años, y aún no tenía hijos. Y Sara, su esposa, también era una anciana. Sin embargo, no perdieron la confianza en la palabra del Señor. Dios se le apareció de nuevo y le dijo: "Yo soy el Señor Todopoderoso. Camina como siervo fiel delante de Mí y sé perfecto. Yo hago contigo este pacto: te daré larga descendencia y estaré contigo y con tus descendientes, y ustedes serán fieles a Mí. La señal de este pacto ha de ser que todos los niños, a los ocho días de nacer, serán circuncidados. En cumplimiento de esta promesa, Sara, tu esposa, tendrá un hijo, al cual pondrás por nombre Isaac". Isaac, en el idioma de Abraham, significa risa. Efectivamente, un año después de la destrucción de Sodoma, Sara tuvo un hijo, como el Señor les había prometido, y lo circuncidaron al octavo día y le pusieron por nombre Isaac, como había indicado el Señor. Abraham quería mucho a su hijo Isaac. COMENTARIO Dios es protector y premio de Abraham. Lo premia ya en esta vida, porque, en medio de trabajos e inquietudes, le da un amor y una ilusión por el futuro. LECCIÓN 12: EL SACRIFICIO DE ISAAC Abraham quería a su hijo Isaac entrañablemente. Pero Dios quiso probar si le amaba a Él más que a Isaac. Cuando el niño llegó a la juventud, se apareció Dios a Abraham y le dijo: "Abraham, toma a tu hijo Isaac, a quien 22 tanto amas, llévalo al cerro llamado Moria, y allí ofrécemelo en sacrificio". Dios le pedía que lo quemase en un altar, le pedía un sacrificio humano, en vez de los sacrificios con animales que Abraham solía hacer a Dios. Abraham, aunque muy consternado, no replicó siquiera. Comprendió que debía amar a Dios más que a ninguna otra persona o cosa, y que Dios es poderoso para reparar cualquier daño. Antes del alba se levantó, cortó la leña que había de servir para el sacrificio, preparó la candela, y emprendió el camino hacia el cerro Moria con su hijo Isaac, dos pastores y un asno sobre el que cargaron la leña. Al tercer día de camino, vieron a lo lejos el cerro Moria y Abraham dijo a los pastores: "Aguarden aquí con el asno, que yo subiré con mi hijo al cerro a orar". Tomó la leña y la cargó sobre su hijo. El llevaba en sus manos la candela y un cuchillo. Caminando así los dos juntos, dijo Isaac a Abraham: "¡Padre mío!". Y contestó Abraham: "¿Qué quieres?" "Veo el fuego y la leña, dijo Isaac, pero ¿dónde está la víctima para el sacrificio?". "Dios proveerá la víctima para el sacrificio", contestó Abraham. Cuando llegaron a la cima del cerro, Abraham levantó un altar de piedras, acomodó encima la leña, y ató sobre ella a su hijo Isaac. Abraham cogió el cuchillo para degollar a Isaac antes de quemarlo, y extendió la mano, cuando un ángel del Cielo gritó diciendo: "Detente, Abraham, y no hagas daño alguno al joven. Que ahora he conocido que temes al Señor, y que por su amor no hubieras perdonado ni aún a tu propio hijo". 23 Al oír estas palabras, Abraham levantó los ojos y vio un carnero enredado por las astas en un espino. Lo cogió y lo sacrificó en vez de su hijo. El ángel del Señor llamó por segunda vez desde el Cielo a Abraham y le dijo: "Por Mí mismo he jurado, dice el Señor, que por cuanto tú has hecho esto y no has perdonado a tu único hijo, Yo te bendeciré y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo, y como las arenas del mar, y en un descendiente tuyo serán benditas todas las naciones de la tierra". COMENTARIO Dios quiere que estemos dispuestos a cualquier renuncia por servirle. El Señor vuelve a prometer a Abraham que uno de sus descendientes será el Salvador de la humanidad. LECCIÓN 13: ESAÚ Y JACOB Isaac, hijo de Abraham, se casó con Rebeca, de la cual tuvo dos hijos: Esaú y Jacob. Esaú, el primogénito, era muy velludo y de carácter áspero. Jacob, el menor, era pacífico y manso. Isaac estimaba más a Esaú, pero Rebeca, la madre, prefería a Jacob. Esaú se dedicó a la caza. Jacob eligió la profesión, más tranquila, de pastor. Isaac pensaba que las promesas hechas por Dios a su padre Abraham se cumplirían en los descendientes de Esaú, el primogénito. Pero Dios tenía pensada otra cosa. Cierta vez un ángel del Señor se apareció a Jacob y peleó con él. Jacob, pese a su carácter manso, se defendió con bravura. Al fin el ángel le dejó y le dijo: "En adelante ya no te llamarás Jacob, sino Israel". 24 Israel quiere decir invencible. Todavía hoy, la nación que han formado los judíos, descendientes de Jacob, se llama Israel. Jacob comprendió que sobre él recaían las promesas de Dios. Pero quería obtener el consentimiento de su hermano Esaú y de su padre Isaac. Un día Jacob se había preparado un plato de lentejas, y se lo iba a comer cuando llegó Esaú, agotado y hambriento, después de una cacería infructuosa. Esaú le dijo: "Dame ese plato de lentejas, que estoy cansado y tengo hambre". Jacob le contestó: "Véndeme antes tus derechos de primogenitura". Esaú dijo entonces: "Me estoy muriendo de hambre. ¿De qué me servirán mis derechos de primogenitura?". Y renunció Esaú a sus derechos, y se comió el plato de lentejas. Isaac llegó a una edad muy avanzada, se puso enfermo y estaba ciego. Sintiendo la proximidad de la muerte, llamó a Esaú y le dijo: "Hijo mío, tú ves que soy ya viejo y no sé el día de mi muerte. Toma tu arco y tus flechas, y sal al campo, y lo que caces prepáramelo como tú sabes que es mi gusto, y tráemelo para que coma y te bendiga antes de morir". Esaú salió a cazar, y mientras tanto Jacob, ayudado por su madre Rebeca, preparó dos cabritos cocinándolos como si fueran venados, se puso los mejores vestidos de su hermano Esaú, se cubrió las manos y el cuello con piel de cabrito y llevó los cabritos asados a su padre. Isaac preguntó: "¿Quién eres tú, hijo mío?". 25 Jacob contestó: "Yo soy Esaú, tu primogénito, que he hecho lo que me has mandado. Come ahora y bendíceme". Isaac dijo: "Acércate a mí para que te toque, y vea si eres mi hijo Esaú". Jacob se acercó. Isaac lo palpó y dijo: "La voz parece de Jacob, pero las manos son de Esaú". Isaac creyó que era Esaú, comió y luego le bendijo con estas palabras: "Que Dios te dé por medio del rocío del cielo y de la fertilidad de la tierra, abundancia de trigo y de vino. Los pueblos te servirán y te adorarán las generaciones. Sea maldito el que te maldiga, y el que te bendiga sea colmado de bendiciones". Más tarde volvió Esaú de la cacería, pero su padre no quería darle su bendición, pues ya la había dado a Jacob. Lloró Esaú en alta voz y dijo: "Antes ya me quitó la primogenitura, y ahora de nuevo me ha robado la bendición. ¿No has reservado para mí bendición ninguna, padre mío?". Como lloraba con grandes gritos, Isaac se conmovió y dijo: "En la fertilidad de la tierra y en el rocío del cielo, consistirá tu bendición. Vivirás de tu espada, y servirás a tu hermano. Pero llegará un día en el que quebrantarás su yugo". COMENTARIO Esaú perdió grandes cosas por un plato de lentejas. Igual sucede con los que pierden el Cielo por un capricho fugaz. LECCIÓN 14: JOSÉ VENDIDO POR SUS HERMANOS Jacob tuvo doce hijos. El preferido de su padre era José, el penúltimo. Lo amaba más que a los demás porque era sencillo y obediente. Sus hermanos le tenían por ello mucha envidia. 26 En una ocasión los hijos de Jacob se habían alejado de la tienda de su padre para pastorear sus rebaños, menos José que se había quedado acompañando a su padre. Jacob dijo a José: "Anda y mira cómo están tus hermanos y los rebaños". José salió al punto para reunirse con sus hermanos. Pero éstos, al verle venir, se dijeron: "Matémosle y lo echaremos a un pozo, y diremos que una fiera lo ha devorado". Pero Rubén, el mayor, se opuso: "No manchemos nuestras manos con su sangre. Mejor lo botamos al pozo sin matarle". Decía esto porque pensaba sacarlo después del pozo, que estaba seco en aquella estación. Cuando llegó José, le quitaron la túnica y lo botaron al pozo. Después se sentaron a comer, y vieron pasar unos mercaderes extranjeros que iban a Egipto, llevando sus mercancías sobre camellos. Entonces se les ocurrió que podrían venderlo como esclavo. Y así lo hicieron: lo vendieron por veinte monedas de plata. José lloró y les suplicó, pero en vano: los mercaderes lo tomaron consigo como esclavo y lo llevaron a Egipto. Rubén, el mayor, se había alejado y no estuvo presente cuando vendieron a José. Al regresar, miró al pozo y vio que José no estaba, y sintió un profundo dolor. Dijo Rubén: "El niño no está aquí. ¿A dónde iré yo ahora?". Pero los demás hermanos permanecieron indiferentes. Entonces mataron un cabrito, mancharon con su sangre la túnica de José, y se la enviaron a su padre Jacob diciéndole: "Hemos hallado esta túnica. Mira si es la túnica de tu hijo". Jacob la reconoció y dijo: "Es la túnica de mi hijo. ¡Una fiera ha devorado a mi hijo José!". Y rasgando de dolor sus vestidos, se vistió de cilicio, que es una tela muy áspera, y lloró a José durante muchos días. 27 Llegaron sus demás hijos y trataron de mitigar su dolor, pero Jacob no lo admitía y decía: "Descenderé llorando al sepulcro, a unirme con mi hijo". COMENTARIO La envidia es un defecto muy malo. Consiste en entristecernos con el bien de los demás, y alegrarnos con sus males. La envidia llevó a los hermanos de José a venderlo como esclavo y a completar su pecado mintiendo a su padre. LECCIÓN 15: JOSÉ EN EGIPTO Los mercaderes llevaron a José hasta Egipto y lo volvieron a vender como esclavo a un general egipcio llamado Putifar. José, con su carácter sencillo, obediente y trabajador, se ganó la confianza y la amistad de su dueño Putifar, que le nombró administrador de su casa. Todo lo que emprendía José daba buenos resultados, porque Dios le ayudaba. La esposa de Putifar tramó una insidia contra José, de resultas de la cual fue injustamente acusado y encarcelado. José fue encerrado entre criminales. Pero por su buen carácter cayó simpático, y al poco tiempo era amigo del carcelero, quien le confió el cuidado de los demás presos. En la misma cárcel estaban presos dos antiguos criados del rey de Egipto, llamado Faraón. Uno había sido copero del rey, y el otro había sido panadero de la casa real. Una noche los dos soñaron y pidieron a José que interpretara sus sueños. El copero contó su sueño así: "Vi ante mis ojos una vid, de la que salían tres sarmientos. Los cuales crecieron, reverdecieron poco a poco, florecieron, y 28 produjeron ricos racimos de uva. Tomé los racimos, los exprimí en una copa, y se la presenté al rey". José le respondió: "Esta es la interpretación del sueño: el rey te restituirá en tu empleo, dentro de tres días, y le servirás las copas como antes. Acuérdate de mí y pide al rey que me saque de esta cárcel, porque estoy aquí sin culpa". El panadero contó su sueño así: "Este es mi sueño: llevaba en la cabeza tres canastas de harina. En la canasta de encima había todo género de pasteles, y los pájaros venían y se los comían". José contestó: "Esta es la interpretación del sueño: las tres canastas son tres días, después de los cuales el rey te cortará la cabeza, y te colgará en una cruz, y las aves despedazarán tu cuerpo". Tres días después se celebró el cumpleaños del rey, y ese mismo día se acordó el rey de sus dos criados presos. Al copero lo restituyó en su empleo, y al panadero lo mandó al patíbulo, como había previsto José. El copero se alegró de su buena suerte. Pero no se acordó de pedir la libertad de José. COMENTARIO José es un hombre bueno, que hace el bien aunque le cueste la cárcel. LECCIÓN 16: JOSÉ ES EGIPTO NOMBRADO MINISTRO DE Cuando José llevaba dos años en la cárcel, Faraón, el rey, tuvo un sueño. Soñó que estaba a la orilla del río Nilo, y de pronto salían del río siete vacas gordas, que se ponían a pastar. Después salían también del río siete vacas muy flacas, las cuales se comían a las vacas gordas, y quedaban tan flacas como antes. 29 Al día siguiente, el Faraón consultó a todos los adivinos de Egipto, pero ninguno pudo interpretar su sueño. El copero se acordó de José y dijo al Faraón: "En la cárcel hay un joven, que en cierta ocasión interpretó con mucho acierto mis sueños y los de un compañero". El Faraón mandó llamar a José, le contó su sueño, y le pidió que se lo interpretara. A lo que respondió José: "No seré yo, sino Dios, quien responda acertadamente al rey. Las siete vacas gordas significan que vendrán siete años de abundancia y buenas cosechas. Las siete vacas flacas, significan que después vendrán siete años de sequía, en que se consumirán las provisiones, y el hambre asolará la nación. Así pues, debe el rey buscar a un hombre sabio y activo, y darle autoridad en Egipto, para que haga preparativos y guarde en silos mucho trigo en los años de abundancia, para tener provisiones en los años de escasez". Esta interpretación agradó mucho al rey, que dijo: "¿Dónde podemos hallar a un varón como éste, tan lleno de sabiduría y del espíritu de Dios? Yo te pongo a ti sobre todo Egipto, y todo el pueblo obedecerá tus mandatos. Solamente yo te precederé en el poder". Después sacó el anillo de su dedo, y se lo puso a José. Le cubrió con un lujoso vestido, le puso un collar de oro, y le hizo llevar por las calles en su carroza, precedido de un oficial que pregonaba que todos hincasen la rodilla ante José y le respetasen como gobernador de todo Egipto. Hubo en efecto siete años de abundancia, en los que José mandó construir silos y almacenar trigo, y siete años de escasez, en los que se distribuyó al pueblo el trigo almacenado. La gestión de José fue un éxito. 30 COMENTARIO José sabe agradecer a Dios el don de interpretar los sueños. Y sabe también que no basta confiar en la ayuda divina, sino que además el hombre debe colaborar con esfuerzo para cumplir su deber. LECCIÓN 17: MOISÉS SALVADO DE LAS AGUAS En Palestina, igual que en Egipto, hubo también siete años de sequía. Los hermanos de José, empujados por el hambre, viajaron a Egipto, para comprar trigo. Allí se encontraron con José, que era el encargado de la venta de alimentos. Les reconoció y les perdonó su culpa. Regresaron a Palestina para recoger a Jacob, ya anciano, y de nuevo fueron a Egipto. José les consiguió un fértil valle de la costa para que lo cultivaran. Los descendientes de Jacob vivieron en Egipto por espacio de doscientos años, y se multiplicaron hasta el punto de formar un pueblo muy numeroso. Entre tanto habían pasado muchos reyes por el trono de Egipto, que ya no recordaban a José ni los grandes bienes que había hecho a su nación. Un día el Faraón dijo a sus ministros: "El pueblo de Israel es casi más grande y numeroso que nosotros. Vamos a oprimirlo, para que disminuya en número, y no nos haga la guerra ni se junte a nuestros enemigos". Los descendientes de Jacob, a los que llamaremos judíos o israelitas, fueron esclavizados y oprimidos por capataces que les hacían trabajar duramente y les quitaban la mayor parte de sus cosechas. Pero cuanto más les oprimían, más crecía su número. Visto lo cual, el Faraón dio la siguiente orden: "Que arrojen al río todos los niños que nazcan entre los israelitas". 31 Una mujer israelita tuvo un hijo muy hermoso. Lo ocultó durante tres meses, y después tomó una canasta de juncos, la untó bien con brea, colocó dentro al niño, y la dejó flotando en el río Nilo. Una hermana del niño estaba vigilando la canasta. La hija del Faraón fue a bañarse a aquel lugar con sus esclavas, y viendo la canasta, la abrió y encontró dentro a un niño pequeño llorando. "Este debe ser un niño de los israelitas", dijo. La hermana del niño, cobrando ánimo, se acercó a la hija del Faraón y le dijo: "¿Quieres que vaya a llamar a una mujer para que críe al niño?". La hija del Faraón contestó: "Sí, ve". Llena de alegría, la hermana del niño fue a buscar a su madre, a la cual la hija del Faraón dijo: "Toma a este niño y críamelo, que yo te pagaré un salario". La madre tomó al niño y lo crió. Y cuando ya estaba crecido, lo llevó a la hija del Faraón, la cual lo adoptó como hijo, y le puso por nombre Moisés, que quiere decir "salvado de las aguas". Moisés fue educado en el palacio del Faraón, y aprendió toda la sabiduría de los egipcios. Era un hombre dotado de gran fuerza física e inteligencia. Cuando llegó a la madurez, vio la opresión que sufrían sus hermanos de sangre los israelitas, y decidió apoyarlos. Cuando el Faraón supo que Moisés ayudaba a los israelitas, quiso matarle. Pero Moisés huyó de Egipto, y vivió en una tierra lejana durante cuarenta años. 32 COMENTARIO Moisés deja una brillante posición en el palacio del Faraón, por amor a la justicia. LECCIÓN 18: EL ESPINO ARDIENTE Moisés salió de Egipto para escapar del Faraón, y vivió cuarenta años en un país lejano, donde trabajó como pastor. Un día, estando con su rebaño en un cerro, vio un espino que ardía sin consumirse. Admirado, se acercó, y oyó la voz de Dios que le decía: "No te acerques. Desata el calzado de tus pies, porque el lugar en que estás es sagrado. Yo soy el Dios de tus padres." Moisés cubrió su rostro, porque no se atrevía a mirar al espino. El Señor añadió: "He visto la aflicción de mi pueblo en Egipto. Y quiero liberarlo y llevarlo a otro país, bueno y grande, que mana leche y miel. Te enviaré al Faraón para que saques de Egipto a los israelitas". Moisés dijo: "¿Quién soy yo para presentarme al Faraón y sacar de Egipto a los israelitas?". El Señor le contestó: "Yo estaré contigo". Moisés replicó: "Pero no me creerán y dirán: el Señor no se le ha aparecido". Entonces le dijo el Señor: "Toma tu vara y arrójala al suelo". 33 Moisés arrojó su vara al suelo, y la vara se convirtió en una culebra, de modo que Moisés huía de ella. El Señor le dijo: "Extiende tu mano y agarra la culebra". Moisés agarró la culebra y en sus manos se convirtió de nuevo en vara. El Señor le dijo: "Haz esta señal delante de los israelitas, y te creerán". Moisés suplicó otra vez: "Señor, yo no soy elocuente. Soy tartamudo y pesado de lengua". Pero el Señor le contestó: "Yo te inspiraré lo que has de hablar. Además, tu hermano Aarón es elocuente: pon mis palabras en su boca, y él hablará al pueblo por ti. El te servirá de boca". Moisés, cumpliendo el mandato divino, volvió a Egipto. Hizo delante de los israelitas el prodigio de convertir la vara en culebra, para que creyeran que le había hablado Dios. Entonces ellos, puestos de rodillas, se pusieron a disposición de Moisés para lo que él ordenara. COMENTARIO Dios quiere hacer la Redención de los hombres. Y prepara a los israelitas para que lo vayan entendiendo poco a poco, y colaboren libremente a la Redención. 34 LECCIÓN 19: LAS PLAGAS DE EGIPTO Moisés y su hermano Aarón fueron a ver al Faraón y le dijeron: "Así habla el Señor de Israel: deja ir a mi pueblo para que ofrezca sacrificios en el desierto". Pero el Faraón contestó con orgullo: "¿Quién es el Señor de Israel, para que yo escuche su voz? No conozco a ese Señor, ni dejaré escapar a Israel". Aquel mismo día dio orden a los capataces de los israelitas para que los trataran más duramente. Entonces dijo Dios a Moisés: "Di a Aarón: toma tu cayado y arrójalo en tierra, y se convertirá en culebra delante del Faraón". Moisés y Aarón volvieron a ver al Faraón. Aarón tomó su vara, la arrojó al suelo, y la vara se convirtió en culebra. El Faraón se asustó pero no se ablandó. Dijo el Señor a Moisés: "Preséntate mañana temprano al Faraón, cuando vaya a la orilla del río". Al día siguiente, Aarón levantó su vara y tocó el río delante del Faraón y sus servidores, y las aguas del Nilo se convirtieron en sangre, los peces murieron y el agua se malogró, y por un tiempo todo fue sangre en los arroyos, pantanos y depósitos de agua de Egipto. Pero tampoco se ablandó el Faraón. Una semana después, Aarón extendió sus manos sobre el agua, y salieron de ella millones de ranas, que cubrieron la tierra de Egipto, y entraron en las casas, y en los silos, y en toda clase de alimentos. El Faraón llamó a Moisés y le dijo: "Pide a tu Señor que quite de mí y del pueblo esta plaga de 35 ranas: yo dejaré salir al pueblo de Israel para que ofrezca sacrificios en el desierto". Moisés pidió a Dios que quitase las ranas, y las ranas murieron. Pero cuando el Faraón lo supo, volvió a endurecerse y no cumplió su palabra. Aarón, por orden del Señor, hirió la tierra con su vara y nubes de mosquitos atacaron a los hombres y a las bestias en todo Egipto. Después vinieron grandes enjambres de moscas. El Faraón volvió a ceder. Pero cuando Dios, a petición de Moisés, acabó con las moscas, el Faraón se negó a dejar partir a Israel. Moisés, entonces, arrojó ceniza hacia el cielo, y salieron llagas y úlceras a hombres y animales. Otra vez extendió Moisés su vara hacia el cielo, y cayó fuego y granizo, como nunca se había visto en Egipto. El granizo destruyó todos los sembríos y tronchó todos los árboles de Egipto, excepto en la provincia donde moraban los israelitas, que no fue afectada por las plagas. Aún envió Dios otra plaga: una temible plaga de langostas. Después de ella, el Faraón dijo a Moisés: "Salgan a ofrecer sacrificios al desierto. Pero sus ovejas y ganado permanecerán aquí". Moisés respondió: "Todos nuestros animales saldrán con nosotros, y ni una sola pezuña quedará aquí". Faraón, lleno de cólera, contestó: "Retírate, y que no te vuelva a ver jamás, porque otra vez que te vea, te haré matar". Moisés contestó: "Así será. Pero antes entiende que esto dice el Señor: pasados pocos días, a la medianoche, morirán todos los primogénitos de los egipcios. Pero a los de los israelitas no les 36 sucederá nada. Así comprenderás mejor cómo el Señor distingue entre ustedes y nosotros. Después, tú y tu pueblo nos rogarán que salgamos, y nosotros nos iremos". COMENTARIO Dios ayuda a los que le sirven y aplasta a los que se oponen a sus mandatos. LECCIÓN 20 : EL ANGEL EXTERMINADOR. PASO DEL MAR ROJO EL Después de su última entrevista con el Faraón, Dios se apareció a Moisés y Aarón y les dijo: "Digan a todo el pueblo de Israel: que cada uno, el día catorce de este mes, sacrifique un cordero sin defecto, cuidando de no romperle ningún hueso. Con la sangre mojen las puertas y ventanas de sus casas. La carne la comerán asada la misma noche. Yo enviaré a mi ángel exterminador, que matará a todos los primogénitos de Egipto. Pero si ve sangre en las puertas y ventanas, pasará de largo sin hacer daño". En efecto, el día señalado mató el Señor a todos los primogénitos de los egipcios, desde el Faraón hasta el del peón más humilde. Por lo cual se levantó un gran clamor, y el Faraón hizo decir a Moisés: "Salgan con todo su pueblo y su ganado, y ofrezcan sacrificios al Señor. Y bendígannos antes de partir". Todos los egipcios apuraban a los israelitas para que salieran enseguida, porque, decían, "de otra manera moriremos". Entonces salieron de Egipto los israelitas, en número de seiscientos mil varones, sin contar mujeres ni niños. Dios mismo les mostraba la ruta a seguir, de día por medio de una columna de nubes, y de noche por medio de una columna de 37 fuego que se alzaba hacia el cielo. Así llegaron a la orilla del mar Rojo, donde acamparon. El Faraón se arrepintió de haber dejado salir a los israelitas, y fue tras ellos con un ejército poderoso, con caballos y carros de guerra. Cuando lo vieron los israelitas se aterrorizaron. Moisés les dijo: "No teman. El Señor peleará por nosotros". Y extendió su vara sobre las aguas del mar. La columna de fuego que precedía a los israelitas, se movió entonces y se colocó entre ellos y los egipcios, impidiendo que éstos avanzaran. El mar se abrió y las aguas dejaron un camino enjuto, con un muro de agua a cada lado. Los israelitas atravesaron el mar caminando, a pie enjuto, hasta la orilla opuesta. Al rayar el siguiente día, los egipcios, siguiendo a los israelitas, entraron también en el camino abierto en medio del mar. Pero el Señor dijo a Moisés: "Extiende tu mano ahora sobre el mar". La extendió, y las aguas del mar se juntaron de nuevo, sepultando al ejército egipcio. Ni uno solo se salvó. COMENTARIO Haciendo la voluntad de Dios, se pasa por peligros, pero no falta la ayuda divina para vencerlos. 38 LECCIÓN 21 : L O S I S R A E L I T A S E N E L DESIERTO DE SINAÍ Después de atravesar el mar Rojo, los israelitas llegaron al desierto de Sinaí. Allí no tenían qué comer. Y comenzaron a murmurar contra Moisés, diciendo: "¡Ojalá hubiésemos muerto en Egipto! Allí comíamos carne y pan hasta hartarnos. Moisés nos ha traído a este desierto para dejarnos morir de hambre". Pero Dios hizo caer por las tardes bandadas de perdices, tantas, que cubrían el suelo. Los israelitas las podían coger con la mano, pues estaban muy cansadas. Y, por las mañanas, caía del cielo una gran cantidad de copos blancos, dulces y alimenticios. Los israelitas lo llamaron maná. Moisés les dijo: "Este es el pan que les envía Dios para que coman. Cada uno tome sólo lo que necesite para el día". El maná les alimentó durante los cuarenta años que pasaron en el desierto, sin faltar ningún día. Otra vez, estaban los israelitas sin agua. Y murmuraban entre sí: "¿Por qué nos ha sacado Moisés de Egipto, para matarnos de sed, a nosotros, a nuestros hijos, y a nuestros animales?". Moisés habló a Dios y le dijo: "¿Qué haré con este pueblo? Dentro de poco me apedrearán". El Señor le dijo: "Toma tu vara, y ve al cerro más próximo. Golpea la roca con tu vara y saldrá agua". Así lo hizo Moisés, y brotó un manantial de agua del que pudieron beber todos. 39 Al cabo de tres meses de haber salido de Egipto, llegaron al monte Sinaí, y al pie de ese monte plantaron su campamento. Moisés subió al monte, donde le habló Dios en medio de relámpagos y truenos. Estuvo en la cima del Sinaí cuarenta días con sus noches, sin comer ni beber, mientras Dios concertaba por medio de él un pacto con Israel. El pacto consistía en que Dios protegería al pueblo de Israel, y le haría su pueblo escogido. Como contrapartida, Israel cumpliría los mandamientos que Dios le dio a Moisés: los Diez Mandamientos, que veremos a continuación. COMENTARIO Dios salva a los hombres, pero les exige colaboración. Sin el esfuerzo de los hombres por agradar a Dios, no hay salvación posible. LECCIÓN 22: LOS DIEZ MANDAMIENTOS Los Diez Mandamientos que dio Dios a Moisés en el monte Sinaí hace cerca de tres mil años, siguen estando en vigor para los cristianos. Son también llamados el Decálogo. PRIMER MANDAMIENTO: NO TENDRÁS OTRO DIOS MÁS QUE A MI El Señor prohíbe adorar dioses falsos, y manda servir y obedecer al Dios verdadero. Prohíbe también buscar en la vida, como si fuera lo más importante, el dinero, la comodidad, el poder o cualquier otra cosa que no sea Dios. SEGUNDO MANDAMIENTO: NO JURARÁS EN VANO Prohíbe jurar en falso. Jurar es poner a Dios por testigo o garante de lo que se dice. TERCER MANDAMIENTO: SANTIFICARÁS LAS FIESTAS El domingo y fiestas de guardar son para descansar y para adorar a Dios, conocerle y rezar con más intensidad que los 40 días laborables. En cambio, los demás días hay que trabajar con intensidad. La obligación de oír misa entera, impuesta por la Iglesia, puede dejarse si hay graves dificultades: distancia grande a la Iglesia, enfermedad, etc. Pero no sería correcto, sino un pecado, no ir a Misa y en cambio salir a igual distancia al cine o a divertirse. O bien dejar de ir a Misa por atender a unos parientes, que podrían y deberían esperar. CUARTO MANDAMIENTO: HONRARÁS PADRE Y MADRE Manda tener cariño y aprecio a los padres y parientes, y obedecerles mientras estamos bajo su potestad. También a socorrerlos en la ancianidad o en caso de invalidez. En cambio, no obliga a satisfacer todos sus caprichos, ni a obedecerles cuando mandan cosas malas, ni cuando interfieren indebidamente a la hora de escoger la profesión, el estado matrimonial, el sacerdocio o dedicación exclusiva al servicio de Dios. Este mandamiento indica también que hay que obedecer a los legítimos superiores, y tratar con respeto y con aprecio a los inferiores, sin ser despótico con ellos y buscando su bien. QUINTO MANDAMIENTO: NO MATARÁS Prohíbe matar a otra persona, o herirla, o hacer daño a sus bienes. En cambio, se puede matar o herir por un motivo suficientemente grave: defensa, ya sea de la propia vida; o de nuestras propiedades importantes y bien adquiridas. SEXTO MANDAMIENTO: NO COMETERÁS ACCIONES IMPURAS Manda considerar el amor humano como algo sagrado, que nunca puede ser usado simplemente para el placer, ni en la imaginación o el pensamiento. El matrimonio debe ser único e indisoluble, es decir, de uno con una y para siempre. 41 SÉPTIMO MANDAMIENTO: NO ROBARÁS Prohíbe robar, o estafar a los demás, aunque sea dentro de la ley civil, o abusar de la autoridad para adquirir riquezas. En cambio, en caso de extrema necesidad y miseria, se puede tomar lo que se necesita para sobrevivir. OCTAVO MANDAMIENTO: NO MENTIRÁS Prohíbe decir lo contrario de lo que se piensa. La veracidad es muy grata a Dios y muy necesaria para la convivencia. Pero cuando alguien pregunta lo que no tiene derecho a preguntar, podemos y debemos guardar el secreto. Una forma muy común de mentir es comprometerse con ligereza a hacer cosas que no se podrán cumplir. NOVENO MANDAMIENTO: NO CONSENTIRÁS IMPUROS DESEOS Completa y aclara el sexto mandamiento. DÉCIMO MANDAMIENTO: NO CODICIARÁS LOS BIENES AJENOS Prohíbe tener envidia de lo que tienen los demás, lo que nos inclinaría al robo. COMENTARIO Los Diez Mandamientos tienen que ser interpretados por la Iglesia Católica, para ser aplicados correctamente a las diversas situaciones de la vida. Hay que aprenderlos, profundizar en ellos y ponerlos en práctica. 42 LECCIÓN 23: EL BECERRO DE ORO Moisés estuvo cuarenta días con sus noches en la cima del monte Sinaí. Los tres primeros días, los israelitas, acampados al pie del monte, tuvieron mucho miedo por los relámpagos, tempestades y sonidos de trompeta de la cumbre del Sinaí. Conocieron que Dios estaba hablando a Moisés. Pero después, cuando cesaron los ruidos atmosféricos, se olvidaron de su temor de Dios. Y quisieron tener un ídolo para adorarlo, lo mismo que habían visto a los egipcios. Dijeron a Aarón, el hermano de Moisés: "Fabrícanos un dios como los que tienen los egipcios, pues no sabemos qué ha sido de Moisés". Aarón vio que no los podía contener, y contestó: "Tomen los anillos y los pendientes de oro de sus mujeres, y tráiganmelos". Aarón pensó que, como eran avaros, no le traerían nada. Pero se equivocó: le trajeron muchas joyas de oro. Aarón las fundió al fuego, e hizo una estatua grande, de un becerro de oro. Los israelitas lo pusieron en un pedestal, y lo adoraron, y delante de él comieron, bebieron y bailaron igual que si fueran egipcios. Cuando Moisés regresó del monte Sinaí, se indignó al ver que los israelitas estaban adorando un ídolo. Destrozó el becerro de oro, lo hizo reducir a polvo, mezcló ese polvo con agua y lo dio a beber a los israelitas. Luego reunió un grupo de hombres que no habían adorado al becerro, y les dijo: "Si ustedes están todavía al servicio del Señor, tomen sus espadas, y vayan de tienda en tienda, y maten a su hermano, y amigo y vecino". Así lo hicieron, matando a los promotores de la idolatría del becerro de oro. 43 Moisés subió de nuevo al monte Sinaí a pedir perdón a Dios por la infidelidad del pueblo. Dios les perdonó y dijo a Moisés: "No adoren otro Dios más que a Mí, porque soy un Dios celoso". Cuando Moisés regresó al campamento, su cara brillaba y emitía rayos de luz. Los israelitas no se atrevían a mirarle, y tuvo que ponerse un velo para que pudieran hablar con él sin sentir temor. Siguiendo las instrucciones que Dios le había dado, Moisés construyó un altar portátil y una caja preciosa de madera llamada el Arca de la Alianza, que colocó encima del altar, y dentro de ella había dos lajas de piedra con los Diez Mandamientos grabados en ellas. Los israelitas se desplazaron hacia Palestina, donde entraron, después de cuarenta años de vagar por el desierto, una vez muerto Moisés, venciendo la oposición de los pueblos que habitaban ya aquel territorio. COMENTARIO La primera obligación del hombre es adorar al verdadero Dios. Los ateos cometen un gran pecado. También los idólatras lo cometen, porque adoran dioses falsos. LECCIÓN 24: DAVID Y GOLIAT Los israelitas tuvieron que pelear muchos años antes de asentarse en Palestina. Al principio habitaron en las montañas, y poco a poco fueron poblando los valles, a medida que derrotaban a los pueblos que los habitaban. La nación que más resistió a los israelitas, fue la de los filisteos. Eran unos hombres fuertes y valientes, aunque idólatras y corrompidos. Dios había dicho a los israelitas que debían exterminarlos. 44 En una ocasión, los filisteos atacaron a los israelitas. Estos, al mando de su rey Saúl, les hicieron frente. Los dos campamentos, el de los israelitas y el de sus enemigos, estaban a poca distancia uno de otro. Había un guerrero filisteo llamado Goliat, que era un gigante. Llevaba una armadura de bronce, que le cubría el cuerpo, y un casco del mismo metal. Goliat se acercó al campamento de Israel y gritó: "Elijan un hombre para que venga a pelear conmigo. Si él me vence, les quedaremos sujetos. Pero si yo le venzo a él y lo mato, ustedes nos servirán". Los israelitas no se atrevían a aceptar el desafío. Durante cuarenta días, Goliat se paseó cerca del campamento de Israel, sin que nadie se le opusiera, repitiendo sus palabras. En la ciudad de Belén vivía un muchacho llamado David. Sus tres hermanos mayores estaban en el campamento de Israel, pero él era demasiado joven para la milicia y se quedó apacentando las ovejas de su familia. Un día su padre le mandó llevar trigo y quesos a sus hermanos. David lo hizo y cuando estaba hablando con sus hermanos vio a Goliat que desafiaba a los israelitas, sin que éstos respondieran. David montó en cólera y preguntó: "¿Quién es ese filisteo idólatra, para insultar así al ejército de Dios vivo?". Fue a ver a Saúl y le dijo: "No se preocupe mi rey por ese filisteo. Yo iré a luchar contra él". Saúl le respondió: "Tú no puedes ir a batirte con el filisteo. Eres todavía un niño, y él es hombre de guerra desde su juventud". Pero David le replicó: 45 "Cuando yo apacentaba las ovejas de mi padre y venía un león o un oso y se llevaba una oveja, yo lo perseguía, lo golpeaba y le arrancaba de la boca la oveja. Y si se volvía contra mí, lo agarraba por la quijada, lo hería y lo mataba. He matado leones y osos. Y ese filisteo idólatra será como uno de ellos. Dios me ha librado del león y del oso, y me librará también de las manos de ese filisteo". Saúl quiso ponerle a David su armadura, pero por falta de costumbre no podía ni caminar con la armadura puesta, y se la quitó. Cogió en cambio su bastón de pastor, su honda y cinco piedras lisas que guardó en su zurrón. Entonces, honda en mano, avanzó hacia el filisteo. Goliat se acercó a David, le miró, y le despreció por ser muy joven, de fino rostro y rubia cabellera. Y le dijo: "¿Crees que soy un perro, que vienes contra mí con un bastón?". "No -contestó David-, eres todavía peor que un perro". Se indignó Goliat, le maldijo y añadió: "Ven, que yo daré tu cuerpo a las aves del cielo y a las bestias del campo". David respondió: "Tú vienes contra mí con espada y lanza y venablo, pero yo voy contra ti en el nombre de Dios, a quien has insultado. Hoy te entregará Dios en mis manos. Yo te heriré, te cortaré la cabeza y daré tu cadáver y los de tu ejército a las aves del cielo y a los animales del campo. Y conocerá toda la tierra que Israel tiene un Dios que es el Señor de la guerra". David sacó una piedra del zurrón, y la lanzó con su honda. La piedra se clavó en la frente del filisteo, que cayó a tierra. David corrió, cogió la espada de Goliat, y con ella le cortó la cabeza. Cuando los filisteos vieron que David había vencido a Goliat, se pusieron en fuga. Los israelitas, envalentonados, los 46 persiguieron y sembraron el campo de filisteos muertos. Aquel día Israel alcanzó una gran victoria. COMENTARIO David es ejemplo de valor y de confianza en Dios. Su conducta ante Goliat nos enseña a no temer a nada ni a nadie, si Dios está con nosotros. David es antepasado directo de Nuestro Señor Jesucristo. Como él, nació en la ciudad de Belén. LECCIÓN 25: EL REY DAVID A la muerte de Saúl, David fue elegido como rey de Israel. David tenía entonces treinta años, y vivió aún cuarenta años más. Siguió la lucha contra los filisteos, a los que venció definitivamente, y puso la capital en Jerusalén. David era también músico y poeta. Compuso muchas poesías dedicadas a Dios: son los llamados Salmos. Son poemas bellos y profundos, que él mismo cantaba acompañándose por el arpa, y que la Iglesia Católica reza todavía hoy en la Santa Misa. Dios concedió a David el don de profecía. Es decir, David explicó en sus Salmos cómo sería el Redentor, Jesucristo. Habla de su gloria, de su muerte y de su resurrección. Veamos algunos ejemplos: "Tu eres mi hijo. Hoy te he engendrado. Pídeme, y te daré las naciones por herencia, y serán tu propiedad todos, hasta los extremos de la tierra". En esta profecía, Dios está hablando que dará muchos seguidores a Jesucristo, su Hijo, aún en las tierras más lejanas. Es un anticipo de la extraordinaria difusión del cristianismo, que continúa, a pesar de muchos obstáculos, entre pueblos de todas las razas y de todas las lenguas. 47 "Soy un gusano y no un hombre. El oprobio de los hombres, la basura de la plebe. Todos los que me veían, se burlaban de mí y meneaban la cabeza". "Las bandas de malvados me rodearon. Horadaron mis manos y mis pies, y contaron todos mis huesos. Se repartieron mis vestidos, y sortearon mi túnica". David habla en estas profecías de la pasión de Jesucristo, en la Cruz, hecho que sucedió varios siglos más tarde. Desgraciadamente, David, cediendo a la impureza, cometió dos grandes pecados. Por lo cual le envió Dios al profeta Natán, que le reprendió. David se arrepintió de sus culpas e hizo áspera penitencia por ellas. Después, el mismo profeta Natán le dijo: "El Señor te ha perdonado tus pecados. Pero como castigo, tu hijo menor morirá". El hijo menor de David se llamaba Absalón, y era muy querido por su padre. Tenía larga cabellera. Llevado por la ambición, Absalón se sublevó contra su padre David, pretendiendo usurpar el trono. Peleando contra los oficiales de su padre, mientras corría montado en un caballo, su cabellera se enredó en las ramas de un árbol. El caballo se le escapó entre las piernas y quedó colgando de sus cabellos. Un oficial de David lo atravesó con una lanza y lo mató. Así murió Absalón, como había predicho Natán. Al enterarse, David lloró amargamente. David quiso construir un gran templo. Pero Dios le dijo: "Tú no me edificarás un templo, porque has derramado mucha sangre. Pero tu hijo Salomón, que reinará después de ti, él sí lo construirá. Y, si guarda mis mandamientos, yo le afirmaré su reino para siempre". 48 COMENTARIO David pecó, pero se arrepintió e hizo dura penitencia por sus pecados. A Dios le ofende, más aún que el pecado, la falta de arrepentimiento. En el Sacramento de la Confesión, siempre perdona al pecador arrepentido. LECCIÓN 26: EL REY SALOMÓN A la muerte de David, ocupó el trono de Israel su hijo Salomón. Empezó su reinado siguiendo la justicia y cumpliendo los mandamientos del Señor. Por lo cual Dios le amó, se le apareció una noche y le dijo: "Pídeme lo que quieras." Salomón contestó: "¡Oh, Señor! a Ti sirvo. Yo no soy sino un joven débil e inexperto. Dame, pues, un corazón dócil, para que pueda juzgar con justicia a mi pueblo y para que pueda entender lo que es bueno y lo que es malo. Esta petición agradó mucho al Señor, que le contestó: "Por cuanto has pedido esto, y no has deseado larga vida, ni riquezas, ni la ruina de tus enemigos, sino solamente la sabiduría, haré según tú me pides, y te daré un corazón sabio y prudente de manera que ni antes ni después de ti tengas semejante. También te daré lo que no has pedido: honores y riquezas. Y, si observas mis mandamientos como tu padre, te daré además larga vida". EL JUICIO DE SALOMÓN Poco después vinieron a Salomón dos mujeres que tenían un pleito. Decía una de ellas: "Esta mujer y yo vivíamos juntas en la misma casa. Cada una de nosotras tenía un hijo recién nacido. El de esta mujer 49 murió, porque ella le aplastó mientras dormía. Cuando se dio cuenta, en el silencio de la noche, vino a mí y puso su hijo muerto a mi lado, y se llevó a mi hijo que vive. Cuando amaneció, vi muerto a mi hijo. Pero fijándome bien, comprobé que no era el mío, sino el de esta mujer. Por lo cual te pido que hagas que me devuelva a mi hijo". La otra mujer decía: "No es así como ella dice: el muerto es su hijo, no el mío". Salomón dijo a sus criados: "Traigan una espada". Cuando los criados la hubieron traído, dijo Salomón: "Dividan al niño vivo en dos partes iguales, con la espada, y den una parte a cada mujer. Así ya no habrá más pleito entre ellas". La verdadera madre del niño vivo dijo entonces, llena de angustia: "Te ruego, ¡oh Rey! que le des a ella el niño vivo y no lo mates". En cambio, la otra mujer decía: "Así está bien: que se divida al niño, y no será ni para una ni para otra". Conoció Salomón que la verdadera madre era la que quería que el niño viviera, y dijo: "Den a aquella mujer el niño, porque ella es su madre". Salomón aprovechó sabiamente el amor maternal para conocer quién decía la verdad. Este juicio fue muy comentado y admirado en todo Israel, y todos temieron al Rey, viendo que había recibido de Dios el don de sabiduría. 50 LOS PROVERBIOS Salomón fue también un inspirado escritor y poeta. Entre otras obras, escribió un libro llamado "Los Proverbios", que, a pesar de los años transcurridos, sigue teniendo gracia e interés. He aquí algunos fragmentos del mismo: "No niegues un beneficio al que lo necesita, siempre que en tu poder esté el hacerlo". "No le digas al prójimo: vete y vuelve, mañana te lo daré, si es que lo tienes a mano". "No trames mal alguno contra tu prójimo, si él confía en ti". "No pleitees con nadie sin razón, si no te ha hecho agravio". "Mira, perezoso, a la hormiga: mira sus caminos y hazte sabio. No tiene capitán, ni rey, ni señor. Y se prepara en verano sus provisiones, reúne su comida al tiempo de su cosecha". "O mira a la abeja y aprende cómo trabaja, y produce rica labor, que todos apetecen: la miel. Y siendo como es pequeña y flaca, por su sabiduría es tenida en mucha estima". "¿Hasta cuándo, perezoso, dormirás? ¿Cuándo despertarás de tu sueño? Un poco dormitar, un poco adormecerse, un poco mano sobre mano descansando, y sobreviene como correo la miseria y como ladrón la indigencia". EL TEMPLO Salomón construyó un magnífico templo en Jerusalén, que fue en sus tiempos una de las maravillas del mundo. Allí colocó el Arca de la Alianza, que contenía los Diez Mandamientos. VEJEZ DE SALOMÓN Lamentablemente, al fin de sus días, Salomón pecó gravemente, como su padre, y desde entonces Dios le 51 abandonó. Empezaron sublevaciones, desórdenes y todo tipo de calamidades. Salomón murió sin haber hecho penitencia por sus pecados. COMENTARIO Salomón fue un rey sabio, prudente y bueno hasta que fue viejo. Entonces se corrompió, y no se arrepintió ni hizo penitencia. Siempre hemos de estar vigilantes para no pecar, pues nunca estamos seguros. LECCIÓN 27: LA CAUTIVIDAD EN BABILONIA A la muerte del rey Salomón, la corrupción se hizo mal casi general entre los israelitas. Dios los castigó permitiendo que fuesen vencidos por reyes extranjeros, y trasladados como esclavos a Babilonia y otras ciudades, donde permanecieron 70 años. El templo de Salomón, que era su orgullo, fue reducido a polvo. En el cautiverio, entre sufrimiento y llantos, se acordaron de Dios y del pacto hecho con Él, que ellos no habían cumplido. Y se arrepintieron y volvieron a cumplir los mandamientos de Dios. El Señor volvió a reconciliarse con ellos. Poco a poco fueron recobrando su libertad. Algunos regresaron a Palestina, otros se quedaron en el extranjero. TOBÍAS Entre los israelitas cautivos, había un hombre piadoso y temeroso de Dios, llamado Tobías. Desde su infancia había evitado la compañía de los malos, y había cumplido fielmente la ley de Dios. Tobías fue libertado pronto por su buen comportamiento, y se dedicaba a visitar a otros cautivos para consolarlos y ayudarlos. Compartía con ellos su comida y daba ropa a quien la necesitaba. Una vez que muchos israelitas cautivos fueron muertos a cuchillo, y sus cadáveres abandonados en el campo para que 52 se los comieran las aves, Tobías ocultó los cadáveres, y de noche les iba dando sepultura. Cuando los gobernantes lo supieron, persiguieron a Tobías, que tuvo que esconderse. Más tarde le sucedió una desgracia. Vamos a dejar que sea el mismo Tobías quien nos relate su historia, reproduciéndola igual que está en la Biblia. Dice Tobías: "Era por la fiesta de Pentecostés, y me senté para comer. Al ver tantos manjares, dije a mi hijo: Vete y trae al primer necesitado que encuentres entre nuestros hermanos israelitas, yo espero. Cuando mi hijo volvió, dijo: Padre, uno de los nuestros yace estrangulado en la plaza. Enseguida, sin probar bocado, me lancé a la calle, tomé al muerto y lo metí en una habitación hasta que se puso el sol. Lloré, y cuando fue de noche fui a cavar un hueco en tierra donde sepultar el cadáver". "Los vecinos se reían de mí, diciendo: Aún no ha escarmentado. Ya tuvo que huir por eso, y ahora vuelve a enterrar a los muertos". "Aquella misma noche, cuando acabé de darle sepultura, me dormí junto a un muro. No sabía yo que en ese muro hubiera un nido de pájaros. Los pájaros dejaron caer sobre mis ojos estiércol caliente, que me produjo unas manchas en los ojos. Los médicos no han podido curármelas, y quedé ciego". "Ana, mi esposa, se ocupaba del trabajo, y llevaba a sus amos sus labores". "Estos, al pagarle, un día le regalaron un cabrito. Y yo le dije: ¿De dónde viene este cabrito? ¿No será robado? Devuélvelo a los amos, que no es bueno comer cosa robada. Ella contestó: Es un regalo que han añadido a mi salario. Pero yo no la creí, y me enojé con ella. Ella me replicó: ¿Dónde están tus buenas obras y tus limosnas? Ya ves ahora cómo estamos". "Yo me entristecí y lloré, y con dolor me puse a orar diciendo: 53 Justo eres, Señor, y justas son todas tus obras. Todos tus caminos son misericordia y bondad. Juzgas siempre con verdad y justicia". "No me castigues por mis pecados, ni por mis ignorancias, ni por lo que mis padres cometieron contra Ti. Porque ellos no hicieron caso de tus mandamientos, Tú nos has entregado en botín, al cautiverio y a la muerte". "Porque ni hemos cumplido tus mandatos, ni hemos caminado sinceramente delante de Ti". "Haz, pues, conmigo según te plazca. Quítame el aliento de la vida, para que muera y me convierta en polvo". "Porque más prefiero morir que vivir. Pues he oído ultrajes mentirosos, y una gran tristeza se apodera de mí". "Haz que sea liberado de esta angustia, no apartes tu rostro de mí". COMENTARIO Tobías sufre en el cautiverio. Dios le envía sufrimientos para que le sirva mejor. Pero el dolor de Tobías termina en una oración sincera y confiada, abandonándose en la voluntad de Dios. LECCIÓN 28: EL HIJO DE TOBÍAS En la ciudad de Nínive, Tobías le pedía al Señor la muerte, porque ya anciano había quedado ciego y era muy pobre. Después de orar, se acordó de que un amigo suyo, llamado Gabael, que vivía en la lejana ciudad de Ragués de Media, le debía una cierta cantidad de dinero. Y se dijo: "Yo he pedido la muerte. ¿Por qué no llamar a mi hijo y decirle lo que me deben, antes de morir?". 54 Llamó a su hijo y le dijo: "Si muero, hijo mío, dame sepultura y guárdate de despreciar a tu madre. Hónrala todos los días de tu vida. No le causes tristeza. Acuérdate, hijo, de los muchos trabajos que ella pasó por ti cuando te llevaba en su seno. Cuando muera, dale sepultura a mi lado, en el mismo sepulcro". "Acuérdate, hijo, siempre, del Señor, nuestro Dios, y guárdate de pecar. Según tus posibilidades, haz limosna, y que no se te vayan los ojos tras lo que des". "Lo que no quieras para ti, no lo quieras para nadie. No bebas vino hasta embriagarte. Da de tu pan al hambriento, y de tus vestiduras al desnudo". "Has de saber que tengo dinero en poder de mi amigo Gabael, que vive en Ragués de Media. No temas, hijo: somos pobres, pero serás rico si temes a Dios, y te apartas de todo pecado, y haces lo que le es grato". El hijo de Tobías respondió: "Padre, como me has mandado lo cumpliré. Pero, ¿cómo voy a recobrar el dinero de Gabael, si no le conozco?". Tobías le dio el recibo del dinero y le dijo: "Busca quien te acompañe, que yo le daré su recompensa. Y ponte en camino para recobrar el dinero antes de que yo muera". El hijo de Tobías se llamaba también Tobías. Para no confundirlos, en adelante le llamaremos Tobías hijo. Tobías hijo buscó quien le acompañase para el viaje y encontró a un joven, llamado Rafael, que estaba dispuesto a hacerle de guía hasta la ciudad de Ragués de Media. Rafael era un ángel, enviado por Dios, en forma humana. La Iglesia le llama el Arcángel San Rafael, por su jerarquía entre los ángeles del Cielo. Pero Tobías hijo no lo sabía. Tobías padre despidió a su hijo y al guía diciendo: 55 "Parte con éste, y Dios, que mora en los cielos, les dé un feliz viaje, y un ángel les acompañe". La madre, Ana, se puso a llorar y decía: "¿Por qué dejas marchar a nuestro hijo? ¿No era él nuestro apoyo, viviendo con nosotros? ¡Ojalá no tuviéramos nunca este dinero, si ha de costarnos nuestro hijo!". Tobías padre respondió: "No digas eso, mujer. Volverá sano y tus ojos lo verán. Porque un ángel bueno les acompaña, tendrá un viaje feliz y volverá sano". Tobías padre creía que les acompañaba un ángel invisible, pero no sabía que el mismo guía, Rafael, era un ángel. El Arcángel Rafael y Tobías hijo llegaron, al fin del día primero de su viaje, a la orilla de un gran río, y allí pasaron la noche. Bajó el muchacho al río a bañarse y salió un gran pez que quería devorarlo. El ángel dijo: "Cógelo por las agallas". Tobías hijo cogió el pez por las agallas y lo sacó a tierra. Dijo entonces Rafael: "Descuartiza el pez, y separa el corazón, el hígado y la hiel". Tobías hijo guardó el corazón, el hígado y la hiel, que Rafael dijo que les serían útiles más adelante. LA ORACIÓN DE SARA En el camino de Nínive a Ragués de Media había una ciudad llamada Ecbatana, donde vivía un israelita llamado Ragüel, que tenía una hija única llamada Sara. Esta sufría una gran pena, porque se había casado ya siete veces, y cada vez el demonio dio muerte a sus esposos la misma noche de la boda. Y rezaba Sara a Dios diciendo: 56 "Bendito eres, Señor Dios mío, y bendito es tu nombre, Santo y Excelso por los siglos. En Ti, Señor, pongo mis ojos y mi rostro. Soy hija única de mi padre. Ya se me han muerto siete maridos. ¿De qué me sirve la vida? Si no te parece bien quitármela, mírame y ten piedad de mí". Mientras Sara rezaba así al Señor, se acercaban a Ectabana Tobías hijo y el Arcángel San Rafael. COMENTARIO Tobías confía en el Señor, para que remedie su pena y su pobreza. Pero hace de su parte todo lo que puede, enviando a su hijo a cobrar un dinero que le debían. El Señor responde a la oración de Tobías, enviándole al ángel Rafael para que haga de guía en el viaje. El Señor no desampara a los que confían en Él. LECCIÓN 29: CASAMIENTO DE TOBÍAS HIJO El Arcángel Rafael y Tobías hijo llegaron a la ciudad de Ecbatana. Rafael le dijo a Tobías: "Hoy pasaremos la noche en casa de tu pariente Ragüel, que tiene una hija llamada Sara. Pídela por esposa a su padre". Tobías contestó: "He oído que ha tenido ya siete maridos, y que un demonio los mató a todos. Temo que me suceda a mí lo mismo, y mis padres no tienen otro hijo que les dé sepultura". El ángel le dijo entonces: "Yo te diré sobre quiénes tiene poder el demonio: los que sólo buscan su placer, y echan a Dios de su corazón. Pero tú, cuando la recibas por esposa, dedica tres días a la oración juntamente con ella, y el mal espíritu huirá". 57 Cuando llegaron a la casa de Ragüel, éste dijo a su esposa: "¡Cómo se parece este joven a Tobías, mi primo!". Y Tobías hijo dijo: "Tobías es mi padre". Ragüel se alegró muchísimo, pero luego se entristeció al saber que Tobías había perdido la vista, como también se entristecieron su esposa y su hija. Después, Ragüel mandó sacrificar un cordero y les prepararon un espléndido banquete. Tobías pidió a Sara por esposa y Ragüel le contestó: "He casado ya a mi hija con siete maridos, y los siete han muerto: esto tenía que advertírtelo. Tú ahora come y bebe y alégrate". Dijo Tobías: "No probaré bocado hasta que no resuelvan este asunto y me lo confirmen". Poco después se celebró el matrimonio. Después de la ceremonia, Tobías hijo quemó el corazón y el hígado del pez, mientras oraba diciendo: "Bendito eres, Dios, por los siglos. Bendígante los cielos y todas sus criaturas. Tú hiciste a Adán y le diste por ayuda a Eva, su mujer. De ellos nació todo linaje humano". "Ahora, pues Señor, no llevado por el afán de placer, sino por amor a tu ley, recibo a esta mi hermana por esposa. Ten misericordia de mí y de ella y concédenos larga vida". Sara respondió: "Amén". Pasaron tres días dedicados a la oración, y el demonio fue alejado por Dios y nada malo le pasó a Tobías. 58 Y celebraron la boda con banquetes durante quince días. Mientras tanto, el Arcángel Rafael había continuado el viaje hasta la ciudad de Ragués de Media y había cobrado la deuda de Tobías. Luego regresó con el dinero a Ecbatana, a la casa de Ragüel. Este les decía: "Quédense con nosotros unos días más". Pero Tobías hijo contestó: "Sé que mi padre y mi madre están contando los días, y se entristecen pensando que no regreso. Debemos irnos". Entonces Ragüel dio a Tobías la mitad de su fortuna, y marcharon hacia Nínive Rafael, Tobías hijo, y Sara, su esposa. Al despedirlos, dijo Ragüel: "Que el Dios del cielo les dé un feliz viaje, hijos míos, y que vea yo vuestros hijos antes de morir". Y dijo también a Sara: "Honra a tus suegros, que son ahora tus padres, y tenga yo buenas noticias de ti". La esposa de Ragüel dijo a Tobías: "Hijo mío, que el Señor del cielo te dé una vida feliz, y a mí me deje ver los hijos de Sara, mi hija, para que me alegre en presencia del Señor". "Yo te la doy como a guardián. Hija mía es. No le des vida amarga". Y después de estas palabras, partieron hacia Nínive, juntamente con los pastores y rebaños que les había cedido Ragüel. 59 COMENTARIO Tobías hijo busca agradar a Dios y cumplir su ley en todo lo que hace, y se deja guiar por el ángel. Todos tenemos un Ángel Custodio, que nos inspira el bien, al que debemos escuchar y seguir sus sugerencias. LECCIÓN 30: TOBÍAS HIJO REGRESA A NÍNIVE Tobías padre estaba contando los días que podía durar el viaje de su hijo, y cuando éstos pasaron y vio que su hijo no regresaba, comenzó a decir: "Tal vez se retrasen por una demora en cobrar el dinero". Su esposa, Ana, decía en cambio: "Sin duda que nuestro hijo ha perecido. Tarda demasiado". Y lloraba diciendo: "¡Ay de mí, hijo mío! ¿Por qué te dejé marchar, luz de mis ojos?". Tobías le contestaba: "Calla, no te atormentes. Seguro que está bien". Pero ella replicaba: "No pretendas engañarme. Seguro que ha muerto". Y todos los días Ana iba por el camino por donde se fue su hijo. Y pasaba los días sin comer y las noches sin dormir, llorándolo. Cuando se acercaban a Nínive, el Arcángel San Rafael dijo a Tobías hijo: 60 "Nosotros dos debemos adelantarnos. Lleva contigo la hiel del pez". Se adelantaron, dejando a Sara y al resto de la comitiva para que llegaran más tarde, por el paso lento del ganado. Ana miraba hacia el camino por donde su hijo se había ido. Al verlo a lo lejos, gritó: "¡Mira, viene nuestro hijo, y con él su compañero!". Rafael dijo a Tobías hijo: "Tu padre recobrará la vista. Derrama la hiel en sus ojos, él se los frotará y volverá a ver". Ana, corriendo, se arrojó al cuello de su hijo diciendo: "Te veo, hijo mío. Ahora ya puedo morir". Y los dos lloraban. Salió Tobías padre a la puerta de la casa y tropezó, pero su hijo corrió hacia él, y derramó la hiel sobre sus ojos, mientras decía: "¡Animo, padre!". En cuanto le dolieron los ojos, se los frotó, le cayeron unas escamas y recobró la vista. Al ver a su hijo, se arrojó a su cuello y dijo: "¡Bendito Tú, oh Dios, y bendito sea tu nombre, y benditos también todos los santos ángeles! Porque después de azotarme has tenido misericordia de mí, y veo a Tobías, mi hijo". Entraron en la casa y los viajeros contaron todos los pormenores del viaje. Más tarde llegó Sara, y durante siete días celebraron con sus vecinos las bodas de Tobías hijo. 61 COMENTARIO La tristeza de los que cumplen la voluntad de Dios termina en una gran alegría, ya en esta vida. LECCIÓN 31. EL SECRETO DEL ÁNGEL Concluida la celebración de las bodas, Tobías padre llamó a su hijo y le dijo: "Hijo mío, cuida de pagar un salario a ese hombre que ha viajado contigo, y veamos lo que conviene añadirle". El hijo respondió: "Padre, no me parece mucho darle la mitad de lo que he traído, porque me ha vuelto sano, curó a mi mujer, y también te ha curado a ti. Todo se lo merece". Llamaron a Rafael y le dijeron: "Toma la mitad de lo que han traído, y vete en paz". Entonces Rafael, llamándoles aparte, les contó su secreto, diciendo: "Bendigan a Dios y glorifíquenle, ensálcenle, pregonen a todos los vivientes lo que ha hecho con ustedes". "Ustedes han hecho el bien y nada malo les sucederá". "Buena es la oración con el ayuno, y la limosna con la justicia". "Mejor es poco con justicia, que mucho con iniquidad". "Mejor es dar limosna que acumular tesoros, pues la limosna libra de la muerte y limpia de todo pecado". "Los que practican la misericordia y la justicia serán llenados de felicidad, mientras que los pecadores son enemigos de su propia dicha". 62 "Cuando oraban, tú y tu nuera Sara, yo presentaba sus oraciones ante el Señor". "Cuando enterrabas a los muertos, también yo te asistía". "Cuando sin pereza te levantabas y dejabas de comer para ir a sepultarlos, no se me ocultaba esta obra buena, porque yo estaba contigo". "Por eso me envió Dios a curarte a ti y a Sara, tu nuera". "Yo soy Rafael, uno de los siete Santos Ángeles que presentan las oraciones de los justos y tienen entrada ante la majestad de Dios". Los dos Tobías, padre e hijo, quedaron confusos, y se echaron rostro a tierra. El ángel siguió: "No teman. La paz sea con ustedes". "Bendigan a Dios siempre, porque no he venido por mi voluntad, sino por la de Dios”. "Todos los días me hacía ver de ustedes. No comía ni bebía: lo que ustedes veían era una apariencia". "Ahora alaben a Dios, que yo me subo a Aquel que me envió". "Y pongan por escrito todo lo sucedido". Tobías padre y Ana, su esposa, vivieron aún muchos años. Cuando murieron, su hijo les dio sepultura juntos. Luego Tobías hijo partió con Sara y los hijos de ambos a Ecbatana, donde vivió muchos años en compañía de sus suegros. COMENTARIO El Señor premia, ya en esta vida, a los que aman al prójimo y prefieren la justicia a las riquezas. Aunque los prueba con sufrimientos y agobios, para hacerlos mejores. 63 Todos tenemos un Ángel de la Guarda o Ángel Custodio, que nos acompaña por el camino de la vida para ayudarnos y para presentar nuestras oraciones y nuestras buenas obras ante Dios. 64