TEMA 3: LA HISTORIA DE LA SALVACIÓN1 “Escucha, Israel: el Señor es nuestro Dios, el Señor es uno solo. Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas. Estas palabras que yo te mando hoy estarán en tu corazón, se las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado; las atarás a tu muñeca como signo, serán en tu frente una señal; las escribirás en las jambas de tu casa y en sus portales” (Dt 6, 4-9) Dios se da a conocer a los hombres en la historia de forma progresiva y a través de hechos y palabras. Desde que Dios llamó a Abraham, durante miles de años se fue revelando a su pueblo escogido, mostrándoles su amor, su fidelidad y santidad, así como su cercanía en medio de las dificultades del pueblo. Veamos ahora cuáles son las principales etapas de la historia de este pueblo y cuáles sus principales personajes. 1. PRIMERA ETAPA: LOS PATRIARCAS (siglos XIX - XIV a. C.) Esta etapa comienza con la elección de Abraham. Dios le pidió que saliera de Ur de Caldea, su ciudad natal, y que se encaminara hacia la tierra de Canaán. Dios le prometió que sería padre de un gran pueblo. Abraham y Sara, su mujer, tuvieron un único hijo y lo llamaron Isaac. Dios quiso poner a prueba la fe de Abraham y le pidió que sacrificara a su hijo. Abraham se dispuso a obedecer el mandato de Dios, pero un ángel le impidió que matara a Isaac. Así, Abraham se convirtió en padre de los creyentes: él es un modelo de fe, de obediencia y de confianza en Dios. Isaac se casó con Rebeca y tuvieron dos hijos: Esaú y Jacob. Esaú era el mayor y debía heredar la promesa hecha por Dios a Abraham, pero vendió su primogenitura a Jacob por un plato de lentejas. Jacob, ayudado por su madre, se hizo pasar por Esaú y consiguió que Isaac, ya anciano, le diera su bendición paterna. Dios cambió el nombre a Jacob y le llamó Israel: por eso sus descendientes son los israelitas. Jacob tuvo doce hijos. Uno de ellos, José, fue vendido por sus hermanos a unos mercaderes, que lo llevaron a Egipto como esclavo. Pero José tenía el don de interpretar los sueños y así consiguió ganarse la confianza del faraón. Cuando, al cabo de unos años, hubo hambre y escasez en Canaán, Jacob y sus hijos acudieron a Egipto. José los perdonó, les dio alimentos e hizo que se instalaran en Egipto con sus 1 Apuntes elaborados a partir de los libros de texto de religión católica de la editorial Casals en sus distintas ediciones. Esta redistribución de temas y contenidos se hace para facilitar el trabajo en el aula y optimizar los recursos. Se ha usado también el Catecismo YouCat. familias y rebaños. Al principio, los israelitas gozaron en Egipto de una situación favorable y se convirtieron en un pueblo numeroso. Pero al cabo de unos años fueron esclavizados por los faraones. En esta situación penosa vivieron cerca de cuatrocientos años. 2. SEGUNDA ETAPA: EL ÉXODO (siglo XIII a. C.) Los israelitas en Egipto eran sometidos a trabajos forzados y el faraón dio la orden de matar a todos los niños varones que nacieran, por miedo a que el pueblo creciera cada vez más. Una mujer de la tribu de Leví tuvo un hijo y, para salvarlo, lo dejó en el Nilo, en una canastilla untada con pez. La hija del faraón lo encontró mientras tomaba un baño y lo adoptó como hijo. Lo llamó Moisés, que significa “salvado de las aguas”. Dios eligió a Moisés para salvar a su pueblo de la esclavitud de Egipto: le habló desde una zarza que ardía sin consumirse y le dio la misión de conducir a los israelitas hacia la tierra prometida. Moisés se presentó al faraón, pero como este no quería dejar marchar al pueblo, Dios envió diez plagas que consiguieron que el faraón accediera a su petición. La salida de Egipto se denomina Éxodo y los judíos la celebran cada año en la fiesta de la Pascua, recordando cómo Yavé los liberó de la esclavitud. Con Moisés al frente, Israel emprendió el camino hacia Canaán. Dios cuidó de su pueblo durante el largo camino por el desierto: las aguas del Mar Rojo se separaron para dejar paso a los israelitas, comieron “maná” y codornices y bebieron del agua que brotó de la roca, Dios los guiaba por medio de una nube o una columna de fuego... Al llegar al monte Sinaí, y a pesar de las infidelidades del pueblo, Dios estableció con ellos una Alianza: Dios se compromete a proteger a su pueblo con predilección y los israelitas, por su parte, cumplirán la Ley de Dios. Moisés subió al monte y allí Yavé le dictó el Decálogo, que escribió sobre tablas de piedra. Estas tablas fueron guardadas en el Arca de la Alianza, que se convirtió en símbolo de la presencia de Dios en medio del pueblo. Moisés murió poco antes de llegar a la tierra prometida y Dios eligió a Josué para sucederle. Con él los israelitas entraron en Canaán y empezaron a conquistar el territorio. 3. TERCERA ETAPA: LOS JUECES (siglos XIII-XI a.C.) La conquista de la tierra de Canaán fue larga. Los israelitas lucharon contra los pueblos que habitaban allí y fueron repartiendo el territorio entre las doce tribus, que provenían de los doce hijos de Jacob. En esos años de luchas, Dios fue escogiendo a personas que dirigían al pueblo en los momentos más difíciles: estos fueron los Jueces. Los jueces más destacados son: Débora, mujer que venció a los cananeos; Gedeón, que luchó contra los madianitas; Sansón, que tenía una fuerza extraordinaria y derrotó a los filisteos y Samuel, hijo de Ana. 4. CUARTA ETAPA: LA MONARQUÍA (siglos XI-VI a.C.) Samuel fue el último de los jueces. Cuando ya era anciano, los israelitas le pidieron que nombrara un rey, porque querían ser gobernados igual que los pueblos vecinos. Dios aceptó y mandó a Samuel para que ungiera a Saúl como rey de Israel. Empieza así la etapa de la monarquía. Saúl fue fiel a Dios en los primeros años de su reinado, pero luego se volvió codicioso y mentiroso. Entonces Dios mandó a Samuel que ungiera a David, que fue proclamado rey a la muerte de Saúl. David fue el principal rey de Israel. Había nacido en Belén y estableció la capital del reino en Jerusalén. Compuso los Salmos, que son himnos y cánticos dedicados a Yavé. Dios le prometió que de su descendencia nacería un Rey que reinaría para siempre. Era la promesa del Mesías, Jesucristo, descendiente de David. Desde este momento, el pueblo de Israel mantendrá viva la esperanza de la llegada del Mesías Salvador. Salomón, hijo de David, fue su sucesor en el trono. Dios concedió a Salomón el don de la sabiduría para gobernar a su pueblo. Su reinado fue un periodo de paz. Salomón mandó construir en Jerusalén un Templo para Yavé. Pero fue tomando por esposas a mujeres extranjeras, que lo invitaron a adorar a sus propios dioses. Salomón se alejó de Dios y cayó en la idolatría. Por eso, a su muerte, el reino se dividió en dos: - El reino del Norte o reino de Israel, con capital en Samaria. Sufrió continuas luchas y también cayó en la idolatría. En el año 721 a. C. el imperio asirio lo conquistó y desapareció el reino del Norte. - El reino del Sur o reino de Judá, con capital en Jerusalén. Fue también conquistado por imperios extranjeros. En el año 587, el rey de Babilonia, Nabucodonosor, conquistó el reino y deportó a Babilonia a muchos israelitas. Este período es la época de los grandes profetas que Dios envía a su pueblo. Los profetas denunciaban la idolatría y la infidelidad a la Alianza de los israelitas y recordaban la promesa de un Mesías que salvaría al pueblo. Algunos de los más importantes fueron: Natán, que avisó al rey David del pecado que había cometido, Elías y Eliseo, Oseas, Isaías, Jeremías. 5. QUINTA ETAPA: EL DESTIERRO DE BABILONIA (siglo VI a. C) Nabucodonosor, después de destruir Jerusalén y el Templo, se llevó al rey y a miles de israelitas a la capital de su imperio, Babilonia. Los cincuenta años de destierro sirvieron al pueblo de Israel para reflexionar sobre su infidelidad a Dios, que siempre les había mostrado tan gran predilección. Mantuvieron su fe gracias a los sacerdotes y al profeta Ezequiel. Creció cada vez más el deseo de volver a su tierra y vivir en fidelidad a la Alianza. También allí empezaron a poner por escrito algunas de sus antiguas tradiciones y las enseñanzas de los profetas. El destierro terminó cuando Ciro el Grande, emperador persa, conquistó Babilonia y decidió conceder la libertad a los israelitas. Hacia el año 536 muchos judíos retornaron a Jerusalén. 6. SEXTA ETAPA: EL JUDAÍSMO (siglos VI-I a. C.) A la vuelta del destierro los israelitas no gozaron ya de completa independencia política, sino que estuvieron bajo la influencia o dominio de distintos imperios. En esta época se fueron fijando las prácticas de la religión judía: se establecieron las distintas fiestas, empezaron a funcionar las sinagogas, donde se reunían para rezar y estudiar la Ley, y se fueron escribiendo los libros de la Biblia. · Bajo el imperio persa: Fue una época de paz. El sacerdote Esdras organizó la reconstrucción del Templo y Nehemías se ocupó de reconstruir las murallas de Jerusalén. · Bajo el imperio helenístico: Los judíos empezaron a experimentar la influencia de la cultura griega extendida por Alejandro Magno. A la muerte de éste en el año 323 a. C., uno de sus sucesores, el rey Antíoco IV Epifanes obligó a los judíos a renunciar a su fe y adorar a sus propios dioses. Entonces estalló la rebelión de los hermanos Macabeos: muchos judíos murieron heroicamente como mártires de su fe. · Bajo el imperio romano: En tiempos de Pompeyo, en el año 63 a. C., Palestina fue conquistada por los romanos y convertida en una provincia de su imperio. Fue durante el reinado del emperador César Augusto (27 a. C.) cuando nació, en Belén, hijo de María y de José, descendiente de David, Jesucristo, Hijo de Dios.