SAN ILDEFONSO EN SU TIEMPO PRIMITIVO TINEO PALABRAS CLAVE Visigodos, Concilios de Toledo, Unidad Católica, san Ildefonso. RESUMEN El autor analiza el asentamiento del reino visigodo en España, y cómo desde una fe arriana inicial, va acercándose a la fe católica. Leovigildo intentó conseguir la unidad nacional y religiosa basándose en el arrianismo, pero fracasó. La conversión al Catolicismo de su hijo Hermenegildo y, más tarde, la de Recaredo, cambiarán las cosas definitivamente. El III Concilio de Toledo, en mayo de 589, consagra el principio de la unidad católica de España. Toledo será la capital del reino. San Ildefonso nace en Toledo en el año 607, en el seno de una familia visigótica. Pronto ingresará en la vida monástica. En el año 657, Ildefonso sustituye a Eugenio II como obispo de Toledo. THE AGE OF SAINT ILDEFONSO KEY WORDS Visigothes, Toledo Counciles, Catholic Unity, saint Ildefonso. SUMMARY The author analyses the consolidation of the Visigotic Kingdom in Spain and the eventual change from the Arrianism to the Catholic faith. King Leovigildo tried to get the national union leaning on Arrianism, but he failed. The conversion of both his son Hermenegildo and Recared changed the situation for good. In May of the year 589, the III Toledo Council established the Catholic unity in Spain. Toledo became the capital of the Kingdom. Saint Ildefonso was born in Toledo in 607, into a Visigothian family and soon after he came into a monastery. In 657 Ildefonso followed Eugene II as Toledo Bishop. ScrdeM 359 PRIMITIVO TINEO Se ha celebrado el XIV centenario del nacimiento de san Ildefonso, patrón de Toledo, y uno de los más insignes escritores de la época visigoda. Su recuerdo ha sido la ocasión para organizar una gran exposición que, al contemplar las diversas piezas, permite recorrer y hacernos presente la importancia de su figura en el contexto en el que se desarrolló su vida, su obra y sobre todo su actividad pastoral1. Para comprender mejor todo ello, se quiere dar a conocer y resaltar el contexto histórico y cultural en el que vivió san Ildefonso, un período que tuvo una importancia extraordinaria y determinó el posterior desarrollo de la historia de España. La vida de san Ildefonso nos ha sido transmitida en una serie de fuentes y se desarrolla en un entorno y con unas circunstancias singulares, que no siempre son fáciles de determinar y delimitar. Por eso se hace necesario examinar las fuentes principales, que nos proporcionan datos de su persona y de su época2. Estudios críticos y concienzudos3 han reducido a cuatro esas fuentes, que hacen de manantial de todas las demás y principalmente dos: El Elogium Sancti Ildefonsi4, debido a san Julián de 1. La exposición se ha titulado: Hispania Gothorum. San Ildefonso y el reino visigodo de Toledo, y ha permanecido abierta desde el 23 de enero, día en que se inauguró, hasta el 30 de junio de 2007. Se hace un completo repaso de aquellos aspectos más significativos en la sociedad hispano-goda, incluido el papel de la Iglesia visigoda y la importancia de los Concilios toledanos. Además, dedica un amplio apartado a tratar de la imagen de san Ildefonso en la historia del arte español a través de su iconografía más conocida. La componen cerca de 700 obras cedidas por 119 prestadores, entre los que se encuentran instituciones tan destacadas como el Museo Arqueológico Nacional, el Museo del Prado y la Catedral de Toledo. 2. San Ildefonso ha sido un personaje famoso en la época visigoda, cuyas biografías auténticas son parcas en noticias y con relatos escuetos. Esa parquedad ha dado pie a que falsarios de épocas posteriores hayan querido satisfacer la curiosidad insatisfecha, y por ello ampliaron tales noticias con muchas imaginaciones añadidas a los relatos auténticos, con lo cual desfiguraron su imagen. 3. A. C. VEGA, De patrología española. San Ildefonso de Toledo, “Boletín R. A. de la Historia” CLXV (1969), 55-107. Con sana crítica y a conciencia revisó los biógrafos y las biografías del santo y las redujo a cuatro, de las que dependen las restantes. Cfr. J. GODOY ALCÁNTARA, Historia crítica de los falsos cronicones, Madrid 1868. 4. JULIÁN DE TOLEDO, arzobispo de Toledo, Opera, ed. LORENZANA, SS. Patrum Toletanorum quotquot exstant opera, auctoritate et expensas FRANCISCI DE LORENZANA, Matriti 1782, pp. 94-95; Ed. Reimpresa por J. MIGNE, Patrologíae latinae cursus completus, París 1862, 96, 12-13, 43-44. 360 ScrdeM SAN ILDEFONSO EN SU TIEMPO Toledo, sucesor de san Ildefonso en la sede de Toledo y la Vita vel gesta Sancti Ildefonsi5, debida a Cixila, de quien se dice que fue también prelado de Toledo. El señalado en primer lugar, el Elogium Sancti Ildefonsi, escrito por el metropolitano de Toledo Julián, segundo sucesor de Ildefonso, y que rigió la diócesis a los trece años de la muerte de Ildefonso. La cercanía en el tiempo le hace un testigo directo, máxime si tenemos en cuenta la posible razón de escribirlo. San Ildefonso había escrito una obra, De viris illustribus6, en la que presenta a trece personajes ilustres, de los cuales siete habían sido obispos de Toledo. Los datos que proporciona Ildefonso llegaban hasta su antecesor, Eugenio II, a quien sucedió él en la sede de Toledo. Por eso, a la muerte de Ildefonso, su segundo sucesor, Julián, se encargó de continuar la obra, dando así el perfil biográfico de Ildefonso. Las condiciones personales y de tiempo que tenía san Julián eran inmejorables para llevar a cabo su propósito7. De la Vita vel gesta Sancti Ildefonsi, atribuida a Cixila, también existe una tradición manuscrita8, atestiguada por códices que comprenden desde el siglo XI al XVII, aunque en realidad unos atribuyen el texto a Cixila y otros leen Helladius. Por el estilo de la redacción es difícil identificar a 5. CIXILA, Vita vel gesta sancti Ildefonsi. Ed. LORENZANA, o. c. en nota 4, 96-99; la publicó E. FLÓREZ, España sagrada, Madrid 1747-1961, V, pp. 504-506; reeditada por F. DE LORENZANA, o. c. en nota 4, pp. 43-48; reimpresa por MIGNE, o. c. en nota 4, pp. 43-48. 6. Todas las obras de san Ildefonso se encuentran en Lorenzana. De viris illustribus puede verse también la ed. crítica y trad. hecha por C. CODOÑER MERINO, El “De viris illustribus” de Ildefonso de Toledo, Salamanca 19 72; cfr. también del mismo autor, El “De viris illustribus” de Isidoro de Sevilla. Estudio y edición crítica, Salamanca 1964. 7. La autoría de este escrito nadie la ha puesto en duda, y está atestiguada por códices que van desde el siglo IX al XVIII. Cfr. M. C. DÍAZ, Index scriptorum latinorum Medii Aevi hispanorum, I, Salamanca 1958; J. F. RIVERA RECIO, San Ildefonso de Toledo: biografía, época y posteridad, Ed. BAC, Madrid 1985, p. 5, nota 3. Existen dos redacciones de este escrito: una breve y otra más larga: “Ildefonso, esclarecido en la memoria de su tiempo y adorno de los siglos por los ríos desbordantes de su facundia, el más reciente de nuestros días elevado a la cátedra de la sede toledana, fue consagrado obispo después de Eugenio II”, y sigue narrando su vida a grandes rasgos. 8. Cfr. M. C. DÍAZ, Index scriptorum latinorum Medii Aevi hispanorum, I, Salamanca 1958, n. 595; J. F. RIVERA RECIO, o. c. en nota 7, pp. 8 y 9, nota 6 y 7. ScrdeM 361 PRIMITIVO TINEO Cixila con el obispo de este nombre que rigió la sede toledana desde el 744 al 753. El autor correspondería a una época más tardía. Pero en todo caso el texto se mantiene9. El reino visigodo en España Un momento importante en la historia de Europa acontece cuando los pueblos bárbaros abaten las fronteras del Imperio y se convierten en dueños de provincias y ciudades. Suevos, vándalos y alanos se instalan en suelo hispano y se reparten el territorio. La invasión y asentamiento trajeron consigo desórdenes y estragos, inherentes a la ocupación belicosa y muchas veces desenfrenada10. La dominación que ejercieron estos pueblos fue bastante efímera, porque otro pueblo –el pueblo visigodo–, aliado con el Imperio, atravesaba los Pirineos y penetraba en Hispania, al que el año 475 el emperador Nepote 9. Aunque se afirme que la pieza es de Cixila, en ningún códice se dice que sea arzobispo de Toledo. Ha habido otros personajes con este nombre. Sobre el tiempo del pontificado de Cixila, cfr. J. F. RIVERA RECIO, Los arzobispos toledanos hasta fines del siglo XI, Toledo 1973, pp. 157-164. M. C. Díaz y Díaz defiende que no se puede atribuir este escrito a Cixila, obispo de Toledo en el siglo VII: “Dudo mucho que se pueda poner bajo el nombre de Cixila, obispo de Toledo en el siglo VIII; cfr. M. C. DÍAZ Y DÍAZ, “De patrística española”, Revista Española de Teología 8 (1957), 44. Las dos fuentes que hemos descrito brevemente pueden considerarse fuentes primarias, de las que se nutren otras dos, que es necesario al menos mencionar: La Vida, atribuida a Rodrigo de Cerrato ha sido publicada en la edición de Lorenzana, y la Legenda beata Ildefonsi secundum regulam asturiacensis ecclesiae, la dio a conocer Tamayo y Salazar: J. TAMAYO Y SALAZAR, Martirologium Hispanum, Lugduni 1651; E. FLÓREZ, o. c. en nota 5, p. 16; J. MIGNE, o. c. en nota 4, 47-50. 10. P. OROSIO, Historiarum adversos paganos, CSEL, 18, 151-157. La cita en VII, 41, 20. “...Fueron invadidas las Hispanias, y padecieron matanzas y devastaciones; nada nuevo, porque durante los años en que se ensañó la espada enemiga tuvieron que sufrir de los bárbaros lo que habían sufrido en otros tiempos, durante cincuenta años, de los romanos... Yo también desearía conmover hasta las lágrimas a los que me oyen, cuando alguna vez cuente mis propias aventuras: cómo vi, por primera vez a los bárbaros como desconocidos; cómo los evité y tuve como infectos; cómo tuve que alabarlos como dominadores que eran...”. Cfr. J. ORLANDIS, Estudios de Historia eclesiástica visigoda, EUNSA, Pamplona 1998, pp. 15-23; Historia del reino visigodo español, Rialp, Madrid 1988; La España visigótica; Madrid 1977; Historia económica y social de la España visigoda, Madrid 1975. 362 ScrdeM SAN ILDEFONSO EN SU TIEMPO Corona votiva de Recesvinto (siglo VIII), del tesoro de Guarrazar. Museo Arqueológico Nacional. Madrid. (J. PIJOAN, Historia del arte, tomo 3, Salvat editores, Barcelona 1970, p. 168). cedía este territorio mediante un pacto. Años después comenzó la invasión de los visigodos, que continuó en los años sucesivos, sobre todo cuando Clodoveo destruyó el reino visigodo de Toulouse: el año 507 en la batalla de Vouillé se decidió la suerte de las Galias; en ella Clodoveo resultó vencedor, Alarico fue derrotado y muerto, y con él desapareció el reino visigodo de Tolosa. Con la destrucción del reino tolosano se abre un nuevo capítulo en la historia del reino visigodo, que se prolonga durante dos centurias y se ScrdeM 363 PRIMITIVO TINEO denomina con frecuencia “reino toledano”, porque desde la segunda mitad del siglo VI fue Toledo su capital. Durante toda la época de monarquía católica fue la capital del reino, la residencia del rey y de la Corte11. La invasión de los visigodos tampoco estuvo exenta de violencias, y poco a poco se fueron adueñando de la Península: expulsan a los vándalos y absorben a los alanos12. Una vez asentados en la meseta castellana, y dueños absolutos del territorio, los visigodos vivieron al principio en el campo, dedicados a sus trabajos agrícolas, sin fusionarse con el elemento hispanorromano mientras mantuvieron su fe arriana, que les separaba de la confesión católica que profesaban los nativos. Los dos pueblos, hispanorromano y visigodo, no se fusionaron hasta el año 589, que marca la división del dominio visigodo en dos períodos: el primero ocupa todo el siglo VI, en el que siguen aferrados a su arrianismo; el segundo comienza en el 589, cuando, una vez conseguida la conversión al catolicismo con Recaredo, se consigue la compenetración de los dos pueblos. Hubo, sin embargo, dificultades para la convivencia entre los visigodos y los católicos de la Galia. Un acuerdo pasajero se produjo con el matrimonio del rey visigodo Amalarico con la hija de Clodoveo, Clotilde, que era católica. Pero al chocar el arrianismo fanático de Amalarico con la enérgica conducta de Clotilde, católica y maltratada por su marido, pidió ayuda a sus vecinos. Se declaró la guerra entre francos y visigodos, en la que fue 11. Sobre Toledo ciudad durante el período en que fue la capital del reino visigodo, cfr. J. M. LACARRA, Panorama de la historia urbana en la Península Ibérica desde el siglo V al X, en Problema Della città nell’Alto Medioevo, Spoleto 1959, p. 339. 12. W. REINHART, “Sobre el asentamiento de los visigodos en la Península”, Arch. Español de Arqueología 59 (1945), pp. 124-139. San Agustín, en La Ciudad de Dios, I, p. 1, los considera providenciales y con una visión piadosa de los ejércitos visigodos nos da su visión providencial de la historia. Compara el saqueo de Roma con la conducta posterior: “De entre los cuales, unos, enmendando el yerro de su impiedad, llegan a ser buenos ciudadanos... ¿O es que son enemigos de los cristianos aquellos mismos romanos a quienes los bárbaros, por respeto a Cristo, perdonaron la vida? Testigo son de esto las capillas de los mártires y las basílicas de los apóstoles, que en aquella destrucción de la Urbe acogieron a cuantos en ellas se refugiaron, tanto suyos como ajenos. Hasta allí llegaba la furia encarnizada del enemigo; allí ponía fin el exterminador a su saña; allí llevaban los misericordiosos enemigos a quienes habían perdonado la vida fuera de aquellos lugares para que no cayesen en manos de los que no tenían tal misericordia. Aun estos mismos que en las demás partes eran inhumanos y causaban estragos a fuer de enemigos, en llegando a aquellos lugares donde por derecho de guerra les estaba permitido en otras partes, refrenaban toda la furia de su espada y se deshacía su codicia de cautivar...”. 364 ScrdeM SAN ILDEFONSO EN SU TIEMPO derrotado el monarca visigodo que fue asesinado después por sus soldados. Narbona, capital hasta entonces de los visigodos, pasó al dominio franco. La cultura y civilización romana superaba a la de los nuevos pueblos, y por ello la intentaron imitar y asimilar13, aunque la intención inicial fuera destructora. La Iglesia durante el siglo VI gozó de relativa tranquilidad. Prueba de ello son los concilios que se celebran bajo la regencia de Teodorico, como el de Tarragona, en el 516, donde se reúnen diez obispos, o el de Gerona del año siguiente con siete obispos participantes. En uno y otro se legisla sobre las visitas pastorales, la administración de los sacramentos, la celebración de las letanías, etc. En el 527 –aunque la fecha más probable es el 531–, bajo Amalarico, se celebró el segundo concilio de Toledo, que legisla ampliamente sobre la educación clerical, la disciplina del clero, el patrimonio de la Iglesia, así como las normas a seguir en el matrimonio de los católicos Todo ello indica que la Iglesia vive con cierta tranquilidad y paz, lo que le permite legislar para su vida interior14. Los visigodos y el arrianismo La mayor parte de estas realizaciones se suceden durante el reinado de Amalarico, cuya oposición al catolicismo se manifestó especialmente en la conducta que tuvo con su esposa Clotilde. 13. P. OROSIO, Historiarum adversus paganos, CSEL, 18, 151-157. Reglas monásticas de la España visigoda (san Leandro, san Fructuoso, Los tres libros de las san Isidoro), ed. Bilingüe por J. CAMPOS e I. ROCA, BAC, nº 321, Madrid 1948. Las pretensiones iniciales eran de borrar la huella romana, pero advirtieron la superioridad de la cultura romana. Refiere de un militar, amigo de Ataulfo, “que al principio lo que había deseado ardientemente era borrar el nombre romano y que todo el territorio romano se convirtiese y fuese imperio de los godos... Pero habiendo comprobado ampliamente que los godos no podían en absoluto obedecer las leyes por su desenfrenada barbarie..., al final había preferido tener la gloria de restituir en su integridad y aumentar con el vigor de los godos el nombre romano y que la posteridad le considerase como el restaurador de Roma”. Cfr. Historiarun adversus paganos, ibidem, VII, 43, 4-5. 14. J. VIVES - T. MARÍN - G. MARTÍNEZ, Concilios visigóticos e hispano-romanos, Barcelona-Madrid 1963, ed. bilingüe. Concilio II de Toledo del 527, pp. 42-43; el de 516 de Tarragona, pp. 3438; el de Gerona del 517, pp. 38-41; J. ORLANDIS - D. RAMOS LISSÓN, Historia de los concilios de la España romana y visigoda, EUNSA, Pamplona 1986; Concilio de Tarragona del 516, pp. 102-109; el de Gerona del 517, pp. 109-114; el II de Toledo, que fecha en 531, pp. 114-120. Con buen criterio defiende que la fecha de celebración no fue el 527, sino el 531, cfr. p. 114. ScrdeM 365 PRIMITIVO TINEO Hay que tener también en cuenta las circunstancias por las que atraviesa en estos años la corte visigoda. Terminada la estancia en Narbona, se trasladó a Barcelona y después a Sevilla hasta que con Atanagildo se establece finalmente en Toledo. Durante el siglo VI, sobre todo en la segunda parte, la religión oficial arriana lucha para imponerse en España, fomenta su actividad y se hace más combativa. Intenta unificar en su credo a todo el reino. Prueba de ello es la propagación que se hace de la Biblia de Ulfilas, de los textos bilingües de los evangelios y epístolas. Al mismo tiempo hay que tener en cuenta el papel que jugaba la educación religiosa en el pueblo godo. Hay enfrentamientos entre el clero godo y el clero católico, en los que se pone de manifiesto la mejor formación del clero católico. En la educación y preparación de la parte católica una importancia importante y primordial corresponde a las escuelas y centros culturales, a pesar de que su actividad está con frecuencia coartada y obstaculizada15. Defensa católica y antiarrianismo La superioridad cultural y doctrinal se pone de manifiesto en la defensa de la fe, en la argumentación que se propone y en los personajes que la ejercitan. La mayoría de estas personas se han formado en ambientes bizantinos y tienen un influjo poderoso sobre el pueblo visigodo-arriano durante la segunda mitad del siglo VI, y se puede afirmar la influencia bizantina en España, traspasando sus dominios16. 15. Riché describe esta superioridad y el ambiente en el que se desarrolla, cfr. P. RICHÉ, Éducation et culture dans l´Occident babare VIe-VIIIe siècle, París 1962, p. 320: “La cultura religiosa de los clérigos españoles desde la mitad del siglo VI al primer tercio del siglo VII alcanza su pleno desarrollo... A la mitad del siglo VI, la cultura eclesiástica de España... es superior a la de otra Iglesia de Occidente. Pero el arrianismo no se amilana. Al contrario, los reyes querían lograr la unidad política del reino mediante la unidad religiosa y deseaban la abjuración de los clérigos católicos”. 16. El elenco de personajes sería muy extenso. Los griegos Pablo y Fidel, obispos de Mérida, Juan de Bíclaro estudia en Constantinopla; en el norte de Portugal se habían instalado los orientales, y también en la zona levantina; cfr. J. CAMPOS, Juan de Bíclaro, obispo de Gerona, su vida y su obra, texto crítico comentario, Salamanca 1960. 366 ScrdeM SAN ILDEFONSO EN SU TIEMPO Santuario de santa María de Quintanilla de las Viñas (Burgos). Friso exterior. (J. PIJOAN, Historia del arte, Salvat editores, Barcelona 1970, tomo 3, p. 173). ScrdeM 367 PRIMITIVO TINEO Poco a poco el pueblo visigodo se ve rodeado de pueblos que se convierten al catolicismo. Se puede decir que se halla asediado por todas partes. A mediados de siglo los suevos se convierten al catolicismo y los bizantinos de levante, que constituyen un foco de irradiación religiosa, ejercen su influencia teológica sobre el vecino reino visigodo. En el norte reinan los católicos francos; el Este está dominado por los bizantinos católicos, y por el Oeste los suevos estrenan su conversión al catolicismo. También en su interior surgen personajes y voces en defensa de la ortodoxia. Escriben contra las predicaciones arrianas, y contra las apostasías católicas para profesar de fe arriana. Leovigildo, que se empeña en conseguir la unidad de hisparromanos y visigodos, bajo la profesión del credo arriano, se encuentra con la oposición de Juan de Bíclaro y Masona de Mérida17. Los escritos consolidan la fe ortodoxa, muchos de sus autores han sido formados en el antiarrianismo y erradicarían la herejía oficial. Leovigildo y Hermenegildo El problema que llevaba consigo la diversidad religiosa flotaba en el ambiente y persistió larvado durante la segunda mitad del siglo VI, y se manifestó abiertamente y con virulencia en la década del 580 al 590, cuando Liuva asoció al reino visigodo a Leovigildo. Liuva muere en el 572 y entonces Leovigildo ciñe él solo la corona de la monarquía desde el 572 al 586. Fue un monarca enérgico, atraído por el fasto imperial romano, y vivió en continua actividad bélica, preocupado por asegurar y ensanchar las fronteras de su reino. Por eso luchó con suevos, francos y bizantinos. También tuvo que hacer frente a rebeliones internas, castigadas con mano dura y a veces con crueldad. Cuando se estableció como único soberano, asoció en el gobierno a sus dos hijos, Hermenegildo y Recaredo, con la intención de que alguno de ellos le sucediera en el trono. Pero las circunstancias personales y matrimoniales 17. Notables son algunos de los más conocidos: Justo de Urgell, el abad Donato, que viene de África y funda el monasterio servitano, foco de espiritualidad católica, Apringio, de Beja, Justiniano de Valencia, Juan de Bíclaro y Masona de Mérida, Severo de Málaga, que escribe contra la defección del obispo de Zaragoza, Vicente, que se pasó al arrianismo más por medrar que por razones teológicas. 368 ScrdeM SAN ILDEFONSO EN SU TIEMPO influyeron fuertemente en su persona y en el gobierno. Leovigildo se casó en segundas nupcias con la viuda del rey godo Atanagildo. La esposa se llamaba Godsuinta y llevaba dentro de sí un enorme deseo de venganza contra todo lo católico, debido a un suceso familiar. Una de sus hijas, nacidas del primer matrimonio, se había casado con el rey franco Luilperico de Rouen, católico, había sido asesinada por orden de su marido en el lecho conyugal. El hecho de que un rey católico como Luilperico hubiera dado muerte a su hija dejó en ella tanta amargura y deseos de venganza, que pronto se notarían sus consecuencias, a veces también sangrientas. El año 579 Hermenegildo, primogénito de Leovigildo, se casó con la princesa franca Ingunde, hermana del rey de Australia, Childerico II y nieta de Atanagildo y Godsuinta, en cuyo matrimonio jugaron un papel importante los móviles políticos. Todo apuntaba a felicidad y tranquilidad, pues los visigodos contarían en Australia con el rey franco como amigo, y al mismo tiempo Ingunde en su matrimonio reinaría en España en una época de esplendor. Pero los cálculos fallaron desde los primeros momentos, principalmente porque Ingunde era católica y los componentes de la familia y corte real eran arrianos. Entre los componentes, Godsuinta, que gozaba de una poderosa influencia, y albergaba también un odio cuajado de venganza. Intentó por diversos medios, primero con ternuras de abuela, y después con amenazas de reina violenta, que Ingunde abjurase del catolicismo y recibiera el bautismo arriano. La atmósfera palatina se hacía irrespirable, sobre todo para Hermenegildo, que amaba y admiraba a su esposa. Para evitar que escenas violentas y poco gratas transcendieran al pueblo, integrado en su mayoría por hispanorromanos católicos, se tomó la decisión de trasladar al nuevo matrimonio a Sevilla. Era un territorio fronterizo con el ocupado por los bizantinos y necesitaba un representante del rey de confianza y que diera seguridad. Con ello se conseguía también que el matrimonio viviera en paz, no les molestarían las medidas persecutorias de Leovigildo contra los católicos, y se pensaba que la firmeza inicial de Ingunde se debilitaría18. 18. No son muy precisos los poderes y categoría del gobierno de Hermenegildo en Sevilla. Es muy probable que se tratara del gobierno de aquella provincia como un representante regio, no como rey o soberano independiente. Cfr. L. VÁZQUEZ DE PARGA, San Hermernegildo ante las fuentes, Madrid 1973; J. F. RIVERA RECIO, San Hermenegildo, BAC, Madrid 1969. ScrdeM 369 PRIMITIVO TINEO Mientras Hermenegildo se encuentra en Sevilla, su padre incrementa las medidas político-religiosas para unificar en el arrianismo a todos sus súbditos y lograr así una fusión de godos e hispanorromanos, ya que la diferencia religiosa y de credo era el mayor obstáculo para conseguirla. Para facilitar el paso de los católicos a la apostasía, los obispos arrianos, en una reunión celebrada en Toledo, reconocieron como válido el bautismo recibido en el catolicismo. Solamente se exigía a los conversos aceptar una fórmula antitrinitaria acorde con su credo19. El empeño por imponer el credo arriano no se quedó sólo en facilidades y medidas disuasorias, sino que se pasó con frecuencia a persecuciones, expropiaciones, castigos corporales y encarcelamientos. La persecución estuvo instigada y fomentada por la reina20. Es diferente el ambiente y las circunstancias en la Bética, pues coincide con un período de paz, en una corte sin discordias. Por ello Ingunde pudo profesar su catolicismo y gozar con el nacimiento de su hijo, Atanagildo. Pero hay otros hechos que ayudan a vivir el catolicismo. San Leandro gobierna la metrópoli de Sevilla. El trato asiduo del príncipe con el obispo y las recomendaciones de Ingunde hicieron posible la instrucción de Hermenegildo en la profesión cristiana de la fe y su conversión: abjuró del arrianismo y se bautizó en la Iglesia católica. Para conseguir la unidad nacional y religiosa poniendo como factor unificador el arrianismo, Leovigildo había desencadenado la persecución contra los católicos, pero en vez de fomentar la unión había hecho más profunda la separación. En el tiempo que llevaban dominando en España, los visigodos no habían conseguido su propia tranquilidad política interior, porque seguían siendo considerados por los hispanorromanos como pueblo invasor, que quiere dominar al resto. 19. La facilidad para aceptar el credo arriano tuvo sus efectos y hubo defecciones. Ya se ha mencionado al obispo de Zaragoza, Vicente, que se pasó al arrianismo. 20. Como en toda persecución, también en ésta se hizo patente la fortaleza y el temple de algunos prelados: obispos depuestos, iglesias y templos arrebatados, intentos de asesinato, destierros. Tuvieron que abandonar sus diócesis los obispos Leandro de Sevilla, Fulgencio de Écija y Frominio de Agde. San Isidoro resume la persecución diciendo que Leovigildo, rebosando fanatismo arriano, persiguió a los católicos, desterró a los obispos, se adueñó de los bienes eclesiásticos y abolió los derechos de la Iglesia. 370 ScrdeM SAN ILDEFONSO EN SU TIEMPO Además, durante el reinado de Leovigildo hay grandes focos de malestar interno, que se manifiestan en sublevaciones, las cuales el monarca reprime duramente21. La conversión de Hermenegildo produjo efectos diversos: en la corte toledana, disgusto y furia del monarca, avivado por la cólera anticatólica de Godsuinta y los fanáticos arrianos. Pero en la Bética produjo un efecto contrario: se agruparon en torno al gobernador de la provincia y lo consideraron como el defensor de los ideales religiosos y políticos. Por eso el duelo y el choque estallaron desde el primer momento. Estalló una situación violenta entre padre e hijo y tal vez Leovigildo impuso la vuelta al arrianismo abandonado y el retorno de Hermenegildo a Toledo; los dos mandatos fueron rechazados por Hermenegildo. Al partido bético se sumaron otras ciudades y otros pueblos que apoyaron también la insurrección, con lo que el príncipe sevillano se sintió animado a proclamarse rey22. Ante estos hechos Leovigildo tomó medidas inmediatas y decidió poner fin a las insumisiones, cortando el paso a los que podían ayudar a Hermenegildo, sobornando y luchando con su ejército. Conquistada Sevilla, Hermenegildo huyó a Córdoba, perseguido por el ejército de Leovigildo, y se acogió al derecho de asilo de una iglesia, hasta que finalmente se entregó a su padre quedando prisionero. Logró escapar de la cárcel, y fue nuevamente apresado y recluido en Tarragona. En esta prisión fue de nuevo instigado para que abjurase del catolicismo y abrazase el arrianismo, pero permaneció firme en su fe cristiana. El año 585 fue asesinado en el mismo calabozo al negarse a recibir la comunión pascual de manos de un obispo arriano23. Todo apuntaba a que aquí se acabaría la cuestión, pero tuvo un final inesperado. Al concluir el año 586 fallecía en Toledo el rey Leovigildo, recomendando a su hijo y sucesor, Recaredo, la conversión al catolicismo. 21. Los pueblos circundantes: vascones, cántabros, el litoral levantino, las regiones béticas de Sevilla y Córdoba, son motivos de sobresalto continuo para el monarca, porque hay núcleos disidentes que manifiestan su insumisión. 22. G. ANTOLÍN, Hermenegildo ante la crítica, “La Ciudad de Dios”, 56 (1901); R. ROCKEL, “¿Fue San Hermenegildo rebelde?”, Razón y Fe 7 (1903), 3. 23. El año 1585, al cumplirse el milenario del martirio de Hermenegildo, a petición de Felipe II, el Papa Sixto V insertaba su nombre en el Catálogo de los santos para celebrar su fiesta el 14 de abril. ScrdeM 371 PRIMITIVO TINEO La unidad católica Cronistas contemporáneos destacan en él la blandura y la magnanimidad de carácter y la lucha para defender sus territorios. El año 587 convocó una reunión de obispos arrianos y católicos para celebrar una disputa teológica. Quedó patente la superioridad de los católicos y la solidez de sus argumentos. Se convenció de la solidez del dogma trinitario católico y aceptó la religión católica24. A ello contribuyeron la superioridad intelectual y doctrinal de la jerarquía católica, la trágica muerte de Sisberto, el verdugo de Hermenegildo25, y el remordimiento de no cumplir la palabra dada a Hermenegildo de que, si se entregaba, su padre le perdonaría la vida. Su conversión sucedió en el año 587, a los diez meses de ocupar el trono visigodo26. A la conversión del rey siguieron otras conversiones de dignatarios godos, se revisó la legislación anticatólica, se revocaron las órdenes de destierros, se repararon las injusticias cometidas por su antecesor, se devolvieron iglesias y bienes27, entre ellas la catedral de Toledo en 587, y se fue creando un clima propicio para el gran acontecimiento del año 589. El concilio III de Toledo es un momento importante en la vida del pueblo y de la iglesia visigoda. El período visigodo-católico se inició el domingo 8 de mayo de 589, día de la apertura del Concilio III de Toledo. Duró algo más de 122 años, pues el final de este período puede fijarse en la batalla de Guadalete, probablemente el día 23 de julio del año 711. Para 24. GREGORIO DE TOURS, en su Historia Francorum, p. 9, la describe diciendo: “Recaredo rey, no siguiendo a su pérfido padre, sino a su hermano mártir, abjuró de la nefanda herejía arriana”; MGH, Scriptores rerum merovingicarum, I, 1 Gregorii Turonensis opera. Libri historiarum X, ed. B. Krusch et W. Levison, Hannover 19372. 25. JUAN DE BÍCLARO, Chronica, 1. 1, p. 96: “Sisbertus, interfector Hermenegildi, morte turpissima perimitur”. 26. La Chronica del Biclarense data la conversión de Recaredo, refiriéndose al acto de la adhesión pública a la Iglesia Catolica, en el décimo mes de su reinado, probablemente entre el 13 de enero y el 7 de marzo del año 587, Chronica, 286-287; J. ORLANDIS, El reino visigodo siglos VI y VII, Rascar, Madrid 1973; La Iglesia en la España visigótica y medieval, Pamplona 1976; Chronica mozarabica, MGH, AA., XI, 345. 27. JUAN DE BÍCLARO, Chronica, a. 586: “Reccaredus rex aliena a praedecessoribus directa et fisco sociata placabiliter restituit; ecclesiarum et monasteriorum conditor et ditator efficitur...”. 372 ScrdeM SAN ILDEFONSO EN SU TIEMPO Sarcófago empotrado en la fachada de la catedral de Tarragona. (J. PIJOAN, Historia del arte, Salvat editores, Barcelona 1970, tomo 3, p. 38). ese comienzo, el rey convocó al episcopado de ambos credos a una asamblea que se celebraría en Toledo, donde tendría lugar oficialmente la profesión de fe y la abjuración nacional del arrianismo. En la primavera del año 589 se reunieron en Toledo sesenta y dos obispos. La escena tiene su solemnidad y trascendencia. El rey, con su séquito, entró majestuosamente en la sala donde se encontraban reunidos los obispos y se dirigió a ellos para decirles que los había convocado para restablecer la disciplina eclesiástica. “Y como quiera que hace muchos años que la amenazadora herejía no permitía celebrar concilios en la Iglesia católica, Dios, a quien plugo extirpar la citada herejía por nuestra mano, nos amonestó a restaurar las instituciones eclesiásticas conforme a las antiguas costumbres”28. El motivo del gozo para todos era que durante mucho tiempo España había padecido bajo el error arriano y que no mucho después de la muerte de su padre él se había unido a la santa fe católica. A continuación el 28. J. VIVES - T. MARÍN - G. MARTÍNEZ, Concilios visigóticos e hispano-romanos, Ed. Bilingüe, Barcelona-Madrid 1963. El Concilio III de Toledo, pp. 107-149; J. ORLANDIS D. RAMOS-LISSÓN, Historia de los concilios de la España romana y visigoda, EUNSA, Pamplona 1986. El concilio III de Toledo, pp. 197-226; J. HILLGART, “La conversión de los visigodos. Notas críticas”, Analecta Sacra Tarraconensia 34 (1961), pp. 21-46. ScrdeM 373 PRIMITIVO TINEO monarca entregó un pliego con el orden de las cosas que se debían tratar: la precisa y ortodoxa profesión de fe trinitaria, rechazando a Arrio, a todos sus seguidores y los concilios celebrados por ellos; se ensalza la fe de Nicea y Calcedonia, para terminar proclamando y suscribiendo las actas de este concilio III de Toledo: “Yo, Recaredo rey, reteniendo de todo corazón y afirmando de palabra esta santa y verdadera confesión, la cual, idéntica en todo el orbe de la tierra, confiesa la Iglesia católica”. Después estampa su firma, y a continuación lo hace la reina Bado. Los asistentes respondieron con alabanzas a Dios y al monarca y con la profesión: “Gloria a Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo”. Interrogaron a los obispos y seguidores arrianos para que dijeran cuál era su fe, qué es lo que condenaban y rechazaban de ella. Siguió luego la condenación del arrianismo y la profesión individual de los obispos y próceres con un elenco enorme de anatemas a Arrio y a las ramificaciones de su doctrina. Todo lo anterior fue suscrito por obispos, presbíteros, diáconos y varones ilustres. A toda esta alegría puso fin la homilía pronunciada por san Leandro, una de las piezas oratorias más notables del período visigodo29. Toledo, capital del reino Al intentar hacernos cargo del ambiente que reina en la sociedad y el que respiró san Ildefonso hay que situarse en la vida, sobre todo religiosa, a comienzos del siglo VII, que arranca con un hecho trascendental para toda Hispania que es la conversión de los visigodos al catolicismo. Este hecho, y la unidad religiosa que de ahí se deduce constituye la raíz y la fuente del tenor de la vida religiosa, porque san Ildefonso nace a comienzos de siglo y vive hasta el año 667. Una vida que se inicia en el clima producido por el gran acontecimiento del concilio III de Toledo del año 589. 29. Puede verse el texto en J. VIVES, Concilios..., o. c. en nota 28. El Biclarense compara a Recaredo con Constantino y la fecha actual con el edicto de paz del 313, JUAN DE BÍCLARO, Chronica, 1 y 98. San Leandro se siente miembro del pueblo godo que desde aquel momento vivía en unidad nacional. Años más tarde san Isidoro compuso un maravilloso salmo de alabanza a España. 374 ScrdeM SAN ILDEFONSO EN SU TIEMPO Para nuestro propósito, podemos decir que el siglo comienza ese año de 589, aunque en realidad lo hace con el reinado de Recaredo. Porque la España visigodo-católica es la resultante de la profesión del Cristianismo católico que hacen los visigodos arrianos, que, en general, habían constituido el elemento germánico del reino. Ya hemos mencionado que Leovigildo, el último monarca arriano, había intentado conseguir la unidad religiosa. Trató de conseguirla sobre la base de un arrianismo un poco mitigado, con concesiones doctrinales, pero fracasó en su intento. Aconsejó a su sucesor que lo hiciera poniendo como base el catolicismo. Recaredo optó resueltamente por la fe católica como base para la unidad religiosa. Por tanto, la conversión personal de Recaredo se produjo con anterioridad a la celebración del concilio III de Toledo. Este siglo arranca de ahí más que de la fecha puramente cronológica En tiempos de Atanagildo, a mediados del siglo VI, la capital del reino visigodo se había trasladado desde Sevilla a Toledo, quizá por su posición geográfica central en la Península, pero Toledo era ciudad metropolitana, que desde el año 610 sucedió oficialmente a Cartagena en la capitalidad de la entera provincia cartaginense30. A medida que avanza el siglo VII, se afianza la preeminencia de Toledo por la celebración de concilios –allí se celebraron dieciocho– y por la progresiva elevación de la sede sobre las demás metrópolis. Pero no todo se desarrolla en paz y se considera ya conseguido. Muerto Recaredo († 601), le sucedió su hijo bastardo Liuva31, quien a los dos años de haber ocupado el trono fue asesinado por Viterico, que era enemigo del cambio operado por Recaredo y produjo un constante malestar en el reino. Se reproducía la historia de Juliano, el apóstata, intentando restaurar el 30. Toledo era un obispado desde finales del siglo III. La proclamación oficial de Toledo como metrópoli de la provincia eclesiástica cartaginense se hizo el año 610: por un decreto del rey Gundemaro y una constitución suscrita por quince obispos sufragáneos de la provincia, el 23 de octubre de ese mismo año; cfr. J. VIVES, Concilios..., o. c. en nota 28, pp. 403-409; J. ORLANDIS, La Celtiberia cristiano-visigoda, en Hispania y Zaragoza en la Antigüedad tardía, Zaragoza 1984, 143-159; J. F. RIVERA RECIO, “Encumbramiento de la sede toledana durante la dominación visigótica”, Hispania Sacra 8 (Madrid 1955), pp. 3-34. A comienzos del siglo VII varios prelados se habían distinguido ya en el gobierno del pueblo de Dios. 31. SAN ISIDORO DE SEVILLA, Historia gothorum: “...Liuva, ignobili matre progenitus, sed virtutis indole insignitus”. ScrdeM 375 PRIMITIVO TINEO paganismo, y ahora se propuso restaurar el arrianismo. Pero el morbo gálico –enfermedad frecuente en la dinastía visigoda– puso fin a su vida siendo asesinado por sus seguidores. Le sucedió Gundemaro, que se propuso acabar con la intentona de Cartagena de ser ella la sede metropolitana32, quedando Toledo como metropolitana indiscutida cuando la totalidad de la zona bizantina fue sometida al reino visigodo. Además del clima religioso y político en el que va a aparecer san Ildefonso, como condicionante del ambiente de su vida, hay que destacar también el ambiente cultural de su época. En la vida de san Ildefonso tiene una importancia particular. Al comenzar el siglo VII, Toledo se convierte en un gran centro cultural. Hasta que se logra la unidad religiosa, con la conversión de los visigodos al catolicismo, la diversidad religiosa constituye también una barrera cultural. Lograda la unidad y la fusión entre hisparromanos y visigodos, éstos se van olvidando de sus costumbres tribales y admiran el prestigio de la cultura latina. La convivencia fue venciendo la dificultad de la lengua y facilitando la apertura a la romanidad. El trato de los visigodos con el ostrogodo Teodorico influyó muchísimo en esta apertura. Los reyes hacen de mecenas y ellos mismos personalmente se ilustran, los visigodos en Francia favorecen la cultura clásica romana, se inculca una formación moral y un elemento importante de la educación gótica lo constituye la formación religiosa arriana, considerada como un patrimonio nacional33. Desde mediados del siglo VI los reyes admiran más la cultura romana y bajo el reinado de Leovigildo y de Recaredo, quizá por las continuas conversiones individuales, antes de la conversión masiva del 589, los jóvenes aristócratas son educados en la corte real y las grandes familias visigóticas imitan a los senadores, toman nombres romanos y se abren a la cultura literaria. También desde mediados del siglo VI los grandes obispos ilustrados pertenecen a familias góticas y han descubierto la pureza de la lengua latina. 32. J. F. RIVERA RECIO, “Encumbramiento de la sede toledana durante la dominación visigótica”, Hispania Sacra 8 (1955), pp. 9-19. 33. Con Eurico, poco conocedor del latín y arriano fanático, se ralentiza el intercambio cultural con sus vecinos. La cultura romana no se adentra fácilmente en los súbditos, porque se les facilita primordialmente una educación militar en una sociedad guerrera. 376 ScrdeM SAN ILDEFONSO EN SU TIEMPO Después de la conversión del 589, la producción literaria se concentra también en Toledo, en perjuicio de las zonas del litoral, se la reconoce como metrópoli y centro intelectual durante el siglo VII34. Hay otro elemento importante que influye en la sociedad hispanovisigótica cuando nace y durante la vida de san Ildefonso, y es el de la minoría judía. Los judíos nunca se fundieron con el conjunto de los pobladores y constituyeron siempre un rango particular. Afincados en España desde hacía bastante tiempo, conservaban celosamente su religión mosaica y la defendían con tenacidad35. La minoría judía fue tolerada durante el período de los reyes arrianos, pero algunas voces se alzaron –como el metropolitano de Mérida, Masona–, preocupados por el problema Sarcófago de Layos (Toledo). Museo Marés (Barcelona). (J. PIJOAN, Historia del arte, Salvat editores, Barcelona 1970, tomo 3, p. 38). 34. Es verdad que no todos los arrianos se convirtieron en el 589, pero la unidad general contribuye a la estabilidad y al vitalismo que los años pasados de luchas no les permitían: surgen exegetas, moralistas, poetas y escritores. San Isidoro tiene un papel importante en explicar la fe trinitaria. El período isidoriano es un momento privilegiado. Cfr. J. FONTAINE, Isidoro de Sèville et la culture classique dans l’Espagne wisigothique, París 1959; Conversión et Culture chez les wisigoths d’Espagne, “Settimane di Studio sul’alto medioevo”, Spoleto 1967. 35. Sobre la cuestión judía en España, cfr. J. AMADOR DE LOS RÍOS, Historia social, política y religiosa de los judíos de España y América, Madrid 1875, pp. 77, 110, 517 y 528. ScrdeM 377 PRIMITIVO TINEO que planteaba en España la presencia de una creencia tan opuesta a la cristiana. El concilio III de Toledo les puso cortapisas y Recaredo, a propuesta de los asistentes al concilio, ordenó: “Que no les esté permitido a los judíos tener esposas ni concubinas cristianas, ni comprar esclavos cristianos para usos propios, y, si de tales uniones nacieran hijos, condúzcaseles al bautismo...; y si algunos cristianos hubieran sido deshonrados por ellos, por los ritos judíos y circuncidados, vuelvan a la religión católica y otórgueseles la libertad sin pagar el precio”36. No fueron fáciles las conversiones, y –como dice san Isidoro– muchas de ellas fueron forzadas por la regia autoridad37. San Ildefonso: persona y vida San Ildefonso nace en Toledo hacia el año 607, en el seno de una familia visigótica38. El nacimiento tuvo lugar en el reinado de Viterico, que gobernó del 603 al 610. Tradicionalmente se ha creído que Viterico favoreció el arrianismo. No existen pruebas de ello, aunque es probable que el nuevo rey, aun siendo formalmente católico, conservara sus antiguas creencias. En todo caso, políticamente no era conveniente volver a la situación anterior al 589. No se sabe a ciencia cierta el grado de religiosidad de sus padres y en su familia, pero parece cierto que el mundo que vivió san Ildefonso en sus primeros años no era de una gran densidad religiosa. Cuando Gundemaro sucede a Viterico, al que había asesinado, las cosas cambiaron, ya que era hechura de los católicos y él mismo católico fervoroso, con lo que se creó una atmósfera más sinceramente religiosa. 36. Cfr. J. VIVES, Concilios..., o. c. en nota 28, p. 129. 37. SAN ISIDORO DE SEVILLA, Crónica, pp. 415-416; Historia Gothorum, p. 650. 38. Ante el silencio de las fuentes fidedignas se han formado muchas conjeturas acerca del lugar exacto, la residencia de sus padres, el abolengo, si sus padres eran católicos, etc.; cfr. J. MADOZ, “San Ildefonso de Toledo”, Estudios eclesiásticos 26 (1952), pp. 427-505; A. C. VEGA, “De patrología española. San Ildefonso de Toledo. Sus biografías y sus biógrafos y sus ‘Varones ilustres’”, BRAH, CLXV, 1, Madrid 1969, pp. 35-107; J. F. RIVERA RECIO, o. c. en nota 32; U. D. DEL VAL, artículo “Ildefonso de Toledo”, II, Madrid 1972, pp. 188-189. 378 ScrdeM SAN ILDEFONSO EN SU TIEMPO Es muy probable que recibiera el bautismo a los dos o tres años de edad39, acompañado de sus padres y padrinos, en el baptisterio de la ciudad, que era una dependencia aneja al templo pontifical y basílica de Santa María40. En su casa le enseñarían las nociones fundamentales y aprendería a leer y escribir, pues era una necesidad en las familias acomodadas, y continuaría su formación en escuelas episcopales o monásticas. Las escuelas de la Iglesia tenían una finalidad primordial: formar ministros aptos para el servicio del culto. Pero no se limitaban a la educación de los clérigos, sino que también educaban a seglares, que habían sido llevados allí por sus padres, y no serían ministros del culto. La formación recibida en la escuela episcopal les preparaba para desempeñar cargos civiles con dignidad y competencia. Hay otra institución análoga y paralela: las escuelas monacales. La escuela de los monasterios tenía una doble finalidad: iniciar a los recién ingresados en la vida espiritual, y en segundo lugar proporcionarles una instrucción necesaria para cumplir su cometido. San Isidoro dice que el monje “vive orando, leyendo y meditando”41. La pedagogía monacal se orientaba al aprendizaje de la lectura y la escritura, insistiendo en la comprensión de los textos. San Isidoro prevé para los más dotados tres horas de lectura al día. Éstas y otras orientaciones didácticas de san Isidoro 39. Hasta entrado el siglo VI el bautismo se administraba únicamente a los adultos, excepto el caso de los niños en peligro de muerte y si los padres lo solicitaban. Pero a medida que el número de cristianos fue aumentando se hizo menos exigente la norma de administrarlo sólo a los mayores, y el bautismo de los niños se convirtió en norma y costumbre ordinaria. Con ello desapareció el catecumenado. Se administraba en la solemne vigilia de Pascua de Resurrección, y en la fiesta de Pentecostés. Algunas comunidades cristianas habían manifestado su deseo de que no se redujera a estas dos solemnidades y se ampliara a otras fechas solemnes del año litúrgico. La ampliación fue negada por el papa Siricio a Himerio de Tarragona. No obstante la prohibición, se extendió la práctica y el ritual para la administración del bautismo tiene un formulario para celebrar el bautismo en cualquier tiempo. Cfr. SIRICIO PAPA, Epistola ad Himerium, PL 13, 1.137-1.138. 40. El mismo san Ildefonso nos hablará años después sobre el lugar y el misterio de la fuente bautismal. De cognitione baptismi, ed y trad. por J. CAMPOS, BAC 320, Madrid 1971. 41. SAN ISIDORO DE SEVILLA, De ecclesiasticis officiis, II, 16, 11; las obras de san Isidoro en MIGNE, Patrología Latina, pp. 81-84; el De viris illustribus, en la edición crítica de C. CODOÑER, ya citado. ScrdeM 379 PRIMITIVO TINEO ejercieron una gran influencia en el monasterio Agaliense, donde vivió san Ildefonso. Es interesante considerar los libros escritos –paganos y cristianos–, los códices utilizados y obras de los Santos Padres42. Dice san Isidoro que “la formación de los educandos corresponderá al que eligiere el abad; varón santo, sensato, grave por la edad, que sepa formar a los pequeños no sólo en la práctica de las letras, sino también con el ejemplo y magisterio de las virtudes”. La educación dada a través de los monasterios influye poderosamente en la cultura de este tiempo, y el siglo VI, y sobre todo el VII, fueron épocas de floración de monasterios; en este siglo se adoptaron reglas monásticas antiguas y se elaboraron otras reglas hispanas hechas por autores españoles43. En cuanto al régimen de vida, aun admitiendo influencia de otros países, “los monjes hispanos de la época visigótica tuvieron una fisonomía propia y autóctona, aunque no exenta de influjos externos. Por ello se podría hablar de la presencia de san Benito en Martín de Braga o en Isidoro de Sevilla”44. San Ildefonso llevó una vida regular durante muchos años de su existencia en el monasterio Agaliense45, en el que tanto influyeron las orientaciones pedagógicas y consejos de san Isidoro. No se debían 42. La biblioteca de san Isidoro era muy rica, tanto en autores profanos como religiosos; él hizo poner estos versos a la entrada de la misma: “En multos libros gestant scrinia nostra; qui cupis, ecce lege, si tua vota libent. Tolle hic segnitiem pone fastidia mentis; crede mihi, frater, doctior inde redis”. También sabemos la buena acogida que tuvieron en los monasterios visigodos las obras del papa Gregorio Magno, que a su vez había exaltado las glorias de la Iglesia hispano-visigoda. Su Regula Pastoralis fue muy leída. Cfr. GREGORIO MAGNO, Obras, BAC 170, Madrid 1958. 43. El Biclarense dice de Recaredo que fue “monasteriorum conditor et ditator”, J. BICLARENSIS, Chronica, a. 5; cfr. J. PÉREZ DE URBEL, Los monjes españoles en la Edad Media, Madrid 1945, II, p. 1. El mismo san Ildefonso en su De viris illustribus, c. 4, habla de Donato que llega a las cotas del Levante español. 44. L. ROBLES, Isidoro de Sevilla, escritor monástico, “Studia Silensia” 4 (Silos 1977), 44. Cfr. también J. CAMPOS - I. ROCA, Reglas monásticas de la España visigoda, ed. Bilingüe de las reglas de san Leandro, san Fructuoso y la Regla común. 45. Lo afirma el mismo san Ildefonso en De viris illustribus, c. 7: “Nam ad monasterium rediens nostrum illud agaliense, cuius me susceptio monachum tenuit...”; “Ad id sanctum monasterium... venit (Helladius) permansurus optabili usu. Ibi factus monachis pater... vitam monachorum rexit... Me ad monasterium rediens memoratum ultimo vitae suae tempore levitam fecit...”. 380 ScrdeM SAN ILDEFONSO EN SU TIEMPO Sarcófago de Leocadio. Entrega de la ley a Moisés. Museo de la Necrópolis Paleocristiana de Tarragona. (J. PIJOAN, Historia del arte, Salvat editores, Barcelona 1970, tomo 3, p. 39). ScrdeM 381 PRIMITIVO TINEO conformar con la instrucción rudimentaria, obligatoria para todos los monjes, sino que había otro grado superior para profundizar en las materias leídas. El abad alentaba a los monjes mejor dotados para que afinaran y aumentaran sus conocimientos, en orden a dominar el arte de la expresión literaria y la elocuencia, muy estimada en tiempos de san Ildefonso46. Al hablar del monasterio Agaliense, hay que mencionar a algunos personajes que tuvieron gran influencia en la vida de san Ildefonso. Hay que evocar la figura de Eladio, uno de los primeros abades, del que Ildefonso, su biógrafo, habla de él con el mismo entusiasmo que lo hace Sulpicio Severo de san Martín de Tours o Posidio de Calama de san Agustín. Eladio fue su modelo y a quien quería imitar. Fue abad del monasterio por espacio de unos veinte años, y probablemente durante su mandato como abad entró Ildefonso en el monasterio. Puso especial cuidado en formar a los monjes Justo y Eugenio, que desempeñarán papeles importantes en la iglesia de Toledo. Casi al borde de la vejez fue elevado a la dignidad de metropolitano de la Cartaginense. Su vida fue tan ejemplar como en el monasterio, y sólo rigió la diócesis durante tres años. Se había llevado del monasterio a los dos monjes que eran sus más amados discípulos, Justo y Eugenio. Y aquí arranca una sucesión de obispos agalienses. A Eladio le sucedió Justo, que era también agaliense, y muerto éste, otro agaliense, Eugenio, ocupó la sede toledana, continuando la sucesión monacal en el arzobispado. Los episodios eclesiásticos que se suceden en Toledo, muy amargos, significaron para Ildefonso lecciones provechosas que le curtieron para su labor de gobierno, y contrastaban con la paz del monasterio. El año 633 se convocó el IV Concilio de Toledo, acontecimiento que hacía cuarenta y cuatro años que no se celebraba. Presidió la asamblea san Isidoro, metropolitano de Sevilla. La asamblea tuvo lugar en día 5 de diciembre en la basílica de santa Leocadia y se tomaron decisiones 46. Además de los monjes más capacitados, que se consagraban al estudio, existía siempre un pequeño grupo de excelentes calígrafos, destinados a copiar los códices prestados por otros centros librarios o por personas particulares. Es ingente la obra llevada a cabo por los cenobios visigodos, porque día a día, con una labor paciente y concienzuda, los monjes acumularon para la posteridad una gran riqueza literaria; los monasterios fueron centros neurálgicos en la transmisión de la cultura. 382 ScrdeM SAN ILDEFONSO EN SU TIEMPO importantes encaminadas a establecer la unificación litúrgica en la Iglesia hispana. Con este motivo san Isidoro fue seguramente huésped del arzobispo Justo, y quizá en la residencia arzobispal trabó amistad con san Ildefonso, por quien su hermano de hábito, el arzobispo de Toledo, sentía estima y admiración47. El año 636 estuvo repleto de acontecimientos lúgubres: muere san Isidoro de Sevilla, lumbrera de su siglo y presidente del concilio IV; también en este año moría en Toledo el metropolitano Justo, y sólo diecinueve días después, a los cinco años de reinado, fallecía el rey Sisenando. Era necesario hacer dos elecciones: la del monarca, que debía verificarse entre los nobles, y la del metropolitano, que debían hacer los obispos coprovinciales, o según el uso seguido en España, por decisión regia. El elegido como rey fue Chintila. Para ocupar la sede metropolitana fue elegido otro monje agaliense, Eugenio, también discípulo de Eladio. El rey convocó un concilio en la basílica de santa Leocadia, que sería el V de Toledo48. A los dos años del concilio anterior, Chintila convocó, para el 9 de enero del 638, una nueva reunión conciliar, también en la iglesia de santa Leocadia. Muy probablemente el año 658, reinando ya Chindasvinto, falleció el metropolitano Eugenio, tras once años de pontificado. Las circunstancias no eran precisamente pacíficas para su provisión. Ya habían transcurrido más de treinta años desde que Ildefonso hiciera su profesión monacal en el monasterio agaliense. Los sucesos acaecidos en la iglesia toledana habían creado un clima e influido en su vida, creando unas experiencias y unas orientaciones. Era imposible prescindir de todo ello. Casi once años duró el pontificado del metropolitano Eugenio I. Al caer gravemente enfermo, es posible que en el rey y en algunos obispos sufragáneos se presentara con viveza la conveniencia de tomar medidas 47. Los acontecimientos vividos en estos últimos años, y la necesidad de transmitirlos para perpetuarlos, impulsaron a san Ildefonso a escribir las biografías de los principales personajes de su tiempo, De viris illustribus, ed., crítica y trad. por C. CODOÑER, Salamanca 1972. 48. Para ver lo legislado en cada uno de ellos, cfr. J. VIVES, Concilios..., o. c. en nota 28, el V, pp. 226-232; y el VI de Toledo, pp. 233-248. A partir de este concilio VI adquiere gran importancia san Braulio de Zaragoza. J. MADOZ, Epistolario de San Braulio de Zaragoza, Madrid 1941; C. H. LYNCH - P. GALINDO, San Braulio, obispo de Zaragoza (631-651). Su vida y sus obras, Madrid 1950. ScrdeM 383 PRIMITIVO TINEO eficaces para evitar las perturbaciones y molestias que se habían originado en el pasado cuando había que proveer la sede toledana. Quizá obispos y nobles aconsejaron al rey, para aplacar contiendas entre seculares y regulares, que se pensara en Eugenio para ocupar la sede de Toledo. Eugenio –que se llamará Eugenio II49– había abandonado su ciudad natal para abrazar la vida religiosa en Zaragoza, y se incorporó a la comunidad monástica adscrita al servicio de Santa Engracia. San Braulio, al ser nombrado obispo de Zaragoza lo escogió como arcediano50. El rey escribió a Eugenio y le ordenó venir a Toledo. Nos consta el disgusto de san Braulio, que escribió a Chindasvinto rogándole con una súplica conmovida que no apartara de su lado al arcediano Eugenio, compadeciéndose así de su ancianidad y de sus achaques51. La afligida súplica de Braulio ponía de relieve la valía de Eugenio, y confirmó al rey en su decisión; escribió a san Braulio diciéndole que era necesario que lo cediese para obispo de Toledo52. Ante las insistencias del rey, Eugenio abandonó Zaragoza y regresó a Toledo para ser consagrado 49. El Eugenio II de los autores visigodos es III para los hagiógrafos hispanos posteriores a 1148, a consecuencia de un erróneo desdoblamiento producido por la Passio sancti Eugenii del siglo IX basada en la Vita sancti Dyonisii de Hilduino. 50. Es quizá el más completo y fecundo versificador de la época visigoda. Muy preocupado por sus propias limitaciones, y por la cercanía de la vejez y de la muerte. En cuanto a su actividad literaria, escribió libros de teología, epístolas y poemas. Entre su poesía, destaca el Libellus diversi carminis metro (Libro de poesías diversas). Una de sus composiciones habla de san Ildefonso, aunque no ha llegado hasta nuestros días. Otra, titulada Lamentum de adventu propriae senectutis (Lamento por la llegada de mi propia vejez) trata el tema de la vejez, el paso del tiempo y la implacabilidad de la muerte. Asimismo, Eugenio enseñó Gramática y Sagrada Escritura. 51. La carta al rey está redactada en términos patéticos: “Dígnate considerar el estado en que voy a quedarme: afligido, desamparado, sin remedio, consuelo ni consejo; estoy oprimido por la enfermedad y con la vida tan llena de amargura, que es preferible la muerte a seguir viviendo así; la compañía de Eugenio, mi arcediano y vuestro siervo, había sido el único sostén de mi precaria existencia... Al conocer vuestro mandato, arrancase la mitad del alma y me he quedado perplejo, sin saber qué podré hacer a mi edad, casi ciego, desvalido, sin dominio de mis facultades. Insisto, por tanto, que no le separes de mí... No sé lo que ahí podrá hacer, lo cierto es que su ida de aquí arruinará la obra ingente que pesaba sobre sus hombros, puesto que en la actualidad yo nada valgo y él es apto para todo...”. Cfr. SAN BRAULIO DE ZARAGOZA, Epistolario, ep. 31, ed. J. MADOZ, o. c., en nota 38, pp. 151-154. 52. Ibidem, p. 155. 384 ScrdeM SAN ILDEFONSO EN SU TIEMPO metropolitano de la provincia eclesiástica. Este nombramiento fue un duro golpe a las banderías clericales, que ya duraban mucho tiempo53, sobre todo durante los tres pontificados inmediatamente anteriores. Juan de Toledo nos dice que Ildefonso fue nombrado abad del monasterio Agaliense54, a quien correspondía como abad aplicar la regla que debía observarse en la comunidad. Desde su profesión religiosa habían transcurrido muchos años, y en plena madurez puso de manifiesto sus cualidades con el vigor y la fuerza que le dio su oratoria, en la que destacó especialmente. Julián de Toledo afirma también que sobresalía por el temor de Dios, compasivo con los necesitados, prudente en la guarda de secretos, distinguido por su honestidad, excelso por su sabiduría y brillante en la polémica55. Consagrado Eugenio II como metropolitano de la provincia cartaginense, se dedicó en primer lugar a la preparación del concilio VII de Toledo. El concilio se reunió el día 18 de octubre del año 64656 condenando a los tránsfugas desertores, tanto clérigos como laicos, y dando otros cánones de menor importancia. El concilio VII fue uno de los cuatro que se celebraron en Toledo durante el pontificado de Eugenio II. Unos años después, en el 653, se celebraba el concilio VIII de Toledo, en el reinado de Recesvinto. Tuvo como sede la iglesia o basílica “Pretoriense” 53. Cfr. C. CODOÑER, El “De viris illustribus” de Ildefonso de Toledo, Salamanca 1972, p. 57. 54. JULIÁN DE TOLEDO, Elogium Ildephonsi: “Rector deinde effectus agaliensi coenobii monachorum...”. 55. Ibidem. “Ildephonsus memoria sui temporis clarus et irriguis eloquentiae fluminibus exornans saecula aetatis nostrae... Fuit denique timoris Dei istantia praeditus, compunctione profusus, incessu gravis, patientia singularis, secreti tacitus, sapientia summus, disserendi ingenio clarus, eloquendi facultate praecipuus, lingua et flumine copiosus, tantoque eloquentiae cothurno celeber habitus...”. La oratoria llevaba consigo muchos otros conocimientos, entre sus exigencias estaban las frecuentes lecturas. En el monasterio también ejerció una gran influencia la obra de Isidoro, y se nota así mismo en san Ildefonso; puede verse en su tratado De virginitate perpetua sanctae Mariae contra tres infideles, cfr. V. BLANCO GARCÍA, ed. Crítica y trad. del Libellus de perpetua virginitate, o. c., p. 73; Crónica mozárabe del 754, PL 96, 1.260 B; quien más pondera estas cualidades es el Arcipreste de Talavera, que traduce la obra De virginitate y da a conocer la biografía de Ildefonso a sus contemporáneos: J. MADOZ, San Ildefonso de Toledo a través de la pluma del Arcipreste de Talavera, Madrid 1943. 56. J. VIVES; Concilios..., o. c. en nota 28; el concilio VII de Toledo, pp. 249-259; el VIII, pp. 260-296. J. ORLANDIS - D. RAMOS-LISSÓN, Historia..., o. c. en nota 28; el concilio VII de Toledo, pp. 330-334; el VIII, pp. 335-355. ScrdeM 385 PRIMITIVO TINEO de los santos Apóstoles Pedro y Pablo, en la que se reunirían desde ahora bastantes concilios. Trajo consigo otras novedades, que afectan a la estructura conciliar, como la de que suscribieran las actas los abades y magnates palatinos, que se convierten en miembros del sínodo. Entre los abades se lee la firma de Ildefonso, pues en calidad de abad había intervenido con sus extraordinarias dotes oratorias. También a este concilio presentó Recesvinto el “Tomo” regio, extenso y denso de contenido: planteaba al concilio un problema de máxima actualidad en aquella hora: la actitud ante las consecuencias de la ley de Chindasvinto contra los enemigos de la patria. La asamblea trató también y redactó un documento denominado “Decretum iudicii universales”57, sobre el destino de los bienes confiscados por Chindasvinto y de otras propiedades que habían sido injustamente adquiridas por este monarca. También promulgó varios cánones disciplinares referentes a la vida de los clérigos, la simonía y a la guarda del celibato. Bajo el reinado de Recesvinto se convocó también el concilio IX de Toledo, celebrado en la basílica de Santa María y que pertenece a la categoría de concilios provinciales. Según la disciplina hispana, éstos debían celebrarse anualmente en todas las provincias eclesiásticas58. Se celebró en noviembre del año 655. La asamblea tuvo un carácter preferentemente económico-administrativo y por eso predominan las cuestiones relacionadas con el régimen jurídico del patrimonio eclesiástico, dando normas que ya se habían reglamentado en concilios anteriores59. Se comunicó a los obispos la fecha de la Pascua y se anunció la fecha del próximo concilio, para celebrarlo también en Toledo el 1 de noviembre del siguiente año 656. Por los años en que se celebraba el concilio IX de Toledo, Eugenio II se encontraba ocupado en la redacción de su De Trinitate, que lo quería 57. J. VIVES, Concilios..., o. c. en nota 28, pp. 289-293: Decretum iudicii universalis editum in nomine principis. 58. La tradición manuscrita ha incluido el IX y el XI en la numeración de los concilios toledanos, junto a los nacionales, a pesar de que fueron sólo provinciales de la Cartaginense. 59. J. VIVES, Concilios..., o. c. en nota 28, pp. 297-307; J. ORLANDIS - D. RAMOS-LISSÓN, Historia..., o. c. en nota 28, pp. 355-361; G. MARTÍNEZ DÍEZ, El patrimonio eclesiástico en la España visigoda, Comillas 1959. 386 ScrdeM SAN ILDEFONSO EN SU TIEMPO destinar a África por las disputas que habían surgido entre nestorianos y monofisitas60. A pesar del decreto del emperador Heraclio, los ánimos no se aplacaron hasta el 681 en que se acabó la discusión con el concilio de Constantinopla, zanjando definitivamente la cuestión después de cincuenta años de enconadas reyertas. A pesar de su quebrantada salud, Eugenio II consideró conveniente celebrar otro concilio el año 656, con un mes de retraso sobre la fecha que había fijado el IX concilio de Toledo, y fue un concilio general, quizá por la novedad importante que se iba a introducir en el calendario litúrgico. El 1 de diciembre tuvo lugar la sesión inaugural. El metropolitano mantuvo, sin duda, frecuentes conversaciones con Ildefonso para acordar el temario que se propondría a la asamblea. En esas reuniones previas se debatió la manera de acabar con el desorden existente en la celebración anual de la solemnidad de Santa María, que no se celebraba el mismo día en las distintas localidades. Por estos años, además, san Ildefonso escribió su tratado De virginitate perpetua S. Mariae61. Un año antes se había decretado la celebración, en una misma fecha para toda la Iglesia española, de una gran fiesta mariana, la de la Madre del Señor. Como la fiesta de la Anunciación coincidiría con el rigor litúrgico de la cuaresma o con las alegrías de la resurrección, se discutió sobre la fijación de una fecha 60. SAN ILDEFONSO DE TOLEDO, De viris illustribus: “Escribió (Eugenio) un pequeño tratado sobre la santísima Trinidad, de estilo claro y transparente por la verdad del contenido; hubiera podido ser enviado rápidamente a las zonas de Libia y Oriente, si los mares, embravecidos por las tormentas, no hubiesen hecho diferir el viaje, inseguro para los aterrorizados viajeros”. San Ildefonso sigue diciendo de Eugenio que siguió redactando en prosa y en verso. En sus composiciones deja ver su maltrecha salud y vislumbra en otro poema el horizonte sombrío que se cierne sobre su edad madura. Alterna sus achaques con la composición de versos, recogidos después en ediciones, cfr. F. A. DE LORENZANA, SS. PP. Toletanorum... opera, I. 61. Existen modernas ediciones de las principales obras de san Ildefonso, y especialmente de ésta sobre la virginidad de María; V. BLANCO - J. CAMPOS, San Ildefonso de Toledo: La virginidad perpetua de Santa María, El conocimiento del bautismo, El camino del desierto, ed. crítica bilingüe, Madrid 1971. El tema de María en la liturgia visigótica ha merecido una consideración especial en la mariología, cfr. J. IBÁÑEZ - F. MENDOZA, María en la Liturgia hispana, Pamplona 1975; G. GIRONÉS, La Virgen María en la liturgia mozárabe, “Anales del Seminario de Valencia” (1964), pp. 1-163; B. JIMÉNEZ DUQUE, La espiritualidad romano-visigoda y mozárabe, Madrid 1977, pp. 188-195. ScrdeM 387 PRIMITIVO TINEO que fuera observada en toda España. Las Actas indican el acuerdo tomado y las razones del mismo: el concilio decidió que ocho días antes de la Natividad del Hijo –el 18 de diciembre– se celebrara la solemnidad de la Madre del Señor, y la Virgen fuera honrada por todos en el mismo día62. La legislación restante que promulgó el concilio es de carácter disciplinar y se refería a diversas clases de personas, no a la generalidad de los fieles. San Ildefonso, obispo de Toledo y metropolitano de la Cartaginense Cargado de méritos y de achaques, falleció Eugenio II en el otoño del 657. En épocas pasadas la sede vacante de Toledo había sido controvertida, pero el foco de la perturbación había desaparecido con la intervención de Chindasvinto al elegir a Eugenio para la sede toledana. Muerto Eugenio II, el prestigio que había alcanzado el abad agaliense hizo que todos se fijaran en él como único candidato para ocupar la sede vacante. Y en diciembre del 657 Ildefonso sucede a Eugenio en la cátedra episcopal toledana. Desde comienzos del siglo VII, las normas para la elección episcopal sufren en España ciertas modificaciones debido a la influencia del monarca. A medida que se hace más decisiva la intervención real, disminuye el papel electoral del clero y del pueblo. El concilio IV había legislado sobre la elección y cualidades 62. J. VIVES, Concilios..., o. c. en nota 28, pp. 308-324. Can. 1: De celebritate festivitatis Dominicae Matris. La fiesta del 18 de diciembre figuró en los calendarios litúrgicos hispanos como Dies Sanctae Mariae virginis. Al término del concilio se mandó desalojar el recinto a los que no fueran obispos o representantes suyos. Las Actas del concilio X incluyen, a modo de apéndice, dos decretos de los padres sobre hechos actuales El primero fue la renuncia del metropolitano de Galicia, Potamio de Braga, por un grave pecado carnal; por su propia iniciativa ya se había recluido en una celda a hacer penitencia. El concilio sancionó la remoción de Potamio y nombró a Fructuoso metropolitano de Galicia. El segundo documento del que tuvo conocimiento el concilio fue el testamento del fallecido obispo Ricimiro de Dumio, quien regaló a los pobres la casi totalidad de los bienes diocesanos, ocasionando grave deterioro al patrimonio eclesiástico. Se acordó anular el testamento en lo que afectaba a los daños inferidos a los bienes de la diócesis. cfr. J. VIVES, Concilios..., o. c. en nota 28, pp. 319-322 y 322-324. Dicen las Actas antes de tratar estos dos asuntos: “Trocamos el gozo en llanto y entonamos un canto fúnebre en vez de canciones de júbilo, y gimiendo repetimos las lamentaciones de Jeremías”. 388 ScrdeM SAN ILDEFONSO EN SU TIEMPO para la designación63. Para la elección episcopal había mandado “que en adelante tampoco será obispo aquél que no hubiera sido elegido por el clero y el pueblo de la misma ciudad, ni aprobado con la autoridad del metropolitano y el consentimiento de los obispos de la provincia”. No siempre se procedía así, porque en la práctica el rey designaba el candidato, que el clero y el pueblo de su diócesis aceptaban, y se impuso la costumbre de contar con el rey para cada provisión episcopal. Se exigían una serie de cualidades personales que debía reunir el obispo: conocimiento de las Escrituras, integridad de vida, castidad irreprochable, y buena fama, acreditada por el testimonio de quienes conviviesen con él. Un tribunal debía pronunciarse sobre la aptitud canónica del electo. La sentencia satisfactoria le confería la calidad de sujeto canónicamente apto. Cumplidos todos los requisitos previos, se celebró la consagración episcopal de Ildefonso, con asistencia de los obispos sufragáneos no impedidos, por tratarse del metropolitano. La supremacía del metropolitano sobre toda la provincia se manifestaba en que ocupaba el primer puesto en los concilios provinciales, que él debía convocar; él también proponía los temas a debatir y daba normas pastorales a los sufragáneos64. El metropolitano es el tribunal de apelación cuando se quiere recurrir contra la decisión de algún obispo de la provincia. Si el obispo debía sobresalir por la limpieza de su vida y ser ejemplo para sus sacerdotes, con más razón debía cumplir estas condiciones el metropolitano. El biógrafo Julián deja entrever que Ildefonso, alejado de toda ambición, aceptó el nombramiento de metropolitano de Toledo 63. A. E. de MAÑARICUA, El nombramiento de obispos en la España visigótica y musulmana, “Scriptorium Victoréense”, XIII (1966), pp. 87-100; I. GUTIÉRREZ MARTÍN, El nombramiento de obispos en España, Roma 1967, pp. 76-81; J. VIVES, Concilios..., o. c. en nota 28, pp. 199-200; J. ORLANDIS - D. RAMOS-LISSÓN, Historia..., o. c. en nota 28, pp. 275-281. 64. San Isidoro en Etimologías, 12.7 define sus funciones diciendo: “La preeminencia del metropolitano se manifiesta, asimismo, en la obligación que a cada sufragáneo incumbe de acudir a su llamamiento sin dilaciones ni excusas (excepto fuerza mayor), ora para la celebración del sínodo, ora para tratar de los asuntos civiles de la provincia, ora para dar más solemnidad a ciertas fiestas del año, cuales eran Navidad, Pascua y Pentecostés”. Describe también las funciones de los metropolitanos: “Presiden las provincias y a su autoridad y doctrina se someten los demás sacerdotes (obispos), y sin los arzobispos no les es lícito obrar a los demás obispos, pues a ellos está encomendado el cuidado de cada provincia”. ScrdeM 389 PRIMITIVO TINEO obligado por el monarca, y desempeñó luego su misión con ejemplaridad: “Fue dignísimo de toda alabanza por la ejemplaridad de sus virtudes, distinguiéndose por el temor de Dios y por la religiosidad de su vida, así como por su escrupuloso proceder; honorable en la manera de comportarse, único por su paciencia, prudente y discreto en guardar secretos, lleno de sabiduría...; es decir, se distinguió tanto por lo relevante de sus méritos como por la rectitud y acierto de su gobierno65. Sarcófago de Leocadio. Sacrificio de Abraham. Museo de la Necrópolis Paleocristiana de Tarragona. (J. PIJOAN, Historia del arte, Salvat editores, Barcelona 1970, tomo 3, p. 39). La conducta y la forma de vida del obispo habían sido trazadas por san Gregorio Magno en la Regula pastoralis, muy difundida en España66. Tradicionalmente se han resumido las obligaciones y derechos del obispo en las tres facultades y obligaciones: potestad de enseñar, regir y santificar. En cuanto a la enseñanza, el concilio 65. JULIÁN DE TOLEDO en el Elogio de San Ildefonso, tratando del nombramiento de Ildefonso, abad del monasterio de Agalí, emplea expresiones muy parecidas a las usadas por san Ildefonso respecto a Eugenio II: “Principali post haec violentia Toletum reducitur, atque inibi post decessoris sui obitum pontifex subrogatur”. 66. GREGORIUS MAGNUS, Regula pastoralis, I, c. 4, ed. BAC, p. 111, también en PL, 87. Previene el santo sobre la falta de reflexión en las ocupaciones y la acepción de personas: “Muchas veces, el cargo de regir, una vez tomado, agita violentamente el corazón y cualquiera se halla incapaz de atender a cada cosa...; al que hace distinción de personas y teme decir la verdad, se le aplica la sentencia de culpa grave. Porque muchos sacerdotes, por miedo al poderío, ocultan la verdad y se apartan del bien obrar y de la predicación de la justicia por temor a cualquier dificultad o porque les intimida el poder...”. 390 ScrdeM SAN ILDEFONSO EN SU TIEMPO VIII de Toledo –al cual asistió san Ildefonso– había deplorado la ignorancia de muchos clérigos y los asistentes se comprometieron “a no conceder licencia en cualquier grado del ministerio eclesiástico, a nadie que no esté suficientemente instruido”. Toda la tercera parte de la Regula pastoralis de san Gregorio, que los prelados tenían como vademécum de la actividad apostólica, está dedicada a enseñar cómo se debe adoctrinar y enseñar a los fieles. Los fieles, a quienes iba dirigida la enseñanza, el pueblo visigodo, eran hijos o nietos de conversos del arrianismo y la aceptación de la nueva fe católica no desarraigó de golpe las costumbres anteriores, ni acabó con los extravíos doctrinales, ni con las supersticiones populares. Por eso la fe y formación del pueblo debía ser alimentada y salvaguardada mediante una intensa predicación y catequesis. Con esta finalidad pastoral, catequética y antiherética concibió san Ildefonso sus obras De perpetua virginitate, De cognitione baptismi y el De itinere deserti. El biógrafo de san Ildefonso resume lacónicamente su gobierno diciendo que fue “esclarecido por los méritos de su vida y por el acierto y gobierno de su diócesis”. Pero hay un eclipse conciliar en el pontificado de san Ildefonso. Un cuarto de siglo separa el concilio X de Toledo, celebrado el año 656, del siguiente concilio general, el XII, que se reuniría en el año 681. Durante los nueve años y dos meses del pontificado de san Ildefonso no se celebró ningún concilio ni general ni provincial. La ausencia conciliar constituye un hecho sin precedentes y un enigma, si atendemos a las causas, y contrasta con el pontificado de su antecesor que en sus doce años se celebraron cuatro: 646, 653, 655 y 656, uno en el corto pontificado de su sucesor y cuatro en el decenio de los ochenta. La tesis que achacaría este fenómeno a las tensas o frías relaciones entre la Corona y la Iglesia no lo explica satisfactoriamente. Es posible que en su pontificado tuviera san Ildefonso situaciones difíciles, pues se lamenta de la aflicción de la época y de los males que se avecinan67. Lo más probable es que estos monarcas, por razones de conveniencia política, no mostraran por la celebración de concilios el interés que habían tenido los monarcas anteriores y que se manifestaría en el futuro. 67. SAN ILDEFONSO DE TOLEDO, Epistola ad Quiricum: “...te querría decir más cosas, si lo permitiera el peso de las miserias...; pero de tal manera la contumelia de los tiempos oprime los ánimos, que ni siquiera la vida nos agrada por los males que se avecinan”. ScrdeM 391 PRIMITIVO TINEO También quizá la Iglesia dio muestras de un marcado desinterés por la celebración de concilios, pues ya al último celebrado, el X de Toledo, no habían acudido las tres cuartas partes de los obispos del Reino. Faltó interés por celebrarlos. El concilio XI, en el preámbulo de las Actas, presenta un cuadro dramático de los males que afligían a la Iglesia hispana por la falta de concilios. Los obispos no se reunían porque nadie los convocaba y una especie de confusión babilónica era el resultado del eclipse conciliar68. Es sorprendente, como ya se ha dicho, que el vacío conciliar abarca los nueve años y dos meses del pontificado de san Ildefonso en la iglesia toledana: no se celebró ningún concilio ni general ni provincial. Pero no se puede afirmar si san Ildefonso influyó en ello ni por qué razones69. La actividad pastoral abarca campos diversos del ministerio episcopal, desde la administración y vigilancia del patrimonio eclesiástico hasta la administración de los sacramentos. Los concilios habían determinado la frecuencia con que el obispo debía visitar personalmente las parroquias de su diócesis, sobre la administración de los bienes y el cuidado con que debían 68. J. VIVES, Concilios..., o. c. en nota 28, pp. 344-345. “Estábamos, pues, hasta ahora poco seguros, a causa de los trastornos de estos tiempos, porque el paso de los años, apagada la luz de los concilios, no había aumentado tan sólo los vicios, sino que introducía en las mentes sin cultura la ignorancia, madre de todos los errores”. “Por fin, compadeciéndose desde el cielo la clemencia divina, salió al encuentro de estos nuestros tiempos a salvarnos... por cuya ardiente solicitud (se refiere al rey) volvió a resplandecer la luz renovada de los concilios... Por exhortación del mismo príncipe religioso, se nos dio permiso para reunirnos y se prepararon medidas disciplinares oportunas para los necesitados de corrección, a fin de que aquéllos que sólo después de dieciocho años podíamos congregarnos en asamblea pudiéramos remediar las heridas con la gracia especial de la curación... Nosotros, pues, habiendo estado debilitado durante igual número de años nuestro episcopado, porque no nos había reunido ninguna decisión conciliar ni congregado ninguna asamblea del orden eclesiástico, por fin, por mandato de la voluntad divina y precepto del religioso príncipe, llamados a la ciudad de Toledo, estamos aquí congregados”. 69. En la Vita Ildefonsi, escrita por san Julián de Toledo no se encuentran noticias para afirmar unas razones u otras. En la Vita atribuida a Cixila aparecen algunas expresiones que hablan de animadversiones que Recesvinto sentía hacia Ildefonso. Pero es un texto tardío de los siglos X-XI; MIGNE, PL, 96, 43-44: Beati Hildefonsi elogium, ex sancto Juliano in apéndice ad librum de Viris Illustribus ab ipso Ildefonso conscriptum; J. ORLANDIS - D. RAMOS-LISSÓN, Historia..., o. c. en nota 28, pp. 369-371; J. F. RIVERA RECIO, San Ildefonso de Toledo: biografía, época y posteridad, o, c. en nota 7, pp. 147-150. 392 ScrdeM SAN ILDEFONSO EN SU TIEMPO tratarse los problemas de los sacerdotes. Para algunos de estos menesteres podían servirse de los dignatarios diocesanos. Hay dos clérigos, Julián y Gudila, junto a otros desconocidos para nosotros, que ofrecieron al prelado apoyo y consuelo, y fueron eficaces colaboradores en las tareas de gobierno. La actividad principal del obispo era la pastoral, porque ante todo era el pastor y guía de sus fieles en orden a su salvación. La tarea pastoral en su doble vertiente, litúrgica y doctrinal-formativa, implicaba sobre todo la disciplina y administración de los sacramentos y la formación de los fieles mediante la predicación. En la iglesia joven visigoda, la formación e incremento de los libros litúrgicos correspondía al prelado, al que también correspondía ejercer una rigurosa vigilancia para que se mantuviera la unidad litúrgica, tan recomendada por los concilios. Ya prelados anteriores se habían desvivido para completar el conjunto litúrgico hispano. Nombres famosos habían contribuido en la construcción de aquel cuerpo. De Eugenio II dice Julián de Toledo que acababa de revisar los cantos litúrgicos, “corrigiéndolos de las deformaciones originadas por el uso del tiempo y sometiéndolos a las reglas de una recta melodía, al mismo tiempo que revisó los órdenes de las diversas piezas musicales”70. San Ildefonso proseguiría la tarea de su antecesor, aunque no sea fácil saber lo que pertenece a cada uno. En la tarea de instruir a sus fieles para la mejor recepción de los sacramentos, él mismo lo ilustra al comienzo del libro sobre el bautismo: “Y porque el amor al prójimo va unido al amor a ti, concédeme poner en práctica lo que le sea provechoso para que le instruya en su salvación y ceda en alabanza y gloria de tu nombre”71. Enseñó con frecuencia a sus diocesanos la doctrina cristiana, valiéndose de su proverbial elocuencia. Así, en tiempos cercanos a él era recordado como “áncora de la fe, reconocido como tal en toda la Iglesia, ya que los escritos de Ildefonso, repartidos por el mundo, deleitan las inteligencias de los lectores como arroyuelos de enseñanza, consolando a los pusilánimes”72. 70. JULIÁN DE TOLEDO, Beati Hildefonsi Elogium, o. c. 71. SAN ILDEFONSO DE TOLEDO, De cognitione baptismi, c. 1. 72. Crónica mozarabica, en MGH, A.A., XI, II, 345. ScrdeM 393 PRIMITIVO TINEO Muerte de san Ildefonso Apenas cumplidos los sesenta años no pudo hacer frente a la enfermedad que le aquejaba. A comienzos del año 667 sus fuerzas flaquearon, hasta que el día 23 de enero, murió san Ildefonso. Hacía nueve años y casi dos meses que regía el arzobispado de Toledo. Fue sepultado en la basílica de Santa Leocadia, donde fueron enterrados su venerado maestro Eladio y Eugenio II, su inmediato predecesor, a cuyos pies fue puesto Ildefonso. Es bueno recordar y saborear el elogio que como epitafio dedicó a Ildefonso Julián de Toledo: “Ildefonso, famoso en su tiempo, proveyó al nuestro con la abundancia refrescante de su elocuencia (...), varón tan digno de alabanza como rico en virtudes. Estuvo dotado de la presencia del temor de Dios, de profundo sentido religioso, pródigo en compunción, de andar digno, notable por su honestidad, único por la paciencia, callado en la guarda del secreto, el más elevado en sabiduría (...), elocuente por la riqueza del lenguaje y por su estilo, que, al disponer extensamente el abundante discurso de sus disputas, con razón podía creerse que no era un hombre el que hablaba, sino Dios, quien se servía copiosamente del hombre (...) Recibido en el pontificado en el noveno año del glorioso príncipe Recesvinto, fue notable durante nueve años y casi dos meses por los méritos de su vida y lo acertado de su gobierno. Terminado el año decimoctavo del referido príncipe, es arrancado de la mansión de su carne y sepultado en la iglesia de Santa Leocadia, enterrado a los pies de su predecesor, con quien se cree que goza del eterno asilo de la luz”. Con este epitafio se inician los elogios a la santidad de Ildefonso, que luego se prolongan en los biógrafos posteriores. Su vida nos habla de abnegación y renuncia y del afán de perfección. Abandonó una vida fácil para abrazar la regla dura y áspera del monasterio agaliense, empeñándose en su cumplimiento, camino que describe en su libro La marcha por el desierto73. Su fama de santidad no se apoya en el fervor de una comunidad cristiana tranquila y pacífica, ni es fruto del entusiasmo momentáneo. 73. Describe el ideal de cuantos anhelan de corazón entregarse al Señor, cfr. sobre todo el c. 72. Todos sus escritos tienen un sentido de oportunidad por el momento en que fueron redactados, como respuesta a necesidades presentes en aquellas circunstancias. 394 ScrdeM SAN ILDEFONSO EN SU TIEMPO Conviene tener presente que a los cuarenta y cuatro años de la muerte de san Ildefonso irrumpió en España la avalancha árabe, que se adueño rápidamente de Toledo, destruyendo el esplendor de su iglesia y el ornato de la ciudad. No hay duda de que la difusión del milagro del descenso de la Virgen para imponer la celestial casulla a san Ildefonso fue el prodigio que con más eficacia pregonó su santidad. Pero su fama es anterior, pues los más antiguos manuscritos que recogen el hecho pertenecen al siglo XI. La liturgia de san Ildefonso aumenta con el transcurso del tiempo. El año 1302 los obispos de la provincia metropolitana de Toledo se reúnen en el sínodo de Peñafiel, y en el canon 11 determinan: “Puesto que la Madre del Verbo y Salvador nuestro Señor Jesucristo, la gloriosa y siempre Virgen María, visitó corporalmente después de su asunción y regaló con dones celestiales a su capellán y especial pregonero de su virginidad, san Ildefonso, y como a los que la Madre de Dios ama y honra nosotros estamos también obligados a amarlos y venerarlos, establecemos y ordenamos que en toda la provincia eclesiástica de Toledo se celebre solemnemente su festividad como la principal, con oficio de rito doble”74. En la reunión sinodal del clero de la provincia eclesiástica compostelana, el año 1335, –fuera por tanto de la provincia toledana–, se acuerda: “Establecemos y ordenamos que la festividad de san Isidoro, confesor y doctor, se celebre todos los años y a perpetuidad en todo el ámbito de nuestra provincia. Y esto mismo se manda observar de la del santísimo Ildefonso, arzobispo de Toledo”75. Primitivo TINEO Facultad de Teología UNIVERSIDAD DE NAVARRA 74. TEJADA Y RAMIRO, Colección de cánones de la Iglesia española, III, p. 443. 75. Ibidem, p. 564; CONCILIO DE SALAMANCA, c. 6. ScrdeM 395