Bases militares gringas en Colombia

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Bases militares gringas en Colombia
Jorge Enrique Robledo
24 Octubre 2013 11:43
Desde hace muchísimos años ha habido bases militares estadounidenses
en nuestro territorio. Mas en los años recientes esa presencia militar
nefasta se ha incrementado. Desde luego que en esa presencia juegan
un papel fundamental el creciente aislamiento del imperio gringo, la
entrega de la soberanía por parte del régimen narco-paramilitar de
Uribhitler y su deseo de servirle a los intereses gringos, y más, para así
salvar su pellejo (número 82).
Los halcones de los Estados Unidos han colocado cuidadosamente sus
fichas en el ajedrez geoestraegico para amenazar y atacar los gobiernos
y pueblos progresistas y revolucionarios de latinoamérica. Pero no
podrán echar atrás la rueda de la historia. Nuestros pueblos ya
aprendieron por su propia experiencia que el futuro depende de ellos y
nada más que de ellos.
Un frente manejado con la exquisitez de la inteligencia y
contrainteligencia es el frente terrorista mediático a nivel internacional.
Por ello en ésta entrega queremos ofrecerle un resumen de lo más
importante publicado en NotiColombia Press y otras Agencias:
Base Colombia
José María Carbonell, NotiColombia Press
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De traidores a sus pueblos y falsos voceros
Allende La Paz
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Honduras y Colombia, puntos coincidentes III. Las fuerzas militares
Allende La Paz, NotiColombia Press
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El cuento de la Semana: La película de los cohetes tierra-aire
Domínico Nadal, NotiColombia Press
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MÁS SOBRE LAS BASES GRINGAS EN COLOMBIA
Jorge Enrique Robledo, Bogotá, julio 24 de 2009
Hay que ser jefe del uribiato para tener la frescura de conmemorar el 20 de julio con el
montaje de tres, cinco o hasta siete bases militares norteamericanas en Colombia, decisión
que por supuesto lesiona en forma gravísima la soberanía y la autodeterminación nacional,
precisamente el logro principal de hace 200 años, cuando se dio el Grito de Independencia
y se inició la expulsión de las tropas coloniales españolas del territorio patrio.
Es falso afirmar que las bases que se instalarán en Colombia son diferentes, en el sentido de
menos imperialistas, a la que se cerrará en Manta, Ecuador. Primero, porque todas tienen
origen en el cierre de la Base Howard , en Panamá, que ordenó el tratado Torrijos-Carter,
base desde la que Estados Unidos vigilaba e intervenía en el continente. Sin el narcotráfico,
otro sería el pretexto del Imperio para instalar las bases, como ocurre con las otras 700 que
tiene por fuera de Estados Unidos. Segundo, porque la de Manta era una base ecuatoriana,
comandada por un oficial de ese país, en la que, en el 5% del área y bajo el control
estadounidense, funcionaba el Puesto Militar de Operaciones Avanzadas norteamericano
(FOL, por su sigla en inglés), como tienen decidido hacer en Colombia. Y tercero, porque,
empeorando la de Manta, las de Colombia autorizan a Estados Unidos a intervenir en otros
países y contra el “terrorismo” (Cambio, Jul.01.09), término que el Pentágono define a su
antojo. Y también según Cambio (Jul.22.09) intentan ocultar parte de lo que se acordará.
Desde la base de Palanquero, donde se invertirán 42 millones de dólares, operarán los C-17,
aviones de alcance continental y con capacidad para 70 toneladas de helicópteros y tropas,
explicó el ministro de Defensa colombiano (e) (El Tiempo, Jul.22.09).
Es particularmente repudiable que una decisión de este calibre, que acoyunda el país a la
estrategia de guerra de Estados Unidos para el control del mundo, la tome el gobierno sin
un tratado internacional aprobado por el Congreso colombiano y sujeto a control de
legalidad por la Corte Constitucional, hecho que viola los artículos 150 (numeral 16) y 241
(numeral 10) de la Constitución sobre las funciones del Congreso y de dicha Corte. Así
actúa para evadir el debate público y que en la Constitución no existe norma alguna que
autorice ni las instalaciones ni la permanencia y operación de tropas extranjeras en el
territorio colombiano.
Lo más que permite el artículo 173 de la Constitución es “el tránsito de tropas extranjeras”
por el país, y eso si lo aprueba el Senado. Que no vengan, entonces, con la ya anunciada
astucia de “legalizar” lo ilegal mediante un simple concepto del Consejo de Estado que no
obliga al gobierno y que no aplica para bases y operaciones militares extranjeras en el país.
El ministro de Relaciones Exteriores dice que la legalidad de las bases –a las que no llama
bases, nombre que tampoco aceptaban los gringos para la suya en Manta– tiene origen en la
Ley 24 de 1959 y en el “Convenio general de ayuda económica, técnica y afín entre” los
gobiernos de Colombia y Estados Unidos, suscrito el 23 de julio de 1962. Pero oculta que
ni en la ley ni en el convenio hay una sola palabra sobre guerra, narcotráfico, terrorismo,
tropas, bases, barcos o aviones militares extranjeros, pues la primera se refiere a acuerdos
“con el fin específico” de hacer “planes y programas de desarrollo económico, social,
cultural, sanitario u otras materias conexas”, en tanto el segundo es sobre la llamada
“Alianza para el progreso”, “destinada a ayudar a satisfacer las necesidades de mejores
viviendas, trabajo, tierras, salud y escuelas” en Colombia (Ley 24 de 1959, Convenio de
1962 y boletín de prensa de la Procuraduría).
La ilegalidad de la actuación del gobierno en casos como este la explicó en 2005 el
Procurador General de la Nación, quien, sobre la Ley 24 de 1959 y de los “acuerdos
simplificados” que esta autoriza, dijo: “es claro que el gobierno no puede obligar
internacionalmente al Estado colombiano sin previa autorización del Congreso y revisión
constitucional de la Corte ”. También le solicitó a la Corte Constitucional fijar “un tiempo
prudencial para que el gobierno someta a aprobación del Congreso de la República y de esa
Corporación todos los acuerdos o convenios internacionales suscritos en aplicación de la
Ley 24 de 1959 y que han implicado la adopción de obligaciones adicionales para el Estado
colombiano”, entre los que incluyó los 22 suscritos por el Ministerio de Relaciones
Exteriores, sobre los que también dijo que “no podrían seguir produciendo efectos mientras
no surtan los trámites constitucionales requeridos” (Ley 24 de 1959, Convenio de 1962 y
boletín de prensa de la Procuraduría).
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