Grado 3º R

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Grado 3º R.·.E.·.A.·.A.·.
Maestro Mason
LA EXALTACIÓN AL MAGISTERIO
Pocas ceremonias pueden ofrecer, con igual sencillez, un aspecto tan trágico y un
significado tan sublime como ésta con la que se recibe al Compañero en la
Cámara de los Maestros.
Su primera acogida es, pues, todo lo contrario de lo que éste hubiera esperado en
un principio, como premio de sus esfuerzos: se lo introduce brutalmente en esta:
Cámara, bajo la acusación de un crimen misterioso que acaba de ser cometido,
del que no puede comprender ni la naturaleza ni la razón. Se lo somete a un
interrogatorio severo, que sólo le revela las sospechas que pesan sobre él,
sospechas que no disipan enteramente la blancura de sus manos y de su mandil.
Se lo hace pasar, como prueba decisiva, sobre el mismo cadáver, para tener la
seguridad de que sus pies no vacilen en el acto.
Y, finalmente, deviene el mismo protagonista de la tragedia, sucumbiendo a su vez
bajo los golpes de los asesinos simbólicos, tomando el mismo lugar del cadáver
con el cual tiene que identificarse, como los antiguos iniciados en los Misterios de
Osiris, recibiendo la participación del dolor de todos los presentes.
Esta muerte o caída simbólica en poder de las fuerzas que personifican la causa
del mal, es el preliminar necesario para la sucesiva anagogia o resurrección que
espera al iniciado en su exaltación, su perfecto "renacimiento" en la conciencia de
lo Real que es Vida Eterna, Inmortal y Permanente.
No se alcanza, pues, el Magisterio del Arte Real sin pasar por la muerte -y por
todas las condiciones y circunstancias análogas de la vida- con pie firme y seguro,
que tenga el poder de superarla, como las demás ilusiones de las cuales son
esclavos los hombres. Pues cuando cesa el temor de las cosas, cesa también
nuestra creencia en su poder, y, en consecuencia, su mismo poder sobre nosotros
y sobre nuestra existencia. Entonces cesamos de ser esclavos de ellas.
Examinemos ahora las distintas etapas preliminares de esta regeneración o
renacimiento individual, según se nos presentan en esta ceremonia, las que tienen
el poder de conducirnos efectivamente al Magisterio, una vez que sepamos
realizarlas, como complemento de las que hemos aprendido en los grados
anteriores.
LA ACUSACIÓN
La acusación que lleva al compañero ante el umbral de la Tercera Cámara acusación que se refiere a un crimen todavía desconocido para él - es el primer
elemento que se presenta a nuestra consideración.
Los demás Maestros lo reciben primero como jueces inexorables de su conducta y
de sus intenciones: un juicio semejante al de Anubis, en aquel Ritual Iniciático
egipcio que se llama el "Libro de los Muertos". Sus buenas y malas acciones
pasadas y su conducta e intenciones presentes han de ser pesadas con toda
equidad y justicia, pues con éstas se trata de amortiguar aquéllas, para prepararse
dignamente al futuro que lo espera.
Su conciencia, el mandil cuya blancura se examina primero, antes de admitirlo, ha
de ser límpida y sin mancha (todos deben convencerse de ello) y sus manos,
símbolos del pensamiento y de la voluntad que concurren en la acción, han de ser
igualmente puras y limpias, para que se hagan instrumentos de un Poder
trascendente que lo hará superior a los demás aprendices y compañeros.
La Ignorancia, el Fanatismo y la Ambición han de cesar de obscurecer la claridad
de su manifestación exterior -la piel de cordero, emblema de inocencia que le sirve
de delantal,- así como su mente y sus deseos: los tres deben haberse purificado,
en el constante trabajo de los dos grados anteriores, como preliminar necesario a
la admisión en un estado de realización más elevado.
Obtenida esta doble aseveración, se le franquea el ingreso en la Cámara de los
Maestros, por medio de la palabra de pase que él no conoce todavía, pues no ha
llegado al Magisterio del Arte de la Sublimación de los Metales, a la cual se refiere,
y tampoco ha pasado por aquella muerte simbólica, que igualmente la indica.
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