nuevo tema 4 - Nuestra Sra del Pilar

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TEMA 4: ESPAÑA, LA CONSTRUCCIÓN DEL ESTADO LIBERAL
(1808-1874)
INTRODUCCIÓN
La etapa que vamos a tratar se circunscribe a los reinados de Carlos IV y
Fernando VII, y es una etapa especialmente trascendental y convulsa en la
Historia de España. En el primer reinado vemos los intentos de impedir la
penetración de las ideas revolucionarias francesas en la Península así como un
posterior acercamiento a Francia por parte de Godoy, primer ministro de Carlos
IV. Fruto de ese acercamiento es la derrota de Trafalgar frente a los ingleses y
la caída del propio Godoy y de Carlos IV tras un motín popular. Entre tanto, las
fuerzas francesas entran en España con la intención de invadir Portugal pero
ocupando de hecho España. Tanto Carlos IV como su hijo Fernando se
someten al arbitrio de Napoleón en la lucha que les enfrentaba por la corona.
Napoleón les arrebata el trono y se lo entrega a su hermano José. Ante esta
situación el pueblo inicia una lucha contra el invasor que durará cinco años.
Mientras, en Cádiz, ciudad sitiada y protegida por la flota inglesa se reúnen las
cortes del reino y elaboran la Constitución de 1812 que finiquitaba el Antiguo
Régimen en España y proclamaba la monarquía parlamentaria.
Tras la derrota de Napoleón llega a España Fernando VII y anula todos
los decretos de las Cortes, gobernando de manera despótica siguiendo el más
puro absolutismo. Salvo un periodo de tres años, el Antiguo Régimen
restaurado estará vigente hasta su muerte en 1833. Es en esta época cuando
se produce la independencia de las colonias americanas, convirtiéndose
España en una potencia de segundo orden. Por último, la muerte de Fernando
VII sin heredero varón, su hija Isabel tenía sólo tres años de edad, abrió la
puerta a una guerra civil entre los partidarios de su hija y los que la reconocían
como reina que se agruparon en torno a Carlos María Isidro, hermano de
Fernando.
Se entiende por Antiguo Régimen al sistema político y social y por el
cual una minoría privilegiada (nobleza y clero) detenta el poder político, si bien
otra minoría dentro del Tercer Estado (la burguesía) soporta las cargas fiscales
y tiene el poder económico. Esta burguesía, en auge con el capitalismo del
siglo XVIII reclamará una participación en el poder político, acabando a la larga
con el poder absolutista del rey.
La burguesía se hará con el poder a través de una serie de revoluciones
que se inician con la Independencia de los EE.UU. (1776), la Revolución
Francesa… triunfará definitivamente a mediados del siglo XIX instaurando una
monarquía parlamentaria que sustituye a la absolutista.
En este tema vamos a tratar un periodo clave para nuestra historia: el
paso del Antiguo Régimen hacia un régimen liberal y parlamentario.
CRISIS DEL ANTIGUO RÉGIMEN
Aspectos demográficos:
-
Crisis de mortalidad debido a:
1. Crisis de subsistencia
2. Hambre
3. Enfermedades endémicas: paludismo, tifus, viruela, fiebre
amarilla.
-Mortalidad infantil: 25% mueren al primer año (falta de higiene,
alimentación, enfermedades); 35% mueren antes de los 7 años; 80%
mueren si son huérfanos.
-Esperanza de vida: 27 años.
Agricultura
-A partir de la década de 1780 se producen malas cosechas de forma
frecuente, lo que provoca problemas de abastecimiento, carestía y
crisis de subsistencia. Solución es introducir la patata como alimento,
y hacer pan con patata, pero tiene poco éxito.
-Estancamiento agrario:
-Política agraria reformista poco eficaz.
-Escasas innovaciones técnicas y tecnológicas.
-Técnicas de producción agrarias arcaicas.
-Escaso uso del abono. Sólo en la agricultura hortofrutícola.
-Utillaje agrícola utilizado arcaico y poco desarrollado.
-Las tierras yermas se agotan y no se recuperan.
-Estancamiento de la producción de grano.
↓
Consecuencias:
-Aumento de los gastos de producción
-Escaso rendimiento de las tierras cultivables.
-Beneficios/excedente en poder de la Nobleza y Clero, pero no invierten
ese capital.
-Escasa estimulación empresarial.
-Reducido número de campesinos propietarios.
↓
Necesidad de cambiar las relaciones sociales y el marco jurídicoinstitucional
Ganadería: La ganadería trashumante se vio muy afectada por una seria de
factores, entre los que destaca el factor económico:
Factores económicos: Reducción de los beneficios; aumento de los costes
de producción; estancamiento del precio de la lana.
Comercio:
-
Comercio lastrado por la coyuntura desfavorable de fin del siglo
XVIII.
Comercio interior frenado y poco desarrollado por la escasa
demanda, deficientes comunicaciones, poco articulado y
existencia de una fuerte sociedad agraria.
Comercio exterior dependiente de extranjeros.
Incapacidad de España de crear un gran mercado colonial
americano y una economía metropolitana.
Intentos legislativos fracasados por solucionar la falta de
mercado colonial.
Interferencias de Gran Bretaña en el mercado colonial
americano.
Manufactura:
↓
-
Su contribución a la renta del Estado era escasa.
La creación de las Reales Fábricas por el Estado, fue un intento
de modernizar las manufacturas, bajo el influjo de las políticas
mercantilistas.
OBJETIVOS:
-Evitar las importaciones de manufacturas extranjeras que
desequilibraban la balanza comercial.
-Importar y aplicar conocimientos tecnológicos de los que España
era deficitaria.
Fiscalidad: Durante este periodo se producen los siguientes conflictos bélicos,
repercutiendo en la Hacienda:
- 1788: Guerra de la Independencia Americana. Apoyo a los
insurrectos
frente a Gran Bretaña.
- 1793: Guerra contra la Convención Francesa.
- 1796: Guerra contra Gran Bretaña. El tratado de San Ildefonso de
1796 fue una alianza militar firmada entre España y Francia en
1796, en el marco de las guerras napoleónicas. Según los
términos del acuerdo, ambos estados convenían en mantener una
política militar conjunta frente a Gran Bretaña, que en esos
momentos amenazaba a la flota española en sus viajes a América
- 1801: Guerra de las Naranjas contra Portugal: En 1801, Napoleón
conmina a Portugal a que rompa su alianza tradicional con
Inglaterra y cierre sus puertos a los barcos ingleses. En esta
pretensión arrastró a España (gobernada entonces por el ministro
Manuel Godoy), mediante la firma del tratado de Madrid de 1801.
Según este tratado, España se comprometía a declarar la guerra a
Portugal si ésta mantenía su apoyo a los ingleses. Ante la negativa
portuguesa a someterse a las pretensiones franco-españolas, se
desencadena la Guerra de las Naranjas
- 1804: Guerra contra Gran Bretaña.
▪ Los sucesivos conflictos provocan dificultades a la Hacienda Real.
▪ Los intentos de solucionar la amortización de la deuda fracasan,
empeorando la situación con la entrada en la guerra contra la Convención.
▪
La situación de la Hacienda antes de la entrada en la Guerra de
Independencia es crítica:
- Ingresos ordinarios:
500 millones de Reales
- Gastos ordinarios:
900 millones de Reales.
- Amortización de la Deuda: 200 millones de Reales.
Es decir, había 600 millones de deudas. La deuda es irreparable: quiebra de la
fiscalidad, de la monarquía española y del Antiguo Régimen.
CRISIS DEL ANTIGUO RÉGIMEN. Aspectos Políticos
Carlos III muere en 1788. Su hijo, Carlos IV le sucede en el trono y
mantiene al conde de Floridablanca al frente del gobierno, estableciendo una
política de continuidad respecto a la mantenida por su padre. Pero Carlos IV
era un hombre mucho más débil, sin carácter, políticamente inepto, con
tendencia a descargar las tareas de gobierno en otros y dominado por su
mujer, María Luisa de Parma (amante de Godoy), muy preocupada en acaparar
más poder, en quien delegó la acción de gobierno.
Los primeros años del reinado de Carlos IV, con el gobierno en manos del
conde Floridablanca, marcaron un intento de continuidad, cada vez más
controlada, del reformismo ilustrado. Se trató de dificultar la acumulación de
bienes en manos muertas civiles y eclesiásticas, se tomaron medidas para
impedir el acaparamiento y la especulación de grano, derivados de las crisis
agrícolas, y se fomentó la libertad industrial y comercial.
En mayo de 1789 decidió convocar Cortes Generales para que jurasen a su
hijo Fernando, como futuro de Rey de las Españas. Las Cortes aprobaron el
restablecimiento del orden sucesorio fijado por las Partidas, abrogando la
llamada Ley Sálica, que había fijado Felipe V. Pero dicha Pragmática Sanción
no fue publicada para no molestar y provocar un conflicto con sus parientes de
Francia y Nápoles, por lo que la decisión no entró en vigor. Posteriormente,
Fernando VII la proclamará en 1830, dando lugar a la primera guerra carlista.
La reunión de las Cortes se produjo en el momento en que en Francia se
estaba desarrollando plenamente la Revolución, provocando el pánico entre los
ministros del Rey, por temor a la extensión a nuestro reino de los principios
revolucionarios del país vecino. Este hecho va a marcar el reinado de Carlos
IV, en un momento en el que el país sufría la crisis económica del fin de siglo y
la crisis de subsistencia por falta de cereal se había acentuado. La llegada de
propaganda revolucionaria a España y la petición de las Cortes de que
compareciera el Rey para escuchar sus peticiones, tiene como respuesta la
disolución de las mismas. El gobierno de Floridablanca cambia su política y
establece fuertes controles para evitar la llegada de propaganda revolucionaria,
controlando las aduanas y fronteras, prohibiendo la llegada de libros
extranjeros, la prohibición de que los estudiantes se trasladasen a Francia y
que aprendieran el francés, cerrando incluso los colegios franceses. Se vigilaba
a los extranjeros que llegaban a nuestro país y a cualquier sospechoso de ser
revolucionario. La Inquisición se revitalizó y recibió instrucciones para censurar
libros y confiscar propaganda. Se estableció también la censura en la prensa y
se cerraron periódicos sospechosos. La vida intelectual se extinguió en la
Corte.
La política exterior española también sufrirá cambios y basculará entre el
enfrentamiento con Francia y la alianza con Gran Bretaña o el apoyo a Francia
(Pactos de Familia) y el enfrentamiento con Gran Bretaña. Años más tarde
(1793-1795) mantendrá un conflicto con la Francia revolucionaria y se aliará de
nuevo con Gran Bretaña.
Pero las tensiones con el gobierno francés, las intrigas palaciegas que
ejerció la delegación francesa en España y la opinión que Floridablanca acaba
teniendo favorable a una intervención contra Francia, provocaron su caída en
febrero de 1792. El conde de Aranda será su sucesor, pero ya se vislumbra en
la sombra la figura de Godoy como futuro gobernante. Aranda mantendrá la
neutralidad de España durante nueve meses, consciente de la debilidad militar
de España, y sobre todo, convencido que le interesaba la amistad con Francia,
frente a su enemigo común, Gran Bretaña, especialmente en su conflicto
común en América. Pero los enemigos de Aranda convencieron al Rey y éste le
retiró su apoyo. Godoy se convertirá en el nuevo responsable de la política
española. La dirigirá desde 1792 a 1800. La llegada al poder de Godoy
despertará recelos entre la Corte y especialmente entre el futuro heredero,
Fernando, y su camarilla. Intentará salvar la vida de Luis XVI, que será
ejecutado en enero de 1793, estallando la Guerra de los Pirineos, y terminando
en julio de 1795 con la Paz de Basilea, que supuso la entrega de Santo
Domingo a Francia, además de una serie de acuerdos secretos de comercio
favorables a Francia. Las consecuencias de la guerra fueron un desprestigio
militar y la ruina económica y fiscal de España.
En agosto de 1796, Godoy da un nuevo giro a su política exterior y firma
con Francia el Primer Tratado de San Ildefonso, renovándose la amistad con
Francia, en la que Napoleón ejerce el poder unipersonal, y comprometiéndose
España a intervenir en la guerra contra Gran Bretaña, guerra que se salda con
la derrota española en el Cabo de San Vicente (febrero 1797) y en la que
España pierde la isla de Trinidad (en el Caribe, en las Maldivas) y se colapsa el
comercio con América.
Godoy caerá en desgracia como consecuencia de esa derrota y por
oponerse a que las tropas francesas ocuparan Portugal, presentando la
dimisión al Rey, siendo aceptada ésta en marzo de 1798. Varios ministros
ilustrados se sucederán a partir de ese momento (Saavedra, Jovellanos…)
afrontando el grave problema que amenazaba el Estado: la deuda pública y la
problemática fiscal. Las dos guerras y la participación en la Guerra de
Independencia americana (con Carlos III) había colapsado la Hacienda Real.
En 1801, el presupuesto anual de impuestos ascendía a 750 millones de
reales, las deudas superaban los 4.100 millones. Era imposible subir los
impuestos y el Rey se negaba a limitar o eliminar la exención fiscal a los grupos
privilegiados. Una de las medidas que se pondrán en marcha para solucionar el
problema será desamortizar los bienes de la Iglesia. Se trataba de expropiar y
vender bienes raíces de hospicios, expósitos, casas de misericordia, cofradías
y otras obras pías, dedicando el importe para saldar las deudas. El resultado
no fue todo lo espectacular que se preveía, pero la deuda seguía creciendo y
las propiedades fueron a parar a manos de los grandes propietarios.
En 1799 Napoleón consigue el poder absoluto en Francia, después de
un golpe de Estado, y presiona al gobierno español para que firme el Segundo
Tratado de San Ildefonso, en octubre de 1800. Godoy, contando con el favor de
Napoleón, volverá a dirigir el gobierno y será nombrado Generalísimo del
Ejército que en febrero de 1801 declarará la guerra a Portugal por violar el
bloqueo continental contra Gran Bretaña, impuesto por Napoleón. Es la
llamada Guerra de las Naranjas que acabó en la Paz de Badajoz y que fue un
paseo militar (apenas duró 18 días. La Guerra de las Naranjas recibe este
nombre debido al ramo de naranjas que Godoy envió a la reina María Luisa
cuando sitiaba la ciudad de Elvas). Por este tratado, Portugal se compromete a
respetar el bloqueo y no ayudar a gran Bretaña. Pero en mayo de 1803 estalla
una nueva guerra contra Gran Bretaña, que se saldará con la derrota de la flota
franco-española en Trafalgar. La derrota supuso la destrucción de la Armada
española, la reanudación del comercio a través de Portugal y la pérdida del
control marítimo del comercio americano, iniciándose la decadencia del
comercio americano.
Entre 1806 y 1807, el desprestigio de Godoy es casi absoluto. A la
animadversión que provocaba entre los estamentos privilegiados y al
escándalo que suscitaban sus relaciones personales, se une la derrota militar y
el desastre económico que supuso. A finales de 1807, en vísperas del inicio de
la Guerra de Independencia, la situación del país era caótica. Crecía el
desprestigio de las instituciones. Godoy era objeto del mayor escarnio, pero la
figura de los reyes era criticada abiertamente y no sólo por los grupos más o
menos populares, sino incluso entre los propios estamentos privilegiados y su
propia familia. Todo era responsabilidad de Godoy y de los reyes. La nobleza le
despreciaba por no ser uno de ellos; el clero no le perdonaba por seguir con las
desamortizaciones y el Santo Oficio clamaba por su mal gobierno,
predisponiendo a las clases populares en su contra. El pueblo veía el príncipe
Fernando como el salvador del país y de la dinastía.
Pero el pueblo desconocía la política conspiradora llevada a cabo por el
príncipe y su camarilla, con el objetivo de usurpar el trono real, despojando del
mismo al legítimo dueño, Carlos IV. Esta camarilla se encargó de difundir y
presentar la imagen del príncipe de Asturias como hombre ejemplar y redentor
de la Monarquía y el país. En este contexto de crisis económica, de conflictos
externos, se producirán dos hechos que acelerarán la descomposición política
del Antiguo Régimen. La monarquía se desprestigiará ella sola y provocará su
decadencia. Nos encontraremos a un rey, Carlos IV, incapaz de reinar; Godoy,
más preocupado por sus intereses personales que por el problema del país; y
un heredero continuamente conspirando. Los hechos de EL Escorial y el Motín
de Aranjuez pondrán la pica a la Monarquía.
Ambos hechos se producirán en presencia de una fuerte presencia del
ejército francés, de camino hacia Portugal, y bajo la influencia de Napoleón que
vigila todo lo que acontece en España, con el fin de conseguir algo positivo
para sus intereses. Los hechos hay que entenderlos en clave de luchas por el
poder político entre Godoy y el Príncipe Fernando y sus partidarios. Godoy,
poco amigo de Napoleón, podía se apartado del poder por Fernando, si éste
buscaba el apoyo de Napoleón que legitimara su ascensión al trono, y
provocando la renuncia al trono de Carlos IV a favor del príncipe Fernando.
La reciente viudedad del príncipe Fernando, en 1806, posibilitaba la
necesidad de buscarle esposa. Una de las pretendientes era una cuñada de
Godoy; la otra, una sobrina de Napoleón, Carlota. Esta pretensión de Godoy,
de emparentarse con la Monarquía y el hecho de ser nombrado por Carlos IV
Altísma o Alteza Serenísima, máximo tratamiento después del real, provocaron
la Conspiración de EL Escorial: en octubre de 1807 se descubre una
conspiración urdida por el príncipe Fernando y la camarilla en la que se
pretendía destituir a Godoy y colocar a personas cercanas al príncipe heredero,
aprovechando la enfermedad de Carlos IV. Pero el rey detuvo la conspiración,
detuvo a los conspiradores, los envió al exilio y perdonó a su hijo Fernando,
después de que éste delatara a sus partidarios. El perdón a Fernando quebró
el prestigio de la Monarquía y acentuó las intrigas palaciegas. Posteriormente
la Justicia no encontró pruebas de la conspiración y los exculpó, con lo que
Fernando apareció como la única solución para acabar con Godoy. Dos
opciones se le plantearán a la Monarquía española: una, marcharse a América
y alejarse del problema; o dos, acabar junto a Godoy y forzar la abdicación.
En este contexto aparece Napoleón. El Emperador (desde 1804),
después de haber asegurado el frente oriental, vuelve sus ojos de nuevo a
Portugal, principal aliado e Gran Bretaña y que había incumplido los pactos
firmados por los que no podía prestar ayuda a los británicos. Napoleón se
dirige entonces al gobierno español que acepta firmar el 29 de Octubre el
Tratado de Fontainebleau, por el que España permitía que un ejército francés
atravesara el país con el fin de dirigirse a Portugal. En poco tiempo las tropas
francesas ocupan Portugal, con el objetivo de aislar a Gran Bretaña. Pero poco
a poco fueron llegando más tropas francesas que fueron acantonándose en
Burgos, Salamanca, Pamplona, San Sebastián y Barcelona, lo que iba en
contra de lo acordado en el tratado, y por lo que se demuestra que la intención
era ocupar España. No sabemos cuándo Napoleón pensó ocupar el país, pero
sí sabemos que tenía una visión negativa de la monarquía borbónica, de
Godoy, del ejército español y del pueblo, al que consideraba atrasado y
supersticioso. Las consecuencias del tratado firmado debilitará a Godoy y la
ocasión será aprovechada por los contrarios a éste para darle el golpe final y
provocar de nuevo, la abdicación de Carlos IV. El Motín de Aranjuez fue una
continuación de la ya comentada Conspiración de El Escorial, pero mucho
mejor preparado. Los partidarios de Fernando ocuparon el palacio de Godoy en
Aranjuez y le detuvieron. Al día siguiente fue depuesto y acusado de querer
huir con los reyes a América. La actuación de los partidarios de Fernando,
dentro de una gran violencia, implicaba un atentado a la legitimidad de la
monarquía. La abdicación de Carlos IV, supuso el ascenso al trono de
Fernando VII. La llegada de éste a Madrid se produce en el momento en que
llegan las tropas de élite francesas, con lo que la familia real se convierte, de
hecho, en rehén de los ejércitos de Napoleón. Éste decidirá que Fernando
abdique también de sus derechos al trono y se los ceda, por lo que interviene y
hace que se dirija hacia el norte peninsular para encontrarse con el Emperador.
Pero éste hace que cada vez se aleje más de territorio español y se adentre en
territorio francés.
Finalmente el viaje culmina en Bayona. Y será en esta ciudad donde se
producirán unas negociaciones vergonzosas en las que Napoleón exigirá
sucesivamente la renuncia, primero a Fernando y más tarde a sus padres, que
también habían sido llamados por Napoleón. En Bayona, entre el 21 de abril y
el 10 de mayo, se reúnen la Familia Real, consejeros y cortesanos. Fernando
abdicará a favor de su padre, Carlos IV, y éste a su vez lo hará a favor de
Napoleón. La renuncia a los derechos al trono español se produce mientras en
España el pueblo de Madrid se ha levantado en armas contra las tropas
invasoras francesas y ante un vació de poder político. Las únicas condiciones
que consiguió incluir Carlos IV en su renuncia fueron los de asegurar la unidad
de los dominios cedidos al Emperador y la exclusividad de la religión católica; a
cambio recibió castillos en Francia y una renta de 30 millones de reales,
cantidad muy elevaba, lo que significaba que quedaba como rey secuestrado,
pero la realidad fue que vivió un exilio dorado mientras duró la Guerra de
Independencia. Pero las noticias que llegan a España desde Bayona presentan
una imagen de una familia real presa de Napoleón y sumida en la humillación.
Si el pueblo español hubiera tenido noticias de las condiciones en que vivían y
de los hechos y actitudes mostrados por éstos, nunca hubieran deseado la
vuelta de Fernando como rey. Las abdicaciones fueron publicadas el 13 y el 20
de mayo en la Gaceta de Madrid, provocando un levantamiento para evitar que
José Bonaparte fuera rey de España, tal y como había designado su hermano
Napoleón el 10 de mayo.
LA GUERRA DE INDEPENDENCIA ESPAÑOLA (1808-1814)
Las abdicaciones de Bayona y la progresiva ocupación del territorio
peninsular por los franceses, provocaron el levantamiento popular. La pasividad
de las autoridades españolas, harán surgir las Juntas como organizaciones
capaces de resistirse al invasor. Cabría preguntarse las razones que
impulsaron a Napoleón a invadir España: en primer lugar, hay que señalar que
Napoleón nuca pretendió la Corona española, pero cuando advirtió la debilidad
y la catadura moral de nuestros gobernantes, se aprovechó de la situación. La
Guerra de Independencia no es un hecho aislado, sino que hay que enmarcarlo
en un contexto más amplio. Por una parte, se inserta en el contexto de crisis
bélica en el que se encuentra Europa y América, y en la transformación
revolucionaria que lleva consigo la expansión napoleónica y su difusión de los
principios revolucionarios franceses. Guerra y Revolución se funden en un
mismo proceso. Por otra parte, la Guerra de Independencia y otras del mismo
carácter provocan alzamientos de cariz popular, movilizando a amplios sectores
de la población y dando lugar a fenómenos tan novedosos como las guerrillas.
Podemos señalar como causas o razones que explican la ocupación, las
siguientes:
• Debilidad militar española.
• Debilidad de las instituciones políticas de poder.
• Enemistad de Napoleón hacia la Monarquía de los borbones.
• Necesidad de aislar a Gran Bretaña y evitar la ayuda de Portugal.
• Estratégicamente le interesaba el control del Mediterráneo central, bajo
influencia inglesa.
• Presión de los fabricantes franceses para tener más mercados,
especialmente en América Hispana.
• La propia dinámica de la expansión militar napoleónica, con la difusión
de los ideales revolucionarios franceses.
El levantamiento del 2 de mayo en Madrid se produce después de la alarma
que había causado la sucesiva salida de la capital de los miembros de la
familia real. En la mañana del día 2 los rumores sobre la partida forzosa del
Infante produjeron un alboroto en las puertas de palacio; Murat
(Lugarteniente y cuñado de Napoleón) dio órdenes de disparar contra la
muchedumbre, produciéndose varios muertos. A partir de ahí se
generalizaron las luchas callejeras y el levantamiento contra los franceses;
una lucha en la que exclusivamente intervino el pueblo. Las clases
pudientes, mientras tanto, permanecían en sus casas, asustadas de lo que
estaba ocurriendo. Incluso el Ejército se mantuvo al margen en estos
primeros momentos. Era una lucha, como reflejan los cuadros de Goya
alusivos a estas fechas, entre desarropados, mal armados y sin preparación
frente a un ejército de élite, el mejor armado y preparado del mundo. La
lucha era imposible, y al anochecer toda resistencia había cesado. Murat
impondría una fuerte represión y se convertía en la máxima autoridad en la
Península. Se calcula que pudo haber esa noche alrededor de un millar de
fusilados.
Las noticias que venían de Bayona, con la familia real prisionera, y el
apoyo de los grupos nobiliarios y eclesiásticos, así como del ejército y de
funcionarios al nuevo rey José I y a la nueva situación dada, provocaron la
extensión del movimiento y la generalización del alzamiento, y que la lucha
se estableciese entre los grupos populares y miembros del ejército que no
reconocieron a José I como rey español, y los ejércitos franceses.
El vacío de poder político fue cubierto por una Junta de Gobierno, que
entrará rápidamente en crisis. Será sustituida por otras juntas que empiezan
a formarse y que hacen lo que la Junta no ha hecho: declarar la guerra al
ejército francés. Los españoles asumen de esta forma la soberanía nacional
y rompen con el Antiguo Régimen. Empiezan a surgir Juntas Locales,
provinciales, que asumen la autoridad que no supieron asumir las
autoridades del Antiguo Régimen. De manera natural el pueblo español
siguió confiando en las autoridades para dirigir la resistencia: Jovellanos,
Floridablanca… en junio existían ya Juntas Provinciales por todo el país, y a
finales de verano se decidió organizar una Junta Central que asumiera el
papel de gobierno de la Nación y que adoptó dos medidas:
• Las encaminadas a organizar la resistencia
•
Las dirigidas a la reorganización política
Estas revueltas, estos motines, esta Junta, etc son la agonía y la convulsión de
un Estado que muere. Es el fin del Antiguo Régimen. A partir de ahora se
librará un doble conflicto: expulsar a los francés de España y cambiar las
estructuras del país, abandonando el Antiguo Régimen.
Inicialmente, en la Guerra, la relación de fuerzas era dramática. Frente a
un ejército invencible hasta entonces y que era experto en el combate, se le
oponía un ejército de 100.000 hombres, pero claramente inferiores y peor
armados y preparados. Sin embargo, el ejército español demostró unas
condiciones morales y una capacidad de lucha superiores a las esperadas.
Napoleón no previno el surgimiento de una forma de guerra apenas utilizada: la
guerrilla.
En una primera fase de la Guerra, ejército francés dirigido por Dupont,
sufre una humillante derrota en la Batalla de Bailén. Napoleón, preparará a
conciencia el contraataque: trasladó a la península a 250.000 veteranos de la
Gran Armada: se lanzó a Tudela y vencida, emprendió la marcha hacia Madrid.
Tras un día de lucha desesperada, Madrid se rindió el 1 de diciembre. Tras
asegurarla, prosiguió su campaña en enero marchando hacia el Norte para
interceptar al ejército inglés que venía en ayuda española. Pese a sus éxitos, el
Emperador no había terminado la conquista. Desde 1809 en adelante, la
guerra entra en una fase de desgaste caracterizada por la imposibilidad de
dominar el territorio peninsular. Pero a partir de 1811 comienza el declive
francés: el general inglés Wellington avanzó por el sur, reconquistando
Badajoz. Napoleón tomó la decisión trascendental: retiró 50.000 hombres para
enviarlos a la campaña de Rusia, que habría de ser decisiva para su derrota. El
27 de junio las tropas de Wellington, remontando hacia el Norte, entraban en
Salamanca, y un mes después tuvo lugar la batalla de Arapiles, en la que la
victoria inglesa abrió el camino hacia Madrid. Tras el desastre de Rusia,
Napoleón retiró otros 100.000 hombres, dejando apenas otros 100.000 contra
los 200.000 del ejército hispano-inglés. En mayo de 1813 Wellington emprendió
la ofensiva final, y días después José I abandonaba Madrid. Los ejércitos
avanzaban en todos los frentes. Con las batallas de Irán y San Marcial, el 31
de agosto de 1813, se consuma la derrota francesa, iniciándose la persecución
en tierras franceses. El 11 de diciembre Napoleón firmaba el Tratado de
Valençay, por el que restituía la Corona de España a Fernando VII. Mientras las
tropas españolas e inglesas contribuían a terminar con el Imperio Napoleónico,
en Francia, el 13 de marzo emprendía Fernando el camino de regreso a
España. El 8 de abril, se firmó el armisticio. La guerra había terminado.
LAS CORTES DE CÁDIZ. EL LIBERALISMO ESPAÑOL
Antes de disolverse la Junta Central, depositaria de la soberanía,
convocó Cortes para hacer una Constitución y cubrir el vacío de poder. Las
Cortes de Cádiz se inauguraron el 1 de enero de 1810, y los diputados llegaron
con ideas políticas muy distintas: continuar con el Antiguo Régimen, introducir
algunas reformas o incluso comenzar un nuevo orden semejante al de Francia.
P ero como el país estaba ocupado, muchos diputados no pudieron acudir, y
tuvieron que ser sustituidos por ciudadanos de Cádiz, donde dominaban las
ideas liberales.
Durante dos años, las Cortes elaboraron muchas leyes, entre las que
destaca la Constitución publicada en 1812, en la que se recogían los principios
del liberalismo:
•
Separación de poderes y soberanía nacional: todos los
ciudadanos elegían por sufragio indirecto una única cámara que
tendría el poder legislativo.
•
EL rey ostentaba el poder ejecutivo nombrando y destituyendo
ministros, e intervenía a través de la iniciativa legal y el derecho a
veto.
•
Supresión de la Inquisición
•
Los siervos quedaban libres de sus obligaciones feudales a
cambio de cierta cantidad de dinero
•
Supresión de los gremios, con lo que la economía se liberalizó.
LA EMANCIPACIÓN DE LA AMÉRICA ESPAÑOLA
El primer artículo de la Constitución de 1812 decía que la nación
española estaba formada por la reunión de los españoles de ambos
hemisferios, expresando así que los habitantes de las colonias españolas
tendrían en el futuro los mismos derechos que los de España. Sin embargo, la
América española estaba muy descontenta con sus relaciones con la metrópoli.
Sus habitantes no podían tener sus propias industrias y estaban obligados a
comprar productos españoles, que eran caros y llegaban con dificultad.
Las familias criollas, que esperaban enriquecerse con la industria y el
comercio indianos, escuchaban las ideas de los comerciantes y
contrabandistas británicos y norteamericanos, que les animaban a la
independencia.
Las causas de la emancipación de la América española son diversas:
La imitación de las colonias norteamericanas, independizadas en el siglo
XVIII de Gran Bretaña.
El deseo de la burguesía criolla de controlar su actividad económica sin
depender de España.
La influencia del pensamiento ilustrado y liberal.
La rebelión tuvo dos focos principales: los virreinatos del Río de la Plata y de
Nueva Granada. Las figuras más importantes fueron José de San Martín y
Simón Bolívar.
EL REINADO DE FERNANDO VII (1813-1833)
1.La restauración del absolutismo (1814-1820)
Aunque por el Tratado de Valençay (11 diciembre 1813) Napoleón devolvía
la Corona española a Fernando VII, el Rey sólo fue liberado y pudo regresar al
país el 22 de marzo de 1814. Las Cortes, que se habían trasladado a Madrid,
habían dictado órdenes confidenciales con el fin de garantizar su viaje directo a
Madrid para jurar la Constitución, ante los indicios de que pudiera negarse.
Pero las instrucciones de las Cortes fueron desobedecidas. El Rey demoró su
regreso hasta finales de marzo, y organizó su retorno de manera lenta para
poder tantear cuál era la situación, dándose cuenta que era el árbitro de la
situación. Los liberales le necesitan para consolidar las reformas, y los
absolutistas para acabar con ellas.
Fernando VII llega a España y se dirige a Zamora y a Zaragoza, siendo
recibido con entusiasmo por dondequiera que pasaba; el Rey pronto manifestó
cuáles eran sus intenciones respecto a los cambios acaecidos en el país en su
ausencia. Se traslada a Valencia, donde recibe el Manifiesto de los Persas,
un escrito redactado por diputados de corte absolutista, y el 4 de mayo, tras ser
recibido por el general Elio (que se destacaría luego por su atroz persecución a
los liberales), dictó un Real Decreto por el que suprimía las Cortes, declaraba
nula toda su actuación, y por consiguiente, abolía la Constitución y toda la
legislación realizada por la Cámara. Paralelamente, el general Eguía era
enviado a Madrid con orden de tomar la sede de las Cortes y proceder a
detener a ministros y diputados. El 10 de mayo el Rey entraba en Madrid.
El golpe de Estado había sido posible gracias al apoyo recibido por el Rey
de parte del ejército, con Elio a la cabeza, de la nobleza y del clero
reaccionarios y, también, de un pueblo llano que creyó firmemente en la
voluntad real, y que por tanto apoyó las medidas reaccionarias al grito de “¡Viva
el Rey! ¡Muera la Constitución!”. El apoyo de la nobleza y el clero absolutistas
se expresó en el documento que en Valencia habían entregado al Rey un
centenar de diputados reaccionarios, conocido como el Manifiesto de los
Persas:
•Se reclamaba la vuelta al sistema del Antiguo Régimen y se reivindicaba el
carácter ilimitado del poder del Rey.
•Se defendía la Alianza del altar y del trono, divisa que pasó a significar la
unidad entre los estamentos privilegiados y la Corona para detener
cualquier cambio en el sistema.
El Real Decreto del 4 de mayo, eliminó la soberanía nacional y la institución
que la representaba: las Cortes. Técnicamente, el Decreto era un golpe de
Estado al que nadie supo oponerse. También quedaron derogadas la
Constitución de Cádiz y la legislación ordinaria, “como si no hubiesen pasado
jamás tales actos y se quitases en en medio del tiempo”, según rezaba el
decreto. Se restituyeron los privilegios de la nobleza y de la Iglesia, así como la
Inquisición y el retorno de la Compañía de Jesús.
El golpe de Estado no es un hecho aislado en Europa, sino que se inscribe
en un proceso general de restauración del Antiguo Régimen en todas las
monarquías del continente. Los imperios vencedores de Napoleón impusieron
el restablecimiento en Francia de la monarquía borbónica con Luis XVIII a la
cabeza, y firmaron, tras el Congreso de Viena, la Santa Alianza, un acuerdo
para preservar Europa de movimientos liberales o revolucionarios.
Consecuencia inmediata del Real Decreto de Fernando VII fue la represión.
Se procedió a la detención y juicio tanto de los afrancesados como de los
liberales acusados de traición de conspiración contra el Rey.
En consonancia con el Antiguo Régimen, Fernando VII gobernó mediante
sucesivos ministerios, en permanente inestabilidad política ante la falta de
coherencia en la línea a seguir y la incapacidad de los consejeros del Rey para
gobernar un país que, quisieran o no, ya no podía ser gobernado como antes.
Al Rey sólo le interesaba ejercer su poder absoluto y a ello se dedicó. La
política a seguir fue personalista, sin programa, es decir, al día a día. El
auténtico gobierno en la sombra lo constituía la camarilla, formada por hombres
de confianza del Rey: clérigos, aristócratas y consejeros que impedían
cualquier cambio que, por leve que fuera, permitiera al régimen sobrevivir. El
resultado fueron seis años caóticos, en los que los problemas se fueron
agravando hasta provocar el triunfo del golpe militar de 1820.
2.El trienio Liberal (1820-1823)
El descontento no se limitó solamente al ámbito social, sino también sobre
una institución especialmente sensible: el ejército. El gobierno fernandino se
vio ante la imposibilidad de recompensar a los militares tras el esfuerzo de
guerra. La negativa a integrar a los jefes guerrilleros al ejército, el retraso en el
pago de soldados, las míseras condiciones de vida en los cuarteles y, sobre
todo, el envío de tropas preparadas para embarcar hacia las colonias. Otros
escándalos salpicarán el periodo, como la compra de barcos rusos, con el
objeto de reconstruir la flota hundida en Trafalgar. España compra barcos de
segunda mano, en malas condiciones y que se hunden al poco tiempo. Otro de
los escándalos será la venta de Florida a EE.UU, debido a la debilidad
española frente a los americanos, pero dicha venta nunca se cobró.
Pero el principal problema de los débiles gobiernos fernandinos era, sin
duda la quiebra financiera del Estado; así, poco a poco se reorganizó el
movimiento clandestino liberal: se restablecieron contactos con los exiliados y
empezó la conspiración contra el Estado absolutista. Surgieron círculos
revolucionarios y sociedades secretas en las principales ciudades y
especialmente entre los oficiales jóvenes empapados de ideas revolucionarias
y románticas. Su sucedieron pronunciamientos y conspiraciones. En casi
todos los casos sus responsables pagaron el fracaso con sus vidas, aunque
alguno, como Espoz y Mina, logró escapar.
Finalmente, el pronunciamiento del comandante Riego, el 1 de enero de
1820 en el pueblo sevillano de Cabezas de San Juan, tiene éxito y recibe el
apoyo popular necesario para triunfar, restaurándose la Constitución de Cádiz.
•Fue un pronunciamiento mal precipitado y mal planteado, por lo que la
Opción más probable es que hubiera fracasado. El golpe triunfó por el apoyo
de otras guarniciones y por la irritación campesina debido a la situación
económica y que se expresó en levantamientos por todo el país que
contribuyeron a atemorizar al gobierno de Fernando VII. Finalmente, el
monarca no tuvo más remedio que jurar la Constitución de Cádiz el 7 de marzo
e hizo todo lo posible para que fracasara. Pidió ayuda al monarca absolutista
francés Luis XVIII, y la Santa Alianza también decidió intervenir para acabar
con el intento “revolucionario” español Así, el ejército francés, los llamados
Cien Mil Hijos de San Luis (95.000) y con el refuerzo de 35.000 voluntarios,
entró en España en abril de 1823 recorriendo sin apenas oposición la
Península. El 1 de octubre se le devuelve el poder absoluto al monarca.
3.La Década Ominosa (1823-1833)
La llamada por los liberales Década Ominosa, está presidida por la vuelta
atrás, el retorno del absolutismo, la represión y el terror frente a los liberales.
Se anuló todo lo que se había legislado en el trienio.
Las medidas represivas renovaron la persecución en todos los ámbitos de
liberales y reformistas de todas las tendencias. En el ejército se organizaron
Comisiones Militares, que procesaron a todos los miembros de aquél que
desempeñaron papeles importantes durante el Trienio; ejecutaron a 132
militares (incluido Riego) y se envió a presidio a 435. Se trataba de
desmantelar la oficialidad al completo, en la que Fernando VII ya no podía
confiar. Las Juntas de Purificación fueron las encargadas de depurar a todos
los funcionarios, empleados públicos y profesores de tendencia liberal
emprendiendo una auténtica caza de brujas, que condenó a muerte, a la cárcel
y a la expropiación a miles de personas que habían colaborado más o menos
activamente con los gobiernos del Trienio.
En cuanto a la Inquisición, fue sustituida por las llamadas Juntas de Fe,
que recibieron el encargo de censurar y vigilar todas las publicaciones y
opiniones para evitar cualquier tipo de propaganda liberal.
Además de estas medidas, se creó el Voluntariado Realista, formado por
partidarios del absolutismo más rígido y actuaron agudizando la represión por
su cuenta, en una oleada de “ajustes de cuentas” que recorrió todo el país.
4.La Crisis Sucesoria y la Muerte del Rey
Fernando VII no había tenido descendencia en sus tres primeros
matrimonios:
•María Antonia: princesa de Nápoles. Cuando lo vio rompió a llorar y
desesperó. Murió con 22 años, a los 4 años de casarse con Fernando
VII
•Isabel de Braganza: su sobrina. En 1818 tiene una niña pero ambas
mueren en el parto.
•María Josefa Amalia de Sajonia: muere sin descendencia.
•María Cristina de Borbón: su sobrina. Se casan en 1829 y tienen dos hijas:
Isabel (reina) y María Luisa Fernanda de Borbón.
Ante la descendencia femenina, surgió abiertamente el problema
generándose dos grupos:
• Por un lado los absolutistas moderados, aliados con los liberales y
sectores de la aristocracia, partidarios de las reformas políticas y
económicas que apoyaban a la nueva reina, en quien veían la única
posibilidad de cambio.
• Por otro, los absolutistas intransigentes, que apoyaban a Don Carlos
María Isidro (hermano del Rey) como futuro monarca.
Fernando VII, ya envejecido, queriendo garantizar la descendencia en su
futuro hijo/a hace publicar el 29 de marzo de 1830 la PRAGMÁTICA
SANCIÓN, que derogaba el Auto Acordado en 1713 por el rey Felipe V y
eliminaba la LEY SÁLICA, restableciendo la línea sucesoria femenina.
Protestada por los carlistas como un atentado a los derechos del infante Don
Carlos, se convierte en un conflicto de primera magnitud cuando en octubre
nace la infanta Isabel, convertida en heredera. Finalmente, el Rey gravemente
enfermo de gota, muere el 22 de septiembre de 1833. Con él muere también el
absolutismo y se produce el estallido de la guerra civil: la primera guerra
carlista de las tres que hubo.
LA REGENCIA DE MARÍA CRISTINA Y EL REINADO DE ISABEL
II (1833-1868)
1.LA CUESTIÓN SUCESORIA Y LA GUERRA CARLISTA
El 18 de Mayo de 1829 falleció la tercera esposa de Fernando VII, doña
María Josefa Amalia, tímida de carácter, fecunda en su producción literaria y
estéril en su matrimonio. El rey vio inmediatamente la posibilidad de tener
descendencia, idea que siempre había mostrado y acariciado, si contraía un
nuevo matrimonio. Los achaques que adolecía y la avanzada edad de 45 años
le forzaron a tomar rápidamente la decisión. Al ser desechada una princesa de
Baviera y otra de Cerdeña, la infanta Luisa Carlota propuso como candidata a
su propia hermana María Cristina. Su juventud, 23 años, y el descender de una
familia prolífica decidieron al Rey de inmediato a su favor. El 19 de diciembre
se celebró la boda en Aranjuez. Todos coincidían en alabar las prendas
personales de la nueva reina, destacando su alegría juvenil.
La legalidad dinástica antes del matrimonio real era la siguiente: Felipe
V, siguiendo la ancestral costumbre de los Borbones, había establecido la Ley
Sálica mediante el Auto Acordado del 10 de Mayo de 1713. Las Cortes
aprobaron el 30 de septiembre de 1789 la vuelta a “la costumbre inmemorial”
plasmada en las Partidas por la que “si el Rey no tuviera hijo varón, heredará el
Reino la hija mayor”. Sin embargo, por razones de índole exterior el gobierno
decidió aplazar hasta otro instante más oportuno su publicación. A comienzos
de 1830 Fernando VII mandó publicar en la Gaceta de Madrid esta Pragmática
Sanción. Con esta ley el infante don Carlos quedaba prácticamente excluido de
la sucesión, puesto que si el estado de buena esperanza en que se hallaba la
reina María Cristina llegaba a buen fin el hijo o la hija que naciese sucedería
directamente a Fernando VII.
Los efectos políticos de la publicación de la Pragmática Sanción fueron
indudables. A partir de ese momento los realistas se opusieron
manifiestamente a esta alteración de la ley sucesoria por el internes que tenían
en que don Carlos llegara al trono, ya que con él veían factible, unos la reforma
que predicaban y, otros la posibilidad de que no hubiera una solución de
continuidad. Por su parte los liberales no se opusieron a la modificación del
orden de sucesión porque éste era el único camino para lograr sus esperanzas
ya que eliminaban definitivamente a don Carlos y se abría la posibilidad a un
margen de actuación.
El 14 de septiembre de 1832 a la enfermedad de la gota que padecía
Fernando VII se le unió un fuerte catarro que llevó a los médicos de la corte a
declarar que el Rey se hallaba en grave peligro de muerte. La reina se informó
de la situación que podría crearse en el caso de la muerte del Rey. Entre la
sucesión de su hija o evitar una guerra civil eligió la segunda posibilidad para lo
que se preparó un decreto que debía permanecer en secreto hasta la muerte
de Fernando VII, derogando la reciente Pragmática Sanción. Ante su esposa y
los ministros que se encontraban en La Granja, el Rey rubricó el decreto.
Como ocurre frecuentemente, el decreto que debía haberse mantenido
en secreto, se convirtió en un secreto a voces de tal forma que las noticias de
la derogación sirvieron de acicate a los liberales, que inmediatamente
empezaron a desarrollar sus actividades y mover sus resortes con vistas a
mantener la Pragmática Sanción por encima de todo, para lo que empezaron a
influir en la Reina. Una vez que el rey se restableció y que se contó con una
fuerza militar adicta se cambió a todo el gobierno por uno nuevo presidido por
el embajador de España en Londres don Francisco Cea Bermúdez. Don Carlos
perdió con este gabinete la posibilidad de acceder directamente al trono
español: se había llevado a cabo un auténtico golpe de estado.
Un nuevo gabinete ministerial, con el pleno apoyo de la Reina María
Cristina, se planteó dos objetivos: hacerse con el poder a todos los niveles y
resolver el problema planteado con la firma del decreto derogatorio de la
Pragmática Sanción.
El primer objetivo se logró sustituyendo cuidadosa y paulatinamente a
todos los mandos militares y policiales que pudieran estar comprometidos con
las ideas del infante don Carlos y desmontando los cuerpos de voluntarios
realistas. Para proporcionar a la reina la fuerza que necesitaba del golpe de
estado, María Cristina concedió una amnistía general que supuso de hecho un
pacto entre la reina y el liberalismo: la monarquía isabelina se asentaría con el
apoyo de todos los liberales mientras que éstos realizarían sus ideales bajo la
bandera de la legitimidad, además destituyó a los capitanes generales más
intransigentes y fueron sustituidos por fieles a Fernando VII. En abril don Carlos
abandona la Corte y se traslada a Portugal antes de que el rey le comunique su
exilio.
El segundo objetivo tuvo dos fases bien diferenciadas. En la primera de
ella se buscó a una cabeza de turco en la persona de Calomarde. Para llevar a
cabo la segunda fase se esperó a dominar plenamente todos los resortes del
país. A las doce de la mañana del 31 de diciembre de 1832 el Rey declaró
públicamente nulo el decreto por el que había derogado la
Pragmática Sanción. Esta declaración hizo posible que la infanta Isabel fuese
jurada heredera del trono en mayo de 1833.
El 29 de septiembre de 1833 Fernando VII muere dejando como
herencia a su hija Isabel en una guerra civil que ensangrentaría el territorio
español y las bases para poder establecer un nuevo régimen: el liberal.
Entre la muerte de Fernando VII y el estallido de la guerra sólo
transcurren cuatro días. El 1 de octubre don Carlos Mª Isidro proclama desde
Portugal sus derechos dinásticos. El día 3 se produce la primera proclamación
de don Carlos, en Talavera, y el día 5 es reconocido como Rey en Bilbao y
Álava, mientras surgen partidas carlistas por todo el país. No fue una simple
guerra dinástica, sino un conflicto civil de fuerte contenido social. En el aspecto
geográfico, el carlismo triunfó sobre todo en las zonas rurales del País Vasco,
Navarra, Cataluña, Aragón y Valencia. Una de las razones de ese arraigo fue la
defensa de los fueros (Los fueros eran los estatutos jurídicos aplicables en una
determinada localidad cuya finalidad era, en general, regular la vida local, estableciendo
un conjunto de normas, derechos y privilegios, otorgados por el rey, el señor de la tierra
o el propio concejo), que pronto fueron enarbolados por Don Carlos como uno de
sus principios. Asociados al Antiguo Régimen, significaban un conjunto de
privilegios. En cuanto al apoyo internacional, los carlistas no llegaron a tener un
reconocimiento expreso al carecer de una capital y de un respaldo consistente
por parte de las instituciones del país, aunque sí contó con la simpatía de los
imperios austriaco, prusiano y ruso.
Cuadro para entender la ideología carlista
CARLISTAS
LIBERALES
Lema: “Dios, Patria, Fueros, Rey”
Monarquía absoluta
Liberalismo y monarquía parlamentaria
Tradicionalismo católico: preeminencia Laicismo
política, social y cultural e ideológica e la
Iglesia
Administración foral
Administración centralista y unitaria
Sociedad arcaica (feudal o estamental)
Sociedad moderna (proletaria y capitalista)
Economía rural y agraria
Economía industrial y urbana
Tradición (costumbres, creencias…)
Progreso (innovación)
LA REGENCIA DE MARÍA CRISTINA (1833-1840)
1.Los comienzos de la revolución: el Estatuto Real y el
Ministerio Mendizábal
Los dos acontecimientos claves del periodo van a ser: la primera guerra carlista
y la grave división que sufren los liberales en su seno (moderados/
progresistas).
La regencia de María Cristina se inicia con una corta fase de transición
de algo más de tres meses con Cea Bermúdez como jefe de gobierno. Su
empeño fue mantener las leyes fundamentales de la Monarquía sin admitir
innovaciones. Con un país en guerra, y con la necesidad de aunar apoyos a
favor de la reina gobernadora, este proyecto era claramente inviable. Al excluir
a los reformistas, dejaba al bando cristino, en plena guerra civil, sin apoyos en
las ciudades, donde la burguesía y los sectores intelectuales dominaban ya en
la opinión pública. Fue cuando varios capitanes generales enviaron manifiestos
a la reina gobernadora aconsejando la sustitución de Cea. La presión militar y
de otros consejeros de la Regente surtió efecto: en enero, María Cristina
sustituyó a Cea por Martínez de la Rosa (de política moderada). Anexo: (Las
continuas victorias carlistas hacen que el 19 de mayo de 1835 solicite la
intervención del ejército francés para colaborar en la lucha contra los
carlistas; esta petición será desestimada por Francia, provocando la
dimisión de Martínez de la Rosa, que será sustituido el 7 de junio por José
María Queipo de Llano, el conde de Toreno, antiguo ministro de Hacienda
durante el mandato de Martínez de la Rosa).
Desde 1834 el régimen inicia una tímida apertura política, ya que fue
reacio a acometer las drásticas reformas necesarias para sanear la Hacienda,
relanzar la actividad económica y democratizar el régimen y ganar la guerra. El
cambio más importante fue la aprobación del ESTATUTO REAL:
- Se trataba de una carta otorgada, según el modelo de Luís XVIII
impuesto en 1817.
- Suponía la transición de la monarquía absolutista a la constitucional.
- Existencia de unas Cortes bicamerales: la Cámara de Próceres,
compuesta por representantes de nobleza, clero y miembros ricos de
la burguesía (se exigían 60.000 reales de renta anual para poder ser
miembro de la Cámara); y la Cámara de Procuradores. Los puestos
eran de designación real y con carácter vitalicio. La convocatoria de
las Cortes competía exclusivamente a la Corona, sólo podían discutir
lo que se les consultara y podían ser disueltas a voluntad del Rey.
- El Estatuto Real sólo dejaba participar en la vida política a los
propietarios varones mayores de 30 años y con una renta muy
superior; se calcula que apenas había 16.000 españoles que
reunieran las condiciones para poder votar, lo que suponía el 0,16 %
de la población.
- Introdujo en la vida política el bicameralismo (Congreso y Senado),
que ha perdurado hasta hoy, excepto durante el franquismo.
Poco a poco se fueron cristalizando las dos alas del liberalismo: una
moderada, más cobarde con la actuación de los gobiernos y contraria a
los cambios radicales y a la ruptura con el pasado; y otra progresista,
más reformista y partidaria de restaurar la Constitución de 1812.
Los gobiernos de Martínez de la Rosa y Toreno se ciñeron al
Estatuto Real, evitaron los cambios y sostuvieron la censura en la
prensa. Para colmo, en el verano de 1834, el cólera se propagó por
varias ciudades. En Madrid se produjeron asesinatos de frailes y
quemas de conventos, tras difundirse el rumor que habían sido los
religiosos quienes habían contaminado las aguas y provocado la
expansión de la enfermedad. Los disturbios se extendieron al siguiente
año y la Regente se vio obligada a aceptar la dimisión de Toreno y a
nombrar a Mendizábal jefe del gobierno en septiembre de ese 1835.
2. los Progresistas al poder: Mendizábal. La caída de
María Cristina y la Regencia de Espartero.
Con la llegada de Mendizábal, un financiero progresista de prestigio, se
inició propiamente la revolución liberal. En los pocos meses que estuvo
al frente del gobierno emprendió reformas fundamentales. Con la
desamortización de los bienes eclesiásticos esperaba reducir el poder
de la Iglesia, conseguir dinero para saldar las deudas de la Corona e
invertir en la modernización del país. La desamortización no fue exitosa
porque solo los ricos propietarios se beneficiaron de ella, mientras que el
campesinado no pudo acceder a las tierras expuestas a subasta. La
Regente pronto destituyó a Mendizábal, más por su anticlericalismo que
por las consecuencias de la desamortización.
En 1837 los moderados ganaron las elecciones. El final de la
primera guerra carlista estaba próximo y un general de talante
progresista, Espartero, se convierte en un héroe popular tras arrinconar
a los carlistas hasta terminar con el conflicto. La Regente intentó
convencer al general para formar un gobierno de consenso, pero
Espartero rehusó tras el polémico Decreto de Ayuntamientos que
pretendía intervenir en los asuntos de los ayuntamientos. El resultado
fue la insurrección de la Milicia Nacional y del Ayuntamiento de Madrid
que pronto se extendió por todo el país. Fue entonces cuando Espartero
decidió intervenir y presentó a la Regente un programa de gobierno
revolucionario. María Cristina no lo aceptó y presentó su renuncia como
Regente el 12 de Octubre de 1840, marchando después al exilio hacia
Francia. La renuncia de María Cristina creó un problema constitucional.
Tras varios meses de debate, finalmente el General Baldomero
Espartero asumió una regencia unipersonal en mayo de 1841, iniciando
un periodo que culminaría con su fracaso y caída en 1843 al perder los
apoyos políticos que le habían encumbrado. Acabó exiliándose en
Londres en compañía de Mendizábal.
2.1. Características Políticas del Reinado de Isabel II (1843-1868)
Entre 1843 y 1868 prosigue la inestabilidad política, debido a los
reiterados pronunciamientos y al cambio en las preferencias políticas de
la reina. El reinado de Isabel II presenta unos rasgos que se mantienen
invariables a lo largo de 25 años:
1. Pervivencia de un régimen de monarquía liberal de tendencia
conservadora: plasmándose en la Constitución moderada de
1845, en vigor todo el periodo a pesar de los vaivenes políticos,
salvo algunos meses de 1856 en que fue muy parcialmente
modificada. La Constitución establecía un régimen basado en la
participación política exclusiva de una oligarquía de propietarios,
miembros de la vieja aristocracia, burguesía agraria, mercantil,
industrial y financiera, además de los sectores más pudientes de
las profesiones liberales. El sufragio restringido excluía al resto
del país. A pesar de la inestabilidad política de este reinado, en el
que se sucedieron cincuenta y cinco gobiernos diferentes, con
una media de un gobierno cada siete meses, se instaura un
sistema político más o menos definido.
2. Apoyo incondicional en el moderantismo político y
alejamiento de cualquier otra posición política: desde 1863
ese alineamiento y la incapacidad de la Reina para conectar con
el país provocaron el alejamiento progresivo respecto de su
pueblo y la caída de la monarquía en 1868.
3. La presencia constante de militares en la vida política y su
función de arbitraje de la misma: Narváez, Espartero, O´Donell,
Prim, etc. fueron gobernantes del país. La participación de los
militares se debía a varias causas. Por un lado estaba el
mesianismo y la mitificación del militar victorioso en un país que
había medio siglo en guerra. Por otro, la debilidad de un sistema
parlamentario en el que los partidos eran grupos de presión que
solo luchan por el poder, sin respetar el juego parlamentario y
recurriendo a los militares para acceder al gobierno mediante los
pronunciamientos. Es necesario subrayar, sin embargo, que los
militares participaron en la vida política a título personal,
encuadrados como líderes de los partidos y no como jefes del
ejército. Su capacidad política fue muy variable, y en general
dependió más de los colaboradores de que se rodearon que de
ellos mismos. De hecho, cuando el gobernante militar deriva
hacia el militarismo se produce inmediatamente su destitución,
como ocurrió con Espartero. Pero acostumbraron a la sociedad
española a una permanente confusión entre su papel militar y
político, de forma que se hizo habitual y legítimo su derecho a
intervenir, no sólo a través de vías constitucionales, sino mediante
el pronunciamiento, que se convirtió casi en su método habitual
de acceder al gobierno.
4. La exclusión de la gran mayoría del país en los ámbitos
políticos y sociales: En el parlamento solo existían dos partidos
burgueses. Hasta 1854, los moderados y los progresistas; y
desde entonces otros grupos, como la Unión Liberal (grupo de
centro formado por moderados y progresistas) o el Partido
Demócrata (progresista radical). Estos partidos se irán alternando
a l o largo del reinado. El partido Moderado representaba
básicamente los intereses de los grandes propietarios, y ni mucho
menos gozaban del apoyo del popular. Del desgaste de este
partido y de su evolución hacia el conservadurismo, nacerá el
partido de Unión Liberal. El partido progresista representaba la
tendencia reformista y los intereses de la alta burguesía financiera
e industrial. Sus miembros defendían la soberanía nacional
(frente a la compartida entre el Rey las Cortes que defendían los
moderados). Encontraba el apoyo en las clases medias urbanas:
comerciantes, fabricantes, empleados públicos, oficiales del
ejército…
Ni los campesinos ni el creciente número de obreros
industriales o trabajadores urbanos tuvieron nada que
agradecerle. Además de marginarles de la vida política, el
régimen liberal supuso una degradación continua de sus
condiciones de vida. Los campesinos perdieron las tierras y
pasaron a convertirse en jornales y arrendatarios
empobrecidos a raíz de las desamortizaciones. En las
ciudades, la artesanía fue desapareciendo mientras las
fábricas absorbían a una población que trabajaba en
condiciones infrahumanas y se hacinaba en los barrios
periféricos junto con parados y población marginal. Frente a
esta situación, el gobierno sólo respondió reprimiendo
violentamente las manifestaciones, protestas y huelgas,
prohibiendo las asociaciones y ejecutando a sus dirigentes en
nombre del Orden. No es extraño que las ideas socialistas
fueran penetrando y configurando el movimiento obrero, sobre
todo a finales de su reinado.
3. La evolución política: La Década Moderada (1845-1854)
Con el gobierno del General Narváez se inicia la Década Moderada,
llamada así por el acceso al gobierno de los moderados. Aunque hubo un
total de dieciséis gobiernos en diez años, en realidad la etapa está presidida
por la figura de Narváez, un auténtico hombre fuerte del partido, y en menor
medida por Luís Bravo Murillo. Narváez controló la vida política tanto
como jefe de gobierno como cuando dejó de presidirlo; fue en parte el
artífice de la Constitución de 1845 y de algunas de las principales reformas
legales; supo controlar al Ejército y mantenerlo alejado de la política, salvo
al final de la década. Reprimió con extrema dureza los movimientos de
protesta populares. Los primeros meses de su mandato estuvieron
encaminados a asegurar el control absoluto del poder político por los
moderados (detenciones, cierre de clubes y periódicos, aplastamiento de
intentos de rebelión…) y a la elaboración de una nueva Constitución que
permitiera establecer un sistema político acorde con los principios del
moderantismo.
La Constitución de 1845 es un texto que estuvo en vigor hasta 1869 y
que es claramente conservador, que excluía alternativas en el poder y
beneficiaba al partido moderado y a la oligarquía. Recoge las ideas básicas
del moderantismo: rechazo de la soberanía nacional y sustitución por la
soberanía conjunta del Rey y las Cortes; ampliación de los poderes del
ejecutivo y disminución de las atribuciones de las Cortes (poder legislativo);
exclusividad de la religión católica y compromiso de mantenimiento del culto
y del clero; Ayuntamientos y Diputaciones sometidos a la Administración
Central; restricción del derecho a voto; Senado no lectivo sino nombrado
por la reina entre personalidades más relevantes y de su confianza;
enormes atribuciones a la corona.
La crisis política del moderantismo se precipitaría tras el intento por
parte de Bravo Murillo, jefe de gobierno entre 1851 y 1852, de reformar la
Constitución. Hombre ultraconservador
desconfiado de la política de
partidos, presentó un proyecto de reforma que prácticamente significaba la
eliminación de la vida parlamentaria, para entregar todo el poder al gobierno
en un sistema que hubiera significado casi la vuelta al absolutismo. La
dureza de su propuesta consiguió unir en su contra a todos los grupos del
moderantismo, además de los escasos diputados progresistas. Tres
semanas después de presentar su proyecto, en diciembre de 1852, ante la
avalancha de críticas protestas a la Reina, Bravo Murillo tuvo que dimitir.
Desde entonces se sucedieron varios gobiernos cada vez más ineficaces
que provocaron el descontento ante la corrupción, las intrigas políticas y el
descrédito de los ministros.
4. El bienio Progresista (1854-1856)
Estos dos años son producto de la revolución de 1854 que dio como resultado
un golpe de estado con ayuda del ejército tras un pronunciamiento militar
liderado por los generales Leopoldo O´Donell y Dulce en Alcalá de Henares el
16 de Junio, en Vicálvaro (la Vicalvarada). Después, Cánovas del Castillo
redactó el Manifiesto de Manzanares donde se prometía un estricto
cumplimiento de la Constitución, cambios en la ley electoral, la reducción de los
impuestos, etc. Contó con el apoyo, sobre todo, de los progresistas.
Ante esta situación revolucionaria, Isabel II decidió el 26 de Julio que
formara gobierno Espartero, con O´Donell como ministro de la Guerra.
Aparece una nueva forma política, la Unión Liberal. Era un partido con
vocación de centro que fue creciendo su influencia al tiempo que se constituía
poco a poco en la única alternativa al progresismo, con O´Donell como líder.
Después evolucionaría hacia el conservadurismo, aunque manteniendo unas
formas centristas.
5. El primer periodo de la Unión Liberal (1856-1863)
La Unión Liberal fue el partido que controlo la vida política en los doce años
que transcurren desde 1856 a la revolución de septiembre de 1868, la
“Revolución Gloriosa”. En 1856 agrupaba a gran parte de los liberales. Por
entonces era un partido conservador, convencido de la necesidad de mantener
orden, y partidario de retornar a una vida parlamentaria que devolviera el
prestigio a las Instituciones. Incluía a militares como O´Donell, y a miembros de
los viejos partidos como Alonso Martínez o Cánovas. Contó con el respaldo de
la burguesía y de la mayor parte de los terratenientes, y con la oposición, fuera
de las Cortes, de los demócratas y republicanos. Ejerció el poder sin problemas
hasta 1863, fecha en la que hubo un gran crisis económica que llevó a los
gobiernos a una actitud cada vez más intransigente y empujo a la oposición a
los sectores progresistas del partido hasta culminar en la revolución de 1868.
Así, en octubre Isabel II encargó formar gobierno al general Narváez.
6. La crisis final del reinado (1863-1868)
Entre 1863 y septiembre de 1868 se suceden siete gobiernos, repitiendo
Narváez y O´Donell. Varias crisis provocan la caída de la monarquía:
1. Crisis Política: el régimen político isabelino va perdiendo apoyo. Los
progresistas se niegan a seguir participando en unas elecciones
fraudulentas. La represión es dura y rápida: hay 66 fusilados por las
tropas de la reina.
2. Crisis Intelectual: las críticas se multiplican. Muchos intelectuales se
alejan del régimen. Los estudiantes manifiestan su apoyo en la llamada
Noche de San Daniel, abril de 1865, enfrentándose a la Guardia Civil,
con el resultado de varios muertos y heridos.
3. Crisis Económica: estalla en 1866 en toda Europa. Empieza por ser
una crisis financiera al hundirse los valores ferroviarios y después toda la
Bolsa. La industria textil catalana tiene serios problemas. Se añade la
crisis de subsistencia.
4. Crisis Social: aumenta el descontento social al subir de forma
impresionante el paro. La burguesía financiera se aleja de la corona.
Progresistas, demócratas y republicanos planifican una estrategia para
acabar con el régimen y con la monarquía isabelina: firman el Pacto de
Ostende. Los unionistas, muerto O´Donell, se suman al pacto. A la
corona sólo le queda la camarilla, sectores de la vieja nobleza y la
Iglesia en su totalidad.
El pronunciamiento tiene lugar en septiembre de 1868.
Comienza en Cádiz, bajo el mando de los generales Prim y Serrano. Éste
último derrota en Alcolea a las tropas isabelinas. El levantamiento se generaliza
y la reina debe partir a Francia. Es la Revolución de 1868.
7. La Monarquía de Amadeo I de Saboya
Entre los sublevados de 1868 había distintas tendencias políticas: progresistas,
demócratas y republicanos, pero fueron los primeros los que formaron un
gobierno provisional y redactaron una Constitución de 1869 que aprobaba el
sufragio universal masculino y contaba con la figura de un rey que tenía el
poder ejecutivo. Comenzó la búsqueda de una persona que ocupara el trono
español y, finalmente, en diciembre de 1870, llegó a España Amadeo I, hasta
entonces príncipe de un pequeño reino de Saboya. El nuevo rey intentó cumplir
su misión, pero los problemas se acumularon: estalló una nueva guerra carlista,
Cuba luchaba desde dos años atrás por su independencia, y las constantes
peleas entre los partidos obligaban a continuos cambios de Gobierno en los
que el rey se veía obligado a arbitrar.
A esto se le sumó un nuevo conflicto entre el Gobierno y el Ejército. Uno de los
propósitos del nuevo sistema político era someter el poder militar al civil y que
el Ejército dejara de ser tan independiente. Así, cuando en 1873 Amadeo I se
vio obligado a tomar partido, incapaz de hacerlo sin disgustarse con ninguna de
las partes, abdicó.
LA PRIMERA REPÚBLICA (11 Febrero 1873-29 septiembre 1874)
Pese al breve ciclo de su vigencia, la Primera República ocupa un lugar
importante en la historia institucional y política de la España Contemporánea,
ya que supone un deseo de estabilidad democrática tras el fracaso de la
alternativa de Amadeo I de Saboya.
La República se proclamó la misma noche en la que Amadeo I abdicó
ante las Cortes (11 de febrero de 1873). La declaración se hizo contraviniendo
la Constitución: ni las Cortes podían asumir todos los poderes ni proclamar por
su cuenta la Republica. Pero, apenas había otra alternativa. La opción
monárquica había quedado agotada tras la dimisión de Amadeo I. La
Asamblea, compuesta por el Senado y el Congreso, votó la reforma de la
Constitución para poder declarar como forma de gobierno de la nación de la
República. Aquella proclamación escondía dos hechos esenciales: nacía una
república que a pesar de la engañosa sensación de unanimidad reunía
escasísimos apoyos, y en segundo lugar los republicanos estaban divididos.
Fue nombrado Jefe del Poder Ejecutivo Don Estanislao Figueras, uno de
los líderes más moderados del republicanismo. Figueras nombró un gobierno
de republicanos, con Pi y Margall en el ministerio clave de Gobernación, y
radicales.
Se pueden distinguir dos etapas en la I República: la parlamentaria (que
finaliza el 3 de enero de 1874 con el golpe de Pavía) y la presidencialista, en la
que se hace cargo Serrano, instaurando un régimen de transición. El nuevo
régimen no contó con las bases políticas y sociales adecuadas para su
perduración. En realidad, la República llegaba en una situación caótica. En el
campo económico, a la quiebra financiera del Estado se sumaba la lentitud de
la recuperación y, sobre todo, la situación del sector agrario, que aún no había
superado del todo la crisis de 1866-1867. tampoco existía un programa de
gobierno coherente y homogéneo.
En el aspecto social, los apoyos a la República eran escasos:
- Para la burguesía intelectual, la República debería traer
democracia, derechos individuales y avance en el desarrollo
económico, como forma de conseguir una sociedad más justa.
- Para los campesinos y trabajadores urbanos, el nuevo régimen
debería traer reformas sociales: reparto de la tierra, reducción de la
jornada laboral, mejores salarios, etc, es decir, una auténtica
revolución social. Pero pronto se desentendieron de la República, al
no traer ésta las reformas previstas.
En el terreno internacional, sólo los EE.UU, Costa Rica, Guatemala y Suiza
reconocieron y apoyaron el nuevo régimen: las monarquías y repúblicas
conservadoras europeas miraban con recelo a la república española porque la
asociaban al peligro de una revolución políticamente radical y socialmente
peligrosa. Pero rápidamente el enfrentamiento se hizo inevitable entre ambos
grupos: los radicales eran la mayoría en las Cortes, deseaban una República
unitaria; mientras que la minoría republicana deseaba la República federal.
Pi y Margall reconoció que las aspiraciones de estos últimos no eran
viables. Los republicanos intransigentes no compartían su actitud y alentaron
los desórdenes y manifestaciones violentas. En Madrid, se formó el Comité de
Salud Pública con el objeto de proceder a la inmediata formación de cantones.
El 8 de marzo se proclamó en Cataluña el Estado catalán, y la Diputación se
hizo con todos los poderes. El gobierno tuvo que hacer concesiones a los
federales.
La crisis estalló el 24 de febrero como consecuencia de la disidencia
entre los radicales y los republicanos federales. En el interior, la mayoría de los
partidos pasaron a la oposición: los carlistas, recrudeciendo la guerra del Norte;
los alfonsinos, sumando apoyos y organizándose para el futuro; los sagastinos,
absteniéndose de participar en las elecciones y apoyando la opción alfonsina.
Por si esto fuera poco, los propios republicanos estaban divididos: entre
unionistas y federalistas por un lado, y entre republicanos conservadores y
partidarios de la radicalización social por otro.
En estas condiciones, la República sólo podía ser un fracaso. Tampoco
se le dio tiempo a arraigar.
El proyecto de Constitución de 1873 no llegó a entrar en vigor. En él
triunfaba la línea de Cautelar, principal ponente del texto. Establecía una
República confederal compuesta de 17 Estados y varios territorios de ultramar,
cada uno de los cuales podía tener su propia Constitución Local y su división
de poderes entre Alcaldía (ejecutivo), Ayuntamiento (legislativo) y Tribunales
Locales (judicial).
La misma división se repetía en la estructura del Estado: ejecutivo,
ejercido por el Gobierno, cuyo jefe nombraba el Presidente; legislativo, ejercido
por las dos Cámaras; judicial, presidido por el Tribunal Supremo. La
Constitución daba grandes competencias al Presidente. No llegó a entrar en
vigor porque, a partir de los primeros días de julio, el país entró en un proceso
revolucionario que acabó por hundir definitivamente a la República.
La presidencia de Nicolás Salmerón supone el inicio de un giro a la
derecha. En cinco meses habían sucedido ya cinco gobiernos y dos
presidentes. Salmerón, elegido con el apoyo de los monárquicos, se disponía a
adoptar una actitud de mayor firmeza ante la revolución cantonal, que se había
extendido por el Sur y el Levante. Sus primeras medidas consistieron en
reorganizar el ejército para sanearlo; la Guardia Civil veía incrementados sus
efectivos. Córdoba, Sevilla y Cádiz fueron cayendo una tras otra. Otras
ciudades resistieron algún tiempo más, como Málaga, y sobre todo Cartagena,
que resistiría hasta enero de 1874. Pero cuando se le pidió que firmara dos
condenas a muerte para dos líderes cantonalistas, Salmerón prefirió dimitir el 5
de septiembre.
Con el nombramiento de Emilio Castelar como nuevo Presidente, el
cuarto en siete meses, el giro hacia el conservadurismo se acentúa y consolida.
Emprendió un programa de reforzamiento de la autoridad del Estado, para el
cual buscó el apoyo del Ejército. Los generales, ya abiertamente
antirrepublicanos, y muchos de ellos en contacto con los grupos alfonsinos,
prefirieron apoyar a Castelar para acabar con la revolución. En pocos días, el
Presidente obtuvo poderes extraordinarios de las Cortes, suspendió sus
sesiones y varios derechos constitucionales. Tras varios logros, poco a poco va
perdiendo apoyos ya que los conservadores y monárquicos lo que querían de
verdad era acabar con la República. Estaban esperando el momento de la
reapertura de las sesiones para conseguir la caída de Cautelar. Finalmente
cuando se estaba votando un nuevo gobierno, el ejército ocupó puntos clave
de la ciudad. Poco después, el general Pavía, capitán general de Madrid, hizo
entrar tropas en el edificio, y tras disolver el Congreso, anunció que se iba a
constituir un gobierno de emergencia, sugiriendo el nombre del general
Serrano como nuevo Jefe de Gobierno. Su gobierno restablecerá el orden
público, adoptará medidas excepcionales, como la disolución de los
internacionalistas, represión a los republicanos y de sus órganos de gobierno y
expresión, así como aplacar la guerra carlista.
Con el golpe de Estado de Pavía termina la I República, puesto que el
régimen autoritario de Serrano, que durará casi un año es una dictadura militar
de transición hasta la restauración alfonsina.
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