Antonio Iturbe, periodista cultural y escritor intermitente. CRÓNICA FINLANDIA PISA FUERTE Será el país invitado de Fráncfort 2014 Durante décadas, el único escritor finlandés que uno era capaz de nombrar era Mikka Waltari, autor de “Sinuhé, el egipcio”, que no es precisamente un fiel reflejo de la sociedad nórdica. De repente, proliferan en nuestras librerías apellidos como Hotakainen, Paasilinna, Pulkinen, Oksanen, Parkinen, Ronka… Viajamos a Helsinki para saber por qué el volcán literario finlandés está en erupción. texto y fotos ANTONIO ITURBE F inlandia es un país con menos de seis millones de habitantes en una esquina de Escandinavia que habla una de las lenguas menos conocidas del continente, pero sus escritores resuenan en las librerías de toda Europa y en España hay hasta media docena de ellos en los planes de novedades. ¿Cuál es la razón de este milagro finlandés? El FILI (instituto finlandés de promoción exterior del libro) se brinda a mostrarnos su mundo literario. Compramos una gorra con orejeras como la de Ignatius J. Reilly y nos ponemos en camino. Finlandia es un país pequeño que se hace escuchar, no solo por los teléfonos Ericsson, sino por tener el mejor sistema educativo del mundo occidental. Durante el viaje en Finnair voy leyendo el libro de Xavier Melgarejo titulado Gracias, Finlandia (Plataforma). Se trata de un análisis en profundidad de cómo funciona el sistema educativo finlandés y el por- 78 QUÉ LEER qué de su éxito. Porque esa es otra: aquí a todo el mundo se le llena la boca diciendo lo maravilloso que es el sistema educativo finlandés, pero casi nadie se ha tomado la molestia de enterarse de cómo funciona. Melgarejo, sí. Explica que allí los niños no se escolarizan hasta los 6 años cumplidos y que en las guarderías (que tampoco se usan de manera mayoritaria, gracias a las ayudas gubernamentales a los padres durante los primeros años) no se incide en la enseñanza de la lectoescritura. Y que, cuando se escolariza a los niños (al menos tres años más tarde que en España), resulta que hacen menos horas lectivas. Sin embargo, llegan los aquí tristemente famosos exámenes PISA de valoración de los alumnos en comprensión lectora y matemáticas, y Finlandia está a la cabeza de Europa, pasando por delante de Suecia o Alemania, Noruega o Alemania, y a años luz de España. Melgarejo explica muy detalladamente los muchos aspectos colatera- les que fortalecen el sistema finlandés, pero hay una cuestión que llama la atención: los maestros gozan de la más alta consideración social y, de hecho, son una elite intelectual. Las mejores mentes del país al servicio de la educación. Para acceder a los estudios de magisterio se requiere una nota media de 9 y, antes de ingresar, se los somete a una prueba de conocimientos, que incluye la disciplina musical o artística, y una rigurosa prueba y entrevista personal para determinar su capacidad pedagógica y su vocación como enseñante. Sus estudios incluyen 1.400 horas de formación pedagógica. Sobrevolando Centroeuropa me viene a la cabeza que, cuando hace unos años acabé la carrera, por si me daba por enseñar o me quedaba en paro, me saqué el Certificado de Aptitud Pedagógica que me habilita legalmente para optar a las oposiciones de enseñante en España: eran 140 horas. Diez veces menos. Y doy fe de que la intensidad de aquellas clases somnolientas de los sábados por la mañana, que casi todo el mundo sentía como un trámite administrativo, dejaban menos huella que el paso de Jesucristo por encima del mar de Galilea. Ahora, en un gran esfuerzo, se ha aumentado la cosa a 740 horas de pedagogía para esos futuros maestros. Aún así, son la mitad que en Finlandia. Melgarejo lo deja claro: quienes formen a sus hijos han de ser las personas más capacitadas, formadas y motivadas del país. El meollo de la cuestión es que en Finlandia no solo se llenan la boca con la palabra educación, sino que además se la creen. El tópico derrotista dice que en España no nos ponemos nunca de acuerdo en nada, pero no es verdad, las políticas educativas lo demuestran: todas las administraciones (estatales, autonómicas, municipales) de los más variados partidos políticos por fin se han puesto de acuerdo en algo: reducir el presupuesto para educación. Desde 2010 lo han recortado en 7.300 millones de euros (un 16,7 por ciento). Algo tendrá que ver todo esto en que un país de seis milloes de habitantes exporte escritores de calidad a todo el mundo. Helsinki con buena letra El FILI ha preparado un apretado programa de actividades que incluye conversaciones con escritores, editores y actores culturales. Pido entrevistar a Arto Paasilinna, autor de unos libros sabrosos con mucho humor socarrón, como Delicioso suicidio en grupo o El mejor amigo del oso, publicados por Anagrama. Pero me dicen educadamente que no va a ser posible, que no se encuentra bien. Ya había oído decir que no estaba bien de salud, así que no insisto... de momento. Otra pieza del engranaje finlandés que me interesa es Sofi Oksanen. Los amables responsables del FILI me dicen que han contactado con ella, pero tiene una agenda muy apretada. Sin embargo, hay quien me cuenta que Oksanen es alérgica a todo lo que suene a encuentros organizados por organismos públicos. Parece ser que, además de su estética gótica, sigue manteniendo un tozudo espíritu contracultural. Pero hay que ver a Oksanen porque es actualmente la escritora finlandesa más celebrada internacionalmente. Purga fue un novelón que ganó el premio del Nordic Council, el Prix Femina Étranger y el premio a la mejor novela europea del año 2010. Su conocimiento de la vecina Estonia (ella es hija de un electricista finlandés y una ingeniera estonia) retrataba con un tempo literario extraordinario la terrible realidad del tráfico de mujeres y la sombra del gigante ruso sobre la pequeña república báltica. En su nueva novela, Cuando las palomas desaparecieron (Salamandra) relata, a través de la peripecia de dos hermanos de muy distinto signo moral, cómo la capital del país ha sido el QUÉ LEER 79 CRÓNICA A la izquierda, constatamos que los libros forman parte del paisaje de Helsinki. Junto a estas líneas, arriba, Aleksi Siltala, un editor independiente de largo recorrido muy interesado en la cultura española; y, abajo, una instantánea que demuestra que las bibliotecas de la ciudad son extraordinariamente acogedoras. una facilidad muy escandinava para los idiomas. Allí son oficiales el finlandés y el sueco, pero muchísima gente habla inglés y personas como Silja, varios idiomas más. Entenderse en Finlandia es fácil. Quizá sea por la atmósfera de calma que se respira. Giro una esquina y desde una tanqueta del ejército se me acerca un soldado. En otro país, si se te acerca un militar uniformado, te pondrías tenso, pero aquí no. En vez de llevar una metralleta carga una hucha: está pidiendo educadamente donativos igual que si fueran estudiantes vendiendo números de una cesta para pagarse el viaje de final de curso. Esa sensación de estar en un sitio muy civilizado, donde uno se mueve con total comodidad, me va a acompañar durante todo el tiempo en Helsinki. Silja (las “j” se pronuncian como “y”) nos explica que el FILI tiene que esta es la sala de máquinas del “milagro” finlandés. En realidad, no hay tal milagro: hay un trabajo muy serio, bien organizado y bien dotado en el apoyo de su industria cultural fuera del país. Pippi Liksom Tenemos cita con la emblemática escritora y artista multifacética Rosa Liksom: pinta, hace collages, filma vídeos extrañísimos… tiene en YouTube unas grabaciones en las que muestra a unas mujeres con un burka blanco pasearse tranquilamente por caminos y bosques de Finlandia, sin propósito aparente. Rosa Liksom es encantadora, una culta Pippi Langstrum mayorcita. Será porque su nueva novela –todavía no traducida al castellano–, Compartimento número 6, es la historia de una enrarecida relación sentimental ambientada en Rusia en los tiempos Sofi Oksanen no es tan hueso como decían y Rosa Liksom es una Pippi Langstrum encantadora. felpudo donde se han limpiado las botas alemanes y rusos. Consigo entrevista con Oksanen y me cita en el Café Talo, en la zona de Kallio. El merodeo muestra que se trata de una zona antiguamente obrera y estudiantil, que se ha convertido en el barrio de gente joven, artística y emprendedora, con tiendas singulares y cafés con personalidad, que recuerda a ciertas zonas de Berlín. El Café Talo pertenece a ese tipo de locales cálidos donde lo moderno y lo antiguo se dan la mano: hay mesas de madera natural con aire reciclado, abundancia de revistas a disposición de la clientela, una zona para servirse uno mismo el té y un público de treintañeros que teclean sobre sus Macs portátiles. Me habían advertido de que Oksanen era un hueso, pero no es para tanto. Aparece con su look gótico discreto, que tiene algo de Bruja Avería, pero acompañándolo de unas gafas de bibliotecaria y una actitud seria. Es amable y, al decirle que he llegado con mucha antelación y acabo de 80 QUÉ LEER terminar mi té, baja las escaleras para traerme otro. Oksanen está allí como en su casa. Lo que es cierto es que se ríe poco, o nada. Y que puede ser tajante en algunas respuestas. Pero al paso de los años uno prefiere la actitud seria auténtica al falso colegueo que se gastan algunos escritores que quieren hacerse los simpáticos. Le comento que la estructura de saltos en el tiempo que ha utilizado en su último libro es exigente y que corre el riesgo de disuadir a lectores poco curtidos: “No puedo pensar en ese tipo de cosas porque los lectores son muy diferentes entre sí y no hay un lector ideal. Para unos, una cosa simple resulta muy complicada y al revés”. No cede un milímetro en su estilo, y hace bien. Por eso es una de las voces emergentes más interesantes de la literatura europea actual. Al final, tras mucho hablar del lenguaje teatral, la guerra, Estonia o Rusia, etc. (los curiosos pueden ver la entrevista completa en el Qué Leer 191), por fin sonríe al hablar sobre el oficio de escritor: “El único consejo que puedo dar es que no vale la pena querer dedicarse a ser escritor si uno no es capaz de estarse sentado en una silla horas y horas, días y días, sobre su propio culo. Si no es capaz de hacer eso, mejor que se dedique a otra cosa”. Sala de máquinas del milagro El FILI está situado en el centro de la ciudad, muy cerca de Kauppatori, donde se encuentra la zona portuaria más visitada y de donde parten los barcos turísticos que hacen pequeñas rutas alrededor de la fachada marítima. Allí me reúno con otro expedicionario que rastrea el milagro finlandés, el colega de la revista Quimera, Fernando Clemot, y la responsable de comunicación del FILI, Silja Hakulinen. Después de hacer un despliegue de facultades en inglés, ella comenta tímidamente que habla “un poquito” de castellano. En realidad, habla como si fuera de Albacete. Porque los finlandeses lucen un acento estupendo en castellano y, además, tienen como misión primordial promover la literatura finlandesa en el exterior proporcionando ayudas a la traducción y la publicación, organizando visitas de autores y editores, creando materiales promocionales e interviniendo activamente en ferias de todo el mundo para dar a conocer a sus autores. Además de buenas intenciones, tienen un presupuesto de 600.000 euros para sus becas y ayudas, y un equipo de una decena de personas que encabeza la directora Iris Schwanck, quien a pesar de estar muy ocupada nos recibe de la manera más afectuosa en sus oficinas. Un lugar de trabajo agradable pero sobrio, donde la principal decoración la componen los volúmenes de las múltiples traducciones de autores finlandeses a los más diversos idiomas. Alemania encabeza el ranking de países que más escritores finlandeses traducen. Pero están muy contentos del tirón que están teniendo sus autores en España. Uno se da cuenta de de la Perestroika, que vamos a comer con ella en un magnífico restaurante que tiene nombre francés (Bellevue), pero que en realidad es ruso. Me doy cuenta en cuanto entro en los lavabos: hay unas flores de plástico y un expendedor de jabón de usar y tirar, pero la magnífica grifería dorada parece que sea de oro macizo. Le encantaría a los matones rusos de Matti Rönkä, al que luego visitaremos. Rosa Liksom luce un tatuaje étnico y habla con entusiasmo de los grandes espacios de Laponia. Ella nació en esa región al norte del norte, en Tornio, un pueblo de doscientos habitantes: “Allí nadie escribe libros, pero todos cuentan historias. ¡Hay grandes contadores! Hablan de alguien que murió hace cincuenta años igual que de un vecino de ahora”. Aunque ella tiene varios libros que recopilan historias laponas, en su nueva novela la cosa va por otro lado. Liksom ha vivido en Rusia y habla la lengua, así que escribe con conocimiento de causa. Explica cómo una joven y entusiasta estudiante finlandesa de arqueología en Moscú toma un tren lentísimo para ir a Mongolia a ver unas excavaciones. En su compartimento viaja un ruso cuarentón, malhablado, con un cargamento de vodka y un pasado delincuencial que incluye el asesinato. “De alguna manera, ella representa a Finlandia y él, a la Unión Soviética”, reflexiona Liksom. Me encanta la metáfora. Empiezo a darme cuenta de que la sombra de Rusia es muy alargada en Finlandia. Al fin y al cabo, estamos a trescientos kilómetros de San Petersburgo. La novela de Oksanen: estonios machacados por rusos. La novela de Liksom: la relación del ruso abusivo sobre la vulnerable muchacha finlandesa. La de Matti Rönkä, El hombre con cara de asesino (Alfaguara), es el título inicial de unaserie con mafiosos rusos… Y es que, para un pequeño país como Finlandia, tener de vecino a un gigantón como Rusia, que se ha pasado buena parte de su historia tratando de echarle la zarpa encima, tiene que marcar. La siguiente visita es, precisamente, a Matti Rönkä, que aquí es un personaje muy popular porque presenta el informativo televisivo de la popular cadena YLE TV. Rönkä muy despierto Para no defraudar a Rönkä en su primera entrevista con periodistas españoles, llegamos tarde. Rönkä nos dice que ha querido escribir un policiaco que no fuera políticamente correcto: “Crear un noir diferente a la tradición”. La diferencia de su propuesta (que tampoco es tan innovadora) es mostrar a un detective al filo de la legalidad (y pasándose algunos centímetros de la raya) llamado Viktor Karppa. Es una especie de “Señor Lobo” de Pulp Fiction que, además de investigador, es un conseguidor de lo que sea y se mueve en eso que Rönkä llama “la zona gris de los negocios”. Es un estonio fuerte y algo macarra, pero tendrá que vérselas con tipos más duros de pelar que él mismo: la mafia de su país (gente dura y seria) y la mafia rusa (matones duros, pero horteras y algo desastrados, casi entrañables). Explica que le influyó mucho al escribir la serie la película QUÉ LEER 81 CRÓNICA A la izquierda, una Rosa Liksom que nació en Laponia y, además de escritora, es una artista multifacética. A su lado, Matti Ronka, quien es la cara visible del informativo más popular de Finlandia y un escritor de novela negra con toque irónico. Abajo, los soldados finlandeses que, en vez de metralleta, van armados con huchas para pedir donativos para los inválidos. fruta. De hecho, lo hacen de manera cuidadosa y sin ensuciar nada. Pero me gusta esa naturalidad: sentarse cómodamente, leer, dar sorbos a un té… parece una combinación imbatible. El sentido de la responsabilidad de los usuarios debe hacer que eso sea posible en una biblioteca finlandesa. Qué envidia. Mientras hacía mi ronda libresca, mi colega Fernando Clemot se fue a entrevistar a Riikka Pulkkinen, de la que Salamandra publicó hace unos meses La verdad. Vuelve medio sofocado, porque la autora estaba embarazadísima, al punto que tuvo que parar varias veces la entrevista porque notaba contracciones y en la última pensaba que se iban directos al hospital. En el fondo no hubiera estado mal el titular: “Periodista español ayuda a dar a luz a joven promesa de las letras finlandesas”. Podría una bajada progresiva de la venta literaria y la incorporación del ebook no la ha compensado, es solo el uno por ciento del total”. Dada su simpática locuacidad, aprovecho para preguntarle por el gran ausente en este viaje: el gran Arto Paasilinna, si es posible entrevistarle. Explica que fue él quien presentó a Paasilinna a Jorge Herralde: “Es un gran loco, un tipo extraordinario que se construyó su propia casa y sus propias saunas”. Con la discreción habitual, me da a entender que Paasilinna está muy pachucho. Reuniendo alusiones veladas de unos y otros llegaré a hacerme la composición de lugar de que está demolido por el alcohol. En estos dos frenéticos días finlandeses todavía Silja nos lleva a visitar la asociación cultural Nuoren Voiman, que vendría a traducirse El director de la feria del cómic más importante de Escandinavia nos recibe cargando cajas, como un operario más. Biutiful de Iñárritu, ambientada en Barcelona y protagonizada por Javier Bardem. Rönkä parece serio pero en la novela hay muchos momentos divertidos, como si fuera una versión rusa y macarra de Los Soprano: “Mis personajes hacen bromas baratas, pero ese humor te permite entender cuál es su mirada del mundo”. El humor es cosa seria. Le pregunto medio en broma si, dado que muchos políticos son tan tramposos como sus torpes mafiosos, saca ese ramalazo de humor cuando los entrevista en el informativo. Pero lo toma al pie de la letra y responde muy ceremonioso que no, que sus entrevistas son muy serias: “En Finlandia los políticos son personas honorables”. Un gran país, ya digo. De librerías Si uno se da un garbeo por las librerías finlandesas, acaba en alguna perteneciente a las dos cadenas principales. En la Esplanade, el corazón de la ciudad, está la Kirjakauppa Akateeminen (librería Acadé82 QUÉ LEER mica: Kauppa quiere decir tienda y kirja, libro), perteneciente a la cadena Stockman, propietaria de los grandes almacenes más potentes de Escandinavia (como Harrod’s pero menos excesivo). El edificio de la librería, de mármol blanco, te anuncia que vas a entrar a un lugar nada vulgar. El interior es enorme y luminoso, con un piso superior a modo de balconada que permite asomarse a la planta de abajo. El fondo en inglés es apabullante, hay lugares confortables para sentarse y, encima, tienen una cafetería con un café de primera y unos dulces a juego. Si pusieran camas sería como para dejar el hotel y trasladarse aquí. En frente de los grandes almacenes Stockman hay una tienda de la otra cadena de librerías del país: Suomalainen (“librería finlandesa”). No es tan grande, pero hay un amplio surtido y, en su zona central, un sitio reservado para las presentaciones de libros. Los clientes muestran al pagar una tarjeta de la librería que los vincula a ella. Para completar el paseo libresco: una visita a una biblioteca. Pregunto a Silja dónde visitar una y me lleva a la más cercana, en la calle Eikhardinkatu. Por fuera no es muy llamativa, se entra como en el portal de un edificio cualquiera, pero por dentro es enorme y, sobre todo, muy cálida. Pese a su tamaño, no pierde el aire de piso antiguo con pasillos de baldosas hidráulicas, puertas con cristaleras, sofás, pequeños relojes redondos como de estación de tren… Hacen algo tan razonable como distinguir la zona infantil de la de “young adults” y van creando ambientes y zonas compartimentadas que crean una sensación acogedora. También hay un cuerpo central de varios pisos de altura, con asientos esparcidos para que la gente se siente a su aire. Y hay algo que me llama especialmente la atención: ves personas comiendo mientras ojean unas notas o tomando un zumo mientras leen un libro sentadas en un butacón. Naturalmente, no se comen una paella, sino algún pequeño sándwich o una haber sido la crónica de su vida. Pero Clemot, hombre cabal y nada ducho en obstetricia, prefiere que la cosa se haya refrenado. Nos vamos juntos a visitar a Aleksi Siltala, un editor salado que habla un castellano muy bueno, en la sede de Siltala, que fundó hace un lustro con su hermano, después de veinticinco años trabajando en Wsoy, una de las editoriales más potentes del país. Cuenta que Finlandia tampoco es el paraíso lector, que en todas partes cuecen habas: aquí las 50 sombras de Grey han arrasado, como en todas partes. Hay autores de los que se habla mucho, que tienen una gran aureola de escritores y que realmente son extraordinarios, como Foster Wallace... “¿Pero sabes cuánto hemos vendido de Foster Wallace? Trescientos ejemplares”. Y la crisis también ha golpeado: “En cinco años, las cosas han cambiado. Ha habido muchos movimientos y un treinta por ciento de los puestos de trabajo en las editoriales ha desaparecido. Realmente ha habido 83 QUÉ LEER OCTUBRE 2008 como “Poder Joven” y que organiza cursos de literatura a precios casi simbólicos, intercambios culturales, recitales de poesía y todo tipo de eventos para acercar a los más jóvenes a la lectura. Su directora nos dice que “trabajamos con niños para construir el futuro”. Y nos da tiempo de visitar a Kalle Hakkola, director del festival de cómic que va a inaugurarse ese fin de semana en Helsinki, el mayor de Escandinavia, donde esperan recibir a alrededor de 25.000 personas. Cuando llegamos al lugar donde se celebra el salón, el director no está con un traje y corbata sentado detrás de una mesa de despacho de caoba, sino en camiseta y descargando cajas de una furgoneta. Hace un alto para tomar un té y le pregunto si aquí el público se disfraza de superhéroes o de Star Wars, y me dice que no, que lo suyo es el “Art Comic and graphics”. Este es un país serio. Echamos el candado Nos despedimos de Finlandia con una cena que ofrece la directora del FILI a una serie de editores extranjeros que esos días visitan el país y a este par de periodistas de revista cultural. Hay un montón de escritores finlandeses, que se muestran muy comunicativos, como Antti Tuomainen, que publicó en 2012 en la colección Roja & Negra de Random El sanador, una interesante novela entre policiaca y postapocalíptica con un poeta como forzado investigador. O la risueña escritora y traductora Salla Simukka, que me dice que tiene libro en La Galera de próxima aparición. Además, es gente muy sagaz, capaz de entender nuestro inglés de discoteca de verano. Aprovecho el corrillo con uno de los editores para preguntarle cómo ven el próximo aterrizaje de Finlandia en la feria de Fráncfort de octubre de este año. Se muestra muy complacido por que su país pueda mostrar a Europa su trabajo y señala que es un evento importantísimo para la industria cultural. Y, a continuación, me señala que el pabellón está siendo desarrollado por tres estudiantes de la Aalto University que se encuentran en un programa de diseño de espacios y de mobiliario. Me quedo pasmado. “Los alemanes también se extrañaron”, se ríe. Me cuenta: “Es la primera vez en la historia de la feria de Fráncfort que el país invitado deja el diseño y ejecución de su stand a unos estudiantes. Pero es que nosotros tenemos plena confianza en nuestros estudiantes”. Ese es el meollo. Por eso explota el volcán. Porque aquí, más allá de cualquier religión, en lo que tiene fe el país es en la educación. Me voy a dar un paseo melancólico por Market Street para despedirme de Helsinki y, al cruzar un bello puente de madera, detecto un brillo. “¿Será el brillo de la sabiduría?”, me pregunto. Pues no, se trata del brillo metálico de una enorme cantidad de candados anclados a la varanda... ¡No puede ser! Lo es: son candados de los fans de Federico Moccia, ese trilero de la novela sentimental más tópica y zopenca para adolescentes embotados por las hormonas. Nadie es perfecto. � QUÉ LEER 83