Órgano de la Junta Española de Liberación. Año I, núm. 4, 19 de

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SE PUBLICA LOS SABADOS
Redacción y Administración :
Tacuba, 15
Director: MANUEL AI.BAR
PRECIO: 25 CENTAVOS
Registrado como articulo de segunda
clase en la Administración de Correos
de México.
O R G A N O DE LA JUNTA E SP A Ñ O L A DE LIBERAC IO N
México, D. F., 19 de Febrero de 1944
Año I
TEMORES
Bulow, siendo canciller del imperio, se lamentaba de un tras­
piés diplomático alemán, el sagaz Holstein, “ alter ego” del
ministerio de Negocios Extranjeros, replicó: “ Alteza, somos los
primeros en música, en filosofía, en estrategia, en casi todos los
terrenos. No es, pues, de extrañar, que en un solo sector, la
política, seamos irremediablemente unos asnos”. Esperemos que
se haga el milagro de que dejen de serlo, aunque forzoso es con­
fesar que en los últimos años han tenido muchos émulos. Pero
no basta enmendar las torpezas pasadas, muchas de ellas irre­
ya, sino procurar los aciertos del porvenir. Hay que fe­
Qué les interesa a las naciones unidas ¿una política de apla­ parables
cundar
el
mañana. Y, hasta ahora, la política que se nos ofrece
zamiento, merced a la cual todos los problemas creados duran­ lleva marcado
el signo de la esterilidad.
W
te el período que va desde la aparición del fascismo hasta la
declaración de guerra en 1939 se vayan acumulando para cons­
tituir después, cuando llegue la paz, un fardo que nadie podrá
cargar sobre sus hombros sin peligro de hundirse con él, o una
COMUNI DAD LATINA
política inteligente, sincera, que vaya estructurando y cimentan­
do ei mundo ae la postguerra? La pregunta es de fácil respues­
ta y, sin embargo, es la única que las naciones unidas no quie­
ren responder. Prefieren, a lo que se advierte, la solución pri­
Entre la Unión Latina, establecida en Nueva York, y la Jun­
ta Española de Liberación se han cruzado los siguientes cable­
mera, es decir, la que no resuelve nada, creando de ese modo
gramas:
el ambiente propicio para que se repita el tremendo error en
“ Celebramos que esa Junta afirme su fe en la indisoluble
que culminó la guerra pasada. Ni de un lado ni de otro se en­
comunidad latina. Trabajamos por el mismo ideal, que sólo po­
contrará hoy quien defienda la paz de Versalles, que no fuá
drá ser realizado dentro de la democracia y de la libertad, y en
una paz propiamente dicha, sino la preparación de una nueva
este sentido nuestros esfuerzos pueden ser paralelos. Hacemos
guerra. Tratando, en apariencia, de destruir las causas que hi­
votos por la inmediata libertad de España y consideramos que el
restablecimiento de una España libre y dueña de sus destinos es
cieron posible la de 1914, generó la de 1939 y creó, en el in­
esencial para el nuevo despertar de la civilización latina. Saludá­
termedio, males sin cuento que todos los pueblos, pero especial­
rnosle con consideración y amistad. Por la Junta Ejecutiva de la
mente algunas —España es uno— padecieron y padecen en carne
Unión
Latina.—VENTURI, MAYNAED, RAMOS, LIONELLO,
viva. No se tuvo generosidad, ni visión del porvenir, ni valor
VENTURI”
.
para afrontar las responsabilidades de un mundo en crisis. Al
espíritu de justicia se opuso el de venganza. En lugar de fa­
“ La Junta Española de Liberación, que al proclamar su fe
vorecer una amplia comunidad internacional, de las conferencias
en la profunda e indisoluble comunidad latina expresó acendra­
de Versalles surgió un nacionalismo agresivo que no tardaría
dos anhelos, escucha hoy complacidamente el eco que aquellas
en erizar, con alambradas de bayonetas, las fronteras europeas,
palabras
suyas encontraron en esa prestigiosa entidad, a quien
muchas de ellas ficticias. Lejos de agrupar, el tratado de Veragradece los votos que formula por la libertad de España, que
salles dividió. Como un aborto de los catorce puntos que propo­
debe ser simultánea a la de Italia y Francia para que vuelvan a
resplandecer juntos esos tres grandes faros que guiaron al mun­
nía Wilson, advino a vida precaria la Sociedad de Naciones,
do por rutas de civilización y cuyos destellos enlazan el espíritu
bien mostrenco de las grandes naciones vencedoras. La pobre
de una auténtica fraternidad universal.—DIEGO MARTINEZ
república de Weimar —tan pareja en destino a la república es­
BARRIO, presidente. INDALECIO PRIETO, secretario” .
pañola— que debió y pudo ser la clave de una seguridad esta­
ble en Europa, no mereció respeto ni protección ninguna, con
lo'cual ganaba tantos la exacerbación nazi, sembrada en un
ambiente tan propicio como el alemán a exaltaciones místicas
de tal naturaleza. La advertencia de Talleyrand —cínico, pero
inteligente— a Napoleón en 1805, cuando Viena estaba a pun­
to de sucumbir, cobraba profètica actualidad en 1919, con res­
pecto a Alemania: “ Si se le imponen, sacrificios demasiado
grandes —aconsejaba Talleyrand— el Austria podrá ceder a la
necesidad durante algún tiempo, pero, en el fondo, sólo aguar­
dará la ocasión del desquite y no pensará sino en formar una
nueva coalición en contra de Francia”. En las negociaciones de
Versalles se impuso la voluntad de quienes aspiraban preferen­
temente al aniquilamiento de Alemania, olvidando que la garan­
tía de una paz permanente no estaba en una Alemania humilla­
da y empobrecida, sino en un sistema internacional de Derecho
y cooperación colectiva mediante el cual fuera imposible la
tigresión de un Estado contra otro. Se hizo lo contrario. Y el
egoísmo, de una parte, y la insolidaridad, de otra, abrieren
paso franco a la trágica experiencia nazifascista.
¿Es posible que la historia se repita*: Por de pronto no se
hace absolutamente nada para favorecer el clima propicio a una
paz firme y creadora. Diiérase que todo el esfuerzo se concen­
tra en una sola aspiración: derrotar a Alemania, sin ulteriores
perspectivas de organizar el mundo con ideas nuevas y sobre
cimientos nuevos. Se han puesto en circulación los mismos tó­
picos con que se epilogó la guerra pasada. Por temor —real o
fingido— a la expansión bolchevique se intenta apuntalar todo
lo que constituye la osamenta del regimen caduco. Tras del gra­
vísimo e imperdonable yerro que significó la pasiva indiferen­
cia con que las grandes naciones democráticas consintieron el
asalto nazifascista a pacíficas democracias —como Checoeslova­
quia y España— se comete ahora el de impedir que los pueblos
recobren su libertad y acuerden por sí mismos su destino. A
la desesperanza que una política semejante origina, que ya es
bastante daño por si sola, se unen los riesgos que implica para
mañana. Es difícil que en un ambiente de recelos mutuos, afa­
nes de predominio y cálculos mezquinos pueda edificarse la paz
que el mundo necesita para restañar sus heridas. Y es igualmen­
te imposible que sin un cambio profundo en la estructura social
presente pueda organizarse una vida colectiva tranquila y feliz.
Cabe pensar que las dramáticas lecciones del pasado hayan cu­
No hay petróleo para las lámparas.
rado, cuando acabe la guerra, la locura mesiánica del totalita­
rismo, y que la razón recuperará su fuero. Una vez que von
(The Baltimore Sun)
L A E X P E R IE N C IA
DEL PA SA D O
ESPAÑA, FRANCIA, ITALIA
Núm. 4
DOROTHY THOMPSON DICE...
FRANCO, NUEVO
JEFE DEL EJE
Vale la pena escuchar a Dorothy
Thompson, cuando habla por las emi­
soras de la cadena de National
Broadcasting. He aquí unos botones
de muestra:
* Vencido Hitler. .. “ el centro del
nuevo eje nazifascista no será Ber­
lín, será Madrid”
* “ Hitler no será el enemigo”
(mañana). “ El más peligroso ene­
migo será Franco, que se las arregla
para ayudar al Eje y ganarse nues­
tra gratitud con su llamada neutral
lidad”
* “ Según un diario falangista ha­
bía, en enero de 1940, 270,719 pre­
sos políticos republicanos. La amnis­
tía de Navidad liberó 40,000... de
suerte que Franco retiene dosci-ntas mil personas, sin motivo, ni pro­
ceso, ni razón que pueda dar al
mundo”
* “ .. El partido de Falange es el
único legal en España. Se sostiene
con dinero del Tesoro español. En
esté año se aumentó el crédito para,
el Partido de Falange. Bonita ma­
nera de disolver un partido... pa­
gándolo con impuestos al pueblo” .
* ... “ La Oficina Internacional del
Trabajo sabe que Franco aún tiene
pendiente otro tratado con Alema­
nia. Por ese tratado proveyó de ma­
no de obra a las fábricas alemanas.’
Esos trabajadores no son volunta­
rios. Son conscriptos obligados oor'
su propio gobierno, que los envía a
Alemania para hacer bombas con
que matamos a nosotros. Alemania
no tiene un tratado semejante con
ningún otro neutral” .
A la señorita Thompson, que sabe
que “ en América Latina predomina'
la cultura española” , le preocupa
que el fascismo salte de Berlín a
Madrid y luego a Buenos Aires. Ti­
tuló su charla-crónica: “ Franco,
nuevo jefe del Eje” .
ELECCION DE COMI­
TE EN LA CASA RE­
GIONAL VALENCIANA
En las elecciones celebradas para
cubrir los cargos del Comité de la
Casa Regional Valenciana, fueron
designados los siguientes señores:
Presidente Honorario, José Manat
Nogues; Presidente, Francisco de
Llano Encomienda; Vice Primero,:
Marin Civera; Vice Segundo, Isidro
Sánchez; Secretario; Rafael Bohor,
ques; Vice Primero, Pascual Arago­
nés; Vice Segundo, Serafín Aliaga;
Tesorero, José Cañizares; Contador,
Angel Espinos; Bibliotecario, Enri­
que Cerezo; Vocal Primero, Merce­
des Maestre; Vocal Segundo, Car­
melo Alberola; Vocal Tercero, José
Saborit; Vocal Cuarto, Enrique Ti-'
neo; Vocal Quinto, Miguel Díaz.
CORREO DEL URUGUAY
Solo cabe en España un régimen genuinamente democrático
Declaraciones de don José Luis Coello de Portugal
El periódico El Día, el más importante de cuantos se editan
en Uruguay, ha publicado unas declaraciones del delegado de la
Junta Española de Liberación, don José Luis Coello de Portugal.
Creemos interesante transcribir lo más sustancial de la referencia
periodística, que dice así:
“ El señor Coello de Portugal, es
una joven y destacada personalidad
democrática española, de relevante
actuación en diversos cargos duran­
te la República. En el año 1919,
mientras cursaba estudios como te­
niente de infantería en el 3er. año
de la Escuela Superior de Guerra, se
produjo una incidencia en la que a
raíz de no avenirse a determinadas
imposiciones de la Junta de Defen­
sa, hubo un choque violento de opi­
niones y fueron expulsados 23 ofi­
ciales que cursaban en ese organis­
mo superior. En 1922, una sentencia
del Tribunal Supremo de Justicia
anuló la de expulsión y los reinte­
gró a la carrera. Entonces, volunta­
riamente, el señor Coello de Portu­
gal solicitó su separación del ejér­
cito y terminó su carrera de aboga­
do. Luego prestó servicios en el Con­
sejo Supremo de Ferrocarriles, ocu­
pando más tarde el cargo de Comi­
sario del Estado en los Ferrocarri­
les Andaluces. Al producirse el le­
vantamiento militar de 1936, pidió
su reingreso al ejército y lo obtuvo,
actuando como oficial de Estado
Mayor. Le cupo, entre otros desti­
nos. desempeñar el de Jefe de Es­
tado Mayor de la División de Al­
bacete, desde el cual organizó las
primeras divisiones internacionales
que al mando de los generales Kleber y Haus, defendieron Madrid.
Fné también Jefe de la Sección de
Información del Estado Mayor Cen­
tral, Director General de Trans­
portes Militares y Jefe de Estado
Mayor del grupo de ejércitos de Ca­
taluña, cargo con que entró en
Francia al producirse la retirada de
1939. Ocupó además, en su calidad
de militar y abogado, un puesto en
el Tribunal de Espionaje y Alta
Traición. Tal, a grandes rasgos, la
personalidad de nuestro entrevista­
do, que llegó a nuestro país proce­
dente de México, luego de haber
asistido a los dolorosos aconteci­
mientos de la caída de Francia.
Veamos ahora, lo que nos dice:
—¿Cuándo le fué comunicado a
usted su nombramiento?
—Hace ya algunos días. Recibí
una carta de la Junta de fecha 7
de diciembre, firmada por su Pre­
sidente D. Diego Martínez Barrio
y el Secretario D. Indalecio Prieto,
en la que me lo comunicaban y pe­
dían mi aceptación, lo que hice in­
mediatamente, Desde entonces hp
recibido algunas comunicaciones pa­
ra ser difundidas entre los españo­
les aquí residentes, entre ellas el
importante manifiesto que firman
todos los partidos integrantes de la
.Tunta, y que ya conocen los lectores
de EL DÍA, por haberlo publicado
en su número del día 18.
—¿El nombramiento es personal
o se formará aquí algún organismo
que represente a la Junta?
—Es absolutamente personal, y
ex elusivamente mía la responsabi­
lidad en el áeierto o fracaso de la
gestión. Sin embargo, yo he Togado
a algunos destacados compatriotas
su colaboración, y he tenido la sa­
tisfacción de que me haya sido
otorgada Bin regateos. Estos buenos
amigos que me ayudarán en mi la­
bor son: el diputado a Cortes e in
geniero Don Albino Laso, del parti­
do de Izquierda Republicana; el
también diputado a Cortes doctor
Don Santiago López, de TTnión Re­
publicana; el secretario de embaja­
da doctor Don José Rovira Armengol, de los partidos catalanes, y Don
Enrique Cabal, bien conocido en los
medios democráticos de Montevideo,
del Partido Socialista.
—¿Los demás partidos que for­
maron el Frente Popular durante la
guerra civil quedarán al margen de
esta Junta?
—De momento, la Junta ha sido
constituida por los partidos señala­
dos, que han llegado a una coinci­
dencia plena respecto a los fines
a conseguir y a los medios necesa­
rios para lograrlos, y que agrupan
el ochenta por ciento de los votos
obtenidos por la eoalieión de izquier­
das, triunfante en las últimas elec­
ciones celebradas el 16 de febrero
de 1936. He recibido además, en un
comunicado de fecha 7 de diciem­
bre último, la adhesión decidida y
entusiasta de la Unión General de
Trabajadores de España, la central
sindical más importante de nuestro
país, que contaba, antes de produ­
cirse la sublevación fascista, con
más de un millón de afiliados.
Es de esperar que otras fuerzas
apreçiables, como los partidos vas­
cos, salvadas las apreciaciones que
hoy los tiene alejados, vengan pron­
to a integrarse dentro de la Junta,
y que ésta, no se verá obstaculiza­
da en su actuación por los que sin
formar parte de ella, tienen nues­
tros mismos ideales de rescatar Es­
paña para la libertad y la democra­
cia.
—¿Tiene usted ya fijada una nor­
ma de conducta para su actuación?
| —La actuación de los represen­
tantes se habrá de limitar a des­
arrollar las instrucciones que la
Junta vaya impartiendo en cada
momento; a procurar el acuerdo de
todos los españoles, y a mantener
vivo el pensamiento de nuestra Re­
pública, para que en la mesa de la
paz, tenga España el puesto que su
lucha y sus sacrificios la han he­
cho merecer, sin intentar acciones
desorbitadas, ni crear la menor di­
ficultad o molestia a los gobiernos
de los países que tan generosamen­
te nos han prestado asilo, que en
todo momento serán informados de
nuestras actividades.
Por otra parte, mi acción en el
Uruguay ha de verse grandemente
facilitada, por ser la colectividad
española de antiguos y nuevos re­
sidentes, en su inmensa mayoría,
profundamente demócrata y repu­
blicana. Y aún muchos de los que
en un principio fueron ganados por
hábiles propagandas totalitarias, es­
tán hoy de vuelta de sus ilusiones,
dispuestos a colaborar sinceramente
por el prestigio y el engrandeci­
miento de la madre patria.
—¿Piensa la Junta provocar una
reunión de las últimas Cortes elegi­
das?
—Parece, en efecto, que este es
el pensamiento de la Junta, y en
-
el manifiesto a que antes me he
referido, se hace un llamado a to­
dos los pueblos libres para que fa­
ciliten y auspicien esa reunión, en
la que, eon representación de to­
dos los partidos españoles, pudie­
ran estudiarse con plena autoridad
los problemas pendientes, y dirigir­
se al mundo como la única y auténti­
ca representación del pueblo espa­
ñol, ya que con arreglo a la Consti­
tución, se mantiene la vigencia del
mandato de los legisladores, hasta
la convocatoria de nuevas eleccio­
nes.
—¿Qué opina usted sobre los ru­
mores de una posible restauración
monárquica en España?
—Sin descartar en absoluto la po­
sibilidad del intento, al que se re­
currirá en última instancia, lo creo
irrealizable en los momentos actua­
les del mundo en que tantos monar­
cas se tambalean de bu s tronos al
embate de las nuevas corrientes eco­
nómicas y sociales. Además, este ré­
gimen en nuestro país, sólo podría
mantenerse ejerciendo una verdade­
ra dictadura, y sin que el pueblo
español fuese consultado. Las pri­
meras elecciones libres que se reali­
zasen, provocarían el mismo resulta­
do que las del 12 de abril de 1931.
Acaso al término de la contien­
da, ansiosa la mavoría de la gente
de paz y tranquilidad, hubiese po­
dido un monarca que no hubiera
tomado partido en nuestra lucha,
encontrar las asistencias necesarias
para mantenerse, sobre la base de
una amplísima amnistía, y el olvido
de las diferencias que nos separaban.
Pero, hoy, después de einco años de
la más terrible y despiadada repre­
sión que se haya conocido, en la que
han colaborado y colaboran de buen
grado los elementos monárquicos, to­
da convivencia se ha hecho imposi­
ble. Las sombras de políticos tan
oueridos como Besteiro, Companys,
Zugazagoitia y Dieguez, escritores
como García Lorca y Antonio Ma­
chado, generales como Martínez Ca­
brera y Escobar, y tantos otros mi­
llares de mártires sacrificados, al­
zan una barrera que ni los más to­
lerantes, ni los más impacientes,
pueden franquear.
Sólo cabe en España un régimen
genuinamente democrático, confor­
me a los principios de la Carta del
Atlántico, lema de las Naciones Uni­
das, a las cuales venimos prestando
sincera y calurosa adhesión a par­
tir del 3 de septiembre de 1939, sin
que en ningún instante ni en trance
alguno haya cedido el ferviente de­
seo por su victoria que también se­
rá la nuestra, pues fuimos los pri­
TEATRO DE GUIÑOL
El último muñeco.
(De Robinson en The London Star).
meros en sufrir las brutalidades del gravísimas consecuencias para los Je­
nazifaseismo, y los primeros en de­ fes y Oficiales que en tales hechos
rramar torrentes de sangre para re­ participaron, ocasionando dolor y sen­
timiento en la colectividad militar.
chazarlo” .
‘ ‘ Todo esto, Excelentísimo Señor,
pone aparentemente de- manifiesto la
Ratificando lo que el (propio se­ información deficiente que acaso en
ñor Coello de Portugal afirma en sus este aspecto debe de llegar a V. E.
declaraciones, sólo cabe añadir que, o el desconocimiento que los elemen­
en efecto, tanto la creación de la tos colaboradores militares pueden te­
Junta Española de Liberación, co­ ner de los problemas íntimos y mora­
mo el nombramiento de Coello de les de la colectividad militar.
Portugal para representarla, han me­
“ No desearía que esta carta pudie­
recido unánime y entusiasta acogi­ se menoscabar el buen nombre que
da, cosa descontada si se tiene en posean quienes en el orden militar
cuenta la tradición republicana de le informen o aconsejen, que pueden
la colonia española y la gran sim­ pecar por ignorancia; pero sí me
patía que aquí se siente hacia la permito asegurar, con la responsa­
República Española, encarnación au­ bilidad de mi empleo y la seriedad
téntica de la voluntad de los espa­ de mi historia, que las disposiciones
ñoles. Hay ya la consiguiente im­ publicadas permiten apreciar que los
paciencia ante el anunciado viaje de informes que la motivaron se apar­
don Alvaro de Albornoz, noticia que tan de la realidad y son algunas ve­
ha sido acogida con vivísima com­ ces contrarias a los intereses patrios,
placencia.—F. de L.
presentando al Ejército bajo nuestra
vista con unas características y vicios
Montevideo, febrero.
alejados de la realidad. ^
“ Han sido recientemente apartados
de sus mandos y destinos Jefes en
su mayoría de historia brillante y
de elevado concepto en el Ejército,
otorgándose sus puestos, así como
EL HONOR MILITAR aquellos
de distinción y confianza, a
quienes, en general, están calif icados
DEL CAUDILLO
por el 90 por 100 de sus compañeros
como más pobres en virtudes. ..
En la página 9 del tomo se­ “ No . sienten ni son más leales a
gundo de la Historia de la Re­ las instituciones los que se acercan
volución Nacional Española, edi­ a adularlas y cobrar la cuenta de
colaboradores, pues los mis­
tada bajo el patrocinio del go­ serviles
se destacaron en años pasados
bierno franquista, se lee: “ El mos
y Monarquía. Faltan
general Franco, que desde el 17 aconla Dictadura
verdad
quienes
le presentan al
de febrero, a la vista del resul­
eomo desafecto a la Repú­
tado de las elecciones, había Ejército
le engañan quienes simulan
anudado estrechamente su rela­ “blica;
complots” a la medida de sus tur­
ción con el Estado Mayor de la bias pasiones; prestan un desdichado
sublevación...”. Aunque ello servicio a la Patria quienes disfracen
dignidad y patriotismo
no constituya novedad ninguna, dela inquietud,
Oficialidad, haciéndoles apare­
bueno es recoger la confesión de cer laeomo
símbolos de conspiración y
que, por lo menos desde el día
siguiente al de las elecciones de desafecto.
falta de ecuanimidad y jus­
febrero, el general Franco esta­ ticia‘ ‘ Dedela los
públicos en la
ba resuelto a sublevarse, sin que administraciónpoderes
del Ejército en el año
entonces hubieran ocurrido nin­ 1917, surgieron las Juntas Militares
guna de las violencias que lue­ de Defensa. Hoy pudiera decirse vir­
en un plano único, que
go se tomaron por pretexto para tualmente,
las Juntas Militares están hechas.
justificar la militarada. Pues Los
que clandestinamente apa­
bien: véase en prueba de la do­ recenescritos
con
las
de V. M. E. o
blez del caudillo—tan mal ave­ V. M. R., son iniciales
síntomas fehacientes de
nida con el honor y la entere­ su existencia y “ heraldo de futuras
za—cómo escribía el felón al luchas civiles si no se tiende a evi­
entonces presidente del Consejo tarlo’’, cosa que considero fácil con
de ministros y ministro de la medidas de consideración, ecuanimi­
Aquel movimiento de
Guerra, don Santiago Casares dad y justicia.
colectivo de 1917, moti­
Quiroga, tres semanas antes de indisciplina
en gran parte por el favoritismo
sublevarse. Lo asombroso es que yvado
arbitrariedad
en la cuestión de des­
después de una carta así—en la tino, fué producido
condiciones se­
que hay protestas de disciplina, mejantes, aunque enenpeor
grado que
pero también amenazas vela­ las que hoy se sienten en los Cuer­
das—pudiera seguir tranquila­ pos del Ejército.
mente sus trabajos conspira- “ No le oculto a V. E. el peligro
que encierra este estado de concien­
tivos.
colectivo en los momentos pre­
‘ ‘ Santa Cruz de Tenerife, 83 de ju­ cia
sentes,
en que se unen las inquietu­
nio de 1938.
des profesionales con aquellas otras
“ Excmo. Sr. Don Santiago Casares de todo buen español ante los graves
Quiroga.—Ministro de la Guerra:
problemas de la Patria.
“ Es tan grave el estado de inquie­
“ Apartado muchas millas de la Pe­
tud que en el ánimo de la oficialidad nínsula,
dejan de llegar hasta aquí
parecen producir las últimas medidas noticias no
por distintos conductos, que
militares, que contraería una grave acusan que
este estado que aquí se
responsabilidad y faltaría a la lealtad
existe igualmente, tal vez en
debida, si no le hiciese presente mis aprecia
impresione,y sobre el momento cas­ mayor grado, en las guarniciones pe­
trense y los peligros que para la dis­ ninsulares e incluso entre todas las
ciplina del Ejército tiene la falta de fuerzas militares de orden público.
interior satisfacción y el estado de
“ Conocedor de la disciplina, a cu­
inquietud moral y material que se per­ yo estudio me he dedicado muchos
cibe, sin palmaria exterio.ízación, en años, puedo asegurarle que es tal él
los Cuerpos de Oficiales y Subofi­ espíritu de justicia que impera en los
ciales.
cuadros militares, que cualquiera me­
“ Las recientes disposiciones que dida de violencia no justificada, pro­
reintegran al Ejército a los Jefes y duce efectos contraproducentes en la
Oficiales sentenciados en Cataluña, y
general de las colectividades,
la más moderna de destinos antes de almasasentirse
de actuaciones
antigüedad y hoy dejados al arbitrio anónimas y ademerced
las calumniosas dela­
ministerial, que desde el movimiento ciones.
militar del 17 no se había apenas alte­
“ Considero un deber hacer llegar
rado, asi como los recientes relevos,
su conocimiento lo que creo una
han despertado la inqmetnâ de la agravedad
grande para la disciplina
gran mayoría del Ejército.
militar
que
E. puede fácilmente
“ Las noticias de los incidentes de comprobar siV. personalmente
se in­
Alcaljí de Henares, con sus antece­ forma de aquellos Generales y Jefes
dentes de provocaciones y agresiones de Cuerpo, que exentos de pasiones
por parte de elementos extremistas, políticas, vivan en contacto y se preo­
concatenados con el cambio de las cupen de los problemas íntimos y del
guarniciones, produciendo sin duda un sentir de sus subordinados.
sentimiento de disgusto, desgraciado
‘ ‘ Muy atentamente le saluda su
y torpemente exteriorizado en momen­ affmo.
y subordinado,
to de ofuscación, que, interpretado
FRANCISCO FRANCO’’.
en forma de delito colectivo, tuvo
*
#
*
Asi iban las cosas
EL TERROR EN LAS BALEARES
LO QUE VI EN MALLORCA
HOMBRE
M. André Philip, de acuerdo
las gentes, y ese miedo está detrás de todas las beUas palabras de los | con los Sres. Buisson y Mare
masacradores. No se masacra jamás sino por miedo; el odio no es más que Rueart, miembros electos del
una coartada. No creo que Hitler ni Mussolini sean unos semidioses. Pero Comité Central de la Liga de
hago justicia a la verdad al decir que son hombres sin miedo. Ninguno de los Derechos del Hombre y del
ellos habría organizado masacres en sus propios países ni habrían presi­ Ciudadano, reunió a las perso­
dido, en uniforme de soldado, las grandes sesiones del miedo.
nas que, el 17 de enero último,
La depuración en MaRorca tuvo tres fases enteramente diferentes y constituyeron el Comité Central
un período preliminar. En el transcurso de este último se observaron, cla­ provisional.
Después de un cambio de im­
ramente, ejecuciones sumarias, operadas a domicRio, pero que tenían o pare­
cían tener el carácter de venganzas personales más o menos reprobadas por presiones acerca de la actividad
todos y de las que se hablaba en voz baja. Fué entonces cuando apareció a que deberá entregarse la Li­
ga durante la guerra, decidióse
el general conde Rossi.
El recién venido no era, naturalmente, ni general, ni conde, ni Rossi, publicar un manifiesto, en que
sino un funcionario italiano perteneciente a las Camisas Negras. Una her­ se precisen los puntos esencia­
mosa mañana, le vimos desembarcar de un trimotor escarlata. Su primefa les de la Declaración de los De­
visita fué para el Gobernador Militar nombrado por el General Godéd. rechos del Hombre, adaptada a
El Gobernador y sus oficiales lo acogieron eortésmente. Adornando su las condiciones de la vida modiscurso con fuertes puñetazos en la mesa, declaró que traían el espíritu ¡ derna, los cuales podrían servir
del fascio. Algunos días después, el General entraba con su Estado Mayor de base para que se ineorporaen la prisión de San Carlos, y el Conde Rossi tomaba la direeeión efectiva ! sen a la Liga las demás nacio­
de la Falange. Vestido con una chaqueta negra, adornada en la espalda nes democráticas,
con una enorme eruz blanca, recorrió las aldeas piloteando personalmente i Procedióse después a la desig­
su automóvü de carrera, al que seguían, entre una nube de polvo, otros nación de cargos, quedando ele­
vehículos repletos de hombres armados hasta los dientes. Los periódicos gidos: André Philip, Georges
daban, todos los días, cuenta exacta de los torneos oratorios en los que Buisson ; Mare Rueart ; René
dicho Eossi, rodeado del alcalde y del cura, anunciaba la cruzada, en una Cassin ; Pierre Cot ; Charles Lauextraña mezcla de mallorquino, itaUano y español. Es cierto que el Gobierno rient, Mayoux; Guy Mornant;
italiano disponía en Palma de colaboradores menos visibles que este bruto Moatti; y Moquet. todos ellos
gigante, que afirmaba un día en la mesa de una gran dama palmense, lim­ para la Metrópoli. Para Argel:
piándose los dedos con el mantel, que tenía necesidad, por lo menos, de General Rubert; Maris; Fige“ una mujer al día’’. Pero la misión particular que le había sido encomen­ r i o s ; Dochozolles ; D ’Alloni ;
dada estaba perfectamente de acnerdo con su genio. Era la organización del Mlle. Couret; Boileu. Se trata,
en su mayoría, de ex diputados,
Terror.
Desde entonces, los equipos reclutados por él operaban todas las no­ profesores y catedráticos, casi
ches en los caseríos y hasta en los barrios de Palma. En cualquier sitio todos ellos miembros de la ac­
donde esos señores ejercían sus funciones, la escena no cambiaba de aspecto. tual Asamblea Consultiva.
Estos miembros eligieron, por
Era el mismo golpe suave en la puerta del departamento confortable, o en
la choza; el mismo tráfico por el jardín en sombra, el mismo rumor fúnebre unanimidad, su Comité Directi­
que un desgraciado escuchaba al otro lado del muro, con la oreja pegada a vo, integrado por los señores:
la cerradura y el corazón crispado de angustia: “ ¡Síganos!” Las mismas Henri L a u g i e r , presidente ;
palabras a la mujer enloquecida, y el ruido del motor que continúa reso­ Charles Laurent, vicepresiden­
plando en la calle. “ No despierten a los chicos. ¡Para qué? ¡Me lleva usted te ; D ’Alloni, secretario genera) ;
a la cárcel, señor?” “ Exactamente” , responde el asesino, qne a veces no Boileau, secretario adjunto, y
llega ni a los veinte años. Después viene la subida al camión, en el que se Maris y Figeries, como vocales.
encuentran dos o tres camaradas igualmente sombríos, igualmente resigna­
lanzado un llamamiento
dos, eon la mirada vaga... “ ¡Hombre!” La camioneta chirría, tiembla. porSerá
la
prensa
y la radio para
Aun un minuto de esperanza mientras el camión no sale de la carretera.
Pero he aquí que disminuye su velocidad y entra saltando al hueco de un pedir a las Secciones que se
camino de tierra: “ ¡Bajen!” Bajan, se alinean, besan una medalla, o sola­ constituyan de nuevo en el más
mente la uña del dedo pulgar. ¡Pan! ¡Pan! ¡Pan! Los cadáveres son alinea­ breve plazo posible y se pongan
dos al borde del talud, donde el enterrador los encontrará al siguiente día, en relación con el Comité Cen­
eon la cabeza destrozada, la nuca reposando sobre un tremendo coágulo de tral. Toda la correspondencia
sangre negra. Digo enterrador, porque se ha tomado el cuidado de poner debe dirigirse al domicilio so­
uno en la cercanía del cementerio. El alcalde escribirá en su registro: “ Fu­ cial de la Sección de Argel, 4
lano, Zutano, Mengano, muertos de congestión cerebral” .
rue Negrier.
GEORGES BERNANOS
SANGRE AMERICANA
(De Buffalo Evening News).
Nota de duelo
D. LUIS LAREDO
VEGA
El lunes, 14, falleció en la ciudad
de México don Luis Laredo Vega,
prestigioso médico y significado re­
publicano, elegido diputado de Iz­
quierda Republicana en las eleccio
nes de 1936.
Don Luis Laredo era natural de
Asturias. Tenía gran reputación pro­
fesional. En Oviedo, donde ejercía,
era director de un acreditado sana­
torio especializado en enfermeda­
des psiquiátricas.
8us profundas convicciones repu­
blicanas le llevaron al campo de la
política activa, y en las elecciones
de 1936, como hemos dicho, al Parla
mento. Sirvió eficazpiehte en fun­
ciones profesionales durante la gue­
rra y, al producirse la derrota, hubo
de marchar al destierro, como tan­
tos otros miles de españoles, para
huir a la venganza del franquismo.
A1 entierro, que se verificó el
martes, asistió numerosa concurren­
cia, en la que destacaban las más
salientes personalidades, en todos los
órdenes, de la emigración. Repre­
sentando a la Junta Española de
Liberación estuvieron presentes les
señores Prieto y Albornoz.
nummi
Si la palabra Tenor oa parece muy fuerte, buscad otra; no me importa.
Es posible que le déis ese sentido sísmico que tienen para vosotros los
incendios, los derrumbamientos de edificios, los cadáveres despedazados por
la plebe. Pues bien, el Terror del que os liablo no sugiere ninguna de esas
imágenes, precisamente porque aquellos que lo organizan son gentes para
quienes el orden en la calle es una necesidad absoluta. Eesulta pueril
imaginar a un homicida bajo el aspecto de un bandido de melodrama.
Maximiliano Robespierre era un burgués enteramente en caja, deísta y
moralista. Estad seguros de que él habría preferido la colaboración de
unos burgueses parecidos a él y no la de esos siniestros ‘ ‘ earmagnoles *’
desencadenados por Dantón. Si hubiera contado con un ejército disciplinado,
con una policía intacta, con una magistratura regularizada, con un clero
dócil, con una administración laboriosa, habría matado en igual forma.
Hasta habría matado mucha más gente, sin que sufriera en nada el ser­
vicio de las diligencias, del correo ni el de la policía urbana. Es abso­
lutamente inicuo el juzgar por los mismos signos exteriores los rigores de
la guerra civil en uno y otro campo. El Terror de los Reyes Católicos en
Elandes derramó más sangre que ninguna jaquería. El pillaje de la canalla
en una ciudad, aunque no cueste ni un solo cadáver, será siempre un espec­
táculo atroz. Cuando los oficiales de marina me visitaban en Palma, se
mostraban asombrados de la limpieza de las ealles, del orden de los tran­
vías, ¡qué sé yo! “ ¡Cómo! El comercio va bien, las gentes se pasean...
T usted dice que hay homicidios. ¡Vamos, vamos!” Ignoraban ellos que un
comerciante no podía cerrar su tienda más que arriesgando su cabeza.
Ignoraban también que una administración preocupada de la moral prohibía
llevar luto a los parientes de los ejecutados. ¿En qué diablo queréis que
cambie el aspeeto de una ciudad si se duplican, triplican o cuadruplican sus
habitantes? Decidme. Y si se mata quince o veinte desdichados al día, ¿con
qué objeto van a pararse los tranvías, cerrarse los cafés y dejar de oírse el
sonoro canto del Te Deum en las iglesias?
Yo Ramo Terror a todo régimen en el que los ciudadanos puestos al
margen de las leyes no esperan ya la vida o la muerte más que al capricho
de la policía del Estado. Llamo régimen del Terror al régimen de los sos­
pechosos. Este es el régimen que he visto funcionar durante ocho meses.
O, más exactamente, me fueron necesarios diez meses para darme cuenta,
rueda por rueda, de su funcionamiento. Lo digo y lo afirmo. No exijo en
absoluto que se me crea a pie juntiUas. Sé que todo se sabrá algún día
—mañana, pasado mañana—, ¡qué importa el día! El señor Arzobispo de
Palma, por ejemplo, sabe de estas cosas tanto eomo yo, y he pensado siem­
pre que nuestro Santo Padre, el Papa, torturado según se dice por la guerra
civil española, sacaría mucho provecho al interrogar, bajo fe de juramento,
a ese dignatario.
j Qué viene a ser el régimen de los sospechosos? Un régimen en el que
el poder juzga lícito y moral no solamente el agravar desmesuradamente
el carácter de ciertos delitos, con el fin de hacer caer a los delincuentes
bajo el golpe de la ley marcial (el gesto del puño levantado tenía pena de
muerte), sino también el exterminar preventivamente a todo individuo pe­
ligroso, es decir, sospechoso de Regar a serlo. Para vigüar a tales elementos
indeseables conviene asegurar los servicios de los delatores. El régimen de
los sospechosos es también el régimen de los delatores.
Todo esto se escribe en grandes caracteres. He aquí una pequeña isla,
arrebujada en sus almendros, en sus naranjos y en sus viñas. La capital no
tiene ninguna importancia mayor que una vieja ciudad cualquiera de nues­
tras provincias francesas. Las aldeas aisladas unas de otras, pegadas a un
flanco de montaña o diseminadas en las Ranuras, no se comunican entre
eRas más que por malos caminos, traficados por grandes vehículos anticua­
dos. Cada una de estas aldeas es un mundo cerrado eon sus dos partidos:
el de los “ Curas” y el de los “ Intelectuales”, a los que se agrupa tími­
damente el de los obreros. Hay también el de los feudales, a quienes sólo
se ve los grandes días; pero aquel que conoce sus cabezas, no se olvida ya
de las malas, que siempre van en compañía del cura, su compadre. No im­
porta. La amabUidad española hace que ese mundo viva de acuerdo, que
dance en conjunto las noches de fiestas. Intempestivamente se vió surgir
en cada una de esas aldeas un eomité de depuración, un tribunal secreto,
benévolo, generalmente compuesto así: el burgués propietario o su adminis­
trador, el sacristán, la sirvienta del cura, algunos campesinos “ de orden” ,
sus esposas y, en fin, algunos jóvenes reclutados apresuradamente por la
nueva Falange, y generalmente convertidos de última hora, impacientes
por hacer hazañas, ebrios de ese espanto que inspiran a los pobres diablos,
de pronto, la camisa azul y el bonete de pompón rojo.
Ya lo he escrito y lo escribiré aún: Quinientos falangistas el 17 de
julio; quince mil algunas semanas más tarde. Después, veintidós mil. Lejos
de controlar este reclutamiento vertiginoso, la autoridad hizo más que pres­
tarle todo su auxüio, porque tenía su plan. El día conveniente, una vez
realizada ya la tarea, nada será más fácil que desarmar a una multitud
cuya afluencia rompió los antiguos cuadros y a la cual se ha dado unos
nuevos, hechos a medida: cuadros policiales. Después se les lanzará por
hornadas en la tropa. La depuración termina así.
Porque la depuración fué la última palabra en esta guerra. Ya todo el
mundo lo sabe, lo comienza a saber o lo sabrá. El “ Hay que acabar” , que
algunos impostores traducen poco más o menos así: “ Libertemos la tumba
de Cristo” , no significó sino la eliminación sistemática de los elementos
sospechosos. Nada debe sorprender en esto, pues tal era en 1871, -exacta­
mente, el parecer unánime de las gentes de Versalles. Dos siglos antes del
Terror-fueron utilizadas las mismas fórmulas para justificar la masacre de
las prisiones, después de la noche de San Bartolomé, a la que Catalina de
Médicis, en una carta al Papa, compara con la victoria de Lepanto (esa
misma noche, Roma se había iluminado con fuegos de fiesta). Todos los
Terrores se parecen; todos son equivalentes y no me liaréis nunca establecer
alguna diferencia entre ellos. Ya he visto muchas cosas ahora, y conozco
muy bien a los hombres. Ya soy muy viejo. El miedo me disgusta en todas
R ESTABLECIMIENTO
DE LA LIGA DE LOS
D E R E C H O S DEL
'h
&
tá
S
E L E C C I O N E S EN
COSTA RICA
Con las elecciones de Costa
Rica, en las que ha resultado
triunfante el abogado don Teo­
doro Ricardo, no solamente ga­
na una batalla la democracia
continental, sino que se afirma
y continúa la gran tradición li­
beral de Costa Rica, que es, con
Colombia, la república america­
na en donde el espíritu civil y
el respeto a la ley tienen más
arraigo. En la contienda elec­
toral ventilada ahora, las fuer­
zas conservadoras, reunidas en
torno a su candidato León Cor­
tés, habían hecho acopio de ele­
mentos, sin excluir —si hemos
de atenernos a ciertas informa­
ciones— las armas con las cua­
les había de prepararse una re­
belión si la derrota del candi­
dato se consumaba. No se ha
cumplido el pronóstico -—ni es­
perábamos que se cumpliera—
y lo celebramos. No por ello de­
be merecer menos vigilancia la
situación general predominante
en no pocos países de América,
donde las huestes reaccionarias,
aparentemente dominadas, pero
no sometidas, trabajan tenaz­
mente para impedir que los pue­
blos respectivos se incorporen
de manera activa y efectiva al
ejercicio de la democracia.
Con motivo de los compromi­
sos adquiridos por las repúbli­
cas americanas—con excepción
de la Argentina, terca en su po­
lítica suicida—a partir de la
Conferencia de Río de Janeiro,
se ha creado un estado equívoco
que, si antes era peligroso por
sí mismo, ahora lo es más. Apa­
recen eomo campeones de la de­
mocracia, Vinculados a la solida­
ridad continental contra el Eje,
gobernantes que en sus países
correspondientes ahogan toda li­
bertad y’,son expresión acabada
de los métodos nazifaseistas que
tratamos de destruir. ¿Cómo se
concibe tamaño contrasentido ?
i Y qué esperanza podemos po­
ner en las promesas verbales de
. tales gobernantes? Es fácil ima­
ginar la amarga ironía con que
los perseguidos en su propio
país acogerán las declaraciones
de sus gobiernos cuando se pro­
claman, para el exterior, de­
fensores de ' la democracia, y
son, en el interior, carceleros de
sus adversarios políticos. Ese
problema, difícilmente tolerable
hoy por las exigencias que la
guerra lleva consigo, es un pro­
blema que no puede prolongarse
cuando se haga la paz.
La cuerda se ha roto, en oca­
sión reciente,, por lo más delga­
do. Nos referimos al caso de Bo­
livià, no tan sencillo como han
querido presentárnoslo. Ignora­
mos si en el golpe de Estado
que arrojó del poder al gene­
ral Peñaranda han tenido mano
agentes de Alemania. De lo que
«estamos ciertos es de que en la
ofensiva contra el gobierno na­
cido de la sublevación intervie­
nen los grandes intereses pluto­
cráticos que se disputan las ri­
quezas yacentes en el seno de
las montañas bolivianas. De ahí
vienen nuestras preocupaciones.
|Se aspira a una democracia
efectiva o simplemente formal?
R
i
sublevado contra la República
las medidas adoptadas para im­
pedir el uso del español en Fili­
pinas. Lo curioso es que esas
alarmas las sitúe la agencia en
América y no en España, que es
donde debieran sentirse más vi­
vamente. América, a pesar de
los intereses que el Japón tiene
extendidos a lo largo del Con­
tinente. hace ya mucho tiempo
que rompió relaciones con él y
sabe perfectamente lo que del
Japón puede esperarse. Donde
por lo visto, no se sabe es en
la España franquista, cuyos voeeros han tocado frecuentemen­
te el registro más alto de sus
liras en honor del Japón, her­
mano en la comunidad contra la
plutodemoerac¡a y el comunis­
mo. En las páginas de los pe­
riódicos franquistas ha encon­
trado eco más de una vez la
leyenda caballeresca del Japón,
fundada en episodios históricos
tan ejemplares como la agresión,
del 7 de diciembre de 1941 a la
base de Pearl Harbor. Son mu­
chas las afinidades que el falan­
gismo ha descubierto entre el
emana
El apresuramiento con que fué
reconocido el gobierno del ge­
neral Ramírez en la Argenti­
na—-donde la opinión popúlal­
es auténticamente demócrata—
no es dato tranquilizador. Esa
voz es la que debe oírse, la de
los pueblos, y no la de quienes
se encaraman, sin títulos legíti­
mos, para gobernarlos. Y sola­
mente así es eomo la democra­
cia será una institución y no
una antelequia. Por fortuna.
Oosta Rica sigue su tradición de
pueblo culto y progresivo. ¡ Pe­
ro qué lejos está lo que anteti
comentábamos del sueño grande
de Bolívar y de las ambicio­
nes de aquel magnífico ciuda­
dano de América que se llamó
Francisco Morazán !
LLORIQUEOS
FALANGISTAS
En tono quejumbroso, que
contrasta con sus estúpidas arro­
gancias de hace unos cuantos
meses, la prensa franquista se
duele del trato que Inglaterra
y los Estados Unidos le otorgan
al gobierno de Franco, precisa­
mente cuando el dictador pro­
diga más las palabras de bene­
volencia para las dos naciones.
Es a Rusia, exclusivamente a
Rusia, a la que Franco quisiera
ver destruida. Para eso fueron
ai frente de Leningrado los leíiionarios azules, dispuestos a
dar fin del ejército bolchevi­
que. Y no portpie España tilviera pleito ninguno que ven­
tilar con Rusia, sino porque
Franco y sus falanges se habían
erigido.en abanderados del an­
ticomunisme. .. a las órdenes de
Alemania. Todos las tópicos que
una compunción aconsejada por
el miedo, pero no sentida, puede
dictar, esmaltan estos días los
periódicos del caudillo. “ Las
naciones unidas—vienen a de­
cir—no deben abusar de su po­
der imponiéndonos unas condi­
ciones que lastiman el honor
español”. Se refieren al suyo.
Pero, desgraciadamente, la letra
impresa queda, y las palabras
no se las lleva siempre el viento.
Está presente en el recuerdo de
todos lo tpie se dijo y escribió
por el caudillo y sus pan fleta­
rlos cuando, en el verano de
1941, y antes, anunciaba gozo­
samente la total y esplendorosa
victoria de Alemania. Madura­
ban los sueños de expansión im­
perial hacia América, sueños de
locos o de imbéciles, pero no por
esos menos efectivos. El Marrue­
cos francés pasaría a engrosar,
mtegro, el protectorado español,
eomo un regalo de Hitler. .. Y
la inicua explotación de 800
millones de seres humanos so­
juzgados por los imperialistas
plutócratas—palabras del caudi­
llo—cesaría para siempre. Ha­
bía más. Claramente se insinua­
ba la próxima acometida del
Japón, pero teniendo en cuenta
que “ un ataque nipón contra la
URSS, al mismo tiempo que
continúa la campaña de ('hiña,
representaría un alivio para los
EE.ÜU.” (ABC, 19 de julio de
1941). Nada de eso se olvida.
Ni se olvidan las pedradas a las
embajadas y consulados. Pero
entonces no sospechaba Franeo
que los vidrios rotos por las he­
roicas pedreas falangistas ha­
bría de pagarlos, a la postre, él.
Pero lo más intolerable es que
se invoque ahora el orgullo es­
pañol. El orgullo español, en­
tendido a la manera clásica, se
atiene, si acaso, a lo de sostenella y no enmendalla, pero es
absolutamente incompatible con
lloriqueos hipócritas. Todos ju­
gamos a ganar, mas cuando se
peirde hay que tener cuando
menos, un resto de pudor y dig­
nidad. Claro que ñas estamos
refiriendo a quienes no poseen
ninguna de esas virtudes que
ennoblecen la vida. Si las hu­
bieran poseído, no se habrían
Se acerca el fin del alambre.
(De Colliers en The Montreal Gasette).
después de haberle jurado fide­
lidad. Gananciosos, convirtieron
su triunfo en una orgía de san­
gre e inmoralidad. Perdidosos,
ninguna humillación les parece­
rá bastante si mediante ella se
mantienen sujetos al poder. En
eso ha venido a quedar — por
ahora-—la España una, grande
y libre y la Cruzada nacional
que representó, al decir del cau­
dillo. la infamia del 17 de julio
de 1936. Lo que naeió trágico
muere, al fin. grotesco.
EL JAPON PUEBLO AMIGO
La agencia falangista de no­
ticias, EFE, se ha hecho eco de
las alarmas que en los círculos
intelectuales de Hispanoamérica
y entre los católicos hispanoame­
ricanos suscitan, al decir del
corresponsal de la agencia en
Buenos Aires, el trato dispensa­
do por los japoneses al obispo
católico de la isla de Guam y
Japón y España. Nada impedía,
pues, que los obispos españoles,
y los católicos que apoyaron la
sublevación militar, miraran con
simpatía a los japoneses, en cu­
yo haber se cuentan tantas ha­
zañas heroicas. De ellas no son
las menores las que los periódi­
cos franquistas no quieren re­
cordar : las matanzas de cris­
tianos que, casi a partir de la
muerte de San Francisco Ja­
vier, iniciaron los emperadores
nipones. La palabra mística y
persuasiva de San Francisco ha­
bía hecho, en menos de cincuen­
ta años, cerca de dos millones
de católicos. Treinta años des­
pués ya no quedaba ni uno solo.
Los más habían sido extermi­
nados; los demás, temerosos de
afrontar el martirio, habían ab­
jurado. Y he aquí cómo describe
un viajero que anduvo por el
Japón los procedimientos caba­
llerescos que empleaban los ja­
poneses contra los católicos. “ En
algunas provincias—dice nues­
tro viajero—fueron chamusca­
dos a fuego lento ; en otras cru­
cificados; aquí los mataban de­
rramando por todo su cuerpo
agua hirviendo; allí les aplica­
ban hierro incandescente hasta
desnudar enteramente los hue­
sos; ora los azotaban hasta ha­
cerles derramar sangre, para
exponer en seguida al sol de
mediodía sus carnes despedaza­
das; otras veces los encerraban
en tinajas llenas de serpientes
ponzoñosas. Finalmente, si he­
mos de dar crédito a las relacio­
nes de aquel tiempo, bajo el
reinado de Cambo-Samba, estas
atrocidades tomaron un carácter
tan espantosamente odioso, que
no hay expresiones bastantes pa­
ra pintarlas y describirlas ' ’. Eso
escribía un viajero francés mu­
chos años antes de que el ré­
gimen de Franco, católico y
tradicionalista, viniera en la
cuenta de que el Japón es un
pueblo amigo, civilizado y ad­
mirable. ¿A qué extrañarse,
pues, de que el obispo de Guam,
que ejercía su ministerio en
paz cuando la isla estaba bajo
el dominio de la plutodemocracia yanqui, padezca persecución
ahora, cuando la tienen agarra­
da los japoneses? Consuélese el
obispo y resígnense ios católicos
filipinos, sometidos a igual for­
tuna, ya que -euanto les sucede
lleva, cuando menos, la benévola
aquiescencia del episcopado es­
pañol y la bendición solemne del
primado de Toledo.
URUGUAY
Un acuerdo del Partido Batllista
En la convención nacional del Partido Colorado Batllista,
que es el grupo mayorítario que apoya al actual Gobierno del
Uruguay, se aprobó el acuerdo de pedir al régimen que rompa sus
relaciones diplomáticas con España.
El acuerdo fué aceptado por la convención, a pesar del hecho
de que César Batlle Pacheco, presidente de la convención e hijo
del fundador del partido, dijo que Uruguay debería esperar la
decisión de la Gran Bretaña y los Estados Unidos antes de asumir
semejante actitud ante el régimen del generalísimo Francisco
Franco.
Otros oradores declararon que las embajadas españolas en
Sudamérica son “focos de actividad del Eje”, y formularon la
petición en el sentido de que el Gobierno trate de llegar a un
acuerdo con otros países demócratas de las Américas para rom­
per las relaciones con el Gobierno de Franco.
En otro acuerdo se recomendó otorgar el “reconocimiento a
la Junta Española de Liberación”.
G A L D Ó S
O EL OP TEnIelMI
S MO L I B E R A L
número 18 de los Cuadernos de Cultura Es­
pañola, que se editan en Buenos Aires, don Alvaro de
Albornoz ha publicado un excelente estudio sobre Galdós,
al que pertenecen el capítulo que sigue y otros que dare­
mos a conocer igualmente a nuestros lectores.
I
SOBRE UNA FRASE DE ROMERO ALPUENTE
Un viejo tribuno de la Sociedad Landaburiana —una Sociedad
patriótica como el Café de Lorencini y La Fontana de Oro—, en
una de aquellas sesiones tumultuosas con que gustaban de embria­
garse los exaltados de 1820, dijo una frase que rodó por la his­
toria de España: “ La guerra civil es un dón del cielo”. Por ésta
horrible blasfemia, Alcalá Galiano, el revolucionario que debía
acabar siendo ministro de Narváez y muere de una congestión en
medio de los trágicos sucesos, por él provocados, de “ la San
Daniel”, se complace en sus Memorias en trazar la más negra de
las pinturas'del tribuno exaltado: “ Allí, en fin, entre otros que
no nombro, era oído con gusto el viejo Romero Alpuente, singular
tribuno, de fea, asquerosa y repugnante figura, torpe y helado en
el decir, extremado y atroz en las máximas que predicaba...
cínico en todo, de viciosas costumbres en su edad avanzada, li­
sonjero de la plebe, por cuyo medio tiraba a satisfacer su des­
medida ambición, la cual, si no codiciaba riquezas ni altos hono­
res, ansiaba poder y aplausos, por lo que aparecía resuelto a com­
prarlos aplaudiendo o aconsejando todo linaje de desórdenes y
excesos de crueldad”. De labios de este hombre, “ anciano loco
y perverso”, salió la máxima de que era la guerra civil un dón
del cielo.
Yo no diré otro tanto, aunque haya oído muchas veces repetir
la frase a don Miguel de Unamuno en lo más duro de sus luchas,
pero sí recuerdo haber dicho, y no me arrepiento de'ello, que la
guerra civil es el crisol de las naciones-. El muíalo moderno —el
mundo del Cristianismo— nació de las luchas civiles de Grecia V
de aquella admiimble Roma de la guerra civil y de la guerra de
clases en que el rumor del Derecho lleua los días de* esfuerzo y
de creación y la plebe no se revuelca aún en la degradación
imperial. La guerra civil es la matriz de todas las sociedades
modernas. La Francia de Enrique IV y de Richelieu sale de las
guerras de religión. La Francia de Luis XIV y del gran Turena
sale de las guerras de la Fronda. La Francia de Austerlitz y de
Jena sale de las guerras de la Revolución, de los horrores de la
Vendre y de las locuras del Terror. La Frauda de 1914 es toda­
vía la Francia de la guerra civil —Mac Mahon, Boulanger, Drey­
fus—, la Francia purificada y ennoblecida por la guerra civil.
Veinte años de unanimidad tuvieron ppr desenláce Sedán. Cua­
renta años de discordias interiores, de enconadas luchas civiles,
alcanzaron la recompensa espléndida del Marne y de Verdún.
Mientras esta pobre Francia de Vichy, la Francia qué renuncia
con Daladier a la guerra civil y capitula ante el enemigo inte­
rior, es la Francia unánime en la fûga y en la derrota en la guerra
extranjera. Y aún se desempolva, como una suprema audacia, a
la Cruz de Lorena ;—cual si nosotros hubiéramos pretendido opo­
ner al fascismo internacional el pendón morado de Castilla o las
barras de Aragón—, cuando lo que hace falta es superar la ban­
dera revolucionaria de Valmy.
De la guerra civil nace, como la Francia moderna, la Francia
de los hugonotes y de los jacobinos, la moderna Inglaterra, la
Inglaterra de Cromwell y de los puritanos. Y es luchando unos
ingleses contra otros como se hacen los Estados Unidos de AVáshington, y luchando unos americanos contra otros como se hacen
los Estados Unidos de Lincoln, la gran nación fundada dos veces :
por la independencia y la libertad política primero y por la guerra
civil y la abolición de la esclavitud después. Como es la España
de la guerra civil la nuestra de las luchas contra la monarquía
y la dictadura, y la heroica, ejemplo del mundo, de 1936 a 1939,
continuación de la brava y rebelde de todo el siglo XIX. Y el
origen de esta gran América hispánica de nuestros amores, cons­
tituida hoy en Repúblicas libres e independientes, es igualmente
la guerra civil. La independencia de esta América de Hidalgo y
de Morelos, de Bolívar y de Sucre, de San Martín y de Belgrano,
uo es sino la guerra civil entre españoles. Los Morillos de acá
son también los de allá. Y sólo el tiempo hace que los “ ayaeuehos” se conviertan en los héroes de Luchana.
Hay en las guerras eiviles un aspecto de ferocidad, sin duda
abominable. Los españoles sabemos bastante de esto. Con todo,
lo peor de nuestras guerras civiles no fué la crueldad, sino el
cinismo de las paces y componendas, el picaresco “ aquí no ha
pasado nada”, el “ borrón y cuenta nueva”, solución a lo Rineonete y Cortadillo. Lo peor de nuestras guerras civiles —mucho
peor que el fusilamiento de la madre de Cabrera y las atroces
represalias del caudillo carlista, que la sangrienta paella de Burjasot, que la sima trágica de Igusquiza, que el feroz saqueo de
Cuenca— fué el abrazo de Vergara, que hace que los carlistas
muertos en el Norte, en el Maestrazgo y en Cataluña resuciten
en Madrid, y repartiéndose ministerios, cátedras y mirras se con­
viertan en directores de la sociedad española. La repetición del
histórico abrazo de Espartero y Maroto —Espartero y O’Donnell
en 1854, Salmerón y el duque de Solferino en los confusos tiempos
de la Solidaridad Catalana, Pablo Iglesias y Melquiades Alvarez
en los de la Conjunción republicano-socialista, Lerroux y Gil
Robles en la época famosa del “ straperlo”— es uno de los mo­
tivos más graves de duda y pesimismo para los espíritus y los
corazones aleccionados por la terrible experiencia.
Comienza a hablarse ahora de “ reconciliación de los españo­
les”. Bien está, si se prescinde de efusiones sentimentales y se
evita el peligro de caer en la amnesia total. Yo declaro que tengo
en materia tan grave muchísimas reservas. Sin duda, la guerra
civil no es un don del cielo, como quería el “ anciano loco y per­
verso” de Romero Alpuente; pero tampoco es un regalo de la
divinidad la paz infecta y nauseabunda. Yo estoy dispuesto a
perdonar, incluso al verdugo, pero no a abrazarlo. Yo estoy dis­
puesto a compartir con el lobo la dura tierra en que forzosamente
hemos de convivir mientras no se extinga la especie lupina, pero
no la fraternidad. Aquello del “ hermano lobo” se queda para
San Francisco. Yo no me reconciliaré jamás con los asesinos de
Federico García Lorea y de Leopoldo Alas —un poeta y un
santo—. Entre ellos y nosotros no hay sólo un abismo de sangre
(sobre la sangre se puede navegar al fin, como sobre el agua, y
aun haj' quien flota a su placer sobre las olas rojas). Hay, sobre
todo, el abismo de un infranqueable, insondable vacío intelectual
y moral.
ALVARO DE ALBORNOZ
VALIJA
NUESTROS PLANES
SECRETOS
El corresponsal de la agencia
“Efe” en México —según una
noticia que publican los diarios
de aquí— se ha olido algo de lo
que estamos tramando los “ibe­
ros desterrados” para cuando
volvamos a ocupar el-poder en
España, y se ha apresurado a
cablegrafiarlo a Madrid. Infor­
ma el sagaz periodista que, en­
tre otros siniestros planes, tene­
mos el de “erigir un monumen­
to a Stalin en el Cerro de los
Angeles, en el mismo lugar que
antes ocupaba el monumento al
Sagrado Corazón de Jesús”.
;No se puede tener nada secre­
to! Le dice uno algo al oído a
cualquier amigo de confianza y
a los pocos minutos lo sabe ya
el corresponsal de la agencia fa­
langista, ('reo que en estas con­
diciones no vale la pena de guar­
dar reserva sobre nuestros pla­
nes, que son mucho más espan­
tosos de lo que supone el dili­
gente informador.
Reconocemos que es cierto el
proyecto de erigir ese bonito mo­
numento en el ('erro de los An­
geles, lugar que se llamará en
lo sucesivo “Montes Urales de
los Konsomols Celestes”. Pero
no es eso solo. Se piensa también
cambiar las imágenes de Jesús
del Gran Poder y de María Au­
xiliadora por iconos eslavos, y
convertir en Gran Pope con bar­
bas al cardenal Segura. Otras
reformas parecidas se proyectan,
entre las cuales puedo descubrir
las siguientes: la parte de la
acera de la calle de Alcalá don­
de permanecían repantigados en
cómodos sillones plutodemocráticos los fatigados socios del Ca­
sino de Madrid y a la que se
llamó en otro tiempo “La Unión
General de Trabajadores”, to­
mará el nombre ele “Presidium
de los Stajanovistas”. A la Ci­
beles se le llamará “Nuestra Natacha” y a Neptuno “el Bate­
lero riel Volga”. Los taxis se­
rán sustituidos por “ troikas” y
se contarán sus recorridos por
“ verstas”. Julián, “tovarich”
de Artes Gráficas, y Juan José,
“ tovarich” del Ramo de la
Construcción, llevarán “rubashka” y gorro de astrakan para
ir a la tasca, donde se servirá
“ vodka” en vez de valdepeñas
y “caviar” en lugar del clá­
sico cocido. En el verano, la.
horchata de chufas será susti­
tuida por te bien caliente. (Las
horchaterías valencianas tienen
ya preparados en secreto los co­
rrespondientes “samovars”). El
“Heraldo de Madrid” tomará
el título de “Pravda”. para dar
le un carácter más madrileño, y
se podrá comprar en la esquina
de Preciados por unos cuantos
“kopeks”, nombre que daremos
a las perras chicas. La suscrip­
ción costará dos rublos y me­
dio al mes. El Consejo del Ca­
nal de Lozoya se convertirá a
su vez en “Politburó del Dnie­
per”. Con picadores parados de
la calle de Sevilla se formará
un escuadrón de “Cosacos del
Don”, para aprovechar todaslas energías nacionales. La en­
trada de los “mujiks” en la pin­
za de la Cebada estará riguro­
samente reglamentada por el
Kremlin municipal,, que conti­
nuará instalado frente a la to­
rre de los Lujanes y de cuyo
Comisariado seguirá formando
parte nuestro amigo Talanquer.
Existe t a m b ie n el propósito
.—aunque sobre esto no se ho.
llegado todavía a un acuerdo—
de prohibir el “schotis” y de­
clarar obligatorio el baile de
“czardas” en las verbenas que
se celebren en los “koljoses” de
Curtidores, y se exigirá el acón:
paramiento de “balalaika” pa­
ra el cante flamenco.. .
Los “iberos desterrados” pre­
paramos otros planes, que, co­
mo los anteriores, queríamos
guardar én secreto para dar una
sorpresa, cuando volvamos al po­
der, a los demás “iberos” que
se quedaron allá; pero rato el
misterio por el corresponsal de
la Agencia “Efe”, ya no hay ra­
zón para que callemos. Cada
cual hace patria como puede.
¿No la hicieron los “ naciona­
les” con ayuda de alemanes, ita­
lianos, moros y portugueses?
Cues, ahora nos toca a nosotros.
—LL VALIJERO.
Comentarios ajenos
FRANCO NO SABE LO IM­
POPULAR <¿UE LS
Harold Denny, corresponsal diplo­
mático en Londres, telegrafió al
NEW YOBK TIMES ha poco:
“ Cuando el resultado en Africa
del Norte y el Mediterráneo era in­
cierto, cuando Gibraltar estaba solo
y vulnerable, con una España du­
dosa detrás del mismo; cuando Ale­
mania aún tenía fuerzas para que­
brantar nuestro p’an estratégico eu­
ropeo si España le daba paso sin
oposición hacia el Estrecho Estados
Unidos y Gran Bretaña trataban de
licadamente co n el gobierno de
Franco y quedaban agradecidas tras
cada concesión.
“ Pero ahora que el Mediterráneo
es nuestro, que Gibraltar se yergue
de nuevo invulnerable y que por to­
das partes se desvanece la fuerza
alemana, el p'r'o·’o de las palabras
y d«i apaciguamiento ha ter­
minado y las Naciones Unidas de­
mandan perentoriamente de España
lo que hace unos meses hubieran pe­
dido cortésmente’’.
Alude el corresponsal a la suspen­
sión de envíos de petróleo a Espa­
ña y a las demandas planteadas a
Franco por Estados Unidos y la
Gran Bretaña, prosiguiendo:
“ La supresión del espionaje nazi
en España es considerada por los
aliados como cuestión de la mayor
importancia, a la vez que de gran
dificultad. Desde hace muchos años
los alemanes tuvieron en España
amplios intereses industriales y co­
merciales. .. y muchos agentes ope­
ran bajo el disfraz protector de em­
pleados de auténticas firmas alema­
nas. Otros hacen el espionaje, el sa­
botaje o la propaganda, como labor
adicional a la de de supuestos técni­
cos empleados por españoles.
“ Sobre toda esta gran organiza­
ción está la embajada alemana y el
consulado, con su subordinada ‘ ‘Kulturhaus” y el meticulosamente mon­
tado organismo de la propaganda.
LA EMBAJADA ALEMANA
“ Naturalmente, la embajada ale­
mana tiene la ventaja de comuni­
carse en clave con Berlin y Sudam-rica y es suposición general que
sirve de central para el espionaie y
el sabotaje en muchas partes del he­
misferio occidental. El número de
espías aumentó recientemente y una
de las razones que daban los espa­
ñoles, a quien esto escribe, en re­
ciente viaje a España, es que los
alemanes enviaban apresuradamente
refuerzos para reemplazar a fanáti­
cos de Falange cuyas actividades ha­
bía restringido Franco” .
“ Es probable que dichos fanáti­
cos actuaran a las órdenes de los ale­
manes y fuesen ellos los que prepa­
raban los atentados en Gibraltar,
atentados que les costaron la vida, y
también que fuesen los que pusieron
las bombas en las cajas de naran­
jas. .. ofensas que el gobierno espa­
ñol prometió impedir en el futuro” .
Alude el corresponsal a lo serio
que para las Naciones Unidas resul­
ta el problema de los barcos italia
nos que Franco retiene, pero subra­
ya inmediatamente: “ La cuestión
de los proyectados créditos de Es­
paña para Alemania es también
asunto tomado seriamente aquí. No
se revela el importe exacto, pero se
dice que es grande. Estos créditos
serian en pago de los saldos que
Franco aún debe a Alemania, por
servicios prestados en la guerra ci­
vil. La contribución de Franco, con
el envío de la división azul al fren­
te ruso, fué como pago por dicha
deuda de la guerra civil. Ahora que
la mayor parte de la división azul
fué retirada, Alemania pide pago al
contado.
“ CUESTION DE CREDITOS”
Señala el corresponsal del NEW
YOBK TIMES que ese dinero espa­
ñol serviria a los alemanes en la
gu°rra económica, aparte proveerles
fondos para sus agentes en el ex­
tranjero. indicando ana. por ejemplo,
en materiales como el tungsteno, Es­
paña vendió a Gran Bretaña v los
Estados Unidos eó’o del 25 al 30 por
ciento de la producción enviando el
resto a Alemania. Dice luego:
. . . “ El asombro en la prensa es­
pañola por la repentina dureza del
trato a’iado, probablemente es sin­
cero. Franco mi«mo cree one se por­
tó Men co” la Gran Bretaña no en­
trando en la guerra, al lado del Eie,
en 19*0. cuando Gran Bretaña parpc’'a perdida o en poviejjihre de
1942. mando jugamos el desembarco
en Africa del Norte. Srimore cre­
yó oue hah-'a becho nna gran conce­
sión cambiando, de su “ no-heligeranej» nrn-ei-'” , a su proclamada
neutralidad del primero de octubre
pasado” .
‘ ‘Franco probablemente no en­
tiende lo impopular que es. tanto en
America como en Inglaterra, desde
one sn intimidad primitiva con el
E'e le grabó en la frente la marca
del fascismo” .
“ Estados Unidos y Gran Bretaña,
hasta hace poco, se mostraban razo­
nablemente satisfechas del progreso
hecho por España en dirección de
nosotros.. Pero Londres y Wash­
ington esriman pasado el momento
de los grandes riesgos. Ya no les sa­
tisface una posición negativa d» Es­
paña. Quieren acción más positiva,
v toman crudas medidas para lograr­
la” .
RECUERDO DE
FRANCISCO
M A C I A
Hace poco más dt •
el 25 de diciembre de 1933,
que murió el ilustre patricio
catalán don Francisco Maciá,
primer Presidente de la Ge­
neralidad de Cataluña. La
vida de don Francisco Maciá
representa un alto ejemplo
de entereza y sacrificio, cua­
lidades puestas a prueba rei­
teradamente en circunstan­
cias dramáticas que están en
el recuerdo. No se ha borra­
do aún de la memoria de na­
die la actitud gallarda de
Maciá frente a la dictadura
de Primo de Rivera, que le
llevó al destierro y le hizo
objeto de la persecución más
enconada. La estúpida veja­
ción de que fueron motivo
entonces —como aliora— los
más legítimos sentimientos
catalanes, fué uno de los bal­
dones que cayeron sobre la
monarquía y contribuyeron
más eficazmente a cavar su
sepultura. Dignamente no se
puede ser catalán sin ser re­
publicano, aunque eso puede
decirse igualmente, desde
hace muchos años, de toda
España.
Luis Companys, el segundo presidente de la GeneraUdad de Cataluña, rinde homenaje
a la memoria de don Francisco Maciá, su antecesor en el cargo.
Desfile popular ante la tumba del presidente Francisco Maciá. en la cual hacen guardia
los milicianos. España está ya en guerra. Cataluña ha ganado su primera bataUa.. .
Las fotografías que publi­
camos corresponden al ter­
cer aniversario de la muer­
te de Francisco Maciá, ya en
plena guerra civil o de inva­
sión, como sería más propio
llamarla. En la primera de
ellas Luis Companys, el otro
gran presidente de la Gene­
ralidad, sucesor de Maciá,
habla en el acto que se cele­
bró en el Palacio de Bellas
Artes, de Barcelona, bien
ajeno entonces a la muerte
infame que un día le depara­
rían los traidores. De estos
recuerdos —que son, al cabo,
historia— no se nutre nin­
gún rencor. El espíritu jus­
ticiero, sí.
Con la derrota de la Re­
pública, Cataluña ha vuelto
a sentir sobre su carne la
afrenta del agravio con que
trata de humillarla la beocia
triunfante. Su idioma ha si­
do proscrito en la esfera ofi­
cial ; sus costumbres son mo­
tivo de befa; su régimen de
autonomía ha sido barrido
por la escoba del cuartel. Y
en la persona de Luis Com­
panys, generoso y honesto,
los beocios han querido sim­
bolizar, fusilándolo, el alma
de Cataluña. Y acertaban.
Símbolo de Cataluña era
Companys. Pero el alma ca­
talana no ha muerto con él.
Y el dolor del sufrimiento co­
mún es lo que funde más en­
trañablemente a Cataluña
con el resto de España.
Hacia la tumba de Maciá. Al frente del cortejo figuran Luis Companys, Indalecio Prieto
y otros políticos y amigos del presidente desaparecido en diciembre de 1933.
COMPAS DE GUERRA
CAMPA ÑA DE
El desarrollo casi final de la
guerra en Rusia convida a ha­
cer una ojeada retrospectiva a
"randes rasgos sobre toda la
campaña en el territorio de la
URSS, lo que permitirá dedu­
cir algunas enseñanzas útiles pa­
ra formar el día de mañana
un cuerpo de doctrina. Hay que
tener presente los antecedentes
de esta campaña, que fué pre­
cedida por otras victoriosas en
Polonia, Noruega, Países Bajos
y Francia, en las que la Blitz­
krieg se desarrolló con arreglo
al plan preconcebido, dando por
resultado la derrota completa
de estas naciones en muy po­
cas semanas.
La guerra relámpago tiene
una tradición muy antigua, ya
que su origen lo encontró el
profesor de Arte e Historia Mi­
litar Delbruek nada menos que
en la batalla de Cannas, ganada
por Aníbal contra el cónsul ro­
mano Varrón un par de siglos
antes de nuestra era. El general
Sehlieffen, que fué jefe del Es­
tado Mayor alemán antes de la
guerra del 14, ideó un plan, el
famoso plan Sehlieffen, que mo­
dificado torpemente por su su­
cesor fracasó en la batalla del
Marne. El Estado Mayor ale­
mán ha seguido la idea aprove­
chando los elementos modernos
mecanizados y la aviación, aná­
logamente a como Aníbal se va­
lió de la caballería munida y de
los elefantes los romanos. El
sistema dió muy buen resultado
en las campañas que hemos cita­
do y fracasó totalmente en Ru­
sia. ¿Por qué?
E rrores alemanes en esta
campaña.—1Q El primer error
fué el empleo de la Blitzkrieg.
El mando alemán, a pesar de su
evidente competencia no se dió
cuenta de que las marchas auda­
ces a varios cientos de kilóme­
tros efectuadas con tanques y
algunos elementos motorizados
sólo pueden tener éxito cuando
existe una enorme despropor­
ción de fuerzas o contra un ene­
migo desmoralizado y vencido
de antemano. El ejemplo de
las campañas anteriores no ser­
vía. El tratadista militar que
oculta su nombre bajo el pseu­
dónimo de Max Werner dice en
uno de sus libros: “ La táctica
de la guerra relámpago contra
un enemigo fuerte y tenaz es
simplemente una estupidez”. Y
más adelante: “ Entre dos ejér­
citos de masa potentes, armados
con equipos modernos de comba­
te, no puede existir la Blitz­
krieg”. Y tiene razón, como los
hechos lo han demostrado.
2° Preponderancia de la arti­
llería ligera, antitanque, anti­
aérea y de acompañamiento so­
bre la artillería de campaña en
sus distintos calibres, y la arti­
llería pesada de campaña. Los
rusos debieron las victorias de
Smolensko y Moscú, entre otras
cosas, al acertado empleo de la
reserva general artillera, que por
cierto en la guerra de España
se empleó también muy acerta­
damente, y permitió hacer mila­
gros con muy pocos elementos.
39 Falta de profundidad en
la organización de la defensa.
1o que dió lugar a que éstas
fueran rotas con relativa faeili-
RUSIA
dad por las contraofensivas so­
viéticas.
4° Falta de reservas adecua­
das, que impedía rodear el ejér­
cito enemigo y destruirlo, o sea
el encerolement o copo y la ba­
talla de aniquilámiento que cons­
tituía su objetivo.
Así que los alemanes ini­
cian su ataque contra Rusia sin
aviso previo, distribuyendo sus
ejércitos en tres masas de gru­
pos de ejércitos dirigidos hacia
Leningrado, Moscú y la Ucra­
nia, siendo considerablemente
más fuerte el central; avanzan
a la velocidad de la Blitzkrieg
hasta constituir una línea de
frente de cerca de 2.000 kilóme­
tros; se ven detenidos frente a
Leningrado; refuerzan más el
centro y los rusos los paran en
la batalla de Smolensko; tratan
de rodear a Moscú y en una ba­
talla defensiva en profundidad
los vencen completamente los
rojos. Cambian entonces de plan
estratégico, siguiendo iniciativas
de Hitler, que se nombra a sí
mismo generalísimo y destituye
a los generales que se oponen al
cambio de plan, y empieza una
guerra que pudiéramos llamar
periférica, con vistas a produ­
cir un bloqueo económico terres­
tre apoderándose del petróleo
del Cáucaso y mar Caspio, de
las tierras negras de Ucrania, y
de las cuencas mineras que se
encuentran en la comba del
Dniéper. Avanza hasta Stalingrado y allí sufre otra derrota
que pudiéramos llamar definiti­
va, pues su mismo sistema es
empleado contra él, y los gene­
rales rusos consiguen rodear el
ejército mandado por el maris­
cal Paulus, llegando a la batalla
de aniquilamiento contra sus in­
ventores.
diversos métodos para proyectar
gasolina ardiendo, armas auto­
máticas llevadas por pelotones
de dos o tres hombres con una
instrucción especial, con los que
consiguieron resultadas muy sa­
tisfactorios.
En general se puede decir que
en esta campaña se estableció
una lucha entre la guerra de
maniobra alemana y la defensa
en profundidad rusa, en la que
ésta llevó la mejor parte, y que
cuando los ejércitos soviétivos
pasaron a lo ofensiva en las su­
cesivas campañas de invierno,
los alemanes no son capaces de
emplear la conveniente estraegia defensiva.
Organizan, eso sí, posiciones
formidables a las que se ha dado
p1 nombre de posiciones erizo,
llenas de emplazamientos estu­
diados perfectamente para to­
da clase de armas, con planes
de fuego apoyados mutuamente,
obstáculos anti-tanques impasa­
bles, con todos los problemas
profundida que emplearon con
la intensidad posible desde que
pudieron, reservando los tan­
ques y los aparatos de bombar­
deo para la ofensiva mediata,
arrancando en forma de contra­
ataque al agotarse la ofensiva
enemiga.
29 No constituir frentes fijos
antes de tiempo, no ya en la
frontera, sino ni en aquellas
líneas fortificadas permanente­
mente que poseían, y que el ene­
migo forzó, hasta llegar al obje­
tivo que les era forzoso conser­
var, como era Moscú.
39 Estudiar tipos de aviones
dé combate más eficaces que los
alemanes para cooperar con las
tropas. Los nazis tienen el bom­
bardero en picada Stuka, y los
rusos el Stormoviks que le aven­
taja, y además el avión anti­
tanque, especialmente construi­
do para la destrucción de los
carros de asalto, de que los ale­
manes carecían.
49 Como el ejército alemán
poseía al principio de la campa­
ña una superioridad muy mar­
cada en elementas mecanizados
y sobre todo en tanques organi­
zados en divisiones y cuerpos de
ejército, los rusos para contra­
rrestarla organizaron una de­
fensa anti-tanque muy completa
y eficaz, empleando no sólo ar­
tillería y fusiles anti-tanques de
diversos modelos, sino también
granadas de mano, muchas cla­
ses de minas fijas y móviles.
ro euando las circunstancias
aconsejan eeder terreno aco­
giéndose a líneas más cortas, no
lo hacen a tiempo y se aferran
a conservar lo conquistado con
una tenacidad que a la larga
los destroza.
M andos.— Los mandos han si­
do muy buenos en ambos lados,
con la excepción de cuando
Hitler se erige en generalísimo,
que lo hace realmente mal, co­
mo no puede menos de suceder
euando la adulación, que siem­
pre rodea a los dictadores, les
hace creer que son super-hombres y que eon ponerse unos
entorchados de mariscal se han
convertido en generales, oficio
muy trabajoso de aprender y
Avanza la apisonadora.
A ciertos rusos en esta cam­ (News of The World Liondon).
paña.—l 9 La defensa elástica en tácticos y técnicos resueltos, pe­
que no se improvisa. Tanto von
Brauehitsch, von Leeb, von Bock
y Halder por el lado alemán,
como Shaposnikov, que como di­
rector de la Escuela de Estado
Mayor es el que ha formado el
generalato ruso, Vasilevski, que
le sucedió como jefe del Gran
Estado Mayor, los jefes de gru­
pos de ejéreito y de ejércitos
Yatntin, Maretskov, Govorov,
Rokossovski, etc., son excelen­
tes, y algunas de las maniobras
imaginadas por estos últimos
generales pasarán a la historia
como modelo. Qué lástima que
los asesores que mandaron a
España durante la guerra civil
no fueran de esa categoría. Con
eontadísimas excepciones todos
eran mediocres, y lo peor fué
que a través de debilidades de
nuestro alto mando su influen­
cia se tradujo catastróficamente.
A. F. BOLAÑON
“La mayoría de esos otros reyes, príncipes, aspirantes o pre­
tendientes, que generalmente tienen el apoyo de alguna pandilla
de aventureros de las finanzas, constituye hoy en día, con sus
pequeñas cortes de opereta y sus pretensiones dinásticas, una
solemne majadería”.—H. G. WELLS.
EUTRAPELIAS
La Faena de “ C larito”
César Jalón —Clarito para el
público de. toros-— era un tipo
bastante popular en el periodis­
mo madrileño. Desde El Liberal
ilustraba a los aficionados de
la fiesta que llaman brava y, de
paso, cobraba de los toreros. Era
republicano, o se lo llamaba —de
Lerroux, por supuesto— y en
uno de aquellos extraños y na­
da gloriosos acatares por que la
República hubo de pasar en sus
últimos tiempos llegó a ser mi­
nistro de Comunicaciones. Tam­
bién con Lerroux, por desconta­
do. Cuando se produjo la suble­
vación de 1936, César Jalón an­
daba veraneando por las playas
del Norte. Le sorprendió el su­
ceso —si le sorprendió— en
Fuenterrábía. Se dijo que ha­
bía muerto en los primeros días
a manos de gente irresponsable.
Pero Clarito estaba vivo, como
tantos otros a quienes también
se dió por fenecidos y luego han
salido alegremente de sus tum­
bas para decir infamias de los
republicanos. Estaba vivo, pero
en la cárcel, que era su lugar
adecuado. Y Clarito, adjudicán­
dose la suerte que pensaba, sin
duda, merecer, empezó a escri­
bir sus memorias, cosa que nin­
gún prisionero republicano ha
podido hacer. Eso no impide que
César Jalón hable exaltadamen­
te de su martirio y arroje mal­
diciones y lodo sobre los presun­
tos victimarios, entre los cuales,
según confiesa y casi identifica,
había no pocos traidores en com­
plicidad con el enemigo. Pero el
cautiverio no debía ser tan in­
soportable como César Jalón lo
pinta, porque a los presos se les
daba a comer potage de garban­
zos mexicanos, que es, en opi­
nión suya, la comida peor del
mundo. No pensaban lo mismo
los republicanos libres de Ma-
SOBRE LA NO INTERVENCION
‘ ‘ Tampoco es cierto que nada hayamos hecho o podólo hacer con res­
pecto a los sufrimientos de Chino y España. También aquí, como en la cues­
tión de Alemania, nos cabe a las democracias nuestra parte de responsa­
bilidad por una política que ha producido, según vimos, los resultados que
ahora contemplamos. Americanos e ingleses comenzamos como quien dice
el otro día a suministrar a China una ayutla que habría sido mucho más
efectiva siete u ocho años antes, cuando comenzó a sufrir los agravios y
agresiones del invasor. He ahí un nuevo ejemplo de decisiones tardíamente
rectificadas. Y en lo que atañe a España, reconozcamos que algún interés
nos despertaba y alguna responsabilidad nos incumbe por el hecho de haber
iniciado el Comité de no Intervención. Reconozcamos la responsabilidad que
nos toca en los sufrimientos que los invasores inflingieron a las ciudades de
España, puesto que nuestra fracasada política contribuyó a facilitarlos e
intensificarlos’ ’.—NORMAN ANGELL.
drid, y mucho menos los que es­
taban prisioneros en la zona
franquista. Pero veamos cómo
pasaron la Navidad de 1936 los
mártires que acompañaban a
Clarito en su desgracia. Nos lo
va a decir él mismo :
“Cenamos los ocho inquilinos
con unos cuantos amigos : Pérez
Caballero, Jiménez, Ortega, el
capitán Chillida, los hermanos
Zulueta, Tomes (padre e hijo),
el duque de Arévalo, el marqués
de Sieteiglesias y Pepet. Hipó­
lito Valderas no nos acompañó,
porque detenido con sus criados
y compartiendo a diario con
ellos su mesa, quiso permanecer
entre sus fieles servidores la no­
che tradicional.
“El menú reunido entre to­
dos hubiera espantado a Panta­
gruel. Salvo la coloración del
pan —negro, pero abundante—
nada recordó en nuestra mesa
los tiempos que vivíamos. Entre­
meses variados y en cantidad.
Paella, confeccionada a todo lu­
jo por el Torrontegui. Besugos
y merluza en cazuela. Ternera
con guisantes. Solomillo. Pollos.
Queso y frutas. Tarta. Turrón.
Vino de Rioja. ¡Y champán, y
habanos y licores! Después de
la “colación”, el convento —la
prisión era un convento de Car­
melitas, de Bilbao— se llenó de
cantares. Y de comparsas, que
recorrían las celdas. Un grupo,
en que descollaba Alba —fas­
cista leonés, obrero en Bilbao—
magníficamente caracterizado,
nos obsequió con un animado
número. Los muchachos de Du­
rango, dirigidos por Arcas, ba­
rítono de grandes facultades,
cantaban “Los voluntarios de
Estella”, el “Oriamendi” y el
“Cara al sol”, sin cuidado por
el lugar en que nos encontrá­
bamos. .. ”
El martirio de César Jalón
consentía expansiones de esa na­
turaleza. Un poco distinta era la
suerte de los republicanos que
cayeron en manos de los suble­
vados. Ninguno de ellos podría
contar cosa semejante a la que
dejamos transcrita sin añadir ni
quitar punto ni coma. Y Clarito,
de quien se dijo que había sido
fusilado, está vivo y cobrando
otra vez, probablemente, de los
toreros. De la zona republicana.
salieron vivos él, Serrano Suñer,
Fernández Flórez, Fernández
Cuesta... En la zona franquis­
ta, aquellos de quienes se decía
que habían muerto morían de
verdad. Y algunos a quienes se
suponía en vida, también.
Comentario internacional
;SE AMPLIA EL RECONOCIMIENTO DEL
COMITE FRANCES DE LIBERACION?
Las informaciones periodísti­
cas anuncian una cierta mejoría
en las relaciones de Inglaterra
y Estados Unidos con el Comité
Francés de la Liberación Na­
cional. presidido por el general
De Gaulle. Se prepara, al pare­
cer, el futuro reconocimiento de
este organismo como gobierno
provisional de Francia en las
zonas de dicho país que las fuer­
zas aliadas de invasión vayan
liberando, y entre las que figu­
rarán en porción importante las
propias fuerzas militares fran­
cesas. Se trata, por el momento,
sólo de un anuncio.
No se ha vacilado tanto en
reconocer esa ursina autoridad
a un anticuo enemigo como el
mariscal Badoglio, que nada re.presen ta en su pat ria. En cam­
bio se oponen todavía dificulta­
des al reconocimiento de un ami­
go de los momentos difíciles
como De Gaulle, que, además,
cuenta con la adhesión de los
franceses, exxcepción hecha de
los colaboracionistas. Esas difi­
cultades tienen su origen en los
errores políticos fraguados por
una burocracia miope y exal­
tados por torpes propagandis­
tas—entre lis cuales destaca el
periodista norteamericano Wm.
Philip Simms—que defienden la
causa de las Democracias con
mentalidad casi hitleriana.
Para llegar al anuncio de ese
futuro reconocimiento—todavía
incierto—se tuvo que pasar an­
tes por el desdichado experimen­
to Darían, que sirvió, a pesar de
su fracaso, de precedente en el
caso Badoglio, origen de otros
graves contratiempos políticos y
militares. Y luego se pasó por el
fenómeno Giraud, resuelto feliz­
mente porque Giraud no es un
traidor como lo era Darían,
sino un hombre leal, un general
patriota, decidido e impetuoso,
aunque reaccionario, carente de
sentido político y de la necesa­
ria preparación técnica para la
guerra moderna. El general Gi­
raud acaba de dar pruebas de
discreción y de buen sentido
al ser interrogado recientemen­
te sobre cuestiones políticas:
“ Cuando se ha hecho lo que yo
he hecho, bastan los actos—con­
testó sobriamente—. Además,
lo he perdido todo. Mi mujer
y mis hijos están presos. Que
me dejen ganar la guerra”.
¡Palabras sencillas y patéticas!
Aunque Giraud no sea el hom­
bre para ganar la guerra, es
decir, para dirigir hasta la vic­
toria su complicado mecanismo,
parece indudable que es el hom­
bre para hacerla, para lanzarse
intrépidamente a la batalla con
el brío de un capitán. Discreto
es, pues, que le dejen hacer la
guerra, y que él, por su parte,
deje al Comité Francés de Ar­
gel la dirección política y técni­
ca para ganarla.
Resuelto el caso Giraud, la
fuerza militar de la Francia li­
bre queda sometida al poder
civil representado por el Comité
de Liberación. Poder civil, au­
ténticamente civil, no obstante
estar presidido por un general,
pues lo que hace de De Gaulle
una figura representativa de
Francia no es su condición de
militar—ni siquiera de militar
clarividente que demostró su su­
perioridad profesional sobre el
mandarinato del Estado Mayor
Centra!—, sino su visión políti­
ca, nacional, patriótica y, tam­
bién, su lealtad a la democracia
francesa. El comisario de Gue­
rra eu el Comité Francés es un
civil, un socialista, amigo de
Blum, de quien fué su defensor :
el senador André Le Trocquer,
a cuyo cargo corre la ardua ta­
rea de depurar la oficialidad del
ejército francés.
De lo que De Gaulle represen­
ta, no ya entre los franceses que
viven fuera de la metrópoli so­
metida, sino de los que en el
interior de ella sufren la opre­
sión del vencedor y arriesgan
su vida diariamente én una he­
roica y activa resistencia, son
buena prueba las manifestacio­
nes que hizo el general De Lat­
iré de Tassigny al gobierno in­
glés cuando recientemente pudo
escapar de su prisión de Riom
y el manifiesto del Partido so­
cialista francés publicado no ha­
ce mucho en un número clan­
destino de Le Populaire, y del
que traducimos los siguientes
párrafos :
“ El Partido Socialista expre­
sa unánimemente al general De
Gaulle su reconocimiento por
haber declarado el 18 de junio
de 1940 que Francia proseguirá
la guerra, y por haber llamado
a todos los franceses que recha­
zaban la capitulación de los trai­
dores de Burdeos y que querían
continuar el combate.
“ El Partido Socialista reco­
noce, además, que la casi tota­
lidad de la opinión pública de­
sea la constitución de un gobier­
no provisional presidido por él.
En torno de él, y sólo de él,
puede, en efecto, organizarse in­
mediatamente después de la li­
beración y hasta tanto pueda
expresarse la soberanía popular,
un gobierno de unidad francesa,
([lie deberá estar formado por
hombres experimentados, esco­
El pintor de Berlin.
‘‘El Japón no podía faltar entre esos pueblos que nos hon­
ran con su compañía y amistad. El Japón es un pueblo creyente,
jerárquico, fundamentalmente honesto en los principios étnicos
de su sociedad y noble en las aspiraciones e ideales nacionales.
Con nosotros tenía que estar, y está, la mano sobre la mano, el
corazón junto al corazón y la conciencia y voluntad inquebran­
tables de combatir al comunismo, hermanado y paralelo can el
nuestro, inconmovible, que no ceja hasta infringir la definitiva derrota al credo rojo, al judaismo, a la masonería, al soviet. . .
(“ El Tebib Arrumi”, cronista oficial de guerra con el Caudillo).
gidos entre los más puros, y cu­
yos nombres, personas y acción
serán la mejor garantía de la
solidaridad doctrinal con la de­
mocracia y la República de ayer,
y por hombres nuevos, que se
hayan revelado en la lucha ac­
tual de resistencia y cuya pre­
La vida pasa
sencia asegurará el remozamien- EL ¡MONOCULO DE PHLLIP
to evidentemente reclamado por
MOKTER
el país.”
General De Gaulle
El partido de Jaurès no ofre­
ce esta adhesión a De Gaulle por
veleidad militarista, ni mucho
menos por inclinación a nuevas
aventuras “ boulangeristas”. La
ofrece porque De Gaulle repre­
senta la voluntad de liberación
y el respeto a la democracia. Su
fuerza consiste en saberse úni­
camente depositario de la sobe­
ranía popular aherrojada mo­
mentáneamente. Esto que ha
sido tan sencillo de comprender
para los franceses libres y en­
cadenados, es lo que todavía no
comprenden los burócratas que
persisten en sus errores, que
rinden culto al precedente crea­
do por ellos mismos y que tratan
aún de dificultar el reconoci­
miento de la innegable autori­
dad del Comité de Argel.—C. E.
(The Chicago Daily News).
Hoy, como de costumbre, mientras
mis colegas se refieren a los hechos
espectaculares que poco a poco lle­
van a las Naciones Unidas hacia la
victoria final y definitiva, yo me
dedicaré a comentar algo menos por­
tentoso, pero que también tiene su
significado dentro del panorama de
la vida británica. Se trata de una
orden del Almirantazgo, reglamen­
tando el uso del monóculo por los
suboficiales de la marina de guerra.
En cierto modo esta decisión del
Almirantazgo con respecto a los mo­
nóculos, me hace recordar la histó­
rica tranquilidad del famoso Drake,
aquel marino británico que estaba
jugando una partida de bolas cuan­
do le avisaron que la invencible ar­
mada se acercaba rápidamente, pero
terminó con calma su partida antes
de embarcarse para librar una bata­
lla que habría de tener consecuen­
cias trascendentales para el mundo
entero. Todas las proporciones guar­
dadas, la comparación viene al caso,
porque en ambas situaciones apare­
cen características tradicionales de
la flota británica. La vida, el len­
guaje y la conducta de los marinos
se rigen por una serie de tradiciones
y precedentes que van desde aque­
lla de que los barcos se hunden com­
batiendo, con la bandera al tope y
el comandante en el puente de man­
do, antes que rendirse, hasta el más
modesto y sencillo de que los mari­
nos pueden usar barba y bigote, pe­
ro no bigote só'o. Muy largo, aun­
que muy interesante, resultaría ex­
plicar el origen de esas tradiciones
que también incluyen el derecho de
permanecer sentados para beber a
la salud del Bey, y el tradicional
grito de: “ ¡Muestre una pierna!’’
con que los marinos son despertados
en la mañana. Por el momento quie­
ro referirme a la sorpresa experi­
mentada por el comandante de un
barreminas cuando, poco antes de
zarpar, vió llegar a bordo al nuevo
contramaestre electricista, un mocetón robusto y jovial, que lucía en su
oio izquierdo un monóculo d°l ooe
colgaba una cinta de seda negra. El
monóculo en Gran Bretaña es una
nrenda aue suelen usar algunos in­
telectuales de ambos sexos, pero que
basta ese momento no se había vis­
to nunca pegado al oio de un sub­
oficial de la marina de guerra. El
comandante recibió al marino sobre
las astas. ¿Se trataba de una bro­
ma? En tono severo el comandante
indagó si la presencia de tal admin'culo era abso'utamente necesaria.
Pero Fhillip Morter —que así se lla­
ma el contramaestre afectado— es
un buen británico conociente de sus
derechos y después de explicar al
comandante qu"> él usaba monóculo
desde muchos años antes de ingresar
a la marina, agregó ccn todo respe­
to. aue tenfa la intención de seguir
utilizando1o, a menos que existiese
en la armada un reg'am»nto que eh
forma espe'·'f’ca nroh’M-se sn uso.
Por lo demás Morter consideraba que
era innecesario e inconveniente emp’ear dos lentes cuando uno bascaba
para aclarar sn vis’ón. J as explica­
ciones de Morter convencieron al co­
mandante de que el mo”ócnlo era de
buena fe. pero al mismo tiempo se
encontró ante el dilema de que no
tenía preced»nte alguno para tomar
una resolución en uno u otro senti
do. Deió a Morter provisoriamente
con su cristal y cinta, y elevó la
correspondiste consulta a sus supe­
riores. ¿Podía o no un suboficial de
la marina de guerra en servicio ac­
tivo. nriliear mo"ócu,o?
El barco zamó cou Morter v su
monóculo a bordo, con gran alegría
de la tripulación que inmediatamen­
te otorgó al contramaestre el título
de “ Conde” , y mientras el barre­
minas navegaba, cumpliendo su peli­
grosa misión en las aguas que ro­
dean a Gran Bretaña, la consulta
corría por las oficinas del Almiran­
tazgo a la par de los informes so­
bre las operaciones que se desarro­
llaban en todos los mares del mun­
do, y recibía la misma consideración
ponderada que reciben los planes de
futuras campañas destinadas a com­
pletar la victoria sobre los subma­
rinos o a transportar millares de
soldados de un lado a otro del glo­
bo. La carcajada reprimida que la
aparición del contramestre de mo­
nóculo iba provocando en todas par­
tes, llegó a la prensa, y el nombre
de Phillip Morter fué conocido en
todo el país, interesándose todos en
saber si el sintético conde podría o
no conservar su aristocrático adminícu’o.
Hace pocos días, el Almirantazgo
puso término al suspenso de todos
dictando una orden cuyo encabeza­
miento dice: “ Vis-ón Monocular” ,
y que probablemente se inspira en
el más famoso monoculista de la ma­
rina británica—al almirante Horario
Nelson, que perdió un oio en la ba
talla del Nilo—. La orden estab’ece
que los suboficiales de la marina
que tengan una visión defectuosa y
que pueden optar entre usar anteo­
jos o monóculo, pueden darle prefe­
rencia a este último. Tras la serie­
dad reglamentaria, se puede escu­
char la contenida carcajada del hu­
morismo británico, siemnre listo a
revelarse cuanto más críticas son las
situaciones.
Morter conservará su monóculo, y
el comandante del barreminas —una
vez establecido el precedente— se
ha de sentir orgulloso de ser el úni­
co comandante que tiene a bordo un
suboficial con monóculo. Ambos, jun­
to con la tripulación que otorgó el
título de Conde a Morter, pertene­
cen a los muchos millares de hom
bres que abandonan sus fondeade
ros sin saber a ciencia cierta si en
la tarde estarán muertos, prisioneros
o abandonados en la inmensidad del
mar. Pero nada de eso influye pa
ra aue pierdan su compostura, ni
olviden la etiqueta de a bordo.
Y cuando uno examina los años
de servicio constante permanente que
prestan los marinos, desde las costas
de la Plata hasta los mares cubier
tos de hielo que recorren los con­
voyes que van a Busia, el caso del
contramaestre Morter, además de
ser gracioso, es otra expresión de la
entereza tradicional de los marinos
británicos, de esos marinos que han
servido de modelo a la gran mayo­
ría de las marinas de América La­
tina.
E. A. TUSONI.
Londres.
¿Risa o Itanto?
CUANDO LA DIVISION
AZUL IBA A RUSIA
De una crónica de Mariano Daranas, corresponsal de ABC en Berlín,
escrita cuando los primeros contin­
gentes de la División Azul marcha­
ban hacia Busia, copiamos lo si­
guiente:
“ Llegaremos a tiempo?-—me pre
ganta un sargento, originario de
Burgos y perteneciente a la sexta
región.
—Es difícil —le respondo—, El
ejército ruso se bate, descompuesto,
en retirada.
—¡Ah, pues no; no hay derecho!
—exclama, enfadado, como si fuera
yo el responsable del desastre bol­
chevique, o como si. en vez de una
cruzada anticomunista, se tratara de
una campaña prosoviética” .
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