Ficha Nº 7 - Facultad de Trabajo Social

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Ficha de Cátedra Nº 7
Cátedra: HISTORIOGRAFIA DE LA INTERVENCIÓN SOCIAL
Año: 2011
Tema: Estrategia de intervención social neoliberal y el
neoliberalismo.
Ubicación temporo-espacial
En esta estrategia intentaremos desarrollar la intervención
social que se desplegó a partir del año 1976 hasta la actualidad en
Argentina.
A los fines de una mayor comprensión es que intentaremos
desarrollar las transformaciones que se fueron dando durante las tres
últimas décadas del siglo XX y estos primeros años del siglo XXI.
Asimismo, intentaremos dar cuenta de las modificaciones presentadas
en la intervención social ante los intentos de dar respuesta a la
cuestión social de cada momento. Visualizamos así los siguientes
períodos históricos:
- Período 1976-1982: Dictadura militar
- Período 1983-1989: Regreso a la democracia
- Período 1990-2000: Hegemonía neoliberal
- Período 2000-2002: Estallido social
- Período 2003-2011: Configuraciones actuales. Continuidades y
rupturas
Si bien nos centraremos en el proceso dado en Argentina, es
importante destacar que lo sucedido en nuestro país es repercusión
de los cambios y de los movimientos producidos a escala mundial, con
ciertas particularidades a las cuales también nos referiremos
brevemente y que nos diferencian de los procesos vividos en otros
países latinoamericanos.
Sistema de ideas:
La corriente de pensamiento que sustenta esta estrategia es el
neoliberalismo, cuya instauración fue producto de un proceso social en
el cual es preciso diferenciar diversos períodos acorde a los cambios
políticos sucedidos
Para poder comprender en grandes rasgos esta corriente de
pensamiento, podemos decir tomando a Sonia Draibe1 que “No hay un
cuerpo teórico neoliberal específico… Las ‘teorizaciones’ que manejan
los así llamados neoliberales son generalmente prestadas del
pensamiento liberal o conservador y casi se reduce a la afirmación
genérica de libertad y de primacía del mercado sobre el Estado, de lo
individual sobre lo colectivo. Y, por derivación, del Estado mínimo,
entendido como aquel que no interviene en el libre juego de los
agentes económicos”. Al no tener un cuerpo teórico específico se
constituye en un discurso y un conjunto de reglas prácticas de acción
(o de recomendaciones), dirigidas a los gobiernos a fin de realizar las
reformas del Estado y de sus políticas. Con una fuerte idealización de
la especialización y la competencia, que lleva a una “cultura de la
despolitización”, en pos de soluciones “eficientes”.
Es así que en esta corriente de pensamiento es más factible
conocer sus “lemas” que el conjunto teórico que la sustenta, o mejor
dicho, su argumentación teórica se esconde bajo consignas fácil y
rápidamente tomadas por el sentido común. Entonces, escuchamos
que “…En lugar de ideología, los neoliberales tienen conceptos.
Gastar es malo. Es bueno tener prioridades. Es malo exigir
programas. Precisamos de asociaciones, no de gobierno fuerte.
1
DRAIBE, Sonia (1994), Neoliberalismo y políticas sociales: Reflexiones a
partir de las experiencias latinoamericanas, en Revista Desarrollo
Económico –Revista de Ciencias Sociales, vol. 34, Nº 134 (julioseptiembre/1994); IDES (Instituto de Desarrollo Económico y Social).
Argentina.
1
Hablemos de necesidades nacionales, no de demandas de intereses
especiales. Exijamos crecimiento, no distribución. Sobre todo,
tratemos del futuro. Repudiemos el pasado”2.
A diferencia de Draibe, Perry Anderson3 (2003) explica que el
neoliberalismo surge en 1944, de la mano de Friedrich Hayek, como
“ataque a cualquier limitación de los mecanismos del mercado por
parte del Estado”4 la cual es vista como una amenaza a cualquier
libertad tanto económica como política. En 1947 se funda la Sociedad
de Mont-Pèlerin cuya finalidad era combatir las bases del
keynesianismo y el solidarismo y sentar las bases de otro capitalismo.
Hayek y sus seguidores sostenían que el Estado de Bienestar destruía
la libertad de los ciudadanos y la competencia, argumentando que la
desigualdad era un valor necesario para las sociedades occidentales.
Para lograr este cometido era necesario un Estado fuerte “con
capacidad para quebrar el poder de los sindicatos y el control del
dinero, pero limitado en lo referido a los gastos sociales y las
intervenciones económicas”5 (2003:26)
.
Respecto del campo problemático
El campo de intervención en tanto problemas sociales se identifica
desde la noción de riesgo. En este sentido el riesgo es aquella
característica que poseen ciertas poblaciones que si no se las atiende
peligran como sujetos:
-
riesgo de vida o de muerte
-
de mayor marginalidad
2
Op.cit.
ANDERSON, P. (2003), Cap. 1: “Neoliberalismo: un balance provisorio”.
En: SADER, E. y GENTILI, P. (comp.) La Trama del Neoliberalismo. Mercado,
crisis y exclusión social. 2ª Edición. Eudeba-CLACSO.
4
Op.cit p.25
5
Op.cit. p.26
3
- de disolución de la sociedad
La lógica economicista que permea esta intervención se centra en la
idea de que si no se supera ese “riesgo” se tienen más gastos
sociales, corriéndose de la noción de derechos de los sujetos a tener
una vida digna.
La gran masa de pobres —compuesta como se dijo anteriormente, ya
no solamente de aquellos pobres estructurales, sino que además se
suman los trabajadores venidos en desocupados, y los trabajadores
que aún asalariados no llegan a cubrir sus necesidades básicas
debido a los salarios paupérrimos— se torna en "peligrosa",
"sospechosa", por ende la "inseguridad" comienza a ser uno de los
problemas necesarios de dar respuesta en cuanto expresión de la
cuestión social del momento.
Respecto de los sujetos:
Este modelo de intervención social expresa una lógica que
produce modos de nombrar a los sujetos, identificaciones
determinadas del campo problemático y plantea procedimientos
particulares.
En un primer momento se los divide en dos grandes
categorías: los pobres y los pobres estructurales. Ante la instauración
del modelo neoliberal y las consecuencias que de él se desatan se
suman dos nuevas categorías, la del “nuevo pobre”, y la del
“desocupado”, con las cuales se denominarían a los sujetos hacia los
cuales prioritariamente se dirigirían los planes y programas estatales.
Pobres estructurales son aquellos que presentan
Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI), que desde siempre han
vivido en condiciones de exclusión. Los nuevos pobres (NUPOS),
son los que presentando algunas de las necesidades básicas
satisfechas, por ejemplo vivienda, sus ingresos no le permiten la
supervivencia en relación con la canasta familiar básica. Mientras que
2
los desocupados — categoría restringida a un porcentaje mínimo en
el período del Estado de Bienestar, acorde al principio keynesiano de
"pleno empleo" — comienzan a aglutinar a un alto porcentaje de la
población argentina producto del vaciamiento de la industria nacional y
la privatización de las empresas nacionales.
Acorde a la lógica neoliberal, las intervenciones van dirigidas
hacia aquellos grupos o sectores pobres, que han caído en la pobreza
por sus limitaciones (falta de capacitación, de instrumentación, para
estar incluídos en el mercado laboral); por ende las mismas son
denominadas por las políticas focalizadas y los programas como
“Poblaciones Objetivo”. La definición de las poblaciones objetivo se
realizan a partir de identificaciones de lo que se llama “bolsones de
pobreza” relevados por censos y encuestas que como cartografía
recortan zonas geográficas. Las prioridades para las políticas
focalizadas se dan en niños, embarazadas, jóvenes y mujeres.
Dado que los programas sociales se conciben con una visión
empresarial surge al interior de las políticas sociales estatales la
presencia del técnico, el planificador y del gerente, acorde al
discurso de eficiencia y tecnocracia del momento.
La intervención social en el marco de esta estrategia:
En tres décadas fuimos asistiendo a un proceso de
transformación de la intervención social basada en la protección
estatal (derechos sociales y construcción de ciudadanía) hacia la
aplicación de las recetas neoliberales.
En el período de despliegue de esta estrategia, identificamos
una diversificación de lugares desde donde se realiza la intervención
social en una suerte de abanico de revisitación de las formas
filantrópicas, vía el llamado “tercer sector” u ONGs., retornando al
Estado mínimo y delegando en la “sociedad civil” la responsabilidad de
“dar respuesta” a los diversos problemas que se plantean.
Las características más salientes de la intervención social en este
modelo son:
-
Focalización: La transformación de las políticas universales
(derechos sociales para todos los ciudadanos) a las políticas
focalizadas (aquellas que se dirigen a los sectores más
vulnerables).
“La focalización… significa dirigir el gasto social a programas y a
públicos específicos, selectivamente escogidos pro su mayor
necesidad y urgencia…”6
-
Descentralización: inicio de un proceso de ejecución de políticas
de nación, hacia provincias, municipios y organizaciones sociales.
El fundamento es que de esta manera se garantiza la cercanía con
los beneficiarios directos. En la práctica este proceso fue de
desconcentración de la ejecución pero al no descentralizarse el
manejo de fondos, queda invalidada.
-
Co – gestión: esta modalidad reconoce la importancia de una
intervención social que comparte responsabilidades entre el
estado y la sociedad civil (se entiende aquí por sociedad civil al
conjunto de organizaciones sociales de la sociedad). En esta línea
se implementan los programas de fortalecimiento de la sociedad
civil. En los hechos de “responsabilidad compartida” se pasa a la
responsabilización de la intervención a las organizaciones no
gubernamentales.
-
Privatización: la incorporación de la lógica de la eficacia, la
eficiencia y la transparencia, derivó en la idea de que estos
principios solo eran viables mediante el accionar de los sectores
privados, ya sean lucrativos (empresas privadas de salud,
educación, AFJP, ART (Aseguradoras de Riesgos de Trabajo),
6
Draibe, Sonia, op.cit, pág191.
3
etc.) o no lucrativos (asociaciones civiles y ONGs sin fines de
lucro, confesionales o no), ante la consideración de ineficiencia y
corrupción de los organismos estatales. Considerándose además,
que la administración gerencial de los programas sociales permitía
una maximización en el uso de recursos, y de esta manera una
eficiencia del gasto.
Respecto de procedimientos
La planificación gerencial es la metodología que se usa para llevar
adelante esta intervención social, y la técnica se convierte en
herramienta de garantía de la eficiencia (definición de las poblaciones
objetivos).
Las líneas centrales en los programas son:
Capacitación: dado que la intervención focalizada considera que hay
que invertir en determinadas poblaciones en riesgo en forma puntual y
acotada en el tiempo, para que luego las personas puedan ingresar al
mercado como lugar de satisfacción de las necesidades, la
capacitación se manifiesta como la herramienta que permitirá esta
cuestión. En la práctica, la capacitación no supera en general las
dirigidas a los oficios tradicionales (herrería, carpintería, albañilería,
cuidado de niños para las mujeres, etc.) y encubren una especie de
culpabilización y responsabilización a los propios sujetos de su
situación de pobreza.
Participación: esta línea expresa la necesidad de incorporación de las
organizaciones sociales y los beneficiarios de los programas en la
elaboración de proyectos. Si bien a primera vista esto es superador de
una perspectiva paternalista, también “hace agua” en los hechos, ya
que por lo general la participación termina siendo una convocatoria a
las madres a que se hagan cargo de cocinar y cuidar a los niños, en
los comedores comunitarios por ejemplo, pero no se las considera en
la toma de decisiones respecto de las cuestiones centrales de los
programas.
DESPLIEGUE DE LA ESTRATEGIA EN ARGENTINA EN LOS
DIFERENTES PERIODOS HISTÓRICOS
A partir de la dictadura militar de 1976 se profundizó la herida hacia el
estado de protección estatal generado a partir de 1945. Los gobiernos
democráticos que continuaron, ya sea por debilidad institucional, o por
complicidad con los intereses externos, sostuvieron y profundizaron el
proyecto neoliberal, llevando a la mayoría de la población a una
situación de pobreza e indignidad desesperante. Siendo el punto
crítico el período post-menemista, ante la salida de la convertibilidad,
quedando los meses de diciembre del 2001 y enero del 2002 como
los meses de mayor incertidumbre respecto del futuro de nuestro
país. Estos meses fueron donde claramente la posibilidad de ruptura
de la cohesión social fue vivenciada y expresada, ya no por un sector,
sino por sectores representativos de intereses diferentes cuanto no
contrapuestos
Período 1970-1980: Dictadura militar.
Configuraciones de lo social:
Desde lo político: En los primeros años de esta década continuó la
movilización y la lucha que se venía gestando durante los años ’60,
desde los países tercermundistas en general, en pos de su liberación
política y económica de los países centrales y la posibilidad de
instaurar un modelo de desarrollo nacional y popular. Pero a poco de
transitado los primeros años de esta década, los países del Tercer
Mundo y los latinoamericanos en particular, fueron víctimas de
intervenciones y represiones incitadas básicamente por los Estados
Unidos en su necesidad de hegemonizar y mantener “su” bloque sin
4
disturbios. Para 1976
casi todos nuestros países latinos se
encontraban bajo regímenes dictatoriales de origen militar.
Immanuel Wallerstein manifiesta que “... mientras el programa liberal
“europeo” fue un éxito ya que el estado liberal logró la doma de las
clases peligrosas en el centro, es decir, de los proletarios urbanos
(incluso si éstos estaban bien organizados, sindicalizados y
politizados)... en el mismo momento en que se resolvía ese problema,
para los poderosos surgía la amenaza de otras clases peligrosas, las
clases populares del Tercer Mundo”7. De esta forma, así como se
combatió al proletariado europeo en la primera mitad del siglo XIX, es
que para las sublevaciones de los pueblos periféricos se proponía la
represión (con el acuerdo de los sectores de derecha: el fascismo) y la
instalación de un modelo de bases ultra-liberales encarnado y llevado
al máximo durante la década de los ‘80 por Estados Unidos e
Inglaterra (administración de Ronald Reagan y Margaret Tatcher
respectivamente).
Desde lo cultural: El año 1976 constituye para los argentinos una
fecha especial que quedará como una marca de fuego en el conciente
de algunos y en el inconsciente de la mayoría. No solo por los
cambios
económicos
que
se
iniciaron
entonces,
sino
fundamentalmente por los cambios políticos y básicamente culturales
a los que la sociedad argentina fue sometida, alienándola de todo
aquello que desde principio del siglo XX se había logrado a través de
la lucha de los socialistas, los anarquistas y fundamentalmente del
sector obrero que se había formado durante la primera mitad de siglo.
Hablamos, ni más ni menos del reconocimiento y del ejercicio de los
derechos políticos y sociales de las mayorías populares.
La “marca de fuego” fue la consecuencia de las modificaciones vividas
en nuestras vidas cotidianas mediante la implantación del terror de
estado. En cado uno de nosotros se formó un nuevo esquema de
aprehender y explicar la realidad en el cual la posibilidad de defensa
de nuestros derechos no estaba presente, sin embargo sí lo estaba el
“no te metas”, o “por algo será”, preconceptos estos cargados de una
ideología totalmente opuesta a la basada en la organización, el
compromiso y la lucha en defensa de los derechos de la mayoría.
Esta matriz de pensamiento impuesta a los argentinos, fue la base
para implementar el modelo económico y político al cual estaríamos
sometidos los años siguientes, posibilitando la destrucción del Estado
Argentino.
Podemos decir que en este caso la cohesión social lograda desde los
sectores populares se rompió, para dar lugar a la desarticulación
social, mediante el terror y el individualismo.
Desde lo económico: En 1973 se produce otra gran crisis mundial
debido al alza de los precios del petróleo8. Esto, que si bien fue
beneficioso para los países productores (incluso los latinoamericanos
como Méjico, Venezuela y Ecuador), constituyó un desastre para los
países no productores de petróleo (el Tercer Mundo en general),
traducido en una drástica caída de sus presupuestos, afectando
doblemente a los países pobres que debieron contraer empréstitos
ofrecidos por los bancos internacionales - con el apoyo de los
gobiernos centrales-, produciéndose un aumento inusitado de sus
deudas externas.
8
7
WALLERSTEIN, Immanuel (1995), “La reestructuración capitalista y el
sistema-mundo”. Conferencia magistral el en XX Congreso de la
Asociación Latinoamericana de Sociología, México.
Immanuel Wallerstein (1995) sostiene que el aumento del precio del
petróleo por parte de la OPEP (Organización de Países Exportadores de
Petroleros – de Medio Oriente-) es parte de la estrategia del programa
liberal sostenido básicamente por los Estados Unidos en pos de
hegemonizar su poder.
5
De esta manera es que para mediados de la década del ’70 la mayoría
de los países del Tercer Mundo - por supuesto incluida Argentina –
estaban más preocupados en pagar la deuda que en la instauración
de un proyecto de desarrollo nacional.
En Argentina se fue articulando un nuevo proyecto de nación
impulsado por la dictadura, basado ya no en un modelo
agroexportador (como el presente desde 1890 al 1945), ni un modelo
industrial (iniciado en 1945 hasta 1977), sino un modelo basado en la
renta financiera. Eric Calcagno comenta que este modelo de la renta
financiera, surge claramente con la sanción de la Ley de Entidades
Financieras de José Martínez de Hoz9 en 1977, y que si bien el
golpe político había sido en 1976, el golpe económico lo constituía
esta ley.
Este modelo de la renta financiera funcionó basándose en el
endeudamiento sin límites, siendo el elemento de acceso al poder de
una nueva clase dirigente: “la financiera” (ya no la terrateniente
oligárquica del primer modelo, ni la burguesía industrial), este sector
de poder utilizó el endeudamiento para la especulación y no para la
inversión en alguna línea de producción nacional.
La intervención social en el período del proceso militar
La dictadura militar que se instaura entre el 76 – 83, consecuente con
su política de genocidio y liberalización de la economía, lleva adelante,
en primer lugar la desarticulación
de todas las expresiones
organizativas populares, y el desmantelamiento de los servicios
estatales que planteaban una intervención social centrada en la
participación y en la movilización de reclamos por derechos. Los
profesionales
fueron
víctimas
directas
(desapariciones,
encarcelamiento, exilo, despidos masivos).
De este modo las políticas que se desplegaron tuvieron características
coercitivas y represivas. La coerción vía intervención social se expresó
en acciones moralizantes en relación con los valores tradicionales:
familia tradicional, institucionalización y reclusión de aquellos sujetos
considerados como “irrecuperables” (locos, niños, adolescentes y
jóvenes en riesgo, por ejemplo).
Por otra parte se trabaja con la noción de patología social o sociopatía
(conductas desviadas de lo que se imponía como normal en la que
entraba la pobreza), y las intervenciones eran asistencialistas e
individualizadas.
La intervención social represiva se manifestó en particular en las
erradicaciones de villas de emergencia de manera compulsiva, la
“limpieza” de las ciudades de los indeseables, por ejemplo mendigos,
a los que se llegó a subirlos a camiones por la noche y trasladarlos a
otra provincia, dejándolos librado a su suerte; en lo que a migrantes
internos concierne, se les entregaba pasajes para que sigan sus viajes
a otras ciudades o volverlos a sus lugares de origen.
Período 1983-1989: Regreso a la democracia
Desde lo económico: Significó acomodar el proyecto de país a la
reducción del Estado Nacional, lo cual implicaba disminuir el gasto
público, iniciar el proceso de privatización de las empresas estatales,
la retirada de los subsidios a la producción y en lo que a la clase
trabajadora le compete sentar la base para la flexibilización laboral y la
negociación individual de las condiciones laborales (cada obrero con
su patrón) con la clara intencionalidad de desmantelar las
organizaciones sindicales.
Desde lo político: A nivel internacional se comenzaba a expandir e
imponer el proyecto neoliberal Reagan-Tatcher, intentando restaurar el
9
Ministro de Economía durante la dictadura militar de 1976-1983.
6
papel del mercado, la eficiencia y el control de la inflación, reduciendo
la intervención del Estado a lo mínimo.
En 1983 Argentina recuperaba la democracia, con todas las
expectativas que ello implicaba para un pueblo que soportó 7 años de
humillación e injusticias, con una organización popular desarticulada
desde lo más profundo a raíz del trabajo silencioso que el proceso
militar había tallado, tal cual como se mencionó anteriormente.
No obstante las expectativas populares y en consonancia con
el programa neoliberal implementado en los países centrales, también
en nuestro país las recetas que se aplican tienden a la desarticulación
de las organizaciones sindicales a fin de poder afianzar la bandera
liberal de “contratar libremente e individualmente en el mercado”,
reclamando la modernización del estado, sentando las bases para la
privatización de las empresas nacionales. Como fundamento se toma
la ineficiencia del Estado para la administración de las mismas, así
como su “sobredimensión”, lo cual implicaba la reducción de la planta
de empleados estatales.
La intervención social a partir de 1983:
En los primeros años de la reapertura democrática se intenta volver a
una intervención social que tienda a la inclusión social, recuperando
las nociones de participación y movilización popular.
Si bien se mantienen las políticas de corte universal en relación a
vivienda, salud y educación; también se inaugura la etapa de las
políticas focalizadas vía programas específicos, tales como es el
P.A.N (Programa Alimentario Nacional), el cual consistía en una caja
de alimentos destinadas a aquellas familias que no tenían ningún tipo
de ingreso o el mismo era insuficiente.
Período 1990-2000: Hegemonía neoliberal
Desde lo ideológico: Esta década se inicia con la repercusión que a
nivel mundial genera la caída de la Unión Soviética en 1989
(casualmente año del bicentenario de la Revolución francesa) y de los
regímenes comunistas aliados. Toma fuerza la idea de Francis
Fukuyama decretando “el fin de la historia”, tomando como
fundamento de esto la caída de la U.R.S.S. (Unión de las Repúblicas
Socialistas Soviéticas), interpretándolo como el fin de la lucha
ideológica entre Occidente y Oriente, o en términos políticos de la
dicotomía capitalismo- comunismo, y toda la organización mundial que
se había dado durante el siglo XX ante estas posturas dicotómicas.
Con la idea de “el fin de la historia” y “el fin de las ideologías”, es que
se sustenta la posibilidad de implantar el Pensamiento Único, es decir
el triunfo de la estrategia liberal-capitalista o del capitalismo “total”.
Esto implicó no abrir posibilidad alguna a la diferencia o calificar a
cualquier otra alternativa de “utópica”.
Desde lo económico: Se traslada a la implantación del modelo
neoliberal en su forma más profunda. La lucha se daba entre los
gobiernos latinoamericanos (dependientes de las políticas
intervensionistas centradas en el Estado), y el Banco Mundial, el
Fondo Monetario Internacional Mundial -Instituciones Financieras
Internacionales (I.F.I.s.)- apoyadas por los Estados Unidos, que
abogaban por políticas orientadas al mercado.
En 1990 se decretó la “aceptación” de las políticas promovidas por las
IFIs (Instituciones Financieras Internacionales) por parte de América
Latina formando lo que se llamó el Consenso de Washington10.
Esto se tradujo en el discurso de la “eficiencia económica”, tomando
como fundamentos la “ineficiencia del Estado, la “ineficiencia en el
10
BUSTELO Y MINUJIN (1998), “Todos entran –propuesta para sociedades
incluyentes”. Editorial del Grupo Santillana. UNICEF.
7
gasto público”, y, en líneas generales, promoviendo el retiro del
Estado en aquellas áreas en las que había tenido un rol
preponderante ya sea por medio de la producción por parte de las
empresas estatales o la asistencia a través de los servicios públicos.
Por otra parte se promulgaba la “libertad de mercado”, lo cual
implicaba lisa y llanamente la apertura financiera y comercial, así
como la promoción de la inversión extranjera bajo el argumento de la
importancia del ingreso de capitales extranjeros para la reactivación
de nuestra economía.
Desde lo político:
Nuestro país no estaba en condiciones objetivas ni subjetivas para
enfrentar el embate que el Neoliberalismo tenía preparado.
Los dos gobiernos del Dr. Carlos Saúl Menem, no fueron otra cosa
que el cumplimiento estricto de las conocidas “recetas del F.M.I.”.
Perdimos la totalidad de las empresas nacionales, los cierres de
fábricas y los despidos masivos de obreros, tallaron una nueva marca
en la subjetividad argentina.
La implementación de este modelo solo podía ser factible con la
cooptación del peronismo y los dirigentes sindicales, por parte de los
sectores del poder y el medio que posibilitaba esta cooptación fue la
corrupción.
Las banderas del liberalismo en cuanto a “Libertad e Igualdad”,
estaban en su máxima expresión y nuevamente la “Fraternidad” bajo
su expresión filantrópica, se sustenta como principio para la atención
de “lo social”.
Desde los Organismos Internacionales la preocupación se dirigía
hacia los pobres de los países en -supuestamente- desarrollo, y la
necesidad de elaborar políticas tendientes a la protección de esta
población pobre durante el tiempo del “ajuste”.
Surge lo que se denominó “Ajuste con Rostro Humano“ o “capitalismo
social”, consistente en fundaciones y organismo de caridad que
“ayudan“ a los pobres y menesterosos, a los discapacitados y
enfermos (retornando la categorías o denominaciones dadas a los
sujetos durante la estrategia confesional), bajo la consigna de la
“responsabilidad social”.
Como rasgo definitorio podría mencionarse que la política social para
este período fue el desmembramiento social, trasladándole a la
Sociedad Civil esta responsabilidad social, así como la
descentralización y la valoración de lo regional; las políticas fueron
para pobres sin hacer hincapié en la distribución de la riqueza.
La intervención social a partir de 1990:
Hacia 1990 se inician los cambios sustantivos en la intervención social
de la mano de la aplicación explícita de las políticas neoliberales. Este
giro se fundamenta en las transformaciones en el orden internacional
como modo necesario de incorporar al país a la órbita del primer
mundo. Las críticas al estado benefactor (ineficacia, burocracia
excesiva, falta de transparencia en el manejo de fondos de las
políticas sociales) se compatibilizan con la vuelta al mercado como
único instrumento capaz de resolver las necesidades. De este modo el
estado debía intervenir en la pobreza extrema con políticas puntuales
que permitiera a estos sectores incorporarse al mercado.
Es en este período donde se pueden apreciar claramente las
características de la intervención social definidas anteriormente
Desde los sectores gremiales estatales y algunas organizaciones
gremiales que habían tomado cierto protagonismo en esta década
(como la de camioneros), comienzan a realizarse las denuncias al
modelo y el reclamo no solo por las condiciones salariales, sino por la
destrucción de aquellos áreas que otrora fueran pilares para la
construcción del país, tales como educación y salud. Como ejemplo
8
podemos tomar la lucha de la CTERA (Confederación de Trabajadores
de la Educación de la Rca. Argentina), cristalizada en dos de sus
máximas expresiones de lucha: la Marcha Blanca por la Educación y
la Carpa Blanca.
Período 2000-2002: Estallido social
El esquema de las políticas neoliberales, con los fundamentos y
características apuntadas hasta aquí no lograron revertir la cuestión
social de nuestro país, en todo caso resultaron ineficaces,
apuntalando aún más la fragmentación social.
Este modelo económico y político hace eclosión hacia fines del año
2001, donde el aceleramiento de las crisis financiera derivó en la
movilización social masiva en sendas jornadas violentas del 19 y 20
de diciembre de ese año y la consecuente caída del gobierno del
presidente De La Rúa seguida de la inestabilidad institucional
corporizada
en la asunción y demisión consecutiva de cinco
presidentes designados por Asamblea Legislativa. Finalmente
Eduardo Duhalde culminará el período presidencial inconcluso. Las
medidas tomadas en ese contexto (sustitución de la ley de
convertibilidad por una fuerte y brusca devaluación del peso y la
conversión de los créditos y deudas en dólares a moneda local entre
otras) profundizaron en un muy corto plazo el deterioro económico y
social de la mayoría de los argentinos.
En este escenario, recorrido una vez más por movilizaciones
populares y expresiones de rechazo a la política en general, sólo se
implementan programas que intentan mantener “la paz social” (Plan
Jefe y jefa de hogar, Programa Familia, y algunos orientados a lo
alimentario como el Programa de Alimentación Familiar), todos ellos
insuficientes, para dar respuesta a la generalización de la pobreza.
La pobreza se encuentra marcada por la desigualdad “el crecimiento
de las desigualdades fue un motor de la explosión de la pobreza que
llevó a que a fines del 2002 el 58% de la población estaba por debajo
de la línea de pobreza. Ese elevado porcentaje representa un desafío
abierto de enorme magnitud para el país.”11
Ingreso ciudadano
Estos procesos políticos y sociales mencionados anteriormente, como
expresiones de la cuestión social de finales de siglo, y las
intervenciones pergeñadas en consecuencia, configuran un marco
posible para cimentar el debate sobre el ingreso básico o renta básica
que implica un reconocimiento a todo ciudadano del derecho a
disponer de un ingreso mínimo, fundado en una red de inclusión y
seguridad social, delimitando una política de estado que confrontan
tanto con las políticas sociales del Estado proteccionista como con las
del Estado neoliberal.
Este debate es propugnado por organizaciones partidarias, sociales y
sindicales con el objetivo de la construcción participativa de un
modelo de políticas sociales de carácter universal basada en el
derecho al ejercicio pleno de la ciudadanía.
En la ciudad de Paraná, se lleva a cabo la primera experiencia en el
país, a través de la implementación del INCINIPA ( Ingreso Ciudadano
de la Niñez de Paraná), impulsada por organizaciones locales
sindicales, partidarias, vecinalistas, asambleas barriales, Facultades,
colegios profesionales, que mediante la utilización de instrumentos
participativos vigentes, (Ordenanza de Iniciativa Popular) recolectan
firmas y el proyecto de ordenanza de INCINIPA, se aprueba y se
11
KLIKSBERG, Bernardo (2005), Desigualdades. En “La Gaceta de
Económicas”. FCE. UBA. Bs.As. Octubre.
9
ejecuta desde mayo del año 2003 hasta su derogación en Septiembre
de 2004, en que a instancias del nuevo gobierno local se deroga.Período 2003-2007: Continuidades y rupturas
Caracterizado por una nueva elección democrática, asume la
presidencia el Dr. Kirchner, en cuyo gobierno podemos rescatar la
política dada en relación a los derechos humanos, particularmente el
apoyo brindado para el juicio y castigo de los culpables del genocidio
sucedido en la dictadura militar, y también desde lo discursivo la
posibilidad de mayor protagonismo por parte del estado respecto de la
protección social hacia los ciudadanos.
De todas maneras, la intervención social desde el Estado mantiene la
estructura de las políticas sociales focalizadas, definidas y financiadas
desde los organismos internacionales, así como la fuerte presencia de
las asociaciones civiles en las respuestas a los problemas sociales.
Existe un abanico de planes y programas de diferentes jurisdicciones
(nacional, provincial y municipal) que llevan a la superposición de
recursos que no dan respuesta a la situación de pobreza de la
población.
La idea de "integralidad", referida a la necesidad de articular la política
social da cuenta de la fragmentación instalada en la intervención
social. El modelo neoliberal que fragmentó la demanda al brindar
respuestas fragmentadas, hoy intenta "integrar" lo que fragmentó.
Solo que se suman algunos aspectos más para considerar. En primer
lugar, es necesario poder comprender qué población somos hoy,
culturalmente hablando. Hubo un proceso de des-subjetivación y resubjetivación producido por el modo de intervención social que tuvo
consecuencias concretas en nuestra población y que es imperioso
conocer para poder definir políticas públicas sustentadas en la
consideración del sujeto en cuanto sujeto de derecho. De hecho esta
posibilidad de pensarse en cuanto sujeto de derecho y no como
"beneficiario de" es uno de los indicadores respecto de ese proceso de
re-subjetivación. Y cuando hablamos de este tema, es decir, de qué
población somos hoy, nos referimos también a los políticos y
profesionales que están a cargo de la definición e implementación de
estas políticas sociales focalizadas. Otro aspecto a considerar, tan
importante como el anterior es la decisión de redistribución de la
riqueza nacional, ya que el respeto por los derechos humanos y la
consideración de la dignidad de los sujetos, solo es posible cuando
existe una redistribución de la riqueza, lo cual no se está cumpliendo
acorde a las diferencias existentes entre el ingreso de los sectores de
mayor remuneración y los de menor remuneración. Así como los
presupuestos destinados a las áreas de educación y salud, que si bien
han sido incrementados, dicho incremento no se visualiza en la
prestación de los servicios en cuanto recurso y calidad, sumado al
deterioro que el personal de estas áreas, profesionales o no, han
sufrido respecto de su formación.
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