EL UNIVERSO LITERARIO DE CÉSAR LÓPEZ

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CAPÍTULO 1. UN ACERCAMIENTO AL NORTE:
EL UNIVERSO LITERARIO DE CÉSAR LÓPEZ CUADRAS
La literatura mexicana a fines del siglo XX
Para estudiar a los escritores del norte desde una perspectiva
más
objetiva,
conveniente
alejada
adoptar
de
los
la
visión
del
centralismo,
es
niveles
de
lectura
propuestos
por
Miguel Rodríguez Lozano:3 la ubicación de los textos frente a
lo
realizado
en
su
estado
y
el
considerar
una
tradición
narrativa histórica-cultural del norte en su globalidad como
área sui generis y perfectamente sondeable en cuanto a lo que
ha
sido
el
Empezaremos
desarrollo
por
lo
del
más
norte
amplio,
el
en
el
nivel
contexto
literario.
que
rodea
la
aparición de las primeras obras de César López Cuadras, para
después orientarnos hacia lo geográfico y posteriormente al
análisis respectivo de sus textos.
Los escritores que no viven en el centro del país, que
nacieron
en
regresar
y
provincia
desde
y
allí
han
crear
decidido
y
quedarse
trascender
sin
en
ella
tener
o
que,
obligatoriamente, trasladarse a las grandes capitales, se ven
forzados
a
explicar
y
hacer
entender
al
centro
que
ser
sinaloense o chihuahuense, norteño o costeño no excluye ser
mexicano; que se puede escribir de y desde lo propio sin que
3
Rodríguez Lozano hace esta propuesta de estudio en su prólogo
a la antología de cuentos del norte Sin límites imaginarios.
~ 11 ~
prioridades
mercantiles
tengan
que
afectar
o
intervenir
al
mismo nivel que el de la creación artística.
La región norte del país ha sido abundante en escritores
que a partir de los años ochenta tomaron esta determinación y,
aunque inicialmente fueron catalogados bajo diversas etiquetas
ahora
se
Norte,
encuentran
un
grupo
reunidos
bastante
en
la
llamada
heterogéneo
en
Literatura
lo
del
generacional,
temático y estilístico.
Algunos
reservas;
autores
otros,
con
asumen
plena
esta
pertenencia
conciencia
de
con
esta
ciertas
identidad
regional, se posicionan gustosos como escritores del norte o
como parte fundamental del talento literario de su estado o
región, como Eduardo Antonio Parra, a quien no le asusta el
“reduccionismo” ni le ofende lo “peyorativo” de la etiqueta:
Yo soy de los que piensan que sí existe una narrativa
del norte de México, con ciertos rasgos propios, así
como existe una comida norteña, una arquitectura con
características
regionales
y
una
música
norteña
ricas, variadas y que sirven de reflejo a la vida que
históricamente se ha vivido en estas latitudes de
manera un poco o un mucho distinta a la vida del
centro y sur del país. (Zeta online s/p)
La investigadora Elizabeth Moreno Rojas comparte la tesis
de
que
existe
una
nueva
literatura
del
norte
con
características particulares, destacable por méritos propios y
en la cual ubica a Élmer Mendoza, David Toscana, Juan José
~ 12 ~
Rodríguez,
Hugo
Valdés,
Luis
Humberto
Crosthwaite,
Felipe
Montes, Patricia Laurent, Gabriel Trujillo, Eduardo Antonio
Parra y César López Cuadras, por mencionar sólo algunos:
Es indudable que en los últimos veinte años emerge en
el norte de México una nueva narrativa que destaca no
sólo por la calidad de su producción literaria sino
porque
sus
imaginario
autores
poético
han
venido
diferente
en
conformando
el
que
se
un
puede
apreciar el surgimiento de símbolos y mitos con los
cuales se representan valores estéticos e ideológicos
nuevos
y
cuyas
lenguaje
se
problemáticas,
distinguen
no
estilos,
sólo
de
los
temas
y
autores
norteños de generaciones anteriores, sino también de
la literatura que actualmente se hace en el resto de
México. (133)
En compensación a su gran amplitud geográfica, al norte de
México le une el lenguaje, el clima y la omnipresencia del
paisaje así como un cierto tipo de sentido del humor, tal como
considera
Parra
al
señalar
las
peculiaridades
de
los
de
las
escritores norteños:
Las
más
evidentes
son
el
alejamiento
estructuras lineales, en busca de una mayor eficacia
en el uso del tiempo; una marcada preferencia por
narrar
la
desdeñando
problemática
las
temáticas
particular
ajenas;
de
un
su
región,
conocimiento
profundo de la tradición literaria mexicana; y, sobre
~ 13 ~
todo, y quizá ahí radique la principal diferencia con
los
narradores
del
resto
del
país,
un
uso
de
un
lenguaje a la vez creativo y autóctono, novedoso y
eficaz,
muchas
veces
poético,
que
extraen
de
la
cantera del habla popular tanto urbana como rural.
(“El lenguaje...” 76)
Sinaloa,
enclavar
sus
al
no
ser
historias
un
estado
dentro
de
fronterizo,
la
es
discusión
difícil
sobre
la
identidad que una situación limítrofe ocasiona a vecinos como
Sonora, Chihuahua, Nuevo León, Coahuila o Baja California. Así
que la crítica, en un afán de encajonar autores y estilos,
adopta la opción fácil de ubicar a los narradores sinaloenses
en
la
designada
literatura
del
narcotráfico,
clasificación
desafortunada desde el momento en que restringe cualquier otro
aspecto
y
destaca
uno
de
tantos
temas
como
si
fuera
el
principal, sin considerar que tan sólo es uno más, como varios
escritores consideran, pero con el inconveniente de que para
la crítica es el más llamativo y en boga por el contexto
socioeconómico, político y cultural, que en todos los niveles
ha logrado un predominio inaudito.
No es extraño este reduccionismo, pues encuadrar es la
tarea del crítico, tal como señala David Toscana, y afirma que
los críticos deben hacer sus comparaciones, “aunque a veces te
comparan con autores que ni has leído”. Dice que todos los
escritores tienen puntos de contacto con otros autores, y a
~ 14 ~
veces, sobre todo, será con el autor que el crítico tiene en
la cabeza.4
El sinaloense César López Cuadras, autor que se ha ocupado
de incluir el narcotráfico en sus historias, aclara que su
tema son los personajes envueltos en esas situaciones, no el
narco en sí, declara que le interesan “las coloridas correrías
de los narcotraficantes, a los que considera, ante todo, como
seres humanos cuya condición y circunstancia merece la pena de
ser explorada, pues, como sus demás congéneres, están dotados
de sensibilidad y son sujetos de las mismas pasiones de los
hombres y mujeres ordinarios” (“Infancia...” 7).
En las letras sinaloenses el siglo XIX fue pródigo en
poetas, gran parte de los escritores y casi el total de las
escritoras se decantaron por la poesía.5 En el siglo XX se
intensificó
la
diversidad
narradores,
entre
los
que
con
grandes
destacan
poetas,
Gilberto
ensayistas
Owen,
y
Genaro
Estrada, Inés Arredondo, Enrique Martínez Rojo y Ramón Rubín,
entre los más reconocidos.6
4
En conversación personal con David Toscana. Entrevista
inédita, realizada el 13 de junio de 2003.
5
Además del Romanticismo imperante en la época, esta tendencia
se refleja en publicaciones como La Bohemia Sinaloense,
Mazatlán Literario y en los resultados de la investigación
realizada para el artículo “Narrativa femenina en Sinaloa” (en
Mendoza Guerrero et al.)
6
Al respecto, afirma el poeta Jaime Labastida que: “El sistema
literario
sinaloense
se
consolida
por
1960
[...]
hay
universidades, imprentas y periódicos ávidos por conocer a los
escritores. [Posteriormente, en los ochenta] La fundación de
Difocur y El Colegio de Sinaloa demuestran
el interés del
gobierno estatal por nuestra literatura. La situación es, hoy,
abierta y rica. El centro del canon literario, en Sinaloa,
~ 15 ~
En decenios más recientes, desde finales del siglo veinte,
Sinaloa ha sobresalido en el plano literario gracias a las
novelas de escritores como Élmer Mendoza, Juan José Rodríguez
y César López Cuadras. Existe un auge literario auspiciado por
concursos
como
categoría
de
el
que
cuento
instituciones
cada
y
año
crónica,
culturales
y
convoca
el
apoyos
Cobaes
para
publicaciones
en
la
edición
de
como
la
serie
Palabras del Humaya, que divulga la obra tanto de artistas
noveles como de consagrados poetas, narradores, ensayistas,
cronistas
y
dramaturgos.
artística,
extraños,
las
letras
Con
de
considerándose
violencia,
por
territorio
y
ser
que
Sinaloa
vinculados
ésta
forma
todo
una
parte
y
esta
siguen,
al
realidad
del
amplia
ante
expresión
propios
narcotráfico
que
impera
acontecer
diario
y
y
la
en
el
de
sus
habitantes.
Esta es precisamente la razón que argumentan los autores
sinaloenses y norteños, en general, para explicar la inclusión
de la violencia y el narcotráfico (si es que en literatura es
necesario justificar el tratamiento de cualquier tema); no se
trata de ninguna apología, sino que, al ser narraciones con un
estilo realista, es un elemento que, por un lado, no se puede
ignorar y, por otro, es una jugosa fuente de aventuras, acción
y
emociones
para
nutrir
sus
historias,
por
lo
que
estos
autores acuden a los referentes más cercanos para vestir a sus
pasa, no tengo la menor duda de mi afirmación, por Genaro
Estrada, Enrique González Martínez, Gilberto Owen, Enrique
González Rojo e Inés Arredondo” (25).
~ 16 ~
personajes. En determinado momento, esta situación ha llegado
a ser una imposición desde fuera, ya que, como comenta Juan
Carlos Ramírez Pimienta:
El establishment literario alentará la producción de
un
determinado
tipo
de
literatura
proveniente
de
lugares específicos. En otras ocasiones vetará los
mismos temas llegando incluso a pedir que los autores
escriban de espaldas al contexto en que viven. En el
caso especial del escritor de provincia, muchas veces
éste
recibirá
presiones
adicionales
a
las
de
los
narradores de la metrópoli. (157)
Tal cual le sucede a Élmer Mendoza, a Juan José Rodríguez7
y al mismo López Cuadras, escritores encasillados en dicha
modalidad,
condicionados
a
ser
la
pluma
del
narco,
porque
quién mejor que un sinaloense para conocer el tema; son al
mismo tiempo, blanco de críticas y reproches por esta razón:
escribir sobre la violencia. Ramírez Pimienta aclara que “en
lo que concierne a la narrativa sinaloense, la situación se
agudiza porque es un estado que tiene un tipo identitario muy
presente en el imaginario nacional e internacional” (157).
Fuera de temáticas o regionalismos, una forma de ubicar en
el contexto literario a López Cuadras es relacionarlo con sus
7
El citado capítulo de Ramírez Pimienta trata ampliamente la
presión que la crítica ejerce en los escritores por elegir
temas locales; aborda dos entrevistas al mazatleco en el que
este asunto es el punto cardinal. Un interesante debate que
comprueba la relativa parcialidad con que se juzga como local
o universal una obra literaria.
~ 17 ~
antecesores del boom hispanoamericano, especialmente en cuanto
a
fundaciones
se
refiere,
ya
que
es
posible
equiparar
a
Guasachi, el espacio ficcional donde ubica la mayoría de sus
historias, en cuanto a construcción de un espacio ficcional,
con la Comala de Rulfo, la Santa María de Onetti o el Macondo
de García Márquez; incluso él va más allá y se asume como un
escritor telúrico, argumentando lo importante en su obra de
los espacios de su vida y el color local.8
Entre sus mayores influencias, López Cuadras admite que se
siente
más
identificado
con
los
escritores
mayores
generacional y cronológicamente, como Rulfo o Yáñez, y por la
tradición del siglo XIX, de Altamirano y Guillermo Prieto. Se
declara un aprendiz, especialmente de los norteamericanos de
mediados
del
siglo
XX,
la
llamada
“Generación
perdida”;
Faulkner es el autor del que más ascendiente ha recibido y el
más recomendable que se puede encontrar, asegura. Al igual que
lo son Steinbeck, Dos Passos, Hemingway y Tennesse Williams,
quienes
escriben
el
tipo
de
historias
que
él
más
valora.
Faulkner y Onetti, dice López Cuadras, dan como resultado a
los
del
boom,
y
asegura
que
este
último
es
el
maestro
latinoamericano, aunque no se le tiene mucho en cuenta.9
8
Telúrico en cuanto a la relación tan estrecha de sus
personajes con su pueblo, el paisaje, el espacio que los rodea
y los determina.
9
En conversación personal con el autor, abril de 2011.
~ 18 ~
Literatura y región
La oralidad, el espacio de los recuerdos y el arte popular
confluyen en la literatura de López Cuadras y emparentan sus
relatos
un
tanto
con
las
intenciones
discursivas
de
la
microhistoria. Calificada ésta por Luis González y González
como la Cenicienta del cuento, la microhistoria es “la versión
popular de la historia, la que nos cuenta el pretérito de
nuestra vida diaria, del hombre común, de nuestra familia y de
nuestro terruño. No sirve para hacer, pero sí para restaurar
el ser” (33).
González equipara las historias locales de la matria (la
patria chica) con el papel que juegan los corridos y romances,
y los microhistoriadores tienen en común con los narradores
que escriben este tipo de literatura regionalista la actitud
romántica
que
especialmente
impregna
del
amor
a
sus
obras,
su
tierra,
las
su
cuales
espacio
nacen
vital.10
Confirma González que
en términos generales, el ámbito microhistórico es el
terruño: lo que vemos de una sola mirada o lo que no
se extiende más allá de nuestro horizonte sensible.
Es casi siempre la pequeña región nativa que nos da
10
Por eso Guasachi es la mezcla de varios municipios que
forman los antecedentes vivenciales del autor; Casas Grandes
es un poblado muy parecido a cualquier otro en Badiraguato;
Bernardino nació en la sierrita, que no es la sierra fría ni
la costa ardiente; Narciso no quiere salir de Guasachi, por
más aburrido y rutinario que lo dibuje; Plácido es feliz
aspirando el aire de su mina en San Perán, Idelia se siente
extraña al alejarse del Real y Cástulo se contenta con asaltar
aquí y allá, pero siempre en la órbita cerrada de su terruño.
~ 19 ~
el ser [...] Es la matria, que las más de las veces
posee fronteras naturales, pero nunca deja de tener
fronteras sentimentales. (37)
La literatura es una de las grandes expresiones artísticas
a través de la cual el hombre ha buscado encontrarse a sí
mismo y (re)conocer su identidad, aunque al final termine por
darse
cuenta
de
que
una
identidad
única
es
imposible;
en
general, estará fragmentada por factores históricos, sociales,
económicos e incluso biológicos. La identidad actual no es
homogénea, es producto de una mezcla de factores en la que
caben
costumbres,
valores,
ideas
e
incluso
nacionalidades,
ante lo cual todos somos ajenos o recién llegados, o como lo
expresa Fernando Aínsa:
Todo sistema identitario –es decir, el conjunto de
tradiciones culturales, sociales o históricas al que
una comunidad pertenece y a cuyo destino está uncida
para lo mejor y lo peor– ya no puede pretenderse
orgánicamente cerrado. Es inevitablemente “poroso” y
puede
llegar
a
tener
una
relación
“osmótica”
con
otros grupos o sistemas que lo impregnan, lo oprimen
o lo favorecen. (“Los desafíos...” 22-23)
Es a través de la literatura que el hombre se relata y
configura una historia, personajes y territorios reconocibles
o afines a su realidad y una forma de acercarse a ésta es
mediante
una
revisión
del
pasado;
no
necesariamente
replanteando un suceso de la historia oficial (lo que sería el
~ 20 ~
caso de la nueva novela histórica, tan en boga en los últimos
años), sino utilizándola como trasfondo social donde colocar
las acciones que servirán para conformar el semblante de una
identidad colectiva o regional en la cual los lectores se
sientan identificados y se reconozcan en el texto, tanto en
los personajes (cotidianos y reales como ellos mismos), así
como en los espacios en los cuales éstos viven sus pasiones.
El mundo y las sociedades han tenido cambios vertiginosos
en
el
último
par
de
siglos,
desde
que
el
hombre
acuñó
conceptos como nación, región y territorio que le ayudaron a
conformar
una
identidad
sinónimo
de
la
originalidad
y
la
libertad que tanto ansiaba el nuevo americano, pero de las que
tampoco
escapaba
actualidad,
radical
esa
entre
el
europeo,
necesidad
ya
regionalismo
carácter
vital
política
así
lo
de
su
y
antaño,
modelo
ha
sido
superada;
nacionalismo
cuando
demandaban.
occidental.
Don
la
Luis
ha
la
social
lo
la
lucha
perdido
situación
González
En
ese
y
percibió
desde su época y lo comenta en su muy particular estilo:
El
nacionalismo
mexicano
[...]
se
ha
vuelto
más
popular y también más aguado y tibio. Ya no profesa
odios
vigorosos
contra
el
extranjero
y
ve
con
indiferencia a la provincia [...] las diferencias de
región a región son cada día menores. De hecho, la
distancia entre lo provinciano y lo capitalino está
en vías de desaparecer. Por su parte, también el
~ 21 ~
provincialismo y el aldeanismo se entibian y dejan de
estar en boga. (65)
Lo
González
mismo
ocurría
reconocía
en
que
la
literatura,
“dioses
de
la
aunque
González
literatura
y
mexicana”,
como Yáñez, Rulfo y Arreola seguían tomando inspiración de la
provincia, estaba convencido de que la mayoría ya había tomado
otros rumbos. Sin embargo, es importante resaltar que fueron
los
hombres
de
Letras
quienes
difundieron
este
subgénero
popular: “el provincionalismo se expresó por boca de vates y
novelistas,
no
de
historiadores”
(60).
He
ahí
que
este
“entibiamiento” no afecta a las letras, por el contrario: el
retrato
de
lo
regional
es
un
paso
previo
para
merecer
la
condición de ciudadano universal, como el mismo historiador
menciona en el siguiente ejemplo:
Alfonso de Alba, en la Provincia oculta, observa que
aún los más universalistas de nuestros intelectuales,
nuestros
hombres
de
letras,
se
inclinaban
por
el
colorido local [...] Así Azorín, Unamuno, Baroja y
Miró.
Y
así
también
sus
admiradores
en
México,
empezando por el más universal de todos: don Alfonso
Reyes, quien señaló que la República es un haz de
provincias, valioso “por sus espigas más que por la
guía que las anuda”. (59)
El
historiador
Samuel
Ojeda
también
observa
esta
correspondencia entre microhistoria y literatura, resaltando
el hecho de que ahora los literatos están haciendo lo que los
~ 22 ~
historiadores han dejado un poco de lado, y certifica11 que
“varios inquietos egresados de la licenciatura de letras y
periodismo que han ingresado al posgrado de historia de la UAS
con proyectos de investigación de este tipo; y otros que, sin
esta opción, están desbrozando este camino”. Y así lo ve en la
novelística de César López Cuadras:
El
mundo
en
la
novela
de
Cástulo
Bojórquez,
construido por César López Cuadras y destacado por
Eduardo Antonio Parra, ¿no embona o coquetea acaso
con lo puntualizado por la historiografía respecto a
la vida sinaloense durante el siglo XIX? Ese fluir
entre lo agreste, las calamidades, el progreso y lo
externo
son
acotados
y
exaltados
por
una
y
otra
disciplina sólo con medios y propósitos distintos. Yo
me pregunto nuevamente: ese Cástulo que vive ajeno al
oro y al placer ¿no se nos habrá escondido en algún
rincón del solar sinaloense antaño?
Este
tipo
de
literatura
que
tratamos
de
señalar,
incluyendo la de López Cuadras, al igual que la microhistoria
tiene
un
especial
interés
en
recrear
las
formas
de
vida
ignoradas por otros; pero, incluso en esta aparente nimiedad,
su
propósito
puede
variar
y
profundizar
11
en
aspectos
tan
Samuel Ojeda comentaba estas circunstancias con base en su
experiencia como coordinador de la Maestría en Historia de la
Universidad Autónoma de Sinaloa. Las citas pertenecen a un
inédito texto leído en la presentación del libro Estudios
lingüísticos y literarios del Noroeste, Vol. II Estudios
literarios, en febrero de 2009.
~ 23 ~
relegados
como
las
regiones
que
los
escritores
toman
modelo. La lectura de estas obras literarias, tal
de
como la
plantea don Luis González y González para sus colegas, puede
alternar entre varios registros: “La intención es, sin duda,
conservadora;
salvar
del
olvido
el
trabajo,
el
ocio,
la
costumbre, la religión y las creencias de nuestros mayores.
Puede ser simultáneamente revolucionaria: hacer consciente al
lugareño de su pasado propio a fin de vigorizar su espíritu y
hacerlo
resistente
al
imperialismo
metropolitano
o
colonialismo interno, como también se le llama” (36). Como
vemos, el imperialismo metropolitano se resiste a perecer pese
a
los
años
y
supremacía;
cambios
transcurridos
los
colonialismos,
y
e
intenta
aunque
mantener
su
modernos
y
evolucionados, perviven en la actualidad.
Una
gran
herramienta
para
la
literatura
que
busca
acercarse a la identidad del entorno en el que se produce y,
con
esto,
a
sus
raíces,
es
abrevar
de
lo
popular
y
lo
regional. Las canciones y el lenguaje del pueblo, la oralidad,
consideradas como subcategorías
rescatadas
enriquecer
por
sus
los
bajas o seudoliterarias son
escritores
creaciones
y
como
alcanzar
el
instrumentos
para
propósito
todo
de
arte, y por ende de la literatura, que Ivette Jiménez de Báez
define retomando una cita de Néstor García Canclini: “el arte
abarca
todas
aquellas
actividades
o
aquellos
aspectos
de
actividades de una cultura en los que se trabaja lo sensible e
imaginario,
con
un
fin
placentero
~ 24 ~
y
para
desarrollar
la
identidad
simbólica
de
un
pueblo
o
una
clase
social,
en
función de una praxis transformadora”. (21)
Aunque situada en otro nivel, la cultura popular es un
importante aporte para la literatura, así como la etiqueta de
“regional”
complementa
a
la
de
“nacional”,
sirviendo
de
contrapunto al centralismo que domina en la industria de lo
editorial, la distribución, la crítica y todo lo que rodea lo
literario. Ante lo cual Jiménez de Báez asevera:
En uno y otro caso la literatura regional supone una
alternativa ante el poder hegemónico, como ocurrió en
el
periodo
naciones
de
independencia
americanas.
Hoy
y
formación
también
de
las
presupone
una
alternativa ante las tendencias globalizadoras de los
sistemas capitalistas dominantes. En tanto tiende a
fincarse
en
la
diferencia,
la
literatura
regional
buscará en sus formas marginales de producción o en
la recuperación transformadora de sus orígenes y de
sus primeras manifestaciones culturales, caminos de
identificación: las señas de identidad. De la región
se llega a la unidad que verdaderamente asume la
heterogeneidad cultural. (23)
Norma
provincia
Klahn
a
también
finales
de
documenta
los
años
esta
recuperación
setenta
e
inicios
de
de
la
los
ochenta con un grupo de escritores del norte, concretamente de
Chihuahua
Ignacio
(ella
Solares,
se
refiere
Joaquín
expresamente
Almada
~ 25 ~
Chacón,
a
Jesús
Víctor
Hugo
Gardea,
Rascón
Banda, Carlos Montemayor y José Vicente Anaya) que cuestionan
ese
centralismo
cultural
y
sociopolítico
imperante,
dejan
atrás la dicotomía ciudad/campo y destacan, como el resto de
su
generación,
Klahn,
“en
capital,
la
violencia.
recordarnos
que
hay
otras
que
lo
Estos
autores
mexicano
historias
y
no
otras
insisten,
se
dice
reduce
a
experiencias
la
que
merecen ser recordadas” (269). Este nuevo regionalismo parece
ser
la
solución
que
los
escritores
encontraron
ante
la
exclusión política, cultural y editorial que el centralismo
pretendía imponerles.
A pesar de la aparente cerrazón o de que semeje ser una
isla anclada en el pasado y las tradiciones, la región nunca
pierde sus hilos de contacto con el mundo, con otras ciudades
y otros países; persiste la utopía de entrar en el juego y,
quizá,
hasta
imponer
sus
reglas.
Se
trata
ahora
de
un
regionalismo internacionalizado, he ahí la novedad que señala
Manfred Engelbert, quien afirma que éste:
Está condicionado quiéralo o no por la omnipresencia
de los medios modernos y de la cultura norteamericana
calificada como “cultura joven” o “cultura de masas”
que sirve, como nunca antes y en toda su amplitud, de
punto de referencia e identificación: desde la novela
moderna
ya
“clásica”
(Faulkner,
Salinger,
Scott
Fitzgerald) hasta la “non-fiction novel” y el “dirty
realism”, desde el jazz hasta la canción “pop”, desde
~ 26 ~
el
cine
en
su
época
“áurea”
hasta
las
series
televisivas. (404)
Este vaivén entre lo popular y
lo culto contribuye a
afirmar la identidad que se pretende plasmar o que refleja,
aun sin proponérselo, una identidad propia, una voz que da
cuenta de la imagen que se tiene de sí mismo ante el otro,
aunque este otro no esté tan alejado en lo geográfico, pero
con distintas circunstancias, como Jiménez de Báez lo expone:
Son múltiples los ejemplos, de la modernidad hasta
nuestros días, que logran la excelencia literaria y,
al mismo tiempo, parecen encontrar una respuesta que
salve
la
brecha
entre
lo
culto
y
lo
popular
y
favorezca la autonomía de la literatura de nuestros
pueblos. La originalidad y la capacidad de innovación
buscan,
en
la
heterogeneidad
cultural,
la
nueva
síntesis. El escritor disminuye la distancia entre su
voz y la de sus personajes, y tiene como proyecto
literario, tal como señala Ángel Rama, emitir su voz
desde su propia lengua “regional” en beneficio de la
unidad de la obra literaria y, en última instancia,
como una toma de conciencia de la literatura que se
define frente al otro. (26-27)
Es
importante
también
el
manejo
de
los
códigos
lingüísticos y semánticos, en correspondencia con los cuales
Alicia
Llarena
señala
la
inmediata
relación
con
el
medio
social, que el lector reconoce o con los cuales se identifica
~ 27 ~
de inmediato “porque a través del habla de los personajes
novelescos
somos
capaces
de
inferir
su
localización
en
el
espacio, su pertenencia, por ejemplo, a un entorno rural o a
una particular comunidad lingüística (la lengua fronteriza del
Norte de México, sin ir más lejos)” (83).
Tratándose
resulta
de
una
conveniente
narrativa
acercarse
como
a
la
de
conceptos
López
como
Cuadras
región
y
territorio (más cercanos al hombre que el concepto de espacio,
que resulta más amplio y general) en cuanto a que representan
algo
más
Giménez
concreto
define
el
y
vivido
en
territorio
valorizado
–simbólica
humanos.12
Expuesto
o
su
como
cotidianidad.
el
espacio
instrumentalmente–
este
concepto
de
por
forma
Gilberto
apropiado
los
y
grupos
amplia,
el
territorio sería:
El resultado de la apropiación y valorización del
espacio mediante la representación y el trabajo, una
“producción”
a
partir
del
espacio
inscrita
en
el
campo del poder por las relaciones que pone en juego;
y en cuanto tal se caracterizaría por su “valor de
cambio” y podría representarse metafóricamente como
“la
prisión
que
hemos
12
fabricado
para
nosotros
En virtud de los abundantes y extensos tratados sobre el
espacio, y por la complejidad del tema, por ahora considero
conveniente excluir su discusión, aunque en esta tesis lo que
interesa resaltar es la característica del valor y uso que la
sociedad le da, y no el espacio en sí como una reflexión
teórico-crítica. Sin embargo, resulta un tema y una categoría
muy interesantes para considerar y estudiar con detenimiento
en
trabajos
posteriores
que
deriven
de
la
presente
investigación.
~ 28 ~
mismos”.
En
resumen,
serían
tres
los
ingredientes
primordiales de todo territorio: la apropiación de un
espacio, el poder y la frontera. (118)
Esta área responde a las necesidades económicas, sociales
y políticas de cada sociedad. “El territorio es también objeto
de operaciones simbólicas y una especie de pantalla sobre la
que los actores sociales (individuales o colectivos) proyectan
sus
concepciones
importancia
del
mundo”
geopolítica
(120).
o
Y
así
como
administrativa,
tiene
una
también
es
fundamental para Giménez cuando es considerado “como paisaje,
como
belleza
natural,
como
entorno
ecológico
privilegiado,
como objeto de apego afectivo, como tierra natal, como lugar
de inscripción de un pasado histórico, una memoria colectiva
y, en fin, como „geosímbolo‟” (120). En este sistema, Giménez
ubica
al
actor
(personaje)
en
una
serie
de
“nichos
territoriales” que lo engloban: el barrio, la ciudad centrada,
la región y el “vasto mundo” vagamente conocido. De esta forma
es posible apreciar dos tipos fundamentales de territorio:
Los
territorios
próximos,
llamados
también
territorios identitarios, como la aldea o pueblo, el
barrio, el terruño, la ciudad y la pequeña provincia;
y los territorios más vastos como los del Estadonación, los de los conjuntos supranacionales [...] La
región (o la gran provincia) sería la bisagra o punto
de conjunción entre ambos tipos de territorio. (122)
~ 29 ~
Este
entramado
geográfico-social
permite
comprender
y
analizar el territorio que se despliega en la literatura, la
relación y el apego de los personajes con el espacio en el que
se
desarrollan
y
su
significado
en
la
novela;
una
significación o representación que se acentúa en tanto más
utilizado sea un territorio por el autor en el resto de su
obra.13
Por si fuera poco, Llarena reflexiona sobre la relación
entre espacio y personajes y comenta que: “los territorios,
como se sabe, están ligados con ciertos atributos y funciones
de esos seres que los pueblan y atraviesan, y es ese lazo el
que
permite
distinciones
tan
hondas
y
elementales
como
el
„aquí‟ y el „allá‟, el „extranjero‟ y la „patria‟, la „ciudad‟
o
la
„aldea‟”
manifiesta
descansa
en
por
(79-80).
la
lo
De
igual
pertenencia
general
la
forma,
esta
socioterritorial,
identidad
de
una
relación
en
la
persona
se
cual
o
un
grupo, dependencia que influye profundamente en los personajes
de
López
Cuadras,
a
quienes
únicamente
la
muerte
logra
arrebatarlos de sus afectos.
Los personajes se involucran en las actividades habituales
de la comunidad y así refuerzan su conciencia de pertenencia
al territorio y, con ello, adquieren una identidad marcada por
esta pertenencia. Las condiciones son variables e incide la
intensidad de los vínculos familiares, amistosos y asociativos
13
Sería el caso del terruño al que acude López Cuadras para
situar sus narraciones; trátese de Guasachi, la sierrita o
cualquier poblado de Sinaloa.
~ 30 ~
u otras motivaciones: recalcar esta minuciosidad territorial
en una obra literaria mediante una prolija descripción de la
región, el espacio y sus componentes, asegura Ricardo Gullón,
“obedece
a
profundas
intenciones,
como
en
el
caso
de
los
escritores realistas, que lo utilizan „para que el lector se
sitúe en terreno familiar‟ sabedores de que así „se reducirá
la distancia entre él y lo narrado‟” (Gullón, en Llarena 96).
El
territorio
regional,
explica
Giménez,
también
funge
como espacio de distribución de la cultura etnográfica, la
cual “se manifiesta a través de expresiones culturales, por
sinécdoque
o
metonimia,
como
símbolos
de
la
región
sociocultural considerada” (136) y comprende la música, los
poetas y narradores locales, la gastronomía propia, productos
agrícolas o artesanales, el sociolecto regional, las fiestas,
los
mercados
característico
y
de
centros
la
de
zona
peregrinación,
y
la
belleza
el
tipo
idealizada
humano
de
sus
mujeres, entre otros aspectos que señala.
El conjunto de los elementos mencionados daría pauta a una
identidad regional, que Giménez define en términos de Bassand
como “la imagen distintiva y específica (dotada de normas,
modelos,
representaciones,
valores,
etc.)
que
los
actores
sociales de una región se forjan de sí mismos en el proceso de
sus relaciones con otras regiones y colectividades” (137) y se
da
“cuando
por
lo
menos
una
parte
significativa
de
los
habitantes de una región ha logrado incorporar a su propio
~ 31 ~
sistema
cultural
los
símbolos,
valores
y
aspiraciones
más
profundas de su región” (137).
Este entramado geográfico dota de sentido y consistencia
no sólo a lo extratextual sino a lo literario, como explica
Llarena siguiendo a Antonio Garrido:
Gran parte de la verosimilitud de un texto novelesco
depende
íntimamente
de
su
elaboración
espacial,
porque las referencias espaciales no sólo contribuyen
(y de forma decisiva) a la creación del efecto de
realidad sino que constituyen un poderoso factor de
coherencia y cohesión textuales. En efecto, tanto la
verosimilitud como el sentido del texto y no menos el
ensamblaje
de
la
microestructura
encuentran
en
el
espacio un soporte realmente sólido. (97)
La importancia del territorio en este análisis deriva en
la
correspondencia
de
su
representación
con
la
de
los
personajes que en él habitan. El territorio no se refiere
solamente al espacio físico sino al espacio vivido en el cual
los
actores
se
desenvuelven,
y
por
el
cual
sienten
una
inclinación afectiva que, por lo mismo, se convierte en un
reflejo de la comunidad. Ahí es donde ellos manifiestan su
imaginario, sus valores y su identidad.
En la narrativa actual, a la que pertenece la obra de
López cuadras, un importante rasgo es el
espacio donde se
sitúan sus historias ya no es el mítico fantástico, sino un
lugar
reconocible
y
ubicable
aunque
~ 32 ~
se
presente
con
otro
nombre. Norma Klahn ha observado en esta tendencia del nuevo
regionalismo
que
“las
novelas
se
sitúan
en
realidades
verificables y sus personajes pertenecen a la vida diaria”; de
igual forma, “las épocas en las que los textos toman lugar son
explícitas
y
en
muchos
casos
son
partes
integrales
de
la
trama” (267). Esta nueva representación trae consigo un nuevo
manejo del lenguaje, ante el cual, advierte: “El vínculo con
realidades concretas necesariamente impone un lenguaje nuevo
que las registra: el habla del adolescente, del minero del
norte y hasta del escritor consciente de su obra. Se anuncia
un neorregionalismo también dentro de la escena urbana, que se
concentra en lo local, lo particular” (267).14
Un aspecto importante en este periodo de finales del siglo
XX es el regreso a lo regional, Klahn señala:
En su neo-regionalismo no existe una dicotomía entre
ciudad
y
campo.
Destacan,
como
el
resto
de
esta
generación, el espacio de la violencia que, en este
caso, configuran ambos. Buscan re-escribir el campo,
desplazamiento
que
insiste
en
recordarnos
que
lo
mexicano no se reduce a la capital, que hay otras
historias
y
otras
experiencias
que
merecen
ser
narradas. (269)
14
Klahn parece estar hablando justamente de la obra de
López Cuadras, ejemplificando con los casos de Martín y sus
compañeros universitarios, de Plácido y su entusiasmo con el
trabajo de la mina, y Narciso explicando a Capote su proyecto
de novela; tres discursos explícitamente desarrollados en las
novelas analizadas.
~ 33 ~
A mediados de siglo, la modernidad en la literatura se
enfatiza en lo urbano, la descripción de las ciudades, el paso
a las grandes industrias, a las urbes de concreto, dejando
atrás lo rural que se consideraba sinónimo de novela telúrica,
ya superada. Actualmente, los escritores no temen abordar lo
relativo al terruño, recordar que México existe también fuera
de
la
gran
capital.
Una
búsqueda
que
pretende
una
descentralización también en lo literario, con lo cual esta
generación
procura
recobrar
la
provincia
en
un
afán
de
cuestionar artísticamente el centralismo cultural que por años
ha seguido al social-político predominante.
El universo literario del escritor y su tiempo
César López Cuadras nació en Badiraguato, un municipio de la
sierra de Sinaloa, el 23 de agosto de 1951. Desde pequeño su
madre lo llevó a vivir a la ciudad de Guamúchil, donde pasó su
infancia y adolescencia, una época de gran trascendencia en su
vida
y
sirvieron
de
la
para
cual
guardó
nutrir
el
importantes
imaginario
recuerdos
literario
que
que
le
tiempo
después se manifestaría en sus obras. Este autor ha publicado
tres
novelas: La novela inconclusa de Bernardino Casablanca
(1993)15,
Macho profundo
(1996) y
Cástulo Bojórquez
(2001);
tres libros de cuentos, dos que se ubican en la categoría de
15
La edición que aquí se estudia es la segunda edición de
1994, y de ella se tomarán todas las citas.
~ 34 ~
ciclos cuentísticos:16 La primera vez que vi a Kim Novak (1996)
y Mar de Cortés (2007); y uno que recoge sólo dos cuentos: La
Güera Simental y El pescador y las musas (2004);17 además, es
coautor del libro
¿Quién despertará al final de mi sueño?
Cinco cuentos para celebrar el libro (2007), con el relato “La
fan de Guadalupe Loaeza que leyó El código DaVinci”. Tiene en
su haber otro cuento, “Una de polímeros” que apareció en el
suplemento cultural Ancla y Estrella de El Debate (2005), y en
la revista electrónica Babab (núm. 2, mayo de 2000), aunque no
se recoge en libro alguno.18
La condición de haber nacido sierreño y criado costeño,
amén
de
la
memoria
que
guarda
de
los
variados
rincones
y
personajes típicos que poblaron esos años, es el principal
germen
de
su
obra
narrativa,
todo
esto
influyó
para
la
creación del poblado de Guasachi y el rescate de lo propio que
se
vislumbra
personajes
en
como
sus
del
novelas;
una
territorio
y
recreación
la
región.
tanto
Una
de
los
inquietud
compartida por gran número de escritores, como su coterráneo
Óscar Liera, que hace lo propio en el teatro, tal como señala
Hugo Salcedo: “Queda clara una legítima necesidad de hablar
16
Rueda (1995) y Mora (1993) desarrollan este concepto, el
cual se explica en esta tesis en el apartado “Cuentos y
relatos de Guasachi” (infra 43-54).
17
“La Güera Simental” pertenece a los cuentos de Guasachi; en
cambio, ésta es la única edición donde aparece “El pescador y
las musas”.
18
Se consignan únicamente los libros de creación literaria,
pues también ha incursionado en otras áreas, como la
biografía, economía agrícola y sociología rural. Por otra
parte, ha sido editor de otros tantos libros de literatura en
Jalisco.
~ 35 ~
del entorno conocido, de los parajes geográficos, del rescate
de la memoria que a fin de cuentas consigue la aceptación de
su público al reconocerse en la referencia directa que lo
involucra” (19).
El mundo literario en el que viven y se desarrollan los
personajes de su obra se proyecta como una representación de
la realidad conocida y vivida; el autor cuenta que cuando era
pequeño
conoció
a
bandoleros
que
traficaban
droga
por
la
abrupta sierra; los niños que jugaban nada más los veían pasar
cabalgando y con las armas al cinto. A través de la confección
de estas evocaciones, ofrece datos y perspectivas que están
ocultos o dejados de lado en la microhistoria, y ya ni hablar
de la Historia (con alta) que se construye desde el centro del
país, para quien el norte (noroeste, noreste...) es un todo
escueto e inhóspito. Por eso este tipo de escritura es un
ejercicio de rescate y reconstrucción identitaria, una forma
de decir “aquí estamos y así somos” pues, tal como explica
Néstor A. Braunstein:
Los
humanos
somos
animales
culturales,
perdurablemente efímeros, sabedores por adelantado de
nuestra transitoriedad, que intentamos curarnos del
destino dotándonos de historia, dejándonos arrebatar
por la pasión del recuerdo, animados por la espectral
idea de que, si somos capaces de recordar y de ser
recordados,
no
pereceremos
del
todo
y
nos
sobreviviremos a nosotros mismos en algún recoveco de
~ 36 ~
lo simbólico, en inscripciones que serán descifradas
por los que vendrán. (69)
Los recuerdos familiares y los de su terruño pueblan el
universo lopezcuadriano. El escritor se vale de experiencias
personales para nutrir a sus personajes, a quienes considera
el elemento más importante en su narrativa. Sin embargo, no
todo es investigación o imitación, el tratamiento literario,
afirma, los convierte en otros seres. Así, confiesa que el
germen
de
Cástulo
Bojórquez
fue
un
“pariente
armado
y
violento” y hay por ahí un alemán que incorpora en su novela
porque cuenta “con un referente familiar específico del que
nadie supo bien a bien quién era, salvo que el día que Hitler
se suicida, el sujeto llora. Algo escondería que se vino a
refugiar
en
la
sierra
sinaloense”
(“Cástulo...”
6-A).
Esta
fusión de referentes reales e historias inventadas otorga esa
viveza
a
los
personajes
que
lleva
a
muchos
lectores
a
situarlos en una realidad a la que están lejos de pertenecer,
pues tal como describe Miraux:
Los
personajes
imaginación,
poseen
a
son
viven,
veces
y
se
no
son.
Pueblan
nuestra
llevan
nombres,
desplazan,
rostros,
terminan
por
representar
tipos. De todos modos, suerte de quimeras obstinadas,
mudas y soberbias, nos rechazan todo diálogo y no nos
hacen señas sino en la lejanía. Son los seres del
desvío, los seres de la ficción. (10)
~ 37 ~
César López Cuadras empezó a escribir pasados los cuarenta
años de edad, tras abandonar una vida dedicada a la Ciencias
Económicas;
entre
los
rasgos
característicos
señalados
previamente en los escritores norteños, en su obra destaca
fundamentalmente el sentido del humor, la omnipresencia del
paisaje y el clima; considera este último como un elemento más
determinante que cualquier otro en la narrativa sinaloense,
inclusive que la violencia o el narcotráfico, pues afirma que
el calor siempre ha sido y seguirá siendo tema recurrente de
conversación entre la gente de la región, incumbe a todos y es
ineludible, mientras que la violencia crece o decrece conforme
a determinadas circunstancias.
En cuanto a la importancia del humor, se destaca hasta en
las escenas de mayor dramatismo o suspenso, rompiendo con la
tensión del relato sin que ello signifique demérito alguno; es
simplemente otra forma de enfocar la narración. El escritor
sinaloense no se toma tan en serio y procura un sesgo de burla
o distensión en la narración de los momentos más graves, dando
una vuelta de tuerca que ofrece distintas lecturas de parodia
o
incertidumbre
respecto
a
valores,
tradiciones
y
verdades
oficiales, como él mismo explica:
Me oriento más hacia la exploración del sinsentido de
la existencia humana, de sus perversiones y de sus
pequeñas miserias, mas no a la manera, en ocasiones
solemne y tediosa, de los existencialistas, sino, más
bien, mediante un tratamiento desenfadado en el que
~ 38 ~
el humor, al menos esa es mi pretensión, debe cumplir
un papel destacado. (“Las enseñanzas...” 5)
De igual forma, el poder en todas sus manifestaciones está
siempre presente en sus historias, en lo político, económico,
social, incluso el del crimen organizado que somete a las
autoridades, manifestando una crítica hacia el gobierno que no
es capaz de cumplir sus funciones y debe hacerse de la vista
gorda o de plano confabularse con el otro para mantener el
“control”. La sustitución de la memoria oficial con la memoria
literaria es un asunto complejo que por años ha sido objeto de
debate.
Algunos
literaria
historiadores
como
fuente
no
aceptan
documental
del
todo
la
ficción
válida;
pero
es
preciso
reconocer que, en ocasiones, una forma segura de que la gente
conozca la historia es precisamente a través de las obras
literarias
que
la
han
explorado;
por
otra
parte,
¿cómo
asegurarse de que en la escritura de la historia (por más
oficial y “veraz” que aparente ser) no hay una re-construcción
determinada por el lenguaje verbal? Al poner por escrito un
hecho, éste ya se está re-construyendo, se está tomando una
postura, una perspectiva y un punto de vista, en el cual es
inevitable la subjetividad del que arma el texto para dejar
constancia
del
suceso.
Es
una
cuestión
que
no
se
puede
resolver de forma tan sencilla como dividir historia-verdadera
versus ficción falsa.
~ 39 ~
Es
en
este
contexto
que
López
Cuadras
reelabora,
literariamente, una identidad regional al acudir a referentes
reconocibles y armarlos a través de su discurso, dejando, en
el caso de los personajes, que sean ellos mismos quienes se
configuren con sus palabras y acciones, tanto en lo individual
como en lo colectivo, cumpliendo la máxima de que el hombre se
configura a través del relato; y es que la eterna búsqueda de
sí mismo, de una identidad, se da a través de la narración de
recuerdos
e
invenciones
que
conforman
su
mundo.
El
hombre
relata y, de esta forma, se relata, construye una identidad
regional literaria, como ya explicaba Jiménez de Báez (supra
27-28).
De igual forma procede López Cuadras con el territorio,
describiendo un entorno que es reconocible para el lugareño y
sirve
como
presentación
para
el
de
afuera.
Pero
no
se
restringe a retratar o imitar la realidad extraliteraria, sino
que construye un espacio al que bautiza como Guasachi, y es en
este espacio ficcional donde transitan los personajes de sus
novelas y cuentos, alternándose o hasta coincidiendo, como en
cualquier
microcosmos.
La
ubicación
geográfica
de
este
universo aparece como epígrafe en La primera vez que vi a Kim
Novak:
“Guasachi
está
al
norte
del
trópico
y
al
sur
del
desierto, en una planicie enorme entre el mar y las montañas,
lejos
de
Dios
y
cerca
del
infierno,
expendio de cerveza”.
~ 40 ~
justo
al
lado
de
un
En entrevista con Mariel Iribe, López Cuadras menciona la
conjunción que este imaginario representa de dos municipios
siempre en disputa: “Hay que escribir de lo que uno sabe. Yo
escribo
de
lo
que
viví,
y
Guasachi
es
una
combinación
de
Guasave y Guamúchil, dos pueblos vecinos que siempre han sido
rivales” (1). El escritor aclara que ambos forman la típica
mancuerna
de
estúpidos,
asegurar
pero
en
que
los
realidad
pobladores
son
iguales.
vecinos
son
Afirmaciones
más
como
ésta reflejan que el autor comparte el buen humor que impregna
su obra y, claro, también sirve para otros propósitos más
serios. Delia Galván interpreta así esta estrategia en López
Cuadras:
Coloca en el mapa literario a su natal Sinaloa dando
a conocer a los lectores no locales su geografía,
economía, historia, inmigración, a sus habitantes, y
sobre todo su cultura popular [...] informa de otros
aspectos de la periferia geográfica y cultural en el
noroeste del país a manera de resistencia ante la
experiencia
de
marginación
por
parte
del
cuerpo
nacional y su centro. También ayuda a construir la
identidad del estado (264).
Tanto Delia Galván como Elizabeth Moreno tocan un punto
aciago
en
relación
“marginación”
o
el
con
la
silencio
obra
que
de
se
cualquier
establece
autor,
la
ante
su
novelística. Sin embargo, atendiendo a factores editoriales,
César López Cuadras no puede calificarse como marginal, ya que
~ 41 ~
Cástulo Bojórquez fue editada (y reeditada) por una empresa de
proyección internacional como el Fondo de Cultura Económica
(en coedición con Difocur, el ahora Instituto Sinaloense de
Cultura) y La novela inconclusa de Bernardino Casablanca tiene
traducciones al esloveno, croata, inglés y francés,19 además de
posteriores
reediciones
por
la
Universidad
de
Guadalajara
(1994 y 1997) y nuevamente en Ediciones Arlequín en 2007.
La obra de López Cuadras no es de las más estudiadas por
teóricos o críticos de la literatura mexicana, quizá debido a
la
tendencia
a
priorizar
lo
del
centro
y
las
grandes
capitales, con lo que los temas ambientados en una apartada
región son considerados meramente pintorescos. Esta literatura
centrada
en
su
región
sería
una
forma
de
ofrecer
otra
perspectiva, en la cual la intención estética de la obra se
combine con cierta dosis ideológica que establece un lazo con
el lector de cualquier ámbito, al tiempo que, asegura Galván,
“contribuye al proceso de resistencia de la cultura subalterna
ante la de la metrópolis que es jerárquica y globalizada, para
lograr una reconstrucción local propia y más genuina que la
del retrato estático en el imaginario capitalino” (264).
Olvidarse del centro y centrarse en el terruño. Si las
personas en su vida cotidiana, al relatar cualquier anécdota o
leyenda popular ya están haciendo microhistoria, como asegura
don Luis González:
19
La edición francesa no se ha publicado,
Cuadras, aunque la traducción sí se realizó.
~ 42 ~
aclara
López
Cabe decir, sin demasiada exageración, que todos los
seres humanos son microhistoriadores. El rememorar
las personas y los hechos del terruño y la estirpe es
algo
que
todo
mundo
hace
todos
los
días.
No
es
concebible una familia, una tribu, una aldea y mil
formas de minisociedad sin deslizamientos hacia el
recuerdo.
Cada
grupo
de
gente
unida
por
lazos
naturales construye normalmente su historia. En otras
palabras, la historia local o microhistoria apenas se
distingue de la existencia local. (34)
El símil funciona en cualquier escala, y si las novelas
son
la
mejor
manera
de
conocer
la
historia
de
una
nación
(Balzac dixit), qué mejor manera de conocer el mundo a través
de los ojos de una pequeña región que puede ser cualquier
pueblo de cualquier continente.
Cuentos y relatos de Guasachi
En un ensayo sobre la desaparición de las fronteras en el
cuento, Ana Rueda enlista una serie de características que
rompen con el principio de unidad que ampara la estructura
tradicional del cuento, como el ciclo de cuentos que se acerca
temerariamente
a
la
novela,
ya
que
–explica–
“mediante
el
ciclo de cuentos el cuento usurpa a la novela su indiscutible
poderío –la extensión– trascendiendo uno de los límites que
más ha[n] tiranizado al cuento y que también más fuerza le
ha[n] dado” (566). Suprimiendo estas limitaciones, todos los
~ 43 ~
cuentos pueden leerse, indistintamente, como partes de un todo
o como relatos independientes.
Otra forma de producir esta disparidad son los cuentos
tándem, que Rueda califica como “relatos independientes pero
no obstante relacionados entre sí”, y aclara que “en este tipo
de cuentos, la presencia de significado no se halla ni en un
cuento ni en el otro, sino en el diálogo que el lector los
haga entablar entre sí” (567);
la recepción del lector cobra
capital importancia en el significado de la lectura.
Por
su
parte,
también
Gabriela
Mora
presta
especial
atención a los cuentos de un mismo volumen que mantienen una
particular dependencia: “Llamamos integrada a la colección de
cuentos que presenta paradigmas de relación entre los diversos
relatos, para distinguirla de otra de tipo
<<
misceláneo>> en que
dicha relación no existe” (113). Aclara que es el efecto de
suma o totalidad del conjunto lo que indicaría la pertenencia
de un libro a esta serie; sin embargo, dichos relatos pueden
perfectamente leerse también en forma independiente o alterna
sin que por esto pierdan coherencia o sentido. Su relación, en
el presente caso, es la conexión entre todos los cuentos que
comparten un mismo espacio y época, algunos personajes, el
narrador, un idiolecto, símbolos representativos en ese mundo
creado y el contexto en general.
En esta categoría están los cuentos La primera vez que vi
a Kim Novak, que complementan el propósito abarcador de López
Cuadras al aplicar las mismas estrategias identitarias de las
~ 44 ~
dos novelas en estudio para representar a sus personajes como
típicamente sinaloenses; además de reafirmar la unidad y el
encadenamiento que prevalece entre sus personajes, el espacio
en el que éstos se desarrollan, la época en que viven y las
situaciones en que se ven involucrados.
De manera que uno puede encontrar a Cástulo Bojórquez
huyendo con Matilde a refugiarse a un hotelito en Guasachi,
después de pasar por Cocoritán, donde charlará con don Aristeo
Amarillas,
(¿hermano?,
viejo
amigo
¿referente
de
su
padre,
homófono?)
a
y
una
clara
Anastasio
alusión
Amarillas,
compadre de Bernardino Rentería, alias Bernardino Casablanca,
apodado así por la gente que lo identifica con su bar, el
“Casablanca”, burdel que en cierta forma significó el pase de
entrada de Guasachi a la modernidad, desbancando al Petatlán.
Cástulo Bojórquez se emborrachó en los dos bares, en este
último en sus correrías iniciales y en el Casablanca cuando ya
era un judicial que delinquía amparado por la ley, acompañado
por el comandante Palemón Rivera, quien años más tarde sería
el artífice de la intrincada maraña para asesinar a Bernardino
Casablanca,
crimen
que
tanto
intrigó
al
joven
profesor
y
pretenso escritor Narciso Capistrán, al grado de invitar a su
amigo Truman Capote a Sinaloa para platicarle su proyecto de
escribir una novela tipo A sangre fría pero muy al estilo “de
por acá”, recorriendo el Casablanca, el bar Buckingham y la
Damajuana, atendidos aquí por el Mayelío, mientras discutían
~ 45 ~
su proyecto de novela, la que queda inconclusa gracias a las
maquiavélicas maniobras de Palemón.
Gabriela
presentan
Mora
[las
asegura
series
que
“La
visión
integradas]
del
mundo
se
que
encapsulan
metafóricamente en el título del libro, que como se sabe, es
importante signo temático de cualquier obra literaria” (119),
lo cual es fácil de apreciar en La primera vez que vi a Kim
Novak. Cuentos y relatos de Guasachi, que desde el título da
cuenta del vínculo entre las narraciones que lo integran, pues
tienen
en
común
el
desarrollarse
en
el
mismo
espacio,
mencionado de pasada en Cástulo Bojórquez y con más presencia
en La novela inconclusa de Bernardino Casablanca, pero cuya
importancia es definitiva en este volumen de cuentos.
César López Cuadras asegura rescatar un imaginario que
compendia recuerdos de niñez y adolescencia en un pueblo entre
la sierra y la costa del noroeste mexicano, pero que podría
ser cualquier pueblo de cualquier país, pues además de plasmar
una identidad del sinaloense, configura una representación del
espacio de Guasachi, sin restringirse a un cuento o novela,
sino al conjunto de su obra; y la intención (concepto del que
tanto desconfían algunos críticos y teóricos) queda manifiesta
en el desbordamiento de personajes que aparecen y reaparecen a
lo largo de su obra y se relacionan como lazos conectores en
este imaginario.
El paratexto previamente mencionado (el epígrafe con la
ubicación
de
Guasachi)
ofrece
~ 46 ~
desde
el
inicio
una
caracterización
del
escenario
y
el
humor
que
será
una
categoría común para el resto de los relatos; de igual forma,
pone en escena el elemento aglutinador que une a personajes y
situaciones en estas dos novelas: el poblado de Guasachi, la
ciudad
que
López
Cuadras
ha
erigido
para
colocar
sus
historias, como sede de La novela inconclusa... o como sitio
de paso para Cástulo Bojórquez. Sin embargo, es en los cuentos
y
relatos
de
Guasachi
donde
cobra
mayor
importancia
y
se
convierte casi en un protagonista más, el sitio donde todo
puede pasar, desde leones que vagan por el pueblo y entran a
misa de siete, prostitutas que se enamoran de hombres de la
Iglesia, profesores de filosofía que sufren una especie de
karma
maligno,
chicos
montados
en
un
guamúchil
presas
del
hechizo hollywoodense, un cohetero michoacano secuestrado por
jacobinos
de
barbería,
entre
otras
anécdotas
en
las
que
participan curiosos personajes de los que nunca faltan en un
típico pueblo de provincia, pues los personajes de los siete
cuentos
que
integran
este
libro
se
pasean
por
las
mismas
calles rectas y cuadradas, van a la misma iglesia del padre
Adrián Amezcua, donde siempre están presentes doña Ciria y
doña Brígida, y se confunden con los que regresan a la misma
hora del Petatlán; los muchachos toman por asalto los techos
de la casa del doctor Chuy para subir a su árbol paradisiaco y
asistir
clandestinamente
a
los
representaciones
empresario griego, el señor Poulos, trae a la ciudad.
~ 47 ~
que
el
El
espectáculo
aburrimiento
se
convierte
provinciano
y
es
en
un
una
tema
breve
tan
ruptura
del
importante
que
además de servir de marco para delinear al personaje principal
de La novela inconclusa...20 es el asunto cardinal en tres de
los cuentos: la seducción en las películas en “La primera vez
que vi a Kim Novak”, en las carpas artísticas que recorren la
provincia
en
integrantes
“La
en
caravana”,
“El
león
que
en
el
fue
circo
a
y
misa
sus
de
decrépitos
siete”.
Esta
constante incursión del mundo del espectáculo es parte de la
transgresión genérica que menciona Ana Rueda cuando afirma que
el cuento, además de apropiarse de otros discursos, se permite
roces
con
otras
disciplinas
(570)
como
la
fotografía,
la
filosofía, el montaje teatral, el documental y el cine, como
es notorio en este caso.
La
Iglesia
es
otra
constante
en
estas
historias,
una
crítica a un pueblo que utiliza la religión como una forma de
distracción más que de verdadera devoción. A pesar de ser un
pueblo
de
“católicos
hechizos”,21
el
cura
es
un
personaje
fundamental en cinco de los relatos: en “El león que fue a
misa de siete”, la iglesia es el sitio donde se desarrolla la
acción;
“La
primera
vez
que
vi
20
a
Kim
Novak”
concentra
el
El nombre del bar y el apelativo de Bernardino salen de su
parecido con el actor de la película Casablanca, según le dice
la Viky, la única prostituta de la que se enamoró Bernardino
en su juventud.
21
“Católicos hechizos” en su acepción de creyentes no
auténticos,
sino
hechos
a
la
fuerza,
acomodados
por
conveniencia o por adoctrinamiento, pero no convencidos del
todo. Está utilizado en el sentido de artificioso, fingido,
postizo o supuesto.
~ 48 ~
dilema de un estudiante de secundaria que se ve tentado por un
demoniaco compañero para probar el fruto prohibido del placer.
El referente bíblico es abordado con sarcástica irreverencia
en la lucha de conciencia del joven narrador por subir al
guamúchil y ver de contrabando las películas que proyectaba el
griego:
Y fui esa noche y muchas más, pues vi que la fruta de
aquel
árbol
era
buena
para
comer,
bonita
y
apetecible, que a la primera mordida me hizo abrir
los ojos desmesuradamente y vi entonces que el mal
era bueno; y, aunque en el acto sentí que mi alma
quedaba
desnuda,
no
me
avergoncé
de
nada,
ni
me
escondí de nadie, a no ser de la policía que hacía el
rondín de la noche como preguntando: ¿dónde estás,
Adán? (39)
“En aras del saber” aborda otro argumento habitual, la
relación de la religión con la filosofía y los conflictos
existenciales que atacan a los hombres divididos en estas dos
áreas; cuando el técnico abandona toda su ciencia y se dedica
al alma o, por el contrario, los hombres de Dios que se alejan
de la fe por acercarse al mundo. Esta confusión se percibe
plenamente
en
inconclusa...
el
y
en
personaje
de
Compaponcho
cierta
manera
con
en
Téofilo
La
en
novela
Cástulo
Bojórquez. También en cuestiones religiosas, “La cristiada en
Guasachi” plantea las escaramuzas entre el poder y la gloria,
cuando Iglesia y laicismo miden sus fuerzas en la tierra; en
~ 49 ~
este
cuento
se
remarca
la
condición
de
sureños
de
los
religiosos, desde el cura y el sacristán hasta el organista y
el
cohetero,
quienes,
coincidentemente,
son
todos
de
Michoacán, lo cual se confirma en “La Güera Simental” donde se
explica que el padre Nemorio era de La Piedad, Michoacán, “de
donde
eran
oriundos
todos
los
sacerdotes
que
enviaban
a
Guasachi, quizá como castigo a las faltas cometidas en su
desempeño” (95).
El sacerdote del pueblo y su papel fundamental en la vida
de los pobladores es un eje que se vislumbra en la mayoría de
los cuentos y en ambas novelas, especialmente en La novela
inconclusa... con la lucha de Bernardino por lograr que el
cura
lo
case
pese
a
su
vida
disipada;
también
en
las
constantes aclaraciones que Narciso le da a Capote sobre el
desapego
y
la
frivolidad
de
los
norteños
respecto
a
su
devoción, a diferencia del sur del país, donde la fe y la
vocación sí son verdaderas, pero sólo hasta cierto punto, como
se percibe en los casos narrados.22
Los
profesionistas
guasachenses
que
estudiaron
en
las
grandes capitales del país o en el extranjero y regresan a
ejercer a su pueblo son otro elemento habitual en las novelas
y cuentos de López Cuadras; tal como Narciso Capistrán estudia
22
Parra llama la atención sobre esta “mitología religiosa „tan
lejos de dios‟ que se manifiesta en la adoración a santones
regionales como la Santa de Cabora (Chihuahua [sic]), Juan
Soldado (Baja California), el Niño Fidencio (Nuevo León y
Malverde (el „santo‟ de los narcotraficantes sinaloenses).
“Notas sobre la nueva...” 40-41.
~ 50 ~
Filosofía
y
Letras
en
la
capital
y
tiene
oportunidad
de
recorrer mundo y viajar a una ciudad tan cosmopolita como
Nueva York, todo para regresar a dar clases a la preparatoria
de
Guasachi.
Este
personajes
como
Patricio”,
quien
terminar
el
encerrado
esquema
del
narrador
de
estudió
en
hijo
“No
pródigo
me
ginecología
“este
mugroso
lo
diga
en
que
España
pueblo
repiten
no,
sólo
don
para
pavimentado,
y
pasármela dando platiquitas de que si las pastillas, de que si
el condón, de que si el ciclo” (16).
Igual le sucede al narrador de “En aras del saber”, quien
reflexiona sobre las sabias palabras de su madre al despedirlo
cuando partía a estudiar: “Ay, m‟hijo, pa‟ qué te vas a sufrir
tan
lejos,
a
estudiar
esa
carrera
de
locos
y
muertos
de
hambre” (57), si al final de cuentas volvería a Guasachi a
encargarse de tomar el puesto de maestro de filosofía en la
preparatoria, un estatus que los paisanos no distinguen mucho
de un lunático, a decir del propio narrador.
Entre los que gozan de cierto “pedigrí de aldea”, además
de los profesionistas formados en grandes escuelas de fuera,
se cuentan el cura y el abogado (fuerzas siempre enfrentadas)
o el barbero, a quien el pueblo consulta como al arcano sobre
la
misteriosa
palabra
exclamada
caravana”:
“„Oye
tú,
Chano
peluquero–,
¿qué
será
eso
por
el
–preguntaban
de
Eskata?‟.
Sr.
al
Poulos
en
principio
„Sepa
la
“La
al
verga‟,
respondía la eminencia del pueblo, sin perder la concentración
en su tarea, y cuidándose sólo de que no anduviera por ahí
~ 51 ~
algún
niño
decente”
extranjeros
que
(80).
traen
Similar
sus
consideración
empresas
a
tienen
Guasachi,
los
como
el
mencionado don Poulos y su espectáculo de carpa con artistas
nacionales
e
internacionales,
o
Brito
Moreira
de
Antunes,
dueño del Circo Hermanos Pinzón y de Barrabás, “El león que
fue a misa de siete”. Ellos, al igual que otros extranjeros
como Herbert Kron, el Chino Tao o los Coppel referidos en
Cástulo Bojórquez son pieza fundamental en los negocios de la
región.
La obra de López Cuadras tiene otros temas relacionados
que aparecen con regularidad tanto en cuentos y novelas, como
la
conexión
de
lo
musical
con
el
estado
de
ánimo
de
los
personajes, la sexualidad y la doble moral, la corrupción de
las
autoridades,
el
alcohol
como
acompañante
perfecto
para
cualquier situación (vino para los clérigos y cerveza para los
legos),
el
inexorable
calor
y
las
habladurías
de
los
lugareños.
En estos relatos, la droga y su tráfico no ocupan un sitio
significativo, a pesar de que entre los estudiantes es una
práctica común, asociada indefectiblemente con la filosofía y
las
letras,
los
jeans,
el
pelo
largo,
los
huaraches
y
morrales, esto como secuela de los sucesos que culminaron en
la matanza y las revueltas estudiantiles del 68, hechos que se
reflejan explícitamente en “En aras del saber” y en La novela
inconclusa..., e indirectamente en otros más. La violencia,
que es materia fuerte en las novelas, en los cuentos se reduce
~ 52 ~
a
pleitos
avaros
y
turbas
sin
entre
jacobinos
adolescentes
mayores
y
católicos,
vehementes,
consecuencias;
entre
conflictos
los
únicos
empresarios
domésticos
disparos
o
son
contra un pobre león famélico y los que el Charro Avitia lanza
al aire con su Colt 45, durante su actuación, al grito de
“¡esto es cosa de hombres!”.23
Baquero
Goyanes
comparando la novela
abunda
y el
en
el
tema
de
la
estructura;24
cuento, para ofrecer un ejemplo
sobre la estructura musical de un tema y sus variaciones en la
narrativa, él acude a las series integradas como el más claro
paradigma de esta situación, comparándolo, en el caso de una
novela, cuando ésta se construye de forma tal que pasa a ser
más bien un conjunto de relatos con un forzado pie temático,
donde todos éstos tienen en el fondo dicho tema en común (las
“jornadas” del Decamerón es el ejemplo clásico). Este rasgo es
común no sólo entre La novela inconclusa, el Cástulo y los
cuentos de Guasachi, motivo de este análisis; el autor lo ha
utilizado también en otros textos de su obra.
Los cuentos de Mar de Cortés, él mismo lo declaró en la
presentación de su libro en la Feliart de Mazatlán: “son siete
textos que formaban parte de una novela que estoy escribiendo
23
Curiosamente, la misma expresión que el narrador de La
novela inconclusa de Bernardino Casablanca le adjudica a don
Filiberto cuando éste enrolla su propio cigarro: “Extrae la
bolsa de tabaco y forja otro macucho. No ofrece. „Esto es cosa
de hombres‟ piensa” (49).
24
El autor se refiriere a una estructura musical. Véase el
capítulo ocho en Baquero Goyanes, Estructuras de la novela
actual (89-107).
~ 53 ~
sobre
la
colonia
socialista
que
fundó
Albert
Owen
en
Topolobampo, en el último tercio del Siglo 19, con lo que se
abrieron
los
valles
para
la
agricultura
en
el
norte
de
Sinaloa” (“La traición...” 1). Textos que se desprenden unos
de
otros
o
que
se
complementan
entre
sí,
y
a
pesar
de
situarlos en el Valle del Fuerte y alejarse de la región del
Évora, siguen teniendo en común con los relatos ubicados en
Guasachi el tema de la ambición y el tráfico ilegal. López
Cuadras lo explica así:
Todo lo ilícito me llama la atención, por eso escogí
el contrabando como tema eje de estos cuentos. El
lado perverso de la condición humana es un elemento
fundamental de la literatura, las situaciones límites
revelan de manera más ilustrativa lo que somos, que
cualquier otra enseñanza racional. (1)
Prostitutas, drogas, alcohol, mercancías de lujo, petróleo
y hasta pescadores para experimentos genéticos; el género es
lo de menos, las transacciones ilícitas y el abismo en el que
viven los personajes es el hilo que une ambos escenarios: la
bahía de Ohuira, en el norte de la entidad, con Guasachi y la
sierra, en el centro norte, donde transcurre la obra analizada
en los capítulos siguientes.
~ 54 ~
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