CAPÍTULO 1. UN ACERCAMIENTO AL NORTE: EL UNIVERSO LITERARIO DE CÉSAR LÓPEZ CUADRAS La literatura mexicana a fines del siglo XX Para estudiar a los escritores del norte desde una perspectiva más objetiva, conveniente alejada adoptar de los la visión del centralismo, es niveles de lectura propuestos por Miguel Rodríguez Lozano:3 la ubicación de los textos frente a lo realizado en su estado y el considerar una tradición narrativa histórica-cultural del norte en su globalidad como área sui generis y perfectamente sondeable en cuanto a lo que ha sido el Empezaremos desarrollo por lo del más norte amplio, el en el nivel contexto literario. que rodea la aparición de las primeras obras de César López Cuadras, para después orientarnos hacia lo geográfico y posteriormente al análisis respectivo de sus textos. Los escritores que no viven en el centro del país, que nacieron en regresar y provincia desde y allí han crear decidido y quedarse trascender sin en ella tener o que, obligatoriamente, trasladarse a las grandes capitales, se ven forzados a explicar y hacer entender al centro que ser sinaloense o chihuahuense, norteño o costeño no excluye ser mexicano; que se puede escribir de y desde lo propio sin que 3 Rodríguez Lozano hace esta propuesta de estudio en su prólogo a la antología de cuentos del norte Sin límites imaginarios. ~ 11 ~ prioridades mercantiles tengan que afectar o intervenir al mismo nivel que el de la creación artística. La región norte del país ha sido abundante en escritores que a partir de los años ochenta tomaron esta determinación y, aunque inicialmente fueron catalogados bajo diversas etiquetas ahora se Norte, encuentran un grupo reunidos bastante en la llamada heterogéneo en Literatura lo del generacional, temático y estilístico. Algunos reservas; autores otros, con asumen plena esta pertenencia conciencia de con esta ciertas identidad regional, se posicionan gustosos como escritores del norte o como parte fundamental del talento literario de su estado o región, como Eduardo Antonio Parra, a quien no le asusta el “reduccionismo” ni le ofende lo “peyorativo” de la etiqueta: Yo soy de los que piensan que sí existe una narrativa del norte de México, con ciertos rasgos propios, así como existe una comida norteña, una arquitectura con características regionales y una música norteña ricas, variadas y que sirven de reflejo a la vida que históricamente se ha vivido en estas latitudes de manera un poco o un mucho distinta a la vida del centro y sur del país. (Zeta online s/p) La investigadora Elizabeth Moreno Rojas comparte la tesis de que existe una nueva literatura del norte con características particulares, destacable por méritos propios y en la cual ubica a Élmer Mendoza, David Toscana, Juan José ~ 12 ~ Rodríguez, Hugo Valdés, Luis Humberto Crosthwaite, Felipe Montes, Patricia Laurent, Gabriel Trujillo, Eduardo Antonio Parra y César López Cuadras, por mencionar sólo algunos: Es indudable que en los últimos veinte años emerge en el norte de México una nueva narrativa que destaca no sólo por la calidad de su producción literaria sino porque sus imaginario autores poético han venido diferente en conformando el que se un puede apreciar el surgimiento de símbolos y mitos con los cuales se representan valores estéticos e ideológicos nuevos y cuyas lenguaje se problemáticas, distinguen no estilos, sólo de los temas y autores norteños de generaciones anteriores, sino también de la literatura que actualmente se hace en el resto de México. (133) En compensación a su gran amplitud geográfica, al norte de México le une el lenguaje, el clima y la omnipresencia del paisaje así como un cierto tipo de sentido del humor, tal como considera Parra al señalar las peculiaridades de los de las escritores norteños: Las más evidentes son el alejamiento estructuras lineales, en busca de una mayor eficacia en el uso del tiempo; una marcada preferencia por narrar la desdeñando problemática las temáticas particular ajenas; de un su región, conocimiento profundo de la tradición literaria mexicana; y, sobre ~ 13 ~ todo, y quizá ahí radique la principal diferencia con los narradores del resto del país, un uso de un lenguaje a la vez creativo y autóctono, novedoso y eficaz, muchas veces poético, que extraen de la cantera del habla popular tanto urbana como rural. (“El lenguaje...” 76) Sinaloa, enclavar sus al no ser historias un estado dentro de fronterizo, la es discusión difícil sobre la identidad que una situación limítrofe ocasiona a vecinos como Sonora, Chihuahua, Nuevo León, Coahuila o Baja California. Así que la crítica, en un afán de encajonar autores y estilos, adopta la opción fácil de ubicar a los narradores sinaloenses en la designada literatura del narcotráfico, clasificación desafortunada desde el momento en que restringe cualquier otro aspecto y destaca uno de tantos temas como si fuera el principal, sin considerar que tan sólo es uno más, como varios escritores consideran, pero con el inconveniente de que para la crítica es el más llamativo y en boga por el contexto socioeconómico, político y cultural, que en todos los niveles ha logrado un predominio inaudito. No es extraño este reduccionismo, pues encuadrar es la tarea del crítico, tal como señala David Toscana, y afirma que los críticos deben hacer sus comparaciones, “aunque a veces te comparan con autores que ni has leído”. Dice que todos los escritores tienen puntos de contacto con otros autores, y a ~ 14 ~ veces, sobre todo, será con el autor que el crítico tiene en la cabeza.4 El sinaloense César López Cuadras, autor que se ha ocupado de incluir el narcotráfico en sus historias, aclara que su tema son los personajes envueltos en esas situaciones, no el narco en sí, declara que le interesan “las coloridas correrías de los narcotraficantes, a los que considera, ante todo, como seres humanos cuya condición y circunstancia merece la pena de ser explorada, pues, como sus demás congéneres, están dotados de sensibilidad y son sujetos de las mismas pasiones de los hombres y mujeres ordinarios” (“Infancia...” 7). En las letras sinaloenses el siglo XIX fue pródigo en poetas, gran parte de los escritores y casi el total de las escritoras se decantaron por la poesía.5 En el siglo XX se intensificó la diversidad narradores, entre los que con grandes destacan poetas, Gilberto ensayistas Owen, y Genaro Estrada, Inés Arredondo, Enrique Martínez Rojo y Ramón Rubín, entre los más reconocidos.6 4 En conversación personal con David Toscana. Entrevista inédita, realizada el 13 de junio de 2003. 5 Además del Romanticismo imperante en la época, esta tendencia se refleja en publicaciones como La Bohemia Sinaloense, Mazatlán Literario y en los resultados de la investigación realizada para el artículo “Narrativa femenina en Sinaloa” (en Mendoza Guerrero et al.) 6 Al respecto, afirma el poeta Jaime Labastida que: “El sistema literario sinaloense se consolida por 1960 [...] hay universidades, imprentas y periódicos ávidos por conocer a los escritores. [Posteriormente, en los ochenta] La fundación de Difocur y El Colegio de Sinaloa demuestran el interés del gobierno estatal por nuestra literatura. La situación es, hoy, abierta y rica. El centro del canon literario, en Sinaloa, ~ 15 ~ En decenios más recientes, desde finales del siglo veinte, Sinaloa ha sobresalido en el plano literario gracias a las novelas de escritores como Élmer Mendoza, Juan José Rodríguez y César López Cuadras. Existe un auge literario auspiciado por concursos como categoría de el que cuento instituciones cada y año crónica, culturales y convoca el apoyos Cobaes para publicaciones en la edición de como la serie Palabras del Humaya, que divulga la obra tanto de artistas noveles como de consagrados poetas, narradores, ensayistas, cronistas y dramaturgos. artística, extraños, las letras Con de considerándose violencia, por territorio y ser que Sinaloa vinculados ésta forma todo una parte y esta siguen, al realidad del amplia ante expresión propios narcotráfico que impera acontecer diario y y la en el de sus habitantes. Esta es precisamente la razón que argumentan los autores sinaloenses y norteños, en general, para explicar la inclusión de la violencia y el narcotráfico (si es que en literatura es necesario justificar el tratamiento de cualquier tema); no se trata de ninguna apología, sino que, al ser narraciones con un estilo realista, es un elemento que, por un lado, no se puede ignorar y, por otro, es una jugosa fuente de aventuras, acción y emociones para nutrir sus historias, por lo que estos autores acuden a los referentes más cercanos para vestir a sus pasa, no tengo la menor duda de mi afirmación, por Genaro Estrada, Enrique González Martínez, Gilberto Owen, Enrique González Rojo e Inés Arredondo” (25). ~ 16 ~ personajes. En determinado momento, esta situación ha llegado a ser una imposición desde fuera, ya que, como comenta Juan Carlos Ramírez Pimienta: El establishment literario alentará la producción de un determinado tipo de literatura proveniente de lugares específicos. En otras ocasiones vetará los mismos temas llegando incluso a pedir que los autores escriban de espaldas al contexto en que viven. En el caso especial del escritor de provincia, muchas veces éste recibirá presiones adicionales a las de los narradores de la metrópoli. (157) Tal cual le sucede a Élmer Mendoza, a Juan José Rodríguez7 y al mismo López Cuadras, escritores encasillados en dicha modalidad, condicionados a ser la pluma del narco, porque quién mejor que un sinaloense para conocer el tema; son al mismo tiempo, blanco de críticas y reproches por esta razón: escribir sobre la violencia. Ramírez Pimienta aclara que “en lo que concierne a la narrativa sinaloense, la situación se agudiza porque es un estado que tiene un tipo identitario muy presente en el imaginario nacional e internacional” (157). Fuera de temáticas o regionalismos, una forma de ubicar en el contexto literario a López Cuadras es relacionarlo con sus 7 El citado capítulo de Ramírez Pimienta trata ampliamente la presión que la crítica ejerce en los escritores por elegir temas locales; aborda dos entrevistas al mazatleco en el que este asunto es el punto cardinal. Un interesante debate que comprueba la relativa parcialidad con que se juzga como local o universal una obra literaria. ~ 17 ~ antecesores del boom hispanoamericano, especialmente en cuanto a fundaciones se refiere, ya que es posible equiparar a Guasachi, el espacio ficcional donde ubica la mayoría de sus historias, en cuanto a construcción de un espacio ficcional, con la Comala de Rulfo, la Santa María de Onetti o el Macondo de García Márquez; incluso él va más allá y se asume como un escritor telúrico, argumentando lo importante en su obra de los espacios de su vida y el color local.8 Entre sus mayores influencias, López Cuadras admite que se siente más identificado con los escritores mayores generacional y cronológicamente, como Rulfo o Yáñez, y por la tradición del siglo XIX, de Altamirano y Guillermo Prieto. Se declara un aprendiz, especialmente de los norteamericanos de mediados del siglo XX, la llamada “Generación perdida”; Faulkner es el autor del que más ascendiente ha recibido y el más recomendable que se puede encontrar, asegura. Al igual que lo son Steinbeck, Dos Passos, Hemingway y Tennesse Williams, quienes escriben el tipo de historias que él más valora. Faulkner y Onetti, dice López Cuadras, dan como resultado a los del boom, y asegura que este último es el maestro latinoamericano, aunque no se le tiene mucho en cuenta.9 8 Telúrico en cuanto a la relación tan estrecha de sus personajes con su pueblo, el paisaje, el espacio que los rodea y los determina. 9 En conversación personal con el autor, abril de 2011. ~ 18 ~ Literatura y región La oralidad, el espacio de los recuerdos y el arte popular confluyen en la literatura de López Cuadras y emparentan sus relatos un tanto con las intenciones discursivas de la microhistoria. Calificada ésta por Luis González y González como la Cenicienta del cuento, la microhistoria es “la versión popular de la historia, la que nos cuenta el pretérito de nuestra vida diaria, del hombre común, de nuestra familia y de nuestro terruño. No sirve para hacer, pero sí para restaurar el ser” (33). González equipara las historias locales de la matria (la patria chica) con el papel que juegan los corridos y romances, y los microhistoriadores tienen en común con los narradores que escriben este tipo de literatura regionalista la actitud romántica que especialmente impregna del amor a sus obras, su tierra, las su cuales espacio nacen vital.10 Confirma González que en términos generales, el ámbito microhistórico es el terruño: lo que vemos de una sola mirada o lo que no se extiende más allá de nuestro horizonte sensible. Es casi siempre la pequeña región nativa que nos da 10 Por eso Guasachi es la mezcla de varios municipios que forman los antecedentes vivenciales del autor; Casas Grandes es un poblado muy parecido a cualquier otro en Badiraguato; Bernardino nació en la sierrita, que no es la sierra fría ni la costa ardiente; Narciso no quiere salir de Guasachi, por más aburrido y rutinario que lo dibuje; Plácido es feliz aspirando el aire de su mina en San Perán, Idelia se siente extraña al alejarse del Real y Cástulo se contenta con asaltar aquí y allá, pero siempre en la órbita cerrada de su terruño. ~ 19 ~ el ser [...] Es la matria, que las más de las veces posee fronteras naturales, pero nunca deja de tener fronteras sentimentales. (37) La literatura es una de las grandes expresiones artísticas a través de la cual el hombre ha buscado encontrarse a sí mismo y (re)conocer su identidad, aunque al final termine por darse cuenta de que una identidad única es imposible; en general, estará fragmentada por factores históricos, sociales, económicos e incluso biológicos. La identidad actual no es homogénea, es producto de una mezcla de factores en la que caben costumbres, valores, ideas e incluso nacionalidades, ante lo cual todos somos ajenos o recién llegados, o como lo expresa Fernando Aínsa: Todo sistema identitario –es decir, el conjunto de tradiciones culturales, sociales o históricas al que una comunidad pertenece y a cuyo destino está uncida para lo mejor y lo peor– ya no puede pretenderse orgánicamente cerrado. Es inevitablemente “poroso” y puede llegar a tener una relación “osmótica” con otros grupos o sistemas que lo impregnan, lo oprimen o lo favorecen. (“Los desafíos...” 22-23) Es a través de la literatura que el hombre se relata y configura una historia, personajes y territorios reconocibles o afines a su realidad y una forma de acercarse a ésta es mediante una revisión del pasado; no necesariamente replanteando un suceso de la historia oficial (lo que sería el ~ 20 ~ caso de la nueva novela histórica, tan en boga en los últimos años), sino utilizándola como trasfondo social donde colocar las acciones que servirán para conformar el semblante de una identidad colectiva o regional en la cual los lectores se sientan identificados y se reconozcan en el texto, tanto en los personajes (cotidianos y reales como ellos mismos), así como en los espacios en los cuales éstos viven sus pasiones. El mundo y las sociedades han tenido cambios vertiginosos en el último par de siglos, desde que el hombre acuñó conceptos como nación, región y territorio que le ayudaron a conformar una identidad sinónimo de la originalidad y la libertad que tanto ansiaba el nuevo americano, pero de las que tampoco escapaba actualidad, radical esa entre el europeo, necesidad ya regionalismo carácter vital política así lo de su y antaño, modelo ha sido superada; nacionalismo cuando demandaban. occidental. Don la Luis ha la social lo la lucha perdido situación González En ese y percibió desde su época y lo comenta en su muy particular estilo: El nacionalismo mexicano [...] se ha vuelto más popular y también más aguado y tibio. Ya no profesa odios vigorosos contra el extranjero y ve con indiferencia a la provincia [...] las diferencias de región a región son cada día menores. De hecho, la distancia entre lo provinciano y lo capitalino está en vías de desaparecer. Por su parte, también el ~ 21 ~ provincialismo y el aldeanismo se entibian y dejan de estar en boga. (65) Lo González mismo ocurría reconocía en que la literatura, “dioses de la aunque González literatura y mexicana”, como Yáñez, Rulfo y Arreola seguían tomando inspiración de la provincia, estaba convencido de que la mayoría ya había tomado otros rumbos. Sin embargo, es importante resaltar que fueron los hombres de Letras quienes difundieron este subgénero popular: “el provincionalismo se expresó por boca de vates y novelistas, no de historiadores” (60). He ahí que este “entibiamiento” no afecta a las letras, por el contrario: el retrato de lo regional es un paso previo para merecer la condición de ciudadano universal, como el mismo historiador menciona en el siguiente ejemplo: Alfonso de Alba, en la Provincia oculta, observa que aún los más universalistas de nuestros intelectuales, nuestros hombres de letras, se inclinaban por el colorido local [...] Así Azorín, Unamuno, Baroja y Miró. Y así también sus admiradores en México, empezando por el más universal de todos: don Alfonso Reyes, quien señaló que la República es un haz de provincias, valioso “por sus espigas más que por la guía que las anuda”. (59) El historiador Samuel Ojeda también observa esta correspondencia entre microhistoria y literatura, resaltando el hecho de que ahora los literatos están haciendo lo que los ~ 22 ~ historiadores han dejado un poco de lado, y certifica11 que “varios inquietos egresados de la licenciatura de letras y periodismo que han ingresado al posgrado de historia de la UAS con proyectos de investigación de este tipo; y otros que, sin esta opción, están desbrozando este camino”. Y así lo ve en la novelística de César López Cuadras: El mundo en la novela de Cástulo Bojórquez, construido por César López Cuadras y destacado por Eduardo Antonio Parra, ¿no embona o coquetea acaso con lo puntualizado por la historiografía respecto a la vida sinaloense durante el siglo XIX? Ese fluir entre lo agreste, las calamidades, el progreso y lo externo son acotados y exaltados por una y otra disciplina sólo con medios y propósitos distintos. Yo me pregunto nuevamente: ese Cástulo que vive ajeno al oro y al placer ¿no se nos habrá escondido en algún rincón del solar sinaloense antaño? Este tipo de literatura que tratamos de señalar, incluyendo la de López Cuadras, al igual que la microhistoria tiene un especial interés en recrear las formas de vida ignoradas por otros; pero, incluso en esta aparente nimiedad, su propósito puede variar y profundizar 11 en aspectos tan Samuel Ojeda comentaba estas circunstancias con base en su experiencia como coordinador de la Maestría en Historia de la Universidad Autónoma de Sinaloa. Las citas pertenecen a un inédito texto leído en la presentación del libro Estudios lingüísticos y literarios del Noroeste, Vol. II Estudios literarios, en febrero de 2009. ~ 23 ~ relegados como las regiones que los escritores toman modelo. La lectura de estas obras literarias, tal de como la plantea don Luis González y González para sus colegas, puede alternar entre varios registros: “La intención es, sin duda, conservadora; salvar del olvido el trabajo, el ocio, la costumbre, la religión y las creencias de nuestros mayores. Puede ser simultáneamente revolucionaria: hacer consciente al lugareño de su pasado propio a fin de vigorizar su espíritu y hacerlo resistente al imperialismo metropolitano o colonialismo interno, como también se le llama” (36). Como vemos, el imperialismo metropolitano se resiste a perecer pese a los años y supremacía; cambios transcurridos los colonialismos, y e intenta aunque mantener su modernos y evolucionados, perviven en la actualidad. Una gran herramienta para la literatura que busca acercarse a la identidad del entorno en el que se produce y, con esto, a sus raíces, es abrevar de lo popular y lo regional. Las canciones y el lenguaje del pueblo, la oralidad, consideradas como subcategorías rescatadas enriquecer por sus los bajas o seudoliterarias son escritores creaciones y como alcanzar el instrumentos para propósito todo de arte, y por ende de la literatura, que Ivette Jiménez de Báez define retomando una cita de Néstor García Canclini: “el arte abarca todas aquellas actividades o aquellos aspectos de actividades de una cultura en los que se trabaja lo sensible e imaginario, con un fin placentero ~ 24 ~ y para desarrollar la identidad simbólica de un pueblo o una clase social, en función de una praxis transformadora”. (21) Aunque situada en otro nivel, la cultura popular es un importante aporte para la literatura, así como la etiqueta de “regional” complementa a la de “nacional”, sirviendo de contrapunto al centralismo que domina en la industria de lo editorial, la distribución, la crítica y todo lo que rodea lo literario. Ante lo cual Jiménez de Báez asevera: En uno y otro caso la literatura regional supone una alternativa ante el poder hegemónico, como ocurrió en el periodo naciones de independencia americanas. Hoy y formación también de las presupone una alternativa ante las tendencias globalizadoras de los sistemas capitalistas dominantes. En tanto tiende a fincarse en la diferencia, la literatura regional buscará en sus formas marginales de producción o en la recuperación transformadora de sus orígenes y de sus primeras manifestaciones culturales, caminos de identificación: las señas de identidad. De la región se llega a la unidad que verdaderamente asume la heterogeneidad cultural. (23) Norma provincia Klahn a también finales de documenta los años esta recuperación setenta e inicios de de la los ochenta con un grupo de escritores del norte, concretamente de Chihuahua Ignacio (ella Solares, se refiere Joaquín expresamente Almada ~ 25 ~ Chacón, a Jesús Víctor Hugo Gardea, Rascón Banda, Carlos Montemayor y José Vicente Anaya) que cuestionan ese centralismo cultural y sociopolítico imperante, dejan atrás la dicotomía ciudad/campo y destacan, como el resto de su generación, Klahn, “en capital, la violencia. recordarnos que hay otras que lo Estos autores mexicano historias y no otras insisten, se dice reduce a experiencias la que merecen ser recordadas” (269). Este nuevo regionalismo parece ser la solución que los escritores encontraron ante la exclusión política, cultural y editorial que el centralismo pretendía imponerles. A pesar de la aparente cerrazón o de que semeje ser una isla anclada en el pasado y las tradiciones, la región nunca pierde sus hilos de contacto con el mundo, con otras ciudades y otros países; persiste la utopía de entrar en el juego y, quizá, hasta imponer sus reglas. Se trata ahora de un regionalismo internacionalizado, he ahí la novedad que señala Manfred Engelbert, quien afirma que éste: Está condicionado quiéralo o no por la omnipresencia de los medios modernos y de la cultura norteamericana calificada como “cultura joven” o “cultura de masas” que sirve, como nunca antes y en toda su amplitud, de punto de referencia e identificación: desde la novela moderna ya “clásica” (Faulkner, Salinger, Scott Fitzgerald) hasta la “non-fiction novel” y el “dirty realism”, desde el jazz hasta la canción “pop”, desde ~ 26 ~ el cine en su época “áurea” hasta las series televisivas. (404) Este vaivén entre lo popular y lo culto contribuye a afirmar la identidad que se pretende plasmar o que refleja, aun sin proponérselo, una identidad propia, una voz que da cuenta de la imagen que se tiene de sí mismo ante el otro, aunque este otro no esté tan alejado en lo geográfico, pero con distintas circunstancias, como Jiménez de Báez lo expone: Son múltiples los ejemplos, de la modernidad hasta nuestros días, que logran la excelencia literaria y, al mismo tiempo, parecen encontrar una respuesta que salve la brecha entre lo culto y lo popular y favorezca la autonomía de la literatura de nuestros pueblos. La originalidad y la capacidad de innovación buscan, en la heterogeneidad cultural, la nueva síntesis. El escritor disminuye la distancia entre su voz y la de sus personajes, y tiene como proyecto literario, tal como señala Ángel Rama, emitir su voz desde su propia lengua “regional” en beneficio de la unidad de la obra literaria y, en última instancia, como una toma de conciencia de la literatura que se define frente al otro. (26-27) Es importante también el manejo de los códigos lingüísticos y semánticos, en correspondencia con los cuales Alicia Llarena señala la inmediata relación con el medio social, que el lector reconoce o con los cuales se identifica ~ 27 ~ de inmediato “porque a través del habla de los personajes novelescos somos capaces de inferir su localización en el espacio, su pertenencia, por ejemplo, a un entorno rural o a una particular comunidad lingüística (la lengua fronteriza del Norte de México, sin ir más lejos)” (83). Tratándose resulta de una conveniente narrativa acercarse como a la de conceptos López como Cuadras región y territorio (más cercanos al hombre que el concepto de espacio, que resulta más amplio y general) en cuanto a que representan algo más Giménez concreto define el y vivido en territorio valorizado –simbólica humanos.12 Expuesto o su como cotidianidad. el espacio instrumentalmente– este concepto de por forma Gilberto apropiado los y grupos amplia, el territorio sería: El resultado de la apropiación y valorización del espacio mediante la representación y el trabajo, una “producción” a partir del espacio inscrita en el campo del poder por las relaciones que pone en juego; y en cuanto tal se caracterizaría por su “valor de cambio” y podría representarse metafóricamente como “la prisión que hemos 12 fabricado para nosotros En virtud de los abundantes y extensos tratados sobre el espacio, y por la complejidad del tema, por ahora considero conveniente excluir su discusión, aunque en esta tesis lo que interesa resaltar es la característica del valor y uso que la sociedad le da, y no el espacio en sí como una reflexión teórico-crítica. Sin embargo, resulta un tema y una categoría muy interesantes para considerar y estudiar con detenimiento en trabajos posteriores que deriven de la presente investigación. ~ 28 ~ mismos”. En resumen, serían tres los ingredientes primordiales de todo territorio: la apropiación de un espacio, el poder y la frontera. (118) Esta área responde a las necesidades económicas, sociales y políticas de cada sociedad. “El territorio es también objeto de operaciones simbólicas y una especie de pantalla sobre la que los actores sociales (individuales o colectivos) proyectan sus concepciones importancia del mundo” geopolítica (120). o Y así como administrativa, tiene una también es fundamental para Giménez cuando es considerado “como paisaje, como belleza natural, como entorno ecológico privilegiado, como objeto de apego afectivo, como tierra natal, como lugar de inscripción de un pasado histórico, una memoria colectiva y, en fin, como „geosímbolo‟” (120). En este sistema, Giménez ubica al actor (personaje) en una serie de “nichos territoriales” que lo engloban: el barrio, la ciudad centrada, la región y el “vasto mundo” vagamente conocido. De esta forma es posible apreciar dos tipos fundamentales de territorio: Los territorios próximos, llamados también territorios identitarios, como la aldea o pueblo, el barrio, el terruño, la ciudad y la pequeña provincia; y los territorios más vastos como los del Estadonación, los de los conjuntos supranacionales [...] La región (o la gran provincia) sería la bisagra o punto de conjunción entre ambos tipos de territorio. (122) ~ 29 ~ Este entramado geográfico-social permite comprender y analizar el territorio que se despliega en la literatura, la relación y el apego de los personajes con el espacio en el que se desarrollan y su significado en la novela; una significación o representación que se acentúa en tanto más utilizado sea un territorio por el autor en el resto de su obra.13 Por si fuera poco, Llarena reflexiona sobre la relación entre espacio y personajes y comenta que: “los territorios, como se sabe, están ligados con ciertos atributos y funciones de esos seres que los pueblan y atraviesan, y es ese lazo el que permite distinciones tan hondas y elementales como el „aquí‟ y el „allá‟, el „extranjero‟ y la „patria‟, la „ciudad‟ o la „aldea‟” manifiesta descansa en por (79-80). la lo De igual pertenencia general la forma, esta socioterritorial, identidad de una relación en la persona se cual o un grupo, dependencia que influye profundamente en los personajes de López Cuadras, a quienes únicamente la muerte logra arrebatarlos de sus afectos. Los personajes se involucran en las actividades habituales de la comunidad y así refuerzan su conciencia de pertenencia al territorio y, con ello, adquieren una identidad marcada por esta pertenencia. Las condiciones son variables e incide la intensidad de los vínculos familiares, amistosos y asociativos 13 Sería el caso del terruño al que acude López Cuadras para situar sus narraciones; trátese de Guasachi, la sierrita o cualquier poblado de Sinaloa. ~ 30 ~ u otras motivaciones: recalcar esta minuciosidad territorial en una obra literaria mediante una prolija descripción de la región, el espacio y sus componentes, asegura Ricardo Gullón, “obedece a profundas intenciones, como en el caso de los escritores realistas, que lo utilizan „para que el lector se sitúe en terreno familiar‟ sabedores de que así „se reducirá la distancia entre él y lo narrado‟” (Gullón, en Llarena 96). El territorio regional, explica Giménez, también funge como espacio de distribución de la cultura etnográfica, la cual “se manifiesta a través de expresiones culturales, por sinécdoque o metonimia, como símbolos de la región sociocultural considerada” (136) y comprende la música, los poetas y narradores locales, la gastronomía propia, productos agrícolas o artesanales, el sociolecto regional, las fiestas, los mercados característico y de centros la de zona peregrinación, y la belleza el tipo idealizada humano de sus mujeres, entre otros aspectos que señala. El conjunto de los elementos mencionados daría pauta a una identidad regional, que Giménez define en términos de Bassand como “la imagen distintiva y específica (dotada de normas, modelos, representaciones, valores, etc.) que los actores sociales de una región se forjan de sí mismos en el proceso de sus relaciones con otras regiones y colectividades” (137) y se da “cuando por lo menos una parte significativa de los habitantes de una región ha logrado incorporar a su propio ~ 31 ~ sistema cultural los símbolos, valores y aspiraciones más profundas de su región” (137). Este entramado geográfico dota de sentido y consistencia no sólo a lo extratextual sino a lo literario, como explica Llarena siguiendo a Antonio Garrido: Gran parte de la verosimilitud de un texto novelesco depende íntimamente de su elaboración espacial, porque las referencias espaciales no sólo contribuyen (y de forma decisiva) a la creación del efecto de realidad sino que constituyen un poderoso factor de coherencia y cohesión textuales. En efecto, tanto la verosimilitud como el sentido del texto y no menos el ensamblaje de la microestructura encuentran en el espacio un soporte realmente sólido. (97) La importancia del territorio en este análisis deriva en la correspondencia de su representación con la de los personajes que en él habitan. El territorio no se refiere solamente al espacio físico sino al espacio vivido en el cual los actores se desenvuelven, y por el cual sienten una inclinación afectiva que, por lo mismo, se convierte en un reflejo de la comunidad. Ahí es donde ellos manifiestan su imaginario, sus valores y su identidad. En la narrativa actual, a la que pertenece la obra de López cuadras, un importante rasgo es el espacio donde se sitúan sus historias ya no es el mítico fantástico, sino un lugar reconocible y ubicable aunque ~ 32 ~ se presente con otro nombre. Norma Klahn ha observado en esta tendencia del nuevo regionalismo que “las novelas se sitúan en realidades verificables y sus personajes pertenecen a la vida diaria”; de igual forma, “las épocas en las que los textos toman lugar son explícitas y en muchos casos son partes integrales de la trama” (267). Esta nueva representación trae consigo un nuevo manejo del lenguaje, ante el cual, advierte: “El vínculo con realidades concretas necesariamente impone un lenguaje nuevo que las registra: el habla del adolescente, del minero del norte y hasta del escritor consciente de su obra. Se anuncia un neorregionalismo también dentro de la escena urbana, que se concentra en lo local, lo particular” (267).14 Un aspecto importante en este periodo de finales del siglo XX es el regreso a lo regional, Klahn señala: En su neo-regionalismo no existe una dicotomía entre ciudad y campo. Destacan, como el resto de esta generación, el espacio de la violencia que, en este caso, configuran ambos. Buscan re-escribir el campo, desplazamiento que insiste en recordarnos que lo mexicano no se reduce a la capital, que hay otras historias y otras experiencias que merecen ser narradas. (269) 14 Klahn parece estar hablando justamente de la obra de López Cuadras, ejemplificando con los casos de Martín y sus compañeros universitarios, de Plácido y su entusiasmo con el trabajo de la mina, y Narciso explicando a Capote su proyecto de novela; tres discursos explícitamente desarrollados en las novelas analizadas. ~ 33 ~ A mediados de siglo, la modernidad en la literatura se enfatiza en lo urbano, la descripción de las ciudades, el paso a las grandes industrias, a las urbes de concreto, dejando atrás lo rural que se consideraba sinónimo de novela telúrica, ya superada. Actualmente, los escritores no temen abordar lo relativo al terruño, recordar que México existe también fuera de la gran capital. Una búsqueda que pretende una descentralización también en lo literario, con lo cual esta generación procura recobrar la provincia en un afán de cuestionar artísticamente el centralismo cultural que por años ha seguido al social-político predominante. El universo literario del escritor y su tiempo César López Cuadras nació en Badiraguato, un municipio de la sierra de Sinaloa, el 23 de agosto de 1951. Desde pequeño su madre lo llevó a vivir a la ciudad de Guamúchil, donde pasó su infancia y adolescencia, una época de gran trascendencia en su vida y sirvieron de la para cual guardó nutrir el importantes imaginario recuerdos literario que que le tiempo después se manifestaría en sus obras. Este autor ha publicado tres novelas: La novela inconclusa de Bernardino Casablanca (1993)15, Macho profundo (1996) y Cástulo Bojórquez (2001); tres libros de cuentos, dos que se ubican en la categoría de 15 La edición que aquí se estudia es la segunda edición de 1994, y de ella se tomarán todas las citas. ~ 34 ~ ciclos cuentísticos:16 La primera vez que vi a Kim Novak (1996) y Mar de Cortés (2007); y uno que recoge sólo dos cuentos: La Güera Simental y El pescador y las musas (2004);17 además, es coautor del libro ¿Quién despertará al final de mi sueño? Cinco cuentos para celebrar el libro (2007), con el relato “La fan de Guadalupe Loaeza que leyó El código DaVinci”. Tiene en su haber otro cuento, “Una de polímeros” que apareció en el suplemento cultural Ancla y Estrella de El Debate (2005), y en la revista electrónica Babab (núm. 2, mayo de 2000), aunque no se recoge en libro alguno.18 La condición de haber nacido sierreño y criado costeño, amén de la memoria que guarda de los variados rincones y personajes típicos que poblaron esos años, es el principal germen de su obra narrativa, todo esto influyó para la creación del poblado de Guasachi y el rescate de lo propio que se vislumbra personajes en como sus del novelas; una territorio y recreación la región. tanto Una de los inquietud compartida por gran número de escritores, como su coterráneo Óscar Liera, que hace lo propio en el teatro, tal como señala Hugo Salcedo: “Queda clara una legítima necesidad de hablar 16 Rueda (1995) y Mora (1993) desarrollan este concepto, el cual se explica en esta tesis en el apartado “Cuentos y relatos de Guasachi” (infra 43-54). 17 “La Güera Simental” pertenece a los cuentos de Guasachi; en cambio, ésta es la única edición donde aparece “El pescador y las musas”. 18 Se consignan únicamente los libros de creación literaria, pues también ha incursionado en otras áreas, como la biografía, economía agrícola y sociología rural. Por otra parte, ha sido editor de otros tantos libros de literatura en Jalisco. ~ 35 ~ del entorno conocido, de los parajes geográficos, del rescate de la memoria que a fin de cuentas consigue la aceptación de su público al reconocerse en la referencia directa que lo involucra” (19). El mundo literario en el que viven y se desarrollan los personajes de su obra se proyecta como una representación de la realidad conocida y vivida; el autor cuenta que cuando era pequeño conoció a bandoleros que traficaban droga por la abrupta sierra; los niños que jugaban nada más los veían pasar cabalgando y con las armas al cinto. A través de la confección de estas evocaciones, ofrece datos y perspectivas que están ocultos o dejados de lado en la microhistoria, y ya ni hablar de la Historia (con alta) que se construye desde el centro del país, para quien el norte (noroeste, noreste...) es un todo escueto e inhóspito. Por eso este tipo de escritura es un ejercicio de rescate y reconstrucción identitaria, una forma de decir “aquí estamos y así somos” pues, tal como explica Néstor A. Braunstein: Los humanos somos animales culturales, perdurablemente efímeros, sabedores por adelantado de nuestra transitoriedad, que intentamos curarnos del destino dotándonos de historia, dejándonos arrebatar por la pasión del recuerdo, animados por la espectral idea de que, si somos capaces de recordar y de ser recordados, no pereceremos del todo y nos sobreviviremos a nosotros mismos en algún recoveco de ~ 36 ~ lo simbólico, en inscripciones que serán descifradas por los que vendrán. (69) Los recuerdos familiares y los de su terruño pueblan el universo lopezcuadriano. El escritor se vale de experiencias personales para nutrir a sus personajes, a quienes considera el elemento más importante en su narrativa. Sin embargo, no todo es investigación o imitación, el tratamiento literario, afirma, los convierte en otros seres. Así, confiesa que el germen de Cástulo Bojórquez fue un “pariente armado y violento” y hay por ahí un alemán que incorpora en su novela porque cuenta “con un referente familiar específico del que nadie supo bien a bien quién era, salvo que el día que Hitler se suicida, el sujeto llora. Algo escondería que se vino a refugiar en la sierra sinaloense” (“Cástulo...” 6-A). Esta fusión de referentes reales e historias inventadas otorga esa viveza a los personajes que lleva a muchos lectores a situarlos en una realidad a la que están lejos de pertenecer, pues tal como describe Miraux: Los personajes imaginación, poseen a son viven, veces y se no son. Pueblan nuestra llevan nombres, desplazan, rostros, terminan por representar tipos. De todos modos, suerte de quimeras obstinadas, mudas y soberbias, nos rechazan todo diálogo y no nos hacen señas sino en la lejanía. Son los seres del desvío, los seres de la ficción. (10) ~ 37 ~ César López Cuadras empezó a escribir pasados los cuarenta años de edad, tras abandonar una vida dedicada a la Ciencias Económicas; entre los rasgos característicos señalados previamente en los escritores norteños, en su obra destaca fundamentalmente el sentido del humor, la omnipresencia del paisaje y el clima; considera este último como un elemento más determinante que cualquier otro en la narrativa sinaloense, inclusive que la violencia o el narcotráfico, pues afirma que el calor siempre ha sido y seguirá siendo tema recurrente de conversación entre la gente de la región, incumbe a todos y es ineludible, mientras que la violencia crece o decrece conforme a determinadas circunstancias. En cuanto a la importancia del humor, se destaca hasta en las escenas de mayor dramatismo o suspenso, rompiendo con la tensión del relato sin que ello signifique demérito alguno; es simplemente otra forma de enfocar la narración. El escritor sinaloense no se toma tan en serio y procura un sesgo de burla o distensión en la narración de los momentos más graves, dando una vuelta de tuerca que ofrece distintas lecturas de parodia o incertidumbre respecto a valores, tradiciones y verdades oficiales, como él mismo explica: Me oriento más hacia la exploración del sinsentido de la existencia humana, de sus perversiones y de sus pequeñas miserias, mas no a la manera, en ocasiones solemne y tediosa, de los existencialistas, sino, más bien, mediante un tratamiento desenfadado en el que ~ 38 ~ el humor, al menos esa es mi pretensión, debe cumplir un papel destacado. (“Las enseñanzas...” 5) De igual forma, el poder en todas sus manifestaciones está siempre presente en sus historias, en lo político, económico, social, incluso el del crimen organizado que somete a las autoridades, manifestando una crítica hacia el gobierno que no es capaz de cumplir sus funciones y debe hacerse de la vista gorda o de plano confabularse con el otro para mantener el “control”. La sustitución de la memoria oficial con la memoria literaria es un asunto complejo que por años ha sido objeto de debate. Algunos literaria historiadores como fuente no aceptan documental del todo la ficción válida; pero es preciso reconocer que, en ocasiones, una forma segura de que la gente conozca la historia es precisamente a través de las obras literarias que la han explorado; por otra parte, ¿cómo asegurarse de que en la escritura de la historia (por más oficial y “veraz” que aparente ser) no hay una re-construcción determinada por el lenguaje verbal? Al poner por escrito un hecho, éste ya se está re-construyendo, se está tomando una postura, una perspectiva y un punto de vista, en el cual es inevitable la subjetividad del que arma el texto para dejar constancia del suceso. Es una cuestión que no se puede resolver de forma tan sencilla como dividir historia-verdadera versus ficción falsa. ~ 39 ~ Es en este contexto que López Cuadras reelabora, literariamente, una identidad regional al acudir a referentes reconocibles y armarlos a través de su discurso, dejando, en el caso de los personajes, que sean ellos mismos quienes se configuren con sus palabras y acciones, tanto en lo individual como en lo colectivo, cumpliendo la máxima de que el hombre se configura a través del relato; y es que la eterna búsqueda de sí mismo, de una identidad, se da a través de la narración de recuerdos e invenciones que conforman su mundo. El hombre relata y, de esta forma, se relata, construye una identidad regional literaria, como ya explicaba Jiménez de Báez (supra 27-28). De igual forma procede López Cuadras con el territorio, describiendo un entorno que es reconocible para el lugareño y sirve como presentación para el de afuera. Pero no se restringe a retratar o imitar la realidad extraliteraria, sino que construye un espacio al que bautiza como Guasachi, y es en este espacio ficcional donde transitan los personajes de sus novelas y cuentos, alternándose o hasta coincidiendo, como en cualquier microcosmos. La ubicación geográfica de este universo aparece como epígrafe en La primera vez que vi a Kim Novak: “Guasachi está al norte del trópico y al sur del desierto, en una planicie enorme entre el mar y las montañas, lejos de Dios y cerca del infierno, expendio de cerveza”. ~ 40 ~ justo al lado de un En entrevista con Mariel Iribe, López Cuadras menciona la conjunción que este imaginario representa de dos municipios siempre en disputa: “Hay que escribir de lo que uno sabe. Yo escribo de lo que viví, y Guasachi es una combinación de Guasave y Guamúchil, dos pueblos vecinos que siempre han sido rivales” (1). El escritor aclara que ambos forman la típica mancuerna de estúpidos, asegurar pero en que los realidad pobladores son iguales. vecinos son Afirmaciones más como ésta reflejan que el autor comparte el buen humor que impregna su obra y, claro, también sirve para otros propósitos más serios. Delia Galván interpreta así esta estrategia en López Cuadras: Coloca en el mapa literario a su natal Sinaloa dando a conocer a los lectores no locales su geografía, economía, historia, inmigración, a sus habitantes, y sobre todo su cultura popular [...] informa de otros aspectos de la periferia geográfica y cultural en el noroeste del país a manera de resistencia ante la experiencia de marginación por parte del cuerpo nacional y su centro. También ayuda a construir la identidad del estado (264). Tanto Delia Galván como Elizabeth Moreno tocan un punto aciago en relación “marginación” o el con la silencio obra que de se cualquier establece autor, la ante su novelística. Sin embargo, atendiendo a factores editoriales, César López Cuadras no puede calificarse como marginal, ya que ~ 41 ~ Cástulo Bojórquez fue editada (y reeditada) por una empresa de proyección internacional como el Fondo de Cultura Económica (en coedición con Difocur, el ahora Instituto Sinaloense de Cultura) y La novela inconclusa de Bernardino Casablanca tiene traducciones al esloveno, croata, inglés y francés,19 además de posteriores reediciones por la Universidad de Guadalajara (1994 y 1997) y nuevamente en Ediciones Arlequín en 2007. La obra de López Cuadras no es de las más estudiadas por teóricos o críticos de la literatura mexicana, quizá debido a la tendencia a priorizar lo del centro y las grandes capitales, con lo que los temas ambientados en una apartada región son considerados meramente pintorescos. Esta literatura centrada en su región sería una forma de ofrecer otra perspectiva, en la cual la intención estética de la obra se combine con cierta dosis ideológica que establece un lazo con el lector de cualquier ámbito, al tiempo que, asegura Galván, “contribuye al proceso de resistencia de la cultura subalterna ante la de la metrópolis que es jerárquica y globalizada, para lograr una reconstrucción local propia y más genuina que la del retrato estático en el imaginario capitalino” (264). Olvidarse del centro y centrarse en el terruño. Si las personas en su vida cotidiana, al relatar cualquier anécdota o leyenda popular ya están haciendo microhistoria, como asegura don Luis González: 19 La edición francesa no se ha publicado, Cuadras, aunque la traducción sí se realizó. ~ 42 ~ aclara López Cabe decir, sin demasiada exageración, que todos los seres humanos son microhistoriadores. El rememorar las personas y los hechos del terruño y la estirpe es algo que todo mundo hace todos los días. No es concebible una familia, una tribu, una aldea y mil formas de minisociedad sin deslizamientos hacia el recuerdo. Cada grupo de gente unida por lazos naturales construye normalmente su historia. En otras palabras, la historia local o microhistoria apenas se distingue de la existencia local. (34) El símil funciona en cualquier escala, y si las novelas son la mejor manera de conocer la historia de una nación (Balzac dixit), qué mejor manera de conocer el mundo a través de los ojos de una pequeña región que puede ser cualquier pueblo de cualquier continente. Cuentos y relatos de Guasachi En un ensayo sobre la desaparición de las fronteras en el cuento, Ana Rueda enlista una serie de características que rompen con el principio de unidad que ampara la estructura tradicional del cuento, como el ciclo de cuentos que se acerca temerariamente a la novela, ya que –explica– “mediante el ciclo de cuentos el cuento usurpa a la novela su indiscutible poderío –la extensión– trascendiendo uno de los límites que más ha[n] tiranizado al cuento y que también más fuerza le ha[n] dado” (566). Suprimiendo estas limitaciones, todos los ~ 43 ~ cuentos pueden leerse, indistintamente, como partes de un todo o como relatos independientes. Otra forma de producir esta disparidad son los cuentos tándem, que Rueda califica como “relatos independientes pero no obstante relacionados entre sí”, y aclara que “en este tipo de cuentos, la presencia de significado no se halla ni en un cuento ni en el otro, sino en el diálogo que el lector los haga entablar entre sí” (567); la recepción del lector cobra capital importancia en el significado de la lectura. Por su parte, también Gabriela Mora presta especial atención a los cuentos de un mismo volumen que mantienen una particular dependencia: “Llamamos integrada a la colección de cuentos que presenta paradigmas de relación entre los diversos relatos, para distinguirla de otra de tipo << misceláneo>> en que dicha relación no existe” (113). Aclara que es el efecto de suma o totalidad del conjunto lo que indicaría la pertenencia de un libro a esta serie; sin embargo, dichos relatos pueden perfectamente leerse también en forma independiente o alterna sin que por esto pierdan coherencia o sentido. Su relación, en el presente caso, es la conexión entre todos los cuentos que comparten un mismo espacio y época, algunos personajes, el narrador, un idiolecto, símbolos representativos en ese mundo creado y el contexto en general. En esta categoría están los cuentos La primera vez que vi a Kim Novak, que complementan el propósito abarcador de López Cuadras al aplicar las mismas estrategias identitarias de las ~ 44 ~ dos novelas en estudio para representar a sus personajes como típicamente sinaloenses; además de reafirmar la unidad y el encadenamiento que prevalece entre sus personajes, el espacio en el que éstos se desarrollan, la época en que viven y las situaciones en que se ven involucrados. De manera que uno puede encontrar a Cástulo Bojórquez huyendo con Matilde a refugiarse a un hotelito en Guasachi, después de pasar por Cocoritán, donde charlará con don Aristeo Amarillas, (¿hermano?, viejo amigo ¿referente de su padre, homófono?) a y una clara Anastasio alusión Amarillas, compadre de Bernardino Rentería, alias Bernardino Casablanca, apodado así por la gente que lo identifica con su bar, el “Casablanca”, burdel que en cierta forma significó el pase de entrada de Guasachi a la modernidad, desbancando al Petatlán. Cástulo Bojórquez se emborrachó en los dos bares, en este último en sus correrías iniciales y en el Casablanca cuando ya era un judicial que delinquía amparado por la ley, acompañado por el comandante Palemón Rivera, quien años más tarde sería el artífice de la intrincada maraña para asesinar a Bernardino Casablanca, crimen que tanto intrigó al joven profesor y pretenso escritor Narciso Capistrán, al grado de invitar a su amigo Truman Capote a Sinaloa para platicarle su proyecto de escribir una novela tipo A sangre fría pero muy al estilo “de por acá”, recorriendo el Casablanca, el bar Buckingham y la Damajuana, atendidos aquí por el Mayelío, mientras discutían ~ 45 ~ su proyecto de novela, la que queda inconclusa gracias a las maquiavélicas maniobras de Palemón. Gabriela presentan Mora [las asegura series que “La visión integradas] del mundo se que encapsulan metafóricamente en el título del libro, que como se sabe, es importante signo temático de cualquier obra literaria” (119), lo cual es fácil de apreciar en La primera vez que vi a Kim Novak. Cuentos y relatos de Guasachi, que desde el título da cuenta del vínculo entre las narraciones que lo integran, pues tienen en común el desarrollarse en el mismo espacio, mencionado de pasada en Cástulo Bojórquez y con más presencia en La novela inconclusa de Bernardino Casablanca, pero cuya importancia es definitiva en este volumen de cuentos. César López Cuadras asegura rescatar un imaginario que compendia recuerdos de niñez y adolescencia en un pueblo entre la sierra y la costa del noroeste mexicano, pero que podría ser cualquier pueblo de cualquier país, pues además de plasmar una identidad del sinaloense, configura una representación del espacio de Guasachi, sin restringirse a un cuento o novela, sino al conjunto de su obra; y la intención (concepto del que tanto desconfían algunos críticos y teóricos) queda manifiesta en el desbordamiento de personajes que aparecen y reaparecen a lo largo de su obra y se relacionan como lazos conectores en este imaginario. El paratexto previamente mencionado (el epígrafe con la ubicación de Guasachi) ofrece ~ 46 ~ desde el inicio una caracterización del escenario y el humor que será una categoría común para el resto de los relatos; de igual forma, pone en escena el elemento aglutinador que une a personajes y situaciones en estas dos novelas: el poblado de Guasachi, la ciudad que López Cuadras ha erigido para colocar sus historias, como sede de La novela inconclusa... o como sitio de paso para Cástulo Bojórquez. Sin embargo, es en los cuentos y relatos de Guasachi donde cobra mayor importancia y se convierte casi en un protagonista más, el sitio donde todo puede pasar, desde leones que vagan por el pueblo y entran a misa de siete, prostitutas que se enamoran de hombres de la Iglesia, profesores de filosofía que sufren una especie de karma maligno, chicos montados en un guamúchil presas del hechizo hollywoodense, un cohetero michoacano secuestrado por jacobinos de barbería, entre otras anécdotas en las que participan curiosos personajes de los que nunca faltan en un típico pueblo de provincia, pues los personajes de los siete cuentos que integran este libro se pasean por las mismas calles rectas y cuadradas, van a la misma iglesia del padre Adrián Amezcua, donde siempre están presentes doña Ciria y doña Brígida, y se confunden con los que regresan a la misma hora del Petatlán; los muchachos toman por asalto los techos de la casa del doctor Chuy para subir a su árbol paradisiaco y asistir clandestinamente a los representaciones empresario griego, el señor Poulos, trae a la ciudad. ~ 47 ~ que el El espectáculo aburrimiento se convierte provinciano y es en un una tema breve tan ruptura del importante que además de servir de marco para delinear al personaje principal de La novela inconclusa...20 es el asunto cardinal en tres de los cuentos: la seducción en las películas en “La primera vez que vi a Kim Novak”, en las carpas artísticas que recorren la provincia en integrantes “La en caravana”, “El león que en el fue circo a y misa sus de decrépitos siete”. Esta constante incursión del mundo del espectáculo es parte de la transgresión genérica que menciona Ana Rueda cuando afirma que el cuento, además de apropiarse de otros discursos, se permite roces con otras disciplinas (570) como la fotografía, la filosofía, el montaje teatral, el documental y el cine, como es notorio en este caso. La Iglesia es otra constante en estas historias, una crítica a un pueblo que utiliza la religión como una forma de distracción más que de verdadera devoción. A pesar de ser un pueblo de “católicos hechizos”,21 el cura es un personaje fundamental en cinco de los relatos: en “El león que fue a misa de siete”, la iglesia es el sitio donde se desarrolla la acción; “La primera vez que vi 20 a Kim Novak” concentra el El nombre del bar y el apelativo de Bernardino salen de su parecido con el actor de la película Casablanca, según le dice la Viky, la única prostituta de la que se enamoró Bernardino en su juventud. 21 “Católicos hechizos” en su acepción de creyentes no auténticos, sino hechos a la fuerza, acomodados por conveniencia o por adoctrinamiento, pero no convencidos del todo. Está utilizado en el sentido de artificioso, fingido, postizo o supuesto. ~ 48 ~ dilema de un estudiante de secundaria que se ve tentado por un demoniaco compañero para probar el fruto prohibido del placer. El referente bíblico es abordado con sarcástica irreverencia en la lucha de conciencia del joven narrador por subir al guamúchil y ver de contrabando las películas que proyectaba el griego: Y fui esa noche y muchas más, pues vi que la fruta de aquel árbol era buena para comer, bonita y apetecible, que a la primera mordida me hizo abrir los ojos desmesuradamente y vi entonces que el mal era bueno; y, aunque en el acto sentí que mi alma quedaba desnuda, no me avergoncé de nada, ni me escondí de nadie, a no ser de la policía que hacía el rondín de la noche como preguntando: ¿dónde estás, Adán? (39) “En aras del saber” aborda otro argumento habitual, la relación de la religión con la filosofía y los conflictos existenciales que atacan a los hombres divididos en estas dos áreas; cuando el técnico abandona toda su ciencia y se dedica al alma o, por el contrario, los hombres de Dios que se alejan de la fe por acercarse al mundo. Esta confusión se percibe plenamente en inconclusa... el y en personaje de Compaponcho cierta manera con en Téofilo La en novela Cástulo Bojórquez. También en cuestiones religiosas, “La cristiada en Guasachi” plantea las escaramuzas entre el poder y la gloria, cuando Iglesia y laicismo miden sus fuerzas en la tierra; en ~ 49 ~ este cuento se remarca la condición de sureños de los religiosos, desde el cura y el sacristán hasta el organista y el cohetero, quienes, coincidentemente, son todos de Michoacán, lo cual se confirma en “La Güera Simental” donde se explica que el padre Nemorio era de La Piedad, Michoacán, “de donde eran oriundos todos los sacerdotes que enviaban a Guasachi, quizá como castigo a las faltas cometidas en su desempeño” (95). El sacerdote del pueblo y su papel fundamental en la vida de los pobladores es un eje que se vislumbra en la mayoría de los cuentos y en ambas novelas, especialmente en La novela inconclusa... con la lucha de Bernardino por lograr que el cura lo case pese a su vida disipada; también en las constantes aclaraciones que Narciso le da a Capote sobre el desapego y la frivolidad de los norteños respecto a su devoción, a diferencia del sur del país, donde la fe y la vocación sí son verdaderas, pero sólo hasta cierto punto, como se percibe en los casos narrados.22 Los profesionistas guasachenses que estudiaron en las grandes capitales del país o en el extranjero y regresan a ejercer a su pueblo son otro elemento habitual en las novelas y cuentos de López Cuadras; tal como Narciso Capistrán estudia 22 Parra llama la atención sobre esta “mitología religiosa „tan lejos de dios‟ que se manifiesta en la adoración a santones regionales como la Santa de Cabora (Chihuahua [sic]), Juan Soldado (Baja California), el Niño Fidencio (Nuevo León y Malverde (el „santo‟ de los narcotraficantes sinaloenses). “Notas sobre la nueva...” 40-41. ~ 50 ~ Filosofía y Letras en la capital y tiene oportunidad de recorrer mundo y viajar a una ciudad tan cosmopolita como Nueva York, todo para regresar a dar clases a la preparatoria de Guasachi. Este personajes como Patricio”, quien terminar el encerrado esquema del narrador de estudió en hijo “No pródigo me ginecología “este mugroso lo diga en que España pueblo repiten no, sólo don para pavimentado, y pasármela dando platiquitas de que si las pastillas, de que si el condón, de que si el ciclo” (16). Igual le sucede al narrador de “En aras del saber”, quien reflexiona sobre las sabias palabras de su madre al despedirlo cuando partía a estudiar: “Ay, m‟hijo, pa‟ qué te vas a sufrir tan lejos, a estudiar esa carrera de locos y muertos de hambre” (57), si al final de cuentas volvería a Guasachi a encargarse de tomar el puesto de maestro de filosofía en la preparatoria, un estatus que los paisanos no distinguen mucho de un lunático, a decir del propio narrador. Entre los que gozan de cierto “pedigrí de aldea”, además de los profesionistas formados en grandes escuelas de fuera, se cuentan el cura y el abogado (fuerzas siempre enfrentadas) o el barbero, a quien el pueblo consulta como al arcano sobre la misteriosa palabra exclamada caravana”: “„Oye tú, Chano peluquero–, ¿qué será eso por el –preguntaban de Eskata?‟. Sr. al Poulos en principio „Sepa la “La al verga‟, respondía la eminencia del pueblo, sin perder la concentración en su tarea, y cuidándose sólo de que no anduviera por ahí ~ 51 ~ algún niño decente” extranjeros que (80). traen Similar sus consideración empresas a tienen Guasachi, los como el mencionado don Poulos y su espectáculo de carpa con artistas nacionales e internacionales, o Brito Moreira de Antunes, dueño del Circo Hermanos Pinzón y de Barrabás, “El león que fue a misa de siete”. Ellos, al igual que otros extranjeros como Herbert Kron, el Chino Tao o los Coppel referidos en Cástulo Bojórquez son pieza fundamental en los negocios de la región. La obra de López Cuadras tiene otros temas relacionados que aparecen con regularidad tanto en cuentos y novelas, como la conexión de lo musical con el estado de ánimo de los personajes, la sexualidad y la doble moral, la corrupción de las autoridades, el alcohol como acompañante perfecto para cualquier situación (vino para los clérigos y cerveza para los legos), el inexorable calor y las habladurías de los lugareños. En estos relatos, la droga y su tráfico no ocupan un sitio significativo, a pesar de que entre los estudiantes es una práctica común, asociada indefectiblemente con la filosofía y las letras, los jeans, el pelo largo, los huaraches y morrales, esto como secuela de los sucesos que culminaron en la matanza y las revueltas estudiantiles del 68, hechos que se reflejan explícitamente en “En aras del saber” y en La novela inconclusa..., e indirectamente en otros más. La violencia, que es materia fuerte en las novelas, en los cuentos se reduce ~ 52 ~ a pleitos avaros y turbas sin entre jacobinos adolescentes mayores y católicos, vehementes, consecuencias; entre conflictos los únicos empresarios domésticos disparos o son contra un pobre león famélico y los que el Charro Avitia lanza al aire con su Colt 45, durante su actuación, al grito de “¡esto es cosa de hombres!”.23 Baquero Goyanes comparando la novela abunda y el en el tema de la estructura;24 cuento, para ofrecer un ejemplo sobre la estructura musical de un tema y sus variaciones en la narrativa, él acude a las series integradas como el más claro paradigma de esta situación, comparándolo, en el caso de una novela, cuando ésta se construye de forma tal que pasa a ser más bien un conjunto de relatos con un forzado pie temático, donde todos éstos tienen en el fondo dicho tema en común (las “jornadas” del Decamerón es el ejemplo clásico). Este rasgo es común no sólo entre La novela inconclusa, el Cástulo y los cuentos de Guasachi, motivo de este análisis; el autor lo ha utilizado también en otros textos de su obra. Los cuentos de Mar de Cortés, él mismo lo declaró en la presentación de su libro en la Feliart de Mazatlán: “son siete textos que formaban parte de una novela que estoy escribiendo 23 Curiosamente, la misma expresión que el narrador de La novela inconclusa de Bernardino Casablanca le adjudica a don Filiberto cuando éste enrolla su propio cigarro: “Extrae la bolsa de tabaco y forja otro macucho. No ofrece. „Esto es cosa de hombres‟ piensa” (49). 24 El autor se refiriere a una estructura musical. Véase el capítulo ocho en Baquero Goyanes, Estructuras de la novela actual (89-107). ~ 53 ~ sobre la colonia socialista que fundó Albert Owen en Topolobampo, en el último tercio del Siglo 19, con lo que se abrieron los valles para la agricultura en el norte de Sinaloa” (“La traición...” 1). Textos que se desprenden unos de otros o que se complementan entre sí, y a pesar de situarlos en el Valle del Fuerte y alejarse de la región del Évora, siguen teniendo en común con los relatos ubicados en Guasachi el tema de la ambición y el tráfico ilegal. López Cuadras lo explica así: Todo lo ilícito me llama la atención, por eso escogí el contrabando como tema eje de estos cuentos. El lado perverso de la condición humana es un elemento fundamental de la literatura, las situaciones límites revelan de manera más ilustrativa lo que somos, que cualquier otra enseñanza racional. (1) Prostitutas, drogas, alcohol, mercancías de lujo, petróleo y hasta pescadores para experimentos genéticos; el género es lo de menos, las transacciones ilícitas y el abismo en el que viven los personajes es el hilo que une ambos escenarios: la bahía de Ohuira, en el norte de la entidad, con Guasachi y la sierra, en el centro norte, donde transcurre la obra analizada en los capítulos siguientes. ~ 54 ~