INFORME EN DERECHO SOBRE LA ACUSACIÓN CONSTITUCIONAL CONTRA EL GENERAL (R) DON AUGUSTO PINOCHET UGARTE Por Ángela Vivanco* El siguiente informe contiene la exposición efectuada ante la Cámara de Diputados por la profesora de Derecho Constitucional, Ángela Vivanco, en relación con la Acusación Constitucional al ex Comandante en Jefe del Ejército, General (R) Augusto Pinochet Ligarte. El análisis está estructurado en dos partes: por un lado, se analizan los alcances desde una perspectiva jurídica y constitucional de la causal por la que se acusaba al General (R) Augusto Pinochet, que era comprometer gravemente el honor y la seguridad de la Nación; y una segunda parte en la que se van analizando cada uno de los hechos que, según los diputados acusadores, habrían comprometido la seguridad y el honor de la Nación, para demostrar que dichos hechos o bien no comprometían al seguridad ni el honor de la Nación o no fueron de la gravedad que se exige para conformar la causal que permite en definitiva acusar a un Comandante o ex Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas. "Abogado Profesora de Derecho Constitucional Universidad Católica de Chile. Universidad Adolfo Ibáñez. LIBERTAD Y DESARROLLO RESUMEN EJECUTIVO. El presente documento contiene un análisis de los argumentos acusatorios presentados por un grupo de parlamentarios en contra del ex General Augusto Pinochet Ugarte, con que se le acusaba de haber comprometido gravemente el Honor y la Seguridad de la Nación durante su ejercicio como Comandante en Jefe del Ejército durante los años 1990 a 1998, acusación que fuere desechada por la Cámara de Diputados. El estudio está estructurado en dos grandes partes, un análisis preliminar acerca del alcance de la norma constitucional que permite acusar a los comandantes en jefes de las Fuerzas Armadas y una segunda parte donde se analizan los hechos en que se apoyan los acusadores y si ellos constituyen la causal constitucional para dar lugar a la acusación. Primera parte. En ésta se analizan los alcances de las facultades jurídicas y políticas en una Acusación Constitucional por parte de la Cámara de Diputados, concluyéndose que ella es un estudio jurídico con elementos políticos, en los que no debe dejarse de destacar la necesaria racionalidad y prudencia, a fin de constatar si los actos u omisiones en cuestión son o no constitutivos de las figuras que el Constituyente sanciona. Al hablar de la responsabilidad constitucional, se señala que corresponde a la responsabilidad de quien ejerce una función pública de relevancia respecto de causales predeterminadas en la Constitución, que no corresponden a delitos penales, pero que resultan perfectamente compatibles con uno o más de ellos, por lo cual no los excluyen, sino que resultan un antecedente de interés para examinar su concurrencia a posteriori por los tribunales correspondientes. Las causales de acusación constitucional no pueden quedar entregadas a la simple opinión política de quienes requieran al Congreso basándose en ellas, ni puede la Cámara política pronunciarse a su respecto sobre la base de un puro criterio de voluntariedad. Es menester indispensable interpretar y hacerlo en el sentido jurídico de la palabra. Se analiza posteriormente el concepto de Nación como parte del análisis del ente protegido por la Constitución, explicando su significado y la razón del por qué se le quizo proteger por el Constituyente. Finalmente, en esta parte se explica lo que el Constituyente quiso entender por un compromiso grave del honor y la seguridad de la Nación. La idea de "comprometer gravemente", tanto el honor, como la seguridad de la nación, constituyen un atentado evidente, de enormes proporciones y que causa daño a la Nación en su conjunto. De allí que no puede confundirse con una simple amenaza ni tampoco mirarse como una conducta aislada que produzca ligeras molestias en la comunidad nacional. Vale la pena agregar que este compromiso no es uno cualquiera, ni puede ser leve, sino que debe ser "grave" para configurar esta causal; en otras palabras, debe tratarse de una acción o de una omisión que produzca esta exposición o riesgo en términos de "mucha entidad o importancia" Segunda Parte. En relación con la aplicación de la causal a la persona del General en retiro don Augusto Pinochet Ugarte se analiza en primer término el rol de las Fuerzas Armadas y sus características de acuerdo a la Constitución, precisamente por formar parte de ellas quien es el acusado, que ostentaba un alto cargo durante cuyo ejercicio se le acusa. Finalmente se estudian los hechos que los acusadores sindican como los causantes del compromiso del honor y la seguridad de la Nación, desestimando cada uno de ellos como hechos graves para llegar a acusar a un Comandante el Jefe. I ALGUNAS CONSIDERACIONES PRELIMINARES El presente informe constituye un análisis de los aspectos sustantivos de la Acusación Constitucional deducida en contra del Ex Comandante el Jefe del Ejército Don Augusto Pinochet Ugarte, absteniéndose de analizar los argumentos de los requirentes en orden al papel político que a su acción corresponde, así como las menciones a procedimientos llevados ante otros organismos o a acusaciones constitucionales dirigidas contra personas distintas. Sin perjuicio de lo antedicho, es menester realizar ciertas precisiones en lo que toca a los rasgos generales de la acusación constitucional, que aparecen del mayor interés. 1. SOBRE LA NATURALEZA DE LA ACCIÓN CONSTITUCIONAL En la presentación que nos ocupa, así corno también en otros procedimientos de acusación constitucional, ha surgido la discusión acerca de si la institución corresponde a un análisis político de conductas de ciertas autoridades, realizado en el seno del Congreso Nacional, o más bien se trata de un examen jurídico de acciones u omisiones constitutivas de las causales que la propia Carta Fundamental establece. Al respecto, teniendo presente que la acusación constitucional del sistema chileno proviene históricamente del modelo inglés de impeachment tomado después por la Constitución Norteamericana, no debemos por ello olvidar que nuestro Constituyente no quiso recrear un sistema de libre juzgamiento político propio de los sistemas parlamentarios y simplemente adaptado a un esquema presidencial de gobierno, sino que estableció una modalidad distinta, en la cual el Congreso Nacional, a través de sus cámaras, examina conductas a fin de determinar si pueden ser subsumidas en causales de ilicitud constitucional predeterminadas por la Carta Fundamental. Hay sectores de la doctrina nacional, por ello, que estiman (como lo hace Emilio Pfeffer en su Manual de Derecho Constitucional, p. 135) que a la Cámara de Diputados le corresponde examinar las conductas de las autoridades acusadas desde una óptica exclusivamente jurídica. Dicho criterio no es compartido por vastos sectores de la doctrina, pero sí existe coincidencia en cuanto a que dicho examen no puede ni debe ser fundamentalmente político, sino combinar un estudio jurídico con elementos políticos, en los que no debe dejarse de destacar la necesaria racionalidad y prudencia, a fin de constatar si los actos u omisiones en cuestión son o no constitutivos de las figuras que el Constituyente sanciona. De allí, entonces, que establecer una sinonimia entre "acusación constitucional" y el llamado "juicio político", sólo es correcta en cuanto obedece a tres factores destacables: El procedimiento se inicia en la Cámara Política, esto es, la Cámara de Diputados. Puede significar la acusación de autoridades del orden político, tales como el Presidente de la República y los Ministros de Estado, aunque no es menos cierto que son asimismo acusables otras figuras de naturaleza claramente apolítica, como el Contralor General de la República, los magistrados de los Tribunales Superiores de Justicia y los generales y almirantes de las Fuerzas Armadas y de Carabineros. Implica tener a la vista algunos criterios de carácter político, toda vez que el órgano encargado de conocer de la materia no es un tribunal de justicia; pero eso no puede significar en lo absoluto que dichos criterios superen y hagan ignorar a los elementos jurídicos presentes y necesariamente destacables en toda acusación constitucional. Por esta razón, se estima que la acusación constitucional no es en Chile un procedimiento destinado a hacer valer en forma eminente la responsabilidad política de las autoridades, ya que (como quedó de manifiesto en la sesión número 340 del 15 de marzo de 1978 de la Comisión de Estudio de la Nueva Constitución, Actas Oficiales, p. 2.039) en un sistema presidencial, lo que se busca hacer valer - aún de ministros de Estado o del propio Primer Mandatario - es su responsabilidad jurídica, por lo que debe deducirse que en mayor medida se procederá asimismo con autoridades que no sean políticas en sí. Sin embargo, no es menos cierto que la responsabilidad jurídica que se persigue no es propiamente penal, no sólo porque las causales constitucionales no coinciden específicamente con delitos tipificados como tales, sino porque el Congreso Nacional no tiene facultades de juzgamiento criminal ni puede atribuírselas. Se abre entonces la compuerta para considerar en mayor medida los elementos políticos a los que hacíamos referencia más atrás. La aparente solución de este dilema viene dada por opiniones tales como la de don Alejandro Silva Bascuñán (ver Tratado de Derecho Constitucional, tomo III, pp. 124 y 125) en cuanto a que la acusación constitucional no tiene por objeto hacer valer responsabilidades políticas, pero su decisión tiene ciertos elementos de carácter político, que nos permiten hablar de una suerte de responsabilidad mixta o sui géneris calificable de "responsabilidad constitucional"; es decir, responsabilidad declarada en el procedimiento que ya conocemos, respecto a haber incurrido el acusado en ciertos ilícitos constitucionales que no son sin embargo delitos penales, lo que no evita que conlleven sanciones de gravedad, tales como la destitución y la inhabilitación por el plazo de cinco años. Se configura, de esta manera, una institución especialísima, en la que el criterio político no puede dejar de ser tenido en cuenta, pero en la que prima el carácter jurídico de la causal en la que se incurre y con la consecuente necesidad de interpretarla correcta y prudentemente por el organismo respectivo. LIBERTAD Y DESARROLLO 6 2. CARACTERÍSTICAS DE LA "RESPONSABILIDAD CONSTITUCIONAL" La que hemos llamado "responsabilidad constitucional" presenta ciertos rasgos distintivos que vale la pena tener en consideración. Corresponde a la responsabilidad de quien ejerce una función pública de relevancia respecto de causales predeterminadas en la Constitución, que no corresponden a delitos penales, pero que resultan perfectamente compatibles con uno o más de ellos, por lo cual no los excluyen, sino que resultan un antecedente de interés para examinar su concurrencia a posteriori por los tribunales correspondientes. Dichas causales constitucionales están compuestas por lo que Eduardo García de Enterría llama "conceptos jurídicos indeterminados" (ver su obra Curso de Derecho Administrativo, Cuarta Edición, 1983, p. 434); esto es, conceptos que no admiten una cuantificación o determinación rigurosas, pero que, en todo caso, es manifiesto que se están refiriendo a un supuesto de la realidad que admite ser precisado en el momento de su aplicación. De allí, entonces, que la indeterminación del enunciado no se traduzca en una indeterminación de las aplicaciones del mismo, las cuales sólo permiten una "unidad de solución justa" en cada caso. Es por esto que conceptos tales como "comprometer gravemente el honor o la seguridad de la nación" o "notable abandono de deberes" o "abierta infracción a la Constitución y a las leyes", si bien en sí son difícilmente cuantificables, no por ello admiten una diversidad de interpretaciones que hagan imposible su verdadero análisis, sino que requieren de una aplicación que realice una verdadera comprensión de la realidad en el sentido pretendido por el concepto constitucional (como lo aclara el mismo autor). De esta forma, es claro considerar que las causales de acusación constitucional no pueden quedar entregadas a la simple opinión política de quienes requieran al Congreso basándose en ellas, ni puede la Cámara política pronunciarse a su respecto sobre la base de un puro criterio de voluntariedad. Es menester indispensable interpretar y hacerlo en el sentido jurídico de la palabra. Sin embargo, el hecho de que estas causales impliquen sanciones tales como la destitución y la inhabilidad, hace que a ellas les sean aplicables ciertas reglas generales relacionadas con los ilícitos no sólo penales, sino constitucionales (como lo aclaró la sentencia de 21 de Diciembre de 1984 del Tribunal Constitucional, conociendo del requerimiento en contra de don Clodomiro Almeyda por infracción al artículo 8° de la Carta Fundamental, en el sentido que tal ilícito constitucional no podía entenderse como una norma de carácter retroactivo, pese a la frase "incurran o hayan incurrido" que en él estaba presente, por serle aplicable el precepto contenido en el artículo 19 n° 3 de la misma Carta sobre irretroactividad de la ley penal, al incluir sanciones tales como la cesación en cargos públicos y múltiples inhabilidades), por lo cual a su respecto procede el mismo principio mencionado de la irretroactividad de la ley penal, el non bis in ídem, el principio de reserva y legalidad y la prohibición de leyes penales en blanco. Precisamente en lo relativo a las leyes penales en blanco, hay quienes han criticado las causales contempladas en el artículo 48 de la Constitución, considerando que se trataría de una especie impropia de ellas, al no describir claramente la conducta que sancionan. La verdad es que si bien la descripción no aparece en el texto mismo, no puede hablarse propiamente de un atentado contra las garantías constitucionales del acusado, ya que como antes lo explicábamos, el tipo abierto no es una autorización en blanco para el voluntarismo del aplicador de la norma, sino una mayor exigencia para el empleo de herramientas precisas de exégesis constitucional en la materia. II ACERCA DE LA ACUSACIÓN DEDUCIDA EN CONTRA DEL GENERAL EN RETIRO DON AUGUSTO PINOCHET UGARTE Sobre la acusación propiamente interpuesta en contra del General en retiro don Augusto Pinochet, pasemos a estudiar algunos puntos de relevancia: 1. SOBRE LA CAUSAL CONTEMPLADA EN EL ARTÍCULO 48 LETRA D) DE LA CARTA FUNDAMENTAL QUE A SU RESPECTO SE INVOCA PARA ACUSARLO CONSTITUCIONALMENTE Ente protegido por la causal: El ente protegido por la causal invocada es la Nación, elemento que ya se encuentra mencionado por el Constituyente a propósito de la búsqueda del bien común para la comunidad nacional y del deber del Estado de promover la integración armónica de todos los sectores de la Nación (artículo 1°), como para hacerla depositarla de la Soberanía (artículo 5°). Al respecto, nuestro Constituyente siguió una gran tradición doctrinaria, que estima que la Nación no sólo está constituida por la suma de los miembros de una comunidad en el aquí y en el ahora, sino también por su proyección hacia el pasado y el futuro, basada en valores y en principios fundamentales: "Nación es el mayor grupo que satura una conciencia de solidaridad general" (en palabras de R.M. Mac Iver y Charles H. Page en su obra Sociología, p. 310). De allí entonces que es la unidad, el consenso, la armonía y la idea de perdurabilidad lo que hace más distintiva a una Nación que el puro criterio cuantitativo, y es por ello que el Constituyente reconoce a su respecto ciertos bienes que merecen especial protección, cuyo es el caso de su honor y de su seguridad. El honor de la Nación: La Nación como un ente en el cual priman los valores, sin duda se encuentra naturalmente dotada de un honor o respetabilidad que no sólo se configura respecto del autoaprecio o autoestima de los miembros de ella, sino también del prestigio y aprecio que gana y del que goza frente a otras naciones. Precisamente este último aspecto, es decir, el derecho a gozar de prestigio o buen nombre ante los demás es el que se traduce en la honra, garantizada en el artículo 19 n° 4 de la Carta Fundamental: No se trata, claramente, del prestigio de uno de los miembros de la Nación o de una de sus instituciones, sino del que goza toda ella en su conjunto, como un ente distinto a la pura suma de los individuos que la componen. La seguridad de la Nación: La Nación, como depositaría de la Soberanía, debe gozar de seguridad, no sólo en lo que respeta a su independencia frente a las demás naciones, sino asimismo en cuanto a que dentro de las fronteras del territorio en el que se encuentre se asegure la adecuada autonomía de la Nación, es decir, su capacidad de toma de decisiones propias, dentro del marco del Estado de Derecho que el ordenamiento jurídico asegura. Qué significa comprometer gravemente el honor o la seguridad de la Nación La idea de "comprometer gravemente" tanto el honor como la seguridad de la Nación, constituyen un atentado evidente, de enormes proporciones y que causa daño a la Nación en su conjunto, de allí que no puede confundirse con una simple amenaza ni tampoco mirarse como una conducta aislada que produzca ligeras molestias en la comunidad nacional. En primer lugar, el concepto mismo de "compromiso" aplicado a la materia, significa "exponer o poner en riesgo a alguna persona o cosa en una acción o caso aventurado" (Diccionario de la Real Academia de la Lengua); es decir, en la especie, es poner concretamente en riesgo al honor o a la seguridad de la Nación, situarla materialmente en una postura expuesta, desvalida, no resguardada, frente a la deshonra, el deshonor, la inseguridad o cualquier otro mal que pudiera atentar contra ella. Vale la pena agregar que este compromiso no es uno cualquiera, ni puede ser leve, sino que debe ser «grave" para configurar esta causal; en otras palabras, debe tratarse de una acción o de una omisión que produzca esta exposición o riesgo en términos de "mucha entidad o importancia". De allí que este calificativo no esté destinado sólo a realzar algo especial, corno lo estiman los requirentes, sino que busca dejar en claro que el daño o atentado producido contra la honra o la seguridad debe ser de mucha entidad o importancia. No se trata de una lesión cualquiera. A quiénes puede acusarse por la causal antes señalada De acuerdo al propio artículo 48 letra d) a los Generales y Almirantes de las Fuerzas Armadas y de Carabineros, hasta seis meses después de cesar en sus mandatos, por lo cual la acusación que se presenta en contra del General en retiro y ex Comandante en Jefe que nos ocupa se formula precisamente en tal calidad y no en la de ex Presidente de la República o actual Senador. Además, debe puntualizarse que sólo ha de referirse a conductas suyas que hayan tenido lugar después del 11 de marzo de 1990, de acuerdo a lo prescrito en la disposición tercera transitoria de la Ley Orgánica del Congreso Nacional, y hasta el momento de entrar en retiro, plazo desde el cual se cuentan los seis meses en que puede ser acusado constitucionalmente. 2. SOBRE LA APLICACIÓN DE DICHA CAUSAL A LA PERSONA DEL GENERAL EN RETIRO DON AUGUSTO PINOCHET UGARTE Antes de entrar a pronunciarme acerca de las razones y fundamentos que aportan los requirentes para hacer aplicable al acusado la causal señalada, estimo de la mayor conveniencia dedicar unas palabras al tema de las Fuerzas Armadas y de sus características de acuerdo a la Constitución, precisamente por formar parte de ellas quien nos ocupa, ostentando un alto cargo durante cuyo ejercicio se le acusa de "haber comprometido gravemente el honor y la seguridad de la Nación". Al respecto, cabe señalar que como se ha reconocido por nuestra Carta Fundamental, corresponde precisamente a las Fuerzas Armadas ser las garantes del orden institucional de la República, con un papel esencial en lo relativo a la seguridad nacional (de acuerdo al artículo 90 de la Carta Fundamental). Dicho papel constitucional se vincula con la causal señalada, ya que quien pone en riesgo en forma grave el honor o la seguridad de su Nación, debiendo por el contrario proteger a sus instituciones y resguardar su seguridad, incumple con el mandato que la Carta Fundamental le ha dado No debe olvidarse, entonces, que la conducta del artículo 48 letra d) no constituye una falta cualquiera de la autoridad acusado, sino una que expresamente significa el quebrantamiento de deberes que le correspondían constitucionalmente en específico. Ahora bien, para que las Fuerzas Armadas y Carabineros cumplan con las tareas encomendadas por la Constitución, ésta exige en su calidad de cuerpos armados, el ser esencialmente obedientes y no deliberantes (ello, en el mismo artículo 90, lo que se ve asimismo confirmado en el artículo 2° de la Ley Orgánica de las Fuerzas Armadas y en el artículo 2° de la Ley Orgánica de Carabineros de Chile). Precisamente estas ideas fueron comentadas al interior de la Comisión de Estudios de la Nueva Constitución, en cuanto a que las Fuerzas Armadas no deliberaran en temas de carácter político, es decir, como lo ha dicho don Enrique Evans en su libro Chile hacia una constitución contemporánea: "no significa que los miembros de las fuerzas armadas no puedan sustentar ideas políticas. Lo que no pueden hacer es adoptar actitudes políticas o someter sus vidas o carreras militares a posiciones o ideas partidistas". Ello queda confirmado por el hecho que los militares y carabineros pueden ejercer sin ninguna limitación su derecho a sufragio, pero no pueden pertenecer a partidos políticos, organismos sindicales o actuar como conglomerado o grupo militar en actividades de carácter político partidista (ver Jorge Ballerino Standford: "A propósito de Deliberación"). La idea que tuvo a la vista el Constituyente de 1980 es precisamente que las Fuerzas Armadas y Carabineros resguardaran aspectos fundamentales de la Nación, premunidos del empleo legítimo de las armas, y que por ello se encontraran subordinados al poder civil con obediencia y no deliberancia; pero ello no significa que sus miembros no puedan tener ideas políticas o incluso conocimiento sobre la política de su país: "En una democracia es indispensable proteger la identidad ciudadana del soldado. Estamos tratando con seres humanos, con seres políticos. Con individuos que prestan un servicio a su Nación" (Raúl Sohr: Para entender a los militares, p. 75). Además, no debe olvidarse tampoco que la libertad de conciencia garantizada en el artículo 19 n° 6 y la de opinión del n° 12 del mismo artículo se asegura por la Constitución a todas las personas, sin que para ello sean excepción los miembros de las Fuerzas Armadas, cuidando tener como límite el de evitar deliberar como cuerpos armados y el desobedecer las órdenes que les sean impartidas. Analizados estos puntos que me parecen de interés, pasemos a detallar, sin necesidad de repetir desde luego el texto de la acusación de los requirentes, cuáles acciones u omisiones entienden que han configurado la causal del artículo 48 letra d) de la Constitución respecto del acusado: Acusación de comprometer gravemente el honor de la Nación como consecuencia del repudio del que sería objeto en la comunidad internacional Al respecto de esta conducta, podemos hacer al menos cuatro comentarios que justifican nuestra consideración de que no se ajusta a la causal prevista en la Constitución que ya hemos detallado: Se presume como repudio de la comunidad internacional en su conjunto el hecho que en algunos países del mundo no se acepte o causa inconvenientes la visita del acusado, en circunstancias que en esos mismos países y a un mismo tiempo se recibe a toda clase de autoridades chilenas, particularmente al Presidente de la República (que es el único encargado de manejar las relaciones políticas con potencias extranjeras y organizaciones internacionales, de acuerdo al artículo 32 n° 17 de la Constitución), llegando incluso a la firma de numerosos y convenientes tratados, y contando en todos estos países con alabanzas hacia el proceso de transición chilena, que prestigian al país no sólo en lo económico, sino en lo social y político frente al mundo. Las razones por las cuales la visita del acusado no es recibida de buen grado en ciertos países se deben a la impresión que sobre su mandato como Presidente de la República de Chile existe en tales países, y no a actos de su Comandancia en Jefe del Ejército a partir del 11 de marzo de 1990, por lo cual malamente se le puede acusar por ellos. Los hechos consignados por los requirentes respecto de Alemania y de Argentina, en lo que respecta a los dichos del acusado sobre sus Fuerzas Armadas, bajo prisma alguno pueden entenderse como razón de compromiso grave del honor o de la seguridad de la Nación, toda vez que sólo causaron comunicaciones de carácter diplomático, como las ha habido en numerosas ocasiones en nuestra historia, pero no tuvieron consecuencias ni permanentes ni transitorias que pusieran en peligro las relaciones diplomáticas con ambos países, lo que se desprende no sólo de la propia documentación acompañada por los requirentes, sino del innegable hecho que el acusado no se vio enfrentado a acción o a sanción alguna por estos hechos por parte de su superior jerárquico, el Presidente de la República respectivo, quien pudo utilizar las herramientas que brinda el artículo 32 n° 18 durante ocho años y no lo hizo, ni intentó hacerlo, como en su oportunidad anunció su intención de hacerlo respecto del General Director de Carabineros, don Roberto Stange. Finalmente, podemos decir que los hechos esgrimidos por los requirentes pudieron hacer peligrar la honra del propio acusado o de la institución a la que representaba, cosa que no fue así percibida, pero jamás puede calificarse de la envergadura necesaria para comprometer la honra o incluso la seguridad de la Nación toda. Acusación de comprometer gravemente la seguridad de la Nación por actos u omisiones que habrían quebrantado la vigencia del Estado de Derecho Se hace referencia en este acápite a los "ejercicios de alistamiento y enlace", "el boinazo", declaraciones que afectan el orden institucional, pues no habría respetado su deber de no deliberancia y por negligencia en el ejercicio del mando en los casos del general NN, del general Parera y del espionaje del ex senador Sebastián Ciñera. Al respecto, debemos asimismo considerar que no se configura la causal invocada en mérito de las siguientes precisiones: •En lo relativo a los ejercicios de alistamiento y enlace, como asimismo al "boinazo" presumen los recurrentes que se habría tratado de movilizaciones ilícitas de las Fuerzas Armadas para manifestar su repudio a la investigación que se hizo sobre los cheques pagados al hijo del acusado a propósito de la venta de la empresa Valmoval, aunque al efecto no se auxilian en ninguna prueba que no sea trozos de las declaraciones del mismo acusado y declaraciones de malestar del Presidente de la República de la época, sin que medie sin embargo sanción alguna, ni requerimiento a organismo alguno por esta causa. Tampoco se acredita el grave compromiso que habría sufrido la seguridad nacional por estos hechos, y de ello también es muestra que el Presidente de la República no se vio obligado a declarar estado de excepción constitucional alguno ni a tomar ninguna clase de medida extraordinaria que hiciera pensar en tal cosa. Por otro lado, este tipo de ejercicios y de maniobras, que pueden resultar inquietantes para medios de comunicación o para cierto sector de la población civil, no infringen la legislación vigente ni representaron faltas o delitos de ningún tipo, como tampoco puede hablarse de alarma de la comunidad frente a estos hechos. •En cuanto a la presunta infracción al principio de no deliberancia, nos remitimos a lo ya explicado a propósito de las Fuerzas Armadas: El hecho que un individuo sea miembro de las Fuerzas Armadas no le impide tener opinión sobre la política a modo individual y más aún, no coarta su legítimo derecho a explicar o incluso a defender acciones políticas que tomó mientras era Presidente de la República, y que constituyen una defensa de sí mismo que incluso se admite a un proceso por crimen o simple delito formular. Parece impensable que un individuo que ejerció durante años el más alto cargo del país, no pueda defender sus propias acciones o manifestar sus opiniones a título personal si es interrogado al respecto, cuando ello no obedece a un compromiso de las Fuerzas Armadas, sino al propio papel político que desempeñó. •En lo referente a las preguntas respecto a si de repetirse los mismos hechos de 1973, volvería a tomar las decisiones que entonces tomó, no parece que al responder que sí amenace la seguridad nacional, toda vez que las circunstancias de ese año no son jurídicamente repetibles, precisamente gracias a que hoy Chile goza de un modelo constitucional y legal distinto, que se ocupa de precaver quebrantamientos y crisis de tal especie. En otras palabras, estamos en presencia de lo que en Derecho se ha venido a llamar "no exigibilidad de otra conducta": ¿Puede esperarse que un individuo que fue llamado a ocupar el más alto cargo del país por circunstancias extraordinarias, considere no repetir su misma acción de darse iguales circunstancias? ¿Se busca que un individuo reniegue de sí mismo para evitar ser deliberante? Sin duda el acusado opina como ex Presidente de la República enfrentado a su historia inmediata, pero lo que importa a estos efectos no es su respuesta, sino la posibilidad que tales hechos de 1973 pudieran llegar a producirse de nuevo. Como la mayoría del país estima que no, tales opiniones vertidas por el acusado ni alarman a la población ni podrían llegar a entenderse siquiera como amenaza contra la seguridad nacional, todo ello obviando el hecho de que el propio gobierno de las Fuerzas Armadas creó las herramientas necesarias para asegurar el poder en manos del sector civil, antes de devolverlo a éste. • Finalmente, en las referencias a la negligencia en el ejercicio del mando, consideramos que no se ha configurado ésta, ya que no se ha probado de forma alguna que el acusado tuviera o debiera tener conocimiento de ninguno de los hechos mencionados, y que sí tomó las medidas que estaban en su poder cuando tomó conocimiento de los hechos respectivos. Pensar otra cosa distinta, llevaría al absurdo jurídico de acusar invariablemente al superior jerárquico de todo individuo que exceda sus funciones, como tendría que haberse hecho con el Presidente de la República en todas las oportunidades en que se han intentado cursar acusaciones constitucionales contra ministros de Estado durante el período que nos ocupa. Acusación de comprometer gravemente el honor de la Nación mediante declaraciones que habrían ofendido la memoria de las víctimas de las violaciones a los derechos humanos, como asimismo al ser juzgado por hechos relacionados con dichas víctimas en España • Respecto de esta última causal, resulta menester indispensable aclarar que el analizar si se constata o no en la especie respecto del acusado, no significa en lo absoluto ignorar el respeto debido a todos quienes han sido víctimas de atentados contra los derechos humanos, pero no puede dejar de mencionar el hecho que las pruebas rendidas por los requirentes a este respecto corresponden más bien a respuestas puntuales del acusado a preguntas de prensa que a manifestaciones premeditadas de burla o de injuria respecto de dichas víctimas. • Asimismo, se considera que el juzgamiento en España del que está siendo víctima el acusado no puede estimarse como causal en el caso, no sólo porque corresponde a conductas que se le imputan antes del 11 de marzo de 1990, sino porque corresponden al ejercicio de otro cargo por el acusado y en un tribunal al que la legislación chilena y, por ende, sus parlamentarios no pueden constitucionalmente reconocer imperio alguno. HABIDA CONSIDERACIÓN DE LAS DISPOSICIONES Y ELEMENTOS DOCTRINARIOS CITADOS, SE ESTIMA EN DERECHO QUE NO SE CONFIGURAN EN EL REQUERIMIENTO SOMETIDO A ESTUDIO CONDUCTAS DEL GENERAL EN RETIRO DON AUGUSTO PINOCHET UGARTE QUE PUEDAN CONFIGURAR A SU RESPECTO LA CAUSAL DE ACUSACIÓN CONSTITUCIONAL DEL ARTICULO 48 LETRA D) DE LA CARTA FUNDAMENTAL, YA SEA POR NO ENCONTRARSE PROBADAS LAS ASEVERACIONES DE LOS REQUIRENTES O POR FALTA DE ELEMENTOS CONFIGURATIVOS DE ACTOS U OMISIONES DE SU RESPONSABILIDAD QUE HAYAN COMPROMETIDO GRAVEMENTE EL HONOR Y LA SEGURIDAD DE LA NACIÓN. Santiago de Chile, 24 de Marzo de 1998.- ANGELAVTVANCO MARTÍNEZ Abogado Profesora de Derecho Constitucional