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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO
FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS
COLEGIO DE LETRAS HISPÁNICAS
REGLAS DE CORRESPONDENCIA ENTRE
SONIDO Y GRAFÍA EN EL ESPAÑOL
HABLADO EN MÉXICO EN EL SIGLO XVI
PARA LA CREACIÓN DE UN TRANSCRIPTOR
AUTOMÁTICO.
UNA APORTACIÓN AL CORPUS HISTÓRICO
DEL ESPAÑOL EN MÉXICO (CHEM)
T
E S I S
QUE, PARA OBTENER EL TÍTULO DE
LICENCIADA EN LENGUA Y LITERATURAS HISPÁNICAS,
PRESENTA
TERESITA ADRIANA REYES CAREAGA
ASESOR: MTRO. JAVIER OCTAVIO CUÉTARA PRIEDE
CO-ASESOR: DR. ALFONSO MEDINA URREA
CIUDAD UNIVERSITARIA, 2008
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A mi abuelo, José de Jesús Careaga Manrique† (1914-2004),
porque él me enseñó la perfección implícita en hacer una cosa a la vez.
-Paréceme, Sancho, que tienes mucho miedo.
-Si tengo-, respondió Sancho; -mas ¿en qué lo echa de ver
vuestra merced ahora más que nunca?
-En que ahora más que nunca hueles, y no a ámbar-, respondió don Quijote.
Cervantes
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Agradezco a todos aquellos que estuvieron conmigo durante la realización de esta tesis, en especial:
A mi mamá y a Maru, porque siempre creyeron en mí y me apoyaron en cada cosa que emprendí.
A mis hermanos, Cata, Pepe, Oly, Pili y Migue, porque sé que estuvieron conmigo aunque no me
diera cuenta; porque ustedes me vieron dando tumbos por la vida sin intervenir para criticar, sino
para orientarme. A Cuquis, porque aparte de que eres mi amiga, formas parte de mi familia, y a José
Xavier por darme la energía de cada día.
A mis amigos, Po, Octa, Andrea, George y Ross, por los quince años juntos. A Rui y al Pollo, porque
me enseñaron este camino. A Gabino y a Roberto, porque me enseñaron que, no importa donde se
encuentren, hay que salir a perseguir nuestros sueños. A Jéssica por los proyectos juntas y a Bertha
porque más que mi amiga, eres mi colega y una crítica más de este trabajo.
A Barrón y Fonseca, por hacer el ambiente de trabajo menos denso y mucho más divertido. A Laura
y Ari, por su apoyo, y a los demás miembros del GIL por ser parte de esto.
A Bulmaro y a Fulvia porque, al convertirse en mis amigos, me enseñaron más en la vida que en el
salón de clases. A Sergio porque sin tu ayuda no hubiera llegado al término de esta tesis, de nuevo,
muchas gracias.
A Javier y Amú por su amistad y su guía en este trabajo, por creer en mí y hacerme crecer, y por los
proyectos futuros. A Concepción, Sergio y Graciela por enseñarme tantas cosas y por leer este
trabajo.
A Jesús Careaga†, Catalina Hernández† y Lulú† porque siempre van conmigo y no los olvido.
A la UNAM, porque siempre me dio, gratuitamente, una educación de alto nivel.
A DGAPA porque gracias a la beca que me otorgó pude dedicarme a concluir esta tesis sin la
necesidad de salir a buscar trabajo.
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Esta tesis fue realizada dentro del proyecto DGAPA-UNAM, PAPIIT IN400905 llamado
“Constitución del Corpus Histórico del Español de México (CHEM)”.
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ÍNDICE
1.
INTRODUCCIÓN
2.
APORTACIONES
3.
4.
1
DE LOS CORPUS ELECTRÓNICOS A LAS INVESTIGACIONES
LINGÜÍSTICAS
8
2.1. Corpus electrónicos
8
2.2. Sistemas de codificación de corpus en internet
15
2.3. Caracteres: ASCII, Unicode
17
2.4. Caracteres de representación fonética: RFE, IPA, Mexbet
18
2.5. TranscríbeMex: antecedente de la aplicación
19
2.6. El Corpus Histórico del Español en México: necesidades
22
FENÓMENOS FONÉTICOS GENERALES EN LA HISTORIA DEL ESPAÑOL DE AMÉRICA
27
3.1. Cambios fonéticos del español medieval al moderno
27
3.1.1. Reajuste de sibilantes
31
3.1.2. Confusión gráfica y fonética de b y v
38
3.1.3. Aspiración de f- inicial
41
3.1.4. Yeísmo
46
3.2. Trasplante del español a América
49
3.3. Andalucismo del español americano
53
REGLAS DE CORRESPONDENCIA ENTRE SONIDO Y GRAFÍA
63
4.1. El corpus: características
63
4.1.1. Características editoriales de los textos que integran el corpus de trabajo
67
4.2. Sonidos vocálicos
70
4.2.1. Vocales altas
70
4.2.1.1. Vocal alta anterior [i]
71
4.2.1.1. Vocal alta posterior [u]
74
4.2.2. Vocales medias
76
4.2.3. Vocal baja
77
4.2.4. Variación de vocales átonas
77
4.3. Sonidos consonánticos
4.3.1. Consonantes oclusivas sordas
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78
79
4.3.2. Consonantes oclusivas sonoras
84
4.3.3. Consonantes africadas sordas
88
4.3.4. Consonantes fricativas sordas
91
4.3.5. Consonante fricativa sonora
103
4.3.6. Consonantes nasales
105
4.3.7. Consonantes vibrantes
107
4.3.8. Consonante lateral
109
4.3.9. Grupo [ks]
110
4.4. Problemas específicos
111
4.4.1. Sonidos que permanecieron temporalmente por léxico indígena
111
4.4.2. Grupos de consonantes
113
5.
CONCLUSIONES
117
6.
BIBLIOGRAFÍA
123
7.
APÉNDICE 1. Alfabetos fonéticos (tabla de sonidos del siglo XVI)
129
8.
APÉNDICE 2. Condensación de reglas
130
9.
APÉNDICE 3. Lista de excepciones
134
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ÍNDICE DE FIGURAS
Figura 1.
Búsqueda de la palabra cibdad en el CORDE de la RAE (siglo
XVI
en México)
10
Figura 2.
Resultados de la palabra cibdad en el CORDE
11
Figura 3.
Resultados de la palabra cibdad en el Corpus del Español
11
Figura 4.
Resultados de la palabra cibdad en el CHEM
12
Figura 5.
Resultados de la palabra çibdad en el CHEM
13
Figura 6.
Resultados de la palabra çiudad en el CHEM
13
Figura 7.
Resultados de la palabra ciudad en el CHEM
14
Figura 8.
Transcripción de
TranscribEMex
Sacra
çesárea
catholica
majestad
en
20
Figura 9.
Transcripción de no puedo dexar de hazer lo que soy oblygado en
TranscríbEMex
21
Figura 10.
Sistema fonológico latino
29
Figura 11.
Sistema fonológico del castellano medieval
29
Figura 12.
Sistema fonológico del español moderno (modalidad atlántica)
30
Figura 13.
Variación gráfica de licenciado en los DLNE
65
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1. INTRODUCCIÓN
Empezaré con una idea de Lope Blanch (1969a), con relación a las tareas que él
consideraba más urgentes dentro del campo filológico mexicano, cuando opinaba que el
estudio y la descripción de la lengua española que —desde España y desde las Antillas—
llegó a México en el siglo
XVI
era la principal de estas tareas. Él trató, con la
publicación de sus Estudios sobre el español de México (1972), de estimular a los
estudiantes de filología para “emprender investigaciones personales en torno a este
tema” (1972). Quizá la esperanza que tenía (en sus propias palabras) “se transformaría
en viva satisfacción” cuando este trabajo de tesis haya culminado.
En esta tesis se pretende combinar la investigación lingüística con el quehacer
computacional. Es muy importante para mí realizar un estudio sobre el español que
llegó a México en el siglo XVI y utilizar este análisis para contribuir al conocimiento de
la historia del español hablado en México en dicho siglo mediante las reglas de
correspondencia entre sonido y grafía que se implementarán en un transcriptor
automático. Sin embargo, no es fácil la tarea de combinar el trabajo lingüístico —que,
por ser sincrónico en el siglo
XVI
y referente a la pronunciación de los hablantes, es en
gran medida un ejercicio de imaginación—, con el trabajo computacional —que
requiere aterrizar las ideas y transformarlas en reglas de correspondencia que puedan ser
utilizadas por un programa computacional.
El objetivo central de esta tesis será establecer el sistema fonológico del español
hablado en México en el siglo XVI para crear las reglas de correspondencia entre sonido
y grafía que se incorporarán a un transcriptor automático (Fonseca en proceso), a partir
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1
del análisis en documentos novohispanos del siglo
XVI.
Cabe aclarar que nunca
tendremos un acercamiento real al español hablado en México en dicho periodo, ya que
la escritura no necesariamente refleja el habla a causa de ciertos hábitos escriturarios
heredados de los amanuenses. El término hablado que utilizo en el título de esta tesis
hace referencia al acercamiento que intenté rastrear entre la escritura de mi corpus de
trabajo y la pronunciación de los hablantes del siglo
XVI.
Esto en la medida en que los
textos escritos puedan reflejar el registro hablado de un sector de la población
establecida en México en dicho siglo.1
Lo anterior requiere establecer antes algunos aspectos, que conforman los
objetivos específicos de este trabajo. En el área de la lingüística son: observar el proceso
de transición del sistema fonológico del castellano medieval al español moderno;
observar cuáles fonemas representaban problemas y vacilaciones gráficas por su
evolución natural y establecer en qué etapa de esta evolución se encontraban; observar
bajo qué condiciones se dio el trasplante del español al continente americano y, con
relación a este punto, observar si la mayor parte de la población española que llegó a
América era de origen andaluz, como se ha discutido ampliamente en la tradición
hispanista. Si así fuera, otro objetivo será observar qué fenómenos de ese dialecto
permearon el español americano y cómo se encuentran reflejados en los documentos del
corpus de trabajo. Si bien lo anterior ya se ha hecho, en esta tesis se realizará de manera
especial, para reunir los estudios al respecto y prestando atención particular para el
español mexicano.
Los temas anteriores son relevantes ya que proporcionan información valiosa
acerca de las condiciones en las cuales se estableció el español en América en el periodo
de orígenes. Durante los primeros cien años después del descubrimiento de América, no
1
La escritura puede ser un disfraz de la producción oral, a esto se refiere Wright (1982/1989:41) como
fonoestética o simbolismo fónico; es decir, “una razón no fonética que podría haber hecho que una palabra
optara por no cambiar y quedarse rezagada”.
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2
existió un español que pudiera llamarse americano, por lo que el español que se hablaba
en México después del descubrimiento y hasta la primera mitad del siglo
XVI
dependía
de los hablantes españoles y de sus propios dialectos. Finalmente, la mezcla que se dio
entre estos dialectos y las lenguas nativas americanas proporcionó la base del español
americano; por todo lo anterior también es importante determinar quiénes eran los
hablantes que sentaron esa base para la conformación del español mexicano.
Para establecer el sistema fonológico del español hablado en México en el siglo
XVI,
se tendrán en cuenta factores como el grado cultural de los amanuenses bajo la
premisa de que cuanto más bajo fuera su nivel cultural, se reflejarán en su escritura más
fenómenos del habla real y popular de la población, mientras que, si su origen y cultura
eran mayores, se observarán factores con tendencia cultista y/o conservadora, los
cuales, como se sabe, frenan los cambios en la lengua. Asimismo, se tendrá en cuenta la
cronología del documento con atención a la premisa de que, cuanto más temprano en el
siglo
XVI
se haya escrito un texto reflejará menor avance de algún fenómeno en
específico; por lo contrario, si un texto se ha escrito en el ocaso de dicho siglo,
presentará los mismos fenómenos con un grado mayor de avance o totalmente
cumplidos.
Otro factor que será observado es el origen geográfico del amanuense con
relación al andalucismo mencionado arriba pues los fenómenos que permearon el
español americano serán diferentes si la influencia provenía de un español del norte o
del sur de la Península.
Todos estos aspectos se reflejarán de alguna manera en el corpus de trabajo y
este brindará los fenómenos posibles que se estuvieran dando en dicho periodo en el
español hablado en México. Como menciona Menéndez Pidal (1904/1940:31), “la
fonética histórica, que estudia las transformaciones de la pronunciación desde la época
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3
latina a la actual se funda casi únicamente en el estudio de los sonidos tal como han sido
escritos”, de manera que sólo el análisis del corpus, confrontado con lo que dicen los
teóricos, el conocimiento de la fonética actual y los diversos cambios de grafía para
representar un sonido pueden dar pistas sobre la fonética histórica del español
mexicano.
Dentro de la parte computacional, y como mencioné arriba, para los fines de este
trabajo se deberán establecer correspondencias lo más abarcadoras y generales entre una
grafía (en su debido contexto) y su equivalencia al sonido.
Los residuos de la investigación, bajo la premisa de que toda regla tiene
excepciones, se ubicarán, para hacer más sencillo el trabajo del transcriptor automático,
en una lista de excepciones, llamada en computación lista de filtrado. Las
transcripciones de las palabras que se encuentren en esta lista se harán primero, antes de
ejecutar las reglas arrojadas por el análisis de manera automática.
La hipótesis central de este trabajo es que el sistema fonológico del español
hablado en el siglo
XVI
era ya semejante al actual, con pequeñas excepciones como la
permanencia temporal de los sonidos [s] y [s] por influencia de las lenguas indígenas
americanas (los cuales después se ajustaron a la pauta de evolución del español); la
presencia del sonido [h] por influjo del dialecto andaluz y la convivencia del sonido [s]
con el velar [x] porque el proceso de velarización no se había cumplido totalmente
(Parodi 1995:43).
Mi investigación se enfocará en el siglo
XVI,
pues es el periodo en el que el
español se asienta en América y en el cual, incluso en España, no había todavía una
norma ortográfica bien establecida. Además porque esto es conveniente para propósitos
cronológicos del Corpus Histórico del Español en México (CHEM),2 en el cual se
2
En §2.6. se hablará del corpus de trabajo y del proyecto del CHEM.
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4
inserta esta investigación, ya que posteriormente se harán estudios sobre otros periodos
que abarca este corpus (contiene textos del siglo XVI al siglo XIX, como se explicará más
adelante) y conviene tratarlos en estricto orden cronológico para que los estudios
subsecuentes puedan apoyarse en las investigaciones previas.
La investigación es importante, primero, por rastrear el origen posible del
español mexicano; es decir, establecer si hay una influencia real del dialecto andaluz
que se mencionó antes. Segundo, porque no hay muchos estudios específicos para el
español hablado en México, sino descripciones sobre el español en España de ese siglo
y sobre generalidades americanas.
En el capítulo 2 de esta tesis, el lector encontrará la descripción de las
aportaciones de los corpus lingüísticos electrónicos o informatizados a las
investigaciones lingüísticas; algunos ejemplos de corpus electrónicos disponibles en
internet, los sistemas de codificación y etiquetado que requieren estos corpus; los
caracteres de representación fonética que se utilizarán en el transcriptor automático; el
antecedente de este transcriptor y la descripción general del Corpus Histórico del
Español en México (CHEM), así como sus trabajos y necesidades.
En el capítulo 3 describiré algunos de los fenómenos fonéticos generales en la
historia del español que se mencionaron arriba, estos son: el cambio fonético del
castellano medieval al español moderno, el trasplante del español a América y el
andalucismo en el español americano.
En el capítulo 4 se encontrará el análisis realizado para establecer las reglas de
correspondencia entre sonido y grafía para el español hablado en el siglo
XVI
—
abordando cada sonido según su modo de articulación y su rasgo de sonoridad— y se
tratarán los problemas específicos que plantean algunos de estos sonidos con relación a
su graficación. Para esta parte del análisis hice una selección de los documentos del
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5
siglo
XVI
en los que se pudieran observar vacilaciones grafía-sonido. Asimismo, se
verificó, en una muestra lo necesariamente amplia, que se tomaran todos los contextos
posibles para cada grafía; posteriormente, se hizo el análisis, a mano, de cada contexto
para cada grafía, después, con la confrontación del análisis arrojado y la opinión de
algunos teóricos, se sugirió a qué sonido correspondía cada grafía en ese periodo y se
establecieron las reglas de correspondencia.
Por supuesto que no deberá esperarse una correlación de uno a uno entre grafía y
sonido, pues los sonidos correspondientes dependen del contexto fónico y, por ello, las
grafías que representen dicho sonido también estarán sujetas a contextos gráficos
específicos.
Por último, al final de esta tesis, se podrán encontrar tres apéndices: el primero
es una tabla de fonemas para el español hablado en México en el siglo
XVI
y su
correspondencia entre los alfabetos fonéticos de AFI, RFE y Mexbet. El lector también
obtendrá, en el apéndice 2, la condensación de las reglas que se establecerán a lo largo
del capítulo 4. Y en el apéndice 3 se encontrará la lista de excepciones (o lista de
filtrado) que se mencionó anteriormente, en la cual el lector podrá observar la totalidad
de las palabras que no se ajustaron a las reglas obtenidas por el análisis con su debida
transcripción fonológica.
Así, el presente trabajo arroja luz sobre el español hablado en México en el siglo
XVI
y lo enlaza, a través del transcriptor automático, con las nuevas tecnologías, en una
labor que resulta novedosa, por un parte —ya que mejorará en gran medida el trabajo
que se hace actualmente en la interfaz del corpus—, e importante por la otra —por el
acercamiento al conocimiento del español asentado en México después de la conquista.
Sin duda, esta combinación le hubiera agradado al profesor Lope Blanch, pues a partir
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6
del estudio filológico del español hablado en México en el periodo abordado habrá una
aportación a las tecnologías y directamente al CHEM.
Es importante recalcar, una vez más, que esta tesis es una aproximación al
español hablado en México en el siglo
XVI
tomando como punto de partida la escritura
de dicho periodo. La escritura no reflejará de manera exacta la forma de hablar de los
pobladores americanos, ya que los hábitos de escritura siempre van un paso atrás de las
producciones orales de los hablantes; sin embargo, la escritura es la única pista que
tenemos para darnos una idea de cómo hablaba la gente que habitaba el México del
siglo XVI.
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7
2. APORTACIONES DE LOS CORPUS ELECTRÓNICOS A LAS
INVESTIGACIONES LINGÜÍSTICAS
En esta sección hablaré de manera general del problema que plantea la investigación
lingüística en los corpus en papel, las ventajas que ofrecen los corpus lingüísticos
electrónicos o informatizados frente a aquellas investigaciones y mencionaré los
sistemas de codificación y caracteres que se utilizan para manejar los corpus
electrónicos.
También expondré la aplicación final que tendrá la investigación de esta tesis
que será un transcriptor automático. Mostraré su antecedente, llamado TranscríbEMex
(Cuétara 2004) y los caracteres de representación fonética con los que se trabajará en el
programa.
Finalmente, presentaré el Corpus Histórico del Español en México (CHEM) y su
interfaz que ya se encuentra en línea en http://www.iling.unam.mx/chem, las opciones
de búsqueda que ofrece actualmente, sus necesidades, trabajos en curso e investigación
a futuro.
2.1. Corpus electrónicos
Actualmente, es un tema conocido la desventaja que significa trabajar con corpus en
papel, ya que representa utilizar mayor tiempo de análisis y resultados no tan precisos
como se espera. Es por eso que recientemente han surgido herramientas automatizadas
para manejar grandes cantidades de información y manipularla para beneficio de
investigaciones científicas.
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8
Corpora which are machine-readable posses several advantages over the original
written or spoken format. The first and most important advantage of machinereadable corpora is that they may be searched and manipulated in ways which are
simply not possible with the others formats (McEnery y Wilson 1996).
Hoy en día cualquier persona puede diseñar un corpus afín a su propia
investigación y hacerlo electrónico para manipular los datos obtenidos. Algunos de
estos corpus están disponibles para que el público en general pueda hacer uso de ellos
en sus investigaciones. Entre los más conocidos, para el español, se encuentran los de la
Real Academia Española: el Corpus de Referencia del Español Actual (CREA)
http://corpus.rae.es/creanet.html, con 160 millones de palabras gráficas y el Corpus
Diacrónico del Español (CORDE) http://corpus.rae.es/cordenet.html, con 250 millones
de palabras gráficas; también es conocido el Corpus del Español de Mark Davies
http://www.corpusdelespanol.org/ que cuenta con cien millones de palabras gráficas.
Más adelante veremos las interfaces de internet de estos corpus y su funcionamiento.
Las ventajas que representa trabajar con corpus electrónicos son muchas; por
ejemplo, manipular información en varios niveles de lengua, como léxico, sintáctico,
fonológico, morfológico, etc. También, típicamente, se pueden hacer búsquedas
especializadas por palabra, por lema o por clase de palabra. Asimismo, en los corpus
abiertos (es decir, en crecimiento) se puede incrementar fácilmente la cantidad de textos
utilizados sin representar ningún problema, enriquecer la información mediante nuevos
análisis lingüísticos, así como ampliar su temática o su representatividad (sea diatópica,
diastrática o diacrónica).
Nos dice Torruella (1999:4) que “las ventajas de trabajar con corpus
informatizados, sobre todo con aquellos que están anotados, es tan grande, que está
obligando a los lingüistas tradicionales a trabajar conjuntamente con lingüistas
computacionales”.
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9
Un corpus anotado es una de las herramientas más útiles para el investigador, ya
que estas marcas o etiquetas,1 si están bien asignadas, ofrecen información léxica,
ortográfica, sintáctica, fonológica, etc. del documento original.
A corpus, when annotated, may be considered to be a repository of linguistic
information, because the information which was implicit in the plain text has been
made explicit through concrete annotation (McEnery y Wilson 1996).
Una de las finalidades que pretende el CHEM es ofrecer su interfaz para que el
público general pueda acceder a ella y hacer uso de sus recursos para manipular material
lingüístico de la Nueva España y del México del siglo
XIX,
y con ello hacer
investigaciones lingüísticas empíricas.
Veamos ejemplos de los corpus electrónicos mencionados anteriormente; la
siguiente figura (1) muestra la interfaz de búsqueda del CORDE de la Real Academia
Española:
Figura 1. Búsqueda de la palabra cibdad en el CORDE de la RAE (siglo XVI en México)
1
Una etiqueta, en el ámbito de la ingeniería lingüística, es una marca de XML con información
lingüística.
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10
Observamos en la figura 1 que el CORDE de la RAE permite hacer búsquedas
por autor, obra, año, medio, región y tema. En el ejemplo seleccioné el periodo que
corresponde al siglo
XVI,
marcando la cronología entre 1501 y 1599, y la ubicación
geográfica correspondiente a México para hacer la búsqueda por palabra, como una
muestra de léxico del siglo XVI, de cibdad.
A continuación (figura 2) presento los contextos en concordancias arrojados para
esta búsqueda específica:
Figura 2. Resultados de la palabra cibdad en el CORDE
La siguiente figura (3) muestra también la búsqueda de la palabra cibdad en la
interfaz que presenta el Corpus del Español de Mark Davies:
Figura 3. Resultados de la palabra cibdad en el Corpus del Español
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En la figura 3 se presentan los resultados que arrojó el Corpus del Español para
la palabra cibdad. Esta interfaz permite seleccionar el periodo que interesa al usuario
(en este caso se eligió el periodo para los años 1500), pero no permite seleccionar zona
geográfica y por ello mostró muchos más ejemplos para la palabra buscada (en
comparación con los resultados del CORDE), pues arrojó ejemplos de todas las áreas de
habla hispana incluidas en ese corpus.
En el CHEM, al ser un corpus exclusivo del español de México, sólo se
muestran textos que hayan sido escritos en la Nueva España (siglos XVI,
XVII
y XVIII) y
en el México del siglo XIX. Esta interfaz permite hacer búsquedas para los cuatro siglos
de los que se compone el corpus, así como ampliar el contexto de las concordancias
arrojadas; y, por el momento, sólo permite búsquedas por palabras completas.
Se presentan a continuación (figura 4) los resultados obtenidos por la búsqueda
de la palabra cibdad para el español hablado en México en el siglo XVI.
Figura 4. Resultados de la palabra cibdad en el CHEM
Los resultados sólo arrojan tres apariciones de la palabra cibdad en los
documentos que integran el corpus, ya que esta forma, en el siglo
XVI,
alternaba
gráficamente con çibdad, ciudad y con çiudad (véase §4.2.1.2) como veremos en las
siguientes figuras (5, 6 y 7); sin embargo, sugiero que aunque alternara la forma gráfica,
la pronunciación obedecía a una misma realización [sju·dád], aunque no debemos
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12
descartar que en algunas situaciones comunicativas el hablante pronunciara, de hecho,
[sib·dád] o [sib·dád].
Figura 5. Resultados de la palabra çibdad en el CHEM
Figura 6. Resultados de la palabra çiudad en el CHEM
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13
Figura 7. Resultados de la palabra ciudad en el CHEM
En las figuras 5, 6 y 7 se muestra que la palabra cibdad alternaba gráficamente
con çibdad, çiudad y ciudad, en el español hablado en México en el siglo XVI obedecía
quizá a una misma pronunciación, como mencioné anteriormente, dependiendo de la
situación comunicativa; estas tres últimas formas gráficas se presentan en el corpus, en
72, 59 y 65 ocasiones respectivamente.
La aportación final de esta investigación permitirá, en la interfaz del CHEM,
relacionar estas tres formas gráficas según su similitud fonética a una sola búsqueda en
cualquiera de las tres variantes. Es decir, que al hacer la búsqueda por palabra de
cibdad, çibdad, çiudad o ciudad, se mostrarán resultados de todas las variantes gráficas
encontradas en el corpus que correspondan a la transcripción fonética relacionada
[sju·dád]. Este punto se explicará más ampliamente en §2.6.
Un dato importante que mencionar es que los corpus electrónicos están
conformados por textos que han sido publicados por escritores, recopiladores, editores,
etc., por lo que es importante el trabajo del autor de cada texto para la integración de un
corpus electrónico; se debe atender, principalmente, al manejo cuidadoso de cada texto
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14
por respeto a los derechos de autor. Más adelante (en §2.6) se presentará cómo está
integrado el CHEM y mencionaré a los autores de los textos utilizados.
2.2. Sistemas de codificación de corpus en internet
El CHEM, así como los corpus mencionados anteriormente son visibles a los usuarios
de internet gracias a sus interfaces electrónicas. Una interfaz de internet requiere
algunas etiquetas de codificación de texto para hacer que la información sea visible a
los usuarios tal y como acceden a ella a través de las páginas electrónicas. Las etiquetas
sirven, también, para marcar información lingüística (categorías gramaticales, lemas,
transcripciones fonéticas o fonológicas, etc.) y, como ilustraré abajo, para
desambiguación de dicha información.
La presentación de los corpus arriba mencionados se realiza mediante etiquetas a
modo de marcas textuales con lenguajes de codificación como HTML (Hyper Text
Markup Language), SGML (Standard General Markup Language) y XML (eXtensible
Markup Language).2
El CHEM se mantiene en una base de datos XML lo que permite, en dado caso,
transformarlo fácilmente a otros formatos (Medina y Méndez 2006). Esta marcación
incluso acepta, dentro del marco de esta investigación, el almacenamiento de
información, en el documento mismo, para desambiguar pares de palabras semejantes
en su graficación. La desambiguación, en este caso fonológica, será de pares de palabras
2
Estos lenguajes de codificación se usan para clasificar y manipular grandes cantidades de información.
El origen de GML (Generalized Markup Language) fue gracias a la necesidad de la empresa IBM de
almacenar su información en los años 60. A partir de este lenguaje, y gracias a su eficacia, se creó SGML
en 1986, que se adaptó a muchos problemas. Desde la creación de la web en 1989 por Tim Berners y por
la necesidad de una atractiva presentación de las páginas web, se hizo otro lenguaje de marcado llamado
HTML que es el más conocido. HTML es un lenguaje de marcado muy popular, que predefine etiquetas.
Algunos estudios indican que hay cerca de 800 millones de páginas web basadas en este lenguaje de
marcado, como exploradores, correos electrónicos, administradores, entre otras. También existe XML que
se creó para definir objetos en los documentos. Este lenguaje supera las limitaciones que tiene HTML al
predefinir etiquetas, pues XML se adapta a las necesidades del usuario por medio de un lenguaje
extensible (Marchal 2001).
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15
semejantes gráficamente pero con diferente sonido, que el hablante puede desambiguar
por contexto. En el corpus de trabajo, por ejemplo, se encontró el par de palabras hoja y
oja, que corresponden a hoja y oía, respectivamente, según se pudo atestiguar por su
contexto:
la gente desta çiudad /20 está sin sosiego, como la hoja en el arbol, a cabsa de lo que a buestra
majestad he /21 dicho (DLNE, 16)
b. él la importunava a que tuviera /29 açeso no save en qué forma, más de que este testigo /30 oja
cómo ella le dezia: "¡puto, dexame! (DLNE, 55)
a.
Este par de palabras gráficas se codifican en XML de la siguiente manera (lo que
constituye la desambiguación en sí):
(1)
a. <tok c=“NCCS” f=“ó·xa” l=“hoja”>hoja</tok>
b. <tok c=“VMII3S0” f=“o·í·a” l=“oír” n=“oía”>oja</tok>
En donde tok representa el nombre de la etiqueta XML utilizada para codificar
palabras gráficas. La etiqueta tiene los siguientes atributos opcionales: c, f, l y n en los
que se codifican, respectivamente, la categoría gramatical, la transcripción fonológica,
el lema y, opcionalmente, una normalización (que está muy relacionada con la lista de
excepciones o lista de filtrado que se mencionó antes; las excepciones para cada regla
aparecerán, dado el caso, en su sonido correspondiente del capítulo 4).
En (1a) arriba, hoja tiene la categoría gramatical c, “NCCS” que corresponde, en
el estándar EAGLES3, a nombre común, género común, singular. Mientras que en (1b),
oja tiene la categoría “VMII3S0” que corresponde a verbo principal, imperfecto de
indicativo, 3ª persona singular, sin marca de género. El atributo f representa, en ambas
instancias, la transcripción fonológica asociada y el atributo l corresponde al lema (la
forma canónica). Todo esto corresponde a la desambigüación, con relación a su
categoría léxica; es decir, cuando se trate de verbo lo transcribirá como /o·í·a/, y
3
Expert Advisory Group on Language Engineering Standards, cuya página electrónica se encuentra
disponible en http://www.ilc.cnr.it/EAGLES/home.html.
Neevia docConverter 5.1
16
exhibirá el lema oír, y cuando se trate de sustantivo como /ó·xa/, que tendrá como lema
hoja. Finalmente, el atributo n consigna una normalización que permite descifrar la
forma original atestiguada en el contexto original y que también podrá contribuir a la
desambiguación de dicha forma.
Como se vio, estas etiquetas contienen información lingüística que se añadirá a
cada una de las palabras del corpus, de tal suerte que el CHEM tendrá etiquetadas sus
palabras con datos lingüísticos. Entre estos se contará con la transcripción fonética
asociada a cada palabra y, mediante este dato, se podrán ver las variantes gráficas de
cada una de ellas, como se mencionó en §2.1., en las búsquedas que se hagan en la
interfaz de internet.
2.3. Caracteres de codificación: ASCII y Unicode
Todos los caracteres que se utilizan en el trabajo de la computadora tienen códigos
específicos asignados para que esta pueda procesar la información. Me refiero a los
sistemas estándares de codificación como ASCII y Unicode.4
Esto es importante porque nos indica que, así como a cada letra que escribimos
en un texto se le asigna una codificación para que la computadora pueda procesarla y
hacerla presentable a nuestros ojos; de la misma manera, el transcriptor automático
requerirá de la codificación de diferentes símbolos para cada fonema transcrito. Ya que
el teclado de una computadora no contiene símbolos fonéticos, (por ser estos especiales
y porque sólo un sector de la población los utiliza, ya que son de difícil manejo), se
4
El código ASCII (American Standard Code for Information Interchange) se creó en los años 60 como
una evolución de los códigos usados en telegrafía. Así, se implementó su utilización en el mundo
computacional y se asignó una codificación que especifica una cadena de bits y símbolos alfanuméricos
para procesar y almacenar información, así como para la comunicación entre medios digitales. Más
adelante se creó Unicode (que contiene en sí mismo a ASCII) como un estándar industrial que asigna un
único punto de código para cada caracter. Esto es, que para un mismo caracter se asignan diferentes
códigos según ASCII o Unicode. Estos códigos no añaden información extra al texto, pues esto lo hacen
las etiquetas de marcado de lenguajes como HTML y XML de los que se habló en la nota 4 (Wikipedia.
2007. Código ACSII y Unicode).
Neevia docConverter 5.1
17
utilizan estos sistemas de codificación para hacer transcripciones fonético-fonológicas.
Por ejemplo, a un símbolo fonético como [s], se le asignará un código especial y a un
símbolo como [s] se le asignará otro.
Unicode y ASCII por sí mismos contienen caracteres de representación
fonológica, pero no permiten realizar transcripciones finas, ya que carecen de muchos
caracteres necesarios para este tipo de investigaciones. Para ello se crearon, con base en
estos códigos, alfabetos fonéticos que permiten hacer análisis finos en el área de
fonética y fonología, estoy hablando de alfabetos como AFI, RFE y Mexbet que
explicaré a continuación.
2.4. Caracteres de representación fonética: RFE, AFI, Mexbet
La Revista de Filología Española (RFE) creó su propio alfabeto fonético por las
insuficiencias que presentaba el Alfabeto Fonético Internacional (AFI) de la
International Phonetic Asociation para representar los múltiples alófonos del español
(Navarro 1966-1967:7).
El alfabeto de la RFE se creó con símbolos base y con diacríticos para
representar las diferentes producciones de los hablantes y fue de gran utilidad al hacer
análisis fonéticos finos, como en el área de dialectología.
En la presente investigación utilizo el alfabeto de la RFE, ya que es el alfabeto
utilizado por la comunidad de la tradición hispanista y empleado en la gran mayoría de
los textos consultados para la realización de esta tesis.
En el Apéndice 1 hago una correlación entre el RFE y el AFI. Asimismo, se
encontrará, en ese apéndice, una correlación entre los alfabetos mencionados y Mexbet,
desarrollado por Cuétara como parte de su tesis de maestría en 2004, ya que el
transductor automático que se elaborará arrojará las transcripciones en los tres alfabetos.
18
Neevia docConverter 5.1
Mexbet tiene como antecedente varios alfabetos que contenían algunos errores
por influencia de lenguas como el inglés (por ejemplo, clasificaban como semivocales a
las líquidas) y de dialectos como el castellano (incluían la pronunciación de /l/). Cuétara
mejoró los alfabetos previos y propuso un sistema de diacríticos compatibles con los
sistemas de codificación computacionales. Por ejemplo, marca como a_2 un alófono de
/a/ velarizado. Sin embargo, también mantuvo algunos signos de tradición, como B, D,
G, para los alófonos de /b/, /d/, /g/ fricativizados (Cuétara 2004).
La finalidad de Cuétara al desarrollar este alfabeto fue “contar con un alfabeto
específico para el español de la ciudad de México que [pudiera] aplicarse a las
tecnologías del habla, buscando conciliar en la medida de lo posible los principios de
los alfabetos de la AFI y de la RFE” (Cuétara 2004:70).
La aplicación final relacionada con esta investigación (Fonseca, en proceso)
proporcionará una correlación entre AFI, RFE, Mexbet y los caracteres de codificación
explicados arriba (ASCII y Unicode) que utiliza la computadora para manejar y
procesar la información.
2.5. TranscríbEMex: antecedente de la aplicación
TranscríbEMex (Transcriptor fonético automático para el español de México) es una
herramienta computacional que realiza transcripciones automáticas a nivel fonético y
fonológico. Fue desarrollada por Cuétara y Villaseñor (2004) para un proyecto del
IIMAS de la UNAM en el lenguaje computacional conocido como Perl.
Esta herramienta presenta, además de las transcripciones en los niveles fonético
y fonológico, una segmentación silábica de cada palabra. Puede transcribir desde
palabras y oraciones hasta archivos de texto completos.
Neevia docConverter 5.1
19
TranscríbEMex es el antecedente de la aplicación final que desarrollará Fonseca
porque este programa no puede, por sí solo, adaptarse a las necesidades que requiere el
CHEM. Las reglas funcionales de transcripción para TranscríbEMex fueron
desarrolladas para el español de la ciudad de México del siglo XX, y, como veremos más
adelante (en §2.6.), el CHEM se compone por textos del español de México (de varios
estados de la República) que abarcan los siglos
XVI
al
XIX,
por lo que las reglas de
transcripción del TranscríbEMex no son apropiadas para estos periodos previos de la
lengua española.
En la figura 8 podemos ver cómo funciona TranscríbEMex para un texto del
siglo XVI a partir del sintagma Sacra çesárea catholica majestad:
Figura 8. Transcripción de Sacra çesárea catholica majestad en TranscríbEMex
Es evidente que la interfaz de TranscríbEMex no funciona para textos del siglo
XVI.
En la figura 8 tenemos un ejemplo con el sintagma Sacra çesárea catholica
majestad, fórmula que se encuentra abundantemente en los documentos del CHEM, y
que contiene una serie de fenómenos frecuentes en el español hablado en México en el
siglo XVI, los problemas que muestra TranscríbEMex al transcribir esta frase son:
-
El programa no lee la grafía ç, así que simplemente la ignora y no la transcribe.
-
El dígrafo th, no lo transcribe como /t/, ya que lo segmenta erróneamente (cathó-li-ca) y presenta t como archifonema /D/.
Neevia docConverter 5.1
20
En la figura 9 vemos otro fragmento de texto del español del siglo
XVI
que
corresponde a la frase no puedo dexar de hazer lo que soy oblygado y así se ve en
TranscríbEMex.
Figura 9. Transcripción de no puedo dexar de hazer lo que soy oblygado en TranscríbEMex
En este ejemplo (figura 9) vemos que este programa transcribe la grafía x de
dexar como /ks/ de examen. Esta grafía presenta complicaciones tanto para el español
actual cuanto más para el español hablado en el siglo
XVI,
ya que en ese entonces
correspondía al sonido prepalatal5 fricativo sordo [s] que se encontraba en una etapa
avanzada de velarización; también correspondía, en algunos casos ya, al velar, o se
usaba, como actualmente, para reflejar la secuencia [ks].
En la actualidad, la letra x representa un problema en sí, ya que para el español
puede corresponder a varios sonidos, es decir, puede simbolizar [x], [s], [ks] y [s].
TranscríbEMex no resolvió este problema, pues todas las grafías x las transcribe como
/ks/. Para hacer las transcripciones correctas, (al ser esta una grafía que no depende del
contexto para tener una correspondencia fónica), se debió haber establecido una lista de
excepciones, o de filtrado, para asignar a cada palabra su correcta transcripción
fonológica.
5
Algunos investigadores utilizan el término postalveolar o prepalatal para marcar la zona de articulación
de este sonido [s], al igual que la del sonido africado [s]. Algunos otros prefieren utilizar el término
dorsopalatal para resaltar el modo de articulación de la lengua en la zona palatal. A lo largo de esta
investigación me referiré a ambos sonidos como prepalatales.
Neevia docConverter 5.1
21
Los anteriores son algunos de los problemas que plantea este transcriptor al
trabajar fragmentos de textos del siglo
XVI,
lo cual es lógico ya que su finalidad es
transcribir el habla de la ciudad de México del siglo XX.
Con base en las reglas que arrojará el presente análisis para cada grafía
observada en los documentos del español hablado en México en el siglo XVI, se hará un
nuevo transcriptor fonológico en el lenguaje de programación Java. Este transcriptor
primero transcribirá las palabras contenidas en la lista de filtrado de la que he hablado
antes (Apéndice 3) y después ejecutará de manera automática las reglas obtenidas en
este análisis.
Posteriormente, partiendo de esta investigación y con el transcriptor
funcionando, se podrán modificar las reglas y los sonidos para cada periodo de los que
está conformado el CHEM y, así, transcribir fragmentos de cualquier periodo del
corpus.
2.6. El Corpus Histórico del Español en México: necesidades
El Corpus Histórico del Español en México6 (CHEM) es un proyecto del Instituto de
Ingeniería (II), dirigido por el Dr. Alfonso Medina Urrea como parte de los trabajos del
Grupo de Ingeniería Lingüística (GIL).
El objetivo central del proyecto es “constituir un corpus diacrónico del español
de México que pueda ser utilizado por investigadores del lenguaje y cultura de la Nueva
España y el México del siglo XIX, mediante una interfaz de internet” (Medina y Méndez
2006:248).
6
Proyecto DGAPA-UNAM, PAPIIT IN400905, “Constitución del Corpus Histórico del Español en
México (CHEM)”.
Neevia docConverter 5.1
22
El corpus está conformado por textos de los siglos XVI, XVII, XVIII y XIX. Son de
diferentes temáticas y de diversos orígenes diatópicos. Para el periodo del siglo
XVI
el
corpus está conformado por tres textos: Cartas de Diego de Ordaz (Lope Blanch 1998),
Documentos lingüísticos de la Nueva España. Altiplano Central (Company 1994) y Los
procesos inquisitoriales contra indígenas que realizó Fray Juan de Zumárraga en
Nueva España (1536-1543) (Buelna 2006)7.
El siglo
XVII
lo conforman: los Documentos Lingüísticos de la Nueva España.
Altiplano Central (DLNE). Para el siglo
XVIII
se cuenta con: los DLNE, el Mercurio
volante (Bartolache 1979), Obras I-Periódicos (Alzate 1980) y el Theatro americano
(Villa-Señor 1746). Y el siglo XIX está conformado por: los DLNE, un Recetario (1831),
y varias constituciones federales y de los estados.
Es importante mencionar que el CHEM es un corpus abierto, por lo que en el
transcurso del proyecto se le incorporarán nuevos documentos, se ampliará su
información lingüística y se mejorará su interfaz. Cabe enfatizar que la futura inclusión
de nuevos documentos, seleccionados metódicamente para llenar vacíos de áreas
geográficas y temáticas (principalmente), garantizará el acercamiento del repositorio
con el que se cuenta a los ideales de representatividad y equilibrio que todo corpus debe
buscar satisfacer.
Comparado con los corpus mencionados en §2.1. el CHEM se diferencia de los
corpus de la RAE porque es un corpus exclusivo para México y para los siglos en los
que empezó a existir la lengua española en América (específicamente en México) hasta
el siglo XIX.
Comparado con el Corpus del Español de Mark Davies, el CHEM se propone
llevar a cabo la consideración de similitudes fonológicas entre palabras gráficas
7
Véase el §4.1. y la bibliografía de esta tesis.
Neevia docConverter 5.1
23
diferentes y etiquetar el corpus. Con respecto a las dos cuestiones anteriores, para el
Corpus del Español, vivir y bibir, por ejemplo, son palabras diferentes, mientras que el
CHEM hará la relación entre estas dos formas con base en su similitud fonológica, lo
que constituye la aportación principal de esta tesis. Por otra parte, el Corpus del Español
de Mark Davies, etiqueta n-gramas8 en una base de datos y no el corpus en sí.
Para el estudio del español mexicano se encuentran problemas, “algunos de ellos
son la escasa documentación sobre el dialecto mexicano en siglos previos, la falta de
normas ortográficas que impiden identificar rasgos lingüísticos consistentes y el manejo
de caracteres que hoy en día ya no se utilizan” (Medina y Méndez 2006:248).
Gracias a este corpus se podrán realizar estos estudios con base en la
información lingüística que se ha estado añadiendo al mismo. Medina y Méndez
afirman que:
Muchas investigaciones lingüísticas descansan bajo la premisa de que los datos
empíricos que proporcionan los corpus son la mejor manera de conocer diversos
fenómenos del lenguaje. Este es el caso, en especial, de los estudios diacrónicos,
para los que no se puede contar con los conocimientos y la intuición de hablantes
de los estados de lengua que se comparan (2004:5).
Para el caso específico de la investigación que me atañe, no se cuenta con datos
reales de hablantes (grabaciones) por razones obvias, así que sólo disponemos de las
vacilaciones gráficas de las palabras para la representación de los sonidos.
La investigación realizada en esta tesis constituye una de las aportaciones que se
implementarán a la interfaz del CHEM para su mejoramiento. Algunos otros trabajos
dentro de este proyecto son: un etiquetador de categorías gramaticales (o partes de la
oración, calco del término POS, por sus siglas en inglés parts of speech) en realización
por Carlos Méndez, de la Maestría en Lingüística Hispánica; el transductor ortográficofonológico que está en proceso por Carlos Fonseca; un sintetizador de voz hecho por el
8
Dentro del ámbito de la ingeniería lingüística y en un nivel sintáctico, un n-grama corresponde a una
palabra gráfica.
Neevia docConverter 5.1
24
equipo de Abel Herrera, en la Facultad de Ingeniería, entre otros. Habrá que mencionar
también la implementación de estadísticas en el CHEM para hacer búsquedas por
palabras asociadas (por ejemplo, los constructos verbo-nominales, como echar ojo y
echar aguas, o formas asociadas con otras como sal y pimienta o sal y azúcar) y las
frecuencias de aparición.
Son muchas las aportaciones que se pueden hacer a un corpus abierto; entre las
necesidades del CHEM se encuentran: hacer las reglas de correlación entre sonido y
grafía para los demás siglos y ver la cronología de los cambios fonéticos que ocurren en
el español de México, hacer la lematización de las palabras para asignar el atributo lema
de la etiqueta tok que se mencionó en §2.2. Etiquetar manualmente categorías
gramaticales para entrenar el programa que lo hará automáticamente. Se necesitará
aumentar el inventario de documentos y adecuarlos al formato del CHEM.
Además serán útiles otros estudios lingüísticos; por mencionar algunos, se
planea hacer la clasificación del se y la ampliación de su funcionalidad en el español de
México, la clasificación de la morfología del español de México a través de los
documentos, el ordenamiento de afijos o afitáctica, estudios sobre léxico indígena, el
uso del léxico dentro del tema jurídico, o culinario, etcétera.
Como vimos en este capítulo, el CHEM, al ser un corpus específico de México,
necesita estudios especiales para el español mexicano. A través de las reglas que arroje
esta investigación y que finalmente se implementarán a un transcriptor (aparte de la
transcripción fonética correcta a las palabras de la lista de filtrado), será posible que en
la interfaz de internet del corpus se asocien por su sonido palabras gráficas diferentes y,
de esta manera, aparecerán todas las formas asociadas en las búsquedas en el CHEM
como se ilustró en §2.2. Para hacer las correspondencias entre grafía y sonido no basta
saber en qué contextos aparece determinada grafía, sino asociar a dicha grafía su sonido
Neevia docConverter 5.1
25
correspondiente; por ello se abordarán los temas del español asentado en México en el
siglo XVI en el siguiente capítulo.
Neevia docConverter 5.1
26
3. FENÓMENOS FONÉTICOS GENERALES EN LA HISTORIA
DEL ESPAÑOL DE AMÉRICA
Todo fenómeno pretérito de evolución fonética
se presta siempre a diversas interpretaciones históricas.
Casi todas parecen ser posibles, pero todas resultan,
en último caso, indemostrables. La historia es
en un elevado porcentaje recreación, suposición.
Salvador, 1982.
En este apartado veremos tres temas fundamentales para la configuración del español de
México del siglo
XVI.
En primer lugar, la transición del castellano medieval al español
moderno dentro de España, pues esta se da de diferentes maneras según la región de la
que se trate, y como veremos en §4.1., este hecho determina la vacilación gráfica
presentada en los textos según la región originaria de cada amanuense o testigo.
Después, abordaré el tema del español trasplantado a América, cómo se da y de qué
manera influye en la pronunciación americana. Finalmente, veremos cómo se presenta
el andalucismo en América y cómo este permea los sonidos con los que se hablaba en
México hacia el siglo XVI.
3.1. Cambios fónicos del español medieval al moderno
Los cambios más complejos en el sistema fónico del español se dan en el sistema
consonántico. Podemos apreciar que en el cambio del latín al castellano antiguo y de
este al español moderno, las consonantes son las que sufren mayores transformaciones
para llegar a su estatus actual.
Como veremos a continuación, en el sistema fonológico latino (figura 10) no hay
fonemas en la zona palatal del espacio articulatorio, en cambio, en el sistema fonológico
del castellano medieval (figura 11) proliferan los fonemas en esta zona de articulación
27
Neevia docConverter 5.1
(cf. §4.3.3. al §4.3.5.). Para el paso del sistema fonológico del castellano medieval
(figura 11) al español moderno (figura 12) podemos ver un ajuste en esta zona de
articulación y, consecuentemente, la pérdida de algunos fonemas palatales y la
conservación de otros. Veamos las tres figuras siguientes en las que se muestran los
sistemas fonológicos del latín (figura 10), del castellano medieval (figura 11) y del
español moderno (figura 12).
En la figura 10 (Lloyd 1987, Penny 1993/2001) se aprecia que el sistema
fonológico consonántico latino era muy sencillo, observamos que no existen fonemas
africados y que tampoco hay fonemas en la zona palatal del espacio articulatorio, (faltan
en la figura los correspondientes geminados; que son fonemas de cantidad larga, por
ejemplo /p:/ corresponde a una doble p gráfica: SUPPLICARE > suplicar).
En cambio, en el sistema fonológico del castellano medieval (Lloyd 1987, Penny
1993/2001), figura 11, hay un incremento en los fonemas, pues, según la zona de
articulación, surgen los que se articulan en el paladar y, según su modo de articulación,
los africados.
En la modalidad atlántica del español moderno (Quilis 1993/1999), figura 12,
vemos que algunos de los fonemas creados en romance se mantienen, pero otros
desaparecen. Justamente, es el reajuste de los fonemas de la zona palatal, lo que
veremos en la presente tesis, pues es en el siglo
que venían gestándose durante los siglos
XIV
y
XVI
XV
cuando se consolidan los cambios
(algunos aun antes), y se nivela el
sistema fonológico actual. Para García de Diego “la ortografía española no ha llegado a
su admirable equilibrio de fonetismo y tradición y a su admirable sencillez y fijeza sino
después de vicisitudes seculares” (1970:52), lo cual se refleja en la diferencia de la
cantidad de fonemas que presentan los tres siguientes sistemas fonológicos
consonánticos.
Neevia docConverter 5.1
28
Oclusivas sordas
Oclusivas sonoras
Africadas sordas
Africadas sonoras
Fricativas sordas
Fricativas sonoras
Nasales
Vibrantes
2
glotales
velares
h
glotales
palatales
prepalatales
alveolares
t
d
f
[b]
m
dentales
labiodentales
p
b
k
g
velares
palatales
prepalatales
alveolares
dentales
labiodentales
labiales
labiales
Oclusivas sordas
p
t
Oclusivas sonoras b
d
Africadas sordas
Africadas sonoras
Fricativas sordas
f
s
Fricativas sonoras
Nasales
m
n
Vibrantes
r
Laterales
l
Figura 10. Sistema fonológico latino1
k
g
s
z
n
r / r
s
z
s
z
c
h
y
n
Laterales
l
l
Figura 11. Sistema fonológico del castellano medieval
1
Nótese que se han anexado filas para fonemas africados y columnas para realizaciones en la zona
palatal. Aunque el sistema consonántico fonológico latino no poseía fonemas con estas características y
estas posiciones se encuentran vacías, es pertinente para que el lector pueda observar que la zona palatal
fue la que tuvo mayor movimiento en el cambio del sistema fonológico del castellano medieval al español
moderno, como se observará en las dos figuras siguientes.
2
Este sonido se vio envuelto en una polémica acerca de su estatus fonológico. Algunos estudiosos, como
veremos en §3.1.2., aseguran que nunca hubo diferenciación de sonido entre las grafías b y v, otros
opinan que la única diferencia era el modo de articulación [b] oclusivo y [b] fricativo, ambos labiales, y
que la diferenciación se perdió hasta el siglo XVI.
Neevia docConverter 5.1
29
glotales
velares
palatales
prepalatales
alveolares
dentales
labiodentales
labiales
Oclusivas sordas
p
t
k
Oclusivas sonoras b
d
g
Africadas sordas
c
Africadas sonoras
Fricativas sordas
f
s
x
(s)3
Fricativas sonoras
y
n
Nasales
m
n
r / r
Vibrantes
Laterales
l
(l)4
Figura 12. Sistema fonológico del español moderno (modalidad atlántica)
Ahora bien, después de confrontar los sistemas fonológicos de los tres estados de
lengua (latín, castellano medieval y español moderno) y ver las diferencias que se
perciben de manera evidente, explicaré cómo fue el proceso de cambio entre el
castellano medieval y el español moderno5 en España y de qué manera se verá reflejado
en el español americano y en los textos del corpus de trabajo.
Los principales cambios que ocurren son:
-
El ensordecimiento de los fonemas prepalatal africado sonoro /z/, prepalatal
fricativo sonoro /z/ y alveolar fricativo sonoro /z/ en /s/, /s/ y /s/,
respectivamente (Lapesa 1981, Lloyd 1987).
-
La confusión del fonema prepalatal africado sordo /s/ con el alveolar fricativo
sordo /s/, en la modalidad atlántica del español (Alvar 1982).
3
Veremos más adelante §4.4.1. que este fonema se comporta como alófono de /s/.
Se conserva como dialectalismo en muy pocas zonas americanas.
5
La transición del sistema fonológico latino al castellano medieval es muy interesante pero no atañe su
explicación en esta tesis.
4
Neevia docConverter 5.1
30
-
La velarización del fonema prepalatal fricativo sordo /s/6 → /x/ (Menéndez Pidal
1982).
-
La total confusión del fonema bilabial oclusivo sonoro /b/ y el bilabial fricativo
sonoro /b/ (Alatorre 1979/2003, Lathrop 1984/1992).
-
La pérdida del fonema labiodental fricativo sordo /f/ → Ø en algunas voces de
origen latino (Pensado 1984, Menéndez Pidal 1986).
-
La confusión del fonema palatal lateral /l/7 con el palatal central /y/ (Parodi
1995).
3.1.1. Reajuste de sibilantes
Sobre el proceso de ensordecimiento de las prepalatales africada y fricativa /z/ y /z/ y la
alveolar fricativa /z/; la confusión del fonema prepalatal africado sordo /s/ con el
alveolar fricativo sordo /s/ y la velarización del fonema prepalatal fricativo sordo /s/ →
/x/, hay diferentes posturas, como veremos enseguida.
Algunos estudiosos, como veremos en seguida, proponen que el ensordecimiento
de los fonemas sonoros ocurrió primero y después modificaron su zona de articulación,
en el caso de /s/ → /x/, o su zona y modo de articulación, en el caso de la confusión de
/s/ → /s/. Otros lo proponen exactamente al revés, es decir, que primero modificaron su
zona y/o modo de articulación y después se ensordecieron. Veamos.
André Martinet en su Economía de los cambios fonéticos (1955/1974:421) se
sorprende por la sencillez del sistema fonológico del español actual, pero dice que para
6
Este fonema se conserva, en el español de México, en algunas voces de origen náhuatl, aunque casi no
tiene rendimiento fonológico sino que se comporta como variante alofónica de /s/ (cf. Lope Blanch
1972:94).
7
Se conserva muy esporádicamente, en algunos dialectos americanos.
Neevia docConverter 5.1
31
ello el español tuvo que pasar por varios cambios fonológicos como los de las sibilantes
y sitúa en la segunda mitad del siglo XVI y primeras décadas del XVII la confusión de los
tres fonemas sonoros /z/, /z/ y /z/ con sus correspondientes sordos. Este autor diferencia
el ensordecimiento y el desplazamiento de las articulaciones pero no por ello deja de
clasificarlos como fenómenos concomitantes.
También Antonio Alatorre (1979/2003:305, 306) acepta que el ensordecimiento
ocurrió antes que el cambio de punto y modo de articulación para estos fonemas. Ubica
el fenómeno hacia 1540 como un cambio que ocurrió de norte a sur, de manera que
cuando en Burgos ya habían adoptado la forma innovadora açer /atsér/, en Toledo y en
las provincias del sur aún pronunciaban hazer /xadsér/. La igualación de sordas y
sonoras iniciada en el norte se generalizó en la segunda mitad del siglo XVI por el resto
de España. Hacia 1540, la pronunciación innovadora de Burgos comenzó a extenderse
también por Andalucía y de esta provincia se propagó hacia el Nuevo Mundo.
Por esta misma línea de investigadores se encuentra Rafael Lapesa (1981:373),
quien también asegura que este fenómeno va de norte a sur. Así, indica que fue
irradiado desde Aragón y Castilla la Vieja y que después se expandió por Toledo,
Extremadura, Murcia, Andalucía y América, sin dejar más que algunos reductos
dialectales.
Señala los cambios en el modo y zona de articulación como posteriores: “el
aflojamiento de las africadas en fricativas, atestiguado en la Andalucía occidental desde
principios del siglo
XV,
se produjo también en el Norte y meseta septentrional con
independencia respecto al fenómeno andaluz y probablemente con posterioridad a él”
(Lapesa 1981:373). Atestigua el fenómeno desde principios del
XV
pero este no se
generaliza hasta el siglo XVII.
Neevia docConverter 5.1
32
Catalán (1982:103) propone que es una práctica castellano-vieja la de ensordecer
las sibilantes sonoras y que finalmente se adoptó en el habla descuidada de Madrid y
Toledo en la segunda mitad del siglo
XVI.
Se impuso, pues, en el habla cortesana de
Felipe II, y de allí adquiere estatus social, por ello se extiende hacia otras provincias,
entre ellas Valencia y Sevilla.
Durante el siglo
XVI
y a principios del
XVII
se trata, por parte de algunos
puristas, de hacer las distinciones pertinentes entre sonidos, es decir, respetar la
ortografía, pero sólo es un afán normativo de utilizar bien la lengua. Esto es sólo un
intento pues la confusión de grafías estaba totalmente establecida desde finales del siglo
XVI
como señal de que la gente común y corriente confundía sordas con sonoras,
Catalán menciona que esta práctica “fue imponiéndose en el habla descuidada de la
mayoría a lo largo de esta segunda mitad de siglo, hasta tal punto que, en el último
cuarto del siglo
XVI,
había triunfado incluso entre los más letrados, con la consiguiente
alarma de gramáticos y preceptistas (1982:103).
Por su parte, Lloyd (1987:330) también propone que el ensordecimiento ocurrió
primero: “as late as the last decade of the sixteenth century, there is evidence of a
maintenance of the phonemic distinction between /s/ and /z/ in parts of the south [de
España], although it was undoubtedly archaic then” y después el cambio de modo de
articulación: “by the end of sixteenth century even many conservative speakers had
adopted the fricative pronunciation” (Lloyd 1987:334). Sin embargo, no descarta la
posibilidad de que estos cambios ocurrieran al mismo tiempo, menciona que empezaron
en el siglo XIII y finalmente triunfaron en el XVI.
Para Cano (1988:239) empiezan primero las confusiones de sonoridad y después
el reajuste de punto y modo de articulación en las sibilantes. También menciona que el
fenómeno empieza por el norte y el centro de la Península y que después se propaga por
Neevia docConverter 5.1
33
el sur. Explica que “tras el ensordecimiento de sibilantes y palatales, otros dos
fenómenos vinieron a ordenar las distinciones entre los fonemas que quedaron, con el
objeto de evitar las confusiones entre unos y otros” (Cano 1988:239); es decir, ocurrió
una refonologización8 consistente en la velarización de /s/ → /x/ y, en Castilla, la
refonologización de /s/ → /θ/. Respecto a esta refonologización, recordemos que en el
español atlántico resultó una confusión (o desfonologización)9 con el fonema alveolar
fricativo sordo /s/ que ya existía en latín.
Otra voz que se suma a señalar antes el ensordecimiento que el cambio de
articulación de estos fonemas es la de Cabrera (1992:4, 5) y ubica su origen incluso en
la segunda mitad del siglo
XIV.
Sin embargo, la definitiva consolidación del cambio la
reporta a finales del siglo
XVI.
Se agrega a la teoría que afirma que el fenómeno se
propagó desde el norte de la Península, pues la idea ya había sido sugerida por
lingüistas como Cuervo y respaldada por autores como Alonso y Menéndez Pidal.
Lope Blanch (2000:204-205) apunta que “el ensordecimiento de la apicoalveolar
fricativa sonora /z/ (escrita como -s- sencilla en posición intervocálica) y su
consiguiente confusión con la sorda correspondiente /s/ (ortográficamente -ss- o sinicial) se documenta desde los comienzos mismos del siglo
XV,
y era ya relativamente
común a finales de esa centuria”. Y esto lo confirma en su análisis de las Cartas de
Diego de Ordaz, pues el conquistador sólo utiliza la grafía s. Las Cartas, que se
utilizaron en esta investigación, reflejan en gran medida el habla del español usado en
México en el siglo XVI y, por ende, aportarán importantes datos para este análisis.
8
Jakobson (1971:115) define la refonologización como “la transformación de una diferencia fonológica
en una diferencia fonológica heterogénea que se encuentra frente al sistema fonológico en una relación
distinta de la primera”.
9
Para Jakobson (1971:108), una desfonologización es “la supresión de una diferencia fonológica”.
Neevia docConverter 5.1
34
Blanco (2006:85, 86) indica que el reajuste de sibilantes es un fenómeno tardío
dentro del siglo
XVI,
ubica el proceso de pérdida de sonoridad en el norte de la
Península, con un avance significativo (es decir, era frecuente) hacia mediados del siglo
y generalizado hacia el XVII. La pérdida de oclusión la documenta, en las sonoras, hacia
medidos del siglo
XVI
y en la sorda hasta el
XVII.
Por lo que podemos intuir que eran
fenómenos que convivían. Documenta la velarización del fonema prepalatal fricativo
sordo /s/ hacia finales del siglo XVI y cumplido hasta bien entrado el siglo XVII.
Hasta ahora hemos visto las investigaciones que sustentan que el
ensordecimiento de los fonemas sonoros ocurrió antes que el cambio en el punto y
modo de articulación de los mismos. A continuación presento a los autores que
defienden la postura contraria, es decir, que plantean que primero hubo un cambio de
correlación entre los fonemas y que después se ensordecieron.
Amado Alonso (1955/1976a:314) propone, con base en el análisis de
documentos, que el cambio de africadas a fricativas sucedió alrededor de la segunda
mitad del siglo XVI y que hasta el último tercio de ese mismo siglo sufrieron el proceso
de ensordecimiento. Sin embargo, menciona que ç, /s/, permaneció africada hasta el
siglo
XVII.
Podemos intuir que la conservación de este fonema se puede deber a su
revitalización en léxico americano de lenguas nativas o a fenómenos de hipercorrección.
Menéndez Pidal (1904/1940:113) también comenta que a partir del siglo
XVI
estos fonemas habían cambiado de africados a fricativos, y menciona la aparición del
fonema interdental /θ/ para el español castellano y la velarización de /s/ → /x/. Sitúa el
ensordecimiento en los comienzos del siglo XVII.
Neevia docConverter 5.1
35
De igual manera, Alvar (1982:132) propone primero la pérdida de oclusión y
después el ensordecimiento. Así, nos explica el cambio de correlaciones entre estos
fonemas y también la forma en la que se produjo el seseo andaluz:
El sistema medieval castellano con sus dos pares de sibilantes (s [z] fricativa
sonora –ss [s] sorda, y z [z] africada sonora ç [s] sorda) estaba caracterizado por el
carácter apical de las primeras y el predorsal de las segundas. Al perderse la
oclusión de [z] y [s] surgió una oposición mínima entre articulaciones apicales y
predorsales, que era de difícil sostenimiento por la proximidad tanto articulatoria
como de timbre. El castellano adelantó hasta θ las z y s predorsales –con lo que
vinieron a distinguirse de las z, s apicales; mientas que el andaluz las atrajo al
punto de articulación de las predorsales, neutralizándolas. Como, por otra parte, se
había anulado la oposición de sonoridad, el castellano creó una oposición θ-s
mientras que, en andaluz, todo quedó en una neutralización, /s/ (Alvar 1982:132).
Abad (1982:89) propone que desde el siglo
XV
se hallaba generalizada en el
habla común del Reino de Sevilla la pérdida del carácter africado de ambas consonantes
(z y ç); sin embargo, menciona que la ausencia de oclusión alcanzó primero a la z y
después a la ç.
También Diego Catalán (1989:70) habla sobre la fricativización de estas
consonantes desde el siglo
XV,
sobre todo en el habla popular. Menciona que por esta
falta de africación de las consonantes se produjo el seseo en el habla de Sevilla:
Podemos afirmar que en el siglo XV se hallaba tan generalizada en el habla común
del reino de Sevilla la pérdida del carácter africado de /ç/ y /z/, que la /ç/ se
asemejaba peligrosamente a la /ss/ y la /z/ a la /s/, dando lugar a una creciente
tendencia a identificar estos fonemas en una pareja única de dorso-dentales
fricativas, sorda y sonora (Catalán 1989:70).
Como se aprecia en la cita, Catalán aún menciona la diferencia entre sordas y
sonoras, entonces podemos inferir que el ensordecimiento se produjo después de la
pérdida del carácter africado de estas consonantes.
De igual manera Penny (1993:121) resalta la diferencia de sonoridad después de
que ya había ocurrido la fricativización de estas consonantes: “Las sibilantes africadas
(sorda y sonora) del español medieval se convirtieron en fricativas al inicio del siglo
Neevia docConverter 5.1
36
XVI.
Las demás sibilantes se mantuvieron en fricativas alveolares y fricativas
prepalatales (sordas y sonoras)”.
Los testimonios anteriores no significan, sin embargo, que la pérdida de
sonoridad y la pérdida de oclusión fueran fenómenos separados o que se hayan
diferenciado tajantemente entre sí, eran fenómenos en convivencia que podían estar
sucediendo al mismo tiempo. Así lo menciona Lathrop (1984:223) pues no separa los
dos cambios, solamente apunta su inicio en fechas diferentes, después menciona que un
proceso se suma al otro, ya que “tenemos ciertas noticias sobre confusiones y trueques
entre sordas y sonoras desde finales del
XV.
Además, en el
XVI
empieza a perderse la
pronunciación africada de la pareja [s]-[z]”.
Con base en todo lo anterior y en el análisis del corpus (el cual se mostrará en el
Capítulo 4), sugiero que el ensordecimiento ocurrió primero y después el cambio en la
correlación de los fonemas indicados. Esto lo propongo porque en el corpus de trabajo
para esta tesis la s y la z alternan asistemáticamente en los mismos contextos y no se
encontraron grafías que señalen sonoridad exclusiva, como i, gi, ggi, gh para el sonido
[z], s para [z] y z para [z]. En cambio, sí se encontraron muestras del sonido prepalatal
africado sordo [s], es decir, graficaciones con ç y muestras del sonido prepalatal
fricativo sordo [s], graficado con x, lo cual nos indica que la confusión de [s] con [s] y
la velarización de [s] → [x] eran fenómenos en proceso, quizá en etapa de iniciación,
pero de ninguna manera generalizados ni concluidos, mientras que la pérdida de
sonoridad ya estaba en una etapa más avanzada o totalmente cumplida.
Con esto vimos cómo fue la transición del español medieval al moderno en lo
que respecta al ensordecimiento de sibilantes y al cambio en el punto y modo de
articulación de las mismas: la confusión de /s/ con /s/ y la velarización de /s/ → /x/.
Neevia docConverter 5.1
37
3.1.2. Confusión gráfica y fonética de b y v
Ahora veremos las discusiones teóricas en lo que se refiere al estatus fonológico del
fonema labiodental fricativo sonoro /v/ y su total confusión con el labial oclusivo
sonoro /b/.
En primer lugar todos los estudiosos coinciden en que nunca existió el fonema
labiodental fricativo sonoro /v/, sino que, si alguna vez hubo diferenciación entre estos
dos fonemas, fue en que b y v eran: bilabial oclusivo sonoro /b/ y bilabial fricativo
sonoro /b/, respectivamente, es decir, la única diferencia radicaba en el modo de
articulación, uno oclusivo y el otro fricativo.
Amado Alonso (1955/1976a:21) sostiene que en el español medieval los dos
fonemas se distinguían, y que la v era bilabial /b/ porque lo atribuía a un sustrato
ibérico, ya que lo relacionaba con el cambio f- > h-, apoyándose en la falta de
labiodentales en las lenguas ibéricas. En español, clasifica la confusión como fenómeno
iniciado en el norte, en Burgos y las dos Castillas y con cierta resistencia en el sur, es
decir, en Andalucía los distinguían todavía hacia el siglo XVII.
Sin embargo, Alonso cae en una contradicción al decir que era un fenómeno
reciente en Zamora hacia 1560, pues esta provincia está en el norte de la península, muy
cerca de Burgos, en el Reino de León, y por ello lo más lógico sería pensar que la
confusión fuera temprana también allí. Veremos en §4.1. que Diego de Ordaz, autor de
las Cartas utilizadas en esta tesis era originario de Zamora y que en las cartas se ve
claramente la distinción de v y b en la escritura, sin embargo, esto no necesariamente
indica que distinguiera los dos sonidos, sino que era un hombre culto que tenía una
ortografía rigurosa.
Neevia docConverter 5.1
38
Dice Lope Blanch en su estudio sobre “La labiodental sonora en el español de
México” (1988) que los escribanos coetáneos de Diego de Ordaz confundían totalmente
los dos fonemas. Y en El habla de Diego de Ordaz menciona acerca de este problema
que:
En las cartas escritas por Ordaz mismo parece haberse conservado rigurosamente la
distinción entre b bilabial oclusiva /b/, y la fricativa labiodental (o también bilabial)
/v/, en posición intervocálica. (…) Pero en esta ocasión, las dos cartas no
autógrafas se apartan radicalmente de la fonética ordaciana. En ambas la confusión
de las labiales es total, en cualquier posición o secuencia. (…) En resumen,
confusión total y absoluta, donde Ordaz mantenía clara distinción fonética… o
milagrosa diferenciación ortográfica (Lope Blanch 1998:208).
Martinet (1955/1974:444) acepta que “hasta finales del siglo
XVI,
los casos de
confusión de b y v se limitan, en líneas generales, a Castilla la Vieja y a las provincias
septentrionales que le son vecinas”, por lo que concluyo que, como los casos de
confusión eran limitados, supone que había distinción en el resto de las regiones
españolas.
Alarcos (1981:133) también dice que las grafías b y v remitían a fonemas
diferentes en castellano y catalán medievales y explica que “cuando /v/ se realizó
bilabial [b], se confundió con la realización intervocálica del fonema /b/, que también
era [b], resultando que la relación primitiva /b/: /v/ se hizo [b]: [b], diferencia no
distintiva entre variantes combinatorias”.
Por otro lado Menéndez Pidal (1904/1940:114) acepta que “la lengua antigua
distinguía una b oclusiva sonora y una v fricativa sonora” pero que “hacia el siglo XVI se
confundieron ambos sonidos”. Indica que “la diferencia que hace la ortografía moderna
entre b y v quiere ser etimológica, pero no responde a la pronunciación” (Menéndez
Pidal 1904/1940:97).
Penny (1993/2001:119) por su parte, documenta la diferencia de estos dos
fonemas y propone la poesía como prueba de ello, pues estos fonemas oponían
39
Neevia docConverter 5.1
diferentes rimas. Pero dice que para finales del siglo
XIV,
/b/ y /b/ iniciales “se
neutralizarían en todos los contextos y la oposición fonológica sobreviviría tan sólo en
posición intervocálica”. Y para el siglo XV señala la fusión completamente. Para el siglo
XVI,
menciona que la confusión era total en todas las variedades del español.
Blanco (2006:44) apunta una clara distinción entre las grafías b y v
correspondientes, respectivamente, a los fonemas bilabial oclusivo sonoro /b/ y bilabial
fricativo sonoro /b/ en el siglo
XV.
Hacia finales de esa centuria atestigua la incipiente
confusión de grafías, que se extiende a lo largo del siglo XVI y se generaliza en el XVII.
Hasta ahora todos estos estudiosos proponen que existía una diferencia entre
estos dos fonemas, por lo menos en lo que respecta a su modo de articulación, pero
vemos que documentan las confusiones desde temprano. Enseguida veremos lo que
dicen los autores que sostienen que nunca hubo tal diferenciación entre b y v.
Por ejemplo, Alatorre (1979/2003:314) dice que “esta igualación parece haber
existido en Burgos y La Rioja, que fue donde tuvo origen el castellano y como nuestra
lengua es el castellano, convendrá que ciertos pedantes o despistados sepan que en ella
nunca se ha distinguido entre v y b”. Es curioso ver cómo trata de “pedantes” y
“despistados” a los que actualmente, mediante una hipercorrección, tratan de distinguir
/b/ y /v/ en un afán artificial de hablar bien la lengua y sólo ponen en evidencia su total
ignorancia del tema en cuestión.
De la misma manera Lathrop (1984/1992:30, 107) documenta esta confusión
“desde la época del latín vulgar, tanto b- como v- se pronunciaban como [b], y este
rasgo ha llegado hasta el español moderno”.
Cabe mencionar que, en sendos trabajos para el español de México del siglo XVII
y del siglo
XVIII,
Company (1993) y Reyna (2005), respectivamente, atestiguan la
Neevia docConverter 5.1
40
confusión de estos sonidos. Company porque no ve en los documentos ninguna
graficación con v y Reyna porque en sus documentos se utilizan ambas grafías en las
mismas palabras.
En los documentos del corpus utilizado en esta tesis las grafías b y v alternan en
los mismos contextos (con excepción de las cartas escritas por Diego de Ordaz), por lo
que concluyo que la diferenciación de los sonidos respectivos o se había perdido o los
amanuenses no la podían distinguir porque nunca existió una diferencia entre estos
sonidos.10
3.1.3. Aspiración de f- inicial
Las consonantes iniciales latinas, o por lo menos la mayor parte de estas, se conservaron
en su paso al castellano. Algunas sí sufrieron cambios como la f que cambió a h y
después tendió hacia su desaparición f- > h- > Ø, aunque en algunos casos se reforzó y
originó un fonema velar f- > h- > x-.
Adelante explicaré las diferentes teorías que tratan la causa del cambio de f- > hen español. Existen dos principales corrientes que explican dicho cambio; una de ellas, a
la que se ciñe la mayor parte de los estudiosos, con algunas diferencias en cuanto a su
postura, propone el cambio como influencia de las lenguas prerromanas como el vasco.
Por otro lado Salvador (1982) propone una teoría más innovadora en la que plantea una
causa geológica para la pérdida de f- inicial en español. A continuación apuntaré
detalles sobre una y otra teorías.
Menéndez Pidal (1926/1950:201) propone que “el paso de f > h es primitivo y
consustancial en el habla castellana del Norte y debido a la ausencia de f en los idiomas
10
Sigo hablando de dos sonidos diferentes por la discusión teórica presentada en este apartado en la cual
Amado Alonso (1955/1976a), Martinet (1955/1974), Alarcos (1981), Menéndez Pidal (1982), Penny
(1993/2001) y Blanco (2006) sostienen la diferencia entre /b/ y /b/.
Neevia docConverter 5.1
41
ibéricos”. Es decir, como una influencia de sustrato debida al vasco, lengua de origen
desconocido hasta el momento, con peculiaridades que no comparte con el español y
con ninguna de las lenguas latinas y la cual no posee el fonema /f/. Así, para Menéndez
Pidal es un fenómeno que tiene origen en el norte de la Península Ibérica y que de ahí se
propaga hacia el sur, cambiando las f- iniciales del latín a h- en el castellano antiguo.
Incluso en la toponimia de la zona hay pruebas del cambio de f- a h-.
Deberá observar el lector que esta h que sustituyó a f no se comportaba como
hoy, es decir, si actualmente una h gráfica representa un cero fonético Ø, en ese
entonces sí representaba un fonema, aspirado y débil, pero fonema al fin /h/.
Sigue diciendo Menéndez Pidal, que el cambio de f- > h- en castellano antiguo
ocurrió primero en la pronunciación y después en la ortografía; es decir, podría
encontrarse una palabra escrita con f- en la que el hablante ya pronunciaba una h-. Para
este autor todo el latín vulgar pronunciaba /h/ la f y aunque se conserva la grafía f en
todos los escritos de los siglos
X
al
XII,
sí aparecen ejemplos de pérdida o de escritura
con h (Menéndez Pidal 1926/1950:208).
Por supuesto que esta f- inicial no cambió a h- en todos los contextos, en algunos
se conservó como ante el diptongo ue en fuego, ante la vibrante r como en frente y en
palabras cultas fe, fiel. En el resto de los casos, alternaban las palabras con f- y h-, pero
los más cultos acabaron seleccionando la f- como muestra de conservación del fonema
original (Lathrop 1984/1992:110), ya que la h en un principio fue considerado un
barbarismo de la gente inculta del Norte de Castilla y sus alrededores (Menéndez Pidal
1926/1950:220).
Posteriormente, durante la reconquista de Alfonso VII del reino de Castilla, la hpenetra hacia el sur, como una cuña, y así, se desaloja la f- del territorio mozárabe. Con
Neevia docConverter 5.1
42
esto la pérdida del fonema f- adquiere estatus social alto, pues obedece a una influencia
cortesana.
Sólo hasta los siglos
XV
y
XVI
esta h- inicial en la lengua literaria se vuelve
tolerada e incluso es considerada expresión más destacada y llana. Este hecho, sin
embargo, es solamente la generalización de una práctica antigua de pronunciación que
antes se había considerado como dialectal y vulgar.
Menéndez Pidal en sus Orígenes del español (1926/1950:199) también
menciona la opinión de otros estudiosos sobre el mismo tema, por ejemplo, Delius,
Luchaire, Meyer-Lübke y Wartburg opinan, a grandes rasgos, que la sustitución de fpor h- se originó porque en el norte de la Península Ibérica, gracias al influjo vasco, no
se pronunciaba esta f labiodental sino bilabial, lo que la llevó a su aspiración y
posteriormente a su pérdida.
Martinet (1955/1974:434), sin embargo, no se explica por qué un hablante
cambió una firme labiodental fricativa sorda por una débil aspiración glotal, es decir,
cómo una pronunciación fuerte se hacía débil en los hablantes originarios del norte de
España. Veremos más adelante cómo Salvador (1982) liga estas dos ideas y propone
una solución singular a este fenómeno.
Lloyd (1987:213) comparte la opinión del sustrato vasco para la pérdida de f- a
favor de h-, pero propone, asimismo, la pronunciación de la f como una bilabial [φ] y no
como labiodental [f].
Pensado (1993:155) presenta un panorama amplio en su estudio sobre el cambio
de f- a h-: muestra el cambio en todos los territorios romances y los atribuye a
desarrollos independientes aunque muy parecidos entre sí. El único que sí acepta que se
puede ligar con el español es el caso del gascón y añade que es posible que se trate de
una evolución compartida entre ambas lenguas.
Neevia docConverter 5.1
43
Pensado hace una crítica a la teoría de Menéndez Pidal, la cual consiste en que,
mientras Menéndez Pidal presenta primero la aspiración de f- inicial latina y después la
sonorización de -f- intervocálica (-f- > -v-), Pensado lo sitúa exactamente al revés, es
decir, para ella primero ocurrió la sonorización de -f- intervocálica (-f- > -v-) y después
la aspiración de la f- inicial (Pensado 1993:152). Por ello, dice que si la aspiración
ocurrió primero, la f debió aspirarse en todos los contextos, incluso en posición
intervocálica. Menciona que:
Claramente cualquier argumentación que no reconozca que la doble evolución de
la -f- intervocálica del castellano no se explica simplemente porque el resultado h
es posterior a la sonorización romance, está repleta de dificultades. La cronología
impide considerar f > h como un fenómeno de sustrato (Pensado 1993:169).
Pensado concluye que:
Todo indica que la f latina se mantuvo en castellano sin problemas hasta el
momento de la sonorización. En fecha posterior, la f pasó a h en posición
intervocálica [en las escasas palabras en las que aún se conservaba] y en posición
inicial. El proceso no llegó a alcanzar a la f postconsonántica, que se ha conservado
inalterada desde el latín hasta nuestros días (Pensado 1993:170).
También habla de las hipercorrecciones y dice que la aparición de f gráficas en
la época medieval no debe descartar que la pronunciación, de hecho, fuera [h].
Ahora veremos que para Gregorio Salvador (1982) la causa del cambio de f- a hen español no corresponde a un sustrato vasco o de lenguas prerromanas, sino que va
más atrás en el tiempo pues, para él, responde a un origen geológico y es cuestión bien
sabida que las condiciones geológicas no cambian sino en millones de años.
En las zonas en las que Gregorio Salvador estudió el fenómeno (norte de la
Península Ibérica) el agua carece de flúor; según su estudio, la gente que bebía de esta
agua perdió tempranamente la dentadura y pronunció una f no labiodental [f] sino
bilabial [φ] lo que pudo ser la causa de la aspiración de la f > h y su consecuente
desaparición. Salvador dice que incluso los niños y jóvenes que aún tenían dentadura
pronunciaban la f bilabial pues esa era la que habían aprendido de sus mayores. Es
Neevia docConverter 5.1
44
decir, si los hablantes no tenían dientes, no se podía esperar que pronunciaran un sonido
labiodental, y fue por ello que el sonido que lograban realizar cuando escuchaban y
querían reproducir una [f], era un sonido cien por ciento bilabial, una [φ].
Como se ha mencionado arriba, a causa del origen geológico de esta teoría, se
puede inferir que la situación, antes, durante y después de que el Imperio Romano se
estableciera en la Península Ibérica y de que la lengua romance se hablara en la zona,
era la misma, por lo que el origen de la aspiración y pérdida de f que propone Salvador
no es de sustrato sino que tiene origen geológico consustancial a la zona en cuestión.
Moreno de Alba (1972:15) también propone que el fenómeno de pérdida de finicial es de sustrato pre-romano ya que se presenta en una sola lengua romance, el
español y que se comparte con el vasco, lengua viva de origen no romano.
Lapesa (1981:368) atestigua todavía en la primera mitad del siglo
XVI
la
conservación de f y, en el lenguaje arcaizante de notarios y abogados, se conserva
incluso hasta el XVII. La f fue sustituida por h excepto en cultismos y casos especiales11
(como frente a consonante líquida o diptongo ue), por influencia de Castilla la Vieja que
desde mucho antes ya no aspiraba esta h.
Para Alarcos (1981:256) esta aspiración de f- > h- se da en ámbitos lingüísticos
diferentes: en el norte de España se aspira primero y se considera habla rústica y vulgar,
en el sur, la conservación de f persiste hasta el siglo
XV
pues su habla es más
conservadora y mejor aprendida. Sin embargo, vimos que a medida que avanza el
tiempo esta aspiración y pérdida del fonema adquiere estatus social y se acepta inclusive
en lengua literaria. Hoy en día la pronunciación con f- inicial latina, en los contextos
11
El subrayado es mío, los casos especiales completos se mencionan en la página 42 en la cita de
Lathrop.
Neevia docConverter 5.1
45
arriba mencionados, se siente arcaizante y sólo se conserva en palabras muy específicas
(fondo, profundo) y en el lenguaje artificial de los escritos legales (foja, folio, fecho).
En los documentos del corpus se presentan f- iniciales de palabra como
arcaísmos en los documentos legales, como era de esperarse, y en los verbos conjugados
de hacer.
3.1.4. Yeísmo
El fenómeno conocido como yeísmo consiste en producir el sonido /l/ graficado ll como
/y/. Actualmente en casi toda América existe yeísmo, con excepción de algunas
regiones de Colombia (aunque no se descartan focos en otras zonas americanas) en
donde persiste la distinción entre /l/ y /y/. En la Península Ibérica se vive una condición
similar: casi toda España es yeísta con excepción de algunos focos: la mitad norte, con
excepción de sus ciudades y las zonas de influencia de estas (Alarcos 1981:133).
El yeísmo fue considerado por mucho tiempo, junto con el seseo, un rasgo
característico de las hablas andaluzas y el español americano fue caracterizado como
andaluz por ser yeísta (entre otras cosas). Sin embargo, Amado Alonso cree que el
yeísmo es fenómeno consustancial al español americano, pues piensa que la confusión
es fenómeno hispánico y no influencia del dialecto andaluz. Veamos.
Para Amado Alonso (1953/1976a:159) el cambio /l/ > /y/ es parte de la
revolución fonética que se dio en el paso del español medieval al moderno; lo sitúa
entre 1560 y 1630 y lo clasifica como el más importante de los cambios. Según él, el
yeísmo era práctica común en Andalucía desde antes que en Madrid y Toledo, únicos
focos de yeísmo en el centro-norte de la Península. Como Alonso es antiandalucista
(como veremos en §3.3.), no ve ni el seseo ni el yeísmo en América como fenómenos de
Neevia docConverter 5.1
46
origen andaluz. Incluso lo documenta antes en América que en España: “el cambio es en
todas partes moderno. La más antigua documentación es de hacia 1680 para Lima. Sólo
de un siglo más tarde son nuestras primeras noticias del yeísmo andaluz” (Alonso
1953/1976a:206).
La cronología para Alonso es, por lo tanto, que el yeísmo apareció primero en
América, después en Andalucía y más tarde en Madrid y Toledo. Asimismo, propone
que no hay solamente un foco de propagación del fenómeno.
Alonso plantea (aunque con ciertas reservas, pues dice que le faltan datos para
atribuir una generalidad) que el yeísmo es un fenómeno urbano, cuyo foco de
propagación son las ciudades y para ello muestra el mencionado caso de Toledo y
Madrid, en el centro de España, y Sevilla como irradiación en el área de Andalucía. En
América también lo atestigua en las grandes ciudades y sobre todo en las capitales. Este
autor, junto con Menéndez Pidal, Américo Castro y Tomás Navarro, recomienda la
práctica castellana de distinguir la ll /l/ de la /y/ por ser esta la pronunciación
tradicional. Incluso dice que esta ll, de palabras derivadas del latín, se pronunció /l/ en
España hasta el siglo XVIII.
Con lo anterior encuentro ciertas contradicciones aparentes entre lo que propone
Alonso. Primero menciona que ll > y es un cambio que se da entre 1560 y 1630, y más
adelante dice que las palabras con ll se pronunciaron /l/ hasta el siglo XVIII. Después nos
dice que el foco de irradiación de la práctica confundidora fue Madrid y Toledo (zona
castellana) y más adelante recomienda la práctica castellana de distinguir por ser esta la
pronunciación tradicional. Es evidente que ninguna de las cosas que dice Amado
Alonso puede ocurrir al mismo tiempo.
Neevia docConverter 5.1
47
Según Parodi (1977:241), Cuervo encontró ejemplos de yeísmo en textos de
principios del siglo XIX, pero en las investigaciones hechas después de Cuervo se ha ido
puntualizando la fecha de aparición de este fenómeno hasta la segunda mitad del siglo
XVI.
Parodi, de hecho, lo adelanta hasta la primera mitad del siglo
XVI
—lo documenta
en 1527 igual que Lapesa (1981:564)— como un fenómeno bastante extendido en
América, aunque su generalización ocurrió después. Presenta su análisis basado en
textos de principios del siglo XVI, utiliza datos del documento, como el lugar y la fecha
en la que fue redactado, así como datos del amanuense, tales como el nombre, el origen
geográfico y si presenta casos de seseo. Todo esto porque se considera al seseo y al
yeísmo como rasgos caracterizadores del dialecto andaluz.
Parodi concluye que el yeísmo en América era proveniente del español, por su
cronología temprana y porque los individuos que confundían provenían de zonas yeístas
españolas. Duda que el fenómeno sea urbano y que se haya dado primero en las zonas
bajas.
Para Cano (1988:241, 242) hay casos de yeísmo en la Edad Media, pero son
esporádicos. Considera al yeísmo americano desde principios del siglo
XVI
y sin
relación con el andaluz, pues a este lo sitúa en la segunda mitad del XVI.
Para Lloyd (1987:344-346), el yeísmo se presenta primero en las clases bajas de
la zona de Andalucía. En Aragón y partes del este de Castilla se documenta pero es
frenado por una fuerte reacción en contra de la indistinción, hasta que en el siglo
XVI
emerge otra vez sin control. En América lo documenta desde tiempos de la conquista
aunque el fenómeno no tuvo la aceptación que tuvo el seseo.
Señala Lathrop (1984/1992:220) que no hay nada especial que advertir en el
fenómeno del yeísmo con excepción de que se atestigua desde el siglo
XIII
en algunos
puntos de la Península. Con lo anterior sitúa al fenómeno como previo para España. Y
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48
para Moreno de Alba (1988/2001:199) el yeísmo es un fenómeno urbano que se
propagó en Madrid procedente de Andalucía, y que de Madrid se extendió hacia
América a través de las grandes metrópolis como México y Lima.
Boyd-Bowman (1988:86) no encuentra casos de yeísmo americano hasta el siglo
XVII
periodo en el que, para él, el cambio era aún esporádico.
La temática de los documentos del corpus de trabajo no permite que aflore
yeísmo en los amanuenses, ya que se encontró que las grafías ll y y no alternan en los
mismos contextos.
3.2. Trasplante del español a América
El estatus que el español tenía en México en el siglo
XVI
depende de los hablantes
venidos de España al Nuevo Mundo. En el apartado siguiente §3.3. veremos que, si bien
la mayor parte de los españoles que se establecieron en América provenía de la zona de
Andalucía, llegaron a las nuevas tierras españoles procedentes de todas las regiones de
aquel país. Se dice que el español de América es un español andaluzado pues sus rasgos
fonológicos y su léxico se asemejan a los que poseen los habitantes de Andalucía, sin
embargo, esto no es del todo así. Veamos.
Durante los primeros años de la conquista, en el periodo de orígenes, el español
andaluz convivió con los demás dialectos españoles y también con las lenguas nativas
americanas y se creó una koiné12. Las lenguas nativas de las Antillas desaparecieron
muy pronto pero dejaron rasgos en el léxico del naciente español americano. Cuando los
españoles se establecen en tierra firme, la koiné de los diferentes dialectos españoles y
12
Cualquier lengua común que proceda de una reducción a unidad, más o menos artificial, de una
variedad idiomática (Lázaro Carreter 1953/1977).
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49
las lenguas caribeñas entra en contacto con las lenguas dominantes de la zona en la que
hoy se encuentra México: el maya y el náhuatl, entre otras muchas.
Se ha dicho que estas lenguas no permearon el sistema fonológico del español, y
que su influencia se limitó al léxico, pero me parece, basándome en el análisis realizado
para esta tesis (véase el §4.4.1.), que sí hubo cierta influencia del náhuatl en el sistema
fonológico del español debido a la permanencia temporal (en lo que se adaptaron a la
pauta del español) de dos sonidos que se mantuvieron en el siglo
XVI
y que aún se
mantienen en el español americano actual (como alófonos, pero aún se escuchan)
mientras que en España ya estaban en proceso de desaparición (véase §3.1.): el sonido
africado [s] y el fricativo [s], ambos prepalatales sordos. A continuación expondré el
porqué de mi propuesta y explicaré cómo se da la nivelación en el trasplante del español
hacia América.
Primero hablaré sobre la población que llegó a América y la nivelación que tuvo
que haber entre los diversos dialectos del español que llegaron a las nuevas tierras. Pues
a ese respecto algunos estudiosos afirman que la población que llegó al continente
americano provenía de todas las provincias españolas, otros afirman (y lo veremos en el
§3.3.) que la mayoría de la población era de origen andaluz y más específicamente de
Sevilla.
El otro punto en discusión es el estrato social de dichos pobladores: se creyó
durante mucho tiempo que las personas que se embarcaban hacia América eran de
estrato social bajo, presidiarios, bandidos, etc. Sin embargo, Alonso (1953/1976:15)
apunta que aquellos pobladores eran de todos los estratos y que el pueblo que habitó en
América los primeros años después del descubrimiento representaba en el mismo
porcentaje al pueblo español peninsular.
Neevia docConverter 5.1
50
Lope Blanch (2000:177-184) plantea el caso de nivelación que se dio en la
Nueva España y considera que a través de esta nivelación fue que el castellano se
empezó a hacer español. Los conquistadores que llegaron a las Antillas conservaban su
dialecto originario y, consecuentemente, había una mezcla de estos. Existe una fuerte
influencia de andalucismo; sin embargo, no todos los fenómenos fonológicos o
fonéticos andaluces llegaron al altiplano central mexicano, sólo el seseo y el yeísmo
fueron generalizados en América.
Después de varias décadas, dice Lope Blanch (1969a:13), tal vez un siglo
completo, se llega a un estado de español nivelado que ya puede ser llamado americano,
en su correspondiente zona dialectal, para esta tesis, mexicana. Sigo a Lope Blanch
cuando dice que “tendremos que precisar hasta qué punto la pronunciación de los
conquistadores era de tipo andaluzado o en qué medida y proporción conservaban éstos
el habla de corte castizamente castellano”.
Respecto de la koiné que se formó en la nivelación del castellano que llegó a
América, Lope Blanch dice que la rapidez con la que fueron aceptados fenómenos como
el seseo y la confusión de x con j prueba que estos cambios ya se estaban produciendo
en España. Lo que hizo esta koiné fue acelerar estos procesos.
Parodi (1995) también nos habla de esta nivelación en los primeros años del
descubrimiento de las tierras americanas y lo prueba con el análisis de sus documentos:
Pocos son los casos en que un autor de los textos aquí analizados refleja
consistentemente la pronunciación de un solo dialecto en las grafías de sus
manuscritos. Ello sugiere que la mayoría de los primeros habitantes hispanos de
América no hablaban un solo dialecto peninsular, sino un español nivelado, el cual
contenía rasgos de todos los dialectos, aunque fuera predominantemente
andaluzado (1995:28).
Neevia docConverter 5.1
51
Con el análisis de sus documentos, Parodi presenta evidencia de que el español
americano, desde sus orígenes fue un español nivelado.13
El contacto que hubo entre la Nueva España y la Península hizo que la mayor
parte de los cambios que la lengua experimentaba en España ocurriera también en las
principales metrópolis americanas. Sin embargo, el español americano es más cercano a
la modalidad andaluza por sus rasgos fonológicos y léxicos (Lapesa 1981:565).
En lo que respecta al nivel social y cultural de la población que llegó a América,
Granda (1994:89) menciona que hubo una heterogeneidad lingüística tanto en lo que
respecta al índice diatópico como al diastrático. A la colonización americana
contribuyeron pobladores de varias áreas culturales y lingüísticas y hablantes de los
diferentes dialectos castellanos.
Sin embargo, para Frago (1999) sí hubo diferenciación diastrática:
Puesto que en la emigración a Indias predominó con mucho el elemento popular,
para más señas salido de todos los rincones de España, será necesario preguntarse
si al Nuevo Mundo se trasplantó un español básicamente nivelado o más bien un
español con específicos rasgos regionales, sujetos a una ulterior y original
nivelación americana (Frago 1999:12).
Es decir, Frago sugiere que el español que se formó en América fue una
nivelación proveniente de gente de estrato popular con claros rasgos dialectales.
Como mencioné antes, sugiero que las lenguas indígenas permearon al español
en la permanencia temporal de dos sonidos [s] y [s]. Estos fonemas estaban en proceso
de desaparición en España (recordemos que el africado se confundió, en el español
atlántico, con el alveolar fricativo [s] y que el fricativo se velarizó [x]), este proceso fue
refrenado en México gracias a la influencia del náhuatl que poseía estos sonidos o unos
muy próximos. De manera que la influencia de las lenguas indígenas fue frenar el
13
También comparten esta opinión del español americano nivelado autores como Alvar (1982), Lüdtke
(1994) y Alarcos (1981).
Neevia docConverter 5.1
52
proceso de pérdida que ya estaba iniciado en España y mantener temporalmente estos
sonidos en lo que el léxico indígena que se incluyó en el inventario del español general
se adaptó a la pauta de la lengua española.
3.3. Andalucismo del español americano
Finalmente habrá que mencionar que la mayoría de los españoles que llegaron a la
Nueva España era de origen andaluz (cf. Boyd-Bowman 1985:V) y por ello se dice que
el español de América tiene rasgos articulatorios de dicha región española. Este es el
llamado andalucismo del español americano, y en los apartados del Capítulo 4
correspondientes a cada fonema se hablará de algunos detalles en específico.
Dentro del andalucismo, clasificaré sus estudios dentro de tres grandes bloques:
en el primero, que cronológicamente es de los inicios del siglo
XX,
hablaré sobre los
estudios que suscitaron una polémica entre Henríquez Ureña y Wagner; ya que este
acepta el andalucismo en América y aquél lo rechaza. Esta polémica fue originada a
partir de una mala interpretación por parte de Henríquez Ureña de las palabras de
Rufino José Cuervo.
Ahora bien, argumenta Cuervo, la época relativamente reciente en que comenzaron
a producirse el yeísmo y la pérdida de -d- explica que aún no se hayan generalizado
en América (ni en España), por contraste con rasgos como el seseo y la aspiración
de la f-, que dominan uniformemente en toda el habla americana (cit. por Guitarte
1991:34).
Henríquez Ureña malinterpretó la teoría de Rufino José Cuervo, cuando
menciona que Cuervo tiene razón al afirmar que el seseo (confusión de z y c con la s) es
de origen americano y que no fue trasplantado de España. Pero Cuervo nunca dice esto
en el texto, precisamente sugiere que el seseo, al ser más antiguo y generalizado en
América, fue trasplantado de España por la población que mayoritariamente era de
Andalucía.
Neevia docConverter 5.1
53
El segundo bloque de estudios que propongo, lo hago a partir de la investigación
de Peter Boyd-Bowman iniciada en 1950. Esta investigación tiene un enfoque más
científico debido a que Boyd-Bowman la hace con datos provenientes del Archivo de
Indias y de algunas otras fuentes que proporcionan el origen de cada persona que se
embarcaba hacia América. Con esta investigación se termina de manera tajante la
polémica sobre el andalucismo, pues en ella Boyd-Bowman concluye contundentemente
que la mayor parte de la población española que llegó a América era de origen andaluz
(sobre todo de Sevilla) y por ello la pronunciación del español en América es
andalucista.
El tercer bloque lo asigno a estudios más recientes que toman como base la
investigación de Boyd-Bowman, sin dejar de lado el tema de la polémica entre
Henríquez Ureña y Wagner.
Rufino José Cuervo estudió el andalucismo en América, y si bien dice que la
población que llegó al nuevo continente proveniente de España era de todas las
regiones, nunca rechaza el andalucismo. A continuación expongo una idea de Cuervo en
la que sugiere que su postura es andalucista y, aunque nunca lo expresa claramente, sí se
puede ver que de ninguna manera podría haber rechazado la idea de la influencia
andaluza en las nuevas tierras:
El movimiento de Andalucía fue el que prevaleció en América, sin que llegara a
ésta la escisión o la reacción que se verificó en algunos lugares de aquélla, que sólo
conocen la z (Cuervo 1901/1954:534).
En este pasaje, Cuervo está hablando del ceceo y seseo14 andaluces. El seseo
como “el movimiento de Andalucía [que] fue el que prevaleció en América” y el ceceo
14
Parodi (1995:79) dice que “tras haberse generalizado el fonema /θ/ en el castellano viejo, durante la
segunda mitad del siglo XVI, se ha entendido por seseo como la pérdida de la oposición /s/-/θ/ a favor de
/s/ o de //, y el ceceo como la pérdida de la misma oposición a favor de /θ/”. De manera que el seseo que
llegó a América se entiende como la confusión de/ s/ con /s/ ya que a este continente nunca llegó //.
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54
como “la escisión o la reacción que se verificó en algunos lugares de” Andalucía. De
manera que observa cierta influencia andaluza en el español americano.
Fontanella (1976) confirma esta idea de Cuervo, pues dice que al atestiguar el
seseo americano como fenómeno temprano, Cuervo afirma que el seseo americano
procede del andaluz. Sin embargo, no admite como andaluz el yeísmo, pues este
fenómeno no era exclusivo de Andalucía, sino que se extendía a Castilla, y en América
no estaba generalizado.
Cuervo, como dije arriba, mencionó muchas veces que la población que llegó a
América provenía de todas las regiones españolas, a partir de esta idea Pedro Henríquez
Ureña rechaza rotundamente el andalucismo y no admite ninguna relación entre ambos
dialectos (andaluz y americano) sino que atribuye su similitud a desarrollos paralelos.
Henríquez Ureña y Wagner se enfrascan en una disputa sobre el andalucismo, en
la que cada uno de ellos publica su propia teoría. Ureña rechaza el andalucismo con
ayuda de los estudios de Cuervo que él malinterpretó y Wagner reduce el andalucismo a
las tierras bajas americanas.
A continuación una y otra posturas explicadas por Moreno de Alba (1988/2001),
Primero, la postura de Henríquez Ureña:
[Según Pedro Henríquez Ureña] si había cuatro sibilantes en el siglo XV, el español
de América las redujo a una s, frente a Andalucía, que hizo o bien s o bien una
interdental; esta última realización no se da en América; el yeísmo en la Península
Ibérica, no es exclusivo de Andalucía, pues se extiende por Castilla la Nueva y, en
América, hay zonas (Colombia, Ecuador, área andina, partes de Chile y Argentina)
que conservan la ll (Moreno de Alba 1988/2001:31).
Con esto vemos que Henríquez Ureña rechaza el andalucismo con los
argumentos del seseo y el yeísmo, ya que para él el seseo americano era diferente del
andaluz, pues en Andalucía se había optado por dos soluciones para la evolución del
fonema /s/ (/s/ seseo, /θ/ ceceo) mientras que en América sólo por una (/s/ seseo). En el
Neevia docConverter 5.1
55
caso del yeísmo argumentaba que también este fenómeno estaba extendido en Castilla y
que no era general en América.
La postura de Wagner era diferente:
[Según Wagner] en Andalucía es más fuerte la tendencia a relajar las consonantes
finales, particularmente la s, y es la misma articulación que puede escucharse en las
tierras bajas de América; cuando, en América, la s no se relaja (por ejemplo, en
posición explosiva), su timbre, de carácter predorsal, no se parece al que priva en el
centro y norte de España, que suele ser más bien apical (Moreno de Alba
1988/2001:31).
Wagner compara las realizaciones finales de las s de las costas americanas con
las andaluzas cuando son relajadas y las halla semejantes; cuando la posición de alguna
s no permite su relajamiento dice que las americanas son diferentes de las del norte y
centro de España, por lo que se infiere que liga el español de las costas americanas con
el español de la zona de Andalucía al sur de la Península Ibérica.
Es por todos conocida la polémica sobre el andalucismo que protagonizaron
Wagner y Henríquez Ureña. Con sendos trabajos de estos dos autores se inició la
polémica sobre el andalucismo americano. Wagner llegó a formular una teoría
climatológica: nos dice Fontanella (1976:26) que ese autor amplía la tesis andalucista
pues afirma que los dialectos del sur de España influyeron en el español americano, sin
embargo limita esta influencia a las zonas costeras americanas y con esto formula su
teoría climatológica sobre el andalucismo americano.
A este respecto Penny (1993/2001:40) nos explica que esta teoría climatológica
se basa en que se ha creído que los pobladores originarios de la meseta castellana
preferían instalarse en las tierras altas de América y que los originarios de las tierras
bajas y costeras españolas —especialmente de Andalucía— preferían las tierras bajas
americanas.
Amado Alonso (1952, 1953/1976a:12) es uno de los estudiosos que siguen la
línea de investigación de Henríquez Ureña, pues también rechaza el andalucismo del
56
Neevia docConverter 5.1
español americano con los mismos argumentos de Ureña. Ubica al seseo americano y
andaluz como desarrollos paralelos, y sitúa al yeísmo americano antes que el español y
al yeísmo español con focos diversos en Castilla y Andalucía.
Para terminar con esta polémica, llegó la investigación de Peter Boyd-Bowman,
iniciada en 1950, en la que afirma con datos suficientes y probatorios, como se verá
adelante, que el español de América sí tiene como base el español andaluz (y mejor
dicho, sevillano) ya que la mayor parte de los pobladores que llegaron al Nuevo Mundo
eran de esa zona.
Boyd-Bowman (1985:V) proporciona datos de más de 56 mil pobladores de
América durante los primeros cien años “en los que se echaban los cimientos de la
cultura y la lengua españolas”, con esto afirma que “no tardamos en darnos cuenta del
papel decisivo que desempeñaron, en cada una [de las salidas de España], los andaluces,
y sobre todo los sevillanos”.
Con datos contundentes Boyd-Bowman concluye que la mayor parte de la
población que se embarcaba a América era de origen andaluz y más específicamente de
Huelva y Sevilla: “en la época primitiva o antillana el grupo más numeroso, en cada
año, y en todas las expediciones, fueron con mucho los andaluces, de los cuales más del
78% procedían de las dos provincias de Sevilla y de Huelva” (Boyd-Bowman 1985:XII).
Sigue diciendo Boyd-Bowman (1985: XIII), con base en dos cortes cronológicos
que: “si dividimos la época antillana en dos partes casi iguales, desde 1493 a 1508 y
desde 1509 a 1519, resulta que en la primera mitad la aportación andaluza fue un 60%”.
Acerca del español que se asentó en la altiplanicie mexicana, que son los datos
que interesan para esta investigación, confirma lo mismo: que la mayor parte de los que
vinieron a tierra firme eran andaluces, con lo cual se echa por tierra la teoría
climatológica que proponía Wagner. “Los primeros conquistadores de México fueron
Neevia docConverter 5.1
57
reclutados casi todos en Cuba y de estos compañeros de Cortés y Narváez he
identificado la procedencia de 743, es decir, como la tercera parte. […] Una vez más
ocupa el primer lugar Andalucía con 227 (30%)” (Boyd-Bowman 1985:XV).
Y sobre la teoría de Henríquez Ureña y Alonso en la que propugnaban que la
población española asentada en América procedía de todas las provincias españolas, con
mayoría de castellanos, nos dice Boyd-Bowman (1985:XV) lo contrario: “las dos
Castillas aportaron sólo una cuarta parte de los primeros conquistadores de México”.
En otro artículo de Boyd-Bowman (1988:75, 76) el autor dice que para el siglo
XVI
la mayor parte de la población blanca de América (80%) era oriunda del sur de la
Península Ibérica: andaluces, extremeños y castellanos nuevos.
Acerca del estudio de Boyd-Bowman, Penny (1993/2001:41) explica que el
español de América es de origen andaluz porque además de que la mayor parte de los
viajantes eran de la zona de Andalucía, también la mayor parte de las mujeres que
viajaban a América eran de esta zona y como son las madres las que trasmiten la lengua
a sus hijos, transmitían el dialecto andaluz a los muy jóvenes o nacidos en América. Por
otra parte, la zona de Andalucía era también en la que salían las embarcaciones hacia
América y los aspirantes a la travesía debían permanecer allí por varios meses, por lo
que podían adoptar las características fonológicas propias de la zona aunque
procedieran de otras regiones del imperio.
Lope Blanch (1969a:32) resalta también la importancia del papel de las mujeres
como trasmisoras de la lengua a sus hijos: “durante la primera mitad del periodo inicial
—o antillano— de la conquista, el número de andaluces llegados a América
representaba el 78% del total de los colonizadores; y el 67% de las mujeres eran
también andaluzas” con lo que confirma, también, la idea del andalucismo americano.
Neevia docConverter 5.1
58
Otra investigación emprendida por Cock (1969) y dirigida por Guitarte arroja los
mismos resultados y en ella se afirma el andalucismo del español americano con base en
el análisis del seseo. En esta investigación se contradice la teoría de Alonso (1953/1976)
en la que el seseo americano se habría cumplido en tres etapas, pues los documentos
analizados por Cock muestran al seseo general y absoluto desde los primeros
testimonios americanos.
Afirma Cock (1969:16) que “el seseo, que es rasgo peculiar del español de
América, muy posiblemente fue traído a este continente desde Andalucía donde, como
hemos visto, era fenómeno muy arraigado en el último cuarto del siglo XV”.
Alvar (1982:139) menciona lo mismo y dice que la doctrina de Amado Alonso
no puede sostenerse pues en el siglo XVI había confusión total de las sibilantes; es decir,
el seseo se había generalizado.
Por supuesto Guitarte se muestra partidario del andalucismo americano, critica la
postura de Henríquez Ureña y Alonso, y aclara que Cuervo nunca se ocupó de la
después llamada teoría andalucista (y, por lo tanto, nunca la rechazó) con los siguientes
argumentos:
En este punto he llegado al final de mi razonamiento y creo haber puesto en claro
que debe retirarse de la circulación la imagen de un Cuervo que hubiera refutado la
teoría andalucista, porque: 1) no se ocupó de ella; 2) si lo hubiera hecho, habría
rechazado una identificación lingüística vulgar entre Andalucía y América, pero sí
hubiera aceptado la perduración de rasgos andaluces en el español de América, es
decir, si se me permite la expresión, hubiera sido un andalucista “crítico” (Guitarte
1991:37).
La mayor parte de los investigadores, con base en el análisis de Boyd-Bowman,
se ciñe a la postura andalucista, y acepta, en mayor o menor medida, que el español
americano tiene rasgos andaluces.
Lapesa (1964) señala que “de todo lo expuesto se deduce que hoy no cabe ya
duda posible respecto al origen andaluz de algunos de los rasgos más peculiares de la
Neevia docConverter 5.1
59
pronunciación americana: el más general, el seseo; muy probablemente, el yeísmo;
seguros, aunque no generales en América, la confusión de r y l finales, la aspiración de s final y la sustitución de j por h aspirada” (cit. por Fontanella 1976:37).
También Fontanella ofrece la postura de Menéndez Pidal (1962). Este autor
opina que “en la base de la lengua colonial no sólo está la norma general de la lengua
común, sino también un dialecto particular de ésta destacado sobre los otros desde
comienzos del siglo XVI; así el español ultramarino recibió un marcado tinte andaluz al
aceptar la simplificación fonológica del çeçeo-zezeo surgida en el Reino de Sevilla”
(cit. Por Fontanella 1976:38).
Un dato significativo nos muestra Moreno de Alba (1988/2001:187) cuando
afirma que el primer momento de importancia diacrónica con respecto al seseo fue
cuando la modalidad andaluza se impuso sobre la castellana. En este momento se debe
situar a Sevilla como foco y se ubica cronológicamente en los siglos
XV
y
XVI,
esto
repercutió en la pronunciación americana y tiene como rasgo predominante la pérdida
de la s apicoalveolar. “El cambio de s apicoalveolar a s dorsal o interdental, queda
documentado en Andalucía desde 1500 y, en México, desde 1525” dice Moreno
(1988/2001:187).
Alatorre (1979/2003:309) asegura que “la variedad del español implantada en las
Canarias y en el Nuevo Mundo fue la andaluza. En esos años iniciales del siglo
XVI
se
desata, incontenible, el torrente de faltas de ortografía”.
Las voces de otros investigadores se suman a la idea del andalucismo americano,
entre otros: Martinet (1955/1974), Zamora y Guitart (1982), Abad (1982), Lloyd (1987),
Cano (1988), Catalán (1989), Granda (1994), Lüdtke (1994) y Frago (1994, 1996,
1999). Así como García Carrillo (1988) y Company (1993) en análisis propios para el
siglo XVI y XVII, respectivamente.
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60
Para concluir, confrontando las opiniones de los estudiosos arriba citados, y con
base en el análisis de los datos del corpus, el lector deberá tener en cuenta que los temas
anteriores no son sencillos. El español que llegó a América no es el preclásico, no es el
de los marineros andaluces, no es el de los sevillanos. El español que llegó a América se
gesta durante mucho tiempo, primero en las costas caribeñas y, después, de la zona
caribeña pasa al altiplano central, con la convivencia de variantes dialectales españolas
de cada hablante, e incluso con las lenguas indígenas. Es un proceso lo suficientemente
complejo que no permite ser tratado a la ligera, no podemos señalar un andalucismo o
antiandalucismo sin caer en contradicciones y en errores o en inexactitudes.
El conocimiento de los ajustes del sistema fonológico del español del siglo XVI,
las condiciones en las que se produjo el trasplante del español hacia América y la
procedencia de los habitantes españoles que se establecieron en México, temas que se
vieron en este capítulo, son de gran utilidad al tratar de estudiar el español de México
del siglo
XVI.
Estos datos pueden otorgar pistas importantes para intuir la
correspondencia entre grafía y sonido, y con ello establecer las reglas que se pretenden
implementar al transcriptor automático.
Como mencioné anteriormente, el español mexicano no era tal en el primer siglo
posterior a la conquista, por ello, debemos establecer el español que se hablaba en
México a través de los hablantes españoles que se establecieron en nuestro país. El
conocimiento de estos temas fundamentales para establecer quiénes hablaban el español
en México en el siglo XVI, será de invaluable utilidad para establecer los correlatos entre
las grafías y sus fonemas correspondientes que se harán en el siguiente capítulo.
Habrá que mencionar, de nuevo, que el presente análisis sólo es un afán por
intentar acercarnos al español hablado en México en el siglo XVI, en la medida en la que
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61
los documentos del corpus de trabajo puedan ser reflejo de los hábitos orales de los
pobladores de la Nueva España.
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62
4. REGLAS DE CORRESPONDENCIA ENTRE SONIDO Y GRAFÍA EN
LOS DOCUMENTOS DEL SIGLO XVI
Spelling can never be a certain guide to pronunciation
except when a new spelling appears.
Lloyd, 1987.
En el presente capítulo describiré las características de los textos que conforman el
corpus utilizado en esta investigación, los criterios de edición de cada uno de ellos, sus
diferencias y semejanzas. Posteriormente, y ya adentrándome en el tema central de esta
tesis, propondré las reglas de correspondencia al sonido para cada grafía dependiendo
del contexto en el que se encuentre, para que dichas reglas se implementen en el
transcriptor automático.
En los casos que considere pertinentes, abordaré el tema desde una perspectiva
teórica para los sonidos que representan mayores cambios y remitiré al lector al
parágrafo correspondiente del capítulo anterior. Por ejemplo, se hablará del seseo, de la
aspiración y del yeísmo, siempre aludiendo al andalucismo como tópico central dentro
de estos temas.
4.1. El corpus: características
La muestra textual que utilicé para esta investigación forma parte del Corpus Histórico
del Español en México (CHEM), consiste sólo en documentos del siglo
XVI,
que
pertenecen a los siguientes tres conjuntos de textos:
1) Documentos Lingüísticos de la Nueva España. Altiplano Central (DLNE),
edición de Concepción Company (1994).
2) Cartas de Diego de Ordaz (DO) edición de Lope Blanch (1998, pp. 193-228).
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63
3) Procesos inquisitoriales contra indígenas que realizó Fray Juan de Zumárraga
en Nueva España (1536-1543) (PI) edición de María Buelna (2006). 1
En cuanto a su extensión, el corpus empleado tiene alrededor de trescientas mil
palabras gráficas: ochenta y cinco mil conformadas por los DLNE, quince mil por las
Cartas de Diego de Ordaz y doscientas mil que integran los Procesos inquisitoriales.
Los documentos del corpus están repartidos en el periodo comprendido entre
1525 y 1585. Las Cartas de Diego de Ordaz se escribieron entre 1529 y 1530. Los
Procesos inquisitoriales entre 1536 y 1543 y los DLNE se agrupan en dos cortes
cronológicos: el primero de 1525 a 1540 y el segundo de 1570 a 1585. Como veremos
abajo, en la figura 13, mostraré, a manera de ejemplo, las diferentes graficaciones que
presentaba la palabra licenciado en el corpus; con este ejemplo sugiero que la fecha en
que se escribe cada documento determina la pronunciación del hablante y muestra
mayor o menor grado de vacilación gráfica por la vigencia de los sonidos. Otros
ejemplos de vocablos que presentan también esta variación cronológica son cibdad >
cuidad, çesárea > cesárea, entre otras palabras.
Se observa en la figura 13 que la variación gráfica de la palabra licenciado en el
primer periodo de los DLNE oscila entre liçenciado(21) y licenciado(17); para el
segundo periodo podemos apreciar que se dirige hacia la forma moderna licenciado y
no alterna, de manera importante, con otra forma gráfica. Esto porque, para el segundo
periodo, se refleja en la graficación de la palabra la pérdida del sonido prepalatal
africado sordo [s]. Por ello sugiero que la fecha en la que fue escrito un documento
determina la vacilación gráfica de las palabras, pues el siglo
XVI
es un periodo de
1
Para ver las referencias completas de los textos que conforman el corpus, consulte el apartado de la
bibliografía al final de esta tesis.
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reajuste del sistema fonológico y de los usos gráficos recurrentes en la escritura (que era
la ortografía anterior al siglo XVIII)2.
Forma gráfica 1525 a 1540 1570 a 1585
liçençiado
2
2
con dos ç
lliçençiado
0
1
liçenciado
21
1
con una ç
licençiado
0
3
ljcenciado
3
1
lljcenciado
0
1
sin ç
licenciado
17
7
llicenciado
2
0
Figura 13. Variación gráfica de licenciado en los DLNE
Otro factor que determina el cambio de pronunciación en los hablantes es su
ubicación geográfica y origen. Diego de Ordaz, aunque escribió las cartas en la Nueva
España, era originario de Castroverde de Campos, Zamora. Esta provincia se ubica en
León al norte de España. En el tema del reajuste de sibilantes (§3.1.1.) vimos en qué
fenómenos repercutió este origen.
Fray Juan de Zumárraga, autor de los Procesos Inquisitoriales, era originario de
Durango, provincia de Vizcaya ubicado en el País Vasco, también al norte de España;
sin embargo, él no firma los procesos inquisitoriales; siempre hay un notario encargado
de asentar las declaraciones. Podemos intuir que en los documentos se reflejará la
pronunciación del amanuense. Sin embargo, debemos recordar que hay hábitos en la
escritura de los amanuenses que se conservan como fórmulas y que han sido heredados
por generaciones, de manera que no reflejan fielmente la pronunciación real, sino sólo
una aproximación a esta.
Los DLNE están escritos por diversas personas, algunos son españoles de
variadas regiones y otros mexicanos. Al respecto nos dice Company (1994:6) que “en
todos los casos, con excepción claro está de los primeros cincuenta o sesenta años de
2
Esta normatividad de la ortografía a partir del siglo XVIII fue gracias a la creación de la Real Academia
Española.
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existencia de la Nueva España, he procurado que el autor del documento, el testigo o
denunciante fuera mexicano de nacimiento”.
Como nos dice Mondéjar (1991) en su análisis para determinar la dialectología
andaluza:
Los documentos que analizamos desde el punto de vista grafemático para sacar
conclusiones de fonética histórica y de organización del sistema fonológico,
pueden engañarnos si no los encuadramos en los parámetros de cultura y de
procedencia social y geográfica de los que los escriben o copian (320).
Igualmente acerca del grado de educación existente en el siglo
XVI,
Mondéjar
(1991:323) nos dice que “no hay que olvidar que en cualquier caso se trata de hábito
escriturario de especialistas, de escribanos, no del hombre o de la mujer, las menos, que
en tiempos del altísimo grado de analfabetismo se veían constreñidos a escribir una
carta”. Es decir, la gente analfabeta que se veía en la necesidad de escribir una carta,
acudía con un amanuense y por ello, en la carta se ven reflejados los hábitos de escritura
del amanuense y no su pronunciación en sí.
Otro factor de importancia lingüística es la coloquialidad. Los documentos,
cuanto más coloquiales, mejor reflejan el habla real, mientras que cuando son oficiales
reflejan un habla menos real, más cuidada y artificial. El carácter de las Cartas de Diego
de Ordaz es más coloquial, ya que, aunque Diego de Ordaz era un hombre instruido y
cuidadoso de su escritura, le escribió las cartas a su sobrino, así que se encuentra cierto
aire de familiaridad en ellas.
Por su parte, los documentos de los Procesos Inquisitoriales son oficiales, su
lenguaje es más cuidado y artificioso, son juicios y hay cartas dirigidas a las autoridades
españolas. Sin embargo, hay residuos de habla coloquial ya que los procesos y juicios
son contra indígenas por casos como poligamia, brujería, estupro, etc. y en ellos se
manifiesta el carácter coloquial de cierto registro de población en la Nueva España por
medio de los enjuiciados y testigos.
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66
Los DLNE están integrados “fundamentalmente por materiales de carácter
coloquial, que se aproximan algo más —en la medida en que la lengua escrita sea
reflejo de la lengua hablada— al habla del periodo colonial mexicano” (Company
1994:5). Son de cuatro tipos: cartas, denuncias y testimonios en juicios, inventarios y
testamentos, y peticiones e informes.
4.1.1. Características editoriales de los textos que integran el corpus de trabajo
En la presentación de los DLNE, Lope Blanch menciona que “todas las transcripciones
se harán con el máximo rigor paleográfico, atendiendo puntualmente a las grafías, sobre
todo en el caso de fonemas que estuvieran en crisis durante la época a que pertenezca
cada documento” (Company 1994:XVI).
Ciertamente, hay más semejanzas que diferencias entre los tres conjuntos de
textos que integran el corpus. En los tres se puede ver la preocupación por parte de los
editores de que se haga un trabajo paleográfico riguroso, por lo que respetan, en la
medida de lo posible, el documento original. Digo en la medida de lo posible, porque
sin convenciones editoriales se dificulta (para un lector del siglo
XXI
no instruido en
estos temas) la lectura del juicio, carta o texto en cuestión.
De manera evidente, y siendo tres grupos de textos editados por diferentes
editores y para distintos propósitos, hay variaciones en cuanto a las convenciones
editoriales y se presentan como a continuación se describe:
La única grafía que cambia la editora en los DLNE es la v y la u; a cada una se le
asigna su debido valor vocálico o consonántico. Por ejemplo, podemos ver que una u
gráfica en el documento original que tenga valor consonántico /b/ se transcribe, a juicio
de la editora, con una v gráfica. Encontraremos, por ejemplo, avedes por auedes. En las
Cartas de Diego de Ordaz y en los Procesos inquisitoriales no tenemos esta convención
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editorial, por lo que veremos gráficamente auedes y habrá que asignarle a esta u gráfica
su debido valor consonántico mediante una regla. De la misma manera no encontramos
en los DLNE la grafía v con valor vocálico /u/, es decir, se cambió la grafía a u, se
encontrará, por ejemplo, ciudad por civdad.
Igualmente, en el caso de las abreviaturas o siglas, en los tres conjuntos de textos
se desatan haciendo que se note la intervención del editor, por medio de cursivas, en los
tres textos. Vemos a continuación los ejemplos:
(2)
a.
Muj jllustre señor. \\\ Aunque por quedar en la cama con muj grandes dolores de la
gota dexo de escryvjr /2 a todos esos señores, no qujse a njnguna quenta se fuese este
navjo sin carta /3 mja para v. m. (DLNE, 76, 1583)
b. Dos vezes os e escrito desque vine a Espagña, la vna de Madrid i la otra de aquí, de
Toledo, por la vía de Santo Domingo (DO, Carta 1)
c. Secretario Xristoval Larios (PI, Caso contra Diego Díaz, f. 2)
Las cursivas presentes en estos ejemplos son reposiciones del editor, pues en
estos casos se encontraban expresadas mediante abreviaturas, vemos en los ejemplos
(2a) y (2c) que se dan frecuentemente en los encabezados o en las firmas de las cartas,
pues en ellos se encuentran frases hechas o convencionalismos de respeto hacia las
autoridades. En el ejemplo (2b) observamos que Diego de Ordaz usa las abreviaturas en
habla coloquial hacia su sobrino, como lo haríamos hoy en día.
Otra convención editorial consiste en la presencia de diagonales (2a) para indicar
el cambio de línea en el documento original, en los tres textos se presenta de la misma
manera. También, en los tres textos se moderniza la puntuación para facilitar la lectura
de los mismos.
Por último, otra de las convenciones que cabe mencionar es la de omisiones del
texto original. Se marca con puntos suspensivos dentro de corchetes y es un fenómeno
que se da por dos diferentes razones: a) es obvio que los documentos del siglo XVI han
sido rescatados y conservados por diferentes medios. Estos medios no son siempre los
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ideales, por lo que el documento en cuestión tiende a dañarse. En este caso puede ser
que un fragmento del documento no esté presente o esté demasiado dañado como para
ser legible; b) cuando el documento no es comprensible por sí mismo, es decir, cuando
las grafías son ilegibles a causa del amanuense o cuando hay correcciones (tachones o
sobreescritura) hechas por el que redactó como vemos en el ejemplo 3 y marcadas entre
corchetes.
(3)
a.
Resulta culpa contra él de haver cometido muchos/ adulterios, incestos y stupros y
haver tenido açeso/ con su propia hija diciéndole que no era peccado des[...]/ Consta
por el dicho de la propia hija (PI, Caso contra Diego Díaz, f. 2)
En ocasiones se pueden inferir las palabras que faltan y estas aparecen con
cursivas para señalar que son reposiciones hechas por el editor. Por supuesto, estas
palabras no son objeto de estudio lingüístico. De las convenciones editoriales anteriores,
sólo las correcciones del editor (los cambios de grafías) influencian el análisis
lingüístico y hay que tomarlas en cuenta para no hacer juicios erróneos. Debe tomarse
en consideración, asimismo, que desatar las abreviaturas y poner fragmentos faltantes
en el documento original es responsabilidad del editor y que en algunos casos no es
válido en el análisis lingüístico; por ejemplo, en los casos en los que las frases se
encuentran en proceso de lexicalización (vuestra merced > usted). Aunque en otros
casos sí pueden proporcionar evidencia fonética, como en el caso de la palabra veedor,
cuya segunda e está repuesta por el editor, lo cual nos sugiere que el hablante sólo
pronunciaba una sola e (véase §4.2.2).
Todas estas convenciones editoriales deben tenerse en cuenta para que pueda
realizarse una investigación seria. Estos tres conjuntos de textos se unen ahora para
llevar a cabo un estudio de correlaciones entre las grafías y el sonido del español
hablado en México en el siglo XVI y es invaluable el trabajo de los editores que respetan
los textos originales para que con ellos se puedan hacer estudios lingüísticos, pues en
69
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este caso, la variación gráfica proporciona elementos para determinar la vigencia de
algunos sonidos.
Como mencioné anteriormente, existen ocasiones en las que la escritura disfraza
la pronunciación real, pues el carácter de los documentos de trabajo, por estar escritos
por amanuenses o notarios, reflejan, no la pronunciación del que escribe, sino los
hábitos de escritura que este poseía.
4.2. Sonidos vocálicos
En latín, las vocales se distinguían entre breves y largas (OS, vocal larga, boca; OS, vocal
breve, hueso). Al paso del tiempo perdieron este rasgo para diferenciarse según su
timbre; así, una vocal breve se escuchaba abierta y una vocal larga, cerrada (Lathrop
1984/1992:Cap.2). En español actual ya no se distingue este rasgo de apertura; son
cinco únicas vocales que, abiertas o cerradas, largas o breves, ya no nos dan
información fonológica para distinguir pares de palabras como sucedía en latín. El
sistema vocálico del español es bastante estable, pero sí podemos encontrar en el
español hablado en México en el siglo XVI diferentes formas para graficar las vocales. A
continuación veremos cómo se presentan en el corpus.
4.2.1. Vocales altas
Es un hecho conocido que las vocales altas son las que presentan mayores variaciones
en cuanto a su representación gráfica. Esto se manifiesta de manera general en los textos
del español en el siglo
XVI
y también lo comprobamos en los textos del corpus, como
veremos a continuación.
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70
4.2.1.1. Vocal alta anterior [i]
En el corpus de trabajo, se puede ver que la vocal alta anterior [i] está graficada de tres
maneras diferentes: una convencional o prototípica i, la i griega y y, finalmente, la i
larga o j, que todavía se encontraba desempleada. Me refiero a desempleada en el
sentido de que en ese momento no representaba, como hoy, al fonema velar fricativo
sordo /x/, pues aún estaba en proceso la velarización del fonema prepalatal fricativo
sordo /s/, como veremos en §4.3.4. En (4) se presentan muestras con cada tipo de grafía.
(4)
a.
Por interpretaçión de los padres Frai Joan López, Vicario en el monasterio del
Chimalhuacán, y/ de Juan González, clérigo… (PI, Caso contra Diego Díaz, f.4)
b. Porque luego en salyendo de la canal de Bahama, a la primera tormenta se ahogaron
las gallynas, i después quedamos a toçino i queso (DO, Carta 1)
c. Siervos humjldes i continuos capellanes (DLNE, 36, 1569)3
En (4a) vemos una i prototípica en frai (que actualmente se graficaría con y); en
(4b), la palabra gallynas incluye, como se ve, la i griega y cuyo valor es vocálico [i] y
en (4c) apreciamos tanto el uso de la j con valor de [i] en humjldes, como una i que
actualmente se graficaría con y pues está funcionando como conjunción.
Los puntos de encuentro entre grafías ponen en evidencia el hecho de la
complicación de las representaciones ortográficas, como lo menciona Lathrop:
En la serie palatal la vocal i presentaba los mismos inconvenientes gráficos [que la
graficación de la /u/]. Para la vocal se utilizaban los signos i, j, y. Con valor
consonántico se utilizaban y por un lado y j, por otro. La alternancia en las vocales
dependía un poco de escribas y tipos de letras (1984/1992:217).
García de Diego también habla sobre el uso gráfico de la y griega “y era
corriente, formara o no diptongo, después de otra vocal, cuydado, treynta: era frecuente
en posición inicial, ynfante, ygual, y como primera de un diptongo, syempre, pero en
los textos preclásicos abunda en cualquier otro caso, rryco, myo, etc.” (1970:54). Estos
datos se reflejan en las reglas obtenidas en el presente trabajo de investigación.
3
Las negritas en los ejemplos son mías para resaltar las grafías bajo análisis.
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71
Las reglas introducidas a continuación tienen las siguientes equivalencias según
los símbolos utilizados: V vocal, C consonante, # margen de palabra (principio o final),
Ø vacío gráfico o fónico, _ cualquier segmento.
Con el análisis detallado de cada grafía, determiné, según los contextos, las
siguientes reglas de correspondencia grafía-sonido para identificar sonidos con valor
vocálico [i] conforme a las grafías i, y y j.
Grafía i = [i]
La i gráfica no representa mayores problemas (no puede representar otro sonido que no
sea el de la vocal alta anterior) y, por ello, siempre tendrá una correspondencia con el
sonido [i]:
Contexto
Una i gráfica
Regla
i = [i]
Grafía y con valor vocálico [i]4
Una y gráfica tendrá su correspondencia con el sonido vocálico [i] en los siguientes
casos:
Contexto
Si es una conjunción; es decir, si está entre dos espacios vacíos
Si está entre una vocal y una consonante
Si es inicio de palabra y le sigue una consonante
Si es final de palabra, no importando si está precedida por vocal o
consonante
Si está antecedida por una consonante, sin importar qué grafía siga
Regla
øyø = [i]
VyC = [i]
#yC = [i]
y# = [i]
Cy = [i]
Grafía j con valor vocálico [i]
Una j gráfica sonará con valor vocálico [i] en los siguientes casos:
4
Para las grafías y y j con valor consonántico, véase §4.3.4. y 4.3.5.
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72
Contexto
Si está entre una consonante y una vocal5
Si es inicio de palabra y le sigue una consonante
Si está entre dos consonantes
Si es final de palabra y va precedida de una consonante
Regla
CjV = [i]
#jC = [i]
CjC = [i]
Cj# = [i]
Como en todas las reglas hay excepciones; en este caso, aparecieron dos
palabras con grafías y y j con valor vocálico que no se ceñían a estas reglas; sin
embargo, encajaban muy bien con las reglas mediante las cuales se asignaría un valor
consonántico a estas grafías, veamos los ejemplos en 5 en los que se ilustran estas
palabras:
(5)
a. este testigo oja cómo ella le dezia (DLNE, 55, 1576)
b. conservarse yan muchos años (DLNE, 1, 1525)
En (5a) podemos ver, por el contexto, que esta j en oja tiene valor vocálico; es
decir, es [o·í·a] —pretérito imperfecto del verbo oír— y no [ó·xa] —hoja, sustantivo.
Este contexto no recae en ninguna de las reglas descritas anteriormente (incluso,
coincide con las reglas que asignan valor consonántico a j pues esta grafía aparece entre
dos vocales, como se señala en §4.3.4.). Por ello, se le deberá asignar un valor vocálico
[i] a esta grafía a través de una lista de excepciones.
Por otra parte, en el ejemplo (5b) tenemos un contexto en el que
prototípicamente también se le asignaría un valor consonántico a la y (pues es inicio de
palabra y enseguida hay una vocal, véase §4.3.5.), sin embargo, se asignará ían en el
atributo n (neutralización) de la etiqueta tok mencionada en el capítulo 2. Este ejemplo
deberá leerse [í·an] —futuro analítico conservarse hían (de haber)— y no [yán], palabra
que no existe en la lengua española. También por medio de una lista de excepciones se
daría valor vocálico a esta grafía en dicho contexto.
5
Con excepción de los casos en la lista de excepciones del sonido [x].
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4.2.1.2. Vocal alta posterior [u]
La vocal alta posterior [u] se presenta en el corpus de tres diferentes maneras: la
prototípica u, como v (sólo en las Cartas de Diego de Ordaz y en los Procesos
Inquisitoriales, como se mencionó en §4.1.), y muy pocas veces, limitada a contextos
determinados, con una b.
(6)
a.
Preguntada si hera bautizada. Dixo que sí, y que la bautizó Luis/ Méndez, clérigo,
en su casa del dicho Luis, puede haver siete años/ y medio que fue bautizada/ (PI,
Caso de Diego Díaz, f. 5)
b. I esto me a cavsado la inchazón de las piernas. Pero, loado Dios, no lo tengo en
nada, que cada día es menos (DO, Carta 1)
c. çerca /24 de duzientas leguas desta çibdad de Tenustitan, halló los yndios de guerra
(DLNE, 1, 1525)
En el ejemplo (6a) vemos graficada la [u] con una prototípica u, bautizada. En el
ejemplo (6b) podemos apreciar la grafía v para el fonema vocálico [u], cavsado, y en el
ejemplo (6c) observamos una de las pocas palabras, çibdad, que todavía en el siglo XVI
conservaba la grafía b para representar a la vocal posterior alta [u]. Con este último
ejemplo podemos apreciar que no existe, necesariamente, una correlación entre el
sonido y la grafía; por ello, podemos afirmar que podía ser que existiera vacilación en la
pronunciación dependiendo del contexto de comunicación. Es decir, podía ser que el
hablante pronunciara, de hecho, [sib·dád].
Las grafías v y b, no prototípicas para este sonido vocálico [u], se presentan por
diferentes motivos: la v como resultante de un calco del latín, que, en mayúsculas, que
era como se escribía en esa lengua, no poseía una grafía U, sólo V, así que desde
entonces había una confusión en las grafías como lo menciona Lathrop:
A partir del siglo I de nuestra era, encontramos la v clásica transcrita como beta [б
= b]. En latín vulgar esta [b] se convirtió en la pronunciación normal tanto para b
como para v, lo que originó una confusión total entre ambas a la hora de escribirlas
(1984:30).
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74
La b, en algunas palabras, se da como conservación de la grafía derivada del
latín, antes de que el alófono velar agrupado se vocalizara. En el ejemplo (6c)
atestiguamos un residuo gráfico del latín CIVITATE > çibdad cuya transcripción fonética
podría ser ya [sju·dád]. “Perduró también en la primera mitad del siglo
XVI
la
conservación, muy decadente, de algunos grupos de consonantes que en el habla llana
se habían simplificado o transformado (cobdicia, cibdad)” (Lapesa 1981:369).
A continuación proporciono la manera como quedaron establecidas las reglas de
correspondencia arrojadas por el análisis para esta grafía.
Grafía u = [u]
La u gráfica siempre tendrá una correspondencia con el sonido [u]:
Contexto
Una u gráfica
Regla
u= [u]
Las grafías v y b para su correspondencia al sonido vocálico no son sistemáticas,
de manera que se incorporarán al transcriptor por medio de una lista de excepciones,
primero, como se dijo arriba, porque en los textos no se presentan de la misma manera
(en los DLNE la editora lo cambió a u) y segundo porque no son sistemáticas en el
contexto referido, es decir, se presenta la misma palabra con u y v (en el ejemplo (6c)
aparece çibdad, pero en los textos encontramos ciudad y en la siguiente lista de
excepciones también se presenta civdad).
Lista de vocablos con v cuyo valor vocálico es [u]
avdiencia
avn / avnque
avsencia
cavsado / cavsa
çivdad
Chiavtla
enbavquen
Guaxovçingo
revsado
rrecavdo
v (conjunción)
vn / vno / vna
vnçiones
Vngría
vse / vsar
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Lista de vocablos con b cuyo valor vocálico es [u]
Abdiencia
abnque
babtizó
cibdad
debdas
recabdo
4.2.2. Vocales medias
En términos generales la correspondencia grafía-sonido de las vocales medias es
bastante estable. Por ejemplo, para la vocal media anterior [e] la correspondencia
gráfica siempre es e.
Grafía e = [e]
La e gráfica siempre tendrá una correspondencia con el sonido [e]:
Contexto
Una e gráfica
Regla
e= [e]
Sin embargo, en algunas ocasiones la vocal media anterior se presenta con doble
grafía. Como sabemos, en las palabras compuestas que presentan doble e,
fonológicamente se representan las dos, por ejemplo, reencontrarse se transcribe
/re·en·kon·trár·se/. En el corpus se presentó la doble grafía de manera anómala, cuya
correspondencia al sonido debería ser una sola [e], pues se encuentran en el corpus estas
mismas palabras graficadas también con una sola e: fe, ven, ver y veedor tiene en varias
ocasiones una de las e repuesta por el editor. También deberán incorporarse al
transcriptor mediante una lista de excepciones:
Lista de vocablos con ee cuyo valor es [e]
fee
veedor
veen / vee / veer (de ver)
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76
Para la vocal media posterior [o] no hay ninguna variación en cuanto a su
representación, siempre se representa con una o gráfica. De tal suerte, se puede
establecer una única regla de correspondencia entre esta grafía y su fonema
correspondiente, como se ilustra a continuación.
Grafía o = [o]
La o gráfica siempre tendrá una correspondencia con el sonido [o]:
Contexto
Una o gráfica
Regla
o= [o]
4.2.3. Vocal baja
La vocal baja es la más estable en cuanto a su representación gráfica. Desde el latín, esta
vocal era la que se mantenía de manera más sistemática aunque los segmentos
adyacentes sufrieran cambios. En el corpus de trabajo siempre aparece graficada como a
sin variar en ningún contexto. Es por ello que, al igual que la vocal media posterior, se
hizo una sola regla para la correspondencia entre esta grafía y su sonido.
Grafía a = [a]
La a gráfica siempre tendrá una correspondencia con el sonido [a]:
Contexto
Una a gráfica
Regla
a= [a]
4.2.4. Variación de vocales átonas.
Lo que sí se presentó en el corpus de manera más o menos regular es la variación de
vocales átonas. Se presenta entre vocales posteriores, alta [u] y media [o], y entre
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vocales anteriores, también alta [i] y media [e]. En el transcriptor se respetará la vocal
graficada y no se intentará cambiarlo, puesto que en el siglo
XVI
era una práctica de
estatus social, que se daba entre escritores. Alatorre (1979/2003:316) menciona que la
variación de vocales átonas más frecuentes eran de la i a la e como en vanedad,
enclinar, recebir, y de la u a la o, como en mormurar, mochacho, sofrir. Estos
desplazamientos se encuentran en todos los escritores del siglo XVI; los desplazamientos
inversos, de la e a la i y de la o a la u, también eran frecuentes pero se limitaban al
lenguaje coloquial, por ello también podremos encontrarlos en el corpus. Sin embargo,
como menciona Lapesa (1981:368) estas vacilaciones de timbre en las vocales no
acentuadas disminuyen en el transcurso del siglo XVI.
En el corpus de trabajo se encontraron reposiciones del editor como las
siguientes: ansimesmo, trespasar, monesterio. Vemos que aquí está repuesta una e por
el editor, por lo que el autor sugiere que era una e la que se pronunciaba en ese
contexto, es decir, que si bien, hoy escribimos una i (por así mismo) o una a (traspasar,
monasterio) en las reposiciones de los ejemplos, en ese momento histórico la forma
prototípica y general, podría haber sido como lo repone el editor, pues había gran
vacilación de timbre en vocales átonas.
4.3. Sonidos consonánticos
En esta sección abordaremos el problema que representa la graficación de las
consonantes en los textos del siglo
XVI.
Algunas de ellas (como las sibilantes) son las
que presentan mayor vacilación gráfica dependiendo del amanuense (su grado cultural o
educativo y su origen geográfico) y del año en que fue escrito el documento en cuestión,
como lo vimos en el §4.1.
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78
Al igual que en el caso de las vocales, se expondrán algunas opiniones teóricas
de los estudiosos, la forma en la que se presentaron en el corpus de trabajo, las reglas de
correspondencia grafía-sonido y las listas de excepciones según sea el caso. Además,
dentro de algunos sonidos que presenten mayor grado de dificultad o que estén inmersos
en cuestiones teóricas mayores, se abordarán temas específicos, como el caso de la
confusión ortográfica entre b y v, el seseo, la aspiración, el yeísmo y se mencionará el
andalucismo de manera general, pues ya se mencionó en el capítulo anterior, §3.3., y se
remitirá al lector al parágrafo correspondiente.
4.3.1. Consonantes oclusivas sordas
Las consonantes oclusivas sordas se mantienen bastante estables. La bilabial [p] y la
dental [t] ofrecen ciertas variantes, sin presentar mayor dificultad. La velar [k] sí
presentó alternancia significativa en sus graficaciones, algunas iguales a las que se usan
actualmente para graficarla (c, qu), otras grafías como calcos del latín, como arcaísmos,
que son residuo de las grafías griegas (ch, x), esto se explicará más adelante.
La consonante bilabial presentó dos maneras de graficación: una prototípica p y
otra doble, pp, posiblemente residuo gráfico de la geminada en latín. Su
correspondencia, en ambos casos, será siempre [p]. Veamos los ejemplos del corpus:
(7)
Y ansi a lo que dixere y firmare en esto y otra qualquiera cosa, se /24 le podra dar
credito, porque aca se approbará y cumplira, ultra de que él /25 solo es bastante para
cumplillo (DLNE, 46, 1574)
b. I al Enperador i a toda Espagña a pareçido muy mal lo que esos señores an hecho
en meter tanto la mano en las cosas del Marqués (DO, Carta 3)
a.
En el ejemplo (7a) podemos ver la doble grafía pp en la palabra approbará.
Como dije antes, esto como un calco del latín, pues en esa lengua se escribía
APPROBARE.
Las otras palabras que presentan pp en el corpus son supplicar del latín
Neevia docConverter 5.1
79
SUPPLICARE
y la palabra appostólico(a) del latín
APOSTOLICUS
que, aunque no lleva
doble p, parece haber sido influenciada también por la geminada del latín.
En el ejemplo (7b) se pueden ver varios ejemplos de las prototípicas y generales
p, que no representarán mayor problema para el transcriptor. A continuación presento
las reglas que se implementarán a este.
Grafía p = [p]
La p y pp gráficas siempre tendrán una correspondencia con el sonido [p]:
Contexto
Una p gráfica
Aparición de pp gráfica
Regla
p= [p]
pp= [p]
La única excepción para esta grafía será cuando p aparezca seguida de h, pues su
correspondencia sonora será ph → [f] en palabras como philosofía, Pharna y Joseph. La
lista de excepciones aparecerá en el apartado correspondiente al sonido labiodental
fricativo sordo [f], en §4.3.4.
Para la consonante dental tampoco se encontraron vacilaciones significativas. Al
igual que para la bilabial, apareció la doble grafía, tt y la prototípica t. Esta vez, sin
embargo, también se encontró la grafía cultista th. En los tres casos su correspondencia
sonora será [t]. Observemos los ejemplos siguientes extraídos del corpus:
(8)
a.
traxo consigo nueve yndias con/sigo por mançebas, teniéndolas por tales en su casa,
y/ dándoles lo que habían menester, y las tubo/ todo el dicho tienpo no las
permytiendo confesar ni de/xar yr a la yglesia porque no le descubriesen sus
dellittos/ y maldades (PI, Caso de Diego Díaz, f. 25 v.)
b. y de consentimjento de Albor /33noz, que como estava mal con el thesorero deseava
vengarse dél, holgo de no governar, porque /34 no governase el thesorero (DLNE, 7,
1529)
c. Devríase de contentar Monjaraz con lo que tiene, pues no mereçe tener indio, según
los a tratado (DO, carta 5)
Neevia docConverter 5.1
80
En el ejemplo (8a) vemos la palabra dellittos con doble grafía cuya transcripción
deberá ser [t] simple. La grafía cultista th en el ejemplo (8b) se puede observar en la
palabra thesorero proveniente del latín
THESAURARIUS.
Y en el ejemplo (8c) vemos la
prototípica t simple.
Enseguida podemos ver como quedarán las reglas de correspondencia grafíasonido para el caso de la consonante dental oclusiva sorda [t].
Grafía t, tt, th= [t]
La t, tt y th gráficas siempre tendrán una correspondencia con el sonido [t]:
Contexto
Una t gráfica
Aparición de tt gráfica
Aparición de th gráfica6
Regla
t= [t]
tt= [t]
th= [t]
Observemos a continuación la cantidad de grafías que se usaron en el siglo
XVI
para representar el sonido [k].
El fonema /k/ presenta distintos signos: c, q, qu, ch. El uso de c y qu es idéntico al
que presenta nuestra escritura hoy; el grafema q aparece en quando, quatro, y estas
formas se atestiguan así escritas incluso en textos del siglo XVIII. Grafía de tipo
cultista es ch, constante en todo el corpus para la voz Chancillería, y la x de
xristiano, que transcribo con ch, christiano (García Carrillo 1988:35).
En este párrafo García Carrillo (1988) menciona, mediante el análisis de su
corpus, las grafías con las cuales se representaba el sonido velar oclusivo sordo [k] en el
español de México del siglo XVI. Este análisis coincide con el mío, como veremos más
adelante en la exposición de reglas, listas de excepciones y ejemplos; en mi corpus
también encontré la grafía x para representar este sonido. En (9) presento los ejemplos
de graficación del sonido velar oclusivo sordo:
6
Esta regla se puede eliminar, a juicio del encargado de hacer el transcriptor en un futuro próximo,
siguiendo la regla de la h → Ø que se verá en §4.3.4. también se puede eliminar implementando una lista
de excepciones pues las palabras con este dígrafo son pocas.
Neevia docConverter 5.1
81
(9)
a.
La careza de esta tierra me a hecho mucho dagño en los gastos. Que si el agño
respondiera como se esperava, yo quedara a dever muy poco (DO, carta 9)
b. Fray Juan de Çumarraga, primero obispo de la dicha çiudad, e Ynquisidor
Appostólico contra la/ herética pravedad e apostasía en ella, y en todo su obispado
(PI, Caso 2, f. 132)
c. Todos los christianos que con él fueron y a quatro o çinco mill yndios que lle
/12vaba en su conpañja de los desta çibdad y tierra (DLNE, 1, 1525)
En los anteriores ejemplos podemos observar las grafías c, qu y ch que
representan al sonido velar oclusivo sordo [k]. Estas tres grafías son sistemáticas en el
corpus, es decir, no representan mayor complejidad y no presentan lista de excepciones.
El ejemplo (9a) es un caso en el que la c va seguida de a, o, u, careza y como; el
ejemplo (9b) presenta una qu prototípica del habla actual, Ynquisidor, y el ejemplo (9c)
muestra un caso en el que ch suena [k], pues va seguida de r, christianos.
Con estas grafías, que son prototípicas para representar al sonido velar oclusivo
sordo [k], se pudieron establecer reglas de aparición de manera sistemática. Enseguida
presento las reglas que otorgó el análisis para estas tres grafías.
Grafía c = [k]
La c gráfica tendrá una correspondencia con el sonido [k] en los siguientes casos:
Contexto
Si le sigue una vocal central baja [a]
Si le sigue una vocal media posterior [o]
Si le sigue una vocal alta posterior [u]
Regla
ca= [ka]
co= [ko]
cu= [ku]
Dígrafo qu = [k]
El dígrafo qu tendrá una correspondencia con el sonido [k] en los siguientes casos:
Contexto
Si el dígrafo va seguido de vocal media anterior [e]
Si al dígrafo le sigue una vocal alta anterior [i]
Neevia docConverter 5.1
Regla
que= [ke]
qui= [ki]
82
Dígrafo ch = [k]
El dígrafo ch tendrá una correspondencia con el sonido [k] en los siguientes casos:
Contexto
Si el dígrafo va seguido de consonante alveolar vibrante simple [r]
Regla
chr= [kr]
Se observaron en el corpus algunos contextos que no se ajustaron a las reglas
anteriores; por ejemplo, apareció el dígrafo qu en el que sí suena la vocal alta posterior,
es decir, se transcribirá [ku], por ejemplo, en el caso de quando, quatro. García de
Diego (1970:53) menciona que la qu era normal en los casos etimológicos ante a, sin
embargo, también se encuentran casos por confusión y menciona el ejemplo blanquo.
El uso de qu, en palabras como quando, qual, etc., no se normó hasta el siglo
XVIII
en el cual la Real Academia Española otorgó las reglas de ortografía para dichas
grafías. En el siglo XVI, como podemos observar en el corpus, había confusión de estas
grafías y se usaban indistintamente (aunque la frecuencia de aparición de la qu ante a es
limitada).
Se observó también el dígrafo ch seguido de vocal central baja [a] que suena [k]
y no [c]. Y la grafía cultista x (por calco de grafías del alfabeto griego) para representar
el sonido velar oclusivo sordo [k], que en los DLNE la editora lo representa como ch en
cursivas, para indicar que es reposición suya Xtianos > christianos. Presento enseguida los
ejemplos en los que se observa lo anterior:
(10)
a.
Más va la provisión del pegñón. Esto hazed querdamente. Ya os digo: si vierdes
que os lo darán i que no pornán enbaraço, presentalda;/i si otra cosa vierdes,
guardalda, que presto será otro mundo (DO, carta 3)
b. roge al tenjente /3 del allcalde mayor de aquj, que se dize Pedro Borjes, que /4 me
hiziesse tanta charjdad que me truxesse aquj /5 al monesterio al dicho don Joan
Xancol (DLNE, 27, 1555)
c. Preguntada si conoçe a su padre de la dicha Petronylla. Dixo/ que no, más de que
oyó dezir al dicho Diego Díez que hera su hija dél, y que/ por tal la tenía, e que hera
hija de una yndia que se fue con un xrisptiano/ a Guatimala (PI, Caso de Diego
Díaz, f. 9 v.)
Neevia docConverter 5.1
83
En el ejemplo (10a) observamos la palabra querdamente que encaja en la regla
qu + e= [ke] mencionada arriba, sin embargo, esta palabra debe transcribirse
[kuer·da·mén·te] por lo que se implementará al transcriptor por medio de la lista de
excepciones. En el ejemplo (10b) la palabra charjdad deberá transcribirse [ka·ri·dád] y
no [ca·ri·dád], también se anexará al programa por lista de excepciones. Y en el ejemplo
(10c) la grafía x corresponde, en este contexto, al sonido [k], es decir, se transcribirá
[kris·tiá·no]. A continuación presento las listas de excepciones para estos casos:
Lista de vocablos con qu cuyo valor es [ku]
aquerdo
çinquenta
pesqueços
qual
quenten
quenta
querdamente
quidado
Lista de vocablos con ch cuyo valor es [k]
Chançilleria
Chancilleria
charjdad
Lista de vocablos con x cuyo valor es [k]
Jesuxristo
Jhesuxristo
xrisptiano
Xrisptóval
Xristoval
4.3.2. Consonantes oclusivas sonoras
Al igual que las consonantes oclusivas sordas, las oclusivas sonoras se mantienen
bastante estables. La bilabial [b] y la dental [d] ofrecen dos variantes, cada una, sin
presentar mayor dificultad. La velar [g] sólo presenta una graficación pero con
condiciones de contexto fónico, pues la misma grafía g también puede corresponder al
fonema velar [x], según su contexto, como se verá en §4.3.4.
La bilabial presentó dos maneras de graficación: b y v. Como se vio en el
capítulo anterior, en §3.1., existe una discusión teórica acerca del estatus fonológico del
Neevia docConverter 5.1
84
fonema /b/. Para efectos prácticos, en el corpus de trabajo se transcribirá siempre como
[b] una grafía v, de acuerdo con los teóricos que indican que sólo existió un solo sonido
[b] y que en él confluyeron las dos grafías b y v.
Recordemos, sin embargo, que en §4.2.1.2. se asignó también un valor vocálico
a v, de manera que las reglas de correspondencia se eliminarán entre sí; es decir,
primero se aplicará la lista de excepciones en las que la grafía v tiene valor vocálico [u]
y después todas las demás grafías v que se encuentren se transcribirán como [b].
Veamos algunos ejemplos del corpus:
(11)
a.
y a dicho que es ynmortal, y que/ ha hablado muchas vezes con el diablo de noche,
e ha hecho y dicho otras muchas/ cosas contra nuestra santa fee cathólica (PI, Caso
2, f. 132)
b. En esa carta que va con ésta os escrivo largo de lo que conviene. Ésta es para vos
solo, i leída, la ronpáis (DO, carta 4)
c. conpró al dicho Martyn una viga grande de a pies, porque en su tierra/ no la tiene, y
le dio por ella çient cueros de venados, y llebando, que/ se los llevaron al dicho
Martyn a su casa (PI, Caso 2, f. 132 v.)
En el ejemplo (11a) se aprecia la grafía b en vocablos como hablado y diablo.
En el ejemplo (11b) se observa la grafía v con valor consonántico [b] en palabras como
va, escrivo, conviene y vos. El ejemplo (11c) ofrece una misma palabra con las dos
graficaciones para este fonema, llebando y llevaron. Gracias a estos ejemplos
constatamos que no hay mayor dificultad para la transcripción de este fonema. Las
reglas que se implementarán al transcriptor las presento a continuación.
Grafía b = [b]
La b gráfica siempre tendrá una correspondencia con el sonido [b]:
Contexto
Una b gráfica
Neevia docConverter 5.1
Regla
b= [b]
85
Grafía v = [b]
La v gráfica tendrá una correspondencia con el sonido [b], con excepción de los casos
en los que dicha grafía tenga valor vocálico (véase §4.2.1.2.):
Contexto
Una v gráfica
Regla
v= [b]
La consonante dental oclusiva sonora no presenta mayores dificultades para su
inclusión en el sistema de correspondencias grafía-sonido, se encontró graficada con d y
la doble grafía dd. Veamos algunos ejemplos representativos que se hallaron en el
corpus:
(12)
a.
paresció don Joan, el cacique/ de Xiutepeque, y dixo que por descargo de su
conciencia, él quería/ dezir lo que sabe de un hermano de Martín Uzelo, que se
llama Miscoa/tle, y de otro hermano suyo, que se dize Tlaloc (PI, Caso 4, f. 183)
b. El más obidiente hijo que v. mddes. tienen, que sus manos besa.\\\ Alonso de
Salazar (DLNE, 71)
La grafía prototípica d se encuentra en varias palabras del ejemplo (12a), la
doble grafía solamente se encontró en esta fórmula v. mddes. (ejemplo de 11b) que
representaría en la normalización n de la etiqueta tok (mencionada en §2.2.) vuestras
mercedes y que se encuentra presente en los DLNE. Esta fórmula seguramente se
hallaba en proceso de lexicalización y no podemos determinar a ciencia cierta en qué
etapa del proceso se encontraba, por lo tanto no se sabe qué transcripción fonológica sea
reflejo real de la fórmula.
Como vimos en los ejemplos anteriores, la correlación entre grafía y sonido para
[d] no representa mayor problema y las siguientes son las reglas que arrojó el análisis.
Grafía d, dd = [d]
La d y dd gráficas siempre tendrán una correspondencia con el sonido [d]:
Neevia docConverter 5.1
86
Contexto
Una d gráfica
Aparición de dd gráfica
Regla
d= [d]
dd= [d]
El sonido velar oclusivo sonoro [g] sólo se puede representar con la grafía g en
determinados contextos:
(13)
a.
este dicho Andrés, en qualquie/ra parte que va tiene una costumbre que comulga a
la gente, y él mesmo co/mulga, y esto haze de unos çiertos honguillos que se llaman
en su lengua na/nacatl, que es cosas endiablada (PI, Caso 4, f. 186)
b. Ya me puedo engagñar, i ansí quiera Dios. Esto del juro os encargo mucho, porque
ruines no se vengen de mí, que an dicho que, pues vendo el juro, no tengo allá nada
(DO, carta 8)
En el ejemplo (13a) podemos observar casos de g empleada como hoy en día y
que corresponden al fonema velar oclusivo sonoro [g], es decir, seguida de a, o, u; o
bien gu seguida de i, e. Esto en palabras ilustradas en el ejemplo (13a), como comulga y
honguillos.
En el ejemplo (13b), sin embargo, encontramos una g con igual valor [g] pero
sin el contexto adecuado para la ortografía actual. Sin asignarle su valor real por medio
de una lista de excepciones, esta palabra caería en el contexto erróneo como se podrá
ver en el §4.3.4. Por medio de esta lista se asignará la transcripción [bén·gen] y no la
incorrecta [bén·xen].
En el corpus se observó que esta grafía sólo aparece tras algunas consonantes
específicas: r y l. Veamos las reglas asignadas.
Grafía g = [g]
La g gráfica tendrá una correspondencia con el sonido [g] en los siguientes contextos:
Neevia docConverter 5.1
87
Contexto
Una g gráfica seguida de a, o, u, ü
El dígrafo gu seguido de i, e7
Una g gráfica seguida de las líquidas r, l
Regla
g= [g]
gu= [g]
g= [g]
Para casos como el ilustrado en el ejemplo (13b) se incorporará al transcriptor la
siguiente lista de excepciones:
Lista de vocablos con g sin u cuyo valor es [g]
Diegito
Gerra
Gíe Page
Higeras
Migel
plégele
Rodrígez
Ruegen
Vengen
4.3.3. Consonantes africadas sordas
La grafía ch es la representación gráfica prototípica para representar un sonido africado,
en este caso palatal /c/. Se llama africado porque tiene un primer momento de oclusión
y después uno de fricción. En el siglo
XVI
también se encontraba un sonido prepalatal
africado sordo [s] representado por la grafía ç, que provenía de la convivencia de dental
o velar sordas con yod en latín.
Vimos en el capítulo anterior §3.1., que el sonido prepalatal africado sordo [s] se
encontraba aún vigente en el español que llegó a América. Sin embargo, en el corpus de
trabajo alterna la grafía para este sonido [s] con las grafías s, c, z, utilizadas también
para representar el alveolar fricativo sordo [s], además de aparecer graficado con tz, y
con esto podemos intuir que el proceso de confusión de estos fonemas se encontraba
avanzado.
7
Se encontró una excepción a esta regla en verguença, por la falta de diéresis en el documento original.
Neevia docConverter 5.1
88
Por lo anterior y para efectos prácticos del transcriptor, la grafía ç se transcribirá
como [s] excepto en los casos claros en los que el sonido está aún vigente por su
utilización en léxico indígena, la mayor proporción en topónimos y antropónimos.
Veamos los ejemplos:
(14)
a.
el sobredicho Miscoatle fue a un pueblo subjeto/ deste que depone y demando las
minas tres cosas para hazerles/ dichas zerimonias e no queriendo darçelas fue uno
del pueblo (PI, Caso 4, f. 183)
b. Pasá luego a Guaçoçingo las yeguas i todas esas menudençias, i tened mucha
vijilançia en el buen tratamiento de los indios, pues es rrazón i aquéllos lo mereçen
(DO, carta 5)
En el ejemplo (14a) se ilustra una ç con valor de [s] en la palabra darçelas, el
ejemplo (14b) muestra graficaciones con ç para [s] y también, en el topónimo
Guaçoçingo, para [s]. Las siguientes son las reglas arrojadas por el análisis para esta
grafía.
Grafía ç = [s]
La ç gráfica tendrá una correspondencia con el sonido [s], en léxico indígena:
Contexto
Una ç gráfica en léxico indígena
Regla
ç= [s]
Esta regla se aplicará de manera general a todo el léxico indígena que aparezca
en el corpus (si el corpus se amplía la misma regla deberá abarcar el léxico indígena que
se incorpore), pero por el momento se tiene la siguiente lista de excepciones:8
Lista de palabras de origen indígena con ç cuyo valor es [s]
Coaçacoalco
Cuçamelco
Guaçoçingo/Guaxoçingo
Matalçingo
Tepedçingo
Tilançi
Yçucar
8
Se encontró la palabra maçumarra en el corpus y no pude rastrear su origen, así que, por lo pronto, la ç
se transcribirá como [s].
Neevia docConverter 5.1
89
Las dificultades que ofrece el léxico indígena, la permanencia temporal de
algunos sonidos y la posible influencia del náhuatl en el sistema fonológico español se
verá ampliamente en el §4.4.1. de este mismo capítulo.
La otra consonante africada sorda es la que corresponde al sonido palatal
africado sordo [c] graficado con el dígrafo ch. Esta consonante se muestra bastante
estable desde que se origina en castellano medieval. En el corpus de trabajo siempre se
muestra con ese dígrafo y suena [c] con excepción de los ejemplos mostrados con valor
de velar oclusiva sorda [k] mencionados anteriormente, en §4.3.1.
Veamos los ejemplos que se presentaron en el corpus para este sonido, en los
cuales se apreciará la estabilidad de la correspondencia entre el dígrafo ch y su sonido:
(15)
a.
I criad en Guaçoçingo muchos puercos, i muchas ovejas, i todo hazed de manera
que los indios sean bien tratados, i hagáis en esto ventaja a vuestros vezinos (DO,
carta 5)
b. Preguntado si éste que declara y el dicho Marcos si andan dis/famando los frayles,
deziendo cosas deshonestas contra/ ellos, en espeçial diziendo que la corona de los
frayles,/ desque se quitan a la capilla, paresçe a la natura de los hon/bres (PI, Caso
8, f. 144)
c. Algunos, çesarea magestad, de los que han estado en estas partes y experimentado
las co /25sas dellas, y por lo que se pierden y vienen en dimjnuysion, dizen es
porque las hallan /26 fertiles y ricas y no cura njnguno, del mayor hasta el menor,
sino tener ojo /27 a aprovecharse y a procurar de aver con que se vaya en España
(DLNE, 1)
En los tres ejemplos anteriores se observa el dígrafo ch con valor de [c] en
vocablos como muchos, dicho y aprovecharse. Esta correspondencia no ofrece mayor
dificultad, por lo cual se asignó la siguiente regla de correspondencia entre el dígrafo y
el sonido palatal africado sonoro [c].
Dígrafo ch = [c]
El dígrafo ch siempre tendrá una correspondencia con el sonido [c]:
Neevia docConverter 5.1
90
Contexto
Aparición de ch
Regla
ch= [c]
4.3.4. Consonantes fricativas sordas
Este grupo de consonantes es el que ofrece mayor dificultad para hacer reglas de
correspondencia. Muchos de los sonidos que integran esta correlación se vieron
envueltos en discusiones teóricas, como se mencionó en el capítulo anterior, por los
problemas que representaba su graficación en el periodo del siglo XVI.
A grandes rasgos, los problemas que plantean son los siguientes: el labiodental
[f] se aspiró [h] en palabras con f- inicial latinas y posteriormente desapareció Ø; en
determinados contextos, se reforzó [x] y en otros se conservó9. El prepalatal [s]
evolucionó en un sonido velar [x] (en algunos casos se confunde con el fonema
originado por el refuerzo de la aspiración de f- inicial latina mencionado arriba) y, en
algunos casos, sobre todo en léxico indígena, es alófono del alveolar [s]. Este último
sonido se vio envuelto en la discusión acerca del fenómeno conocido como seseo,
característico del español andaluz y, por lo tanto, del español atlántico.
Empezaré por el sonido labiodental fricativo sordo [f]. Este se encontró
graficado con la prototípica f, con la doble grafía ff y con el dígrafo cultista ph. A
continuación presento algunos ejemplos:
(16)
9
a.
I acá pidieron los flaires que de allá vinieron vna çédula para vn valençiano que está
en Guaçoçingo, para dalle çiertas tierras (DO, carta 3)
b. el/ dicho don Luys no pudo yr, y enbió a este testigo a ver qué es lo que quería el
dicho Martyn, y/ al dicho Diego, e que después de ffecha la dicha fiesta, que podía
haser çinco meses,/ poco más o menos, el dicho Martyn tomó a éstos que deponen,
e los puso (PI, Caso 2, f. 132)
c. Para que los hijos de los caçiques y señores, muy poderoso señor, se ynstruyan en
la fee, /9 ay neçessidad nos mande vuestra majestad se haga un colegio donde les
muestren a leer y gra /10matica y philosofia y otras artes (DLNE, 1, 1525)
Véase la cita de Lathrop en la página 42.
Neevia docConverter 5.1
91
En el ejemplo (16a) tenemos la grafía simple en flaires, palabra en la que se
observa un trueque de líquidas que se verá en §4.2.2. de este mismo capítulo. El
ejemplo (16b) muestra la doble grafía en ffecha y el ejemplo (16c) ofrece la grafía
cultista en un término de origen griego philosofía en el que se conserva el dígrafo por
calco etimológico.
Según García de Diego (1970:54) la duplicación de f en palabras compuestas era
frecuente en esa época, sin embargo, vemos en el ejemplo (16b), extraído del corpus,
que la doble grafía aparece en palabra simple y en posición inicial de palabra. Es decir,
no cabe en la descripción que hace este autor.
Este mismo estudioso también nos habla sobre la utilización de la grafía cultista
ph y menciona que “eran simples signos etimológicos, muchas veces empleados sin
acierto” (García de Diego 1970:54). En el ejemplo (16c) del corpus la grafía cultista fue
utilizada correctamente.
Ahora bien, algunas de las f- iniciales se transcribirán como sonidos aspirados
pues se encontraban en proceso de desaparición (véase el §3.1.), esto se implementará al
transcriptor mediante una lista de excepciones, misma que se exhibirá en la parte
correspondiente al sonido glotal aspirado sordo [h].
En seguida ilustraré cómo fueron las reglas obtenidas con base en el análisis del
corpus para transcribir estas grafías.
Grafía f, ff = [f]
La f y ff gráficas tendrán una correspondencia con el sonido [f]:
Neevia docConverter 5.1
92
Contexto
Una f gráfica10
Aparición de ff gráfica
Regla
f= [f]
ff= [f]
Dígrafo ph = [f]
El dígrafo ph siempre tendrá una correspondencia con el sonido [f]:
Contexto
Aparición de ph
Regla
ph= [f]
Al sonido alveolar fricativo sordo [s] se le encuentra en el corpus de trabajo
graficado de múltiples maneras: con s, con doble grafía ss, con c ante vocales anteriores,
con z, y en algunos casos, por confusión, con ç y con x. A continuación vamos a ver
ejemplos de cada grafía:
(17)
a.
de allí fue con el muchacho este testigo a una/ cueba, donde halló muchos ydolos y
máscaras con sangre, puestos en sus/ caxas y que tuxo de los dichos ydolos tres y
algunas máxcaras, y/ mucha ropa, y otras cosas de sacrifiçios (PI, Caso 1, f. 3 v.)
b. tengo mi cassa muy honrrada y proveyda de lo neçessario; y soy cassado con muger
/5 honrrada y virtuosa (DLNE, 75)
c. E tenido neçesidad para mi despacho de vender el juro, i e andado rodeando, por no
lo vender, porque me era afruenta. I el padre Villagrá me a dado aquí mil i D o mil i
DC ducados, i déxole el juro traspasado, porque goce de los çinquenta mil (DO,
Carta 9)
d. con fuerça y biolençia havia fecho a Magda /23lena Mexia, mi hija, donzella honesta
y recoxida, unas vezes por ruegos y prome /24zas y otras con amenazas y terrores, la
avia corrompido y estupado, llevandole /25 su virginidad (DLNE, 75, 1583)
En el ejemplo (17a) tenemos la palabra máscaras, con la grafía s prototípica para
el sonido alveolar fricativo sordo [s] y también tenemos la misma palabra graficada con
x, máxcaras. En el ejemplo (17b) tenemos las palabras cassa, neçessidad y cassado,
escritas con la doble grafía; en el corpus se observó que la doble grafía apareció
mayoritariamente en verbos conjugados en pretérito de subjuntivo con terminación en
10
Con excepción de los casos derivados del verbo hacer > FACERE que se proporcionarán en la lista de
[h].
Neevia docConverter 5.1
93
-sse, como mandasse, viesse, fuesse, etc. y también en algunos superlativos terminados
en -issimo como christianissimo y hondissimo.
El ejemplo (17c) nos ofrece la grafía ç y c seguidas de vocales anteriores, en
neçesidad, goce y çinquenta, que estaban en avanzado proceso de confusión con el
sonido alveolar fricativo sordo. Y, finalmente, el ejemplo (17d) muestra la grafía z en
vocablos como donzella, vezes, promezas y amenazas para producir el mismo sonido.
Podemos ver en la palabra promezas que la grafía z corresponde al sonido alveolar
fricativo sordo [s] pero ya había confusión en las grafías.
Como vimos en el capítulo anterior, en §3.1., uno de los puntos importantes en
el paso del castellano medieval al español moderno fue la pérdida de sonoridad en las
sibilantes, y el ajuste en la zona y/o modo de articulación de algunas de éstas. Por la
pérdida de sonoridad, el hablante no pudo establecer forma de diferenciar las grafías;
por los ajustes de zona y modo de articulación, el hablante castellano, conservó
diferencias: adelantó el sonido prepalatal africado sordo [s] hasta realizar un sonido
interdental fricativo sordo [θ], conservó su sonido alveolar fricativo sordo [s] y velarizó
el prepalatal fricativo sordo [s] → [x]. El hablante andaluz, canario y americano, (que
constituyeron el dialecto que hoy se llama español atlántico), confundió el prepalatal
africado sordo [s] con el alveolar [s] y realizó la velarización del prepalatal fricativo de
la misma manera que el hablante castellano. Con este proceso el hablante andaluz,
canario y americano asignó la grafía j para representar el sonido velar fricativo sonoro
[x] y se quedó con múltiples grafías (s, ss, c, ç, z) para representar solamente el sonido
alveolar fricativo sordo [s]. Podemos intuir el problema ortográfico que se originó, pues
se conservaron muchas grafías para un único sonido, y la pronunciación, que hasta ese
entonces había otorgado pistas para hacer la debida distinción ortográfica, ya no
Neevia docConverter 5.1
94
funcionó para ese propósito. El resultado, para algunos hablantes, es la total confusión
de las grafías en la escritura; para los hablantes y amanuenses cultos, la distinción
ortográfica provenía del conocimiento del origen etimológico de la palabra, y para
aquellos no tan instruidos ocurría, o bien, la indistinción, o bien, las hipercorrecciones.
Todo este problema de la confusión de las grafías se originó en América por el
español trasplantado de Andalucía como vimos en §3.2. El fenómeno en cuestión se
conoce como seseo y se refiere al hecho de que como no llegó a América el sonido
interdental [θ] proveniente del prepalatal africado sordo [s], este último se confundió
con el alveolar [s].
Al respecto Antonio Alatorre nos dice: “la variedad del español implantada en
las Canarias y en el Nuevo Mundo fue la andaluza. En esos años iniciales del siglo XVI
se desata, incontenible, el torrente de faltas de ortografía” (1979/2003:309).
Algunos autores rechazan el andalucismo americano pues proponen que en
Andalucía existía seseo (confusión con /s/) y ceceo (confusión con /θ/), Alvar nos
explica que:
Sin acabarse de consolidar el timbre seseante o ceceante del ceceo, el fenómeno
pasó a Canarias y a América, donde se realizó como seseo. Nivelación que debe
explicarse de algún modo que no sea el «autóctono». Porque si los andaluces
llevaron a América un proceso en trance de realización, aunque no estabilizado, no
cabe duda que el seseo no es autóctono (1982:138).
Con base en todo lo anterior y en el análisis del corpus, determiné las siguientes
reglas de correlación entre el sonido alveolar fricativo sordo [s] y sus múltiples grafías.
Grafía s = [s]
La s gráfica siempre tendrá una correspondencia con el sonido [s]:
Contexto
Una s gráfica
Neevia docConverter 5.1
Regla
s= [s]
95
Grafía ss = [s]
La ss gráfica siempre tendrá una correspondencia con el sonido [s]:
Contexto
Una ss gráfica
Regla
s= [s]
Grafía c = [s]
La c gráfica tendrá una correspondencia con el sonido [s] en los siguientes contextos:
Contexto
Una c gráfica seguida de vocal alta anterior [i] (i, j)
Una c gráfica seguida de vocal media anterior [e]
Regla
c= [s]
c= [s]
Grafía z = [s]
La z gráfica siempre tendrá una correspondencia con el fonema [s]:
Contexto
Una z gráfica
Regla
z= [s]
Grafía ç = [s]
La ç gráfica, como se vio más arriba en §4.3.3., tendrá una correspondencia con el
sonido [s] con excepción de los casos de utilización en léxico indígena, pues en estos su
valor será de [s]:
Contexto
Una ç gráfica
Regla
ç= [s]
También la grafía x se utilizó en el corpus para representar el sonido alveolar
fricativo sordo [s]. Como esta grafía se utiliza prototípicamente para representar el
sonido velar fricativo sordo [x] o el prepalatal fricativo sordo [s], su aparición para
representar al alveolar fricativo sordo [s] fue asistemática, de manera que se incorporará
al transcriptor por medio de una lista de excepciones:
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96
Lista de palabras con x cuyo valor es [s]
caxco
enxerta11
máxcaras
quixieren
Para representar el sonido prepalatal fricativo sordo [s] se utilizó en el corpus la
grafía x. Sin embargo, y como vimos en el apartado §4.3.4. del capítulo anterior, esta
grafía también puede representar el sonido velar fricativo sordo [x] y la secuencia [ks];
de tal manera que su aparición con valor de prepalatal fricativo sordo [s] está sujeta a
dos condiciones: que la palabra que contenga la grafía sea de origen indígena y que se
ciña a las reglas propuestas en esta sección.12
Primero, veamos los ejemplos que ilustran el uso de esta grafía:
(18)
De /19 esta gran çiudad de Tenuxtitan, Mexico, a xx /20 de junjo de MDxxxij años
(DLNE, 12)
b. juntaronse /8 unos tres prinçipales jndios con el Alonso Ortiz, que se /9 dizen don
Joan Xancol y don Hiermo Hastanhua y /10 <y> don Po. Cacamatl (DLNE, 27,
1555)
a.
Vemos en el ejemplo (18a) la palabra Tenuxtitan cuya grafía x corresponde al
sonido prepalatal fricativo sordo [s], en seguida, también en (18a) vemos la palabra
Mexico también de origen indígena con esta misma pronunciación. En el ejemplo (18b)
vemos un antropónimo de origen indígena que, esta vez, corresponde a un nombre o
apellido, Xancol. La única regla que se pudo obtener fue para palabras de origen
indígena que tengan el siguiente contexto:
Grafía x = [s]
La x gráfica tendrá una correspondencia con el sonido [s]:
11
En el contexto se puede ver que se refiere a inserta (DO, Carta 3).
En las palabras de origen latino que muestran la grafía x puede observarse claramente que el sonido que
representan es el alveolar fricativo sordo [s]: caxco, enxerta, máxcaras, quixieren.
12
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97
Contexto
Si está ubicada entre vocal y consonante, en léxico indígena
Si está ubicada entre vocales, en léxico indígena
Regla
VxC= [s]
VxV= [s]
Partiendo de la opinión de García de Diego (1970:37) de que “en el siglo XVI se
retrae la articulación de x, y en vez de la prepalatal de dixo y quixada se pronunció la
actual j faucal, dijo y quijada, y a principios del
XVII
era ya general esta pronunciación
para la de hoja y jarro”; se constata, como veremos más adelante, en las reglas de
correspondencia entre [x] y x, j, que para este periodo las dos grafías alternaban en los
mismos contextos, de manera que se infiere que la velarización estaba en un proceso
avanzado.
Observé en el análisis del corpus que alternaban las grafías x y j en los mismos
contextos (inicial de palabra y seguido por vocal), por lo que decidí que, para los fines
del transcriptor, la grafía x seguida de vocal corresponderá al sonido prepalatal [s] si se
encuentra en la siguiente lista de palabras de origen indígena que claramente conservan
el sonido:
Lista de palabras con x cuyo valor es [s]13
Xancol
Xicalango
El sonido velar fricativo sordo [x] se presenta en el corpus de trabajo graficado
de tres formas diferentes: con j, con g seguida de vocales anteriores [e], [i] y con x.
Ahora veremos claramente, por medio de las reglas arrojadas en este análisis, que las
grafías j y x alternan en los mismos contextos, por lo que se puede ver que la
13
Aunque se podría pensar que la grafía correspondiera a [x] en algunos contextos comunicativos. Se
incorporarán a esta lista todos los topónimos y antropónimos de origen indígena que presenten esta grafía
que puedan aparecer en documentos que se incorporen al corpus.
Neevia docConverter 5.1
98
velarización mencionada en el §3.1. del capítulo anterior se encontraba en una fase
bastante avanzada. Los ejemplos son los siguientes:
(19)
este testigo /30 oja cómo ella le dezia: "¡puto, dexame!. Hazlo tú con tus braços, y
bordonea con tus braços, /2 que vengo harta de travaxar" (DLNE, 55, 1576)
b. dicen que vuestro marido es amigo de traer galas y de trabajar poco. /26 Porque en
esta tierra no ganan dineros sino quien lo trabaja /27 muy trabajado (DLNE, 43,
1574)
c. Preguntado si había oydo que hera pecado grabísymo y heregía casar/se doss bezes
estando biba la primera muger (PI, caso 5)
a.
En los ejemplos (19a) y (19b) se puede ver la misma palabra (el mismo contexto
fónico) con diferentes grafías trabaxar y trabajar, y con esto concluyo que ambas
grafías x, j, correspondían al mismo sonido [x]. El ejemplo (19c) muestra la grafía g
seguida de vocal anterior en muger y heregía, en las que el valor de la grafía g
corresponde al sonido velar fricativo sordo [x]. El ejemplo de muger, (que ya no se
presenta en el corpus como muxer), nos indica que ya había ocurrido la velarización del
sonido [s] y que sonaba como [x], pero el hablante no sabía de qué manera graficar este
sonido, de manera que tomó la grafía velar por excelencia, es decir, una g.
En un estudio realizado por González (2005), se explica el proceso de
ensordecimiento y posterior velarización del fonema prepalatal fricativo sonoro /z/ →
/s/ → /x/ y la consecuente confusión gráfica:
Hasta el siglo XVI el idioma castellano constaba con dos fonemas, opuestos
proporcionalmente: /z/ dorsopalatal fricativo sonoro que [se] representaba
ortográficamente j, g(ge,gi), y /s/ dorsopalatal fricativo sordo, indicado en la
escritura mediante la x. Sin embargo, en la evolución del idioma, al llegar a
desaparecer la oposición que las diferenciaba, a favor del fonema sordo, y con el
desplazamiento del punto de articulación a la zona velar, se creó vacilación
ortográfica al dar un sonido único que podía ser representado por tres grafías “j”,
“g” y “x” (González 2005:74).
Con base en lo anterior y en el análisis del corpus se determinaron las siguientes
reglas de correlación entre las tres grafías y el sonido velar fricativo sordo [x].
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99
Grafía j = [x]
La j gráfica tendrá una correspondencia con el sonido [x]:
Contexto
Si está entre vocales
Si es inicial de palabra y le sigue una vocal
Regla
VjV= [x]
#jV= [x]
Grafía x = [x]
La x gráfica tendrá una correspondencia con el sonido [x] en los mismos contextos que
una j gráfica:
Contexto
Si está entre vocales14
Si es inicial de palabra y le sigue una vocal15
Regla
VxV= [x]
#xV= [x]
Grafía g = [x]
La g gráfica tendrá una correspondencia con el fonema [x]:
Contexto
Si está seguida de vocales anteriores [e], [i]16
Regla
ge, i= [x]
La siguiente es la lista de palabras con grafía j que deberán transcribirse con [x]
aunque no recaigan en ninguna de las reglas anteriores:
Lista de palabras con j cuyo valor es [x]
injuria
Jorje
perjudiçiales
subjettos/subjetas/subjetos
Podemos observar en la anterior lista de palabras que subjettos/subjetas/subjetos
conservan un grupo culto de consonantes bj que se ha perdido en el español moderno,
una vez que esta b se perdió, el contexto fónico cambiaría, la j estaría entre vocales y
14
Con excepción de las palabras que llevan esta grafía x que están en el mismo contexto fónico en las
listas de excepciones correspondientes al sonido [s] y al conjunto [ks].
15
También con excepción de las palabras con esta grafía x en la lista de palabras correspondientes al
sonido [s].
16
Excepto en los casos que llevan esta grafía g proporcionados en la lista de excepciones
correspondientes al fonema [g].
Neevia docConverter 5.1
100
encajaría de manera perfecta en las reglas dadas anteriormente. Este grupo de
consonantes se respetará en el transcriptor.
Para una grafía x que corresponda al sonido velar fricativo sordo [x] se generó la
siguiente lista de excepciones:
Lista de palabras con x cuyo valor es [x]
Anxeles
valax
La palabra valax que se refiere a balaj, una piedra preciosa, es de origen árabe y
este contexto (-j final) no es pauta en el español, por lo cual se manejará como
excepción. La palabra Anxeles, cuya transcripción fonética será [án·xe·les], tiene el
mismo contexto que la palabra enxerta, [en·sér·ta], que se mencionó en la lista de
excepciones correspondiente al sonido [s], por lo que vemos que hay vacilación en el
sonido correspondiente en esa secuencia fónica (entre consonante y vocal), y por ello no
se puede asignar una regla lo suficientemente abarcadora para la correspondencia al
sonido de las grafías en dicho contexto.
El sonido aspirado [h] se encontró graficado con f y h sobre todo en palabras
derivadas del verbo hacer proveniente del latín FACERE.
(20)
a.
don Luys, Señor de/ Tepeaca, le enbió a casa del dicho Martyn porquel le habia
enbiado a conbinar/ para una fiesta, que quería fazer por una casa nueva que havía
fecho, e que el/ dicho don Luys no pudo yr (PI, caso 2)
b. no se contenta con los grandes tributos que le dan y con los sudores /21 que pasan
por estas cuestas llevandole piedras a Mexico, diez e siete /22 leguas para le faser la
casa, lo qual es cosa grimosa de camjnar (DLNE, 15, 1533)
c. Porque quando los hombres se an de /7 ofrecer a hazer alguna cosa, la an de hazer u
no ofrecerse /8 a ello (DLNE, 43, 1574)
Vemos en los ejemplos (20a) y (20b) palabras derivadas del verbo hacer, en las
que el sonido estaba ya aspirado [h] y próximo a desaparecer Ø. Es importante
mencionar que esta grafía f para el sonido aspirado [h] sólo se encuentra en los DLNE y
en los Procesos Inquisitoriales. En ninguna ocasión se encontró en las Cartas de Diego
Neevia docConverter 5.1
101
de Ordaz, lo cual nos da una pista de qué tan avanzado se encontraba el proceso de
pérdida de dicho sonido. Este hecho también nos corrobora, como se explicó en §3.1.
del capítulo anterior, que la pérdida del sonido avanzó de norte a sur en la Península
Ibérica en época temprana, bien como sustrato vasco (Menéndez Pidal 1986, Pensado
1993), bien como pérdida temprana de la dentadura por la carencia de flúor en el agua
de la zona como lo menciona Salvador (1982). Ya que, como vimos, Diego de Ordaz
era originario del norte de la Península Ibérica.
Nótese en el ejemplo (20c) que las palabras que hoy día se escriben con hinicial como han en las cuales el sonido [h] no existía, se escribían sin h pues en ese
contexto no había un sonido. En cambio, en el caso de las palabras como hacer, con
origen en palabras con f- inicial latinas, el sonido f sufrió un proceso de debilitamiento
y, después, de pérdida. En ese momento, estaba en una fase de aspiración avanzada, tal
vez en una etapa próxima de desaparición y por ello empezaba a usarse h para indicar
ausencia de sonido.
La regla asignada para este sonido será, para la f- inicial de palabra, en vocablos
provenientes del verbo hacer. Se incorporará al transcriptor por medio de la siguiente
lista de excepciones:
Lista de palabras con f- cuyo valor es [h]
faga
faser/fazer
faze
fecho/fechos
féchose
Para la grafía h la regla es hacerla una aspiración correspondiente al sonido
glotal fricativo sordo [h] en posición inicial de palabra en vocablos provenientes de
léxico con f- inicial latina:
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102
Grafía h = [h]
La h gráfica tendrá una correspondencia con el sonido /h/:
Contexto
Si es inicial de palabra y proviene de una palabra latina con f- inicial
Regla
#h= [h]
Explica García de Diego que “la h aspirada procedente de f se conserva hasta el
siglo
XVI”
(1970:37). Con excepción de: h- inicial proveniente de f- inicial latina que
corresponde al sonido fricativo glotal sordo [h], el grupo ph correspondiente al sonido
labiodental fricativo sordo [f] y el grupo ch correspondiente al sonido palatal africado
sordo [c] o al sonido velar oclusivo sordo [k], todas las h que se encuentren en el corpus
se transcribirán como cero fonético Ø.
4.3.5. Consonante fricativa sonora
Para graficar la consonante palatal fricativa sonora [y] se encontraron las grafías y y ll.
Debemos recordar, como se mencionó en el §3.1. del capítulo anterior, que el yeísmo
(pronunciación de ll como [y]) se ha documentado en América desde principios del
siglo
XVI,
por lo que todas las grafías ll que se encuentren en el corpus se transcribirán
como [y]. Veamos los ejemplos:
(21)
a.
I hazed de manera que, con lo que arriba digo i de la casa i de esto i de lo demás que
pudierdes, enbiéis todo lo más que podierdes, no os deshaziendo de las yeguas ni
ovejas, sino lo que os pareçiere que conviene (DO, Carta 3)
b. dixo este testigo que sabe que/ el dicho don Diego tiene quatro mujeres, con las
quales ha/ze vida maridable, y las dos dellas son hermanas, y de una/ tierra que se
llama Tornacuxtla (PI, caso 6)
Vemos en el ejemplo (21a) una palabra graficada con y, yeguas y en el ejemplo
(21b) las palabras dellas (ejemplo de sandhi)17 y llama en las que se infiere, con base en
17
Todo cambio fonético que se opera al principio o fin de una palabra, o, menos frecuentemente, en su
interior, por influjo de los sonidos de la palabra vecina, en la frase (Lázaro Carreter 1953/1977).
Neevia docConverter 5.1
103
los estudios que se explicaron en la parte correspondiente del capítulo anterior, que la
pronunciación corresponde al sonido palatal fricativo sonoro [y].
García de Diego (1970) explica qué es el yeísmo y de qué manera surge a causa
de la relajación de la pronunciación del sonido palatal lateral [l]:
De la relajación articulatoria de la ll resulta el yeísmo. (…) Suele ser considerado
el yeísmo como una absoluta confusión general de ll hecha y en que se identifican
poyo con pollo, halla con haya. Se citan como regiones típicas de yeísmo total,
Extremadura, Andalucía, Canarias y América, aunque la distinción de ll, y se
conserva por las personas cultas y se defiende en América en Colombia, Ecuador,
Perú, Chile y parte de la Argentina (1970:38).
Sin embargo, cuando menciona que las personas cultas conservan la distinción
de sonidos y que en algunas zonas de América del sur se hace la distinción entre las dos
grafías, obliga a un juicio erróneo ya que, afirma Parodi (1977:247), “la confusión de ll
y y no aparece exclusivamente en textos redactados por personas de escasa cultura, pues
se documenta en escritos de individuos cuyo oficio requiere un grado medio de cultura”.
Es posible que la razón por la que se distinguieran las dos grafías en la escritura
obedecía, en las personas cultas, más a distinción etimológica que a pronunciación, de
manera que un hablante culto en el siglo
XVI
que hiciera la distinción ortográfica
correctamente por el conocimiento de la raíz de las palabras y no porque aún
distinguiera los dos sonidos.
Aunque en el corpus de trabajo no se encontraron casos de confusión de y y ll, es
decir, que no alternaban en los mismos contextos, se determinó, para fines prácticos del
transcriptor, a partir de lo dicho anteriormente y de las diferentes teorías acerca de este
fenómeno expuestas en el capítulo anterior, que las grafías y y ll se transcribirán como
[y].
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104
Grafía y = [y]
La y gráfica siempre tendrá una correspondencia con el sonido [y]:
Contexto
Si es inicial de palabra y a continuación hay una vocal
Si está entre dos vocales18
Regla
#yV= [y]
VyV= [y]
Dígrafo ll = [y]
La ll gráfica tendrá una correspondencia con el sonido [y]:
Contexto
El dígrafo ll siempre tendrá correspondencia con [y]19
Regla
ll= [y]
Se encontró un solo caso en el corpus en el que este sonido [y] se graficó con j,
en la palabra majores que deberá transcribirse [ma·yó·res]. Para casos futuros de
palabras que contengan este sonido [y] y esté graficado con j tendrán que incorporarse a
la lista de filtrado y transcribirse conforme corresponda.
4.3.6. Consonantes nasales
Las consonantes nasales se han mostrado, a lo largo de la historia del español, bastante
estables en cuanto a su representación gráfica; el sonido bilabial nasal [m] y el alveolar
nasal [n] se conservan desde el latín, mientras que el palatal nasal [n] se originó en el
periodo de nacimiento del castellano medieval (en el que, como se explicó en el §3.1.
del capítulo anterior, hubo una proliferación en el surgimiento de sonidos palatales) por:
la nasal alveolar geminada del latín nn, el grupo consonántico gn, ng, o la convivencia
de nasal alveolar con yod nj, in.
18
Se encontró en el corpus un único caso en el que la grafía y va doble, en oyye, y su correspondencia
será un solo sonido [y], es decir [ó·ye].
19
Excepto en las listas de excepciones en el apartado del sonido alveolar lateral [l], correspondientes a [l]
y [rl].
Neevia docConverter 5.1
105
Para los sonidos bilabial nasal [m] y alveolar nasal [n] se determinaron las
siguientes reglas.
Grafía m = [m]
La m gráfica siempre tendrá una correspondencia con el sonido [m]:
Contexto
Aparición de m gráfica
Regla
m= [m]
Grafía n = [n]
La n gráfica siempre tendrá una correspondencia con el sonido [n]:
Contexto
Aparición de n gráfica
Regla
n= [n]
Estos son algunos ejemplos de estas grafías en el corpus:
a.
Lo que el dicho Diego Díaz cometió grabe delito de ydola/tría, y lo regía en hazer el
dicho ydolo con las dichas çirimonias,/ y querer hazer ydolatrar a los dichos yndios,
y persuadir a los/ españoles que haziesen lo mysmo (PI, caso 13)
b. Mi marido es onbre muy delicado y muj enfermo, y teme mu /9cho la mar. Y asi,
señor ermano, yo tengo determinado, junta /10mente con el señor mi marido y la
señora mi tia, que vos os /11 vengays a esta tierra (DLNE, 69, 1578)
(22)
Como vemos en los ejemplos anteriores, los dos sonidos [m] y [n] no ofrecen
mayor dificultad para su transcripción automática. En el ejemplo (22b) vemos una
palabra, onbre, que está graficada con una nasal alveolar [n] en lugar de una nasal
bilabial [m]. Este grupo consonántico se respetará en el transcriptor.
Para el sonido palatal nasal [n] se encontraron dos graficaciones distintas en el
corpus: la prototípica ñ y el dígrafo gñ (sólo se encuentra en las Cartas de Diego de
Ordaz).
Neevia docConverter 5.1
106
Observemos algunos ejemplos:
(23)
a.
Piadosamente se cree que, antes que se enbarque, verná de la Nueva Espagña algún
navío que le hará detener las merçedes que su Majestad le a hecho (DO, Carta 2)
b. las mu /33geres y niños son los que ay para ser enseñados y doctri /34nados en las
cosas de Dios (DLNE, 15, 1533)
En los dos ejemplos de (23) se observan las diferentes graficaciones para el
sonido palatal nasal [n] y podemos ver que no existe dificultad alguna para asignar la
regla de correlación, por lo que se determinó la siguiente.
Grafía ñ = [n]
La ñ gráfica siempre tendrá una correspondencia con el sonido [n]:
Contexto
Aparición de ñ gráfica
Regla
ñ= [n]
Las palabras graficadas con gñ para representar el sonido [n] se incorporarán al
transcriptor por medio de la siguiente lista de excepciones:
Lista de palabras con gñ cuyo valor es [n]
agño(s)
castagño
dagño
dogña
engagñar
enpegño/enpegñar/enpegñado/desenpegñar
Espagña/espagñol(es)
Maragñón
nigños
pagño
pegñol/pegñón
segñalase/segñale
segñalado/segñaló
Villafagñe
4.3.7. Consonantes vibrantes
Las consonantes vibrantes también se muestran bastante estables en el corpus. El sonido
vibrante simple [r] se grafica con r simple, el vibrante múltiple [r] se grafica con r
simple y con la doble grafía rr. Veamos los ejemplos que nos ofrece el corpus:
Neevia docConverter 5.1
107
(24)
a.
por qué dixiste/ que yo había muerto a Francisco, el yndio, dixeras/ que lo habías
muerto tú, o dixeras que lo había/mos muerto anbos, ahora me lo pagarás (PI, Caso
de Diego Díaz, f. 44)
b. Murieronsenos tres rreligiosos, y treynta truxe a esta Nueva España. Y si truxera
mill, fue /4ra harto menester para rremediar algo de lo mucho que está perdido
(DLNE, 25, 1554)
En estos ejemplos de (24) vemos la graficación r para el sonido alveolar vibrante
simple [r] y las dos graficaciones r, rr para el sonido alveolar vibrante múltiple [r].
Como estos sonidos no representan mayor complicación, determiné las
siguientes reglas de correspondencia para transcribirse automáticamente.
Grafía r = [r]
La r gráfica siempre tendrá una correspondencia con el sonido [r]:
Contexto
Aparición de r gráfica20
Si es final de palabra y va antecedida por vocal
Cuando está entre una vocal y una consonante
Regla
r= [r]
Vr#= [r]
VrC= [r]
Grafía r = [r]
La r gráfica tendrá una correspondencia con el sonido [r] en los siguientes contextos:
Contexto
Cuando es inicial de palabra seguida de vocal
Cuando es antecedida por n
Cuando es antecedida por l
Regla
#rV= [r]
nr_= [r]
lr_= [r]
Dígrafo rr = [r]
El dígrafo rr gráfico tendrá una correspondencia con el sonido [r]:
Contexto
Aparición de rr gráfica
20
Regla
rr= [r]
Excepto cuando esta grafía es inicial de palabra, pues su correspondencia será [r].
Neevia docConverter 5.1
108
4.3.8. Consonante lateral
El sonido alveolar lateral [l] se encontró graficado en el corpus con la prototípica l y con
la doble grafía ll, en algunas palabras. Esta doble grafía, sin embargo, ofrece
dificultades porque en algunas ocasiones, como se vio en la parte correspondiente,
obedece al sonido palatal central [y] y otras deberá transcribirse como [rl] (en infinitivos
+ clítico le, la(s), lo(s), como pedille → [pe·dír·le]).
Veamos los siguientes ejemplos del corpus en los que se atestigua la dificultad
que presentan algunas graficaciones de dicho sonido:
(25)
a.
Despues que vuestra señoría me dio su santa bendiçion en Sevilla, y nos hezimos a
la vela, venimos /2 con hartos trabajos, con los infortunios y tempestades del mar
(DLNE, 25)
b. E después de lo susodicho, marte quinze días del mes/ de jullio, año susodicho de
mille quinientos e treynta e/ nueve años, estando en avdiencia del Santo Ofiçio, su
Señoría Reverendísima/ hizo paresçer ante sí al dicho son Carlos Chichimecatecotl
(PI, caso 10)
c. Esto digo por la de Guaxoçingo, pero no serán tan locos que hagan otra cosa sino
conplilla, porque la cosa que acá más a mal an tenido a sido no conplir lo que de acá
va (PI, Caso de Diego Díaz, f. 44)
En el ejemplo (25a) vemos la grafía prototípica para el sonido alveolar lateral [l]
en determinantes como la y los, en la contracción del y en el sustantivo vela. El ejemplo
(25b) ofrece la doble grafía ll que corresponde a este sonido [l] en jullio y mille. Y, por
último, el ejemplo (25c) muestra el caso de la doble grafía ll con valor del grupo
consonántico [rl] en conplilla verbo en infinitivo conplir + el clítico la.
Con lo anterior se determinaron las siguientes reglas de correspondencia entre
las grafías que se presentaron en el corpus de trabajo y el sonido alveolar lateral [l].
Grafía l = [l]
La l gráfica siempre tendrá una correspondencia con el sonido [l]:
Contexto
Aparición de l gráfica
Neevia docConverter 5.1
Regla
l= [l]
109
La aparición asistemática de ll para el sonido alveolar lateral [l] generó la
siguiente lista de excepciones:
Lista de palabras con ll cuyo valor es [l]
allcalde
humilldes
humillmente
intelligencia
jllustre
jullio
lljcenciado
mill/mille/mjll
Para la doble grafía ll con valor de [rl] se llegó a la siguiente lista de excepciones:
Lista de palabras con ll cuyo valor es [rl]21
con clítico lo(s) con clítico la con clítico le(s)
avjsallo
correxillo
enojallos
negociallo
bella
conplilla
descrevilla
despachalla
gratificalla
mostralla
pagalla
traella
belles
castigalle
dalle
dezille
hazelle / haselle
mudalle
pedilles
respondelle
4.3.9. Grupo [ks]
La grafía x también puede representar al grupo consonántico [ks]. Como ya vimos en el
apartado correspondiente (§4.3.4.), esta grafía puede representar tanto [s], [s], como [x],
de tal manera que su correspondencia con la secuencia consonántica [ks] se aplicará al
transcriptor mediante la siguiente lista de excepciones:
Lista de palabras con x cuyo valor es [ks]
en VxC
exçeda/ exçediendo
exçelente / excelente
excelentemente
exçessivas/ excesivos
excessjva
expendera
en VxV
auxilio
examjnado
examjnar
examinaron/examinando
exessivos
maxime
en Vx#
pax
rex
21
Asigno el valor de [rl] a ll porque alterna la forma gráfica en los documentos entre rl y ll. No debemos
descartar, sin embargo, que en algunos contextos se pronunciara [y] o [l], ya que así se atestigua en las
rimas.
Neevia docConverter 5.1
110
experiencia /experiençia próximo /proximo /proxima
expiriencia / experjencia
expressasse
exsecutar
extendido
hexsaminados
Mixteca / Tlaxcala
Tornacuxtla / Texcuco
4.4. Problemas específicos
Algunos de los problemas específicos que plantea el corpus son: el manejo de léxico
indígena (sobre todo del náhuatl) y la consecuente permanencia temporal de sonidos
que se estaban perdiendo en español, como lo mencioné en §3.1., y la presencia de
grupos cultos de consonantes, unos que aún se conservaban como etimológicos, y otros
en los que se daban trueques asistemáticos.
4.4.1. Sonidos que permanecieron temporalmente por léxico indígena
Ya mencioné, en el capítulo anterior en §3.1.1., el reajuste de sibilantes que se dio como
paso del sistema fonológico medieval al moderno en español; también mencioné en el
mismo parágrafo que los sonidos [s] y [s] que estaban en proceso de pérdida en el
español se mantuvieron temporalmente en el español mexicano por su uso en léxico
náhuatl. Al respecto, Lope Blanch menciona la influencia que tuvo el náhuatl sobre el
español y corrobora esta idea:
Por lo que respecta al español normal, al habla común de la ciudad de México, he
llegado a la conclusión de que las únicas peculiaridades que pueden atribuirse por
ahora a la influencia del sustrato [en el campo fonológico] son las siguientes:
existencia de un fonema /s/ en voces de origen indígena (xixi), aunque de
rendimiento fonológico mínimo, ya que normalmente actúa como alternante de /s/;
aparición de un sonido [s], en topónimos y antropónimos prehispánicos (Atzompa),
que funciona como variante alofónica de /s/; articulación explosiva, licuante, de t
seguida por l (tl), tanto en voces nahuas (ix-tle) como en palabras hispánicas (a-tleta) (1969b:12).
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111
La idea que subyace en lo que dice Lope Blanch es que si un hablante español
escuchaba alguna palabra indígena que tuviera un sonido parecido a [s] o [s], echaba
mano de su propio sistema fonológico para reproducirla, sobre todo cuando tenían que
utilizar léxico de nuevas cosas no existentes en su realidad.
Algunas veces, la solución de [s] fue confundirse con [s]; otras su conservación
mediante el sonido en proceso de pérdida [s], aunque posiblemente no sería igual al
fonema indígena en cuestión, pues “los españoles […] sustituyeron los sonidos
indígenas extraños por los más parecidos dentro de su sistema” (Arias 1997:42). Así,
utilizaban la grafía ç que era la que reflejaba la correspondencia del sonido prepalatal
africado sordo [s] y que posteriormente, cuando el sonido se perdió, se desdobló en tz.
Este sonido se usa en antropónimos y topónimos de origen náhuatl, lo vemos en el
corpus en nombres de lugares como Guaxoçingo, Coaçacoalco, Yçúcar y en nombres
de personas como Tilançi.
Su uso en español mexicano, nos explica Lope Blanch (1972), no se debe a
conservación arcaizante del sonido del español antiguo [s], sino a influencia de las
lenguas indígenas. “En resumen, el sonido s no tiene rendimiento fonológico, y se halla
exclusivamente en algunos topónimos y antropónimos indígenas, por lo que hoy podría
considerarse como un simple alófono de /s/; si embargo, no deja de ser un resto de la
fonética propia de las lenguas prehispánicas” (Lope Blanch 1972:97).
Para el sonido prepalatal fricativo sordo [s] son cuatro soluciones las que pueden
verse frente a la evolución de este sonido: evolución normal a [x], es decir, velarización;
confusión con [s], una despalatalización; conservación de [s] y conversión en palatal
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africada [c]. Sin embargo, “los casos de conservación de /s/ aparecen siempre en voces
de origen indoamericano: mixiote, xocoyote, axcan” (Lope Blanch 1972:94).
En el corpus vemos este sonido [s] graficado con x en topónimos y antropónimos
como Mexico, Guaxoçingo, Xancol, Xicalango. Este sonido también se conservó en
léxico indígena cotidiano como mixiote < METL +
chocolate <
XOCOATL,
jacal <
XACALLI,
XIOTL,
jitomate < XICTLI +
TOMATL,
que, por el carácter temático del corpus, no se
encontró.
Debemos concluir que el español de México, en su sistema fonológico, tiene
poca influencia de las lenguas indígenas, pues lo que toma de ellas, especialmente del
náhuatl, es material léxico. En el plano fonológico lo que provoca es cierta permanencia
de sonidos que ya existían en español y que estaban en proceso de pérdida. Su
mantenimiento temporal fue motivado por lo que los españoles oían de la lengua
náhuatl y así, lo adaptan a lo que ellos conocían, que eran los sonidos representados por
ç y x.
4.4.2. Grupos de consonantes
Mencioné ya en el §4.3.8. que uno de los grupos consonánticos que se encontró en los
DLNE fue el de ll con valor (posible, por la alternancia gráfica rl y ll) de [rl] en palabras
compuestas de verbo en infinitivo seguido de clítico.
Otro grupo consonántico que se encontró en el corpus fue el formado por ld en
palabras compuestas por imperativo (en segunda persona de plural, vosotros) con clítico
de complemento indirecto o clítico de complemento directo. Adelante se presentarán
ejemplos de este fenómeno. También se encontró el grupo -nd final de palabra. Se
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encontraron, asimismo, trueques de líquidas y otros trueques asistemáticos que veremos
a continuación.
Al juntarse el verbo en infinitivo con un clítico, ya sea de complemento directo o
complemento indirecto, corregir + la > corregirla, los amanuenses del siglo
XVI
escribían en algunas ocasiones rl y en otras cambiaban el grupo rl por ll en la escritura.
Esto nos indica que en algunos contextos o situaciones comunicativas se pronunciaba
[rl] y en otros contextos [y] o [l]. Este grupo ll se cambiará a [rl] en el transcriptor
automático, pues se encuentra en los DLNE y en El habla de Diego de Ordaz, pero no
en los Procesos Inquisitoriales. En estos últimos se encuentra en su forma prototípica,
como rl.
Al respecto dice Lope Blanch que “la asimilación de la -r en los infinitivos a la
l- del pronombre átono siguiente es lo común en la fonética de Ordaz. Los casos de
conservación de la -r son mucho menos frecuentes” (1998:49).
Se encontró una metátesis en el grupo consonántico dl en palabras compuestas
por imperativo plural con clítico de complemento directo (lo, la) o complemento
indirecto (le, les). Si debiera ser guardad + la > guardadla, se encontró ld por dl,
guardalda. Este fenómeno ocurre con mayor frecuencia en El habla de Diego de Ordaz.
Ninguna metátesis de este tipo se presentó en los Procesos Inquisitoriales; sólo cuatro
ejemplos se encontraron en los DLNE: enbialdo, decilde, encomendaldo, miralde. Y
muchos en El habla de Diego de Ordaz: dalde, guardalda, vendelda, mezclaldo,
hazeldo, dezilde, meteldo, entregaldo, presentalda, daldes, mostraldes, meteldes,
cobraldo, favoreçelde, etc. En el transcriptor se convertirá a [dl]; sin embargo, no hay
que descartar la posibilidad de que se pronunciara también [ld] en algunos contextos.
Lope Blanch apunta que “como en el caso de la asimilación de rl en ll, esta metátesis
[ld] se mantuvo con firmeza hasta bien entrado el siglo XVII” (2000:212).
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Un trueque de líquidas bastante curioso es el presentado en flaires en el que la l
tomó el lugar de la r y viceversa. Como es un trueque que no se presentó en el corpus
más que en este caso, la palabra se transcribirá como [frái·les]. Sin embargo, García de
Diego (1970) indica que la conversión de r en l y viceversa es frecuente en el periodo
estudiado.
Encontré en el corpus de trabajo aféresis de e en palabras con s- inicial como
cultismos del latín, pues en esa lengua iniciaban con s líquida (García de Diego 1970),
los ejemplos son pocos, screvi, scrivjo. En el transcriptor se repondrán las e iniciales
mediante la siguiente lista de excepciones, ya que la secuencia de tres consonantes
juntas no es pauta para el español:
Lista de palabras con s- inicial que se transcribirá como [es]
screvi
scrivió
Igualmente se encontraron en el corpus paragoges con grupo -nd final en
palabras como segund, grand, ningund, en las que se quitará la -d final para efectos
prácticos del transcriptor (pero no debe desecharse la posibilidad de que esta -d final se
pronunciara), pues ya eran arcaísmos como lo menciona Rafael Lapesa: “el idioma
continúa despojándose del lastre medieval. Desaparece la alternancia gráfica de t, d
finales, y apenas se ven sino formas con d, antigüedad, voluntad, merced” (1981:280).
Lo cual indica que las palabras graficadas con -t final ya no se presentan sino con -d
final y que esta misma -d ya era arcaica. También estos casos se incorporarán al
transcriptor mediante la siguiente lista de excepciones:
Lista de palabras con grupo -nd final que se transcribirá como [n]
grand
ningund
segund
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En este capítulo se abordó el análisis del corpus de trabajo, confrontándolo con las
opiniones y los estudios emprendidos por los teóricos y finalmente se estableció, para
cada sonido, la regla correspondiente según sus variaciones gráficas. Así como se
asignaron las reglas de correspondencia, se presentó, en aquellos sonidos que lo
requirieran, la lista de excepciones correspondiente. Habrá que mencionar que la
cantidad de las palabras que finalmente contendrá la lista de filtrado es mínima en
comparación con la extensión total del corpus, por lo que las reglas obtenidas en el
análisis fueron abarcadoras para el léxico del español en México en el siglo XVI. Como
se ha mencionado anteriormente, la lista de filtrado final se encontrará en el Apéndice 3
de esta tesis.
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116
5. CONCLUSIONES
Hemos visto, en el Capítulo 2 de esta tesis, las ventajas que ofrece trabajar con los
corpus electrónicos anotados y cómo funciona la interfaz del CHEM. Hemos visto los
trabajos en proceso para enriquecer este corpus y los trabajos que necesitarán
incorporarse a futuro para mejorar el funcionamiento de sus herramientas.
Por el lado de la investigación filológica emprendida para determinar el estatus
del sistema fonológico del español hablado en México en el siglo
XVI,
vimos, en el
Capítulo 3, que estaban en proceso varios cambios que determinaron el paso del sistema
fonológico del castellano medieval al español moderno. Algunos de estos cambios
empezaron a gestarse desde el siglo XIV, por lo que para el siglo XVI se encontraban en
una fase avanzada de cambio. Cuando ocurrió la llegada al Nuevo Mundo llegaron
también, junto con los pobladores españoles, los hábitos de pronunciación del español.
En América, algunos de estos hábitos encontraron un ambiente propicio para
finalizar su proceso (como el seseo andaluz) y otros lo contuvieron (como el proceso de
pérdida de los sonidos prepalatales africado y fricativo que se mantuvieron
temporalmente por influencia de los sonidos próximos del léxico indígena).
Vimos con suficientes datos que el español trasplantado a América, si bien
incluía dialectos de toda la Península Ibérica, tenía mayoría de hablantes de origen
andaluz, específicamente de Sevilla. Y por ello, se ha concluido (cf. Boyd-Bowman
1985) que el español trasplantado a América tiene origen andalucista o, mejor dicho,
sevillano.
Con base en el análisis hecho para determinar las reglas de correlación entre
sonido y grafía, y con base en investigaciones teóricas por parte de reconocidos
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estudiosos, el estatus de cada sonido en el español que se hablaba posiblemente en
México en el siglo XVI es el siguiente:
-
La vocales medias (anterior y posterior) y la central baja se presentaron
invariables, las altas presentaron diferentes graficaciones, para la anterior se
utilizaron grafías como i, j y y, para la posterior u, b y v.
-
La vacilación de timbre en las vocales átonas era una práctica común en el
español del siglo
XVI
(Alatorre 1979/2003), por lo que se respetará la vocal
graficada, atendiendo a las reglas de correspondencia establecidas.
-
Las oclusivas sordas eran bastante estables, la única que presentó
vacilaciones gráficas fue la velar [k], con las grafías c, qu, ch y x. La
ortografía para este fonema no se normó sino hasta el siglo
XVIII,
con las
reglas ortográficas de la Real Academia Española. Aún hoy representa
problemas gráficos, pues se sigue utilizando c y qu, además de la recién
usada en español k.
-
La misma situación prevalece en las oclusivas sonoras. La bilabial [b]
presentó vacilaciones gráficas con b, v y u. Sin embargo, se argumentó que
el fonema representado con v no era labiodental, sino bilabial fricativo
(Alatorre 1979/2003, Lathrop 1984/1992). Finalmente, se asignará el sonido
bilabial oclusivo sonoro [b] para estas tres grafías (siempre que u tenga valor
consonántico).
-
La africada palatal [c] se comportó invariable desde que surgió en castellano
y su grafía siempre fue el dígrafo ch.
-
Por otra parte, la prepalatal africada [s] que estaba en proceso de confusión,
en el español atlántico, con la alveolar fricativa sorda [s], frenó este proceso
de pérdida al entrar en contacto en México con el náhuatl. Hecho que
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mantuvo su uso en léxico náhuatl temporalmente hasta que estas palabras se
adaptaron a la pauta del español, y, en palabras hispanas, siguió su camino
natural: la desfonologización.
-
La correlación de las fricativas sordas resultó complicada pues todos los
sonidos presentaron diversas graficaciones. Veamos.
o El sonido [f] en inicial de palabra cambió desde muy temprano a [h]
y posteriormente a Ø. Sin embargo en el siglo XVI aún se conservaba
la grafía f- inicial de palabra aunque el hablante no la pronunciara o
la aspirara, como una tendencia cultista. De igual manera, la hgraficada correspondía, ya a una aspiración [h], ya a un cero fonético
Ø. Concluí, con base en el análisis del corpus, que las f- inicial de
palabra latina que hayan cambiado esta grafía por h- en español
actual se transcribirían como [h], pues el sonido derivado de f- inicial
latina estaba en un claro proceso de aspiración; mientras las que se
encuentren en otros contextos se transcribirán como [f]. Que las h se
transcribirán como Ø, excepto en las combinaciones ph, ch y chr.
o El sonido [s] existía desde el latín, pero en el siglo XVI algunos otros
sonidos se encontraban en una etapa avanzada de confusión con este.
Que el hablante produjera grafías como c, z, ç, ss y s como [s]
constituyó, en el español atlántico, el fenómeno conocido como
seseo. Este fenómeno complica la asignación de sonidos cuando
algunas de estas mismas grafías representan otros fonos (como ç
representa [s]). Y confunde al amanuense en el momento de redactar
textos, por lo que se producen faltas de ortografía.
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o El sonido [s] graficado con x también se mantuvo temporalmente
cuando la población española entró en contacto con la población
indígena mexicana, después, las palabras de origen náhuatl que
contenían este sonido y que se incorporaron al léxico general del
español, se adaptaron a la pauta de esta lengua y entraron en el
mismo proceso de velarización. Decidí, para los fines prácticos del
transcriptor, dejar este sonido vigente únicamente en léxico indígena.
o Con relación al punto anterior, la grafía x también representaba el
sonido velar fricativo sordo [x], pues la grafía alternaba en los
mismos contextos con j. De manera que, en el transcriptor, x y j se
transcribirán como [x], excepto cuando x se encuentre en léxico
indígena.
-
El sonido [y] era el que predominaba en la pronunciación americana. Según
los teóricos, desde muy temprano se documentan casos de yeísmo en
América, de manera que asigné el sonido [y] a graficaciones como y y ll. Sin
embargo, nuestro corpus, quizá por la temática, no muestra yeísmo, es decir,
no hay confusiones entre una y otra grafía, ni alternan en los mismos
contextos. No puedo afirmar, consiguientemente, que no existiera el sonido
[l] en el español americano.
-
Las nasales se muestran invariables, salvo la palatal, que muestra, aparte de
la prototípica grafía ñ, el dígrafo con tendencia cultista gñ en las Cartas de
Diego de Ordaz.
-
Las líquidas no muestran casos de vacilación gráfica, salvo los casos
especiales por error como la doble grafía inicial rr para representar el sonido
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vibrante múltiple [r], o el caso de la duplicación de ll por respeto a la
ortografía latina de consonantes geminadas.
Hemos visto en estas conclusiones que las complicaciones en la representación gráfica
se encuentran en las palatales. Es decir, tanto las vocales palatales, como las
consonantes palatales que surgieron en la transición del latín al castellano medieval son
las que presentan vacilaciones gráficas. Esta confusión se da, por el reajuste, en el paso
del castellano medieval al español moderno, de sonidos palatales que surgieron en
castellano y que eran muy próximos en su pronunciación.
Al realizarse ese reajuste en los sonidos palatales; al perderse unos y conservarse
otros, se reduce el inventario de sonidos por contraste con el mantenimiento de formas
gráficas desempleadas y por ello se cae en vacilaciones ortográficas.
Todo esto se refleja en opiniones de gramáticos, como Nebrija, que
recomendaban que se escribiera tal y como se hablaba y que, por otro lado, trataban de
mantener la graficación de las palabras atendiendo al origen etimológico de las mismas.
Para los fines prácticos del transcriptor automático que se regirá, para el siglo
XVI,
con mis reglas, traté de hacer las mayores simplificaciones posibles entre las
opiniones de los teóricos y los resultados de mi análisis. Combinar estos dos puntos, no
es fácil, por lo que no dudo que este trabajo tenga inexactitudes que podrán, siempre,
superarse si se emprenden nuevas investigaciones en el futuro.
Se pudo observar, con base en el contraste de la cantidad de palabras contenidas
en la lista de filtrado con la extensión del corpus de trabajo, que los resultados de la
investigación fueron buenos, ya que esta lista no representa más que una mínima parte
de las palabras contenidas en el corpus (poco más de ciento cincuenta palabras en la
lista de filtrado contra la extensión total del corpus de trabajo que es de trescientas mil).
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Esto significa que las reglas obtenidas fueron abarcadoras y generales para transcribir el
léxico del siglo
XVI.
No podemos olvidar, sin embargo, que el periodo en cuestión
presenta problemas por el reajuste de sonidos; por ello, se podrán encontrar muchas más
palabras que no se ajusten a las reglas propuestas en esta investigación y que,
posteriormente, la lista de filtrado podrá aumentar o las reglas podrán redefinirse.
Habrá que recordar, una vez más, que las reglas propuestas son para simplificar
el trabajo del transcriptor automático y que de ninguna manera indican que los hablantes
en realidad pronunciaran una palabra de la misma forma en todas las situaciones
comunicativas. Es decir, si se toma una decisión, por ejemplo de transcribir hazelle >
[a·sér·le] en lugar de [a·sé·ye] o [a·sé·le] indica que es la normalización n del atributo
tok, del que ya se habló, que se utilizará para transcribir dicha palabra, pero no por ello
debemos afirmar que el hablante del siglo XVI produjera en realidad lo que arroja dicha
transcripción. Esto es, la lengua está en constante variación y movimiento, y los
hablantes tienen diferentes realizaciones sonoras (al igual que sintácticas, léxicas,
pragmáticas, etc.) dependiendo de cada situación comunicativa, de su entorno social,
geográfico, temporal, etcétera.
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122
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reynos, y provincias de la Nueva-España, y sus jurisdicciones, México: Imprenta
de la Viuda de D. Joseph Bernardo de Hogal, Impressora del Real, y Apostolico
Tribunal de la Santa Cruzada en todo el Reyno.
WRIGHT, ROGER. 1982/1989. Latín tardío y romance temprano en España y la Francia
carolingia, Madrid: Gredos.
ZAMORA, JUAN y JORGE GUITART. 1982. Dialectología hispanoamericana: Teoría,
descripción, historia, Salamanca: Almar.
6.3. Referencias electrónicas
Código ASCII (Wikipedia, consultado el 13 de noviembre de 2007 en:
http://es.wikipedia.org/wiki/American_Standard_Code_for_Information_Interch
ange)
Neevia docConverter 5.1
127
Unicode
(Wikipedia,
consultado
el
13
de
Noviembre
de
2007
en:
de
2007
en:
http://es.wikipedia.org/wiki/Unicode)
XML.
(Wikipedia,
consultado
el
13
de
Noviembre
http://es.wikipedia.org/wiki/XML)
Neevia docConverter 5.1
128
7. APÉNDICE 1
Alfabetos fonéticos (tabla de sonidos del siglo XVI)
Sonido
RFE
AFI
Mexbet
Bilabial oclusivo sordo
p
p
p
Dental oclusivo sordo
t
t
t
Velar oclusivo sordo
k
k
k
Bilabial oclusivo sonoro
b
b
b
Dental oclusivo sonoro
d
d
d
Velar oclusivo sonoro
g
g
g
Prepalatal africado sordo
s
ts
ts
Palatal africado sordo
c
t
tS
Labiodental fricativo sordo
f
f
f
Alveolar fricativo sordo
s
s
s
Prepalatal fricativo sordo
s
S
Velar fricativo sordo
x
x
x
Glotal fricativo sordo
h
h
h
Palatal fricativo sonoro
y
Z
Bilabial nasal
m
m
m
Alveolar nasal
n
n
n
Palatal nasal
n
n~
Alveolar vibrante simple
r
r(
Alveolar vibrante múltiple
r
r
r
Alveolar lateral
l
l
l
Vocal alta anterior
i
i
i
Vocal media anterior
e
e
e
Vocal baja central
a
a
a
Vocal media posterior
o
o
o
Vocal alta posterior
u
u
u
Neevia docConverter 5.1
129
8. APÉNDICE 2
Condensación de reglas
Vocal alta anterior [i]
Contexto
Una i gráfica
Si es una conjunción; es decir, si está entre dos espacios vacíos:
Si está entre una vocal y una consonante:
Si es inicio de palabra y le sigue una consonante:
Si es final de palabra, no importando si está precedida por vocal o
consonante:
Si está antecedida por una consonante, sin importar qué grafía siga
Si está entre una consonante y una vocal:
Si es inicio de palabra y le sigue una consonante:
Si está entre dos consonantes:
Si es final de palabra y va precedida de una consonante:
Regla
i = [i]
øyø = [i]
VyC = [i]
#yC = [i]
y# = [i]
Cy = [i]
CjV = [i]
#jC = [i]
CjC = [i]
Cj# = [i]
Vocal alta posterior [u]*
Contexto
Una u gráfica
Regla
u= [u]
Vocal media anterior [e]*
Contexto
Una e gráfica
Regla
e= [e]
Vocal media posterior [o]
Contexto
Una o gráfica
Regla
o= [o]
Vocal central baja [a]
Contexto
Una a gráfica
Regla
a= [a]
Consonante bilabial oclusiva sorda [p]
Contexto
Una p gráfica
Aparición de pp gráfica
Neevia docConverter 5.1
Regla
p= [p]
pp= [p]
130
Consonante dental oclusiva sorda [t]
Contexto
Una t gráfica
Aparición de tt gráfica
Aparición de th gráfica
Regla
t= [t]
tt= [t]
th= [t]
Consonante velar oclusiva sorda [k]*
Contexto
Si le sigue una vocal central baja [a]
Si le sigue una vocal media posterior [o]
Si le sigue una vocal alta posterior [u]
Si el dígrafo va seguido de vocal media anterior [e]
Si al dígrafo le sigue una vocal alta anterior [i]
Si el dígrafo va seguido de consonante alveolar vibrante simple [r]
Regla
ca= [ka]
co= [ko]
cu= [ku]
que= [ke]
qui= [ki]
chr= [kr]
Consonante bilabial oclusiva sonora [b]*
Contexto
Una b gráfica
Una v gráfica
Regla
b= [b]
v= [b]
Consonante dental oclusiva sonora [d]
Contexto
Una d gráfica
Aparición de dd gráfica
Regla
d= [d]
dd= [d]
Consonante velar oclusiva sonora [g]*
Contexto
Una g gráfica seguida de a, o, u, ü
El dígrafo gu seguido de i, e
Una g gráfica seguida de las líquidas r, l
Regla
g= [g]
gu= [g]
g= [g]
Consonante prepalatal africada sorda [s]*
Contexto
Una ç gráfica en léxico indígena
Regla
ç= [s]
Consonante palatal africada sorda [c]
Contexto
Aparición de ch
Neevia docConverter 5.1
Regla
ch= [c]
131
Consonante labiodental fricativa sorda [f]*
Contexto
Una f gráfica
Aparición de ff gráfica
Aparición de ph
Regla
f= [f]
ff= [f]
ph= [f]
Consonante alveolar fricativa sorda [s]
Contexto
Una s gráfica
Una ss gráfica
Una c gráfica seguida de vocal alta anterior [i] (i, j)
Una c gráfica seguida de vocal media anterior [e]
Una z gráfica
Una ç gráfica
Regla
s= [s]
s= [s]
c= [s]
c= [s]
z= [s]
ç= [s]
Consonante prepalatal fricativa sorda [s]*
Contexto
Si está, en léxico indígena, ubicada entre vocal y consonante
Si está ubicada entre vocales, en léxico indígena
Regla
VxC= [s]
VxV= [s]
Consonante velar fricativa sorda [x]*
Contexto
Si está entre vocales
Si es inicial de palabra y le sigue una vocal
Si está entre vocales
Si es inicial de palabra y le sigue una vocal
Si está seguida de vocales anteriores [e], [i]
Regla
VjV= [x]
#jV= [x]
VxV= [x]
#xV= [x]
ge, i= [x]
Consonante glotal fricativa sorda [h]
Contexto
Si es inicial de palabra y proviene de una palabra latina con f- inicial
Regla
#h= [h]
Consonante palatal fricativa sonora [y]
Contexto
Si es inicial de palabra y a continuación hay una vocal
Si está entre dos vocales
El dígrafo ll siempre tendrá correspondencia con [y]
Regla
#yV= [y]
VyV= [y]
ll= [y]
Consonante nasal bilabial [m]
Contexto
Aparición de m gráfica
Neevia docConverter 5.1
Regla
m= [m]
132
Consonante nasal alveolar [n]
Contexto
Aparición de n gráfica
Regla
n= [n]
Consonante nasal palatal [n]
Contexto
Aparición de ñ gráfica
Aparición de gñ gráfica
Regla
ñ= [n]
gñ= [n]
Consonante vibrante simple [r]
Contexto
Aparición de r gráfica
Si es final de palabra y va antecedida por vocal
Cuando está entre una vocal y una consonante
Regla
r= [r]
Vr#= [r]
VrC= [r]
Consonante vibrante múltiple [r]
Contexto
Cuando es inicial de palabra seguida de vocal
Cuando es antecedida por n
Cuando es antecedida por l
Aparición de rr gráfica
Regla
#rV= [r]
nr_= [r]
lr_= [r]
rr= [r]
Consonante lateral [l]
Contexto
Aparición de l gráfica
Regla
l= [l]
* Con su respectiva lista de excepciones.
Neevia docConverter 5.1
133
9. APÉNDICE 3
Lista de excepciones
Forma gráfica
Transcripción fonética
abdiencia
abnque
agño(s)
allcalde
anxeles
aquerdo
auxilio
avdiencia
avjsallo
avn
avnque
avsencia
babtizó
bella
belles
castagño
castigalle
cavsa
cavsado
caxco
cibdad
çinquenta
çivdad
coaçacoalco
conplilla
correxillo
cuçamelco
chancilleria
chançilleria
charjdad
chiavtla
dagño
[au·djén·sja]
[áun·ke]
[á·no]
[al·kál·de]
[án·xe·les]
[a·kwér·do]
[au·ksí·ljo]
[au·djén·sja]
[a·bi·sár·lo]
[a·ún]
[áun·ke]
[au·sén·sja]
[bau·ti·só]
[bér·la]
[bér·les]
[kas·tá·no]
[kas·ti·gár·le]
[káu·sa]
[kau·sá·do]
[kás·ko]
[sju·dád]
[sin·kwén·ta]
[sju·dád]
[ko·a·sa·ko·ál·ko]
[kon·plír·la]
[ko·re·xír·lo]
[ku·sa·mél·ko]
[kan·si·ye·rí·a]
[kan·si·ye·rí·a]
[ka·ri·dád]
[cjáu·tla]
[dá·no]
Neevia docConverter 5.1
134
Forma gráfica
Transcripción fonética
dalle
debdas
descrevilla
desenpegñar
despachalla
dezille
diegito
dogña
enbavquen
engagñar
enojallos
enpegñar
enpegñado
enpegño
enxerta
examinando
Espagña
espagñol
espagñoles
examinaron
examjnado
examjnar
exçeda
exçediendo
exçelente
excelente
excelentemente
excesivos
exçessivas
excessjva
exessivos
expendera
experiencia
experiençia
experjencia
expiriencia
expressasse
exsecutar
extendido
faga
faser
[dár·le]
[déu·das]
[des·kre·bír·la]
[de·sen·pe·nár]
[des·pa·cár·la]
[de·sír·le]
[dje·gí·to]
[dó·na]
[em·báu·ken]
[en·ga·nár]
[e·no·xár·los]
[en·pe·nár]
[en·pe·ná·do]
[en·pé·no]
[en·sér·ta]
[ek·sa·mi·ná·do]
[es·pá·na]
[es·pa·nól]
[es·pa·nó·les]
[ek·sa·mi·ná·ron]
[ek·sa·mi·ná·do]
[ek·sa·mi·nár]
[ek·sé·da]
[ek·se·djén·do]
[ek·se·lén·te]
[ek·se·lén·te]
[ek·se·len·te·mén·te]
[ek·se·sí·bos]
[ek·se·sí·bas]
[ek·se·sí·ba]
[ek·se·sí·bos]
[eks·pen·de·rá]
[eks·pe·rjén·sja]
[eks·pe·rjén·sja]
[eks·pe·rjén·sja]
[eks·pi·rjén·sja]
[eks·pre·sá·se]
[ek·se·ku·tár]
[eks·ten·dí·do]
[há·ga]
[há·ser]
Neevia docConverter 5.1
135
Forma gráfica
Transcripción fonética
faze
fazer
fecho
fechos
féchose
fee
[há·se]
[há·ser]
[hé·co]
[hé·cos]
[hé·co·se]
gerra
gíe
grand
gratificalla
guaçoçingo
guaxoçingo
guaxovçingo
haselle
hazelle
hexsaminados
higeras
humilldes
humillmente
injuria
intelligencia
jesuxristo
jhesuxristo
jllustre
jorje
jullio
lljcenciado
Maragñón
matalçingo
máxcaras
maxime
migel
mill
mille
mixteca
mjll
mostralla
mudalle
negociallo
nigños
ningund
[fe]
[gé·ra]
[gí·e]
[gran]
[gra·ti·fi·kár·la]
[gwa·so·sín·go]
[gwa·so·sín·go]
[gwa·sou·sín·go]
[a·sér·le]
[a·sér·le]
[ek·sa·mi·ná·dos]
[i·gé·ras]
[u·míl·des]
[u·mil·de·mén·te]
[in·xú·rja]
[in·te·li·xén·sja]
[xe·su·krís·to]
[xe·su·krís·to]
[i·lús·tre]
[xór·xe]
[xú·ljo]
[li·sen·sjá·do]
[ma·ra·nón]
[ma·tal·sín·go]
[más·ka·ras]
[mák·si·me]
[mi·gél]
[mil]
[mí·le]
[miks·té·ka]
[mil]
[mos·trár·la]
[mu·dár·le]
[ne·go·sjár·lo]
[ní·nos]
[nin·gún]
Neevia docConverter 5.1
136
Forma gráfica
Transcripción fonética
pagalla
page
pagño
pax
pedilles
pegñol
pegñón
perjudiçiales
pesqueços
plégele
proxima
próximo
proximo
qual
quenta
quenten
querdamente
quidado
quixieren
[pa·gár·la]
[pá·ge]
[pá·no]
[paks]
[pe·dír·les]
[pe·nól]
[pe·nón]
[per·xu·di·sjá·les]
[pes·kwé·sos]
[plé·ge·le]
[prók·si·ma]
[prók·si·mo]
[prók·si·mo]
[kwal]
[kwén·ta]
[kwén·ten]
[kwer·da·mén·te]
[kwi·dá·do]
recabdo
respondelle
[ki·sjé·ren]
[re·káu·do]
[res·pon·dér·le]
revsado
rex
rodrígez
[reu·sá·do]
[reks]
[ro·drí·ges]
rrecavdo
ruegen
screvi
scrivió
segñalase
segñale
segñalado
segñaló
segund
subjetas
subjetos
subjettos
tepedçingo
texcuco
tilançi
tlaxcala
tornacuxtla
[re·káu·do]
[rwé·gen]
[es·kre·bí]
[es·kri·bjó]
[se·na·lá·se]
[se·ná·le]
[se·na·lá·do]
[se·na·ló]
[se·gún]
[sub·xé·tas]
[sub·xé·tos]
[sub·xé·tos]
[te·ped·sín·go]
[teks·kú·ko]
[ti·lán·si]
[tlaks·ká·la]
[tor·na·kúks·tla]
Neevia docConverter 5.1
137
Forma gráfica
Transcripción fonética
traella
v (conjunción)
valax
vee
veedor
veen
veer
vengen
Villafagñe
vn
vna
vnçiones
vngría
vno
vsar
vse
xancol
xicalango
xrisptiano
xrisptóval
xristoval
yçucar
[tra·ér·la]
[u]
[bá·lax]
[be]
[be·dór]
[ben]
[ber]
[bén·gen]
[bi·ya·fá·ne]
[un]
[ú·na]
[un·sjó·nes]
[un·grí·a]
[ú·no]
[u·sár]
[ú·se]
[san·kól]
[si·ka·lán·go]
[krisp·tjá·no]
[krisp·tó·bal]
[kris·tó·bal]
[i·sú·kar]
Neevia docConverter 5.1
138
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