LA ADICCIÓN AL CONSUMO ¿ PATOLOGÍA O REFLEJO DEL

Anuncio
LA ADICCIÓN AL CONSUMO ¿ PATOLOGÍA O REFLEJO DEL ESTADO
DEL BIENESTAR?
Dra. Concepción López Soler
Psicóloga Clínica
Universidad de Murcia
Es cierto que todos creemos que pasar privaciones y no tener las necesidades
mínimas cubiertas, no es la condición ideal para el ser humano. En este sentido el
incremento de los bienes de consumo o productos que pueden satisfacer nuestras
necesidades y hacernos más fácil la vida, parece deseable. Sin embargo en la última
década comienza a plantearse si el bienestar personal no se ve amenazado por la
acuciante sensación de necesitar cada vez más cosas, sin estar nunca satisfecho/a, a
pesar de acumular numerosos y diferentes objetos y recursos. Es más, desde diferentes
ámbitos, se empieza a desarrollar la idea de que la sociedad de consumo y del bienestar
genera necesidades sociales con la meta de mantenerse a si misma, es decir sin tener en
cuenta las verdaderas necesidades de las personas, y arrastrándolas a un proceso sin fin
de compras y actividades. Parece importante reflexionar sobre el bienestar, el consumo
y la serenidad personal, en un mundo orientado a adquirir de todo, por encima de
cualquier otro valor.
¿ Consumir es una patología o un reflejo del estado social de bienestar?
Consumir de forma moderada, en función de las necesidades personales y de los
recursos que se dispongan, es sano. Evidentemente una serie de cambios sociales y
laborales, han permitido que las condiciones de vida cambien para mejor. Por ejemplo,
disponer de lavavajillas, frigorífico, lavadora, coche, etc; no solo hacen más fácil la
existencia y mejoran las condiciones de higiene y salud, sino que aumentan el tiempo
libre. Sin embargo invertir grandes cantidades de recursos económicos en tener los
últimos modelos de todos los productos y endeudarse por ello, no parece muy prudente
ni inteligente, recordemos que no es pobre quien poco tiene, sino quien más desea
Séneca) . Es muy frecuente pasar o deslizarse de un consumo razonable a un abuso en el
consumo e incluso llegar a ser adictos al consumo. En el Estudio Europeo sobre
Adicción al Consumo, realizado a finales de los 90, por el Instituto Europeo
Interregional de Consumo, se ha puesto de manifiesto que el 33% de adultos ( media de
edad, 36 años), sin diferencias entre hombres y mujeres, presentan adicción al consumo,
mientras que en los jóvenes ( media de edad, 16 años), las cifras aumentan hasta el 46%,
caracterizándose el patrón de comportamiento por: adicción a comprar, realizar
compras compulsivas, no controlar la economía y sobreendeudarse. Es preocupante que
los jóvenes, con menos recursos económicos que los adultos, consuman más, y son las
chicas las que responden preferentemente a los estímulos de consumo: van de tiendas,
ven más escaparates y acompañan a otras a comprar. Por su parte los chicos realizan
más compras compulsivas y presentan más desajustes en el balance recursos-gastos.
•N=1354;
575 Adultos (x=36 años)
779 Jóvenes (x=16 años)
53% mujeres; 47% hombres
•Variables: Adicción a las compras
Descontrol económico
Compra compulsiva
Sobreendeudamiento
•46% Jóvenes adictos al consumo
53 % mujeres
39 % hombres
• 33% Adultos adictos al consumo
34 % mujeres
32 % hombres
Estudio Europeo sobre Adicción al Consumo, 2000
¿Que causa la adicción al consumo?
Son varios los factores que desarrollan y/o mantienen un consumo abusivo. El
marketing y la publicidad, que desarrollan tácticas específicas para estimular e
incentivar las compras, nos invitan a ello, pero esas tácticas no serían eficaces si no
engancharan con condiciones internas de las personas, que facilitan el desarrollo de un
estado de necesidad y la conducta de compra. Por otro lado el cambio operado en
nuestra cultura, con una aceptación de valores hedonistas y centrados en el individuo,
facilita creencias sobre la excelencia del bienestar, la legitimidad de satisfacer
inmediatamente los deseos personales y de que sufrir o frustrarse es intrínsecamente
malo. Esto último es bastante grave en la crianza, ya que se estima que los mayores
adictos al consumo son los niños/as; que los pequeños/as piden lo que les apetece, que
suele ser todo lo que ven y se les ocurre, es normal, ya que hasta los 5-6 años los
procesos psicológicos de autorregulación de los impulsos, no están establecidos,
aunque es la adolescencia la etapa de estabilización, y el resto de la vida para la
consolidación.
Lo que no parece normal y adecuado es que los padres crean que sus hijos van a
ser más felices cuantas más cosas les compren; por el contrario provocan reacciones de
insatisfacción en el momento siguiente, ya que su hijo/a ha aprendido a satisfacer de
inmediato sus necesidades en lugar de aprender a demorarlas, y a no sentirse frustrado
por no tener al momento lo que desea. En este sentido un buen aprendizaje del
autocontrol le hará un adulto más libre y satisfecho, ya que un exceso de gratificación
habitúa a desear más y de inmediato, mientras que la autorregulación permite conseguir
gratificaciones mejores a largo plazo. Si no facilitamos las condiciones necesarias para
que la capacidad de retardar de la gratificación se desarrolle y la autorregulación
personal permita un bienestar interno, no regido por los estímulos externos, estamos
generando futuros compradores compulsivos, y personas insatisfechas.
En el ámbito psicológico se han propuesto diferentes variables como
responsables del comportamiento de comprar compulsivamente: impulsividad,
ansiedad, sensación de aburrimiento/vacío, escasez de intereses no consumistas, y
credulidad, entre otras. Estas características psicológicas, junto a creencias del tipo tanto
tienes tanto vales, te lo mereces todo, no es bueno sufrir, no esperes a mañana si puedes
tenerlo hoy, etc, sean generadas internamente o externamente, a través de los mensajes
publicitarios, aumentan la probabilidad de desarrollar adicción a las compras.
Es interesante observar las diferencias en la adicción a comprar entre hombres y
mujeres: ellos compran preferentemente material informático, vídeos, equipos de
música y accesorios de coche; ellas adquieren productos de cosmética, ropa y zapatos,
lencería y joyas ( Echeburúa, 1999). Los valores y creencias que sustentan estas
elecciones están directamente relacionados con los roles sexuales y sociales.
VALORES:
RASGOS:
Impulsividad
Búsqueda de Sensaciones
Ansiedad
Credulidad
Aburrimiento/tedio
Escasez intereses
Insatisfacción vital
Reconocimiento
Personales
Hedonistas
CREENCIAS:
Cuanto más tienes más vales/respetan
Uno/a se lo merece todo
No esperes a mañana si lo puedes tener
hoy
Sufrir no es bueno
Si quieres puedes
ADICCIÓN AL CONSUMO
RECURSOS ECONÓMICOS:
Ingresos
Capacidad de endeudamiento:
Dinero de plástico
Crédito
EXISTENCIA BIENES DE
CONSUMO:
Productos diversos en
abundancia
Necesidad de venta
ESTRATEGIAS QUE
INCENTIVAN EL CONSUMO:
Publicidad
Marketing
¿Consumimos por necesidades personales o necesidades creadas por
influencia de estímulos externos?
La publicidad lanza cada día unos 1000 mensajes que estimulan a comprar, la
mayoría de veces cosas que no necesitamos, haciéndonos creer que nuestra felicidad
depende de su adquisición. Mientras que inicialmente los bienes de consumo facilitaban
la vida, ahora se venden sobre la idea de que se es más importante y se provoca más
admiración, deseo y/o envidia, si se compran determinados productos. Y mientras que
las necesidades básicas al ser cubiertas dejan de molestar, la necesidad de ser admirado
o querido, no se satisface mediante la aplicación de un perfume, la adquisición de un
coche o la realización de un viaje.
Es importante tener en cuenta que es un hecho demostrado que las grandes
inversiones en publicidad obtienen sus beneficios por el incremento en la compra del
artículo publicitado, y que los jóvenes son los más vulnerables a estos mensajes y a
comprar compulsivamente, especialmente los que están más contentos con su aspecto
físico, al contrario que los adultos, que compran más cuando están insatisfechos con su
aspecto. En este sentido el ver la televisión está directamente relacionado con
manifestar adicción a las compras: a mayor tiempo de exposición, mayor gasto en
compras innecesarias, cuyas marcas son, precisamente, las vistas en la publicidad . Y la
disposición de los productos en las tiendas y grandes superficies se realiza en función de
los recorridos planificados de forma que los compradores pasen por pasillos de
productos no necesarios para poder tomar los necesarios, colocados en lugares lejanos y
opuestos. Naturalmente llevar un carro grande y ver, de forma fácil, llamativa y
agradable, lo innecesario o las marcas que quieren vender, facilita su adquisición. Así
colocar caprichos junto a las cajas, de parada obligatoria, emplear colores , luces y
música ambiental, situar ofertas de productos poco necesarios en lugares de paso
obligatorio y no disponer de salidas para los que no compran, son algunos de las
estrategias que se ponen en marcha para incentivar la compra . Y son eficaces: el 95%
de las personas que con intención o no de comprar entran en una gran superficie,
adquieren algo, y el 65% de las decisiones de compra se toman en las tiendas o
supermercados ( Muñiz, 2004), lo que indica que su necesidad es algo más que relativa,
pero que la disponibilidad de dinero de plástico y la accesibilidad y atractivo del
producto, es suficiente motivo para la adquisición.
Los técnicos en marketing saben que los productos no se compran solo por su
utilidad y valor intrínseco, sino por la atracción que puede ejercer sobre las personas.
Los compradores no eligen por las características objetivas del producto ( valoración
cognitiva), en muchas ocasiones lo adquieren por una serie de apreciaciones basadas en
el color , la forma o características pseudomágicas atribuidas en virtud de los mensajes
publicitarios, que han enganchado con necesidades o preferencias personales (
valoración afectiva). Este tipo de decisión es rápida e inconsciente, y por tanto difícil de
controlar. No es de extrañar que las empresas realicen estudios previos sobre grupos de
población meta, hacia los que va dirigido el producto y decidan nombre, forma, color,
mensaje etc, en función de las características que a ese grupo les resultan más atractivas.
Si les gusta la novedad o lo conocido, si son jóvenes o adultos, si son hombres o
mujeres, etc, se establecen diferentes imágenes, de forma que la compra sea más
apetecible y si puede ser, irresistible.
Pero tantos productos por adquirir requiere gran cantidad de recursos
económicos...o alguna capacidad de endeudamiento. La Confederación Española de
Organizaciones de Amas de Casa, Consumidores y Usuarios ( CEACCU, 2004),
informa que aproximadamente el 40% de los hogares españoles reconoce tener
dificultades para hacer frente a sus deudas. El 59% tiene problemas para llegar a fin de
mes y un 41% recurre a tarjetas de crédito para lograrlo. Esta organización alerta sobre
el incremento de compras impulsivas y sobre la actitud favorable al exceso de consumo.
Los créditos y las tarjetas favorecen la compra de caprichos, incluso en bienes
inicialmente necesarios y finalmente desproporcionados. Según un informe del Banco
de España ( 2003), como media, cada español debe 18.000 euros. El crecimiento del
endeudamiento en España es superior y no equiparable al del resto de países europeos.
¿Cómo podemos saber si somos adictos al consumo?
Parece claro que en general compramos más de lo necesario, es decir abusamos de
las compras. Pero no podemos considerar patológico un exceso de adquisiciones y gasto
a menos que:
9 se obsesione cuando ve algo que le gusta
9 tenga el impulso irresistible de comprarlo, aunque no le sea útil
9 se sienta mal después de la compra
9 necesite ir a comprar o a ver cosas para sentirse bien
9 compre artículos o productos innecesarios frecuentemente
9 sus amigos o familia creen que tiene un problema con las compras
9 su nivel de gastos en caprichos es importante de lo que gana
9 no sabe en realidad lo que gasta, pero tiene dificultades en llegar a fin de mes
9 antes de adquirir algo caro no piensa o comprueba si le queda dinero para ello
9 no puede esperar un par de días en adquirir algo que le gusta, tiene que
adquirirlo ya.
Se estima que un 6% de la población tiene una adicción al consumo grave, las
consecuencias personales, familiares y sociales de este problema son bastante serias, ya
que si bien en un principio proporciona una sensación de excitación o subidón, que
agrada y neutraliza sensaciones negativas, esto dura poco, y como otras adicciones, se
necesita incrementar la dosis para conseguir los mismos efectos. Los problemas
económicos que suele desencadenar, generan un círculo vicioso de difícil manejo.
Este corto test permite distinguir entre adictos y no adictos a las compras, ya que
una puntuación de 2 o + indica poco control en esta actividad.
1. ¿Cree que tiene problemas con las compras?.
2. ¿Se suele sentir culpable por haber comprado o gastado mucho?.
3. ¿Ha intentado dejar de comprar y no lo ha conseguido?.
4. ¿Suele recurrir a préstamos o créditos para comprar o pagar deudas?.
5. ¿Intenta ocultar o engañar sobre el precio de lo comprado a su familia?.
Regálese un punto por cada respuesta positiva.
¿Cómo controlar mejor nuestras compras y nuestros gastos?
Es interesante analizar desde cuando se está comprando de manera compulsiva, si es
nuestro mayor disfrute y qué sensaciones tenemos cuando intentamos controlar las
compras. Reflexionar sobre nuestras costumbres y nuestro estado de ánimo general y
también, específicamente durante las compras, nos puede informar de aspectos
relevantes para el problema: si gasta mucho en cremas, en ropa, en coche, en el hogar
etc, podemos preguntarnos cual es el fin de esas adquisiciones concretas. Si es un gasto
general incontrolado, debemos preguntarnos por nuestras carencias y por nuestro
autocontrol. A veces la adicción a comprar es un síntoma de alteraciones graves de
personalidad o de otra alteración psicopatológica. Entonces es conveniente buscar ayuda
de un especialista en Psicología Clínica.
Para intentar superar el problema es conveniente:
9 Realizar un presupuesto de gastos, distribuyendo cantidades concretas a fines
concretos, por ejemplo tanto para comida, tanto para limpieza, tanto para luz,
agua, teléfono, escalera etc., tanto para colegios, tanto para hipoteca, tanto para
coche ( pago y/o mantenimiento), tanto para ropa, tanto para ocio, etc. Cuanto
más detallado mejor, es importante que el total de gastos esté cuantificado, solo
así se podrá analizar y comparar con el nivel de ingresos.
9 Evaluar cada semana el nivel de gastos, comparándolo con lo previsto, así se
podrá equilibrar las descompensaciones.
9 Anotar todos los gastos que se realicen diariamente, no importa la cuantía ni su
necesidad. Solo sabiendo cuanto se gasta y en que, podremos establecer un buen
plan de control.
9 Antes de salir a comprar realizar una lista en casa de lo que se va a adquirir.
9 No comprar nada fuera de la lista, si se observa que falta algo necesario, esperar
unos días para comprarlo e incluirlo en la lista.
9 No salga a comprar con tarjetas de crédito, manténgalas guardadas en casa y
utilícelas en muy pocas ocasiones que estén previstas de antemano.
9 Anote todas las compras que realice con tarjetas de crédito ( lleve un bloc en el
bolso o una hoja en el monedero).
9 Calcule el dinero que vaya a necesitar y no lleve mucho de más.
9 Realice las compras en varias tiendas.
9 Si compra en una gran superficie, lleve la lista hecha, compruebe al llegar a caja
si ha comprado productos que no están en ella, devuélvalos ( es un ejercicio de
autocontrol).
9 No pase tiempo de tiendas, picará. Busque otro entretenimiento.
9 Si va a una tienda y no está lo que quiere, salga sin comprar nada.
¿Es posible la adicción sin drogas?
En general y hasta hace relativamente poco, se consideraba que una adicción se
desarrolla al tomar una sustancia cuyo elemento activo provoca una reacción
bioquímica en el cerebro, independientemente de la persona que lo tome. Sin embargo
incrementos del neurotransmisor dopamina en el cerebro se pueden producir al
mantener relaciones sexuales, con un atracón de comida, haciendo compras o jugando a
las tragaperras; actividades que en algunas personas desencadenan un subidón o
sensación de euforia ( Echeburúa, 1999). Por tanto en la actualidad, para considerar si se
da una adicción, más que el tipo de sustancia, lo que importa es la relación de
dependencia de la persona con una determinada situación o actividad, la abstinencia que
desarrolla cuando se priva de ella, y la perdida de libertad personal y de control sobre su
conducta. La mayor parte de los clínicos consideran que las adicciones no pueden
limitarse exclusivamente al comportamiento determinado por sustancias químicas,
como opiáceos, psicoestimulantes, cannabis, alucinógenos, fármacos, cafeína, nicotina y
alcohol; y estamos asistiendo al gran espectáculo de que hábitos de comportamiento
normales, con frecuencia se estructuran de manera que pasan a ser el centro y eje de la
vida de algunas personas, generándole graves problemas en su vida cotidiana. Así
vemos que comportamientos tan habituales y necesarios como comer, comprar, tener
relaciones sexuales, hablar por teléfono, conectarse a la red, enamorarse, trabajar, tomar
analgésicos o jugar, van tomando progresivamente más espacio e importancia en la vida
de una persona , y desencadenan una pasión o sentimiento profundo ( Loewenstein,
1998). La idea de que la intensidad de la reacción fisiológica, la emoción y el ansiar
rotundamente algo, puede distorsionar la racionalidad de nuestras elecciones, es
bastante útil, pero es necesario para su emergencia como acción que exista una creencia
que la legitime.
Podemos aceptar por tanto, que hay adicción a sustancias y adicción a conductas
o actividades, teniendo en común el se vivan como una experiencia potente y que
implique euforia y placer, disforia y abstinencia, deseo, tolerancia, dependencia ( de
estímulos y creencias), intentos de dejarlo ( pensamientos y acciones), negación y
pérdida y lucha por recuperar el autocontrol ( Elster, 2001). Y se diferencian de los
comportamientos normales en esa perdida de autocontrol, en la disminución del interés
por otras actividades lúdicas o gratificantes y en que interfieren de forma grave y
negativa en la vida cotidiana de la persona ( Echeburúa, 1999). Sin embargo las
adicciones sin droga no son consideradas en la actualidad un trastorno mental en
ninguna de las dos clasificaciones más empleadas: DSM-IV, elaborada por la
Asociación de Psiquiatría Americana, y la CIE-10, propuesta por la Organización
Mundial de la Salud. Solo se reconoce como psicopatología la adicción por abuso de
sustancias psicoactivas o toxicomanías. Las adicciones sin droga son un grave problema
personal y social en la actualidad, se las considere oficialmente un trastorno mental o
no. Se les concede el sobrenombre de socioadicciones, precisamente por ser fomentadas
por la sociedad de consumo que prima el tener sobre el ser, y que considera el éxito y la
riqueza como bien supremo; aunque se las denomina más correctamente adicciones
psicológicas.
¿Cuales son las adicciones psicológicas?
Hemos detallado una de ellas: la compra compulsiva. La adicción al juego o
ludopatía, al sexo, a la comida, al trabajo, a internet y al móvil, se encuentran entre las
adicciones psicológicas o sin drogas. Describiré brevemente las características de estas
adicciones, siguiendo básicamente a Echebúrua ( 1999), no incluyendo las adicciones a
las nuevas tecnologías , que serán tratadas por otro compañero.
Adicción al juego: se caracteriza por una afición desmedida a los juegos de
azar, loterías, cupones, quinielas, bono lotos, bingos, tragaperras, etc.; o de habilidad,
cartas, apuestas, etc. Es importante destacar que el aumento considerable de jugadores
patológicos que esta habiendo y la disminución en la edad de comienzo en el desarrollo
de la ludopatía, está directamente relacionado con la disponibilidad en espacio y tiempo
de las maquinas y salones “recreativos”. Es considerado un trastorno del control de los
impulsos, por tanto en este caso si está reconocida la adicción como un trastorno
mental.
Para la APA la prevalencia del juego patológico está influida por la
disponibilidad del juego y por la duración de ésta disponibilidad, de manera que el
aumento en la presencia de lugares, máquinas o actividades lúdicas, desarrolla como
consecuencia un incremento en la incidencia de esta patología. El juego patológico
empieza pronto en los adolescentes, sobre todo en los chicos; el adolescente juega
mucho antes que la adolescente mujer. Los salones recreativos pueden ser un ejemplo,
en ellos se constata la existencia de grupos de chicos y escasas chicas; y en las
asociaciones de jugadores patológicos prácticamente no existen solicitudes de ayuda de
chicas jóvenes con problemas de juego y sí de chicos menores de 25 años (López-Soler
y Valera, 2003).
El paso del juego normal al patológico implica gastar más dinero de lo planeado,
apostar para recuperar lo perdido y seguir las apuestas buscando racha (de buena suerte,
claro). Algunos investigadores han puesto de manifiesto las distorsiones cognitivas que
mantienen los jugadores, a saber:
9 Negación o minimización del problema.
9 Ilusión de control ( creencia en su habilidad para ganar)
9 Memoria selectiva: recuerdos de ganancias, olvidos de momentos amargos.
9 Infraestimación de pérdidas.
En cuanto a las motivaciones para jugar, preferentemente pretenden mantener
relaciones sociales, no aburrirse, ganar dinero, olvidar problemas, tener sensación de
euforia y finalmente, por hábito. Las complicaciones laborales, familiares e incluso
legales que llegan a tener estas personas, rozan lo increíble. En ocasiones profesionales
responsables y eficaces, llegan a considerar que llevarse para jugar y poder recuperarse
volviendo a apostar, dinero de la empresa o de un familiar, es normal. La ruina no es un
destino improbable en estos casos.
Adicción al sexo: Se caracteriza por un exceso desbordante de deseos y de
relaciones sexuales, que mantiene en situación de caza constante a esa persona. El sexo
parece convertirse en el medio para reducir la ansiedad, y la sexualidad se desarrolla de
forma morbosa y obsesiva ( Mellody, 1997). Se disocia del cariño, del amor y de la
ternura y pasa a ser una compulsión permanentemente insatisfecha. Encuentros breves,
con diferentes personas y en situación de riesgo suele caracterizar el comportamiento de
las personas que lo padecen. Según informa Echeburúa, el comportamiento amoroso se
restringe a la satisfacción de una urgencia básicamente biológica, con escasa o ausente
relación afectiva, centrada en la gratificación inmediata. Es importante destacar que en
los adictos al sexo estos comportamientos no son deseados, ni están bajo su control, a
diferencia de lo que ocurre en las personas promiscuas o en las apasionadas. El
secretismo y la vergüenza son típicas en este problema, y la depresión e ideación e
intención suicida pueden estar presentes, ya que los problemas de pareja, familiares y
laborales son muy habituales. Aunque es más frecuente y conocido en los hombres,
cuando se da en mujeres suele conllevar problemas personales y familiares más graves.
Las conductas más típicas de esta patología son:
9 Masturbación compulsiva.
9 Búsqueda constante de compañero sexual.
9 Visitas frecuentes a prostíbulos.
9 Utilización de líneas eróticas.
9 Búsqueda habitual de páginas pornográficas en internet.
9 Hipersexualidad y obsesión en la relación de pareja.
9 Acoso sexual ( reiteradas invitaciones y alusiones sexuales) en el trabajo.
Este problema a menudo se confunde o incluye en las adicciones a internet, y suele
estar asociado a consumo de alcohol y drogas, ya que su consumo facilita la
desinhibición necesaria para borrar las posibles barreras morales que impiden, en estado
normal, la acción o la culpa que provoca. Este hecho es especialmente dramático en los
jóvenes, que estando en la etapa que marca el inicio en las relaciones de pareja y en la
experiencia amorosa, en muchos casos les arrastra a una serie de encuentros sexuales
desprovistos de las condiciones y el ritmo que requiere el descubrimiento del propio
cuerpo junto al otro, así como en la elaboración de las reacciones y relaciones afectivas
y cognitivas ( emocionales), vinculadas a los valores y creencias personales, que pueden
incluir y alterar aspectos importantes del proyecto de vida. Si las consecuencias de este
problema en personas adultas, son graves, en adolescentes puede comprometer su
desarrollo psicológico, aún inacabado. Y son precisamente las dos características
principales que marcan el paso de la normalidad a la adicción: una de ellas la
interferencia significativa en la vida cotidiana (sufrimiento, soledad, pérdida de
relaciones familiares) y la otra la aparición del síndrome de abstinencia ( irritabilidad,
dolores de cabeza, temblores, insomnio, nerviosismo), cuando no pueden satisfacer el
impulso sexual, lo que afecta de forma más grave que cuando se inicia en la vida adulta,
ya que modifica el previsible transcurso de la vida futura de los jóvenes, que aún no
tienen finalizados sus estudios, consolidado el trabajo y las relaciones personales y de
pareja. Estos ámbitos se ven muy afectados en los adultos adictos, pero en los jóvenes
determina su mal inicio.
Adicción al trabajo: Se caracteriza por una implicación desmesurada en la
actividad laboral. Se inicia con un incremento progresivo de tiempo, esfuerzo e
implicación emocional, hasta convertir la actividad laboral en el centro de la vida,
considerando que el éxito profesional es medida directa de la propia autoestima y del
reconocimiento personal y social. A veces bajo la adicción al trabajo se puede estar
compensando sentimientos de inferioridad y de miedo al fracaso. Es muy interesante
destacar que la actividad profesional genera excitación, entendida como fascinación y
sobresalto y que una señal inequívoca de este problema, no es tanto el número de horas
dedicadas al trabajo, como la actitud de implicación y las ideas sobrevaloradas acerca
del dinero, del éxito y del poder (Fernández-Montalvo y Echeburúa, 1998); y la
sensación de plenitud alcanzada realizando una actividad. No todas las personas que
dedican mucho tiempo y entusiasmo en el trabajo son adictas, ya que las relaciones
familiares y el tiempo de ocio no les parece una pérdida de tiempo, y disfrutan del resto
de actividades; además los periodos de mucha dedicación laboral responden a demandas
del propio trabajo o a necesidades económicas temporales. A menudo la presión
constante de mejorar económicamente o socialmente, o problemas de pareja, son un
factor de riesgo para desarrollar esta adicción.
A nivel de salud este problema desencadena serias alteraciones. La más conocida es
la reacción de estrés, que en general se torna crónica. La persistencia del síndrome de
estrés crónico provoca trastornos psicosomáticos, depresión y abuso de sustancias (
preferentemente fármacos, alcohol, cocaína y tabaco), y por último puede desencadenar
crisis coronarias y muerte repentina, cuando se asocia con otros factores de riesgo como
tensión alta, tasa de colesterol alta, y estilo de vida sedentario.
La adicción al trabajo se relaciona en la literatura psicológica con la hostilidad y la
impaciencia, que conforman el denominado patrón de personalidad tipo A, y que se
caracteriza por:
¾
¾
¾
¾
Excesivo interés por conseguir logros.
Tendencia a competir.
Necesidad de reconocimiento social.
Intentos de acelerar los rendimientos en cualquier tarea.
¾ Alerta física y mental constante.
¾ Implicación en múltiples actividades a la vez y con plazo determinado y
cercano.
Veamos que preguntas propone Echeburúa que nos hagamos para identificar esta
adicción:
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
8.
Me siento como si constantemente tuviese prisa y fuese contra reloj.
Me irrito cuando alguien me interrumpe en el transcurso de una tarea.
Siempre estoy ocupado y con muchos asuntos pendientes entre las manos.
Me comprometo con más actividades de las que puedo hacer.
Me siento culpable cuando no estoy trabajando en algo.
Permanezco frecuentemente en el trabajo cuando los demás se han ido.
Me enfado cuando la gente no responde a mi modelo de perfección.
Tiendo a estar bajo presión poniéndome yo mismo fechas límite para terminar
tareas.
9. Me resulta difícil relajarme cuando no estoy trabajando.
10. Paso más tiempo trabajando que en otro tipo de actividades.
11. Me esfuerzo por ser el primero en todos los proyectos en los que me meto.
12. Dedico más tiempo, energía y pensamientos a mi trabajo que a las relaciones
con los amigos y las personas queridas.
Si se otorga 4 o + puntos, que se corresponden con respuestas positivas, es usted
un probable adicto/a al trabajo, y vigílese o póngase en tratamiento: su salud se lo
agradecerá. Aunque probablemente no me ha hecho caso y solo acudirá a pedir ayuda
cuando ya tenga alteraciones somáticas, problemas familiares sobrevenidos por dejación
de funciones, y complicaciones laborales por no saber delegar, ser exigente en exceso, y
“ llevarlo todo”; y probablemente entonces no aceptará que su forma de ser y su estilo
de vida son factores de riesgo.
Como es natural, ya que se basa en rasgos personales, las actividades de ocio se
ven teñidas por la autoexigencia perfeccionista y la competitividad, de manera que en
lugar de procurar relax, se siguen poniendo tensos e intentan que todo le salga lo mejor
posible.
¿Que podemos hacer si se ha desarrollado una adicción sin droga?
Hemos visto que muchas conductas normales en un determinado momento y,
merced a una serie de variables personales y/o sociales, pueden llegar a convertirse en
una adicción, solo tienen que provocar una experiencia interna intensamente placentera
y convertirse en hábito. Desde la Psicología Clínica, la psicoterapia cognitivoconductual ofrece diferentes programas de tratamiento que, en general, incluyen:
¾
¾
¾
¾
¾
Control de estímulos relacionados con la adicción.
Exposición prolongada a los estímulos que provocan el intenso deseo o ansia.
Solución de problemas específicos.
Cambios en el estilo de vida.
Prevención de recaídas.
Cada uno de estos módulos de tratamiento se desarrollan mediante múltiples
técnicas concretas de tratamiento psicológico entre las cuales se encuentran: exposición,
desensibilización sistemática, relajación, distracción cognitiva, programación de
actividades incompatibles, análisis de distorsiones cognitivas y pensamientos
irracionales, habilidades de autocontrol y retardo de la gratificación, de análisis y
resolución de problemas, identificación de situaciones de riesgo y planificación de
actividades alternativas, entre otras. Solo un adecuado conocimiento de la persona con
problemas de adicción permite al clínico, establecer una correcta planificación
psicoterapeútica.
Descargar