LA ADICCIÓN AL CONSUMO ¿ PATOLOGÍA O REFLEJO DEL ESTADO DEL BIENESTAR? Dra. Concepción López Soler Psicóloga Clínica Universidad de Murcia Es cierto que todos creemos que pasar privaciones y no tener las necesidades mínimas cubiertas, no es la condición ideal para el ser humano. En este sentido el incremento de los bienes de consumo o productos que pueden satisfacer nuestras necesidades y hacernos más fácil la vida, parece deseable. Sin embargo en la última década comienza a plantearse si el bienestar personal no se ve amenazado por la acuciante sensación de necesitar cada vez más cosas, sin estar nunca satisfecho/a, a pesar de acumular numerosos y diferentes objetos y recursos. Es más, desde diferentes ámbitos, se empieza a desarrollar la idea de que la sociedad de consumo y del bienestar genera necesidades sociales con la meta de mantenerse a si misma, es decir sin tener en cuenta las verdaderas necesidades de las personas, y arrastrándolas a un proceso sin fin de compras y actividades. Parece importante reflexionar sobre el bienestar, el consumo y la serenidad personal, en un mundo orientado a adquirir de todo, por encima de cualquier otro valor. ¿ Consumir es una patología o un reflejo del estado social de bienestar? Consumir de forma moderada, en función de las necesidades personales y de los recursos que se dispongan, es sano. Evidentemente una serie de cambios sociales y laborales, han permitido que las condiciones de vida cambien para mejor. Por ejemplo, disponer de lavavajillas, frigorífico, lavadora, coche, etc; no solo hacen más fácil la existencia y mejoran las condiciones de higiene y salud, sino que aumentan el tiempo libre. Sin embargo invertir grandes cantidades de recursos económicos en tener los últimos modelos de todos los productos y endeudarse por ello, no parece muy prudente ni inteligente, recordemos que no es pobre quien poco tiene, sino quien más desea Séneca) . Es muy frecuente pasar o deslizarse de un consumo razonable a un abuso en el consumo e incluso llegar a ser adictos al consumo. En el Estudio Europeo sobre Adicción al Consumo, realizado a finales de los 90, por el Instituto Europeo Interregional de Consumo, se ha puesto de manifiesto que el 33% de adultos ( media de edad, 36 años), sin diferencias entre hombres y mujeres, presentan adicción al consumo, mientras que en los jóvenes ( media de edad, 16 años), las cifras aumentan hasta el 46%, caracterizándose el patrón de comportamiento por: adicción a comprar, realizar compras compulsivas, no controlar la economía y sobreendeudarse. Es preocupante que los jóvenes, con menos recursos económicos que los adultos, consuman más, y son las chicas las que responden preferentemente a los estímulos de consumo: van de tiendas, ven más escaparates y acompañan a otras a comprar. Por su parte los chicos realizan más compras compulsivas y presentan más desajustes en el balance recursos-gastos. •N=1354; 575 Adultos (x=36 años) 779 Jóvenes (x=16 años) 53% mujeres; 47% hombres •Variables: Adicción a las compras Descontrol económico Compra compulsiva Sobreendeudamiento •46% Jóvenes adictos al consumo 53 % mujeres 39 % hombres • 33% Adultos adictos al consumo 34 % mujeres 32 % hombres Estudio Europeo sobre Adicción al Consumo, 2000 ¿Que causa la adicción al consumo? Son varios los factores que desarrollan y/o mantienen un consumo abusivo. El marketing y la publicidad, que desarrollan tácticas específicas para estimular e incentivar las compras, nos invitan a ello, pero esas tácticas no serían eficaces si no engancharan con condiciones internas de las personas, que facilitan el desarrollo de un estado de necesidad y la conducta de compra. Por otro lado el cambio operado en nuestra cultura, con una aceptación de valores hedonistas y centrados en el individuo, facilita creencias sobre la excelencia del bienestar, la legitimidad de satisfacer inmediatamente los deseos personales y de que sufrir o frustrarse es intrínsecamente malo. Esto último es bastante grave en la crianza, ya que se estima que los mayores adictos al consumo son los niños/as; que los pequeños/as piden lo que les apetece, que suele ser todo lo que ven y se les ocurre, es normal, ya que hasta los 5-6 años los procesos psicológicos de autorregulación de los impulsos, no están establecidos, aunque es la adolescencia la etapa de estabilización, y el resto de la vida para la consolidación. Lo que no parece normal y adecuado es que los padres crean que sus hijos van a ser más felices cuantas más cosas les compren; por el contrario provocan reacciones de insatisfacción en el momento siguiente, ya que su hijo/a ha aprendido a satisfacer de inmediato sus necesidades en lugar de aprender a demorarlas, y a no sentirse frustrado por no tener al momento lo que desea. En este sentido un buen aprendizaje del autocontrol le hará un adulto más libre y satisfecho, ya que un exceso de gratificación habitúa a desear más y de inmediato, mientras que la autorregulación permite conseguir gratificaciones mejores a largo plazo. Si no facilitamos las condiciones necesarias para que la capacidad de retardar de la gratificación se desarrolle y la autorregulación personal permita un bienestar interno, no regido por los estímulos externos, estamos generando futuros compradores compulsivos, y personas insatisfechas. En el ámbito psicológico se han propuesto diferentes variables como responsables del comportamiento de comprar compulsivamente: impulsividad, ansiedad, sensación de aburrimiento/vacío, escasez de intereses no consumistas, y credulidad, entre otras. Estas características psicológicas, junto a creencias del tipo tanto tienes tanto vales, te lo mereces todo, no es bueno sufrir, no esperes a mañana si puedes tenerlo hoy, etc, sean generadas internamente o externamente, a través de los mensajes publicitarios, aumentan la probabilidad de desarrollar adicción a las compras. Es interesante observar las diferencias en la adicción a comprar entre hombres y mujeres: ellos compran preferentemente material informático, vídeos, equipos de música y accesorios de coche; ellas adquieren productos de cosmética, ropa y zapatos, lencería y joyas ( Echeburúa, 1999). Los valores y creencias que sustentan estas elecciones están directamente relacionados con los roles sexuales y sociales. VALORES: RASGOS: Impulsividad Búsqueda de Sensaciones Ansiedad Credulidad Aburrimiento/tedio Escasez intereses Insatisfacción vital Reconocimiento Personales Hedonistas CREENCIAS: Cuanto más tienes más vales/respetan Uno/a se lo merece todo No esperes a mañana si lo puedes tener hoy Sufrir no es bueno Si quieres puedes ADICCIÓN AL CONSUMO RECURSOS ECONÓMICOS: Ingresos Capacidad de endeudamiento: Dinero de plástico Crédito EXISTENCIA BIENES DE CONSUMO: Productos diversos en abundancia Necesidad de venta ESTRATEGIAS QUE INCENTIVAN EL CONSUMO: Publicidad Marketing ¿Consumimos por necesidades personales o necesidades creadas por influencia de estímulos externos? La publicidad lanza cada día unos 1000 mensajes que estimulan a comprar, la mayoría de veces cosas que no necesitamos, haciéndonos creer que nuestra felicidad depende de su adquisición. Mientras que inicialmente los bienes de consumo facilitaban la vida, ahora se venden sobre la idea de que se es más importante y se provoca más admiración, deseo y/o envidia, si se compran determinados productos. Y mientras que las necesidades básicas al ser cubiertas dejan de molestar, la necesidad de ser admirado o querido, no se satisface mediante la aplicación de un perfume, la adquisición de un coche o la realización de un viaje. Es importante tener en cuenta que es un hecho demostrado que las grandes inversiones en publicidad obtienen sus beneficios por el incremento en la compra del artículo publicitado, y que los jóvenes son los más vulnerables a estos mensajes y a comprar compulsivamente, especialmente los que están más contentos con su aspecto físico, al contrario que los adultos, que compran más cuando están insatisfechos con su aspecto. En este sentido el ver la televisión está directamente relacionado con manifestar adicción a las compras: a mayor tiempo de exposición, mayor gasto en compras innecesarias, cuyas marcas son, precisamente, las vistas en la publicidad . Y la disposición de los productos en las tiendas y grandes superficies se realiza en función de los recorridos planificados de forma que los compradores pasen por pasillos de productos no necesarios para poder tomar los necesarios, colocados en lugares lejanos y opuestos. Naturalmente llevar un carro grande y ver, de forma fácil, llamativa y agradable, lo innecesario o las marcas que quieren vender, facilita su adquisición. Así colocar caprichos junto a las cajas, de parada obligatoria, emplear colores , luces y música ambiental, situar ofertas de productos poco necesarios en lugares de paso obligatorio y no disponer de salidas para los que no compran, son algunos de las estrategias que se ponen en marcha para incentivar la compra . Y son eficaces: el 95% de las personas que con intención o no de comprar entran en una gran superficie, adquieren algo, y el 65% de las decisiones de compra se toman en las tiendas o supermercados ( Muñiz, 2004), lo que indica que su necesidad es algo más que relativa, pero que la disponibilidad de dinero de plástico y la accesibilidad y atractivo del producto, es suficiente motivo para la adquisición. Los técnicos en marketing saben que los productos no se compran solo por su utilidad y valor intrínseco, sino por la atracción que puede ejercer sobre las personas. Los compradores no eligen por las características objetivas del producto ( valoración cognitiva), en muchas ocasiones lo adquieren por una serie de apreciaciones basadas en el color , la forma o características pseudomágicas atribuidas en virtud de los mensajes publicitarios, que han enganchado con necesidades o preferencias personales ( valoración afectiva). Este tipo de decisión es rápida e inconsciente, y por tanto difícil de controlar. No es de extrañar que las empresas realicen estudios previos sobre grupos de población meta, hacia los que va dirigido el producto y decidan nombre, forma, color, mensaje etc, en función de las características que a ese grupo les resultan más atractivas. Si les gusta la novedad o lo conocido, si son jóvenes o adultos, si son hombres o mujeres, etc, se establecen diferentes imágenes, de forma que la compra sea más apetecible y si puede ser, irresistible. Pero tantos productos por adquirir requiere gran cantidad de recursos económicos...o alguna capacidad de endeudamiento. La Confederación Española de Organizaciones de Amas de Casa, Consumidores y Usuarios ( CEACCU, 2004), informa que aproximadamente el 40% de los hogares españoles reconoce tener dificultades para hacer frente a sus deudas. El 59% tiene problemas para llegar a fin de mes y un 41% recurre a tarjetas de crédito para lograrlo. Esta organización alerta sobre el incremento de compras impulsivas y sobre la actitud favorable al exceso de consumo. Los créditos y las tarjetas favorecen la compra de caprichos, incluso en bienes inicialmente necesarios y finalmente desproporcionados. Según un informe del Banco de España ( 2003), como media, cada español debe 18.000 euros. El crecimiento del endeudamiento en España es superior y no equiparable al del resto de países europeos. ¿Cómo podemos saber si somos adictos al consumo? Parece claro que en general compramos más de lo necesario, es decir abusamos de las compras. Pero no podemos considerar patológico un exceso de adquisiciones y gasto a menos que: 9 se obsesione cuando ve algo que le gusta 9 tenga el impulso irresistible de comprarlo, aunque no le sea útil 9 se sienta mal después de la compra 9 necesite ir a comprar o a ver cosas para sentirse bien 9 compre artículos o productos innecesarios frecuentemente 9 sus amigos o familia creen que tiene un problema con las compras 9 su nivel de gastos en caprichos es importante de lo que gana 9 no sabe en realidad lo que gasta, pero tiene dificultades en llegar a fin de mes 9 antes de adquirir algo caro no piensa o comprueba si le queda dinero para ello 9 no puede esperar un par de días en adquirir algo que le gusta, tiene que adquirirlo ya. Se estima que un 6% de la población tiene una adicción al consumo grave, las consecuencias personales, familiares y sociales de este problema son bastante serias, ya que si bien en un principio proporciona una sensación de excitación o subidón, que agrada y neutraliza sensaciones negativas, esto dura poco, y como otras adicciones, se necesita incrementar la dosis para conseguir los mismos efectos. Los problemas económicos que suele desencadenar, generan un círculo vicioso de difícil manejo. Este corto test permite distinguir entre adictos y no adictos a las compras, ya que una puntuación de 2 o + indica poco control en esta actividad. 1. ¿Cree que tiene problemas con las compras?. 2. ¿Se suele sentir culpable por haber comprado o gastado mucho?. 3. ¿Ha intentado dejar de comprar y no lo ha conseguido?. 4. ¿Suele recurrir a préstamos o créditos para comprar o pagar deudas?. 5. ¿Intenta ocultar o engañar sobre el precio de lo comprado a su familia?. Regálese un punto por cada respuesta positiva. ¿Cómo controlar mejor nuestras compras y nuestros gastos? Es interesante analizar desde cuando se está comprando de manera compulsiva, si es nuestro mayor disfrute y qué sensaciones tenemos cuando intentamos controlar las compras. Reflexionar sobre nuestras costumbres y nuestro estado de ánimo general y también, específicamente durante las compras, nos puede informar de aspectos relevantes para el problema: si gasta mucho en cremas, en ropa, en coche, en el hogar etc, podemos preguntarnos cual es el fin de esas adquisiciones concretas. Si es un gasto general incontrolado, debemos preguntarnos por nuestras carencias y por nuestro autocontrol. A veces la adicción a comprar es un síntoma de alteraciones graves de personalidad o de otra alteración psicopatológica. Entonces es conveniente buscar ayuda de un especialista en Psicología Clínica. Para intentar superar el problema es conveniente: 9 Realizar un presupuesto de gastos, distribuyendo cantidades concretas a fines concretos, por ejemplo tanto para comida, tanto para limpieza, tanto para luz, agua, teléfono, escalera etc., tanto para colegios, tanto para hipoteca, tanto para coche ( pago y/o mantenimiento), tanto para ropa, tanto para ocio, etc. Cuanto más detallado mejor, es importante que el total de gastos esté cuantificado, solo así se podrá analizar y comparar con el nivel de ingresos. 9 Evaluar cada semana el nivel de gastos, comparándolo con lo previsto, así se podrá equilibrar las descompensaciones. 9 Anotar todos los gastos que se realicen diariamente, no importa la cuantía ni su necesidad. Solo sabiendo cuanto se gasta y en que, podremos establecer un buen plan de control. 9 Antes de salir a comprar realizar una lista en casa de lo que se va a adquirir. 9 No comprar nada fuera de la lista, si se observa que falta algo necesario, esperar unos días para comprarlo e incluirlo en la lista. 9 No salga a comprar con tarjetas de crédito, manténgalas guardadas en casa y utilícelas en muy pocas ocasiones que estén previstas de antemano. 9 Anote todas las compras que realice con tarjetas de crédito ( lleve un bloc en el bolso o una hoja en el monedero). 9 Calcule el dinero que vaya a necesitar y no lleve mucho de más. 9 Realice las compras en varias tiendas. 9 Si compra en una gran superficie, lleve la lista hecha, compruebe al llegar a caja si ha comprado productos que no están en ella, devuélvalos ( es un ejercicio de autocontrol). 9 No pase tiempo de tiendas, picará. Busque otro entretenimiento. 9 Si va a una tienda y no está lo que quiere, salga sin comprar nada. ¿Es posible la adicción sin drogas? En general y hasta hace relativamente poco, se consideraba que una adicción se desarrolla al tomar una sustancia cuyo elemento activo provoca una reacción bioquímica en el cerebro, independientemente de la persona que lo tome. Sin embargo incrementos del neurotransmisor dopamina en el cerebro se pueden producir al mantener relaciones sexuales, con un atracón de comida, haciendo compras o jugando a las tragaperras; actividades que en algunas personas desencadenan un subidón o sensación de euforia ( Echeburúa, 1999). Por tanto en la actualidad, para considerar si se da una adicción, más que el tipo de sustancia, lo que importa es la relación de dependencia de la persona con una determinada situación o actividad, la abstinencia que desarrolla cuando se priva de ella, y la perdida de libertad personal y de control sobre su conducta. La mayor parte de los clínicos consideran que las adicciones no pueden limitarse exclusivamente al comportamiento determinado por sustancias químicas, como opiáceos, psicoestimulantes, cannabis, alucinógenos, fármacos, cafeína, nicotina y alcohol; y estamos asistiendo al gran espectáculo de que hábitos de comportamiento normales, con frecuencia se estructuran de manera que pasan a ser el centro y eje de la vida de algunas personas, generándole graves problemas en su vida cotidiana. Así vemos que comportamientos tan habituales y necesarios como comer, comprar, tener relaciones sexuales, hablar por teléfono, conectarse a la red, enamorarse, trabajar, tomar analgésicos o jugar, van tomando progresivamente más espacio e importancia en la vida de una persona , y desencadenan una pasión o sentimiento profundo ( Loewenstein, 1998). La idea de que la intensidad de la reacción fisiológica, la emoción y el ansiar rotundamente algo, puede distorsionar la racionalidad de nuestras elecciones, es bastante útil, pero es necesario para su emergencia como acción que exista una creencia que la legitime. Podemos aceptar por tanto, que hay adicción a sustancias y adicción a conductas o actividades, teniendo en común el se vivan como una experiencia potente y que implique euforia y placer, disforia y abstinencia, deseo, tolerancia, dependencia ( de estímulos y creencias), intentos de dejarlo ( pensamientos y acciones), negación y pérdida y lucha por recuperar el autocontrol ( Elster, 2001). Y se diferencian de los comportamientos normales en esa perdida de autocontrol, en la disminución del interés por otras actividades lúdicas o gratificantes y en que interfieren de forma grave y negativa en la vida cotidiana de la persona ( Echeburúa, 1999). Sin embargo las adicciones sin droga no son consideradas en la actualidad un trastorno mental en ninguna de las dos clasificaciones más empleadas: DSM-IV, elaborada por la Asociación de Psiquiatría Americana, y la CIE-10, propuesta por la Organización Mundial de la Salud. Solo se reconoce como psicopatología la adicción por abuso de sustancias psicoactivas o toxicomanías. Las adicciones sin droga son un grave problema personal y social en la actualidad, se las considere oficialmente un trastorno mental o no. Se les concede el sobrenombre de socioadicciones, precisamente por ser fomentadas por la sociedad de consumo que prima el tener sobre el ser, y que considera el éxito y la riqueza como bien supremo; aunque se las denomina más correctamente adicciones psicológicas. ¿Cuales son las adicciones psicológicas? Hemos detallado una de ellas: la compra compulsiva. La adicción al juego o ludopatía, al sexo, a la comida, al trabajo, a internet y al móvil, se encuentran entre las adicciones psicológicas o sin drogas. Describiré brevemente las características de estas adicciones, siguiendo básicamente a Echebúrua ( 1999), no incluyendo las adicciones a las nuevas tecnologías , que serán tratadas por otro compañero. Adicción al juego: se caracteriza por una afición desmedida a los juegos de azar, loterías, cupones, quinielas, bono lotos, bingos, tragaperras, etc.; o de habilidad, cartas, apuestas, etc. Es importante destacar que el aumento considerable de jugadores patológicos que esta habiendo y la disminución en la edad de comienzo en el desarrollo de la ludopatía, está directamente relacionado con la disponibilidad en espacio y tiempo de las maquinas y salones “recreativos”. Es considerado un trastorno del control de los impulsos, por tanto en este caso si está reconocida la adicción como un trastorno mental. Para la APA la prevalencia del juego patológico está influida por la disponibilidad del juego y por la duración de ésta disponibilidad, de manera que el aumento en la presencia de lugares, máquinas o actividades lúdicas, desarrolla como consecuencia un incremento en la incidencia de esta patología. El juego patológico empieza pronto en los adolescentes, sobre todo en los chicos; el adolescente juega mucho antes que la adolescente mujer. Los salones recreativos pueden ser un ejemplo, en ellos se constata la existencia de grupos de chicos y escasas chicas; y en las asociaciones de jugadores patológicos prácticamente no existen solicitudes de ayuda de chicas jóvenes con problemas de juego y sí de chicos menores de 25 años (López-Soler y Valera, 2003). El paso del juego normal al patológico implica gastar más dinero de lo planeado, apostar para recuperar lo perdido y seguir las apuestas buscando racha (de buena suerte, claro). Algunos investigadores han puesto de manifiesto las distorsiones cognitivas que mantienen los jugadores, a saber: 9 Negación o minimización del problema. 9 Ilusión de control ( creencia en su habilidad para ganar) 9 Memoria selectiva: recuerdos de ganancias, olvidos de momentos amargos. 9 Infraestimación de pérdidas. En cuanto a las motivaciones para jugar, preferentemente pretenden mantener relaciones sociales, no aburrirse, ganar dinero, olvidar problemas, tener sensación de euforia y finalmente, por hábito. Las complicaciones laborales, familiares e incluso legales que llegan a tener estas personas, rozan lo increíble. En ocasiones profesionales responsables y eficaces, llegan a considerar que llevarse para jugar y poder recuperarse volviendo a apostar, dinero de la empresa o de un familiar, es normal. La ruina no es un destino improbable en estos casos. Adicción al sexo: Se caracteriza por un exceso desbordante de deseos y de relaciones sexuales, que mantiene en situación de caza constante a esa persona. El sexo parece convertirse en el medio para reducir la ansiedad, y la sexualidad se desarrolla de forma morbosa y obsesiva ( Mellody, 1997). Se disocia del cariño, del amor y de la ternura y pasa a ser una compulsión permanentemente insatisfecha. Encuentros breves, con diferentes personas y en situación de riesgo suele caracterizar el comportamiento de las personas que lo padecen. Según informa Echeburúa, el comportamiento amoroso se restringe a la satisfacción de una urgencia básicamente biológica, con escasa o ausente relación afectiva, centrada en la gratificación inmediata. Es importante destacar que en los adictos al sexo estos comportamientos no son deseados, ni están bajo su control, a diferencia de lo que ocurre en las personas promiscuas o en las apasionadas. El secretismo y la vergüenza son típicas en este problema, y la depresión e ideación e intención suicida pueden estar presentes, ya que los problemas de pareja, familiares y laborales son muy habituales. Aunque es más frecuente y conocido en los hombres, cuando se da en mujeres suele conllevar problemas personales y familiares más graves. Las conductas más típicas de esta patología son: 9 Masturbación compulsiva. 9 Búsqueda constante de compañero sexual. 9 Visitas frecuentes a prostíbulos. 9 Utilización de líneas eróticas. 9 Búsqueda habitual de páginas pornográficas en internet. 9 Hipersexualidad y obsesión en la relación de pareja. 9 Acoso sexual ( reiteradas invitaciones y alusiones sexuales) en el trabajo. Este problema a menudo se confunde o incluye en las adicciones a internet, y suele estar asociado a consumo de alcohol y drogas, ya que su consumo facilita la desinhibición necesaria para borrar las posibles barreras morales que impiden, en estado normal, la acción o la culpa que provoca. Este hecho es especialmente dramático en los jóvenes, que estando en la etapa que marca el inicio en las relaciones de pareja y en la experiencia amorosa, en muchos casos les arrastra a una serie de encuentros sexuales desprovistos de las condiciones y el ritmo que requiere el descubrimiento del propio cuerpo junto al otro, así como en la elaboración de las reacciones y relaciones afectivas y cognitivas ( emocionales), vinculadas a los valores y creencias personales, que pueden incluir y alterar aspectos importantes del proyecto de vida. Si las consecuencias de este problema en personas adultas, son graves, en adolescentes puede comprometer su desarrollo psicológico, aún inacabado. Y son precisamente las dos características principales que marcan el paso de la normalidad a la adicción: una de ellas la interferencia significativa en la vida cotidiana (sufrimiento, soledad, pérdida de relaciones familiares) y la otra la aparición del síndrome de abstinencia ( irritabilidad, dolores de cabeza, temblores, insomnio, nerviosismo), cuando no pueden satisfacer el impulso sexual, lo que afecta de forma más grave que cuando se inicia en la vida adulta, ya que modifica el previsible transcurso de la vida futura de los jóvenes, que aún no tienen finalizados sus estudios, consolidado el trabajo y las relaciones personales y de pareja. Estos ámbitos se ven muy afectados en los adultos adictos, pero en los jóvenes determina su mal inicio. Adicción al trabajo: Se caracteriza por una implicación desmesurada en la actividad laboral. Se inicia con un incremento progresivo de tiempo, esfuerzo e implicación emocional, hasta convertir la actividad laboral en el centro de la vida, considerando que el éxito profesional es medida directa de la propia autoestima y del reconocimiento personal y social. A veces bajo la adicción al trabajo se puede estar compensando sentimientos de inferioridad y de miedo al fracaso. Es muy interesante destacar que la actividad profesional genera excitación, entendida como fascinación y sobresalto y que una señal inequívoca de este problema, no es tanto el número de horas dedicadas al trabajo, como la actitud de implicación y las ideas sobrevaloradas acerca del dinero, del éxito y del poder (Fernández-Montalvo y Echeburúa, 1998); y la sensación de plenitud alcanzada realizando una actividad. No todas las personas que dedican mucho tiempo y entusiasmo en el trabajo son adictas, ya que las relaciones familiares y el tiempo de ocio no les parece una pérdida de tiempo, y disfrutan del resto de actividades; además los periodos de mucha dedicación laboral responden a demandas del propio trabajo o a necesidades económicas temporales. A menudo la presión constante de mejorar económicamente o socialmente, o problemas de pareja, son un factor de riesgo para desarrollar esta adicción. A nivel de salud este problema desencadena serias alteraciones. La más conocida es la reacción de estrés, que en general se torna crónica. La persistencia del síndrome de estrés crónico provoca trastornos psicosomáticos, depresión y abuso de sustancias ( preferentemente fármacos, alcohol, cocaína y tabaco), y por último puede desencadenar crisis coronarias y muerte repentina, cuando se asocia con otros factores de riesgo como tensión alta, tasa de colesterol alta, y estilo de vida sedentario. La adicción al trabajo se relaciona en la literatura psicológica con la hostilidad y la impaciencia, que conforman el denominado patrón de personalidad tipo A, y que se caracteriza por: ¾ ¾ ¾ ¾ Excesivo interés por conseguir logros. Tendencia a competir. Necesidad de reconocimiento social. Intentos de acelerar los rendimientos en cualquier tarea. ¾ Alerta física y mental constante. ¾ Implicación en múltiples actividades a la vez y con plazo determinado y cercano. Veamos que preguntas propone Echeburúa que nos hagamos para identificar esta adicción: 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. Me siento como si constantemente tuviese prisa y fuese contra reloj. Me irrito cuando alguien me interrumpe en el transcurso de una tarea. Siempre estoy ocupado y con muchos asuntos pendientes entre las manos. Me comprometo con más actividades de las que puedo hacer. Me siento culpable cuando no estoy trabajando en algo. Permanezco frecuentemente en el trabajo cuando los demás se han ido. Me enfado cuando la gente no responde a mi modelo de perfección. Tiendo a estar bajo presión poniéndome yo mismo fechas límite para terminar tareas. 9. Me resulta difícil relajarme cuando no estoy trabajando. 10. Paso más tiempo trabajando que en otro tipo de actividades. 11. Me esfuerzo por ser el primero en todos los proyectos en los que me meto. 12. Dedico más tiempo, energía y pensamientos a mi trabajo que a las relaciones con los amigos y las personas queridas. Si se otorga 4 o + puntos, que se corresponden con respuestas positivas, es usted un probable adicto/a al trabajo, y vigílese o póngase en tratamiento: su salud se lo agradecerá. Aunque probablemente no me ha hecho caso y solo acudirá a pedir ayuda cuando ya tenga alteraciones somáticas, problemas familiares sobrevenidos por dejación de funciones, y complicaciones laborales por no saber delegar, ser exigente en exceso, y “ llevarlo todo”; y probablemente entonces no aceptará que su forma de ser y su estilo de vida son factores de riesgo. Como es natural, ya que se basa en rasgos personales, las actividades de ocio se ven teñidas por la autoexigencia perfeccionista y la competitividad, de manera que en lugar de procurar relax, se siguen poniendo tensos e intentan que todo le salga lo mejor posible. ¿Que podemos hacer si se ha desarrollado una adicción sin droga? Hemos visto que muchas conductas normales en un determinado momento y, merced a una serie de variables personales y/o sociales, pueden llegar a convertirse en una adicción, solo tienen que provocar una experiencia interna intensamente placentera y convertirse en hábito. Desde la Psicología Clínica, la psicoterapia cognitivoconductual ofrece diferentes programas de tratamiento que, en general, incluyen: ¾ ¾ ¾ ¾ ¾ Control de estímulos relacionados con la adicción. Exposición prolongada a los estímulos que provocan el intenso deseo o ansia. Solución de problemas específicos. Cambios en el estilo de vida. Prevención de recaídas. Cada uno de estos módulos de tratamiento se desarrollan mediante múltiples técnicas concretas de tratamiento psicológico entre las cuales se encuentran: exposición, desensibilización sistemática, relajación, distracción cognitiva, programación de actividades incompatibles, análisis de distorsiones cognitivas y pensamientos irracionales, habilidades de autocontrol y retardo de la gratificación, de análisis y resolución de problemas, identificación de situaciones de riesgo y planificación de actividades alternativas, entre otras. Solo un adecuado conocimiento de la persona con problemas de adicción permite al clínico, establecer una correcta planificación psicoterapeútica.