ISIP SIGLO XXI Psicología PROFESORA: Alejandra Rodríguez TRABAJO PRCTICO N° 1 “Período de Latencia” Alumnos: Alicia Etchart Sandra Leiva Jonatan Dong Carlos Pérez Bourdieu Introducción El período de latencia puede ser estudiado desde distintas ópticas, la nuestra para realizar este trabajo es la de los docentes. Como tales contemplamos el período de latencia como una etapa llena de desafíos y oportunidades para la enseñanza/aprendizaje. Nos proponemos exponer brevemente el período de latencia según la teoría psicoanalítica y la teoría del desarrollo cognitivo de Jean Piaget. Ambas teoría brindan, de manera complementaria, un sólido fundamento para comprender al niño que realiza el pasaje de la latencia o experimenta la metamorfosis que en este período se opera. Fue el psicoanálisis la primera escuela que hizo foco en este período y le dio su nombre. Freud acuña el concepto de “período de latencia” en Tres ensayos para una teoría sexual (1905). Desde el psicoanálisis explicaremos el aspecto psicodinámico de la latencia y desde la psicología genética el aspecto cognitivo y las operaciones concretas. Gracias al aporte de ambas escuelas psicológicas describiremos al niño de esta etapa, sus manifestaciones conductuales, emocionales e intelectuales. Si bien describiremos características generales del período mencionado, no queremos generar la ilusión de un niño universal y teórico, sino dejar en claro que siempre nos vamos a encontrar en nuestras aulas con niños e historias particulares, que discurren en contextos familiares / sociales que los constituyen en únicos. Las generalizaciones como los universales no existen en la realidad. En ella sólo encontramos existencias particulares en las cuales podemos detectar algunas de las generalizaciones que a continuación haremos. Es nuestro deseo que las siguientes generalizaciones puedan ayudarnos a comprender mejor a los niños singulares que atraviesan la latencia y estudian en nuestros colegios. De esta manera podremos acompañar su desarrollo y ayudar a desplegar su potencial. Origen de la palabra Etimológicamente la palabra “latencia” procede del latín – Latens-latentis- a su vez esta palabra procede de la raíz indoeuropea - ladh – que significa lo que está oculto, lo que se incuba ocultamente dentro de otra cosa sin mostrar actividad. La raíz indoeuropea produjo en griego la palabra -lethe- que significa olvido. En la mitología griega, Lete o Leteo es uno de los ríos del Hades. Beber de sus aguas provoca un olvido completo. Algunos griegos antiguos creían que se hacía beber de este río a las almas antes de reencarnarlas, de forma que no recordasen sus vidas pasadas. Significativamente la palabra verdad también tiene la misma raíz indoeuropea ladh- y en griego deriva en la forma -Alétheia-. Literalmente la palabra significa "aquello que no está oculto", "aquello que es evidente", lo que es verdadero. Este recorrido por el origen de la palabra nos ayuda a entender la latencia como una etapa de olvido, pero ¿qué es lo que se olvida en la latencia? Para responder esta pregunta beberemos en las fuentes del psicoanálisis. Definición El Diccionario de Psicoanálisis de Laplanche y Pontalis define la latencia: “Período comprendido entre la declinación de la sexualidad infantil (quinto o sexto año) y el comienzo de la pubertad, y que representa una etapa de detención en la evolución de la sexualidad. Durante él se observa, desde este punto de vista, una disminución de las actividades sexuales, la desexualización de las relaciones de objeto y de los sentimientos (especialmente el predominio de la ternura sobre los deseos sexuales) y la aparición de sentimientos como el pudor y el asco y de aspiraciones morales y estéticas. Según la teoría psicoanalítica, el período de latencia tiene su origen en la declinación del Complejo de Edipo; corresponde a una intensificación de la represión (que provoca una amnesia que abarca los primeros años), una transformación de las catexis de objetos en identificaciones con los padres y un desarrollo de las sublimaciones” (J. Laplanche; J – B Pontalis, 1971, pág.209). De esta manera podemos entender de qué olvido hablamos. Se trata de la sexualidad infantil, el niño gracias a la represión secundaria olvida las atracciones incestuosas propias de los primeros años de vida. Con el sepultamiento del complejo de Edipo ingresa el niño en una etapa de ocultamiento de su sexualidad. Los juegos que realizaba con sus genitales si cuestionamientos comienzan a avergonzarlo. Aparece el pudor y el asco, ya no le gusta que lo cambien delante de otras personas ajenas a su entorno íntimo, no va al baño con desconocidos. La sexualidad sufre una profunda transformación, ingresa en un estado de ocultamiento u olvido. Sus intereses se dirigen hacia otros destinos, hacia fuera, hacia el mundo extra familiar, y dado que no cuenta con la maduración genital necesaria para encarar sexualmente este destino, el niño sepulta su sexualidad hasta los tiempos de la pubertad y adolescencia. Claro está que no se trata de un sepultamiento deliberado, se trata del dinamismo inconsciente del psiquismo. En este período entonces la sexualidad brilla por su ausencia, es decir está ausente de alguna manera y presente en otra, la pulsión sexual brillará en la pulsión epistémica, es decir en la pasión por aprender Latencia, sexualidad y Superyó Para el psicoanálisis lo más significativo de esta etapa es la instauración de una nueva instancia psíquica, el Superyó, heredero de las figuras edípicas. De esta manera se amplía el psiquismo del niño, ya que a las instancias psíquicas existentes, el Ello presente desde el origen y el Yo, aún en formación, se suma el Superyó y la instalación de los diques: sentimientos de asco y pudor y barreras éticas y estéticas. En este período, se adormece el instinto sexual, y las defensas se constituyen sumamente rígidas. (Winnicott, 1958) (Por la presencia del Superyó) H. Zulliger (1976), postula que el latente no agrega nada nuevo en el sentido del desarrollo de la sexualidad, y ubica la conciencia moral, como constituyente de las inhibiciones sexuales. La instalación de los diques se hace omnipresente mediante las formas de: asco, pudor, inhibiciones éticas, entre otros. (H.Zulliger, 1976), éstos son formaciones reactivas producto de dos caminos, uno de ellos, el de la represión, y el otro, el de la sublimación de la sexualidad infantil. Se puede decir, entonces, que en el niño latente la sexualidad también está en juego, sin embargo, la sublimación que se halla en dicho período es mayor que en cualquier otro. La sexualidad cede el lugar al fortalecimiento de las funciones yoicas, el aprendizaje de diferentes habilidades, la recreación a partir del deporte, entre otros. En esta etapa los impulsos sexuales son inaplicables en términos de genitalidad, por encontrarse relegada la función reproductiva a la etapa posterior. (H. Zulliger, 1976) El protagonismo del Superyó en este período, tiene un papel crucial, le demandará mucha responsabilidad y esfuerzo poder finalizar el camino hacia la conformación de la personalidad completa con éxito. Si bien, no se puede dejar de lado lo acontecido en los primeros años de vida, es imprescindible destacar que, alrededor de las sublimaciones es cuando se fijarán o no, componentes de la sexualidad infantil. Si el niño latente, no logra hacer un buen trabajo, se verá perjudicado durante la adolescencia, ya que las malas adquisiciones en el período de latencia, concluirán en una complicada expansión social, intelectual, afectiva, entre otros. (F.Dolto, 1971). De esta manera podemos afirmar que sin latencia no hay adolescencia, sin alcanzar los logros de la latencia no podrá el niño ingresar equipado en la adolescencia. Para alcanzar estos logros el niño deberá realizar tarea. Trabajo de la Latencia Así como en la adolescencia, según Aberastury y Nobel, los jóvenes deben realizar trabajos de duelo para atravesar satisfactoriamente esta etapa, también en la Latencia los niños se ven desafiados a realizar tarea según R. Urribarri (1999). Tareas que el niño tiene que realizar para “la organización, diferenciación, complejización y amplificación del aparato psíquico; y también en cuanto a la exigencia de tramitar la pulsión en un nuevo ordenamiento dinámico y estructural del aparato” (R. Urribarri, 1999, pág. 134 – 135). Este trabajo posibilita otro destino a lo pulsional. En la latencia se producen grandes cambios, tanto en el área psicológica como en la social, los niños logran activarse de manera tal que gastan grandes cantidades de energía, y así y todo, la “batería” se vuelve a recargar para la puesta en marcha de una absorción constante de conocimiento y demanda física que todo chico sano entre 6 a 11 años puede llevar a cabo. Duración El período de latencia comienza a los 6 y 7 años y se extiende hasta los 11 años aproximadamente. Tal como indicamos en la introducción aquí hacemos generalizaciones, por tanto no debemos entender que por cumplir 6 ó 7 años el niño ingresa en la latencia y que por cumplir los 11 años egresa de la misma. No es el calendario el que marca los ritmos del desarrollo sino los procesos singulares que cada sujeto realiza a su tiempo y a su modo. Para que se inicie la latencia lo que cuenta no es la celebración del cumpleaños sino el sepultamiento del complejo de Edipo, la represión de la pulsión sexual infantil y la aprición de nuevos destinos gracias a la sublimación. Características de la Latencia 1. Tipos de Vínculos Poco a poco, el niño va estableciendo nuevas formas de relacionarse con los otros, con el objetivo de trasladarse de un estado de dependencia absoluta hacia la independencia. El niño comienza el pasaje de la intra familiar a lo extra familiar. En la Latencia el niño le otorga gran importancia a la integración con sus pares, la pertenencia de un grupo es de los asuntos más importantes. Se juega en este “pertenecer” los logros del niño, es decir, pone a prueba frente a otros sus cualidades y capacidades. Es necesario que el valor que antes se adjudicaba a los padres comience a disminuir a partir del sepultamiento del complejo de Edipo, con el fin de anular los deseos incestuosos y adquirir mayor autonomía. En la Latencia comienza entonces a producirse el pasaje de lo familiar a lo extra familiar. El paso decisivo de este pasaje se dará en la adolescencia cuando el sujeto se rebele contra lo familiar y priorice lo extra familiar. Sin embargo en la latencia comienza a darse lentamente este pasaje de una manera no traumática. Recordemos que en el octavo mes el bebé experimenta una angustia nueva al percibir la irrupción de lo extra familiar en los rostros de extraños. Cuando comienza a desconocer los rostros de las personas que se le acercan, llora, no quiere ir a parar a brazos desconocidos. Si en el octavo mes lo extra familiar produce angustia, en la latencia por el contrario presenta gran atractivo. Los amigos cobran una relevancia desconocida hasta ese momento, no le quitan a lo familiar su primacía, como ocurre en la adolescencia, pero ya comienza a vislumbrarse este pasaje de lo familiar a lo extra familiar. Aparece la función del amigo como objeto transicional, en tanto el amigo mitiga los rigores -para el sujeto en formación- de la oposición familiar/extra familiar, la suaviza, funciona como un articulador. Es muy frecuente ver en los recreos a los niños pasear abrazados con sus pares del mismo sexo, disfrutan mucho de la mutua compañía, necesitan la aprobación de los semejantes y la inclusión en los grupos de compañeros, Quedar excluíos de los juegos o en las actividades en el aula es de los episodios más dolorosos para el latente. Alejandro Dolina en el Ángel Gris describe maravillosamente bien lo que ocurre con la amistad al narrar la forma en que Manuel Mandeb elige a sus amigos a la hora de armar un picado: “… Pero un día comprendió que lo que en verdad deseaba, era jugar con sus amigos más queridos. Por eso elegía siempre a los que estaban más cerca de su corazón, aunque no fueran los más capaces. El criterio de Mandeb parece apenas sentimental, pero es también estratégico: uno juega mejor con sus amigos. Ellos serán generosos, lo ayudarán, lo comprenderán, lo alentarán y lo perdonarán. Un equipo de hombres (y mujeres) que se respetan y se quieren es invencible. Y si no lo es, más vale compartir la derrota con los amigos, que la victoria con los extraños o los indeseables.” La latencia ofrece una gran oportunidad en este sentido. Si logramos estimular en nuestros colegios, desde la latencia, este modo de proceder, tendremos adultos que trabajarán fluidamente con otros, formarán equipos de alto desempeño, y se volverán invencibles. 2. Identificaciones Nacen nuevas figuras donde identificarse pueden ser maestros, instructores o pares, el niño los inviste libidinalmente. Los niños atribuyen en esta etapa gran importancia a la autoridad de los maestros, “me lo dijo la maestra” es la expresión con la que suelen zanjar muchas discusiones en la casa. También los pares son investidos con particular intensidad, con frecuencia escuchamos en boca de los niños en latencia “un amigo….” “el papá de un amigo…hizo o dijo…..” Los modelos que vienen de afuera de la casa comienzan a quitarles a los padres el protagonismo y la exclusividad que hasta el momento gozaban. 3. Desarrollo cognitivo. En la latencia cobra protagonismo la reflexión y cede la imaginación. El deseo por aprender lidera la escala de intereses del latente, la energía (libido) se dispone al servicio del descubrimiento de nuevas fronteras dentro del ambiente en el que viven. El niño abre camino al placer a partir de la actividad intelectual. La satisfacción pulsional es orientada por la sublimación hacia el conocimiento. Gracias a la pulsión epistémica es en el aprender cómo se satisface lo pulsional. La curiosidad es la característica principal de los niños en latencia y es por ello que en estos años se desarrolla el conocimiento muy rápidamente. Con frecuencia escuchamos en boca de los niños preguntas acerca del porqué de las cosas, de su origen, parecen filósofos o científicos explorando el mundo y tratando de entenderlo. Observamos que los niños de 6 a 11 años aprenden más rápido que los más pequeños, porque a la hora de pensar estos niños manejan todos los datos, pues son mucho más lógicos y además están realizando estrategias de planificación. A la vez son niños que utilizan la coherencia en su pensamiento, son capaces de elaborar hipótesis e incluso manejan varias alternativas para buscar varias soluciones o el camino correcto para la solución. En este tiempo aumenta la capacidad de concentración gracias a la atención selectiva. Se pueden concentrar en la información relevante y olvidan la que no lo es ahora. Desarrollan estrategias de memorias mucha más avanzadas que en los niños más pequeños. Se alcanza la automatización: proceso por el cual las actividades mentales ensayadas se convierten en rutinarias, automáticas. La Latencia corresponde al período de operaciones concretas de Piaget. Las operaciones concretas son estructuras mentales que le permiten al niño hacer operaciones lógicas, por ejemplo conservar las propiedades invariables del objeto, es decir, a pesar de que el objeto o el sujeto se transformen el sujeto va a seguir siendo el mismo. Es así que el niño empieza a pensar con lógica. Las operaciones mismas son estructuras mentales que corresponden a operaciones metodológicas, a saber: equivalencia, suma, multiplicación, unión, implicancia, relación. La característica fundamental es la reversibilidad del conocimiento, puede descentrarse, tomar distancia del objeto de conocimiento; el niño puede realizar 12+3=15 y 15-12=3. Se da una acción de transformación, una descentración desde el punto de vista de la representación y de la habilidad para clasificar objetos de acuerdo con categorías superiores o subordinadas y ordenarlas en orden consecutivo. En este período las operaciones vendrían a ser acciones que se vuelven reversibles por integrar un sistema o estructura de conjunto. La asimilación y la acomodación se equilibran, porque el niño está más adaptado a la realidad. Podemos entonces hablar de: Clasificación: Agrupación de objetos similares en una clase, por lo que han debido extraer el elemento común y combinar las partes del todo. Seriación: Ordenar o poner en relación, agrupar objetos en un orden de menor a mayor o viceversa Conservación: Tomar en cuenta simultáneamente dos aspectos de algo. Coordinar forma y cantidad, considerándolos en forma simultánea y por lo tanto conservar su aspecto de cantidad aunque varíe la forma ( sustancia, peso, volumen). 4. Lenguaje La herramienta fundamental de este período es el discurso, lo verbal. Esta es la fuente que le permite al niño sublimar toda esa energía reprimida, y es así como se abren caminos a nuevas sublimaciones. La acción se minimiza y se maximiza el discurso, el lenguaje le da sentido a su vida anímica. Los niños en esta etapa pueden ser grandes conversadores en casa y sobre todo con sus amigos y buenos constructores de relatos interminables. En niños con mayor capacidad simbólica disfrutan de los chistes escuchándolos o narrándolos y las ironías en los que se pone en juego lo ambiguo del lenguaje convocan su interés. Es por esto que los cantantes más exitosos entre los niños de esta edad son los juegan con el lenguaje y sus equívocos, como Pesceti por ejemplo. 5. Actividad motriz y juego El juego cambia, el placer se ubica en la evaluación de la realidad, las posibilidades y obstáculos que en este se presenten. El juego va a ir variando y evolucionando a lo largo de la Latencia. En la Latencia temprana, el juego, se caracteriza por la utilización de la actividad motriz gruesa (juego con pelota, correr, etc.), la fortaleza es, considerablemente, estimada a la hora de jugar. Los varones suelen mostrar sus músculos flexionando el brazo o desafían a los padres a jugar pulseadas o luchas cuerpo a cuerpo para mostrar su fortaleza. En la Latencia tardía, prevalecen los juegos de roles, el ingenio, dónde el acento está puesto sobre las habilidades con las que el niño cuente. Las reglas y las normas adquieren alta relevancia en los juegos de mesa. 6. Expresión Gráfica El dibujo más recurrente del niño en Latencia, es aquel dónde la hoja se divide en dos, y se ubican dos actividades diferentes pero consecuentes una con otra, esto evidencia la inscripción de la temporalidad y la mayor capacidad de organización mental. La aparición del cuello en los dibujos de este período marca una notable división entre el Ello (el cuerpo) y la conciencia (la cabeza), es decir, el cuello representa una instancia mediatizadora. 7. Sentimientos El desarrollo del área sentimental es de suma importancia, ya que se vincula directamente con la percepción de sí mismo, y en consecuencia de ello se modela la autoestima y la autoimagen positiva, se dan comparaciones entre el Yo real con el Yo ideal. La presencia de la vergüenza característica de este tiempo, se evidencia a partir de un otro que da a conocer la inadecuación del niño, “el niño es descubierto en algo que no debería ser visto y reacciona con vergüenza” “La vergüenza aparece ante una acción en la que se falla, es vivido como descontrol o incumplimiento de un ideal esperado” (R. Urribarri, 1999, pág. 160). Los sentimientos de inferioridad son determinados en relación con uno mismo, acompañados de tristeza e impotencia. El niño expresa la frustración como resultante de una falla del Yo. Los sentimientos de culpa se dan a conocer a partir de un daño real o fantaseado hacia otro, resulta por la ineficiencia del Yo de cumplir las exigencias del Superyó. 8. Agresión La agresividad viene de la mano de la instancia superyoica recientemente configurada en este período, y el modo de presenciar el acto agresivo sólo es posible de forma encubierta, es decir, este tipo de agresividad indirecta se manifiesta a través de, por ejemplo, el juego. La competencia cruel es una de las manifestaciones más evidentes, aunque de todas formas el niño intentará que tal agresividad se produzca de manera disimulada a los ojos de los demás. El doble sentido también es un arma muy utilizada en esta época. Conclusión Los niños de hoy ya no son como aquellos que Freud conoció, podemos preguntarnos si la Latencia estudiada por el psicoanálisis de los primeros años sigue siendo la misma que la que encontramos hoy en nuestras aulas y hogares. Desde los tiempos de Freud los niños han cambiado mucho. Nuestros latentes son nativos digitales y tienen por tanto otras características. El contexto en el que se desarrollan, los estímulos que reciben, los padres que los crían, genera diferencias significativas en los latentes de hoy. Si bien existen estas diferencias entre los latentes actuales y los que Freud estudió, algo permanece inalterable y es la dimensión psicodinámica. Ella no responde a estímulos epocales. El sepultamiento del complejo de Edipo conserva su vigencia y con él el ingreso en la latencia de nuestros niños. La represión sigue, a pesar de los cambios culturales, operando la latencia de la sexualidad y la orientación de la pulsión hacia otras metas. Los niños se siguen vinculando con sus pares con particular intensidad en esta época digital aunque jueguen con la Wii o la Play Station. Vale la pena sin embargo preguntarnos acerca del impacto que tendrá en la latencia un contexto cultural en el cual la sexualidad adulta es exhibida en los medios gráficos y sobre todo en los audiovisuales (televisión, internet). ¿Hasta dónde estos estímulos podrán perturbar la latencia sexual o modificarla? Los diques de la vergüenza y el asco se ven con frecuencia cuestionados por la exposición que los medios hacen de la sexualidad. Se les imponen temas de interés que naturalmente no los convocan. Aún no sabemos ¿cuáles serán las consecuencias de estos fenómenos en la latencia? Por otro lado en los últimos años los niños de estas edades se han constituido en importantes destinatarios del interés de los mercados. Constituidos en posibles consumidores quedan expuestos al poder de la propaganda que los invita a investir objetos de consumo y a interesarse por temas que en otro tiempo estaban reservados a los adolescentes. ¿Producirá esto una anticipación de la adolescencia?, y si eso ocurriera ¿se habrá concluido satisfactoriamente el trabajo de latencia o se ingresará en la adolescencia sin haber hecho el trabajo propio de la latencia? La aceleración puede abortar procesos, el edificio del desarrollo requiere que cada etapa alcance sus logros específicos en los tiempos requeridos. Así como los árboles no crecen tirando de las hojas, tampoco los seres humanos lo hacemos apurando o salteando las etapas evolutivas. Sin latencia no hay adolescencia y sin adolescencia no hay adultez. Es nuestra responsabilidad que cada etapa pueda ser vivida, adaptándose al contexto cultural de cada época histórica, pero vivida plenamente. Desde el punto de vista del aprendizaje la condición de nativos digitales también marca una diferencia de los niños que atraviesan la latencia y sus formas nuevas de aprender. Seguramente en el futuro cuando se describan las características de la latencia y el desarrollo cognitivo algunas diferencias encontraremos respecto de las que señalamos en este trabajo. Bibliografía Dolto F. “Psicoanálisis y Pediatría”. Ed. Siglo Veintiuno Editores S.A. Buenos Aires, Argentina 1974. Freud S. “Carta 46” (30 de mayo de 1896). Obras Completas Tomo I. Ed. Amorrortu, Argentina 1978. Nb Freud S. “Tres Ensayos de Teoría Sexual” (1905). Obras Completas Tomo VII. Ed. Amorrortu. Buenos Aires, Argentina 1978. Freud S. “Conferencias de Introducción al Psicoanálisis” (1916) Conferencias 20 y 21. Obras Completas. Tomo XVI. Ed. Amorrortu. Buenos Aires, Argentina 1978 Freud S. “El Yo y el Ello” (1923). Obras Completas Tomo XIX, Ed. Amorrortu. Buenos Aires, Argentina 1978. Freud S. “La Organización Genital Infantil” (1923) Obras Completas. Tomo XIX. Ed. Amorrortu. Buenos Aires, Argentina 1978 Freud S. “El Sepultamiento del Complejo de Edipo” (1924) Obras Completas. Tomo XIX. Ed. Amorrortu. Buenos Aires, Argentina 1978 Laplanche L; Pontalis J.B “Diccionario de Psicoanálisis”. Ed. Labor S. A. Barcelona 3° Ed. 1981 1°Ed. 1971 Piaget J. “Psicología de la Inteligencia” Editorial Psique. Buenos Aires 1963 Rodulfo, R. “Estudios clínicos”, Editorial Paidós. Buenos Aires 2005 Urribarri, R. “Descorriendo el velo. Sobre el trabajo de latencia.” Revista de Psicoanálisis, Buenos Aires, Argentina 1999 Internet: Direcciones Web www.literatura.org/Dolina/AngelGris.html www.monografias.com: Trabajo llamado “Latencia” realizado por Luciana Carballido, Lic. En Musicoterapia UBA, año 2008.