cinco prácticas de congregaciones fructíferas

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CINCO PRÁCTICAS
DE
CONGREGACIONES
FRUCTÍFERAS
Robert Schnase
Obispo, Conferencia de Missouri
La Iglesia Metodista Unida
Abingdon Press
Nashville
INTRODUCCIÓN
CINCO
PRÁCTICAS DE
CONGREGACIONES FRUCTÍFERAS
Hospitalidad extrema y radical. Adoración apasionada. Desarrollo intencional de la fe. Misión y servicio arriesgados. Generosidad extravagante. Las personas buscan una iglesia con la forma y el sustento de estas características. La
presencia y la fuerza de estas cinco prácticas demuestran salud, vitalidad y
crecimiento en una congregación. Por medio de la repetición y mejora en la
práctica de estas cualidades, las iglesias llevan a cabo su misión de hacer discípulos de Jesucristo para la transformación del mundo.
Estas palabras son contagiosas, y las congregaciones que se aferran a ellas
se comportan de manera distinta. Las personas saben que la misión de la iglesia es la de hacer discípulos de Jesucristo, pero con todo buscan el entendimiento de cómo integrar esta gran misión dentro de sus vidas y sus iglesias
de una forma práctica y dinámica. Estás palabras abarcan el proceso central
con el que Dios utiliza a las congregaciones en la tarea de hacer discípulos.
Las congregaciones, a su vez, ofrecen con gracia la invitación, acogimiento y
la hospitalidad de Cristo para que de esta forma las personas experimenten el
sentido de pertenencia; Dios amolda almas y cambia mentes a través de la
adoración, para crear el deseo de crecer más íntimamente con Cristo; el Espíritu de Dios nutre a las personas y madura su fe a través de la instrucción
comunitaria; con esa madurez espiritual incrementada, las personas disciernen el llamado de Dios a ayudar a otras a través de la misión y el servicio; y
Dios inspira a las personas a dar generosamente para que otras reciban la gracia
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Cinco prácticas de congregaciones fructíferas
que ellas mismas han llegado a conocer. Estas prácticas fundamentales son
una parte tan integral de las congregaciones que si no se practican de una
manera ejemplar, resultarán en la decadencia y el declive de la congregación.
Las palabras que se utilizan para expresar estas prácticas son irresistibles porque nos trasladan desde las intenciones abstractas a una dirección práctica y
personal del ministerio. Una vez que nuestra misión se convierte en práctica
y se personaliza también es memorable y alcanzable.
Estas prácticas nos describen solamente las actividades que se producen en
una congregación por las que Dios se mueve para atraer personas a una relación; además, trazan el sendero para crecimiento en el discipulado personal.
Los seguidores de Cristo aspiran a crecer en la gracia y en el conocimiento y
amor de Dios. Esto se alcanza por la repetición, aprendizaje y adiestramiento
en su práctica personal de la hospitalidad, cuando se ponen bajo la influencia
del espíritu de Dios en adoración, cuando intencionalmente buscan el crecimiento en la semejanza de Cristo a través del aprendizaje en comunidad y
cuando practican la compasión y la generosidad en formas concretas. En estas
prácticas simples del discipulado cristiano, la gracia previniente, justificadora
y santificadora de Dios se hacen visibles, reales y transforman las vidas.
Este libro está diseñado para motivar a los líderes de congregaciones para
que reflexionen sobre sus propios ministerios y para hacerse preguntas como,
“¿qué pasa cuando practicamos estas cualidades del ministerio en nuestras
congregaciones? ¿En nuestras clases? ¿En el coro? ¿En los ministerios de grupos reducidos? ¿En los equipos de misión? Y ¿en las clases de liderazgo?
¿Cómo estamos practicando estas características en nuestro discipulado personal? Y, ¿cómo podemos mejorar?” La tarea de repetir, profundizar, extender,
enseñar y mejorar estas prácticas debería llenar la agenda de nuestra iglesia,
dirigir las juntas de la iglesia y moldear la capacitación de liderazgo.
La forma más visible por la que Dios entreteje a las personas dentro de su
comunidad para cumplir la misión de Cristo es a través de las congregaciones,
y estas cinco prácticas proporcionan a las congregaciones un lenguaje común.
Como resultado del trabajo con un lenguaje común, la misión de las congregaciones y su confianza en su futuro se hacen aparentes. Las congregaciones
vivas, que producen fruto y crecen, son aquellas que practican con naturalidad estas características y buscan constantemente maneras de desarrollarlas
aún más.
El lenguaje que expresa estas características posee una historia interesante.
El obispo Bruce Ough escudriñó las Escrituras en buscan de imágenes que describieran la vitalidad de las congregaciones para la Conferencia del Oeste en
Ohio de la Iglesia Metodista Unida. El obispo Ough utilizó la historia del ciego
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Introducción
Bartomeo para identificar cuatro aspectos −hospitalidad extrema, adoración
apasionada, relaciones de formación de fe y servicio arriesgado. La primera vez
que las escuché mi di cuenta del extraordinario poder que tienen las expresiones simples y claras. Algunas de las palabras de Ough encontraron su origen
en otros escritos y en tentativas tempranas de articular un lenguaje común y
directo para describir los elementos básicos de la vida comunitaria en Cristo.
Al reflexionar sobre mi propio trabajo pastoral, añadí otro aspecto que facilita
el ministerio fructífero de la congregación: generosidad extravagante. Después
de hacer unas revisiones menores, comencé a enseñar y predicar estas cinco
prácticas de crecimiento congregacional en las iglesias metodistas unidas de la
conferencia de Missouri. Gradualmente, otros líderes de la iglesia comenzaron
a enseñarlas también, algunos añadieron sus propias revisiones.
Estas palabras han cobrado vida por sí mismas, y estoy asombrado de
cómo estas prácticas siendo tan sencillas y directas, intensificadas por fuertes
propósitos, han capturado la imaginación de los líderes de la iglesia y les han
impulsado a ofrecer una calidad de ministerio más alta. Estas prácticas han
servido para crear estrategias congregacionales y estimular juntas de la iglesia,
clases de la Escuela Dominical, líderes de misiones y pastores que producen
mayor fruto para la gloria de Dios. Dirigidas por el Espíritu de Dios, estas
palabras pasan de conferencia a conferencia, de congregación a congregación
y de pastor a pastor como instrumentos poderosos que nos incitan al ministerio enfocado, intencional y creativo.
Estas palabras son peligrosas, causan tensión y son provocativas. Las prácticas son básicas y fundamentales para la fortaleza congregacional, pero los
objetivos las intensifican hacia lo inesperado y lo ejemplar. Las congregaciones vibrantes, con fruto y en crecimiento no se paran en la práctica de la hospitalidad amable, el servicio y la misión provechosos o en la generosidad
prudente. Sus prácticas son extraordinarias, excepcionales, minuciosas y radicales; son extremas, apasionadas, intencionales, arriesgadas y extravagantes.
Estas palabras nos guían y resultan en preguntas provocativas en cuanto a
nuestras propias prácticas congregacionales. No hay iglesia que, siendo
vibrante, tenga fruto y esté en crecimiento, efectúe su ministerio exactamente
de la misma forma que lo hizo en los años 50, y no hay pastor que guíe congregaciones que son vibrantes, con fruto y en crecimiento que practique el
ministerio como lo hizo en los años 70 u 80. Las congregaciones eficaces
cambian, mejoran, aprenden y se adaptan para cumplir su misión, y estas
palabras nos llevan a repensar nuestra cultura, organización y prácticas básicas de nuestras congregaciones.
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Cinco prácticas de congregaciones fructíferas
He recibido estas ideas y palabras de otras personas y ahora las encomiendo a una audiencia más extensa por medio de este libro, no con la intención de contenerlas o incluso apropiármelas, sino para darles mayor vida para
la gloria de Dios. Las personas quieren lo mejor para sus congregaciones.
Aspiran a cumplir la misión de la iglesia de hacer discípulos, e intuitivamente
saben que la congregación es el canal principal mediante el cual Dios forma a
las personas dentro del cuerpo de Cristo. Y, sin embargo, muchas personas
laicas y clérigos encuentran dificultad a la hora de dividir esta misión universal en tareas alcanzables y estrategias prácticas que fortalezcan la iglesia. El
propósito de este libro es el de permitir, enfocar y animar el cambio creativo
y el crecimiento del ministerio.
Personas de todas las edades están ansiosas por ver congregaciones que
abracen estas características, iglesias que les reciban benignamente y les inviten a su interior, que les conecten con Dios a través de la adoración verdadera,
que les ayuden a profundizar en su fe, y que les expandan de tal forma que
impacten en las vidas de otras personas por medio del servicio y la generosidad. Las iglesias, sean grandes o pequeñas, urbanas, en suburbios o rurales,
con estas características forman discípulos y trasforman comunidades.
Utilice este libro en sus clases de la escuela dominical, o de estudio bíblico.
Mantenga conversaciones honestas y positivas en cuanto a las prácticas de su
congregación y las formas en la que podría adquirir mayores resultados para
la gloria de Dios. Ofrezca un estudio de cinco o seis semanas para centrarse
en estas disciplinas esenciales en la vida de la iglesia. Pida a los miembros de
la junta de la iglesia y líderes de misiones y patrocinadores de jóvenes que formen parte de un diálogo significativo en cuanto a cómo Dios utiliza las congregaciones para hacer discípulos de Jesucristo a través de estas prácticas.
Permita que estas prácticas den forma a la planificación de retiros y sesiones
estratégicas de líderes laicos, pastores y del personal administrativo de la iglesia.
Permita que estas prácticas formen su propia reflexión en cuanto a su iglesia, su área de ministerio y su propio discipulado. Utilícelas, modifíquelas,
profundice en ellas, ore en cuanto a ellas y extiéndalas para que cumplan la
mayor tarea encomendada a la humanidad, la tarea de compartir la buenas
nuevas que hemos visto y conocido en Cristo Jesús.
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