(1936-1939): Los DÍas DEL aLZaMIENTo EN FErroL La guErra cIvIL

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José López Hermida
Los jefes del Regimiento de
Artillería de Costa nº 2 en el momento en que el general Franco se subleva
en África eran los siguientes:
• Coronel: don Antonio Corsanego
Wanters-Horcasitas.
• Teniente Coronel: don José Fano
Díaz.
• Comandante Mayor: don Miguel
López Uriarte.
• Comandante del 1er Grupo: don
José Reyna y Martínez de Tejada.
• Comandante del 2º Grupo: don
Hermenegildo Sánchez Esperante.
Comandante del 3er Grupo: don
Santiago Romero Durán.
• Comandante del 4º Grupo: don
Francisco Mariñas Gallego.
El sábado 18 de julio de 1936, el
coronel del Regimiento de Artillería
de Costa nº 2 se hallaba disfrutando de su permiso de verano en La
Coruña, teniendo por ello el mando accidental del mismo el teniente coronel don José de Fano y Díaz.
Obedeciendo la Orden General de la
octava División, transmitida por el
Comandante Militar de la Plaza, general don Ricardo Morales, se procede al acuartelamiento de las tropas
acudiendo el teniente coronel Fano
a las 17:00 horas a la Comandancia
Militar, donde se esperaba la reunión
de comisiones de los miembros de la
guarnición y de marina. Transcurrida
hora y media, al no presentarse aquéllas, don José Fano manifiesta al general Comandante Militar de la Plaza
el deseo del personal del Regimiento
de unirse, sin dilación, al Alzamiento
iniciado en Marruecos por el general Franco, retirándose de nuevo al
cuartel de Artillería. A las 23:30 horas, previo acuerdo de la oficialidad
del Regimiento, vuelve nuevamente
a expresar al Comandante Militar de
la Plaza el deseo del Regimiento de
sumarse al Movimiento, manifestando este último que se debería esperar
a lo que dispusiese el General de la
Octava División, don Enrique Salcedo
Molinuevo.
Cuando el teniente coronel Fano
regresa al cuartel, sus oficiales le comunican su disposición a iniciar de
inmediato el Alzamiento. El teniente
coronel, más realista, si bien secunda
la decisión de sus hombres cree preciso contar al menos con las demás
fuerzas del Ejército y de la Infantería
de Marina, para lo cual telefonea al
coronel don Juan González González,
jefe del Regimiento de Infantería
Mérida, quedando en reunirse con
él en la Comandancia Militar. Se
decide también el nombramiento
de una comisión formada por el comandante don José de la Reyna y el
capitán don Rafael de Antonio, para
que, en representación de la oficialidad del Regimiento hable con las de
Infantería y Marina, tanteando la actitud de estos Cuerpos.
La reunión de las comisiones tiene lugar el mismo día 18 y no ayuda
a clarificar la situación. Aunque tanto la Infantería de Marina como la
Marina manifiestan su disposición a
sumarse al Movimiento, se niegan a
pasar a la acción en tanto no lo hagan
las fuerzas del Ejército. Así, la toma
de la crucial decisión vuelve a estar
en manos del Comandante Militar de
la Plaza, general don Ricardo Morales,
que mantiene su postura de aguardar
las órdenes del general de la octava
División, don Enrique Salcedo.
El domingo 19 de julio la impaciencia del teniente coronel Fano le
lleva a enviar como emisario a La
Coruña al capitán don Antonio García
Mera con objeto de ponerse de acuerdo con la guarnición de esta plaza.
Esa misma tarde retorna a Ferrol el
coronel del Regimiento don Antonio
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(1936-1939):
Los DÍAS DEL
ALZAMIENTO en
Ferrol La guerra
civil
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José López Hermida
general Cánovas, quien acto seguido
había proclamado el estado de guerra.
A partir de este momento ya no era
posible la neutralidad: o se estaba a
favor del Movimiento o en su contra,
con todo lo que, en uno u otro caso,
ello implicaba.
A las tres de la tarde se disparaban las bombas que daban inicio a la
huelga revolucionaria en Ferrol. Sin
más dilación, el coronel Corsanego
dio orden de que saliesen del cuartel
del baluarte del Infante las tropas del
Regimiento de Artillería nº 2 con orden de hacer fuego a la menor resistencia. Una batería se dirigió a pie a la
plaza de Amboage. A su paso, pusieron en fuga a grupos de revolucionarios, que se refugiaron en las buhardillas y partes altas de las casas desde
donde hacían fuego. Los artilleros los
desalojaron de algunas casas en las
que se habían hecho fuertes, tornándolas al asalto y haciendo uso de granadas de mano. Mientras tanto, una
Sección del Regimiento fue enviada
al edificio de la Comandancia Militar
con la misión de protegerlo. Cuatro
artilleros fueron heridos por la tarde,
cumpliendo con el deber asignado. La
enérgica actuación de la Artillería fue
seguida por la Infantería que también
sacó sus tropas para tomar las calles
de la ciudad. Quedaba, sin embargo,
una incógnita por resolver: ¿qué actitud adoptaría la Marina?
El contraalmirante Azarola, segundo jefe de la Base Naval de Ferrol, se
había negado a secundar el estado de
guerra y a sumarse al Alzamiento, y se
temía que pudiese utilizar sus tropas
contra los sublevados. Para convencerlo de lo contrario, se envió a verle
al Comandante del Regimiento don
Miguel López Uriarte, que, si bien no
consiguió que el marino rompiese su
juramento de lealtad a la República,
sí obtuvo su alejamiento del mando:
el Contraalmirante optó por considerarse detenido.
Entretanto, en el cuartel del
Regimiento se adoptaron medidas defensivas. La tropa fue armada con mosquetón y se instalaron
ametralladoras en las ventanas de la
Oficina Técnica, en otra del dormitorio de Plana Mayor y en la explanada
del baluarte, en la cual también se situaron cuatro cañones Plasencia. Por
la tarde, el cuartel fue tiroteado repetidamente desde la estación de ferrocarril y las viviendas de los alrededores, respondiéndose con tiro de fusil y
ametralladora. Los varios heridos que
se produjeron en el cuartel por estos
hechos, necesitaban de una atención
médica que no podía prestárseles por
no haber ningún médico en el recinto.
Para conseguirla salieron del cuartel,
a las siete de la tarde, el capitán don
Andrés López Alonso, un alférez y
veinticuatro artilleros en dos camionetas que fueron intensamente tiroteadas en las calles del Sol, Galiano y
del Carmen, resultando gravemente
heridos dos artilleros. La arriesgada
búsqueda culminó con la localización
de un médico.
Las fuerzas del Regimiento que
se hallaban fuera del acuartelamiento ocuparon la Central Telefónica, la
plaza de Abastos y la fábrica de luz
eléctrica. Al llegar la noche parte de la
fuerza del Regimiento pernoctó fuera
del cuartel, estableciéndose una guardia en el Convento de los Mercedarios
al igual que en la Puerta Nueva y en la
de Canido, realizándose también una
patrulla.
Si la actuación de los hombres
del Regimiento fue muy importante
en esta histórica jornada, no lo fue
menos la cesión de su material de
guerra a tropas de otros Cuerpos: el
Regimiento facilitó morteros, granadas de mano, municiones y ametralladoras a la Infantería, siendo conducido este material a su cuartel en
un camión escoltado por el camión
blindado del Regimiento, preparado
en los talleres del parque unos días
antes del Alzamiento. Este camión se
hallaba armado con una ametralladora y tenía aspilleras para fusil en sus
costados. También se facilitaron armas y municiones a la Comandancia
de Ingenieros y al personal que defendía el Arsenal.
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Corsanego Wanters-Horcasitas, retomando el mando del mismo. En
ese preciso momento llega al acuartelamiento una noticia que excitará
todavía más las ansias de pasar a la
acción: cuatro tenientes que dos días
antes habían llegado a Ferrol para
efectuar un curso de prácticas en el
Regimiento habían sido agredidos.
Por orden del Coronel, una Sección
al mando del capitán don Fernando
González Pubul es enviada al lugar de
los hechos, pero regresa sin noticias.
Poco después, conociéndose ya donde
se hallaban los tenientes heridos, se
envía al capitán don Fernando Calleja
Rivero a recogerlos en un coche con
protección; el capitán Calleja los conduce al Hospital de Marina. Sólo faltaba por liberar al teniente don Jaime
Morenés que se hallaba retenido en
el Ayuntamiento. Para el rescate de
éste último partieron hacia la Casa
Consistorial el mencionado Capitán
con otros oficiales, suboficiales y
treinta cabos y artilleros, con orden
de proceder con la energía que fuese
necesaria. El trayecto que los artilleros realizaron por las calles de Ferrol
no estuvo exento de tensiones, pues a
su paso tuvieron que disolver algunas
concentraciones y efectuar cacheos.
Al llegar ante el Ayuntamiento consiguieron la liberación del Teniente
tras amenazar al Alcalde con la toma
del edificio.
Ante los hechos acontecidos, la
Comandancia Militar no reaccionó,
manteniendo su postura inicial. El
Coronel del Regimiento se vio obligado a retirar de las calles las patrullas
que había enviado y su propuesta de
ocupar la ciudad durante la noche fue
rechazada.
El día 20 es la jornada decisiva.
Reunidos los Jefes del Cuerpo en la
Comandancia Militar se deciden a pasar a la acción, dividiendo la ciudad
en sectores, postura que toma todavía
más firmeza cuando, a las dos de la
tarde, el general Morales les informa
de que el dubitativo general Salcedo
ha sido sustituido en La Coruña al
mando de la octava División por el
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Baluarte del Infante. Antigua sede del Regimiento de Artillería. Historia el Regimiento de Artillería de Ferrol. p. 95.
En la madrugada del martes 21
sale del cuartel de Artillería un convoy con dos morteros ametralladoras
mandado por los Tenientes Pelayo y
Montenegro con destino al Arsenal,
con la misión de apoyar a las escasas
fuerzas de Marina que se habían sublevado, pues excepto el destructor
Velasco y el torpedero T-7, los demás
buques del Arsenal se aprestaban a
defender a la República, amotinándose la marinería contra sus oficiales y jefes. En su recorrido, escoltado
por el camión blindado, se les unió
una sección de fusileros en el cuartel de Infantería. Al llegar al Arsenal
se emplazaron en la casa del general
Azarola con el fin de evitar el desembarco de los marinos leales al gobierno republicano que tenían en su poder los buques, impidiendo también
el contacto de éstos con las fuerzas de
las Brigadas de Instrucción y Escuela
de Marinería. Consiguen realizar con
éxito su misión, rechazando tanto
a la marinería que intenta desembarcar, como a la que les ataca desde los edificios del Arsenal (Brigada
de Instrucción, centrales eléctricas,
talleres de carpintería, etc.) a pesar
de estar apoyadas por el fuego de cañón del crucero Almirante Cervera,
que estaba en el dique. El tiroteo se
prologará hasta la rendición de este
buque.
El mismo martes por la mañana, ante la desconfianza que en el
Regimiento inspiraba el personal de
la Capitanía General de Marina, se
mandó a este edificio al capitán don
Enrique López Sors con una sección
de ametralladoras.
Durante la noche del día 20 se
había reforzado la batería de Salvas,
con dos cañones Plasencia, una sección de tropa, dos tenientes y el capitán don Ricardo Taboada. Su misión
era defender la posición, en la cual se
almacenaban 4.000 fusiles y evitar un
desembarco de marineros procedentes del otro lado de la ría. Para ello
también se destacaron en el muelle
dos grupos de artilleros, llevando uno
de ellos una ametralladora. Al alba,
este personal destacado en el muelle
fue tiroteado intensamente con fusilametralladora desde las ventanas de
la Brigada de Marinería y las cañoneras próximas a la Galería de Tiro, lo
cual obligó a su repliegue hasta la batería de Salvas.
Al comandante de nuestro
Regimiento don Hermenegildo
Sánchez Esperante le fue
encomendada la misión de tomar el
Ayuntamiento y la Casa del Pueblo.
Organizó para ello una batería de fusileros mandaba por el capitán Pagola
y dos secciones de veinte artilleros,
una con dos cañones Plasencia. Como
apoyo iba también el camión blindado.
Una vez que llegaron al Instituto
de Segunda Enseñanza descargaron
las piezas del camión que las había
transportado, bajo un intenso tiroteo.
Las dos piezas fueron adelantadas a
brazo hasta dejarlas a unos sesenta
metros del Ayuntamiento, cuya defensa se había preparado con sacos
terreros.
La amenaza del teniente Pontijas
con hacer fuego de cañón si los sitiados no se rendían, surtió efecto, pues
las sesenta personas que allí había,
entre ellas el alcalde Santamaría y los
concejales, se entregaron al comandante Sánchez. Todos ellos fueron llevados presos al cuartel de Artillería.
Acto seguido, se preparó el asalto
de la Casa del Pueblo, defendida con
fuego de ametralladora. Para ello se
hicieron seis disparos con un cañón
Plasencia y luego se pasó al asalto de
la sede con granadas de mano entrando en ella el teniente Suanzes Viñas
José López Hermida
del Regimiento de Artillería, un alumno de la ACM y dos artilleros. Los defensores del edificio huyeron por la
parte posterior. Por su éxito en las
dos acciones, el Comandante Militar
de la Plaza felicitó al Comandante
Sánchez, disponiendo que desde entonces se hiciese cargo de la Alcaldía
de la ciudad.
Tomados el Ayuntamiento y la
Casa del Pueblo, quedaban por reducir las fuerzas de marinería que se
hallaban en el interior del Arsenal.
Era necesario seguir evitando el desembarco de los marinos del Cervera,
para lo cual la pieza de montaña y la
ametralladora que habían actuado
anteriormente se dispusieron en el
Cantón de Molíns, desplegándose los
artilleros sobre los tejados de las casas y partes altas del Ayuntamiento
desde donde hicieron constante fuego
de ametralladora sobre el crucero.
A las tres y media de la tarde las
Brigadas de Marinería se rendían. Se
temía entonces el intento de una salida de la marinería del Arsenal para
lo cual se procedió a cubrir todas sus
puertas con piezas de artillería y ametralladoras. A última hora de la tarde
la tripulación del Almirante Cervera se
rendía al verse sin escapatoria posible.
A las 7:30 de la madrugada lo hacían
el acorazado España y el resto de los
barcos. Las baterías de Montefaro, en
las cuales se había pensado para batir
a los buques como último recurso, ya
no serían necesarias.
Cuando el miércoles 22 de julio
de 1936 despunta el día en la ciudad
de Ferrol, la plaza se halla completamente dominada por las fuerzas
sublevadas. Durante algunos días se
mantuvieron las medidas preventivas, conservándose las guardias en
el convento de los Mercedarios, la
Puerta Nueva y la de Canido, haciéndose servicio de patrulla y practicándose registros en las personas y las
casas.
Cañon Plasencia con su munición que se conservó
en el Museo del Regimiento de Artillería de Ferrol
hasta el momento de su traslado.
El triunfo del Alzamiento se había cobrado como tributo veintinueve bajas de nuestro Regimiento: diez
tenientes, cinco cabos y catorce artilleros 2º, perdiendo la vida los artilleros 2º Jesús Romero Rodríguez, Pablo
Fernández Gómez, José Cruz Varela,
Jorge Mauriz Lorenzo y Antonio
Martínez Almoyna.
Este mismo día parte a
Puentedeume una expedición formada por el capitán del Regimiento
señor López Alonso, dos tenientes y
treinta artilleros, que se trasladan en
tres vehículos, uno de ellos el camión
blindado. A su paso por Jubia se les
agregó un teniente de artillería y diez
guardias civiles. Su objetivo era hacerse con el control de la antigua villa
de los Andrade y poner a salvo a doña
Pilar Franco, hermana del general que
había iniciado el alzamiento. Pero tal
intento hubo de posponerse, pues llegado el convoy a Fene se encontró con
la carretera interceptada por troncos
de árboles y el hostigamiento de fuego de fusil. Los artilleros se dirigieron
a la Casa Consistorial de la localidad
donde procedieron a la detención de
quince personas, entre ellas el alcalde y los concejales, que fueron conducidos presos al cuartel del Baluarte.
Estos detenidos sirvieron de rehenes
para evitar que los republicanos eumeses dañasen a la hermana del general Franco.
El jueves 23 se organiza otra columna más numerosa para llevar a
cabo la toma de Puentedeume. A las
8 horas, al mando del comandante
don Pedro Iglesias Sierra, parten de
la Ciudad Departamental el capitán
Gallego, cinco tenientes y 80 suboficiales, cabos y artilleros, armados con
mosquetón, tres ametralladoras y el
camión blindado. Iban con ellos quince guardias civiles y algunos falangistas. No tuvo la expedición problema
alguno en hacerse con la villa, pues
ante la inminencia de su llegada los
republicanos la abandonaron, huyendo por el Monte Bréamo.
Tropas del Regimiento también
participaron en la toma del control
de otros pueblos de los alrededores
de Ferrol. Así, ese mismo día forman parte de la columna que declara el estado de guerra en La Graña y
Serantes, dando batidas por la zona
y haciendo detenciones de republicanos. El capitán Molina partió con cuarenta artilleros para Lugo, ciudad que
para entonces ya estaba bajo control
de los sublevados, pero desde la cual
se organizaban batidas para controlar
los pueblos de la provincia.
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El día 25 un teniente, un sargento, dos cabos y ocho artilleros forman
parte de una columna que se trasladó
a Santa Marta de Ortigueira transportando mosquetones a los falangistas
que allí había. Desde allí, tras ser agasajados con un buen desayuno por los
partidarios del Alzamiento en el pueblo, costumbre que se iba haciendo
habitual, se desplazaron a los pueblos
próximos de Espasante y Cariño encontrándolos abandonados por los republicanos, que habían huido al monte. En Cedeira, sin embargo, fueron
recibidos con una descarga de fusilería aunque, una vez desplegados para
iniciar la ocupación, los republicanos
optaron por retirarse de la población
ante la imposibilidad de defenderla.
Una vez asegurado el control de estos
pueblos del extremo septentrional de
la provincia de La Coruña, los artilleros regresaron a su cuartel.
Este mismo día fuerzas del
Regimiento realizaron batidas por
los montes colindantes con las baterías de costa del sector Norte donde actuaban partidas de guerrilleros.
Además, en las parroquias de la zona
de Cobas, Mandiá, Loira, Pantín y
Valdoviño organizaron y armaron a
los vecinos que eran partidarios del
Alzamiento. Al día siguiente regresaron a su cuartel de Ferrol.
El 2 de agosto, parte del cuartel
de Artillería otra expedición que,
tras asegurarse de que en Puentes
de García Rodríguez y Villalba la situación estaba bajo control, retorna
a Ferrol.
En las posiciones que tenía el
Regimiento fuera de la ciudad de
Ferrol, las jornadas del Alzamiento
se vivieron como relatamos a continuación:
La posición de Montefaro estaba mandada por el comandante don
Santiago Romero Durán y formada
por el capitán López de Ayala, cuatro
tenientes, dos alférez, tres brigadas,
cuatro sargentos y cincuenta y siete
cabos y artilleros. Esta dotación tenía por misión atender las baterías de
Salgueira y Sudova, los polvorines, el
El camión blindado del regimiento.
castillo de La Palma, las centrales del
Segaño, Coitelada y San Martín, los
plantones de Fuenteseca y el observatorio. Su importancia era crucial, pues
sus baterías podían impedir tanto la
entrada como la salida de buques en
la ría ferrolana. Además, sus cañones podían enfilarse a los buques del
Arsenal y hacer fuego sobre ellos, algo
que llegó a tenerse en consideración,
tal y como hemos relatado en páginas
anteriores.
El día 21, una vez iniciado el
Alzamiento en Ferrol, en los pueblos
de pescadores de la zona, sobre todo
en Mugardos, se producen reuniones
de republicanos para tratar de asaltar
el cuartel.
El día 22 por la mañana varios de
los artilleros de Montefaro tratan de
evitar que la guarnición se pase al bando nacional, intento infructuoso que
obliga a huir a siete artilleros. Estos
hombres, junto con paisanos mugardeses, retornaron al acuartelamiento
intentando convencer a su guarnición
de que apoyase a la República, lo cual
probablemente habrían conseguido
de no ser por la resuelta actuación
del mando.
El día 22 Ferrol ya estaba dominado por los nacionales. El capitán
Calleja, dos tenientes y cuarenta artilleros llegaron a Montefaro desde esta
ciudad trayendo víveres. Por la noche
la posición fue tiroteada por republicanos. En los días sucesivos desde
el cuartel se realizarían batidas por
Cervás, Chanteiro, Ares y Mugardos,
dejando guarniciones en estos dos últimos pueblos. En concreto, la ocupación de Mugardos no se preveía fácil,
dado que la alcaldía había preparado
su defensa con barricadas de adoquines, y un nutrido grupo de paisanos
se disponía a resistir. Sin embargo,
las fuerzas del Regimiento atacando
por varios flancos el pueblo, tomaron
con rapidez el Ayuntamiento y provocaron una retirada general de los mal
armados defensores. Con esta acción,
la península del Montefaro quedaba
pacificada. De las baterías de costa
del sector derecho poco hay que decir,
salvo que sufrieron algunos tiroteos
sin consecuencias.
Por lo que respecta al destacamento del Regimiento sito en la ciudad de La Coruña, hay que señalar
que se sumó al golpe desde el primer
momento proclamando el estado de
guerra en los pueblos próximos y encargándose de tareas de vigilancia.
Dentro de la ciudad, los artilleros colaboraron con la Infantería en la toma
del poder, sosteniendo tiroteos, realizando detenciones y participando luego en las patrullas de vigilancia.
José López Hermida
LA GUERRA
El Alzamiento, como acabamos de
ver, triunfó en Ferrol al igual que en
media España. Pero su fracaso parcial
sumiría al país en una cruenta guerra civil que se prolongaría durante
tres largos años. Con ello nuestro
Regimiento volvería a entrar en campaña.
Ferrol, junto con otras ciudades
de España, será testigo y víctima de
los primeros ataques aéreos de su
historia durante los primeros días
de la guerra. Un avión procedente
de Asturias realizará cinco incursiones entre el 15 de agosto y el 25 de
septiembre. Su objetivo era causar el
máximo daño posible en los buques
del Arsenal, pero con sus bombas sólo
consiguió causar algunos muertos y
considerables destrozos en algunos
talleres del astillero. Para combatirlo
se contaba con la ventaja de que se
avisaba de su paso desde Vivero, dando tiempo a que la población acudiese
a los refugios y las baterías estuviesen preparadas. Al no haber ninguna
batería antiaérea en el recinto de la
Plaza, el fuego contra el aparato se
realizaba desde los barcos y desde la
batería que fue montada en el cuartel
del Baluarte con seis cañones de 47
mm. cedida por la Marina, poco efectivos para este uso.
Para dotar al crucero Baleares, que
estaba siendo construido en Ferrol,
se desmontaron las direcciones de
tiro de costa de Prior y Campelo. La
colaboración con la Marina por parte de las fuerzas del Regimiento se
constata sobre todo por el hecho de
que un alto número de clases y artilleros se embarcaron tanto en buques
de gran tonelaje como en pequeños
bous. Entre este personal figuraban
siete artilleros embarcados en el bou
Tiburón que fueron hechos prisioneros y fusilados. Los bous eran pesqueros de unas 300 toneladas utilizados
por el bando nacional para la vigilancia de las costas cantábricas. Fueron
equipados con dos pequeños cañones
y una ametralladora, y tenían como
dotación unos 35 hombres.
La incorporación al Regimiento de
los reservistas hizo necesario alojarlos en un principio en el convento de
la Enseñanza y en una parte de la Sala
de Armas facilitada por la Marina.
Una vez decantado Ferrol por el
bando nacional era previsible un ataque de la flota republicana. Para prevenirlo se procedió a poner en servicio las baterías con nuevo artillado y
se realizaron ejercicios de tiro con el
doble objeto de servir de práctica y de
disuasión. Durante la guerra algunas
baterías fueron desartilladas enviando sus piezas a otras plazas o bien a la
dotación de buques de guerra. Así, en
1937 cuatro piezas de 15 cm. Munáiz
Argüelles y dos de 15,24 cm. Vickers
se entregan al parque de artillería de
Melilla, mientras que cuatro piezas
de este último calibre son enviadas a
Cema. Otras tres piezas de este tipo
son entregadas a la Marina de guerra en julio, siendo montadas en el
Crucero auxiliar Mar Cantábrico.
Dos de ellas procedían de Campelo
y una de La Coruña. Al año siguiente,
las siete piezas de 15,24 cm. Vickers
son artilladas en los cruceros Baleares
y Canarias.
Por último, en febrero de 1939 el
crucero Navarra embarcaba cuatro
piezas de 15,24 cm., dos de ellas precedentes de la batería de Montieaño
y las restantes de Prioriño y Gijón.
Otras cuatro piezas 15,24 fueron
embarcadas en el crucero auxiliar
Mar Negro, retornando en 1939 al
Regimiento.
Durante la guerra, parte de los
hombres del Regimiento causaron baja en éste al incorporarse a
otras baterías dotadas de material
antiaéreo y a otros regimientos.
Como ejemplo de ello podemos
mencionar al teniente Montenegro
Neira, muerto en Brunete.
Una vez concluida la conquista
de la España cantábrica en octubre
de 1937, el Regimiento quedó a cargo de todo el material de Artillería de
Costa comprendido entre La Guardia
y Fuenterrabía, teniendo sus puntos fuertes, además de en la base
de Ferrol, en las Rías Bajas, Gijón,
Santander y Bilbao. Entre 1938 y 1939
se realizarán obras circunstanciales de
artillado en las baterías de Ciérvana
(Bilbao), Musel y Providencia (Gijón)
y cabo Mayor (Santander) servidas
por nuestros artilleros. Las baterías
atendidas en las Rías Bajas eran Cabo
Silleiro, Monteferro, La Guía, Punta
Udra y Punta Fagilda. Cuando, tras la
batalla de Teruel, las tropas nacionales alcanzaban la costa castellonense,
se procederá a la organización de tres
baterías que serán destinadas a este
sector levantino en 1938, permaneciendo allí hasta la terminación de la
guerra.
Estas baterías estaban armadas
como sigue:
- Batería con cañones de 15 cm.
- Batería con piezas de 11,93 cm.
- Batería armada con piezas de 7,7
cm. antiaéreas.
Nos queda por relatar cual fue la
actuación del Regimiento de Costa
nº 2 en campaña. Al igual que a la
mayoría de las unidades gallegas del
Ejército Nacional les fue asignado el
frente de Asturias, recibiendo con sus
paisanos el mote de los mariscos, mote
que les impuso el ejército republicano
asturiano.
Placa de identificación de los trabajadores de la
Constructora Naval (después Bazán y Navantia)
en el período de militarización de la Guerra Civil.
Corresponde a un operario del Taller de Electricidad.
(ET).
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