El sueño inalcanzable de la virtualidad en las Facultades de

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ÁMBITO JURÍDICO
ACADEMIA 21
23 DE FEBRERO AL 8 DE MARZO DE 2015
computadores que parecen libros
o utilizan manos libres para quedar conectados permanentemente, enviando señales de auxilio
de vez en cuando. Peor aún, muy
pocas instituciones enseñan en
competencias virtuales o evalúan
por medios electrónicos o hacen
uso de las teleconferencias, de los
juegos o de las aulas inteligentes.
Aprendizaje visual
FOTO/ Shutterstock
El Ministerio de Educación sigue reacio a aprobar programas virtuales en estas áreas
El sueño inalcanzable de la
virtualidad en las facultades de Derecho
El mundo global,
altamente
informatizado y
bidireccional, está
llegando a las aulas de
todas las universidades
del mundo, pero aún
está lejos de las
ciencias jurídicas.
CARLOS MARIO
MOLINA BETANCUR
Director Ejecutivo de la
Asociación Colombiana de
Facultades de Derecho (Acofade)
Hablar de formación jurídica
virtual en las facultades de Derecho parece todavía un sueño al
que muchos programas apuntan,
pero pocos, en rea lidad, implementan, no por ausencia de recursos, sino, más bien, por falta
de comprensión de lo que es el
mundo actual de los adolescentes.
En efecto, muchas universidades abren semestralmente ofertas
de programas en Derecho, los
cuales se encuentran, en su mayoría, consignados en plegables
y pénsums que distribuyen en
medios educativos y publicitarios; algunos utilizan pancartas,
volantes y llamativos anuncios de
prensa o revistas especializadas.
Sin embargo, los jóvenes de
hoy no leen prensa, ni revistas.
Poco se interesan en la publicidad
escrita y casi nunca consultan
las carteleras de las facultades
de Derecho o de las bibliotecas.
Los más de 2.000 millones de
jóvenes nacidos en el mundo
de la virtualidad utilizan, en su
mayoría, redes sociales, música,
videos y televisión. Es decir, si alguna institución educativa quiere
entrar al mundo de los jóvenes
para atraerlos a la universidad,
lo primero que debe hacer es ir
a encontrarlos en el planeta en
que ellos viven, denominado comúnmente la red.
Si son atraídos, una vez que
los jóvenes se acercan a las instituciones para averiguar sobre
las carreras profesionales, los
planes de estudio y los costos
de los estudios, lo que encuentran inicialmente es una carga
documental que los hace dudar
sobre qué tipo de profesión seguir.
Además que muchas instituciones
utilizan todavía las filas, las fichas,
los formularios, las encuestas, los
plegables, las copias y las facturas de pago de inscripción, algo
que produce alergia a los incautos
aspirantes, quienes, para huir de
tan aterrador tormento, buscan
instintivamente la aplicación, la
foto, la dirección web, el video o
la persona que pueda ahorrarles
dicho bochorno.
Si no encuentran estos escapes modernos, prefieren renunciar y no volver jamás a la
institución. Pocas son las universidades que los acogen en las
aulas de clase, que los ponen en
contacto con los profesores o
egresados o les proyectan videos
promocionales o banners sobre
el programa universitario. Casi
ninguna institución tiene blog
o Facebook sobre el programa
ni experiencias interactivas que
se encuentren fácilmente en las
descargas web.
Herencia documental
En caso de alta motivación, el
aspirante que decide inscribirse al
programa de Derecho encontrará
un sinnúmero de certificados por
aportar: documentos personales,
atestaciones, recomendaciones,
proyecto de vida, hojas de vida,
entrevistas, exámenes corporales,
pruebas Saber 11 y hasta facturas
de servicios públicos de sus padres
o familiares.
No obstante, el cerebro hiperconectado de un adolescente
moderno no está adaptado para
realizar todos estos procedimientos documentales, generalmente
lentos, aburridos e innecesarios,
que contradicen, en cierta forma,
su naturaleza de seres instantáneos, visuales y multimodales.
Para esta generación, lo que no
se puede encontrar en internet, en
Facebook, copiar en QR (Quick
reponse code), gravar o enviar por
WhatsApp en realidad no existe
o no es interesante.
No muchas instituciones de
educación superior utilizan estos
medios modernos para realizar
los procesos de inscripción académica, algunas llevan a cabo
cursos de nivelación y otras prefieren hacer esperar a los ansiosos
aspirantes a que llenen todos los
requisitos para poderlos citar a
clase.
La realidad
Una vez en clase, la anhelada
virtualidad comienza a mostrar
sus promesas. De forma general, los estudiantes deben asistir
diariamente a clase, las jornadas
de aprendizaje pasivo son extensas y las aulas interactivas, casi
inexistentes. Muchas facultades
de Derecho no utilizan las nuevas
estrategias de aprendizaje ni los
“Hay que comprender
que las competencias
cognitivas de los
adolescentes modernos
han cambiado, que sus
cerebros funcionan de
otra manera…”.
espacios virtuales de enseñanza.
Por ello, los intrépidos estudiantes
se aburren en clase, detestan los
libros y se sumergen en las redes
virtuales en plena conferencia
magistral.
La mayoría de las instituciones educativas prohíbe los celulares en clase, los computadores y
todo medio electrónico que pueda
distraer a los docentes. Estos obedientes aprendices buscan por todos los medios escapar a tan cruel
dictadura: envían mensajes detrás
de los compañeros, contestan llamadas en voz baja, chatean en
Calidad y Compromiso
en la Enseñanza del Derecho
ASOCIACIÓN COLOMBIANA DE FACULTADES DE DERECHO – ACOFADE
Cra. 13 A No. 28-38 Parque Central Bavaria, Manzana 2 Of. 249
Bogotá D.C. - Tel.: 336 8592 - Fax: 336 8447
Lo anterior es una de las
cau sas de la alta deserción de
los estudiantes en las facultades
de Derecho, como también del
mal aprendizaje y de la inadecuada manera en que estamos
formando los buenos abogados
del futuro. Hay que comprender
que las competencias cognitivas
de los adolescentes modernos han
cambiado, que sus cerebros funcionan de otra manera y que, por
ello, el desentendimiento entre
maestros y aprendices es cada vez
más grande.
Tal parece que el aprendizaje
de los nuevos estudiantes es altamente visual, sus cerebros piensan colectivamente y de forma
multilateral e instantánea, no
se detienen en discursos largos
e incoherentes, sus frases se han
reducido a las abreviaciones y a
los emoticones, pero además
necesitan de grandes descargas
de adrenalina, que los mismos
videojuegos se han encargado de
alimentar.
Estudios recientes demuestran que los jóvenes estudiantes
de la generación virtual son cerebros mutantes que han modificado considerablemente sus capacidades cognitivas. Estos cerebros
han mejorado su capacidad de
conexión, absorbiendo información y obteniendo respuesta a una
velocidad récord, pero reduciendo
considerablemente la capacidad
de almacenaje, reflexión y análisis
de la información.
Además, la capacidad de resistencia y tolerancia parece cada vez
más disminuida, sus cerebros responden menos a las emociones,
son solitarios y les gusta apartarse
de la realidad que los rodea.
Ante esta situación, es necesario dejar de soñar con una
edu cación virtual que nunca
se materializa. El Ministerio de
Educación sigue reacio a aprobar
programas virtuales en Derecho,
no con justa razón sostiene que
las ofertas virtuales de los programas de Derecho se reducen a la
consulta de PDF y a la búsqueda
de información en internet, en
muchas ocasiones a abrir links o
visionar imágenes o videos. Pero
la realidad de la virtualidad es
otra. El mundo global, altamente informatizado y bidireccional,
está llegando a las aulas de todas
las universidades del mundo, pero
en nuestras facultades de Derecho
todavía es un sueño inalcanzable
y difícil de realizar.
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