En el Antiguo Testamento el rito de iniciación era la

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En el Antiguo Testamento el rito de iniciación era la
circuncisión. Más adelante entre los Esenios y en la secta
del Qumran fue introducido el rito del bautismo pero con
un sentido meramente exterior, o sea idea de purificación.
En este sentido lo usó Juan el Bautista y fue Jesús quien
lo convirtió en sacramento.
En la historia de la Iglesia encontramos el uso del rito del
bautismo desde el principio. Inicialmente se confería sólo
a los adultos y se realizaba por inmersión (entrar y salir
del agua o sea morir y resucitar a una nueva vida).
Desde el siglo V D.C. se empezó a administrarlo también a
los niños.
Es el sacramento por el que renacemos a la vida divina y
somos hechos hijos de Dios.
El Bautismo, por tanto, se constituye en el primer sacramento
que celebra el cristiano. Después de haber profesado la fe en
Dios-Trinidad y el deseo de vivir según el Evangelio, la persona
es bautizada, incorporándose a la comunidad de los creyentes
en Jesucristo, y siguiendo su misma suerte: también como Él,
el cristiano es "sepultado" a la muerte para resucitar a una
vida nueva; esto es, por el Bautismo se nos hace igual a Cristo
en cuanto que estamos llamados a participar como Él en la
vida de la gloria. En el Bautismo de niños, al no existir la fe en
ellos, ésta se presupone en los padres y padrinos, que se
comprometen a enseñársela en la medida en que vayan
creciendo. La vida nueva del neófito se inaugura con el perdón
de todos sus pecados (el pecado original y los pecados
personales en el caso del Bautismo de adultos) y la vida nueva
de la gracia, que sólo se romperá en lo sucesivo por el pecado
posterior, pero siempre recuperable en la Reconciliación. La
vida de la gracia no es otra cosa que ser conscientes de
nuestra fe en Jesucristo y nuestra práctica continuada y
coherente de los valores cristianos, es decir, la vida de la
gracia es tender hacia la santidad que Dios nos pide. Por ello
es importante volver continuamente sobre nuestro propio
Bautismo, para recordar que somos miembros de una Iglesia
formada por hombres y mujeres que, a pesar de sus vicisitudes
y equivocaciones, están llamados a una vida plena de santidad.
Es un sacramento instituido por la iglesia, el cual se
ofrece a las personas para hacerlas miembros de
ella, hermanos de Jesús, hijos de Dios y herederos
del cielo.
Es la puerta que abre el acceso a los otros
sacramentos ya que por este somos liberados del
pecado y así mismo preparados para recibir a Cristo,
a la iglesia y a su misión, haciéndonos parte de ella.
La Iglesia Católica empieza a bautizar desde el día
de Pentecostés.
Dios quiere que formemos parte de un gran equipo, LA
IGLESIA; que seamos diferentes al otro equipo, el mal;
que seamos buenos, cariñosos, bondadosos y llenos de
amor y paz para compartir con los demás. Así como
para entrar al colegio necesitamos que nuestros padres
nos inscriban y debemos usar un uniforme que nos
distinga como estudiantes de este colegio, para ser
miembros de este equipo necesitamos un pase y un
distintivo también, y esto lo conseguimos mediante El
Bautismo.
El Bautismo es un sacramento ya que nos
proporciona un encuentro con espiritual con
Dios, ósea que no lo vemos ni lo tocamos pero si
lo sentimos en nuestro corazón, aunque no
estemos concientes de ello. En la aplicación del
Bautismo se utilizan los diferentes signos:
El agua: como elemento purificador. Así como el
agua nos quita el sucio de las manos también
nos quita el sucio del alma.
El aceite o crisma: nos suaviza la piel y el alma
para hacernos defensores de la fe en Dios y su
gracia.
El cirio: la luz simboliza la claridad que Cristo nos
proporciona para que veamos por donde
caminamos y no andemos perdidos entre
tinieblas, oscuridad y frío. Además de que nos
indica que nuestro corazón debe tener una llama
de amor y paz siempre prendida, buscando
iluminar a quienes nos rodean.
Vestimenta blanca: Cuando vamos a una fiesta
queremos estar limpios y arreglados, pues que
mejor fiesta que el Bautismo para vestir de
blanco, no solo por fuera sino por dentro
también, ya que la blancura es un símbolo de
pureza y paz.
Bautizado Jesús, salió luego del agua; y en
esto se abrieron los cielos y vio al Espíritu de
Dios que bajaba en forma de paloma y venía
sobre él. Y una voz que salía de los cielos
decía: 'Este es mi Hijo amado, en quien me
complazco'. » (Mt 3, 16-17)
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