Inmunologia 64p 6.0 1/4/04 11:03 Página 63 Panorama Inmunología Vol. 23 / Núm 1/ Enero-Marzo 2004: 63-64 Semblanza de Jesús Vega In memoriam M.E. Moreno Servicio de Inmunología, Clínica Puerta de Hierro, Madrid. El doctor Jesús María de Vega Alvarez, médico, inmunólogo, leonés de origen y gallego de adopción, murió el 19 de febrero pasado en Santiago de Compostela. Jesús Vega llegó en 1976, recién graduado de su licenciatura en Medicina, al Servicio de Inmunología de la Clínica Puerta de Hierro de Madrid, como residente de primer año. Pasó entre nosotros los cuatro años de especialización, al cabo de los cuales se integró en el Servicio de Laboratorios Centrales del Hospital General Clínico de Santiago, donde estaban interesados en disponer de una sección de Inmunología. Allí permaneció y desempeñó sus tareas profesionales a partir de entonces. Se puede decir de Jesús que no era una persona que pasara desapercibida en ninguna circunstancia ni ambiente, desde el primer momento. Tenía una personalidad acusada, un estilo propio de abordar a los otros, personas o situaciones, que no dejaba indiferente nunca. Era directo, un punto provocador en el trato, brusco incluso, quién sabe si con ello tratando de parapetarse con una coraza protectora que le hiciera menos vulnerable. Recuerdo muy bien nuestro primer encuentro, encontronazo -, en el laboratorio: residente recién llegado que se pelea con el microscopio e intenta dar una explicación propia y suficiente a un problema, sin dejarse convencer por quien trata de aclarárselo. O sus recurrentes conflictos con el manejo del rotor de la vieja «G-20». Había que argumentar hasta el límite con él, no sé si convencido, pero insistente en sus planteamientos hasta la extenuación del «contrario». Este era el primer «pronto», algo que quizá pudo hacerle las cosas más fáciles en algún momento, yo diría que la mayor parte de las veces, difíciles. Debajo de esa superficie, un interior rico, con intereses vitales múltiples y variados, 63 Inmunologia 64p 6.0 1/4/04 11:03 Página 64 SEMBLANZA DE JESÚS VEGA. IN MEMORIAN sorprendente, aparentemente contradictorio, dejando adivinar una sensibilidad fuera de lo común. El interés primordial de Jesús en el plano profesional era la Autoinmunidad, la proyección en la clínica de los fenómenos autoinmunitarios y la aportación que desde el laboratorio se pudiera hacer al entendimiento de este tipo de patología. Sin embargo, el objetivo prioritario que se le demandaba en el hospital donde fue a trabajar era dar soporte inmunológico al desarrollo de un programa de trasplantes, y a eso hubo de dedicar sus esfuerzos en primer lugar. Así que siempre mantuvo una relación de amor/odio con la Histocompatibilidad, proyectada a nivel personal, y con una cierta complicidad con aquellos a quienes sentía próximos. Durante años contribuyó a organizar con éxito el Curso de doctorado en Trasplante Renal de la Facultad de Medicina de la Universidad de Santiago, en el cual colaboramos con gusto en sucesivas ocasiones y en el que ejercía su función sin ningún afán de protagonismo, sin engolamiento, con su pizca de escepticismo ante las cuestiones teóricamente controvertidas. Haciendo sus propios deberes y reconociendo con generosidad inusual los méritos de los colaboradores y colegas. Además de tratar de desarrollar su profesión con honestidad, muchas veces a pesar de dificultades sobrevenidas, Jesús fue también un ciudadano comprometido con su entorno social. Encontró tiempo y energías en una buena etapa de su vida, años ochenta, para implicarse de manera activa en la vida pública de su comunidad, experiencia que no debió de proporcionarle muchas satisfacciones, pero seguramente sí una manera de proyectar sus inquietudes. Por otra parte, su vinculación con nuestro grupo en Puerta de Hierro, y con Miguel Kreisler en particular, se mantuvo en el tiempo. Cortas estancias en Madrid –más frecuentes al principio– para contrastar resultados en estudios dobles, para plantear dudas y estrategias conjuntas, o simplemente para cambiar de aires y de perspectivas y propiciar la ocasión de reavivar viejos, queridos contactos. Y cada vez, trayendo consigo un acento más gallego y un aire más socarrón e incrédulo. Jesús Vega siempre tendrá un lugar propio y destacado en la historia natural de nuestro Servicio. Está su impronta en sus felicitaciones navideñas, con leyendas enigmáticas cuyo significado había que descifrar, escritas sobre fotografías originales, de sus hijos o de paisajes, playas o montes de Galicia. Estas tarjetas quedaban después distribuídas como iconos, desordenadas, a manera de adivinanzas de la Esfinge a los caminantes, entre las estanterías de la biblioteca del despacho de Miguel. Más recuerdos, ya estrictamente personales, derivados de una amistad consolidada, si bien intermitente, con lagunas, con reencuentros, con ratos buenos, con ratos malos, 64 VOL. 23 NUM. 1/ 2004 compartidos. Una correspondencia epistolar jugosa cuando ya no se estila escribir cartas. Una comida sabrosa, a cuatro, en la intimidad de una aldea gallega, ceremonia para iniciados, en lugar del gran banquete de rigor. Una visita a su leira con María Antonia y sus chicos... La leira de Jesús se convertiría para nosotros en un barómetro de medir estados de ánimo.... También un partido de baloncesto y una liguilla al futbolín entre grandes y chicos. Y un paseo «a orillas del Sar», hablando de Padrón, de Rosalía, y trayéndome de vuelta a Madrid su ejemplar personal, dedicado y firmado. Todo esto es para mí Jesús Vega, un personaje brillante y oscuro, tierno y huraño, cercano e inaccesible, todo en uno. Pintor, escribidor, fotógrafo, agricultor, observador atento. Lamentablemente, todo inacabado. Cuando alguien muere prematuramente –untimely death dicen los anglosajones, tan precisos– se suele hablar de mala suerte. Sin duda, no la tuvo muy buena Jesús en cuanto a los avatares de salud con que tuvo que batallar a lo largo de su vida. La mereció mejor y, una vez más, hay que dolerse por el sinsentido... Habremos de quedarnos con lo que pudo ser, con lo que fue. Y valorarlo bien. Reflejo mi visión de Jesús, que dedico a los suyos, modestamente, consciente de lo incompleto de la perspectiva pero deseosa de que ésta les aporte algo nuevo y valioso al caleidoscopio de su figura entrañable. Y, espero, les sirva de consuelo. Para mí, este ejercicio de acercamiento y reflexión lo ha supuesto, enormemente. Amigo, hasta siempre. CORRESPONDENCIA: María Esther Moreno Servicio de Inmunología Clínica Puerta de Hierro San Martín de Porres 4 E-28035 Madrid Tel: 34- 91 3160644 E-mail: [email protected] Una luciérnaga entre el musgo brilla y un astro en las alturas centellea, abismo arriba, y en el fondo abismo, ¿qué es al fin lo que acaba y lo que queda? En vano el pensamiento indaga y busca en lo insondable, ¡oh, ciencia! Siempre al llegar al término ignoramos qué es al fin lo que acaba y lo que queda. Rosalía de Castro