Mediación penal penitenciaria (Nota1) Sistemas penales y sobrepoblación carcelaria. Penas y sistemas penitenciarios. Inseguridad ciudadana. Política criminal y prevención del delito. Políticas sociales y derechos humanos. por Marcos Edgardo Azerrad (Nota2) La crisis de la justicia penal, la falta de credibilidad sobre la misma, la lentitud de los procesos, la duración ilimitada e irrazonable de los mismos -con su inmediata consecuencia que es la “agonía” para todas las partes intervinientes-, la prisión preventiva sin posibilidad de excarcelación -medida que muchas veces constituye una “condena anticipada” contra el justiciable, violando el principio de inocencia, el debido proceso legal, derecho de defensa en juicio e igualdad ante la ley con violación a expresas normas constitucionales (confrontar argumento artículos 16,18,31,33, 75 inciso 22 y demás disposiciones concordantes de la Constitución Nacional)-, la política criminal y la prevención del delito, penas y sistemas penitenciarios, inseguridad ciudadana, diagnóstico y propuestas, políticas sociales y derechos humanos, son todas ellas cuestiones que están ligadas y por lo tanto deben y merecen ser estudiadas a través de equipos multidisciplinarios sobre datos estadísticos, con base cierta, con estricto rigor científico, histórico-comparativo y desprovistas de cualquier intencionalidad política, elementos en su conjunto que se encuentran inescindible y necesariamente vinculados. Previo a introducirnos al abordaje del tema asignado considero necesario e indispensable efectuar algunas consideraciones fundamentales vinculadas a la crisis y realidad carcelaria. Cabe señalar que la mayoría de la población carcelaria, tanto la alojada en los establecimientos federales como provinciales (universo masculino y femenino, respectivamente), son procesados en un elevado porcentaje. Existen 62.877 personas alojadas en un total de 177 cárceles de todo el país. El 61% de los presos no tiene sentencia firme. La mayoría de los detenidos la integran varones pobres, desempleados y con escasos estudios. El 72% de los mismos no es reincidente. Los delitos más frecuentes son hurtos, robos, homicidios, violaciones o por casos de drogas. Son pocos los que desempeñan algún trabajo detrás de las rejas. El 66% no estudia dentro de la cárcel. La dramática situación de las cárceles se patentiza aún más dentro de la realidad socio-económica de nuestro país, por cuanto en los últimos 7 años se duplicó el número de personas detenidas (Nota3). Ello es motivo fundamental de motines y conflictos carcelarios. En escaso intervalo de 2 meses hemos tenido conocimiento de dos lamentables hechos con la secuela de 22 personas muertas e innumerables heridos. (Unidad Penitenciaria Nº 2 del Penal de Condenados de Córdoba y la Cárcel Modelo de Coronda, Provincia de Santa Fe). Las condiciones de alojamiento y detención de la mayoría de las unidades penitenciarias son mero depósito de seres humanos y no cumplen con el precepto constitucional en cuanto señala que ”las cárceles de la Nación serán sanas y limpias, para seguridad y no para castigo de los reos detenidos en ellas”. La cárcel de Mendoza ha dado lugar a una condena de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. También merecen citarse que en la Unidad Nº 2 Devoto del Servicio Penitenciario Federal, en enero de 2005, hubo cinco muertos, la mayoría por enfrentamientos entre internos. A estos graves problemas no escapa el Servicio Penitenciario de la Provincia de Buenos Aires. Quizás habría que reparar que lo acontecido en el interior de los penales es el fiel reflejo y espejo social de una sociedad profundamente en crisis, fragmentada, pauperizada, donde más de la mayoría de la población está por debajo de los índices de la pobreza, exclusión y marginación social. En este contexto, más del 90% de las causas penales son asumidas o ejercidas por defensores oficiales, porcentaje que trepa al 93% en el caso de la defensa de los menores de edad. Así pues, en un fallo histórico y sin precedentes, la Corte Suprema de Justicia de la Nación hizo lugar a una demanda de amparo interpuesta por el Centro de Estudio Legales y Sociales (CELS) y ordenó a la Provincia de Buenos Aires que terminara con el “trato inhumano” que reciben los miles de detenidos en las comisarías bonaerenses. En 60 días no debe haber más menores detenidos ni enfermos en dichos alojamientos carcelarios ordenándose el cese de hacinamiento de los mismos. Pues dicha resolución recomienda al Poder Ejecutivo y al Legislativo la flexibilización -como ocurre con el Código de Procedimiento Penal de la Nación, ley 23.984- en materia de prisión preventiva y excarcelación. Cabe destacar que la citada resolución señala que “si el Estado no puede garantizar la vida de los internos ni evitar las irregularidades que surgen de la causa, de nada sirven las políticas preventivas del delito, ni menos aún las que persiguen la reinserción social de los detenidos (…) pues esas situaciones indican una degradación funcional de las ‘obligaciones primarias’ del Estado, lo que se constituye en el camino más seguro para su desintegración y para la malversación de los valores institucionales que dan soporte a una sociedad justa” (Nota4). El diario La Nación se pronuncia en similares términos en su edición del día 4 de mayo de 2005, primera plana, y página 15, “Información General”, destacando que “La Corte no puede permanecer indiferente ante la gravedad de la situación (…). Y que dicho Tribunal pretende evitar una condena como la que le impuso la Corte Interamericana de Derechos Humanos al Paraguay en septiembre de 2004, por tratos crueles en un establecimiento de ese país (…). Por otra parte esta situación genera peligro para la vida de terceros ajenos al conflicto, incluidos los vecinos de los lugares de detención y los familiares de los detenidos”. En ese mismo orden de ideas, ver el “hábeas corpus correctivo”, ley 23.098) a favor de la totalidad de los internos alojados en la Unidad Nº 2 Devoto del Servicio Penitenciario Federal, donde se encuentran alojados 2.342 personas para una capacidad de 1.694, por las condiciones inhumanas de detención presentado por el Dr. Sergio PADUCZAK, Titular de la Defensoría Oficial Nº 10 y de la Comisión de Cárceles de la Defensoría General de la Nación, en fecha 13 de abril del año 2005, apoyado dicho requerimiento por el Dr. Francisco Miguel MUGNOLO, Procurador Penitenciario de la Nación. Dicha presentación fue radicada ante el Juzgado Nacional en lo Criminal de Instrucción Nº 25, Secretaría Nº 161, expediente Nº 18.312/2005. La medida impetrada encuentra suficiente andamiaje, según los recurrentes, “en virtud de lo normado por los artículos 18 y 75 inciso 22 de la Constitución Nacional, el artículo 10 de la Declaración Americana de Derechos Civiles y Políticos, el artículo 5 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, los Principios Básicos para el Tratamiento de los Reclusos -aprobado por la Asamblea General de la ONU, el 14 de diciembre de 1990- y las Reglas Mínimas para el Tratamiento de Reclusos adoptadas por el ILANUD”. Cabe señalar que la Sra. Juez interviniente en la causa, Dra. Mirta LOPEZ GONZALEZ, por la Secretaría del Dr. Damián KIRSZENBAUM, hizo lugar en fecha 18 de abril de 2005 al hábeas corpus presentado en sus partes sustanciales, ordenando una serie de medidas al Ministerio de Justicia de la Nación para su cumplimiento inmediato (Nota5). Estas resoluciones de capital importancia y de gran relevancia institucional significan un cambio profundo y cultural que debe extenderse a todo el país. Pues ahora los funcionarios encargados de hacerlas cumplir deberán imbuirse en su cabal sentido, alcance y aplicación de sus directivas, so pena de incurrir en caso de incumplimiento en responsabilidades funcionales. Sobre la crisis y realidad carcelaria, me remito a lo sostenido en el artículo publicado por la prestigiosa Revista Católica “El Heraldo de Vera” (Provincia de Santa Fe), donde sostuve parafraseando a SARMIENTO cuando dijo que “cada vez que se abre una escuela, se cierra una cárcel”- que “en vez de crear más servicios penitenciarios, hay que darle de comer al pueblo, hay que remover las verdaderas causas de la injusticia social” (Nota6). Rol del abogado mediador en la realidad carcelaria Ante todo debemos precisar cuáles son los motivos que pueden generar la intervención concreta y efectiva del mediador penitenciario. En primer lugar, no puede ser cualquier profesional sino aquél que tenga experiencia e idoneidad suficiente para intervenir en los conflictos, conociendo de antemano el campo de acción donde se desarrolla el mismo. ¿Cuáles son las causas fundamentales o determinantes que pueden originar conflictos dentro de una unidad penitenciaria? 1) Sobrepoblación-hacinamiento y condiciones inhumanas de detención; 2) alimentación; 3) asistencia médica, farmacéutica y odontológica; 4) falta de cumplimiento de las visitas íntimas; 5) lentitud o morosidad excesiva de la justicia en resolver las causas en tiempo propio, oportuno y razonable; duración ilimitada de los procesos (ver causa “Mattei”); véase asimismo “La duración de los procesos. Plazo razonable”, trabajo perteneciente a los prestigiosos juristas Nemesio GONZALEZ y Jorge GONZALEZ NOVILLO, publicado en La Ley, 1982, tomo A (Nota7); 6) inasistencia o incumplimiento de la obligación de los jueces de concurrir periódicamente visitando los establecimientos carcelarios y entrevistándose con los presos que se encuentran a su disposición; 7) Falta de trabajo: el ocio, la rutina e inactividad es causa determinante de muchos conflictos. En la Unidad Penitenciaria N° 2 Devoto del Servicio Penitenciario Federal, donde existen aproximadamente 2.400 personas detenidas (el 25% de la población total del Servicio Penitenciario Federal) con una capacidad para 1.600, sólo trabajan 130 personas, sólo el 5% de la población total. Esta situación es común en la totalidad del sistema penitenciario argentino, tanto en unidades federales como provinciales, incluyendo el universo masculino y femenino a la vez; 8) Excesivo rigor y trato degradante e inhumano al efectuarse las requisas periódicas; 9) Trato vejatorio o mal trato en la revisación contra los familiares de los internos que efectúan visitas periódicas a los presos detenidos; 10) Falta de comunicación o diálogo; 11) presos procesados y condenados alojados en un mismo pabellón, lo que contraviene expresas normas constitucionales y Convenciones Internacionales; 12) Alojar en un mismo pabellón a presos sin antecedentes y primarios con reincidentes y de extrema peligrosidad; 13) Falta de atención adecuada con los enfermos que padecen SIDA en sus distintos estadios, como así también los compromisos que se potencian con la tuberculosis y otras enfermedades conexas que padecen los internos allí alojados; 14) deficiencias sanitarias; 15) elevado porcentaje de presos detenidos sin condena, manteniendo privadas de su libertad a personas que pudieran resultar eventualmente inocentes; 16) en la Unidad Penitenciaria Federal N° 2 Devoto “hay pabellones con capacidad para 90 internos que alojan 200. Se denomina “cama caliente” a la situación actual puesto que se levanta un preso de dormir e inmediatamente otro ocupa su lugar para descansar, ya que no hay lugar físico para tantos presos” (Nota8). Esta situación crea roces, conflictos y muchas veces peleas entre los internos. Los conflictos en consecuencia se pueden generar también: a) entre los internos; b) entre los internos y el celador; c) entre los internos y el personal del establecimiento carcelario (vrg: asistentes sociales, psicólogos, maestros, profesores, etc.); y, d) entre los familiares de los internos que visitan a los presos en la unidad penitenciaria y los vecinos de dicho lugar (recuérdese el caso de la Unidad Penitenciaria Nº 2 de Córdoba en las inmediaciones de la calle Soldado Ruiz, motín del mes de febrero 2005, donde fallecieron 8 personas a partir de conflictos entre familiares de los detenidos y los vecinos. En este contexto el abogado mediador penitenciario, propugnamos que sea un especialista en derecho penal y conozca la realidad penitenciaria en profundidad con varios años en el ejercicio de la profesión, no menos de diez, puede ser un nexo también para solucionar los conflictos precitados y los que se presenten con el Juez Nacional de Ejecución Penal (ver ley 24.660 y demás disposiciones concordantes) como así también con los demás jueces que intervienen en los distintos procesos jurisdiccionales. En este contexto el mediador penitenciario puede a su vez intervenir también en otros conflictos que pueden ocasionar peligro y riesgo, evitando un desenlace cruento y perjudicial para la población penitenciaria, en efecto: a) motín; y, b) protesta ruidosa, lo que en el ambiente carcelario se conoce comúnmente como “batucada”. Propuesta Crear la figura del mediador penal penitenciario, cargo que será ejercido por un abogado con matrícula vigente, necesariamente especialista en derecho penal y ciencias penales, con una antigüedad en la profesión no menor de diez años, cuya función consistirá en intervenir, mediar y resolver todos los conflictos carcelarios originados no tan sólo en las unidades penitenciarias sino también en todos y cada uno de los alojamientos en los cuales se hallan detenidos tanto procesados como condenados. El papel que ha de desempeñar el mediador en la negociación es un mecanismo que requiere, por un lado, gran experiencia, capacidad profesional y equilibrio emocional en la toma de decisiones y, por otro lado, utilizar todas las herramientas posibles a su alcance, dadas las características especiales donde se desarrolla el evento, cuyo eje fundamental es el acercamiento y la participación de las partes a través de un diálogo sincero, de comprensión y respeto recíproco a la vez. El ámbito de actuación tiene características especiales, por lo que se torna necesario que el mediador posea un cabal conocimiento del campo donde desarrolla su función y poseer una psicología penitenciaria competente que le permita conocer fehacientemente todas las partes involucradas en el conflicto. Desde luego que quien aspire a postularse para dicho cargo, deberá someterse a un estricto examen psicofísico que brinde la suficiente confiabilidad y seguridad para actuar en la emergencia. Como conclusión de todo lo expuesto, advertimos que a mayor repliegue del Estado social, como contrapartida, se produce un mayor aumento de la población penitenciaria, pues la marginalidad y exclusión creciente con la experiencia neoliberal ha significado un aumento vertiginoso de la pobreza, la desocupación, el delito y el caos urbano, con el consecuente retroceso cultural en todos los ámbitos de actuación del Estado. Por lo demás señalamos que existe directa relación entre el aumento de la desocupación y el aumento de los delitos contra la propiedad, particularmente el hurto y el robo (Nota9). Por ello afirmamos, una vez más, que “la mejor política criminal es una buena política social y la sociedad más segura es la más justa y solidaria y no aquella que tiene mejor organizado su sistema de represión” (Nota10). NOTAS (1) Versión corregida por el autor de su exposición en el Taller 8 “Mediación. Negociación Penitenciaria” de las VII Jornadas Nacionales de Mediación “Difundir y promover la Mediación y facilitar el intercambio de experiencias” - En Homenaje al Dr. Carlos A. Alberti, que se desarrolló el 19 de agosto de 2005 en el Salón Auditorio del Colegio Público de Abogados de la Capital Federal. (2) Abogado y Escribano Público Nacional, con título de postgrado en la Especialidad de Derecho Penal y Ciencias Penales. Coordinador Titular de la Comisión de Asuntos Penitenciarios del Colegio Público de Abogados de la Capital Federal (1996-2000). Actualmente, se desempeña como Coordinador Adjunto Iº de la citada Comisión. Coautor libros sobre temas de su especialidad. Investigador de la Historia y Cultura Judía. (3) Fuente: Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación. Ver asimismo la nota de Hernán CAPIELLO, publicada en el diario “La Nación”, del domingo 17 de abril de 2005, primera plana y páginas 20 y 21, bajo el título: “La dramática situación en las cárceles”. (4) Página 12, edición correspondiente al miércoles 4 de mayo 2005, primera plana y páginas 12 y 13, sección Sociedad, bajo el título periodístico: “Corte al trato inhumano en las cárceles”.Se advierte sobre una posible responsabilidad del Estado Federal ante los organismos internacionales competentes por violación a Tratados y Convenciones de los cuales nuestro país es signatario. (5) PADUCZAK, Sergio Adrián y LEIF GUARDIA, Diego, Defensores Públicos Oficiales, elevan nota de fecha 18 de abril de 2005 de la Comisión de Cárceles de la Defensoría General de la Nación a la Comisión de Asuntos Penitenciarios del Colegio Público de Abogados de la Capital Federal. (6) “El Heraldo de Vera”, Revista del Arzobispado fundada por el Prebístero José Francisco Houriet, el 4 de febrero de 1940, bajo el título periodístico: “El Dr. Marcos Azerrad opinó sobre la realidad carcelaria. El Abogado Verense radicado en Capital Federal opinó sobre un tema de candente actualidad”, edición correspondiente al sábado 15 de Mayo de 2004, Nº 478; en igual sentido ver página web www.regionnet.com.ar, noticias de Vera correspondiente al 6 de Mayo de 2004, en relación a las notas del prestigioso periodista del Norte Santafesino (quien además se desempeña como corresponsal del diario “El Litoral” de Santa Fe) Manuel Antonio MUDRY. (7) GONZALEZ, Nemesio y GONZALEZ NOVILLO, Jorge en La Ley, 1982, tomo A, páginas 1 a 12 inclusive, cuando en su parte pertinente sostienen que “el cabal cumplimiento de esta carga atañe a los derechos de la personalidad, a la dignidad del hombre. Este quiere saber si determinadas conductas propias o ajenas son justas. Es exigencia de seguridad jurídica y de justicia que tal juzgamiento sea razonablemente rápido. De lo contrario, el orden jurídico pierde sentido (...) pues sobre la acción punitiva del Estado debe prevalecer el interés jurídico del imputado, porque una indefinición ‘atenta’ contra la garantía constitucional de la defensa en juicio” (sic). (8) DOLDAN ARISTIZABAL, María Fernanda en el Informe elevado al Sr. Presidente del Colegio Público de Abogados de la Capital Federal en ocasión de la visita que realizó a la Unidad Nº 2 Devoto del Servicio Penitenciario Federal, la Comisión de Asuntos Penitenciarios de ese Colegio, en fecha 26 de mayo de 2005. (9) PAZ, Marta y AZERRAD, Marcos Edgardo en “SIDA y drogas en las cárceles argentinas. Una realidad disvaliosa”, publicado en “La Criminología del Siglo XXI en América Latina” coordinado por el prestigioso jurista Profesor Carlos Alberto ELBERT y otros profesionales en Editorial RubinzalCulzoni, parte segunda, páginas 209 y siguientes, Santa Fé, año 2002. (10) AZERRAD, Marcos Edgardo y FLORIO, Guillermo Alberto en el libro “Política criminal y resolución de conflictos. La probation. Una reforma necesaria. Antecedentes doctrinarios, legislativos y jurisprudenciales. Medidas alternativas. Inseguridad ciudadana y prevención del delito: Diagnóstico y propuestas”, capítulo VI, páginas 121 y siguientes; ver también páigna 263, ob.cit, Ediciones Jurídicas Cuyo, abril de 2005.