Clarín.com » Edición Martes 10.07.2001 » Sociedad » Admiten que en las cárceles les dan palizas a los presos INFORME ESPECIAL/ DERECHOS HUMANOS: CONCLUSIONES DE UN DOCUMENTO OFICIAL Admiten que en las cárceles les dan palizas a los presos La Procuración Penitenciaria, que depende del Ministerio de Justicia, dice que muchos detenidos sufren tratos inhumanos y degradantes Por PABLO ABIAD. De la Redacción de Clarín Las cárceles argentinas son hoy "grandes depósitos de seres humanos" en los que, al revés de lo que manda la ley, se tiende a castigar a los presos más que resocializarlos. Esa es la conclusión de un informe oficial sobre el estado de las prisiones federales: se denuncian palizas graves, hacinamiento y mala asistencia médica. El documento fue elaborado por la Procuración Penitenciaria, el organismo estatal encargado de defender los derechos humanos en las 31 unidades del Servicio Penitenciario Federal (SPF). Su titular, Francisco Mugnolo, resumió a Clarín: "La propia Constitución Nacional habla de la obligación del Estado de preparar a los detenidos para que puedan reinsertarse socialmente. Pero nada de esto se cumple". En el informe anual de esta oficina se define como "cultura del golpe" la costumbre de los guardias de arrasar a bastonazo limpio por los pabellones. Sin embargo, se admite que pocas denuncias prosperan en Tribunales: tan difícil como conseguir pruebas —se afirma— es lograr que la víctima de las palizas pierda el miedo a las represalias y declare contra quien lo golpeó. Las cárceles federales con peores condiciones de vida son las de Villa Devoto, en la Capital Federal, y dos en la localidad de Ezeiza: la de mujeres y el flamante Complejo Federal, inaugurado el año pasado. En el documento también se destaca que el problema va más allá de la infraestruc tura: "El SPF se ocupa de las funciones de custodia de los presos, pero no se hace responsable de su tratamiento". Se detalla que, en un plantel de más de 7.000 agentes penitenciarios en todo el país, sólo 6 de cada 100 se dedican a tareas relacionadas con la resocialización. Mugnolo subraya que algunas cárceles cuentan con un único psicólogo para todos los internos; en otras, ni siquiera hay un educador; en casi todas faltan médicos. Al comienzo del trabajo, el procurador señala: "Reconocer que las personas encarceladas siguen formando parte de la sociedad y conservan la mayoría de sus derechos específicos, no obstante su situación de presos, son principios esenciales de humanitarismo y solidaridad social. Es así como los presos mantienen su derecho a un trato digno, a la salud o a la educación, más allá de estar encerrados". La mayoría de ellos ni siquiera están condenados: alrededor del 70 por ciento se encuentra sólo procesado, a la espera de que la Justicia defina si es culpable o inocente. Un censo penitenciario hecho por el Ministerio de Justicia estableció que sólo las cárceles federales alojan un promedio de 6.000 personas. Sumando comisarías y prisiones federales, en todo el país hay unos 43.000 detenidos; las instalaciones tienen capacidad para apenas 30.703. En la nueva prisión de Ezeiza parecen aplicarse métodos viejos: ahí también se denunciaron violaciones a los derechos humanos. El procurador Mugnolo comprobó que la gente pasaba ahí 22 horas dentro de sus celdas, comiendo al lado de sus inodoros y sin mínimos recreos. Y que, cuando salían a los patios, se los obligaba a caminar con la mirada gacha y las manos atrás. En el informe anual se en cuadra esto como "tratos inhumanos y degradantes, típicos de la dictadura militar". La anterior secretaria de Política Criminal y Penitenciaria, Patricia Bullrich, hoy ministra de Trabajo, había decidido algo más: que los presos más peligrosos de Ezeiza vistieran mamelucos anaranjados. La medida fue derogada por su sucesor en el cargo, Mariano Ciafardini, que entendió que esto no agregaba nada a la seguridad de la cárcel y, mucho menos, a la resocialización de los detenidos. Otra de las funciones de la Procuración Penitenciaria es canalizar los reclamos de los presos, que se comunican a través de una línea telefónica gratuita (0-800-333-9736) o por carta (Belgrano 1117, 2° piso, Capital Federal). Los pedidos que más se reciben son por las pobres condiciones de vida en los distintos penales. Esto incluye desde asuntos formales, como traslados o regímenes de visita, hasta médicos, como contagios de sida. Los tres tomos del Informe Anual de la Procuración Penitenciaria, acerca de lo ocurrido entre abril de 1999 y marzo de 2000, fueron entregados la semana pasada al ministro Jorge de la Rúa. Además de Mugnolo, en el relevamiento participó un equipo de la Procuración. Puntualmente, sobre la cárcel de Devoto se habla de un edificio casi destruido y superpoblado. "La mayoría de los baños —se ejemplifica— están en estado calamitoso y el hospital penitenciario no tiene vidrios en sus ventanas". Las requisas violentas son moneda corriente. Y sólo 81 de los 1.700 presos cobran por trabajar. En la unidad 3 de mujeres, en Ezeiza, la población se duplicó en los últimos diez años. Como en Devoto, hay hacinamiento. El área de salud parece fallar en todos lados. No sólo porque el contagio de enfermedades como sida y tuberculosis se vuelven inevitables. Además, se denuncia que en cada traslado de un preso "por causas imputables a la administración penitenciaria" se le deja de dar su medicación.