Instituciones de asistencia médica en Culiacán durante el periodo posrevolucionario María de la Luz Reyes García* Conocer las instituciones que atendían los problemas de salud de la población pobre de la ciudad capital, nos aporta la historia de las actuales instituciones en este polémico renglón de la controvertida política social del Estado mexicano. En este breve ensayo abordo las cuatro instituciones existentes durante 1920-1940: Hospital del Carmen, Hospital de Beneficencia, Hospital Civil del Estado y el Leprosario. Hospital del Carmen El nosocomio más antiguo en la ciudad de Culiacán es el hospital del Carmen,su nombre se debe a la memoria de Carmen Amador quién aportó una suma considerable en la edificación del mismo. Esta obra fue iniciativa del Obispo Jesús María Uriarte, quién sensible a la necesidad de atender a la población enferma y desvalida de la localidad emprendió esta noble misión, logrando involucrar a las autoridades civiles, a damas distinguidas y a la población en general. La autoridad municipal donó el terreno, las damas parte del dinero y el pueblo la mano de obra. ————— * Profesora e Investigadora de la Escuela de Trabajo Social/UAS. Una vez concluido el edificio, se procedió a dar organización a esta nueva institución, ubicada en las calles Benito Juárez y Miguel Hidalgo, teniendo como extensión una manzana cercana al panteón San Juan. Su primer director fue el doctor Ignacio Praslow, quién prestaba sus servicios de forma gratuita, acompañado en calidad de enfermeras por las Hermanas Josefinas, posteriormente se sumaron las Adoratrices perpetuas y la actual orden de las Siervas de los pobres (o Siervas de María). Utilizando estas religiosas el edificio como convento y centro de ayuda espiritual para quienes acudían a solicitarlo. El hospital sólo contaba con cincuenta camas, de las tres salas de atención una se destinó a los ancianos indigentes. Durante los enfrentamientos armados de la Revolución, el general Juan M. Banderas entró a la ciudad para recolectar donativos para la causa, visitando dicho hospital, situación que obligó a la orden de las siervas de María a suspender temporalmente sus labores en el hospital. Existía en la ciudad una sociedad de beneficencia presidida por el doctor Ruperto L. Paliza y como vicepresidente el señor Fortunato Vega, organismo que apoyaba a la institución. Ya para los años veinte el gobierno federal emprende la reorganización de las instituciones de beneficencia y se diseña la Ley Sobre Asociaciones de Beneficencia e Instrucción Pública; ésta permite la formación de la Sociedad de Caridad que será la instancia legal que tendrá bajo su resguardo la propiedad del edificio, ya que se venía dando una disputa entre el clero y el cabildo, pues éste reclamaba derechos sobre tal propiedad. Finalmente, en 1925, la Sociedad de Caridad en un accidentado acto de donación y otro de compra-venta, logra asegurar la obra del clero. Una vez superado este conflicto el gobierno continúa destinando fondos para el funcionamiento de dicho nosocomio, en los años veinte encontramos cierta regularidad en las partidas presupuestarias destinadas como egresos del erario estatal.Toda vez que sus servicios eran de trascendental importancia debido al abandono en que se encontraba el hospital de Beneficencia y el cierre, primero temporal y después definitivo, de éste. Amén de las constantes epidemias que periódicamente azotaban a la población, por lo cual la existencia de este hospital era de suma 67 importancia. De la ayuda que recibía de la tesorería general del estado encontramos registradas cantidades que fluctúan entre los $500 y los $900 mensuales, esto durante la primera mitad de la década de los veinte. Al inicio de los años treinta Culiacán es poblada por 18 800 habitantes, a nivel estatal la cifra asciende a 395 618, lo cual representó un aumento en la demanda de servicios médicos, entre otros. Por ello, los servicios prestados por esta institución son de bastante relevancia, toda vez que a ésta acudían enfermos de otros lugares aledaños a la capital. Todavía en los años cuarenta el gobierno carece de una institución que atienda a los enfermos mentales, asi que en coordinación con el patronato del nonsocomio promueve la construcción de dos áreas, destinando una para dichos pacientes, bajo la promesa inclumpida de ayudar en su sostenimiento. Cabe destacar que al paso de los años el hospital del Carmen a logrado sostener la filosofía caritativa que le dio origen, incluyendo la asistencia a los ancianos. De hecho el primer asilo de ancianos funcionó en dicha institución orientado a evangelizar a los asistidos. Un concepto básico que justifica su existencia es el de caridad, que se refiere a la ayuda por amor a Dios en espera de una recompensa divina. Para conmemorar sus cien años de existencia se celebró un tridúo de misas, iniciadas el día de San Camilo, además cien niños hicieron su primera comunión el día de la Virgen del Carmen y se inició una campaña con 1000 amigos del Hospital del Carmen. Por varias décadas, este a sido el espacio donde la población del campo y la ciudad a encontrado atención a sus problemas de salud y apoyo a los ancianos pobres, de ahí su trascendencia como parte de la historia de nuestra ciudad. 68 Hospital de Beneficencia Este hospital, al igual que el del Carmen inició sus funciones en el siglo pasado, aunque desconocemos la fecha de su fundación, al revisar las Memorias de Cañedo encontramos que dicho gobernador hacía mención de sus instalaciones y adecuado funcionamiento. Esta institución se formó con aportaciones de particulares y las autoridades, era utilizada tanto como hospital y como albergue de ancianos, dirigida a prestar sus servicios a la población de escasos recursos en forma gratuita. Entre sus directores figuraron: Ruperto L. Paliza, Ignacio Praslow, Ramón Ponce de León y Fernández de Pardo. En la segunda década del siglo XX el nosocomio fue prácticamente abandonado por el cabildo de Culiacán argumentando problemas económicos para su manutención. De ahí que aquella casa de amplios ventanales, llena de luz y limpia, según descripción de Francisco Cañedo en sus informes de gobierno, se convierte al paso del tiempo en una casona sucia y maloliente, por lo cual el gobernador Ramón F. Iturbe decide el cierre del establecimiento entre 1918-1920. El 18 de agosto de 1921 el general Alvaro Obregón recibe en Palacio Nacional una breve carta firmada por un grupo de damas de Culiacán, que se presentan como cristianas , amantes de la caridad, quienes motivadas por el amor al desvalido recurren a su magnanimidad en demanda de su auxilio. Le informan al presidente de la República que ellas habían logrado sostener aunque con pobrezas una institución de beneficencia en esta ciudad capital, con cierta ayuda del gobierno del Estado.111 Hacían referencia en su misiva a los ancianos que morían en la total miseria a causa de la pobreza existente y de la crisis económica en la región, “la agricultura fracasó esta temporada; la minería está paralizada y en fin hasta el comercio se reciente de la conmoción universal”.112 ————— 111 Archivo General de la Nación (AGN), Grupo Documental Presidentes, Expediente 805-c-21, México, D.F. 112 Ibid. 69 Un mes después de este comunicado, la Señora Esther A. de Andrade y su grupo de damas promotoras de la beneficencia reciben la respuesta a través de un telegrama, asignándoles la cantidad de 1 000 pesos . En su primer informe como gobernador interino el coronel José Barraza (suple en sus funciones al recién electo general Angel Flores) afirma que la Casa de beneficencia fue reparada haciéndosele adecuaciones según las necesidades higiénicas del caso,abriendo de nuevo sus puertas, y poniéndola nuevamente al servicio del público.113 Menciona también que la Cámara de diputados a petición del ejecutivo autorizó en el nuevo presupuesto cierta cantidad a dicha institución, además llegó a un acuerdo con el hospital del Carmen para que cubra por el momento el servicio, subvencionándolo con la alimentación de sesenta enfermos y ayudándolo con el servicio médico presupuestado. Sin embargo, esto no fue suficiente, siendo responsabilidad del ayuntamiento de Culiacán el funcionamiento de dicha institución y dado que éste se manejaba con números rojos, entra de nuevo en crisis poniéndose en peligro su permanencia. En sesión del 28 de junio de 1922 los regidores acuerdan informar al gobernador del estado que “ en virtud de encontrarse en difíciles condiciones pecunarias han acordado clausurar la beneficencia pública del lugar”, sugieren enviar a Mazatlán a los asilados (débiles mentales), un mes después es derogado este acuerdo. Posteriormente deciden enviar una carta al presidente de la República,donde le solicitan les sean obsequiadas 150 series completas de inyecciones neo-salvan para el uso del departamento de meretrices, 100 paquetes de algodón, 100 de gasas, 10 ampulas de suero antitetánico y 10 antidiftérico. En dicho establecimiento se encontraban quince mujeres enfermas y dos enajenados. La directora Victoria Arciniega es sustituida por Beatriz Gómez vda. de Maldonado. De su ubicación y existencia nos recuerda Verdugo Falquez ————— 113 Aguilar Barraza, José, Informe de gobierno al XXIX Congreso Constituyente, Imprenta de Gobierno, Culiacán Sinaloa, 1921. 70 Hacia el cruzamiento de la Avenida hoy Morelos y Zaragoza, existía lo que se llamaba “La Casa de Beneficencia” vieja casona en verdad, en donde se alojaba todo el que en la ciudad era gente sin ocupación. Tenía anexo, además el molesto servicio de las pobres mujeres llamadas públicas...El edificio mismo parecía sórdido y al pasar frente a él se sentía que dentro de aquellos muros toda incomodidad tenía su asiento.114 La situación tan precaria de este establecimiento asistencial era del conocimiento del Congreso del Estado, por ello discutió y buscó alternativas para rescatar esta institución, acordando solicitar al ayuntamiento que permitiera al gobierno estatal hacerse cargo del nosocomio . Se nombra una comisión encabezada por el legislador Bátiz, quién manifiesta en reunión en el cabildo de las irregularidades observadas en la casa de Beneficencia, de las quejas que se han recibido por el nulo apoyo que se presta a la población desvalida. Proponen a los regidores hacer de éste un sitio de asilo a los enfermos pobres cuyos gastos corran por cuenta del estado. Los regidores argumentan que desde hace cuatro años la institución enfrenta serios problemas para su sostenimiento, viéndose obligados a solicitar la colaboración del hospital del Carmen. Advierten que sólo bajo contrato podrían llegar a un arreglo con el gobierno del estado. Esto provoca reacciones encontradas, las posiciones en el cabildo se dividen unos a favor pero la mayoría en contra de la propuesta del congreso. El regidor Sotomayor argumenta que la Casa siempre a sido propiedad del ayuntamiento y si el Congreso revisó la partida del presupuesto observó la insolvencia del cabildo y la imposibilidad de cubrir tales necesidades, y lo que deben de hacer es apoyarles, no quitarles la propiedad. En todo caso, insiste que el Congreso fije cuotas para que el municipio salga adelante.115 Otro opositor a la iniciativa de la Cámara de diputados fue el regidor ————— 114 Verdugo Fálquez, Francisco, Las Viejas Calles de Culiacán, UAS, Culiacán Sinaloa, 1981, p. 29. 115 Archivo municipal de Culiacán, libro de actas del 15 de julio al 27 de diciembre de 1920, Culiacán, Sinaloa. 71 Martínez, quién participó para cuestionar tal propuesta ya que según su afirmación, ni el Congreso ni el gobierno estatal nunca han podido ayudar, al contrario, se pretende crear por decreto el Hospital Civil quitándoles la Casa de Beneficencia. En contra parte, un regidor que apoyó la polémica propuesta fue el señor Villalobos, quién calificó de egoísta la posición de sus compañeros, toda vez que reconocen que el municipio está en bancarrota y no pueden cubrir incluso las necesidades más urgentes. Finalmente no se aprueba la intención de convertir la Casa de Beneficencia en Hospital Civil. Abandonada a su suerte, ya que el gobierno del estado decide abocarse a un proyecto nuevo de construcción de otro nosocomio, se profundizan las penurias en la citada Casa de Beneficencia, no recibe mas las partidas estatales, los regidores no prestan mayor interés en buscar otras alternativas de financiamiento. Pese a las discusiones y propuestas entre regidores y diputados la población seguía al margen de la toma de decisiones, preocupándose por resolver sus necesidades con sus limitados recursos. Generalmente se desconocían las nuevas obligaciones del Estado en materia social, se dejaba a la buena voluntad de los políticos el atender los problemas sociales, entendiéndose como favores personales las peticiones individuales que se realizaban. Máxime si recordamos que prevalece el concepto de beneficencia el cual se caracteriza por un estilo paternalista y no se entiende como obligación del estado. Es hasta el gobierno del General Lázaro Cárdenas cuando se insiste en superar esta concepción. El periódico La Opinión describe una tétrica situación en el hospital referido, afirma que los enfermos visten harapos, alojados en cama desvencijadas, escasean los medicamentos, que es un lugar de tortura no de beneficencia. Sostiene que las mujeres que acuden al servicio de venéreo y requieren internamiento deben dormir en el suelo.116 Lo anterior nos revela el drástico panorama de una de las instituciones destinadas a proteger a los menos favorecidos económicamente. ————— 116 Periódico La Opinión, 11 de enero de 1925, Culiacán Sinaloa. 72 Una vez inaugurado el edificio del Hospital Civil del Estado, la casa en cuestión siguió brindando el servicio venéreo sifilítico temporalmente, hasta cerrar definitivamente sus puertas, ante la apatía del cabildo y su incapacidad para hacerse de recursos que aseguraran su existencia. Muere así una institución heredada de la época porfirista en Sinaloa. Hospital Civil del estado Como advertimos líneas atrás, los regidores rechazaron la propuesta del Congreso Estatal de convertir la Casa de Beneficencia en hospital Civil, centra entonces el gobierno del estado su atención en la construcción del nuevo nosocomio,en unos terrenos donados por la familia Valenzuela; nace así el actual hospital Civil, inaugurado el 15 de septiembre de 1932, siendo su director el doctor Macario Camelo y Vega. Durante la administración del gobernador Macario Gaxiola el hospital recibe periódicamente el subsidio del erario estatal, incluido en el Ramo Cuarto partida 16va. De igual forma el cabildo de Culiacán proyectó en sus gastos de 1931 destinar al pago de un médico municipal $2 190 (al año), $50.00 para cajas mortuorias, $20.00 para refacciones del carro mortuorio. Esto bajo el rubro de Beneficencia Pública.117 En su informe de labores Gaxiola señala que en este hospital se brindó servicio antirrábico, figuraron entre los pacientes 13 niñas, 14 niños, 29 hombres y 12 mujeres. Además se realizaron 27 operaciones quirúrgicas, se administraron 7 500 dósis de vacuna antivariolosa y se surtieron 2 920 recetas en la farmacia.118 Resulta importante destacar que en su mensaje el mandatario declaraba su compromiso de atender los problemas de salud pública, sostenía que Sin género de duda, a la vez que un gobierno tiene la obligación imprescindible de velar por el bienestar moral y material del pueblo que ————— 117 Gaxiola Macario , Informe de Gobierno a la Gobierno, Culiacán, Sinaloa, 1931, p. 15. 118 Idem.. 73 XXIV Legislatura Local, Imprenta de gobierna, pesa sobre él, la de preocuparse por los asuntos de salubridad pública que a la propia colectividad atañen, sumando su esfuerzo si posible fuera en calidad de director, a los nobles empeños que la beneficencia privada hace en pro de la humanidad que sufre.119 En su discurso manifiesta una genuina preocupación por las necesidades de atención médica y social de la población, reto que no todos los gobiernos posrevolucionarios asumieron con la misma entrega. En su segundo informe el gobernador comunica al Congreso del Estado y a la población en general que en el Hospital Civil del Estado se atienden 123 enfermos hospitalizados y número no registrado de pacientes externos, el cual se estima es bastante elevado por lo que se esforzó en equiparlo de lo más indispensable.120 Es importante hacer notar que en sus primeros años de funcionamiento el nosocomio careció de rayos X, banco de sangre y ante las inclemencias del clima las operaciones se realizaban de madrugada evitando las altas temperaturas, el éter era utilizado como anestesia. Tal como lo advierte el doctor Valdez “los inicios del hospital fueron muy modestos, ya que el personal trabajaba más por entusiasmo que por el salario, que era muy raquítico”.121 El personal médico se componía de tres médicos incluido su director, la farmacia era responsabilidad del profesor Lucas Angulo. Es hasta 1934 cuando se acondiciona el laboratorio de análisis clínicos, esto ya en el gobierno de Manuel Páez. El laboratorio vino a mejorar la atención brindada ya que permitió diagnósticos más certeros y por consecuencia , tratamientos más eficaces. Aun cuando Paéz es calificado por Figueroa Díaz como un hombre de personalidad inconsistente, irresponsable en las tareas propias al cargo, en las fuentes de archivo que consultamos encontramos que el cuestionado continuó de cierta manera la obra hospitalaria dejada por su antecesor. Por ejemplo aumentaron considerablemente los enfermos hospitalizados,las ————— 119 Idem. 120 Ibid., Informe de Gobierno 1932-1933, Culiacán, Sinaloa, p.25. 121 Valdéz Aguilar, Rafael, La Medicina en Sinaloa. Breve Historia, Difocur-Cobaes, Culiacán, Sinaloa, 1996, p. 201. 74 recetas cubiertas por el servicio de farmacia, las operaciones practicadas, etcétera. Pese a las limitaciones que se pudiesen registrar este nosocomio logra constituirse como alternativa de atención hospitalaria para la población de Culiacán y de otros municipios del Estado. En 1938 encontramos funcionando el servicio pediátrico, lo que representa un mejoría para la atención de la niñez. También durante el gobierno de Alfredo Delgado se incrementaron las raciones alimenticias a los hospitalizados alcanzando la cifra de cincuenta mil , en su tercer año al frente de la administración estatal, el nosocomio atendió en calidad de internos a 2 161 personas y un total de 6 000 incluyendo el servicio externo, atención a enfermos del penal y otros establecimientos asistenciales y educativos. Se repartieron también botiquines de emergencia en los ejidos y entró en funciones el anfiteatro donde ya se realizaban autopsias. No obstante que no todos los mandatarios prestaron igual atención al sostenimiento del hospital civil podemos afirmar que éste representa la obra más importante de los gobiernos posrevolucionarios, en tanto qu es la única iniciativa que encontramos, toda vez que la amenaza latente de las recurrentes epidemias constituían un detonante desestabilizador si se sumaban a las condiciones de pobreza e inconformidad social, situación que era preferible evitar, más aún cuando las fuerzas políticas no terminaban de reacomodarse y disputaban el poder por todos los medios posibles. Leprosario de Culiacán La lepra en Sinaloa es una enfermedad que fue conocida y estudiada por los misioneros Jesuitas, lo cual dennota su antigüedad en nuestra tierra. En el siglo XIX funcionaron algunos lazaretos en Culiacán, Concordia, Mazatlán y Sinaloa, no eran exclusivos para los afectados de dicho mal, sino que servían para aislar contagiados por cualquier epidemia. En los limitados registros de la incidencia de la lepra, Sinaloa aparece 75 en los primeros lugares, así lo afirma el primer Censo Nacional de Lepra realizado por el Consejo General de Salubridad bajo la dirección de Bernardo J. Gastélum, los resultados arrojaron que había 140 enfermos en Mazatlán y 40 en Culiacán. Dado los prejuicios y desconocimiento sobre el origen de dicha enfermedad, aunado a las deformaciones que causa en el cuerpo de los afectados, éstos eran repudiados socialmente, de ahí que se les aislara o escondiera. En Culiacán se les tenía prohibido asistir a lugares públicos. Así que para no verlos por las calles se les construyeron unas barracas en 1928 con los tablones sobrantes en la reparación del puente cañedo. Este caserío estubo ubicado a un lado del panteón municipal y del basuron de la ciudad, donde los enfermos buscaban su sustento, algunos limpiando criptas , otros sembraban hostalizas en dichos terrenos. En su auxilio acudían personas de buena voluntad, que superando los prejuicios de la época les proveían de ropa y alimentos.Entre las que destaca la abnegación de la señorita Aurelia Echeverría, la profesora Martiniana Romero y las integrantes del club apriles, quienes se afanaban por mejorara las condiciones del leprosario. En 1930 inicia sus labores el primer Dispensario Antileproso, siendo su director el doctor Rafael Bátiz, acompañado de sus colegas Humberto Bátiz Ramos, Jesús Rodolfo Acedo Cárdenas, Oropeza Ruiz y Arnoldo Salazar Félix. El dispensario contó con apoyo federal a través del Departamento de Salubridad en su servicio de profilaxis de lepra.122 Cinco años después el Dispensario se traslada de la calle Escobedo a un lugar más apartado, esto es cerca de la Lomita, donde actualmente se encuentra el edificio Guadalupe. En la década de los cincuenta el Dispensario pasa a convertirse en Centro Dermatológico, gracias a las gestiones realizadas por la Sociedad Protectora de Leprosos “Aurelia Echevarria”. La nueva institución estuvo a cargo del doctor Jesús Rodolfo Acedo Cárdenas, quién se destacaba por su entrega en el combate a esta terrible enfermedad. ————— 122 Bernal Torres, Moisés, La Lepra en Sinaloa: 30 años de lucha personal, Culiacán, Sinaloa, 1994, p. 27. 76 El Dermatológico se encontraba en una sala anexa al Hospital Civil, pero esta fue tomada por la Escuela de Enfermería, obligando a trasladar aquel a otras instalaciones, primero se ubicó en el Centro de Salud, después pasó al antiguo leprosario que se conocía ya como sanatorio, adoptando finalmente la denominación de Centro Dermatológico bajo las modernas concepciones médicas del tratamiento de la lepra que no requiere aislamiento, ni hospitalización. En 1997 en un homenaje y en reconocimiento al doctor Jesús Rodolfo Acedo Cárdenas por su intensa labor altruista se impone su nombre al Centro Dermatológico. El dedicó 48 años de su vida al servicio de la salud de los sinaloenses, fue también precursor de varias instituciones asistenciales, tales como el Consejo Tutelar, el Refugio Infantil, formó parte del patronato del Centro de Integración Juvenil, entre otros.Queda su obra como ejemplo y patrimonio social. 77