CAPÍTULO 5 DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL DE LAS NEUROPATÍAS ÓPTICAS CON OTROS PROCESOS PATOLÓGICOS ALTERACIONES DE LOS MEDIOS TRANSPARENTES Tomás Martí GLAUCOMA CRÓNICO Susana Duch, Juan Lillo AFECCIONES CORIORRETINIANAS Lluís Arias AMBLIOPÍA FUNCIONAL Rosa Navarro PÉRDIDA VISUAL NO ORGÁNICA Jorge Arruga LESIONES QUIASMÁTICAS Y RETROQUIASMÁTICAS Miguel Ángel Arcediano, Marta Castany En este capítulo se estudiarán una serie de procesos patológicos que pueden plantear problemas en el diagnóstico diferencial con respecto a las afecciones del nervio óptico (1). Entre las causas de pérdida visual a distinguir de las neuropatías ópticas describiremos las afecciones de los segmentos anterior y posterior, además de la ambliopía, los trastornos psicógenos y las lesiones de las vías ópticas más posteriores. Como causas de alteraciones papilares que se pueden confundir con algunas anomalías del disco óptico destacaremos la atrofia óptica con excavación del glaucoma crónico. ALTERACIONES DE LOS MEDIOS TRANSPARENTES La implicación de las estructuras del sistema óptico del globo ocular como causa de déficit de agudeza visual es fácil de objetivar en la mayoría de los casos, pero existen en ocasiones alteraciones sutiles cuya identificación resulta más compleja (2). Los pacientes afectos suelen presentar una percepción de los colores normal, unos reflejos pupilares conservados y una reducción global inespecífica de la sensibilidad en el campo visual. Resulta también útil el empleo del estenopeico (fig. 5-1), que proporciona una mejoría de la agudeza visual en la mayor parte de estas aberraciones de los medios ópticos. Las afecciones incipientes de la córnea ocasionan a veces fluctuaciones durante la determinación de la agudeza visual y variaciones según la iluminación ambiental. El examen con la lámpara de hendidura (3) puede revelar pequeñas opacidades a nivel del eje visual pro- ducidas por infiltrados, edema, distrofias o degeneraciones corneales. Mediante la retroiluminación y bajo dilatación pupilar, es posible objetivar además lesiones distróficas de la membrana basal (fig. 5-2), que de otro modo pasarían desapercibidas. Una prueba de interés es la tinción con fluoresceína, que permite identificar alteraciones epiteliales examinando la ruptura de la película lagrimal. Asimismo, una distribución irregular del colorante es sugestiva de astigmatismo irregular debido a un queratocono (4), el cual es puesto también de manifiesto por la presencia de un reflejo irregular en la esquiascopia (5). En los pacientes portadores de lentes de contacto rígidas se constata a veces una deformidad corneal inducida, mientras que en los portadores de lentes blandas es posible evidenciar un edema epitelial por Figura 5-1. El estenopeico constituye un instrumento esencial para la exploración visual. Mediante su uso se obtiene una mejora de la agudeza en los defectos de refracción y en las alteraciones de la película lagrimal, de la córnea o del cristalino. 98 Neuropatías ópticas: diagnóstico y tratamiento Figura 5-2. Distrofia de la membrana basal del epitelio corneal. La retroiluminación pone de manifiesto las lesiones en forma de «huella digital» características. anoxia. A su vez, los intervenidos de cirugía refractiva pueden padecer alteraciones a nivel de la superficie corneal o de la interfase, en tanto que los sometidos a queratoplastia presentan con frecuencia un astigmatismo irregular y variaciones de la función visual conforme su injerto cicatriza. El queratómetro resulta de una gran utilidad para valorar las modificaciones en la curvatura corneal de estos pacientes. Así, por un lado, la imposibilidad de enfocar con nitidez las miras del aparato sobre la córnea indica una irregularidad de la película lagrimal o una alteración de la calidad del epitelio. Por otro lado, si las miras se enfocan con claridad, pero no son simétricas y no permiten determinar con precisión el eje, es probable que exista alguna variante de ectasia corneal. Además, siempre que haya un astigmatismo irregular como causa Figura 5-3. Catarata «pulvurulenta», caracterizada por la presencia de opacidades subcapsulares anteriores localizadas, en el cristalino de una paciente que padecía una distrofia miotónica. de pérdida visual en ausencia de opacidad de la córnea, la adaptación de una lente de contacto rígida condicionará una mejora inmediata de la agudeza. Las opacidades incipientes del cristalino (fig. 5-3), además de disminución de la agudeza visual, inducen en ocasiones una miopización del ojo. Tanto las cataratas nucleares, como las subcapsulares posteriores o las pulvurulentas, requieren en estos estadíos iniciales un examen completo bajo dilatación pupilar para su diagnóstico. Asimismo, las alteraciones del humor vítreo pueden afectar a su estructura (desprendimiento posterior) o a su transparencia (inflamaciones, hemorragias) (fig. 5-4). En estos casos las miodesopsias constituyen el síntoma principal y es de especial interés el examen con lente de Goldmann de la cámara vítrea, así como de la periferia del fondo en busca de focos inflamatorios. GLAUCOMA La identificación de una atrofia óptica de origen glaucomatoso posee una importancia capital, por la posibilidad que tiene de ser confundida con algunas anomalías papilares congénitas excavadas o con otras formas de atrofia óptica asociada a aumento de la excavación. Por otra parte, las alteraciones del campo visual producidas por el glaucoma primario de ángulo abierto (GPAA) guardan una gran similitud con las consecutivas a otras afecciones del nervio óptico (drusas, papiledema, neuritis óptica, etc.). Figura 5-4. Visualización con la lámpara de hendidura de células residuales en el humor vítreo de un paciente, durante la fase de reabsorción de una hemorragia vítrea. Capítulo 5. Diagnóstico diferencial de las neuropatías ópticas con otros procesos patológicos El glaucoma se ha atribuido clásicamente a un aumento de la presión intraocular (PIO), si bien estudios recientes muestran una gran variabilidad de la misma entre pacientes afectos de neuropatía óptica glaucomatosa (NOG) (6), así como una mayor relación con la patología vascular y sistémica (ver capítulo 10). Por ello, en la actualidad se considera al GPAA como una neuropatía óptica progresiva, causante de defectos campimétricos típicos y daños estructurales característicos en la cabeza del nervio óptico (CNO) y en la capa de fibras nerviosas retiniana (CFNR). Los rasgos morfológicos diferenciales de la NOG se evalúan principalmente a partir de las variables enumeradas en la tabla 5-1 (fig. 5-5). 99 Tabla 5-1. Variables utilizadas en la evaluación del disco óptico glaucomatoso 1. Tamaño y forma del disco óptico 2. Forma y color del anillo neurorretiniano 3. Tamaño de la excavación papilar con relación al área del disco 4. Localización y trayecto de los troncos vasculares en la lámina cribosa 5. Presencia y localización de hemorragias en llama 6. Presencia, localización y tamaño de atrofia coriorretiniana parapapilar 7. Diámetro de las arteriolas retinianas 8. Visibilidad de la capa de fibras nerviosas Tamaño y Forma del Disco Óptico Existe una correlación positiva entre el área de la CNO y el tamaño de la excavación fisiológica, por lo que esta última es mayor en las papilas grandes y puede estar ausente en las papilas pequeñas (7). Hay que tener en cuenta que en los miopes altos las papilas son ovales y de mayor tamaño, mientras que en los hipermétropes son significativamente menores (ver capítulo 2). Por otro lado, ciertas anomalías del disco óptico se presentan asociadas a un tamaño papilar aumentado (megalopapila) o disminuido (hipoplasia), con respecto al normal. Figura 5-5. Atrofia óptica cavernosa debida a glaucoma: patrón localizado (A) y patrón difuso (B). Forma y Color del Anillo Neurorretiniano La NOG produce típicamente una pérdida del anillo neurorretiniano que comienza por el sector temporal inferior, progresando luego por el temporal superior, y por los sectores horizontales, temporal y nasal. Debido a ello, la excavación papilar glaucomatosa es al principio mayor en el eje vertical que en el horizontal. Este adelgazamiento del anillo puede seguir dos patrones, localizado y difuso. El patrón localizado (fig. 5-5A) consiste en pequeñas escotaduras o muescas a nivel del margen interno del disco óptico, que progresan hasta abarcar todo el anillo neurorretiniano y profundizan dejando ver las estriaciones de la lámina cribosa. Se puede observar en casos con elevación de la PIO poco determinante y el defecto campimétrico presente es por lo general de tipo arciforme (8). En cambio, el patrón difuso (fig. 5-5B) se caracteriza por un aumento con- céntrico de la excavación papilar debido a una pérdida generalizada en la CFNR. Se suele asociar a elevaciones importantes de la PIO y el campo visual sólo se ve afectado cuando el adelgazamiento del anillo es severo. Por otra parte, cuando la palidez del anillo predomina sobre la excavación, se hace necesario descartar una patología compresiva de la vía óptica (fig. 5-6). Excavación Papilar en Relación con el Área del Disco Como ya se ha dicho, el área de la excavación de la papila está sujeta a grandes variaciones individuales y en el GPAA aumenta como resultado de la pérdida progresiva de los axones de las células ganglionares retinianas (CGR). Así, una diferencia de la relación exca- 100 Neuropatías ópticas: diagnóstico y tratamiento aspecto de los vasos del nervio óptico (fig. 5-5B). En primer lugar, la nasalización consiste en un desplazamiento nasal de los vasos debido a la ocupación de toda la zona central y temporal por la excavación, aunque no es un signo específico del glaucoma. En segundo lugar, el aspecto de los vasos en bayoneta se debe a que éstos al cruzar el borde del anillo neurorretiniano desaparecen en una excavación profunda. Y en tercer lugar, los vasos circumlineares son ramas de la ACR o de la VCR, que siguen un curso curvilíneo sobre el margen de la excavación. Figura 5-6. Atrofia óptica de causa compresiva. Aumento simétrico de la excavación papilar y palidez del anillo neurorretiniano, con amaurosis de este ojo y hemianopsia temporal del ojo contralateral, en un paciente afecto de un craniofaringioma. vación/disco mayor de 0,2 entre ambos ojos, es sugestiva de NOG en el ojo con la papila más excavada (9), siempre que no exista una alteración congénita del disco óptico o una anisometropía importante. Sin embargo, también es posible observar un aumento de la excavación papilar con adelgazamiento del anillo neurorretiniano en otras neuropatías ópticas, como la NOIA arterítica y los procesos compresivos intra o supraselares. Presencia y Localización de las Hemorragias en Llama La presencia de hemorragias en llama a nivel de una papila no edematosa (fig. 5-7) constituye un parámetro muy específico de la NOG, por lo que nos permite diagnosticarla cuando los hallazgos campimétricos no son característicos. Aparecen preferentemente en el sector inferotemporal asociadas a muescas en el anillo neurorretiniano y permanecen entre 1 y 12 semanas, dejando tras su paso un defecto localizado de fibras nerviosas. Aunque se pueden encontrar en cualquier tipo de glaucoma crónico, estas hemorragias son más frecuentes en los glaucomas de baja tensión (GBT). Localización y Trayecto de los Troncos Vasculares en la Lámina Cribosa A medida que la excavación aumenta de tamaño se pueden observar tres alteraciones en el curso y el Presencia, Localización y Tamaño de Atrofia Coriorretiniana Parapapilar La atrofia parapapilar, si bien puede detectarse en ojos normales, es un hallazgo propio de la edad avanzada, de la miopía y del GPAA. En la atrofia parapapilar glaucomatosa se distingue una zona periférica que presenta áreas de hipo e hiperpigmetación, y una zona que limita con el anillo neurorretiniano, a través de la cual son visibles la esclerótica y los vasos coroideos (10) (fig. 5-8). Diámetro de las Arteriolas Retinianas Figura 5-7. Hemorragia en llama localizada en la zona inferotemporal del disco óptico, en un paciente afecto de hipertensión ocular (cabeza de flecha). En la NOG el adelgazamiento difuso de las arteriolas retinianas refleja una menor demanda metabólica por la pérdida del anillo neurorretiniano y de la CFNR. No constituye un signo patognomónico, ya que se observa Capítulo 5. Diagnóstico diferencial de las neuropatías ópticas con otros procesos patológicos Tabla 5-2. • • • • • • Figura 5-8. En una paciente con miopía y glaucoma, la atrofia peripapilar glaucomatosa se distingue del creciente miópico por la permanencia en la zona beta de los vasos coroideos (flechas negras). también en otras variantes de neuropatía óptica (11). A su vez, el adelgazamiento focal de los vasos parapapilares parece ser especialmente pronunciado en los casos de GBT y de NOIA no arterítica (ver capítulo 2). 101 Causas de atrofia con excavación papilar no glaucomatosa Neuropatías ópticas hereditarias NOIA arterítica Neuropatía óptica traumática Neuritis óptica desmielinizante Ectasia fusiforme de la arteria carótida intracraneal Compresión intraorbitaria o intracraneal del nervio óptico te, situaciones en las que el aumento de la excavación papilar no tiene un origen glaucomatoso (tabla 5-2), sino congénito o compresivo, lo que crea ciertas dificultades en el diagnóstico (14,15). En estos casos hay que prestar atención especial a las características morfológicas diferenciales que se reseñan en la tabla 5-3 (10,16). Existen casos especialmente difíciles en los que se solapan neuropatías ópticas de diferente naturaleza (fig. 5-10 y 5-11), por lo que ante la sospecha de excavación papilar no glaucomatosa es preciso practicar una prueba de neuroimagen (TC, RM), a fin de descartar una lesión compresiva intraorbitaria o intracraneal. Visibilidad de la Capa de Fibras Nerviosas La atrofia óptica glaucomatosa se asocia a defectos en la CFNR secundarios a la pérdida de los axones de las CGR, los cuales son visualizados con mayor facilidad mediante la luz aneritra del oftalmoscopio (fig. 59). Los defectos focales de las fibras nerviosas se observan, por orden de frecuencia, en los sectores temporal inferior, temporal superior y, más raramente, en los nasales. Cuando el glaucoma es avanzado la pérdida de fibras se detecta por el aumento de la visibilidad y el brillo de los vasos retinianos. Al igual que el adelgazamiento arteriolar, los defectos de la CFNR son un hallazgo frecuente en algunas neuropatías ópticas no glaucomatosas, como las drusas papilares, las neuritis ópticas desmielinizantes y el papiledema crónico (12). Las manifestaciones morfológicas de la NOG descritas no tienen un orden fijo ni un patrón concreto de aparición y, de hecho, se combinan y suceden de forma variable en los diferentes casos. De todas ellas, las relaciones entre el diámetro vertical de la excavación y el de la papila, entre el área del anillo neurorretiniano y la de la papila, y entre el área de la excavación y la del disco óptico son las que mayor valor diagnóstico poseen para la detección del GPAA (13). Existen, no obstan- Técnicas Especiales Recientemente se han desarrollado nuevos métodos para el análisis morfológico de la papila, que permiten el estudio in vivo de la misma y del estado de la CFNR, cuyas alteraciones traducen en definitiva la pérdida de Figura 5-9. La fotografía de la capa de fibras nerviosas con luz aneritra pone de manifiesto un defecto arciforme focal profundo que afecta al haz temporal inferior y, en parte, al haz papilomacular. (Caso de la Dra. B. Calonge. Castellón). 102 Neuropatías ópticas: diagnóstico y tratamiento Tabla 5-3. Características oftalmoscópicas diferenciales entre la excavación papilar congénita, glaucomatosa y compresiva Tamaño Excavación Márgenes Anillo neurorretiniano Atrofia peripapilar Hemorragias Congénita Glaucoma Compresiva megalopapila centrada y profunda bruscos conservado no no normal ovalada vertical y profunda variables reducido sí posibles normal centrada y poco profunda suaves pálido no no Figura 5-10. Megalopapila bilateral en un paciente con GPAA bilateral y defecto campimétrico unilateral. (A) OD con excavación papilar agrandada, de aspecto no glaucomatoso. (B) OI con excavación papilar similar, asociada a una palidez del anillo neurorretiniano. Figura 5-11. Campimetrías computarizadas a umbral sucesivas en una paciente que tenía un GPAA y un adenoma de la hipófisis. Los defectos campimétricos iniciales fueron interpretados como un escalón nasal inferior en el OI (A) y un escotoma arciforme temporal superior en el OD (B), debidos ambos al glaucoma. La evolución posterior puso de manifiesto una hemianopsia temporal en el OI (C) y una cuadrantanopsia superotemporal en el OD (D). (Programa G1. Octopus Field Analyzer). las CGR. Así, el análisis de la CFNR (17) utiliza un retinógrafo de amplio ángulo con filtro verde y película de baja sensibilidad y gran resolución. La pérdida de las fibras queda demostrada por una disminución del brillo de los haces nerviosos y una pérdida de las estriaciones retinianas que provoca un aumento de la visibilidad de los vasos (fig. 5-9). La tomografía de coherencia óptica utiliza un interferómetro con luz de coherencia que permite construir imágenes bidimensionales de secciones de la retina, a través de las cuales se puede medir el grosor de la CFNR (18). Se obtiene una imagen coloreada en la que la dicha capa se distingue por su color rojo (fig. 5-12). La polarimetría láser (ver capítulo 4) utiliza las propiedades birrefringentes de las fibras nerviosas de la retina, las cuales provocan un retraso en el trayecto de un haz de luz polarizada que las atraviesa, permitiendo deducir el espesor de las mismas (19) (fig. 5-13). Por último, los oftalmoscopios con láser confocal de barrido recogen la luz reflejada desde la retina o el nervio óptico únicamente en donde se ha Figura 5-12. La imagen de la tomografía de coherencia óptica permite distinguir la papila normal (A) de la papila glaucomatosa, que pierde la configuración en doble gibosidad (B). (Caso del Dr. J. Moreno. Navarra). Capítulo 5. Diagnóstico diferencial de las neuropatías ópticas con otros procesos patológicos Figura 5-13. En la imagen polarimétrica del ojo derecho de un hipertenso ocular con perimetría normal, se aprecia que el espesor de la CFNR se encuentra en el límite bajo de la normalidad. (Caso del Dr. J. García Feijóo. Madrid). 103 Figura 5-14. La tomografía con láser confocal de barrido analiza y cuantifica una imagen topográfica del disco óptico, permitiendo una descripción paramétrica del mismo. enfocado la imagen. Esta técnica permite obtener imágenes tridimensionales capa por capa, a través de las cuales se computa una imagen del disco óptico, que posteriormente se analiza y cuantifica (fig. 5-14). Glaucoma Agudo En el glaucoma agudo la afectación del nervio óptico está directamente relacionada con un aumento importante y brusco de la PIO, que cuando se eleva por encima de la PA sistólica interfiere con la perfusión de la CNO. El curso clínico de esta neuropatía óptica guarda cierta semejanza con la NOIA y aboca a una palidez de la papila (20), transitoria en un principio, y permanente y difusa si persiste la insuficiencia de perfusión, aunque sin la excavación glaucomatosa (fig. 5-15). AFECCIONES CORIORRETINIANAS Las enfermedades de la coroides y de la retina pueden mostrar escasos signos patológicos en el examen del fondo ocular, sobre todo durante sus estadíos iniciales, lo que hace su diagnóstico particularmente difícil. En algunos casos, la palidez de la papila, consecutiva a la atrofia de las fibras nerviosas retinianas, predomina incluso sobre las alteraciones observadas en las restantes estructuras del fondo ocular (retina sensorial, epitelio pigmentario, coroides, etc.). Algunos síntomas, tales como metamorfopsia, micropsia, fotopsias o hemeralo- Figura 5-15. Atrofia óptica con presencia de un vaso ópticociliar en un paciente con antecedente de pérdida visual severa consecutiva a glaucoma agudo. pia, hacen particularmente sospechosa la existencia de una afección retinocoroidea. En las lesiones maculares suele existir una afectación precoz de la agudeza visual y de la percepción cromática, al igual que en las neuropatías ópticas. Asimismo, los defectos campimétricos de origen coriorretiniano pueden ser de tipo centrocecal, arciforme, agrandamiento de la mancha ciega, anulares o contracción concéntrica, así como altitudinales en las oclusiones vasculares. La presencia de un DPAR es más sugestiva de afectación del nervio óptico, aunque se observa también en las maculopatías asimétricas (21). Por otra parte, algunas exploraciones dirigidas a la mácula ayudan a establecer el diagnóstico y están reseñadas en la tabla 5-4 (ver capítulo 3). La rejilla de Amsler permite poner de relieve algunos signos orientativos, 104 Neuropatías ópticas: diagnóstico y tratamiento Tabla 5-4. Pruebas para la exploración de las afecciones coriorretinianas • • • • • Rejilla de Amsler Prueba del deslumbramiento Oftalmoscopía magnificada central y periférica Angiografía ocular ERG como la metamorfopsia y la micropsia. La prueba del deslumbramiento constituye una medida de la regeneración de los pigmentos visuales y depende de la integridad metabólica de la retina, el epitelio pigmentario y la coroides (22). No insistiremos aquí sobre el gran interés que poseen el examen oftalmoscópico magnificado y también otras exploraciones, como la AGF y el ERG. A continuación se estudiarán las diferentes coroidopatías y retinopatías que pueden cursar con escasa expresividad clínica y que se enumeran en la tabla 5-5. Las enfermedades inflamatorias se describirán en el capítulo 9. Tabla 5-5. Diagnóstico diferencial de las coriorretinopatías con poca expresividad clínica A. Enfermedades de la mácula: • Neovascularización coroidea • Edema macular • Membranas epirretinianas • Agujero macular idiopático • Coriorretinopatía serosa central • Maculopatías traumáticas B. Enfermedades vasculares: • Telangiectasias parafoveales • Oclusión venosa retiniana antigua • Oclusión arterial retiniana antigua • Neurorretinopatía hipertensiva C. Enfermedades inflamatorias: • Síndrome de las manchas blancas múltiples evanescentes • Neurorretinopatía macular aguda • Agrandamiento agudo idiopático de la mancha ciega • Neurorretinitis subaguda unilateral difusa D. Retinopatías asociadas al cáncer y al melanoma E. Distrofias retinianas: • Distrofia de conos • Retinopatía pigmentaria sin pigmento • Enfermedad de Stargardt • Retinosquisis juvenil F. Enfermedades de depósito G. Retinopatías tóxicas Enfermedades de la Mácula La neovascularización coroidea (21), consecutiva a DMAE o a miopía patológica, se manifiesta en el fondo ocular por una membrana subretiniana macular, a veces asociada a exudación, hemorragia y desprendimiento del epitelio pigmentario. No obstante, en algunos casos apenas se aprecian alteraciones en la exploración oftalmoscópica y entonces resulta muy útil practicar una AGF con fines diagnósticos. El edema macular tiene como base fisiopatológica la rotura de la barrera hematorretiniana con el consiguiente acúmulo de líquido en la mácula y se debe a vasculopatías, inflamaciones, tracción mecánica, tóxicos o heredodegeneraciones. El examen biomicroscópico minucioso revela a menudo un discreto levantamiento seroso a este nivel, por lo que ante la sospecha de edema está también justificado practicar una AGF (fig. 5-16). Las membranas epirretinianas se forman por el crecimiento de un tejido fibroso sobre el área macular y son en su mayoría idiopáticas, aunque pueden ser también de origen inflamatorio, vascular o postquirúrgico. En sus fases iniciales (maculopatía en celofán) son transparentes y tan sólo condicionan una alteración del brillo Figura 5-16. Edema macular quístico en un paciente intervenido de catarata. (A) Fondo ocular sin alteraciones patológicas, en un paciente cuya AGF (B) demuestra, en la fase arteriovenosa tardía, la existencia de un edema «en pétalos de flor», a nivel de la mácula. Capítulo 5. Diagnóstico diferencial de las neuropatías ópticas con otros procesos patológicos macular (fig. 5-17A), mientras que en las fases avanzadas («macular pucker») terminan por volverse opacas y causan una distorsión evidente de la superficie retiniana sobre la que se asientan. El agujero macular idiopático, como su nombre indica, es de causa desconocida, y varía desde alteraciones mínimas en la interfase vitreorretiniana hasta defectos de espesor total en la retina neurosensorial a nivel de la mácula (23). Su diagnóstico resulta difícil en fases iniciales, aunque se puede estudiar con mayor precisión gracias a la tomografía de coherencia óptica (24). La coriorretinopatía serosa central afecta con mayor frecuencia a individuos de raza blanca con personalidad neurótica. Se caracteriza por un acúmulo de líquido transparente en el polo posterior, casi siempre entre el epitelio pigmentario y la retina neurosensorial (25), originando una zona circunscrita de desprendimiento retiniano. La AGF en estos casos revela los característicos puntos de fuga del contraste. Las maculopatías traumáticas se producen como consecuencia de accidentes de índole diversa. Así, tras un traumatismo contuso severo que afecta al globo ocular puede apreciarse, al cabo de un tiempo, un discreto moteado por alteraciones del epitelio pigmentario. La maculopatía solar tiene como antecedente la exposición prolongada al sol sin medidas de protección adecuadas, y se traduce a veces por la presencia de pequeñas manchas amarillentas en la mácula. Por último, la maculopatía lumínica (26) consecutiva a cirugía intraocular se caracteriza por la aparición de un escotoma paracentral, con respeto de la visión central, asociado también a pequeñas manchas amarillentas, que captan contraste en la AGF. 105 Figura 5-17. (A) Maculopatía «en celofán», o fase inicial de una membrana epirretiniana, en la cual se aprecia tan sólo una irregularidad de la superficie macular. (B) Telangiectasias retinianas parafoveolares, que se visualizan como un punteado rojizo centrado en la región macular. áreas de cierre capilar, microaneurismas y vasos colaterales (fig. 5-18B). En la oclusión arterial retiniana, la opacificación de la retina con fragmentación de la columna sanguínea desaparece al cabo de pocas semanas. En la fase tardía se aprecia una palidez papilar con Enfermedades Vasculares Las telangiectasias parafoveales se caracterizan por la dilatación de los capilares retinianos perimaculares (fig. 5-17B), son unilaterales o bilaterales (27) y se suelen manifestar en la AGF por una fuga del contraste en fases tardías. En la oclusión venosa retiniana aguda, el gran componente hemorrágico asociado con el edema y la congestión papilar permite establecer el diagnóstico (fig. 5-18A), que en ocasiones queda corroborado por la presencia de zonas de isquemia en la AGF. A lo largo del primer año, las hemorragias se reabsorben por completo, y en la fase crónica persisten anomalías vasculares retinianas de distribución segmentaria, tales como Figura 5-18. Oclusión venosa retiniana. (A) En un caso reciente se observan abundantes hemorragias peripapilares, dilatación de las venas e infarto secundario de una arteria ciliorretiniana. (B) En un caso antiguo se observan irregularidades del calibre vascular, con desarrollo de colaterales y microinfartos aislados residuales en el territorio de la vena retiniana temporal superior. 106 Neuropatías ópticas: diagnóstico y tratamiento Figura 5-19. Oclusión de la arteriola retiniana temporal superior evolucionada. Atrofia óptica asociada a un envainamiento de la mencionada arteriola, por oclusión de la misma, en un caso diagnosticado de síndrome de Susac. Figura 5-20. Neurorretinopatía hipertensiva. Edema de la papila, de origen isquémico acompañado de signos oftalmoscópicos de retinopatía por HTA, con predominio de los microinfartos y de los exudados maculares. defectos en la CFNR y estrechamiento arteriolar, a veces con zonas de envainamiento (fig. 5-19). Por último, en la neurorretinopatía consecutiva a la hipertensión arterial (28) (ver capítulo 10) el edema papilar, casi siempre bilateral, se asocia a otros signos de retinopatía hipertensiva, como hemorragias en llama, microinfartos y exudados lipídicos (fig. 5-20). Figura 5-21. Retinopatía paraneoplásica, con aspecto normal de la retina y del disco óptico, destacando una atenuación de las arteriolas retinianas. Se trata de una paciente afecta de una pérdida visual bilateral subaguda con ERG abolido, 2 años después de ser intervenida por un adenocarcinoma de mama. directa por el tumor. La clínica consiste en pérdida visual subaguda, fotopsias, ceguera nocturna y escotomas anulares, que pueden preceder en varios meses a las manifestaciones sistémicas propias del cáncer. En el fondo ocular se observan alteraciones sutiles, predominando el estrechamiento arteriolar y el moteado pigmentario (fig. 5-21) y en el ERG las respuestas de los bastones suelen estar más afectadas que las de los conos. El cuadro acostumbra a evolucionar hacia la ceguera en un plazo de 6 a 18 meses (29) y se han detectado anticuerpos séricos contra los fotorreceptores en algunos pacientes (30). El cáncer que con mayor frecuencia se asocia a la retinopatía es el de pulmón, seguido de los de endometrio, cuello uterino, mama y próstata. La MAR presenta unas características específicas. Causa una pérdida de la visión central y no suele preceder al diagnóstico de la neoplasia cutánea. En el ERG la respuesta de los conos no suele alterarse, mientras que la de los bastones suele ser subnormal, y el curso de la afección no es progresivo. Distrofias Retinianas Retinopatias Asociada al Cáncer (CAR) y al Melanoma Cutáneo (MAR) La CAR se produce por un efecto paraneoplásico remoto del cáncer a nivel de la retina, sin invasión Existen numerosas distrofias retinianas en las cuales destaca la afectación del polo posterior, por cuyo motivo se han denominado distrofias maculares. La distrofia de conos puede presentarse de forma esporádica o hereditaria (autosómica dominante o recesiva Capítulo 5. Diagnóstico diferencial de las neuropatías ópticas con otros procesos patológicos 107 Figura 5-22. Distrofia de los conos. En la fase incipiente se aprecia una alteración difusa del epitelio pigmentario a nivel macular, con una zona de hiperpigmentación dispuesta alrededor de la fóvea. Figura 5-23. Enfermedad de Stargardt. Palidez del sector temporal de la papila en AO, por atrofia de las fibras del haz papilo-macular secundaria a la presencia de lesiones moteadas blanco-amarillentas características en la región de la mácula. ligada al cromosoma X). La pérdida visual puede empezar en la 2.ª década de la vida o demorarse hasta la 7.ª (31,32), con la aparición progresiva de ceguera diurna, discromatopsia y fotofobia, asociadas a alteraciones pigmentarias a nivel macular, que evolucionan hasta un aspecto «en ojo de buey» (fig. 5-22). El ERG demuestra una alteración del componente fotópico, con preservación relativa del componente escotópico. La retinopatía pigmentaria sin pigmento es una forma precoz de la enfermedad clásica, con patrón de herencia casi siempre autosómico recesivo o ligado al cromosoma X, que debuta durante las 2 primeras décadas de la vida y se caracteriza por una ceguera nocturna. El único hallazgo en el examen oftalmoscópico puede ser la atenuación de las arteriolas retinianas y el ERG presenta un trazado muy disminuido. La enfermedad de Stargardt, cuyo patrón de herencia más habitual es el autosómico recesivo (33), suele cursar con una pérdida visual progresiva bilateral, de inicio entre los 6 y los 20 años. Al principio no se aprecian alteraciones de fondo ocular y progresivamente se observan la desaparición del reflejo foveolar, un aspecto granular típico de la mácula (fig. 5-23), y finalmente una atrofia macular. La AGF evidencia en fases iniciales de la enfermedad una zona central ovoide de hiperfluorescencia, y en estadíos avanzados una atrofia coriorretiniana central. La retinosquisis juvenil es una distrofia vitreorretiniana, de herencia ligada al cromosoma X, caracterizada por una pérdida visual progresiva, que suele comenzar en los primeros años de la vida y estacionarse alrededor de los 20 (34). A nivel de la fóvea se manifiesta por una estructura quística, con adelgazamiento de la CFNR a este nivel, y alteraciones en el ERG (35). Enfermedades de Depósito Existe un grupo de enfermedades neurodegenerativas (ver capítulo 7) caracterizadas por el acúmulo de material de depósito en los lisosomas de las neuronas y otras células, que si bien son poco frecuentes, acaban provocando ceguera con deterioro psicomotor grave. Entre estas enfermedades destaca por su importancia la lipofuscinosis ceroide (36), en la cual el ERG se afecta de manera precoz, y en pocos años acaba siendo plano. El examen del fondo del ojo demuestra atenuación de los vasos sanguíneos, maculopatía «en ojo de buey» y acúmulos pigmentarios en la periferia retiniana. Retinopatías Tóxicas Existen numerosos fármacos capaces de producir trastornos retinianos, que en la mayoría de los casos no revisten gravedad, y mejoran al interrumpir el tratamiento (tabla 5-6). Entre los más relevantes, la cloroquina y sus derivados, utilizados para tratar la artritis reumatoide y el lupus eritematoso diseminado pueden ser tóxicos si se excede una dosis diaria de 250 mg y una dosis acumulativa total entre 100 y 300 g (37). La aparición de un escotoma paracentral precede a las alteraciones del ERG y del fondo ocular, que a veces 108 Neuropatías ópticas: diagnóstico y tratamiento Tabla 5-6. Retinopatías producidas por agentes tóxicos • Alteraciones del epitelio pigmentario: clofazimina, cloroquina y derivados, clorpromazina, desferrioxamina, tioridazina • Afecciones vasculares: alcaloides ergotamínicos, aminoglicósidos, anticonceptivos orales, interferón • Edema macular quístico: ácido nicotínico, epinefrina, latanoprost • Retinopatía cristalina: cantaxantina, metoxiflurano, nitrofurantoína, talco, tamoxifeno • Otros: digoxina, rifabutina, vigabatrina evolucionan hasta una maculopatía «en ojo de buey» (fig. 5-22). La cloroquina se elimina del organismo con gran lentitud, lo que explica algunos casos descritos de toxicidad retiniana tardía (38). El antiglaucomatoso tópico latanoprost, análogo de las prostaglandinas, es capaz de causar episodios de uveítis anterior con edema macular quístico, que se resuelven al interrumpir la medicación (39). El fármaco digitálico digoxina puede producir visión borrosa, escotomas centelleantes y visión amarillenta (xantopsia), sin afectación del fondo ocular, que se han atribuido a una toxicidad directa sobre los fotorreceptores (40). La vigabatrina es un fármaco antiepiléptico especialmente útil y bien tolerado en el tratamiento de epilepsias parciales y de espasmos infantiles (síndrome de West), además de como agente coadyudante en epilepsias de difícil control farmacológico. Se cree que su acción consiste en una inhibición irreversible del enzima GABA-transaminasa, que cataliza la inactivación del ácido gamma-aminobutírico (GABA), un neurotrasmisor inhibidor a nivel del cerebro y de la retina (41). Se han descrito casos de afectación visual en varios pacientes tratados, y los datos sugieren que el grado de afectación se eleva rápidamente durante los 2 primeros años de tratamiento, y dentro del consumo de los primeros 2 kg de dosis acumulada, estabilizándose a los 3 años y después de una dosis total de 3 kg (42). Diversos estudios electrofisiológicos coinciden en que la alteración estructural se localiza a nivel de la retina interna, probablemente en los fotorreceptores (43). No obstante, un estudio anatomopatológico reciente sugiere una localización de la lesión primaria en la CGR, con atrofia secundaria del nervio óptico, del quiasma y de las cintillas (44). El patrón de afectación es la retracción del campo visual, generalmente por fuera de los 20-25° centrales, siendo de predominio nasal superior en los casos leves y concéntrica en los casos graves (fig. 5-24). Estas alteraciones suelen ser irreversibles, aunque existen descripciones aisladas de regresión parcial de los defectos tras suspender el fármaco (45), y el fondo del ojo puede mostrar una palidez del disco óptico en casos avanzados. AMBLIOPÍA FUNCIONAL La ambliopía denominada «funcional» es un concepto que incluye todos los casos de déficit de la agudeza visual en un ojo debido a la falta de uso. La baja visión en estos casos no es corregible mediante la refracción y, por otra parte, si en el examen oftalmológico hay lesiones en los medios transparentes o en el fondo ocular, no justifican el grado de afectación de la agudeza. Asimismo, la exploración neuroftalmológica permite descartar causas adicionales, orgánicas o psicógenas, de afectación visual. Figura 5-24. Campimetría computarizada de detección de campo completo. (Programa 120p. Humphrey Field Analyzer). Mujer de 25 años bajo tratamiento durante 5 años con vigabatrina por crisis parciales complejas de origen temporal en la que se aprecia retracción periférica de campo visual concéntrica de predominio nasal en el OD (A) y en el OI (B). La paciente no manifestaba sintomatología visual alguna. Causas Durante la infancia, las desviaciones oculares no se traducen por diplopia, al contrario de lo que sucede en los adultos, ya que la imagen de uno de los ojos es Capítulo 5. Diagnóstico diferencial de las neuropatías ópticas con otros procesos patológicos ignorada (ambliopía estrábica). Por otra parte, cuando el ojo de un niño recibe una imagen defectuosa con respecto al otro ojo, cualquiera que sea la causa, el ojo con el defecto visual es capaz también de ignorar la imagen (ambliopía por deprivación). En ambos casos el mecanismo responsable es el fenómeno cortical conocido como supresión o neutralización, que aboca finalmente en una detención de la maduración visual. Entre las diversas causas de ambliopía (46), la más frecuente son los estrabismos y, a su vez, la mitad de los pacientes estrábicos presentan una ambliopía de mayor o menor grado. Los estrabismos de pequeño ángulo se caracterizan por una desviación ligera, que no causa trastorno estético, por lo que los niños afectos no acuden al oftalmólogo hasta la edad escolar. La exploración en estos casos no es fácil, ya que el cover test parece revelar una ortoforia. A continuación en importancia siguen las ametropías, entre las cuales la anisometropía, superior a las 2 dioptrías, es la que causa ambliopía con mayor frecuencia. En la hipermetropía alta (7-8 dioptrías) es habitual una ambliopía bilateral, aunque la visión binocular sea normal y no exista estrabismo ni lesión orgánica visible, aparte de los discos ópticos pequeños y repletos. En los astigmatismos bilaterales elevados, la agudeza visual obtenida tras la primera corrección no suele ser excelente, pero tiende a mejorar con el uso continuado de las gafas. En la miopía alta bilateral la agudeza visual es en general baja, pero existen en este caso, además de la elevación papilar nasal, lesiones coriorretinianas causantes de un déficit visual orgánico evidente. Por otro lado, hay una serie de afecciones oculares precoces capaces de producir una disminución orgánica de la visión, a la cual se puede añadir una ambliopía funcional. Las más importantes son las lesiones unilaterales de la córnea (queratocono, leucomas) y las cataratas unilaterales congénitas o traumáticas. En estos últimos casos la ambliopía es casi siempre irrecuperable, aun a pesar de una cirugía precoz y adecuada sobre el cristalino. Los pacientes afectos de nistagmo suelen presentar agudezas comprendidas entre 0,1 y 0,3 en ambos ojos, por lo que acostumbran a ser discapacitados visuales. En otras ocasiones se diagnostica una ambliopía sin causa aparente que la justifique, por lo que se supone la existencia previa de factores ambliogénicos transitorios (hemorragia macular, inflamación palpebral, etc.) (5). El grado de recuperación visual en estos casos depende de la reversibilidad de las alteraciones neuro- Tabla 5-7. • • • • • • 109 Pruebas para la exploración de la ambliopía Dificultad de separación Filtro de densidad neutra Prisma de 4 Δ base externa Defecto pupilar aferente Tests foveolares en el sinoptóforo Examen de la fijación fisiológicas e histológicas que han sido demostradas a nivel del cuerpo geniculado lateral (CGL), en animales con ambliopía experimental (47). Diagnóstico Clínico El diagnóstico de ambliopía funcional se basa, por un lado, en la existencia de factores predisponentes (estrabismo, ametropía, etc.) y, por otro lado, en la exclusión de otras causas oculares o neuroftalmológicas (48) de déficit visual. Existen además algunas pruebas clínicas que pueden ayudar a diagnosticar estos casos (tabla 5-7) (ver capítulo 3). El fenómeno de la dificultad de separación, consiste en que la agudeza visual de un mismo ojo con ambliopía es, por ejemplo, 0,7-0,8 si se explora con optotipos aislados y 0,2-0,3 cuando se hace lo propio con optotipos agrupados. El filtro de densidad neutra (fig. 5-25) produ- Figura 5-25. Filtro de densidad neutra (Kodak n.º 96, ND 3.00). Colocado ante un ojo normal, hace que la agudeza visual se reduzca en unas 2 líneas del optotipo. Si existe una lesión de la mácula o del nervio óptico la reducción es aún mayor, mientras que en los amblíopes la agudeza disminuye muy poco con el filtro, cuando lo hace. 110 Neuropatías ópticas: diagnóstico y tratamiento ce una reducción mayor de la visión en los ojos normales y, sobre todo, en los afectos de otras lesiones orgánicas, que en los amblíopes (49). Ello se explica porque las condiciones fotópicas, al contrario de lo que sucede en los otros casos, no son las más favorables para la ambliopía funcional. No obstante, cuando ésta es muy profunda, la prueba del filtro resulta difícil de interpretar. El prisma de 4 dioptrías, colocado con la base externa ante un ojo de un sujeto normal, provoca un movimiento de dicho ojo en dirección al vértice del prisma y un movimiento equivalente de refijación en el otro ojo. Por el contrario, en caso de microtropia, este ojo se desplaza, pero el ojo contralateral permanece mirando al frente, debido a la supresión. En realidad, este tipo de respuesta anómala se obtiene también ocasionalmente con otras variantes de escotoma central en el campo visual. El DPAR se puede detectar en la mayoría de los ojos amblíopes y en más de la mitad de ellos es francamente visible, por lo que constituye una prueba poco específica para diferenciar entre ambliopía funcional y otras causas orgánicas de déficit visual (50). Al sinoptóforo los tests foveolares demuestran una supresión para el ojo desviado, si bien con tests más grandes la fusión es normal. Esta alteración puede ser permanente o alternante, cuando cada ojo toma la fijación de forma alternativa. Mediante el visuscopio se observa que la fijación es foveolar, descentrada o, con mayor frecuencia, excéntrica (fig. 5-26), lo que explica la aparente ortoforia al cover test y al sinoptóforo. Figura 5-26. Tipos de fijación: Fijación foveolar (A): la estrella se proyecta sobre la foveola y no se desplaza. Fijación parafoveolar o descentrada (B): la estrella se sitúa en un punto alrededor de la foveola y el sujeto ve la estrella nítida, pero a un lado. Fijación excéntrica (C): la estrella se proyecta más o menos lejos de la foveola, generalmente entre su lado nasal y la papila. PÉRDIDA VISUAL NO ORGÁNICA Las alteraciones de la función visual que no corresponden a lesiones orgánicas, a veces también denominadas «funcionales», comprenden las alteraciones psicógenas (histeria, neurosis, somatizaciones, etc.) y la simulación como sustratos etiológicos subyacentes a la pérdida de la visión. Estos trastornos deben ser diferenciados, por un lado, de la ambliopía funcional estudiada en el apartado precedente y, por otro lado, de aquellas neuropatías ópticas que cursan sin elevación papilar ni atrofia óptica. Se estudiarán en primer lugar las características comunes a las dos formas de pérdida visual no orgánica y en segundo lugar, las peculiaridades propias de cada una de ellas (tabla 5-8) (51). Características Generales La exploración de los pacientes con alteraciones de la visión psicógenas o simuladas comienza, al igual que para los demás pacientes, por la determinación de la agudeza visual. Si se empieza este examen por los optotipos de menor tamaño, en algunos casos se alcanTabla 5-8. Pruebas a realizar ante la sospecha de una pérdida visual psicógena A. Disminución visual: • Determinación inversa de la agudeza visual • Lente de + 5 d o cilindros opuestos sobre ojo sano • Visión estereoscópica • Campos visuales: espiral, cuadrangular, aumenta al acercar B. Ceguera uniocular: • Nistagmo optocinético • Prueba del espejo • Prisma sobre ojo ciego • Gafas y duocromo rojo-verde • Campo visual binocular C. Pruebas de ejecución: • Deambulación • Reflejo de amenaza • Firmar con el nombre • Pruebas de propiocepción D. Pruebas objetivas: • Reflejos pupilares • ERG, PEV Capítulo 5. Diagnóstico diferencial de las neuropatías ópticas con otros procesos patológicos zan valores de agudeza superiores a los obtenidos por el método convencional. Por lo que a la campimetría se refiere, el defecto obtenido en el déficit visual no orgánico consiste habitualmente en una contracción tubular. Las dimensiones del campo visual no suelen variar con los diferentes tamaños e intensidades de los índices, y el defecto puede adoptar una morfología atípica (fig. 5-27). Los campos tubulares han sido denominados también «en cañón», al contrario de la forma «en embudo», que caracteriza a las contracciones concéntricas orgánicas (ver capítulo 3), y el método de elección para su estudio es la pantalla tangente. Así, el diámetro de la zona de visión se mantiene, o incluso se expande, al acercar el paciente a la pantalla en el primer caso y, en cambio, se reduce en el segundo caso, ya que el ojo proyecta su campo visual, de modo similar a una cámara fotográfica. Otro tipo de defecto campimétrico observado en casos de pérdida psicógena o simulada de la visión son las hemianopsias. De acuerdo con Keane (52), se presentan de forma uniocular o binocular, y en este último caso pueden ser bitemporales, binasales u homónimas. Cuando se obtiene mediante campimetría monocular una contracción concéntrica o una hemianopsia unilaterales, la campimetría realizada en condiciones de binocularidad permite establecer el carácter no orgánico del defecto (fig. 5-28). Recientemente se ha diseñado una estrategia utilizando la perimetría computarizada de umbral, de modo que el paciente, con ambos ojos abiertos, no sabe con cual de ellos está viendo el estímulo. En los pacientes con déficits no orgánicos la respuesta muestra una diferencia entre los umbrales, según el sujeto crea mirar con uno u otro ojo, que no existe en casos de déficits orgánicos ni en los individuos sanos (53). No se debe olvidar que un defecto campimétrico no orgánico puede estar superpuesto a un defecto orgánico, por lo que la presencia del primero no excluye categóricamente la existencia de una lesión ocular o de las vías ópticas. Una vez obtenidos los datos de la exploración, sobre todo cuando sugieren un déficit visual severo, resultará interesante observar si la capacidad demostrada por el paciente de deambular por la habitación y de evitar los obstáculos está en consonancia o no con dichos datos. Finalmente, el examen quedará completado con el estudio de los reflejos pupilares y con las exploraciones electrofisiológicas. Nunca se insistirá bastante sobre la importancia del estudio de la motili- 111 Figura 5-27. Campimetría cinética en la pantalla tangente, que permite el estudio de las contracciones concéntricas en el campo visual, de origen no orgánico. (A) Campo en espiral, producido por una agravación del defecto conforme progresa el examen. (B) Campo cuadrangular inducido por el examinador (rojo), con un índice de 10 mm a 2 m, que mejora (azul) con un índice de 5 mm a 1 m de la pantalla. Figura 5-28. Campimetría cinética con el perímetro de Goldmann en una paciente que simula una pérdida visual unilateral. El campo visual izquierdo (OI) es normal y el campo visual derecho presenta una contracción concéntrica (OD). Esta última es de carácter ficticio, como demuestra la campimetría normal al explorar los dos ojos simultáneamente (binocular). dad intrínseca ocular, ya que la constatación de un DPAR resulta decisiva para el diagnóstico de una neuropatía óptica. En cuanto a las pruebas bioeléctricas (ver capítulo 3), los PEV permiten predecir el nivel real de la agudeza visual en muchos pacientes con déficit visual no orgánico (54). No obstante, la interpretación de los mismos se ha de llevar a cabo con cautela, ya que algunos individuos son capaces de generar voluntaria o involuntariamente registros alterados. De todos modos, si una alteración de los PEV coincide con 112 Neuropatías ópticas: diagnóstico y tratamiento un ERG pattern normal, ello es indicativo de que la pérdida visual tiene una causa orgánica (55). En casos especialmente difíciles, en los que se sospecha una pérdida visual no orgánica, con pruebas de imagen convencionales (TC, RM) negativas, las pruebas de imagen funcionales (SPECT, PET) pueden resultar de utilidad para descubrir el carácter orgánico del trastorno (56). Características Diferenciales Los trastornos psicógenos se observan sobre todo en los niños, especialmente del sexo femenino, y su motivo más habitual son los problemas psico-sociales (familares, escolares, etc.). En cambio, los trastornos simulados se dan sobre todo en los adultos del sexo masculino, siendo su motivación más frecuente la ganancia financiera con motivo de un litigio (57). La alteración visual psicógena es casi siempre bilateral y se suele acompañar de otros síntomas, como dolor ocular o fotopsias, mientras que la alteración simulada es más frecuentemente unilateral. Si un paciente simulador aqueja una disminución visual parcial en un ojo, la estrategia del examinador consiste en hacer creer al paciente que está determinando su agudeza bajo condiciones de visión binocular. Así, se puede colocar ante el ojo un oclusor ignorado, como una lente de +5 o más dioptrías, o un par de cilindros de 2 dioptrías o más y de signo opuesto, primero haciendo coincidir los ejes y luego rotando uno de ellos. Con el mismo objetivo, la realización de pruebas de visión estereoscópica aporta a veces datos interesantes. Cuando el simulador refiere una pérdida total de la visión monocular, el carácter simulado del defecto queda demostrado si se desencadenan movimientos oculares en respuesta a estímulos visuales, estando ocluido el ojo no afecto. Para ello se puede desplazar ante el paciente la cinta o el tambor optocinéticos, o bien un espejo. Otra prueba útil en estos casos consiste en colocar un prisma de 8Δ base interna ante el ojo presuntamente ciego, con el paciente fijando a distancia, a fin de constatar si es aquejado de diplopia. Asimismo, la visualización de unos optotipos duocrómicos a través de las gafas rojo-verde delata en ocasiones al simulador si éste ignora que está percibiendo el optotipo rojo con un ojo y el verde con el otro. La respuesta refleja positiva a un gesto de amenaza, cuando se produce, constituye otra evidencia que resulta decisiva para la categorización de estos pacientes. Además, en casos de pérdida visual, incluso total, está conservada la capacidad de realizar la propia firma y las pruebas dedo-nariz o dedo-dedo, dependientes de la propiocepción, mientras que algunos simuladores manifiestan dificultades para la ejecución de las mismas. Hemos visto algún caso de instilación voluntaria de un colirio midrático en el ojo con un defecto visual simulado para producir una alteración pupilar artificial, habiéndose confirmado el bloqueo colinérgico por la ausencia de respuesta a la pilocarpina 1-2%. LESIONES QUIASMÁTICAS Y RETROQUIASMÁTICAS Para finalizar, en el diagnóstico diferencial de las afecciones del nervio óptico entran en consideración los procesos patológicos que asientan en las vías ópticas a otros niveles de su trayecto intracraneal. El primer nivel implicado lo constituye la zona en donde se decusan las fibras nerviosas procedentes de ambas hemirretinas nasales, es decir, el quiasma óptico. El segundo nivel es el recorrido que siguen las fibras nasales de un ojo agrupadas con las temporales del otro ojo, en situación ipsilateral respecto a este último. Dicho recorrido comprende la cintilla óptica, el CGL, las radiaciones ópticas, la corteza visual occipital y sus áreas de asociación adyacentes. Se estudiarán en primer lugar las lesiones situadas junto al quiasma óptico, y en segundo lugar las lesiones localizadas en la vecindad del trayecto retroquiasmático de las vías ópticas (tabla 5-9). Lesiones del Quiasma Óptico El síndrome quiasmático da lugar a una pérdida de la agudeza visual uni o bilateral y a una alteración de la visión cromática, condicionadas por la dispersión que las fibras maculares experimentan en el quiasma. En los casos asimétricos, el ojo con mayor pérdida campimétrica presenta un DPAR, aunque no sea necesariamente el ojo con la peor agudeza. El fondo ocular puede mostrar una atrofia óptica en banda o total bilateral (ver capítulos 2 y 11), y su ausencia constituye un signo de buen pronóstico en cuanto a la recuperación visual tras Capítulo 5. Tabla 5-9. Diagnóstico diferencial de las neuropatías ópticas con otros procesos patológicos 113 Datos diagnósticos diferenciales entre los diferentes niveles de afectación de la vía óptica Agudeza visual Visión cromática DPAR Fondo ocular Campo visual Nervio óptico disminuída o normal1 disminuída o normal1 presente si asimetría o ausente1 normal o alterado central, altitudinal, contracción... Quiasma óptico disminuída disminuída presente si asimetría normal o atrofia en banda bilateral2 hemianopsia bitemporal Vías retroquiasmáticas normal o alterada3 normal o alterada4 contralateral en lesiones de cintilla normal o atrofia en banda contralateral + temporal ipsilateral en cintilla y CGL2 hemianopsia homónima 1 2 3 4 En papiledema incipiente o desarrollado. También puede haber papiledema. En síndrome quiasmático asociado o en afección bilateral sin respeto macular. En discromatopsia cerebral por lesión temporooccipital bilateral. una cirugía descompresiva eficaz. Los defectos del campo visual típicos de la afectación quiasmática son las hemianopsias y las cuadrantanopsias bitemporales (58), pero algunas lesiones de esta región adoptan características diferentes, por lo que se pueden confundir con las neuropatías ópticas (tabla 5-10). Los gliomas que infiltran el quiasma producen a veces defectos campimétricos que no corresponden a los patrones hemianópsicos bitemporales. Otros tumores intracraneales causan raras veces una compresión prequiasmática de ambos nervios ópticos, que se traduce en los campos visuales por escotomas centrales o por defectos altitudinales bilaterales (59,60). Los estudios efectuados por Hoyt y Luis en primates mediante fotocoagulación de zonas concretas de la retina y técnicas de impregnación argéntica, permitieron extraer varias conclusiones acerca de la disposición de las fibras ópticas a través del quiasma óptico (61) (ver capítulo 3). Es oportuno recordar aquí, que las proyecciones extramaculares temporales se sitúan en la cara lateral, las extramaculares inferonasales se decusan en la porción anterior y las maculares cruzadas hacen lo propio en la parte central y posterior del quiasma. En razón de ello, la afectación del ángulo quiasmático anterior se traduce por un defecto juncional (ver capítulo 3), consistente en un escotoma central ipsilateral asociado a un defecto superotemporal contralateral. Para explicar la patogenia de este último se ha implicado clasicamente a la rodilla de Wilbrand, cuya existencia en los individuos normales han cuestionado los experimentos de Horton, sugiriendo que se trata de una alteración anatómica consecutiva a la atrofia óptica (62). Si se afecta la escotadura quiasmática posterior es posible obtener escotomas bitemporales hemianópsicos (63) (fig. 5-29), mientras que la compresión lateral del quiasma a ambos lados causa excepcionalmente una hemianopsia binasal. Lesiones de las Vías Retroquiasmáticas La afectación de la vía óptica retroquiasmática no produce disminución de la agudeza visual, salvo que Tabla 5-10. Defectos campimétricos de origen quiasmático que pueden simular neuropatías ópticas • Contracción concéntrica en gliomas quiasmáticos • Escotomas centrales / defectos altitudinales por compresión prequiasmática bilateral • Ángulo anterior: escotoma central ipsilateral + defecto temporal contralateral • Escotadura posterior: escotomas hemianópsicos bitemporales • Caras laterales: hemianopsia binasal 114 Neuropatías ópticas: diagnóstico y tratamiento Figura 5-29. Campimetría cinética con el perímetro de Goldmann del OD, que revela un escotoma hemianópsico temporal absoluto, además de una contracción superotemporal relativa. Los defectos estaban presentes también en el OI, y se debían a una compresión quiasmática posterior por un adenoma hipofisario. Figura 5-30. Campimetría computarizada de detección, que demuestra un escotoma central relativo en el OD (A) y en el OI (B) de un paciente afecto de una insuficiencia respiratoria aguda por edema de epiglotis y afectación hipóxica consecutiva bilateral de las fibras de proyección macular en la corteza occipital. (Programa ST central. Octopus Field Analyzer). sea bilateral, y la percepción cromática es asimismo normal, con excepción de la discromatopsia cerebral consecutiva a infartos temporooccipitales bilaterales. Si está implicada la cintilla óptica, se observa un DPAR en el ojo contralateral (ver capítulo 3), mientras que los reflejos pupilares son normales en las localizaciones más posteriores. Las afecciones de la cintilla o del CGL producen una palidez temporal del disco óptico ipsilateral y una palidez en banda del disco contralateral (ver capítulos 2 y 11). En cambio, las retrogeniculadas adquiridas no producen atrofia óptica y en casos consecutivos a procesos expansivos es posible encontrar un papiledema en el fondo ocular. Los defectos del campo visual típicos de la afectación retroquiasmática son las hemianopsias y las cuadrantanop- sias homónimas, cuya congruencia o simetría entre ambos ojos es menor cuanto más anterior y mayor cuanto más posterior sea su situación. No obstante, algunas lesiones, de localización sobre todo cortical, adoptan características diferentes, por lo que se pueden confundir con las neuropatías ópticas (tabla 5-11). Entre las causas unilaterales está la pérdida selectiva del creciente temporal uniocular (60-100°), por afectación de la porción más anterior de la corteza calcarina, que recibe exclusivamente fibras cruzadas procedentes de la retina nasal periférica. Aunque existe algún caso documentado (64), la mayor parte de los defectos de la semiluna temporal se deben a alteraciones de la periferia retiniana o a trastornos no orgánicos. Las afecciones corticales occipitales localizadas producen escotomas homónimos hemianópsicos, que también son posibles en lesiones de las radiaciones o de la cintilla óptica (65). A su vez, las causas bilaterales comprenden, en primer lugar, los escotomas centrales bilaterales (66) (fig. 5-30), producidos casi siempre por una hipoperfusión prolongada con afectación selectiva de ambos polos occipitales, que contienen una amplia representación del campo central (67). En segundo lugar están los casos de contracción concéntrica del campo visual, de aspecto tubular «en cañón», condicionados por una hemianopsia homónima bilateral con «respeto macular» (fig. 5-31). Ello se debe a una preservación selectiva del polo occipital en las hemianopsias homó- Tabla 5-11. Defectos campimétricos de origen cortical que pueden simular neuropatías ópticas A. Unilaterales: • afectación selectiva de la semiluna temporal • escotomas hemianópsicos homónimos B. Bilaterales: • escotomas centrales por afectación de ambos polos occipitales • hemianopsia homónima bilateral + preservación macular • cuadrantanopsia homónima superior o inferior bilateral Capítulo 5. Diagnóstico diferencial de las neuropatías ópticas con otros procesos patológicos 115 Figura 5-31. Campimetría computarizada de detección, que revela una contracción concéntrica máxima del campo visual en el OD (A) y en el OI (B), de un paciente que presentaba una hemianopsia homónima bilateral con preservación macular, consecutiva a un infarto isquémico occipital bilateral secuencial. (Programa ST central. Octopus Field Analyzer). nimas, y se observa casi siempre a consecuencia de AVC isquémicos. Se atribuye a la doble irrigación de la región por ramas colaterales de las arterias cerebral posterior y cerebral media (68). En tercer lugar, las lesiones bioccipitales de situación superior o inferior con respecto a la cisura calcarina pueden producir una cuadrantanopsia bilateral homónima inferior o superior, respectivamente, que configura un defecto altitudinal bilateral (66) (fig. 5-32). BIBLIOGRAFÍA 1. Miller NR, Newman NJ (eds). Topical diagnosis of lesions in the visual sensory pathway. En: Walsh and Hoyt’s Clinical Neuro-Ophthalmology. 5th ed. Baltimore: Williams & Wilkins, 1998: p. 237-386. 2. Burde RM, Savino PJ, Trobe JD (eds.). Unexplained visual loss. En: Clinical decisions in Neuro-ophthalmology. 2nd ed. St. Louis: Mosby, 1992: p. 1-40. 3. Litoff D. Minimal visual loss: Determining the role of the cornea. En Krachmer JH, Mannis MJ, Holland ES. (eds.). Cornea. St. Louis: Mosby, 1997: 447-55. 4. Maguire LJ, Meyer RF. Ectatic corneal degenerations. 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