PERIÓDICO POLÍ Y LiTiRARIO.

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Viernes 8 de Abril de 1870.
MAí>mt>:
NÚMERO 6,d00.
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PUNTOS DE SUSGRIGION.
^fiEGIOS DE SUSGRIGION.
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i i j ^ 4eniás naciones de Europa, 28 frs. tres meses,
Londres, una libra esterlina el trimestre. Un mes iOtrl,
Dirigiendo libranza, 9ü rs. trimestre, franco de porte;
y héch* Bil iJaáa (le los comisionados, 100.
l*tsllf^ÍSIAS « A f l E S l I C A E*2»A]*OfcA. '
, Ciento vcmte reales trimestre, franco de porte.
Dirigiendo libranza 80 rs. por trimestre, y 60 haciendo
la suscricíon por los cisMisiaiiados.
Los aüuiítíids dé Mádñá se admiten á real linea
d& cuar0nta letras^ éh las oficinas de LA ÉPOCA, calle
miis TórhíSi tiúm. I l , y los de provincias enviando
libranzas ai administrador.
Comunicados á 4 reales línea.
COSS'ES'JrACIOiV
BEL SBNOH MARQUÉS DE MOLIXS AL oíscuaso LEÍDO POB EL
SBJiOK AVALA ANTE LA AG4eKíUA JSSPAfíOLA.
(ConcÍMSioíi.]
\,^J'^!í^'^^f'^^^^^^^'9<>ií^i^scrmtick9
literarias cómo
can otras de mas sublimo origen y dé ^ ^ ^ tr.iscericléat?i importanoia: unos las alcanzan á cri.st.-t de neresrinar
^^^jJ^'^'f^O^^'^'^^^áMMo
tle lu dida-'oSs
Irt .?rtf S ^fe'""^"f' *"' ^ " ^ ^ f'^^sP^es do ii.ibor ilitentattLií/'^r*^
sendero ancho y ameno en su prinaipá*,
|4«rtt.araderodeanUezy escabrosidad sumas; o ^
^ ' 'm, qicnosos sm vagar en la inoertidumbre, ni ífef
Heridos por el desengaño, lo encuentran todo en * i » g.izoidesuuiadre, en el hogarde su familia, en l o s r a e tJ?4e.suínlancia, en ios regocijos populares del lugar
ftitiyo,.
.
«
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. i £st4,>ionso y o q u é fué lá «itófté á c l Sr. Ayala e n s u s
%m^ippiqnes_hterarf Ai, f m e lo da á e n t e n d e r el vcr fio»
« S ¿ S Í ' * " f ' ^ ^ ' ^ ' ^ " ' ' ' ' - « t r a ^ u n a coaíodia d i M M
• *'!• * *^'''."<^<' a p e n a s contaba diez v seis años.
'
. « ' . &sjeln;iese el a s u n t o da LosdosGtzmfi^::^ o s líareW n a , senojes, oír el a r g u m e n t o d é « n a comedia d e Cali l í ^ ^ " ' . ' ' f j ? " " ' 1 ' ^ ' ® " *P**"^ tenía tiempo d e h a b e r
^ ^ ! " , " ' ' | A ^ l ^ ^ , * ' • • ' l « m o ei m u c h a c h o remeda las
S : ? ^ ^ f / i f í * Í 3 l e 3 i a , q u e n o c o m p r e n d e , y calca l o s
^.ttAdr0g.^üe her.edó d e s u s p a d r e s .
.^_ Itóinpo-vendrá q u e aquel r e m e d a d o r del rito s e a ^ ~
i n r n í i " ? ^ * ' * * r ^ ® ' ' ^ ' * ' ' ' ' ' y i ' i < ' «1 calcador tímido se
">rn¿-ea imitador valiente.
• A s p i r a n d o á esto decía sin d u d a el Sr. Ayala; «Bara
ren9var el teatro de Calderón, yo p o n d r é e n e s c e n a ^ o s
personajes y los sucesos de s a época, y asi e n ellos el
íitfif^® f ®' ^ * " ? calderonianos séráA propios c o m o la
W p í l l a y l o s g r e g d e s c o s i l a histeria m e bosquejará los
caracteres y me s u m i n i s t r a r á los desenlaces; y o los p i n tare con el color Vivo q u e j a filosofía y lá crítióa h a » facilitado é a a ü e s t r o s tiempos.»
^•^ ?
«Aomjire deEstaio és lá realización de este propósito
ÍMiU.fll^^
Calderón, a q u e l triste ejemplo de la i n s lOiHlidad de la fortuna; a q u e l ministro de tantos c r í p i e h t ó «casado, y d e u n o solo convidfe; aquel orgulloso
p v a d o , que al decir de los historiadores, y s e s i m noélicamente repite el a u t o r , m a s fué c o n d e n a d o poTlos vidéldl-am'a *^""'' '^^^ ^*"' ^°^ 'í"® ' ' i ^ " ' "* «' protagonista
j D. Rodrigo se cree digno de llamarse h o m b r e d e E s m> cuando se esperimenta capaz de inmolarlo todo á
itt ambición: ha olvidado á s u primera a m a n t e , d e s a t e n «;!?„*
1 ° " » " í*« ^^ infancia; sacrifica primero á s u
protector, luego a s a a m a d a , y se vale de los crímenes
| « s i i s seides para estender su poder, y de la corrüncion
del príncipe para p e r p e t u a r l o .
' í « " ^ corrupción
Al cabo el ciego ministro <;ae en el lazo q u e tenía tendido, y se despena d e la c u m b r e á q u e habia trepado: y
S L ^ A Í ^ ' L ' ; 1 * " ' ^ ' ' ^ ' ' ' ' " S O pohtico es inevitable, e l g í a n
S T ^ " ' " / " " ' ' ' ' ' ' * P ^ ' " ' ' « ^ ' y los consuelos providencíalos descienden como rocío sobre aquella alma q u e la
eSama:' ^
ROORCQO,
BALTASAR.
EOORIGO.
BALTASAR.
RODRIGO.
BALTASAR.
RODRIGO.
^"^^' ' ' ' ^ ' ' ' " ^ ' " ' ' ^ ^ ' ^ ^ s i n alimentar, y
Morir, Zúñiga, es rigor,
y yo en morir n o vacilo,
q u e el instante m a s t r a n q u i l o
eselinstanfemejop./ • - T » "
E n vano el h o m b r e se afana
la existencia en dilatar:
pues m a ñ a n a h a de llegar,
lo mismo.es h o y q u e m a ñ a n a .
La m u e r t e m e halla propicio,
y a u n tengo á felicidad
e n t r a r en la eternidad
por la p u e r t a del suplicio.
Y p o r q u e se satisfagan
los q u e os h a n m a n d a d o a h o r a
da cuánto y e r r a ó ignora
ese m u n d o á g u i e n halagan,
ttecidies, Zúñiga, q u e h o y
q u e en la prisión m e h a n juzgado
abatido y desgraciado,
grande y venturoso s o y .
Si alguna ofensa m e h a n h e c h o ,
m i muerto n o h a n de impedir,
pues con dejarme morir
m e dejaran satisfecho.
A vos, q u e estáis en la vida
sujeto á sil d e s v e n t u r a ,
hoy, como prenda segura
d e mi eterna despedida,
daros u n consejo quiero
q u e yo, Zúñiga, aprendí
viviendo como viví
y m u r i e n d o como m u e r o .
Sabed q u e dentro del alma
la mayoi- grandeza existe,
y la v e n t u r a consiste
en saber gozar de calma.
Viviendo en paz, sin violencia
n u e s t r o fin llegar se advierte,
y v e r en calma la m u e r t e
nace feliz la existencia.
Vivid, y amigos los dos
seremos en adelanto.
Bástenos serlo u n instante
en la presencia de Dios.
¡Oh! dilatad la existencia;
vivid al menos y orad.
S ú p l a l a eterna piedad
mi falla do peaitoiicia.
Mandadme, puos, q u e a n h e l a n t e
mi afecto os quiero mostrar.
Con ver á lodos llorar
tengo, Zúñiga, bastante.
Vuestro perdón solo ansio.
Con el alma y corazón.
BALTASAR.
RODRIGO. Y en cambio de esto perdón
tomad el ejemplo mío.
Sin duda habrá críticos eruditos q u e r e c u e r d e n aquí
tel ó Cual personaje, tal j o r n a d a ó cual comedia d e Calaeron; pero cierto es q u e n o pensaba e n ello el poeta
qUe tan sentidamente escribía estos versos e n el rincón
de u n pueblo de E s t r e m a d u r a , y menos a u n lo tenía
presente el público madrileño c u a n d o , d u d a n d o e n t r e
el llanto y el aplauso, pedia á voces el n o m b r e del a u tor, y sabia con sorpresa q u e era u n j o v e n q u e rayaba
apenas á la sazón en los veinte y u n a ñ o s .
Por otra parte, esa escena sola, ese carácter entero y
Uerno a la vez esplican u n a espresion proverbial e n
Buestra lengua y u n a tradición simpática e n n u e s t r o
pueblo, al parecer entre si contradictorias: dicese del
sugeto grave y circunspecto q u e con á n i m o y esfuerzo
inflexible soporta las contrariedades, q u e es mas tieso que
í . Rodrigo en la horca... y al mismo tiempo el pueblo de
k corte, olvidadizo e n s u s afectos y hasta e n los e s c a r mientos, y q u e n o se acuerda dónde vivió Ercilla, d ó n de murió el m a r q u é s do Vülena, el de la redoma, ó d ó n de yacen Lope de Vega y Velazquez, conserva memoria
de q u e D. Rodrigo Calderón vivió e n la calle Ancha, fué
ajusticiado en la Plaza Mayor, y estuvo sepultado en el
Germen descalzo, h o y p a r r o q u i a do San José.
A este mismo género de libre imitación pertenecen
La Estrella de ¡{adrid y Rioja, cuyos a r g u m e n t o s están t o mados también del dramático reinado de Felipe IV.
No los h e d e referir yo ciertamente, p o r q u e la o c a sión no me lo permite: el análisis de u n o solo de estos
poemas escediera el tiempo q u e me resta, y q u e vosotros
ya con sobrada generosidad m e otorgáis.
¿Pero cómo prescindir del empeño q u e h e contraído?
¿Górao, si ya os h e mostrado la religión y él valor del
U'mbre de Estado, n o os h e de manifestar ahora la g e n e rosidad y el a m o r del poeta?
1 Rioja, el cantor dulcísimo do la rosa y de la a r r e b o lera, había llegado por su admirable talento á g a n a r el
puesto de secretario del conde-duque de Olivares, privado del r e y , y por s u corazón, m a s bello a u n q u e s u t a lento, habia inspirado á la tierna Isabel, sobrina del p o deroso ministro, u n a pasión de quien ella m i s m a dice:
Amor q u e forma infinito
el alma g r a n d e de d o s ,
q u e ya la m a n o de Dios
en los cielos tiene escrito.
Pero Rioja antes q u e h o m b r e público habia nacido
hidalgo; antea q u e a m a n t e era hijo, y debia la vida y
lá honra de su padre á dos caballeros d e la casa d e
Mendoza: se ve por las circunstancias q u o forman el
drama obligado á ceder al u n o el alto puesto p o r el t a n
PERIÓDICO POLÍ
merecido, y al otro la dama de quien era tiernamente
amado.
No hay^ ^m embargo, razón para admirarse de esto,
¡pues que Rioja no considera, á ejemplo de un dramático moderno francés, la popularidad, el poder y el
empleo como otros tantos ejeclus públicos sujetos á cotizacidn y á cdrrélajé. Bien cidro lo dice:
íio és este áfan dé opulénciál,
de tantos males fecundo,
quien me mueve á dar al mundo
señales de mi existencia.
Mis pensamientos aspiran
á otro fin; por otros modos
hOnlbre soy; los hombres todos
respeto y amor méinspifaní
Y anhelo ansioso, qué aclamé,
de gloria lleno, mi nombre
' ía fama, para que el hombrp
también me rospolo y auio.
Dé esia manera mó cxhortrt
l?l-^eU'i'<? á quii='n nieabanaonó;
los montos ambiciono,
que el premio poco me importa.
Para el alma que apetece
respeto solo y am^r; , _ .
¿dónde hay un prenlió lüayór
qiié sahér qué ío rüérócé'?
Ni el amor, en concepto del poeta y del personaje español, eS esa pasión mezquina y vana que un realismo
fotográlico nos retrata, y qué necesita estar vestida por
Worth y peinada por Félix; qué depende hasta de que
una puerta eúé abierta ó cerrada. Ama Rioja ausente, porque ama para obrar su virtud, no para destruir i;;
agena.
Y es tan pdrá éátá pasión
que al bien constante me exhorta,
que cuando el alma sp muestra
mas noble y mas generosa,'
juzgo que está, donde quiera,
mas cerca del bien que adora.
¿Cabej señor(ís> g^riéroáidád nias liberall, amor mas
puro, abnegación mas desinteresada?
Pero acompañemos al Sr. Ayala en la última etapa
(como ahora se dice) de sus progresos dramáticos. Ya le
habéis visto primero escrupuloso y fiel en süis copias; ya
le acabáis de contemplar acertado en sus Ubres imitaciones: ahora, en fin, le estudiaremos en aquel último
grado de asimilación en las ideas, de identificación en
los pensamientos, de parificácion y armonía con su modelo que, sr habíáranws en lenguaje místico, podríamos
llamar «jíípn per/ecía,
Semejante estado fciteleCtual tiene en el Sr. Ayala
dos manifestacíoneá patentes.
\ . ' La de refundir dramas de Calderón, á manera
de hábil restaurador de cuadros; es decir, sin dañar al
original, y dejándolos cómo el autor lo habría hecho si
hubiese alcanzado nuestro teatro.
Y 3.* Fantasear los cuadros déla edad piresente con
U viveza de espresion, animado movimientco y brillantez de colorido que el gran poeta hubiera Ufsado, á r e tratar las clases y costumbres de nuestra sotciedad.
Si Velazquez, contemporáneo de Calderwn, viviera
hoy, cierto que modiücaria sus cuadros. ¿Diónde había
de háHártwm^Jrtí© «láoo para sus fábricSs^e tapices y
ínosquetes para sus campos de batalla?
Goya, el gran pintor español moderno, tomó de Velazquez, la energía del claro-oscurff, la magia del color,
sobre todo, el tojue franco y vigoroso; pero no retrató
á los personajes ele su época.
En traje que un tiempo
fué muy señoril,
y agora lo viste
solo un alguacil.
Como el antiguo pintó bufones y borracHios, reprodujo el moderno majos y chisperos; anduvieiron solo de
acuerdo en eternizar la pura luz de nuestro cuelo, el donaire de nuestras hermosas, el heroísmo bizóarro de los
hijos de España: por eso nos dejaron el cuadiro de la toma de Breda y las escenas del Dos de Mayo.
Así Calderón. ¿Pensáis que si viviera el ejemplar y
modesto sacerdote habia de gastar la larga y rizada melena de nuestros pollos (como ahora se llamam), ó el bigote y la pera de nuestros militares?
Y lo que con su porte acontecería con su tíalento: era
teólogo y controversista; pero no llevaría hoy la teología
y la coniroversia al teatro^ sino á los libros, quizá como
nuestro Bfilraes; era vehemente en su imaginación y|poótico en súlenguaje; pero no llevaría los arranques de su
inventiva á los encarecimientos de su galantiería al pulpito, sino al teatro, como nuestro Nicasio (Sallego. El
corazón humano siempre es el mismo; peroá cada tiempo sus costumbres, como á cada clase y estadio sus condiciones propias.
Si Calderón hubiese destinado á (luestra escena de
hoy su magnifico drama El alcalde de.^Zalamea,no lo habría salpicado con los acostumbrados chistes ;y la eterna
hambre del criado Ñuño, ni quizá tampoco h ubiera dejado tan valdio el carácter del hidalgote D. Miendo , e s traño enteramente á la acción.
Monos aun hubiera puesto en boca de unai hija, quo
refiere á su padre el mayor ultraje que una imujer puede recibir, estas amaneradas razones:
¡Qué ruegos, qué sentimientos,
ya de humilde, ya de activa,
no le dije! (Al forzador.) Peroen vanra,
pues (calle aquí la voz mia),
soberbio (enmudezca el llanto),
atrevido (el pecbo gima),
descortés (lloren los ojos),
fiero (ensordezca la envidia),
tirano (falte el aliento),
osado (luto me vista),
y si lo que la voz yerra
tal vez con la acción seosplica,
de vergüenza cubro el rostro,
de empacho lloro ofendida,
de rabia tuerzo las manos,
el pecho rompo de ira.
Entiende tú las acciones,
que no hay voces que lo digan.
No se crea que yo censuro por esto á Calderón. El
público de su época tenía, no solo costumbre,, sino a n siado esas á manera de cabatinas de la declamaoioi,que
hoy nos parecen de mal gusto, aunque aceptamos todavía las sentenciosas décimas, las agudas quin lillas y el
artificioso romance esdrújulo, no menos convencionales
que las relaciones que Calderón llamaba por burla cañetillas.
En cuanto á la figura del hidalgo D. Mondo, completaba el magnifico cuadro dol autor antiguo. En él ocupa
el primer término la familia de Pedro Crespo; su inocente hija, cuyo pecho aun no ha sentido el primer latido
de amor; su hijo, sumiso y valiente, á la par que afanoso por ennoblecerse en el camino de la milicia, Crespo,
sobretodo, tipo acabado del labrador castellano; fuerte,
pero modestoj»pacicn te, pero denodado; rico con su econornia, y generoso de sus riquezas; celoso de su honor,
pero no ambicioso de honores; personificación, en fin,
de aquel estado llano cuyo poder habiaii sembirado en la
política de España San Fernando, doña María d e Molina
V los Reyes Católicos; y cuya influencia, adlormecida
(como la germinación del trigo bajo los hielos) durante
la dinastía austríaca, habia de desarrollarse en lia siguiente y de producir hombres de Estado, no comió el marqués de Siete Iglesias, sino como el de la Ensenada; no
como Antonio Pérez, sino como Jovellanos.
A otro lado de esta magistral figura de Croispo, aparece el general D. Lope de Figueroa, reflejo siublime de
aquellos guerreros como Alarcon y Leiva, quie bajo la
aspereza militar cubrían un corazón tierno y ncobilisímo,
unacortesania esquisita y una galantería éalballerosa;
bien así como las joyas delicadas y ricas so g:uardaban
en el'arca de tosco hierro hecho amartillo.
Contraste suyo es el capitán D. Alvarode Attaide: uno
de tantos campeones de Italia y Flandes, que aicudian á
nuestras espediciones mas por la licencia q.[ue por la
gloria, que llevaban consigo; y con él,eneldraima, como
en la guerra, militaban compañías tantas vecess victoriosas y tantas sublevadas, así dispuestas á conquiistar provincias estrañas, como á entrar á saco nuestross pueblos,
y que, en efecto, en el acto tercero mismo cojiitramarchan y se meten por ol lugar sin ser llamadas..
Pues bien, asi como I). Lope y D. Alvaro sso coritraponen y esplican, asi ol viejo labrador dol ostaado llano,
Pedro Crespo, habia menester el complemento >y contraste de esotro hidalgote vano y ocioso; halaganddo su va-
Y LiTiRARIO.
nidad con la ejecutoria, y amenguando con su ocio la
cuantía de su mayorazgo.
Quizá este personaje que Calderón dibuja en segundo término no agrupa bien con los otros, y aun por eso.
acortó el refundidor suprimiéndolo; pero en el primer
trozo del cuadro era necesario, ya para que la figura del
alcalde-saliese por lo claro, ya para que apareciese aquel
elemento importantísimo de nuestra economía política y
social; ia cual tenía por base un poder municipal, vigoroso á punto de resistir á ejércitos puestos en movimiento, y por coronamiento, un monarca de todos resüotad<) como ley viva y como justicia poco menos que
infalible.
,
La acción q u e eorl taicá personajes se T:>CSarrolla, es
en gran m a n e r a sencilla: Lista la refiere así: «Pedio
ürespoj labrador rico, tíéñe Un hijo y u n a hija: e n t r a e n
el puebla u n baíailon do soidsdOs, y ál tiempo d e r e t i r a r s e se te lleva el capitají de u n a c o m p a ñ í a robada á l a
hija; la ftlérza en u n monte, y d e s p u e s la a b a n d o n a . Pero habiéndole encontrado el h e r m a n o de la agraviada,
riñó cóñ él y le dio u n a herida, por lo cual es conducido
el capilan-al pjaehiopárá curarle. Pedro. Crespo'dice al
capitán, q u e íouie todos sus bienes, q u e le venda á él y
á s u liijó p o r esclavos, cBn tal q u e r e p a r o s u afrenta c a sándose con SU hija,
,
,
«i- í »No quiso cOnséritlren ésto él cafhlailj Vmta CriísiTO
te'puso prfeo íririíéíliatífiriétítéj ctirid ¡iiéáUé q u é había
sido notnbrado á la sazón, sentenció !a caiísM y coridc'Bió
al culpable á, m u e r t e de garrote, precisamente c u a n d o
D. Lope de Figueroa, jéle de aquel tercJo, quiere poner
fuego a l liigar, s i n o le entregan al capitán. E n aquel
m o m e n t o llega Felipe 11, pregunta á Pedrci Crespo, se
e n t e r a del c r i m e n , confirma la sentencia y dice: Bien dada la muerte eatd, Y á Mto Crespo deja p o r alcalde p e r petúo del litgár.)i
^
,
.
G r a n d e s problemas se suscitan á \á sliMplfe lectura de
este argumentOjfcuriosos para todos, s i n g u l a r m e n t e pafá
los estremados apologistas de antiguos tiempos.
¿Cuál era en ellos la pureza d e costumbres?
¿Cuál la disciplina de nuestras tropas?
¿Cuál la pujanza del espíritu municipal?
¿Cuál el límite d é l a jurisdicción ordinaria?
¿Cuál la e s t e n s i o n d e l fuero de guerra?
¿Cuál la aspiración á la unidad en este punto?
Tales p r e g u n t a s á otras Academias n u e s t r a s h e r m a n a s a t a ñ e n , q u e n o á nosotros.
Lo q u e sí n o s iniportá es r e p a r a r q u e en n u e s t r a e s c e n a s e c o n s e n t í a n situaciones como la d é la infeliz hija
de Crespo, q u e hoy n o h a podido Víctor Hugo mismo
h a c e r aceptables e n el mas libre d e los teatros franceses;
situaciones tales q u e las e n c a n t a d o r a s melodías de V e r d i n o s h a c e n c o n dílicultad tolerar éii Itifioleto: y t a m b i é n
q u e la jurisdicción eácénica era t a n absoluta «Jue se sacaba a l teatro al mismo. Felipe II, es decir, al abuelo á e l
monarca r e i n a n t e .
Por d o n d e se vé c l a r a m e n t e q u e á pesar del adagio
allá van leyes do quiereí^ reyes, e n el teatro, los reyes m i s mos van ó vienen Segiin la l e y del u s o , c u y a dictad u r a , siempre vigente, es m a s poderosa q u e s u r e a leza.
•
Reina es támbieii, y en verdad la m a s g r a n d e , la m a s
¿ o b l e , la mas m a g n á n i m a de c u a n t a s h a n ilustrado u n
t r o n o , Isabel la Católica, e n fin, la q u e Calderón saca á
la escena para casMgar el desalmado libartiíjaje de JGÜÍmez A r i a s , que en vicios solo su vivir emplea, y por cierto
q u e lo manda^dególlax sin formación de proceso y á p e sar del p e r d ó n de la parte ofendida.
Yo n o fluáé que'ée ejecutase íá sentencia; pero juzgo
q u e anda-'(oa*?^$ít por el m u n d o cofftO é\ Mdíoerraiite u n
hijo d e Gómez Arias, á él m u y parecido, llamado D. J u a n .
Lo cierto e s q u e en el siglo XVH-Tirso de Molina lo e n contró a u n e n Andalucía, habiéndose granjeado el r e n o m b r e d e £ i Saxladar de Sevilla, en c u y a s iglesias hacía
estupendos desacatos. A la puerta asimismo de la do San
Jorge, q u e h o y n o existe en Madrid, lo vio Calderón s i guiendo á u n a Leonor y seguido por u n a Marcela: l l a mábase á la sazón D. J u a n de Mendoza, (1) pero n o cabe
d u d a de~que era él Burlador hiisffi'o, ípúés déciá dé^ sí
propio:
Que n o h a y mujer q u e me deba
cuidado d e c u a t r o días;
p o r q u e , b u r l á n d o m e de ellas,
la q u e á mí m e d u r a m a s ,
es la q u e m e n o s m e cuesta.
Luego á principios del siglo XVIII lo retrató de c u e r po entero Zamora y escribió al pié D. Juan Tenorio. Con
este nombre ha recorrido toda Europa, y lo h a n conocído e n Francia Cornoille y Moliere; en Italia Goldoni; e n
Alemania le vio bailar Gluck y le oyó cantar Mozart; en
Inglaterra le halló Sadwell, y n o sé si Byron, siempre
r o n d a n d o iglesias, seduciendo mujeres y burlándose de
padres y maridos.
No hace m u c h o q u e el Sr. Ayala le encontró en la
parroquia d e San Seíjasfian c o n el n o m b r o d e D. J u a n
de Alijarado, y se dijo p a r a sí como la Reina Católica:
Es u r g e n t e u n escarmiento
que s u b o r d i n e y contonga
á estos p a d r e s del a r d i d ,
perseguidores de oficio,
propagandistas del vicio
y zangaños de Madrid.
Pero como inferiréis de estos versos, el libertino, si
bien h a conservado su índole, ha m u d a d o de c o s t u m bres; como ha g u a r d a d o el n o m b r e y h a cambiado de
apellido.
Así es q u e c u a n d o le retrató Calderón era militar
a v e n t u r e r o , daba m ú s i c a s e n las calles y a n d a b a á c a ballo por trochas y b a r r a n c o s . ¿Le incomoda u n rival?
Pues cierra con él á cuchilladas. ¿Le agrada u n a n i ñ a ?
Pues la seduce. ¿Ofrece resistencia? Pu^es la roba. ¿Se
cansa de ella? P u e s la deja en el monte, ¿insiste con i m portunos ruegos? P u e s b u e n remedio, la v e n d e á u n
moro.
Ahora el b u r l a d o r vive m u y de otra m a n e r a : para
seguir á la mujer del prógimo hace plaza de la iglesia, con
lo cual el marido a l a r m a d o , dice:
Cuando s o r p r e n d o el afán
con q u e la m i r a , el bribón
finge estar e n oración
m i r a n d o á S a n Sebastian.
Pero á través d e s u encanto
contemplativo, y o noto
q u e es m a s ardiente devoto
de m í m u j e r q u e del santo.
Aquí halla el Sr. Ayala la respuesta á u n a p r e g u n t a
q u e acaba de hacer: en efecto, n o tenemos m a s caridad
evangélica q u e n u e s t r o s padres y algo profanamos t a m bién los lugares sagrados, a u n q u e no tan escandalosam e n t e como Eusebio en La decocion de la Cruz.
Asimismo el seductor de ogaño, en vez do cultivar el
a r t e d e las b a n d u r r i a s y el empleo de las r o n d a s , se
jacta de poeta n o vulgar, y da á la estampa u n librillo q u e
se titula SüKptros. Tampoco provoca duelos, sino q u e u n ge cartas. Y al cabo, m a s q u e en agrestes montes se e s c o n d e e n u n prosaico a l m a r i o , e n d o n d e p u e d e el m a r i do encerrarlo y decir c o n sorna:
Yo m e acuesto... Si h a y r u i d o ,
m a n d o el almario q u e m a r .
Ahur... No s i e m p r e h a de estar
en ridículo el m a r i d o .
Al c o m p a r a r el libertino d e Calderón y el d e Ayala,
parécenos q u e el primero era como el lobo h a m b r i e n t o ,
audaz y temerario q u e diezma los rebaños d é l a Alpujarra, d o n d e pasa la escena; el segundo se asemeja á la alimaña golosa, cobarde y astuta q u e socaba n u e s t r a s v i viendas, inquieta n u e s t r o sUeño, y merma ó destruye el
guardado m a n j a r e n q u e p o n e m o s n u e s t r o gozo y las
delicias de niiestros hijos.
Aprestad contra el p r i m e r enemigo público el fuego
y el hierro: el fuego del infierno como para Eusebia , y el
hierro del verdugo como para Gómez AWaf. Para ol s e gundo enemigo h a y remedios mas caseros. Ni so h a r e vocado n u n c a n i h e de contradecir yo el fallo dirigido
por Calderón á u n o q u e llevaba mi propio apellido.
Quien venga s u h o n o r , n o ofendo.
Por lo demás, n o e s e s t r a ñ o q u e mns cauto el poeta
contemporáneo se c o n t e n t e con limpiar la casa, s e m b r a n d o en ella el arsénico dol escarnio, arrojando de su
hogar y a u n do la sociedad decente, cubierto de r i d í c u lo y de ignominia, al cínico perseguidor déla mujor h o n rada, del cual ella m i s m a dice:
Si algún espejo brillante
para ver el alma h u b i e r a ,
(1)
No h a y cosa c o m o callar.
rrtás castigó n o le diera
q u e pdriérselé delante'.
Bien es verdad q u e en está stíñcMá de ahora n o h a y
reyes q u e m a n d e n s u m a r i a m e n t e degoilííf á TT^díe, n i
n i ñ a s bien nacidas q u e se escapen á c a m p b traviesen, n i
a m a n t e s q u e las vendan p o r esclavas , n i siquiera u n
moro q u e las compre sin subasta.
Pues si los tiempos traen consigo diferencias en los
alardes y en la reprensión del vicio precoz, q u e luce e n
los paseos, cruza las calles, asalta las casas y a t r u e n a
las ciudades á son d e trompetas, ora lo practique Gómez
Arias, ora D. J u a n de Alvarado; n o serán m e n o s d i v e r sos los ardides y ios castigos de esotra traición artera y
mañosa q u e so desliza en el h o g a r , m a n c h a e l tálamo,
ij^Voiiena la conciencia, y aiaca y destruye, n o la vida
sola", giiiO la nüü.'-a, q u e es la vida del alma.
En d o n d e eaía comparación resalta'<i»as-curiosa e
intérésártié es e n los distintos idramas e n ; q u e el gran
poeta antiguo y el mSodemo h a n sacado a k.pspena maridos,'c¿osos, n o para recrecí t W r l a , sino p á r a j n s e ñanza simpática y tal vez terrible.
Calderón llama u n o do estos magníficos poeíiíag A
secreto aifrnvioj secreta vengama, y el agravio es e l : a d u l t e rio, y lá venganza és d hcraicldio. E n u n a oomoctiá d e
nuestro compañero h a y también tíií agravio secreto y
^ n a expiación secreta: n o de parte de la mujer, sino del
jiiaridü' y ol agravio consiste en avergonzarse de Serlo,
y Id expiación l!eaa hasta ser cómplice en la seducción
de la «íüjér'propia.
, .
.
,
i
Calderón ños pintó «n iriarido que, «crío de su deahonra, hace sangrar á su infid cwísorté y lá deja morir
desangrada, y llama á esta bellísima tragedia *¿ médico de
su honra: Ayala nos ha bosquejado u n marido que
duda de la esposa á quien él mismo ofende, y que en su
obcecación llega hasta príJtegsrá su rival desconocido.
Pudo llamarse esta hnda comedía El maestro de su deshoní i p e r o Ayala, mas modesto, la ha titulado El tejado de
sis, n i estracto siquiera, u n luouvu
' " S a n d o c o r r í a n l a s gantes al t e a t ^ c t ó J - S ^ »
aplaudir la obra, ó á los s « l f " « « „ £ f , , ^ ° : S r m o s al «no.
=!uela.
, ,
..^ ««prnos literarios n o h a n
. P o r q u e , en verdad, es^os c u e r p o s n
^^ ^
de fallar
n tireemfb rlo «s . m
" r triunfadores
t h m f S e s d T^^^^.^
u n d í a , sino
clutar
s u sem
e n alos
q u e h a n d e p r o n u n p a r s u veredicto e ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ j ^
tud, y elegir s u s m i e m b r o s e n t r e ios yui =«'
boriosos.
;
j „ íae letras a u e es t a m b i é n u n a
E n la profesiPíi d e las letras, q u
(^^tanados,
milicia, el lauro académico « o se d a a ios
sino á los c o n s t a n t e s .
ititpU"encia n o basta v e n c e r , es
En este campof d e lá inteiiooui.ia
necesario c o n q u i s t a r .
, _ Sr A v a l a : n o p o r q u e
p o r eso venís en b u e n i ^ o " , P • ¡
¿lerendístriunfástóis en la ^SQona p a t ^ '
dominios: Y - p o r e s o
teis y gnsañcí;ástéis s u s antiguv
^ ^ ^ ^ . .^,uesiros JUC;
ees
t a m ni
b i évuestros
n ios q u e hísraldo»,
- ^ . í g s " « pr"
' 1 ™ ? ! , . os ya para ahora ei
abrazo
dé hei-a;,anos,,
y el pes<
ees
n i vuestros
htsraldo»,
r - ^ ^ í " ' * ^ : , , e Rivas y Vega y
fiaiiann
fiabi^n aé y
hacer
lagar.PO .qu. ,
ya que, coM
déoshéi-a;,anos,
el escaño
Subid á ó con ánimcy, cpmo ccm lusticd;
.j^^o culto
moíeTemostrado, sois k ^ ^ f ^ - ^ ^ J ^ ^ ^
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Recibidlo fraternalmente, amigos y coTOP ^.^^^ n . .
""''si'hubiera tiempo ílé fiomparáí analogías y di^ver-^
gencias, cierto que fuera interésailt*) pero ¿que sacaríamos en conclusión?... Lo qüC ya hemos dicto, ^¿ue los
vicias, las pasiones , ni se han aníí.cuado, ni son de i n vención moderna. Que el corazón es .®'"J'^"***'. ' ' ^ „ ¡
los afectos y los caracteres: la espresion soi<r.™^i^''' m u - j
da, como las costumbres y los trajes.
,
. 'i
Tengo para mí que Calderón no conocería uii ¿"O'" 'i
personaje de Ayala, y que habia de hallaírse muy torpe "
en nuestros safones... Pero sin lisonja digo que"suscribiría buena parte de los versos y prohijarla los nobles
pensamientos de su imitador.
En efecto, quien pUso en los labios del celoso marido D. Juan Roca los versos relativos al honor que el
Sr. Ayala ha recordado, no desdeñaría flrmiar los que
este poíie en boca dé la celosa y fiel Julia, que en la comedia Si tejado de vidrio duda tomar desquite de su infiel esposo.
¿Y cuál será mi dolor,
ofendida y sin venganza?
¿Y cuál será mi esperanza,
ofendida y sin honor?
Ya que yo no conseguí
hacer honrado al infiel,
¿habrá de conseguir él
h a c e r m e perversa á m í ?
No c u r a r á n m i a m a r g u r a
todos los goces m u n d a n o s ; , : , ,
q u e n o p u e d e n ser h e r m a n o s , . ,
el delito y la v e n t u r a . ]
Disculpa fuera mi acciott
d e s u infame ingratitud :
solo teniendo virtud
tiene u n a esposa razón.
'-•
¿Quién n o pensará q u e h a dictado Calderón las s i guientes razones, q u e en la misma comedia dirige el
Conde al desairado seductor?
¡Los r u d o s t o r m e n t o s , Carlos,
hijos d é l a Seducción I
•Si s u p i e r a s lo q u e s o n ,
n o llegaras á causarlos.
Y n o esquives lo q u e digo,
p o r q u e libre te mantienes;
si tienes alma, y a tienes
d o n d e sufrir el castigo.
Quien hiciere d e r r a m a r
el llanto del deshonor,
n o tendrá n i paz, ni amor,
ni lágrimas q u e llorar.
Cuando al vicio las dirijas,
piensa, volviéndote atrás,
q u e tienes m a d r e , y quizás
t e n d r á s mujer, tendrás hijas..,
La culpa engendra la pena,
p e n a q u e nadie detiene:
solo quien h o n r a n o tiene
puede j u g a r con la agena.
Estas analogías entre el poeta antiguo y el m o d e r n o ,
acreditan, n o la ciencia adivinatoria del u n o , n i el arle
imitativo del otro, sino la permanencia de la pasión h u m a n a . El h o m b r e la identificó con s u naturaleza al c o mer la primera fruta, y no la arrancará de su s e r sino
al bfijar á la última m o r a d a .
Las divergencias de los ingenios tampoco p r u e b a n
alteración e n la h u m a n i d a d , sino influencias del t i e m po. El arte dramático navega do quiera con esas dos
fuerzas : la pasión q u e siempre subsiste, el tiempo q u e
todo lo alfera.
No se cansen los panegiristas de épocas q u e pasaron:
n i n g u n a p o d r á n hallar en q u e n o e n c u e n t r e n Alvaros
de Átaide. No se esfuercen tampoco los encomiadores de
la edad presente: n o podrán r e s t a u r a r e n ella la j u r i s dicción enérgica, m o r a l , irreprensible d e alcalde d e
Zalamea.
Descendiendo entre tanto á terreno mas llano y á
mas apacibles c o n s i d e r a c i o n e s , habréis de permitir q u e
os lea dos cuentécillos de u n o y otra poeta, y me diréis
después si estoy alucinado c u a n d o digo q u e á veces
el moderno se identifica con el antiguo. Cuenta Calderón que
Llegando u n a compañía
d e soldados á u ñ lugar,
empezó u n villano á d a r
mil voces en q u e decía:
« d o s soldados para mí.»
«¿Lo q u e escusar quieren todos,
dijo u n o , con tales modos
pidos?» Y él respondió: «sí,
q u e a u n q u e molestias me d a n
c u a n d o vienen, es m u y j u s t o
admitirlos, p o r el gusto
q u e me hacen... c u a n d o se van.»
E n El alcalde de Zalamea h a introducido el Sr. Ayala
este otro cuentecillo, q u e es también de soldados y v i llanos:
CAPITÁN.
SOLDADO.
—
REDACCIÓN, CALIE DB LAS T0BRE8, NÚM. i\.
ítibrerías de Cuesta, calle de Carretas, y de López, cal!»»
del Carmen. ,
ESTRAJVJilitO.
Lisboa, librería dé Caiiipos, rúa^nova de Almad?, 68
En París, libraría E-spañQla de E. Denne Schmitz, rué,
Favart, n4«i. 2, V M..C. A. Saavedra,
rúe Taiibotit, nüiii: &o.
r. r A
Londres, Chidley^y CWlS^ar, 65vBcrñers S t r e f , Oxtord
Street. Sres. H. C. Panzet, 93, Lomdoii. Wall E. O,.,
y A. Maurice, U , Taviat9k Street, Coventgarden W. t .
U l i ' r R A M A B , ..
Habana, en la Propaganda LiVra«a, calle de la HabanaEn JÍanila, caáa de los Sres.Bamjrez y Girander.
Los anuncios éstranjeros áe r e f b e n en farís , casa «1«
Mr. C. A. Saavedra, 85 rué Taitbímt.
DiíBz y seis reales al mes en Madrid.
¿Posible es q u e ni u n vecino,
por ruego ó por amenaza,
haya sacado á la plaza
u n caballo?
Ni u n pollino.
Nada pudimos lograr.
Yo l e dije á u n a mujer
en su casa : ¿no h a de h a b e r
b u r r o s en este lugar?
YO q u e si, y ella q u e n o ,
estábamos d i s p u t a n d o ,
cuando u n burro rebuznando
la casa entera a t r o n ó .
«Escucha, dijo, y sosten
q u e aquí n o h a y b u r r o escondido:»
y ella dijo : «es mi marido
q u e los imita m u y bien.»
Ya vuestra ilustrada crítica habrá notado las semej a n z a s y diferencias. Dejad, sin embargo, q u e me a d m i re do q u e habiendo variado tanto de siglo á siglo las cost u m b r e s , subsista idéntica la lengua ; q u e siendo t a n
diversos el r e y , el alcalde, el hidalgo, p e r m a n e z c a n i n variables el soldado y el poeta.
Así como asi h e m o s variado d e instituciones, y n o
nos hemos libertado de bagajes ni de alojamientos. Y eso
q u e somejantcs cargas, tan pesadas se hacían e n la é p o ca de los [hielos de amar y kahai, como en el siglo de El
tanto p'ir ciento.
[ti lanlfi par ciento; sin q u e r e r , sonoros, ho n o m b r a d o
la obra m a s p o p u l a r del Sr. Ayala, la última manifestación de su doctrina; el d r a m a moderno con caracteres
calderonianíis.
trae endramáticas,
las tnanos, Y.^uchas
no '\«o:^^\''if-fcas
en I«* «í'^^^ ^"T
obras
mas lincas, en
^ ^^
lian aquellos caracteres que nuestro Lista
^ ' ' t reSoíTastatal punto, que íi hombre d. Em^^
^"^"^
Entrar á la eternidad .
por-la puerta del suplicio.
cnin la
El valor, C t a l l estremo de desafiar, n» solóla
n f
g ? a W u 7 ? ' K m o r , tan inagotables com« en.
^H""- j
i . ,,rpndas en fin, calderonianas, esparGid a s ' n o í o t L C a S ' i m p o r t a n c i a , sino en zarzuela.
. y poesías fugitivas.
, , . s,, modelo, su inspira^^Calderon ha sido s^ t n coúáenzudas y tímidas co>on, su vida, pnmero . en
imitaciones; al cabo
^\
• luego, en vaiienics y <»v
.^ , .
yarestaofanPias,
...nionperlecta q^e^e ba^manifestado^^^^^^
en esa v
igo sus magníficos cuadros anii=no ,y
do con {«*.
noráneos el movimiento, el color y ei ^i»
á los cautett¡i
*ro siglo de oro.
tradiciones
oscuro de na<»v -icos, los que siguen las radicioMs
Señores acadéiv - • MUÍ guarda^»»/esde Luzan has
favorables á CMetm.,
M que as continua en t e o m Y
la Ve»a yo os presento .
emitidle como amigo, aora
Imitadle: los que ^ " ^ ^ ^ " |^épríon en k i^ ^louna
zarria desús fortnas; todos, s m e s c e p c . o i , ^ ^ ^ ^ ^
irgo
rectitud de««s pensamientos.En elloi^a
, . ^ . ^ ^ ^^ ,_
cosa útil-, sino-P^Wtótica.l^osju? aemo
¿ ^^
tiempo en el estcanjero,, ó mf^^^^l^^^
que sus a^tipres^ntantes de nw^stra | g ^ ^ ^
f . ^ ^ ^.^^^¡¿¡^
guas grandezas no "han dejado pn i .
i ^ ^ ^ ^^^^^^_
Recelosa; nuestras presentesdesventurg,,_,
^^^ ^^^^^
den, inspirancompíasion Pf«o f™' aun cariñ.o,espoTelesWhol halla do quiera simpa^^^^^^
^
.
.
tere&paífbi,'aTíítfe wdífs'tos fwwítasi,*
das las playas son hospitalarias.
^ j _ ^^^
^^
Os lo dice mas elocuentemente quicn^era,
deron, poeta y sacerdote, I l ^ á ' v e c e T l a ^ voz ( ¿ e^"a
infinitamente mas digno, ' ' « f ^ • ' " ^ ^ ' . ^ oeasfon qU. ^ os
Academia, D Juan Nicasio G^'f ^ ° - ^ " ^ J ^ ' ^ i r t e l l s c 'el
he referido de la traslación de ios restos m.Qrwies
gran poeta, decía:
Gloria y delicia de los patrios lares,
¡buen Calderón! de tu fecunda vena
el copioso raudal de orbe llena,
venciendo espacios y cruzando mares.
Difunden hoy tus dramas á millares
las prensas de Leipsick, los oye Viena,
y hasta en las playas bálticas resuena
el cisne del modesto Manzanares.
¡Oh hispana juventud! Si a-l á-rduo empeño
de hollar del Pindó la sublime aítura
no te alentare porvenir risueño^
esa pompa, esc mármol te asegKr»
con muda voz que, si la vida es sueñffi
siglos y siglos el renombre dura.
HE DICHO.-
Mañana satisfará la Caja de depósitos las carpetas números del 4,026 al 4,075 por intereses de metálico, y del
1 209 al 1,234, por ídem de efectos públicos.
La tesorería central satisfará las carpetas de intereses
de bonos números del 3,291 al 3,303 y las de bonos
amortizados números del 269 al 273.
^
,
E L HEBALO d e Nueva-York publica u n a carta del filibustero J o r d á n , en q u e niega q u e haya hecho p r o p o s i ciones para entregarse á las autoridades d e la isla, c o n
todos los s u y o s .
.
En dicha carta, escrita e n el tono m a s insolente, se
lee el siguiente párrafo:
^
«Venga V., caballero, á combatir a la cabeza d e s u s
tropas, como u n soldado; y en h o n r a do la espada q u o
usted ciñe, n o haga V. por lanzarme del c a m p o , i r r i t á n dome desde la Habana con el contenido de agua sucia d e
geringa.»
, „ ,
.
.,
,
En efecto, el general Caballero de Rodas h a ido al
teatro de la lucha, y el filibustero Jordán se h a e m b a r c a do, h u y e n d o para los Estados-Unidos.
Verdad es q u e E L CRONISTA de Nueva-York s u p o n e , y
la suposición n o es inverosímil, q u e la carta ha sido i n ventada por los do la J u n t a de Nueva-York.
En vista do h a b e r solicitado doña María d é l a Concepción Muñoz y López el derecho á percibir u n crédito
procedente de haberes personales q u e dejó devengados
su difunto h e r m a n o D. Francisco, beneficiado q u e f u é
de la colegiata de Osma, á c u y o efecto presentó t e s t i m o nio del auto dictado en 19 de enero de 1837, por el j u e z
de primera instancia del distrito del Salvador de Sevilla
y recaído en u n a información ad pe^petuam, p o r el c u a l
se declaró á la interesada h e r e d e r a abinlestato d e s u h e r m a n o , se ha resuelto por el ministerio d e Hacienda, c o a
audiencia del Consejo d e Estado, q u e n o se satisfaga crédito alguno, á los q u e prétendieren p o r medio de u n a
infor.níacion a i pcrpefuam tener el carácter de h e r e d e r o s
por h a b e r sido declarado el parentesco con alguna p e r sona ya difunta y acreedora del Estado.
^
Según u n colega de San Sebastian, en la mañana del
miércoles h a b r á sido sentenciado e n consejo ordinario
de guerra el joven D. Ricardo Ayats, acusado del delito
d e éscitacion á la deserción de algunos soldados del b a tallón q u e guarnece en aquella ciudad, en favor de los
carlistas. E L AuniiERÁ escita con este motivo á las clases
todas de San Sebastian para q u e en caso de q u e recaiga
sobre el reo c o n d e n a de m u e r t e , alcen su voz al gobierno dol Regente pidiendo gracia para aquel.
El día 3 fueron puestos en libertad los conipañeros
del republicano Froilan Carvajal, q u e se hallaban presos
en las cárceles de Alicante á consecuencia del último movimiento federalista.
^
'
Ha entrado, dice u n o de nuestros colegas, el mas p r o fundo desaliento entre los simpatizadores y laborantes
de Nueva-York desde q u e el capitán general de Cubadia
tomado á s u cargo la dirección de las operaciones militares sobre el mismo campo en donde los insurrectos
h a c e n sus habilidades. Y tienen fundados motivos para
desalentarse, y mayores los tendrán cuando llegue á s u
noticia el último despacho de la Habana.
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