416 BOLETÍN DE LA R E A L SOCIEDAD ESPAÑOLA tas dificultades, realizaba este heroico soldado de la paz, la labor científica reseñada, en España habían variado las circunstancias q u e motivaron su peregrinación por el extranjero. La situación política era otra; ocupaba el poder Sagasta, y era ministro de F o m e n t o Albareda, quien repuso en sus cátedras á los profesores separados por el gobierno anterior, habiendo sido n o m b r a d o Calderón catedrático de Historia Natural en el Instituto de Segovia, cargo de que se posesionó ya finalizando las tareas docentes del año 1882. Entonces, como siempre, se manifestaron las excelentes aptitudes pedagógicas del repuesto profesor. Por circunstancias fáciles de comprender en el caso de u n a cátedra sin profesor titular la m a y o r parte del curso, los a l u m n o s llegaban al final de éste sin apenas conocimientos en la a s i g n a t u r a . El nuevo catedrático prescindió de programas, libros de texto, ejemplares del Gabinete y discursos en el aula; salió con sus discípulos al campo los días q u e faltaban de curso, y allí, ante el libro de la Naturaleza que p r e sentaba abiertas de par en par sus páginas á la curiosidad de los jóvenes estudiantes, explicó y enseñó en pocos días, con encanto y alegría de los alumnos, mucho más de lo que otro profesor h u biera enseñado en u n curso entero en las estrecheces del aula. No abandonó, sin embargo, la labor investigadora. Estamos reseñando la vida de un obrero de la ciencia que no conocía el descanso. Revisó los datos y completó los apuntes que tenía inéditos sobre las rocas del cabo de Gata y publicó en el Boletín de la Comisión del Mapa geológico de España el magistral Estudio petrográfico sobre las rocas volcánicas del cabo de Gata é isla de Alborán. De otras Memorias no hacemos cuenta, pues en la reseña que vamos haciendo, sólo nos ocupamos de aquellas publicaciones de m a y o r relieve; de las numerosas notas y trabajos de menor e x tensión ó importancia, puede juzgarse por la extensa lista del final. El Gobierno, que había repuesto en sus cargos á los profesores, les indemnizó del sueldo que i n j u s t a m e n t e habían dejado de percibir d u r a n t e el tiempo de la separación; pero Calderón y otros, por haber sido catedráticos de Instituto y no de Facultad como los restantes, no podían gozar del derecho reconocido á los demás, por oponerse á ello obstáculos administrativos y dificultades burocráticas, y además, respecto á Calderón, por hallarse s u pjimido el Instituto de Las P a l m a s , donde sirvió; todo esto influ-