1 2 Academia Nacional de Ciencias Económicas Coloquio “Alberto Adriani” sobre Política Económica: Tiempos de Cambio COMUNICADO A LA NACIÓN Caracas, 27 de junio de 2013 3 ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS ECONÓMICAS COMITÉ DIRECTIVO 2012-2014 Luis Mata Mollejas Presidente Luis Zambrano Sequín Vicepresidente Eduardo Ortiz Secretario Aníbal Fernández Tesorero Haydée Castillo de López Bibliotecaria JUNTA DE INDIVIDUOS DE NÚMERO José Rafael Zanoni Luis Mata Mollejas Tomás E. Carrillo Batalla Aníbal Fernández Humberto García Larralde Carlos Rafael Silva Isbelia Sequera Luis Zambrano Sequín Chi-Yi Chen Pola Ortiz Eduardo Ortiz Pedro Palma Asdrúbal Baptista Héctor Silva Michelena Haydée Castillo de López Lourdes U. de Ferrán Luis E. Oberto G. Bernardo Ferrán Jesús María Rísquez Héctor Malavé Mata Enzo Del Bufalo 4 COMUNICADO DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS ECONÓMICAS A LA NACIÓN CONCLUSIONES DEL COLOQUIO SOBRE POLÍTICA ECONÓMICA: TIEMPOS DE CAMBIO Venezuela atraviesa actualmente por momentos difíciles en lo económico, con indudable repercusión en la vida de quienes habitan en ella. La frustración y la desilusión que ensombrecen el espíritu del venezolano se asocia a la aceleración del proceso inflacionario, a la consecuente devaluación del bolívar, al subempleo, a la escasez de bienes y a la inseguridad jurídica y personal, con impactos sociales que lamentar. A finales del siglo XX, en 1999, las ilusiones provenientes del ambiente político hicieron presumir que los cambios en el contrato social fundamental, o Constitución Nacional, permitirían dotar al Estado de palancas que facilitarían el aprovechamiento eficiente del capital humano y de los recursos naturales de la Nación, al remover los condicionantes económicos y financieros que mantenían a una proporción importante de la población en situación precaria de empleo e ingresos. La situación ha evolucionado de manera muy distinta a lo esperado; al punto que una alta proporción de los egresados de nuestras universidades, quienes deberían asegurar un futuro mejor para nuestra sociedad, como parte de su capital humano, emigra del país. Para entender este comportamiento basta con observar la evolución de los indicadores macroeconómicos relacionados con el bienestar general, una vez deslastrados de la ilusión monetaria, que muestran un sensible deterioro, en contraste flagrante con los recursos que 5 la bonanza externa ha puesto a disposición del Estado; los cuales se han multiplicado varias veces con relación a los disponibles en 1999. Tenemos conciencia de que el deterioro y el desencanto aludido tienen causales y antecedentes político-administrativos que se remontan, al menos, a un par de décadas antes de 1999. Pero también es importante constatar, primero, que las dolencias socioeconómicas se acentuaron en los últimos catorce años, como resultado de haber profundizado la ineficiencia de las políticas económicas tradicionales que PROMUEVEN EL CONSUMO Y DESESTIMULAN EL TRABAJO Y LA INVERSIÓN, impidiendo desarrollar un sistema productivo capaz de diversificarse y ser competitivo a nivel internacional; y, segundo, que el lapso 1999-2013 se ha caracterizado por el despilfarro de las divisas provenientes del petróleo y el desestimulo a las actividades del sector privado que, en alguna medida, habrían podido compensar los efectos de las equivocadas prácticas fiscales, monetarias, regulatorias y de controles excesivos. Es también evidente que el desempeño de la economía venezolana en estos últimos años difiere significativamente de la de otros países exportadores de petróleo, que lograron incrementar sus reservas internacionales, mantener estable el valor de sus monedas y elevar su nivel de vida. ¿Qué factores específicos pueden explicar tan diferente comportamiento? Los problemas estructurales de la economía venezolana se han profundizado significativamente en la última década, a pesar de que el contexto externo ha sido extremadamente 6 favorable. No sólo se ha incrementado la dependencia de la producción petrolera, como nunca antes, sino que ha caído la tasa de inversión y la calidad de gestión en este sector estratégico para el desempeño del resto del país. La inversión privada en los sectores y actividades que determinan el crecimiento a mediano y largo plazo, que ya se había debilitado considerablemente antes de 1999, ha disminuido a niveles que ni siquiera garantizan el mantenimiento de la capacidad productiva y menos aún la actualización tecnológica que se requiere para competir en el mercado internacional. Se han modificado los marcos institucionales legales, con base en supuestas consideraciones redistributivas, introduciendo importantes rigideces en el mercado laboral; contribuyendo así a reducir las posibilidades de creación de empleos de calidad y expandiendo los niveles de la ineficiente informalidad en la economía. Los efectos negativos de las decisiones políticas y el deterioro institucional, que incluso han llevado a la pérdida de autonomía de los poderes públicos y su subordinación al Poder Ejecutivo, y la inseguridad e inestabilidad consecuentes, han apartado a Venezuela de los mercados financieros internacionales. La prima de riesgo se ha elevado a niveles que superan incluso a países que han dejado de cumplir abiertamente con el servicio de su deuda y de aquellos que han sido afectados por conflictos políticos severos. Ante estas restricciones financieras, el gobierno ha hecho uso creciente del financiamiento con emisión monetaria y la utilización de la devaluación con fines estrictamente fiscales; dos elementos que acompañan en buena medida las presiones inflacionarias observadas en la última década. El impuesto inflacionario se ha transformado en una significativa fuente de ingresos para 7 el sector público, cada vez más difícil de sustituir. El marco legal que regula las actuaciones del Banco Central de Venezuela ha sido modificado en varias oportunidades, con el objeto de facilitar la política fiscal, reduciendo sensiblemente su autonomía y colocando la política monetaria al servicio de los requerimientos financieros del sector público. La pérdida de autonomía de la autoridad monetaria ha alejado, a su vez, a la política monetaria de sus compromisos con el desarrollo y con la estabilidad del valor interno y externo del bolívar. Las dificultades para sostener el volumen de la producción y refinación petrolera, el alejamiento de los mercados tradicionales para nuestros hidrocarburos, los crecientes compromisos con una agenda geopolítica basada en el suministro petrolero a bajo precio y blandas condiciones de pago, han generado dificultades crecientes para el ingreso de divisas por exportaciones. A esto debe agregarse el desbordamiento de las importaciones en la satisfacción de la demanda interna, provocado por la pérdida de competitividad causada por la sobre evaluación de la moneda y por las políticas hostiles al sector privado; lo cual, ante una ampliación del consumo, estimulado por la política fiscal y monetaria expansiva, las salidas de capital privado y, sobre todo, por las fuertes transferencias de divisas realizadas por instituciones públicas para alimentar los fondos parafiscales, han venido sumando tensiones sobre la balanza de pagos y deprimido las reservas internacionales que administra el Banco Central, hasta niveles que podríamos considerar críticos. Así, las actuales penurias que afectan al mercado cambiario y sus dramáticas consecuencias sobre los niveles de abastecimiento, son una clara expresión de estas restricciones asociadas al sector externo de la economía. 8 ¿Cómo revertir toda esta situación? Restablecer los equilibrios macroeconómicos básicos, recuperar la estabilidad en los precios y en el tipo de cambio y alcanzar un crecimiento económico sostenido no son tareas fáciles ni objetivos que se puedan alcanzar en forma inmediata. Es imperioso emprender profundas reformas estructurales que implican la reversión de muchas medidas de política económica, la profunda modificación del marco legal y la mejora en la calidad de las instituciones claves para el funcionamiento del sistema económico. En todo caso, no habrá recuperación económica ni abatimiento de la inflación a menos que: • se instaure un sistema eficiente de incentivos que promueva la iniciativa privada, • se redefina el rol del Estado en la economía creando nuevas oportunidades para la inversión privada interna y externa, concentrando la actividad pública en la provisión de externalidades que contribuyan a ello, mejorando los servicios públicos y administrando las atribuciones propias del Estado que aseguren el bienestar de los venezolanos, • se recupere la capacidad de inversión pública y privada, así como la gestión eficiente de los recursos petroleros para garantizar el apoyo al desarrollo nacional, • se restablezca la independencia en la gestión de la política monetaria y cambiaria por parte del Banco Central, • se imponga una disciplina fiscal que retome el gasto de inversión, impida el financiamiento con emisión monetaria y la manipulación del tipo de cambio, 9 • se instrumente una política cambiaria dinámica y competitiva que evite la especulación en materia cambiaria, • se desmonten los controles en los precios, tasas de interés y en la disponibilidad de divisas, a la par que se flexibilice el mercado de trabajo y se reduzcan los impuestos y trabas al empleo formal, • se promueva una política de integración económica que promueva el desarrollo del poder productivo nacional, • se fortalezca la educación de calidad y la investigación científica, así como la capacitación de la fuerza laboral, para enfrentar exitosamente los desafíos de la competitividad internacional, • se instrumenten políticas sociales destinadas a empoderar a los distintos sectores, capacitándolos y dotándolos de los activos requeridos para promover, de manera integral y eficaz, la equidad y una mejor calidad de vida. Si bien es cierto que no basta el crecimiento económico para mejorar el bienestar, crecer de manera sostenida es una condición necesaria para mejorar el nivel y la distribución del ingreso. Redistribuir a costa de la eficiencia del sistema económico, castigando la inversión productiva y los empleos de calidad, nunca será un camino hacia la prosperidad; las consecuencias de tal política son más que evidentes justamente en el caso venezolano. Son muchos los aspectos involucrados, como ponen en evidencia los diversos trabajos presentados en este Coloquio. La Academia pone a disposición los documentos, sus espacios y el tiempo que sea necesario para sostener un diálogo con todos los interesados en restablecer la salud económica y la armonía social en Venezuela. 10 Para la Academia estos son TIEMPOS DE CAMBIO que, en esencia, exigen INVERTIR Y TRABAJAR MÁS, pero ello sólo es posible si se introducen cambios radicales en el marco actual de las diversas políticas económicas y sociales, en un ambiente de debate abierto para el intercambio de ideas. Caracas, 27 de Junio de 2013. 11 Coloquio “Alberto Adriani” sobre Política Económica: Tiempos de Cambio / Comunicado a la Nación Caracas, julio de 2013 12