PROCESO RADFORD A~(JS~~ION pRESo j'1AGlSTRADOS DE ~.a INSTAN~IA : Tra~ )nrgos y muy reñidos incidentes y después de la acumulación de muchas diligencias inútiles (}UO han dado extensión considerable á este proceso, se reuni6 el Jurado con fecha primero de Julio lÍltimo, y, al resolver afirmativamente el interrogatorio qne se le propuso, declaró: El acusado CARLOS RADFORD, ciudadano de la República de los Estados Unidos de América (de quien dicen algunos se llamó FRANCISCOC. RAXDOLPH antes de venir á este país), es responsable de haber dado muerte violenta al Sr. CARLOS H. SIMMOND5, súbdito del Imperio Alemán; hecho verificado en la ciudad de Cali, Departamento del Cauca, el día cinco de Septiembre de mil ochocientos noventa y cinco. El acusado CARLOSRADFORD••.•. ha cometido el hecho que se menciona en la cuestión principal, además de con premeditación ( esto es, voluntariamente, y habicn- -4do preceJido siguientes deliberación circunstancias previa de alevosía ó á traición y sobreseguro, descuidada, ó desapercibida usando indefensa de cualquier con seguridad cometerlo), ó alguna ó parte de ya las con sorprendiendo á la víctima, otro artificio para cometer ó para quitar con ellas: ó el delito la defensa al acometido. Bn acatamiento de estas resolnciones, el Sr. Juez 2. o Superior, en cuyo Despacho se había radicado el neg-oc!o, profirió la sentencia de siete del mes citado, en (Ino condena al cnjuiciado Radford, como 10 denominaremos en adelante, á la pena de muerte, que ha. de ejecutarse en la cal}ecera del Municipio de Cali, teatro del dc1i to. N"otifieada Ct las partes la sentencia condenatoria, fue apelada por el reo y sus defensores; y uno de é8~ tos, el Dr. Jnlián Cock Báyer, propuso desde al par~ tir los recursos de nulidad y notoria injusticia. POL' tal razón se ha eleva<lo el voluminoso proceso al 'rribunal, donde deben fallarse los recursos intentados, oyendo previamcnte la opinión del infrascrito. Aunque los hechos son de nna sencillez tal qne, al juzgar1os, difícilmente puede tnrbarso un mediano criterio jurídieo, la importancia <1elas personas que figuran en el proceso en calidad de víctima y reo, y los notables esfuerzos, plausiblcrnente estériles, hechos por los seÍlOres Defensores con el fin de obtener la absolución, han complicado de tal suerte el asunto, que el estudio, de trivial como debía ser, se ha toruado difícil y penoso. En notables piezas jurídicas, tales como el con~ c<,pt{)del Sr. Piscal Superior <lelDistrito Judicial del l)acífico, el anto de proceder dictado por el Sr. Juez -5Superior del mismo Distrito .Ju(licial y, especialmente, h~extensa y 0ien l'azonada aeta de acusaci(¡ll que presentó el 81'. u~iscal 2'! SUJJerior de este Distrito ,Judicial del Centro, se ha hecho una 'relacii>n circunst:mciada de todos los acontecimientos é incidentes (lÚe constitu~'eron el grave delito de homicidio perpetrado en la persona (Iel SI'. SilllJllouds. Así es qne el infrascrito solamente Ú grandes rasgos l'epetidt la historia del crimen. :Muy poco tiempo hacía qlle Ua(lfol'd, huyendo de los cargos poste1'Íol'('s '1110pOllÍan dellllcirle las autorilhules tlel Estallo de Alahama, sn país lIatal, había veni(lo á refugiarse á la ciudad de Cali, dOllde encontró al Sr. Silll11l01HIs,como él extranjero, pero quo gozaba do nna simpatía general por pal'te de los ~olombiunos, por su benevolencia y tilantl'Opía, por ser ilJcallsable trabajador y llaber (~olltribuído como el que lll:'iS al progreso ~~eng'ruw1el'imiento de Sll patria adoptiva. Quiso Radford entregarse á labores agrícolas, y al efecto compró al Sr. Sirnlllollds una propiellad medianamente extensa, parto de una haciclltla dCllominada ISllbd P{re:. Algunas di fercIl'~ias poco su ustancialcs ocurrieron elltr~ vellucllol' ~. udquircnte al f<lrmular el contrato; pero puestos de acucrdo, otorgal'On la respectiya escritura. Así las cosas, Sl) IH'etcxto de que Hallford se creía COIIc1cre:.:l.1oá algunos lotes de terreno ocupados por terceras personas, surgió UD ellcncntro llU\.j'Orcntre aquéllos, Cllcuelltl'O de pretellsiolles ó di. f(lrencia quo no pudo arreglarse, debido al cUl'áeter violonto del comprador, quien amenazó de lHuerte al Sr. SimJlloIl(l~. -6Tranquilamente hallábnse éiSte en su almacén y se di¡:;ponia á salir á su paseo de costumbre, cuando, el cinco tIc Septiembre cita(lo, en las últimas horas (le la tarde, fue avisado de la llegada (le Radford, á. quien esperó en el eseritol'io con la confianza y 8ereni(lad de ánimo con (]ue obran los homhres honrados (]Ile no tienen nada qué temer. Radfol'd entró; cruzáTonse cutre los (los algunas palabras pronunciadas en lcngua extranjera y cu)"o significado escapó á los testigos auriculares; dejáronse oír dospués tres disparos; el Sr. Simmonds, atravesado su cuerpo por tres proyectiles, cae muerto instantáneamente sobre el sue· lo; Radfol'd se inclina hacia el carláver y pronuncia algunas expresiones, y caminaudo con lentitud, sale en apariencia tranquilo y satisfecho de 8U obra. Tal es 13. sencilla relación de los acontecimientos materia del proceso, acontecimicntoscuya prueba es plenísima en las primeras diligencias creadas, donde se encuentra el examen pericial de las huellas del delito )" la confesión espontánea del responsable, quien más tarde pretendió explicar sns a¡:;everaciones agregando circunstancias qne son por demás inverosími. les. La sentencia se acomoda estrictamente al veredicto del .Jurado, y contra este veredicto no pneden interponerse otros recursos que 108 de nulidad é injus· ticia notoria, puntos á los cuales debe concretarse la tarea uel 'l'ribunal al revisar el proceso. NULIDAD Parece qne con grave empeño se han buscado informalidades en la presente cansa, con el objeto de hacer r<'petir la tramitación y ganar un tiempo -1- que no serviría sino par~\ acumular di1ig'encias inúti. les. Sin duda se espera que estas diligencias oh~ct1rezcan las prnchas primitivas, creen la. cOlltrntliccil)n entre las distilltas partes del proceso,~' que de ello surjan confusiones y dificllltalles en qne lns más de las veces vinculan los abogados el huen éxito de las causas malas. Por esta raz6n no ha habido llada fÚtil, ui ligeras informalidades que no se alcguen como motivo de nulidad, á pesar del campo estrecho qno para este recm'so conceden las leyes. Apenas se hallaha la causa en su comienzo cnando el primitivo defensor del reo solicit6 la reposici6n de lo actuado, fundándose en qne el Juez Superior del Pacífico había pedido el proceso de la Alcaldía y avocado el conocimiento .lel negocio con el fin de perfeccionarlo dehidamente. Esto hecho, probado en los autos, no se reconoci6 como cansal de nnlidad; y el Tribunal Superior del Pacífico, en razonada pro\'idencía de diez de Diciemhre de 189.3, prob6, lo qne por otra parte es obvio en jurisprudencia, que, correspondiéndolo al Juez Superior el conocimiento del negocio y teniendo cste empleado el carácter de funcionario de instrucción que le da la Ler, bien podía pedir las diligencias á las oficinas interiores y avocar el perfeccionamiento de la investigación, sin infl'ingir con ello precepto legal ni inferir agravio al sindicado; pues contrariamente á esto el Juzgado Superior, como oficina de más eleyada categoría, daba mejores seguridades de imparcialidad, rectitud y ciencia en la definitiva perfecci6n del negocio. (Véanse fs. 19 y 23 del Ouaderno Il). Pasados algunos días, tanto el acusador particu- -':8lar, que transitoriameute Re constituyó é intervino en la causa, como el Fiscal del Tribunal mencionado, alegaron yido en el procedimiento, consistente en una equivocación relativa al verdadero nombre del procesado á quien se enjuició con la denonlinación de CARI.OS RADFoI~n, siendo a,~Íque su nombre ver<ladero em el de FRANCISCOO. RANDOLPH. Esto constituía aparentemente la causal <1enulidad determinada en el numeral 7.°, artículo 264, de la Le.y 57 de' 1887; pero el 'l'rihunal del Pacífico, en providencia de diez y llueve de .Fehrero del auo próximo pa~adot declaró que la causal alegada no existía, ora porque no se hahía estalJleciclo perfectamente que el nombredel proccsaclo fuera el de Francisco (J. Randolph, ora porque estaha hien probada la identidad del matador' del Sr. Sirnlllonds con el individuo que en la ciudad de CaU se había hecho conocer hajo el nombre de Cha/rles Radfo'rd, tanto judicial como extrajudicialmento, segÚn aparece del contrato fIue ante Notario había celelmulo con el Sr. Simrnon<ls, sobre compra de unos terrenos, y de los memoriales que con firma autógrafa había presentado al mismo Juez de la causa. (Véase la foja 53 v., Cuaderno II). Sin duela alguna el prop6sito de la Ley al erigir en nulidad el error en el nombre del delincuente, es el de evitar que un fallo pueda recaer sobre una perHOlladistinta del culpado; pero esto no contradice la libertad de un individuo, libertad que le permite tomar una denominación diferellh~ de la que le dieron sus padres, como lo hicieron FRANCOIS OHASSEBOElJF DE BOISGlRÉ, al firmar siempre VOLNEY; }!'lL\XCOIS l\L AROlJE'f, conocitio con el nombre de VOLTAlREi JULES Srr.WN, al quitarse el apellido de su -9padre, y el del Ministro de :Marina de Oarnot, QUien firmaba LACROIX, sin que esta denominación con que es conocido en el mundo entero, tenga algo que ver con el nombre que heredó de sus padres y fue inscrip~ to en el registro bautismal. Radicado el juicio ante el Sr. Juez 2.° Superior de este Distrito .Judicial, por orden de S. S:' el Ministro de Gobierno, expedida en aplicación de los artículos 1,59'1 del Oódigo Judicial y 230 de la Ley 57 de 1887, y en virtud de gestiones tendientes á proporcionar las mejoras garantías para el juzgmniento del procesado, el Sr. Fiscal Superior respectivo, <le acuer •. do con el Sr. Defensor 1)1'. Julián Oock Ráyer, alegó nuevamente la nulidad de la actuación pOl' error respecto al nombre del reo y por haberse omitido en la parte resolutiva del enjuiciamiento las designaciones de fecha y lugar en que se cometió el delito. El Sr . •Tuez, en providencia de diez y ocho de Diciembre Último, declaró que no ex:i!itíau las causales de nulida(l alegadas; y apelado el fallo fue confirmado en todas sus partes por el Tribunal. (Véanse fs. 81"S 88, Ouaderno VII). Es de advertir quo el subscrito coadyuvó la solicitud de las partes de la primera instancia, ~T, en acatamiento de prácticas inveteradas del Tribunal, pidió se declarara la nulidad de la actuación por las omisiones dellug;ar y la feclla dcl delito en la ¡.-arte resolutiva del enjuiciamiento; pero á pesar de eso 110 puede estimar hoy contraria á la IJey la proddellcia del Tribunal, que, aunque contradice la práctica de lllUchos años seguida en Autioquia, no se opone {t llingílIl precepto legal, ni vulnera derechos, ui Ilesconoce -10doctrina, legal rltás probable, que es lo que constittt~'e la jurisprudencia obligatQria del país. De mauera que el recurso de nuli(lad puedo estimarse fallado, llna vez que las providencias que lJan recaído sobre los incidentes respectivos, son, por su ejecutoria, una ley del proceso, que ohliga á estimar enteramente válida la actuación. A última hora, sin embargo, para desvirtuar, pretendiendo echar por tierra el veredicto del Jurado, so hace valer como motivo de nulidad la circunstancia de no haberw repartido el proceso despué&de dividido en dos el antiguo Distrito Judicial de Antioquia. (Véase el memorial de f.'3. 141 del Cuaderno VII). Ningún fundamento en la Ley tiene esta nueva alegación de nulidad con que pretende ponerso trabas á la marcha del negocio. El Poder Ejecutivo de la Nación está investido de facultades legales para resolver que, por especiales motivos de justicia, sea traslauaua ulla causa de un .Juzgado á otro, donde pueda juzgarse el reo con la mayor imparcialidad, 1'0deán dolo de las garantías quo aseguren la rectitud del fallo. Y en virtud de esta facultad, S. S~ el .Ministro de Gobierno designó los Juzgados Superiores radicados en la ciudad de Medellín, cuyos habitantes, y entre éstos el grupo de honorables personas cuyos nombres figuran en las listas de Jueces de hecho, extraños en un todo al delito cometido y sin relaciones de ningún género con el homicida ui con la víctima, podían juzgar á aquél con la mayor imparcialidad, sin que pasión de ninguna clase pudiera yenir á turbar BU criterio jurídico. Los Jueces que en realidad <le - 11 -verdad fallan nna causa de homicidio son los Jurados; y así puede decirse qno los designados para Jueces de "Mchos, residentes en esta cauecera de Distrito J"ndicial, fueron las personas señaladas en calidad de .Jneces para el jnzgamiento de Radfortl. Consta, además, qne para determinar el Juez (le derecho, ante quien los J nradas lleMan pronunciar sn veredicto condenatorio ó absolutorio, se repartí() el negocio con fecha d.iez (le Agosto del uño próximo pasado, lo cual le diojttrisdieciún al emplea(lo jullicial que, en obedecimiento de las órdenes del Gobierno, ha conocido en tod.os ]68 incidentes de primera instancia. Lajltrisflicción para jnzgar el crimen de Radforu reside, conforme á la. regla general, en el Jnez Superior del Pacífico, r por excepción vino á radicarse el eonoc!miento de la cansa en el empleado que profiri6 la sentencia apelada. Bsta llltima jurisdicción legal, qne PIHliél'umosdenominar per acciclems, no se ha perdido ni suspendido conforme á las leyes, como puede verse por los artículos 152 y 153 del Código de Organización, y no puede perderse sino por virtud de una resolución contraria del Gobierno, qne revoque y anule la proferida., en cuyo obedecimiento se trasladó el proceso de la ciudad de Oali á ésta. Por tanto, el infrascl'ito Fiscal, acatando la ejecutoria de las providencias á que se refiere esta parte de Sil dictamen, y en fuerza de clal'Ísimas razones, no considera que sea nula la a(~tuación, y reconoce que el veredicto del J ur:tuo t\IC proferido oportunamente y sin que adolezca de ningÚn vicio de forma, I~JUSTICIA KOTORIA. Ell'ecnrso de injusticia, notoria, propuesto COI1- -12tra el veredicto del .Jurado, pugna con todo lo adn?1~ siblc. Sería en verdad un rm'o fenómeno jurídico que en una causa tan sencilla como la actual, cuyos hechos son bien conocidos y vulgares y han sido largamente estudiados por fllneionarios y defensores competentes, el criterio de los Jueces de hecho, ajenos á todo compromiso de simpatías (, de odio, se huhiera confundido hasta el punto de hacorlos pronunciar Un veredicto que eutraiíara una flagrante injusticia. Porqne es de observarse que pUl'a fundamentar el recurso contemplado, no sólo es mCllester una apreciación errónea de parte deI1'l'ibnnal <lehecho, sino que es necesario que el err01' sea manifiesto )' se halle al alcance del criterio comÚn, del criterio desprovisto de ilustración en el conocimiento de las le~'es, pnes DO otra cosa se requiere para que una afirmación ó una negación pueda merecer la, calificacióu de notaria'/1Wllte in;iusta. Es, pues, más posible, y desde al partir debe reconocerse como hecho más aceptable, que el criterio de los Sres. Defensores se haya extraviado por el deseo generoso de salvar á S11 cliente del rigor de las disposiciones de la loro }")ordc.~gracia nuestra débil y flaca naturaleza cede é insensiblemente '\a al error cuando es con(lncida por la fuerza del deseo; ~' así, DO cs extraÍlo que el criterio de los Sres. Defensores, bajo el imperio de una autosugestión constante, nacida de la, lucha para acumular argumentos á favor de la, inocencia de Uadtord, ha.ya trocado en ellos de tal modo las nociones de lo justo y lo injusto, que hoy consideren como un aeto indiferente, si no meritorio, lo que á todas luces es un cl'imcn. ~13tJlla amplísima órhita se presenta al .Jurado C()mo Trihunal de concieneia para juzgar los hechos {Jue se someten á su fallo. Pudiendo apreciar como elementos de prueba hasta las má..<; leves presunciones morales, á veces tall seguras para fundamento de una providencia como la8 mismas pruebas direct.as, está en mayor capaddad de juzgar rectamente de la criminalidad de uu hecho que los Jueces, cuyas cOllvicciones deben formarse dc nna manera artificial y no espontánea ni libre, comoquiera que su inteligencia se mueve dentro del estrecho límite (lUe le se~ ííalau las le:res. 'l.'al es la razón por ht cual deben los 'L'riúunales de Derecho ser lllUYprudcntes al fallar sobre el recurso de injusticia llotol'ia, arma pOflerosa que cu sm, manos ha puesto la ley para enmendar flagrantes injusticias, debidas las más de las veees á parcialidad en el .Jurado, siendo así que para formar parte de este Tribunal la le~' requiere como condición indispensable UDailustraci6i1llotoria. (Véase el artículo 238 de la Ley 57 de lHH7.) l>or fortuna no se trata en el proccso de un con .• fiieto entre las pruebas legalcs y el veredicto del .Jurado; pues, por el contrario, aquellas pruebas suministran base inconmovible al veredicto y establecen que éste es tan justo y correcto como era de esperarse, habiéndose compuesto el Tribunal de hecho de personas muy atina.da.s, honorables, imparciales y de bucn sentido .. En efecto; el cuerpo del delito de homicidio se estahleci6 perfectamente COnel reconocimiento pl'acti~ cado en la j)t.\rKOll11 (lel RI', Himmonds, (liligellcia en -14qne consta que e¡:;tebuen ciudadauo murió violenta .• mente á consecuencia de tres graves heridas causadas con otros tantos disparos de revólver. El procesado Radford confiesa haber disparado el arma homicida y causado la muerte, movido por estÚllulos que de ninguna manera podían tenerse como elementos constitutivos de una circunstancia de no imputabilidad, tanto más cuanto la existencia de aquéllos está afirmada apenas por explicaciones del mismo reo, que no pueden desvirtuar la presunción legal contenida en el artículo 585 del Oódigo Penal, que dice: El homicidio se presume premeditado, no se pruebe ó resulte que pertenece á clases que reconoce la ley. La intervención vacada ó principiada por el homicida, no antes justifica la premeditación. siempre que otra de las de riña, pro'se opone~ :sr Es de observarse, además, en relación con las confesiones de Radford, que éste en su: primitiva indagatoria (fs. 6 á 7, cuaderno 1) so limitó á negar que hubiera obrado cobarde y alevosamente al cometer el homicidio, sin agregar siquiera una explicaci6n para atenuar el delita. Y aunque en las indagatorias posteriores enmendó y explicó su primitiva confesión, nada valen legalmente el retracto ni las explicaciones, porque la prueba en que debe fundar aquel retracto y las circunstancias exculpativas 6 atenuantes, le corresponde darla á él mismo como sindicado, en virtud de terminantes disposiciones de la ley. Dice, en efecto, el Código Judiciah Art. 1,660. La confesión libre y espontánea, hecha por el procesado en presencia. del Juez 6 del funcionario -15de instrucción contra y por ante el Secretario, él, y es por sí sola bastante Art. 1,662. Contra ra expresada la confesión en el artículo hace plena prueba para condenar ... rendida de la mane- 1,660 no se admitirá otra prue- ba que la de haber sido hecha por error inexcusable, estado completo de enajenación Art. 1,664. Si ('1l - ó en mental. la confesióll agregare el cOllfesaute algulla circu1lstancia quc la modifique de algull modo, tmdrá que probar esa circullstancia, para dt'struír ó desvirtuar la fuerza de la confesión contra él. De manera qne COll aplicación estricta de los cállones legales, un .Juez de derecho se vería obligado á fallar afirmativamente la primera de las cuestiones presentadas al .Jurado, y á admitir, por consiguiente, como plenamente probado, el homicidio y la responsabilidad del reo. Xo ha:v,pues, antagonismo entre la ler y el fallo del Jurado. Tampoco resulta el más leve indicio, la más remota sospecha que persuada el ánimo de la existencia de un conflicto entre la prueba legal, basada en presunciones, y la prueba moral en que el enjuiciado pudiera apoyar su inocencia. Como acertadamente lo dice el Sr. Fiscal Superior, las explicaciones de Radford son inverosímiles. En un principio el reo, inspirándose en nna especie de dignidad orgullosa, de esa vanidad que suele acompañar al hombre hasta en los más difíciles trances de la vida, pudo no preocuparse sino con la idea de negar que él hubiera dado muerte á Sirnmonds de una manera alevosa y cobarde. En efecto, acordándose Radfard de su profesión de abogado, y meditando allá en el silencio de su calabozo sobre el grave crimen, qui- -16so sin duda inventar un artificio que lo librara. ~iqniera del dictado de asesino cobarde que todo un pueblo arrojaba contra él, y salvar así, quedando bajo el peso de sanciones más leves, no solamente la vida sino 01 último jirón de su orgullo de hombre. l~or este motivo Radford protesta Únicamente en sn primera indagatoria contra el dictado de cobardía; pero en la urgellcia de huscar estím ulos para su delito, llega hasta hacerlo más odioso con la relación de circunstancias melltirosas que, despreciadas como sólido argumento de defensa por el primitivo patrono del reo, Dr. Uiascos, quicn estaba al corriente de los hechos, yinieroll á suministrar la más falsa y delcznahle base á la estéril obra de los últimos defensores. Hé aquí como Hadford relata los acontecimientos: Al entrar por la puerta del frente de la casa del Sr. Simmonds, había v~rios muchachos en la pieza, pasé por los dos cuartos y entré á la oficina privada ó cuarto del Sr. Simmonds; él, Simmonds, á mi entrada estaba escribiendo en su bufete; nos saludámos, y yo le dij~: He ve. nido á ver á Ud. acerca del error que hay en la escritura que Ud. me hizo (otorgó); él replicó que no h"hía error en ella; yo le dije: ¿ El Sr. Martin no se lo mostró á Ud. esta mañana? El dijo, nó. Yo le repliqué que era extraño que el Sr. Martin me hubiera dicho que así lo había hecho, y, pasando por un lado del Sr. Simmonds, me dirigí hacia la mesa donde estaba el agua, cuando me dijo: ¿Piensa Ud. que le estoy diciendo una. fal~edlld? YQ le conte~é: N~ pero es muy extraño que el Sr. Martin me hubiese dicho que había. hablado con Ud. Me volví hacia la mesa don- de e~taba el agua y vi al Sr. Simmonds de pie, con\ la. si- ~17'Ha en la mano, y él, Simmonds, insinuará enojado, dijo: que yo miento. Yo dije: Simmonds, lla y seamos razonables, estamos demasiado obrar como niños. Simmonds y el armario se interpuso; la silla, saqué mi revólver él continuaba y le dije hirió caí para atrás en el rinct;n, para Sll escritorio avanzando con quc no se acercara; tan luego como vi que la silla desccndía 'tu el golpe con que mc viejos opuesto de la me- estaba yo entre (guarda-ropa), no avanzó con la silla levanta- da en alto y yo me moví hacia cllado sa; Simmonds Ud, baje su si- disparé, )' al evi- ligcramente la cara, medio El Sr. Si 11ll1londs cobró valor y volteó dc nuevo la silla para golpear; mc moví hacia SI: izquierda para evitar el golpe y disparé dos tiros rápidamente tino tras otro; después dd líltimo tiro el Sr. Si mmonds cayó. Dejando ;Í, 1111lallo las eOlltl'~lflicc¡olt(·s eu (pIe el reo 1m incurrido y las atestaeiOlH'S (l\le para de~mentil'lo lmccll los iutérpretes (lile }>l'c"eneiaron la prilllc,ra illuagatoria (f~. 52 Y., Cuaderno 1), bastaría para considerar b Úl}:.;(,(lu(lde la relaei()n tener en (,\lcnta 1J\\('. el Sr. SillllUolltlS era \lU auciallo, casi octog('wu'io, (11Wjam:ls hahía dbgnst~ulo ('ou Iladie; lIIieutras (ltW Hatlfol'll y(\ era hit'n ('ollod<lo en Cali pOI' su ear~ícter irritable y grosl'l'O, y sns mis/llos (,olllpatl'iota~ :trl'ojal.Hlllen sns conV\'!'saCiOnef; sombras sobre los autece<lentes tIe aquel }ll'oeesado. Ello ('S que donde quiera (1\l(, yaya el hombre lo :l('ompaila la fallla de sn IlIlen:L () mala eOlldneta <lllteriOl'. La fallla, eOllJo ha sneedido 1'es}ll'cto !le H:tlltill'll; pll(ltl equi\'o('a¡'se 1'11 las i11l'lIIl':l<tiones, pero eu la eOlll·jelleia de todos estaha que (~J era llU prófngo. l'areee (pIe existiera en las pCl'sollas un instinto natlU'al para ('011oeer :'i sns senH'junles, instillto (lUC llUce distingnir á l'l'Ímcm "ista el llOlIllm' ;! -18'-. Domado d~el criminal, porque permite, ápesaT del if1~eóg'nito, apreciar los más ocultos sentimientos, las ten(lcncias constitutivas del carácter de un individuo. ::\las lo qne establece de una manera palmaria la falsedad de las explicaciones del sindicado, es la circunstancia. de habérsele convcnddo de impostnra en la· pl'ueba real que im'ocaua como fundamento do aquellas explicaciones. Efectivamente; Uadford apareció, después de su captura, con una pequeña equílllosis <> golpe en trua de las IlH,;jillas, y asegura qne este· maltratamiento fue el resultado pal}lable del ataque, inmotivado que le hizo el Sr. Hinllllolllh, armado con una de las pesarlas sillas de la hauitacióu en que se, hallaban los dos. Pero por fortuna, paI'a echar por tieua el fundamento deleznahle en qne se apoyaron los, Sres. Defensores, pudo cOlllprobm'se del IUodo más satisfactorio que Radford uo tenía smíal alguna (Je gol-, pe cuando, consumado.el asesinato, salió de la habitaei6n del Sr. Simmonds á paso lento. (Yéause las declaraciones de Ramón Delgado, L'l. Gi) Y.; Escipión J. Carvajal, fs. 138, y Lorenzo Valderrama, fs. 73 v., Cuaderno I.) Y para, haccr más palmaria la falsedad de la farsa urdida Clm tan poco ingonio, se prueba plenamente que el golpe snfL'illo por Hadford le fue cansado en, el momento de capt.urado en la. casa donde éste vivía ~-por el Sargento Francisco Vela"co B., quien con el propósito de detener al fugitivo atrayes6 su fusil en la puerta de la habitación, y le causó el maltrato de q~e se trata, de rma manera voluntaria ó involuntaria. Este hecho confesado por el responsable en suueclaración de fs. 136, fue preseIlciado poc los testi~- -19gos Julio Toro y Escipión J. Carvajal, f.~.123 Y 138, respectivamente, del Ouaderno T, ~' }IiIciades Lozano, fs.75 del Cuaderno V. A pesap de todo esto, en tan falso expediente, en mentira tan flagrante, se han apoyado tOllos los estériles esfuerzos de la, Defensa. En el largo y razonado trabajo que el Sr. Dr .•lnlián Cock Báyer presentó ante el Jurado se vueh·c y revuelve con el ol~jeto de hacer más creíble la parcialísima aseveración de Hadford, contradicha por cinco testigos percipicntes que, aunque es natural llifieran en palaltras y 011 pequcfiísimas circunstancias de'negativa importancia, forman 60n sus dichos la prueba' más irrefragahle .r perfecta" porque concuerdan en las circunstancias principales de lugar, tiempo y mOllo. ~ o solamente en nuestro C()digo sino en todas las Legislaciones positivas más antiguas, como nos lo ensefia el Derecho Uomano y nos lo da ¡¡ comprender el mis.mo Evangelio (I), se sancion6 el principio de que las afirmaciones contestes de dos testigos forman la prueba perfecta; y, sin embargo, COIDO ha debido observarse yá, las hases de la, defensa de Uadlord se estrellan contra afirmaciones de CIXCO TESTIGOS imparciales, con todo lo cual han venido á mostrar los Sres. Defensores lo desgraciado é imposible do su conato, emprendiendo nna lahor estéril cnyo exclusivo fundamento es un sofisma jurídico. Al considerar los porfiados esfllcl'ZOS,probablemente plansilJles, hechos por el Dr. Cock Báyer para establecer la iuocencia de su cliente, viene á la memoria la magistral exposición que Bentham hizo so(1) Et in lege v6stra Bcriptum 6st, quia duorum homiuum tcstímouium verum esto San Juall, C¡tl,Hulo VIII, Yor~.17. -20bre el sofisma de los relatos falsos, de que generalmcnte se sirven lo;; abogados en cansas desgraciauas como la preseu te. Este sofisma - principalmente dice el conocido en el foro, siendo con más frescura y audacia sas malas. Eludir falsificados, probar no comprender que mejor brollar este arte se tiene por Ú lo que nadie niega, su- el punto alguna mérito, supuesto de un abogado que allí representa un papel que del abogaJo, 110 Y en des- artificios. Es se considera co- ciertos subterfu- no parece tienen otro. objeto de su clienté, suponiénd05c sobi"C sí para falta en su que no redunda valerse de semejantes que lo em- y el público lo sufre con mo forzoso, por lo cual se le perdonan que la uefensa ignorar de la cuestión, arte en el foro. crédito gios y tergiversaciones, aparentar para encontrar vcrdad persuasión trasponerlos, veces se llama tl11 indulgencia, estÚ siempre se presenta lo que mejor se ha entendido, es lo que pea de todas las cau· lo mismo que se disputa, todos los datos demasiada donde ó encubrirlos, extensamente se sabe, cambiar adversario, allí como auxiliar los hecho:; poner como admitido filósofo -cam dejarse y que que el Juez l1cvar de la afectaua le oirá como á un autor (J) Bmpcro, como todas las acciones humanas qne Ilerivan delliurc ejercicio de la ,"oluntad tienen UIl llIotiYo, una causa etieiente qno puede jnstitiearlas (¡ atenuadas, ú por el contrario, poner en evidencia sl1 illlllorali(!:Hlnuís Ú menos gran', se hace menester estudiar las callsa~ qne pwlicron ohrar en el ánimo del pl'Oeesa<lo H;ulfol'd para cOllcehir el deseo, luégo la intención, (l('~ll\1és el proyecto del graye crimen qnc ejecutó dando muerte al Sr. SilllIllouds. dramático. (1) 13cutham, So(h;Jllas (págiulI16S). -21'tanto las lleclaraciones de varios t.estigos -como :\lgnnas afirmaciolH.'s del procesado, demuc;;tran que el móvil tlel asesinato fue la diferencia posterior 811Sdtalla entre los contmtantes sohre el negocio de la compra de terrenos pCL'teneeicntes á la hacienlla denominada Isabel Pérc':. )Ias, como el Poder .Iu(lidal de la HepÚhlica hrinda medios eficacÍsimos para arreglar en justicia todas las difercncias qne ocurran en lIegocios, 10 cual no pú(Ha ser ignoralIo por R:ulfol'(l, ahogado de algÚ1I prestigio ('11sn país, y como el ofclHli(lo Sr. SimlllolHls se pre':ltaha hasta la completa r('s('isi()u (Id contrato :y:i escritllrado, el mÓ"il (lejaha Ile existir hasta como levo atenuante del delito. Esto explica, seguramente, por qné el primitivo defensor Sr. lUascos, confesando tácitamcnte la imposibilidad do sitnur la (lofensa en un campo de ver(lau, l;nos no encoutró un lIl(ívil para tundamentada, pretendió establecer qne Radford era un LOCO y, por con:-,'ig-llieute,irresponsable de sus lwehos. :Nada 1'11(10logl'arse con C8to artificio de la DcfenRa si no fne anarqnizul' las ideas 1'1 volver cOlltrarios los planes de los que se interesan por la ahsolucilÍn de Ral1forll : los Defensores Ooek Báyer y Botcro U. ball ahandoIla~lo el pretexto Ile la inMmi(t" hecho que en ningún caso admite el reo; mientras el Defensor Dr. Riasoos, obrando t'n armonía con mucho....,de los amigos del procesado, agotlÍ lo,; medios para probar (¡He éste es un ycrdadero loco. El Secretario del Departamento de .Marina de los Estados Ullillos, H. A. Hebel't, relacionado Íntimamente con Uadford, le aconseja en sus cartas se deje guiar eu todo por 108 -22consejos de su Defensor Dr. Riascos, y agrega las siguient<ls palabras con que, sin duda, hace alusión al pretexto de la locura: "Confiésele todo. No le oculte nada, ni de lo presente ni de 10 pasado. posa ell la dcfmsa Me parece que la '¿,Úea esperatlzil reque él (el Dr Riascos) propone hacer por Ud .•...... y todavía más claramente le habla al procosad.o el l\Iinistl'O <le la I,egacióu Xorte-americana, residente en Colombia, quien le dice quesu defensa (lebe ser la locma: Your defCllse will be blsanity. (r) El procesado UaMord no c."., ni ba sido un loco. Eu su larga villa pueden hallarse hechos quo no estén en armonía con su carácter ni con sus, en otro tielllpo, muy buenos antecedentes, ejemplos de excentricidades que prueban sí un principio de desequilihrio en las facultu(lcs intelectuales y afectivas, pero que no bastan para sospechar la existencia de la loelll'a, tanto más cuando se conocen las cansas de esas lige.ras perturbaciones de qne nos hablan las cartas de 8US amigos. Debemos creer que Radfonl fuera en su patria una persona estimable, poseedora de elevada. y merecida posición social y acatado por sus conciudadanos más ilustres. Pero, por desgracia, Radfor<! se dio al abuso excesivo del licor duranto muchos años, sus facultades intelectuales y afectivas perdieron su vigor primitivo, su carácter cambió radicalmente, sus g'us.tos dobieron mouificarse de un modo esencial, su he(1) COllsáItense 108 últim08 tancia y no foliados aún. documento8 presentado8 en cdta ins- 'uévolencia se troc6 en las irascihles manifestaciones de su atrabilis, y el orgullo y la dignidad, sentimientos qne más arraigan en el corazón del hombre, se '~ambiarou en completa indiferencia por sn propia honra. Por eso Radfor<.lse degrada hasta hurtarse }lUrte de los capitales qne en él hahía depositado la pÚblica. 'Coufianza ITé aquí cómo los amigos llel procesado declaran sohrc esta grave lllut:l-'eióu de carÚcter: ,Jol1n G. \Yintcr, abogll.llo gOIllCl'j', de la cindall hablando de Ha(lford, dice: En los últimosaÍlos 't:reciendo ~e dio al alcohol, \'icio en él hasta que: paró de alterarse uso de su juicio, y hacerla perder, Hace unos tres años grado visible semejante que fue el hombre en un vcrda~ y á tal punto que sus facultades .dero borracho; .les hubieron de )Iont- menta- á veces, el hube de notar en estado porque se despertaban en -él repugnancias y preocupaciones sin motivo, El; los últimos tres años parece haber perdido toda idea é. recuerdo del valor del dinero, é imaginarse .de ilimitados recursos pecuniarios; no solamente gastaba con descabellado, sino que contrajo -'Cabo se volvi.ó iracundo era poseedor y, en consecuencia, prodigalidad y de un modo deudas inexplicables, y á las veces dominante luto, rasgos verdaderamente 90, Cuaderno que ajenos Al y abso- á su carácter, (Fs, VIII). Vincent ~L ~~lmore, de la misma ciudad, dice: La primera -Randolph, por su discreción confianza, cosa que atrajo mi atención fue que que antes de aquella época había sido notable en cuanto se voh'ió indiscreto á los asuntos dejados á su por extremo 'em'bozQ de "Cosas que se le habían y hablaba sin confiado y de las cua- -24.,.... les no debía hablarse. La segunda cosa fue que ese 110m'" bre, cuyo culto á la verdad era tan severo que solía no tolerar que asuntos de poco momento en conversaciones ordinarias se refiriesen de otro modo que con la precisión de tiempo y de lugar, llegase á ser tan inconsciente en sus actos (irrcspollsiNe), que s.olía hacer relatos que no solamente diferían de llna manera esencial de los hechos. del caso, sino que á menudo refería cosas que 110 había11 succdido, é illsistía COIl ellergía en asegurar que eral1 czcrtas, apelalldo para corroborar/as al testimollio de sus ami- gos presentes como que habían tomado parte (Cuaderno e11 lo relatado. citado, fs. roS). A pesar <leeste pasaje escrito por nno de los amigos más íntimos de Hadford, los Sres. Defensores inF.isten en que se crca en las palahras de aquel re01 contradiehns por cinco testigos!. _ Finalmente, .Tohn S. Cobhs, compañero de la infancia del procesado Hadford, ,dice hahlando de éste: Hace como quince años contrajo el hábito de beber en exceso, pero todavía conservó las otras cualidades: que he mencionado, hasta algunos tida de esta ciudad, la que 1895 (f'l. 158, Cuaderno tuvo años antes de su parlugar á principio de VIII). De lllanera que cuando Raufol'(T l1ny6 de su país alzándose con fÓlldos lIÓ-que era depositario en su car¡íeter de Juez; cuando mudó su nombre como !)araborrar el estigma del delincuente r la; desllOnra que estaban unidos al nombre que llabía heredado; cuan(10llegó á Cali é hizo conocer la irritabilidad de su carácter disparando varias veces un revólver, sin ningím motivo, contra Buenaventura Lenis; cuan.do, el} fin, amenaz6 de muerte al Sr. Simmonds ~' cumplió la. -25'--t· aUlCUU7.n con la comisión d.d asesinato, Radf(ml nO' era un loco sino lin (lesgrncÍllllo en q\lien apnl'ecímt> las cOllsecuencias de una lar,!.:";).villa de intemperan- cia, las manifestaciollCil del aleoholismo. l)erfectamente aplicahle al sin<lic:1I1o son los rasgos con qne el sahio 'l'ardicll :-eflala los (~nl1lhiosfisiológieos y psícolúgicos qne se l'ÍectÚan cn los ehrios cOlls\letudillarios : A veces, dijo el eminente alienista, en estos individuos, el hábito de beber ha sido provocado por la net;e>lidad de aturdirse sobre una pena, una desgracia, una ruina reciente, ora por \Ina especie ritu ó de agotamiento viduos de debilidad físico que ¡¡rrastra á algunos indi imbécilc5 ó diso;uios á l.>lI~carllna excitlción ticia que se les hace cada vez m(ls necesaria; figurarían los pretendidos beber por una especie bre el carácter. fic· entre éstos clipscíl1lilnos, los impulsados de sed mórbida, cambios quc tienen lugar bajo esta completa; de espí- El alcoholizado si era obrero laborioso, á Los primeros influencia recaen so- cae en una indiferencia muéstrase é perezoso inexacto; no cuidadoso de SllS negocios, ni de sus intereses, abandona Sll direcciÓn al azar; S\l sensibilidad natllral se embota; dolor y la miseria; ble, violento, educación brutales. cnl1mon:rse, en torno suyo el afable y pacífico antes, es hoy irasci- arrebatado. primera, sas y sórdidas, ve, sin Sus h;ibi~os de distinción, ceden en sitio á costumbres á un lenguaje grosero, á unas su crapulomaneras (1) Con tanta ra7.ón, IHlcf;, se dijo en La Tri7Hwa, pcl'i()dico de Chicago, hahlal\(lo de HaMor(] y lt:wienllo. alusión al alzamiento C011 fondos pÚhlicos y al asesinato ,lel Sr. Simmonds: lVllisky ({J/(l !/mltblillg callsecl (1) Tardieu. La. lnema, l'(¡g. 221. '-'26:his dOWllfáll. El aglUlrlliente 'Y el jtt.ego causaron sti ''Caída. l,a legisluC'ióu colomhiana.,~()n"OOrde con las le· gislaciollcs de los pueblos más civilizad6S, aunque á ·-este respect<> las modernas escuelas criminalistas cla'man por la reforma, no tiene en cuenta, para atenuar ·.el delito, la:> pequeflas ni las grandes transformacioo 'nes del carácter del Ileliucucute, tmnsformacioues debidas á la voluntaria intmdcaci6n alcohólica, ;ya sea ·esta intoxicacitSn lenta como en el alcoholismo cróni'co, ynsea repentina como en la borrachez ó en el alcoholismo agudo. (Véanse los artículos 30 y 117 del ':C. P.) :Ni la irritabilidad de carácter del reo producida 1101' el consuetudinario abnso Ilellicor, ni la peqneña ·,difercncia. olml'rida en ell1cgocio ue los terrenos, dife~ rencia que el vendedor prometía zanjar, aceptaDllo la 1'esolucióu del contrnt,o, son, pues, móviles que atenÚ(>n el hOlllieidio, ni circunstaucias qne puedan im~ pedir nna fría t1elibcmción, por lo cual no excluscn la. ;pl'emcditaciúnoel delincuente. Venidos á tierra los estímulos que dice el reo tu~ para cansar la muerte al Sr. Simmonds, el homici'dio queda colocado en el grnpo de los delitos preme~litados, ora en obedec:imiellto de la presunción legal, --oraen fuerza de uu raciocinio lógico dependiente del ,ejercicio del libre alhedrío, pues cuando el hombre no se halla bajo el imperio de una fuerte pasión del momento que nuhle su intelig-encia, haga vacilar su vo.luntad,y lo constitllya en.instrumento inconsciente de 'su propio instinto, su simple senHdo común lo 'neva á, .meditar solJrelosmás acostumbrados actos de la ví'YO -27~ .(la. Sabia es, por consiguient~, tablecida por el Legislador fj85 del C. P. la presunción legal escolombiano (~n el artículo Pero el Jlll'ado, para resolver afir/llatÍ\'amente que Radford 0111'6 con preme(litaci6n 6 deliberación previa de dar muerte :í Simmonds, 110tUYO Ilecesidad do ilustrar &Uc011ciencia CIIlas presllllciollCS de la Ley lIi en la ausencia (le fuertescstílllulos que ]Ieyaran á la comisión del crimell. Kó; el proceso, haeie!l(lo llIá¡; desgraciada la cowlici()11 de Radford, Ill:ís illdisf'ulpa1>10y grave sn reato, suministra prnehas plellísimus para demostrar la fría Jll'cmeditaci6n. La exist(~llcia de csta prueba cu la cansa es, si se quiere, exeepcional; UIla vez que ell' la gCllel'ali(la(1 de los easos los niminalos ocultan sus illtelleioncs, y quc la prclllcditaci()Il, como consecucncia de HIla sucesión de fCl1lílllellOSpsico16gicos ó sul\jdinls cnmplidos en lalilente (lel reo, escapa Ú las apreciaciones do testigos y 110puede conocerso sino por iufel'cncia, lo que diticulta la prueba plena. En efecto, s{luese que R.adford (y así ha si(lo confesado ingenuamente por los Srcr-;.J)efellsO\'('s) estaba .en desacuerdo con Edgar J. Young por llIoti,'o de nna >difet'eucia hahida con é¡;;te en su car:í..ctel' de ~oll1isionado por SiUllllOllds para entregar á aquél ó seiialarle los lindes de los terrellos que le hahía "cndido. Y sáhese, asimismo, que lllomentos antes del crimen y eil presencia de un extranjero llamado H\1gh Rohinson, manifestó Hadford, cargando dos 1'(','ol\'crs, los mislIIos con que cOllclIl'l'ió á la escandalosa cs~ella del ,asesi nato, que Ulla de esas armas era 1)0 rn 1Ilatar «Mr. Simmonds y la otra para matar á YOIl7l!l, f'Il caso -Z8de que éste IW interpusiera en su d(fenslt. ( Véase la de. claraci<ín de fs. 1]6 v., ClIallerno 1). Allí mismo en esa declaración dice el testigo no- híllson (fi;. 117 v) ~ Que es cíerto, porque le consta, que la noche antes del suceso, en presencia de Robert Davidson, de Martin y del exponente, Radfcrd deMr. y le diJera que le mandara el documen- Simmonds to de la casa prado; le dijo á Martin que fuera don- que estaba en el terreno que le había com· que de lo contrario, al día siguimtc ti las nueve de la 1l0ehc lo mataría. Las a¡.;everaciones del testigo Rohinson están de acuerdo snhstancialmentc con las del comísionado por Hadfol'd, ClIude1'\l() J. Aloert :Martin, 1}\1ien 1): Es cierto, me dijo Radford en presencia de los testi- gos citados, que fuera donde Simmonds mandara el documento no que le había guiente dice (fs. 12(1, y le dijera que le de la casa que estaba en el terre- comprado; que dc lo c<J11trario,al día si- ti las 1lltC'iJCdc la nochc lo mataría. Bastarían estas d(>s declaraciones para estahlecer que el procesado tenía. desde la. víspera del cinco de Septicmbre el designio de dar mnerte al Sr. SimmOIHls, y IIne momentos antes del hecho ratificaoa su illte1l(~ión con las manifestaciones más francas y categóricas. Es de ohservarse que aunque los Sres. Defensores han prctenllÍllo ver cn cada diligencia Ulla falsc(llHl y en calla declaración nn perJiuio, las exposicionc¡.; de los testigos Hohinson y Martin no son tachahl('s en ningílll motivo, y de serIo, lo serían por parcialidad á favor del enjuiciado Rallford, con qnicll hahían tenido íntimas relaciones, pues Hobin- son era el paje del reo, y l\la.rtiu tenía con este reo. Nltera confianza, IlHsta el puuto de desclllpeiíarle co.misiones importantes :mtes y después (le que el ú.ltimo (Hadford) fuera reducido á prisión. (Yéansc las declaraciones dc fs. 8, 10 Y 11 del Cuaderno V). Pura fortalecer lUl~or la prueba dc la deliberación previa que constitll~'e la premeditación en lln delito, vicncn l.ls circunstancias siguientes, lliUY dignas de mc{litado estudio. Uadford se presenta á la llabitación del Sr, Simmonds armado de dos revol,-ers, sin quc este hecho tenga otra explicación que la de que 110S hablan los testigos RolJinsoll y }fartin, <í sea la de tomar las mayores seguridades para la ('omisión del <lelito. y 110 se diga, COIIIO lo afirma el Sr. Defensor Dr. Cock l~á~'e1',qne uno <le los rcvoln~rs 10 llcnlba Hadford COIIIO <le Sll propio ~-constante uso y el otro para darlo á su mayorllolllo Davi<lsoll.La circunstancia de haher proYÍsto (le pertrechos las dos armas 1lI011l<mtos antes (le! crimen, indica que 110 acostuIllbmha ir armado en la eÍwlad, y no es \'(,t'osímil, por otra parte, lllle, sin el l'ern'l'so designio del asesillato, Ileyara la~ dos arlUa~ cmbarazos:ls pOI' sn peso~' Sil tamaño, cnando podía (le.ial'la~ en ca~a y tomadas en el momento de partir para la lladeuda. Se lla dicho <p1o el proces:t,lo estuvo en esta hacienda, poco <listallte de la cillllac1 de Uali, el mismo di:1 CII cuya tank cometió el crimen; ~. la declaración de }{obcrt C. Dusidson (fs. -11, Cmalel'llo 1) deja entelldcr e1araIllcllte 11Ile aquel (Radford) 110 repetil'Ía el viaje sino al día. siguicnte, en el cual, de acuerdo con lo prometido, debía llevar el revóh'c\' Colts. Sin embargo, el proee:sado prepara viaje para la rnisllHt tarde en que ha asegurado matar á Sll yíctima y -30'deue encontrarse con cIJa; ordena que le lleven el' caballo provisto de arreos á la plaza de la ciudad, muy cerca de la hahitación del ~k; Simmonds , .J, 1:r ftnalnwnte, lleva consigo una fuerte suma en moneda.~ de oro y Lilletes nacionales. ~Xo indican estas tres cirennstancias, eonresallas por los Sres. Defensores, que n:ulford preparaba con antda,ciún la fuga para ascgnmr su impunidad, salvándose de las autoridades uel lwís como se 1mbía snhstraÍllo de las autoridades de Sil patria? ~yno es de creerse que esa filga, preparada y 1Iwditada, se hubiera frw;trado por la inmediata per:-i('Clwi<Ínqne le hicieron el tesNgo :Escipión .T. Carvajal 3' algunos militares, Ó pOl'que aquél no' hallara p1'01lto sn cabalgadura, ú porqne olvidara la orden dada respecto de ésta, turhada su memoria con la preoellpaei()!l del espantoso orimon quo acabaua ue cometer? El SI', Dr. Cock, que tan extensamente ]la trata-do las cuestioDPs desde puntos relacionados con la defensa del reo, no ha podido, sin embargo, dar la explicación satisfactoria de estas circullstancias. Solamente l1iCC que Radibrd lle\'aba á su fi~lCa Ia fnerte suma de más de tres mil pesos, porque necesHaba estas cantid:ules para emprender lahores agrícolas. Olvida el Sr. Defensor la imposibilidad en que se hanaba su clientel1c invertir en pocos días toda esa suma () la mayor parte de ella, y OSl)(~ialmente la cantidad de oro, en trabajos que ni siquiera había inicia-do, Olvida todavía más: que en la misma ciudad deeali pOllía Hm1f()l'(l pagar más t~'tcilmente la suma que invirtiera en los trabajos de sn finca, sin exponer811 dinero á los peligTos que lorodearíau-en un des-- DOblado. ·-rff-· Forzoso es concluir, pues, alluqne ello C:tn8epe~na al infmscrito, quc la explicación del SI'. Defensores biclI fútil, y qne todo Ilculllcstra. que el asesino preparó la fuga para u:scgurnr :,;u impullidat1. ¡Quién en vista tie este cÚmulo de illlpol'tant.es,,; hechos pnedí, vacilar en decidir que se trata. de un llomicidio premcditado! cmCVXSTAXCIAS HE ASF:SI~A'l'O Ijas cÍl'cunstaneins de asc~illato en el delito de· homicidio están Íntimamcnte ligadas cou la premeditacióll, de tal modo qno la existenci:'l de aquéllas, en la generalidad delo:s caso~, corrobora la existcnde estotra y vice-\,(:)l'sa. La PI'('llw(litacióll es la base' del asesinato, {¡ltima l1IaHife:;t¡l(~ióu(m la escala as-cendente de los crÍmem's, y prohada, ba¡,;ta nn ligero, t.~tndio para decidir si en 1m hOlllici(lio cualquiera iJoncmren Ó 11Ólas e~l'cnllstaneiHS especificadas en el artículo 5.86 del Código Penal. Dico el citado artículo 58fi del C. P.: Artículo 586. El homicidio premeditado toma la denominación de asesinato, cuando los. agresores lo cometen mediando en él una ó más de las circunstancias si-guientes; 3~ Con. alevosíaó traición y sobreseguro; ya sorpren-. diendo descuidada, dormida, indefensa ó dcsaperdbidll. á. la pers~na asesinada; ya llcvándola con engaño ó perfidiar. ó privándola antes de la razón, de las fucrzas, de las ar~ mas ó de cualquier otro attxilio para facilita.cl asesinato;. ya empeñándola en alguna riña; ó ya usando de cualquier otro artiñ.tio para cometcr el delito con seguridad ¿, para quitar la defensa al acometido .•• _. _ _.~'En efecto; como dedncdón cientifica de las obscrvacioncs hechas en el cadáver del Sr. SimrnolHls, lu:; muy competentes peritos r esclarecidos médicos Dres. Evul'i:sto García, L. J. cricúechea, Adolfo Tenorio .r Pablo GarcÍa, aseg'nran bajo juramento: El Sr. Simmond~ ha sido muerto (tlel~o8amente, SIfl que haya indicio de lucha Cuaderno ni defensa armada (fs. 18 v., 1). y dice el mt ículo 80 de la Ley 105 de 18901 sobre 1J'{forlllas judiciales: Las declaraciones que estén profesión sujetos expOll.r:an de los facultativos á los sentidos con seguridad, tlqlld!os /tecitos)' de los principios jt.lYJlW7I sobre ioshechos y sobre lo que segÚn'su como consecucneia incollc1tSOS de la de Úellcia, plena pnleba. llieu :sahido es que la perfeccionada ciencia médico-legal, que ránta luz ha arrojado sobre el call1po del Herccho, sumiuistl'u los lIlcdios de conocer por la simple im;pecdóll tIcl cadáver de una persona, lUuerta á cOllsecncllcia de Ull delito, muchas las circnl1staucias IIne eOllclUTÍl'l'Un en ellllislUO delito. Así, nadie que no pueda apreciar con perfecto conocimiento .le la ciencia las observaciones hechas por los ilustrados lllédico-legi.~tas, se ltaEa autorizado para decir <¡ne las dClltlcdones Ile éstos 5011 uycnturudas ó contrarias á la l'l'alillad de los l1ec110s. Por lo delll:ls, aqucllas deducciones científicas estÚn ÍntimamclI te de acnerdo OOll los datos que, más t:U'!le, sumillisÍl'lí la iuycstigaciúlI, y por los cuales se comprobó el ase¡.;inato por medio de indicios fehacientes, lIase dicho ~'á que el Sr. SitllIllOlHls tUYO cOlloci ue M miento de qne RUIlford se encaminaua hncia él, porque así se lo dijeron los testigos Ramón Delg-ado y Lorenzo Vahlerrama, quienes se llllllauan en IUi-3puerte'lSdel almacén donde oCllI'l'ió el coulIlon'¡}ol' Hi-3csi1Iato. l1Jstc an uncio sirvió aJ SI', RillllllOlllh; para desii-3' 1ir de UlI paseo Ú que i-3edisponía IH)('OUllt('S, y pasando á su escritorio agn:mló tl'alH]\lilalllclIte á Sll ase~ino, escrilJiendo algo que sc igllol'a, Lncgn d SI'. Silllmonus fue sorprendido inermc y Iles:ll'er(~i hitlo. y quien, cegalla Sil razlÍll por el illte¡'(;'" pcreeefle1'0 tle oUtener un t~Lllo contmrio tÍ la justieia. llegne ~iqniera ii sospechar que el Sl', SillllHOlltl." rceibió Ú Badford de \lua mallera inOOll\'ellielltl', olyi(la que la viethna si 110 huhiera cOllii:lflo ell que el podel' de la inocencia y del buen carácter (lesarllla :i yeoos los m:í.s violentos y empedernidos criminales, se hau\'Ía preparado para contrarrestar cou SIlS déuiles f\wl'zas de anduno, el ata(lllC que, con amCIHlzas de muerte, le anulIciaba el testigo l\Iartiu, comisionado al ~feeto pOI' el mismo asesiÍlO. l)orque, á la \-cl'Ilafl, 1'1 ~r. SilllllloJHls tuvo tiempo para armarse, tiempo uastautc para pedir auxilio á las autol'hla(les~· pam l'ode:u'sp de Sil" numerosos amigos; y si no lo llizo así, fll.e pOl'qne no llegó á imagiuar jamás que Hatlford cometiera el mÚs iufame de los crÍllwnes contl'a Ull anciano como él, cnsi octogenario, que le hahía prm;tu(lo ueogj(la con tiU caracwrística benevolencia, otol'giÍlJ(l()I(~ illlportalltos flwores y beneficios y la faeilitla(l d(' tml):~j:n' honru(lamcnte e11el territorio catwano. Tampoco llU(lo nnnca el ofendi(lo imaginur¡.¡c que el crimen se COllS\llll:11'apor \lila diferencia (le pequeílOs intereses, diferencia quc el mislllo Sr. SillllllOlHls S~ prestaba á arreglar, pouic]I(lo lÍ escoger ii Hadf(H',l on3 -34tl'e el contmto ('scritll1'ado ó la resolución con la deyolnci611 inmediata del precio de la compraventa. Asimislllo los Sre.'S. Defensores que aparentan creer en la existencia de palahras ofensivas ó acres, Tcrtidas POl' la víctima en el JIlOIIWlltO de recihh' la lIlncl'te, y qne juzgall siquiera posihle nna lucha entre aquélla y Sll injlfsto matauor, olvidan qlt~ el Sr. SimIHolHls era. perSOlHt á quien nunca se le vio ui". gnstm' con nadi(', ofenller, nsar de palabras hirientes j qne era incapaz de eutl'ur en una lucha y menos en la muy inverosímil yahsn·rda de atacar armado de una silla á un homhre fuerte, irritahle en SUIllO gl'a. do, valcroso y }ll'Oybto dI' dos revol \'el'S, El Sr. SimJlIolHls había sido COlltel'ciaute en casi toda su larga y hOll1'ada vida, y bien sabido es qne el cOJlwrcio dn!cHica y suaviza el carácter, amold:illllolo á las diarias contrallic·ciollCS y l'cqueílOs incidcntes J' molestias qnc presclltulI los negocios. Empero, ]0 qne mejor prueoa la ansencia de ]11- chn, aun de simples valalmls, entre la víctima~' el asesino, y estahlece, por cOIH~iglliente, qne éste consnm6 el homicidio valiéndose de la absoluta indefensión de aquélla :l quien sorprendió inerme y (lesaper-. cibilla, es la cit'cllllstancia de qne l'cr8ona~ como los testigos Delg-atlo J' Val derrama, I}uienes se )13.11a1>an, según se ha dicho, en la misma puerta del almacén, no tuvit'ron tiempo de prestar auxilio alguno al Sr. Simmonds, qne recibió tres disparos tal vez antes de qne, en medio dc su perplejidad, se hubiera dado perfecta cnenta de qne las amenazas de Raclfor<l iban á tener un triste cumplimiento. Es obvio que los test.igos Yalderrama ~' Delgado, aunqne ignoraran COlll- pletament.u la lengua inglesa, en la cual se cruzaron algunas palabras Radford y su víctima en el momento del homicidio, se hahrían enterado lle la lucha lí hnberla hallido, por el touo fuerte de las palahras y las modulaciollcs que la it'a imprime á la voz. Esto lcs habría llevado á prescmciar el crimen; pel'O consta que no se movieron de sus pncstoi-> sino por la detouación del arma homicida. De modo qlle huho asesinato, porque Uadfortl dio muerte á Simmonds con alevosía ó á traición y sobreseg'uro, pues lo sorprendió inerme, inuefenso y desapercibido para nna lucha. y aun admitiendo, por vía de argumentación, que el reo hubiera entrado en verdadera rifía, la cual debió provocar en cumplimiento de sus amenazas~' en satisfacción de su carácter irritahle y de sus injustas exigencias sobre un contrato perfecto; aun admitiendo la invel'Osímil farsa de que el Sr. Simmollds se armara de una pesada silla para lnchar con Radford, no por tales circunstancias se lihraría éste (le las severas sancioncs que la ley ba estahlecido contra los asesinos, pnes empeñó á su víctima en una riña ó pelea llue elmisUlo reo provocó con ventaja conocida de su parte, ora por el. vigor de su edad, ora por los magníficos revol vers de que estaba provisto J' por el conocimiento que tenía, como militar veterano, en el arte de la clefensa y el ataque y en el manejo de las armas. En consecuencia obró muy bien el Jurado al resolver afirmativamente la seguuda de las cuestiones que se le propusieron: de no haberlo hecho así, su fallo habría sido notoriamente injusto. Los honrados é imparciales ciudadanos á quiene¡; tocó en suerte la -36penosa obligación de juzgar á Ratlford, deben sentir satisfecha SlIconciencia al considerar qne han cnmplido estrictamente las leyes de su patria sin debilidades ni conteml'OrizllCiones,que, por la importancia excepcional de la persona del reo, htihrían sido en este caso nn vel'dadoro haldón qne ccharían sobre ellos y sohre sus condudadanos. Eljnsticiero veredicto del .J l1i:'ado trae, como con· secuencia legítima, ]a aplicación de los artículos 597 y 598 del Código Penal, )', por tanto,]a condenacÍl'm del reo á la pena de muerte. OBSEUV ACIoNE8. No concluirá el subscrito esto dict.amen sin protestar contra ]a ernbozad~ amenaza do una :,}osible reclanutción internacional, amenaza que, seguramente sin caer en la cuenta del tremendo insulto que entraña contra la Patria, lanzó el Dr. Cock Báyer al CO\lcluÍr la afortunadamente estéril, aunque bien elaOOraua defensa del reo. Ello es que, por des.gracia.,se ha vuelto muy común entre nosotros el intimidar los Jueces y pretender al'rebatarles la independencia amenazando á Colombia con un conflicto internacional, cada vez qne en un proceso se trata de los intereses ó de la persona de un extranjero. j 'l'riste ~ondicióll á que hemos podido lleg-ar los eolomlJianos! Por sentimiento de noble orgullo, por deber del más rudimentario patriotismo, toda persona está obligada á respetar la soberanía inmanente de su nacionalidad y á exigir do los extranjeros ese mismo l'~Speto. Mucho más que la luminosa estela dejadll por Sócrates en el vasto campo de]a sabiduría humana, mucho más que sns virtudes, más que su doctl'Ína se- rena j' e·wiritnal, J1I'imcl'impulso que recibió la humanidad para salít, del paganismo gl'osero é infecundo, lo honra á llUl\stl'OS ojos la resignación con que recibió el martirio por no suhstraerse á las leyes de su patria, Gravo ofensa hace á su país el que por inten'ses mezquinos invoca Jueces extranjeros contra sns ,Jueces naturales, y plll1iern compa.r:í,rscle al hijo desnatm'ali7.ado qnc llama ;, los enemigos dc sn pa(lre llara contrariar los fallos llicta(los por él, en el hogar, como cabeza de llIHt familia. Plegno al Cielo qno esas amenaza.<;, explícitas ó veladas, sobre intet'vención <le nna Potencia extranjera en la aplicación de las leyes colomhianas, no vuelvan jamás á salir tle los lahi'ls de un compatriota, j Sobre los ,Jucces lle Colomhia ))0 está sino Dios ! Si Uadford es nn asesino, como se ha demostratlo, qlll~ Sil sangt'c expiatoria humedezca el tenitorio colomhiano, y en él quede siempre f'l'esca para que los ext\'lmjl't'Os tengan ~nte sns oj os algo irnponentelUémt,e sevcro qne les ree1\erde S1\obligación de res. petar nnestras leyes. Y si 01 Derecho Internacional, tdullfo ¡le que alardea la civilizacil)n moderna, no es en su práctica sino 01 imperio de la violencia y de la. inj llsticia, q ne qnede {~ nuestros J ncces la satisfacdón de haber pospuesto todos los intereses terrenales al cumplimiento de la más hermosa y enérgica de las máximas: l<'IAT ,Jl;STlTIA, PEREAT MC.:o..DUS. Sres. Magistrados. S.AMUEL VFJT;rr.LA. :Medellin7 23 de Julio de 1897.