La fibromialgia - Mútua General de Catalunya

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XVI Semana de la Prevención
Fundación Mútua General de
Catalunya
La fibromialgia
29 y 30 de septiembre y 1 de octubre de 2003
De 19 a 20.30 h
Ponentes:
Sr. Ferran García. Jefe de la Unidad de Fibromialgia y Síndrome de Fatiga
Crónica de la Clínica CIMA. Miembro del Comité Científico de la Fundación para
la Fibromialgia y el Síndrome de Fatiga Crónica
Sra. Anna Maria Cuscò. Doctora y psicóloga. Presidenta de la Fundación para
la Fibromialgia y el Síndrome de Fatiga Crónica
Sra. Montse Sansa Roquet. Fisioterapeuta. Jefa del Servicio de Fisioterapia
del Instituto Ferran de Reumatología
FIBROMIALGIA Y SÍNDROME DE FATIGA CRÓNICA: DOS
ENFERMEDADES DIFERENTES Y UNA SOLA FORMA DE
PRESENTACIÓN
Dr. Ferran García. Reumatólogo. Jefe de la Unidad de Fibromialgia y
Síndrome de Fatiga Crónica de la Clínica CIMA
•
Semejanzas y diferencias entre la Fibromialgia y el Síndrome de Fatiga
Crónica
Actualmente, todavía existe un gran colectivo, tanto de médicos como de pacientes, que
confunde la Fibromialgia (FM) y el Síndrome de Fatiga Crónica (SFC) interpretando que
son equivalentes o, como mucho, que son dos estadios diferentes de la misma enfermedad.
Nada más lejos de la realidad. Y, entonces, ¿por qué la confusión? Por la gran semejanza, en
apariencia, de los síntomas de ambas.
El inicio en la SFC es brusco en bastantes casos, aunque hay un grupo minoritario de pacientes
que sufren un empeoramiento progresivo. En cambio, en la FM es mucho más habitual un
comienzo engañoso, a pesar de que, en algunos casos, se puede llegar a concretar un factor
desencadenante.
Hablamos de cansancio y lo encontramos en las dos, hablamos de dolor, y lo mismo. Y con
otros síntomas ocurre exactamente igual, comparten los trastornos del sueño, las cefaleas, la
depresión, la ansiedad, el colon irritable, etc.
Previamente, el enfermo era, en las dos afecciones, una persona sana y, en muchos casos,
especialmente activa y competente. En ambas, la frecuencia de aparición es abrumadoramente
mayoritaria en el sexo femenino, aunque algunos autores apuestan por un cierto grado de
“ocultamiento” en el caso de los hombres, debido, tal vez, al rol social que han adoptado
históricamente. Puede que, por esta circunstancia, los casos de SFC o FM en barones que
vemos en las consultas acostumbren a ser especialmente severos.
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En la SFC los pacientes son bastante jóvenes en el momento de su primoinfección o primera
infección. La edad media es de 38 años. En cambio, la FM hace su aparición, habitualmente, de
forma más tardía, coincidiendo con el climaterio.
Las dos se consideran de origen desconocido, crónicas, de curso oscilante, y sin un tratamiento
curativo. El objetivo del tratamiento consiste en mejorar la calidad de vida del paciente y de su
entorno, y en intentar favorecer pautas que permitan adaptar sus condiciones laborales a las
posibilidades físicas.
Las dos pueden llegar a ser enfermedades invalidantes, con una disminución significativa de la
calidad de vida y ninguna de las dos compromete la esperanza de vida. A pesar de esta
aparente semejanza, la SFC acostumbra a tener un pronóstico funcional más grave que la FM.
La gran ventaja es que, en ambas enfermedades, y si el médico dispone del tiempo suficiente
para atender al paciente, será el propio enfermo el que describa su enfermedad con una
claridad meridiana. Es por eso que resulta difícil comprender las enormes demoras en los
diagnósticos. Los síntomas se parecen pero no tienen las mismas características y eso tiene que
quedar muy claro, porque el enfoque será diferente según sea el diagnóstico.
Sólo se puede llegar a un diagnóstico exacto basándose en criterios estrictos y siguiendo un
protocolo riguroso que, hoy por hoy, no está consensuado internacionalmente.
•
Síntomas de la FM y la SFC
Estos son los principales síntomas origen de la confusión entre la FM y la SFC:
FATIGA
En la SFC la fatiga es severa, profunda e insuperable, duradera en el tiempo un mínimo de 6
meses, que no mejora con el reposo y, en el caso de que exista actividad física, el agotamiento
todavía persiste 24 horas después o más. Obliga al enfermo a reducir su ritmo de trabajo
habitual más de un 50%, y esta disfunción es tanto física como psíquica. Hay lentitud de
movimientos y de agilidad de pensamiento, y se va agravando a medida que se van gastando
las energías.
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En la FM, en cambio, el cansancio no es tan constante ni insuperable, y aparece más como
fatiga matutina, que puede mejorar a lo largo del día. Y el reposo es algo más reparador. Hay
pacientes con FM que no tienen fatiga, aunque son pocos.
DOLOR
Es el síntoma principal en la FM, siendo necesario que se produzca en todos los cuadrantes del
cuerpo para diagnosticarla. En la SFC puede aparecer durante largos periodos y sólo un 5% de
pacientes no tienen dolor.
Sus características también son muy diferentes: en la SFC es un dolor difuso que empeora con
el esfuerzo y que puede sentirse en las masas musculares o en las articulaciones.
En la FM, en cambio, es la base del diagnóstico clínico. La enferma fibromiálgica siente dolor
sólo con la presión leve en unos puntos anatómicos concretos, en total 18, de los cuales hay
que tener como mínimo 11 positivos para que el diagnóstico sea posible.
Fig. 2: Localización de los 18 puntos anatómicos para detectar la fibromialgia.
ALTERACIONES DEL SUEÑO
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La paciente con SFC consigue conciliar el sueño pero se despierta muchas veces. La enferma
con FM acostumbra a tener insomnio y, si duerme, lo hace “tarde y mal”. En todo caso, en
ambas afecciones es fundamental conseguir una correcta regulación del sueño antes de
intentar otros abordajes terapéuticos.
DEPRESIÓN
Se ve con más frecuencia en la SFC, ya que la fatiga, en muchos casos, paraliza en gran
medida las tareas más mínimas.
ANSIEDAD
Es más acentuada en la FM. Existen, incluso, unas características de personalidad ansiosa más
marcada en este colectivo de enfermos.
En general, la SFC tiene una constelación de síntomas superior a la fibromialgia y el abordaje
terapéutico es más completo.
También difieren en su frecuencia. La FM es 8 veces más frecuente que la SFC. Esto quiere
decir que por cada 4% de enfermas con fibromialgia, sólo hay un 0,5% de enfermas con SFC,
afortunadamente para la población general.
•
Origen y tratamiento de la FM y la SFC
Una vez hecho el diagnóstico, las medidas terapéuticas no coincidirán en la mayoría de los
casos. Y eso es así porque, aunque sean a veces muy parecidas, las causas que las originan no
tienen nada que ver. De hecho, todo apunta que la FM es una enfermedad esencialmente del
Sistema Nervioso Central, mientras que la SFC es una enfermedad del Sistema Inmunitario. En
este caso tampoco existe acuerdo internacional.
En la SFC, el trastorno físico y mental deriva de una serie de desequilibrios a nivel
inmunológico, neurológico, neuro-muscular y endocrino, a causa de las reacciones bioquímicas
que produce la infección de unos virus determinados. Por otro lado, presentes en la mayoría de
los humanos, pero que por unas causas personales o de origen genético, en estos enfermos
hacen un impacto brutal. Algunas líneas de investigación avanzan para conseguir determinar
fácilmente esta infección intracelular y sus consecuencias.
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En la FM el dolor aparece después de un proceso puntual, que actúa como desencadenante,
que puede ser de origen vírico también pero en el que inciden otras circunstancias que no
tienen nada que ver con un proceso infeccioso, como son: un accidente automovilístico, una
separación matrimonial, un conflicto familiar o laboral, etc.
Todas estas situaciones pueden ser muy graves pero, en principio, no deberían de tener
repercusión de carácter reumatológico. Se considera que los síntomas son debidos a una
disminución de unas sustancias hormonales a nivel cerebral que habitualmente regulan la
sensación de dolor, en especial la Serotonina. Esta disminución produce un trastorno en la
percepción y modulación del estímulo doloroso por cambios en el nivel de percepción del dolor.
Esta disminución se acompaña de un incremento de un mediador del dolor en el líquido del
cerebro llamado Sustancia “P”, y otras alteraciones similares.
La capacidad de “consumir energía” en determinada actividad es mucho menor en la SFC. La
enferma, delante de cualquier actividad que se proponga llevar a término, tiene que calcular
con qué cantidad de energía cuenta para realizarla y, por este motivo, tiene que evitar las
acciones superfluas y reservarla cuidadosamente. Un ejercicio extra le resta fuerzas, que puede
que le sean más necesarias para otros fines. El acceso a un programa de Ejercicio Físico
Gradual tiene que hacerse con mucho cuidado y existen voces discrepantes respecto a su
beneficio real a término medio.
En la FM, en cambio, un ejercicio aeróbico moderado controlado puede ser muy beneficioso,
mejorando la clínica y procurando un mejor bienestar.
Las últimas tendencias avanzan en valorar el consumo de oxígeno delante de la actividad
muscular, pues parece estar muy alterado en la SFC.
Todo esto repercute en la vida cotidiana del enfermo que ve disminuidas sus fuerzas y su
capacidad de aprovechar lo que ésta pueda ofrecerle. Personas perfectamente activas y
capaces antes de la enfermedad ven como tiene serias dificultades para llevar una vida más o
menos normal.
Siendo ambas enfermedades “invisibles”, esto es, sin parámetros externos que permitan ver
con claridad hasta qué punto se sienten enfermos los pacientes, estos encuentran dificultades
para que se les reconozca como enfermos y eso supone un agravante en su estado. Los
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afectados, tanto por la Fibromialgia como por el Síndrome de Fatiga Crónica, intentan dar,
tanto como pueden, la apariencia de normalidad para evitar el rechazo de su entorno, los
comentarios hirientes de los que no entienden su dolor y, en algunos casos, la marginalidad
que les produce no poder seguir el mismo ritmo que una persona no enferma.
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