El aborto, un problema de salud en la República Argentina

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Departamento de Bioquímica Clínica.
Area Tecnología en Salud Pública.
Asignatura Salud Pública.
Titulo del trabajo: “El aborto, un problema de salud en la República Argentina”.
Nombre y Apellido del alumno: Cecilia Vanesa Posella
Fecha de presentación: 9 de Marzo de 2011
1
ÍNDICE.
INTRODUCCIÓN
Aborto
3
5
POLÍTICAS DE SALUD SEXUAL Y REPRODUCTIVA EN ARGENTINA
Salud sexual y Reproductiva
Derechos Sexuales y Reproductivos
Programa Nacional de salud sexual y procreación responsable
Informe de gestión semestral –primer semestre2010- PNSSyPR
Santa Fe: Programa Provincial de Salud Sexual y Procreación Responsable
7
7
8
8
9
11
OBSERVATORIO DE SALUD SEXUAL Y REPRODUCTIVA
Situación de mortalidad materna en Argentina
Acciones prioritarias para reducir las muertes maternas
12
12
15
SEXUALIDAD
Historia de la Sexualidad
Historia de las Enfermedades de transmisión sexual
Métodos anticonceptivos
17
18
26
28
AGENDA PÚBLICA DE SALUD: TRATAMIENTO ACTUAL DE
LA LEY DEL ABORTO
29
CONCLUSIÓN
30
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
32
2
INTRODUCCIÓN.
Estudios recientes sobre las causas de mortalidad materna en nuestro país han
revelado que el aborto es la principal causa de mortalidad en mujeres gestantes. Las
cifras que pusieron en alerta al país fueron dadas a conocer gracias a los estudios de
un centro de recursos informativos y monitoreo de políticas públicas, que busca
incentivar el debate social y promover el cuidado de la salud, el Observatorio de Salud
Sexual y Reproductiva (OSSyR). Según los resultados de dichos estudios realizados en
Argentina, el aborto es la principal causa de muerte en las mujeres; existen en América
otros dos países en los cuales el problema presenta características similares al nuestro:
Jamaica y Trinidad y Tobago. (1)
El aborto es la principal causa de mortalidad materna, ya que, entre otras cosas, es el
resultado de la prohibición legal de esta práctica en centros de atención a la salud.
Independientemente de la ideología política o religiosa y bajo la pregunta sobre si
está o no bien realizar el aborto en embarazos no deseados, la realidad es que parece
ser una alternativa que muchas mujeres siguen eligiendo, practicando las
intervenciones en sitios clandestinos. En Argentina se calcula que entre 460 mil y 600 mil
mujeres recurren cada año al aborto clandestino. Altísima cifra que demuestra que la
penalización no impide su práctica (2). La mayoría de las mujeres que deciden
someterse a intervenciones clandestinas lo hacen en lugares sin higiene ni seguridad.
Las complicaciones derivadas de los abortos clandestinos arrojan resultados
alarmantes sobre la probabilidad de supervivencia de la mujer, ya que mueren
aproximadamente 100 mujeres en edad fértil por año. Dentro de las causas de
mortalidad materna, las complicaciones relacionadas con el aborto representan el
26% de los casos, según los datos dados a conocer por el OSSyR. Este estudio se puso
en marcha gracias a un trabajo en conjunto del Centro de Estudios de Estado y
Sociedad (Cedes), el Centro Rosarino de Estudios Perinatales y el Instituto de
Investigaciones Epidemiológicas de la Academia Nacional de Medicina.
La mayoría de las causas de estas muertes son evitables y son una violación de los
derechos humanos de las mujeres. Constituyen una denuncia de la inequidad social
ya que afecta a las más pobres, de bajo nivel educativo, y con dificultades de acceso
a los servicios de salud (3).
En la Argentina los abortos, aun los que están permitidos por ley, se realizan en
condiciones inseguras y de esta forma se vuelven procedimientos riesgosos. Pero si uno
mira en la cadena de causas, para que se produzca un aborto seguramente hay un
embarazo no deseado y, detrás, una mujer que no tuvo acceso a un método
anticonceptivo, que no recibió educación sexual o que no pudo decidir sobre su vida
reproductiva (4).
En nuestro país, desde el retorno a la democracia, las estadísticas oficiales revelan que
la primera causa de muerte en mujeres embarazadas es el aborto clandestino; esto
quiere decir, que en casi treinta años de democracia esta cifra no se ha modificado.
La gran dificultad del país ha sido la prevención de los embarazos no deseados. La
anticoncepción dependía del bolsillo de la mujer; recién en 2003 se empezaron a
entregar anticonceptivos en forma gratuita y sin discriminación. El programa de salud
sexual y procreación responsable del Ministerio de Salud está haciendo su trabajo,
pero aún llevará muchos años antes de que todas las mujeres que quieren prevenir el
embarazo puedan acceder a ellos (5).
Es responsabilidad del Estado y sus gobiernos proteger la vida de los ciudadanos y de
las ciudadanas. Mantener la ilegalidad del aborto es condenar a las mujeres al circuito
millonario del aborto clandestino y también a la muerte.
El aborto, junto con la planificación familiar representan un grave problema de salud
pública, donde el aborto es la respuesta desesperada a la falla de la anticoncepción,
ya sea por falta de educación y acceso, como por falla en el método bien aplicado
(6).
A nivel mundial, se ha relacionado el grado de restricción del aborto con la mortalidad
en forma directa: donde las leyes son más severas -aborto criminalizado- la mortalidad
materna es más alta. La despenalización tampoco conlleva a una ola de abortos: en
3
Bélgica, Países Bajos y Alemania -países donde esta despenalizado- hay una tasa de
abortos menor a 10/1000 mujeres en edad fértil. En África y América Latina -países más
restrictivos- la tasa de abortos alcanza el 39/1000 mujeres en edad fértil.
Si bien el debate por la despenalización mueve profundos sentimientos, la medida
debe ser tomada como una medida de salud pública sin que tercien
sentimentalismos. La mortalidad por aborto es una deuda social, que en el largo plazo
debe y será saldada alcanzando la equidad en el acceso a la educación sexual y
reproductiva. Pero en el corto plazo debe ofrecerse alguna solución para evitar la
mortalidad materna innecesaria.
Los derechos humanos incluyen el derecho a decidir sobre nuestra salud, a una
sexualidad sin coerción ni violencia y a una maternidad voluntaria. Es necesario
entonces que para ejercer dichos derechos podamos acceder a la educación y a la
información adecuada en temas relacionados a sexualidad, métodos
anticonceptivos, enfermedades de transmisión sexual, entre otros.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define Salud Reproductiva como una
condición de bienestar físico, mental y social en los aspectos relativos al sistema
reproductivo en todas las etapas de la vida. La salud reproductiva implica que las
personas puedan tener una vida sexual satisfactoria y segura, la capacidad de tener
hijos y la libertad de decidir si quieren tenerlos, cuándo y con qué frecuencia. En esta
última condición está implícito el derecho de hombres y mujeres de estar informados y
tener acceso a métodos de regulación de la fertilidad de su preferencia que sean
seguros, eficaces, asequibles y aceptables, y el derecho a acceder a servicios de
salud adecuados que permitan a la mujer llevar a término su embarazo y dar a luz de
forma segura (7).
Algunos de los métodos anticonceptivos disponibles incluyen métodos hormonales,
dispositivo intrauterino (DIU) y métodos de barrera, dentro de los cuales se encuentra el
condón o preservativo, que tiene además la importancia de prevenir el contagio de
enfermedades de transmisión sexual. En cuanto a estas últimas-las enfermedades
venéreas- a pesar de que son muchas las que se describen en la actualidad, han sido
solamente tres las que en el curso de la historia de la humanidad han captado la
atención debido a las connotaciones individuales y sociales de ellas, así como
también por las cifras de incidencia que han presentado no sólo a nivel de epidemia
sino inclusive de pandemia en varios periodos de la historia de la humanidad; este ha
sido el caso con la gonorrea, la sífilis y el síndrome de la inmunodeficiencia adquirida.
Las enfermedades venéreas han afectado todos los estratos socioeconómicos por
igual y han sido protagonistas de episodios vergonzosos en la trayectoria de hombres
eminentes y distinguidos de la sociedad (8) y guardan estrecha relación con un
aspecto íntimamente vinculado con el problema de salud que el aborto representa: la
sexualidad.
La sexualidad forma parte de nuestro ser como individuos en todas las etapas de
nuestras vida. Podemos decir que es un universo complejo en el cual intervienen
aspectos tanto biológicos, como psicológicos y sociales (9). La sexualidad engloba
una serie de condiciones culturales, sociales, anatómicas, fisiológicas, emocionales,
afectivas y de conducta, relacionadas con el sexo que caracterizan de manera
decisiva al ser humano en todas las fases de su desarrollo. La sexualidad hace
referencia a un concepto multiforme, extenso, profundo y variadísimo de elementos
que todos unidos forman el concepto de sexualidad como un todo. Es vivida y
entendida de modos diversos a lo largo y ancho de la geografía mundial atendiendo
a las diferentes culturas, ideales, modelos de sociedad y de educación. Además de
este condicionante socio-cultural, debemos tener en cuenta que la sexualidad es un
concepto dinámico que ha ido evolucionando de la mano de la Historia del ser
humano. No podemos encajonar la sexualidad como algo estático y predecible, sino
como un todo que envuelve la vida del hombre, que evoluciona a lo largo de la
historia, y no sólo de la Historia en mayúsculas, sino también en la historia personal de
cada individuo. La sexualidad nos acompaña desde que nacemos hasta que
morimos.
4
Por todo lo expuesto, resulta evidente que una manera de disminuir las alarmantes
cifras de mortalidad femenina producidas a causa del aborto sería que todas las
personas tengan el acceso adecuado a la educación e información necesaria para
decidir sobre su sexualidad y la manera más segura de poder ejercerla, sin importar su
condición socioeconómica, ni lugar geográfico que habite. Así como también decidir
acerca de su capacidad reproductiva y planificación familiar.
El aborto.
La palabra aborto es la interrupción del embarazo por causas naturales o
deliberadamente provocadas. Puede constituir eventualmente un delito (10). En
Argentina es severamente limitado por la ley. Desde 2008, el Código Penal argentino
establece sanciones severas para los que causan abortos, penas específicas para los
médicos y otros agentes de salud que realizan abortos y para mujeres que se someten
a dicha práctica.
En nuestro país, el aborto es ilegal en cualquier caso pero es considerado "no punible"
en determinadas circunstancias:
1. si el aborto se realiza para evitar algún daño a la vida o a la salud de la mujer,
cuando no existan otros medios de evitar tales daños.
2. si el embarazo proviene de una violación. En el caso de una mujer "idiota o
demente", se requiere del consentimiento de su representante legal.
Hasta 2007 no había estadísticas oficiales acerca de los abortos realizados en nuestro
país (11); las autoridades sanitarias estimaron 500.000 por año -un 40% de todos
embarazos- en la mayoría de casos, presumiblemente ilegales y realizados bajo
condiciones sanitarias inadecuadas. Cerca de 80.000 mujeres cada año se
hospitalizan debido a complicaciones después del aborto y son legalmente
sancionadas. Las complicaciones del aborto son la primera causa de la muerte
materna en Argentina: un 30% del total, cerca de 100 muertes anuales.
El 28 de mayo de 2005, Día Internacional de Acción por la Salud de las Mujeres, fue
lanzada la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito. En el
marco de esta campaña y a partir de cifras concretas, agrupaciones que luchan por
la legalización del aborto han propuesto reflexionar acerca del flagelo de la
mortalidad materna, fenómeno que se encuentra directamente relacionado con el no
reconocimiento del derecho al aborto, y que afecta sobre todo a las mujeres pobres.
Los derechos a decidir sobre nuestra salud, a una sexualidad sin coerción ni violencia y
a una maternidad voluntaria son parte de los derechos humanos.
Un gran paso dado en la legislación argentina en este sentido fue la aprobación de la
Ley N° 25.673 de Derechos Sexuales y Procreación Responsable, que entró en vigencia
el 22 de noviembre de 2002 y que posibilita el acceso de toda la población femenina
a la atención ginecológica y a la prescripción de los métodos anticonceptivos más
convenientes.
No obstante esto, la despenalización del aborto sigue siendo una reivindicación
prioritaria debido a las muertes maternas que causa. Las cifras son escalofriantes, y son
sólo estimaciones.
La mortalidad materna es un flagelo nacional e internacional, y son las mujeres pobres
las más afectadas, ya que ellas sólo pueden acceder a procedimientos caseros o de
baja calidad, con el consiguiente peligro que esto implica para su salud.
En cuanto al papel del Estado, se requiere que sea laico, que no imponga reglas
desde una teología moral, y que ejecute políticas públicas para habitantes de distintas
creencias religiosas, o para quienes no las tienen. Se necesitan políticas públicas
basadas en la democracia, la pluralidad y la diversidad que supone un Estado que
descansa en la soberanía popular y no en un poder emanado de creencias religiosas.
Es responsabilidad del Estado y sus gobiernos proteger la vida de los ciudadanos y de
las ciudadanas. Mantener la ilegalidad del aborto conduce a condenar a las mujeres
5
al circuito millonario del aborto clandestino y también a la muerte. El país tiene una
gran deuda con los derechos de las mujeres, en particular con el derecho a decidir
sobre sus cuerpos.
Las declaraciones de la presidenta Cristina Fernández realizadas en su campaña
electoral durante 2007, sobre la negativa a legalizar el aborto, preocupan y alertan.
Realizando más precisiones sobre el tema del aborto en nuestro país, la OMS en el año
2008 señaló que “Hace más de 25 años que en Argentina el aborto es la primer causa
de muerte materna. (…) Hoy, por cada 100 muertes maternas, 29 se deben a abortos.
(…) en el último cuarto de siglo las hemorragias y la sepsis con complicaciones
puerperales se ubicaban como segunda causa de muerte materna”. Según
expresiones de la médica epidemióloga Mariana Romero, investigadora del Conicet y
del Centro de Estudios de Estado y Sociedad (CEDES)”La gran dificultad del país ha
sido la prevención de los embarazos no deseados. La anticoncepción dependía del
bolsillo de la mujer; recién en 2003 se empezaron a entregar anticonceptivos en forma
gratuita”.
Resulta urgente resolver el grave problema de salud pública que significa la ilegalidad
del aborto, que constituye una deuda interna enorme profundizando las
desigualdades sociales y también una forma de violencia contra las mujeres y sus
derechos. Una de las aristas de este problema es el no cumplimiento del derecho de
equidad para el acceso a la salud, ya que los abortos clandestinos y sus
complicaciones más graves son una forma grosera de inequidad en salud. Las mujeres
de los estratos sociales más privilegiados en general tienen mayor y mejor acceso a la
educación sexual, métodos anticonceptivos y planificación familiar. La inaccesibilidad
de estos métodos para las mujeres de estratos sociales más bajos ponen de relieve
esta inequidad, las mujeres de estratos sociales menos favorecidos suelen tener una
mayor tasa de fertilidad, mayor índice de embarazos adolescentes y de embarazos no
deseados. Un trabajo argentino sobre este tema en forma de encuesta a profesionales
de la salud confirma dicha situación: el aborto y la planificación familiar son temas
muy relevantes de la salud pública, donde el aborto es la respuesta desesperada a la
falla de la anticoncepción, ya sea por falta de educación y acceso como por falla en
la aplicación de métodos anticonceptivos, suponiendo que los conozcan y que hayan
optado por utilizar alguno de ellos.
Las mujeres de mayor poder adquisitivo podrán acceder a un aborto ‘más limpio’ en
el mercado negro, donde la tasa de complicaciones seguramente será menor que la
correspondiente a los abortos a los que pueden acceder las mujeres de estratos
socioeconómicos carenciados.
Es importante entender que en general ninguna mujer aborta alegremente, por lo
tanto las leyes que despenalicen y legalicen el aborto no alentarán su práctica.
Las agrupaciones que reclaman por un aborto legal, seguro y gratuito, parten de una
consideración integral: “educación sexual para decidir, anticonceptivos para no
abortar, aborto legal para no morir”, pretenden programas y políticas públicas que
den respuestas al conjunto de situaciones que involucran derechos sexuales y
derechos reproductivos.
En América Latina el 11% de las mujeres que mueren por causas relacionadas al
embarazo fallecen como consecuencia de un aborto clandestino. En Argentina esa
cifra es más del doble: el 25% de la mortalidad materna es atribuida a las
interrupciones mal realizadas (12). Sin embargo, a diferencia de lo que ocurre en estas
naciones, el problema en Argentina no puede atribuirse a falta de recursos, ya que el
país gasta más en salud por habitante que algunos de nuestros vecinos, como Chile y
Uruguay, a pesar de lo cual estos dos países tienen menos de la mitad de los índices
de mortalidad materna que el existente en nuestro país. Mientras que Argentina
registró en 2008 cuatro muertes cada 10.000 niños nacidos vivos, en Chile la cifra fue
de 1,8 fallecimientos y en Uruguay de 0,9. También la cantidad de mortalidad materna
atribuida al aborto es mucho menor: 4% del total en el país transandino (según datos
de 2003) y 0% en Uruguay en 2008, mientras que en Argentina, también en el 2008, la
mortalidad ha sido de un 25%. Según expertos, estas diferencias pueden atribuirse a
que en Argentina faltan políticas públicas sobre el tema, siendo uno de los principales
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problemas la falta de una política de prevención: no hay educación sexual y no hay
acceso a anticonceptivos. Evitar los embarazos no deseados sería la mejor forma de
evitar la muerte de mujeres por abortos mal hechos.
Además, aquellas diferencias también pueden atribuirse a la falta de políticas para la
"juventud" dentro del sistema de salud pública de Argentina. Mientras que Chile
empezó a aplicar programas de planificación familiar en los años sesenta, en
Argentina recién se implementó un Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación
Responsable en 2002.
Otra causa del alto número de muertes maternas en Argentina es la deficiencia del
sistema sanitario. A pesar de tener una red sanitaria extendida, el país no cuenta con
un sistema eficiente ya que muchos de los centros de salud son de mala calidad, por
falta de capacitación o por la ausencia de insumos.
Por otro lado, hay que tener en cuenta que la muerte de mujeres embarazadas en
hospitales puede ser consecuencia de un problema cultural, debido a que cuando
una mujer llega a un hospital con complicaciones por haberse realizado un aborto,
muchas veces es tratada mal, es estigmatizada. Sería importante además, que los
centros de salud cumplan con lo que dicta la ley, ya que si bien el Código Penal de
Argentina contempla la violación como una causal para permitir un aborto, muchos
médicos se rehúsan a realizar el procedimiento, obligando a las víctimas a realizarse un
aborto clandestino.
Entre las medidas que pueden implementarse para disminuir las muertes por aborto se
incluyen el acceso a una anticoncepción de calidad, como una de las opciones más
barata y más efectiva, ya que previene los embarazos no deseados, lo cual es una
forma de evitar abortos. Una segunda estrategia sería mejorar el acceso y la calidad
de los servicios de interrupción del embarazo. En tercer lugar, podría mejorarse la
atención a las complicaciones del aborto inseguro.
Quienes niegan el derecho al aborto legal, no hacen más que promover su
clandestinidad y pronuncian un voto de muerte para las más empobrecidas y niegan
la condición de ciudadanía plena para las mujeres.
POLÍTICAS DE SALUD SEXUAL Y REPRODUCTIVA EN ARGENTINA.
Salud sexual y reproductiva.
La salud sexual y reproductiva se considera un derecho, que poseen las personas y
que consiste en la posibilidad de disfrutar una vida sexual responsable, satisfactoria y
segura, y en la libertad para decidir si tener o no relaciones sexuales (13). Consiste
además en poder decidir si tener o no tener hijos, cuántos y cuándo tenerlos. Incluye el
derecho a recibir información adecuada para prevenir embarazos no deseados e
infecciones de transmisión sexual como el VIH/SIDA y a acceder a servicios de salud
adecuados. La salud sexual y reproductiva constituye un campo de la acción en salud
muy amplio, que abarca desde la prevención de embarazos no deseados e
infecciones de transmisión sexual hasta los cuidados durante el embarazo y el parto, la
prevención y el tratamiento del cáncer gineco-mamario y el tratamiento de la
infertilidad entre otras cosas.
Las Naciones Unidas han expresado en el Informe de la Conferencia Internacional
sobre la Población y el Desarrollo, realizado en la ciudad del Cairo en el año 1994, “La
salud reproductiva es un estado general de bienestar físico, mental y social, y no de
mera ausencia de enfermedades o dolencias, en todos los aspectos relacionados con
el sistema reproductivo y sus funciones y procesos. En consecuencia, la salud
reproductiva entraña la capacidad de disfrutar de una vida sexual satisfactoria y sin
riesgos y de procrear, y la libertad para decidir hacerlo o no hacerlo, cuándo y con
qué frecuencia. Esta última condición lleva implícito el derecho del hombre y la mujer
a obtener información y tener acceso a la elección de métodos de planificación
familiar que sean seguros, eficaces, aceptables, económicamente accesibles; y el
derecho a recibir servicios adecuados de atención de la salud que permitan los
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embarazos y los partos sin riesgos y den a las parejas las máximas posibilidades de
tener hijos sanos. En consonancia con esta definición de salud reproductiva, la
atención de la salud reproductiva se define como el conjunto de métodos, técnicas y
servicios que contribuyen a la salud y al bienestar reproductivo al evitar y resolver los
problemas relacionados con la salud reproductiva. Incluye también la salud sexual,
cuyo objetivo es el desarrollo de la vida y de las relaciones personales y no meramente
el asesoramiento y la atención en materia de reproducción y de enfermedades de
transmisión sexual”.
Derechos sexuales y reproductivos.
Todas las personas poseen derechos que se denominan derechos humanos; estos
incluyen el derecho a la vida, la identidad, la salud, la educación, la libertad, la
alimentación, el techo, la seguridad, etc. Como la salud es un derecho humano
esencial, la salud sexual y reproductiva es también una parte integral de los derechos
humanos. Los derechos sexuales y reproductivos se basan en la autonomía de las
personas para tomar decisiones acerca de su vida, su sexualidad, su cuerpo, su
reproducción, su salud y su bienestar. Incluyen el derecho a tener relaciones sexuales
cuando quieran y con quien quieran, sin violencia ni bajo presión; a tener hijos cuando
lo deseen, y a expresar su sexualidad de la manera en que la sientan. Los
derechos reproductivos son esenciales para que los individuos puedan ejercer su
derecho a la salud e incluyen el derecho a utilizar servicios de salud
reproductiva integrales y de buena calidad que garanticen la privacidad, el
consentimiento libre e informado, la confidencialidad y el respeto.
Los derechos sexuales incluyen:
• el derecho a la libertad sexual.
• el derecho a la autonomía, integridad y seguridad sexuales del cuerpo.
• el derecho a la privacidad sexual.
• el derecho a la equidad sexual.
• el derecho al placer sexual.
• el derecho a la expresión sexual emocional.
• el derecho a la libre asociación sexual.
• el derecho a la toma de decisiones reproductivas, libres y responsables.
• el derecho a información basada en el conocimiento científico.
• el derecho a la educación sexual integral.
• el derecho a la atención de la salud sexual.
Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable.
El Programa de Salud Sexual y Procreación Responsable fue creado por la Ley
Nacional Nº 25.673 y entró en vigencia en el año 2002. Reconoce que el Derecho a la
Salud comprende la Salud Sexual, y que ésta incluye la posibilidad de desarrollar una
vida sexual gratificante y sin coerción, así como prevenir embarazos no deseados.
Se basa en la autonomía de todas las personas para elegir individual y libremente, de
acuerdo a sus convicciones y a partir de la información y el asesoramiento, un método
anticonceptivo adecuado, reversible, no abortivo y transitorio, para poder definir la
posibilidad de tener hijos, cuantos hijos tener, cuándo tenerlos, y el intervalo entre ellos.
Por eso, promueve la "Consejería" en Salud Sexual y Reproductiva en los servicios de
salud pública de todo el país; es decir, la posibilidad de acceder gratuitamente a un
asesoramiento de calidad que contribuya a la autonomía y a la toma de decisiones
en materia de salud sexual y reproductiva.
Al mismo tiempo, favorece la detección oportuna de enfermedades genitales y
mamarias, contribuyendo a la prevención y detección temprana de infecciones y
VIH/SIDA.
El Programa tiene como propósito promover la igualdad de derechos, la equidad y la
justicia social así como contribuir a mejorar la estructura de oportunidades, en el
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campo de la salud sexual. Es necesario extender las conquistas en materia de
derechos sexuales y reproductivos a todos los sectores sociales que habitan las
diferentes regiones, territorios y barrios. Estos derechos en nuestra vida cotidiana
implican: acceder a información basada en el conocimiento científico, acceder a
atención de calidad con buen trato y continuidad, acceder gratis a métodos
anticonceptivos y preservativos.
La implementación del Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable
abarca:
• entrega de insumos a las provincias para su distribución gratuita en los Centros de
Atención Primaria y hospitales públicos, a solicitud de las/los usuarias/os, con
asesoramiento
o
consejería
especializada.
Los insumos de salud sexual y reproductiva que distribuye el Programa actualmente
son preservativos, anticonceptivos hormonales inyectables, hormonales para
lactancia, hormonales combinados, y anticonceptivos hormonales de emergencia;
dispositivos intrauterinos (DIU) y cajas de instrumental para su colocación.
• asistencia técnica y apoyo a las autoridades provinciales, para la implementación
de programas locales en todas las provincias.
• capacitación a los equipos de salud mediante la articulación con el Programa de
Médicos Comunitarios.
• producción y entrega gratuita de materiales didácticos de difusión relacionados
con el tema.
El año pasado se implementó una línea telefónica gratuita - Línea de Salud sexual
08002223444 - para realizar consultas acerca de temas relacionados con la salud
sexual y reproductiva. La línea de salud sexual brinda atención personalizada y
oportuna a la población en general y facilita su acceso a los servicios de salud sexual y
reproductiva de todo el país.
Esta línea telefónica ofrece:
*atención personalizada, no crítica ni prejuiciosa, respetando creencias, valores,
miedos, ansiedades.
*tiempo y escucha para plantear dudas o situaciones íntimas relativas a la sexualidad.
Además brinda información sobre:
*métodos anticonceptivos
*derechos de las y los adolescentes
*marco legal en salud sexual y reproductiva
*violencia sexual y abuso sexual infantil
*situaciones pre y post aborto
*aborto no punible
*cáncer cérvico uterino y cáncer de mama
*disfunciones sexuales
*sexualidad en adultos mayores
*derechos sexuales y reproductivos LBTG
Informe de gestión Semestral -primer semestre 2010- Programa Nacional de
Salud sexual y Procreación responsable.
Para el año 2010 se establecieron los siguientes ejes de trabajo: (14)
1. fortalecer el Sistema de aseguramiento de insumos a través de la planificación y
seguimiento de entrega y la actualización de la canasta de métodos anticonceptivos.
2. promover el desarrollo comunitario y la participación social en el cumplimiento de
los derechos sexuales y derechos reproductivos.
3. promover acciones de difusión y comunicación que apunten a garantizar el acceso
9
equitativo y universal a la Salud Sexual y Reproductiva.
4. favorecer la formación de recursos humanos en servicios de salud con perspectiva
de género y específica en salud sexual y reproductiva.
5. efectuar acciones de seguimiento y asistencia legal en aspectos vinculados a
derechos sexuales y reproductivos a nivel nacional, provincial y local.
6. consolidar el Sistema de información y monitoreo del Programa de Salud sexual y
Procreación responsable -PNSSyPR-.
Estos ejes se encuentran enmarcados en la agenda de salud del Ministerio como
organismo rector en esta materia, y específicamente en el ámbito de la Subsecretaría
de Salud Comunitaria en el Plan Operativo de Reducción de la
Mortalidad
Materno infantil, de las mujeres y los adolescentes.
Para el primer semestre el PNSSyPR ha priorizado las siguientes líneas estratégicas de
gestión, todas ellas centrales en la consolidación de una política pública integral de
salud sexual y reproductiva:
* garantizar el cumplimiento de las acciones comprometidas en el marco del Plan
Operativo de Reducción de la Mortalidad Materno infantil, de las mujeres y los
adolescentes.
*reorganizar la estrategia de distribución del
Sistema de Aseguramiento de
Insumos a partir de la red de efectores locales del programa Remediar a nivel nacional
y mejorar la canasta de insumos del Programa.
* implementar una Línea gratuita (0800) de información y consulta propia del
Programa con el objeto de promover la difusión masiva de información respecto de
temas centrales vinculados con la Salud sexual y reproductiva.
*actualizar el modelo de abordaje para la atención de los abortos no punibles y
realizar el seguimiento y asistencia legal y técnica de aquellos casos específicos de
vulneración de derechos de las mujeres en relación a la atención de Abortos No
Punibles en todo el territorio nacional.
Plan de Reducción de la Mortalidad Materno infantil.
El Plan de Reducción de la Mortalidad Materno infantil, de las mujeres y los
adolescentes tiene como objetivos generales mejorar la situación de salud maternoinfantil, del adolescente y de la mujer con una consiguiente reducción de la
mortalidad infantil y materna con aumento de la supervivencia de los niños, los
adolescentes, las madres y las mujeres en general. Asimismo, se pretende prevenir los
embarazos no planificados y el desarrollo del cáncer de cuello de útero, lo que
redundará en una mejora de la condición de salud general de la mujer.
El compromiso del PNSSyPR en el Plan de Reducción de la Mortalidad Materno-Infantil
de las mujeres y los adolescentes consiste en aportar las prestaciones y asistencia
técnica específica a las provincias en lo que refiere a salud sexual y reproductiva y
realizar el seguimiento de las acciones comprometidas en las jurisdicciones donde se
implementan los acuerdos, de modo de fortalecer las capacidades de gestión de los
equipos provinciales.
La implementación del Plan en las provincias significa la continuidad y seguimiento de
acciones a partir de un acuerdo político institucional con las provincias que participan
en esta etapa. En este sentido, supone las siguientes instancias:
• definición de metas provinciales
• asistencia técnica en la elaboración de un Plan de Trabajo provincial
• suscripción de un Acta Acuerdo Nación-Provincia para el cumplimiento de metas
• comunicación pública del Acuerdo y sus avances.
El Plan de Trabajo que se acuerda con las provincias propone:
- iniciar y/ o continuar un proceso de acompañamiento de la nación a las provincias,
mediante la asistencia técnica y capacitación en servicio.
- sumar a todos aquellos actores involucrados directa o indirectamente con todos los
niveles de atención, además de otros programas vinculados.
- generar espacios para la definición conjunta de problemas y el diseño de
propuestas de solución.
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En el primer semestre del año 2010, la Subsecretaría de Salud Comunitaria firmó
acuerdos con las provincias de Misiones (Marzo 2010), Jujuy (Abril 2010), La Rioja (Mayo
2010) y Entre Ríos (Junio 2010). Mientras que durante el segundo semestre del mismo
año se incorporaron las provincias de Buenos Aires, Salta y Corrientes. Existían acuerdos
previos con el Chaco (Septiembre 2009), Santiago del Estero (Octubre 2009) y Formosa
(Noviembre 2009).
Santa Fe: Programa Provincial de salud sexual y procreación responsable.
La provincia de Santa Fe cuenta con un Programa Provincial de Salud sexual y
Procreación responsable creado en el año 2001 y reglamentado en 2002.
Respecto de las acciones implementadas por nuestra provincia para la ejecución del
Plan de Reducción de la Mortalidad Materno infantil propuesto por PSSyPR, en el año
2010, más precisamente en el mes de diciembre, se llevó a cabo en la ciudad de
Santa Fe un foro de debate, consenso y compromiso para la disminución de la
mortalidad materna, donde se trataron los temas “Capacidad resolutiva de los
servicios para atender las emergencias obstétricas” y “Sistema de vigilancia activa de
las muertes maternas” organizado por el Ministerio de Salud provincial junto con
Observatorio de Salud Sexual y Reproductiva.
El programa se basa en la Ley Provincial Nº 18.188 que trata sobre la salud sexual y
reproductiva y también en los criterios, normas y procedimientos propuestos por el
Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable. (15)
Las principales actividades del programa provincial se basan en:
1. brindar información adecuada sobre salud sexual y procreación responsable a la
población de la provincia a través de todos los efectores de salud y de otros medios.
2. brindar en forma gratuita insumos de salud reproductiva a través de la red de
efectores de salud de la provincia.
Objetivos del Programa Provincial de salud sexual y procreación responsable.
Los objetivos del Programa Provincial de salud sexual y procreación responsable de la
provincia de Santa Fe incluyen:
• reducir la mortalidad materna.
• mejorar la salud sexual y reproductiva de la población, principalmente de las
mujeres, con el incremento del conocimiento y la disponibilidad de herramientas para
tomar decisiones sobre la procreación.
• prevenir embarazos no deseados.
• reducir la morbilidad y mortalidad por enfermedades de transmisión sexual.
• reducir la morbilidad y mortalidad por cáncer genital en mujeres.
El alcance del programa es provincial y se trabaja en el ámbito público, en toda la red
de efectores de salud que comprende la provincia de Santa Fe. Los resultados
esperados se centran en brindar información, capacitación e insumos y atención en
los centros de salud. El área responsable del programa es el Departamento de
Maternidad e Infancia de la Dirección Provincial de Promoción y Protección de la
Salud, Subsecretaría de Salud, Ministerio de Salud.
Información disponible.
En la sección “Salud sexual y Procreación responsable”, de la página oficial del
gobierno
de
la
provincia
de
Santa
Fe
http://www.santafe.gov.ar/index.php/web/content/view/full/36084,
se
encuentra
información de interés relacionada con el tema. Allí se brinda el número de la línea
telefónica gratuita - Línea de Salud sexual 08002223444- para realizar consultas en
forma confidencial, implementada en el año 2010 por el Programa Nacional de Salud
sexual y Procreación responsable. Desde cualquier teléfono esta línea permite
acceder a información sobre Hospitales y Centros de Salud donde se consiguen
11
métodos anticonceptivos.
La página también brinda información acerca de cursos, jornadas, leyes y resoluciones
relacionadas a la salud sexual y procreación responsable. Permite, además, acceder a
materiales de difusión, guías y materiales de trabajo para que toda la población
pueda informarse sobre dichos temas.
El OBSERVATORIO DE SALUD SEXUAL Y REPRODUCTIVA (OSSyR).
El Observatorio de Salud Sexual y Reproductiva de la Argentina es una iniciativa
conjunta de tres instituciones académicas: el Centro de Estudios de Estado y Sociedad
(CEDES) (16), el Centro Rosarino de Estudios Perinatales (CREP) (17)y el Instituto de
Investigaciones Epidemiológicas de la Academia Nacional de Medicina, Buenos Aires
(IIE-ANM) (18).
Es un espacio que reúne y analiza información sobre la situación de la salud sexual y
reproductiva en la Argentina, selecciona documentos relevantes para los equipos de
salud, los gestores y los tomadores de decisiones y difunde opiniones de expertos en
relación a los principales problemas de este campo. Busca incentivar el debate social
y producir información y conocimiento para contribuir a la promoción de la salud y de
los derechos sexuales y reproductivos desde una perspectiva de derechos humanos y
de equidad social y de género. (19)
En esta primera etapa, el OSSyR se ha enfocado en uno de los problemas más
relevantes de la salud sexual y reproductiva, la morbimortalidad materna, sus
determinantes y las intervenciones que contribuyen a su disminución.
Situación de la mortalidad materna en la Argentina.
Las muertes maternas son un grave problema de salud pública y una violación a los
derechos humanos de las mujeres. Las Naciones Unidas han reconocido que las altas
tasas de morbilidad y mortalidad materna son inaceptables y que su prevención
constituye una cuestión de derechos humanos que afecta el derecho de mujeres y
niñas a la vida, la salud, la igualdad y a la no discriminación; el derecho a gozar de los
avances del conocimiento científico y al más alto estándar de salud alcanzable
(Naciones Unidas, 2009; Ramos et al., 2004; Langer y Espinoza, 2002; WHO, 1999; WHD,
1998) (20).
Para la prevención o el tratamiento de cada una de las causas de muerte materna
existe una intervención efectiva; sin embargo, ninguna intervención por sí sola puede
reducir las distintas causas de muertes maternas. Son necesarios, entonces, “paquetes
de intervenciones” que deben llegar a las mujeres por diferentes vías de distribución capacitación de los equipos de salud, equipamiento de los centros, sistemas de
referencia- para asegurar la mayor cobertura del grupo al que se desea llegar.
La Argentina ha sido signataria de compromisos en los ámbitos internacional, regional
y nacional, que responsabilizan a los gobiernos por la implementación de políticas,
programas y acciones tendientes a lograr la disminución de las muertes maternas.
Algunos de estos compromisos han dado lugar a planes nacionales y/o provinciales
con ese fin. Sin embargo, en los últimos diez años la razón de mortalidad materna
(RMM) nacional no ha mostrado descensos significativos y algunas provincias muestran
valores dos veces mayor, muestra indiscutible del retraso en la implementación de
acciones integrales y sostenidas, basadas en las evidencias y acompañadas por la
movilización comunitaria (Ministerio de Salud, 2009).
-
Razón de mortalidad materna según jurisdicción de residencia de la madre:
Argentina 2008 (RMM x 100.000 Nacidos Vivos).
La razón de mortalidad materna se define como el número de muertes maternas en
una población dividida por el número de nacidos vivos. Indica el riesgo de muerte
materna en relación con el número de nacimientos (World Health Organization, 2007).
12
Fuente: Observatorio de Salud Sexual y Reproductiva
Las RMM por provincia muestran grandes disparidades, producto de las inequidades
en el acceso a servicios y en la disponibilidad de recursos humanos y físicos
adecuados. Hay provincias que duplican o triplican la razón nacional. Esta situación
indica un riesgo desproporcionado cuando se comparan los niveles de algunas
jurisdicciones con el de la ciudad de Buenos Aires, por ejemplo.
Las provincias del NOA y NEA presentan el mayor riesgo de muertes maternas y tres de
ellas tienen el doble de la razón nacional.
Más de la mitad de las provincias (13 de 24) tienen RMM que superan la razón
nacional.
Las provincias del NOA y NEA tienen RMM similares a la de los países de alta mortalidad
en América latina: Formosa similar a la Guyana; Jujuy similar a la de Ecuador. Otras,
como la Ciudad de Buenos Aires, Río Negro o Neuquén presentan una situación
comparable a la de los países de menor mortalidad materna de la región e incluso a
la de países como Canadá (OPS, 2009; Ministerio de Salud, 2009).
-
Riesgo acumulado de muerte materna: Argentina, 2008.
Fuente: Observatorio de Salud Sexual y Reproductiva
Riesgo acumulado de muerte materna es la probabilidad de morir por causas
13
maternas a lo largo de la vida reproductiva (World Health Organization, 2007).
El riesgo acumulado de muerte materna confirma una vez más las inequidades: las
mujeres de Formosa tienen 20 veces más riesgo de morir de causas relacionadas con
el embarazo, parto y puerperio a lo largo de su vida que las mujeres que viven en la
ciudad de Buenos Aires.
Con estos datos la inequidad en el sistema de salud se hace evidente. La razón es que
el servicio médico está condicionado a los recursos económicos locales.
Para lograr la equidad, un estado democrático debe cumplir con su obligación de
garantizar la buena calidad de los servicios de salud en todas las provincias y a todas
las clases sociales.
Es prioritario allanar el acceso a los hospitales y controlar la calidad de la atención.
Prevenir el embarazo no deseado, reduce la cantidad de abortos. Una política más
activa de planificación familiar, ayudaría a la ciudadanía a alcanzar como noble
meta la maternidad y la paternidad responsable. Nada más lamentable que el
embarazo no planificado, a edad muy temprana o tardía (son de alto riesgo) y lo
mismo ocurre con las muertes que causan las complicaciones de los abortos (21).
-
Estructura de causas de las muertes maternas: quinquenio 2004-2008,
Argentina.
Fuente: Observatorio de Salud Sexual y Reproductiva
La estructura de causas de las muertes maternas en la Argentina ha variado poco en
las últimas dos décadas, la información brindada por el gráfico nos permite inferir que
la situación actual poco ha cambiado y aún hoy, la primera causa de mortalidad
materna siguen siendo complicaciones relacionadas al aborto. Detrás del aborto, se
sitúan como otras causas de mortalidad en las mujeres embarazadas diversas
complicaciones obstétricas –indirectas y directas- trastornos hipertensivos, sepsis y
complicaciones del puerperio y en menor medida hemorragias posparto y placenta
previa junto con hemorragias previas al parto. En nuestro país, la segunda causa de
muerte en gestantes la constituyen “Otras causas obstétricas indirectas” que abarcan
enfermedades infecciosas, como tuberculosis, sífilis, gonorrea, otras infecciones de
transmisión sexual, hepatitis viral, y otras enfermedades infecciosas y parasitarias
maternas que complican el embarazo, el parto o el puerperio. También incluye otras
enfermedades de la sangre; enfermedades endocrinas, de la nutrición y del
metabolismo; trastornos mentales y enfermedades del sistema nervioso; enfermedades
del sistema circulatorio, respiratorio y digestivo; enfermedades de la piel y otras
afecciones que complican el embarazo, el parto o el puerperio.
La tercera causa de mortalidad materna en Argentina son “Otras causas obstétricas
directas” las cuales incluye el parto obstruido junto con una amplia gama de
patologías, desde vómitos excesivos, diabetes, polihidramnios, hasta complicaciones
anestésicas.
- Primer causa de muerte materna por provincia: quinquenio 2004-2008.
14
En más de la mitad de las provincias de nuestro país las complicaciones
relacionadas con el aborto constituyen la principal causa de mortalidad materna.
Fuente: Observatorio de Salud Sexual y Reproductiva
Entre dichas provincias se encuentran Santa Cruz, San Luis, San Juan, La Rioja y Jujuy,
en las que el aborto representa el 32,6% de las causas de muertes maternas; en tanto
que Neuquén, provincia de Buenos Aires, Córdoba, Tucumán, Salta y Formosa se sitúan
en una segunda franja, en donde la mortalidad materna producida por abortos
presentan valores comprendidos entre el 27,9 al 32,5 % (22). Esta información permite
poner de relieve las inequidades existentes en nuestro país.
Acciones prioritarias para reducir las muertes maternas.
La estructura de causas de muertes maternas en la Argentina es bien conocida y
aunque su distribución difiere en las distintas regiones, esta se ha mantenido
relativamente constante en los últimos años. Las intervenciones para la prevención, el
tratamiento y los tipos de cuidados de prácticamente todas las complicaciones
maternas que ponen la vida en peligro son también conocidas y los costos de muchas
de ellas son razonables. Existe una enorme diversidad de contextos regionales y de
determinantes de la salud materna cuyo conocimiento es esencial para entender
cómo pueden ser implementadas las intervenciones que son efectivas. El acceso a los
servicios de salud puede no ser equitativo en las diferentes regiones o entre los
diferentes grupos de riesgo; a su vez, esto puede verse exacerbado por sistemas de
salud ineficientes, incapaces de reconocer o resolver estas dificultades. Aun para
aquellos que logran acceder, la atención puede estar por debajo del estándar o ser
costosa, a la vez que las intervenciones efectivas y económicas en algunos casos no
se utilizan o simplemente no están disponibles. (23)
Intervenciones dirigidas a la prevención y el tratamiento de la mortalidad materna.
Estas son algunas de las acciones que podrían ser implementadas con el fin de lograr
una reducción de la mortalidad materna en nuestro país.
*Fortalecimiento de las políticas públicas en salud sexual y reproductiva.
El embarazo es un requisito absoluto para la mortalidad materna, por lo tanto, la
prevención del embarazo en las mujeres que no desean tener más hijos es una forma
efectiva de prevención primaria. Si se previnieran los embarazos no planificados, se
estima que se podrían evitar entre el 25 y el 40% de las muertes maternas en el mundo.
Una mujer que quiere tener entre 2 y 4 hijos, debe ejercer efectivamente el control de
15
su fertilidad durante 16 a 20 años, de los aproximadamente 25 a 30 años que dura su
vida reproductiva. La continuidad de la anticoncepción puede depender de otros
factores además de las características individuales del método y de la voluntad o
capacidad de la mujer para seguir el régimen anticonceptivo. Un componente
importante de los servicios de salud sexual y reproductiva (SSyR) es proporcionar a la
usuaria información objetiva e integral acerca de los métodos anticonceptivos, cubrir
los vacíos de conocimiento acerca de su uso correcto y los efectos secundarios típicos,
para mejorar su comprensión respecto del método y las posibles consecuencias del
uso incorrecto.
He aquí algunas intervenciones orientadas a prevenir embarazos no planificados y el
riesgo subsecuente de mortalidad materna:
a) intervenciones educativas y de orientación sobre anticoncepción. En la atención
posaborto se ha observado un incremento en la utilización de métodos
anticonceptivos luego de la orientación y provisión de dichos métodos.
b) intervenciones clínicas. Estas medidas incluyen: anticoncepción de emergencia,
utilización de dispositivos intrauterinos de cobre, aplicación de anticonceptivos
inyectables con progetágenos de acción prolongada, inserción inmediata posaborto
de dispositivos intrauterinos -las ventajas de esta práctica incluyen motivación, certeza
de no embarazo y conveniencia-, implantes anticonceptivos subdérmicos.
*Cambios en el marco legal para despenalizar el aborto.
Una legislación que sea no restrictiva sobre el aborto no pronosticará un aumento en
la incidencia de abortos. Los abortos realizados en condiciones de riesgo son los
practicados por personas sin la calificación necesaria o en un entorno que no cumple
con los mínimos estándares médicos, o ambas condiciones. Incluyen los abortos
llevados a cabo tanto en países con legislaciones restrictivas, como en los que si bien
no presentan limitaciones para su práctica, al efectuarlos no se cumple con los
requisitos legales.
*Participación activa de los funcionarios y los medios de comunicación para instalar el
tema de mortalidad materna como prioridad en la agenda de la política de salud y
en la agenda pública.
*Desarrollo de sistemas de vigilancia efectivos, realizando un análisis exhaustivo de
cada muerte para identificar problemas en el funcionamiento de los servicios y
delimitar responsabilidades de cada sector.
*Capacitación del recurso humano para el manejo de la emergencia obstétrica.
Como se mencionó, dentro de las causas de mortalidad materna en Argentina, el
aborto es la principal. Esta práctica es ilegal en nuestro país y la ley sólo contempla
ciertas situaciones en las que está permitida su realización. Es por esta razón que el
aborto constituye la principal causa de mortalidad en las mujeres embarazadas de
Argentina, debido a que la ilegalidad de la práctica hace que en la mayoría de los
casos se realice en condiciones muy precarias y por personas no capacitadas,
poniendo en riesgo la vida de las mujeres que se someten a dicha práctica debido a
embarazos no deseados. Esta es una situación que podría prevenirse si las políticas de
salud propuestas, como el PNSSyPR, llegaran equitativamente a los individuos de todos
los niveles sociales, sin importar el lugar geográfico del país. Este programa tiene como
objetivos alcanzar para la población el nivel más elevado de salud sexual y
reproductiva con el fin de que pueda adoptar decisiones libres de discriminación o
violencia; disminuir la morbimortalidad materno infantil; prevenir embarazos no
deseados; garantizar a toda la población el acceso a la información, orientación,
métodos y prestaciones de servicios referidos a la salud sexual y procreación
responsable; potenciar la participación femenina en la toma de decisiones relativas a
su salud sexual y procreación responsable. El PNSSyPR además reconoce que el
16
Derecho a la Salud comprende la Salud Sexual y que ésta incluye la posibilidad de
desarrollar una vida sexual gratificante y sin coerción, así como prevenir embarazos no
deseados. La salud sexual y reproductiva puede entenderse como una parte de un
aspecto importante en la vida de todos los individuos, la sexualidad. Este concepto no
se refiere exclusivamente a las relaciones sexuales.
La sexualidad es un universo complejo en el cual intervienen aspectos tanto biológicos,
como psicológicos y sociales. De acuerdo a la OMS la sexualidad humana se define
como: "Un aspecto central del ser humano, presente a lo largo de su vida. Abarca al
sexo, las identidades y los papeles de género, el erotismo, el placer, la intimidad, la
reproducción y la orientación sexual. Se vive y se expresa a través de pensamientos,
fantasías, deseos, creencias, actitudes, valores, conductas, prácticas, papeles y
relaciones interpersonales. La sexualidad puede incluir todas estas dimensiones, no
obstante, no todas ellas se vivencian o se expresan siempre. La sexualidad está influida
por la interacción de factores biológicos, psicológicos, sociales, económicos, políticos,
culturales, éticos, legales, históricos, religiosos y espirituales." (24)
La sexualidad es un elemento básico de la personalidad, un modo propio de ser, de
manifestarse, de comunicarse con los otros, de sentir, expresar y vivir el amor humano.
(25)
SEXUALIDAD.
Se propone que la sexualidad es un sistema de la vida humana que se compone de
cuatro características, que significan sistemas dentro de un sistema. Éstas
características interactúan entre sí y con otros sistemas en todos los niveles del
conocimiento, en particular en los niveles biológico, psicológico y social. Las cuatro
características son: el erotismo, la vinculación afectiva, la reproductividad y el sexo
genético (genotipo) y físico (fenotipo). El erotismo es la capacidad de sentir placer a
través de la respuesta sexual, es decir a través del deseo sexual, la excitación sexual y
el orgasmo.
La vinculación afectiva es la capacidad de desarrollar y establecer relaciones
interpersonales significativas.
La reproductividad es más que la capacidad de tener hijos y criarlos, incluye
efectivamente los sentimientos de maternidad y paternidad, las actitudes de
paternaje y maternaje, además de las actitudes favorecedoras del desarrollo y
educación de otros seres.
La sexualidad es vivida y entendida de modos diversos a lo largo y ancho de la
geografía mundial atendiendo a las diferentes culturas, ideales, modelos de sociedad
y de educación. Además de este condicionante socio-cultural, hay que tener en
cuenta que la sexualidad es un concepto dinámico que ha ido evolucionando de la
mano de la Historia del ser humano. La sexualidad no es algo estático y predecible,
sino que debe ser considerada como un todo que envuelve la vida del hombre, que
evoluciona a lo largo de la historia y no sólo de la Historia en mayúsculas, sino también
en la historia personal de cada individuo. Acompaña al ser humano desde que nace
hasta que muere. Es importante notar que la sexualidad se desarrolla y expresa de
diferentes maneras a lo largo de la vida, de forma que la sexualidad de un infante no
será la misma que la de un adolescente o un adulto. Cada etapa de la vida necesita
conocimientos y experiencias específicos para su óptimo desarrollo.
Las inequidades de género.
En todas las sociedades se espera que varones y mujeres se comporten de formas
diferentes. Desde la infancia se les enseña normas acerca de qué es lo apropiado
para un hombre o una mujer. Se visten de forma diferente, juegan a juegos diferentes,
se interesan por cosas diferentes y también aprenden que mujeres y varones deben
mostrar distintas emociones (por ejemplo “las mujeres son sensibles”, “los hombres no
lloran”).
17
Estas diferencias entre lo que debe y lo que no debe hacer un hombre y una mujer
están presentes también en la sexualidad. Estas definiciones sobre “lo femenino” y “lo
masculino” están tan profundamente instaladas en nuestra sociedad que nos parece
que hombres y mujeres son así “por naturaleza”, que siempre hemos sido así y que no
podríamos ser de otro modo. Sin embargo esto no es así. Lo único natural e
inmodificable es el sexo con el que nacen, todo lo demás que implica comportarse de
forma “masculina” o “femenina” lo aprenden de la familia, la escuela, los medios de
comunicación y la sociedad en general que constantemente producen y reproducen
estas ideas indicándoles lo que se espera de ellos.
Historia de la sexualidad.
La sexualidad se experimenta de distintas maneras: por las experiencias personales,
causas sociales, públicas, culturales, interviniendo también variables ideológicas de
acuerdo a los momentos históricos que tocan vivir (26). Para abordar el tema con
seriedad con respecto al “orden moral” en referencia a la sexualidad, es necesario
dejar de lado los prejuicios y el dogmatismo, luego deberá abordarse el tema
considerando a la sexualidad como un fenómeno humano y complejo, influenciado
por fenómenos biológicos, culturales y psicológicos. Si bien los apuntes históricos sobre
sexualidad datan de más de cinco mil años, los datos disponibles son escasos siendo
para los historiadores tarea difícil la exploración de las intimidades humanas, ya que
ésta no deja fósiles. Se conservan documentos, actas notariales pero se destruyen
cartas de amor y diarios íntimos. Se obtuvieron datos sobre sexualidad de las épocas
por medio de las epístolas, autobiografías, así como de obras de teatro universal. El
arte, la literatura, cuadros y esculturas nos muestran un imaginario que hay que leer
entre líneas, escondiendo un contenido latente mas allá de lo manifiesto, revelando a
menudo las fantasías de una época.
El sexo no siempre fue una partida de placer. Durante muchos años reinó el orden
moral y sexual que ejercía una verdadera opresión sobre la vida privada.
Durante la prehistoria, se ha comentado que existió una promiscuidad sexual primitiva.
En ella existieron dos etapas: la primera conocida como monogamia natural, en la
cual el hombre de manera similar a los animales, llevaba una vida sexual regulada por
los períodos de acoplamiento. Este patrón de sexualidad prevalece con el
advenimiento de la agricultura y ganadería, práctica económica que motivó el
surgimiento de la propiedad privada. Para entonces la monogamia tenía como
finalidad asegurar el patrimonio familiar condición que define la segunda etapa. Es
probable que la preocupación por la sexualidad no contara demasiado en las
primeras comunidades cavernarias debido a la vida totalmente insegura de los
primeros hombres. La sexualidad era una simple satisfacción del impulso reproductivo.
La persecución de la caza y la búsqueda de frutos obligaba a un constante cambio
de refugios. La sexualidad pasa a ocupar un lugar importante en la civilización con el
descubrimiento de la agricultura, pues permitió a las tribus establecerse por períodos
prolongados en territorios fijos. En ese momento, la humanidad identifica a la mujer (da
vida) con la tierra (da frutos). Así nace un culto a la sexualidad femenina que sólo
relegarían, las religiones judaica, cristiana e islámica (27).
Con la llegada del judaísmo, en el inicio de la Edad Antigua, se dan interacciones
interesantes ante la sexualidad. En el Antiguo Testamento, fuente original de la ley
judía, se señalan las normas que regulaban la conducta sexual de la época. Así, en
Exodo (XX, 14) en los diez mandamientos, se prohíbe el adulterio, reforzándose en
Levítico (XVII, 20): “no pecarás con la mujer de tu prójimo ni te contaminarás con tal
unión”. Aparece proscrita la homosexualidad en Levítico (XVIII, 22): “no cometerás
pecado de sodomía porque es una abominación” y aparece el tabú de la desnudez
en Levítico (XVIII, 7) y la prohibición del incesto en Levítico (XVIII, 6):“nadie se juntará
carnalmente con su consanguinidad, ni tendrá que ver con ella”. También en Corintios
(I, 1-5) se hace evidente la prohibición del incesto. En esta cultura, el matrimonio tenía
como finalidad la descendencia y la esposa hebrea tenía el “privilegio” de compartir
18
los favores del esposo con otras esposas secundarias, pero si ella era infiel era
apedreada. Un ejemplo de esta condición fue el caso del Rey Salomón, de quien se
dice tuvo 700 esposas y 300 concubinas (28).
Dentro de la cultura egipcia la sexualidad se vivía de un modo bastante permisivo e
igualitario, ya que se daba en una relación de igualdad entre hombres y mujeres. Las
sociedades egipcias se regían por el concepto de monogamia dentro del matrimonio,
y a pesar de que se gozaba de cierta libertad sexual, se esperaba de la mujer
fidelidad y entrega a la crianza de los hijos. El incesto sin embargo estaba permitido,
siendo frecuente en las familias reales, sobre todo los matrimonios entre hermanos. La
posición de la mujer en la cultura egipcia era privilegiada, incluso era considerada por
el pueblo, como objeto de culto y contemplación (29).
En Grecia, los ciudadanos daban mucha importancia a los aspectos sexuales de sus
vidas. Eran amantes del placer, profundizaron mucho en las artes y variaciones que el
sexo podía ofrecerles. Mezclaban la vida cotidiana con un profundo aspecto divino y
aplicaron esto a su cultura, inclusive a lo sexual (30).
La mitología griega está plagada relatos sexuales entre los cuales se cuentan historias
de infidelidades terribles entre dioses, semidioses, héroes, etc. Este hecho, ayuda a
explicar la aceptación de tales prácticas en la sociedad, ya que si sus modelos a imitar
(que eran los dioses) podían ser infieles y tener sexo con mucha gente, éste tipo de
práctica por tanto debería ser algo normal para el resto de mortales.
Los griegos hacían un culto a la virginidad, representada por la diosa Artemisa, que era
una diosa virgen. Según esta creencia, la pérdida de la virginidad era vista como una
forma latente de muerte, de aquí surge la leyenda de Artemis, la diosa virgen. Esto no
impidió, no obstante, que dicha diosa se casara con Endimión y fruto de esta unión
salieron cincuenta hijas, estas formaban el séquito de su madre, todas eran castas y si
se casaban tenían que abandonar la secta para siempre, además según cuenta la
leyenda, todas las jóvenes que deseaban acompañarla debían hacer voto de
castidad. Sus sacerdotisas eran todas vírgenes y cuando se casaban debían
abandonar la Orden sagrada. La virginidad era para las mujeres como un tesoro y la
pérdida de ésta era como sellar una muerte lenta.
La homosexualidad tanto femenina como masculina era aceptada en Grecia,
conductas sexuales que eran condenadas y perseguidas por otras culturas. De hecho,
grandes personajes griegos de la época eran homosexuales declarados, incluyendo
desde dioses mitológicos como Zeus hasta grandes guerreros como Alejandro Magno,
sin que ello afectara a su estatus social o su prestigio. Se toleraba la homosexualidad
masculina entre adultos y adolescentes púberes dentro de un contexto educativo, en
el que el adulto tenía la función de educar y formar en lo intelectual y ético a sus
pupilos (paidegogous). Así, en la homosexualidad griega hay que distinguir dos tipos.
La militar, en la que los hombres no dejan de ser buenos esposos y excelentes padres,
lo cual lleva a suponer que a menudo solo era una homosexualidad de compensación
debido a una vida alejada de las mujeres y la de tipo pedagógica, dada por una
relación entre docente y alumno, cuya repercusión sobre el pensamiento y las
costumbres ha sido más importante.
Con respecto a la homosexualidad femenina en los principios del lirismo griego,
aparece la figura trágica de Safo en la isla de Lesbos. “La décima musa”, iniciadora
de muchachas que consagradas al servicio de las musas, que se preparaban para su
ulterior misión de mujeres. La propia Safo termina enamorándose de una alumna y al
no ser correspondida se arroja al mar. El lesbianismo se pone de moda y es causa de
burla y diversión en el teatro. Una vez muerta Safo no volvió a oírse hablar de Lesbos,
en el territorio griego.
En la cultura Griega, la belleza era una símbolo de adoración y admiración por lo
tanto admirar la belleza de una persona joven ya sea hombre o mujer, era algo
artístico y sublime. El prototipo de belleza era el masculino, el cuerpo del hombre era
símbolo de perfección y admiración, por tanto el amor y el sexo entre dos hombres era
algo sublime. El sexo entre hombre-mujer era algo más encaminado a la procreación.
En Atenas las mujeres no podían andar solas, privilegio exclusivo de las hetairas prostituta fina- quienes podían andar públicamente con hombres y las pornoi eran las
19
prostitutas más bajas, vocablo del que deriva la palabra pornografía. La mujer era
como un ciudadano de segunda categoría, su vida y su función estaba muy relegada,
y era ante todo una “gyne”, cuyo significado era “portadora de hijos”.Los griegos
educaban a sus niños en el conocimiento de las funciones sexuales.
En Roma, el Imperio Romano atravesó por distintas etapas tanto en su desarrollo como
en su decadencia. En cada una de ellas y por distintos motivos e influencias se pueden
identificar distintos acercamientos y modos de entender y vivir la sexualidad. En la
primera etapa, tanto la religión como la familia ocupaban un lugar prominente dentro
de la sociedad. Ambas instituciones -religiosa y familiar- eran respetadas y admiradas
como valores que salvaguardar dentro de la vida cotidiana de los ciudadanos
romanos. El modelo de familia era el patriarcal. Dentro de este modelo, la mujer
romana ocupaba un lugar insignificante, casi nulo. Antes de casarse era “esclava” en
el hogar paterno, y tras el matrimonio -decidido por los padres previamente- pasaba a
someterse al marido. Su cometido se limitaba a cuidar de la casa, procrear, criar a los
hijos y complacer sexualmente a su marido.
En el plano social, con el surgimiento de la familia patriarcal, se dan una serie de
dualidades en lo sexual.
La aparición de una esfera privada - restringida al ámbito a la mujer, quedando a su
cargo la reproducción, la educación - y una pública a cargo de los varones.
Surge una doble norma establecida: permisividad al varón y represión a la mujer, a la
que se le exige virginidad y fidelidad al marido sin importar su propio placer.
Acompañando a las necesidades y exigencias sociales, se instala una doble imagen
de la mujer: la “buena” que es la mujer de casa, la madre o la virgen y la “mala”, la
mujer pública dedicada al placer.
La sexualidad adquiere un doble significado: el reproductivo - como una forma lícita y
socialmente aceptada vinculada al matrimonio y la familia - y el relacionado al placer
como la forma válida para el hombre.
En la segunda etapa, la extensión del Imperio Romano supuso un duro golpe a la
familia como institución, ya que las guerras fueron causa de la desintegración de
numerosas familias. En la decadencia del Imperio, comenzó a reinar el caos familiar y
sexual, caracterizado por excesos sexuales, desenfreno, adulterio y prostitución. Frente
a este despertar sexual, se inicia un movimiento contrario que promueve la abstinencia
sexual y valores como la virginidad y el sexo sólo dentro del matrimonio. En este
momento histórico de decadencia en Roma, comienzan a proliferar los burdeles,
donde se podía obtener compañía de las prostitutas que no sólo ofrecían placer
sexual sino que se ofrecían como oyentes e interlocutoras de los hombres a los que les
gustaba charlar de filosofía.
En Roma la homosexualidad entre hombres no estaba mal vista, los jóvenes esclavos
eran objeto de gran demanda con fines homosexuales. Muchos hombres romanos
mantenían relaciones unos con otros, con uno y otro sexo, sin preocuparles la
homosexualidad pero sí condenaban el adulterio dentro del matrimonio. Sin embargo,
tenían reglas: entre los ciudadanos romanos para sentirse hombres reales no debían
ser penetrados, no debían practicar felaciones ni besar y además de no mostrar
afeminamiento exagerado. La masculinidad era símbolo de “dominación”. Ser esposa
tenia que ver más con un estatus social que con el placer. La relación lésbica no era ni
siquiera imaginable para la mujer romana. Los esposos tenían libertad para tener sexo
con otros hombres o con prostitutas. Las esposas no debían sentirse celosas de los
devaneos sexuales de sus maridos con otros hombres y debían soportarlo con
sensatez.
Como reacción contraria a esta promiscuidad sexual, aparece una corriente filosófica
proveniente del estoicismo y el neoplatonismo, que ensalza una nueva espiritualidad
que afecta a la vida sexual de las personas. Se reconoce la práctica amorosa en el
marco del matrimonio, animando a los jóvenes a llegar vírgenes al matrimonio.
La sexualidad durante todo el Medioevo tuvo características muy notorias y
determinadas, de manera tal que el control de la sexualidad durante la Edad Media
europea, marcó usos y costumbres que todavía actualmente colorean los tabúes
acerca del sexo. La Edad Media es el período histórico que comprende desde la
20
caída del Imperio Romano de Occidente (año 476 d.C) hasta el descubrimiento de
América en 1492, hecho que marca su fin (siempre tomando estas fechas por
convenientes y aproximadas) (31). Por lo tanto, esta etapa de la historia abarca más
de mil años durante los cuales difícilmente se puede, en un periodo tan amplio, hablar
de un aspecto humano que no haya mutado.
Durante este período la Iglesia consolida su poder,
de modo tal que la teología se equiparaba a la ley
civil. De esta manera, como contraposición al
desorden familiar, al salvajismo y las políticas inusuales
de los bárbaros, las iglesias toman un poder inusitado
en todos los órdenes de la vida social, económica
y política. Autoridades episcopales y monacales rigen
el orden en ciudades y campiñas.
La sexualidad queda encorsetada en el marco
del matrimonio, siendo este rígidamente controlado
en sus aspectos más íntimos por las normas eclesiásticas de cada confesión. La Iglesia
refrenda el matrimonio monógamo y declara al instinto sexual como demoníaco
dando origen así a la Santa Inquisición. De esta forma, el cristiano se vio sometido a un
recrudecimiento en la represión de los pecados de la carne, la lujuria era el principal
enemigo a combatir (32). El deseo se convierte en pecado y la castidad implica
eliminar todos aquellos pensamientos impuros, incluso, los que se presenten durante el
sueño.
En la Europa Medieval cristiana, existía una moral clerical que afirmaba la renuncia a
la carnalidad, como símbolo del pecado, y la aspiración a la castidad, como
emblema de la virtud. Las raíces de esta vinculación de la carnalidad con el
pecado, el vicio, la suciedad, podemos encontrarlas, esencialmente, en las
doctrinas de los estoicos y los gnósticos de la Antigüedad tardía: aversión al placer
sensual, restricción del acto sexual al matrimonio, la procreación y la exaltación de
la continencia. La castidad era el bien más preciado, modelo de vida del
perfecto cristiano. Los tratados de la época también se hicieron eco de cómo
debían ser las relaciones sexuales, las cuales se despojan de todo goce o disfrute y se
resumen en el acto coital con finalidad reproductiva. No debían mantenerse
relaciones si no se tenía tal objetivo.
La Iglesia establece un orden controlable dentro de la sociedad. La existencia del
matrimonio como núcleo familiar y por ende la familia como núcleo social, facilita el
control de la sociedad toda y con ello el manejo de la historia y la política.
El matrimonio eclesiástico, entre hombre y mujer, indisoluble y normado, destierra las
costumbres bárbaras del adulterio - que realmente no existía al no existir matrimonio - y
del incesto. En el matrimonio, cada uno de los cónyuges tenía una posición - la
privada para las mujeres, la pública para los hombres - y funciones diferentes
- los hombres eran los encargados de mantener a la familia, las mujeres de cuidar
al esposo, los hijos y la casa - para asegurar la armonía y el buen desarrollo de la
convivencia.
El matrimonio implicaba la unión entre hombre y mujer, las relaciones entre el mismo
sexo, tradición proveniente del mundo clásico, también pasaron a ser una práctica
21
prohibida. El matrimonio debía ser heterosexual- aunque no utilizaban esta misma
palabra- y ningún otro. Toda transgresión merecía la excomunión, una terrible pena
en la Edad Media y el juicio divino, que la castigaría el Infierno (33).
Relaciones adúlteras, homosexuales, grupales, masturbación y libertad de juego sexual
fueron proscritas en este nuevo orden sexual cuya finalidad última y bendecida era la
procreación. El derramamiento de semen, la imposibilidad de concebir, las tendencias
homosexuales o el conocimiento carnal por placer fueron severamente objetados.
Con el paso de los siglos, las exigencias a los varones se fueron relajando, cayendo
sobre la mujer la responsabilidad de castidad, única forma de que un varón se
asegurase acerca de su paternidad. Los mayores castigos y penitencias por adulterio
fueron impuestos a mujeres, lo cual corrobora los diferentes criterios entorno a la
cuestión; el marido se va convirtiendo, poco a poco, en el garante del cuerpo de su
mujer, aumentando así el control sobre la esposa (34).
Los matrimonios de la época eran planeados como alianzas políticas y económicas,
asegurando linajes de comerciantes o casa reales, de la misma manera en que hoy se
producen fusiones empresariales y alianzas internacionales. La mujer no tenía entidad
de derecho, era un objeto y una moneda de cambio. Su cuerpo era atesorado
como recipiente de la semilla del varón, ella era la productora de la cría y de ella
dependían, al final, los linajes y esperanzas. El clero concebía la idea de la mujer como
una creación fallida, un ser inferior moral e intelectualmente. Junto a esta moral
episcopal existieron otros sistemas morales disidentes. Así, es posible constatar la
existencia de una cultura de los sentidos que se enriqueció y fortaleció, a partir del
siglo XIII, sobre todo por el redescubrimiento de las ciencias naturales y el nacimiento
del espíritu laico y letrado. La risa, el canto, la danza, el placer sexual y la belleza
corporal fueron algunos de los elementos de esta cultura mundana, que fue
duramente recriminada por los componentes de la Iglesia y de castigos.
Paulatinamente con el transcurso del tiempo, la idea de que los matrimonios eran
alianzas políticas, se fueron dejando de lado, pasando a ser el afecto entre los
contrayentes un aspecto importante a considerar. En efecto, el amor romántico fue
reemplazando los tratos matrimoniales entre las familias, especialmente en la
población con menores recursos que defender (35). Una de las características más
notorias de la época fue la importancia asignada a la virginidad de la mujer.
La virginidad era la garantía de calidad para un esposo, una mujer nueva, o casi una
niña, intocada, lo que aseguraba que la desfloración abra las puertas a una posible
paternidad propia y no ajena. La virginidad era elevada a la categoría de las virtudes,
fue considerada una llave para las puertas del cielo y debía ser preservada hasta su
entrega al esposo legal. La virginidad era considerada un valor determinante en la
mujer; aseguraba el linaje real de un varón, conjuntamente con la fidelidad.
Sin embargo, a pesar de las normas impuestas por parte de la Iglesia, siguieron
existiendo las amantes, las cortesanas, las prostitutas, los amores ilícitos, el sexo oral, el
sexo homosexual, la masturbación, el amancebamiento y toda la serie de tendencias
naturales en la sexualidad. De esta forma, la prostitución prosperó en la Edad Media:
en ciudades grandes, las prostitutas podían practicar su comercio sexual en el
anonimato y fue mirado como una profesión honesta y esencial. Durante un tiempo,
22
la iglesia aprobó la prostitución, debido a que este oficio fue mirado como una
manera de evitar el adulterio y la homosexualidad a una escala mayor, así que fue
visto como un mal necesario. Las prostitutas más respetables trabajaban en
burdeles.
En cuanto a la mujer de la Edad Media, físicamente se impone el modelo clásico: la
figura femenina de las esculturas romanas, donde las mujeres poseen un vientre
abultado y generosos pechos, símbolo de la fertilidad así como una figura algo
redonda signo de su clase social. Además gusta la mujer de piel clara que no ha
ennegrecido trabajando al sol, de cabellos rubios y rizados, limpios y cuidados. Si se
tiene en cuenta las duras condiciones de vida y la casi inexistencia de cosméticos, se
puede considerar que se impusieron unos cánones muy extremos, paralelos a la
idealización que se hace del amor y de las relaciones de pareja. Posiblemente sea
consecuencia de que es la visión que impusieron los hombres religiosos, lejos de la
realidad y por tanto, lejos de las mujeres reales de ese tiempo (36). Desde el punto de
vista sociales es posible realizar una triple diferenciación en cuanto a la posición de las
mujeres en él: la mujer noble, la campesina y la monja. La primera de ellas era la única
que podía gozar de grandes privilegios y la que si fuese posible, podría alcanzar un
mayor reconocimiento. Las mujeres eran el centro del hogar, se encargaba no sólo del
cuidado de los hijos y su educación, sino que también de la organización de los
empleados que trabajasen para ellos, del control de la economía y en ausencia de su
marido, bastante común en la época por las guerras o las cruzadas, o por quedar
viuda, era la encargada, como administradora, de tomar las decisiones en sustitución
de su marido. El día de la mujer noble podía llegar a ser agotador dependiendo de las
posesiones que tuviese que dirigir, de sus empleados y del número de familia. No
obstante, el dinero o el prestigio no hacían que estas mujeres fueran plenamente
felices y es que se jugaba con ellas desde que eran utilizadas como moneda de
cambio a través de las uniones matrimoniales, que servían para sellar pactos
estratégicos o políticos y así aumentar las posesiones de uno u otro hombre. A la mayor
parte no se les permitía intervenir en política y, aunque eran las transmisoras de la dote
según la Legislación, no podían gozar de ella ni en su estado de casadas, solteras o
viudas, porque pertenecían al padre, al esposo o al hijo. La mujer campesina medieval
era la que más duras condiciones de vida tuvo que soportar: dentro del hogar era la
encargada de la cocina, de las ropas, de la limpieza y de la educación de los hijos.
Fuera de él debía ocuparse del ganado y del huerto, cuando no debía trabajar
también en las tierras de cultivo. Si por el contrario la mujer residía en la ciudad,
además de ocuparse de su familia y la casa, debía hacerlo del negocio familiar o
ayudar a su marido en cualquiera de las actividades que éste llevase a cabo. Por
último, la mujer que opta por dedicar su vida a Dios es una mujer que ha cometido
pecados en su vida y quiere redimirse, o bien una segundona
que ha visto cómo su dote se ha ido con una hermana mayor, o
simplemente una mujer que ve el convento como salida a un
casi seguro matrimonio pactado. Esta mujer ha sido la que más
expectación ha generado en la historiografía, derivada de las
particularidades de los conventos y la relativa libertad que se
vivían dentro de ellos. Un caso especial lo suponen las beguinas,
mujeres que dedican su existencia a la religión pero que lejos de
ingresar en un convento, mantienen su vida cotidiana fuera de
éste. Estas mujeres pretendían tener un contacto inmediato con
Dios, sin intermediación de la Iglesia. Del mismo modo, se
dedicaban a la defensa y el cuidado de los pobres, de los enfermos y los huérfanos, y
a un campo poco común, el del conocimiento: traducían obras religiosas a lenguas
comunes. La educación es uno de esos campos en los que la mujer tiene cierto
espacio en la Edad Media. Era ella, desde que la mayoría de la población era
analfabeta, la encargada de transmitir la cultura y los conocimientos que poseía a los
hijos y las hijas. Las instruían en la religión y les enseñaban a organizar un hogar. Las
monjas eran las más afortunadas entre todas las mujeres si a la educación se refiere,
ya que podían llegar incluso a conocer el latín y el griego, y por tanto a leer y escribir.
23
Las mujeres medievales debieron enfrentarse a cuestionamientos ya que se
consideraban sin rigor por el simple hecho de ser mujeres. Se las consideraba también
con menor inteligencia, menos capacidades o incluso sin alma. Las prescripciones o
normas que debían seguir las mujeres, independientemente de su edad o clase
social, se regían por libros de los monasterios o de la Antigüedad. La naturaleza de las
mujeres les hacía no sólo ser más débiles en los aspectos morales, sino también en los
físicos, porque podía ser causante de todas sus enfermedades -entre ellas la
menstruación- que no era sino todo aquello demoniaco que la mujer expulsaba por la
vagina. Estos tratados fisiológicos, junto con otros escritos sobre moral y costumbres, así
como una regulación jurídica muy negativa para la mujer, hicieron de la Edad Media,
en su mayoría, una etapa oscura, de austeridad y de prohibiciones para la mujer, en la
que su comportamiento estuvo medido por la institución de la Iglesia como único
garante del buen orden social y vigilado por los maridos como ejecutores de las
normas.
A finales del siglo XV aparecen en Europa los primeros indicios de enfermedades de
transmisión sexual, conocidas entonces como enfermedades venéreas y que fueron
consideradas un castigo celestial por los excesos sexuales.
En cuanto a la postura médica referente a la sexualidad, existía diversidad de
opiniones. En general, los facultativos se hallaban sometidos a influencias
contradictorias: la ética cristiana frente a las necesidades fisiológicas; lo saludable
para el cuerpo frente a lo que era bueno para el alma. Así, casi todos aconsejaban
que se practicara equilibradamente, ni en exceso ni en defecto. Pero los religiosos, a
menudo, tergiversaron las fuentes de información, acudiendo a determinados
fragmentos aislados de libros que no condenaban el acto sexual en sí mismo; pero que
contenían algunas prescripciones y advertencias que, fuera de contexto, podían
confundir a los lectores o receptores. Asimismo, los médicos, al igual que los religiosos,
prescribían remedios contra los pensamientos impuros. A los varones les
recomendaban una sangría de las venas superficiales, situada en la cara externa
superior del muslo y a las mujeres, incienso y otras fumigaciones, que hacían penetrar
por los órganos genitales. También la dieta podía ser una poderosa aliada. La
abstinencia de determinadas comidas, en especial de la carne, era una forma de
evitar el coito, debido a que la filosofía humoral vigente, atribuía a este alimento un
importante papel en la formación de la materia seminal, con el consiguiente incentivo
de la lujuria. En cuanto al punto de vista médico respecto a la anticoncepción y al
aborto, llama especialmente la atención debido a que, por una parte, se censuraban
este tipo de ejercicios, pero por otra, los manuales estaban repletos de recetas
destinadas para tal fin.
Por la época surge un invento ideado para que los hombres se asegurasen de que sus
esposas no cometieran infidelidades o bien utilizados por algunas mujeres para evitar
violaciones, el cinturón de castidad. Se trata de un cinturón o braga de hierro, cerrable
con llave, que supuestamente se obligaría a usar a algunas mujeres en la Edad Media
para evitar las infidelidades o deslices sexuales (37). El objeto ganó popularidad en
Inglaterra en el siglo XIX. Dicho objeto era usado para asegurar la fidelidad de las
damas que se quedaban solas en casa mientras sus maridos iban a luchar a las
Cruzadas. Esta es la opinión más habitual, aunque equivocada. En realidad, el cinturón
de castidad era utilizado por las mujeres como defensa contra la violación, en época
de acuartelamiento de soldados, durante viajes y en estancias nocturnas en posadas.
Su uso era mas frecuente en enfermeras y religiosas que atendían heridos en los frentes
de batalla para evitar las violaciones. Sin embargo, no puede ser usado más que
durante unas horas, o como máximo un par de días. De otra forma, la mujer que lo
llevase moriría víctima de infecciones, abrasiones y laceraciones provocadas por el
contacto con el metal. De cualquier modo, el cinturón de castidad es en realidad una
invención muy posterior a la Edad Media, como mínimo del Renacimiento, aunque lo
cierto es que no existen referencias históricamente probadas anteriores al siglo XIX.
En Inglaterra, la época victoriana, que se desarrollo durante los siglos XVIII y XIX, puede
considerarse con una doble moral, debido a que por un lado existió una fuerte
represión en el plano sexual, pero paralelamente a las estrictas costumbres de la
24
época se desarrollaba un mundo sexual subterráneo donde proliferaban el adulterio y
la prostitución. Además, en esta época las actitudes ante la sexualidad diferían de
acuerdo a la clase social. La representatividad de esa época estaba dada por la
clase media, la que se sintió obligada a fingir que se comportaba de acuerdo a la
moral rígida imperante de entonces. El pensamiento religioso daba gran importancia a
la familia, pero no permitían olvidar que el sexo era una desafortunada necesidad y
no algo de lo que pudiera disfrutarse. Para las mujeres el sexo era algo que debía
soportarse, lo que llevó a la aparición de mitos que mezclaban la culpa y el miedo. Lo
curioso de esto es que fueron los propios médicos los responsables de estos mitos. En la
clase alta, por el contrario, se disfrutaba del amor libre y las grandes ciudades de
Europa contaban con ejércitos de prostitutas, sin olvidar que ya desde entonces
existía la prostitución infantil. La prostitución era una actividad muy frecuente en la
Inglaterra del siglo XIX. Además, fue en la época victoriana que se aprobaron las
primeras leyes que prohibían la pornografía. Se puede decir que fue esta época del
puritanismo y la de mayor represión sexual. Las enfermedades sexuales fueron muy
corrientes en la época, como lo fue también la tuberculosis.
El pensamiento de Foucault ha analizado parte del proceso de constitución de las
Ciencias Humanas como saberes que engendran un poder y unas tecnologías
determinadas al servicio del poder en general. Este proceso nace en la Edad
Moderna, a partir del siglo XVII y se desarrolla a lo largo de ella y de la Edad
Contemporánea (38). M. Foucault en la “Historia de la sexualidad” dice: "...existe un
único lugar de sexualidad reconocida, utilitaria y fecunda: la alcoba de los padres. El
resto no tiene más que esfumarse. El burdel y el manicomio serán lugares de
tolerancia, únicamente allí el sexo salvaje tendría derecho a formas de lo real, pero
fuertemente insularizadas. En todos los demás lugares el puritanismo moderno habría
impuesto su triple decreto de prohibición, inexistencia y mutismo". Esto se podría
vincular con el desarrollo del capitalismo y de la sociedad burguesa: los placeres
deben quedar reducidos a su mínima expresión y con una finalidad utilitaria como la
reproducción para que las energías restantes puedan ser canalizadas en fuerza de
trabajo. Hacia el siglo XVIII surge un problema político y económico que no solucionará
la represión aludida antes. El problema del equilibrio entre el crecimiento de la
población y la disponibilidad de recursos hará necesario pasar de la prohibición al
control del sexo. Habrá que analizar las tasas de natalidad y de mortalidad, la
morbilidad y reglamentar la edad del matrimonio, la frecuencia de las relaciones
sexuales, los nacimientos legítimos e ilegítimos, etc. En síntesis, nace el análisis y la
reglamentación de las conductas sexuales por parte del Estado: las estadísticas. Para
llevar a cabo este control, el sexo no puede permanecer oculto, hay que hablar del
sexo y lograr que la gente se confiese frente a quienes detentan el poder. Los
procedimientos son múltiples: la biología, la medicina, la demografía, la psiquiatría, la
pedagogía. Toda una trama de discursos reguladores se teje en torno al sexo. Con la
explosión discursiva de la biología, la psiquiatría, la pedagogía, etc., de los siglos XVIII y
XIX hacen su aparición en escena las sexualidades periféricas: relaciones pre y
extramatrimoniales, homosexualidad, sexualidad infantil, onanismo. Ya no se trata sólo
de reprimir sino de controlar. Entre todos estos discursos, la medicina adquiere primacía
como dispositivo de control. Se advierte que el sexo no sólo puede producir
enfermedad a quien lo ejercite fuera del marco prescripto (enfermedades venéreas,
locura, perversiones), sino que toda la especie puede verse comprometida en caso de
falta de control. Como consecuencia de todo ello, se produce una reordenación del
discurso sexual, sobre en qué lugares, en qué circunstancias y entre quienes se hace
posible hablar de sexo. Ello lleva a que se hable del sexo desde nuevas
especialidades, desde nuevas ciencias y a que el poder del sacerdote pase a los
cuerpos de médicos y psiquiatras (también a la justicia penal), que son los que
eminentemente tratan de organizar este nuevo sexo y este nuevo saber sobre él,
desde una perspectiva diferente a la de la pastoral católica, que estaba centrada en
las relaciones matrimoniales.
En Occidente, la represión político-religiosa de la sexualidad y sus manifestaciones se
mantuvo hasta bien entrado el siglo XX. Sin embargo, entre el siglo XVIII y el actual se
25
dieron diferentes cambios en la mentalidad social. Algunos fueron espectaculares y
otros poco perceptibles. Pero todos marcaron el camino hacia la revolución sexual,
que ocurrió en la década de 1960 y desembocó en las actuales concepciones sobre
este tema.
El inicio del siglo XX fue también el principio del importante movimiento de liberación
femenina, para situar a la mujer en un plano de igualdad con el hombre. Así
empezaron a desecharse los tabúes sobre el cuerpo y su capacidad sexual. Por la
misma época, el psicólogo Sigmund Freud dio a conocer sus revolucionarias teorías
sobre la sexualidad humana, que condujeron a una verdadera revolución sexual.
Hombres y mujeres comenzaron a preocuparse por entender mejor el desarrollo de sus
capacidades y habilidades sexuales. Las dos guerras mundiales aumentaron la
permisividad sexual en la sociedad, que a corto plazo propiciaría la liberación
conceptual sobre el sexo.
Poco después se dieron a conocer las investigaciones modernas que permitieron el
nacimiento del la sexología como ciencia. Tales estudios aparecieron entre 1920 y
1980. Los años 60, con sus movimientos juveniles de transformación política, económica
y ética, trajo un cambio decisivo. La sexualidad se consideró desde entonces como
una cualidad única del ser humano; cambió así la actitud de las sociedades hacia el
conocimiento de la sexualidad y sus manifestaciones. En nuestros días, la
manifestación de la sexualidad ocupa un lugar importante dentro de la vida
cotidiana.
Historia de las enfermedades de transmisión sexual.
Las enfermedades de transmisión sexual constituyen un conjunto de entidades que
afectan un aspecto importante en la vida de los individuos, su sexualidad. Por lo tanto,
este tipo de patologías producen un deterioro de la salud y en consecuencia
representan un impedimento para poder ejercer plenamente, este aspecto individual
que la sexualidad representa.
Las enfermedades de transmisión sexual (ETS) - también conocidas como infecciones
de transmisión sexual (ITS) – son entidades clínicas que clásicamente han sido
denominadas como enfermedades venéreas; necesitan del contacto intimo-sexual
para su contagio y propagación (39). El término venérea, procede de Venus, diosa
romana de la belleza, del amor y de la fecundidad, versión latina de la diosa griega
del amor, llamada Afrodita; ella conjuga lo amoroso y lo femenino.
Estas enfermedades han repercutido desde el inicio de la historia del hombre de
manera significativa en la vida individual y colectiva de la sociedad. A pesar de ser
muchas las enfermedades venéreas descritas en la actualidad, han sido solamente
tres las que en el curso de la historia han captado la atención debido a sus
connotaciones individuales y sociales, como así también por las cifras de incidencia a
que han llegado: han sido epidemias e inclusive pandemias en varios períodos de la
historia. Así ha sido en el caso de la gonorrea, la sífilis y el síndrome de la
inmunodeficiencia adquirida.
En épocas pasadas las ETS fueron consideradas como un castigo divino e incluso se
asumió que representaban una penitencia en vida por las acciones innobles e
inmorales que el individuo había tenido en el curso de su vida.
Desde las épocas más antiguas de la historia de la humanidad existen datos acerca
de las enfermedades de transmisión sexual. Así, ya en Egipto, en el papiro Brugsch que
data del 1350 a.C se describen los síntomas y tratamiento de la gonorrea. En la Biblia
(Levitico cap. 15) también se describe la gonorrea y se la relaciona con la práctica
sexual. En el año 460 a.C Hipócrates, padre de la medicina, fue el primero en describir
dicha enfermedad de transmisión sexual con todas sus características, de este modo
describe lesiones genitales duras y suaves secundarias al contacto sexual y la llamó
estranguria. Posteriormente, Galeno confirma lo descrito por Hipócrates y le asigna el
nombre gonorrea a la enfermedad en el año 200 d.C.
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En la antigüedad, tanto griegos como romanos describieron las verrugas genitales verrugas virales o virus papiloma humano - transmitidas por relaciones sexuales. Hasta
bien entrado el siglo XX se creía erróneamente que la infección de las verrugas o
condilomas genitales formaba parte de las infecciones sifilíticas y gonorreicas. En la
época del antiguo Egipto se hicieron pinturas que describían el tratamiento de las
verrugas genitales con el uso de cauterio y en la Grecia clásica adopta su nombre
“Kondyloma” que significa verruga, como también es conocida en la actualidad.
En el pueblo azteca, las enfermedades venéreas eran conocidas como
Cihuatlaueliloc. Esta población era poseedora de recursos terapéuticos naturales, de
tipo fitoterápicos, de gran utilidad posterior para la farmacopea europea.
En cuanto a la Sífilis, a pesar de las controversias sobre su origen, se conoció por su
contundencia en Europa a fines del siglo XV convirtiéndose en una rápida epidemia
multinacional, donde el aspecto sexual era el predominante y con características
clínicas que la hicieron rápidamente conocida y temida, lo que se tradujo, por la
ignorancia reinante, en tema de múltiples conjeturas sobre todo religiosas, que
hablaban de castigo divino por los vicios y el pecado del hombre sobre la faz de la
tierra. La sífilis estigmatizaba a los enfermos por ser una “enfermedad merecida”
debido a que se contraía a través de relaciones extramaritales y con mujeres impuras,
y por lo tanto era el castigo divino natural por la vida disoluta y pecadora y no eran
dignos, los que la padecían, ni siquiera de ser tratados.
El descubrimiento de América, en el año 1492, llevó a que junto con los españoles
llegaran al nuevo continente las epidemias, las cuales facilitaron la conquista. Por otra
parte, uno de los primeros remedios utilizados para el tratamiento de la sífilis provenía
de América, el Guayacán (Guaiacum officinale). La madera del Guaiacum officinale
y del Guaiacum sanctum, árboles de pequeño crecimiento, tenían en su corazón, el
Lignum vitae del cual se sacaba el guayacán. El palo de guayacán era muy eficaz
para la curación de la sífilis, y en conjunto con la dieta, eran los medios empleados por
los indios.
Gabbriele Falloppio (1523-1562) cirujano y anatomista italiano, ideó una protección
individual para el llamado “mal francés o sífilis” consistente en un corte de lino en
forma de saco, a la medida del glande empapado de mercurio, antecesor del
moderno preservativo. Otras de las medidas tomadas en la época frente a dicho mal
fue que -a mediados del siglo XVI- la Iglesia católica propone la abstinencia sexual
como argumento lógico para combatir la sífilis, la cual sin duda alguna, se había
convertido en un problema de salud pública.
Un factor fundamental que produjo un aumento de la prevalencia e incidencia de
dicha enfermedad en la Inglaterra del siglo XVI fue que los jóvenes de las zonas rurales
- que representaban el 80% de la población - exentos del peligro de la sífilis y no
promiscuos, se comenzaron a trasladar a las grandes ciudades, lo que se convertiría en
la base fundamental del aumento de la incidencia y prevalencia de dicha
enfermedad.
En Europa, en 1910 se estimaba que en la población existían más de 1.5 millones de
individuos que padecían de la infección por Treponema pallidum. Debido a esta gran
prevalencia, se realizaban extensas campañas sanitarias con afiches orientados a
disminuir la incidencia de casos de sífilis.
Afiches de Campañas Sanitarias en la sífilis en países anglosajones a comienzos del
siglo XX
27
Métodos anticonceptivos.
Paralelamente al ejercicio de la sexualidad, siempre existió en la historia de la
humanidad, la preocupación por la anticoncepción.
Un método anticonceptivo o método contraceptivo, es aquel que impide o reduce
significativamente las posibilidades de una fecundación en mujeres fértiles que
mantienen relaciones sexuales. (40)
Los métodos anticonceptivos contribuyen decisivamente en la toma de decisiones
sobre el control de la natalidad (número de hijos que se desean o no tener), la
prevención de embarazos, así como en la disminución del número de embarazos no
deseados y embarazos en adolescentes.
Los métodos que se administran después de mantener relaciones sexuales se
denominan anticonceptivos de emergencia.
Historia de los métodos anticonceptivos.
En la antigüedad tener hijos fue para las mujeres una cuestión de vida o muerte: el
conocimiento de las parteras era elemental y ante una simple mala posición del feto
abandonaban a su suerte a la mujer. Si además se considera que a los inconvenientes
prácticos se sumaba el temor fundado al parto y al aborto, no es de extrañar que ya
en esa antigüedad temprana la voluntad de controlar la concepción se viera
estimulada al máximo (41). La historia de la anticoncepción ha sido dura, desde que
surgieron los primeros conceptos hasta nuestros días; no fue sino hasta después de la
segunda guerra mundial que los políticos y gobernantes comenzaron a prestar
atención al programa de planificación familiar, y ello motivado por el desmedido
crecimiento que experimentó la población mundial (42). Este crecimiento se relacionó
con una reducción en la tasa de mortalidad, lo cual condujo a presiones
demográficas tanto para familias, como para ciudades, países y el mundo en general.
Así, mientras la tasa de crecimiento poblacional crecía, surgieron en muchos países
formas accesibles y culturalmente aceptadas de regulación de la fertilidad (43).
Haciendo un recorrido histórico acerca del origen de los métodos anticonceptivos, ya
en el año 1850 antes de Cristo se escribe el “Papyrus Petri”, un libro dedicado a
prácticas medicinales, que contiene el primer reglamento escrito para la
anticoncepción. Entre ellos se aconsejaban los lavados vaginales con miel y
bicarbonato de sodio (44). Unos siglos más tarde, en el año 1550 antes de Cristo, se
escribe el segundo libro médico, llamado “Papyrus Ebers”. El documento describe un
tampón compuesto de goma arábiga y dátiles que debía inhibir la fecundación
durante tres años. Durante el proceso de descomposición de la goma arábiga se
forma ácido láctico, que tiene un efecto espermicida, un descubrimiento increíble en
esa época. También se utilizaba algodón impregnado en jugo de limón y pescado
seco como métodos anticonceptivos.
A fines del siglo XVI, los condones de tela se utilizan principalmente para protegerse de
enfermedades de transmisión sexual. Un trabajo científico realizado en la época, se
llevó a cabo con 1000 hombres y reveló que aquellos que llevan condones durante el
acto sexual corrían menos peligro de contagiarse con sífilis. A partir del siglo XVII, la
popularidad del preservativo crece cada vez más, ya por entonces se fabricaban
condones de varios materiales: seda, piel e intestinos de animales.
En el siglo XVIII, mujeres de varias culturas utilizan mitades de frutas como una especie
de tapón cervical. Se cree que la barrera creada por la fruta, complementada por la
liberación de ácido cítrico, protegen contra un embarazo no deseado.
En el año 1789 Tomas Malthus, experto en economía y cura británico, publica su libro
“Ensayo sobre los principios de la población” hecho que representa un hito para el
movimiento de control de natalidad. Malthus afirma que la población mundial
sobrepasaría en breve la capacidad productiva de alimentos si no se detenía el
crecimiento de la población. Él propone, para evitar esta debacle, la abstinencia
sexual y la postergación del matrimonio.
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En el siglo XIX un ginecólogo alemán comprueba que varias familias campesinas no
tuvieron más de 2 o 3 hijos debido a que las madres se ponían un pedazo de madera
ante el orificio uterino e inventa el primer capuchón cervical. En los años cuarenta
Goodyear descubre la vulcanización de la goma generando el caucho. Poco
después empieza la fabricación de condones hechos de este material, pero debido a
su elevado precio, no se produjeron en gran escala. A mediados del siglo una mujer
casada daba a luz a 6 hijos como promedio y más del 35% de las mujeres casadas
tenían por lo menos 8 hijos.
En 1882 el doctor alemán Wilhelm Peter Mensinga inventa el primer diafragma.
A finales del siglo XIX, en las farmacias inglesas ya era posible adquirir una gran
variedad de métodos anticonceptivos, como por ejemplo condones de caucho,
supositorios químicos, esponjas vaginales y tampones médicos.
En el año 1901 un grupo de médicos consigue demostrar que los ovarios y el cerebro
participan en la producción de hormonas y que estas controlan la menstruación.
En el año 1921 se abre el primer centro de planificación familiar en Londres. Eso
posibilitó a las mujeres, un acceso fácil a informaciones importantes sobre la
anticoncepción y la planificación familiar.
En el año 1960, la FDA aprueba en Estados Unidos la primera píldora anticonceptiva,
llamada Enovid. Durante los años sesenta se comercializa la píldora anticonceptiva a
gran escala. Las mujeres disponen de independencia para controlar su fertilidad. En los
años setenta la píldora es aceptada en gran parte como método anticonceptivo y es
uno de los más utilizados en todo el mundo.
AGENDA PÚBLICA DE SALUD: TRATAMIENTO ACTUAL DE LA LEY DEL ABORTO.
Como se ha mencionado, el aborto representa un verdadero problema de salud
pública en la República Argentina. Es por eso que existen numerosas agrupaciones
que luchan para que en nuestro país la práctica del aborto deje de ser ilegal y de esta
manera, que el aborto se transforme en un derecho que tienen las mujeres para
decidir interrumpir un embarazo. Este tipo de agrupaciones a favor de la
despenalización del aborto pretenden que al dejar de ser ésta una práctica ilegal, las
mujeres que decidan someterse a un aborto lo hagan bajo las condiciones
adecuadas de higiene y seguridad y en centros de salud a cargo de profesionales
capacitados para la realización de dicha práctica. De esta manera, argumentan, se
lograría disminuir las alarmantes cifras de mortalidad materna a causa de
complicaciones de abortos clandestinos.
Por lo expuesto, en la Argentina el pasado 30 de noviembre de 2010 se trató en la
Comisión de Legislación Penal de la Cámara de Diputados de la Nación un proyecto
que apunta a despenalizar la interrupción del embarazo hasta la semana doce de
gestación. La Cámara de Diputados Nacional tratará en el transcurso de este año
2011, en comisiones los proyectos para despenalizar y para legalizar el aborto. El
compromiso fue asumido por el presidente de la Comisión de Legislación Penal, Juan
Carlos Vega, durante una jornada pública calificada como histórica, la primera sobre
el tema en el Congreso. (45)
Marianne Mollmann, especialista en derechos de las mujeres de la organización
internacional Human Rights Watch, fue la única oradora en esa ocasión y expuso el
impacto del aborto en nuestro país “la penalización del aborto es incompatible con los
derechos humanos y no sólo trae consecuencias graves para la salud y la vida de la
mujer que necesita interrumpir su embarazo, sino también crea un problema de salud
pública, porque da lugar a prácticas clandestinas e inseguras que durante décadas
han constituido una de las principales causas de mortalidad materna en la Argentina.
En 2008, más del 20% de las muertes por emergencias obstétricas fueron por abortos
inseguros”… “La penalización del aborto permite a las clínicas funcionar con poco
respeto por sus vidas, y cuando llegan al hospital a causa de prácticas inseguras, a
veces las menosprecian o les niegan la atención debida”. Mollmann demostró que las
principales víctimas del aborto clandestino son las mujeres de los estratos más pobres.
29
La experta recalcó que “la confusión y el temor les impiden incluso acceder al
derecho al aborto no punible judicializado sin necesidad”. Además agregó “mi
experiencia me demuestra que la penalización del aborto, lejos de desincentivar la
práctica, la vuelve más insegura”. (46)
El proyecto que más adhesiones tiene – entre los que fueron girados a Legislación
Penal – es el de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y
Gratuito, con casi cincuenta firmas de diputados y que propone despenalizar la
interrupción voluntaria del embarazo (IVE) en las primeras 12 semanas de gestación.
Hasta ahora la penalización del aborto no ha logrado salvar ninguna vida, pues actúa
para sancionar y no tiene un fin preventivo.
CONCLUSIÓN.
El aborto representa un grave problema de salud pública en Argentina, constituye la
principal causa de mortalidad materna en nuestro país, representando el 26% de los
casos dentro de las diferentes causas que producen la muerte en mujeres gestantes.
Se estima que en nuestro país aproximadamente mueren 100 mujeres en edad fértil
por año como consecuencia de las complicaciones derivadas de someterse a abortos
clandestinos, los cuales por lo general suelen realizarse bajo condiciones muy
precarias, en lugares sin higiene ni seguridad y por personas que no están capacitadas
para llevar a cabo dicho tipo de prácticas.
En general, las mujeres más afectadas resultan ser las de los estratos socioeconómicos
más bajos, ya que las de mayor poder adquisitivo podrán adquirir en el mercado
negro un aborto que se realice bajo mejores condiciones, de manera que la tasa de
complicaciones derivadas del mismo seguramente serán menores que para los
abortos a los que puedan acceder las mujeres de los sectores más carenciados. Esta
situación constituye una forma de inequidad en salud. Las mujeres de los estratos
sociales más privilegiados tienen mejor y mayor acceso a educación sexual, métodos
anticonceptivos y planificación familiar; mientras que en los sectores más carenciados
suelen tener una mayor tasa de fertilidad, mayor índice de embarazos adolescentes y
de embarazos no deseados, poniendo de relieve dicha inequidad. Otro factor
importante que contribuye a aumentar esta desigualdad es la posibilidad de acceder
a un sistema sanitario de calidad. Así las mujeres de los sectores más pobres sólo tienen
la posibilidad de acceder a los sistemas de salud públicos y en ciertas ocasiones
existen centros de salud de mala calidad, ya sea por falta de capacitación o por falta
de insumos.
Esta inequidad en salud se da también entre las distintas provincias de nuestro país, de
manera que existen provincias que presentan mayores tasas de mortalidad maternas
que otras. Así, en las provincias del norte del país el número de muertes maternas son
mayores que las existentes en las demás regiones, además estas mujeres del norte
argentino tienen mayores riesgos de morir de causas relacionadas con el embarazo,
parto o puerperio. Las causas de estas diferencias se deben a que los servicios
médicos se encuentran condicionados a los recursos económicos locales, de manera
que en aquellas provincias con menores recursos, los sistemas de salud no cuentan
con la calidad suficiente debido a la falta de capacitación del personal, o a la falta
de insumos o de infractucturas adecuadas.
La planificación familiar y el aborto constituyen temas muy relevantes de la salud
pública. El aborto representa una violación a los derechos humanos de las mujeres.
Estos derechos incluyen, entre otras cosas, el derecho a decidir sobre nuestra salud, a
una sexualidad sin coerción ni violencia y a una maternidad voluntaria. Es necesario
entonces, que para poder ejercer dichos derechos podamos acceder a la educación
y a la información adecuadas en temas relacionados con nuestra sexualidad.
El problema del aborto en nuestro país data de algún tiempo. En parte, como una
medida para tratar este problema de salud pública, el gobierno nacional creó el
Programa Nacional de Salud sexual y Reproductiva, y a nivel provincial las autoridades
han elaborado medidas similares bajo el Programa Provincial de Salud sexual y
30
Procreación responsable. Ambos programas están orientados a tratar diferentes
problemáticas referidas a la sexualidad que incluyen, entre otros temas, evitar
embarazos no deseados y embarazos adolescentes; difundir los derechos sexuales y
reproductivos, para que todas las personas puedan tener conocimiento de ellos y
puedan ejercerlos; informar y educar a la población acerca de temas relacionados a
la sexualidad, métodos anticonceptivos y planificación familiar, ETS y medidas para
prevenir su contagio. Además estos programas incluyen también la distribución y
abastecimiento de distintos tipos de métodos anticonceptivos y profilácticos –
fundamental para prevenir la ETS- asesoramiento y capacitación de los profesionales
para brindar a la población una atención adecuada y de calidad en los servicios de
salud, acondicionar hospitales y centros de salud públicos para que cuenten con una
infractuctura e instrumental adecuados para brindar un servicio de calidad.
Si miramos hacia atrás, podemos ver a través de la historia de la sexualidad que
muchos de los mitos y tabúes que existen actualmente en nuestra sociedad sobre la
sexualidad tienen origen en nuestros antepasados. Si bien, en estos últimos tiempos
mucho se ha avanzado en la superación de estos tabúes, todavía falta. Es necesario
que podamos hablar de sexualidad y de otros temas relacionados –por ejemplos
anticoncepción- sin sentir vergüenza ni pudor, es necesario poder hablar de estos
temas abiertamente en familia, en las escuelas y que sean difundidos a través de los
medios de comunicación, para de esta forma poder darle al tema el lugar que se
merece y hoy en día se encuentra todavía “oculto”. Hablar de sexualidad resulta de
importancia parar nuestra formación como individuos, es preciso conocer y estar
informados parar poder decidir y eliminar de nuestro saber, conocimientos erróneos
sobre el tema. Es importante notar entonces que una medida fundamental para lograr
disminuir las muertes por abortos sería precisamente que exista una mayor difusión de
los temas relacionados a la educación sexual, de manera que las personas estén así
capacitadas para decidir sobre su sexualidad y planificación familiar, y de esta forma
evitar los embarazos no deseados y los abortos que esta situación muchas veces
acarrea.
Si bien está programado para este año que se trate el proyecto de ley para
despenalizar el aborto, sería oportuno y fundamental tratar el origen de este problema,
que está dado por los embarazos no deseados. Para esto es importante que se
pongan en práctica las políticas de salud propuestas por el PNSSyR y que estas
acciones lleguen equitativamente a todos los individuos, sin importar su condición
socioeconómica ni región de nuestro país que habite. Es responsabilidad de las
autoridades que esto se ponga en práctica y así asegurar a los ciudadanos servicios
de salud de calidad para que de esta forma puedan ejercer plenamente su derecho
a la salud y sus derechos sexuales.
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