Oí tu Voz - Diócesis de Pinar del Río

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-Aumenta la fe de tu Iglesia, peregrina en la tierra, para que dé al
mundo testimonio de tu resurrección. Oremos al Señor.
-Tú que, habiendo padecido mucho, has entrado ya en la gloria del
Padre, convierte en gozo la tristeza de los afligidos. Oremos al Señor.
- Aumenta Señor las vocaciones en nuestra diócesis y bendice a
sus pastores. Oremos al Señor.
Oración por las vocaciones.
Nos unimos todos en la oración común pidiendo al Padre los
pastores para su pueblo:
Señor Jesucristo, Pastor bueno de nuestras almas, tú que conoces
a tus ovejas y sabes cómo llegar al corazón del hombre, abre la
mente y el corazón de los jóvenes, que buscan y esperan una
palabra de verdad para su vida; hazles sentir que sólo en el
misterio de tu encarnación pueden encontrar plena luz; da valor a
los que saben dónde encontrar la verdad, pero temen que tu
llamada sea demasiado exigente; sacude el alma de los jóvenes
que quisieran seguirte, pero no saben vencer las dudas y los miedo,
y acaban por escuchar otras voces y seguir otros callejones sin
salida. Tú, que eres la Palabra del Padre, Palabra que crea y salva,
Palabra que ilumina y sostiene los corazones, vence con tu Espíritu
las resistencias y vacilaciones de los espíritus indecisos; suscita
en aquellos a quienes llamas valor para dar la respuesta de amor:
¡Heme aquí, envíame!
Oración del Padre Nuestro.
Digamos confiadamente en el Dios que nunca nos
abandona….Padre Nuestro.
Bendición.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la Vida
eterna. Amén
Canto: # 343 del Cantoral Nacional
Para los que tengan inquietud Vocacional
infórmate con tu párroco o con el Obispo
Oí tu Voz
« Vayan y hagan discípulos a todos los pueblos
y bautícenlos en el nombre del Padre, del Hijo
y del Espíritu Santo, enseñándoles a poner por obra
todo lo que les he mandado. »
Pastoral Vocacional
Pinar del Río
Hora Santa Vocacional
(Mt. 28, 19-20)
Nº49
Monición introductoria
Hermanas y hermanos,la celebración de la Sagrada Eucaristía es
uno de los acontecimientos que eleva el alma del cristiano a la
presencia de nuestro Señor Jesucristo. Su presencia entre nosotros,
mediante la Consagración del pan y del vino nos pone en presencia
real de todo el Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Aquel que un
día se hizo hombre por nosotros para nuestra justificación.
Pasándonos de la esclavitud del pecado, a la adopción de ser hijos
suyos por la Sangre de Cristo, pongámonos en su presencia
mediante esta celebración entre hermanos.
Canto: # 22 del Cantoral Nacional
Monición a la oración
Te damos gracias Padre, porque una vez más estamos reunidos en
tu Santo Nombre. Te pedimos que abras nuestros corazones a los
sagrados misterios que tú nos has revelado mediante nuestro Señor
Jesucristo. Te pedimos por nuestras familias y por nuestros hermanos
que no creen en ti. Haznos, Señor Jesús, evangelizadores de tu santa
Palabra, danos fuerza en los momentos más difíciles, muéstranos
siempre tu camino Señor, porque Tú eres el camino, la verdad y la
vida (Jn 14,6). Te pedimos también por todos los niños del mundo,
en especial por los que están pasando hambre y no tienen familias,
te pedimos por todos, Señor, los que no sienten tu presencia,
santifícalos y santifícanos a nosotros mediante la oración y tu santa
Palabra. «Amén».
Salmo: 116(114-115)
Lectura de la Palabra.
(Juan 6,48-71 o
1Cor 11,23-27.29)
Pistas para meditar y orar
El pan celestial y la bebida de salvación.
Nuestro Señor Jesucristo, en la noche en que iban a entregarlo, tomó pan y,
pronunciando la acción de gracia, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:
Tomad, comed; esto es mi Cuerpo. Y, después de tomar el cáliz y pronunciar
la acción de gracias, dijo: Tomad, bebed, esta es mi Sangre (Lc 22,19-20). Si
fue Él mismo quien dijo sobre el pan, este es mi Cuerpo, ¿quién se atreverá a
dudar de estas palabras? Y si fue Él quien aseguró y dijo sobre el cáliz: esta es
mi Sangre¿quién se atreverá a dudar y decir que no es su Sangre?
Por lo cual, estamos firmemente persuadidos de que recibimos como alimento
el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Pues bajo la figura del pan se te da el Cuerpo,
bajo la figura del vino, la Sangre; para que, al tomar el Cuerpo y la Sangre de
Cristo, llegues a ser un solo cuerpo y una sola sangre con Él (1Cor 10; 16-17).
Así, al pasar su Cuerpo y su Sangre a nuestros miembros, nos convertimos en
portadores de Cristo. Y como dice el bienaventurado san Pedro; nos hacemos
partícipes de la «naturaleza divina»(2P1, 4).
En otro tiempo, Cristo, disputando con los judíos, dijo: «Si no coméis mi
Carne y no bebéis mi Sangre, no tendréis vida en vosotros» (Jn 6,53).
Pero, como no lograron entender el sentido espiritual de lo que estaban oyendo,
se hicieron atrás escandalizados, pensando que se les estaba invitando a comer
carne humana (Jn 6, 52).
En la antigua alianza también existían los panes de la proposición (Ex 16; Lv
23,5-8), pero se acabaron por pertenecer a la antigua alianza. En cambio, en
la nueva alianza, tenemos un pan celestial (Jn 6,48-51) y una bebida de
salvación, que santifica el alma y el cuerpo. Porque del mismo modo que el
pan se convierte para la vida del cuerpo, así el verbo lo es para la vida del
alma. No pienses, por tanto, que el pan y el vino eucarísticos son elementos
simples y comunes: son el Cuerpo y la Sangre de Cristo, de acuerdo con la
afirmación categórica del Señor; aunque nuestros sentidos digan lo contrario.El
apóstol san Pablo afirma la presencia real del Cuerpo y la Sangre, dice: «Por
eso, quien coma el pan y beba de este cáliz del Señor indignamente, se
hace culpable de profanar el Cuerpo y la Sangre del Señor….porque quien
coma sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación» (1Cor
11,27.29). La fe que has aprendido te da pues esta certeza: lo que parece
pan no es pan, lo que parece vino no es vino, sino el Cuerpo y la Sangre
del Verbo encarnado (1Cor10,16), por eso en la antigüedad, decía David
en los salmos: «…para sacar pan de la tierra, y el vino que alegra el
corazón de los hombres, el aceite que hace brillar su rostro, el alimento
que lo conforta»; en otro lugar dice:«¿Cómo pagaré el Señor todo el bien
que me ha hecho? Levantaré la copa de la salvación invocando su nombre»
(Sal 104,14-15; 116,12-13).Fortalece tu corazón comiendo de este pan
espiritual que da brillo al rostro de tu alma.»
Y que con el rostro descubierto y con el alma limpia, contemplando la gloria
de Señor como un espejo, vallamos de gloria en gloria, en Cristo Jesús, nuestro
Señor; a quien sea dado el honor, el poder y la gloria por los siglos de los
siglos. «Amén»
Canto: # 64 del Cantoral Nacional
Preces
Oremos a Cristo, pan de vida, que en el último día resucitará a los
que se alimentan con su Palabra y con su Cuerpo, y digámosle:
«Señor, danos paz y alegría».
-Hijo de Dios, que, resucitado de entre los muertos, eres el Príncipe
de la vida, bendice y santifica a tus fieles y a todos los hombres.
Oremos al Señor.
-Tú que concedes paz y alegría a todos los que creen en ti, danos el
vivir como hijos de la luz mientras nos alegramos de tu victoria sobre
la muerte. Oremos el Señor.
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