Alimentación y stress

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Cuando pensé sobre qué tema realizar este artículo y sobre todo que enmarcara alguno de los temas
revisados en esta materia tan interesante, me di cuenta que tenía que ser uno que yo ya experimenté y
del cual tome acciones para no verme más afectada, así que decidí el tema de la alimentación y la
relación con el estrés.
Cuando se experimentan altos niveles de estrés, la alimentación es
una de las actividades diarias que más se desatiende, provocando la
ingesta de alimentos insuficiente o desproporcionada en nutrientes.
Las personas que comen cuando tienen hambre y dejan de comer
cuando están saciadas están en sintonía con las señales biológicas
de su organismo. En situaciones de estrés, estas personas no
sienten hambre. Aquellas personas
que ignoran sus señales biológicas
deben ser conscientes de los factores
les llevan a visitar el refrigerador y
tácticas para evitarlo. Cuando a
carga extra de energía por presiones
emocionales y psicológicos que
deben poner en práctica
nuestro cuerpo se le exige una
en el trabajo por estrés
emocional, el organismo agota
las reservas de energía y, en
consecuencia, las reservas de
vitamina B, lo que nos vuelve vulnerables a padecer
depresión, insomnio o irritabilidad. Para evitarlo, debemos
incluir en nuestra dieta alimentos como el brócoli, acelgas
y espinacas, los cereales y las leguminosas, que contienen
el complejo de vitamina B.
Es de suma importancia que si tenemos síntomas como cansancio excesivo, tic´s nerviosos, verifiquemos
antes que nada nuestros niveles de glucosa, presión arterial y sobre todo que cuidemos nuestra
alimentación, que esta sea balanceada, si no tenemos la experiencia o el conocimiento, acudamos con
un especialista que nos podrá de acuerdo a nuestros ritmos, horarios y sobre todo a nuestros gustos por
los alimentos diseñar una dieta que se ajuste a las necesidades y requerimientos que tengamos. Ya que
los síntomas más comunes que presentaremos será que:
• Comemos mucho más, lo que nos puede llevar al sobrepeso o a la obesidad.
• No comemos o comemos muy poco, lo que puede llevar a deficiencias alimentarias y a distintos
grados de desnutrición.
• Comemos la misma cantidad pero cambia la calidad, predomina la “comida chatarra”, lo que puede
llevar a deficiencia de nutrientes esenciales y más rápidamente al sobrepeso u obesidad.
Recordar el plato del buen comer y sobre todo cuidar los alimentos permitidos
que está científicamente comprobado que previenen o disminuyen los niveles
de estrés. Podemos separar los alimentos en tres rubros donde los primeros,
los aconsejados, se pueden comer diariamente; los permitidos con moderación
u ocasionalmente y los limitados de forma esporádica o en cantidades muy
pequeñas.
ALIMENTOS ACONSEJADOS
ALIMENTOS PERMITIDOS
ALIMENTOS LIMITADOS
- Leche y lácteos, no muy grasos
ni dulces.
- Carnes, pescados, huevos y
derivados, prefiriendo las magras
o bajas en grasa.
- Verduras y hortalizas.
- Frutas.
- Pan y cereales de preferencia
integrales, papas y legumbres.
- Agua, caldos desgrasados,
infusiones relajantes, bebidas de
malta.
- Aceite de oliva o de semillas,
margarinas.
- Frutos secos.
- Leche y lácteos en postres.
- Carnes y embutidos no tan
grasos.
Bebidas
descafeinadas,
néctares.
- Barras, galletas, snacks dulces o
salados.
- Leche condensada y quesos
mantecosos.
- Carnes y embutidos muy
grasos.
- Bollería rellena y pasteles con
crema.
- Bebidas alcohólicas y bebidas
estimulantes como café, té o
que contengan cafeína, guaraná
o gingseng.
RECOMENDACIONES
• Dormir lo necesario. Puede variar según la persona pero se debe amanecer descansado.
• Hacer ejercicio físico. Adaptado a las necesidades de la persona, ayuda a liberar tensiones y a liberar
sustancias que dan sensación de placer al cuerpo.
• Cuidar la alimentación. Además de una dieta equilibrada, se debe contar con el tiempo suficiente para
cada comida.
• Utilizar técnicas de relajación. Como la respiración profunda y otras herramientas como masajes,
hidroterapia o musicoterapia.
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