Inducción de pseudocrisis mediante la colocación de electrodos

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NOTA CLÍNICA
Inducción de pseudocrisis mediante la colocación
de electrodos inactivos en las regiones malares
R. Cano-Plasencia, A.M. Gómez-Marcos, R. Cano-Sánchez
INDUCTION OF PSEUDOSEIZURES BY PLACING INACTIVE ELECTRODES IN THE MALAR REGIONS
Summary. Introduction. Pseudoseizures are paroxysmal disorders of a psychogenic origin with manifestations that are similar
to epileptic seizures. They constitute a pathology that is found relatively often in the clinical practice of neurology. In many
cases the diagnostic suspicion of their existence is difficult to confirm. The complementary examination that proves to be most
useful in diagnosing them is video electroencephalogram (video-EEG). Case reports. We report the cases of seven patients who
were referred to our service with a clinical suspicion of pseudoseizures. Placing electrodes with an inactive surface-coating
over the two malar regions during a video-EEG study enabled us to trigger in all patients (by means of suggestion) the
appearance of a clinical picture that was similar to those that initially gave rise to the request for an examination. Suggestion
was also employed to limit the time they lasted by getting the patient to resolve the episode. In all the cases the trace of the
simultaneous electroencephalogram showed no pathological findings. Conclusions. Placing inactive electrodes on malar
regions is a method for inducing pseudoseizures that is harmless, easily applicable, readily available and economical, and
which has not been reported in the literature. Video-EEG monitoring time is reduced using this approach. It provides evidence
that a specific seizure phenomenon can be induced and resolved by suggestion techniques, which is a fact that is very useful in
the diagnosis of pseudoseizures. [REV NEUROL 2006; 43: 662-6]
Key words. Inactive electrodes. Induction techniques. Non-epileptic psychogenic seizures. Precipitating stimuli. Pseudoseizures.
Suggestion.
INTRODUCCIÓN
Las pseudocrisis son cuadros clínicos paroxísticos de etiología
psicógena (no orgánica), con manifestaciones similares a las crisis epilépticas pero sin descargas eléctricas corticales anormales
ni fenómenos ictales en el electroencefalograma (EEG) [1-3]. La
terminología empleada para definir estos episodios es muy
variada [4] –‘crisis psicógenas’ (CP), ‘crisis no epilépticas’, ‘crisis histéricas’...– y no existe consenso en relación con ésta.
El reconocimiento de las pseudocrisis constituye un reto incluso para exploradores avezados. Su frecuencia es elevada;
existen estudios que la estiman hasta en el 10-20% de los pacientes diagnosticados de epilepsia refractaria al tratamiento [5]
y hasta en el 40% de los pacientes remitidos a una consulta especializada de epilepsia. Su diagnóstico se realiza mediante exclusión [1]; se basa en una historia clínica detallada con descripción precisa de la semiología de las crisis, una valoración
psiquiátrica y la realización de estudios de EEG convencional y,
si es posible, de videoelectroencefalograma (vídeo-EEG) [3].
El registro de un evento crítico en una exploración de videoEEG constituye la herramienta diagnóstica más útil, pero esta
técnica neurofisiológica precisa personal especializado ocupado
durante largos períodos en espera del acontecimiento crítico, lo
que eleva considerablemente su coste y limita su accesibilidad.
Presentamos una serie de siete pacientes a los que, durante
un estudio de vídeo-EEG, se les colocan electrodos de superficie inactivos que se utilizan como técnica sugestiva de provocación de CP.
Aceptado tras revisión externa: 05.04.06.
Servicio de Neurofisiología Clínica. Complejo Hospitalario San Pedro de
Alcántara. Cáceres, España.
Correspondencia: Dr. Ricardo Cano Plasencia. Oporto, 2, bloque 3, 4.º-A.
E-10005 Cáceres. Fax: +34 927 256 253. E-mail: [email protected]
Agradecimientos. A los servicios de Neurología y Urgencias del C.H. San
Pedro de Alcántara, y al facultativo del Centro Penitenciario de Cáceres.
© 2006, REVISTA DE NEUROLOGÍA
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CASOS CLÍNICOS
Como método de inducción se han empleado dos electrodos de superficie
colocados en la piel sobre ambos huesos malares y conectados a dos entradas cualesquiera en el preamplificador del equipo EEG. Tras la colocación
de los electrodos, se informa al paciente de la posibilidad de que se desencadene uno de los episodios que habitualmente sufre. En los siete casos de
nuestra serie, durante los cinco primeros minutos de registro, se identifican
eventos de características clínicas similares a los que motivaban la exploración, todos ellos sin alteraciones significativas simultáneas en el EEG y
todos ellos reconocidos por familiares acompañantes como similares a los
que habitualmente sufren. En todos los casos es posible controlar la duración del episodio; se induce su resolución al decir al paciente que van a desaparecer los síntomas.
Caso 1. Varón de 69 años sin antecedentes personales o familiares de interés. Presenta episodios recurrentes de hasta 20 minutos de duración, consistentes en temblor de las cuatro extremidades no acompañado de desconexión del medio. Se solicitan numerosos exámenes complementarios –diferentes estudios de laboratorio, tomografía axial computarizada (TAC), electromiograma (EMG) y EEG convencional– que no muestran hallazgos patológicos. En el proceso diagnóstico se consideran patologías como la enfermedad de motoneurona o la enfermedad de Parkinson. No responde a tratamientos diferentes con inhibidores selectivos de recaptación de serotonina, benzodiacepinas o psicoestimulantes.
Finalmente se solicita un estudio de vídeo-EEG por sospecha de pseudocrisis. Durante la exploración se registran dos episodios de temblor que el
familiar acompañante identifica como similares a los que habitualmente
sufre. Se trata de un movimiento de flexoextensión repetido que afecta a ambos codos y que bate a frecuencia variable y decreciente entre 7 y 5 Hz; no
está acompañado de desconexión ni de pérdida de funciones superiores.
El primer episodio aparece de forma espontánea. El segundo se induce al
colocar electrodos inactivos en la región malar y decir al paciente que es
posible que se desencadene un episodio similar al anterior; posteriormente
se consigue hacer desaparecer el temblor en un período inferior a dos minutos al decir al paciente que es posible que el movimiento ceda poco a poco
gracias al electrodo colocado en la cabeza. En ningún momento se objetivan
alteraciones significativas del trazado EEG.
Caso 2. Mujer de 37 años diagnosticada de epilepsia con crisis parciales
complejas de larga evolución, tratada en diferentes centros con varios fármacos antiepilépticos en mono y politerapia, con resultado desigual. La
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CRISIS PSICÓGENAS
situación familiar es peculiar, con actitud de hiperprotección por parte de
progenitores y hermanos. Sin otros antecedentes familiares o personales
de interés.
En los últimos meses el número de crisis se ha incrementado considerablemente a pesar del tratamiento. A las crisis tonicoclónicas generalizadas
que venía sufriendo desde hace años cada 2-3 meses, se añaden episodios
pluricotidianos de segundos de duración, con aturdimiento y sensación de
calor ascendente desde la región hipogástrica hasta la cabeza. Las pruebas
complementarias –incluidas TAC y resonancia magnética (RM) craneales–
son normales. En un EEG convencional se identifican anomalías epileptiformes frontotemporales izquierdas. Se llega a plantear derivación a otro
centro sanitario para valorar la cirugía de epilepsia.
A lo largo del registro, la paciente sufre tres episodios críticos, reconocidos por su madre como ‘parecidos a los que sufre habitualmente, pero más
fuertes’. Consisten en desconexión con el medio y giro cefálico repetido a
izquierda y derecha acompañados de sacudidas de las cuatro extremidades,
de forma asíncrona y errática, lo que en ocasiones llega a convertirse en un
pataleo. Entre las sacudidas la paciente se mantiene en reposo. Los episodios son de duración variable; a veces alcanzan los 4 minutos.
El último episodio se desencadena al colocar a la paciente dos electrodos
en regiones malares y decirle que es posible que sufra una crisis. En este
caso, la duración no supera los 30 segundos, ya que cede bruscamente ante
una indicación del examinador. Desde el punto de vista eléctrico, no se objetivan modificaciones específicas del EEG en ninguna de las crisis.
Caso 3. Mujer de 33 años diagnosticada de síndrome ansioso depresivo y
anorexia tratados con benzodiacepinas. En estudio por posible epilepsia, con
EEG convencional previo normal.
Acude a urgencias por haber sufrido una pérdida de conocimiento seguida de convulsiones e incontinencia esfinteriana. Según dice, sufre episodios
de este tipo con frecuencia. Los relaciona con el estrés. Desde el servicio de
urgencias se solicita un vídeo-EEG. Durante la fotoestimulación, previamente a la cual se indica a la paciente que es posible que la luz provoque
una crisis, se inicia un temblor en el miembro superior izquierdo que se
extiende al resto del cuerpo en pocos segundos.
Posteriormente se colocan dos electrodos en ambas regiones malares de
la paciente y se le dice que es posible que los electrodos desencadenen síntomas similares a los anteriores. De esta manera, y a voluntad del examinador, se inducen y abortan de forma sucesiva dos nuevos episodios de temblor. En ninguno de los casos se objetivan alteraciones simultáneas del EEG.
Caso 4. Mujer de 16 años sin antecedentes familiares o personales de interés, que desde hace dos años presenta episodios de semiología muy variada
(desconexión con el medio, cefalea, temblor, disnea...), inicialmente catalogados como crisis epilépticas y tratados con fármacos diferentes, sin resultado claramente favorable. En los últimos meses los episodios adquieren
características que hacen sospechar la existencia de pseudocrisis, como por
ejemplo una duración de hasta 90 minutos.
En un EEG convencional se identificaron anomalías epileptiformes en la
región frontotemporal derecha. En una RM craneal se obtuvieron hallazgos
compatibles con esclerosis mesial temporal derecha con atrofia de fórnix
izquierdo.
En la exploración vídeo-EEG se colocan dos electrodos inactivos en la
región malar y se informa a la paciente de que es posible que éstos desencadenen un episodio similar a los que habitualmente sufre. Pocos segundos
después comienza a notar cefalea que se incrementa progresivamente a lo
largo de los 50 minutos que dura la exploración, la cual se interrumpe debido a una crisis de ansiedad. A lo largo del registro sufre, además, varios episodios de temblor de los miembros superiores e ‘incapacidad para respirar’.
En varias ocasiones efectúa además hiperventilaciones sin indicación. En
ningún momento se evidencian modificaciones específicas del trazado EEG.
Caso 5. Mujer de 22 años diagnosticada de síndrome ansioso depresivo en
tratamiento. Ingresa en urgencias por presentar, desde hace 36 horas y de
forma repetida, episodios subjetivamente involuntarios, consistentes en
contracción de la musculatura de la pared abdominal con extensión del cuello, de duración variable e inicio y final bruscos. Mejoran con la bipedestación y empeoran con el decúbito. Los relaciona con el estrés. Se efectúan
estudios analíticos, RM, electrocardiograma y radiografía de tórax de ur-
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gencia que son normales. El tratamiento intravenoso con diacepam no mejora el cuadro. El tratamiento con biperidina lo mejora sólo parcialmente.
Al iniciar el vídeo-EEG (en el que se registra simultáneamente actividad
EMG de superficie en el abdomen y el cuello), se explica a la paciente que
se va a efectuar una serie de maniobras (primero fotoestimulación y luego
colocación de electrodos inactivos en ambas regiones malares) que podrían
provocar la aparición de los episodios que ella refiere. La paciente sufre 12
de los episodios descritos, todos ellos inducidos por el facultativo que realizó la prueba simplemente diciendo que podría comenzar a notarlos y
resueltos igualmente al decirle que iban a desaparecer. Durante los episodios se registra contracción evidente de la musculatura abdominal, pero
sólo un discreto aumento del tono de la cervical, sin modificaciones significativas del EEG.
Caso 6. Varón de 26 años, politoxicómano en tratamiento sustitutivo con
metadona y seropositivo a hepatitis C. Padece un trastorno de la personalidad psicopático que ha provocado autolesiones numerosas y ha sido tratado
con benzodiacepinas y antipsicóticos. Fue diagnosticado de epilepsia a los
12 años y ha seguido tratamiento de forma irregular con carbamacepina.
En la actualidad está ingresado en un centro penitenciario. El médico del
centro cita referencias de ‘cientos de crisis’ que suelen desencadenarse ante
frustraciones. Su condición de epiléptico desde el punto de vista regimental
le exime de cumplir sanciones disciplinarias, por lo que suele hacer lo que
quiere sin tolerar la imposición de normas básicas. Las pruebas complementarias previas, incluido un EEG convencional, son normales.
Durante la exploración, el paciente sufre seis episodios de movimientos
de aspecto muy similar a crisis generalizadas tonicoclónicas con revulsión
ocular y sialorrea, aunque sin mordedura de lengua ni relajación esfinteriana. Los tres primeros son espontáneos. Los tres siguientes se inducen mediante la colocación de electrodos de superficie inactivos en la región malar;
se indica al paciente la posibilidad de que provoquen episodios similares a
los anteriores. Una vez desencadenados es posible limitar su duración. En
ningún caso se apreció actividad EEG crítica.
Caso 7. Mujer de 31 años de edad, con antecedentes personales de psoriasis
y probable trastorno de la conducta alimentaria (alteración del control de
impulsos). Actualmente sigue régimen alimentario y está en tratamiento en
una clínica de adelgazamiento.
Desde hace 2-3 días refiere cuadros de desviación de la comisura bucal a
la izquierda, sin otros signos o síntomas de focalidad ni desconexión con el
medio. Los episodios aparecen varias veces cada día y son de duración
variable; pueden prolongarse incluso hasta 40 minutos. Ceden espontáneamente. La paciente los relaciona con una epilepsia que sufría una tía abuela
ya fallecida. Se procede a su ingreso y se inicia tratamiento con oxcarbacepina, que no reduce el número de crisis.
Durante la maniobra de hiperventilación en un EEG convencional se desencadena uno de los episodios descritos. No se observan alteraciones significativas simultáneas en el trazado a lo largo de los 5-7 minutos en los que
se mantiene el cuadro clínico.
Se propone la realización de un estudio de vídeo-EEG poligráfico con registro miográfico de musculatura facial. En dicho estudio se registran dos
nuevos episodios de desviación de la comisura bucal, durante los cuales se
observa contracción de ambos lados del músculo orbicular de los labios,
mucho más intensa en el izquierdo, sin alteraciones específicas del EEG. El
primero aparece nuevamente durante la hiperventilación y cede al recuperar
el ritmo respiratorio normal. El segundo se desencadena al colocar a la paciente dos electrodos de superficie sobre regiones malares e informar de la
posibilidad de que sufra ‘una de sus crisis’; una vez instaurado, cede pocos
segundos después de retirar los electrodos de superficie.
DISCUSIÓN
El diagnóstico de las pseudocrisis es habitualmente complejo,
especialmente en casos en los que coexiste con una patología
epiléptica auténtica (como en los casos 2 y 6 de nuestra serie),
pero es fundamental para el correcto tratamiento, el cual, dada la
comorbilidad habitual entre las pseudocrisis y la patología psiquiátrica [3], ha de ser multidisciplinaria. La epilepsia no es la
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única patología con la que debe hacerse diagnóstico diferencial;
al contrario, éste debe incluir otros trastornos como síncopes,
espasmos del sollozo, parasomnias, migrañas y, en general, cualquier tipo de patología cuya clínica se presente de forma paroxística (como, por ejemplo, patología digestiva, por la frecuencia
con que las CP cursan con sensación gástrica ascendente).
Las manifestaciones clínicas de las CP pueden ser heterogéneas (se han descrito subtipos: inmovilidad, combate, hipermovilidad, rigidez) [6], suelen incluir signos o síntomas atípicos y
ser de larga duración. Además, el conjunto de los signos y los
síntomas no suele ser coherente desde un punto de vista neurológico, y no es posible ajustarlo a ninguno de los tipos de crisis
definidas en las clasificaciones. Generalmente cursa con clínica
muy expresiva, que inquieta al entorno familiar. No obstante, en
ocasiones, las manifestaciones se asemejan con gran exactitud a
crisis auténticas, especialmente en los casos de crisis frontales,
frontomesiales y temporales, cuya existencia debe considerarse
antes del diagnóstico definitivo. La anamnesis cuidadosa, con
atención especial en antecedentes de convulsiones febriles o familiares, así como la presencia de signos críticos determinados,
como la distribución focal de la afectación motora o la presencia
de incontinencia urinaria, son datos que obligan a plantearse la
etiología epiléptica. En el caso de las crisis frontales (probablemente las de diagnóstico diferencial más complejo), la edad de
comienzo tardía (en la segunda década de la vida), la duración
prolongada, la discontinuidad en la vocalización con gritos, la
presencia de llanto, el cierre ocular y la aparición predominantemente en vigilia sugieren una etiología psicógena [7].
Otro aspecto en el que es necesario poner un cuidado especial es en la interpretación de los hallazgos electroencefalográficos. No se puede negar su indudable valor diagnóstico –entre
nuestros pacientes, en el caso 6, epiléptico conocido, las crisis
que aparecieron de forma espontánea suscitaron dudas relativas
a su carácter epiléptico entre los facultativos previamente a la
revisión del EEG–, pero hay que considerar que los registros
durante las pseudocrisis suelen presentarse artefactados por
actividad muscular o por movimientos del paciente, y hay que
ser muy precavido en la valoración del trazado. No es extraño
que durante las CP el paciente hiperventile y aparezcan los hallazgos típicos de esta maniobra, que no deben interpretarse
erróneamente. Es fundamental considerar además las limitaciones del método: la técnica EEG convencional, efectuada con
electrodos no invasivos, puede no mostrar alteraciones específicas en algunas crisis epilépticas (por ejemplo, algunas de las
originadas en el lóbulo frontal).
No obstante a lo anteriormente expuesto, el vídeo-EEG es la
exploración complementaria más fiable en el diagnóstico de las
pseudocrisis [1]. Se trata de una técnica neurofisiológica de coste elevado, no sólo por los recursos materiales necesarios sino
también, y sobre todo, por los recursos humanos que precisa; el
registro de un evento clinicoeléctrico determinado requiere en
ocasiones períodos muy prolongados de estudio con la presencia
continua de personal especializado. Por ello, se han buscado métodos diferentes que permitan desencadenar el patrón conductual
a estudio, reduciendo así el tiempo de registro y el coste.
Desde mediados del siglo pasado vienen empleándose técnicas diferentes para provocar la aparición de este tipo de conductas, tales como la hipnosis [8], las inyecciones de suero salino [2,9,10], estímulos vibratorios [11], estímulos acústicos [12],
fotoestimulación intermitente con estroboscopio [12], hiperventilación [13], cambios posicionales de la cabeza [14], fotoesti-
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mulación con lámpara de Wood [15] o, incluso, algunos tan complejos como la colocación de papel de color empapado en alcohol sobre el cuello [16]. También se han descrito métodos, no
exentos de cierta agresividad (amenazas verbales [12], oclusión
de la vía respiratoria [17]), que permiten interrumpir el episodio, lo cual constituye un dato diagnóstico muy valorable.
Aunque no existen estudios comparativos entre las diferentes técnicas descritas, de entrada creemos desaconsejable utilizar maniobras o artilugios agresivos o potencialmente peligrosos. Por otra parte, consideramos lógico evitar la utilización de
aquellos métodos de potencial epileptogénico reconocido,
como la hiperventilación y la fotoestimulación intermitente con
estroboscopio (los casos 3 y 5 sufrieron pseudocrisis con fotoestimulación intermitente). Si tenemos en cuenta que el paciente debe considerar la posibilidad de que el método empleado
puede provocar una crisis, parece preferible utilizar instrumentos típicos de una consulta médica o maniobras típicas de la
práctica médica.
La técnica de estimulación descrita en nuestros casos es totalmente inocua. No existen referencias de su potencial epileptogénico aunque no es posible dejar de considerar el papel que
la sugestión o el estrés pueden desempeñar en la génesis de una
crisis epiléptica. El paciente reconoce inmediatamente los electrodos utilizados como un artilugio propio de la técnica médica
y los relaciona con el estudio diagnóstico al que está siendo
sometido. Creemos que la región malar es una zona identificada
por la población general como potencialmente sensible a estímulos que puedan actuar sobre el sistema nervioso central, lo
cual, unido a su accesibilidad, nos lleva a considerarla como un
lugar idóneo para la colocación de los electrodos.
Al igual que los descritos, nuestro método permite la inducción de los episodios objeto de estudio, lo que apoya el diagnóstico de CP. Pero, además, posibilita su resolución a voluntad del
examinador, lo cual refuerza el diagnóstico y reduce la posibilidad antes mencionada de no reconocer crisis epilépticas auténticas desencadenadas por estrés o sugestión.
La posibilidad de aparición de los episodios críticos en períodos de tiempo muy breves tras la colocación de los electrodos (menos de 5 minutos en todos nuestros pacientes) permite
la aplicación de la técnica incluso en solicitudes urgentes, efectuadas de forma no programada, como en el caso 5.
Si tenemos en cuenta que la inducción de CP mediante este
método se basa en un mecanismo de sugestión, es preciso que el
paciente no tenga ‘toda’ la información relativa al mecanismo
de activación. Por ello, conviene analizar la técnica desde el punto de vista legal y ético.
La ley [18,19] obliga a todos los profesionales sanitarios a
informar debidamente a los pacientes sobre su proceso asistencial y a respetar su personalidad, dignidad, intimidad personal y
libre participación en las decisiones que le conciernen. También
establece el deber de prestar una atención sanitaria técnica y
profesional adecuada a las necesidades de salud de las personas
a las que atienden. Impone, como guía de actuación, el interés y
la salud del ciudadano y el cumplimiento riguroso de las obligaciones deontológicas.
El Código de ética y deontología médica [20] establece como deberes primordiales del médico respetar la vida, la dignidad de la persona y el cuidado de la salud; esta última es la lealtad principal que debe anteponerse a cualquier otra conveniencia. Obliga al profesional de la medicina a procurar la mayor eficacia de su trabajo y el rendimiento óptimo de los medios que
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tiene a su disposición de manera adecuada al paciente, según el
arte médico, los conocimientos científicos vigentes y las posibilidades a su alcance. Además, el médico debe informar al paciente sobre todo lo relativo a su enfermedad y respetar el derecho a rechazar total o parcialmente una prueba diagnóstica o
incluso a no ser informado; en este último caso se comunicarían
los extremos oportunos al familiar o allegado correspondiente.
El médico actuará con libertad en función de los dictados de su
conciencia profesional en casos de incapacidad de consentir por
parte del paciente, minoría de edad o urgencia.
La información y el respeto a la dignidad del paciente son
los puntos que podrían plantear dudas éticas, que quedan resueltas si entendemos la técnica de inducción descrita como un
mecanismo de activación o facilitación en una exploración, similar a la fotoestimulación en el EEG o a la desviación de la
atención del paciente en la exploración del reflejo osteotendinoso. No se trata de engañar a simuladores, ya que las pseudocrisis no son necesariamente manifestaciones ‘fingidas’ por el paciente. Se trata simplemente de observar la respuesta ante un estímulo. Por otra parte, es habitual encontrar en la bibliografía
médica (especialmente en textos antiguos en los que el diagnóstico se basaba predominantemente en la exploración clínica)
descripciones de técnicas empleadas para detectar simuladores.
Se trata de seguir el dictado deontológico de conseguir la máxima eficacia diagnóstica, optimizando los recursos y adecuándolos a las condiciones del paciente.
En cualquier caso, hay que recordar que la información detallada de la naturaleza del estímulo aplicado (sugestión), haciendo especial hincapié en la inocuidad, siempre se da a un
acompañante del paciente cuya presencia se solicita durante la
exploración. Parece aconsejable reservar al psiquiatra –al cual
suelen remitirse este tipo de casos– la decisión de cómo y cuándo informar al paciente de los detalles.
En conclusión, si nos basamos en los casos descritos, podemos
decir que la colocación de electrodos de superficie inactivos en
ambas regiones malares durante la realización de un vídeo-EEG
constituye un método efectivo en la provocación de pseudocrisis. El registro de los episodios críticos en períodos relativamente breves de tiempo refuerza la utilidad clínica, ya ponderada positivamente, de dicha exploración en régimen ambulatorio
[21]. Además, reduce considerablemente el coste de la exploración y amplía su accesibilidad hasta niveles de atención sanitaria primaria. Por otra parte, la evidencia de que un fenómeno
crítico pueda inducirse y resolverse mediante técnicas de sugestión constituye un dato de gran utilidad en el diagnóstico de CP.
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INDUCCIÓN DE PSEUDOCRISIS MEDIANTE LA COLOCACIÓN
DE ELECTRODOS INACTIVOS EN LAS REGIONES MALARES
Resumen. Introducción. Las pseudocrisis son trastornos paroxísticos de etiología psicógena con manifestaciones similares a las crisis epilépticas. Constituyen una patología relativamente frecuente
en la práctica clínica neurológica. La sospecha diagnóstica de su
existencia es en muchos casos difícil de confirmar. El videoelectroencefalograma (vídeo-EEG) es la exploración complementaria
más útil en su diagnóstico. Casos clínicos. Presentamos los casos
de siete pacientes remitidos a nuestro servicio con sospecha clínica de pseudocrisis. La colocación de electrodos de superficie inactivos sobre ambas regiones malares durante un estudio de videoEEG permitió, mediante sugestión, desencadenar en todos ellos la
aparición de cuadros clínicos similares a los que motivaban la so-
INDUÇÃO DE PSEUDOCRISE MEDIANTE A COLOCAÇÃO
DE ELÉCTRODOS INACTIVOS NAS REGIÕES MALARES
Resumo. Introdução. As pseudocrises são perturbações paroxísticas de etiologia psicógena com manifestações semelhantes a crises epilépticas. Constituem uma patologia relativamente frequente
na prática clínica neurológica. A suspeita diagnóstica da sua existência, em muitos casos, é difícil de confirmar. O videoelectroencefalograma (vídeo-EEG) é a exploração complementar mais útil ao
seu diagnóstico. Casos clínicos. Apresentamos os casos de sete
doentes enviados ao nosso serviço com suspeita clínica de pseudocrise. A colocação de eléctrodos de superfície inactivos sobre ambas as regiões malares durante um estudo de vídeo-EEG permitiu,
mediante sugestão, desencadear em todos eles o surgimento de
quadros clínicos semelhantes aos que motivavam o pedido de ex-
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licitud de exploración, así como limitar su duración, sugestionando igualmente al paciente para provocar la resolución del episodio. En todos los casos, el trazado del electroencefalograma simultáneo no mostró hallazgos patológicos. Conclusiones. La colocación de electrodos inactivos en regiones malares es un método de
inducción de pseudocrisis inocuo, fácilmente aplicable, de total
disponibilidad y bajo coste, del cual no existen referencias bibliográficas. Permite reducir el tiempo de monitorización vídeo-EEG.
Aporta la evidencia de que un fenómeno crítico determinado puede
inducirse y resolverse mediante técnicas de sugestión, lo cual constituye un dato de gran utilidad en el diagnóstico de pseudocrisis.
[REV NEUROL 2006; 43: 662-6]
Palabras clave. Crisis psicógenas no epilépticas. Electrodos inactivos. Estímulos desencadenantes. Pseudocrisis. Sugestión. Técnicas
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ploração, assim como limitar a sua duração, sugestionando igualmente o paciente de modo a provocar a resolução do episódio. Em
todos os casos o traçado do electroencefalograma simultâneo não
mostrou achados patológicos. Conclusões. A colocação de eléctrodos inactivos nas regiões malares é um método de indução de
pseudocrise inócuo, facilmente aplicável, de total disponibilidade
e baixo custo, do qual não existem referências bibliográficas. Permite reduzir o tempo de monitorização de vídeo-EEG. Fornece a
prova de que um fenómeno crítico determinado pode se induzir e
resolver-se, mediante técnicas de sugestão, o que constitui um dado de grande utilidade no diagnóstico da pseudocrise. [REV NEUROL 2006; 43: 662-6]
Palavras chave. Crise psicógena não epiléptica. Eléctrodos inactivos. Estímulos desencadeantes. Pseudocrise. Sugestão. Técnicas de
indução.
REV NEUROL 2006; 43 (11): 662-666
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