Año I, núm. 12, 31 de octubre de 1944

Anuncio
Como en todo “ buen” crim inal que al verse
descubierto se deliende, negando sus cr.menes y a ta­
cando a sus acusadores, el cinismo y la miseria mo­
ral del sanguinario Francisco Franco ha sido reve­
lado en sus declaraciones al corresponsal de “ U ni­
ted P ress” A. L. Bradford- De las confesiones del
“ caudillo” , resulta que Franco no es franquista,
ni que ha tenido nada que ver con H itler ni Mussolini; qne no es cruel con los ciudadanos españoles;
que no ha propagado ideas de conquista. .. La mon­
taña de papel cargada con las expresiones del idea­
rio el Estado azul y de la falange, su encendida
ambición de imperio, sns diatribas centra las “ demoplutocracias” , sns ataqnes furibundos a los “ ro­
jos” , no cuentan nada. Todo ha sido subsumido por
la caída de Mussolini y por la derrota —cada día
más evidente— de H itler. Franco está dispuesto a
colaborar con las naciones aliadas e incluso con la
U .B .S .S . Lo de la División azul no significa nada,
su alevosía y traición contra la_República democrá­
tica y popular no significa n a d a ... Ahora tiene
miedo, y se prosterna ante las naciones unidas ne­
gando y renegando de sus crímenes y de sus crimi­
nales ideas, no sólo “ m odestam ente’.’, para que le
perdonen la vida sino para que le den un puesto
bajo el s o l.. .,¡y en la mesa de la paz! Franco sien­
te fundados temores por las “ mentes maliciosas de
que habló San P ablo” . Esas mentes que a la vista
del gigantesco m onten de muertos ofrendados por la
traición de Franco a les dioses del totalitarism o,
pueden incurrir en el error de creerlo un crim inal en
vez de un defensor de la “ civilización cristian a” .
REGISTRADO
Año
COMO
ARTICULO
I
Siempre resulta alentador oir una voz que le
llame al pan, pan y al vino, vino; como ha ocurrido
con Busia, al ser invitada a la Conferencia de Avia­
ción de Chicago. No le ha parecido bien al gobierno
de Moscú que su representación tome asiento junto
a la de la España tranqnista, Portugal y Suiza, por
••haberse m anifestado estos países, reiteradam ente,
enemigos de la Union Soviética, y con este motive
ha declinado la invitación. Como es lógico, en esa
Conferencia se tratarían asuntos importantes, para
el porvenir y desarrollo de la aviación y Busia no
ha querido que sus pantos de vista puedan ser con­
frontados por naciones celestinas y reaccionarlas,
allegadas a los Estados enemigps de las democra­
cias. Los casos de España y de P ortugal son pala­
dinos. Sus gobiernos son dictatoriales, ultram onta­
nos, serviles. Suiza adolece de otra suerte de dupli­
cidad: En el pequeño país —verdaderam ente demo­
crático_ lo que prevalece es el sentimiento de 'su
debilidad respecto a las grandes potencias qne-ban
mangoneado en la Sociedad de las Naciones, de es­
paldas al derecho de gentes. Suiza ha sido, alterna­
tivamente, la azafata de Inglaterra, de Alemania
y de Italia y se ha dejado llevar por la corriente,
cuando se tra ta b a nada menos que de defender la
existencia de los pueblos débiles, agredidos por el
nazifaseismo, o de ampararlos a toda costa. Suiza
—como Suecia— se h a reclinado en el mullido y
confortable colchón de la neutralidad especulativa.
En todo caso, la objeción de Busia demuestra que
siempre puede producirse una revisión de conductas
con referencia a los Estados camaleones.
DE
SEGUNDA
CLASE
■
jf
^
DIRECTOR:
FERNANDO
M éx ico , U. F ., 3 1 de o c tu b r e de 1 9 4 4
VAZQUEZ
O D A „Nií.' A
ú m .
i2
PRESENCIAdeAZANA
EN EL IV A N IVER SA R IO DE SU MUERTE
E
L hecho de que, a los cu atro años de
su m uerte, el recuerdo de A zada es­
té , si cabe, m ás vivo, que nunca en
nosotros, es la m ejor prueba de lo p re­
m a tu ra que fué su desaparición. Lógico
es p e n sa r ya en el restablecim iento del ré ­
gim en que le a rre b a ta ro n a E sp añ a m er­
ced a una de las prim era s agresiones del
nazifaseism o, y, al mismo tiem po, es m a­
y o r el peligro de que la República E sp a ­
ñola vuelva a se r sacrificada desde el ex­
terio r, si resulta- que todo ese generoso
derram am iento de san g re a que hoy a sis­
tim os no es p a ra que h a y a ju sticia en el
m undo; ju n to a n u estra posible y ju sta
reivindicación por los vencedores de H itler
y M ussolini, existe tam bién el tem o r de que
se consume la m onstruosa parad o ja de
eq u ip arar con los crim inales de g u e rra a
los republicanos españoles, sus víctim as de
ayer. Y es precisam ente en este decisivo
momento cuando m ás notam os la f a lta de
la p alab ra elevada, seren a y c e rte ra de don
M anuel, seg u ro s como estam o s de que él
h a b ría sido capaz, como en o tra s ocasiones
difíciles, con su noble inspiración, de ex­
p re s a r en nom bre de todos la verdad de
E sp añ a
A dvertim os ah o ra claram en te cómo su
ric a vida polítea, con se r gloriosa, no e ra
sino la p rim era fa se de lo que su m ente
priv ileg iad a podía- o frecer a la República
y a la p a tria . E sta o tra m anifestación de
su personalidad se nos fru s tró el día in­
fa u sto en que las desdichas de E sp añ a rom ­
pieron su corazón, como él p re sin tie ra en
el discurso presidencial que pronunció el
18 de julio de 1937 en la U niversidad de
Valencia.
Su nom bre había llenado la vida política
de la II R epública —de lo que en el régim en
fu e genuino, digno y v ita l— y ligado a ella
lo h a recogido la histo ria. A hora que la
E sp a ñ a republicana debiera renacer, se
echan de menos sus dim ensiones de hom ­
bre público. F u erza se rá conform arse con
tr a t a r de in te rp re ta r su esp íritu , y o jalá
que no nos fa lte ese aciertoSe daba- en A zaña la ra ra cualidad de
que, siendo el político m as calum niado por
sus enem igos, aquel contra quien peores in­
tenciones descubrió la reacción, quizás ha­
y a sido el único e sta d ista español que lle­
vaba en su pensam iento la salvación de
ese mismo enem igo, porque tenia la Re­
pública como una necesidad histórica, be­
neficiosa p a ra todos los españoles.
Si la histo ria de n uestro desventurado
país no h a sido, desde hace m ás de un si­
glo al menos, o tra cosa que un forcejeo
e n tre dos E sp añ as, la teo crática, in tra n si­
g en te y re tró g ra d a , y la liberal, to leran te
y p rogresiva, la República, bajo la direc­
ción de A zaña, buscó el equilibrio de la
sociedad española, quiso que la p a tria se
in te g ra se con todos sus elem entos p o siti­
vos. P a ra ello, convocó a sus com patriotas
a una m agna em presa de reconstrucción
m ate ria l y e sp iritu a l de la nación. F re n te
a la dislocación indefinida, señaló una di­
rección a firm a tiv a , creadora, aseendenteConcebida así la República, como u n g ra n
in stru m e n to de nacionalización, A zaña se
e n fre n ta resu elta m en te a los problem as vi­
vos.
Cuando defiende en el P arlam en to su po­
lítica autonom ista, da la fó rm u la adm irable
que concilia lo tradicional, que busca en el
p asad o razones p a ra su b sistir, y la fuerza
de invención y de creación, que tr a ta de dar
u n giro nuevo, conform e a la exigencia de
los tiem pos, a la política del p aís; ‘‘Una
tradición corregida p o r la razón” .
E ste sentido de arm onización que preside
la política autonom ista de Don M anuel
A zaña es el m ism o que le lleva a a tr a e r al
pro letariad o a la gobernación pública, des­
p ertan d o en él la solidaridad nacional y
apartán d o lo de la acción direeta a que lo
había llevado la ap titu d qfe persecución
e in ju sticia de la- m onarquía.
Y en la política religiosa, cuando había
votos y poder p a ra ad o p ta r una solución
rad ical, a la que estaban propicios los en­
tonces vencedores, A zaña buscó tam bién
una fó rm u la alejad a del rencor, que nadie
le agradeció jam ás. Al mismo e sp íritu obe­
decen las refo rm as del ejército, generosas
p a ra la oficialidad, que p erseg u ían hacer
del in stitu to arm ado un servidor eficaz de
la nación, en lu g a r de una c asta p a rtic u la ­
ris ta y siem pre dispuesta a identificar
su s intereses de cuerpo con la p a tria m is­
m a.
V iolentam ente fu e suprim ida aquella po­
lítica, que hubiera salvado al país, de la
catá stro fe . P ero y a no bastaro n las fu e r­
zas re ta rd a ta ria s de E spaña, p a rtid arias
fa n á tic a s del ‘‘todo o n ad a” ; necesitaron
é sta s la ayuda de potencias e x tran jeras
ansiosas de a m p lia r su ó rb ita de influen­
cia en E uropa. Y aún entonces, A zaña, el
que m ás ag rav io s personales había recibi­
do de la E sp añ a “ del otro lado” , el m ás
ofendido tam bién, como simbolo y cabeza
de Ja p a tria , p or la traició n que se a l­
b erg ab a e n tre los fasc ista s españoles, lo
Por José Luis VIEITEZ^
olvida todo p a ra dirig irse a E spaña, p a ra
preocuparse de E spaña, víctim a toda ella
de la ambición y del egoísmo internacio­
nales que servían de fondo a n u estra tr a ­
gedia.
Conocido el e stad ista y la obra que re a ­
lizó desde el poder, conviene recordar las
últim as palabras que, como Jefe del E s­
tado, dirigió solem nem ente a su pueblo,
y en ellas adivinarem os al A zaña que nos
hemos perdido, el de la em igración disci­
plinada y consciente, el de la reconquista
de la República. H abló aquel día <Ï8 de
julio de 1938, en el A yuntam iento de B ar­
celona) p ara todos, “ incluso —dijo— p a ra
los que no quieren oir lo que se les dice,,
incluso p a ra los que, por distintos m otivos
contrapuestos, acá o allá, lo aborrecen” ,
pues, aunque daba por seguro el triu n fo
de la República en la g u erra civil, cuando
se hubiera- eliminado la intervención ex­
tra n je ra . seguía concibiendo al régim en co­
mo nacional, convencido de que ‘‘no se
triu n fa personalm ente sobre un com patrio­
ta ” .
• .
A quella intervención arm ada fue sancio­
nada después por las demás potencias (sal­
vo la- honrosa conducta de México y de R nsia) con el reconocimiento diplomático de
Franco, reconocimiento que cuesta trab ajo
a rra n c a r aun después de haberse confir­
mado, con la g u erra m undial, las re itera­
das denuncias hechas por el P residente de
la R epública española y sus gobiernos res­
pecto a las consecuencias de la interven­
ción arm ad a de A lem ania e Italia en nues­
tro conflicto interno.
Si el régim en falan g ista llega a se r des­
conocido por las dem ocracias, como e s 'ju s ­
to, quedarem os o tra vez fren te a fre n te el
pueblo español, y Franco con sus fascis­
tas. L a caída de esto s seria cuestión de
48 horas, como lo fue realm ente con el pro­
nunciam iento m ilitar, antes de que nues­
tr a g u erra se convirtiese en una interven­
ción ex tran jera. V álidas volverían a s e r
entonces las palab ras del P residente A za­
ñ a en aquel su últim o discurso, cuando
confiaba en la term inación de la lucha vic­
toriosam ente p ara la República, no obstan­
te que el daño, con los años, ha sido mu­
cho mayor- Después de hacer un encen­
dido elogio del ejército español que defen­
día la República, el cual, decía el P resi­
dente, “f o r ja con sus puños y calienta con
su san g re el arquetipo de u na nación libre” ,,
se preocupó del porvenir de todos los es­
pañoles, elogiando las disposiciones tom a­
das por el Gobierno con m iras a la recons­
trucción de E spaña, " ta re a a p lastan te, gi­
g a n te s c a ...; tendrá que se r obra de ia
colmena española en su conjunto, cuando
reine la paz, una paz que no podrá s e r
m ás que una paz española y u n a paz n a ­
cional, una paz de hom bres libres, una paz
p a ra hom bres libres.”
Cuando caiga Franco, la situación se rá
m uy sem ejante a la que contem plaba e l
difunto Presidente A zaña al pronunciar la s
anteriores palabra. ¡La colmena española!
D espués de cuatro años sin él, todavía nos
llega, convincente, el eco de su voz. ¿T en­
drem os al acierto de in terp re tarle 7
“ IN ME MORI AM” DE COMPANYS
E N EL CUARTO A N IV E R SA R IO D EL A SESIN A TO DEL
P R E S ID E N T E D E LA G EN E R A L ID A D DE C A TA LU R A , L U IS
COM PANYS, rendim os p ro te sta de sentim iento y de sim p atia al pue­
blo c a ta lá n y a los catalan es en el exilio.
L a fig u ra de Com panys, su
atracció n personal, su com pren­
sión y p atrio tism o , sirvieron de
mucho a la R epública. F u e u n a
g ra n fig u ra c a ta la n a y española
sin lim itaciones. Cuando estuvo en
el presidio del P u erto de S a n ta
M aría, a raíz del movim iento de
O ctubre de 1934. en que se alzó
v alerosam ente c o n tra el gobierno
L errouz - Gil Robles, recibió el
hom enaje afectuoso, e n tu sia sta , de
los andaluces. Y un día —en B a r­
celona— recordó que “ había arpren­
dido a a m a r a E sp añ a, como los
españoles del cen tro y del su r h a ­
bían aprendido a a m a r a C atalu ñ a,
por la presencia y el conocim iento” La desaparición de Com panys
h a sido una g ra n p érd id a p a ra E s­
paña- El no h u b iera tolerado ja ­
m ás que se izaran banderas im ­
prudentes. La silu eta, que se ha
querido h acer en México, de u n
C om panys se p a rá tis ta , es inope­
ran te. El p resid en te de C atalu ñ a
s u p o en ten d erse p erfectam en te
con el Gobierno de la R epública
y fu é uno de su s consejeros m ás
escuchados.
El cadáver de L uis C om panys
no sirve, pues, p a ra e sa bandera
de división, como han pretendido
p re se n ta rlo en un acto reciente
los prom otores de ‘‘G aleuzka” , de
alguno de los cuales, ilu stre a rtis ­
ta gallego, se recu erd a que cola­
boró en un fam oso libro d itirám bico de hom enaje a A lfonso X III,
que p rep aró A ntón del Olmet.
La sa n g re de Luis Com panys
dió un ejem plo de re p u lsa a esars
m aniobras, al no a s is tir los fa m i­
liares del P resid en te c a ta lá n al
aludido acto. H u b ie ra sido em ­
pequeñecer su fig u ra . P orque Com­
panys e ra an te todo un g ra n p a ­
trio ta cata lán , pero tam bién, un
g ra n p a trio ta español.
E L MOMENTO E S AHORA
Por Julio ALVAREZ DEL VA YO..
De la intensa pasión con que los emigrados españoles aguardan que se
produzca la movilización total de las fuerzas republicanas para el derroca
miento de Franco y la liberación del país, cada anti-fascista español en Me­
n e o es testigo de sus propios sentimientos y no necesita ser aleccionado por
nadie. Pero, seguramente ha de interesarles hasta qué puuto esa ansiedad es
compartida por nuestros amigos norteamericanos. Desde las primeras victo­
rias aliadas en Francia, millones de gentes en los Estados Unidos tienen la
mirada fija en España. Desde el más popular de los comentaristas de radio,
\Malter Winchell, al muy reservado pero lleuo de autoridad Eaymond (iraní
Swiug, no hay editorialista o ‘'speaker” que no trate de España con alenta­
dora frecuencia en sus escritos o emisiones y ello da fácilmente la medida
del amplio interés eon que las cosas españolas se siguen en este país. De In­
glaterra se tiene una impresión parecida a través ue las revistas que llegan,
aunque acaso más circunscrita a los medios que durante nuestra guerra — ¡y
la de ellos!— , estuvieron del lado español, ya que sobre la prensa más ofi­
ciosa influye siempre el deseo de no herir la susceptibilidad de Mr. Churchill.
En cuanto al resto de la América Hispánica, los españoles de Méxieo tienen
seguramente las mismas noticias que llegan aquí, eoineidentes en exaltar la
gran corriente pro-republicana reforzada con cada telegrama de Lisboa -o de
París, sobre el auge que está tomando dentro de España el movimiento de
resistencia.
Desde el fin de la guerra eu España, no he conocido una temperatura
internacional más propicia. Dejar pasar esta hora española sería una infa­
mia hacia nuestro pueblo. Y dejarla pasar es retrasar la unidad, la unidad
de los más, de los que pongan a España por encima de sus persouas, de los
que sintieran en los tres años inolvidables la grandeza del pueblo español
en forma de no poder olvidarla jamás, de tenerla constantemente viva como
mandato del deber de servirlo.
Con el mismo interés con que se nos pregunta — a todas horas— , no­
ticias de España, se inquiere sobre los progresos de la unidad republicana.
Cada disidencia referible a la obcecación o al resentimiento, es condenada de
antemano como algo imperdonable. Más fáeilmeute fueron comprendidas las
diferencias de los divisionistas franceses, de los italianos, en la emigración.
No se concibe que eou el recuerdo de la epopeya de España sólo cinco años
atrás, haya quien pueda colocar su estado de ánimo personal por delante de
la liberación del pueblo español.
El momento es ahora. La inmensa acogida que tendría la noticia de
que las fuerzas republicanas españolas en la emigración que lucharon juntas
durante la guerra, habían vuelto a unirse, impulsaría instantáneamente, en
los Estados Unidos y en otras partes, la acción en favor de nuestra causa con
tal vigor que sus efectos se dejarían sentir en las esferas oficiales. Pero,
no hay tiempo aue perder. Hay que proceder rápidamente a articular la
unidad, clara y fuerte, dejando de lado a los que crean todavía que a estas
alturas hay hombre o grupo que pese más que el pueblo que hizo de la Es­
paña de 1936, historia para siempre.
AI'
*
I
.
G U E R R IL L A S EN E S P A Ñ A .—E l reverdecí m iento de la re ­
beldía republicana preocupa a F ranco y a sus valedores extranjerosP a ra anos, los m aquisards’’ que se descuelgan por las vertien tes
p iren aicas son muncios de fu tu ra s insurreccones; p a ra los otros, s ig ­
n ifican chispas reveladoras de que el rescoldo español va a d ar pron­
to n uevas llam aradas. Poco a poco las planas de los gran d es perió­
dicos in tern acionales dedican m ayor espacio a lo que ocurro en la
zona fro n teriza. 1 e n tre los elem entos republicanos em igrados se
aviva la esp eranza de resolver por las a rm a s lo que no presentaba
visos de ser arreg lad o por el derecho.
E n la acción de los guerrillero s españoles hay que reeonoeer dos
circu n stan cias, y que se p a ra rla s cuidadosam ente. Una es su cone­
xión even tu al con los “ m aq u is" franceses y su ofensiva al fran q u is­
mo desde F rancia, y o tra su localización y asentam iento belicoso en
tá p a n a . Desde que com enzaron las escaram uzas en los Pirineos e ra
logico p en sar que como pago a la p restació n heroica de los m ilicia­
nos españoles en la g u erra del pueblo francés contra A lem ania, se
habían visto aquellos favorecidos por una c ierta tolerancia de las auto n a ad es d eg olistas p a ra que hicieran cara al fascism o ultram ontaño. L a m ism a precariedad de la representación de De G aulle, p e r­
tin azm en te reg a te a d a p o r las gran d es potencias dem ocráticas, le
p e rm itía al caudillo de la cruz de L orena encogerse de hom bros cuando se le reprochase in c ita r a los republicanos españoles contra F ra n ­
co. E n efecto, en ta n to jefe d e los franceses libres, e ra cam arada
de los españoles ^libres y no podía hacer suyos los com prom isos di­
plomáticos^ de Vichy, ni, mucho menos, a ju s ta r su conducta a las
conveniencias de unos gobiernos que se resistían a o to rg arle el “ placet” a su persona. M as reconocido últim am ente el general De G aulle
por la s naciones aliadas, como cabeza del gobierno provisional de
F ran cia, lo probable es que se vea obligado a reexam inar la cues­
tión española, ya que de p ersev erar en su apoyo a las fuerzas f r a n ­
cas de los Pirineos sería inm inente un conflicto en tre dos E stados.
¿S e m o straría F ran cia indiferente a este alb u r? U na g ra n p a r­
te del pueblo —no lo dudam os— ex citaría a De G aulle a co nsiderar
a F ran co como enem igo. Pero no fa lta ría n poderosos intereses t r a ­
dicionales, m uy bien relacionados con los apaciguadores de Londres
y de W ashington, que estim asen d isp aratad o e inoportuno todo ro za­
m iento con un gobierno vecino que m antenía tra to s oficiales con
las dem ocracias, pese a su filiación fascista y germ anófila. Los
em igrados som os alte rn a tiv a m e n te propensos al pesim ism o y a l op­
tim ism o. ,Y las agencias de inform ación nos han llenado la cabeza
de ilusiones con las audaces co rrerías de nuestros com patriotas, con
su s ataq u e s por so rp resa a las guarniciones fran q u istas. Por lo que
se re fie re al hecho en sí, a la prueba fehaciente de que el pueblo e s­
pañol no se resigna y sa b rá aprovechar cualquier evento favorable p a ra
com batir a los que lo traicionaron, debemos sentirnos contentos. El
e sp íritu que desafió a la crim inalidad y a la perfidia in tern acio n a­
les sigue inflam ado e indom able. T an cansado está de ag u a rd a r su
h o ra que nada tiene de ex trañ o que se lance a aprovechar cualquier
contingencia, aún sin p lan ni método. Sin duda no es lo m ejor, pero
tam bién es m enos m alo que consum irse en la desesperanza, viendo
cómo se d istribuyen en la g ra n feria de la libertad bienes que a los
m ás abnegados soldados de la dem ocracia, a los pioneros de la re ­
sistem a a l nacifascism o, se les niegan.
N o nos in teresa perder el tiem po en discernir quiénes o cuáles
—personas o entidades— dirigen las incursiones de los guerrilerog.
N os ha bastado p resenciar las incontinentes y ap resu rad as ap ro p ia­
ciones p or p a rte de diversos organism os políticos residentes en Mé­
xico, p a ra com prender que ninguno de ellos puede asu m ir h o n rad a­
m ente la exclusiva en los acontecim ientos fronterizos. Y en dos
cosas no han parado m ientes los em pedernidos A TR IB U C IO N IST A S : la p rim era, que reproducir en F ran cia, euando ta n ta fa lta h a ­
ce co n serv ar la g ra titu d y au m e n ta r el prestigio, los disentim ientos
y enconos que caracterizan n u estra em igración sería ¡criminal to r ­
peza; la segunda, que el fracaso o la desproporción e n tre los fines
y las consecuencias de la em presa g u errillera d ejaría en entredicho
la jactan cia de los presuntos inspiradores. Los hay que pastelean
d escaradam ente con las agencias y los periódicos p ara que aparezcan
comunicados donde se refieren insólitas proclam aciones de adhesión
política. ¿C uántos com ités de liberación hay en F ran cia? Ya hem os
re g istra d o m edia docena. Así se corre el riesgo de m alo g rar con el
politiqueo el nuevo sacrifico d e san g re del pueblo español, del g e ­
nuino pueblo, que p ara la g ran obra de liberación nacional no ha
m enester parcelam ientos sectarios de su esp íritu de lucha ni acepta
que se com etan ra te ría s con su buena fe.
Poniendo a un lado el problem a de las gu errillas que o p eran
desde F ran cia, dadas sus dificultades de desarrollo, debemos p re s ta r
la m ayor atención a l alzam iento popular en tie rra española. A t r a ­
vés de la s1 confusas noticias de prensa, un suceso es evidente: que
g rupos de gu errilleros, m ás o menos densas, se han situado ah in ­
cadam ente en las m ontañosas regiones del norte de E spaña para
com enzar desde allí, como los a stu re s de la Reconquista, la lucha
contra el E stado m ozárabe de Francisco Franco. A sim ism o es in­
dudable que al circular por n u e stra p a tria el rum or de la alm o g arabia republicana, los ánim os de las m asas se han encendido y no
han fa lta d o en A ndalucía, en E x trem ad u ra y las provincias del N o r­
te núcleos que se echen al monte, a fin de secundar el movim iento o
estab lecer contacto con los g uerrilleros.
Sin Que en el país se produzcan focos de insurrección considera­
bles. no se rá fácil que las g u errillas consigan resultados definitivos.
S ería suicida c e rra r los ojos al hecho de que el ejército de F ranco
dispone so b radam ente de fu erza p ara dom inarlas, a la larg a. A e s­
ta s h oras la policía y la guardia civil e sta rá n ejerciendo una dura
represión, eon el objeto de ah o g a r la rebeldía, y el pueblo esp e ra rá
que se le sirv an m enos consignas y m ás pertrechos de g u e rra p ara
que su reacción alcance efectos apreciables. A si y todo, no e sta ría
de m ás co n tar con colaboradores en el ejército, dispuestos a ap o y a r
a los com batientes populares. ¿N o se incurre, con g rav e ligereza,
en la confusión de creer que E spaña pueda convertirse en la Y’ugoeslavia de T ito sin d is fru ta r, constante y eficientem ente, el auxilio
de las g ran d es potencias dem ocráticas? F rancia pudiera hacer m u­
cho p o r los republicanos españoles, pero, sin que sea desconfiar de
su gobierno, no sabem os si se a rre d ra rá a estim ar al franquism o
como un régim en cuya vecindad ningún dem ócrata sincero debiera
ju z g a r buena p ara el porvenir de la g ra n República. N u estra con­
clusión es, pues, é s ta : que la insurrección del pueblo español p ro s­
p e ra rá a condición de que no sea abandonado a sus propios recu r­
sos. ¿C o m eterán las potencias dem ocráticas el crim en de d esaten d er­
se n uevam ente de la verdadera E s p a ñ a ? —“ T h at is th e question” .
L
OS
p a rtid o s
políticos
en
circunstancias relativ am en te
norm ales, son convenientes
p a ra el gobierno de un p aís; m as
en o tra s circunstancias, como las
excepcionales en que vivim os, pue­
den lleg ar a se r h a s ta fran cam en te
p erturbadores- T a l ocurre a mi ju i­
cio con los resto s de los p artid o s
políticos españoles exiliados en
M éx’co.
(M as a n tes de seg u ir adelan te,
y p or an tip ático que m e sea el
re fe rirm e a mí propio, he de p e r­
m itirm e en un breve p arén tesis,
f ija r mi actitu d personal, p a ra que
nadie se llam e a engaño respec­
to de mis intenciones y deseos. Yo
no he sido nunca, ni quiero serlo
ja m á s, un político profesion al y
si sólo en las p resentes circuns­
tan cias y por creerlo un deber,
u n político " p e r accidens”. Creo
que la política es u na noble a c ti­
vidad a la que debieran dedicarse
verdaderos especialistas en ella,
que con inteligencia superio r, sin
b a sta rd a s am biciones y con volun­
ta d firm e, estudiasen y resolviesen
los problem as de una nación, ta n ­
to los de orden in te rio r como los
en relación con los de las o tra s
naciones, a fin de que todas ellas
p u d ieran convivir en la arm o n ía
de la paz y g ozar de los p ro g re ­
sos que la Ciencia y el A rte, f e ­
cundados p o r el T rab ajo , p ro p o r­
cionan. Confieso no te n e r dichas
condiciones ni haberm e preocupa­
do p o r ad q u irirlas. M as al s u rg ir
el 18 de julio de 1936 la rep u g ­
n a n te sublevación de los m ilitares
españoles, yo m e creí obligado,
p o r lealtad al gobierno le la R e­
pública de entonces y a los suce­
sivos después, a e s ta r al lado de
esto s, en mi calidad de D ecano de
la F a cu ltad C entral de Medicina.
P o r eso hoy todavía en que el E s­
tad o E spañol R epublicano se h a ­
lla tem poralm ente en suspenso,
sigo reconociendo la existencia de
los restos de la legalidad republi­
c a n a que son, a mi juicio, la Cons­
titu ción de 1931, que nadie h a de­
rogado legítim am ente y las In s­
titu ciones derivadas de ella, o sean
la s Cortes o en su defecto la Di­
putación Perm anente, el Gobierno,
la M a g istra tu ra , etc. Desde la fe ­
ch a citada tom é esta mi decisión
inquebrantable, sin p e n sa r eu las
consecuencias, y a ella he aju stad o
mi conducta. H e de h acer n o tar,
adem ás, que no deseo cargo a lg u ­
no político p a ra el p orvenir; sin
perjuicio de que si alg ú n día una
au to rid ad legítim a creyese necesa­
rio s mis servicios, aunque fuese
en el cargo m ás m odesto, yo me
sac rificaría con gusto si con ello
h u b iera de p re s ta r un servicio a
m i P a tr ia ; pero soy absolutam en ­
te fa lto de am biciones y sería p a ­
r a m í el m ayor placer que me de­
jasen tran q u ilo en los últim os años
de mi vida, dedicado a l estudio de
los problem as científicos de m i e s­
pecialidad, que han sido siem pre
m i ocupación fav o rita. Si a la vez
que lo lograba veía a mi P a tria
lib re y feliz, bien encauzada p or
hom bres inteligentes y au stero s,
esto co n stitu iría mi tnayor goce).
C errado el p arén tesis, volvam os
a n u estro s p artid o s políticos, so­
b re los cuales yo me he de e x p re­
s a r sin a c ritu d , pero sin d e ja r por
ello de decir lo que estim o la v e r­
dad acerca de los mism os.
H a dicho un tr a ta d is ta ta n au ­
torizado como D . Adolfo Posada
(C iencia Política. M anuales Soler,
Barcelona:, pág. 129) que “ si no
podemos a firm a r que (los p a rti­
dos) son una condición esencial
del régim en rep resen tativ o , no ca­
be desconocer que son hoy por hoy
ano de los instrum entos, órg an o s
o a p a ra to s con que los “ E stad o s
cuentan p a ra refle ja r y m an ifes­
t a r las aspiraciones de la opinión
pública y co n v ertirlas al fin en
v erd aderas fórm ulas p rá c tic a s . . . ”
A ñadiendo m ás a d ela n te: “ el
p a rtid o político es como una es­
pecie de ag rupación p areial del
E stado, dispuesto p a ra la acción
y apropósito p ara re p re se n ta r en
un m om ento dado las aspiracio ­
nes dom inantes en la opinión pú­
blica*.
A hora bien: ¿ e s que los p a rti­
dos políticos españoles existen tes
a ctu a lm en te en México cum plen
e sta fundam ental condición? ¿ E s
q u e , están ai la a ltu ra de las c ir­
c u n stan cias? Mi re sp u e sta ten d ría
m uy poco valor si el juicio que
Los hombres y los partidos políticos de la emigración
republicana española en México
Por el Dr. M. MARQUEZ.
voy a e m itir fu ese sólo m ío; pero
he tenido ocasión de p e rc ib ir que
de él p articip an la m a y o r p a rte
de los exilados a quienes no a ta n
conveniencias personales o de p a r­
tido. Dicho juicio es é ste : Los p a r­
tidos políticos españoles, en gene­
ral, están muy por debajo de lo
que los alto s in tereses de la P a ­
tr ia exigen de ellos.—Afirmo., an ­
te s de ra z o n a r e ste juicio severo,
que no m e g u ía el a fá n de mo­
le s ta r p ersonalm ente a ra d ie y sí
sólo el de que si m is afirm aciones,
como creo, son ex actas, los p a r­
tidos o las personas a quienes
se refieren , rectifiquen noblem en­
te su erró n e a conducta —y a que
en ello no puede h a b er desdoro.
No negam os las v e n ta ja s de la
actuación de los p a rtid o s como
in stru m en to s de gobierno; m ás
h ay que d e sta c a r tam bién su s in ­
convenientes y e n tre ellos “ el g ra ­
vísimo —sigue diciendo P osada—,
que supone el llam ado esp íritu de
p artido, que im plica el sacrificio
del in te ré s gen eral a los in tereses
eg o ísta s de la ag ru p a c ió n o d e
los individuos” . Y e ste m e parece
se r el caso actu a l de n u estro s p a r­
tidos.
Doy p o r descontado desde lu e­
go la honorabilidad de la s perso­
nas, pues creo sin ceram en te, como
m i am igo el P ro feso r Jim énez de
A súa, que los políticos españoles
son ,en s u inm ensa m ay o ría, hon­
rados y bien intencionados; mas'
pienso asim ism o que o tra s cuali­
dades no ta n recom endables y en
especial ‘‘la h ip e rtro fia del Yo”
que, pasando m ás a llá de la con­
ciencia leg ítim a del propio v aler,
se convierte en soberbia y en in ­
to leran cia (cualidad e sta ú ltim a
que con ta n ta razón echam os en
c a ra a n u estro s en em ig o s), les
conduce a m enospreciar la s o p i-,
niones de los dem ás y a d a r m a ­
y o r im portancia a lo accesorio,
que son las diferencias p erso n a­
les, es decir, lo que nos divide,
que a lo fu n d am en tal o se a a l in ­
te ré s p a trio , su p erio r a todos los
o tro s in tereses y que es lo que de­
b iera u nirnos. No b a sta que p a s i­
vam ente se resignen a p erm itir
que la unión se haga, los que en
el fondo no son p a rtid a rio s de ella,
sino que debemos todos activ a­
m ente p ro c u ra rla y b u scarla. Yo
me perm ito decir que en las c ir­
cunstancias actuales, todo lo que
no se a p e n sa r m uy a lto —d ejan ­
do a un lado las conveniencias
p ersonales o de p a rtid o y h a sta
las am biciones leg ítim as— y sen­
ti r muy honda la necesidad a p re ­
m iante de que todos' unidos h a g a ­
m os lo posible p o r re co n q u ista r la
R epública, es p olíticam ente c ri­
m inal o constituye, p o r lo m enos,
una to rp e tác tic a que no ven los
p erten ecien tes a los sanhedrines
políticos, p ero que vé con su cer­
te r a intuición el pueblo, in d ifere n ­
te a las pequeñas q u erellas de los
p artid o s y su s clientelas e in ten ­
sam en te apasionado p o r los g ra n ­
des in terese s colectivos, situados
m uy p o r encim a de aquellas.
L a g ra n to rp eza tá c tic a a aue
aludo es precisam en te la que p ro ­
cu ran fo m en tar, con h abilidad su­
m a, n u estro s enem igos y g racias
a ella nos vencen, al m enos p ro ­
visionalm ente, p o r aquello çie
"D ivide y vencerás” del re frá n
clásico.
E sto últim o y el evocar a cada
mom ento el supuesto peligro del
"te rrib le com unism o” , es lo que
se h a explotado con g ra n éxito
a n te las g en tes sencillas y no en ­
te ra d a s (o que a p a re n ta n no e s­
t a r l o ) .—Mas- no es ello lo m ás
g rav e, sino que h a sta p erso n as que
se dicen de izquierdas han invo­
cado m uchas veces e ste mismo
"p e lig ro ” , razonando ( ? ) de un
modo sem ejan te a como lo hacen
los fa la n g ista s mism os. A si, por
ejem plo, se d iscu rría ( ! ) cuando
una comisión num erosa de perso­
n as pertenecientes a m uy diver­
sos p artid o s, org an izab an el b a n ­
quete al señor P resid en te de la
R epública. A sí tam bién cuando los
médicos españoles, e n tre los cua­
les los hay de todas la s opinio­
nes, in tentábam os fu n d a r el A te­
neo Ram ón y C ajal. En am bos ca­
sos y en otros muchos, se vió des­
pu és lo infundado del supuesto e
in teresad o reproche. Y es que las
cosas no son buenas o m alas p o r­
que nos em peñem os en que lo sean
o porque las preconice o rechace
u n determ inado p a rtid o : lo son o
no lo son p o r si m ism as.
R efiriéndonos a h o ra a las lec­
ciones del pasado, recordem os, co­
mo y a lo hemos hecho en o tra s
ocasiones ( y p arece m en tira que
h a y a que reco rd arlo ), que siem pre
que se unieron la s izquierdas,
triu n fa ro n : A bril de 1931, en las
elecciones que condujeron a la Re­
pública; feb rero de 1936 que tr a ­
jo el triu n fo ruidoso del F rg n te
P opular. Y p o r el con trario , siem ­
p re que las izquierdas se desunie­
ron. fu ero n d erro tad as, como ocu­
rrió en 1933, cuando los socialis­
ta s se creyeron capaces por sí so­
los de g a n a r las elecciones, sin ne­
cesidad de alia rse con los rep u b li­
canos, de lo que re su ltó el ruidoso
fra c a so que nos llevó al oprobioso
"bienio n e g ro ”. E s in ú til aducir
m ás pruebas.
E s m uy de d esear, p or ta n to ,
que los p artid o s políticos reflexio­
nen sobre cuán equivocada es la
conducta de la desunión, lo m is­
mo ah o ra que lo fu é en el pasado,
y no olviden que el m om ento ac­
tu a l no es clim a paTa la política
de partidos, sino que ésto s deben
a c tu a r todos juntos, en un Bloque
U nitario, sin exclusión de ninguno
de ellos y que ésta debiera se r
n u e stra actual ban d era de comba­
te- Cuando se habla de exclusio­
nes y de incom patibilidades de
unos p artid o s con o tro s o de unas
con o tra s personas, se comete un
acto punible que a lg ú n día la H is­
to ria ju z g a rá m uy severam ente.
E l p restig io so escrito r, señor
F e r r a te r y M ora, en un reciente
artícu lo cuya le c tu ra he de reco­
m endar (C uadernos A m ericanos.
S eptiem bre de 19J4), señ ala que
“ cuando el político, se a de la cla­
se que sea, se em peña en ir con­
tr a la co rrien te, fra c a sa sin rem e­
dio y corre el peligro de verse an i­
quilado” (p o líticam en te, se entien­
d e ). Y todavía m ás, me perm ito
a ñ a d ir yo: y es que puede lleg ar
u n m om ento en que el Pueblo So­
berano p ase por encim a no y a só­
lo de las personas, sino de los
p artid o s, desconociendo a éstos y
prescindiendo de ellos, si llegase
a convencerse de que no han sa ­
bido in te rp re ta r sus ju s ta s asp i­
raciones. P recisam ente esta s re ­
flexiones m ías tienden sincera­
m ente a evitarlo.
Conviene tam bién reco rd ar a
los p artidos políticos que, como se
dijo al principio, no son indispen­
sables y que ellos existen p ara
se rv ir a la opinión y no p ara que
é sta se som eta a ellos, como aho­
ra parece que se pretende. H a ­
blando en térm inos jurídicos, no
son m andantes, sino m andatarios.
H acer lo con trario es sencillam en­
te caciquil y anti-dem ocrátieo. Y
no vale la pena de que hayam os
salido de n u e stra P a tria huyendo
de un caciquism o, p a ra que aquí
cayéram os en otro, lo cual seria
intolerable. En ta l sentido, si es
adm isible que tales o cuales p a r­
tidos o resto s de p artidos se unan
constituyendo una unión parcial,
no se puede a d m itir que se a rro ­
guen la rep resentación de todos,
aprovechándose de que los que no
nos sentim os representados en
ella, no hayam os h a sta a h o ra con­
signado públicam ente n u estra p ro ­
te sta , p or no ahondar m ás ante
nuestros enem igos las diferencias
que desgraciadam ente nos separan
y que es de e sp e ra r desaparezcan.
Mencionemos todavía que cuan­
do censuram os a ta l o cual hom ­
bre público e x tran jero , por no
g u a rd a r p a ra la E spaña republi­
cana el ferv o r de sus aplausos y
p or hacer, por el contrario, a fir­
maciones "a p acig u ad o ras” en f a ­
vor del actual poder u su rp ad o r de
E sp añ a (afirm aciones co n tra las
que, inútil es decirlo, protestam os
en érg icam en te), ello no nos im pi­
de reconocer que tales "ap acig u a­
m ientos” han sido posibles preci­
sam ente p o r la fa lta de autoridad
que nosotros les merecem os a l te ­
n e r noticia de n u e stra s disensio­
nes y de las lam entables desave­
nencias que aun existen e n tre los
p rim ates de los grupos políticos.
¿Se a trev ería, por el contrario,
ningún personaje ex tran jero , por
a lta que fu e ra su categoría, si la
em igración republicana estuviese
firm em ente unida, a in te n ta r pro­
poner siquiera ninguna so.lución
política p a ra n u estra P a tria que
fuese c o n traria a la au tén tica vo­
luntad del pueblo español? — To­
dos ju n to s podríam os y debería­
mos hacer sab er a las Naciones
U nidas (incluyo en ellas a In g la­
te rra , F ran cia. E stados Unidos,
R usia y C hina) que creem os que
tienen el deber m oral de ay u d a r­
Una pérdida sensible: ei maestro Oro pesa
El Día de la Raza falleció un enam orado de la raza, un castizo,
en la noble acepción del vocablo: R afael Oropesa, el director de la
m eritisim a Banda de M adrid. El m aestro O ropesa se sum ó, desde
los prim eros días del movimiento, a las fu erzas republicanas, ju n to
a otros 70 profesores- P a ra an im a r la s b a ta lla s iniciales de los m i­
licianos. form ó la banda del 5o- R egim iento, que fu é una de las p ri­
m eras unidades p erfectam en te m ilitarizad as del E jército Popular.
E n el d estierro , aquel grupo sim pático de músicos, continuó fu n ­
dido y se hizo fam oso en México con el nom bre de A grupación M u­
sical M adrid. E l m aestro O ropesa —g ra n corazón, espíritu afable y
sen tim en tal— fu e un inspirado com positor. Su vena e ra popular,
castiza, chispeante. E l sepelio del m aestro O ropesa constituyó una
g ra n m anifestación de duelo de la colonia republicana.
nos, especialm ente las potencias
que perm itieron aquel injusto en­
gendro de la “no intervención” ,
pero que si no lo hacen, tenem os
el derecho de que. por ío menos,
no nos estorben, dificultando las
soluciones que el Pueblo Español
quiera darse.
A hora bien, la condición previa
indispensable, puesto que los ac­
tuales sojuzgadores de E spaña se
acoderaron del poder p o r un acto
ilegitim o de fuerza, con la ayuda
de los invasores ex tran jero s (con­
fesad a por unos y por otros) y
puesto que la experiencia enseña
que los poderes ilegitim os jam ás
desaparecen motu proprio, habrá
de consistir en una ju stísim a con­
tra-revolución, tam bién por la
fu erza, que los derroque, restab le­
ciendo el derecho conculcado. De
entonces en adelante, podrán nues­
tro s partidos a c tu a r de nuevo, de
acuerdo con sus idearios, después
de la treg u a que h ab rán previa­
m ente convenido, debiendo dirim ir
sus contiendas de un modo pacífi­
co y som etiéndose, como es justo
en un régim en dem ocrático, a las
decisiones de lar m ayoría.
La unión de los partidos, que
hace ya mucho tiem po debiera h a ­
berse hecho, hay pues que hacerla
y con la urgencia que las circuns-ta n d a s exigen; aunque no fu era
m ás que p a ra ev itar que si nó se
hace, pudiera se r tom ado como
pretex to p a ra to m ar decisiones en
el orden internacional, que aunque
a nada nos obligarían, serían ya
"hechos consum ados” , co n tra los
cuales tendríam os que luchar. Y
“ vale m ás prevenir que c u ra r",
como decimos los médicos.
A ntes de d e ja r term inado este
asunto, conviene que fijem os el
concepto exacto de cómo y con
qué finea debería ser organizada
la unión. Muy sim plistam ente se
desea la unión de los partidos sóbre­
la base de que cada uno de és­
tos acepte el modo de p e n sar del
que la propone, haciendo uc esta
form a im practicable tal unión, ya
que ningún partido renunciará
jam ás a su ideario, que cree in­
tangible. La unión, por el contra­
rio, h a de ser m ás bien una tregua
circunstancial, en que los partidos
acuerden ap laz ar la resolución de
sus diferencias h asta m ás tarde,
p a ra dedicarse ahora a: realizar el
propósito común de devolver a E s­
paña la LEGALIDAD R EPU B LI­
CANA. Y p ara, cuando ésto se
haya logrado, poner todavía en
práctica d u ran te el período provi­
sional que se acuerde, un p ro g ra­
ma mínimo de coincidencias entre
los partidos, com prom etiéndose
éstos a no tra sp a sa rle h a sta tan­
to que se h ay a restablecido de!
todo el norm al juego de los m is­
mos con la restauración definitiva
de las Instituciones republicanas.
E sta s podrán después s e r m odifi­
cadas en la fo rm a que entonces
la m ayoría adopte, después de ra ­
zonadas discusiones.
Llegam os, pues, a la conclusión
de que hace fa lta la unión urgente
de los partidos y organizaciones
políticas españolas, sin excluir a
ninguno de ellos, como tam poco a
los no p artid ista s ni a los indivi­
duos que puedan contribuir con su
esfuerzo a la resolución de las pro­
blem as políticos de nuestra P a­
tria . El prim ero y el m ás urgente
de estos problem as y p ara el que
se requiere el concurso de todos,
es el restablecim iento de la Repú­
blica Española.
Los partidos y las organizacio­
nes políticas y todos los españoles
en general que constituyen la em i­
gración republicana, son invitados
a reflex io n ar y si lo creen útil,
a iniciar conversaciones de unos
con otros, con vistas a la form a­
ción del GRAN BLOQUE U N ITA ­
RIO DE LA EMIGRACION ES­
PAÑOLA R EPU B LICA N A EN
MEXICO que nos atrevem os a pro­
poner; el cual no debería ser un
partido más, ya que en él deben
caber todos, pertenezcan o no a
los partidos. Yo me he lim itado a
lan zar la idea, ¿ V aldría la pena de
hacer una encuesta, como suele
hacerse en N orte-A raérica, sobre
si es o no aceptable? Y en el
p rim er caso, ¿cuál podría se r la
fórm ula práctica de llevarle a
efecto ?—O tros españoles m ás ca­
paces y autorizados que yo, tie­
nen la palabra.
¡tíso no vale!
Llevam os dos años justo s y ca­
bales oyendo que se pregona la
bondad de los carlistas, de los
ag u errid o s requetes, que to ta l­
m ente desligados de F ranco y de
F a la n g e fig u ra n ahora en las f i­
la s de quienes p atrió ticam e n te a s­
p iran a d e rrib a r al general felón
y a su cam arilla e x tran je riz a n te .
Llevam os veinticuatro m eses le­
yendo enternecedoras anécdotas de
c a rlis tones que levantan el puno,
b esan enternecidos a los. rep u b lica­
nos, —es decir a los hijos de los
republicanos que ellos e n te rra ­
ro n — y h ab lan pestes del glorioso
ejército nacional, de una i* alan g que h a dejado de se r T radiciona­
lis ta p a ra convertirse en de las
JO N S , a secas.
Llevam os dos años bien conta­
dos de oir que quienes no se m ues­
tr a n propicios a ace p ta r esta s
m u e stra s fehacientes de a rre p e n ­
tim iento y a d e ja r que les ejerci­
ta s de liberación se in teg ren con
la s brigadas de M ontejurra, V ir­
g en de la Blanca, Lacar, etc., son
enem igos de la República a p e g a ­
dos a sus cargos y a sus in te re ­
ses p a rticu lares.
N osotros, la verdad, no había­
mos creído jam ás esta p ro p a g a n ­
d a P ero a lo visto, los av isp a­
dos “ m aquis” republicanos que
o p eran en F ran cia picaron, i de­
bieron hacerse este razonam ien­
to : “ Si la Unión N acional m a r­
ch a ta n excelentem ente con los
c a rlista s, pues les damos la m a ­
no por N a v a rra y somos los
am o s.”
E n efecto. E n cuanto les re p u ­
blicanos llegaron a V alcarlos, en
N a v a rra sé arm aro n h a sta los g a ­
to s, que son frailunos y p a rtid a ­
rio s de Don Carlos. Y se liaron a
tiro s c e n tra los guerrilleros, co­
do a codo con la G uardia Civil y
los odiados fala n g ista s. No hace
fa lta decir que los bravos solda­
dos republicanos se dejaron ipso
facto de teo rías y respondieron
cu m plidam ente a ios supuestos
h erm an o s de lucha an ti-fran q u ista Lo cual viene a d em o strar dos
cosas:
,
„
P rim era. Que les carlista s ^ y
los fa la n g ista s esta rá n m uy re ñ i­
dos pero a la h o ra de escabechar
republicanos hacen fre n te único y
jo rn ad a intensiva.
Segundo. Que d u ran te dos anos
hem os estado oyendo, tolerando a
ciencia y p a c ie n c ia ... Bueno es­
t a segunda p a rte se la im aginan
fácilm en te nuestros lectores. ¿V er-
* TOROS SIN PAN
/Bonito porvenir!
No emocionarse
Por GUASP.
—¿Y, qué haremos cuando toda Alemania esté en rui­
nas ...?
—Pues, ¡viviremos del turismo!
M A S V A L E T A R D E Q U E NUNCA
r
“ El e rr o r ca p ita l d e la p o lític a d e R o o g e v ell’’
Surum er W elles, que fu e S u b secretario de E stad o de los E stad o s
U nidos, d u ra n te n u e stra g u e rra , en su libro “T H E TIM E FO R D E C I­
SIO N ” , al a n a liz a r el problem a español consecuencia del “alzam iento
de F ranco c o n tra el G obierno leg ítim o ” , “ constitucional, republicano” ,
después de reconocer la f a r s a de la N o intervención y de p ro clam ar
que el apoyo m ilita r alem án e italian o , apoyo efectivo, a los rebeldes
fü e a n tes que el que R usia —que sólo “ fu e u n símbolo” — p re stó .a los
leales, dice esto que pudiera, o a l m enos debiera se r base de una
rein vindicación:
‘•De todas n u e stra s ciegas políticas aislacionistas, la m ás de­
sa stro sa fu é n u e stra a c titu d a n te la g u e rra civil española” .
“ De todas n u e stra s ciegas polí­
tic a s aislacionistas, la m ás d e sa s­ CADA C U AL A SU MODO
tro sa fué n u e stra a ctitu d a n te la
g u e rra civil española” .
La danza de los millones de
‘‘H a sido política trad icio n al de
Norteamérica en España, que N o rte A m érica el p erm itir que un
ha cesado ahora, solo ha ser­ Gobierno legítim o y reconocido de
país e x tra n je ro que se e n fre n ­
vido para acentuar más, en un
con una rev u elta den tro de sus
nuestro desdichado país, la si­ ta
fro n teras, obtenga en n u estro país
tuación que caracteriza a los los abastecim ientos m ilitares que
períodos como el que atravie­ pueda necesitar” .
sa: El contraste entre la rique­
“ El Gobierno de los E stad o s
za, el lujo y desenfreno de la Unidos
negó a cum plir con sus
minoría "dirigente" estraper­ deberes se internacionales
respecto
lista, de un lado; y del otro la del Gobierno de la R epública E s­
miseria y desesperación en pañola y enmendó la legislación
•que se debate el pueblo ham­ de n eutralidad ex istente, p a ra im ­
pedir que el Gobierno español ad ­
briento. Esta es la verdad y qu
iriera municiones en nuestro
no ¡o que eufóricamente ha ve­ país” .
nido contando algún "embaja­
Y term in a:
dor" taurino, con una ligereza
1 “ En la la rg a h isto ria de la Adreprobable.
j n istración de R oosevelt no ha h a ­
bido, a mi juicio, e rro r m ás ca­
pital que el de la política adop­
ta d a d u ran te la g u e rra civil en
E sp añ a” .
Después de confesión ta n p a la ­
dina de quien a la sazón desem ­
peñaba en los E stad o s U nidos un
puesto de la m áxim a responsabili­
dad, cabe p ed ir al pueblo a m e ri­
cano se oponga p o r todos los me­
dios a que su Gobierno continúe
prestando apoyo al régim en de
F ran co y ex ija una rep aració n a
la injusticia com etida con la Re­
pública EspañolaE sa rep aració n no podría con­
sistir en la repetición de la polí­
tic a de No intervención, como ya
anuncia. La igualdad de tr a to al
SU M M ER W E L L E S en sus tiem ­ a g re so r y al agredido, al régim en
pos de apaciguador, con CIANO. faccioso y al régim en legal, no
__ no ha habido error más ca­ constituye nunca un principio de
pital. ..
justicia.
E n E sp añ a, por p rim era vez
desde que term inó la g u e rra ci­
vil, han sido convocadas eleccio­
nes. P ero p a ra que el asom bro no
gane excesivo ie rre n -> y se im pon­
g a al fin la cau te la necesaria,
"A rrib a ” órgano de F alange, se
en carg a <í; especificar en qué van
a co n sistir taies elecciones j la
fo rm a que se a d o p ta rá paTa su
desarrollo.
Se tr a ta de cu b rir algunos pues­
tos subalternos en la actu al je ­
ra rq u ía sindicalizante de las ver­
ticales organizaciones obreras. A
los afiliados que h ay an desem pe­
ñado su papel confórm e a las
norm as establecidas en la casa, y
sean form ales, obedientes, coticen
a punto y no hablen, se les p erm i­
tirá decir si prefieren p a ra p o r­
tero de la s oficinas a uno de los
dos o tre s cam aradas prepuestos,
siem pre que no se hag an la ilu­
sión de que en definitiva será
nom brado t i que caiga m ejor a
la m ayoría.
E stos procedim ientos m ayoritarios, son propios de la podredum ­
bre dem ocrática e incom patibles
eon una bien estendida adm inis­
tración de la cosa pública, con­
form e al principio de que el que
m anda, m anda, y cartu ch era en el
cañn. A sí p m s, los votos serv i­
rá n , únicam ente, p a ra que a las
m uchas colas que existen se una
la que fo rm en los ingenuos y obli­
gados v o tan tes con pap eleta abier­
ta y p reviam ente inspeccionada.
“A rrib a ” advierte que estas elec­
ciones “ no significan el restab le­
cim iento del régim en dem ocrático
ni la resurrección de sistem as po­
líticos decadentes” . O en otras
p a la b ra s que eso de la dem ocracia
de la E sp añ a fra n q u ista ta n ai­
reada desde hace algún tiem po, es
falso ; y que lo que las dem ocra­
cias de fu e ra entienden como ju s­
to —el principio m ayoritario— es
una v erdadera porquería.
N osotros y a lo sabíam os. Pero
no e s tá de m ás que se enteren,
de fu en tes a u to rizad as, quienes al
p arecer continúan en la inopia.
SU SC R IB A SE U STE D A “ R E ­
PU B LIC A ESPA Ñ O LA ” , EL
ORGANO D E LA EM IG RA ­
CION R EPU B LIC A N A QUE
COM BATE E L C O N FU SIO ­
NISM O Y D E F IE N D E LA
V ERD AD ERA U NID AD .
Cerrando el camino a la'impunidad
El órgano de la Junta "de liberación de Prieto", que no
pasa de ser uno de tantos organillos con los que aquel lan­
za y danza sus compases zarzueleros, nos dedica una nota
que en fuerza de querer ser aguda resulta más bien un gallo.
Llevado del subconsciente, el que tanto viene iníluyendo
en Don Indalecio desde que en mala hora se le ocurrió leer
a Freud, en lugar de contestar a lo que en esta casa decimos,
se revuelve contra aquello que de nosotros se aprecia en ia
emigración¿Que nuestro periódico —como dice el público— razona
fuerte, aunque duro, y bien cuando combate posiciones que
estima falsas y por ende perjudiciales al iníerés republicano?
Pues "Españita" se empeñará en que no sabemos más que
insultar y ofender.
¿Que defendemos con tanto tesón como acierto la legi­
timidad —legalidad— republicana? Son más papistas que
el papa, hará decir Don Indalecio.
¿Que "República Española" no aparece tan chabacano
ni tan soporífero como otros papeles de la emigración? Pues
sus escritos —disuena el organillo— no merecerán la inmor­
talidad.
Y en fin .. . ¿Que ¡a gente aprecia los medios modestos
con que nos desenvolvemos libre y "extraoficialmente", em­
peñados en disimular a fuerza de trabajo personal nuestra
pobreza? Hay que propalar, aunque no se crea, que "Repú­
blica" está al servicio de Negrín y financiado ( ! ! ) por él.
Por nuestra parte, bien segaros de no resultar más pa­
pistas que el papa (que el papa negro, o Negrín, se entiende')
queremos recalcar tan solo un extremo. Que nuestro "icurio­
so procedimiento para secundar los planes conciliadores" de
aquel, obedece a que si bien somos acérrimos defensores de
la unidad, de la gran unidad, única reconocida por los más
como eficiente, en derredor del derecho y de la legalidad
subsistentes, jamás hemos confundido, ni confundiremos la
GRAN-UNIDAD que conviene a todos, con la IMP-UNIDAD
que a algunos conviene. ¿Está esto claro?
FRENTE A LA IMPUNIDAD
Con referencia al presunto
Comité, hechura de la Junta de
Liberación, que aparece en la
nota entregada al Quai D'Orsay por el huido de nuestra
guerra, —cuarta España— Ru­
bió, lacayo del representante
de Prieto en París, Sr. Nicolau
D' Olwer, sus autores "han he­
cho decir" lo siguiente:
—"El Comité así constituido
tiene la plena representación
de la República española, sin
levantar las pasiones desenca­
denadas por la guerra civil.
Por esta razón el doctor Negrín
no ha sido incluido"Es para maniobras de impu­
nidad, tan burdas y mons­
truosas como ésta, a espaldas
del pueblo que luchó y contí­
nua luchando, para lo que se
reclama, en nombre de la uni­
dad, nuestro silencio que en­
volvería colaboración.
¿Está o nó justificado nues­
tro "curioso procedimiento de
conciliación" que consiste en
abrir paso a la razón por el
único camino hoy posible, di­
ciendo las verdades del bar­
quero a diestro y siniestro?
LA VIDA INUTIL DE UN AMI­
GO DE PITO PEREZ
Conocimos en nuestra tierra,
un honrado —sin comillas—
comerciante, hombre de pocas
letras, que viendo morir a su
única nietecito, para la que
amasaba afanoso sus dineros,
al considerar ~la falta de sen­
tido, la inutilidad de su vida,
repetía inconsolable.
—¡Róbate "pa" esto!
Hemos recordado la anéc­
dota leyendo algunas de las
cosas que estos días vienen
diciendo nuestros personajes,
erridos de ese "espíritu de
apropiación" a que en otro lu­
gar nos referimos. Asi, por
ejemplo, éstas:
"Albornoz manifestó que se
encuentra altamente satisfecho
porque en ese Comité (de,
Francia) fué incluido Nicolau
D'Olwer que representa en Pa­
rís a la junta de Liberación":
—"Indalecio Prieto dijo: De ser
un hecho esa proposición al
General De Gaulle (de reco­
nocimiento de un Gobierno
provisional), me alegro de
que mi nombre haya sido in­
cluido".
¡Haber pasado toda una vi­
da de lucha predicando con­
tra la ficción y el egoísmo y
egotismo de los dictadores, suplantadores de la verdad y
la voluntad popular, para ve­
nir a caer, en los últimos días,
en la debilidad de montar ese
tinglado de la farsa de ale­
grarse y agradecer aquí, lo
que preparan allá servidores
y lacayos, a la manera —aun­
que con mucha menos gracia
desde luego— como se soste­
nía y jaleaba Primo de Rive­
ra en sus célebres notas ofi­
ciosas!
Es el ¡róbate "pa" estol . . .
que decía nuestro pobre hom­
bre, desconsolado.
sus co n trad icto res; pero en el pía- |
no de las conveniencias p atrió ticas, i
sería una c a tá stro fe nacional. Y
advertim os que este concepto se |
Por Antonio VELAO.
a lb e rg a ría en lo m ás íntim o de la
conciencia de N egrín, en el m om en­
crítico de su epopeya, ni N egrín to de to m ar sem ejante d eterm in a­
tiene opción a d e ja r de rep resen ­ ción. Si es cierto que él acaricia
ta rla , en ta n to el pueblo, por un ese pensam iento té n g a se la seg u ­
acto revolucionario, m arque la lí­ rid ad de que contraen un3 m ayor
nea de sus destinos fu tu ro s ai y m ás g rav e responsabilidad que
m argen de a n tig u a s legalidades, o la suya, los que p o r una equivoca­
en ta n to el D octor N egrín pueda, d a inasistencia a la v erd ad era le­
de ur.a m an era lógica y pacífica, galidad republicana, le obligaran
devolver al pueblo, las funciones a to m a r actitu d es cata stró fic a s p a ­
que le fu ero n o to rg ad as, a trav és ra el porvenir.
de todos los requisitos c o n stitu ­
Las p rim era s etap a s del poder,
cionales.
M artínez B arrio —lo he dicho en E sp añ a, no tienen la dulzura
m uchas veces— volvió la hoja de del alm íbar. N adie p e n sará que no­
la- C onstitución, en aquéllos dias sotros hemos defendido posiciones
trág ico s, cuando E sp añ a le espe­ de poder p or el re g u sto del mando.
rab a p a ra fin a liz a r dignam ente su Tenem os la suficiente com pren­
epopeya. M artínez B arrio d esa te n ­ sión y la necesaria experiencia pa­
dió sus deberes cuando, p o r p re ­ ra v islu m b rar el horizonte, pero
cepto de la m áxim a Ley, tenía que tam bién hemos tenido un su fi­
a su m ir la s funciones de Je fe de ciente acopio de abnegación p a ra
E stad c. No fu é a E sp a ñ a p a ra re ­ a r r o s tr a r las consecuencias, si
CRIM IN A LES DE G U ER RA .—El usurpador Franco “ legitim ando”
solver la cuestión política, prólogo n u e stra predicación tu v ie ra éxito.
pote la cruz al Je fe de la División Azul. Muñoz G rande. F ren te a
de! desenlace en la cuestión m ili­
Cuando reclam a derechos quien
ta n ta m onstruosidad opongam os n u estra suprem a razón: la legalidadta r , y fu é responsable de la san g re tiene mucho que p e rd e r y nada
v ertid a en los últim os días, que que g an ar, el que los sostiene, es­ E1 pueblo español no olvida... que Franco pagó el precio. ..
hubiese em pañado la g e sta del pue­ tá dispuesto al sacrificio. Pero
blo español, si el pueblo, con su cuando reclam a derechos qu en
conducta de tre s años, no hubiera tiene mucho de qué responder, es­
estado p o r encim a de la s m edrosi- tá levantando las p ared es del ¡mdades ajen as.
A m í m e parece I punism o, donde piensa guarecerse
E n tre el laberinto de confusas noticias, interesadam ente confu­
■mentira, que, quien co n trajo ta m a ­ cóm odam ente. N u e stra esperanza
sas m uchas veces, que llegan de F ran cia, una c o sí destaca con cla­
ñ as responsabilidades, piense re n ­ reside en que no hay paredes
ridad. L a firm e posición de la p ren sa de la resistencia-, —hoy la
d irlas desde un alto sitia l del po­ —así fu e ra n las m u rallas de la
m ás im portante.— el apoyo resuelto que viene prestando a la causa
der. Me p arece m en tira tam bién C hina — capaces de disim ular
de la República española. Los franceses salvadores de la dignulasï
oue republicanos conscientes, g u a r­ la presencia de los pecadores. El
de F ra n c ia se dan cuenta, como y a lo había proclam ado el hoy
dando la m em oria donde el ex p re­ pueblo español h a su frid o mucho;
m inistro de Relaciones de De Gaulle, durante n u e stra g u erra, de la
sidente g uardó la C onstitución, el pueblo español se h a v isto obli­
incom patibilidad en tre F ran cia y el régim en de F ranco; de la im­
crean que la nueva h o ra de m a ñ a ­ gado a retroceder m ás de un si­
posibilidad de vivir ambos pueblos en paz m ientras en E sp añ a
na, ta n p reñ ad a del sentido de la glo histórico, pero lo h a hecho apo­
responsabilidad, es propia p a ra ol­ yado en el re so rte de su grandeza im pere dicho rég'trten. P or eso la ir.ó. está am enazado ta l vez de
vidos o disculpas, que de ser e fi­ esp iritu a l y e ste re so rte , que aho­ prensa de la resistencia, sirvien­ gravedad progresiva, a medida que
caces, m arcarían una ru ta equivo­ r a em pieza a s a lta r, le llev ará do así no solo a sus ideales d- mo- la Alem ania de H itler se acerca a
cada en el porvenir de la p a tria . m uy lejos y le h a rá p a s a r por en­ cráticos sino ta .rb ié n a los más la catástro fe. El pueblo español'
altos intereses de F rancia, pro­ no olvida que sus presentes am os
No podría obtenerse resu ltad o m ás cim a de todas las m urallas;
p u g n a p o r la restau ració n de la dt ben su triu n fo a la conjura t r a ­
b rillan te, en el culto a la im pu­
m ada y apoyadla por Roma y Ber­
República española.
ní '’ad.
lín T arde o tem prano una revuelta
El Gobierno N egrín tiene que
Concedemos ta l im portancia _a m ás o menos profunda cam b iará
d a r cuenta- de sus actos — ¿qué du­
este m ovimiento de la o p n tó n la faz de las cosas, en un país aue
da cabe ?— pero tam bién tiene,
fra rc e sa , que no dudam os en re ­ no está hecho p ara to le ra r la ti­
por las circunstancias legales en
producir á continuación algunos
que fu é constituido y p o r la form a
En la reseña del homenaje de los de los cem entarlos expresados por ranía por mucho tiem po’’.
en que salió de E sp añ a, que ex ig ir republicanos españoles a la Francia sus diferentes órganos.
“ R ESISTA N CE, dice: F ranco
responsabilidades. Si así no fu e ra , libre, que recogíamos en el número
es uno de los principales respon­
‘
P
a
rís,
8
O
ctubre”.
no sería digno de las funciones que anterior, apareció el nombre de Dn.
“ L a p ren sa fran cesa recibió con sables de la traición de P etain le fueron o torgadas.
Antonio Velao, entre los asistentes beneplácito las noticias de d istu r­ E1 em bajador de España en F ra n ­
Si N egrín, en a ra s de esa u n i­ al Frontón México.
bios en E sp añ a como síntom a del cia era uno de los em isarios de
dad, que a nosotros nadie nos tie ­
El Sr. Velao, que tomó una parte próximo fin del rég men de F ra n ­ Petain en los preparativos para
ne que recom endar, re n u n ciara vo­
socavar a F rancia y ponerla en
lu n ta ria m e n te a la posición que el muy activa en la organización del co. FRON T N A TIO N A L comen­ manos de los alem anes. Fué con la
pueblo le confió, sería, en el te r re ­ homenaje, no pudo asistir al acto tando los com bates en algunas c'u- capitulación de F rancia con lo que
no p a rtic u la r, una abnegación en- por impedírselo una repentina indis­ dades españolas dice que el rég i­ Franco pagó el precio de la san ­
Hacemos constar asi, a men de F ranco que se estrem eció gre italiana y alem ana que se de­
com iable que no te n d ría p arangón posición.
cuando el de Mussolini se desplocon n in g u n a de las actitu d es de ruego del interesado.
rram ó p ara e stran g u la r a la E s­
paña republicana. La caida de P e­
tain y luego la de H itler perm iti­
rán oue el pueblo español recupe­
re su libertad. E n tre n u e stra s dem rcracias unidas, pronto e starán
solam ente los Pirineos."
“ P arís, 24 Octubre ’.
N EW S SERVICE cursó desde Nue-¡ que se persiguen son esa composi­ nas, que pudieran degenerar en otra
“ L ’A UBE que an tes d irig ía Geguerra
civ
il”
.
va York, a su corresponsal en Mé- ción’ ’.
” t l Doctor Negrín, al frente de orges B idault, ahora m inistro fra n ­
xico, Mr. George Croók, este cable:
“ La presencia en ese organismo
u a Gobie.no de reivindicación, no cés de Relaciones, condenó a F ra n ­
“ Los republicanos españoles resi­ —que nunca podría ser Gobierno—, solo representaría la continuidad de ca p o r apoyar a Adolfo H itle r y
de
M
artínez
Barrio,
estará
ju
stifi­
dentes en P arís han pedido al Gola República, que salió de España pred'jo que el pueblo español se
bie.no del General De Gaulle que re­ cada para alguien, atendiendo a que derrotada pero no vencida, sino la lev an tará en arm as co n tra el ré ­
conozca el Gobierno republicano es­ ese señor ha sido Presidente inte­ ia plantación de tina justicia, abso­ gim en fran q u ista. E n principio
pañol provisional compuesto por un rino de la República, el año 1936. lutam ente necesaria para la recons- E spaña es neutral, pero en la rea­
lidad, la E spaña de Franco jam ás
comité con Diego M artínez Barrio L a de ’Josá Irla, porque es Presi­ trucciun pac fica del p aís” .
ha dejado de ayudar a la Alema­
como Presidente e incluyendo, como dente interino de la Generalidad de
"
E
l
intento
de
foimación
de
ese
miembros, a José Irla, de Cataluña, Cataluña y la de José Antonio de Comité (para gobernar), es un in­ nia de H itler’’.
“ LE COMBAT arrem ete contra
a José Antonio Aguirre, de las pro­ Aguirre, por ser el Presidente del tento de impunidad. Naturalm ente
vincias vascongadas, a Indalecio Gobierno autónomo vasco’’.
que intento de impunidad, por par­ las supresiones de los censores en“ Lo que no pnede tener ninguna te de los que sienten ansia de for­ los artículos relativos a la situ a ­
P rieto y al antiguo m inistro Nicolau
explicación, es la presencia, en ese marlo. E l Sr. M artínez Barrio, ha ción que reina en E spaña. Dice que
D ’Olwer’’.
el gobierno de Franco e sta tr a ta n ­
“ La nota que los republicanos es­ Comité, de Nicolau D ’Olwer, que perdido ante el pueblo español, to ­ do de desacreditar al g en eral De
pañoles en P arís, enviaron al Mi­ h a sido Gobernador del Banco de dos sus derechos políticos, porque G aulle y a firm a que hay unos . . .
nisterio de Relaciones Exteriores España y pertenece a un Partido abandonó las funciones de Jefe de 40-000 alem anes arm ados en E s­
del Gobierno de De Gaulle m anifies­ catalán de escasísima representación Estado que debía asumir, por impe­ paña los cuales constituyen una
ta específicamente qne en el comité y de tendencias separatistas. Tam­ rativo de la Ley, a la renuncia de! am enaza p ara F ran cia y Tos alia­
gubernam ental se omitió a N egrín a poco tiene explicación la presencia Sr. Azaña, y n i acudió a ejercer sus dos. ¿Qué pasaría —preg u n ta—
fin de ev itar pasiones que por cues­ de Indalecio Prieto, qne no tiene en funciones en España, ni realizó nin­ si enfrentados únicam ente por
tiones de partidos causaran una su haber m ayor calificación, qne la gún acto de Fiesidente, fuera de nuestros guerrilleros desarm ados^
de haber sido el principal causante España. El Sr. Prieto, aparte de las
guerra civil'
aquellos alem anes intentasen acu­
de la desunión de la emigración
“ Conocida la actitud de Antonio española y de haber dividido inclu­ responsabilidades de carácter gene­ dir en ayuda de los que perm ane­
ral,
que
todos
hayamos
de
rendir,
cen
en algunas guarniciones a isla­
Velao, es conveniente oír su opi­ so. al P artido Socialista, que dice
ha cont:aido las muy especiales de das en el suroeste de F ran cia?
nión’
representar, pero que no represen­ haberse inmiscuido, contra todo de­ Ese intento, por desesperado que
Respondiendo al requerim iento, el t a ” .
recho y teda razón, en ia adminis­ parezca, e sta ría de acuerdo con
S r, Volao hizo al periodista Mr.
“ El hecho de prescindir para esa
las ideas h itleristas de resisten ­
Crook, con fecha 26 de octubre, las combinación, del Doctor Negrín, tración de los fondos de la em igra­ cia.”
ción, de lo que se han derivado he­
siguientes m anifestaciones:
Je fe del último Gobierno legítimo chos, cuya aclaración es incom pati­
“P arís, 25 de octubre’’.
“ L a inform ación que me suminis­ do la República española, supone ble con el siercicto del poder.”
“ FR A N C -T IR EU R dice: Hoy
tr a N EW S SERVICE, sobre la ges­ nn premeditado desconocimiento de
“ Como digo antes, la maniobra el Gobierno de Franco busca, err
tión realizada por “ alg u n o s" repu- la legalidad y un desprecio para la es un intento de impunidad. Este el ex tran jero , el apoyo que ia fa l­
b’icanos españoles, residentes en voluntad del pueblo, ta l como se m a­ juicio está reforzado si, como dicen te en su país. Sería m onstruoso
París, cerca del General De Ganlle, nifestó, cuando tenia libertad de algunas informaciones de prensa, nue las dem ocracias apoyaran en
a fin de qne sea reconocido un Go­ acción. E sta omisión y la entrega uno de los ejecutores de la maniobra E spaña al mismo régim en contra
bierno español, es desconcertante, de autoridad a Indalecio Prieto, es, el Diputado catalán Sr. Rubió, el cus] com baten en los campos de
por lo complicado de las finalidades ab riría la puerta a luchas intesti-- huido de la guerra de E spaña’ ’.
b atalla.”
„
Las M u rallas d e la C h in a
Los Gobiernos de In g la te rra y
de E stados Unidos, sin sorp resa
por n u estra p a rte , han abierto la
espita de las inform aciones sobre
el levantam iento de los españoles
contra el régim en crim inal de
Franco. M otivos serios tiene que
h aber en las a ltu ra s p ara que las
cancillerías hayan salido de la zo­
na en que se ig n o rab a la ex isten ­
cia de los republicanos, y hayan
entrado en la de la tolerancia y
h a sta en la- de la colaboración, pa­
ra in fo rm ar al mundo que F ra n ­
co no es bien visto por E spaña.
E sto nos indica —con aleg ría lo
decimos— que F ranco em pieza a
ser mal visto, por los propios Go­
biernos de W ashington y Londres.
Las inform aciones son confu­
sas. Si no lo fu eran , forzoso sería
reconocer que en el área de la lu ­
cha m aterial se ha sem brado el
mismo germ en caótico que en el
huerto político de la em igración.
Lo que no deja lu g a r a dudas, lo
que conforta a todo buen republi­
cano español, m areado p o r el con­
fusionism o de los inform adores
ingleses y norteam ericanos, es que
la lucha existe, que la resistencia:
del abnegado pueblo hispano ha
tom ado fo rm as m ateriales, perfec­
ta s , o im perfectas, pero que, co­
mo v u lg arm en te se dice: “sé ha
roto el punto de la m edía” . F ra n ­
co tiene sus días contados.
F ranco y su obra san g rie n ta
—y a resquebrajados— están pró­
xim os a s a lta r en pedazos, p o r la
rep u lsa del pueblo español, p o r la
convicción de las N aciones U nidas
y p o r la im potencia de los poderes
to ta litario s. No m uere dignam en­
te ; m uere en la ignom inia. D es­
pués de h ab er vendido a su p a tria ,
después de haberse colocado se r­
vilm ente a l lado del E je, después
de h aber vuelto la cara m ancha­
da con la baba del miedo, a las
dem ocracias; acusado por los e s­
pañoles, abandonado p o r sus com­
pinches alem anes y despreciado
por los defensores de la libertad,
m uere recordando que, “el tra id o r
no es m enester, siendo la tr a i­
ción p a sa d a ”.
¡Qué ocasión tan m agnífica pa­
r a que toda la em igración espa­
ñola -—la de A m érica y la de F ra n ­
cia— fo rm ase en e sta h o ra un haz
com pacto, no solo p a ra los fines
de la lucha que comienza, sino p a­
ra fines ulteriores! Las ambicio­
nes crearon la fatalid ad que nos
desune y abre la p u e rta a uno de
los grandes m om entos de la H is­
to ria ; a uno de eses m om entos que
se dan una vez en un siglo, en
que el pueblo, d i una m anera d i­
re c ta, ha de construir, revolucio­
n ariam en te, lo que sus dirig en tes
no pudieron o no supieron hacer.
Quizás el destino quiera fav o re­
c e r a E spaña.
E n tre la ola de confusionism o
d esatada sobre nosotros, hay in­
form ación p a ra todas las sa tisfa c ­
ciones y tom ada aisladam ente, ca­
da cual puede especular con el
triu n fo que soñara, guiado por el
an sia de su p atriotism o o por el
anhelo de sus pasiones. La Ju n ta
E spañola de Liberación, la Ju n ta
Suprem a de Unión N acional y la
legalidad del últim o Gobierno le­
gítim o de la República, recogen
triu n fo s distintos en el re p a rto de
la b a ra ja y aún se advierte, sen­
tad o s a la m esa, a otros ju g ad o ­
res no bien definidos todavía o a
lo m enos, no bien percibidos des­
de las costas am ericanas.
Dos notas de verdadera- im por­
tancia flo tan en el m arem agnum .
La convicción por una p a rte , de
que M artínez B arrio puede re p re ­
se n ta r la legalidad y la auto rid ad
de la República española, y la de
que N egrín. en a ra s de la nece­
sa ria unidad de los republicanos,
va a renunciar a su condición re ­
p re sen tativ a de aquella legalidad.
Sacadas estas dos noticias, m ere­
cen la pena de ser com paradas. Al
efectuarlo, quedan fre n te a fre n te ,
dos condiciones hum anas: el di­
sim ulo y la abnegación.
N i M artínez B arrio tiene títulos,
tr a s de su conducta política, p ara
re p re se n ta r a E spaña a la que de­
jó desam parada en el m om ento más
Lo que dicen los periódicos franceses
ERRORDEINFORMACION
Interesantes declaraciones del señor Velao
en México
CRITICA DELAS ULTIMAS
EXPOSICIONES
Los pintores españoles
(N. de la R. Advertimos al lector que en esta sección no recogemos sino aque­
lla parte de la obra pictórica que ba alcanzado un grado de madurez que
la consagra como lograda. Así pues, cualquiera que sea el juicio crítico
que merezca obedece siempre a un elevado plano de nivel que lo pone a
cubierto de teda interpretación subestimativa.')
ESPUES de López Rey,
cuya minuciosa v encan­
tadora pintura para tapi­
ces, al menos así nos lo pa­
rece con su sentido de la anéc­
dota y de la perspectiva, fué
CONTRABANDISTAS. OLEO DE SOUTO
admirada recientemente, han
desfilado por los salones de
exposición los maestros Cli­
ment —29 de Spt. al 14 de
Oct.,- Souto, 3 al 17 de Oct.; y
Luna, 18 al 31 de Oct.
CLIMENT expuso 22 obras,
grandes y chicas: retratos, te­
m as de caballete, naturalezas
muertas. Su m anera sigue
siendo, invariablemente, la del
académico, seguro de sí mis­
mo y poco proclive a las es­
cuelas que no se acomoden a
su sensibilidad conservadora.
En Climent la inquietud es una
forma de terror al "pastiche".
Resulta curioso •que no incu­
rra en el levantinismo, ni si­
quiera por prejuicio nativo. To­
do en el es concienzuda expe-_
riencia académica, sabia mánualidad. A Climent le gusta
la realidad, no la literatura.
Piensa, cuando pinta, en las
sólidas demostraciones de mu­
seo más que en las libres ex
presiones de "atelier". Lo que
no es clásico —para el pintor
de Valencia— es simplemente
esnobismo. En sus bodegones'
como en sus retratos, en sus
paisajes o en sus lienzos de
figuras, domina el sentimiento
de la realidad estricta. Hay
quien, delante de los cuadros
de Climent, pronuncia la pala­
bra sequedad. Lo justo sería
hablar de honradez, una hon­
radez limitada v o lu n ta r ia m e n -
Ní*,
NATURALEZA MUERTA. OLEO DE
te, por medio a la fantasía o
por incompatibilidad con ésta.
SOUTO es, como siempre,
el vario y hábil pintor que
afronta, sin vacilación, todos
los temas y trasciende las en­
señanzas de todas las escue­
las. Aquel Souto sorprendente
de los cuadros de guerra, el
que quizás no pueda superar
jam ás sus vigorosas versiones
de milicianos luchando, sus
estampas fortísimas de muerte,
es tam bién' el Souto sedoso,
equívoco de las mujeres g a ­
lantes, del parisinismo banal,
discípulo, en la medida de la
novedad, no de la convicción,
de los postimpresionistas. Y es
también el Souto de las esce­
nas para una heráldica car­
gada de humor —caballos e
infanzones de baraja—.Y el
evocador, algo irónico, de la
tauromaquia española.
En resumen, un artista pleno
de interns anecdótico, para
BODEGON
E DLIMENT
quien la pintura puede res Iseníirse, a ratos, románti
tar incluso más am ena que I Es que, en estos tiempos,
realidad, y que se compla lío regresa al romanticisI a los epígonos de Goya,
lie. za, a Tturrino, a los Ma­
te En cierto aspecto, se tra­
pe m a reivindicación menI P :que se da el caso de
I hemos olvidado, demapc pronto, a pintores como
prez Sala, cuyo romantif.e contenía en potencia
pies de los hallazgos del
I r .ademo.
I as retratos, Souto am a
(u:; ón más que el modelo
pe ihí su elegancia evasi
I Pi abablemente Climent se
p : tana, ante uno de los
últimos retratos de Souto, en
qué consiste el misterio de la
gracia indecisa y no se senti­
ría seguro de que fuese ver­
dadero arte Pero no hay que
fiarse de la ortodoxia, como
noción de oficio. Hay quién
siente repelos de frío ante un
retrato de Pantoja y hay quien
cree que ahí está el auténtico
expresionismo. Zurriarán pue­
de parecerle monótono a un
colorista de última hora y, sin
embargo, se trata de un pin­
tor luminoso, de un pintor ar­
génteo.
Lo incuestionable es que
Souto sabe hacerse interesan­
te incluso en lo superficial. Su
técnica lo excusa siempre de
no ser profundo e, incluso, de
no ser meticuloso para definir
a la naturaleza conforme a la
mirada aguda del experto.
Lo característico —salvando
matices de sensibilidad— en
los jóvenes pintores españoles
es que las cambiantes circuns­
tancias los vienen maltratando
sin respeto. Y ellos acuden a
subterfugios más o menos pic­
tóricos. Pero desde Cezanne a
nuestros días, hombres como
Picasso, Juan Gris, Derain, Max
Emst, Modigliani, etc, han de­
mostrado que la pintura es
m ás ancha y m ás honda que
lo advertido por los grandes
genios del Renacimiento. ¿Aca­
so Goya no empezó haciendo
de la pintura burla e irisación
y dejó obras tan perdurables
como las cuajadas de imáge­
nes redundantes, de carnes
marfileñas y de ropajes sun­
tuosos? Por eso se hace difí­
cil una estimación "ad valo­
rem" de la pintura de los jó­
venes artistas españoles, por­
que sus condiciones cualitati­
vas están rodeadas por innu­
merables referencias. Por ejem­
plo, respecto a un surrealista
o un expresionista, Souto a p a ­
rece como un pintor conserva­
dor. Pero comparado con Cli­
ment es un revolucionario. Ha­
brá que esperar la hora de la
quietud, del equilibrio interior,
y, entonces, será cuando se
aprecie en lo justo cómo pinta
cada uno y quien está ador­
nado m ás ricamente con las
virtudes que deben integrar la
buena pintura.
*
LUNA es el fino introverso.
Hijo místico y adolorido de un
siglo brutal. Sus últimos 30
lienzos ostentan un valor ho­
mogéneo: su poder de abstrac­
ción a lo accidental. Luna no
cree que la representación
PAN AMERICAN SVPPLY Co„ S. A.
Importaciones Representaciones Exportaciones
Son Juan de Leerán No. 23 [4o. piso.]
LAS CUADRILLAS EN EL PATIO DE CABALLOS.' OLEO DE SOUTO
RETRATO DE p . ANTONIO G. BUSTOS. QLEQ. DE SOUTO
México, D. P.
EL HIJO PRODIGO. OLEO DE LUNA
plástica sea anécdota, sino
esencia La vida tiene algo es­
pectral que el pintor debe ver.
De aquí su actual tendencia
—por cierto magistral— al cla­
roscuro. ¿Qué hacen estos per­
sonajes de "En el estudio" o
"Músicos trashumantes"? Su
vida, envuelta en sombras, es­
capa a la materia repulsiva de
Solana. Son como espíritus re­
alzados por un somero y su­
til poder expresivo, en expec­
tación de que la piedad los
honre. No hablan a la carne
ni a la sonrisa, sino a la mise-,
ricordia, como el "Caballo en
agonía" y el "Torero herido".
Este Luna, a veces, descon­
cierta. Por su pesimismo y su
intencionada parvedad de me­
dios plásticos; pero nos halla­
mos ante un pintor de cuerpo
entero, que sabe interpretar,
sin esfuerzo, las más difíciles
sensaciones. Desde aquellos
días en que, corroído por la
espantosa realidad de la muer­
te, Luna arañaba, más que di­
bujaba, sacando de su memo­
ria y de su odio motivos esca­
lofriantes, ha ido desarrollan­
do su mística, con una resig­
nación de senequista. Incluso
las frutas y las perdices de sus
bodegones se muestran baña­
das por una luz que procede
directamente de su angustia.
Luna tampoco ha podido lle­
gar a su hora de plenitud, de
superación de la angustia, Pe­
ro tal vez sea, entre todos los
pintores españoles de su gene­
ración, el más consecuente. Si
no "se ha encontrado todo" sa­
be y a de sí mucho más que los
otros de ellos mismos. En su úl­
tima exposición, el pintor montoreño está siempre distante de
la vulgaridad. No sabemos si
su propensión al ensueño, el
delgado aire de pesimismo que
se cuela por entre los entresi­
jos de su arte, el patológico.
Lo indudable es que dota su
pintura con una calidad propia
de espíritus que amen el reco­
gimiento. Busca siempre, em­
pecinadamente, la esencia de
las cosas y le sale al paso, co­
mo primer elemento, la triste­
za- No, los cuadros de Luna
no sirven para colgarlos en el
comedor de una dam a munda­
na, ni siquiera en el saloncito
de un "snob".. — Femando
VAZQUEZ.
NATURALEZA MUERTA. OLEO DE LUNA
EN EL ESTUDIO. OLEO DE LUNA.
Lo Romano - Germánico
Peinan, el idílico, conceptuoso,
alm ibarado y un ta n to p o rn o g rá ­
fico Pem an, escribía en “ U nidad”
de San S ebastián el 13 de a t r i l
de 1938:
‘‘El Im perio que hem os soñado
siem pre, se lo hem os contratad o
siem pre a m anos cesáreas y ex­
tra ñ a s: a la Roma de A ugusto,
a los C ésares austríacos, a los Ca­
lifas m ism os de Córdoba. Cuando
lo hem os ensayado solos, de un
modo absoluto —León, A ragón—
hem os fracasad o por fa lta de co­
hesión in tern a y p r o p i a ... No he­
mos sido Im perio m ás que cuan­
do n u e stra diversidad perso n alista
ha sido superada p o r su b sta n c ia s
unificadoras germ ánicas y ro m a­
nas. Cuando Roma nos hacia el
Im perio, es cuando nosotros, sin
perjuicio de colaborar a él con
soldados, políticos y h a sta E m pe­
radores, teníam os tiem po de hacer
filosofía. Solo así, con un alto y
fu e rte dominio que produjera una
in te rn a vacación política, se lo­
g ra b a que el personalism o e sp a ­
ñol se reconcentrara. P o r eso los
españoles hem os vivido en una
p erp etu a a n g u stia contradictoria
y rechazando el Im perio. Cuando
nos lo tr a ía A ugusto, lo rec h a z á ­
bam os con V iriato ; cuando nos lo
tra ía C arlos de G ante, lo rech azá­
bam os con P adilla y Maldonado.
I u s com uneros, ingenuam ente em ­
bellecidos p o r el rom anticism o li­
b eral, fueron una especie de p a r­
tido a g rario , caciquil y puebleri­
no, que oponía al Im perio el afá n
de co n tin u ar el m angoneo politicio,
el a fá n de p e rp e tu a r la E sp a ñ a
a rriscad a, desunida, selvática y a r ­
d iente de T rogo y E strabón. Como
a n te s A ugusto, totalm ente ro m a ;
no, fue ah o ra C arlos, m itad g e r ­
m ánico, preciso p a ra m an ten e r la
cohesión. A hora solo es preciso
u n a cosa: que fre n te a esa nueva
invitación al Im perio no nos em ­
peñem os o tra vez en alista m o s b a­
jo la s b an d eras de V iriato o de
Ju a n de Padilla- No rechacem os
o tr a vez lo ro m a n o -g e rm á n ic o ...”
C iertam ente que en el tiem po
que Pem an escribía la tr a n s c rita
cu rsilería h istó rica, lo ro m a n o germ ano que no había que rec h a ­
z a r e ra la a y u d a en aviones, cañoque peleaban bajo las b anderas re ­
publicanas.
Sin em bargo, el tex to tien e to ­
d a la fu e rz a de una explicación
o ficial acerca del origen del ac­
tu a l régim en español, de las fu e r­
zas que ha tom ado como modelo
y de la tra y e c to ria que siem pre
h a seguido. En esa lacuyuna evo­
cación de los am os que ayudan al
Im perio ha vivido F alange desde
su fundación.
P o r eso traem os ahora a cola­
ción el tex to , en dem ostración
evidente de la falsedad en que in­
cu rren los com en taristas de F ra n ­
co cuando insisten en a firm a r las
raíces españolizantes de su siste ­
m a y la f a lta de vincuiJos con
o tro s extranjeros- No son los vín­
culos m ateriales e ideológicos los
que fa lta n : son los arre sto s ne­
cesarios p a ra reconocer una com ­
plicidad evidente, la gallardía p re ­
cisa: p a ra reclam ar una identidad
en la desg racia con el mismo fe r­
v o r que se reclam aba en la felici­
dad de los tiem pos an terio res a
éstos en que los ejércitos aliados
im ponen su poderío a los del E je.
A hora, siguiendo la moda, se
abandonan las cesáreas investidu­
ras, las túnicas, im periales, p a ra
re c u rrir a las pieles salvajes de
los V iriátos. E l disfaz podrá qu i­
zás e n g a ñ a r a los que desde fu e ­
ra m iren con poca acuciosidad y
a lo m ejor con g an as de no ver.
P ero no e n g añ ará a los v erd a­
deros V iriáto s que continúan en
la s m ontañas todas de la E sp añ a
e n te ra , acechando la oportunidad
de lan zarse al llano, al asalto de
los cam pam entos cesáreos donde
an tañ o * se can ta b an endechas a lo
rom ano-germ ánico y hoy se d iri­
gen laudos fervorosos a lo an g lo ­
sajón.
Hispanidad
Los Maquis Españoles
Por
GUASP.
. . . ¡Y con la ayuda de Dios echaremos a los japoneses
de Filipinas!
L A VIU D ITA D E L Q U ISLIN G L A U R E L
FRANCO C O N TR A LOS JAPONESES
¿Y EL P A C TO A NTIKO M IN TER ?
F ran cam en te, el a rd o r bélico de Jap ó n , que p a ra no so tro s es solo
los fa la n g ista s es algo que re c la ­ una expresión de la te n ta tiv a de
m a a voz en g rito la cam isa de los o rien tales paTa dom inar el
fu erza. E n cuanto acaban con un m undo, fu n d ad a en la alianza ru ­
enem igo y a e stá n buscando o tro so-japonesa. No hem os vacilado
con quien m edir la p otencia de en p ro clam ar n u e stra preocupa­
sus puños y la capacidad de sus ción p o r la am enaza japonesa a
a g allas. El falan g ism o , según h e­ la cu ltu ra , relig ió n y ra z a de n u es­
mos tenido ocasión de com probar­ tro linaje en la s a g u a s del P ací­
lo reiterad am en te, sien te u n a p re ­ fico” .
dilección p o r ad v ersa rio s cuya po­
Ya ven ustedes lo que son las
ten cia no sea m u y escesiva a fin cosas. A hora a m am porro limpio
sin duda de no o fre c e r al mundo con los japoneses. El hecho viene
el espectáculo de un d e strip a ­ a d e m o stra r que en la E spaña f a ­
m iento univ ersal, a la m an era de la n g ista al f a lta r o tra clase dé ce­
T a rta rín de T arascón.
bos, se quiere p escar con hojas de
D u ran te mucho tiem po su s a d ­ periódico. P e sc a r adhesiones n o rte ­
v ersario s fu ero n aquellos feroces am erican as, p or ejem plo. Todo el
países que como B élgica, H olan­ mundo sabe y aunque p arezca
da, G recia, Y ugoeslavia, A lbania, m en tira los fra n q u ista s no ló ig ­
etc. se a trev iero n a a ta c a r a la noran, la calurosa sim p atía .que
infeliz A lem ania y a Ita lia . F u é los E stad o s Unidos tienen hacia
entonces cuando F ran co anunció quienes ta n a rte ra m e n te les a ta ­
que si las cosas seguían ta n m al, caron en P e a rl H arb o r. Como de
iba a m an d ar un m illón de e sp a­ lo que se tr a ta es de b u scar la
ñoles p a ra c e rra r el camino de so n risa yanqui, se am enaza1 a sus
Berlín.
enem igos, como esos enanos que
Vino m ás ta rd e el desem barco pudieron- decirse los unos a los
aliado en E u ro p a, dem ostración o tro s: ¡Ojo con hacerle n ad a a
evidente de que n ad a había que h a­ mi am igo, que te p e g o ! ... cuando
cer, y las m iras del F alan g ism o el am igo es un g ig a n te hecho y
han evacuado ráp id am en te el vie­ derecho.
jo con tin en te p a ra a te r riz a r bajo
La cam a rad a d irecto ra de la
los floridos cerezos de Jap ó n d is­ H ispanidad, que es F alan g e, debe
puestos a no d e ja r con cabeza a a co rd arse de lo mucho que celesun solo hijo de H iroito.
tineó en F ilip in as a fa v o r de los
R azones: “ E sp añ a, como direc­ japoneses, de su s tra b a jo s de es­
to ra de la H ispanidad saluda a p io n aje p a ra el ejército nipón; de
las Isla s F ilip in as hoy bajo el do­ su s m anifestaciones de júbilo p or
minio del poderío e x tra n je ro del la tom a de B atan (fa v o r de leer
la p ren sa de entonces) y sus cari­
cias al Q uisling L aurel, dulcem en­
te am an tad o p o r la F alan g e de
M anila. S irvió a los japoneses de
todo, menos de subm arino suicida.
Cuando Hítler estaba en
F av o r, p o r lo ta n to ,de no h a ­
su apogeo, en el directorio de cer el ridículo. ¡No se cierren las
teléfonos de Nueva York apa­ p u e rta s, pues quién sabe si en To­
kio les ad m itirá n a la h o ra de es­
recían hasta trece Hítlers. Aho­ cap
ar, con todo y H ispanidad! Y
ra no figura ninguno. El úl­ n a tu ra lm e n te no querem os poner
timo, Jacobo, a pesar de dife­ en g u a rd ia a los incautos a quie­
renciarse con sus dos "í", ha nes se preten d e p escar, porque si
picara, e ra como p a ra pen­
sido autorizado por el Tribunal alguno
sa r que la to n te ría fa la n g ista te ­
S u p r e m o de Justicia para cam­ ñía m otivos sobrados p a ra confiar
biar de apellido.
en la to n te ría ajen a.
Un bnen síntoma
P o r Pito LOPEZ.
No te alarmes, querido lee
tor... no voy a seguir el ma!
ejemplo de los prestidigitado­
res de la conf usión y de ta aistancia, que cada mañana se
sacan, en México, un "maquis"
ríe su propia chistera, siguien­
do la vieja y desacreditada
táctica que aconseja a los que desean que las masas les
sigan, ponerse, simplemente, delante de las casas...
NI TABLAS NI CLAVOS... NI MARTILLOS
Después de dar la medida de su temple, en una iniguala­
da resistencia de tres años, contra el poder terrible de Ale­
mania y de Itaha, que eran las poderes de Franco, en lo quo
fue la innegable iniciación de la cruenta segunda g u e r r a
mundial, que aun no ha terminado, los republicanos e s p a ñ o les iniciaron una fabulosa emigración en masa, hacia las de­
siertas playas del Sur de Francia... y cuando se encontra­
ron en ellas, fueron rodeados de g r u e s o s alambres de púas
y así' pasaron las playas a ser campos___ d e concentración,
y así empezaron a ser los veteranos luchadores españoles de
la batalla de la libertad del mundo, los "maquis" que son
hoy en día.
Entonces, solo en la dulce playa de Argelés Sur-Mer, ba­
jo la sombra fría del nevado Canigó, e r a m o s nada menos
q u e NOVENTA MIL los "concentrados españoles" contenidos
en el apretado cordón de la gigantesca infantilidad de los
soldados senegaleses...
Un capitán de Ingenieros franceses, encargado del orden
de aquella Babel, me decía, disimulando a duras penas su
admiración por la invencible vitalidad orgullosa de los bra­
vos luchadores españoles:
—Decididamente, no hay quien pueda con ustedes! Yo.
he custodiado aquí, durante la pasada guerra, hombres de
todas las latitudes; prisioneros alemanes, rusos blancos y
gentes de incontables razas que s u c u m b ía n a la nostalgia,
a la desesperación o simplemente al aburrimiento o al calor
o ai frío... Pero los españoles, son de la piel del diablo.
Si hace calor destripan las barracas para que corra el
aire, si hace frío las q u e m a n , simplemente para calentarse y
siempre, siem pre... cantan, ríen, juegan, beben y discuten
como si su temporal derrota estuviera llena de misteriososp r e s a g i o s d e libertad y de victoria.
Habrá usted visto... y e s p e r o que no me lo niegue
_añadió— q u e e n este campo hay tabernas, bibliotecas,
mercados, timbas y sinagogas...
t
T o d o ello, era c ie rto y aún, la más asombrosa vitalidad
residía en lo que el capitán ignoraba, más que en lo poco
que sabía. ¡Palabra!
Pero yo, por salir de una duda, tan grande como simple,
le pregunté:
__Y p o r qué castigan ustedes, tan severamente, a los que
son sorprendidos en posesión de una tabla, de un clavo o deun martillo?
— ¡Pero hombre de Dios! No sea usted .i n g e n u o . . . n o v eq u e si n o lo hiciéramos así, dentro de dos meses habrían le­
vantado ustedes sobre esta playa desierta una ciudad mas
grande que Nueva York?
¡Eran las semillas del "maquis" español!
LA, SAL
Y como e n las playas no puede faltar la sal, m i e n tr a s lle­
gan más noticias de los "maquis", aunque sean confusas,
indígenas... o falsas, pero buenas, vamos a amenizarles la
espera con un histórico cuento de campo de concentración
que, después de conocido el valor moral de los "maquis" es­
pañoles, n o s il u s t r a r á concretamente sobre su valor n u m é ­
ric o . . .
,
En la barraca 107 del Campo 7 bis, de Argelés Sur-Mer,
se derrochaba, C m o d e s tia aparte'), aparte de la colitis de ri­
gor, un buen humor de p r i m e r a m a n o y un estoicismo exento
de retórica sentimentalista, que hacía el ambiente más res­
pirable y llevadero...
Cada atardecer, n o s visitaba, buscando la complicidad
del crepúsculo, un viejecito catalán o riu n d o d e Gratallóps y
viejo conocido del frente donde nos constaba que se había
batido con el valor y la ilusión de u n adolescente. Pero lo
q u e n o pudo la c r u e n t a lucha, lo logró la insufrible inactivi­
dad, y nuestro hombre, abatido, nos venía a desgranar cada
día un rosario de lamentaciones y de quejas mal contenidas.
Un día alguien que le escuchaba a nuestro lado, ternero
so de que la desmoralización del viejito se contammara, le
dijo en tono brusco:
_¡Pero no s e queje usted, compañero. Sufra usted con
calma, como todos. . . y a cambio de eso, algun día tencua
usted m u c h o q u e contar cuando regrese a s u pueblo!
El viejecito'no replicó en el mismo tono, sino que, pausa­
damente, midió de arriba a abajo al mozalbete que acababa
de reprenderle y terminó la discusión con estas palabras di­
chas c o n lenta desesperanza. ..
_¡Pero qué quiere usted que cuente yo en m i pueblo
cuando vu elva... si todos los del pueblo estamos aquí!
E
N el escenario de las c re sta s a ltiv as,
rocosas y ásp eras que fo rm an las
fro n te ra s con que E sp añ a se se p a ra
y se aisla de E uropa; en esa tie rra p a rd a
y g ris del Pirineo que es como un espi­
noso cresterío que nos sep a ra del M undo;
donde vivió altivo, independiente y libre
desde a n te s de que lle g a ra n Ips m oros, el
últim o residuo cristiano, m o n taraz e indo­
m able; donde empezó la em presa teso n era
y conquistadora d® l° s ocho siglos en los
que avanzando o retrocediendo según la
su e rte fueron form ando aquellas v o lu n ta­
des los lím ites bien definidos de la tie rra
n u estra. P o r esta s m ism as c re sta s p ire n a i­
cas desoladas, solos con n u e stra in sig n ifi­
cancia y n u estra grandeza e n tre la u niver­
sal* so rd era suicida, tra n scu rrie ro n las úl­
tim as jo rn ad as en las que perdim os, en
largo ag o n izar soberbio, n u estro derecho
de pueblo hecho a gobernarse a si mismo.
C ruzaron por las hondonadas de las m on­
ta ñ a s , p o r los em pinados estrib o s de los
b arrancos por donde se precip itab an en alud
los to rren te s, hom bres secos con los ojos
de acero y el in ú til n aran je ro en la mano
enfebrecida que tuvo la osadía de c e rra r
el puño a un mundo que llam a to d av ía F u ­
ria E spañola, a la reacción m asculina con­
tr a la traició n y la clara am enaza de se r­
vidum bre. Como trozos de roca que caye­
ra n de las m ontañas deshechas cam inaron
hacia el éxodo, fu e rte s, firm es, in expugna­
bles a la m en tira del olvido em bustero que
ofrecía la HARCA triu n fa n te ; erguidos y
valientesH om bres de E spaña, asfixiados con cerco
g u e ire ro de arm as e x tra n je ra s y de u n re n ­
cor nuévo en la h id alg a tie rra que e s en
la h isto ria, p o r sobre todo, una ejem plarid ad de convivencia e n tre razas, usos y
religiones d istin tas, tre p a n p or el P irineo
y m iran , brillan tes los ojos, ta n ta s veces
hacia a tr á s , que h ay que p e n sa r que le­
jo s de llev arse un botín es to d a eí alm a
y toda la esperanza de E sp añ a lo que se
lle v a n .. . Sin sol y a en lo alto, todo el ho­
rizonte es cordillera, g rad e ría im ponente
con la rg a s crestas de nieve fu lg u ran te - E l
aire derram ándose por todas p a rte s fino y
frió es como un h álito de m u erte p a ra el
pulm ón fatig ad o y las carnes m aceradas,
heridas y ham brientas.
H a desaparecido la tie rra c a ta la n a —ho­
rizonte español— d e trá s de la s colinas..
Solo una rem ota m ancha verde, que ensu­
cia, subiendo al cielo, el hum o g ris del
bom bardeo. La m ontaña g ris es ro ja aho­
ra a la luz encarecida de este atard e c e r
de huida y de abandono, como si u n as lla­
m as de ru b o r se encendiesen en el fondo
abism al de sus pliegues roqueros.
O tra vez las a lp a rg a ta s españolas h a ­
ciendo h isto ria, m arcando h uellas de dig­
nidad en e sta contienda univ ersal que to ­
dos sabían que em pezaba entonces. O tra
vez el hom bre español prefirien d o lo esp i­
ritu a l a lo biológico. O tra vez n u e stra s
g entes queriendo se r grandes y libres au n ­
que en la p artid a vayan la su e rte y la
vida como puesta.
Noche én la cum bre y noche y som bras
en las alm as. E n tre las a lta s rocas p red i­
luvianas. de duro e infinito pedernal, des­
nudas de m ato jos tiernos, a la luz a m a ri­
lla y violeta de un am anecer lívido de oje­
ra s m acilentas, sin P a tria y sin crim en,
allá van los hom bres perseguidos en b á r­
baro em pujón por sendas loberas y v e r­
tie n te s an g o stas, a rra stra d o s como ram as
secas de espino desgajadas de sus g rietas.
Como en un espejo, pudo m ira r el m un­
do el gesto español que defendió a tiro s
c o n tra todo y contra todos la g randeza
heroica de su destino em peñoso. El de ser
H om bres secos, con los ojos de acero y el
inú til n aran jero en la mano e n fe b re c id a ...
Otra vez las alpargatas españolas ha­
ciendo historia...
dos, p a ra que se ag o ste, sin tem or a nuevas
florescencias, la p lan ta envenenada de la in­
com prensión, la violencia y el odio herm éti­
cos y fríos- Y asi el sentim iento de L ibertad
que siem pre anim ó a los pobladores de la
Por M. NUÑEZ MAZA. IB ERIA m agnífica, será lazo que nos una
p ara a lta s y comunes em presas, y nunca re ­
luz de fu tu ro y cum bre en el m a ñ a n a . . .
p ero en el a fa n rum oroso de la ciudad, y fugio de atavism os som bríos, aceptando los
N ada nos valió. U n mundo tam balean!? •en el tra b a jo cansino y duro de sus burgos,, cuales, la larg a noche de la EDAD MEDÍA
y miedosos escuchó cómo poco a poco n u es­ e stá vivo, en rescoldo, ese fuego que en se nos a n to ja ría mediodía blanco y lum i­
tro s cantos de g u e rra op tim istas, vib ran tes, m uchas o tra s épocas les hizo co n q u istar’ noso.
de una v ie ja sonoridad ingenua, se fueron y defender el derecho de se r ellos m ism os;
tornando opacos con trém olos obscuros de la am bición de sen tirse libres.
P a ra e sta labor e stá en tera E spaña. E stá
ra b ia ' sorda en los que la tía el reproche
E sp añ a e stá viva, callada, encendida, f ir ­ aquí y allá- E n la em igración y en la cárcel.
de un desencanto am argo, en la agonía dan­ m e y serena. Ib érica o C elta, C eltibérica Pero viva y dispuesta a recoger el gesto
tesca de la s concentraciones.
o Fenicia, C artag in esa o G riega, Goda o y a p ro p a g a r el g rito cuando este suene.
>
*
R om ana; en los tiem pos p retérito s o en los A lerte el espíritu, la mano y la vida año­
Sobre la sere n a y a u g u sta belleza d e la presentes, cuando el Municipio e ra el E s ta ­ rando el esfuerzo obscuro y heroico. Hoy
tie rra española se cierne desde e n to n e s do, como ah o ra cuando el E stado es el Cau­ can ta y m uere en F ran cia. Como ay er en
con insaciable voracidad la am enaza y .la dillo, y su razón la fu e rz a b árb ara de las el E oro y en M adrid. Y je so b ra sangre
generosa en N arvik y en el S a h a ra y dig­
nidad y te rn u ra p a ra d a r con m oneda de
alto olvido generoso, un pago de san g re e n
saldo- de aquella hospitalidad fronteriza,
reg atead a y agresiva. C ante y lucha y su­
fre y m uere. Pero a la larg a resucita siem ­
p re ¿A caso no la véis descolgándose otra
vez p o r los riscos catalanes en estos dias
en oue se inicia una Nueva Reconquiste
por las g u errilleras libertadoras?
T raen su destino y su ambición altivas
en las a lte s fre n te s sudorosas que perló
la an g u stia ta n ta s veces en los años úl-.
tim os por los campos del mundo en b a ta ­
lla, y hoy, m irando solo a su brazo y a la
in ju ria de la p a tria vendida, desembocan
en la heroica intentona liberadora p ara
ver de cerca los ásperos terrones de la
tie rra m ártir, y e n tra r en ella y llevar a
los pueblos en siem bra de esperanzas la
confirm ación de lo que en estos años ru m iaba, m irando las m ontañas del confín
m ien tras labraban sus campos, la sabidu­
ría llena de atisbos de cazu rrería malicio­
sa de sus payeses, m iedosos de la g a rra
ahogadora de la F alange en agonía. Ellos
sabían que la ley volvería a im p erar en
la tie rra española. Que fué Dios la p ri­
m era ley de convivencia hum ana y tienen
muchos siglos de experiencia sobre la con­
ciencia aldeana siem pre en flor, p ara asom ­
b rarse de que el Derecho y la Ley repu­
blicanos vengan como un lábaro de espe­
ran za colgando de los fusiles m ontañeros.
Ellos saben tam bién que un buen día
se oirán los estam pidos del nuevo E jérci­
to de E spaña anunciando el alboreo de un
dem ocrático buen vivir. Y que todos es­
tarem os entonces en sus filas, sin pregunte r filiaciones. H ijos de un ideal común na­
da podrá en la m eta dislacerar de nuevo
la recia fib ra de n u estras gem elas voiuntades.
Hoy e stá a distancia de m ares, n u estra
angustia. Pero con la mano leal, el salu­
do nuestro, fra te rn o y rem oto, lleva h asta
allí, con nuestro orgullo por su g este, un
sentim iento de pudor y dignidad españo­
les que EUROPA todavía desconoce. No (
sabe que ESPA Ñ A no está en decadencia
ni en subasta. N i ociosa tam poco la ener­
gía en tensión del español desarraigado
de su ley y de su tie rra -.. .
Y que estos hom bres andariegos y t r a ­
bajadores y dispuestos por todas las sen­
das del mundo, coinciden en el deseo de
El alem án, el italiano, el moro, la g u ard ia civil, Queipn de Llano, el ex tra p e rlista , arm as
ver hecho realidad gobernadora en su pro­
y dinero e x tra n je ro . A gitándolo convenientem ente se obtiene la E spaña ‘‘nacionalista” .
pia tie rra , un concepto de L ibertad y de
...el cargamento de una hispanidad contrabandista, de cartuchera y de folleto...
D emocracia que, fren te a los cañones de la
tu
rb a gam ada y p a ra aniquilarla, nos dicen
m uerte. Las m ontañas esconden aldeanos razones internacionales que le perm iten se­
ecos tem erosos. B ajo el m anto v erdeante g u ir afilando bayonetas, E sp añ a am a la que ondea en los estan d artes aliados.
México, 1944 (de paso p a ra E s p a ñ a .)
de sus p rados, p ierde la voz el espanto lib ertad por sobre todas las cosas, porque
ciudadano, ahogado por la delación, el h am ­ es como la sublim ación de sí m ism a; de su
b re y el crim en. Un tem o r diluido como una personalidad acusada y fu e rte : ¿A qué acu­
n e g ra ala som bría, cubre la vida española, d ir a la emoción universal de su H istoria
entenebrece la relación de comunidad y cuando ahora
mismo el sentim iento de
a g o ta y m a ta a n tes de n a c e r toda p alab ra universalidad se e stá afirm ando en renco­
a lta , to d a inquietud sonora. E l m a r de sus res contra la tra g e d ia y el crim en?
eostas queridas, blanco y azul, tejido de
P o r nada —razonam ientos, am enazas o
ru ta s m ilen arias p o r donde un día a lomos coacciones— renunciarem os a ella. F u n d i­
de naves inconcebibles de luz y de belleza dos en tm mismo duelo em igrados y presos,
vino a nosotros la civiízación, p alp ita ah o ra movidos de la m ism a fiebre redentora, he­
bi 3}üe o jq u io ss op sCquaiuiiDauiarqxo uoo
m os de a rro lla r a esas fu erzas que se nu­
b a rb a ra o rg ia im perial, con estam p illa de tre n de un biberón de cobardías universales
sacrista n e s y de furrieles- L as ru ta s occea- p a ra caer sobre un pueblo desarm ado en
nicas p o r donde con la fe virgen, p u esta
tu rb ia s oleadas de codicia y de exterm inio.
en la a v e n tu ra d e un 'Suevo m undo, discu­ E n la adversidad y en el to rm ento la se­
rrie ro n y m arch aaro n c a ra al in finito unos renidad, la abnegación y el estoicism o, sa ­
hom bres audaces, se asom bra a n te el c a r­ b rán p a ra la reconquista hacerse cristal de
gam en to de u n a,h isp an id ad co n trab an d ista, las m ás p u ras ag u as. Y un día en la vieja
de c a rtu c h e ra y de folleto, que todos los tie rra donde las rem iniscencias de- b ru ta li­
d ías ¿sienten p a s a r sobre su s hondas a g i­ dad in quisitorial tienen ya un sabor rancio
ta d a s en indignación to rm en to sa co n tra e s­ lejano y vencido, en la vieja tie rra salpi­
to s b arbaros m odernos de bordados cora­ cada de a rte secular en la que florecen las
zones .lla m e a n te s, de fflech as san g rie n ta s nobles tra z a s de fundaciones, abadías, cas­
y de p a sap o rtes reglados con exagerado tillo s y universidades que vieron por sus
clau stro s antañones de León y Salam anca
cuido de-'coartada.
P ero .d e la tie rra seca y dulce a un tiem ­ d isc u rrir con el alm a, e l llam as a FR A Y
po, donde ta n ta sa n g re española h a caído L U IS y a FR A Y M IGUEL, podrem os m i­
e n terran d o u n a sem illa, se alza y a una in­ r a r las nobles facies .de lo s campesinos,, y
dignación densa, callada y hostil, como vo­ m en estrales sin el rictu s de rab ia y d e s -’
lu n ta d de v ida nueva ‘que ha de ahogarles, consuelo an te la rapacidad v e rtic a l’ y pe­
y que entenebrece f rom pe el sueño de con­ riódica de los bravucones que tu tean a los
tin u id ad que se ‘fa b ric a n como crustáceos lu c e r o s ...
especulando con situ acio n es que crea la
P a ra e sta em presa a despecho de riñ as Fachada de la U niversidad de Salam anca
tra g e d ia que vive en el m undo. Los hom­ de ta ifa s, de g rito s de hiperestesia, de le­
y e statu a de F ray Luis de León.
bres, como las pied ras que hacen la p a tria ja n ía s y de recuerdos, de pugnas dem agó­
española, tienen la seren a g ravedad calla­ gicas ó de am biciones p icaras de un m adru­ Y un día... en la vieja tierra salpicada
d a de quien soportó sig lo s de g ran d eza; g a r inoportuno, nos hemos de en co n trar to­ de arte secular. .. podremos mirar. ..
Guerrilleros de España
D E S P U E S D E LA CAIDA D E G IJO N . M IL IC IA N O S A LA LLEGADA A PA U IL L A C
.. .lograron arribar a puertos franceses, hambrientos y agotados. ..
Postrimerías de la guerra, en Asturias
Por Segundo BLANCO.
A mediados de sep tiem b re de
m il novecientos tre in ta y siete, la
situ ación de las fu e rz a s de la Re­
pública en A stu ria s se hace sum a­
m ente crítica y an g u stio sa. El fast-jo triu n fa n te en V izcaya y S an ­
ta n d e r, concentra todo su poderío
y lo lanza sin tre g u a sobre las
tro p a s a stu ria n a s y los pequeños
g r u p o s que eludieron el copo, a la
caída de la c ap ital m ontañesa.
La
superioridad enem iga
en
h om bres y m a te ria l es enorm e. La
aviación g erm an o italian a, sin n in ­
g u n a oposición, vuela a ra s de tie ­
rra , B om bardea y a m etralla a las
tro p a s a placer y d estru y e im pla­
cablem ente los pueblos. Un in fie r­
n o de m etralla que no se puede
c o n tra rre s ta r, va barriendo uno
p o r uno los b alu artes de la defen­
sa republicana.
L« ta re a , sin em bargo, no es f á ­
cil o ara las fu erzas del general
S o lfh ag a que avanzan p o r la cos­
ta . L as tro p as republicanas se a fe ­
rra » al te rren o en N iem bro y su
heroísm o es ta l, que se prem ia
con la M edalla de la L ibertad so­
b re el cam po de batalla. P arecía
inci eíble que aquellos soldados tan
in ferio res en núm ero, m altrechos
y m al arm ados, fu eran capaces de
co n ten er la terrib le avalancha ene­
m iga.
,
P ero aún habían de s u rg ir o tra s
epopeyas de indescriptible h ero ís­
m o A b rir el paso de la c o sta exi­
g ía un precio dem asiado alto y Solc h a g a inicia el flanqueo p o r las
s ie rra s del Mazuco. A llí se cubre
b rillan tem en te de gloria la B rig a ­
da de C arrocera resistiendo a dos
B rig a d a s a ta c a n te s con abu n d an te
a ltille ría , a la aviación que ac tú a
c o n stan tem en te y a los cañones
del “ C erv era” que contribuyen
lesde el m a r a la operación.
A tacados p o r to d as p a rte s, en­
vueltos en m etralla- p or doquier,
los soldados de H iginio C arrocera
ceden en el día el te rre n o palm o
a palmo. E scasos de arm am ento,
casi fa lto s de m uniciones, h am ­
brientos, aú n tien en co raje p a ra
lan za rse al c o n tra a ta q u e a la no­
che, cuando la aviación se recoje,
p a ra re c o n q u ista r el te rre n o p e r­
dido d u ra n te la jo rn a d a d iurna.
L a g ran d eza de la s jo m a d a s del
M azuco, dig n as de s e r d escrip ta s
p o r plum a m ás b rilla n te , donde
C arro cera establece a m enudo su
puesto de m ando en los hoyos que
ab ren los obuses, eleva aú n m ás
la morad de los soldados asturesEl Consejo de A stu ria s o frece p re ­
mios p o r cada b an d era a rre b a ta d a
al enem igo y los soldados se la n ­
zan como tig re s haciendo buen
acopio de ellas.
t a s b a ta lla s del Mazuco y N iem ­
bro echan p o r tie r r a los o p tim is­
ta s cálculos enem igos obligándo­
les a fo rm u la r nuevos p lan es. El
G eneral D ávila conferencia . con
A ran d a escru tan d o las p osibilida­
des facciosas p o r el fre n te de
Oviedo, pero allí se h a n fo rtific a ­
do bien los republicanos m idiendo
desde el principio los p eligros
m ien tras se c reían m ás seguros
p o r el oriente.
L a a rre m e tid a prodúcese e n to n ­
ces p o r los p u e rto s, escasam ente
guarnecidos. El E jérc ito a stu ria n o
ha perdido la m itad de su s efec­
tivos en quince m eses de san ­
g rie n ta lucha. E l arm am en to d is­
m inuye a la rm a n te m e n te y la s m u­
niciones no cubren siq u iera el minimurj de necesidades fre n te al
derroche enem igo. E l G obierno no
L os m ontes de A rriondas. protegidos por la S ie rra del Mazueo.
. . . donde se cubre de gloria la brigada Carrocera. . .
envía nada y el colosal esfuerzo
de los obreros de las in d u strias
de g u e rra no puede o p e ra r el m i­
lagro, de c o n tra rre s ta r la abudan
cia y el m odernism o del m aterial
ítalo-alem án.
T an g ra v e situación induce al
Consejo de A stu ria s a e n v iar una
D elegación a l G obierno c e n tra l p a ­
ra re c a b a r urg en tísim o envío del
arm am en to y m uniciones m ás in ­
dispensable. No es mucho lo que
se dem anda p a ra contener la ofensib a enem iga en un esfuerzo su ­
prem o, pero lo que se pide es im ­
prescindible porque no b a sta el p e­
cho y el arro jo de loe com batien­
te s ni la a lta m o ral que no decae
a p e sa r de todo.
E l Gobierno escucha a la Dele­
gación y reconoce la u rg en cia de
la ay u d a que se dem anda, pero no
tiene nada a su alcance p a ra acu­
d ir con la p ro n titu d que las c ir­
cu n stan cias exigen a sa lv a r el ú l­
tim o rincón norteño. Todo lo que
puede hacer el m inisterio de D e­
fen sa, es e n v iar a los com isiona­
dos a P a ris p a ra que obtengan lo
que puedan de la Comisión de A r­
mam entoAi cabo de varios días en la
c a p ita l fran cesa, se log ra reu n ir
algún arm am en to y m unición todo
ello m alo y de d istin ta fa c tu ra ,
p ero vale m ás que las pied ras de
que y a tien en que se rv irse en a l­
g u n as ocasiones los soldados a s ­
tu rian o s. Se fle ta el “ R ein a” con
todo ello; pero h a y que rom per el
bloqueo ex trem ad am en te a c en tu a­
do de los p u erto s de Gijón. ¿L le ­
g arem o s a tiem po ?
A principios de octubre el b u ­
que debe e s ta r en Gijón. En los
fre n te s d esp ie rta g ra n entusiasm o
la noticia de que va a lle g a r m a­
te ria l. M as, los días pasan y el
“ R ein a” no aparece. La situación
no puede s e r m ás an g u stio sa. El
enem igo vom ita m e tra lla sin ce­
s a r y n u estro s soldados tienen que
m an ten er silenciosas sus a m e tra ­
llad o ras. L a aviación y la a rtille ­
ría convierten en m ontón de ru i­
n as a C angas de Onis y cae el
principal b alu a rte que defiende el
descenso h a s ta el marEl „R eina” ap arece al fin cuan­
do y a están ag o tad o s los medios
de resistencia. El E .M . h a decla­
rad o en principio la im posibilidad
de la defensa.l Los soldados y el
pueblo, sin em bargo, . m antienen
m aravillosam ente la in teg rid ad
m oral y el esp íritu com bativo.
Con| e x tra o rd in a ria celeridad se
d escarg a el m a te ria l del “ R eina” .
Dos h o ra s m ás ta rd e , la aviación
hunde este buque. E n la m añana
del v ein te de octubre el d estró y er
‘‘C iscar” , co rre la m ism a suerte.
A l mism o tiem po, siéntese ya
en la villa de Jovellanos el tro n a r
del cañón del enem igo que ha re ­
basado Villaviciosa y se acerca ve­
lozm ente a l corazón de la zona
le a l. A medio día se reúne el Con­
sejo y tr a s escuchar el inform e
del E .M . que declara ab so lu ta­
m ente agotados los recursos de­
fensivos, acuerda el m om ento de
la evacuación pava aquella m ism a
noche, de cuantos hom bres pue
dan se r salvados.
Hecho el recuento de los buques
de que se dispone, el E .M . recaba
p a ra sí la evacuación m ilita r y se
dispone a circular en el acto las
órdenes oportunas. Las rep resen ­
taciones sindicales y políticas en
el Consejo, comunican rápidam en­
te el acuerdo a sus organism os
respectivos. E n las prim era s horas
de la ta rd e , m ilitares y civiles van
recibiendo la consigna de concen­
tr a rs e en los p u e rto s de Gijón,
A vilés y Candás.
Con las p rim eras som bras de la
noche, los pequeños barcos de la
flo ta p esq u era com ienzan a la n ­
zarse a tra v é s de la ex trecha fa ja
de m ar que queda, e n tre los buues de g u e rra enem igos que la
bloquean, en busca de costa f r a n ­
cesa. Son m om entos de emoción
indescriptible. L a m u ltitu d , au n ­
que no abandona las a rm a s tr a n s ­
p o rtab les pensando aún en u tili­
z a rla s en la zona leal a la que se
dirig e, g u a rd a una com postura y
una serenidad sencillam ente adm i­
rables en aquellos trágicos in sta n ­
te s .
Muchos cayero» en m anos de
la a rm a d a fascista. U nos seis mil
lo g raro n a rrib a r a puertos f r a n ­
ceses, ham brientos y agotados por
la fa tig a y lar emoción de un salto
de m ar realizado en unos barcos
inadecuados, sin m arin ería, y en
la m ay o r p a rte de los casos sin
n ingún personal técnico- A lgunos
buques no ta rd an m as que m inu­
to s en hun d irse al lleg ar a p u er­
to a b a rro tad o s de ca rg a hum ana.
Y a en tie rra s de F ran cia, no se
acabaron aún las calam idades. La
g en d arm ería nos d ab a tra to de
enem igos, aunque n u estro Gobier­
no m an ten ía relaciones norm ales
con aquel país. Los prim eros lu-
Loe facciosos A randa y D ávila.
...escrutando las posibilidades...
g ares de Concentración, los en sa ­
yaron los refugiados astu rian o s
cuando sólo iban en trá n sito p a ra
su p a tria . En Q uim per fueron in­
tern ad o s los C onsejeros del Con­
sejo de A stu rias y sólo fueron
liberados m ediante su enérgica
p ro te sta e intervención del Cón­
sul en aquella villa.
A los siete años de aquel vein­
te de octubre, rendim os un em o­
cionado hom enaje a los que no h a ­
biendo podido h u ir de la olar d e
barb arie que se enseñoreó de la
A stu rias bravia, fueron b á rb a ra ­
m ente suprim idos. Y trib u to de ad­
m iración a los que con estoicism o
ejem plar están en la brecha a la
esp era del m om ento p ara conse­
g u ir la victoria que h ag a b rilla r
de nuevo en aquella tie rra indó­
m ita el Sol de la L ibertad.
UNOENTRE MUCHOS
Londres, octubre. — E l corres­
ponsal en el su r de F ran cia del
diario "N E W C H R O N IC LE” re la ­
ta eon todo Injo de detalles la b ri­
llan te actuación del jefe de g ue­
rrilla s Jo sé B arón Carrreño, de
veinticuatro años, quien m urió he­
roicam ente en el asalto al A yun­
tam iento de P arís que estab a en
poder de los nazis. A la com pa­
ñía que m andaba este héroe esp a­
ñol, el Gobierno de De G aulle le
ha concedido la m edalla m ilitar.
Las b a rracas del campo de concentración, por dentro.
(D ibujo hecho en el de A rgeles por el pintor L iz a rra g a ).
.. .en tierras de Francia continuaron las calam idades...
Razones y sinrazones del
Problema Español
N uestro editorial sobre los gue y el galim atías político de la emi­
rrillexos españoles fué escrito cuan­ gración. Todavía no somos lo bas­
do las informaciones de prensa nos ta n te razonables para volver la vis­
a onunaban con noticias optimistas ta a nuestras disputas y reconocer
sobre hechos de armas y movimien­ que el único camino p ara la asocia­
tos irresistibles en la frontera fran­ ción perfecta de todos los elementos
cesa. T anta felicidad, para cualquier republicanos es el de reivindicar, en
observador prudente, se hacia sos­ torno a sus representaciones legiti­
pechosa. P o r una parte, a nadie co­ mas, la legalidad de las institucio­
mo al general Franco le convenía nes de derecho, cuya defensa costó
aacer creer que su ejército interve­ ta n ta sangre al pueblo español. P a ra
nía nuevamente, “ en nombre de la los refugiados es siempre una solu­
civilización cristian a’*, contra los ción más práctica que la de urdir
rojos desatados. P or otra, estábamos cada m añana instrum entos discre­
acostumbrados a que en los medios pantes de política. Y para el mundo
políticos de la emigración se espe­ que nos contempla seria una prueba
culase irreílexiblem ente con cual- de buen sentido, ya que la acción
quier acontecimiento. H a sido una que determ inara el núcleo legal re­
lluvia de novedades que nos m area­ publicano, fortalecido por todos los
ron a todos, pero que, sometidas a partidos y fuerzas básicas, m ilitares
un análisis sensato, presentaban leales, sindicatos, etc., q u itaría sin
muchas de ellas dudosa verosimili­ remedio a los hombres de estado
tud, por tra ta rse de hechos radical­ demócrata, su argum ento aquiles de
mente contradictorios. U n espíritu que nuestros actos no pueden ser
pueril de propaganda a ultranza qui­ tomados en serio, ya que sólo pro­
so aprovecharse de la tensión pro­ metemos arbitrariedad, discordias y
ducida por las hostilidades de los soluciones inconcretas.
L a batalla decisiva contra el
guerrilleros españoles, y no se pensó
que, en el fondo de todo ello, se es­ franquism o —más exactam ente, con­
bozaba probablemente una maniobra tra la reacción española—, tendrá
alarm ista y provocadora para obli­ por fuerza doble carácter: m ilitar y
gar al general De Gaulle a actuar político. Y ta l vez sea indispensable
darle a la política homogeneidad y
en sentido conservador.
L a castiza afición a pescar en rio discreción, an tes de que el esfuerzo
revuelto adelantó demasiadas espe­ bélico de nuestra rebeldía se haga
ranzas y, h asta seguridades. . . E ra eficiente. No es que no quepa en lo
como si Francia perteneciera ya a posible un alzamiento popular qne
los españoles p ara que desarrollasen, por su propio volumen deje en pre­
sin cortapisas, sus actividades revo. cario las demás soluciones. Ese mo­
indonarias. Y, sin embargo, nada vimiento, de acabar triunfando, es­
en los medios diplomáticos aliados tablecería la forma de gobierno que
inducía a creer que estuviesen dis­ h abría de suceder a Franco. Pero
puestos los gobiernos dem ócratas a ¿quién piensa en que una empresa
cambiar de política respecto a los así está a la vuelta de la esquina?
Si F rancia nos abandona a nues­
republicanos españoles y a apoyar
_o m irar con sim patia— una acción tr a suerte, que 3e nos diga, sin es­
annada de éstos desde Francia. Los túpidas facilidades de vocabulario:
periódicos se poblaron de m ajade­ ¿quién le p restará al pueblo español
rías, como la de que el Dr. Negrin la ayuda necesaria, una ayuda como
h ab ía nombrado “ o tro ” gobierno las que ha perm itido al m ariscal Ti­
en París, o la contraria de que ya to proseguir ventajosam ente su lu­
existia eu la ciudad luz un órgano cha en Yugoeslavia? El arm a polí­
supremo republicano presidido por tic a que ofrecen nuestras diferen­
el señor M artínez B arrio y de la cias in tem as carece de valor. Inclu­
m ás extraña y absurda composición. so para estim ular a esos católicos
En México. —aturdidos lógica­ de quienes tan to se habla y que cons­
mente— los refugiados se apresura- titu y e n la base de la reacción es­
ban a tom ar posiciones. Pero no las pañola, no tendríam os mejor dialéc­
Anheladas posiciones de unidad. E ra tic a que la de nuestra fu erte unidad
como si cada perscnaje buscase en­ y la de un programa coherente re­
tre las noticias su gobierno, o su ferido a la Constitución republicana
junta, y a fe que no era tarea fácil y a los postulados de las naciones
orientarse en el laberinto de las aliadas en la presente guerra. No
sabemos por qué las facciones po­
organizaciones rivales.
El resultado de todo ésto es que líticas, que h an atom izado y redu­
los corresponsales de prensa han cido al absurdo el sencillo problema
acudido a los Pirineos, por orden de de la legitim idad de nu estra causa,
sus editores, y comienzan a decir­ nos han de servir mejor que la Car­
nos qne no encuentran pruebas de ta del A tlántico o las declaraciones
ios descomunales acontecimientos generales de los “ G randes” , respec­
relatados con anterioridad.
Los to a la restauración de la libertad
“ m aquisatds*' españoles y france en Europa. A nte la inevitabilidad
ses fueron retirados de la frontera del hundim iento del totalitarism o,
hace tiempo y las p artidas de gue­ sus afines españoles sienten miedo
rrilleros que operan en España, pro­ y no es la mejor m anera de qu itár­
cedentes de Francia o levantadas en selo ofrecerles pactos políticos que
el mismo país, empezaron a actuar adolecen de un grave defecto: re­
‘antes de que el general De Gaulle nunciar, en principio, a la Constitu­
dispusiera que se alejasen de la ra ­ ción, ésto es. a la ley. M ala o buena,
la C arta fundam ental de la Repúbli­
y a las m ilicias populares’’.
P o r otra parte. De Gaulle ha de­ ca y el gobierno que —durante la
cretado el desarme de los “ m aqui­ guerra__ anunció los 13 puntos de
la ra s” —de todos ellos, franceses y conciliación nacional, representan
españoles—, salvo que se incorporen
al ejército regular de Francia. La
idea de otorgar “ estado legal’’ a
las milicias populares, que tanto han
hecho por la liberación de dicho país,
C urante su estancia en México a
dgnifica simplemente que no se donde le tra je ro n los trab ajo s de la
quiere d ejar al pueblo armado, por U N E . A. qne le han sido encomen­
las ulteriores consecuencias que pu­ dados, el ex-presidente de Colom­
diera tener el hecho.
bia recibió la v isita de los Sres.
No es que lamentemos un fracaso, Velao, Blanco, González P eñ a y Bil­
puesto que la evidencia del espíritu bao, m inistros del último Gobierno.
L a entrev ista fue en extremo cor­
de lucha del pueblo español, cuales­
quiera fueren los resaltados de las dial. El Doctor Santos demostró, te ­
escaramuzas actuales con el fra n ­ ner un exacto conocimiento de la
quismo. es un suceso positivo y alen cuestión española y de la cansa re­
tador, cuya Influencia moral y polí­ publicana de la que viene siendo un
tica seria ya necio negar. Lo que ardiente defensor, desde los días en
no nos parece útil es sacar las co­ que Negrin y A lvares del Vayo pro­
sas de quicio ni obrar con atu rd i­ clam aban los derechos de aquella en
miento. Y si ha habido quienes se Ginebra, donde el Doctor Santos re­
han cogido los dedos por su “ espí­ presentaba a su país.
E n un recuerdo p ara los republi­
ritu de apropiación” , no vale la pe­
na in sistir en ello, sino deducir al­ canos residentes en Colombia, se pu­
guna m oraleja práctica de la an ti­ so de m anifiesto la estim a y el cari­
nomia flagrante que existe entre el ño con que nuestros com patriotas han
impulso de libertad y la disposición sido acogidos por las autoridades y
de) pueblo español p ara el heroismo, el pueblo de aquella república.
Entrevista con el Dr. Santos
más garantías p ara los elementos
conservadores que 103 reclamos de
los comunistas a los católicos y que
los diversos organismos francos qne
por doquiera pululan, unos con sus
divisas unpnniscas, otros ofreciéndo­
lo todo sin pedir nada, los qne no
con su separatism o ram pante. Mien­
tra s no dispongamos de elementos
más convincentes de persuasión,
m ientras nuestro orden sea el des­
orden, Franco se fro ta rá las manos
y no tendrá que inquietarse por la
lealtad de sus generales ni de sus
hermanos en religión. O tra cosa se­
ría si la voz de los republicanos es­
pañoles fuese una sola voz gigantes­
ca, formada por todas las voces que
escucharían con respeto los Grandes.
. . . Si no se han sentido, todavía,
emocionados ante el nuevo sacrificio
de los heróicos milicianos ele España,
que, sin im portarles los sufrim ientos
y vejámenes sufridos, continúan de­
rram ando su sangre cristiana, su
sangre redentora, sn sangre revolu­
cionaria, por la dignidad de los hom­
bres.
El peligro de España fascista
el Dr. Santos lo denuncia
Días pasados fue objeto de un
hom enaje p o r p a rte de los inte­
lectuales españoles, El Dr. E duar­
do Santos, ex P residente de la Re­
pública de Colombia. Con el ho­
m enajeado tom aron asiento en la
presidencia del acto, los señores
D . M anuel M árquez, decano de la
F acu ltad de Medicina de M adrid;
D octor Bosch G im pera, recto r de
la U niversidad de Barcelona"; D .
José Puche, re c to r de la U niver­
sidad de V alencia; el catedrático
de la U niversidad de Salam anca,
D . Jo sé de Benito y D . M ariano
Ruiz Funes, ex-m inistro, ex-em bajad o r y cated rático de la U niver­
sidad de M urcia. E stuvieron p re ­
sen tes infinidad de intelectuales
españoles y se ad hirieron D. Blas
C abrera, D . Jo sé G iral, ei Dr.
A costa y el h isto riad o r D . R afael
A ltam ira.
N A CIO N ES Y N A C IO N C IT A S .—El esp íritu de los acuerdos o
desacuerdos —que de todo h ay — de D um berton Oaks parece inspi­
rado por lo que los alem anes llam aron R EA L PO L IT IK . Se tra ta
de a se g u ra r la paz y e v ita r agresiones, pero como las grandes
potencias no acceden a d esarm arse, se ha llegado a concebir un sis­
tem a preventivo m ixto que se apoye en una especie de nueva So­
ciedad de N aciones —poco m ás o menos como ila que apenas sirvió
de p an talla a dem ócratas e im p erialistas p a ra ju g a r al engaño —y
en el supuesto de que e ste in stru m en to fallara, siem pre quedaria la
posibilidad de que las supernaciones im pusieran su eriterio, m edian­
te negociación d irecta e n tre ellas.
L as herm osas p a la b ra s sirven de bien poco cuando en la re a ­
lidad profunda de los gobiernos anidan el escepticism o y la descon­
fian za. H abíam os creído que esta e ra la ‘‘ocasión m ás grande que
vieron los siglos” p a ra hacer algo ú til por la hum anidad. Pero do­
m ina la lógica de la desigualdad d e doctrinas sociales y de apeten­
cias económicas y geopolíticas y nada nos anuncia que en la trasg u e rra no sig an predom inando la intolerancia y la rivalidad como
facto res de nuevos conflictos bélicos- En cierto modo la tesis re a ­
lista de las conversaciones de D um berton Oaks recuerda aquel cuen­
to de los com padres gitanos que, tr a s z a n ja r viejas rencillas, vinie­
ron a em borracharse juntos, pero cada vez que uno m etía la mano
en el bolsillo p a ra p a g a r su ronda,, el otro asom aba las cachas de
su f a c a . . . ” p or si aeaso” .
El sentido de dividir a las naciones en dos categorías, a los efec­
to s de su representación en la proyectada Sociedad de las N acio­
nes, no puede ser o tro que c o n sag rar a las m ás fu e rte s como Esta*)
dos de su p erio r je ra rq u ía . E x iste ahí, en potencia, un nuevo con­
cepto de im perio tr ip a rtita , producido en v irtud de capitulaciones
e n tre las naciones dom inantes. La arm onía co n sistirá en que los
liam ados G RA ND ES de e sta g u e rra estipulen cuáles serán las zo­
n a s de influencia política y económica de cada uno. Y h a b rá pue­
blos m enores que se inscriban v o luntariam ente en el F IE F de un
su p e r E stado, por afin id ad racial o por sim p atías políticas, pero nó
fa lta rá n o tro s a los cuales se obligue, contra su gusto, a depender
re lativ am en te de un gobierno que no les merezca aprecio, por mo­
tivos h istóricos o de cualquier índole.
Las pequeñas naciones, que pueden ser grandes, si no m aterial­
m ente. no com prenderán que ta ;p a z provenga de la sum isión de los
débiles y no del d esarm e de los fu e rte s. En el fondo de las negocia­
ciones actu a les p a ra la p o stg u erra se vislum bra la clásica teo ría del
equilibrio, ta n cara a los británicos. A nte el resultado mecánico de
la presen te contienda, que d esp lazará hacia O riente - -pensamos, en
E u ro p a— el poder político, In g la te rra está procurando a rtic u la r un
a p a ra to intern acio n al que la compense de su inm inente pérdida de
influencia.
Mr. C hurchill ha salido del K rem lin, según los corresponsales,
fro tán d o se las m anos, después de doce dias de conferenciar con el
m ariscal S talin . H ay quien sugiere que el a stu to estad ista ha ad­
quirido g a ra n tía s sobre occidente, a cam bie de ceder en los asuntos
o rien tales, como son los que corresponden a Polonia y a los Balca­
nes. P a rtic u la rm e n te a los españoles nos in teresa saber qoé ca te ­
g o ría internacional se nos piensa a trib u ir. Porque, francam ente, ni
aún en p ago a la sovietización de lós países de sa n g re eslava, nos
d ejaríam o s en feu d ar los republicanos, y por eso n uestro tem or de
que el apoyo oficial de In g la te rra a F ranco, o a sus afines de cual­
quier calaña, signifique algo más que una a ctitu d adventicia y tá c ­
tica.
Mucho nos ha complacido conocer las excitaciones de la prensa
sindical de Moscú —p or ejem plo ‘‘La g u e rra y la clase o b rera”— en
el sentido de que “ la seguridad fu tu ra de E u ro p a requiere que el
focq de infección fasc ista de E sp añ a sea liquidado to talm en te” . Mu­
cho tam bién nos han alegrado las últim as disposiciones restrictiv as
del gobierno de los E stados Unidos respecto al E stado Azul. Pero,
con todo esto, nos m antendrem os a la expectativa, m ientras se in­
sis ta en ese plan de diferen ciar a los pueblos, en naciones y naciónc ita s, conform e a una idea del equilibrio fran cam ente a rb itra ria .
O tra cosa se ría , si los pueblos de m enor cuantía física, pero no mo­
ra l, h ubieran sido llam ados a D um berton O aks p a ra que se les oyera
tam bién, pues la sa n g re d erram ad a por ellos les otorga ese derecho.
O tra cosa seria, asim ism o, si se hubiese form ulado alguna decla­
ración específica co n tra la insólita propensión al franquism o, del go­
bierno del Reino Unido. N u estro s hom bres están peleando o tra vez
c o n tra el últim o reducto del nazifascism o en E uropa, que es el ré ­
gim en de F rancisco F ranco. ¿Se les d e ja rá solos, aunque apelen a
la conciencia del m undo, de ese pobre mundo que sueña con la ju s­
ticia y con la verdad y qne periódicam ente es envilecido por la di­
plom acia se c re ta ? —A ntonio de BAEN A.
|
E l señor De Benito ofreció el
ag asajo y evocó el gesto caballe­
resco del hom enajeado cuando reu­
nió en el Palacio Presidencial de
B ogotá a los intelectuales españo­
les acogidos a su hospitalidad y
proclam ó an te el mundo que Co­
lom bia no consideraba a los re ­
publicanos españoles, ex tran jero s,
ni mucho m enos gente pernicio­
sa . . . E ste rasgo jam ás sería ol­
vidado por los españoles.
El señor Ruiz F unes habló a
continuación y dijo, e n tre o tra s
cosas: ‘‘A lbergam os el recelo de
que esas fuerzas españolas que
han reanudado el combate por la
libertad de E spaña, sean envueltas
en m aniobras de las cancillerías
p ara p e rp e tra r una nueva No In­
tervención. Y tenem os el deber de
d a r la voz de alarm a y preg u n ­
ta r si no se ha derram ado en E s­
paña b astan te sangre de españo­
les p a ra ap acig u ar a los to ta lita ­
rios” .
F inalm ente habló el ilu stre ex
P residente de Colombia. Calificó
el hecho de h aber forzado al exi­
lio a las grandes fig u ra s univer­
sita ria s españolas “como p erfecta
injusticia y p erfecta estupidez".
“ Yo vi —añadió—, desde G ibral­
ta r , las comedias trág icas a que
dió lu g ar ¡a ‘‘No Intervención”.
La g u e rra en E spaña fué —nadie
puede negarlo a estas a ltu ra s—, el
ensayo general de la ten tativ a del
E je p ara dom inar el mundo. To­
dos lo sabíam os. Sin em bargo,
E spaña fué sacrificada porque se
creía que su sacrificio podría aho­
r r a r el propio.
“ Las potencias aliadas, tienen
el deber de re p a ra r un acto de
escandalosa ignominia:: el cometido
con la E spaña Republicana. E stá
bien que sean liberados los pue­
blos europeos, Francia, Checoeslo­
vaquia, H olanda, Bélgica, etc. Pe­
ro deben liberal' tam bién E spaña.
‘‘Cuando oigo a gentes respon­
sables que hablan de la necesidad
de a isla r y d e stru ir los focos fa s ­
cistas de A m érica, se afirm a en
mí la creencia de que lo prim ero
que hay que hacer para ésto, es
elim inar el foco fascista español,
que es el más grande, es el cuar­
tel general de la distribución del
fascism o en A m érica.
“No me explico cómo se puede
tr a ta r con violencia a los focos de
fascism o de este Continente, y con
vergonzosa benevolencia, a la E s­
paña fascista, de la que los focos
fascistas de A m érica, tom an ori­
gen.
‘‘E l pueblo español —term inó
afirm ando—, no necesita m ás que
justicia y libertad. Quienes d iri­
gen la m archa de los aconteci­
m ientos del mundo, desde el cam po
aliado, que m iren, al contem plar
el p anoram a del mundo, si puede
se r m antenido un régim en fascis­
ta , que se m antiene sobre m iles de
prisioneros, en los campos de con­
centración y de exiliados por to­
do el m undo; y que m anifiesten si
algo de lo que se dice que persi­
gue la victoria aliada, es m entira.
“ Que se deje a los españoles
in s ta u ra r el régim en de libertad
a que tienen derecho. El papel de
E spaña no puede ser subestim a­
do. Porque d etrás de E spaña, es­
tam os cien millones de am ericanos.
Tenemos que fo rm ar un fre n te
único, vinculado por una comuni­
dad de sentim ientos y aspiracio­
nes caracterizada por n u e stra in­
sobornable aspiración a la libertad
y a la independencia, que es el
fondo del se r del español y de los
hispanoam ericanos.
‘‘La m ás segura g a ra n tía p a r a
la defensa de nu estras nacionali­
dades. e stá en una E spaña repu­
blicana y la m ayor am enaza y el
m ás g rave peligro p ara todos^ los
pueblos hispanoam ericanos, e stri­
ba en una E spaña fascista, d icta­
torial y m ilitarista, que fom ente
en A m érica, con sus in trig as, el
ejem plo de su ominosa existencia”.
“ U na victoria de ustedes, es
condición necesaria p ara las vic­
to rias que nosotros podamos con­
q u ista r. . . ”
Al fin alizar el acto, el D octor
Santos fué objeto de una despe­
dida cariñosísim a.
Estampas de la tragedia
Cómo ha sido preparada la guerra de
España, por Alemania e Italia
Por "A. González NIETO.
mo p ara determ inadas labores de
espionaje, fué inspirada a Berlín,
por medio del general Faupel, la ne­
cesidad de que fu era enviado a Es­
paña el “ Circo H agenbeck” , el
cual, su toum eé por la península,
prestó una ayuda intensa a la Ges­
tapo.
K arl Supprian, profesor de la
—I —
T antas y tan variadísim as han si­
do las versiones publicadas sobre la
tragedia española y su origen, que
a estas fechas, después de ocho
años, 1a confusión y la mcertidumbre se han generalizado desde el
combatiente hispano a la inmensa
m ayoría de las cancillerías, cosa que
daña en extremo a la causa defen­
dida por la República Española y
a los derechos individuales y colec­
tivos arrebatados al pueblo español
por acuerdo previo e im perativo de
las' arm as fascistas.
Sin ánimo de saber más que na.
die, pero en posesión de la verdad
exacta de cómo ha sido fraguada y
llevada a cabo la guerra de España,
voy a exponer, cou un número de
detalles para muchos desconocidos,
lo que hasta hoy ha sido ocultado
ai mundo liberal y al propio pueblo
ibérico.
Fué en 1933, al mismo tiempo que
Adolfo H itler tom aba el Poder en
Alemania, cuando germinó la idea,
en las mentes teutonas, de provocar
un movimiento insurreccional en el
extremo de Enropa occidental, cuya
labor habría de constituir el prelu­
dio bélico que el Tercer Reich deb-a
ita liz a r p ata o otener la expansión
prom etida al pueblo alemán y la
anulación del Tratado de Versalles.
T ras el examen de distintos pla­
nes, se eligió a España p ara la ini­
ciación de la llam ada ' ‘B atalla N a­
cionalsocialista-’, pero se convino
en que la acción no podia ser reali­
zada de inmediato, sino después de E l G eneral Von F aupel, em bajador de-A lem ania a n te F ran co y a se ­
una preparación mesurada y corolaso r d u r a r te las.o p eracio n es m ilitares del asedio de M adrid.
da con todo género . de detalles en
.. .por sus méritos anteriores dirigiendo el espiónale.
los que fueran escogidos todos los
extremos concernientes a la v id a es­
pañola en sus medios m ilitares, in­ drich y Himmler, encomendándole a u a v , f.ittad de Barcelona, trab ajó
dustriales, topográficos, políticos y K u rt la creación de tan to s sub-de- bajo la dilección del general Paupaitam entos como lu eran necesario^ pfci, mas tarde Em bajador alemán
sociales.
ante atan c o , el cual dirigió la
En una reunión convocada por el er. toda la península.
E l espionaje in dustrial debería • Leutscnei Akademisciier Austrapropio H itler, a la que acudieron
Heydrich, Himmler, Hess y K a rt Ser ejercido por una organización uscjiüiens¿ ’.
L na vez elegidos los principales
W emike, fué cuidadosamente exami­ denominada “ Akademiscner Ausnado el plan de ataque a España por tia n -c td ie n st” (Servicio de In te r­ directo.es del movimiento de espio­
cambio Académico), y el m ilitar por naje y preparador del acto insuirecmedio de una sublevación m ilitar.
Exam inaron el número de empre­ la W iniikraft Z entraie” (Centro de c.onai, se pensó en un elemento imp.escnidibie para la coordinación de
sas, de los distintos caracteres, ale­ A viones).
P a ra co n trarrestar toda influen­ •'S erv icio .' ’, cuyo siniestro perso­
m anas que existían en España y las
posibilidades que cada una podia cia comercial no alemana en España naje había hecho grandes trabajos
ofrecer p ara la labor que se preten­ se designó a la organización “ Aus- en el Barre. A ustria, Checoeslovaquia
landshandelstelle” , (Comercio Pos­ y otros países. Este personaje im­
día realizar.
prescindible era H ansjiirgen Koeh' Se tuvo tam bién en cuenta la si­ ta l E xteiior).
La firm a berlinesa “ Wilhelm ler, alto, jefe de la Gestapo y nom­
tuación política interior de España,
en la cual se evidenciaba una fnerte T eu b ert” tra b a jó en España bajo el bre de extrem adas condiciones de
lucha entre los elementos izquierdis­ nombre de ‘ ‘C entral de Fuerza Mo­ habilidad.
Por fin se le designó como jefe
tas y de derechas. La subida de Gil triz Aérea W- T a u b ert’ ’, cuya di­
Robles al Poder era una garantía rección fué encomendada al ex-te- privado de todos los “ tra b a jo s” eD
para los proyectos del Tercer Reich, niente H ans Gunz, y como lugarte- España y se le encomendó la contropues el jefe de las derechas españo­ niente de éste se eligió al capitán lacica de los C .S .A .R . y los S .S .
las estaba impregnado de las doctri­ H onrad H eerdt, el cual h abría de (Fuerzas de A salto). Desde 1933 a
nas nacionalsocialistas y ello era un sustitu ir a Gunz si éste sufría al­ 1936 trab ajaro n para el Tercer Reich
punto favorable qne era necesario gún contratiem po. Estos dos ele­ en España, cerca de 18 m il alema­
aprovechar. Por otra parte, Gil Ro­ mentos fueron encargados de diri­ nes, los cuales estaban en contacto
bles era un enemigo irreconciliable gir la “ W in d k ra ft Z en trale” , que con todas las principales entidades
industriales, políticas, m ilitares, sin­
de los socialistas, máxima fuerza or- radicó en Barcelona h asta 1936.
ganizada en la política española. * También fueron designados como dicales, recreativas y deportivas.
n n abril de 1936, después de una
E n la reunión se destacó la creen­ jefes de espionaje, para diversas
cia de que la “ Compañía Ham bur­ comisiones, los siguientes: E n Ma- extensa serie de reuniones en Berlín,
guesa de N avegación’’, establecida diid, W ilhelm G effaell; en AUcan. en algunas de las cuales participó
en la península ibérica era la em­ te, Joachin Koobloch; en Málaga, oficialmente el Conde Ciano, hijo
presa más adecuada a llevar la res­ por el abastecedor de barcos Peter- político de Mussolini y M inistro de
ponsabilidad de los trabajo s que se sen, y en Marruecos por H einricb Estado del Gobierno Italiano, se ce­
lebró una nueva reunión definitiva
pretendían realizar. E ra una empre­ Hoffman.
P a ra los secretos navales eligie­ a la que asistieron todas las altas
sa de gran im portancia y de ex­
trem a confianza por la condición ron a Enríco Frike, el cual ten ía un jerarquías de la Gestapo y del Ter­
nacionalsocialista de la casi to ta li­ negocio de im portaciones y exporta­ cer Reich, más delegados italianos y
dad de sus empleados y dirigentes. ciones en Cartagena. F rik e había españoles afiliados a Falange Espa­
Rehirann, cónsul alemán por aque­ tiab ajad o como espía en España du­ ñola.
Sin embargo, en esta reunión no
lla fecha en San Sebastián, era otro ran te la guerra 191-1-18, siendo des­
valioso elemento que debía aprove­ cubierto y detenido por la policia concretaron la fecha del levanta­
charse para el espionaje protocola­ española, pero al finalizar la gue­ miento n i los puntos que le intere­
rra fué puesto en libertad y retor­ saban a Alemania, estimando que
rio.
P a ra dirigir el trab ajo de Madrid nó a Berlín, exigiendo una fuerte debía celebrarse una nueva reunión
se pensó en H err Steffin, quien de­ suma al Gobierno republicano ale­ en la que tom arían parte oficialmen­
bía dirigir una organización que se mán para e v ita r el escándalo, cosa te. representantes de Franco.
¿Fué lo acaecido en España una
titu la ría “ Frente de T rabajo Ale­ que obtuvo fácilm ente, retom ando
después nuevam ente a España.
guerra civil, como se pretende em­
m án’’.
Adolf Thieme realizó una intensí­ baucar al mundo, o el preludio de la
Se concretó que la “ Compañía
H am burguesa” creara una nueva sim a labor de espionaje en la “ So­ I Ï Gran Guerra Universal que se
organización que se denominara ciedad Española de Armas y Muni­ ventila?
E n los artículos restantes de esta
“ Servicio de P uertos” , la cual con­ ciones” .
Carlos Kodatz y von Bohle ejer­ serie, demostraremos cuán grande es
trolaría la totalidad de la labor de
espionaje y la “ Policía P o lític a ” . cieron tam bién u n espionaje activí­ la responsabilidad de los países de­
P a ra jefe del “ Servicio de Puer- simo desde la “ ’J u n k ers” y la m ócratas de la v ieja Europa en la
catástrofe española, por el abandono
to s” fué designado K u rt Wermke, *‘A uslandorganisation” .
M ás tarde, como medio eficacisi- que r iiminñ en el acuerdo de Múnich.
gran amigo y colaborador de Hey-
f
f DIRECTOR
e s q u in a
O RD EN D E SO R D E N A D O .—A veces, en medio de un cam ­
bio de ideas generales, su rg e una opinión con buen sentido. H ablábam os de los acontecim ientos contradictorios de la g u erra y de la
política que a sp ira a a se g u ra r la paz, y no podíam os por menos que
sen tirn o s p esim istas. Uno aducía: “ Si las m asas no ex traen de la
p resen te experiencia o tra cosa que resignación y dejan que prospe­
ren las rivalidades nacionalistas o im periales, no se podrá decir que
e! hitlerism o ha sido d errotado” . A lo que arg u m en tab a o tro : “ En
efectp . .. pero e s que p artim o s de una falsa idea de la sociedad.
¿Q uién piensa que el hom bre haya alcanzado ya la etap a de subor­
d in a r sus prejuicios nacionales, el m andato de su paisaje y de sus
tradiciones, a un orden m u n d ial?’*. “ Los que creem os en la revolu­
ción*’ —apuntó un tercero. Como no se producían conclusiones op­
tim ista s, el menos hablador de los contertulios —un ilu stre m ilitar
republicano— in terv in o : “ Bueno e sta ría que renunciáram os a creer
en la intuición de la s m asas. Lo que pasa es que la educación de
los núcleos básicos de la sociedad. no e stá aún a punto. N ecesitan
v er cómo fracasa positivam ente el sistem a liberal y cap italista y
cómo se d esarro lla el socialism o, en una zona de experim entación
ta n enorm e como la Unión Soviética, p ara a v e n tu rarse á realizar
revoluciones in teg rales que modifiquen la estru c tu ra del m undo. . .
E l problem a de la civilización siem pre ha dependido del tiem po. Y
calculando por ciclos de cu ltu ra, no hay razón p a ra im pacientarse,
ni caer en el pesimismo*’.
A grada escuchar p ala b ra s juiciosas, aunque el consuelo que pro­
porcionen sea fu tu ris ta . Al menos, sacan a uno de la perplejidad
y de! escepticismo- Y es qué cuesta tra b a jo acom odarse a las incon­
gruencias de la edad de la técnica y de la especulación científica
y se n tirse seguro de que el fenóm eno de b arb arie infrahum ana, re ­
presentado por el nazism o, no se reproduzca en d istin ta form a. Se
hace difícil, cada día m ás difícil, sab er en qué consiste la civili­
zación. sobre todo si se analizan los beneficios que prom ete ei es­
tado de cosas internacional, a cambio del fabuloso sacrificio de vi­
das y riqueza que estam os presenciando. ¿L ib ertad ? ¿D em ocracia?
P reciad o s bienes, sin d u d a; pero en rig o r no se tr a ta de hacer a!
hom bre libre igual en tre sus sem ejantes ni de g ara n tiz a rle el dere­
cho a p artic ip ar en el gobierno de su república. Si así fuese, la o rg a ­
nización de la paz re s u lta ría elem entalísim a y los fines de la g u erra
cabrían en dos renglones. Al contrario, lo que se desprende de los
cabildeos, consultas, conferencias, declaraciones y reg ateo s e n tre los
G RA ND ES o sus portavoces es que los pueblos han de quedar suje­
tos a una serie de dependencias y jerarq u ías determ inadas per una
sim ple relación de fuerzas, por un propósito de equilibrio, e n tre po­
tencias rivales.
P or eso el panoram a internacional es fan tástico , según ha es­
c rito mi in separable Ju an M ontaña en alguna p arte. Los enem igos
de a y e r m archan codo, con codo contra el am igo convertido en ad­
versario . B ulgaria, por ejem plo, se h a visto obligada a rom per con
H itler, su aliado, y a p re s ta r sus fuerzas a las dem ocracias. Los fin ­
landeses atacan a los alem anes y los rum anos a los húngaros. P o­
lonia sigue apurando su cáliz pues T adeus K anorw ski (B ro ), después
de 63 d ías de luchar e n tre las ru in as de V arsòvia y de se r nom ­
brado jefe de la resistencia por el gobierno polaco de Londres, tuvo
que rendirse, falto de municiones y asom brado porque sus com pa­
trio ta s. residentes en Lublín, que a n tes lo adm iraban, le llam asen,
de la noche a la m añana, traid o r, a tiem po que sus paisanos de Lon­
d res, que días a tr á s lo aborrecían, lo titu lasen héroe.
Italia, m iem bro del E je y corresponsable del d esb araju ste euro­
peo, recibe un sólido préstam o en millones de dólares y se tra n s fo r­
ma en E stado beligerante ju n to a las dem ocracias. T urquia, des­
pués de h ab er sido a g a sa ja d a largos años por ingleses y alem anes
de consuno, y de recib ir de unos y otros arm as y m áquinas, a cam ­
bio de tabaco e higos, sigue ta n singularm ente n eu tral como Suecia,
que faeilita a am bos bandos sos cojinetes y sus aceros. P o rtu g al
dictadura p rotegida al alim ón por In g la te rra y el Pontífice R om a­
no, es sitio de espías y contraespías, m ercado de p asaportes, univer­
sa l m entidero y zoco de belicistas y apaciguadores de toda laya.
N oruega, m ien tras no llega su liberación, m u estra cierta lentitud
nórdica p a ra reaccionar contra el invasor y el E jército Rojo acude
a salv arla, en tan to E spaña sigue siendo, p ara determ inados e sta ­
d istas, un pueblo sin novedad y Francisco F ranco un catecúm eno de
la dem ocracia, en esp era de que el últim o republicano español m uera
en la cárcel o en el destierro. E l gobierno de los E stados U nidos
ex terioriza ju stificad am en te su inquietud a n te la posibilidad de que
los responsables de la ca tá stro fe europea hallen asilo en A m érica,
porque se da la paradoja de que cuando el m ilitarism o prusiano está
a punto de se r aniquilado —al menos ta l piensan y desean los inocen­
te s pueblos— en la A rg en tin a ha surgido un brote de emulación to ­
ta lita ria , un clan de m ilitares, epígonos de la b ru ta l escuela de B er­
lín y acólitos del franquism o. Pero ello no quita que W ashington
sostenga a otros dictadores de ancha g o rra y estrech o meollo en los
pequeños países de C entro A m érica, ni que persevere en su tra to
co rtés con el quisling español.
E l evangelio de la m en tira y la duplicidad no es exclusivo de
los h itlerian os P a ra convencer a las m asas de que el mundo de m a­
ñana será m ejor que el de ay er es im prescindible d esarro llar es­
fuerzos de buena voluntad y generalizar, en la medida de lo posible
y de lo im posible, el derecho- N ada m ás tr is te y engañoso que la
dosificación diferenciada del dereeho, conform e a una complicada
teo ría de lo oportuno y lo conveniente. En el dolor y el m artirio
todos los pueblos han sido iguales. ¿ P o r qué no han de serlo en ia
h o ra de la rep aració n ?
PERIODICO QUINCENAL
REDACCION Y ADMINISTRACION:
Artículo 123, No. 24 — D epartam ento 306
PRECIO DEL E JEM PLA R 10 centavos.
SUSCRIPCION —Cuota Voluntaria.
Im prenta: “ Jorge Briones”
Orozco y Berra, No. 1 — México, D. F-
Descargar