Cuaderno pedagógico NOTA PARA EL PROFESORADO Estimados profesores y profesoras: Este cuaderno pedagógico que os presentamos pretende ser una ayuda para que podáis plantear a vuestros alumnos ejercicios en torno a la función que han visto de Un sueño de una noche de verano. Como el rango de edad al que está dedicado el espectáculo es amplio (de 7 a 13 años) dejamos a vuestro criterio cuáles de los ejercicios que os proponemos son más adecuados para vuestros alumnos. Igualmente, veréis que hay ejercicios especialmente dedicados a áreas como inglés, lenguaje, artística o conocimiento del medio, de modo que podéis utilizarlos dependiendo de la asignatura que impartáis. Lo ideal para nosotros es que estos ejercicios y lo que habéis visto en el teatro os inspiren para hacer muchas más actividades e interesen a vuestros alumnos. Muchas gracias Un sueño de una noche de verano de William Shakespeare SINOPSIS Oberón y Titania, rey y reina de las hadas que habitan en el bosque, se han enfadado porque Titania ha robado una bola mágica que controla los poderes de la naturaleza. Oberón decide vengarse de Titania y le pide al duende Puck que le consiga cierta flor mágica cuyo jugo, vertido en los ojos de cualquier ser mientras duerme, hará que se enamore de lo primero que vea cuando despierte. Oberón se encuentra entonces con una pareja de jóvenes de la ciudad, Demetrio y Helena. Él busca desesperadamente a su amada Hermia y a su vez, Helena persigue desesperadamente a Demetrio. Para complicar más la situación, han llegado también al bosque Hermia y Lisandro, quienes huyen de la ciudad, donde sus padres y Demetrio no les permitían casarse. Cuando Oberón ve lo mal que Demetrio trata a la pobre Helena, ordena a Puck que vierta un poco de aquel filtro amoroso en los ojos de Demetrio cuando Helena esté junto a él. Pero las cosas no van a salir como ninguno de ellos espera: Puck se equivoca de chico y vierte el hechizo sobre Lisandro, que se enamora de Helena en cuanto le ve. El lío está servido. Además, una compañía de artesanos ha llegado al bosque para ensayar una obra de teatro. A Puck se le ocurre la idea de ponerle una cabeza de burro a uno de los actores. Mientras tanto Oberón ha puesto el filtro en los párpados de Titania, quien, al despertar, halla a su lado al tejedor Fondón con su cabeza de burro y se enamora perdidamente de él. ¡Está todo al revés! ¿Cómo volverán las parejas de amantes a recuperar la cordura? ¿Seguirá Fondón viviendo con Titania, seguirá ella enamorada de un burro para siempre? ¿Volverá la naturaleza a recuperar su orden? William Shakespeare es el mayor exponente del teatro mundial de todos los tiempos. Otras figuras como Lope de Vega, Moliere o Goldoni no han conseguido ser figuras tan universales como el genio de Stratford-uponAvon. Samuel Johnson, un estudioso que vivió en el siglo XVIII, decía que “los trabajos de Shakespeare son un mapa de la vida”. Quizá por eso, a pesar de escribir en el siglo XVII, sus obras de teatro aún nos conmueven hoy en día. El primer amor (Romeo y Julieta), los celos (Otelo), la ambición (Macbeth), el poder (Ricardo III), la venganza (Hamlet), el rencor (El mercader de Venecia), la locura (Rey Lear)… Todas las emociones del alma humana están reflejadas en el teatro de Shakespeare. William Shakespeare nació en 1564 en Stratford-upon-Avon (en el Reino Unido, a unos 100 kilometros al noroeste de Londres). Su juventud la pasó en esta localidad, donde se casó con 18 años, tuvo su primera hija al año siguiente y gemelos dos años después. Nunca fue a la universidad (algo por lo que siempre le criticaron otros escritores de su entorno) ni tuvo contacto con el teatro hasta que llegó a Londres. Esto se produjo en torno a 1592. No se sabe la fecha exacta porque hay muy pocos documentos conservados en torno a Shakespeare antes de que empezara a despuntar como dramaturgo. De hecho no se sabe bien por qué ni cómo decidió marcharse de su pueblo natal e instalarse en Londres. A ese periodo de la vida de Shakespeare entre 1586 y 1591 se lo conoce hoy en día como “The Lost Years” (los años perdidos). Se piensa que quizá Shakespeare entró en contacto con alguna de las compañías que, por entonces, hacían gira por Inglaterra: Lord Strange‟s Men, Earl of Essex‟s Men o The Queen‟s Men. En 1591 Shakespeare pone en escena su primera obra, Enrique VI, a la que siguen Ricardo III, Tito Andrónico o La doma de la bravía. Londres se estaba convirtiendo en una gran ciudad. Ir al teatro se había convertido en el acto social y cultural más importante, ya que coincidieron en la ciudad grandes escritores como Christopher Marlowe, Ben Johnson o John Webster y se habían fundado teatros como The Rose (1587), The Swan (1595) o The Globe (1599). Todo esto es la semilla de lo que hoy se conoce como “teatro isabelino”, que debe su nombre a la reina Isabel I, que ocupaba el trono inglés en aquellos años. La acogida de los textos de Shakespeare es tan buena que otros escritores de la época como Christopher Marlowe o Thomas Nashe empezaron a ver en él una amenaza. Biografía de Shakespeare En 1594, junto con los actores Will Kemp y Richard Burbage, funda la compañía The Lord Chamberlain‟s Men, con la que trabajará durante el resto de su vida. Shakespeare nunca tuvo fama de buen actor, pero como dramaturgo consiguió que su compañía pronto se convirtiera en la más importante del Londres de la época. De hecho, cuando en 1603 murió la reina Isabel I, el nuevo rey, James I, convirtió a la compañía en The King‟s Men, o sea la compañía oficial de la Corona. Es en torno a esos años cuando escribe los textos considerados como más perfectos: Hamlet (1599), Otelo (1604), Rey Lear (1605) y Macbeth (1606). En los siguientes años seguirá escribiendo hasta que en 1611 escribe La tempestad. En La tempestad Shakespeare defiende el amor por encima de los intereses políticos y de las ansias de venganza. Muchos consideran que escribió la obra como un testamento en el que dejaba escrito opiniones muy personales sobre la vida, el teatro, el amor, la política. De hecho, este es el último texto íntegramente escrito por Shakespeare, que colaborará en mayor o menor medida con otras obras hasta 1616. En esa fecha y después de asistir en Stratford al matrimonio de su hija Judith, Shakespeare cae enfermo de neumonía y muere el 23 de abril de 1616 con 52 años de edad. Termina, con él, la época más productiva del teatro inglés. Y casi podríamos decir universal, pues sólo se puede comparar esta época con la que, paralelamente, se desarrollaba en España en esos mismos años, donde Lope de Vega, Calderón de la Barca y Tirso de Molina (entre otros) escribían obras tan importantes como El caballero de Olmedo, La vida es sueño o El burlador de Sevilla. A la muerte de Shakespeare el teatro inglés cayó en una época de oscuridad, llegándose a cerrar todos los teatros de Londres en 1642 por orden del Parlamento. Pero la influencia del llamado “Bardo de Stratford” sobrevivió al tiempo y hoy en día es uno de los autores más representados en los teatros de todo el mundo. La época en la que William Shakespeare desarrolló su carrera es conocida como “isabelina” por el nombre de la reina que ocupó el trono inglés entre 1558 y 1603: Isabel I. Esta es una época en la que Londres sufrió varias pandemias debido a que la ciudad se iba haciendo más y más grande y no contaba con infraestructuras adecuadas. También en está época se inauguran los primeros teatros londinenses, The Theatre (1576) y The Curtain (1577), que comenzarán con una tradición que llega hasta nuestros días, en los que Londres es la capital del teatro mundial. El teatro se plantea a finales del siglo XVI como un lugar en el que conviven pobres y ricos, mujeres y hombres, un lugar donde el pueblo se acerca a la cultura, a la que no tenían acceso de otra manera. Los teatros de entonces no son como los que conocemos hoy: la mayoría del público estaba de pie alrededor del escenario en una zona sin techo; sólo los ciudadanos con más poder adquisitivo podían comprar una entrada en la galería, donde se podían sentar y comer mientras disfrutaban de la función; no se utilizaba apenas escenografía porque no había medios para guardarla y para cambiarla de una función a otra, de modo que eran los actores quienes decían dónde se desarrollaba cada escena antes de que ésta empezara; no estaba permitido que actuaran mujeres, de modo que los papeles de mujer los solían hacer hombres jóvenes de aspecto aniñado; los textos solían cambiar a capricho de los actores, que quitaban o ponían dependiendo de sus gustos personales; el público tenía mucha importancia y se mostraba muy participativo, tanto cuando le gustaba la obra como cuando no (lanzando todo tipo de hortalizas a los actores). En los siglos XVI y XVII, tanto en Inglaterra como en España y el resto del mundo, la forma de hablar en las calles era muy distinta a la de hoy en día. Eso se reflejaba en la literatura y en el teatro. Hoy en día es difícil encontrar un autor que escriba en verso y hace cuatro siglos lo raro era que alguien escribiera en prosa. Pero la forma de escribir el verso era completamente distinta en Inglaterra y en España. Esto se daba porque los idiomas inglés y español son muy distintos. Las palabras en inglés son más cortas y con una gran mayoría de palabras agudas. Por eso, en ese idioma se utilizó el pentámetro jámbico: versos de diez sílabas que alternan una sílaba suave y otra fuerte. No siempre los versos riman entre sí. Aquí hay un ejemplo sacado de Hamlet, otra conocidísima obra de Shakespeare: El teatro isabelino To be or not to be that is the question (11-1 porque la última es débil) Whether „tis nobler in the mind to sufer (11 - 1) The slings and arrows of outrageous fortune (11-1) Or take up arms against a sea of troubles (11 -1) Traducción (Ser o no ser, esa es la cuestión. Si es más noble en la mente sufrir los golpes y dardos de la ultrajante fortuna o tomar armas contra un mar de desgracias) Están subrayadas las sílabas fuertes Soneto de repente, de Lope de Vega Sílabas Rima Un/ so/ne/to/ me/ man/da ha/cer/ Vio/lan/te, que en/ mi/ vi/da/ me he/ vis/to en/ tan/to a/prie/to; ca/tor/ce/ ver/sos/ di/cen/ que es/ so/ne/to, bur/la/ bur/lan/do/ van/ los/ tres/ de/lan/te. 11 11 11 11 A B B A Yo/ pen/sé/ que/ no ha/lla/ra/ con/so/nan/te y es/toy/ a/ la/ mi/tad/ de o/tro/ cuar/te/to, mas/ si/ me/ ve/o en/ el/ pri/mer/ ter/ce/to, no hay/ co/sa en/ los/ cuar/te/tos/ que/ me es/pan/te. 11 11 11 11 A B B A Por/ el/ pri/mer/ ter/ce/to/ voy/ en/tran/do, y/ pa/re/ce/ que en/tré/ con/ pie/ de/re/cho pues/ fin/ con/ es/te/ ver/so/ le/ voy/ dan/do. 11 11 11 C D C Ya es/toy/ en/ el/ se/gun/do/ y aun/ sos/pe/cho que/ voy/ los/ tre/ce/ ver/sos/ a/ca/ban/do: con/tad/ si/ son/ ca/tor/ce/ y es/tá/ he/cho. 11 11 11 D C D El verso en España En español, por cómo es nuestro idioma, se escribía con mucha mayor variedad que en inglés: los más frecuentes son los versos octosílabos (de 8 sílabas por verso) y los endecasílabos (de 11 sílabas por verso), como el soneto que tenemos al lado. Los sonetos siempre tienen 14 versos de 11 sílabas. Los ocho primeros versos forman dos cuartetos en los que el primer verso rima con el cuarto y el segundo con el tercero (si nos fijamos en la columna que pone “Rima”, las A con las A, las B con las B, y así sucesivamente). Los seis versos que completan el soneto van en dos tercetos que riman el primero con el tercero y el quinto y, por otro lado, el segundo con el cuarto y el sexto. La rima es consonante, lo cual quiere decir que coinciden las últimas vocales y consonantes de cada verso. También se puede dar la rima asonante, que es cuando coinciden las vocales finales de cada verso pero no las consonantes. El verso tiene reglas importantes, algunas de las cuales se pueden apreciar en el soneto que tomamos como ejemplo: ENDECASÍLABO: en este caso estamos tomando como ejemplo un soneto. En los sonetos, todos los versos son endecasílabos, de once sílabas. CUARTETO y TERCETO: los versos van organizados de cuatro en cuatro (cuartetos) y de tres en tres (tercetos), de modo que el primero rima con el cuarto y el segundo con el tercero. Esa figura se repite tantas veces y con tantas rimas distintas como el autor necesite. RIMA CONSONANTE: en este caso la rima es consonante, lo cual quiere decir que coinciden todas las letras de la última sílaba de cada verso. En otros casos se da la rima asonante, en la que sólo coinciden las vocales (o sea, que podríamos rimar hermosura con duda, porque coinciden las últimas vocales). SINALEFA: cuando una palabra termina en vocal y la siguiente empieza por vocal, una “h” muda o una “y”, se pueden juntar ambas sílabas y sólo cuentan como una, como en “ca/tor/ce/ ver/sos/ di/cen/ que-es/ so/ne/to”. Si no juntásemos las sílabas “que” y “es”, el verso sumaría 12 sílabas, no 11, y se perdería la musicalidad y el ritmo. AFÉRESIS: Lo contrario de la sinalefa es la aféresis. Si hay una sílaba que termina en vocal y la siguiente empieza por vocal, “h” o “y”, pero la suma de sílabas no llega a 11, dejaremos ambas sílabas sin unir. Ocurre así, por ejemplo, en el verso “con/tad/ si/ son/ ca/tor/ce/ y es/tá/ he/cho”. Si juntásemos las sílabas subrayadas -“ce” con “y”; “tá” con “he”-, nos quedaríamos sólo con 9 sílabas. En el verso español hay muchas más posibilidades y reglas. Esto es una introducción a las figuras más comunes.