Ilustración: Derzu Campos Obra: Miles Away, 2009 Técnica : Acrílico y tinta sobre lienzo Revista de la Universidad Iberoamericana Puebla Otoño-invierno de 2011 Número 2 Directorio Directorio Rector David Fernández Dávalos, sj Comisión Editorial Aurora Berlanga Álvarez, Marco Antonio Bran Flores, Oscar Arturo Castro Soto, Marcos Ricardo Escárcega Méndez, Ana Lidya Flores Marín, Pablo Guinsberg Plouganou, Marcela Ibarra Mateos, Emma Morales García de Alba, José Sánchez Carbó, Francisco Valverde Díaz de León Universidad Iberoamericana Puebla Director General Académico Marco Antonio Bran Flores, sj Director General del Medio Universitario Noé Agustín Castillo Alarcón Director General de Desarrollo Institucional Xavier Recio Oviedo Director General de Administración y Finanzas Jesús Bernardo Rosas Pozos Rúbricas número 2, otoño-invierno de 2011, revista semestral de la Universidad Iberoamericana Puebla, con domicilio en Blvd. del Niño Poblano 2901, Unidad Territorial Atlixcáyotl, CP 72430, Puebla, Pue., con certificado de reserva de derechos al uso exclusivo número 04-2011-021410194000-102 y certificado de licitud y contenido número 15290, expedido por la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación, fue impresa en Litografía AstroColor, S.A. de C.V., 29 Sur 2714, Col. Santa Cruz los Ángeles, CP 72400, Puebla, Pue. Tiraje de 500 ejemplares distribuidos por la Universidad Iberoamericana Puebla. Toda colaboración o correspondencia deberá dirigirse al correo electrónico: [email protected] y [email protected] Rúbricas Director Francisco Valverde Díaz de León Coordinador temático de este número Miguel Santiago Reyes Hernández Edición y corrección Marcos Ricardo Escárcega Méndez, coordinador, Susana Plouganou Diseño de retícula y diagramación Ana Cepeda - Pedro Bouret Diseño de portada Ana Cepeda - Pedro Bouret P resentación ··· El hombre, a través de la historia, ha demostrado su capacidad para lograr lo inimaginable. Su trascendencia en el mundo ha confirmado la esencia mística del ser humano. En sí, la humanidad continúa buscando una reconciliación consigo misma, un intento de equilibrio entre su extraordinaria capacidad de crear y su indescriptible poder de destrucción. Mientras tenemos ejemplos invaluables del potencial humano en el arte o en el amor, nos topamos siempre, desde que el hombre es hombre, con su oscura contraparte en las guerras, en el odio, en la concentración de riqueza en unos cuantos y en la generación de la pobreza. Este número de Rúbricas tiene como propósito ahondar en el tema de la pobreza, en uno de los marcos que, aparte de nuestra mexicanidad, nos unen más identitariamente: América Latina. Bajo la precisa pluma de los autores Julio Boltvinik, Nora Lustig, Isidro Soloaga, Esteban Nina Baltazar, Mauricio de Maria y Campos, Oscar D. Soto Badillo y Miguel S. Reyes Hernández, este ejemplar se aventura en un intento, muy bien logrado, de entender una parte imprescindible de la realidad de nuestra tierra americana. Los rigurosos estudios que componen las investigaciones van desde la intención de armonizar una nueva metodología para el estudio de la pobreza en nuestro subcontinente, pasando por análisis de políticas públicas o salarios, hasta concreciones teóricas sobre el concepto de pobreza y su corrosiva vigencia en América Latina. En esta edición de Rúbricas, varios artículos son resultado de trabajos de investigación de la Red de Homólogos de Pobreza de la Asociación de Universidades Confiadas a la Compañía de Jesús en América Latina (ausjal), cuyo funcionamiento, integración y existencia se explican en el interior de la revista. Miguel S. Reyes Director del Departamento de Ciencias Sociales, Universidad Iberoamericana Puebla Puebla, México, 29 de febrero de 2012 Índice pág. 10 Estructura de riesgos sociales y políticas públicas en nueve países de América Latina Observatorio latinoamericano de Pobreza, ausjal pág. 111 Regeneración de los espacios públicos a través de proyectos culturales Carolina Martínez de la Peña Presentación 5 Palabras de bienvenida al Seminario Latinoamericano de Pobreza y Política social David Fernández Dávalos, sj 7 Estructura de riesgos sociales y políticas públicas en nueve países de América Latina Seminario Lat. de Pobreza y Política Social, ausjal Observatorio Latinoamericano de Pobreza, ausjal 10 Dos metodologías y dos visiones de la evolución de la pobreza en México, 2008-2010 Julio Boltvinik 28 Pobreza, desigualdad y objetivos de desarrollo del milenio en América Latina y el Caribe Nora Lustig 34 Hacia una nueva política social para América Latina Isidro Soloaga 48 Efecto del gasto público social en la distribución del ingreso en Colombia Esteban Nina Baltazar 56 Los desafíos del crecimiento, la equidad y la inclusión social de América Latina en el nuevo entorno mundial. Mauricio de Maria y Campos 64 Los salarios mínimos y la pobreza en México Miguel S. Reyes, Rosalío Valseca R., Miguel López, Eduardo Bermejo y Jorge Abascal 76 11 15 Programa Integral Urbano Social: ¿Nuevo urbanismo? Francisco Valverde D. de L. 84 Puebla: relaciones asimétricas y desigualdad en la apropiación social del espacio Oscar D. Soto Badillo 89 ¿Una “Ciudad Rural” en San Miguel Tenextatiloyan? La mirada distorsionada del progreso que se mueve entre el ninguneo y el olvido de los campesinos y las campesinas Judith Chaffe Hopper Benjamín Berlanga Gallardo 99 Guillermo Velázquez y los leones de la Sierra de Xichú Comunicado a la opinión pública 105 Regeneración de los espacios públicos a través de proyectos culturales Carolina Martínez de la Peña 111 La peste Natalia Trigo 115 Nunca la toqué Martha Isabel Arreola Santillana 116 La imago mexicana en la obra de José Lezama Lima, Javier Hernández Quezada Noé Castillo Alarcón 117 PALABRAS DE BIENVENIDA AL SEMINARIO LATINOAMERICANO DE POBREZA Y POLÍTICA SOCIAL David Fernández Dávalos Rector de la Universidad Iberoamericana Puebla Distinguidos miembros de la mesa de honor: Apreciados investigadores y académicos que nos visitan de otras latitudes, queridos miembros de nuestra comunidad universitaria, amigas y amigos todos Antes que nada quiero darles la más cordial de las bienvenidas a nombre de nuestra Universidad y del mío propio. Esperamos que su estancia en esta hermosa y cálida ciudad sea igualmente productiva y placentera. Es razón de ser de ausjal y de nuestro Sistema Universitario Jesuita en México formar profesionales de alta calidad académica, pero también con conciencia sobre los principales problemas de su entorno y con el compromiso de aportar en la transformación de éste. Igualmente, nuestras universidades pretenden construir y obtener conocimiento sobre la realidad, que sea útil para transformar esa misma realidad, que sirva como insumo para la toma de decisiones. Desde luego, debería ser objetivo de cualquier universidad pensar qué sucede en la realidad de nuestros países; decir una palabra informada y crítica que aliente a la sociedad a caminar por el sendero de la justicia, de la democracia, de la equidad, del respeto a la naturaleza, del desarrollo sustentable, de la ética, del estado de derecho, en fin, de la consecución de condiciones suficientes para que la vida de la gente sea buena y digna. A la luz de esta inspiración e identidad, ausjal ha definido el tema de la pobreza como una de sus líneas prioritarias de investigación y acción social. ¿Por qué? Porque la pobreza –contrario a todo lo que se nos ha ofrecido– es un problema creciente, que se presenta con intensidad variada y bajo múltiples formas en el entorno latinoamericano y constituye un problema crítico de nuestra época a escala mundial. Un problema que se presenta con diversos rostros: en el incremento de la mendicidad infantil; en el empleo precario; en las condiciones de vida insostenibles para las familias pobres urbanas y rurales; en la reducción de posibilidades de acceso a créditos y a servicios básicos de salud, educación y vivienda para segmentos cada vez mayores de la población, pero cuya complejidad es necesario desentrañar por medio de la investigación, de difundir a los alumnos a través de la docencia y la reflexión, y hacer extensivo ese conocimiento a la sociedad a través de la proyección social. Al profundizar en las causas de la pobreza y los diversos factores que la agudizan, nuestras universidades enfrentan un problema real donde el conocimiento y la reflexión resultan insuficientes si no se acompañan del diseño de acciones bien definidas y de proyectos consistentes en los cuales las capacidades de los universitarios se pongan al servicio de quienes padecen la pobreza, y que tomen en cuenta las salidas o soluciones que los pobres mismos advierten. Por esto, el objetivo final del Programa ausjal de Pobreza es proponer alternativas para combatir este flagelo en el Subcontinente. Con la realización del seminario que ahora nos convoca, ausjal busca contribuir al conocimiento del problema de la pobreza, tomando en cuenta todos sus rostros y anchuras; sus heterogeneidades en nuestros países y su multidimensionalidad. A ello está enfocado el programa académico de este encuentro. En el fondo, con el Programa de Pobreza y con este Seminario nuestras universidades pretenden llamar la atención de los distintos actores sociales y aportar información sólida para hacer ver que el camino elegido por quienes conducen a la mayoría de nuestros países no es el que desarrolla y dignifica a sus habitantes; para volver a decir que es urgente una amplia discusión sobre la pertinencia social del modelo de desarrollo y de las políticas por las que se ha optado; para llamar a todos los sectores a ofrecer sus puntos de vista y sus propuestas; para hacer general y consistente la convicción de que para decidir el rumbo de Latinoamérica y su futuro tenemos que lograr incluir la opinión y los intereses de todos. En su momento, nuestras universidades se pronunciaron contra el modelo socioeconómico a que fueron sometidos nuestros países desde principios de la década de los ochenta; desde entonces advertimos sobre los peligros que este modelo “neoliberal” entrañaba. Sin embargo, quienes tomaron las decisiones de lo que habría de suceder, desoyeron ésta y otras advertencias afines. Desgraciadamente, para todos es claro que hoy, por fin, se ha convertido en realidad lo que tanto temíamos. Ni los países ni su gente han logrado condiciones dignas de desarrollo; cualquier evaluación seria de la situación concluye en que no vamos por buen camino y en que lo que se ha perdido en las últimas dos décadas es más que lo que se ha ganado. La trayectoria seguida por la mayoría de los países latinoamericanos y el futuro inmediato que ésta anuncia no nos deja tranquilos. No podemos ni queremos permanecer en silencio. Por otro lado, desde la perspectiva académica, esta contribución de las universidades jesuitas aspira a robustecer el proceso de la investigación y de la discusión rigurosa con terminal socialmente útil, tanto en cada país específico como en el Subcontinente latinoamericano. Los trabajos que se expondrán aquí condensan el esfuerzo de los investigadores de nuestras universidades y de otros prestigiados académicos latinoamericanos. Queremos que se discutan sus principales hallazgos en este recinto y afuera, en el ágora política. Tenemos la certeza de que esta modesta contribución también servirá para fortalecer el proceso de la investigación sobre el tema así como para alentar la formación de más redes entre investigadores que aborden los problemas derivados de la pobreza desde diferentes perspectivas y disciplinas en las universidades de América Latina. Por último, queremos expresar nuestra profunda convicción de que con este esfuerzo interinstitucional alentaremos el interés de los gobiernos nacionales y locales, de los organismos públicos y privados, para sumar esfuerzos frente al enorme reto de entender la complejidad con que la pobreza se origina y nos afecta, y de actuar en consecuencia para desarrollar alternativas consistentes frente a este lacerante problema. Bienvenidos, bienvenidas. Mis mejores deseos para todos ustedes. Muchas gracias. Este texto fue leído en la inauguración del Seminario Latinoamericano de Pobreza y Política Social, el cual tuvo lugar los días 8 y 9 de junio de 2011, en la Universidad Iberoamericana Puebla. Por la importancia de los temas tratados y de las reflexiones que se derivaron, se acordó invitar a algunos de los especialistas en la materia a enviar sus colaboraciones, las cuales se publican en este número de Rúbricas, donde además aparecen las habituales secciones: Rúbricas académicas, Rúbricas éticas, Cultura y Reseñas (N. del E.) Ilustración: Georgia Grigoriadon Obra: “After 5 PM” Técnica : mixta Fotografía: @KvNx_GB 12 Otoño - Invierno 2011 Presentación E l Seminario Latinoamericano de Pobreza y Política Social fue un espacio en el cual se culminaron y expusieron las actividades de investigación realizadas por integrantes de la Red de Homólogos de Pobreza, perteneciente a la Asociación de Universidades Confiadas a la Compañía de Jesús en América Latina (ausjal) entre 2008 y 2010, en el marco del Observatorio Latinoamericano de Pobreza. El Seminario tuvo lugar en la Universidad Iberoamericana de Puebla, en México, los días miércoles 8 y jueves 9 de junio de 2011. El resultado de los trabajos realizados por los investigadores integrantes de la Red se encauza, principalmente, bajo los siguientes rubros: a) La estructura de las heterogeneidades sociales en diferentes países de América Latina b) Los riesgos sociales que han resultado o están intrínsecamente vinculados con tales heterogeneidades c) La correspondencia de las políticas sociales que se han aplicado en cada país para el tratamiento de los riesgos sociales identificados. Esta investigación fue realizada por varias universidades de ausjal en convenio con la Fundación Konrad Adenauer, la cual financió parte de las tareas ejecutadas. La culminación de este proceso de investigación incluyó la publicación impresa de los principales resultados obtenidos y su presentación pública en diferentes foros académicos y políticos con el fin de socializar tales resultados entre la comunidad académica, los organismos internacionales, las instituciones político-administrativas y gubernamentales de los países analizados y organizaciones de la sociedad civil. El Seminario Latinoamericano de Pobreza y Política Social fue, indudablemente, un foro de alta importancia en este trabajo de difusión de las conclusiones obtenidas durante la investigación. Entre las universidades de ausjal que contribuyeron en el desarrollo de estos trabajos y que asignaron investigadores para este proyecto estuvieron las siguientes: 1. Universidad Católica de Córdoba (ucc), Argentina 2. Universidade do Vale do Rio dos Sinos (unisinos), Brasil 3. Universidad Alberto Hurtado (uah), Chile 4. Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, Colombia 5. Pontificia Universidad Católica del Ecuador (puce), Ecuador 6. Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (iteso), México 7. Universidad Iberoamericana (uia Cd. de México), México 8. Universidad Iberoamericana León (uia León), México 9. Universidad Iberoamericana Puebla (uia Puebla), México 10. Instituto Filosófico Pedro Francisco Bonó, República Dominicana 11. Universidad del Pacífico, Perú 12. Universidad Católica del Uruguay (ucu), Uruguay 13. Universidad Católica Andrés Bello (ucab), Venezuela 14. Universidad Católica del Táchira (ucat), Venezuela Durante el Seminario, los participantes analizaron temas relacionados con las heterogeneidades sociales, la pobreza, la desigualdad social y las políticas sociales diseñadas para su tratamiento, en el entendimiento común de reflexionar a profundidad para contribuir a promover la aplicación de políticas sociales más eficaces y eficientes. Además, en el marco del Seminario se presentaron los principales resultados de los nueve informes de caso nacional (Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, México, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela) desarrollados por los investigadores de la Red de Homólogos de Pobreza de ausjal. Para debatir la investigación y sus resultados se invitó a expertos del Banco Mundial, el bid (que no asistió), la cepal, el pnud, unpfa, el Gobierno federal de México, el Gobierno 13 local de Puebla y otros expertos académicos, políticos y ciudadanos con el propósito de que, con sus comentarios, críticas y discusión, se enriqueciera la investigación y se mejorara la capacidad de incidencia de los trabajos realizados en el diseño de las políticas sociales de los países de la región. En este contexto, el Seminario Latinoamericano de Pobreza y Política Social socializó los resultados alcanzados entre académicos, políticos, investigadores y representantes de la sociedad civil y política. Los especialistas en temas de pobreza y desigualdad en América Latina participantes fueron: 1. Dra. Nora Lustig (Samuel Z. Stone Professor of Latin American Economics in the Department of Economics at Tulane University) 2. Dr. Joao PedroAzevedo (Unidad de Pobreza para América Latina del Banco Mundial) 3. Dr. Fernando Filgueira (representante auxiliar de unfpa, Uruguay) 4. Juan Carlos Moreno Brid (director adjunto de la Sede Subregional México de la cepal), quien asistió en representación de Alicia Bárcena (secretaria ejecutiva de cepal) 5. Dr. Luis Beccaria (director de la División de Estadística y Proyecciones Económicas de la cepal) 6. Dr. Juan Carlos Feres (jefe de la Unidad de Estadísticas Sociales de la División de Estadística y Proyecciones Económicas de la cepal) 7. Ana Sojo (oficial de Asuntos Sociales de la División de Desarrollo Social de la cepal, Santiago de Chile) 8. Dr. Simone Cecchini (oficial de Asuntos Sociales de la División de Desarrollo Social, cepal) 9. Dr. Edgar Ramírez, como representante del Lic. Heriberto Félix Guerra, titular de la Secretaría de Desarrollo Social del Gobierno federal de México. El funcionario además fungía entonces como director general de Análisis y Prospectiva de la Secretaría de Desarrollo Social del Gobierno federal. 10.Dr. Fernando Cortés (investigador y consejero académico del coneval y profesor investigador de El Colegio de México) 11. Dra. Graciela Teruel, asignada como representante del Dr. Gonzalo Fernández Licona, secretario ejecutivo del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (coneval) del Gobierno federal. Además, la Dra. Teruel es integrante del Comité Directivo de coneval y profesora de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México. 12. Dr. Alfredo Sarmiento Gómez (director de Economía y Desarrollo de la Universidad de los Andes, Colombia) 13. Dr. Isidro Soloaga, profesor investigador y coordinador académico del cee, El Colegio de México 14. Dr. Rodolfo de la Torre, coordinador de la Oficina de Investigación en Desarrollo Humano en México del pnud 14 Otoño - Invierno 2011 15. Mtra. Miriam Arabian Couttolenc (titular de la Secretaría de Desarrollo Social del gobierno del estado de Puebla, México) Además, por parte de ausjal, participaron los siguientes panelistas: 1. Aloísio Ruschensky, unisinos 2. David Martínez, uia León 3. Esteban Nina, Javeriana de Bogotá 4. Francisca Gallegos, Universidad Alberto Hurtado 5. Iván Patiño, uia León 6. Mariana Naranjo, puce 7. Mauricio de Maria, uia Ciudad de México 8. Miguel Reyes, uia Puebla 9. Sergio Lijtenstein, Universidad Católica de Uruguay 10. Tito Lacruz, Universidad Católica Andrés Bello de Venezuela Conclusiones generales Entre los temas que más permitieron el debate estuvieron los relacionados con la metodología del documento y la integración de los resultados. Al respecto, es necesario señalar que los resultados obtenidos entre un país y otro, así como para futuros ejercicios de análisis de la estructura de heterogeneidades y riesgos sociales en un mismo país no son comparables en términos estadísticos, pero sí conceptuales. El ejercicio estadístico de análisis multivariado (componentes principales no categóricos) para un país capta un impacto relativo de cada dimensión respecto a las demás y en ese momento en el tiempo, lo que hace que la realización del mismo ejercicio para otro país en el mismo periodo o para el mismo país, pero en otro tiempo, agrupen los pesos de cada dimensión en relación con la realidad de ese momento. Esta condición limita la investigación en los planos de tiempo y espacio. Particularmente, en el caso del primero, presenta un escenario estático de la arquitectura de heterogeneidades sociales, haciendo incomparables los resultados estadísticos de un momento de análisis con el del periodo siguiente, pues lo que obtenemos no son las características particulares de individuos, estratos o grupos sociales, como convencionalmente se ha utilizado en las investigaciones sociales, sino a través de conglomerados sociales que se encuentran en condiciones de vida particulares (y, por tanto, similares), y que los hacen diferentes de otros conglomerados existentes dentro de un mismo momento histórico. Por esto la comparabilidad se funda en la comprensión de las heterogeneidades y riesgos sociales como una descripción de estructuras de inequidad social que en el tiempo pueden o no haberse modificado. Es decir, las dimensiones que dan lugar a la estructura de heterogeneidades en los hogares generan fenómenos sociales distintos en sustancia y no sólo estadísticamente. Por ejemplo, si producto de su estructura social inequitativa, en México o Brasil se generan fenómenos como la informalidad o la precariedad laboral en un momento del tiempo específico, lo importante sería notar si en otro momento y como producto de alguna política pública la estructura de heterogeneidades y riesgos sociales reproducen el fenómeno de la informalidad o precariedad laboral o estamos en presencia de nuevos fenómenos derivados de la condición anterior. Lo mismo puede aplicarse cuando se trata de comparar resultados entre países en un mismo periodo. Por tanto, la estructura de riesgos sociales no puede derivarse sólo bajo una dinámica evolutiva (que suponga que gradualmente se eliminará el riesgo) o constrictiva (que parta de la existencia permanente del riesgo), sino que debe sustentarse en las condiciones existentes en momentos históricos específicos que permitan determinar la efectividad de las políticas públicas aplicadas para atender y resolver o aminorar el impacto de variables concretas en las condiciones de heterogeneidad social. En los últimos años, las políticas focalizadas de transferencias condicionadas se han presentado como emblema de la política social en casi toda América Latina, dejando de lado o promoviendo la anulación de políticas sociales de corte universal que atiendan de manera más adecuada esa estructura de heterogeneidades-riesgos. Aunque se conoce la existencia de estudios que muestran mejora en ciertas condiciones de vida como la estatura o asistencia escolar, es innegable que esa estrategia no tiene los mejores resultados para cuando se habla no sólo de bienestar desde un enfoque individualista, sino del bienestar y los derechos sociales de una nación. Asimismo, la evidencia histórica muestra que la aplicación de una política social de focalización, en conjunto con una política económica de liberalización económica, si bien puede reducir de manera temporal la pobreza monetaria, no necesariamente tendrá un impacto permanente sobre las condiciones de vida de estos hogares. El punto es no enjuiciar de entrada tales políticas, sino registrar el hecho irrefutable de la incapacidad de las mismas, bajo las condiciones actuales de su instrumentación, para atender efectivamente y de forma integral los factores que originan los riesgos sociales. Finalmente, y de manera específica, es necesario señalar que, pese a que los funcionarios del Gobierno federal de México conocen la publicación, y solicitaron acceso a materiales complementarios del Seminario, con base en lo antes expuesto no coinciden con las conclusiones del informe, las cuales concentran el foco de atención en los riesgos sociales. Por su parte, los representantes del Gobierno federal (tanto de la Secretaría de Desarrollo Social como de coneval) defienden una política social basada sólo en las transferencias condicionadas, como Oportunidades, las cuales corresponden a una estrategia de focalización que, como se ha señalado antes, no ataca los riesgos sociales vinculados a las heterogeneidades. “En los últimos años, las políticas focalizadas de transferencias condicionadas se han presentado como emblema de la política social en casi toda América Latina, dejando de lado o promoviendo la anulación de políticas sociales de corte universal que atiendan de manera más adecuada esa estructura de heterogeneidades-riesgos. ” 15 Al comienzo del milenio, nuevo los escenarios esperados en América Latina eran poco optimistas. Hoy, al inicio de la segunda década del siglo xxi, la perspectiva es bastante más positiva, a pesar de la crisis internacional de 2 0 0 8-2009. 16 Otoño - Invierno 2011 El presente documento aparece como Resumen ejecutivo del Informe del Observatorio Latinoamericano de Pobreza de ausjal 2010, el cual es resultado de la investigación e iniciativa de la Red de Homólogos de Pobreza de la Asociación de Universidades Confiadas a la Compañía de Jesús en América Latina (ausjal): “Observatorio sobre Pobreza de América Latina”. Para la elaboración de los casos nacionales se realizaron dos componentes cuyos coordinadores fueron Tito Lacruz, de Venezuela (Heterogeneidades Sociales) y David Martínez, de la uia-León (Riesgos Sociales). A partir de abril de 2010, con los resultados de cada componente, fueron elaborados bajo la coordinación de la Red de Homólogos de Pobreza de ausjal, a cargo de Miguel S. Reyes, los nueve casos nacionales que dan cuenta de la estructura de heterogeneidades sociales, riesgos sociales y políticas públicas en cada uno de ellos: Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, México, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela.1 El documento que se publica en este número fue elaborado por Mariana Naranjo Bonilla de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, con aportes y retroalimentación de los miembros de la Red, y que finalmente fueron incorporados por Miguel S. Reyes Hernández de la uia Puebla. Puede consultarse la publicación final de los resultados del Observatorio en la siguiente liga: http://www.ausjal.org/tl_files/ausjal/images/contenido/Investigacion/Observatorio%20de%20la%20Pobreza%20DEF.pdf L os estudios de caso desarrollados dentro del marco de la investigación conjunta de la Red de Homólogos de Pobreza de la Asociación de Universidades confiadas a la Compañía de Jesús en América Latina (ausjal) describen las diferentes formas de vida de la población latinoamericana, haciendo uso de metodologías factoriales sobre datos de índole social y económica de las encuestas de hogares de los países de la región; en la mayoría de los estudios se construyeron series de conglomerados de hogares –o de clúster– en torno a las variables que en cada país eran las más pertinentes para establecer dicha estratificación. 1 El trabajo de coordinación contó con los invaluables apoyos de los responsables de cada caso nacional: Aloísio Ruschensky (Universidad do Vale do Rio dos Sinos de Brasil), Esteban Nina (Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá de Colombia), Francisca Gallegos (Universidad Alberto Hurtado de Chile), Mariana Naranjo (Pontificia Universidad Católica del Ecuador de Ecuador), Mario Iván Patiño Rodríguez Malpica (de la Universidad Iberoamericana-León en México), Mónica Muñoz-Najar (Universidad del Pacífico de Perú), Jenny Torres (Instituto Filosófico Pedro Francisco Bonó de la República Dominicana), Sergio Lijtenstein (Universidad Católica del Uruguay) y Tito Lacruz (Universidad Católica del Táchira de Venezuela), los cuales mantuvieron un activo trabajo en el desarrollo de la investigación y en los resultados alcanzados. 17 Por tanto, más que un estudio de pobreza, el trabajo en su conjunto constituye un análisis de las formas de segmentación o estratificación social de la población. Se trata entonces de establecer conglomerados poblacionales cualitativamente representativos de las disparidades en las condiciones de vida de cada país, que en definitiva representa un modo distinto de analizar la desigualdad presente a partir del análisis y segmentación de las heterogeneidades que coexisten en una misma realidad nacional. Esto se realiza a través de la creación de la estratificación social y su representación en ámbitos geosociales, que muestran el nivel de desarrollo urbano-regional que finalmente constituye la estructura diferencial de las oportunidades a las que las personas tienen acceso. Si bien no es un estudio de pobreza en el que se establece una línea a partir de la cual se clasifican los hogares en pobres y no pobres, dicha estratificación permite identificar tipos de hogares que se ordenan de forma jerárquica de acuerdo con el grado de precariedad relativa o no de las variables asociadas con las condiciones de vida en los ámbitos de: vivienda y servicios conexos, acceso al patrimonio físico, a la educación, la inserción laboral y el nivel de ingreso. Cabe destacar que los estudios de caso –que se presentan más adelante en extenso– contienen un análisis de contexto económico y social en el que se inscriben los riesgos sociales de cada país, además de un amplio análisis de las políticas sociales aplicadas en los nueve países investigados para enfrentar dichos riesgos; es decir, los informes en extenso rebasan los aspectos que destacamos en este resumen ejecutivo, el cual enfatiza muy brevemente sólo en los principales hallazgos relacionados con la estratificación, por ser el aporte más novedoso del trabajo, y por razones de espacio, que no permiten recoger más ampliamente los diversos aspectos tratados en la investigación conjunta. Fotografía: Morguefile.com 18 Otoño - Invierno 2011 El contexto latinoamericano Los resultados del estudio que se presentan en adelante se inscriben en el contexto económico y social que a continuación se expone. Al comienzo del nuevo milenio, los escenarios esperados en América Latina eran poco optimistas. Hoy, al inicio de la segunda década del siglo xxi, la perspectiva es bastante más positiva, a pesar de la crisis internacional de 2008-2009. Además, gracias a una década de mejoría económica y social en la región como un todo, y a la recuperación del dinamismo en 2010, también el apoyo a la democracia ha crecido. Los programas de combate a la pobreza, a la desnutrición, a las carencias de salud y educación, en el marco de los Objetivos del Milenio y de los propios programas nacionales de gobierno de los países de la región, han tenido al menos ligeros impactos positivos. Sin embargo, Latinoamérica sigue enfrentando, hoy como ayer, una serie de viejos y nuevos retos que pueden agravarse en la década que se inicia. El crecimiento económico es frágil, y el ahorro interno y la inversión son insuficientes para generar los empleos que demanda una creciente población y la participación eficaz en la sociedad mundial del conocimiento. Romper el círculo vicioso de la pobreza exige un crecimiento sostenido a tasas de 6 o 7% anual durante toda la próxima década. El crecimiento reciente de la región se ha debido a una mayor demanda de materias primas agropecuarias, energéticas y minerales por parte de China, India y otras naciones emergentes y las consecuentes alzas en sus precios internacionales; no a una mayor expansión o competitividad de las manufacturas y servicios de mayor valor agregado y contenido tecnológico. Tras de una mejora en los primeros ocho años de la década, en 2009 la incidencia de la pobreza alcanzó todavía a 33% de la población, incluido el 13.3% en condiciones de pobreza extrema o indigencia. Esto significó 183 millones de pobres y 74 millones de indigentes. Si bien la crisis no afectó a la región tan severamente, como en ocasiones pasadas, gracias a las políticas contracíclicas emprendidas por la mayoría de los gobiernos de la región, el número de pobres y de indigentes aumentó en 3 millones de personas. América Latina y el Caribe sigue siendo la región más desigual del planeta. Si bien en los últimos años se ha presentado una ligera tendencia hacia una menor concentración, en términos generales, los ingresos captados por los cuatro deciles más pobres son, en promedio, menos de 15% del ingreso total, mientras que el decil más rico capta alrededor de un tercio del ingreso total de los países. No obstante, igualdad social y dinamismo económico no están reñidos entre sí y el gran desafío es encontrar las sinergias entre ambos. 1. El caso nacional de Brasil El estudio constató las condiciones propias de áreas urbanas segregadas, caracterizadas por tener elevada concentración de personas en la misma condición socioeconómica. Los rasgos que conforman la segregación de esta población comprenden: 1) el valor del mercado inmobiliario, que delimita el acceso o lo segmenta jerárquicamente; 2) el costo elevado de la vivienda en proporción a la renta, que impacta la disponibilidad de acceso al consumo; 3) los riesgos para la salud, que todavía se suman e impactan la capacidad de trabajo y rendimiento en el desarrollo de las capacidades intelectuales; 4) la usual distancia en el acceso al mercado de trabajo, como reflejo de un transporte colectivo deficitario; y 5) el performance del déficit escolar, que es expresión de la descalificación de los trabajadores para ingresar al mercado de trabajo, el cual incluye ya elevados requisitos en cuanto al manejo de nuevas tecnologías. En Brasil, el déficit de vivienda –en las últimas dos décadas– se calcula en aproximadamente 11 millones de viviendas. En cuanto al beneficio del agua potable, la dinámica social permite acceso a 98% de la población brasileña. El saneamiento básico y la recolección de los residuos domésticos solamente atienden cerca de 20% de los residuos domésticos líquidos, destinados a la red recolectora específica y tratados de forma adecuada. La investigación evidencia las difíciles condiciones de pobreza en que viven cerca de 40 millones de personas, y refleja la complejidad de la realidad brasileña y el distanciamiento de la esfera gubernamental en el objetivo de superar la pobreza a través de sus proyectos históricos y sus respectivas políticas sociales. El estudio también resalta la emergencia de la temática de la pobreza como una cuestión social y las desigualdades como una problemática relevante. En este sentido señala que es sumamente importante investigar y analizar las fuentes de generación de las brechas sociales y las formas de atención a grupos heterogéneos. 2. El caso nacional de Colombia El informe del estudio de caso de Colombia titulado Desigualdad de oportunidades, vulnerabilidad y política social presenta una caracterización de la estructura de riesgos y las vulnerabilidades de la población colombiana que deben tenerse en cuenta para analizar y evaluar los resultados de políticas sociales de los gobiernos colombianos en la última década. Entre los principales hallazgos de la aplicación de la metodología de análisis factorial, para medir las heterogeneidades al interior de la sociedad colombiana, se encuentra la identificación de siete estratos o bloques intranacionales. Como conclusión general del análisis factorial e identificación de heterogeneidades intranacionales aplicado para Colombia, los autores afirman que aunque la cobertura de los servicios sociales de educación, salud y servicios básicos domiciliarios (saneamiento básico, alcantarillado y acueducto, y energía eléctrica) ha avanzado en los últimos 20 años –a partir de la nueva Constitución Política de 1991, por la que el Estado Social de Derecho se volvió el garante de los derechos sociales, económicos y culturales–, siguen existiendo muchos municipios y ciudades pequeñas que no alcanzan a 19 disfrutar o beneficiarse de los servicios sociales gubernamentales ni de las condiciones mínimas de vida digna y, por otro lado, hay una desigualdad elevada entre los grupos sociales o bloques intranacionales ricos y pobres. El bloque o segmento de la sociedad con el mayor nivel de condiciones de vida está integrado por los sectores ricos de las principales ciudades de Colombia: Bogotá, Cali, Medellín, Barranquilla y Bucaramanga, las cuales concentran 22% de los hogares. En cambio, los tres bloques más pobres que agrupan el mayor número de municipios y ciudades pequeñas casi concentran 23% del total de hogares. Las diferencias entre el bloque de mayor nivel de vida y el bloque de pobreza extrema son claras: mientras las condiciones de vida promedio de los municipios en extrema pobreza proyectadas en un índice es de 22.3 sobre 100 en promedio, el de los municipios más ricos llega a 91.3. En medio de estos bloques significativamente desiguales se encuentran tres bloques intermedios, en los cuales hay un puntaje en el índice medio superior a 59 y menor a 86 sobre 100. Los bloques con mayor nivel de vida, a los cuales se les denomina bloques 7 y 6, están distribuidos en la ciudad de Bogotá, también en las 23 ciudades con una población superior a 100 mil habitantes. Esto equivale a la población que vive en las mejores áreas de las zonas urbanas de las grandes urbes y de las ciudades intermedias, con las mejores condiciones de vida, definidas por la calidad de su vivienda –en su mayoría son apartamentos–, un entorno de vivienda con una dotación o equipamiento de infraestructura de servicios públicos y privados de la más alta calidad; adicionalmente los miembros de estos hogares cuentan con un nivel educativo de posgrado y con empleos e ingresos altos. Otros bloques predominantes en las zonas urbanas son los bloques 5 y 4, aunque están igualmente distribuidos en toda Colombia. En el extremo opuesto, los bloques 1 y 2, con los menores niveles de vida o en mayor condición de pobreza extrema, están ubicados predominantemente en las zonas rurales dispersas de las regiones del Pacífico y Atlántico colombiano, donde habitan poblaciones afro descendientes e indígenas. En relación con las características de la población hay también diferencias importantes: en los 200 municipios de las zonas rurales más pobres y dispersas, la mayoría de los jefes de hogar son analfabetos o no concluyeron la educación primaria. Esto contrasta con los grupos más ricos de las cuatro ciudades más importantes de Colombia (Bogotá, Cali, Medellín y Barranquilla). Igualmente hay diferencias a nivel de vivienda; en cuanto al acceso a servicios públicos la desigualdad es fuerte: los habitantes de los municipios de los bloques 1 y 2, de pobreza extrema, no conocen o no tienen acceso al acueducto, no alcanzan a tener ni siquiera una letrina para la eliminación de excretas y cocinan con leña; su vivienda es de materiales precarios y el indicador de hacinamiento muestra que en este grupo de municipios es común encontrar más de cinco personas por habitación. 20 Otoño - Invierno 2011 En cambio, en el bloque de mayor nivel de vida, la situación es opuesta: se ha logrado una cobertura de 100% de los servicios públicos de acueducto, alcantarillado y energía eléctrica o gas para cocinar, y las viviendas están, en promedio, construidas con materiales adecuados y de lujo. Sintetizando, bajo este contexto de desigualdad de condiciones de vida entre bloques intranacionales, en Colombia las políticas sociales, encaminadas a promover el desarrollo social y los derechos sociales, presentan resultados insuficientes y exiguos, configurando grupos poblacionales cada vez más pobres, excluidos, contravenidos en lo que se refiere a la validación de sus derechos, limitados en sus posibilidades socioeconómicas y en el acceso a servicios sociales, desposeídos y desprotegidos, perpetuando así sus condiciones de vulnerabilidad. Esta situación es particularmente aguda para la población en situación de desplazamiento forzado por el conflicto armado interno. Para los grupos desplazados, la política social, los programas y los proyectos desarrollados para atender a la población en pobreza extrema y desempleo, muestran sus limitaciones y la incapacidad del Estado para atenderlos en forma adecuada, oportuna y suficiente, y el incremento de los riesgos asociados con las crisis climáticas e inundaciones agudiza el problema. 3. El caso nacional de Chile Chile ha demostrado avances importantes en diferentes aspectos del desarrollo; sin embargo, este diagnóstico se pone en cuestionamiento cuando en el estudio aquí desarrollado –con base en datos de corte longitudinal a través de las encuestas Casen 1996, 2001 y 2006– se afirma que alrededor de 40% de la población ha estado en algún momento bajo de la línea de pobreza. También debido a que la desigualdad se ha mantenido estable entre 1990 y 2009, dando como resultado un coeficiente de Gini de 0.5, o un índice 10/10 que indica que el 10% más rico de la población gana 46 veces más que el 10% más pobre de la población (Mideplan, 2010). En consideración con estos elementos, el estudio de caso chileno presenta una aproximación a un sistema de estratificación social a partir de las características observadas entre los diferentes tipos de hogares presentes en Chile. Se identificaron cinco tipos de hogares, el tipo de hogares con una menor proporción corresponde a aquellos con una buena situación en general (13%). Luego le siguen hogares con capital educativo (17%) y hogares con el trabajo como el activo generalizado (18%). Ahora, es posible observar que la mitad restante de la población se divide entre hogares con capital laboral del jefe de hogar y aquellos con mala situación en general, correspondiéndoles 26% del total de los hogares a cada uno. 1. Hogares con capital educativo. Destacan por presentar un alto nivel educacional tanto del jefe del hogar como de sus padres, mientras que en relación con el empleo, la tenencia de bienes, la materialidad y la conectividad de la vivienda se mantienen en una posición intermedia. Fotografía: Morguefile.com En Chile “se afirma que alrededor de momento bajo de la línea de pobreza”. 40% de la población ha estado en algún 21 2. Hogares con mala situación general. Resalta en ellos el bajo nivel educacional del jefe del hogar y de sus padres, y también registra bajos valores en empleo del jefe y de los integrantes del hogar, así como en bienes y en materialidad de la vivienda. En el único aspecto en que este tipo de hogares se encuentra mejor posicionado es en la conectividad a los servicios básicos. 3. Hogares con capital laboral del jefe del hogar. Se caracterizan por presentar un alto puntaje en empleo del jefe de hogar; sin embargo, tanto en el trabajo del mismo como en el del resto del hogar presenta valores disminuidos y también menor que los otros grupos en cuanto a bienes y materialidad de la vivienda. Podría destacarse que estos hogares presentan un puntaje levemente mayor en la conectividad a los servicios básicos. 4. Hogar con trabajo como activo generalizado. Este tipo de hogares destaca por el alto puntaje en el empleo de los miembros del hogar; sin embargo, en cuanto a tenencia de bienes, empleo y educación del jefe del hogar y de sus padres se ubica en una posición intermedia. Mientras que en cuanto a materialidad y conectividad de la vivienda, presentan valores bajos. 5. Hogar con buena situación general. Este conglomerado se destaca por presentarse con valores altos en cuanto al empleo del jefe de hogar, tenencia de bienes y materialidad de la vivienda, a su vez presenta considerables puntajes en educación del jefe del hogar y de sus padres. Sin embargo, obtiene puntuaciones intermedias en cuanto a características laborales del resto de los integrantes del hogar y bajo nivel en conectividad a los servicios básicos. De todos modos, este grupo es el que a modo general presenta la mejor situación. Una de las principales conclusiones de este caso refiere que la característica principal de la población chilena, más que su pobreza, es su condición de vulnerabilidad en el sentido propuesto por el enfoque aveo. Esto es, por un lado, en términos de una baja dotación de activos que les impiden acceder a la estructura de oportunidades y, por otro lado, de un conjunto de nuevas barreras del mercado que alejan a los hogares de dicha estructura. 22 Otoño - Invierno 2011 4. El caso nacional de Ecuador Para el caso ecuatoriano, los resultados de la aplicación de la técnica estadística multivariante de análisis de conglomerados jerárquicos y correspondencias múltiples identificaron seis tipos de hogares: 1. Hogares tipo 1, en condiciones de alta precariedad. A este tipo pertenecían 253 mil 728 hogares ecuatorianos (7.4% del total de hogares encuestados: 3 millones 447 mil 092 personas). Se caracterizaban por vivir con carencias extremas: cerca de 80% de los jefes del hogar no tenían ningún nivel de instrucción, variable altamente diferencial con respecto al resto de los estratos. Adicionalmente, 90% de los jefes del hogar tenían una ocupación por cuenta propia o eran jornaleros y participaban principalmente en la agricultura. El promedio de ingresos mensual de este tipo de hogares era 118 dólares, y en su mayoría se encontraban subempleados. El origen de 54.7% de estos hogares era mestizo y en 36.3% era indígena. Esta variable no constituía un discriminante de la tipología de hogares. Estos resultados reflejan el nivel de exclusión extremo en que vivían estos hogares, pues han sido marginados de los principales servicios que promueven niveles mínimos de bienestar. Por tanto, podríamos clasificar a este tipo como de pobreza multidimensional severa. 2. Hogares tipo 2, en condiciones de precariedad media. A este tipo pertenecían 15.2% de los núcleos familiares de Ecuador en 2008 (523 mil 325 hogares). Este grupo presentaba dimensiones graves de privación aunque en menor magnitud que los hogares del tipo 1. La mayor parte de los jefes de hogar de este tipo tenía apenas educación primaria (75%) y 14.6% de ellos no tenía ningún nivel de instrucción. Dentro de este estrato, los jefes de hogar se ocupaban principalmente en actividades agrícolas por cuenta propia –más de 67% de los trabajadores– y como jornaleros o peones asalariados. El salario promedio era de 155 dólares mensuales, equivalente a 1.3 veces el salario promedio de los hogares tipo 1. Por lo tanto, si bien los hogares tipo 2 se encontraban en mejor situación que los hogares del tipo 1, todavía mantenían importantes privaciones, por tanto este estrato incluía a hogares en situación de vulnerabilidad. 3. Hogares tipo 3, en condiciones de precariedad. Este tipo estaba integrado por 767 mil 785 hogares (22%) en 2008, y presentaba un mayor nivel de desarrollo personal que los del tipo 2. El 80% de los jefes del hogar tenía instrucción primaria y 20% secundaria. Estos jefes del hogar trabajaban en actividades por cuenta propia (38%), como jornaleros u obreros privados (28% y 25%, respectivamente) y participaban en actividades agrícolas (32.5%), construcción (13.7%) y comercio (14%). En este caso, los jefes del hogar representaban mano de obra calificada y percibían ingresos promedios de 202 mensuales. 4. Hogares tipo 4, en condiciones aceptables. En 2008, en este tipo se ubicaban 32% de las unidades familiares del país (1 millón 102 mil 970 hogares). La mitad de los jefes del hogar (49%) tenía instrucción secundaria y la otra mitad únicamente educación primaria (47%). Esta variable marca la diferencia frente al comportamiento de los hogares tipo 2 y 3, en los cuales cerca de 80% de los jefes del hogar sólo tenían educación primaria; y con el tipo 1, en el cual 80% de los jefes de hogar no tenían ninguna instrucción. Estos jefes de hogar se ocupaban como empleados del sector privado y en actividades por cuenta propia relacionadas principalmente con el comercio, la manufactura, el transporte y otros; esta variable también diferenciaba el comportamiento de los hogares tipo 1 y 2, en los cuales la mayor parte de sus jefes de hogar trabajaba en actividades agrícolas por cuenta propia o como peones. 5. Hogares tipo 5, en condiciones de comodidad mínimas. Para 2008, 17% de los hogares del país se ubicaban en esta división (569 mil 608 familias). Más de la mitad de los jefes del hogar registraba educación superior (56%) y un porcentaje elevado (30.4%) reportó educación secundaria; en los tipos anteriores, los hogares con educación superior no representaban ni 4%. Estos hogares se ocupaban en su mayoría como empleados del sector privado (37.2%), en actividades por cuenta propia (26%) o eran patrones (22%). En este estrato, los jefes de hogar participaban principalmente en los sectores de comercio, manufactura y otros, pero no en el sector de agricultura característico de los hogares tipo 1, 2 y 3. Adicionalmente, el ingreso promedio de estos jefes de hogar era de 840 mensuales. El nivel de instrucción marca un comportamiento diferencial de este estrato frente al resto de hogares, así como también la categoría de ocupación y la rama de actividad en que se ocupa el jefe del hogar. 6. Hogares tipo 6, en condiciones óptimas de habitabilidad. Este tipo de hogares representaba 6.7% de las unidades familiares del país en 2008 (229 mil 676). Este segmento de la población presentaba los mejores comportamientos en las variables analizadas. Entre sus características destacan que sus jefes de hogar tenían mayoritariamente educación superior (70%), y en su mayoría se dedicaban a actividades de gobierno o administración pública (96%) y del sector privado (3%). Vivían en casas o departamentos con dotación completa de servicios, el piso de la vivienda en este estrato es de duela u otros materiales de calidad superior, en general disponen de todos los servicios y comodidades, y el ingreso promedio de los jefes del hogar era de 871 dólares mensuales. El comportamiento de las variables líderes o que marcan un comportamiento diferente es similar a los descritos para los hogares tipo 5; sin embargo, se registraron diferencias sustanciales en la categoría de ocupación y la rama de actividad de este grupo frente a los del tipo 5 y los demás hogares, pues los de este estrato trabajaban fundamentalmente en actividades gubernamentales (96%). Al examinar la tendencia de la estratificación de 2006 a 2008, encontramos que las características de cada tipología empeoraron en cuatro estratos y en los dos estratos restantes se mantuvieron. Del estudio se desprende que se mantenían importantes desafíos para cerca de la mitad de los hogares de Ecuador (45%). Por otro lado, al determinar los ámbitos geosociales se identificaron seis regiones: rural dispersa, rural, urbana media, urbana menor, urbana mayor y urbana, cuyos niveles de carencias o bienestar estaban altamente relacionados con el tipo y nivel de actividad económica y con el encadenamiento de dichas actividades dentro de cada región. Al respecto, el bloque regional 4 (El Oro) constituyó una referencia en la que el encadenamiento de las actividades productivas ha permitido promover mayor bienestar para la población. La investigación realizada para el caso ecuatoriano muestra que su población enfrentaba dos riesgos fundamentales –entre otros– íntimamente relacionados: i) el bajo nivel educativo, y ii) la baja calidad del empleo (reflejado en la categoría ocupacional según rama de actividad). En este sentido, en 2009, tenemos que 93.3% de la población había completado la primaria; 51.3% la secundaria, y sólo 17.5% la educación superior; además, entre 1995 y los primeros años de este siglo se había observado cierto estancamiento en las tasas de matriculación primaria y secundaria. No obstante, al comparar 2006 con 2009, los indicadores de cobertura desagregados por autodeterminación étnica indicaban que –a nivel general– la inequidad se ha reducido, pues los diferentes grupos étnicos –y de manera especial los indígenas y afroecuatorianos– han incrementado su tasa de matrícula de educación básica. Por su parte, los datos de subempleo refuerzan el hallazgo en el sentido de resaltar este factor como un riesgo social importante; los datos indicaban que una proporción mayoritaria de la pea está subempleada (58.1% en 2008), en el sector rural el porcentaje es significativamente mayor pues alcanza 77%, lo cual es indicativo de que, en general, no se ha logrado mejorar la calidad del empleo. 5. El caso nacional de México Siguiendo la metodología del proyecto ausjal, para el caso mexicano se construyó una serie de estratos de hogares, agrupados en torno a cuatro tipos de riesgos que permiten un mejor entendimiento de la situación social de los grupos excluidos en México, desde un enfoque universalista y ciudadano del Estado social. Los riesgos identificados son: 1. Riesgos de clase y etnia. Caracterizados por la escasez de trabajo y las condiciones de precariedad laboral, la pertenencia a grupos indígenas, la segregación espacial por zonas geográficas, la precariedad en servicios de educación y salud, incluyendo la salud mental, la migración y la brecha tecnológica. 2. Los riesgos de trayectoria vital y condición física. Incluyen la vulnerabilidad infantil, la vulnerabilidad juvenil, la vulnerabilidad de adultos mayores y la vulnerabilidad por discapacidad. 3. Los riesgos transversales. Caracterizados por las desigualdades de género, en ingresos, decisiones políticas, salud sexual y reproductiva, y violencia. 4. Los riegos globales. A ellos puede estar expuesta toda la población del país, caracterizados por la inseguridad, la violencia social, los riesgos socioambientales, un marco jurídico desarticulado e inadecuado y la corrupción e impunidad pública y privada. Los cuatro grupos de riesgos de clase se cruzan generando problemáticas específicas, para diferentes hogares y estratos, multiplicando las limitaciones para superar la pobreza, de acuerdo con las condiciones de vida de los hogares y los individuos. De las 35 variables consideradas para la estratificación de las condiciones de vida, ocho de ellas explican más de una tercera parte de este impacto y 13 explican más de 50% de las heterogeneidades. Las heterogeneidades en las condiciones de vida de los hogares de México se explican fundamentalmente por la pertenencia a los pueblos indígenas, la tasa de dependencia y la segregación espacial, la cual limita el acceso a centros escolares y de salud. El estudio de caso mexicano da cuenta del aumento de las tasas de matriculación y la disminución de la mortalidad infantil que coexisten con graves problemas como la desigualdad y la pobreza. Al menos durante la última década, se ha mantenido casi intacta la estructura de riesgos 23 del país, que continúa anclando a la mayor parte de la población a una forma de vida precaria y sin posibilidades de cambio, ya que los mecanismos de concentración de la riqueza no se han modificado. Los riesgos de clase relacionados con la trayectoria vital y condición física no hacen más que reproducir y potenciar las dificultades para que los hogares y los ciudadanos carezcan de posibilidades reales de ampliar sus opciones de vida. En ese sentido, el esquema de política social, fundado en las transferencias monetarias condicionadas, ha mostrado no sólo ser ineficaz, sino que ha reproducido y potenciado los riesgos sociales existentes o latentes en el país. 6. El caso nacional de Perú La publicación del estudio de caso de Perú, si bien no responde a la metodología del Observatorio Latinoamericano de Pobreza, tiene un interés natural en cuanto a las condiciones de vulnerabilidad de ese país. Los principales hallazgos del caso peruano se resumen en los siguientes aspectos: 1. En todos los indicadores, el área rural se encuentra en peores condiciones que el área urbana y la brecha es amplia: el porcentaje de hogares cuyo jefe sólo ha completado la primaria es más del doble en zonas rurales que en las urbanas, el subempleo por ingresos es tres veces mayor en las primeras y el porcentaje que habita viviendas de piso de tierra es casi cinco veces mayor en el área rural que en el área urbana. 2. La zona que está en mejores condiciones es la ciudad capital, Lima Metropolitana; le siguen las regiones de la costa (especialmente la costa sur) y con mayor rezago se encuentran las regiones de la sierra y la selva. Las brechas resultan amplias cuando se comparan con Lima las distintas regiones, especialmente la sierra. Luego de analizar la situación de los indicadores sociales tradicionales y las desiguales condiciones de vida entre distintos grupos de la sociedad peruana, se bosqueja una estructura de los principales factores de riesgo sociales para el Perú: 1. Desnutrición en la infancia, la cual se presenta como el riesgo que probablemente genera mayores costos sociales y económicos por su gravedad. 2. Baja calidad en la educación básica, la cual indica que el incremento de la cobertura educativa no se ha reflejado en la reducción de la pobreza, sino que más bien ha producido un deterioro en la movilidad social. 3. Bajo acceso a los servicios de salud (materna y en general), pues la atención recibida en el momento del parto tiene un efecto importante sobre la reducción de la tasa de mortalidad materna. 4. Falta de empleo adecuado, pues un individuo subempleado no sólo gana menos de lo que le permitiría cubrir una canasta básica de consumo, sino que en la mayoría de los casos se trata de empleados informales. 5. Falta de viviendas adecuadas, además de la falta de acceso a servicios públicos como alumbrado, desagüe y agua potable, así como también las viviendas no construidas con material socialmente aceptable. 7. El caso nacional de Uruguay Una primera mirada a los principales resultados del caso uruguayo sugiere que, en términos de condiciones de vida, al interior de los clústeres se verificaron situaciones de diversidad significativas. No obstante, la segmentación obtenida mediante los conglomerados presentó igualmente datos de interés que permiten analizar la incidencia de los riesgos sociales. Las diferencias en términos de edades de los(as) jefes(as) de hogar se asocian de modo inverso con los niveles educativos alcanzados. Esto se refiere particularmente al clúster 2, que registró a jefes(as) de mayor edad (más de 74 años en promedio). Este fenómeno es consistente con la expansión que en los últimos 30 años ha tenido el acceso a niveles secundarios y terciarios de educación, por lo que las generaciones más jóvenes presentaron, en promedio, un mayor nivel educativo. Lo mencionado anteriormente no impidió que el clúster 2 mostrara menor proporción de hogares en situación de pobreza, lo que cabe asociar a su vez con el elevado grupo de jefes(as) jubilados(as) o pensionistas. Esto, junto con el fenómeno que mostró el dato sobre perceptores del total de integrantes del hogar, explica la baja incidencia de la pobreza sobre este grupo (6.7%). En un sentido inverso, el hecho de que la tasa de perceptores sobre el total de integrantes del hogar del clúster 3 fuera la más baja, contribuyó a que fuera el que presentara mayor incidencia de pobreza (29.7%), lo que significó que los hogares con jefes(as) más jóvenes fueran los que mostraran un mayor tamaño promedio de integrantes (3.4 frente a un promedio general de 2.9). Esto contribuyó además a una mayor presencia de menores, como por ejemplo en el clúster 3, que mostró un promedio de 1.25, que dobla al general y multiplica por más de 10 veces el nivel promedio alcanzado por el clúster 2 (0.11). 24 Otoño - Invierno 2011 Los diferentes clústeres se manifestaron no sólo en sus protecciones de ingreso y trabajo y en cómo se accedía a bienes y servicios, sino que también se diferenciaron en los comportamientos reproductivos y en materia de emancipación y autonomía que presentaron los jóvenes. En otras palabras, como ya se ha planteado desde el Instituto de Investigación sobre Integración, Pobreza y Exclusión Social (ipes), aportaron en forma diferencial a la reproducción biológica y a la renovación generacional del país. En este sentido resulta claro que es el Uruguay vulnerado el que carga con la reproducción biológica. Como se observa en el documento amplio, las mujeres en edad fecunda postergan muy poco el inicio de la reproducción y tienden a procrear un número de hijos superior a los otros estratos sociales del Uruguay. En suma: mercado laboral, acceso a bienes y servicios, fecundidad y emancipación diferencian niveles de vulnerabilidad en forma marcada y lo hacen generando tres efectos negativos para el bienestar agregado de un Uruguay social que se pretende integrado, sustentable y funcional al desarrollo económico. A modo de resumen, cabe señalar que se ha producido en Uruguay un creciente desacoplamiento entre la cantidad, calidad y distribución del riesgo social y la respuesta estatal plasmada en su arquitectura de protección y bienestar social. Los riesgos sociales en Uruguay muestran una fuerte vinculación con las etapas del ciclo vital. Esto ha llevado a un intento de revertir este fenómeno; intento que debe confrontar no sólo con los nuevos riesgos sociales, sino con los corporativismos sectoriales existentes, que no renuncian a mantener sus beneficios y resisten la lógica universalista que guía las reformas desde el Poder Ejecutivo. A pesar de los esfuerzos que algunas de las políticas implementadas realizan al atacar la fuerte vulnerabilidad de la infancia y el binomio madreshijos, la matriz de protección social sigue mostrando un fuerte desbalance generacional. Asimismo, la persistencia del acceso a servicios y prestaciones a partir de la inserción laboral formal del (la) jefe(a) de hogar, mantiene en algunas de las reformas la exclusión de beneficios de aquellos sectores más vulnerables. Por otra parte, el peso de la población de la tercera edad y la amplia cobertura de seguridad social en este sector, hace que buena parte de los esfuerzos fiscales, así como los mecanismos de incorporación sucesiva de colectivos a las nuevas prestaciones reproduzcan –cuando no incrementan– el desbalance generacional del gasto público. En el capítulo dedicado al caso de Uruguay se analizan pormenorizadamente las características de las reformas emprendidas, así como sus alcances e insuficiencias. 8. El caso nacional de República Dominicana Único país del Caribe presente en la investigación conjunta de ausjal, República Dominicana se caracteriza por un retraso histórico en los procesos que han sido comunes a los diversos países que componen la región latinoamericana. En el estudio se identificó la determinación de estratos sociales diversos, inscritos en diferentes ámbitos geosociales que potencian o coartan las capacidades de las personas y que pueden marcar la diferencia entre el tipo de vida que llevan las personas. En República Dominicana, nacer en un ámbito rural, lejano, de una provincia pequeña, sugiere de entrada que el futuro de esa persona estará asociado con no estudiar, trabajar en ventas al por menor y vivir en el riesgo extremo durante toda su existencia. Sin embargo, el nacer en la capital potencia las posibilidades de estudio, acceso a trabajos de mejor calidad y a superar los riesgos con los cuales se pudiese nacer. Es un azar que el estudio pretende contribuir a superar, a partir de la potenciación de diseños que ayuden a superar los riesgos propios del territorio, colocando a las familias en un estado digno y robusto, libre de riesgo sin importar el ámbito en el que se nace. Los resultados de los ámbitos geosociales desnudan la existencia de espacios geográficos prácticamente inexistentes para las políticas públicas aplicadas en República Dominicana. Así identificamos cuatro ámbitos o regiones con estas características: 1) mediana, alejada, muy rural; 2) remota, pequeña, rural baja; 3) pequeña, remota, rural baja; 4) rural muy alta, alejada y pequeña. Todas coinciden en que agrupan provincias con poca población y alejadas de las ciudades centrales. Las provincias que se encuentran en estos ámbitos corresponden a las tradicionalmente identificadas como las más pobres. Sin embargo, la determinación de los estratos promueve la existencia de una situación de riesgo extremo en los cuatro ámbitos, que coloca a las familias siempre en un borde, fruto de los riesgos simultáneos que poseen. El desarraigo, la invisibilidad, la carga de estigmas que quiebran la concepción de ciudadanía son riesgos que sufren los dominicanos y que no son observados en los análisis estadísticos, pero que necesariamente deben ser parte del diagnóstico que sirva de base a la implementación de políticas diferenciadas a partir de los riesgos asociados con las características específicas de los hogares y a los que se encuentran presentes en los territorios. La presencia de tanta divergencia entre las posesiones materiales y en general del disfrute de la vida, perfila a República Dominicana como un país productor de inequidades y con una errada orientación en la implementación de políticas públicas, que se han desarraigado de las necesidades propias del territorio y han olvidado aspectos culturales en los procesos de intervención. La ubicación de los estratos robustos se ubica en las ciudades centrales, que concentran la inversión de los gobiernos, estableciendo una relación directa entre cantidad de votos y cantidad de inversión. Esta lógica ha primado durante los últimos 40 años, acorde con lo establecido en la lógica desarrollada en la implementación de las políticas sociales, que se detallan en extenso en el acápite correspondiente. 25 9. El caso nacional de Venezuela El caso venezolano es una muestra de la dificultad que se presenta al analizar las condiciones deficitarias de vida y la desigualdad a partir de indicadores unidimensionales como la línea de pobreza. Venezuela, por su característica de nación petrolera, presentó importantes logros en materia de ingresos que se reflejan en el indicador de línea de pobreza para el periodo 2004-2007. Esto no corresponde con mejoras significativas en aspectos estructurales de las condiciones de vida de la población, que se reflejan en otros indicadores de pobreza como los de Necesidades Básicas Insatisfechas (nbi), lo que hace previsible la poca sustentabilidad de las mejoras alcanzadas en materia de ingresos, dado que éstas no están basadas en un aumento de las capacidades y oportunidades, sino que responden en buena medida a un boom petrolero, historia ya registrada y conocida en el país. La pobreza de ingresos registrada en Venezuela muestra cómo ésta aumenta considerablemente en épocas de contracción económica, pero su reducción se produce de forma más lenta o gradual cuando se presentan los periodos de crecimiento o estabilidad económica, en relación directa con el tema de los ingresos petroleros. Haciendo uso de los datos de la Encuesta de Hogares, por muestreo y mediante la aplicación de metodologías de análisis multifactorial, se realizó una clasificación de los hogares de acuerdo con variables asociadas con las condiciones de vida en los ámbitos de vivienda y servicios conexos, patrimonio físico, educación, inserción laboral, ingreso y características de los hogares. Esta clasificación dio como resultado seis tipos de hogares que se ordenaron de forma jerárquica de acuerdo con el grado de precariedad relativa o no de las variables analizadas. Las tipologías resultantes, al ser comparadas entre los ámbitos geosociales, aluden a que existían diferencias significativas en las condiciones generales y de desarrollo del entorno que condicionaban tanto la probabilidad de que un hogar, y en consecuencia sus miembros, fuera pobre, así como sus capacidades y posibilidades para superar dicha situación. Este contraste, entre los tipos de hogar en términos de sus condiciones diferenciales de vida y configuración por ámbitos geosociales, pone nuevamente en relieve las profundas desigualdades existentes en el país, además de resaltar la importancia del entorno en la conformación del mismo, determinado por las deficiencias y limitaciones existentes en el nivel de consolidación de los servicios públicos, de infraestructura, salud, educación y de las condiciones sociales en general. En términos más amplios, el entorno forma parte de la estructura de oportunidades que permiten u obstaculizan las posibilidades de desarrollo de los individuos. Hallazgos comparativos y particulares Tal y como podemos observar, aunque existen especificidades en cada país por su estructura económica y social, así como 26 Otoño - Invierno 2011 por otro tipo de condicionantes propios de su desarrollo histórico, hay factores comunes que en estos países han generado disparidad de condiciones de vida entre los hogares en situación de supervivencia y con múltiples carencias y los hogares favorecidos por la dinámica de la formación económico social del país. Características asociadas con las condiciones estructurales de la vivienda (materiales de construcción y tipo de vivienda), acceso a los servicios (agua potable, drenaje, alcantarillado), escolaridad (promedio, del jefe del hogar y de las personas con más de 15 años), cobertura de servicios de salud (asegurados permanentes en el sistema de salud, número de consultorios y de médicos), tipo de ocupación (asalariado, patrón o empleado gubernamental) y posesión de ciertos activos básicos del hogar (televisión, licuadora, lavadora, refrigerador o nevera) están presentes en gran parte de los resultados de los casos nacionales abordados por el Observatorio. A manera de ejemplo: En México, Venezuela, Perú y Colombia las condiciones estructurales de la vivienda, el acceso a los servicios conexos a ella y ciertos activos del hogar que indican un cierto grado de acceso al desarrollo económico vía la urbanización, son factores importantes en la generación de divergencias en las condiciones de vida de los hogares. En el estrato de hogares más rico en Colombia, “62% viven en apartamentos y 37% en casas. Casi la totalidad, 98%, tiene como paredes bloque, ladrillo y madera pulida. Los pisos son 72% de baldosa, vinilo, tableta; 10% de alfombra o tapete y 8% de material de mármol. El 99% tiene acceso a redes de acueducto dentro de la vivienda, con servicio de agua permanente las 24 horas de los siete días, lo mismo en conexión del sanitario a redes de alcantarillado, varios baños o sanitarios dentro de la vivienda. También, 98% de los hogares cuentan con servicio de energía eléctrica”. En el otro extremo, el del estrato de hogares en condiciones de supervivencia: ...55% de estas viviendas tienen pisos de tierra o arena. Con paredes con madera burda y tablón, 39.9%. No tienen acceso a energía eléctrica, 53%; tampoco cuentan con redes de acueducto, 84%; y con la fuente de agua fuera de la vivienda están 58%, los cuales utilizan el río, la quebrada, el nacimiento o el manantial. No tienen acceso a redes de alcantarillado 99% de los hogares, en 54% de los cuales el sanitario está por fuera de la vivienda. El sitio de cocina está ubicado en un patio o al aire libre en 30%, y el material para cocinar predominantemente es leña, madera y carbón de lecha en 94.4%.2 En Ecuador, Venezuela, México y Colombia, el nivel de instrucción o educativo alcanzado por los jefes del hogar, así como su ocupación son factores generadores de inequidades 2 Véase el caso nacional de Colombia. 3 Ídem. 4 Véase el caso nacional de Ecuador. 5 Según el caso nacional de Uruguay, “la evidencia señala que los riesgos sociales en Uruguay han mostrado fuertes desplazamientos en perjuicio de las personas de edades más jóvenes, los niños y las mujeres jóvenes, especialmente aquellas con hijos”. 6 Según resultados del caso nacional de Colombia, “la vulnerabilidad de las mujeres, especialmente de las jefes de hogar, reside en la inequidad que enfrentan en el mercado laboral (particularmente En Ecuador, Venezuela, México y Colombia, el nivel de instrucción o educativo alcanzado por los jefes del hogar, así como su ocupación son f a c t o r e s generadores de inequidades sociales. Fotografía: Morguefile.com sociales. Por ejemplo, en los hogares más pobres de Ecuador, 80% de los jefes del hogar no tienen ninguna instrucción; mientras que en el estrato de hogares más rico, 65% cuentan con educación superior. Para el caso de México, en los dos estratos de hogares más pobres (47% de la población), más de la mitad de su población mayor de 15 años no culminó la educación básica (educación secundaria), en tanto esa cifra para el estrato de hogares más alto, se ubica en cerca de 30% de su población (jefes de hogar mayores de 15 años). Adicionalmente, las personas que estudian alguna licenciatura o posgrado, están concentradas en 6% de los hogares más ricos del país: 37% de los jefes de hogar de este estrato cuentan con maestría o doctorado, en tanto, ese porcentaje sólo es de 4% en el estrato más bajo de los hogares. En Colombia, las personas que viven en el estrato de hogares más pobre tienen como jefe de hogar a alguien que es analfabeto y de primaria incompleta, 42% y 45% respectivamente, mientras que en el estrato más alto los jefes de hogar han superado en 80% la secundaria completa, “37% están en el nivel superior y 12% con posgrados (maestrías y doctorados). El clima educacional o escolaridad promedio de estos hogares en 54% es superior a 15 años de escolaridad”.3 Si este indicador educativo es cruzado con la ocupación del jefe del hogar, se explica la divergencia en condiciones de vida producto del acceso a la educación: en Ecuador, el jefe de hogar del estrato más alto – que representa apenas 7% a nivel nacional –, con alto nivel educativo, se dedica a actividades gubernamentales o es dueño de un negocio, registra los mayores niveles de ingreso; mientras que los jefes de los hogares más pobres, dedicados a actividades de “cuenta propia” en el sector agrícola o como jornaleros, son quienes tienen el menor nivel de instrucción y perciben los menores ingresos.4 De manera adicional, se encontraron situaciones o factores particulares o específicos que dan lugar a las condiciones disimiles de vida de la población: El caso nacional de Uruguay encontró que los hogares con jefes de hogar más jóvenes son quienes además de encontrarse con mayores niveles de pobreza monetaria, son quienes –de acuerdo con sus condiciones estructurales de vivienda, escolaridad y ocupación– se encuentran en peores condiciones de vida.5 El caso nacional de Colombia encontró evidencia de que son las mujeres jefas de hogar en sectores rurales quienes ocupan ese espacio.6 27 En México, ese lugar lo ocupan los hogares cuyos jefes son indígenas. En ese sentido, la mayor parte de los jefes de hogar indígenas están ubicados en el 47% de los hogares más pobres del país: con menores niveles de escolaridad, menor acceso a los servicios de salud y viviendas sin servicios, entre otros; este factor explica 5.5% de las heterogeneidades en las condiciones de vida. Todas estas situaciones originaron riesgos sociales: “toda situación o acontecimiento que compromete la capacidad de grupos y personas para asegurar una vida autosustentada en sociedad”.7 Ante esto, el trabajo del Observatorio se orientó en un apartado de cada caso nacional a considerar tanto la dimensión económica de los riesgos sociales –que no eran alcanzables del todo mediante los datos de las encuestas de hogares– como la caracterización general de las políticas sociales en función de si su diseño, cobertura, objetivos, estrategias, etc., estaban centrados en identificar y actuar en un sentido más amplio que sólo el combate focalizado a la pobreza, sino más bien en un sentido integral de identificación de los factores que producen las heterogeneidades sociales. Esto, con el fin de considerar el marco más general, pero también el más integral, para analizar su funcionamiento y sus logros. En general, los resultados derivados de este accionar en política social no han sido alentadores, pues si bien eventualmente puede observarse una leve disminución en las condiciones de pobreza de algunos estratos sociales, con el devenir de nuevas condiciones de crisis, el avance se convierte en franco retroceso. Ya hemos visto, incluso, que en el caso de México esta política ni siquiera ha permitido conservar la posición internacional que el país registraba hasta hace algunos años, ahondando las desigualdades sociales, las heterogeneilas menos calificadas), y en la inequidad en el acceso a oportunidades de acumulación de capital humano del Estado, que se intensifica cuando se suma su condición de ser mujeres cabeza de familia, desplazadas, y en su participación en actividades socioeconómicas en condiciones precarias de las zonas rurales”. 7 Véase el caso nacional de México. 28 Otoño - Invierno 2011 dades en las condiciones de vida y la exacerbación de riesgos sociales que han colocado al país en una situación de inestabilidad resultado del accionar de los grupos de narcotraficantes que se han beneficiado de la descomposición social en las zonas de mayor marginación.8 Por otro lado, están los casos de Ecuador y Venezuela que, además de conservar en política social las directrices establecidas por la política económica de liberalización comercial, emprendieron otras acciones orientadas a mejorar las condiciones de vida de la población más vulnerable. En Ecuador, con “la ejecución de estas políticas se esperan importantes progresos en materia de equidad social; aunque después de tres años los resultados están aún por reflejarse”. Por su parte, en Venezuela la política social ha adoptado a las misiones como su medio de ejecución; algunas misiones, “lo que hicieron fue identificar los déficit de algunas funciones públicas y, en lugar de emprender reformas burocráticas costosas económica y políticamente, pusieron en marcha operativos masivos para la prestación de estas funciones”; aunque éstas aparecen directamente vinculadas a la Presidencia del país.9 Brasil, por su parte, ha incrementado significativamente su gasto social con las repercusiones presupuestales y fiscales correspondientes. A manera de conclusión Tomando como base los diferentes casos nacionales y sus peculiaridades, no podemos dejar de subrayar que en 8 En el caso de México, la política de focalización de combate a la pobreza, que tiene como principal programa el denominado Oportunidades, antes Progresa, ha recibido numerosas evaluaciones realizadas por organismos nacionales e internacionales, así como instancias académicas, que reconocen avances en indicadores como talla o estatura de los niños y asistencia escolar, entre otras. Este Observatorio, sin embargo, no consideró para la revisión de literatura de su Caso Nacional, las evaluaciones sobre un indicador, sino aquéllas que buscaban la evaluación de una política social como respuesta a los riesgos sociales derivados de las condiciones heterogéneas de vida de los hogares. 9 Véanse respectivamente los informes de los casos nacionales de Venezuela y Ecuador. América Latina las condiciones de deterioro económico y vulnerabilidad están fuertemente asociadas con procesos de precarización del empleo, y con la necesidad de incrementar los años de escolaridad en la población, la calidad de la educación y la seguridad social que ahora se ofrecen. Con todo, este binomio no servirá de mucho mientras no se precisen políticas adecuadas para que mayor y mejor escolaridad encuentren una ventana de oportunidad en la estructura de empleo de cada uno de nuestros países. En estos países, un elemento persistente ha sido la vinculación de otros servicios –como salud, vivienda y pensiones, entre otros– con las condiciones de empleo que básicamente dependían de la política económica impulsada por el Estado. De esta manera, las carencias se agudizan en la medida en que la estructura y las oportunidades de empleo se restringen y precarizan. A la par, la dotación de servicios públicos e infraestructura y los incentivos necesarios para promover inversiones –que corren por cuenta del Estado– podrían consolidar o potenciar las oportunidades de las sociedades nacionales y particularmente de ciertas regiones al interior de cada país; sin embargo, el análisis de los diversos casos nacionales pone en evidencia las enormes desigualdades regionales que existen al interior de nuestros países. Los estudios de Colombia, Ecuador, Perú, República Dominicana y Venezuela, entre otros, presentan de manera muy clara estas asimetrías regionales, así como las ventajas que tienen los grandes conglomerados urbanos frente a las poblaciones más distantes o regiones con predominio de población rural o indígena y condiciones orográficas más accidentadas. Las diferencias de etnia, género y edad son elementos apenas explorados en algunos de los estudios, pero abren una importante veta para profundizar tanto en la estructura de riesgos de los distintos países, como en el análisis de las políticas específicas que los gobiernos han establecido para la atención focalizada de estos segmentos de población con altos índices de vulnerabilidad o rezago. Fotografía: Morguefile.com Finalmente, en lo relativo a los hallazgos sobre las políticas sociales de los países investigados, los estudios de caso coinciden en señalar que las políticas aplicadas resultaron insuficientes para solucionar las causas estructurales de la pobreza y la desigualdad que caracteriza a la mayoría de la población latinoamericana. Se encontró como hallazgo común que hay un problema derivado del enfoque que le otorgan nuestros gobiernos a la política social, a partir de modelos de protección asistencialistas ligados a prácticas clientelares que resultan insuficientes en la solución de las causas estructurales que determinan la vulnerabilidad y desigualdad que experimentan nuestras sociedades. Denominador común en nuestros países han sido los innumerables planes de desarrollo fallidos, los planes estratégicos desarticulados, las incontables leyes aprobadas sin cumplirse, los cambios constantes de visión, la creación de comisiones, la duplicación de instituciones del Estado que repiten sus acciones, entre otros intentos malogrados. Evidencias tangibles todas ellas de que los países investigados –en estos últimos años– han jugado el rol de laboratorio retrasado de las mal llamadas reformas estructurales: han pesado más las acciones de corto plazo, de carácter asistencial, que las políticas universales. 29 Fotografía: Clictr.com 30 Otoño - Invierno 2011 Dos metodologías y dos visiones de la evolución de la pobreza en México, 2008-2010 Julio Boltvinik Doctor en ciencias sociales por el ciesas-Occidente. Profesor-Investigador del Centro de Estudios Sociológicos de El Colegio de México con el grado más alto: S-II; miembro del sni desde 1993 (actualmente nivel III); miembro de número de la Academia Mexicana de Economía Política y del Comité Científico de crop (Comparative Research on Poverty) con sede en la Universidad de Bergen, Noruega; Consejero Ciudadano del Consejo de Evaluación del Desarrollo Social del DF (Evalúa DF). Ha dedicado 30 años a estudiar y a combatir la pobreza. Ha publicado numerosos libros, artículos y capítulos de libro, la mayoría sobre pobreza. Recibió el Premio Nacional de Periodismo Ciudadanizado (2001) y el premio a la mejor tesis doctoral en antropología social del inah en 2006. Desde 1995 publica semanalmente en La Jornada la columna Economía Moral. 1. Aumento de la pobreza en México y en el D.F. entre 2008 y 2010. En el país aumentaron los pobres y la pobreza, en el D.F. sólo la pobreza Según las enigh (Encuestas Nacionales de Ingresos y Gastos de los Hogares), entre 2008 y 2010 cayó el ingreso de los hogares confirmando el efecto esperado de la crisis. A nivel nacional, el ingreso promedio por hogar disminuyó en 12.3%, mientras en el D.F. lo hizo en 8.11%. Como se aprecia en la gráfica 1, tanto en el Distrito Federal como a nivel nacional bajó el ingreso promedio por hogar de todos los deciles, pero las bajas son mucho menores en el D.F. (entre -2.2% y -10.8%) que a nivel nacional (entre -6.7% y -17.8%).1 Esto, como veremos, se ve reflejado en la evolución de la pobreza. La baja, sobre todo a nivel nacional, parece mayor de lo que es porque el ingreso corriente del conjunto de todos los hogares cayó, a nivel nacional, en mucho menor medida: en 6.8% a nivel nacional. La explicación de esta aparente paradoja radica en que el número de hogares en el país creció en 6.3%. Esto significa que de la caída del 12.3% del ingreso por hogar más de la mitad se explica por el aumento del denominador: el número de hogares. Algo muy similar ocurrió en el D.F., donde el número de hogares creció a la misma y sorprendente velocidad del nivel nacional, a pesar de una población estancada. En el D.F., por tanto, de los 8.11 puntos de descenso porcentual de los ingresos del promedio de los hogares, 6.3 puntos se explican por el aumento en el número de hogares, por lo cual la baja en el ingreso corriente del conjunto de todos los hogares es del orden de 1.8 puntos. La medición de la pobreza realizada en el Evalúa D.F., bajo mi coordinación, para valorar el cambio 2008-2010 de la pobreza, tal como se mide con el Método de Medición Integrada de la Pobreza (mmip), incorporó una importante innovación que toma en cuenta las economías de escala en los hogares y que, por tanto, no utiliza una línea de pobreza igual para todos, expresada en términos por persona o por adulto equivalente, como lo hace el coneval siguiendo la práctica más común, sino que llega a una fórmula que debe ser calculada para cada hogar, según su tamaño y su estructura por grupos de edad y sexo. Los resultados se sintetizan en la gráfica 2. En ella se compara la evolución de la pobreza en el D.F. con la del país en su conjunto y con la de las “metrópolis” (localidades mayores a 100 mil personas) sin el D.F. La gráfica muestra, además del cálculo agregado del mmip, los componentes de nbi (Necesidades Básicas Insatisfechas), ingresos y tiempo. Como se aprecia, la incidencia de la pobreza (H=q/n, donde q es el número de pobres y n es la población) a nivel nacional pasó de 80.5% en 2008 a 82.8% en 2010, lo que en números absolutos significó pasar de 88.3 a 93.2 millones de pobres; en las metrópolis el aumento relativo en esta pobreza fue mayor (4 puntos porcentuales: de 71.1% a 74.6%); en cambio, en el D.F. bajó levemente (de 67.3% a 66.5%). Sin embargo, el D.F. no puede echar las campanas al vuelo, pues una cosa es la proporción 1 Los datos del D.F. incluidos en la gráfica 1 se derivan de la eigh-df.2010 (Encuesta de Ingresos y Gastos de los Hogares del D.F. en 2010), cuyo levantamiento fue posible debido a que Evalúa D.F. pagó al inegi una sobremuestra de la enigh nacional. Los cálculos de pobreza en el D.F. y en el país que más adelante se presentan fueron tomados del boletín de prensa entregado en conferencia de prensa convocada por Evalúa DF. 31 de personas pobres o incidencia (H) y otra es la pobreza misma que se mide correctamente al combinar H con la intensidad media de la pobreza (I), para obtener HI. En el D.F., si bien no aumentó H, I (que es la distancia o brecha media que separa la situación de los hogares pobres de las normas o umbrales de pobreza) aumentó al pasar de 0.308 a 0.335, un incremento de 8%. Este aumento de la intensidad se manifiesta en el cambio de la estructura interna de la pobreza: aumentó la pobreza extrema (incluye aquellos que cumplen menos de 2/3 de las normas o umbrales) de 30.3% a 34.5% y disminuyó la pobreza moderada (que incluye a quienes cumplen entre 2/3 y menos del 100% de las normas) de 37.1% a 32.0%. Es decir, en el D.F. si bien no aumentaron los pobres, sí creció la pobreza. 2. La medición multidimensional de la pobreza del coneval hace agua. Se pone en evidencia la baja construida en algunas carencias sociales Según el anexo estadístico de medición de pobreza multidimensional 2008-2010 del coneval (disponible en www. coneval.gob.mx), que contrasta agudamente con la visión de la evolución nacional de la pobreza en el mismo periodo según el Evalúa DF, la pobreza multidimensional en el país creció sólo 1.7 puntos porcentuales (a pesar de la gran crisis), pasando de 44.5% a 46.2% de la población nacional, y de 48.84 a 51.99 millones de personas (incremento de 3.16 millones). La pobreza extrema multidimensional bajó de 10.6% a 10.4%, pero aumentó levemente el número de personas en esa condición: de 11.67 a 11.71 millones. La pobreza multidimensional creció tanto en el medio rural (de 62.4% a 64.9%; de 15.9 a 17.0 millones) como en el urbano (de 39.1% a 40.5%; de 32.9 a 35.0 millones). Nótese que creció más en términos relativos la pobreza rural, 2.5 puntos contra 1.4 puntos la urbana. En cambio, la pobreza extrema bajó en el medio rural (del 26.2% al 23.9%), pero subió en el urbano (de 5.9% a 6.3%). En la metodología de medición adoptada por el coneval se considera que una persona vive en condiciones de pobreza si tiene una o más carencias sociales y (al mismo tiempo) su ingreso es menor que la llamada línea de bienestar por persona. Como dijo la doctora Araceli Damián en el programa de TV Hora de Opinar, el 3 de agosto, una persona tiene que pecar dos veces para ser considerada pecadora. La línea de bienestar (lb, que incluye un componente alimentario y uno no alimentario) es de 2 114 pesos por persona al mes (alrededor de 70 pesos al día) en el medio urbano y de 1 329 pesos mensuales ($44 pesos diarios) en el rural (sólo el 63% de la urbana). Los requisitos para ser pobre extremo se parecen a los que pone una oficina burocrática: hay que tener tres o más Fuente: Cálculos propios con base en las bases de microdatos de las enigh 2008 y 2010. En ambos casos el procesamiento se llevó a cabo como parte de mis tareas como Consejero Ciudadano del Evalúa DF y con el más amplio respaldo de la institución. Son cálculos oficiales de la institución. 32 Otoño - Invierno 2011 carencias sociales (de un total posible de 6) y (al mismo tiempo) tener un ingreso menor a la línea de bienestar mínimo (lbm, que sólo incluye el costo de los alimentos crudos) y que es de 978 pesos al mes (32 pesos al día) en el medio urbano y de 684 pesos mensuales (22.5 pesos diarios) en el rural. Este concepto de pobreza extrema que sólo identifica como tales al 10.4% de la población, es inconsistente con otros conceptos del propio coneval: pobreza alimentaria (que representa el 18.8% de la población en 2010), carencia de acceso a la alimentación (24.9%), así como con la población atendida por el programa Oportunidades (21%). De esta manera, el coneval redujo casi a la mitad el nivel que el propio Gobierno federal había manejado de pobreza extrema, al exigir a las personas que sean, al menos, cuatro veces pecadoras para quedar clasificadas en esta categoría, siempre y cuando una de ellas sea pecador en ingresos. Si usted es seis veces pecador, pero siempre en carencias sociales y tiene un ingreso maravilloso que le permite (apenas) adquirir la magra canasta de alimentos crudos, usted sólo será pobre, pero no pobre extremo. La gráfica 3 muestra cómo el criterio de intersección adoptado por el coneval reduce (milagrosamente) la población que clasifica en pobreza extrema. Ahí se aprecia que la población con tres o más carencias sociales (26.6% de la total) en 2010, al combinarse con la población con ingreso inferior a la línea de bienestar mínimo (19.4%) producen el milagro de reducir ambas dimensiones de carencias extremas a sólo 10.4%, menos de la mitad del promedio simple de ambas. La población nacional con ingreso inferior a la lb aumentó, según el coneval, en 3 puntos porcentuales (de 49.0% a 52.0%), aumento de casi el doble del alza de 1.7 puntos de la pobreza multidimensional, lo que significa que, entre 2008 y 2010, 4.8 millones de personas cayeron debajo de la lb. La población con ingresos inferiores a la lbm (antes pobreza alimentaria) creció de 16.7% a 19.4% (2.7 puntos), de 18.4 a 21.8 millones de personas (3.4 millones de pecadores a medias adicionales). Las carencias de ingresos, tanto la que se mide comparando el ingreso por persona de los hogares con la lb, como con la lbm que incluye sólo alimentos crudos, aumentaron en similares proporciones en el medio rural y el urbano: de 63.1% a 66% y de 32.8% a 35% en el medio rural, y de 44.8% a 47.7% y de 11.9% a 14.7% en el urbano, desmintiendo lo que Felipe Calderón, su gabinete y el coneval han dicho: que los programas focalizados a la pobreza extrema protegieron a los más pobres que viven, sobre todo, en el medio rural. Las carencias sociales promedio que padece la población pobre bajaron de 2.7 a 2.5; esto fue el resultado de la baja en 5 de los 6 indicadores y del alza en la carencia de acceso a la alimentación, bajas de las cuales la más pronunciada es la de salud que disminuye 9 puntos porcentuales (de 40.8% a 31.8% de la población nacional), contra menos de 3 puntos en las otras cuatro carencias cuya incidencia también disminuye. En agudo contraste, la carencia de acceso alimentario aumentó en 4.1 puntos porcentuales. Este comportamiento fue similar en los medios rural y urbano, destacando la espectacular caída de la carencia en salud en el medio rural, de 48.2% a 32.2%, que en sólo dos años se abatió en una tercera parte, convirtiendo el medio rural mexicano en envidia para los de muchos países desarrollados. Puesto que la carencia de seguridad social está ubicada en otro y muy diferente nivel, y bajó mucho menos, de 86.2% a 81.9%, se deduce que la caída espectacular en la carencia de salud rural se explica sólo por la expansión del seguro popular, que el coneval considera un servicio que satisface las necesidades de atención a la salud de la población, a pesar de que las propias páginas electrónicas del Estado mexicano indican que el Seguro Popular sólo incluye: Consultas médicas en el centro de salud, consultas de especialidad, cirugía y atención hospitalaria, así como medicamentos, estudios de laboratorio y gabinete incluidos en el Catálogo Universal de Servicios Esenciales de Salud (causes). Actualmente el causes cubre el 90% de la atención médica habitual, y el 66% de los principales procedimientos diagnósticos y terapéuticos; ofrece 275 intervenciones y un total de 357 claves de medicamentos esenciales. Cubrir dos terceras partes no de todos, sino de los procedimientos principales, lo que excluye los procedimientos más caros, significa probablemente incluir menos de la mitad del gasto en salud que requeriría un servicio completo de salud. Considerar esto como satisfacción de la necesidad de atención a la salud, como lo hace el coneval que iguala, en su medición, el Seguro Popular con el imss y el issste, significa construir artificialmente la cobertura creciente de la atención a la salud ya que por Ley, la expansión del Seguro Popular era una obligación del Gobierno federal, y del Congreso, contribuyendo así, de manera determinante a abatir los niveles “medidos” de carencias sociales muy por arriba de su abatimiento real. Algo similar hizo el coneval en seguridad social (la segunda reducción en importancia entre las carencias sociales), donde consideró cobertura de seguridad social cualquier transferencia monetaria a adultos mayores, sin importar su monto, pervirtiendo así la relación entre medición de la pobreza y política social. Envía, con esto el siguiente mensaje (redacción inventada) a los tres órdenes de gobierno: Atienda usted las vías de segunda para ciudadanos de segunda abiertas por el coneval y abatirá fácilmente los niveles de pobreza en el área que gobierna: seguro popular, transferencias monetarias de bajos montos a adultos mayores, instalación de pisos de cemento, de techos de lámina o asbesto, y de llaves de agua en el lote (aunque rara vez fluya por ellas el líquido), y construcción de viviendas de 30 m2 (casas de muñecas) en ubicaciones muy lejanas de suelo barato. 33 Fuente: Elaboración propia con base en el Anexo Estadístico de Medición de la Pobreza 2010 del coneval 3. Las enormes diferencias de las dos mediciones multidimensionales de pobreza oficiales en el país se reflejan en sus resultados 2008-2010 Al comparar ambas mediciones reseñadas en las secciones anteriores, resalta: 1. Ambas coinciden en que la población carenciada en el país es superior en 2010 al 80% de la población total: 80.7% según el Coneval (90.8 millones de personas) y 82.8% (93.2 millones) para el Evalúa DF. Sin embargo, las diferencias empiezan a mostrarse en la manera en la que se subdividen esos 91 o 93 millones: para el Coneval sólo son pobres 52 millones, mientras los demás carenciados (38.8 millones) son sólo vulnerables, término que nunca discute conceptualmente, sino que sólo queda definido por el criterio empírico: son vulnerables los que tienen una o más carencias sociales o un ingreso inferior a la línea de bienestar (lb), mientras son pobres los que se encuentran en ambas situaciones (en cuyo caso aplica la conjunción y en vez de o). (En términos matemáticos: unión e intersección de conjuntos.) La Ley General de Desarrollo Social (lgds) ordena al coneval medir la pobreza, pero no le ordena medir la vulnerabilidad. Para el Evalúa DF, en cambio, los 93.2 millones viven en pobreza, pero distingue al interior de ella por su intensidad: pobreza extrema (60.4 millones) y pobreza moderada (32.8 millones); la primera la subdivide en indigencia (la peor situación: 35.7 millones) y pobreza intensa (24.8 millones). La Ley de Desarrollo Social del D.F. ordena al Evalúa DF que mida la pobreza. 34 Otoño - Invierno 2011 Entre 2008 y 2010, en medio de la crisis mundial más severa desde la Gran Depresión, los resultados del Coneval indican que mejoró la situación de la población nacional: que aumentó la población no pobre y no vulnerable de 18% a 19.3% del total nacional (aumento de 1.3 millones: de 19.7 a 21.8). La otra cara de esta moneda es que la población carenciada (suma de pobres más vulnerables) habría disminuido de 82% a 80.7% (aunque habría crecido de 90 a 90.8 millones). En agudo contraste, para el Evalúa DF la población pobre aumentó de 88.3 a 93.2 millones (de 80.5% a 82.8%) y la población no pobre bajó de 19.5% a 17.2% (de 21.4 a 19.4 millones). Mientras el Evalúa DF estima que la proporción de carenciados (igual a pobres en su caso) aumentó en 2.5 puntos porcentuales, el Coneval estima que esta proporción (pobres más vulnerables en su caso) disminuyó en 1.3 puntos porcentuales. Mientras el Coneval afirma que la situación mejoró, el Evalúa DF afirma que empeoró. ¿Cuál es más coherente para este periodo de crisis mundial? En la cuenta global 2008-2010 del Coneval (la unión de los dos conjuntos) intervienen cinco cifras en cada año. En primer lugar: a) la población con ingreso inferior a la lb (que subió de 49% a 52%); b) la población con al menos una carencia social (que bajó de 77.5% a 74.9%). Estos dos son los conjuntos cuya intersección constituye, según el Coneval, la pobreza. Nótese que la población carenciada por ingresos aumenta en tres puntos porcentuales mientras que la que tiene carencias sociales baja un poco menos: 2.6 puntos porcentuales. En segundo lugar: c) la intersección entre ambos conjuntos, lo que el Coneval identifica (sin ninguna discusión conceptual) como la pobreza, subió de 44.5% a 46.2% (1.7 puntos porcentuales). Las otras dos cifras son las que quedan fuera de la intersección: d) la población no pobre, pero vulnerable por carencias sociales, que bajó de 33% a 28.7% en el periodo, y e) la población no pobre, pero vulnerable por ingresos, que subió de 4.5% a 5.8%. Al manejar conjuntos, como se muestra en el cuadro 1 y en la gráfica 4, si a la suma de los conjuntos se le resta la intersección se obtiene la unión de los mismos. Por esta razón, la unión baja cuando suben la suma y la intersección pero ésta sube más que aquélla. Eso es lo que ocurrió entre 2008 y 2010 según el Coneval , como lo muestra el cuadro: la suma aumentó 0.4 puntos porcentuales, pero la intersección aumentó 1.7 puntos, lo que produce la paradoja que la unión (la población pobre o vulnerable o las dos cosas), disminuya. De las dos cifras que quedan fuera de la intersección aumenta la asociada con ingresos (1.3 puntos), aunque baja mucho la asociada con carencias sociales (4.3 puntos porcentuales). Baja una sexta cifra, la suma de la población vulnerable (que es parte de alguno de los dos conjuntos, pero fuera de la intersección), de 37.5 a 34.5. En síntesis, la población pobre sube 1.7 puntos porcentuales, mientras la vulnerable baja 3 puntos (explicado en 143% por la baja de la población vulnerable por carencias sociales, a su vez explicada fundamentalmente por el milagro o trampa del Seguro Popular, como lo expliqué en la sección anterior) y eso lleva a la baja de la población con alguna carencia (pobre o vulnerable). En la medición del Evalúa DF, que adoptó el Método de Medición Integrada de la Pobreza (mmip) como método oficial, no se utilizan los criterios simplistas de intersección o de unión para identificar los hogares en pobreza, sino que a cada hogar se le otorgan puntajes en cada dimensión; puntajes que se combinan a través de un promedio ponderado cuyo resultado define si el hogar es o no es pobre. En los cálculos del Evalúa DF, a diferencia de los del Coneval, la pobreza por nbi (equivalente aproximado de las carencias sociales del Coneval) no bajó a nivel nacional entre 2008 y 2010 sino que se mantuvo en 66%, pero, en cambio, la pobreza de ingresos-tiempo subió de 74% a 78.5%. Al combinarse ambas dimensiones se obtiene el resultado del aumento de la pobreza integrada de 80.3% a 82.9%. Cuadro 1. Suma, intersección y unión de conjuntos en los cálculos del Coneval, 2008-2010 (%) Concepto/ año 2008 2010 2010 menos 2008 1.Población con una o más carencias sociales 77.5 74.9 -2.6 2.Población debajo de la línea de bienestar 49.0 52.0 +3.0 126.5 126.9 +0.4 4.Intersección de los 2 conjuntos 44.5 46.2 +1.7 5.Unión de los 2 conjuntos (= 3-4) 82.0 80.7 -1.3 3.Suma de los 2 conjuntos (= 1+2) Fuente de cuadro y gráfica: Elaboración propia con base en cifras del Coneval, de su Anexo Estadístico Pobreza 2010, consultable en su página electrónica. 35 Pobreza, desigualdad y objetivos de desarrollo del milenio en América L at i n a y e l C a r i b e 36 Otoño - Invierno 2011 Nora Lustig Profesora del Departamento de Economía, del Centro de Estudios Latinoamericanos Roger Thayer Stone y del Centro para Políticas e Investigación Interamericanas de la Universidad de Tulane, donde detenta la cátedra Samuel Z. Stone Professor of Latin American Economics. La Dra. Lustig también es Fellow no-residente del Center for Global Development y el Diálogo Interamericano en Washington, DC. Para contactar a la autora: [email protected]. La autora agradece a Kimberly Covington su excelente ayuda en la preparación de este artículo, el cual se basa en el documento del mismo título preparado para la Cumbre de las Américas, Cartagena de Indias, Colombia, abril 2012. Introducción Tal como lo demuestran una serie de documentos oficiales y publicaciones académicas recientes, la región en su conjunto ha experimentado una reducción significativa de la indigencia, la pobreza y la desigualdad en la distribución del ingreso durante la década pasada1 (gráfico 1). Asimismo, ha habido indudable progreso en materia de acceso a educación, salud e infraestructura básica así como en los indicadores de nutrición y salud.2 Sin embargo, el grado de progreso es heterogéneo y hay países claramente rezagados, la pobreza extrema continúa siendo excesivamente alta y la región es todavía la más desigual del mundo, la mayoría de los niños y jóvenes latinoamericanos reciben una educación de baja calidad y hay una alta proporción de jóvenes que no tienen acceso a educación posprimaria, la mortalidad materna es excesivamente alta y ha habido poco progreso y, finalmente, aun cuando el gasto público se ha vuelto más pro pobre, la redistribución por la vía fiscal es baja. En este artículo se dará cuenta de los avances y los retos. No se intentará hacer un análisis exhaustivo de todo lo pendiente en la agenda social sino de poner énfasis en algunos aspectos que requieren particular atención.3 En la sección I se analiza el progreso en materia de pobreza, desigualdad, educación y salud tomando como parámetro las metas de los Objetivos de Desarrollo del Milenio. La sección II se concentra en las deficiencias más flagrantes de la agenda social. La sección III presenta recomendaciones para lidiar con dichas deficiencias. 1 Véase, por ejemplo, cepal (2010a), cepal (2010b), Gasparini et al. (2009) y López-Calva y Lustig (2010). 2 Véase, por ejemplo, undp (2010), cepal (2010b). 3 Cabe hacer una advertencia desde el inicio. Aunque se ha tratado de incluir a la región del Caribe en este análisis, lamentablemente la información disponible en los ejercicios comparativos internacionales es escasa en extremo. 37 Fotografía: morguefile.com I. Los avances La reducción de la indigencia y la desigualdad implica que la región ha logrado avances importantes en el cumplimiento del primer Objetivo de Desarrollo del Milenio (odm). Los tres indicadores que fueron seleccionados por la comunidad internacional para medir el avance en materia de reducción de la pobreza son: proporción de población en extrema pobreza, coeficiente de la brecha de extrema pobreza y la proporción del consumo4 nacional que recibe el 20% más pobre de la población. En particular, el primer odm requiere reducir a la mitad la proporción de la población en extrema pobreza entre 1990 y 2015. El cuadro 1 presenta los tres indicadores del primer odm por país hasta 2008.5 La región en su conjunto avanza a un ritmo adecuado. Los países para los cuales el grado de avance es mayor a 72% (tiempo transcurrido a partir de 1990) el progreso ha sido suficiente.6 Es decir, de mantenerse el ritmo observado en el pasado, lograrán el primer objetivo para 2015. En materia de educación, la región también ha registrado avances. El odm 2 se refiere a la universalización de la educación primaria. En términos de acceso, esto fue logrado por casi la totalidad de los países en la década de los noventa. En la mayoría de los países latinoamericanos, los jóvenes de 15 a 19 años habían concluido la primaria en 2008 (gráfico 2). La excepción son los países más pobres de Centro América. La paridad de género también avanzó mucho y en un buen número de países la proporción de mujeres que concluyó la primaria en este grupo de edad excede a la proporción de hombres. En países con fuerte presencia de grupos indígenas (originarios), sin embargo, la proporción sigue siendo mayor para los hombres. Respecto a la salud, el odm 4, la región ha hecho avances importantes en la reducción de la mortalidad infantil y de menores de 5 años (cuadro 2). De hecho, América Latina y el Caribe muestra la tasa de mortalidad infantil más baja de las regiones en desarrollo y es donde la reducción de dicha tasa, a partir de 1990, ha sido más rápida. Sin embargo, subsisten grandes disparidades entre países, tanto en Latinoamérica como en el Caribe. Sin duda, el resultado más novedoso que se ha presentado en la región latinoamericana es la caída de la concentración del ingreso (gráfico 1). Independientemente de la fuente o indicador utilizados, se encuentra que entre alrededor de 2000 y 2010, la desigualdad ha disminuido en 13 de los 17 países para los cuales se tiene información en América Latina.7 La reducción de la desigualdad también es palpable cuando se observa la proporción del consumo nacional que recibe el 20% de los hogares más pobres: entre 1990 y 2008, ésta ha aumentado en la mayoría de los países (cuadro 1). La caída de la desigualdad es notable porque ocurre en la región más desigual del mundo y después de décadas en que la desigualdad 4 En América Latina la mayor parte de los países no cuentan con encuestas que miden el consumo de manera regular. Por esto, la proporción que se presenta en el cuadro 1 se refiere principalmente al ingreso y no al consumo. 5 Nótese que la cepal (2010b) utilizó líneas de pobreza extrema adecuadas a cada país y no la línea internacional típicamente utilizada en los ejercicios comparativos internacionales de 1.25 dólares diarios medidos en paridad de poder de compra. La razón de utilizar las líneas nacionales es que para una gran parte de la región la línea internacional de pobreza extrema es demasiado baja cuando se la compara con las normas que los propios países establecen. 6 Se recuerda al lector que el primer odm requiere que la proporción de población en extrema pobreza disminuya a la mitad entre 1990 y 2015. 7 Debido a la insuficiencia de información (tema que trataremos con mayor detalle más adelante), no es posible hacer un análisis similar para la región del Caribe. 38 Otoño - Invierno 2011 había aumentado o, en el mejor de los casos, se había mantenido sin cambios. Ocurre también cuando la desigualdad en otras partes del mundo desarrollado y en desarrollo ha evolucionado hacia una mayor concentración del ingreso. Según los análisis disponibles, la reducción de la concentración del ingreso está asociada a tres fenómenos. Se debe, en parte, a la transición demográfica porque ésta ha resultado en una disminución de la tasa de dependencia, sobre todo en los hogares pobres. Sin embargo, los dos factores preponderantes han sido la reducción de la brecha salarial entre trabajadores con alta y baja calificación y el incremento y mayor progresividad de las transferencias gubernamentales.8 La reducción de la brecha salarial entre trabajadores de diferentes niveles de calificación es consecuencia, en parte, de la expansión educativa que ha generado un cambio importante en la composición de la población por nivel de escolaridad. En la mayoría de los países, la proporción de personas sin educación o primaria incompleta y con primaria completa ha disminuido mientras que la proporción con nivel, sobre todo, secundario y terciario ha aumentado. Es decir, a partir de mediados de los noventa el gasto público se ha vuelto más “pro-pobre” tanto en lo que respecta a las transferencias monetarias como a las transferencias en especie (en particular, en educación y salud). En síntesis, la región en su conjunto ha tenido muchas marcas de progreso durante la última década, algunas –como la reducción de la concentración del ingreso– de carácter inusitado. Pero subsisten muchos retos en materia de desarrollo social. A continuación pondremos énfasis en los que requieren especial atención. 8 Véase López-Calva y Lustig (2010) y cepal (2010a). II. Los retos Como se menciona en la sección anterior, la desigualdad y la pobreza han disminuido de manera considerable durante la última década. La región en su conjunto y un buen número de países podrían cumplir el primer odm de continuar el mismo ritmo de progreso hasta el año 2015 (de hecho, algunos ya han logrado cumplirlo). Sin embargo, como se observa en el cuadro 1, en 11 de los 17 países de los que se cuenta con información para Latinoamérica, el ritmo de reducción de la pobreza extrema (medida con líneas de pobreza nacionales) es insuficiente. De hecho, además, América Latina y el Caribe presentan un exceso de pobreza: la mayoría de los países tiene una proporción mayor de personas en extrema pobreza de lo que corresponde a su nivel de ingreso por habitante (gráfico 3). Es decir, aun cuando los países cumplieran con el objetivo de reducir la pobreza extrema a la mitad para 2015, los niveles de ésta serían en lo general más altos de lo que corresponde al grado de desarrollo de los países (medido por el ingreso o consumo por habitante). Esto significa que, en realidad, América Latina y el Caribe deberían reducir la pobreza extrema de manera más rápida que lo establecido en el primer odm. Amén del aumento de los ingresos privados de la población más pobre, la pobreza extrema ha disminuido gracias a la introducción de programas en gran escala de transferencias gubernamentales. Estos programas en general adoptan la forma de transferir dinero a los hogares pobres a cambio de cumplir con ciertas co-responsabilidades como sujetar a los niños a revisiones periódicas de salud y mantener su asistencia escolar. Los de mayor tamaño y más conocidos son Bolsa Familia en Brasil y Oportunidades en México que cubren alrededor de 11 y 5 millones de hogares pobres, respectivamente, a un costo modesto equivalente a menos de 0.5 por ciento del producto bruto interno del país. Este tipo de programas pone énfasis en reducir la pobreza y mejorar los niveles de educación, nutrición y escolaridad de niños y mujeres de hogares pobres (sobre todo en zonas rurales) con el fin de romper la transmisión intergeneracional de la pobreza e igualar oportunidades.9 Los resultados de evaluación del impacto de los programas de transferencias condicionadas indican que éstos no sólo reducen la pobreza sino que mejoran los indicadores de asistencia escolar, nutrición y salud de los niños de las familias beneficiarias (en el caso de la salud, también la de otros miembros, especialmente las mujeres). Además de las transferencias condicionadas, se han introducido transferencias dirigidas a la población pobre en tercera edad o ampliado la cobertura del sistema de pensiones a sectores previamente no cubiertos. Esto también ha contribuido a la reducción de la pobreza extrema en la vejez. Sin embargo, subsiste una alta proporción de personas que viven en la 9 Muchos estudios dan cuenta de que el problema de la región es que la desigualdad de oportunidades es un factor tremendamente determinante de la transmisión intergeneracional de la pobreza. Véase, por ejemplo, undp (2010) y World Bank (2008). indigencia que no reciben transferencias gubernamentales de ningún tipo. Esto ocurre aún en los países con programas en gran escala donde entre 30 y 50% de la población en pobreza extrema no recibe transferencias. Los resultados preliminares del proyecto “Compromiso con la equidad” indican que esto no es tanto resultado de errores de exclusión de los programas vigentes sino de huecos en el sistema de protección y asistencia social en su conjunto.10 Además de que parte de los excluidos son parte de la población objetivo (niños y personas de la tercera edad en pobreza extrema, sobre todo en zonas rurales), no existen programas para: i) cierto tipo de eventos (por ejemplo, el aumento de precios de los alimentos o el desempleo) y ii) cierto tipo de perfiles (por ejemplo, hombres –y también mujeres– solteros, jóvenes y en edad de trabajar), o cuando los hay, la escala es muy pequeña. Si bien la reducción de la desigualdad ha sido significativa y generalizada, las perspectivas pueden ser menos alentadoras. En particular, hay razones para suponer que la caída en la brecha salarial entre trabajadores calificados y poco calificados ya no continúe disminuyendo e incluso pueda volver a aumentar. Como se ha visto más arriba, la expansión educativa ha sido un determinante muy importante de la reducción de la desigualdad en la distribución de los ingresos. Para que esta tendencia hacia la baja se consolide, una condición necesaria es que continúe dicha expansión educativa para aminorar cada vez más y a paso acelerado la desigualdad de oportunidades que surge de la desigualdad del acceso a educación entre grupos socioeconómicos y étnicos. En este aspecto, la región presenta grandes desafíos. Por un lado, la conclusión del ciclo primario no es aún universal. En cinco de los siete países más pobres, el ritmo de progreso no es suficiente para lograr la meta de universalización de la escuela primaria en 2015. Peor aún, en la mayoría de los países el acceso a nivel de secundaria básica (baja secundaria) y secundaria superior (alta secundaria) es todavía bajo, sobre todo para la población más pobre (gráfico 4). De hecho, un problema muy serio lo representan los jóvenes entre 15 y 19 años de edad que no estudian ni trabajan (llamados “Nini”). Se estima que este grupo representa alrededor de 9 millones de personas en la región. Estos jóvenes son población en muy alto riesgo de caer en embarazo precoz, drogadicción y criminalidad.11 Por otra parte, si bien las transferencias condicionadas en efectivo han contribuido a la reducción de la desigualdad (en Brasil y México se estima que han contribuido con entre 10 y 20% de la disminución de la desigualdad), los sistemas fiscales (de impuestos y transferencias directos e indirectos) 10 “Compromiso con la equidad” o ceq es un proyecto conjunto del Diálogo Interamericano y la Universidad de Tulane. Al momento se está desarrollando el análisis en nueve países latinoamericanos: Argentina, Bolivia, Brasil, Costa Rica, Guatemala, México, Paraguay, Perú y Uruguay. Para una descripción de la metodología, véase Lustig (2011). 11 Véase, por ejemplo, Székely (2011). 39 redistribuyen relativamente poco (cuadro 3). Esto se debe, en parte, a la falta de progresividad del sistema impositivo, mismo que descansa desproporcionalmente en recaudación a través de impuestos indirectos y relativamente poco en impuestos directos a los ingresos y la riqueza de personas físicas. También se debe a que, a pesar de que el gasto público se tornó más pro-pobre, subsisten políticas y programas regresivos (que vuelven más desigual la distribución del ingreso) o no suficientemente progresivos (la proporción de beneficios que llega a la población no pobre es mayor que la participación de ésta en la población total). En materia de salud subsisten también fuertes desigualdades. La tasa de mortalidad infantil es significativamente superior para la población pobre y para las minorías étnicas (gráfico 5). Uno de los datos más preocupantes en cuanto a los odm de salud es el referido a la mortalidad materna. El quinto odm establece que la mortalidad materna debe reducirse en tres cuartas partes entre 1990 y 2015. La situación es decepcionante. Por un lado, no existe información para un gran número de países que permita analizar la evolución a partir de 1990. Para los que hay información a partir de 2000, se observa que en la mayoría de los casos la tasa de mortalidad materna se estancó o incluso aumentó (cuadro 4). Aunque varían por país, las principales causas de mortalidad materna son enfermedad hipertensiva durante el embarazo, hemorragia durante el parto o puerperio y, en algunos países, el aborto. Si bien en 27 de 36 países se ha logrado que el 90% de los partos sean atendidos por personal calificado, existen nueve en que no es así. Además, la atención no necesariamente es de calidad. Por otra parte, un porcentaje de las muertes ocurre en el puerperio (42 días después del parto) cuando el grado de atención médica por personal calificado durante el parto no es indicador de atención adecuada para prevenir las muertes maternas. Al igual que ocurre con los indicadores de educación, la mortalidad materna es más alta en los hogares y regiones más pobres de los países. El cuadro 1 también refleja claramente otro tipo de problema: la falta de información o las dudas respecto a su calidad. El lector podrá observar que el cuadro no contiene ni un solo dato para los 25 países oficialmente clasificados como Caribe más Cuba y Haití, y para la República Dominicana los datos son insuficientes. Por otra parte, existe evidencia que los ingresos o el nivel de consumo de la población de mayor riqueza están fuertemente subestimados. Los datos provenientes de encuestas, además, en muchos casos no distinguen claramente si la información sobre los ingresos es antes o después de impuestos y transferencias directas. En un gran número de países no se recaba información sobre consumo lo cual dificulta analizar la incidencia de impuestos indirectos como el impuesto al valor agregado o iva y en un subconjunto las encuestas no incluyen preguntas explícitas sobre las transferencias gubernamentales. 40 Otoño - Invierno 2011 III. Las acciones a futuro A partir del diagnóstico anterior, surgen las siguientes recomendaciones prioritarias para la acción pública: 1. Implementar políticas para los excluidos de los sistemas vigentes de protección social sobre todo para los indigentes que no reciben beneficios actualmente, la población joven en riesgo y los empobrecidos por choques adversos. Como ya fue mencionado, los sistemas de protección y asistencia social dejan fuera una alta proporción de hogares en extrema pobreza de los sistemas de transferencias directas u otros apoyos públicos. Esto ocurre, en general, por diseño. En los países de ingreso por habitante bajo, la restricción importante es la disponibilidad de recursos públicos. Pero en los países de ingreso medio y, sobre todo, medio alto, la restricción no es la disponibilidad de recursos y, cuando lo es, se podría hacer un esfuerzo por recaudar más. En la mayoría de los casos, sin embargo, los esquemas de protección social no cuentan con los recursos suficientes para erradicar la pobreza extrema porque una parte importante de éstos se asigna a la población no pobre; los programas vigentes no están diseñados para cubrir la totalidad de la población en pobreza extrema y/o el monto transferido es demasiado bajo. Una parte se podría solucionar expandiendo los programas de transferencias vigentes. La tecnología de las transferencias condicionadas en efectivo ya es bien conocida y existen mejores prácticas para poder difundir y ampliarlas. Sin embargo, tanto para lidiar con los “nuevos pobres” a causa de choques adversos como el incremento de precios de los alimentos, como el caso de los jóvenes de 15 a 25 años de edad –sobre todo, los solteros y los que no estudian ni trabajan– los programas de transferencias vigentes no son adecuados. No lo son porque tienen identificados a los pobres “estructurales” y cuando hay una escalada de los precios de los alimentos, por ejemplo, no tienen mecanismos para incorporar a quienes ingresaron a las filas de los pobres extremos (ni tampoco de retirar el beneficio cuando la situación adversa termina). Además, como estos esquemas transfieren efectivo principalmente a las mujeres (madres, en lo general) y a los individuos en la tercera edad, no se traducen en apoyos claros para los jóvenes que ya toman decisiones independientes. Todavía no se ha descubierto la mejor tecnología para situaciones como la escalada de alimentos y apoyar a los jóvenes en riesgo. Estas son áreas que requerirán de investigación y experimentación de manera sistemática. 2. Disminuir la desigualdad de oportunidades entre grupos socioeconómicos, étnicos, de edades y de género, sobre todo en materia de acceso a educación de calidad y hasta el nivel secundario completo. En varios países de la región, la universalización de la escuela primaria aún no se ha logrado. Esto es corregible con intervenciones por el lado de la oferta (disponibilidad de escuelas y maestros en las zonas no atendidas) y la demanda (con programas de transferencias condicionadas, por ejemplo). El reto más complejo lo representan: i) la baja calidad educativa que resulta en un desempeño pobre en materia de aprendizaje y ii) la universalización de la cobertura a nivel secundario. Para lo primero, sería conveniente identificar las mejores prácticas disponibles a nivel mundial y, sobre todo, formas para lidiar con el sindicalismo magisterial cuando éste es la principal causa del rezago (por cierto, en muchos casos no lo es).12 Asimismo, deberá expandirse la oferta de establecimientos y maestros y diseñar mecanismos de apoyo por el lado de la demanda. En relación con la demanda, dado el costo de oportunidad de no participar en el mercado laboral para continuar con la asistencia escolar a nivel de (sobre todo) la secundaria superior, no es viable desde el punto de vista fiscal plantearse una universalización de transferencias en efectivo en la forma de becas para cubrir dicho costo. La solución va a requerir colaboración del sector público con la iniciativa privada dedicada a los negocios y filantrópica. 3. Poner en marcha intervenciones que reduzcan significativamente las muertes prevenibles, sobre todo la mortalidad materna. Como se ha mencionado, la región detenta niveles de mortalidad materna altos y, sobre todo, es un indicador en que ha habido poquísimo o nulo progreso. Además, es un indicador mal medido. Por una parte, sería recomendable establecer mecanismos de medición y monitoreo más precisos.13 En los países en que la causa es falta de personal calificado en la atención a los partos, el énfasis debe ponerse en expandir la oferta y alcance de dicho personal. Sin embargo, cuando los factores están asociados a una subestimación de los riesgos del parto y el puerperio incluso dentro de los propios centros de salud (el llamado “triage” pone a las mujeres a punto de dar a luz detrás de otros casos a tratar), se requiere de mecanismos que modifiquen el comportamiento del personal que está encargado de dar servicios de salud y, para esto, la participación y vigilancia comunitaria pueden ser muy importantes. Asimismo, como parte de la mortalidad materna está asociada al aborto (ilegal en muchos países de la región), las campañas sistemáticas de salud reproductiva, sobre todo para la población joven, son esenciales. 4. Transformar la política fiscal (impuestos y transferencias) para hacerla más redistributiva; sobre todo, utilizar el gasto público para reducir la pobreza extrema al máximo, modificar los sistemas de recaudación para gravar más la renta y la riqueza de las personas físicas y eliminar el gasto que empeora la distribución del ingreso. Esperar que el mercado resuelva la pobreza extrema puede llevar demasiado tiempo, sobre todo considerando que se está hablando de hogares que enfrentan deficiencias nutricionales básicas. Por esto los países de la región, sobre todo los de ingreso medio y medio alto deberían proponerse la erradicación de la pobreza extrema (en lugar del odm que pide su reducción a la mitad). Para erradicar la pobreza extrema de manera rápida no hay más remedio que recurrir a las transferencias gubernamentales. Los esquemas de transferencias condicionadas tienen la ventaja de que simultáneamente amplían la inversión en el capital humano (educación, nutrición y salud) de los niños de hogares en pobreza extrema. Esto significa que, potencialmente, cuando estos grupos ingresan a la fuerza de trabajo podrán acceder a puestos de trabajo más productivos y mejor remunerados. Las transferencias en este caso no son meramente “asistencialistas”. Contribuyen a reducir la transmisión intergeneracional de la pobreza y mejorar la eficiencia y productividad de manera más amplia. Los países de ingreso medio y sobre todo de medio alto tendrían recursos fiscales suficientes (ya sea a través de una mayor recaudación y/o reasignación de gasto fiscal dependiendo del caso) para proponerse la erradicación de la pobreza extrema. Sólo se requiere la voluntad política. Asimismo, es bien sabido que los ingresos y la riqueza de las personas físicas entre los grupos más ricos (que además forman parte de la población más rica del mundo y no sólo de la región) no son gravados a las tasas que corresponden (ya sea por diseño legal o evasión). En aras de crear mayor espacio fiscal y hacer más redistributivo y equitativo el sistema fiscal, se tienen que subir las tasas impositivas para estos grupos así como poner en marcha mecanismos que verdaderamente garanticen su cumplimiento. 5. Mejorar considerablemente las bases de información utilizadas para evaluar el progreso y la efectividad de las políticas públicas en materia de reducción de la pobreza, la desigualdad y el desarrollo social en forma más amplia. Contar con bases de información de alta calidad implica, entre otras cosas, que las encuestas de hogares sean representativas por lo menos a nivel urbano y rural y para diferentes grupos étnicos así como que incluyan claramente los niveles de ingreso antes y después de impuestos y transferencias directas, midan la contribución de las transferencias gubernamentales y estimen de manera satisfactoria el ingreso de la población más rica. Además, para poder identificar tanto el espacio fiscal disponible como las deficiencias específicas de los sistemas de protección social vigentes sería conveniente contar con diagnósticos comprensivos sobre el alcance de la política fiscal y dichos sistemas. El instrumento de diagnóstico desarrollado por el proyecto del Diálogo Interamericano y la Universidad de Tulane “Compromiso con la equidad” o ceq, por ejemplo, puede ayudar de manera precisa a desarrollar las políticas e intervenciones y encontrar los recursos para avanzar en las recomendaciones 1, 2 y 4.14 12 El preal, iniciativa latinoamericana auspiciada por el Diálogo Interamericano y cinde puede ser una fuente para conocer las mejores prácticas en el ámbito regional. 13 Convendría determinar si el observatorio de mortalidad materna instalado en México en 2010 constituye una buena práctica. 14 Para mayores detalles, véase Lustig (2011). 41 Cuadro 1 América Latina y el Caribe: Evaluación del progreso hacia el logro de los objetivos de desarrollo del milenio[a] Objetivo 1. Erradicar la extrema pobreza y el hambre Meta 1.A Reducir a la mitad, entre 1990 y 2015, el porcentaje de personas cuyos ingresos sean inferiores a un dólar por día País o territorio América Latina y el Caribe[c] América Latina[c] Países con DH medio bajo y bajo[d] Haití Nicaragua Guatemala Bolivia Honduras Países con DH medio[e] El Salvador Paraguay Indicador 1.1 Población en extrema pobreza según líneas nacionales[b] Indicador 1.3 Proporción del consumo nacional que corresponde al quintil más pobre de población Nivel 1990 Nivel 2008 Avance al 2008 Nivel 1990 Nivel 2008 Nivel 1990 Nivel 2008 22.5 22.5 48.4 12.9 12.9 35.7 85.3 85.3 52.7 8.6 8.6 21.0 4.4 4.4 13.0 3.2 3.2 2.6 3.5 3.5 3.1 51.4 41.8 39.5 60.9 29.6 27.7 35.0 33.8 29.3 32.4 47.1 21.1 18.2 30.8 68.5 59.8 35.9 45.3 57.8 68.6 24.0 24.3 18.5 9.7 31.5 7.7 9.1 3.6 12.3 11.3 4.5 23.9 6.8 8.1 5.7 2.1 2.7 3.2 2.3 4.1 3.4 5.2 3.5 2.8 4.3 1.9 3.9 3.4 5.0 8.8 8.8 3.2 2.9 República Dominicana Ecuador Países con DH medio alto[d] Perú Colombia Brasil Panamá Venezuela Países con DH alto[d] Costa Rica México Indicador 1.2 Coeficiente de la brecha de extrema pobreza 22.6 26.2 21.0 25.0 26.1 23.4 16.2 14.4 10.7 10.1 18.7 14.2 13.2 12.6 22.9 7.3 13.5 9.9 5.9 5.5 11.2 91.6 74.0 99.2 24.5 137.6 33.3 62.5 88.8 91.1 80.2 9.2 8.8 10.1 13.8 9.7 5.2 5.0 3.5 4.8 5.9 4.7 4.1 4.0 8.3 3.3 1.6 3.5 2.0 2.2 3.2 4.8 2.9 3.0 2.0 2.1 3.1 4.3 4.1 4.3 3.9 4.4 3.9 4.0 2.9 2.6 4.6 5.2 4.2 4.4 4.0 3.4 8.2 13.0 3.5 5.8 3.7 -5.9 58.5 143.1 0.9 1.6 4.4 0.9 2.6 1.1 4.8 4.2 3.5 4.9 3.7 4.1 Cuba Uruguay[e] Argentina[e] Chile Anguila Antigua y Barbuda Antillas Neerlandesas Aruba Bahamas Barbados Belice[f] Dominica Granada Guadalupe Islas Caimán Islas Turcas y Caicos Islas Vírgenes Británicas Islas Vírgenes de los Estados Unidos Jamaica[f] Martinica Montserrat 42 Otoño - Invierno 2011 13.4 2.0 2.0 Cuadro 1 (continuación) América Latina y el Caribe: Evaluación del progreso hacia el logro de los objetivos de desarrollo del milenio[a] Indicador 1.1 Población en extrema pobreza según líneas nacionales[b] País o territorio Nivel 1990 Puerto Rico Saint Kitts y Nevis San Vicente y las Granadinas Santa Lucía[f] Surinam[f] Trinidad y Tobago[f] 20.9 15.5 4.2 Nivel 2008 Indicador 1.2 Coeficiente de la brecha de extrema pobreza Avance al 2008 Nivel 1990 Indicador 1.3 Proporción del consumo nacional que corresponde al quintil más pobre de población Nivel 2008 Nivel 1990 Nivel 2008 [a] El orden de los indicadores corresponde a la enumeración oficial y la ausencia de alguno de ellos se debe a la falta de información. Salvo indicación en contrario las cifras son porcentajes. [b] No se incluye el grado de avance para la República Dominicana debido a que no se dispone de datos para 1990. [c] Promedios ponderados. [d] Promedios simples. [e] Las cifras para los indicadores 1.1, 1.2 y 1.3 corresponden a zonas urbanas. [f] Corresponde a la proporción de población con ingresos inferiores a 1 dólar ppa por día. Datos disponibles en el sitio oficial de las Naciones Unidas para los indicadores del Milenio: [en línea] http://mdgs.un.org/unsd/mdg/Default.aspx. Nota: DH significa Desarrollo Humano. Fuente: CEPAL (2010b), Anexo Estadístico, cuadro 2. Cuadro 2 Cuadro 3 Regiones del mundo: evolución de la tasa de mortalidad infantil (indicador 4.2 de los objetivos de desarrollo del milenio), 1990-2009[a] (Por cada 1 000 nacidos vivos) América Latina y Europa (países seleccionados): desigualdad del ingreso antes y después del pago de impuestos y transferencias, 2008 (En porcentajes de variación del coeficiente de Gini) América Latina Argentina -2.0 Brasil -3.6 Chile -4.2 Colombia -7.0 México -3.8 Perú -2.0 América Latina (6 países) -3.8 Europa Austria -34.2 Bélgica -36.2 Dinamarca -40.8 Finlandia -34.7 Francia -24.4 Alemania -34.9 Grecia -25.0 Irlanda -35.8 Italia -22.9 Luxemburgo -41.5 Países Bajos -33.3 Portugal -24.0 España -25.5 Suecia -35.6 Reino Unido -34.6 Unión Europea (15 países) -32.6 Región geográfica 1990 2009 Evolución entre 1990 y 2009 Mundo 63.2 46.0 -27.2 África 103.9 80.8 -22.2 Asia 61.4 39.9 -35.1 Europa 14.2 6.8 -52.1 América Latina y el Caribe 42.7 20.6 -51.7 América del Norte Oceanía 8.2 5.7 -31.1 31.1 21.9 -29.5 Fuente: Comisión Económica para América Latina y el Caribe (cepal), sobre la base de tabulaciones de las Naciones Unidas, World Population Prospects, The 2008 Revision [en línea] http://esa.org/unpp/. [a] Corresponde a una interpolación lineal elaborada por la fuente de las estimaciones de la probabilidad de morir antes de cumplir 1 año de edad, para los quinquenios 1985-1990 y 1990-1995 (datos de 1990) y 2000-2005 y 2005-2010 (datos de 2009). Fuente: CEPAL (2010b), cuadro VI.1. Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) , sobre la base de E. Goñi , H. López y L. Servén, “Fiscal resditribution and income inequality in Latin America”, Policy Research Working Paper, N° WPS 4487, Washington, D.C., Banco Mundial, enero de 2008. Fuente: CEPAL (2010a), cuadro VII.3. 43 Cuadro 4 América Latina (países seleccionados): evaluación de la tendencia de la razón de mortalidad materna (indicador 5.1 de los objetivos de desarrollo del milenio), 2001-2008 (Por cada 100 000 nacidos vivos) País Tendencia descendente Paraguay Colombia México Nicaragua Venezuela (República Bolivariana de) Tendencia estable Brasil Cuba Costa Rica Chile Tendencia ascendente República Dominicana Argentina 2000 2001 164 104.9 72.6 -- 2002 2003 2004 2005 2006 128.5 78.7 61.8 86.5 2007 121.4 72.9 58.6 90.4 2008 159.7 98.6 70.8 87 182.1 84.4 59.9 95.6 174.1 77.8 62.6 82.8 153.5 78.7 60.9 87.3 127.3 70 55.6 76.5 -75.6 57.2 -- -- 60.1 67.2 68 57.8 -- 59.9 -- 56.8 73.3 40.4 35.8 18.7 -35 70.9 33.9 31.4 - 69 43.5 75.9 41.1 38 16.7 82 46.1 73 39.5 32.9 13.4 63 43.6 76.1 38.5 30.5 17.3 75.3 40.1 74.7 51.4 36.3 19.8 91.7 39.2 77.2 49.4 39.3 18.1 80 47.8 -31.1 19.1 18.2 72.8 43.7 -46.5 -- 86.3 -- Fuente: CEPAL (2010b), cuadro VI.4. Gráfico 1 América Latina: Reducción de la pobreza y la desigualdad en la última década (a) Desigualdad (Gini), desempleo, indigencia y pobreza (b) Índice de Gini: cambio entre 2008 y 2002 por país Fuente: cepal (2010a), gráfico VI.2; gráfico VI.1. Nota: en (a) el Gini aparece multiplicado por 100 y las tasas de indigencia y pobreza son la proporción de individuos por debajo de la línea de indigencia y pobreza estimada para cada país por la cepal expresados en porciento. Se recuerda al lector que el Gini es un indicador que va de 0 a 1 (o 100 si está en porciento) y que cuanto más cercano a 0 (1 o 100) mayor igualdad (desigualdad). Abreviaturas de los países: AR = Argentina; BO = Bolivia; BR = Brasil; CO = Colombia; CL = Chile; CR = Costa Rica; EC = Ecuador; GT = Guatemala; HN = Honduras; MX = México; NI = Nicaragua; PA = Panamá; PY = Paraguay; SV = El Salvador; UY = Uruguay; VE = Venezuela. 44 Otoño - Invierno 2011 Gráfico 2 Logros en términos de acceso a la educación en América Latina: circa 2008 (a) Jóvenes de 15 a 19 años de edad que culminaron la primaria (b) Paridad de género en jóvenes de 15 a 19 años que culminaron primaria Fuente: CEPAL (2010b), gráfico IV.3. 45 América Latina y el Caribe Gráfico 3 Los países de América Latina y el Caribe muestran excesiva incidencia de la pobreza y excesiva desigualdad (a) Coeficiente de Gini y consumo por habitante presentan un exceso de pobreza: la mayoría de los países tiene una proporción (b) Incidencia de la pobreza y consumo por habitante mayor de personas en extrema pobreza de lo que corresponde nivel de ingreso a su por habitante. 46 Otoño - Invierno 2011 Fuente: bid (2011), gráficos A1 y A2. Nota: El eje vertical del panel (a) presenta el coeficiente de Gini y del panel (b) presenta la proporción de personas con ingreso inferior a los 2.50 dólares/día en paridad de compra; los ejes horizontales de ambos países presentan el consumo por habitante a partir de las encuestas de hogares. En todos los casos la información es para alrededor del 2005 en poder de paridad de compra. El concepto de niveles “excesivos” se refiere a que, tanto en términos de pobreza como de desigualdad, prácticamente todos los países de la región están por encima de lo que predice su nivel de consumo por habitante, por encima de las líneas (curva en el caso de pobreza) que ajustan la tendencia a nivel mundial. Gráfico 4 América Latina (18 países): conclusión de los ciclos de baja y alta secundaria entre jóvenes de 20 a 24 años de edad, según Quintil de ingresos per cápita del hogar y sexo, alrededor de 2006 (a) (En porcentajes y razones) Panel (a) Panel (b) América Latina (18 países): jóvenes de 20 a 24 años que culminaron la educación secundaria, según nivel de ingreso per cápita y sexo alrededor de 2008 (b) (En porcentajes y razones) [a] Los totales regionales pueden diferir de otros gráficos en la misma fuente dado que en éste se utilizaron las coberturas geográficas más amplias disponibles. El eje del lado derecho del gráfico representa la razón del porcentaje de conclusión femenino y masculino, de forma que los valores superiores a 1 indican un porcentaje de conclusión mayor de las mujeres con relación a los hombres. [b] Los datos sobre jóvenes indígenas y no indígenas corresponden a ocho países. Fuente: cepal (2010a), gráfico IV.14 y (2010b), gráfico IV.10. 47 Gráfico 5 América Latina (10 países): tasa de mortalidad infantil, según país y pueblo indígena, lengua, familia linguística o terrtorio, censos de 2000 (En porcentajes y razones) Fuente: cepal (2010b), gráfico VI.8. Referencias Banco Interamericano de Desarrollo (2011), Estrategia de Política Social para la Equidad y la Productividad. cepal (2010a), La hora de la igualdad, Naciones Unidas, mayo, Santiago, Chile. cepal (2010b), Los Objetivos de Desarrollo del Milenio. El progreso de América Latina y el Caribe hacia los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Desafíos para lograrlos con igualdad, Naciones Unidas, agosto, Santiago, Chile. Gasparini, Leonardo, Guillermo Cruces, Leopoldo Tornarolli and Mariana Marchioni. 2009, “A Turning Point? Recent Developments on Inequality in Latin America and the Caribbean”, Working Paper no 81 (February), cedlas. http://www.depeco.econo.unlp.edu.ar/cedlas/pdfs/doc_cedlas81.pdf López-Calva, Luis F. and Nora Lustig (eds.) (2010), Declining Inequality in Latin America: a Decade of Progress?, Brookings Institution Press and undp. Lustig, Nora (2011), “Commitment to Equity (ceq): A Diagnostic and Ranking Tool of Latin American Governments’ Fiscal Policies. Background Document”, Inter-American Dialogue and Tulane University, working paper. Székely, Miguel (2011), “Jóvenes que ni estudian ni trabajan: un riesgo para la cohesión social en América Latina”, cieplan y Tecnológico de Monterrey, mimeo, junio. undp (2010), “Acting on the Future: Breaking the Intergenerational Transmission of Inequality”, Regional Human Development Report for Latin America and the Caribbean, United Nations Development Program, Regional Bureau of Latin America and the Caribbean. World Bank (2008), Regional Study. Measuring Inequality of Opportunity in Latin America and the Caribbean, Latin America and the Caribbean Region. 48 Otoño - Invierno 2011 Fotografía: Óscar Hagerman Exposición Casas Acariciadoras en la Galería de la Ibero Puebla, 2009 49 Isidro Soloaga Profesor-investigador y coordinador de Posgrados en el Centro de Estudios Económicos de El Colegio de México. Durante 2008-2010 fue coordinador académico y coautor principal del Primer Informe Regional de Desarrollo Humano para América Latina y el Caribe 2010 realizado por el pnud y que tuvo por título: “Actuar sobre el futuro: romper la transmisión intergeneracional de la desigualdad”. Las opiniones vertidas en este artículo son de exclusiva responsabilidad del autor y no comprometen al pnud ni a El Colegio de México. Si bien hablar de “América Latina” en general conlleva los riesgos típicos de agregar situaciones nacionales que pueden ser muy diferentes, estudios recientes nos hacen dirigir la mirada hacia la necesidad de un cambio en la política social de la región. Habiendo formado parte de uno de ellos (el Primer Informe Regional de Desarrollo Humano para América Latina y el Caribe 2010, realizado por pnud, en el cual fungí como coautor principal y coordinador académico del mismo) me quedó clara la necesidad de impulsar esta agenda de tal manera de lograr consensos para su ejecución. Para esto, tomando como base los desarrollos y hallazgos del mencionado Informe Regional de Desarrollo Humano (“el Informe Regional de pnud”, de aquí en adelante) el propósito de este artículo es resaltar los principales diagnósticos y propuestas de política allí contenidos. Caractarísticas distintivas de la región latinoamericana La región se caracteriza por: i) su alta desigualdad socioeconómica, ii) una situación de economía política en la cual existe una baja capacidad/voluntad de la mayoría de los gobiernos para cambiar el estado de las cosas y iii) por la existencia de un error de diagnóstico sobre las causas de esta situación. A continuación se presentan brevemente las características i) y ii), en tanto que la discusión del error de diagnóstico se presenta en la próxima sección. Alta desigualdad socioeconómica. Esta característica de la región a su vez tiene tres rasgos distintivos: i) sus altos niveles en relación con la de otros países del mundo, ii) su alta persistencia a lo largo de décadas (si no siglos), y iii) el contexto de baja movilidad social en la que prevalece. A pesar de los progresos en la disminución de la desigualdad al menos hasta la crisis del 2008, la región aún presenta niveles de desigualdad por arriba de los observados a principios de los años ochenta. Fotografía: Morguefile.com 50 Otoño - Invierno 2011 m á s c e r c a n o a 2 0 0 5 . P o r c e n t a j e s SEGURIDAD SOCIAL A ñ o OTROS Gráfico 2 ALC (18 países). Progreso escolar intergeneracional. BIENES Y SERVICIOS Y TRANSPORTES Aunque se observó a partir de 2002 y al menos hasta la crisis de 2008 una tendencia a la reducción de la desigualdad en ingresos en 14 de los 17 países de los cuales hay datos (Gasparini y Lustig, 2011), la característica de ser una de las regiones más desiguales del mundo ha sobrevivido a distintos periodos de crecimiento/ caídas en el pib per cápita y a muy diferentes regímenes políticos e intervenciones. Ni las estrategias de desarrollo guiadas por el Estado de las décadas de los años cincuenta y sesenta, ni las reformas liberales de mercado de los ochenta y noventa han afectado estos rasgos de la desigualdad en América Latina y el Caribe (ALyC) (Klasen y Nowak-Lehmann, 2009). Si bien en las últimas décadas existieron muchos análisis que exploraron diversos aspectos de la pobreza, entre ellos los relativos a sus causas y a la existencia de las denominadas trampas de pobreza, sólo recientemente se intensificaron los estudios sobre la desigualdad. Con esto, se avanzó en el conocimiento de la medición de la desigualdad y de la presencia o ausencia de movilidad social a niveles de análisis agregados. Aun así, algunos aspectos específicos de la desigualdad y de su transmisión intergeneracional son todavía poco conocidos. El Informe Regional de pnud es uno de los que se centró en analizar de manera específica los canales a través de los cuales los bajos logros de bienestar son transmitidos de generación en generación. Precisamente, la tercera característica de la desigualdad en la región es la presencia de una alta correlación intergeneracional de los logros. El gráfico siguiente es un excelente resumen de la prevalencia de una baja movilidad social en los países de la región. En él se muestra la gran disparidad en la probabilidad de tener acceso a escolaridad universitaria: si una persona proviene de un hogar en el cual alguno de los padres tiene un nivel de escolaridad universitaria, la probabilidad de tener ese nivel es de 71.6%, mientras que ésta es menor al 6% para aquellos jóvenes cuyos padres tienen una escolaridad de nivel secundario o menor. Como reflejo del esfuerzo de política educativa en la región en las últimas décadas, estas diferencias son menos marcadas para el caso de la educación secundaria y mucho menos aún para la educación primaria. SUBTOTAL DIRECTOS Gasparini, L., G. Cruces, L. Tornarolli (2010), “Recent trends in income inequality in Latin America”, Economía 10 (2), 147-201, Spring. Una situación de economía política adversa a provocar los cambios necesarios. Un elemento clave que sirve para identificar cuál es el equilibrio de economía política prevaleciente en un país es la política fiscal. Así, en general basta con conocer la estructura de impuestos y la del gasto público para hacer un diagnóstico sobre la situación de economía política prevaleciente. ¿Son los impuestos progresivos o regresivos? ¿El gasto es, en términos socioeconómicos, igualador o desigualador? El siguiente cuadro 1 muestra la estructura impositiva de países de América Latina en comparación con otras regiones y países del mundo. Claramente, sobresalen en la región tanto una baja recaudación impositiva (17% para el promedio de 18 países) como su concentración en impuestos indirectos (a los bienes y servicios) y no a las rentas y ganancias de capital. Es más, en varios países (como México, por ejemplo) la reformas fiscales en general pasan por discusiones sobre cuánto aumentar aún más la recaudación vía impuestos indirectos, los cuales por lo común son de naturaleza neutra o regresiva.1 Cuadro 1: Comparación internacional de la Presión Tributaria, 2005 (como porcentaje del PIB) OTROS DIRECTOS 1 9 8 0 - 2 0 0 8 PROPIEDAD G i n i RENTAS Y GANANCIAS DE CAPITAL d e TOTAL c o e f i c i e n t e ALC 17.0 3.8 0.8 0.2 4.8 9.4 0.5 2.3 OCDE 36.4 12.9 2.0 0.0 14.9 11.5 0.2 9.3 EU15 40.1 13.7 2.1 0.4 16.2 12.1 0.3 11.3 EUA 26.8 12.5 3.0 0.0 15.5 4.6 0.0 JAPÓN 26.4 8.5 2.6 0.0 11.1 5.3 0.1 10.0 REGIÓN O PAÍS Gráfico 1: Indicadores de desigualdad en América Latina: promedio del 6.6 Fuente: Cetrángolo y Gómez-Sabaini (2007) (Cuadro 5.1 del Informe Regional de PNUD). Fuente: CEPAL. Panorama Social de América Latina 2007 (Gráfico 1.2 del Informe Regional de PNUD) 1 El Informe Regional del pnud también identifica factores importantes en relación con el gasto público y con la falla importante en el poder regulatorio del Estado en mercados oligopólicos (véase en particular el capítulo 5 del Informe). 51 Una nueva forma de análisis El Informe del pnud presenta una manera integral de analizar estos hechos característicos de la región. El análisis parte de que, al considerar el desarrollo de los países, lo importante es el desarrollo humano, entendido éste como la expansión de las posibilidades que tienen las personas de elegir entre distintos tipos de vida alternativos. Al hacer hincapié en que los bienes son medios (y no fines) para la consecución del bienestar de las personas, el enfoque se aleja de otros que fueron prevalentes en la región y que, habiendo privilegiando la expansión del pib per cápita de una economía como el objetivo principal de la política económica, de alguna manera condujeron a la situación presente de la región con las características descriptas en el apartado anterior. La siguiente figura ayuda a entender el enfoque de análisis del desarrollo humano (véase figura 1). Mientras que el enfoque en la cantidad de bienes se centra en el promedio de bienes disponibles para una determinada sociedad (pib per cápita, por ejemplo), el enfoque de desarrollo humano se centra en considerar el acceso y disponibilidad de la población a esos bienes y el proceso mediante el cual se produce el acceso. Así, la parte izquierda de la figura muestra cómo los factores individuales y socioeconómicos actúan como una suerte de maquinaria que transforma los bienes disponibles en funcionamientos disponibles, entendiendo aquí como funcionamientos a aquellos estados del ser y del hacer que las personas consideran valiosos y que tienen razones para valorar (vivir una vida larga y saludable, estar educado, etc.). El conjunto de estos funcionamientos representa lo que es conocido como las capacidades de las personas, o capabilidades (en un neologismo quizá más cercano al concepto de capabilities de A. Sen, 1998), concepto sin traducción directa al español que incluye tanto la capacidad de las personas para realizar una determinada actividad como la habilidad para realizarla. Figura 1: Generación de Bienestar y Desigualdad Fuente: Propia, con base en el informe Regional de Desarrollo Humano para Latinoamérica y el Caribe 2010. 52 Otoño - Invierno 2011 La parte derecha de la figura 1 muestra que, partiendo de una situación de desigualdad en el acceso y disponibilidad a los bienes y servicios de una determinada sociedad, la ausencia de una política pública que compense esta situación, potenciada por los elementos condicionantes tanto individuales como socioeconómicos y de contexto, no hace sino reproducir (y a veces, reforzar) la desigualdades iniciales. Entre los elementos condicionantes individuales se encuentran los aspectos objetivos tales como, entre otros, los niveles educativos de las personas, las condiciones socioeconómicas de los lugares donde se vive y el tipo de empleo, y su correlato en los factores subjetivos, tales como el nivel de empoderamiento (también conocido como agencia) de las personas y las aspiraciones de éstas en lo que respecta a ellas mismas y a la generación de sus hijos e hijas. Mientras que el estudio de la relevancia de los factores objetivos ha tenido gran desarrollo reciente en la economía aplicada, el tratamiento de los factores subjetivos está mucho menos presente en los análisis. En lo que sigue de esta nota, se verá la importancia de tomar en cuenta estos factores al momento de diseñar política pública desarrollando una forma de enfocar la política pública que supere el error de diagnóstico identificado más arriba. La importancia de los factores que no se ven 1. Aspiraciones y agencia Tanto el marco de análisis de desarrollo humano como el interés en la transmisión intergeneracional de la desigualdad requieren analizar la importancia de los procesos que inciden sobre los funcionamientos de las generaciones más jóvenes. Estos procesos incluyen tanto la capacidad de las personas en la generación de metas que ellas consideran valiosas, como la capacidad efectiva que dichas personas tienen para poder actuar sobre la realidad para alcanzar dichas metas. La figura 2 muestra esquemáticamente dos situaciones posibles. En la parte de arriba se presenta a una persona que vive en una sociedad “conectada”, en la cual si bien su situación socioeconómica relativa actual puede ser desfavorable (eje horizontal) tiene a su alrededor tanto personas que están en peores (a su izquierda) como en mejores (a su derecha) situaciones relativas. Esta persona genera sus aspiraciones de vida (tanto para ella como para sus hijos) en gran parte basándose en su entorno y en lo que es posible alcanzar con un esfuerzo “razonable” (por ejemplo, ir de A a B en el gráfico). Estas aspiraciones se miden en el eje vertical. Como contraste, en la parte inferior de la figura 2 se presenta a una persona que vive en una sociedad estratificada o “desconectada” en la cual existen grandes brechas entre las aspiraciones de los distintos grupos socioeconómicos: pasar de los niveles aspiracionales que están objetivamente al alcance de la persona tipo representada en el gráfico (nivel A´) a los niveles aspiracionales de las personas en el grupo socioeconómico que está a la derecha (nivel B´) implicaría un nivel de esfuerzo prácticamente imposible de realizar. Al efecto de clarificar este punto, podríamos volver al gráfico 2, el cual marca sintéticamente cuáles son las reales probabilidades educacionales de la siguiente generación (eje vertical en el gráfico 2), dependiendo del punto de partida (eje horizontal en el gráfico 2). La figura 2 traduce esta realidad empírica en factores subyacentes de difícil observación, aunque indudablemente juegan un importante papel. Figura 2. Brecha de aspiraciones en sociedades conectadas y e n s o c i e d a d e s p o l a r i z a d a s sociales de bajos niveles de escolaridad y de ingresos, tanto en familiares, como en amigos y colegas del trabajo (véase gráfico 3). Las tres ciudades parecen representar sociedades “desconectadas” también en términos de estos indicadores de redes sociales. Gráfico 3 : América Latina y el Caribe (tres áreas geográficas). Escolaridad de las redes de familiares, amigos y colegas de madres/padres, por nivel socioeconómico, 2009 (en %) Gráfico 3a. Escolaridad de las redes de familiares, amigos y colegas de madres/ padres entrevistados, por nivel socioeconómico, 2009. Fuente: Altamirano, López Calva y Soloaga (2009b) (corresponde a la figura 4.1 en el Informe Regional del PNUD). Aun entendiendo que es un desafío empírico importante aproximarse a factores como las aspiraciones y la agencia, se muestran a continuación algunos resultados del análisis de la importancia que tienen estos factores en el desarrollo humano para el contexto latinoamericano, con base en un conjunto de indicadores de funcionamiento para alrededor de 4 000 hogares en las principales zonas metropolitanas de tres países de ALyC (Buenos Aires, Argentina; Managua, Nicaragua, y México D.F., México). La información fue recabada por medio de tres encuestas comparables entre sí, diseñadas específicamente para estos casos.2 Esto permitió evaluar en qué medida las aspiraciones y la agencia de padres y madres influyen sobre factores como los niveles de escolaridad de sus hijos e hijas, o el acceso de éstos a ciertos servicios. De manera destacable, el análisis también permitió conocer los principales factores correlacionados con las aspiraciones educativas de dichas personas para sus hijas e hijos, así como la naturaleza de la transmisión intergeneracional de las aspiraciones. Si bien el análisis refleja relaciones intuitivamente esperables (por ejemplo, que un bajo nivel relativo de aspiraciones y autonomía de los individuos se refleja en pobres indicadores relativos de funcionamiento en los hijos), los datos recabados permitieron cuantificar su importancia relativa para los tres casos analizados. Los resultados muestran la existencia de una alta estratificación. En particular, es evidente que un nivel socioeconómico (nse) bajo está correlacionado con redes 2 El cuestionario aplicado en México se presenta anexo a este informe. Cuestionarios similares fueron aplicados en Argentina y Nicaragua. Todos los cuestionarios se encuentran en www. lacregionalhdr2009.org Nivel Primario* Nivel Secundario Fuente: elaboración propia con base en las Encuestas sobre desigualdad Intergeneracional. PNUD. * En el caso de la ciudad de Buenos Aires considera aquellos que a lo sumo completaron la primaria (cualquiera de los dos esquemas: 5 o 7 grados); en Managua se consideran a quienes alcazaron el nivel primaria (equivalente a 5 grados), en tanto que en la ciudad de México se considera a aquellos que culminaron la primaria (6 grados) o algún nivel previo. 53 Gráfico 3b. Escolaridad de las redes de familiares, amigos y colegas de madres/padres entrevistados, por nivel socioeconómico, 2009 Un primer análisis simple de los datos de aspiraciones educativas permite observar que la estratificación de las aspiraciones que tienen los padres para sus hijos e hijas parece ser menor que la estratificación socioeconómica: en las tres ciudades analizadas, al menos 6 de cada 10 padres/madres aspiran, independientemente de su nivel socioeconómico (nse), a un nivel universitario para sus hijos/hijas (ver gráfico 4). Esto reflejaría cierta movilidad educacional, por la cual el esfuerzo en la expansión educativa en la región se mostró en un aumento en los años de escolaridad promedio en tiempos recientes.3 Sin embargo, se observa que en el nse bajo las aspiraciones están concentradas en un nivel menor al profesional, mientras que en el nse alto las aspiraciones se concentran en el nivel de posgrado (véase gráfico 5). Esto indica la presencia de una alta estratificación. Gráfico 4 : Porcentaje de madres/padres que aspiran un nivel profesional para sus hijos, por nivel socioeconómico Fuente: elaboración propia con base en las Encuestas sobre desigualdad Intergeneracional. PNUD. * En el caso de la Ciudad de Buenos Aires y de Managua se considera aquellos que alcanzaron a lo más el nivel de secundaria, en tanto que en la Ciudad de México se considera a quienes alcanzaron la preparatoria o algún nivel previo. ** En las tres ciudades se considera aquellos que cursaron una carrera técnica, una carrera profesional o un posgrado. Gráfico 3c. Escolaridad de las redes de familiares, amigos y colegas de madres/padres entrevistados, por nivel socioeconómico, 2009 Gráfico 5 :Porcentaje de madres / padres que aspiran menos o más que un nivel profesional para sus hijos, por nivel socioeconómico Fuente: elaboración propia con base en las Encuestas sobre desigualdad Intergeneracional, PNUD. * Se consideran aquellos sin escolaridad o que cursaron la primaria. Para la Ciudad de Buenos Aires la encuesta trata indistintamente al esquema de 5 o 7 grados como primaria; en Managua la primaria se refiere a completar 5 grados; mientras que en la Ciudad de México se refiere a 6 grados. ** Integra el nivel profesional o posgrado. 54 Otoño - Invierno 2011 3 Estos resultados coinciden en general con otros estudios realizados para países como Estados Unidos, Inglaterra y Australia (véase Vaisey, 2009 y Strand y Winston, 2008, así como los estudios que éstos refieren). Un análisis con herramientas econométricas (que permite analizar la influencia de un factor en particular sobre una variable tomando en cuenta al mismo tiempo el efecto simultáneo de otros factores) revela información crucial en términos de aspiraciones educativas. Por un lado, resulta evidente la importante relación entre las aspiraciones educativas que tienen los padres para los hijos, y los niveles de escolaridad de dichos padres. Por otro lado, puede observarse también la influencia de la interacción social con personas de escolaridad alta (específicamente familiares, amigos y colegas) sobre la aspiración a mayores niveles de escolaridad. Para el caso de Buenos Aires, por ejemplo, el hecho de que el padre o madre tenga escolaridad primaria o menor, incrementa en 29% la probabilidad de que él o ella aspiren a un nivel de escolaridad relativamente bajo para su hijo o hija (menor al nivel universitario). Por el contrario, contar con amigos y colegas con escolaridad superior, aumenta en 11% y 12 %, respectivamente, la probabilidad de que se aspire a un nivel de escolaridad universitario. Gráfico 6. América Latina y el Caribe (tres áreas geográficas). Influencia intergeneracional de las aspiraciones, 2009 (en %) Cuadro 2 : Impacto de la escolaridad de los padres/madres y de las redes en la formación de aspiraciones educativas para los hijos/hijas Variable que influencia a las aspiraciones educativas para los hijos (*) Impacto porcentual sobre la posibilidad de aspirar a un nivel más bajo que licenciatura para los hijos Bs. As. México D.F. Managua Padres con escolaridad primaria o menos 29 9 11 Amigos de los padres con escolaridad primaria o menos 16 11 12 16 22 9 Colegas de los padres con escolaridad primaria o menos Padres con educación superior Familiares o amigos de los padres con educación superior Colegas de los padres con eduacion superior Impacto porcentual sobre la posibilidad de aspirar a un nivel licenciatura para los hijos Bs. As. México D.F. Managua 23 3 8 11 5 10 12 9 6 Gráfico7. Correlaciones entre distintos indicadores de agencia de los padres/madres y el indicador de satisfacción con la vida de sus hijos (*) Efectos adicionales a aquellos derivados del Nivel Socioeconómico de las familias. Fuente: Altamirano, López Calva y Soloaga (2009a). El análisis muestra a su vez que las aspiraciones de los jóvenes se encuentran fuertemente asociadas a las de sus progenitores. Tomando en cuenta la influencia de otros factores familiares como la escolaridad de los padres o madres, la composición del hogar o la estructura de las redes sociales, destaca que, el hecho de que los padres aspiren a determinado nivel de escolaridad para los hijos, aumenta de manera significativa la probabilidad de que esos jóvenes también aspiren a esos niveles. Este es un claro elemento de influencia intergeneracional que, al estar estratificado socialmente (como lo reflejan las distancias entre las aspiraciones del nse bajo y las aspiraciones del nse alto), tiende a reproducir las desigualdades (véase gráfico 6). Un fenómeno similar se observa (considerando las limitaciones del caso en la medición de este fenómeno) en la relación entre el nivel de libertad y autonomía que muestran los padres y el indicador de satisfacción con la vida de los hijos e hijas: a mayor libertad y autonomía de los primeros (a su vez asociados a sus condiciones socioeconómicas), puede observarse una mayor satisfacción con la vida de los segundos (véase gráfico7). 55 Capacidades cognitivas entre dos generaciones4 Si bien está establecido que los condicionantes económicos de los hogares en los que crecen los y las jóvenes influyen de manera importante en sus logros en términos de escolaridad y, más tarde, en la forma en la que entran al mercado laboral, la influencia de las habilidades cognitivas de una generación sobre la otra resulta un tema de estudio relativamente reciente, particularmente en ALyC. Al considerar como base el indicador de habilidades cognitivas medido por el llamado test de Raven, datos para México muestran que, aun tomando en cuenta otros condicionantes del hogar tales como el nivel de ingreso, escolaridad del padre y de la madre, y si el joven vive en una localidad rural, la influencia de las habilidades cognitivas de los adultos responsables es un factor determinante de las habilidades cognitivas de los jóvenes.5 El análisis muestra también que dicho factor es el más importante dentro del conjunto de condicionantes incluidos: el hecho de que la madre de un/una joven haya mostrado resultados en el test de Raven iguales o superiores a la media de los resultados para los adultos de México, hace aumentar en alrededor de 20% la probabilidad de que el joven muestre a su vez resultados en el test de Raven iguales o superiores a la media de los resultados para los jóvenes de su edad y sexo. La influencia de las habilidades cognitivas del padre es de similar magnitud a la de la madre, con lo cual, tomando en cuenta otros factores importantes, un/una joven que vive con un padre y una madre de habilidades cognitivas superiores al promedio, tiene el 40% mayor de probabilidades de mostrar estos mismos resultados. El análisis destaca que, mientras el impacto de las habilidades cognitivas del padre está correlacionado con otros condicionantes para el desarrollo de los jóvenes (nivel de ingreso y nivel de escolaridad del padre), las habilidades cognitivas de la madre mantienen una importante influencia intergeneracional independientemente de la existencia de esos otros determinantes. Así, para el caso de las probabilidades de que los jóvenes obtengan un Raven superior a la media, además de la contribución directa del puntaje del Raven del padre y de la madre, el hecho de que la madre tenga un nivel de escolaridad de secundaria (comparado con que una madre tenga un nivel menor al de primaria) aumenta en 11% adicional la probabilidad de un Raven alto en sus descendientes. Mientras tanto, un nivel de escolaridad preparatoria de la madre aumenta esa probabilidad en el 16% adicional, comparado con lo que sucede en el caso de una madre con 4 Corresponde al Recuadro 4.1 del Informe Regional del pnud, el cual está basado en: Altamirano, López Calva y Soloaga (2009a). 5 El test de Raven consiste en encontrar la pieza faltante en una serie de figuras que se van mostrando al entrevistado. Para deducir la pieza que falta se utilizan habilidades perceptuales, de observación y razonamiento analógico, y no se necesita saber leer ni escribir. 56 Otoño - Invierno 2011 un nivel menor a primaria. Por el contrario, ninguna de las variables de escolaridad del padre parecen tener un impacto adicional sobre el Raven de sus hijos/as. Finalmente, y asumiendo todos los demás factores de influencia constantes, los jóvenes que crecen en un ambiente rural tienen una probabilidad 6% menor de obtener un resultado en el test de Raven superior al promedio. Queda clara entonces la importancia de estos factores de dificil observación y medida para el desarrollo humano. Esto muestra la necesidad de una política social con una visión más amplia que, al diseñar y/o aplicar planes sociales, tome en cuenta no sólo factores fácilmente observables (condiciones de la vivienda, escolaridad en el hogar, distancia a mercados, composición del grupo familiar), sino que también se preocupe por entender los procesos a través de los cuales las personas llegan a determinados comportamientos en pos de, entre otros objetivos, niveles de escolaridad y tipos de ocupación. Estos elementos incluyen tanto la formación de aspiraciones como la capacidad de agencia de las personas. Hacia sociedades más conectadas con un cambio en el enfoque de política social Si bien la política social reciente de la región ha logrado bajar de manera importante los niveles de pobreza y disminuir en menor medida la desigualdad, aún queda un largo camino por recorrer: la reducción de la desigualdad se relaciona directamente con el combate a la pobreza, pero el enfoque de desigualdad es mucho más profundo ya que ataca a factores clave de inercias en la economía política de las sociedades. Acortar las distancias que existen en las estratificadas sociedades latinoamericanas hará visibles y, sobre todo, alcanzables distintas alternativas de vida a amplios sectores de la población. ¿Cómo romper entonces la inercia de la trasnmisión intergeneracional de la desigualdad? La propuesta es ir más allá de los planes que sólo buscan reducir la pobreza e incorporar en los planes públicos un enfoque distinto. La nueva lógica de la política social debe contar con tres elementos. Por un lado, las politicas públicas deben tener Alcance, es decir, deben llegar a las personas, los hogares y las comunidades para quienes fueron diseñadas. Por otro, para ser eficicaces, las intervenciones deben ser comprensivas, es decir, deben atacar al conjunto de las restricciones que enfrentan las personas, familias o comunidades, es decir, deben tener Amplitud. Por último, las acciones públicas deben ser consistentes e incidir sobre aquellos factores de dificil observación, pero que son constitutivos de las libertades de proceso de las personas. Así, incidiendo sobre las aspiraciones, las metas y la autonomía de las personas, las intervenciones deben promover la apropiación de la política pública por parte de ellas, incidiendo en que las personas sean sujetos y no receptoras pasivas de las políticas de desarrollo. En el marco de este enfoque, tres Al considerar como base el indicador de habilidades cognitivas medido por el llamado test de Raven, datos para Mé x i c o muestran que, aun tomando en cuenta otros condicionantes Fotografía: morguefile.com elementos son cruciales para el diseño de la política pública. Primero, las intervenciones deben fundamentarse en una clara definición de las coaliciones políticas que las hagan viables identificando los costos y beneficios. Segundo, las intervenciones deben ser comprensivas y partir de un diagnóstico que identifique las áreas más relevantes a ser cubiertas por la política pública, saliendo de la zona de relativo confort para aquellos que generaron las políticas de combate a la pobreza recientes. Por último, será necesario fortalecer elementos que refuercen el ejercicio de la ciudadanía y el empoderamiento de las personas. Algunos ejemplos, aunque aún en estado embrionario, existen de este tipo de políticas en la región (Chile Solidario, en Chile y Familias en Acción, en Colombia, por ejemplo), los cuales buscan actuar tanto en el ámbito de los hogares como en el entorno en el que éstos se desenvuelven. Nuevos programas derivados del aprendizaje de estas y otras experiencias y, sobre todo, la capacidad de pensar los problemas de manera comprensiva son, sin duda, elementos indispensables para la nueva agenda de política social en la región. del hogar tales como el niv el d e in g r e s o , escolaridad del padre y d e la ma d r e, y si e l joven vive en una localidad rural, la influencia de las habilidades cognitivas de los adultos responsables es un factor determinante de las habilidades cognitivas de los jóvenes. Referencias Altamirano, A., L.F. López Calva, I. Soloaga (2009a), “El impacto intergeneracional de las habilidades cognitivas. El caso de México”, Documento de apoyo al Informe Regional de Desarrollo Humano lac, 2010. _______ (2009b), “El impacto intergeneracional de las aspiraciones educativas. Análisis en tres ciudades latinoamericanas”, Documento de apoyo al Informe Regional de Desarrollo Humano lac, 2010. cepal (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) (2007), “Panorama Social de la América Latina”, Santiago, Chile: cepal. Cetrángolo, Oscar y Juan Carlos Gómez-Sabaini (2007), “La Tributación Directa en América Latina y los Desafíos a la Imposición sobre la Renta”, Santiago de Chile: cepal. Gasparini, L., G. Cruces, L. Tornarolli (2010), “Recent trends in income inequality in Latin America”, Economia 10 (2): 147-201, Spring. Gasparini L., N. Lustig (2011), “The Rise and Fall of Income Inequality in Latin America”, cedlas, Working Paper n° 118, unlp, Argentina. 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Vaisey, Stephen (2009), “What People Want: Rethinking Poverty, Culture, and Educational Attainment”, Berkeley: Department of Sociology, University of California. 57 Fotografía: http://www.lamaisonnumismatique.com/2011_500_Pesos_Colombia_rbol_de_Guacari-3092893.html Esteban Nina Baltazar Filósofo por la Universidad Mayor de San Simón, Bolivia. Magister en Economía por la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá (pujb) y magister en Planificación del Desarrollo Regional del cider por la Universidad de los Andes, Colombia. Diplomado en Gerencia Social Ignaciana otorgado por la cepal de la Compañía de Jesús y la Federación Internacional de Fe y Alegría. Ha sido profesor y director del grupo de investigación de Gobierno, Políticas Públicas y Pobreza (2008-2011) en la pujb. Además ha sido asesor gubernamental del Departamento Nacional de Planeación, (dane) y consultor del pnud Es director de la maestría en Política Social y profesor adscrito a la Facultad de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales (pujb) Introducción La distribución de los ingresos es un tema de gran importancia en América Latina, por las grandes diferencias en el nivel de ingresos entre los pobres y los no pobres. Según muchas evidencias, Latinoamérica es la región con la distribución de ingresos más desigual del mundo. En gran parte esto se debe a la mala distribución de capital: capital físico, capital financiero y, más que todo, capital humano. Este último tema sugiere que las diferencias entre los niveles de educación y salud en varios grupos de la población son notables. Este documento presenta la evolución de la distribución del ingreso en Colombia en las dos últimas décadas. La evidencia empírica muestra que se encuentra entre los países que tienen los mayores índices de desigualdad en América Latina; el ingreso está centrado en las manos de una proporción limitada de población. Después de una presentación de la distribución del ingreso medido por el coeficiente de Gini, este documento se enfoca hacia el análisis de los resultados y efectos del gasto público en la reducción del coeficiente de Gini y hacia los indicadores de pobreza. 1. Distribución del ingreso en Colombia El presente análisis se propone mostrar la magnitud y la evolución de la distribución del ingreso en Colombia y cómo algunos factores asociados permiten explicar dicha magnitud. Infortunadamente, a pesar del interés en el tema de la distribución del ingreso, se cuenta con relativamente poca información municipal y regional sobre los ingresos de las personas y hogares. Por lo general, las estimaciones sobre distribución del ingreso no permiten mucha desagregación a nivel de los 32 departamentos y 1 100 municipios de Colombia. La fuente primaria de información son las cifras oficiales a partir de las Encuestas de Hogares de las instituciones públicas de estadísticas de Colombia, Departamento Administrativo Nacional de Estadística (dane). Esta última como fuente de información solamente ofrece estimaciones a nivel nacional, regional y sólo de 23 departamentos incluyendo el Distrito Capital de Bogotá. 59 Medición de la desigualdad de ingresos País C.Gini ¿Cómo se mide la distribución de ingresos? Una de las medidas más comunes es el coeficiente de Gini. Éste se basa en la distribución acumulada de los ingresos (desde el individuo u hogar más pobre hasta el más rico en la economía). La curva de Lorenz muestra la función de distribución acumulada del ingreso con la población ordenada de manera ascendente por su ingreso. El coeficiente de Gini mide el área entre la recta de equidistribución (distribución igualitaria) y la curva de Lorenz (gráfico 1). Básicamente, un valor de 0 implica que los ingresos están igualmente distribuidos y que el individuo más pobre tiene el mismo ingreso que el más rico. En cambio, una distribución de 1 significa que todos los ingresos de la economía se concentran en el individuo (hogar) más rico y el resto de los individuos (hogares) no perciben ingresos. R. Dominicana (2009) 0,574 Bolivia (2007) 0,565 Nicaragua (2005) 0,532 Chile (2009) 0,524 Panamá (2009) 0,523 México (2008) 0,515 Paraguay (2009) 0,512 Argentina (2009) 0,510 G r á f i c o 1 . La curva de Lorenz y el coeficiente de Gini Costa Rica (2009) 0,501 Ecuador (2009) 0,500 El Salvador (2009) 0,478 Perú (2009) 0,469 Uruguay (2009) 0,433 Venezuela (2008) 0,412 Fuente: cepal (2011), Panorama Social 2010. Según el Informe de la cepal, Panorama Social de América Latina 2010, la distribución del ingreso en los países de América Latina es conocida por estar entre las más desiguales del mundo, característica que se ha mantenido durante cuarenta años (pnud, 2010). En la práctica, según las estimaciones del Banco Mundial, en el mundo el coeficiente de Gini varía entre 0,20 y 0,65. El cuadro 1 presenta datos de la cepal, agencia de Naciones Unidas para América Latina, sobre la distribución del ingreso para varios países, incluyendo Colombia. Aunque no necesariamente es información del mismo año, tiene la ventaja de ser comparable con otros países para observar la posición de Colombia en la región. C u a d r o 1 . América Latina: coeficiente de Gini País C.Gini Guatemala (2006) 0,585 Honduras (2007) 0,580 Colombia (2009) 0,578 Brasil (2009) 0,576 60 Otoño - Invierno 2011 Según las cifras de este cuadro se puede ver que entre los países de América Latina, Guatemala y Honduras tienen las distribuciones de ingreso más desiguales: 0,585 y 0,58 respectivamente, el tercer lugar del mismo grupo más inequitativo, le corresponde a Colombia que tiene un coeficiente de Gini de 0,578, que junto con Brasil, índice de 0,5776, confirman que siguen siendo el grupo de países más inequitativo en la región latinoamericana. En el caso de México, para el año 2008, tiene un indicador de 0,515. En Uruguay y Venezuela, parece que los ingresos están mejor distribuidos que en los demás países, pero llama la atención el nivel de Costa Rica que se parece más a Ecuador. En Perú, la distribución de ingresos también es preocupante. En la evaluación de la desigualdad en el ingreso, otra metodología que permite analizar el grado de concentración es calcular la participación de los ingresos de los más pobres en el ingreso total. Además de presentar la estimación del coeficiente de Gini, se estima la proporción del ingreso total del país distribuido entre el 40% más pobre y el 10% más rico. La brecha de ingresos se calcula del cociente entre el 25% más rico (Q5) y el 25% más pobre (Q1): cuadro 2. Para profundizar en el significado del Gini se presentan otros indicadores que también reflejan la inequidad o la alta concentración de la riqueza en los países de América Latina; el ingreso captado por el 40% más pobre (deciles 1 al 4) es en promedio, menos de 14.5% del ingreso total, mientras que el 10% más rico (decil 10) capta aproximadamente un tercio del ingreso total (32.7%). De igual manera, el ingreso captado por el 20% más rico (Quintil 5) de la población supera en 19.5 veces al del quintil más pobre (Quinti 1) en promedio para el grupo. Cuadro 2. América Latina: participación en el ingreso y b r e c h a e n t r e r i co s y p o b r e s Participación en el ingreso total del: Países 40% más pobre 10% más rico Brecha de ingreso Honduras (2007) 10,0 37,0 32,5 Bolivia (2007) 11,2 35,5 31,5 Colombia (2009) 11,8 23,1 28,0 R. Dominicana (2009) 10,7 40,2 28,0 Brasil (2009) 13,2 41,0 23,9 Guatemala (2006) 12,8 22,0 23,9 Nicaragua (2005) 14,4 35,4 18,6 Paraguay (2008) 14,7 34,4 18,4 Panamá (2009) 14,8 31,4 18,2 Argentina (2009) 15,6 36,7 16,6 Costa Rica (2009) 14,3 33,0 16,5 México (2008) 16,0 34,5 16,0 Chile (2009) 14,4 38,4 15,9 Ecuador (2009) 15,9 32,6 15,4 Perú (2009) 15,9 29,2 13,7 El Salvador (2009) 16,6 31,4 13,1 Venezuela (2006) 17,4 27,3 12,3 Uruguay (2009) 21,8 26,1 9,1 Promedio LAC 14,5 32,7 19,5 Q5/Q1 Fuente: cepal (2011), Panorama Social 2010. Según el indicador de brecha de ingreso del cuadro 2 los países con los niveles más altos son Honduras, Bolivia, Colombia y República Dominicana donde los hogares más ricos perciben aproximadamente 28 a 32 veces más ingresos que los más pobres. En el caso de México, el 10% de hogares más ricos recibe en promedio más de 16 veces lo que recibe el 40% de hogares más pobres. 61 2. . Evolución del coeficiente de Gini para Colombia, 1990 - 2010 El análisis de la desigualdad de los ingresos en Colombia tiene importancia tanto desde el punto de vista económico como político, ya que ella contribuye no sólo a los altos niveles de pobreza, sino también a incrementar las tensiones sociales y políticas. Aunque son muchos los aspectos que la generan, en esta sección sólo se hará referencia a la desigualdad en la distribución de los ingresos de las personas, sin tener en cuenta la desigualdad en la distribución de activos o de otros bienes y servicios. Por otro lado, dentro de un mismo país puede haber diferencias entre la distribución de ingresos por regiones. Este es el caso de Colombia; según estimaciones oficiales de la Misión de Empalme de la Serie de Pobreza y Desempleo (mesep), vinculada al Departamento Nacional de Planeación (dnp), el nivel nacional es igual a un Gini de 0,561, el cual difiere frente a la diversidad de las regiones al interior del país. El cuadro 3 presenta el coeficiente de Gini para 23 importantes departamentos (regiones subnacionales) de Colombia para el año 2010. Al observar la evolución del índice Gini desde 2002 a 2010 se afirma que la distribución del ingreso se ha concentrado persistentemente en los niveles altos, lo cual refleja un deterioro generalizado a lo largo de los departamentos (regiones subnacionales) de Colombia. Cuadro 3. Departamentos de Colombia, evolución del coeficiente de Gini, 2002-2010 Departamento 2002 Antioquia 2003 2004 2005 2008 2009 2010 0,579 0,589 0,572 0,554 0,580 0,560 0,561 Departamento 2002 2003 2004 2005 2008 2009 0,495 0,507 0,540 0,516 0,565 0,543 0,540 Risaralda 0,521 0,498 0,499 0,501 0,508 0,484 0,483 Santander 0,528 0,529 0,497 0,525 0,493 0,509 0,504 Sucre 0,501 0,492 0,493 0,472 0,537 0,518 0,537 0,487 0,512 0,519 0,490 0,501 0,523 0,494 Tolima 0,523 0,526 0,525 0,495 0,517 0,541 0,549 Valle del Cauca 0,525 0,515 0,515 0,537 0,519 0,513 0,518 Fuente. Estimaciones de dnp (2010), mesep con base en encuestas del dane. Otra forma de visualizar la tendencia estructural de la persistencia de la inequidad en la distribución del ingreso en la sociedad colombiana, es mirar retrospectivamente 16 años. En el cuadro 4, una serie de datos del índice Gini confirman dicha persistencia. Tomaremos arbitrariamente como punto de referencia que un índice Gini igual mayor a 0,5 es una situación de aguda desigualdad socioeconómica, entonces se puede señalar el número de departamento o porcentaje de regiones subnacionales con un nivel alto de desigualdad. Para el año 1994, diez de las 24 regiones están por encima del punto de corte, destacando el Cauca con 0,615, le siguen Valle del Cauca, Huila y Antioquia; en 1996 el 81%, es decir, 21 de las 24 regiones, en primer lugar el departamento de Nariño con 0,643, seguido de Caldas, Córdoba, Chocó y Boyacá. En 1997, nuevamente son 21 departamentos con elevado nivel, encabezados por Nariño con 0,667, acompañado por Quindío, Caldas, Chocó, Cauca y Boyacá. En 1998, el 60% de regiones por encima del punto de corte, lideradas negativamente por Chocó, Antioquia, Cauca, Bogotá y Nariño. Para 1999, el grupo de mayor inequidad sube a 75% con 18 departamentos, el primer lugar Cauca con un índice de Gini de 0,60, seguido de Cesar, Chocó, Boyacá, Córdoba y Bogotá. En el año 2000 Colombia sigue presentando el 70% de regiones con Gini alto, nuevamente Cauca ocupa el primer lugar con 0,596, al lado están Cesar, Chocó, Boyacá y Córdoba. Finalmente, en 2001 se mantiene el 70% con 17 departamentos mostrando inequidad, en el primer lugar Chocó con 0,592, seguido de Boyacá, Córdoba, Quindío y Bogotá. Atlántico 0,535 0,527 0,524 0,506 0,497 0,492 0,496 Bogotá 0,572 0,546 0,559 0,557 0,531 0,526 0,527 Bolívar 0,535 0,476 0,480 0,479 0,543 0,534 0,514 Boyacá 0,595 0,591 0,554 0,561 0,577 0,531 0,539 Caldas 0,504 0,518 0,521 0,504 0,545 0,542 0,534 Caquetá 0,531 0,510 0,487 0,531 0,484 0,487 0,451 Cauca 0,526 0,467 0,534 0,500 0,592 0,593 0,570 Cuadro 4 . Departamento de Colombia: Cesar 0,471 0,430 0,491 0,456 0,545 0,551 0,517 evolución coeficiente de Gini, 1994-2001 Córdoba 0,555 0,550 0,528 0,538 0,527 0,560 0,554 Cundinamarca 0,482 0,454 0,477 0,490 0,462 0,460 0,460 Departamento 1994 1996 1997 1998 1999 2000 2001 Antioquia 0,551 0,533 0,557 0,600 0,520 0,522 0,530 Atlántico 0,445 0,484 0,501 0,530 0,520 0,525 0,530 Bogotá 0,416 0,508 0,519 0,559 0,560 0,564 0,561 Bolívar 0,464 0,518 0,547 0,486 0,550 0,549 0,483 Boyacá 0,494 0,588 0,592 0,491 0,570 0,565 0,587 0,510 0,497 0,476 0,490 0,501 0,495 0,502 Caldas 0,496 0,601 0,606 0,543 0,520 0,522 0,524 0,561 0,531 0,509 0,514 0,526 0,513 0,500 Caquetá 0,406 0,557 0,472 0,452 0,450 0,454 0,520 Chocó 0,571 0,564 0,561 0,578 0,625 0,569 0,578 Huila 0,541 0,527 0,513 0,511 0,578 0,584 0,572 La Guajira 0,476 0,504 0,485 0,470 0,593 0,570 0,615 Magdalena 0,498 0,453 0,457 0,464 0,559 0,526 0,545 Meta Nariño 62 2010 Norte de Santander Quindío Otoño - Invierno 2011 Departamento 1994 1996 1997 1998 1999 2000 2001 Cauca 0,615 0,571 0,596 0,599 0,600 0,596 0,527 Cesar 0,432 0,536 0,534 0,541 0,590 0,590 0,464 Córdoba 0,524 0,596 0,525 0,508 0,570 0,565 0,567 Cundinamarca 0,355 0,532 0,581 0,483 0,500 0,497 0,511 Chocó 0,530 0,593 0,599 0,611 0,590 0,588 0,592 Huila 0,554 0,549 0,543 0,540 0,510 0,507 0,554 La Guajira 0,501 0,532 0,534 0,482 0,480 0,476 0,414 Magdalena 0,454 0,541 0,514 0,476 0,490 0,492 0,467 Meta 0,459 0,441 0,433 0,438 0,490 0,493 0,505 Nariño Norte Santander Quindío 0,493 0,643 0,667 0,545 0,550 0,554 0,527 0,418 0,540 0,506 0,528 0,490 0,487 0,438 0,473 0,574 0,611 0,510 0,520 0,521 0,562 Risaralda 0,532 0,514 0,496 0,485 0,490 0,486 0,494 Santander 0,544 0,520 0,542 0,504 0,550 0,555 0,500 Sucre 0,483 0,581 0,559 0,506 0,530 0,535 0,460 Tolima 0,503 0,538 0,544 0,517 0,510 0,508 0,519 Valle del Cauca 0,590 0,485 0,501 0,527 0,520 0,523 0,514 Fuente: Misión Social dnp-pnud (2002), 10 años de Desarrollo Humano. Adicionalmente, en el cuadro 5 están las cifras del coeficiente de Gini estimadas por meep del dnp para las trece ciudades más importantes de Colombia en el periodo 2002-2010. Estas trece ciudades son capitales de departamento, son parcialmente representativas de todo el sector urbano colombiano. En 2010, las grandes ciudades con mayor nivel de desigualdad son Medellín con 0,538, le siguen Cali con 0,529 y Bogotá 0,526. Los menores niveles se presentan en ciudades intermedias como Villavicencio, Pereira y Bucaramanga: 0,466; 0456; 0,449 respectivamente. C u a d r o 5 . Ciudades de Colombia: coeficiente de Gini 2010 Ciudad 2002 2003 2004 2005 2008 2009 2010 Barranquilla 0,528 0,539 0,533 0,513 0,499 0,486 0,497 Bucaramanga 0,484 0,481 0,454 0,478 0,431 0,453 0,449 Bogotá 0,572 0,546 0,559 0,557 0,530 0,526 0,526 Manizales 0,490 0,505 0,510 0,492 0,502 0,509 0,495 Medellín 0,547 0,557 0,541 0,522 0,542 0,534 0,538 Cali 0,534 0,509 0,514 0,540 0,518 0,499 0,529 Pasto 0,510 0,510 0,499 0,507 0,533 0,516 0,523 Villavicencio 0,472 0,457 0,460 0,470 0,479 0,473 0,466 Pereira 0,482 0,482 0,475 0,468 0,475 0,464 0,456 Cúcuta 0,479 0,502 0,507 0,457 0,457 0,498 0,479 Cartagena 0,483 0,472 0,471 0,451 0,468 0,493 0,488 Ibagué 0,476 0,484 0,497 0,486 0,469 0,488 0,495 Montería 0,518 0,517 0,490 0,509 0,492 0,528 0,526 Fuente. Estimaciones de dnp (2010), mesep, con base en encuestas del dane. 63 La evolución de la desigualdad vista por ciudades encuentra entre los casos más críticos la ciudad de Medellín que ocupa el primer lugar en cuatro ocasiones: los años 2003, 2008, 2009 y 2010, con 0,556; 0,542; 0,534 y 0,537 respectivamente. Le sigue la ciudad capital Bogotá, la cual tiene el más alto Indice Gini en 2002, 2004 y 2005, con 0,571; 0,558 y 0,557 respectivamente. Entre los casos menos críticos de ciudades que empeoraron su distribución del ingreso están Barranquilla, Cali y Pasto. El resto de ciudades se encuentra por debajo de un coeficiente de Gini inferior a 0,5 puntos. 3 . Metodología para medir el efecto del gasto público social sobre la distribución del ingreso La metodología para la estimación del efecto neto de la política fiscal es una adaptación y combinación de dos metodologías: una utilizada por Kakwani (1976) para el análisis redistributivo del impuesto y la otra de Vélez (1996) para estudiar los efectos redistributivos de los subsidios del gasto público social. Para medir la progresividad o regresividad de los subsidios o los gastos públicos sociales este método utiliza la curva de Lorenz y la curva de concentración, que están asociadas al coeficiente de Gini (G) y al coeficiente de concentración (Cs ): véase gráfico 2. Para medir la desigualdad en la distribución de los subsidios se utiliza continuamente el concepto de Coeficiente de Concentración (Cs) asociado a la curva de concentración del subsidio respectivo. Este coeficiente es muy similar al coeficiente de Gini (G) asociado a la curva de Lorenz, construida a partir de la distribución del ingreso. La curva de Lorenz muestra la función de distribución acumulada del ingreso con la población ordenada de manera ascendente por su ingreso. En cambio, la curva de concentración corresponde a la función de distribución acumulada de los subsidios o gasto público social manteniendo el ordenamiento inicial de la población de manera ascendente por su ingreso. Gráfico 2. La curva de concentración y el coeficiente de concentración (Cs) Así como una vez ordenados los hogares por su ingreso per cápita, la curva de Lorenz nos informa el porcentaje de ingreso, L(p), que recibe la proporción p de hogares más pobres, la curva de concentración nos muestra el porcentaje del 64 Otoño - Invierno 2011 subsidio, CC(p), que le corresponde al p% de hogares más pobres. La curva de Lorenz siempre debe estar por debajo de la diagonal de la distribución igualitaria, la curva de concentración puede estar por encima o por debajo de ella. Así, en tanto el ingreso se distribuye de forma más o menos desigual –nunca progresivamente– y correspondiente, el coeficiente Gini (G) toma valores entre uno y cero, los subsidios pueden distribuirse regresiva, igualitaria o progresivamente y su coeficiente de concentración (Cs) toma respectivamente valores positivos, nulos o negativos, en el intervalo (-1,1). Igualmente, para medir la progresividad relativa de un subsidio con respecto a la distribución del ingreso, se utiliza el coeficiente de progresividad, Ps, que es igual a la diferencia entre el coeficiente de concentración del subsidio, Cs, y el coeficiente Gini de la distribución del ingreso, G. Este coeficiente Ps será negativo cuando el subsidio es relativamente progresivo y positivo cuando el subsidio es regresivo en relación con la distribución de ingresos. Para medir el efecto del Gasto Público Social o los subsidios sobre la distribución del ingreso, se compara la desigualdad de la distribución del ingreso original con la de la distribución del ingreso, más los subsidios por gps. Esto es, se cotejan los coeficientes de Gini de las dos distribuciones, Gini inicial (Go) y Gini final (Gf) respectivamente y se calcula su diferencia: La primera estimación de la incidencia del gasto público social en la distribución del ingreso fue realizada por el economista Carlos Vélez en 1992, quien tomó en cuenta, por un lado, la magnitud total de los subsidios de los servicios sociales (educación, salud y seguridad social, principalmente), de los recursos públicos y, por otro lado, el índice de Gini de 0,442 para el total de hogares. En esa época el valor total se aproximaba a la suma significativa para el conjunto de hogares de la economía colombiana equivalente a 6,2% del pib y a 24,1% del gasto público total. En consecuencia, aplicando la metodología arriba señalada, afirma que en 1992, el efecto del gasto público social en la distribución del ingreso en Colombia fue relativamente redistributivo. Cuando Vélez (1996) evalúa el coeficiente de Gini del ingreso disponible de los hogares adicionado a los subsidios recibidos del Gasto Público Social (gps), estima que se reduce en 41 milésimas, de 0,442 a 0,400. Este efecto marginal en la equidad es función de dos parámetros: la magnitud relativa del gasto social medida por la participación de dichos subsidios dentro del ingreso disponible de los hogares y la focalización o progresividad en su suministro, medida por el coeficiente de concentración (Cs). Lasso (2006), citando al estudio de Vélez (1996), señala que el coeficiente de Gini estimado es de 0,5496, y un Coeficente de Concentración (Cs) con un valor de 0,1008, por lo tanto, la diferencia entre los coeficientes de concentración e índice Gini es de -0,4488. Como este último valor es negativo, significa que el total de los subsidios entregados a los hogares son relativamente progresivos respecto a la curva de Lorenz de distribución del ingreso. Por otra parte, como el coeficiente de concentración es positivo, el total de subsidios recibidos por los hogares es positivo, implica que el total de subsidios recibidos por los hogares es regresivo respecto de la diagonal de la distribución del ingreso. Según las estimaciones de Lasso (2006) para 2003, el efecto marginal del gasto público social de los servicios básicos sobre la distribución del ingreso representó una disminución significativa de 45 milésimas en el coeficiente de Gini, que pasó de 0,5496 a 0,5046. Según Vélez (1996), este efecto sobre el Gini depende de la magnitud del gasto social estimado como la participación de los subsidios totales y la focalización medida por el cambio en el coeficiente igual a -0,4488. Gráfico 3. Coeficiente de concentración y coeficiente de Gini para 2003 Cuadro 6. Variación del coeficiente de Gini y Coeficiente de Concentración (Cs) Gini con Estudio GPS (%PIB) Gini Inicial subsidios Variación Cs Vélez (1996) 6,2% 0,442 0,400 0,041 -0,109 Lasso (2006) 13,6% 0,5496 0,5046 0,448 0,1008 Fuente: Vélez (1996) y Lasso (2006). A modo de conclusión, de los estudios de Vélez y Lasso se puede inferir que la distribución de los subsidios sociales financiados por el gasto público social tiene un efecto levemente progresivo desde el punto de vista de los individuos y hogares, es decir, la inversión pública colombiana tiende hacia una redistribución igualitaria. Adicionalmente, por el coeficiente de Gini a lo largo de este periodo, medido en diferentes regiones subnacionales (departamentos y ciudades), se observa que las variaciones de dicho coeficiente son menores o pequeñísimas provocando leves efectos redistributivos positivos cuando se trata de los subsidios sociales; este efecto sobre la distribución es casi imperceptible. Sin embargo, a pesar de los progresos en distribución del ingreso durante las dos últimas décadas, en Colombia sigue siendo inequitativa, se requiere de políticas sociales de Estado que sistemáticamente busquen mayor equidad en la asignación del gasto público social y de la política fiscal. Bibliografía Alesina, A. y D. Rodric (1994), “Distribution politics and economic growth”, Quarterly Journal of Economics 109(2): 465-90. Bénabu, R. (2000), “Unequal societies: Income distribution and the social contract”, American Economic Review 90(1): 96-129. cepal (2011), Panorama Social de América Latina 2010, Santiago de Chile. Kakwani, N. (1976), Measurement of Tax Progressivity: An Internacional Comparison. Economic Journal: 71-80. Lasso, F. (2006), Incidencia del gasto público social sobre la distribución del ingreso y la reducción de la pobreza, merpd, Departamento Nacional de Planeación. Misión Social. dnp-pnud (2002), 10 años de Desarrollo Humano en Colombia, Departamento Nacional de Planeación. pnud (2010), Informe Mundial de Desarrollo Humano, Naciones Unidas, Nueva York. Vélez, C. (1996), Gasto Público Social y Desigualdad: Logros y Extravíos, Bogotá, Colombia, Departamento Nacional de Planeación. 65 Mauricio de Maria y Campos Director del Instituto de Investigaciones sobre Desarrollo Sustentable y Equidad social de la Universidad Iberoamericana ciudad de México (uia). Estudió economía en la unam y obtuvo su maestría en Desarrollo de la Universidad Sussex, gb. Fue subsecretario de Fomento Industrial en la secofi, director general de la onudi en Viena y embajador de México en Sudáfrica. Es autor de libros, ensayos y artículos en revistas especializadas y articulista de El financiero.Como presidente del Capítulo Mexicano del Club de Roma fue editor (con Georgina Sánchez) del informe “Los límites de la cohesión social en México”. Coordina la representación de la uia cd. de México en el ceape-suj y participó en el reciente informe sobre pobreza y políticas sociales de ausjal (cuyo resumen ejecutivo se publica en este número de Rúbricas). Fotografía: FreePixels.com 66 Otoño - Invierno 2011 La globalización desigual y América Latina La globalización no ha operado hasta ahora con la misma amplitud e intensidad en todos los ámbitos. El grado de integración de mercados varía de forma considerable, según su grado de liberalización y del papel que desempeñan los Estados-nación y las grandes corporaciones internacionales. Es muy elevado el grado de globalización de los flujos financieros, del crimen organizado, de los mercados de información y entretenimiento, y de las aspiraciones de consumo; un poco menor el del comercio y las inversiones, y muy reducido el de los mercados laborales, a pesar del descenso de los costos de transporte de personas. La globalización es una realidad innegable e inevitable, fuente de grandes beneficios y oportunidades en el terreno político, económico, social y cultural, al permitir la difusión de la democracia, la integración de mercados y la amplia e instantánea transmisión de información, opiniones y valores entre personas de todo el mundo. Pero al mismo tiempo, los procesos de globalización con escasa regulación, como han ocurrido hasta la fecha, presentan consecuencias indeseables y amenazan la cohesión de las sociedades, pues tiende a predominar la ley del más fuerte, y las inequidades, a perpetuarse e incluso a acentuarse. El problema se agrava ante la falta de estructuras institucionales gubernamentales internacionales apropiadas. Como señaló el informe del Centro de estudios del futuro de la ocde (2000), La sociedad creativa del siglo xxi, desde la distancia prevalece a menudo la imagen de una sociedad mundial cada vez más uniforme. En casi todas las ciudades del mundo están presentes los mismos hoteles, restaurantes, películas, productos y marcas. La homogeneización mundial no es sólo superficial. La esperanza de vida de las sociedades, las tasas de fecundidad, los procesos de urbanización, las tecnologías en uso, las formas de emplear el tiempo libre se aproximan más entre los países. Como consecuencia de estos cambios pierde importancia la familia nuclear, se fortalece el papel de la mujer en la economía y la sociedad, y se generalizan los patrones de comportamiento sexual y las aspiraciones democráticas y de derechos. Pero esta aparente convergencia está marcada también por una creciente diversidad en las esferas económicas, sociales, tecnológicas y culturales. Las personas nunca habían tenido tal cantidad de opciones de consumo de bienes y servicios. Incluso en áreas tradicionalmente públicas, como educación, salud y seguridad, las alternativas se han incrementado de manera notable y su operación se ha descentralizado. La integración de mercados y su mayor libertad y énfasis en la competitividad promueve la eficiencia, pero no la equidad. El libre mercado no está necesariamente al servicio de la sociedad. Cuando el mercado va demasiado lejos y los gobiernos descuidan sus efectos sociales y políticos, los impactos positivos de la globalización se difunden de manera desigual, y concentran el poder, la riqueza y el bienestar en un grupo reducido de países y personas, en detrimento de los demás. La desigualdad entre países ha aumentado de forma significativa en los últimos 40 años. Hoy, más de 80 países todavía tienen ingresos per cápita inferiores a los de hace uno o dos decenios. La brecha entre los ingresos y las aspiraciones de vida, fenómenos ambos que acompañan a la globalización, crece día con día y se convierte ahora en uno de los mayores factores de conflicto internacional. Se estima que 120 millones de personas emigraron a los países desarrollados desde el fin de la Segunda Guerra Mundial y que en los últimos años esos flujos se han seguido acelerando, en particular hacia Estados Unidos, Canadá, Alemania, España y Australia. Al mismo tiempo, las remesas de migrantes se han elevado con rapidez; para 14 países ya significan ingresos de más de 1 000 millones de dólares al año, encabezados por la India y México. El informe de desarrollo humano 1998 del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (pnud) pegó en el blanco de otra grave paradoja al dedicarse a las desigualdades internacionales en el consumo. Su tesis básica fue que el mundo no necesita consumir menos, sino de manera diferente, más equitativa; que más de una cuarta parte de la población del planeta no logra satisfacer sus necesidades fundamentales y que remediar este problema podría requerir un volumen de recursos relativamente modesto, si el mundo se pusiera de acuerdo. Sin embargo, el reto es formidable y creciente dada la incorporación al mercado y al consumo de un número en rápido ascenso de habitantes en Asia, África y Latinoamérica entre 2000 y 2010. El informe examinó los factores que explican el consumo en la “aldea global”, sus enormes y crecientes desequilibrios internacionales y sus efectos sobre el ambiente, que castigan en particular a los países pobres. El diagnóstico ha cambiado un poco en la última década, pero no demasiado. Como se ha demostrado repetidamente en foros mundiales de la onu y de organismos financieros internacionales, incluyendo las recientes reuniones de Cambio Climático en Cancún, (2010) y Durban (2011), pero cada vez más en las calles del Mundo –Túnez, Cairo, Madrid, Nueva York o Ciudad de México– hay un descontento permanente respecto de la globalización y la socialización de los costos sociales derivados de un sistema intrínsecamente injusto. Sus efectos positivos se califican o ponen en duda debido a las disparidades sociales en aumento y a la incapacidad de la comunidad internacional de atender desafíos crecientes. Ocurre una dicotomía cada vez mayor entre las élites, las emergentes clases medias y el resto de la población que amenaza o fractura la cohesión social, durante muchos años base de estabilidad. Hay poco diálogo entre estos grupos. Las clases medias digitalizadas e, incluso, los estratos de menores ingresos con 67 acceso a un celular dialogan cada vez más en sus localidades, dentro de los países y a través de las fronteras nacionales y se preguntan: “¿Y yo, en qué me beneficio de la globalización y del libre mercado?” La globalización es, en buena medida, la razón del resurgimiento de las identidades culturales locales en diferentes partes del mundo, afirmaba Giddens a fines del siglo pasado. Esto es cierto en particular en los países en desarrollo, donde se sienten más los efectos problemáticos de un libre mercado internacional sin riendas que corrijan sus fallas. Reforma a los principios, programas y estructuras de gobierno en la esfera mundial para promover la equidad y la cohesión social La entrada al nuevo milenio debió constituir un incentivo para un salto hacia adelante en la búsqueda de una verdadera comunidad internacional. La creación de la onu y la firma de la Declaración de los derechos humanos 60 años atrás significó un gran paso en esa dirección, pero no ha sido suficiente para lograr paz y desarrollo para todos con equidad y cohesión social. No ha sido posible acordar una nueva agenda para el desarrollo en medio de la globalización, ni cumplir con los retos de las cumbres de Río y Kyoto sobre medio ambiente y cambio climático y la Cumbre Social de Copenhague; sólo se pudo replantear horizontes para alcanzar algunas metas sociales que hoy tienen posibilidades de lograrse en un grupo seleccionado de países en desarrollo, gracias a sus propios esfuerzos y a la demanda creciente y las acciones de cooperación de países emergentes, no por la “ayuda al desarrollo” de países ricos que –salvo honrosas excepciones de países escandinavos y Holanda– han desplomado su cooperación internacional para atender sus propias necesidades. 68 Otoño - Invierno 2011 Tampoco ha sido posible acordar reformas efectivas para democratizar la onu o hacerla más eficaz. El mundo necesita pactar un nuevo código de conducta universal, una ética global, definida como una ética de corresponsabilidad planetaria que busque un mínimo de valores que podamos compartir todas las sociedades, sin imposiciones en la diversidad y multiculturalidad y con sus correspondientes responsabilidades traducibles en normas exigibles. En años recientes se han realizado estudios y encuentros muy diversos en esa dirección, que no logran cristalizar en acuerdos internacionales. Jacques Chirac, presidente de Francia, esbozó desde 1998 una serie de principios universales que debían regir la vida internacional, que aún son válidos: 1. Principio de corresponsabilidad: el multilateralismo frente a las decisiones unilaterales en asuntos globales 2. Principio de igualdad entre las personas y los países 3. Principio de solidaridad entre los hombres y las sociedades, en particular de los más ricos hacia los pobres y vulnerables 4. Respeto a los derechos individuales 5. Respeto a la diversidad de lenguas, culturas y valores 6. Principio de equidad intergeneracional: las generaciones presentes son responsables de los recursos naturales y culturales para las generaciones futuras 7. Principio de complementariedad o subsidiariedad: las decisiones deben adoptarse en el nivel local, nacional, regional o global según su naturaleza y nivel de eficacia. Estos principios se recogieron de manera general en la Declaración de los jefes de estado y de gobierno en la Cumbre del Milenio. Transcurrida una década, con avances y retrocesos en el mundo y en Latinoamérica, sigue haciendo falta las condiciones y negociaciones para llevarlos a la práctica en la onu y en otros organismos internacionales. Se ve difícil, pero hay que mantener vivas estas aspiraciones. Una de las demandas más amplias e inclusivas para la gobernabilidad global es, como sugirieron la Comisión Stiglitz en 2009 y la cepal en 2010, la articulación de una nueva agenda global de desarrollo. Una opción en esa dirección es potenciar el papel que hoy tiene el Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas, imprimiéndole a dicho órgano una jerarquía análoga a la que tiene la Asamblea General o el Consejo de Seguridad. Esto permitiría lograr un mayor diálogo entre los encargados de formular políticas, el mundo académico y los organismos internacionales y asegurar un sistema de representatividad amplio que incluya a todos los continentes, y no sólo la representatividad restringida que hoy tiene el G-20. (Comisión Stiglitz (2009): Report of the Commission of Experts of the President of the United Nations General Assembly on Reforms of the International Monetary and Financial System, onu. ny) Llegó el momento de la recuperación del crecimiento, la igualdad y la inclusión social en América Latina La caída del muro de Berlín y el colapso soviético anunciaron el fin de la Guerra Fría y el nacimiento de un mundo unipolar bajo la hegemonía de Estados Unidos. Algunos se atrevieron a hablar de “el fin de las ideologías”. Dicho cambio histórico rediseñó el conjunto de la arquitectura política y económica del planeta. Ocurrió, además, en el marco de la consolidación de un nuevo paradigma productivo, en cuya base estaba la aceleración del conocimiento científicotecnológico, una progresiva globalización de los mercados y las comunicaciones, y una fe generalizada en el libre mercado instituida desde los años ochenta. En Latinoamérica, el inicio de la década de los ochenta estuvo marcado por la crisis de la deuda, que coincidió con esta reorientación de la política y la economía, el nuevo patrón de globalización y el predominio del proyecto de sociedad basado en los mecanismos de mercado autorregulado y el mayor protagonismo de los agentes privados. Coincidió con el sesgo hacia la desregulación de los intercambios globales tanto financieros como comerciales y la deslocalización productiva en función del costo de los factores. En este marco se impulsaron en la región, entre otras, dos tipos de medidas: unas tendientes a promover la estabilidad a través de políticas públicas de ajuste y otras que apuntaban a reducir el tamaño del Estado y su grado de intervención en la economía. Hoy nuestros Estados enfrentan un gran déficit de políticas activas de promoción del desarrollo, regulación económica, garantía del bienestar y provisión de bienes públicos y búsqueda de la equidad y la inclusión social. Está surgiendo un consenso creciente respecto a la necesidad de recuperación del rol fundamental que cabe al Estado y las limitaciones de los mercados para estas tareas. La actual crisis financiera, considerada la más profunda desde la Gran Depresión, marca el cierre de un ciclo de crecimiento y bonanza e impulsa una nueva manera de pensar el desarrollo. La crisis que estalló en 2008 no sólo ha tenido un impacto económico significativo en el corto plazo, sino que además ha generado un profundo debate sobre el devenir de la lógica de acumulación económica, las reglas de funcionamiento del sistema económico mundial, el papel de las políticas públicas y el Estado en la dinámica económica y social, y el rol de la sociedad civil organizada y empoderada a través de la digitalización y las redes sociales. En síntesis, la ecuación entre mercado, Estado y sociedad prevaleciente desde hace tres décadas se ha mostrado incapaz de responder a los desafíos globales de hoy y de mañana. El reto es: encontrar una nueva ecuación paradigmática de cara al futuro. ¿Por qué hacemos nuestro el valor de la igualdad en la actual inflexión histórica? Porque creemos interpretar un reclamo largamente sostenido y postergado en las sociedades latinoamericanas y caribeñas. En efecto, la desigualdad recorre cinco siglos de discriminación racial, étnica y de género, con ciudadanos de primera y segunda categoría y la peor distribución del ingreso del mundo. La igualdad de derechos brinda el marco normativo y sirve de base a pactos sociales que se traducen en más oportunidades para quienes menos tienen. Un orden democrático en que la orientación del desarrollo plasme la voluntad de la mayoría y haga posible la concurrencia de todos los actores también responde al valor de la igualdad. Igualdad social y dinamismo económico no están reñidos entre sí y el gran desafío es encontrar las sinergias entre ambos. Lo que proponen ahora los organismos de la onu –como el pnud y la cepal e, incluso, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial– va en esta dirección: hay que crecer distribuyendo el ingreso y distribuir para fortalecer los mercados internos y crecer. En el horizonte estratégico del largo plazo, igualdad, crecimiento económico y sostenibilidad ambiental tienen que ir de la mano. En el ámbito político el Estado juega un rol protagónico al cual no puede renunciar. Se trata de velar por más democracia y más igualdad, dos caras de la moneda de la política. Respecto de la democracia, el Estado debe procurar mejorar la calidad de la política en sus procedimientos, promover agendas estratégicas que reflejen la deliberación de un amplio espectro de actores y velar para que la voluntad popular se traduzca en pactos que provean legitimidad política y garanticen políticas en el mediano y largo plazo. En materia de igualdad el Estado debe ocuparse de incrementar la participación de los sectores excluidos y vulnerables en los beneficios del crecimiento. El ejercicio pleno de los derechos y de una voz pública constituye el vínculo entre la política y la igualdad social. Es preciso contar con políticas de Estado que concurran a dinamizar el crecimiento, promover la productividad, fomentar una mayor articulación territorial, impulsar mejores condiciones de empleo y de institucionalidad laboral y proveer bienes públicos y protección social con clara vocación universalista y redistributiva. El tema del cambio climático, sin duda, será cada vez más prominente en la agenda internacional e impondrá crecientes responsabilidades a los países. Esta agenda implica modificaciones en las formas de producir y de consumir, de generar y usar energía, con lo cual la huella de carbono resulta una variable principal en la competitividad de los países. Supone también una dimensión ética, de solidaridad intergeneracional, debido a las amenazas que se ciernen sobre el planeta si no se toman hoy las medidas apropiadas. La visión de la ONU y la CEPAL y los desafíos del mediano y largo plazo El desarrollo enfrenta hoy, según la cepal (La Hora de la Igualdad, 2010) desafíos e inflexiones que emergen del fragor de la coyuntura de la crisis. Esta situación sorprende a la región en un escenario de integración que también plantea nuevos elementos. Actualmente existe una mayor madurez para reconocer que no hay modelos y recetas únicas que se apliquen a todos los países por igual. La diversidad ha ganado espacio en cuanto a la manera de enfrentar los problemas y lo que nos une es, ante todo, el valor de la democracia y el deseo de reinventar espacios propios de convergencia en el ámbito político. 69 No obstante, cabe mencionar cuatro nuevas tendencias y desafíos: • La primera es el cambio climático, que se relaciona estrechamente con una larga historia de industrialización, con patrones productivos con gran emisión de carbono y consumo de energías fósiles y, más aún, con un modo específico de relación que entabla el ser humano con la naturaleza para procurar su reproducción colectiva. Los efectos son profundos, sistémicos y, de no mediar cambios decisivos y acuerdos globales al respecto, catastróficos. El cambio climático impone límites, obliga a reorientar el paradigma productivo y los patrones de consumo, coloca a la solidaridad intergeneracional en el centro de la agenda de la igualdad e, incluso, cuestiona nuestra relación con el mundo. Dicho de otro modo, bajo la amenaza del cambio climático, el futuro de cada persona está indisolublemente amarrado al futuro de todos. Lamentablemente, no todos los países están realizando esfuerzos proporcionales a su impacto. eua, el mayor generador de bióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero no han querido reconocer su responsabilidad, ni actúan en consecuencia. Europa occidental, en cambio, ha iniciado un proceso deliberado para abatir los niveles actuales de contaminación y retornar a niveles equivalentes a los de 1990. Otros grandes contaminadores, como China y la India, después de resistirse inicialmente al cambio comienzan a reaccionar, pero están condicionando la dimensión de su esfuerzo a la respuesta estadounidense. Para América Latina y el Caribe el cambio climático puede convertirse en una nueva restricción al crecimiento económico o, si se aborda de manera oportuna e integrada, en una oportunidad para la renovación y mejora de las infraestructuras, el avance de los procesos productivos, la creación de modos de transporte más eficientes y con menos emisiones, y la promoción del cambio paulatino hacia un patrón de desarrollo con menor contenido de carbono. • La segunda tendencia es el cambio tecnológico y la llamada sociedad red de la información o del conocimiento. • Una tercera tendencia es la transición demográfica por la que el peso relativo de distintos grupos de edad de la población cambiará en el correr de las próximas décadas. Al respecto, se ha dicho que en América Latina y el Caribe, con diferencias importantes de un país a otro, existe un fenómeno de bono demográfico, dado que la disminución de la población infantil y el envejecimiento todavía incipiente de la población adulta se traduce en una proporción mayor de población en edad de trabajar con relación a la población en edad de dependencia. El beneficio que significa el bono debe aprovecharse en las próximas décadas. La transición demográfica lleva, por último, a replantearse el equilibrio en la ecuación Estado-mercado-familia para resolver las necesidades de bienestar y desarrollo de capacidades. A medida que cambia el peso de las edades, hay que reevaluar la manera en que intervienen estos tres agentes para la provisión de servicios, desembolsos monetarios y redes de apoyo. • La cuarta tendencia es el cambio cultural. El mayor intercambio global crea mayor conciencia de la diversidad de gustos, valores y creencias, pero también genera profundas intolerancias culturales y religiosas, algunas de las cuales cristalizan en formas virulentas que constituyen nuevas amenazas para la seguridad global. Tras la caída del muro de Berlín crece el imaginario de la democracia como parte del patrimonio cultural global, pero los conflictos interétnicos reviven los fantasmas de la violencia colectiva. El cambio cultural cuestiona las formas de organizar la sociedad. Por ejemplo, no se puede hacer políticas para jóvenes sin pensar en la radicalidad de los cambios culturales que experimenta la juventud. El componente de género y de cultura es cada vez más transversal a la hora de proponer políticas a favor de la igualdad y reclama un difícil equilibrio entre igualdad de oportunidades y respeto de las diferencias. La igualdad de derechos, que hemos hecho nuestro valor central, constituye la piedra angular de la política, pues le da una vocación universalista 70 Otoño - Invierno 2011 que le permite absorber y conciliar estos veloces cambios culturales que vive el mundo. De cara al futuro es preciso que el nuevo paradigma del desarrollo dé lo mejor de sí en aras de una globalización que propicie una mayor conciencia colectiva sobre los bienes públicos globales; que permita a grupos muy diversos tener voz en el concierto abierto de la gobernabilidad global, dando así más vida a la democracia en el planeta; que haga llegar a los sectores excluidos las herramientas necesarias –incluyendo las de la economía digital– para reducir las brechas en materia de capacidad, derechos ciudadanos y acceso al bienestar; y que se anticipe con políticas de largo plazo, pero de urgente implementación, a los escenarios que proyectan las tendencias, tanto en materia climática como demográfica, tecnológica y cultural. La situación actual de América Latina en las esferas política, económica, social, educativa y tecnológica y su inserción en el mundo exige plantear nuevos escenarios para nuestras acciones futuras Hace una década, al comienzo del nuevo milenio, los escenarios esperados en América Latina eran poco optimistas o cuando menos mixtos. La década de los noventa había traído avances en términos democráticos en el continente, pero había dejado mucho que desear en las esferas económica y social; una década de luces y sombras –como decía José Antonio Ocampo, entonces secretario ejecutivo de la Comisión Económica para América Latina (cepal)– que llevaba a desconfiar de manera casi generalizada en la democracia como sistema para garantizar resultados económicos y sociales. El crecimiento económico es frágil y el ahorro interno y la inversión son insuficientes para generar los empleos que demanda una creciente población. Fotografía: Morguefile.com Hoy la cepal, el Banco Mundial y otros organismos de la onu y de la sociedad mundial ofrecen una perspectiva bastante más optimista de América Latina, a pesar de la crisis internacional de 2008-2009. Gracias a una década de mejoría económica y social en la región como un todo y a la recuperación del dinamismo en el periodo 2010-2011, también el apoyo a la democracia ha crecido. La situación presenta contrastes importantes de país a país: con mayores niveles de crecimiento generación de empleos y salarios reales y expectativas de bienestar en países del Cono Sur como Perú, Chile, Ecuador, Panamá, Uruguay y Brasil; y menores en Centroamérica, Caribe, y particularmente México, que se han quedado rezagados dada su estrecha vinculación a la economía estancada de eua y que experimentan en las últimas fechas un menor avance económico y social, mayores niveles de desempleo y de salarios reales, el resurgimiento de la pobreza y el impacto del crimen organizado y la falta de seguridad. Es difícil predecir el futuro cuando la crisis internacional todavía no se supera y existen horizontes de estancamiento o muy bajo crecimiento, desempleo y problemas financieros en el corto y mediano plazo en eua, Europa y Japón, los tradicionales socios de Latinoamérica. Pero el cambio en el mapa económico internacional –con el rápido crecimiento de China, India y Asia en lo general y la gran demanda de materias primas y otros bienes latinoamericanos hacen prever en la década que comienza tasas altas de expansión de la producción y los mercados de la región y con ello de los empleos y el consumo de las clases medias. Esta perspectiva torna a los latinoamericanos más confiados en sus propias capacidades y más optimistas respecto al futuro. No hay duda también que los programas de combate a la pobreza, a la desnutrición, a las carencias de salud y educación, en el marco de los objetivos del Milenio y de los propios programas nacionales de gobierno, han tenido impactos positivos en la región Gracias al crecimiento económico y al fortalecimiento de la red de seguridad social, la proporción de latinoamericanos en situación de pobreza sólo creció marginalmente en 2009 en el momento más álgido de la crisis internacional; recuperando sus niveles recientes en 2010 y el primer semestre del 2011 (cepal). Sin embargo, Latinoamérica sigue enfrentando, hoy como ayer, una serie de viejos y nuevos retos que permanecen y adquieren nuevas modalidades y que pueden agravarse en la década que se inicia. 71 • El crecimiento económico es frágil y el ahorro interno y la inversión son insuficientes para generar los empleos que demanda una creciente población. Romper el círculo vicioso de la pobreza exige un crecimiento sostenido a tasas de 7% anual durante toda la próxima década. No hay mejor manera de generar empleos y bienestar que creciendo. Requiere también una disminución de las heterogeneidades estructurales hacia dentro y hacia afuera que prevalecen y se agudizan debido a los rezagos en la expansión, la productividad y el desarrollo tecnológico de nuestros sectores agropecuario, industrial y de comercio y servicios. El crecimiento reciente de gran parte de la región se ha debido a una mayor demanda de materias primas agropecuarias, energéticas y minerales por parte de China, India y otras naciones emergentes y a las consecuentes alzas en sus precios internacionales, y no a una mayor expansión de las manufacturas y servicios de mayor valor agregado y contenido tecnológico. En la próxima década es indispensable seguir patrones de crecimiento productivo más amplios y balanceados, con mayores componentes de recursos humanos calificados e innovación local. Tarea fundamental: una renovada estrategia de impulso prioritario a la educación y a la economía del conocimiento, vinculada a las necesidades sociales. • Tras una mejora en los primeros ocho años de la década, en 2009 la incidencia de la pobreza alcanzó todavía al 33% de la población, incluido el 13.3% en condiciones de pobreza extrema o indigencia. Esto significó 183 millones de pobres y 74 millones de indigentes. Si bien la crisis no afectó a la región tan severamente como en ocasiones pasadas gracias a las políticas contra-cíclicas emprendidas por los gobiernos, el incremento de la pobreza extrema fue de 0.4%. Tanto el número de pobres como de indigentes aumentaron en 3 millones de personas. América Latina sigue bien encaminada hacia el objetivo de desarrollo del milenio de reducir a la mitad la pobreza entre 1990 y 2015. El porcentaje de avance es de 82% cuando ha transcurrido el 72% del plazo previsto; pero las cifras absolutas representan todavía un reto gigantesco para nuestras sociedades. • La reducción en la pobreza durante la década que concluye ha sido posible gracias a una combinación de crecimiento económico y distribución del ingreso. En particular, en los países donde la pobreza se redujo en 7 puntos o más, la explicación reside en una combinación de ambos efectos, con contribuciones que van de 41 al 80% del efecto crecimiento y del 20 al 30% en el efecto distribución. Los programas para el alivio de la pobreza con base en transferencias condicionadas, tipo Oportunidades de México y Bolsa, Familia y Hambre Cero de Brasil, que se han generalizado con diversas modalidades en la región, han jugado un importante papel complementario, pero la mejor medicina básica ha comprobado ser: crecer distribuyendo. • América Latina y el Caribe sigue siendo la región más desigual del planeta, característica que se ha mantenido en las últimas cuatro décadas. Si bien en los últimos años se ha presentado una ligera tendencia hacia una menor concentración, en 72 Otoño - Invierno 2011 términos generales, los ingresos captados por los cuatro deciles más pobres es, en promedio, menos del 15% del ingreso total, mientras que el decil más rico capta alrededor de un tercio del ingreso total de los países. • La llamada pobreza multidimensional –evaluación de las calidades de vida conforme a un enfoque similar al de demandas sociales insatisfechas– presenta, según cepal, elevados grados de riesgo y vulnerabilidad en la región, con dos o más privaciones en diversas categorías (acceso al agua potable y el saneamiento, vivienda, educación y salud) en grupos amplios de la población en los países de mayor pobreza monetaria, como Bolivia, Guatemala, Honduras y Nicaragua. Aunque hay una tendencia en la mejora de la calidad de vida, sin duda existe una brecha muy grande a superar, particularmente frente a las aspiraciones crecientes de las nuevas generaciones globalizadas. El estudio reciente de ausjal, en donde participaron 14 universidades de nueve países de América Latina (ninguna de los cuatro países mencionados), muestra claramente la severidad de esa heterogeneidad en el resto de la región y la dimensión de los esfuerzos nacionales que se realizan y se requieren para superarla. • Los desafíos del ciclo de vida y de género son enormes. Entre 2002 y 2008 tuvo lugar en Latinoamérica una importante caída de la pobreza infantil. Sin embargo, la pobreza sigue impactando proporcionalmente más a los niños y a los adolescentes; a los jóvenes que se emancipan más temprano, a las mujeres adolescentes que se embarazan y a los ancianos. Las decisiones reproductivas a una temprana edad están incidiendo en la pobreza de los jóvenes emancipados del hogar que no encuentran trabajo suficiente y bien remunerado y sobre la pobreza de las madres y de sus hijos. Las consecuencias, según estudios recientes, tienden a prolongarse a lo largo del tiempo y aun a perpetuarse. Por otra parte, la falta o insuficiencia de pensiones para los ancianos –prevaleciente en la mayor parte de los países de la región– está conduciendo a elevados nivelas de pobreza entre los mayores de 60 años, particularmente en el quintil más bajo de ingresos. Esto evidencia la necesidad creciente de poner en marcha políticas y acciones que mejoren la situación de las madres presentes y futuras y de sus hijos, particularmente entre los estratos más bajos de ingresos. Entre estos instrumentos hay cinco que recomiendan los académicos y los organismos internacionales: 1) la postergación del inicio de la maternidad, 2) un mejor acceso a la planeación familiar, 3) la permanencia de la mujer en el sector educativo, 4) el mejoramiento de la calidad de la educación y 5) la disponibilidad de instituciones de cuidado y atención a los niños pequeños que hagan posible que las mujeres estudien o trabajen. La asistencia de las mujeres menores de 15 años a la escuela es de 95% en el quintil más rico, pero en la mayoría de los países no llega al 75% en el quintil más pobre. De forma similar, alrededor de los 29 años la participación de las mujeres más ricas en el mercado de trabajo suele ser de aproximadamente el 80%, mientras que la de las mujeres del quintil más pobre no supera el 50%. • La educación juega un papel crucial frente a la reproducción intergeneracional de la pobreza, la desigualdad y la exclusión. La educación constituye el factor por excelencia del cual disponen los Estados para romper con el círculo vicioso de la pobreza y desligar la cuna de los individuos de sus logros en materia de bienestar a lo largo de sus vidas. Las experiencias europea, de América del Norte y Asia así lo demuestran. Sin embargo, América Latina no ha logrado convertir a la educación en un vehículo efectivo de igualación de oportunidades y avances económico y social. El progreso logrado por la región en los últimos decenios, en términos de cobertura y acceso a los ciclos educativos, ha desembocado en la estratificación de aprendizajes y calidades de educación. a) Aunque el acceso al ciclo preescolar ha mejorado, la situación en la región es heterogénea. Hay países que cuentan con matrícula universal y otros cercanos al 30%. Según diversas encuestas, existen desigualdades en edades tempranas por razones socioeconómicas (antes de los 3 años) y disparidades de acceso entre zonas urbanas y rurales, sobre todo si son indígenas. b) En cuanto a educación primaria el acceso por lo general, es universal gracias a los programas de transferencias condicionadas, particularmente en el caso de las niñas; pero hay coincidencia en que es necesario avanzar mucho más en la calidad en los años finales del ciclo, en especial en los grupos sociales más rezagados. c) El acceso a la enseñanza secundaria y la permanencia de los estudiantes a lo largo del ciclo es bastante inferior que en la primaria y las diferencias entre países son mayores: la tasa neta de asistencia es cercana al 88% en promedio, pero hay países como México que aun rondan en niveles del 70% –en comparación con el 97% en la primaria– a pesar de que constitucionalmente es obligatoria. Existen altos niveles de deserción y gran heterogeneidad en la calidad, sobre todo en zonas rurales. d) En el nivel de alta secundaria o bachillerato, los niveles de acceso son todavía menores, del 60% en promedio, ya que comienzan a ser atraídos al mercado de trabajo, especialmente si enfrentan condiciones de adversidad económica y social o retos de formación de identidad. Las disparidades en este nivel son más grandes entre países, pero también en el interior de ellos, según el nivel de pobreza, el origen étnico y el estrato socioeconómico. e) Por último, el acceso a la educación superior se limita a un grupo muy pequeño de los jóvenes de Latinoamérica. Entre los 25 a 29 años de edad, sólo el 8.3% de la población ha concluido una carrera universitaria o equivalente, con una estratificación muy marcada según el ingreso per cápita. Los estudios muestran que en todos los niveles del ciclo educativo, las condiciones socioeconómicas y la educación formal alcanzada por los padres o jefes de hogar son determinantes en la permanencia de los estudiantes en la escuela y en la calidad de los servicios que reciben; explican también sus avances y su capacidad de integración. La ubicación de sus domicilios dentro del área urbana o rural es factor de desigualdad. En décadas recientes, la expansión de la oferta hacia sectores antes excluidos se ha caracterizado por una creciente segmentación de la oferta y un mayor papel de las escuelas privadas. De esta manera, la desigualdad estructural –que se reproduce desde la estructura productiva, los mercados y la vida familiar– se conjuga con la desigualdad intergeneracional, ya que las brechas se refuerzan a lo largo del ciclo de vida y de una generación a otra. La cepal ha mostrado en forma contundente que, en las condiciones actuales de los países de la región, quienes no concluyen la educación secundaria completa quedan expuestos a un alto nivel de vulnerabilidad social por cuanto los ingresos laborales que recibirán […] tenderán a ser bajos y tendrán un elevado riesgo de ser pobres y transformarse en los excluidos, si tienen que desenvolverse (como sucede crecientemente) en mercados autorregulados, sin garantías mínimas, ni derechos laborales. • El reto multicultural y de la población indígena en América Latina seguirá siendo importante. Hoy se reconoce que la llamada identidad indígena es un concepto inexacto que esconde identidades étnicas primarias de un mundo cultural complejo que no siempre es fácil de aprehender, categorizar e interpretar –no obstante los convenios internacionales sobre el tema (oit)–, particularmente cuando se trata de hacer mediciones y análisis socioeconómicos. La autoidentificación con base en la lengua y en compartir ciertas costumbres y tradiciones puede llevar a conclusiones incorrectas y a políticas públicas mal focalizadas. Históricamente existe amplia evidencia de que las políticas integracionistas propician aislamiento y en muchos casos la marginación de pueblos y comunidades indígenas. El enfoque de desarrollo humano, con énfasis en el desarrollo de capacidades, parecería contribuir a comprender mejor cuál debe ser el fin último del desarrollo: la libertad de mujeres y hombres concretos de determinar su destino individual y colectivo. Es claro también que en América Latina la desigualdad de oportunidades con las que se enfrenta la población indígena –particularmente mujeres y personas de la tercera edad– en el acceso a servicios de educación y salud, así como la dificultad para insertarse en mercados laborales, con empleos de calidad y bien remunerados, son significativas. En México, el número absoluto de población indígena es muy superior al del resto de los países latinoamericanos; pero como porcentaje de la población total representó, en el año 2000, según el pnud –con estimaciones comparables entre países– apenas 6.5%. En países como Bolivia y Guatemala, 73 los indígenas representaron el 62% y 41% respectivamente. En algunos países como Argentina y Uruguay el desafío es prácticamente inexistente. Las diferencias por condición indígena y sexo destacan las desigualdades que caracterizan a estas poblaciones. Los años de educación promedio de las mujeres indígenas son menores a 5 en una muestra de 11 países, frente a 6 de los hombres (pnud); para México es de 4 años vs. 5 para los hombres. Esto contrasta con el hecho de que en Panamá, Venezuela y Costa Rica, las mujeres no indígenas han alcanzado años promedio de educación incluso superiores a los hombres. El acceso a la educación media y superior de los indígenas también presenta una brecha importante respecto a la no indígena y esto impacta fuertemente la distribución del ingreso y de las oportunidades sociales. Como sabemos, los indicadores de educación tienen relación estrecha con los indicadores de salud. No debe extrañar, entonces, que las tasas de mortalidad infantil en la región sean superiores en la población indígena que en la no indígena. En todos los países existe también una brecha significativa en el acceso a infraestructura básica en la vivienda y a agua entubada, drenaje y electricidad. Si bien esta situación mejoró en la última década, sobre todo en países como México, la cobertura sigue siendo insuficiente y contrastante con la población no indígena. Diversos factores como la densidad poblacional, su dispersión y las condiciones orográficas en que habita la población indígena (pi) son importantes determinantes de estas desigualdades, pero la problemática va más allá. Estudios recientes del pnud sobre el desarrollo humano de los pueblos indígenas de México muestran desigualdades persistentes que se vinculan con el gasto público. El 10% con menor idh sólo recibe el 5.7% del gasto público en educación tratándose de la (pi); de igual manera, el mismo grupo sólo se beneficia del 6.7% de las transferencias gubernamentales que reciben los indígenas, mientras que el 10% de la pi con mayor idh recibe el 31.7%. Las reformas constitucionales que, en diversos países de la región, reconocen a la población como diversa culturalmente y que promueven la igualdad de derechos y el respeto a la identidad han generado acciones de política pública que están incorporando gradualmente la transversalización de la dimensión indígena en todos los ámbitos de gobierno. Esto ha tenido, sin duda, un efecto positivo sobre el bienestar de los pueblos indígenas, pero aún existe una tarea importante a realizar, particularmente en lo que se refiere al ejercicio de sus derechos humanos y culturales, así como en cuanto a una igualdad efectiva de oportunidades económicas y educativas. En los próximos años habrá que realizar un esfuerzo especial para subsanar esta situación tras de dos siglos de independencia. Las universidades jesuitas pueden y deben contribuir de manera importante a avanzar en esa dirección. (En México se está haciendo, por ejemplo, a través de iniciativas tales como la Universidad Ayuuk en la región mixe del sureste.) • El dilema de las migraciones latinoamericanas. El número de emigrantes en el mundo aumentó en alrededor de 110 millones en el último medio siglo. Una estimación del año 2005 de la onu calcula los acervos mundiales en 190 millones de personas, dos tercios de los cuales se dirigieron hacia las economías desarrolladas; en 1960 estas regiones eran destinatarias de 42% de los migrantes internacionales, donde representan proporciones crecientes de la población total. Estados Unidos ha sido el principal destino, pero se observa un flujo creciente hacia otros países como Canadá, Australia y España. La búsqueda de empleos, mejores salarios y superiores condiciones de vida, en general, hoy son el principal motor, aunque subsisten flujos irregulares de refugiados políticos. Hacia mediados del siglo pasado, América Latina dejó de tener el atractivo tradicional para migrantes externos a la región; en cambio los flujos intrarregionales y hacia el exterior cobraron mayor importancia. Según la celade, los emigrantes 74 Otoño - Invierno 2011 latinoamericanos llegaron a 21 millones en 2000 y a casi 25 millones en 2005; en 2010 deben haberse aproximado a los 29 millones. Se estima que el total de emigrantes es cuatro veces mayor que el de inmigrantes. Excepción serían Argentina, Costa Rica, Venezuela, Belice y algunas islas del Caribe. El 43% proviene de México y más de un millón de Centroamérica y el Caribe. Estados Unidos es el principal destino externo. Se estima que en 2004 residían ahí 18 millones de latinoamericanos, que representaban poco más de la mitad de inmigrantes de ese país. Esta población –heterogénea y en alta proporción indocumentada– junto con los latino-descendientes nacidos en eua, conforman ya la primera minoría étnica de ese país. Sin embargo, a partir de 1990 los emigrantes sudamericanos se han dirigido en proporciones crecientes a España, Japón, Canadá, a otras naciones de la Unión Europea, a Australia (chilenos) e Israel (argentinos). Cabe destacar que en el caso de los que se han dirigido a España, más de un tercio han obtenido carta de naturalización. Sin embargo, en los últimos cuatro años el crecimiento de América Latina y en particular de Brasil y, en menor medida, Perú, han convertido a estos países en un imán, especialmente para europeos profesionales y técnicos calificados, que han visto aumentar bruscamente los niveles de desempleo en sus países de origen; España y Portugal principalmente. En el caso de Brasil, tan sólo entre 2010 y 2011 el número de inmigrantes creció 52%. En diciembre de 2010 había 961 mil 877 extranjeros viviendo legalmente; hoy son 1 millón 466 mil. Si se considera los inmigrantes indocumentados la cifra supera los 2 millones. Según el Ministerio de Justicia de Brasil, el mayor número de inmigrantes extrarregionales en el último año provino de Portugal, 287mil 856, seguido de China, 35 mil 265. Los migrantes intrarregionales se estiman en tres millones de personas, que se mueven principalmente entre países fronterizos del Cono Sur, Tras una mejora en los primeros ocho años de la década, en 2009 la incidencia de la pobreza alcanzó todavía al 33% de la población, incluido el 13.3% en condiciones de pobreza extrema o indigencia Fotografía: Morguefile.com 75 impactados por las facilidades del mercosur y la Comunidad Andina de Naciones. En el último año el crecimiento brasileño, frente al estancamiento de eua y Europa, ha atraído más inmigrantes de países vecinos como Bolivia (50 640 en 2011 vs. 35 092 en 2010), Argentina (42 163 vs. 39 232) y Paraguay (17 604 vs. 11 229). El auge y los mejores salarios reales han llevado también a que regresen 2 de los 4 millones de brasileños que vivían en eua, Japón, Portugal y Gran Bretaña (Diario Reforma, México, p. 23 1ª sección; 21/11/2011). De manera distinta habría que considerar a los emigrantes de Centroamérica y de algunos países sudamericanos, que utilizan México fundamentalmente como país de paso hacia eua, quienes experimentan frecuente abuso a lo largo de su recorrido, y que han comenzado a detenerse en México y en sus propios países dada la menor demanda norteamericana. Uno de los rasgos de la emigración latinoamericana hoy es la participación en ascenso de las mujeres, que ya representa mayoría en muchos casos. La reunificación familiar ha perdido peso en relación con los motivos directamente laborales. El servicio doméstico es el principal renglón de inserción laboral en el caso de Europa; al que se asocia una preocupación en algunos círculos respecto a victimización por discriminación y violación de derechos humanos. La parte mayoritaria de los flujos corresponde a personas no calificadas. Sin embargo, desde hace décadas América Latina experimenta pérdidas de personal calificado de educación media, superior y, cada vez más, con niveles de posgrado en los que los estados latinoamericanos han hecho inversiones significativas de capital humano. Según celade, el número de técnicos y profesionales ascendió ya a 300 mil en 1990, a casi un millón en 2000 y podría haber alcanzado el millón y medio en 2010. Si bien la región ha sufrido pérdidas de habilidades, conocimientos y experiencia por emigración, no hay duda que esto viene ocurriendo por falta de oportunidades de empleo y de salarios adecuados y que la consecuencia son las crecientes remesas, que en 2004 llegaron a un monto regional estimado de 40 mil millones de dólares (bm, 2005), lo que representó un tercio del total mundial. Por eso, la importancia de las recientes tasas de crecimiento económico en el Cono Sur. A finales de 2010 se estima que las remesas totales mundiales de migrantes sean de cerca de 440 mmd. México, el principal receptor de Latinoamérica y tercero mundial –después de India y China– recibirá 22.5 mmd según el Banco Mundial, un monto casi 20% menor a los 27 mmd de 2007, pero aun así la segunda fuente de divisas. El volumen hacia Centroamérica y el Caribe, sin tener la misma importancia en términos absolutos, tiene un mayor impacto macroeconómico sobre diversos países debido al menor tamaño de su pib. Los efectos económicos y sociales sobre las familias son difíciles de medir, pero un estudio reciente de 11 países de la región muestra que son poco significativos en el combate a la pobreza y en la generación de inversiones productivas. 76 Otoño - Invierno 2011 La emigración involucra un complejo de riesgos y oportunidades para las expectativas de desarrollo de Latinoamérica. Ofrece una válvula de escape ante la demanda insatisfecha de empleos y la inequidad de oportunidades, pero implica pérdidas de capital humano y social. Permite el mejoramiento personal de individuos y familias, pero frecuentemente pone en jaque derechos humanos, con trágicas consecuencias cuando se trata de mujeres, niños y personas indocumentadas y víctimas de trata. • El reto de las disparidades territoriales y las segregaciones urbanas en América Latina. Como muestra el reciente informe de la cepal, La Hora de la Igualdad, las brechas económicas y sociales tienen sus mapas, es decir, se plasman en la segmentación territorial y se alimentan de ellas. Las grandes disparidades internas y externas de productividad y la segmentación territorial inhiben encadenamientos en los países dados los problemas de infraestructura física y social. Un indicador es la brecha de pib per cápita entre la región o entidad federativa más rica y la más pobre de un país. En algunos países de América Latina, como Brasil, Argentina y México esas disparidades llegan a ser de ocho o 10 veces, mientras que en los países desarrollados de la ocde el indicador no supera las dos veces. La misma situación se reproduce en el interior de las entidades federativas. En México y Centroamérica la distribución de población con graves privaciones muestra una mayor dispersión, pero también, como ocurre en el mundo andino y amazónico, las zonas más críticas tienden a situarse allí donde hay una alta presencia de población indígena. En las ciudades, sobre todo en las grandes, la heterogeneidad territorial adopta la forma de segregación territorial intraurbana, donde se da un vínculo claro entre heterogeneidad estructural y segmentación del mercado laboral y la oferta educativa, dados los costos del transporte y las dificultades de acceder a lugares y redes. La segregación residencial implica que los dispares grupos socioeconómicos de una ciudad tengan escasa o nula convivencia, generando de facto un apartheid urbano, donde existen zonas ricas con la mejor infraestructura física y social y zonas marginadas. Esta es la base territorial del círculo vicioso de reproducción de la pobreza y la desigualdad. Al Estado le corresponde un rol central en el combate a la desigualdad territorial y social, la estructuración de articulaciones entre territorios ricos y pobres y la creación de fondos y programas de cohesión social, que transfieran fondos y comprometan su uso para generar sinergia en el ámbito productivo, el desarrollo de capacidades y la atención de carencias. La experiencia europea es contundente. Su eficacia dependerá, sin embargo, de la medida en que puedan forjarse alianzas o pactos de cohesión entre los diversos agentes públicos, privados y de la sociedad civil. El gasto público social en Latinoamérica. Tendencias generales y prociclidad Consideraciones finales El esfuerzo que han emprendido los países de la región en los últimos 20 años para incrementar los recursos de inversión en la política social ha sido muy grande. El aumento ha sido importante no sólo en términos absolutos sino relativos. El crecimiento económico y la mayor captación de ingresos fiscales y divisas explican la tendencia a aumentar el gasto social como porcentaje del gasto gubernamental. La crisis financiera de 2008 no frenó estos esfuerzos. Salvo unos cuantos países –México, por ejemplo– la mayoría emprendió políticas anticíclicas que permitieron mantener los niveles de empleo y reiniciar en 2010 la recuperación del gasto social. Los renglones que más atención reciben en términos de recursos públicos han sido la seguridad, la atención social, la educación y la salud. Las transferencias han tendido a canalizarse más a los sectores que tienden a consumir más de lo que producen o generan servicios: los niños, los jóvenes y los adultos mayores. Llama la atención, sin embargo, el bajo nivel de consumo de niños y jóvenes en la región y la baja inversión pública en su beneficio. De hecho, el gasto público en adultos mayores es similar en términos relativos al de países europeos, Japón y Estados Unidos; pero sólo la mitad en cuanto a niños y jóvenes. Estos bajos flujos públicos se compensan, en parte, con mayores transferencias familiares. Se requiere, por consiguiente, una participación mucho más activa de los gobiernos de América Latina –en coordinación con los sectores empresariales, sindicatos, universidades y las organizaciones de la sociedad civil– para el desarrollo de las capacidades, la prevención social y la protección frente a riesgos de los niños y jóvenes y para superar el círculo vicioso de la pobreza y la desigualad y la exclusión. Esto implica la incorporación de elementos contracíclicos a la política macroeconómica y a los presupuestos económicos y sociales, que hagan posible crear sistemas de apoyo, inserción y mantenimiento de jóvenes en la educación formal, las empresas, los programas de capacitación y readiestramiento para el trabajo y el autoempleo productivo. Los planteamientos recientes de la cepal y el pnud, así como de los organismos financieros internacionales después de la crisis internacional de 2008-2009 son novedosos y pertinentes para la planeación estratégica de mediano plazo de la región, en la medida que van más allá de las tradicionales brechas entre estratos socioeconómicos y examinan, a partir de las cuentas nacionales de transferencias, las brechas intergeneracionales y en el tránsito intergeneracional. Nos destacan, en resumen, que la alta concentración de la pobreza en las primeras etapas de vida, el bajo nivel de transferencias hacia la infancia y la juventud y la segmentación de logros y aprendizajes educativos explican, en parte, la terquedad de la desigualdad en la región. Nos dicen también que urge realizar reformas institucionales y fiscales que aumenten los recursos públicos y los canalicen mejor y con mayor transparencia y rendición de cuentas en beneficio de las grandes mayorías, a partir de una mueva visión intergeneracional, de largo plazo, dándole atención particular a la reversión del círculo vicioso de la pobreza multidimensional, al acceso y a la calidad de la educación y a la superación de los retos sociales en el marco de una globalización muy desigual. Las instituciones de educación superior, públicas y privadas, de América Latina, tienen un papel clave a desempeñar en los próximos años a través de sus programas de docencia, investigación y vinculación con los mercados de trabajo. Las universidades jesuitas, en lo particular, pueden y deben desempeñar ese papel, agregando una formación ética y de solidaridad social a través de sus programas de integración de la vida estudiantil con las acciones sociales, especialmente en áreas prioritarias como la promoción de los derechos humanos, el combate a la pobreza, la inequidad y la exclusión; la atención a la diversidad cultural e indígena; y el desarrollo sustentable y la protección del medio ambiente. 77 Fotografía: Morguefile.com Miguel Santiago Reyes Hernández Licenciado en Economía por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, maestro en Economía por la Universidad de las Américas Puebla (udlap), realizó estudios de doctorado en Economía en la udlap. Director del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Iberoamericana de Puebla (uiap), director del Observatorio de Salarios de la uiap, coordinador de la Red de Pobreza de la Asociación de Universidades Confiadas a la Compañía de Jesús en América Latina (ausjal). Rosalío Valseca Rojas Licenciado en Economía por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, maestro en Ciencias en Estrategias para el Desarrollo Agrícola Regional por el Colegio de Postgraduados Campus Puebla, realizó Estudios de doctorado en Desarrollo Regional en El Colegio de Tlaxcala, A. C. Laboralmente ha realizado actividades de docencia, investigación y servicio. Investigador asociado del Observatorio de Salarios de la uiap. Miguel Alejandro López López Licenciado en Economía por la Universidad Iberoamericana Puebla. Investigador adjunto del Observatorio de Salarios de la uiap. Eduardo Bermejo López Realizó estudios de licenciatura en Economía en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Investigador adjunto del Observatorio de Salarios de la uiap. Jorge Arturo Abascal Jiménez Licenciado en Derecho por la Universidad Iberoamericana Puebla. Investigador adjunto del Observatorio de Salarios de la uiap. Asistente de la coordinación de la Red de Pobreza de la ausjal. 78 Otoño - Invierno 2011 I . In t r od u c c i ón México es uno de los países de América Latina en donde el salario mínimo y salario promedio han crecido menos en los últimos 30 años. Diversos estudios y análisis de organismos internacionales1 ubican los salarios mínimos en México muy por debajo de su nivel de desarrollo. Países latinoamericanos con menor índice de desarrollo humano como Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Ecuador, Perú y República Dominicana, entre otros, tienen salarios mínimos en poder de paridad de compra, mayores al salario mínimo en nuestro país. La pérdida de poder adquisitivo del salario mínimo desde la década de los ochenta hasta el presente, el crecimiento lento, aunque permanente en los últimos años de la productividad y los aumentos salariales establecidos desde los pactos económicos de los ochenta a partir de la inflación esperada, han dado lugar a niveles salariales muy por debajo de su nivel de desarrollo. Aún más, la Constitución Mexicana, en su Fracción vi, del Apartado A del Artículo 123, garantiza un nivel de vida mínimo y suficiente para que un jefe de familia y los componentes de ésta tengan una vida digna.2 Con la caída permanente del salario y del nivel de vida, los trabajadores mexicanos reciben salarios no acordes con su nivel de desarrollo, los cuales son insuficientes para satisfacer las necesidades normales en el orden material, social y cultural de un jefe de familia. El bienestar y nivel de vida de los trabajadores mexicanos está íntimamente ligado al salario real que perciben. Es obvio que, desde esta perspectiva, el bienestar implica el establecimiento de umbrales normativos mínimos, que no son discutidos por su complejidad axiomática o estadística, sino que son aceptados a partir de las normas sociales que las leyes establecen. Esta perspectiva del bienestar no es exclusiva del Observatorio de Salario de la Universidad Iberoamericana Puebla, sino que es compartida con la planteada por el coneval (Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social) para la medición de la pobreza multidimensional, donde los umbrales de bienestar mínimos considerados para diferentes dimensiones de la pobreza son aquellos que la misma Constitución o leyes secundarias contienen. El rezago educativo, por ejemplo, toma como piso mínimo a la educación básica obligatoria que, según la Constitución, es el nivel secundario. Todos aquellos que no hayan culminado el nivel secundario a una edad 1 Véase, por ejemplo, el estudio de la oit (2006) al respecto y el más reciente sobre el tema correspondiente a la ocde (2011). 2 Véase la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos que a la letra dice: “Los salarios mínimos generales deberán ser suficientes para satisfacer las necesidades normales de un jefe de familia, en el orden material, social y cultural, y para proveer a la educación obligatoria de los hijos. Los salarios mínimos profesionales se fijarán considerando, además, las condiciones de las distintas actividades económicas” Apartado VI, Artículo 123, Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, (las cursivas son nuestras). determinada3 estarán en situación de carencia educativa o rezago educativo.4 En el caso de los salarios mínimos, estar hablando de “mínimos” implica ya, de entrada, un piso por debajo del cual no debe haber remuneraciones de ningún trabajo, a partir de que ese umbral garantizaría mínimos en nivel de vida. La oit, como organismo internacional, ha buscado que muchos países, incluyendo los que llaman “más desarrollados”, incorporen en su legislación general y/o laboral, el salario mínimo. Entonces, el surgimiento de los salarios mínimos en el mundo tiene su origen en esa lógica y, en ese sentido, la Constitución mexicana fue una ley general de avanzada. El bienestar, desde esa perspectiva normativa, implica el cumplimiento de esas leyes generales, tanto para los aspectos de la educación, salud y, por supuesto, los salarios. En este último caso es obvio que, en los últimos años, la inconstitucionalidad de ese salario mínimo ha conducido a muchas personas y hogares a condiciones de pobreza, donde los mínimos de bienestar en la dimensión del ingreso no pueden ser cubiertos por millones. Las investigaciones tradicionales sobre pobreza y también sobre desigualdad no consideran que esa pobreza monetaria o en la dimensión del ingreso se encuentre estrechamente relacionada con los ingresos reales que el trabajador percibe por su trabajo y que ese trabajo no es remunerado de acuerdo con las leyes generales de su país. Todas las estimaciones de pobreza por ingresos consideran, como una de las fuentes del ingreso total corriente, los ingresos laborales. Sin embargo, dada la naturaleza normativa de los estudios de pobreza, éstos no se centran en las causas, sino sólo en la medición de los mínimos de bienestar de acuerdo con una concepción de bienestar determinada. La vinculación de esos mínimos de bienestar con los mínimos salariales nominales según cuestiones normativas (no axiomáticas para el caso mexicano) implica la realización de un análisis que se dirige a identificar las causas de la pobreza. Por tanto, si bien es cierto que las estimaciones de pobreza por ingresos se realizan tomando en cuenta el salario nominal de quien lo percibe, lo que se deja de lado es que esas remuneraciones son tan bajas que dirigen a millones a la pobreza porque, como en el caso de México, la Constitución no se cumple. La vinculación de los mínimos de bienestar que el coneval considera en ingresos, como los mínimos de bienestar que la Constitución garantiza, no se encuentran ni en la literatura sobre pobreza o salarios, ni en la política pública. El objetivo de este trabajo es la vinculación conceptual y metodológica de esos mínimos, a partir de una concepción del bienestar que ubica los umbrales mínimos para ingresos monetarios por salarios, mediante lo que la Constitución mexicana y sus leyes secundarias establecen. 3 coneval considera a las personas con 15 años y más. Véase Metodología de cálculo de la pobreza multidimensional, coneval, 2010. 4 Veáse Metodología de medición multidimensional de coneval. 79 II. M arco de referencia En primera instancia, para la medición de la pobreza hemos utilizado la Metodología de pobreza multidimensional del coneval (2008), institución encargada de realizar la medición oficial de la pobreza en México. Esto con la finalidad de que, cuando se realice el ejercicio de simulación de aumento salarial de acuerdo con la Constitución, éste se haga considerando el cálculo oficial de la pobreza. Utilizando como fuente de información la enigh-mcs describiremos a continuación, de manera sintetizada, cuáles fueron los principales pasos que realizó coneval para calcular la pobreza, o bien, el número de personas que se encuentran bajo las líneas de bienestar mínimo y bienestar. Cabe mencionar que las líneas de bienestar establecidas por este Consejo, en la medición de pobreza más reciente, son de $ 2,113.82 para las zonas urbanas y $ 1,328.51 para las zonas rurales (coneval, 2010). En primer lugar, es necesario delimitar la población objeto, la cual es la totalidad de quienes habitan el hogar sin considerar huéspedes ni trabajadores domésticos, por lo que en la base de datos “población” ambos se eliminan y se genera una nueva variable con el número real de habitantes del hogar. Posteriormente, es necesario considerar que no es lo mismo, en términos de mínimos de bienestar, un adulto y un adolescente, así como tampoco un adolescente y un niño, por lo que se introduce una metodología de escalas de equivalencia. Para este ejercicio, el coneval realizó la siguiente ponderación: los niños que se encuentran entre 0 y 5 años equivalen a 0.7031 de un adulto, los niños que tienen entre 6 y 13 años equivalen a 0.7382 de un adulto, los adolescentes de 14 a 19 años equivalen a 0.7019 de un adulto y las personas mayores de 19 años equivalen a 1, es decir, son personas adultas. Ahora que ya hemos generado el valor de cada persona en función de su edad, es necesario multiplicarlo por el número de personas de cada edad para poder conocer el número de habitantes ponderado por hogar. Después de haber encontrado el número de adultos equivalentes por hogar es necesario generar los ingresos monetarios por habitante del hogar (ingreso monetario corriente/número de habitantes del hogar), así como el ingreso por salario que obtiene en promedio cada uno de los habitantes del hogar (ingreso salarial/número de habitantes del hogar). Con los datos de ingresos monetarios por habitante del hogar e ingreso salarial por habitante del hogar, podemos hacer un ordenamiento de menor a mayor y situar a la población que se encuentra por debajo de las líneas de pobreza marcadas por coneval. Para esto se generan los escalares con los montos para la línea de bienestar mínimo que es de $ 978.47 para zonas urbanas y $ 683.82 para las zonas rurales, del mismo modo se establecen los montos para la línea de bienestar situada en $ 2,113.82 para zonas urbanas y $ 1,328.51 para zonas rurales.7 5 Según coneval (2010: 20): “El itlp es un indicador que muestra trimestralmente la tendencia de la proporción de personas que no puede adquirir la canasta alimentaria con el ingreso de su trabajo. Este índice depende del desempeño del mercado laboral y la evolución de la línea de bienestar mínimo…”. 6 Utilizando como variable del mercado laboral a la masa salarial (salarios y empleo), Hernández y Székely (2009) muestran evidencia de que los cambios en la pobreza por ingresos se comportan de forma inversamente proporcional a los cambios en la masa salarial. 7 Los valores de las líneas de bienestar mínimo y bienestar aquí presentadas son las que se utilizaron al momento del cálculo; éstas pueden variar ya que se adecuan a la inflación del periodo de consulta. El marco de referencia utilizado por el Observatorio de Salarios de la Universidad Iberoamericana Puebla es, para el caso de los salarios mínimos, la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. En tanto, para los mínimos de bienestar por ingresos se considera la línea de bienestar del coneval para identificar y obtener el número de pobres por ingreso de México. La vinculación entre ingresos laborales y pobreza por ingresos que realiza este estudio toma en cuenta la alta correlación que entre ellos existe. De manera reciente, el coneval elaboró un Índice de Tendencia Laboral de la pobreza (itlp)5 que para su construcción tomó en cuenta “la evidencia existente de correlación entre los ingresos laborales y los cambios en la pobreza medida por ingresos” (coneval, 2010: 17). La correlación entre el ingreso laboral, el cual representa 72% del ingreso total, y la pobreza cuantificada con la metodología de ingresos anterior a la metodología multidimensional, es de 98%. De manera específica, la pobreza alimentaria y de patrimonio, desde 1992 hasta 2008, muestra una correlación negativa de 98%, con el ingreso laboral; correlación de casi 100% entre salario y pobreza, da lugar a la relación “espejo” de la que Hernández y Székely (2009) muestran evidencia: el empleo y salario impactan directamente a la pobreza.6 La evolución de los salarios y del empleo (masa salarial) tiene un efecto inversamente proporcional sobre la pobreza. En un artículo sobre el crecimiento y la pobreza, Lustig (2002) planteaba la estrecha vinculación entre crecer y tener menos pobres, dado que mayor crecimiento implica mayores empleos. La condición para que existan mayores salarios, en un entorno de mayor crecimiento económico, depende de las leyes y reglas de la distribución que las condiciones sociales imponen. Por tanto, si hay menor desempleo y las personas que tienen trabajo son mejor remuneradas, la pobreza monetaria cae y viceversa. Por tanto, la comparación de la evolución de los ingresos laborales con la línea de bienestar proporciona un indicador de la evolución de pobreza monetaria. III. Metodología 1 . Pobreza por ingresos 80 Otoño - Invierno 2011 Por último, se genera una variable dicotómica que tome valores de 1 para las personas que se encuentran por debajo de la línea de bienestar y de 0 para las que superan este nivel (coneval, 2010). Las personas en pobreza monetaria serán aquellas que no cuenten con el mínimo ingreso, según su ámbito de residencia (véase cuadro 1). C u a d r o 1 . U m b r a l e s d e p o b r e z a m o n e ta r i a : M e t o d o l o g í a m u lt i d i m e n s i o n a l d e c o n e v a l Bienestar Bienestar mínimo Pobreza rural Ingreso monetario < $1 ,328.51 Ingreso monetario < $683.82 Pobreza urbana Ingreso monetario < $ 2,113.82 Ingreso monetario < $978.47 2 . Simulación de salario mínimo Desde la perspectiva del Observatorio de Salario de la Universidad Iberoamericana Puebla, consideramos que un aumento del salario mínimo a niveles que la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos estipula, marcaría un avance sustancial en el combate a la pobreza. Según estudios del Observatorio de Salario (2012), el salario mínimo de acuerdo con la Constitución, adecuado al año 2012, debería ser de $9,143.67 pesos. Bajo este supuesto, decidimos realizar una simulación considerando los datos de pobreza por ingresos que obtiene coneval y que en este trabajo fueron replicados. La simulación consiste en aumentar los ingresos reales de los jefes de hogar a ese salario calculado según la Constitución, independientemente de si ahora perciben ingresos por salario o sólo reciben transferencias gubernamentales. En este último sentido, cabe hacer mención de dos aspectos: 1) que los primeros dos deciles de la distribución no reciben ingresos por salario; 2) que la desigualdad en la distribución del ingreso en México se ha visto aminorada relativamente desde 1998 hasta la fecha, producto de las transferencias gubernamentales.8 Ahora bien, la simulación, por tanto, implica, por supuesto, que todas esas personas que ahora recibirán un salario de acuerdo con la Constitución, tendrán trabajo y omitimos las posibilidades de que en el corto plazo, bajo una estrategia económica de concentración y centralización de la riqueza, con un mercado interno deprimido, se presente una sustitución entre trabajo y salario o entre horas laboradas y salario. 8 Los cálculos del coeficiente de Gini del Observatorio, publicados en el artículo “Los salarios en México” (Reyes, 2011), indican una desigualdad con altibajos, pero con tendencia a la baja. Por otro lado, Lustig, Esquivel y Scott ubican como principal causa de la caída de la desigualdad en México, la existencia de transferencias gubernamentales como ProgresaOportunidades. La metodología que se sigue para la simulación es la siguiente: a) Se calcula el salario real por persona, considerando los ingresos monetarios por la vía del trabajo asalariado que proporciona la enigh. Para obtener el ingreso salarial por persona se suman en cada hogar los ingresos por trabajo asalariado mensuales de sus integrantes y se divide esa suma entre el número de integrantes del hogar, obteniendo así el salario promedio para cada uno de sus integrantes b) Se calcula el ingreso salarial ideal por persona, considerando el salario mínimo de acuerdo con la Constitución mexicana. Para obtener el ingreso salarial por persona se considera que en cada hogar sólo existe un jefe de familia y que sus ingresos mínimos en materia salarial son los obtenidos por el Observatorio de Salario, esto es $ 9,143.67. Ese salario se divide entre el número ideal de integrantes del hogar, que según las condiciones sociales medias de los hogares mexicanos es de 4, obteniendo así el ingreso salarial promedio ideal de acuerdo con la Constitución mexicana de los habitantes del hogar c) Posterior al cálculo del salario real e ideal por persona se obtiene la suma de personas que tienen un ingreso laboral inferior al salario mínimo según la Constitución, que es para nosotros, la línea de bienestar mínimo para un trabajador mexicano. Con los datos de salario ideal promedio del hogar se realiza un ordenamiento de menor a mayor y se ubica a la población que se encuentra por debajo de la línea de bienestar mínimo para un trabajador mexicano. Por último, se genera una variable dicotómica que tome valores de 1 para las personas que se encuentran por debajo de la línea de bienestar establecida y de 0 para las que superan este nivel. Este cálculo se realiza independientemente de su ámbito de residencia, rural o urbano, ya que el salario mínimo tal y como está establecido en la Constitución, hace a un lado esa consideración d) Se calcula el número de personas que han salido de la pobreza monetaria, a partir de las líneas de bienestar y bienestar mínimas, producto del establecimiento de un salario nominal mínimo de acuerdo con la Constitución mexicana, que realizó el Observatorio de Salario (véase cuadro 2). 81 Salario mínimo < $2,285.92 versus Ingreso monetario < $1,328.51 Salario mínimo < $2,285.92 versus Ingreso monetario < $683.82 Salario mínimo de acuerdo con la Constitución. Ámbito urbano Salario mínimo < $2,285.92 versus Ingreso monetario < $2,113.82 Salario mínimo < $2,285.92 versus Ingreso monetario < $978.47 iv. Resultados Los resultados para el cálculo de pobreza de ingresos, conocida también como bienestar y bienestar mínimo y que muestra el Anexo estadístico, indican que, dado que se trató de un ejercicio replicatorio, se obtuvo exactamente el mismo resultado que el coneval: 58.5 millones de personas por debajo de la línea de bienestar, equivalentes al 52% de la población y 21.8 millones por debajo de la línea de bienestar mínimo, lo cual representa el 19.4% de la población. Cabe señalar que estos indicadores aumentaron desde el año 2008 ya que estos mismos datos se situaron en 49% y 16.3%, respectivamente (coneval, 2010). Los resultados de la simulación, suponiendo que la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos en su Artículo 123 se cumpliera y un jefe de familia en México percibiera esa remuneración nominal mínima calculada por el Observatorio de Salario de la Ibero Puebla, es que el 60.6% de las personas que actualmente se encuentran por debajo de la línea de bienestar saldrían de la pobreza monetaria. Esto es, 35.5 millones de personas, equivalentes al 32.04% de la población total que antes se encontraba por debajo de la línea de bienestar, ahora se ubicaría por encima de ésta, saliendo así, de una situación de pobreza monetaria total, y situando ahora a la pobreza monetaria total en 19.96% del total de la población. Entonces, de 58.5 millones de pobres monetarios o bajo la línea de bienestar que existen actualmente, sólo quedarían en situación de pobreza poco más de 22 millones de pobres, fundamentalmente por el tamaño promedio de los hogares donde viven estas personas, algunos de los cuales, en casos extremos, llegan a tener hasta 17 miembros. Además, con esa política pública, sólo 2.2 millones de personas (2.05%) de la población permanecerían en pobreza monetaria extrema (cuadro 3). En este 82 Otoño - Invierno 2011 Población en pobreza monetaria. Línea de bienestar mínimo Salario mínimo de acuerdo con la Constitución. Ámbito rural C u a d r o 3 . Po b r e z a v e r s u s s a la r i o d e a c u e r d o c o n l a C o n s t i t u c i ó n % Población en pobreza monetaria. Línea de bienestar mínimo Bienestar mínimo (coneval) Población en pobreza monetaria. Línea de bienestar Bienestar (coneval) sentido, la conclusión es que la mejor política social de un nuevo modelo de desarrollo, cuyo centro lo constituye el bienestar y nivel de vida de las personas, es el aumento del salario. % de Población en pobreza monetaria. Línea de bienestar Cuadro 2. Umbrales de bienestar mínimo para los trabajadores mexicanos según la Constitución versus Umbrales de pobreza monetaria (coneval) Con salario mínimo nominal de 2012 ($1,776) 52.0% 58. 5 millones 19.4% 21.8 millones Con salario mínimo de acuerdo con la Constitución ($9,143) 19.9% 23 millones 2.05% 2.2 millones Fuente: Elaboración propia, con base en la enigh, 2010. v. Consideraciones finales El salario constituye, en la actualidad, la piedra angular para el análisis de los estándares de vida de la mayoría de la población trabajadora en el mundo y es tema central para la resolución de los problemas estructurales de México. El salario debe ser un tema nodal en la agenda de la nueva economía para el país, donde el interés de la política pública y de los políticos se concentre en el bienestar general de la población. Para esto, la política pública en materia salarial de la nueva política de desarrollo en el país debe considerar: a) el establecimiento del salario ideal de acuerdo con la Constitución, donde el umbral mínimo normativo tome en cuenta las dimensiones que establece la Constitución mexicana9 y las fuentes de bienestar que la literatura sobre mínimos de bienestar tiene en sus acepciones sociológicas y económicas;10 b) el establecimiento de salario nominal que reduzca la brecha con salario ideal según la Constitución, para lo cual México puede, adecuándolo a sus circunstancias, considerar el ejemplo 9 Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en su Fracción VI del Apartado A del Artículo 123. 10 Julio Boltvinik, Satya R. Chakravarty, James E. Foster, David Gordon, Rubén Hernández Cid, Humberto Soto de la Rosa. Minor Mora (coord.), Medición multidimensional de la pobreza en México, Centro de Estudios Sociológicos, El Colegio de México, México, 2012. El salario constituye, en la actualidad, la piedra angular para el análisis de los estándares de vida d e la m ayo r í a d e la p o blación trabajadora e n e l mu n d o y e s t e m a central para la resolución de los problemas estructurales de México. Fotografía: Morguefile.com de Brasil, donde el salario debe fijarse considerando no sólo la inflación esperada, sino la productividad; c) la conformación de un nuevo pacto social en materia salarial con los empresarios a fin de comprometer a éstos para no trasladar aumentos salariales a precios, considerando que en los países de bajo nivel de desarrollo tecnológico como México, los aumentos en costos producto de aumentos salariales pueden ser trasladados a aumentos en precios con el fin de mantener los niveles de rentabilidad; d) una política industrial que desarrolle, de manera conjunta, fuerza productiva más calificada y producción de bienes de capital e intermedios de alto nivel tecnológico, en un entorno de mayor equidad, permitiría la existencia de salarios más altos. Sólo los aumentos permanentes y sostenidos de la productividad social, son el soporte de un crecimiento sostenido del salario real. Bibliografía Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (2010), Tendencias económicas y sociales de corto plazo y el Índice de la tendencia laboral de la pobreza (itlp), México, 49 p. ______ (2008), Metodología de medición multidimensional de la pobreza en México, México, http:// www.coneval.gob.mx/contenido/med_pobreza/8803.pdf Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Texto vigente consultado en sitio web de la cámara de diputados: http://www.diputados.gob.mx/LeyesBiblio/pdf/1.pdf Febrero 2012. Instituto Nacional de Estadística y Geografía, México (2010), Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares. http://www.inegi.org.mx/est/contenidos/Proyectos/encuestas/hogares/regulares/enoe/Default.aspx Esquivel, G., N. Lustig y J. Scott (2010). A Decade of Falling Inequality in Mexico: Market Forces or State Action? United Nations Development Programme, eua, 56 p. Encuesta de Octubre, Organización Internacional del Trabajo, disponible en: http://laborsta.ilo.org/ applv8/data/labocts.html, varios años. Hernández, R. (2011), Los salarios en México, Friedich Ebert Stiftung, México, 27 p. Mora, M. (coord.), Medición multidimensional de la pobreza en México (2012), Centro de Estudios Sociológicos, El Colegio de México, México. Lustig, N., O. Arias y J. Rigolini (2002), Reducción de la pobreza y crecimiento económico: Doble causalidad, Banco Interamericano de Desarrollo, Washington D.C., 27 p. Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (2011), Reducing income inequality while boosting economic growth: Can it be done?, Economic Policy Reforms 012 Going for Growth, eua, http://www.oecd.org/dataoecd/44/26/49421421.pdf Salario mínimo Constitucional y Salario mínimo vigente (2011), Observatorio de Salario Justo, Campo Estratégico de Acción en Pobreza y Exclusión, Universidad Iberoamericana Puebla, versión para comentarios, Puebla, México. 83 84 Otoño - Invierno 2011 Fotografía: Daniela Bojórquez “Secreto” 1er lugar Octava Bienal Puebla de los Ángeles 85 Francisco Valverde Díaz de León Profesor Investigador de la Universidad Iberoamericana Puebla (uia p). Arquitecto (uia p), maestro en Educación Humanista (uia p) y doctor en Ciudad Territorio y Patrimonio ( Universidad de Valladolid, UV, España). Sus líneas de investigación se relacionan con los procesos de conformación de la ciudad moderna a partir de un análisis socioespacial, así como la construcción y transformación del espacio público. Es integrante de los Colegios de Arquitectos de la ciudad de México y de Puebla y presidente de la Academia Nacional de Arquitectura Capítulo Puebla (2011-2013). Miembro del consejo editorial de Ciudades, revista de la UV y del Colegio Técnico del Instituto Universitario de Urbanística de la UV. Fotografía: Morguefile.com E s difícil imaginar que una entidad de gobierno, como el municipal, deje de desarrollar y poner en práctica un conjunto de planes y programas que intervienen en el ámbito de lo urbano y que pretendidamente intentan transformar la realidad del espacio de la ciudad. Atendiendo a datos de diferentes fuentes de información y a observaciones de campo es posible afirmar que una porción significativa de las colonias que conforman el área urbana del municipio de Puebla, están en condiciones de pobreza y marginación. Una parte importante de estas colonias se localizaban en la periferia urbana. Sabemos que, dado el proceso de expansión y dispersión al que ha respondido el comportamiento del espacio urbano en el municipio de Puebla, como resultado de la estrategia puesta en marcha en la década de los años sesenta de anexar territorios de municipios aledaños al de la capital poblana y, contrario a lo planteado por aquel decreto,1 el resultado ha sido alta marginación social y vulnerabilidad territorial. Figura 1. Plano indicativo de los límites de municipios anexados con el Decreto del H. Congreso del estado de Puebla del 6 de septiembre de 1962. Por otra parte, el espacio central de la ciudad, para algunos el entendido como “centro histórico”, padece de características similares a los barrios periféricos debido, fundamentalmente, al abandono de aquel espacio como lugar de habitación que conlleva problemáticas como la segregación social, terciarización con tendencia exclusiva en su uso, alta especulación inmobiliaria, infraestructura decadente y, como consecuencia, deterioro físico espacial, vulnerabilidad y riesgo social. Decreto del H. Congreso del estado de Puebla de 6 de septiembre de 1962. Fuente: Periódico Oficial del Estado de Puebla, Archivo del H. Congreso del Estado de Puebla, martes 30 de octubre de 1962, tomo clxxxix, número 351962. 1 87 Con todo esto, si nos aproximamos a una comprensión de la ciudad como una totalidad compleja, el problema de empobrecimiento y deterioro no se acota a la periferia o al espacio central, es un padecimiento del conjunto de la ciudad. Un indicador de esto es el valor catastral que el propio municipio otorgaba al conjunto de colonias en el año 2008. De un total de 818 colonias, en el año 2006 reconocidas, 324 son irregulares y de bajo valor catastral (entre $85 y $149 /m2) y 337 (de $235 a $446 /m2), se califican como populares de nivel bajo, bueno y alto, dependiendo de la calidad de los servicios municipales y de su accesibilidad e interconectividad al conjunto urbano. Esto es, el 80.8% de las colonias del municipio de Puebla están dentro de estas dos grandes categorías: Asentamientos Irregulares y Colonias Populares. Podemos comprobar que estos barrios no son los mejor dotados de escuelas, centros de salud, mercados, alumbrado, espacios públicos o parques y jardines. La insuficiencia en el suministro de agua potable –sea por la cobertura de la red a cada casa o dotación suficiente del líquido para un promedio de 3.8 a 4.1 habitantes por habitación2–, la no recuperación y tratamiento de las descargas de aguas residuales, la falta de calles o andadores peatonales suficientemente habilitados para ser circulados por personas o vehículos, caracterizan a estos lugares de pobreza y exclusión. Tabla 1. Zonificación catastral y valores unitarios de suelo urbano en el municipio de Puebla, 2006 zona catastral 1 clasificacion valor vigente m2 total colonias asentamientos irregulares 1.1 bajo $ 85.00 249 1.2 bueno $ 149.00 75 2 colonias populares 2.1 bajo $ 235.00 104 2.2 bueno $ 319.00 159 2.3 alto $ 446.00 74 3 fraccionamientos y colonias medias 3.1 bajo $ 532.00 27 3.2 bueno $ 639.00 18 3.3 alto $ 745.00 23 $ 904.00 35 $ 1, 170.00 36 4 fraccionamientos y colonias altas 4.1 bajo 4.2 bueno 5 zonas residenciales exclusivas 5.1 bajo $ 1, 436.00 11 5.2 bueno $ 1, 575.00 7 616 consejo municipal de catastro Fuente: Consejo Consultivo de Catastro, 2008. 2 Fuente: inegi, Censo de Población y Vivienda 2010. 88 Otoño - Invierno 2011 Podemos observar que el territorio municipal ha padecido un conjunto de intervenciones para fortalecer la centralidad de lo que fuera el territorio del municipio de la capital del estado antes de 1962, a cambio de una transformación radical en el uso de su suelo, densidad habitacional y edificada, y deterioro ambiental. Más aún, parece que las condiciones de habitabilidad están en proceso de deterioro acelerado a partir de la descomposición social que es posible apreciar en los últimos años ante las recurrentes crisis económicas que ha venido soportando la mayoría de su población. En esta línea y refiriéndonos a la problemática de seguridad que vive hoy nuestro país, observamos que ésta no se reduce a un asunto policíaco, ni mucho menos militar, sino de equidad en la distribución de los beneficios de los procesos de urbanización de la cultura. Al identificar una serie de barrios y colonias en estado de pobreza y marginalidad,3 emplazados en la periferia y en el espacio central de la ciudad, la Secretaría de Desarrollo Social y Participación Ciudadana ha puesto en marcha un esquema denominado Programa Integral Urbano Social. Tiene como objetivo establecer programas y acciones de tipo urbano/arquitectónico y social en sectores degradados de la ciudad de Puebla que presentan índices de pobreza, marginalidad, rezago social y educativo desde una visión sustentable. De esta manera pretende mejorar las condiciones de la población a través de acciones encaminadas a la superación de la pobreza urbana y social, así como la apropiación de acciones urbanas arquitectónicas a través de la participación de la población beneficiada. Lo interesante es el planteamiento de una estrategia que involucra a los actores en el conjunto de acciones urbano arquitectónicas que puedan emerger de diagnósticos que parten del análisis de la realidad espacial de los barrios y colonias, pero que están vinculados, precisamente a los beneficiarios de esas acciones. Así, en el corto plazo se elabora una cartera de proyectos, de los cuales se derivan documentos ejecutivos que son sometidos a la aprobación de asambleas de habitantes de los barrios involucrados. En el mediano plazo se pretende ejecutar las obras, promoviendo la organización social a través de comisiones de seguimiento de éstas y fortaleciendo el trabajo comunitario, desde la discusión y decisión de la priorización de las acciones, hasta la participación en la realización material de las obras. Desde la perspectiva técnico/científica los estudios que se realizan para el diagnóstico pretenden abordar la realidad de las colonias a partir de aquellas variables en la planeación que procuran atender un programa de necesidades espaciales a escala de lo que pudiéramos llamar microurbano, 3 Para determinar las zonas del programa se consideraron aspectos plasmados en indicadores que establece el Art. 33 de la Ley de Desarrollo Social Estatal: 1. Ingreso corriente per cápita, 2. Rezago educativo promedio en el hogar, 3. Acceso a servicios de salud, 4. Acceso a la seguridad social, 5. Calidad y espacios de la vivienda, 6. Acceso a los servicios básicos de la vivienda, 7. Acceso a la alimentación. Fuente: Secretaría de Desarrollo Social y Participación Ciudadana, Municipio de Puebla, 2011. manzana por manzana, para hacer una aproximación más certera en la intervención de la gestión pública y contando con la colaboración de la comunidad que habita la colonia. Esta es la parte innovadora del planteamiento ya que, históricamente, estas intervenciones se han apegado a la ciencia urbana tradicional. Es decir, a partir de una planificación centralizada, con lectura y expresión de la realidad a partir de planos de dos dimensiones, señalando usos de suelo, vialidades y densidades habitacionales y algún dato más. Estos planes los hemos visto por años en nuestras ciudades y poco se relacionan con la vida cotidiana de sus habitantes y, menos aún, con una idea de futuro de la ciudad que la mayoría tenemos. En breve: estas cartas urbanas o planes se reducen a las actualizaciones de la dinámica constructiva de nuestras ciudades en plazos más o menos regulares, es decir, aquello que cambió en los últimos años, pero nunca a lo que deberá ser en el futuro. Así, la verdadera planificación urbana se desarrolla en las inmobiliarias, en los bancos y con la coordinación de las oficinas de planeación urbana de los municipios que, hay que decirlo, tienen poco margen de acción ante las enormes presiones de inversionistas y de los gobiernos estatales o federal. En la búsqueda de alternativas, con los pius se vislumbra una iniciativa interesante, apenas incipiente, que parte de la oficina de la Secretaría de Participación y Desarrollo Social Municipal de Puebla y que, al parecer, pretende desarrollar el ejercicio de una ciencia urbana diferenciada de la tradicional. Es decir, desde la lectura e interpretación colectiva de la realidad a partir de elementos físicos (naturales y edificados), demográficos, económicos, sociales, culturales y, lo más interesante, en interacción con los actores principalísimos: los habitantes del lugar. Se ha organizado una aproximación para la atención de barrio por barrio y colonia por colonia a partir de indicadores de pobreza urbana con la finalidad de generar propuestas de intervención alineadas a un diagnóstico científico/técnico y a las demandas de los habitantes. Parece que no es más a partir de una carta urbana abstracta de la realidad y sujeta a los intereses político electorales o económicos inmobiliarios. Es a nivel de un microurbanismo y en la participación que ofrece una vía posible para humanizar nuestra ciudad. Una de las variables que se incorporan al diagnóstico es el análisis sobre el origen y desarrollo histórico espacial de los barrios. Con la incorporación de esta variable, es posible encontrar algunas pistas para la construcción de identidad de estas colonias, tema absolutamente ignorado por los planes centralizados en las cartas urbanas, pero que es un ingrediente de cohesión social fundamental para sus habitantes. Es ahí donde la participación de los actores sociales ha sido entusiasta y de mayor colaboración al identificar narraciones inéditas de lo acontecido en nuestra ciudad, que son historias de vida de personas concretas. 89 Tres Cruces, San Pablo Xochimehuacán, San Francisco Totimehuacán, Unión Antorchista, San Andrés Aziumatla, Solidaridad, Santa Catarina, San Ramón, San Bernabé, La Guadalupana, Tecola, Castillotla o la zona de mercados en el espacio central de la ciudad; los barrios de San Antonio, Xanenetla, Alto Huitzilapan, Los Remedios, Carmen/ Santiago, Analco, Mercado Zapata; así como las unidades habitacionales de Agua Santa, San Pedro, Unidad Solidaridad, Mateo de Regil, San Ramón 3ª y 4ª secciones, San Aparicio, La Guadalupana y Clavijero, son los espacios por estudiar y diseñar intervenciones urbano/arquitectónicas a partir de diagnósticos socioculturales. Acorde con los informes estadísticos de inegi, el municipio de Puebla es el lugar de habitación de 1´539,819 habitantes. De ellos, 1´077,873 están ubicados en las Juntas Auxiliares. Esto es, que el 70% de la población está en esos territorios, urbanizados o en espera de que las promesas de la ciudad sean una realidad, particularmente en los ámbitos de salud, educación y vivienda digna. Mientras esto sucede en la periferia, el centro es una zona de expulsión de población y abandono.4 El Programa tiene bases suficientes para aproximarse, desde la base de la población de cada uno de esos barrios, a una realidad complicada que no ha sido atendida por las distintas gestiones municipales, estatales o federales. Sin embargo, no todo es “miel sobre hojuelas”, hay un buen trecho por mejorar en la metodología utilizada tanto en el documento científico generado por los expertos, como en el trabajo desarrollado por los trabajadores sociales. Por ejemplo, existe dificultad en identificar los liderazgos auténticos con los que la autoridad municipal puede dialogar y generar, con la ayuda de expertos, los diagnósticos. Si bien algunos de estos líderes están ubicados no todos representan ampliamente a la población; hay sesgos, preferencias y exclusión. En las sesiones de presentación de la estrategia o la exposición de propuestas, no todos los agentes participan con el interés que debieran, hay ausencias de actores y omisiones de sistematización de los equipos de trabajo científico. Otra dificultad es la veracidad de los datos. A pesar del magnífico trabajo que desarrolla el inegi en los distintos censos y bancos de información, al final de cuentas, son conteos que se desarrollan en un tiempo y espacio determinados y, por tanto, condicionados. Estas cifras, en ocasiones, no coinciden con la dinámica de la metrópoli: una ciudad de flujos. La temporalidad para la ejecución de recursos y fondos federales o de la participación estatal exige forzar tiempos para la toma de decisiones, interrumpiendo las 4 La revisión del municipio por Área Geoestadística Básica (ageb) destaca en su distribución hacia el interior, específicamente en la zona centro, reportes de disminución de población en el 2010 en términos relativos que a finales del siglo xx. Esta característica expulsora es también propia de las grandes ciudades. 90 Otoño - Invierno 2011 posibilidades de un diálogo más profundo con los ciudadanos y, en ocasiones, decidiendo artificialmente sobre las opciones que se pudieran proponer. Sin embargo, el esfuerzo, las mesas de diálogo, la integración de equipos muestran un potencial para la planificación mucho más incluyente y dinámica que la metodología tradicional que, hasta la fecha, ha impuesto un modelo de ciudad insostenible desde lo territorial y social. Desde la perspectiva de la gestión, la experiencia corre enormes riesgos: convertirse en un instrumento con réditos políticos para el propio secretario en el cargo, el diputado distrital o el mismo presidente municipal. En este sentido me refiero a que de pronto pareciera trasladarse el liderazgo de las colonias populares a un personaje político o un funcionario municipal, con los consecuentes costos. Asimismo, a los líderes de las colonias, que no son “perita en dulce”, hacen crecer sus figuras personales que, en ocasiones, son coyunturales o no representan a los habitantes, sino a sus familias o agremiados. Aun con eso, el resultado empieza a tener algunos visos de satisfacción ciudadana. En este sentido, se están desarrollando anteproyectos que van desde el arreglo de un vado para el acceso a la colonia, pasando por el mejoramiento de la infraestructura hidráulica, la construcción de una cancha deportiva o hasta la edificación de un mercado para consolidar algún centro de barrio. Por más pequeñas que pudieran parecer algunas de estas acciones, son actuaciones que intentan mejorar la vida cotidiana de los habitantes y los beneficios son enormes para el esfuerzo de sobrevivencia de miles de personas. Los actores sociales son fundamentales. Los comités ciudadanos conformados y promovidos para dar seguimiento a estos planes e intervenciones deberán asumir su papel con autenticidad. De esto dependerá que se eviten pervertidos desvíos en las finalidades de las actuaciones, a veces ineludibles por la complejidad de la estructura socioeconómica que prevalece en estos barrios, pero que pueden hacer un enorme daño a esta iniciativa que, al parecer, va por buen camino. Finalmente, por más que en los próximos informes del presidente municipal se mercantilice el conjunto de acciones que se están desarrollando en las colonias y barrios más pobres de la ciudad de Puebla a través del programa, serán los habitantes de éstos quienes, con el tiempo, nos darán la respuesta si el Programa se aproxima a la solución de los enormes rezagos urbanos y a la reducción de las diferencias sociales que prevalecen en Puebla. 91 Oscar D. Soto Badillo Académico en el Departamento de Humanidades de la Universidad Iberoamericana Puebla, candidato a doctor en Ciudad, Territorio y Patrimonio, Universidad de Valladolid. Un nuevo comportamiento urbano Si bien, el crecimiento de las ciudades ha sido una constante a lo largo de la historia moderna, en las décadas recientes, diversos estudios han llamado la atención sobre la confluencia de dos procesos, que por vez primera se presentan de forma simultánea: la mayor parte de la población mundial ya es urbana y, la mayoría de las 36 ciudades de más de diez millones de habitantes del mundo están ubicadas en países pobres. Los escenarios dibujados advierten que la población urbana mundial podría alcanzar los 5 200 millones en torno al año 2025. De ellos, alrededor de 4 000 vivirán en ciudades localizadas en países subdesarrollados. Para el año 2010, en América Latina, poco menos de 469 millones de personas (79.63% aproximadamente de la población total) vivía en áreas urbanas (frente a 393 millones en 2000), lo que convierte al subcontinente en una de las regiones más urbanizadas del mundo.1 Este acelerado proceso de urbanización tiene, además, una característica añadida: casi la mitad de la población urbana vive hacinada en condiciones precarias en asentamientos denominados informales que ocupan, crecientemente, espacios situados en los cada vez más extendidos contornos periféricos de las concentraciones urbanas consolidadas. Llama la atención, sin embargo, que este fenómeno se manifiesta hoy de manera paradójica: a pesar de que las tasas de crecimiento demográfico en las ciudades han venido disminuyendo en los últimos treinta años,2 se observa un incremento en la expansión física de las áreas metropolitanas más importantes, ampliando de este modo la espacialidad de la urbanización y por ende, su comportamiento desagregado y difuso. En México, 65% del desarrollo urbano del país se está produciendo en las periferias de las ciudades grandes y medias, lo que, de acuerdo con diversos estudios, genera desequilibrios territoriales, disparidades socioeconómicas, diversos impactos ambientales y dificultades de integración socioespacial, tanto en el interior de los núcleos urbanos, como en su ámbito territorial más amplio, al tiempo que se observa un creciente despoblamiento de las áreas centrales. Las problemáticas observadas muestran que las ciudades que articulan las áreas metropolitanas, concebidas en las estrategias de planeación territorial, como polos dinamizadores del desarrollo regional, se muestran frecuentemente como campos de fuerza que absorben incansablemente los recursos de su entorno y arrojan sus desechos en territorios periurbanos, sin que por esto mejoren de manera equitativa las condiciones de bienestar de sus habitantes (Arellano y Roca, 2009; Covarrubias y cols., 1995). 1 Para el año 2010, en África el porcentaje de población urbana es de 39.9%, en América del Norte 82.1%; en Asia 42.1%; en Europa 72.7% y en Oceanía 70.2%. En el caso de México se sitúa en el orden de 77.8%. United Nations, 2001, World Urbanization Prospects, The 2000 Revision (para 1925); United Nations, 2002, World Urbanization Prospects. The 2001 Revision; United Nations (2009), World Urbanization Prospects, The Revision 2009 (para 2010). 2 Considerando los quinquenios 1950-1955 y 2005-2010 respectivamente, las tasas fueron: África: 4.64/3.36; Asia: 3.93/2.28; Europa: 2.06/0.40; América Latina y el Caribe: 4.52/1.60; América del Norte: 2.67/1.31; Oceanía: 2.89/1.28. En el caso de México en el primer periodo fue de 4.82 y en el último de 1.38. Fuente: United Nations (2009), World Urbanization Prospects, The 2009 Revision. 92 Otoño - Invierno 2011 Las tendencias actuales del crecimiento urbano, manifestadas en la emergente morfología dispersa de las ciudades, están ligadas a cambios cualitativos mucho más profundos, que pueden situarse en la esfera de la erosión de los tradicionales vínculos articuladores de la economía, la política y la cultura, sin que sea evidente la emergencia de nuevos arreglos societales e institucionales capaces de reorganizarlos (Harvey, 2008,53; Santos, 1880; Idovina, 2006; Dematteis, 1998). La constatación de tal complejidad, ha derivado en un replanteamiento de los ejes de investigación sobre los procesos de integración social, en particular a partir de la década de los noventa: Por un lado, un eje que se interesa en el estudio de las consecuencias de lo que algunos autores han denominado una nueva economía urbana, expresada en novedosas modalidades de concentración territorial de las actividades económicas y producción de suelo, nuevos dispositivos de articulación local-global, nuevas formas de manifestación de la ciudad como sitio de producción, etc. (Friedman, 1986; Borja y Castells, 2002; Sassen, 1994, 1998; Fainstein, 1996). Por otro, y que nos interesa de manera particular, un eje que sitúa el análisis en torno a las nuevas formas de exclusión social en la ciudad, que algunos autores sugieren como la emergencia de una nueva cuestión social urbana, producto de un cambio cualitativo fundamental en la índole de los problemas sociales urbanos. Tal exclusión, que define las formas contemporáneas de la desigualdad, es entendida como un conjunto de procesos, así como una trayectoria social y personal, que derivan en un empobrecimiento de la capacidad integradora de la sociedad y el ejercicio de la ciudadanía. Entre las mediaciones estructurales consideradas se encuentran: los cambios en el mercado de trabajo, en la familia, en las relaciones sociales y en los niveles de cobertura del Estado de Bienestar.3 Las dos caras de la desigualdad y la exclusión En términos de los procesos urbanos, las manifestaciones sociales de ambas esferas se pueden sintetizar en dos grandes formas: Por una parte, aquella que se expresa, de manera predominante, en un déficit de incorporación urbana en relación a la integración socioeconómica, en el contexto de los arreglos que condicionan la inserción de los habitantes en la estructura del mercado que, en las dinámicas de la economía mexicana, pueden explicarse a partir del eje subordinación/desposesión. 3 Se pueden reconocer siete dimensiones de la exclusión: económica, laboral, formativa, socio/sanitaria, residencial, relacional y de participación, así como cuatro ejes de desigualdad: el género, la edad, la raza/etnia y la clase social, cuyas articulaciones condicionan la situación específica de cada persona y cada grupo social. La diversidad de manifestaciones, que resulta de las específicas relaciones entre tales dimensiones y ejes, da cuenta de las formas concretas en las que se manifiesta la desigualdad y la exclusión como forma extrema (Hernández Pedreño, 2008: 18-21). Al respecto, Milton Santos, en referencia a las sociedades subdesarrolladas, afirma que las fuerzas de la modernización, son en extremo selectivas, tanto en sus formas como en sus efectos. El espacio de los países subdesarrollados está marcado por enormes diferencias de renta en la sociedad, las que se expresan a nivel regional por una tendencia a la jerarquización de las actividades y a escala del lugar, por la coexistencia de actividades de la misma naturaleza, pero de diferente nivel. De ahí que el espacio social producido, resulta en un ámbito inestable, discontinuo y multipolarizado, es decir, sometido y acosado entre una multiplicidad de influencias y polarizaciones que resultan de diferentes niveles de decisión (Santos, 1973: 108). De este modo, el esfuerzo modernizador contribuye a consolidar la constitución de dos grandes campos económico/sociales que se fueron gestando a lo largo de la historia mexicana a partir del siglo xvi; ámbitos distintos, pero imbricados y mutuamente referentes en términos de la organización económico/social de la ciudad. La diversificación industrial, las intervenciones en materia de reestructuración urbana y la configuración diferencial de los espacios de habitabilidad producidos en la segunda mitad del siglo xx actualizan las tendencias que conforman este campo de fuerza del que resulta la organización contemporánea del espacio urbano: Por una parte, el ámbito de la organización formal de la ciudad conforme a la estricta especialización de sus funciones que, de acuerdo con la planeación oficial debían ser desempeñadas por cada área (zonificación): residenciales, producción industrial, servicios, comercio, etcétera; y también conforme al establecimiento de determinados nichos económicos especializados. Esta zonificación respondió a las determinaciones de un circuito económico dominante, resultado directo de la modernización tecnológica.4 Las grandes inversiones infraestructurales se producen en función de las demandas de este circuito y de ese modo, imponen una particular organización del espacio favorable a la acumulación. Combinado con esta primera tendencia, una segunda que obedece al desarrollo de un segundo circuito, formado por actividades de pequeña dimensión, arraigadas a lo local, y en las que los principios ordenadores no responden a los criterios funcionales preestablecidos, sino a las relaciones complejas cuyos hilos remiten a criterios de clase, ingreso, jerarquía laboral e incluso de adscripción étnica; relaciones que impondrían una segunda manera de organizar el espacio, sea en los lugares no intervenidos por el primer circuito (de algún modo marginales respecto de éste) o en sus intersticios (Santos, 1973: 108). Es curioso que cuando se habla de la ciudad, suele nombrársela a partir de los resultados del primer circuito. Del otro, que de múltiples modos es producto y condición del primero, su otra cara, suele decirse lo mismo, que es un freno al crecimiento económico, o que está en la ciudad sin ser parte de ella. 4 Cuya característica es que sus relaciones se efectúan fuera de la ciudad e incluso de la región, pero que subordinan la organización formal de la ciudad a sus necesidades. 93 La visión parcial y reduccionista de la configuración económico/social de la ciudad se derivó de lo que Milton Santos advierte como una serie de equívocos. Por una parte, las grandes industrias exportadoras, pensadas como motores del desarrollo de la ciudad, no han sido necesariamente complementarias con las redes económicas locales, como no sea en el marco del circuito cerrado de sus proveedores. Por esto, sus efectos secundarios en términos del desarrollo local se sitúan más en la esfera del consumo que en la articulación con cadenas productivas locales o regionales. En contrapartida los procesos económicos y sociales que se evidencian en el segundo circuito serían funcionales para la explotación del trabajo en el polo dominante de la economía. No sería casual, la terciarización creciente de todo el sistema urbano, por el hecho de que la industria moderna (como la tradicional) ha sido incapaz de proveer un número suficiente de empleo y por ello de abatir la pobreza. Este terciario primitivo [del que es una expresión la llamada economía informal], se constituye también como un terciario refugio para los excluidos de tal modernización industrial (ibid.: 109). Los ordenamientos políticos fungen en varios sentidos como garantes de la reproducción de este sistema de relaciones. La perspectiva de la desigualdad de clase, que esta aproximación analítica evidencia, permite destacar la incapacidad de acceder a los mínimos de bienestar que corresponden a las posibilidades de satisfacción que ofrece la ciudad (vivienda digna, educación, salud, trabajo, etc.), que sufren un conjunto de sujetos sociales por su lugar en la pirámide de integración socioeconómica, pero también por la índole de las políticas públicas que, en el marco de determinadas relaciones de poder, tienden a incrementar los déficit de inclusión al régimen de derechos, a través de diversas formas de desposesión. Tal cuestión es irreductible al mero problema de la pobreza económica, en tanto su explicación requiere el abordaje de las diversas formas de gestión que los sujetos producen con base en el marco de relaciones sociopolíticas y orientaciones culturales, mediadas en la esfera del Estado, del mercado y de los círculos familiares y microsociales5 (Filgueira, 2001). El acelerado debilitamiento de las instituciones de bienestar y la insistencia en la aplicación de instrumentos de focalización, limitan la acción pública a sólo una cuarta parte de la población excluida. Los altos niveles de exclusión derivados de estas políticas han obligado a las familias a generar diversas estrategias de sobrevivencia, entre las que destacan el empleo precario, la ocupación no autorizada del suelo urbano y rural periurbano y la migración nacional e internacional, que hoy, más que desviaciones o excentricidades coyunturales, se convierten en constitutivos de la estructura económica y social del país (Valencia, 2007). Una segunda forma, se caracteriza por distintas modalidades de integración urbana sin integración social que remiten al concepto de segregación, es decir, el establecimiento de una distancia espacial y social entre una parte y el resto. Tal cuestión supone una disposición diferencial de la gestión individual y colectiva de las libertades urbanas,6 mediada por aspectos socioculturales (Donzelot y Jaillet, 1997). Esta segunda forma, particularmente compleja, remite a la tensión entre lo individual y lo colectivo, entre lo público y lo privado, entre la coherencia y cohesión espacial y la integración social y, se manifiesta en diversas formas de distanciamiento social, de producción de nuevas categorías urbanas ligadas a la erosión de los tejidos sociales, al empobrecimiento de las condiciones de sociabilidad (urbanidad), irreductibles por lo demás a las relaciones de clase. Las categorías urbanas producidas resultan de la integración de las diversas manifestaciones identitarias, así como de los dispositivos asociados a las formas de consumo del espacio y el tiempo, que definen a la ciudad como un espacio heterogéneo y fragmentado y frecuentemente como yuxtapuesto y estereotipado donde la realidad se oculta tras velos de ilusión (Lefebvre, 1974; Boltansky y Chiapello, 2002; Bauman, 2002 y 2005). 5 La forma dominante de enfrentamiento a los déficit de incorporación urbana, desde la perspectiva de las políticas públicas, ha supuesto la yuxtaposición de una limitada y decreciente estrategia centrada en la cohesión social de corte europeo, basada en el Estado de Bienestar; y una de corte estadounidense, basada en el mercado y la propiedad. 6 Entendidas como “la posibilidad para todos y cada uno de disfrutar no sólo de la vivienda y del trabajo, de hallar respuesta no sólo para sus necesidades elementales en materia de educación, sanidad e intercambio, sino de gozar de cualquier actividad cultural, recreativa y creadora al más alto nivel posible (Campos-Venuti, 1971: 8). 94 Otoño - Invierno 2011 Los fenómenos asociados a esta perspectiva se pueden explicar a partir del momento en que la organización del espacio urbano no vuelve visible ni inteligible el lugar de cada uno en relación con el de todos, lo que se manifiesta en la fragmentación de la sociedad. Los que tienen más ignoran a los que tienen menos y se reagrupan para vivir entre ellos en zonas urbanas de alto costo social. Se puede hablar de una segregación activa, producto de la estigmatización y rechazo por parte de los sectores dominantes, aplicada a grupos étnicos, minorías culturales y sectores pauperizados. Sin embargo, también de la autosegregación y autoencierro de las clases medias y altas, y cada vez más, también en sectores de bajos ingresos, en espacios protegidos, lo que representa una forma de repliegue frente a la percepción de la inseguridad urbana, que deviene en una urbanización mediada por el miedo y la desconfianza. Se trata en suma, de la ocurrencia de formas emergentes de repliegue comunitario y distanciamiento material y simbólico como mecanismos de defensa frente a la amenaza real o latente. Tales comportamientos se justifican, sea porque se corresponden de manera natural a la sociedad abierta en red, soporte estructural de la forma dominante de mundialización económica (Castells, 1989; 2000); a un conjunto de cambios culturales que tiene como sujeto al individuo diferencialmente desocializado (Bauman, 2002) y al desarrollo mismo de la modernidad que produce y multiplica las diferencias (individuales y colectivas), en el marco de dos tipos de lógicas: las lógicas de reproducción y de resistencia, y las lógicas de invención o de producción de la diferencia, cuestión que se potencia en una suerte de hipermodernidad contemporánea7 (Wieviorka, 2003). 7 Los procesos de diferenciación, las distintas expresiones de distanciamiento y los diversos campos de antagonismo social, dice Wieviorka, “no son la expresión de una crisis provisional, un momento de retroceso de la modernidad y del triunfo no menos provisional de las tradiciones, sino la marca de una nueva era, en la cual los procesos de fragmentación cultural, de descomposición y recomposición de las Puebla: Exclusión y apropiación del espacio en la ciudad dispersa La articulación compleja de ambas formas se manifiesta en los actuales comportamientos urbanos que, en el caso de Puebla, están mediados por la índole de las relaciones de poder constituidas históricamente y en las que la integración urbana sólo parcialmente es resultado de la planeación y la normatividad formal. La integración urbana, más que un derecho se constituye, en la práctica, como tema de negociación y como motivo de confrontación, subsidiarios de la correlación de fuerzas en la relación de los actores sociales. La integración social resultante, es decir, el tejido de relaciones a partir de los cuales esos actores producen y reproducen su historicidad, también es un proceso dominado por un orden frecuentemente yuxtapuesto y a veces subversivo de los arreglos formales situados en la esfera del Estado y el mercado. En estos arreglos, en contrapartida juegan un papel de primer orden las adscripciones primarias, lo mismo entre las élites que en los sectores subordinados. En el proceso de integración social, la contradicción, la solidaridad y la conflictividad devienen en relaciones explícitas a partir de las cuales el espacio urbano se configura como espacio de libertad y dominación, de expropiación y resistencia. identidades son procesos decisivos. Hay que dejar de decir que nuestras sociedades pasan de la tradición a la modernidad, lo que era el discurso evolucionista por excelencia; hay que decir que nuestras sociedades son cada vez más modernas cuando viven tensiones crecientes entre la razón y las identidades culturales que producen, y no solamente que acogen o reproducen” (2003: 23). Los exiliados del Centro histórico Siguiendo la tesis de Edward Soja (2008), el conjunto de transformaciones en la configuración espacial, como las que sufrió la ciudad de Puebla en su proceso de modernización, profundizó la segregación social que la había caracterizado desde su propia fundación. Tal proceso derivaría en una acentuada diferenciación de los distintos espacios geográficos no sólo en términos de su dotación de servicios urbanos y de condiciones de acceso a la centralidad, sino en la configuración de identidades sociales diferenciadas y a veces confrontadas cuyos dispositivos serían referentes para la disputa por el derecho a la ciudad. Por una parte, un sistema habitacional de los integrados a esta economía formal, como los fraccionamientos para el pequeño sector de clase media alta y alta, las colonias populares para los sectores medios (configurado por un multiforme conjunto de fracciones que guardaban entre sí grandes diferencias de ingresos y adscripciones en la estructura del empleo) y las unidades habitacionales para los trabajadores (obreros y empleados públicos) que participan del régimen de seguridad social. En todos ellos, se fue consolidando un comportamiento favorable a la suburbanización residencial que supuso una gran inversión del prestigio de los lugares en la zonificación concéntrica del espacio urbano (Soja, 2008: 128). Por otra, la compleja trama de barrios y colonias populares del Centro histórico en los que se fue profundizando una relación paradójica entre centralidad espacial y exclusión social (Álvarez Mora, 2006). Los planes oficiales no proponen esfuerzos mayores para favorecer la integración social de los lugares centrales, lo que ha configurado al centro como el complejo espacio de los exiliados simbólicos. En ese sentido operaron (como hoy), las decisiones orientadas a la producción del espacio periférico. 95 […] 76% de las edificaciones se destinan a vivienda […], de las cuales 87% está en régimen de alquiler. 96 Otoño - Invierno 2011 1985 1990 1995 2000 2005 2010 1980 Despoblamiento del Centro histórico (en miles) 1978 Sin embargo, la condición de precariedad de la mayoría de los habitantes del área central, no sólo es resultado de la inserción de los sujetos en la pirámide del ingreso sino un proyecto socioespacial: exacerbar la relación pobreza/deterioro para asegurar la posibilidad de un cambio concertado que ponga en marcha y materialice una renovación urbana altamente rentable para los propietarios del patrimonio inmobiliario (Álvarez Mora, 2008: 16). De acuerdo con Alfonso Álvarez Mora, el Centro histórico es un “espacio de acogida”, donde se rentabiliza la pobreza, donde se concentra a una población para que disponga de una vivienda que, en realidad, ha dejado de serlo, habiendo perdido, incluso, la posibilidad de alcanzar una mínima dignidad, ya que el precio que se paga por esa acogida, aparte del alquiler exigido, es la ausencia de cualquier tipo de inversión en viviendas y servicios y la renuncia al reconocimiento de derechos. Justo esta falta de inversión pública y privada en Año […] 76% de las edificaciones se destinan a vivienda […], de las cuales 87% está en régimen de alquiler. El 68.6% de estas viviendas ocupa edificios construidos durante el siglo xx, mientras que el 31.4% restante son edificios históricos que en su mayoría datan de los siglos xvii y xviii. 32% de las viviendas carecen de cocina, el 55.4% tiene baño integrado y en el 44.6% restante no se identifica el cuarto de baño (en algunos casos se trata de edificios donde el sanitario es compartido) y el 27.4% de estos inmuebles ni siquiera posee sanitario. 27.8% de las viviendas carece de agua potable, 22.2% tiene problemas de drenaje; 19.6% no cuenta con ventilación ni iluminación natural y 38.1% tiene problemas de humedad (Montero, 2002). los servicios necesarios para el habitar digno, es una condición apropiada para acelerar, en un horizonte de mediano plazo, los cambios urbanísticos que aseguren su reconversión en un lugar desde el que se realicen, al máximo nivel, las rentas urbanas que promete su localización central (ibid.). Dada la irregularidad de la tenencia de los predios,8 que remite a la condición prevaleciente en los asentamientos populares periféricos; el carácter supuestamente oneroso de la expropiación pública y la ausencia de políticas crediticias eficientes, promueven el binomio pobreza-deterioro y refuerzan la dinámica de tugurización y el despoblamiento del centro histórico. Como puede observarse en el gráfico siguiente, el abandono poblacional del Centro histórico se fue acelerando a partir de la reestructuración urbana, iniciada en los años cuarenta, al tiempo que la periferia incrementaba su peso demográfico. Como afirma Álvarez Mora, el abandono de habitantes se acompaña de la eliminación y desaparición por siempre de aquellos equipamientos y servicios que han estado vinculados estrechamente con la existencia de las viviendas, de la residencia popular de modo que fuese imposible volver a habitar el espacio residencial abandonado y reconvertido en lugares terciarios (ibid.: 18-19). Habitantes La periferia de las élites y aun la de carácter popular es, en buena medida, producto del empobrecimiento social del centro. Esta cuestión se manifiesta en la precariedad existente en términos de dotación de servicios orientados a la habitabilidad de los sectores populares: 340 200 110 95 81 65 57 50 Fuente: Ayuntamiento de Puebla. 8 Muchas de las vecindades y propiedades, en especial en los barrios del norte y del oriente de la ciudad, los más degradados, están intestadas tras la muerte de sus propietarios. Pero, la conducta pública hacia la condición del hábitat de los lugares centrales, favorable a la especulación del suelo a expensas de la precarización urbana y social y a la franca expulsión de sus habitantes de bajos ingresos, no sólo se alimenta de consideraciones económicas. La forma cotidiana en la que se establecen de manera continuada las relaciones sociales, se fundamenta en una representación de los pobres, que se ha conformado históricamente con base en una particular impronta racista, resultado de la combinación, encubridora, de la herencia colonial y la ideología liberal. Loic Wacquant (2001) se refiere a los moradores de zonas marginales de las grandes ciudades (guetos en eua y cité en Francia) justamente como “exiliados” en un espacio degradado que los descalifica colectivamente. La configuración identitaria, construida de este modo, y asumida conflictivamente por dominados y dominadores, supone la constitución de dispositivos (para usar términos de M. Foucault9) para legitimar desigualdades y jerarquías y naturalizar las diferencias. Tales dispositivos conforman un minisistema en donde la identidad del dominador y el dominado se vuelve simbiótica. Raza, cultura y clase se entrecruzan de manera compleja en las estructuras sociales, mentales y en la psique de los individuos (Sánchez Díaz de Rivera, 2006: 207). Es en el marco de este complejo identitario donde se encuentran las justificaciones profundas del olvido y la disposición a la exclusión. Pero la intencionalidad determina la representación del espacio. Así, de la realidad cosificada en el discurso dominante,10 se legitiman las grandes estrategias estatales: la conservación monumental del centro y el olvido de los espacios de la vecindad depauperada; la modernización de los fragmentos urbanos privilegiados de la periferia conectados por las grandes avenidas y la desconexión de la periferia popular ligada a la autoconstrucción del hábitat; la asignación de suelo para las realizaciones de la economía formal y la negación del espacio para la producción y el intercambio popular. En función de su integración a las distintas formas de producción urbana, pero sobre todo desde la lectura estereotipada de sus significados, actualizan los viejos modos de relación social, que devienen en determinados juicios de valor: desde la pueril idealización de la identidad urbana sustentada en su patrimonio monumental, ligada a un fragmento de la ciudad, pasando por el fraccionamiento privado como modelo de hábitat de calidad, hasta la franca estigmatización tanto de los habitantes de las áreas depauperadas del Centro histórico como de los habitantes de las colonias precarias de la periferia. Estas representaciones colectivas, […] al naturalizar las diferencias, naturalizan la desigualdad. De ahí que se conviertan en discursos sociales (y por lo tanto de poder) donde los pobladores son ubicados en lugares diferentes como portadores de roles distintos. A su vez, esos pobladores interpretan esos lugares dentro de su propio proceso de subjetivación. A partir de ello, participan de un mundo social y simbólico donde resuelven sus requerimientos de sociabilidad e identidad individual (Pérez Ruiz, 1992). Al referirse a la experiencia del barrio de San Antonio, una zona particularmente degradada situada en el borde norte de la traza histórica, cuyas numerosas vecindades se encuentran en un grave deterioro y algunas en ruinas y abandonadas completamente,11 Silvano de la Llata (op. cit.), considera que la combinación de precariedad de la calidad de vida y la estigmatización alimentada por la prescripción oficial, ha elaborado un imaginario social de dicho barrio (junto con otras áreas aledañas) como un lugar exótico donde se practica un 9 Para quien el poder, recordemos, “es una vasta tecnología que atraviesa el conjunto de relaciones sociales; una maquinaria que produce efectos de dominación a partir de un cierto tipo peculiar de estratégias y tácticas específicas. La práctica del poder en la era moderna, se ha caracterizado, por un lado, por una legislación, un discurso, una organización basada en el derecho público, articulado en el cuerpo social y el status de delegación de cada ciudadano” (Foucault, 1980: 144). 10 Discurso cuya producción no puede atribuirse sólo a los órganos del Estado o de los empresarios interesados, sino también en buena medida a los intelectuales del fenómeno urbano (historiadores, arqueólogos, arquitectos, urbanistas). De acuerdo con Wacquant: “Para producir esta extraña formación discursiva, [...] cuya función primordial es aislar y proteger a la sociedad ‘dominante’ [...] fue necesario, en primer lugar, que los mismos proponentes de la mitología de la infraclase se alejaran estudiadamente del gueto a fin de ‘teorizarlo’ desde lejos y desde arriba, y solo a través del escudo tranquilizador del aparato burocrático de investigación” (Wacquant, 2001: 51). 11 Gran parte de ellas están pobladas por familias que llegaron a habitar inmuebles también abandonados y que viven desde generaciones en una realidad que se reproduce en muchos centros históricos en América Latina. En esta zona se concentra la mayor cantidad de migrantes indígenas (oaxaqueños y chiapanecos) que se dedican al comercio callejero en el primer cuadro de la ciudad (Álvarez Mora, ibid.). 97 sincretismo religioso vinculado con la santería y la superstición (las imágenes de Santa Bárbara y San Antonio han estado vinculadas a un tipo de catolicismo más sincrético como a la santería y brujería) y por su historia como albergue de la antigua zona roja, como el espacio donde sus habitantes son protagonistas de graves manifestaciones de disolución social. Estas imágenes, formaron en los ciudadanos un estigma que perdura hasta hoy y que ha hecho difícil a los sanantoñenses integrarse a la vida diaria como ciudadanos comunes. Aunque el caso de San Antonio parece extremo respecto a la abigarrada complejidad socioespacial del centro, es cierto que algunos “atributos sociales” han contribuido a la imagen estereotipada y a determinadas formas de integración social de sus habitantes. De este modo se atribuyen a los comportamientos “desviados” de los individuos, explicaciones que transforman condiciones sociológicas en rasgos psicológicos, funcionales para la estigmatización y la represión y para oponer el orden formal a las prácticas informales como si de opuestos se tratara (Wacquant, 2001). Las conductas sociales que se manifiestan en las áreas de precariedad urbana resultan así, una exterioridad respecto a la ciudad representada por el pasado cristalizado del monumento, la modernidad reflejada en sus edificios modernos, en la legalidad representada por las oficinas públicas, lo que favorece evadir la responsabilidad pública de los procesos sociales vinculados a la marginalidad. Los integrados de la periferia La complejidad social del centro se refleja de otro modo en los espacios de la periferia, subsidiaria, en muchos sentidos, de las intervenciones o ausencias en el área central. Los asentamientos cada vez más periféricos, producidos a partir de una inicial irregularidad en la tenencia legal del suelo, albergaron a un vasto y heterogéneo conglomera- 98 Otoño - Invierno 2011 do de trabajadores, tanto empleados de empresas legalmente constituidas como de diferentes expresiones de la economía informal. Estos sujetos fueron llegando a los sitios de colonización en el entorno urbano, tanto de los espacios centrales depauperados y saturados de viviendas en alquiler, como de flujos migratorios, que tenían como común denominador su exclusión de los sistemas de prestaciones sociales formalmente instituidos. La composición heterogénea y compleja, que rechaza el estereotipo de la marginalidad económica que suele atribuirse a los conjuntos urbanos informales, puede ser ilustrada a partir de las evidencias de un estudio realizado en quince asentamientos irregulares de la ciudad de Puebla. En dicha encuesta, se identificó que 76% de sus habitantes eran poblanos, de ellos, 51.2% originarios de la propia ciudad de Puebla y 24.8% de otras regiones del estado y el resto (24%) procedía de otras entidades. En la muestra predominó la población joven (57.4% era menor de 23 años de edad). Respecto a su adscripción al empleo, 9% eran albañiles; 14.1% vendedores ambulantes y comerciantes por cuenta propia; 9.6% empleados en transporte (taxistas, conductores de autobuses, combis y camiones materialistas); 8% obreros; 9.7% propietarios de talleres (hojalatería, herrería, marmolería, reparación de aparatos domésticos, curtiduría de pieles, carpintería); 9.7% eran profesionales; 5.6% empleados de gobierno (policías, bomberos, militares); 4.5% empleados del comercio formal; 5.3 empleados de empresas de servicios; 3.7% artesanos; 3.6% empleados de talleres; 3.7% empleados de servicios educativos; 2% empleados administrativos en la industria; 6.4% empleados en servicios médicos; 0.8% empleados en servicio doméstico; 1.2% empleados de hoteles y restaurantes; 4.1% jubilados; 4.7% eran operadores de limpia y grúas y agricultores; y sólo 1.2% fueron desocupados. El promedio del ingreso de los habitantes encuestados se situó en 1.4 salarios mínimos (Patiño, 2004: 142-143). En la periferia, como en muchos espacios del Centro histórico, se repite el mismo patrón de precariedad en las condiciones del hábitat. De acuerdo con Varinia López (2004), alrededor de 35% de los asentamientos humanos de la ciudad corresponden a urbanizaciones precarias en áreas de la periferia de la ciudad. La vivienda precaria se encuentra en su mayor parte en los asentamientos irregulares de la periferia norte, sur y oriente (pducp, 1999-2002). Se caracteriza por la irregularidad de la tenencia de la tierra, falta de servicios, encontrándose por debajo de los estándares mínimos de bienestar, está construida con materiales de baja calidad como lámina de cartón, pedacería de madera, coexistiendo con adobe, block o tabicón. La mayoría de las veces los moradores fueron ocupando los lotes sin que existiera previamente un alineamiento, ni delimitación de los predios. Es evidente, después de las consideraciones sobre la vivienda en el Centro histórico, que esta caracterización fenomenológica de la habitación periférica no permite su comprensión cabal, sobre todo considerando las mediaciones estructurales que trascienden la asignación meramente espacial y material. Por esto, más allá de la descripción de esa materialidad, la autoconstrucción de viviendas y de equipamientos básicos y la dotación de servicios en estos espacios de precariedad, no son sólo advertencia y denuncia de la carencia, sino consigna y programa de acción de quienes se incluyen urbana y socialmente por la fuerza de los hechos en una ciudad que pretende excluirlos y negarlos. En la realidad, la precariedad y la segregación socioespacial son producto, es cierto, por una parte, de un modelo que se sostiene crecientemente en diversas expresiones de informalización económica,12 por otra, del abandono del 12 Expresión con la que abarcamos no sólo lo que estrictamente se denomina economía informal, “La integración social se manifiesta en la prevalencia de viejos modos de organización socioespacial que desafían el orden constituido.” papel del Estado de su responsabilidad social hacia la mayoría de la población, lo que ha repercutido en el deterioro de la calidad de vida urbana y, finalmente, del deseo de integración, pero sobre todo, de producción de sí mismos, como sujetos amenazados material y/o simbólicamente con la exclusión de la ciudad. Una cuestión que es compartida lo mismo por los habitantes de las periferias que del centro de la ciudad. Por este deseo de integración, individual y colectivo, defensivo y propositivo a la vez, la precariedad urbana se resuelve y expresa en una suerte de constitución de comunidades organizadas, donde prevalecen, conflictivamente, principios de colectividad, lógicas de soporte mutuo, entre los que destacan la limitación de la diferenciación e individualización, al tiempo que la existencia de mecanismos para solucionar el disenso y enfatizar el sentido de cooperación necesario para la sobrevivencia del grupo, en la que juega un papel central la acumulación de fuerzas para la negociación con el Estado y con los propietarios del suelo. En esta construcción social radica, en gran medida, el éxito relativo de las organizaciones corporativas que promueven las urbanizaciones populares informales. sino las diversas prácticas empresariales y estatales para negar derechos laborales consagrados por la Ley (entre ellos, el de la vivienda) a los trabajadores de las organizaciones económicas formales. Es con base en la conformación de colectividades que aspiran, aun temporalmente, a la fuerza de la comunidad, que “los pobres” se integran socialmente a una ciudad que al tiempo de negarlos y temerles, ensalza las manifestaciones identitarias que manifiestan los sectores de la élite. La sociabilidad primaria que estas organizaciones promueven, más allá de la evaluación ética y política de su desempeño, es un freno a la desafiliación y condición de cobertura contra el riesgo social en el caso de los sectores populares y, una condición de hegemonía ideológica y económica de la élite en la orientación del proyecto urbano. Por esto, la situación de precariedad urbana que se manifiesta en los asentamientos informales de carácter popular, no está asociada tanto con la situación legal de la tenencia del suelo, sino con la relación de fuerza que pueden lograr en la manifestación contestataria o en la negociación con el gobierno municipal o estatal, lo que significa enfrentar continuamente la disposición oficial de canalizar protección legal, legitimaciones simbólicas y los escasos recursos públicos a hacer prevalecer los intereses especulativos y a cualificar los espacios de las élites económicas, en un programa de ensanchamiento de las desigualdades socioespaciales, cuyas formas se actualizan en cada intervención pública y privada. Pero también la integración social se manifiesta en la prevalencia de viejos modos de organización socioespacial que desafían el orden constituido. Es el caso de las rutas rituales de la festividad patronal de colonias y barrios, en la ocupación estacional de calles y plazas, a través de las cuáles se recupera el espacio público para la informalidad celebratoria que recuerda la fuerza de la religiosidad como ámbito de integración. Es el caso también de los circuitos de intercambio que propone el heterogéneo universo de tianguis itinerantes y del comercio ambulante-establecido, al intervenir y apropiarse de camellones, aceras y calles enteras.13 O también, el espacio comunicativo del grafiti, que impone nuevos códigos de lectura de los territorios urbanos. Evidentemente, estas y otras formas de apropiación del espacio desafían la asignación formal de las funciones socioespaciales e implican, de algún modo, recuperaciones informales y temporales del espacio urbano para quienes no tienen permiso y, de ese modo, sugieren su recreación. En todos los casos, su manifestación cotidiana es la denuncia al fracaso de la gestión estatal en materia de desarrollo y, al mismo tiempo, la ostentación de que el modelo de acumulación goza de cabal salud. 13 Sólo en la zona del Centro histórico, en la década de los ochenta se calculaba en poco más de 10 000 las personas dedicadas al comercio ambulante (@ consulta, 11 de noviembre de 2008). Para el año 2010 su número se calculó en 20 000, agrupados en alrededor de 20 organizaciones civiles. 99 Referencias Álvarez Mora, Alfonso (2004), “Modelos de desarrollo urbano. De la ciudad compacta al metropolitano disperso” en Alfonso Álvarez Mora y Francisco Valverde Díaz de León (coords.), Ciudad, territorio y patrimonio. Materiales de investigación II, Puebla, Universidad Iberoamericana Puebla e Instituto Universitario de Urbanística, Universidad de Valladolid: 227-261. _______ (2008), “Centro histórico: fragilidad, prestigio y marginación”, en Ciudad Territorio y Patrimonio. 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Benjamín Berlanga Gallardo Centro de Estudios para el Desarrollo Rural, cesder Fotografía: Morguefile.com La mirada distorsionada del progreso que se mueve entre el ninguneo y el olvido de los campesinos y las campesinas El gobierno del estado ha anunciado la construcción de una “Ciudad Rural” en San Miguel Tenextatiloyan, municipio de Zautla, en la entrada a la sierra nororiental de Puebla. Nosotros, los que firmamos este artículo, desde hace casi treinta años trabajamos en la región y tenemos algo que decir. Es nuestra responsabilidad decir aquello que pensamos. Lo que pensamos es experiencia de vida y está elaborado en esa cotidianidad compartida con los hombres y mujeres de las comunidades, con los jóvenes y niños y niñas de Zautla con quienes hemos participado en los proyectos de formación que impulsa el Centro de Estudios para el Desarrollo Rural, desde la fundación misma de esta organización de la sociedad civil. Este es nuestro punto de vista, y más aún es una posición. Consideramos que éste es un proyecto equivocado y fallido, al igual que otros proyectos de ciudades rurales en marcha en otros estados del país. Vemos con preocupación y con alarma creciente cómo, en los modos de su aplicación, se muestra qué hace una mirada de la realidad y de la propia investidura, cuando es mirada que se asume portadora del desarrollo y del progreso (a ratos mirada sorprendida porque otros no entienden la bondad de su acción) y que, según se desarrollan los acontecimientos, resulta en lo local mirada autoritaria, en lo estatal mirada no exenta de soberbia y autosuficiencia, y en lo social amplio, mirada que no mira, que ignora qué está pasando para construir representaciones imaginarias que ningunean lo campesino. Nos alarma observar que, en su doble condición de proyecto equivocado y fallido y de proyecto aplicado de manera arbitraria, muestra qué está sucediendo y qué va a suceder: cómo en nuestro país la suerte de los campesinos y las campesinas se mueve entre la negación y el olvido en el que como sociedad los colocamos, una situación por cierto, provechosa y funcional en el sistema económico, en donde se reafirman en cada momento formas de subordinación del trabajo campesino a las necesidades de acumulación del capital, más allá de las buenas intenciones de quienes se embarcan en este tipo de aventuras de inclusión social que es reproductora de la exclusión. Ninguneados y olvidados pero siempre 101 explotados y colocados en relación de desventaja en los mercados: los campesinos y campesinas. Un proyecto equivocado, un proyecto fallido El proyecto de las “ciudades rurales”, y específicamente el de la ciudad rural de San Miguel Tenextatiloyan, es un programa de gobierno equivocado y fallido desde la perspectiva de vida digna para los campesinos y las campesinas. Se vende como ilusión inmediata de un progreso que llevará trabajo, oportunidades de ingresos, vivienda, escuelas, computadoras e Internet, academia de música, servicios de salud, un centro de investigación en cerámica, una empresa de cerámica de alta temperatura, “una honguera para venderle hongos a WalMart […] que ya hemos apalabrado su participación”, invernaderos, muchos invernaderos para producir a gran escala de manera intensiva y no a nivel tan pequeño y precario, como ahora, en la unidad familiar. Modernidad, pues, desarrollo y progreso (¿alguien puede oponerse a esto?). Sin embargo, este afán por llevar el “progreso” tiene un rostro que no se muestra: el afán de inclusión social que es la ciudad rural (¡que mayor modernidad que la de “hacer ciudad”!) no mira al campesino como campesino en la polifonía de sus modos de vida, en la riqueza cultural que es local, en las posibilidades que de dignidad tiene la vida campesina. Reduce lo campesino al reconocimiento del campesino como productor agropecuario desgraciadamente inviable, fallido, por decir lo menos, ya sea porque “le tocó” un mal lugar para producir, sea porque no hay “ventajas comparativas” en su actividad económica de las cuales echar mano para insertarse en el mercado, o bien porque acaso se ha negado a la modernización y vive en el atraso. Considerado el campesino como productor inviable, lo que queda es su condición de pobre, un pobre necesitado de la política social que lo saque de la postración. Este marco de construcción y representación de la realidad que permea la política pública y que está presen- 102 Otoño - Invierno 2011 te en el imaginario social, es en parte producido y en parte productor del proceso acelerado de “descampesinización”, que ocurre en el país desde hace tres o cuatro décadas. En este proceso, los campesinos y las campesinas han dejado de ser importantes como productores. No sólo eso: dejaron de ser necesarios como sujetos sociales representativos en el pacto social que posibilitó durante varias décadas la modernización del país. Para el gobierno han dejado de ser importantes como “sostenedores” de la alimentación de los mexicanos, dejaron de ser significativos en la conformación de una cultura nacional y devinieron para los demás, para el resto de la sociedad, en pobres, solamente pobres. La “pobretización”, es decir, la clasificación de la persona como pobre antes que su reconocimiento como identidad social específica, es la cara complementaria de la descampesinización. Ninguneados en la multiplicidad de sus formas de vida, en la riqueza de sus estrategias de sobrevivencia, se los hundió como campesinos recrudeciendo formas desventajosas de inserción en los mercados de productos, de dinero y de trabajo (actualizando formas de la “ley de San Garabato”: compra caro y vende barato [Armando Bartra]); luego, se les dio la puntilla con el Tratado de Libre Comercio que los dejó desprotegidos y devenidos en productores fallidos que no “pueden competir” en un mercado abierto. Y, ahora, desde el olvido que los ha colocado al borde de la extinción como grupo social, viene el intento de salvamento a través de una política social que los ningunea en sus identidades locales específicas, y trata de incluirlos desde su condición socialmente producida de pobres. Se trata de formas de rescate y de reenganche en el imaginario del progreso. Ninguneados como campesinos, se les quiere “salvar” e integrar como pobres a los que hay que desarrollar, dar oportunidades (trabajo, educación y salud) para revertir su situación de precariedad, su exclusión de los procesos de modernización del país (¿alguien puede oponerse a esto?). Pero los cam- pesinos no han estado al margen: desde hace décadas las economías locales campesinas se están rearticulando a la economía regional, nacional y ahora a la economía global, de un modo, si se puede decir así, mucho más perverso y negador de su condición social campesina. Por un lado, desplazados de los mercados como productores son rearticulados a los circuitos económicos como consumidores: el afán es ahora su incorporación “salvaje” a los circuitos de consumo. Las comunidades campesinas son “nichos de mercado”: productos chatarra, materiales de construcción, bienes de consumo suntuarios: televisiones de plasma, sistemas de televisión de paga, aparatos de sonido; incorporación al mercado de dinero mediante servicios bancarios adecuados para los pobres, etc. Por otro lado, reducida la posibilidad de su incorporación en el mercado de trabajo, su destino sigue siendo destino de mano de obra explotada: ahora del “otro lado” como generadores de remesas. Asistimos a la multiplicación de economías locales en el país que sostienen su dinamismo, su progreso, con las remesas. El movimiento migratorio ni siquiera es éxodo a una tierra prometida, es fenómeno social de huida porque aquí como campesino ya no hay nada que hacer (12 millones de mexicanos allá, ocho millones más de descendientes directos de esos mexicanos). Y entonces, como dice atinadamente Jean Robert, pareciera haber menos pobreza, pero hay más miseria. En esas estamos. Más allá de las buenas intenciones, de las salvedades y candados que se le quieran poner para que no se “malogre” (como prometer, para alejar el fantasma del consumismo, que “no habrá oxxo”… aunque el oxxo ya está en San Miguel, apenas pasando la últimas curvas hacia los llanos de Libres ¡faltaba más!) el proyecto de la ciudad rural es uno de los modos que configuran el proceso actual de descampesinización que ocurre en el país; de modo natural, en tanto no se erige como expresión de resistencia social frente a las fuerzas que operan en su desaparición como campesinos y no se ordena operativamente en este sentido, la ciudad rural de San Miguel no resultará algo más que lo que puede resultar: otra vuelta de tuerca en el proceso que ya se vive no sólo en San Miguel sino en las comunidades del interior de Zautla y de los municipios aledaños. Porque ¿puede sostener el proyecto de ciudad rural la vida campesina en sus inagotables modos y posibilidades como modo de vida bueno y posible? No. No puede hacerlo. La ciudad rural en San Miguel no alimentará la actualización de modos de vida propios, porque no sabe mirar lo campesino ni lo artesano en sus modos de vida locales como modos posibles y viables si se trabaja en su actualización, sino como problema de pobreza y de déficit de atención a resolver. La ciudad rural no abonará en posibilidades de defensa y actualización de las estrategias de sobrevivencia en la relación con la naturaleza, porque está más interesada en los modos de concentración y de urbanización necesarios para hacer más eficiente el acceso al desarrollo en forma de servicios; tampoco ha de promover el esfuerzo familiar y comunitario para lograr niveles crecientes de seguridad alimentaria, porque lo que propone es concentrar población para dar opciones de ingreso monetario en donde sí puede haberlo, que no es la agricultura familiar de autosubsistencia (una empresa de cerámica de alta temperatura, una honguera para vender a Wal-Mart, producción intensiva en invernaderos). Según se ha presentado públicamente la ciudad rural para San Miguel –como espacio de concentración de la población que permitirá dar a ésta servicios educativos, de salud, vivienda, etc, ofrecer opciones de empleo mediante la instalación de una (suponemos que más de una) empresa alfarera, impulsar la producción de hongos para el mercado nacional– atenta contra San Miguel como pueblo y patrimonio histórico alfarero campesino. A corto plazo, la concentración de la población, la introducción de empresas de cerámica y la producción agrícola intensiva generarán controversia por los escasos recursos naturales y significarán una presión en un ecosistema frágil: algunas de las mejores tierras agrícolas se disputarán para la construcción de viviendas, habrá disputa por los bancos de barro, por el agua y el bosque. La llegada de población sin opciones productivas claras y con el riesgo de que el Estado no pueda sostener el ritmo de inversión que se requiere, puede generar desequilibrios en las dinámicas de vida local y deteriorar los modos de convivialidad comunitarios y significará una presión sobre las formas de organización y comunicación comunitarias, indispensables para la supervivencia rural. Desde finales de la década de los ochenta el proceso de reconversión de los productores agrícolas hacia actividades no agropecuarias en la región de Zautla, específicamente en pueblos alfareros como San Miguel, se dio mediante programas del gobierno federal y estatal y la intervención de organizaciones de la sociedad civil que auspiciaron y apoyaron financieramente la actividad alfarera, generando una reducción de la actividad agrícola de subsistencia. A la larga se ha generado una situación de dependencia de la población hacia el mercado urbano, sobre todo para la alimentación y la adquisición de bienes, en las condiciones de un mercado alfarero frágil que se ve amenazado por la introducción indiscriminada de productos importados, particularmente de China. La pervivencia de las unidades familiares de producción alfarera y la reproducción de la vida comunitaria han sido posibles por la capacidad y el esfuerzo de los productores para poner en juego estrategias en su relación con los mercados de bienes utilitarios, extendiendo su presencia hacia muchos lugares del país; estrategias para recomponer niveles de seguridad alimentaria, como los tianguis en los que se da el intercambio directo con productores de básicos en la misma región en los mercados locales; estrategias de sobrevivencia como la ida hacia el otro lado, para que los suyos puedan “estar mejor”. En estas condiciones, la ciudad rural no abona en la vida campesina alfarera ni en las personas, ni a nivel familiar y comunitario. La propuesta no es intento de traer al presente lo propio, lo construido durante cientos de años, para proyectar al futuro modos de identidad como campesinos, como artesanos y como pueblos nahuas, porque el reconocimiento de identidad en la que se basa el proyecto está limitado al reconocimiento del otro en su condición de ser pobre, carente de…, rezagado en su incorporación al desarrollo. Por eso, como señala la secretaria de la sedeso, Myriam Arabian, “…se seguirá educando, capacitando y perfeccionando las habilidades de los habitantes”. ¿Cómo esta expresión de la política pública del nuevo gobierno del Estado considera a los campesinos y campesinas?: como “habitantes” pobres, antes que campesinos; son ellos, “habitantes” carentes de educación y de capacitación para insertarse en la modernidad, antes que sabidurías de vida que saben sobrevivir en las condiciones más difíciles. La ciudad rural no significará preservación de la naturaleza y promoción del uso sustentable de los recursos naturales; no va a defender la matriz civilizatoria de lo campesino en la relación con la naturaleza y en los modos de convivialidad basados en la reciprocidad; no generará más comunalidad, una comunalidad actualizada a partir de los usos y costumbres y de aquello que signifique más humanidad, porque va a transformar necesariamente las relaciones sociales con el proceso de urbanización; no podrá reivindicar para los jóvenes, los hijos y las hijas de los campesinos, posibilidades de dignidad como campesinos, apoyando y alimentando una relación con la naturaleza que permita producción de vida digna, mediante una exquisita combinación de lo propio histórico con la incorporación de elementos de “la última modernidad”, porque su apuesta es de modernidad y desarrollo: oportunidades de otro modo de vida para los jóvenes que no sea el modo de vida de “la pobreza campesina”, en donde lo campesino no sólo aparece como sinónimo de pobreza, sino en donde el concepto clasificatorio de “pobreza” termina por diluir lo campesino, cargándose en esa operación ordenadora de la realidad modos de vida, cultura e historia. 103 Insistimos: el proyecto de la ciudad rural no considera a sostener lo campesino/artesano como modo de vida viable, porque no considera a los campesinos como campesinos, ni a los alfareros como productores sino ante todo como pobres, como ciudadanos pobres, a quienes “…hay que ofrecer soluciones para viejos problemas como el rezago y la pobreza”, como señala el gobernador del estado. A los campesinos y campesinas hoy todo les juega en contra: el sistema económico (en donde no son necesarios como productores), la política pública (que no los estima como campesinos sino como pobres simplemente, o ciudadanos pobres en el mejor de los casos) y una parte significativa de la sociedad (¿no es que los alimentos vienen del supermercado y del campo las muchachas del servicio doméstico y los “chalanes” de albañil?). Los campesinos son tema del pasado, rémora de un país agrario que ya no existe. Para salir de la pobreza, que es la condición de vida en la que se les reconoce, hay que dotarlos de todos aquellos satisfactores a los que tienen derecho como ciudadanos y lograr el desarrollo (¿alguien puede negarse a esto?) Y para hacer lo anterior de manera eficiente hay que congregarlos, agruparlos y vencer las tendencias a la dispersión construyendo centros urbanos en donde se concentren los servicios que los hacen menos pobres: vivienda, energía, drenaje, Internet, tiendas, servicios modernos de salud, trabajo, diversión (¿una escuela de música?, ¿quizá cines y una tienda de renta de videos, juegos electrónicos más actualizados, una tienda para esto y, por supuesto, las agencias de telefonía celular necesarias?) La tentación de la investidura como portadora del desarrollo y del progreso: el ninguneo del otro El anuncio es el siguiente: es esto o es nada. Lo otro no cabe. Si fallamos aquí mal asunto, porque aquí se juega la posibilidad de muchas más ciudades rurales, han dicho los que presentan el proyecto en sus visitas a Zautla para “consultar” y promover la participación. Nuestro proyecto es ambicioso, parecen decir: ¡llenemos a Puebla campesina del progreso de la ciudad rural! Habrá ciudad rural en San Miguel Tenextatiloyan. No es pregunta, es afirmación, programa de un gobierno incluyente. A pesar de la disposición manifestada públicamente de consultar y promover la participación, la posibilidad de suspender realmente, por un momento, la palabra propia y la acción enjundiosa que quiere y que tiene prisa de llevar el progreso, para escuchar no sólo a los afectados directos, sino para escucharse y preguntarse si esto que se hace es un proyecto de bondad que parte del reconocimiento del otro como persona capaz de conversar, construir su propio futuro deseado y decidir, no parece estar presente. Porque nos dirán que no es un asunto ético, tampoco cultural, ni siquiera político; es simplemente un asunto de planificación del desarrollo, de uso de una razón técnica instrumental 104 Otoño - Invierno 2011 eficiente y eficaz que resuelve la pobreza. Progreso pues, si no ¿cómo avanzar? Progreso contra atraso. Razón contra costumbre. He allí el asunto en los modos de intervenir para transformar la realidad. Como sociedad hemos anulado la vida campesina en las imágenes de desarrollo y de progreso con las que habitamos la idea de nación. Aplicando una idea de Judith Butler para explicar la producción de las vidas campesinas como vidas no vividas, decimos que lo que sucede es que “si ciertas vidas no se califican como vidas o, desde el principio no son concebidas como vidas dentro de ciertos marcos epistemológicos, tales vidas nunca se considerarán vividas ni perdidas en el sentido pleno de ambas palabras”. A menos que hagamos una construcción de esas vidas de otro modo. Y hay un poco de esto. En el imaginario social actual del progreso y del desarrollo los campesinos y campesinas aparecen despojados de su diferencialidad, de lo ligado a sus contextos y a sus formas específicas de vida, su bios, diría G. Agamben, para ser construidos como zoe, como vidas en su generalidad, que se encuentran en condición precaria, para así decidir “proteger esa vida o asegurar las condiciones para su persistencia y prosperidad” (como afirmaría Butler respecto de las vidas que son construidas socialmente como vidas precarias). Es, sin duda, una lectura arbitraria de Butler y de Agamben, pero nos sirve de pretexto para mostrar imágenes que parecen potentes y explicar lo que constatamos y vivimos en nuestra relación con las y los campesinos e indígenas de la región y de otras regiones del país. Ninguneados y olvidados como campesinos, reconstruidos como pobres en el imaginario social predominante y en la política pública, los campesinos intentan sobrevivir como saben hacerlo, como lo han hecho siempre: desplegando estrategias de sobrevivencia física, social y cultural. No otra cosa sino la expresión de esta capacidad social de ninguneo, que es de olvido, es lo que vemos en el proyecto de ciudad rural de San Miguel, que tiene pretensiones de política pública para las zonas rurales campesinas en el estado de Puebla. No ponemos en duda las intenciones y la asunción de responsabilidad política que, en cuanto a abatir la pobreza hace el gobierno del Estado al configurar el proyecto de ciudad rural, como instalación ejemplar que dará lugar a la réplica en otras regiones de Puebla. No es nuestro afán, ni mucho menos. Pero no vamos a ignorar qué pasa y dejar de señalar desde una mirada que va más allá de las buenas intenciones lo que sostenemos: la ciudad rural es expresión de un proceso de descampesinización acelerada, que está inscrito en nuevos modos de subordinación del trabajo campesino al capital, en donde los campesinos han dejado de ser importantes y necesarios como productores agropecuarios (nada más hasta que sean necesarios otra vez). No se puede separar la aplicación del proyecto de ciudad rural del contexto en el que se produce, porque es un proceso que rebasa su aplicación específica en un territorio determinado: no basta con decir “aquí será diferente” y “no se parece a lo de allá”, teniendo a Chiapas como referencia, para que el proyecto sea otra cosa que lo único que puede ser: contribución a ese proceso cada vez más acelerado de desaparición de los campesinos como grupo social. Y tampoco podemos dejar de notar, ni mucho menos dejar de señalar con claridad, las condiciones en las que se está dando la aplicación del proyecto, que no son sino condiciones de aplicación derivadas del ninguneo y del olvido de la existencia campesina; y, lo más grave, son condiciones que muestran la repetición de formas manidas y desgastadas de relación entre ciudadanía y poder público. En el proyecto de ciudad rural de San Miguel existe –tanto en la forma de concebirlo, en la manera de anunciarlo, en los modos de buscar ganar simpatía hacia él, por no decir de venderlo, como en los mecanismos para impulsarlo– un modo de actuar marcado por la soberbia y la arrogancia, como resultado de una modalidad de hacer las cosas que es de negación y olvido del campesino como campesino, y una forma de actuar que privilegia consideraciones de eficacia y eficiencia. Se da por hecho que el proyecto es bueno porque ha sido calculado con técnica y razón; se presupone que no es necesario presentar el proyecto de manera completa y exhaustiva porque su dominio requiere de saberes especializados que no están al alcance de todos; se considera que lo que hay que mostrar es lo mostrable, aquello que suponga la aceptación de la propuesta –como las palabras de Esteban Moctezuma, de Fundación Azteca, en el acto realizado en San Miguel para presentar el proyecto; no tienen desperdicio: ¡que palabras más “animosas y tiernas”, dirigidas convincentemente a un público al que se presupone que hay que hablarle así, con sencillez, para que entienda!– porque explicado así, quién se va a negar a los servicios, a las oportunidades de ingreso, a la vivienda, a las escuelas para los hijos y las hijas. Se da por hecho que el proyecto es lo que se necesita para resolver el problema de la pobreza, porque es resultado de la aplicación de un saber especializado que sí sabe de erradicación de la pobreza. Decidido el proyecto de la ciudad rural (¿quién lo decidió?, ¿con arreglo a qué facultades para definir la vida buena que los demás deben preferir, lo hizo?, ¿por qué se decidió así, allí, por ejemplo?, ¿cómo se decidió?), su aplicación ocurre como intervención en la realidad para adecuar los procesos comunitarios, la vida local, o al menos una parte de ella, a la lógica de implementación necesaria para que el proyecto resulte: no sólo consentimiento activo de los afectados, sino alineación de los actores locales y de su dinámica de relaciones para hacerlo posible. No puede haber construcción colectiva de lo que ya está elaborado, tampoco es posible generar procesos de reflexión y producción compartida de conversaciones para imaginar futuros deseados; lo que queda, lo que se está dando es la presentación de un futuro, la ciudad rural, como futuro que hay que desear. Así, luego de los actos protocolarios de consulta en los que se presentan autoridades de gobierno, se comisiona a “cuadros” técnicos con nula capacidad de decisión y un conocimiento parcial del proyecto, muchos de ellos animosos y dispuestos jóvenes denominados “enlaces”, para que expliquen la bondad del proyecto y sus ventajas, para que hagan la “consulta” en las comunidades e informen a sus superiores, para que ellos informen que ya informaron, que ya consultaron, que no se ha dejado de informar a la población (y enumeren las reuniones, las asambleas comunitarias, las consultas públicas realizadas para afirmar con certeza que ha sido un proceso participativo). En esto estamos ahora. En lo que está sucediendo hay una triste continuidad; lo de siempre: proclividad a la desinformación; control del proyecto por pocas personas, los técnicos especializados y de alguna manera algunos cuadros políticos; desconocimiento generalizado de lo que se va hacer, de lo que sigue; repetición de lo mismo en los modos de “consultar” y de promover la participación ciudadana. Son los modos de siempre al diseñar, gestionar y administrar la política pública. Porque, además, a nivel local la aplicación del proyecto está marcada por un estilo que asoma como autoritario por parte del presidente municipal. Hay descontento porque hay desconcierto acerca de lo que está pasando y por los modos y estilos de gobernar. El desconcierto reaviva diferencias históricas entre San Miguel y las comunidades del interior, la cabecera municipal incluida. ¿Cuánto importa esto en la estrategia de aplicación del proyecto? La Presidencia municipal ya ha hecho uso de la fuerza pública ante quienes protestan y cuestionan, lo que es inédito en Zautla, al menos desde hace treinta años. No hay claridad del proyecto y se actúa desde el afán de control, promoviendo a personas afines en los cargos comunitarios. Esto ha generado el conflicto actual. Lo otro: las posibilidades de la sensatez, pero también de la resistencia social ¿De qué lado queda la sensatez como valor político, como ejercicio de responsabilidad en la arena de lo público? Probablemente nada va a cambiar en la implementación del proyecto, pero no podemos dejar de hacer la reflexión, además de fijar con claridad nuestra apuesta como personas que han acompañado a otras y a colectivos en sus sueños y afanes por lograr una vida digna en las comunidades de Zautla: no se está mostrando sensatez en la actuación de los funcionarios públicos y la autoridad municipal. Esto hay que decirlo. Porque esto se está haciendo mal. Más allá de querer resolver el rezago y la pobreza en la zona, esto se está haciendo mal porque se ha decidido, hasta hoy sin ninguna explicación, un proyecto que va a lastimar de manera fuerte la vida campesina de Zautla y de municipios aledaños, pero además porque no se ha mostrado capacidad de escucha. Porque escuchar no es lo que se ha hecho. Han ido, están yendo a las comunidades del municipio a decir qué se ha decidido, qué se va a hacer y, si acaso, se va a oír y saber qué estrategias de alineación utilizar. 105 Fotografía: Morguefile.com ¿Qué defendemos quienes nos oponemos a la ciudad rural en San Miguel y en cualquier otro lado? . Defendemos la posibilidad de un país en donde los campesinos y las campesinas en sus inabarcables y plurales modos de vida tengan lugar con posibilidades de vida digna y buena Defendemos un país que privilegie a sus productores campesinos en una estrategia clara de seguridad y soberanía alimentaria a nivel local, regional y nacional Defendemos un país en donde la vida campesina, incluyendo su expresión en el trabajo artesanal sea reivindicación de modos sustentables de relación con la naturaleza Defendemos un país donde la vida campesina (y alfarera) no sea castigo, mala suerte o destino triste; un país sin pobreza, en donde los campesinos no sean orillados y expulsados de sus comunidades por el hambre, la miseria y la falta de oportunidades Defendemos un país que reconoce la diversidad de culturas locales, que las estimula e impulsa como formas de vida buena. . . . . Consideramos que desde esta representación imaginaria del país –en la que los campesinos y campesinas tienen un lugar no sólo como ciudadanos, sino ante todo como mexicanos que contribuyen activamente para alcanzar una sociedad justa, democrática y sustentable– es posible definir políticas públicas que den lugar a programas de gobierno en los niveles local, regional y nacional, así como a la participación de la sociedad civil organizada, para luchar por modos de vida buenos como sociedad, que los incluya. Porque más allá de ser un asunto de justicia, la participación de los campesinos en las vida social (económica, política, cultural) es necesaria e indispensable en la construcción del 106 Otoño - Invierno 2011 futuro de la humanidad. Estamos ante un cambio de época, en las puertas de una crisis civilizatoria y, como sostiene atinadamente Víctor Manuel Toledo, hoy el futuro de la humanidad no se juega en las luchas entre izquierdas y derechas, entre pobres y ricos, entre buenos y malos, sino entre aquellos que reconocen que es urgente cambiar las relaciones que como humanidad sostenemos con la naturaleza, y aquellos que no lo ven, que quieren seguir impulsando la imagen actual del desarrollo como modo de vida buena. Y en ese cambio de época, en esta crisis, la matriz civilizatoria campesina fundacional de humanidad es, en sus modos múltiples de relación con la naturaleza y de relaciones de comunalidad, una matriz necesaria para sostener las posibilidades de vida en el planeta. Sostenemos que son posibles otros modos de resolver los problemas del rezago social y de la pobreza; otros modos que no son negación y olvido de lo campesino. Y estamos convencidos de que en el establecimiento de estos otros modos está la exigencia que los campesinos y campesinas, los y las indígenas, nos están haciendo a toda la sociedad de reconocerlos como sujetos sociales con capacidad de decir, de actuar, de contar, de prometer y comprometerse, a partir de sus propios proyectos personales y colectivos de vida buena. Esta exigencia está cobrando forma en los procesos de resistencia social que en el país impulsan de muchos modos y en diferentes niveles, los campesinos y los indígenas. Nosotros queremos ser parte de esa resistencia, abonar en los intentos de prefigurar otros modos de vida que no supongan la negación social de su condición de sujetos, y luchar juntos por un país en que quepamos todos y todas. Zautla, Puebla, mayo de 2011 Fotografía: Morguefile.com Comunicado a la opinión pública, 21 de julio de 2011, Guanajuato, Gto. Serranos como nos dicen, rancheros ejidatarios, viejos revolucionarios, dignos por donde le aticen, no nos gusta que nos pisen, somos de esa gente impuesta al comal y a lo que tuesta la lumbre de buena leña. Si quieren el santo y seña: nos gustan los días de fiesta, sones para zapatear, y no nos piquen la cresta porque les puede pesar. El pasado 22 de junio, con motivo de la presentación del 39 Festival Internacional Cervantino (fic), y ante el cuestionamiento de la corresponsal de la revista Proceso acerca del porqué en las últimas tres ediciones Los Leones de la Sierra de Xichú no hemos participado, tanto la directora de dicho Festival, Lidia Camacho, como Juan Alcocer, titular del Instituto Estatal de la Cultura de Guanajuato, declararon que nuestra ausencia se debe a que no hemos respondido a las convocatorias ni nos hemos inscrito en las audiciones previas que se realizan. Asimismo, todavía el miércoles 30 de junio, este último funcionario en un desayuno con reporteros, aquí en la capital del estado, volvió a rechazar que estemos siendo objeto de algún bloqueo o censura, y según el relato de una nota periodística afirmó lo siguiente: “Se publicó una convocatoria, quienes respondieron a ella presentaron un proyecto y fueron aceptados. Así de fácil… […] No hay que pensar mal respecto a este asunto, porque no existen otros motivos, simple y sencillamente ese grupo no respondió a la convocatoria”. Debido a que dichas declaraciones tanto de Lidia Camacho como de Juan Alcocer son falsas, por respeto a la tradición que representamos y a las personas que la aprecian y sustentan, hemos considerado necesario dar a conocer una serie de hechos concretos y comprobados, 107 los cuales demuestran que la fiesta de la palabra y la memoria que tuvo lugar en la Alhóndiga a lo largo de 16 años, gracias a la energía ancestral del Huapango Arribeño y de la poesía decimal trovada e improvisada, en realidad fue cancelada por razones de índole política y como un acto de censura en el que no sólo intervino el director del Instituto Estatal de la Cultura, sino funcionarios del primer círculo del gobernador Juan Manuel Oliva. Y por sus dichos, observamos que a ese atentado contra la libertad de expresión ahora también se ha sumado la directora del fic, Lidia Camacho. Las personas que para bien o para mal, en los 30 años que llevo ejerciendo mi destino huapanguero, se han interesado en nuestro trabajo tendrán su propia y muy respetable opinión sobre lo que hacemos, pero en lo que a mi respecta y ateniéndome a los hechos, nunca he sido un trovador o un juglar cortesano y palaciego, y para mantener nuestro diálogo con la gente que nos aprecia tampoco hemos dependido de los espacios institucionales ni de los funcionarios de la cultura. Porque con todo y que desde hace muchos años se han diversificado los foros y espacios, nuestro oficio artístico sigue permanentemente vinculado a las topadas, a las fiestas de toda índole, y siempre hemos afirmado que no son los viajes al extranjero ni los grandes festivales lo que nos da razón de ser como artistas, sino nuestro desempeño ordinario y cotidiano en el universo natural de la tradición. Tampoco nos ha gustado hablar de más, y aun sabiendo –porque no somos ingenuos– cuál fue la causa real por la que se terminaron para nosotros las invitaciones para tocar en la Alhóndiga, habíamos decidido no hacer ningún pronunciamiento al respecto, pero ante las mentiras que recientemente se han divulgado es necesario que la opinión pública conozca la verdad de las cosas. En público y en privado hemos valorado y reconocido que la participación en el fic, y en el espacio de la Alhóndiga en particular, se constituyó en una oportunidad privilegiada que nos permitió darle pabilo a la creatividad y 108 Otoño - Invierno 2011 poder tener invitados de primer nivel. Siempre fue muy estimulante el encuentro con ese público tan popular y tan exigente que cada año nos acompañaba. Desde 1992 (con excepción del año 2000) y hasta el 2008, realizamos 16 producciones especiales. Enuncio a continuación el nombre de las mismas: 1992: “Fiestas y quebrantos” 1993: “Devociones, amores, híbridos y agravios” 1994: “Lo que sea, que suene el Son” 1995: “La Sierra Gorda que canta” 1996: “Umbrales” 1997: “Son porque Son” 1998: “Tradición y destino” 1999: “Por los tiempos que vendrán” 2001: “Tierra donde nací” 2002: “Por las mujeres” 2003: “Soy página de Internet y memoria de mis viejos” 2004: “Con Cuba México y punto” 2005: “Dos tradiciones distintas y un solo son verdadero” 2006: “Latinoamérica es una” 2007: “Como México sí hay dos” 2008: “Del rock a la palabra y de la palabra al son”. Durante esos dieciséis años tuvimos como invitados a exponentes emblemáticos de la música tradicional mexicana como don Juan Reynoso, Los Camperos de Valles, Tata Gervasio, La Negra Graciana, Mono Blanco, Bola Suriana, también a guitarristas prodigiosos como Cleofás Villegas, Manuel Guarneros, Delfor Sombra, Joaquín Pantoja, Felipe Souza y Jorge García; también pisaron la Alhóndiga mujeres excepcionales como Hebe Rosell, Nina Galindo, Lily Tamayo, Alicia Flores, Lourdes Pérez. También fue posible que llegaran a ese espacio algunos de los más virtuosos payadores e improvisadores iberoamericanos como el cubano Alexis Díaz Pimienta, el uruguayo José Curbelo y los puertorriqueños Roberto Silva, Isidro Fernández y Casiano Betancourt junto con la orquesta Mapeyé. Y por supuesto, también en varios momentos estuvo presente la fuerza de hondas tradiciones serranas como la de las mojigangas del Valle del Maíz, las danzas concheras y chichimecas, o la voz, la palabra y el talento de nuestros más legendarios patriarcas de la música y la poesía campesina como don Francisco Berrones, don Antonio García o don Chebo Mendez. Igualmente, en las últimas ediciones diseñamos espectáculos donde nuestra tradición dialogó con la obra de artistas como Óscar Chávez, Guillermo Briseño o Jaime López. Han dicho los funcionarios mencionados que en los últimos tres años “no hemos respondido a la convocatoria”. No nos queda duda que mienten para ocultar el trasfondo de este asunto, pues durante los 16 años el mecanismo para participar en ese foro siempre fue el siguiente: en los primeros meses del año recibíamos un oficio invitándonos ex profeso a participar en la Alhóndiga, y entonces nosotros nos disponíamos a elaborar un proyecto que en el transcurso de las siguientes semanas íbamos consensando presupuestalmente con el Instituto Estatal de la Cultura, bajo la premisa compartida con ellos y con el fic de propiciar en cada nueva edición un espectáculo de calidad artística, y por nuestra parte siempre tratando de demostrar que: La música de la sierra no es cualesquier “musiquita”, es corazón que palpita, voz profunda de la tierra, es alarido de guerra y demostración de brío, es caricia, sol de estío, raíz –y a veces cartucho– que vive desde hace mucho en perenne desafío. Los respectivos funcionarios culturales de esos años, tanto del estado como de la federación, saben bien que nosotros nunca hicimos cabildeo alguno para que se nos incluyera en la programación. Nunca hemos tenido manager, ni jamás ha sido nuestro estilo ni nuestra práctica andar ofreciéndonos para que nos incluyan en ese u otros foros. Tenemos muy clara la naturaleza de la tradición que ejercemos así como los espacios naturales y comunitarios a los que nos debemos. Pero además, ¿no es un gesto de absoluta ignorancia insinuar que si revivieran nuestros poetas-patriarcas, como don Francisco Berrones o don Antonio García, tendríamos que llevarlos a hacer casting para que pudieran volver a pisar la Alhóndiga?, ¿y en qué cabeza cabe que tendrían que haber hecho fila Óscar Chávez, Jaime López o Guillermo Briseño de modo que los burócratas se convencieran de que merecían estar en ese foro? Si durante 16 años estuvimos presentes fue porque, además de los valores intrínsecos de nuestra tradición, seguramente había entonces funcionarios que aunque quizá no compartieran nuestras opiniones sobre algunos temas sociales, tenían la inteligencia y sensibilidad suficientes para comprender que lo que acontecía anualmente en la Alhóndiga no era estrictamente un concierto “exitoso” de Los Leones de la Sierra, sino un ritual colectivo alimentado de la savia musical y poética del México más profundo y entrañable. Por todo lo anterior, el argumento esgrimido por Juan Alcocer y Lidia Camacho de que no hemos respondido a las convocatorias en los últimos tres años es absolutamente falso, pues desde hace tres años ni invitaciones ni convocatorias han existido para nosotros. Desde principios del gobierno de Juan Manuel Oliva comenzamos a percibir la hostilidad hacia nuestro trabajo. Podemos afirmar, por ejemplo, que una de las primeras crisis que enfrentó Juan Alcocer, recién estrenado en sus funciones, tuvo lugar cuando Juana de la Cruz Martínez Andrade, coordinadora general de Comunicación Social del gobierno del estado, lo reprendió enérgicamente a las pocas horas de nuestro concierto de octubre de 2006. Ahora bien, es cierto que ya en este sexenio realizamos todavía tres producciones, sin embargo el espectáculo del año 2006, “Latinoamérica es una”, en realidad fue posible porque ya lo había dejado programado la administración anterior del Instituto. Asimismo, y a partir de datos confirmados con funcionarios de entonces, podemos aseverar que las siguientes dos invitaciones (la de 2007, en la que compartimos escenario con Óscar Chávez, así como la de 2008, en que tuvimos como invitados a Jaime López y Guillermo Briseño) fueron sostenidas desde la oficinas centrales del fic, no sin pocas dificultades con quienes aquí en Guanajuato, desde el comienzo del sexenio buscaban la manera de que quedáramos fuera de la programación. En esos tres últimos casos, aunque el Instituto Estatal de la Cultura nos giró el oficio –porque ellos ineludiblemente tenían que ser el enlace operativo– en el mismo se nos indicaba que la decisión de participar había sido tomada por un “comité consultivo interinstitucional”. El 23 de octubre de 2008 fue nuestro último concierto en la Alhóndiga. En esa ocasión, acompañados por los rocanroleros Guillermo Briseño y Jaime López, y recurriendo a recursos multimedia, además de muchas otras temáticas, abordamos en algunas trovas las terribles realidades del país (el tráfico de influencias de Mouriño, la tentativa de privatizar el petróleo, la escalada del narcotráfico y del crimen organizado, entre otros temas) y al momento de las tradicionales calaveras, cuando llegó otra vez el turno de las rimas alusivas a Juan Manuel Oliva, el público le lanzó, por tercer año consecutivo, una rechifla generalizada (igual que las hubo en su momento para Medina Plascencia, Martín Huerta, Romero Hicks, Salinas, Zedillo, Fox, etc.). Una reportera recogió esa noche una expresión de Guillermo Briseño, quien proféticamente señaló que en el transcurso del espectáculo sentía que en cualquier momento nos iban a bajar el switch. Coincidentemente, a partir de aquella primera reprimenda a Juan Alcocer y sobre todo después de ese último concierto nuestro (en el que seguramente “les colmamos el plato”) y hasta hoy, no sólo fuimos desapareciendo de las programaciones habituales que el Instituto Estatal de la Cultura genera a través de su Dirección de Difusión Artística, sino que igualmente, en los últimos cinco años se cuentan con los dedos las ocasiones en las que los funcionarios de esa institución han otorgado apoyo a clubes de paisanos emigrados en eua o a quienes en el estado les solicitan financiar algún concierto nuestro en sus festividades. Tenemos confirmado que hay un argumento con tufo lópezportillista que durante estos años ha prevalecido: “dicen que no nos contratan porque si queremos hablar mal del gobierno pues que lo hagamos, pero en espacios en que no nos paguen con dinero del que manejan las instituciones...”. En esa afirmación y paranoia asoma no sólo la intolerancia, sino otra vez más la ignorancia, pues en la tradición milenaria de la que provenimos, los poetas y juglares siempre han sido cronistas del devenir histórico y críticos de quienes ejercen el poder para que no se endiosen y para que no se les olvide cumplir lo que le prometen a la gente que los encumbra. Pero además, quienes en verdad conocen la obra de Los Leones de la Sierra saben que las temáticas de nuestras composiciones abrevan en la multiplicidad de dimensiones que tiene la vida y que nuestra propuesta artística de ninguna manera se reduce a los contenidos que critican y cuestionan a los gobernantes, a los partidos políticos o a los poderes fácticos. Pero que nadie se llame a engaño: ni nos estamos victimizando, ni le estamos mandando copia de este relato a la cndh, ni estamos pretendiendo afirmar que somos perseguidos políticos. Entendemos en su justa dimensión lo que acontece, y tampoco es la primera ocasión en las tres décadas que llevamos en el destino huapanguero que vivimos este tipo de situaciones, ni somos los únicos. En distintos momentos y contextos hemos conocido bloqueos, asedios caciquiles, malhumores, difamación y guerra sucia de alcaldes y políticos pueblerinos de prácticamente todos los partidos. ** * Algunas situaciones al principio hasta nos han parecido bromas, pero para sorpresa nuestra no ha sido así, como el año pasado, cuando en el contexto de una invitación para tocar en la ciudad de Irapuato, con motivo de las fiestas del Bicentenario, llegó a mi correo una comunicación firmada por la maestra Felícitas Méndez Mata, quien en ese momento fungía como secretaria técnica de la comisión municipal de esos 109 festejos, y posteriormente también pude saber que había sido diputada local suplente –y algunos meses propietaria– por el Partido Acción Nacional en el periodo 2006-2009. Decía su correo: ESTIMADO SEÑOR GUILLERMO: POR ESTE MEDIO ME DIRIJO A USTED PARA COMENTARLE QUE TENGO ENTENDIDO QUE USTED EN SUS PRESENTACIONES TRAE ALGUNA CANCIÓN QUE DESPRESTIGIA LA LABOR DE NUESTRO PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA FELIPE CALDERÓN, POR LO TANTO LE PIDO DE FAVOR QUE LA EXCLUYA ESA Y ALGUNAS OTRAS QUE PUEDAN OFENDER A NUESTRO GOBIERNO TANTO MUNICIPAL, ESTATAL Y FEDERAL ESTO SERÍA PARA LA PRESENTACIÓN QUE TENDREMOS EN IRAPUATO EL DIA 30 DE JULIO DEL ACTUAL. POR SUS ATENCIONES LE AGRADEZCO Y MIL GRACIAS. FELÍCITAS MÉNDEZ MATA ** * De inmediato hubo una enérgica respuesta nuestra y todo concluyó con un correo en el que las autoridades de cultura de Irapuato se deslindaban puntualmente de los dichos de la maestra Felícitas. Otra “perla” digna de la columna “Por mi madre bohemios” del tan querido Carlos Monsiváis es lo que sucedió en la cabecera municipal de Xichú el 4 de agosto del año pasado: invitado a tocar en la plaza por un comité de la comunidad con motivo del “día del párroco”, minutos antes de comenzar el señor cura me buscó en el escenario para decirme que “coincidentemente” el señor gobernador estaba de visita y lo habían invitado a la fiesta a comer junto con toda la feligresía, y debido a que el alcalde y él mismo aprovecharían para solicitarle ciertas obras, me pedía evitara en mi canto cosas que pudieran incomodarlo. Fue preciso contestarle, cortés, pero con firmeza, que yo como trovador no aceptaba que nadie por ningún motivo me censurara, que así como su ministerio merecía respeto, lo mismo pedía para el mío –que es el de la palabra– y que la decisión de qué trovar me correspondía exclusivamente a mí. Luego de oír mi respuesta observé cómo se dirigió en seguida a dialogar con una persona del equipo de logística del gobernador que ya lo esperaba a pocos metros, y más tarde pude saber que los enviados del gobierno del estado desde un día antes habían platicado este asunto con el párroco, y condicionaron la presencia de Juan Manuel Oliva en la plaza a que yo no cantara nada que eventualmente pudiera hacerlo sentir mal. Hilé fino esa tarde y no dudo que en los archivos del cisen y en la memoria del gobernador algún recuerdo perviva de los versos que trové. Pero para concluir, y en referencia al asunto central que nos ocupa, quiero terminar diciendo que convocamos a esta conferencia de prensa para ejercer nuestro derecho de réplica y para dejar muy claro que si bien el fic y el Instituto Estatal de la Cultura de Guanajuato están en libertad de invitar o excluir de sus programaciones a quien ellos quieran, a lo que no tienen derecho es a mentir, ni por salir del paso, ni por desdén, ni por quedar bien con el gobernador en turno, ni por ninguna razón. Al público que por 16 años nos acompañó en la Alhóndiga le agradecemos su generosidad y cariño, y a quienes por sus filias y fobias políticas terminaron con el tradicional ritual colectivo que ahí sucedía y ahora nos emplazan engreídos a rastrear y bajar de Internet sus convocatorias para que haga casting nuestra tradición milenaria (que, por cierto, no se reduce a la propuesta de Los Leones de la Sierra) deben saber que no nos quita el sueño ver bloqueado el acceso a su programación, aun cuando los espacios institucionales que controlan, se sostienen y existen gracias al dinero público. “600 artistas guanajuatenses participarán en el fic, todos de primera calidad –presumió en otra parte de su declaración Juan Alcocer– como la Orquesta Sinfónica de la Universidad y el Ballet Folclórico…”. Al respecto, y a propósito de esos “criterios de 110 Otoño - Invierno 2011 calidad” que suelen determinar “el visto bueno” de los “altos funcionarios de la cultura”, nosotros orgullosos estamos de que en nuestro “currículum” predomine haber tocado en La Biznaga, El Capadero, La Gotera, El Devisadero, Mangas Cuatas y cientos de comunidades y pueblos de nuestro país que hemos pisado en los últimos 30 años. Y es que si bien también hemos estado en Londres, Nueva York, Berlín, París, Lisboa, Caracas o Nairobi, eso no nos significa más que haber tocado y seguir haciéndolo con la misma entrega y dignidad en bautizos o bodas humildes en Las Negritas, Las Enramadas, El Revolcadero, o La Mesa del Tigre. Al contrario de la mentalidad que suele prevalecer en las instituciones, a nosotros nos engrandece más el lodo que se nos pega en los zapatos para llegar a una topada en El Ranchito de los Guzmán y los gritos rancheros de júbilo en el apogeo de zapatear un son o un jarabe, que el reconocimiento en francés del Festival L’imaginaire 2011 o una reseña en Le Monde, aun cuando también esas vivencias y satisfacciones formen parte de nuestro haber. ¿O es que la música tradicional mexicana tiene que aprender a “bailar de puntitas” o a tocar por nota para que sea digna de ser tomada en cuenta por los “exquisitos” y clasistas criterios que casi siempre subyacen en la selección de un elenco artístico en las cúpulas de la burocracia cultural? ¿O tiene que venir algún gringo o europeo a decir que el huapango arribeño “¡is so cool!” para que se le reconozca valor cultural y artístico? Más allá de la estrechez mental de muchos gobernantes y funcionarios, afortunadamente la genuina música tradicional mexicana tiene y seguirá teniendo vida propia mientras no pierda el vínculo comunitario que la nutre. Y así, haya apoyos institucionales o no, va a continuar vigente y revitalizándose para bien de todos, porque la música tradicional de cada región de nuestro país ha sido siempre, y hoy más que nunca, un referente inextinguible de memoria histórica, resistencia y vitalidad. O dicho de otra manera y por lo que toca a nosotros, a nuestra tradición y al país al que orgullosamente pertenecemos como artistas populares: MÉXICO no sólo es la rapacidad política ni la falta de autocrítica, ni el narco y la sordidez, hay ímpetus que a su vez alumbran la lontananza, nutren la mágica danza, y el poder de la intuición pone a salvo el corazón y reafirma la esperanza ................. Son tiempos de incertidumbre y no hay luces en el set ni página de Internet en que algún link se vislumbre. Hay un tufo a óxido, a herrumbre, pero el alma no se cansa y haciendo punta de lanza con acendrada pasión pone a salvo el corazón y reafirma la esperanza. ................. Ya es hora de que amanezca, ya es hora de remar fuerte para impedir que la muerte se aposente y prevalezca, que la vida resplandezca mientras germina y se afianza, que no cese la labranza de cuanto con decisión pone a salvo el corazón y reafirma la esperanza. ...................... La cábala es conjunción de sabiduría y paciencia, de lúcida inteligencia, de inagotable intuición, sembrada en la tradición —que es mucho más que añoranza— florece la vida, avanza, y cada jarabe y son pone a salvo el corazón y reafirma la esperanza. Guillermo Velázquez y Los Leones de la Sierra de Xichú, Guanajuato, Gto, 21 de julio de 2011. 111 Ilustración: Ana Luisa Galindo Rentería Obra: Extracto de la obra “Silencio” Técnica : mixta Carolina Martínez de la Peña la Licenciada en Ciencias de la Comunicación con especialidad en producción audiovisual (Ibero, 2002), especialista en montaje cinematográfico (eictv, Cuba, 2003), maestra en Gestión cultural (Universitat de Barcelona, 2009), experta en planificación del desarrollo local (celadel, Argentina, 2011). Editora, productora y creativa. Coordinó las Compañías Artísticas del ccu de la buap. Actualmente es coordinadora de Difusión Universitaria y de la GaleríaBienal en la Ibero Puebla. cultura es un lugar de encuentro que permite el diálogo con la diversidad, es, a su vez, un espacio de búsquedas colectivas y la formulación de un proyecto para el grupo humano que la vive, y más aún cuando el contexto donde se ejerce es una ciudad. Ahora más que nunca se requiere educar y atender a la persona, al ciudadano, recuperar los espacios públicos (visibles e invisibles), las manifestaciones propias, la riqueza cultural (tangible e intangible) porque la calidad de una ciudad depende primordialmente de la calidad de los habitantes que residan en ella y de su habilidad para desarrollar, crear, manifestar, conocer, y apropiarse de lo que les es único y, por lo tanto, les pertenece, su cultura. Para abordar el tema realizaré primero una aproximación a conceptos claves, como son ciudad, cultura, espacio y arte público para después comprender la importante labor de la gestión cultural al ayudar a la creación de proyectos culturales en la ciudad y así reconocer cómo éstos pueden regenerar positivamente espacios públicos dentro de ellas. El término “ciudad” nos transporta a las expresiones “urbs”, “polis” y “cívitas” de las antiguas civilizaciones griegas y romanas. Para los grandes filósofos de Atenas y de Roma, la ciudad se concebía como la cima de la civilización y del progreso cultural. La idea de ciudad los llevaba a una conciencia colectiva de unidad, en la que los intereses particulares quedaban supeditados por los comunitarios; lo más importante de esta concepción era reconocer a la ciudad como una empresa común donde existe un pacto de ayuda mutua. Esta conciencia los llevaba a formarse en el sentido de pertenencia, y a mejorar sus condiciones de vida y así alcanzar un nivel superior de desarrollo contrapuesto a lo que se vivía en el campo. Actualmente las concepciones han cambiado. La mayoría reconocemos a la ciudad como un área urbana con alta densidad de población en la que predominan el comercio, la industria y los servicios. En el imaginario son, las áreas densamente pobladas y, paradójicamente, los lugares donde se llega a invisibilizar al ciudadano o sus habitantes cuando en realidad, la ciudad es el espacio natural del ciudadano, que contiene el tiempo, el lugar del patrimonio natural y cultural y las identidades personales y colectivas. Conocer y descubrir la ciudad en sus dimensiones múltiples es conocerse a uno mismo y a los demás, es asumirse como individuo con una identidad y cultura propia. 113 Continuando con esta exploración conceptual, nos encontramos ahora con el término “cultura”. La Conferencia Mundial sobre Política Cultural, realizada en México en 1982, resulta ser el primer momento en donde se define la cultura desde un aspecto más amplio y donde se reconoce como “el conjunto de rasgos distintivos, espirituales y materiales, intelectuales y afectivos, que caracterizan una sociedad o grupo social”. Esto engloba, además de las Artes y las Letras, los modos de vida, los derechos fundamentales del ser humano, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias. Esta noción de cultura marca un hito en la visión que se tenía de ella (como la alta cultura) porque tiene una mirada más holística, por lo tanto más amplia, diversa, inclusiva y dinámica. En otras palabras, nos encontramos ante un concepto distinto, donde la cultura es todo lo que hacemos, es todo lo aprendido a través de la socialización, es el comportamiento que se refleja a través de las tradiciones, costumbres, idiosincrasia, etc. y que surge en la medida que las sociedades evolucionan; por lo tanto, es una expresión cambiante, a la vez que es interdependiente, es un reflejo de la estructura económica y permite a los individuos, miembros de una sociedad, se distingan de los ajenos y, al mismo tiempo, se identifiquen con los propios, llevando de esa manera a la formación de una conciencia individual y social. Resumiendo lo anterior, la cultura debe entenderse como ese lugar de encuentro con los otros y con nosotros mismos, con la diversidad. Es, a su vez, un espacio de búsquedas colectivas y la plataforma de un proyecto futuro para los grupos humanos. Es así, como estos dos conceptos nos permiten entender con mayor facilidad el concepto de cultura ciudadana, entendida como el conjunto de comportamientos, valores, actitudes y percepciones que comparten los miembros de una sociedad urbana; que determinan las formas y la calidad de la convivencia, e influyen sobre el respeto del patrimonio común y facilitan o dificultan el reconocimiento de los derechos y deberes ciudadanos. En el ámbito cultural, estos tres elementos: ciudad, cultura y cultura ciudadana convergen de manera fructífera por medio de la gestión cultural. Sin embargo, referirse a la Gestión Cultural (gc) en nuestro país es, en muchos casos, manejarnos en el campo teórico, pues todavía no se percibe en lo cotidiano un ordenamiento sistemático de la actividad cultural (a pesar de los grandes programas, consejos, institutos e instituciones culturales) y esto lo indica la observación de los distintos organismos públicos (municipales, estatales y federales) y privados, encargados de la gestión cultural en México. Es necesario ejercer esta profesión como un trabajo en red, interdisciplinario y sistematizado entre los distintos actores, artistas, ciudadanos y organismos culturales. Para mí, una gestión cultural exitosa en una ciudad es aquella que trabaja para, con y por los ciudadanos. La gc no puede calificarse de exitosa si no mira las necesidades e intereses de la población y lo traduce en acciones de gc, que van desde la Promoción Cultural, Dinamización Social, Formación y Desarrollo Cultural; la protección, conservación y fomento del patrimonio, entre muchas otras. La gestión cultural es una profesión con métodos y técnicas para potenciar el gran muestrario cultural que nos ofrece cualquier ciudad, cualquier cultura, cualquier espacio físico, no solamente para la creación, gestión y desarrollo de eventos culturales (de cualquier tipo), sino del imaginario colectivo que se gesta desde el propio individuo, su familia, su barrio, su trabajo, empleo, desempleo, sus amigos, sus alegrías, distracciones, tiempos libres, sus miedos, sus espacios, etcétera. No podemos seguir obviando u olvidando la participación activa de la población desde el proceso de gestación de los proyectos culturales. Este modelo de gestión debe pensar que los ciudadanos también son creadores de su propia cultura y no meros observadores, espectadores o receptores de lo artístico. No debe quedarse en la comodidad que genera centralizar lo cultural a los artistas, productores y productos como únicos bienes culturales, sino que 114 Otoño - Invierno 2011 debe fomentar la creación, desarrollo, ejecución e intervención de los propios actores y en sus propios territorios. Hoy las ciudades mexicanas son más que grandes cifras de pobreza, violencia y desigualdad social. Dentro de sus propios laberintos multiculturales, los ciudadanos y gobiernos generan formas creativas para enfrentar los problemas y crean expresiones culturales originales, únicas y muchas veces irrepetibles, que reflejan y representan su mestizaje y diversidad de pensamientos y modos de ser. Los barrios y vecindarios, con asombro de muchos, con el paso de los años han retomado fuerza. Ahora, como antes, son los lugares de la vida social y generan en sus habitantes una imagen de identidad. Es en los barrios donde la cultura urbana juega un papel central para construir y reconstruir mejores condiciones para la convivencia social; se convierten en espacios públicos que dinamizan y cohesionan con mayor facilidad a su población. Estos espacios públicos no sólo cumplen funciones urbanísticas, sino también socioculturales y políticas. Para Juan Freire (Boletín de gestión cultural, núm. 16: Arte público, 2008) el espacio público es “cualquier tipo de entorno, contexto, plataforma que permite la relación abierta y multidireccional entre personas”. Por tanto, un espacio público debe cumplir dos requisitos: facilitar la comunicación (por su propio diseño) y tener reglas de gobierno que permitan un uso activo y compartido de los diferentes usuarios. Hoy son el lugar de la convivencia y de la tolerancia, pero también del conflicto y de la diferencia, e implican una condición principal para la vida de los ciudadanos. Es en el espacio público donde los valores, las lenguas, las culturas se encuentran, conviven y relacionan. Es así como el espacio público se vuelve un lugar fundamental para la convivencia, identidad, y cohesión social, y donde el arte público y los proyectos culturales juegan un papel esencial en la formación de ciudadanía, bienestar social y pertenencia. Gracias a la creación y diseño de proyectos culturales (gubernamentales, privados, cívicos) y de grupos sociales organizados que responden a la necesidad de intervención y expropiación de los espacios públicos, se logra trascender los límites del museo y de los centros históricos para apropiarse de la ciudad como escenario que no excluye, que amplifica la diversidad y que, de uno u otro modo, alimenta la esencia del arte, esa capacidad de crear con una finalidad estética y comunicativa para expresar ideas y visiones de mundo. En la actualidad, la regeneración de los espacios públicos (independientemente de quién provoque y ejecute la regeneración) debería basarse en crear espacios inquietos, que estimulen al ciudadano y que fomenten en ellos su participación y apropiación. Sin embargo, la regeneración y reapropiación positiva en los espacios públicos no es gratuita, y deberá cumplir con, al menos, tres características: 1. El espacio deberá estar ligado al acto creador del artista o colectivo artístico (disciplinar o multidisciplinar) 2. Se debe entender y conocer la identidad del lugar 3. Hay que hacer partícipe a la población en donde se encuentra inserto. Deben reconocerse estos tres elementos ya que en las últimas décadas se ha hecho costumbre entre los gobiernos municipales y los mismos artistas las intervenciones en espacios públicos, sin ningún trabajo previo con la población, y sin importar si son necesarios o pertinentes, y sin medir las consecuencias. El debate gubernamental, muchas veces no se interesa por la calidad artística de la obra, sino por cuestiones más pragmáticas y superficiales como el precio, la durabilidad, la seguridad y especialmente su localización en el espacio urbano, preocupándose más por el contexto que el contenido. Y para muchos artistas estos proyectos sólo sirven para cumplir sus propios intereses o deseos, importándoles más el contenido que el contexto. Por consiguiente resulta urgente lograr un equilibrio, tomar decisiones más colaborativas, de modo que el uso del espacio corresponda a las necesidades y deseo de la mayor parte de la ciudadanía. Resulta inaplazable implicar a la población en el proceso de gestación y gestión de los proyectos culturales porque el proceso de democratización de la cultura no es tener múltiples espectadores, sino productores, creadores, artistas, gestores, etcétera. Lo ideal es que las intervenciones por medio de proyectos culturales que transforman o inciden en el espacio público busquen modificar la experiencia estética, comunicar una idea o emociones y crear o reforzar una identidad positiva en la comunidad. Deben ser un factor para el cambio social. El arte y la cultura actuarán como agentes de cambio siempre y cuando sus promotores y creadores tomen conciencia y responsabilidad sobre su papel. Se deben crear estrategias que piensen en el impacto social y establecer procesos de tomas de decisiones que aseguren la aceptación y, en la medida de lo posible, la participación activa de los usuarios o vecinos. Finalmente, para tener un acercamiento más real a lo que planteo, haré referencia a dos proyectos culturales de la ciudad de Puebla, no gubernamentales, los cuales se han gestado y desarrollado con la participación de la comunidad en donde se llevan a cabo y han logrado generar cohesión y apropiación del espacio público. Ciudad mural Ciudad mural es un proyecto cultural del “Colectivo Tomate”, grupo independiente de arquitectos, artistas y jóvenes creadores mexicanos que realizan proyectos utilizando las artes para dar soluciones creativas a problemáticas complejas. El proyecto Puebla: ciudad mural se ubica en el barrio de Xanenetla, donde a través del muralismo –como expresión del arte– se pretende provocar cambios sociales en el barrio El proyecto consta de una serie de 32 murales, realizados en fachadas de casas ubicadas en la calle 4 Norte, que es la calle principal y de mayor extensión, la cual recorre espacios importantes hasta llegar al atrio de la iglesia de Santa Inés. La población beneficiada del barrio es de aproximadamente 400 personas y hasta la segunda etapa del proyecto han participado activamente 30 familias, con un promedio de cinco integrantes por familia. La gestión se hizo de manera directa con la comunidad, inicialmente hubo escepticismo, pero luego la gente se apropió del proyecto y ningún mural está dañado, lo cual significa que los están cuidando. Para asumir el diseño de cada una de las fachadas se conformaron equipos integrados por diversos artistas y un residente del barrio –integrante de la familia responsable de la fachada–, además de un equipo de apoyo. Los objetivos principales del proyecto son: • Reactivar la economía de Xanenetla por medio de la promoción del lugar como un nuevo foco turístico de la ciudad • Promover la identidad de Xanenetla a través de murales representativos de su historia, gente, medio físico, fiestas y costumbres • Poner en valor el patrimonio cultural (edificado y social), para los habitantes del barrio mismo y el resto de la ciudad • Revitalizar la cohesión social entre los habitantes 115 • Promover el arte y la cultura a través de la realización de un proyecto artístico multidisciplinario donde participan arquitectos, diseñadores, antropólogos, pintores y, principalmente, miembros de la comunidad • Frenar la destrucción del patrimonio edificado y cultural, el cual es considerado Patrimonio Histórico de la ciudad de Puebla • Promover el valor y protección del barrio de Xanenetla • Incentivar proyectos de estudio, promoción y restauración en el lugar de la intervención. El otro ejemplo al que haré referencia es Arquetopia. Se trata de una fundación que promueve el desarrollo y la transformación social por medio de programas educativos, artísticos y culturales con diversas comunidades. La organización es única en su tipo con un enfoque contemporáneo, multidisciplinario e internacional. Entre sus objetivos se encuentran: • Promover el desarrollo humano • Impulsar la participación libre de las personas en la vida cultural de la comunidad y hacer accesibles las artes para el gozo y disfrute de los participantes • Promover la participación organizada de la población en las acciones que mejoren sus propias condiciones de subsistencia en beneficio de la comunidad • Inspirar en todo momento la paz, la tolerancia y los derechos humanos, la lucha contra la exclusión, el racismo y la eliminación de las desigualdades entre el hombre y la mujer • Contribuir al enriquecimiento de la identidad individual y colectiva. Cuenta con el Programa de Arte Público, el cual genera proyectos que mejoren visualmente los espacios colectivos, al mismo tiempo que se cubran otras necesidades urbanas como reducción de la violencia, promoción de desarrollo económico y fomento de participación en la comunidad. En este proceso la comunidad se involucra y los jóvenes se convierten en los catalizadores, llevan a cabo el proceso transformador y aprenden no sólo de arte sino de temas sociales y de la importancia de la participación activa en comunidad. La importancia del arte público no es la decoración de espacios al aire libre, sino la transformación de los mismos y el hacer accesible el arte contemporáneo a los ciudadanos. Uno de los proyectos más interesantes realizados por esta fundación es “Between Oppositions”: Zapata desde una mirada contemporánea, proyecto de arte público con el tema de Emiliano Zapata. Éste fue realizado en la Preparatoria Emiliano Zapata de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. El taller fue impartido en junio de 2010 por la maestra Bettany Collins. “Between oppositions” es una instalación permanente, un pizarrón en forma de túnel que permite a los asistentes tomar una posición física y política sobre los ideales de Zapata. El montaje es el resultado de un intercambio cultural de cinco semanas de trabajo en el que, a partir de la investigación y la creación de dos murales en blanco y negro los participantes y la artista estudiaron la figura del caudillo revolucionario y sus principales consignas, como “reforma, libertad, justicia y ley” para presentarlo de forma contemporánea. 116 Otoño - Invierno 2011 Conclusiones Finalmente y como última reflexión debe plantearse: ¿qué debemos hacer para construir una mejor ciudad? El camino que ahora imagino y me atrevería a sugerir es, sin lugar a dudas, educar en y para la cultura ciudadana; lo que resultaría en un cultivo de valores cívicos que lleve al niño, al joven, al adulto, al anciano, al visitante, en fin, a todos, a amar la ciudad, a tener sentido de pertenencia, a irradiar mentalidad comunitaria (olvidando sus propios intereses), a sentir dolor por los atropellos y abusos, a buscar desarrollo no entendido sólo en lo material sino ante todo en lo personal. Es necesario educar a la gente, porque la calidad de una ciudad depende primordialmente de la calidad de las personas que residen en ella y de su habilidad para desarrollar y atraer talento, o sea, del atractivo que represente vivir en ella. En la ciudad las personas son la principal riqueza. Se hace necesario crear estrategias para acercar al ciudadano a temas claves como la cultura y la participación ciudadana, contribuyendo a mejorar notablemente el lugar en el que vive. Debemos hacer de la ciudad un escenario de educación y formación colectiva. Preguntémonos, ¿qué puedo hacer yo por la ciudad? Todos nos merecemos una mejor ciudad y ella se merece mejores ciudadanos comprometidos con el progreso, la conciencia colectiva, la unidad en medio de las diversidades culturales, el trabajo cultural colaborativo, el mejoramiento de vida de las personas y el sentido de pertenencia. Recuperar la ciudad es redescubrir que en ella vive gente. Bibliografía Bouzada, Xan (2005), “Cultura y desarrollo local: la cultura como factor y como objetivo de desarrollo local”, en Roche, Juan Antonio y Oliver Narbona (eds.), Cultura y globalización, Alicante: Publicaciones de U. de A.: 411-434, 2005. Freire, Juan, Boletín de gestión cultural, núm. 16: Arte público, 2008. http://pueblaciudadmural.blogspot.com/p/elproyecto.html http://www.arquetopia.org/ Natalia Trigo 5to. semestre de la licenciatura en Comunicación, de la Universidad Iberoamericana, Puebla. Olía a orines de mico. “Así huelen todos los europeos, sobre todo en verano”, nos dijo mi padre. Es el olor a civilización. Gabriel García Márquez no me enamoré de ti. Me enamoré de tu olor. De tu forma de hacerme retozar en la cama exhalando una esencia púrpura. Y la gente va a creer que no es cierto sólo porque mi amor se limitó a ese universo que no deja marcas tangibles en la historia: El del olfato. Pero yo les digo que es cierto. Mi padre me dijo que para escoger a los hombres, más me valía hacerlo por su olor: “Nunca uno que huela a brasas apagadas, ni a licor de ajenjo, ni a medicamentos. Los primeros te fallarán en la cama, los segundos te saldrán golpeadores, y los terceros para qué te cuento.” Papá despedía siempre un aroma a hierba recién cortada. Pero cuando era verano y la lluvia se nos metía hasta por las grietas de los sueños, su olor era mucho más intenso. Los inviernos, sin embargo, su esencia se diluía un poco, se hacía más seca, más cansada, como la de los arroyos pequeños y los árboles viejos. Pero tú no entiendes los olores. Aunque digas que los entiendes suficiente. Los aromas carecen de moral. No hay olores buenos ni malos, sino personas malas y buenas para distinguir y clasificar. Y por eso cuando te conocí se te hizo tan extraño que me atragantara tus hedores a puños, que escarbara en los pliegues de tu cuerpo, que inhalara tan fácil tus miedos. Recuerdo que una tarde te pregunté a qué olía el asfalto y me dijiste que a piedra y a qué olía la ciudad y me dijiste que a nuevo. Tiempo más tarde entendí que no existía nada más falso que eso, porque el asfalto en realidad huele a frío y la ciudad en realidad huele a muerto. Y es que todo tiene olor, aunque para ti nunca los haya; las tardes nubladas, tus pantuflas viejas, el rechazo huele a añejo. Y si me preguntas los momentos forzados desprenden un hedor a postizo y tu abandono me apesta a engaño. Mi vida es un olor pero tú no lo comprendes. Le doy una importancia extraordinaria a la pestilencia humana, porque los aromas son los que más dicen en las personas que más silencian. Y tú, con tu aroma a mantequilla derretida, y tu piel de ventisca en primavera, con tus cabellos de canela y de jengibre y de raíces frescas. Y tus pies descalzos con olor a tierra húmeda y tus manos que desprenden olor a especias. Te respiré por dentro a herida nauseabunda, tu alma a pantano putrefacto, tu corazón a desgracia completa. Y en lo áspero del pus y del vómito y la mierda, te encontré infectado y pestilente. Y traté de vivir con eso, pero ignorar el hedor me resultó del todo imposible. La mantequilla rancia embarrada por todo el salón, la canela cubierta de moho. La tierra de tus pies erosionada por el calor. Entonces te pedí que te fueras. Sin embargo, el olor es persistente. Tu ausencia y tus manías impregnaron mis almohadas, empañaron los cristales, apestaron mi ropa. Y ahora toda mi habitación emana un olor a enfermo. Tu partida se filtra por debajo de las puertas. Habrá que lavarlo todo. Habrá que quemar los restos. 117 Martha Isabel Arreola Santillana 4to. semestre de la licenciatura en Comunicación, de la Universidad Iberoamericana, Puebla. Mi abuela Chela y yo éramos como uña y mugre. Cada vez que tenía vacaciones, esperaba con ansias la visita a San Rafael. Todos los días ponía el mayor empeño en idear una travesura más auténtica que la del día anterior para que mamá llegara a la conclusión de que necesitaba airearme. Entonces, preparábamos las maletas que nos llevarían al pueblo de su niñez, y de la mía. Jamás pude comprender por qué le decían pantera a la abuela Chela. “Es que a ustedes ya les tocó bien blandita”, decían mis tíos, “hubieran visto cómo se traía al abuelo, bien cortitito, a ustedes los nietos los consiente de más”, y sí era cierto. Conmigo era casi tan dulce como sus buñuelos, mi segundo platillo favorito después del atún en escabeche, también de su autoría. Quizá lo único que me gustaba de ella más que su sazón era su voz; no era precisamente una soprano, pero a mí me fascinaba el tono melancólico y casi agudo con el que entonaba esas canciones que nosotros ya no conocemos. Cada vez que la escuchaba era como viajar en el tiempo; parecía que en la voz se le amontonaban los años vividos, que eran muchos. Su casa era toda luces y olores, uno podía incluso percibir el momento en el que el dulce de piñón estaba a punto de turrón; sin embargo, había un cuarto en el que los olores se disipaban para dar cabida a la pesadumbre y el ansia. Jamás supe por qué, pero desde que yo iba de visita, hacía muchos años que estaba deshabitado y hacía las veces de almacén. Una tarde mi abuela me pidió que la acompañara al cuartito, como solíamos llamarlo. Quería que le ayudara a espulgar las cajas amontonadas para donar objetos al bazar navideño de los Romay. “Ándale Juanita, tú que tienes tus piernitas jóvenes”, me dijo, y yo no pude negarme; me preocupaba que estuviera solita moviendo las cajas. Baratijas y curiosidades salieron una tras otra de sus prisiones empolvadas. Mi abuela y yo nos reíamos a carcajadas; yo imaginando para qué servirían esas cosas tan extrañas y ella desmintiendo mis ocurrencias, hasta que encontré la muñeca. Entonces me arremetió una sensación difícil de describir, fría, como 118 Otoño - Invierno 2011 de advertencia. La solté de inmediato e intenté ocultar mi cara de susto, pero nada se le escapaba a la pantera. “Ay niña, pero si es sólo un juguete viejo, mira qué bonita, debería rescatarla, seguro se va a ver preciosa en la vitrina del comedor.” La abuela giró una perilla que yo no había notado y una melodía surgió tintineante. “Caro mi ben... senza di te”, la escuché cantar a coro con su misma voz de anciana que tanto me gustaba, pero en sus ojos había cambiado algo. Esa noche olvidó cantarme “Juan Pestañas” al borde de la cama, como lo hacía siempre, porque estaba demasiado ocupada bordándole una pecherita a la maldita muñeca. Supe que nada sería como antes. La abuela Chela comenzó a apagarse poco a poco; lo notamos cuando se le pasó el punto de la mermelada. Parecía que la muñeca le robaba vida por los ojos con cada emisión melodiosa de la tonadita italiana. La pantera nos duró un año más. Supongo que no es necesario que describa lo triste que estuve; hasta la fecha no puedo oler la panela caliente sin derramar lágrimas. Acabábamos de enterrarla y aún estaba fresca la tierra sobre su tumba cuando mi tía Rita me dio la muñeca; “te la dejó a ti”, me dijo como condenándome. La acepté resignada; negarme hubiera sido una ofensa. La puse sobre una repisa alta en mi habitación para verla lo menos posible. No quería recordar la tonada insistente, me recorría un escalofrío como gota de agua helada cada vez que pensaba en esas notas, por eso nunca la toqué, por eso no volví a girar esa perilla, y la dejé ahí, intacta. Una noche desperté sin preámbulos. La oscuridad llenaba mi cuarto dejando muy poco espacio para la luz de la luna. Entonces escuché una tonadita necia desde el techo. No sonaba como a Italia. “Buenas noches, hasta mañana, que Juan Pestañas ya va a venir”, pensé. “El diario de su viaje fugaz a México” Fotografía: http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/a/ab/ capilla_del _rosario_puebla_2.jpg, recuperada el 20 de Enero de 2011 La imago m e x i c a n a en la obra de José Lezama Lima, Javier Hernández Quezada. UIA , Puebla, 2011. Una de las frases más citadas de José Lezama Lima es la que aparece al inicio de La expresión americana en la que asegura que “sólo lo difícil es estimulante”, en esta ocasión debo resignarme a engrosar la fila de quienes así lo han hecho y, con ello, incurrir en el peligro de convertirla en un lugar común; lo lamento, pero es que no encuentro otra causa mejor que el intoxicante estímulo de la dificultad para explicarles por qué demonios Javier Hernández Quezada se lanzó a acometer una de las exploraciones más desafiantes e improbables que un crítico literario pueda concebir: la que implica recorrer y desbrozar la abrumadora selva verbal que constituye la obra de Lezama Lima para recuperar la imago que de lo mexicano quedó cifrada allí. Por si hay alguien ahí que no haya tenido el gusto –y el susto– de internarse en esos territorios legendarios y crean que exagero, sólo hace falta transcribir la expresión sintética que quizá mejor da cuenta de la naturaleza, dimensiones y complejidad del proyecto literario de Lezama Lima; la pronunció José Prats cuando definió a Lezama como “el más arrogante y ambicioso escritor de habla hispana desde Góngora”; ni más, ni menos. El parentesco que por la vía de la desmesura establece José Prats permite aludir al principal paralelismo que vincula a Don Luis con Lezama Lima: ambos inauguran en el español un nuevo registro, una nueva dimensión expresiva, resultante de su necesidad de inventar una lengua capaz de dar cuenta de una realidad nueva y muy otra; una realidad dislocada y excesiva; histórica pero también meta-histórica, imposible de ser vertida en los viejos odres de la tradición, tal vez porque al final nos daremos cuenta que esa realidad es indecible… pero mientras tanto –como también recuerda Prats que decía Lezama– “no queda más que lanzar la flecha” y eso es lo que importa, no dar en el blanco. Ahora ya puedo completar la metáfora que ilustra la “sencilla” tarea que realiza Javier Hernández Quezada en el libro que aquí reseño: perseguir en su trayecto una flecha que lleva grabado el nombre de México a lo largo de una selva espesísima. El proyecto del autor, expuesto puntualmente en la introducción, aborda cuatro momentos de la obra lezamiana: el “Coloquio con Juan Ramón Jiménez”, de 1936, el homenaje a México contenido en el número 13 de la 119 revista Orígenes, de 1944 y la presencia que el arte mexicano tuvo en números posteriores, el viaje a México efectuado por Lezama Lima en octubre de 1949 y las formas que esa experiencia adquirió en Paradiso de 1966 y Oppiano Licario, publicada póstumamente en 1977; finalmente, Herández Quezada se detiene en la lectura de lo mexicano en el ensayo La expresión americana de 1959. Enseguida me referiré, por orden de aparición, a algunos de los aportes más sobresalientes que nos entrega Javier Hernández Quezada para facilitarnos la comprensión del proyecto literario de Lezama Lima y el papel eminente que México juega en él. I. “El coloquio con Juan Ramón Jiménez”, asegura Javier Hernández, es un texto inaugural del proyecto literario de Lezama Lima y en él México juega un papel clave en pos de formular una obra sustentada en la reivindicación del poder que el lenguaje poético posee para transformar la realidad, para re-fundarla; no obstante, la conquista de ese poder despliega sus implicaciones sobre todos los ámbitos de la vida; la experiencia y, más aún, la creación poética es para Lezama, a un tiempo: un pathos, una mística, una ética y, desde luego, un imperativo no exento de implicaciones sociales y políticas. En palabras de Julio Ortega, Lezama Lima “nos enseña que la poesía es algo superior a nuestras fuerzas, pero que esa demanda que ella hace sobre nosotros es una pregunta para nosotros mismos que espera lo mejor de cada uno. Es una literatura que va con la vida cotidiana y cultural latinoamericana”. Es precisamente en ese registro socio-político al que antes aludí donde la indagación de Hernández Quezada sobre la presencia de México en el “Coloquio” adquiere, para mi gusto, buena parte de su mayor interés. El México del “Coloquio” está concebido para jugar un importante papel contrastivo frente a la sociedad cubana de finales de los años treinta y en especial de la intelligentsia cubana, blanco que Lezama desea sacudir por el método de evidenciar el vacío abismal de un mito faltante, el de un insularismo positivo, así como a través de la propuesta de un horizonte otro; en palabras del propio Hernández Quezada: “los singulares planteamientos que Lezama Lima hace en el ‘Coloquio’ tienen por objeto proponer una teleología insular, que subraye la importancia social de la poesía y manifieste un programa moral, de alcances duraderos”. Por lo mismo estamos frente a esa propuesta ética, con la cual el escritor organiza “una expresión”: aquella que precisa el valor del arte y descubre viabilidades futuras (…) el “Coloquio” expresa el malestar de una generación que no encuentra soluciones de ningún tipo; pero al mismo tiempo, justo cuando Lezama Lima arguye que el estudio de lo insular integra “el mito que […] falta”, sugiere la necesidad de concebir un futuro distinto que recupere el “orgullo de la expresión”. Con ese propósito en mente, Lezama en su diálogo con Juan Ramón Jiménez configura a México como la encarnación del mito “continental”, que supone una sensibilidad fuerte y clara que se acredita en expresiones que se van configurando en el movimiento de la historia. Así, frente al aletargamiento social y artístico cubano, a su aislamiento inoperante y su propensión por una tradición maniáticamente repetida en fórmulas y formas, Lezama levanta como provocación ejemplar y prestigiosa la imagen formidable de un México que encarna, según sus palabras: “la internación, la vida hacia el centro, única manera de legitimarse”. La imagen de México que Lezama construye en el “Coloquio” está apoyada sobre dos pilares: la antropología de Frobenius y Spengler y la poesía de Alfonso Reyes; de los primeros recupera la armazón conceptual respecto de la evolución de las civilizaciones y en particular la caracterización que Spengler hace de la cultura mexicana; y de Reyes toma las expresiones de una sensibilidad poética 120 Otoño - Invierno 2011 que reivindica su historia, su tradición, sus altos vuelos y su pleno derecho a la universalidad. Lezama Lima –dice el autor– “resalta las características de la cultura mexicana [como] una cultura superior, impregnada de espíritu, cuya vitalidad deja ver diferentes etapas y cuya mención resulta determinante”, principalmente en el momento de bosquejar “el mito que […] falta”. Es necesario, por tanto, entender que Lezama Lima empalma los conceptos (…) sobre las “culturas inferiores y [las] culturas superiores” con los de “cultura litoral” y cultura “continental”, a fin de sugerir: 1) que Cuba es un país insular, pequeño, el cual tiene con otros el hecho puramente contraproducente “de vivir en medio de las grandes culturas sin participar interiormente en ellas, y 2) que México es un país continental, inmenso, en el que aparece una “tendencia fuerte y uniforme” que determina las prácticas simbólicas. De Alfonso Reyes toma dos textos, “Golfo de México” y “Visión de Anáhuac”, para elaborar una lectura de la poesía mexicana cuyos principales rasgos, “la estabilidad y la reserva” hacen de ella una expresión que “jamás de desubica o desarraiga” cuando da cuenta de la realidad; pero también la poesía de Reyes le sirve a Lezama Lima para enderezar su crítica contra el negrismo cubano y, en particular contra la poética de Nicolás Guillén, ante la que encumbra la figura del mundo indígena que traza Alfonso Reyes cuya finura, discreción y talante aristocrático son subrayados para censurar el carácter rimbombante, populachero y oficialista del negrismo poético cubano. Para salir airoso en tal polémica Lezama Lima hace trampa pues, como bien lo hace notar Hernández Quezada, toma por una constante lo que es más bien una excepción en las letras mexicanas del siglo pasado; primero presenta como normal la presencia del indio en la poesía cuando en realidad nunca llegó a constituir una tradición poética digna de nota, salvo de mala nota, pues –como bien nos lo hizo ver Monsiváis– el indio en las letras, como en la vida social toda de México, es una presencia incómoda a la que se le ha negado el ejercicio pleno y libre de derechos a partir de dos estrategias de invisibilización: “poetizarlo” al nivel de la sacralización para volverlo inalcanzable o bien convertirlo en un personaje humorístico y a menudo ridículo a partir de la exhibición de sus infructuosos intentos por encajar en una sociedad occidentalizada. Por ambas vías el resultado ha sido el mismo: la exclusión del indio real de la vida real en nuestro país. II. En el segundo capítulo Javier Hernández da cuenta, primero, de la im- portancia que la revista Orígenes tiene en el proyecto literario de Lezama y, después, del papel que le asigna en él a México y lo mexicano. Concebida como un instrumento de renovación de la cultura cubana, Orígenes se convirtió en el centro gravitacional de un conjunto de artistas que, bajo el indudable liderazgo de Lezama, pretenden reivindicar la noción de un quehacer cultural renovador capaz de fundar una nueva cubanidad; cito: “la meta editorial de Orígenes es anteponer la dignidad de la “expresión” (de la “fuerza creacional”) a la inmoralidad de la actitud simplista o simplificadora; utópica y trascendental, su cometido es transformar el paisaje habitual para divulgar aquello que salva la integridad nacional y la “dignidad de la patria” y garantiza el perfeccionamiento de las artes plásticas, la literatura, la investigación histórica y la etnografía”. Al igual que el “Coloquio”, Orígenes tiene también, pero de un modo más evidente dado su carácter colectivo y sus multiplicadas posibilidades de influencia en el espacio público, un propósito político que a lo largo de los 44 números que durante 12 años publicó fue cumpliendo, convirtiéndose a decir de Remedio Mataix en el “eje central de una especie de revolución pacífica donde la palabra y la pluma volverían a desempeñar un papel fundamental en pos de concretar ese estado ideal concebido como meta común”. Tal proyecto supuso enunciar una nueva estética definida por negación respecto de los modos y formas culturales privilegiadas en la Cuba de las proximidades del medio siglo xx, arraigadas en una concepción del arte que escinde la vida y la cultura; además, Orígenes propone un nuevo canon de la literatura y las artes plásticas, canon alejado de los nacionalismos y abierto al futuro y a la universalidad. Así, en la primavera de 1947, el número 13 de Orígenes con su “Homenaje a México” viene a jugar un papel estratégico en la tentativa lezamiana de dinamitar con Orígenes el status quo cultural cubano; lo dice Hernández Quezada cuando, tras recuperar las tesis de Adriana Katzenpolsky, subraya que [...] en una publicación como [esa], en la que la difusión de lo universal es prioritario, el dar a conocer los textos de autores no cubanos contribuye a mejorar las condiciones culturales del espacio insular […] Volcada hacia el exterior, Orígenes sintetiza las preocupaciones éticas de un escritor metacubano. Cosmopolita, rescata lo mejor del ayer (de la “tradición”) y se solidariza con la cultura hispanoamericana, inaugurando un espacio supranacional en el que algunos de los escritores más importantes del siglo xx son publicados. La cultura del México “continental” que Lezama Lima presenta en ese número simboliza “lo singular, lo relevante, entre otras razones porque la diversidad de sus manifestaciones artísticas comunican “la claridad y el decoro de la expresión y de la sensibilidad” y ganan con ello [...] “la total estimación de los otros pueblos de América” […] “lo mexicano como paradigma es un todo modélico, referencial, contrastivo, que debe ser divulgado para que el cubano, como los otros pueblos de América, estime las cualidades de la sensibilidad y descubra el modo en que sus creadores retornan a una gran tradición cuando ya en Europa se muestran los signos del debilitamiento y de la imposibilidad”. Así, a cuenta de esas características modélicas del arte mexicano desfilarán por las páginas de Orígenes, en su número 13: Alfonso Reyes, Ermilo Abreu Gómez, Alí Chumacero, Efraín Huerta, Clemente López Trujillo, Gilberto Owen, Octavio Paz, Justino Fernández y José Clemente Orozco; y en números posteriores lo harán: José Revueltas, Rufino Tamayo, José Luis Martínez y Carlos Fuentes. Hoy podemos advertir con mayor claridad que la nómina de los mexicanos en Orígenes, aunque la reiteración de algunos nombres a lo largo de los años exprese afinidades electivas muy claras –Alfonso Reyes en especial–, no se circunscribió a una sola escuela o capilla ideológica, sino que pretendió dar muestra del amplio espectro creativo de mediados del siglo xx en nuestro país, muestrario de posibilidades que Javier Hernández nos invita a leer como una continuación de las reflexiones sobre la sensibilidad “continental” iniciadas por Lezama en el “Coloquio”. III. Algo distinto ocurre en el tercer capítulo de este libro, dedicado a la reconstrucción del viaje que Lezama Lima realizara a México en octubre de 1949, periplo que Javier nos presenta como un viaje doble: el viaje de Lezama hacia el encuentro consigo mismo, al mismo tiempo que su incursión en las entrañas de un país que previamente ha idealizado. 121 Como preparación de su análisis del “Viaje mexicano” de Lezama, Hernández Quezada nos ofrece una interesantísima y –como en todo el libro– espléndidamente documentada disertación sobre el viaje y la literatura de viajes que arranca con la sugerente afirmación de Lorenzo Silva cuando asegura que “el escritor de viajes siempre va en pos de su propia constitución como individuo, en términos de que participa del reconocimiento de que “todo es lucha, que la identidad es transcurso, y que ser es destruirse y reconstruirse innúmeras veces”. De acuerdo con esa clave de lectura todo viaje comporta, primero, la difícil aceptación de nuestra carencia, de la incompletud o insuficiencia ontológica y existencial en la que nos encontramos en nuestra vida doméstica y normal, respecto de la cual hay que operar una ruptura para ir a la búsqueda de ese más que nuestra querida cotidianeidad nos niega. En palabras del autor: “el viaje de Lezama Lima a México es una ruptura de la realidad; es un viaje literario y extraliterario, que le permite tanto realizar una inspección profunda, poética, original, de semejante país, como afrontar sus propios miedos”. Y eso es lo que hace Lezama Lima durante aquellos días de mediados de octubre del 49, en un breve viaje que Javier Hernández Quezada sugiere entender tanto como una profunda experiencia personal, que transformará a Lezama y le dejará una huella duradera que se volverá alusión recurrente cuando de hablar de la realidad latinoamericana se trate; y también como un poderoso material creativo que rendirá frutos en tres obras posteriores: La expresión americana, Paradiso y Oppiano Licario. De aquel viaje no contamos con evidencias precisas que permitan su puntual reconstrucción, por eso Javier debe arriesgar hipotéticamente un itinerario verosímil; lo hace en la nota a pie de página número 323 donde nos cuenta que debió llegar primero a la Ciudad de México el 16 o el 17 de octubre, de donde se trasladó a Cuernavaca, ciudad en la que estuvo apenas unas horas pues ya por la tarde llegó a Taxco desde donde le escribió a su madre, doña Rosa Lima; el 19 visitó la ciudad de Puebla, donde permaneció sólo un intenso día pues el 20 de octubre ya había vuelto al Distrito Federal donde se quedó dos o tres días antes de volver a La Habana. Por breve que nos parezca –una “escaramuza” la llamó Eliseo Alberto– y ante el silencio del propio Lezama respecto de los motivos de aquel viaje, hay que suponerlo –propone José Prats– como el cumplimiento de un sueño, sueño a tal grado imperioso que obligó a Lezama a confrontar y vencer su “poco gusto (…) por salir de La Habana”. Y ¿qué encontró Lezama en México?... salvo la carta que le envía a su madre, no hay otro documento donde Lezama dé cuenta de su visita; no obstante, por lo escrito después de esa fecha sobre este país, es posible decir con José Prats y con Hernández Quezada que Lezama encontró 122 Otoño - Invierno 2011 [...] “lo que quería encontrar: o sea, un universo simbólico, emblemático y mitológico, que se adapta perfectamente a sus criterios literarios; un espacio creativo, modélico e inusual (…) México como realidad literaria implica así, la seducción de la imago, el descubrimiento de ese dark crystal que trastoca la percepción del yo”. La mirada que Lezama posó sobre aquel México recuperó de manera privilegiada, como bien apunta el autor, aquellos elementos trascendentales –entiéndase: no modernizados– de la realidad mexicana y pasó por alto todas las transformaciones que más allá de los museos, de los templos, monumentos y paisajes ocurrían en aquel país y especialmente en aquel Distrito Federal, que es precisamente el que sí retratará con genial agudeza José Emilio Pacheco en Las batallas en el desierto. De aquel México auto-confirmatorio Lezama desprenderá una serie de imágenes que irán apareciendo en sus novelas Paradiso y Oppiano Licario, en las que México adquiere connotaciones ambivalentes: en Paradiso es el lugar del caos, de la máscara, de la violencia y de la muerte (a propósito de lo cual, con mucha razón Hernández Quezada hace notar los lazos de afinidad entre esa caracterización y la de Octavio Paz en El laberinto de la soledad); mientras que en Oppiano Licario lo mexicano aparece como símbolo de vitalidad, gozo, fertilidad creativa y, en suma, como el “paraíso de la imagen”. De ese modo Lezama prolongó a lo largo de casi tres décadas la redacción de un diario de viaje adeudado: el diario de su viaje fugaz a México que fue, a la vez, la continuación de un viaje largamente imaginado así como el sello de fuego necesario para imprimir indeleblemente –como en el poema de Kavafis– la idea de la Ítaca mexicana dentro del alma del viajero inmóvil: José Lezama Lima. IV. Finalmente, el cuarto capítulo está consagrado a perseguir el rastro de México en “La expresión americana”, ensayo calificado por Julio Ortega como “la teoría de la cultura nuestra en la que se inscribe la obra de Lezama”. Javier Hernández Quezada divide en seis secciones su análisis tras una reflexión inicial sobre el pensamiento creador y un prefacio de prefacios a “La expresión americana”, las primeras cinco exponen la progresión histórica de la imago mexicana desde el mundo precolombino hasta la época posrevolucionaria y la última es una breve y muy lúcida meditación sobre el significado que Lezama atribuye al “paisaje” mexicano. No me detendré en una reseña minuciosa de cada una de esas partes; sólo intentaré abarcar su sentido general gracias a un par de citas; la primera donde, a propósito de ese concepto clave de la teoría cultural de Lezama Lima, el barroco americano, el autor logra resumir la peculiaridad y potencialidades del modo de proceder sociocultural latinoamericano, y especialmente mexicano, a lo largo de su historia; dice: En primer lugar, el barroco americano incluye la “tensión”, es decir esa marca combinatoria que, al alcanzar la forma unitiva, activa el contrapunto y sus nexos. En segundo lugar, incluye la categoría del “plutonismo”: categoría cultural que, al ser un correlato de la tensión, disuelve y unifica los fragmentos. Resumiendo: el barroco americano, a diferencia del europeo, es el instalado original, ese “arte de la contraconquista” que se enreda y centuplica (…) al indagar en los precedentes simbólicos e involucrar discursos peculiares, muebles y utensilios novedosos, estilos de vida e intereses diferentes, religiosidad y gastronomía híbridas que emanan una existencia integral, fina y profunda. Y la segunda cita, tomada de Saul Yurkievich, que es una suerte de exégesis de la anterior, más la insinuación sobre la misión que sólo América puede cumplir para bien de la cultura universal; dice así: La pujanza integradora, la capacidad de anexar y amalgamar […] parece confirmar el auspicioso vaticinio de Lezama. A semejanza de su obra de creación imaginaria, Lezama Lima concibe a América como voracidad sincrética, como un gran estómago capaz de asimilar manjares de cualquier origen, todo lo que incite su apetito: América digesta, apta para participar en el festín de todas las culturas, la de la digestión universal, metamórfica, dotada de la máxima potencia furtiva y asimilativa. En el orbe americano, en su historia y en su misión, México juega para Lezama un papel preeminente; es el espacio gnóstico por antonomasia donde tiene lugar (parafraseando a Carmen Berenguer) “lo otro sagrado, lo invisible, lo irreal, la infinitud [que] busca su momentánea transparencia, el signo en la materia, o ya la posibilidad en la infinitud”. El libro de Javier Hernández Quezada termina con un ilustrativo anexo sobre el vínculo histórico que, no sólo por razones geográficas, ha unido a Cuba y a México. No quiero poner el punto final sin ponderar como se debe el aparato crítico de este libro, cuya riqueza y amenidad significan mucho más que el cumplimiento cabal de las responsabilidades intelectuales de un investigador, pues en este caso el aparato crítico bien puede leerse como una entidad autónoma que ejemplifica y rinde homenaje a uno de los rasgos más característicos de la inteligencia y la obra de Lezama: la avidez por el conocimiento y sus múltiples formas, el impulso antropofágico que se lanza al gozoso festín de la cultura universal para hacerla entrar al horno transmutativo del que han de nacer nuevas y, ojalá, mejores realidades. Quede aquí constancia de mi reconocimiento y gratitud a Javier Hernández Quezada también por ese “otro” libro. Noé Castillo Alarcón, director general del Medio Universitario, de la Universidad Iberoamericana, Puebla. 123 · Cambio climático · Trata y tráfico de personas · Desigualdad · Ciudades Habitables* · Energías renovables* * próximamante Rúbricas pretende generar diálogo, discusión entre quienes conformamos la comunidad universitaria, por un lado, y con aquellos que nos miran con interés o, al menos, con curiosidad, por el otro. Rúbricas pretende mostrar las ideas y alcances académicos de la comunidad universitaria, a fin de obtener una necesaria retroalimentación. La perspectiva es plural, como plurales son las comunidades universitarias, pero con la idea de generar, propiciar, circular pensamiento propio, desde nuestros propios intereses y apuestas. En Rúbricas tendrán especial cabida y particular relevancia las reflexiones que asuman la perspectiva del Sur, entendida ésta como la búsqueda de conocimientos que otorguen visibilidad y credibilidad a las prácticas cognitivas de los pueblos y de los grupos sociales victimizados, explotados y oprimidos. En Rúbricas, el lector encontrará opiniones académicas fundamentadas en la teoría y práctica docentes, y en la investigación y práctica social, sobre los temas de la vida nacional y mundial que atañen a nuestro desarrollo socioambiental, socioeducativo y sociocultural. 126 Otoño - Invierno 2011 Fotografía: Cristian Poveda + Exposición “La vida loca” en la Galería de la Ibero Puebla