Panoramas 1y2 Filosofía moderna - junio 2013

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Para el examen de este año en la primera pregunta hemos pensado partir la Época Moderna sólo de dos maneras (entre las varias posibles de
las que hemos hablado en años anteriores, lo que podría causar cierta inseguridad a los alumnos), por lo que sólo podrá caer en el examen
una de estas dos cuestiones (en esa pregunta y esa época):
1) Renacimiento, revolución científica y racionalismo
2) Racionalismo, empirismo e Ilustración.
Panorama Filosofía moderna
Este contenido sólo se preguntará en una de estas dos maneras:
1) Exponga el Renacimiento, la Revolución científica y el Racionalismo
2) Exponga el Racionalismo, el Empirismo y la Ilustración.
1ª posibilidad: “Exponga el Renacimiento, la Revolución científica y el Racionalismo”
Se denomina Época Moderna al tiempo histórico que transcurre desde la caída del
Imperio bizantino, a manos del Islam en 1453, hasta la Revolución Francesa en 1789. Dentro de
la Época Moderna suelen distinguirse tres períodos diferenciados: el Renacimiento, que
abarcaría los siglos XV y XVI; el Barroco en el siglo XVII, y la Ilustración, que se
circunscribiría al siglo XVIII.
La historia de la Época Moderna se caracterizó en sus inicios por el progresivo aumento
del poder de los monarcas, la constitución de los estados nacionales europeos, su división en
católicos y protestantes, y la continua guerra de unos contra otros por la hegemonía política,
económica y religiosa en Europa. Así mismo, esta época se define por la progresiva
independencia del Estado respecto a la Iglesia y por la crisis del Antiguo Régimen (modo de
organización social medieval), como consecuencia de las revoluciones políticas, sociales y
económicas del siglo XVIII. Estas revoluciones condujeron a Europa a un nuevo sistema
económico (el capitalismo), a un nuevo tipo de sociedad (la sociedad industrial) y a un nuevo
marco político (la democracia parlamentaria).
Suele considerarse al Renacimiento (siglos XIV y XV) la etapa inicial, un periodo de
transición entre la Edad Media y la Modernidad, pues muchos de los fenómenos del
Renacimiento tienen su origen en la Edad Media, por ejemplo la emergencia de Estados
nacionales, el crecimiento de la burguesía y por ello del individualismo, o la recuperación de los
estudios de autores clásicos. Además, los acontecimientos del periodo renacentista tendrán una
enorme repercusión en la sociedad europea de los siglos siguientes: la caída de Constantinopla,
el descubrimiento de América, la generalización del uso de la pólvora, o la invención de la
imprenta, por ejemplo.
Desde el punto de vista de la Historia de la Filosofía, en esta preparación de la Modernidad
que fue el Renacimiento se recuperó el pensamiento de los filósofos griegos: Platón, y
Aristóteles principalmente, pero también Demócrito, Sócrates, la escuela estoica, el epicureísmo
y el resto de escuelas helenísticas. La diversidad de autores que se inspiraron en los antiguos
griegos presenta algunos rasgos comunes, como el antropocentrismo, frente al teocentrismo
medieval, y el naturalismo, una exaltación del valor de la naturaleza como objeto de estudio que
tendrá mucho que ver con el nacimiento de la nueva ciencia.
El pensamiento renacentista se caracteriza por tres rasgos principales:
a) Un retorno al estudio del hombre. Los filósofos renacentistas pretenden recuperar el
antropocentrismo griego, frente al teocentrismo medieval.
b) Una actitud racionalista. La verdad, el bien y la justicia debían lograrse desde la razón
humana, sin enfrentarla con la religión. Esta actitud dio lugar a un pluralismo
interpretativo del dogma religioso, y al inicio de un proceso de racionalización de lo
religioso que conducirá, en la Ilustración, al deísmo.
c) Una nueva mentalidad de aprecio del mundo. Frente a un cierto desapego del mundo
y las riquezas, propio de la mentalidad medieval, en el Renacimiento se consideró
bueno el progreso económico. En este espíritu, la ciencia empírica fue considerada el
tipo de conocimiento adecuado para lograr entender y dominar el mundo.
La “Nueva Ciencia” será la base de la Revolución científica, que supondrá una creación
genuinamente moderna, acabará desbancando al antiguo aristotelismo del ámbito científico, y
ofrecerá al hombre moderno una visión del mundo alternativa a la medieval: el heliocentrismo y
el mecanicismo acabarán generalizándose en la conciencia del hombre europeo gracias a los
trabajos de Copérnico, Kepler, Galileo, Newton y muchos más. La oposición filosófica y
científica entre la ciencia antigua medieval y la moderna fue uno de los principales episodios de
la época moderna.
Galileo supo demostrar la validez del heliocentrismo formulado por Copérnico, y superar
la visión aristotélico-ptolemaica del universo. Fue la figura más destacada, no sólo por sus
aportaciones a la astronomía y a la física, sino porque supo teorizar sobre el método científico.
Cuatro debían ser los pasos a seguir, según Galileo:
1. Formulación de la hipótesis.
2. Deducción de las consecuencias de la hipótesis.
3. Comprobación de las consecuencias mediante observación y experimentación.
4. Formulación matemática de la ley.
No fue sólo la física la que progresó y se definió como un saber científico independiente
de la filosofía y la religión. También otras ciencias empíricas, como la química y las ciencias
naturales, iniciaron su andadura. Al lado de estas ciencias, las matemáticas experimentaron
un gran desarrollo y fueron el complemento ideal de las ciencias empíricas a la hora de
formular las leyes científicas que se descubrían.
El saber científico fue visto como un saber útil, práctico, que unido con la técnica podía
transformar las condiciones de vida de las personas. Francis Bacon supo expresar esta idea
afirmando que la ciencia da poder y es el instrumento adecuado para el dominio de la
naturaleza.
Uno de los resultados de la nueva ciencia será la idea moderna de la autonomía de la razón,
que será vista como un principio supremo que no debería estar sometido a ninguna otra
instancia, salvo sus propias leyes y la experiencia. La idea medieval de philosophia ancilla
theologiae irá perdiendo su primer plano, y la Razón exigirá su plena libertad con la Ilustración
en el s. XVIII.
Durante la época moderna hay diferentes maneras de entender el funcionamiento de la Razón
humana: una de ellas será la escuela racionalista originada en Descartes y continuada por
Malebranche, Spinoza y Leibniz, confían plenamente en sus capacidades y apuestan porque la
Razón extraiga la certeza de sus propias leyes, en lugar de tener que acoplarse a unos datos
sensibles demasiado volubles. Optan por las matemáticas como modelo de saber, por su
seguridad a priori, y conciben la ciencia deductivamente, como un proceso seguro que debería
partir de axiomas indudables. Todos ellos afirman que en la mente humana existen ideas
innatas, y tienen una confianza muy grande en las posibilidades de la Razón humana, cuyos
límites consideran muy lejanos o inexistentes.
El fundador del racionalismo fue el filósofo francés René Descartes. Su filosofía
inauguró una actitud de duda sobre todos los conocimientos filosóficos anteriores,
constituyendo a la razón humana en el único fundamento a partir del cual podemos admitir
verdades. Para el filósofo francés lo primero que podemos decir es que existe nuestro
pensamiento y las ideas en él contenidas. La existencia real e independiente del mundo es una
cuestión que habremos de demostrar.
El racionalismo postula una nueva autonomía individual, no sólo especulativa, sino
también ética y política. Esto se traduce en una confianza en el poder de la razón para llevar a
cabo grandes transformaciones de la realidad. A partir de ahora se creerá posible llegar a
descubrir la verdad con el uso de la propia razón (autonomía especulativa), o lograr derivar de
uno mismo las reglas para dirigirse en la vida (autonomía moral), o llegar a participar en el
poder político para alcanzar el autogobierno (autonomía político). Todo ello frente a la actitud
anterior de heteronomía especulativa (la razón subordinada a la fe), heteronomía moral (los
principios morales vienen de mandatos ajenos al individuo) y heteronomía política (el individuo
es gobernado por un poder absoluto y ajeno). Esta anhelada autonomía no se logró de un modo
completo en ese siglo, ni fue formulada en su integridad por Descartes, pero el camino quedó
ineludiblemente trazado a partir de é1.
La polémica entre racionalistas y empiristas, se planteó principalmente en relación con el
problema de los límites y el alcance del conocimiento humano. Para los racionalistas la verdad
se deriva de la razón, por lo que el método válido para alcanzarla será la deducción, y el modelo
de ciencia a seguir las matemáticas.
2ª posibilidad: Exponga el Racionalismo, el Empirismo y la Ilustración
Se denomina Época Moderna al tiempo histórico que transcurre desde la caída del
Imperio bizantino, a manos del Islam en 1453, hasta la Revolución Francesa en 1789. Dentro de
la Época Moderna suelen distinguirse tres períodos diferenciados: el Renacimiento, que
abarcaría los siglos XV y XVI; el Barroco en el siglo XVII, y la Ilustración, que se
circunscribiría al siglo XVIII.
La historia de la Época Moderna se caracterizó en sus inicios por el progresivo aumento
del poder de los monarcas, la constitución de los estados nacionales europeos, su división en
católicos y protestantes, y la continua guerra de unos contra otros por la hegemonía política,
económica y religiosa en Europa. Así mismo, esta época se define por la progresiva
independencia del Estado respecto a la Iglesia y por la crisis del Antiguo Régimen (modo de
organización social medieval), como consecuencia de las revoluciones políticas, sociales y
económicas del siglo XVIII. Estas revoluciones condujeron a Europa a un nuevo sistema
económico (el capitalismo), a un nuevo tipo de sociedad (la sociedad industrial) y a un nuevo
marco político (la democracia parlamentaria).
Los empiristas modernos (Locke, Berkeley y Hume) afirman que el conocimiento racional
debe extraer su validez de la experiencia, y que la mente humana podría compararse a una
tabula rasa, limpia de toda idea innata, en la cual los sentidos van escribiendo sus datos. Los
límites del conocimiento serían por tanto los límites de la experiencia, y toda idea que merezca
ser tenida en cuenta debería basarse claramente en alguna experiencia. Siguiendo a los
nominalistas y Ockham, consideran que deberían eliminarse del conocimiento todas las
nociones innecesarias y vacías que no se basen en nada contrastable.
En el siglo XVIII, el filósofo Inmanuel Kant formulará una filosofía que mediará entre estas
dos escuelas. Según su planteamiento idealista, el conocimiento humano es el resultado de la
síntesis entre los elementos a priori de nuestra Razón y lo que extraemos de la experiencia. Ni la
experiencia sola ni la Razón sola pueden explicar el hecho de la ciencia nueva o del
conocimiento humano normal, sino que sería necesario acudir a ambos para explicarlo. La
universalidad y necesidad de las leyes científicas sólo pueden explicarse por la colaboración
entre lo a priori (Razón) y lo a posteriori (experiencia). Por tanto, la Razón tiene sus límites,
pues sus elementos a priori sólo pueden aplicarse a la experiencia, de manera que los viejos
conceptos de la Metafísica quedan más allá de sus posibilidades de resolución. La seguridad
científica sólo es posible obtenerla con los fenómenos. Y además, el conocimiento objetivo,
estrictamente hablando, es imposible, porque lo que conocemos es un constructo entre la
realidad externa y nuestras propias estructuras.
En cuanto a la moral y la política, también ocupan un lugar importante en la reflexión
moderna. La Ilustración fue un movimiento defensor de la Razón y la libertad, que no sólo
alcanzó a las reflexiones filosóficas, sino que planteó unos ideales de convivencia que
transformaron todo el panorama político europeo, ya sea de manera violenta, como en la
Revolución Francesa, o sirviéndose de otros ritmos más sutiles en el resto de países. El lema
que Kant formuló para este movimiento, Sapere aude!, expresa perfectamente las implicaciones
prácticas de darle a la razón el papel rector: el hombre sale de su minoría de edad tutelada
cuando se atreve a pensar por sí mismo. Se podría decir que la Modernidad europea está
contenida en ese lema kantiano.
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