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SOS-
SEMANARIO PINTORESCO.
IA CATEDRAt DE HEIMS.
TOMO III.--8.» Trimestre.
l ^ t ie Marzo <k l$$!i<
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SEMANARIO PINTORESCO.
LA CATEDRAL DE REIMS.
X j a celebridad que tiene la catedral de Reims no solam e n t e proviene de la consagración de los monarcas franceses que tantas veces se lia verificado en ella, sino
también de su carácter arquitectónico y de la riqueza de
svis adornos.
E n el sitio qiie ocupa liubo otros dos templos m u c h o
menos capaces y bellos, el último de los cuales estaba
flanqueado de t o r í e s y lleno de almenas como una cindadela. El incendio que devoró en 1210 una parto de la ciudad de R e i m s destruyó también su c a t e d r a l , y dos años
después emprendió su reconstrucción el famoso arquitecto
R o b e r t o d t í Coucy. T r e i n t a años se gastaron en esla obra,
y R o b e r t o puso la iglesia en el estado en que se cncuenU-a a c t u a l m e n t e , á oscepcion de ciertas mudanzas Lechas
en el crucero y do algunos pormenores que se suprimier o n cuando se consagró Carlos X .
Este t e m p l o , cuyo frontis recuerda el de Nuestra
Señora de P a r í s , tiene cerca de 440 pies de l a r g o , 93
de anchó y 250 do alto desde el suelo de la iglesia hasta
la p u n t a de las torros. El crucero tiene 150 pies y algunas pulgadas de alicho.
La portada consta de tres arcos , siendo el mas alto y
ancho el d e e n m e d i o j y de otros dos llenos de figuras. Se
h a seguido en ella el sistema piramidal. La abertura del
arco principal es de 85 pies. Estos arcos están llenos de
estatuas, las primeras de las cuales que empiezan por el
p a v i m e n t o , tienen 7 pies y medio de a l t u r a , c o n t e n i e n do toda la portada mas de 530 estatuas de todos t a m a ños. El arco de la iiiquierda representa la Pasión; el de
la derecha el Juicio u n i v e r s a l , y el del medio la coronación de Nuestra Señora. E n t r e las torres mas altas que
la r o s a , está r e p r e s e n t a d o el bautismo de Clodoveo, y
mas abajo el combate de David con Goliat. Sobre la p u e r t a de la e n t r a d a se ve nn milagro de S. Remigio , resucitando á uno que habia legado sus bienes á la iglesia, y
cuyos herederos disputaban la donación; el m u e r t o se l e vanta á dar testimonio del hecho.
Las t o r r e s rematan en una especie de bonete cuadrado. La mas baja de ellas encierva la famosa campana
Carlota que pesa 25 millares de libras, y cuya armonía no
tiene disonancia alguna. En el año de 1793 fue respetada
p o r la revolución.
So subo á estas torres por una escalera de 280 escalones. Toda la iglesia está cubierta enteramente de plomo,
y la armadura colosal de este edificio se cree que es de
c a s t a ñ o ; aunque un célebre naturalista asegura que no es
sino de encina b e l l o t e r a , cuya carne se parece mucho
á la del castaño. Igual observación es aplicable á la m a y o r p a r t e de las antiguas iglesias de Francia. En m e dio del c r n c e í o hay un reloj de dos toques, uno para las
horas y el otro para las medias h o r a s : el p r i m e r o toCa
la música de lo8 diferentes himnos de la iglesia en laá
diversas épocas del año.
A la estromidad del techo opuesto á las torres h a y
u n campanario de casi sesenta pies de a l t o , sobre c u ya aguja está colocado u n ángel de latón dorado de 6
pies. Al derredor del campanario hay ocho estatuas jigantescas que. r e p r e s e n t a n personas condenadas al último s u plicio, y á lo que se cree aluden á la rebelión y castigo
de los habitantes de Reims contra el obispo Gervaíio enel siglo X L Una de las figuras presenta señales de haber
sufrido la marca; otra saca dinero de un bolsillo, y otras,
atravesadas p o r diferentes p a r t e s , tienen en sus manos
listas de i m p u e s t o s , causa al p a r e c e r de su desgracia. En
el coro de la catedral habia en un tiempo otras figuras
semejantes en cauíisa.
En la bóveda de una de las dos p u e r t a s que se ve á
la p a r t e lateral izquierda, hay gran n ú m e r o de figuras
pequeñas de pecadores y demonios que se están burlando
del martirio de S. Nicasio y los milagros de S. Remigio,
E n t r e los demonios habia algunos en actitudes indecentes , que los canónigos mandaron mutilar poco antes de la
revolución.
Se comunica la lu2 á la catedral p o r una multitud; de
ventanas , la mavor parte de cuyos vidrios están pintados,
y por cuatro rosas ó ventanas redondas. Nada puede
couipararso en magnificencia á la rosa de la portada , á lá
de la galería envidriada que está bajo de ella y á lu rosa
m e n o r , situada en la honda abertura practicada bajo dé
la que acabamos de hablar.
La reunión de estos vidrios pr<KÍuco un efecto admir a b l e , piirlicularmente cuando colocándose en el c e n tro de la nave se contempla el conjunto de ellos en el
momento de ponerse el sol.
El órtrano
es una obra m a e s t r a : tiene tres liilcraade
o
cañones- de 38 pies de a l t u r a , y 25 rejis ros : antiguamente contaba 12 fuelles.
El pueblo de Reims asegura que el cubo de 1<» pila
bautismal sirvió en un tiempo para el bautismo de Glodoveo.
En tiempo do la revolución se vio auiena/.ada esta
catedral de una ruina completa. Se iba á ponerla en v e n ta en Clialons, cuando un vecino de Reiins p r o p u s o que
se estableciera en ella un Chih rcpul)licano. Adoptóse la
idea, y salvó este magnífico monumento que los vándalos
hubieran acaso demolido p a r a vender los materiales , ó
que á lo menos hubieran destrozado.
Napoleón aplicó considerables cantidades p a r a r e p a rar la catedral do Reims ; la restauración siguió este ejemplo , y cuando se trató de la consagración de Carlos X se
hicieron algunas mudanzas en ella. Se temió que algunas
de las muchas estatuas que udoruaban las paredes p o drían caer cuando se disparase la artillería y se volteasen
las c a m p a n a s , y se las quitó. Se blanqueó lo i n t e r i o r de
la iglesia, y se pintó el t e c h o de azul con lisos de oro,
como solia hacerse en las iglesias de fundación real.: El
blanqueo tenia por objeto el achicar en apariencia el
templo acercando mas entre sí las p a r e d e s ; en cuanto: al
t e c h o , pintado de azul ya se díeja conocer el mal efecto
que haría.
El clauslro de la catedral era en lo antiguo un sitio
de asilo, y los que se retiraban á ¿1 no podían ser cojidos p o r los oficiales del arzobispo, y mucho menos p o r
los del r e y . Habiendo prendido un alguacil real á un l a drón en la catedral el año de 1133 fue ahorcado en lugar del ladrón por haber violado el asilo.
En el siplo X I V , en tiempo en que los arzobispos,
p r o c u r a n d o rotcnev u n poder que se les iba escapando,
luchaban contra el ascendiente de los comunes y e n c a r celaban á l o s vecinos inquietos, se imaginó un espediente
muy singular y fácil p a r a rehabilitar la memoria de los
que morian en la cárcel y cuya inocencia llegaba después
á reconocerse. Los oficiales del arzobispo entregaban á
los parientes el cadáver del acusado , ú en su lugar una
efigie suya. Se publicaba entonces su justificación, y se
tributaban á su efigie los honores que se le hubieran t r i butado á él mismo, b á s t a l o s de la sepultura eclesiástica,
y de este modo sallan bien librados y á poca costa los
oficiales del arzobispo cuando cometían alguna injusticia.
Los regidores obtuvieron al cabo que no se pudiese
p r e n d e r á ningún vecino sin motivar el crimen de que se
le acusaba. E n 1424 existía en R e i m s , asi como en París,
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SEMANARIO PINTORESCO.
una costumbre que sin duda d u r ó poco. A los condenados
á muérté'is'é tes. echaba al-agua.
A mediados del siglo X V I liabia en Reims una cost u m b r e aun mas , ,,ra que todas las que se seguían en
otras p a r l e s eu iiuichas festividades religiosas. El miércoles santo despujs do tinieblas iba todo el clero de la c a jjjtedralá h a c e r , una .^estación á la iglesia de S. Remigio.
Los canónigos., ordenaílosr eir dos filas y precedidos de la
cruz conduelan cada uno tras.de sí im h a r e n q u e atado á
_.xina c u e r d a , por lo. c u a l , s e - l l a m a b a la procesión de los
_j^arenques.! Cada c'anóulgo prpcurabá mavchar sobre el
„Tharenque del que ^ep^:occdi;^, no descuidándose de impedir
,,{iiie el que .U- seguía marchase sobre el su^^o. El capítulo
Ixizo 'dil'erentes reglauíenlo.s contra este desorden ; p e r o
iiO pudo corregirse sino suprimiendo la procesión.
El dia de Pascua después de la misa iban los canó.jfsaigus de la catedral proeesioualinente aL-elaustrp-donde
,«estaba puesta una mesa y en ella ' u n íCí>;rdÉ,rp aisafio.
MÍDespues de bendecirlo el semanero,, cada canónigo ,• á
-: peligro de quemarse , touiaba su ración con las m a n o s , y
tenia que couicria apriesa. Durante esta couiida p r e c i p i tada entonaba el coro la antiíona de Hiec dics.
Pero no faltaron quienes se opusiesen á costumbres
tan contrarias al verdadero .espíritu del evangelio. « E n
1583 un concilio provincial de Ruiíñs prohibió absolutam e n t e el hacer en las.festividades de Nuestro Señor y de
los santos bajo protesto ninguno do costumbre r e p r e s e n taciones teatrales ni farsa alguna ridicula que pudiese
mancillar el honor y santidad de la casa de Dios , y que
los contraventores fuesen castigadoypófjssis superiores."
E a los siglos de ignorancia se veía amenudo esta m e z cla de indulgencia p a r a con los desórdenes mas chocantes,
y d e x a s t i g o s indecentes y muy severos p a r a con las faltas lijeras. En 1174 el deán hi/.o azotar en pleno capítulo
al archidiácono R o t h a r d o , nombrado para el obispado de
Chalón y pariente del rey de Francia , p o r haberse h a llado en una ceremonia religiosa sin su vestido de coro.
R o t h a r d o dio muchas gracias al de,an p o r su severidad
En 1205 un tal G e r a r d , d e a n d e l arzobispado atacó
4 la-autoridad de los canónigos arrestando 4 u n vecino dé
su cargo. El capítulo se vengó cruelmente estando la sede
Vacante. F o r m ó causa al deán , que se p r e s e n t ó en camisa en una procesión jeneral con la argolla al cuello y'los
pies descalzos, y recibió la disciplina por mano del semanero.Las
flagelaciones eran entonces muy comunes.
E n 1148 hubo en Reinas u n hereje de u n a especie ^particular. Llamábase Eum, y oyendo cantar en la iglesia:
Per eum qui venliirus esl judicare vivus el morliios, llegó á
imaginarse que el ora aquel JEum que dcbia: venir, á juzgar á los vivos y á los m u e r t o s , y lo que es uvas, llegó á
persuadirlo á partidarios tau entusiastas que desafiaban á
los tribunales y los castigos. Eum tuvo que comparecer
ante u n concilio, presidido por el papa Eugenio , y couipuesto de mil y cien legos, donde se le condenó á p e r petuo encierro en u n a torre del palacio arzobispal que se
llamó Eum hasta que la destruyó el arzobispo Le Tellier
4 últimos del siglo X V l l .
PANORAMA MATRITEBíSE.
VISA. SfOCHE D E VEI.A.
/ Oh variedad común f mudanza cierta !
¿ quién habrá que en sus males no te espete/
quién habrá que en sus bienes no te tema?
ARGENSOL.\.
icnsíí •
JL/«y,ip.W; snpwestp ;qucü.tpdfts, ,i»Í6. íectpres. conocen • lo
qift ;es; pasar ama noche en iin alegrq,?akin , ^aborea^do
las dulzuras del c a r n a v a l , en medio de ¿ n a sociedad b u lliciosa y partidaria del m.ovimlento ; quiero suponer q u e
todos ó los mas de ellos cuuiprenden aquel estado feliz « n
que ,constituye al h o m b r e la gra,ta conversación con, v^na
linda p a r e j a , el ruido de una orquesta armoniosa, el. ri^splaudor de la brillante iluminacioií, la risa y algazara de
todos aquellos grupos, que se m u e v e n , que se cruzan, que
se separan, y que luego se vuelven ájurUar. Quiero igualmente sospechar , que concluido el baile y llegada la h o ra fatal del desencantamiento, alguno de los c o n c u r r e n t e s , lleno el corazón de fuego y la cabeza de magníficas
ilusiones, reconcentrado su sistema vital en el interior de
.su imaginación, no haya hecho alto en la esterioridad de
su persona ; no haya reparado en la h u m e d a d de su frente , en la dilatación de sus poros , en el ardor exagerado
de su p u l m ó n ; y que tan solo ocupado en sostener una
blanca mano p a r a subir á u n c o c h e , ó en aguardar el
turno p a r a reclamar su capa en u n frió callejón, apenas
haya reparado que el sudor de su r o s t r o se ha enfriado,
que su voz se ha enronquecido, qtie su pecho y su c a b e za van adquiriendo por momentos cierta pesadez y njal
estar.
Doy p o r supuesto que el tal, de vuelta á su casa, sietita vinos amables escalofríos, amenizados de vez en c u a n do con una tosecilla seca , 'sendos latidos en las sienes, y
un cierto aumento de gravedad e n , l a p a r t e superior de
su maquina, que apenas le permite tenerse en pie. Quiero imaginar que le asaltan las p r i m e r a s sospechas de que
esid malo ; y que tiene que transigir por lo menos con
.una fuerte constipación; que se mete en la cama donde
le coge u n involuntario y frió t e m b l o r , y luego u n a r d o r
linsoportable ; pero se consuela con que m e r c e d á y n
vaso de limonada ó u n benéfico sudor , bien po4ra' e s tar á la noche en disposición de r e p e t i r la escena a n t e :rior. Supongo por últiuio que esta esperanza se d e s v a n e c e , pues ni el sudor ni el sosiego son bastantes á devolverle la perdida s a l u d ; con lo cual y sintiéndose de rnas
en mas a g r a v a d o , hace llamar á su médico, quien d e s p u é s de echarle u n razonable sermón por su imprudencia,
le dice que guarde c a m a , que se abstenga de toda comid a , y que beba no sé que brevages p u r g a t i v o s , i n t e r m e diados de cataplasmas al vientre , y amenizado el lodo
con sendos golpes de sanguijuelas donde n o es de bvien
tono n o m b r a r . Remedios únicos en que se encierra el c ó digo de la moderna escuela facultativa , y que p a r e c e n
ser la panacea universal p a r a todos los males conocidos.
Pues bien ; después de supuesto todo e l l o , quiero que
ahora supongan mis lectores que el sugeto á quien a c o n tecía aquel desmán, era el Condesito del T r e m e d a l , sugeto brillante por su ilustre nacimiento, sus gracias p e r s o n a l e s , su desenfadada imaginación, y una cierta fama de
superioridad, debida á las conquistas amorosas á que había
dado fiu y cabo en su magestuosa carrera social. Cualidades e r a n estas muy envidiables y envidiadas; p e r o tjue
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SEMANARIO PINTORESCO.
para el caso actual no le scrvian de n a d a , preso entre
vendas y ligaduras, inútil y agoviado, ni mas ni menos que
el último parroquiano del hospital.
Mediaba sin embargo alguna diferencia en la situación
exterior de nuestro conde , si bien su naturaleza interior
revelaba en tal momento su completa semejanza con los
seres á quienes él no hubiera dignado compararse. Halláb a s e , p u e s , en su c a s a , asistido mas ó menos cuidadosamente , en p r i m e r lugar por su esposa, joven hermosa
y elegante de veinte y cuatro a b r i l e s , que sino r e c o r d a ba á Artemisa , p o r lo menos era grande apasionada de
las heroinas de Balzac. Luego venia en la serie de sus
veladores un íntimo a m i g o , un tercero en concordia de
la c a s a ; militar cortesano; cómplice en las amables cala'-''Veradas del e s p o s o - e n c a r g a d o de disimular su infidelidad
" ' y tibieza c o n y u g a l ; de suplir su ausencia en el p a l c o , en
'-'el salón, en las cabalgatas; depósito de las mutuas con'^'"fianzas de ambos c o n s o r t e s ; y mueblo en fin, como el
•''lórito ó el galgo ingle's, indispensable en toda casa p r i n "^'iíípal y de buen tono.
•'^ '
E n segundo le'rmino del cuadro, ofreci'ase á la vista una
'•'"hermana solterona del conde , que según nuestras v e n e randas sabias leyes, estaba destinada á vegetar honestam e n t e , por haber tenido la singular ocurrencia de nacer
hembra , aunque fruto de unos mismos padres , é igual á
su hermano en sangre y derechos naturales. Añádase á
esta injusticia de la ley, la otra injusticia con que la natuiraleza la habia negado sus favores, y se formará una ¡dea
aproximada de la cruel posición de esta indefinida vi'rgen,
con treinta y dos años de espectativa , y dotada ademas
de un gran t a l e n t o , que no sé si es ventaja al que nace
infeliz y segundón. En compensación, e m p e r o , de tantos
desmanes, todavía podia alimentarse en aquel pecho a l guna e s p e r a n z a , hija de la falta de descendencia del conde , esperanza no muy moral en v e r d a d , p e r o lo suficientemente legal p a r a prometerse algún dia ocupar un
puesto distinguido en la sociedad.
Rodeaban , en fin, el lecho del enfermo varios p a rientes y allegados de la c a s a . — U n a tia vieja, viuda de no
sé que consejero, y e r a p l c d a en la real servidumbre;
archivo parlante de las glorias de la familia; cadáver
embalsamado en almizcle; figura de cera y de movimiento ; tradición de la antigua aristocracia castellana; y
ceremonial formulado de la etiqueta p a l a c i e g a . — U n a y u da de cámara, secretario del secreto del Señor C o n d e , su
confidente y particular favorito para todas aquellas o p e " taciones mas allegadas á su persona.—Varias amigas de la
' c o n d e s a y do su cuñada , muchachas do humor y de t r a vesura con sus puntas de coquetería.—Un vetusto mayordomo disecado en v i v o , vera efigies de una cuenta de
"quebrados ; con su peluca rubia , color de oro ; su pantal ó n estrecho como bolsillo de mercader ; su levita de a r pillera ; su nudo de dos vueltas en la corbata ; el puño
del bastón en forma de l l a v e ; los zapatos con hebilla de
r e s o r t e ; u n candado p o r sellos en el reloj y este sin
campanilla, de los que apuntan y no dan; persona en
fin tan análoga á sus i d e a s , que venia á ser una v e r d a d e r a formulación de todas ellas, un compendio abreviado
de su larga carrera mayordomil.—El resto del acompañam i e n t o componíanle tal cual elegante doncel qué a p a r e cía de vez en cuando para informarse de la salud de su
amigo el condesito ; tal cual vecina charlatana y e n t r o metida que llegaba á tiempo de proponer un remedio mil a g r o s o , ó verter una botella de tisana, ó destapar distraída u n vaso dé sanguijuelas; el todo amenizado con el
correspondiente acompañamiento de médicos y quirúrgic o s ; practicantes y gentes de a y u d a ; criados de la casa;
p o r t e r o s , lacayos, n i ñ o s , viejas y demás del caso. — ¡Ah!
se m e había olvidado; allá en lo mas escondido de la al-
c o b a , como el que se aparta algunos pasos de un c u a d r a
para contemplar mejor su efecto de luz, se veía un h o m b r e , serio, triste y m e d i t a b u n d o , que apenas parecía t o mar p a r t e en la acción, y sin embargo moderaba su i m pulso; el cual h o m b r e , según lo que pudo averiguarse , era
u n antiguo y sincero amigo de la familia, á quien el p a dre del conde dejó encomendado este al m o r i r ; que lo
quería e n t r a ñ a b l e m e n t e ; p e r o que mas de una vez llegó
á serle enojoso con sus consejos francos y desinteresados;
pero en aquella ocasión el p o b r e enfermo se hallaba n a t u ralmente mas inclinado á é l , y no una vez sola despue.*
de r e c o r r e r la desencajada vista p o r todos los circunstantes , llegaba á fijarla largo rato en aquella misteriosa figura , la cual' correspondía á su mirada con otra mirada,
y ambas venían á formar un diálogo e n t e r o .
II.
Era según los cómputos facultativos el séptimo dia,
digo m a l ; la séptima noche de la enfermedad del c o n d e .
Su gravedad progresiva habla crecido hasta el p u n t o de
inspirar-serios temores de un funesto resultado. El mtí«
dico de la casa habia ya apurado su ordinaria farmacopea,
y temeroso de la grave responsabilidad que iba á cargar
sobre su única p e r s o n a , determinó repartirla con otros
compañeros que, cuando no á otra cosa, viniesen á atestiguar que el enfermo se habia muerto en todas las reglas
del a r t e . Par.a este fin propuso una junla para aquella"
noche ; indicación que fue admitida con aplauso por t o dos los circunstantes , que admiraron la modestia del p r o ponente , y se apresuraron á complacerle.
Designada p o r el mas antiguo en la facultad la hora
de las ocho de aquella misma noche para verificar la r e u n i ó n , viéronse aparecer á la p u e r t a de la casa, con cortos minutos de diferencia, un birlocho y u n bombe,
lui
cabriole y u n tilburj;
ramificaciones todas de la antigua
familia de las calesas, y representantes en sus r e s p e c t i vas formas del progreso de las luces, y de la m a r c h a de
este siglo corretón.
Del primero (en el orden de antigüedad), de aquellos
cuatro equipages,
descendió con h a r t a pena' un vetusto
y cuadrilátero d o c t o r , hombre de peso en la facultad, y
aun fuera de e l l a ; rostro fresco y sonrosado, á despecho
de los años y del estudio ; barriga en prensa y sin embargo fiera; trage simbólico y anacronímico, r e p r e s e n t a n l »
fiel de las tradiciones del siglo diez y o c h o ; bastón d«
caña de indias de tres pisos, con su p u ñ o de oro macizo
y refulgente ; y gorro en fin de doble seda de Toledo,
que apenas dejaba divisar las puntas del atusado y g r a siunto peluquín.
Seguía el del bombe'; estampa grave y severa; n i m u y
g o r d a , ni muy flaca, ni muy a n t i g u a , ni muy m o d e r n a ;
frente de duda y de reflexión; ni muy calva, ni con mucho pelo ; ojo anatómico y analítico ; sencillo en formas
y modales como en p a l a b r a s ; trage cómodo y aseado, sia
afectación y sin descuido; sin sortija n i b a s t ó n , ni otro
signo alguno exterior de la facultad.
El cabriolé (que por cierto era alquilado) produjo u n
hombre chiquitlUo y lenguaraz, azogado en sus movimientos é interminable en sus p a l a b r a s ; descuidado de su p e r sona; con el chaleco desabotonado, la camisola e n t r e a b i e r t a , é inclinado h.^cla el pescuezo el lazo del c o r b a tín Este tal no llevaba guantes, para lucir cinco sortijas
de todas í o r m a s , y su correspondiente bastón, con el cual
aguijaba al caballejo (que por supuesto no era s u y o ) , y
llegado que hubo á la casa, saltó do u n brinco á la calle,
y subió tres á tres los peldaños de la escalera.
El cuarto carruage en fin, el tilburj-, lan^óde su seno
un elegante y apuesto m a n c e b o , cuyos estudiados modal e s , su fino g u a n t e , sus blancos p u ñ o s , su bien cortada
SEMANARIO PINTORESCO.
l e v i t a , el aseo y p r i m o r en fin de toda su persona r e p r e sentaba al físico viajador, culto y sensible, al médico de
las d a m a s ; su semblante juvenil sobradamente severo p a ra su edad, revelaba el deseo de sobreponerse á ella , afectando un^ si es n o es de gravedad científica y de p r o f u n da reflexión que no decia bien con el complicado nudo
de su c o r b a t a ; si bien su mirar profundo y animado d a ba luego á conocer un alma bien templada para el estudio
ay entusiasmada con la idea de u n glorioso p o r v e n i r .
• ;' • Después del reconocimiento y de las p r e g u n t a s de e s tilo, á q u e contestaba como sustentante el me'dico de c a b e c e r a , quedaron, pues, los cuatro doctores instalados en
Un gabinete inmediato, para tratar de escogitar los medios
de oponerse al vuelo de la enfermedad. Animados p o r
este filantrópico deseo, la p r i m e r a diligencia fue pasar
de mano en mano petacas y tabaqueras, hasta quedar a r mónicamente convenidos, cual con un purísimo cigarro
de la H a b a n a , cual con u n abundante polvo dé a r o m á t i co rapé.
,
.. ;
El primer cuarto de hora se dedicó como es n a t u ral á pasear el discurso sobre varias materias todas
m u y interesantes y o p o r t u n a s ; tales como la rigidez del
i n v i e r n o , las muchas enfermedades, y la aperreada vida
que con tal motivo cada cual decia traer. Alli era oír asegurar á uno que á la hora presente llevaba ya arrancadas
catorce victimas á las garras de la m u e r t e ; alli el afirmar
m u y seriamente otro que aquella noche habia estado de
p a r t o ; cual limpiándose el sudor repetía el discurso que
acababa de pronunciar en una j u n t a ; cual otro metia prisa
á los demás p o r t e n e r , según decia,^ que contestar á
c u a t r o consultas p o r el correo.
Después de compadecerse mutuamente, e n t r a r o n luego
a compadecerse de sus caballos y de sus míseros c a r r u a g e s , a m e n u a n d o el diálogo con la historia de sus c o m p r a s , cambios y composturas, y el interesante p r e s u p u e s to de sus gastos; y de aqui vino á rodar el discurso sobre
el obligado clamor de la escasez de los tiempos, y las m a las pagas do los enfermos que sanaban , y el escaso a g r a decimiento de los que moiian. A propósito de esto tomó
la palabra el rostri-seco, y habló de las elecciones, y a n a lizó largamente los últimos partes del ejército, á que
contestaron los demás con la mudanza de ministerio, y el
resultado de la última interpelación.
Después de haber discurrido largamente por estos a l rededores de la facultad, pensaron que sin duda seria ya
tiempo de entrar de lleno en ella , y empezaron á disertar
sobre la causa posible de las enfermedades, colocándola
unos en el estómago, otros en la cabeza, cual en el h í g a d o , y cual en el tobillo del pie. A q u í hubo aquello
de defender cada cual su sistema médico favorito, y se
declaró el viejo fiel p a r t i d a r i o de los antiguos aforismos,
y del tonifico método de Juan Browm , a lo.que contestó
el serio con toda luia exposición del sistema fisiológico,
y del tratamiento antiflogístico y de la dieta de Broussais. Replicó el tercero (que era el pequeño) con una descarga cerrada de burletas ^ sinrazones contra todos los
antiguos y futuros sistemas , diciendo que p a r a él la medicina era una adivinanza, hija de la casualidad y de la
p r á c t i c a ; y que solo empíricamente podia curarse , p o r lo
cual no admitía sistema fijo, y que si tal vez se inclinaba
á a l g u n o , parecíale mejor que ningún otro el de Mr. LeEoy, por lo heroico y resolutivo de su procedimiento.
U n a ligera sonrisa de d e s d m que se asomó á los labios
del nsico elegante bastó para dar á conocer la superioridad en que se colocaba á sí mismo sobre todos sus compañ e r o s ; SI al mismo tiempo no hubiera querido consignarla
- con la palabra, exponiendo científicamente los errores de
los diversos sistemas a n t e r i o r e s , y la filosofía de u n n u e -
507
vo descubrimiento á que él como joven se hallaba n a turalmente inclinado, esto e s ; la medicina
homeopática
del doctor
Haiinemun.
Aquí soltó el viejo una carcajada, y el chiquito l a n zó varios epigramas sobre el sistema de curar las enfer'
medades en sus semejantes , preguntándole si, como decia
T a l l e y r a n d , acostumbraba cortar la pierna buena p a r a c u r a r la m a l a , con otras sandeces que irritaron la bilis del
homeopático, y descargó una furibunda filípica c é n t r a l o s
charlatanes q u e , según él dijo, desonraban la noble ciencia
de Esculapio; á lo cual el Brusista t r a t ó de aplicar sus
emolientes, y el antiguo Galeno dar u n nuevo tono á
la desentonada conversación.
E n esto uno de los circunstantes (que sin duda d e bió ser el adusto incógnito de que antes hicimos mención)
tuvo la descortesía de abrir despacito la vidriera del g a binete, p a r a advertir á aquellos señores que el pobre e n fermo se agravab'a p o r i n s t a n t e s , y preguntarles si h a bían acordado á buena cuenta alguna cosa que p o d e r
aplicarle, mientras llegaba la resolución formal de a q u e lla cuádruple alianza. Los Doctores quedaron como e m barazados á tan exótica d e m a n d a ; p e r o en fin salieron
de ella diciendo; que hiciesen saber al enfermo que t u viese un poquito de paciencia p a r a m o r i r s e , p o r q u e
ellos á la sazón estaban formalmente ocupados en s a l varle , y mientras tanto que esto h a c i a n , formaban sinceros votos por su alivio, y sentían hacia su persona las mas
fuertes simpatías;
con lo cual el interpelante volvió á
retirarse , á comunicar al enfermo t a n consoladora r e s puesta.
Declarado el punto suficientemente discutido r e s p e c to á el diagnóstico y el pronóstico, vinieron por fin á
proponer la curación, y fiel cada cual á sus respectivos
m é t o d o s , indicaron, el Browmísta u n tonifico recipe de
treinta y dos ingredientes e n t r e sólidos y líquidos, p e r o
con la condición de tenerlo todo cuarenta y ocho h o r a s
en infusión, y que se habia de hacer precisamente en
la botica d e . . . . y e n t r e tanto que la m u e r t e tuviese la
bondad de a g u a r d a r . — E l alumno de Broussais sostubo
que á beneficio de seis docenas de sanguijuelas y c u a tro sangrías se cortaría el m a l , y que para sostener lag
fiierzas al enfermo no había inconveniente en administrarle de vez en cuando algún sorbo de agua e n g o m a d a , ó un azucarillo.—El homeopático
puso á discusión la
aplicación de la vigesímillonésima p a r t e de u n grano de
a r e n a , disuelto en tinaja y media de agua del R h i n , con
lo cual se habían visto pasmosas curaciones en el h o s p i tal de Meckelembourg-Strelítz.—El empírico en fin p r o puso que el enfermo se levantara y saliese á p a s e o , t o mando únicamente de dos en dos horas catorce c u c h a r a das del vomi-toni-purgui-velüCifero de Le Roy.
Dejo pensar á mis lectores la impresión que s e m e jantes propuestas harían respectivamente en el ánimo d«
lodos los doctores ; por ú l t i m o ; viendo que ya era p a s a da la h o r a , y que otros mil enfermos reclamaban el avixilio de su ciencia ; convinieron en que, supuesto que el m é dico de cabecera habia seguido su sistema con este p a r r o q u i a n o , cada uno continuase haciendo lo propio con
los s u y o s ; p o r último, después de acordar p o r la forma
unos nuevos sinapismos y no sé que purga , decidieron
unánimemente que sería bueno que el enfermo fuese p r e parando sus papeles, por sí acaso le tocaba marchar en el
próximo convoy , todo lo cual dijeron con aire s e n t i m e n tal á aquel señor feo de cara, de que queda h a b l a d o , y
después de asegurarle del profundo acierto con que e l
médico de la casa dirigía la c u r a c i ó n , recibieron de m a nos del mayordomo sendos doblones de á ocho, y m a r c h a r o n contentos á continuar sus graves ocupaciones.
508
-£ll
livkiííí!
S;::
•ja aüio[
cui'.i
Vi\¡0 PINTORESCO.
* ( ; ' y ' S é o v e ' r o d e a d o de figuras angustiosas, que le m i r a n
'ya como oosa del otro mundo , y empiezan e c o n t e m p l a r Aquella noclic como la nia3-tl(íCTs'i*«'é;*i:ñpO'rtiínt»tSti • le con aquel silencioso respeto con que se coritempla á u n
''brindaróu á quedarse á Telar'rtl^üiifurii)» casi todos los •cadáver.
• ' -'
'
'.'interlocutores de que queda liecba •iicinjiou'al ^riuoipio
Allá en el fondo, y ' d r t f a s d'e á q u d l o s grupos misteriosos, se deja ver un h o m b r e melancólico y de mirar Som'de este artículo; .y convenidos*dc conseno on rocdnocer
3or..gé/é íiela. vei'a:. ál severo •anóiliino , ••p^^^io^3i!0 dar sus b r í o ; que :aparece allí como' el precursor de la m u e r t e ,
j¡sposicioire3'',',*pal-a "que ead'j'-'uiía •eciijti^se ' W J ¡ h\<gúv '¡en xoHio el abalizado p o r t e r o de las p u e r t a s de la eternidad.
Aqu<il hombre siniestro habia sido introducido con p r e ''?^aqü(;tla''te'l-l%l'ü*eS¿BM:'HiiÓ8e,']TAé^^
...cau'cion en la.alcoba,ipor «el^viejp mayordomo , que habla''*^of%uiii,'í[ii'e,fel'wídl'i;ttf¿l<ay'fVas<íJiSj-t-a£*^
ba 'con ;él.eu iiipzJjaja , ¡d^&|)«<;s da ^íiaber dicho.dos pHla'•^sl'énfríb'a•ifruyrfii'íí;ii)ie!Tl¿--sobro-W('^3!(i^ f vc'ikítói^Ss-ictísificó cort stíhdtJS r¿t((l6S T-fi-'Opoi'tfi'iiitlad'-'dí B;í(!}*'iHÍlo'j*di6 i.-j3FaB,,al o i d o d e la Señora,j;y .hecho.,tres profundas CQEtecuerda ai reloj para cousu)ttl-l4(!-=o^-piiiíkJ iViié»!!í(?í>'tHV'Í5"¿s-- ,jKÍ)»s.A la h e r m a n a d:el,Cpf-ide,-,,;,| ,(.;;Ji;, ...i :ii'j:.r ;
cribió, un .programa í'or;iu\! do operaeioncs, desde la lior^ ,,í, jAJgiin^tantD dfispejado ya este .mO'íeibien.^iPflr, p p u - _
„aeHcla..ó por p r e c e p t o , fueron desapareciendo.de la alcoba
"i'.^r'é'áWicl'iiji'áBj» SÍ{f?fe'^dí.'P'yéil.i='-i ü.; c.'r;j^
. ..toQpg.los, circuiistautes, á cs'cepcion del gefe de la,vela ,\el
.i;).a.jAirdplii<;>]y;.su.iiiister,ioK.o cóiiipañero. —Aquí tiene' Y . S.,
Señ,ür.,cpnd^, á .nuestro honrado secretario, el Sr^ D. G e s %¿íofl/én'caí>dti'<indo^pór'5^te'gr;i)/'lD;rJjtWt^«¡t;*idt»^
tas de Uñate , que viene ;! informase de la salud .de V . S.
• ''seitos:/dlrihida por tel aiimble ilrilit-íÚ-.-se-WVéW^^é de itlisi- V de paso á saber si á V . S. se le ofrece alguna cosa en
' ^ ' t t á e r ' á Ia"Con,desita ysi'rlit^iii'rtttó'.'ÜlBViíndbsicks'iilíb'ot'fJcto íjue pueda complacerle.—r¡Ay Dios niiolexclamó el conde.
"'''á u n apartado g;il3iif)tíle ,^¿lírtití!ü {«CU'eni'eVtiU'iilris Uv^its ' ,¡'E1. escinbauo ! m e ' m u e r o sin remedio. — ¿Q^dcn dice tal
cosa'¡'"señor C o n d e , (interrumpió el escribano) yo solo
' ' % o r a s de la noche y c ó h ; u r a r ' c l ; á i « « 0 iuiprftvisíii'on.an'.sú
vengo á ley' de buen .servidor de V . S. á ponerme á sus
"'^'pr'esencia una modesta partida -de •Í'CÍÍ/-¿B. -El-iiKiyOrdo.uo',
"!'tel ayuda de c;iiiinra, acdllipafiados de la tu'i'b.-í'de ¡'nmi.li;i- pídenos , y ofrecerle mi inutilidad. .No es esto decir que
' ' " f e s / q u e d a r o n en la alcoba á las órdenes del'^yefciide ' "V. .S. hiciera mal en haber pensado en mi ministerio a n tes de ahora, porque al fin todos somos mortales , y c u a n ' ^ l i ó c h e , para alternar arinóriicamerile en la vffla; •
do el hombre tiene arreglados sus n e g o c i o s — — '
.Todo estaba previsto con un orden verdaderamente
El severo velador del Conde habia guardado silencio
áainirable; cada cuál sabia por m i n u t o s la serie de sus obiigadurante esta corta escena, como sorprendido de la audacioues, y durSnte'la primei'a hor.1 todo uiarclió con aquella
cia del mayordomo , y penetrado de la misma idea t e r «rmouia y compás con que suelen las diversas ruedas y cvrible que habia asaltado al conde ; sin eudjürgo no d e j ó l e
'"'íihdros de uiia máqi'.ina 'al impulso del a g e n t e q u e los
' iíiueve. La vieja rezaba sus letanías, y aplic^ba'reliquias -reconocer que en el estado en que este se hallaba , acaso
aquel paso tenia nías de p r u d e n t e que de audaz , p o r lo
y escapularios á la boca del e n f e r m o ; el mayordomo r e cual t r a t ó de poner en la balanza todo su.influjo p a r a i n cibía de manos de los criados las medicinas, y las-pasaba
clinar al conde á someterse á aquel terrible d e b e r . — N o
al ayuda de c á m a r a , el cual las hacia tomar al paciente;
tardó este en ceder á los consejos de la amistad, y á lo
uno revolvía á esto en su l e c h o ; otro 'ahuecaba'tas'alcritico de los inomentos, y significando por señas su r e mohadas y extendía los sinapismos; el dncógnito'en^'fin
signación, dio orden ál mayordomo de que abriese cierto
velaba sobre todos , y corría de i>qui para <tlli para que
bufete , donde hallaría un'pliego cerrado que contenia su
nada faltase á pui-Ro/'Entre tanto en el gabinete del-j^arúltima voluntad, el cuál foi'malizase con todas las cláusudin el alumno de M i r l e redoblaba sus agudeaas'para dislas necesarias, y el lo firmaría d e s p u é s . — P e r o p o r ' D i o s ,
traer á las s e ñ o r a s ; aplicaba bálsamos confortantes á d a s
(añadió) que nadie se enteré d e mis secretos hasta después
sienes d e i a conUcsita, Sostenía los almohadones, y d e - p a de mi m u e r t e ; este aiiiigo, (dirigiéndose al incógnito) ¡el
so la cabeza 'que en c l l o s s e a p o y a b a , y coii' ol noble
mayürdomo y el ayuda de cámara pueden ser los rúnicos
pretesto de evitar un acceso nervioso tenia eillprniibas'matestigos , y les reclamo la observancia de añi encargo.,—
nos fuertemente estrechadas en las suyas.
De pronto un fvierto desmayo aconYéte ^al enfeMio;
-suenan voces y campanillas, y 1-os que jugaban en el gaAquellas tres cortesías del éscribanó^y del máyoi-domo
b i n e t e , y Vos que charlaban en la sala, y los mozos que
á la hermana del Conde , hablan también hecho variar el
dorínian en los colchones improvisados en los pasillos, l o espectáculo del retirado gabinete del jardin. Los amables
dos se mueven apresurados, y c o r t e n todos si 'la alcoba.
interlocutores que en el se r e u n í a n , arrancados á .sus iluEl enfei-ino, sostenido por su buen amigo , yace desfallecido é i n e r t e ; los circunstantesproruui])Cn eii'díversas siones por la escena del iiltimo amago de la m u e r t e , empezaban á creer d é veras su posibilidad, y á Calcular las
exclainacionés. — «¡Ehnédico; Hamaral médico!»-—¡El conconsecuencias consiguientes en aquella casai La p r ó x i m a
fesor!— ¡Erescribano!—Cuíil saca un pomo de alcali-y'casi
viuda, sin .tanto aparato de desmayos, empezaba ya á manise lo introduce por l a n a r i z ; 'ciMl acude diligente ««n «na
festar una verSadera i n q u i e t u d , en tanto que por u n m o estopa encendida para aplicársela á las sienes f este'le frovimiento eléctrico: los vaporosos ataques habíanse inoculata los pulsos con ai>ua bahdmicn de la Meca y espuma de
do en la persona de la hermana, para quien las y a dichas
feníis que encuentra en el tocador de la 'señora; aquel
cortesías del mavordomo y escribano acababan de darla
va á la cocina por v i n a g r e , y •viene diligente á rociarle
á sospechar ain magnífico porvenir. Los cuidados de todos
la cara con el adcre/.o completo de la ensalada. E n t r e
los circunstantes se convirtieron , como era de esperar,
tanto las mujeres chillan—¡pobrecito!—Se ha muerto!»
hacia el nuevo peligro, hacia la nuevamente acometida;
—Los honibres imponen silencio a voces—la vieja reza en
y A pesar vüe que los visages de su feo rostro, fuertemente
alto en u n latin que n o entenderla el mismo San G e r ó n i iiio—la señora se d e s m a y a y cae r e d o n d a — ^ n u n mulli- contraído en todas direcciones, pusieran espanto al h o m b r e mas audaz y denodado ; y por n^as que formase u n
do sofá. E l peligro y la alencimi-se dividen entonces ; los
admirable coirlraste la sentimental y ya verdadera t r i s t e unos abandonan al c o n d e ; los wtros corren á la condesa;
za de la hermosa faz de la condesita, veíase esta sola p o r
los agudos chillidos de este despierta "en fin á'aquel de su
una de las anomalías tan frecuentes en este picaro m u n l e t a r g o ; a b r e los desencajados ojos; mira en derredor de
t>jaoiiui';-;iiJi;:3ít a;
sv...
SEMANARIO PINTORESCO.
5095
do,- al paso q ú c todos, se apresuraban á reunirse en g r u p o
la iliislr.niwnii. u;vciiíwil,;',!>«.'Vou:in..rue!Í!.uiHN>de.(,'n .sxi p a - '
auxiliador en . derredor de Ia;:;presunla heredenau Ji'<¡f^. l¡r!8|v'ijfiealaiiiiuritii (iiiil»«Mia»*(<gi»d)E¡jiitu*cs>iíi siíi»n<ei*istikt i- '•
l e y e s ! i oh costumbres!....
'.-,.'
Al-frente de todas, aquellos:celosos sePvidor.es, dislin- 'I
guíase el mismo joven m i l i t a r íavoritoidc la condesa , que
poco -TOtes no parecía existir sino p a r a ella, y ahora olvidando sus.gracias, y cerrando los ojos sobre la- triste figura déla cuñada , so apresuraba á sostener i osla,- ií con-r
solarla, y yacía arrodillado i sus pies , osLrccliaudo su
mano y. aparentando toda la desesperación de su. roui.íntico dblor... .-Ea con-vulsa heredera, sensible sin duda íi esta,
súbita expresioíi de un-giínero'tan nuevo para ella , lii/.u.
un paréntesis á'su terrible aceidenta'; cnireabriá sus CUI>J
i'ados párpados,, dirigió sus:hundidas pupilas al. amable lii>tcrpelanle , v con un gesto.inexplicable en quei se-rs.ij'sitaba la r.iricatura dal d o l o r , correspondió con un suipiio
4 otro suspiro, y abandonó su inaiio á los l a b i o i c k l jo\ en
triunfador ; este entonces al/vaudo la osada.íVonU en sei i]
de' su- próxima apeteosis , pasoó'.sus iriiradas poi todus 1/
Circunstantes con una sonrisa de d e s d e n ; pero i l Ücgn i
fijarlas en los hermosos ojos de la futura vii.;da no pudo menos de b a j a r l o s suyos entre dudoso y turbado.
Euieste momento la puerca del gabinete se a b r e . — E l
escribano., el mayordomo y ol'•a•yuda^tl.e cámara ac p r o s e n t a u , siguiendo, al amigo incógnito; Este, proeui'andty
ocntenei' su conmoción, manifiesta á los;circunsta-ntes que
su-amigo el Conde habia dejado de existii'.... Todos su
agrupan en torno de la nueva c o n d e s a — El csGribauulce
entonces el t e s t a m e n t o , y la decoración vuelvo 4 camb i a r — El conde declaraba en él tener un heredero n a t u r a l , habido en una de sus varias esciu'siones au.iürosas antes de contraer su matrimonio; pedia p e r d o n a su esposa
p o r este secreto, y la encargaba la tutela y dirección de
su lejítimo h e r e d e r o ; en cuanto á su h e r m a n a , la dejaba
pasar tranquilamente ,i ocupar u n vastago lateral en el
tronco genealógico.
NEWTON.
Acababa de morir Galiieo • en. ei año de i t í í 2 , cuanD e esta manera* nacieron , se manifestaron y desapado Isaac. ¡Sewlon n.acíó en . Woulstrop , condado de L i n recieron como el humo tantas esperanzas y quiméricos
coln., para reemplazar al filósofo ílorenlino, continuar
p r o y e c t o s ; y la lu/, matinal que ya empezaba á iluminar
sus trabáj,us, y esteñder y completar sus descubrimientos..
aquella estancia, vino á poner de manHieslo el desengaPero este niño que d e b i a r e a l i z a r tan. grandes e s p e r a n ñ o de aquellos desengañados s e m b l a n t e s ; anjigos y d e pendientes rodearon íi la condesa viuda, tutora y gober~ I zas habia nacido tan e n d e b l e , que se dudaba pudiera
vivir. Una madre p r u d e n t e vijilaba por fortuna sobre él
nadora ; y cada cual se esforzaba en manifestarla .su no
y consiguió conservar su vida.. Su infancia fue feliz y traninterrumpida adhesión , y á proponerla varios planes halagüeños; pero el severo Velador, valiéndose de su'persuaq u i l a , aunque progresó pocQ en los. primeros estudios
siva influencia, la aconsejó por entonces lo único que deá que se dedicó: dc:iüuábide su madre á un e m p l e o , que
bía'aconsejarla, y era que so retirase á de.scansar. Ilizolo
ciertamente no le convenia, cual era el de administrar
asi, con lo c u a l t o d o s los circunstantes fueron desaparesu palriuionio é inspeccionar el cnllivo de sus posesiones
ciendo. Y luego que quedó solo el incógnito, se arriujó íi
y la venta de prod,u;Los. El joven N e w t o n dominado p o r
u n b u f e t e , tomó una p l u m a , escribió largo r a t o , puso al
su afición á las m a t e m á t i c a s , manifestó tau poca aptitud
prmcipio de su discurso este título : « Una noche de vepara todo lo d e m á s , que fue preciso condescender con
la n y al final de el.estampó esta firma
su austo y no viulentai" su vocación. Envü^ronle pues á
Camiji'idge, donde en pocos años hi¿o todos los descubriEl Curioso
parlante.
mientos que le han imnortalizado, es d e c i r , las leyes
fundauíentales de la astronomía física, la descomposición
:=Í8S«<=
de la l u z , y el cídculo de las marcas. En 1065 fue
catedrático en Candjriclge ; pero como la peste desolase
aquella ciudad al año siguiente , se retiró á su hacienda
de W o o l s t r o p , donde prosiguió sus estudios científicos,
hasta que pudo volver á la universidad a continuar su
uando sc quiero hacer concebir una idea de la a l t u magisterio. La sociedad real de Londres le n o m b r ó indi^
ra á que puedo llegar el cntcndiiüicnto h u m a n o , sc cita
viduo suyo en el año de 1 6 7 2 , y desde eutoíices e m p e & N e w t o n , sus descubrimientos y sus obras. La nación
zaron á publicarse sucesivamente sus memorias sobre la
que produjo á este hombre tan extraordinario le ha opuesóptica en las Transaciones filosóficas. Como sus d o c t r i to siempre con noble orgullo á cuanto los demás p u e nas eran n u e v a s , no se admitieron en todas p a r t e s sínífi
blos han hecho en favor de las ciencias, reclamando p a lina oposición, que :í voces fue rigorosa. N e w t o n esttiyí»!»
ra él la mayor p a r t e de la gratitud del immdo sabio.
ya p a r a condenar á p e r p e t u o olvido todos sus conocir,,
Galileo :fue perseguido en Italia, Descartes fue francés, y
mientost pues eran motivo.do cliseordia entre los sabios^
la Francia no supo conservarlo. Inglaterra se mostró
no queriendo ,• deci* é l , e»¡iOn6rse íi perdtr un bien lai^¡t
'ñas justa p a r a Con el h o m b r e cuyo genio contribiúa á
c
SEMANARIO PINTORESCO.
510
real como el reposo, por c o r r e r tras una sombra. Cuando publicó una de sus principales obras titulada:
Principios matemáticos
de la filosojia natural, previo desde
luego las contradicciones que t e n d r í a , y decia al astrónom o H a l l e y : « La filosofía es una dama muy quisquillosa;
y es diíicil evitar que os arme u n pleito por pocos n e g o QÍOS que tengáis que t r a t a r con ella.»
{Se
concluirá.)
!««>
EL ATENEOCÁTEDRA
DEL SEKOR L A
SAGRA.
E,
; n la noclie del miércoles 21 p r e s e n t ó esta científica
corporación una de aquellas escenas de entusiasmo filantrópico que vienen á desmentir noblemente á los sistemáticos detractores de la humanidad, y á servir de consuelo
á \ai almas sensibles, que c r e e n todavía que la beneficencia y la virtud son naturales á el h o m b r e , y los p e r p e tuos manantiales de sus mas p u r a s sensaciones.
El señor D. Ramón de la Sagra, celoso é ilustrado español, cuyo nombre distinguido por sus largos y filosóficos viages y científicas obras pertenece A las principales
lociedades filantrópicas de Europa y de América , á poco
tiempo de su llegada á esta capital hace pocos meses,
fue invitado por el Ateneo á contribuir con sus conociHiientos á la grande obra de la ilustración pública, p o niendo en noticia de sus conciudadanos con la debida crítica filosófica todas las observaciones que forman el r e s u l tado de sus largos viages por los estados mas civilizados de
Europa y América ; darles á conocer el progreso de a q u e llas sociedades, en los varios ramos que forman la e d u cación y la beneficencia públicas; comparar aquellos establecimientos con los de nuestro p a i s , dirigidos á igual
o b j e t o ; exponer los nuevos adelantamientos y el resultado de las observaciones últimas de los sabios; y tratar en
fin de estimular la opinión de nuestro pais hacia una
clase de conocimientos únicos, en que puede asegurarse
estar vinculada su futura prosperidad.
hacerle ver prácticamente en la noche, del miércoles 2 1
lo que puede esperar la constancia humana de la laboriosidad y aplicación de aquellos seres desgraciados. Sabedor
de que en esta corte existia un hombre benéfico (D. Juan
Manuel Ballesteros , director de los Sordo-mudos), que sin
protección ni estímulo alguno ha intentado la educación
de algunos niños ciegos, se dirigió á él el señor Sagra, estimulándole á que presentase al Ateneo la niña
Isabel
de Diego, ciega de nacimiento, como mía prueba convincente de las explicaciones que anteriormente habia hecho
en su cátedra. Hízolo asi en efecto , y la distinguida sociedad que se reunió aquella noche, pudo admirar los p r o d i giosos adelantamientos de esta niña en la lectura , escrit u r a , aritmética, geografía y música, en términos de h a cer insensible la falta absoluta del sentido mas precioso y
vitaí. Esta niña es la misma de quien hablamos en el ñ ú níero 55 del Semanario , y cayo r e t r a t o dimos también,
acompañado del de otro cieguecito Faustino Samaniego.
Concluida la explicación y los ejercicios, el entusiasmo de la concurrencia llegó á tal p u n t o , que alli mismo se
improvisó una suscripción para formar u n dote á esta
desgraciada n i ñ a ; y habiéndose brindado el mismo señor
La Sagra á depositar su importe en una caja de ahorros
de París ( p o r carecerse desgraciadamente entre nosotros
de este importantísimo establecimiento) resultó en menos
de un cuarto de hora la siguiente lista de suscripción que
continuaremos en los números siguientes, con los nombres
que probablemente seguirán aumentándola.
Don Francisco Martínez de la R o s a , lOD rs. D. Salusliano de 01ó¿aga, 100. D. Juan Arias y G i r ó n , 100.
D. Luis San C l e m e n t e , 5 0 . Marqués de Falces , 100. Marqués de V a l g o r n e r a , 100. I). Bonifacio Fernandez de
Córdoba', 6 0 . D. Rafael A l b a , 80. D. Francisco de P a u la P u i g , 60. D. José Mariano V a l l e j o , 60. D. Pedro A l b r a d o r , 20. D. Francisco T r e b i ñ o , 40. D. Pedro L a m a i g u e r e , 40. D. Antonio Carrillo, 100. D. Pedro Castelló, 100. D. Juan Castelló, 100. D. J(?sé Manuel Mont a l v a n , 60. D. Manuel de la Riva H e r r e r a , 100. D. F e derico V i c t o r i a , 20. D. Estanislao de G o i r i , 20. D. Bernardo A n s a l d o , 40. D. Gines Girón y U l l o a , 100. Don
Domingo Ansaldo, 40. D. José Olózaga , 60. D. Antonio
de las H e r a s , 40. D. R a m ó n de Mesonero, 60. D. José
Ignacio B a r r i l , 40. D. Francisco de Paula R o d a , 20.
El Ateneo de Madrid que en los dos años que cuenD. José Eusebio Mendieta , 20. D. Teodoro de Azcarate,
ta de existencia tiene dadas tantas pruebas de su celo p o r
20. D. Francisco Acebal y A r r a t i a , 100. D. José María
el bien público, se apresuró pues á abrir Sus puertas á
M o n r e a l , 5 0 . J). Kamon de la Sagra., 100. D. Tadeo
t a n ilustre profesor y á estimularle á r e g e n t a r una d e s ú s
c á t e d r a s , mientras permaneciese en esta C o r t e , &. lo cual Ruiz Ogari'io, 20. D. J u a n A c e b e d o , 80. D. Eusebio
Campuzano, 20. D. José Santos y Blatcos, 20. D. José
el señor Sagra se prestó bondadosamente , y sin mas p r e Escario, 60. D. Eduardo R o d r í g u e z , 40. D. Diego A g r e paración preliminar empe/.ó su importante trabajo.
d a , 10. D. Juan González Caborrcluz, 60. D. Basilio CasLa numerosa y distinguida concurrencia que ha acutellanos, 20. D. José Morales Santisteban , 60. D. Julián
dido en las noches de los miércoles á los salones del A t e Sanz del R i o , 10. D. Pedro Aijuedo, 20. D. R a m ó n Basn e o , ha escuchado con el mas vivo interés y natural siuit a n t e , 4. D. José Pulido Espinosa, 6. D. Rafael R e i n o p a t í a una explicación clara , metódica y llena de filosofía
so, 10. D. Manuel Rcinoso, 10. D. R a m ó n Arguelles, 6.
de la condición de las clases menesterosas en los primeros
D. Felipe Martínez, 20. D. Vicente Florez , 10. D. Mariaestados de Europa y norte americanos; el profesor , d e d u no Riquelme, 10. D. Benito María Vivanzo, 20. D. J o a ciendo de esta condición respectiva el número mayor ó
quín Verdugo, 10. D. Francisco Bugallal, 4. D. Juan Góm e n o r de los delitos , ha hecho ver la necesidad imperiomez , 20. D. Valentín F r a n c o , 10. D. V e n t u r a Riva, 1 0 .
sa de mejorar la condición de las clases p o b r e s , y e x t e n D. F e r n a n d o R o d r í g u e z , 10. D. Francisco Irigoyen, 4.
d e r generalmente el beneficio de la educación ; luego d e s D. José M a r t í n e z , 8.
cendiendo 4 los pormenores de los medios aplicados en
otros paises y sii comparación con el n u e s t r o , ha hablado
de las casas de niños expósitos , de las salas de asilo, y
N O T A . El conserge del Ateneo, D. Pedro Ortiguera
de la educación de los ciegos ( 1 ) .
está encargado de recibir las cantidades para este objeto
filantrópico,
y llevar la lista completa de los suscritores,
Este es el último p u n t o que le ha tocado t r a t a r hasta
que se publicará para su satisfacción.
• h o r a , y después de poner á la vista del público infinidad de datos y observaciones sobre la m a t e r i a , quiso
( I ) En los números siguientes daremos á nuestros lectore»
•Iguno de los mai interesantes discursos del señor La Sagra.
MADRID; IMPRENTA DE D. TOMAS JORDÁN, EDITOR.
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