Tomo III - Fundación Caja Navarra

Anuncio
LA CASA EN NAVARRA
Biblioteca CAJA DE AHORROS DE NAVARRA
(£) Caja de Ahorros de Navarra
Coordinación, Fernando Pérez Olio
Fotografías en bitono, José Esteban Uranga
Fotografías en color, José Luis Zúftiga
Fotomecánica: Reproducciones LAR. Logroño
Impresión: Industrias Gráficas Castuera, S. A.
Burlada (Navarra)
ISBN: Obra completa 84-500-5257-2.Tomo III 84-500-94154
Depósito Legal: NA 233-1982
JU L IO CARO BARO JA
LA CASA EN NAVARRA
Fotografías de José Esteban Uranga
III
CAJA DE AHORROS DE NAVARRA
P a m p lo n a , 1982
QUINTA PARTE
CAPITULO I
LA M ERIN D AD DE SAN GÜESA
D e s d e el p u n to de vista geográfico la
m erindad de Sangüesa es de una gran c o m ­
plejidad. Resulta enigm ático ya que em piece
a las mismas puertas de Pam plona en los
valles de A ranguren y Egüés. En esencia,
p a re c e h a b e rse c o n s titu id o te n ie n d o en
cuenta la estructura física de la red fluvial
form ada p o r los afluentes pirenaicos del Ara­
gón y p o r éste en un trayecto considerable.
P ero los valles fluviales, de O este a Este y
los prepirenaicos del centro y del Sur de la
m erindad, se diferencian bastante entre sí y
desde distintos puntos de vista. D e O este a
Este, d e n tr o de la antigua área vasca, hay, en
efecto, sensible diferencia de los valles más
próxim os al Atlántico, com o el valle de Erro,
y los q u e se van alejando de él y se acercan al
Alto Pirineo. D e Aézcoa a Salazar y de Salazar al Roncal, las diferencias son perceptibles
a simple vista y en parte parecen c orrespo n­
d e r a las q u e se notan al N o r te de la cordi­
llera y que tam bién marcan las fronteras de la
Baja N a v a rra y el país de Soule. D e m odo
paralelo, en lo idiomàtico el Roncal se sepa­
raba bastante del valle de Salazar, ya que el
dialecto roncalés es de agrupación difícil. Los
contrastes con los valles y tierras m eridiona­
les son asimismo m uy grandes; pero, de todas
formas, hay unos hechos que han puesto en
relación a la g e n te del Pirineo con la de más
abajo, q u e son el pastoreo, en su form a tras­
hum ante, y el com ercio de troncos de árboles
por almadías que bajaban de N o r te a Sur,
llegando del Aragón al Ebro, fuera ya de los
límites de la m erindad y del reino.
Si en toda N avarra hay un eje antiguo,
N orte-Sur, que une a las tierras extremas,
éste es el que señala la cañada pastoril que
arranca de las alturas del Roncal y llega a la
Bardena. Y es posible que esta clase de ca­
minos haya condicionado la división y separa­
ción entre gentes en dete rm in a d a época.
Porque, en efecto, resulta muy fluida en otras
la frontera del reino de Pam plona, del estado
navarro y más aún la determ inación de los
dom inios de los reyes 1.
D e n tro de ellos lo que parece constituir
un prim er núcleo relaciona e v id e n te m e n te la
tierra de Pam plona con la de Roncesvalles
hacia el N o rte , la de Tafalla hacia el Sur, con
una gran expansión al Este hasta Jaca 2. Se
dibuja pro n to la segregación de esta ciudad
perfilándose un prim er condado de Aragón 3
y d ejando a un lado grandes expansiones de
Sancho el Mayor (1005-1035) y los fraccio­
namientos posteriores. La form a del reino, tal
com o queda m erm ado en tiem pos d e Sancho
el Fuerte (1194-1244) 4, es la q u e condiciona
la división seguida po r m erindades, tal com o
se conoce a partir de 1346 po r lo m enos, con
la novedad de la creación de la de O lite en
9
1407 5. Al establecerse éstas se sigue un
principio de capitalidad y son Pam plona, T udela, Sangüesa, Estella y Saint-Jean Pied de
P o rt las poblaciones señaladas para el efecto.
parece darle un peculiar significado e c o n ó ­
mico y g u e rre ro . P ero, c o m o va dicho, re­
sulta algo raro qu e su jurisdicción llegue a las
mismas puertas d e P am plona p o r los valles de
Egüés y A ranguren, y en to d o caso hay que
pensar q u e la p rim e ra de te rm in a ció n geo g rá ­
fica de las m erindades se hizo te n ie n d o en
cue n ta criterios defensivos y g u e rre ro s y no
o tro s comerciales o económ icos.
El m e rin o tenía atribuciones varias: desde
recaudar y g uardar los d e re c h o s reales a cas­
tigar m alhechores y d e fe n d e r las fronteras y
núcleos urbanos co n tra los vecinos y e n e m i­
gos de la «sozm erindad» y p o r d e b a jo del
m erin o estaba el «sozm erino» y ten ie n te s de
m e rin o con funciones parecidas y localiza­
das 6. El q u e la m erindad d e Sangüesa siga la
fro n te ra pirenaica con el paso de e n tra d a más
im portante, el de Roncesvalles, todos los va­
lles altopirenaicos y la f ro n te ra de Aragón
Todas las capitales se hallan, salvo Pam ­
plona, en fro n te ra y todas son fortalezas co­
nocidas, a las qu e confluyen cam inos tam bién
conocidos. La m erindad más tardía, la de
O lite, es la única q u e parece h aberse consti­
tuido te n ie n d o en cu e n ta o tro criterio.
II
D e s d e el p u n to d e vista cultural y eco­
nóm ico se observa q u e la m erindad de San­
güesa es de una diversidad m u c h o m ayor que
la de Pam plona. P o rq u e hay alguna parte
que, aparte de c o rre s p o n d e r más a la N a varra
húm eda, se relaciona tam bién más con ella en
p u n to a form as de poblados, habitaciones y
desenvolvim ientos de estilos.
Por o tro lado, los valles alto-pirenaicos
tienen un carácter m uy definido, cada uno
po r su estilo y, e n cambio, los prepirenaicos
p re s e n ta n una fisonom ía que, en c o n ju n to ,
refleja cierto e stancam iento y aun paraliza­
ción antiguos, agravados en lo qu e va de siglo
y aun después. Es, sin e m bargo, en estos
valles d o n d e acaso se e n c u e n tre n los tipos de
población, co n ju n to s urbanos y edificios ais­
lados m en o s conocidos hasta la fecha y más
dignos de estudios particulares. Más al Sur
todavía, e n c o n tra re m o s una variación sensi­
ble y form as q u e nos acercan al á m bito del
Ebro. T o d o e n espacios m uy cortos. C o n la
variación cerca. P o rq u e el contraste e n tre la
e xtensión y po b rez a dem ográfica de valles
c o m o el de U rraul y zonas lim ítrofes es pa­
ten te a cualquiera qu e haga un re c o rrid o en
auto. Las diferencias qu e se notan re c o ­
rrie n d o los cauces de los ríos en dirección
N o r t e son sensibles de diez en diez k iló m e ­
tros casi.
NOTAS
1. A n to n io U b ie to A rte ta , «Las fro n te ra s d e N a ­
v arra», e n « P rínc ipe d e V iana», nos. 50-51 (1 9 5 3 ), pp.
61-96.
2. V éase m a p a I d e U b ie to , loe, cit. e n q u e se d an
los límites d e los siglos V1II-XI.
3. M apa, II, siglo X.
10
4. M ap a V IH de U b ie to .
5. M a p a X I V d e U b ie to .
6. Y an g u as y M irand a, «D ic cion a rio d e an tig ü e d a ­
d es» , II, pp. 3 2 2 -3 2 3 , artícu lo « m e rin o s» . En gen eral,
Luis G . d e V ald eavellano , « C u rso d e H isto ria d e las
institucio nes españolas» (M adrid , 1973), pp. 5 07 -5 1 1 .
C A PIT U LO II
VALLE DE A R A N G U R E N
1)
2)
3)
El valle.
Los pueblos: Tajonar, Zolina, Labiano, Góngora.
Ilundain, Laquidain, Aranguren, las Mutilvas.
Los pueblos de la m erindad de Sangüesa
que qu e d a n m u ch o más cerca de Pam plona
qu e de la cabeza de m erindad son tam bién
más parecidos a los de la Cuenca y las cendeas q u e a los orientales de la m erindad
misma. Llama la atención en ellos, en prim er
térm ino, el criterio de regularidad en la dis­
tancia a q u e se alzan unos respecto a otros,
que hace p e n sar en una verdadera regulación
antigua, ya qu e no en un plan sistemático de
asentam ientos. Parece com o si el peso de la
capital influyera en la ordenación de los espa­
cios p o r la banda oriental, igual que por las
otras.
de collazos en poder de personas nobles con
derechos de tipo parecido en distintos luga­
res 3.
El valle qu e se d e b e estudiar prim ero a
este efecto es el de A ranguren, que queda al
Sudeste de Pam plona, pegado a la capital;
p e ro p e rte n e c ie n d o al cuarto partido de la
antigua m erindad de Sangüesa. El nom bre se
repite en Alava y Vizcaya y es un com puesto
de «aran» — valle y «guren», térm ino que,
según A zkue, vale tanto com o límite. En cuyo
caso el lugar de A ranguren sería el límite del
valle, c o m o Ibarguren el de la vega o valle
fluvial 1.
Si examinamos la hoja 141 del m apa de
España, podem os apreciar claram ente qu e el
límite del valle por el Sur está muy bien
delimitado por la sierra de Tajonar, la cual lo
separa del valle de Elorz 7. Por el Este las
alturas son también de cierta consideración,
así como sobre el N o rd e ste , puesto q u e e n ­
cima del lugar de A ranguren las hay de más
de 800 metros. La delimitación es más co n ­
fusa al N o rte y al Oeste.
El valle de A ranguren parece estar ya
c o nsiderado com o tal en la carta de 1208 en
que se c oncede fueros a los labradores de
A ranguren, Iriberri e llundain 2 y en do c u ­
m e n to de 1214 vem os que en Aranguren
m ism o, G ó n g o ra e llundain había población
En el Diccionario de 1802 el valle de
Aranguren aparece com o c o m puesto de los
lugares de Aranguren, G óngora, llundain,
Labiano, Laquidain, M utiloa la Alta, M utiloa
la Baxa, T ajonar y Z o l i n a 4. Los mismos le
asigna Madoz 5. En 1802 la población es de
132 casas y 858 personas; en 1845 son 130
los vecinos y las mismas almas. Altadill nos
da igual composición, p ero con au m e n to de
habitantes (a 991) y de casas (a 230). T o d o en
3.950,27,62 hectáreas 6.
Esto explica acaso que en el censo de
1366 el «Valí d’A ranguren» cuente tam bién
con los lugares de «Y doy», «Olaz», «M endillorrry», «Ardanaz», «G orrayz», «Sarriguren», «Badoztain» y «Liyamendia» que hoy
no se consideran de él 8. T o d o con cincuenta
y tres fuegos.
13
El caso es que, e xam inando de n u e v o el
c o n to rn o q u e se da al valle en el m ap a refe­
rido, se observa tam bién q u e los p u e blos qu e
q u e d a n tradicionalm ente d e n tr o d e él hasta
n uestros días son los q u e están al co m ie n zo o
en el curso de una p e q u e ñ a c o rrie n te fluvial
qu e es la del río Sadar: n o m b re ex tra ñ o que
hace rec o rd a r (com o el del Araxes, guipuzcoano y navarro tam bién en su origen) un
n o m b re fluvial asiático: el del «Saddarus» 9.
N o buscarem os la razón de estas semejanzas.
ca rre te ra q u e va de P am plona al Sur, qu e se
ramifica en las ventas de N o a in (véase el
m apa de la figura 1). Este trazado lo da ya
C oello 13.
Los pueblos se hallan a distancias m uy
cortas unos de otros. D e T a jo n a r a Z o lin a
hay dos kilóm etros. Algo más de tres de aquí
a Labiano. Algo así c o m o u n o y m e d io de
Labiano a G ó n g o ra y distancias similares e n ­
tre los lugares del flanco N o r d e s te .
Las M u tilo a s c o n s ti tu y e n un n ú c le o
aparte. Se p u e d e imaginar q u e los señoríos,
con sus edificios to rreados, eran cortos de
recursos en la Edad M edia, c o m o p u e d e d e ­
ducirse del sim ple hecho de dividir e n tre
nueve las tres mil n o v e n ta c incuenta hectá­
reas y pico del valle. P ero aún más q u e la
e xtensión hay qu e te n e r en cue n ta la p o bla­
ción q u e suma, según los censos. P o rq u e la
sum a de los p u e blos actuales del valle en
1366 da:
Fuegos
Lauiano»
M utiloa de luso»
Taxonar»
A ranguren»
G ongora»
(jolina»
10
1
5
3
3
1
Faltan Laquidain e llundain q u e en o tro
d o c u m e n to aparecen e n otras jurisdiccio­
nes 10. P e ro el valle c o m o tal o los p u e blos
aparecen trib u ta n d o en varias fechas diversas
cantidades de cahíces d e trigo 11. En Laqui­
dain tenía el rey casas, viñas y otras p e r t e ­
nencias, y lo q u e se pagaba p o r ellas fue
red u c id o p o r T e o b a ld o I en 1248 a 43 cahí­
ces y un ro b o de trigo anuales 12. U n m u n d o
m uy m o d esto , qu e q u e d a al m argen d e la
circulación general de las vías de p e regrinos,
sea la q u e en tra p o r Roncesvalles, sea el
cam ino de Jaca. H o y tam bién fuera d e la gran
14
López, q u e en su m apa po n e mal la r o tu ­
lación resp e c to al valle, da un cam ino q u e iba
po r T a jo n a r hacia el Este. Y el brigadier
R am írez Arcas, un itinerario de P am plona a
L um bier p o r Sarriguren, la v enta de Arangure n e llundain, para salir a Lizarraga de Izag a o n d o a 14.
En cualquier caso el valle q u e d a c o m o un
re d u c to en q u e p a recen ha b e r d o m in a d o fa­
milias p u d ien te s en el reino a lo largo de los
siglos, familias q u e han d e ja d o edificios que
acreditan su potencia. P or o tra parte hay
noticias de m o m e n to s en q u e la población
bajó sensiblem ente. U n d o c u m e n to del 8 de
o c tu b re de 1371 se refiere de m o d o c o n c re to
a c ó m o en especial los labradores de la m erindad de Sangüesa estaban « m engoados et
po q u ecid o s et e m p o b rid o s p o r las grandes
m ortaldades e t p o r las grandes et malas compaynias de guerras q u e hay seydo en el
regno, e t son estruytos en lures bienes».
A p a rte de ello malas cosechas. Los lugares
desaparecen o m e rm a n de población. E ntre
ellos A ranguren, Laquidain, «Taxonar» y
G ó n g o ra . En T a jo n a r q u e d a n doce personas
de cincuenta y seis q u e eran 15.
II
Para darse cuenta de la configuración del
valle y la estru c tu ra de sus pueblos y casas lo
m e jo r es bajar de Pam plona al Sur y dejando
las M utiloas a un lado, llegar a T ajonar
m ism o, d o n d e en 1327 se señala la existencia
de ciertos «palacios» que luego p e rm a n e ­
cen 16. Pese a m erm as y vicisitudes, T ajonar
conserva vestigios de época bastante lejana.
T ajonar, con Z olina y Labiano queda al
Sur del valle. Le da no m b re, probablem ente,
la sierra de T a jo n a r que separa a este valle
del d e Elorz. En 1802 se considera que hay
treinta y tres casas útiles y dos arruinadas,
con 166 personas 17. En tiem po de Madoz
había a u m e n ta d o sensiblem ente, en treinta y
seis casas había 204 habitantes y un vecino
p o r casa 18. H o y está m uy despoblado; pero
es un pu e b lo m uy interesante y digno de
visitarse.
Hay en él casas góticas muy típicas (figura
22). A lguna arruinada casi y rehecha varias
veces, oste n ta la fachada en su parte más
estrecha, c o m o se ve en la foto de la figura
21. P u ede pensarse que la puerta es más
m o d e rn a que la ventana gótica que la rasga.
Hay q u e n otar q u e com o a dorno en lo alto,
se aprovecharon tres capiteles románicos (ver
tam bién d ib u jo de la figura 2), uno de los
cuales se rep ro d u c e en la fig. 24.
Bastantes de las casas góticas de T ajonar
c o rre sp o n d en al tipo que nos es conocido
con la fachada a lo largo. La foto de la figura
20 re p re s e n ta una, a la entrada, m ucho más
d e te rio ra d a hoy, en la qu e se abrieron huecos
para dos viviendas. La clave lleva un clásico
IHS.
En otra, tam bién abandonada, con el
m ism o sistema de dovelas, hay, en cambio,
un blasón con nueve lobos que es parecido al
del señor de G ó n g o ra del nobiliario de Azcarrága ,9. Véase la foto de la fig. 25 y los
d ibujos de las figs. 3 y 4.
Pe ro en otra casa hermosísima, tam bién
abandonada, los lobos de la clave son ocho,
con seis dovelas p o r banda (fig. 5). Encima un
arco conopial con tres estrías y encim a toda­
vía un león ram pante, que, sin duda, es de los
Ezpeleta 20 que en el siglo X V tuvieron aquí
d o m i n i o 21. O tra casa del m ism o estilo, con
patio, es la de la foto de la fig. 22, q u e está
debajo de la que llaman de D o ñ a Blanca de
Navarra.
Esta es una construcción ordinaria, p ero
con algún e le m en to gótico, c o m o puede
verse en el dibujo de la fig. 6. Entra d e n tro
de la serie de las torres con patio y alas
hechas en distintos tiem pos y abundantes en
la m erindad y en el valle, com o vamos a ver.
D e la torre queda una parte. Se incendió y se
le puso una cubierta más baja, c o m o se ve en
la fig. 7. A este mismo tipo c o rre sp o n d e la
más m odesta de la fig. 23.
El gótico de T ajonar es, pues, muy ilus­
trativo y nos pone ante la pista de desarrollos
m ucho mayores. Hay que subrayar la exis­
tencia de casas muy típicas con patio interior
(fig 7).
En épocas más m odernas qu e las de las
torres y palomares y de las casas góticas, aún
se hicieron casas de herm osa concepción,
com o la del dibujo de la fig. 8 . En la fachada
que da a una vertiente se desplegó cierta
riqueza de cantería, m ientras qu e en la del
hastial el trabajo fue m enos cuidado. Sin
embargo, no hay por estas tierras el d e sa rro ­
llo de la arquitectura dieciochesca qu e se
observa en la m erindad de las M ontañas, sino
que lo que llama más la atención es siem pre
más arcaizante. Algún hecho más hay que
observar en Tajonar.
En la casa restaurada po r G a bino Barbarin, d o nde hoy vive su hijo, hay una inscrip­
ción gótica que se refiere, sin duda, a su
construcción por Leonel y María de Ezpeleta,
su m ujer. Ya se ha visto que los Ezpeleta
tuvieron dom inio en el pueblo 22 en el que
com o en otros del valle de A ranguren hay
bastantes tejaroces, lo cual sigue siendo p e r ­
ceptible en valles contiguos de la m erindad.
Al Este de T a jonar queda Zolina, q u e es
un lugar que en 1802 tenía diez y ocho casas
y 179 personas. Pertenecía, com o señorío, al
D u q u e de G ranada 23.
Esta casa la h e re d ó de los G a rro , que ya
15
Fig. 2.-C asa gálica con capiteles románicos aprovechados. 7 ajanar.
16
Fig. 3 .-B lasón de los Góngora. T ajanar
Fig. 4.-O lro blasón de los Góngora. Tajonar.
Fig. 5.-Casa con varios cuerpos, lajonar.
17
Fig. 6 .-C a sa torreada. Tajonar.
SECCION
PLANTA B A JA
Fig. 7.-Plano y alzado de una casa gòtica con patio. Tajonar.
18
PLANTA 1
Fig. 8.-Casa del siglo XVII. Tajo/iar.
eran señores a fines del siglo X IV y en el X V
aparecen com o vizcondes 24. En la lista de los
gentiles h om bres de com ienzos del X V I, que
da Yanguas, e n tre los de la m erindad de
Sangüesa, aparece en prim er térm ino León
de G a rro , vizconde de Zolina, viviendo
a l l í 25. El e scudo consta de una cruz de gules
sobre plata cantonada por cuatro lobos de
sable. En la lista de palacios de 1723 aparece
ya en propiedad del C o n d e de Javier 26.
Estam os ante un señorío navarro típico,
de los q u e tam bién volverem os a encontrar
ejem plos m uy curiosos en el recorrido por la
m erindad y en el m ism o valle.
El edificio principal de Zolina, situado en
alto y frente a un ayuntam iento de comienzos
de este siglo, poco más o m enos, y en estado
ruinoso, es un c o n ju n to de casas, pegadas las
unas a las otras de las que hay una principal, a
m o d o de fachada. Véase dibujo de la fig. 9.
U n flanco (fig. 10) indica que en un tiem po
se pensó en añadir una gran torre; pero lo
que sigue es el c u e rp o más macizo y una casa
de piso y planta, qu e hoy parece poco utili­
zada. D a n d o la vuelta, el perfil es el del
d ibujo de la fig. 11. La parte trasera con una
gran en tra d a para cuadras y la lateral opuesta
a la de los dibujos anteriores, p resenta el
perfil del dibujo de la fig. 12. E ntrando en el
cobertizo y pasando una cuadra grande, se
llega a un patio. D ib u jo de la fig. 13. N o
pretendam os encontrar aquí reflejo de g ran ­
des concepciones arquitectónicas, p ero sí una
agrupación de elem entos que se ajustan a las
necesidades agrícolas y que, en suma, dan las
estructuras que se definen claram ente en el
plano de Linazasoro, Garay y G a la rr a g a 27
(fig. 14).
La concepción del c o n junto principal de
Zolina nos acerca al m u n d o m ed ite rrá n e o y
cuesta un poco pensar que sem ejante tipo de
construcciones se halle tan cerca de núcleos
con casas de labranza de tipo atlántico. Hay
que reconocer, por otra parte, que la estru c ­
tura de Zolina com o pueblo o núcleo u rbano
es también distinta a la de otros próxim os,
com o el siguiente al Este de la ruta, qu e es el
de Labiano, que en 1461 aparece com o un
«corriedo» 28.
Labiano aparece tam bién en 1424 com o
un lugar con palacios que c o m pró Ju an de
Alzate, valet de cámara del rey 29. Estos pala­
cios no son casas palacianas en el sentido
estricto de la palabra. El pueblo, que en 1802
19
Fig. 9 .-Fachada principal de! palacio de Zolina.
Fig. lO .-C ostadn del palacio de Zolina.
Fig. 11 .-O tro costado de! palacio de Zolina.
Fig. 12.-P arte trasera del palacio de Zolina.
21
t eryyí^
\ — -
Fig. 13--Patio del palacio de Zolina.
da treinta y cinco casas con 198 personas 30,
está constituido p o r la iglesia (distinta a la
erm ita d e Santa Felicia, famosa en los c o n ­
tornos) qu e d e ja ante sí un gran a nchurón. A
un lado, el izquierdo, q u e d a n dos c u e rp o s de
edificios y más abajo dos to rre s con c u e rpos
agregados, a p a re n te m e n te , después. U n a de
las torres p e rte n e c e hoy a la familia M unárriz
y la otra se dedica a pajar, e n un c o n ju n to
agrícola a p arejad o en rectángulo. F rente a la
to rre de M unárriz 31 q u e d a la escuela, en el
flanco d e re c h o del a n c hurón y más apartada
u na herm osa casa en ruinas, d e p ied ra de
cantería perfectísim a, arco de m e d io p u n to
de en tra d a y una reja.
Las torres de Labiano, d e n tr o d e su m o ­
destia, rec u e rd an las d e Ib e ro y Echauri y nos
hablan del m u n d o m edieval tardío. O tras
m uchas de la m erindad, arruinadas o m ed io
arruinadas tam b ié n e n tra n d e n tr o d e la
m ism a concepción. N o falta, sin em bargo,
algún edificio civil con arco, gótico tam bién,
q u e tiene la dovela con e m blem as místicos
grabados, signos p ro te c to re s m en o s cristianos
y un p o d ó n de viñas, cosa q u e se e n c u e n tra
en algunas estelas d is c o id e a s 32 (fig. 26).
O tras casas más hum ildes p rese n tan cierto
interés p o r sus aparejos (figs. 27 y 28).
D e Labiano la ca rre te ra y tam bién el río
en su curso su p e rio r tienen una inclinación
hacia el N o r d e s te y a poco se llega a G óngora; otro p u e b lo de señorío con historia
larga com o tal, en el q u e la parte a rq u itec tó ­
nica refleja claram ente su naturaleza jurídica
y su vida civil.
P or los años de 1368 el rey d e N avarra
poseía en G ó n g o ra una hacienda llamada de
« R aondo» q u e cedió al p r e p o te n te D o n R o ­
drigo de Uriz 33. En 1389 aparece el palacio
con una p o s e e d o ra qu e era D o ñ a M aría M a r­
tínez d e O rtu b ia 34, y en 1487 este m ism o
palacio, al parecer, fue rem isionado de cuar­
teles 3S. Su blasón está en el índice de P e d ro
de Azcarrága 36.
Fig. 1 4 -P la n ta primera de! palacio de Zolina.
P or la época p rim e ra de Carlos V, el
señor de G ó n g o ra vivía en su señorío, com o
cantos otros gentiles h om bres 37; p ero en la
lista de palacios de cabo de A rm ería de 1723
aparece c o m o del m arqués del m ism o n om ­
bre 38. T ítu lo concedido en 1695 a D o n Juan
C ruzat y G ó n g o ra 39. En 1799 el m arqués era
D o n M iguel A n to n io de E z p e le ta 40.
indica también que hay un palacio, con dos
huertas, y que la iglesia está servida p o r un
cura de entrada, de provisión del M arqués de
G óngora, com o señor del lugar 42. Es natural
que estas descripciones sucintas no den idea
de algunos rasgos del asentam iento y de la
construcción que hacen de G ó n g o ra uno de
los lugares más interesantes y hem osos de las
cercanías de Pamplona.
G ó n g o ra era lugar al q u e poco después,
en 1802, se asignaban once casas con sesenta
y un personas; se señala tam bién la existencia
de una iglesia parroquial de San Andrés,
«con un cura d e n o m in a d o abad» 41. M adoz
da la m ism a cifra de casas «ordinarias» a una
p o r vecino, con sesenta y cinco almas. Pero
En G óngora hay, en realidad, dos grandes
construcciones palacianas y de ellas la más
interesante acaso’ no sea la m e jo r conservada.
•Se trata, en efecto, de un gran edificio de
planta irregular constituido p o r varios c u e r­
pos hechos en época algo distinta.
23
Fig. 15 .-Palacio viejo de Góngora.
Fig. 1 6 .-Palacio viejo de Góngora. Esquema del patio.
Se distingue en p rim e r térm ino, una fa­
chada con e ntrada a un gran patio cerrado
p o r un a tapia, alre d ed o r del cual hay varios
c ue rp o s de construcciones rectangulares, con
tejado a dos aguas y altura parecida, salvo en
el caso de una to rre cuadrada qu e qu e d a al
fo ndo del patio y a m ano izquierda y que
d e b e ser de lo más antiguo; com o otras torres
en c o m puestos parecidos (figs. 15 y 16). P e­
gada a ella y d a ndo tam bién po r dos entradas
al patio, hay un edificio que consta de un
c u e rp o de dos pisos, com o el resto con e n ­
trada p ropia y varios cuartos en el piso pri­
m ero , q u e fueron, sin duda, la vivienda más
usada, y o tro patio cuadrado con galería so­
bre colum nas toscanas qu e expresan su ma­
yor m odernidad respecto a la torre. Este pa­
tio descuidadísimo está hecho, sin duda, p o r
un m aestro hábil, y el c u e rp o q u e tiene al
otro lado es de piedra hasta el térm in o de la
planta baja y de ladrillo en el p rim e r alto
(figs. 17, 18 y 19). El palacio de G ó n g o ra es
una de las grandes sorpresas q u e hay cerca de
Pam plona y es triste pensar qu e se halla en
estado tan lamentable. El otro, m e jo r c o n ser­
vado, no tiene, ni m ucho m enos, interés pa­
recido, con ser construcción sólida, com o lo
es tam bién la de la iglesia (fig. 29).
Este palacio m ejo r conservado está cons­
tituido por dos grandes cuerpos rectangulares
en forma de L, con un espacio adelante. El
F J T ! » ! W ' r n i r n F |ríH
;i.vá-í:ü v ■
SECCION A - B
SECCION C - D
Fig ] 7.-Sección de! palacio viejo de Góngora.
25
Fig. I ti.-P lanta baja del palacio nejo de Góngora.
c u e rp o m e jo r conservado tiene planta b aja y
dos pisos, con cinco huecos; dos ventanas
laterales, dos balcones y o tra ventana central.
A rco de entrada, gran reja a la izquierda. A la
izquierda tam bién hay o tro c u e rp o qu e sigue
esta fachada con un gran espacio arriba a
m o d o de solana. El q u e q u e d a en ángulo,
m uy largo tam bién, parece más antiguo, tiene
p u e rta con escalera exterior, un arco a la
izquierda y encim a de la p u e rta y pocos h u e ­
cos más 43.
Fig. ¡9.-Planta alta del palacio de Góngora.
Al N o r t e de G óngora, m uy cercanos entre sí, qu e d a n Ilundain, Laquidain y Arangures , pueblos p e queños, conocidos de antiguo
com o de labradores. D e ellos el más m eri­
dional es Ilundain que en 1802 no tenía mas
de cuatro casas con treinta y tres personas
lo q u e hace una densidad d e g e n te en la
vivienda bastante grande. Cinco con tre in ta
personas da L a q u id a in 45, siendo el m ayor
A ra n g u re n con oc h o y sesenta y nueve p e r ­
sonas 46.
E ntre Ilundain y Laquidain, Altadill seña­
laba la existencia d e una especie de castillo
a rruinado ya, p e ro con sotános, aspilleras,
alm enas y algunos m atacanes 47 y en M utiloa,
ya volviendo hacia el O e ste, ju n to a P am ­
plona, el palacio de O c h o r e n a 48. En 1647 se
declaró palacio cabo de A rm ería e x e n to el de
M u tilo a la alta, del qu e era se ñ o ra en 1658
D o ñ a A na J e ró n im a de O llacarizqueta y en
1723 D o n Agustín de S a ra s a 49. Las dos al­
deas que d a n c o m o incluidas en el paisaje de
la P am p lo n a su b u rb a n a 50.
NOTAS
1. A zk u e, I, p. 370, b.
2. Y anguas y M ira n d a, « D icc io n a rio d e an tig ü e d a ­
d es» , I, p. 45. Ido ate, «C atálo go d e los cartularios
reales», p. 85 (n.° 150).
3. Id o ate, «C atálogo d e los cartularios reales», p.
9 9 (n .° 181).
4. I, p. 87, a.
5. II, p. 4 2 9 , b. T a m b i é n M iñ ano .
A
N T u rtrriT I n
C o m n á r e s e en A m o re n a
en 1923, p. 329.
7. Al c e n tr o la altura m áxim a co n 668.
8. J. C arrasco P ére z «La p ob lación ...», pp. 4 97 4 9 8 (nos. 377 -39 0). A rd anaz, B adostain, O laz y Sarrig u r e n q u e d a n hoy e n el valle d e Egüés. T a m b i é n M e n dillorri. En el reg istro d e 1280 «Val d ’A ran g u re n »
ap arece c o m o u na e n tid ad , p e r o se u n e a p u e b lo s q u e
n o p e r t e n e c e n a él. F. Z a b a lo , «El re gistro...», p. 64
(nos. 33 2-33 5).
9. Plinio, « N . H . » , VI (25) 94.
10. «Val d ’E lorz», J. C a rrasco P érez, «La p o b la ­
ción », pp. 4 5 7 (n.° 61). Y lu n d a in con tres fuegos.
«Laquidayn» en la C u en ca, a la p. 387 (n.° 87) con
o tr o s tres.
11. Y an gu as y M iran d a , «D iccio na rio...», 1. p. 45,
«C atálo go del A rch iv o G e n e ra l» , X L V III , p. 119 (n.°
236), 281 (n.° 563), d e 1478; p. 327 (n.° 6 7 7 ), de
1481; p. 4 1 0 (n.° 851) d e 1491.
12. Y anguas y M iran da...», II, p. 173. «C atálogo
del archivo g e n e ra l» , I, p. 137 (n.° 261).
13. C o m p á r e s e co n R am írez Arcas, « Itin era rio » ,
nos. 1 y 4.
14. El n.° 32.
15. «C atálo go del A rc h iv o G e n e r a l» , L, pp. 2762 7 7 (n.° 700).
16. Y ang uas y M iran da, « D iccio n a rio d e a n tig ü e ­
da d e s» , III, pp. 3 66 -3 67 .
17. « D icc ion a rio » d e 1 80 2, II, p. 37 4, b.
18. M a d o z, X I V , p. 56 1, a.
28
19. fol. 12, 4.°. Los lo bos aq uí están so b re argent.
Las bandas e n bleu. Sin estrellas.
20. G u e r r a , «E studios d e heráldica vasca», p. 24 8
y lám ina 2.
21. F. de B o rja M e d in a R ojas, «José d e E zpeleta,
g o b e r n a d o r d e Mobila. 1 7 8 0 -1 7 8 1 » . (Sevilla, 1980), p.
X L V III.
22. U n a familia de los T a jo n a r e s, con blasón se
jialla citada en el índice d e P e d r o de Azcárraga, fol. 67,
23. «D iccionario...» d e 1802, II, p. 531, a.
24. Y an g uas y M iran d a , « D ic cion a rio d e a n tig ü e ­
da d es» , III, p. 536.
25. Y anguas « A d icio n e s» , p. 147. Blasón e n P e ­
d r o d e Azcárraga, fol. 22, 1: « V iz c o n d e de Z o lin a q es
de los G arro s» .
26. Y. y M. « A d icio n es » , p. 2 46 . M artin en a , « P a­
lacios cabo de A rm ería» II, p. 11.
27. Fo to d el palacio d e Z o lin a e n J e n a r o Iráizoz
U n z u é , «La cuen ca » , n.° 123 d e «N a v a rra. T e m a s de
cu ltu ra p op u la r» (P a m p lon a, s.a.) f r e n te a la p. 17.
28. «C atálo go del A rchivo G e n e ra l» , X L V III , p.
41 (n.° 80).
29. Y anguas y M iranda, «A d icio nes» , p. 16.
30. «D iccio na rio» , d e 1802, I. p. 399, b.
31. Los « M u n arric es» d e P a m p lo n a e n el índice d e
Azcárraga, fol. 57, 3.
32. C o m o signo d e p ro fesión del m u e r to .
33. Y anguas y M iran d a, « A d icio n es» , p. 151.
34. Y anguas, loe. cu. y «C atálo go d e A rch ivo G e ­
neral», X V I I , p. 301 (n.° 735). El palacio - s e d i c e - es
«d e gran solar y d e buen linaje d e hijosdalgos».
35. « C a tálo go del A rch ivo G e n e r a l» , X L V III , p.
371 (n.° 772). O t r a re m isió n , seg ún Y anguas, hay de
1494. En los d o c u m e n t o s ap arecen collazos e hidalgos.
36. fol. 12, 4.
37. Y an gu as y M iran d a, « A d icio n e s» , p. 147.
38. Y an gu as y M iran d a, « A d icio n e s» , pp. 248.
39- Y an gu as y M iranda, «D icciona rio d e an tigü e­
dad es», III, p. 371.
40. M artin en a , «Palacios cabo d e arm ería» , II, p.
11 .
41. «D icciona rio...» de 1802, I, p. 305, a.
42. M ad o z, V III, p. 4 4 4 , a. Altadill, «N avarra»,
II, p. 33 6, se refiere al palacio.
43. F o to d e J e n a r o Iráizoz U n zué. «La cuenca»,
n.° 123 de « N av arra. T e m a s de cultu ra p opular» (P am ­
plona, s.a.) Al centro.
44.
«D iccionario», d e 1802, I, p. 373, b.
45.
«D iccionario», d e 1802, I, p. 4 1 3 , b.
46.
«D iccionario», d e 1802, I, p. 87, a.
47.
«N avarra», II, pp. 336-3.37.
48. «N avarra», II, p. 337.
49. M artinena , «Palacios cabo d e A rm e r ía » , II, p.
11. Yanguas y Miranda, « A diciones», p. 246.
50. «Itinerarios p o r N a v a rra» , I, pp. 133-134.
29
30
Fig. 2 0 .-C a sa gótica reformada. Tajonar.
Fig. 2 1 .-C a sa gótica. Tajonar.
Fig. 2 2 .-C a sa gótica en Tajonar.
Fig. 2 3 -C a sa con torre y patio. Tajonar.
22
23
31
32
Fig. 2 4 --C o lu m n a en la fa chada de una casa,
en Tajanar.
Fig. 2 5 .-A rco gótico con blasón. Tajonar.
Fig. 26.-Emblem.as en u n a puerta. Labiano.
Fig. 2 1 .-C a sa de labranza. Labiano.
Fig. 2 8 ,-C a sa de labranza. Labiano.
Fig. 2 9 -Iglesia y vivienda parroquial. Góngora.
26
27
33
C A PIT U LO III
EL VALLE DE EG Ü ES
1)
2)
3)
El valle.
La villa de Huarte: Burlada, Olaz, Gorraiz, Egües,
Elcano, Echalaz, Elia, Sagaseta y los otros pueblos del
N orte del valle.
Los núcleos del Sur: M endillorri, Badostain, Sarriguren, Ardanaz, Azpa, Ustarroz, Eransus e Ibiricu.
El valle de Egüés q u e d a tam bién muy
próxim o a Pam plona, al N o r t e del de Aranguren. P ero así c o m o éste cuenta con una
linde bastante amplia con la ciudad, el de
Egüés sólo linda un poco con ella po r B ur­
lada y tiene a las villas de Villava, y a la de
H u a r te segregadas del valle mismo, como
lindantes. Sus c o n to rn o s p o r otros lados se
han fijado en el transcurso de los tiempos,
com o pasa en relación con otras circunscrip­
ciones parecidas.
«Val d ’Egues» aparece en el registro de
1280 con los pueblos de «Saguasseta», «Elcano», «Eransus», « H u rrta rro z » , «lolus», a
los q u e se añade «Arriascoyti» 1, «Eugues»
t a m b i é n 2. En uno de los d o cum entos de
1366 aparecen «A rdanaz», «Olaz», «Yviricu», «A zpa», «Eransus», «Elcano», «Sagasseta», «Egulvati», «Elya», « H u a rt» , «Sarriguren» , «Alfuga M ayor et M e n o r» , «Bruslada»,
«B adoztayn», «Egues», «G orrayz», «M endillorri», «V starroz», «Ydocin», «Cilleguyeta»,
«Bessoylla», «Sayllinas cabo M ont Real»,
«Sengariz», «C iroz», « £ a v a lfa» , «Equissoayn», «Avin^ano» y «Lecaun», «Lespuru et
Marsayn» form ando una c irc u n scrip c ió n 3.
Pero en otro, sólo «Egues», «Egulvati»,
«H uart», «Echalaz», «Elcano» y «Sagasseta» 4 porque, com o se verá, otros pueblos
agrupados antes pe rte n ec e n a Ibargoiti y
otros aún se consideran independientes. El
valle tiene como eje una p e q u e ñ a corriente
de agua que va de Este a O e ste 5 y desde el
punto de vista de la distribución de los asen­
tamientos puede dividirse en dos partes: una
septentrional, con Alzuza, Burlada, Echalaz,
Egüés, Egulbati, Elcano, Elía, Eransus, Olaz y
Sagaseta, y otra m eridional, con Ardanaz,
Azpa, Badostain, Sarriguren, U stárroz 6. En
los térm inos de estos pueblos hay algún e d i­
ficio, considerado com o simple caserío, de
bastante importancia, com o se verá, y en lo
antiguo ya se ha visto q u e tam bién quedaba
incluida en él la villa de H u a rte , de la que
conviene decir algo previam ente.
37
II
H u a r te es un p u e b lo p u e n te , a la orilla
del Arga en un gran bucle q u e form a éste de
su e rte qu e lo limita p o r Este y O e s te frente al
p u n to d o n d e confluye el río de Egüés prec i­
sam ente 7. Su n o m b re es significativo, pues
vale lo m ism o q u e « e n tre dos aguas». El
casco u rb a n o se e x tie n d e a lo largo de dos
calles principales qu e conv e rg e n en un p u n to
y es bastante com pacto. En tiem pos re m o to s
fue p u e b lo con castillo q u e perte n ec ía al
o bispo de Pam plona. U n o , D o n R am iro, lo
cedió a Sancho el F uerte en 1223, p o r m e r ­
cedes qu e é ste había hecho a la diócesis 8 y
después, sin duda, se desarrolló en función
de qu e se hallaba en cam ino fre c u e n ta d o y
esto explica lo co m p a c to de su caserío y el
q u e en 1665 fuera constituido en «bu ena
villa», con asiento en C o rtes m ed ia n te el
pago de 16.000 reales. Hay p ru eb a s d e que
los m erc ad e re s de P am plona tenían allí un
p u n to de apoyo. Así, resulta qu e en 1349
uno, natural del p u e b lo , m an d ó traer de París
una bellísima im agen d e la V irgen q u e se
v e n e ra en la iglesia parroquial 9.
H u a rte , qu e en 1366 sólo tenía cinco
fuegos, tenía en 1802 n oventa y cuatro casas
útiles, och o arruinadas y 558 habitantes 10. El
p ro ceso de a u m e n to es m uy grande, si se
c o m para con lo o c u rrid o con los otros p u e ­
blos del valle, y hoy la proxim idad de Pam ­
plona le da nuevas razones de crecer.
En H u a r te q u e d a n , sin em bargo, algunos
restos de casas góticas m edievales y otras de
los siglos X V II y X V II I , m uchas blasonadas
y alguna de tipo palaciano.
T a m b ié n algún edificio público de cierto
interés. El peso de la construcción m o d e rn a
se d eja sentir aún más en Burlada, qu e era el
núcleo más pegado a P am plona del valle. En
Burlada se distinguían hasta hace poco, au n ­
q u e en estado ruinoso y sin m u ch o interés, la
casa natal d e D. H ilarión Eslava p o rq u e lle­
vaba una placa con m e m o ra tiv a y un edificio
gótico de consideración, d e n tr o de la serie
constituida p o r los de fachada rectangular con
arco al c e n tro y ventanas amaineladas en el
p rim e r piso (fig. 46).
38
El e je m p la r de Burlada tiene tam bién un
m atacán q u e indica carácter g u e rre ro . Este
edificio de Burlada fue d e rrib ad o ju n to con
la iglesia de San J u a n aún no hace m ucho. En
1630 el palacio pe rte n ec ía a D o n Sancho de
M onreal, q u e o b tu v o cédula de erección de
cabo de Arm ería. P e rtenecía en 1723 a D o n
Ferm ín de San M artín y en 1759 era h e re ­
d e ro D o n Ignacio San M artín 11. N o aparece
en el índice de Azcarraga. Cosa qu e choca a
causa de la antigüedad del edificio; sí el a p e ­
llido M onreal 12. Es claro qu e nos re c u e rd a a
los de T a jo n a r y otros ya examinados. B u r­
lada tenía un hospital de p e regrinos de fu n ­
dación m uy antigua, p o r q u e en 1187, al
constituirse la cofradía de San Salvador, el
o bispo de P am plona dio allí tierra para qu e se
c o n stru y era una casa de juntas y hospedería.
El hospital funcionaba aún a fines del X V I 13.
La ca rre te ra qu e va de Villava a H u a r te
p u e d e servirnos de e je p rim e ro para hacer el
rec o rrid o del valle. T o m a n d o un ramal que
va hacia el Sur, bajo el bucle del Arga nos
e n c o n tra re m o s a G orraiz. Olaz es u n pu e b lo
que form a un a n c h u ró n con algunos restos de
casas antiguas. En 1367 se sabe qu e allí tenía
el rey palacios, casas, m olinos y viñas y q u e
los vendió p o r 1.000 francos de o ro a Ju a n
Ruiz de Aibar, al q u e debía m uchos servi­
cios 14. H ay otros d o c u m e n to s en q u e se le
llama «Olaz M ayor» para distinguirlo d e otro
d e n o m in a d o «Olaz Chipi» o «Chiqui» en
d o n d e había un palacio, co n v e rtid o luego en
granja, sobre el que hay bastante d o c u m e n ta ­
ción de los siglos X V y X V I 15. Luego parece
p e rd e r im portancia, cosa q u e no o c u rre con
el palacio vecino de G orraiz q u e está e n un
lugar q u e e n 1802 no tenía más de catorce
casas 16. P e ro en el q u e q u e d a m uy visible el
palacio de cabo de A rm ería c onocido p o r los
libros 17. T a m b ié n son conocidos algunos de
los palacianos. En 1568 era palaciano D o n
Lanzarot de G orraiz q u e dirigió a los del valle
d e Egüés en una expedición co n tra San Ju a n
de Luz, la cual dio lugar a un pleito. En él
inform ó J u a n D iez de San V icente, d u e ñ o del
palacio de Elcano, q u e G orraiz capitaneó a
Fig. 30-Soldadorena, de Burlada. Palto,
sesenta hom bres, incluidos los de su valle y
otros de H u a r te y Villava 18. Al tiem po del
pleito el señor d e Gorraiz tenía ya unos
sesenta años ,9. N o parece, pues, haber sido
el q u e dio al palacio actual la «última» forma
que tenía hasta antes de la restauración. El
caso es q u e su condición se borra después, no
apareciendo en la nóm ina de 1723. Más
tarde, p o r los años 1760, lo c o m pró el rico
m erc ad e r D o n Francisco N avarro y Tafalla,
del que lo h e re d ó una herm ana, que pleiteó
p o r los cuarteles e n 1784. M artinena dice
qu e originariam ente llevaba las armas de Es­
parza 20.
Este palacio, com o el de Elcano de que
luego se trata, tiene una parte fundam ental
de pied ra y una e stru ctu ra alta de ladrillo,
qu e se ajustó a la cantería rom piéndola, com o
se ve en la foto de la fig. 47. Parece tam bién
superpuesto el escudo barroco que qu e d a
entre las dos ventanas del balcón de la facha­
d a 21.
El ajuste de los arcos o arquería de ladri­
llo, así com o el de los garitones de los cuatro
lados, se hizo siguiendo la tradición arago­
nesa ibérica. Pero hay q u e te n e r en cue n ta
que, por lo m enos, los garitones se usan
también en torres de piedra de muy distinto
tipo, desde las de Arciniega y Sestao 22 a la
de M oyua en Ve'rgara 23, pasando p o r la de
Z o z a y a 24. La unidad en el c o n cepto final se
percibe en las otras fachadas (dibujo d e la fig.
31). Pero, si eliminamos esta sup e re stru c tu ra
y desarrollamos los e lem entos de piedra que
por lo alto se conservan, p o d e m o s imaginar
que el cantero que concibió el palacio pensó
Fig. 31 -Palacio de Gorraiz.
en una solución parecida a la del d ib u jo de la
fig. 32, m u c h o más a u stero d e líneas. Al Este
de G orraiz y sobre una c a rre te ra q u e d a
Egüés, el p u e b lo q u e da n o m b re al valle y
q u e se e n c u e n tra en una posición central. Es
un núcleo en el q u e se señala la existencia de
un palacio cabo d e A rm ería qu e e n 1521
perte n ec ía a Charles d e Egüés y M aría de
T a jo n a r y que e n 1723 p e rte n e c ía a D o n
V icente Ignacio de M utiloa 25. Azcárraga da
el blasón del palacio 26 y lo distingue del de
un licenciado Egüés q u e «lleba d e V ertiz y de
Egues» 27. En Egüés q u e d a n , c o m o e n casi
todos los p u e blos del valle, algunas casas de
tradición gótica. P e ro acaso las hay más re ­
presentativas en el p u e b lo qu e q u e d a un
po co más al N o r d e s te y al q u e se va po r un
ramal: Elcano. U n a reform ada, con reja late­
ral se destaca e n tre varias.
Elcano es un p u e b lo q u e e n 1802 contaba
con veintidós casas útiles y c iento cuatro
personas 28. La iglesia d e la Purificación es
conocida p o r su bello alzado gótico, su reja
magnífica de tipo gótico florido y p o r su
retablo más m o d ern o . N o se conoce ta n to el
palacio q u e q u e d a no lejos de ella, en mal
e stado de c o n s e r v a c ió n 29. Este palacio, a
juzgar po r la fachada q u e da al O e s te , se
c o m e n z ó en época en q u e se usaba el estilo
gótico y así tiene una p u e rta ojival con nueve
Fig. 3 2 .-Esquema ideal de la fachada del palacio de Gorraiz. en su estado original.
dovelas. P e ro p r o n to se siguió elevándose
con arreglo a criterios más m odernos, de
suerte q u e sus m uros se abrieron con tres
grandes ventanas cuadrangulares y bastante
anchas, en m ed io de dos de las cuales se puso
un blasón no ostentoso. Parece que sobre
este c u e rp o del p rim e r piso se proyectó ele­
var o tro e n te r o de piedra tam bién, del que se
hizo m en o s de la mitad con una ventana
m en o r, a la derecha. P ero luego se varió de
criterio. Lo elevado con piedra hasta el piso
segundo se c o ro n ó con un alero recubierto
de ladrillo. Lo q u e no se había term inado se
hizo de ladrillo tam bién y de acuerdo con el
típico m o d o de hacer la parte alta en palacios
y casas de la zona del Ebro, a base de arcadas,
unas ciegas y otras abiertas (fig. 33). Pasada la
puerta de entrada, el interior es de cierta
complejidad; y el c o n ju n to indica que se
quiso seguir la idea de form ar un gran patio,
com o se ve por la fig. 34.
En ella se distingue la parte trasera de la
construcción de piedra, form ando com o una
torre con sus remates de ladrillo, de dos
grandes cuerpos q u e form an una a m o d o de
L, con una planta baja y dos pisos con habita­
ciones amplísimas. Se ve que las ampliaciones
se pensaron para tener grandes solanas. U na
cerrada es patente en lo alto del c u e rp o late-
ano,
42
tn H B W H H K
FACHADA OESTE
FACHADA INTERIOR SUR
FA C H A D A NORTE
Fig. 3 5 .-Perfiles del palacio de Elcano.
43
Pig. 3 7 .-P la n ta primera de! palacio de Elcano.
Fig. 38,-P lanta superior del palacio de Elcano.
ral, con cinco grandes huecos, hoy rapados.
La gran balconada cubierta, q u e ocupa parte
del o tro c u e rp o qu e se hizo con solidez y el
c arp in tero no d e jó d e desplegar arte en la
zapata, y los b a rrotes de m ad e ra de la balco­
nada (fig. 39, a y b). Parece q u e e n o tro
tie m p o h u b o una división del patio en dos
rectángulos, a juzgar p o r restos de m u ro s qu e
se señalan en el d ib u jo de la fig. 34 con
líneas.
Egulbati y Sagaseta d e un lado, Echalaz y Elía
de o tro son pue b lo s en q u e se conservan
casas góticas, del tipo de fachada rectangular,
con sus m aineles m e jo r o p e o r conservados,
co m o la d e la foto 49, de Sagaseta.
El palacio d e Elcano nos p o n e ante una
concepción constructiva que, aun q u e a p ro v e ­
cha e le m e n to s de épocas distintas, es la
m ism a q u e la de otro s edificios señoriales de
la zona. La necesidad de grandes patios in te ­
riores se observa en él c o m o en otro s (figs.
36, 37 y 38). En el p u e b lo , p o r o tra parte,
p u e d e n observarse curiosos e le m e n to s cons­
tructivos y decorativos (figs. 40, 41, 42 y 43)
y hay casas góticas, típicas (fig. 48).
Al N o r d e s te de Elcano, en un alto, se
halla el p u e b lo de Alzuza, bastante m odifi­
cado y con urbanizaciones m o d ern a s cerca.
En cambio, los que q u e d a n al Este y en la
parte más se p tentrional del valle, es decir
Fig. 4 0 .-C lavo de puerta. Elcano.
46
Fig. 4 1 -H ierro de la puerta de la iglesia.
Elcano.
En Echalaz, p o r otra parte, se señala la
existencia de una torre de «planta cudrada y
regular altura» accesible p o r el ramal de la
ca rretera de Aoiz 30. Era del linaje del mismo
n o m b re e n 1723 y 1745 y P e dro de Azcarraga da el blasón del palacio de Echalaz
de
form a parecida a c o m o lo describe Martinena, qu e tam bién da foto de la misma. Se
trata de un a to rre clásica, com o las que e n ­
contrarem os hacia el Este, en el valle de
Lizoain y otros, con troneras, algún ventanal
amainelado y arriba un sistema de piedras y
modillones salientes, que hacen pensar que
sobre ellos podría haber un cadalso de m a­
dera. El tejado a cuatro aguas, de piñón,
parece bastante m o d ern o po r otra parte 32.
Ju n to a Echalaz, Elía ha sido siem pre núcleo
pequeñísim o de ocho casas en 1802 3 .
47
III
E m p e za n d o ahora a re c o n o c e r la parce
m eridional del valle, salimos o tra vez de
P am p lo n a y p ro n to , en un a ca rre te ra qu e
conduce a Badostain, ve re m o s alzarse la si­
lueta d e un edificio q u e llama la atención y
q u e inexplicablem ente no se halla en la nó­
m ina d e H u a rte : M endillorri.
D e una única «casa» dice el «D icciona­
rio»... de 1802 qu e consta el lugar de M e n ­
dillorri y ésta con diez y siete personas 34.
«Caserío» le llama M adoz, con un vecino,
diez almas, una e rm ita arruinada y cam ino
m alísimo 35. N a d ie rec o n o c e rá aquí el palacio
de C abo de A rm ería, qu e con los de Eransus,
Echalaz, Egüés, U ztárroz, Elcano y Azpa, se
señalan en el valle de Egüés 36.
M endillorri qu e aparece ya en el siglo XI
adscrito a la mitra, tuvo varios vaivenes. P ero
en 1384 parece qu e se proyectaba edificar
una to rre p o r el obispo M artín, el cual re c o ­
nocía haber recibido más de 1.000 libras de
su clavero J u a n de A bárzuza para este o b je to
y el de rep a ra r unos molinos. Los obispos
siguieron s e ñ o re a n d o allí a com ienzos del
X V . P e ro en 1507 el p ro p ie tario era D o n
A rnalt de Larrasoaña, o id o r de C o m p to s, el
cual en un d o c u m e n to utilizado p o r Idoate
dice haber reedificado «en m anera sum ptuosa» su casa y palacio.
C o m o indica el m ism o Idoate, la e stru c ­
tura actual, en c o n ju n to , d e b e c o rr e s p o n d e r a
esta reedificación. La idea de un p o d e r se ñ o ­
rial de barones linajudos se disipa un po co el
saber q u e el «magnífico» Arnalt d e Larra­
soaña, era m ercader.
Los palacianos vivieron allí hasta qu e te r ­
m inó la estirpe del «fundador» del edificio
actual. En 1521 era de J u a n de Larrasoaña,
q ue tuvo un hija, llamada Ju an a, la cual casó
con el licenciado Liédena, su p o s e e d o r en
1570. D e s p u é s pasa a los Vélaz de M e d ra n o
( 1631) 37 qu e lo tenían aún e n 1793.
M endillorri tiene, pues, gran im portancia
para lijar la cronología d e ciertos e le m e n to s
a rquitectónicos de la N a v a rra actual. N o hay
p o r q u é dar a las dos torre s d e planta cua­
drada y teja d o de p iñón, a sus palom ares, q u e
48
re c u e rd a n a los de E c h a u n y tantas torres
más, a las ventanas amaineladas con arco
a p untado, ni tam poco al g ran d e ojival de
once dovelas con ventanal c u b ie rto d e tejaroz
q u e da al gran patio, más a ntigüedad qu e la
qu e fija el d o c u m e n to de A rnalt d e Larra­
soaña (figs. 44 y 45, lámina en color y fotos
de las figs. 50 y 51).
D e cerca de aquí hay una ca rre te ra directa
a B adostain q u e q u e d a al S ud o e ste del valle y
qu e es p u e b lo antiguo y el más p o p u lo so de
los q u e lo co m p o n e n . En 1201 aparece «Badoztain» habitado po r una clase de g e n te s a
las q u e se llamaban «escancíanos» a causa de
la pecha qu e pagaban, y a los qu e el rey
concedió varios privilegios 38. Hay otros va­
rios d o c u m e n to s en qu e el p u e b lo aparece
con referencia a sus labradores, casas y h e re ­
dades 39, a su relación con Roncesvalles 40,
etc. El pu e b lo form a un núcleo con espacios
abiertos en la encrucijada de varios cam inos y
en 1802 tenía treinta y tres casas y 191
h a b it a n te s 41. C o m o en T a jo n a r y o tro s p u e ­
blos cercanos, abun d a n las de la é p oca gótica
tardía, más o m en o s reform adas luego.
Alguna tiene el arco ojival de e n tra d a a
un lado, con mainel tam bién ojival sencillo
encim a y luego un c u e rp o superior, a m o d o
de torre, con ven ta n a cegada de arco a d in te ­
lado m uy estre ch o (fig. 52). O tr a es de las de
fachada en a nchura en q u e sólo se conserva
una d e las ventanas amaineladas de ojiva: la
p u e rta es ya de m e d io p u n to y sus dovelas
están pintadas con cal (fig. 53). H ay otras de
m uy b u e n a cantería, en las q u e la clave del
arco, ojival y lim piam ente labrado tiene un
blasón (fig. 54), o un e scudo con el IH S (fig.
55).
Los canteros q u e trabajaron p o r todos
estos pueblos tallaban la piedra m uy bien y
esto lo acreditan otras fachadas, en las qu e el
m ainel se c o m bina con arcos conopiales y el
de e n tra d a es escarzano-adintelado con m o ­
dillones a los lados-(fig. 56).
T a m b ié n en las p aredes laterales p u e d e n
verse prim orosas obras de cantería, ventanas
amaineladas en un a p a re jo más tosco (fig.
57).
Fig. 4 4 .-L a tera l del palacio de Mendillorri.
49
,
Palacio de Mendillorri
O tr a carretera que va por encim a de ésta
y qu e torciendo hacia el Sur al final, da al
valle de A ranguren, pasa prim e ro p o r cerca
de Sarriguren y luego tiene un ramal qu e con
una p e q u e ñ a curva nos lleva a Ardanaz.
jefe de gules cargado con tres sotueres de
oro en el índice d e Azcarraga 45. H ay o tro de
U z t a r r o z 46. Este se halla d o c u m e n ta d o en
1639, 1723 y 1758 47. T a m b ié n el de Azpa
en 1770 4S, así com o el de Eransus, el pu e b lo
más oriental del v a ll e 49, del que parece
«traia» el de A ranguren 50.
U n pu e b lo que tenía categoría de villa en
1467, cuando la Princesa D o ñ a Leonor donó
a p e rp e tu o sus pechas a O g e r de G u rp id e 42,
m e n o r siem pre qu e Badostain 43, p ero con
casas del m ism o tiem po y estilo.
T anto Azpa, com o Eransus, c o m o U sta­
rroz son núcleos con cortísim o n ú m e ro de
casas, desde antiguo. N u e v e en Azpa 51, ocho
en Eransus 52 y cuatro en U stárroz 53 en
1802. Algo más nutrido era Ibiricu de Egiiés,
con diez y siete, p e ro sólo sesenta y nueve
personas 54 y un palacio con poca d o c u m e n ­
tación conocida al parecer, p ero registrado ya
en el índice de Azcárraga 55.
Este O g e r de G u rp id e deja un blasón
que, según Azcárraga, «trae de G urpegui y
de Echayde» 44, p e ro en Ardanaz hay casas
góticas con otros blasones (fig. 58) y otros
em blem as. En el m ism o estilo, por cierto,
que los qu e se enc u en tra n en otro pueblo del
m ism o no m b re, y no muy lejano, del valle de
Izagondoa, del qu e luego se trata.
El valle de Egiiés, en suma, c o n tiene e le­
m entos de población q u e nos evocan los úl­
timos tiempos de la Edad M edia; casas torres,
casas palacianas y otras más m odestas de un
gótico tardío. T am bién m ansiones con g ran ­
des recintos a m odo de patios. D e aquí a
estructuras de tipo m ed ite rrá n e o , estilo los
grandes cortijos, hay una distancia.
Al Este de Ardanaz quedan Azpa y Ustarroz: dos pueblos con palacios cabo de A rm e ­
ría.
Pero acaso ésta se salva, poco a poco,
exam inando formas q u e se dan en los valles
contiguos de la m erindad situados más al Sur
y al Este, mientras q u e los q u e se hallan hacia
el N o r te contienen otros elem entos.
U starroz aparece com o « H u rtarroz» an­
tes y com o tal palacio con escudo arm iñado y
NOTAS
1. F. Z abalo, «El registro...», p. 64 (nos. 336-341).
2. F. Z abalo , «El registro...», p. 108 (nos. 1236).
O t r a n ó m in a a las pp. 124-135 (nos. 1680-1685). A ún
o tra p. 141 (n.° 1826-1830).
3. J. C arrasco P érez, «La población...», pp. 4574 6 0 (nos. 64-93).
4. J. C arrasco Pérez, «La población...», pp. 500501 (n.° 409 -41 4).
5. Para v e r el c o n to r n o hay q u e rec u rrir a las hojas
1 1 5 -1 1 6 -1 4 1 -1 4 2 del m apa a escala 1 : 5 0 .0 0 0 del Ins­
titu to G eo grá fico y Catastral.
6. P ueb los existentes en « N av arra» II, pp. 356363 y antes, en el «D iccionario» de 1802, I.
7. « N a v a rra » , II, p. 397, plano.
8. Yanguas y Miranda, «D iccio nario d e an tig ü e d a ­
des», II, pp. 69 -7 0, «C atálogo del A rchivo G e n e ra l» , I,
p. 103 (n.° 174) con otras referencias.
9. J E. U ranga y F. Iñíguez A lm ech, - A r t e m e d i e ­
val navarro» V (Pam plona, 1973), p. 24 2, láminas 319320. « N av arra», II, pp. 39 7-39 8.
10. «Diccionarios» d e 1802, I, p. 364, b.
11. M artin ena, «Palacios cabo de A rm ería» , II, p.
13. La familia San Martín ha seg uido sien d o la d u e ñ a
del palacio hasta su destru cción , y tam b ién d e la casa de
Eslava. En efecto esta « B e n ito re n a » , q u e - c o m o d i g o estaba en ruinas ya hace años, tenía c o m o p ro p ied ad
otra con dos ventanas góticas llamada « S o id a J o re n a » ,
q ue, según se decía, había sido caballeriza de los reyes
51
d e N a v a rra . O t r a casa g ra n d e d e B u rla d a e r a la de
Iñigo. H ay q u e n o ta r q u e hasta aq uí llegaba el uso del
ad o b e . C a rm e la Saint M a rtin , « D o n H ila r ió n Eslava»,
n.° 176 en «N av arra . T e m a s d e c u ltu ra p o p u la r » (P a m ­
plona, s.a.), p. 3- F o to d e la casa d e Eslava fr e n te a la p.
16. D ib u jo d e « S o ld a d o r e n a » , fr e n te a la p. 17 p o r el
in terio r; casa g ótica con patio; in te rio r d e e n tr a m a d o s
m uy curioso. D e él se to m a la fig. 30.
12. fol. 28 q u e falta.
13. Lacarra, « P e re g r in a c io n e s a Santiago» II, pp.
113-114.
14. Y ang uas y M iran da, « D iccio n a rio d e a n tig ü e ­
da d e s» , II, p. 47915. Y ang uas y M iran d a, « D ic c io n a rio de a n tig ü e ­
da d e s» , II, pp. 4 7 9 -4 8 0 . C a se río y g ra n j a vitícola d e la
D ip u ta c ió n , « N a v a rra » , II, pp. 3 62 -3 6 3 .
16. « D iccionario...» d e 1802, I, pp. 30 8, b -3 0 9 , a.
17. « N a v a rra » , II, pp. 361 (foto) y 362. La fo to de
esta página está equivocada. Es la to r r e vieja d e Lesaca.
M ad oz , V III, p. 4 5 1 , a, habla d e un palacio an tig u o de
nobles. El blasón del s e ñ o r ío d e G o rra iz en P e d ro d e
Azcárraga, fol. 18, 3.
18. F lo re n c io Id o a te, « R in c o n e s d e la h isto ria de
N av arra» III (P a m p lo n a, 1966) p. 2 78 . («Los d el valle
d e Egüés e n la jo r n a d a d e San J u a n d e Luz d e 1558»
con fo to del palacio e n tr e las pp. 27 8-27 9).
19. En la lista d e g en tiles h o m b r e s q u e d a Y anguas
« A dic ion es», p. 147 Lanzarote d e G o rra iz ap arece vi­
v ie n d o e n el palacio, q u e está ta m b ié n en la lista, del
« D icc ion a rio ...» II, p. 501.
20. M a r tin e n a , «Palacios cabo d e A rm e r ía » , II, p.
13.
21. J o a q u í n d e Yrízar, «Las casas vascas», p. 52 (y
fig. 26 de la p. 5 I ).
22.
Yrizar, plancha V.
23.
Yrizar, op. cit., p. 45 (fig. 23).
24.
Yrizar, plancha XI I .
25. M a rtin e n a , «Palacios c abo d e A rm e ría » II, p.
12.
26. fol. 56, 6.
27. fol. 73, 2.
28. « D iccio nario ...» d e 1802, 1. p. 23 9, b.
29. A p a re c e e n lalista d e Y anguas,
II, p. 501.
B lasón e n P e d ro d e A zcárraga fol. 52, 6, con dos
p alom as blancas en azul.
30. H u a r te , « A rq u it e c tu r a turística navarra», loe.,
cit., p. 27, c.
31. fol 83 , 1. El virrey d e S anta Fe y Lima, D o n
M a n u el d e G u ir i o r nacido en 1708, en Aoiz, d e sc e n d ía
52
del palacio d e Echalaz y ta m b ié n ten ía c o n e x ió n c o n los
P o rtal de H u a rte . En el e s tu d io d e E u log io Z u d a ire , n.°
143, d e « N av arra. T e m a s d e c u ltu ra p o p u la r » , (P a m ­
plo na, s.a.) e n las fotos ce n tra le s e n c o lo r se da la d e la
to r re de Echalaz (n.° 4) y la del e sc u d o (n.° 2), y la d e
caseró n d e H u a r t e (n.° 5).
32. «Palacios cab o d e A rm e r ía » , II, p. 13 y foto
fre n te a la p. 17.
33. «D iccio na rio» d e 1802, I, p. 2 4 3 , b.
34. «D iccionario...» d e 1802, II, p. 18, a-b.
35. M ad oz, X I , p. 37 4, b.
36. Id o a te, «El palacio d e M en d illo rri» en « R in ­
co nes d e la H isto ria d e N a v a rra » , III, pp. 2 2 9 -2 3 4 .
M a r tin e n a , «Palacios cab o d e A rm e r ía » , II, p. 1337. Y an gu as y M iran d a, «A d ic io n es» , p. 204.
38. Y an gu as y M iranda, « D icc io n a rio d e a n tig ü e ­
d a d e s» , I, p. 79. Id oate, « C atálo go de cartularios re a ­
les», p. 74 (n.° 129), con más referencias.
39. «C atálo go d el A rchiv o G e n e r a l» , I, pp. 170171 (nos. 3 4 4 -3 4 5 ) en 1264.
40. Id oate, « C atálog o d e cartulario s reales», p.
361 (n.° 738).
41. «D iccio na rio» de 1802, I, p. 145, a.
42. Y an gu as y M iran d a , « D ic cio n a rio d e a n tig ü e ­
d ad es» , I, p. 51.
43. D iez y siete casas útiles, tres arru ina das y
n o v e n ta y o c h o p erson as, en el « D iccio n a rio » , de 1802,
I, P- 95, b.
44. fol. 9 4 , 4.
45. fol. 4 9, 1.
46. fol. 120, 2.
47. M a rtin e n a , «Palacios cab o d e A rm e r ía » , II,
p. 12.
48. M a rtin e n a , «Palacios cab o d e A rm e r ía » , II,
p. 13.
49. M a rtin e n a , «Palacios cab o d e A rm e r ía » , II,
p. 12.
50. Azcarrága, tol. 46 , 5 y 6. D e gules co n d oce
billetes d e o r o p u e sto s en orla.
51. «D iccio nario» d e 1802, I, p.
140, a, sesen ta
personas.
52. «D ic cion a rio» de 1802, I, p. 25 3, b, cu a re n ta
y tres personas.
53. «D ic cion a rio» d e 1802, II, p. 4 2 1 , a, tre in ta y
u n a personas.
54. «D iccio na rio» d e 1802, I, p. 36 9, a.
55. «El palacio d e Ib irizu ’, rectificad o «viricu»,
fol. 6 0, 4.
Fig. 4 6 .-C a sa gòtica, desaparecida. Burlada.
53
49
Fig. 4 7 .-Palacio de G orraiz. antes de la restauración.
Fig. 4 8 .-C asa gótica. Elcano.
Fig. 4 9 .-C a sa gótica. Sagaseta.
55
Figs. 5 0 y 51 .-Palacio de M endillorri.
Fig. 5 2 ,-C a sa gótica torreada. Bada si a i n.
Fig. 5 3 .-C a sa gótica. Badostain.
57
Fig. 57 -A parejo gòtico. Badostain
Fig. 5 8 .-P uerta gótica. A rdanaz.
59
C A PIT U LO IV
VALLE DE ELORZ
1)
2)
El valle.
Los pueblos de T iebas y M uruarte
El terc er valle de la m erindad de San­
güesa q u e linda con la de Pamplona, por la
c endea de Galar, es el valle de Elorz, que
queda, justam ente, bajo el de Aranguren. D e
Sudeste a N o r o e s te es el río Elorz el que lo
riega y sus pueblos por la m ayor parte q u e ­
dan ceñidos p o r la sierra de T ajonar de N o ­
roeste a S udeste y la Sierra de Alaiz al Sur.
P or el O e s te el límite con la cendea citada no
es tan definido, aunque hay alguna altura 1.
«Val d ’Elorz» aparece dem arcado en
1280 en tres nóm inas con los pueblos de
«Im arcoayn», ■<<G u e re n d y a in » , «Ezperun»,
« £ u lu e ta » , «T orres», « A ndrequiayn», «H orriz», «O tano» y «Thiebas» 2. Tam bién «Muruarte de Reta» 2. En 1366 algunos de estos
pueblos se unen a otros del valle de Arangu­
ren y la lista es in c o m p le ta 4.
El diccionario de 1802 nos da una nomina
más com pleta, con Andricain, Elorz, Ezpe­
run, G u e re n d ia in , Imarcoain, M uruarte de
Reta, N oain, Oriz, O tano, T orres, Yárnoz,
Zabalegui y Z u lu e ta 5. Es el m ism o conjunto
el qu e se señala en tiem pos posteriores 6. El
valle está cruzado de N o ro e s te a Sudeste
s iem pre po r la carretera de Pam plona a San­
güesa y en otros tiem pos ya tenía gran signi­
ficado en las com unicaciones de Navarra, se­
ñalándose una serie de antiguas ventas, como
las de N o a in , a la entrada, las ventas de
T o rre s, las ventas de Elorz, etc.
El brigadier Ramírez Arcas daba en su
itinerario 4 «de Pam plona a la frontera de
Aragón por Cáseda» N oain. Poco antes de
llegar al camino real de la izquierda conducía
a la venta de Elorz, quedaban O ta n o , Z u ­
lueta, Zabalegui y Yárnoz al m argen y salía a
Monreal 7.
Partiendo de Pamplona, el prim er pue b lo
es pues, N oain, famoso en la H istoria de
Navarra y hoy muy cambiado, a causa del
aero p u e rto y desarrollos industriales. En otro
tiem po era núcleo p e q u e ñ o 8 y su fisonom ía
es la de otros m uchos de la zona m edia 9.
Siguiendo p o r la carretera hacia Sangüesa se
llega a un punto en que está la v enta de
Torres y algo después a o tro d e n o m in a d o
«Cuarto legua» antes del que hay un corto
ramal hacia el N o rte, qu e lleva a Z ulueta, al
pie de la sierra de T a jonar y siguiendo a
Elorz que es un núcleo algo m ayor qu e al
N o rd e ste tiene el caserío de Andricain.
Elorz posee algún edificio de interés 10,
más por detalles que por conjunto. D e ja n d o
a un lado algún vestigio gótico, llaman la
atención: una casa con fachada de piedra de
manipostería tosca, p ero puerta y ventana
central de cantería. En la piedra del dintel «.le­
la puerta de otra casa que va sobre dos pie­
dras como zapatas, se ve un rosetón de piedra
con estrella de ocho puntas insc rita ) d e n tro
una cruz (figs. 60 \ 61). O tra talla curiosa
63
es la de una ventana con dos círculos a m o d o
de ruedas con och o radios a los lados y o tro
co n una cruz oviíila en m edio (fig. 62). El
valor q u e se daba a estos signos p u e d e infe­
rirse de q u e en la iglesia, una se p u ltu ra q u e
es de (17)41, al parecer, tam bién tiene, al
pie, dos cruces ovifilas, p e ro éstas en relieve
(fig. 63)- En Elorz, p o r fin, hay alguna casa
con fachada con arco de m e d io p u n to y bla­
són en la clave de las características de toda
esta zona y alguna reja de h ierro de estru c ­
tura de tradición gótica (fig. 64).
abandonada. P e ro el núcleo urbano, consti­
tuido p o r una línea d e casas p e q u e ñ a s hechas,
al parecer, de un golpe y unas cuadras en
frente, es un e je m p lo de planificación m o ­
desta, tardía al parecer. M adoz 15 indica ya
q u e las nueve casas q u e había en su época
constituían un a m anzana, d e ja n d o aparte el
palacio y la casa cural (fig. 59).
Si, en vez de coger la ca rre te ra en d ire c ­
ción de Sangüesa, se sigue hacia el Sur por la
de Tafalla, se cruza el Elorz y poco d espués
hay un ramal qu e lleva al p u e b lo de Imarcoain, en el q u e había uno de los palacios
cabo de A rm ería del valle, q u e «traía del de
O tazu» 11 o más exactam ente de Yániz. En
1501 era palaciano J im e n o de Yániz ,2. El
caserío de Im arcoain es b u e n o y se destacan
en él algunas casas góticas del tipo de las
de T ajonar y otros pueblos que nos son co n o ­
cidos.
Siguiendo el río arriba, q u e d a T o rre s, con
un puente: T o rre s de Elorz, con o tro palacio
q ue en 1536 p e rte n e c ió aün a un m ie m b ro
del linaje de T o rre s y de sp u és al de O lio 13.
Al o tro lado del río, Zabalegui, que
q u e d a c o m o en lo más h o n d o y llano del
valle, núcleo m uy p e q u e ñ o .
P e q u e ñ o s son tam bién todos los qu e
q u e d a n en la falda de la sierra de Alaiz y a lo
largo de una ca rre te ra q u e arranca antes de
llegar al ramal de Tiebas, p o r la general que
va a Tafalla. P e ro antes todavía, p o r un ca­
m ino y pasando la vía del ferrocarril, en un
alto, se e n c u e n tra Oriz.
O riz se divisa así muy bien d e sd e lejos,
p o rq u e en él destaca un gran caserón: el
palacio que tenía las pinturas renacentistas
que se trasladaron al M u seo d e Pam plona.
Este es un edificio rectangular con cuatro
huecos de balcón, de p ied ra en la parte infe­
rior y de ladrillo en los dos altos. N o es de
los m ejo res edificios de su m ism o estilo. Por
el térm in o pasaba el cam ino real en el q u e
había una venta conocida. En 1802 se le
asignaban once casas con se te n ta y cuatro
personas 14. La iglesia, dedicada a San A drián,
q u e d a separada al Sur del pu e b lo y del pala­
cio. T ie n e varios árboles en d e r r e d o r y está
64
Fig. 59.-O riz: I) Palada. 2) S. Andrés.
Nueve viviendas en serie. 4) C uadras.
Y del palacio dice que tenía sus « fro n to ­
nes a los cuatro costados». En efecto, se
p u e d e pensar q u e term in a b a d e m o d o p a re ­
cido al d e G orraiz, a juzgar po r la form a
re c o n stru id a g ro se ra m e n te , d e los ángulos.
Altadill da veintiún casas y se ten ta y cuatro
habitantes y dice q u e el palacio estaba blaso­
nado y fortificado, y qu e había fro n tó n 16.
El palacio pe rte n ec ía en 1558 a D o n
M artín C ruzat y seguía en el linaje por los
años de 1593- U n año antes fue residencia de
Felipe U qu e d u rm ió allí dos veces en tre el
19 y el 23 de no v iem b re de 1592 17. En 1723
era del M a rq u é s d e G ó n g o ra 1S.
T am bién había palacio en O ta n o y en
Yarnoz. Este queda con más interés y re p u ta ­
ción arquitectónica que los otros, p o r q u e se
trata de una torre muy bien conservada, que
recuerda a la de Echalar. Los m uros dice
H u a rte que tienen casi dos m etros de espesor
y las barbacanas se conservan bien 22. A un
e xtrem o del valle qu e d a esta fortaleza, sobre
el río, un vado, un p u e n te y un molino.
El blasón lo trae ya Azcarraga 19. El pu e ­
blo q u e q u e d a más al O e s te de los situados a
la falda septentrional de Alaiz es G ue re n diain, m uy p e q u e ñ o , con un palacio 20, al que
sigue E zperun, d o n d e se registra a los D onamaría 21.
Cerca, al Sudeste, ya en térm in o de M onreal, se alza la Higa famosa en la comarca.
III
Al o tro ex tre m o , en un alto sobre la
carretera a Tafalla, con térm ino y municipio
propio, la villa de Tiebas, que, com o se ha
visto en los censos antiguos, q u e d a incluida
en el m ism o valle. U n antiguo cam ino que
b o rd ea la sierra de Alaiz la unía con G uerendiain, etc. Tiebas tiene al N o r t e las ruinas de
un castillo real y p r o n to aparece com o un
núcleo m ayor y de significado distinto al que
tienen los pueblos anteriores.
Tiebas está condicionada por la existencia
de varios caminos. P ero p u e d e decirse q u e el
eje lo dan el q u e va a M u ruarte al Sudoeste y
el qu e hacia el N o r d e s te va a M onreal 23. N o
es un pueblo-calle típico, p e ro sí un pueblo
m ercado con espacios internos q u e lo definen
com o tal.
Es significativo ya el hecho de que en
1263 T e o b la d o II le concediera el fuero de
los francos de San M artín de Estella 24 y que
en 1283 se le concediera un m ercado los
lunes de cada semana, tam bién según el fuero
y costu m b re s de E s te lla 25. A parece luego
com o p u e b lo muy dividido por rencillas,
«pecados», peleas y m uertes, a propósito de
presentación de abad 26, incendiado por los
castellanos en 1378.
Tiebas en 1802 sólo tenía treinta y nueve
casas y 220 habitantes 27 y es evidente que
cuando p ro sp e ró fue cuando vivió en función
del castillo. Entonces se ve q u e los reyes de
N avarra vivían allí con frecuencia y hay bas­
tantes docum entos de ellos firmados en T ie ­
bas; acaso en las «casas del rey q u e las claman
Thebas» de un d o c u m e n to de 1256 28.
H oy la parte alta se halla un tanto d e ­
caída, m ientras que junto a la carretera se
desarrolla la actividad característica de n ú ­
cleos cercanos a una capital, con el barrio de
las Campanas cerca. En Tiebas no hay m u es­
tras de arquitectura civil interesante, salvo las
ruinas del castillo en que d u ran te algún
tiem po estuvieron los archivos de N avarra y
d o nde parece que con el incendio de 1378
desaparecieron m uchos 29. D e éste quedan
en pie fuertes m uros y las bóvedas su b te rrá ­
neas 30.
D e Tiebas al Sur aún se considera que
quedaba d e n tro del valle M u ru a rte de Reta,
muy pegado al valle de Ilzarbe, con la altura
de M urugain al N oro e ste . M u ru a rte parece
haberse levantado en lugar de fe n d id o por
alguna fortificación («m uru(m )») antigua, y
se sabe que en 1393 había p e rd id o to d a su
p o b la c ió n 31. D espués h u b o de repoblarse y
pro n to debió contar con alguna torre de li­
naje bastante fuerte. T am bién con casas de
buena cantería del X V III, com o la q u e tiene
la puerta de ia foto de la fig. 66.
65
NOTAS
1. H o ja 141 d el m ap a a escala 1 : 5 0 .0 0 0 del
In s titu to G e o g rá fic o C atastral.
2. F. Z a b a lo , «El re g istro ...» p. 6 4 (nos. 3 2 3 -3 3 1 ).
3. F. Z a b a lo , «El re g istro » , p. 134 (nos. 16651673). O tra lista, pp . 140-141 (nos. 1 8 1 7 -1 8 2 5 ).
4. J. C arrasco P é re z , «La p o b la c ió n ...» p. 4 5 7
(nos. 54-63).
5. « D iccio n a rio » d e 1 8 0 2 , I, p. 2 4 4 , b.
6. « N a v a rra » , II, pp. 3 6 3 -3 6 6 .
7. « Itin e ra rio d e sc rip tiv o » po. 4.°.
8. D iez y seis casas ú tile s y cin co arru in a d a s en
1802 « D iccio n a rio » d e 1802, II, p. 169.
9. Se señ ala la ex isten c ia d e un p alacio, las arm as
de O c h o a d e N o a in , d o s lo b o s d e azu r en c am p o d e
plata, las d e A zcarraga, fol. En 1665 e ra d e D o n M iguel
d e B alanza, M a rtin e n a « P alacios cab o d e A rm e ría » , II,
p. 10.
10. « N a v arra» II, p. 3 6 4 , p lano.
11. A zcarrága, fol. 6 0 , 5.
12. M a rtin e n a , « P alacios cab o d e A rm e ría » , II, p.
10.
13. O tro palacio d e T o rre s , ce rc a d e los A rco s,
A zcarrága, fol. 115, 3.
14. « D iccio n a rio » d e 1802, II, p. 2 1 1 , b.
15. X II, p. 3 6 5 , a.
16. « N av arra» II, p. 365.
17. E n riq u e C o c k , « Jo rn ad a d e T a ra z o n a ...» "pp.
6 8 -6 9 , «Su M ag estad se d e tu v o en P a m p lo n a d e sd e
v ie rn e s a m e d io d ía q u e llegó hasta lu n es d e sp u é s d e
c o m e r, q u e b o lb ió a salir y fué o tra vez a d o rm ir en
O riz , casa a p artad a, d o n d e q u e d ó la p rim e ra n o c h e y su
g e n te en d e rr e d o r d e él en los p u e b le z u e lo s c o m arc a­
nos y villa d e T ie b a s, q u e ta m b ié n e stá a vista del
cam in o a m an o izq u ierd a.»
66
18. Y an g u as « A d ic io n e s...» p. 2 4 6 .
19- fol. 4 1 , 3 . C o m p á re s e co n M a rtin e n a «P alacios
cab o d e A rm e ría » , II, p. 10.
2 0 . A zcarrága, fol. 3 6 , 1 d a el b lasó n d e «El
Palacio d e G u e re n d y a in cab e U re ta » .
21. «El Sr. d e E zp e ru n » e n A zcarrág a, fol. 2 2 , 2
M a rtin e n a «P alacios cab o d e A rm e ría » , II, p. 10.
22. B lasó n del palacio d e O ta n o , A zcarrága, fol.
51, 5. El a p e llid o « G u e rg u e tia y n tra h e d e O ta ñ o » fol.
51, 6. C u a tro cu a rte le s, c o n lo b o s y flo r d e lis. «El
P alacio d e Y á rn o z lleba d e E z p e ru n » , seg ú n el ín d ice
d e A zcarrága, fol. 104, 6. T o r r e d e Y á rn o z, H u a rte ,
« A rq u ite c tu ra tu rística n av arra» , loe. cit. p. 2 8 , c. F oto
en « Itin e ra rio s p o r N a v arra» 1, p. 133.
23- « N a v a rra » , II, p. 4 7 9 , p lan o .
24. Y an g u as y M iran d a, « D ic c io n a rio d e a n tig ü e ­
d ad es» 111, p. 3 7 0 , hace re fe re n c ia a to d o lo q u e sigue.
El fu e ro , Id o a te , « C atálo g o d e los c a rtu la rio s reales» p.
23 7 (n .° 4 7 2 ), « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , 1, p.
166 (n .° 335).
25. Id o a te , « C atá lo g o d e los c a rtu la rio s reales» p.
2 75 (n .° 553) y « C atálo g o del A rc h iv o G e n e ra l» I, p.
2 3 7 (n .° 514).
26. « C atálo g o del A rch ivo G e n e ra l» X , p p . 135
(n .° 3 2 3 ), 136 (n .° 32 4 ), 145 (n .° 347).
27. « D ic c io n a rio » d e 1 8 0 2 , II, p. 3 7 5 , a.
28. Id o a te , « C atá lo g o d e los c a rtu la rio s re a le s» , p.
2 3 4 (n .° 46 5 ).
29- A le so n , « A n n a les...» IV , pp. 193, b -1 9 4 , a
(lib ro X X X , c a p ítu lo X II § 111, n .° 18).
30. « N a v a rra » , I, pp. 8 1 4 -8 1 8 , co n fotos.
31. Y an g u as y M ira n d a, « D ic c io n a rio d e a n tig ü e ­
d ad es» II, p. 4 4 4 . « C a tá lo g o d el A rch iv o G e n e ra l» ,
X X , p. 6 8 (n .° 157).
67
68
65
66
Fig.
Fig.
FigFig.
Fig.
6 2 .-D in te l de casa. FJorz.
6 3 .-P iedra sepulcral de FJorz.
6 4 .-R eja de casa. FJorz.
6 5 .-C a sa gálica. Imarcoain.
6 6 -F a c h a d a . M u ru a rle de Reta.
69
C A P IT U LO V
LOS VA LLES DE LIZ O A IN Y A R R IA S G O IT I
Y LA VILLA DE URRO Z.
1)
2)
3)
4)
El valle de Lizoain
La villa de Urroz
Los pueblos de Lizoain
Los pueblos de Arriasgoiti
Los valles de Egüés y A ranguren limitan
al Este con el de Lizoain, que ya tiene com o
e je una c o rrien te fluvial de m ayor im portan­
cia, qu e es el río Erro, afluente del Irati al
S udoeste de Aoiz. El valle recibe, al parecer,
el n o m b re de un núcleo mayor.
P e ro c o m o en otros casos su dete rm in a ­
ción es un poco fluida en los docum entos
m edievales, y se ajusta más en épocas p o ste ­
riores en qu e se segrega algún municipio.
P or varias razones hay qu e estudiarlo
junto con el q u e le q u e d a al N o rte ; el p e ­
q u e ñ o de Arriasgoiti.
Lizoain aparece en 1280 com o «Val de
Lifoayn» y aún hay la form a Linzoain. C uenta
con estos pueblos, según la nómina: «Ozcariz», «R edin», «Leyun», «Li^oayn», «Ler ru z » , « L ifa rra g a » , « I d o a t» , « H u r r o z » ,
« Surveyllo cabo H u r r o z » , «A rtaisso» y
«O cha» 1. O tra lista da «£uat^ u» y «Leguin»,
«Irasso», «M urillo cabo de H u rro z» y «Ezpilaga» 2. En 1366 e n contram os «Redin»,
«Ozcariz», «Leyun», «Lerruz», «Yelz», «Ly^oain», « U ro z » , « U rro z » , «Sant M artin
d ’Azpa» y «Assie» 3. O tr a lista da «O roz»,
«Lifarraga» «Y doat», «B eorteguy» y «Janariz» 4. En este c o n ju n to de p e q u e ñ o s núcleos
se destaca p o r su población la villa de U rroz
o Urroz-villa qu e sum a sesenta y seis fuegos
con oficios y a podos refe re n tes a ellos: «bureillero», «cam paner», «archay», zapatero»,
«escudero», «pintor», « ro d ero » , «gantero»,
«m ercero», «ferrerò», «m aestro», «carnycero», «amirar» 5. En 1802 q u e d a ésta fuera
y se nombran: B eortegui, Janáriz, Laboa, Le­
rruz, Leyún, Lizoain, M endióroz, Ozcáriz,
Redín, U roz y Yelz, con no más de 667
personas en t o t a l 6. Sus c ontornos quedan
bastante bien precisados por alturas 7.
La naturaleza jurídica de los pueblos es
varia. En 1258 T e o b a ld o II concedió a Le­
rruz, Lizoain, Redín, Ozcáriz (Ozcuariz) y
Leyún que se dicen situados en «la val» que
fueran realengos a perpetuidad, sin poderse
dar a caballeros o ricos h om bres 8. U ro z ha­
bía sido cedido antes, en 1234, p o r T e o b a ld o
I a D o ñ a T o ta Rodríguez, hija de R odrigo
Abarca, con otros pueblos a cam bio del casti­
llo y villa de C ortes y algunos bienes más 9 y
antes U rroz aparece en relación con un pri­
vilegio dado a los escancianos en 1195 y
renovado en 1237 10, tam bién com o p u n to
de referencia para establecer ciertas m edidas
de grano que se debían utilizar en las ruedas
o molinos de Aspurz 11, cosa qu e indica
cierta significación comercial, al parecer.
Pero en 1287 el g o b e rn a d o r del reino H u g o
de Conflánt otorga a U rro z un m erc ad o los
m iércoles, y el rey Felipe I confirm a la c o n ­
cesión, que equipara a la del m ercado sem a­
nal de Estella 12. El proceso social y e c o n ó ­
mico diferencial obliga, com o en el caso de
H u a rte en relación con el valle de Egüés, a
separar un poco el estudio de los pueblos del
valle de la villa.
73
II
P o r q u e U rro z, c o m o villa separada ya
tiene una entidad distinta d e s d e la é p o c a del
Príncipe de Viana (que b o rró lo de la «escancianía») y luego aparece con asiento e n C o r ­
tes y blasón p r o p io 13. El año d e 1630, a d e ­
más del m e rc a d o semanal, se le con c ed ió
privilegio de feria anual, feria q u e era c o n c u ­
rridísim a a c om ienzos del X I X , haciéndose
gran contratación de ganados, muías, caba­
llos, suelas, c o rd o b a n e s y becerrillos, q u e se
traían de Francia 14.
Esta feria q u e tenía p o r fechas del 10 al
14 de n o v iem b re, era aún n otable a m ediados
del siglo X I X , po r el tráfico de ganados 15 y
Altadill la c o n sideraba todavía im p o rta n te en
las prim eras décadas d e éste 15. C o m o v e re ­
m os, el carácter comercial d e U r r o z parece
condicionar en pa rte considerable el o r d e n a ­
m ie n to urbano.
P e ro aparte de su im portancia c o m o m e r ­
cado, U rro z tuvo significación c o m o fo rta ­
leza; p o rq u e , en efecto, fue un a d e las plazas
desm anteladas p o r o r d e n del C ardenal Cisneros, d e s u e rte qu e a c om ienzos del siglo X I X
sólo se conservaba del antiguo rec in to a m u ­
rallado un portal con dos baluartes y un
lienzo de m uralla 17. P o d e m o s ver hoy algo
de aquel lienzo, así c o m o estudiar un e le ­
74
m e n to de consideración en la plaza misma. La
im p o n e n te iglesia era, sin duda, tal e le m e n to
defensivo fundam ental. Así la consideraba
H u a r te 18, y es evidente. La iglesia tiene una
bó v e d a de cabecera y un tram o p ro c e d e n te
del siglo X V . Lo dem ás es a n terio r, según
U ra n g a e Iñiguez 19. La huella del significado
m ercantil del p u e b lo es todavía mayor.
El e le m e n to de carácter urbanístico q u e le
da una fisonom ía m uy especial a U rro z es la
referida gran plaza central. Esta plaza, teatro
de la feria anual, está constituida p o r casas
rehechas varias veces a partir del m o m e n to
gótico (figs. del d ib u jo 67 y d e la foto 81),
por lo m enos.
P o rq u e en ella se ven varias con arcos
ojivales, e m p e z a n d o p o r una qu e la flanquea,
a la izquierda de la iglesia y q u e c o rre sp o n d ía
a u n tipo q u e se repite, p e ro q u e e n este caso
ha sido o b je to de reform as, rasgándose
puertas, balcón y ventanas y colocándose un
piso más sobre lo antiguo (fig. 82). En otro s
casos, el añadido parece he c h o e n una época
en qu e a la casa vieja se le colocó un po rch e
(fig. 83), cosa qu e se ha seguido haciendo
hasta hoy, e incluso al rec o n stru ir el ángulo
qu e q u e d a a la pa rte del fro n tó n (fig. 84).
La plaza d e U rro z q u e d a orie n tad a al O e s te
del núcleo u rb an o , qu e tiene su parte más
com pacta hacia el Este y Sur, en dirección del
río, cruzado p o r un p u ente.
En este c o n ju n to las calles son cortas y de
trazado irregular. N o hay qu e p e rd e r de vista
que, a u n q u e U r r o z haya ten id o la im p o rta n ­
cia comercial que se le ha asignado, en 1802
no contaba con más de 107 casas habitadas
por 4 6 8 personas, y su única industria era la
de fabricar paños ordinarios, de los usados
por la g e n te de cam po 20.
P ero insistamos sobre la calidad de algu­
nos edificios.
En prim er lugar, las casas señoriales góti­
cas de U rroz, aunque en la concepción co­
rrespondan a lo que ya nos es conocido en
toda esta zona, llaman la atención por el
desarrollo de las dovelas y po r la finura del
trabajo de éstas y de las ventanas. A parte del
ejem plar reform ado de la plaza (fig. 85. al­
zado y plano, 68), se destaca una casa que
alojó a D oña Blanca de Navarra. Esta casa es
rectangular y tiene cuatro ventanas amaineladas con arco de m edio p u n to en su único alto
y una gran puerta gótica, no al ce n tro sino
bajo el segundo ventanal a m ano derecha (fig.
86).
FACHADA
Fig. 68.-C asa de Doña Blanca. Urroz. Alzado y plantas.
75
Fig. 6 9 .-C a sa gòtica de Urroz.
Fig. 70.-Torre con añadido. Urroz.
El cuarto a la izquierda parece un poco
más distanciado. D e l interior nada p u e d e d e ­
cirse, p o r q u e está c o m p le ta m en te rehecho.
En la p u e rta se ve un blasón gótico finam ente
labrado (fig. 71) y sobre las ventanas, labras
de tipo más popular, c o m o ro se to n e s (figs. 87
y 72) y el I H S en la q u e q u e d a sobre la
puerta.
D e n tr o de este tipo, sobresale otra casa
con la p u e rta tapiada hace m u c h o y qu e pa­
rece de la m ism a m ano, qu e ha desplegado
más lujo en la sillería, casi de piedra de
cuenta e n su totalidad. Las dovelas, que son
once, tie n e n u n o sesenta de longitud. El bla­
són finísimo. A m an o d e recha hay un p e ­
q u e ñ o flanco c o m o m atacán (fig. 69). El inte­
rior tam bién está b a r r i d o 21.
O tras casas c o rre s p o n d e n a un tipo m enos
fastuoso, p e ro d e la m ism a época, que han
sido reconstruidas o se han cam biado en e le­
m en to s d e la fachada (fig. 88). N o te m o s , que
en la categoría de palacios cabo de A rm ería
en U rro z no está más q u e la «T orre Blanca»,
que en 1637 poseía un D o n P e d ro de T o rre blanca, en 1 7 2 > D o ñ a Isabel de T o r re Blanca
y en 1758 D o n M artín Ibáñez de Ibero, Eusa
y T o rre b lan c a 22.
Fig. 71 -Blasón de la casa de D .a Blanca. Urroz.
- H—tt tt- S—H—4—4—(i—tt-11—U—Ü—ff—
Fig. 72.—Esquema de la casa de D.a Blanca.
77
En casas d e tipo m o d e s to , p e r o en las que
se e m p le ó la p ie d ra hasta el siglo X V II p o r lo
m en o s, se ve alternar los arcos con dovelas,
dovelas con arcos hechos de ladrillo y otros
sistemas, a dovelándose incluso las puertas
rectangulares (figs. 89 y 90). M arca el X V III,
co n tra lo q u e o c u rre en g eneral en la M o n ­
taña atlántica, un e m p o b r e c im ie n to sensible
en la arquitectura, a u n q u e no falta alguna
excepción. D e todas m aneras, la é p o c a de las
g randes obras d e cantería pasó.
El tipo de la gran casa, casi aislada, con
teja d o a cu a tro aguas, arco y reja, se da
tam bién en el núcleo u rb a n o d e U rro z (fig.
S), a u n q u e no sea c o rrien te , ni m u ch o m en o s
y aún p o d e m o s señalar, c o m o cruce e n tre
ele m en to s, la existencia de o tro s más m e d ite ­
rráneos: casas con solana de arcos, qu e se
r e p ite n y de fo rm a qu e nos re c u e rd a a los
eje m p la res más conocidos hacia el Sur de la
m erin d ad y tam bién de la d e P a m p lo n a y más
a b u n d a n te aún en la de Olite.
En U rro z volvem os a e n c o n tra r c o m b in a ­
ciones más o m en o s e structuradas de pied ra
de cuenta, p ied ra sin labrar y ladrillo. H ay
edificios en los qu e a una vieja to rre -p a lo m a r
de piedra se les añade un c u e rp o en qu e
q u e d a un a galería de ladrillo, de tipo clásica­
m e n te ibérico (fig. 70). En o tro s casos la
construcción parece hecha d e un golpe, c o m o
e n el d e la casa e n form a d e L del d ib u jo 73 y
la foto 91).
A lguna inscripción tardía, tallada sobre un
e m b le m a m ístico se e n c u e n tra e n U rro z (fig.
74), y esto nos lleva más al á m bito s e p te n trio ­
nal. Pero, en suma, p u e d e decirse q u e el
m o m e n to c u m b re en la construcción, aquí
c o m o en los valles de A ra n g u re n y Egüés, en
el de Lizoáin m ism o y en o tro s contiguos de
qu e luego se tratará, está en el siglo X V y a
com ienzos del X V I y q u e estilísticam ente es
gótico.
78
El té rm in o de U rro z, d e n tr o del ám bito
d e l va lle , es p e q u e ñ o . A lta d ill le da
1.122,19,92 hectáreas más el coto de Marláin 23. P e ro tam poco el valle es muy grande;
no ocupa arriba de 3 .8 5 6 ,9 2 ,6 8 24, y los p u e ­
blos son to d o s m uy p e q u e ñ o s; de siete (Leyún) a veintitrés (Lizasoáin) casas a com ien­
zos de siglo 25. H o y la regresión es grande.
D e n t r o del valle, al N o r d e s te de U rroz,
distanciado d e la c a rretera y con la altura de
San M iguel al S udoeste, se halla Lerruz, que
es el núcleo más m eridional, c o m p u e sto en
1802 p o r q uince casas útiles y una arruinada,
con o c h e n ta y un personas 26. Colocado en
ladera, con amplia vista hacia el N o r te , tiene
las casas agrupadas con h uertos con tapia.
Algunas, con arcos d e nueve dovelas, son del
X V I I 1, com o una con inscripción en que el
cantero se com ió lo que quiso (fig. 75), hoy
vacía.
Pero lo más interesante del pue b lo son
dos torres con otros cuerpos de construcción
form ando un conjunto, aunque m enos sun­
tuoso que el de M endillorri ya visto o los de
A rtieda y Ayanz, que luego se estudian, no
p o r eso m enos significativo.
U na de las torres,-situada más abajo, hacia
U rroz, dice la m u je r joven que la habita que
se llama «Iturbide», p ero indica que p e rte n e ­
cía a la familia Cabo de Villa-Barbarin 27 y
q ue la casa se llamó «Barbaria». El caso es
que el c o n junto está constituido por : A) U na
torre-palom ar, que qu e d a a la derecha, según
Fig. 75 -Inscripción de Lerruz.
Fig. 77 -Barbaria, casa torreada, de Lerruz.
80
se mira desde la iglesia (fig. 77). tí) Un
cuerpo gótico antiguo, que, com o en Artieda,
parece ten e r un tejado rebajado con respecto
al antiguo, de ángulo más agudo y cubierto
de cajas de piedra probablem ente. C) U na
casa a m odo de caserío de fines del X V II o
del X V III con m ucha más holgura. D) Unos
patios que quedan detrás de ésta y del cuerpo
gótico.
La puerta de la casa grande y más ancha es
de arco de m edio punto, tiene un blasón con
dos lobos; pero muy borrosos en parte
(fig. 76). T am bién es digna de señalarse la
herm osa aldaba de tradición gótica (fig. 78).
Las plantas se dan en la fig. 79.
La otra torre de Lerruz (fig. 80) se halla
en un conjunto de edificios de vivienda o de
uso agrícola más m odesto y m o d ern o en gran
parte; o, por lo m enos, reconstruido.
Fig. 7 8 - Aldaba, de Lerruz.
D e todas maneras, la disposición del «pa­
tio» corresponde a las señoriales y estudiadas
FACHADA
SECCI0N
PLANTA 1
Fig. 79.-Casa torreada de Lerruz. Alzados y plantas.
81
F/'g. 8 0.-C asa torre, con patio. Lerruz.
y a otras q u e se e n c u e n tra n disem inadas y en
gran p a rte arruinadas, p o r esta zona.
En una posición parecida a la de Lerruz, al
N o r o e s te , q u e d a Yelz, y es curioso o bservar
q u e aquí tam bién había un palacio viejo, qu e
estaba ya e n el índice d e Azcarrága 28 y qu e
e n 1588 p e rte n e c ía a J u a n B a rb o y A na S e­
bastián, pasando luego a otro s apellidos. Cada
p u e b lo del valle tiene, p o r lo dem ás, su pala­
cio; lo m ism o B e ortegui, qu e Janáriz, Laboa,
Ozcáriz, R e d ín y U ro z 29.
El d e B e o rte g u i tenía un e scu d o d e azur
con dos lobos d e oro, u n o s o b re o tro , q u e ya
está en A zcarrága 30. D e aquí «trae» J u a n de
R edín q u e tam bién traía d e Sarriguren 31.
P e ro en el puebli hay otros blasones góticos
(fig. 92). T a m b ié n está el d e Janáriz qu e
tenía un blasón de plata con seis veneras de
sinople 32 y un palacio viejo d e Lizoain 33 que
82
no aparece en o tro s sitios. T a m p o c o el de
Laboa. Sí el de Ozcáriz, d e o ro con tres fajas
de sable y b o r d u ra de gules con once o trece
so tueres de o ro 34. T a m b ié n el del se ñ o r de
R e d ín 35, de azur con cruz cuartelada d e oro
y gules.
En g eneral p u e d e pensarse q u e los más
antiguos tie n e n o han te n id o to rre s del tipo
de las estudiadas y q u e el solar con su n o m b re
y su blasón q ueda, a u n q u e el linaje q u e lo
posea cambie. U nas veces, p o r q u e term inan
las líneas masculinas y sigue la here n c ia po r
vía fem enina. O tras, p o r q u e hay com pras, y
otras, p o r q u e el linaje cam bia d e solar p r e f e ­
ren te , c o m o en el caso de R edín. P o rq u e ya
en 1453 el se ñ o r de R edín adquirió el título
y los d e re c h o s de la baronía de Bigüézal, en
el R o m anzado, to m a n d o allí asiento 36. Y el
palacio de Bigüézal, p o r su parte, tiene su
blasón 37.
IV
Al N o r t e d e Lizoain q u e d a el p e q u e ñ o
valle d e Arriasgoiti, d e n tr o de la cuenca del
Erro, valle q u e d u ra n te m u ch o ha estado
aislado y con una superficie de 2.817,32,87
hectáreas y en qu e aún hacia 1916 se hablaba
el vasco. Los núcleos existentes entonces
co m o m ayores eran: G aldúroz, Hoz, Urricelqui, Z alba y Z u n z a rre n , q u e era residencia
municipal 38. H o y es u n o d e los valles más
abatidos p o r el éxodo.
Las form as «Arriascoiti» u «Arriascoyti»
se registran en 12 8 0 39. P ero entonces apa­
rece la «peita» en general. En 1366 tam bién
aparece «Arriascoiti» sólo: luego «£alva» y
«fun<;arren» q u e e n tra n d e n tó del valle ac­
tual, con «U rricelqui», «B eorieta», «£aldayz» e «YIloz» 40, algunos despoblados ya
hace tiem po.
Los pue b lo s están escalonados, de N o r te
a Sur, sobre el río, U rricelqui es el más
s e p te n trio n a l, v ie n e d e s p u é s Z u n z a rr e n ,
luego Iloz, desp u és Zalba. Más al N o r t e de
U rricelqui, y al O e s te del río, se halla Zaldáiz
y al O e s te de Z u n z a rre n , G a l d ú r o z 41. La
m ayoría de estos núcleos se hallan en ruinas;
cosa lam entable sobre to d o en el caso de
Z u n z a rre n , q u e tiene un viejo palacio cabo
de A rm ería, con un e scudo con cuarteles: el
p rim e ro y el cuarto, d e plata con león rampante de azur y el se gundo y el tercero con
dos bandas dentadas d e gules sobre oro 42.
Este daba su blasón a otros que lo tenían
c o m puesto, c o m o E s t e b a n 43. En 1616 y en
1705 todavía estaba en p o d e r de los Z u n z a ­
rren; en 1723, de un O lóndriz y después pasa
a otros apellidos 44.
Z u n z a rre n en 1802 sólo contaba con siete
casas y cuarenta y cinco personas 45. En 1468
la princesa D o ñ a L eonor dio las pechas, tri­
butos y rentas del m ism o a J u a n Lopiz de
Isaba, su secretario, y a los hijos del mis­
m o 46. El pueblo q u e d a bajo una loma y de
lejos se distingue la iglesia. D e b a jo de ella las
dos torres del palacio, abandonado (figs. 93,
94 y 95). Son parecidas a las d e Olza, Ibero,
Echauri, etc., con dos líneas d e palom ares y
tejado a dos aguas. U na fachada tiene
un cuerpo bajo, abierto p o r puerta gótica y
tres ventanas cuadradas p osiblem ente re h e ­
chas sobre otras pequeñas. El c u e rp o bajo,
enm arcado por las dos torres, está cu b ie rto
de hiedras. El tejado del c u e rp o m ayor (al
que da la puerta gótica citada) está hundido.
Pero d e n tro del cuadrado flanqueado po r las
torres debía haber un patio 47. Hay c onstan­
cia de que había otro palacio en Zaldáiz 48 y
aún otro en Z a l b a 49 qu e daba su escudo a
Ju an de Zalba, que «llevaba» de Zalba y
Celia 50. En Zalba existe un gran edificio qu e
a un lado tiene una torre del tipo conocido,
con ventana amainelada y saetera en bajo, a la
que se añadió tam bién un gran c u e rp o cuadrangular, con tres rejas y un piso y a éste va
añadido otro más alto, con h erm oso alero.
Zalba tiene otra torre, más parecida a las de
Zunzarren, tam bién arruinada y buenas casas,
alguna de magnífica cantería con fecha puesta
en la piedra de clave de un he rm o so arco de
m edio punto, bajo una cruz: 1657 (figs. 96,
97 y 98).
D e las diez casas con sesenta y cinco
personas de 1802 queda un rec u e rd o que
poco a poco d e s a p a r e c e r á 51.
83
NOTAS
1. F. Z a b a lo , «El re g istro ...» , p. 6 5( nos. 3 4 2 -3 5 1 ).
2. F. Z a b a lo , «El re g istro ...» , p. 135 (nos. 16891699).
3- J. C arrasco P é re z , «La p o b la c ió n ...» , pp. 4 6 2 4 6 3 (nos. 118-127).
4. J. C arrasco P é re z , «La p o b la c ió n ...» , p p . 4 9 9 5 0 0 (nos. 3 9 9 -4 0 8 ).
5. En la p rim e ra lista.
6. « D iccio n a rio » d e 1 8 0 2 , I, p. 4 5 2 , b.
7. H o ja 142 d el m apa- a escala 1 : 5 0 .0 0 0 del
In s titu to G e o g rá fic o y E stad ístico .
8. Y an g u as y M iran d a , « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a ­
des» II, p. 282. « C a tá lo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , I, p.
162 (n .° 3 2 3 ). Id o a te , « C atá lo g o d e los c a rtu lario s
re a le s» , p p. 2 3 4 -2 3 5 (n .° 4 6 6 ).
9. Y anguas y M ira n d a , « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a ­
d e s» , I, pp. 65 y 72. « C a tá lo g o d el A rc h iv o g e n e ra l» , I,
p. 109 (n .° 189).
10. Y an g u as y M iran d a , « D ic c io n a rio d e a n tig ü e ­
d ad es» III, pp. 4 7 6 -4 7 7 . Id o a te , « C atá lo g o d e los c a r­
tu lario s re a le s» , p. 6 9 (n .° 118). O tro s d o c u m e n to s pp.
162-1 6 3 (nos. 3 2 3 -3 2 4 ). R e n o v a c ió n , p. 180 (n .° 359).
O tr a d e 1 2 3 7 , pp. 18 6 -1 8 7 (n .° 371).
11. « C atálo g o d e los c a rtu la rio s rea le s» , p. 174
(n .° 347) añ o 1236.
12. Y an g u as y M ira n d a « D ic c io n a rio d e a n tig ü e ­
d a d e s» , III, p. 4 7 7 . Id o a te , « C atá lo g o d e los ca rtu la rio s
re a le s» , pp. 275 (nos. 5 5 4 -5 5 5 ).
13. Y anguas y M iran d a , « D ic c io n a rio d e a n tig ü e ­
d ad es» III, p. 4 7 7 . B lasón d e A zcarrág a, fol. 72, 3.
14. « D iccio n a rio » d e 1 8 0 2 , II, p p . 4 1 9 , b -4 2 0 , a.
15. M ad o z, X V , p. 2 3 5 , b.
16. « N a v a rra » , II, p. 4 9 3 . D a c o m o fech as d el 11
al 14. M ás u n m e rc a d o m en su al; el 14 d e cada m es.
17. « D iccio n a rio ...» d e 1802, II, p. 4 1 9 , b -4 2 0 , a.
18. H u a rte , « A rq u ite c tu ra tu rístic a n a v arra» , loe.
cit. p. 32, a.
19. « A rte M ed iev al n av arro » IV , p p . 174 y 177,
(fig. 32).
20. « D iccio n a rio » d e 1 8 0 2 , II, p. 4 2 0 , a.
2 1. U n ancian o , al tie m p o d e d ib u ja r, nos d ice q u e
esta casa te n ía q u e v e r co n la « T o rre B lanca» d e U rro z
m ism o. E n el índice d e A zcarrág a, fol. 105, 6 , el blasó n
d e tal to r re y al 4 8 , 4, el d el palacio d e U rro z .
22. M a rtin e n a , « P alacios ca b o d e A rm e ría » , II,
p. 10.
84
23. « N a v a rra » , II, p. 4 9 3 .
24. « N a v a rra » , II, p. 4 1 8 .
2 5 . « N a v a rra » , II, p. 4 1 8 -4 2 0 .
26. « D iccio n a rio » d e 1802, I, p. 4 3 7 , b.
27. En re a lid a d , el lin aje e ra el d e Itu rb id e . En
1611 o b tie n e se n te n c ia d e e x e n c ió n p alacian a D o n
S an ch o d e Itu rb id e . Y el e sc u d o e ra d e p la ta con b an d a
de g u les a c o m p a ñ a d a d e d o s lo b o s d e sable. M a rtin e n a ,
«P alacios cab o d e A rm e ría » , II, p. 17. La h o ja del
ín d ice d e A zcarrága, d o n d e esta b a , falta.
28. En el ín d ic e, al fol. 2 5 , q u e falta.
2 9 . M a rtin e n a , « P alacio s cab o d e A rm e ría » , II,
pp. 16-17.
30. fol. 105, 3. En el fol. 7 6 , 4 d irá q u e son «dos
p e rro s d e o ro » .
31. fol. 76, 4.
32. fol. 116, 3.
33. fol. 2 5 , 6.
34. fol. 4 0 , 3.
35. fol. 18, 4, y 76, 4 , J u a n d e R ed ín .
36. T e ó filo d e A rb e iz a , «D . T ib u rc io d e R ed ín »
e n « T em as d e c u ltu ra p o p u la r» (P a m p lo n a , s.a.), p. 4.
37. A zcarrága, fol. 4 4 , 3.
38. « N a v a rra » , II, pp. 3 4 7 -3 4 8 .
39. F. Z a b alo , «El re g istro ...» , pp. 6 4 (n .° 34 1) y
135 (n .° 1686).
40 . J. C a rra sc o P é re z , «La p o b la c ió n ...» , p. 463
(nos. 128-1 3 6 ).
41. H o ja 116 a escala 1 : 5 0 .0 0 0 d el m ap a del
In s titu to G e o g rá fic o y C atastral.
42. A zcarrága, fol. 5 7 , 2.
4 3 . A zcarrága, fol. 8 5 , 1.
4 4 . M a rtin e n a , «P alacios cab o d e A rm e ría » , II, p.
18, fo to e n las páginas c e n tra le s, e n c o lo r, n .° 4.
45 . « D ic c io n a rio ...» d e 1802, II, p. 5 3 7 , a.
46 . Y an g u as, « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a d e s...» ,
III, p. 538. A la v ez le d io S agaseta, o p . cit. III, p. 288.
47 . O tra fo to e n « Itin e ra rio s p o r N a v a rra » , I.
P. 137.
48 . A zcarraga, fol. 57, 6.
49. A zcárraga, fol. 106, 1.
50. A zcárraga, fol. 106, 6.
51. « D icc io n a rio » d e 1802, II, p. 5 2 2 , a.
Fig. 8 1 .-P la za de Urroz.
85
86
Fig. 8 2 .-C asa gótica reformada. Urroz.
Fig. 8 3 .-Porches de la plaza de Urroz.
Fig. 8 4 .-F rontón de la plaza de Urroz.
87
89
90
91
Fig. 8 9 .-C a sa de Urroz, con arco de piedra.
Fig. 9 0 .-C a sa de U rroz con arco de ladrillo.
Fig. 91 .-C a sa en ángulo. Urroz.
92
Fig. 92.-Puerta blasonada de Beortegui.
91
92
Fig.
Fig.
Fig.
Fig.
9 3 —V ista general de Z u n za rren .
9 4 —Palacio abandonado de Z unzarren.
9 5 .-T o rre y fa ch a d a de Z unzarren.
9 6 .-C a sa abandonada de Zatba.
95
96
93
94
CAPITULO VI
T R ES VALLES Y UNA VILLA:
U N C IT I, IZAGAONDOA,
IBARGO ITI Y
MONREAL
1)
2)
3)
4)
El
El
El
La
valle
valle
valle
villa
de Unciti.
de Izagaondoa.
de Ibargoiti.
de Monreal.
Los tres valles q u e q u e d a n al Sur de
U rro z y Lizoain y al Este de Elorz son el de
Unciti, y más al Este Izagaondoa e Ibargoiti y
en tre Elorz e Ibargoiti q u e d a la jurisdicción
de la villa de M onreal, qu e viene a ser un
c e n tro antiguo para este gru p o , con núcleos
que se p a re c e n bastante a los descritos en los
valles anteriores. T am b ié n , com o en ellos, se
notan los efectos de la despoblación y el
abandono.
«Val d ’U ncit» en 1366 contaba con «Nasurieta», «A r^orriz», «U ncit», « £ oaquiayn»,
« C e m b o r a y n » , « C a v a l^ e ta » , « E x u sa g a » ,
«Sansoayn» y «A rteiz» 1. O tr a lista en q u e se
escribe « £ o ra q u ia y n » , incluye « f u a g u » y
«Reta», d a n d o treinta y ocho fuegos a to d o el
valle 2.
A com ienzos de este siglo, en 1910 tenía
749 personas, en siete pueblos y un caserío y
3.192 ,5 1 ,0 7 hectáreas. Los pueblos eran Alzórriz, Artaiz, C e m b o rá in , N a jurieta, Unciti,
Z abaleta y Z o r o q u i a i n 3. B ajando p o r una
carretera de U rro z al Sur, el prim er pueblo
del valle q u e se e n c u e n tra es Artaiz y al
O e s te de Artaiz q u e d a Unciti, que era com o
el c e n tro municipal, a causa de su posición
más céntrica.
El diccionario d e 1802 señalaba la exis­
tencia de un palacio de cabo de A rm ería con
su to rre fuerte y troneras en el lugar de
Artaiz o A rteiz, de Unciti. Este lugar es
conocido hoy por su iglesia románica, cercana
a la torre que está ruinosa y a la q u e se ha
aplicado un frontón. A com ienzos del X IX ,
Artaiz tenía veinte casas útiles, dos arruinadas
y ochenta y tres p e r s o n a s 4.
Artaiz fue señorío de D o n R odrigo de
Uriz, que lo cambió al rey con Unciti y
C em boráin p o r O rdoiz y su palacio 5. En una
fachada de la torre, sobre un arco de ventana
de forma particular hay tres escudos de armas
(fig. 99), que no son el de Uriz, ni tam poco
el de Artaiz que tienen los nobiliarios.
En Artaiz, aparte de la iglesia y de la torre
arruinada, hay otro edificio en muy mal es­
tado, que m erece nuestra consideración. Es la
casa de una familia que se apellida Aldunate.
Se halla en la misma carretera qu e va hacia
Ardanaz. Se com pone de tres cuerpos, uno
com pletam ente vacío y sin tejado. O tr o
estrecho con una ventana gótica de dos ar­
cos, debajo de la cual hubo una puerta. Por
fin, un gran cuerpo de casa, qu e tiene el
acceso actual, reja en la planta baja y una
ventana y un ventanillo en la alta. Lo in te re ­
sante de este edificio es la disposición in te ­
rior en torno a un patio, del qu e hay tres alas;
patio «impluviato», con recogida de aguas en
un e xtrem o del e m p e d rad o y galería o balco­
nada cubierta sobre colum nas y m achones.
Las columnas tienén capiteles en casos. En
otros, no. La balconada ha q u e d a d o destruida
97
F ig■ 9 9 -A rco blasonado de la torre de A rta iz.
casi en su totalidad. El c o n ju n to q u e d a indi­
cado en el a punte d e la fig. 100, to m a d o el
27 de s e p tie m b re d e 1976, p e ro r e c o n s tru ­
y e ndo la balconada, tal y c o m o estaba hace
años. En la escalera (figs. 101 y 102), hay
e le m e n to s góticos y los m ac h o n e s se han
rec o n stru id o no hace m u ch o , con ladrillo. El
a p arejo de p ie d ra d e rr u m b a d o yace p o r los
suelos e im pide, en casos, ver ciertos aspec­
tos de la construcción. Los alzados d e la fig.
103 c o m p le m e n ta n lo dicho.
La relación d e la parte sin tec h o con este
c o n ju n to hace pensar q u e constituyó un
c u e rp o e x e n to y qu e el patio no estaba c o m ­
p leta m e n te cerrado. La casa antigua con patio
v e re m o s q u e se da en o tro s p u e b lo s p o r estas
latitudes y más al Sur, hacia la V aldorba, en
form as m uy clásicas m editerráneas. V aldría la
pena de hacer un estu d io sistem ático de todas
las casas d e este tipo, a u n q u e m uchas ya
estarán en ruinas, c o m o otras al estilo de las
to rre s e n um eradas. P o r e je m p lo , en el p u e ­
blo más m eridional del valle p o r esta banda,
q u e es Alzórriz, un to rre ó n con aspilleras y
alm enas ya aparecía ru in o so a com ienzos del
siglo 6. El c o n ju n to de casas d e C e m b o ra in se
consideraba c o m o notable; y en e ste p u e b lo
U ranga fotografió la pila de b autism o d e la
iglesia d e la Visitación, q u e es curiosa, c o m o
otras, p o r s e r m u estra d e arte popular, en
98
c onexión con lo q u e se e n c u e n tra en tallas de
dovelas, en piedra, o arcas d e m adera; en este
caso, las cruces ovifilas q u e h e m o s visto usa­
das cerca, e n Elorz (figs. 107 y 108).
O tr a to rre sin e studiar es la de U n c id ,
d o n d e tam bién estaba la casa consistorial del
valle; el diccionario de 1802 refiriéndose al
p u e b lo dice qu e «a la parte del N o r t e hay un
té rm in o r e d o n d o con una to rre m uy gru esa y
elevada, y p ró x im o a ella una iglesia d e rru id a
q u e p o r tradición consta h a ber sido d e los
tem plarios. J u n t o a la to rre hay un fu erte» 7.
Altadill la daba c o m o ruinosa 8.
P u e d e pensarse q u e esta to rre ten d ría
algo q u e ver con el hecho d e q u e el p u e b lo
p e rte n e c ió al fam oso D o n G arcía Alm oravid
o A lm orabit, qu e en 1277 huyó a Castilla,
desnaturalizándose a causa d e h a b e r seguido
el p artido co n tra rio al d e la reina D o ñ a J u a ­
na,siendo sus bienes confiscados 9.
M ás tarde D o n Carlos III dio el lugar con
o tro s bienes a su h e rm a n o bastardo, D o n
Leonel 10. P o s te rio rm e n te estas to rre s no
aparecen e n tr e los palacios cabo d e A rm ería.
T a m p o c o los registran e n o tro s p u e blos del
valle, én q u e , po r lo dem ás, sie m p re se e n ­
c u e n tran restos o más q u e restos d e casas
góticas, c o m o o c u rre en Z abal^eta (foto d e la
fig. 109), etc.
Fig. 101 -Escalera de la casa «A ldunate».
Fig. 102.-P a lio de la casa «A ld u n a te» . en A rta iz.
FACHADA
PLANTA BAJA
FACHADA INTERIOR
PLANTA I*
Fig. 103--F achada. sección y p lantas de « A ld u n a te » . en A rta iz.
100
II
El valle de Izagondoa o Izagaondoa está
sobre el de Unciti y es mayor. T ie n e una
fro n te ra natural de N o r e s te a Sudeste, qu e le
separa de L ónguida y el Irati: la sierra de
G ongolaz, q u e no es m uy alta. P ero el p u n to
de referencia principal es la P e ñ a de Izaga, de
1.352 m etro s, qu e q u e d a p o r el b o rd e m eri­
dional, a u n q u e hay una parte del valle que
está aún al Sudeste de e l l a 11.
En 1366 se dem a rca la circunscripción de
«Val de Y fa g o n d o » con «Y doat», «Li^arraga», «Cuagu», «Larrayneta», «Ardanaz»,
« R eta», «Yganoz», «U rbicayn», «Turrillas»,
«M ugueta», «A yzpe», « G u e rg u e ttay n » , «Indurayn», «Ey^ega», «Y ruxo» y «Veroiz» 12.
En algún d o c u m e n to ciertos de estos
pueblos se agrupan con los de Lizoain. Las
nóm inas m o d e rn a s nos dan: Ardanaz, Beroiz,
G u e rg u e tiain , Idoate, Indurain, Iriso, Izanoz,
Lizarraga, M e n d in u e ta , Reta, Turrillas, Urbicain y Z u a z u 13. La superficie total es de
6 .3 3 4 ’4 3 ’74 hectáreas. T o d o s los pueblos son
p e q u e ñ o s y de estru c tu ra parecida a los de
los valles a n te r io r m e n te recorridos. Los acce­
sos p o r el N o r t e son más fáciles qu e p o r el
Sur y al c e n tro del valle aproxim adam ente
qu e d a A rdanaz o A rdanaz de Leguin, com o
se le llama, para distinguirlo del de Egüés.
Este A rdanaz servía de c e n tro municipal y
tiene buenas casas de cantería. Alguna, toda­
vía de é p oca gótica, con arco ojival de trece
dovelas y I H S en la clave. O tras, ya con arcos
d e m e d io p u n to , tam b ié n labrados con
m aestría y con em blem as místicos siem pre en
la clave y bajo la ventana qu e c o m p o n e ar­
m o n io s a m e n te con la p u e rta (fotos de las figs.
110, 111 y 112). Al Este de Ardanaz, quedan
Iriso y el caserío d e Beroiz; pequeñísim os
siem pre. Al O e s te , R eta y Zuazu, éste mayor
qu e aquél.
En el e x tr e m o septentrional del valle y
com o en una bolsa, se hallan Idoate y Liza­
rraga y, m uy cerca de U rroz frente a una
garganta, M e n d in u e ta. En dos de los tres
p u e blos se registra la existencia de palacios,
más o m en o s antiguos: Idoate y M endinueta.
Este de más resonancia qu e el prim ero. A pa­
rece «El Palacio de Idoate» en Azcárraga 14,
con blasón de plata y tres fajas azules y hay
docum entación de 1532, 1745 y 1759, p e r ­
teneciendo a los H u rta d o 15.
M endinueta, con noticias rem otas, es hoy
un «punto» del valle. D igo punto, p o rq u e
hasta hace cosa de diez años era lugar habi­
tado y ya no lo es. M adoz indicaba q u e se
com ponía de cuatro casas, con cuatro vecinos
y treinta y cinco almas. Cerca de la iglesia del
Pilar, coloca una antiquísima torre, y en el
térm ino los restos del castillo d e Leguin 16.
Estos datos varían poco en 1802; p e ro en
el diccionario de la Academia se dice qu e la
torre era la de un palacio de cabo de A rm ería
y el lugar, cabeza de un vizcondado del
m ism o nom bre, que pertenecía e n tonces al
conde de B ureta y de Parcent 17.
U n tram o de la torre, asentada sobre roca
viva y envuelto en malezas, subsiste hoy y
parece de la misma época que las de Ayanz.
En el siglo X IV (1377) M en d in u eta fue c o n ­
fiscado a D o n Rodrigo de Uriz y el rey lo dio
en dom inio señorial a D on Ju a n Ram írez de
Arellano, el joven. Pero en 1453 era señor
un D on Carlos de Ayanz y en 1496 D o n ju á n
de B eaum ont, que había sucedido a Carlos de
Ayanz 1S.
La impresión de desolación que se recibe
aquí se repite en otras partes del valle, hacia
el Sudeste del mismo. Se señalan casas pala­
cianas en el e x tre m o Sur (G uerguitiain,
1799). T am bién en Iriso, Turrillas y Zuazu.
Azcárraga indica q u e «G uerguetiayn trahe de
O tano» 19 y da las armas de «el Palacio de
Zuazu» 20 y «el Palacio de Turrillas» 21.
T am bién las de «el palacio de Yriso» 22 y el
de Reta 23, más conocido, con armas de gules
con tres fajas de oro qu e fue de los Bayona
desde el siglo X V II (1631) al X V III final
(1788) 24. La pérdida de significado político y
g u e rre ro de las viejas torres ha ido seguida
de una pérdida de signficado de las explota­
ciones agrícolas y pastoriles y hoy el valle de
Izagondoa es de los que dan una m ayor im ­
presión de decadencia 25.
101
III
Ibargoiti es un n o m b re descriptivo qu e
nos habla d e la p a rte alta o d e arriba («goiti»)
d e un valle, o cuenca fluvial («ibar»); el del
río Elorz, q u e en e fecto va p o r él, d e Sudeste
a N o r o e s te . Q u e d a al Sur d e los valles de
U nciti e Izagaondoa y al N o r t e d e la Vald o r b a y Aibar. P o r la p a rte occidental tiene el
té rm in o d e una villa conocida q u e es M onreal
y p o r el Este un límite con U rrau l B ajo 26.
«Val d e Yvargoyti» aparece e n 1366 con los
p u e blos de «Savalfa», «A vin^ano», «C iroz»,
« E re sp u ru » , «Sengariz», «M arcayn», «Equissoayn» y «Sayllinas» con tre in ta y cinco fue­
gos 27. En o tra nóm ina los pue b lo s q u e p e r ­
ten e c e n a este valle a p arecen m ezclados 28 y
e n las p o ste rio re s son: A vinzano, Besolla,
Equisoain, Ibarzabalza, Idocin, Izco, Lecaun,
Salinas cabe M onreal, Sangáriz y C eligüeta o
Z e l i g ü e t a 29. T ie n e 5 .3 2 9 ’4 8 ’56 hectáreas.
Los núcleos p a recen h aberse alineado a lo
largo d e dos cam inos más o m en o s paralelos:
uno, el más im p o rta n te y se p tentrional, q u e
d e M o n re a l fuera a Salinas, de allí hacia Idocin y de Idocin saliera a T abar. O tr o , más
pegado a la sierra d e Izco, pasando p o r Zabalza y A binzano, q u e tam bién daría a T abar.
Así lo m arca el m apa de López de 1772. P e ro
R am írez Arcas señala un itinerario (n.° 4) de
P am plona a la fro n te ra de A ragón q u e d e s ­
pués de M onreal, con c om unicación con Sa­
linas, Zabalza, Leoz y Sabaiza, va a la venta
de Lecáun y de allí a la de Izco. En cualquier
caso, hoy, para r e c o r re r el valle lo m e jo r es
situarse en la entrada, d e sd e M onreal, ju n to a
Salinas de Ibargoiti, al N o r t e del río y Sur de
la ca rre te ra general.
Este p u e b lo ha d e b id o te n e r siem pre una
superioridad ec o n ó m ica sobre los dem ás del
valle, a causa d e la explotación d e la sal.
M adoz ya indicaba q u e las salinas y el m olino
constituían su m ayor riqueza s o b re los dem ás
del valle y le daba 293 almas, c u a re n ta veci­
nos y cu a re n ta c a s a s 30. En 1802 eran treinta
y siete y oc h o arruinadas con 161 p e rs o ­
nas 31. N o cabe d u d a d e q u e en o tro tie m p o
d e b ió te n e r una prosp e rid a d m ayor, a u n q u e a
c om ienzos d e siglo tuviera hasta c incuenta y
c u a tro casas y 261 h a b it a n te s 32.
La feria de ganados, la p rim e ra sem ana de
102
se p tie m b re, tam bién d ebía anim ar al pueblo.
H o y s o rp re n d e la cantidad de casas antiguas,
p e ro en mal estado, q u e c ontiene. En p rim e r
térm in o , las hay góticas d e las d e larga fa­
chada, con arco ojival d e gran d e s dovelas al
c e n tro y tres ventanas reform adas (alguna con
m u e s tra d e mainel y arcos conopiales) e n el
p rim e r piso y una línea larga d e piedras sale­
dizas (figs. 113 y 114). Hay o tras casas con
arco de ojiva lateral, ventanas amaineladas de
m e d io p u n to y cantería irregular q u e nos
ilustran resp e c to a la función de las piedras
saledizas q u e q u e d a n encim a de las ventanas,
q u e parecen ha b e r servido d e p u n to de
apoyo para los m ad e ro s s o b re los q u e se
apoya un alero d e regular desarrollo (figs.
115 y 116). La casa de la foto d e la fig. 117
tiene una p u e rta rasgada p o s te r io r m e n te con
un blasón m ed io b o rra d o y d e b a jo un le tre ro
qu e dice: Z V A S T I Z A B A L Z A 1659. O tra
casa en este estilo tiene un balcón en lo q u e
fue ventana d e m ainel y o tra cegada s o b re el
arco de entrada. Hay fachadas de las estrechas,
p e ro m uy arm oniosas, en las q u e el alero
tam bién se c onserva en form a prim itiva y con
un a inscripción gótica, aparte del I H S d e la
piedra de clave. N o son éstos los únicos
eje m p lo s góticos. T a m b ié n hay un resto,
re h e c h o con ladrillo después, en la casa
d o n d e están los teléfonos (fig. 118).
A dem ás hay en Salinas casas q u e siguen
un plan p a recido al d e éstas, p e r o d e época
posterior. El gran arco central, de entrada, es
de m e d io p u n to , con su blasón en la clave o
sin él, p e ro con ventanas cuadradas más o
m e n o s reg u la rm e n te dispuestas encim a (figs.
119, 120 y 121). A veces, d e fachada e s tr e ­
cha (fig. 119) y blasones q u e se rep iten e n la
tierra. A veces los m o d elo s son los mismos,
blasones no se ven y las casas no conservan
m ás q u e la fachada. Alguna casa ruinosa lleva
inscripción q u e d e n o ta b a cierta p rosperidad
original c o m o la d e la foto d e la fig. 123.
J V A N (J)O S E P H d IR IS A R R I
Y C A T H A L IN A D B IV R R V N
A Ñ O D E + 1749
Fig. 10 4 -T o rre en Equisoain
Salinas no es el p u e b lo más decaído del
valle. C erca q u e d a un desploblado, Marsain,
y un caserío, Equisoain, que, c o m o se ha
visto, c u e n ta n en 1366. T a m b ié n antes, en
1362, en q u e aparecen con algún pu e b lo más
desaparecido, c o m o Ciroz 33. En Equisoain,
qu e está al O e s te de Salinas y al Sur de
M onreal, hay una gran to rre con un cuerpo
cuadrangular a d h e rid o a ella, p e ro gótico
tam bién, con largas saeteras abajo y ventanas
amaineladas encima. En 1802 se consideraba
q u e aquí había una casa útil, dos arruinadas y
seis personas y qu e perte n ec ía p o r com pra al
c o n d e de Ayanz 34 (figs. 104, 124 y 125).
En realidad la form a de to rre y cuerpo
unido nos hace rec o rd a r otras m ansiones m e ­
dievales de los valles ya recorridos. T am bién
del de Lónguida, d o n d e está, precisam ente la
to rre d e Ayanz. B ajando p o r la carretera al
Sudeste, m uy cerca de Salinas está Idocin,
que es lugar del concejo. En Idocin se señala
la existencia d e un palacio d e cabo de A rm e ­
ría, qu e en 1802 era del D u q u e de G ra n a ­
da 35. En principio parece que fue de D o n
Juan de A tondo, gran partidario de Ju an II,
agramontés. Su hija, casada con un Pérez de
Jaso, fue abuela de San Francisco Javier y de
ahí su conexión con los d u ques de G ra n a ­
da 36.
En 1930 H u a rte decía qu e «los restos de
esta edificación, de color ocre y m anipostería,
perm iten apreciar su antigua disposición con
patio de armas en el que se desarrollaba el
patio que aún subsiste para dar acceso a la
torre principal, provista de ventanas gemelas
y puerta de m edio punto. La p’a rte superior
deja adivinar bajo la caperuza del tejado la
desfigurada crestería» 37.
En Idocin hay también alguna casa con
elem entos góticos, com o, p o r lo dem ás, las
hay en todos los pueblos del valle. Más al
Sudeste, en Lecáun se registra un palacio de
cabo de A rm ería 38, de los Rada y siguiendo
esta línea y pasado Sangáriz se halla Celigueta 39, en una encrucijada de caminos y con
la torre, sobre un m ontículo al Sur. Esta to rre
103
riene historia larga p o r q u e en la segunda
m itad del siglo X III era de D o n G arcía Alm oravid, e n 1415 d e G arcía Lópiz de Roncesvalles q u e la ven d ió a M iguel Laceilla.
U ra n g a e Iñiguez c o nsideran q u e el edificio
actual, en esencia p u e d e datar del siglo X III
au n q u e se halla alterado p o r las garitas late­
rales.
uriosa, a u n q u e tam b ié n esté m uy alterada.
U ra n g a e Iñiguez la consideran d e finales del
X V , con ventanas rasgadas luego. T a m b ié n
c o nsideran postizas, no sólo las estatuas, sino
el adarve y las alm enas 42. P o r detrás, pese a
una escalerilla y o tro s e le m e n to s , conserva
aspilleras y una ventana g e m in a d a cegada, y
se ve q u e la tendencia a servir de e le m e n to
para a p arejar unos c u e rpos más bajos en
to rn o a un patio se ha c o n serv a d o (fig. 129).
En 18(32 debía te n e r la form a en q u e
aparece en las fotos de las figs. 126 y 127.
Antes d e la restauración o arreglo m o d e r n o
reflejado e n la foto d e la fig. 128. P o rq u e el
diccionario de la A cadem ia dice q u e «en una
p e q u e ñ a elevación hay un palacio de cabo de
arm ería con sus cuatro garitas y torres q u e así
c o m o el p u e b lo p e rte n e c e al c o n d e d e Fuerte v e n tu ra 41.
Es claro, p o r o tra parte, q u e las estatuas
son de la m ism a m ano q u e las q u e se alzan en
lo alto de la fachada d e la iglesia. T am bién,
sin c o n g ruencia con su arquitectura. El valle
e n c o n ju n to es a b u n d a n te en c o nstrucción
q u e anuncia la d e o tro de más al Sur, la
V aldorba, en q u e se destacan m uchos c o n ­
juntos en piedra seca y form as d e m u ro s que
p are c e n m uy arcaizantes, con ten d e n c ia a las
curvas y a no d e ja r g ran d e s huecos hacia el
exterior.
D e la venta de Lecáun un ramal q u e va
hacia el S u deste nos c o n d u c e a A bínzano,
d o n d e hay o tra to rre q u e no d e ja ele ser
IV
Al O e s te de él q u e d a separada la villa de
M onreal, q u e parece ser una fundación m uy
antigua. P o rq u e , en efecto, en 1149 D o n
G arcía Ram írez concedió a sus pob lad o re s el
fuero de los francos de Estella 43.
C o m o en otros casos el asiento se hizo
s obre el de un núcleo anterior, llamado
«Elo» y está en función d e las pere g rin a c io ­
nes jacobeas y la vía de los pe re g rin o s en su
trayecto c onocido qu e se considera fin de
jo rn ad a señalado. A ntes d e q u e se diera el
tu e r o ya había hospitales d e p e n d ie n te s d e la
iglesia d e P a m p l o n a 44. Pero, sin duda, en
función de la circulación general el núcleo
u rb a n o se constituyó y definió de su e rte qu e
en los planos antiguos 45, tanto c o m o e n las
vistas aéreas (fig. 105), se ve bien clara su
e stru c tu ra d e pueblo-calle, en esencia, si bien
es verdad q u e tiene una p a rte p ro te g id a p o r
el m o n te (fig. 106), q u e q u e d a al N o r t e de
ella, con una plaza y tres calles más q u e dan
al río, con un p u e n te y cam ino secundario.
104
C o m o población creada con fines c o m e r ­
ciales, M o n re a l tuvo:
1.° U n barrio de francos.
2.° U n a judería.
3.° U n barrio de g e n te s del país.
H o y día se distingue aún el barrio del
B u rg o c o m o el de los francos antiguos. T a m ­
bién la «Judetería», q u e fue fortificada y que,
c o m o casi siem pre, estaba pegada al casti­
llo 46, del q u e q u e d a n los cim ientos qu e han
sido explorados p o r D o n M iguel Zabalza.
Pese a su com posición étnica originaria, con
el tie m p o M onreal fue p e rd ie n d o el carácter
de p u e b lo he te ró clito y así las nóm inas de las
casas dan, tanto c o m o la toponim ia, un c o m ­
p o n e n te vasco p re d o m in a n te .
Casas « C o n d e a re n a » , «Jaim erena», «Olcorena», «Francesena» y otras de apellidos
del p a í s 47, p e ro ju n to a esto de la é p oca de
actividades com erciales y m en e stra le s clásicas
conservaba n o m b re s c o m o los de la «calle de
las Cuchillerías» y «calle de la Bastería»,
Fig. 1 0 3 .-V is ta aereu de Monreal.
N.
Fig. 106.-Perfil de Monreal.
105
o tro s enigm áticos («calle de los A rm ad o re s» )
o topográficos (« Z u bialdea») 47. U n a «m icrociudad».
M onreal c o m o U rro z, c o m o v e re m o s
tam bién q u e o c u rre en Aoiz, fue un c e n tro
m ercantil, con m e rc a d o semanal los viernes
p o r privilegio d e la princesa D o ñ a L e o n o r 48,
desp u és de un incendio q u e d e cie n to cin­
cue n ta casas lo r e d u jo a c i n c u e n t a 49. Sin
e m bargo, la plaza no tiene el aire clásico d e la
de U rro z 50, y no cabe d u d a de q u e lo m e jo r
de la construcción está en el camino-calle.
P u e d e observarse, sin e m bargo, q u e así c o m o
e n otras poblaciones d e la vía jacobea, com o
P u e n te la Reina, hay un d e sarrollo u rb a n o
fu e rte hasta el siglo X V II I , cre á n d o se edifi­
cios notables ento n c e s, e n M o n re a l no se da
algo parecido. Los re c u e rd o s d e la é p oca
gótica q u e d a n reflejados, siem pre, en pu e rta s
y ventanas.
M a drazo se refiere a su « m o d e rn a p o b r e ­
za» 51. En general p u e d e decirse q u e esto
c uadra a todos los núcleos de los valles q u e
vam os re c o rrie n d o , e n los q u e , en cam bio,
hay a bundancia d e re c u e rd o s m edievales;
iglesias rom ánicas y góticas, torre s y casas de
cie rto lujo. El e s p le n d o r dieciochesco d e la
M o n ta ñ a atlántica no se da aquí.
NOTAS
1. J. C arrasco P é re z, «La p o b la c ió n ...» , p. 4 6 0
(n ú m e ro s 9 4 -1 0 2 ).
2. J. C arrasco P é re z , «La p o b la c ió n ...» , p p . 505900
HÍ61-U4 ^ 5 1 ' í 5 9).
3. « N a v a rra » , II, p. 4 8 1 . H o ja s 1 4 1 -1 4 2 d el m ap a
a escala 1 : 5 0 .0 0 0 d el m ap a d el In s titu to G e o g rá fic o
C atastral.
4. « D iccio n a rio » d e 1802, I, pp. 108, b -1 0 9 , a
C o m p á re s e con M ad o z , II, pp. 5 9 6 , b -5 9 7 , a.
5. Y anguas y M ira n d a , « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a ­
d es» , II, p. 487.
6. « N a v a rra » , II, p. 4 8 1 .
7. « D iccio n a rio » d e 1802, II, p. 4 0 7 , b.
8. « N a v arra» II, p. 4 8 3 .
9. Y anguas y M iran d a, « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a ­
des» III, p. 4 7 2 . M o re t, « A n n ales» III, p p . 4 2 0 , a -4 2 1 ,
a (lib ro X X IV , c a p ítu lo IV 5 II, n.° 8).
10. Jo s é R a m ó n C a stro , « C arlo s III el N o b le , rey
d e N a v a rra » , pp. 4 6 9 y 4 7 4 .
11. H o ja 142 d el m ap a a escala 1 : 5 0 .0 0 0 d el
In s titu to G e o g rá fic o C atastral.
12. J. C arrasc o P é re z , «La p o b la ció n ...» pp. 4 6 0 46 2 (n ú m e ro s 103-1 1 7 ).
13. « D iccio n a rio ...» d e 1802, I, p. 3 9 0 , b. « N a v a ­
rra» II, pp. 4 0 4 -4 0 7 .
14. Fols. 4 2 , 3 y 9 1 , 4 , «El P alacio d e H id o rr e » ,
c o rre g id o « Id o a te » .
15. M a rtin e n a , «P alacio s cab o d e A rm ería » II.
p.
12.
16. M ad o z, X I, pp. 3 7 4 , b -3 7 5 , a.
17. II, p. 18, b. Y an g u as, « D ic c io n a rio d e a n ti­
g ü e d a d e s» , II, p. 5 0 2 , n o lo incluye. E n tre los g e n tile s
h o m b re s d e co m ie n z o s d e l X V I, sí e stá el s e ñ o r d e
106
M e n d in u e ta , c o m o re s id e n te en U rro z , « A d ic io n e s» ,
p. 147.
18. Y a n g u as, « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» II,
.ID O
1
.
I-h Í« J a R íJ i n m n n r ) p n 1
«
A r li-
cio n es» p. 2 0 4 . M a rtin e n a , «P alacios cab o d e A rm ería»
II, pp. 11-12.
19. Fol. 51, 6.
20. Fol. 8 4 , 3.
21. Fol. 2 9 , 6.
22. Fol. 59, 1.
23. Fol. 4 5 , 2.
24. M a rtin e n a , « P alacios cab o d e A rm ería » II,
p. 12.
25. « Itin e ra rio s p o r N a v a rra » I, p p . 1 4 1 -1 4 3 fotos
d e c o n ju n to y d e L izarraga y R eta.
26. H o ja s 142 y 174 d el m ap a a escala 1 : 5 0 .0 0 0
d el In s titu to G e o g rá fic o y C atastral.
27. J. C a rrasc o P é re z , «La p o b la c ió n ...» pp. 4 9 4 4 9 5 (n ú m e ro s 3 9 1 -3 9 8 ).
28. J. C arra sc o P é re z , «La p o b la c ió n ...» p. 4 5 9 .
29. « D icc io n a rio » d e 1802, I, p. 3 6 6 , a. « N a v a ­
rra » , II, pp. 3 9 8 -4 0 1 .
30. M ad o z, X III, p. 6 9 8 , b.
31. « D icc io n a rio » d e 1 8 0 2 , II, p. 2 8 6 , b.
32. « N av a rra » II, p. 4 0 1 .
33. « C atá lo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , IV , p. 165
(n .° 4 0 6 ).
34. « D ic c io n a rio » d e 1 8 0 2 , I, p. 2 5 2 , b. U ra n g a e
Iñ ig u ez, « A rte M ed iev al N a v a rro » IV , p. 2 0 lo c o n si­
d e ra n d e los siglos X III-X IV . L ám ina 6.
.35. « D icc io n a rio » d e 1 8 0 2 , I, p. 371.
36. M a rtin e n a , «P alacio s cab o d e A rm e ría » II, p.
11. D o n P e d ro d e M a d ra zo , « N a v a rra y L o g ro ñ o » II,
pp. 4 8 0 -4 8 1 h ace u n a c o rta d escrip c ió n .
37. H u a rte , « A rq u ite c tu ra tu rística n av arra» , loe.,
cit. p. 27, d.
38. M a rtin e n a , «P alacios cab o d e A rm ería » , II,
p. 10.
39. E n 1214 se d an las fo rm as « S inguariz», «Ciligüeta» e « Izq u o a» o «E izcoa» p o r Izco. Id o a te , « C atá­
logo d e los c a rtu la rio s re a les» , pp. 9 9 -1 0 0 (n .° 181).
4 0. U ra n g a e Iñ ig u ez, « A rte M edieval N a v a rro »
IV , p. 19, lám in a I, b.
41. « D iccio n a rio » d e 1 8 0 2 , II, p. 5 3 0 , a. M arti­
n en a « Palacio cab o d e A rm e ría» II, p. 11.
42. « A rte M ed ie v al N a v a rro » IV , p. 19, lám ina
2, a.
43. Y an g u as y M ira n d a , « D icc io n a rio d e an tig ü e ­
d ad es» II, p. 4 0 9 . « C atá lo g o d e l A rch iv o G e n e ra l» I, p.
53 (n .° 36). Id o a te , « C atá lo g o d e los c artu lario s reales»
p. 26 (n .° 31). E x tra c to en M o re t, « A n n ales» II, p. 4 3 4 ,
a-b (libro X V III, cap ítu lo V III § III, n.° 11).
44. V ázquez d e Parga, Lacarra y U ría, «Las p e re ­
g rin acio n es a S antiago d e C o m p o stela» II, p. 430.
45. « N av arra» , II, p. 4 3 3 , plano.
4 6 . A le ja n d ro D iez y D iez, « M o n real y su casti­
llo», n.° 293 d e « N av arra, T em as d e cu ltu ra p o p u lar» ,
pp. 4 (el B urgo) y 12 (« Ju d etería» ).
4 6 . D iez y D iez, op. cit. p. 4.
47. D iez y D iez, op. cit. p. 3. M adoz X I, p. 5 1 1 , b
da c u atro calles y una plaza.
48. Y anguas y M iran d a, « D iccio n ario d e a n tig ü e ­
d ades» II, pp. 4 1 0 -4 1 1 .
49. Y anguas y M iran d a, « D iccio n ario d e an tig ü e ­
dad es» , II, p. 411.
50. F oto en « Itin e ra rio s p o r N av a rra » , I. p. 1.38.
O tra d e M on real d e sd e la H iga, p. 140.
51. « N a v a rra y L o g ro ñ o » , II, p. 480.
107
Fig.
Fig.
Fig.
Fig.
Fig.
108
107 -P ila bautism a l de Cemborain.
1 0 8 .-P ila b a u tism a l de Cemborain.
1 0 9 .-V e n ta n a lateral. Zabalceta.
1 1 0 .-P u e rta gótica. A rd a n a z.
111 .-P uerta. A rd a n a z.
109
Fig. 112.-P uerta. A rd a n a z.
Fig. 1 1 3 --C asa gótica. S alinas de Ibargoiti.
Fig. 1 l4 .- C a s a gótica. S alinas de M onreal o de Ibargoiti.
Fig. 1 1 5 .-C a sa gótica, reformada. S alinas de Monreal.
Fig. 1 1 6 .-V e n ta n a cegada de la misma, con inscripción gótica.
Fig. 1 1 7 .-C a sa gótica reformada, con inscripción de 7659.
Salinas de Monreal.
112
113
110
111
I 12
Fig. I I8 .-C a s a de base gotica. con pisn de ladrillt),
moderrio. S a hnas de lbargoiti.
Fig. / 19--C asa con arcn de medio punlo.
Salinas de Monreal.
Fig. 1 2 0 -P u e r ta con blasön de la casa anterior.
Salinas de Monreal.
Fig. 121 .-O tra casa con arco de medio punto
j blasön. Salinas de M onreal o
de lbargoiti.
120
121
113
Fig.
Fig.
Fig.
Fig.
1 2 2 ,-C a sa de fa ch a d a estrecha. Salinas de Ibargoiti.
123 --C a sa con inscripción de 17491 2 4 .-T o rre de Equisoain.
12 5 .-T o rre de Equisoain.
12.
122
114
115
116
Fig. 12 8 .-Torre Je Celigueta. reformada.
Fig. 12 9 .-Torre de A bí m a n o.
1 17
CA PIT U LO VII
V A L DE LO N G U ID A Y AOIZ
1)
2)
3)
4)
El valle
Liberri, Zuza, Villaveta, Ayanz, Larrangoz, Artajo y
Murillo de Lónguida
Orbaiz, Itoiz, Olaverri, Erdozain, Olleta, Ezcay, Rala,
Gorriz, Zariquieta, Javerri, Meoz, Villanueva, Uli
Bajo y Mugueta
La villa de Aoiz
Al Este de los valles de Lizoain e Izagaondoa, flanqueándolo éste asimismo por el
Sur, q u e d a el valle de Lónguida. El nom bre
aparece en textos m uy antiguos, com o tierra
en qu e había un señor: «senior Garceis de
A rtieda in Longuida» en tre 1020 y 1030 1.
C o m o valle en 1271 2 y luego en otros m u ­
chos docum entos.
El valle o val de Lónguida cuenta con
núcleos de población bastante abundantes;
p e ro en 1802 no se les da, en suma, arriba de
163 casas y 1.016 personas 3. M adoz le asig­
naba veinticuatro lugares y dos caseríos; 230
casas y 1.064 almas, con 208 v e c in o s 4. La
extensión, según Altadill es de 8.842,03,71
hectáreas 5. P u e d e decirse que la configura­
ción del valle qu e d a un poco alterada, a causa
de que d e n tr o de él está incluido com o en
isla el térm in o de Aoiz, q u e es villa separada.
Pero, p o r lo dem ás, resulta claro que por el
Sur tiene un límite orogràfico sensible en la
sierra de G ongolaz; que al N o rte , hay sierras
altas tam bién, com o las de A rchuba y Zariquieta y q u e al N o r d e s te el te rre n o es fra­
goso. Lo qu e marca de una form a muy neta la
localización de asentam ientos, es la red flu­
vial. Baja del N o r t e el Irati, que se une al
U rro b i d e n tr o del valle m ism o y que, pa­
sando por el térm in o de Aoiz, llega al ex­
tre m o en q u e se le une el Erro y sigue hacia
el S udeste recogiendo caudales pequeños,
según se ve en el m apa de la fig. 130.
Los asentamientos están en relación con
estos cauces grandes y pequeños. Al Sur m e ­
nos distanciados con señoríos conocidos,
com o los de Ayanz y Liberri y tierras más
feraces. Al N o r te con pueblos en tierra fra­
gosa, algunos decaídos y otros c o m p le ta ­
m ente abandonados. La determ inación de los
límites del valle parece estar figurada pronto,
sin vacilaciones con respecto a lo que se da
como de él después.
Fig. 13 0 .- E l valle de Lánguida.
121
Aoiz se separa con 4 4 fuegos ya 8.
«Val de Longuida» aparece así e n el re ­
gistro d e 1280 con todos estos pueblos:
«M ugueta», « H u li» , «Aianz», «Larrangoz»,
«Iandoayn», «A rtasso», «Vilava d e L on­
guida», «A cutayn», « C e n b o fa y n » , «M urillo
cabo A rtasso » , « E q u ie » , « G u e n d u la y n » ,
«Rala», «Ezcay», «G o rriz » , «Itoiz», «O rbaiz», «G arbala», « O rd o tfa y n » , «Laverri» 6.
O tras listas se refiere n a L um bier d e n ­
tro 9. Resulta, pues, q u e el enigm ático n o m ­
bre parece q u e en un tie m p o m uy antiguo
d e b ió darse a u n ám b ito m ay o r q u e el q u e se
le fija d esp u és, más c o m ú n m e n te , y qu e es el
m ism o en 1802 10, en tie m p o de M adoz 11 y
a com ienzos de siglo 12.
A lgunos n o m b re s se apartan de la form a
conocida hoy: así « O rd o tfa y n » p o r «Erdozáin».
Los p u e blos se p u e d e n agrupar en un
c o n ju n to de ellos qu e q u e d a n al O e s te del
Irati y del U rro b i y o tro c o n ju n to q u e q u e d a
al Este en zona m o ntañosa, y co n sid e ran d o la
línea del Irati cu a n d o va de N o r t e a Sur.
O t r o g ru p o se p u e d e agrupar con los qu e
q u e d a n al Sur del E rro y o tro es el de los que
se hallan en to rn o al Irati d e sd e q u e confluye
al E rro y tom a una dirección N o ro e s te -S u deste, hasta llegar a las cercanías d e Artieda.
En lo eclesiástico Lónguida da lugar a uno
de los diez y nueve arciprestazgos q u e cons­
tituyen la diócesis de Pam plona.
En lo civil, Lónguida en el siglo X V era
una «G o z m e rin d ad » y contaba con estos lu­
gares: « A cotain» o « A c u ta in » , «A g o z » ,
«Aloz», « A rtajo», «Ayanz», «Ecay», «Erdozain», «Ezcay», «G o rriz » , «Itoiz», «Javerri»
o « X a v e rri» , « L a rra n g o z » , « L ib e rri» ,
« M e o z » , « M u g u e ta » , « M u rillo de L o n ­
g u id a » , « O lle ta » , « O r b a iz » , « O la b e r r i» ,
«Rala», «Uli B ajo», «Villanueva», «Villava»
o «Villaveta», « Z a riquieta», «Zuasti» y « Z u ­
za» 7.
Las vías de com unicación del valle están
condicionadas po r los ríos principales, com o
se ve ahora en el m ap a 142 del Instituto
G eográfico; y en el de C oello se nota ya la
existencia de algo m uy parecido.
Ram írez Arcas, e n 1848, señalaba una
carre te ra de P am plona a Aoiz, qu e tenía dos
cadenas: una en H u a r te y o tra en U rroz. El
resto de los caminos dice qu e eran locales y
de h e rra d u ra 13; p e ro p o r ellos m arca la posi­
bilidad de realizar varios itinerarios largos.
Así, p o r e je m p lo , dice qu e de P am p lo n a a la
fro n te ra de Francia p o r Ochagavía hay un
cam ino qu e de la v enta de Azpa llega a
U rro z, de allí a Villaveta, p u n to hasta el q u e
p u e d e n ir carros p o r él. Luego a V illanueva
de Lónguida y de allí a M u g u e ta , para pasar a
U rrau l A lto y de allí a Salazar. O tro s simila­
res 14.
La suerte de estos a sen tam ientos es varia.
En el censo de 1366, en que la dete rm in a ció n
del valle parece m uy amplia e imprecisa, hay
lugares, c o m o Erdozain, en qu e no hay nin­
gún labrador. Lo m ism o pasa e n O lab erri, en
Z uza y Liberri. En otro s p u e blos los fuegos
dan esto po r o rd e n alfabético: «A cutain», 3.
«A rtaxo», 7. «Ayanz», 1. «Ecay», 8. «Ezcuay», 3. «G o rriz » , 3. «Itoiz», 4. «Larran­
goz», 4. «M eaoz», 12. «M u g u e ta » , 4. «M uriello», 1. «O illeta», 3- « O rbaiz», 6. «Rala»,
9. «Ulli», 7. «Villava», 4. « Z a re q u ie ta » , 3.
II
E n tra n d o d e U rro z al valle p o r O c c id e n te
con te m p la m o s un paisaje fino con el cauce
del E rro flanqueándolo p o r el Sur. Y sobre el
río, al lado o p u e s to al de la ca rre te ra núcleos
con una silueta elegante q u e re c u e rd a la de
algunos fondos de cuadros d e paisajes italia­
122
nos cuatrocentistas. El p r im e ro es el de Libe­
rri, al q u e se llega p o r un cam ino especial
(que le une luego a Zuza) pasando un puente.
Liberri es un palacio d e cabo de A rm ería
q u e en 1705 p e rte n ec ía a D o n P e d ro Pablo
m h
Sí B B I
F/g. 131 .-C asa torre de Liberri.
en su estado antiguo.
E nríquez de G u z m á n y a su m u je r D oña
Josefa de Alegría y Peralta y tenía un escudo
con tres fajas onduladas o entadas de azur. En
1802 era lugar con diez y seis personas 15 y
M adoz le asigna dos vecinos, quince almas y
dos casas con un torreón-fortaleza y parro­
quia de San Ginés. T o d o d e p e n d ie n te e n to n ­
ces del D u q u e de G ranada de Ega 16.
Liberri ha tenido suerte distinta a la de
asentam ientos similares (fig. 131)- Fue m an­
d ado restaurar po r su d u e ñ a actual. La restau­
ración q u e d ó e n c o m e n d a al joven arquitecto
de Pam plona, D o n Luis Felipe Gaztelu. La
torre, q u e estaba desm ochada, la levantaron
canteros gallegos, inspirándose el proyecto
en la de Ayanz y en e lem entos de la iglesia
de Urroz. Según el restaurador, en un d e p ó ­
sito se encontraron restos de almenas anti­
guas. J u n to a la torre había una construcción
muy deteriorada, de piedras descom puestas y
adobes. Esta se deshizo y a provechando unas
puertas y ventanas de casas de Andricain se
hizo la casa que queda actualm ente pegada a
la torre, m oderna en el resto. Las habitacio­
nes de los caseros se han arreglado. A lred e ­
d o r de la torre se ha puesto césped y no lejos
se han construido cuerpos de explotación
agrícola. Esto desajustado del am biente. N o
cabe duda de que la bondad del te rre n o ha
influido en todas estas acciones, m ientras que
cerca hay torres parecidas en estado de ruina
completa.
123
! 3 3 -B la só n de Z u za .
Siguiendo hacia el S ureste p o r la m ism a
orilla del E rro q u e d a algo a p artado d e él,
Z uza 17, p u e b lo con alguna casa b u e n a (figs.
132 y 133) y enseguida, el p u n to de c o n ­
fluencia del E rro con el Irati. Y a sobre éste y
en la orilla septentrional, muy cerca de la
ca rretera general y pasada Villaveta, q u e es
una aldea con alguna casa buena, tam bién
e n c o n tram o s un lugar m uy digno de estudio
en esta zona q u e da los e je m p la res más c u rio ­
sos acaso de arq u itec tu ra señorial del m e ­
dioevo: el d e Ayanz.
El blasón del s e ñ o r de Ayanz aparece al
co m ie n zo del índice d e D o n P e d ro d e Azcarrága, con tres calderas rojas o gules, en
cam po de o ro 18 (figs. 134 y 144). El lugar
del m ism o n o m b re era cabeza del señorío,
con d a d o luego. En 1802 se habla del palacio,
c o m o de única habitación del lugar, con doce
personas, más la iglesia d e la C o ncepción,
servida po r un cura 19. El palacio es u n o de
124
Fig. 1 3 4 -B lasón de A yanz.
los m ejo res edificios rorreados que se con­
servan en el valle de Lónguida, y que puede
darnos idea de lo que era el asiento de un
señor navarro en el m edievo final.
El linaje de Ayanz se recuerda con fre­
cuencia en la historia de N avarra; sobre todo
en la segunda m itad del siglo X IV y la pri­
m era del X V 20.
El palacio, o los palacios, son m enciona­
dos en d o c u m e n to s varios y por ellos sabe­
mos, p o r eje m p lo , que, en 1539, D o ñ a Ana
de D onam aría, viuda de Carlos de Ayanz,
con su hijo Luis, los vendieron a Miguel
Periz de D onam aría, señor de Arizcuren y
Uli 21.
H u a rte consideraba que la torre de Ayanz
era construcción de fines del siglo X IV , de
las qu e q u e d a n más completas, con la barba­
cana íntegra y una cámara abovedada 22. El
co m p le jo edificado es más curioso de lo que
dan a e n te n d e r sus referencias. En prim er
térm ino, digam os algo de la posición, que no
es singular d e n tr o del valle.
Poco después de qu e las aguas del Erro
entren en el Irati, entre Aós y Villanueva de
Lónguida, y antes de un bucle de la corriente
fluvial, se ve desde la carretera, sobre un
llano cultivado, y en posición q u e recu e rd a
las de otras torres y palacios de la zona: po r
ejem plo la de Liberri, al o tro lado del Erro, o
la misma del de Artieda de que luego se hace
descripción detallada.
El conjunto está constituido p o r un cua­
drilátero irregular que tiene la to rre flan­
queándolo por un lado, a la parte del río. Esta
torre conserva parte de la barbacana, p e ro de
unos años acá han caído varios e le m en to s de
los que la constituían. Son hasta cuatro plan­
tas las que se alzan airosas con troneras y
arcos que hacen sospechar que es más re ­
ciente de lo que indicaba H u a rte (lámina en
color). La fachada con entrada a la parte d e la
torre, tenía también hasta hace poco un p o r ­
tón que se ha tirado, para que puedan e ntrar
en el patio tractores y camiones.
Hoy, en esquem a, el c o n ju n to de esta
fachada es como se hace ver en el d ib u jo de
la fig. 135.
Fig. 135.-A yanz. Torre y fachada principal.
125
Fig. 136.-P atio de Ayanz.
T o d o hace pensar que, en lo fundamental,
el c u e rp o q u e sigue a la torre, constituido por
planta baja y un alto, com o en Artieda, pero
m enos desarrollado, es bastante antiguo,
p o r q u e tiene una p u e rta gótica con el blasón
indicado antes (fig. 134). En este cuerpo se
han rasgado ventanas y se ha puesto una
tejavana. A ntes, sin duda, constituyó la vi­
vienda principal. H o y hay cuadras y almace­
nes. El patio cerrado no es m uy grande y
todo él se utiliza para fines agrícolas (dibujo
de la fig. 1 36).
Es vivienda, en cambio, la que forma línea
con el p o rtó n roto, constituida por una casa
con unidad propia, q u e tiene una puerta de
arco de m e d io p unto, rehecho en 1766,
c om o reza la inscripción de la dovela (fig.
137). P o r el patio una escalera de piedra
ex te rio r da al piso prim ero.
Torre de A ya n z.
Fig. 1 3 7 .-Inscripción de A yanz.
127
T a m b ié n se d e b ió rehacer, relativam ente
hace poco, un c u e rp o q u e tiene e n tra d a p o r
la fachada qu e da al Este (fig. 138). Es posible
qu e allí hubiera o tra torre, de m en o s ca te g o ­
ría qu e la antes descrita. En to d o caso, el gran
c u e rp o de dos plantas que sigue tam bién
tiene e le m en to s antiguos, góticos, c o m o una
ventana de arco con lóbulos tallados en la
dovela (fig. 139). O tr o s huecos son m o d e r ­
nos. La fachada q u e q u e d a e n la parte
opuesta, po r el exterior, está c errada del todo
y tam b ié n tiene huecos de reja y ventanas
rasgadas d espués de hecha. Cerca de d o n d e
arranca la to rre p o r este costado hay un gran
pozo (fig. 140).
La cuarta y última p a rte del cuadrángulo
está abierta sólo p o r ventanas y parece ser la
más rehecha (fig. 141). La planta se da en la
figura 142.
C o m o e le m e n to aislado, en mal estado de
conservación, q u e d a la citada iglesia (fig.
143), colocada, según se ve en el d ib u jo de la
fig. 135. El blasón, en la foto 144, tam bién.
M adoz (1846) decía q u e e n to n c e s la to ­
rre, a la q u e da setenta pies de elevación y
qu e pe rte n ec ía al c onde, qu e tam b ié n era
m arq u é s d e Besolla, m arcaba el carácter del
«antiguo feudalism o». P e ro hay q u e confesar
qu e el señorío tenía una base e c onóm ica mo128
PLANTA BAJA
Fig. ¡ 4 2 ,- A y a n z . P lanta baja.
130
desta, p o r lo qu e él m ism o indicaba. En
efecto. A las dos m árgenes del Irati había
heredades, qu e se com unicaban con una
barca. El te rre n o se reducía a 520 robadas,
divididas en 30 de prim era calidad, 60 de
segunda y 179 de tercera; o sea 260 cultiva­
bles. Salvo veinte de viña, las demás se de d i­
caban a cereales, que daban cuatro p o r uno;
trigo, cebada, avena, maíz, legum bres y algún
lino. Sobre esto, pastos. Los tres vecinos que
cuenta daban veinticuatro almas 23.
fortificación (fig. 145), casas de uno y dos
huecos pegadas las unas a las otras, plaza con
ayuntam iento de soportales y otras casas del
X V III haciendo juego, iglesia en alto. Aparte
de eso, otras más rústicas, d e n tr o del estilo
del país, algunas form ando bloques q u e dejan
patios centrales, con cuerpos de distinta al­
tura y restos de algún to rre ó n (fig. 146).
T o d o esto indica q u e el pu e b lo tiene una
vida histórica más com pleja qu e otros, lo cual
parece com probarse a través de la d o c u m e n ­
tación que hay sobre él desde qu e en 1236
tue declarado realengo, hasta 1574 en que
pertenecía a D o n Juan de B e a u m o n t 24.
Claro es q u e las familias linajudas basaban
su p o d e r en la posesión de m uchos lugares y
señoríos y esto ha d ejado su huella hasta
nuestros días, com o se va viendo en las casas
con títulos de Navarra. Siguiendo el río ade­
lante, al Sur de él y en las estribaciones de la
sierra de G ongolaz, nos encontram os con
Larrángoz y luego Artajo. Frente a Larrángoz
al N o r t e y en la carretera general, M urillo de
Lónguida. D e estos pueblos el más intere­
sante es Artajo.
Al Sudeste de Artajo, en un ám bito pa re ­
cido y bajo un bucle del río, q u e d a Artieda,
de ,que luego se hablará, fuera ya de Lón­
guida.
Erdozain en el valle de Lónguida q u e d a al
O e ste de Aoiz y en 1802 aparece con catorce
casas útiles, dos arruinadas y cincuenta y
nueve habitantes 25. Hay allí una casa to rre
muy destruida, p ero de la qu e se p u e d e n
estudiar rasgos interesantes.
A u n q u e se trata de un núcleo pequeño,
A rtajo tiene e le m en to s de villa mayor; una
calle, con su portillo de salida y resto de
III
Form an un contraste sensible con estos
pueblos de la parte baja y fértil del valle, los
que qu e d a n en la zona occidental y más fra­
gosa, escalonados de N o r t e a Sur. El más
septentrional, sobre el U rrobi, es Orbaiz;
prácticam ente abandonado. P ueblo con un
co n ju n to de casas góticas fo rm a n d o callejue­
las, con fachadas de un hueco, el de entrada y
el ventanal superior, amainelado, de arcos
conopiales o de m ed io p unto, y restos de
hornos exteriores, con su tejaroz p ro te c to r a
veces (figs. 147 y 148).
En 1802 tenía diez y siete casas con se­
senta y nueve habitantes 26. Al Sur de O r ­
baiz, e n tre el cauce de un arroyo que va a
d e sem b o c ar al U rro b i y éste, en la misma
carretera, está Itoiz, form ando un alinea­
m ie n to de casas frente al cual hay una con
to rre reg ularm ente conservada, c o n s titu ­
yendo cuerpo con otro edificio más bajo, con
aspilleras a un lado (fig. 149).
A estos dos se añade o tra casa de dos
pisos. En 1802 a Itoiz sólo se le daban cuatro
casas con treinta y ocho personas y éstas que
se describen parecen hacer una vivienda 27.
Al Suroeste de Itoiz está O laverri, tam ­
bién muy decaído, y d o n d e hay alguna casa
con restos góticos (fig. 150) y otra con ins­
cripción de 1762, qu e viene a decir en una
piedra que queda bajo la ventana principal:
EL D U E Ñ O DESTA C A SA / I Z O H A C E R
ESTA PO RTA LA D A . Y en la piedra d e clave
del arco de m edio punto de once dovelas, en
relieve: « P E D R O / M A R T I /N IAC / O S T E
/ 1762» (fig. 151). T a m p o co tenía arriba de
cinco casas en 1802 iñ. Pero, com o siem pre.
131
daba razón d e la existencia d e una iglesia con
culto. Poco más al Sur, Erdozain arrojaba
m ayor n ú m e ro d e edificios, au n q u e e n p r o ­
porción la densidad d e la población e ra m e ­
nor, p o r q u e había catorce casas útiles, dos
arruinadas y cincuenta y nueve personas 29.
H ace ya m u ch o s años q u e U ranga hizo las
fotos de Erdozain q u e ahora hay q u e c o m e n ­
tar.
R eflejan ya un p u e b lo casi a b a n d o n a d o en
el qu e destacan los restos d e una b u e n a edifi­
cación to rre a d a de las típicas palacianas de la
tierra, a fines d e la Edad M edia y com ienzos
de la M o d e rn a . Es raro qu e no aparezca en el
«Libro de A rm ería», p o rq u e se trata d e un
edificio de e m p a q u e , a u n q u e tardío, a juzgar
p o r los arcos de acceso q u e se conservan, que
son d e m ed io p u n to , con e m blem as místicos
y nobiliarios 1HS; uno más goticista q u e otro,
bajo una ventana de mainel con arcos conopiales y a d o rn o d e bolas o granadas en el
rep e c h o , qu e p u e d e ser ya de la p rim e ra
mitad del X V I. Los restos de una to rre , con
barbacana en el m u ro más alto q u e se c o n ­
serva de ella, flanquean un c u e rp o rec tan g u ­
lar de un solo alto al parecer; d e n tr o d e un
patio había o tro c u e rp o rectangular con arco
g ran d e abajo y teja d o a dos aguas y otros
c u e rpos más d e struidos cerraban el patio en
el q u e existe un h ó rre o asimismo. La to rre
tenía añadido a o tro lado un últim o c u e rp o
más en alto, en c o n ju n to , q u e los dem ás (figs.
152 y 153).
En Erdozain hay otras casas con e le m e n ­
tos góticos m uy deshechos, c o m o una que
parecía h a ber ten id o dos arcos ojivales y un
solo alto pegada a o tro caserón con arco de
e n tra d a tam bién ojival, p e ro re fo rm a d o y le­
vantado en dos pisos, con cuatro huecos y
fachada q u ebrada, en época posterior. Esta
casa tiene un blasón (fig. 154).
H abía tam bién otras ruinas (fig. 155), un
c e m e n te rio con estelas, alguna de las cuales
se conservaba hasta hace po c o (fig. 156).
Siguiendo hacia el Sur p o r el río Erdozain
q u e d a a O c c id en te O lleta y al Este en la
c a rretera d e Aoiz, Ezcay. O tr o p e q u e ñ o n ú ­
cleo con ruinas de cierta n otoriedad. En Ez­
cay se dan tres casas y veintisiete personas en
1802 30. U n a de ellas era el palacio de Ezcay,
registrado p o r Azcarrága, con un blasón
cuartelado. En los cuarteles p rim e ro y cuarto
de o ro llevaba tres palos d e azur. En el
132
se gundo y te rc e ro d e plata, dos lobos a su
c olor 31. Este blasón tallado finísim am ente
p o r un artista del R en a c im ie n to , se hallaba
sobre u n arco ojival d e once dovelas que
daba acceso a un edificio de stru id o , c o m o se
ve e n las fotos hechas po r U ranga (figs. 157 y
158), q u e tam bién hizo las de las figs. 159,
160 y 161.
En o t r o c u e r p o , m e j o r c o n s e r v a d o
cuando se hicieron las fotos, sobre un arco
gótico tam b ié n se veía un blasón parecido,
p e ro qu e en vez de palos tenía fajas, en los
cuarteles u n o y cuatro. La disposición del
edificio reco rd a b a algo a la de Itoiz en lo de
constar de una to rre palom ar y un c u e rp o de
un solo alto, a d h e rid o a ella (figs. 160, 161 y
162).
En este caso el arco ojival d e e n tra d a está
en la superficie q u e form a un c u e rp o hasta el
p rim e r alto y p u e d e pensarse qu e a la ventana
de mainel con arcos conopiales de la parte
qu e luego se alza más c o rre s p o n d e n o tro s dos
huecos parecidos, d o n d e luego se rasgaron
dos ventanas cuadradas, tal c o m o se indica en
el d ib u jo y c o m o son tam bién otras ventanas
de paredes deshechas q u e se fotografiaron.
Este edificio tenía un gran patio d e ntro.
El palacio de Ezcay fue erigido en cabo de
A rm ería en 1665 p o r servicio de 2 .500 reales
hecho p o r D o n Francisco M o n re a l y Ezcay y
personas de estos apellidos siguieron p o s e ­
yé n dolo d espués (1673). En 1746 D o ñ a J o a ­
quina de M onreal Ezcay y su m arido el te ­
niente general D o n J u a n Francisco de Arm endáriz, d e fe n d ie ro n la exención y en 1758
solicitó el rabete el hijo de éstos D o n Ju a n
Esteban de A rm endáriz, m arq u é s de Castelfuerte 32.
Al Este de Ezcay q u e d a Rala, al pie de la
sierra de A rchuba y al S udoeste, G orriz; o tro s
dos núcleos p e q u e ñ o s y decaídos en los qu e
p u e d e n hallarse restos de la a rq u itec tu ra g ó ­
tica, com o el de la casa de la foto de la fig.
163, hecha po r U ranga en G orriz, d o n d e se
ve una fachada con arco, m ainel cegado y
ventanas rasgadas sin g uardar relación.
El e scudo qu e q u e d a e n tre la p ied ra de
clave del arco ojival y el b o rd e de la ventana
parece tam bién añadido en tie m p o p o s te rio r
a la construcción. T ie n e el cuartel p rim e ro y
el cuarto con corazones y el se gundo y te r ­
cero con palos. Z a riq u ieta y Javerri son p o ­
blados m uy apartados de la circulación. El
p rim e ro en sitio fragoso y con sólo dos casas
en 180 2 33. El otro, tam bién en tierra m o n ­
tuosa, con cinco 34. Sobre la regata que baja
de Z a riquieta hacia el S udoeste y cerca de
Aoiz, qu e d a M eoz, pue b lo qu e ha sido siem­
pre de m ayor entidad qu e los anteriores,
p o rq u e e n 1802 se le asignan diez y siete
casas útiles y una arruinada, con ochenta y
cuatro personas 35.
M eoz form a un núcleo con un anchurón
al N o r o e s te y o tro al S udoeste y un conjunto
de casas bastantes de ellas relativam ente m o ­
dernas y sin gran línea. N o obstante, algunas
son curiosas c o m o c o n ju n to creado en tiem ­
pos sucesivos, com o la de la foto de la fig.
164, con e le m en to s góticos de un lado, patio
central con en tra d a p ropia y otros cuerpos
para los servicios agrícolas, aparejados de
form a q u e se repite una y otra vez hacia el
Este y el S udoeste de la m erindad. Las p u e r­
tas grandes de en tra d a a patios, cuadras y
otros edificios similares suelen ser com o la
del patio de la casa citada o una de la re p re ­
sentada en la foto d e la fig. 165. Produce gran
tristeza la foto de la fig. 166 qu e representa
la fachada con bu e n arco de una casa, tam ­
bién de M eoz, co m p le ta m en te ruinosa.
Más suerte le ha cabido a una herm osa
casa de Villanueva de Lónguida: una de las
siete Villanuevas de Navarra, en la que en
1802 sólo se señala la existencia de ocho
casas con cuarenta personas 36. Se trata de
una construcción gótica de larga fachada rec­
tangular, q u e U ranga pudo fotografiar en dos
estados; uno el de casa de labor, otro, restau­
rada, c o m o se ve en las fotos de las figs. 167
y 168. Es claro qu e esta casa, que ostenta un
blasón con cuatro fajas (fig. 169), era m an­
sión señorial, con un arco de entrada, de
ojiva y dovelas grandes, com o las de los de
U rroz y hasta seis ventanales en el piso,
conopiales. Puede pensarse qu e el cu e rp o
p rim ero era el de la parte del centro, con tres
ventanales y que p ro n to se le aña d eie ro n o tro
cu e rp o a la izquierda con u n o y o tro a la
derecha, con dos. Luego se rasgaron algunas
ventanas y se modificó acaso algún hueco del
bajo. Podría pensarse en una estru c tu ra vieja,
com o la que indica el d ibujo de la fig. 170.
Más al Este, en las proxim idades de la
regata qu e baja de Javerri, está Uli B ajo q u e
se distingue de o tro Uli, o Uli Alto q u e está
en el valle de Arce; con sólo seis casas y
veinticuatro personas en 1802 37. En Uli hay
varias casas en mal estado y alguna con bla­
són, colocado en un aparejo de cantería so­
brio, en fachada casi de piedra seca; cosa q u e
se da m ucho hacia el Sur y el Este (fig. 171).
O tro pueblo hundido es M ugueta en el
ángulo Sudeste del valle, sobre un cauce qu e
viene de Urraul Alto. En 1802 se le dan tres
casas y sólo veintidós personas. T res fuegos
en 1366 3S. Las fotos nos hablan d e la ruina
de dos de las casas antiguas p o r lo m enos;
una gótica clásica, con su patio interior, otra
más m oderna, de buena cantería en la parte
baja, tam bién con patio. U na de las casas era
palaciana (figs. 172, 173 y 174).
En el «Libro de Armería» se señala la
existencia de casas de este tipo qu e eran,
además de las citadas, las de Ecay, G u e n d u lain, Larrángoz, M eoz, M ugueta y O rbaiz 39.
El palacio de M ugueta, qu e aparece en el
índice de A z c árraga40, «lleba de Eusa»,
com o el apellido «C enuorayn» 41. Son tres
fajas de gules, sobre plata. O b sé rv ese q u e la
casa herm osa de Villanueva tiene un blasón
con cuatro fajas.
133
IV
D e n t r o del valle d e Lónguida, q u e d a
c o m o en una isla el térm in o municipal de la
villa de Aoiz, q u e es tam bién cabeza de p a r­
tido judicial. Este térm in o no es grande,
pu e sto q u e tiene 1.245’6 9 ’39 hectáreas y la
población a com ienzos de siglo andaba p o r
los 1.326 habitantes, qu e vivían en 229 edifi­
cios conc en tra d o s en una estru c tu ra in te re ­
sante 42. Los au m e n to s en el X I X no fueron
m uy grandes, p u e sto qu e el diccionario de
1802 le da 1.040 habitantes en 173 c a s a s 43.
En los registros m edievales ya aparece com o
un núcleo de cierta im portancia. El n o m b re
aparece pro n to . El Padre M o re t 44 extractó ya
un d o c u m e n to en Leire, del año 1042, en el
que el rey D o n G arcía y su m u je r D o ñ a
Estefanía don a b a n a D o n F o rtú n López, el
m o n aste rio de San Salvador de Z a lu rrib a r en
el té rm in o de Aoiz. D o n F ortún dio al rey un
caballo d e gran precio qu e se llamaba «Ozzaburu»: «en vascuence - a ñ a d e M o r e t - suena
cabeza fría».
Poco más de dos siglos después, en 1244,
un d o c u m e n to del A rchivo G e n e ral hace ver
q u e el señorío de Aoiz (que se escribe
«Aoitz») estaba dividido e n tre una señora,
D o ñ a Elvira, el rey D o n T e o b a ld o y la iglesia
de Pam plona, haciéndose partición de lo que
c o rre sp o n d ía a la se ñ o ra 45.
Estam os ante una villa de la que salen
algunos linajes con cierta fuerza, q u e llevan
su n o m b re 46. El desarrollo del núcleo y el
c recim iento y e n riq u e c im ie n to en c uanto a
instituciones q u e d e alguna form a, implican
privilegio, son hechos de fines de la Edad
Media. En 1378 hay m em o ria d e q u e los
castellanos incendiaron la iglesia d u ra n te la
g u e r r a 47, así c o m o las casas de un M artín
G arcía de Aoiz, d o n d e solía alojarse el rey
cu a n d o iba al pue b lo y otras más 48.
E ntonces Lónguida constituía una «bailia»
y había un «Sozm erino». D e ja n d o aparte
d o c u m e n to s de concesión d e beneficios so­
b re pechas, etc. hay qu e destacar c ó m o en
1424 Carlos III concedió a todos los habi­
tantes de Aoiz una carta de ingenuidad e
hidalguía e n p re m io a su fidelidad y servicios,
sobre to d o e n tiem pos de g u e rra 49 privilegio
134
qu e fue confirm ado en 1429 en un d o c u ­
m e n to en qu e se hace alusión a los «fijosdalgo nuevos» 50. El privilegio viene, sin
duda, a ro b u ste c e r la posición de los habi­
tantes de una villa q u e de 1366 a 1428, en
q u e se hace una fogueración m uy interesante,
p e ro m en o s conocida q u e la anterior, había
decrecido y tam bién se había e m p o b r e c i­
d o 51.
En 1479 con m o tiv o de la paz general
firmada en Aoiz, D o ñ a M agdalena, tu to ra de
Francisco Febo, concedió a Aoiz varios pri­
vilegios y e n tre ellos un m erc ad o que había
de celebrarse el p rim e r jueves de cada
m es 52.
Aoiz se separa del valle, tiene escudo
propio, asiento en C o rtes 53. La vida civil y
m ercantil se desarrolla y de 1544 datan unas
ordenanzas m unicipales q u e se conservan en
el Archivo G e n e ral 54. D e ja n d o a un lado el
estu d io del desarrollo u rb an o e industrial de
las últimas épocas vamos a fijarnos en la
e stru c tu ra de la villa antigua. El Irati c o rre de
N o r d e s te a S uroeste flanqueándola. P e ro el
casco q u e d a en altura y al Este de él arranca
el p u e n te viejo q u e cruza al río de N o r t e a
Sur 55. U n cam ino lo unía con la iglesia pa­
rroquial de San M iguel, conocida p o r su ri­
q ue z a artística, y de allí salía la calle del
m ism o n o m b re , q u e form aba el flanco Sudoriental, con el ay u n tam ien to en ella, el cual
tenía una fachada q u e daba a cierta plazoleta,
d e im portancia urbana. P o rq u e , en efecto, de
ella arrancan dos calles im p o rta n tes en el
c o n ju n to . D e Este a O e ste, siem pre p o r el
flanco m eridional, la qu e lleva el n o m b re
significativo de Calle N ueva. O tra, de Sur a
N o r t e , es la calle de la V irreina. A la mitad
de ésta apro x im ad a m en te , sale o tra calle ha­
cia el O e ste, la calle de la Plaza, que, c o m o su
n o m b re lo indica, da a la Plaza del M ercado.
O tro s ám bitos u rbanos más p e q u e ñ o s son los
de las calles de la Villa, de Santa Ana. Para­
lela a la de la V irreina p o r O cc id en te , otra
calle más larga qu e las ú ltim a m en te citadas,
es la d e Eras.
T a n to la de la V irre in a c o m o ésta, dan a la
q u e constituye el flanco septentrional del
Aoiz antiguo: la calle de Arriba. El casco de
Aoiz p o r el Sudoeste se constituía: 1.°) p o r
una calle qu e arranca de la N u e v a en direc­
ción Sur q u e se llamaba Calle de la Bajada al
Molino; 2.°) p o r una calle del M ediodía, de
N o r t e a Sur, que era un flanco occidental,
con una anchura d e la que hacia el interior
salían unas calles m en o re s, com o la del T unguete. El m olino viejo recogía el agua de un
cauce q u e arrancaba del p u e n te casi. Esta
estructura aparece notab le m e n te aum entada
y alterada en los planos m o d e r n o s 56. En
1975 Aoiz tenía más de 2.000 habitantes 57.
Se considera q u e la villa conserva m ucha casa
de tradición gótica. T a m b ié n casas hidalgas
blasonadas. N o se ha llamado tanto la aten­
ción sobre alguna suntuosa casa barroca,
com o la qu e cuenta con gran escalera, linter­
nas y o tro s ele m en to s bien ordenados, en el
ce n tro de la villa. Más conocida es la de la
familia de Argamasilla de la Cerda, muy res­
taurada.
Ejem plo de palacio sencillo de los q u e se
hacían a fines del X V II y com ienzos del
X V III sobre todo, con fachada de tres h u e ­
cos; puerta central, cuadrada, dos rejas late­
rales, balcón saliente sobre la p u e rta y otros
dos sin saledizos laterales, con dos escudos a
los lados del balcón central.
En lo alto del tejado a cuatro aguas, una
especie de torre cuadrada, tam bién a cuatro
aguas. U n señor de Santacara, h e rm a n o del
C onde de Lerín, se dice qu e construyó a fines
del X V una torre que no p u e d e ser esta
casa 5S, aunque los linajes vinculados a ella
sean los B eaum ont, Erdozain, etc. En las
calles se puede hacer, rec u e n to de ele m en to s
góticos del tipo que hem os visto q u e en el
valle se hallan en estado ruinoso.
NOTAS
1. « C artula rio d e San Ju a n de la Peña», edición
U b ie to , I. p. 149 (n.° 50).
2. G o ñ i G a z ta m b id e , «C atálogo del archivo cate­
dral d e P am p lo n a» , 1. p. 164 (n.° 687).
3- «D icciona rio...» d e 1802, I. p. 4 54 , a-b.
4. X
, p. 370.
5. II, p. 420.
6. F. ¿ a b a l o , «El registro...», pp. 13 5-136 (n ú m e ­
ros 1.700-1.718). C o n alguna variante d e grafía p. 141
(n ú m e ro s 1.836-1.854).
7. Y anguas, «D iccionario...», II, pp. 285-288.
8. J. C arrasco Pérez, «La población...», pp. 4634 65 ( n ú m e ro s 137-160).
9. J. C arrasco P érez, «La población...», pp. 501503 ( n ú m e ro s 4 1 5 -5 0 3 ). O t r a aún, pp. 50 8 -5 0 9 (n ú m e ­
ros 4 8 2-48 7).
10. «D iccio nario» d e 1802, I. p. 4 54 , a-b.
11. X, p. 3 7 0 a.
12. « N a v a rra » , II, pp. 42 1-4 2 7 .
13. « Itinerarios...», p. 135.
14. « Itinera rios...», n ú m e r o s 25-26.
15. « D iccionario» d e 1802, I. p. 45 0, a. Martinena, «Palacios cabo d e A rm e ría » , II, p. 19.
16. X , p. 27 6, a. N o está en la lista d e palacios de
cabo de A rm e r ía de Yanguas. Sí e n el índice d e P edro
de Azcárraga, fol. 6 5, 3 c on u n blasón d e ondas, co m o
el de Uriz, alusivo al sitio.
17. Hay alguna casa bien ten ida con blasón c o m ­
p u esto sobre arco d e m ed io p un to .
18. Fol. 19, 4.°.
19. «Diccionario...» de 1802, I, p. 136, a.
20. Yanguas y M iranda, «D iccion ario de a n tig ü e ­
dades...», I. pp. 75-77, «Adiciones...», pp. 60-61.
21. Yanguas, «Adiciones...», p. 60. A com ien zo s
del siglo X V I el señ o r d e Ayanz vivía en el palacio (p.
147). M artinena, «Palacios cabo de A rm ería» , 1 1 , p. 19,
hace referencia a d o c u m e n to s d e 1745, 1766 y 1782.
22. « A rq u itec tu ra turística navarra», loe. cit. p.
27, a. U ran ga e Iñiguez « A rte medieval nav arro» , IV,
p.
19, lámina 3, a. D an la mism a fecha. V e r tam bién
«N avarra», II, p. 423. F o to ex celente, « Itinerarios p or
N avarra», I. p. 146.
23. III, p. 196, a-b.
24. Yanguas y M iranda, « A diciones», p. 39.
25. «Diccionario...» de 1802,
1, p. 25 4, b.
26. «Diccionario...» de 1802,
II, p. 199, b.
27.
«D iccionario» de 1802, I, p. 389, a.
28.
«D iccionario» de 1802, II, p. 174, b. T r e in t a y
cuatro personas.
29- «Diccionario» de 1802, I, p. 25 4, b.
30. «Diccionario» de 1802, I. p. 27 7 , b.
31.
Fol. 49, 5.
32. M artinena, «Palacios cabo de A rm e ría» , II,
p. 18.
135
33. « D iccio na rio » d e 1802, II, p. 528, a. D iecin u e v e personas.
34. «D iccio na rio» de 1802, II, p. 515, a. «Xab erri» .
35. «D iccio na rio» de 1802, II, p. 22, a.
36. «D iccio na rio» de 1802, II, p. 4 5 5 , b.
37. «D iccio na rio» d e 1802, II, p. 4 0 4 , b.
38. «D iccio na rio» d e 1802, II, p. 41, a.
39. M artin e n a , «Palacios cabo d e A rm e r ía » , II,
p. 19.
40. Fol. 39, 5.
41. Fol. 39, 6. «Eusa» estab a al fol. 14 q u e falta,
según el índice.
42. « N a v a rra » , II, pp. 327-331 : plan o e n tr e las
pp. 32 8-3 29 .
43. «D iccio na rio» d e 1802, I. p. 8 0, a.
44. M o r e t, « A nn ales» I, p. 7 00 , a (libro X III,
capítu lo I, § V, n.° 53).
45. Y an gu as y M iran d a, « D ic cio n a rio d e a n tig ü e ­
d ad es» , I. p. 40. «C atálog o d el A rch iv o G e n e ra l» I, p.
131 (n.° 244). Ido ate , « C atálo go d e los cartularios
reales», p. 20 3 (n.° 40 0) co n m ás referencias.
46. B e n ito U rta s u n V illanueva, « A oiz» , n.° 29 0
d e « N av arra, T e m a s d e c u ltu ra p o p u lar» (P am p lo n a,
s.a.), p. 8. Y anguas y M iran da, « A d ic io n es» , p. 109,
artículo Daoiz.
47. Y ang uas y M iran da, « D iccio na rio d e a n tig ü e ­
d ad es» , I, p. 40.
136
48. «C atálo go del A rch iv o G e n e r a l» , X II, p. 21
(n.° 41): 12 d e e n e r o d e 1379.
4 9. Y ang u as y M irand a, « D icc io n a rio de a n tig ü e ­
d a d e s» , I. p. 41. «C atálog o del A rch ivo G e n e ra l»
X X X V I I I , p. 335 (n.° 975).
50. Y anguas y M iran d a, « D iccio n a rio d e a n tig ü e ­
d ad es» , I. p. 41. « C a tálo go del A rch ivo G e n e ra l»
X X X V I I I , p. 22 4 (n.° 665).
51. U rta s u n , op. cit. p. 9.
52. Y anguas y M iran d a , « D ic cio n a rio d e a n tig ü e ­
d ad es» I, pp. 4 1-4 2 . «C atálog o del A rchivo G e n e ra l»
XLVII1, pp. 2 9 2 -2 9 3 (n.° 593).
53. U rtas u n , op. cit. pp. 10-12. En Azcárraga, fol.
79, 3, blasón d e «La Villa de A oyz q u a n d o se hizo
b u e n a villa», U n a c o ro n a e n c a m p o de gules flan qu eada
p o r d o s espadas.
54. U rtas u n , op. cit. p. 13.
55. S o b re el p u e n te , U rta s u n , op. cit. p. 21. N o
c re o q u e es ro m ánic o, sino m u y p o ste rio r. F o to en
relación co n el p u e b lo e n « N a v a rra » , II, p. 329. T a m ­
bién «Itin era rio s p o r N a v a rra » , I. p. 147.
56. V éase, p o r e je m p lo , el q u e d a U rta s u n , op.
cit. p. 3.
57. U rtas u n , op. cit. p. 27.
58. U rtas u n , op. cit. p. 2 1.
137
Fig. 14 6 .-C a sa s de A rtajo.
138
Fig. 14 7 .-C alle de Orbaiz.
Fig. I4 8 .-C a sa de Orbaiz.
139
149
Fig.
Fig.
Fig.
Fig.
140
1 4 9 .-C a sa torreada de Itoiz.
1 5 0 -P u e r ta de Olaverri.
151 -Inscripción de Olaverri. (1 762).
15 2 .-Restos de la torre de Erdozain.
141
142
155
Fig. 153--O tra vista de la torre de Erdozain.
Fig. 15 4 .-C asas de Erdozain.
Fig. 155.-R u in a s de Erdozain.
143
J 44
145
Fig. 161 -Puerta de la torre de Ezcay.
Fig. 162,-O rdenación p rim itiv a de los huecos
de la torre de Ezcay.
146
147
148
167
Fig. 165.-C uadras. Meoz.
Fig. 166.-C a sa abandonada. Meoz.
Fig. 1 6 7 .-C a sa de V illanueva de Lánguida,
antes de la restauración.
149
Fig. 1 6 8 .-C a sa de la fig u r a anterior,
después de la restauración.
Fig. 1 6 9 -A rco blasonado de la m ism a casa.
Willanueva de Lánguida.
150
Fig. 170.-Posible ordenación a n tig u a de huecos en ¡a casa
de V illa nuera de Lánguida.
Fig. 171 .-C a sa blasonada. U li Bajo.
Fig. 172.-C asa gótica en ruinas. M ugueta.
I K 'P
Fig. 173.-C a sa abandonada. M ugueta.
152
Fig. 1 7 4 -P u erta . M ugueta.
C A P IT U LO V III
LOS U R R A U L E S: A LTO Y BA JO
1) La determ inación de los dos valles.
2) Elcoaz, Ayechu y su valle, Jacoisti, Ongoz, Eparoz.
3) Santa Fe de Eparoz.
4) Ezcaniz, A izcurgui, Irurozqui, Im irizaldu, Ozcoidi,
Larequi, Zabalza, Adoain y los caseríos próximos.
5) U rraul Bajo: Artieda.
6) R ípodas, San Vicente, T abar, Grez.
En un corro espacio el río Irati va casi en
dirección N o rre -S u r, au n q u e form ando algu­
nos bucles p o r u n valle qu e se llama Urraul
Bajo, para distinguirlo de o tro septentrional
y m ayor qu e se llama Urraul Alto y que,
prácticam ente, tiene com o e je un p e q u e ñ o
cauce fluvial, q u e sólo pasa p o r Urraul Bajo
en una parte p e q u e ñ a septentrional y al fin, al
de sem b o c ar en el Irati m ism o algo al N o r te
de Lum bier, principal p u n to de referencia
para los habitantes d e los dos valles.
«Val d ’U rraul» aparece en un registro de
1280 unido a o tro s valles en una l i s t a 1. En
otras está más dibujado, con «Tavar», «Rípodas», «Sant V icent», «M urillo cabo Berroya», «Aycoa», «M iri^aldu», «Ezparoz»,
«G ur^anos», «A ycurgui», «Ezcaniz», «Orzcoyti», «M ondelga», «Argaiz» e «Irurozqui» 2. En otra, e n fin, los n o m bres se ajustan
con relación a lo actual, y así surgen «Ezpa­
roz», «G u r^ a n o z» , «M endela»... T am bién
surge «U ssun». En cambio, se desvían «Orzcayti» y « M urifaldu». En 1366 aparecen
«A ldunat», «Tavarr», « G u e re z» , «Artanga»,
« C e rre n q u a n o » , «Racays de Suso», «Racays
de J u s o » , « U rtrro z » , «A doayn», «Ezquianiz», « O n g o z » , « A y c u rg u y » , «Larraun»,
«A rdues», « M u ru » , «H u g a rra » , «O rradre»,
« D o m e y n n u » , « A p ardues», «U sun», «Murieyllo cabo B erroya», «N apal», «Ymiri^aldu», «B erroya», «Bigüezal», «Orzcoydi»,
« N a rd u e s» , «Rípodas», «Savalfa» y «Liédena» 3.
Posteriorm ente en los registros m edieva­
les ya se distingue una parte septentrional,
q ue es el referido Urraul Alto y o tra m e ri­
dional, que es Urraul Bajo; y así están d ib u ­
jados en los mapas antiguos, c o m o el de
López. Del nom bre pu e d e suponerse qu e es
c o m p u e s to de «urra» avellana, a u n q u e
«urre», oro, en com puestos, tam bién da
«urra-». Así, «urraburu», la dorada. El sufi­
jo «-ul» aparece en otros n om bres navarros;
en algún caso p a re c e q u e se e s c rib ió
«Urrault» 4.
La circunscripción conocida por el n o m ­
bre de Urraul Alto tiene com o e je un p e ­
q u eño cauce, el del río U re ta o A reta,
afluente del Irati que desem boca en él, d e s­
pués de pasar p o r un flanco, el N o ro e s te , de
El Rom anzado y de e ntrar en U rraul Bajo.
Rípodas queda, así, al final en un bucle e n tre
los dos ríos. Urraul Alto aparece al viajero
más fragoso, cuanto más al N o r t e avanza.
Tam bién, más fresco de am biente. Varios
pueblos se asientan sobre el Areta. O tro s
sobre afluentes de cortísimo caudal y hacia el
Este están los que eran mayores. T a m b ié n es
m ucho mayor la parte del valle q u e q u e d a al
Este del eje, desde qu e el A reta d eja de ir en
dirección Este-Oeste y va de N o r t e a Sur.
El valle, en este sentido, en su máxima
longitud tendrá unos dieciséis kilóm etros. En
lo más ancho hasta catorce, p e ro hacia el
N o r te se estrecha. Los pueblos, en general,
155
q u e d a n a corta distancia u n o s de otros, p e ro
hay un a p a rte q u e está vacía en espacio de
cinco o seis k ilóm etros. Varias alturas son las
q u e se to m a n para delim itarlo con bastante
claridad (fig. 175).
estado ru in o so o cerradas, salvo e n días en
q u e v ienen las familias o em igrados d e Pam ­
plona, de las barriadas nuevas, a pasar unas
horas los sábados, d o m ingos y días de fiesta.
La re p e rc u sió n q u e s e m e jan te estado d e m o ­
gráfico haya te n id o en la población d e s d e el
p u n to de vista lingüístico, habría q u e e stu ­
diarla a partir del c o m ie n zo del é x o d o rural,
que, c o m o se ve, arranca d e hace n oventa
años p o r lo m en o s 6.
En el m apa de Luis Luciano B o n a p a rte , el
valle d e U rrau l A lto aparece ya dividido en
dos partes. En los p u e blos de la parte se p ­
tentrional, A doain 7, A yechu, O n g o z y Elcoaz
se conoce el vasco.
N o e n Ezcániz, Epároz, O zcoidi y más al
Sur. Las referencias m o d e rn a s confirm an esta
división, p o rq u e un h o m b re m ayor de Elcoaz
re c u e rd a q u e su a buelo sabía vasco y un viejo
de no v e n ta años de Epároz no tiene m em oria
d e qu e allí se hablara nunca. En el siglo
X V II I era la lengua c o m ú n , c o m o indican los
d o c u m e n to s eclesiásticos.
Fig. 1 7 5 - U r r a u l A lto y U rra u / Bajo.
El valle alto constituye un m unicipio, de
gran e x te n sió n d e n tro de N a v a rra ,
1 4 .0 5 1’2 6 ’54 hectáreas, con a rb olado asi­
m ism o más a b u n d a n te a se p te n trió n . P ero
hoy es de los más desp o b la d o s del reino. Se
señalaba hacia 1916 un d e scenso con res­
p e c to a 1900 y aún m ayor en com paración
con 1888. En la p rim e ra fecha citada, en los
diecisiete lugares y las cu a tro casas aisladas
más conocidas, vivían 8 9 0 habitantes 5. Esta
es una situación floreciente c o m p a rad a con la
actual. P o rq u e el 28 de s e p tie m b re nos dicen
q u e e n el o to ñ o de 1978, en to d o el valle no
había más q u e unas tre in ta y siete familias, de
s u e rte q u e gran parte de las casas se hallan en
156
Los p u e blos d e U rrau l Alto, c o m o otros
d e valles vecinos q u e no tuvieron m ayor d e ­
sarrollo e c o n ó m ico m o d e r n a m e n te , c o n s e r­
van bastantes casas con e le m e n to s góticos y
en ellos p u e d e estudiarse con bastante clari­
dad el tipo d e posibilidades q u e da la casa
gótica de planta rectangular, larga y estrecha,
para ser com b in a d a o ampliada, hasta llegar a
p e rd e r, en apariencia, su form a peculiar.
T ra te m o s , antes de dar una sinopsis sobre
este p u n to , d e lo o bservable hoy en varios
pueblos del valle.
II
Elcoaz es el lugar situado más al N o r t e en
el ramal de la ca rre te ra q u e va a L um bier y
que arranca de antes de Rípodas, y e ndo de la
parte de Aoiz hacia el Sudeste.
amainelada en
más estrecha
gótico (una en
época en que
D espués, al N o r t e de Elcoaz, en la tierra
que se hace más m o ntañosa, hay caminos que
conducen a las A baurreas, hacia alturas que a
veces superan los 1.400 m. estando el pueblo
a 693 y, p o r lo tanto, bastante más bajo que
las A baurreas m ism as 8. Elcoaz está sobre el
cauce del río A reta, antes de que éste tom e la
dirección de N o r t e a Sur.
Esta casa puede ser puesta en serie con
otras del m ismo valle, algunas de Uriz, etc.
Elcoaz en 1802 aparece con catorce casas
útiles y una derruida y setenta y seis p e rs o ­
nas 9 y tiene casas más m odernas con buena
cantería (fig. 177).
En Elcoaz hay una casa gótica llamada
«del he rre ro » utilizada hoy c o m o pajar, con
planta rectangular estrecha, com o otras de la
tierra y de valles cercanos. U na ventana
Fig. 116.-C asa gótica. Elcoaz.
la parte superior de la fachada
en hastial y puertas de arco
la parte más larga) dan fe de la
se construyó (fig. 176).
Elcoaz tenía todavía hace unos años hasta
dieciséis familias de las qu e quedan sólo dos.
El jefe de una, h om bre de más d e sesenta
años al parecer, nos dice q u e su abuelo ha­
blaba vasco, lo cual parece indicar que era la
lengua com ún entre los nacidos hacia 1850.
Fig. 111 -Portada. Elcoaz.
157
La form a d e hablar el castellano d e é ste no es
la navarro-aragonesa p ro p ia m e n te dicha y el
h o m b re p ro n u n cia los to p ó n im o s con ac en to
más bien vasco.
Irigoain es un alto a la d e re c h a hacia el
N o r te . H ay casas con n o m b re vasco, c o m o
A pestegui y otros.
En Elcoaz había familias ganaderas que
utilizaban en su tránsito la cañada d e Ochagavía. D e l p u e b lo iban los reb a ñ o s a Carcastillo
en cinco días de m archa. N u e s t r o in te rlo c u ­
to r dice q u e él conoció tie m p o en q u e en
Ochagavía había 3 7 .0 0 0 cabezas de ganado y
q u e hoy habrá de 7 .000 a 8.000. Q u e d a n por
Salazar algunos pro p ie tario s d e 1.500. En
Isaba de 2 .5 0 0 y de 2.000. El dice q u e tiene
3.000 y q u e están casi sie m p re e n las B ardenas. C o n re sp e c to a la decadencia del valle
indica q u e pue b lo s c o m o Zabalza, e n q u e se
recogían 12.000 ro bos d e trigo, hoy tiene un
vecino.
M ás al Sur q u e d a A yechu qu e en un
tie m p o parece ha b e r con stitu id o un valle
aparte con otros poblados. El diccionario de
1802 da sólo o n c e casas y se ten ta y dos
personas en el núcleo central 10 y M adoz
dism inuye la población a diez vecinos y se­
senta almas, lo q u e indica la existencia de
familias num erosas 11, cosa q u e un anciano
nos viene a confirm ar.
chada con arco gótico y e scu d o con IH S;
once dovelas. Encima, ven ta n a amainelada
con tejaroz o visera. O tras ventanas a la
d e re c h a c o rre s p o n d e n al m ism o estilo. La
casa debía ser una de las góticas clásicas,
alargadas, re fo rm a d a desp u és y ampliada,
c o m o se ve p o r u n o d e sus lados. Se llama
S oro (figs. 178, 179 y 180). En Ayechu,
además, hay otras dos casas del tipo r e c ta n ­
gular, colocadas e n cuesta y unidas p o r la
fachada más estrecha, e n hastial, una d e las
cuales, la superior, tam bién tiene su arco
gótico y su tejaroz (fig. 181).
C erca d e A yechu q u e d a el caserío de
Jacoiste o Jacoisti, c o m p u e s to po r dos casas
tam b ié n de planta alargada, fo rm a n d o una
especie de V y varias depe n d en c ias más bajas
(figs. 182 y 183). T a m b ié n la casa principal es
de arco gótico d e entrada, ventana con m ai­
nel y tejaroz l4.
La «peita d e val d ’A he c h o » e n c o n ju n to
aparece en 1280 12. P e ro e n 1366, «Val
d ’A yechu» se d ib u ja con «Rayssa», «A y e ­
chu», «Jacoyzti» y «A rangozqui», con p o b la ­
ción m uy p e q u e ñ a 13.
En realidad, de e n to n c e s acá algún núcleo
de estos ha d e saparecido y o tro no pasa de
ser una casa d e labranza aislada.
A yechu es un p u e b lo q u e q u e d a al Este
de la ca rre te ra qu e va d e N o r t e a Sur p o r
U rraul Alto, a 694 m etro s, s o b re un barranco
(Larráun). Al N o r d e s te se ve un a gran peña
qu e se llama Raja (antes Rasa).
Está situada en varios altos, con cuestas y
se han hecho obras sólidas de consolidación
de m uros. La iglesia tiene u n a e n tra d a con
arco reb ajado, a d o rn a d o de bolas o granadas.
M e jo r q u e en Elcoaz se p u e d e n e n c o n tra r
eje m p lo s de casa gótica, con sus e le m e n to s
constantes en arcos, ventanas e inscripciones.
En A yechu hay, p o r e je m p lo , una gran
casa, arreglada m o d e r n a m e n te , con larga fa­
158
Fig. 178,-Arcn gótico. Ayechu.
Fig. ì 8 2 .-C a sa de Jacoisti.
160
H a b lo con un anciano de Jacoisti que se
refiere a la vida de hace cincuenta o sesenta
años. R e c u e rd a la diligencia q u e iba p o r Loiti
a L um bier y c ó m o había alguno qu e iba a
Pam plona a caballo; p e ro raro era el que
fuera más de dos veces al año. Se refiere
tam bién a lo nu trid a q u e era la familia de esta
casa y de otras de la tierra, coincidiendo, por
lo tanto, con los datos respecto a población y
vecindad antiguos. Altadill sigue dando diez
personas; p e ro d e s c o m p o n e en cuatro casas
el c o n ju n to 15. Al O e s te de O ngoz, Artanga,
muy decaído.
V o lviendo a la c a rretera central del valle,
algo más al Sur, q u e d a O ngoz que, en 1802
aparece con n o v e n ta y nueve personas en
diez casas, es decir a razón de diez personas
casi p o r edificio 16. Es p u e b lo en cuesta, con
una iglesia de la C oncepción en alto, sobre
un barranco, a 648 m etro s de altura. La altura
m ayor al N o r t e separándolo d e Ayechu es
C h u c h u rro n d o , de 1.028 m etros, y al Este,
Aldasur con 1.189.
un lado (fig. 184). O tras conservan e le m en to s
góticos de los conocidos. Arcos de pu e rta
con nueve dovelas, IH S y maineles; p e ro no
son de las más significativas en la serie q u e se
pu e d e constituir con las del valle. T am p o co ,
algo más al Sur, en Epároz, e n c o n trare m o s
casas muy significativas: sí una bonita iglesia
rural sobre el río, desde la que, en fre n te , al
N ord e ste , se ve la basílica de Santa Fe de la
que ahora hay que decir algo.
En O ng o z , a un lado de la iglesia, en alto,
hay una casa cuadrada con tejaroz no central
sino c u b rie n d o un balcón pu e sto tam bién a
III
Y e n d o p o r la c a rretera del valle de Urraul
hacia el N o r t e , Santa Fe q u e d a a la derecha,
cruzando el río U r e ta y un poco al N o rd e s te
de Epároz, q u e está más alto.
En el m ism o lado del río hay un caserón
cuadrangular al q u e se d e n o m in a «La Casa
N u e v a » , con aire d e venta.
Santa Fe ocupa un altozano d o n d e hay
una encrucijada de cam inos vecinales. U n o
hacia el N o r t e , b o rd e a n d o el río, conduce a
O ngoz. O tr o , hacia el N o r d e s te , va a Ezcaniz.
O t r o hacia el Sur, a Aizcurgui.
Llegando p o r el cam ino de Eparoz, Santa
Fe tiene un a apariencia m o d esta de construc­
ción rural, c o m p u e sta p o r un recinto anterior
abierto, con puerta cuadrangular abierta,
también, y otra más p e q u e ñ a a la izquierda.
D espués, a la izquierda se ve un lienzo de
pared que corresponde a una vivienda aban­
donada, luego otro que da p o r d e n tr o al
claustro y, p o r fin, una torre q u e es lo q u e le
caracteriza com o edificio eclesiástico. Pegado
a ésta había antes otro edificio que fue casa
de erm itaño y que se ha d e stru id o (figs. 185
y 186).
El prim er recinto, com o corralada, es
rectangular e irregular. La e ntrada q u e d a a la
izquierda del m u ro que lo cierra, y d e n tr o
llama p oderosam ente la atención un h ó rre o
que, aunque ha sido estudiado po r los e tn ó ­
grafos y constituye ejem plar interesante en la
161
Fig. 1 8 5 -S a n ta Fe de F.paroz. E ntrada principal, antes de la reparación.
Fig. 18 6 .-S a n ta Fe de Eparoz. C onjunto.
serie d e los pirenaicos, am enazaba ruina total.
Este h ó rre o q u e d a algo a la derecha, d e ja n d o
una anchura e n tr e él y la vivienda referida,
d o n d e se conserva una ch im e n ea d e las anti­
guas del país, con gran tiro. Al o tro lado hay
una construcción, c o m o cuadra, ruinosa (figs.
187, 188 y 189).
162
Al fo n d o d e esta corralada o rec in to hay
u n acceso a o tra vivienda m o d e rn iz a d a hace
no m ucho, y al p ortal d e ésta, d o n d e hay una
escalerita a un lado y un a cám ara al o tro con
p u e rta y un v e n ta n o c o m o el d e las tiendas
antiguas d e portal, sólo q u e de p r o p o rc io n e s
m uy m odestas (fig. 190). D e este portal se
Fig. 1 8 7 .-Hórreo de Santa Fe de Eparoz. Antes de la reparación.
Fig. 1 8 8 .-O tra vista del hórreo. Antes de la reparación.
163
164
Fig. 1 9 1 -S a n ia Fe de Eparnz. Claustro.
pasa a un terc er recinto constituido p o r un
claustro irregular tam bién, en form a de rec­
tángulo, con u n o de los lados m ayores más
largo q u e el otro.
Se trata d e un claustro rústico, de cons­
trucción desigual. U n a parte sola, la del lado
de re c h o e n tra n d o p o r un lado la form a un
m u ro abierto p o r diez arcos de m edio punto
con pilastras. En este lienzo ahora hay, ade­
más, c o m o d a n d o a un antiguo piso dos ven­
tanas góticas qu e se trajeron de una casa
derruida, apro v e c h á n d o se así (fig. 191). A n­
tes había un a subida e x terior a una sala de
juntas. El lado largo qu e está en fre n te no
tiene arcos sino pilares, o m e jo r dicho, siete
m achones sobre los q u e va la obra y estruc­
tura del tejado. Sobre pilares va tam bién el
tejado del lado de acceso. En cambio, al
fondo, d a n d o al p órtico d e la iglesia, hay tres
arcos g randes rebajados.
Este conjunto hum ilde es arm onioso y da
sensación de gran intimidad. H ay d e n tr o del
claustro varios árboles de regular tam año y
unas piedras en el centro. La parte techada es
muy sencilla, con tejado a dos vertientes. La
del lado con arcos al fondo, cerca d e la
iglesia, tiene una pu e rta de acceso gótica en
un m uro algo convexo. La del lado op u e sto ,
tam bién al fondo, tiene ahora dos puertas;
una sin cerrar con un arco rebajado s o b re el
que hay una imagen de la Virgen, puesta
recientem ente y o tra lateral, cerrada.
La iglesia, queda, pues, al fo ndo del
claustro. El ábside hacia el lado de los arcos.
U na torre con cuatro arcos al lado opuesto.
D a sensación de solidez. A la iglesia p o r el
exterior van unidos unos cuerpos pe q u e ñ o s,
don d e está la sacristía, en d o n d e hay un
retrato del padre Esteban de Adoain.
165
A cerca d e este c o m p le jo c o n ju n to se ha
fantaseado no poco. Se ha dicho y re p e tid o
q u e e n su o rigen era d e los tem plarios y esta
noticia c o rre del diccionario d e 1802 hasta
Altadill 17. P arece q u e hay q u e distinguir dos
épocas, una antigua d e la q u e q u e d a algo en
la iglesia y o tra q u e p u e d e arrancar d e fines
del siglo X V , d e cu a n d o hay una bula de
e re c c ió n d e la iglesia y cua n d o el c o n ju n to se
utiliza con fines múltiples.
En 1802 Santa Fe estaba servida p o r un
p rio r n o m b ra d o p o r el valle, q u e e ra p a tro n o
d e la mism a; y en una parte del c o n ju n to
edificado hay todavía u n a sala de juntas para
el valle, q u e utilizaron tanto los e le m e n to s
civiles c o m o los eclesiásticos e n sus cabil­
dos 18.
En Eparoz, nos dice el vecino viejo de
Elcoaz, había tam bién una fiesta del valle
e n te r o el p rim e r d o m in g o de o c tu b re , o tra el
15 d e m arzo y o tra el p rim e r d o m in g o des­
pués d e C orpus. Las g e n te s tenían fe en q u e a
los niños q u e lloraban m u c h o se les quitaba
esta tendencia, llevándolos a la basílica y di­
c iendo un a misa. Esto parece q u e está en
relación con el culto a Santa Fe y con los
orígenes del tem p lo y su posible d e p e n d e n c ia
d e Sainte Foi de C onques.
Las relaciones d e C o n q u e s con España
parece q u e son m uy a n terio res a la existencia
allí d e las reliquias de Santa Fe, q u e fueron
las q u e d ie ro n m ayor prestigio a aquella ca­
sa 19. U n m o n aste rio de «Concas» existía en
el siglo V III y parece q u e fue p ro te g id o p o r
C a rlom agno y Ludovico Pío, según consta en
d o c u m e n to del año 819. P e p in o II, rey de
A quitania, pro te g ió igualm ente a los m o n je s
congregados en él. Estos, e n un m o m e n to
dado, parecen estar do m in a d o s p o r el d eseo
d e p o s e e r reliquias im portantes. El caso es
q u e p o r los años d e 855 dos d e ellos, H ildeb e rto y A udaldo, salen ru m b o a España y
llegan a Valencia, d o m in a d a p o r los m u su l­
m anes y consiguen sustraer las reliquias de
San V icente, m ártir d e Zaragoza, q u e estaban
allí.
P e ro e n Zaragoza prec isam e n te y ya de
vuelta, fu ero n d e te n id o s y tu v ie ro n q u e d e ­
jarlas. V olvieron a C o n q u e s con las m anos
vacías. D e s p u é s , el m o n aste rio se ap ro p ió de
las reliquias qu e había en o tro d e A gen, q u e
co rre sp o n d ía n a una niña d e doce años, m á r­
166
tir del tie m p o d e
Santa Fe («Fides»),
M axim iano
(286-288):
Fue el m o n je Ariviscus el q u e llevó a
cabo un v e rd a d e ro ro b o para obtenerlas. Esto
hacia el año 866. D e s d e e n to n c e s C o n q u e s
a u m e n ta en fama. La santa se erige en patro n a de los q u e tienen la vida p e rd id a y de
los cautivos, los cuales, cu a n d o r e c o b ra b a n su
libertad, llevaban las cadenas al santuario.
Esto tam b ié n s u p o n e relación con tierras del
Sur en las q u e se luchaba con los sarracenos.
P e ro s e m e jan te relación se afianza cua n d o la
abadía se asocia a las peregrinaciones a San­
tiago de C om postela. U n o d e los cu a tro ca­
m inos franceses pasaba, en efecto, p o r C o n ­
ques: el q u e iba de Puy-en-V elay a A ubrac,
de allí bajaba al Lot y d e sp u és d e pasar p o r
C o n q u e s seguía hacia Moissac. Era el más
difícil. C o n q u e s aparece así e n estrecha rela­
ción con el reino de N avarra. El culto a Santa
Fe d o m in a a los g u e rr e ro s q u e luchan p o r la
R econquista. La invoca, p o r e je m p lo , P e d ro I
d e A ragón e n el cerco de B arbastro e n 1101.
La organización d e las p osesiones de
C o n q u e s más acá de los Pirineos parece que,
en gran parte, se d e b e al o bispo de Pam ­
plona, Pierre d ’A n d o u q u e (108 2 -1 1 1 4 ). V a­
rios m o n je s de C o n q u e s c o n s tru y e ro n igle­
sias e n N avarra. D e p e n d ie n te d e la abadía era
la iglesia hospital de Roncesvalles. T a m b ié n y
con n o m b re significativo n u estra Santa Fe de
Epároz q u e ahora nos ocupa 20. Pero, com o
va indicado, to d o lo q u e en el c o n ju n to está
constituido p o r el á m b ito p rim e ro , d o n d e
q u e d a el h ó rre o , c o m o p o r el claustro, sobre
el q u e estaba la sala d e juntas del valle, son
cosas m u c h o más recientes y de é p oca en que
Santa Fe es el c e n tro adm inistrativo de
U rraul Alto. El diccionario d e 1802 señala la
existencia d e un m olino p ro p ie d a d de la basí­
lica del q u e aún q u e d a la acequia; p e ro señala
tam bién que, a u n q u e el p rio r recogiera el
fruto, estaba obligado a pagar cierto ré d ito al
C o n d e de Ayanz, c e lebrar misa los días festi­
vos y predicar las dom inicas de C u a re sm a y
e n otras festividades 21.
IV
M uy cerca d e ia basílica, al N o rd e s te , está
el lugar de Ezcaniz, pue b lo muy decaído,
d o n d e había alguna casa gótica del tipo de
las estudiadas, y al Sudeste, Aizcurgui, que
tam bién es p u ra ruina, d e un c o n ju n to casi
pu ram e n te familiar, q u e se ha sostenido hasta
nuestros días, sin m ucha variación, p ero que
no ha p o d id o resistir la presión m oderna.
Aizcurgui a com ienzos de siglo está vivo.
Con nueve casas y veintiún m ora d o res 22, lo
cual es c o ntrario a las fuertes densidades de
habitantes p o r casa q u e se dan en otras partes
y con lo an te rio r allí mismo. En 1802 se decía
tenía sólo cuatro casas y treinta y ocho p e r ­
sonas, con una iglesia dedicada a San J u ­
lián 23. En 1468 se fecha un privilegio de
hidalguía de la familia del m ism o n o m b re 24 y
a ella, sin duda, pe rte n ec ió la to rre en ruinas,
que tenía adosados edificios y dependencias
posteriores, una con un patio del que, cuando
se tom ó la foto adjunta, qu ed ab an algunos
elem entos. La T o r re de Aizcurgui es más
m odesta qu e las del valle de Lónguida, p e ro
de la misma época (fig. 192).
Más al Sur que Eparoz, en la carretera
central del valle, está Irurozqui, con una red
de antiguos caminos m uy tupida. En este
pueblo antiguam ente estaba el p u n to s e p te n ­
trional de la viña, d e n tro del valle 2S. T a m ­
bién está más bajo: a 569 m etros.
Más al Sur todavía Imirizaldu. Los dos
son pueblos pequeños, en tierra más llana. En
Irurozqui y visible desde la carretera, según
se va hacia el N o rte , hay una casa no muy
Fig. 192.-Torre de Aizcurgui.
167
168
Fig. 1 9 5 .-C a sa gòtica. Larecjui.
grande, p e ro del ripo de las de dos torres,
que en otras partes cobra m ayores p ro p o r­
ciones. N o del to d o al ce n tro del cu e rp o que
qu e d a e n tre las dos torres, va la p u e rta de
m edio p u n to , con once dovelas y encim a una
labra heráldica. Los huecos de la parte baja y
del prim e r piso se rep a rte n irregularm ente y
la piedra de cu e n ta se halla en to rn o al arco
de entrada, el blasón y la ventana cuadrada
q u e q u e d a encim a (figs. 193 y 194).
valle por esta parte. D e Este a O e s te las más
notables son U garra (858 m.), a la parte del
Rom anzado, M uru (771 m.), M o n te P e q u e ñ o
(656 m.) sobre Sansoain, en U rraul Bajo. En
la banda oriental de U rraul Alto, quedan,
prim ero Ozcoidi, al Este de Imirizaldu; Larequi -al Este de E paroz-, y más arriba, al Este
de Ongoz, el caserío de Artanga. En estos
núcleos com o Larequi quedan residuos g ó ti­
cos en casas ruinosas (fig. 195).
En Irurozqui existía un palacio. En el
índice de Azcárraga se distingue «el palacio
de yuso de Iru rozqui», con tres palos de
gules sobre o ro 26 de «el palacio de Irurozqui
de suso» 21. P e ro el blasón de la casa no es
ninguno d e los del índice. Azcárraga da tam ­
bién el blasón de un palacio de «Arrielz» 28,
que es el m ism o q u e da M artinena en el
valle 29; p e ro qu e se suele colocar en el R o ­
manzado.
D os pueblos situados en el lado oriental
del valle han tenido un poco más de po b la ­
ción. U n o es Zabalza a 658 m etro s y con
alturas por el Sur y el Este de más de 700,
d o nde hay bastantes bordas, y con «Salvatori» o «Salvatore» al N o r t e (853).
Imirizaldu es el p u e b lo más m eridional de
U rraul Alto. U nas cuantas alturas limitan al
Zabalza en 1802 tenía trece casas y ciento
dieciocho personas 30. O c h o fuegos e n 1366.
M adoz le asignaba quince casas y vecinos y
ciento diez a lm a s 31. Altadill da treinta y un
casas y ciento cuatro habitantes 32. H a d e ­
169
caído m u ch o , p e ro q ueda, c o m o siem pre,
algo gótico.
El p u e b lo del e x tr e m o oriental de U rrau l
Alto, a 751 m e tro s de altura y con m o n te s de
más de mil al Sur, al Este y al N o r t e es
Adoain, e n un cruce d e cu a tro cam inos, de
los q u e dos salen al valle de Salazar, o tro va a
A ye c h u y el cuarto al caserío d e G u in d a n o 33.
T odavía más al Este q u e d a n los caseríos de
C e rre n c a n o A lto y Bajo. A doain tenía en
1802 d o c e casas útiles y un a e n ruina y
n o v e n ta habitantes 34. M adoz d a e x a ctam ente
la m ism a p ro p o rc ió n de casas y dieciocho
vecinos con n o v e n ta y tres almas 35. Altadill
le asigna veintisiete edificios y cin c u e n ta y
nueve habitantes 36, lo cual indica q u e m u ­
chos d e los edificios eran ya puras d e p e n d e n ­
cias o estaban arruinadas.
Las casas están agrupadas irregularm ente;
p e ro el c o n ju n to m ayor d e ellas q u e d a for­
m an d o una callecita, tras un p e q u e ñ o p u e n te .
Al fo n d o q u e d a la casa llamada «Eneco» 37
q u e es la nativa del P adre E steban d e Adoain.
A u n q u e la p u e rta de acceso está constituida
p o r un arco de m e d io p u n to (en A doain, en
c o n ju n to hay más arcos d e esta clase q u e de
otra) la casa es d e tipo gótico alargado, con
un piso y encim a de la p u e rta hay un ventanal
am ainelado con dos arcos conopiales. La casa
pegada a ésta tiene tam bién la fachada en
hastial y form a con ella, c o m o u n a L inv er­
tida. O tras son más m o d e rn a s o de o tro es­
tilo. T o d a s m uy h um ildes (figs. 196, 197 y
198 ).
Las casas de U rraul A lto son, pues, en
suma, d e carácter m o d e s to y el tipo q u e nos
interesa más, el gótico alargado, con un alto,
es m uy s e m e jan te al d e los valles contiguos,
de Salazar y Arce. En A ézcoa y A b a u rre a se
exageran ciertas p r o p o rc io n e s en la form a del
tejado. Se da más una nota pirenaica. El
contraste es claro hasta cierto p u n to con lo
qu e o c u rre al m ediodía: e n U rraul Bajo.
170
196
Fig. ¡ 9 6 .-C a sa n a ta l del P. Esteban. Adoain.
Fig. 1 9 7 .-C o n ju n to urbano. Adoain.
Fig. 1 9 8 ,-C a lle de Adoain.
171
V
U rrau l B ajo es de m e n o r e xtensión con
m u c h o q u e el Alto: 5 .9 6 0 ’2 0 ’04 hectáreas.
Sin e m bargo, sie m p re tuvo más habitantes.
Altadill le daba 1.044 y no m arcaba dism in u ­
ción sino un ligero a u m e n to con re sp e c to a
1900: cu a tro más 38. El clima ta m b ié n es algo
más cálido. Los po b lad o s son A ld u n a te , Artieda, G re z , N a r d u é s -A ld u n a te , N a rd u é sA n d u rra, R ípodas, Sansoain, San V icen te y
T abar. En el A ntiguo R é g im e n el valle n o m ­
braba d ip u ta d o para tratar c u e stio n es c o m u ­
nes con el d e U rrau l Alto, el R o m a n z a d o y
Liédena; y e ste d ip u ta d o era el p re s id e n te del
c o n ju n to 39.
En la línea del Irati, a la m ism a m an o
q u e d a n A rtie d a y Rípodas. A rtie d a aparece
en el diccionario de 1802 con veintitrés casas
y c iento sesenta y tres p e rsonas 40. C o n un
a u m e n to sensible en é p o c a más r e c i e n t e 41.
Es un antiguo p u n to e n el c o m e rcio alma­
diero. P u e b lo -p u e n te tam bién, fre n te al que
el o tro lado del río q u e d a el de G rez. Su
posición hace q u e en o tro tie m p o tuviera un
significado g ra n d e en la vida, no sólo del
valle, sino tam bién e n la de U rrau l Alto, el
R o m a n z ad o y Liédena, p o r q u e en la e rm ita
llamada de San G re g o rio , d edicada a N u e s t r a
S eñora del P ueyo, se c e lebraban las juntas de
todas aquellas circunscripciones. A rtie d a está
e n llano y cue n ta con algún regadío: a 455 m.
d e altura.
D e s d e m u ch o s p u n to s de vista, la posi­
ción d e A rtie d a hay q u e valorarla e n función
del río, más q u e e n función del valle de
U rrau l y así se explica q u e en su té rm in o nos
e n c o n tre m o s con un tipo de gran edificio
parecido a los q u e se escalonan a lo largo de
él e n el valle d e Lónguida, p e ro su p e rándolos
e n m agnitud y acaso tam bién e n im portancia
social y económ ica. M e refiero al palacio
cabo d e A rm ería del q u e se han ocu p a d o
varios au to re s r e c ie n te m e n te 42.
D e s d e el siglo X I I I, p o r lo m enos, figura
e n N a v a rra el linaje d e A rtieda, al q u e p e r t e ­
n e c en varios alcaides, m erinos, capitanes y
caballeros conocidos a través d e la d o c u ­
m en ta ció n del A rchivo G e n e ra l d e N a v a ­
rra 43.
172
P e ro en el siglo X V , el señorío d e A r­
tieda lo tuvieron los Uriz o M artínez d e Uriz,
q u e se llamaban tam b ié n de A rtie d a o M a rtí­
nez d e A rtieda. E n 1427 un J u a n D u riz o de
U riz asistió al ju ra m e n to d e la infanta D o ñ a
L e o n o r y en 1439 p r o b a b le m e n te al m ism o
se titula se ñ o r del palacio d e A rtieda.
J u a n M artínez, s e ñ o r d e A rtieda, fue
cham belán del Príncipe d e V iana en 1442 y
en 1445 se ñ o r del palacio referido. D e éste
es hijo J u a n M a rtínez de U riz, lu g arteniente
de su pa d re en L um bier, el año 1453 y
aparece c o m o bea m o n tés, en 1465, 1466 y
1469. O tr o s m ie m b ro s del linaje vivieron
después: u n o llamado Carlos fue hijo de
J u a n 44. El carácter b e a m o n té s y «castellanista» del linaje 45, p u e d e explicar, en parte,
el h e c h o de qu e el palacio d e A rtie d a se haya
c onservado hasta hoy, m e jo r q u e otras casas
y torres.
En la lista de los gentiles h o m b re s de
c om ienzos del siglo X V I se. habla, sin e m ­
bargo, de un Lope d e Esparza, del q u e eran
los palacios d e Esparza y A rtied a y q u e vivía
en A rtie d a 46 y p o r los años de 1550 d e c o ró
el palacio con tapices traídos d e Flandes.
D e sp u é s pasa a los m arq u e ses de Bessolla 47.
En el índice de Azcárraga aparece el «Palacio
d e A rtieda» 48 y en la lista d e palacios y
palacianos de cabo de A rm ería de 1723 está
ya c o m o del M a rq u é s d e Besolla, o VessoU a 49.
El blasón es de oro, con cinco b u reles de
azur y b o r d u ra de plata (así en Azcárraga). En
otros, b o r d u ra de gules. En to d o caso, es de
los A rtieda, no d e los Uriz, que, c o m o v e re ­
m os, bajan d e más al N o r t e , de tierra más
p o b r e y con m en o s posibilidades siem pre.
El palacio de A rtie d a d e b e c o rr e s p o n d e r a
la é p oca en q u e el linaje adquirió más im­
portancia en el reino. Se halla situado e n un
e x tre m o , al Sur, del casco u rb a n o .d e l pu e b lo ,
sobre un llano qu e term ina, flanqueado de
N o r t e a Sur, p o r el Irati 50.
La fachada qu e incluye la p u e rta d e acceso
al recinto (fig. 199 y lámina e n color), está
orientada, así, hacia el río, sobre el q u e , en
o tro tiem po, corrían las almadías y q u e en
Fig. 1 9 9 -F achada p rincipal del palacio de Artieda.
Fig. 2 0 0 .-Palacio de Artieda. Flanco septentrional.
173
•••' v i
«
t.f'jjßi+r, ..
i
-
y
,
■
~
, ■
> v t à î
r -* j ¿ v f ., k t ¿
■'
ÍÉmBrÁm m
imÿmM
m fÆ â
B
j
V?<
TO
tr /J a
1il
v iw i
>* ß
M
i4 pi-f
W
Ç /ljÂ
r . i l h i !
• * Î 1'. *
f
f
5r?/ ; * f 1 1’4
v\ff*J/ ,* ■
V
-
-
La
î C Ä * • '" / « ¿ j l / ,
£ î S
- k V
H
A rtieda tenía un g ran p u e n te de siete ar­
cos 51 • La posición del pueblo, d e n tr o de los
valles de U rrau l A lto y Bajo, y la salida al Sur
de Lónguida, explica, e n parte, la im portancia
estratégica del palacio.
C olocándose ante la referida p u e rta de
acceso, gótica, encim a de la cual debió haber
un blasón tallado, arrancado e n un tiem po no
lejano, vem os q u e el edificio está constituido
p o r un gran c u e rp o q u e da al N o r t e , con una
torre grande. O t r o hacia el Sur no tan desa­
rrollado, p e ro tam b ié n con torre. U n gran
m u ro d e entrada, sin term in a r y con e le­
m entos más m o d e r n o s y un cuerpo, al fondo,
hacia levante, no tan desarrollado, e n don d e
hoy existe la vivienda agrícola. La figura 200
representa la fachada q u e da al N o r te , en la
que se ven tres ventanas geminadas, en un
o rd en q u e se e n c u e n tra en otras casas de la
zona y la to rre , m uy bien conservada exteriorm ente, con larguísimas y estrechas tro n e ­
ras.
La figura 199 y la lámina en color r e p r e ­
sentan la fachada oriental, con la p u e rta de
acceso y la misma torre. En el gran m u ro que
cierra el patio se ven hasta tres grandes arcos
cegados, que en o tro tiem po d e b ie ro n dar a
un amplio recinto interior, señorial, desapa­
recido hoy. Este m uro parece q u e q u e d ó sin
term inar po r lo que indican las piedras de
arranque o adarajas que hay en la torre, hasta
cierta altura.
La figura 201 (dibujo) re p re s e n ta el
flanco m eridional p o r el exterior. En él se
han rasgado ventanas y se ha pu e sto un co­
bertizo. En la torre quedan unas piedras qu e
d em uestran que en otros tiem pos el tejado
de la parte más baja y larga de este flanco era
a dos vertientes com o el actual, p e ro m u ch o
más agudo e inclinado. P u ede su p onerse que
sería tam bién de lajas de piedra y no de teja.
Fig. 2 0 1 .-Palacio de Artieda. Flanco meridional.
Artieda. Palacio.
175
Fig. 202,-Palacio de Artieda. Flanco occidental.
La figura 202, p o r últim o (dibujo), r e p r e ­
senta la p a rte occidental, trasera, en la q u e un
c u e rp o avanza.
son d e una familia q u e lleva ciento setenta
años en el palacio y e x p lo ta n d o sus ricas
tierras.
E xam inarem os ahora el rec in to p o r el in­
terio r utilizando los planos y alzados de Linazasoro, Garay y Galarraga (figs. 203 y 204) y
las figs. anteriores, más las figs. 205 y 206.
E n tra n d o ahora én la to rre principal, la de
la fachada p o d e m o s indicar q u e q u e d a po co
de su antiguo estado. H ay una planta baja
con una cámara q u e la voz po p u lar dice era
calabozo. U n p rim e r piso en el q u e se abre el
ventanal d e cruz, en una sala qu e d e b ió ser
im p o rta n te e n su día. Las zapatas del tec h o se
hallan talladas, en parte, con caras de m o n s ­
truos o animales (dibujos d e la fig. 205).
O tras están sólo desgastadas. Son tam b ié n
curiosas p o r su p ro p o rc ió n las troneras (fig.
206). P e ro de aquí hacia arriba, la to rre es un
sim ple palom ar, con escaleras d e m ad e ra m uy
e lem entales y rústicas y dos plantas más. La
arm adura del tejado, se constituye co n fo rm e
al sistema de lima tesa (fig. 2 0 6 bis).
Poco cabe decir del in te rio r d e las otras
partes. La edificación larga q u e sigue a la
to rre principal está dividida e n dos pisos.
A b a jo hay cuadras y d e p a rta m e n to s de stin a ­
dos a usos agrícolas, hechos y d e sh ec h o s con
el tiem po. El piso va corrido, conservándose
los suelos d e ladrillo viejo del país. H a y q u e
insistir sobre el hecho de q u e en un tie m p o
V e m o s en la to rre d e la fig. 203 un
a rra n q u e d e m u ro , m u c h o más bajo, m u ro
que, sin duda, haría q u e se cerrara el recinto,
p o r la pa rte d e la fachada principal con cám a­
ras o habitaciones, c o m o oc u rre en el resto.
Luego vem os (fig. 204) dos ó r d e n e s de
p u e rta s góticas q u e dan a una larga planta
baja y a o tra superior, sin divisiones antiguas.
P ero adem ás q u e d a n unos huecos q u e p a re ­
cen ha b e r servido para so ste n e r las vigas h o ­
rizontales d e una gran arm adura d e m adera
q u e tuviera un p o rc h e y encim a un cobertizo,
balconada o edificio d e m aterial m e n o s fuerte
q u e la piedra.
El edificio del fo n d o (flanco occidental)
parece po ste rio r, al m en o s visto d e s d e d e n ­
tro: p o r q u e de fuera es más fu erte y q u e ­
brado. En él q u e d a la vivienda d e los a rr e n ­
datarios actuales q u e , según indica la m u je r,
FACHADA OESTE
Fig. 203 -Palacio de Artieda.
F A C H A D A N O R TE
iao-^u
¡ S í;
»te...
- '° l
.‘^ao ,
-'a n
.Un! "- '
I
■. ■ ■ -Jr
.'ilr.noH .-o.'«
rr-,. ; 1
■
r
3 n
0 n
n v. . . .v
:.
b vü - n . o- o a
|SS ■■■A
s - s n ■: ..
1 saa-.J
:~ - a r c : . E » a í-
?•;:
' . i r . ■ ; >' ' ; . ;
a
> t t, -i, r . ; j ;
. ;,
■
;, ■
•
'
■: ; ■
i -.- a
o . o r In‘ t r o
•
■•
" ‘:r‘-r I |t
' • • ■ - -¡ ■
- , >s. r e<.
a 'o
~
1 •
'
~ ■.
o u
•■
■ -
_
■n
: :
F A C H A D A IN T E R IO R N O R TE
yyypy
^íi/iru:irir w 7
ff*:,
.{'i '.í'Vt"r*", TJ' ’>1. r' . '
T
>í . 4 »i T ' T
■~r «yrJ. -
f
■
?
'
-i
Itpnj'rj
nn!n|WríiWn^ü«'^l!'!!'!f^ n n i ] ! ,!í!Hínri!TOr!n!íUl LIu
S5P- :•
■; ■u n : t¡
,■
•: no ':j
Al •.r.XrrüD
L
•*
.
. V
¡
n o .'::
r"H
*-
F A C H A D A IN T E R IO R N O R TE R E C O N S T R U ID A
Fig. 20 4 .-Perfiles del palacio de Artieda.
178
Fig. 2 0 5 .-Palacio de A rtieda.
Z apatas de ¡a torre principa!.
Fig. 2 0 6 - Tronera de la torre de! palacio de Artieda, por dentro.
Fig. 2 0 6 bis.-Esquem a de arm adura de lim a lesa.
179
Fig. 2 0 7 .-Palacio de Artieda.
Armadura del tejado de la torre principal.
Fig. 2 0 7
A rtieda.
180
bis.-Suelo
del granero de la
casa
Orbaiz.
Fig. 2 0 1 ter.-A rm a d u ra del tejado de la casa Orbaiz.
Artieda.
debió h a b e r un c u e rp o exterior, a m o d o de
gran balconada, solana o secadero q u e c o rre ­
ría a lo largo de este c u e rp o p o r el interior
del recinto, d e form a c o m o se indica en el
dibujo de la fig. 2 0 4 o d e otra más o m enos
similar.
U ranga e Iñiguez e n una breve nota sobre
el palacio de A rtie d a lo dan c o m o construido
hacia 1400 52. Acaso habría qu e traer la fecha
más hacia m ediados del X V , p o r lo m enos en
unas partes o, en c o n ju n to , d e s c o m p o n e r el
c o n ju n to e n fechas: d e fines del X I V al X V I.
En A rtie d a existe adem ás una casa, que
pe rte n ec ió al linaje d e O rbaiz 53 y d o n d e
ahora hay un bar, qu e p re s e n ta una portada
de p ied ra de inspiración sabia, p e ro hecha
po r un ca n te ro q u e ha in troducido m otivos
populares e n la decoración. En ella son acaso
más interesantes algunos e le m en to s cons­
tructivos q u e p u d im o s examinar. T ie n e ésta
un piso alto, el segundo, qu e parece q u e d ó
siem pre sin term inar, a m anera d e granero. El
suelo está co n stitu id o p o r vigas, de unos
veinte cen tím e tro s de ancho, y bovedillas de
argamasa con trozos d e tejas rotas, de gran
solidez, com o se ven en el d ibujo de la fig.
207 bis, sistema q u e nos lleva a un m u n d o
muy m editerráneo, com o otro s e le m en to s
que vem os p o r esta zona.
La solución que se da en algunas a rm a d u ­
ras de tejado a la colocación de c um breras
sobre puentes y tirantes, sobre todo en án­
gulos cíe tejados a cuatro vertientes es la de
p o n e r una gran zapata y aún sobre ella dos o
tres m aderos a discreción, com o se ve en la
fig. 207, hecha tam bién en el palacio de
Artieda.
P or otra parte, en A rtieda nos e n c o n tra ­
mos casas más pequeñas, com o la casa San­
cho, de la q u e ya se ha tratado 54, q u e siendo
todavía en parte goticista, nos da un m o d elo
de casa con «impluvium » de tradición m uy
v itr u v ia n a 55. Pocas veces se encuentra, en
efecto, un caso tan antiguo y ejem plar, au n ­
que ya hem os visto cóm o e n to d a la zona que
va de Pam plona al Este hay variedad de pa­
tios en edificios de distinta categoría (fig.
208). N o faltan tam poco herrajes curiosos
(fig. 209).
FACHADA
SECCION
PLANTA BAJA
PLANTA V
Fig. 2 0 8 .-C a sa «Sancho». A rtieda. Alzado, p e rfil y
plantas.
Fig. 2 0 9 —Aldaba. Artieda.
182
VI
La posición de A rtied a es estratégica en
gran parte, a u n q u e el valor agrícola de la
tierra cercana al río y la ca rre te ra le libran de
la decadencia de otros pueblos. Al N o r t e y al
Este, q u e d a n Sansoain y N a rd u é s. En Sansoain hay m em o ria de un palacio y frente a
Artieda, al O e s te , en G rez, había o tro 56, que
está en el índice d e Azcárraga 57, com o tam ­
bién está el d e Rípodas 58, q u e d e b e c o rres­
p o n d e r al gran edificio qu e se ve d e sd e la
m ism a ca rre te ra general, qu e es un edificio
que parece h a ber sido re fo rm a d o po r la fa­
chada, de su e rte q u e el sistema de las torres
que lo flanqueaban q u e d ó algo cambiado.
Parece que, en principio, debió h a ber com o
tres torres, e n tres ángulos c o m o se indica en
la fig. 210. En el cuarto, no. Este casón
p e rteneció a los Ram írez de B a q u e d a n o en el
siglo X V III, g ente más vinculada con la zona
occidental, de la m erindad de Estella 59 (o tro
perfil en la fig. 211).
El diccionario de 1802 señala su e xisten­
cia con once casas más y o c h e n ta y cuatro
habitantes en c o n ju n to 60. Frante a Rípodas,
al o tro lado del Irati, hacia el O e ste, q u e d a el
pueblo de San V icente y al Sur de éste, en el
m ism o sector, T abar y A ldunate al e x tre m o
suroccidental. Son éstos en q u e tam bién se
nota la decadencia de los q u e no se hallan en
red de caminos fuerte.
En San V icente hay edificios rústicos de
piedra seca casi, com o e n toda la zona y las
m ontuosas más meridionales. Casas d e piedra
de aspecto hosco. Algunas góticas, fo rm an d o
alineación con pu e rta ojival y desarrollo mí-
Fig. 210-P alacio de Rípodas.
183
nim o del piso, con huecos irregulares, sin
alero y gran chim enea. En alguna casa m o ­
d esta s o rp r e n d e el resto d e un e scu d o con
águila bicéfala, eco de la influencia imperial
e n tr e los b e a m o n te s e s y ad o rn o s m u c h o más
m o d e rn o s (1797) y po c o c o m u n e s (figs. 212,
213 y 214). T a m b ié n e n alguna casa d e Tabar. m o d e sta asim ism o, se hace gala de un
p e q u e ñ o lujo d e corativo (fig. 215), fechado
e n 1690 y con n o m b re d e p ro p ie ta rio difícil
de leer: un Yoldi, p o r lo m enos. P or último,
en A ldunate e n c o n tra m o s casas abandonadas
con larga fachada, con arco ojival al c e n tro y
ventanas hechas d e s p u é s sin duda, sin alero
p e ro gran chim enea, c o m o las de San V icente
(fig. 216).
Fig. 211 -E stado antiguo ideal del palacio de Rtpodas.
Fig. 2 1 2 .-C asa gótica. San Vicente.
184
] 85
Fig. 2 16 .-C a sa abandonada. A id uñate.
186
NOTAS
1. F. Z a b a lo , «El re g istro ...» , p. 67 (n .° 4 0 5 , etc.).
2. F. Z a b a lo , «El re g istro ...» , p p . 1 3 6 -1 3 7 (n ú m e ­
ros 1 .7 2 7 -1 7 3 7 ).
3. J. C arrasco P é rez , «La p o b la c ió n ...» , pp. 4 7 1 47 3 (n ú m e ro s 2 4 6 -2 7 6 ).
4. « U rra u l d e S uso» fre n te a « U rra u lt d e yuso» en
1476. Y anguas, « D ic c io n a rio ...» , III, p. 4 7 5 .
5. « N a v a rra » , II, p. 4 8 5 . 8 3 m e n o s q u e e n 1 9 0 0 y
114 m e n o s q u e e n 1888.
6. M ad o z, X V , p. 2 3 3 , a, d a 9 4 0 alm as y 4 8 4
vecinos.
7. H ay algún te x to q u e p a re c e a d e la n ta r la p é rd id a
aquí en p o c o s añ o s, a u n q u e , d e to d as fo rm as, es im p re ­
ciso. En u na b iog rafía d el P a d re E steb an d e A doain,
q u e nació e n 1808 , se dice q u e d e v u e lta a E u ro p a a los
sesen ta y cinco añ o s, e n B ay o n a, volv ió a « a p re n d e r
vascuence o h ab larlo co n m ás p ro p ie d a d , a p e rfe c c io ­
narse en e sta m ilen a ria len g u a, q u e e n sus p rim e ro s
años a p re n d ió , p o r se r la q u e se h ab lab a e n A doain,
a u n q u e no mucho después se p e rd ió su u so ...» . C o m o el
fraile m isio n e ro d e jó el p u e b lo en 1828, a los v ein te
años, se p o d ría p e n sa r q u e el b a rrid o lin g ü ístico e m ­
p ezó al tie m p o d e la g u e rra civil p rim e ra , p e ro q u e en
1860 aún hab ía h o m b re s d e la g e n e ra c ió n d e l P ad re
E steban q u e lo hab lab an . Ild e fo n so d e C iáu rriz. «V ida
del S iervo d e D io s P. Fr. E steb an d e A d oain» (B a rc e ­
lona, 1913), p. 355.
8. H o ja 116 d el m a p a a escala 1 : 5 0 .0 0 0 del
In s titu to G e o g rá fic o y C atastral.
9. « D iccio n a rio ...» d e 1802, 1, p. 2 4 0 , b. T re c e
v ecinos y s e te n ta alm as en M ad o z, V II, p. 4 5 6 , b.
10. I, p. 136, a.
11. M ad o z, III, p. 197, a.
12. F. Z a b alo , «El re g istro ...» , p. 67 (n .° 41 7 ).
13. J. C arrasco P é re z , «La p o b la c ió n ...» , p. 473
(n ú m e ro s 2 7 7 -2 8 0 ).
14. Ja c o iste a p a re c e co m o sim p le caserío en el
d iccio n ario d e 180 2 , I, p. 3 9 3 , a, re d u c id o a u n a sola
casa en la q u e h a b ita b an o n c e o d o c e p e rso n a s. En
M adoz p. 4 9 2 , a «Jacoisti» co n u n v e cin o , d iez alm as y
dos casas « d e co n stru c c ió n o rd in a ria d e cal y can to » .
H ay q u e llam ar la a te n c ió n so b re la lab ra q u e está
en cim a del arco.
15. « N a v a rra » , II, p. 4 8 6 .
16. « D iccio n a rio ...» d e 1802, II, p. 185, a. M adoz
X II, p. 277 da o n c e casas y v ecin o s, y o c h e n ta y n u ev e
alm as.
17. « N a v a rra » , II, p. 9 3 8 , b.
18. « D iccio n a rio ...» d e 1802, II, p. 3 5 4 , a.
19. « R o u e rg u e ro m á n » (Z o d ia q u e , 1963) pp.
38-40. T e x to de G e o rg e s G aillard , M arie M a d e le in e S.
G a u th ie r, Louis B alsan y D o m A n g élico S u rch am p .
20. D e ta lle s en G a stó n D e sja rd in s, « C artu la ire d e
l’abb ay e d e C o n q u e s e n R o u e rg u e » (P aris, 1879); A.
B o u ille t, « L ib er m ira c u lo ru m S anctae Fideis» (P aris,
1897). V e r ta m b ié n las pp. 8 6 -8 9 d e la o b ra citada
antes.
21. « D iccio n a rio ...» d e 1802, II, p. 3 5 4 , a.
22. « N a v a rra » , II, p. 4 8 6 .
23. « D icc io n a rio ...» , d e 1 8 0 2 , I, p. 12, a-b.
24. Y anguas y M iran d a, p. 13.
25. « D iccio n a rio ...» d e 1802, I, p. 38 7 , a.
26. Fol. 3 2 , 4.
27. Fol. 33, 1.
28. Fol. 2 4 , 6.
29. M artin e n a , «Palacios cab o de A rm e ría » , II,
p. 15.
30. « D iccio n a rio ...» d e 1802, II, p. 520.
31. M adoz, X V I, p. 4 4 0 , b.
32. « N av a rra » , II, p. 4 8 8 .
33. H o ja 143.
34. « D iccio n ario ...» d e 1802, I, p. 7, a.
35. M ad o z, I, p. 8 4 , a.
36. « N av arra » , II, p. 4 8 5 .
37. F o to e n el fo lleto d e T e ó filo d e A rb eiza, «Esteb a n d e A d o áin » , n.° 50 d e «T em as d e c u ltu ra p o p u lar» (P am p lo n a, s.a.), pp. c en trales.
38. « N av arra » , II, p. 4 8 9 .
39. « D iccio n a rio ...» d e 1802, II, p. 4 1 7 , b.
40. « D iccio n a rio ...» d e 1802, I, p. 114, b. V eintio ch o casas, tre in ta y c u a tro v ecinos y c ie n to c in c u e n ta
alm as en M adoz, H ay o tro A rtied a c e rc a d e Sos.
41. A ltadill, II, p. 4 9 1 , d a tre in ta y cinco casas y
c ie n to c in c u e n ta y seis h ab itan tes.
42. M a rtin en a , «Palacios cab o d e A rm e ría » , II, p.
15. « Itin e ra rio s p o r N a v arra » , I, p. 148, b u e n a fo to de
c o n ju n to .
43. Y anguas y M iran d a, « A d icio n es» , pp. 40-42
(« A rtie d a » ), V e r « D iccio n a rio ...» I, pp. 6 5 -6 6 .
4 4 . Y a n g u a s , « A d i c i o n e s ...» , p p . 3 6 4 - 3 6 5
(« U riz» ).
45 . D o n R o d rig o d e U riz fu e m u e rto p o r o rd e n
d e C arlo s II en 1376. Y anguas y M iran d a, « D iccio n a rio
d e a n tig ü e d a d e s...» , III, p. 4 7 4 . Se le acusó d e in te li­
g en cia con los castellanos.
46. Y anguas y M iran d a, « A d icio n es» , p. 147.
47. M a rtin e n a , «Palacios cabo d e A rm e ría » , II,
p. 15.
48. Fol. 4 0 , I (« A rtie d a en Val d e U rra u l), falta el
del fol. 20, arran cad o .
4 9 . Y anguas y M iran d a, « A d icio n es» , p. 247.
50. V éase la citada h o ja 142, c o rre s p o n d ie n te a
Aoiz.
51. « D ic c io n a rio ...» , d e 1802, I, p. 114, a-b. Iban
los m ástiles hasta T o rto sa . El p u e n te q u e d ó m uy d a ­
ñ a d o con la fam osa crecid a d e 1787.
52. « A rte M edieval N av a rro » , IV , p. 20, lám ina
5, b.
53. B lasón en P e d ro d e A zcárraga, fol. 54, I.
54. Al h ablar, e n g e n e ra l, d e la casa con p atio.
55. « D e arch.» V I, 3, 1-2
56. M a rtin e n a , «Palacios cabo d e A rm e ría » , 11,
p. 15.
57. Fol. 36, 4.
58. Fol. 4 3 , 3- B lasón d is tin to al q u e d e sc rib e
M artin en a .
59. Y anguas y M ira n d a , « A d icio n es» , p. 2 4 7 .
60. « D iccio n a rio ...» d e 1802, II, p. 2 7 5 , b.
187
C A PITU LO IX
LU M B IER Y EL ROM ANZADO,
LIED EN A Y N A V A SCU ES
1)
2)
3)
4)
Lumbier.
El Romanzado.
El «corriedo» de Liédena y Yesa.
El almiradío de Navascués.
AI Este d e U rrau l B ajo y al Sur d e U rraul
Alto q u e d a un valle q u e recibe el n o m b re del
R om anzado, n o m b re qu e parece te n e r un
alto significado lingüístico. P e ro c o m o e n ti­
dad separada del m ism o, q u e en un tie m p o se
adscribió tam b ié n a U rraul, está la villa de
Lum bier con su té rm in o \ villa q u e se p r e ­
senta con raíces históricas sólo com parables a
¡as de P am plona e n tre Jos núcleos estudiados.
m ano, según su n o m b re indígena. D e todas
formas, los doc u m e n to s m edievales qu e alu­
d e n a él dan grafías enigmáticas. Así, en 1142
aparece com o «Lom ber» en un texto en que
se recuerda que allí estuvo quince días el
C o n d e de B a r c e lo n a 8. D espués, en 1274,
«Lombier» 9, y en 1198 ya «Lom bierr» 10. En
todo caso son formas romances. ¿ Q u é decir
más de la antigua?
D e s d e antiguo se c onsidera q u e c orres­
p o nde a una entidad citada p o r Plinio, en tre
los p u e blos estipendiarios (com o otros vascones): la de los «iluberitani» o «ilum beritani» 2. La reducción ya la dan O ih e n a rt 3 y
M o r e t 4, el cual trazó su historia utilizando
d o c u m e n to s de su archivo 5 y dio una eti­
m ología del n o m b re afirm ando qu e vale tanto
com o «ilum berri» = tierra n e b u l o s a 6, a
causa de su posición e n tre ríos. La etim ología
es más que dudosa. Sobre esto se volverá.
M o re t m ism o indica que, según un d o c u ­
m e n to qu e se hallaba en el c o n v e n to d e las
m onjas benitas, h u b o en L um bier una «nueva
población» m edieval, q u e aumentó D o n San­
cho el F u e rte y acabó D o n T e o b a ld o I, su
sobrino 7.
N o m b r e de persona aquitano-pirenaico es
«Ilurbe» (?) 11. T am bién en dativo «Ilurberrixo» 12. T e ó n im o , p o siblem ente, «Ilumber» 13 o «Lum ber». Los «iluberitani» serían
acaso g entes del m ism o «stock». P e ro el h e ­
cho de que O ih e n a rt diga que en vasco Lum ­
bier es «Irum berri», nos po n e ante una ciu­
dad «Irun», nueva «berri» distinguible d e los
«iri», «ili» = pueblo, conocidos y relacionable con «Iruña», «Irun», etc.
Los dos datos nos hacen pensar qu e antes
h u b o un m o m e n to o un p e río d o largo acaso,
en q u e L um bier e x p e rim e n tó gran d e c ad e n ­
cia. A ntes d e esta repoblación, bastante tar­
día, son escasas las referencias a un poblado
de cierto tam año, q u e h u b o de ser el p r e r r o ­
Lum bier, com o otras poblaciones p e n in ­
sulares, plantea un problem a arqueológico
parecido al qu e plantean en las Galias bas­
tantes núcleos de población cuadrangulares,
que recuerdan a cam pam entos rom anos, p e ro
q u e p o r el m o m e n to carecen de testim o ­
nios 14. D e todas m aneras, dados los a n te c e ­
dentes, más bien p u e d e su p o n erse q u e fue
una p e q u e ñ a población fortificada al estilo de
Pam plona, p e ro con un trazado más seguro,
q u e recuerda el de ciudades m ayores. H a b rá
q u e estudiarlas a la luz de lo q u e sabem os de
recintos com o el grande de B u rdeos y los
191
más p e q u e ñ o s de B a yonne y Dax. El pri­
m e ro , d e 375 m. x 275 (a lre d e d o r de diez
hectáreas) y el segundo, de 225 m. x 150
(tres hectáreas con 500 m.) 15.
La situación de L um bier, s o b re un a e m i­
nencia con el río d e b a jo , ha sido descrita
varias veces 16. La posición, e n alto, con el río
Salazar al Sur y un p u e n te al Suroeste, es lo
q u e destaca p r im e ro el visitante. T a m b ié n es
la qu e q u e d a resaltada en la planta del p u e b lo
(fig. 217). P ero en éstas se ve m e jo r la co n s­
titución maciza del núcleo con una especie de
«cardo» m uy bien m arcado, varias calles q u e
en un sen tid o parecido se ajustan más a las
irregularidades del c e rro o m acizo y algunas
q u e las cruzan, p e ro tam bién irregularm ente.
Es claro qu e la e stru c tu ra maciza ha ido au­
m e n ta n d o con las gene ra c io n e s y q u e L um ­
bier d e b ió te n e r en tiem pos m edievales en
q u e se le p u e d e n dar a lre d e d o r de 500 habi­
tantes: acaso más, si se considera lo n u m e r o ­
sas q u e podían ser las familias rep re sentadas
p o r cada fuego.
En los registros d e 1280 L um bier aparece
c o m o «Lom birr» o «L om bier», con una casa
fuerte, y un m e rc a d o co n o c id o 17. «Lombierr» en 1366 tiene una población c o n sid e ­
rable d e n tr o del c o n ju n to de la tierra. U n a
nóm ina m en c io n a hasta n oventa y nueve p e r­
sonas, h o m b re s y m u je res, con oficios 18. La
fogueración da treinta y nueve y se coloca en
cabeza d e «Val d e Longuida» 19, cosa q u e
parece rara. La población de L um bier c o m ­
p u e sta de dos clases, hidalgos de un lado y
ruanos francos de o tro , andaba m uy dividida
años después, de su e rte q u e en 1396 Carlos
III, para rem e d ia r elmal, hizo hidalgos a to ­
dos los vecinos 20. D e tie m p o tam b ié n bas­
tante antiguo son las concesiones de ferias y
m ercados, que, con otro s privilegios r e c o n o ­
ció el D u q u e d e Alba en 1512 cu a n d o se le
e n tre g ó la v i ll a 21.
P o r esta é p o c a e ra población qu e tenía un
castillo con alcaide 22 y constituía un almiradío 23 y su e scudo aludía, sin d u d a a la co n d i­
ción de fortaleza q u e se le asignaba; un casti­
llo d e plata acostado en c am po d e azur en
jefe d e una estrella y un creciente d e luna en
el m ism o color. En 1802 tenía 2 8 0 casas
útiles, veinticuatro arruinadas y 1.548 habi­
tantes 24.
M adoz da a L um bier 340 casas de cons­
trucción antigua y pocas com o d id a d es, re p a r­
192
tidas en nu e v e calles, éstas, sí, buenas y e m ­
p edradas, con dos plazas: una para la v enta de
frutas y granos; la otra, para la de ganado.
H a b ía un m erc ad o todos los lunes y feria el
27 d e m ayo, q u e d ebían c o rr e s p o n d e r a los
creados en el siglo X V . Le asignaba una
población d e 313 vecinos, es decir, algo más
qu e casas, y 1.600 almas. C o m e rc io bastante
nutrido, p o rq u e había veintidós tiendas am én
d e veinticuatro alfares, alguno d e los cuales
aún funciona en el barrio de C horropico.
L um bier tenía significado particular e n la
arriería. M adoz indica tam bién qu e los arrie­
ros d e tierra de Jaca usaban d e m o d o especial
el p u e n te d e Je sú s c o rta d o p o r M ina, d u ran te
la g u e rr a de la Indep e n d e n c ia . P e ro la villa
qu e d a b a un po co apartada de la c a rre te ra de
P am p lo n a a Sangüesa, a la q u e le unía un
ramal 25.
A com ienzos de este siglo L um bier había
crecido bastante, p u e s to q u e Altadill le da
2.011 habitantes en 445 edificios, sólo v e in ­
tio c h o d is e m in a d o s , e n un té r m in o de
5 .8 4 5 ’8 1 ’53 h e c tá r e a s 26. La alfarería había
dism inuido a diez hornos; p e r o había hasta
seis posadas y una fonda y tráfico de ganados,
pieles, vinos, aceites, cereales y m ad e ra 27. La
posición de L um bier e n la confluencia del
Irati y el Salazar explica la a bundancia de
tratos de d e te rm in a d a clase. T a m b ié n el desa­
rrollo u rb a n o en form as significativas. C o m o
en otros pueblos de la m ism a cantidad de
habitantes y otros m ayores, la calle q u e lo
cruza de un lado a o tro , q u e term in a en la
c a rretera es la q u e cuenta, de un lado, con
edificios más m odern iza d o s y más altos, hasta
de tres pisos, cuatro huecos p o r piso, balco­
nes y galerías superiores, tiendas y com ercios
con escaparates (fig. 218). Se ve, a veces, q u e
e n ella y otras centrales, las casas antiguas han
sido reform adas, au n q u e bastantes conservan
su e stru c tu ra antigua (fig. 219). Arcos ojiva­
les se c o m binan con balcones m o d ern o s;
tam bién los de m e d io p u n to sobre una planta
inferior de cantería y con o tro s d e ladrillo
(fig. 220).
A veces, en la p a rte inferior, p é tre a, hay
un arco central y otros dos más p e q u e ñ o s
laterales y la altura es m ayor; de tres pisos
levantados e n ladrillo, con tres huecos p o r
banda; dos d e balcones (fig. 221). En casos, la
casa tiene dos g randes arcos d e en tra d a, un
piso con dos balcones y o tro s dos con v e n ta ­
nas (fig. 222). En épocas más m o d e rn a s se
han co n c eb id o casas con una p u e rta central
cuadrada y d o s rejas laterales sobre cantería
cuidada con un balcón c o rrid o en el piso
p rim ero, d e ladrillo y o tro s tres huecos de
ventanas grandes e n el segundo y m e n o re s en
el terc ero (fig. 223).
Las calles y c a n tones secundarios o más
estrechos no d e ja n d e p re s e n ta r m uestras de
algunas reform as, a u n q u e en ellos se p u e d e n
e n c o n tra r casas m e n o s cambiadas, góticas, al­
gunas de las q u e siguen siendo de labranza
(fig. 224). O tras, q u e parecen más complejas;
siem pre con la parte d e piedra abajo, la de
ladrillo arriba, con ligeros saledizos y arcos
de ladrillo a veces (figs. 225 y 226).
nación de ladrillo y piedra e n casas señoriales
d e aire más m eridional, o herm osas casas de
ladrillo en su pro p o rc ió n m ayor (salvo e n la
parte más baja d e la planta baja) con ventanas
cuadradas en el p rim e r piso y amplia galería
con arcadas en la segunda, d e tipo m uy ibé­
rico o navarro-aragonés m eridional (figs. 229,
230. 231 y 232). L um bier abunda en blaso­
nes de familias hidalgas, d e inscripciones reli­
giosas y de buenas puertas talladas. La colec­
ción fotográfica d e U ranga da buena idea de
to d o lo dicho (figs. 233, 234, 235). Pero
m o d e rn a m e n te ha decaído d e m o d o sensible
en lo qu e se refiere a población.
La cifra máxima, en efecto, la da en 1860
con 2.013 habitantes. Algo m e n o r es la de
com ienzos de siglo, com o se ha visto. Pero
de 1930, en que tiene aún 1.933, baja a
1.658 en 1960 y a 1.593 en 19 7 5 28. Esta
decadencia demográfica es aún m ayor en los
pueblos p e q u e ñ o s de sus alrededores.
Algunas calles en cuesta y dete rm in a d o s
e le m en to s d e la construcción nos p o n e n ante
imágenes q u e nos llevan al cercano m u n d o
francam ente pirenaico, d e los valles de Salazar y Roncal (figs. 227 y 228). En otros
rincones y angosturas e n c o n tra m o s la c o m b i­
II
El R o m a n z ad o es un valle q u e aparece
con entidad p ro p ia en los diccionarios y obras
geográficas sobre N avarra. En el diccionario
de 1802 se nos dice q u e está constituido p o r
Adansa, A rboniés, Arielz, B erroya, Bigüézal,
D o m e ñ o , Iso, M urillo, N apal, O r r a d r e y
U s ú n q u e e n los negocios públicos form aba
un c u e rp o con L iédena y U rrau l A lto y Bajo,
de s u e rte q u e en los n o m en c láto res q u edaba
unido a los U rrau le s 29. M adoz da a A rboniés
c om o c e n tro m unicipal 30.
Y anguas y M iranda rep ite q u e en ciertos
asuntos el R o m a n z a d o se asocia con Urraul
A lto y B ajo y con el co rried o d e Liédena,
p e ro añade: « O b sé rv ese qu e los habitantes
de e ste valle y los del A lm iradío de Navascués, sus vecinos, han hablado siem pre el
idiom a castellano o rom ance, a diferencia de
U rraul, en q uienes ha prevalecido el vas­
c uence con cierta antipatía hasta el p u n to de
m irar con repugnancia la unión d e las familias
p o r m e d io de los m atrim onios; e sto da a
p resu m ir - c o n c l u y e - qu e el valle R om anzado
fue poblado de rom anos o de habitantes del
m ediodía de N avarra, y que, a causa d e su
distinto lenguaje, le d ieron los vascongados
el n o m b re de R om anzado» 31. H a b r á q u e
observar q u e la form a es c o m p le ta m e n te r o ­
m ance y q u e en los textos antiguos no parece
registrarse con valor administrativo. T a m b ié n
qu e los n om bres de los pueblos son a veces
rom ances, com o M urillo, otros parecen ro ­
m anceados según norm as q u e se dan e n va­
lles vecinos; así, p o r eje m p lo , A rboniés. D e
otros se conoce la form a vasca, c o m o e n el
caso de Bigüézal. O tro s son enigmáticos.
D e todos estos núcleos parece q u e siem ­
pre el m ayor ha sido Bigüézal, q u e a c o m ie n ­
zos de siglo tenía unos 237 habitantes. O tro s
e ra n m uy p e q u e ñ o s, c o m o A dansa con
quince. El m ayor llegaba a te n e r sesenta casas
y el m e n o r ocho 32. T a n to en Bigüézal, com o
en A rboniés, se señala la existencia d e pala­
cios cabo de A rm ería 33 qu e com o tales están
en el índice de Azcárraga 34.
Bigüézal es un núcleo constituido p o r una
193
calle-camino, una an c h u ra e n tr e la iglesia y
otras dos calles secundarias. H ay, e n efecto,
una casa señorial vieja d e p ie d ra y c o m o en
to d a la zona algún resto g ó tic o d e p ie d ra en
p u ertas y ventanas, cosa q u e se rep ite incluso
en la construcción más rústica del p u e b lo más
p e q u e ñ o , es decir, A dansa (fig. 236). O t r o
tan to p u e d e decirse d e D o m e ñ o , d o n d e hay
alguna p o rta d a de pied ra con fecha e n el arco
d e m e d io p u n to ; fecha bastante vieja (1622),
a u n q u e no tan to c o m o la de O r o r b ia o la de
M aya (fig. 237) 35. P e ro e n general, el R o ­
m an z a d o y sobre to d o la p a rte m ás fragosa, es
tierra d e las q u e más han sufrido del éxodo,
d e su e rte q u e de 1860, en q u e tenía 972
habitantes, a 1975 ha q u e d a d o casi d e s p o ­
blado, p u e s to qu e en esta fecha se le asignan
215 36. El d e scenso m ayor arranca, c o m o casi
siem pre, d e 1930, o d e la g u e rra civil.
III
Es curioso a d vertir q u e en gran p r o p o r ­
ción de diccionarios de la lengua española no
está la palabra «corriedo». Esto a pesar de
q u e ha sido m uy usual en el lenguaje adm i­
nistrativo y familiar todavía en zonas c o m o la
de la M o n ta ñ a d e Santander.
Esta falta se advierte asim ism o e n los
diccionarios etim ológicos. Parece q u e la pa­
labra tiene q u e relacionarse con las derivadas
d e « c u rre re » , c o rre r, c o m o «corro», «co­
r re o » , y aun «corral» 37.
En esta zona d e N a v a rra d e p r e d o m in io
a ntiguo del ro m ance sobrevivió la palabra
c o rrie d o para aludir a la u n ió n o c o m un idad
d e los p u e b lo s d e L iédena y Yesa, q u e c o m o
tal «corriedo» se unía e n ciertos negocios con
los U rraules y el R o m a n z a d o 38.
Iribarren, p o r su parte, recoge del diccio­
nario d e O choa, d e 1841, la noticia de q u e
m u ch o s valles estaban divididos e n corriedos
y alm iradíos y q u e tam bién en alguna p a rte se
daba la voz c o m o e q uivalente a la de «cendea», d e su e rte q u e se diría - p o r e je m p lo q u e Barasoain es «corriedo» o «cendea» de
la V a ldorba 39.
En to d o caso, hoy los dos p u e b lo s citados
fo rm a n dos ay u n tam ien to s y un te rc e ro d e n ­
tro del área, más a s e p te n trió n , lo constituye
el antiguo alm iradío d e Navascués.
Liédena es población antiquísim a q u e p o ­
sib le m e n te tiene continuidad d e s d e la época
rom ana, en la cual existía allí ya un a villa
agrícola c o n o c i d a 40. El P adre M o r e t ya ex­
194
tractó un d o c u m e n to en qu e Iñigo Fortuniones renuncia al d e re c h o qu e tenía sobre ella,
la cual fue d o n a d a p o r el rey Sancho G arcía a
Leire, a cam bio de Sansoain. Este d o c u m e n to
data de 1104 41 y e n o tro m uy anterior, de
919, aparece c o m o una «villa» 42. D e s p u é s
Liédena siguió te n ie n d o q u e ver m u c h o con
el m o n aste rio cé le b re y cercano. En 1270
T e o b a ld o II confirm aba al m o n a ste rio las d o ­
naciones antiguas allí y e n otras partes 43.
L iédena aparece luego m uchas veces, con
su concejo. En los tiem pos m o d e rn o s no
p ro sp e ró excesivam ente.
Situado al N o r t e de Sangüesa sobre el
Irati, antes de qu e afluya al A ragón, el caserío
se o rie n ta d e N o r t e a Sur en una cuesta, con
la sierra d e Leire al N o r te . La p a rte baja del
té rm in o llega al A ragón 44. El p u e b lo se ha
constituido en cuesta sobre varios caminos
con algunos alineam ientos de casas más m o ­
dernas 45 y la iglesia e n el núcleo más macizo
y antiguo. C o m o edificios aislados no hay
gran cosa de interés.
T a m p o c o e n el o tro p u e b lo del «co­
rrie d o » q u e es Yesa, e n cuyo té rm in o Leire
abso rb e la atención de los viajeros. Y esa es
un núcleo co m p a c to q u e q u e d a al Sur d e la
ca rre te ra d e P am p lo n a a T ierm as, constituido
p o r varias calles irregulares y algún anchuró n 46. P u e d e considerarse qu e el p u e n te so­
bre el A ragón q u e q u e d a al S u d o e ste le dio
en un tie m p o particular significado, para co­
m unicar al p u e b lo con Javier, Sangüesa y el
b o rd e d e N a v a rra con A r a g ó n 47. Fue d u ­
rante m u ch o del m o n aste rio d e Leire y en
1263 éste le fijó la pecha en sesenta cahices
de trigo «m eitadenco» y doce dineros sanchetes p o r «opilarinzada» 4S. A ntes, en 1173,
un abad le había exim ido, ju n to a o tro s p u e ­
blos, de las pechas de galleta, «delgata» y
otros malos usos y les dio el fu ero de Jaca
para su gobierno. El texto parece indicar que
Y esa y los otros lugares necesitaban d e m a ­
yor población. P or este texto se ve q u e tres­
cientos treinta y un años antes un rey de
N avarra había hecho donación a Leire del
pueblo: en 9 14 49. Estamos, pues, a nte p u e ­
blos con historia rem o ta d e n tr o del rein o de
Navarra.
IV
D e s d e el p u n to de vista de la planifica­
ción tiene más interés la villa de Navascués,
que q u e d a al N o r t e del R o m anzado, al Este
de U rraul, al O e s te del valle de Roncal y al
Sur de Salazar; el río de este n o m b re divide
el térm in o en dos partes, de N o r t e a Sur y
pasa al O e s te del casco u rb a n o de Navascués,
que q u e d a en un alto 50. N avascués tiene un
fuero que, p o sib le m e n te, c o n tribuye a que
nos expliquem os su forma.
P o rq u e , en efecto, data de la época de
Sancho el Sabio, el gran p r o m o to r de u rbani­
zaciones planeadas en las fronteras d e sus
dom inios. Este fuero se fecha en 1185 y fue
analizado ya p o r M o r e t 51. H a y confirm acio­
nes del fuero. P e ro más significativas que
éstas son los privilegios dados e n 1417 po r
Carlos III declarando a todos los vecinos que
fuesen hijosdalgos, francos e i n g e n u o s 52.
Esto coincide con o tro s privilegios similares
dados a distintos valles y pueblos de frontera.
Pero N avascués no se desarrolló com o
otros de tal carácter. En 1802 tenía sesenta y
cuatro casas útiles con 373 habitantes 53. Altadill le d a una cifra m u c h o más alta: 320
viviendas y 6 1 0 habitantes. D e todas m an e ­
ras, lo más in te resa n te de N avascués es la
planta 54.
P o rq u e , en efecto, sobre un c e rro de
form a elíptica, o r ie n ta d o de Este a O e ste, la
vega junto al río, se alza un c o n ju n to consti­
tuido p o r u n a calle central y más larga, a la
que flanquea la iglesia al O e s te , otra calle
paralela hacia el N o r t e , una terc era algo más
larga p o r el Sur y aún una cuarta irregular por
el m ism o lado y con espacios vacíos. Luego
hay bordas y edificios disem inados. D e n t r o
del núcleo había espacios sin construir y los
cantones se distribuyen no del to d o regular­
m ente. P e ro el plan es claro.
Navascués hoy es un p u e b lo bastante
bien cuidado, a lo m enos en lo exterior, con
casas blanqueadas o com b in a n d o el b lanqueo
y la cantería o sillar a veces a la m oderna. Se
ven fachadas con arcos de m ed io p u n to y
otros e lem entos qu e nos son conocidos en
los valles m ontañosos próxim os. P ero los te ­
jados aún no se em pinan, com o en el Roncal,
p o r encim a de Burgui, qu e q u e d a a su m ism a
latitud.
Los núcleos que c o rre s p o n d e n al R o m a n ­
zado, además de Navascués, son: Aspurz,
poblado de señorío antiguo, en d o n d e había
un castillo de cierta fama 55.
Racas A lto y Racas Bajo, dos caseríos en
la zona occidental y más fragosa, de tosca
edificación p étrea (fig. 238), q u e contrasta
con los blanqueos de N avascués y tam bién
con alguna casa de Aspurz, con fachada de
buena cantería (fig. 239). C o n trasta tam bién
en su severidad de color el núcleo de Ustés,
sobre el Salazar y al N o r t e del térm ino; un
p ueb lo -p u e n te , con dos casas grandes d e te ­
jado a cuatro aguas e iglesia con e le m e n to s
rom ánicos 56 (fig. 240). U stés tiene fuero de
1 19 5 97 y privilegio de hidalguía de 1498
justificado en q u e sus vecinos guardaban la
frontera del reino con gran vigilancia 58.
Más de un siglo antes de darse el fuero de
U stés, había una casa del rey q u e Sancho
Ram írez dio a Leire, con o tro s bienes 59. Al
Sur del térm ino de N avascués al Este del
195
R o m a n z ad o , el últim o p u e b lo de N avarra,
lindante con A ragón y Salvatierra de Esca, es
Castillo N u e v o . P o r su té rm in o pasa un ria­
c h u e lo q u e va al Esca y q u e se llama nada
m e n o s q u e G a ro n a 60.
El p u e b lo q u e d a e n
El núcleo u rb a n o tenía
ficios a com ienzos del
fue p u e b lo p u e s to e n
un alto, a 802 m etros.
cua re n ta y nueve e d i­
siglo 61. Sin du d a q u e
litigio, d isp u ta d o con
los aragoneses. En 1216 u n a bula d e H o n o r i o
III confirm aba al rey d e N a v a rra e n su p o s e ­
sión, así c o m o en la de las otras fortalezas de
f r o n t e r a 62. La significación d e C a stillo
N u e v o ha ido m e rm a n d o . En su caso, com o
e n el d e o tro s p u e blos d e la frontera, la
posición q u e d a c o m o un re c u e r d o del pa­
sado.
NOTAS
1. H o ja s 142 y 174 d el m ap a a escala 1 : 5 0 .0 0 0
d el In s titu to G e o g rá fic o y C atastral.
2. N . H ., III (3) 24. La fo rm a « -ilu m b e rita n i» .
3. D e é ste la to m a el P a d re H a rd o u in , e n su
ed ic ió n d e P lin io ; a n o ta , « A b o p p id o q u o d G alli Lombier in N av arra; inco lae V asco n ice IRUMBERRI v o can t,
te s te O ih e n a rto pag. 9 0 leucis V II, a P o m p e lo n e » ,
«C aii Plinii S e cu n d i H isto ria e N a tu ra lis libri X X X V II» , ed. «in u sum S e ren issim i D e lp h in i» I (P aris,
1723), p. 143, n o ta 8. O ih e n a rt, « N o tic ia d e las dos
V asconias, la ib érica y la a q u ita n a » , tra d u c c ió n del
P ad re Ja v ie r G o ro s te rra tz u (San S eb astián , 1929), p. 73
(lib ro II, c a p ítu lo I).
4. « A n n ales...» ed . cit. I, p. 4 3 , b (lib ro I, cap ítu lo
IV , § II, n .° 13).
5. « In v e s tig a c io n e s h is tó ric a s ...» , ed . cit. pp.
6 3 -6 4 (lib ro I, c a p ítu lo II, § X V , n .° 82).
6. « In v e stig a c io n e s...» , cit. p. 105 (lib ro I, cap ítu lo
V , § III, n .° 14).
7. « A n n ales...» ed . cit. III, p. 2 6 5 (lib ro X X II,
c a p ítu lo II, § II, n .° 7). Y an g u as y M iran d a. « D ic c io n a ­
rio de a n tig ü e d a d e s...» , II, pp. 2 9 4 -2 9 6 , su m in istra
d a to s d e sd e Luis H u tin a 1512. El « D ic c io n a rio ...» d e
1802, I, pp. 4 6 8 , b -4 6 9 a, es útil tam b ié n .
8. G o ñ i G a z ta m b id e , « C atálo g o d e l A rc h iv o c a te ­
d ral d e P am p lo n a» I, p. 54 (n .° 224).
10. Id o a te , « C atálo g o d e los c a rtu la rio s re a le s» , p.
2 6 8 (n .° 541) c o n firm a c ió n d e los fu e ro s d e E n riq u e I.
C o n firm a c io n e s re p e tid a s e n 1 3 0 7 , p p . 291 (n .° 58 9 ) y
2 9 9 (n .° 6 1 2 )
10. « C atálo g o d el A rc h iv o G e n e ra l» , I. p. 84
(n .° 124).
11. J u lie n S acaze, « In s c rip tio n s a n tiq u e s d e s
P y ré n é e s» (T o u lo u s e , 18 9 2 ), n .° 1 1 9 en T ib ira n .
12. Sacaze, op. cit. p p . 4 6 3 -4 6 4 (n .° 37 5 ), Escuñ ace, valle d e A rán.
13. Sacaze, op. cit. p. 341 (n .° 2 8 3 ). S ain t B éat.
14. A lb e rt G re n ie r , « A rc h é o lo g ie g a llo -ro m a in e » ,
p rim e ra p a rte (P aris, 19 3 1 ), p p . 2 5 6 -2 5 8 .
15. G re n ie r , op. cit. p p . 4 1 0 , fig. 114; 4 2 5 , fig.
129 y 5 2 6 , fig. 130.
196
16. « N a v a rra » , II, p p . 4 2 7 -4 3 1 , c o n p lan o y foto.
M ad o z X , pp. 4 6 5 , b -4 6 6 a.
17. F. Z a b a lo , «El re g istro ...» , p. 67 (n .° 4 1 1 )
« L o m b ie rr» . Lo m ism o e n p. 87 (n .° 87 3 ). M e rc a d o a ia
pp. 104 (n ú m e ro s 1 .1 6 8 -1 .1 6 9 ), 176 (n ú m e ro s 2 .5 2 6 2 .5 2 7 ). C asa p. 179 (n .° 2 .5 6 3 ).
18. J. C arra sc o P é re z , «La p o b la c ió n ...» , pp. 4 8 6 4 8 7 (n .° 317).
19. J. C arrasco P érez , «La P o b la c ió n ...» , p. 501
(n .° 4 1 5 ).
20. Y an g u as y M ira n d a , « D ic c io n a rio d e a n tig ü e ­
d a d e s» , II, p. 2 9 4 , d ice fran co s y la b ra d o re s. « C atálo g o
d e l A rch iv o G e n e ra l» X X I, p. 4 6 8 (n .° 1.0 6 7 ) dice
hid alg o s y francos.
21. Y an g u as y M iran d a, « D icc io n a rio d e a n tig ü e ­
d a d e s» , II, p. 2 9 5 . La co n c e sió n d e d o s ferias, u n a a
p rin cip io s d e m ay o , o tra el d ía d e San Lucas fu e h e ch a
p o r la p rin c e sa D o ñ a L e o n o r en 1467 e n p re m io a la
re siste n cia q u e h ic ie ro n los d e la villa c u a n d o fue
c e rc a d a p o r D o n A lo n so d e A rag ó n , p o rq u e seg u ía al
P rín cip e d e V iana.
22. « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , X L IX , pp.
119 (n .° 2 4 0 ), añ o 1518; 128 (n .° 2 5 3 ) 1.519.
23. « C atá lo g o d el A rc h iv o G e n e ra l» , X L IX , p.
133 (n .° 2 6 0 ), 1520. A n te s, p. 504 (n .° 1.2 1 1 ), 1.441.
24. « D ic c io n a rio » d e 1 8 0 2 , I, p. 4 6 8 , b.
25. M ad o z, X , p. 4 6 5 , b.
26. « N a v a rra » , II, p. 42 8.
27. « N a v a rra » , II, p. 4 3 1 .
28. « Itin e ra rio s p o r N a v a rra » , I, p. 151.
29. « D ic c io n a rio » d e 1802, II, p. 2 7 6 , a-b.
30. M ad o z, X III, p. 5 5 1 , a.
31. Y an g u as y M ira n d a, « D ic c io n a rio d e a n tig ü e ­
d a d e s» , III, p. 276.
32. « N a v a rra » , II, p. 4 4 8 .
33- M a rtin e n a , «P alacios cab o d e A rm e ría » , II,
p. 19.
34. Fols. 4 4 , 4 (« el Palacio d e B ig ü ézal» ) y 57, 5
(« e l P alacio d e A ru o n ie s» ).
35. V é ase p a rte c u a rta ca p ítu lo X I y c a p ítu lo V II
d e la te rc e ra p a rte.
36. « Itin e ra rio s p o r N a v a rra » , I, p. 15 L.
37. V ic e n te G a rc ía d e D ie g o , « D icc io n a rio e ti­
m ológico e sp añ o l e h isp á n ico » , p. 7 1 0 , a (n .° 2 .0 4 9 ).
38. Y anguas y M iran d a , « D icc io n a rio d e a n tig ü e ­
d ad es» , II, P- 201.
39. J- M. Irib a rre n , « V o c a b u la rio n av arro » , p.
145, a.
40. V éase p a rte p rim e ra , c a p ítu lo p rim e ro .
41. M o re t, « A n n a le s...» , II, pp. 2 2 2 , b -2 2 3 , a
(libro X V I, c a p ítu lo III, § V III, n .° 30. « C atálo g o del
A rchivo G e n e ra l» , I. p. 4 4 (n .° 15).
42. M o re t, « A n n a le s...» , I. p. 3 6 7 , a (lib ro V III,
cap ítu lo IV § I, n .° 4). E sc ritu ra d e L eire tam b ién .
43. M o re t, « A n n a le s...» , III, p p . 2 9 5 , b -2 9 6 , a
(libro X X II , c a p ítu lo V , § IV , n .° 11). « C atálo g o d el
A rchivo G e n e ra l» , I, p. 184 (n .° 37 7 ). Id o a te , « C atá­
logo d e los c a rtu lario s rea le s» , p. 2 5 6 (n .° 513).
44. H o ja 174 d e l m ap a a escala 1 : 5 0 .0 0 0 del
In s titu to G eo g rá fic o y C atastral.
45. « N a v a rra » , II, p. 4 1 6 , p lano.
46. « N a v a rra » , II, p. 5 0 4 , p lano.
47. H o ja 174 d e l m ap a a escala 1 : 5 0 .0 0 0 del
In stitu to G eo g rá fic o y C atastral.
48. Y an gu as y M ira n d a , « A d icio n es» , p. 378.
49- M o re t, « A n n a le s...» , II, p p . 5 0 5 , b -5 0 6 , a
(libro X IX , c a p ítu lo IV , § V II, n.° 32). « C atálo g o del
A rchivo G e n e ra l» , I, pp. 6 2 -6 3 (n .° 62).
50. H o ja 143 d e l m a p a a escala 1 : 5 0 .0 0 0 del
In s titu to G eo g rá fic o y C atastral.
51. « A n n a le s...» , II, p p . 5 3 1 , a-b (lib ro X IX , ca­
p ítu lo V II, § V II, n .° 28). T a m b ié n p o r Y anguas y
M iran d a, « D icc io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , II, p p . 4 7 0 4 7 1 . « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , I. p . 7 0 (n .° 85).
52. Y anguas y M ira n d a , « D ic c io n a rio d e a n tig ü e ­
d a d e s» , II, p. 4 7 1 . « C atálo g o d el A G N » , X X X I I , pp.
2 2 9 -2 3 0 , n .° 4 7 2 .
53. « D iccio n a rio ...» d e 1802, II, p. 167.
54. « N av a rra » , II, p. 4 3 4 , p lano.
55. T am b ién tie n e fu e ro d e 1119. Y an g u as y M i­
ran d a, « D iccio n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , I, p p . 7 1 -7 2 .
Id o a te , « C atálo g o d e los cartu lario s re ale s» , p. 72 (n .°
125). « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , I. p. 85 (n .°
126); y p u n to d e re fe re n c ia es el p u e n te . « C a tá lo g o ...» ,
I. pp. 2 9 7 (n .° 6 6 4 ), añ o 1307 y 3 2 8 -3 2 9 (n .° 7 4 7 ), año
1317. S o b re las fo rtificacio n es, p p . 2 3 2 (n .° 50 2 ), 2 34
(n .° 506) d e 1281.
56. La fig. 262.
57. Y anguas y M iran d a, « D ic cio n a rio d e a n tig ü e ­
d ad e s» , III, p. 4 7 9 . « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , I,
p. 8 0 (n .° 115).
58. Y anguas y M iran d a, « D icc io n a rio d e a n tig ü e ­
d ad e s» , III, p. 479.
59. « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , I, pp. 10-11
(n .° 8). D o c u m e n to an alizado p o r M o re t, « A n n a le s...» ,
II, pp. 150 a - 151, b (lib ro X V , c a p ítu lo III, § 1,
n .° 1-2).
60. H o ja 143 del m ap a a escala 1 : 5 0 .0 0 0 del
In stitu to G eo g ráfic o y C atastral.
61. « N a v a rra » , II, p. 355.
62. Id o a te , « C atálo g o d e los c a rtu lario s re a le s» ,
pp. 112-113 (n .° 211).
197
217
Fig. 2 1 7 .-P lano de Lumbier. según A ltadill.
Fig. 2 1 8 .-C a sa s modernas de la Calle M ayor. Lumbier.
Fig. 2 1 9 .-C a sa gótica reformada. Lumbier.
Fig. 2 2 0 .-C asas de piedra y ladrillo. Lum bier. T ipo
comercial.
198
199
200
Fig.
Fig.
Fig.
Fig.
Fig.
Fig.
2 2 1 .-C a sa de vecindad de piedra y ladrillo. Lumbier.
2 2 2 .-C a s a con arcos de medio punto. Lumbier.
2 2 3 .-C a sa rica. Lumbier.
2 2 4 - C a s a de labranza. Lumbier.
2 2 5 .-C a lle transversal (del Homo). Lumbier.
2 2 6 -E n cru cija d a . Lumbier.
226
201
202
Fig .
Fig.
Fig.
Fig.
Fig.
Fig.
.-C a lle en cuesta. Lumbier.
2 2 8 .-C a sa con chimenea pirenaica. Lumbier.
2 2 9--C an tón . Lumbier.
230. -C a sa palaciana y casas modestas. Lumbier.
2 3 1 --Casas de piedra y ladrillo. Lumbier.
2 3 2 ,-C a s a con galería de ladrillo. Lumbier.
2 2 7
231
232
203
204
Ftgs. 2 1 3 . 2 3 4 y 2 3 5 .-A reos blasonados. Lumbier.
Fig. 2 3 6 —V en tana gótica. Adansa.
Fig. 2 3 1 .-P u erta fechada en 1 6 2 2 . Domeño.
Fig. 2 3 8 .-C asas de Racas Alto.
237
238
205
Fig. 2 3 9 -P u e rta de cantería. A spurz.
206
Fig. 2 4 0 ,-P u e rta románica. Ustés.
C A P IT U L O X
EL V A LLE DE A IB A R
1)
2)
3)
4)
5)
A ibar y su valle.
Castillo y villa de Aibar.
Pueblos vacíos: Sada y Leache; Eslava y Lerga.
Dos pueblos puente: Cáseda y Gallipienzo.
Al otro lado del A ragón: Javier y Peña.
D e ja n d o al N o r t e a L um bier y a los p u e ­
blos d e los q u e ya se ha hablado, que parecen
constituir un c o n tra fu e rte ro m ance m uy anti­
guo, incluyendo a Sangüesa, cuyo carácter
tam bién se ha fijado, q u e d a una zona m o n ta ­
ñosa bastante irregular, en q u e el vasco apa­
rece con densidad m ay o r e n la T o p o n im ia y
en la cual hay varios m unicipios diferenciados
y separados e n tiem pos distintos: la del valle
de Aibar.
El n o m b re , relacionado con un castillo,
d e n tr o de los dom inios de los reyes más
antiguos d e N avarra, se d o c u m e n ta p ro n to .
El año 882 se lee en un cronicón re fe re n te a
las cosas de P am p lo n a q u e «fractus est castro
Aibarria a M o h a m e d ib e n Lup et M ahel» 1.
D e s d e e n to n c e s hasta fines de la Edad M edia
(y p o r m otivos distintos) el castillo es im p o r­
tante. P rim e ro c o m o defensa del á m bito cris­
tiano fre n te al m a h o m e ta n o , luego com o
c o n tra fu e rte del rein o de N a v a rra fre n te al
de A ragón, del que, en c o n ju n to , el valle es
frontero.
D e s d e el p u n to de vista geográfico, toda
esta tierra q u e d a en la N a v a rra m edia o r ie n ­
tal, estudiada d e m o d o m inucioso en la m o ­
nografía d e Salvador M e n su a Fernández y
tiene com o e je de N o r d e s te a S ud o e ste y
Sur, al río Aragón 2: tierra con transiciones
climáticas fuertes, con paisajes distintos en
cortos espacios, con m uchos e le m en to s de
tipo m ed ite rrá n e o y zonas cada vez más d e ­
caídas desde el p u n to de vista dem ográfico.
E lem entos qu e en el pasado fu ero n m uy
significativos han d e ja d o de serlo hoy; po r
ejem plo, las fronteras, q u e d iero n form a a
más de un pueblo. P u e d e hablarse tam bién
de un e m p o b re cim ie n to gran d e d e la riqueza
forestal en los tipos de bo sq u e m ixto d e los
qu e hay noticia y que en gran parte d e sap a re ­
cieron en la época de la g u e rra d e la In d e ­
pendencia. C o m o va dicho, Aibar es el ce n tro
d e referencia desde antiguo.
C o n o c e m o s o tra doc u m e n tac ió n no tan
vieja com o la ya aludida sobre su existencia.
C on el n o m b re sujeto a varias grafías c urio­
sas. En un d o c u m e n to fechado e n tre 1020 y
1030 aparece cierto «Fortunio G artianis de
Agibare» 3, com o h o m b re im portante; «Villa
qui vocatur Aiberi» en otro, d udoso, de
1039 4, «Villa q u e dicitur Aibar» e n 1046 5,
d o n d e había una pardina llamada Pastoriza
q u e hoy es de Sangüesa. Igual en 1061 6.
En el m ism o cartulario de San J u a n d e la
209
Peña, d o n d e se d o c u m e n ta n estas grafías, hay
repetidas referencias a la «ecclesiam Sancti
Jacobi d e Aibar» 7. Es significativa la vincula­
ción con los reyes de A ragón q u e reflejan
d o c u m e n to s tales y otro s un p o c o más m o ­
d e rn o s 8. En alguno de estos aparece la grafía
«Aigebar» en vez d e «A gibar», c o n c re ta ­
m e n te en u n o de 1069: U n n o m b re vasco,
con «ibar» c o m o c o m p o n e n te y co m p u e sto ,
c o m o Eibar o Elgóibar. La p a rte p rim e ra es
d e significación dudosa.
En to d o caso, hacia el sur está ya en
contacto con la N a v a rra d e las riberas y
p u e d e afirm arse q u e , desp u és d e la época
ro m a n a y la oscurísim a p osterior, h u b o d e ser
tierra d e gran peligro y esto explica, tal vez,
la necesidad d e qu e se alim entara su p o b la ­
ción d e g e n te d e más al N o r t e , c o m o parece
reflejarlo el siguiente tex to del Padre M o re t,
q ue, al año 1056 d e los «A nnales», dice: «A
este año p e rte n e c e tam bién, el q u e esta n d o la
villa d e A ibar p o c o poblada, se llam aron p o ­
bladores de la valle de Aezcoa. Y el A bad de
San J u a n d e la Peña, D o n Blasco, en instru­
m e n to , q u e hay en el m o n aste rio , dice qu e
con la licencia del rey D o n R am iro, les do n a
to d o el té rm in o d e Santiago d e Aybar, para
hacer la población. Las m o ntañas estériles de
frutos, suelen dar g e n e ra lm e n te p o b lad o re s a
las tierras llanas, más fértiles d e frutos q u e de
g e n te , y q u e aquella valle fro n te riza a Francia
p o r el m ed io d ía d e R onces-V alles, tierra ás­
pera, peñascosa, q u e esso su e n a el n o m b re de
Aezcoa en el idiom a vascongado, baxaron
ah o ra pob lad o re s d e Aybar; cuya iglesia de
Santiago p e rte n e c ía al m o n a ste rio de San
Ju a n , p o r d onación del rey D o n Sancho
Abarca año 9 8 6 y la villa al rey D o n R am iro
p o r asignación del rey D o n Sancho el M ayor,
e n la división d e los reynos» 9. Parece q u e el
p rim e r rey d e A ragón era hijo d e una señora
de Aibar 10.
Aibar aparece c o m o p u n to estratégico
im p o rta n te en cantidad considerable de d o ­
c u m e n to s del A rchivo G e n e ral d e Pam plona
q u e citan los n o m b re s del c o n d e o se ñ o r
d e te rm in a d o q u e lo «tenía»: el « te n e n te » y la
«tenencia» 11. T a m b ié n se e n c u e n tra n refe­
rencias sueltas al «valle» 12, q u e luego q u e d a
más d ib u ja d o en los libros d e fuegos, au n q u e
d e form as varias.
«Val d e Ayvar» aparece - e n e f e c to - en
u n d o c u m e n t o d e 1 2 8 0 c o n «Eslava»,
210
«G uardelayn», «Loya», «Savaiga», « H o s u m belfa», «Ayvar», «Casseda», «Sanguessa la
Vieylla», «Izco» y «O latz» 1.
En o tra lista algunos d e estos p u e blos se
m ezclan, in d eb id a m e n te, con los d e la Vald o rb a 2. En otra, p o r fin, se agregan «Eslava»
y «Sangüesa» 15. La d u d a resp e c to a sus lí­
m ites la reflejan asimismo, nóm inas p o s te rio ­
res.
En 1366 «Valí d ’Ayvarr» cu e n ta con
«Peyna», «Casseda», «A yvarr con St.a Cilla»,
« B a s s a -o la z » , « G a rd e la y n » , « S av aifa» ,
«Y esa», «Pitieylla e n A ra g ó n » , «Y zco»,
« A rth e ta » , «Loya», «Ayessa», «Sanguessa la
Vieylla», «G a lly p ie n fo » , «Eslava», «Leach»,
«A ldea», «Arayz», «Lerrga», «M uriones»,
« G u e ta d arr» y «X avierr» 16.
Es decir, qu e no sólo se incluyen Peña,
Cáseda y Gallipienzo, sino tam bién Javier y
más al Este, Petilla d e A ragón, enclave cu­
rioso: el e x tre m o d e la N a v a rra m ed ia o rie n ­
tal.
Los d o c u m e n to s d e é p oca más m o d ern a ,
distinguen el arciprestazgo d e Aibar que,
co m o casi siem pre, es más amplio, del valle
p ro p ia m e n te dicho, en q u e c u e n ta n a Abaiz,
Aibar, A rteta, Ayesa, Cáseda, Eslaba, Ezprogui, Gallipienzo, Gardalain, G u e ta d ar, Julio,
Leache, Lerga, Loya, (Lumbier), M oriones,
Peña, R ocaforte, Sabaiza, Sada, U sum belz,
Yzco o Izco y X avier o Ja v ie r 17. Así pues, la
im presión q u e da el diccionario d e 1802 de
un valle « ro d eado» de m ontañas es bastante
inexacta. Si exam inam os un m apa de la re ­
gión 18, p o d e m o s apreciar qu e hay un flanco
septentrional, constituido p o r la Sierra de
Izco, con núcleos m uy p e q u e ñ o s d e p o b la ­
ción, la cual fue in d u d a b le m e n te vascófona
hasta hace no m ucho. H o y allí no se habla
nada, p o r q u e no hay nadie.
Estos núcleos era n d e O e s te a Este: Sa­
baiza, G u e ta d a r y U sum belz, so b re sus ba­
rrancos respectivos. Más al Este, G ardalain,
con sus bordas. En línea más m eridional se
alineaban A rteta, Loya, M o rio n e s y Ezprogui.
A u n q u e este últim o p u e b lo daba n o m b re al
a y untam iento, el núcleo m ayor era el de M o ­
riones 19. El c o n ju n to hidrográfico q u e les
servía d e red d e relaciones está bien limitado
p o r el Sur, d o n d e se escalonan un a serie de
altos c o m o los d e Lerga, Larrasuil, Santa
Agata y San M iguel. P o r el O e s te o tro s sepa­
ran este c o n ju n to d e la V ald o rb a y p o r el
Este tam bién los hay qu e lo limitan hacia
Leache y Sada. D e b a jo de esta gran zona
llamada significativamente la Vizcaya o Bizcaya 20 q u e d a n Lerga, Eslava, Ayesa, unida a
Ezprogui y más al Sur, s o b re el A ragón,
Gallipienzo, con sus grandes térm inos a los
dos lados del río, y en fre n te Cáseda, cuyos
térm inos tam bién bajan bastante al Sur, a los
dos lados del Aragón. Al S udeste d e Cáseda,
en tierra fragosa, fro n te ra con Sos, q u e d a por
fin Peña y m uy separado, al N o r t e , Javier.
D e s d e un p u n to d e vista geográfico y
lingüístico, p u e d e decirse qu e los pueblos
A u n q u e Aibar estuviera en un tiem po
vinculado a los p rim e ro s reyes d e Aragón,
que po r vía m ate rn a descendían de allí, fue
luego una d e las poblaciones del reino de
N avarra qu e q u e d a ro n más condicionadas
p o r su condición fronteriza.
El castillo es im p o rta n te siem pre, com o
va dicho. La Iglesia, tam bién. P e d ro I de
Aragón aún tenía e n A ibar un palacio q u e dio
a Leire en 1099 21.
Sus térm inos lindaban con los de San­
güesa y en ellos po d e ía n pastar los ganados
de la g e n te d e esta población 22. En 1271 hay
m em oria de la pecha de sus labradores y de
los de un barrio q u e era el de «Aibar de
Castellón» 23, y en 1331 los frutos, rentas y
derechos d e la rectoría d ebían ser bastante
g r a n d e s 24. En 1366 había 97 vecinos, de los
cuales 35 eran hidalgos, c o n ta n d o con los de
Santa Cilia 25. D e s p u é s viene una época muy
crítica, d e b id o a las guerras con A ragón y
Castilla y tam bién a las civiles. Y a en 1200,
cuando se acosa al reino p o r los flancos, los
aragoneses e n tra ro n p o r esta p a r t e 26. En
1397 Carlos III en n o b le c ió a los «francos»
de Aibar, p o r q u e d u ra n te las guerras con
Aragón y Castilla habían sufrido m ucho.
Esta m e d id a se hace extensiva a sus des­
cendientes y a los q u e fueran a vivir allí y, de
pegados a la Sierra de Izco tenían fisonom ía
p ropia parecida a la d e los valles superiores;
q ue los situados junto al Aragón p o se en otra
m uy distinta, de p u e b lo s-p u e n te , y q u e la
villa de Aibar, p o r sí, constituye un caso
típico de núcleo creado en función del viejo
castillo fronterizo y qu e q u e d a en un valle
«propio», con alturas q u e lo flanquean. En el
e x tre m o septentrional de su térm in o , sepa­
rándolo de U rraul Bajo, está la altura de
«Arangoiti», con n o m b re m uy expresivo, y
qu e no d e b e m o s confundir con la c u m b re de
la sierra de Lumbier.
hecho, está unida a unos privilegios q u e ha­
cen de ella una verdadera carta-puebla, c o n ­
firmada en 14 2 8 27. Aibar está asentado en la
p e n d ie n te de un c erro de 594 m. en lo alto
del cual que d a n las ruinas del antiguo castillo,
que hace m uchos años desapareció. C o m o
pasa en otros casos, el núcleo u rb a n o se
dispone en cuesta bajo la em inencia; p e ro
aquí hay q u e observar tam bién q u e m ira ha­
cia el O este, com o d a n d o espalda a la zona
oriental en tiem pos enemiga. El casco u rb an o
es com pacto con algunas calles bastante bien
alineadas de N o r o e s te a Sudeste, algunas
transversales a m o d o de cantones y plazuelas,
más o m enos regulares 28.
D e la Edad M edia a la época de Felipe IV
el vecindario aum enta. M é n d ez Silva le
asigna 120 vecinos en 1645 29. En 1802 se le
dan 194 casas con 1024 p e r s o n a s 30. M adoz
cuenta 213 casas, 260 vecinos y 1360 al­
mas 31. Altadill aum e n ta los edificios a 4 3 0 y
los pobladores a 1507 32, p e ro advierte qu e
en el térm ino hay hasta 96 edificios disem i­
nados y algunos sin habitar; m uchos d e éstos
c o rre sp o n d en a lo qu e se llaman «corrales» y
bordas. D e n tr o del pue b lo hay tam bién can­
tidad sensible d e corrales, pajares, cuadras.
Lo más interesante del casco u rb a n o es el
aspecto general de las casas, q u e se han
211
c o n stru id o d e p ie d ra hasta é p o c a rec ien te y
q u e e n tra n d e n tr o d e un tipo q u e fue m uy
c o m ú n e n la zona m ed ia m o n ta ñ o s a oriental
del reino. H ay e je m p la res d e construcción
rústica en p ied ra seca, c o m o los q u e ve re m o s
a bu n d a n e n la V aldorba, (fig. 241), y las
calles, e n cuesta, tie n e n tam bién p ied ra en el
suelo con un regato central, c o m o las de
varios p u e b lo s pirenaicos (fig. 242). A veces
los viejos m u ro s f u e ro n rasgados p o r balco­
nes y solanas e n épo c a m o d ern a .
Las casas más notables c o rr e s p o n d e n a la
ép oca del gótico tardío y a la p o s te rio r in m e ­
diata, c o m o e n los valles contiguos d e U rraul
e Ibargoid. En alguna d e cantería m uy p e r ­
fecta los arcos am ainelados del p rim e r alto, se
co m b in a n con arcos d e m e d io p u n to de las
puertas d e acceso, q u e llevan su blasón co­
r re s p o n d ie n te (figs. 243, 244). Las adiciones
o m utilaciones m o d ern a s son frecuentes,
c o m o se ve en o tro s e je m p la res q u e , en
principio, se ajustaban al m ism o estilo (figs.
245, 2 4 6 y 247).
241
Fig. 2 4 1 -C onstrucción rústica. Aibar.
Fig. 2 4 2 .-C a lle . Aibar.
Fig. 2 4 3 .-C a sa gótica. Aibar.
Fig. 2 4 4 .-C a s a gótica. A ibar.
Fig. 2 4 5 .-C a s a reformada. Aibar.
Fig. 2 4 6.-C asa gótica reformada. Aibar.
242
2 12
213
214
Fig. 2 4 9 ,-A rco blasonado. A ibar.
Luego se desarrolla la a rq u itec tu ra p é tre a
en edificios que, a u n q u e no sean m uy g ran ­
des, tienen buenos arcos de m e d io p u n to
blasonados (figs. 248 y 249), e m blem as m ís­
ticos (fig. 250) y grandes lienzos d e pared
(fig. 251). Aibar p rese n ta rasgos a rq u ite c tó ­
nicos qu e nos hacen recordar a una población
vecina, d e m ayor m o n um entalidad: Sos. Así,
p o r ejem plo, los soportales góticos, poco
c o m unes (figs. 252 y 253). Lo más m o d e rn o ,
com o siem pre, parece más banal a nuestros
ojos, au n q u e se p u e d e destacar tam b ié n al­
g ú n caserón nobiliario d e teja d o a cuatro
aguas.
En Aibar había dos palacios, d e linaje del
m ism o no m b re , q u e tenía un e scudo en
cam po de oro, sin o tra divisa: el d e suso y el
d e yuso y tam bién estaba el palacio d e Sada 33.
Fig. 2 5 0 .-P u erta con emblema. Aibar.
215
216
Fig. 25.1.-Arcos góticos. Aibar.
III
Sada q u e d a al O e s te d e A ibar y a no
m u ch a distancia. C o m o A ibar m ism o, es
p u e b lo en ladera y d e fisonom ía parecida,
au n q u e más m odesta. Es solar del linaje ci­
tado, c onocido d e sd e épocas rem otas, pu e sto
qu e en 1395 tenía allí palacios y h e re d a ­
m ientos, au n q u e luego pasa al pa trim o n io de
los condes d e Lerín 34. M a rc h a n d o hacia los
núcleos d e la zona septentrional nos e n c o n ­
tram os con q u e todos han q u e d a d o d e s p o ­
blados y q u e la Vizcaya e n te ra no es sino una
zona forestal. D o n d e en 1916 había cierta
vida h um ana en com unidad, hoy ésta ha d e ­
jado de existir, llegándose a núcleos co m o
G ardalain y Loya p o r p u ro s caminos foresta­
les, q u e antes r e c o rrie ro n arrieros. Aquí
tam bién h u b o palacios d e cabo de armería,
co m o el d e G u e ta d a r 35.
Las descripciones d e hace sesenta y tantos
años, de hace ciento treinta y tantos y de
hace ciento setenta y tantos años dan idea de
una continuidad rota de rep e n te.
Sada tuvo en un tie m p o m ayor población.
Pe ro ya en época de M adoz el palacio del
M arqués d e Vadillo (que tiene o tro en Aibar)
se hallaba d e rru id o 36 y otras casas grandes,
reflejo siem pre d e la prosperidad d iecio­
chesca, han seguido te n ie n d o vida, a u n q u e no
tan próspera.
Al noroeste, Leache es un n úcleo con
fisonom ía algo distinta 37: varios anch u ro n e s
o plazuelas, una calle a m o d o d e eje, h u e rto s
pegados a las casas, to d o e n cuesta y d o m i­
nado p o r la iglesia tiene aspecto más bravio,
si cabe, y es más alto. La c o nstrucción de
217
Este a O e ste. En los arm oriales antiguos apa­
rece registrado el blasón del palacio d e Es­
lava, q u e subsistía en 1799 44. En la o r d e n a ­
ción urb an a del territorio, Eslava y Lerga
c o n stitu y e ro n dos núcleos defensivos, q u e en
un sistem a más general, d e n tr o del viejo
r ein o de N avarra, q u e d a b a n e n retaguardia,
p e ro in m e d ia ta m e n te detrás d e U ju é , q u e era
la fortaleza más conocida e n las m o n ta ñ a s qu e
d o m in a n el Ebro. Lerga es un típico p u e b lo calle; p e ro esta calle no se concibió e n fu n ­
ción de la c a rre te ra d e Tafalla a Sangüesa, es
decir de O e s te a Este, sino d e un cam ino o
varios cam inos q u e bajan del N o r t e , del
m o n te y altos d e Lerga y se dirigían hacia el
Sur, a U ju é p r e c i s a m e n te 45.
piedra, c o m o en las dos villas anteriores. En
1802 había m e d io c e n te n a r d e casas útiles y
dos arruinadas 38. Al N o r t e es tierra d e bos­
que.
En la zona occidental d e la circunscrip­
ción, y en un e je viario antiguo sin duda, nos
e n c o n tram o s con Eslava 39 y más al O e s te con
Lerga; villas con térm in o s en q u e a b u n d a la
to p o n im ia vasca. Eslava tiene u n a fisonom ía
clásica d e pueblo-fortaleza q u e con los años
se ha q u e d a d o sin ella. Está en una p e n d ie n te
orie n tad a al sur, d o m in a d a p o r altos hacia
se p te n trió n (el Ardil, d e 750). Lo más alto
del p u e b lo a 558 y lo más bajo a 536 m etros.
Arriba, una erm ita con advocación típica de
altura: Santa Bárbara.
U n riachuelo sirve d e p u n to de referencia
lateral. Lerga tuvo tam bién fortificaciones só­
lidas, p e ro ya m uy m altratadas a com ienzos
del siglo X I X . En el diccionario d e 1802 se
lee esto: «Se conservan los vestigios d e quatro castillos o fortalezas e n los térm in o s de
esta villa. Los dos estaban colocados e n unas
em inencias a la parte del N o r t e m uy p ró x i­
mas a la población, d e la qual les separa el
to rr e n te q u e baxa d e los m o n te s referidos: las
ruinas de las otras dos fortalezas se r e c o n o ­
cen en o tro m o n te llamado Indusi en el c e n ­
tro d e los térm inos de la villa y distancia de
dos tiros de bala: el sitio del u n o d e ellos es
más elevado y d e difícil subida, y e n él se
conservan todavía los fosos abiertos qu e c o n ­
tienen agua casi to d o el año. Estos q u a tro
castillos d o m in a n el cam ino de las ciudades
de O lite, Tafalla, Sangüesa y d e otras villas
considerables» 46. Estas fortalezas se m a n te ­
nían a expensas del p u e b lo para lo q u e en
1456 el rey le libertó d e c u a r t e l e s 47.
En 1802, m e jo r q u e hoy, al parecer, se
veían allí restos d e murallas d e su castillo,
im p o rta n te en la Edad M e d i a 40. E ntonces
había 359 personas y era señorío de los Alba,
por Lerín. Las calles se aparejan curvas, en
función del antiguo castillo, c o m o en otras
poblaciones ibéricas m ayores. La c a rretera
pasa p o r el m ed io de este sistema, d e ja n d o
una plaza en m e d i o 41.
Eslava es población con fu e ro antiguo: de
1198 42. H u b o d e desarrollarse bajo el d o m i­
nio eco n ó m ico de Leire y después, a m edias,
del de los condes de Lerín. En 1490 tenía
treinta vecinos 43 y en líneas generales p u e d e
decirse que, c o m o planta urbana, es más in te ­
resante qu e c o m o m u estrario arquitectónico.
Las casas son del estilo de las q u e e n c o n ­
tram os e n otros p u e blos d e la zona m edia
oriental. T a n to Eslava, c o m o Lerga, son p o ­
blaciones q u e m iran hacia el Sur, a u n q u e el
eje d e com unicación principal vaya hoy de
IV
El río A ragón baja d e Sangüesa hacia el
S udoeste, con un a zona de riego e n té rm in o
de la antigua cabeza de m erin d ad , a la m argen
occidental. D esp u é s hace dos bucles en térm ino de Cáseda, con regadío a am bos lados.
La villa q u e d a al Sur del río, e n alto, y es un
218
p u e b lo -p u e n te típico; con A ibar al N o r t e en
la m ism a línea m eridiana casi. C áseda no está,
c o m o Sangüesa, al m ism o nivel del río, sino
en un c e rro y a 435 m e tro s d e altura, m ientras q u e los h u e rto s d e la m argen d e re c h a del
A ragón se hallan a 382. Esto le ha p rese rv ad o
siem pre d e inundaciones, cosa q u e no le ha
oc u rrido a Sangüesa, c o m o ya se vio. Cáseda
tiene una larga historia jurídica, a partir de la
é poca en q u e se le concedió un fuero bas­
tante famoso: en 1129 48.
Posee un blasón de los alusivos p o rq u e
consiste en un castillo sobre el q u e o n d e a una
bandera y d e b a jo de él hay un m o rrió n o
casco heráldico con dos estrellas. El casco es
«cassida» en latín clásico 49. Y es posible que,
po r vía erudita, se llegara a constituir el bla­
són 50 sobre el n o m b re . Parece, sin em bargo,
qu e é ste se p u e d e relacionar con algunos
a n tig u o s c o n d e s in e n c ia s e m e j a n t e , en
«-eda», «-ada», c o m o «Caesada», p u e b lo de
los celtíberos, etc. 51. En to d o caso, hoy el
térm ino c o n tie n e poca to p o n im ia vasca, al
parecer. La planta d e C áseda 52 es bastante
re g u la r. P u e d e d e s c o m p o n e r s e d e e sta
suerte: 1.°) U n núcleo central de casas en
elipse, con su calle circundante en lo más
alto. 2.°) O tr o núcleo q u e d e b ió constituir
otra elipse en v o lv e n te en principio, p e ro q u e
po r el S u d o e ste tiene hoy un flanco recto.
3.°) O tr a masa d e edificios q u e envuelven
p o r todos lados a este se g undo c o n ju n to de
m o d o más irregular. 4.°) O tro s edificios
com o añadidos más tarde al Sudeste.
En la silueta de Cáseda destaca la to rre de
la iglesia. A n tig u a m e n te h u b o de señalarse
sobre ella el castillo. P e ro ya en 1431 estaba
en mala situación y el q u e lo tenía escribió
p o r e n to n c e s a J u a n II q u e «está situado en
m ed io del c o rtijo del lugar, p o r lo cual es
poco p ro v e c h o para el tie m p o de g uerra» 53.
Es curioso el e m p le o d e la palabra «cortijo»
para aludir a un núcleo u rb a n o c o m o tal. En
to d o caso, la villa constituye hoy un c o n ju n to
d e casas apiñadas qu e ha ido a u m e n ta n d o
bastante d e la Edad M edia al siglo X IX . El
censo d e 1366 da 101 vecinos q u e se gradúan
en 500 almas, poco más o m enos. En 1802 se
le asignan 154 casas con 788 personas (164
fam ilias)64. M adoz da 1.600 55. Altadill, 403
edificios, con 26 4 en el núcleo u rbano, que
tendría 1.649 almas 56 qu e en 1920 son
1.787. Cifra máxima, al parecer, p o rq u e hace
poco tenía 1.290 57. D e todas m aneras el
caserío está rem o z án d o se bastante y ha p e r ­
dido incluso algo d e aquel color ocre o grisá­
ceo q u e caracterizaba tan to a todos los p u e ­
blos d e la zona.
La posición d e G allipienzo es inversa a la
de Cáseda, es decir q u e está al N o r t e del
m ism o A ragón, con el p u e n te al Sur, con
ligera inclinación Sudeste. Si en C áseda el
e le m e n to vasco aparece poco, e n Gallipienzo,
q u e tam bién tiene un e xtenso té rm in o hacia
el Sur, es abundante. N o ha de chocar, p o r ­
qu e d o c u m e n ta lm e n te se sabe q u e a c o m ie n ­
zos del siglo X V III todavía se hablaba allí el
vascuence. Esto lo afirma en 1730 un nativo
de la villa qu e le da el n o m b re d e «G alipenzu» 58. «Penzu» ó «pentzu» d e b e ser p e n ­
diente. El e le m en to p rim e ro es más enigm á­
tico. C o m o en el caso de Cáseda, el blasón de
la villa se hizo sobre una in te rp re ta c ió n p e ­
culiar del nom bre: a la luz d e una palabra
rom ance. G allipienzo tiene, en efecto, en su
escudo, un castillo con tres torres, la más alta
al centro; sobre ella va un gallo posado, q u e
se consideraba sím bolo d e la vig ilan c ia 59.
U n a vez más nos enc o n tram o s bajo los efec­
tos de una etim ología popular, que, a la par,
resulta funcionalm ente explicable. Pero, si el
n o m b re es vasco y «pentzu» o «penzu» es
p e n d ie n te, «gali» (no «galli») p u e d e in te r­
pretarse com o derivado de «gari» = trigo 60.
U n a cuesta cultivada con el cereal, ab u n d a n te
aún hoy. El caso es q u e el pue b lo está en una
p e n d ie n te pronunciadísim a, m ira n d o al Sur, y
q u e desde él p o r doquier, en el horizonte, se
ven cuestas o cerros elevados. El río c orre
estrechado y del p u e b lo al p u e n te hay un
espacio abrupto.
La vida d e Gallipienzo c o m o entidad u r ­
bana ha sido bastante dram ática, p o r lo qu e
se alcanza a saber. Se le c oncede el fuero de
S obrarbe a la vez qu e a T u d e la y C e rv e ra en
1124 (?) si es q u e no hay d u d a sobre el
t e x t o 61. D e s d e e n to n c e s aparece c o m o p u e ­
blo de frontera, con castillo d e cierta im p o r­
tancia 62, com o p u e b lo en cam ino de im p o r­
tancia tam bién en la circulación general, de
su e rte q u e en él se d o c u m e n ta un núcleo
judío 63, y com o c e n tro agrícola.
En 1802 se le dan n o v e n ta casas y q u i­
nientos habitantes. Las n oventa casas consti­
tuían dos núcleos. U n o e ra el más alto y más
antiguo al parecer, constituido p o r el barrio
de San Salvador, iglesia q u e se arruinó; única
parroquia hasta 1640. D e s p u é s de aquella
fecha h u b o disputas resp e c to a la autoridad
parroquial e n tre esta iglesia vieja y la d e San
Pedro, q u e estaba en el barrio más bajo y ya
más poblado. El pleito se resolvió d a n d o la
219
m ism a categoría a ambas, con u n solo vicario.
P e ro e n 1785 se suprim ió la p a rro q u ia alta,
p o r considerarse q u e San P e d r o estaba en
sitio más llano y c óm odo. T a m b ié n se am ­
plió 64. A m ediados del siglo X I X , Gallip ien z o había a u m e n ta d o en relación con la
fecha an te rio r no más d e cien habitantes y
tenía diez casas más. El casco se distribuye en
seis calles, varias callejuelas y can to n e s y dos
plazas. El p u e n te de cuatro arcos había sido
d e sh ec h o d u ra n te la g u e rra civil. D o n Carlos
pasó p o r él a efectuar la expedición a Aragón.
P e ro ya antes había sido q u e b ra d o : en tie m ­
pos d e Felipe V y en la g u e rra d e la re v o lu ­
ción 65. G allipienzo llega en el censo de 1888
al m áxim o, pues se le asignan 790 habitantes.
En 1900 baja a 748 y luego a algo m enos; el
núcleo u rb a n o tenía 139 edificios y había
disem inados 152, corrales, bordas, etc. 66. D e
com ienzos d e siglo a n uestros días G alli­
pienzo ha sufrido un descenso m uy sensible,
pues en publicaciones recientes se le dan
noventa, habitantes m en o s q u e en 1366. Es
decir, doscientos diez 67. Ya se p u e d e c o m ­
p r e n d e r q u e esta caída afecta a la fisonom ía
del núcleo u rb an o , en el q u e la p a rte alta se
ha vaciado más y más, cre á n d o se u n núcleo
nu evo abajo.
La foto de la fig. 254, to m a d a d e s d e lo
alto hacia el río, hace ver la iglesia baja y los
edificios contiguos a ella. En la d e la fig. 255,
se p ercibe bien la e stru c tu ra com pacta del
caserío en cuesta, d e p ie d ra en su p a rte m a­
yor, con teja d o d e te ja c o m b in a d o con algu­
nas losas. Casas sencillas, p o b r e s e n su m ay o ­
ría. N o faltan las d e estilo g ó tic o con arcos
sencillos o am ainelados (fig. 256), y algunas
más m o d e rn a s con blasón o con tallas e ins­
cripciones sencillas (fig. 257). T a m b ié n en
G allipienzo se registra la existencia de un
palacio 68.
En to d o caso hoy se ven algunos edificios
blasonados y se no ta algún m o v im ie n to de
familias q u e llegan d e lejos a c o m p ra r casas
con o b je to de utilizarlas para vacaciones, cosa
q u e se observa tam b ié n e n o tro s núcleos de
esta N a v a rra m edia oriental, tan decaída en
los últim os tiem pos, p o r causas h a rto m ec á n i­
cas.
Fig. 254--G allipienzo desde lo alto.
220
221
Fig. 2 5 7 .-Inscripción y tallas de G allipienzn.
V
P o r una razón d e tipo religioso, e x tra o r­
dinaria, en e L e x tr e m o oriental del valle, al
N o r d e s te d e Sangüesa, cerca del río A ragón
sobre la cañada g a n adera q u e baja d e Leire,
hay un núcleo q u e ha c am biado d e signifi­
cado a partir de un a fecha y q u e p ro d u c e la
atracción de to d a N a v a rra y d e otras tierras:
el d e Javier.
Javier, con su castillo co n v e rtid o e n san­
tuario, es lugar de p e regrinación famoso,
p o rq u e allí está la cuna del g ran co la b o rad o r
d e San Ignacio de Loyola, San Francisco J a ­
vier, o Xavier. El n o m b re , c o m o es sabido, se
ha p re s ta d o a una brillante hipótesis q u e va
unida, p o r o tro lado, a la d efensa d e la id e n ­
tidad casi absoluta del vasco con el ibérico.
En 1948 D o n R a m ó n M e n é n d e z Pidal dio a
222
luz su m em o rab le estu d io «Javier-C habarri»,
dos dialectos ibéricos» 69. J a v ie r vale tanto
c o m o « E cheberri», casa nueva. Es u n a idea
c o m ú n m e n te aceptada, a u n q u e haya qu e ha­
cer alguna observación en to rn o a ella, que
ahora no viene al c a s o 70. El to p ó n im o se
d o c u m e n ta m uy an tig u am en te, u n id o al cas­
tillo. Así, el fu e ro de A rguedas d e 1092 está
suscrito po r un c o n d e Sancio Ramiriz, ten e n te de Aibar y «Exaverre» 71.
D e s d e e n to n c e s (o d e antes) el castillo de
Javier aparece de c o n tin u o en los d o c u m e n ­
tos navarros, con una historia m ovida, p o rq u e
se hallaba en zona q u e d u ra n te ciertos lapsos
estuvo bajo la jurisdicción de los reyes de
A ra g ó n , a u n q u e lu e g o c o n c o n tin u id a d
q u e d ó d e n tr o del reino d e N a v a rra y bajo el
control d e familias q u e lo h e re d a ro n , a veces
por vía fem en in a 72.
(obra d e fines del siglo X V ) en un viejo
m u ro liso y macizo, q u e oste n ta sobre ella».
Resulta, así, q u e en 1223 Ja v ie r estaba en
manos de los aragoneses y q u e D o n F er­
nando o F errando, infante de A ragón, lo
e m p e ñ ó al rey d e N a v a rra y parece q u e no
pudo redim irlo 73. A n te s en 1217 fue o b je to
de o tro e m p e ñ o esta n d o en m an o d e un D o n
Ladrón, sú b d ito del rey de N a v a rra 74.
C) «A g ran d e altura un voladizo soste­
nido en robustos matacanes, defensa d e esta
e ntrada en los pasados tiem pos».
El linaje de Sada o Aznariz d e Sada pa­
rece h a ber d o m in a d o allí d e 1236 a ya avan­
zado el siglo X V en q u e una D o ñ a Ju a n a
Aznariz o A znárez casó con M a rtín de Azpilcueta. D e ellos nació M aría d e Azpilcueta
que casó a su vez con J u a n de Jaso, pa d re de
San Francisco, y una sobrina de éste casó con
J e ró n im o de G a rro , vizconde de Z olina y de
los G a rro pasó el castillo y el p u e b lo a los
du q u es de G ra n a d a 75, c o m o con d a d o d e J a ­
vier 76.
En 1802 se decía «que estaba ro d ea d o de
murallas con to rre o n es, y en su c e n tro las
piezas d e habitación...». H ay referencia a las
convertidas en capilla (la habitación en qu e se
decía había nacido el santo) y a antiguas
cuadras subterráneas y cuarteles. «Y dife­
rentes troneras en la p a rte más elevada de la
muralla, c o m o en el m e d io y co n tra terren o » .
Por últim o «la p u e rta principal qu e tiene dos
to rre o n es, m ira al S ur y la q u e hay para
e ntrar de sd e el patio a las habitaciones es de
hierro». 11. H ay algunas acuarelas y dibujos
que nos dan idea de su disposición algo de s­
pués y una descripción, hecha p o r persona
c o m p e te n te antes d e la restauración, q u e nos
lo p rese n ta tal y c o m o existía hace un siglo
poco más o m enos. La descripción se d e b e a
D o n P e d ro d e M adrazo q u e la publicó en
1886 78 q u e la acom pañó d e una foto del
c o n ju n to visto de sd e el Sur, y e n d o de San­
güesa, so b re la q u e está hecha el d ib u jo d e la
fig. 259, q u e se explica así:
A) « C o n fo rm e se llega d e Sangüesa a
Javier este castillo se p re s e n ta al viajero p o r
el lado del m ediodía; sírvele d e fo n d o la
sierra pelada y grisienta». A la izquierda tiene
el caserío d e Javier, q u e califica de ruin y la
parroquia. D e la n te hay un p e q u e ñ o jardín
con una verja y el cam ino q u e da a la e ntrada
principal.
B) «H állase ésta con p u e rta d e arco
a p u n ta d o d e dovelas d e descom unal tam año
D) «A la d e recha descuella un gran to ­
rre ó n poligonal, qu e sólo conserva de su
antigua fisonom ía fundal restos de m atacanes
cerca de su coronación y adheridos a los
ángulos».
E) «A la izquierda se levanta el c u e rp o
principal del castillo, gran m asa d e cal y
canto, de planta asimismo poligonal, sin más
accidentes de casa fuerte q u e los tres mataca­
nes, que se destacan muy distantes unos de
otros, en su plano central y en sus ángulos.
H oy, no reparando en estos accidentes, ni
siquiera ofrece aspecto de fortaleza esta c o lo ­
sal m ole, la cual, sin el feo teja d o q u e desfi­
gura su coronam iento, y gu a rn e c id o éste de
almenas en toda su extensión, p resentaría en
la Edad M edia un c o n ju n to si no magnífico,
severo e im ponente». Luego c o m e n tare m o s
estas líneas.
F) «Sigue a la izquierda o tro vetusto
torre ó n , sin fisonomía peculiar».
Esta imagen c o n c uerda con la rom ántica
de una acuarela debida al M a rq u é s d e Villa
A ntonia, qu e p u e d e verse en el libro del
Padre R e c o n d o sobre el castillo 79 y con el
alzado q u e hizo en 1890 D o n Angel G oicoechea, autor de la restauración. La descripción
de M adrazo continúa d a n d o idea d e la fiso­
nom ía del lado opuesto, es decir el N o r te ,
«que m ira al río y a la sierra». N o da imagen;
p e ro p u e d e suplirse con o tra acuarela del
M arqués de Villa A n t o n i a 80, qu e ha servido
para hacer el d ibujo de la fig. 258.
G) «La vista del lado N o r t e , q u e m ira al
río y a la sierra, nos p resenta el m u ro del
castillo en form a poligonal d e seis planos
iguales, sin más accidentes qu e sus garitas de
vigía, dos en cada cortina, y una ventana de
construcción m o d e rn a al centro. P or los cos­
tados asoman a la izquierda el to rre ó n alto
que flanquea la puerta, y a la d e re c h a otros
cuerpos salientes, descollando sobre la m ole
central otras construcciones, acaso m odernas,
sin carácter determ inado. T a m p o c o p o r esta
parte tiene el castillo de Javier aspecto de
fortaleza en su fábrica, au n q u e sí e n su im ­
plantación, p o rq u e es su base la p e ñ a viva de
la colina sobre la cual se e nseñorea».
223
Fig. 258.-C astillo de Javier, antes de la reforma.
224
Ftg. 2 6 0 .—E l castillo de Javier, según un dibujo de Alós.
Fig. 26 1 .- E l castillo de Javier, según foto de 1883.
225
Para te rm in a r de c o m p r e n d e r la estru c ­
tura general antigua p o d e m o s re c u rrir a dos
d o c u m e n to s gráficos más: 1.°) U n d ib u jo de
Alós, publicado en «El Oasis» d e M añé y
Flaquer (1876) q u e da idea del flanco o r ie n ­
tal. 2.°) U n a foto d e 1883 del m ism o flanco,
p e ro con otras construcciones (figs. 260 y
261).
b usto to rre ó n » , s o b re la p e ñ a socavada.
G ra n d e s sillares lo soportaban. Este d e b ía ser
el más d esm ochado.
El q u e hoy visite Javier no rec o n o c e rá
casi este c o n ju n to . D e un albergue d e se ñ o ­
res rurales, q u e fue haciéndose y reh a c ié n ­
do se con los siglos según las vicisitudes polí­
ticas y la situación económ ica, se hizo un
castillo m edieval, según el criterio en q u e
pensaba M adrazo y al lado d e él se c onstruyó
un tem plo. Fue la pa tro c in a d o ra d e to d o la
D u q u e s a d e V illaherm osa y el arquitecto,
D o n Angel G oicoechea. A u n q u e a los e r u ­
ditos d e la é p oca la o b ra les pareció bien, hoy
creo q u e nadie estará de acuerdo. El tem p lo
aplastaba el c a s tillo 81. A ún lo aplasta y p o r
o tro lado la restauración fue excesiva q ui­
tando, c o m o en otros casos, lo q u e p od ría
c onsiderarse «verosímil» al c o n j u n t o 82. Es
sabido qu e el castillo d e Ja v ie r fue parcial­
m e n te d e m o lid o al té rm in o d e las guerras
q u e diero n fin a la in d e p e n d e n c ia navarra. Se
sabe que, en efecto, antes d e ellas, tenía una
m uralla q u e lo rodeaba, guarn e c id a de alm e­
nas y aspilleras.
A la en tra d a d e lo q u e se llama el «castillo
viejo» y tam bién sobre la p u e rta principal se
ve el blasón aludido de los Azpilcueta, q u e
indica algo resp e c to a la fecha en qu e la
fortaleza se perfiló. En realidad es una d e las
más robustas de la m erindad. D e n t r o del
c o n ju n to tiene tam bién interés, c o m o clásica
construcción con patio de la zona, la casa
abacial 84.
T a m b ié n se d e m o lie ro n dos torre s r e ­
d o ndas y o tra to rre fu e rte d elan te del p u e n te
levadizo de la entrada. La llamada to rre de
San M iguel se reb a jó a la m itad d e su altura y
se qu ita ro n todas las alm enas y saeteras y
tam bién se d e m o lió un a escalera q u e daba al
cam ino d e r o n d a 83. T o d o esto se volvió a
hacer. Acaso con dem asiada perfección. En
los in teriores se ha o b se rv a d o un criterio
«casticista» peculiar, q u e ha hecho que, c o m o
en otras partes, se q u ite n los revocos de las
paredes, c o m o si la p ied ra al d e scu b ie rto
f u era lo «típico», lo «antiguo», lo «verda­
d e ro » . Claro es q u e en un c o n ju n to q u e ha
cam biado d e significado radicalm ente hay
qu e aceptar m odificaciones de cierto tipo
(habitaciones convertidas en capillas, etc.).
P e ro hoy q u e d a to d o «unificado» p o r la res­
tauración. En tiem pos d e M a drazo (y si­
g u ie n d o con su descripción) se distinguía aún
lo q u e sigue:
H)
226
D e n t r o del recinto había un « ro ­
I)
U n a plaza d e armas o patio con pozo,
c o m o o tro s d e castillos parecidos.
J) La capilla q u e en un tie m p o de b ió ser
caballeriza.
Cerca y al Sudeste d e Cáseda, p e ro con
té rm in o unido al de Javier, en tierra más
fragosa y en la m ism a raya de A ragón, se
halla la villa de Peña, q u e tam bién fue, ante
todo, una población castillo. C o m o tal castillo
aparece prim e ro . En 1209 lo e m p e ñ ó con
otros P e d ro II de A ragón a Sancho el F u e r­
te 85.
Hacia 1231 Ja im e el C o n q u is ta d o r seguía
con el e m p e ñ o 86. En 1^32 ren unció al mis­
m o 87. El p u e b lo c o m o tal tenía el m ism o
fuero q u e C áseda d e s d e el tie m p o d e Alfonso
el Batallador, y lo c onfirm ó R a m ó n B ereng u e r IV, c o n d e d e B arcelona y Príncipe de
Aragón, e n dicie m b re d e 1150. El fuero bá­
sico pare c e h a ber sido el de D a r o c a 88. A
pesar d e fueros y execciones, P eña no pasó
de ser un e m b rió n de pueblo. En 1802 tenía
sólo oc h o casas útiles, una arruinada, setenta
y dos habitantes bajo el señorío del C o n d e de
Ayanz. «El p u e b lo y el castillo q u e hay e n él
- s e indica a d e m á s - están sobre una p e ñ a m uy
elevada, qu e sirve de muralla, y sólo se p u e d e
e n tra r p o r dos portales q u e tiene al Sur y
O e s te 89.
El castillo subsistió y la villa a u m e n tó algo
d e población a com ienzos de siglo 90. P e ro de
en to n c e s a acá no q u e d a n más qu e ruinas de
m u ro s y to rre o n e s 91. La función d e este cas­
tillo y de o tro s próxim os en la rep re sió n del
bandolerism o, q u e parece h a b e r sido una
plaga grave en estas tierras abruptas y f ro n te ­
rizas d e jó todavía un resto en las cadenas qu e
había en sus calabozos a com ienzos d e siglo.
notas
1. L acarra, « T ex to s n av arro s d e l C ó d ic e d e R o d a» ,
loe. cit., p. 2 5 5 . D el m ism o « H is to ria d e l re in o d e
N av arra» , 1, p. 77. «A yvari» e n « T e x to s...» , p. 2 3 9 (n .°
17).
2. M en su a, op. cit. (Z arag o za, 1960), p. 9 1 , g rá ­
fico 26.
3. «C .S .J.P .» , I, p. 149 (n .° 50).
4. « C .S .J.P .» , II, p. 35 (n .° 74).
5
« C .S .J.P .» , II, p. 74 (n .° 94).
6. « C .S .J.P .» , II, p. 199 (n .° 159).
7. « C .S .J.P .» , II, pp. 35 (n .° 7 4 ), añ o 1039; 73 -7 4
(n.° 94), año 1046; 199 (n .° 159), añ o 1061.
8. V e r ta m b ié n Ib a rra , « D o c u m e n to s c o rre s p o n ­
d ie n te s al re in a d o d e S an ch o R a m íre z » , p p . 4 (n .° 1),
año 1063;, 54 (n .° 21), añ o 1068; 7 0 (n .° 26) año 1069;
139 (n .° 50) año 1080; 2 0 5 (n .° 76) añ o 1092.
9. « A n n ales» , II, p. 7 a (lib ro X IV , cap. I, § II, n .°
1 2 ).
10. J u s to P é re z d e U rb e l, « S an ch o el M a y o r d e
N av arra» , (M ad rid , 1950), p. 31. El te x to , en Lacarra,
«T extos n av arro s del C ó d ic e d e R o d a » , loe, cit., p. 2 3 9
(n .° 17).
11. «C atálo g o d e los ca rtu la rio s re a les» , pp. 16
(n .° 12), 23 (n .° 2 6 ), 25 (n .° 2 9), 2 9 (n .° 36), 31 (n .°
43), 51 (n .° 83), 52 (n .° 8 4), 54 (n .° 8 8 ), 61 (n .° 103),
64 (n .° 109), 67 (n .° 115), 6 9 (n .° 118), 164 (n .° 32 6 ),
180 (n .° 3 5 9 ), 183 (n .° 36 4 ), 189 (n .° 37 5 ) D e sd e 1092
a 1237.
12. «C atálo g o d e los c a rtu la rio s reales» , p. 79 (n .°
139) añ o 1205.
13. F. Z ab alo , «El re g istro ...» , pp. 6 3 -6 4 (n .° 313322).
14. F. Z a b alo , «El re g istro ...» , pp. 13 3 -1 3 4 (n .°
1 6 4 9-1664: ios c o rre s p o n d ie n te s a A ib ar d e sd e el n .°
1655).
15. F. Z a b alo , «El re g istro ...» , pp. 140 (nos.
1.80 7 -1 .8 1 6 ).
16. J. C arrasco P é re z, «La p o b la c ió n ...» , pp. 4 5 0 4 5 5 , (nos. 8-30).
17. « D ic c io n a rio ...» , d e 1 8 0 2 , 1, p. 10, b.
18. H o ja 174 del d e escala 1 : 5 0 .0 0 0 d ei In s titu to
G eo g ráfico y C atastral.
19. A ltadill, II, p p . 3 8 1 -3 8 3 , co n p la n o d e E zprogui en la p rim era . C o m p á re se con « Itin e ra rio s p o r
N av arra» , I, pp. 161-1 6 3 .
20. H ay , adem ás, La V izcaya ju n to a S arasate,
A ltadill, II, p. 182. El M o n te d e A ib ar, p. 334. O tro
M o n te d e R o n cal, p. 4 5 5 ; el b a rra n c o d e l m ism o n o m ­
b re en G u e ta d a r, p. 382.
21. « C atálo g o del A rc h iv o G e n e ra l» , I, p. 4 3 (n .°
13).
22. « C a tálo g o ...» , cit. p. 45 (n .° 17).
23. « C a tálo g o ...» , cit. p. 192 (n .° 396). V e r ta m ­
b ién C atálo g o II, p. 189 (n .° 4 6 8 ) a ñ o 1351 (?).
24. « C a tálo g o ...» , cit. pp. 4 0 5 -4 0 6 (n .° 948).
25. C e n so cit., lo e., cit. Y an g u as, « D ic cio n a rio d e
a n tig ü e d a d e s» , I, p. 24.
26. Lacarra, « H is to ria d el re in o d e N a v a rra » , II,
pp. 94.
27. Y anguas, « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , I, p.
24.
28. P lano y vista, A ltadill, II, p. 3 3 4 .
29. « P o b lació n g e n e ra l d e E sp añ a» , ed. cit. fol.
2 0 0 r. E scribe « A h ib ar» .
30. « D iccio n a rio ...» d e 1802, I, p. II, a.
31. M adoz, I, p. 166, a.
32. A ltadill, II, p. 334.
33. M a rtin e n a , «Palacios cab o d e A rm e ría » , 11, p.
17-18. A zcárraga, fols. 9 r y 9, 3 r...
34. Y anguas, « A d ic io n e s» , p. 3 3 1 . P lan o d e A lta ­
dill. II, p. 467.
35. Y a en A zcárraga, fol. 3 8 , 5. M a rtin e n a , o p . cit.
p. 18 (seis panelas d e sin o p le en c am p o d e o ro ).
36. M adoz, X III, p. 6 1 2 , a: 105 casas y 5 5 9 h a b i­
tan tes.
37. P lano, A ltadill, II, p. 4 1 4 .
38. D icc io n a rio d e 1802, I, p. 4 2 6 , a. C in c u e n ta y
o c h o con 344 h a b ita n te s le d a M ad o z, X , p. 106.
39. En la d o n a ció n d e S an ch o el M ay o r a su h ijo
R am iro I (1 0 3 5 ? ), el n o m b re a p a re ce c o m o « S telab a» ,
C .S .J.P ., I, p. 186 (n .° 66). A n te s d e l fu e ro q u e lu eg o
se cita.
40 . D icc io n a rio d e 1802, I, p. 2 6 0 , a.
41 . P lano d e A ltadill, II, p. 373 q u e le d a 157
edificios (37 d isem in ad o s) co n 543 h a b ita n tes: 19 m e ­
nos q u e en 1900.
42 . « C atálo g o d e los cartu la rio s re ale s» , p. 71 (n .°
123). E x trac to e n Y anguas « D ic cio n a rio d e a n tig ü e d a ­
d e s» , I., p p . 3 9 5 -3 9 6 , te x to M arich alar, « C o lecció n
d ip lo m ática» , p. 4 6 . V e r ta m b ié n « C a tálo g o ...» , cit., pp.
2 6 2 -2 6 3 (n .° 528) y la co n firm a ció n d e 1274, p. 2 6 6
(n .° 536). C o m o sita en el valle d e A ib ar a p a re ce en
1319, «C atálo g o del A rch iv o G e n e ra l» , I, p. 3 4 4 (n .°
788).
43 . Y anguas, « D iccio n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , 1, p.
396.
4 4 . M a rtin en a , «P alacios cab o d e a rm e ría » , II, p.
18. A zcárraga, fol. 3 5 , 5.
45. P lano d e A ltadill, II, p. 4 1 5 . 4 2 0 alm as e n 9 9
edificios m ás 2 7 d isp erso s.
46. D icc io n a rio d e 1802, I, p. 4 3 5 , b. A ltadill, II,
p. 4 1 5 d a el n o m b re d el castillo B u rló n .
47. Y anguas, « A d ic io n es» , p. 193. « C atálo g o del
A rch iv o G e n e ra l» X L V II, p. 3 7 5 -3 7 6 (n .° 8 5 6 ). El
p u e b lo e n m iseria y p o b re z a p o r la « n o ciu a g u e rra » .
4 8 . A n alizado ya p o r M o re t, « A n n a le s» , II, pp.
3 0 6 a-3 0 8 , b (lib ro X V III, cap. V II, § III, nos. 8-12).
S o b re el orig in al co n se rv a d o en C ásed a. Lo p u b lic a el
D iccio n a rio d e 1802, I, pp. 4 9 9 -5 0 1 . D e sp u é s L ló re n te ,
« N o ticias» IV , pp. 35. Z u azn av ar, « E n say o ...» , II, pp.
9 8 -1 0 0 ; Y anguas, « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , I.,
pp. 2 0 1 -2 0 5 , co n e x tra c to a n te s (pp. 1 9 6 -1 9 9 ). En fin
M u ñ o z R o m e ro , « C o le c c ió n ...» , pp. 4 7 4 -4 7 7 . V e r
« C atálo g o d e los c artu lario s rea le s» , p. 2 0 (n .° 20).
49. Lo m ism o q u e «cassis». V a rian te dialectal se ­
g ú n San Isid o ro , «E tym .» X V III, 14, 1.
50. S ello en A ltadill, II, p. 353. V e r ta m b ié n Je s ú s
L o ren zo O tazu R ipa. « H e rá ld ic a m u n icip al. M e rin d a d
d e S an g ü esa I» en « T em as d e c u ltu ra p o p u la r» , n.°
2 8 8 , pp. 14-15. D ic cio n a rio d e 1802, I, p. 2 0 1 , a.
51. P to lo m e o , II, 6 , 57. «It. A n t.» , p. 4 3 6 , 4;
4 3 8 , 11.
52. P lan o en A ltadill, II, p. 354.
227
53. Y anguas, « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , I, p.
199.
54. D ic c io n a rio d e 1 8 0 2 , I, p. 2 0 2 , a. E n 1818 son
890.
55. El artícu lo , V I, p p . 6 2 , b -6 4 , a, es m u y d e ta ­
llado. D istrib u y e las 196 casas e n d o c e calles, d o s plazas
y c u a tro caserío s, e n tr e los cu ales d e stac a el d e San
A n d ré s, d o n d e h ab ía u n a casa fu e rte , c o n asp illeras y
cim ie n to s d e u n a iglesia. La casa m u n icip al se d ice
c o n stru id a en 1808. El c o m e rc io p a re c e re g u la r con
siete tien d as d e g é n e ro s d iv erso s. H a y fu e n te s p úblicas;
p e ro ta m b ién se re c o g e agua d e lluvia e n p o z o s y
aljibes. Al p u e n te le d a n u e v e arco s, 7 0 0 pies de
lo n g itu d y 14 d e an ch u ra. E stu v o fo rtific ad o d e 1 8 3 6 a
1837 p o r los lib erales y se c o n sid e ra p aso e n el cam in o
d e T u d e la a S angüesa.
56. A ltadill, II, p. 353.
57. Je s ú s L o ren z o O ta z u , o p . cit., p. 15.
58. A ngel Irigaray , « D o c u m e n to s p a ra la G e o g ra ­
fía lin g ü ística d e N a v a rra » , e n « G e o g ra fía h istó ric a d e
la len g u a vasca (S iglos X V I al X IX )» , p. 100. A fines
d el X V I fo rm an la avan zad a m e rid io n a l d e l vasco P eñ a,
C ásed a, G allip ien zo . L u eg o U ju é , San M a rtín d e U n x .
M an u el d e L ecuona, «El e u sk e ra en N a v a rra fines del
siglo X V I» , o p . cit. p. 136.
59. A ldazábal, « C o m p e n d io H e rá ld ic o ...» , p. 98.
«Es sím b o lo d e la vigilancia, p o r c u y o m o tiv o fu e
c o stu m b re p o n e r su fig u ra en los c am p a n ario s, p ara
d e n o ta r la vigilancia d e los su p e rio re s d e la iglesia so b re
su g rey » .
60. A ltadill, II, p. 3 8 4 d a la fo rm a « G a rip e n tz u » .
61. P u b licad o e n el D ic c io n a rio d e 1802, II, pp.
Z u azn av ar, «E n say o ...» , II, p p . 109, 111; Y anguas
« D iccio n a rio d e an tig ü e d a d e s» III, pp. 3 9 7 -3 9 9 ; M u ­
ñ oz R o m e ro , « C o le c c ió n ...» , pp. 4 1 8 -4 1 9 .
62. F ue d a d o así a varios se ñ o re s, c o n sus pechas.
En 1375 a un A yanz; e n 1 3 8 0 a R e m iro d e A re lla n o ; en
1450 a Ju a n d e E zp eleta. Y an g uas « D ic c io n a rio de
an tig ü e d a d e s» , II, p. 4.
J o s é M aría d e H u a rte , « A rq u ite c tu ra tu rís­
tica...» , op. cit., p. 2 7 , d , señala q u e e n las cercan ías d e
la villa y p ró x im a a la e rm ita d e S an ta Q u ite ria e stab a
«La T o rra z a » , fu n d ac ió n p ro b a b le d e los cab a lle ro s d e
San Ju a n .
63. En 1380 la d o n a c ió n a R e m iro d e A rellan o
hace re fe re n c ia a la p e c h a d e los ju d ío s. Y an g u as « D ic ­
c io n ario d e a n tig ü e d a d e s» , II, p. 4.
64. D ic c io n a rio d e 1802, I, pp. 2 9 4 , b - 2 9 5 , a.
65. M ado z, V III, p. 2 8 5 , a.
66. A ltadill, II, p. 3 8 4 , p la n o a la p. 383.
67. Je s ú s L o ren zo O ta z u , o p . cit. p. 24.
68. M a rtin e n a , «P alacios cab o d e arm e ría » , II, p.
19. A zcárraga, fol. 53, 4.
69- « E m érita» X V I (1 9 4 8 ) p p . 1-13. R e c o g id o
luego e n « T o p o n im ia p re rro m á n ic a h ispana» (M ad rid ,
1952), pp. 233 - 250 .
70. C aro B aro ja, « E tn o lo g ía h istó ric a d e N a v a ­
rra» , I, p. 341.
71. Y angu as « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , I. p.
228
54 d a «A yvair» y « X av ie r» . M u ñ o z R o m e ro , « C o lec­
c ió n » , p. 3 3 1 , lo m ism o ; v e r lu e g o L acarra, « N o ta s p ara
la fo rm ació n d e las fam ilias d e fu e ro s n av arro s» en
« A n u a rio d e H is to ria d el D e re c h o E sp añ o l» X (1 9 3 3 ),
pp. 2 5 4 -2 5 6 . « C atá lo g o d el A rc h iv o G e n e ra l» I, p. 43
(n .° 12), « C atálo g o d e los C a rtu la rio s R eale s» , pp.
16-17 (n .° 12). A q u í e sta grafía,
72. La d o c u m e n ta c ió n ha sid o re u n id a p o r F. Es­
calada, « D o c u m e n to s h istó ric o s d el castillo d e J a v ie r y
sus m ay o razg o s» (P am p lo n a , 1931).
73. Y an g u as, « D ic cio n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , II,
p. 103, E scalada, o p . cit. pp. 1 5 5 -1 5 6 (n .° 4). M arich alar, « C o lecció n d ip lo m á tic a » , p p . 1 8 6 -1 8 6 . « C atálo go
d e los c a rtu la rio s rea le s» , p. 135 (n .° 261).
74. « C atálo g o d e los c a rtu la rio s rea le s» , p. 116
(n .° 218). E scalada, op. cit., p p . 1 5 4 -1 5 5 , (n .° 3). M arichalar, « C o lecció n d ip lo m á tic a » , pp. 1 4 5 -14 6.
75. M o re t, « A n n ales» III, pp. 135, b - 138, a (lib.
X X , cap. V II) § V, n.°s 15-20; 164, a - 166, a (lib.
X X I, cap. I, § V n .°s 15-19). Y an g u as « D ic c io n a rio de
a n tig ü e d a d e s» , II, p p . 103 - 104.
76. A zcárraga, fol. 22 d a el e sc u d o d e los v izc o n ­
d e s y co n d e s; p e ro al fol. 119, 6 d a el e sc u d o c o n o c id o
co n e sta a d v e rte n c ia «La R aya, A rray za, E ch au ri, X a­
vier, O lo riz , Y m a rc o a y n , C iriza lleb an d e O ta z u y de
Y aniz». A z p ilicu eta, al fol. 109, 6 y S ada al 9 1 , 3. El
p rim e ro « tra h e d e Y án iz» .
77. D ic c io n a rio d e 1802, 11, p. 5 1 6 , a-b.
78. « N a v a rra y L o g ro ñ o » , II, pp. 4 9 7 -5 0 5 .
79. J o s é M aría R e c o n d o , S.J., « C astillo d e X a­
vier» (B arcelo n a, 1978), p. 2.
80. R e c o n d o , op. cit. p. 46.
81. V éase A ltad ill, I, pp. 2 0 9 y 8 2 0 -8 2 2 .
82. V éase la fo to d e las pp. 7 2 -7 3 en R e c o n d o ,
op . cit. T a m b ié n , d el m ism o «El C astillo d e Ja v ie r» , n .°
84 d e « N a v a rra . T em a s d e c u ltu ra p o p u la r» .
83. R e c o n d o , o p . cit. p p . 15-16 y 19.
84. R e c o n d o , op. cit. p p . 38-39.
85. Y an g u as, « D icc io n a rio d e a n tig ü e d a d e sd » , 111,
p. 25. M arich alar, « C o le cc ió n d ip lo m ática » , pp. 8 9 -9 2 .
« C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» I, pp . 9 1 -9 2 (n .° 144).
«C atálo g o d e los cartu lario s re ale s» , p. 8 6 (n .° 152),
etc.
86. Y an g u as, « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , III,
p. 29. « C atálo g o d e los c a rtu la rio s re ale s» , p. 151 (n .°
298). T a m b ié n pp. 151-152 (n .° 299).
87. M arich alar, « C o le c c ió n d ip lo m á tic a » , pp. 2 1 3 2 1 4 . « C atálog o d el A rch iv o G e n e ra l» , I, p p . 1 0 6 -1 0 7 ,
(n .° 182). « C atálo g o d e los c a rtu la rio s re a le s» , pp.
15 3 -1 5 4 (n .° 303).
88. Y anguas « « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» » , II,
pp. 6 8 3 -6 8 4 . L acarra, « N o ta s p a ra la fo rm ació n d e las
fam ilias d e fu e ro s n a v a rro s» , e n « A n u a rio d e H isto ria
d el D e re c h o » , cit. X , pp. 14 5 -1 4 6 . « C atá lo g o d el A r­
ch iv o G e n e ra l» , I, p. 54 (n .° 38).
89. D ic c io n a rio d e 1802, II, p. 2 4 7 , a-b.
90. A ltad ill, II, p. 4 1 2 .
91- M a rtin e n a , « N a v a rra , castillos y p alacio s»,
p. 37.
C A P IT U L O X I
EL V A LLE DE R O N C A L
1)
2)
3)
4)
5)
6)
El R oncal, como unidad etnográfica e histórica.
A lgunos rasgos fisiográficos.
B urgui y Vidangoz.
G arde, R oncal, U rzainqui.
Isaba y Uztarroz.
Resumen.
D e n t r o d e la antigua m erin d ad de San­
güesa y del p artido judicial q u e le sucedió,
hay una serie d e valles qu e q u e d a n en zona
pirenaica y que, hasta cierto p u n to , se dife­
rencian d e m o d o sensible e n tre sí y aún más,
si cabe, de los de las zonas subpirenaicas y
medias. El más oriental y «alto-pirenaico» a
la vez d e todos ellos, es el d e Roncal: valle
más fam oso q u e otros p o r razones m últiples
q ue van d e s d e las naturales, qu e le hacen
bellísimo, a las históricas y lingüísticas 1. D e
su naturaleza y constitución he tratado bas­
tante en o tra p a rte y no rep e tiré ahora lo que
allí dije 2. Sí advertiré q u e c o m o unidad y
con el n o m b re q u e lleva u o tro parecido, es
conocido d e s d e é p oca m uy re m o ta de la m o ­
narquía navarra; au n q u e p u rg u e m o s la histo­
ria d e referencias a textos sospechosos, com o
la «C hronica antigua d e Val de Izarbe», se­
g ún la cual - c o n f o r m e a lo qu e recoge M o re t,
ya con r e s e r v a - p o r los años d e 743 un rey
de N avarra, G arcía X im én e z , p o b ló de casti­
llos «la valle d e Roncal y tierras finitimas
hasta L um bier» 3.
C o n más confianza, el m ism o analista se
refiere, c o n ta n d o los sucesos del año 785, al
papel d e los roncaleses en una batalla dada
p o r F o rtu n io G arcía a los m usulm anes, e n el
cam po de Erando, acerca de la cual da incluso
detalles topográficos y en la q u e m u rió ALv
de rra h m a n (?), m u erte que, según la tradición
qu e tam bién recoge, se debió a una roncalesa. H e aquí el texto de interés folklórico
evidente: « A u m e n tó la gloria d e esta victoria
la m u e rte de A b darram en, Rey de C órdova,
q u e cayó en la batalla, com o dicen los Reyes
en sus cartas. Los roncaleses refieren que
p rim e ro fue presso. Y qu e altercando los qu e
le p re n d ie ro n , unos p o r quitarle la vida, otros
p o r ilustrar más la victoria, c onservando vivo
tan gran cautivo, una m u je r roncalesa con ira
m ugeril, p o r los estragos hechos en su tierra,
afeando a gritos qu e quisiessen p e rd o n a r la
vida a aquel p e rro e n em igo del n o m b re de
christiano, dirim ió la questión con la espada,
corriéndola al rey po r el cuello. Y d e una
cerem onia antiquissima en aquel valle, de
salir en público las recién casadas con una
corona los p rim eros días nupciales, esta dan
po r razón po r haber sido p re m io d e h o n o r en
m em oria de la qu e m ató al rey, y d e las otras,
q u e en gran n ú m e ro siguieron arm adas a sus
m aridos, y intervinieron en la batalla» 4. Lo
que sigue tam bién tiene interés a n tro p o ló ­
gico: «Y si de algunas se p u e d e fiar esse
ro b u sto m inisterio, ellas son criadas e n au­
231
sencia d e sus m aridos, g anaderos p o r la m a­
y or parte, y assistiendo lo más del año a sus
ganados en tierras más benignas, en exercicios de varones fuertes, r o m p e r y talar m o n ­
tes, para engrossar con la ceniza la tierra de
suyo estéril, y hacerla dar a h ierro y fuego lo
qu e d e g rad o niega; y e n fuerza del exercicio
y crudeza del clima, de passo tan brioso y
fuerte en el pisar, de tezes tan curtidas y
lineam entos ásperos, q u e les d e b ió p arecer
descedía el a d o rn o m ugeril del pelo, q u e se
cortan casi a raíz, te n ie n d o p o r e m barazo lo
qu e el sexo m uelle adora p o r gala y pom pa.
Si ya no le c o m e n z a ro n a c ortar p o r e n ­
trar en esta batalla, c o m o dicen, y p arecer
más h o m b re s q u e los afem inados de nu e stro
siglo, a qu ien e s lleva el cabello tanto cuydado; y d a n d o con el d e s p o jo d e las cabezas
seguridad de qu e se les podía fiar el v encer
qualq uiera o tra dificultad. 17. En aquella lla­
nura del c am po de Erando, passo ordinario
de los ganados d e Roncal, se conserva oy dia
una m uy antigua piedra, clavada con un espi­
g ó n de hierro en la tierra; ya m uy gastada d e
las aguas y tiem pos, en q u e c o n fu sa m en te se
divisan todavía algunos lincam ientos c o m o de
cabeza cortada y con corona. Y dicen fue el
lugar d o n d e m ata ro n a A b d e rra m e n . Y aun la
codicia d e n u estra edad le creyó allí e n te ­
rrado y r e m o v ie n d o y cavando en torno,
busco de noche algún a d o rn o d e c u e rp o real.
P ero q u e d ó vacío y b urlado e n su trabajo el
qu e quiso d e spojos sin riesgo d e batalla; y
calificado de necio el q u e p e nsó q u e en tierra
enem iga se e n te rra b a n los m u e rto s con p r e ­
seas de codicia. Y q u e haviéndolas ganado
con su sangre los v e n c ed o re s las d e x aron para
q u e las gozasse un. cavador d espués casi de
nueve siglos» 5. La renovación total d e la
historia d e los p rim e ro s m o m e n to s del reino
vascónico, a la luz de los textos árabes, obliga
a colocar to d o el d ra m a en el ám b ito d e las
leyendas h is tó r ic a s 6, cosa que, p o r otra
p arte, ya se había hecho antes, p o r razones de
p u r a crítica 7. P ero esto no q u ita para q u e a
lo largo d e la Edad M e d ia y los com ienzos de
la M o d e rn a se creara este e le m e n to im p o r­
tante para ro b u ste c e r la «conciencia colec­
tiva» d e los habitantes del valle.
El tem a d e las m u je re s g u e rre ra s y venga­
doras e n tra d e n tr o d e un ciclo con raíces m uy
antiguas. A q u í se explica d e un m o d o funcio­
nal, con referencia a una población en q u e los
h o m b re s son pastores tra shum antes y las
232
m u je re s tie n e n q u e dar cara a los trabajos
agrícolas y r e p re s e n ta n el e le m e n to más esta­
ble; un e sq u em a tam bién c onocido p o r los
antiguos. D e l blasón colectivo, M o r e t m ism o
dice lo q u e sigue: « D e esta batalla to m a ro n
los roncaleses el blasón d e su escudo, gra­
v ando en él la cabeza coronada, y en la frente
el n o m b re d e A b d e rra m e n : las tres rocas de
la portillada y la p u e n te hasta d o n d e se siguió
el alcance, q u e d e s d e el cam po d e O last son
tres grandes leguas españolas, y la mitad
d e sd e las rocas d e g ran d e fragosidad; y fue
m u c h o d u ra r de sp u és d e la fatiga d e la bata­
lla. D e este blasón hay m uchos y m uy anti­
guos escudos p o r to d o el valle e n los tem plos
y o tro s edificios» 8.
A ñade M o re t q u e daban c u e n ta de estos
h echos una carta de D o n Sancho el M ayor
del año 1015, un d o c u m e n to d e D o n Sancho
R am írez de 1143 y m u c h o más tarde o tro de
D o n Carlos el N o b l e de 1412. En realidad en
su épo c a no q u e d a b a más q u e el tex to de
1412 9, q u e se conservaba e n el archivo del
valle, d o n d e lo copió 10, así c o m o o tro s d o ­
c u m e n to s q u e utilizó en las «Investigacio­
nes», d o n d e d a más detalles acerca del bla­
són 11 y p ro c u r a n d o d e fe n d e r su legitim idad
histórica fre n te a las dudas d e O ih e n a rt. La
existencia d e un blasón colectivo de fecha
bastante te m p ra n a da en el Roncal una pauta
e n lo q u e se refiere a las hidalguías, tam b ié n
colectivas. La fisonom ía del valle se d ib u ja
fu erte a la luz d e otro s m u ch o s criterios
históricos.
A los historiadores antiguos les o c u p ó la
cuestión de cuáles fu ero n los térm in o s q u e
d e jó Sancho el M ayor a su hijo R am iro,
d e n tr o d e lo qu e d u ra n te lapsos m ayores fue
N avarra. El A bad d e San J u a n de la P eña
d e fe n d ió q u e el valle de Aibar, en el sentido
lato ya expresado, y tam bién el d e Roncal
q u e d a ro n d e n tr o de las fronteras d e A ra­
g ó n 12, a lo q u e replicó M o r e t largam ente,
d e fe n d ie n d o q u e serían tierras sueltas dadas
en el rein o del h e rm a n o q u e h e re d ó N a v a rra
y sin carácter de f ro n te ra 13: c o m o p r o p ie d a ­
des particulares. D e todas form as esto dio
lugar a confusiones y luchas, q u e d u ra ro n
hasta 1135 14. D e s p u é s no hay m otivo a
confusión. Roncal es el flanco d e d efensa del
r ein o p o r parte c o m p ro m e tid a 15.
A parece en 1287 c o m o u n a «am irantia»,
es decir, un alm iradío, c o m o los d e Salazar y
Navascués 16: m uchas veces, antes, asociado a
pueblos del Pirineo aragonés, c o m o en una
donación a Leire d e 1085 17. El carácter del
valle, c o m o tierra froteriza, se perfila en d o ­
cu m entos c o m o u n o d e 1332 en q u e se dis­
po n e qu e los labradores q u e viven en él
trabajen en los castillos q u e e n él había 18 y
luego aparece c o m o tal, en cuentas d e visitas
al Pirineo d e 1352 19 y otro s d o c u m e n to s p o r
los q u e se ve q u e estaba am enazado p o r
bandas d e m alh e ch o re s 20. Es tierra d o n d e se
buscaba ganado caballar y de tra n sp o rte 21 y
d o n d e se reclutaban soldados para las guerras
frecuentes en la época 22.
Isaba es p o r e n to n c e s el p u e b lo en que
vivían los trib u ta d o res d e to d o el valle 23.
T a m b ié n se ve p o r los d o c u m e n to s qu e
era tierra a la q u e se recurría, con Salazar y
las Bardenas, p a ra c o m p ra r ganado lanar y
vacuno 24 y con luchas con los vecinos «bareto n e s» , con los q u e luego llegaron al fa­
m o so ac u erd o qu e da lugar a la conocida
ce re m o n ia 25.
de
C o m o e n o tro s casos, en 1280 «la peita
R onqual» se da glo b alm e n te 26,p e ro hay
D e n t r o del sistem a d e considerar al valle
c o m o e ntidad adm inistrativa y jurídica, el de
R oncal p u e d e llamar la atención, en p rim e r
térm in o , p o r su tam año, según p u e d e c o m ­
p ro b arse exa m in an d o las hojas 117-118 y
143-144 del m apa a escala 1 : 5 0.000 del
Instituto G eográfico Catastral. Las descrip­
ciones antiguas le dan siete leguas cortas de
N o r t e a Sur y tres largas de Este a O e s te en
lo más ancho 32. Las más m o d ern a s le dan una
e xtensión total de más de 3 9.144 hectá­
reas 33. P e ro a la extensión o cantidad hay
q u e añadir una calidad qu e hace del valle un
té rm in o boscoso y apto para el desarrollo de
la ganadería e n época estival, con un e je de
m ucha significación económ ica: el del río
Esca y sus afluentes. S o b re el Esca al N o r te ,
está Isaba, qu e tiene el té rm in o mayor. Luego
otras cuentas qu e acreditan la trashum ancia
com o una «p o r despens d e dos pastores q u e
g ua rd a ro n los carneros q u e v e n ie ro n de
Ronqual p o r cinco m eses» 27 y o tra similar 28.
En 1350 aparecen d e n tr o d e «Vayll d e R o n ­
cal» las villas d e «Vidangos» y «B urguy» 29.
Y en 1366 «Ysava», con sesenta y cinco
fuegos, «U ztarroz G o y e n a » , con treinta,
«Ur^aynquy» con doce, «R o n q u a l» , con
veintidós, « G arde», con veintiuno, «Bidangoz», con treinta y «B urguy», con c u a re n ta y
uno 30. El perfil histórico-cultural q u e da esta
docum entación rem o ta va acusándose a m e ­
dida qu e avanzan los tiem pos, hasta q u e a
fines de la Edad M edia p u e d e decirse q u e el
valle tiene una estru c tu ra social y jurídica
parecida a la q u e conserva después, hasta
nuestros días.
D e 1543 datan unas ordenanzas c o m ­
puestas para su bu e n g o b iern o , en q u e se
hace m u ch o hincapié en los de re c h o s y d e b e ­
res de los vecinos. El espíritu co m u n ita rio de
todos los pueblos del valle unidos se observa
en ordenanzas tales d e m o d o p a recido al q u e
se da en otros valles p ir e n a ic o s 31.
Urzainqui, Roncal, Burgui, bastante d ife re n ­
ciado, c o m o verem os. En B urgui se u n e al
Esca un río estrecho qu e tiene sobre él a
Vidangoz y cerca de Isaba se le une el río q u e
pasa ju n to a la villa más septentrional, q u e es
U ztarroz, form ado a su vez p o r varios ba­
rrancos. El Esca recibe p o r el Este, al sur del
p u e b lo de Roncal, las aguas del río d e G a rd e
q u e nace en unas cum bres no lejanas a Fago,
provincia de H uesca. En todo el territo rio
hay bordas y apriscos pastoriles con m ayor o
m e n o r densidad. P ero las siete villas consti­
tuyen núcleos m uy c o n c entrados con posi­
ción particular en relación con el río, sie m p re
en la parte baja del valle qu e q u e d a p e rfe c ­
tam ente delim itado po r alturas q u e rebasan
los 1.500 m etro s por el N o r t e y los 1.000
p o r el Sur. Cada térm in o municipal p o se e
233
tam bién unos límites orográficos m uy definidos y está a considerable altura s o b re el nivel
del mar: 814 m etro s la parte más baja d e
Isaba, más alto U ztárroz. D e U rzainqui a
B urgui se descie n d e de 732 a 6 29, lo cual
influye sensible y a p a re n te m e n te en la fisonom ía del caserío, c o m o vam os a ver.
III
E n tra n d o hoy en el Roncal, p o r el Sur,
p o r la c a rretera q u e sale de Salvatierra de
Esca, en Zaragoza, y pasa p o r un desfiladero
largo, el p u e b lo q u e se e n c u e n tra p rim e ro es
B urgui, situado en la m argen occidental del
río y con alturas hacia el Sur. Las noticias más
antiguas resp e c to a él hablan:
1.°) D e una iglesia, q u e fue d e Sancho R am í­
rez, rey de A ragón y de N avarra, q u e la
d o n ó a Leir<¿ en 1085 34.
2.°) D e casas particulares q u e tenían ciertas
p ersonas «in caput d e villa» h abiendo
sido la población en te ra, al parecer, d o te
de una señora, según d o c u m e n to de d o ­
nación hecha a San J u a n de la Peña, en
1059 59.
3.°) D e un castillo, del qu e se c o n o c en los
n o m b re s de algunos « ten entes» 36.
4.°) D e un m olin o real sobre el río, d a d o al
vecindario e n 12 4 8 37. Este u o tro apa­
rece c o m o m olino real d e spués, en
1480. C o m o tantas veces ocurre, la igle­
sia ha subsistido, el m olino tam bién. N o
el castillo.
En 1802 había dos tem plos: u n o de
N u e s tra S eñ o ra del C am ino y o tro de N u e s ­
tra S eñora del Castillo, « d o n d e lo h u b o hasta
principios del siglo X V I» 38. O t r o e le m e n to
antiguo q u e le da fisonom ía especial a B u r ­
gui: es el gran p u e n te q u e q u e d a al Sur del
caserío aglom erado, com o en una encrucijada
d e c a m i n o s 39, con la iglesia en alto y en
ladera (fotos de las figuras 292 y 293).
Pese al cam bio sensible del paisaje, B u r ­
gui posee e le m en to s parecidos a los d e otras
villas navarras más m eridionales. Las casas
q u e form an calles estrechas (fotos y d ib u jo
de las figs. 262 y 294-297), son de planta
234
baja y dos altos p o r lo general y p o r lo
g eneral tam bién tie n e n una balconada e n el
piso segundo. Los suelos están em p e d rad o s.
N o faltan aquí y allá e le m e n to s góticos (di­
b u jo de la fig. 263). P u e d e decirse q u e se
diferencian algo de las d e los p u e b lo s más
se p ten trio n ales del valle en q u e la inclinación
d e sus tejados es m en o r. T a m b ié n parece que
hay m u ch o e le m e n to q u e indica m o d e rn iz a ­
ciones del siglo X I X , c o m o balcones d e hie­
rro (dibujo de la fig. 264). P e ro en edificios
agrícolas aún p u e d e n observarse e n tra m a d o s
y estructuras d e m adera, q u e sin d u d a fu ero n
m u c h o más a b u n dantes en tie m p o s m e d ie v a ­
les (dibujo d e la fig. 265). El goticism o tardío
p u e d e d o c u m e n ta rs e e n algún m o n u m e n to
público, c o m o la cruz de 1595 (d ib u jo d e la
fig. 266). Sin em bargo, hay o tro s pue b lo s
vecinos q u e dan una m ayor im presión «gó­
tica».
B urgui tenía en 1802 no v e n ta casas útiles
y dieciocho a r r u i n a d a s 40. Altadill le da al
casco 151 edificios y luego registra 193 r e d i­
les, cobertizos y chabolas de pastores 41. P e ro
la curva dem ográfica es alarm ante, si se c o n ­
sidera q u e en 1818 tenía 530 almas, 735 en
1920 y m o d e r n a m e n te se le dan 394 42.
M ás grave es la situación d e V idangoz,
q u e q u e d a al N o r o e s te s o b re un afluente del
Esca llamado Biniés. Se trata tam b ié n de un
núcleo u rbano, colocado sobre el río, con dos
p u e n te s 43, siendo su e je principal el cam ino
q u e va a U ztárroz, en ladera, con cimas ce r­
canas al Este. La C añada Real baja a P o n ie n te
p o r los límites del valle 44. La iglesia q u e d a
en a l t o 45, en el c o n ju n to urb an o , no tan
c e rra d o c o m o el d e B urgui y las casas, m u ­
chas d e ellas bastante m o d ern izad as o m o ­
dernas (del siglo X I X ) , en g ran pa rte no
Fig. 2 6 2 .-C a lle de B urgui.
Fig. 2 6 3 -C a sa s de Burgui.
236
237
tie n e n el aire d e las q u e a b u n d a n en las villas
más se p te ntrionales del valle (fig. 298). N o
faltan, sin em b a rg o , las clásicam ente pirenai­
cas, con g ran d e s chim eneas y algunas góticas,
más o m e n o s reform adas. V idangoz, q u e en
1802 da sesenta y cinco casas con 338 p e rs o ­
nas 46 e n tiem pos
cios, de los cuales
y 324 habitantes.
rado: en 1818 el
182 47.
de Burgui.
238
d e Altadill tenía 193 edifi­
96 se hallaban disem inados
El descenso se ha acele­
censo da 325 y hoy día,
Fig. 2 6 6 .-Cuadras de Burgui.
IV
Los p u e b lo s q u e q u e d a n so b re el Esca
su b ien d o d e B urgui son R oncal (a la m ism a
latitud q u e V idangoz) y U rzainqui. A ntes de
llegar a R oncal, una c a rre te ra q u e va a A nsó y
a Fago, nos d e ja cerca de G a rd e , a unos 751
m etro s de altu ra y so b re un riach u elo (G ardalar). La iglesia de G a rd e aparece en la
do n ació n a Leire de 1085, ya citada dos ve­
ces. G a rd e es un pueblo-calle, o rie n ta d o de
N o ro e s te a S u d este, con un p e q u e ñ o p u e n te
q u e da razón de su escudo p r o p io 48. En
G a rd e se acusa m ás el carácter p iren aico de
las casas, con tejad o s m ás agudos (foto de la
fig. 301) y no faltan las señoriales, con blaso­
nes p ro p io s (fo to de la fig. 302). A lgunos han
llam ado b astan te la aten ció n , co m o el de la
fo to 303 y d ib u jo d e la fig. 26 7 , con un
jin ete q u e rec u e rd a e x tra ñ am e n te los jinetes
ibéricos.
G a rd e tam b ién ha p e rd id o población de
m an era alarm ante. D e 4 0 0 h ab itan tes en
1818 baja a los 279 d e hace unos a ñ o s 49.
A ntes, en 1802 es m ayor aún: 451 personas
en o c h e n ta y seis casas útiles 50. E ntonces
llam aba la aten ció n el palacio d e A tocha, al
O e s te d e la villa. M ayor en tid ad tien e R o n ­
cal, so b re el Esca y con unos e le m en to s bási­
cos parecidos a los de B urgui. El n o m b re
aparece en fechas lejanas. El año 992 se
fecha, en efecto, una donación de Sancho
G arcés I de N av arra a San P e d ro d e Siresa en
q ue aparece un «Sancio G arcean d i d e R onkali» 51. «G arceandi» p arece se r un G arcía
«aundi» o g ran d e y la form a «R onkali» nos
acerca a otras rom ances 52. La iglesia tam bién
surge e n 1085 con «decanias» 53. La m ayor
p a rte del núcleo u rb an o se halla a la m argen
occidental del Esca (com o en B urgui). A la
izquierda, sin em bargo, hay una altu ra d e n o ­
m inada el C astillo 54. U n p u e n te une a la
p a rte d e un lado con la del o tro , y q u e d a un
núcleo m en o r de casas al S u d este 55. T a m ­
bién R oncal está en declive en una ladera,
con la iglesia en alto, y el d e sarro llo del
p u eb lo se hizo en la p a rte baja, d o n d e ya en
1802 se señala la existencia de u n a plaza con
el ay u n tam ien to , el p ó sito , la carnicería, la
h e rre ría y p o r fin la casa d o n d e el valle
celebraba sus juntas. En el barrio q u e estaba
al o tro lado del p u e n te , el del C astillo o
N u e s tra S eñora del C astillo, había m o lin o y
batán, a los q u e han d e b id o su stitu ir unas
fábricas de aserrar y electras. En m e n o r p ro ­
po rció n q u e o tro s p u eb lo s R oncal ha dism i­
nuido tam bién d e población. En 1802 se le
Fig. 267 .-Piedra tallada de Garde.
dan n o v e n ta y dos casas útiles, cu a tro a rru i­
nadas y 4 9 4 p erso n as 56, 743 e n 1920, 541
en 1950 y hace po co 365 57.
La situación cen tral del p u e b lo y otras
circunstancias han h ech o q u e el c o n ju n to u r­
bano ten g a e je m p la res d e casas g ran d es, p u ­
d ien te s, q u e sie m p re han llam ado la atención
del visitante. U n joven a rq u ite c to d e P am ­
plona, M. Iñiguez, ha d esp leg ad o singular
habilidad d ib u ján d o las y lev an tan d o sus pla­
nos, tra b a jo q u e m e ha fra n q u e a d o g e n e ro ­
sam ente. Estos e je m p la res q u e d a n d e n tro del
c o n ju n to de casas palacianas del país, hechas
en los siglos X V II y X V III, a u n q u e p re s e n ­
ten rasgos d e lo q u e p u e d e c o n sid erarse es­
tric ta m e n te pirenaico. H ay en R oncal e je m ­
plos d e a rq u ite c tu ra m ás antigua con e le ­
m e n to s góticos, b ien con la p u e rta principal
en la fachada m ás larga, b ien en el costado
m ás co rto . Fotos de distintas épocas, com o
las d e las figs. 304 y 305, nos hablan de
tran sfo rm acio n es q u e han su frid o casas an ti­
guas. La d e la fig. 304 fue to m ad a hace
tie m p o p o r el M arq u és d e Santa M aría del
V illar. La o tra d esp u és. En ella se ve có m o se
han a b ie rto p u e rta s y balcones d o n d e no los
había, cóm o los arcos de m ed io p u n to se
co n v ie rte n en p u e rta s cuadradas, cóm o las
balconadas caen y las chim eneas d e estilo
piren aico son sustituidas. U n d ib u jo de Iñi­
guez capta esta nueva situación. P e ro o tro
nos da el alzado de una casa de «arran q u e»
g ó tic o con la fachada en el lado m ás co rto ,
tip o q u e ha sido co m ú n y q u e se caracteriza
p o r to d o s estos rasgos:
1)
A rco gó tico a un lad o ^ c o n v en tan a al
o tro .
2)
Piso p rim e ro con dos h u eco s, ventanas, a
la fachada y algunas laterales.
3)
Piso seg u n d o con balconada al c e n tro ,
q u e da a un desván.
La p lan ta baja se divide e n zaguán con
escalera y dos cuadras. En la p rim e ra hay una
cocina a un lado de la fachada, un d o rm ito rio
al o tro , un v estíb u lo y dos cu artos o d o rm ito ­
rios en la p a rte de atrás. El desván tien e
tam b ién el h u e c o de la escalera, la e n tra d a y
dos partes: d e la n te ra y trasera.
E ste tipo d e casa de tradición gótica se ha
seguido hacien d o d e sp u és con p u e rta d e arco
de m ed io p u n to y a veces la balconada se
d esarrolla y encim a del segundo piso hay aún
o tro (fig. 306). La posibilidad d e d esarro llo
de galerías y am pliaciones p o r d etrás se da
con irregularidad (foto d e la fig. 307). En el
siglo X IX ha hab id o casas q u e se han cons­
tru id o o d e sarro llad o en altura, com o la de
D onázar, estu d iad a p o r el se ñ o r Iñiguez, con
p u e rta central, dos ventanillas a los lados y
tres altos. El p rim e ro , con tres ventanas y el
segundo y te rc e ro con balcón y dos ventanas
laterales. El d esarro llo de las dos balconadas
de m ad era es m enos cuidado o su n tu o so que
en las de épocas m ás antiguas. En R oncal
tam bién la disposición d e los teja d o s en rela­
ción con fachadas y balconadas es variable.
P ero de e sto será cu estió n d e tra tar al final
del capítulo, cu ando se haya term in a d o de
exam inar to d o el valle.
En R oncal hay tres g randes casas señ o ­
riales. La C asa Sanz, la Casa L ópez y la Casa
G am bra. Las tres han sido estudiadas p o r el
señ o r Iñiguez (fotos en c o lo r y figs. 308 y
309).
La p rim e ra es u n a casa d e plan ta cuadrada
con fachada barro ca (fig. 308), p u e rta bien
labrada, y dos ventanas a los lados. En el
p rim e r piso dos balconcillos a los dos lados
de la p u e rta m ás otras dos ventanas. Lo
m ism o en el segundo. El te ja d o a cu atro
aguas se ro m p e p o r un to rre ó n -lin te rn a q u e
q u e d a al c e n tro y q u e es cu ad rad o tam bién.
En la planta baja hay un zaguán al c e n tro con
la escalera y tres cuadras: una m ayor en
fo rm a d e L. En el p rim e r piso, la cocina de
gran cam pana q u e d a en la v en tan a del ex­
tre m o d e re c h o , según se m ira d e fuera. N o
hay m uchos cuartos.
La segunda, es decir, la casa L ópez, tien e
una disposición curiosa, condicionada en
p arte, p o rq u e está en cuesta (lám ina en co­
lor). Es una casa de planta rectangular, con la
fachada en un lado co rto . A bajo tien e un
p o rch e con dos arcos, so b re m u ro d e p ied ra y
c errad o s com o balcones. La e n tra d a se hace
p o r los dos lados y la p u e rta , con tra b a jo de
can tería fino, q u e d a a un lado: el izq uierdo,
según se en tra. S o b re el p o rch e hay dos
balcones y al m ed io el blasón colectivo 58. U n
seg u n d o piso con o tro s dos balcones iguales y
el teja d o a b ie rto p o r un gran h u eco rec tan ­
gular q u e da al desván. Las dos fachadas
laterales, exentas, se d istrib u y e n así. En la
q u e q u e d a en alto, a m ano izq u ierd a del q u e
se e n fre n ta al p o rch e , hay un arco d e e n tra d a
al p o rc h e y ningún h u eco m ás en la planta
baja. En la p rim e ra hay dos ventanas y e n la
segunda tres. La fachada lateral del lado c o n ­
trario, q u e es la que se ve en la fo to d e la
lám ina en color, tien e dos aspilleras y una
v en tan a rasgada en la p lan ta baja. C inco v e n ­
tanas en la planta p rim e ra y dos en la seg u n d a
con balconada d e m adera con su tejaroz.
D e n tro , desp u és del p o rch e , el zaguán late­
ral, con la escalera, dos cuadras p eq u e ñ as con
sus p u e rta s a la d e re c h a y u n a m ás larga al
fo n d o con el «recarte» detrás. S u b ie n d o , la
escalera da a un co rto pasillo. H acia la fa­
chada q u e d a un salón so b re el zaguán y un
d o rm ito rio encim a d e una cuadra. S o b re la
otra, la gran cocina; paralela a ella, o tro d o r­
m ito rio y detrás, tres habitaciones más. Esto
se rep ite apro x im ad am en te en la segunda,
d o n d e está el balcón y d o n d e la cam pana
circular d e la cocina ocupa b u e n espacio.
La terc era casa g ran d e del p u e b lo es la
casa de la fam ilia G am bra, q u e está tam b ién
en cuesta y q u e se halla co n stru id a p o r varios
cu erp o s, de distinta época y reaju stad o s m o ­
d e rn a m en te . En la fachada principal hay una
p u e rta d e arco de m edio p u n to tallado, q u e
da al zaguán y m ás abajo o tra gótica q u e
claram ente c o rre sp o n d e a o tra casa m ás vieja.
La fachada ha sido unificada con balcones y
balconcillos m o d ern o s, así com o las laterales.
El arco de la p u e rta principal lleva en la clave
la fecha de 1769 y encim a un blasón. T o d a la
p lanta baja se re p a rte en dos zaguanes, una
bodega, una cuadra trasera, o tra in te rm e d ia y
varios alm acenes o d ep ó sito s. En el p rim e r
piso hay salones y alcobas. T a m b ié n en la
plan ta segunda, p e ro en ella la cocina ocu p a
un gran espacio a la p a rte d e la fachada, con
gran cam pana. En la plan ta te rc e ra hay una
solana y varias divisiones para alm acenar p ro ­
d u ctos d e la labranza. El teja d o a c u a tro aguas
tien e tam bién un to rre ó n d e planta re c ta n ­
gular.
Casa Sanz. Ronca/.
C asa López. Roncal.
U n p o c o m ás al N o r te , en la o rilla del
Esca, q u e d a U rzain q u i, con dos núcleos, u n o
a un lado y o tro al o tro del río; el m ayor, el
oriental. Los m o n te s lo estrech an . En 1802 se
le 'd a n sesen ta y cinco casas ú tiles y ocho
arruinadas, con 378 p ersonas. A p a rte del
p u e n te se reg istra un m o lin o y un batán 59. El
d escen so ha sido fu erte. A ltadill d ab a sesen ta
y cu atro casas y 2 8 0 p o b lad o re s, q u e e n 1900
eran todavía cato rce m enos 60. La d ism in u ­
ción g ran d e d e b ió iniciarse d e sp u és d e m e ­
diado el X IX , p o rq u e M adoz da 369 al­
m a s 61. P ublicaciones rec ien te s dan 140 62.
b u e n a d escrip ció n del diccio n ario d e 1802,
en la cú sp id e del cual hay u n a e rm ita d e los
santos Ju liá n y Basilisa. A e ste m o n te se le
llam aba tam b ié n del C astillo, « q u e según tra ­
dición m uy an tig u a h u b o allí fu e rte , y q u e
d o m in a b a a to d a la circu n feren cia» dice el
m ism o te x to 65. La existencia d e tal castillo se
e n c u e n tra d o cu m en tad a. E n 1277, p o r e je m ­
plo, Sancho R uiz d e L u m b ier p re s tó h o m e ­
n aje p o r él y p o r el castillo d e B u rg u i 66. E ra
zo n a d e fro n te ra de A ragón y con los b earn eses. Las luchas d e los d e Isaba con los «bara­
to nes» son m em o rab les 67.
Lo q u e d e sd e el p u n to d e vista u rb an o
caracteriza m ás a U rzain q u i es q u e es m uelle
fluvial; c o n c re ta m e n te un m u elle alm adiero.
Sabida es la im p o rtan cia q u e ha te n id o el
co m ercio d e m aderas en el R oncal; tem a
e stu d ia d o varias v e c e s 63. A ntes del p u e n ­
te, co m o se ve en la fo to de la fig. 310,
hecha p o r el m arq u és d e Santa M aría del
V illar, solían m o n tarse bastantes. La iglesia
q u e d a pegada a la o rilla (fotos d e las figs. 311
y 312) y el caserío se agrupa a lre d e d o r y
p a rte en altura. A lgunas casas destacan p o r
sus am plias balconadas. O tras son d e e stru c ­
tu ra m ás ce rra d a a u n q u e tam b ié n refo rm ad as
en el X IX . La q u e m ás d estacaba era la
casa-torre d e la orilla o ccid en tal, q u e c o rre s­
p o n d e a un tip o co n o cid o en la M ontaña:
p u e rta ojival de g ran d e s dovelas al c e n tro ,
v en tan a d e m ainel encim a y tam b ién al c e n tro
y dos e n el seg u n d o piso. El te ja d o p ro b a ­
b lem e n te es d istin to al p rim itiv o (fo to d e la
fig. 313).
2.° «La iglesia p a rro q u ial ded icad a a San
C iprian... está algo m ás a rrib a del m ed io de la
población e n tre E ste y O e ste , es m uy espa­
ciosa y tie n e una to rre m uy elevada». N o
aparece en la d o n ación a L eire d e 1085.
P u ed e afirm arse q u e d e sd e tiem p o s m uy
rem o to s la villa d e Isaba es el n ú cleo m ayor
en el c o n ju n to de villas roncalesas. S ituada
so b re el Esca tam b ién , al lado o rie n tal y
so b re un bucle q u e hace el río, su situación
es típica, co m o c o n ju n to u rb an o en q u e se
com binan p u e n te s, tem p lo y castillo antiguo
para dar razón d e un a sen ta m ie n to defen siv o ,
en el q u e el castillo ha p e rd id o to d a significa­
ción, cu ando en o tra é p o ca d e b ía ser el e le ­
m e n to m ás im p o rta n te casi (fig. 314). Los
térm in o s de Isaba son dilatados, co m o va
d icho, y la villa está en el e x tre m o S u d o e ste
d e ellos 64. Su silueta m ás d e fin id a es la q u e
se o b tie n e d e sd e el S u d o este. P o d em o s d e s­
c o m p o n e r esta silueta en los e le m e n to s q u e
siguen:
1.°) el «alto m o n te suelto» co m o dice la
244
3.°) « C o n tig u a p o r S ur está la plaza,
casa d e ay u n tam ien to , p ó sito y accesorias
(sic), la carnicería y h errería» .
4.°) «El río Ezca, en cuyo cu rso hay un
m o lin o h a rin e ro y un batán, y el p e q u e ñ o
B elabarce bañan la villa».
5.°) Se subraya la existencia de m o n te s
q u e ro d ea n d e cerca el asen tam ien to : a) Al
N o r te , e n tre el Esca y el río U ztá rro z «A rdibidegainea», « so b re el cam ino d e ovejas»
tra d u c e, d e 1302 m etro s, b) Al Sur Izeilucea
= « ab eto largo»; A rd ib id e p ik u a, se d ib u ja en
el m apa, h o ja 117. c) Al O e s te «S aysehederra» = m o n te h erm o so . A lto d e «Sisederra»
en la hoja.
6.°) El diccionario, a p arte d e re fe rirse a
la p o b lación disem inada, bordas, erm itas y
santuarios indica q u e había un hospital bien
d o ta d o y q u e co n sta q u e Isaba tuvo en o tro
tie m p o m ayor población, « p o r las ruinas y
vestigios de casas y p o r otras m em o rias» . En
el día le d a 865 p erso n as rep artid as e n cin­
c u e n ta y o ch o casas útiles; diez y seis a rru i­
nadas 68.
La histo ria de Isaba, ta n to d e sd e el p u n to
de vista dem o g ráfico co m o d e sd e el a rq u i­
tectó n ico , ha sido m ovida.
Sabem os, en p rim e r té rm in o q u e en 1427
fue d e stru id a p o r un in cen d io y q u e el rey
p e rd o n ó a sus vecinos d e un trib u to p o r
«cu arteles» , c o n sid e ran d o la desgracia. T a m ­
b ién q u e en d icie m b re d e 1429 se habían
lev antado c u a re n ta casas y q u e se ten ía p re ­
p arad a «fusta» para otras c u a r e n ta 69.
El a u m e n to d e vecin d ario v ien e d esp u és y
los censos dan- sensibles oscilaciones: 630
habitantes en 1818, 931 a m ed iad o s del siglo
X IX , según M adoz 70. El a u m e n to m ayor se
registra a com ienzos d e e ste siglo: 1.008 ha­
bitantes, según A ltadill 71. L uego, d escenso
sensible a 726, en la c u e n ta de Jesú s Lorenzo
O tazu 72. Las casas tam b ién se cifran de m o d o
oscilante. A ltadill indica q u e e n su tie m p o
había 540 edificios, 268 d isem inados, seis
c o rre sp o n d ie n te s a una v e n ta fam osa, al m o­
lino y a las erm itas y el re sto en el casco 73.
A ntes de e n tra r en la descrip ció n de algunas
de las casas con v ien e a d v e rtir q u e en Isaba se
ven e n p ro p o rc ió n sensible arcos d e e n tra d a
góticos, con la p ie d ra de clave tallada con el
IH S q u e e n c o n tram o s en m uchos p u eb lo s de
la M ontaña, co m o los de los d ib u jo s d e las
figs. 268 y 269 q u e d e b e n ser d e los cons­
truidos desp u és del in c e n d io 74. T am b ién ,
blasones con la cabeza del rey m o ro , con su
n o m b re y las peñas a q u e hace refe re n c ia la
descripción del P adre M o ret: el de la iglesia
lleva la inscripción d e 1588 (figs. 2 70-273).
N o faltan inscripciones q u e fechan la casa,
com o la de la rectoral (1674) u o tras de
tiem pos m ás próxim os al n u estro : 1773,
1815, 1865 (figs. 274-277).
En la década de 1920 al 30 p arece q u e se
co n stru y ero n algunas casas d e n tro del «estilo
vasco» del q u e se tra tó en o tra ocasión, es
decir, casas d e la zona h ú m ed a 75. P o r ello
conviene que el criterio p u ra m e n te fisiográfico, fácil de uso para d e te c ta r la existencia d e
una m odalidad d e «casa p irenaica», se a ju ste
tam bién a criterios estilísticos, con se n tid o
tem poral.
Fig. 2 6 9 .-C la v e gótica. Isaba.
Fig. 268,-C lave gótica. Isaba.
245
Fig. 27 0 .-Escudo del valle de Ronca!, iglesia de Isaba
Fig. 2 7 2 .-O tro escudo de! Roncal. Isaba.
Fig. 271 -Escudo del valle de Ronca!. Isaba.
Fig. 2 7 3 -Escudo del Roncal. 7733. Isaba.
Fig. 2 7 6 .-Inscripción de 1865. haba.
Fig. 2 7 7 .-P iedra con inscripción 1773-
248
Fig. 2 7 9 .-C a sa de Isaba.
Las casas d e un aspecto m ás llam ativo son
las q u e tie n e n teja d o s m uy em p in ad o s,
e n o rm e s chim eneas red o n d as, con su teja d i­
llo p ro p io y a b ertu ras laterales, arcos de e n ­
trad a g ó ticos o de m ed io p u n to y p ared es de
p ie d ra sin p in ta r, com o las d e las fotos y
los d ib u jo s de las flgs. 2 7 8 y 279.
C on frecuencia los arcos ten ían algo de
cal alred ed o r. M uchas eran de un alto o dos
m ás un desván, con balconcillo o balcón
arriba (figs. 280 y 281). A lgunas ya fu e ro n
reform adas en lo q u e al teja d o se refiere hace
años. Las fotos 317-321 c o rre sp o n d e n a
época algo lejana. M ás m o d ern as son las d e
249
250
Fig. 2 8 1 .-Casa de Isaba.
251
asa «Salvatore», haba.
NA 28-64 F
Fig. 282,-C asas de la calle Garagardoya. Isaba.
254
Fig. 283--Casa de haba.
255
las dos lám inas en c o lo r (Casas «Salvator» y
« A rregui»).
El Sr. Iñiguez tam b ién ha lev an tad o la
plan ta de algunas de las casas m ás sencillas de
Isaba, de plan ta rectan g u lar, p e ro con poca
d iferen cia e n tre los lados m ás co rto s y los
m ás largos. En la fachada se ab re una p u e rta
q u e no está en el c e n tro y q u e da a un
zaguán. U n v en tan illo q u e ab re tam b ién la
fachada da a una cuad ra lateral, m en o s ancha
q u e el zaguán y la p a rte del fo n d o la ocu p a
o tra cu ad ra con aspilleras. El d e sarro llo en
altu ra se o b serv a en casas m ás m o d ern a s al
p a re c e r, com o la del d ib u jo d e la fig. 28 2 , de
la calle G arag o rd o y a, en cuesta, m uy típica y
el d e la fig. 283. En otras el e m p in a m ie n to
del teja d o es m en o r; p e ro o ste n ta n e le m e n ­
tos sim ilares en el re sto , co m o las d e las figs.
2 8 4 y 28 5 , q u e tie n e un teja ro z so b re el
balcón. En las del siglo X V III se aprecian a
veces b u en o s e le m en to s de can tería, co m o en
la fechada en 1733, q u e tie n e un vestíb u lo
con la escalera y p u e rta s a un d o rm ito rio
m ayor, q u e q u e d a so b re la fachada, a la que
d a o tro d o rm ito rio tam bién. A trás o tro s dos.
En la planta seg u n d a el d o rm ito rio m ayor se
c o n v ie rte en cocina. Los o tro s son iguales.
L uego hay un desván. Esta p lan ta se rep ite
con ligeras m odificaciones; y hay casas que
sólo tie n e n un piso y desván, co m o se ve p o r
las fo to s a n terio res.
Fig. 2 8 4 .-Con junto de casas. Isaba.
256
Fig. 2 8 6 - P e r f il de /nia
Fig. 287 -Alzado e interior de una casa de Isaba.
258
Sin em b arg o , en Isaba llam an m ás la a te n ­
ción algunas casas d e te ja d o a dos v e rtie n te s
m uy em pinadas, con un d e sarro llo com o el
q u e refleja el d ib u jo d e la fig. 286. La d istri­
bución de un in te rio r d e casa g ra n d e se indica
en el d ib u jo d e la fig. 2 8 7 ..N o faltan detalles
d e b u en a can tería (fig. 288).
A ntes d e llevar a cabo u n a b rev e recap i­
tulación o síntesis hay q u e d ecir algo de la
más se p te n trio n al d e las villa roncalesas. Es
decir U sta rro z o U z ta rro z , com o escribe el
diccionario d e 1802. P u eb lo en p e n d ie n te
bajo un c e rro en lo alto del cual h u b o una
erm ita de San C ristóbal q u e d e b ió arru in arse
a fines del X V III. T ie n e el río a flu en te del
Esca, en la p a rte baja y el citado diccionario
le da una población q u e p arece excesiva: 865
personas en 158 casas útiles y diez y seis
a rru in a d a s 76. P ero M adoz todavía da 740
alm as en cu atro barrios y 182 casas 77. D e s ­
ciende la cifra a com ienzos d e siglo a 67 4 ,
luego da 148 y en fin baja a 427 78. El caserío
de U ztárroz apiñado de m o d o p in to re sc o 79,
exagera, si cabe, el asp ecto piren aico , p o r el
e m p in a m ie n to d e los tejad o s y el uso de
cierto s m ateriales, d e su e rte q u e hay casas
q u e recu erd an a las del país d e S oule y el
B éarn (fotos de las figs. 322-325). T am b ién ,
las d e cierto s p ueblos del A lto A ragón. En
U ztarro z sigue h ab iendo tallas e inscripciones
(d ib u jo s de las figs. 289-290).
Fig. 288,-D elalle de una ventana. Isaba.
259
Fig. 2 8 9 -Escudo del valle de Roncal. U ztarroz.
mtsim
Fig. 2 9 1 -Inscripción de 1 8 6 2 . casa de Sancho Garde.
U ztarroz.
260
VI
H a habido e stu d io so s de la a rq u itec tu ra
p opular q u e, sin em b arg o , han p ro cu ra d o
destacar las m o d alid ad es propias d e cada valle
y tam bién los rasgos g en erales de la arq u i­
tectu ra pirenaica. D o n F e rn an d o G arcía M ercadal señaló en q u é se parecían las casas
roncalesas a las de los valles de A nsó, H e c h o ,
Aisa y B r o t o 80, d e las q u e hizo particular
estudio 81.
A ntes su h e rm a n o Jo sé 82 y R icardo del
A r c o 83 d iero n d escrip cio n es g en erales y
L eopoldo T o rre s Balbás 84 ap ro v ech ó y sis­
tem atizó las o b servaciones de éstos. P o r su
p arte L eoncio U rab ay en , al e stab lecer una
tipología geográfica d e la casa navarra, hizo
un g ru p o «pirenaico» con cu atro variedades:
la roncalesa, m ás las de los valles q u e q u ed an
al O este: Salazar, A ézcoa y B u r g u e te 85.
T am bién T h. L efebre realizó in te n to s de cla­
sificación g e o g rá fic o -am b ien ta l 86. P o r su
parte, B erg m an n , ag ru p an d o los valles con
afluentes al A ragón, d e H e c h o y A nsó, con el
del R oncal, hizo una clasificación en tres tipos
de casas:
1)
2)
3)
La casa de dos pisos con teja d o a dos
aguas.
La casa d e tres pisos con teja d o a dos
aguas.
La casa de dos pisos con teja d o a
cu a tro aguas 87.
P e rso n a lm e n te c re o q u e los e le m en to s
m ateriales y co n stru ctiv o s se han m an ejad o
de una m an era m ás flexible q u e lo q u e dan a
e n te n d e r algunas d e estas clasificaciones. Es
e v id e n te, p o r e je m p lo , q u e la frecuencia de
tejados agudos es m ayor en U ztarro z o Isaba
q ue en B urgui o V idangoz. Es claro q u e la
ten d e n c ia a revocar las p ared es e x te rio re s es
m ás m o d ern a q u e la d e d ejarlas sin rev o co y
q u e lo m ism o o c u rre con la d e h acer ventanas
y huecos m ayores o su p rim ir las g ran d es
chim eneas centrales. Es claro q u e hay -c o m o
en otras p a rte s - épocas e n q u e la p ie d ra de
cantería se usa con arreglo a con cep cio n es
góticas o p o ste rio re s y q u e luego p ie rd e sig­
nificación. P u ed e afirm arse q u e hay to rre s
antiguas y casas señoriales del X V III q u e se
parecen a las de zonas m ucho m ás o ccid en ­
tales y aún se p te n trio n ale s y q u e, en cam bio,
algunos p u eb lo s en el e m p e d ra d o d e las ca­
lles y en la concepción u rb an a rec u e rd an a los
d e valles más m eridionales, co m o el de Aibar, siendo la vegetación lo q u e cam bia más
la apariencia general.
Los e le m en to s q u e el m ed io p iren aico ha
d e b id o aceptar y d esarro llar m ás son los q u e
siguen:
1.°) Los tejados d e m ayor inclinación en
las zonas más altas: de 4 0 ° a 50°.
2.°) La v e rtie n te de d o b le p e n d ie n te ,
con teja plana en la zona d e m ayor inclina­
ción y curva e n la m en o r. E ste sistem a va
abandonándose.
3.°) Las galerías altas q u e p u e d e n ser de
varias clases:
a) A biertas en el m u ro , con h u e c o in te ­
rior.
b) E xteriores, con un tejaro z relacio ­
nado con el m ism o tejado.
c) C on teja d o propio.
4.°) Las g randes chim eneas circulares y
con m ucha proyección e x te rio r y cam panas a
veces centrales.
261
NOTAS
1. D e sd e el p u n to d e v ista g e o g rá fic o es ú til la
d e scrip ció n d e A n to n io S an ju a n C a ñ e te , «La fro n te ra
d e los P irin e o s O c c id e n ta le s» , p p . 8 5 -1 0 6 . H ay u n lib ro
d e B e rn a rd o E sto rn é s Lasa, « E rro n k a ri» (el v alle d el
R oncal) (Z arag o za, 1927) co n d o c u m e n ta c ió n útil.
O tra s o b ra s d e v ulgarizació n , c o m o la d e R afael C a m ­
bra, «El valle d e R o n cal» , n .° 27 d e « T em as d e c u ltu ra
p o p u la r» . En la m ism a c o le c c ió n el n .° 2 5 7 , d e b id o a
J u a n G a rm e n d ia L arrañaga, « V alle d e R o n cal. P aisajes y
la b o res» . En la b ib lio g rafía g e n e ra l, a p a rte d e los tra ­
b ajo s so b re los P irin e o s d e K rü g e r, V io la n t y o tro s , hay
q u e d esta c a r el d e W e rn e r B e rg m a n n , « S tu d ien zu r
v o lk stü m líc h e n K u ltu r im G re n z g e b ie t v o n H o c h a ra g o n u n d N a v a rra » , e n « H a m b u rg e r S tu d ie n zu V o lk stum u n d K u ltu r d e r R o m a n e n » 16 (H a m b u rg o , 1934).
2. « E tn o g rafía h istó ric a d e N a v a rra » , I, p p . 2 8 9 ,
2 9 3 , 4 4 1 -4 4 2 .
3. M o re t, « A n n a le s...» , I, p. 168 (lib ro IV , cap. III
§ II„ n .° 35).
4. M o re t, « A n n a le s...» , I, pp. 2 1 9 b - 2 2 1 , a (lib ro
V , cap, III § III, n .°s 13-15.
5. M o re t, « A n n ales» , I, p. 221 a-b (lib ro V , cap.
III, § III, n.°s 16-17).
6. Lacarra, « H is to ria d el re in o d e N av arra » I, pp.
39-44. A b d e rra m a n o A b d al R ah m an I a se g u ró sus
fro n te ra s p o r los añ o s d e 781 - 782 y los B anu Q asi
acep tan se r c lien tes d e los om eyas.
7. M ad razo , « N a v a rra y L o g ro ñ o » , I, pp. 4 9 7 -5 0 5 .
8. M o re t, « A n n a les» , I, pp. 2 2 1 , b - 2 2 2 , a (lib ro
V , cap. III, § IV , n .° 18).
9. M o re t, « A n n a le s» , I, p. 572 b (lib ro X II, cap.
III § I, n .° 3). A leso n , « A n n a le s» , IV , p p . 3 1 9 b -3 2 0 a
(lib ro X X X I, cap. V I, § III, n .° 7).
10. M o r e t , « In v e s tig a c io n e s » , pp. 3 8 0 - 3 8 2 (lib ro
II, cap. V il, § I, n.°s 2-5.
11. M o re t, « In v e stig a c io n e s» , pp. 3 8 2 -4 2 7 .
12. Ju a n B riz M artín e z . « H isto ria d e la fu n d ació n
y a n tig ü e d a d e s d e San Ju a n d e la P e ñ a » , p. 3 7 9 , a (lib ro
II, cap. X X V ). El te x to , pp. 3 7 7 -3 7 8 .
13. « In v estig ac io n es» , p p . 6 0 8 -6 1 1 (lib ro III, cap.
II, § I, n.°s 22 -2 6 .
14. C .S .J.P ., I. pp. 1 85-187.
15. U b ie to , «La fijació n d e la fro n te ra n av arro
arag o n esa (siglos X I-X II)» e n « E stu d io s en to rn o a la
división del re in o p o r S an ch o el M a y o r d e N a v a rra » ,
pp. 8 5 -9 7 , co n el m apa.
16. C atálo g o d e l A rc h iv o G e n e ra l» , I, p. 241 (n .°
525).
17. « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , I, p p . 4 0 -4 1
(n .° 5). D o n a c ió n d e las iglesias d e V id an g o z, « B u rd asp al» , B u rg u i, d ecan ías d e R o n cal, las iglesias d e R o n cal
y G a rd e , co n otras.
18. Y anguas, « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , III,
p. 277. «C atálo g o d e l A rch iv o G e n e ra l» , II, p. 6 (n .°
4).
19. « C atálo g o d e l A rch iv o G e n e ra l» , II, p p . 191
(n .° 4 7 6 ), 192 (n .° 4 7 8 ).
20. « C atálo g o d el A rc h iv o G e n e ra l» , II, pp. 193194 (n .° 4 8 2 ), 194 (n .° 4 8 4 ), añ o 1352.
21. «C atálo g o d e l A rch iv o G e n e ra l» , II, p. 2 2 3 2 2 4 (n.°s 56 1 -5 6 2 ).
22. «C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , II, p. 225
(n .° 5 6 5 ), a ñ o 1353.
262
23- « C atálo g o d e l A rc h iv o G e n e ra l» , II, p. 422
(n .° 10 7 0 ), añ o 1357.
2 4 . « C atá lo g o del A rc h iv o G e n e ra l» , III, pp. 2 5 9 2 6 0 (n .° 669).
2 5 . « C atá lo g o d e l A rch iv o G e n e ra l» , III, p. 285
(n .° 731).
26. F. Z a b a lo , «El re g istro ...» , p p . 143 (n .° 1916)
y 146 (n .° 1955). A q u í « R o n cal» .
27.
F. Z a b a lo , «El re g istro ...» , p. 83 (n .° 793).
28.
F. Z a b a lo , «El re g istro ...» , p. 157 (n .° 22 3 1).
29.
I-C arrasco P é re z , «La p o b la c ió n » , p. 3 8 3 (n.°s
4 2 -4 3 ).
30. J. C arrasco P é re z , «La p o b la c ió n ...» , p p . 4 7 7 4 7 9 (n .°s 304 - 310).
31. Y anguas, « A d ic io n e s» , pp. 3 2 2 -3 2 3 . E n las
pp. 3 2 4 -3 3 0 re co g e d o c u m e n to s so b re el llam ad o tri­
b u to d e las tre s vacas, q u e ha d a d o lu g ar a u n a b ib lio ­
g rafía a b u n d a n te .
32. D ic cio n a rio d e 1802, II, p. 2 7 6 , b.
33. A m o re n a , « S ín te sis...» , p. 38334. « C atá lo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , I, pp. 40 -41
(n .° 8) situ ad o hoy e n té rm in o d e B u rg u i hay un
s e ñ o río con palacio a n tiq u ísim o ; el d e U rd a sp a l o B urd asp al, cerca la iglesia d e San Salvador. R e su lta q u e San
E u lo g io d e C ó rd o b a ya la v isitó c u a n d o e ra abad D adilano (« D a d ila n e m U rd a sp ale n sis» ), a m e d ia d o s d el siglo
IX . El m o n a s te rio fu e d o n a d o a L eire p o r S an cho
R am írez, seg ú n el d o c u m e n to ya c ita d o , y p a re c e q u e la
iglesia d e B u rg u i y la d e S eg arra d e p e n d ía n d e él.
M o re t, « In v estig ac io n es» pp. 3 1 0 -3 1 1 (lib ro II, cap.
IV , § II, n .° 17). L uego se c o n v ie rte en se ñ o río y en
A zcárraga fol. 3 2 , 6 ap a re c e el blasó n d e «el palacio de
B u rd e sp a r en R o n cal» .
3 5 . C .S .J.P . II, p p . 1 8 3 -1 8 7 (n .° 1 5 2 ). A la p. 185
se lee «V u rg i» y « B u rg i» .
36. « C atálo g o d e los ca rtu la rio s reales» , pp. 65
(n .° 110), añ o 1193; 187 (n .° 37 1 ), añ o 1237? « C atá­
lo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , I, p. 2 2 8 (n .° 4 9 2 ), añ o
1277, etc.
37. « C atálo g o d e los ca rtu la rio s reales» , p. 217
(n .° 42 9 ). « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» I, p. 140
(n .° 2 6 6 ) e x tra c to d e Y anguas « D ic cio n a rio d e a n tig ü e ­
d ad e s» , I. p. 150.
38. D ic c io n a rio d e 1802, I, p. 186, a.
39. P lan o en A ltadill, II, p. 352. En la h o ja 143, la
o rie n ta c ió n es u n p o c o d istin ta.
4 0 . D ic c io n a rio d e 1802, I, p. 186, a.
4 1 . A ltadill, II, p. 351.
42. Je s ú s L o re n zo O ta z u , « H e rá ld ic a m u n icip al,
M e rin d a d d e S an g ü esa» , 1, p. 13.
43. P lan o , en A ltadill, II, p. 501. El e sc u d o m u n i­
cipal c o n u n p u e n te en e fecto .
4 4 . H o ja 143.
45- A p a re c e ya en la d o n a c ió n a L eire, ya citada,
h e c h a p o r S an ch o R am írez e n 1085. « C atálo g o del
A rch iv o G e n e ra l» , I, p. 41 (n .° 8).
4 6 . D ic c io n a rio d e 1802, II, p. 4 4 8 , b.
47. Je s ú s L o re n z o O ta z u , o p . cit. II, p. 29.
48. P lan o en A ltadill, II, p. 3 9 0 , con el sello
m u n icip al. Je s ú s L o ren zo O ta z u , o p . cit., I, p p . 2 5 -2 6 .
4 9 . Je s ú s L o re n z o O ta z u , o p . cit. I, p. 27.
50.
D ic c io n a rio d e 1802, I, p. 2 9 9 , a.
51.
« C a rtu la rio d e S iresa» , ed . A n to n io U b ie to
A rte ta (V alencia, 1960), p. 2 4 (n .° 6).
52. E n el « C a rtu la rio d e l A rch iv o cate d ral d e
P am p lo n a» , I. p. 185 (n .° 7 8 0 ), e n un d o c u m e n to d e
1288 se hace re fe re n c ia al « cam p o llam ad o d el R oncal
en el té rm in o d e U n castillo » .
53. «C atálo g o d e l A rc h iv o G e n e ra l» , 1. p p . 8 -9
(n.° 8).
54. A n o ta d o e n la h o ja 143.
55- P lano e n A ltad ill, 11, p. 4 5 2 .
56. D iccio n a rio d e 1 8 0 2 , II, p. 2 7 9 , a.
57. Je s ú s L o ren zo O taz u , o p . cit. II, p. 20.
58. P u e n te co n la c ab eza d el re y m o ro .
59. D iccio n a rio d e 1 8 0 2 , II, p. 4 1 6 , b.
60. A ltad ill, II, p. 4 8 3 , p la n o y escu d o .
61. M ad o z, X V , p. 2 3 2 , b.
62. Je s ú s L o re n z o O ta z u , o p . cit., II, p. 27.
63. C aro B aro ja , « E tn o g rafía h istó ric a d e N a v a ­
rra», 111, pp. 3 7 8 -3 8 4 .
64. H o ja s 117 y 118 d e l m ap a citad o . P lan o en
A ltadill, II, p. 402 .
65. D ic c io n a rio d e 1 8 0 2 , I, p. 3 8 7 , b.
66. «C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , I, p. 2 2 8
(n.° 492).
67. « C atálo g o d e l A rch iv o G e n e ra l» , III, p. 285
(n.° 731). O rd e n d e q u e los d em á s ro n caleses les
ayuden e n ellas, d e 1361.
68. D iccio n a rio d e 1802, I. p. 3 8 8 , a.
69. « C atálo g o d e l A rch iv o g e n e ra l» X X X V II I p.
2 9 0 (n .° 8 6 1 ). P o r o tr o d o c u m e n to d e n o v ie m b re d e
1427 se sabe q u e los v ecin o s q u e d a ro n e n tra n c e d e
te n e r q u e m a rch a rse del re in o , « C atálo g o ...» cit.
X X X V II, p, 355 (n .° 96 8 ). Y anguas « D icc io n a rio de
an tig ü ed ad es» , II, p. 9 8 se re fie re a la « p estile n cia d e
fuego».
70. M adoz, IX , p. 4 5 3 , a. E x isten e n to n c e s (1 8 4 7 )
d o s m o lin o s, b atán , fáb rica d e p e in e s, o tr a d e p a ñ o s
o rd in a rio s, u n a sierra d e m a d e ra y tabla. Los n o m b re s
q u e sig u en d e H u e sc a (Isabal) y d e L érid a (Isa b a rre )
p u e d e n se r co m p a ra d o s co n p ro v e c h o co n el en ig m á ­
tico d e Isaba.
71. A ltadill, II, p. 403.
72. O p . cit. I, p. 29.
73. A ltadill, II, p. 4 0 3 .
74. A lgunas llevan, ad em ás, u n a o d o s rosáceas o
u n a m ed ia luna.
75. E sto rn é s, op. cit. p. 90; « A h o ra se e m p ie z a a
c o n stru ir viviendas d e e stilo v asco ...» , e n c o n tra ste con
las a n te rio re s.
76. D ic c io n a rio d e 1 .8 0 2 , II. p. 4 2 5 , b.
77. M adoz, X V , p. 2 5 1 , a-b.
78. A ltadill, II, p. 4 9 4 y J o s é L o re n z o O ta z u , op.
cit. II, p. 27.
79. P lano en A ltadill, II, p. 4 9 4 .
80. «La casa p o p u la r e n E spaña» (M a d rid , 1930),
p. 35: en la p. 36 la casa p a rro q u ia l e n el R oncal.
81. G arcía M ercad al, o p . cit. p p . 4 0 -4 3 , c o n d i­
b u jo d e casa d e H e c h o . B u e n a co le c c ió n d e fo to s sin
n u m e ra r.
82. Jo s é G a rc ía M ercad al, « D e l llan o a las c u m ­
b re s (P irin e o s d e A rag ó n )» (M ad rid , 1923) pp. 169171, 2 3 6 -2 3 8 , etc.
83. «La casa alto arag o n esa» (M a d rid , 1919).
84. «La v iv ien d a p o p u la r e n E sp añ a», e n «Fol­
k lo re y c o stu m b re s d e E sp añ a» , III, p p . 3 4 8 -3 5 6 .
85. «La casa N a v a rra » , p p . 1 74-181 c o n m ap a y
fotos.
86. «Les m o d e s d e vie d an s les P y ré n é e s atlan tiq u e s o rie n ta le s» , pp. 6 2 2 -6 8 3 , las pp. 6 4 1 -6 4 6 e s p e ­
cialm en te.
87. B e rg m a n n , op. cit. pp. 8 - 10.
263
264
266
Fig. 2 9 8 .- V is ta general de Vidangnz.
Fig. 2 9 9 .-C asas de Vidangnz.
Fig. 3 0 0 ,-C a sa de Vidangnz.
Fig. 3 01.-Casa de Garde.
267
302
Fig. 3 0 2 ,-C a sa s de Garde.
Fig. 3 0 3 -P ied ra de Garde.
Fig. 3 0 4 .-P lazuela de Ronca!, antes de la reforma.
268
269
270
271
272
Fig. 1 0 9 .-C a sa López. Roncal.
Fig. M O .- E l puente de U rzaincjui.
Fig. 3 1 1 - V is ta de U rza in q u i.
273
274
275
276
277
Fig. 321 .-Campo de Belagua.
Fig. 3 2 2 - V i s t a general de U ztarroz.
Fig. 3 2 3 - V is ta general de U ztarroz.
Fig. 3 2 4 -R in c ó n de U ztarroz.
Fig. 3 2 5 -O tra vista de U ztarroz.
321
322
278
279
C A P IT U L O X II
EL V A LLE DE SA L A Z A R
1)
2)
3)
4)
A lgunos rasgos generales.
El núcleo de G allués, con U scarrés, Iciz e Izal.
El núcleo de Güesa, Igal y R ipalda.
El núcleo central: Sarriés, Ibilcieta, Esparza, Oronz y Ezcaroz.
5)
O chagavía, Jau rrieta e Izalzu.
El valle d e Salazar, acerca del q u e se ha
escrito b astan te en los últim os años \ d e ­
jando aparte los datos fu n d am en tlaes q u e se
hallan en las obras aquí m ás usadas sobre
N avarra, es co n o cid o com o e n tid a d fisiográfica y adm inistrativa d e sd e épocas rem o tas de
la Edad M edia, en q u e h u b o d e te n e r un
significado defen siv o m uy fu e rte , para ciertas
com unidades. Se c o n sid era g em elo al de
R oncal y d e sd e el p u n to d e vista d e la h id ro ­
grafía p u e d e decirse q u e, co m o aquél, está
d e te rm in a d o p o r la c o rrie n te de un río,
aflu en te del A ragón, con los arro y o s y ba­
rrancos q u e llevan a él sus aguas. E ste río se
llam a com o el valle y acaso le dio no m b re.
P ero d e sd e el p u n to de vista del clim a
p u e d e p ercib irse, so b re to d o al N o r te , una
m ayor influencia atlántica q u e en el R oncal, y
en los p u e b lo s del S ur se p e rc ib e tam b ién
una ligera variación d e clim a, p arecid a a la
que se o b serv a en B urgui con relación a las
villas roncalesas d e m ás al N o rte . El n o m b re
del valle a p rim e ra vista p arece de significado
claro, d e sco m p o n ién d o lo en «sala» y «zar» y
c o n sid e rán d o lo com o paralelo a «Salaberri».
«Sala» y «Salle» en el o tro lado del P irineo
son palabras d e uso m uy com ún, p ara indicar
m ansiones 2.
Sin em b arg o , p u e d e q u e el q u e se haya
fijado e ste n o m b re co m o h ay se da, se d e b a a
una etim ología p o p u lar relativ am en te m o ­
d ern a, p o rq u e hasta el siglo X IV , p o r lo
m enos, se registran form as d istintas y varia­
das, com o:
1.° U n m o n aste rio «Serasiensis» en la
carta de San Eulogio 3.
2.°
«Saraso» en 9 8 1 , según Id o ate 4.
3.°
«Sarasaz» en 1042 5.
4.° M o re t indica - p o r o tra p a r te - q u e el
río q u e da el n o m b re al valle es el «Sarasazo»
o «Sarasaz» y q u e hasta su é p o ca se usaba la
fo rm a «sarazencos» para designar a sus habi­
tantes, y no «salacencos» 6.
5.° En las nóm inas reales del códice de
R oda aparece ya «Salerazo», com o tie rra en
q u e actúan los «B elescones» o «B elascones», 7 en las p rim eras décadas del siglo X.
Se ha d e fe n d id o la tesis d e q u e varios tex to s
árabes q u e se re fie re n a los «Sarataniyyin»
hay q u e in te rp re ta rlo s com o alusivos a los
salacencos 8. H ay q u e a d v ertir, sin em bargo,
q u e en textos m uy im p o rta n tes relativos a la
«M arca S u p e rio r» , com o el d e A l-U dri, una
tie rra llam ada «Sartániya», co m p re n d ía el
castillo de A lquezar 9.
«Sarasazu» sería un abundancial d e «sarats», sauce, árbol q u e da m uchos to p ó n im o s
navarros; en castellano, salceda, sauceda o
salcedo («salictum » o «salicetum » en latín).
283
Fig. 3 2 6 - M a p a del valle de S a la za r con sus
cañadas ganaderas.
284
H ay q u e a d v e rtir q u e fo rm a parecida, «Sarasso», se d o c u m e n ta tam b ién en el p a rtid o
de Jaca en 1054 10. «Sarasaz» aparece en
d o c u m e n to d e 1264 11, com o una «tenencia»
y antes, tam bién , com o tie rra d o m in ad a p o r
p erso n a destacada en la m o n arq u ía navarra.
En 1287 se ve q ue, com o el R oncal,
co nstituye u n a «am irantia» 12. Se le da una
extensión d e 2 1 .7 7 6 ,0 5 hectáreas a las q u e se
añaden las 7 .5 4 2 ,6 3 de la selva y m o n te del
Irati 13 y su organización adm inistrativa ha
e x p e rim e n tad o sensibles cam bios e n el trá n ­
sito de la Edad M ed ia a la Edad M o d ern a. A
fines de la M edia es co n ocido com o valle de
las m ontañas p o r an to n o m asia 14, p o b lad o
p o r bastantes m alh ech o res 15, q u e ap ro v isio ­
naba de acém ilas 16 y d e soldados a los re ­
yes 17. Es tie rra d e vacadas y en ella se da un
p e rso n a je m uy característico d e ciertas zonas
pirenaicas y alpinas: el « señ o r de cabañas»,
com o lo eran A rnalt O c h o a de Lavari y o tro s
q u e en 1358 fu e ro n p reso s p o r el se ñ o r de
Iru m b e rri 18. P e ro adem ás d e ganado vacuno
se d o c u m e n ta la existencia del lanar 19. Son
conocidas las luchas p o r d isfru te d e pastos de
los salacencos con los «baratones» 20 y más
todavía con los aezcoanos, de las q u e da
c u enta un d o c u m e n to sin fecha segura, p e ro
de la época d e Sancho el F u erte, en q u e se
dispuso cesasen. La p e n a «pecuniaria» (en el
más e stric to se n tid o d e la palabra) de 500
bueyes a los q u e en lo fu tu ro fu eran p rim ero s
agresores, d e n o ta la im p o rtan cia q u e ten ía allí
el ganado bovino 21. M ás tard e (1 2 3 7 ), com o
no o b e d e c ie ro n ni un o s ni o tro s, se les privó
del té rm in o p o r el q u e m ás luchaban, q u e era
el de Z azaoz y el rey fu n d ó en él Castielnuevo o C asteln o v o 22.
Los apeos dan cu en ta d e los p o blados q u e
lo co n stitu ían , con alguna variante.
La «peita d e Sarasaiz» en c o n ju n to apa­
rece e n 12 8 0 23. «Valí d e Sarazas» en
1350 24. En 1366 consta de «O chagavia», con
tre in ta y siete fuegos, «Ezcaroz» con diez y
seis, « Y au rrieta» , con diez y o cho, «O ronz»
con nueve, «E sparfa» con diez, « H iv ilfeta»
con siete, «Sarries» con o cho, «R ipalda», sin
nada, «G üesa» con cinco, «Ygal» con trece,
«Y fayl» con once, «Y erz» con cinco, «G ayllues» con tres, « U scarres» con siete, y
«C anales» sin nada 25. En 1466 siguen siendo
quince villas, com o d e sp u és 26, de las cuales
O chagavia siem p re es la m ás p opulosa. P ero
la nóm ina varía de esta su erte: Esparza, Escaroz o Ezcaroz, G allués, G a rru é s, G ü esa, Ibilcieta, Igal, Izal, Izalzu, Iziz, J a u rrie ta , O chagavia, O ro n z u O ro n o z , R ipalda y U scarrés.
Estos núcleos se agrupan del m o d o siguiente,
1.°) U n núcleo con m unicipio p ro p io es el de
O chagavia. 2.° O tro es el d e E rra rte a con
J a u rrie ta , Ezcároz y Esparza. 3-°) O tro A tabea, con O ro n z y G allués (q u e agrupa a Iciz,
U scarrés e Izal) G ü esa (con Igal y R ipalda) y
Sarriés (con Ibilcieta) e Izalzu. La división
p arece arbitraria 27.
La m ayoría de los núcleos se hallan p ró ­
xim os al cauce fluvial y se o rd e n a n tam b ién
en función de una ru ta ganadera, d e una
cañada e je que em pieza con dos ram ales al
N o ro e s te de O chagavia y al E ste d e Izalzu.
D e O chagavia baja a Ezcároz, d e ja n d o a J a u ­
rrie ta al Este, d esp u és a O ro n z y d e aquí a
Esparza. Luego pasa e n tre Ibilcieta y Sarriés,
de allí va a G üesa; G allués e Iciz q u e d a n a
dos lados y al fin sale del valle d e sp u és de
U scarrés, a U stés y N avascués. El p u e b lo m ás
ap artad o de ella, al Este, es Igal y al O e s te
Izal, a la altura d e G ü e sa po co m ás o m enos
(fig. 326).
Esta cañada se d o c u m e n ta en un re c o n o ­
cim ien to de los térm in o s del valle h ech o el 1
de junio de 1379 p o r los «viellos», com o
h o m b res de m ayor autoridad y en él tam bién
se habla de la tie rra de «Sarasaz» y aun
«Sarasat». Los ram ales q u e c o n d u c en a ella y
de allí al Sur, ru m b o a la B ard en a son las q u e
se llam an «alchom bidea», cam inos d e alza­
da 28. Es difícil precisar si los asen tam ien to s
actuales son a n te rio re s o p o ste rio re s a la ca­
ñada o s i . se crearo n sim u ltán eam en te. D e
todas m aneras, hay algunas iglesias salacencas
conocidas en fecha m uy rem o ta. En la carta
de San Eulogio en q u e se alude a su visita a
U rdaspal, antes c ita d a 29, hay refe re n c ia al
m o n aste rio y abad de Igal y algo m ás de dos
siglos d esp u és, en 1085, vuelve a ap a re c er
e ste m o n asterio en una do n ació n q u e p ro ­
duce litigio, p o rq u e el rey Sancho R am írez lo
da a Leire y un caballero lin aju d o co n sid era
q u e e ra de su p a tro n a to . El rey co n firm ó su
donación 30. En ella hay referen cia, adem ás, a
un palacio de Iciz, a la iglesia d e H u e sa
(G üesa) y a un corral en el p u e rto de A bodi.
Son fiadores un tío del rey y D o n Iñigo
F o rtú ñ ez d e «Sarasaz» 31. Es e v id e n te, p u es,
q u e a fines del siglo X I la organización e c o ­
nóm ica del te rrito rio estaba ya b astan te fi­
285
jada: reyes, m agnates, m o n je s se rep a rtía n
b ien es re p re se n ta d o s, so b re to d o , p o r el ga­
nado; las ex p lotaciones eclesiásticas eran ya
viejas y es p ro b a b le -c o m o va in d ic a d o - q u e
el valle en tiem p o s de in seguridad fu era re fu ­
gio de m ayor población. E sta p arece q u e
d e c re c e d e co n tin u o . Id o ate da un estadillo,
según el cual en 1786 el valle e n c o n ju n to
co n tab a con 3.993 h ab itan tes y en 1930 con
3.443 32. D a to s m ás m o d e rn o s refu e rz a n la
im p resió n d e decadencia. Si d e 1900 a 1.960
la población va de 3.5 0 0 a 3 .0 0 0 h ab itantes,
a p ro x im a d a m e n te , en 1 9 7 0 se re g istra n
2.6 1 4 y e n 1975 hay 2 .2 7 4 33. P o r o tra p arte,
en la Edad M edia final se señalan oscilaciones
sensibles, debidas a causas d ife ren te s. En
1366 la totalidad d e los vecinos del valle es
d e 184. H acia 1400 se afirm a q u e llegan a
536 y en 1427 hay u n a baja a 327.
El valle, co n stitu id o p o r tre s « q u iñ o n es» ,
tien e com o e x p re sió n d e los in te rese s c o m u ­
nes, u n a «Junta g en eral» q u e se ce le b ra en
Ezcaroz en la últim a q u in ce n a d e cada tri­
m estre para co n serv ar, so b re to d o , lo q u e se
llam a d o m in io «concellar» o com unal. Esta
ju n ta en o tro tie m p o aten d ía tam b ién cues­
tiones m ilitares y, com o se ha visto en rela­
ción con o tro s valles p iren aico s, no sólo había
un alcalde m ayor sino tam b ién un «capitán a
g u e rra » , eleg id o p o r los tres q u iñ o n es 34.
El valle tie n e hidalguía colectiva. B lasón
colectivo tam bién. La hidalguía es m ás m o ­
d e rn a q u e la de los roncaleses y baztaneses y
se d e b e a q u e los salacencos e stu v ie ro n e n el
b an d o d e D o n j u á n II, fre n te a su hijo. D a ta
de 1462 y es co n firm ad a e n 1469. C o n ella
van exenciones. P e ro los n o bles antiguos lu­
ch aron, com o en el B aztán, c o n tra la s u p re ­
sión d e sus privilegios y en cierto s aspectos la
«g en te principal» p ro c u ró seguir d ife re n ­
ciada. El escu d o colectivo se p idió e n 1564,
con la o p osición de los hidalgos antiguos. Fue
co n ced id o p o r F elipe II, en 1566 y está
c o n stitu id o p o r un lobo de sable, ceb ad o en
un c o rd e ro de plata, c o rn u d o y p e z u ñ ad o de
o ro , en cam po de gules 35. E ste escu d o se ve
en algunas casas, a u n q u e no con la a b u n d a n ­
cia con q u e se p ro d ig a el del B aztán o el del
R oncal.
E xam inem os ah o ra la fisonom ía de cada
núcleo u rb an o ; fisonom ía m ás desigual tam ­
bién q u e la de aquellos o tro s dos valles
fro n terizo s.
Fig. 32 7 .-C asa gótica de Iciz. Interpretación.
286
II
E n tra n d o en el valle d e Salazar p o r el Sur,
p or el alm iradío d e N avascués, hay, en la
c a rretera, un p rim e r núcleo q u e es el de
U scarrés. El paisaje es aún « p rep iren aico » y
el p u e b lo p arecid o a los d e los valles co n ti­
guos hacia el O e ste. En 1802 se le dan v ein ­
titrés casas y 107 h a b ita n te s 36. D e ellas se
consideraban distinguidas las de los C arvajal,
Sastre y B arto lo m é. H o y , todavía, en el
c o n ju n to , d ecaíd o , hay unas ruinas llam adas
del «palacio» y u n a casa-torre. N o aparecen
en las nóm inas de palacios m ás conocidas. En
el c o n ju n to u rb an o los e le m en to s góticos ar­
m onizan con la iglesia d e estilo rom ánico
m uy tard ío 37.
Las fotos d e las figs. 332 y 333 nos dan
una clásica im agen de c o n ju n to gótico, de
casa sencilla, rectan g u lar del tipo estab lecid o
en el capítulo segundo de la p a rte tercera. La
de la fig. 334 d e o tro s e je m p la res parecidos
más m o d ern o s. U scarrés, q u e está a la orilla
oriental del río, c o m p re n d e en su té rm in o el
d esp o b lad o de C anales q u e -c o m o se ha
v isto - aparece en los censos antiguos. C ana­
les estaba al O e s te de U scarrés 38. U scarrés
q u ed a a unos 6 3 6 m etro s de altura.
c u atro red o n d e les y encim a o tro s dos a d o r­
nos circulares (foto d e la fig. 335).
M ás ab u n d an tes son las d e Iciz o Iziz, de
tipo p arecido, c o n c re ta m e n te la gótica d e las
fotos de las figs. 336, 337 y 338, unida a o tro
cu e rp o , en form a de L, q u e a u n q u e ha sido
b á rb a ra m e n te tratada, es u n o d e los e je m p la ­
res m ás curiosos del tipo antes citado, e sta ­
blecido en el capítulo II, § de la te rc e ra p arte.
P arece q u e la fachada tuvo la p u e rta ojival
q u e subsiste al lado izq u ierd o , según se m ira
y o tro hueco m en o r al d e re c h o y encim a las
ventanas, con arcos tam b ién g ó ticos am ainelados no de dos sino d e tres ojivas. U n a
v entana igual hay, cegada, en un flanco. La
p a rte trasera se am plió con un c u e rp o q u e no
q u ieb ra la línea.
P u ed e p ensarse q u e en o rig en se a p a re ja ­
ría com o se indica en el d ib u jo d e la fig.
3 2 7 40. O tra casa gótica curiosa d e Iciz es la
de la fo to d e la fig. 339 q u e conserva el arco
de en trad a, h a b ién d o sele a b ie rto en el piso
p rim e ro ventanas cuadradas re c ie n te m e n te y
m ás arriba tie n e una galería de te ja d o p ro p io
Poco m ás al N o r te , G allués está a 6 4 0 e
Iciz al Este del río, a 675. D e G allués, si­
tuado al O e s te del m ism o río, hay un cam ino
que co n d u ce a Izal, m e tid o en m o n te s y ya a
721 m etro s. Seguim os en p u e b lo s en que
llam an la ate n c ió n algunas casas góticas tar­
días com o las de U rrau l, Lónguida, etc.
G allués e Iciz q u e d a n casi a la m ism a
latitud. G allués, cercano a un p u e n te , no
tien e hoy a rrib a d e tre in ta y un habitantes;
dos m en o s q u e en 1802, cu ando tam b ién se
le asignan siete casas tan sólo 39.
En G allués hay u n a casa g ó tica bastante
curiosa, q u e acaso es o b ra del m ism o c a n te ro
que c o n stru y ó o tra d e Iciz. En é sta la p u e rta
ojival de e n tra d a q u e d a al c e n tro de la fa­
chada, en u n o d e los lados m ayores. Encim a,
una v en tan a am ainelada ro ta p o r el cen tro . A
m ano izq u ierd a o tra m e n o r, con tres ojivas y
d e b a jo d e ella, p e ro algo m ás a la izq u ierd a
o tra m uy larga q u e da a una cuadra. El o tro
lado hace ju eg o no regular. En la p ied ra de
clave del arco de la p u e rta hay u n a cruz con
Fig. 3 2 8 ,-C a sa torre de Iciz.
287
reform ada. E ste c u e rp o se u n e a la izq u ierd a
con o tro q u e se c o n stru y ó in d e p e n d ie n te ;
to rre con un p alo m ar típico en las casas viejas
e hidalgas d e to d a la zo n a m ed ia y e n c o n ­
ju n to da las siluetas d e los d ib u jo s d e las figs.
328, a y b 41.
Al N o ro e s te d e G allués, fu era del río,
q u e d a Izal, lin d an te con U rrau l A lto.
Izal ten ía en 1802 v e in tic u a tro casas y
150 p e rs o n a s 42. Se halla e n u n a ladera y ha
bajado d e h ab itan tes 43. T ie n e casas palacia­
nas 44. P e d ro de A zcárraga da el blasón de
«el Palacio d e Yzal» 45. H ay allí varias casas
góticas blasonadas con escudos distin to s, las
cuales c o rre sp o n d e n a tipos q u e ya se han
visto en los valles co ntiguos y se verán re p e ­
tidos y aún estilizados en el d e A rce. Las m ás
sencillas c o rre sp o n d e al tip o estab lecid o en el
capítulo II de la te rc e ra p a rte , de un g o ti­
cism o h u m ild e y severo, com o las d e las fotos
de las figs. 342-344. En algunas se o b serv a un
uso b astan te sabio d e las ventanas am aineladas, con arcos a p u n tad o s o conopiales.
Los d e
dovelas a
gioso, del
gó tico d e
visto.
e n tra d a son ojivales, con grandes
veces y blasón o anagram a reli­
tip o q u e tam b ié n se re p ite en lo
los valles vecinos, co m o ya se ha
La vieja distinción de clases, q u e p ro cu ró
d e sh ac e r la co n cesió n de la hidalguía colec­
tiva, nó se ha b o rra d o en las reliquias a rq u i­
tectónicas del pasado, p o rq u e , a u n q u e hoy
todas las casas sean d e lab rad o res y p asto res,
so bresalen algunas com o la d e «García-Labari», q u e es típ icam en te palaciana, gótica,
con su to rre -p a lo m a r y a d h e rid o s cu erp o s
p o s te r io r e s 46 (figs. 329-3 3 0 , 340 y 341).
M en o s c o m p le ja la casa « Z u b iri» (fig. 331).
El ritm o vital en el e x tre m o Sur del valle
parece h ab erse paralizado a fines de la Edad
M edia, cosa q u e no o c u rre al N o rte .
'KH 'H U U ']
I i M A '"
I
*■
Fig. 329.-Casa «García-Labari». Iza!.
288
|
El seg u n d o g ru p o d e p u e b lo s lo c o n stitu ­
y en G uesa, con Igal y R ipalda; p u e b lo s q ue,
en esencia, e n tra n d e n tro del m ism o ciclo.
El río a la altu ra de G ü esa c o rre a 657 m.
y q u e d a a P o n ie n te del p u e b lo . A la o tra
orilla, es decir, e n la occidental, está el p e ­
q u e ñ o c o n ju n to d e R ipalda, n o m b re d e scrip ­
tivo. A rran can d o d e G ü e sa hacia el E ste y
siguiendo un a rro y o va el cam ino q u e co n ­
duce a Igal y de allí a V idangoz. Igal está a
6 9 4 m etro s, bajo cum bres.
G ü esa en 1802 no da m ás q u e diez y seis
casas y 92 h a b ita n te s 47. Es una cabeza de
p u e n te 48 en sitio b astan te llano, con zona de
cultivo espaciosa a lre d ed o r. P en san d o en la
fo rm a « H u e sa » , ya dada, m edieval, p u e d e
afirm arse q u e el n o m b re es ro m an ce; d e
«fossa», q u e en castellano da «huesa» 49.
D e sd e el p u n to d e vista a rq u itec tó n ic o , Igal
es más in te resa n te q u e G üesa. Allí seguim os
en p len o m u n d o gótico au n q u e ya se ha visto
q u e la base del asen tam ien to está en un m o ­
n asterio q u e florecía a m ediados del siglo IX ,
anexionado luego a Leire 50.
Igal en 1802 no co ntaba con m ás d e
veintidós casas y 121 p erso n as 51. L uego au­
m e n tó algo co n tra lo q u e o c u rre p o r la zo­
na 52. En Igal hay varias casas góticas, d e tipos
varios. U nas hum ildes, com o la d e las figs.
345 y 346. O tras, m ás señoriales, co m o la de
la fo to d e la fig. 347, con p u e rta de e n tra d a
ojival, una v en tan a am ainelada con arco trebolado, q u e se d iferen cia d e o tra con arcos
conopiales.
R ipalda se co n sid e ra q u e es un co to re ­
d o n d o y palacio d e cabo d e arm ería, con
d o cu m en tació n vieja (1 6 2 1 , 1723, 1745).
U n a fam ilia del m ism o n o m b re recib e co n ­
dad o y luego pasa a los V élaz d e M e d ra n o 54.
En 1802 se co m p o n ía de dos casas co n vein­
ticinco p erso n as m ás un m o lin o y la iglesia de
la A scensión 55.
A lgunas casas cam pesinas m ás m o d ern a s
d e n tro de sus p ro p o rc io n es exiguas acum ulan
e le m en to s m uy fu ertes, d e tip o funcional,
com o el h o rn o e x te rio r, las g ran d es ch im e­
neas y las galerías p ro teg id as en el lado del
frío m ayor p o r tablas (fig. 348). P e ro en Igal
hay tam b ién casas góticas d e b u e n d esarrollo;
algún re sto d e to rre (la casa « T o rre a » ), y la
casa «A rtuz-M alli» 53.
IV
El núcleo u rb an o central del valle es el
c o n stitu id o p o r Sarriés e Ibilcieta m ás al Sur
y O ro n z al N o rte . En realidad p u e d e afir­
m arse q u e la fisonom ía cam bia d e m o d o sen­
sible en Esparza, d o n d e la inclinación d e los
tejad o s y o tro s ele m en to s c o n stru ctiv o s nos
a d v ierten una m ayor p roxim idad al P irineo.
En la h o ja 117 vem os q u e el nivel del río
sube d e 6 5 6 m etro s e n Sarriés a 702 en
Esparza, q u e en Ezcaroz son ya 746 y en
O chagavía 765. Izalzu q u e d a m ás alto aún: a
809. El p u e b lo q u e q u e d a en elevación m á­
xim a d e n tro del valle es Ja u rrie ta: a 942. Las
variaciones de la co n stru cció n según la altura
son paralelas a las del R oncal, hasta c ie rto
p u n to .
Así Sarriés todavía tien e casas q u e form an
nú cleo co m p acto al E ste del río, so b re la
c a rre te ra q u e en algún caso incluso re c u e rd an
a las de la m o n ta ñ a atlántica p o r lo poco
inclinado del teja d o a dos aguas co m o la
m ism a q u e q u e d a a la e n tra d a y lleva el
n o m b re del p u e b lo 56; ancha fachada con tres
huecos, p u e rta g ran d e cen tral y tres altos.
T e ja d o a dos aguas d e suave inclinación com o
va dicho. En cam bio, o tro s e le m en to s, com o
e m p e d rad o s d e las calles en cuesta y pasadi­
zos p o r un arco so b re calle, p are c e n más
pro p io s d e núcleos com pactos m ás m erid io ­
nales 57. P ero en Sarriés ya hay tam b ién casas
d e tejad o s a cu atro aguas, d e p iñ ó n y teja
plana claram en te pirenaicos 58, q u e no son
los m ás ab u n d an tes, sin em bargo.
290
El casco del p u e b lo (fig. 349) se co m p o ­
nía d e diez y siete casas con 109 h abitantes
en 180 2 59 y tam b ién está c o n stru id o en fu n ­
ción de un p u e n te q u e q u e d a al O e s te de él y
al N o r te d e la d e sem b o c ad u ra d e un co rto
cauce fluvial q u e da al Salazar 60, y q u e c o rre
paralelo a un cam ino q u e co n d u ce a la vieja
e rm ita d e N u e s tra S eñ o ra d e A rquilain. Lo
g ó tic o no falta (fig. 350). M uy p o co m ás al
N o r te d e Sarriés, Ibilcieta ocu p a u n a posi­
ción inversa. Es decir, q u e q u e d a en la m a r­
g en occidental del Salazar y tie n e un aflu en te
de é ste flan q u eán d o le p o r el N o rte : el Zaldaña, q u e d iscu rre p o r angosturas. En Ibilcieta hay tam b ién p u e n te h ech o en función
d e un antiguo paso cabañal. En 1802 se le
asignan qu in ce casas con tre in ta y och o p e r­
sonas 61. H ay allí m ás casas d e te ja d o a cu atro
aguas d e b astan te p e n d ie n te , com o la q u e
tien e una p a re d q u e hace de fro n tó n . O tras
sólidas d e p ied ra hechas en el siglo X V III, al
m o d o co m ú n en la zona m edia, com o la
llam ada casa Sarriés 62. La iglesia d e Sarriés
aparece en la d o n ación d e S ancho R am írez de
1085; p e ro co m o «Sarres» 63.
La d ip to n g ació n en m uchos n o m b re s de
esta zona p arece ser un h ech o p ro v o cad o p o r
el ro m an ce n av arro-aragonés fre n te al vasco.
Los dos m o n te s q u e q u e d a n a los lados del
Salazar, B e o te g u ía al Este, con 9 3 8 m e tro s y
B e to ta e ñ a al O e ste , con 9 9 4 , m arcan la sepa­
ración de esto s dos p u e b lo s de o tro m ayor y
m ás sep ten trio n al: Esparza d e Salazar situado
en las dos m árg en es del río tam b ién en fun­
ción de un p u e n te 64. La p a rte m ás n u trid a es
la occidental 65. En Esparza hay un trazado
más c o m p lejo d e calles y m ás o m enos reg u ­
lar tam b ién c o n n o m b re s d e santos (Santa
M aría, San T irso , Santa Lucía), d e orien tació n
(N o rte , Sur) d e tam añ o o categoría (M ayor) y
descriptivos vascos (M ayatzaldea, R ochapea).
D os arroyos con flu y en allí tam b ién con el
Salazar. Esparza en el ap eo d e 1366 es un
núcleo m uy p e q u e ñ o , com o ya se ha visto,
p u e sto q u e no da arrib a de diez fuegos. P ero
así com o o tro s m ayores en to n c e s han q u e ­
dado estacionarios, E sparza a u m en ta sensi­
b lem en te d e la Edad M ed ia a la M o d e rn a , de
su erte q u e e n el p e río d o final del A ntiguo
R égim en, en 1802, se le dan cin cu en ta y
nueve casas con 371 perso n as 66: 3 2 0 en
1972. En una m onografía m ás m o d e rn a esta
cifra se reb a ja a 232 h ab itan tes q u e vivían en
cincuenta y tres edificios, d e los cuales ca­
torce serían d e tres plantas 67. «Esparza» es
un abundancial y vale tan to com o «espartal»;
de «esparzua», q u e, según L acoizqueta, es
tam bién la atocha 68.
El barrio o ccidental de Esparza está en
ladera, con la iglesia b astan te elevada, a u n q u e
p o r encim a hay m ás casas. D e ellas algunas
con tejad o s b astan te inclinados. O tras no.
H acia el N o r te el caserío se ex tie n d e m ás p o r
lo llano. El c o n ju n to u rb an o d e Esparza está
m uy rem ozado. Las casas han sido revocadas
y restauradas, d e su e rte q u e tie n e n un as­
p ecto d istin to al tradicional m ás observable
en los q u iñ o n es del Sur.
N o faltan eje m p la res en q u e se ven restos
de p u e rta s y ventanas góticas. P o r e je m p lo la
casa «S em beroiz» es d e las del tipo d e fa­
chada re c ta n g u la r69. O tras c o rre sp o n d e n a
época m ás m o d ern a , con arcos d e m ed io
p u n to y b u e n a cantería, com o la casa «Z ubiri» 70. En algunas se ve q u e los c o n stru c to res
o p ro p ie tario s prim itivos q u isie ro n recalcar
su condición d e p o se so re s d e la hidalguía
colectiva, p o n ie n d o el escudo con el « lo b o y
el c o rd e ro » . Así en las casas de «E cheverri»,
«R osanz», «M alitro» y «G uinda» 71. Acaso
para h acer fre n te a los viejos palacianos, cu­
yos privilegios arrancan d e re m o ta época m e ­
dieval 72. El palacio de Esparza, viejísim o,
q u e al fin p e rte n e c ió a los m arq u eses de
B essolla, ten ía un blasón de arg en t con faja
de gules, acom pañada de tres lobos d e sable,
arm ados y lam pasados en gules, dos en jefe y
u n o en p u n ta 73. H o y en la m ism a c a rre te ra
se p u e d e v er lo q u e q u e d a de la casa pala­
ciana a la q u e se llama «El Palacio» p o r
antonom asia, com o en otras partes. La silueta
es pirenaica, la m asa p é tre a está rasgada p o r
ventanas y balcones de distintas épocas 74. En
la m ayor p a rte d e las casas d e Esparza la
planta baja tie n e un zaguán, cuadras y leñera.
Los pisos, sean uno o dos, se d istrib u y e n con
arreglo a un sistem a co m ú n en la zo n a p ire ­
naica a p artir de una fecha. U n largo pasillo o
c o rre d o r los atraviesa d e e x tre m o a e x tre m o
y a los lados se abren p u e rta s a las habitacio­
nes distintas d e las cuales la cocina es la q u e
n orm alm en te se usa m ás 75. A ún se c o n ser­
van algunos hogares con el fuego al c e n tro 76.
Fuera del núcleo q u edan bastantes g ran e ro s
de p ied ra sin rovocar, con tejados agudos a
dos aguas, com o el d e «Belza» 77. C o m o en
el resto del valle, disem inados en el térm in o
hay tam bién bastantes bordas. N o m uy dis­
tan te d e Esparza q u ed a O ro n z q u e en algún
tex to se escribe O ro n o z , p o r e je m p lo , en el
diccionario de 1802, q u e le da veinticinco
casas y 133 p e rs o n a s 78. H o y tien e m en o r
población 79. Está situado e n una angostura,
al Este del río, so b re la carretera. U n p u e n te ,
al N o rte , m arcaba el cam ino a Ja u rrie ta. Es
p u eb lo tam bién m uy b lan q u ead o , con alguna
casona dieciochesca d e am plias p ro p o rcio n es:
de cinco huecos en la fachada d e tres altos.
P o r e je m p lo la casa «Jabala» 80.
M ás in terés acaso p re se n ta el c o n ju n to de
Escaroz o Ezcaroz, q u e p u e d e co n sid erarse
q u e es el p u e b lo m ás se p te n trio n al d e esta
zona m edia. S iem pre so b re el río. T a m b ié n
en el lado orien tal, con dos p u en tes: u n o q u e
lleva a Ja u rrie ta y o tro q u e hace q u e la ca­
rre te ra general pase de aquí a O chagavía. Al
lado occidental del Salazar, Escaroz com ienza
siendo un p u e b lo calle, p o r el Sur. Luego hay
un núcleo m ás c o m p lejo co n d icio n ad o en
p a rte p o r los dos p u e n te s 81. H a sido p u e b lo
considerable d e n tro del valle, p u e sto q u e en
1802 se le dan 4 7 9 personas en o c h e n ta y
dos casas útiles. H ab ía adem ás dos a rru in a ­
das 82. C o m o en o tro s p u eb lo s en el río había
un m olino y un batán. Escaroz ha a u m e n tad o
d e población. En 1972 se le dan 555 habi­
tantes 83 y tam bién está m uy rem o zad o y con
casas blanqueadas o nuevas. Los tejad o s ya
son bastante p e n d ie n te s en c o n ju n to y hay
bastantes de piñón a cu a tro aguas 84. A pesar
d e las reform as, p u e d e n seguirse vien d o casas
291
d e esrilo gótico con el co n sab id o arco d e
e n tra d a lateral d e g ran d es dovelas, con la
v en tan a am ainelada encim a (figs. 351 y 352).
A veces la refo rm a so b re la can tería lleva la
fecha, com o en la fig. 353, en q u e hay una
p u e rta rasgada en 1848, en fachada gótica, a
la q u e luego se ha añadido un piso su p e rio r
con balcón 85.
T am b ién han sido refo rm ad as casas de
can tería m uy p o ste rio re s, com o la d e la fig.
376. En algunas p u e rta s góticas, co m o la d e la
casa d e la fo to d e la fig. 352, los em blem as
m ísticos se co m b in an con el blasón fam iliar.
O tras labras heráldicas son d e una rusticidad
absoluta, com o la q u e lleva la fecha d e 1666
(fig. 355). S obresale p o r su p a rte la casa
llam ada «M o rea» , gótica de base, co m o lo
indica la p u e rta d e en tra d a, p e ro con dos
pisos con ventanas q u e no están rasgadas en
la can tería d e m o d o rústico, sino q u e p are c e n
labradas p o r el c a n te ro q u e alzó los m u ro s 86.
M orea es apellido del país. En el p ro to c o lo
religioso la casa d e los «M orea» era p re c e ­
dida p o r la d e « Itu rriria » y lu eg o p o r la de
«G o y en -Jau reg u i» y aun otras; alguna altera­
ción en este o rd e n dio lugar a p leito , p o r los
años d e 16 19 87 (fig. 356). El palacio de
« Itu rriria» subsiste con su blasón y el IH S en
la d o v ela cen tral del arco d e e n tr a d a 88. Este
es el q u e se llam a «palacio de Ezcaroz» p o r
an to n o m asia y según el libro de A rm ería del
siglo X V I « p o rta d ’E sp arfa y d e O ro n z » . Es
c uartelado. E n los cuarteles p rim e ro y cuarto
lleva lo q u e c o rre sp o n d e a Esparza, los tres
lobos de sable con una faja d e gules, dos en
jefe y uno en punta. En los cuarteles segundo
y te rc e ro una cruz flo read a de o ro sobre
g u l e s 89. En el p u e b lo hay todavía alguna
casona m ás del X V III con c ie rto e m p a q u e 90.
Fig. 3 3 1 -bis.-Crucero de Ocha gavia.
292
V
D e to d o s los p u eb lo s salacencos el más
nutrid o , p o p u lo so y p in to re sc o es, sin duda,
O chagavía, q u e q u e d a ya al N o r te del valle y
con un té rm in o co n sid erab le fro n te rizo . U n
d o c u m e n to del 21 d e o c tu b re d e 1248 va
refren d a d o p o r T e o b a ld o I «apud Oxagaviam» 91.
p ro lo n g ació n la c a rre te ra d e Izalzu y hay
adem ás otras transversales b astan te regulares
asim ism o. El fro n tó n era o rig in a riam e n te de
una p a re d , com o m uchos de N avarra. Al
N o r te de O chagavía se alza el m o n te M usquilda d e 1.070 m etro s y en su falda so b re el
p u e b lo q u ed a el santuario d e la V irgen 95.
Luego aparece ya com o el núcleo m ayor
del valle, según se ha visto y com o tal sigue.
En 1802 ten ía 1.066 habitantes. P ero d u ra n te
la g u e rra d e la R evolución q u e d ó d e stru id o
su caserío en la p o rció n m ayor. D e 182 casas
no q u e d a ro n m ás q u e veinticinco útiles y
hubo de p ro c e d e rse a una rec o n stru c c ió n to ­
tal 92. M adoz indica q u e e n su tie m p o había
210 casas: una m unicipal nueva, o tra antigua,
a la q u e se llam aba «el Palacio». T am b ién
señala la existencia d e u n a to rre y d e o tro
palacio del se ñ o r de E zp eru n 93. La población
era de 1.312 habitantes. D e sp u é s bajó. Altadill da 1.077 y 1.097 en 1900.
Las casas de O chagavía han llam ado la
atención d e los geógrafos y a rq u itecto s d esd e
hace tiem po. U rabayen estableció te n ié n d o ­
las e n c u e n ta una variedad d e casa pirenaica
salacenca, q u e se distinguiría de la aezcoana
al O e ste y la roncalesa al Este 96. La clasifica­
ción p arece dem asiado ro tu n d a . H e m o s de
estab lecer una tipología m ás co m p leja, consi­
d e ra n d o , adem ás, q u e el caserío ha sufrido
m uchas m odificaciones últim am en te. D e los
tejad o s antiguos de tablilla no q u e d a o tro
testim o n io q u e el de la iglesia.
C o n sid era q u e de los 370 edificios q u e se
cuentan hay 288 en el casco y los dem ás
disem inados. La plan ta de O chagavía es in te ­
resante. D e N o r te a Sur, p o r u n a vega ro ­
deada de m o n te s c o rre el río Z ato y a al que
en un p u n to p o r el E ste se le u n e el río
A nduña, q u e v ien e de Izalzu. E ste es el que
condiciona m ás la form a d e la villa. En efecto,
sólo un flanco c o rto de ella q u e d a so b re el
Z atoya, al E ste de su orilla y con un p u en te.
El casco en su m ayor longitud se ex tien d e
a los lados del A n d u ñ a q u e lleva u n a d ire c ­
ción N o rd e s te -S u d o e ste y so b re el q u e hay
tres p u en tes: u n o más viejo. O tro s dos re h e ­
chos. O chagavía tie n e varios barrios con
nom bres m uy significativos. El m enos d enso
q u ed a a la orilla izq u ie rd a del río y m ás al Sur
y se d e n o m in a U rrutia: el n o m b re p arece
indicar ale jam ien to del núcleo originario. El
o tro nú cleo tie n e una p a rte o rien tal, hacia
Izalzu, q u e se llam a Irigoyen (lru g u ñ e antes),
es decir la p a rte de arriba. A O c c id en te está
la zona llam ada Irib arren : la m ás baja. P ró ­
xim o a la iglesia en alto está el b arrio de
A rasanatea, d e la p a rro q u ia o la «abadía».
Parece indicar un p ortillo. En el barrio de
U rru tia están el fro n tó n y la plaza 54.
H ay calles o alineaciones de casas reg u la­
res a las dos orillas. O tra , larga, tie n e com o
P ero de los sólidos trabajos d e cantería,
an terio res al incendio de la g u e rra de la C o n ­
vención, q u e d a más de un testim o n io . P or
ejem p lo , la fo to d e la fig. 357, nos da idea de
una fachada con arco de e n tra d a g ó tico d e
once grandes dovelas, con anagram a m ístico
al cen tro y dos ventanas am aineladas encim a:
una de arcos conopiales, o tra d e ojivales,
sencillos. V arias casas c u id ad o sam en te sep a­
radas e n tre sí, tien en arcos d e m ed io p u n to
de estilo p o ste rio r, en calles con e m p e d ra d o
de cantos largos y la p a rte más b aja al c e n tro
(fig. 358). D esd e el p u n to d e vista tipológico
gen eral m erced a los d ib u jo s y alzados de
D o n M. Iñiguez y a las fotos se p u e d e n
distinguir:
1.°) Casas de planta rectangular con una
bajera, un piso y un desván. En la plan ta baja
d e ellas está la p u e rta de e n tra d a a un lado y
al o tro una ventana; esto en el lienzo m ás
c o rto q u e da a la calle.
La p u e rta da al zaguán rectan g u lar, q u e
suele te n e r una cuadra en el lado de la v e n ­
tana. Al fo n d o , o tra u otras dos. El desván
bajo un tejad o a cu atro aguas, con las dos alas
largas laterales, con pocos huecos.
En el piso hay un salón a la fachada, un
d o rm ito rio y la cocina al fo n d o , o tro d o rm i­
to rio y un tra ste ro y el rec ib im ie n to con la
escalera al m edio. D e e ste tip o es la casa del
293
«M aestro v iejo » , levantada p o r Iñiguez y la
de la fo to de la fig. 359, a la q u e se le rasgó
o tra ventana.
O tras d e b u e n a p ied ra d e sillería en la
fachada, tie n e n dos ventanas e n el piso en vez
de una, arco de e n tra d a lateral y ningún o tro
hueco en el b ajo , com o la casa « G oyene»
(lám ina en color) 97. El te ja d o a cu atro aguas
y la plan ta rectangular, con la fachada en uno
de los lados m ás cortos. C on ven tan a m ayor
sobre el arco y un ven tan illo la casa «Sarbide» del m ism o tipo, q u e tie n e un lado
ex en to , con p u e rta sup lem en taria 98.
2.°) E ste m ism o tipo se desarro lla en
casas q u e tie n e n dos ventanas en el p rim e r
piso y dos p u e rta s al balcón del desván, com o
la d e « A n to n io » , q u e d ib u jó el m ism o Iñ i­
guez, de teja d o a dos aguas. La p u e rta es
gótica y la cuadra m u ch o m ás am plia, rec tan ­
gular. Las habitaciones de la plan ta p rim era
son tam b ién m ás y de la escalera al fo n d o hay
un largo pasillo con p u e rta s de distribución.
D os salas a la fachada. A e ste tip o , sólo q u e
con te ja d o a cu atro aguas y balcón c o rrid o
con una sola p u e rta , c o rre sp o n d e asim ism o la
casa « A n d rés» , estu d iad a tam b ién p o r Iñ i­
guez. En ella el hu eco del balcón está re m e ­
tido y la plan ta es rectangular, p e ro más
ancha. La d istrib u ció n m uy sencilla.
En b u en a p ied ra d e cantería, con balcón
de h ie rro y alero m ás rico hay o tro eje m p la r
d ib u ja d o siem p re p o r Iñiguez: el de la casa
«M ancho». C on balcón c o rrid o en el p rim e r
piso, a b ie rto p o r dos p u e rta s y balcones indi­
viduales en los dos huecos del seg u n d o y
cantería en p a rte es la casa «R oyo». El teja d o
agudo a cu atro aguas tam bién. Esta m ás larga
y e stre ch a " .
3.°) Las casas m ás conocidas a través de
publicaciones, son las de tip o palaciano de
estilo dieciochesco, de fachada d e p ied ra si­
llar, tres huecos p o r banda, p u e rta de e n tra d a
♦-
Casa «N icas» (Goyena). Ochagavia.
al c e n tro , tres ventanas e n el p rim e r piso y
ventanas o tres balcones en el seg u n d o (de
m ayor desarro llo el central, fig. 360). En lo
q u e m ás se distingue de los palacios d e la
M o n tañ a atlántica o d e la zona central es e n
el tejad o , m ás agudo y a cu atro aguas. E jem ­
plar típico es el de la casa « F ortuño» ju n to a
la casa «M ancho», sobre el río y cerca d e uno
d e los p u en tes. Esta es una casa cu adrada de
planta, con un zaguán central rectan g u lar q u e
da acceso a la escalera, tres cuadras laterales y
una m ayor al fondo. En el p rim e r piso hay un
recibidor, un salón central con dos alcobas a
los lados y en la p a rte d e atrás la cocina, una
sala y un d o rm ito rio . En la planta segunda
hay un largo pasillo central, dos d o rm ito rio s a
la fachada y dos alm acenes al fo n d o , con el
h o rn o fren te a la escalera, al m edio. Los
balcones los tien e en lo alto. D e estilo p a re ­
cido, sin balcones, es la casa «B ornas». T am ­
bién de p ied ra sillar bien labrada, p e ro con
m ucho m enos fondo, d e su e rte que es rec­
tangular, con la fachada en el lado m ayor.
T e ja d o tam bién a cu atro aguas 10°.
Lujo en la sillería tien e tam b ién la casa
«A rrosa», sólo de dos huecos y arco d e e n ­
trada a un lado. La distrib u ció n es com o la de
las del tipo 2.°. Parece q u e en esta, serie, así
com o en la casa «C o leto » , d e tres huecos y
dos altos, p e ro m ás estrecha, in te rv in o la
m ano de un m aestro c an tero q u e p u so e sp e ­
cial cuidado en la talla de algunas p ortadas
q u e reflejan un co n o cim ien to de lo q u e ha­
cían los grandes m aestros del siglo X V II, a
p artir de Felipe III.
En O chagavia hay alguna casa con so p o r­
tal com o la de la fo to de la fig. 380, q u e,
com o en o tro s casos, lo único q u e le da un
carácter d istin to al de casas navarras con ar­
cos, de otras zonas, es el tejad o . N o faltan
tam poco casas antiguas rehechas o ajustadas
de m o d o irregular, com o la de «A sa», con
cu atro huecos d e fachada, q u e en p rincipio
d eb ió ser m en o r, estu d iad a tam b ién p o r Iñ i­
guez. O tras, com o la casa de « Z ubiri» 101, se
han ajustado a irregularidades del te rre n o y
el balcón lateral con teja d o p ro p io es de tipo
más p arecid o a los q u e se e n c u e n tra n en zona
m enos alta. H ay p o r últim o casas exentas,
com o la casa «A tegui», con larga fachada con
p ortal al m edio, sin o tro s huecos g ran d es en
el bajo y cu atro ventanas irre g u la rm e n te co­
locadas en el piso seg u n d o , te ja d o a dos
aguas y p u e rta s laterales 102. En algunas calles
295
se co n serv a la «arteka» (fig. 361) y hay e le ­
m en to s clásicos, com o el c ru c e ro q u e se re ­
p re se n ta en el d ib u jo de la fig. 331 -bis.
Al S u d o este d e O chagavía, en la m ism a
latitud que Escaroz, q u e d a J a u rrie ta , villa q u e
en 1802 aparece con o c h e n ta y seis casas y
514 h a b ita n te s 103, 510 según A ltadill, con
156 edificios, de los cuales 105 q u e d a n en un
n ú cleo u rb an o m uy d istin to al d e O chagavía,
p o rq u e aquí las casas están b astan te dispersas
y aisladas unas d e otras 104.
En 1880 J a u rrie ta fue d e stru id a to ta l­
m e n te p o r un incendio, q u e, en gran p a rte se
e x te n d ió p o rq u e la m ayoría d e los teja d o s de
las casas eran de tablilla, com o q u e d a n to d a ­
vía e n algunas bordas.
Para re c o n stru ir el p u e b lo se c e le b ró en
San Sebastián un co n c ie rto en q u e particip a­
ro n artistas navarros. G ay arre, de R oncal;
Sarasate, de P am plona; A rrieta, d e P u e n te la
R eina; G u e lb e n zu , de Pam plona, y Zabalza,
de Irurita. T a m b ié n alguno d e fuera, com o el
m ae stro B arbieri. P arece q u e d e sd e esta
é p o ca se utilizó m ás la te ja plana. En Ja u rrie ta
se señalan varias calles a p esar de lo dicho
ap arte de las plazas d e la iglesia y del «Pala­
cio» 105. Estas calles c o rre sp o n d e n m ás a nú­
cleos de población: La M ayor, la Llana, La
B lanca, San P e d ro , La B aja, L aurtas y travesía
d e Z abalea.
Las casas d e J a u rrie ta , blancas, con el
tec h o ro jo em p in ad o , m uchas a dos aguas
sólo 106, conservan m uy p o co d e lo a n terio r.
Al E ste d e O chagavía el n ú cleo m ás se p te n ­
trional del valle es el d e Izalzu, p u e b lo q u e
e n 1802 tenía tre in ta y nu ev e casas útiles y
c u atro arruinadas y 212 habitantes. A ltadill le
asigna c u a re n ta y dos edificios e n el casco y
tre in ta disem inados, con 180 h ab itan tes 107.
Izalzu se d istrib u y e en dos b arrios, u n o al
N o r te y o tro al S ur del A n d u ñ a, q u e en
tre c h o c o rto es cruzado p o r dos p u e n te s. El
b arrio sep te n trio n al se d istrib u y e a lo largo
d e la c a rre te ra q u e va d e O chagavía al p u e ­
blo. El o tro en función de los dos p u e n te s y
ju n to a u n o de los cuales está la plaza con el
fro n tó n .
Izalzu com o c o n cejo tuvo p leito s con
Isaba en el siglo X IV 108. P e ro no p arece
conservar algo de su caserío antiguo. Sin
d u d a alguna, todavía en el valle son los p u e ­
blos decaídos d e la p a rte m erid io n al los que
conservan las reliquias arq u itectó n icas m ás
viejas y los pirenaicos los m ás rem o zad o s,
p o r lo m ism o q u e han sufrido m ás de in ce n ­
dios.
NOTAS.
1. D e sc rip c ió n ú til d e San J u a n C a ñ e te , «La fro n ­
te ra d e los P irin eo s o cc id e n ta le s» , p p . 107 - 125.
M o n o g rafía p o s te rio r d e tip o h istó ric o , d e b id a a M a rtín
D u q u e , «La co m u n id a d d e l V alle d e S alazar», (P a m ­
p lo n a, 1963). O tra d e Id o a te , «El valle d e Salazar», n .°
245 d e « T em as esp añ o les» (M ad rid , 1956). O tra p e ­
q u e ñ a d e ,Jo sé M .a J im e n o J u r ío , «V alle d e S alazar», n.°
135 d e « T em as de c u ltu ra p o p u la r» (P a m p lo n a , 1972) y
las relativas a varios p e rs o n a je s y p u e b lo s d e l valle q u e
lu eg o se citan.
2. V éase p a rte III, cap. III, § III.
3. M o re t, « In v e stig a c io n e s...» , p. 311 (lib ro II,
cap. IV , § II, n.° 16).
4. «El V alle d e Salazar», p. 7, b.
5. M o re t, «A n n a les...» , p. 7 0 0 , a (lib. X III, cap. I,
§ V , n .° 53) d o n a c ió n d e L isabe a L eire.
296
6. M o re t, « In v e stig a c io n e s» , p. 2 9 0 (lib. II, cap.
III, § 111, n .° 28).
7. Lacarra, « T ex to s d el c ó d ice d e R o d a» loe. cit. p.
2 3 6 (3 4 ), n .° 12.
8. M a rtín D u q u e , o p . cit. e n la n o ta 1.
J im e n o J u r ío , « V alle d e S alazar», p. 7 le sigue.
T a m b ié n « Itin e ra rio s p o r N a v arra » II, p. 120.
9. F e rn a n d o d e la G ra n ja , «La M arca S u p e rio r en
la o b ra d e A l- U d ñ » , loe. cit. p. 75 (n .° 166).
10. C .S .J .P , II, p. 106 (n .° 111).
11. « C atálo g o d e los cartu la rio s re ale s» , p. 2 4 4
(n .° 4 8 9 ). Lo su sc rib e u n « te n e n te » , G il d e R ada.
12. « C atálo g o d el A rch iv o g e n e ra l» , I, p. 241 (n .°
525).
13. S an ju an C a ñ e te , o p . cit., p. 107.
14. « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , II, p p . 191
(n.° 4 7 6 ), 192 (4 7 8 ), visita d e 1352.
15
«C atálo g o d e l A rc h iv o G e n e ra l» , II, pp. 193194 (n .°s 4 8 2 y 4 8 4 ) 1352.
16. « C atálo g o d e l A rch iv o G e n e ra l» , II, p p . 2 2 3 224 (n .°s 561 - 562), 1353.
17. «C atálo g o d e l A rc h iv o G e n e ra l» , II, p. 225
(n.° 565).
18. « C atálo g o d e l A rch iv o G e n e ra l» , III, p p . 38
(n.° 86).
19. « C atálo g o del A rc h iv o G e n e ra l» , III, p p . 2 5 9 2 6 0 (n .° 669).
20. « C atálo g o d e l A rch iv o G e n e ra l» , III, p. 285
(n .° 731) 1361.
21. « C atálo g o d e los c a rtu la rio s rea le s» , p p . 80-81
(n.° 141). P u b licad o p o r M a rtín D u q u e , «La co m u n id a d
del V alle d e Salazar», (P a m p lo n a , 1963), p. 102. C o m ­
párese c o n Y anguas, « D icc io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» ,
III, p. 289.
22. « C atálo g o d e los c artu lario s re a le s» , p p . 182183 (n .° 364).
23. F. Z a b a lo , «El re g istro ...» , p. 67 (n .° 4 1 6 )
tie rra de av ena, p. 7 0 (n .° 4 7 7 ). R e p e tid a e n p. 143 (n .°
Í9 1 5 ).
24. J. C arrasco P é re z , «La p o b la c ió n ...» p. 383
(n .° 39).
25. J. C arrasco P é re z , «La p o b la c ió n ...» , pp. 4 7 5 477 (n .° 2 8 9 -3 0 3 ).
26. Y anguas y M ira n d a , « D icc io n a rio d e a n tig ü e ­
dad es» , III, p. 289.
27. « Itin e ra rio s p o r N a v a rra » , II, p. 119, c. A ltadill, II, pp. 3 8 6 -3 8 8 , 3 9 4 , 395 d a b a o tra agru p ació n .
28. J u lio C aro B aro ja, « N o ta s d e E tn o g rafía nava­
rra» en « R ev ista de D ia le c to lo g ía y T ra d ic io n e s p o p u la ­
res» X X V III (1 9 7 2 ), p p . 19-25 en especial. T a m b ién
en « E studios vascos V II, B aile, fam ilia y trab a jo » (San
Sebastián, 1976), pp. 16 4 -1 7 3 .
29. C a p ítu lo a n te rio r, § III.
30. « C atálo g o del A rch iv o G e n e ra l» I, pp. 40-41
(n.°s 8 y 9).
31. E x trac to en M o re t, « A n n a le s» , II, p p . 150 a
152 a (lib ro X V , cap. III, § I, n .°s 2-4).
32. «El V alle d e S alazar», p. 4 , b.
33. « Itin e ra rio s p o r N a v a rra » , II, p. 121, a.
34. « Itin e ra rio s p o r N a v a rra » , II, p. 120, a.
35. Id o a te , «Los salacencos, su h id alg u ía y su e s­
cu d o » , e n « R in co n es d e la H isto ria d e N a v a rra » , I, pp.
64 -6 8 . P e d ro d e A zcarraga, fol. 107, 4 in d ica «los d e
Salazar tra h e n tre c e e strellas d e o ro e n g u le s» , al fol
108, 2 o tr o d e «los d e Salazar», co n c u a tro estrellas.
36. D ic c io n a rio d e 1 8 0 2 , II, p. 4 2 0 , a.
37. « Itin e ra rio s p o r N a v a rra » , II, p. 121 b. C o n ­
ju n to e n M a n u e l Ilarri Z ab ala, « S alacencos d el siglo
X V I» , n .° 3 1 6 d e « N a v a rra . T em a s d e c u ltu ra p o p u ­
lar», n.° 1 d e las páginas c e n trale s. I n te rio r d e l p u e b lo
en la p o rta d a d e «S alacen co s d el siglo X V III» del
m ism o, n .° 3 3 0 d e la m ism a co lecció n y e n «S alacencos
d el siglo X IX » , n .° 3 3 2 ; n .° 3 d e las páginas c en trales.
38. En la h o ja 143 a p a re c e el río d e C anales hacia
C e rré n c a n o , e n U rra u l A lto . El n ú cleo e sta b a al p ie del
m o n te O leg ato .
39. D iccio n a rio d e 1802, I. p. 2 9 5 , b. P lan o en
A ltadill, II, p. 386.
40. F o to e n M a n u e l Ilarri Z ab ala, «S alacencos del
siglo X V I» , n .° 3 1 6 d e « N a v arra . T e m a s d e C u ltu ra
p o p u la r» , la 6 d e las páginas cen tra les.
41. F o to s e n M an u e l Ilarri Z ab ala, « S alacencos del
siglo X IX » , cit. fo to s n .°s 1 y 2 d e las páginas cen tra le s.
E n «S alacencos d el siglo X V III» se d a c o m o «C asa
J o rg e » .
4 2 . « D iccio n a rio d e 1 8 0 2 » , I, p. 3 9 1 , a.
4 3 . J im e n o J u r ío , e n p u b licació n d e 1 9 7 2 , le da
125. «V alle d e Salazar», p. 4.
4 4 . M a rtin en a , «P alacios cab o d e A rm e ría » , II, p.
16, a n o ta uno.
4 5 . Fol. 6 1 , 6. D istin to al d e « Izall» , c o m o Echalas
fol. 120, 1.
4 6 . F o to d e c o n ju n to e n «S alacen cos d el siglo
X V III» , n.° 1 d e las p áginas cen tra le s. E n «S alacen co s
d el siglo X V II» , fo to 3 la casa « Z u b iri» , d e la serie
g ótica.
47. D iccio n a rio d e 1802, I, p. 3 1 6 , b.
48. Plano d e A ltadill, II, p. 395.
4 9 . V ic e n te G arcía d e D ie g o , « D icc io n a rio e ti­
m o ló g ico » , p. 3 2 8 , b y n .° 2 8 9 2 (p. 771 a-b). H o y o .
V éase la fo to d e c o n ju n to q u e d a J im e n o J u r ío «V alle
d e Salazar», fre n te a la p. 17.
50. V ista g e n e ra l e n « Itin e ra rio s p o r N a v a rra » , II,
p. 122.
51. D iccio n a rio d e 1802, 1, p. 3 7 1 , b.
52. J im e n o J u río , «V alle d e S alazar», p. 5 le da
140 h ab itan tes.
53- R e p ro d u c id a s en « S alacencos d el siglo X V II» ,
la p rim e ra e n la p o rta d a y fre n te a la p. 16. La seg u n d a
en las páginas c e n tra le s e n co lo r, n .° 5.
54. M a rtin e n a , «P alacios cabo d e arm e ría » , II, p.
15. Y a esta b a e n el m a n u sc rito d e A zcárraga, en un
fo lio q u e falta.
55. D ic cio n a rio d e 1 8 0 2 , II, p. 2 7 5 , a.
56. F o to e n «Salacencos d e l
siglo X IX » , páginas
cen tra les, n.° 5.
57. F o to en «Salacencos d el siglo X V II» , fre n te a
la p. 17.
58. V ista g e n e ra l e n J im e n o J u río , «V alle d e Salazar», fre n te a la p. 17 C asa con te ja d o a c u a tro aguas en
«S alacencos d el siglo X IX » , fre n te a la p. 17. V éase la
fo to de la fig. 3 4 9 p ara el c o n ju n to y la d e la fig. 350,
d e u n b ello e je m p la r g ó tico .
59. D icc io n a rio d e 1802, II. p. 3 6 0 , a.
60. P lano en A ltadill, II, p. 4 7 8 .
61. D iccio n a rio d e 1802, I. p. 368.
62. F o to e n «Salacencos d el siglo X V II» , p. 26.
63. « C atálog o del A rch iv o G e n e ra l» , I, p. 41 (n .°
8 ).
64. D e sd e S arriés al N o r te hay q u e c o n su lta r la
h o ja 117 d el m ap a q u e g e n e ra lm e n te se usa.
65. P lano e n A ltadill, II, p. 374.
66. D ic c io n a rio d e 1 8 0 2 , I, p. 2 6 1 , a.
67. F rancisco B a rb e r A rre g u i, « E sp arza d e Salazar» , n .° 245 d e « N av arra. T e m a s d e C u ltu ra p o p u la r» ,
p. 10.
68. « D iccio n a rio d e los n o m b re s e u sk a ro s d e las
p lan tas» , p. 171 (n .°s 7 9 5 -7 9 6 ).
69. F o to en «S alacencos d el siglo X V II» fre n te a
la p. 16.
70. F o to en «S alacencos d e l siglo X V III» fre n te a
la p. 16.
71. B a rb e r A rre g u i, «E sp arza d e S alazar», p. 10.
72. D a to s a b u n d a n te s e n B a rb e r, o p . cit. p p . 13 16.
73. M a rtin e n a , «P alacios cabo d e a rm e ría » , II, p.
15.
74. F o to e n «S alacencos d el siglo X V I» fre n te a la
297
p. 17.
75. B a rb e r, «E sp arza d e Salazar», p. 10.
76. F o to d e in te rio r d e co cin a e n «S alacen co s del
siglo X V II» , p. 13.
77. F o to e n «Salacencos d e l siglo X V II» , fre n te a
la p. 17.
78. D iccio n a rio d e 1 8 0 2 , II, p. 2 1 2 , b.
79. 130 seg ú n J im e n o J u r ío , «V alle d e Salazar», p.
6.
80. F o to e n «S alacencos d e l siglo X IX » , fre n te a
la p. 16.
81. P lano e n A ltadill, II, p. 374.
82. D iccio n a rio d e 1 8 0 2 , I, p. 2 5 8 , b.
83. J im e n o J u río , «V alle d e S alazar», p. 6.
84. V ista g e n e ra l e n la p o rta d a d e l c ita d o fo lle to
d e J im e n o J u río . O tra e n « S alacencos d e l siglo X V I» , a
las páginas c e n tra le s, n .° 3.
85. C asa d e E sparza, «S alacen co s d e l siglo X V II» ,
P . 13.
86. F o to e n «S alacencos d el siglo X V II» , fre n te a
la p. 17.
87. «S alacencos d el siglo X V II » , pp. 2 1 -2 5 .
88. F otos en « S alacencos d el siglo X V II» , p p .
23-24.
89. M a rtin en a , «P alacios cab o d e a rm e ría » , II, pp.
15-16. En A zcárraga, fol. 71, 1: «El Palacio d e E zcaroz
llam ado d e Y tu rriria lleb a d e sp a rz a y O ro n z » .
90. F o to en «S alacencos d el siglo X V II» , p. 16.
91- «C atálo g o d e l A rch iv o G e n e ra l» , I, p. 140 (n .°
2 6 6 ), «C atálo g o d e los C a rt. re a les» , p. 2 1 7 (n .° 4 2 9 ).
92. D iccio n a rio d e 1802, II, p. 172, a.
93. M adoz X II, p. 2 1 4 , b.
94. P lano en A ltadill, II, p. 4 3 7 .
95. F o to s c o lo re a d a s e n el fo lle to d e J im e n o J u río ,
«O chag avía», n.° 148 d e « N a v a rra , tem as d e c u ltu ra
p o p u la r» (P a m p lo n a , 1972). D e sc rip c ió n e n las p p . 5 -
8.
96. «La casa n av arra» , p. 181.
9 7 . F o to e n « S alacencos d e l siglo X IX » , fre n te a
la p. 17.
98. F o to e n « S alacencos d e l siglo X V II I» , fre n te a
la p. 16.
99- F o to e n « S alacencos d e l siglo X V I» , fre n te a
la p. 16, d e b a jo la casa « Iria rte » d e O c h ag av ía tam b ién .
E n O ch ag av ía h ab ía d o s palacios: el d e « U rru tia » , p ro ­
p io d e la villa, q u e te n ía u n e sc u d o d e azu r y un
c re c ie n te d e p la ta co n e stre lla d e o ro , y el d e « Iria rte » ,
co n u n e sc u d o d e a z u r y u n c re c ie n te ra n v e rsa d o d e
p lata a c o m p a ñ a d o d e tre s e strellas. M a rtin e n a , «P ala­
cios cab o d e a rm e ría » , p. 15. El se g u n d o , en P e d ro d e
A zcárrag a, fol. 2 3 , 3100. La casa d e « A re z e -R e ca ri» , d e sillería y tres
h u ec o s co n arco ce n tral y te ja d o a c u a tro aguas tien e
só lo u n alto. F o to e n «S alacen co s d el siglo X V I» fre n te
a la p. 17.
101. F o to e n « S alacencos d el siglo X V III» , fre n te
a la p. 16.
102. F o to e n « S alacencos d e l Siglo X V III» , fre n te
a la p. 17.
103. D ic c io n a rio d e 1802, I, p. 3 9 4 , b.
104. P lan o e n A ltad ill, II, p. 4 0 9 , c o n las o tras
in fo rm ac io n es.
105. E scu d o d e g u le s co n u n águila ex p laz ad a d e
o ro , M a rtin e n a , «P alacios cab o d e a rm e ría » , II, p. 15.
A zcárraga, fols. 17, 6 y 2 4 , 5.
106. F o to e n « Itin e ra rio s p o r N a v a rra , II, p. 125.
107. P lano en A ltadill, II, p. 4 0 7 en in fo rm ac ió n
ta m b ié n e n la p. 4 0 8 .
108. « C atá lo g o d e l A rch iv o G e n e ra l» , II, p. 30
(n .° 6 5 ), a ñ o 1336.
Fig. 3 3 2 ,-C a s a gótica. Uscarrés.
Fig. 33 3 -Puerta. Uscarrés.
Fig. 334--Casas. Uscarrés.
298
333
332
i)' \
ly
<*-
334
299
300
33,S
1 * " • v .,
• ‘Ci S w k
SK-r--i.
t 'á f f e
Srfc«ÍÉ;
F /g .
3 3 5 .-C a sa gótica. Gallués.
F /g .
3 3 6 .-C a sa gótica. Iciz.
Fig. 3 3 7 .-C a s a gótica. Iciz. flanco.
Fig. 3 3 8 ,-C a sa gótica. Iciz. puerta.
339
Fig. 3 3 9 .-C a sa reformada. Iciz.
301
Fig. 3 4 0 .-C a sa «Garcta-Labari». Iza/,
Fig. 3 4 I .-C a s a «G arcia-Labari». Izal.
Fig. 3 4 2 .-C a sa gòtica. Izal.
Fig. 3 4 3 .-C a sa gòtica. Iza!.
Fig. 3 4 4 .-C a sa gótica. Izal.
302
303
304
348
347
Fig. 3 4 5 .-C asas de ¡gal.
Fig. 3 4 6 .-C a sa gótica. Igal.
Fig. 3 4 7 .-C a sa gòtica, ¡gal.
Fig. 348,-C asa con horno exterior.
305
306
307
353
354
356
Fig. 3 5 3 -P u e r ta gótica.
Fig. 3 5 4 --C a sa reformada. Ezcaroz.
Fig. 3 5 5 -P uerta con talla. 16 6 6 . Ezcaroz.
Fig. 3 5 6 .-C a sa «Morea». Ezcaroz.
357
Fig. 3 5 7 .-Casa gótica. Ocha gavia.
309
310
311
C A P IT U L O X III
EL V A LLE DE A EZCO A
B U R G U E T E , E SP IN A L , R O N C E SV A L L E S Y V A LC A R LO S
1)
2)
3)
4)
5)
A lgunos rasgos generales del valle de Aezcoa.
Orbaiceta, O rbara, Arive.
A ria y Garralda.
Villanueva, Garayoa y las Abaurreas.
Burguete, Roncesvalles y Valcarlos.
Al tratar de la repoblación del valle de
Aibar, hecha al p a re c e r p o r un abad de San
Ju a n de la Peña, p o r los años d e 1056, dice el
Padre M o r e t q u e se realizó con g e n te d e «la
valle de Aezcoa» y q u e e ste n o m b re significa
en vasco «tierra áspera, peñascosa» 1. El caso
es qu e el d o c u m e n to se refiere «ad eos qui
v e n e ru n t d e Ezcua ad p o p u la tio n e m de Sancti
Jacobi d e Aibare» 2. P u e d e q u e «Ezcua» sea
un aragonesism o q u e c o n tribuya a explicar
no m bres c o m o Esco o Escó, etc. C o m o uni­
dad equ ip a rad a a valle é sta d e Aézcoa, con
varias grafías, se halla d o c u m e n ta d a en otros
textos. En 1169 Sancho el Sabio concedió
fueros a los d e «Aescuoa» 3. En 1205-1206,
se da el reg lam ento pa ra solucionar las dife­
rencias e n tre los valles d e A ézcoa y Salazar 4.
En 1307 se confirm an sus t u e r o s 5. En el
d o c u m e n to tam b ié n se escribe «Aescuoa».
En 1308 los aezcoanos son o b je to d e otras
exenciones 6. Y aún hay d o c u m e n to s reales
con referencia al valle de 1310 7 y 1319 8Más referencias hay todavía en los d e tipo
estric tam e n te económ ico, con relación a co­
bro de pechas, c o m o la d e la caballería, qu e
debía ser im p o rta n te a juzgar p o r cuentas de
1317 9.
En 1280 aparece una c u e n ta global de la
«peita d e Aezcoa» 10. En 1366 «A ezquoa»
c u e n ta con «A rive», «O rbayceta», «Aria»,
«G arayoa», «O rb a ra » , «Y riverri», «A beurrea» y «G arralda», pue b lo s todos con bas­
tantes fuegos, c o m parados con las aldeas de
más al Sur 11. La situación fronteriza hizo, sin
duda, q u e los reyes tuvieran más en c u e n ta a
estos súbditos q u e a otros. En 1462, al fin,
Ju a n II les concedió la hidalguía colectiva, en
consideración a los servicios qu e le hicieron
en la lucha con los «rebeldes» y de sp u és se
les confirm aron todos los privilegios 12. El
escudo es colectivo tam bién (fig. 362). La
determ inación del «valle» está c o ndicionada
p o r los cursos fluviales. En el e x tre m o n o rte
hay dos pueblos, O rb a ic e ta y O r b a ra s o b re el
río Irati. Más al Sur, tam bién sobre el río,
Arive. H acia el O este, Aria y G a rra ld a q u e ­
dan fuera del cauce del río y al Este Iriberri o
Villanueva, G arayoa y A b a u rre a Alta y A baurrea Baja, tam bién fuera. Luego el Irati y el
U rro b i condicionan la estru c tu ra del valle de
A rce 13.
Aézcoa era tam bién un alm iradío, c o m o
Roncal y Salazar. Las relaciones con la g e n te
de la otra vertien te del Pirineo, m uy cons­
tantes, a u n q u e no s ie m p re buenas. Los
«P u e rto s G ran d es» en la fro n te ra con «Cisa»
fu ero n concedidos p o r el rey a los aezcoanos
en 1462, según el citado d o c u m e n to q u e
alude tam bién a las q u em as y ro bos d e q u e
fue o b je to el valle d u ra n te las g uerras civiles.
La delim itación orogràfica del valle, tanto p o r
el N o r te , c o m o p o r el Sur es clara. P e ro
d e n tr o tam bién hay alturas im p o rta n te s 14. La
fisonom ía de los p u e blos d e A ézcoa es sensi­
b le m e n te distinta a la d e los d e Salazar, in­
cluso los septentrionales 15.
315
II
C o m o allí, sin e m bargo, los núcleos más
septentrionales son los q u e p a re c e n haberse
desarrollado más. El p r im e ro es O rbaiceta, a
765 m e tro s d e altura y e n la m arg e n occi­
dental del río en su p ro p o rc ió n mayor. En
1802 sólo c o n taba con tre in ta y cinco casas y
356 personas 16; p e ro c o n tra lo o c u rrid o en
otros núcleos pirenaicos, subió sen sib lem e n te
después, de suerte q u e M adoz, q u e le dedica
un b u e n artículo, le asigna ya 527 y « se te n ta
casas sólidas d e cal y canto con tejado de
madera bien repartidas y espaciosas» 17. Se
subraya d e lib e ra d a m e n te el h e c h o de q u e p o r
los años de 1849 fuera el más c o m ú n el
teja d o de tablilla de m ad e ra q u e hoy sólo se
e n c u e n tra c o m o supervivencia en algún gra­
n e ro o almacén, en alguna b o rd a tam bién.
T odavía a u m e n ta d espués la población. P o r ­
q u e Altadill da 559 almas con 114 casas en el
núcleo u rb a n o y sesenta y dos edificios dise­
m inados; en la fábrica de armas había vein­
tiún edificios con treinta o cu p an tes y once
edificios con s e te n ta y siete en el barrio de
L arráun 18. Luego ha b ajado m u c h o al p a re ­
cer 19. Las casas del núcleo no observan un
plan definido y m uchas tienen sus huertas
contiguas. D e todas form as se distinguían tres
calles principales: San P e d ro , M e n d ic o a y Rochapea. Y un p u e n te , al Este, daba acceso a
un núcleo pe q u e ñ o .
casa pirenaica p ro p ia d e A ézcoa e n q u e d o ­
m ina la cu b ie rta a dos aguas, más q u e la de a
cuatro, con balcón p ro te g id o p o r el alero, en
el piso p rim e ro , y casi siem pre blanqueada.
Ilustraba la clasificación con una foto d e casa
d e G ara y o a 23. P u e d e afirmarse q u e hay p r e ­
dom inancia d e este tipo, o de otro s parecidos
(sin balcón, con más huecos, etc.); p e ro no
faltan c a sa s 'c o n tejados a cuatro aguas, o a
tres y aun « com puestos».
El encalado q u e se da c o m o característico
es, e n parte, cosa m o d ern a . P o r q u e hay casas
de p ied ra d e sillería, con arco d e e n tra d a
gótico típico, q u e han sido blanqueadas en
épocas recientes sin duda, c o m o la d e la foto
de la fig. 366. O tras d e más m o d e r n a factura
conservaban aún cu a n d o se fotografiaron los
tejados d e tablilla, c o m o la d e la foto de la
fig. 367, q u e sería clásica de la zona, a u n q u e
sin balcón en la fachada. Y en O rbaiceta,
tam bién, nos e n c o n tram o s con los h ó rre o s
sobre pilotes de tipo pirenaico q u e han sido
o b je to d e tantas averiguaciones d e s d e hace
cosa de sesenta años.
O rb a ic e ta sufrió un incendio total el 22
de agosto de 1377. El d o c u m e n to q u e se
refiere a él lo define c o m o «pestilencia de
fuego, q u e D ios ha q u e rid o echar sentencia
sobre eillos o p o r lures pecados». El p u e b lo
tenía antes treinta casas y veintiséis « h o ­
rn o s» . Y anguas dice q u e esta palabra se re ­
fiere a bordas 20. P e ro c re o q u e se refiere
específicam ente a lo q u e ahora se llama « h ó ­
rreo» c o m ú n m e n te e n castellano. Es decir,
un g ra n e ro sobre pilotes, q u e , c o m o se verá,
existe e n O rb a ic e ta y e n o tro s p u e b lo s del
valle con variedad específica. Carlos II de
N a v a rra co n trib u y ó con una lim osna a la
rec onstrucción 21.
A través d e esta d o c u m e n ta c ió n vamos
siendo ya algunos rasgos distintivos d e O r ­
baiceta que, además, tuvo su consabido pala­
cio 22. H a b le m o s ahora de las casas e n parti­
cular. U ra b a y en distinguía u n a variedad de
316
Fig. 362.-C íave heráldica. Villanueva de Aézcoa.
Las fotos d e las tigs. 368, 369 y 370, no
nos dan clara idea de su e stru c tu ra y d e su
relación con la c oncepción general de la casa,
cosa q u e o c u rre tam bién con los h ó rre o s de
otras zonas del país y del N o r t e d e la p e n ín ­
sula en g eneral 24.
En to d o el valle abun d a n las casas d e tres
plantas. En la p rim e ra q u e d a el zaguán, las
cuadras y algún alm acén de útiles. En la se­
g u nda suele h a b e r un pasillo central con ha­
bitaciones a los lados: alcobas, sala y cocina.
T a m b ié n en la tercera p u e d e ha b e r alguna
habitación. P ero, e n general, c o m o en Salazar
y Roncal, está el «sabayao» c o m o se dice en
habla rom ance, «sabai» en el vasco de la zona
qu e se ha p e rd id o en n uestros días; de 1930 a
acá vertiginosam ente.
dos ho rn o s d e fundición 25. D e s p u é s d e un
p e río d o en q u e se fabricaron bom bas, se
hicieron sólo lingotes de hierro q u e con m u ­
cho gasto se llevaban a Trubia. A fines de
siglo, 1884, se d e jó de explotar. N o es cues­
tión de tratar de los pleitos, discusiones e q u í­
vocas y conflictos a q u e dio lugar su instala­
ción y sobre todo la cesión de los m o n te s de
Aézcoa para su sostenim iento. H a y una o b ra
en q u e se dan p o rm e n o re s d e to d o ello, a
veces escandalosos 26 y en q u e las ruinas apa­
recen en form a más expresiva q u e en las
totos d e hace unos años 27, c o m o la ya dada.
O r b a ra es el núcleo q u e q u e d a inm ediato
al d e O rb aiceta hacia el Sur. O n c e casas
útiles, siete arruinadas y 155 habitantes se le
dan en 180 2 28, qu e subieron algo en el siglo
X I X ; M adoz cue n ta 240 almas en cuarenta
En O rb a ic e ta hay además algo q u e m e ­
casas qu e se distribuían en calles anchas y mal
rece q u e le d e d iq u e m o s unas líneas. Los ba­
em p e d rad a s 29. A com ienzos de este siglo hay
rrios de Larráun y la te rre ría antigua se agru­
más casas, hasta sesenta y dos; p e ro la p o b la ­
pan con la «Fábrica» y están habitados p o r
ción d esciende a 165 h a b ita n te s 30. M o d e r ­
q uince familias. El c o n ju n to (fig. 371) d e la
n a m e n te baja a sólo noventa y cuatro 31. O r ­
antigua fábrica d e m uniciones es curioso
bara q u e d a a 770 m etros de altura; al O e s te
c om o planta industrial planificada en un
del río y con un p u e n te hacia el Sur. Se
tiem po, con una iglesia y casa curai, q u e tiene
señala la existencia de un palacio q u e en
d elante una plaza rectangular. U n o d e los
1543 era de D o n Tristán de M auleón. Este
lados m ayores de ésta se halla flanqueado p o r
tenía blasón con fondo de plata con árbol de
el vasto editicio principal d e tachada con dos
sinople y un oso de su color «brochante» al
pisos y hasta och o huecos en el
superior, con
tronco, con tres lobos al natural 32.
p u e rta d e e n tra d a al c e n tro yteja d o a dos
aguas, bastante em pinado. A los dos lados
El caserío es parecido al de O rb a ic e ta y
tiene otro s edificios d e m e n o r altura. Lo q u e
p o r lo q u e se ha dicho de su a u m e n to en el
q u e d a en
fre n te y ya fuera d e
la plaza son
siglo X I X , relativam ente m o d ern o . Sin e m ­
restos de viviendas y talleres. Esta tábrica,
bargo, en O r b a ra hay una casa d e labor q u e
hecha sobre una explotación d e terrería se ñ o ­
tiene aspecto de antigua con un h ó rre o m ag­
rial se e m p e z ó a c o n stru ir en tie m p o de
nífico con tres pilotes a un lado y hasta cinco
Carlos 111 y fue incendiada e n la g u e rra d e la
en otro, com o se ve en las fotos d e las figs.
R evolución, en 1794. D e s p u é s se rec o n s­
372 y 373.
truyó e n tre 1800 y 1805, siendo o c upada
O t r o eje m p la r tiene so p o rte de tres pilo­
después p o r los franceses. D e s p u é s d e la
tes de pied ra p o r banda (fig. 374).
g u e rra de la I n d e p e n d e n c ia q u e d ó ab a n d o ­
Es posible que, com o lo indica P eñ a San­
nada, se volvió a explotar hacia 1828 y en
tiago
en el artículo en q u e los dio a conocer,
1833 la o c u p a ro n los carlistas.
algunos to pónim os en q u e aparece la palabra
D e s p u é s d e la g u e rra tuvo un m o m e n to
«garai», se refieran a la existencia de h ó rre o s
de prosp e rid a d reflejado p o r M adoz en el
s obre colum nas o pilotes.
citado artículo, en q u e aparece en su m o ­
Arive q u e d a poco más al Sur en h o n d o ­
m e n to culm inante. C o n sta b a de la iglesia,
nada.
El río form a un bucle d e suerte q u e el
casa-palacio, pabellones y oficinas, un « fro n ­
p
u
e
b
lo
en su núcleo m ayor se sitúa sobre él,
tón d e hierro», la plaza tam bién tenía aceras
con
un
p u e n te . N o le daba Altadill más d e
de hierro estriado, posada, viviendas d e o b r e ­
treinta
y
cinco edificios con 137 h abitan­
ros, cuartelillo, fu en te de h ierro tam bién,
tes
33.
Es
p u e b lo de raíz m o d ern a , p o rq u e
además de salto d e agua de doce m etros,
d
u
ra
n
te
la
g u e rra d e la R evolución las once
talleres, carboneras, alm acenes d e m ineral y
317
jado a cuatro aguas. N o faltan las q u e p r e ­
sentan balcones corridos en la fachada en
hastial; incluso las q u e los tie n e n dobles, en
el p r im e ro y el se g u n d o piso. Arive o Aribe
es n o m b re q u e d e p e n d e del río Aria, qu e se
lo da tam bién al p u e b lo q u e sigue.
casas d e q u e c o n ta b a pa d e cie ro n m u c h o y no
tenía arriba d e o c h e n ta y cinco personas en
1802 34. H o y tiene 107. Está a 701 m e tro s y
el caserío parecido al d e los p u e b lo s an te rio ­
res. S o bre el viejo p u e n te se levantan, a
diversa altura, casas aisladas, algunas con te ­
III
M a y o r interés ha p r o d u c id o el núcleo de
Aria, q u e q u e d a al N o r t e d e Arive, p e ro
fuera del cauce del Irati, en un alto q u e
alcanza los 868 m etros, a u n q u e en 1802 sólo
se le asignan nueve casas útiles, och o arrui­
nadas y c incuenta y tres almas 35. Aria sube
de población hasta com ienzos d e este siglo,
en q u e Altadill le da 178 habitantes con
o c h e n ta y cinco edificios, de los cuales diez y
nueve no son habitados p o r el h o m b r e 36.
E ntre éstos hay q u e co n ta r los hó rre o s, q u e
han sido fichados p o r varios e t n ó g r a f o s 37.
Las casas d e Aria, q u e se distinguen c o m o
todas las de la zona p o r el teja d o a dos aguas
em p in ad o , q u e era de tablilla, suelen te n e r
galerías o balconadas laterales, q u e rec u e rd an
a las de los caseríos d e la z o n a atlántica. J u n to
a alguna de ellas, q u e tie n e n los n o m b re s
pro p io s característicos de la tierra vasca en su
p ro p o rc ió n m ayor, se hallan estos edificios
q u e en el vasco d e la zona, p e rd id o m uy
re c ie n te m e n te , se d e n o m in a n «garai» en sin­
gular. Son p ro p ia m e n te agregados a las casas
de labranza que, en ningún caso p u e d e n
c o nfundirse con las bordas. Leizaola ha dado
un plano d e la posición d e las casas «Estebena», «E cheberricoa», «A patecoa», « U rru tia», «R ecaldea», «Jam ar», « A n d re s e n a » ,
«Iturraldea» y «Elizaldea» y la posición de
sus h ó rre o s 38, q u e son m uy sólidos, c o m o se
p u e d e ver p o r las fotos d e las tigs. 375 y 376,
con serv a n d o algunos las tablillas del tejado,
qu e es lo q u e más les diferencia del ya m e n ­
318
cionado d e Santa Fe de Eparoz, e n U rraul
Alto 39.
S o b re Aria hay una m onografía e tn o g rá ­
fica de M iren de Y nchausti, publicada en
1971 40. En esta m onografía p u e d e apreciarse
c ó m o allí se conserva el n o m b re individual y
p e rm a n e n te de la casa y d e su b o rd a 41, cóm o
la casa se ajusta a la p lanta rectangular con la
distribución ya conocida en q u e el piso p rin ­
cipal se distribuye p o r m e d io d e un largo
pasillo 42. Lo q u e más llama la atención es la
riqueza de labras místicas y heráldicas muy
rústicas en general y bastante m o d e rn a s a
veces 43. En los anejos aún se sabe hacer el
tejado de tablillas q u e era el tradicional y q u e
en to d a la zona se consideraba m e jo r para los
días de vendaval o ventisca 44; las tablillas se
llaman sim p lem e n te «olak», antes eran de
roble y m o d e r n a m e n te se han h e c h o d e haya.
Son de fabricación casera 45.
Al O e s te d e Aria y de A rive q u e d a Garralda, p u e b lo incendiado más tarde qu e
otros; a fines del siglo X I X , en 1898. V olvió
a edificarse en la ladera a u n a altura de 843
m etro s más o m enos, ob se rv á n d o se alguna
alineación y o r d e n a n d o servicios públicos,
tales c o m o fuentes a los dos e x tre m o s, es­
cuelas, etc. T o d o s los tejados se hicieron de
teja plana, para evitar el uso de la tablilla q u e
era co n frecuencia la q u e causaba los incen­
dios, p o r el paso d e las chim eneas 46.
IV
Si G a rra ld a tiene un interés c o m o p u e b lo
rec o n stru id o a fines del siglo X I X , los q u e
qu e d a n en la b a n d a oriental del valle p u e d e n
tenerlo m ayor c o m o núcleos d e e stru ctu ra
m e jo r conservada. Al Este d e A rive q u e d a
Villanueva d e Aézcoa, q u e en 1366 es «Iriberri», es decir q u e el vasco «iri» se da c o m o
equivalente a villa. Es p u e b lo e n altura, d e los
más altos d e N avarra, pues alcanza los 925
m etros. N o g u a rd a m ayor alineación q u e los
otros. P ero tiene alguna reliquia curiosa del
pasado. U n a casa en la clave del arco de
en tra d a o s te n ta un e scudo q u e es el colectivo
del valle, es decir el árbol con el jabalí, de
fecha bastante vieja: 1561 (d ib u jo de la fig.
362). Encima, c o m o se ve e n el d ibujo, va la
cruz, a un lado una luna invertida con estrella
d ebajo y al o tro un círculo con u n a estrella
de cinco puntas in s c r ita 47. Este e m b le m a h e ­
ráldico nos habla d e cierta p u janza antigua de
Villanueva.
En 1802 se le asignan treinta y nueve
casas y 326 h a b it a n te s 48. A c om ienzos de
siglo había au m e n tad o . Tenía, según Altadill,
126 casas y tre in ta y dos edificios dispersos,
con 413 h a b it a n te s 49. El descenso p o s te rio r
es sensible. U rtasu n Villanueva le da 221
habitantes 50. P e ro en un tie m p o c o n tó con la
m ayor repre sen ta ció n en las juntas del valle:
hasta tres d iputados. En V illanueva fue
d o n d e se registró en fecha m uy lejana ya la
existencia del h ó rre o p i r e n a i c o 51.
Al S u d o e ste de Villanueva y S u deste de
Arive está G arayoa, p u e b lo más bajo; a 788
m etros. G arayoa tiene c o m o e je un ria­
chuelo, cruzado p o r dos p u entes. H a y así dos
núcleos d e casas: el m ayor hacia el Este y las
casas se alinean en form a de calles, au n q u e
sin o rd e n riguroso. D e s d e co m ie n zo de siglo
son d e teja plana.
La rec onstrucción d e b ió ser total d espués
de la g u e rra de la R evolución, p o r q u e el
diccionario de 1802 dice q u e las 245 p e rs o ­
nas q u e vivían en el p u e b lo «habitan e n una
sola casa q u e se libertó de los estragos de la
últim a g u e rra y en barracas y chozas» 52. En
c o ntraste M adoz dice en 1847 q u e «tiene
c in c u e n ta casas sólidas d e cal y canto con
tejado de madera, espaciosas y con buenas
co m o d id a d es interiores, p e ro sin o rd e n al­
g u n o e n tre sí, fo rm a n d o calles anchas, en
parte e m p e d r a d a s » 53. Altadill da 110 edifi­
cios d e los cuales once son disem inados, b o r ­
das, y 287 almas, catorce m en o s q u e en
1900 54, y hoy no se dan arriba d e 204 55.
En G arayoa, sin em bargo, se han c o n s e r­
vado hasta nuestros días algunas casas q u e
p a recen o b e d e c e r a una concepción antigua
en la zona, c o m o la re p re sen ta d a en la foto
de la fig. 377. En ella no sólo vem os un
tejado em p in a d o de tabla, sino una escalera
exterior, q u e nos hace recordar a las d e los
hórreos, q u e c o n duce al «sabai» o g ranero,
m ientras q u e el resto se distribuye en la
planta baja. C o m o se ve, la «variedad aezcoana» de la casa pirenaica es algo más c o m ­
pleja d e lo qu e se da a e n te n d e r a veces.
La sensación d e « m odernidad» q u e en
c o n ju n to dan los núcleos urbanos del valle,
d e b id a a las razones dadas y repetidas, se
repite en las Abaurreas: Alta y B aja o de
yuso y d e suso, dos núcleos muy cercanos
e n tre sí. A b aurrea Alta es el p u e b lo en m ayor
altura de N avarra, pu e sto q u e está a 1035
m etros. A b a u rre a B aja q u e d a más al N o r t e y
a 871 m etros. El n o m b re en censos antiguos,
c om o el de 1428, se escribe « A b e u rre a » .
Esta palabra aparece en el « F uero d e Viz­
caya», ju n to a las «bidigazas» q u e eran señal
de casa o p ro piedad 56.
El caso es q u e originariam ente han d e ­
bido constituir un co n c ejo (en 1366) y qu e
sólo en 1845 se separaron, p ro sp e ra n d o más
la Alta; en el diccionario d e 1802 aparece
ésta c o m o arruinada p o r la g u e rra tantas v e ­
ces aludida, e n la q u e se d e s tro z aro n más de
cuarenta casas, no subsistiendo arriba de dos.
Las 272 personas qu e la poblaban luego vi­
vían en albergues provisionales y lo m ism o
parece ocurría en la Baja, d o n d e se dice q u e
143 vivían e n tre las ruinas de otras tre in ta 57.
H acia 1845 las casas de A b a u rre a Alta aún
seguían ruinosas en p a r t e 58. D e s p u é s au­
m en ta n casas y población; 101 edificios y 329
almas da Altadill a la Alta 59. La Baja daría
cua re n ta m ansiones , once bordas y 127 al­
mas 60. La población ha bajado a 264 y 80
habitantes r e s p e c tiv a m e n te 61. La apariencia
de p rosperidad q u e e v id e n te m e n te dan estos
núcleos e n c u b re algo q u e en sí afecta a to d o
319
cu d o del valle en form a m uy rústica y es­
quem ática, con el árbol estilizado, ya en la
seg u n d a mitad del X V III. Estas reliquias nos
hacen p e n sar q u e antes los p u e b lo s tendrían
fisonom ía m uy distinta; m en o s blanqueos,
más pied ra sillar, etc.
el P irineo, q u e acaso se «regenerará» p o r el
turismo. En realidad las A b aurreas p a recen
p u e blos d e chalets 62. En alguna casa d e las
A baurreas p u e d e n verse reliquias del pasado,
c o m o las de las fotos de las figs. 378 y 379;
arcos d e m ed io p u n to , blasonados, o el es­
V
El Valle d e A ézcoa linda p o r el O e s te con
el de A rce, del q u e se trata a continuación.
P e ro hacia el N o r o e s te lo flanquea el té rm in o
d e un m unicipio aislado, el de B u rg u e te , el
cual se e n c u e n tra cerca de un fam osísim o
paso d e la p enínsula ibérica a la E u ro p a c o n ­
tinental; d o n d e se hallan Roncesvalles y Valc a r l o s 63. Los pasos pirenaicos de Aézcoa,
c o m o los d e Salazar, y el Roncal, no tie n e n
m ayor im portancia en la historia de la circu­
lación general; p e ro el d e Roncesvalles es de
im portancia decisiva d e s d e la é p o c a d e la
expansión céltica; es así paso obligado en la
ro m a n a para com unicar B u rd e o s con Astorga, según los itinerarios 64; q u e fue utili­
zado p o r francos, visigodos, árabes y p e re g ri­
nos después, d e s u e rte q u e , si la c uenca del
Irati no marca una línea de com unicación
m ayor hacia el N o r te , la del U rro b i q u e se
une con él p o r encim a d e Aoiz, señala, en su
p a rte superior, un a ru ta d e m u c h o más al­
cance.
En esta ruta nos en c o n tram o s, así, con el
núcleo d e B u rguete. A fines d e la Edad M e ­
dia e ra c onocido c o m o «El B u rg u e t» 65 y
aparece separado d e los valles contiguos, así
c o m o V a lc a r lo s 66. En el m ism o siglo X V
(1418), el se ñ o r de C a u m o n t con sid e ra qu e
un a etapa obligada e n la p e regrinación a San­
tiago era la de B u rg u e te a Larrasoaña 67. D e
aquí se iba hacia el S udoeste, d e ja n d o la
c uenca del U rro b i, hacia la del Ebro.
B u rg u e te es un pueblo-calle, c o m o Lanz o
Maya. P e ro tam poco hay q u e p e n sar q u e
c onserve m u ch o del p e q u e ñ o «burgo» anti­
g uo, p o r q u e tam bién fue d e stru id o en la g u e ­
320
rra de la Revolución. C o n sta b a antes d e cua­
r e n ta y tres casas y poco a po co se dice en
1802, «se van reedificando p o r sus habitanres
q u e son 193» 68. M adoz lo da c o m o c o m p le ­
ta m e n te rec o n stru id o y sum inistra alguna cu­
riosa inform ación resp e c to a su fisonomía.
U nas fuentes - d i c e - dan existencia en su
térm in o a varios arroyos y sirven al p u e b lo
para su c o n s u m o d e agua, p e ro o tro río, q u e
nace en Altabiscar, «pasa hacia el Este y d e él
se c o n d u c e n aguas p o r m ed io d e la población
con el o b je to exclusivo d e apagar cualquier
incendio, a lo q u e está m uy e x p u e sto por ser
de tablas los techos de las casas» 69.
N o s en c o n tram o s, pues, con el m ism o
p ro b le m a q u e en A é z c o a 70. B u rg u e te en
1910 había alcanzado los 451 habitantes y
tenía o c h e n ta y seis casas, de las cuales sólo
tres estaban dispersas y otras tres q u e d a b an
en A rrobi. El pueblo-calle tiene una inclina­
ción N o r d e s t e - S u r o e s t e 71. U ra b a y e n p r e ­
tendió d e te rm in a r tam bién una variedad de
casa pirenaica q u e sería la d e B u rg u e te y su
zona p recisam ente 72, casa q u e se distinguiría
p o r el avance de las pa re d e s laterales sobre la
fachada, c o m o se ve e n los d ibujos d e las figs.
363 y 364. La o b ra de cantería se ajusta a los
estilos pro p io s de la é p o c a d e la r e c o n s tru c ­
ción: arcos escarzanos, p u e rta s cuadradas; si­
llares más m e n u d o s q u e en tiem pos a n te rio ­
res. En suma, la variedad de casa d e B u r ­
g u e te , o m e jo r dicho las variedades, c o rre s­
p o n d e n no sólo a una vieja razón am biental,
sino tam b ié n a criterios estilísticos d e época,
c o m o a un a é p o c a tam bién m o d e r n a c o rre s ­
p o n d e la intro d u c ció n d e la teja plana q u e
Fig. 363,-C asa de Burguete.
321
hoy m atiza el paisaje allí y en Espinal. A los
referidos salientes o espigones se les llamaba
«fraileak», según B arandiarán, q u e estu d ió ya
hace más d e m e d io siglo la organización de
este últim o pueblo, en q u e las casas llevan
n o m b re s vascos term in a d o s e n «enea» o
«ena». T odavía e n to n c e s había m uchas casas
con techo de tablilla d e haya: en B u rg u e te
sólo q u e d a b a n cu a tro 73 y casi todas eran de
labradores 74. En cualquier caso, p o r el e s tu ­
dio de lo q u e a nota y p o r o tro s d o c u m e n to s,
se ve q u e tanto las casas d e B u r g u e te (Auriz
o A uritz en vasco), c o m o las de Espinal (Aurizperri y antes A uriz-berri) 75, p u e d e n te n e r
tam b ié n fachadas sin «frailes», al m o d o de las
de «O statuzarra», la posada vieja de B u r ­
g u e te (dibujo de la fig. 365), o «M ontaiñenea» d e Espinal 76, y q u e la p lanta rectangular
se ajusta a un e s q u e m a m uy utilizado d u ra n te
los p rim e ro s años del siglo X I X . U n largo
pasillo distribuía, en la planta baja y principal,
los cuartos a los dos lados, incluida la cocina.
Al fo ndo q u e d a b a la cuadra.
M ás adelante, en el capítulo X V , se dirá
algo más acerca d e Espinal q u e , a u n q u e m uy
p ró x im o a B u rg u e te y d e p e n d ie n te en p rin ­
cipio d e Roncesvalles, q u e d a ya e n el valle de
Erro. Aquí conv ie n e term inar d a n d o unas
indicaciones acerca del p u e b lo del e x tre m o
se p tentrional de la N a v a rra p e n insular o his­
pánica, d e n tr o d e la vía a q u e antes se ha
aludido: Valcarlos. El c o ntraste con lo p ire ­
naico q u e se ha rec o rrid o en los tres últimos
capítulos es absoluto. A u n q u e Valcarlos esté
a 4 4 0 m e tro s de altura, es un p u e b lo a tlán ­
tico 77, tanto p o r el aspecto d e sus casas que
se asem ejan a las d e la B aja N avarra, com o
p o r la disposición de las barriadas q u e lo
constituyen, c o m o p o r la vegetación. D e s d e
el p u n to d e vista hidrográfico hay q u e p o ­
nerlo tam bién en la zona atlántica, p o rq u e su
río va a afluir a la Nive.
D e c o m ú n con Aézcoa y B u rg u e te tiene
q u e tam bién fue m uy destro z ad o en la gu e rra
d e la R evolución, de su e rte q u e en 1802 se
indica q u e sólo había q uince casas útiles y
Fig. 365,-C asa de Burguete.
322
noventa y cinco sin reconstruir. Los vecinos,
503 personas en c o n ju n to , vivían c o m o p o ­
dían 78.
M adoz, q u e indica c ó m o se divide en
barriadas rurales con n o m b re pro p io , hace
referencia a 128 casas y alguna industria,
alcanzando la población la cifra d e 962 al­
mas 79. D e s p u é s Valcarlos ha a u m e n tad o , so­
bre to d o el núcleo situado a lo largo de la
carretera q u e a c om ienzos d e siglo tenía as­
pecto m uy p ró sp e ro , p e rc ib ié n d o se la p roxi­
midad a F r a n c ia 80. En o tra época, au n q u e
esta proxim idad le daba ya cierto sello, c o m o
vamos a ver, el aire d ebía ser m u c h o más
severo.
Valcarlos aparece en d o c u m e n to s del si­
glo X I V com o p u n to con una to rre fortaleza
de cierta im portancia, de la q u e se con o c en
los castellanos o a lc a id e s 81. Esta to rre se
restauró en 1389 p o r q u e am enazaba ruina 82
y en 1437 aparece con el n o m b re vasco de
«Echagaztelu», es decir, casa-castillo 83. O b ­
servem os q u e d e la m ism a épo c a se c o n ser­
van o tro s n o m b re s de casas: algunas ro m a n ­
ces y de tipo más bien galo... En 1388 se
registra la existencia d e u n a casa de p r o p ie ­
dad real, llamada «Caballo blanco». O t r a de
«Robray» 84. En 1438 la casa « N a b a rro laz» 83. Es p u e b lo con terrerías 86 y los to p ó ­
nimos d e ja n r e c u e rd o d e la é p o c a de su
e splendor, así c o m o escorias y algún resto
ruinoso. R e s p e c to a la aparición de los dis­
tintos núcleos, los n o m b re s d e las casas y sus
características hay un trabajo m uy m inucioso
de J.M . Satrústegui 87, p o r el q u e se ve q u e la
form ación de Valcarlos está condicionada en
parte p o r la fundación d e una serie d e hospi­
tales o albergues de pe re g rin o s en relación
con los de Roncesvalles, p e ro d e p e n d ie n te s
de Leire y no d e la real iglesia colegial, qu e es
fundación m uy antigua, a lre d e d o r de la cual
se creó tam bién un p e q u e ñ o núcleo de casas.
N o es la ocasión de tratar e x te n s a m e n te de
Roncesvalles (Fig. 380) c o m o fundación reli­
giosa d e b id a al obispo de P am plona D o n
Sancho de Larrosa allá p o r los años d e 1127 a
1132, fundación con un hospital q u e fue
desarrollándose con rapidez y q u e se carga de
rec u e rd o s en to rn o a C a rlom agno y R olan­
do 88. Valcarlos aparece en 1271 con dos
hospitales d e p e n d ie n te s de Leire, q u e se
v e n d e n a Roncesvalles y q u e llevan nombre
vasco típico de casa: «Irauzqueta» y «G orosgaray» 89. Poco a poco, linealm ente, se consti­
tuye el núcleo más destacado del p u e b lo q u e
q u e d a junto a la iglesia: p o r eso se llama
Elizaldea (fig. 381). En principio, Valcarlos
d e p e n d e del valle de Erro, del q u e se e m a n ­
cipa en 15 9 2 90. A lo largo de los dos siglos
p o steriores se percibe un pro ce so q u e es
parecido al q u e o c u rre en otras partes d e la
zona atlántica. La «borda» q u e e n tierra p ire ­
naica es un edificio de uso com p le m e n tario ,
s o b re to d o pastoril, se va co n v irtie n d o en
edificio habitado p e rm a n e n te y q u e a dquiere
a veces grandes proporciones. Así «Etxetxurikoborda» 91. Es en la p rim e ra mitad del
X V III cuando se m arca más esto. Los anti­
guos hospitales y hospederías pierd e n , en
cambio, significado y el 25 de abril d e 1793
e n tra n los franceses, el vecindario escapa y al
volver en 1796 se e n c u e n tra todo incendiado
92. Se im pone la reconstrucción, c onserván­
dose a veces n om bres de las casas antiguas.
La reconstrucción se lleva a cabo sobre m o ­
delos conocidos en la é p oca po r los m aestros
canteros y albañiles; e n un sentido p u e d e
decirse q u e lo qu e se hace se e m p a re n ta más
con lo bajo-navarro q u e con lo qu e q u e d a a
pocos kilóm etros al Sur: en B u rg u e te o Espi­
nal 93.
Esta relación se observa tam bién en los
caseríos q u e se edificaron en el siglo X V III y
q u e parcial, o totalm ente, se salvaron del
incendio. Las labras de las piedras d e las
puertas c o rre s p o n d e n tam bién a la riqueza
bajo-navarra en este g é n e ro de trabajos 94. La
n óm ina de casas de Valcarlos de 1863 da 156
no m b re s 95. Los viejos ya aludidos y otros de
los q u e hay m em oria en d o c u m e n to s m e d ie ­
vales, qu e d a n en algún caso, c o m o en el del
caserío «Reclusa» 96.
En suma, Valcarlos es un núcleo in te re ­
sante para d e te rm in a r lo q u e es p e rm a n e n te
e n ciertos aspectos de la localidad, d e la
toponim ia, del régim en d e explotaciones y lo
q u e ha estado más su je to a los cam bios no
sólo políticos y religiosos, sino tam bién tec­
nológicos a lo largo d e los siglos en q u e se
p u e d e seguir su historia.
323
NOTAS.
1. « A n n ales» , II, p. 7, a (lib ro X IV , cap. I § II,
n .° 12).
2. C .S .J.P ., II, p. 149 (n .° 136).
3. « C atálo g o d e los c a rtu la rio s re a le s» , p. 3 6 (n .°
52). Y anguas, « D icc io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , I., p. 8.
4. « C atálo g o d e los c a rtu la rio s rea le s» , pp. 80-81
(n .° 141).
5. «C atálo g o d e los c a rtu la rio s rea le s» , p. 2 9 7 (n .°
6 0 6 ). Y anguas « D icc io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , I, p. 96. « C atálo g o d e los c a rtu la rio s reales» , p. 3 0 0 (n .°
6 1 5 ). Y anguas, « D icc io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , I, p. 9.
7. « C atálo g o d e los c a rtu la rio s re a le s» , p. 304
(n .° 623).
8. « C atálo g o d e los c a rtu la rio s re a le s» , p. 3 1 6
(n .° 6 4 6 ).
9. « C atálo g o d el A rc h iv o G e n e ra l» , I, p. 3 3 0 ,
(n .° 751).
10. F. Z a b alo , «El re g istro ...» , p. 67 (n .° 4 1 5 ).
11. J. C arrasco P é re z , «La p o b la c ió n ...» , pp. 4 7 3 4 75 (n .°s 281 - 288).
12. « C atálo g o d el A rc h iv o G e n e ra l» , X L V III, p.
53 <n.° 101). Y anguas, « D ic c io n a rio d e an tig ü e d a d e s» ,
1., p. 9.
13. P ara los p u e b lo s la h o ja b ásica e s la n ú m e ro
116 del m apa a escala 1: 5 0 .0 0 0 d el In s titu to G e o g rá ­
fico y C atastral. P e ro la p a rte o rie n ta l d el valle q u e d a
en un tro z o e n la n ú m e ro 117. Lo se p te n trio n a l, en
la 91.
14. B e n ito U rta s u n V illan u ev a, « V alle d e A ézcoa», n.° 126 d e « N av a rra . T e m a s d e c u ltu ra p o p u la r» ,
(P am p lo n a, s.a.), pp. 3 - 5 . San J u a n C a ñ e te , «La
fro n te ra d e los P irin e o s o c cid e n ta le s» , p p . 126 - 161.
15. D e sc rip c ió n g e n e ra l e n « Itin e ra rio s p o r N a v a ­
rra» , II, pp. 106 - 113.
16. D ic c io n a rio d e 1802, II, p. 2 0 0 , e.
17. M adoz X II, p. 2 9 1 , b.
18. A ltadill, II, p. 4 4 1 . P lan o e n la p. 4 4 2 .
19. U rta s u n V illan u ev a, «V alle d e A ézco a» , p. 10
le asigna 3 6 6 h ab ita n tes.
20. Y anguas, « D ic cio n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , II,
p. 486.
21. « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , X , pp. 3 7 9 380 (n .° 946).
22. A zcárraga, fol. 9 5 , 6: « O rb a y c e ta lleb a d e
G a rro y A ézcoa». D e G a rro la cru z d e g u le s c a n to n a d a
d e c u a tro lo b o s en n eg ro . E n el se g u n d o c u a rte l, ta m ­
b ié n d e p lata, es esc u d o c o lec tiv o , q u e es el á rb o l c o n el
jabalí. U rta s u n V illan u ev a, op. cit. p. 11.
23. «La casa nav arra» , p. 181 y fo to 77.
24. Luis P e ñ a S an tiag o , «El H o r r e o (« g area» ) en
N avarra. D o s n u ev o s h ó rre o s en la M o n ta ñ a d e N a v a ­
rra» , e n « A n u ario d e E u sk o F o lk lo re» X X I (1 9 6 5 1966) pp. 6 5 -6 6 , fo to I. El se g u n d o es el d e O rb a ra .
25. C o m p á re s e M ad o z, X II, p p . 291 b - 2 9 2 a co n
A ltadill, II, pp. 4 4 2 - 4 4 3 .
26. F erm ín G o ñ i, « A éz k o a , 2 0 0 añ o s d e lu ch a (d e
1784 al a te n ta d o de E.T. A.)» (P a m p lo n a , 1978). R e se ñ a
so b re la fábrica a las pp. 4 3 - 51.
27. F erm ín G o ñ i, op. cit. pp. 59 y 72.
28. D ic c io n a rio d e 1 8 0 2 , II, p. 2 0 1 , a.
29. M adoz, X II, p. 2 9 3 , b.
30. A ltadill, II, p. 4 4 3 , co n p lano.
31- U rta s u n V illan u ev a, « V alle d e A ézcoa» p. 11.
324
32. M a rtin e n a , «P alacio s c a b o d e a rm e ría » , II, p.
16. U rta s u n V illan u ev a, o p . cit. p. 11 in d ica la v arian te
d e tres o sez n o s. A zcárrag a, fol 8 4 , 3 p o n e tre s lobos.
33. A ltad ill, II, p. 3 4 6 c o n p lan o .
34. D ic c io n a rio d e 1802, I, p. 1 0 0 , b.
35. D ic c io n a rio d e 1 8 0 2 , I, p. 100, b.
36. A ltad ill, II, p p . 3 4 5 -3 4 6 , p la n o e n la p rim e ra .
37. U rta s u n V illan u ev a, o p . cit. p. 10 le d a 106
p e rso n a s y c ita los h ó rre o s. S o b re e sto s h ó rre o s e sp e ­
c ia lm e n te F erm ín L eizaola, « C o n trib u c ió n al e stu d io
d e l h ó rre o (« g arai» ) e n la N a v a rra p ire n a ic a » , e n « C u a­
d e rn o s d e E tn o lo g ía y E tn o g ra fía d e N a v a rra » , I (1 9 6 9 ),
PP. 363 - 388.
38. Leizaola, o p . cit. p. 3 6 8 , fig. 3.
39. V éase p a rte V , c a p ítu lo V III, § III.
40 . « E tn o g ra fía d e A ria (V alle d e A ézco a)» en
« C u a d e rn o s d e E tn o g rafía y d e E tn o lo g ía d e N av a rra» ,
III (1 9 7 1 ), p p . 3 2 3 - 362.
41 . Y n ch a u sti, op. cit. p p . 3 2 8 - 330.
42 . Y n c h a u sti, o p . cit. p. 3 3 2 , p la n ta d e « A n d re sena».
4 3 . Y n ch a u sti, op. cit. pp. 3 3 4 - 3 3 6 , y fo to s n.°
20.
4 4 . V éase fo to 18, fre n te a la p. 3 5 6 d e la m ism a
obra.
4 5 . Y n c h a u sti, o p . cit. p. 333.
4 6 . Y a e n la g u e rra d e la R e v o lu c ió n su frió m u ­
cho. E n el D ic c io n a rio d e 1802, I, p. 3 0 0 , b, ap arece
c o n tre in ta y o c h o casas ú tile s y d iez y o c h o arru in ad as;
361 h a b itan te s. S o b re la re c o n stru c c ió n A ltad ill, II, pp.
393 - 3 9 4 , sin p lan o . M ás in fo rm e s e n U rta s u n V illanuev a, o p . cit. p. 10, q u e le da 317 h ab ita n te s.
47 . F o to en J. M . d e B a ra n d ia rán , « P u e b lo d e
A u riz p e rri (E spinal)» e n « A n u a rio d e E u sk o F o lk lo re » ,
V I (1 9 2 6 ), fo to 8, e n tr e las pp. 8 - 9 .
48. D ic c io n a rio d e 1 8 0 2 , II, p. 4 5 6 , b.
4 9 . A ltad ill, II, p. 5 0 2 , co n plano.
50. op. cit. p. 11.
51. B aran d ia rá n , e n el a rtíc u lo c ita d o so b re E spi­
nal, fo to 4 , fre n te a la p. 6. La fo to se la p ro p o rc io n ó
A ran zad i.
52. D ic c io n a rio d e 1 8 0 2 , I, p. 2 9 8 , b.
53. M ad o z V III, p. 3 0 7 , b. M iñ a n o IV , p. 2 8 2 , a,
se re fie re a 3 6 8 h a b ita n te s e n 1826.
54. A ltadill, II. pp. 3 8 8 - 390. P lan o y b u e n as
fotos.
55. U rta s u n V illan u ev a, o p . cit. p. 10.
56. « F u e ro s, p riv ileg io s, fra n q u e z a s y lib e rta d e s
d el M .N . y M .L. S e ñ o río d e V izcaya» (B ilb a o , 18 9 7),
pp. 167 - 170 (títu lo X X IV , leyes IV y V ). En 1 2 37,
ap a re ce « A v e u rre a » e n la liq u id a ció n q u e h ace el rey
d e las lu ch as d e los d e e sto s n ú cleo s co n los d e Salazar,
a las q u e ya se alu d ió . « C atá lo g o d e los c a rtu la rio s
rea le s» , p. 183 (n .° 364).
57. D ic c io n a rio d e 1 8 0 2 , p. 3 a-b.
58. M ad o z, I, p. 4 2 , a.
59. A ltad ill, II, pp. 331 - 3 3 2 , c o n p la n o e n la
ú ltim a.
60. A ltadill, II, p p . 333 - 3 3 4 , c o n p la n o e n la
ú ltim a.
61. U rta s u n V illan u ev a, op. cit. p p . 9 - 1 0 .
6 2 . F o to s e x p resiv as las d e « Itin e ra rio s p o r N a v a ­
rra » , II, p. 113.
63- E stos d o s p u n to s ya e n la h o ja 91 d el m a p a a
escala 1 :5 0 .0 0 0 del In s titu to G e o g rá fic o y C atastral.
64. P a rte I, c a p ítu lo I, § II.
65. « C atálo g o d el A rc h iv o G e n e ra l» , X L V III, p.
2 58 (n .° 509) 1476.
66. « C a tá lo g o ...» , cit. X L V III, p. 3 9 9 (n .° 8 2 8 ),
1489.
67. L acarra, « P e re g rin a c io n e s a S an tiag o » , II. p.
10968. « D ic c io n a rio d e 1 8 0 2 » , I, p. 1 8 5 , b.
69. M ad o z, IV , p. 6 2 2 , b. La lista d e B u rg u e te s,
B u rg u e t, B u rg u illo , e n las p p . 6 6 2 , a - 6 6 3 , b.
70.
H ila rio Sarasa, «R o n cesv alles. R e se ñ a h istó ­
rica d e su R eal C asa y d e sc rip c ió n d e su c o n to rn o »
(P am p lo n a, 1878), p. 2 6 , tra ta n d o d e B u rg u e te indica
q u e no te n ía a rrib a d e 4 0 0 h a b ita n te s, en u n a calle
única, c o n d o s a rro y o s a los costad o s: «Su a sp e c to es
agradable, y no hace m al e fe c to la c o n stru c ció n e x tra ñ a
d e sus te ja d o s d e m a d e ra » . R e g istra d o s in ce n d io s
recien tes. U n o q u e d e stru y ó diez y seis edificios. O tro ,
dos m ás la iglesia.
71. A ltadill, II, p. 3 4 8 , co n plano.
72. «La casa n av arra» , p. 181 y fo to s 75 - 76, un a
co n c u b ie rta d e tablilla, o tr a d e te ja plana.
73. « P u e b lo d e A u riz p e rri...» , loe. cit. pp. I, 18; la
p. 6 esp e c ia lm e n te .
74. B aran d ia rán , op. cit. p. 8.
75. B aran d ia rán , op. cit. p p . 2 y 7. Y an g u as, « A d i­
cio n es» , p. 4 4 d a la fo rm a A u riz-b e rri.
76. B aran d ia rán , op. cit., fo to s 13 y 14, fre n te a la
p. 14.
77. H o ja 91 del c itad o m a p a a escala 1 :50.000.
78. D ic c io n a rio d e 1 8 0 2 , II, p. 4 2 6 , a.
79. M adoz, X V , p. 2 6 4 , a.
80. A ltadill, II, p p . 4 9 7 -5 0 1 , p la n o e n la p rim e ra
81. «C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» III, p p . 2 3 2
(n .° 5 9 6 ) torre y fo rtale z a e n 1360; 2 3 5 (n .° 6 0 3 ); 317
(n .° 8 1 3 ), castillo e n 1361; 4 2 2 (n .° 10 7 1 ), g u ard a.
82. « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , X V II, pp.
274 (n .° 6 7 3 ), 2 9 1 -2 9 2 (n .° 713).
83 . « C atá lo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , X L III, p. 53
(n .° 125). Y anguas, « A d ic io n e s» , p. 370.
84 . Y anguas, « A d ic io n e s» , pp. 3 6 9 - 370.
85. « C atá lo g o d el A rc h iv o G e n e ra l» , X L III, p.
234 (n .° 61 7 ).
86. « C atá lo g o d el A rc h iv o G e n e ra l, X V I 1, pp . 6 9
(n .° 151), 136 (n .° 310).
87. « E stu d io d el g ru p o d o m é stic o d e V alcarlos»
en « C u a d e rn o s d e E tn o lo g ía y E tn o g ra fía d e N a v a rra » ,
I(1 9 6 9 ), pp. 115 - 2 1 3 ; pp. 116 - 120. R e su m e n d a
ta m b ié n J.M . J im e n o J u r ío , « V alcarlo s, V alle d e C a r­
los», n.° 53 d e « N a v a rra » , te m a s d e c u ltu ra p o p u la r» ,
P am p lo n a, s.a., pp. 27 - 2988. M in u cio so e stu d io d e L acarra e n « P e re g rin a ­
cio n es a S an tiag o » , II, pp. 95 - 108. R e su m e n e n J . M .a
J im e n o J u río , « R o n c e sv a lle s» , n .° 57 d e « N a v a rra ,
tem as d e c u ltu ra p o p u la r» (P am p lo n a, s.a.).
89. S a trú ste g u i, op. cit. p. 128.
90. S atrú steg u i, op. cit. p. 129.
91. S atrú steg u i, op . cit. fre n te a la p. 130.
9 2 . S atrú steg u i, op. cit. pp. 130 - 131.
9 3 . V éase el d ib u jo d e la casa A rran e g u i. S a trú s­
teg u i, op. cit. p. 135.
94. L abras d e « B o rd e l» e « Ira u z q u e ta » , « S a trú s­
te g u i» , op. cit. pp. 134 - 137.
9 5 . S a trú ste g u i, o p . cit. pp. 2 0 7 - 2 0 9 .
96. S a trú ste g u i, op. cit. pp. 202 - 2 0 6 .
325
326
Fig. 3 6 6 —Puerta gótica. Orbaiceta.
Fig. 3 6 7 .-C a sa cotí tablilla en el tejado. Orbaiceta.
Fig. 3 6 8 ,-C a lle con hórreo. Orbaiceta.
Fig. 3 6 9 .-Hórreo. Orbaiceta.
Fig. 3 7 0 .-Hórreo. Orbaiceta.
Fig. 371 .-C o n ju n to de la fábrica de armas. Orbaiceta.
370
371
327
328
329
330
381
Fig. 3 7 8 .-P uerta. Abaurrea.
Fig. 3 7 9 -Inscripción de 1756. Abaurrea Baja.
Fig. 3 8 0 - V i s t a general de Roncesvalles.
Fig. 381 .-V ista general de Vaharlos.
331
C A P IT U L O X IV
V A LLE DE A R CE
1)
2)
3)
Rasgos generales.
Pueblos de la cuenca del Urrobi.
Pueblos de la cuenca del Irati, y Oroz Betelu.
El Valle de Arce es un territo rio d e fiso­
nom ía muy particular; p o r q u e e n vez de estar
m arcado p o r u n a serie d e alturas y un río q u e
le sirva de eje, con sus afluentes, está cons­
tituido p o r dos cauces fluviales q u e c o rre n
más o m en o s paralelos de N o r t e a Sur. U no,
el Irati, arranca del valle de Aézcoa, c o m o va
dicho. O tro , el U rro b i, nace más al O e ste, en
los altos de B u rguete. E ntre m edias q u e d a
u na tierra m o n tu o s a con alturas a veces c o n ­
siderables. D e esta suerte los pueblos, q u e en
c o n ju n to son p e q u e ñ o s, se sitúan en la
cuenca de un río o en la de o tro y algunos
bastante altos sob re ellas.
El valle c o m o entidad es co n o c id o desde
fecha bastante rem ota. En 1269 el rey T eobaldo II c onfirm ó un privilegio o to rg a d o p o r
el rey D o n Sancho a los escancíanos de «Val
de Arce» 1. La é p o c a d e concesión más c o n o ­
cida d e fueros a valles es la de Sancho el
Sabio, q u e ya reinaba cien años antes. En
1366 el rey p edía a los m ie m b ro s de la
cofradía del H ospital de Roncesvalles, q u e
p e rte n e c ía n a los valles d e «Arci», E rro y
E steríbar q u e volvieran a funcionar c o m o ta­
les, p o r q u e las reu n io n e s se habían in te rru m ­
pido a raíz d e un asesinato 2. T ie rra m o n ta ­
ñosa q u e re q u ie re , c o m o las d e Salazar y
Urraul, por un lado, y E rro y Aézcoa, de
visitas especiales 3; tierra tam bién de g u e r r e ­
ros 4. En un d o c u m e n to eclesiástico de 1275
hay referencia a las cuartas episcopales qu e
daban sus iglesias en un térm in o q u e es e q u i­
parable al de c o rriedo 5.
En 1280 el valle de Arce es «Val de
Arci» y cue n ta con bastantes p u e blos según
dos nóminas: « G u rp e g u i» , «Iriverri», «Lusarreta», «Adassa», «G arralda», «G uarayoa»,
« H u so z » , «Lacave», « N a g o re » , « A rtozqui»,
« H u rro z » , «A zparren», «O ray», « G orriz»,
«Ezcay» 6.
D e estas listas hay q u e sacar los q u e
- c o m o se han visto - c o rre s p o n d e n a A éz­
c o a 7, según ordenaciones más com unes.
T a m b ié n es «Val d’Arcy» en 1366, con
« £ a z p e » , «O loriz», « G u rp e g u y » , «G orraiz»,
« U r d a fi» , « O r o z » , « G a ld u ro z » , « O ray»,
«A rrieta», «A zparren», « N a g o re » , «U soz»,
«Adaxa», «M uniayn», «Lacave», « U ro a » ,
« U rd iro z » , «Luxarreta», « £ a n d u e ta » , «V i­
llanueva», « U rrovi», « O c h o » , «Saragueta»,
«Ezpoz», «Equina» y «A rtozqui» 8. O t r a lista
da «U riz», «Ymizcoz» y «Asnos» 9.
Las listas de pueblos más m o d ern a s son
tam bién irregulares, c o n te n ie n d o n o m b re s de
335
Algunos en alto y sobre cortísim os afluentes
del U rrobi.
despoblados o de p u e blos q u e no eran del
valle. Carlos III, e n su te n d e n c ia a constituir
g randes patrim onios para sus d e sce n d ien te s
legítimos e ilegítimos, dio a p e rp e tu id a d las
rentas reales del valle a su hijo natural G odofre en 1413 10. P e ro c o m o é ste c o n tra jo
una d e u d a de 5 .000 libras con el deán de
T udela, Sancho de O teiza, el señorío pasó a
éste, q u e lo traspasó a un p rio r de San Ju a n ,
Fr. M artín M artínez d e O lloqui 11.
En la c uenca del Irati se hallan: en un
afluente hacia el Este y a cierta distancia
Arizcuren, Uli y Equiza. Sobre el Irati, Usoz
(al O e ste), A rtozqui (al Este), M uniain (al
O e ste), A z p a rre n en un afluente oriental,
G orraiz, en o tro accidental, y O ro z -B e te lu ,
núcleo m ayor y separado. Lacabe q u e d a en
un alto más p ró x im o al Irati q u e al U rrobi.
A ún en otros d o c u m e n to s d e esta época,
en qu e el rey hace otras concesiones simila­
res, se llama «Val de Arci» 12 q u e se rep iten
más tarde en p ro p o rc io n es varias, c o m o
cuando el Príncipe d e V iana en 1453 dio a
J u a n M artínez de Uriz incluso las pechas
llamadas «ozterate» y «baturratu» 13, privile­
gio q u e confirm ó en la familia la princesa
D o ñ a L eonor en 1466 14.
Esto de a c u erd o con m apas y descripcio­
nes d e hace unos cuantos años. P e ro en las
últimas décadas el valle de A rce es un
« c am po de soledad» casi en su conjunto.
Altadill indicaba q u e en un té rm in o bastante
considerable, 1 4.795’2 8 ’42 hectáreas, había
1.289 habitantes en 508 edificios agrupados
en veinticinco núcleos 17. A h o ra se nos dice
q u e sólo había 247 en 1975 y q u e la re g re ­
sión arranca de 1860 en q u e aún daba
1.627 1S. La m ism a publicación q u e nos in­
form a de esto indica q u e en 1970, no conta­
ban c o m o entidades de población ni Arce, ni
G orraiz, ni G u rp e g u i, ni Lacabe, ni Usoz,
q u e lo eran todavía en 1950, y q u e e n tre
aquella fecha y 1940 de sap a re cie ro n A rizcu­
re n y Zazpe; O ro z -B e te lu , q u e ha sido desde
antiguo el núcleo m ayor, baja asim ism o de
651 habitantes e n 1900 a 336 en 1975.
C o m o en la p a rte lindante de Lónguida, de
Arce hem os de e x te n d e r una serie de tristes
partidas de defunción. Las descripciones de
hace m ed io siglo ya daban idea de una e s p e ­
cie d e agonía 19, acentuada en el valle de
Erro.
El valle de Arce es, c o m o v erem os, sede
original de familias im p o rta n tes en la c o rte de
N a v a rra y c u e n ta con varios palacios d e cabo
de Arm ería. C o m o otros valles d e f ro n te ra
tuvo un capitán de g u e rra y todos sus vecinos
se consideraban soldados 15. Para o rd e n a r su
exam en, d e sd e el p u n to de vista q u e nos
o c u p a da re m o s ahora la lista d e los pue b lo s
subsistentes (casi todos m uy deprim idos), se­
gún las cuencas y de Sur a N o r t e 16.
Así, en la occidental del U r r o b i nos e n ­
con tra m o s con O sa (al Este), N a g o re (al
Este), Z a n d u e ta (al O este), Uriz (al O este),
U rd íro z (al O e ste), Imízcoz (al Este), Sarag ü e ta (al O e ste), A rriera (al Este), Villanueva
o Iriberri (al Este) y Lusarreta (al O este).
II
S ub ie n d o d e Aoiz al N o r t e y c ogiendo la
cuenca del U rro b i, en sus tre in ta kilóm etros,
de ja m o s a O rbaiz, d e q u e ya se habló, y
e n tra m o s en el valle p o r N a g o re , en la m ism a
ca rre te ra y con alguna casa q u e conserva
e le m e n to s góticos.
D u r a n te m u ch o fue c e n tro d e las juntas
de to d o el valle y en u n a casa se custodiaba
336
según la inform ación recogida p o r el diccio­
nario de 1802, un archivo, fusiles, arcabuces,
b a n d e ra y un tam b o r de la milicia aludida. En
esta é p o c a había veinticuatro casas con 169
personas 20.
El núcleo más m eridional del valle es,
c o m o va dicho, el d e Osa, p ró x im o a O rbaiz,
y más cercano al U rro b i q u e al Irati, a u n q u e
Fig. ¡ 8 2 .-Palacio de Arce, conjunto.
en esta parte los dos ríos se acercan.
O sa tenía en 1802 no más de tres casas
útiles y dos arruinadas 21 y q u e d a en un alto.
La falta d e «desarrollo» ha hecho que, c o m o
en otras zonas vecinas, subsistan los edificios
góticos en su pureza, c o m o el d e la foto de la
fig. 22. Este «goticism o», q u e refleja una es­
tancación e c onóm ica en tiem pos posteriores,
es típico d e la parte m eridional del valle.
M ás al N o r t e q u e d a Arce, q u e , c o m o va
dicho, ya no se c u e n ta c o m o núcleo d e p o ­
blación. En el m ism o diccionario de 1802
aparece c o m o un lugar del valle del m ism o
n o m b re , consistente e n cuatro casas con
treinta y un personas y un a iglesia de la
C o n c e p c ió n 23. M adoz, q u e da la form a vasca
de Arcíbar para el valle en c o n ju n to , se re ­
fiere a cuatro casas, un palacio, cinco vecinos
y tre in ta y dos almas 24. Esta situación d e m o ­
gráfica se ha d e te rio ra d o tanto q u e hoy no
q u e d a más q u e un h o m b re a cargo del lugar,
co n v e rtid o e n p ro p ie d a d particular. Para ir a
A rce d e la c a rretera hay q u e pasar un puentecillo sobre el U rro b i y en sitio llano se
e n c u e n tra el «palacio vetusto» al q u e alude
tam bién Altadill 25, bastante de te rio ra d o . Su­
bien d o luego a la conocida iglesia románica,
hay una casa con el tejado hundido. En la
c a rretera hundida tam bién, la v enta «bien
servida» en otros tiempos.
El escudo del «Sr. de A rze», aparece en
el índice de P e d ro de Azcárraga, con tres
conchas en cam po ve rd e o sinople 26. El di­
b u jo de la figura 382, da una idea g eneral de
la silueta del palacio de sd e la iglesia. El d e la
figura 383, es un e s q u em a hecho d e sd e d e n ­
tro del patio, elim inando en la fachada p rin ­
cipal y en la lateral los huecos más m o d e rn o s
y p ro cu ra n d o señalar la arm onía de los anti­
guos. T a m b ié n se ha ce rra d o la pa rte de la
izquierda, c o m o estaba, según d e m u e s tra n
m uchos materiales derru m b ad o s. Q u e d a así
constituida una construcción hecha a trozos,
pe ro con un gran patio interior, c o m o otras
de los valles de Lónguida, U rraul, etc.
337
El se ñ o r U rtasu n V illanueva afirma qu e
este palacio conserva e le m e n to s del siglo
X III. P e ro en ningún caso serán los arcos de
m edio punto. Indica q u e se reedificó en el
siglo X V y se refiere al blasón de los «Arci»
o Arce (de o ro con tres veneras o conchas de
plata en triángulo m ayor, dos en e je y una en
punta) 27, al q u e tam bién alude M a rtin e n a en
su tantas veces citado re c u e n to d e los pala­
cios cabo de A rm ería de N a v a r r a 28. Arce es
cosa del pasado. N o tanto Uriz y el p e q u e ñ í­
simo núcleo de Z a n d u e ta , muy próxim os.
Uriz está en sitio fragoso. En 1802 se da
c o m o c onocido en N a v a rra p o r asiento de
casas nobles. H a sta dieciocho en c o n ju n to ,
con c iento cuatro h a b it a n te s 29. M adoz le
asigna treinta y un casas q u e form an un a calle
y plaza, con un to rre ó n antiguo en su c e n ­
tro 30.
338
La descripción es un poco sumaria. En
realidad Uriz es un p u e b lo en cuesta, q u e
d e ja un poco a un lado la c a rre te ra q u e va,
U rro b i arriba, hacia B u r g u e t e 31.
En principio, en efecto, se e stru ctu ra
com o un p e q u e ñ o pueblo-calle. En la parte
interior, m eridional, hay a un lado, a la iz­
q uierda, una to rre -p a lo m a r a la q u e sigue una
casa d e regular tam año. P o r el o tro hay va­
rias, reg u la rm e n te conservadas, con sus can­
tones (figs. 384 y 385). Algunas góticas, de
fachada larga c o m o tantas en la zona (fig.
386). Se sube y la calle se ensancha p o r un
lado en el q u e está el fro n tó n d e p elota y
algunas casas irre g u la rm e n te dispuestas. P ero
la línea de la calle q u e d a siem pre constituida
p o r un lado en q u e tam bién hay un cantón.
M ás arriba y, e n efecto, en posición central,
Fig. 3 8 4 -U r iz .
A. Iglesia.
B. Torre de U riz.
C. Torre baja.
Fig. 3 8 5 ,-P la n o de U riz.
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
8.
Torre-palomar de abajo.
Frontón.
Torre de U riz.
Casa con «eztalpe».
Iglesia de San Saturnino.
Cementerio.
Ventas de U riz.
Fuente.
339
Fig. 3 8 6 ,-C a sa gòtica. U riz.
està la to rre a q u e hacen referencia el diccio­
nario d e 1802, M adoz y M iñano, q u ie n dice
es m uy conocida en la provincia 32. La calle
poco más arriba se bifurca p o r q u e un a larga y
estre ch a casa, gótica tam bién, tiene un lado
hacia la cuesta q u e sube a la iglesia de San
Satu rn in o y la o tra a un cam ino q u e pasa p o r
d e b a jo de un pasadizo de la m ism a casa.
La iglesia está en lo más alto y d e sd e la
explanada qu e tiene d elan te se ve el p u e b lo
hacia el Sur, tal y c om o, d e m o d o e s q u e m á ­
tico se re p re s e n ta en el d ib u jo de la fig. 387.
En cam bio en el 384, se ve el p u e b lo
desde abajo.
Es e v id e n te q u e las dos torres y la iglesia
co n stitu y e ro n e n un tie m p o los e le m en to s
principales del pueblo. P e ro hace poco la
to rre más famosa se ha h u n d id o p o r d e n tro ,
el teja d o está abierto (dibujo d e la fig. 388) y
el p u e b lo en vías de desaparecer, c o m o tan­
tos otros. M u c h a casa hay vacía y otras, c o m o
la de las ventas q u e se levantaron al hacerse
la carretera, han p e rd id o su función.
N o d e ja de s o rp r e n d e r q u e en alguna
publicación en q u e se p r e te n d ía dar la nó­
340
m ina y aun describir las torres navarras, no se
halle registrada ésta 32'b,s q u e parece haber
dad o cuna al linaje d e U riz, el cual d o m in ó
tam bién s o b re A r t i e d a 33. El palacio de Uriz
aparece en el índice d e P e d ro d e Azcárraga 34, e n tr e varios c o n blasón similar: d e oro,
con tres fajas azules onduladas c o m o veros 35.
Son iguales al parecer, las armas del pala­
cio de Solchaga y las del de «Eriztayn» en la
Valdorba. T a m b ié n las de Liberri. Las del de
Río de Y uso en Aibar son hasta cinco y las de
C anales en Roncal tres iguales a las indicadas.
Parece claro que, con in d e p e n d e n c ia d e las
agrupaciones q u e hacen los h e r a ld is ta s 36,
estos blasones se refieren a co rrien te s de
agua sobre las q u e estaban asentados los li­
najes con sus casas.
El Sr. U rta s u n y V illanueva en su estudio
so b re el valle de A rce dice q u e la to rre de
Uriz es del siglo X III e n su p rim e ra mitad. La
de abajo, p o s te rio r con rasgos del X V . Le da
diez m etro s d e lado po r más de q uince de
alto y dice qu e el e scudo q u e o ste n ta es el del
m e rin o del valle 37. Es de los M artínez de
Uriz c o m o palacianos (fotos de las figs. 392 y
393). La o tra to rre parece más sólida y acaso
m o d e rn a (d ib u jo d e la fig. 389). J u n to a la
torre más central, c o m o se ve e n la foto, hay
una típica casa gótica del m o d e lo q u e se
establece e n el capítulo se g undo d e la parte
tercera. En Uriz hay sistemas d e ven ta n a
viejos com o el de la tig. 390. Esta casa p u e d e
servir de base para el estu d io d e un tipo que,
c o m o ya se ha visto, se dio m u ch o en Lónguida, Salazar, Arce, U rraul, etc. T ie n e un
«eztalpe»: palabra vasca que, c o m o otras, aún
se usa en Uriz. El vasco se ha p e rd id o d u ­
rante este siglo, habiéndose hablado casi ex­
clusivam ente hasta 1900 38.
Fig. 387 -L as dos torres de Uriz. desde arriba.
Fig. 38 8 .-Torre de Uriz.
342
Fig. 3 8 9 .-R em ate de la torre de abajo de U riz.
343
o riundos de él han buscado siem pre m edios
de vida fuera.
D e N ag o re, q u e q u e d a a unos 602 m e ­
tros, se sube a 634 en Uriz. D e s p u é s hay
unos kilóm etros sin po b lad o y los pueblos
del N o r t e de la cuenca son más altos. D e
ellos el más cuidado es A rrieta, q u e en 1802
tenía o c h o casas y se ten ta y cinco personas 39
y q u e c u e n ta con alguna casona d e teja d o a
cuatro aguas d e tipo dieciochesco, ju n to a la
iglesia, bien tenida. T a m b ié n e ra clásica y de
cierto p o r te la v e n ta s o b re la c a rre te ra g e n e ­
ral, d e cuatro aguas y con la fachada e n un
lado un po c o más c o rto 40.
Esta insuficiencia es c o n stante p o r q u e los
«despoblados» antiguos son p o r lo m enos
ocho: Adaxa, Asnoz, E quieta o Eguieta,
O ray, Sarasa, U loci u O loci, U rdaci, U r o a 43.
En el sector q u e nos ocupa, a la altura de
A rrieta, sólo q u e hacia el O e s te del río, sub­
siste aún Saragüeta; es p u e b lo e n hond o n a d a ,
con no más de seis casas con se te n ta personas
en 1802 44. D e éstas subsisten varias au n q u e
en mal estado. La de las figuras 394 y 395
era, sin duda, un h e rm o so e je m p la r de gótico
tardío, pegada a o tro s dos c u e rp o s con p u e r ­
tas d e arco de m ed io p u n to p o ste rio re s y
cegados en parte. O tr a (fíg. 396), tiene un
blasón y es e v id e n te m e n te p osterior. Al
N o r t e de este pueblo, en la m ism a banda y a
bastante altura q u e d a el núcleo de Lusarreta,
q u e e n 1802 aparece con solas cuatro casas y
tre in ta y un personas 45. En la llamada «G ord o ren a » , F erm ín de Leizaola e n c o n tró un
h ó rre o agregado d e planta cuadrangular, con
arcos, con sem ejanza al de Iracheta e n la
V ald o rb a 46.
En A rrieta se señala la existencia de dos
p a la c io s 41. M a rtin e n a se refiere sólo a u n o
q u e aparece en una relación del siglo X V III,
p e ro q u e es más antiguo, p o r q u e Azcárraga
ya da el blasón d e «el palacio d e Arrieta» 42.
H u b o , pues, una é p o c a en q u e en el valle
se escalonaban dom inios d e p e q u e ñ o s se ñ o ­
res, pobrísim os señores al parecer, q u e bus­
caron fortuna, p o r lo general, más al Sur, o
en la C orte. C o n razón se ha n o tad o q u e los
apellidos oriu n d o s del valle tienen bastante
difusión en N avarra, lo cual indica q u e los
III
Los núcleos d e la cuenca del Irati han
sufrido casi más q u e los de la del U rro b i; en
realidad, la m ayoría eran puras barriadas ru ­
rales de línea severa, en paisaje a b rupto. Los
q u e era n antigua sede d e palacios d e cabo de
A rm ería han pasado a la categoría de granjas
y de granjas a edificios ruinosos en gran
proporción. Sólo al N o r t e O ro z -B e te lu tuvo
un d e sen v olvim iento m ayor d e sd e antiguo.
M archando, c o m o antes, de Sur a N o r t e
nos e n c o n tram o s con q u e en A rtozqui había
dos palacios: u n o gótico y o tro más m o d e r n o
q u e p e rte n e c ió al m arq u e sad o d e Jaureguizar 47.
El registro d e palacios cabo d e A rm ería
no c o n tie n e a ninguno d e los dos. U n poco
más al N o r t e nos e n c o n tram o s con M uniain,
en paisaje ro q u e ro , con un a silueta más p o ­
344
pular 48 y no m u ch o más casco q u e el de las
tres casas q u e tenía en 180 2 49. S eparados del
río al Sudeste d e estos dos núcleos q u e d a n
Arizcuren, con alguna casa gótica tam b ié n y
Uli Alto. Fuera del río, más al N o r d e s te , se
halla A zparren, en d o n d e había un c o n ju n to
edificado q u e parece estaba co n stitu id o po r
una to rre bastante b u e n a y o tro s c u e rp o s q u e
daban lugar al patio de tipo q u e nos es c o n o ­
cido. Este c o n ju n to se q u e m ó en 19 1 3 50 y
c o rre sp o n d ía a un palacio de cabo d e A r m e ­
ría citado en lista de 1799, no en o t r a s 51.
Azcárraga da su blasón: de azur, con cruz
ancorada de oro, cargada de panela de gules.
A veces con fo ndo de plata, cruz y b o rd u ra
de o ro 52.
En A rce tam bién se registran los palacios
de G u rp e g u i, Imízcoz y A m ocain 53. El es­
cu d o del p rim e ro d e azur, con tres cabezas de
lobo d e o ro o de plata, está asim ism o e n el
registro de A z c á rr a g a 54. En Imízcoz había
hace años una to rre y una casa-palacio, los
dos d e rru id o s ya 5S, con e scudo e n Azcárraga:
de plata con cuatro franjas d e a z u r 56. En
cam bio no está el d e Am ocain. Sí, e n fin, dos
d e O ro z -B e te lu : u n o «el palacio d e O ro z b e telu de yuso» 57, y o tro «el palacio de O rozb etelu de suso» 58 q u e son citados fre c u e n ­
tem e n te . El d e yuso se conserva e n parte, con
algunas saeteras y mirillas góticas y algo del
patio. En 1645 tenía un a to rre visible, al
parecer. El e scudo es d e o ro con un palo de
azur con b o rd u ra de gules y och o o catorce
aspas d e oro. Era del linaje de O roz. El o tro
es más m o d e r n o y tam b ié n conserva la fa­
chada labrada en pied ra sillar con arco de
m edio p u n to y gran zaguán 59.
El núcleo m ay o r de la cuenca es - c o m o va
d ic h o - el d e O ro z -B e te lu , al q u e dedicó un
estudio d o n Leoncio U ra b a y en en 19 16 60,
épo c a en q u e era un p u e b lo « p len a m en te
vasco» 61, a u n q u e los jóvenes ya lo hablaban
po c o y los niños n a d a 62. En estu d io tal hay
unas páginas dedicadas a la h a b it a c i ó n 63.
O ro z -B e te lu se asienta sobre un bucle q u e
hace el Irati, de su e rte que, en vez de estar al
Este o al O e s te del núcleo, el río q u e d a al
Sur. Las casas se re p a rte n en tres montículos:
los p u n to s de referencia principales son el
p u e n te , la plaza con el fro n tó n y la iglesia.
En 1802 tenía c incuenta y tres casas con
386 habitantes y p a rte de la población traba­
jaba en la terrería del río 64; una fábrica q u e
ha ten id o im portancia en el país, c o m o cons­
tru c to ra d e e le m en to s del ajuar y d e la habi­
tación, tales c o m o m orillos, planchas d e c o ­
cina, hierros de hogar 65. La población creció
al calor de ésta y d e una papelera. Altadill da
136 viviendas en el núcleo, con 702 habi­
tantes, y n o v e n ta y oc h o casas, ocho en la
ferrería y veinte bo rdas 66. La separación del
resto del valle se realizó en 1845. H o y el
caserío, au n q u e dism inuido, ofrece el aspecto
cuidado, con las casas m uy encaladas y de
tipo q u e re c u e rd a a lo qu e se halla en zonas
nórdicas, p e ro no alto-pirenaicas. T e jad o s de
unos 30 grados. En 1916, todavía existían, sin
em bargo, algunas casas hum ildes y pajares
con teja d o de tablillas, p e ro cada vez se iba
a b a n d o n an d o más su uso. U rabayen rec u e rd a
qu e J a u rrie ta había ardido al m o m e n to de
escribir él y poco antes tam bién B u rg u e te ,
Espinal y G arralda 67. Señala p r e d o m in io de
casas rectangulares, con planta baja destinada
a cuadras, piso-vivienda y desván para fo­
rraje, au n q u e las casas grandes («etxandiak»)
tenían dos pisos.
Subraya el e m p le o en alguna casa vieja de
e n tra m a d o con piedra porosa («troska») en
m uros y tabiques, la abundancia m ayor de
tejados a dos aguas y la existencia de alguna
casa con m uros laterales qu e sobresalen de la
pared de la tachada, con puertas de sillería,
arcos de m edio p u n to y adintelados, d e p ie ­
dra. V entanas pequeñas: algunas amaineladas
o con parteluz, góticas. La distribución de la
planta d e vivienda po r un largo pasillo tam ­
bién es s e ñ a la d a 68. Las cocinas son la parte
más im portante. Las antiguas tenían gran
cam pana apoyada en cuatro m aderos parale­
los, a los cuatro lados de la habitación, co n s­
truida con el clásico arm azón cónico de m a­
de ra e n tre cru z a d o de varas de avellano rev o ­
cado de yeso, con gran saliente, en to rm a de
torrecilla sobre el tejado, con agujeros late­
rales para la salida del hum o. El fuego en
m edio de la habitación. H o r n o en form a de
m edia cúpula, sobresaliente del m u ro lateral.
T o d o lo relacionado con el fuego es im p o r­
tante.
El «fogal» tenía un enlosado de m e tr o y
m edio en cuadro, con una plancha de hierro
de cincuenta a setenta cen tím e tro s en m edio.
D o s piedras e m p otradas a unos dos m etros
de distancia y sobresaliendo cinco c e n tím e ­
tros del suelo sostenían un hierro largo con el
te d e ro y ganchos para colgar cosas.
Las teas se usaron c o m ú n m e n te hasta
18 7 0 69 y el ajuar clásico de la zona pirenaica
y prepirenaica se usó hasta m u ch o después.
345
NOTAS
1.
« C atálo g o d e l A rch iv o G e n e ra l» , I.
p. 183
(n .° 375).
2.
« C atálo g o d e los c a rtu la rio s re a le s» , p. 2 4 6
(n .° 4 9 3 ).
3. «C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , II, p p . 191
(n .° 4 7 6 ), 192 (n .° 4 7 8 ), a ñ o 1352.
4. « C atálo g o del A rc h iv o G e n e ra l» , II, p. 2 2 5 (n .°
5 6 5 ), año 1353.
5. G o ñ i G a z ta m b id e , « C atálo g o d el A rch iv o C a­
ted ral d e P am p lo n a» , I. p. 168 (n .° 704).
6.
F. Z ab alo , «El re g istro ...» , p. 6 6 (n ú m e ro s 389 40 4 ). O tr a lista co rta , p. 136 (n ú m e ro s 1 7 2 1 -1 7 2 6 ) en
q u e salen « O ro z» y « M u n iay n » .
7. F. Z a b a lo , «El re g istro ...» , p. 143 (n ú m e ro s
1.8 8 9 -1 .9 0 3 ).
8. J. C arrasco P é re z , «La p o b la c ió n ...» , p p . 4 6 9 471 (n ú m e ro s 2 1 9 -2 4 5 ).
9. J- C arrasco P é re z , «La p o b la c ió n ...» , p p . 507508 (n ú m e ro s 4 7 1 -4 8 1 ).
10. « C atálo g o del A rch iv o G e n e ra l» , X X X , pp.
2 3 3 -2 4 4 (n .° 4 7 5 ). Y anguas, « D ic c io n a rio d e a n tig ü e ­
d ad es» , I, p. 4 8 , dice « se ñ o río p e rp e tu o » .
11. Y anguas, « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , I, p.
48.
12. «C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , X X X , pp.
291 (n .° 6 0 0 ), 2 93 (n .° 6 0 4 ), 2 9 7 (n .° 1.6 1 2 ), 141313. « C atálo g o del A rch iv o G e n e ra l» , X L V II, pp.
214 (n .° 4 8 8 ), 223 (n .° 50 8 ), Y an g u as, « D ic c io n a rio d e
an tig ü e d a d e s» , I., p. 48.
14. «C atálo g o del A rch iv o G e n e ra l» , XLV111, pp.
134-135 (n .° 269).
15. D iccio n a rio d e 1 8 0 2 , 1, p. 9 2 , b.
16. V éase la m ism a h o ja ya u sad a en el cap ítu lo
a n te rio r del m ap a a escala 1 : 5 0 .0 0 0 , n .° 116.
17. A ltadill, II, p. 338.
18. « Itin e ra rio s p o r N a v a rra » , II, p. 101, a.
19. S an ju an C a ñ e te , «La fro n te ra d e los P irin e o s
o cc id e n ta le s» , pp. 144-145.
20. D ic c io n a rio d e 1802, 11, p. 53.
21. D iccio n a rio d e 1802, 11, p. 2 1 5 , b.
22. B e n ito U rta s u n y V illan u ev a, «V alle d e A rce y
O ro z -B e te lu » , d e « N a v a rra » . T e m a s d e C u ltu ra P o p u ­
lar» (P am p lo n a, s.a .), op. cit. p. 24 d ice q u e se c o n s e r­
van u n p atio y u n a p o rta d a g ó tica co n a jim e c e s d el siglo
X V q u e c o rre s p o n d ie ro n a u n palacio d e h ijo sd alg o .
23. I, pp. 9 2 , b -9 3 , a.
24. 11, p. 4 6 9 , a.
25. « N a v a rra » , II, p. 340.
26. Fol. 2 3 , I- En la lista d e g e n tile s h o m b re s d e
co m ie n z o s d el siglo X V I q u e d a Y an g u as « A d icio n es» ,
p. 148, se indica q u e «el se ñ o r del palacio d e A rci, vive
allí».
27. U rta s u n V illan u ev a, « V alle d e A rce» , p. 23.
C o m p á re s e con P e d ro d e A zcárraga, q u e p o n e sin o p le,
c o m o va d icho.
28. II, p. 16. En 1723 d e D o n A n to n io d e O zcáriz
y A rce.
29. « D iccio n a rio » d e 1 8 0 2 , II, p. 4 1 3 , b.
30. X V , p. 2 2 7 , b. O tro s «U riz» en G alicia.
31. E n el m ap a d e C o e llo el tra z a d o d e e sta ca­
r r e te ra está su b ie n d o al N o rte a la d e re c h a d e l U rro b i.
En realid ad va a la izq u ierd a.
32. IX , p. 123, b. En 1828.
346
3 2 -b is. A ltad ill, II, p. 3 4 3 se re fie re a u n to rre ó n
an tig u o .
33. V éase A rtie d a. Y a se ha v isto la in flu en cia de
e sta fam ilia e n el siglo X V .
34. Fol. 6 4 ,3 . En el lib ro d e A rm e ría ta m b ién
M a rtin e n a , « P alacio s cab o d e A rm e ría » , II, p. 16.
35. C o m p á re s e co n J.C . d e G u e rra , « E stu d io s de
h eráld ica vasca», p. 255.
36. A zcarraga, fols. 64 y 6 5 , d a a C an a le s fajas
ro jas. G u e rra , azules.
37.
U rtasu n V illan u ev a, «V alle d e A rce» ,
p.23.
La fech a p rim e ra p arec e d e m a sia d o te m p ra n a . El
blasón
d e l m e rin o en P e d ro d e A zcarraga, fol. 6 8 ,5 .
38.
U rta s u n V illan u ev a, «V alle d e A rc e» ,
p. 12.
39. D ic c io n a rio d e 1 8 0 2 , 1. p. 122, a.
40. F o to s en A ltad ill, II, p p . 3 4 0 -3 4 1 . C o m p á re s e
co n las d e U rta su n V illan u ev a, «V alle d e A rce» , e n las
pp. c e n tra le s d e la o b ra citada.
41. U rta s u n V illan u ev a, «V alle d e A rc e» , p. 23.
4 2 . «P alacios cab o d e A rm e ría » , II. p. 16. A zcá­
rraga fol. 7 3 ,3 . D e g u le s y u n a taja d e o ro , c o n q u in ce
d e lo m ism o.
4 3 . U rta s u n V illan u ev a, «V alle d e A rce» , pp. 6-9.
4 4 . D ic c io n a rio d e 1802, 11, p. 3 5 8 , b.
4 5 . D ic c io n a rio d e 1802, I. p. 4 7 0 , b.
4 6 . F erm ín d e L eizaola, «El h ó rre o d e L u sarreta
(valle d e A rce, N a v a rra )» , en « C u a d e rn o s d e E tn o g rafía
y E tn o lo g ía d e N av arra» . VI (1 9 7 4 ), pp. 8 7 -8 8 .
4 7 . U rta su n V illanu ev a, «V alle d e A rc e» , p. 24,
fo to fre n te a la p. 17.
48. U rta s u n V illan u ev a, «V alle d e A rce » , fo to
tr e n te a la p. 16.
4 9 . D icc io n a rio d e 1 8 0 2 , II, p. 4 4 , b.
50. U rta su n V illan u ev a, «V alle d e A rce » , p. 24.
5 1. M a rtin e n a , « P alacios cab o d e A rm e ría » , p. 16.
52. A zcarraga, fol. 2 5 , 4. «El P alacio d e A z p a rre n
d e la valle d e A rci o A rce, q u e es u n a m ism a cosa».
53. M a rtin e n a , «P alacios cab o d e A rm e ría » , II,
p. 16.
54. A zcarraga, fol. 6 0 ,1 y 107,1 (v arian te).
55. U rta s u n V illan u ev a, « V alle d e A rce» , p. 24.
56. A zcarraga, fol. 6 2 ,6 : «El palacio d e Y m izcoz».
57. A zcarraga, fol. 32, 3.
57. A zcarraga, fol. 32, 3.
58. A zcarraga, fol. 31, 6. C o m p á re se co n M a rti­
n e n a «P alacios ca b o ...» , II, p. 16.
59. U rta s u n V illan u ev a, «V alle d e A rc e » , p. 28.
S on los X im e n e z d e O ro z: e sc u d o d e o ro co n cinco
c e ñ id o re s o fajas d e sable.
60. « O ro z B e te lu . M o n o g ra fía g eo g ráfica» (M a­
d rid , 1916), « P u b lic ac io n es d e la R eal S o cied ad G e o ­
gráfica» .
61. U ra b a y e n , o p . cit. p. 5.
62. U ra b a y e n , o p . cit. p. 20.
63. U ra b a y e n , op. cit. p p . 6 9 -7 5 .
64. D ic c io n a rio d e 1 8 0 2 , 11, p. 2 1 3 , a.
65. M ad o z, la d a c o m o m uy p ró s p e ra . S eñ ala
la
in d u s tria d e ta b la d e ro b le p a ra cubas: tab la q u e se
llev ab a río ab ajo , h asta el E b ro , T u d e la y A ragón.
6 7 . A ltadill, II, p. 4 4 5 , c o n plano.
6 7 . U ra b a y e n , op , cit. p. 71.
68. U ra b a y e n , op. cit. p p . 6 9 -7 1 .
69. U ra b a y e n , op. cit. p. 73.
Fig. 3 9 1 .-C a sa gotica. Osa,
Fig. 3 9 2 .-C alle de U riz.
347
393
Fig. 3 9 3 - T o r r e de U riz.
Fig. 3 9 4 .-C a sa de Saragüeta.
Fig. 3 9 5 .-P u erta de Saragüete/.
Fig. 3 9 6 .-P u erta blasonada. Saragiieta.
348
349
C A P IT U L O X V
V A LLES DE E R R O Y E S T E R IB A R
1)
2)
3)
4)
A lgunos rasgos generales del valle de Erro.
Los pueblos del valle.
El valle de Esteríbar.
Los pueblos del valle.
La decadencia e x p e rim e n ta d a p o r el valle
de A rce pare c e exagerarse e n el d e E rro y
tam bién e n p a rte del d e Esteríbar, q u e q u e ­
dan más a O c c id e n te y e n zona más influida
p o r la cercanía del Atlántico; s o b re to d o la
del prim e ro . E rro, c o m o entidad o unidad de
tip o a d m in is tra tiv o -p o lític o , s u e n a d e s d e
é po c a rem ota. En 1248 T e o b a ld o 1 concedió
un tu e r o a los labradores d e «Val d e Erro»
para q u e pagaran p o r su c u e n ta al m e rin o lo
qu e solían dar en c o n c e p to d e cena y otros
privilegios ’ . C o m o se ha visto con los habi­
tantes d e A rce y Esteríbar, p e rte n e c ía n los
del valle a la cofradía d e Roncesvalles, hacia
1266 2. En 1269 c o n stru y e n El Espinal, e n tre
los burgos d e Roncesvalles (es decir, Burguete) y V iscarret, m arc án d o se su té rm in o 3.
A ntes ya los d e Roncesvalles llegaban hasta el
m ism o valle 4. Se hacen visitas d e él cu a n d o
se realizan las d e otro s valles d e m o n ta ñ a de
la m erin d ad 5, con los m ism os fines: r e p r e ­
sión del bandidaje, recluta d e soldados, re ­
quisa d e ganados para servicios bélicos, etc.
El valle d e E rro, e n 1280, aparece ya con
«la población del Espinal», «V iscarret», «Lifo a u n » , «Cilveti», «E rro», « A stigarreta»,
«A ncioa», «Loifa», «M ezquiriz», « H u r e ta » ,
« O ro n d iriz » , «Esnos», «A rdaiz», « H u r n ifa » ,
« G u rb ifa r» , « Ioayde», «Larrango», « H o rossa» y «O rosurguia» 6; bastantes d e estos
núcleos se desp u eb la n m ás tard e co n pestes y
m ortan dades.
«Val d ’Erro» se dib u ja en 1366 con
«L’Espinal», «M ezquiriz», «Linfoayn», «O rfaq u o a » , «Biscarret», «Ayncioa», «L oyfu»,
« O rondiriz», «Esnos», « U rn ifa » , « G u rb ifarr» , «O yayde», «Larrayngoa», «Cillveti»,
«E rro», «A stigarreta», « O ro c h a O ro se g u y » ,
«Ardayz», «La Valcarlos» 7. Es decir, q u e se
consideraba q u e llegaba hasta la cuenca
atlántica y q u e Valcarlos q u e d a b a en su á m ­
bito.
Su carácter de fronterizo le hacía e x e n to
de ciertos trabajos y prestaciones, c o m o los
d e reparación d e fortalezas 8. El e je para los
asentam ientos u rbanos indicados es el río
E rro con sus afluentes. P e ro una p a rte consi­
d e ra b le de él, p o r el N o r te , no c o n tie n e
n úcleo alguno. Y e n d o d e Sur a N o r t e el
p rim e r p u e b lo es Ardaiz, fuera d e la c a rre te ra
general d e P am plona a Roncesvalles. Luego
ya e n é sta se llega a Erro, q u e p u e d e c o n sid e ­
rarse el núcleo central. D e E rro hacia el Sur
hay un ramal q u e c o n d u c e a O ló n d riz y d e
allí o tro hacia el Este a A incioa y o tro , en fin,
al Sur a Loizu. A ntes de llegar a O ló n d riz hay
o tro ramal hacia el Este q u e da a Esnoz. La
c a rre te ra q u e va d e E rro hacia el O e s te tiene,
a su vez, un ramal se p tentrional q u e llega a
Cilveti. Luego se llega en dirección SudoesteN o r d e s te a V iscarret y a Espinal. Linzoain
q u e d a m uy po co apartado antes d e V iscarret
y M ezquiriz e n tre V iscarret y Espinal, tam ­
bién algo al m argen d e la carretera. E rro es
353
Erro, sin e m bargo, tiene alguna particula­
ridad en relación con éstos y co n los de la
p a rte oriental. P o rq u e , au n q u e e n E rro hay
u n a serie de linajes antiguos p r e d o m in a n te s y
sus c o rre s p o n d ie n te s palacios d e cabo de
A rm ería, c o m o ve re m o s, a fines d e la Edad
M edia, Carlos III el N o b le , c o nstituye un
vizcondado, q u e p o se y ó p rim e ro D o n Beltrán de Ezpeleta, de su e rte q u e ejercía la
justicia b aja y percibía las rentas. La familia se
inclinó al b a n d o del P ríncipe de V iana en
parte: p e r o el se g u n d o vizconde fue c ham ­
belán d e J u a n II 14. Este hace q u e el título,
q u e pasa a otro s apellidos p o r vía d e m atri­
m o n io , tuviera d e re c h o hasta los últim os
tie m p o s del A ntiguo R é g im e n a elegir alcal­
des. En 1802 se dice: «La vizcondesa de Erro,
a pro p o sic ió n del valle, elige un alcalde q u e
exerce la jurisdicción civil en to d o él», 15. La
jurisdicción ec o n ó m ica q u e d a b a a cargo de
los d ip utados elegidos p o r el valle y los regi­
d o res d e los pueblos, c o m o se ve en los
artículos respectivos.
u n valle bastante gran d e , d e 1 1 .1 7 1’4 9 ’62
h e c t á r e a s 9, p o c o p o b lad o siem pre, p o r q u e
e n los o n c e lugares q u e lo c o m p o n ía n a co­
m ienzos d e siglo, Altadill d a 2 .3 4 9 habitantes
y 471 edificios 10. La d e sp oblación ha sido
progresiva d e s d e entonces. En 1975 le asig­
nan sólo 1.031 habitantes 11. G u rbizar, Larraingoa, U r e ta y U rriz a se d e s p o b la ro n de s­
pués d e 1.950 y antes O r o s a y O yaide. O tro s
núcleos q u e a p arecen en las listas m edievales,
antes 12. En 1802 se registran todavía q uince
núcleos con vida más o m e n o s fu e rte 13.
P arece q u e d e e n to n c e s a c om ienzos de
este siglo h u b o un a u m e n to sensible, p u e s to
q u e e n aquella fecha no había más q u e 175
casas y 1.230 personas, y de sp u és d e 1900 se
ha vuelto a u n a población m en o r. C o m o v e ­
rem os, hay indicios para s u p o n e r un a p r o s p e ­
ridad relativa, q u e se m anifiesta e n la edifica­
ción, para los siglos X V III y X I X , la cual
acerca la fisonom ía d e los p u e b lo s d e este
valle a la de los vecinos valles d e la m erin d ad
de Pam plona, estudiados antes.
II
El núcleo más m eridional del valle es,
pues, Ardaiz; con doce casas y o c h e n ta y dos
personas en 1802 16. H o y sólo con diez y
siete. Está e n alto (736 m etros) y c o m o todos
los p u e b lo s q u e no han e x p e rim e n ta d o desa­
rrollo c onserva vestigios en las casas, en
form a parecida a c o m o los hay e n los valles
de más al Este a la m ism a latitud 17. P ero
tam bién hay alguna casa de b u e n a sillería de
ép oca posterior, c o m o la d e la foto d e la fig.
399, en q u e hay q u e destacar la reja y la
inscripción dieciochesca q u e hay e n la v e n ­
tana su p erior s o b re la reja misma. D e Ardaiz
a E rro el a m b ie n te cam bia d e m o d o bastante
sensible. E rro es hoy un p o b lado blanco,
m od ern iza d o , a u n q u e m uy p e q u e ñ o ; con no
más d e 131 habitantes. El caserío está a 688
m e tro s d e altura, sobre el río, e n la m arg e n
occidental y antes d e q u e fo rm e un gran
bucle. En 1802 c o n taba con diez y och o
354
casas, 179 almas 18. D e las casas q u e d a n algu­
nas d e b u e n a c o nstrucción parecidas a las del
valle de Ulzama. La iglesia nueva hace co n ­
traste con la vieja en alto 19.
La m ayoría de las casas d e E rro son de
tejado a dos aguas d e poca inclinación, unas
rectangulares, estrechas, otras con tendencia
a desarrollar fachadas más anchas, d e dos
altos. P e ro no faltan las de teja d o a cuatro
aguas, q u e c o rr e s p o n d e n a fines del X V II I o
c om ienzos del X I X , salvo el palacio de Erro
de suso, refo rm a d o e n 1857, p e ro d e m ucha
antigüedad. O t r o era el de yuso, co n blasón
distinto 20.
O lóndriz, (« O ro n d iriz » e n los censos)
está más al Sur y más alto tam bién, e n una
llanada a 715 m etros. H o y sólo viven treinta
y cu a tro personas e n un c o n ju n to d e veintitantas casas; e n 1802 había en veintiuna, 126
personas 21.
O ló n d riz es p u e b lo q u e - c o m o E r r o - está
muy rem ozado. T a m b ié n Aincioa 22, situado
en u n a altura, p u e s to q u e alcanza los 1.008
m etros. D e ja n d o aparte sim ples caseríos, e n ­
contram os un a agrupación de casas grandes
de tejados a dos aguas y fachadas bastante
anchas con dos altos, tres huecos, tejado en
hastial a dos aguas, alguna con balcón corrido
en el piso alto, lo cual o c u rre tam bién en
V iscarret y en Esnoz, q u e aún tienen aspecto
de la N a v a rra atlántica.
O t r o tanto o c u rre en Linzoain, más dise­
m inado. En estos p u e b lo s parece intuirse qu e
trabajaron algunas cuadrillas d e c a nteros qu e
d e ja ro n casas de un estilo particular. P o r
eje m p lo , la foto d e la fig. 400, nos da un
magnífico m o d elo de casa de Linzoain, con
p u e rta de q uince g randes y finísimas dovelas,
fachada en 1674 (fig. 401). Es el m ism o qu e
se p u e d e e n c o n tra r más al O e s te , con los
«frailes» p ro te c to re s. Podría p ensarse tam ­
bién q u e el m ism o g ru p o hizo una casa qu e
d e c o ra la plaza d e V iscarret 23, p u e b lo q u e se
llama tam bién V isc arret-G u e re n d iain y q u e
q u e d a b a en la ruta jacobea. A ntes d e q u e la
ho sp e d ería de Roncesvalles le qu ita ra im ­
portancia, debió servir c o m o p u n to de pa­
rada, pu e s la «G uía» d e A ym eric Picaud, se
refiere a «B iscaretum » y «Biscarellus» 24. D e
aquí seguía a Linzoain y E rro y luego ya
pasaba a Z u b iri en E steríbar y Larrasoaña,
c oincidiendo el cam ino con la ca rre te ra
c o n stru id a en 1878 de m o d o bastante ajusta­
do 25.
G u rbizar, Larrainzoa, U r e ta y U rniza
form an hoy u n a pro p ie d a d de la D iputación
de N a v a rra y conservan algún resto de edifi­
cio notable, c om o, p o r e je m p lo , el del pala­
cio de U re ta , construcción torreada, no anti­
gua, q u e habla de una restauración de señorío
con palacio de cabo de arm ería 26.
V iscarret conserva bastante su estru c tu ra
de calle condicionada p o r la vía antiquísima.
Está alto, a 778 m etros, y más al N o r t e qu e
algunos pue b lo s de Aézcoa; p e ro , sin e m ­
bargo, el influjo del Atlántico es sensible.
Esto m ism o o c u rre todavía en M ezquíriz, qu e
se halla a 770 m etro s situado al Este del río
E rro y al Sur del p u e r to d e Espinal, con
p e q u e ñ o cam ino d e sd e la c a rre te ra a Francia.
A cerca de este p u e b lo q u e ha conservado
algo más de vida q u e o tro s hay u n a m o n o ­
grafía de P e rp e tu a Saragüeta, escrita en vas­
co 27, e n la q u e se dedican algunas páginas a
la casa y al asentam iento, c o m p u e s to d e cua­
re n ta y tres casas con sus n o m b re s propios;
algunas con un sufijo q u e se p ro n u n c ia «oña»
(«C a u n to ñ a » , p o r ejem plo). El núcleo m ayor
con dos calles, de arriba y d e abajo y con
veintisiete casas. La población ha dism inuido
m ucho de com ienzos d e siglo a acá y el vasco
es hablado p o r h o m b re s m ayores más q u e
p o r m u j e r e s 2S. H ay tam bién unas cuantas
bordas, con n o m b re propio. En general las
casas de M ezquíriz tienen tejados de poca
inclinación todavía.
H ay algunas de tipo más señorial q u e se
hallan constituidas po r varios cuerpos; uno
con v e rtientes q u e parecen h a ber sido a cua­
tro aguas originariam ente, con añadidos a dos
y prolongaciones. Por e je m p lo , «Paxkualena» o «Pashcualena» 29. O tras d e tejado a
dos aguas, «frailes» y balcón co rrid o en el
piso principal, a la q u e se han añadido agre­
gados y q u e son muy parecidas a las d e los
valles c o n ti g u o s hacia P o n i e n t e , c o m o
«Etxetxipia» 30.
Algunas, acaso más m odernas, se distin­
g u e n p o rq u e el tejado a dos aguas es más
agudo. U n a c o m o «Juan M igueleña» del ba­
rrio de « T x o rro n d o » , c o n struida en 1905,
tiene la fachada a lo largo de una de las
v e rtientes del a l e r o 31. O tr a llamada «Echeberría» o «A rteguía» lo tiene en hastial sobre
un alto o piso principal con tres balcones
individuales y tres ventanas supe rio re s 32. La
casa llamada «Zuria» o « Z u rie n e a » , bastante
conocida, a través d e varias publicaciones 33,
se distingue p o r una p o rta d a d e p ied ra de
sillería fechada en 1737, con tallas en el arco
de e n tra d a y la ventana q u e q u e d a encim a,
q u e resultan bastante so rp re n d e n te s. Las del
arco se advierte q u e au n q u e populares, c o ­
r re s p o n d e n a la é p oca de la inscripción 34,
q u e está encim a d e la p ied ra de clave. P e ro la
ventana, con su carátula ad o rn a d a en el alféi­
zar de la m ism a o stenta tres arcos góticos
inscritos el uno en el o tro q u e no casarían
con el resto, si no supiéram os q u e en bas­
tantes obras populares de distintas partes,
dieciochescas tam bién, se hallan su p erviven­
cias parecidas (fig. 402).
En M ezquíriz hay otras casas con labras
curiosas, c o m o la llamada «E spartero» de
1810, con una tosca figura h um ana en el
a r c o 35. T a m b ié n e n «A pesui» hay b u e n a
355
m u estra en cantería y labras 36; e n otras casas
hay inscripciones c o m o la q u e se ve encim a
del balcón d e « B en tarrañ a» , q u e es un c o n ­
ju n to con curiosa galería i n t e r i o r 37.
La inscripción dice:
LA H I C I E R ­
O N J U A N FE­
R M IN U R R U TIA E Y G N A C IA ZALBA.
El llano o la explanada d e B u rg u e te , consti­
tuye u n a entidad geográfica m uy clara que
p u e d e c o nsiderarse em p ie za e n Roncesvalles
a 952 m etros, sigue e n B u rg u e te a 893 y
llega a Espinal p rec isam e n te 41. En un tiem po
d e b ió ser b o sq u e tupido, talado e incendiado
p o r los pastores. Lugar peligroso d e paso; aún
al O e s te d e Espinal hay un té rm in o llamado
de «L adronerreca» 42.
En M e zq u íriz q u e d a ta m b ié n alguna
m u estra de h o rn o q u e sobresale de un m u ro
lateral 38 y alguna b o rd a de m adera, con ta­
blas colocadas según lo q u e se ha visto en
casas torres del Bidasoa, caserío d e Urdiain,
etc. 39. Véase el d ib u jo de la fig. 398.
La subida del p u e rto , cru z a n d o el E rro y
llegando a una altiplanicie d o n d e q u e d a n
p rim e ro Espinal, luego B u rg u e te , justifica
bastante la asociación de estos dos pueblos,
separándolos de los anteriores.
/
La foto d e la fig. 399 habla suficiente­
m e n te po r sí misma. Espinal es un pueblo-calle, acerca de cuya fundación y e s tru c tu ra ya
se ha dicho algo. Llaman la atención algunos
blasones com o el de «Joanes de Beraiz» o
«Veraiz» (1612) (fig. 397).
El territorio de b ió llamarse «Auritz» en
principio; com o el burgo de Roncesvalles ya
existía, éste se llamó «A uriz-berri» o «Auritzperri».
Espinal q u e d a a 87 1 m etro s y parece q u e
la diferencia de altura es suficiente para q u e
cam bie este e le m e n to tan visualm ente p e r ­
ceptible qu e es la inclinación del tejado. U n a
foto de Espinal, c om parada con o tra de M e z ­
quíriz habla suficientem ente del t r á n s i t o 40.
356
Fig- 3 9 7 -B lasón de la casa de « "Veraiz» o «B eraiz».
III
«Esteríbar» es c onocido e n la form a vasca
íntegra d e sd e antiguo, m ientras q u e Erro,
que e n vasco suele llamarse tam bién «Erroibar», aparece siem pre com o Val d e E rro en
la d o c u m e n tac ió n histórica rom ance.
La dem arcación se da ya en un fuero
oto rg a d o p o r Sancho el Sabio a los collazos
de Esteríbar, q u e m o raran de O llo q u i a Agorre ta , f u e r o f e c h a d o en s e p ti e m b r e de
1192 43. A lr e d e d o r de 1203 se con c ed e o tro
fu ero a los «cazadores» del m ism o valle 44.
Es tierra d o n d e se reclutan soldados para
servir al rey en F r a n c ia 45 y sus habitantes
form an cofradía religiosa en Roncesvalles con
los de A rce y E rro 46. Se c o m e te la r e d u n ­
dancia d e llamarle «valle de Esteribar» desde
a n t i g u o 47. El Arga e n su curso su p e rio r
(desde el nacim iento) es el e je de este valle
m uy dilatado d e N o r t e a Sur, q u e c o m p r e n ­
día hasta hace po c o no m e n o s de veintiocho
núcleos; m enos, sin em bargo, q u e en 1366
en q u e - c o m o vamos a v e r - se registran
cuarenta.
La n ó m in a d e «Ezterivarr» en 1280 ya es
larga: « A g o r r e t a » , « O s t a r i z » , « E s n o s » ,
« H u rd a n iz » , « A ld a rre g u i» , « E z q u iro z» ,
«Seitoayn», « Iru rre » , «A g u e rre ta » , «Larresoyna», « T rie p e g u i» , «Eugui», «Ira g u i» ,
« H u sse ssi» , « G o rb in d o » , « L e rra n o z » ,
« A ram endia», «Saigos», «(^uriayn», « G u n d u l a y n » , « E q u ie » , « I r o z » , « O y l l o q u i» ,
«M endia», «O laverri», «Sarasivarr» 48. En
1366 se e n u m e ran , « £ a baldica», «Y roz»,
«Euguy», « A ynforiz», «(^uviri», « ^ u ria in » ,
G u e n d u l a y n » , «V assa g aiz » , « A g o y v a r r» ,
«Sarassivarr», «Seytoayn», « Y ru re » , «A querreta», «Tirapegui», «Errea», « £ a y » , «O zteriz», «Y llarroz», « U rd a n iz » , « Y llu rd o z » ,
« G u r in d o » , «Leranoz», «U ssessi», «Yraguy», «Esnoz», «O chavayn», « Y o d o y e ta » ,
«A gorreta», «Saygos», « B urrin», «Oylloquy», «Jausqueta», «Leyazcue». «Equia»,
«Lapasti», «Ezquioz», « B e lfu n e g u y » , «U rtassun», «Yvilosqueta» y «A rleta» 49. Los
d espoblados se dan aquí, c o m o en E rro,
Arce, Salazar, etc., d e m o d o significativo.
T a m b ié n hay que señalar q u e del c o n ­
ju n to se separa, e n un m o m e n to , la villa de
Larrasoaña, c o m o o c u rre con o tro s núcleos
qu e crecen al calor d e la circulación general.
La cuenca s u p e rio r del Arga tiene a Eugui
c o m o p u e b lo q u e está más al N o r t e , cerca del
357
río. A ella hay qu e añadir Cilveti que, a u n q u e
p e rte n e c e al valle d e E rro , está e n un arroyo
afluente del Arga. Este p u e b lo es el q u e
M o r e t consideraba sede del antiquísim o m o ­
nasterio de San Zacarías qu e fue visitado p o r
San Eulogio 50. La localización, c o m o las otras
relativas a m onasterios del R oncal y Salazar,
es in te resa n te para ver c ó m o se asocia un
p e q u e ñ o núcleo agrícola y pastoril pirenaico,
una «villa», con fundaciones m onasteriales
m uy antiguo, p u e s to q u e florecen e n lugares
apartados a m ediados del siglo IX , con c o ­
m unidad de cierta im portancia al parecer.
B a jando hacia el Sur, sobre el Arga, d espués
d e Eugui está U rtasun y al O e s te d e U rtasu n ,
Iragui. T a m b ié n al O e s te y no sobre el
m ism o río, Usechi y al Sudeste de Usechi,
Leránoz. En una curva del Arga, Saigós, y al
Este A gorreta, en la carre te ra hacia E rro y
sobre la vieja ruta jacobea, en la qu e tenía
más significado Z ubiri, es decir un pueblopue n te . La densidad de los núcleos se hace
m ay o r más abajo. D e Z u b iri a Larrasoaña
q u e d a n a la m arg e n oriental Id o y eta (algo
separado), O stériz, Ilárraz y Esquíroz. En la
occidental, Im b u lu z q u eta , U r d á n o z y G u rp e gui. N ú c le o s señoriales con restos palacianos
e n g ran parte.
Al Sur de Larrasoaña, hasta Zabaldica que
q u e d a sobre el m ism o Arga, a la m argen
oriental, nos e n c o n tra m o s poco separados,
p o r la m ism a m arg e n y de N o r t e a Sur a
Irure, Setuain y Errea, e n la m ism a latitud
q u e Larrasoaña. A q u e r re ta d esp u és, Zay al
Sudoeste d e Errea. Ilurdoz y B elzunegui. Al
fin, A rleta y O lloqui. En la m arg e n occidental
Idoy, G u e n d u la in , Z uriain y A nchoriz. La
s u p e r f ic ie del v a lle en to ta l es de
1 5.604’ 19’03 hectáreas, es decir m ayor q u e la
del d e E rro y la población q u e daba Altadill
d e 2.127 habitantes en 4 9 8 e d if i c i o s 51, era
d e 2 .0 1 9 en 180 2 52. A h o ra se le d a n no más
d e 1.599 53-
IV
Si c o m o en otras ocasiones, iniciamos la
m archa d e Sur a N o r t e , tanto en Arleta,
com o en O lloqui, enc o n tram o s palacios cabo
d e armería. En O lloqui, núcleo con sólo
cinco casas útiles y dos arruinadas en 1802,
pobladas p o r cuarenta personas 54, se co n ­
serva este palacio qu e es un edificio de planta
rectangular de dos pisos, el bajo y el p rim ero,
con gran p u e rta d e arco para la e n tra d a y el
blasón encima. A los lados hay rasgados h u e ­
cos irregulares. Esta fachada larga está r e m e ­
tida e n tre dos to rre o n e s cuadrangulares de
tejado a cuatro aguas, de piñón. El d e la
izquierda tiene en lo alto una amplia galería.
La posición d e O lloqui en la en tra d a m e ­
ridional del valle es significativa. La familia
ocupa cargos de im portancia d e s d e el siglo
X III p o r lo m enos 55. El palacio se u n e a un
m ayorazgo en 1425. El nobiliario d e Azcarraga da el blasón d e «el Palacio d e A rleta»
358
p o r un lado 56. En una ho ja q u e falta se ve
p o r el índice qu e estaba el de «el s e ñ o r de
O lloqui» 57, e n tre los im p o rta n tes. Los pala­
cianos fuero n d e fe nsores d e sus privilegios
hasta la p rim e ra g u e rra carlista, en q u e to d a ­
vía u n o p re te n d ió ser capitán a g u e rr a del
valle 58.
Estamos en un paisaje qu e es el de la zona
m edia; lo cual es válido tam bién para Z a b a l­
dica e Iroz, pueblos de e s tru c tu ra parecida.
Es decir, agrupaciones de unas quince casas
con su iglesia, más o m en o s desarrollada;
algunas dep e n d en c ias y algún edificio d e m a­
yor relieive; sea d e tipo gótico final, sea de
época más m oderna. En Iroz p o d e m o s e n ­
co n tra r e n las casas d e labranza, qu e co n tra s­
tan bastante con las d e la p a rte se p tentrional
del valle, e le m en to s q u e en su e stru ctu ra
r e c u e rd an algunas de valles más m eridionales
d e la m erindad; p o rch e s que dan acceso a
cuadras y qu e p a re c e n p ensados para hacer
patios cerrados, c o m o los d e la foto d e la
fig. 404. B elzunegui q u e d a hoy c o m p le ta ­
m e n te d e spoblado, a u n q u e hay noticia y ves­
tigios de su antiguo palacio 59. T a m b ié n hay
palacio antiguo d e Ilurdoz; o m e jo r dicho
Sagaseta d e Ilurdoz p o r q u e es el m ism o 60.
Este p u e b lo , q u e tenía catorce casas útiles y
dos arruinadas en 1802 con o c h e n ta y nueve
h a b it a n te s 61, cu e n ta con algún e je m p la r tí­
pico de p e q u e ñ a casa gótica d e las q u e tanto
hem os visto rep e tid o s en otros valles de la
m erindad. V éase c o m o e je m p lo la foto de la
fig. 405. P or lo dem ás, este tipo se e n c u e n tra
en otros p u e b lo s vecinos. Sin em b a rg o , pa­
rece q u e la o b ra d e cantería de perío d o s
po ste rio re s está m e jo r r e p re s e n ta d a según
vamos hacia el N o r te . Así, p o r e je m p lo , en
A nchóriz q u e d a alguna h e rm o s a fachada
p e rfe c ta m e n te labrada al estilo d e los siglos
X V II y X V III c o m o la de la foto 406. Ya a la
altura d e Larrasoaña casi, al O e s te , en Idoy,
llama la atención una p u e rta con inscripción
en la p ie d ra d e clave, q u e es lade las fotos
407 y 4 0 8 y q u e dice así:
+
ESTA C A S A SE
H IZ O POR B
ELTRAN DE
ESAN I MA
R IA D E V R
TASUN
A Ñ D 1757
Encima, bajo la ventana, hay o tra piedra
tallada con una cruz al centro, de dos palos
transversales y a los lados dos figuras h u m a ­
nas esquem áticas, q u e p a recen ser d e un
h o m b re , la d e la derecha, y d e una m u je r la
d e la izquierda. E jem plos de talla rústica d e la
m ism a épo c a se e n c u e n tra n cerca.
Así e n E rre a q u e está en el o tro e x tre m o
del valle, al Este y a la m ism a altura y d o n d e
se fotografió la p u e rta d e las fotos 4 0 9 y 410,
con fecha de 1739, bajo la cruz, en una
p ied ra d e clave, con dos dovelas laterales
tam bién labradas.
En esta zona, qu e es la central del valle,
e n c o n tram o s cierta densidad de casas palacia­
nas e n to rn o a la villa de Larrasoaña, q u e se
e n c u e n tra significativamente en una gran lla­
na 62.
Larrasoaña aparece en d o c u m e n to s m uy
antiguos. M o re t indica q u e el año 1072 San­
cho d e Peñalén e n c o m e n d ó la educación de
su hija U rrac a al abad del m o n aste rio d e San
Agustín d e Larrasoaña, D o n Aznar, d á n d o le
unas majadas. Es decir q u e el m o n aste rio
parece que tenía c o m o base d e s u ste n to una
eco n o m ía pastoril 63. Parece q u e su agrega­
ción a Leire es m uy antigua y q u e e n d o c u ­
m en to s d e aquel m o n aste rio aparece «Sanctae M arine e t Sancti A ugustini d e Larrass o a in » ( 1 0 8 7 ) . T a m b i é n « L a r r a s o a y n » ,
(1174) 64. P e ro la pronunciación q u e se ha
conservado d e b e ser tam bién antigua, p o r q u e
la guía d e los pe re g rin o s da a «Ressogna»
c o m o p u n to in te rm e d io e n tre V iscarret y
P am plona 65. Al calor de cofradías y hospita­
les d e peregrinos, crece un núcleo de p o b la ­
ción q u e es creado «buena villa» en 1202, de
suerte que en 1329 se celebran allí cortes
g e n e r a l e s 66. En 1314 se distingue «Larra­
soaña la vieja» c o m o entidad definida 67.
T am bién hay referencias a Larrasoaña com o
valle con entidad propia distinta a Esteríbar,
d e 1353 6S- P o r esta época hay tam bién m e ­
m oria d e a m o jo n a m ie n to y, después, de
com pras d e bienes y del palacio d e Esnoz, de
una vecindad en A riz a le ta 69.
Larrasoaña no tenía en 1802 arriba de
treinta y dos casas útiles y trece arruinadas,
con 153 a lm a s 70. M adoz rebaja las casas a
veinte y da 150 h a b it a n te s 71. Altadill sube
los edificios a treinta y cuatro y los habitantes
a 195 72. El plano qu e da es m uy ilustrativo.
Larrasoaña es un pueblo-calle típico: c o m o
Lanz, Maya, B u rguete, etc., o rie n ta d o en su
longitud de N o r d e s te a S udoeste, con el
A rga al Sur. La iglesia q u e d a a la e n tra d a
p o r el lado N o r d e s te y cerca tiene un m olino
qu e aparece en d o c u m e n to s antiguos. D e s ­
pués, hasta un a n c h u ró n que constituye la
plaza, hay una calle recta d e casas compactas
con sus huertas detrás, p o r los dos lados y
tras la plaza sigue otro tram o d e calle. C erca
del m olino hay un p u e n te sobre el Arga.
En Larrasoaña hay casas q u e conservan
e le m en to s del final del gótico; ventanas
amaineladas, com o la de la foto de la fig. 433.
P e ro lo q u e más ab u n d a son casas d e planta
rectangular con tejado en hastial y dos pisos,
q u e re c u e rd an m u c h o a las d e los puebloscalle de la zona del Bidasoa, c o m o Ituren;
con u n o o dos huecos p o r banda, con balcón
a veces e n el desván c o m o se ve e n la foto de
359
la fig. 412. T a m b ié n hay casas d e m ayor
p o r te q u e tie n e n el alero tallado sobre la
fachada, d e p ied ra d e sillería e n pa rte y del
siglo X V III al parecer. A lguna fachada c o m o
la d e la foto 413 es característica. P or últim o,
no faltan las casonas d e más d e sarrollo de
fachada, con arco d e e n tra d a central, tres
huecos p o r piso y hasta tres altos, c o n ta n d o
un desván com p le m e n tario , con la fachada
e n tr e «frailes» c o m o se ve en la foto de la fig.
414.
En la plaza hoy existen edificios m o d e r ­
nos y alguna casa bien tenida, d e dos a cuatro
huecos, con balcón co rrid o en el piso princi­
pal y blasón e n m ed io 73.
C o m o en tantas otras ocasiones, este tipo
d e núcleos urbanos d e pueblos-calle contrasta
con los p e q u e ñ o s a g rupam ientos m en o s desa­
rrollados q u e conservan su aire más adusto.
Al N o r o e s te de Larrasoaña, fuera d e la
carretera, q u e d a Im b u lu z q u eta , lugar en q u e
existe un edificio palaciano con un c u e rp o
central y dos torres a los lados, que, a u n q u e
no es medieval a juzgar p o r la o b ra de c a n te ­
ría, conserva los rasgos más im p o n e n te s d e la
a rq uitectura palaciana m edieval, c o m o p u e d e
verse en la foto d e la fig. 415.
O tro s lugares de Esteríbar p o se y ero n p a ­
lacios d e m e n o r p o rte , p e ro conocidos.
A parte d e los citados p o r o r d e n alfabético
hay qu e contar los d e A g o rreta 74, A q u e rre ta 75, Arizaleta, qu e «traía» de Yaniz 76, Ido-
yeta, Eugui 77, O steriz, Saigos 78, U rdaniz 79,
U rta s u n 80 y Z u r i a i n 81.
C o m o e ntidad u rb an a q u e e n tra d e n tro
d e la categoría d e p u e b lo - p u e n te m uy anti­
g u o hay q u e colocar a Z u b iri, con n o m b re
topográfico («zubi = p u e n te , «iri - p u eblo»),
con el núcleo p o b la d o al O e s te del río y
catorce casas más, una a rru in ad a en 1802;
o c h e n ta y cuatro personas 82. En esta época
ya se alzarían algunas de las g randes casas q u e
hoy existen, c o m o la d e la foto d e la fig. 416,
qu e es una clásica casona del tipo A, estable­
cido en el capítulo terc ero de la tercera parte,
con arco central, tres huecos en el piso pri­
m e ro con los dos balcones a los lados y unos
huecos más ra ra m e n te aparejados arriba, bajo
el teja d o a cu a tro vertientes. M ayor d e s a rro ­
llo en altura tienen la d e la foto de la fig. 417,
q u e tam bién c o rr e s p o n d e a la arq u itec tu ra
rica d e fines del X V III y c om ienzos del X I X ,
de la m o n ta ñ a atlántica a la zona media.
En Eugui, el p u e b lo más se p te n trio n al del
Arga hay bastantes casas m o d e rn a s y el c o n ­
ju n to d a idea tam bién de clima atlántico,
au n q u e esté relativam ente alto: 643 m etros.
P ueblos m eridionales del valle, c o m o Zabaldica, q u e d a n a unos 500 m etros. La d ife re n ­
cia d e altura y de latitud influye e n el paisaje,
d e su e rte q u e p o r encim a de Larrasoaña se
nota un cam bio parecido al qu e hay pasando
d e O stiz al N o r t e , en las cuencas del Ulzam a
y el M ediano.
NOTAS
1. « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , I. p. 136 (n .°
257). R e fe re n c ia Y anguas, « A d ic io n e s» , p. 128.
2.
« C atálo g o d e
los c a rtu lario s re a le s» , p. 2 4 6
(n .° 4 9 3 ).
3. «C atálo g o d e los c a rtu la rio s reales» , pp. 2 5 4 255 (n .° 511).
4.
«C atálo g o d e
los c a rtu lario s re a le s» , p. 3 7 0
(n .° 757).
5.
« C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , II, p p . 191
(n .° 4 7 6 ), 192 (n .° 4 7 8 ), 1352.
6. F. Z ab alo , «El re g istro ...» , p. 6 6 (n .° 3 7 5 -3 8 8 ),
C o m p á re s e co n p. 142 (n .°s 1 8 7 8 -1 8 8 8 ).
7. J. C arrasco P é re z , «La p o b la c ió n ...» , pp. 4 6 7 4 6 9 (n .° 2 0 1 -2 1 8 ). V e r ta m b ié n p. 5 1 0 (n .° 502).
8. Y angu as, « A d ic io n e s» , p. 128.
9.
H o ja 116 ya citad a, e sp e c ia lm e n te . Los té rm i-
360
nos d el N o rte , c o n b o rd a s y ch o zas e n p. 91.
10. A ltad ill, II, p. 366.
11. « Itin e ra rio s p o r N a v a rra » , II, p. 9 0 , a.
12. B e n ito U rta s u n V illan u ev a, « V alle d e E rro » ,
n.° 2 1 9 d e « N a v arra , tem as d e c u ltu ra p o p u la r» (P a m ­
p lo n a , s.a.), p p . 6 - 9 .
13. D ic c io n a rio d e 1 8 0 2 , I, p. 2 5 7 , b.
14. S o b re esta fam ilia v éase el a rtíc u lo E z p e le ta d e
Y an g u as « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , I. pp. 471 494.
15. D ic c io n a rio d e 1802, I, p. 2 5 7 , b.
16. D ic c io n a rio d e 1 8 0 2 , I. p. 9 5 , b.
17. U rta s u n V illan u ev a, «V alle d e E rro » , p. 7 se
re fie re a u n a fu e n te p ú b lic a d e e stilo o jiv al y a la casa
« P atan a» (p. 17).
18. D ic c io n a rio 1 8 0 2 , I. p. 27.
19- F o to s e n U rta s u n V illan u ev a, «V alle d e E rro » ,
p o rta d a « Itin e ra rio s p o r N a v a rra II, p. 90.
20. U rta s u n V illan u ev a, « V alle d e E rro » , p. 17.
M a rtin e n a , «P alacios cab o d e a rm ería» II, p. 12. A zcárraga, fol. 103, 3 y 4 d a « el P alacio d e E rro d e suso» y
«el p alac io d e E rro d e yuso » .
21. D ic c io n a rio d e 1802, II, p. 180, b.
22. F o to s e n U rta s u n V illan u ev a, «V alle d e E rro » ,
páginas c e n trales. En A in cio a había u n palacio d e sa p a ­
recid o al d e c ir del m ism o U rta s u n , o p . cit. p. 17.
23- F o to e n « Itin e ra rio s p o r N a v a rra » , II. p. 91.
24. «Le g u id e d u p é le rin d e S a in t-Jacq u e s d e
C o m p o sté lle » , pp. 4 y 6 d el te x to latino.
25. L acarra, « P e re g rin a c io n e s a S an tiag o » , II,
p. 110.
26. E stá en A zcárrag a « el S or. d e U re ta » , fol. 13,
2. C ru z tre b o la d a d e o ro , so b re g u le s, c a n to n a d a d e
cu a tro v e n e ra s d e plata. M a rtin e n a , « P alacios cab o d e
a rm ería» , II, p. 12. En L arrain g o a y U rn iz a o tro s. F o to
en U rta s u n V illan u ev a, « V a lle d e E rro » , fre n te a la p.
17. S o b re re sto s pp. 17 - 18.
27. « M e zk iritz (E rro ib a r)» , e n « C u a d e rn o s d e E t­
nología y d e E tn o g ra fía d e N a v a rra » , X I (1 9 7 9 ), p p . 5 36.
28. S arag ü eta, o p . cit. pp. 8 - 1 1 .
29. S atag ü eta, op. cit. fo to 2 , fre n te a la p. 32.
30. S arag ü eta, op . cit. fo to .3.
31. S arag ü eta, op . cit. fo to 332. S arag ü eta, op . cit. fo to 6.
33. S arag ü eta, op . cit. fo to 9.
34. E S T A P O R T A L A D A
H I Z O IV A N ID LA
R R A Z A Ñ O 1737
35. S arag ü eta, op . cit. fo to s 11, 12.
36. S aragüeta, op . cit. fo to s 13, 14 y 15.
37. S arag ü eta, op . cit. fo to s 17 y 18.
38. S arag ü eta, op. cit. fo to 23- H o r n o d e « Z u ria»
o « Z u rie n e a » .
39- S arag ü eta, op. cit. fo to 21. « M an u elañ a» en
« T x o rro n d o » .
40. « Itin e ra rio s p o r N a v a rra» , II, p. 93.
41. « Itin e ra rio s p o r N a v a rra » , II, p p . 9 4 - 95.
4 2. En la h o ja 116.
4 3 . « C atálo g o del A rc h iv o G e n e ra l» , I. p. 75 (n .°
98). Y anguas, A. pp. 131 - 132.
44. « C atálo g o del A rch iv o G e n e ra l» , I. p. 87 (n .°
131).
45. « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , II, p. 225
(n .° 5 6 5 ), 1353.
46. « C atálo g o d e los c a rtu la rio s rea les» , p. 2 4 6
(n .° 4 9 3 ), 1266.
47. G o ñ i G a z ta m b id e , « C atálo g o d el A rch iv o
C a te d ra l d e P am p lo n a» , p. 2 3 6 , n .° 9 9 9 .
48. F. Z a b a lo , «El re g istro ...» , p. 65 (n .°s 35 2 374). V e r ta m b ié n pp. 136 (n .° 1 7 1 9 -1 7 2 0 ) y 142 (n .°s
1855 - 1876, co n algu n a diferen cia).
49- J. C arrasco P é re z , «La p o b la c ió n ...» , p p . 4 6 5 4 6 7 (n .°s 161 - 2 0 0 ). C o m p á re s e c o n p p . 5 0 9 - 5 1 0
(n .°s 4 8 8 - 502).
50. « A n n a le s» , I. p p . 2 5 4 b - 2 5 5 b. T e x to d e la p.
2 5 6 , b. V e r ta m b ié n R isco, « E sp añ a S a g rad a» , X X X I I ,
pp. 2 2 1 , b - 2 2 4 , a.
51. A ltad ill, II, p. 375.
52. D ic c io n a rio d e 1 8 0 2 , I. p. 2 7 2 , a. T re in ta y
d o s p u e b lec ito s.
53. « Itin e ra rio s p o r N a v a rra » , II, p. 8 6 , b.
54. « Itin e ra rio s p o r N a v a rra » , II. p. 8 6 , b.
55. Y anguas, « A d icio n e s» , p p . 23.3 - 2 3 4 .
56. fol. 4 1 , 2.
57. fol. 15.
58. M a rtin e n a . «P alacios ca b o d e a rm e ría » , II, p p .
13 - 14. F o to fre n te a la p. 17.
59. M a rtin e n a , Palacios d e c a b o d e a rm e ría » , II, p.
14. A zcárraga, fol. 4 4 , 3, «el Palacio d e b e lin e g u i»
(tac h ad o y c o rre g id o « b elç u n e g u i» ).
60. A zcárraga, fol. 38, 2. «el palacio d e llu rd o s» .
61. D ic c io n a rio d e 1802, I, p. 3 7 4 , a.
62. «L arra» es d e h e sa , pastizal, « la rra ñ a » , era.
63. « A n n a les...» , II, p. 58, a-b, (lib ro X IV , cap.
III, §, I, n.° 28).
6 4 . L acarra, « P e re g rin a c io n e s a S an tiag o » , II,
pp. 111.
65. «Le g u id e d u p è le rin d e S a in t-Jacq u e s d e
C o m p o ste lle » , p. 6. «Le R o sso n h e » en el itin e ra rio d e
C a u m o n t, p. 134. « L arrasoaynna» e n d o c u m e n to d e
1318. « C atálo g o d e los c a rtu la rio s reales» , p. 314 (n .°
6 43).
66. Y anguas, « D icc io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , II,
p. 178. D o c u m e n to m u n icip al d e 1307, « C a tá lo g o del
A rch iv o G e n e ra l» , 1, p. 2 9 2 (n .° 64 9 ).
67. « C atálo g o del arch ivo ca te d ra l d e P a m p lo n a » ,
pp. 237 (n .°s 1001 y 1004) y 2 4 0 (n .° 1014), é ste
d e 1315.
68. « C atálo g o del A rch iv o G e n e ra l» , II, p. 225
(n .° 565).
69. Y anguas, « A d ic io n e s» , p. 188.
70. D icc io n a rio d e 1 8 0 2 , I, p. 4 1 8 , b.
71. M adoz, X , p. 88, a.
72. A ltadill, II, p. 4 1 3 , co n p lan o
73. F o to e n « Itin e ra rio s p o r N a v arra » , II, p. 86.
74. A zcárraga, fol. 13, 5, «el S .°r. d e A g o rreta » .
75. A zcárraga, fol. 102, 4 , «el palacio d e A q u er r e ta » .
76. A zcárraga, fol. 59, 3.
77. A zcárraga, fol. 4 4 , 5 «el palacio d e E ug u i» .
78. A zcárraga, fol. 6 5 , 2, «el palacio d e Saygos».
79- A zcárraga, fol. 9 8 , 2 «el palacio d e U rrd a n iz» .
80. A zcárraga, fol. 9 1 , 5, «el P alacio d e H u rta su n » , an tes, fol. 3 3 , 3, sin h.
81. A zcárraga, fol. 56, 5, «el Palacio d e Z u ria in » ,
to d o s cita d o s p o r M a rtin e n a , «P alacios c a b o d e a rm e ­
ría» , II, pp. 13-14.
82. D ic c io n a rio d e 1 8 0 2 , II, p. 5 3 3 , b.
361
362
363
364
4Ü7
406
Fig. 4()4 .-C a sa con porches. Iroz.
Fig. 4 0 5 .-C a sa gótica, llurdoz.
Fig. 4 0 6 .-F achada. Á nchoriz.
Fig. 4 0 7 .-P ortada, tdoy.
365
Fig. 4 0 8 .—Inscripción de 1757. Idoy.
Fig. 4 0 9 .-P u erta de 1739- Errea.
Fig. 4 1 0 .-Inscripción de 1739. Errea.
Fig. 411 -V e n ta n a gótica. Larrasoaña.
Fig. 4 l2 .- C a lle de Larrasoaña.
366
367
368
416
Fig. 4 1 3 .-C a sa de Piedra sillar. Larrasoaña,
Fig. 4 1 4 .-C a sa del siglo XVI I I . Larrasoaña.
Fig. 4 1 5 .-C a sa palaciana. Im buluzqueia.
Fig. 416.-C asa de Zubiri.
369
Fig. 4 1 7 .-C a sa s de Z u b iri.
370
PARTE VI
C A P IT U L O I
M E R IN D A D DE ESTELLA .
IN T R O D U C C IO N :
1)
2)
M erindad, ribera y montaña.
Las riberas de la vieja merindad deEstella.
La m erin d ad d e Estella, es, sin duda, la
consecuencia d e la creación de un núcleo
u rb a n o q u e a d q u ie re im portancia a p o c o de
ser cre a d o y q u e se constituye en capital de
un te rrito rio d e carácter bastante variado. En
to rn o a la capital, a Estella, e n to d a dirección,
se hallan una serie de valles. Algo más al Sur
unos p u e b lo s d e ribera bastante dife ren te s y
al O e s te tierras que, en un m o m e n to dado,
dejan de ser navarras para agregarse a Alava.
En la zona de los valles hay, p o r o tra parte,
u n a p o rc ió n occidental q u e h u b o de p e r d e r el
vasco en tiem pos bastante lejanos y otra, la
septentrional, o la más cercana a la ciudad, en
q u e el vasco se conservó hasta d iferen tes
fechas del pasado siglo. D e s d e el p u n to de
vista d e la fo rm a de la localidad y de la
construcción, claro es q u e las diferencias son
tam bién sensibles.
A lgunos de los valles tam bién tienen un
carácter especial q u e los diferencia de m o d o
notable de la generalidad. Tal es el caso del
valle d e G oñi, c o n stituido p o r una altiplanicie
en la q u e la hidrografía tiene m uy poca im­
portancia, o lo q u e se llama el valle d e Mañe ru , q u e tiene p o c o d e valle en realidad. Las
transiciones son bruscas, los c o ntrastes rápi­
dos y una vez más en N avarra nos e n c o n tra ­
m os con q u e la unidad política o adm inistra­
tiva no refleja unidad fisiográfica.
El c o n c e p to d e m erindad parece qu e hay
q u e subordinarlo al de «m erino»; la palabra
m ad re es «m ajorinus» o «m aiorinus», un tí­
tulo con varias acepciones en principio, p e ro
de las cuales la q u e más p u e d e servirnos
ahora es la d e las «Partidas» de A lfonso X,
c uando se refiere a los q u e p o n e el rey para
«hazer justicia sobre algún lugar sennalado,
assi c o m o villa o tierra» 1.
La m e r i n d a d n a v a rr a , c o m o v a m o s
v iendo, es una amplia circunscripción. A ve­
ces se habla de «merinia» 2 y existe el cargo
de «sozm erino» 3. Es curioso advertir c ó m o
este c o n c e p to e ra familiar todavía para el
Padre Larram endi q u e da la palabra vasconizada de «m erioa» para m erin o y «m erio m e n dea» para m erindad, con una caída de «n»
intervocálica muy c o m ú n 4. D e s p u é s se b o ­
rra, c o m o en tantas otras ocasiones.
C o m o en la m erin d ad d e T u d e la y e n la
de O lite, tam bién la pa rte m eridional d e la de
Estella se re p a rte d e ja n d o de c o n siderar la
existencia de valles fluviales con orografía
373
acusada y te n ie n d o en c u e n ta un c o n c e p to
del qu e ya se ha hablado; el de «R ibera» 5
que, e n su im precisión, se sigue utilizando en
N avarra, incluso para m arcar c o n tra ste psi­
cológico e n tr e el habitante d e la M on ta ñ a , el
«m o n ta ñ é s» , y el d e la R ib e ra o «rib e reñ o » .
La ex p resió n es vieja, p e r o más p ro p ia m e n te
habría d e hablarse d e «riberas».
II
H ay, en efecto, un d o c u m e n to en q u e se
dan los fuegos d e los p u e blos q u e c o n stitu ­
yen la «Ribera» de la m erin d ad d e Estella, de
1330, en el q u e q u e d a n incluidos todos estos,
d e n s o s sin dud a: « A n d io n » , «L arraga»,
«B ervinfana». « M iranda», «Falces», «Fu­
n e s » , « M ir a g lo » , « C a s a n u e v a » , « V illanueva», «A fagra», «San A drián», «A ndossieylla», «Carear», «Lerin», «Sesm a», «M end a v ia » , « L i f a g o r r i a » , « A l m u n f a » , «El
B usto», «Luquiayn», «B arbarin», «A rroniz»,
«A reyllano», «D icastieyllo», «Ayllo», «Leorin», «A verin», «Echavarri», «V illatuerta»,
«O tey^a», «Baygorri», « A rtaxona», «Taffaylla» 6. Esta «Ribera» llega al E b ro p e ro tiene
dos ejes, de N o r t e a Sur, e n las del Ega y el
A r g a 7, pasados los valles y u n a serie de
p u e blos al O e s te , e m p e z a n d o p o r la Solana.
Es curioso com pararla con la del «m onedage»
de 1350, en l a q u e están tam bién los p u e b lo s
d e más al O e s te , de V iana y Laguardia, etc. 8.
En 1366, se separa bien «La Solana», con
« H a r r o n i z » , « A r e illa n o » , « D ic a s tie illo » ,
«Ayllo», « M o re n tin » , «A verin», «M uniayn»,
«Baygorri», «Leorin», «A yegui», «Echaverri», y «Carapuz» 9, de la «Val d e Santesteban» y otras; en la «Ribera» se colocan:
« O te ifa » , «V illatuerta», «Larraga», «Bervinfana», «M iranda», «Falces», «Peralta», «Fu­
nes», «M iraglo», «A fagra», « A ndosiella»,
«Sant A drián», «C arqarr», «Lodosa», «M endavia», «Liyagorria», «El B usto», «Sesm a»,
«Lerin», «Los A rrq u o s y sus aldeas», luego
otro s pueblos de más al O e s te 10. Son siem ­
p re varias «riberas». Es difícil d e te rm in a r qué
sentido etnográfico prim itivo han ten id o los
hechos contrastados d e vivir en valles o en
riberas.
N o cabe du d a de q u e la zona de los valles
del N o r t e y d e la pa rte m edia ha sido, en
374
c o n ju n to , el re d u c to del vasco. N o cabe
duda, tam poco, de q u e en los p u e b lo s de
rib e ra del lado más occidental aún se c o n s e r­
van n o m b re s vascos con carácter más o m e ­
nos claro, p e ro con do m in io de lo rom ance;
Lazagurría y M endavia serán dos eje m p lo s
curiosos. P e ro en los tiem pos o scuros d e la
R e c o n q u ista navarra d e la pa rte occidental,
cu a n d o se llega a rec o n q u ista r C alahorra y el
Ebro, estos p u e blos q u e q u e d a n sobre el gran
río y d e b a jo d e los valles y m o ntañas parecen
haber sido ya rom ances en esencia. Luego la
población se hace densa. En 1330 sólo en la
«R ibera» citada y en tre in ta y siete poblacio­
nes hay 7.105 fuegos, cifra q u e c o n tra sta con
las p o steriores, de 1350 y 1366 m u c h o más
bajas 11. H a y núcleos g randes c o m o A rta jo n a
con 1171 q u e bajan a 191 en 1366. Lerin de
549 baja a 218, etc. 12. En c o n ju n to , au n q u e
sobre to d o en la pa rte se p tentrional, pegada a
los valles hay pue b lo s de pocos fuegos, p u e d e
decirse q u e los núcleos de las riberas son más
densos y más distantes e n tr e sí q u e los de los
valles y además c o n c en tra d o s o c o n g lo m e ra ­
dos. P ue d e , pues, decirse en síntesis q u e el
navarro m edieval de la «Ribera» es un h o m ­
b re más «urbano» q u e el navarro m edieval
de los valles, q u e vive en núcleos p e q u e ñ o s,
en form a de aldeas p o r lo general o en p u e ­
blos-calle. Lo q u e e sto re p re s e n ta e n la form a
de los asentam ientos ya se indicará en m u ­
chos casos; y lo q u e ha influido en la vida del
lenguaje y de las c o stu m b re s en g eneral es
obvio. El navarro d e habla vasca ha sido e n la
Edad M e d ia poco amigo d e las c o n c en tra c io ­
nes urbanas. La ten d e n c ia a la urbanización
dada e n é p oca ro m a n a vuelve, c o m o se ha
indicado en los capítulos p rim e ro y segundo
de la p rim e ra parte; y vuelve e n pa rte p o r
presió n gu b e rn a tiv a (real) y con influjo de
g e n te d e fuera, a u n q u e e n el e x tre m o Sur
haya habido u n a continuidad u rb an a mayor.
H ay q u e señalar, p o r últim o, q u e la c o n e ­
xión ec o n ó m ica de los valles con las riberas
en la m e rin d ad no se señala de un m o d o tan
neto y preciso c o m o la q u e se ve siem pre
e n tre los altos valles pirenaicos y la ribera del
A ragón hasta la B a rd e n a y el Ebro. A q u í no
se dan las grandes rutas trashum antes, ni el
c o m ercio de m adera a lo largo d e los ríos
alm adieros, ni otros rasgos q u e c onectan la
m erin d ad d e Sangüesa con la de T u d e la, la
alta m o n ta ñ a y el valle del Ebro. Las co n e x io ­
nes son más oscuras.
NOTAS
1. P artid a II, títu lo IX , ley 2 3 , «Los c ó d ig o s e sp a ­
ñ o les c o n c o rd a d o s y a n o ta d o s...» II, p. 3 7 4 , a-b. Y anguas « D iccio n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , II, pp. 322 - 323.
« F u e ro G e n e ra l» , lib ro III, títu lo IV , ley IV (p. 59, a),
ed. cit. D u C an g e, G lo ssa riu m ...» IV , cois. 3 5 1 -3 5 2 , s.
v. « m a jo rin u s» .
2. « C atálo g o del A rch iv o G e n e ra l» , I, p. 241 (n .°
525), 1287. V éase la voz m e rin d a d y las d e m á s en el
ín d ice d e m a te ria s d el m ism o « C a tá lo g o ...» , to m o s I,
X V I, pp. 155 a - 157, a.
3. « C atálo g o del A rch iv o G e n e ra l» , I. pp. 2 9 8 2 9 9 (n .°s 6 6 6 y 6 6 8 ), 1307.
4. « D ic c io n a rio trilin g ü e ...» , II, p. 8 6 , a.
5. V e r ta m b ié n p a rte octava, c a p ítu lo p rim e ro .
6. J. C arrasco P érez, «La p o b lac ió n ...» p. 2 2 7 303 (n .°s 1 - 36).
7. Los p u e b lo s del A rga pasan a la m e rin d a d d e
O lite , c o m o se verá. T a m b ié n los del C id aco s.
8. J. C arrasco P é re z , «La p o b la c ió n ...» , p p . 307 3 5 7 , lu eg o se señalan los valles.
9. J. C arrasco P érez, «La p o b la c ió n ...» , pp. 592 594 (n .°s 59 - 70).
10. J. C a rrasco P érez, «La p o b la c ió n ...» , pp. 6 1 6 6 3 2 (n .°s 146 - 165).
11. J. C arrasco P érez, «La p o b la c ió n ...» , p. 119.
12. J. C arrasco P érez, «La p o b la c ió n » , p. 120.
375
C A P IT U L O II
EL VA LLE DE G O Ñ I
1)
2)
Las cinco villas del valle de Goñi.
Azanza, Aizpun, Urdanoz, Goñi y Munarriz.
En el e x tre m o N o r d e s te d e la m erindad
de Estella y c o n s titu y e n d o en p a rte u n a alti­
planicie ro d e a d a de alturas, se hallan las cinco
villas del valle d e G oñi, que, en sí, es un valle
de caracteres m uy peculiares d e n tr o de la
variedad de circunscripción q u e se llaman
«valle» o «val» en te rrito rio navarro. Estas
villas se d istribuyen hoy en una especie de
ca rre te ra d e circunvalación con una extensa
llanura al centro. En o tro tie m p o se m arcan
más dos cam inos de N o r t e a Sur y uno
occidental, o tro oriental.
«G oi» es un e le m e n to q u e aparece en
m uchos to p ó n im o s y q u e q u ie re decir parte
alta o su p e rio r 1. El n o m b re del valle de
« G o ñ i» , p o r varias razones, ha de te n e r qu e
ver con este ele m en to . P o rq u e en p rim e r
té rm in o e n d o c u m e n to s m edievales del X IV
aparece la grafía « G o y n n y » 2. Más rara y
enigm ática es la de « G o n n in » 3. A ntes, en
1280, «G oyni» 4. En se g undo lugar, el valle
de G o ñ i en sí, está muy alto en relación con
los q u e le rodean. En efecto, es una entidad
administrativa y ec o n ó m ica q u e d e sd e el siglo
X I V p o r lo m en o s se llama de las «cinco
villas del valle de G o ñ i» . E xam inando sus
límites, el trazado de las carreteras y su d é b i­
lísima red lluvial, se ve claro c ó m o p o r los
cuatro costados está ro d ea d o de alturas; más
grandes y cerradas al O e ste, algo más débiles
al N o rte. En general, rebasan los mil m e ­
tros 5.
Los pueblos q u e d a n en los p u n to s más
bajos, qu e pocas veces son inferiores a los
800 m etros y a una distancia parecida e n tr e
sí, salvo el m ism o de G o ñ i q u e está algo más
separado, hacia el N o rte .
En cualquier caso, y e n d o de Estella o de
Pam plona, hay q u e subir p u e rto s ásperos y
zigzagueantes para e n tra r en el valle. A rra n ­
cando del N o rd e s te , d e las orillas del A raquil
(a 423 m etros po r Anoz) se sube p r o n to p o r
encim a d e los 900. Y de tierra de Estella, de
los alre d ed o re s de M uez, a 528, tam bién se
llega p r o n to a cotas de 900. Las tierras más
cultivadas son las más bajas y próxim as a los
p u e blos q u e se hallan en un p ro c e s o d e de c a ­
dencia absoluto. El valle, en c o n ju n to , consta
de 4 .2 6 0 ’0 7 ’50’ h e c tá r e a s 6 y cada p u e b lo
tiene una p ro p o rc ió n distinta d e ellas con
arbolado; robles y hayas, q u e de com ienzos
de siglo a hoy han dism inuido m ucho. H ay
térm inos «faceros» de pueblos colindantes y
con valles vecinos. (Fig. 418).
379
G o ñ i aparece e n 1802 c o n 180 habitan­
tes 9. A izpún c o n 100 10, Azanza c o n 2 0 6 11,
M u n árriz con 310 12 y U r d á n o z con 143 13.
Es decir, q u e al final del A ntiguo R é g im e n el
valle tenía 948 habitantes. P o r los años en
q u e D o n Ju lio d e Altadill com piló los datos
para su G eografía, más d e un siglo después,
tenía 784 y la m e r m a la señala con re sp e c to a
1900 en q u e contaba con 8 0 4 y 1886 en
q u e se fijaba en 846 ,4.
El valle tiene un m o m e n to «fuerte» a
fines del siglo X V II I , lo cual se c o m p ru e b a
claram ente e n la arquitectura, c o m o se verá.
M adoz da los estados siguientes:
Fig. 4 1 8 .- E l Valle de G oñi.
v ecin o s
Pese a la frialdad del clima, a la p o b rez a
aparente de la tierra y a lo no m uy dilatado
de la m ism a el valle de G o ñ i ha ten id o una
vida bastante m ovida hasta el siglo X I X . En
1280 aparecen p e c h an d o juntos «G o y n i» ,
« H u rd a n o z » y «A izpun». « A m unarriz» y
«Asan^a» p o r separado 7. En el apeo de 1366
los pue b lo s com o «cinquo villas (et G uessallaz») dan:
Goynny
U rd a n o z
A yzpun
Açança
M unarriz
1)
2)
3)
4)
5)
A izpún
Azanza
Goñi
M unárriz
U rd á n o z
16
34
16
64
30
h a b ita n te s
82
193
160
265
137
15
16
17
18
19
837
Es decir, q u e d e sd e la term inación de la
p rim e ra g u e rra civil a diez años de sp u és de
q u e concluyera la segunda, la p oblación no
había cam biado m ucho. Sí o tro s e le m e n to s
básicos d e la vida hum ana. P o rq u e el príncipe
B o n a p a rte en su m apa d e 1863 p o n e a todos
los vecinos del valle c o m o vascófonos y ha­
blando un subdialecto altonavarro-m eridional.
fuegos
15
14
12
11
19 8
S e ten ta y un fuegos, q u e serían otras
tantas casas familiares. Esta p r o p o rc ió n h u b o
de m a n te n e rs e bastante a lo largo d e los
siglos, com o o c u rre en o tro s valles y cendeas
d e la zona central de N avarra, d o n d e fuegos,
casas y habitantes han m a n te n id o un equili­
brio raro hasta nuestros días.
P e ro G o ñ i m ism o pare c e q u e ya ento n c e s
estaba en el límite «fuerte» de la vascofonía y
lo q u e q u e d a b a más al sur q u e d a b a en una
z ona de desaparición 20. Al paso q u e va, en el
valle p r o n to no se oirá voz h u m a n a e idiom a
conocido.
II
S u b ie n d o de Anoz, del N o r d e s te , al valle
de G o ñ i y d e ja n d o un ramal, el p rim e r p u e ­
blo es Azanza, q u e está situado al pie d e unos
380
altos q u e lo flanquean p o r el Este 21. En 1802
se le da n 2 0 6 habitantes p e ro no se dan
casas 22. M adoz le asigna 193 habitantes y 34
casas «d e b u e n a fábrica» 23 y Altadill 168
habitantes y 46 c a s a s 24. H o y no q u e d a n
arriba d e och o familias m utiladas y hay m u ­
cha casa en ruinas.
El n o m b re del p u e b lo p ien so q u e es
abundancial de col o b erza («aza») y qu e
p u e d e c o m pararse con los castellanos de Berzosa, q u e se r e p i t e 25, B e rc e d o y otros.
Azanza d e s d e la p rim e ra m itad del siglo X I V
fue núcleo que, adem ás de pastos y bosques,
e xplotaba la p ie d ra y losa d e la Sierra de
Sarvil, lo cual le c o n c e d ie ro n p o r 300 sanchetes, D o n Felipe d e E vreux con su m u je r
D o ñ a Juana; p e ro los reyes se rese rv aro n el
v e n d e r en la com arca los d e re c h o s de los
m ism os pastos, losa, p ied ra y leña 26.
Parece, pues, q u e el c o n s u m o de la losa
c o m o material d e c o nstrucción es viejísimo,
así c o m o la práctica de hacer corrales de
piedra. El m o n te Sarvil o Saravil q u e d a fuera
del límite del valle hacia el valle de Echauri,
q u e está debajo. Los pue b lo s q u e lo apro v e ­
chaban eran Echauri, Ibero, Izcue, M uniain,
Ciriza y Azanza p o r el o tro lado. H a b ía y hay
bordas y guardas rurales (d e re c h o de costería).
Las casas de Azanza están en la ladera y a
m ed ia altura q u e d a una iglesia ro b u sta con
añadidos y no lejos de ella una to rre todavía
en pie. Se ve q u e el p u e b lo ha usado de las
c ubiertas d e p ied ra en lajas n o rm a lm e n te ,
au n q u e e n las casas g randes a veces se usó la
teja en trozos m ayores o m en o re s, d e sd e el
siglo X V III.
Las peculiaridades qu e p u e d e n notarse en
el valle se sintetizan en lo q u e cabe ver en
Azanza, en q u e c o m o siem pre, un núcleo
in te resa n te lo da lo m edieval tardío y o tro lo
dieciochesco.
En Azanza, e n efecto, hay una torre-palacio casi desh ec h a y o tra to rre gótica en m e jo r
estado. T odavía q u e d a n , además, bastantes
edificios con lajas de piedra (fig. 419) en el
tejado y las huertas con cercos de piedra
curvos abundan c o m o e n o tro s p u e blos del
valle, c o m o se ve en la foto de la fig. 4 2 0 en
q u e a la izquierda aparece una de las torres,
siendo tam bién la iglesia un edificio con aire
de fortificación c o m o en tantos otro s p u e ­
blos.
E n Azanza, tam bién, hay una casa vacía,
d e tres viviendas, hecha c o m o otras varias
g randes del valle a fines del siglo X V II I . En
un a p ied ra q u e estaba sobre la p u e rta princi­
pal y q u e ahora c onserva el d u e ñ o e n su
in te rio r se lee:
ESTA C A S A H I Z O
A C E R F R A N C IS C O
J A V IE R ID G O Y A Y M A
N U E L A ID J I M E N E Z
A Ñ O ID 1794
El apellido G o y a a b u n d a p o r esta tierra.
La casa es sobria de líneas, p e ro tiene interés
c o m o las hechas en serie en los valles se p ­
tentrionales contiguos.
Al O e s te d e Azanza, sobre un afluente
del Araquil, q u e d a Aizpún. «A izpún» es un
n o m b re q u e parece c o m p o n e rs e d e «aitz»
«atx», peña. Pero el c o m p o n e n te final es
dificultoso de i n t e r p r e t a r 27. En las antiguas
nóm inas d e tributaciones sale « A zpun» (en
12 80) 28. Luego «A yzpun» 29, con doce fue­
gos en 1366. «Pun» en algunos to p ó n im o s
rom ances sale en formas tales c o m o «Villa de
Pun» 30, «Villapuni» en Valdegobia.
En Aizpún vuelve a rep e tirse la im agen
de decaim iento actual con cierta riqueza m e ­
dieval y dieciochesca. A la e n tra d a del p u e ­
blo, en la carretera, hay edificios sólidos,
severos, p e ro no muy destacables (fig. 421).
En cambio, o tro con to rre gótica y palom ar y
una parte rectangular más baja es franca­
m en te notable (foto de la fig. 422). A ún hay
otra casa en que un c u e rp o antiguo en form a
de to rre m odificado se c o m bina con o tro
c u e rp o de fachada con b u e n a cantería y gran
arco central de e ntrada (foto de la fig. 423).
En fin q u e d a un gran palacio de líneas muy
sobrias al estilo de los de la c e n d e a de Olza 31. (fig. 424).
H ay q u e c o n je tu ra r q u e h u b o un m ae stro
c a ntero o una cuadrilla d e éstos q u e , e n el
m ism o m o m e n to en q u e en el Baztán y otro s
valles septentrionales trabajaron para p e rs o ­
nas enriquecidas en el c o m ercio y otras acti­
vidades, en distintas pa rte s de E spaña y d e
A m érica, hicieron estas casas palacianas, más
o m e n o s hidalgas, p e ro no siem pre d e los
linajes más a n tiguam ente conocidos e n el
país.
U rd á n o z q u e d a al S u d oeste de Aizpún. Es
un p u e b lo con la iglesia ligeram ente más alta
q u e el resto, con casa rectoral al lado. C o n no
381
más de catorce casas. A lguna g ra n d e q u e
re c u e rd a a las de fines del X V III de A izpún y
vestigios d e u n a to rre con palom ar q u e d e b e
c o rr e s p o n d e r al antiguo palacio de U rd á n o z
q u e d u ra n te el siglo X V I p e rte n e c ió a una
ram a d e los G o ñ i y q u e todavía e n 1723 es
d e G raciosa d e G oñi, luego p o r alianza d e los
D iez d e U lz u rru n y de los L a r r e a 32. Este
palacio d e U rdánoz aparece en el índice de
Azcárraga 33. T a m b ié n los dos d e G o ñ i arrui­
nados desde hace m ucho; p o r q u e el dicciona­
rio d e 1802 dice: «en un sitio de su térm in o ,
q u e form a c o m o un a pirám ide, se ven vesti­
gios de fosos, garitas y casas. Llámase G o ñ ic o
G astelua, castillo d e G oñi». M ás abajo añade:
« O tr o palacio hay tam bién a rruinado de los
ascendientes del d u q u e de G r a n a d a 34. U n o
era el llamado «Palacio V iejo», el o tro , el
llamado «Palacio de San M iguel». En el ín­
dice de Azcárraga hay cuatro blasones. U n o
de «el Palacio d e G o n n i» 35. O t r o del «Pala­
cio de G o ñ i 36. U n te rc e ro d e «el Palacio de
San M iguel en G oñi, fecho p o r el e m p e ra d o r
Carlos» 37 y po r últim o el de «M artín de
G oñi» 38. El palacio d e San M iguel e ra la casa
Larraya o Larrainnagusia, erigida en palacio
en 1517 39. H a y alguna inform ación vieja q u e
c o rre s p o n d e al m i s m o 40. P or lo dem ás en
G oñi, q u e es el pu e b lo más se p tentrional del
valle, hay algunas casas con e le m e n to s g ó ti­
cos 41.
T e rm in a m o s el rec o rrid o en el núcleo
más denso. M unárriz es un p u e b lo q u e en
1802 todavía se den o m in a, tam bién, «A m unarriz» 42. El n o m b re « A m unna» es m uy c o ­
rriente en la Edad M e d i a 43 y hace m u ch o
q u e al estudiar el sulijo «-iz» lo c onsideré
aprovechable para fijar la relación del sufijo
con n o m b re s d e p e r s o n a 44.
Altadill le daba sesenta y cu a tro casas con
223 h a b it a n te s 45. H a b ía dism inuido m u ch o
d esde 1802 en q u e se registran 310 p e rs o ­
nas 46. D e n tr o del valle tenían un e statuto
especial, p o rq u e ya en 1253 T e o b a ld o II le
c onfirm ó los lu ero s y e x e n c i o n e s 47, y más
tarde siguió la causa de J u a n II c o n tra el
Príncipe d e Viana, po r lo q u e el rey, en
1457, le concedió p e rp e tu a libertad d e p e ch a
e hizo a todos los vecinos «puros e claros
infanzones». P o r el d o c u m e n to q u e los eleva
a esta categoría se ve q u e en M unárriz había
una fortaleza q u e fue d e fe n d id a p o r los veci­
nos y q u e el p u e b lo q u e d ó casi to ta lm e n te
d e s t r u i d o 48. P o r o tro d o c u m e n to d e 1451 se
382
ve tam bién q u e los p u e b lo s p ró x im o s seguían
b a n d o co n tra rio y le hostilizaban 49.
En M unárriz p u e d e decirse q u e , c o m o en
o tro s p u e b lo s del valle, hay tres clases de
edificios, a te n d ie n d o a fechas:
1.°)
T o r re s d e piedra, a m o d o d e palo­
m ares, c o n c u e rp o s añadidos p o s te ­
riores. T ip o d e fines d e la Edad
M edia; acaso p o s te rio re s a la d e s­
trucción a q u e se hace referencia en
el d o c u m e n to d e 1457.
2.°)
Casas bajas, renacentistas tardías o
barrocas.
3.°)
Casas g randes d e varios pisos, de
fines del siglo X V II I , c o m o las ya
citadas de Azanza.
D e torres hay b u e n o s eje m p la res, aun q u e
no sean tan sobresalientes c o m o los d e otros
valles. P or e je m p lo , la de la fig. 425, q u e r e ­
c u e rd a a las de Echauri y zonas colindantes.
Hay otros edificios en m u ch o p e o r es­
tado, q u e c o rre s p o n d e n a esta m ism a c o n c e p ­
ción de to rre -p a lo m a r de infanzones anti­
guos, c o m o se p u e d e ver en las lotos d e las
figs. 4 2 6 y 427; sobre to d o en la prim era.
D e s p u é s y pese a haber sido del ban d o agram o n té s que, en última instancia, fue el q u e
p e rd ió al tie m p o de la anexión 50, M unárriz
tuvo m o m e n to s de p rosperidad evidente,
co m o se ve en algunos edificios.
Al tipo se g u n d o indicado c o rre s p o n d e n
un edificio público y o tro privado, p o r lo
m enos. H ay una casa del C o n c e jo o p o r
m e jo r decir del p u e b lo , q u e tiene un a fa­
chada irregular con un arco de trece dovelas,
dos ventanas a los lados y encim a tres, con un
blasón a m an o d e re c h a d e la central, e n q u e
se lee: «SO I DEL L U G A R D E M U N A R R I Z
Y SU S V E C I N O S I M O R A D O R E S » .
H o y se halla m uy refo rm a d a (foto de la
fig. 428).
T a m b ié n hay una he rm o sa casa a b a n d o ­
nada, con arco de trece dovelas asimismo,
colocado a un lado, pu e s tiene dos ventanas a
m an o d e re c h a y sólo o tra a la izquierda, con
sillería q u e no parece h aberse concluido, un
blasón y la inscripción siguiente:
SOI IB J U A N / J O S E F A S C A R / ATE
I SU S D ES /. 51 (fotos de las figs. 4 2 9 y
430.
P o s ib le m e n te la casa concejil y ésta son
de la m ism a m ano.
H u b o en este p u e b lo , e n el siglo X V III,
un m o m e n to d e tardío e s p le n d o r q u e hay
q u e averiguar a qu é fue d e b id o y al q u e
siguió la decadencia, in in te rru m p id a desde
m ediados del X I X a acá.
Así se rep ite en m ayor p ro p o rc ió n q u e en
otros pue b lo s cercanos el tipo de casa de
grandes plantas, alzada y fachada, d e tiñes del
X V III, c o m o la de la foto de la fig. 431. Esta
tiene fecha de 1790 y un e scu d o con la
disposición siguiente:
Fig. 4 1 8-bis.-Escudn de casa de M u n á rriz.
O tr a casa de este tipo (foto de la fig. 432)
tiene un a fachada lateral c o n una curiosa dis­
tribución de huecos.
Y aún las hay de más amplias d im ensiones
y distribución de huecos algo irregular q u e
c o rre s p o n d e n a una m ism a épo c a (fotos 433
y 434).
En fin, hay una casa q u e destaca p o r la
magnífica p ied ra de sillería, las rejas y el
blasón q u e ado rn a n su fachada, q u e tiene el
caballete del tejado en hastial al estilo de los
caseríos atlánticos y un ala lateral c o n p ied ra
de c u e n ta tam bién, una reja más p e q u e ñ a y el
c om ienzo de un arco. Está habitada (fig. 435),
y parece del siglo X V III: acaso a n te rio r a las
ya m encionadas.
El aban d o n o en qu e está sum ido el p u e ­
blo fue causa de qu e en la é p o c a en q u e D o n
J. E. U ranga lo recorrió para fotografiar lo
más notable q u e en él salta a la vista, p u d ie ra
ver en m ayor abundancia q u e hoy los tejados
hechos d e grandes lajas d e piedra, c o m o los
de las fotos 4 3 6 y 437. T a m b ié n estructuras
curiosas en los agregados y d e p e n d en c ias (fo­
tos 4 3 8 y 439). Este valle de G o ñ i tan e x ­
traño d e n tro del pa n o ra m a geográfico nava­
rro, po r su hidrografía poco precisa, p o r su
altura en m edio d e tierras más bajas, po r su
vegetación y clima 52, resulta tam bién enig­
mático a causa d e las huellas q u e q u e d a n de
una historia social y e c o nóm ica qu e en nada
c o rre s p o n d e con el decaim iento actual.
NOTAS
1. M ich elen a, « A p e llid o s vascos», p. 9 6 n.° 284.
2. J. C arrasco P é re z , «La p o b la c ió n ...» , p. 5 8 7 , a
(n .° 26).
3. J. C arrasco P é re z , op. cit. p. 3 7 0 (n .° 186).
4. Z a b a lo , «El re g istro ...» , p. 78 (n .° 66 6 ): « p e ita
d e G o y n i» .
5. El cro q u is se h a h e c h o so b re las h o ja s 114 y
115, 140 y 141 del m ap a 1 :5 0 .0 0 0
6. A ltadill, II, p. 583.
7. F. Z ab alo . «El re g istro ...» , p. 78 (n .° 66 6 ).
8. J. C arrasco P é re z, «La p o b la c ió n ...» p p . 5 8 7 , a 5 8 8 , a (n .°s 2 6 - 3). « D icc io n a rio d e 1 8 0 2 , I. p. 3 0 5 , b.
9. « D ic c io n a rio ...» , d e 1802, I, p. 3 0 5 , a.
10. « D ic c io n a rio ...» , cit. i, p. 12, b.
11. « D ic c io n a rio ...» , cit. I, p. 137, a.
12. « D ic c io n a rio ...» , cit. II, p. 4 1 , b.
383
13. « D ic c io n a rio ...» , cit. II, p. 4 1 1 , b.
14. II, p. 583.
15. I, p. 176, b.
16. III, p. 2 0 7 , b.
17. V III, p. 4 4 5 , b.
18. X I, p. 6 8 2 , b.
19. X V , p. 2 2 2 , b.
20. V in so n , «E ssai...» I, p. 321 (n .° 330).
21. H o ja 140 d e l m a p a a escala 1 :5 0 .0 0 0 .
22. « D ic c io n a rio ...» d e 1 8 0 2 , I, p. 137, a.
23. M ad o z, III, p. 2 0 7 , a.
24. II, p. 584.
25. M adoz, IV , p p . 2 8 3 , b - 2 8 4 , b.
26. « C atálo g o d e l A rch iv o G e n e ra l...» , I, p
(n .° 9 3 9 ). Y anguas, « D icc io n a rio d e a n tig ü e d a d e s
p. 326.
27. M ich elen a, « A p ellid o s v asco s...» , p. 41 (n .°
21) no lo trae. Sí varios e n «A izp» « A zp».
28. Z ab alo . «El re g istro ...» , p. 78 (n .° 66 6 ).
29. C arrasco , «La p o b la c ió n ...» , p p . 3 7 0 (n .° 188),
587 (n .° 28).
30. « C a rtu la rio d e San M illán » , p. 55 (n .° 4 5 ),
948.
31. V e r ta m b ié n fo to d e « Itin e ra rio s p o r N a v a ­
rra» , I, p. 85.
32. M a rtin en a , «P alacios cabo d e arm e ría » , II, p.
4.
33. fol. 9 2 , 5, el «P alacio d e U rd á n o z » .
34. D ic c io n a rio d e 1 8 0 2 , I, p. 305.
35. A zcárraga, fol, 104, 1.
36. D istin to . L ino es d e o ro c o n cru z llana ro ja
con cin co p an ele s d e p lata. El o tr o ro jo c o n tres ru ed a s
d e o ro u n a so b re o tra. A é ste , a v eces, se le p o n e o rla
d e o ro co n aspas rojas.
37. A zcárraga, fol. 7 9 , 4.
38. S e ñ o r del palacio d e Salinas e n 1488. V éase
Y anguas « A d icio n es» , p p . 151 - 152.
384
39. Y an g u as, « A d icio n e s» , p. 188.
4 0 . P a re ce q u e e n 1715 to d av ía su b sistía la fa­
c h a d a co n el e sc u d o y q u e al la d o h ab ía u n palacio
n u ev o . En 1685 el an tig u o e sta b a h a b ita d o y re c ib ía el
n o m b re d e «P alacio d e l c a b a lle ro d e la R ev e la c ió n de
San M ig u el» . A lu sió n a D . T e o d o sio d e G o ñ i y su
ley en d a . J u lio C a ro B a ro ja , «La le y e n d a d e D o n T e o ­
d o sio d e G o ñ i» e n « R ito s y m ito s e q u ív o co s» (M ad rid ,
1974) p. 162 e sp e c ia lm e n te . V e r ta m b ié n M a rtin e n a ,
«P alacios c a b o d e arm e ría» II, p. 4.
41.
P lan o d e A ltadill, II; p. 5 8 3 . La iglesia v ieja
tie n e ta m b ié n a sp e c to d e fo rtificació n . F o to e n « Itin e ­
rario s p o r N a v a rra » , o. p. 87.
4 2 . « D ic c io n a rio ...» , d e 1802, II, p. 4 1 , a.
43.
M ic h ele n a , « A p e llid o s vasco s» , p . 4 5 (n .° 4 4).
4 4 . C a ro B a ro ja , « M a te ria le s...» , p p . 102 - 106.
M ich e le n a. « A p e llid o s...» , p. 109 (n .° 34 7 ).
4 5 . A ltad ill, II, p. 584.
46. D ic c io n a rio d e 1 8 0 2 , II, p. 4 1 , b.
4 7 . « C a tá lo g o d e los ca rtu la rio s re a le s» , p. 225
(n .° 4 4 6 ). Y an g u as, « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» II,
p. 4 3 6 .
4 8 . « C a tá lo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , X L V II, p.
4 2 2 (n .° 9 6 3 ). Y an g u as « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a d e s»
II, p p . 4 3 6 -4 3 7 , co n re fe re n c ia a co n firm a c io n e s, etc.
4 9 . « C a tá lo g o d el A rch iv o G e n e ra l» X L V II p.
127 (n .° 290).
50. O b s é rv e s e q u e e n 1511 p ag ab a u n a p e c h a al
je te d e l b a n d o D o n Luis d e B e a u m o n t: Y an g u as « A d i­
cio n es» p. 214. T a m b ié n q u e C arlo s V h ace palacio a la
casa d e L arrain ag u sia e n 1517, q u e sin d u d a ta m b ié n
e ra b e am o n te sa.
51. La F y la E van unidas.
52. « Itin e ra rio s p o r N a v a rra » , I. p p . 87 - 89.
Fig. 4 1 9 .-C a sa con lajas de piedra en el tejado. Azanza,
Fig. 4 20.-V ista genera! de Azanza.
385
386
387
425
Fig. 4 2 5 .-Torre-palomar de M unarriz.
Fig. 4 2 6 -T o r r e de M unarriz.
Fig. 4 2 1 .-C a sa con palomar. M unarriz.
Fig. 4 2 8 ,-C a sa m unicipal de M unarriz.
388
389
Fig. 4 2 9 .-C a s a blasonada. M unarriz.
Fig. 4 3 0 ,-D eta lle de la casa blasonada. M unarriz.
Fig. 4 3 1 --C asa de fin es del siglo XVI I I . M unarriz.
Fig. 4 3 2 .-C a sa dieciochesca. M unarriz.
390
431
■■■■■i
■\
.J>, r .:
432
391
u n a rm .
Fig. 434.-C asa de M u narr iz.
392
Fig. 4 3 5 .-C a sa de M unarriz.
Fig. 4 16.-C asa con lajas de piedra en el tejado. M unarriz.
393
394
439
Fig. 4 3 7 --Otra casa con lajas de piedra en el tejada. M unarriz.
Fig. 4 3 8 .-Puerta con tejaroz. M unarriz.
Fig. 439 -Puerta de cuadra. M unarriz.
395
C A P IT U L O III
LA S A M ESCO A S
1)
2)
3)
Generalidades sobre las Améscoas.
Los núcleos de Améscoa Baja.
Los de Améscoa Alta.
El n o m b re d e A m éscoa, A m ézcoa o las
Am ézcoas, está asociado a las leyendas que, a
partir de un m o m e n to de la Edad M edia final,
se elaboran en to rn o a los orígenes de la
m o n arq u ía navarra. D e ac u erd o con ellas, la
institución m onárquica dataría de poco de s­
pués de la invasión m usulm ana. Estas leyen­
das hacen a un p rim e r rey de la tierra señor
de A bárzuza y A m ézcoa precisam ente. El
P adre M o re t las recogió a p u n ta n d o d ó n d e
surgen y relacionándolas con textos de algún
m ayor valor 1.
N o hace falta recurrir a testim onios le­
gendarios y p ro blem áticos para te n e r idea
justa d e qu e el territo rio está d e te rm in a d o
c o m o entidad bien definida para el h o m b re
en fechas rem otas de la Edad M edia, fechas
en q u e los pue b lo s q u e lo constituyen apare­
cen tam bién con algunos de los rasgos q u e
los distinguen todavía. Así, en una donación
de Sancho d e Peñalén al m onasterio de Irache del año 1067 se habla de la «villa quod
vocitant H e rd o iz a in regione cui n o m e n est
A m eskoa» 2. H o y es despoblado.
Los p u e b lo s tam b ié n aparecen a veces, sin
referencia a la tierra, en d o c u m e n to s de fines
del siglo X I y com ienzos del X II en el m ism o
cartulario. Así, «Aranarax» y Eulate 3. T a m ­
bién hay referencias a la tierra en colecciones
diplom áticas de otras iglesias, c o m o la c a te ­
dral de Pam plona. En 1126 se r e g i s t r a - p o r
e je m p lo - una donación a Santa M aría del
m onasterio d e Santa M aría d e U rra, en
A m éscoa 4.
P or o tra parte, Eulate, Larraona y «Aranarach» ya aparecen fo rm a n d o g r u p o en d o ­
c u m e n to de 1336, en q u e se le d e fie n d e de
ciertos colectores o «cogidores» d e rentas 5.
En una división comarcal de 1291, según la
da V icente Bielza de O ry en su im p o rta n te
m onografía «Tierra Estella», estos pueblos se
consideran c o m o «A ranna» 6. P e ro de sp u és
se incluyen en A m ézcoa o A m éscoa e n la
form a q u e nos es conocida hoy.
«La «Peita de A m éscoa» se da global­
m e n te en 1280 7. En 1366 «Val d e Am escoa» aparece con « A rtafa», «G oyllano»,
« V a q u e d a n o » , « H u rra » , « O rd o y z » , « £ u d a yri», «V arindano», «Efala», «Sant M artin»,
«Eulate», «Aranarach» y «L arrahona», con
c iento tres fuegos en total 8. N o hay, pues, la
distinción e n tre A m éscoa Baja y Alta, q u e
parece d educirse de otros d o c u m e n to s y q u e
tiene un fu n d a m e n to geográfico.
A lo largo de la fro n te ra se p tentrional de
la m erindad hay un macizo m o n ta ñ o so bas­
tante ancho y sólo p o b lad o po r pastores, sin
núcleos urbanos, ni p,equeños, ni grandes. Es
399
La gran e xtensión q u e ocupan las sierras
q u e q u e d a n al N o r t e sin poblaciones lijas
asentadas, hizo siem pre q u e fueran c o n sid e ­
radas peligrosas d e s d e el p u n to d e vista de la
seguridad hum ana. U n a ru ta antigua parece
h a b e r arrancado d e la e n crucijada de Estella
hacia el N o r te , p o r la m argen del U re d e rra ,
llegando p o r el p u e rto d e B a q u e d a n o al raso
de Urbasa. O t r a seguía p o r el B iarra hacia el
O este. La relación d e los pue b lo s d e las
A m éscoas con las dos es clara. T a m b ié n lo es
la de los antiguos linajes d o m in a n te s de ellos.
En suma, m ientras q u e el valle de G o ñ i
q u e d a c o m o aislado en el flanco oriental de la
m erin d ad , las Am éscoas han sido sie m p re un
p u n to d e paso, d e cierta im portancia bélica,
c o m o se vio en la p rim e ra g u e rr a carlista 12.
C u a n d o la pa rte del valle de A rana d e jó de
ser N avarra, las Am éscoas q u e d a ro n com o
f ro n te ra peligrosa con el reino de Castilla.
Sus habitantes fu ero n o b je to d e ataques y
«afruentas»; en consideración a la vida peli­
grosa y sacrificada qu e llevaron, e n 1466 se
les concedió una reducción de cuarteles,
co m o a los vecinos d e otros valles fro n te ri­
zos, con la idea de fo m e n ta r el a u m e n to de la
población 13. Más tarde, en 1476, se dio pri­
vilegio de hidalguía a los de G o llano en p arti­
cular p o r el m ism o m otivo, favoreciéndose
tam bién m ucho, c o m o se verá, al linaje de
B a q u e d a n o 14.
S ub ie n d o p o r el U r e d e rr a hacia el N o rte ,
se llega a una angostura, d o m in a d a p o r unas
rocas. D e s d e la c a rre te ra es relativam ente
fácil llegar a la cim a en d o n d e e n tre zarzas y
arbustos se ven todavía los cim ientos de una
ap re tad a población q u e debió estar consti­
tuida p o r casas de p e q u e ñ o tam año, rectan­
gulares y protegidas p o r algún sistema d e fe n ­
sivo. Este c o n ju n to es el q u e ya conoció el
Padre M o re t, llam ándole «A m é sco a Zarr»:
«Y en la Valle de A m escua Alta, y Baxa,
fuera d e los p u e blos d e esse n o m b re , hay
ruinas de o tro en sitio m uy enriscado, e
inaccesible p o r la aspereza, y llaman los natu­
rales Améscoa Z arr. q u e vale A m é sco a la vie­
ja» 15. C o m o p u n to de referencia para la
visita se p u e d e tom ar la piscifactoría, o «el
truchero» 16. Sin duda, é ste fue un p u n to
defensivo en é p oca oscura m edieval, sea el
q u e sea su origen. Ya d e n tr o d e la tierra qu e
nos ocupa, un ramal nos conducirá a Artaza,
q u e es un núcleo de treinta y cinco casas
bastante juntas, al b o rd e de un barranco.
S o bre Artaza hay alturas d e 800 y luego de
más d e 1000 m etro s y las llamadas «Limita­
ciones de las Am éscoas» q u e son una p r o p ie ­
el co n stitu id o p o r las sierras de Andía, al
Este, q u e flanquea al valle de G o ñ i, y la de
Urbasa, de e xtensión m ayor 9 hacia el O e s te
y con una baja incluso al Sudoeste. E n tre este
m acizo y o tro q u e se e x tie n d e al Sur, la sierra
de Santiago d e Lóquiz, po r tierra angosta
c o rre un río de O e s te a Este d e n o m in a d o
U yarra; en las mapas Biarra o Viarra. Este río
se u n e con o tro q u e viene de U rbasa, en
dirección N o rte -S u r, p o r o tra garganta; es el
U re d e rra . Ya unidos y con este últim o n o m ­
b re afluyen al Ega antes de q u e llegue a
Estella. Sobre la m argen se p te n trio n al del
Biarra y a los dos lados del curso s u p e rio r del
U r e d e r r a en declives de distinto grad o , q u e ­
dan los p u e blos de las A m éscoas, divididos
en dos grupos, según va dicho; A m éscoa Alta
y A m éscoa Baja. La p rim e ra c o m p r e n d e a
A ranache, Eulate y Larraona. La segunda a
Artaza, B aqu e d a n o , B aríndano, Ecala, G ollano, San M artín, U rra y Z u d a ire ,0. Los
pueblos de la A m éscoa Alta lindan con
Alava, p o r Contrasta, q u e antes p e rte n e c ió a
N avarra, y q u e tiene un n o m b re m uy e x p re ­
sivo de tipo rom ance. El d e A m ésco a hay q u e
considerarlo relacionable con «am etz», carbailo o qu ejig o 11, y es vasco puro.
400
dad com unal, adm inistrada p o r cierta junta
qu e se re u n ía e n el p rad o de A ristubelza,
d o n d e había una casa 17.
U n cam ino hacia el Este c o n d u c e a U rra,
q u e está en un repliegue del m onte, y d o n d e ,
com o va dicho, h u b o un viejo m onasterio.
H o y no hay arriba d e cuatro edificios. En
1802 se señala q u e U rra con ta b a con un
palacio c o n dos torres d e o b ra antigua, p e ro
qu e «el se ñ o r q u e se titula de U rra, ninguna
jurisdicción exerce en el p u e b lo q u e consta
de v einte p e rsonas 1S. El palacio está en el
índice d e Azcárraga 19 y tanto en 1619, c o m o
en 1723 los q u e lo poseían llevaban el n o m ­
bre del lugar 20.
Este palacio ha subsistido. Está consti­
tuido, en efecto, po r dos torre s d e planta
rectangular, con tejado a cuatro aguas y las
conocidas repisas d e palom ar a lo alto. E ntre
las dos torres c orre un c u e rp o más bajo,
rectangular, q u e se r e m o d e ló s u p e rp o n ié n ­
d ole una magnífica obra d e p ied ra sillar no
concluida. N o exactam ente al c e n tro d e ella
se abre la p u e rta principal, con un fro n tó n
triangular o aguzado, po c o c om ún, de tradi­
ción renacentista, con el blasón incluido (lig.
440). H ace años los arrendatarios del señorío
co m p ra ro n las tierras y las r e p a r t i e r o n 21. Al
N o r o e s te d e Artaza, en un cruce q u e d a o tro
núcleo m uy p e q u e ñ o constituido p o r catorce
casas en la m ism a cuesta q u e sube al p u e rto y
c on la iglesia en lo más alto, G ollano. G ollano es conocido po r una torre, palacio cabo
de arm ería, q u e hace tie m p o está catalogada
e n tre las más conocidas del país, a u n q u e
am enaza ruina 22, c o m o o b ra del siglo XV .
Parece q u e p u e d e precisarse algo más. El
linaje de B aquedano, es decir, otro pue b lo de
la zona, del q u e luego se dirá algo, aparece
p u ja n te desde m ediados del siglo X I V po r lo
m e n o s 23. Pero es en el siglo X V y con
m otivo de las luchas civiles e n tre el Príncipe
de V iana y su padre, cuando éste, Ju a n II,
lavorece a sus m iem bros.
Fig. 4 4 0 .-Palacio de Urra.
401
P rim e ro , a J u a n H e r n á n d e z d e Baquedano, qu e r e d u jo a varios p u e b lo s a la o b e ­
diencia del rey recibiendo varias gracias p o r
ello e n 1456 24. En 1461 éstas se am pliaron
con los qu in to s y h e rbajes d e las sierras de
Andía y Encía. La posesión d e éstos d u ró
hasta el siglo X V III 25. J u a n H e r n á n d e z d e ­
fendía tam bién las fronteras de los alaveses,
c o m o se verá. P ariente de este tue un sacer­
d o te q u e ya p o r los años de 1456 era canó­
nigo en T udela, vicario general d e P am plona
en 1469 y, aparte de ello, o c u p ó varios car­
gos en la corte, siendo p r o to n o ta rio del reino
en 1494. A ún parece q u e vivía en 15 0 0 26.
Este h o m b re im p o rta n te o b tu v o en 1467 un
p riv ile g io 27, c o n firm ado en 1476, c o nce­
dién d o le exención de cuarteles, ju n to con los
de G ollano, para q u e p u d ie ra d e fe n d e r m e jo r
el p u e b lo , q u e estaba en frontera; y en él se
indica que, haciendo gran gasto, había e le­
vado una fortaleza, q u e era muy útil c o m o
defensa de la dicha frontera. A la fortaleza se
le dio un curioso d e re c h o d e «ám bito». En
efecto, los q u e se acogiesen a ella hasta d o s­
cientos pasos a lrededor, c o n ta n d o d e sd e el
cantón d e la Caba, no podían ser presos, ni
d e tenidos, ni dañados en sus bienes p o r
hurtos, robos, m u ertes u otros c rím enes, por
graves qu e fuesen, ex c ep to el d e lesa m ajes­
tad, en p rim e ra especie y m u e rte p e s a d a 28.
La torre, pues, parece datar de poco antes
del privilegio de 1467 y las luchas con los
fro n te riz o s tenían un fo n d o in te re s a d o ,
p u e s to q u e se disputaban ante to d o el dis­
frute de los m o n te s de Encía, según indica el
d o c u m e n to d e 1476.
P ro n to la to rre fue refugio de m atadores,
siendo atacada. Ya se le llama «palacio» p o r
la H e rm a n d a d , en 14 8 8 29. En 1493 aparece
c o m o u n o de los p u e rto s secos del reino 30,
con un servicio religioso o r e c t o r í a 31. La
historia p o s te rio r del linaje es una de las qu e
ilustran m e jo r la lucha secular (que se repite
en otras partes d e Navarra) e n tre los d e sce n ­
d ientes d e los nobles m edievales y los veci­
nos d e los p u e b lo s d e los a lrededores, qu e
p r e te n d e n liberarse de presiones y privilegios
vetustos. El caso es q u e p o r los años de 1788,
D o n Jo sef Ignacio d e Eulate, rec to r de G o ­
llano, en una relación enviada a la A cadem ia
de la Historia, q u e ésta a provechó en el
diccionario d e 1802, decía: « tiene un palacio
cavo de arm ería, con sus q u a tro torre s en las
402
q u a tro esquinas, y o tra to rre e n m e d io qu e
d o m in a a lo dicho, to d o d e p ied ra de sillería,
con su foso en la misma, con la m ayor segu­
ridad y decencia, y su cam pana con barios
p e rtre c h o s de guerra, c o m o son: m osquetes,
culebrinas, cotas d e malla para b a ro n e s de a
pie y a cavallo, bestidos de yerro, m o rriones,
una cadena para levantar el p u e n te levadizo
d e dicho fosso, p u e rta y balcón d e yerro,
piedras d e m olino de biento, un o ratto rio
d e c e n te con su titular d Sn A nt° abad en su
puerta» 32. Esto p e rte n e c ía a un M a rq u é s de
F uerte G ollano, título m o d e rn o , p u e s to q u e
se dio a D o n Jo s é B a q u e d a n o en 1741 33;
é ste lo tenía ya en 1723 y antes, en 1566,
D iego R am írez de B a q u e d a n o acreditó su
exención c o n tra el vecindario del valle q u e
p r e te n d ía pagase cuarteles 34. Parece, sin e m ­
bargo, q u e las luchas m ayores de los amescoanos c o n tra el linaje se refieren, sobre
todo, a los señores de los palacios de Ecala y
San M artín de A m éscoa o A m ézcoa, c o m o se
verá luego.
Para concluir con la to rre de G ollano, q u e
aparece en las fotos de las figs. 442-443, háy
qu e indicar q u e D o n Ju lio de Altadill p u d o
todavía dar idea c o m p le ta de ella en un di­
b u jo en q u e aparecen las cuatro to rre s re ­
d ondas q u e la flanqueaban 35. Según se a p re ­
cia c o m p a ra n d o el d ib u jo con las fotos, en
sesenta años el d e te rio ro ha sido absoluto.
U n poco al N o r te , ru m b o al p u e rto está
B a q u e d a n o , la cuna del linaje 36 q u e tanto
pugnó. El sitio es estrecho, cerc a n o al « N a ­
c edero» y bajo el p u erto. R á p id a m e n te se
sube de unos 6 0 0 a 1.000 m etros. B a q u e ­
dan o es un c o n ju n to de c u a re n ta y tres casas.
D e aquí, ba ja n d o al S udoeste, se llega a
Z u d a ire ; es el c e n tro d e la zona, d o n d e está
el ayuntam iento. El n o m b re parece relacio­
narse con «iri» = p u e b lo , si se tiene en
c u e n ta la grafía, antes dada, de «Cudayri».
R e s p e c to al p rim e r e le m e n to p odría incluso
p ensarse en «zuda» = acequia, (com o azud),
d o c u m e n ta d o por Iribarren tanto en Lodosa
c o m o en A i b a r 37. Esta hipótesis se p u e d e
apoyar en dos hechos. El p rim e ro es el de
q u e L arram endi aceptó q u e en el vasco de su
é p oca existía u n a palabra relacionada con
«azuda» y en su obsesión quiso incluso q u e
fuera la original 3S. El se g u n d o es q u e el
molino de Z u d a ire tu e fam oso d u ra n te la
Edad M edia, c o m o lo p ru eban los m ism os
d o c u m e n to s q u e a luden a gracias concedidas
a los B a q u e d a n o 39. A com ienzos d e este
siglo el m olino, q u e tenía unas c onducciones
de agua m uy bien hechas y q u e constaba de
varias m uelas d e piedra, labricaba to d a la
harina d e A m é sco a B aja y el m o lin e ro rec o ­
gía el trigo y repartía la harina con una reata
de m achos, a d o rnados con collares de cam ­
panillas. En él había tam bién un a v enta fa­
mosa. T o d o ha desaparecido. La v enta de
Baríndano subsistió, en cambio.
En el flanco occidental nos e n c o n tram o s
con San M artín y Ecala; o tro s dos dom inios
antiguos d e los B aquedano. Las nóm inas de
palacios dan, en efecto, los de San M artín y
E c a la 40. En 1802 se dice, to m á n d o lo de la
relación d e 1788 antes citada, q u e en San
M artín hay, en efecto, un palacio de cabo de
armería, q u e p e rte n e c ía al m arq u é s d e And í a 41; tenía una to rre a l t a 42. L apuente M a r­
tínez la c onsidera c o m o de principios del
siglo X V ; señala q u e es de planta rectangular
y tres pisos. Al Este tiene algún hueco de
ventana, al O e s te saeteras en la pa rte inferior
y alm enas arriba. T e n ía tam bién cubos d e fe n ­
sivos a los cuatro lados, unidos p o r pared a
m o d o de m u r a l la 43. En San M artín fotografió
U ranga una talla en piedra (fíg. 444) qu e pa­
rece reflejar una escena pastoril.
La o bstinada p re te n s ió n d e un D o n Jo s é
Ram írez d e B a q u e d a n o d e llamarse se ñ o r de
San M artín p r o d u jo grandes pleitos e n tr e él y
los vecinos del pueblo. A com ienzos del rei­
nado d e Felipe IV, é ste ganó uno, siendo el
p r e te n d ie n te m ultado. U n hijo suyo o b tu v o ,
sin em bargo, el título de M a rq u é s d e San
M artín y el p u e b lo volvió a pleitear hasta
que, o tra vez, se le dio la razón. El m a rq u e ­
sado no p ro sp e ró y al nieto d e D o n Jo sé,
D o n D iego, se le hizo M arqués d e Andía, en
com pensación en 1695 44. D e esta suerte, si
la influencia antigua de los B a q u e d a n o q u e d ó
reflejada en las torres de G ollano y San M ar­
tín, la obstinación de rep re sen ta n te s del li­
naje e n el X V II dio lugar a q u e se c o n s tru ­
yera, en lo alto d e la sierra de U rbasa, o tro
«palacio» qu e subsiste y q u e se hizo con fines
de custodia de la sierra (de su e rte q u e tenía
incluso cárcel) 45 (dibujo de la fig. 441).
R e c u e rd a algo a los q u e m an d a ro n hacer
los m agnates del Baztán y Bértiz, tam bién en
la é p o c a de Felipe V, au n q u e es m en o s e s­
belto. Es c onocido c o m o el palacio d e U r ­
basa. T ie n e un c u e rp o central de fachada con
dos pisos; el bajo, q u e está ab ie rto p o r tres
arcos rebajados qu e dan a un soportal, y el
p rim e ro con tres balcones con repisa indivi­
duales. E ntre el balcón izquierdo y el central,
Fig. 441 .-Palacio de Urbasa.
403
m o za d o p o r u n m a d e r e r o d e O lazagutía qu e
lo c o m p ró e n nu e stro tie m p o 46.
según se m ira a la fachada, hay un g ran blasón
con c o ro n a de m arqués. Encim a c o rre un
am plio alero. Este c u e rp o se halla flanqueado
p o r dos a m o d o d e to rre s cuadradas con tres
pisos y rasgadas p o r dos balcones tam bién
con repisa y dos ventanas e n los dos altos y
otras dos bajas en la to rre de la derecha. El
tejado d e estas to rre s es a cu a tro aguas. En el
interior hay un gran patio y la e s tru c tu ra
trasera es parecida, sin e le m e n to s suntuarios.
El llamado palacio de U rb a s a tenía tam bién
significado religioso, asociado a la basílica del
Santo C risto d e las Agonías. Ya había en la
sierra un a erm ita d e sd e 1594 con abadía-ca­
pellanía. P e ro en 1705 to d o pasó a este pala­
cio d e los B a q u e d a n o q u e d e d ic a ro n a capilla
el ángulo Sudeste del edificio en c o n s tru c ­
ción. Fue D o n F ern an d o Ram írez d e B a q u e ­
dano, el se g u n d o m arq u é s de Andía, el q u e
o b tu v o esto. Pese a su aspecto, el palacio de
U rb asa fue utilizado d e s d e p r o n to c o m o un
gran edificio pastoril y retugio d e los q u e
cruzaban la sierra; con cuadras e n la planta
baja, g randes pajares en los altos. Era tam ­
bién co n o c id o c o m o v e n ta hasta q u e fue r e ­
La intención con q u e se co n stru y e un
edificio es una. El de stin o d e lo construido,
otro. N o sie m p re a largo plazo. P ro n to , para
m uchos, la razón d e q u e se haya levantado
resulta ininteligible. En poco tie m p o todo
to m a aire de lejanía.
En 1845, c u a n d o el palacio d e U rb asa no
tenía siglo y m e d io d e existencia, q u e d a de s­
crito d e esta s u e rte en el diccionario de Madoz: «En un a de las c u m b re s d e esta c ordi­
llera hay un palacio con cu a tro to rre s de
fábrica antigua, pro p ie d a d del m arq u é s de
Andía, en el cual existe una capilla, bajo la
advocación del Santo C risto de las Agonías
(sic), servida p o r un capellán, q u e celebra
misa los días festivos; c o m o es p u n to solitario
y casi intransitable d u ra n te el invierno, los
viajeros hallan alivio y hospitalidad en dicho
castillo, d o n d e tam b ié n en tie m p o s re m o to s
había un alcalde n o m b ra d o p o r el exp re sa d o
m arqués, para decidir los altercados q u e o c u ­
rrían e n tr e los gana d ero s 47.
II
Los pueblos d e la A m éscoa Alta q u e d a n a
poca distancia uno de otro, de Este a O e ste,
en la fuerte p e n d ie n te del macizo serrano de
U rbasa y con el de Lóquiz e n frente, tras el
río. El más oriental, Eulate, está a 730 m e ­
tros. D e allí a A ranache se sube a 785. Larraona q u e d a a 774 48. Eulate tenía 304 ha­
bitantes, según el diccionario de 1802 49, q u e
señala la existencia de o tro palacio de «harta
antigüedad y grandeza, con dos to rre o n es,
p e rte n e c ie n te a los h e re d e ro s de D o n J u a n
Alvarez de Eulate». Parece q u e personas con
este apellido lo poseían desde m u ch o tie m p o
atrás, p o rq u e constan e xenciones d e 1524 y
1603 y en 1723 era de D o n Jo a q u ín de
Eulate. En 1818 seguía el linaje 50. Este pala­
cio tuvo la mala fo rtu n a de ser incendiado en
404
1835. Las ruinas han subsistido hasta nu e stro
tiem po, c o m o se ve p o r las fotos de las figs.
445, 446 y 447.
Se trataba de una c o nstrucción cúbica,
flanqueada p o r to rre o n e s d e sección circular,
y ventanas p e q u e ñ as en la parte baja. Los
lienzos d e pared del c u e rp o m ayor estaban
abiertos p o r ventanas gran d e s e n el p rim e r
piso. La p u e rta principal era de arco de m e ­
dio p u n to con trece dovelas y en la clave se
veía el e scudo d e Eulate con dos lobos, sin
más. Este e scudo tiene variantes. P o rq u e en
el índice d e Azcárraga son dos lobos blancos
en c a m p o de azur, con un a orla con aspas de
o ro d e gules 51 y en el q u e se sup e rp u so ,
c o m o se ve en la foto d e la flg. 30, hay,
adem ás, una cruz d e Santiago, q u e , sin duda,
añadió un santiaguista del linaje. U n o se sabe
q u e ingresó e n 1641. O rro , e n 1666 52. El
palacio, e n suma, no tuvo nunca u n a función
fuerte c o m o la d e las torres d e los Baquedano, ni es un edificio con aire m ed io se ñ o ­
rial, m ed io agrícola, c o m o el de Urbasa.
En A ranarache había otro, p e rte n e c ie n te
al linaje d e Albizu, con d o c u m e n ta c ió n de
1675, 1723 y 1758 53. Es u n a casa señorial,
deshabitada. T ie n e fachada rectangular con
dos puertas, u n a con arco, la o tra d e dintel,
buena labra en jambas de éstas, así c o m o de
las ventanas, p ied ra de cu e n ta en los ángulos
y revoco d e argam asa y cal. El e scu d o 54 y
unos arquitos q u e q u e d a n parecen c orres­
p o n d e r a lo más antiguo, q u e sería del tinal
de la Edad M edia. O tr a casa d e bastantes
p r o p o rc io n e s es d e los G arcía de Eulate; en la
fachada tiene blasón d e C egam a-A lciturri 55.
En ella parece q u e se conservan m u ebles y
otras curiosidades 56.
El p u e b lo más occidental es Larraona,
c o m p u e s to d e unas c in c u e n ta casas con la
iglesia e n alto. Esta sirvió de fortaleza, com o
se p u e b a p o r un d o c u m e n to d e 1417 en el
q u e los vecinos se refieren a sus luchas con
los d e C o n trasta y con el se ñ o r de Lazcano y
sus g e n te s 57.
P o r lo q u e va escrito se ve qu e d u ran te
siglos e ste te rrito rio estuvo d o m in a d o p o r
preo c u p a c io n e s defensivas y olensivas y q u e
a causa d e ellas se desarrollaron casas fuertes
y torres. A u n q u e d espués ha sido teatro de
luchas e n las q u e los habitantes to m a ro n
parte m uy activa, pues, p o r e je m p lo , en la
p rim e ra g u e rr a civil se arru in aro n d e fe n ­
d ie n d o a rd o ro s a m e n te la causa carlista, aban­
d o n a n d o a veces casas y ajuares, la c o n struc­
ción se fue haciendo más ajustada a las exi­
gencias d e la vida cotidiana de pastores, agri­
cultores y m enestrales. Las casas no tienen
n o m b re p ro p io , c o m o en otras zonas anti­
g u a m e n te vascófonas 58. Se distinguen en dos
grupos: las de los agricultores o ganaderos
propietarios, amplias, con agregados y d e ­
pendencias y las d e los jornaleros antiguos,
más am o n to n a d as y sin espacios pro p io s en
torno. Las antiguas tenían huecos p e q u e ñ o s
d e fe ndidos p o r rejas o b a rrotes d e hierro. A
veces las rejas tienen un valor suntuario,
com o o c u rre en bastantes pueblos d e la tierra
de E s t e l la 59. Galerías y balcones corridos
eran poco abundantes. Los tejados más co­
m unes aún son los de dos aguas con poca
inclinación: 35o60. N o faltan las q u e tie n e n
fachada en hastial. La sillería se e m p le ó de
m o d o parecido a c o m o se hizo en zonas
circundantes hasta el siglo X IX . Algunas
puertas son de arco de m edio p u n to , c o m o la
del estanco viejo de San M artín 61. O tras de
e stru c tu ra cuadrada o adintelada. N o faltan
aleros de cierto vuelo, au n q u e en general no
son de más de sesenta c e n tím e tro s 62.
El sistem a constructivo es parecido al de
las casas de las zonas d e más al N o r t e , e m ­
pleándose m u ch o la m adera d e roble 63. Las
p aredes exteriores se cubrían d e argamasa y
se encalaban, salvo en lo q u e era d e p ie d ra de
c u e n ta 64.
C o n respecto al interior hay q u e destacar
qu e e n algunas casas la cocina ha e stado e n la
planta baja, c o m o ocurría en la casa d e Ruiz
de G alarreta, d e San M a r t í n 65, q u e d e b e
datar del siglo X V I 1. Estaba, pues, cerca de
las cuadras y tras el zaguán. En el piso p ri­
m e ro q u e d a b an cuartos-alcoba y en el desván
los cuartos para los pastores en tránsito, el
pajar: palom ar y galería 66.
T a m b ié n está en la planta baja la cocina
de la casa del zapatero de San M artín 67. Pero
en casas más m o d ern a s y de jornaleros la
cocina q u e d a en el piso p rim e ro 68.
En c o n ju n to , esta tierra no se diferencia
m u ch o en la construcción de las q u e tiene
contiguas hacia el Este; es decir, los p u e blos
septentrionales del valle de Y erri, con los
q u e ha estado asociada históricam ente.
405
F ig. 4 42.- T o m de Crollano.
406
Fig. 4 4 4 -T a l/a en puerta de San M artín.
Fig. 4 4 5 .—Torre de F.ulate.
407
Fig. 4 4 6 ,-T orre de Fu/ale
408
Fig. 4 4 7 .-Puerta y blasones de la torre de Filiate.
NOTAS.
1. « A rm ales», I, p. 143 (lib ro IV , c a p ítu lo 1, § III,
n.° 16) e « In v e stig a c io n e s» , pp. 4 7 1 - 4 7 3 (lib ro II, cap.
IX § I, n .°s 8 - 10).
2. « C o lecció n d ip lo m á tic a d e Ira ch e » , I. p. 52 (n .°
39).
3. « C o le c c ió n d ip lo m á tic a d e Ira c h e » , I. p p . 133 134 (n .° 111). V e r ta m b ié n , p. 2 0 5 (n .° 188), añ o 1175.
4. « C atálo g o d el arc h iv o c a te d ra l d e P am p lo n a» I,
p. 35 (n .° 143). T a m b ié n p. 39 (n .° 163).
5. « C atálo g o d e c a rtu la rio s rea le s» , p. 341 (n .°
699).
6. P am p lo n a, 1 9 7 2 , m apa tr e n te a la p. 128.
7. F. Z a b alo , «El re g istro ...» , p. 79 (n .° 6 9 7 ).
8. J. C arrasco P é re z, «La p o b la c ió n ...» , pp. 36 4 366 (n .°s 1 4 8 -1 5 8 ). U n a re fe re n c ia g lo b al a la p. 6 0 3
(n .° 133).
9- H o ja s 113-114 y 1 3 9 -1 4 0 del m ap a a escala
1 :5 0 .0 0 0 d el Inst. G e o g . y C atastral.
10. D ic c io n a rio d e 1802, I. p. 6 8 a-b: « A m ésc o a la
A lta» y « A m ésco a la B axa».
11. M ic h e le n a , « A p e llid o s vasco s» , p p . 39 - 4 0
(n .° 46).
12. V éase la d e sc rip c ió n d e D o n F e rn a n d o F er­
nán d ez d e C ó rd o v a , «M is m e m o rias ín tim as» I (M a­
d rid , 1884), pp. 2 0 6 - 2 1 9 ; p a so d el g e n e ra l V ald és del
19 d e A bril al 24. 1835. V ic to ria carlista.
13. « C atálo g o d el A rc h iv o G e n e ra l» , X L V 1II, p.
138 (n .° 2 7 7 ). Y ang u as, « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a ­
d es» , I, p. 34. Se re fie re a los p u e b lo s d e A m ésco a
Baja.
14. « C a tá lo g o ...» , cit. X L V III, pp. 2 6 2 - 2 6 3 (n .°
519).
15. M o re t, « In v e stig a c io n e s» , p. 4 7 2 (lib ro II,
cap. IX , § I, n .° 9).
16. L uciano L a p u e n te M a rtín e z , «Las A m éscoas»
n.° 131 d e N av arra, T e m a s d e C u ltu ra P o p u lar, (P a m ­
p lona, s.a.), p. 31.
17. L ap u en te M a rtín e z , «Las A m é sc o a s» , p. 5. D e
este m ism o a u to r hay u n a m o n o g ra fía im p o rta n te y
m inuciosa, « E stu d io e tn o g rá fic o d e A m é sco a » , en
« C u a d e rn o s d e E tn o lo g ía y E tn o g rafía d e N a v a rra » , III
(1 9 7 1 ), pp. 5 -8 8 , q u e sigue en núm s. sucesivos. Lo
im p o rta n te aq u í es lo q u e c o n tie n e éste.
18. D ic c io n a rio d e 1802, II, p. 4 1 7 , a.
19. fol. 9 4 , 6. D e o ro co n tre s cald eras d e sable.
20. M a rtin e n a , «P alacios cab o d e a rm e ría » , II, p.
5.
21. L a p u e n te M a rtín e z , «Las A m ésco as» , p p . 30 31. En « E stu d io etn o g rá fic o d e A m ésco a» loe. cit. hay
u n a fo to d e él.
22. H u a rte , « A rq u ite c tu ra tu rístic a N a v a rra » , loe.
cit. p. 2 7 , d.
23. A lv aro d e B a q u e d a n o , alcaid e d e L abraza en
1356. « C atálo g o d el A rc h iv o G e n e ra l» , II, p. 305 (n .°
7 7 2 ), etc.
24. « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , X L V II, pp.
3 9 8 -3 9 9 (n .° 3 0 8 ), Y an g u as, « D ic c io n a rio d e a n tig ü e ­
d a d e s» , I. pp. 8 8 -8 9 .
25. « C atálo g o d e l A rch iv o G e n e ra l» , X L V III, p.
32 (n .° 64). L uego m u ch o s m ás d o c u m e n to s h asta
1491.
26. B io g rafía en L a p u e n te M a rtín e z , «Las A m é s­
coas», pp. 15-16; en los d o c u m e n to s d el A rch iv o G e ­
n eral a p a re c e c o n m u ch a frec u e n c ia e n sus d istin to s
carg o s e s te D o n F e rn a n d o o F erra n d o .
27. « C atá lo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , X L V III, p.
159 (n .° 31 8 ). E ste ya alu d e a la to rre .
28. « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» X L V III, pp.
2 6 2 - 26.3 (n .° 519). Es el q u e e x tra c ta Y an g u as « D ic­
c io n ario d e a n tig ü e d a d e s» , II, pp. 12-13. En él se ve
q u e el rey h ab ía v isitad o la fo rtaleza. C o n firm a c ió n en
las C o rte s , p. 2 6 8 (n .° 531). O tra d e 1480, p. 3 1 7 (n .°
656).
29. « C atá lo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , X L V III, p.
392 (n .° 813).
30. « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , X L V III, p.
4 2 4 (n .° 880 ). L uego tam b ién .
31. « C atálo g o del A rch iv o G e n e ra l» , X L V III, pp.
5 0 5 -5 0 6 (n .° 1.028).
32. C o p ia d o e n mi « E tn o g rafía h istó rica d e N a v a­
rra» , III, p. 56. D ic c io n a rio d e 1802, 1, p. 3 0 4 , b.
33. Y anguas « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , III,
p. 372.
34. M a rtin e n a , «P alacios c ab o d e a rm e ría » , II, p.
5.
.35. A ltadill, I, p. 791.
36. B lasón en P e d ro d e A zcárraga, fol. 4 0 , 6:
«V aquedano».
37. « A d ic io n e s al v o c ab u la rio n a v a rro » , p. 182.
38. « D icc io n a rio trilin g ü e » , 1, p. 122, a. «azugá»,
« azu ra» , « atzura».
39. «El m o lin o d e la Val d e A m ésco a» , « C atálo g o
del A rch iv o G e n e ra l» X L V III, p. 32 (n .° 64) 1461.
S o b re su actividad m o d e rn a , L ap u e n te M a rtín e z , «Las
A m ésco as» , p. 29.
4 0 . M a rtin e n a , «P alacios cab o d e a rm e ría » , II, p.
5.
4 1 . « D ic c io n a rio d e 1 8 0 2 » , II, p. 2 9 9 , b.
4 2 . « E tn o g rafía h istó ric a ...» , cit. 111, p. 55.
43. «Las A m ésco as» , p. 14.
4 4 . L a p u e n te M a rtín e z , «Las A m é sc o a s» , pp.
18-21.
45. L a p u e n te M a rtín ez , '«Las A m ésco as» , p. 20.
4 6 . L a p u en te M a rtín e z , «Las A m ésco as» , pp. 2 0 21. F o to en « Itin e ra rio s p o r N av a rra » , I, p. 100.
4 7 . M ad o z, 11, p. 2 8 5 , a; a rtícu lo A n d ía y U rb asa.
48. H o ja 139 ya citada.
49. I, p. 2 7 3 , b.
50. M a rtin e n a , «P alacios cab o d e arm ería» II, p. 6.
Y anguas « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , II, p. 501 y
« A d icio n es» , p. 2 4 6 .
51. fol. 105, 3. «el Palacio d e E u late» .
52. L a p u e n te M artín e z , «Las A m ésco as» , p. 13.
53. M a rtin e n a , «P alacios c a b o d e a rm e ría » , II, p.
6. D ic c io n a rio d e 1 8 0 2 , I, p. 8 6 , a.
54. A zcárraga, fol. 55, 4; « A lu izu e n tie rra de
E stella tra h e d e Sarasa».
55. «El Palacio d e C eg am a en la p ro v in cia» está en
A zcárraga, fol. 54, 5.
56. L a p u e n te M artín ez , «Las A m ésco as» , pp. 2 6 27.
57. L a p u e n te M a rtín e z , «Las A m é sco a s» , p. 26.
58. Se sigue aq u í a L a p u e n te M a rtín e z , « E stu d io
e tn o g rá fic o ...» , cit. loe. cit. pp. 43 - 58.
59- L a p u e n te M a rtín e z , « E stu d io ...» , cit. fo to 7,
re ja d e u n a casa d e Ecala.
409
60.
L ap u e n te M a rtín e z , « E sru d io ...» , cit. p. 4 6 , fig.
61.
62.
63-
L a p u e n te M a rtín e z , « E stu d io ...» , cit. fo to
8.
L a p u e n te M a rtín e z , « E stu d io ...» , cit. p. 4 7 .
L ap u e n te M a rtín ez , « E stu d io ...» , cit. p. 4 8 , fig.
64.
L a p u e n te M a rtín e z , « E stu d io ...» , cit., p. 46.
1.
2.
410
65.
55, fo to
66.
55.
67.
68.
L a p u e n te
9.
L a p u e n te
M a rtín e z , « E stu d io ...» , cit. p p . 50 -
L a p u e n te
L a p u e n te
M a rtín e z , « E stu d io ...» , cit. p. 55.
M a rtín e z , « E stu d io ...» , cit. p. 57.
M a rtín e z , « E stu d io ...» , cit. p p . 54 -
C A P IT U L O IV
LOS V A LLE S DE G U E S A L A Z Y DE Y E R R I
1)
2)
3)
4)
Val de Guesalaz.
A lgunos de sus núcleos.
Val de Yerri.
A lgunos núcleos de este valle.
Al Sur del Valle d e G oñi, del macizo
m o n ta ñ o s o de U rb a sa y A ndía y de las
Am éscoas, hay tres valles de desigual tam año
y carácter, q u e son, d e Este a O e s te , los de
Guesalaz, Y erri y Allín, d e n tr o d e los cuales
hay algún m unicipio separado. El central, es
decir, el d e Y e rri fue histó ric a m e n te el más
famoso; p e ro los tres tie n e n un a personalidad
acusada d e n tr o d e la T ie rr a d e Estella. E m p e ­
cem os p o r el más oriental.
B ajando de las alturas del valle de G oñi,
hacia el Sur, hay una serie d e p u e b lecitos qu e
se escalonan en posición pin to re sc a y sobre
c o rrien te s fluviales no m uy g randes q u e dan
ai río Salado y q u e co n stitu y e n el valle de
G uesálaz 1. Este no se halla indicado c o m o tal
e n el registro d e 1280, au n q u e aparezcan
aislados algunos de sus pueblos; incluso bas­
tante antes, siendo algunos fam osos en la
historia d e N avarra. P o r e je m p lo , M u e z y
V iguria q u e aparecen en la llamada « C a m ­
paña d e M u e z» , llevada a cabo p o r A b derram án 111 d u ra n te los m eses d e junio y julio
del año 9 2 0 2. En Viguria había p o r e n tonces
castillo o fortaleza, así c o m o en M uez m is­
m o 3. Esto confirm a la a ntigüedad d e los p e ­
q u e ñ o s núcleos agrícola-pastoriles con forta­
leza q u e c o n s ta n te m e n te nos e n c o n tram o s en
los valles navarros.
«Guessallaz» separado de las «cinquo vi­
llas» d e G oñi se co m p o n ía e n 1366 de
« Y f u r f u » , «M uniain», «Saillinas d ’O r o » ,
« G u e m b e » , « B id au rre» , « A rg u in an o » ,
«Y tu rg o y en » , «Y ruysso», «M uez», «Biguria», « A r f o z » , « M u z q u i» , «G a risso a y n » ,
« Y ru rre » , «Lerat», «C urindoain» y «Eztenoz» 4.
Algunos n o m b re s han cam biado sensi­
b le m e n te d e grafía, c o m o Irujo 5. En 1802,
se le asignan, en total, 2915 habitantes y diez
y seis pueblos q u e e n o rd e n alfabético son:
A r g u í ñ a n o , A rz o z , E s t é n o z , G a r i s o a i n ,
G u e m b e , Irujo, Irurre, Iturgoyen, Izurzu,
Lerate, M uez, M uniain, M uzqui, Salinas de
O ro , V idaurre y V i g u r i a 6. Estos p u e blos
eran de los c o m u n e s en la zona m o n ta ñ o s a en
co n ju n to , p o r q u e tenían d e q uince o v einte a
sesenta y tantas casas, separándose c o m o m u ­
nicipio aparte Salinas d e O r o con 117 y 444
habitantes en tiem pos de Altadill 1.
D e s d e el p u n to d e vista de las com u n ic a ­
ciones, d e N o r t e a Sur d e n tr o del valle se
p u e d e n establecer dos ejes. U n o será el d e la
413
c a rre te ra q u e v iene del valle d e G o ñ i (M unárríz) e n cuesta abajo, d o n d e q u e d a G u e m b e .
O t r o , m ás i m p o r ta n t e , q u e a rr a n c a d e
Echauri, d e zona pam plonesa, y sube rápida­
m e n te a las alturas de Izurzu, d e s d e las q u e
hay un a vista magnífica hacia el Este. Esta
ru ta tiene un ramal hacia M uniain y bajada
luego a Salinas. El c e n tro del valle lo consti­
tuye un cruce del q u e van cam inos en varias
direcciones, acabando en un p e q u e ñ o núcleo
o rebasándolo algunos kilóm etros. Así hay
uno hacia el O e ste, luego al N o r t e q u e va a
M uez e Iturgoyen, y o tro hacia el E ste-Su­
d este q u e de M uzqui, p o r un a altura, pasa a
Val d e M a ñ e ru y G uirguillano.
La belleza del Valle de G uesálaz es im­
p resionante, p o r la cantidad de paisajes q u e
p o dríam os definir c o m o «clásicos».
H o y el em balse d e Alloz le da nuevos
perfiles y le separa bastante del valle d e Yerri. En c o n ju n to , el valle de G uesalaz tiene
unas 7 .7 7 7 ’2 5 ’80 hectáreas y es d e los q u e
p ie rd e n población de m o d o c o n tin u o , desde
hace sesenta años o más.
II
Si se va al valle de Guesálaz d e sd e Estella,
el p rim e r pueblo-^que se e n c u e n tra ru m b o a
P am plona es M uez precisam ente; e n tre él y
Salinas q u e d a una llana q u e M o r e t ya identi­
fica c o m o el cam po de la batalla antigua:
«Casi a la mitad d e aquella llanura q u e p o r
cuatro millas de largo y tres de ancho se
dilata e n tre M uez y Salinas d e O r o , hay un
cam po de más igual llanura y algún ensanche
m ayor, q u e porMa copia de juncos, q u e allí
nacen llaman V a ld e ju n q u e ra » 8.
M uez se destaca con su iglesia y algún
gran caserón de cinco huecos de fachada, con
dos altos, encalado y o tro s sin encalar. En
1802 se le dan 242 habitantes, sin n ú m e r o de
casas y se indica q u e existe, p e ro casi arrui­
nado, un palacio de cabo de arm ería, qu e
p e rte n e c ía al C o n d e d e G u e n d u la in 9. H ay
d o c u m e n tac ió n acerca d e él de 1557, e n qu e
lo poseía un m ie m b ro del linaje d e Arbizu.
Luego pasa a los M eneos 10; p e ro c o m o el
«Palacio de M uez» está en el índice de Azcárraga 11 con un blasón de gules c o n dos fajas
de o ro fileteadas d e azur, b o rd u ra d e azur,
con begantes d e oro.
En M uez, c o m o en o tro s p u e blos vecinos,
nos e n c o n tra m o s construcciones de p ied ra de
aire m uy arcaico, sin revoco alguno y poco
m o r te r o en el aparejo, q u e rec u e rd a casi a los
de piedra seca (foto de la fig. 473). Al lado de
sem e jan te s constru cciones con pocos huecos
414
y éstos p e q u e ñ o s, hay, c o m o va dicho, casas
gran d e s de los siglos X V III y X V III con
pied ra de c u e n ta en p u e rta s y ventanas, rev o ­
cos d e varios colores y tonos y rejas bien
labradas (figs. 476, 477, 478, 4 7 9 y 480). N o
faltan reliquias de una arq u itec tu ra m edieval
bastante tosca; restos de torres con ventanas de
m ainel y p u e rta s estrechas de arco adintelado
d e tres piezas (figs. 476, 477 y 478). U ranga da
c o m o fotografiada en M uez la fig. 481 que se
halla en una ventana refo rm a d a y q u e r e p r e ­
senta a una pareja humana. Ella, a la derecha
con rueca y huso y él a la izquierda. Podrían ser
repre sen ta cio n e s de Adán y Eva, con una cruz
inscrita en círculo en m edio.
M uez q u e d a a 528 m etros, y de allí a rran­
can varios cam inos, a distintos pue b lo s del
valle. U n o , al N o r o e s te , a Iturgoyen; o tro al
N o r t e , a Iru jo , A rg u iñ a n o , V id a u rr e y
G u e m b e ; o tro es el constituido p o r la ca rre ­
tera a P am p lo n a y pasa p o r Salinas, en direc­
ción N o r d e s te . Al Este va el vecinal a Arzoz.
En la banda m eridional q u e d a n Esténoz y
M uzqui p rim e ro y luego Lerate, Irurre y Garisoain. H acia el N o r t e las alturas son m ayo­
res y los p u e b lo s del Sur, c o m o G arisoain
tam b ié n están más altos q u e M uez.
Salinas de O r o es un p u e b lo bastante alto.
678 m etro s en algún lado. Al N o r o e s te tiene
una altura d e 925 en form a d e cerro. P or
d e b a jo c o rre el río Salado y al o tro lado, al
Sureste, hay o tra altura d e 943. El río pasa a
unos v einte m e tro s más abajo del p u e b lo y
ju n to a él hay un p in to re sc o risco de 687. El
río va d e N o r d e s te a S uro e ste y llega al
pantano, cerca d e Esténoz.
El núcleo de población p u e d e decirse qu e
está co n stitu id o p o r dos partes. U n a m ayor y
o tra q u e se llama «barrio d e arriba» caracte­
rizada p o r la «calle re d o n d a del barrio de
arriba». En lo alto, sobre los dos barrios, está
el c e m e n te rio y algo m en o s alto, p e ro en
posiciói d o m in a n te tam bién, q u e d a b a el pala­
cio. D e é s te dice el diccionario d e 1802 qu e
e ra del D u q u e de G ranada, q u e estuvo m u ­
rado en lo antiguo y q u e poseía capilla y
e n tie rro e n la parroquia, sin o tra p r e m in e n ­
cia 12. H o y no subsisten d e él más q u e unos
pocos m u ro s inform es cubiertos de hiedra.
Según m e indicó un h o m b re ya talludo, el 15
de s e p tie m b re de 1977, la d e strucción m ayor
ocurrió hacía treinta años, es decir en 1947.
La foto de la fig. 482 y el d ib u jo de la fig. 4 4 8
dan idea de su e structura, q u e reco rd a b a la
de o tro s palacios de la zona media, sobre
to d o d e la V aldorba. T a m b ié n é ste tenía lajas
d e p ied ra en el tejado, c o m b in a d o co n tejas,
dos to rre s q u e sobresalían del c u e rp o p o r un
lado y otras (no sé si dos) 13 al otro.
La iglesia de San M iguel dice el citado
diccionario de 1802 q u e tam bién fue castillo;
cosa q u e ya se ha visto q u e o c u rre e n o tro s
pueblos.
Salinas no es un núcleo q u e p rogrese, aun
cuando parece más vivo q u e hace diez o doce
años. Las calles form an recovecos, hay eras
escalonadas y las casas tienen, e n casos,
b u e n a rejería, c o m o e n o tro s p u e b lo s del
valle y en los valles de más al Sur, m uchos
arcos y en ellos, c o m o o c u rre en esta zona,
las dovelas están pintadas con círculos d e cal
(fig. 449). N o faltan eje m p lo s curiosos de
cantería en ventanas (fig. 450) y e n puertas
(fig. 451); eje m p lo s q u e reflejan una tradi­
ción recibida en el Renacim iento.
E n tre Salinas y M uez, en un llano culti­
vado q u e d a Viguria. En el c enso d e 1366
Viguria aparece c o m o lugar d e Y erri o de
Fig. 44 8 .-Palacio de Salinas de Oro.
415
Fig. 449.-Dovelas pintadas con círculos de cal. Salinas de Oro.
Fig. 4 5 0 . - Ventanas. Salinas de Oro.
Fig. 4 5 1 .-P uerta. Salinas de Oro.
Guesálaz, con B 15. Es difícil d e te rm in a r el
significado del n o m b re 16. Está algo apartado
de las carreteras, al S u d oeste d e Salinas, a
586 m. d e altura. El diccionario de 1802 dice
q u e tiene un palacio p e rte n e c ie n te al M a r­
qués d e M o n te h e rm o s o , «sin q u e p o r este
h e re d a m ie n to goce el p o s e e d o r de privilegio
o p ree m in e n c ia en el lugar» 17.
La tachada, de sillería, es sobria. Su d e c o ­
ración se o b tie n e p o r m edio de líneas rectas
q u e se marcan con piedra de color un poco
más claro. La p u e rta y el balcón central se
destacan po r algo más de labra, así c o m o los
En la lista de palacios q u e da Yanguas, de
1723, é ste se halla adscrito ya al m ism o tí­
tulo, y el e scudo de la fachada está c o ro n a d o
p o r un a c o ro n a de m arqués. El linaje original
es el de Viguria y de éste se halla el blasón al
c e n tro del escudo c o m p u e s to de la lachada y
en un a p u e rta q u e da al patio d e detrás
(fig. 452) 1S. El palacio era conocido, com o
o tro s del país, con el n o m b re vasco de «Jaureguizarra» (fig. 453 y lámina en color).
Está c o n stituido p o r varios cuerpos, h e ­
chos en épocas d iferen tes y q u e form an un
c o n ju n to macizo e n apariencia. El c u e rp o
fo rm a d o p o r la fachada d e sillería con sus dos
torres es el más conocido. En c o n ju n to , el
piso principal tiene seis huecos, con una
v e n ta n a a la izquierda, dos a la d e re c h a y tres
balcones: uno m ayor s o b re la gran puerta,
q u e no está en el c e n tro sino bajo el tercer
hueco, a la izquierda. S o b re el balcón m ayor
va el escudo.
Fig.
452.-h.uuan
de Viguria.
41 7
Pig, 4 5 3 -F la n c o del palacio de V iguria.
Palacio de V iguria.
FiZ- 4 5 4 .-P a rte lateral del palacio de V iguria.
419
Fig. 45 5 .-Parte trasera del palacio de Viguria.
otros balcones y ventanas del piso principal,
las cinco ventanas del piso segundo, y las de
las torres. T a m b ié n la p a rte alta de éstas se
destaca con p ied ra más clara y dos bolas de
tipo herreriano.
El lado izquierdo (d ib u jo d e la fig. 453)
nos hace ver un c u e rp o alto: más alto q u e el
de la parte central de la fachada en relación
con la to rre y o tra to rre más vieja. T o d o con
pocos huecos. Sigue a esta to rre vieja en
ángulo, un c u e rp o bajo, o tra to rre y o tro
c u e rp o bajo antiguo con dos herm osas rejas
(dibujo de la fig. 454). Este constituye otro
flanco largo, con una reja más en el lado
o p u e s to al de la fachada principal, un patio
c errado, con una p u e rta c u a drada sobre la
q u e hay un e scudo y un recinto con cubierta,
m uy largo, a m o d o de cuadra.
V ie n d o este flanco de lejos (d ib u jo de la
fig. 455) se aprecia qu e el patio tiene al fondo
un edificio antiguo, c o n stru id o c o m o otros de
la zona en planta rectangular y q u e a éste, po r
delante se le añadió el g ran c u e rp o d e la
fachada, flanqueada p o r sus dos to rre s de
cantería perfecta. D e s d e antes, pues, d e la
batalla d e V a ld e ju n q u e ra hasta é p o c a m o ­
d e rn a ha habido un castillo más u n palacio
420
posterior. El núcleo restante es p e q u e ñ o ;
unas veintiún casas agrupadas del tipo de las
de M uez y Salinas.
T a m b ié n en Viguria hay algunas con ar­
cos, en los q u e las dovelas se han p in ta d o con
cuadrados de cal, cosa q u e pare c e h a ber c u n ­
dido en fecha relativam ente m o d e r n a (dibujo
de la fig. 456).
Fig. 4 5 6 -D n v e la s p in ta d a s con cuadrados de cal. V iguria.
Al Sur d e V iguria q u e d a n Estenoz al
O e s te y Arzoz al Éste; m ayor el segundo, y
más al Sur de los dos, M uzqui, c o n ju n to de
sesenta edificios y no más d e sesenta y cinco
Fig. 4 5 9 --P la n ta de la casa de M u zq u i.
habitantes a com ienzos d e este siglo 19. M uzqui q u e d a e n alto y en cuesta a 587 m etros.
En el diccionario d e 1802 aparece c o m o
M úzquiz, con 120 h a b it a n te s 20. P e ro los
censos antiguos dan M uzqui. C o n tres fuegos
e n 1366 21. Hay q u e destacar, sin e m bargo, la
form a «M uezquiz» (1234) 22, q u e p e rm itiría
relacionarlo con M uez. T ie n e fuero del
tie m p o d e Sancho el Sabio (1196), c o n o c id o
d e sd e antiguo 23.
Fig. 4 5 8 .-Inscripción de la casa de M u z q m .
La iglesia de M uzqui está en lo más alto.
En el p u e b lo destaca una casa to rre a d a hecha
de varios cue rp o s consecutivos, del tipo de
las d e patio ab ie rto p o r la fachada (d ib u jo d e
la fíg. 457). Esta casa tiene a la e n tra d a del
421
Garisoain tiene planta u rb an a más definida,
con un p u e rto al Este p o r el q u e sube la
ca rre te ra a G uirguillano. En el núcleo se dis­
tin g u e n tres p e q u e ñ a s calles y dos anc h u ro e s
a m o d o d e plazas.
patio en un arco, una divisa con las letras al
revés (fig. 458) q u e se repite e n o tro edificio y
q u e no es fácil d e e n te n d e r, e m p e z a n d o p o r
la palabra IESV 24. La casa central, s o b re la
q u e q u e d a la torre, c o n teja d o a cuatro aguas,
tiene un a b u e n a fachada, e n la q u e está el
m ism o escudo. U n plano de la distribución es
el de la fig. 459-
En cam bio en Irurre, q u e tiene encim a un
alto s o b re el pa n ta n o había las ruinas de un
castillo. En la p a rte se p te n trio n al del valle,
los p u e blos se pegan m u c h o al m acizo m o n ­
tañoso. D e Salinas al Este un cam ino antiguo
parece haber dad o n o m b re y función al nú­
cleo de V id a u rre , q u e es un pueblo-calle, q u e
hacia el N o r t e tiene a G u e m b e y al O e s te a
Arguiñano. Más al Sur Irujo form a tam bién
una p e q u e ñ a calle.
En M uzqui hay o tra casa q u e se decía
p e rte n ec ió a la familia d e Azpilcueta; tam bién
alguna con restos d e v e n ta n a amainelada.
Claves con IH S y más blasones.
Los pueblos de la b a n d a m eridional del
valle son d e p ro p o rc io n e s parecidas. P e ro
Ill
El n o m b re de Val de Y erri o b e d e c e a la
transform ación del d e un territo rio c onocido
desde los com ienzos de la R econquista. En
efecto, ya el P adre M o r e t d e te r m in ó clara­
m e n te q u e la « T ierra de D eyo» (« D e y e rri» o
«D ey-erri» en vasco) es la m ism a de la q u e se
habla e n el cronicón de D o n Sebastián y de
San Millán, con referencia a los p rim e ro s
tiem pos de la R econquista, d iciendo el p ri­
m e ro q u e ésta, así c o m o la B errueza, siem pre
q u e d a ro n en p o d e r de los cristianos 25. En los
cronicones el territorio es llamado «D egius» 26. En cartularios c o m o el d e San J u a n
de la P eñ a es «D eio» y se con sid e ra e q u ip a ­
rable en im portancia al de P am p lo n a 27. Estos
d o c u m e n to s indican tam bién qu e e n la época
a n te rio r a la fundación de Estella y a la de
otras dem arcaciones se consideraba á m bito
m ayor q u e el del valle de Y e rri actual 28. En
él estaba el castillo de San Esteban, c e n tro
im portantísim o de la defensa v a s c ó n ic a 29;
qu e es San Esteban de M o n jard ín . En to d o
caso, de «D ey-erri» se hizo Y e rri convir­
tiendo el «de» en preposición.
El arciprestazgo d e Y erri c o m p re n d ía to­
dos los valles ya estudiados, más el d e Allín,
Estella, y al Sur, hasta Legardeta 30. H a y d o ­
c u m e n to s d e 1333 en qu e se ve c ó m o en él
q u e d a b a n incluidas las iglesias d e Salinas de
422
O r o y C irauqui 31;
cifican cuáles sean
de Y erri, M a ñ eru ,
así c o m o las d e la
p e ro en otro s ya se e sp e ­
las primicias d e los valles
San Esteban y B errueza,
Solana 32.
Esta com arca tan señalada no aparece, sin
e m bargo, c o m o tal en el registro d e c o m p to s
d e 1280. Sí los pueblos, algunos agrupados,
sin c o h e re n c ia geográfica; así, p o r eje m p lo ,
«S oracoiz», co n «A v a r f u f a » , «Lorca» y
«Echarrin» 33 q u e es E charren d e Val de
M a ñ e r u o E charren d e G uirguillano.
En 1366 «Val de Y erri» aparece c o m o
muy lleno de núcleos d e población, en este
orden: «V illanueva», « R ie fu » , « A rifalleta»,
« G u e ra n o » , «L efaun», «A rraztia», «U ruynela», «A ysquona», «U gar», «A varfu^a»,
« C u riq u o a y n » , « G o r o f ia y n » , « E ra u l» ,
« M u ru » , «B eriain», « M u ru g a rre n » , «Caval»,
«Asna», «M urieillo», «Aylloz et Laquarr»,
«L orrqua M ay o r» , «Lorqua M e n o r» , «Erend a fu » , «Yviricu», «A rifalla», lo cual daba
doscientos ve in tio c h o f u e g o s 34. En 1350 el
valle está m e n o s bien l i m i t a d o 35. U n p e ­
q u e ñ o e je es el río Iranzu; al N o r t e las
alturas, la m o n ta ñ a co n barreras fuertes. Al
Sur, la linde es más débil. E n tre el Salado y el
U r e d e r r a q u e d a n los flancos oriental y occi­
dental, respectivam ente. La población es
bastante densa, p o rq u e en 1366 se señalan
los fuegos dichos con núcleos m ayores c o m o
Abárzuza, q u e tenía hasta c u a re n ta y nueve.
/ /
II /I
En c o n ju n to el valle de Y erri tiene
1 1.205’9 0 ’07 hectáreas y en los veintiún lu­
gares q u e se le dan se sum aban 4.082 habi­
tantes e n 1888. D e s p u é s s u b ie ro n a 4.207 en
1900 y más tard e b ajaro n 36. A bárzuza q u e d a
aparte. El a u m e n to en c o n ju n to es sensible
d esde el catastro d e 1787 en q u e se le daban
3.139 h a b it a n te s 37.
P u e d e decirse q u e el valle está limitado
p o r un anfiteatro de m o ntañas al N o r te , al
Este y al O este. Varios p u e blos q u e d a n en la
falda d e éstas. O tr o s en la pa rte más llana al
Este d e la cual q u e d a hoy el p a n ta n o de
Alloz, a a lre d e d o r de 500 m etro s de altura.
En la pa rte m eridional hay p u e blos más ba­
jos, c o m o A ra ndigoyen a 467. El río Salado
lo limita p o r el Este y el Iranzu c orre al
O este.
Iniciando la visita al valle
e n tra p r o n to e n su térm in o ,
en el b o r d e occidental p o r
carre te ra a San Sebastián. En
rin.
de sd e Estella se
p o r una cuesta
d o n d e sube la
ella q u e d a Bea-
U n p u e b lo llamado Bearin es c onocido
de sd e m uy antiguo, a través d e d o c u m e n to s
navarros. Y a en el siglo X II tenía pleito
sobre el té rm in o de R e g u e con Lizarra, pleito
q u e se resolvió p o r junio de 1188 a tavor de
B earin 38. A ntes hay re c u e rd o de un ye rm o
en su m ism o t é r m i n o 39. En 1366 aparece
c o m o p e rte n e c ie n te a Val d e Y erri con cua­
tro f u e g o s 40. Este p u e b lo no se desarrolló
m u c h o en siglos. En 1802 se le asignan se­
ten ta y un perso nas y se dice q u e está en
cuesta, junto a un encinar q u e q u e d a b a al
O e s t e 41. M adoz le da o c h e n ta y cinco habi­
tantes y veintiocho c a s a s 42. Los restos de
ellas q u e d a n hoy ju n to a un d e p ó sito de
aguas, al O e s te y en alto. Altadill dice hace
unos sesenta años que, «B earin es un p u e b lo
nuevo en su totalidad p o r traslación a la lla­
nura d e s d e la falda en q u e estuvo asentado, y
la cual ha q u e d a d o aban d o n ad a (en vez de
rep o blarse d e sp u és de un gran incendio),
b uscando sus po b lad o re s la carretera, el te­
r re n o f ro n d o s o y las aguas q u e a nte su vista
tenían al pie d e la antigua posición q u e o c u ­
paban» 43. En realidad, el p u e b lo sigue es­
tando en cuesta y parece datar de 1904.
O b e d e c e a u n a urbanización q u e se hizo gra­
cias al apoyo de unas familias q u e , según nos
Fig. 4 6 0 .-P la n o de Bearin.
d ije ro n allí el 9 d e s e p tie m b re de 1977,
habían hecho fo rtu n a en Filipinas: las d e Lizarraga y Belzunce (fig. 460). Hay dos casas con
fecha de 1904, una con pied ra d e dintel, en
q u e se lee:
AÑO
1904
J.P.
Es la n ú m e r o 40, g ran d e d e cinco huecos
y escudos. Las armas de Pagóla, al parecer.
P ero é sta no es d e las q u e se ajustan al p a tró n
g eneral q u e hace de B earin un típico p ueblocalle con 25 n ú m ero s hacia arriba, q u e luego
siguen hacia abajo.
La planificación es m uy sencilla. Las casas
de 12 m etro s de an c h u ra p o r 8,80, se hicie­
ron con arreglo a un tipo d e la época. Algu­
nos vecinos llevaron su viejo e s c u d o 44. Son
de tres huecos y dos altos. El m o d e lo básico
423
Fig. 461 .-C a sa en serie. Bearin.
parece el de la n ú m e ro 13 (fig. 461). P ero
sobre él se hicieron modificaciones. U nas
tienen, c o m o las nú m ero s 9 y 15, una p u e rta
g ra n d e lateral, a la derecha. O tras, c o m o las
n ú m ero s 17 y 19, la p u e rta g ra n d e a la iz­
quierda. A lguna o ste n ta cantería, c o m o la
n ú m e ro 26. Y no faltan a ditam entos d e un
piso (n ú m e ro 11) o d e balcón c o rrid o (n ú ­
m e ro 15). Los revocos tam bién son distintos;
pe ro , en c o n ju n to , Bearin conserva bastante
unidad, a u n q u e p o r las partes traseras tam ­
bién haya alguna casa ampliada. Lo curioso de
estas traseras es q u e p rese n tan la pied ra sin
revoco y tratada c o m o se trataba tradicional­
m e n te en el país m u ch o antes. Las ventanas
424
originales d ebían ser c o m o la d e la fig. 462.
La iglesia, en bajo, lleva un a inscripción
relacionable con el p ro ce so d e construcción
d e B earin a c om ienzos d e siglo. D ice así:
EL P U E B L O D E B E A R I N
E N A G R A D E C I M I E N T O A LOS
SRES. L I Z A R R A G A Y B E L Z U N C E S
Q U E C O S T E A R O N ESTA YGLESIA EN 1894
Y D O N A R O N PARA P A R R O Q U IA EN 1914
D E D I C A R O N ESTE R E C U E R D O .
B earin, en suma, es un p u e b lo curioso
c o m o m u estra d e una c om binación d e crite ­
rios de c im o n ó n ic o s y técnicas tradicionales.
P o rq u e el c a ntero q u e labró la casa de Pagóla
y alguna más seguía tra b a ja n d o c o m o los de
cien y aun doscientos años antes. En ella
colocó el escudo (fig. 463).
Fig. 4 6 2 .-V e n ta n a en serie. Bearin.
Sub ie n d o p o r la m ism a ca rre te ra hacia el
N o r t e se en tra en té rm in o de A bárzuza, q u e
constituye m unicipio aparte, a u n q u e esté
d e n tr o del valle; A bárzuza es núcleo im p o r­
tante d e n tr o d e él, con significación c o m e r ­
cial d e sd e antiguo. P o rq u e Sancho el M ayor
en 1028 concedió libertad d e c o m p ra a sus
p o b l a d o r e s 45. En un tie m p o (1194) pasa a
d e p e n d e r del m onasterio d e Iranzu, q u e hoy
q u e d a al N o r t e d e su té rm in o y q u e tam bién
tuvo jurisdicción sobre 1biricú y o tro s p u e ­
blos del valle 46. O tro s d o c u m e n to s del siglo
X l l hacen ver qu e había allí p ro p ie tario s de
varias casas y hacienda, q u e tam bién las d o n a ­
ron a tem plos, c o m o la catedral de P a m p lo ­
na 47; y hay m em orias varias sobre su iglesia,
en cuyo pórtico se techan algunas escritu­
ras 4S. La propiedad d e los reyes era allí de
im portancia en su tiem po, c o m o se ve p o r
donación de Sancho el F uerte al o b isp o de
Pam plona, en 1 198 49.
Abárzuza es un p u e b lo q u e a u m e n tó
bastante del siglo X V III a c om ienzos del
X X . Altadill le da 891 habitantes y asigna
210 viviendas al c o n ju n to del m unicipio y
163 al casco urbano, una parte del cual q u e d a
sobre la c a rretera 50. La c ontratación era bas­
tante grande, de suerte q u e daba vida hasta a
tres posadas. En A bárzuza la población se
rep a rte en calles irregulares, señalándose al­
gu n a casa señorial del siglo X V III, de un tipo
q u e abunda bastante en toda la tierra de
Estella 51.
Siguiendo de Abárzuza al N o r t e p r o n to
se llega a una curva de la carretera, sobre la
qu e algo apartado q u e d a el p u e b lo de Ibiricu
y en o tro ramal, hacia el Este, Irúñela. P ero,
si de A bárzuza m ism o vam os d ire c ta m e n te
hacia el Este, a poca distancia nos e n c o n tra ­
m os con Arizala, núcleo p e q u e ñ o , p e ro de
c ierto interés, en el q u e e n 1738 había un
palacio de cabo de arm ería del m arq u é s de
M o n te sa y vizconde de Eza 52.
Fig. 4 6 3 .-Armas de Pagóla. Bearin.
En Arizala hay tam bién varias casas sóli­
das. U n a d e ellas, al llegar d e la p a rte de
Abárzuza, está m uy pintarrajeada. A un lado
tiene una p u e rta y dos escudos. La p u e rta
indica c ó m o todavía p o r los años de 1864 los
canteros de la tierra trabajaban só lid am en te y
425
Fig. 4 6 4 -Aparejo de puerta. 1864■ Arizala.
D
Fig. 4 6 5 -E sq u em a de fachada. A riza la .
Fig. 4 6 6 .-C u a d ra s. A rizala.
siguiendo sistemas m uy e n boga un siglo
antes (fig. 464).
En u n a calle varias casas típicas del X V III
navarro de la zona (fig. 465). En una p e q u e ñ a
se lee, sin e m bargo, la inscripción q u e sigue:
EST A MI C A S A
Y O M A R T I N ID
AÑO
R R ED IFIQ U E
AZCONA
169Z
C o n un e scudo abajo, en el arco. O t r o
encima. En Arizala, c o m o en otro s pueblos
p e q u e ñ o s, el fro n tó n está en relación con la
iglesia en la q u e e n el altar de la izquierda del
m ayor hay un a efigie d e San Isidro L abrador
con un a reja de lanza: del X V III.
O t r a casa sólida es la de los Lizarraga.
A sociados a algunas casas de éstas hay
cuadras con e stru c tu ra a u tó n o m a de tipo q u e
se rep ite en otro s p u e b lo s d e la zona (fig.
466).
Al N o r d e s te de Arizala q u e d a A zcona y
todavía más arriba, en la m ism a dirección,
Arizaleta. D e stac a A zcona p o r su situación en
un ce rro , en el alto del cual se halla el tem p lo
p o s t-h e rre ria n o de N tra. Sra. d e M endigaña
con categoría de basílica de la q u e se celebra
la advocación el 8 d e se p tie m b re. M ás baja
está la iglesia de San M a rtín con u n gran
to rre ó n , a m o d o d e fortaleza 53. D e Arizala, a
538 m., se su b e p o r un a c a rre te ra local a
unos 600.
A zcona aparece en 1280 c o m o «Aizcona» 54. En los c o m p to s del siglo X I V «Aysquona» y «Ayzcona» 55, con trece fuegos y
en el Val de Y erri. En 1802 se le asignan 191
habitantes y unas cosechas regulares d e g rano
y vino 56. T a m b ié n había olivos hasta hace
poco. M adoz le asigna c u a re n ta y dos casas y
263 almas, lo q u e s u p o n e un raro a u m e n to
para la p rim e ra mitad del X IX . D ice, c o m o
rareza tam b ié n a mi juicio, q u e hay gran
d e s p ro p o rc ió n e n tre la vida de los ho m b re s,
q u e no es m uy larga y la de las m u je re s, q u e
casi siem pre llegan a la se n ectud 57. A zcona
e ra p u e b lo con un antiguo cam ino d e h e rra ­
dura, p o r el q u e pasaban los arrieros q u e
bajaban d e la B u r u n d a a tierra de Estella p o r
negocios d e vino; el vino de A zcona era
rep u ta d o . Este cam ino iba de Salinas de O r o
a Estella. Altadill le daba s e te n ta y cinco
edificios con 289 m o ra d o re s 58. T o d a v ía en
las casas, c o m o se verá, hay lagares y bodegas
q u e acreditan la antigua fama. En A zcona
estaba e n el siglo X V la capitanía del valle, en
relación con un linaje del q u e a h o ra hay q u e
decir algo.
El edificio civil más im p o rta n te de Az­
cona es el palacio del m ism o n o m b re , q u e
p e rte n e c e al linaje en cuestión, con o c id o
d e sd e el siglo X IV p o r lo m en o s 59.
E n tre los q u e libraron a Carlos II d e la
prisión en q u e le tenía el rey d e Francia,
estuvo J u a n M artínez de Azcona, y en re­
com pensa, el rey le dio «los palacios» q u e
tenía en la villa de Azcona, con sus térm inos,
entradas y salidas, de re c h o s hereditarios, etc.
P ero esto e ra en realidad una d evolución de
bienes confiscados po r desobediencia, al pa­
dre del susodicho, q u e fue D o n G o n z a lo de
Azcona. La m erced es de 1360 y el suceso de
la liberación en 1357 60. D e s d e e n to n c e s apa­
recen m uchos A zcona c o m o h o m b re s d e g u e ­
rra y g o b e rn a d o re s de castillos navarros. T o ­
davía en 1723 este palacio era d e un D o n
J o s é de A zcona 61 y los actuales p o se ed o re s,
q u e llevan el apellido, ya no e n p rim e r té r­
mino, conservan d o c u m e n to s tales c o m o pri­
vilegios en p e rg a m in o , e je c u to ria s, etc.,
desde fines del siglo X I V 62.
M adoz dice q u e el palacio es de funda­
ción antigua y q u e se cree data d e la Edad
M e d i a 63, lo cual es verdad; p e ro lo antiguo
q u e d a al interior, tras un patio. Lo q u e se ve
de fuera es un edificio con dos to rre s en la
form a q u e se les dio en los siglos X V II y
X V III a las casas palacianas en distintas p a r­
tes de Navarra. La fachada tiene diez y oc h o
m etro s y m edio de ancho. El lado d e re c h o ,
veinticuatro con cua re n ta y cinco, más o tro
m ed io m e tro rem etido. Este c u e rp o sólido,
de p ie d ra de c u e n ta y cantería revocada, d e b e
datar del X V III, si se atiende al m o d o de
labrar m arcos de ventanas, cornisas, etc. En la
parte de la d e re c h a hay dos rejas buenas y
dos ventanas rasgadas p o s te rio rm e n te . El
lado izquierdo tiene cuatro huecos e n lo más
alto y cinco en el p rim e r piso. T re s más
p u e rta en la planta baja (fig. 467).
Esta construcción d e tres cue rp o s, uno
central y los laterales, se co m b in a con un
cuarto c u e rp o m u ch o más antiguo e irregular
en sus ele m en to s, d e ja n d o al m e d io un patio
m uy m ovido, con escalera e x te rio r en el
c u e rp o viejo, un po z o y suelo d e guijarros
427
Fig. 4 6 7 -Palacio de Azcona.
Fig. 4 6 8 -P a tio del Palacio de Azco
428
(fig. 468). En una p u e rta qu e q u e d a bajo la
escalera hay un blasón de Azcona, con dos
calderas 64 (fig. 469). D e n t r o tam bién se ha
de scu bierto o tro e scudo tallado.
En to rn o a A zcona q u e d a b an varios n ú ­
cleos p e q u e ñ o s con casas palacianas.
c o m o la de la foto de la fig. 485, etc. Al Este
de Arizaleta q u e d a Riezu, al q u e se p u e d e
llegar p o r un cam ino vecinal. P e ro existe una
c a rre te ra más usada q u e arranca d e la de
Estella a San Sebastián bastante al N o r t e de
Ibiricu. M uy cerca pasa p o r Lezáun, q u e es el
p u e b lo más septentrional del valle. Luego
baja a Arizaleta prec isam e n te y d e allí descri­
b ien d o una curva a Riezu y de allí a M uez.
T a n to Lezáun c o m o Reizu son pueblos en
q u e existen herm osas casas señoriales, con
fachadas de p ied ra de sillería, severas, algunas
con rejas d e muy b u e n a forja. En Riezu se
sñalaba la existencia d e un palacio. Palaciana
es desde luego, la casa d e la foto d e la fig. 486.
¡Gran contraste con las chozas pastoriles de
la sierra cercana! (fig. 487). D e b e haber sido
c onstruida po r un m aestro qu e d e jó otras
huellas de su saber en la tierra; acaso en
G uirguillano y algún o tro p u e b lo d e Val d e
M añeru, c o m o verem os.
P or la parte m eridional el valle d e Y erri
tiene una serie de pueblos d e c o rto vecinda­
rio.
P e ro en su zona media, al Este de A zcona
q u e d a uno q u e se llama Villanueva. Villanueva d e Y erri parece haberse c o n stru id o
con cierto plan en un cruce, de su e rte q u e se
distribuye en tres cortas calles, q u e van d e
Este a O este, y una q u e va d e N o r t e a Sur.
E ntre Arizala y Villanueva q u e d a Ugar,
d o n d e había palacio, así c o m o más al Sur en
Lácar, qu e en el índice de Azcárraga aparece
com o «la torre Palacio de Lacar en tierra de
Estella», con un escudo fajado de plata y
sinople 66.
En 1788 hay un palacio en Bearin. O tr o
en A ndéraz. D e s d e 1639 existen los palacios
de Arizaleta y G urbizar, reconocidos c o m o
de cabo de arm ería 65. Arizaleta posee varias
casas en las q u e lo más curioso son algunos
e le m e n to s decorativos, c o m o la v e n tana re­
nacentista blasonada de la foto de la fig. 484.
R estos d e casas góticas, reform adas después,
O tro s pueblos m eridionales c o m o Arandigoyen, G rocin y M u ru tam bién lo tenían 67,
así c o m o Lorca, q u e q u e d a en la linde con
Val de M añeru en tierra de viñedos bastante
tem plada. «El palacio d e Lorca» 68, no parece
haber d e ja d o huella gran d e vetusta. Pero el
pueblo, c o m o o tro s del valle y de la tierra de
M a ñ eru , se rem o z ó m u ch o en el siglo X V I I 1
final.
Lorca q u e d a encim a de la c a rre te ra de
Pam plona a Estella y d e b ió asentarse en
un camino, en orientación N o rd e s te -S u doeste. La e n tra d a p o r el N o r t e form a una
calle y a un lado, hacia la carre te ra actual,
q u e d a la iglesia, sólida. Según se avanza, hay
la continuación de la vía y una plaza, con el
429
o
i
f
l
i
[
i
f
O
i
¡
A
O
Fig. 4 7 0 .-C a sa s de Lona.
lA 'L V iZ V
A ñ o l8 £ 0
Fig. 4 7 1 -Inscripciones de Lorca.
430
frontó n. D e s p u é s u n a bifurcación con un ra­
mal hacia el Sur, con altura m ayor, y o tro qu e
baja; con viejos cam inos de sp u és los dos.
En la plaza hay un g ran caserón q u e lleva
sobre la e n tra d a e n arco la inscripción de
1782, con em blem as religiosos (fig. 470). En
él, c o m o e n otras casas g randes d e esta parte,
hay aldabas del tipo d e m edia luna m uy h e r­
m o sa m e n te trabajadas y q u e p u e d e n c o rre s­
p o n d e r a la fecha d e construcción del c o n ­
junto, con cinco balcones y cinco huecos
arriba. En Lorca hay otras casas d e esta época,
una de 1789. T a m b ié n alguna fechada, al
parecer en 1830 (la de Alvizu) (fíg. 471). N o
d eja d e p re s e n ta r alguna e le m e n to s curiosos
de cantería, c o m o una q u e tiene balcón sobre
un arco (fíg. 472).
En Lorca, p o r últim o, hay alguna casa con
revoco sim ulando p ied ra pintada (cosa qu e se
e n c u e n tra en otros p u e blos de la zona); tam ­
bién clavos de p u e rta lujosos y o tro s hechos
en el siglo X IX en form a más industrial. Al
salir hay una venta. U n ám bito de transición
que aún es más perceptible en el vecino valle
de M a ñ eru , c o m o vamos a ver.
*
--------
Fíg. 4 7 2 ,-V e n ta n a y balcón. Lorca.
431
NOTAS.
1. H o ja s 140-141 del m a p a a escala 1 :5 0 .0 0 0 d el
In s titu to G eo g rá fic o y C atastral.
2. E. L év i-P ro v e n fa i, « H is to ire d e l’E sp ag n e m usulm ane» II (P aris, 1950), p p . 3 9 , 4 1 -4 4 b atalla d e
V a ld e ju n q u e ra el 2 6 d e julio . M a p a d e la p. 44.
3. « U n a cró n ic a a n ó n im a d e A bd al-R ah m an III
A l-N asir» , ed . y tra d u c c ió n d e E. L é v i-P ro v e n fa l y E.
G a rc ía G ó m e z (M a d rid -G ra n a d a , 19 5 0 ), p p . 13 3 -1 3 5
<n.° 36).
4. J. C arrasco P érez , «La p o b la c ió n ...» , p p . 5885 9 0 (n .°s 31 - 47).
5. « Iru ssu m » en d o c u m e n to d e 1054. « C o lecció n
d ip lo m á tic a d e Irac h e» , I. p 17 (n .° 12). En o tro
« Iru sso » y allí ta m b ié n « v ilu lle q u e n u n c u p a tu r
M o h ez» , p. 16 (n .° 11).
6. D iccio n a rio d e 1 8 0 2 , I, p. 3 1 6 , b. A q u í hay
alg u n a eq u iv o ca ció n y e r r o r d e grafía. C o m p á re s e co n
A ltadill, II, pp. 585 - 589.
7. A ltadill, 11, p. 6 4 2 .
8. « A n n ales» , 1. p. 3 7 6 (lib. V lll , cap. IV § IV ,
n.° 25).
9. D iccio n a rio d e 1802, II, p. 4 0 , b.
10. M a rtin e n a , « P alacios c a b o d e a rm e ría » , II, p.
3.
11. fol. 4 3 , 5.
12. D ic c io n a rio d e 1802, II, p. 2 8 6 , a. M a rtin e n a ,
«Palacios cab o d e a rm e ría » , II, p. 3.
13. A zcárraga, fol. 9 6 , 6 d a el b lasó n d e u n p alacio
d e O ro , q u e ta m b ié n e sta b a e n G uesálaz.
14. La v e n ta n a se g u n d a d e la tig. 33 en p a rte es d e
m o rte ro .
15. C arrasco , «La p o b la c ió n ...» , p. 3 7 2 (n .° 194)
aquí d e Y erri, e n la p. 5 8 9 (n .° 4 0 ) d e G u esálaz. C o n
c u a tro fuegos.
16. El ap ellid o « V iguri» p o d ría h acer p e n sa r e n un
c o m p u e s to c o m o « O b e c u ri» , « E n ecu ri» . La fo rm a c o ­
rre s p o n d e a d ialecto s o c c id e n ta le s y m erid io n ale s.
17. D iccio n a rio d e 1802, II, p. 4 5 0 , b.
18. Y anguas, « A d ic io n e s...» , p. 2 4 4 . E n to n c e s
m arq u esa. En 1601, d e S an ch o d e V ig u ria; en 1619 y
1642, d e D ie g o d e V iguria. E sc u d o b u re la d o d e a rg e n t
y sable. M a rtin e n a , «P alacios d e cab o d e arm e ría » , II p.
3. A zcárraga, fol. 6 3 , 6 «el P alacio d e B ig u rria» .
19. A ltadill, II, p. 589.
20. D iccio n a rio d e 1802, II, p. 52, b.
21. J. C arrasco P é re z , «La p o b la c ió n ...» , p. 5 8 9 , b,
(n .° 42). V e r tam b ié n p. 372 (n .° 196).
22. « C atálo g o d e los c a rtu la rio s re a le s...» , p p . 162
- 163 (n .°s 323 - 32 4 ) « M u ezq u i» .
23. « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l...» , I, p. 83
(n .° 121).
24. E sta casa nos d ic e n q u e p e rte n e c e a D o n A n ­
d ré s M o re n o , d e P am p lo n a.
25. « A n n ales» , I. p p . 140, b - 141, a (lib. IV , cap.
I §, n.°s 8 - 1 1 .
26. « C h ro n ic o n S eb astian i» , § 14, « E sp añ a Sa­
grada» X III, p. 4 8 5 .
27. A sí « reg n a v it in P a m p ilo n ia e t in D e io » ,
C .S .J .P , I., p. 4 8 (n .° 14) añ o 9 2 8 .
28. C .S .J.P ., I., p. 8 0 (n .° 26) a ñ o 9 8 9 .
29. C .S .J.P ., II, p. 194 (n .° 156) « ...d e Sancti
S tep h an i d e D e io » , 1060.
432
30. M ap a d e A ltadill, I, p. 3 7 6 y el m a p a e n tr e las
PP. 3 7 8 - 379.
31. « C a tá lo g o d e l A rc h iv o C a te d ra l d e P am ­
p lo n a » , I. p. 2 8 8 (n .°s 1205 - 1206).
32. « C a tá lo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , II, p. 4 2 9
(n .° 10 8 8 ) 1357.
33. F. Z a b a lo , «El R e g istro ...» , p. 82 (n .° 77 5).
34. J. C a rrasc o P é re z , «La p o b la c ió n ...» , p p . 583 587 (n .°s 1 - 25).
35. J. C a rrasc o P é re z , «La p o b la c ió n ...» , p p . 3 6 6 3 6 9 c o n G u esá laz , etc.
36. A ltad ill, II, pp. 6 6 6 - 6 6 7 .
37. D icc io n a rio d e 1 8 0 2 , 11, p. 5 1 8 , b.
38. « C atálo g o d e los c a rtu la rio s...» , pp. 53 (n .°
87) y 54 (n .° 8 9 ), Y an g u as, « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a ­
d e s» , I. p. 11339- « C a tá lo g o d el A rch iv o G e n e ra l...» , I, p. 66
( n .° 72).
4 0 . C arra sc o , «La p o b la c ió n ...» , p. 585 (n .° 15) y
a n te s p. 3 6 6 - 3 6 7 , (n .° 159)4 1 . « D ic c io n a rio » d e 1 8 0 2 , I, p. 156, a.
4 2 . M ad o z, IV , p. 9 5 , a.
4 3 . « N a v a rra » , II, pp. 6 7 0 - 6 7 1 .
4 4 . En la 2 0 « C h risto b a l d e A n d u eza» ..
4 5 . « C atálo g o del A rch iv o C a te d ra l d e P am ­
p lo n a » , I, p. 3 (n .° 8). D o c u m e n to p u b lic a d o p o r
L acarra, « D o c u m e n to s p a ra la H is to ria d e las in s titu ­
c io n e s n av arras» , e n « A n u a rio d e H is to ria d el D e re c h o
E spañol» X I (1 9 3 4 ), pp. 4 8 7 -4 8 8 . P é rez d e U rb e l.
« S an c h o el M ay o r d e N a v a rra » , pp. 3 7 8 - 3 7 9 .
4 6 . « C a tá lo g o d el A rch iv o C a te d ra l» , cit. I, p. 92
(n .° 3 8 3 ) a ñ o 1194.
4 7 . « C atálo g o d el A rch iv o C a te d ra l...» , cit. I. p.
9 9 (n .° 4 1 6 ).
48. « C atá lo g o del A rc h iv o C a te d ra l» , cit. 1. pp. 27
- 28 (n .° 113) d o c u m e n to d e 1111 d a ta d o «in p o rtic u
d e A v a r^ u fa » , etc.
4 9 . « C a tálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , I. p. 84 -85
(n .° 125). Y anguas, D .A . III, pp. 23 - 2 4 , etc.
50. A ltad ill, II, p p . 52 9 - 5.32, c o n p lan o e n la p.
530.
51. A zcárraga, fol. 37 d a el b lasó n d e « A b a rz u za
d e M o ra z u a » .
52. M a rtin e n a , «P alacios cab o d e a rm e ría » , II, p.
7. A zcárraga, tol. 17, 1 «el P alacio d e E za». A l folio
117, 4 , «El S or. d e Eza tra h e d e Eza, A g ra m o n te ,
M a u le o n y Sarassa».
53. M ad o z, III, p. 2 1 1 , b, in d ica q u e lo fue.
54. Z a b a lo , «El R e g istro ...» , p p . 78 (n .° 6 6 9 ), 83
(n .° 7 7 7 ), 153 (n .° 2 1 2 1 ), 158 (n .° 2 2 5 0 ).
55. C arra sc o , «La p o b la c ió n ...» , pp. 3 6 8 (n .° 171),
5 84 (n .° 8).
56. « D ic cio n a rio ...» d e 1802, p. 139, b.
57. M adoz, III, p. 211, b. M iñ an o , I, p. 3 4 8 , a, d a
só lo 191 h a b ita n tes.
58. N a v arra , II, p. 6 7 0 .
59. Y an g u as, « A d ic io n e s» , p p . 61 - 6 2 . M a rtin e n a ,
«P alacios cab o d e a rm e ría» , II, p. 7.
6 0 . A le so n , « A n n a le s...» , IV , p p . 4 0 -4 1 (lib ro
X X X , cap. III, § IV n .°s 15 y 17.
61. Y an g u as, « A d icio n e s» , p. 2 4 5 . T a m b ié n e n
1581 es D o n J o s é y e n 1744 D o n J u a n F ran cisco d e
A zcona.
62. D . V ic e n te H e rn á n d e z B ale n z a te g u i m e in d icó
el 9 d e se p tie m b re d e 1977 q u e alg u n o s le hab ían sid o
ro b ad o s. O tro s d e v u e lto s, p e ro aú n tie n e b asta n te s
curiosos.
63. M ad o z, III, p. 2 1 1 , b.
64. S o b re o ro : E n A zcárraga, fol. 3 9 , 3.
65. A zcárraga d a los b laso n es d e «el Palacio d e
B e a rin e n T ie rr a d e E stella» (fol. 4 8 , 5), «el Palacio d e
A n d e re z » (fol. 38, 3) p e ro el d e A riz ale ta (fol. 107, 6)
e s « C ab e Z u b iri» . E ste d e Y e rri v e n ía d e Y aniz.
6 6 . fol. 6 2 , 3. E n 1723 e ra d e D . J o s é A n to n io d e
B aq u e d an o .
67. M a rtin e n a , «P alacios c a b o d e arm e ría » , II, p.
7. A zcárraga, fol. 8 1 , 6. «El P alacio d e A ra n d ig o y e n
tra h e d e A zn ariz» , 81 , 4 , «el P alacio d e G ro c in » c o m o
el d e B eraiz; « M u ru , cab e A barzuza» al fol. 35, 6.
68 . A zcárraga, fol. 119, 3-
433
Fig. 4 7 3 .-C a sa con aparejo de piedra. M uez.
Fig. 4 7 4 -R e s to de Torre. M uez.
Fig. 4 7 5 .-E dificio arcaico de piedra. M uez.
Fig. 4 7 6 .-C asa de M uez.
434
435
F/g. 4 7 7 .-C asas de M uez.
Fig. 478,-C asa de Muez.
436
Fig. 4 7 9 .-C a sa de M uez.
Fig. 480.-C asa con rejas. Muez.
437
Fig. 481 -P iedra de ventana. M uez.
Fig. 4 8 2 .-Palacio de Salinas de Oro.
Fig. 4 8 3 .-Palacio de V iguria.
438
439
440
441
C A P IT U L O V
V A L DE M A Ñ E R U
1)
2)
3)
4)
5)
6)
«La V al de M ayneru»
M añeru.
Cirauqui.
G uirguillano.
Echarren.
Otros pueblos.
En la pa rte oriental de la m erin d ad de
Estella, limitada p o r el Arga y en un te r r ito ­
rio situado e n tr e la capital y el valle de
Izarbe, se enc u en tra , haciendo ju eg o con éste
hasta cierto p u n to , un a circunscripción de
fisonom ía no h o m o g én e a , qu e es la consti­
tuida p o r «La Val d e M ay n eru » , o «Val de
M a ñ e ru » , d o n d e nos e n c o n tram o s tam bién
pue b lo s de tipo bastante distinto e n tre sí;
unos nos hacen pensar en algo c o m ú n hacia
el N o r te . O tr o s en algo más c o rrie n te hacia
el Sur, en tierras aún no recorridas.
H ay q u e advertir q u e la dete rm in a ció n
física d e valle en el caso no es clara. En
realidad se trata de un c o n ju n to de pueblos
algunos m ayores qu e se asientan en las cerca­
nías p e ro no a las orillas del curso inferior del
río Salado, qu e lo limita p o r el O e s te , al
S u d oeste y el Sur, antes d e unirse con el
Arga; el A rga m ism o, q u e constituye el
flanco oriental, de N o r t e a Sur y unas alturas
regulares q u e lo separan de Val de Guesálaz
p o r el N o rte . A lgún p u e b lo está cerca de
c o rrie n te fluvial p e q u e ñ a y los q u e q u e d a n en
la p a rte se p tentrional son pueblos d e m o n ta ­
ña 1.
En 1802 se le dan los p u e b lo s d e Arguiñáriz, Artazu, C irauqui, Echarren, G orriza,
G uirguillano, M a ñ eru , O r e n d a in , Soracoiz y
2.983 almas. Aniz, U r b e y Z u b u r r u tia habían
desaparecido y las juntas se hacían e n Sora­
coiz 2. P o s te rio rm e n te se consideró un a en ti­
dad municipal en qu e q u e d a b an G uirguillano
y los dem ás núcleos p e q u e ñ o s, d e ja n d o
aparte a M añeru, C irauqui y A rtazu 3.
El n o m b re de «M añeru» es enigmático.
Hay q u e relacionarlo, acaso, con una palabra
antigua «m anna» q u e se hallaba expresada en
otras, alusivas a esterilidad o falta d e suce­
sión; «malera» es estéril en castellano 4.
P ero en el d e re c h o navarro y en otro s
«m añeria», precisam ente, era el d e re c h o q u e
tenían los señores solariegos y el rey, de
h e re d a r a los villanos y p echeros q u e m orían
sin hijos. La palabra «m añeria» sale en d o c u ­
m en to s refe re n tes a la B u ru n d a (1208),
O te iz a de la Solana (1315) y V illamayor
(1324) 5. P u e d e considerarse q u e acaso el
to p ó n im o se refería a un territo rio en qu e
regía la «m añeria entera» o un d e re c h o de
reversión 6. La relación con no m b re s vizcaí­
nos del tipo d e «M añaria», «M añarikua»,
etc., es difícil de s e g u i r 7. T a m b ié n es difi­
cultoso seguir la pista tras vocablos d e la baja
latinidad, com o «m agnarius», «m agnerius»,
«m aynerius...» 8; au n q u e las grafías m e d ie ­
vales p odrían dirigirnos a la últim a c o m p a ra ­
ción. D e ellas la más antigua q u e conozco es
la form a «M angero», q u e nos da e n 1046 un
d o c u m e n to d e la reja d e San Millán 9; he
indicado q u e p odría relacionarse con el
«m angerium » q u e d a D u C ange, p e ro tam ­
bién dije qu e m e parecía m uy lejana 10 e n lo
q u e se refiere a localización.
445
II
Si en tra m o s e n el valle p o r la p a rte de
P u e n te la Reina, siguiendo más o m en o s la
ruta de los peregrinos, la población p rim e ra
con q u e topam os es M a ñ eru p rec isam e n te y
después, a m uy poca distancia, distinguire­
m os la altiva silueta de o tra población grande:
Cirauqui. En u n o y o tro caso p o d e m o s p e n sar
q u e estam os en un té rm in o d e transición en
el q u e los caracteres m e d ite rrá n e o s son m uy
ostensibles. P e ro los dos pueblos son m uy
d iferen tes e n tre sí.
En 1280 aparece « M a y nneru» e n tre los
d e la m erindad d e E s t e l l a 11. O t r a fo rm a es
«M ayneru» 12 o «Val d e M a y n eru » 13. Los
co m p to s del siglo X I V v ienen a colocar d e n ­
tro del «Val de M ay n n eru » a varios p u e blos
q u e luego se agrupan d e m o d o distinto: «Ci­
rauqui», «A nniz», « M a y n eru » , «Soracoiz»,
« A rg u in ariz» , « G o rrifa » , « E c h a rre n » ,
« G u irg u illa n o » « O rd a in » , « A rta fu » y
« C u u ih u rru d a » 14. Esta ord en a c ió n se sigue
después.
En realidad, c o m o he dicho, la noción del
valle resulta un poco am bigua para establecer
unidad territorial. Y en 1366 M a ñ e ru no
contaba más de diez fuegos y C irauqui tenía
ya treinta y siete; incluso Aniz estaba más
poblado, con trece 15. P e ro sin d u d a «M a­
ñeru» tenía una personalidad destacada y an­
tigua.
M a ñ eru p o se e un privilegio de la é p o c a de
Sancho el Sabio (1193) r e d u c ie n d o sus p e ­
chas. A parece en 1290 c o m o p e rte n e c ie n d o
al señorío del hospital de San Ju a n , d e su e rte
q u e recibió ciertas garantías resp e c to a fue­
ros, c o stu m b re s y posible enajenación; p e ro
en 1555 se libertó de las pechas q u e pagaba
al m ism o p o r 8 0 0 ducados, q u e dio al c o n ­
v e n to del crucifijo d e P u e n te la R eina 16.
P u e d e decirse q u e el p u e b lo actual tiene
pocos e le m e n to s d e esta é p oca y q u e los q u e
existen se hallarán m uy ocultos. M a ñ e ru se
e n c u e n tra m uy cerca d e C irauqui a 4 5 6 m e ­
tros d e altura, con elevaciones hacia el N o r te ;
la m ayor, en té rm in o d e G uirguillano, de
806, y o tra más cercana, en el d e C irauqui,
d e 752 17. P or el Sur del té rm in o pasa el río
Salado y está el alto de Santa C ruz, d e 512
m e tro s y p o r el p u e b lo pasa un riachuelo q u e
da al Salado.
446
Es e v id e n te q u e el vasco se ha hablado en
M a ñ e ru en épocas relativam ente recientes.
U n d o c u m e n to del tie m p o d e Felipe II lo
p o n e en el límite m eridional d e la zona de
p u e b lo s «bascongados» del o b isp a d o de
Pam plona. En 1778 seguía en él, p o c o más o
m enos. En 1863 ya q u e d a b a fuera 1S. A ú n al
Sur d e M a ñ e ru hay to p o n im ia vasca, qu e
valdría la p e n a de estudiar.
M a ñ e ru tenía en tiem pos d e M adoz 216
casas y 1104 almas 19 y p u e d e p ensarse q u e el
r e p la n te a m ie n to d e la población c o rre s p o n d e
al siglo X V III en su m ayor parte. El dicciona­
rio de 1802 dice, e n efecto, q u e «hace siglo y
m e d io era un lugar reducido» y q u e a la
sazón era villa exenta, con 1.020 p e rsonas 20.
Esta indicación nos p o n e c o m o inicio del
cam bio sensible e n 1650 y p u e d e decirse q u e
el exam en del p u e b lo en sí m ism o confirm a
la afirmación. M a ñ e ru es p u e b lo co m p a c to
(fig. 488). Los edificios qu e le dan prestancia
son de fines del siglo X V II o del X V III
(fotos de las figs. 507, 508 y 509). Esto no
quita para que, en ciertos e le m e n to s no ar­
q u ite ctónicos sobre to d o en herrajes, haya
signos de un curioso arcaísmo. Así la r e p e ti­
ción de águilas bicéfalas e n cerraduras de
puertas, (figs. 489 y 490). T a m b ié n se rep iten
aldabas con m edias lunas, c o m o en o tro s
m u ch o s p u e blos de tierra de Estella y b u e n a
clavetería (fig. 491).
Fig. 4 8 8 .-P la n ta de Mañeru.
H o y día el p u e b lo q u e d a fuera de la
ca rre te ra general. H a s ta hace no m ucho, ésta
pasaba p o r la Calle M ayor, q u e sigue siendo
su e je principal. P e ro su o rd en a c ió n o b e d e c e
a criterios curiosos, a un a repartición d e ca­
lles y espacios q u e se in te rp re ta n de esta
suerte. Llegando de Pam plona, hay un flanco
constituido p o r la Calle de la Luna. En el
e x tre m o o p u e s to c o rre la Calle del Sol. Sig­
nificativos d e sd e el p u n to d e vista eco n ó m ico
son los n o m b re s d e Calle del C o r r e o y Calle
de la Pescadería. P e ro te n d re m o s q u e contar
con que, bajo la iglesia, c o rre n la calle d e la
Esperanza y más hacia fuera la de la C aridad,
unidas p o r la de la Fe. T odavía e n esta o r d e ­
nación teologal de la vida urbana, nos e n ­
c o n tra re m o s con q u e la calle q u e c o n d u c e al
c e m e n te rio se llama Calle Forzosa y q u e o tra
sinuosa q u e va p o r encim a de la M ayor se
d e n o m in a Calle de San ta B árbara. A una
razón clara d e tipo utilitario o b e d e c e la exis­
tencia de una calle ancha q u e se llama Calle
de la F u e n te y d e las plazas o anch u ro n e s
destacarem os la d e los Fueros en q u e hay un
h e rm o s o edificio municipal con inscripción
qu e dice «(
?
) D E LA VILLA IB
M AÑERU».
Fig. 491 .-Clavo de puerta. Mañeru.
447
Llegando de la p a rte d e Pam plona, se
pe rc ib e c ó m o h u b o un a o rd en a c ió n urbana,
con casas hechas en serie, con arcos d e e n ­
trada, del tipo clásico e n la región en del siglo
X V III.
La iglesia de cantería, magnífica, dedicada
a San P edro, es neoclásica y refleja, tam bién,
la p rosperidad dieciochesca.
detalles resulta m u c h o más afín a las d e la
Z o n a M edia, cosa q u e no ha d e chocar dada
su posición límite e n la N a v a rra d e los valles.
Y c o m o ejercicio práctico es curioso c o m p a ­
rar su estru c tu ra o rd enada, según va dicho,
de un m o d o qu e p o d ría d e n o m in a rs e «ba­
rroco», con la d e C irauqui a po q u ísim a dis­
tancia.
U n criterio para establecer la é p o c a de
bastantes casas nos lo da la qu e q u e d a frente a
ella en una anchura, al lado izquierdo según
se sube de la p a rte d e la e n tra d a referida, casa
q u e lleva el n ú m e ro 8 y q u e o ste n ta unas
llaves talladas y la fecha d e 1738. Esta casa
d e p e n d e d e la iglesia misma. En vez d e arco
tiene p u e rta cuadrangular. C u ad ran g u lar es
tam bién la p u e rta de otras casas, algunas de
las cuales en vez d e o s te n ta r inscripción con
apellido o fecha lleva sentencia religiosa q u e
se rep ite en pue b lo s distintos (dibujos de la
fig. 492 a, b, c).
Así, u n a c o nstituida p o r u n a «m itad» de
fachada de un tipo q u e nos es m uy conocido,
llevará en el dintel esta inscripción:
D E T O D A PALABRA O C IO S A
D A R A EL H O M B R E C U E N T A
R IG U R O S A M A T H . CAP. 18. VERS. 7 21
Es un a in te rp re ta c ió n del versículo qu e
d e b e de estar relacionada con algunas cam pa­
ñas misionales. Las casas de e stru c tu ra c o m o
la de 1738 se repiten, a veces con balcones
en vez de ventanas y se han d e b id o seguir
c o n s tru y e n d o en plen o siglo X I X ; e n el X X
a algunas se les han q u ita d o los revocos,
siguiendo una m o d a bastante ridicula q u e ha
afeado muchas iglesias. U n a casa q u e p u e d e
considerarse m o d e lo d e las d e este tipo es la
llamada del «Roncalés» (de apellido Salazar),
q u e oste n ta un blasón c o m p u e s to 22 (fig. 493).
En la calle de la Caridad destaca otra
casa con dos labras heráldicas y un vitor. La
labra q u e q u e d a sobre éste y la p u e rta de
e n tra d a tiene un letrero q u e dice A R M A S
D E LOS V R S VAS. Parece palacio anti­
guo 23 (fig. 494).
En M añeru, c o m o en to d a la zona, hay
casas con b u e n a cantería (fig. 495), rejas h e r­
mosas y herrajes. En c o n ju n to , la población
parece una población d e «ribera». En sus
448
Fig. 4 9 2 .-C a sa s de Mañeru: a) con inscripción. San Mateo.
18. b) de 17 3 8 . c) otra palaciana.
Fig. 493. Blasón de la casa del «Roncales». Mañeru.
1 v- M
V -V
ü
\J
u— a— [¡— ip-»—
— p -yy— r~
D
D
<d
a
0 a
Fig. 4 9 4 -E sq u em a del palacio de Ursúa. Mañeru.
Pig. 4 9 5 .-Puerta. Mañeru.
III
El n o m b re de C irauqui se ha in te rp re ta d o
c o m o «viboral» o sitio de víboras 24, p e n ­
sando sin d u d a en «zirau», «zirauna», q u e
tam bién es c ulebra ciega. P e ro c o m o he indi­
cado en o tra ocasión 25, un d o c u m e n to de
1046 se refiere a «C iroqui» 26. Esto parece
c o n te n e r un sufijo « -o k i» , q u e parece indicar
lugar 27. R e sp e c to al p rim e r e le m e n to «ziro»,
o «z ir-» , p u e d e indicar un ab u lta m ie n to 28, lo
cual c o rre s p o n d e ría a la m ism a form a del
asentam iento, e n un c e rro regular y d e sta ­
cado, q u e alcanza los 4 9 8 m etros, m ientras
q u e en la ca rre te ra próxim a se baja rápida­
m e n te a 465 y 42 1 29. La diptongación es
antigua y se realiza del siglo XI al X III.
En el registro d e c o m p to s d e 1280 C irau ­
qui aparece con esta m ism a grafía 30. « C irau ­
qui» en los registros del siglo s i g u i e n t e 31.
O tr o s d o c u m e n to s a n terio res dan ya el n o m ­
bre así y en ellos C irauqui aparece c o m o
c o n cejo (1205) 32 que, a lo largo del siglo
X III, lleva a cabo bastantes transacciones de
tipo e c o n ó m ico con particulares. En 1205 el
rey cam bia G u e m b e y A rguiñano p o r C irau­
qui. En 1272 el c o n cejo c o m p ra h e re d a d e s
reales a J o h a n Sánchiz de M o n t a g u t 33. En
1307 Luis H u tin confirm ó sus fueros y re ­
paró desafueros hechos p o r sus an te c e so ­
r e s 34. En 1320 Felipe el Luengo hizo d o n a ­
ción del p a tro n a to d e la iglesia, ju n to con el
d e otras al obispo y capítulo d e Santa M aría
de P a m p l o n a 35, donación c onfirm ada en
1331 36.
P e ro después, cu a n d o se crea el c o n d a d o
d e Lerín, en 1425, C irauqui pasa a ser un a de
las poblaciones q u e lo constituían 37 y d e s­
pués, todavía c o m o villa, aparece con cin­
cue n ta y cinco vecinos en 1495, lo cual ya
indica la existencia d e un núcleo regular.
El desarrollo urb an o , sin e m bargo, refleja
q u e a lo largo de los siglos siguientes se
rem o z ó la construcción y q u e se hicieron
m uchos edificios privados y públicos, q u e
tam bién los viejos am urallam ientos se rasga­
ron y q u e se ex te n d ió hacia abajo.
C irauqui e n esto sigue la m ism a ley q u e
o tro s p u e blos navarros d e altura, p e ro no
llega a de ja r vacía la pa rte alta, para au m e n tar
la baja, c o m o Gallipienzo.
En tiem pos d e M adoz, C irauqui era una
villa de 1711 almas, con dos parroquias (San
R o m á n y Santa Catalina), 264 casas co n stitu ­
y e ndo calles, m uchas en p e n d ie n te , dos m o ­
linos harineros y dos aceiteros, siete cererías
y chocolaterías 38. H u b o , pues, un desarrollo
en el siglo X I X , p o r q u e Altadill le daba 1189
habitantes, p e ro indicaba q u e e n censos a nte­
riores tuvo hasta 328 más: es decir 1.517. La
baja indicaba q u e era sostenida y alarm an­
te 39. El n ú m e r o de casas era d e 42 0 , m uy
pocas disem inadas. Es decir q u e a pesar de las
dos g uerras civiles, q u e tuvieron m ucha vio­
lencia en la tierra, no h u b o despoblación
c om o en algunas otras partes d e la m erindad.
Sí desaparición absoluta de la lengua ve rn á ­
cula en la p rim e ra mitad del siglo.
según va dicho, hay m uchos edificios de los
siglos X V II y X V III. El A y u ntam iento, con
un soportal d e cinco arcos, flanqueado p o r
otro edificio con dos, lleva esta inscripción,
parecida a la de otros edificios concejiles (flg.
510):
S O Y DE LA Y
LU STRE VILLA
DE Z Y R A V Q U l
U n edificio qu e sirve para establecer c ro ­
nología es el qu e tiene esta o tra inscripción:
AÑO
P A S C O A L ID V R BE
1673
P or todos c o n ceptos C irauqui es una villa
con aire m e d ite rrá n e o en sus líneas g e n e ra ­
les. V ista de sd e la ca rre te ra de P am plona a
Estella, e n lo alto del ce rro , a la izquierda se
alza la torre de San R o m á n d o m in á n d o lo
todo. Más baja, a la derecha, la de Santa
Catalina. Colocados en el p u n to más alto, se
observa q u e sobre San R o m á n hay dos calles
con bodegas q u e dan al e x te rio r y q u e el
casco u rb an o se desarrolla hacia el o tro lado,
es decir al Sur y al Este especialm ente.
En la plaza de arriba.
En c o n ju n to , pues, en C irauqui parece
haber e le m en to s arquitectónicos más viejos
q u e en M añeru y el caso u rbano en sí habla
de una fase gótica en la concepción d e la
vivienda rota luego, c o m o en otras partes,
po r la concepción renacentista a la q u e sigue
la barroca.
B ajando se p u e d e decir q u e hay hasta tres
plazuelas, más o m en o s irregulares, escalona­
das y q u e distribuyen la red viaria, q u e tiene
no m b re s religiosos, alusivos a las iglesias (ca­
lle de San R o m á n y calle de Santa Catalina) o
a un santo tan del país c o m o San Fermín.
O tras calles llevan n o m b re s refe re n tes a su
posición (calle del M ediodía) o a su función
(calle de los Carros).
Más abajo del arco de la m uralla q u e se
conserva hay una preciosa casa con su reja
central sobre la p u e rta de entrada, de d im e n ­
siones espléndidas (fig. 511), qu e p u e d e p o ­
nerse c o m o e je m p lo de casa urbana con esta
especie de desarrollos «unilaterales» que,
con frecuencia, se ven en los p u e blos nava­
rros, d o n d e de re p e n te parece qu e hay un
edificio hecho en función d e un alero, un
blasón, una reja, una ventana o una p u e rta
q u e captan toda nuestra atención. P e ro en
C irauqui hay escondidas otras casas de b u e n a
piedra de cuenta (fig. 512).
El caserío de C irauqui está apiñado y
c onserva algo de la m uralla antigua. T a m b ié n
casas con e le m e n to s góticos (ventanas amaineladas, etc.). P ero c o m o en to d a la zona,
IV
Más al Este, pasado el Salado, hay un
p u e b lo q u e es p ro v ec h o so co m p a rar con éstos: Lorca, p e ro ya q u e d a en otro valle. D en -
tro de éste, en cambio, tras unas alturas, en
tierra más q u e b ra d a q u e d a n varios núcleos
más p e q u e ñ o s p e ro m uy curiosos, cada cual
451
p o r su estilo, en los q u e e m pieza a percibirse
claro el carácter m ontañés; incluso en algunas
casas c o n más fuerza q u e e n tierras más se p ­
tentrionales. El p rim e ro d e estos pueblos es
G uirguillano 40.
«fundi» con un a n tro p ó n im o delante, tam ­
bién se usa e n n o m b re s topográficos d e o tra
clase, lo cual o c u rre en castellano asim ism o
c u a n d o se habla d e «altozano», «m ajano»,
etc.
G uirguillano aparece c o m o «G uirguilla­
no» y «Guirgillano» en 1280 41. En el c e n ­
so de 1366 co n tres fuegos d e labradores,
es «Guirguillano» c o m o hoy 42, e n el valle de
M añeru. Lo d e valle es m uy relativo, p o r q u e
el p u e b lo está en alto, con una h o n d o n a d a
g ran d e hacia el E s te -N o ro e s te d o n d e q u e d a
el barranco de Echarren, y o tra p e q u e ñ a al
O e s te y Sudeste, p o r d o n d e c o rre un arroyo.
G uirguillano q u e d a a 628 m etros, m ie n ­
tras q u e E charren está a 562. H a c ia el N o ­
roeste, cerca, tiene una altura d e 751 (San
Cristóbal) y al Sur A chichuri o Axixuri llega a
los 80 6 . El p u e b lo , lle g a n d o del E ste
(fig. 496) tiene, en p rim e r lugar, un edificio
aislado q u e es la casa de U rru tia (d ib u jo d e la
fig. 497 y foto de la fig. 513), con fachada en
hastial, cosa q u e se da ya en otro s edificios
sueltos de pueblos d e esta zona y los lindan­
tes. T ie n e un blasón (fig. 498). R e c uérdese la
casa del general O lio, d e Ibero. D e s p u é s hay
un fro n tó n y u n a casa c o m p u e sta del siglo
X V III. P or una calle q u e va paralela a la
carretera, en cuesta, se sube a la iglesia; esta
calle ofrece un aspecto p in to re sc o con casas
D a d a la posición, p o d ría c o n je tu ra rse q u e
el n o m b re q u e registra el tex to más antiguo,
tiene q u e ver con «gurges» y con «gurgulio»
y «gurgulionius»... garganta y derivados,
p o r q u e el sufijo « -an u s» , a u n q u e en princi­
pio se usó m u ch o para form ar n o m b re s de
452
con arcos (dibujo de la fig. 4 9 9 y foto d e la
fig. 514). La iglesia o pa rro q u ia d e San P e dro
tiene un atrio, y desde la plazuela hay varias >
bajadas en direcciones distintas, con casas
dispuestas d e m o d o irregular, con hu e rto s
con tapia.
Llegan hasta ellas los olivos. C o m o siem ­
pre, nos enc o n tram o s aquí nuevas m uestras
de q u e d u ran te el siglo X V III h u b o cierta
prosperidad y se rec o n stru y e ro n o c o n s tru y e ­
ron bastantes casas. P o rq u e , a u n q u e en algu­
nas hay puertas con arcos d e ladrillo pobres,
en otras en piedras d e clave o dintel se dan
techas expresivas.
Fig. 4 9 7 -F achad a y patio de la casa llam ada « U rru tia » .
G u irg u Ulano.
0
a
&
a
&
X
La p rim e ra casa q u e llama la atención,
según va dicho, es la de la familia U rrutia.
Los habitantes actuales tienen la idea d e q u e
data de hace trescientos años, lo cual nos
p ondría hacia 1677. P e rso n a lm e n te pensaría
q u e es posterior. D e todas form as la fachada
de tres huecos está concebida c o m o la d e un
caserío vasco señorial, con dos escudos. U n o
a la izquierda, com o indica la fig. 498. O t r o a
la derecha, con un águila. Esta casa tiene tres
balcones y dos rejas bajas, es de sillería, con
una cenefa bajo los balcones. El c u e rp o se
constituye en cuatro crujías. U n a tachada la­
teral con tres balcones da a la carretera, la
opuesta, con desnivel sensible, tiene d e p e n ­
dencias. Más curiosa es la disposición de la
parte trasera (fig. 497, b) con dos cuadras
laterales, con puertas y una e n tra d a p o r el
portal y o tra de salida.
a
a
..a
a
X
<0,
^37
Fig. 498-E scudo de la casa «U rrutia». Guirguillano.
Fig. 499 -Calle. Guirguillano.
453
A E M A * i A PWI
S I M A S I n PECA
A V E M R I A PVß I
5 I M S i n PEC/DO
c o n c e bi DA
D
Ai O De 1778
F/g. 5 0 0 ,-C a sa de G uirguillano.
C O nc[E~¡ U IDA
A ñ O £ 1780
Fig. 5 0 1 .-C a sa con inscripción de 1780. G uirguillano.
La casa q u e q u e d a c o m o fre n te a la de
U rrutia, con declive, tiene una fachada con
dos huecos, arco de o n c e dovelas y rem a te de
ladrillo o alero cerám ico, de influencia m e ri­
dional. El c u e rp o lateral lleva una inscripción
q u e dice: «Ave M aría Purísim a sin pec ad o
concebida. Año de 1778» (fíg. 500).
dovelas (n.° 18 de un a calle baja), en la q u e
el c a n te ro pa re c e q u e se ha co m id o la v de
Ave (fig. 501). H a pu e sto «conceuida» con u y
ha fechado en 1780. A lguna inscripción más
hay de esta é p o c a y carácter parecido, tapada
con hiedra, con arco d e trece dovelas tam ­
bién. G uirguillano, pues, c o m o M a ñ eru e n su
estilo, c o m o Lorca en el suyo, se rem oza en
el siglo X V III y ad q u ie re su fisonom ía actual,
digna de ser conservada (fotos de las figs.
515, 516, 517 y 518).
Inscripción parecida tiene o tra de es­
tructura análoga (fig. 501) en lo q u e se refiere
a la fachada con dos huecos, arco de trece
V
G uirguillano tiene una posición central
resp e c to a los lugares d e Arguiñáriz y Echarre n y cuatro granjas o asentam ientos más
pe q u e ñ o s: G orriza, O r e n d a in , Soracoiz y Zabala; con cam inos a cada u n o de estos p u n to s
qu e c o nstituyen hoy una entidad municipal
co m o va dicho y que, c o m o se ha visto tam ­
bién, se hallan d o c u m e n ta d o s e n é p o c a m e ­
454
dieval, en qu e en alguno d e ellos se levanta­
ron torre s conocidas. D e éstas la más in te r e ­
santes es la d e E charren. «E charren» o
«E charren d e G uirguillano» se llama tam bién
«C h a rre n -c h u lo » , p o rq u e está en una h o n d o ­
nada, d e b a jo de G uirguillano. N o es el q u e
aparece e n 1280. En 1366 sí aparece en Val
de M a ñ e ru con siete vecinos 43.
Q u e « E c h a rre n » sea c o n tr a c c ió n d e
«E chebarren» conviene a la posición, de
« e x tre m o inferior» 44 y e n lo d e hacer «cha»
de «eche» tam p o c o hay d ific u lta d 45. Pero
hay textos antiguos, al parecer, q u e le llaman
tam bién «Echabarri» y aun «C habarri», lo
cual resulta enigm ático y p o d ría ser una
p r u e b a más de q u e p o r tierra d e Estella se
daban form as dialécticas vascas q u e r e c u e r­
dan a las vizcaínas y alavesas, más q u e a las
alto-navarras («barri» en vez de «berri»,
«uri» o «uli» en vez d e «iri», etc.).
«E charren» es co n o c id o p o r la existencia
de un palacio antiguo: pues aquél del qu e
trata Yanguas, sin saber si estaba aquí o en
E charren d e Araquil, es, p o r datos q u e él
m ism o aporta, éste. En 1480 era su señor un
Ju a n de E rendazu y en 1488 Sancho de Az­
cona. En 1543 el m ism o palacio y los té rm i­
nos del lugar de «Echarren» o «Echabarri» o
«C habarri», confinantes con Z arapuz, eran
pro p io s de la e n c o m ie n d a de San J u a n de
A berin y ésta c o n tinuaba p o s e y én d o lo en
1715 46. D e todas m aneras el palacio debió
estar vinculado d u ra n te m ucho al linaje de
A zcona 47.
Se halla m en c io n ad o en el diccionario de
1802, d o n d e «Echarren» aparece c o m o lugar
del valle de M a ñ eru , asentado e n u n ho n d o ;
«se ve en el p u e b lo - d i c e - un palacio q u e
d e n o ta antigüedad, y su d u e ñ o tiene capilla,
e n tie rro y p u e sto p r e fe re n te en la iglesia, q u e
es d e la advocación d e San R om án» 48. Madoz ya da a E chárren c o m o fo rm a n d o m u n i­
cipio con G uirguillano, con c u a re n ta y cuatro
casas y 260 almas 49.
En relación con el pue b lo el palacio
q u e d a en la parte baja. La iglesia en alto 50.
U n fro n tó n al m edio. La silueta general,
desde Guirguillano (dibujo de la fig. 502), es
típica y la del palacio, muy original e n tre los
de la m ism a época.
Se c o m p o n e de un c u e rp o con dos g ran ­
des cubos a los lados, en u n o de los cuales
había un m irador abierto, hoy con ventanas.
Este c u e rp o tiene p rim e ro una p u e rta q u e
da a grandes bodegas o sub te rrá n e o s above­
dados. Parte d e estas bodegas con sus «lagos»
se hun d iero n , d e suerte q u e el piso se ha
elevado al rehacerse con los e sco m b ro s de lo
caído. D e sp u é s hay una reja preciosísim a (tig.
520), una tro n e ra y sobre la pu e rta de e n ­
trada de nueve dovelas hay un m atacán de
piedra. Luego, o tra reja p e q u e ñ a y un hueco
en alto y otra to rre r e d o n d a (dibujo d e la fig.
504 y fotos de las figs. 519 y 521).
Fig. 50 2 .-Silueta de Echarren de Guirguillano.
Fig. 5 0 3 .-C onjunto del palacio dt Echarren de Guirguillano.
Fig. 5 0 4 -F a c h a d a p rin c ip a l del palacio de Echarren de
G uirguillano.
La p u e rta gótica da acceso a un patio
irregular, después d e franquear un zaguán
con un arco escarzano, cosa q u e se rep ite en
otros palacios viejos (fig. 505). Al fondo queda
una torre, qu e rec u e rd a las aisladas o c o m b i­
nadas de otras partes de Navarra. El patio
q u e d a un po c o en cuesta y la p a rte habitada
co m o vivienda está en el ala derecha, según
se entra. Las construcciones q u e co n stitu y e n
el ala izquierda tienen altura distinta, con tres
niveles de tejados. F uera del ala habitada
q u e d a u n a gran era, con un a pared.
En E charren hay tam b ié n algunas casas en
las q u e se observa m uy tardío e m p le o de
456
cantería e n puertas y ventanas c o m o una qu e
o s te n ta la inscripción siguiente:
JO A Q IN
ZUGASTI
A Ñ O 1892
O tr a casa tiene un a pu e rta , más antigua,
c on un dintel raram en te a p arejad o (fig. 506).
Son form as, pues, q u e se derivan d e la
cantería «rústica» en el sentido q u e la e n ­
c o n tra m o s en Serlio y o tro s a u to res renancentistas.
Fig. 5 0 6 ,-P u erta s de Echarren de G uirguU lano.
Fig. 505 -S ilu e ta de la puerta de entrada del palacio de
Echarren de G u irg u illa n o por dentro.
VI
En los otro s núcleos del m unicipio p u e ­
den rastrearse restos de construcciones anti­
guas. P or eje m p lo , en O re n d a in , se señalaba
en 1802 la existencia de la to rre d e un pala­
cio muy « d e rro tad o » 51, q u e antes q u e d a
descrito en las «pruebas» para en tra r en la
o rd e n de Santiago de D o n Ju a n Bautista de
O r e n d a in , m arqués d e la Paz, q u e era origi­
nario d e él 52.
P e ro e n tra n d o en el valle po r el Arga
abajo, tras la garganta q u e em pieza en Belascoain, al N o r o e s te de P u e n te la R eina y
so bre un bucle del río q u e d a o tro p u e b lo qu e
constituye m unicipio: Artazu. A rtazu o b tu v o
fuero, o to rg a d o po r Sancho el Fuerte, en
junio de 1196, junto con M úzquiz, O r e n d a in
y Z u rin d a in 53. Más tarde se ve q u e los reyes
tenían allí pa trim o n io 54. P ero A rtazu, c o m o
M a ñ eru , debió c recer de m o d o sensible en la
Edad M oderna.
D e todas m aneras, en 1802 no hay arriba
de 192 personas 5S. M adoz da 368 en setenta
casas, lo cual indica un a u m e n to g ran d e e n la
prim era mitad del siglo X I X 56. Este es apreciable c o n te m p la n d o el casco del pueblo, q u e
tiene una calle central d e Este a O e s te , con
anchurones en los ex tre m o s y en el ce n tro ,
otras dos laterales y las casas en n ú m e ro de
un c e n te n a r poco más o m enos irregular­
m e n te distribuidas en ellas 57.
C o m o p u e d e verse p o r las fotos 522, 523,
524, 525, 526 y 527, h u b o un m o m e n to en
q u e en Artazu se c o n s tru y e ro n casos d e p ie ­
dra m uy sólidas, d e dos y tres huecos p o r
piso, a veces hasta de tres, a u n q u e lo más
normal sea q u e tengan dos. Las pu e rta s te ­
nían arcos de m ed io p u n to de cantería fuerte,
d e once dovelas, adornadas en casos p o r e m ­
blem as religiosos. O tras no. U nas veces la
piedra q u e d a b a al aire, otras se revocaba o
blanqueaba. N o faltan blasones, c o m o siem ­
pre. Artazu, en suma, da tam bién idea de un
núcleo de transición.
457
NOTAS
1. H o ja s l 4 0 y 141 p a ra el N o rte , 1 7 2 -1 7 3 p ara el
Sur.
2. D iccio n ario d e 1802, II, p.
3, b.
3. A ltadill, II, pp. 5 8 9 - 592.
4. G arcía d e D ie g o , « D ic c io n a rio ...» , p. 8 4 6 , a
(n .° 4 1 1 8 ). E jem p lo s m ed ie v a le s en « D ic cio n a rio d e la
len g u a castellana» IV (M ad rid , 1734), p. 4 9 2 , a - b.
5. Y an gu as, « D icc io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , II,
pp. 300 y 602 - 6 0 3 .
6. Luis G . d e V ald eav ellan o , « C u rso d e h isto ria dé­
las in stitu cio n es esp añ o las» , 3 .a e d ., pp. 2 5 3 , 3 2 7 , 343,
para Castilla.
7. L. d e E leiza k le , «L istas a lfa b é tic a s...» , en
R .I.E .V ., XXI I I (1 9 3 2 ), pp. 4 3 2 -4 3 3 .
8. D u C an ge, « G lo ssa riu m ...» , IV , col. 327 - 328
y 617 - 618.
9. C .S .M ., p. 141 (n .° 130).
10.
C aro B aro ja, « E tn o g rafía h istó ric a ...» , I, p.
314. D u C an g e, « G lo ssa riu m ...» , IV , col. 411.
11.
Z ab alo , «El re g istro ...» , p. 78 (n .° 672).
12.
Z ab alo , op. cit. p. 80 (n .° 734).
13. Z ab alo , o p . cit. p. 83 (n .° 777). P e ro a n te s en
1 0 9 9 -1 1 2 2 , «V alle de M a n ie ro » , L acarra», « C o lecció n
d ip lo m ática de Irach e » , I, p. 132 (n .° 109).
14. J. C arrasco P érez, «La p o b la ció n » , p p . 373 b 376 b (n .°s 2 1 1 -2 2 1 ).
15. J. C arrasco P érez, o p . cit. pp. 5 9 0 b, 592 a
(n.°s 48-58).
16. Y anguas, « D ic cio n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , II,
pp. 3 0 0 -3 0 1 . F u e ro , « C atálo g o d e los c a rtu la rio s re a­
les...» , p. 62 (n .° 106) D o c u m e n to d e 1290, id, p. 2 7 6
(n .° 556).
17. H o ja 140 d el m ap a a escala 1 :5 0 .0 0 0 .
18. M an u el d e L ecuona, «El e u sk e ra e n N a v a rra a
fines d el siglo X V I» en « G e o g ra fía h istó rica d e la
len g u a vasca», I, pp. 126 - 137.
19. M adoz X I, pp. 2 0 5 , a-b.
20. D iccio n a rio d e 1802, II, p p . 2, b - 4, a.
21. E n la e n tra d a d e la iglesia d e C ira u q u i se
rep ite.
22. En la calle M ay o r, 37, fre n te a la d e S anta
B árbara ap arece un e sc u d o co n la e stre lla y las copas,
sólo.
23. En el « D iccio n a rio d e 1 8 0 2 , II, p. 5, b, se
alu d e a un palacio cu y o s p alac ian o s te n ía n e n la iglesia
asien to p re fe re n te en tie m p o s p asados; e ste d e re c h o
e stá c e d id o p o r c o n co rd ia s a la villa. T a m b ié n es d a to
cu rio so el d e q u e « A n tig u a m e n te se fab ricab an e n ella
cantidad d e en caxes d e to d as clases». E n el tie m p o la
in d u s tria e sta b a e n d ecad en cia. R e sp e c to a palacios,
A zcárraga, fol. 80, 6, indica «el Palacio d e M a ñ e ru
trah e d e G ro c in » . M a rtin e n a , «P alacios cab o d e a rm e ­
ría», p. 9 indica q u e se d o c u m e n ta e n 1 6 3 7 , e n q u e
había tam b ién el d e A rg u iñ áriz, q u e e stá e n A zcárraga,
fol. 53, 5.
24. A ltadill, II, p. 567.
25. C aro B aroja. « E tn o g rafía h istó ric a ...» , I, p.
314.
458
26. C .S .M ., p. 140 (n .° 130).
27. M ich elen a, « A p e llid o s vascos», p. 136 (n .°
481).
28. C o m p á re se co n « ziro » . A zk u e, « D ic c io n a rio » ,
II, p. 4 4 9 , b.
29. H o ja 140 d e l m ap a a escala 1 :5 0 .0 0 0 .
30. Z a b a lo , «F.1 re g istro ...» , p. 7 8 (n .° 67 3 ): V er
ta m b ié n pp. 153 (n .°s 2 1 2 2 -2 1 2 5 ), 158 (n .° 2 2 5 3 ).
31. J. C a rrasco P érez, «La p o b la c ió n ...» , pp. 373
<n.° 21 1 ), 591 (n .° 57).
32. « C atálo g o d e los c a rtu la rio s reales...» p. 80
(n .° 140).
33. « C atálo g o ...» cit. p. 2 6 3 (n .° 530). « C atálo g o
d el A rchivo G e n e ra l...» , I, p. 194 (n .° 40 3 ).
34. « C a tá lo g o ...» , cit. p. 2 9 2 (n .° 592).
35. « C atálo g o d e l A rch iv o G e n e ra l...» , 1, p. 348
(n .° 97).
36. « C atá lo g o d e l A rch iv o G e n e ra l...» , I. p. 405
(n .° 9 4 6 ). A cep tació n , p. 4 0 7 (n .° 95 1 ).
37. « C atálo g o d e l A rch iv o G e n e ra l» , X X X V I, p.
2 0 0 (n .° 47 4 ) y X X X V II, p. 51 (n .° 110); co n m o tiv o
d e l m a trim o n io d e C h arle s d e B e a u m o n t y d e D o ñ a.
J u a n a h ija d e l rey. Y an g u as, « D icc io n a rio d e a n tig ü e ­
d a d e s» » , I, p. 2 2 5 ; « A d ic io n e s» , pp. 102 - 10338. M ad o z, V I, p. 4 1 4 , a - b.
39. A ltadill, II, p. 568.
4 0 . A ltadill, II, p p . 5 8 9 -5 9 0 , co n p lan o e n la ú l­
tim a.
41. Z ab a lo , «El re g istro ...» , pp. 82 (n .° 774), 156
(n .° 2 2 1 2 ), 161 (n .° 23 1 3 ).
42. J. C arrasco P é re z , «La p o b la c ió n ...» , p. 875
(n .° 2 1 8 ), 59 0 (n .° 50).
43. C arra sc o , «La p o b la c ió n ...» , p. 375 (n .° 2 1 7 ) y
5 9 0 (n .° 49).
44. M ic h e len a , « A p e llid o s v asco s...» , pp. 6 6 - 67
(n .° 133).
45. M ich elen a, o p . cit. pp. 87 - 8 8 (n .° 236).
46. Y an g u as, « A d ic io n es» , p. 118.
47. En la n ó m in a d e palacios d e 1723 q u e d a el
m ism o Y an g u as, o p . cit. p. 245 a p a re ce un palacio d e
E c h a rre n en el valle d e Ega q u e p e rte n e c e ría a D o n
Francisco d e A zco n a y E c h a rre n ; d e b e se r é ste , p o rq u e
el p ro p ie ta rio actual nos dice q u e e n e sc ritu ra s q u e
p o se e se le d e n o m in a « palacio p a trim o n ial d e E c h a rre n A zcona». M a rtin en a , «P alacios cab o d e a rm e ría » , II, p.
9.
48. « D ic c io n a rio d e 1 8 0 2 » , I, p. 2 3 1 , a. E sto se
to m a d e u n in fo rm e d e 1788.
4 9 . M adoz, V II, pp. 4 4 1 , b - 4 4 2 , a.
50. C on e sca le ra a tres lados.
51. D ic c io n a rio d e 1802, II, p. 2 0 8 , b. A zcárraga,
fol. 74, 1. « A n tó n d e O re n d a y n lle b a d e L azcano».
52. Ju lio C a ro B a ro ja , «La h o ra n a v a rra » ...,
pp. 3 5 9 -3 6 3 .
53. « C atálo g o d el A rchivo G e n e ra l» , I, p. 83"Tn.°
121). Y an g u as, « D icc io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , II, pp.
4 4 5 - 4 4 6 , etc.
54.
«C atálo g o d e l A rch iv o G e n e ra l» , 1, p. 109 (n .°
189)- Y anguas, ¡«D iccionario d e n tig ü e d a d e s» , I, pp. 65
y 72. T e o b a ld o I c e d e a u n a m u je r sus d e re c h o s allí y
en o tra s villas e n tr e las cu ales e stá n « O rin d o a in » y
« Z u rin d o a in » . O b sé rv e se la p é rd id a d e la o.
55.
56.
57.
m áxim o
3 8 8 en
D icc io n a rio d e 1802, I, p. 113, b.
M adoz. II. p. 6 0 2 a- b.
A ltadill, II. p. 5 5 1 , p lano. In d ica un ascen so
e n 1888 (4 6 2 h a b itan tes), lu eg o d e sc e n so a
1900.
459
460
509
Fig. 5 0 1 -M a ñ e ru , carretera antigua.
Fig. 5 0 8 .-C a sa típica del siglo X V I I I . M añeru.
Fig. 5 0 9 .-C a sa palaciana. M añeru.
461
462
Fig. 5 1 0 .-A yu n ta m ie n to . C ira u q u i.
Fig. 51 l.- C a s a con rejas. C ira u q u i.
Fig. 5 1 2 .-C a sa de piedra de cuenta. C ira u q u i.
Fig. 513 -C a sa « U rru tia » . G uirguillano.
512
513
463
464
Fig. 514.-C alle de Guirguillano.
Fig. 5 1 5 .-C a sa con aparejo de piedra. G uirguillano.
Fig. 5 1 6 .-C a sa ruinosa. G uirguillano.
Fig. 5 1 7 -F achada de piedra de cuenta. G uirguillano.
Fig. 5 1 8 .-C a sa típica del V a l de M añeru y zona de
G uirguillano.
517
518
522
Fig. 5 1 9 -F achada del palacio de Echarren de G u irg u illano.
Fig. 5 2 0 .-R e;a renacentista del palacio de Echarren de
G uirguillano.
Fig. 521 .-Torreón reformado del palacio de Echarren de
G uirguillano.
Fig. 522.-Casas de Artazu.
467
468
525
Fig. 5 2 3 .-C a sa de A rta zu .
Fig. 5 2 4 .-C a sa s de A rta zu .
Fig. 5 2 5 .-P u erta de A rta zu .
469
Fig. 5 2 6 .-F achada blasonada. A rta zu .
Fig. 5 2 1 .-C a sa de A rta zu .
C A P IT U L O VI
V A L DE A L L IN Y V A L DE EG A
1)
2)
3)
4)
5)
V al de Allín.
A lgunos de los pueblos del m unicipio.
El corriedo de M etauten y sus pueblos.
V al de Ega.
Sus pueblos.
Saliendo d e Estella, hacia el N o r o e s te y
siguiendo el curso del U r e d e r r a d e S ureste o
N o r o e s te , hasta q u e se in te rn a en las Arnéscoas, hay un valle q u e p o r el O e s te q u e d a
c e rra d o p o r unas im p re sio n a n te s alturas ro ­
cosas o escarpes y p o r el Este tam bién resulta
m uy bien delim itado orogràficam ente. D e
m o d o c o m ú n se le llama Valdellín o Valdeallín. P e ro esto parece contracción d e Val de
Allín q u e es el n o m b re con q u e aparece en
los re p e rto rio s geográficos.
separados en dos entidades municipales. U na,
la del Valle de Allín p ro p ia m e n te dicho, con
A m illano, A ra m e n d ia , A rbeiza, A rtab ia ,
Echávarri, Eulz, G aldeano, Larrión, M u n e ta y
Z u b ie lq u i 6. O tra, la de M e ta u ten , con este
p u e b lo más Arteaga, G anuza, O llo b arren ,
O llogoyen y Zufía 7. En realidad, estos últi­
m os núcleos, aun q u e q u e d a n d o m in a d o s p o r
el escarpe de Lóquiz, p o s e e n p e q u e ñ o s a rro ­
yos q u e van d ire c ta m e n te al Ega sin tributar
al U re d e rra .
«Val d ’Aynin» es entidad en 1280, a la
q u e han de asignarse los p u e b lo s de «Echavarri», « M u n u e ta » , « A ram endia», « G u a n u fa » ,
« O l l o g o y e n » , « O y llo v a r r e n » y « M e ta u ten» 1. En o tra nóm ina aparece c o m o «Val
d ’.Ayn» 2. A ún luego sale el más reconocible
«Ayllin» 3, q u e se rep ite 4.
Por o tra parte, algún p u e b lo d e Val de
Allín, com o A rbeiza, q u e d a al Sur del Ega
m ism o, au n q u e cerca d e la confluencia del
U re d e rra .
«Val d ’Allin» consta d e estos p u e b lo s en
1366: « G a n u fa » , «O illogoyen», «Oillovarre n » , «A rteaga», « A rrb e y fa » , «(^ubielque»,
«A ra m e n d ia» , « M u n e ta e t Sant M artin» ,
«A rtavia», «Echaverri», «A m illano», «M etauten», «G aldiano», « £ u fia » , «Eulz», «Larriun» 5. La c uenca del « U re d e rra » es el eje,
c o m o va dicho, d e un valle definido. Mas los
p u e b lo s citados q u e han pervivido se hallan
El paisaje, condicionado sobre to d o p o r el
largo escarpe, es m uy curioso. D e pue b lo s
q u e están a q u in ientos y pico m etro s, r o d e a ­
dos de tierra de labor, se sube a mil y pico en
p oca distancia. La zona m eridional, la del
té rm in o d e M e ta u ten , ofrece perspectivas
más amplias y e n la septentrional las rocas se
alzan más sobre los poblados, q u e tienen en
to rn o laderas y p e n d ie n te s con p rad o s y
m o n te y m atorral. Esto oc u rre , p o r e je m p lo ,
en u n o d e los pueblos más se p ten trio n ales
del valle: A rtabia o A r t a v i a 8 o A ram endia,
473
Fig. 5 2 8 ,-V is ta general de A ram endta. A llin .
A.
B.
C.
D.
E.
F.
Escarpes de Lóquiz. Sarzaleta (1 .0 9 5 m .).
Primera línea de vegetación.
M onte de robles y encinas.
Segunda línea de robles y encinas.
Iglesia de San Sebastián y pueblo.
T ierra de labor <500 m.).
474
tierra apta para los frutales d e tipo m e d ite ­
rrá n e o (alm endros, m elo c o to n e s, etc.) y en la
q u e había algún regadío 10. Los cam inos eran
de h e rradura, condicionados los m ayores p o r
la proxim idad a Estella: uno, hacia las A m éscoas y el N o r t e otro ; hacia el O e s te los
principales.
más al S u deste y alejado del U r e d e r r a (fig.
528). El valle con la tierra facera tiene
4 .2 2 7 ’3 3 ’75 hectáreas y el m unicipio d e M etauten 2 .3 8 0 ’4 2 ’50. El diccionario d e 1802
q u e le llama Valle de Lin lo con sid e ra c o m ­
p u e s to d e dos c o rriedos con oc h o pue b lo s
cada uno, divididos po r el c o to re d o n d o de
Larrazuri y le da 1490 habitantes 9. Lo estim a
II
Saliendo de Estella hacia el N o r te , hacia
las A m éscoas, se dejan al O e s te dos pue b lo s
del valle q u e están al b o r d e del Ega: u n o es
Z u b ie lq u i y el o tro Arbeiza. P u e d e decirse
q u e los dos están situados en función del río
y de un p u e n te . El p u e n te d e b e ser muy
antiguo. «Elki» e n vasco antiguo significa sa­
lir 11. Z u b ie lq u i es, pues, la salida del p u e n te .
Algo m ayor es Arbeiza, al Sur del río, lin­
d ante ya con el valle d e San Esteban.
En A rbeiza hay un a casa palacio, q u e se
erige e n tal el año d e 1665 y q u e p e rte n e c ía a
D o n L orenzo Sam aniego y Jaca y D o ñ a J o ­
sefa Yániz y Zufía. El privilegio se debió,
com o tantos otro s de la época, a un donativo
q u e hicieron de 800 ducados para la guerra.
T u v o este palacio pleitos con el valle (la
viuda en 1683). En 1723 aparece c o m o de
D o n P e d ro M orrás y del rey «p o r confisca­
ción» 12.
En 1727 es de D o n Jo a q u ín de A rteaga y
Z ufía y de sp u és de D o n j u á n Sim ón (1762) y
D o n J o a q u ín d e A rteaga (1797) 13. El edificio
q u e hoy existe c o rre s p o n d e a la é p o c a en qu e
aparece el tal palacio y es un a casona de
b u e n a p ied ra de cuenta, d e las q u e hacían los
c a nteros de la tierra e n los siglos X V II y
X V III.
Al N o r t e d e Z u b ie lq u i, separado de los
dos ríos y con la altura de Belástegui al Sur,
q u e d a Eulz, en p e n d ie n te . Este p u e b lo , un
p o co s o m b río p o r su orientación, estuvo in­
te rv e n id o e n su h acienda p o r los Beaum o n t 14. Altadill indica q u e había unas ruinas
de castillo q u e se decía p e rte n e c ía n a la casa
de Alba 15, lo cual hay q u e asociar con el dato
anterior.
El p rim e r pueblo sobre el U re d e rra , a
4 5 6 m etros d e altura y en tierra con viñas es
Larrión, considerado c o m o c e n tro del valle,
con casa de ayuntam iento. En 1802 tenía
o c h e n ta y nueve habitantes 16 y a u m e n tó a
14 1 con cu a re n ta y cinco casas en el siglo 17.
Larrión es tam bién un p u e b lo -p u e n te , q u e ha
p e rd id o algo de su fisonom ía vieja con el
a um ento. H acia el O e s te y los escarpes q u e ­
dan M u n e ta y A ram endía, dos p u e blos p e ­
queños: A ram endía, en p e n d ie n te , o r ie n ta d o
al Este con la iglesia en alto y el caserío
apiñado y casas d e dos y tres altos 18.
T a m b ié n M u n e ta se distingue más p o r la
posición q u e p o r el caserío, q u e es c o rto 19.
Al N o r t e de M u n e ta y pe g a d o tam bién a las
rocas está G aldeano, núcleo algo m ayor a 548
m etros. Altadill le daba sesenta y dos casas
con 228 p e r s o n a s 20. En G a ld e an o parece
h aberse asentado una familia q u e to m ó el
n o m b re del p u e b lo y q u e d ebía ser una ram a
del linaje prolífico de los Yániz o Yáñiz.
En el índice d e Azcárraga se halla su
blasón con la indicación siguiente: «el Palacio
de G aldiano trahe de los Yaniz» 21. Es en
efecto, el m ism o d e éstos 22 y del palacio de
Azpilcueta del Baztán 23. Esta familia, con el
apellido de G arcía de G aldiano ya figura en
el siglo X IV . P e ro la exención d e la casa
palacio es de 1622 y desp u és sigue en el
linaje a lo largo del siglo X V III 24. La casa
q u e parece c o rre s p o n d e r a este palacio tiene
una p o rta d a q u e se r e p ro d u c e en la foto d e la
475
Sur p o r esta b a n d a m ism a se llega a Amillano, con lo q u e se hace el circuito del
m unicipio d e Val de Allín.
fig. 530, qu e es típica de T ie rra Estelia. P or
los e le m e n to s decorativos d e la pu e rta , p o r el
e scudo y p o r la v e n ta n a q u e q u e d a encim a de
é ste p u e d e pensarse q u e es an te rio r a la fecha
en q u e se o b tu v o la exención, aun cua n d o la
reja lateral, típica tam bién, c o m o se va
viendo, es más m oderna.
A m illano no tiene arriba de seis casas, y
e n 1802 no tenía arriba de tre in ta y cinco
p e rsonas 26. Echavarri era m ayor; con 184 27;
o c h e n ta y un viviendas con 223 habitantes,
según Altadill 28. La aparición del n o m b re en
la fo rm a indicada d e sd e antiguo, u n ida a la de
otro s q u e luego se indicarán, parece señalar
q u e form as vascas dialectales d e tipo occi­
dental, c o m u n e s e n Vizcaya y Alava, llegaban
a la m erindad d e -Estelia e n su flanco occi­
dental.
Al N o r d e s te de G aldeano, sobre el río y
con un p u e n te , q u e d a Artavia o Artabia,
p u e b lo con o c h e n ta y dos personas en
1802 25, c o n ju n to de m ed io c e n te n a r de casas
p oco más o m enos, algunas sólidas, con la
iglesia en lugar dom in a n te , y un a plaza fo r­
m an d o el centro. En un e x tre m o del p u e b lo
hay un a casa q u e pare c e h a b e r sido a m o d o
de torre.
H ay e n Echavarri una casa palaciana, q u e
acaso da razón p rim e ra del n o m b re , c o m o
«casa nueva» 29. Su iglesia p e rte n e c ía a la
m itra d e Pam plona q u e la p e r m u tó con la
o rd e n d e San J u a n d e J e ru s a le m 30, lo cual
acaso da razón del o rig e n del escudo.
D e Artavia, c ruzando el río, se p u e d e
llegar a Echavarri, bajo las peñas del m ism o
n o m b re , q u e alcanzan más de mil m etro s de
altura, p e ro q u e no son tan im p resionantes
c o m o el escarpe de Lóquiz y b a ja n d o hacia el
III
Para llegar al «corriedo» de M e ta u te n lo
m e jo r es seguir la ca rre te ra q u e va a lo largo
del Ega, d e s d e Estelia y luego u n o d e los
ramales hacia el N o r o e s te , q u e pasa cerca de
Z ufía 31 a 506 m etros, q u e en un tie m p o era
el c e n tro municipal. En 1802 e ra el núcleo
más p o b lado 32, frente a M e ta u te n con sólo
sesenta y seis 33. P or la razón q u e sea, M e ­
tauten creció bastante en el siglo X I X , pues
Altadill le da 700 habitantes en 1910, ha­
b ie n d o alcanzado los 764 en 1900. H a b ía
150 edificios y setenta y seis albergues y
v e intiocho disem inados para usos agrícolas 34.
M e ta u te n está c o n stituido p o r dos calles
no del todo definidas y varios anch u ro n e s
con casas m en o s sólidas q u e las d e los p u e ­
blos de más al N o r t e y al Este e n c o n ju n to ,
a u n q u e no falten tres o cuatro d e cierto
em p a q u e . Se señala allí la existencia d e dos
palacios cabo de armería. En 1666 adquirió la
categoría esta la casa d e D o n J u a n Matías de
Albizu, caballero de Calatrava q u e hizo un
servicio de doscientos ducados al rey. En
1726 solicita reb a te la m arq u e sa d e Villama-
476
yor, D o ñ a M anuela de Albizu y Villam ayor y
en 1744 su nieto D o n J o s é M e d ra n o y Albizu, c o n d e de T o rru b ia 35.
El o tro palacio es un p o c o p o s te rio r c o m o
tal. D o n A n to n io M orrás, A lbizu y B aquedan o dio 4 .0 0 0 reales para conservación de
las murallas de P am p lo n a y o b tu v o p o r eso la
m erced en 1675. D e s p u é s o b tie n e n nuevos
rebates sus d escendientes. El escudo, de plata
con un a banda de sinople, b o rd e a d a de g u ­
les 36.
D e M e ta u te n hay un cam ino m ayor hacia
el N o r o e s te q u e a po co se bifurca. El ramal
q u e sube más hacia el N o r t e llega a G a n u z a y
d e allí sube a la sierra p o r un p u e rto muy
pino, G a n u z a está a 593 m etros. En 1802
tenía 105 p e r s o n a s 37. Altadill le asigna
treinta y dos casas, catorce albergues o c o ­
rrales y 154 h a b i t a n t e s 38. La planta tiene
cierto o r d e n con tres callecitas longitudinales
y un a transversal, y las rocas d o m in a n el
c o n ju n to , presidido p o r la iglesia, d e m o d o
im presionante. En G a n u z a hay m e m o ria de
un palacio viejo, q u e e n 1538 e ra de J u a n
R e m íre z de G anuza, el cual p leiteó c o n tra el
rec ib id o r d e la m erindad. D e s p u é s personas
q u e llevan o tro s apellidos volvieron a plei­
tear. El e scudo era d e azur con oc h o castillos
de plata 39. P e ro su b ie n d o p o r el p u e rto de
Lóquiz, m uy al b o rd e de los escarpes, hay un
edificio q u e tiene interés p o r su función: la
e rm ita d e Santiago de Lóquiz, q u e aparte de
su significado religioso tenía sala d e juntas y
c e n tro d e r e u n ió n co n g ran cocina. O rigina­
ria m e n te p a re c e h a ber e stado bajo la advoca­
ción d e San Cucufat. A partir d e 1630 cambia
d e advocación. T o d o s los años el día de San
M iguel, es decir el 29 d e se p tie m b re, se
reu n ía allí la ju n ta encargada de adm inistrar
la sierra, co n re p re s e n ta n te s d e los p u e b lo s
d e los valles q u e q u e d a n a lre d e d o r de ella y
q u e tienen d e re c h o a su uso: la «Junta de
D ieces de Santiago d e Lóquiz» 40.
Esta e rm ita es un edificio d e planta rec­
tangular, con tejado a dos aguas. T ie n e la
v e rtien te q u e d a a la fachada m u ch o más
ancha q u e la otra. U n a p u e rta d e e n tra d a no
situada e n el c e n tro d e un c u e rp o a p a re n te ­
m e n te am pliado, q u e explica la irregularidad.
T re s huecos en alto. A los lados tiene c o n ­
trafuertes g r u e s o s 41. El ramal q u e de M etauten va más hacia el O e s te lleva a O llogoy en y cerca del q u e va a G a n u z a q u e d a
O llobarren; dos núcleos m uy p e q u e ñ o s, d e
diez y ocho y d e diez y seis casas en tiem pos
de Altadill, con o c h enta y cinco y se te n ta y
cuatro habitantes 42. Los dos pue b lo s están en
u na posición muy pintoresca y en O llo b a rre n
los escarpes form an c o m o dos flancos, al
O e s te y al N o r t e (fig. 529)- A rteaga q u e d a
más al Este y en la llana. T a m p o c o tenía más
d e diez y seis casas.
Fig. 5 2 9 -V ista general de Ollobarren. Allín.
477
IV
El río Ega, q u e va e n dirección del O e s te
hacia el Este con cierta inclinación al N o r t e
para llegar a Estella y cam biar luego de
ru m b o d e N o r t e a Sur, pasa, antes d e llegar
al Val de Allín, p o r un a serie d e térm inos de
p u e b lo s q u e e n lo antiguo constituían el Val
de Ega; Abáigar, Ancín, Etayo, Learza, Lega­
ría, M endilibarri, M urieta, O c o y O le ju a po r
o r d e n alfabético; en 1802 vivían en ellos
1268 personas y los pueblos, salvo Learza
q u e no era realengo, constituían la cofradía
d e San B a rtolom é d e O c o 43.
p u e b lo s d e « M urieta», «A ncin», «A vaygarr»,
« O lley sso a » , « E tayo», « M e n d iliv e rri» ,
«Lar^a», « O q u o » y «El B usto» 4S.
E ste aparece c o m o agregado y el c o n ju n to
d e s e te n ta fuegos rep a rtid o s d e m o d o bas­
tante h o m o g é n e o . Los p u e b lo s A ncín, M e n ­
dilibarri y M u rie ta se e x tie n d e n al S ur del
c urso o e n el curso del Ega al salir é ste de la
B errueza.
U n p u n to d e refe re n c ia im p o rta n te al
Este del Valle es M o n ja rd ín , q u e , con Villamayor, q u e d a al Este de O le ju a y tanto O l e ­
jua, c o m o Etayo y Learza se apartan algo del
cauce fluvial y tienen ligeras alturas al M e ­
diodía, q u e los separan d e térm inos d e m u n i­
cipios con núcleos más g randes y distantes,
fuera ya d e la zona de los valles 46. Val de
Ega constituye una especie d e semicírculo
con el río al N o rte . La separación de la
B e rru e z a p o r el O e s te se hace p o r la Sierra
de D o s H e rm a n a s, el A lto del Angel d e la
G u a r d a y otro s q u e marcan la c uenca del
O d ró n .
Esta com unidad de p u e blos c o m o tal apa­
rece en la Edad M edia actuando d e m o d o
c o n ju n to con las de los valles vecinos más
occidentales, es decir, los de Lana y la Berrueza. Así en 1317 se autorizó a los habi­
tantes d e los valles d e B errueza, Ega y Lana
para p oblar en el p rim e ro San Cristóbal de
B errueza, con o b je to de d e fe n d e r to d o el
territorio de las amenazas a q u e estaba so m e ­
tido p o r ser fronterizo, dán d o se a los p o b la ­
d ores el fu ero de V i t o r i a 44.
«Val d’Ega» en
1366 aparece con los
V
El p rim e r p u e b lo q u e hay q u e reseñar
saliendo d e Estella, p e ro d e ja n d o la c a rre te ra
general al N o r te , es Abáigar. U n núcleo al
q u e flanquea un ro b le d o hacia el Este y q u e
tiene las tierras d e cultivo al Este y Sur, sin
fo rm a m uy definida, condicionada, sin e m ­
bargo, p o r el cruce de varios cam inos 47.
Abáigar constaba a c om ienzos d e siglo de
unas o c h e n ta casas con 332 personas agrupa­
das 48, lo cual d e n o ta c re c im ien to sensible en
el siglo, p o r q u e e n 1802 se le asignaban sólo
156 49. Allí había un linaje antiguo relacio­
nado con el de los A rbizu y Lodosa 50 y había
u n palacio, con poca d o c u m e n tac ió n , sin e m ­
478
bargo. La im presión g eneral es d e clima más
cálido q u e el de Allín. T a m b ié n q u e el de
Lana.
M ayor interés acaso tiene el p u e b lo q u e
sigue, sobre el Ega: M urieta. U n p u e b lo con
p u e n te al Sur y con cierta alineación d e Este
a O e ste. P o d ría pensarse en u n a planificación
inicial con un a sola e n tra d a p o r el Este, un
espacio m ayor a po c o del q u e saldrían dos
calles paralelas q u e se volverían a unir en
o tro espacio m ayor al O e s te , sobre el q u e
q u e d a rían otro s edificios más irre g u la rm e n ­
t e 51. H ay d o c u m e n to s q u e a luden a la re­
construcción d e su casa rectoral en 1345 52; y
el n o m b re p a re c e relacionado con los de
M u ru , M urillo, M oriones, etc. Es decir, q u e
aludiría a alguna fortificación o muralla. U n
po co al S u d o e ste y en la orilla o p u e s ta del
Ega q u e d a Legaria, núcleo q u e tam bién tiene
p u e n te sobre el río Ega, al N o r te . Está cons­
tituido p o r casas agrupadas con espacios in­
term edios, p e ro sin ninguna form a de calle o
alineación 53.
Legaria es un p u e b lo hecho villa de rea ­
lengo en 1266, c o m p u e s to ya de varias casas
y con unas ruedas, es decir m olinos, q u e el
rey dio a sus habitantes a condición d e qu e
los m ejo rara n y le pagaran 1.000 sueldos al
año. T a m b ié n e n to n c e s había unos hu e rto s
reales 54.
Sin duda, el desarrollo agrícola su p e rio r
del valle de Ega con respecto a los más
nórdicos ya se notaba. En Legaria había un
palacio del qu e solicitó el reb a te D o n J u a n
Matías de H ita e n 1694. Este seguía p o s e ­
y é n d o lo en 1723 y luego fue de su hijo
Francisco Lorenzo, q u e hizo la consabida so­
licitud e n 1758. T e n ía un e scudo de gules
con cinco cruces treboladas de oro, en so­
tuer 55.
S iguiendo el Ega arriba el p u e b lo más
occidental del valle es Ancín, m unicipio al
q u e se u n e el núcleo de M endilibarri, q u e
estaba c o m p u e s to de diez y oc h o viviendas
de las 101 d e la totalidad. Ancín es o tro
p u e b lo - p u e n te al N o r te del río, en ladera,
con las casas m uy agrupadas en to rn o a dos
anchuras 56. Las casas son d e b u e n a c o n s tru c ­
ción, revocadas, con p ied ra de cu e n ta al n a tu ­
ral, algunas m odernas, pues c o m o o tro s n ú ­
cleos de esta zona no ha sido de los q u e han
m erm ado.
En una situación de m ayor d e te rio ro se
p re s e n ta O co, q u e q u e d a muy po c o distante
de Legaria al Sur y qu e se c o n sid erab a c o m o
lugar c é ntrico del valle. O c o en 1802 aparece
sólo con c in c u e n ta personas. P e ro e n su té r­
m ino q uedaba, al Este, la erm ita de San B a r­
tolom é. Era ésta la sede d e u n a cofradía o
h e rm a n d ad a la q u e p e rte n ec ía n todos los
eclesiásticos y vecinos d e los p u e b lo s del
valle, con excepción de Learza. T o d o s los
años se n o m b ra b a un alcalde, q u e se tu rn ab a
en los ocho pue b lo s y u n m a y o rd o m o q u e e ra
el encargado de recaudar las d erram as c o b ra ­
das para gastos c o m u n e s 57. O c o e ra tam bién
realengo desde 1250; p e ro luego pasó a D o n
B eltrán Vélaz de G u e v a ra (1351) y más tarde
aún a D o n Tristán de M auleón, señor de
R ada (1492), qu e lo vendió con Etayo y el
d e sp o b la d o de G ra n a d a a D o n F e rn an d o de
B a q u e d a n o po r 2 .420 f l o r i n e s 58. D esp u é s
aparece asentado allí «el Palacio d e O q u o en
tierra de Estella» 59, q u e es el q u e en 1723
p e rte n ec ía a un D o n Francisco de A lduncin y
d espués a D o n P e d ro A n to n io d e M aruri
(1745). T e n ía un escudo d e plata con cinco
cotizas d e azur. P e ro en 1723 había o tro
palacio de D o n P e dro Valcárcel o Balcarcel 60. H oy día O co, p u e b lo de sólida co n s­
trucción de piedra con casas clásicas de tres
huecos y dos altos, o d e dos huecos y dos
altos, c o m o se ve en las fotos 532 y 533,
tiene un lam entable resto de u n o de los
antiguos palacios, constituido p o r la m agní­
fica fachada de piedra d e cantería, r e p r o d u ­
cida en la foto de la fig. 531. Sobre el arco de
la p u e rta de e n tra d a d e q uince dovelas se ve
un blasón c o m p u e s to en el q u e a un lado
están las cotizas y al o tro la luna invertida de
los Yániz y otras familias d e p e n d ie n te s. Al
Sur de O c o q u e d a Learza, q u e es tam bién un
núcleo p e q u e ñ o 61, q u e está agregado a
Etayo, q u e está más al Este y más alto q u e
otro s p u e b lo s del valle: a 595 m e t r o s 62.
T a m b ié n fue pue b lo en el q u e e je rcie ro n
influencia varios señores, pese a q u e en un
tie m p o fue declarado realengo 63. Al Este de
Etayo q u e d a O lejua, «Oleysoa» e n d o c u ­
m en to s antiguos 64, d o n d e Azcárraga registra
«el palacio de O lexo en Valdega» 65. U n
p u e b lo apiñado en el q u e había varias balsas,
d e se te n ta y un casas y 185 personas en
1910 66.
479
NOTAS
1. F. Z ab alo , «El re g istro ...» , p p . 79 (n .°s 7 0 3 709).
2. F. Z ab alo , «El re g istro ...» , p. 154 (n .°s 2 1 4 6 2 1 5 2 ). La fo rm a «E ch av erri» se da.
3. F. Z ab alo , «El re g istro ...» , p. 159 (n .°s 2 2 6 1 2 2 6 7 ). A qiií «E chauri» p o r « E chavarri».
4. F. Z ab alo , «El re g istro ...» , p. 162 (n .° 2 3 4 3 ).
5. J. C arrasco P érez , «La p o b la c ió n ...» , p p . 5965 9 8 (n .°s 73 - 93).
6. A M i l l , II, pp. 5 3 4 - 540.
7. A ltadill, II, pp. 6 2 9 - 632.
8. B u en as fo to s e n L uciano L ap u e n te M artín ez ,
« S ierra d e L óq uiz», n .° 3 0 6 d e « N a v a rra , tem as d e
c u ltu ra p o p u lar» (P am p lo n a , s.a.), a las páginas c e n tra ­
les.
9. D iccio n a rio d e 1802, I, pp. 4 5 0 b - 4 5 1 , b.
10. j C o m p á re se cb n M ad o z, II, p.2 2 6 a-b.
11. i A zkue, I, p. 2 3 5 , a.
12. Y an gu as, « A d ic io n e s» , p. 244.
13. M a rtin en a , «P alacios cabo d e a rm ería » , II, pp.
4-5. H ay tam b ién e n el valle un palacio d e A rteaga.
14. Y anguas, « A d ic io n e s» , p. 132.
15. A ltadill, II, p. 537.
16. D iccio n a rio d e 1 8 0 2 , I, p. 4 2 1 , a.
17. A ltadill, II, p. 539. M ad o z, X , p. 9 0 , b, sólo
v einticin co.
18. N o v e n ta y siete h a b ita n te s en 1802. D ic c io n a ­
rio ¡I, p. 85, b.
19. Sólo tre in ta y cin co p e rso n a s e n 1802. D ic c io ­
n ario II, p. 42.
20. A ltadill, II, p. 538. 195 e n el D ic c io n a rio d e
1802, p. 2 9 3 , b „
21. fol. 79, 6.
22. fol. 4 9 , 4 y 71, 2.
23. fol. 109, 6.
24. M a rtin en a , « P alacio cab o de a rm e ría» , II, p. 4.
25. D iccio n a rio d e 1 8 0 2 , I, p. 112, b.
26. D ic c io n a rio d e 1 8 0 2 , I, p. 6 9 , b. v e in tiú n
edificios y c u a re n ta o c u p a n te s e n A ltadill, II, p. 536.
27. D iccio n a rio d e 1802, I ,.p . 2 8 3 , b.
28. A ltadill, II, p. 537.
29. A zcárraga, fol. 70, 3, d a el b lasó n d e «el
Palacio d e los E c h e v e rría d e tie rra d e E stella». En el
ín d ice m ás m o d e rn o , se d a la re fe re n c ia a «E chavarri».
30. « C atálo g o del A rchivo ca te d ra l d e P am p lo n a » ,
I, pp. 3 1 9 -3 2 0 (n .°s 1 3 3 3 -1 3 3 5 ).
31. El e x tre m o m e rid io n a l d el valle q u e d a e n la
h o ja 172 d el m ap a a escala 1 :5 0 .0 0 0 , q u e se usa.
32. 128 p e rso n a s le d a el D icc io n a rio d e 1802, II,
p. 53 4, a.
33- D ic c io n a rio d e 1802, II, p. 2 2 , a.
34. A ltadill, II, p. 6 3 0 , c o n p lano.
35. M a rtin en a , «P alacios ca b o d e a rm e ría » , II, p.
5. A zcárraga fol. 55, 4, «A lvizu e n tie rra d e E stella
tra h e d e Sarasa». Es d ec ir, q u e tie n e la « p ie n te leva­
diza» d o b le , e n azu r so b re arg en t.
36. M artin en a , «P alacios cab o d e a rm ería » , II,
p. 5.
37. D iccio n a rio d e 1802, I, p. 2 9 7 , b.
480
38. A ltadill, II, p. 6 3 1 .
39- M a rtin e n a , «P alacio s cab o d e a rm e ría » , II,
p. 4.
40. L uciano L ap u e n te M a rtín e z , « S ierra d e Ló­
q u iz» , pp. 8 - 13.
4 1 . F o to e n las páginas c e n tra le s d e « S ie rra de
L óquiz».
4 2 . A ltadill II, p. 6 3 1 . El D ic c io n a rio d e 1 8 0 2 , II,
p p . 182, b - 183, a d a s e te n ta y c u a tro a O llo b a rre n y
o c h e n ta y u n a a O llo g o y en .
43. D ic c io n a rio d e 1802, I, p. 2 3 6 , a.
44. « C atálo g o d e l A rch iv o G e n e ra l» , I. p. 331 (n .°
754). Y anguas, « D ic cio n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , I, p.
135.
4 5 . J. C arrasco P érez , «La p o b la c ió n ...» , p p . 6 0 2 6 0 3 , (n .°s 123 - 132).
46. H o ja s 139 - 140 (u n o s e x tre m o s tan sólo) y
171 y 172.
47. P lano e n A ltadill, II, p. 52948. A ltadill, p. 529.
4 9 . D ic c io n a rio d e 1 8 0 2 , II, p. 1. b.
50. A zcárraga, fol. 106, 2: « A b ay g ar tra h e d e A rb izu y L odosa».
51. P lan o e n A ltadill, II, p. 6 3 6 . 117 ed ificio s
o cu p a d o s p o r 392 h ab itan te s. E sc u d o m u n icip al co n el
p u e n te , p. 6 3 5.
52. « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , II, p. 118
(n .° 27 6 ).
53. P lan o e n A ltadill, II, p p . 6 0 7 . O c h e n ta y o c h o
ed ificio s, h ab ita d o s p o r 321 p e rso n a s e n 1910.
54. El d o c u m e n to , re g istra d o en « C atá lo g o d el
A rch iv o G e n e ra l» , I, p. 178 (n .° 36 2 ), e x tra c ta d o p o r
Y an g u as, « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , II, p. 184, lo
e stá ta m b ié n , co n re fe re n c ia a lo d ich o , en M o re t,
« A n n ales» , III, p. 2 8 7 (lib ro X X II, cap. IV , § IV ,
n .° 13).
55. M a rtin e n a , «P alacios cab o d e a rm e ría » , II, p.
8. Y an g u as, « A d ic io n e s» , p. 2 4 5 . E stá e n A zcárrag a fol.
30, 5, «el Palacio d e L egaría».
56. P lano e n A ltadill, II, p. 544.
57. D icc io n a rio d e 1802, II, p. 171, b.
58. Y anguas « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , II, p.
4 7 7 . « C atá lo g o d e l A rch iv o G e n e ra l» , II, p. 163 (n .°
4 0 0 ) etc.
59- A zcárraga, fol. 108, 6.
60. M a rtin e n a , «P alacios ca b o d e a rm ería » , II, p.
8. Y an g u as, « A d ic io n e s» , p. 245.
61. C u a re n ta y d o s p e rso n a s e n 1802, seg ú n el
D ic cio n a rio , I, p. 4 2 6 , a.
62. P lano en A ltadill, II, p. 579. S e te n ta y cinco
casas co n 2 5 2 h a b ita n te s, o n c e d isem in ad as.
6 3 . Larga e x p o sic ió n
d e v icisitu d e s e n Y anguas,
« D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , I, pp. 4 6 7 - 4696 4 . Y an g u as, « D icc io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , p.
480.
65. fol. 6 9 , 3.
66. A ltadill, II, p p . 6 3 8 - 6 3 9 , p la n o e n la p rim era .
481
Fig. 5 3 2 .-C a sa de Oco.
Fig. 5.ì 3 .-C asa de Oco.
482
C A P IT U L O V II
VAL DE B E R R U E Z A Y VAL DE LA N A
1)
2)
3)
4)
5)
La Berrueza como territorio.
Los pueblos del valle propiam ente dichos.
El valle de Lana.
Sus pueblos.
Z úñiga.
Saliendo d e Val d e Ega hacia el O este,
p o r Ancín, se e n tra en o tro valle d e bastante
fama e n la H istoria, q u e es el d e La Berrueza;
en realidad se trata de un territo rio bastante
c o m p le jo al que, en un tiem po, se le asigna­
ban más p u e blos q u e p o s te rio rm e n te . Ya se
ha visto antes c ó m o e n texto m edieval anti­
g u o y autorizado se le c onsidera c o m o un
p rim e r bastión de la R econquista.
La «B erroza» aparece c o m o tal en el
« C h ro n ic o n Sebastiani» 1. En otro s d o c u ­
m en to s m edievales, con referencia a tiem pos
p o ste rio re s se alude al territorio, en el q u e
había m onasterios y p ro p ie d a d es reales, lla­
m ándole «V erroza» 2. U n a donación de San­
cho el d e P eñalén al m o n aste rio d e Irache
indica - p o r e je m p lo - q u e el m o n aste rio de
San J u s to d e M u é s estaba «in territo riu m
U e rro z a » 3. Este m ism o aparece luego c o m o
valle.
En el censo de 1366 los p u e b lo s d e «Val
d e B errueza» son «Piedram illera», «Burguieillo», «M endaza», « E strem blo», «Suruslad a » , « M u é s » , « A z e d o » , « D e s s in a n a » ,
« O t i n n a n o » , « M ir i f u e n t e s » , « H u b a g o » ,
« E z t u y n ig a » , « U x a n a v i ll a » , « C a b r e d o » ,
«Sant P e d ro » , «Esquidi», «Labraba», «Torralva», «D e sso io » , «Fazuelo» 4. Basta con
exam inar un m apa para darse c u e n ta d e q u e
en este caso la palabra «Val» está usada de
m o d o un tanto laxo. P e ro su uso se d o c u ­
m en ta e n otros textos. Antes, en 1317 apa­
rece e n el fuero de población de San C ristó ­
bal d e B errueza, al q u e se hizo referencia en
el capítulo a n t e r i o r 5 y hacia 1200 hay un
ajuste del obispo de P am plona con los abades
del valle de la B errueza, sobre cuartas epis­
copales 6. El arciprestazgo d e igual n o m b re es
aún mayor, p o r q u e c o m p r e n d e los valles d e
Ega, Lana y S antesteban 7.
Así, pues, la de te rm in a ció n d e los p u e ­
blos q u e c o m p re n d ía el valle es variable y la
grafía del n o m b re tam bién 8.
M o re t insistió m u ch o en la cantidad de
castillos y santuarios antiguos q u e se hallan
en aquél ám bito, lo cual p robaría una p o b la ­
ción muy antigua 9 vinculada en efecto a la
R econquista. Lo q u e es e v id e n te es q u e con
resp e c to al valle d e Ega y tam bién al de Lana,
q u e q u e d a al N o r te , la B e rru e z a es u n a tierra
q u e ha e x p e rim e n tad o la rom anización m uy
antiguam ente, c o m o lo indican los n o m b re s
de los p u e blos y de m uchos o tro s térm inos.
La diptongación del m ism o n o m b re es r o ­
m ance. O tr o s n o m b re s lo son tam bién, c o m o
A cedo, Piedram illera, T orralba. O tro s se han
48 5
d e b id o d o m in a r d e s d e é p o c a bastante r e m o ta
d e la R econquista, m ientras que, al N o r t e , el
vasco h u b o d e hablarse c o m ú n m e n te hasta
c om ienzos del siglo X I X 12. «B erroza» pa­
rece significar «jaral», a u n q u e tam b ié n « b e ­
rro» es tierra labrada d e nuevo, seto y zar­
za 13.
ro m a n c ea d o p r o n to , c o m o M endaza, U bago,
etc., sea el q u e sea su origen.
P o d e m o s hacer u n a o rd en a c ió n de ellos
distinguiendo los q u e q u e d a n en la cuenca
del Ega, de aquellos más m eridionales en
c o n ju n to , q u e se e n c u e n tra n e n las del río
O d r ó n y su afluente occidental, el Linares,
con M ués sobre el p rim e ro y D e s o jo e n un
subafluente del m ism o, c o m o p u e blos más
m eridionales 10. R e c o rrie n d o esta zona y o b ­
servándola d e sd e alturas, c o m o la c u m b re de
San G r e g o rio d e Sorlada, se c o m p r e n d e bien
su significado en g uerras de m ovim iento,
com o la p rim e ra g u e rra civil y tam bién en
tiem pos re m o to s en q u e hacia el N o r t e se
divisan varias cadenas d e m ontañas macizas y
hacia el Sur otras tierras más llanas, abiertas y
calientes. Aun el valle d e Lana, del q u e luego
se trata, q u e d a al Sur de los referidos macizos
m o n tañ o so s de gran esp eso r y escasísima p o ­
blación, con m uy poca diferencia d e altura y
separado de la B errueza po r lomas no muy
g randes 11, de algo más de setecientos m etro s
en su máximo; en cam bio, de Lana al N o r t e
las elevaciones pasan d e los mil m etros, y
esto no quita para q u e los límites e n tre Lana
y B e rru e z a hayan sido d u ra n te m u ch o una
fro n te ra lingüística sensible. P o rq u e - c o m o
va d ic h o - al Sur de ellos el ro m a n c e ha
Los d o c u m e n to s sobre castillos y m o n as­
terios a q u e alude M o re t, y a los q u e se harán
referencias concretas luego, para d e fe n d e r
q u e fue u n o de los bastiones de la m o n arq u ía
navarra, indican q u e varios d e los núcleos
conocidos actualm ente, q u e no con stitu y e n
un m unicipio unido, se c rearo n al calor de
fundaciones m onasteriales q u e hasta ciertas
fechas tuvieron d o m in io sobre varios de
ellos, considerados c o m o otras tantas villas.
En o tro s casos cre c ie ro n al am paro de un
castillo con significado estratégico.
C u a n d o los reyes d e N a v a rra p e rd ie ro n la
jurisdicción sobre Alava y cu a n d o ciertos te ­
rritorios, q u e fuero n o rig inariam ente nava­
rros, pasaron a la c o ro n a de Castilla, el flanco
occidental de la B e rru e z a pasó a te n e r m ayor
im portancia defensiva.
T a m b ié n algunos p u e b lo s q u e d a ro n con
f ro n te ra p o r la banda N o r t e y se rem odelaro n c o m o luego se verá.
11
A h o ra vam os a iniciar el re c o rrid o e n ­
trando p o r el Val d e Ega a esta tierra famosa,
p o r Ancín.
El p rim e r p u e b lo con q u e nos e n c o n tra ­
rem o s es A cedo. A ntes, sin e m bargo, hay
q u e decir algo del a sen tam iento d e G ra n a d a
q u e es la sede del título ducal d e este n o m ­
bre: G ra n a d a de Ega, a la d e re c h a del río. Se
trataba d e un edificio palaciano, con no más
de seis personas en 1802 14 y varios c u e rp o s
añadidos 15. El n o m b re d e G ra n a d a aparece
ya e n la Edad M edia, c o m o sede d e un pala­
cio con su m onte. Carlos III el N o b le lo
d o n ó en 1408 al señor de O ñ a te , su «chambarlén», P e d ro Vélaz d e G u e b a r a 16. Luego,
486
en 1492, aparece c o m o un «desolado» de
D o n T ristán de M auleón, se ñ o r de R ada 17,
q u e lo vendió con Etayo y O c o a D o n Fer­
nan d o de B a q u e d a n o p o r 2 .420 florines. El
ducado es m uy p o sterio r; d e 1729.
El edificio del palacio se halla en una
p e q u e ñ a altura o colina a la orilla izquierda y
a pocos pasos del Ega y tiene u n ida la iglesia
de San Miguel. A lr e d e d o r hay tierra labran­
tías; p e ro el m o n te d e G ranada, aun a m edia­
dos del siglo X I X , se c o n sideraba c o m o «casi
im p e n e tra b le , p o r lo p o b lad o q u e está - d ic e
M a d o z - d e toda clase d e leña, ro b u sto s enci­
nales, bojes, burizotes y espinos». A la orilla
del río había ch o p o s c o rp u le n to s 18.
Estos «cotos red o n d o s» o «cam pos re­
d o n d o s» , es decir te rre n o s vedados e n form a
circular 19, han dado origen, sin duda, a m u ­
chas casas palacianas, a rrancando de un a ex­
p lotación agrícola pastoril en tierras fragosas.
La «acotación», c o m o fo rm a d e la apropia­
ción, ha de estudiarse e n esta tierra con
e je m p lo s m uy curiosos.
La aparición de A c e d o c o m o villa rea­
lenga c o n A sarta y V illam ayor data ya de
1238 20. En 1325 las mismas villas aparecen
en o tro d o c u m e n to de red u c c ió n d e pechas,
juntas 21. Es un núcleo q u e q u e d a al Sur del
río, a 531 m etro s d e altura, con cam pos de
labor a lre d e d o r y en tierra llana. T e n ía un
casco d e n o v e n ta y nueve edificios y 273
habitantes 22 a c om ienzos d e siglo. Form aba
m unicipio con M endaza, q u e hacía de capital,
Asarta y U bago. G ra n a d a y E stem blo se c o n ­
sideraban sim ples granjas d e n tr o d e la unidad
municipal. El n o m b re d e A c e d o parece rela­
cionarse con «aceda» variante de «acedera»,
con « a c ederón» y otros derivados de «aceta­
ría» 23. Es decir, qu e es un abundancial de
planta, c o m o B erc ed o , Salcedo, etc. El p u e ­
blo es sede d e un a c o n ocida casa palaciana,
q u e poseía un e scudo d e o ro con cinco pica­
zas de su color en s o tu e r 24. Era palacio anti­
g u o e n su origen, p o r q u e e n 1492 ya p e r t e ­
necía a M artín Sanz de A c e d o 25 y c o n tinuó
d u ra n te siglos en p o d e r d e g e n te del m ism o
apellido; D o n D iego Jo s é de A cedo en 1723.
D o n J o s é M a nuel en 1757. Luego del C o n d e
d e Río Cabado. El apellido e m igró a E x tre ­
m adura, d o n d e es c onocido D o n G abriel
A zedo d e la B errueza, natural de Jarandilla,
a u to r d e las « A m enidades, florestas y recreos
de la provincia de la V era, Alta y Baxa, en la
E xtre m ad u ra » , o b ra curiosa, im presa en M a­
drid, e n 1667 y dedicada a « D o n D ie g o de
A zedo y Albizu, se ñ o r del Palacio y T o r r e de
A zedo, e n N avarra» 26. P o sib le m en te fue en
é p oca de éste cu a n d o el palacio q u e subsiste,
a u n q u e bastante mal cuidado, adquirió los
rasgos q u e o s te n ta en la foto d e la fig. 541 27.
Se trata de un edificio de planta rectan­
gular, p e ro bastante ancho, d e p ied ra sillar en
la planta baja y el piso p rim e ro , d e ladrillo en
el superior, de tejado a cuatro aguas. En la
fachada a los dos lados del arco d e la puerta,
no hay más q u e dos saeteras m uy bajas. En
cam bio, en el p rim e r piso hay al c e n tro un
balcón con dos huecos y a los lados dos
grandes ventanas con rejas salientes. El piso
su p erior de ladrillo tiene once arcos e n fo rm a
clásica d e galería, com o las q u e a b u n d a n en
tierra más m eridional, de los cuales hoy sólo
están abiertos cuatro. D o s al c e n tro con o tro
balcón de hierro, corrido, q u e coge hasta tres
arcos, con el del m edio cerrado. El escudo de
la pied ra d e clave del arco de e n tra d a no es el
descrito, sino otro c o m puesto. U n a fachada
lateral, hacia el lado izquierdo tiene e n la
planta y el p rim e r piso tres huecos y la pa rte
superior constituida p o r otros once arcos d e
ladrillo.
Este tipo J e fachada y d e concepción de
la casa rica y noble, se repite, c o m o se ve en
la foto d e la fig. 542, e n la q u e la galería
su p e rio r tiene trece arcos abiertos y la sillería
es m enos rica.
El balcón, más m o d e rn o sin duda. M u c h o
más rústico es el aspecto de la casa de la foto
de la fig. 543, rectangular, estrecha, con h u e ­
cos d e fachada irregulares y abiertos p ro b a ­
b le m e n te d o n d e había o tro s p e q u e ñ o s y con
un balcón lateral de m adera al piso segundo.
Al S ud o e ste d e A c e d o q u e d a E stem blo
q u e era señorío de Alba y palacio d e arm ería
tam bién en 1770 28. U n edificio con seis
personas sólo en 180 2 29. Los o tro s dos n ú ­
cleos unidos, Asarta y M endaza, q u e d a n aún
más al Sur, u n o al O e s te y o tro al Este.
Los dos sonaron algo c o m o tea tro de ac­
ción en la p rim e ra g u e rra civil 30. M endaza
qu e d a al O e s te de la llamada Sierra de D os
H e rm a n a s, q u e tiene unos altos, los d e las
D os H e rm a n a s de 854 y 856 respectiva­
m ente. H acia el N o rte , el R o b le d o se eleva a
738 m etro s y el p u e b lo está en llano a 639.
M endaza parece haber sido un núcleo de
población d e cierta im portancia d u ra n te el
siglo X IV . En 1385 y en consideración a q u e
de más de cien labradores p e c h ero s había
pasado a te n e r sólo diez, y m uy p o bres, a
causa d e guerras y peste, el rey les p e rd o n ó la
mitad d e la p e cha d u ra n te diez años. Era
tierra d e cercal, p o r q u e la p e cha no reducida
consistía en un a cantidad e n d in e ro y cin­
c u e n ta cahíces d e «pan m e ita d e n c o » 31.
M e n d az a es un p u e b lo d e planta longitudinal,
q u e se e x tie n d e de N o r t e a Sur 32. El caserío
se rep a rte , con hu e rto s cercanos p o r varios
cam inos y anchurones.
487
Las casas en tiem pos d e Altadill eran
c iento once, con 332 ocupantes. En una de
las erm itas de M endaza se celebraban las
juntas del valle 33. P or lo dem ás, tanto este
p u e b lo c o m o el d e Asarta, asentado en una
p e n d ie n te suave con un encinal encim a, tiene
bastantes casas nuevas o rem ozadas, au n q u e
Asarta es m enor; cua re n ta y nueve edificios y
137 almas en un t i e m p o 34. El o tro núcleo
con vida vecinal de esta circunscripción es
U bago, q u e q u e d a en ladera, al N o r t e de la
Sierra de C ábrega y sobre el río O d r ó n , cerca
de d o n d e se le u n e el Maraña. El n o m b re de
U bago es ilustrativo resp e c to a c ó m o hay una
form a latina, «opacus» = som brío, q u e algo
más al N o r t e dará, sin duda, el n o m b re de
O p a c u a y aquí tiene un tra tam ie n to c o m o en
«ubaga», u m b ría en ro m ance navarro 35. El
sitio justifica el nom bre. U b a g o tiene fuero
q u e le dio, a la par q u e a M irafuentes, T e o baldo 1 en 1236. Este fu ero hacía a sus habi­
tantes realengos, de su e rte q u e no pud iese n
ser dados a señor, vendidos o trocados y q u e
no tuviese p o d e r sobre ellos el p r e s ta m e ro ni
ningún rico h o m b re 36. A pesar d e eso, c o m o
en o tro s casos, las pechas fu ero n concedidas a
algún m agnate en cierta ocasión: a D. P e d ro
de N a v a rra aún en 1511 37. El caserío no
ofrece gran cosa en particular.
Al N o r te de U bago y al Sur del río
M araña q u e d a M irafuentes, q u e en los d o ­
cu m e n to s citados es todavía «M irifuentes»,
n o m b re descriptivo c o m p u e s to d e «mille».
T a m b ié n se halla en llana ro d e a d a de m ontes,
a 651, con un casco u rb a n o longitudinal de
Este a O e s te 38.
Encima, más alto (746 m etros) y bajo la
p e ñ a G allet está N azar, fre n te a M endaza,
p u e b lo qu e aparece en el fuero d e los Arcos,
c o m o aldea d e aquella villa. El texto da la
grafía «N acart» o «N a^art»; e sto en 1 175 39
y pa re c e q u e de allí d ebían bajar a p oblar al
Sur. La form a p u e d e considerarse todavía
vasca, y acaso c o m p u e s ta d e «arte» o «art»
(com o en o tro s m uchos textos navarros m e ­
dievales).
Es posible pensar q u e e n tre el siglo X I y
el X II sobreviniera la m ayor p é rd id a del
idiom a e n p u e blos del valle y q u e de sp u és se
fijaran las form as conocidas hoy. N azar es
p u e b lo q u e tam bién sirvió de base a las o p e ­
raciones d e la p rim e ra g u e rra civil; es un
núcleo más de m ontaña, con las casas d e s p e r ­
488
digadas en varios gru p o s, con sus hu e rta s
a lre d e d o r y q u e , c o m o casi todos los p u e b lo s
en alto, decae d e s d e com ienzos d e siglo en
qu e tenía 233 habitantes en sesenta y siete
albergues 40. M ás interés c o m o núcleos tie­
nen los tres q u e se hallan e n la p a rte oriental
del valle; Piedram iliera, Sorlada, al Sur de
Piedram illera y con las c u m b re s de San G r e ­
gorio y el A ngel d e la G u a r d a al Sur y una
llana, q u e es el «valle» p o r naturaleza, y
M ués e n el desfiladero del O d r ó n , e n tr e la
sierra d e C á brega y San G r e g o rio y m irando
ya a la tierra más llana d e Los Arcos.
Sorlada aparece p r im e ro con un n o m b re
enigm ático, al q u e se le han da d o etim ologías
fantásticas. En el cartulario del m o n aste rio de
Irache hay un d o c u m e n to del año 1058 en
q u e Sancho el d e P eñalén d o n a a este m o ­
nasterio o tro sitio al pie d e la roca de Piniana
«iuxta villulam q u e fe rtu r Suruslata» 41. El
n o m b re d e «Piniana» alusivo a la p e ñ a
(«pinna»), indica c ó m o el sufijo «-ana» se
aplica a veces a no m b re s descriptivos. Y «Su­
ruslata» da el n o m b re del lugar c o n la t
a n te rio r a la sonorización q u e ya se da e n los
d o c u m e n t o s del X I V . « S u rru s la d a » e n
1327 42, «Sorruslada» en 1378 43 o «Suruslada» en 1366, c o m o va indicado antes.
S egún los d o c u m e n to s qu e rec o g e n estas
grafías, el p u e b lo había sido a fines del siglo
X III d e D o n F o rtú n A lm orabit, q u e lo v e n ­
dió a un cam biador de Pam plona, P ere de
Tors, en 1299. D e s p u é s se liberó del señorío
y pasó a ser realengo con B urguillo, p o r q u e
pagaron una cantidad. Burguillo desapareció
c o m o entidad p o r la gran p e s te y Sorlada
in co rp o ró sus térm inos 44. Los casales, m oli­
nos y sernas vinieron a constituir un m unici­
pio del q u e el núcleo parece h aberse planifi­
cado más q u e otros. Sorlada está en declive
bastante pro n u n ciad o . T ie n e planta rec tan ­
gular o rie n tad a de N o r t e a Sur y p u e d e d e ­
cirse q u e disp o n e c o n ta n d o con un a calle q u e
sirve de eje, varios cantones transversales y
o tra calle más corta paralela a la del m edio,
con algunas plazuelas, o a n c h u ro n e s q u e le
quitan el aire de regularidad urb an a más
p e rfecta q u e e n c o n tra re m o s en algún núcleo
próxim o. P or e je m p lo , T orralba. Este núcleo
u rb a n o tenía n o v e n ta y cu a tro casas, d e ja n d o
aparte dos y algunos establecim ientos o al­
bergues fuera. H o y lo habitan 258 p e rs o ­
nas 45. Sorlada tiene algún gran caserón de
teja d o a cuatro aguas y otras casas sólidas con
depe n d en c ias contiguas. En S o d a d a se regis­
tra la existencia d e un palacio de cabo de
arm ería, q u e e n los siglos X V II y X V III
p e rte n ec ía al linaje d e Subiza, algunos de
cuyos m ie m b ro s fu ero n a M éjico. Este pala­
cio rec o rd a n d o , sin duda, el viejísim o señorío
al q u e se ha aludido, llevaba el blasón de «los
alm orávides», es decir d e oro con tres palos
de azur 47.
La m ayor fama se la dio a Sorlada el
tem plo d e San G re g o rio O stiense, situado en
posición maravillosa.
U n a posición m en o s p intoresca ocupa
P iedram illera (fig. 534); o tro p u e b lo q u e
acredita vieja rom anización de la zona. Según
d o c u m e n to s locales, los naturales del p u e b lo
han creído q u e el h o m b re se d e b e a q u e está
asentado e n ’d o n d e se han las piedras a milla­
res’ 48. P ero ésta no pasa de ser u n a e tim o lo ­
gía popular; y las form as ’m illiarius’, «milliaria» son so b ra d a m e n te conocidas, asociadas a
«petra» (no en plural aquí). P iedram illera
tiene una e stru c tu ra u rb an a muy sólida y
definida y es más in te resa n te p o r ella q u e p o r
los edificios q u e la constituyen.
Los a n te c e d en te s históricos no son sufi­
c ie n te m e n te claros c o m o para indicar cuál fue
el o rigen de esta planificación, tam bién lon­
gitudinal, de Este a O e ste, con una plaza, y
varias calles no regulares, p e ro suficiente­
m e n te marcadas y definidas 49.
M ués es o tro núcleo in te resa n te q u e se
halla sobre el O d r ó n , en el llam ado «co n ­
gosto» 50. A veces se le ha c o n fu n d id o con
M uez. P ero ya en escrituras viejas, de hacia
1064, aparece el n o m b re con s. Así, e n la
donación del m o n aste rio d e San J u s to , «in
villa nom inata M ués», q u e hizo a Irache San­
cho el d e Peñalén 51. H ay en ella referencia a
viñas, huertos, vergeles y molinos, y, c o m o
en otras escrituras relativas a la B errueza, se
ve q u e las fundaciones m onasteriales d e s e m ­
pe ñ a n un papel considerable en la c o n stitu ­
ción de los asentam ientos hum an o s y p u e ­
blos. M ués es un p u e b lo de planta longitudi­
nal, q u e se e x tiende d e N o r t e a Sur, con
cierta alineación y con la iglesia en un p u n to
céntrico. Se considera dividido en dos ba­
rrios. El M ayor y el del C orbo. T re s p u e n te s
a lo largo del río condicionaban bastante la
planta urbana, distinguiéndose en altura p r ó ­
xima una erm ita 52. En M ués había un palacio
de los M irafuentes, llamado «casa de la M enora», q u e desapareció 53.
D e todas formas, q u e d a n casas in te r e ­
santes y en ellas detalles arquitectónicos c u ­
riosos y a veces de arcaísmo muy grande. Es
decir, resto de construcciones torreadas de
aparejo medieval muy antiguo, casas más
Fig. 5 3 4 -A p u n te de Piedramillera. Berrueza.
489
m o d e rn a s con arcos d e m e d io p u n to y b u e n a
rejería, c o m o suele e n c o n trarse con cierta
frecuencia en todos los pue b lo s d e la m erindad e incluso algunas labras heráldicas y sim­
bólicas d e m ucho carácter.
U n id a a M ués está la casa palacio de
Cábrega, q u e en 1723 p e rte n e c ía al m arq u é s
del m ism o nom bre. P ero aparece m u ch o an­
tes del título y en 1511 era lugar q u e pagaba
p e cha al mariscal D o n P e d ro d e Navarra,
c o m o otros del v a l l e 54. El diccionario de
1802, siguiendo lo q u e dice un a relación
anterior, lo define c o m o g ran ja señorial, villa
en lo antiguo, «hoy palacio o casa fu erte, y
cabeza del m a rq u e sad o d e este título» 55. N o
había más de diez personas; p e ro la iglesia de
San M iguel tenía su servicio, con un cura
vicario. Esta to rre (véase d ib u jo de la fig. 535
y fotos de las figs. 544 y 545) 56, es un
edificio d e planta rectangular y teja d o a dos
aguas, con planta baja y hasta tres pisos. En la
fachada el piso su p e rio r lleva c u a tro ventanas
góticas amaineladas y la p u e rta de entrada,
q u e no q u e d a al centro, es tam b ié n gótica. En
el piso p rim e ro hay otras cu a tro ventanas,
p e ro cuadradas y rasgadas e n é p o c a p o s te rio r
a la erección de la m ole. T a m b ié n e n el
s e g u n d o hay rasgados otro s tres ventanales
m ayores, en sim etría con tres d e las cuatro
ventanas, con m aineles d e arriba. H ay algu­
nos c u e rp o s m o d e rn o s adheridos.
A c om ienzos d e siglo eran o c h o con diez
y siete habitantes 57. P o sib le m en te C ábrega
recibe n o m b re de la sierra q u e le dom ina,
con alturas d e 682 m etro s y m o n te bajo. El
n o m b re parece ro m a n c e antiguo, de los c o m ­
p u e sto s d e «capra»; y no el único en la tierra.
Más al O e s te nos e n c o n tra m o s con C a b re d o ,
q ue, c o m o se ha visto, se halla incluido en
«Val de B errueza» en el censo de 1366; p e ro
después, con o tro s q u e q u e d a n cerca, se
agrupa en el llamado valle de Aguilar.
Fig. 5 3 5 .-Palacio de Cabrega. Berrueza.
490
III
En 1281 aparece ya una «cofradía d e la
tierra de Lana» con b u e n o s fueros y c o stu m ­
bres q u e se p r o m e te m a n te n e r, a condición
de q u e no reconozca o tro señorío q u e el del
rey, fijándose una serie de d e re c h o s y d e b e ­
res 61. C o m o valle, en escritura d e Irache con
fecha no precisa, e n tre 1099 y 1 122 62.
El valle de Lana, a u n q u e lindante con la
B e rru e z a y separado de esta tierra p o r m o n ­
tañas no m uy altas, es c o m o entidad g e o g rá ­
fica un valle m u ch o más definido (fig. 546) y
se diferencia tam bién bastante en lo e tn o g rá ­
fico y lingüístico. El n o m b re es e q uivalente a
los vascos c o m p u e sto s d e «landa» 58 y a to­
pó n im o s franceses c o m o La Lanne, La Lande,
etc. ’Landa es un a palabra de origen galo qu e
significa espacio, tierra, llana 59, q u e da tam ­
bién n o m b re s c o m o el de las Landas y m u ­
chos to p ó n im o s vascos. «Lanna» se d o c u ­
m e n ta tam bién en latín m edieval 60.
" ......
'\
\\
****.
«Lana» c o m o entidad tam bién aparece en
el registro de 12 8 0 63. H ay en él m ención
rep e tid a de las cuevas d e Lana, c o m o recinto
fuerte. U n a cue n ta indica la c o m p ra d e ma­
dera para hacer allí una casa 64. Se equiparan
\
\
li•
^ M u ra te ,
I -Larraína
Contraría.
\
©
V '* /
r
\
b
......
\
A
\
\
•
Alda -
Vicente d< Arana.
>'V§¡ ¡
.
p,
\
N 'A
V
; CaíhUo
,* ü lfo am - \
A r»**
'
v
t
*
v
I
v
I-
;•
>
<s>
la Re m e /a
¿y'
/
;
t¡-
\
L A --N A
/ #
“
ítv
j t/j ¿larri. ^
G¿ls tía in
\j}
—- ' . i
^
Oía ■•
V "
\.\**** *V
A
A
t
d
**
Qrtí'SC
'
i'
Jr
•■-X i
■\—
■ '*N
£ an & C ru2.de C a m p cxo\
;
'■
VA
—V'v'
A LTA >
\
V'-'N-
Oteo f
y^v
A r sir à
A M £ Z ¡C 0 A
V
A
. /
-
f
... Ac.
¥
FVg. 5 3 6 .-E / valle de Lana y los contiguos.
491
a castillos 65 y se m en c io n a a P e ro G a rfeiz
d ’Ianiz c o m o el qu e poseía la rete n en c ia fce.
En el censo d e 1366 el «Val de Lana»
c u e n ta con los pueblos d e «Villoría», «Galbarra», «G astiayn», « N a rrc u e » e «Y riverri
M ayor» 67, q u e son los q u e se dan siem pre
de sp u és 68. T ie n e una superficie, en c o n ju n to
d e 5 . 4 6 l T 6 ’07 h e c t á r e a s 69. Por la p a rte del
N o r t e y Este se e x tie n d e el m acizo d e Loquiz
q u e le separa de la A m ésco a y d e Val de
Allín (figs. 538 y 539).
D e s d e el m o m e n to en q u e se c o nvierte
Fig. 53 7 -P e rfil del valle de Lana y los macizos septentriona­
les.
I) Rio Ega, 2) G a stia in {valle de Lana). 3) A m a b a (1 .2 3 3
m.), 4) C am ino de C ontrasta, 5) M urube (1 .1 2 8 m.), 6)
C am ino de Opacua, 7) Urbasa.
2
¿a
10
/4 c *-C o
3
i
> T )U .~
t> }
33
_ .
C ]
£l
F/g. 538.-E l valle de Lana y Améscoa Alta.
492
A.*>■"*.
^ A/a’ícíuT
^2
S
c
>3 M J .
H
S 6„hi.,,
16
C.K-
--
en un valle fro n te rizo co n el reino d e Castilla
su p e q u e ñ a población es o b je to d e cuidados,
de privilegios. Así los dados en 1281 se
c onfirm an e n 1331 70 y 1462 71. D e s p u é s hay
otros d e 1511 72 y e n 1665 los d e sce n d ien te s
del valle o b tie n e n privilegio d e nobles, en
cualquier p u e b lo en q u e vivieran 73. Val de
Lana p o se e un curioso e scudo colectivo,
c o m o ios d e Baztán, Roncal, etc. Sólo q u e
éste se inspira e n el d ib u jo d e u n a lápida
romana. La foto de la fig. 558 re p ro d u c e uno
d e estos escudos, de u n a casa d e G astiain 74.
La población ha sido siem pre p e q u e ñ a. Si
en 1566 había cincuenta fuegos p u d ien te s, en
1802 no sube arriba d e 583 personas y en
1910 da 739, con 3 4 3 .edificios en los cinco
p ueblos; 95 simples albergues 75.
IV
Los núcleos se e n c u e n tra n bastante p r ó ­
xim os el u n o al otro. El acceso más c o m ú n se
hace d e A c e d o de la B errueza, hacia el
N o r te , cru z a n d o el Ega.
U n po co antes de llegar a G a lbarra hay un
p e q u e ñ o ramal hacia el Este, q u e da a Viloria.
D e G albarra o tro hacia el N o r t e da a Ulibarri, q u e está en un alto, c o m o d o m in a n d o la
e n tra d a del valle. Se sigue d e G a lbarra y hay
o tro ramal para N a rc u e; al final, al O e s te
q u e d a Gastiain, separado p o r alturas sensi­
bles del valle d e Arana, q u e fue en tie m p o
N a varra y luego pasó a ser Alava, con C o n ­
trasta y el territo rio d e C am pezo.
Los no m b re s de los pue b lo s son vascos de
aspecto, salvo el de Viloria; un a villa de O ria
o A urea, n o m b re q u e c o rr e s p o n d e a santa
muy v e n e ra d a e n cierto tie m p o 76. A lguno
p re s e n ta curiosa fluctuación e n tre lo oriental
y lo occidental; en algunos textos Ulibarri es
Iriberri; «uri», «uli» y aun «ulli» p o r «—iri» y
«barri» p o r «berri» indican la p e n e tra c ió n de
lo alavés-vizcaíno, q u e se rep ite e n «Ullibarri-A rana» al N o ro e s te .
E n tra n d o en el valle p o r la B errueza, el
p u e b lo p rim e ro es G albarra, según va dicho,
núcleo q u e ha servido d e residencia al ayun­
tam iento. Al c o m e n z a r el siglo tenía 139
habitantes e n tre in ta y nu e v e casas 77, qu e
luego llegaron a algo más. El n o m b re se
relaciona con «galbarr», q u e a su vez se
e m p a r e n ta con «calvero», etc. 78. Es un p u e ­
blo bastante transform ado, a 587 m etro s de
altura. Al Este, Villoría, una «Villa A urea»,
es decir d e una m u je r q u e se llamaba sí, fue
el núcleo más populoso y situado en p e n ­
dien te a 613 m etros, con un cam ino hacia las
A m éscoas p o r la sierra. Viloria aparece d o ­
m inada p o r su iglesia robusta, com o tantos
o tro s pueblos. El c o n ju n to de las casas es
m o d e s to en este p u e b lo c onocido p o r sus
yeguadas, con pastores y carboneros. Véase
la foto de la fig. 546. Hay alguna casa, sin
em bargo, de silueta peregrina, c o m o la de la
foto de la fig. 549, con escalera, p e q u e ñ o
po rch e y un alto de e n tra m a d o en el que
cam pea el e scudo del valle. O tras casas hu­
mildes tam bién tienen blasones (foto de la
fig. 550).
P o r o tra pa rte en Viloria ha habido ri­
que z a de herrajes, d e la q u e ha q u e d a d o
m uestra hasta nuestros días, c o m o se ve e n la
p u e rta claveteada de la foto de la fig. 547, en
el llamador de la foto 548 y en el d ibujo de la
fig. 539.
P or su posición Ulibarri es el p u e b lo más
p in to re sc o del valle, a 687, m ira n d o al M e ­
diodía y bajo la altura de Irasabela q u e muy
p róxim a se alza a 1081. Todavía algo más al
N o r te está la R e in e ta con 1115. El p u n to de
m ira de sd e la iglesia. Ulibarri en 1950 no
albergaba arriba d e n o v e n ta y cinco p e rs o ­
nas 79. H o y ha dism inuido.
Sin em bargo, en Ulibarri hay b u e n o s
eje m p la res de casas m ontañesas, q u e d e n o ta n
cierta prosp e rid a d para las g e neraciones del
siglo X V III o fines del X V II, c o m o p u e d e
verse exam inando las fotos 551 y 552 y el
493
Fig. 5 3 9 -A ldaba de V iloria.
494
d ib u jo de la fig. 540. La foto 551 parece que
r e p ro d u c e u n a fachada re fo rm a d a con algún
e le m e n to goticista, c o m o la v e n ta n a q u e
q u e d a encim a d e la p u e rta d e acceso. En
tiem pos m o d e rn o s e n U libarri se han cons­
tru id o agregados utilizando la m adera, c o m o
el re p ro d u c id o en la foto de la fig. 553, qu e
está deshaciéndose, p e ro qu e d e n o ta una
ten d e n c ia a hacer p o rch e s y e n tra m a d o de
aquel m aterial q u e se e n c u e n tra en otro s
p u e b lo s del valle, desarrollada e n m ansiones
más antiguas. N a r c u e está situado tam bién al
pie del macizo m o n ta ñ o so , m irando hacia el
Sur y a 588 m e t r o s 80. H o y va d ecayendo
tam bién. Parece que, en cam bio, Gastiain
conserva algo de su antigua vitalidad. El
n o m b re aparece c o m o «Gastiayn» y p u e d e
pensarse q u e en él e n tra c o m o c o m p o n e n te
«G astea» o «G aztea» q u e se d o c u m e n ta
c o m o a n tro p ó n im o a p o d o o s o b re n o m b re en
la N a v a rra m e d i e v a l 81.
555, 557, 558, 559 y 560). Religiosas en
ocasiones, c o m o la rep ro d u c id a en la foto de
la fig. 561. Hay tam bién cierto lujo e n h e ­
rrajes de puertas claveteadas y en rejas (figs.
562 y 563); lo q u e abunda de m o d o e x tra o r­
dinario son los escudos con el blasón colec­
tivo, c o m o los de las fotos 558 y 559 y o tro s
con e m blem as místicos.
Es curioso señalar q u e en el valle no hay
ningún palacio de cabo de armería. Sí, en
cambio, y en térm in o d e Gastiain, un a erm ita
en la qu e se celebraban ciertas juntas y q u e
albergaba a la cofradía de San Sebastián 83,
bastante famosa, p o rq u e en ella estaban e m ­
potradas una serie d e lápidas rom anas, de
m u ch o interés, algunas desaparecidas, otras
llevadas al M u seo d e Pam plona. A lguna d e ­
bió servir de base para el e scudo aludido.
H o y la ermita, q u e d e b e ocupar el sitio de
algún poblado antiguo, ha sido rehecha.
Gastiain q u e e n el siglo X IV final tenía
v einte fuegos, todos de hidalgos, contaba con
una población de 193 almas y sesenta y un
casas a com ienzos de siglo. En 1950 eran
204 82. Y en c o n ju n to se nota el a u m e n to o
ampliación d e los edificios, a u n q u e a veces se
ha h e c h o con m ateriales p o b res y de m o d o
no equ ilib ra d o (véase la foto de la fig. 556).
Gastiain, q u e fue incendiado en una de
las luchas con los p u e blos de Alava fro nteros,
recibió en 1462 e n p re m io o c om pensación,
el térm in o de un po b lad o q u e se llamaba
Ulibarriguchia o Iriberriguchia, es decir, la
villa nueva peq u e ñ a, n o m b re con el q u e se le
distinguió de Ulibarri 84. P e ro en tiem pos
m o d ern o s, p o r razones de tipo económ ico,
ha ten id o m u ch o trato con los vecinos p u e ­
blos de Alava, O rb iso y Santa Cruz d e Cam pezo y su cam ino de m o n ta ñ a e ra c o n c u rrid o
p o r arrieros y trajinantes. En G astiain había
un p u e rto seco, d o n d e se c obraban tablas y
peajes 85.
N o faltan casas curiosas, c o m o la llamada
del «C apitán» q u e tiene un a p a rte lateral
entram ada, con p o rc h e y dos galerías d e m a­
d e ra (foto de la fig. 554). T a m p o c o sólidas
fachadas con arcos, con labras en la pied ra de
clave. Blasones familiares o colectivos (figs.
V
Al S u d o e ste del valle de Lana y con el
flanco m eridional regado p o r el Ega, lindando
al O e s te con el p u e b lo alavés d e O rbiso,
q u e d a Z úñiga, un p u e b lo q u e m e re c e a te n ­
ción p o r m u ch o s co n c ep to s 86. En p rim e r lu­
gar, se advierte q u e el n o m b re , d e origen
vasco y descriptivo, e x p e rim e n tó un a varia­
ción e n bocas de habla rom a n c e, p asando de
E ztúñiga a Zúñiga, según los d o c um entos.
O rig in a ria m e n te tenía q u e relacionarse con
«istun», «iztun», desfiladero, y valdría tanto
c om o sitio de la angostura o c o n g o s t o 87.
Z úñiga, en 1278, se acogió a la m o n arq u ía
ante G u e r in d e A m plepuis, m e rin o de la
reina D o ñ a Ju an a, q u e le o to rg ó fueros 88.
N ó te s e q u e es e n la m ism a fecha en q u e
se c o n c ed e o tro fu ero a p u e b lo d e frontera,
q u e tam bién to m a p o r señores a los reyes:
495
G enevilla, d e q u e se trata e n el capítulo q u e
sigue. U n siglo después, e n 1379, el rey da el
s eñorío d e Z ú ñiga rese rv án d o se algo, a D o n
D ie g o López de Z ú ñ ig a y a su hijo 89. La
familia resultó d e d u d o sa fidelidad, acaso p o r
hallarse en la frontera, y algún m ie m b ro de
ella fue d e sp o ja d o del señorío en el siglo
X V 90. Más tarde y tras fu ertes violencias,
o b tu v o el ser c o n siderada villa realenga y
b u e n a villa d e sd e 1482 91. A pesar de e sto
nunca h a sido un núcleo m uy grande. En
1802 se le dan 231 h a b it a n te s 92. M adoz le
asigna cincuenta casas q u e fo rm a n u n a plaza y
tres calles, con solas 152 a l m a s 93.
Z ú ñ ig a en 1910 aparece con 344, de los
cuales sólo once estaban fuera del núcleo de
n oventa y cuatro edificios 94. H a sta hoy ha
c onservado su planta medieval, q u e p u e d e
pensarse se concibió al tie m p o d e dársele el
fuero. Está constituida p o r un a calle central y
dos laterales, más o m en o s paralelas a ésta. A
la entrada, po r el Sudeste hay un a anchura.
Luego una calle transversal con salidas abier­
tas a las dos calles. En la calle central tam bién
hay unos anch u ro n e s y al m ed io d e su longi­
tud hay un c antón q u e va d e N o r d e s te a
S ud o e ste , con o tra salida al exterior. El flanco
N o r o e s te es, e n cam bio, c o m p le ta m e n te ce­
rra d o y al N o r d e s te hay o tra salida y co n s­
trucciones más irregulares, c o m o se ve e n el
plano a d ju n to 9S.
Z ú ñ ig a es, pues, un a p e q u e ñ a «bastida»
q u e se distingue de otras planificaciones c e r­
canas, c o m o las q u e v e re m o s en el valle de
Aguilar, p o r su c oncepción más cerrada. Las
casas son de piedra, sin ninguna concesión a
lo lujoso o suntuario, a u n q u e e n el índice de
A zcárraga se señalan la existencia d e «el Pa­
lacio d e Eztuñiga» 96 y de las arm as «de los
de Eztuñiga» 97 q u e son las mism as y las q u e
su m a ria m en te describe M o re t, c o m o blasón
de los d u q u e s d e Béjar, q u e lo tenían c o m o
Z úñigas y q u e lo p u s ie ro n en las p u ertas d e la
villa d e G r a ñ ó n 98.
Z ú ñ ig a es hoy conocida c o m o población
en q u e se realiza una e x periencia c o o p e ra ti­
vista; p e ro c o m o c o n ju n to u rb a n o planificado
m e re c e ser ate n d id o y cuidado, c o m o otros
q u e vam os a ver existen al S ud o e ste , e n el
valle de Aguilar.
NOTAS
1. «E spaña Sagrada» X , p. 4 8 5 (a p é n d ic e V II, §
14).
2. C .S .J.P ., I, p. 186 (n .° 6 6) hacia 1035.
3. « C o lecció n d ip lo m á tic a d e Ira c h e » , I, p p . 44
(n .° 33) 1064?
4. J. C arrasco P é re z , «La p o b la c ió n ...» , p p . 5 9 8 602 (n .°s 100 - 122).
5. « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , I, p. 3 3 1 , (n .°
754). Y angu as, « D icc io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , I, p.
135.
6. « C atálo g o d el A rch iv o C a te d ra l d e P a m p lo n a » ,
1, p. 9 8 (n .° 410).
7. D ic c io n a rio d e 1802, I, p. 175, a.
8. « In B e rro z a S an ctu m G e o rg iu m cu m suis villis,
a tq u e S an ctu m C ip ria n u m seu S an ctam L eo cad iam cu m
o m n i e o ru m p e rtin e n tia » e n la d o n a c ió n a N á je ra , d el
rey D o n G arcía, 1054. « C o le c ció n d ip lo m á tic a m e d ie ­
val d e la R io ja » , II, p. 4 4 , n .° 13.
9. M o re t, « In v e stig a c io n e s» , p. 5 7 1 , (lib ro III,
cap. I § 1, n .° 3).
496
10. H o ja s 139 y 171 d el m a p a a escala 1 :5 0 .0 0 0
d el In s titu to G e o g rá fic o y C atastral. T a m b ié n u n p e ­
q u e ñ o tro z o d e la 172.
11. V éase el c ro q u is, to m a d o d e la « M e m o ria
ex p licativ a d e la h o ja n .° 139, « E u la te » , d e l « M ap a
G e o ló g ic o d e E spaña» (M a d rid , 1933), c a rta III.
12. C o m o in tro d u c c ió n g e n e ra l, F e rn a n d o V id eg a in A gós, «V al d e B e rru e z a » , n .° 165 d e « N a v a rra ,
tem as d e c u ltu ra p o p u la r» (P am p lo n a, s.a.).
13. A zk u e, I, p. 157, a.
14. D ic c ib n a rio d e 1802, 1, p. 3 1 0 , b.
15. C in c o c o n sie te p e rs o n a s seg ú n A ltad ill, II, p.
629.
16. « C a tá lo g o d el A rc h iv o G e n e ra l» , X X V II, p.
555 (n .° 1247). Y an g u as « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a ­
d e s» , II, p. 14. « M o n te s d e G ra n a d a » .
17. « C atálo g o d e l A rch iv o G e n e ra l» , X L V III, p.
4 1 6 (n .° 8 6 3 ). Y an g u as, « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a ­
d e s» , II, p. 14.
18. M ad o z, V III, p. 4 6 7 , b.
19. C o to , d el latín « ca u tu s» , G a rc ía d e D ie g o ,
« D iccio n a rio e tim o ló g ic o ...» , p. 6 7 3 b (n .° 1558).
20. C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , I. p. 124 (n .°
227). « A zed o » co n su iglesia, 1239, I, p. 127 (n .° 23 4 ).
21. « C a tá lo g o ...» , cit. 1. p. 3 6 8 (n .° 8 4 9 ). Y anguas
D .A ., 1. p. 70.
22. A ltadill, 11, p. 6 2 7 .
2 3 . G a rc ía d e D ie g o , « D ic c io n a rio e tim o ló ­
g ic o ...» , p. 570, a (n .°s 8 8 - 89).
24. M a rtin en a , «P alacios ca b o d e a rm e ría » , 11, p.
6. Así en A zcárraga, fol. 54, 6 , «el Palacio d e A zed o » .
25. P e d ro G arcía d e A ced o , g u a rd a d el p e a je d e
A ced o e n 1352. «C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , II, p.
192 (n .° 4 7 9 ).
26. G a lla rd o , « E n say o ...» , 1. col 3 5 3 (n .° 321).
27. V e r tam b ién e n las páginas c e n tra le s del fo ­
lle to d e V idegain, «V al d e B e rru e z a » .
28. M a rtin e n a , «P alacios c a b o d e a rm e ría » , 11, p.
6.
29. D ic c io n a rio d e 1802, I, p. 271.
30. V éase, p o r e je m p lo , « M e m o ria h istó rica d e la
c o n d u c ta m ilitar y p o lítica d el te n ie n te g e n e ra l D. M a r­
celin o O raa» (M ad rid , 18 5 1 ), p p . 44 - 4 9 .
31. Y anguas, « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» . 11,
p. 317.
32. P lano en A ltadill, 11, p. 6 2 7.
33. V id eg ain , «V al d e B e rru e z a » , p. 12.
34. A ltadill, II, p. 628.
35. G arcía d e D ieg o , « D ic c io n a rio e tim o ló g ic o » ,
p. 8 8 3 a (n .° 46 9 2 ).
36. « C atálo g o d e los ca rtu la rio s re a le s» , p p . 174 175 (n .° 348). Y anguas « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a ­
d es» , II, pp. 327 - 3 2 8 , 111, p. 4 6 8 , etc.
37. Y anguas, « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» . III,
p. 320.
38. P lano e n A ltadill, II, p. 6 3 2 , se se n ta y siete
casas en el casco y 2 0 6 h a b itan te s. A lgunas m ás d e sh a ­
bitadas. U n palacio d e ca b o d e a rm e ría d el m ism o
n o m b re . M a rtin e n a , «P alacios cab o d e a rm e ría » , II, p.
6. A zcárraga, fol. 4 1 , 1 « d e los M irafu e n tes» .
39. T e x to en Y anguas, « D ic c io n a rio d e an tig ü e ­
d ad es» , II. p. 293.
40. P lano en A ltadill, II, p. 6 3 7 .
41. « C o lecció n d ip lo m á tic a d e Irac h e» , p. 22 (n .°
16).
42.
« C atálo g o d e
los c a rtu la rio s re a les» , p.327
(n .l> 6 6 9 ). T a m b ié n en 1378, p. 3 6 6 (n .° 749).
43.
« C atálo g o d e
los c a rtu la rio s re a les» , p. 365
(n .° 748).
44. R e sú m e n e s am p lio s d e los d o c u m e n to s en
Y anguas, « D iccio n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , III, p. 332334.
45. P lan o y cifras e n A ltad ill, II, p. 6 4 9 .
4 6 . F o to s e n « Itin e ra rio s p o r N av a rra » , 1, p. 107.
4 7 . M a rtin e n a , «P alacios cab o d e a rm e ría » , II, p.
6, c o m o d e é sto s e n A zcárraga, fol. 9 , 1.
48. V id eg ain , «V al d e B e rru e z a » , p. 8.
49. P lano d e A ltadill, II, p. 6 4 1 . 121 ed ificio s y
3 7 8 h a b ita n te s en 1910. En a u m e n to d e sd e co m ien zo s
del siglo X IX e n q u e ap arec e co n 305. D ic c io n a rio d e
1802 p. 253.
50. V ista g e n e ra l ilu stra tiv a e n « Itin e ra rio s p o r
N a v a rra » , I, p. 106.
51. « C o lecció n d ip lo m á tic a d e Ira c h e » , I, p. 4 4
( n.° 33).
52. P lano en A ltadill, II, p. 6 3 4 q u e le d a 106
e d ificio s, c o n 2 4 3 h a b ita n te s e n 1 9 1 0 , in c lu id a la g ra n ja
d e C áb reg a.
53. V id eg ain , «V al d e B e rru e z a » , p. 12.
54. Y anguas, « A d ic io n e s» , pp. 8 8 y 2 4 5 . M a rti­
n en a, « P alacio s cab o d e arm e ría » , II, p. 6.
55. I, p. 188, a.
56. F o to en la p o rta d a d el fo lle to d e V id eg ain
«V al d e B erru e z a » .
57. A ltadill, 11, p. 6 3 5 .
58. A zk u e, 1. p. 5 2 2 , b, d a «lan d a» .
59. G a rc ía d e D ieg o , « D icc io n a rio e tim o ló g ic o » ,
p. 82 5 a ( n .° 37 4 6 ).
60. D u C an g e, « G lo ssariu m ...» IV , col. 42.
61. « C a tá lo g o d e los c a rtu la rio s re a les» , p. 2 7 4 ,
(n .° 552). Y anguas, « D ic cio n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , 11,
pp. 170 - 17 1.
62. « C o le c ció n d ip lo m á tic a d e Ira c h e » , I, p. 133
(n .° 111), «illa v alle q u e d ic itu r Lana».
6 3 . F. Z ab a lo , «El re g istro ...» , pp. 7 9 (n .°s 7 0 0 70 1 ), 83 (n .° 789).
64. F. Z ab a lo , «El re g istro ...» , p. 85 (n .° 81 9 ).
65. F. Z ab a lo , «El re g istro ...» , p. 8 6 (n .° 8 6 1 ).
66. F. Z ab alo , «El reg istro ...» , p. 158 (n .° 2 2 4 0 ).
En 1277 es G arcía S ánchez d e los A rcos, « C atá lo g o del
A rch iv o G e n e ra l» , 1, p. 222 (n .° 47 3 ).
67. ). C a rrasco P érez, «La p o b la c ió n ...» , p. 598
(n .°s 9 3 - 98).
68. D ic cio n a rio d e 1802, 1, p. 4 0 7 , b.
69. A ltadill, 11, p. 596.
70. « C atálo g o del A rch iv o G e n e ra l» , I, p. 4 0 1 ,
(n .° 9 3 7 ), Y anguas « D ic cio n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , 11,
pp. 1 70-171.
71. « C atálo g o del A rch iv o G e n e ra l» , X LV II1, pp.
5 0 - 5 1 (n .° 96).
72. « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , X L IX , p. 67
( n." 131).
73. Y anguas « D icc io n a rio d e an tig ü e d a d e s» , 11, p.
171.
74. D e e ste e sc u d o da c u e n ta el D iccio n a rio d e
1802, I, p. 4 0 8 , a.
75. D iccio n a rio d e 1802, I, p. 4 0 7 , b. A ltadill, II,
p. 595.
76. ¿Es la S an cta O ria d el p o e m a d e B e rc e o u
o trai1 V éase « P o e ta s castellan o s a n te rio re s al siglo X V » .
B .A .E ., L V II, pp. 137, a - 144, a. La m a d re d e e sta
san ta se llam aba « A m u n n a » , e str., 4 , 3, o p . cit. p. 137.
c.
77. A ltadill, II, p. 597. S ó lo o c h e n ta y n u ev e
h a b ita n te s e n el D iccio n a rio d e 1802, 1, p. 2 9 4 , a.
78. A zk u e I, 3 1 9 b.
79. O c h e n ta y o c h o co n c in c u e n ta y d o s edificios
en A ltad ill, II, p. 598. En el D iccio n a rio d e 1802, II, p.
4 0 4 , b, s e te n ta y siete.
80. T re in ta edificio s, o c h e n ta y seis p e rso n a s. A l­
tadill, II, p. 598. N o v e n ta y d o s e n el D ic c io n a rio d e
1802, II, p. 55, b.
81. M ich elen a, « A p e llid o s vascos», p. 94 (n .°
2 7 0 ), hace re fe re n c ia a c o m p u e s to s d e « g azte » , jo v en .
En los d o c u m e n to s su rg en
82. A ltadill, II, p. 598. E stad o s d e 1950 d a Lap u e n te M artín ez , « S ie rra d e L ó q u íz» , pp. 2 0 - 21.
83. D iccio n a rio d e 1802, I, pp. 3 0 1 , a y 4 0 8 , a.
84. « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , X L V III, p.
84 (n .° 172). Y anguas, « D ic cio n a rio d e a n tig ü e d a d e s» ,
II pp. 5 - 6.
497
85. « C atálo g o d e l A rc h iv o G e n e ra l» X L V II, p.
4 2 4 (n .° 8 8 0 ). A ñ o 1493.
86. T a m b ié n e n la c itad a h o ja 139.
87. C a ro B aro ja, « E tn o lo g ía h istó ric a d e N a v a ­
rra» , I. P. 4 1 1 ; en 1203 a p a re ce c o m o « U z tu rn ig a» en
la « C o lecció n d ip lo m á tic a d e Ira c h e » , I, p. 2 4 3 (n .°
227).
88. « C atálo g o d e los c a rtu la rio s re a le s» , p p . 271 272 (n .° 547). Y anguas, D .A . III, p. 538.
89- « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , X II, p. 3 1 6
(n .° 8 0 5 ). Y anguas, « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , III,
p. 538.
90. H is to ria fam iliar e n Y anguas, « D ic c io n a rio d e
a n tig ü e d a d e s» , III, pp . 5 4 0 - 542.
91. H ay m e m o ria d e p é rd id a s d e p o b la c ió n en
d o c u m e n to d e 1467, « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l»
X L V III, pp. 156 ( n.°s 3 1 2 - 3 1 3 ) .
498
9 2 . D ic c io n a rio d e 1802, II, p. 5 3 7 , a. T a n to é s te
c o m o Y an g u as la h acen d el v alle d e la Solana.
9 3 . M ad o z, X V I, p. 6 7 9 , a.
9 4 . P lan o en A ltad ill, II, p. 6 7 8 y d a to s e n la
sig u ien te.
95. D el M ap a d e la D ip u ta c ió n F oral, o p lan o
to p o g rá fic o d e N a v a rra , 139 (7 - 6).
9 6 . Fol. 7 2 , 2.
9 7 . fol. 113, 2.
9 8 . M o re t, « In v e stig ac io n e s» pp. 7 2 9 - 7 3 0 (lib ro
III, cap. IX , § I, n .° 12), tra ta n d o d e las c ad en as d e
N av arra. M a rtin e n a , «P alacios ca b o d e arm ería» II, p. 8
se lim ita a in d ic a r la e x iste n c ia d e u n palacio e n Z ú ñ ig a,
sie m p re e n la Solana.
Fig. 542.-C asa palaciana. Acedo.
499
543
Fig. 543 .-C asa de Acedo.
Fig. 5 4 4 -P a la c io de Cabrega.
Fig. 5 4 5 .-Palacio de Cabrega.
500
501
546
Fig. 5 4 6 ,-P la zu ela de Vitoria. Lana.
Fig. 5 4 7 -P u erta claveteada. Vi/oria. Lana.
Fig. 5 4 8 -L la m a d o r. Vitoria. Lana.
Fig. 5 4 9 .-C a sa de Vitoria. Lana.
Fig. 5 5 0 —Blasón. Vitoria. Lana.
502
503
504
553
Fig. 551 .-C a sa de U lib a rri de Lana.
Fig. 5 5 2 ,-C o n ju n lo de U libarri de Lana.
Fig. 5 5 ì.-P a tio con porche de madera. Ulibarri de Lana.
505
Fig. 5 5 4 .-C a sa del « C a p itá n » . G a stia in . Lana.
Fig. 555 -Blasón. Gastiain.
506
Fig. 5 5 6 .-C a sa blasonada. G a stia in
Fig. 557 -Blasón. Gastiain.
507
50 8
56.1
562
Fig. 5 5 8 .-B lasón colectivo del valle. G a stia in .
Fig. 5 5 9 .-B lasón colectivo del valle. G a stia in .
Fig. 5 6 0 ,-B la só n . G astia in .
Fig. 561 .-P u erta con emblema místico. G a stia in .
Fig. 5 6 2 .-R eja . G a stia in .
Fig. 5 6 3 .-Puerta con clavos. Gastiain.
509
C A P IT U L O V i li
EL VALLE DE A G U IL A R Y
A L G U N O S P U E B L O S L IM IT R O F E S
1)
2)
3)
A gu ilar de Codés y los pueblos de la cuenca del Linares.
Pueblos de la zona septentrional.
Pueblos lindantes por el Sur.
A com ienzos del capítulo an te rio r se ha
visto c ó m o en el censo de 1366 se incluyen
en la B e rru e z a más pueblos q u e los q u e se le
dan d espués a esta tierra. La m ayoría d e ellos
son los q u e en tiem pos p o ste rio re s aparecen
constitu y e n d o el llamado «valle de Aguilar»,
q u e tam poco es u n a unidad geográfica muy
clara. P o rq u e , p o r una parte, q u e d a n d e n tro
de él cuatro del curso su p erior del Linares,
qu e son, d e Este a O este: Espronceda, Torralba del Río, A zuelo y Aguilar d e C odés,
qu e es el q u e da el n o m b re general. P or o tro
lado q u e d a D e s o jo , e n un valle de o tro
afluente del O d ró n . Al N o r t e de la sierra de
C o d é s están C a b re d o y G enevilla, qu e ha­
brían de asociarse m e jo r con M arañón. Y
más al O e s te La Población y M e an o 1. Aún
en este co m p le jo c o n g lo m e ra d o p u e d e n in­
cluirse algunos otros núcleos q u e en 1366
tam bién se consideran p e rte n e c ie n te s a la
B errueza.
El n o m b re de A guilar se rep ite e n Es­
paña. M adoz registra u n a cantidad de to p ó ­
nim os m uy considerable, qu e se refiere n a
villas, lugares, dehesas, cortijos así llamados
q u e se e n c u e n tra n d e Asturias a Andalucía y
d e C ataluña a E x t r e m a d u r a z. C o ra m in a s
considera qu e Aguilar, tanto c o m o Aguilera
(y, en consecuencia, otro s to p ó n im o s relacio­
nados con éstos) se derivan d e «aquila»,
águila 3. En textos latinos clásicos hay n o m ­
bres de lugar qu e p odrían relacionarse tam ­
bién con éstos. El lugar llamado «Aquilaria»,
situado en Africa, al q u e se refiere César,
tenía, según él m ism o indica, dos promonto­
rios 4. C o m o «nidos de águila» se p u e d e n
considerar los Aguilares, q u e e n los textos
m edievales son todavía «Aquilare» o sim­
p le m e n te «Aquilar» 5.
T o d o s los pue b lo s e n u m e ra d o s en tra n
muy te m p ra n a m e n te e n el área rom ance.
M uchos tam bién se ve q u e f u e ro n reorgani­
zados, poblados o rep o blados en fechas co­
nocidas, c o m e n z a n d o p o r Aguilar m ism o,
qu e tiene fu e ro c o n c ed id o po r Sancho el
Fuerte en abril d e 1219 6- D e s d e este m o ­
m e n to se ve q u e el p u e b lo d e f ro n te ra ad­
q u ie re una im portancia q u e refleja los n u m e ­
rosos d o c u m e n to s en q u e se regula su vida y
e stru c tu ra urbana 7. D e ellos hay q u e d esta­
car:
1.°) La concesión del fu ero d e V iana en
1269, c o n m ercado todos los m a r­
tes 8.
513
2.°)
La traslación d e la población d e Al­
dea del R ío a su térm in o , p a ra q u e
form ara u n solo p u e b lo y té rm in o 9
e n 1271.
3.°)
La fortificación con cubos y m uros
o rd en a d a p o r Carlos II en 1373, en
vista d e qu e Aguilar se había d e s p o ­
blado m u ch o y la adscripción de
A zuelo a su m unicipio para r o b u s te ­
cerlo.
edificios con 4 8 4 personas. La planta era la
d e un p u e b lo calle, com pacto, sin cantones
casi, c o m o se ve en el d ib u jo a d ju n to (fig.
564) 13. La silueta, con la sierra d e C o d é s al
N o r te , es clásica y se conservan algunos c u ­
bos d e la m uralla antigua. La calle, q u e fue
u n a p a rte im p o rta n te del antiguo cam ino de
frontera, está constituida p o r casas d e dife­
r e n te p o rte , d e dos altos p o r lo general y no
más d e un hueco m uchas veces, c o m o se ve
e n la foto de la fig. 567.
Los d e Aguilar dieron solares para q u e los
d e A zuelo levantaban sus casas. Esto se c o n ­
firmó en 1392. U n a tem pestad había d e s tr o ­
zado una torre d e pied ra de su cerrazón 10.
D e s p u é s Aguilar recibe nuevas m erc ed e s p o r
los daños qu e e x p e rim e n ta c o m o p u e b lo
fronterizo y du ran te algún tiem po q u e d ó en
p o d e r d e E nrique IV, d e Castilla. P ero luego
volvió a p o d e r d e los reyes de N avarra 11.
Hay, sin em bargo, algunas de dos y aún
d e tres; éstas de tipo palaciano, del c o rrie n te
en los siglos X V II y X V II I , con balcones
salientes en el piso más alto, el se gundo 14.
En la plaza de la iglesia abierta o rasgada en
u n o de los extrem os, adh e rid a al tem p lo se
levantó un a tosca edificación con p o rch e s qu e
esboza la idea d e un a «plaza mayor» c o m o se
ve e n la foto 568 y el d ib u jo d e la fig. 565 15.
En suma, e n Aguilar, de form a más r e d u ­
cida, se observa el m ism o he c h o q u e p o s te ­
rio rm e n te ve re m o s q u e se da e n Viana, p e ro
m ucho más am pliam ente desarrollado. U n a
reagrupación de p e q u e ñ o s núcleos a n te rio ­
res, u n a especie de sinoiquism o, condicio­
nado p o r intereses estratégicos, defensivos.
D e s d e la época rem o ta el sello municipal
de Aguilar o stenta un águila. El blasón tam ­
bién 16. Este se halla e n el índice d e Azcárraga y es el m ism o del palacio d e Arielz 17.
Aguilar es, c o m o va dicho, el p u e b lo q u e
q u e d a más al e x tre m o del curso s u p e rio r del
Linares. D e sp u é s nos e n c o n tram o s e n el valle
o «sozm erindad» tres p u e blos q u e d e Este a
O e s te son A zuelo, T orra lb a y E spronceda,
d o n d e el río tuerce hacia el Sur.
N o cabe d u d a de q u e estos intereses c o n ­
dicionaron la fo rm a de la villa, q u e al final del
A ntiguo R égim en tenía 307 habitantes 12 y
q u e desde la anexión d e N avarra p e rd ió parte
d e su viejo significado. A com ienzos d e siglo
el casco u rb an o estaba constituido p o r 154
Es evidente q u e el se gundo de estos m u ­
nicipios, qu e c o m p r e n d e el lugar de O tiñ an o ,
C U C H I
Dril"
v
0
n
0
D
t
D
!
-
Fig. 5 6 4 -P la n o de A guilar de Codés.
514
*
Fig. 5 6 5 -P la z a de A g u ila r de Codes.
tam bién tiene un núcleo u rb an o q u e c o rre s­
p o n d e a un plan fundacional. H a c ia 1264
T e o b a ld o II - e n e fe c to - concedió el fuero de
T o rra lb a 18 d a n d o a los q u e fueran a poblarla
los m ism os d e re c h o s q u e a los francos d e la
rúa de San M artín d e Estella, fijando el pago
de dos sueldos de fo n sadera p o r cada casa 19.
El rey se reservó el d e re c h o d e repartición de
los solares, y la p ro p ie d a d d e h o rn o s y m oli­
nos y la población se hizo p r o n to nutrida, de
suerte q u e se sabe q u e e n el siglo X I V tenía
arrabales. En 1379, con m otivo d e la lucha
515
co n el rein o d e Castilla, se d e s tru y e ro n algu­
nas d e las casas d e tales arrabales para fortifi­
car m e jo r la villa 20.
P o d e m o s considerar, pues, esta fecha
c o m o m uy significativa e n la constitución del
casco u rb a n o existente, q u e d e sp u és h u b o de
sufrir d u ran te las g uerras e n tre el Príncipe de
Viana y su padre, en las q u e los d e T o rra lb a
se declararon p o r el p rim ero. Esto les valió
un privilegio de «bu e n a villa» da d o p o r el
m ism o en 1456, q u e luego fue confirm ado,
para atraerlos*, p o r D o ñ a L eonor en 1466 21.
T orra lb a tenía 339 habitantes a fines del
siglo X V III 22.
M adoz dice q u e está constituida p o r cua­
tro calles con se ten ta y tres casas, q u e tenía
o c h e n ta y siete vecinos y 357 almas 23 en su
época. P or lo tanto, de m ediados del siglo
X I X a com ienzos de é ste a u m e n tó la p o b la ­
ción y el caserío. D e s p u é s ha crecido algo,
p e ro bastante d e n tro del viejo recinto, q u e se
conserva bien.
T o rra lb a está en un c e rro elíptico, c o m o
otras pueblas fundadas p o r reyes d e N a varra
d e tam año m ayor, y constituida p o r tres ca­
lles más largas, qu e van de N o r o e s te a Su­
deste. En vez d e dos iglesias, tiene sólo una,
al Sur, y p o r la pa rte septentrional las atra­
viesa así, c o m o a una más corta qu e las tres
referidas, un solo cantón. Al Sur de la iglesia
hay un espacio a m o d o de plaza y el caserío
es com pacto. En 1910 se le dan 483 habi­
tantes con 196 viviendas; p e ro había o c h e n ta
diseminadas, y el m unicipio con ta b a e n su
térm ino, además, el lugar d e O tiñ a n o con
130 habitantes y una c u a re n te n a d e casas,
e n tre las qu e destaca un edificio de c o rte
neoclásico c o n o c id o c o m o «la casa del
obispo». T orralba q u e d a sobre el río Linares,
c o m o va dicho, y O tiñ an o , más al N o r te ,
sobre el O d ró n . Sobre el Linares tam b ié n
están, al O e s te d e T orralba, A zuelo y al
Sudeste, Espronceda.
A zuelo es un p u e b lo con n o m b re tam bién
rom ance, au n q u e d e o rigen p o c o claro 25. La
planta del p u e b lo no d e ja de te n e r interés
(fig. 566) y no faltan e n él casas de sólida
516
construcción c o m o p u e d e verse e n la fo to de
la fig. 569 2e- T a n to A zuelo c o m o E s p ro n ­
c ed a son p u e b lo s d e m ontaña, au n q u e sea d e
un tipo distinto a la q u e q u e d a u n o s k iló m e ­
tros más al N o rte .
E sp ro n ce d a es u n n o m b re tam b ié n r o ­
m ance, d e significado d u d o s o 27. El título de
villa lo tiene d e sd e 1323 en q u e Carlos el
Calvo lo concedió. P re viam ente sus vecinos
habían pasado a ser vasallos del rey, en la
clase de francos, h a b ie n d o sido antes lab rad o ­
res d e G onzalo M artínez de M o r e n t i n 28.
Luego rec ib ie ro n el fu ero d e V iana 29. D e s ­
pués sigue la suerte d e las otras villas de
frontera, hasta q u e é sta viene a p e r d e r signi­
ficado. T u v o m e n o r desarrollo q u e A guilar y
T o rra lb a y no se nota q u e se ajustara a plani­
ficación, aunque sí hay q u e señalar un au­
m e n to sensible a fines del siglo X I X , q u e se
observa en la construcción hecha s o b re el río
y q u e e n algún m o d o justificaría el n o m ­
bre 30.
En el índice d e Azcárraga, al darse el
blasón d e una familia de allí, se escribe «los
Ruyzes de Pronceda» 31.
El q u in to p u e b lo q u e q u e d a en esta banda
un poco al S udeste de E s p ro n c e d a es D e so jo .
El n o m b re tam bién es ro m ance y p u e d e c o n ­
siderarse relacionado con «sojo», «soyo» y
derivado de «solum ». O , tal vez, relacionable
con «desolatus». En 1802 son 2 5 6 personas
las q u e lo c o m p o n e n 32. En esencia, se trata
de un pueblo-calle con un a plaza al centro,
o r ie n ta d o d e Sudeste a N o r o e s te , de su e rte
q u e la com unicación con E sp ro n ce d a q u e ­
daba a aquella parte y los caminos a Los
Arcos y Sansol en la opuesta. D e s o jo au­
m enta, c o m o E spronceda, sobre to d o a fines
del siglo X I X 33. En o tra é p o c a los habitantes
traficaban con la sal d e las salinas de Estella
qu e llevaban a Alava y trib u ta b a con el valle
d e Aguilar.
En D e s o jo existía un palacio d e cabo de
arm ería q u e en 1718 p e rte n e c ía a D o n j u á n
M anuel d e A rana y Daoiz; e ra del m ayorazgo
de este segundo apellido y tenía un blasón en
c am po d e gules con un árbol d e sinople 34.
N o aparece ya en la n ó m in a de 1723-
Fig. 5 6 6 -P la n o de Azuelo.
II
Los pueblos q u e form an el «valle» de
Aguilar aún en tiem pos d e M adoz, son, ade­
más d e éstos, C a b re d o , G enevilla, La Pobla­
ción y M a r a ñ ó n 35; todos fro n te ro s con
Alava.
La Población, en lo alto de un risco, e n un
sistema fluvial distinto, p e ro con cam ino an­
tiguo de altura, q u e lleva a Aguilar, es el más
occidental. Los o tro s q u e d a n al N o r t e de las
sierras y en la cuenca del Ega. D e s d e el p u n to
d e vista histórico y e n relación con el prim i­
tivo estado d e los reyes d e P am p lo n a y luego
d e N avarra, el núcleo más im p o rta n te fue el
d e M arañón, q u e es el p u e b lo d e N a v a rra
más pegado a Alava, con un desfiladero al
O e s te q u e dio n o m b re al p u e b lo alavés de
Angostina; es decir, un congosto o angostura.
M arañón tiene al S u d o e ste la Sierra d e Toloño y el pico d e La Población y al Sur la
Sierra d e Aguilar.
El n o m b re es tam bién ro m a n c e y m uy
significativo. « M arañón», q u e es palabra con
varias a c e p c io n e s , significa, p r i m o r d i a l ­
m ente» «abundancia d e malezas, qu e hacen
impracticables los m o n te s y otros sitios». P or
extensión es e n re d o 36. Se considera q u e la
palabra viene d e «vorago», «voraginis» 37,
qu e da sinfín de form as dialectales 38. M ara­
ñón es aum entativo evid e n te d e m araña y aun
el paisaje del térm in o d o n d e se asienta pa­
rece justificar el n o m b re , muy usual en la
toponim ia am ericana d e origen español. P e ro
el asentam iento, c o m o castillo d e gran im ­
portancia e n tre los d e la N a v a rra real, apa­
rece en cantidad considerable d e d o c u m e n to s
antiguos qu e co n tie n en suscripciones d e sus
«tenentes» o «dom inatores». Así, p o r e je m ­
plo, e n c o n tra re m o s al «sénior Santio F ortungonis d e M aragon» e n tr e 1020 y 10 3 0 39 o
«Sancio F o rtu n io n is d e M a ra n io n e » e n
10 5 6 40, o «sénior d o m n o M arcelle, dom inator M aranioni» e n 1065 41. Algo d espués
aparecen los te n e n te s c o m o testigos en las
concesiones de fueros o cartas pueblas de
distintas villas y v a lle s 42; y antes d e 1134,
Alfonso el Batallador c oncede fueros a los
p o b ladores de M ara ñ ó n m ism o 43.
P or o tra parte, al conc ed e rse fuero a
Aguilar se especifica q u e se trata d e «Aguilar
de Y u so M araynnon»; esto e n 1269 44. Es
perceptible q u e M arañón pierde de sp u és su
im portancia c o m o p u n to clave. En 1393 pa­
rece qu e frente a los doscientos vecinos qu e
tenía años antes, no c o n taba más de veinte 45
y más tarde fo rm ó una sola jurisdicción con
La Población y o tro barrio o lugar llamado
M eano, q u e existe al O e s te d e ésta 46.
H o y M a ra ñ ó n no p re s e n ta m uchos signos
a parentes de su antigua fortaleza. Es un p u e ­
blo q u e cuenta con un núcleo m ayor y más
com p a c to al N o r t e del Ega, d o n d e está la
iglesia y casas disem inadas al Sur. El núcleo
m ayor tiene plaza central y otros anch u ro n e s
518
y dos calles d e po c o desarrollo. M a ra ñ ó n
tenía 222 habitantes en 1910 y se ten ta y
cinco casas en el casco. El resto e ra n asenta­
m ientos de trabajo disem inados 47. Las casas
antiguas son sólidas y pétreas.
En M arañón hay un palacio «titulado cabo
d e armería» dice M adoz 48, q u e es el único
del valle de Aguilar, con el de D e so jo . En
1524 se reconocía su exención y estaba en
p o d e r d e un H e r n á n G ó m e z . Hay d o c u m e n ­
tación sobre el m ism o d e 1637 y en 1658 era
d e D o n Francisco de M a ra ñ ó n y G o ñ i 49. El
blasón está d ib u ja d o e n el índice d e Azcárraga y consiste en tres adarves alm enados de
cinco m erlones, puestos u n o sobre o tro 50.
La Población fue conocida en o tro tie m p o
c o m o «La Población d e M arañón» y p u e d e
qu e se c o nstituyera c o m o d e p e n d e n c ia y
avanzada d e aquel castillo. Se halla en lo alto
casi de un m o n te a 961 mts. d e altura. El
té rm in o se usó en la Edad M e d ia para re fe ­
rirse a otras partes. Así «La Población vieja
de P u e n te la Reina» 51. La Población fue
incendiada en las guerras d e m ediados del
siglo X V I (1450) y estuvo algún tie m p o en
p o d e r de C a s tilla 52. Lo qu e hoy q u e d a de
a ntiguo son unas casas e n cuesta 53 y lo más
notable es un vestigio de cierto hospital de
p ereg rin o s, con dos arcos e m p a reja d o s y lige­
ra m e n te apuntados, e n los que, e n las dovelas
más bajas se grab a ro n los atributos de los
p e regrinos m ism os, c o m o se ve en la foto de
la fig. 570. En el arco d e la d e re c h a del
e sp ec tad o r hay un s o m b re ro y un a calabaza.
En el de la izquierda una concha y un bastón.
En las piedras d e clave, letras q u e se refieren
al carácter del edificio. Sin duda, este cam ino
alto m arca una ru ta secundaria en las vías
jacobeas d e N a v a rra 54.
El n o m b re de M e a n o es posible q u e tenga
q u e ver con m ed ia n o , p u e s to qu e e n el
« F uero G e n e ral» se utiliza el té rm in o «meanedo» c o m o equivalente a m e d ia n e ro o árbi­
tro, y tam b ié n «m eyo» y «meya» p o r m ed io
y m edia 55. M ed ia n o , c o m o to p ó n im o , existe
e n N avarra. M e an o s y M e an a e n otras p a r­
tes 56. Es u n p u e b lo de altura q u e llegó a
te n e r más habitantes qu e La Población 57 y
q u e q u e d a e n cuesta, bajo los riscos, con
casas escalonadas d e construcción sólida y
c on eras y corrales y algún po rch e , c o m o se
ve en la foto d e la fig. 571.
M ás interés tie n e Genevilla, situada al
m e io r poblar» 62. Es pro b ab le , e n c o n s e c u e n ­
cia, q u e la o rd e n a c ió n visible (fig. 573) date
de ento n c e s, a u n q u e tam bién hay q u e te n e r
en cue n ta q u e d espués G enevilla cayó en
gran postración. En 1418, d e cien fuegos,
había q u e d a d o reducida a treinta y Carlos III,
q u e rie n d o fo m e n ta r la población, le p e rd o n ó
ciertos pagos 63. En 1424 sus vecinos fuero n
erigidos e n francos y nobles, cosa q u é se
hacía con los de pue b lo s d e f ro n te ra 64 y más
aún con valles en te ro s, c o m o ha habido oca­
sión d e ver.
N o r t e d e la Sierra de C o d é s y d e la P e ñ a de
Y oar, q u e es un núcleo longitudinal o rie n ­
tado d e Este a O e s te , en qu e se adivina un
prim itivo plan elíptico, c o m o el d e Torralba.
Llegando del Este, se e n c u e n tra el c om ienzo
d e dos calles q u e d e ja n al m e d io la iglesia y
un a plaza, calles cruzadas p o r p e q u e ñ o s can­
tones. Al 'S u d o e s te hay o tro núcleo m e n o r
q u e pare c e añadido a la p rim e ra estructura.
El c o n ju n to a com ienzos d e siglo constaba
d e se te n ta y cinco casas; 315 habitantes en
1910, adem ás había agregados y albergues
pastoriles 58. Las casas de G enevilla e n su
p a rte más com pacta están unidas e n tre sí, son
d e teja d o a dos aguas con v e rtie n te sobre la
fachada y detrás tie n e n corrales; e n general,
son d e dos altos, com o las de o tro s puebloscalle y no falta alguna con e n tra m a d o de
m a d e ra y voladizo e n el p rim e r alto, del tipo
q u e todavía se ve tam bién en otros pueblos
vecinos de Alava y e n La Rioja. Véase la foto
de la fig. 572.
El p u e b lo del lado se p tentrional q u e
q u e d a e n tre M a ra ñ ó n y Genevilla, más p e ­
g ado a la Sierra y a bastante altura, es Cabredo. O t r o n o m b re ro m ance con m u c h o eco
e n la toponim ia española, e n la q u e abundan
Cabrales, C abreiras, C abreras, C abreiros,
Cabrejas, Cabrerizos y hay tam bién C abrero,
etc. 65. C a b re d o es un p u e b lo o rie n ta d o tam ­
bién de Este a O e ste, con una larga calle qu e
le sirve de e je y q u e sube a La Población.
Está constituido p o r otras dos calles más y las
dos principales se u n e n al O e s te 66. C a b re d o
sufrió los m ism os daños q u e e x p e rim e n ta ro n
los pueblos vecinos d u ran te las luchas del
siglo XV. En 1430 fue tom ado p o r los caste­
llanos y en 1450 volvió a sufrir 67. H ay una
parte d e su caserío qu e parece haberse c o n ­
cebido c o n fo rm e a un plan en q u e cada casa
tenía poca anchura de fachada, una p u e rta
gótica en el bajo y dos altos con un hueco
cada u no, c o m o se ve en la foto de la fig.
574. e n q u e las modificaciones d e las puertas
y los huecos (con aparición d e balcones) son
evidentes.
Genevilla es p u e b lo con fu e ro del siglo
X III. A p arece p rim e ro c o m o «Uxanavilla» u
«Osanavilla». Este n o m b re es d e los q u e
ilustran la c o stu m b re de acuñarlos p o n ie n d o
la palabra villa e n se gundo lugar y el antrop ó n im o en prim e ro . En el caso se trata de un
n o m b re fem enino, el de «Uxana» 59, q u e
aparece en los cartularios. La iglesia de «San
Julián de Uxanavilla» aparece ya c o m o límite
en el fu ero d e B e rn e d o , d e 1182 60. El fu ero
d e «Uxanavilla», d o n d e es calificado de
« b u e n lugar» data del 9 de julio d e 1279 61.
En 1300 se da licencia para q u e sus m o ­
radores rea ju ste n la población. Según el d o ­
c u m e n to q u e la co n tie n e, los de «Uxanavilla»
habían in fo rm a d o al g o b e rn a d o r de N a v a rra
qu e el lugar de su asiento les hacía estar
«flacam ent et n o n de b u e n a guisa, et q u e en
el P ueyo q u e ha n o m b re Riba se podrían
En otra p a rte las casas son más bajas, con
p u e rta y ventana e n la planta baja y dos o tres
huecos en el piso principal. Véase la foto de
la fig. 575. En C a b re d o había una to rre o
castillo y se consideraba c o m o plaza f u erte 68.
I II
Al Sur d e la tierra considerada estricta­
m e n te «valle d e Aguilar» hay un alinea­
m ie n to d e p u e b lo s q u e no d e ja n d e te n e r
interés y q u e se hallan p ró x im a m e n te a la
m ism a latitud. D e Este a O e s te son: El Busto,
Sansol, T o r re s del R ío (Linares), A rm añanzas
519
(sobre el m ism o río Linares), B argora y
Aras 69. Su fisonom ía difiere ligeram ente de
la d e los anteriores, p o r q u e en c o n ju n to tie­
nen aspecto más m e d ite rrá n e o . Son pue b lo s
asentados en área ro m a n c e m uy antigua y
p u e d e p ensarse que, si se acepta qu e la Berrueza, incluido el valle de Aguilar, fu ero n
u n a base d e R econquista, estos p u e b lo s se­
rían los p rim e ro s q u e e x p e rim n ta ro n los
efectos d e ella.
El p rim e ro d e los citados es El B usto,
n o m b re q u e alude a u n lugar pastoril, para
ganado vacuno y q u e se re p ite m u c h o e n la
toponim ia española, sobre to d o en el N o­
roeste; p e ro q u e tam bién se da en B urgos y
Palencia 70. En un tie m p o d e b ió usarse c o m o
n o m b re c om ún, según lo acreditan d o c u ­
m en to s escritos en latín, del rein o d e A stu ­
rias 71. En N a v a rra es conocida la «bustaliza»
o «bustalicia» y en d o c u m e n to s d e 1800 to ­
davía el «busto» es el r e b a ñ o d e vacas de no
más de 8 0 0 cabezas 72. C o n este to p ó n im o
hay q u e asociar el n o m b re del p u e b lo alavés,
no m uy lejano, d e B arriobusto...
El B usto tiene hoy po c o de pastoril y sí
m u c h o de agrícola, a u n q u e conserva dehesas
para el ganado. El núcleo u rb a n o lo consti­
tuían a com ienzos d e siglo c u a re n ta y siete
casas con 167 almas, en 1910 73.
M ás interés tienen los núcleos de Sansol y
T o rre s del Río q u e q u e d a n m uy cerca el uno
del otro. Sansol al Este del barranco y T o rre s
al O e s te y en alto. El n o m b re de Sansol,
parece ser u n a co rru p c ió n bastante vieja del
d e San Zoil o San Z oilo m ártir, cuyas reli­
quias f u e ro n pedidas p o r el o bispo d e P a m ­
plo n a W ilesindo a San Eulogio. Esto ya lo
sostuvo el P adre M o r e t y p a re c e acreditarlo
el q u e la p a rro q u ia está dedicada a aquel
santo 74; p e r o la erección d e la iglesia y la
colocación de las reliquias del santo p u e d e
ser p o s te rio r a esta fecha re m o ta del 861.
Sansol fue un a aldea q u e en el fu e ro d e Los
Arcos en 1175 aparece, e n efecto, com o
«Sancto Solé» 75, así c o m o surgen los térm i­
nos d e T o rre s y Arm añanzas. Su c recim iento
parece tardío, ya qu e en el apeo d e 1366 hay
cinco fuegos y en 1802 se le dan 169 p e rs o ­
nas 76. A com ienzos d e siglo la cifra se eleva a
311 en o c h e n ta y cuatro edificios c o n un
casco u rb a n o bastante alineado en calles y
cantones rectos 77.
D e n tro d e su té rm in o hay u n a antigua
520
g ran ja del m o n aste rio d e Iranzu, llamada
gráficam ente «La M ongía», q u e c u e n ta con
un edificio considerable, qu e en 1802 apa­
rece con catorce habitantes 78.
Q u e el p u e b lo en g ran p a rte es d e c im o ­
nónico lo acredita el hecho d e q u e M adoz le
da cua re n ta y un casas, es decir, m en o s de la
m itad q u e le asigna Altadill 79. En general, en
to d a esta zona se obse rv a u n c recim iento
paralelo. P e ro en él destaca u n o de los pala­
cios de inspiración renacentista q u e hay en
N avarra. El qu e se ve en la foto d e la fig.
576. D e n t r o del c o n ju n to d e palacios nava­
rros y riojanos, c o m o los q u e se e n c u e n tra n
sobre todo e n la zona m eridional de N avarra,
con p u e rta central, dos grandes ventanas con
reja a los dos lados, cinco balcones en el
p rim e r piso y cinco ventanas en el segundo
(com o los d e C intruénigo, Corella, Tafalla),
éste ocupa un lugar destacado, p o r su a rm o­
nía y sobriedad d e pro p o rc io n es.
T o rre s del Río o T o rre s de Sansol es un
p u e b lo q u e tam bién tenía un palacio d e cabo
d e arm ería 80, qu e poseía u n blasón con cinco
castillos en g u l e s 81. C o m o va dicho, aparece
en el fuero d e Los Arcos; después, debió
te n e r unos años en q u e la m ayoría d e la
población d e p e n d ía de un señor; p e ro en
1341 todos se hicieron realengos y recibieron
un fu e ro 82, q u e es el d e Viguera. T o rre s es
un p u e b lo situado en un cerro, flanquead o
p o r la ca rre te ra de P am plona a Logroño.
T ie n e al río al Este en la confluencia d e un
afluente qu e se llama M ariñanas. D e b ió c re ­
cer al calor d e las peregrinaciones, p o r q u e es
estación conocida en la ruta jacobea más im ­
p o rta n te 84.
El casco u rb an o pa re c e estar constituido
d e m o d o no regular, con una calle e je de
N o r t e a Sur, y sobre dos p u entes. Se cue n ta n
aparte de la M a y o r once calles más, alguna
con n o m b re qu e refleja ampliación (calle
N u ev a) y otras q u e se refiere n a iglesias; la
fam osa del Sepulcro, San A ndrés, Iglesia.
Este c o n ju n to a com ienzos de siglo lo cons­
tituían 139 casas, h ab ie n d o e n el térm in o
hasta 171; 463 almas en 1910. La población
tam b ié n había a u m e n tad o a lo largo del siglo
X I X 85.
Algo al N o r o e s te d e T o rre s está A rm a ­
ñanzas, n o m b re qu e tam bién aparece en el
fu e ro de Los Arcos 86, c o m o n úcleo q u e ya
existía, con otro s q u e han desaparecido. En
d o c u m e n to s po ste rio re s aparece c o m o «Armaynanzas»; el n o m b re es de difícil in te r­
pretación. Es un núcleo en encrucijada de
caminos y una plaza central 87, con 145 edifi­
cios a c om ienzo de siglo, de ellos doce dise­
m inados. T a m b ié n e x p e rim e n tó a u m e n to en
el siglo X I X , p o r q u e pasa de 295 habitantes
en 1888 a 366 en 1910, lo cual q u e d a refle­
jado e n la construcción.
En cambio, la villa d e B argota q u e q u e d a
cercana al O e s te sufrió despoblación e n los
p rim e ro s años del siglo X X . Está sobre el río
d e su n o m b re o M ariñanas y el n o m b re pa­
rece aludir a altura. Se repite en relación con
un co n v e n to q u e tuvieron p rim e ro los te m ­
plarios, luego los sanjuanistas e n tre P u e n te la
Reina y M a ñ e ru y q u e aba n d o n ad o servía de
refugio de m alhechores, p o r lo q u e se o rd e n ó
su destrucción en 1724 88.
B a rg o ta d e b e ser un c o m p u e s to de
«Barga» cuesta, palabra q u e se c ree de origen
céltico 89 y q u e da lugar a to p o n im ia hispana,
del tipo d e Barga, la Barga, Bargas 90 o V a r­
gas 91 e n tierra de B urgos, Logroño, etc. Barg o ta valdría tanto c o m o «cuesta alta» («oto»
u «ota» d e «altas», c o m o « otero» de «altarium»). En realidad el p u e b lo q u e d a en una
cuesta, m ientras qu e A rm añanzas está a 498
m etros. Es un p u e b lo macizo, p é tre o , con
576 almas en 1888 y 620 en el censo de
1910. En c o n ju n to tenía 228 edificios, p e ro
o c h e n ta y cu a tro eran establecim iento rurales
disem inados 92. D e s p u é s c o m e n z ó a decaer.
En el c o n ju n to d o m in a d o p o r la iglesia, hay
casas d e origen gótico y algunas de rru m b ad a s
e n la alineación p o r calles. En una calle lla­
m ada d e J u a n Lobo, se dice q u e subsiste la
casa d o n d e vivió el clérigo n igrom ante Jo a n es
d e Bargota, p e rs o n a je folklórico d e la zona y
d e las lindantes, q u e h u b o d e vivir a c o m ie n ­
zos del siglo X V I. T a m b ié n o tra de la q u e se
decía había c o n tru id o en una noche 93; es una
casa ojival, q u e tenía v e n tana amainelada, con
solas dos habitaciones, y siete m e tro s cuadra­
dos. En un e scudo picado aparecía un a gallina
con sus polluelos 94. Más al O e s te q u e d a
Aras o T re s Aras, n o m b re q u e no hay p o r
qué d e ja r d e relacionar con «ara» altar 95 y
q u e parece h a ber dado origen a topónim os
tam bién hispánicos; con d e te rm in a tiv o o sin
él 96. Es p u e b lo q u e q u e d a a 6 3 8 m etro s, al
N o r t e de V iana y sobre un río p e q u e ñ o que
baja de Aguilar, q u e se un e antes con otro
qu e baja del A lto d e Astray.
C onstituye un núcleo de casas q u e no
form an núcleos com pactos c o m o las de Bargo ta y qu e han recibido más cuidados. H abía
hasta 128 m ansiones y 104 albergues rurales
para 512 almas hacia 19 10 97.
Si se exam ina un co rte o perfil geológico
de N o r t e a Sur, p o r la línea m eridiana de
Torralba, q u e casi es la m ism a d e Aras, o la
de Arm añanzas 98, p u e d e percibirse m uy in­
tuitivam ente el contraste q u e hay e n tre los
térm inos de estos pueblos y los más s e p te n ­
trionales. T a m b ié n se explica el significado
histórico del llamado valle de Aguilar y d e la
B errueza, c o m o antiguas tierras d e resisten­
cia. U n contraste parecido hallarem os al tra­
tar d e otros valles m eridionales de la antigua
m erindad de Estella.
N OTAS.
1. H o ja 171 d e l m ap a utilizado.
2. M adoz, 1. pp. 136, a - 148, b.
3.
« D iccio n a rio crític o e tim o ló g ic o » , I, p. 6 1 , b.
4.
«B ell. C iv .» , 11, 2 3 , I. P e ro ta m b ié n se esc rib e
« A n q u ilaria» .
5. A sí el rio ja n o d e la d o n a c ió n a San M illán d e
1063. C .S .M ., pp. 186 - 187.
6. « C atá lo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , 1. p. 100 (n .°
168). H ay u n e s tu d io d e V a leria n o O rd ó ñ e z , «A g u ilar
d e C o d é s» , n .° 178 d e « N a v a rra. T e m a s d e c u ltu ra
p o p u la r» , (P a m p lo n a , s.a.).
7. B u e n re s u m e n d e la d o c u m e n ta c ió n p o ste rio r
e n Y anguas, « D ic c io n a rio d e an tig ü e d a d e s» , I. pp. 22 24.
521
8. « C atálo g o d e los c a rtu la rio s re a le s» , p. 2 5 2 (n .°
506) y « C atálo g o d e l A rc h iv o G e n e ra l» , I, p. 181 (n .°
370).
9. « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , I. p. 192 (n .°
398).
10. « C atálo g o d e l A rc h iv o G e n e ra l» , X IX , p. 313
(n .° 6 9 1 ). A n te s, e n 1356 hay u n d o c u m e n to so b re su
fo rtificació n , « C a tá lo g o ...» , cit. II, p. 3 1 3 (n .° 793).
11. « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , X L V III, p.
134 (n .° 2 6 8 ), p re m io a la lealtad , e n 1466. T a m b ién
pp. 136 - 137 (n .° 27 3 ). C o m o « so z m e rin d a d » a p a re ce
el valle e n 1482, p. 3 3 4 (n .° 6 9 4 ), etc.
12. D ic c io n a rio d e 1802, I, p. 9 , a.
13. P lano e in fo rm a c ió n e n A ltad ill, II, p. 534.
14. F o to e n las páginas c e n tra le s d e la o b ra d e
V alerian o O rd ó ñ e z .
15. F o to s e n las p ág in as c e n tra le s d e la o b ra d e
V alerian o O rd ó ñ e z , « A g u ilar d e C o d é s» .
16. F o to d el sello en la o b ra d e V a le ria n o O r d ó ­
ñez, « A g u ilar d e C o d é s» , p. 25.
17. Fol. 2 4 , 4 y 6.
18. M adoz X V , pp. 58, a - 6 0 , a, re g istra v e in te
to p ó n im o s iguales.
19. «C atálo g o d e los c a rtu la rio s re a le s» , p p . 2 4 2 24 3 (n .° 4 8 6 ). Y an g u as « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a ­
d e s» , III, p. 377. F u e ro s c o n firm a d o s p o r Luis H u tin en
1307; «C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , I. p. 2 9 5 (n .°
658).
20. En 1350 a p a re c e c o n tre in ta y c u a tro fu eg o s,
varios clérigos y oficios. J. C a rra sc o P é re z , «La p o b la ­
ció n ...» , p. 354 (n .° 85). En 1 3 6 6 co n v e in tisie te , id ., p.
601 (n .° 119).
21. El te x to e n te r o d el p riv ileg io d e 1 4 66 en
Y anguas, « D iccio n a rio d e an tig ü e d a d e s» . III, pp. 3 8 0 388.
22. D iccio n a rio d e 1802, II., p. 386, b.
23. X V , p. 58, b.
24. P lan o e n A ltad ill, II, p. 651 y d a to s e n ésta y
la sig u ien te. F o to d e la «casa d el o b isp o » e n V id eg ain ,
«V al d e B erru eza» fre n te a la p. 17. En té rm in o d e
T o rra lb a se señala la e x isten cia d el palacio d e C abañas.
M a rtin en a , «Palacios cabo d e a rm e ría » , 11, p. 9. A zcárrag a fol. 100, 4, «el Palacio d e C avañas, e n c im a d e
T o rra] va».
25. A ú n se e sc rib e « F azuelo» en 1430 (« C atá lo g o
d el A rch iv o G e n e ra l» , X L IX , p. 4 7 9 (n .° 1140). P u e d e
relacio n arse co n «faz» y «haz» e n d im in u tiv o .
26. P lano algo d is tin to e n A ltad ill, II, p. 561.
27. La fo rm a « E sp o ro n c e d a » , sin e m b a rg o , hace
p e n sa r en « e sp o ró n » y e n « sp o ro » , q u e d a esp u e la ,
« esp u e ra » , « esp o ra» . « E sp o ró n » v ale ta n to c o m o « es­
p o ló n » , G arcía d e D ie g o , « D icc io n a rio e tim o ló g ic o ...» ,
p. 9 9 0 , b (n .° 6 2 8 6 ).
28. « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , I. p p . 3583 5 9 (n .°s 822 y 8 2 5 ). Y an g u as, « D icc io n a rio d e a n ti­
g ü e d a d e s» , I, p p . 397 - 398.
29. « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , I. p. 3 6 3 (n .°
8 3 6 ), 1324. Y anguas « D icc io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , I.
pp. 3 9 8 - 4 0 3 . T a m b ié n « C a tá lo g o ...» , I. p p . 3 6 8 - 3 6 9
(n .° 850).
30. P lano e n A ltad ill, II. p. 578. D a 2 7 3 h a b ita n ­
tes e n 1888, 352 e n 1910, co n 138 ed ificio s, d e los
cuales e ra n v iv ien d as 130. En el D ic c io n a rio d e 1 8 0 2 , I.
p. 2 6 2 , a so n 2 0 7 p e rso n a s. En M ad o z, V II, p p . 5 8 3 , b,
584, a, son cin c u e n ta y o c h o casas só lo y 2 2 7 h a b ita n ­
tes.
522
31. Fol. 100, 6 e s c o m p u e s to d e Y ániz. A g u ilar y
M arañ ó n .
32. D ic c io n a rio d e 1802, I, p. 2 2 1 , a.
33. P la n o e n A ltadill, II. p. 5 7 0 . O c h e n ta y tres
ed ificio s e n el casco, 128 en c o n ju n to , 3 7 0 h a b ita n te s
e n 1910 fre n te a 2 9 3 e n 1888. S e te n ta y cin co casas y
3 1 0 h a b ita n te s en M ad o z, V II, p. 3 8 0 , b.
34. M a rtin e n a , «P alacios cab o d e a rm e ría » , II. p.
8. N o e stá en A zcárraga.
35. M ad o z, I, p. 1.37, a.
36. « D icc io n a rio d e la le n g u a castellana» IV (M a­
d rid , 1734), p. 4 9 3 , b.
37. G a rc ía d e D ie g o , « D ic c io n a rio e tim o ló g ic o » ,
p. 3 6 3 , a, y 1056. b - 1059, a (n .° 7 2 7 6 ).
38. M ad o z X I, p. 2 0 9 , b re g istra M ara ñ a e n P o n ­
te v e d ra y L eó n , M ara ñ ó n e n C iu d ad R eal.
39. C .S .J.P ., I. p. 149 (n .° 50).
40. C .S .J.P ., II, p. 141 (n .° 126).
4 1 . C .S rM ., p. 194 (n .° 184). O tro s m u c h o s luego.
42. « C atálo g o d e los c a rtu lario s re a le s» , p p . 18
(n .° 15) 1110; 2 9 (n .° 36) 1 157; 39 (n .° 59), 1174; 41
(n .° 6 1 ), 1176; 4 2 (n .° 6 4 ), 1177; h o m e n a je s d e 1277,
« C atálo g o d e l A rc h iv o G e n e ra l» I, p. 2 2 2 (n .° 4 7 4 ).
43 . « C atálo g o d e los c a rtu la rio s reales» , p. 21 (n .°
22), « C atá lo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , I. p. (n .° 29).
T e x to e n Y anguas « D icc io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , II,
pp. 3 0 1 -3 0 2 y M u ñ o z R o m e ro , « C o le c c ió n ...» , p p . 4 95
- 498.
44. « C atálo g o d e los ca rtu la rio s re ale s» , p. 252
(n .° 506).
45. Y an g u as, « D ic cio n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , II.
p. 301.
4 6 . Y an g u as, « D ic cio n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , II.
p. 302.
4 7 . P lano en A ltadill, II, p. 6 2 3 .
48. M ad o z, X I, p. 2 0 9 , b.
49 . M a rtin e n a , «P alacios c ab o d e a rm e ría » , II, pp.
8 - 9.
50. Fol. 7 5 , 4 «el P alacio d e M a ra ñ ó n ju n to a
C a b re d a » , (sic).
51. « C atálo g o d e los c a rtu la rio s reales» , p. 2 4 (n .°
27), a ñ o 1141.
52. Y an g u as « D icc io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , II,
pp. 721 - 722.
53. P lano e n A ltadill, II, p. 6 0 3 , q u e e n la p. 6 04
d a a e ste casco 171 h a b ita n te s en o c h e n ta y n u e v e casas
54. L acarra, « P e re g rin a c io n e s a S an tiag o » , II, P147, n o ta 4 6 . Las le tra s se re p a rte n así:
C lav e iz q u ie rd a
C lav e d e re c h a
IH S
S .a M .a
O SPI
TAL
L acarra lo c o n sid e ra c o m o d e fin e s d e l si­
g lo X V .
55. V éase « F .G .» . El g lo sa rio d e B ará ib a r s.p.
Y an g u as « D ic cio n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , II. p. 314.
56. M adoz, X I, p p . 3 2 6 , b - 3 2 7 , a. P a ra M ed ian a,
M e d ia n o , e tc ., p. 3 3 2 , a - b.
57. A ltad ill, II, p p . 6 0 4 - 6 0 5 .
58. P lan o en A ltadill, II, p. 582.
59. Se e n c u e n tra e n c a rtu lario s n av a rro s y rio janos.
60. « C atálo g o d e los c a rtu la rio s re a le s» , p. 4 7 (n .°
76).
61. « C atálo g o d e los cartu lario s re a les» , p. 2 72
(n .° 548). Y an g u as « D icc io n a rio d e a n tig ü ed ad es» ,. II,
pp. 6 - 7 . A n te s a p a re ce c o m o p ro p ie d a d d el s e ñ o r d e
V izcaya y su h e rm a n o , e n 1277. « C atálo g o d e l A rch iv o
G e n e ra l» , I. p. 2 2 9 (n .°s 4 9 4 - 4 9 5 ).
62.
« C atálo g o d e los cartu la rio s reales» , p. 2 8 4
(n .° 573). C o n fo rm a c ió n d e Luis H u tin , p. 2 9 6 (n .°
603).
63- « C atálo g o d e l A rch iv o G e n e ra l» X X X 11. pp.
3 2 0 - 321 (n .° 6 7 5 ). Y an g u as « D ic cio n a rio d e an tig ü e ­
d a d e s» , II, p. 7. Es « U sanavilla» todavía.
64. Y anguas « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , 11,
p. 7.
65.
M ad o z, V , pp. 51, b - 59, a.
6 6. P lano e n A ltadill, II, p. 565 q u e le da 162
edificios y 362 alm as e n 1910.
6 7. «C atálo g o d e l A rch iv o G e n e ra l» X X X IX , p.
536 (n .° 1517) y X L V I, p. 5 1 9 (n .° 1308). Y anguas,
« A d icio n es» , p. 88.
68.
« C atálo g o d e l A rch iv o G e n e ra l»
X X X IX , pp.
10, (n .° 11), 43 (n .° 104), 4 8 (n .° 119), 92 (n .° 24 7 ),
162 (n .° 4 4 8 ), 273 (n .° 7 6 5 ), e tc., 1430.
69.
T a m b ié n e n la h o ja 171.
70.
M ad o z, IV , p p . 6 8 1 , a - 6 8 2 , a.
71. «E spaña Sagrada» X X X V II, pp. 322 y 341.
Y a p o r los años d e 8 2 3 .
72. Y an gu as, « D icc io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» . I. p.
152.
73. P lano e n A ltadill, II, p. 5 7 8 y d ato s en la
página an terio r.
74. M o re t, « A n n a les» , I, p. 2 6 6 b (lib ro V I, cap.
11, §, n .° 27). S im o n et, « H isto ria d e los m o z á ra b e s d e
E spaña» p. 4 2 1 .
75. Y an gu as « D icc io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» . II.
p. 292.
76.
D ic c io n a rio d e 1802, II, p. 351.
77.
P lano en A ltadill, II, p. 6 4 5 .
78.
D ic c io n a rio d e 1802, II, p. 34, a.
79.
M adoz, X III, p. 7 4 8 ,
b.
80. M a rtin en a , «P alacios cab o d e arm e ría » , II, p.
9.
81 . A zcárraga, fol. 115, 3, «el P alacio d e T o rre s
c e rc a d e Los A rco s» .
82. « C atá lo g o d e los c a rtu la rio s re a le s» , p p . 3 4 4 345 (n .°s 7 0 6 - 70 7 ) y 347 (n .° 710).
83. V e r ta m b ié n , « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ­
ral» , II, p p . 70-71 (n .°s 1 6 0 -1 6 1 ) y Y an g u as « D ic cio n a­
rio d e a n tig ü ed a d es» , III, p p . 3 8 8 - 389.
84. Lacarra, « P e re g rin a c io n e s a S an tiag o » , II, pp.
1 4 7 -1 4 8 , q u e cita u n d o c u m e n to d e Ira c h e , d el siglo
X II en q u e hay re fe re n c ia s a tie rra s « su p e r T o rre s in
cam in o S ancti Ja co b i» .
85. P lan o e n A ltadill, II, p. 6 5 3 . 3 7 8 h a b ita n te s en
1888.
86 . « ...a u t d e A rm añ an zas, vel d e E re g o rte s e t d e
V ilan o v a» , Y an g u as « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , II,
p. 2 9 2 . H ay palacio d e cab o d e a rm ería. M a rtin e n a ,
«P alacios cab o d e a rm íera » , II, p. 9. A zcárraga, fol.
118, 3 «del Palacio d e A rm ay n anzas» .
87. P lano en A ltadill, II, p. 550.
88. Y ang uas, A d icio n es» , p. 72.
89. G arcía d e D ieg o , « D icc io n a rio etim o ló g ic o ...»
pp . 100, b - 6 1 9 (n .° 9 3 4 ) *barica o *berica.
90 . M ad o z, IV , p. 2 5 , a-b.
91 . M ad o z, X V , p. 6 1 2 , a.
92. P lano e n A ltadill, II, p. 563.
93 . F o to s en el lib ro b a sta n te fan tá stic o d e D o n
A g ap ito M artín ez A legría, «La batalla d e R o n cesv alles y
el b ru jo d e B arg o ta» (P am p lo n a, 1929), pp. 194 - 199.
94. D e sc rip c ió n d e D o n A ngel D íaz d e C e rio , en
el lib ro c ita d o d e M a rtín e z A legría, p. 2 0 0 , n o ta I.
9 5 . V ic e n te G arcía d e D ie g o , « D icc io n a rio e ti­
m o ló g ico » , p. 6 0 1 , a (n .° 64 5 ).
96. V ario s A ra y A ras e n M ad o z, II, pp. 3 6 8 , a - b
y 4 5 0 , a - 45 1. b.
97. P lan o en A ltadill, II, p. 548.
98. V e án se los c o rte s III - 111 y IV -IV d e la
« M e m o ria exp licativ a d e la h o ja n .° 171 V iana» del
M ap a g e o ló g ico d e E spaña (M a d rid , 1933).
523
567
Fig. 5 6 7 .-C a lle p rin c ip a l de A g u ila r de Codés.
Fig. 5 6 8 .-Soportales de la iglesia de A g u ila r de Codés.
Fig. 5 6 9 --C a sa noble de Azuelo.
524
525
Fig. 5 7 0 -P u e r ta s del hospital de peregrinos de La Población
Fig. 571 .-C onjunto de Meano.
526
Fig. 5 7 2 .-C a sa con voladizo. Genevilla.
Fig. 5 7 3 - V is ta de Genevilla.
527
Fig. 5 7 4 - V is ta de Cabredo.
Fig. 5 7 5 .-C asas de Cabredo
Fig. 5 7 6 .-Palacio de Sansol.
528
C A P IT U L O IX
VALLES DE LA SO LA N A Y S A N T E S T E B A N
1)
2)
3)
4)
5)
La Solana.
Los pueblos de La Solana.
El V alle de Santesteban.
Sus pueblos.
V illam ayor y Arróniz.
V olviendo ahora hacia el Este y p a rtien d o
de Estella m ism a ru m b o al Sur, nos e n c o n ­
tram os con o tra tierra de transición d e bas­
tante reconancia histórica y q u e c o rre s p o n d e
a dos entidades geográficas y administrativas,
qu e son los valles de La Solana y de Santesteban. El prim e ro , al Este del s e g u n d o \ qu e
es c onocido asim ism o c o m o valle d e Santesteban d e La Solana.
La Solana es n o m b re rom ance q u e se
repite en España; d e Asturias y S a n tander a
T o le d o y E xtrem adura, pasando p o r Avila. A
veces lleva un dete rm in a tiv o , va en plural
(Solanas) o en dim inutivo (Solanillas) y no
faltan los m asculinos c o rre s p o n d ie n te s (So­
lano y Solanos) 2. «Solanum » es voz latina
po p u lar usada para designar un lugar o parte
en q u e da el sol 3, c o m o «solarius». Podría
pensarse q u e el n o m b re de «Egusquiza» es el
eq uivalente vasco.
La de te rm in a ció n geográfica es, c o m o en
otros casos, variable. Los n o m b re d e los p u e ­
blos q u e se dan en 1802 c o m o p e rte n ec ie n te s
a La Solana son éstos, p o r o r d e n alfabético:
A berin, A rellano, A rínzano, Ayegui, Irache,
M o re n tin , M uniain, O te iz a y Villatuerta, con
Zúñiga, que, c o m o va dicho antes, está en tre
el valle de Lana y la B e r r u e z a 4. Ya verem os
có m o algunos de esos núcleos están agrupa­
dos en un municipio.
En o tra época «La Solana» era una cir­
cunscripción q u e se extendía m u ch o más, al
parecer, p u e sto q u e en 1366 contaba con los
pueblos d e « H a rro n iz » , «A reillano», «Dicastieillo», «Ayllo», «M o re n tin » , «A verin»,
«M uniayn», «Baygorri», «Leorin», «Ayegui»
y « £ a ra p u z » , con cuatrocientos fuegos 5.
Los p u e blos situados más al N o r t e tienen
el aspecto clásico d e pueblos d e valle d e la
zona media. Los más m eridionales son e n ti­
dades m ayores y con o tra fisonomía. Es el
Ega de N o r t e a Sur, p o r el flanco oriental el
q u e m arca los límites (O teiza no se incluye).
Los arroyos B u e n o y Salado van p o r el O e ste,
q u e d a n d o espacio sensible sin núcleos en tre
La Solana y Los Arcos, Sesma y Lerín 6.
P u e d e pensarse q u e en el á m bito m arcado
e n p rim e r lugar hay p u e blos q u e conservan el
vasco hasta más tarde q u e los m ayores del
Sur, a u n q u e e n ellos haya toponim ia vasca
antigua, en m ay o r abundancia qu e más al
O e ste. El espacio q u e hay e n tre Baigorri y
Lerín, A rróniz o Alio y Sesma parece darnos
531
un a antigua frontera. En La Solana y Santesteban nos e n c o n tra m o s varios pue b lo s con
n o m b re s term in a d o s en «—in», c o m o A berin,
B arbarin, Luquin, M o re n tin , q u e en textos
m edievales tie n e n la term inación « -ain», tan
f re c u e n te en la to p o n im ia navarra. Así «Luquiain» o «M o re n ta in » , c o m o se verá. En
to d o caso e n ellos el c o m p o n e n te a n tro p o n i­
m ico parece claro (de «Barbarus», «Lucius»,
etc.).
P o r o tra parte, la separación d e algunos
p ueblos, c o m o Dicastillo, es convencional y
en o tro s casos, c o m o Villatuerta, en la Edad
M edia q u e d a n adscritos a lo q u e se llama «La
R ibera», es decir la ribera del Ega, lo cual
o c u rre asim ism o con O teiza, que, para distin­
guirla d e otro s lugares llamados así es c o n o ­
cida p o r O te iz a de la Solana precisam ente.
T a m b ié n «O teiza cabo Estella» o San Salva­
d o r d e Oteiza.
II
T o m a n d o com o base la o rd en a c ió n de
1802, q u e es la qu e dan tam bién Yanguas 7 y
M adoz 8, el p u e b lo del q u e tratarem os pri­
m ero , y e n d o d e N o r t e a Sur, es Villatuerta.
El n o m b re se c o m p o n e con «tortus», en el
sentido d e torcido. La form a «Vila T orta»
nos la da un d o c u m e n to de 1248, aproxim a­
d a m e n te 9. «Villatorta» e n 1069 10.
En 1234, T e o b a ld o I c onfirm ó a los la­
brad o re s del pueblo el costerío o d e re c h o a
n o m b ra r guardas de cam po y c obrar las m ul­
tas 11. En 1342 o tro rey lo c o m p r ó a D o n
Sancho Sánchez de M e d ra n o con derechos,
tam bién «palacios» y otras posesiones. Esto
se hizo con ayuda del c o n c ejo de la villa, q u e
se solía reu n ir «cabo del p u e n te » y q u e co n ­
tribuyó con 6 .0 0 0 sueldos sanchetes 12.
H ay m e m o ria de un incendio causado p o r
los castellanos en 1378 13 y de o tro de 1450,
en q u e la población bajó de o c h e n ta vecinos
a veintitrés 14. Pasó el p u e b lo de se ñ o r en
se ñ o r y existen escrituras a b u ndantes q u e
d e m u e stra n q u e el té rm in o e ra rico en ce­
reales sobre to d o 15, c o m o lo ha seguido
siendo. Villatuerta es una población consti­
tuida p o r dos núcleos, situados a los dos
lados de un arroyo q u e va de N o r t e a Sur,
q u e arranca de Iranzu y qu e se u n e al Ega al
Sur del p u e b lo , en Legardeta. U n e a las dos
partes el p u e n te q u e ya se ha visto servía de
p u n to de r e u n ió n concejil a m ed ia d o s del
siglo X IV , p u e n te con dos arcos. La parte
q u e q u e d a al Este era la m ayor y más alta
(439 m etros).
532
A hora se co n stru y e m u ch o hacia la ca­
rretera. En la parte oriental, al e x tre m o Su­
deste, se halla la calle del Sol. Al Este, la de
San V e r e m u n d o y al Sur, la del Salvador. En
este barrio q u e d a la parroquia. En cam bio, en
el o tro se halla u n a calle considerada M ayor.
T o d o el c o n ju n to tenía 180 edificios y 674
almas hacia 1910 16. El a u m e n to con relación
a la mitad del siglo X IX e ra grande, p o rq u e
M adoz da a la villa setenta y cinco casas y 4 0 6
habitantes 17. El a u m e n to p o s te rio r es sensi­
ble. Pero, sin e m bargo, el c o n ju n to da oca­
sión a observaciones de interés.
En Villatuerta, acaso más q u e e n pueblos
cercanos c o m o M a ñ e ru y C irauqui, se p e r ­
cibe el influjo de sistemas de construcciones
m erid io n a le s o m e d ite rrá n e a s . H a y , así,
construcciones rústicas y tam bién casas q u e
tienen una pa rte de piedra, o tra de adobe,
algunos e le m e n to s de ladrillo e n p u e rta s y
ventanas y techos con cañizo y palitroques
q u e sobresalen y se ven e n aleros 18. Se ven
tam bién aleros cerám icos y de yeso, c o m b i­
nados en form as distintas 19. Pero, p o r o tra
parte, la cantería se trató bien y c o n p r o c e ­
dim ien to s parecidos a los q u e se observan en
o tro s p u e blos de tierra de Estella 20. Así, en
la p u e rta de la casa cural y e n otras e n q u e
hasta el siglo X I X p ro b a b le m e n te se hicieron
piedras de dintel con algún resto de g o ti­
cismo. V illatuerta es un pue b lo d e transición,
c o m o lo son o tro s próxim os, e sté n e n zona
considerada de valle o e sté n en ésta de rib e ­
ras m ás o m e n o s determ inadas.
Fig. 577 .-C uadra de Villatuerta.
a) madera y cañizo, b) adobe, c) piedra, d) ladrillo.
Fig. 5 7 9 .-Elementos constructivos. V illatuerta.
Fig. 5 8 0 .-P u erta y estrella en casa de V illatuerta.
A lre d e d o r de la p a rro q u ia de la A sunción
de V illatu erta hay un resto d e c e m e n te rio
co n v e rtid o en jardín y varias estelas fu n era ­
rias. En una se ve la estrella de seis p u ntas y
d e n tro un círculo con una cruz inscrita 21.
«piezas» q u e el abad de San Ju a n d e la P eña
cam bia p o r un solar con el de Irache m ism o
25. O tras m em orias de p ro p ie tario s hay de
tie m p o poco p o ste rio r: 1103, p o r e je m p lo 26.
N o sólo de tierras, sino tam bién de casas 27.
D e todas m aneras, el paisaje es ya m uy
m e d ite rrá n e o , ab u n d an d o el v iñ ed o y el
olivo, q u e tien e p o r tie rra de E stella su línea
m ás se p te n trio n al, au n q u e ya va d ecay en d o
su cultivo.
D e s p u é s hay b a sta n tes m em o ria s de
O te iz a q u e con la p este de 1422 dism inuyó
de vecindario q u e d a n d o bastantes casas va­
cías. C o n to do, la red u cció n le d e jó en cin­
c u e n ta vecinos. En 1450 fue in cendiado p o r
los p artid ario s del Príncipe de Viana, o to r ­
g án d o le privilegios p o r e sto Ju a n II en
1456 28. D e sp u é s se ha hecho núcleo im p o r­
tante, a u m en tan d o m ucho en el siglo X IX ,
p o rq u e en 1802 se le asignan 462 p erso n as 29
y en 1888 ten ía 1145. A lgunos m enos d e s­
pués, con 270 casas en el casco 30>
En esta p a rte q u e q u e d a al E ste del Ega y
al S udeste de V illatu erta se halla asentada la
villa de O teiza, a la q u e se agrega el antiguo
señ o río de B aigorri. O te iz a es n o m b re q u e se
rep ite en tre s p u e b lo s navarros, y q u e parece
significar «argom al» 22. E ste, el d e la ce n d ea
de A nsoain y el de B értiz. En el de la Solana
se d o c u m e n ta un antiguo m o n aste rio de San
Salvador 23, q u e aparece en un tiem p o com o
d e p e n d ie n te de Irache. P ero ya e n 1074 v e ­
m os q u e en la villa el rey ten ía un o s m ez q u i­
nos q u e dio a Irache 24 y en 1076 había allí
Este a u m e n to hizo q u e, en gran parte,
tenga aspecto m o d e rn o o d ecim onónico.
D e sd e el p u n to de vista c o n stru ctiv o las notas
q u e destacam os en V illatu erta se re p ite n en
O te iz a y de allí hacia el Sur. Sin em bargo, al
535
Sur de la villa tam b ién q u e d a un vestigio de
las épocas señoriales, q u e nos hace rec o rd a r
form as d e organización sociales y económ icas
q u e nos son conocidas ya. M e refiero al
señ o río de B aigorri, q u e está c o n stitu id o p o r
un térm in o ex te n so lim itado al O e ste p o r el
Ega y q u e p o r O rie n te linda con térm in o s de
Larraga. Las casas q u e c o n stitu y e n el núcleo
m ayor se hallan en alto sobre el río y de él
d e b e h a b e r to m a d o el n o m b re to d o el té r ­
m ino q u e equivale a río ro jo o c o lo rad o 31.
B aigorri p arece h a b e r e m p ezad o siendo villa,
con iglesia y c o n c ejo de la q u e hay bastante
d o c u m en tació n m edieval, e m p e z a n d o p o r los
fueros de 12 3 4 32. P ero en 1416 el vecinda­
rio, de estar c o n stitu id o p o r tre in ta vecinos,
q u e d ó red u c id o a nueve 33 y en 1468 era
desp o b lad o q u e la princesa L eonor dio a un
vecino de Estella, llam ado Ju a n Elias, en re ­
com pensa a servicios p resta d o s 34. D e sp u é s
pasó, sin duda, a los condes de Lerín, y a la
casa de A lba co m o h e re d e ra de éstos.
Estaba el señ o río c o n stitu id o p o r un b o s­
q u e y m o n te de una legua y m edia de ancho y
m ás de largo, en q u e había encinas, tam bién
pastos para ganado y vacuno y lanar (2.385
hectáreas). Lo g o b e rn a b a un alcaide q u e d e­
bía ser natural del rein o y ten ía varios g u a r­
das, q u e eran a la par lab rad o res y cultivaban
trigo, cebada y avena. T o d o s los ponía el
co n d e de Lerín. El palacio e ra d e cabo de
arm ería y consta e n d o c u m e n to s d e 1637 y
17 7 0 35.
H o y día se halla e n e sta d o b astan te ru i­
noso. Es un edificio rectangular, con la fa­
chada principal c o n stitu id a p o r tres cuerpos.
El del c e n tro , m u ch o m ás ancho q u e los
laterales, tie n e una gran galería o solana con
tres colum nas de p ied ra y balcón. En la p arte
baja y no al c e n tro , se abre una p u e rta cua­
d rad a de ladrillo. El c u e rp o q u e q u e d a a la
izq u ierd a es de p ied ra sillar, sin hu eco alguno
y el de la d e re c h a , d e m an ip o ste ría con
p u e rta y ventanas irreg u lares 36. En B aigorri
hay tam b ién una iglesia d e rru id a 37. Es p o si­
ble q u e la o b ra m ayor del palacio se rem o n te
a la época en q u e se in te n tó e x p lo ta r m ás las
tierras del co n d ad o de Lerín; es decir, cu ando
se co n stru y ó una p resa en el Ega, para una
acequia de riego q u e d eb ía dar agua a seis mil
robadas de tierra. E sta acequia se c o n stru y ó
e n tre 1540 y 1548, p e ro luego fue d e stru id a
p o r una crecida fu erte 3S. La d escripción q u e
hace M adoz del palacio es curiosa: «...hay un
palacio con o ra to rio público, de antigua fá­
brica, pocas co m o d id ad es y desagradable as­
p ecto, d o n d e habitan los co lonos y lab rad o ­
res; en lo m ás alto una e rm ita q u e actual­
m en te sirve para los guardas». D ice tam bién,
q u e consta de siete buenas m ajadas para el
Fig. 581 -Palacio de Baigorri.
536
ganado y q u e el b o sq u e q u e no sólo co n ten ía
encinas, sino robles, hayas y o tro s árboles,
fue d e stru id o en p a rte d u ran te la g u e rra de la
In d ep e n d e n c ia y la p rim era g u e rra civil 39.
H ay q u e re c o n o c e r q u e hoy existen edificios
m u ch o m ás «desagradables» a la vista que
este viejo palacio, q u e p o r alguno de sus
rasgos p o d ría ser co m parado con c o rtijo s del
Sur (d ib u jo s de la fig. 581). En 1977, los
re n te ro s a d q u iriero n , sin em bargo, 2 7 .0 0 0
robadas de tie rra a la d u q u e sa de A lba p o r
10 7 .5 0 0 .0 0 0 pesetas 40.
En la m argen o rien tal del Ega, el p u eb lo
q u e q u e d a m ás al N o rte , pegado a Irache, es
A yegui, p o r lo cual no chocará q u e en el
cartu lario de aquel m o n asterio aparezca con
frecuencia. T a n to A yegui com o Irache son de
fácil acceso, p o r esta r e n la c a rre te ra general.
La voz «ai» p arece significar declive 41. El
n o m b re de A yegui p o d ría explicarse p o r ella.
En 1060 Sancho de P eñalén hizo donación
«de ipso loco q u o d d icitu r Aiegi» a Irache 42.
Es una donación q u e se refiere form ularia­
m e n te a to d o cu an to po d ía te n e r una villa o
un fu n d o antiguo. D e sd e e n to n c e s los veci­
nos vivieron bajo la au to rid ad m onasterial; en
1083 se hace un co n v en io e n tre el abad
V e re m u n d o y los vecinos so b re las labores
q u e ésto s debían llevar a cabo 43. P ero en
tiem p o s p o ste rio re s las diferencias e n tre el
m o n aste rio y el p u e b lo fu ero n fu ertes 44
Ayegui no se d esarro lló m u ch o nunca. En
1802 cu en ta con 222 alm as 45. A com ienzos
de siglo eran 300 en el casco y 182 en el
arrabal llam ado M albarrio.
A yegui se d istingue p o r su gran plaza,
q u e d e ja un lado sin cu b rir, y tien e algún
edificio notable del siglo X V III 46. Fue época
aquella en q u e el m o n aste rio de Irache volvió
a flo re ce r y cu ando se lev an taro n ciertas
p artes c o m p lem en tarias, q u e no han m e re ­
cido la aten ció n de los q u e lo han d escrito
com o c o n ju n to m o n u m en tal. Sin em bargo,
com o e je m p lo s de a rq u ite c tu ra dieciochesca
tien en interés.
Al S udeste de A yegui, so b re el Ega,
q u e d a el lugar d e A rinzano, q u e form a
ay u n tam ien to con los de M uniain, m ás al
O e s te A berin y el caserío de E chávarri. La
fo rm a «Echávarri» d e n o ta u n a vez m ás la
influencia de dialectalism os vascos o c c id e n ­
tales e n tie rra de Estella, pegada a la capital y
se acred ita e n tiem p o s b astan te rem o to s,
p o rq u e a prin cip io s del siglo X II y antes se
escribe «Essauarri» o «Exauarri» 47.
Echavarri no tie n e hoy en tid ad . A rinzano
en 1802 se da com o sim ple se ñ o río de D o n
M iguel Pérez de Rada, con no m ás d e diez y
seis p erso n as 48, a u n q u e tam b ién fu era p u e ­
blo co n ocido en la Edad M edia. «A rinqano»
en 1056 y « A rinqanum » e n 1064 (?) 49. Esta
term in ació n m ás arcaica la e n c o n tram o s tam ­
bién en el caso de A rellano: «A relanu» en
107 1 50, «A rellano» ya en 1146 51, «A rellanum » en 1 193 52, con variantes o rep e tic io ­
nes p o ste rio re s; p o r e jem p lo : «A relano» en
1213 53 y 1218 54. H ace m u ch o q u e p lan teé
la posibilidad de q u e los de e ste tipo fueran
no m b res de antiguos «fundi», hechos sobre
un «nom en» o «cognom en». P ero resulta
q u e aquí, en la Solana y S an testeb an , en
espacios cortos, se re p ite n las desinencias en
« -an u s» , « -an u m » al lado de otras q u e tam ­
bién c o n sid eré con valor análogo. Y no sólo
esto. A quellos a que m e refiero ah o ra se
p rese n tan en form as varibles. «M uniain», p o r
un lado; p o r o tro « A b erin » , «B earin», «Luq u in » , « G ro c in » , « M o re n tin » . P o r o tra
parte, en la zona q u e nos ocupa ha habido
una curiosa fluctuación en las grafías, q u e
d e b e c o rre s p o n d e r a vacilaciones fonéticas,
q u e se d iero n en un tiem po, e n tre « -ain » ,
« -in » e incluso « -e n » . P o rq u e A berin en
1072 se escribe «A u erien » 5S, flu ctu an d o con
«A uerin» en 1 105 56 y en 1 149 57. « M o re n ­
tin», aparece co m o « M o ren d ien » e n 1119,
ju n to con «L eorien» en vez de «L eorin» 58.
P ero luego surge «M orendian» 59 y e n 1217
« M o rentian» 60, q u e aun d esp u és es «M orentiayn» y «M o ren tain » 61. La fluctuación es
paralela a la q u e hace «Luquiain» 62 o «Lucheain» de Luquin.
En cam bio en el caso de Z u ru c u ain vem os
q u e ha prevalecido la d esin en cia «-ain» sobre
« -in » o « -e n » ; « £ u ric o in » e n 1 120 63 y
« C uricuen» e n 1190 64. Lo m ism o o c u rre con
B earin, fre n te a «B earien» 65 o « B eherin» 66
y G ro cin fre n te a «G orocian» 67 o « G o ro cin», p o ste rio r 68
C h o q u e de dialecto vasco occidental, con
o tro orien tal, ch o q u e tam bién del rom ance
p en in su lar, castellano, con el gascón de los
habitantes de E stella en gran p arte.
En to d o caso, los p u e b lo s de La Solana
c o n tie n e n curiosos vestigios d e la ép o ca se­
ñorial. U n o de los m ás destacados es la to rre
537
de A rellano, rep ro d u c id a en la foto de la tig.
583. D e sd e el siglo XI consta q u e allí hubo
un señ o río d e la fam ilia R am írez o R em írez
d e A rellano, q u e d e sem p e ñ a un papel im ­
p o rta n te e n la h istoria de N avarra, so b re
to d o en el siglo X IV y a co m ien zo s del
X V 69. Y a en 1269 aparece un Sancho R em í­
rez de A rellano siguiendo a T ie rra Santa a
T e o b a ld o II, co m o señ o r de la casa de B idaurre ta y T ie rras de la Solana 70; el p len o se ñ o ­
538
río so b re A rellano, data, sin e m b arg o de
1365 y en 1406 la villa era de D o n C arlos de
B eau m o n t, p e ro fue restitu id a a un C arlos de
A rellano en 1412. La to rre d e b e d a ta r de
fines del X IV y está aislada. La fam ilia A rellano se e x te n d ió 71 y en el p u e b lo hay, ad e­
m ás, alguna casa sólida de las q u e se hacían
en la tie rra en el siglo X V II o e n el X V III,
co m o la de la fo to de la fig. 584, e n la q u e
hay q u e señalar ya el uso del alero cerám ico
N■
O.
Fig. 5 8 2 .-M o n te jurrà. M u n ia in y Oteiza.
------------ 1------------ E..
p ro p io de la N a v a rra m erid io n al o m e d ite ­
rránea. El palacio de A rellano en 1723 e ra de
D o n V e re m u n d o R am írez de A rellano y en
1802 d e un h o m ó n im o 72.
P ero hay, adem ás, palacios en A rinzano,
A yegui, E chavarri y M o re n tin 73. D e to d o s
ellos da el blasón P e d ro d e Azcárraga; uno
«de los A rinzanos de C alah o rra p o r s e n te n ­
cia» 74, «El Palacio de los E chaverris de tierra
de Estella» 75, y «el Palacio de M o re n tin » 76.
El linaje de los M o re n tin , M o re n ta in o M ar­
tínez de M o re n tin , se e x te n d ió p o r el rei­
no 77.
La Solana, en sum a, es una tierra de tra n ­
sición q u e d e sd e el p u n to de vista orogràfico
e stá d o m in ad a p o r la fam osa m o n ta ñ a de
M o n te ju rra , q u e se eleva a 1.045 m etro s
so b re p u e b lo s situados a algo m ás d e 500. D e
M o n te ju rra al Sur los perfiles se hacen m e ­
nos a b ru p to s. Los p u eb lo s de la Solana se
y A berin, y al S u d o este de O teiza, en el
p u n to de transición p recisam en te. La « fu n ­
ción» q u e e n este llam ado valle e je rc e el
M o n te ju rra , la e je rc e en el valle c o n tig u o el
« M o n ja rd ín » , q u e tuvo resonancia bélica m a­
yor en los tiem p o s de la p rim e ra R eco n q u ista
navarra. En efecto , hacia el año 907 Sancho
G arcés I deb ió c o n q u ista r San E steb an de
D e y o q u e había p e rte n e c id o antes a los B anu
Q asi 79. Su figura es tam bién ilustrativa.
hallan en un espacio de trán sito , q u e ha sido
m uy im p o rta n te e n las luchas civiles del siglo
X IX . La figura del d ib u jo 582 e stá sacada de
un cro q u is q u e d u ran te la seg u n d a g u e rra
civil hizo el te n ie n te c o ro n e l de E stado M a­
yor, D o n Luis M o re n o y q u e se publicó en
«La Ilustración E spañola y A m ericana» en
1876 78. La vista de una p a rte de la Solana
e stá to m ad a d e sd e el S udeste de M o n te ju rra ,
cerca del Ega, al S udeste tam bién de M uniain
III
Ya se ha visto antes cóm o la advocación a
San E steban da n o m b re a o tro s valles nava­
rros de m ás al N o rte . Este d e la m erin d ad de
Estella que q u e d a a O c c id en te d e La Solana
aparece com o tal en d o c u m e n to s m uy anti­
guos, com o se va a ver. P ero p rev ia m e n te el
n o m b re del santo se d e b ió dar a una iglesia
qu e estaba en lugar fortificado, de vigilancia
de lo q u e era la tierra d e «D eio» o « D egio»,
iglesia en la q u e p arece h a b e r existido incluso
sede episcopal. C u an d o se dice q u e los reyes
d e la zona rein ab an «in P am pilonia e t
D eio» 80, p o r los años de 92 8 , había allí, en
efecto, un obisp o llam ado G alin d o q u e pa­
rece asentarse «in C astro Sancti Stefani» 81.
Luego aparecen los q u e lo regían m ilitar­
m en te. Así, en 1060, «sénior Sancio F ortunionis d e Sancti S tephani d e D eio » 82. P ero
antes, en 1033 Sancho el M ayor dio el casti­
llo al m o n aste rio de I r a c h e 83. D e sp u é s el
castillo es co n o cid o con o tro n o m b re ; el de
M o n ja rd ín , q u e c o rre sp o n d e a un g u sto m e ­
dieval; co m p árese con M o n g iard in o en Ligu­
r i a 84. P u ed e afirm arse -c o m o ya se ha h e­
c h o - q u e, así co m o M o n te ju rra con sus altu ­
ras de más d e mil m etro s es el p u n to de
refe re n c ia m ás destacada d e La Solana, M o n ­
jard ín lo es, a su vez, del valle d e S anteste540
ban, a u n q u e se halla al O e ste d e él. La altura
d e 890 m e tro s destaca com o un co n o aislado
y los p u eb lo s del valle se e x tie n d e n hacia el
S u d este y el N o rd e s te con cierta diferen cia
de aspecto. La e rm ita de San E steban su b ­
siste; p e ro no el castillo más q u e en ruinas.
Su d estru cció n con stitu y e ep iso d io co n ocido
d e la p rim e ra g u e rra civil. El artículo de
M adoz so b re el m o n te dice q u e se llam a así
«por la h erm o sa vista q u e p re se n ta n la d iv er­
sidad d e flores q u e p ro d u ce la naturaleza en
u n a d e sp eja d a llanura q u e se e n c u e n tra en la
m ism a c u m b re; al O e ste del castillo de su
n o m b re» . Indica tam b ién q u e é ste se había
c o n stru id o so b re unos peñascos, y q u e se
subía al recin to am urallado p o r escalera la­
brada en la roca viva.
D e n tro había una casa capaz y la iglesia
con la efigie d e San E steban y la Santa C ruz
de M o n jard ín . T o d o ello se había conservado
hasta 1836 en q u e los carlistas lo o cu p a ro n y
lo fortificaro n d e nu ev o p o n ie n d o artillería
q u e p u d iera disp arar so b re la c a rre te ra . D e s ­
p ués de ciertas acciones v ino el a b a n d o n o 85.
P e ro aún en la seg u n d a g u e rra civil fue o cu ­
pado a lte rn a tiv a m en te p o r carlistas y liberales
y a com ienzos de siglo sus m urallas y o tro s
ele m en to s se con serv ab an b ien 86.
IV
El valle d e S an testeb an com o ral aparece
en d o cu m e n to s del siglo X III. En 1264 los
labradores q u e lo p o b laban fu ero n exim idos
d e un p e ó n sem anal p o r lab rad o r 87. T a m b ié n
a parece en 1324 8S. La d e te rm in a ció n de qué
p u e b lo s c o rre sp o n d e n al «valle» resulta,
com o en otras ocasiones, algo flu ctu an te y los
n o m b re s cam bian d e grafía. En el reg istro de
1280 q u e no da m uchas referen cias a valles
d e esta m erin d ad , se señala la existencia de
«Val d e Sant E stevan» d o n d e se incluyen
p u e b lo s con los n o m b re s q u e siguen: «Igusq u ifa » , «A zq u eta» , «Laveaga», « A d arreta» ,
«H u rb io la» y «L uquien» 89. T ras éstos siguen
o tro s d e fuera. En o tra nóm ina están «Villam ayor», «B arbarin» y «Etayo» 90.
La «Val de S an testeb an » , c u e n ta en 1366
con «A zq u eta» , «Laveaga», « U rb io la» , «Luqiayn», «Y g u zq u ifa» , «V illam ayor» q u e, en
efecto , es el n ú cleo m ayor con cu a re n ta y
nu ev e fuegos 91. Son p u eb lo s q u e q u e d a n al
Sur del Ega y S u d o este d e Estella, m uy cerca
d e la capital, y q u e en el diccionario d e 1802
van unidos al m ayor de A rróniz. Por o r ­
d e n alfabético son así: A rró n iz, A zqueta,
B arbarin, Igúzquiza, Labeaga, L uquin, Santa
G em a, U rb io la y V illam ayor 92. El p rim e ro y
el ú ltim o son villas, de b astan te población,
A rróniz so b re todo. Los o tro s son lugares y
A zqueta, Igúzquiza, Labeaga y U rb io la fo r­
m an un ay u n tam ien to q u e tie n e su c e n tro en
Igúzquiza. En é ste se halla, com o «coto re ­
d o n d o » , Santa G em a q u e tenía un m o n aste ­
rio. Esta circunscripción se halla al N o r te de
M o n ja rd ín , so b re el Ega, con un costado al
Este. C erca d e la c a rre te ra g en eral, saliendo
d e Estella, está Igúzquiza, p u e b lo q u e p o r los
años d e 1414 e ra del señ o río d e Ju a n Vélaz
de M e d ra n o , un caballero de m ucha in flu e n ­
cia en la zona y en la c o rte , alcaide tam b ién
del castillo de M o n jard ín . A é ste h u b o de
su ced erle F errán de V élaz de M e d ra n o y
luego o tro s del linaje 93. La fam ilia era m uy
c o nocida ya en el siglo X III. P e ro luego el
se ñ o río del p u e b lo pasó a o tro linaje. En
1685 solicitó la inscripción del de Igúzquiza
e n tre los palacios de cabo d e a rm ería D o n
Jo sé P in eiro d e Elio y en 1723 era del m ar­
q ués de B esolla 94. Las arm as son las d e M e­
drano; una cruz tre b o lad a y vacía d e o ro en
cam po d e gules, acom pañada en el cantón
d e re c h o de u n a m an o so ste n ien d o un pájaro
de plata. En la b o rd u ra de plata la inscripción:
«A ve M aría, G ra d a plena, D o m in u s tecu m» 95.
En to rn o al o rig en de la fam ilia c o rre n
algunas leyendas genealógicas d e las q u e se
crean a fines de la Edad M edia. P ero el
palacio, q u e es lo más digno d e verse q u e
tie n e Igúzquiza, com o o tro s p u e b lo s de este
tipo, es p o ste rio r. Se trata d e un edificio
rectangular con dos to rre s a los lados, com o
tantos otro s. El c u e rp o in fe rio r es d e p ied ra
d e sillería y al m ed io tien e una p u e rta con
arco d e m ed io p u n to y g randes dovelas. A los
lados y b astan te separadas, hay dos ventanas
cuadradas, con reja. U na sencilla cornisa de
p ied ra separa esta p a rte d e la su p e rio r, hecha
to d a ella de ladrillo. Parece q u e en su origen
e stu v o rasgada p o r cu atro balcones, q u e le
darían un aspecto más señorial; p e ro luego
ésto s se c o n v irtie ro n en sim ples ventanas,
c e rra n d o con m an ip o stería su p a rte inferior.
H ay tam b ién unos ventanillos irregulares ras­
gados en la fachada y so b re los antiguos
balcones seis huecos re g u la rm e n te aparejados
q u e d e b e n dar ventilación a un desván. La
cornisa del alero es d e ladrillo a p arejad o con
m ás vuelo q u e el q u e en general se da a esta
clase d e cornisas en co n stru ccio n es más hu­
m ildes d e la zona. Las dos to rre s se indivi­
dualizan, d e sd e la plan ta baja, en q u e la sille­
ría sobresale ya un poco. T am b ién las dos
cornisas. T a n to la in fe rio r de p ied ra, com o la
su p e rio r, de ladrillo; el c u e rp o m ás alto
arranca de encim a del teja d o , com o en o tro s
palacios d e la zona. El teja d o d e las to rre s es
a cu a tro aguas. Igúzquiza tenía en la iglesia,
todavía en 1802, u n a serie d e tro feo s m ilita­
res d e los q u e no se sabía el o rigen; p e ro
p ro b a b le m e n te se relacionaban con el señ o ­
río y el palacio 96. P o r lo dem ás, es un p u eb lo
c o n stitu id o p o r cu a tro callejas q u e confluyen
a una plaza cen tral, q u e a p rin cip io d e siglo
tenía sesenta y cinco casas y 256 h ab itan ­
tes 97.
T u v o fam a d u ra n te la seg u n d a g u e rra civil
p o r una sim a q u e está en su térm in o , en la
541
llam a «V ista alegre». L uquin co n tab a con n o ­
v en ta y och o edificios en el casco re fe rid o y
340 o cu p an tes, to d o d o m in a d o p o r la m ole
de la iglesia. El antiguo castillo palaciano hace
m ucho q u e se arru in ó 10°. Y a se ha visto
cóm o el n o m b re e x p e rim e n ta variaciones. En
el índice d e A zcárraga todavía aparece p o r
dos veces «el palacio d e Luquiayn» 101 q u e
p arece h ab erse cread o com o tal en 1509, a
favor d e un M artín F ernández. L uego sigue
a p arecien d o en aquel siglo (1569) y d esp u és
com o p ro p ied ad de g e n te s con div erso ap e­
llido 102. Los p u eb lo s d e A zqueta, Labeaga y
U rbiola, con V illam ayor fu e ro n in co rp o rad o s
a la co ro n a en 1494 103.
q u e se d ijo q u e el cabecilla R osas Sam aniego
a rro jó a alguno de sus enem igos 9S. E sto se
p u so en duda. En los o tro s p u eb lecito s del
c o n cejo no d e ja d e h a b e r b u en o s y sólidos
edificios palacianos. A zq u eta, con U rbiola,
fu ero n cedidos en 1319 p o r el o b isp o de
P am plona al rey, ju n to con M o n jard ín , Villam ayor y L uquin
A zqueta, U rbiola y
Labeaga son núcleos p e q u e ñ o s; p e ro en el
segundo q u e d a la fachada de una m agnífica
casa palaciana, q u e re p re se n ta la fo to de la
fig. 585.
En L uquin, con ay u n tam ien to separado y
de m ayor densidad d e p oblación, hay o tro
palacio conocido. El p u e b lo c o n stitu y e un a
m o d o d e rectángulo con plaza al c e n tro y
algún edificio separado en el cru ce de cu atro
cam inos antiguos. T ie n e un barrio q u e se
Sin d uda, V illam ayor tuvo razones para
au m e n tar m ás d e sd e un principio.
V
El n o m b re d e V illam ayor ex p resa q u e el
núcleo d e b e ser de fundación m edieval. Se
re p ite m ucho en España. M adoz registra
hasta tre in ta y tres 104. El h ech o d e q u e sea
un n o m b re co m p le ta m en te ro m an ce en m e­
d io de p u eb lo s con n o m b re vasco, p arece
indicar m ayor m o d ern id ad . D e todas form as,
se ve q u e su fundación es antigua, relacio­
nada con el castillo d e M o n jard ín . El año
1238, T e o b a ld o I confirm ó a esta villa a la
vez q u e a las de A cedo y A sarta su carácter
d e realengas, lo cual p arece indicar q u e había
un fu e ro a n te rio r con ceb id o en este sen tid o
105. Esta jurisdicción tem p o ral p arece q u e se
a lteró , p o rq u e b astan te tie m p o d esp u és se ve
q u e p e rte n e c ió al o bispado d e P am plona 106
hasta 1319 y luego pasó al rey o tra vez. Los
labradores q u e vivían allí hiciero n un c o n ­
c ie rto con éste, p ara ex p lo tar, e n tre otras
cosas, el p asto d e la d eh esa real q u e había
ju n to al castillo, en q u e tam b ién apacentaban
ganados reales 107. D esp u és se insiste. En
1246 h u b o un p ro ceso in stru id o a instancia
del o b isp o d e P am plona c o n tra T e o b a ld o I
so b re violencias en la p rese n tac ió n d e p á rro ­
542
cos y u surpación en la jurisdicción eclesiásti­
ca 10S, al q u e d e b ió seguir el aju ste referid o .
V illam ayor, q u e tien e una silueta in co n ­
fundible, co m b in ad a con el c e rro y el castillo,
no se d esarro lló en una fo rm a planificada
visible. En la villa había se te n ta y siete casas;
m ás doce en el castillo. La población au m e n tó
algo en el siglo X IX y bajó a com ienzos de
éste. Se co n sid era, sin em bargo, q u e hay un
e je principal, la C alle M ayor y tres m ás, las
d e Santa M aría, San A ndrés y el C alvario,
m ás u n a plaza 109.
Las casas m ás notables d e V illam ayor son
rectangulares, con la fachada en u n o d e los
lados m ás largos, hacia el S ur o el E ste, con
tres huecos e n la planta baja y o tro s tres de
ventanas en el piso p rim e ro y el segundo.
M uchas son d e p ie d ra y argam asa, con p ied ra
d e c u e n ta en m arcos d e p u e rta s y ventanas,
com o las d e o tro s p u eb lo s d e la zona. La o tra
villa q u e trad icio n alm en te se adscribe al valle
es la d e A rróniz. En realidad, se trata d e un
nú cleo u rb a n o c o m p le ta m e n te d istin to en su
e stru c tu ra y d esarro llo , q u e p o r casi todas sus
características hay q u e agrupar m e jo r con los
d e las riberas q u e con los d e los valles.
A rróniz está a 562 m etro s d e altura, m i­
ran d o al Sur. P o r el N o r te tie n e unas p e q u e ­
ñas alturas; la de Santa C ruz al N o ro e s te , de
643 m e tro s y la d e C a n ta elm o n te d e 773. La
e rm ita d e M en d ía en las estrib acio n es de ésta
so b re el p u e b lo . La to p o n im ia es m ixta. H ay
en el térm in o , incluso al Sur, n o m b re s vascos
com o U n cilu a y Picavea; G arcíb ar al Este.
N o m b re s enigm áticos, tam b ién , co m o el ci­
tado d e C a n ta elm o n te q u e se e m p a re ja con el
de o tra em inencia próxim a, C antabárana, ya
en té rm in o de Alio. El n o m b re d e la villa
co n sid e ro q u e d e b e relacionarse con un antro p ó n im o antiguo. E n tre las inscripciones de
Segovia hay una q u e d a el c o g n o m en de
« A rro » , g en itiv o «A rronis» 11°. En A rróniz
se han e n c o n tra d o im p o rta n tes restos ro m a­
nos, em p ezan d o p o r el m osaico q u e se ha­
llaba en p a rte en el M u seo A rq u eo ló g ico
N acional y en p a rte en el M u seo d e N av arra
y q u e d e b e c o rre s p o n d e r a una lujosa vi­
lla 111.
El n o m b re d e A rróniz aparece escrito
«A rroni^» en d o cu m e n to s de la m itad del
siglo X I, en los q u e tam b ién hay referen cia a
una fam ilia q u e lo llevaba y al M o n a ste rio de
Santa M aría q u e d e b ió p e rte n e c e r a ella y
pasó a Irache 112. Poco d esp u és aparece sus­
c rib ien d o un d o c u m e n to , tam b ién en Irache,
un «S énior L ope F o rtu n io n e s d o m in a to r
A rróniz» 113. Es decir q u e tam b ién es p u n to
estratég ico im p o rta n te en el rein o , a u n q u e
ya haya o tro s m ás peligrosos al Sur. La fam ilia
d e los M e d ra n o p a re c e hab er ten id o p o s te ­
rio rm e n te algún do m in io so b re la villa p o r
d o n ació n real, q u e luego es m odificada m e ­
d ian te c o m p r a 114. Esta en 1343. A rróniz
c rece y en 1366 tie n e c in c u e n ta vecinos, es
d ecir so b re los 250 habitantes. La fuerza del
vecin d ario fue suficiente p ara p leite a r y ganar
en el p le ito a los M e d ra n o en 1341 so b re una
cu estió n de pastos 115. D e sp u é s é ste dism i­
nuye a c u a re n ta y cu atro fuegos y en la
g u e rra con C astilla el casco fue q u e m a d o ,
d e stru id o y d e sp o b la d o , p o r lo q u e en 1379
recibió algunas ex enciones d e C arlos II 116.
En 1397 las pechas se dan a C harles de
B e au m o n t; su fam ilia las co b ra b a en 1511. El
vecin d ario creció y en 1495 estaba co n sti­
tu id o p o r o c h e n ta y c u a tro vecinos 117. U n
nú cleo c o n sid e rab le p ara la época. El ritm o
d e cre c im ien to sigue d esp u és. En 1802 se
dan 875 h abitantes divididos en estados de
hidalgos y lab rad o res y p e rte n e c ía al co n d e
d e L erín, q u e n o m b rab a alcalde p ara lo civil y
juez p ara lo crim inal m .
M adoz, q u e le d edica un b u e n artículo, da
280 casas y 1430 h abitantes, lo cual indica
o tro au m e n to sensible. C o n sid e ra q u e el
casco u rb an o tien e form a triangular y q u e se
halla c o n stitu id o p o r tres barrios q u e son:
1.° el q u e lleva el significativo n o m b re
d e b arrio n uevo, q u e m ira al Este;
2.°
el de C re ta , cara al Sur;
3.°
el de M iralin, al O e ste.
C o m o rasgos distintivos alude tam bién a
la casa consistorial, con gran sala de juntas y
vasto balcón en la fachada, al atrio de la
iglesia d e San Salvador y a su to rre d e p ied ra
co n stru id a en 1806, so b re cu atro arcos. Se­
ñala la existencia d e tres abrev ad ero s de
«aguas d u ras» , para el ganado y d e la «Balsa»
con agua d e las q u e usaban los vecinos para
b e b e r, etc. E ra ésta una co n stru cció n oval, de
m uros d e p ied ra con sola una p u e rta . T en ía
una re ja q u e im pedía la e n tra d a a los anim a­
les y escaleras. Estas y otras notas daban a
A rróniz el carácter de una típica villa d e la
N av arra m eridional, e x p o rta d o ra d e granos,
vino y aceite 119.
En los c u a re n ta años siguientes A rróniz
siguió a u m e n tan d o y en 1888 tenía 1.690
habitantes; 1.858 en 1910. El au m e n to dio
rasgos especiales al co n ju n to . S iguiendo m o­
d elos de casas urbanas de la época, se re fo r­
m aro n los espacios de calles y plazas, com o se
ve en la fo to de la fig. 586, en q u e a un lado
aparece el ay u n tam ien to a q u e hace re fe re n ­
cia M adoz, y a la izq u ierd a casas de fines del
siglo pasado refo rm ad as ya en éste. La silueta
d e A rróniz es in co n fu n d ib le y el plano con
sus plazas, calles en declive, con la iglesia, la
Balsa, las encrucijadas 120, nos p o n e ante una
concepción urbana q u e co n strata con la de
los m ism os lugares del valle de S antesteban,
d e q u e se ha tra tad o antes. N o faltan casas
hidalgas de b u en a co n stru cció n (fig. 587).
P e ro en tram o s en ám b ito m uy d istinto.
543
NOTAS.
1. « D iccio n a rio ...» d e 1 8 0 2 , II, p p . 3 5 6 , a - b y
3 6 5 , a.
2. M adoz, X IV , pp. 4 2 3 , b - 4 2 6 , a.
3. V ic e n te G arcía d e D ie g o , « D ic cio n a rio e tim o ­
ló g ico ...» , 9 8 5 , a (n .° 6 2 0 6 ).
4. D ic c io n a rio d e 1 8 0 2 , II. p. 3 6 5 , a.
5. J . C arrasco P é re z, «La p o b la c ió n ...» , p p . 592 594 (n .° 59 - 70).
6. H o ja 172 del m ap a a escala 1 :5 0 .0 0 0 d e l In s ti­
tu to G e o g ráfico y C atastral.
7. « D iccio n a rio d e an tig ü e d a d e s» , III, p. 515.
8. X IV , p. 4 2 4 , b.
9. « C atálo g o d e los cartu la rio s re a le s» , p. 2 1 5 (n .°
424).
10. « C o lecció n d ip lo m átic a d e Ira c h e » , I. p. 56
(n .° 42).
11. «C atálo g o del A rch iv o G e n e ra l» , I. p. 111 (n .°
193). Y anguas « D iccio n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , III, pp.
515 - 516.
12. « C atálogo d el A rch iv o G e n e ra l» , II, p p . 8 6 87 (n .° 199). Y anguas « D icc io n a rio d e a n tig ü e d ad e s» ,
III, p. 515.
13. « C atálo g o del A rch iv o G e n e ra l» , X II, p. 4 9 9
(n .° 263). Y anguas « D icc io n a rio d e a n tig ü ed a d es» , III,
p. 517.
14. Y an gu as, « D icc io n a rio d e an tig ü e d a d e s» , III,
p. 517.
15.
El a rtícu lo d e Y an g u as « D ic c io n a rio d e A n ti­
g ü e d a d e s» , III, p p. 5 1 5 -5 2 0 es m uy c o m p le to .
16. P lan o e n A ltadill, II, p. 6 6 3 y a rtíc u lo a las pp.
662 - 665.
17. M adoz, X V I, p. 2 9 1 , a. S ó lo 251 h a b ita n te s
seg ú n el D iccio n a rio d e 1802, II, p. 4 6 0 , b.
18. D ib u jo s d e las flgs. 160 y 161.
19. D ib u jo s d e la fig. 162.
20. S o b re to d o en los d e sp iec e s d e las p u e rta s
prin cip ales d e las casas, inclu so d e las m o d estas.
21.
D ib u jo d e la fig. 163.
22.
M ich elen a, « A p ellid o s v asco s» , p. 144 (n .°
509).
23. «C atálo g o del A rch iv o ca te d ra l d e P am p lo n a»
I. p. 148 (n .° 6 2 1 ), a ñ o 1256.
24. « C olección d ip lo m á tic a d e Ira c h e » , I. p. 7273 (n .° 55).
25. «C o lecció n d ip lo m ática d e Ira c h e » , I. p. 7 6 77 (n .° 58). En 1099 cam b ia el « ag ru m q u o d d ic itu r
A rkakassa», ta m b ién allí, p. 97 (n .° 74).
26. « C o lecció n d ip lo m á tic a d e Ira c h e » , I. p. 104
(n .° 82).
27. « C o lecció n d ip lo m á tic a d e Ira c h e » , I, pp. 143
- 144 (n .° 123) e n tr e 1122 y 1131.
28. Y anguas « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» . II,
pp. 4 9 8 - 499.
29- D ic c io n a rio d e 1802, II, p. 2 1 8 , a.
30. A ltadill, II, p. 6 3 9 . N o d a el plano.
3 1 . M ic h e le n a , « A p e llid o s v a s c o s » , p . 101
(n .° 308).
32. «C atálo g o d e los cartu la rio s reales» , p. 161
(n .° 321). In fo rm ació n am plia en Y an g u as, « D ic cio n a ­
rio d e a n tig ü e d a d e s» , I, p p . 7 9 - 80.
33. « C atálo g o d e l A rch iv o G e n e ra l» , X X X II, pp.
51 (n .° 94) 52-53 (n .° 97).
544
34. « C atá lo g o d e l A rch iv o G e n e ra l» , X L V III, p.
175 (n .° 345).
35. M a rtin e n a , «P alacios cab o d e a rm e ría » , II, p.
9.
36. V éase el d ib u jo d e la fig. 164.
37. F o to s e n las p ág in as c e n tra le s en el o p ú sc u lo
d e A le ja n d ro D iez D íaz, « L erín » , n .° 3 3 4 d e « N a v a rra ,
tem as d e c u ltu ra p o p u la r» (P a m p lo n a , s.a.). In fo rm a ­
c ió n a las p p . 2 6 - 30.
38. D ic c io n a rio d e 1802, I, p. 145, a.
39. M ad o z, III, p. 3 0 2 , a. Los p o b la d o re s era n
v e in tio c h o (cin co vecin o s). Los g a n ad o s m ás d e 6 .0 0 0
cabezas d e lan ar y cab río , b a sta n te v acu n o , algo d e
g a n a d o m u la r y d e c erd a. S o b re 2 0 .0 0 0 ro b a d a s d e
trig o , 5 .6 0 0 d e c e b ad a y av en a y algunas le g u m b re s.
4 0 . D iez D íaz, « L erín » , p. 30.
4 1 . M ic h ele n a , « A p e llid o s vascos», p. 38 (n .° 16).
4 2 . « C o lecció n d ip lo m á tic a d e Ira c h e » , I. p p . 25 27 (n .° 18). O tra d e « A u ru b ilitu » d e « A lhegi» d e
1072, pp. 64 - 6 6 (n .° 49).
43. « C o lecció n d ip lo m á tic a d e Ira c h e » , I, pp. 83 84 (n .° 6 4). C o m p ra d e p a rtic u la re s e n 11 04 , p p . 107 108 (n .° 84). B elin , e n A yegui en 1106, p. 109 (n .° 86).
C asal e n A yegui, 1111, p p . 116 - 117 (n .° 93). O tra s
p ro p ie d a d e s, 1209, pp. 2 6 3 - 2 6 4 (n .° 247).
4 4 . Ja v ie r Ib a rra , « H isto ria d el m o n a s te rio b e n e ­
d ic tin o y d e la U n iv e rsid a d lite ra ria d e Ira c h e » , P am ­
p lo n a, s.a. (1 9 3 8 ).
45. D ic c io n a rio d e 1802, I. p. 136, b.
4 6 . P lan o y d a to s e n A ltadill, II, p p . 5 5 6 - 557.
4 7 . La p rim e ra fo rm a e n 1099, « C o lecció n d ip lo ­
m ática d e Ira c h e » , I. p. 9 9 (n .° 75). La se g u n d a a la p.
101 (n .° 78, sin fechar).
4 8 . D ic c io n a rio d e 1802, I. p. 101, a.
4 9 . « C o lecció n d ip lo m á tic a d e Ira c h e » , pp. 19 2 0 (n .° 14), 41 - 4 2 (n .° 31).
50. « C o lecció n d ip lo m á tic a d e Ira c h e » , I. p. 63
(n .° 48).
51. « C o lecció n d ip lo m á tic a d e Ira c h e » , I, p. 170
(n .° 15).
52. « C o le c c ió n d ip lo m á tic a d e Ira c h e » , I, p. 2 3 4
(n .° 218).
53. « C o lecció n d ip lo m á tic a d e Ira c h e » , I. p. 292
(n .° 275).
54. « C o lecció n d ip lo m á tic a d e Ira c h e » , I. p p . 3 1 6
- 317 (n .° 301).
55. « C o lecció n d ip lo m á tic a d e Ira c h e » , I. p p . 6 9 70 (n .° 52).
56. « C o lecció n d ip lo m á tic a d e Ira c h e » , I, p. 108
(n .° 85).
57. « C o lecció n d ip lo m á tic a d e Ira c h e » , I, p p . 174
- 175 (n .° 156). « A u e rie n » e n 1150, pp. 175 - 176 (n .°
157).
58. « C o lecció n d ip lo m á tic a d e Ira c h e » , I, p p . 123
- 124 (n .° 101).
59. « C o lecció n d ip lo m ática d e Ira c h e » , I, p p . 2 7 0 ,
2 5 7 - 2 5 8 (n .°s 2 4 2 - 253).
6 0 . « C o lecció n d ip lo m á tic a d e Ira c h e » , p p . 2 5 7 2 5 8 (n .°s 242).
6 1 . « C o lecció n d ip lo m á tic a d e Ira c h e » , I. p p . 307
- 3 0 8 (n .° 291).
62. « C o le c c ió n d ip lo m á tic a d e Ira c h e » , I, PP- 154
- 155 (n .° 132), d o c u m e n to d e 1137 d a «L ucheain»
(L u q u eain ), « L u q u ien » e n 1185, p. 2 2 3 (n .° 20 5 ).
63. «C o lecció n d ip lo m á tic a d e Ira c h e » , I. p p . 125
- 126 (n .° 103).
64. « C o lecció n d ip lo m á tic a d e Ira c h e » , I. p. 2 4 0
(n .° 224).
65. « C o lecció n d ip lo m á tic a d e Ira c h e » , I. p p . 159
- 160 (n .° 138).
66. « C o lecció n d ip lo m á tic a d e Ira c h e » , I. p. 2 0 8
(n .° 190).
67. « C o lecció n d ip lo m á tic a d e Ira c h e » , I. p. 271
(n .° 253).
68. « C o lecció n d ip lo m ática d e Ira c h e » , I. p. 332
(n .° 319).
69. R e su m e n e n Y an g u as, « D ic cio n a rio d e a n ti­
g ü e d a d e s» , III, pp. 8 - 1 1 .
70. M o re t, « A n n a le s...» , II I, p. 3 4 0 , a (lib ro
X X II, cap. V II, § 19). T e x to so sp e ch o so .
71. A zcárraga, fol. 8 1 , 1, d a u n b lasó n co n este
epígrafe: «Los d e A re lla n o lleb an d e A re lla n o y L una».
A rellan o es p a rtid o d e p la ta y gules.
72. M a rtin e n a , «Palacios cabo d e a rm e ría » , II, p.
8.
73.
M a rtin e n a , «Palacios cab o d e a rm e ría » , II, p.
8.
74. Fol. 117, 3.
75. Fol. 70, 3.
76. Fol. 4 8 , 3.
77. Y anguas, « A d ic io n es» , pp. 2 1 2 - 21378. A ñ o X X , n.° 9, 8 d e m arzo d e 1876, pp. 160 161. E xplicación a la p. 155, a - b.
79. L acarra, « H isto ria p o lític a d el re in o d e N a v a ­
rra» , I, p. 110.
80. C .S .J.P ., 1. p. 4 8 (n .° 14).
81. C .S .J.P ., I, p. 50 (n .° 14): « d o m m u s G a lin d o
e p isc o p u s sim ilite r in P am p ilo n a e t in D e iu » .
82. C .S .J.P ., II, p. 194 (n .° 156).
83. « C o lecció n d ip lo m ática d e Ira c h e » , I, p p . 9 10 (n .° 6).
84. H ay q u e a d v e rtir d e to d a s fo rm as, q u e la
e tim o lo g ía d e la p alab ra « jard ín » es c o m p lic a d a y q u e
su u so n o se d o c u m e n ta m u c h o e n te x to s antig u o s.
85. M ad o z, X I, p. 5 0 4 , a - b.
86. A ltadill, I. pp. 795 - 7 9 6 co n foto.
87. « C atálo g o d e los c a rtu la rio s re a le s» , p. 2 3 9
(n .° 479)- « C atálo g o del A rch iv o G e n e ra l» , I. p. 169
(n .° 342). Y an g u as « D ic cio n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , III,
pp. 31 9 - 320.
88. « C atálo g o d e los c a rtu la rio s re a le s» , p. 322
(n .° 660).
89. F. Z a b a lo , «El re g istro ...» , p. 159 (n .° 2 2 7 1 22 7 6 ).
9 0. F. Z a b alo , «La p o b la c ió n ...» , p. 154 (n .° 2 1 3 7
- 2 145). O tra lista sin sep ara c ió n , p. 79 (n .° 6 8 4 - 693).
91. J . C arrasco P é re z , «La p o b la c ió n ...» , p p . 5 9 4 595 (n .°s 71 - 77).
9 2. D ic c io n a rio d e 1 8 0 2 , II, p. 3 5 6 , a.
9 3. Y anguas, « A d ic io n es» , p p . 2 0 0 - 2 0 2 .
94.
M a rtin e n a , « P alacios cab o d e arm e ría » , II, p.
8.
95 . E n A zcárraga, fol. 30, 1, la cru z m aciza, sin la
m an o y el p á ja ro . La in sc rip c ió n sin la p a la b ra Final; «el
palacio d e M e d ra n o » .
9 6 . D ic c io n a rio d e 1802, I.
9 7 . P lan o y d a to s e n A ltad ill, II, p p . 592 - 593.
9 8 . D ib u jo e n «La Ilu stra c ió n E sp añ o la y A m e ri­
cana» añ o X X , n .° 10, 15 d e m arzo d e 1876, p. 184.
E x plicación a la p. 179, c.
99. « C atálo g o d e los c a rtu la rio s re a les» , p p . 317
(n .° 6 4 8 ), 3 1 8 - 3 1 9 (n .° 6 5 2 ). Y an g u as, « D iccio n a rio
d e an tig ü e d a d e s» , II, pp. 5 1 8 - 519.
100. P lan o y ex p licació n e n A ltad ill, II, p p . 6 2 0 62 1 .
101. Fol. 3 0 , 3 y 9 8 , 5.
102. M a rtin e n a , «P alacios cab o d e a rm e ría » , p. 8.
Y anguas « A d ic io n es» , p. 195.
103. Y an g u as, « A d ic io n es» , p. 64.
104. M ad o z, X V I, pp. 183, a - 186, a.
105. « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , I.pp. 124 125 (n .° 227). Y an g u as, « D icc io n a rio d e a n tig ü e d a ­
d es» , I, pp. 6 9 - 70. A n te s ya M o re t, « A n n a le s» , III, p.
178, a (lib ro X X I, cap. II, § V I, n .° 26).
106. « C atálo g o d e los c a rtu la rio s re ale s» , pp. 317
(n .° 6 4 8 ), 3 1 8 - 3 1 9 (n .° 65 2 ).
107. « C atálo g o d e los c a rtu la rio s reales» , p p . 322
- 323 (n .° 66 0 ). Y an g u as « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a ­
d e s» , III, p p . 4 9 8 - 4 9 9 . A ñ o 1324. M u c h o s d o c u ­
m e n to s d e 1320 - 1321 e n el « C atálo g o d el A rch iv o
G e n e ra l» , I, pp. 3 4 7 -3 5 2 (n .°s 7 9 5 , 7 9 6 , 7 9 7 , 7 9 9 ,
8 0 3 , 8 0 4 , 8 0 5 , 80 6 ).
108. « C atálo g o d el A rc h iv o C a te d ra l d e P am ­
p lo n a » , I, p. 131 (n .° 552). A ju ste d e 1319, p. 2 4 7 (n .°
1044).
109. P lan o y d a to s e n A ltadill, II, pp. 6 6 0 - 6 6 2 .
En 1888 se le asignan 2 3 9 h a b itan te s. S ó lo 2 0 0 en
1910. M a d o z , X V I, p. 183, a - b, le d a c u a re n ta casas
solo, c o n 2 2 7 h ab itan tes.
110. C .I.L . II, 2 7 3 5 .
111. V éase p a rte p rim e ra , cap. V I, § IV .
112. « C o lecció n d ip lo m á tic a d e Ira c h e » , I, PP- 20
- 21 (n .° 15).
113. « C o lecció n d ip lo m á tic a d e Ira c h e » , I, p. 42
(n .° 31), añ o 1064? O tra s e n pp. 45 (n .° 33), 4 6 (n .°
34), 4 8 (n .° 35), 4 9 (n .° 36), éstas sí d e 1065 y 1066.
114. « C atálo g o d e los c a rtu la rio s re ale s» , p. 347
(n .° 711). « C atálo g o d e l A rch iv o g e n e ra l» II, p. 8 9 (n .°
20 3 ). Y an g u as « D ic c io n a rio d e an tig ü e d a d e s» , I, p. 62.
115. El lin a je lu eg o se e x tie n d e p o r España.
116. « C atálo g o d e l A rch iv o G e n e ra l» , X II, pp.
332 - 33.3 (n .° 845).
117. Y an g u as, « D ic c io n a rio d e an tig ü e d a d e s» , I,
pp. 61 - 6 3 ; b u e n artícu lo .
118. D ic cio n a rio d e 1802, I, pp. 122, b - 123, a.
119. M ad o z, III, p p . 2 2 , b - 2 3 , a.
120. En A ltadill, II, p. 5 5 2 , a rtíc u lo h asta la p.
556.
545
Fig. 5 8 3 .-Torre del linaje de Arellano.
546
547
Pig. 5 8 7 .-C a sa hidalga. A rróniz.
548
C A P IT U L O X
L E R IN Y LOS PU E BLO S V E C IN O S
D EL «C O N D A D O »
1)
2)
La R ibera del E ga y Lerín
Los pueblos vecinos del «C ondado»
El c o n c ep to de «R ibera» aparece u tili­
zado e n el reg istro d e 1280 en form as m uy
significativas. En realidad, se tra ta p rim e ro de
zona en que hay q u e m a n te n e r castillos:
«castillos d e R ib era» , su jeto s a vigilancia e
inspección 1. La «R ibera» p o r antonom asia
p arece ser la del E bro, en la q u e se distingue
la p a rte «d’ayllent E bro» 2. P e ro tam b ién hay
la d e Sangüesa, es d e c ir la del río A ragón 3.
El c o n c ep to se utiliza e n tierras de la m erindad de E stella d e sd e el m o m e n to e n q u e el
d e valle no es aplicable y e n el q u e el curso
d e un río p a re c e e le m e n to significativo m a­
yor. Estas «R iberas de Estella» se hallaban
m u ch o m ás pobladas q u e los valles. Los n ú ­
cleos co n c en tra d o s e ra n g ran d e s 4.
P o d em o s distinguir:
1) Al N o rd e s te , el A rga llega a ser lí­
m ite del llam ado Val d e M añ eru , p o r el q u e
c o rre n arroyos co rtísim os y al q u e afluye el
río Salado (de G uesálaz) según va dicho.
2) L uego viene la rib e ra estellesa p o r
antonom asia, q u e es la del Ega al salir de la
zona de Estella, hacia el S ur y q u e tie n e
varios núcleos m ayores y separados del río de
N o rte a Sur, de V illatu erta a San A drián. A
éstos hay q u e añadir algún nú cleo en aflu en ­
tes p e q u e ñ o s del Ega.
3)
La rib e ra del E bro, p ro p ia m en te d i­
cha.
4) La d e algunos ríos secundarios que
dan a é ste p o r O c c id en te (O d ró n , Linares,
etc.).
El p rim e r p u e b lo que aparece en el «Li­
b ro del m onedage» d e E stella, de 1350 es
V illatu erta, con cin cu en ta y cu atro p ersonas,
algunas con o f ic io s 5. En 1366 e n «La R i­
bera» con tre in ta y seis fuegos 6. Es decir,
q u e ya e n tra d e n tro d e la categoría de p u e ­
blos g ran d es, fu era d e los valles, a u n q u e
tam b ién aparece incluido en el valle d e la
Solana, com o va visto. Luego siguen otras
p oblaciones m ayores y más m erid io n ales, de
las q u e se tratará p articu larm en te.
El seg u n d o p u e b lo q u e se c o n sid era de
«R ibera» es «O tey^a», q u e es b astan te p o ­
blado tam bién e n 1350 7. En 1366 da tre in ta
y cu a tro fuegos 8. T am b ién se suele incluir en
la Solana, com o va dicho y es co n ocido com o
O te iz a d e la Solana, fre n te a o tro s h o m ó n i­
m os.
P ero de O te iz a en adelante p u e d e seguir
el equívoco, p u e sto q u e en 1366 q u ed an
incluidos en la Solana hasta «A yllo» y «D icas­
tillo» 9. N o ya Lerín, q u e es el n ú cleo del q u e
551
ah o ra hay q u e tra ta r y q u e q u e d a al Sur de
B aigorri. El n o m b re del p u e b lo es de tip o de
los q u e ya hem os e n c o n trad o m ás al N o rte
d e la m erin d ad , con d esinencia e n «in» q ue,
e n el caso, no es flu ctu an te com o en o tro s. A
veces se escribe «Leryn» y eso es to d o 10. Es
p ro b ab le q u e, com o en los casos d e «B arbarin», «L uquin», « M o re n tin » , etc., se tra te de
un a n tro p ó n im o que se refiera a una vieja
po sesió n p erso n al 11, p e ro no está d o c u m e n ­
tado. D e b e h ab er sido población que se res­
cata en el e m p u je q u e hace caer a M o n jard ín
y q u e llega a C alahorra.
L erin aparece con esta m ism a grafía en un
d o c u m e n to algo p o ste rio r a 1141 12. En 1206
con un castillo del q u e era te n e n te P ero
G arceiz 13. D e hacia 1211 datan sus fueros,
e n q u e se ajusta q u e los vecinos deb ían hacer
las labores del castillo 14. El castillo sigue
siendo d esp u és d e los im p o rta n tes e n el
rein o , com o lo atestiguan suscripciones de
1222 15 y otras p o sterio res.
La abundancia d e vecindario hace, sin
duda, q u e hacia 1263 las discordias fueran
grandes, cuando se p rese n tab a n candidatos al
cargo d e abad de la iglesia, de su e rte que el
co n cejo decidió o to rg a r el p a tro n a to d e la
m ism a a T e o b a ld o II, p o r esta fecha o algo
desp u és 16. N o estam os ya, ni m ucho m enos,
ante una aldea o un lugar de señ o río , de los
q u e nos son más conocidos, sino ante un
núcleo con población com pleja.
Lerín aparece com o p u eb lo de la R ibera
d e la m erin d ad d e E stella e n 1330 y con
población ab u n d an te 17. T am b ién en 1350 18.
En 1366 da 215 fuegos d e p u d ie n te s y no
p u d ien tes, incluidos cu atro fuegos d e ju ­
díos 19. V arios factores d e b ie ro n co n trib u ir a
a u m e n tar su im p o rtan cia económ ica y su sig­
nificado m ilitar. T a m b ié n a p o n e rle e n situa­
ciones peligrosas.
Los d o c u m e n to s indican que el valor de
las pechas era co n sid erab le d e n tro del reino;
q u e, p o r e je m p lo , en 1406, ascendían a
1.000 sueldos carlines blancos, 1.000 robos
d e trigo, 1.000 de cebada, y 2 0 0 cahíces de
p an m eitad en co 20. El rey, q u e las poseía, las
había dad o en 1394 p o r vida, a R ui López de
A balos, cam arero del rey de C astilla, q u e se
hizo su « h o m b re lige» 21.
D esp u és (tam bién antes), ap arecen dife­
re n te s personas a las q u e se hace gracia de
552
p arte d e estas pechas, con adm inistración de
judíos, lo cual explica acaso el au m e n to de
p oblación h e b re a 22. Lerín va co b ra n d o cara
al Sur y S u ro e ste un significado p articu lar en
relación con la fro n te ra con C astilla q u e q u e ­
daba a la p arte d e L odosa, p o r el E bro. Sufre
m ucho e n la g u e rra d e 1 3 7 8 -1 3 7 9 c o n tra
C astilla m ism a y en la d e 1430 23.
En 1425 C arlos III co n stitu y ó el co n d ad o
d e Lerín cu ando su h ija natural, D o ñ a Ju an a,
se casó con D o n Luis d e B e a u m o n t 24. Esta
alianza d io lugar a un sinfín de d esastres en
los años siguientes, p o rq u e el c o n d e de Lerín
fue jefe d e uno de los dos bandos o partid o s
e n q u e se dividió el rein o , el b ea m o n tés, y
N av arra se vio e n v u elta e n una g u e rra civil
en q u e Lerín d e se m p e ñ ó un papel im p o r­
tante. El co n d ad o p rim itivo incluye tam b ié n a
Sesm a, C irauqui, Eslava y Sada. P ero luego
llegó a agrupar, p ara asuntos judiciales que
co n tro lab a el co n d e, a A lio, A ndosilla, Cárcar, D icastillo, M endavia y S e s m a 25 en un
to d o com pacto.
R esu lta d e esta su e rte q u e hay una acu­
m ulación de p o d e r eco n ó m ico y bélico en
unas m anos y e n fo rm a acaso desco n o cid a
hasta en to n c e s; de otra, se crea la base de un
m alestar social e n tre g ran p a rte d e los p o b la ­
d o res de este gran feu d o , divididos. Lerín no
m enos q u e o tro s pueblos, pese a ser la cabeza
del condado.
S ufrió así d e un fiero asalto antes de 1468
en q u e se d e stro z ó m u c h o 26. En 1495 la
población había d esce n d id o de m o d o sensi­
ble, con resp e c to a la d e 1366: constaba de
137 vecinos cristianos y 61 judíos 27. Esta
abundancia del e le m e n to h e b re o ha q u e d a d o
re c o rd a d a incluso en coplas y dictados tó p i­
cos conocidos aún hoy día 28.
A p esar de la acción de los B e a u m o n t y
del m ás fam oso co n d estab le d e Lerín, (habría
allí, sin duda, una p a rte d e g e n te fiel al
m onarca) e n ú ltim o té rm in o la población fue
cread a « b u en a villa» p o r D o n Ju a n de Labrit,
en 1507, p e rd o n á n d o le la pecha, q u e e n to n ­
ces era m e n o r q u e lo q u e había sido, y d án ­
do le un m ercad o franco los lunes d e cada
sem ana 29. D e sp u é s, los condes d e Lerín fu e­
ron 30 restitu id o s e n to d o s sus b ien es, q u e
pasaron a la casa d e A lba, la cual ha ten id o
pro b lem as con la población hasta n u estro s
días 31; fu ero n al p a re c e r, esp ecialm en te gra­
ves en el siglo X V III. En u n a descrip ció n del
p u e b lo , fechada en 1788, q u e se halla e n la
A cadem ia d e la H isto ria y q u e se d e b e a D o n
M anuel d e L arram endi, q u e no ap ro v ech ó del
to d o el a u to r del artículo del diccionario de
1802, p arece q u e se indica q u e había allí un
reg ad ío más antiguo y q u e e n tre 1540 y 1548
se hizo el d e B aigorri, ro to e inutilizado
d e sp u és 32. V aldría la p e n a d e p recisar la fecha
en q u e se hizo el regadío de Lerín, com o se
fijaron las d e la creación de algunos de los de
Ebro. En to d o caso, q u e d a d e n tro del té r­
m ino, sin te n e r q u e hacer uso d e paso p o r
tie r ra s d e o tr o m u n ic ip io , p a ra h a c e r
«azut» 33. La p resa está d e n tro d e él y el
térm in o m unicipal, considerable: 9 .6 8 4 ,0 5 ,1 0
hectáreas 34.
El Ega c o rre a la p a rte occidental d e éste
en su orilla y fuera del sistem a de acequias, al
lado Este, hay alguna noria. El gran regadío
e m p ieza algo m ás a rrib a d e d o n d e está asen ­
tad a la villa y d e sd e q u e em pieza hasta que
acaba, de N o rte a Sur, hay una franja q u e
q u e d a so b re to d o al E ste del río y q u e se ve
d ib u ja d o e n las hojas 172 y 205 del m apa a
escala 1:50.000 del In stitu to G eo g ráfico y
C atastral, en q u e se aprecia la posición d e la
acequia m ay o r y d e la p resa principal (si­
g u ien d o la descrip ció n d e 1788). En 1802
este reg ad ío se co n sid erab a q u e regaba 4 .8 0 0
robadas y q u e ten ía un lo ngitud de 9 .0 0 0
varas. C o n el secano daba una p ro d u cció n
q u e se detalla, b astan te im p re sio n a n te 35. Los
riegos de Lerín d e b ie ro n sistem atizarse - c o ­
m o in d ic o - cu ando el p u e b lo se co n sti­
tuyó en cabeza d e u n feu d o fam oso y de
influencia decisiva e n la H isto ria d e N avarra.
U n a o rd en a c ió n o rem o d elació n del p u e b lo
que es la q u e le da su form a actual, tam b ién
parece d e esta fecha m edieval, no m uy re ­
m ota.
Lerín se halla asen tad o en un c e rro de
442 m etro s en su m ayor altura, p e ro q u e p o r
la p a rte m erid io n al y o rie n tal, fu era del casco,
tien e algunas m ayores. La silueta clásica del
c e rro es la q u e se o b tie n e desde el N o ro e s te
y el O este: la q u e da el d ib u jo ad ju n to ,
(fig. 588) inspirado en u n o q u e apareció en
«L’Illu stratio n » en 1874, con m otivo d e la
segunda g u e rra civil 36.
Lerín no es «fortaleza-m ercado», sino
«fortaleza-regadío». P ero e n lo alto del c erro
no se aglom eran una serie de casas a m o n to ­
Fig. 5 8 8 -S ilu e ta de Lerín.
nadas sin o rd e n a p a re n te , sino que el plan
u rb an o es nítid o , com o se ve en varios planos
antiguos y e n la fo to a érea de la fig. 592 37.
D e S u d o e ste a N o rd e s te c o rre una larga calle
recta, q u e es la M ayor. P ero ésta es atrav e­
sada p e rp e n d ic u la rm e n te p o r otras d e trazado
tam b ién m uy re c to y b astan te regular.
M adoz, que lo describe com o p u e b lo si­
tu ad o so b re una roca d e yeso b astan te e le ­
vada, c o m p u e sto d e 294 casas, con 1.165
alm as, le da diez y siete calles y una plaza y
señala la excelencia de la casa del ay u n ta­
m ie n to y d e la cárcel. T am b ién , los efectos de
la D esam o rtizació n e n los edificios religio­
sos 3S. D e sp u é s Lerín au m en tó . A ltadill le
daba 465 edificios más n o v e n ta y seis a lb e r­
gues; sólo quince casas q u ed ab an disem inadas
y en 1910 ten ía 2 .6 3 0 habitantes fre n te a
2.2 2 7 en 188 8 39.
Tal a u m e n to influye en el aspecto general
del p u eb lo , m uy rem ozado. P e ro en él,
aparte de varias casas d e c ie rto in terés, hay
algo q u e se e n c u e n tra en otras poblaciones
navarras situadas en cerro s de e ste tipo; es
decir, una zona de cuevas artificiales q u e han
servido de habitación hasta hace no m u ch o y
que se halla m arcada en la citada h o ja 205
com o fo rm an d o tres g rupos; el de las cuevas
d e G racia al N o ro e s te , el de las cuevas de
Balsa, al N o rd e s te , y el de las cuevas de
Vélaz al Este, con la Y ese ra y el c e m e n te rio
próxim os.
H ace ya m ucho q u e U rabayen d ijo algo
acerca de la habitación en cuevas en N avarra,
cuevas con una d istrib u ció n q u e de suyo es
significativa 40.
P o s te rio rm e n te se han allegado m ás
m ateriales d e e stu d io , a u n q u e tam b ién ha
habido una cam paña d e d estru cció n sistem á­
tica d e las cuevas a rtific ia le s41, q u e tie n e n
a n te c e d en te s m uy rem o to s.
En efecto , hay textos clásicos q u e aluden
a p u eblos ibéricos q u e vivían en cuevas, in­
cluso a poblados e n te ro s co n stitu id o s por
éstas, e n tiem pos históricos. P lutarco, en la
vida d e S e rto rio , habla d e los caracitanos,
allende el T a jo , q u e co nstituían un p u e b lo no
asen tad o e n casas, com o las de las ciudades y
aldeas más com unes, sino en cuevas o rie n ta ­
das hacia se p te n trió n , e n un m o n te excavado,
con m uchas concavidades. S chulten dice q u e
554
la C araca m en cio n ad a p o r P to lo m e o 42 y el
cosm ógrafo de R a v e n n a 43, e n la reg ió n d e
C o m p lu tu m , d e b e c o rre s p o n d e r a T aracena
d o n d e ex isten hoy todavía cuevas 44.
D e cuevas q u e servían d e refugio en
tie m p o d e g u e rra a los aquitanos en la cam ­
paña del año 56 habla F lo r o 45. P o s te rio r­
m en te , en la Edad M edia ya, algún tex to se
refiere a g e n te q u e vivía e n cuevas en la
N a v a rra m edieval, todavía m ediatizada en
parte p o r el Islam 46.
Las cuevas de Lerín no son d e las m ejo res
com o habitación ru p e s tre y en ellas vivía la
g e n te más p o b re del p u e b lo , en el q u e, com o
en o tro s de esta zona so m e tid a a un vasto
rég im en señorial de tipo q u e q u e d a m uy
cerca de lo feudal, se fo rm ó una clase de
« p ro le taria d o agrícola», q u e re c u e rd a algo ya
a las q u e se crean en A ndalucía, so b re to d o
e n las cam piñas, con la R eco n q u ista y que
d u ran luego siglos. La fo to d e la fig. 593 da una
idea del e x te rio r d e un g ru p o de cuevas de
éstas, cuando ya em p e z a ro n a d esh ab itarse.
Las casas más co m u n es de Lerín re c u e rd an las
de o tro s p u eblos g ran d es del E bro. Son es­
trechas, con uno o dos huecos en la p a rte
baja, lo m ism o e n el p rim e r piso, rasgado a
veces p o r balcones en el siglo X IX y con
ventanas e n el segundo. N o faltan las que
tie n e n galerías de arco de ladrillo en lo alto:
p e ro hasta el p rim e r piso e ra n casi siem p re
de piedra. A lgunas, com o la de la foto
de la fig. 594 de la calle M ayor, co n serv an un
p o rch e y tien en arco de piedra. Las calles
laterales p rese n tan hoy sensible variación. En
casos han sido to ta lm e n te rem ozadas, aña­
d ién d o les m irad o res, com o se ve en la fo to
de la fig. 595 y p in tán d o las d e blanco y o tro s
colores. En casos, tam bién co n serv an las facha­
das d e piedra: de ca n te ría sólida en p u e rta s y
ventanas com o se ve en la fo to de la fig. 596:
siem p re d e dos huecos y dos altos p o r regla.
Lerín - p o r o tra p a rte - p o see e je m p la res b u e ­
nos d e a rq u itec tu ra de ladrillo de tip o m e d ite ­
rrá n e o , co m o la casa p a rro q u ial e n la plaza, q u e
se ve en las fotos 597 y 598. Lerín, en sum a,
es un p u e b lo en el q u e lo m e d ite rrá n e o pa­
rece q u e co b ra un especial realce, a u m e n tán ­
d ose las notas q u e ya se ha visto q u e se dan
algo m ás al N o rte , en los p u e b lo s de la
Solana y d e Val de M añeru.
II
L erín tie n e a A lio al N o ro e s te , a Sesm a al
O e ste, a L odosa y S artaguda al S u d o este y a
C árcar y A ndosilla al Sur. Estos m unicipios
p re se n ta n bastantes p u n to s d e sem ejanza en
algunos aspectos. P e ro se diferen cian tam ­
bién b astan te en otros. Los más s e p te n trio ­
nales p o se en térm in o s m unicipales largos y
alargados d e N o r te a S ur y el núcleo u rb an o
en la p a rte N o rte . S o b re A lio q u e d a todavía
D icastillo q u e, com o va d icho, fue incluido
en el C o n d ad o , p o r lo cual ah o ra co n vendría
v o lv er o tra vez hacia el N o rte , exam inando
este p u e b lo y el de A lio, q u e se e n c u en tra n
en dos cursos fluviales, d e m uy po co caudal
q u e dan al Ega. T a n to en D icastillo com o en
A lio se rastrea aún alguna to p o n im ia vasca;
p e ro a b u n d a m ás la castellana. D icastillo es
un p u e b lo q u e se alza en las estribaciones
m erid io n ales d e M o n te ju rra , a 554 m etro s de
altura, con gran llana hacia el Sur y m ucho
viñedo.
« D e io C a ste llo » d o c u m e n ta d o e n tr e
1040 y 1046 47 c o rre sp o n d e a D icastillo, sin
duda. La fo rm a d e com posición del n o m b re
es paralela a la de los de C arcastillo y U ncastillo. El colocar el n o m b re co m ú n en segundo
té rm in o en vez de p rim e ro , se da tam b ién en
algunos casos e n relación con «villa» (G en evilla) o «castro» (P unicastro) 48. El castillo de
«D eio» en este caso es d istin to al d e «Santeste b an de D eio » y el n o m b re p ru e b a q u e la
tie rra de «D eio » o «D egio» llegaba hasta
aquí.
T odavía en D icastillo hay un té rm in o lla­
m ado «El C astellar» q u e p ro b a b le m e n te co­
rre sp o n d e a la fortificación p rim itiv a 49. El
núcleo u rb an o , com pacto, se e x te n d ió al pie.
En 1330 aparece co m o «D icastieyllo» con
bastantes p e r s o n a s 50. V ein tid ó s fuegos en
1366 51. D u ra n te largo tiem p o el castillo
h u b o de te n e r una función en la vida local y a
fines del siglo X II aparece con frecu en cia el
te n e n te , en suscripciones de d o c u m e n to s
reales 52. Fue lugar de se ñ o río a fines del
siglo X III 53. D u ra n te algún tie m p o q u e d ó en
p o d e r de un M ed ran o . En 1496 D o n ju á n de
L abrit le hizo realen g o y un año antes con­
taba con sesen ta vecinos 54, es d e c ir q u e ha­
bía a u m e n tad o p ese a las g ran d e s crisis.
D icastillo es un p u e b lo co m pacto de es­
tru ctu ra, q u e , com o to d o s los de la zona,
creció bastante en el siglo X IX . En 1802 se
le dan 763 habitantes 55 fre n te a 1.256 en
1888 y 1.276 en 1910, en q u e en el casco se
contaban 307 viviendas 56. Las casas antiguas
eran de p ied ra y del tipo com ún en la zona
m edia todavía 57. U na transform ación distin ta
y algo más co m p leja es la de la villa que
q u e d a cerca de ésta, algo más al Sur: Alio.
El n o m b re d e «A lio» aparece en una es­
c ritu ra de Irache de hacia 1064 58 tal com o se
escribe hoy. En o tra d e 1119 es «A lo», sin
e m b arg o 59. La relación d e e ste n o m b re con
los de Alloz y Allin es posible. En d o c u ­
m en to s se escribe tam b ién «A illo» 60 o
«A yllo». Así en el censo d e 1330 de la
m erindad de Estella, en q u e aparece m uy
n u trid o de población 61, en 13 5 0 62 y 1366 63
d o n d e salen v ein tid ó s fuegos. Se han hech o
varias especulaciones fantásticas en to rn o al
n o m bre. Sea el q u e sea su o rig en , A lio se
d istingue d e o tro s p u eblos vecinos p o rq u e
está en llano, incluso al fo n d o de una h o n d o ­
nada en q u e se reco g en varias p eq u eñ as co­
rrien tes. U na v e rd a d e ra «hoya» 64.
A lio fue p u e b lo q u e tu v ie ro n en señ o río
varios p e rso n a jes de la c o rte d e N avarra,
hasta q u e llegó a q u e d a r incluido en el C o n ­
d a d o de Lerín. P ero con los condes sucesivos
m an tu v o pleito s ya d e sd e 1580 65. El m unici­
pio, ro b u ste c id o dem o g ráficam en te, tien e un
m o m e n to cu m b re a m ediados del siglo X V I,
un d escen so en épocas p o ste rio re s hasta
1800, d esp u és un alza v ertiginosa hasta 1831,
baja con la p rim e ra g u e rra y vu elta a subir
más todavía en 1854, para oscilar y bajar
se n sib lem e n te de 1914 a 1959. Las cifras más
significativas son éstas: 1553, 840 habitantes;
1646, 640; 18 18, 1.3 0 5 66; 1854, 1.932;
1900, 1.925; 1932, 1.992; es el m o m e n to
m áxim o 67. El casco u rb an o q u e a com ienzos
d e siglo ten ía 550 casas se d esarrolla de
N o r te a Sur so b re to d o con dos largas calles
y otras trasversales, con la c a rre te ra al O e s­
te 68. H ay u n a gran plaza con ayu n tam ien to ,
m uy característico del país: soportal con
cinco g ran d es arcos reb ajad o s, cinco balcones
555
en el p rim e r piso, cinco ventanas cuadradas
e n ei seg u n d o , gran escudo m unicipal, colo­
cado un po co a la izquierda, y o tras cinco
v en tan as en el piso su p e rio r o te rc ero . La
a rq u ite c tu ra p é tre a c o rre sp o n d e aún m ás a la
zo n a m ed ia q u e a la m eridional. En el con­
ju n to se c o n sid era q u e en el c e n tro hay ca­
sas « fu ertes» , d e tam año g ran d e, p ied ra sillar
y m am postería, escudo, adem ás las casas
de las calles largas, con balcones y huecos en
anchura m en o r, y las d e los can to n es y calles
transversales m enos holgadas y ventiladas. En
A lio la b o dega y el «lago» eran e lem en to s
im p o rtan tes. P o r lo dem ás, la d istrib u ció n de
la planta baja, con cuadras oscuras, el p rim e r
piso con cocina y alcobas, el seg u n d o con
g ran e ro , etc., no es d ife re n te a la q u e se
e n c u e n tra en o tro s p u e b lo s de esta zona 69.
En A lio hay, com o va dicho, algunas casas de
m ayor capacidad e im p o rtan cia y la m ás co­
nocido es la llam ada «del m ayorazgo», q u e se
dice fu ndada en 1592 p o r D o n M artín López
d e R oyo, a rcip reste de la Solana y b e n e fi­
ciado de Alio, a d m in istrad o r de los C o n d es de
Lerín. E sta casa está co n stitu id a p o r un gran
c u e rp o rectangular flan q u ead o p o r dos to rres
a la p arte de la huerta. Es to d a ella de piedra
oscura. Las to rre s sobresalen de la fachada
p o ste rio r, son cuadradas, de tejad o de p iñón y
tien en palom ares de tradición g ó tica o m e ­
dieval, a u n q u e en el piso p rim e ro y segundo
las ventanas son g ran d es y cuadrangulares. La
fachada p o ste rio r q u e d a d e n tro de una e sp e ­
cie d e rec in to y consta de una gran galería
su p e rio r con cinco arcos de m ed io p u n to q u e
co rre p o r el p rim e r piso y o tra inferior. La
fachada tie n e gran e n tra d a a escalera sun­
tuosa, con arco y ventanas en rejadas. La casa
conserva m u eb les antiguos e incluso u n re ­
trato del fu n d ad o r del m ayorazgo p in ta d o en
1605. Luego aparece com o palacio d e cabo
de arm ería 70. La foto de la fig. 599 da idea
de la fachada trasera con las dos to rres. O tra
casa fu erte es la de los «T horres» de com ienzo
del X V III 71. M ucho m ás vieja es la casa
p ro p ied ad de D o n B e rn a rd o M artínez, una
antigua to rre gótica. O tras tam b ién p e rte n e ­
cen hoy a perso n as q u e son de las fam ilias
q u e las lev antaron 72.
C o m o en Lerín y o tro s p u e b lo s cercanos,
el agua utilizada para guisar y b e b e r e ra la de
lluvia, recogida e n unas c o n stru ccio n es a las
qu e el diccionario d e 1802 llam a «alvercas».
En c o n ju n to , A lio es un p u e b lo m uy ca­
racterístico d e la zona, q u e, de hace un siglo a
esta p a rte , ha e x p e rim e n tad o g ran d es cam ­
bios sociales. Las fam ilias q u e fu ero n m ayores
p ro p ietarias han d esap arecid o e n gran p a rte ,
T re s fu en te s servían tam b ién para usos
co m u n es y aun para regar algunas h u ertas;
p e ro el cultivo e n casi su c o n ju n to e ra de
secano, la cosecha a b u n d a n te si no le afecta­
ban las sequías. T a m b ié n e ra a b u n d a n te el
556
la p e q u e ñ a p ro p ie d a d se m ultiplicó; p e ro a
veces las sucesiones p ro v o ca ro n el m in ifu n ­
dio y la d ism inución del v o lu m e n d e vi­
vienda, d e sap a re cie ro n bastantes oficios a rte ­
sanales y la insuficiencia de los recu rso s hacía
q u e, com o en o íro s p u eb lo s, h u b iera una
m endicidad b astan te organizada d u ra n te las
décadas p rim eras del siglo X X . Luego han
surgido nuevos oficios y n uevos em p leo s de
las casas y la em igración ha sido m uy fu e r­
te 73.
D e A lio hacia el Sur había un viejo ca­
m ino a Sesm a y de allí a Lodosa. H o y la
c a rre te ra tam b ién com unica a las tres villas.
Y o no veo q u e haya razón alguna q u e
im pida p en sar q u e el n o m b re d e Sesm a esté
relacionado con las voces castellanas, sesm o,
sexm o, y su fem enino: de «sex» a través de
un «sexim us» 74, algo dividido e n seis partes.
En tie rra d e B urgos los sesm os son cierto s
apro v ech am ien to s com unales d e los m unici­
pios, q u e p ro b a b le m e n te , en su o rig en , se
dividían e n seis suertes.
En N a v a rra la palabra «sesm o» se utiliza
en tie rra de M u rch an te para refe rirse al d e re ­
cho a u n a sexta p a rte del agua de riego 75.
P u ed e p ensarse q u e Sesm a fue una tierra,
fu n d o o villa dividida en seis p a rte s, con
am plia e x ten sió n 76. La población es n u trid a
en 13 3 0 77. T am b ién en 13 5 0 78. En 1366 da
v e in tic u a tro fuegos, q u e no p are c e n indicar
au m e n to 79. Lo más ex trañ o es q u e se in d iq u e
q u e en 1495 la villa ten ía 110 vecinos 80. En
1802 el diccionario, q u e le d edica un b u e n
artículo, le asigna 1.004 a lm a s 81, 1.090 a
m ediados del X IX 82.
La descripción de M adoz d e p e n d e de la
an terio r. En las dos se indica q u e Sesm a se
e x tie n d e escalonada en diversos rellanos de
un sistem a d e colinas, a m o d o d e g radería, de
225 pasos d e largo y 485 d e ancho, con un
barranco en la p a rte in fe rio r cruzado p o r dos
p u e n te s d e piedra.
g anado lanar. Sesm a tie n e u n aire m ás m ed i­
te rrá n e o , si cabe, q u e Alio. En la p a rte m ás
alta del p u e b lo había ruinas de un castillo, y
al Sur del té rm in o otras (el C astillar) más
im p o rta n tes y resto s de co nducciones de
agua. D e n tro del p u e b lo m ism o hay algún
edificio q u e re c u e rd a el antiguo p o d e r d e los
condes de L erín, del q u e el v ecin d ario p u d o
liberarse hasta c ie rto p u n to , m ed ia n te varias
transacciones, co n serv an d o usos curiosos en
la fo rm a d e elegir sus au to rid ad es hasta fines
del siglo X V III. Sesm a es p u e b lo q u e tam ­
bién creció en el siglo X IX , d e su e rte q u e en
1888 se le daban 1.466 alm as, y 1.669 en
1910, con 570 viviendas. P ero hay q u e ad­
v e rtir q u e de éstas sesenta eran albergues de
cam p o y 153 casetas, cubiles, chozas y a b ri­
gos de viña 83.
El casco, con 357 edificios p arece haberse
o rd e n a d o te n ie n d o en cu en ta un e je d e N o r ­
d e ste a S u d o este q u e es el d e la calle p rin ci­
pal hoy, y varios cam inos q u e dan a é sta p o r
el Sur.
M ás al Sur, so b re el E bro ya, q u e d a Lo­
dosa. La palabra lodo, m ezcla de tie rra y
agua, v ien e de la latina «lutum » 84. P ero
«lutosus» da « lodoso», es d ecir b arro so , en
distintas hablas h isp á n ic a s85. Es a d je tiv o de
tres declinaciones, clásico, y «lutosa» ha p o ­
d id o dar «Lodosa» p e rfe c ta m e n te . En B urgos
hay L odoso; tam b ién e n Lugo, d o n d e existe
L odos asim ism o 86.
La palabra p u e d e d arnos, p u es, la clave de
la e stru c tu ra del térm in o , q u e ya aparece
m en cio n ad o en el fu ero d e Los A rcos de
117 6 87 y q u e d u ra n te algún tie m p o h u b o de
p e rte n e c e r al m o n aste rio de la O liva q u e en
1350 lo cedió al rey, h ab ien d o sido antes de
un «cam biador» d e T u d e la, llam ado X e m e n
d e Lerga. En el d o c u m e n to de d o n ació n se ve
q u e p o r e n to n c e s había un castillo 88, q u e con
la villa m ism a fue dad o en 1368 al vizconde
d e C ardona, a p e rp e tu id a d y luego a sus
sucesores 89. L odosa aparece en los censos de
1330 y 1366 con p o b lación no m uy nutrida;
e n el ú ltim o con sólo ocho fuegos 90. Parece
q u e el d esarro llo m ayor se realiza en la Edad
M o d e rn a , p u e sto q u e en 1802 tie n e ya 1.207
alm as 91 y d e e sta cifra pasa a m ediados del
siglo X IX a 2 .2 8 3 92. El a u m e n to , com o en
casi todas las pob lacio n es cercanas al E bro, es
g ran d e d esp u és, p o rq u e e n 1888 se dan
2 .9 5 0 y 3-372 en 1910 93. P u e d e p ensarse
q u e e ste cre c im ien to m o d e rn o ha sido c o n d i­
cio n ad o p o r el g ran regadío q u e se e x tie n d e
b ajo el E b ro q u e aquí no es fro n te ra e n tre
N av arra y L ogroño. El río form a, en efecto,
un bucle e n tre A lcanadre y S artaguda y Lo­
dosa tie n e su regadío en la m arg en d e rech a
d e él. D e sd e hace tie m p o se co m p o n ía de
tres partes: 1.°) U n a p resa situada al Su­
d o e ste y a m edia legua del casco d e la villa
d aba alim en to al reg ad ío m ayor, d e 3.651
robadas de viñas, olivares y hu ertas. 2.°) D os
norias situadas en la p a rte in ferio r daban agua
a otras 1708 fanegas, lev antando el agua a
tre in ta y seis pies y m ed io . 3.°) O tra p resa
había al Sur, con o tra noria q u e levantaba el
agua a tre in ta y cu atro pies y regaba cien
fanegas de v erd u ras y frutales.
T am b ién para el riego de las calles y la
in d u stria q u e había ya en el X V III (aguar­
d ien te s, so b re todo).
El castillo, el regadío y el p u e n te cons­
tru id o a p artir de 1750 dan la base d e la
e s tru c tu ra u rb an a de L odosa, q u e está en
llano y q u e tie n e un casco longitudinal con
dos largas calles paralelas, orien tad as de N o ­
ro este a S u d este y otras transversales más
irregulares. En L odosa se distinguen: la calle
M ayor y una calle A ncha. U n B arrio N u ev o .
U nas calles del Sol, de la P eñ a y del A ire.
D o s d e las cuevas d e A rriba y A bajo resp ec­
tiv am en te y otras con n o m b res religiosos
(San Ju an ) o d e o tra ín d o le (M igueletes).
A u n q u e se c o n sid erara adscrita al C o n ­
d ad o de Lerín, Lodosa a fines del A ntiguo
R ég im en estaba bajo la jurisdicción del
co n d e d e A ltam ira del q u e q u e d a n restos de
un palacio 94.
M ás in te re sa n te es el q u e las habitaciones
ru p e stre s q u e han subsistido hasta este siglo
fueran llam adas «casillas d e los m o ro s» , q u e
M adoz dice eran och en ta, construidas y ha­
bitadas p o r vecinos d e la villa; com o en Lerín,
están en el c e rro d e yeso q u e do m in a el
c o n ju n to . T a m b ié n se atribuía a los m o ro s la
ru in a del a cu ed u cto ro m an o q u e hay en su
térm in o ; lo cual no im pedía q u e, p o r o tra
p a rte , se d ije ra q u e p o r él habían pasado los
Santos E m e te rio y C e le d o n io a C alahorra,
cu ando los p re n d ie ro n para recib ir luego el
m artirio 95.
A p arte d e las cuevas, en el casco u rb an o
d e L odosa hay q u e a d v e rtir la existencia de
557
altas fachadas con solanas en la p a rte su p e rio r
y secaderos de p im ien to s en ellas, q u e dan un
curioso aspecto y to n o ro jo a las calles d u ­
ran te ciertas épocas del año so b re to d o , com o
se ve e n las fotos d e las fígs. 6 0 0 y 601.
C o n stru c c ió n sencilla, d e ladrillo en gran
p arte. Fuera, en el cam po, hay m uchas casas
de labranza m ás g ran d es, q u e rec u e rd an ya
las d e zonas d e m u ch o m ás al Sur, incluso de
la M ancha y A ndalucía, con aire d e p e q u e ñ o s
co rtijo s; es d ecir, con un rec in to m uy cerrad o
sin huecos casi al e x te rio r, con bastantes en
cam bio al in te rio r, p u e rta s o p o rto n e s para
los carros y vivienda más o m enos d e sa rro ­
llada, com o se indica en los croquis de la fig.
589.
L odosa está a sólo 324 m etro s de altura
fre n te a Sesm a, q u e está a 432. O tro p u eb lo
q u e q u e d a al S u d este de Lodosa, so b re el
E bro tam bién y d e n tro de esta área, es Sartaguda, a 382 m etros. El n o m b re es rom ance y
p u e d e com pararse con el de Sartajada en
T o le d o 96. El e le m e n to q u e va en seg u n d o
lugar es «acutus», com o en m uchos to p ó n i­
m os. En los d o cu m e n to s antiguos p u e d e ju s­
tificarse esta idea.
S artaguda es «Sartacuta» en d o c u m e n to
d e 1063 97■ En o tro en q u e M artín P érez y
sus herm an o s hacen donación d e su h ered ad
en el p u e b lo a Sancho el F u e rte se hace
referen cia a q u e allí ten ían cuevas e n tre otras
cosas m ás 9S; e sto en 1222. P o ste rio rm e n te
es señ o río de los M edrano. P ero m ás tarde
aún se sabe q u e el rey de N av arra tenía allí
una casa y palacio " , q u e en tie m p o de C ar­
los III fue dad o al alférez C harles d e B eaum o n t, al q u e se lo d isp u tó el m ariscal M artín
de Lacarra, q u e q u e d ó con él 10°. Sartaguda
aparece en el censo de 1350 con v e in tin u e v e
personas so lam en te 101. P ero en 1495 estaba
d espoblada, a causa de las g u erras civiles y en
1508 los reyes la v e n d ie ro n a D o n Juan de
A rellano 102.
Fig. 589.-Casas de Lodosa.
558
339,4
338,7
S a fio tti <Jo
Fig. 5 9 0 .-Plano de Sarlaguda.
559
D e sp u é s Sartaguda no creció com o otros
p u e b lo s del E bro. El co to antiguo conserv ó
su castillo so b re un c e rro , con la iglesia al
lado. En él tam bién se form ó un regadío que
d e p e n d ía del principal de Lodosa, de 861
fanegas. La villa tam bién p u d o te n e r un rega­
dío p ro p io d e 900 y un m olino; p e ro en 1802
no se le dan m ás de 199 p erso n as 103. M adoz
las aum enta a 346, en n o v en ta casas que
form an cinco calles y una plaza 104. Señala la
existencia de una barca para pasar el Ebro.
M ás adelante Sartaguda aparece con 584
habitantes en 1888 y 998 en 1910; en 224
edificios, de ellos cu aren ta albergues y una
casa disem inados 105. Sin em bargo, el plan
u rb an o p arece ser el m ism o ex p resad o p o r
M adoz. Sartaguda está co nstituida p o r un
cuadrado. Al O e ste hay un alineam iento de
casas más próxim as al río q u e flanquean una
plaza rectangular q ue, p o r el N o rte y el Sur,
tien e otras dos líneas de edificios y p o r el
Este cu enta con la edificación m ás com pacta,
co nstituida p o r dos calles longitudinales, la
segunda con algunos anchurones. Sería cu­
rioso saber la fecha de esta ord en ació n que
recu erd a a otras m ás desarrolladas, rectilí­
neas, de d iferen tes p u eb lo s navarros del E bro
(fig. 590).
D e ja n d o ah o ra las orillas de é ste y vol­
vien d o a las del Ega, antes d e q u e confluya
con él, al Sur d e Lerín y a la m ism a latitud, de
Sartaguda, q u e d a o tro p u e b lo del antiguo
condado, q u e es C árcar, cuya silueta es m e­
m o rab le si se va allí p o r la c a rre te ra q u e va al
E ste d e l Ega d e L e rín a San A d riá n
(fig. 591).
Fig. 591 -S ilu e ta de Carear.
56 0
C árcar es un to p ó n im o q u e, p o r un lado,
nos re c u e rd a a o tro s navarros q u e term inan
e n «ar» (Lácar, p o r ejem p lo ) y p o r o tro p re ­
sen ta una base antiquísim a «car» d e am plia
expansión. A caso «cara» o «gara», e incluso
«caba» tie n e q u e v er con ella. En u n a escri­
tura d e Irache d e hacia 1122-1131 se habla
d e un lugar con un castro q u e se llam aba
«C arcarasseda» y se ad v ierte q u e se refiere a
«quedam placea su p er castrum Stella» 106.
«Car» p arece aludir a alturas fortificadas en
idiom a ibérico. C árcar aparece com o «C ara­
cas» en un d o c u m e n to tam bién d e Irach e de
1061 107, lo cual hace p en sar q u e en e ste caso
«Careara» tam b ién se refiere a castillo o fo r­
tificación. El castillo de C árcar es conocido
d esd e fechas rem otas. T am b ién las cuevas. En
1222 un D o n P e d ro D íaz ven d ió al rey la
villa d e «C arearas» con su castillo y cueva p o r
3 5 .000 sueldos 108.
A veces el castillo lo tien e el m ism o q u e
es te n e n te del d e Lerín 109. La población es
n u trid a tan to en 1330 110, com o en 1350 111.
En 1366 da cu a re n ta fuegos 112. P ero antes
sufrió de una d estru cció n cuando las guerras
d e Castilla de 1277, p o r lo cual sus habitantes
se v ieron im posibilitados para pagar la p echa
q u e daban al rey. A lo largo del siglo X V
C árcar pasa a m anos d e d ife re n te s señ o res y
p o r fin q u e d a en p o d e r del co n d e sta b le D o n
Luis de B e a u m o n t113.
C árcar es u n a villa q u e q u e d a so b re la
vega del río en u n e je q u e va d e N o ro e s te a
S udeste a 431 m etro s en su p a rte m ás alta.
En 1802 se le asignan 1.288 habitantes.
C o m o o tro s m uchos p u eb lo s, p rese n tab a in­
dicio de cam bio d e asen tam ien to ; en una
llanura próxim a al p u e n te del Ega, dice el
diccionario de aquella fecha, se conserva el
no m b re de Villa V ieja y en el c e rro cortad o
q u e la do m in a se ven cuevas trabajadas con
arte, y se d e scu b re n sepulcros q u e d e m u e s­
tran hab er m u d ad o de sitio la villa, o hab er
sido m ayor en los siglos pasados 114. Segui­
m os, p u es, en zona con habitación ru p estre .
P ero, ap arte d e este núcleo viejo , se indicaba
tam bién q u e había existido o tro , al N o r te del
térm in o cerca de la erm ita de N u e s tra S eñora
d e G racia, reedificada en 1748: «en lo anti­
g uo se llam ó N u e s tra S eñ o ra del R egadío por
estar en la cercanía de las h u ertas, y en sitio
q u e tuvo población, según los vestigios de
fábricas y axuares caseros q u e se d e scu b re n
fre c u e n te m e n te ; con efecto , a co rta distancia
y en la cim a del c e rro se co n serv a u n té rm in o
con el n o m b re d e las Cabas q u e en tiem p o s
pasados tu v o su g o b e rn a d o r» 115. M adoz, q u e
tran scrib e esta inform ación, indica q u e el
p u e b lo e n su tie m p o ten ía 1.278 h ab itan tes y
2 5 0 casas d istrib u id as en siete calles y dos
plazas 116.
En 1888 eran 1415 h ab itan tes y en 1910,
1670 en 4 3 6 edificios, m ás o c h e n ta y cu atro
albergues disem inados. El casco, c o m p leto ,
tie n e unas calles rectas y largas al E ste, o tra
tam b ién larga, p e ro no tan rec ta al c e n tro y
o tra m ás irre g u la r al O e ste. U n a transversal
b astan te a se p te n trió n , q u e las cruza y otras
vías m ás irregulares. El n o m b re d e plaza del
A rrabal indica una am pliación y o tro s se red ie re n a su im p o rtan cia (M ayor), posición
(M edia y A lta), o uso (P ortal), así co m o a
ele m en to s q u e las caracterizaban: O lm o ,
O n tanilla, Ja rd ín , H o sp ita l, M o n te. U n a lle­
vaba n o m b re p ro p io (D o ro te a ) 117. C árcar, en
sum a, ofrece asp ecto p arecid o a las villas
vecinas en su co n stru cció n y p u e d e p en sarse
q u e el au m e n to d e una clase d e trab ajad o res
del cam po q u e tuvo lugar en el siglo X V III le
dio gran p a rte d e su fisionom ía.
H ay m em o ria d e q u e en 1763 a p e tic ió n
d e los lab rad o res se hizo la parcelación de
p a rte del té rm in o m o n tu o so , d á n d o se a cada
fam ilia tres robadas de tie rra in cu lta para q u e
la ro tu ra se n 118.
El p u e b lo m ás m erid io n al del q u e hay q u e
tratar ahora, en la cu en ca del Ega, es A ndosi11a: al S u d este d e C árcar y a m uy p o ca d istan ­
cia. El n o m b re aparece com o el d e un castillo
con un « ten e n te» en 1087: «S én io r S cem eno
G arceiz, d o m in a to r A ndoxella» 119. En 1214,
com o té rm in o en q u e p o seía b ien es u n a dam a
p u d ie n te , N a rb o n a d e Subiza 120. En 1349, el
«abad» 121. T ie n e fu e ro c o n c ed id o p o r San­
cho el F u e rte e n 1210 122 y en d o c u m e n to de
1277 el castillo es m ás b ien calificado de
« to rre » , en cu sto d ia d e u n L ope G on zález de
A ndosilla 123. C o m o «A ndossieylla» aparece
en el censo d e 1330, con p o b lació n n u tri­
d a 124. T a m b ié n en 1350 12s. En 1366 sum a
cu a re n ta y cinco fuegos, con cinco hidal­
gos 126. A u m e n ta a sesen ta y seis vecinos
cristianos y o n ce ju d ío s en 1495 127 y de
m an o d e M o sén P ierres d e P eralta q u e la
cam bió a C arlos III p o r B erbinzana, pasó a
los reyes y d e ésto s al C o n d e d e Lerín. Se
tra ta d e u n p u e b lo típico d e la zona. M adoz
le asigna 2 5 0 casas d e b u e n a fábrica y c o m o ­
didad, co n 1.284 almas. D ice, tam b ién , q u e
en su ép o ca se distinguía u n arrabal e n cuyo
e x tre m o se hallaba la e rm ita q u e llevaba el
significativo n o m b re d e N u e s tra S eñ o ra d e la
C erca, al pie d e un to rre ó n q u e la g e n te hacía
«del tie m p o d e los m o ro s» . C o n ta b a con una
aldea d e seis casas llam ada V egilla (V iguilla) y
dos d esp o b lad o s (La R o m areta y V agueria).
El Ega daba lugar a un reg ad ío b astan te g ran ­
d e 128.
A ndosilla es tam b ién un núcleo u rb an o
trazad o en longitud d e N o r te a S ur, con una
calle m uy larga y otras q u e no lo son ta n to e
irregulares. C reció m u ch o en la seg u n d a m i­
tad del X IX , p u e sto q u e en 1888 ten ía 1.892
h abitantes y 1.924 en 1910, con 525 casas en
el casco y 1.796 p erso n as en ellas 129. Las
casas o b e d e c e n a esta especie d e c re c im ien to
co m ú n a to d o s los p u e b lo s q u e se van re se ­
ñan d o en este capítulo. T a m b ié n se agrupan
en form as com unes. U n palacio antiguo se
reg istra com o allí e x iste n te 13°. P ero e n A n­
dosilla hay m uchas casas hidalgas d e sólida
co n stru cció n , a u n q u e sean de ladrillo. T a m ­
bién resto s im p resio n an tes d e habitación ru ­
p e stre , com o se ven en la fo to d e la fig. 602.
La iglesia d o m in a el c o n ju n to d el p u e b lo , con
m uchas notas m ed ite rrá n e a s (fig. 603). Los
g ran d e s casero n es d e cinco huecos, con su
blasón, c o m o los d e la fo to d e las figs. 60 4 ,
605 y 60 6 , a ltern an con casas d e d o s y aun un
hueco, q u e a veces tie n e galerías d e arco de
ladrillo y alero d e lo m ism o, co m o la d e la
fo to de la fig. 607. Los can to n es y calles
transversales tie n e n un aspecto m uy m erid io ­
nal (fo to de la fig. 6 08) y no faltan casas
hidalgas con balcones antiguos y p atio s con
arcos (fo to s de las figs. 6 0 9 y 610). T o d o
d e n o ta q u e estam o s cerca del E bro.
D e n tro d e la antigua m erin d ad y del p a r­
tid o d e E stella q u e d a todavía en el E b ro y
m uy cerca del p u n to e n q u e el Ega se u n e
con é ste el p u e b lo d e San A drián y m uy po co
m ás al S u d e ste el d e Azagra. Los dos, cerca­
nos a C alahorra.
Los dos son p u eb lo s d e fro n te ra antigua y
con un d e sarro llo p a re c id o a los d e los a n te ­
riores: p u e b lo s d e « reconquista» tam bién.
San A drián tie n e u n a histo ria m edieval acci­
d en tad a. A p arece p rim e ro co m o iglesia fa­
m osa p o r sus m ilagros en u n a escritu ra d e
561
1084 suscrita p o r D o n G arcía O rd ó ñ e z de
N á x e ra y la infanta d e N a v a rra D o ñ a U rra ­
c a 131. M ás tard e es o b je to d e d isp u ta e n tre
los obispos d e C alahorra y P am plona q u e ­
d a n d o en jurisdicción del seg u n d o , según
d o c u m e n to s d e 1110 132. P e ro d e sp u és San
A drián es co n o cid o p o r la fortificación con
« ten e n te» en d o cu m e n to s del siglo X III. Así
e n 1232 123 y en 1276, esta vez asociada a la
d e Falces 134. C o m o p u e b lo con población
judía en 1329 135. A lo largo del siglo X IV se
m ultiplican las referencias d o cu m en tales al
castillo, que en 1356 aparece e n tre los q u e
rec ib ie ro n ballestas y cintos ad q u irid o s a un
m o ro d e T u d ela, llam ado H a m e t A lhudali 136. H ab ía en to rn o a él viñas y otras p ro ­
p ied ad es reales 137 y ex isten incluso las
cuentas de la o b ra d e c arp in tería h echa allí en
1357 p o r Sancho d e B e o rie ta 138. Parece q u e
p o r la villa se hacía c o n tra b an d o de sal, según
un d o c u m e n to d e 1361 139.
Sin em bargo, en 1366 no aparece con
m ás de ocho fuegos 140. Al final del siglo X V
hay un au m en to . En 1495 hay veinticinco
vecinos (o fuegos) de cristianos y u n o de
ju dío y está b ajo el p o d e r del co n d estab le de
L erín, d e sp u és d e una serie d e accidentes y
d e hab er p e rte n e c id o al linaje de B ergara 141.
En 1434 Ju a n II había lib e rta d o al p u e b lo
de la m itad d e to d o cuartel y ayuda real a
cam bio d e q u e m an tu v iera un b u e n estado
«los m uros del c o rtijo » es d ecir del recinto,
para q u e sus habitantes p u d iese n e n cerrarse
d e n tro en tie m p o d e peligro. T a m b ié n Ies dio
la plaza del castillo para q u e d e n tro d e ella
edificasen sus casas 142.
Esta especie d e rem o d elació n ha influido
d e m o d o p o d e ro so en la e stru c tu ra del p u e ­
blo hasta la época m o d ern a. En 1802 San
A drián ten ía 492 habitantes 143. En M adoz
aparece con 101 casas de m ediana fábrica y
no m ás d e 397 alm as 144, de su e rte q u e es de
los p u eb lo s con m ayor c re c im ien to en la se­
g u n d a m itad del siglo X IX , p o rq u e , si en
1888 c u e n ta con 841 hab itan tes, en 1910
alcanza los 1134, con solas 172 viviendas 145.
El c re c im ien to hizo ro m p e r p a rte c o n sid era­
ble d e las estru c tu ras antiguas, cosa q u e tam ­
bién o c u rre en relación con Azagra.
Este n o m b re es p u ra m e n te árabe, según
A sín Palacios y vale ta n to co m o «la p eñ a» , lo
cual le va bien , com o v erem o s 146. Azagra
562
h u b o d e ser rec o n q u ista d a al tie m p o en q u e
se realizó la seg u n d a tom a d e C alahorra, es
d ecir p o r los años d e 104 5 147, q u e es cu ando
d e fin itiv am e n te q u e d a en p o d e r cristiano.
D e sp u é s el castillo o to rre d e A zagra
aparece con frecu en cia en las nóm inas de
ten e n tes. Así en 1205 con un M artín C h i­
p i a 148. M ás tard e, en 1276, co m o t o r r e 149.
En 1277 hay refe re n c ia no sólo a la to rre ,
sino tam b ién a las cuevas 150. D el siglo X IV
hay m ás d o c u m e n tac ió n , acerca d e alcaides
q u e resid e n allí con sus com pañías 154.
C o m o o tro s p u e b lo s citados, ap arece con
población n u trid a en 13 30 152, 13 5 0 153 y
1366, en q u e se le asignan se se n ta y tres
fuegos, de los cuales diez y nu ev e eran de
hidalgos 154.
Esta a p a re n te p ro sp e rid a d sufrió graves
q u e b ra n to s en tiem p o s p o ste rio re s, a causa
d e luchas fro n terizas y tam b ién de accidentes
naturales. En efecto , en 1411 el v ecindario,
q u e tiem p o s atrás había llegado a ser de
o c h e n ta a cien vecinos, q u e d ó red u c id o a
tre in ta , viejos y p o b re s en su m ayoría, p o r ­
q u e el E b ro hacía g ran d es daños e n su té r­
m ino y los p u e b lo s vecinos (C alahorra) a p ro ­
vechaban sus hierbas y c o rta b an leña. P o r eso
se les p e rd o n ó p o r diez años p a rte d e la
pecha y los cuarteles 155.
En 1430 el rey encargó al p u e b lo q u e
rep arase el castillo y d e sp u és el se ñ o río es­
tu v o en p o d e r d e fam ilias rivales sucesiva­
m en te 156.
A zagra es p u e b lo q u e reb asa los 1.000
habitantes al final del A ntiguo R égim en 157.
M adoz le da 1149 en 336 casas d e regular
c o n stru cció n , situadas en llano, «al pie de un
peñ asco so b re el cual existe u n antiguo casti­
llo q u e se c re e fabricado en tie m p o d e los
sarracenos»; el castillo de los m o ro s clásico
del q u e p o d ríam o s llam ar «F o lk lo re d e la
co n stru cció n » . D e sc rib e tam b ién los cultivos
con su p a rte d e riego 158.
D e sp u é s A zagra siguió c re c ie n d o alcan­
zando los 1.789 h ab itan tes en 1888 y 2.075
en 1910 con 390 edificios; o n ce sólo d isem i­
nados. El plano nos d a una larga planta de
N o r te a S ur casi, con una calle algo curvada
con h u e rta s al O e ste , la p e ñ a al E ste y varias
calles estrechas y can to n es d e no m u ch a lo n ­
gitud. El castillo d e «La Peña» subsistió hasta
1874. La p e ñ a m ism a se d e sm o ro n ó varias
veces h u n d ie n d o algunas casas próxim as, lo
cual obligó a d e stru irla e n p a rte 159. La cons­
tru cció n antigua es d e p ied ra e n la p a rte
in fe rio r y d e ladrillo en los pisos. H ay m u ­
chas casas estrechas y altas, com o en los
pu eb lo s vecinos y algunas casas hidalgas (fig.
611). T a m b ié n un palacio 160. A lo largo del
E bro, hacia el S u d este, fu era de la m erin d ad ,
se e n c u e n tra n asen tam ien to s parecidos.
NOTAS
1. F. Z ab alo , «El re g istro ...» p. 6 0 (n .° 26).
2. F. Z a b alo , «El re g istro ...» p. 9 6 (n .° 1041);
« q u erey llas d e T u d e la e t d e la R ib era» (n .° 1040).
3. F. Z a b alo , «El re g istro ...» p. 62 (n .° 301) «...
e scriv an o d e Sanguessa e n la R ib e ra q u a n d o escriv ia las
m alfetias d e p a rte d ’A rag o n » .
4. J. C arrasco P érez, «La p o b la c ió n » , m ap a d e la
p. 231.
5. J. C arrasco P érez , «La p o b lac ió n ...» p. 307 (n .°
1).
6. J. C arrasco P érez , «La p o b la c ió n ...» p. 6 1 6 (n .°
147).
7. J. C arrasco P é re z , «La p o b lac ió n ...» p p . 30 7 3 08 (n .° 2).
8. J. C arrasco P érez , «La p o b la c ió n ...» p. 6 1 6 (n .°
146).
9. J. C arrasco P érez , «La p o b la c ió n ...» p. 593 (n .°
6 1 -6 2 ).'
10. «L erín» en « C o lecció n d ip lo m á tic a d e Irach e»
I. p. 284 (n .° 2 6 7 ) en 1212. «L eryn» e n 1336, «C atá­
logo del A rch iv o G e n e ra l» II, p. 2 4 (n .° 50 y 51).
1 1. C ab e p e n sa r, sin e m b a rg o , q u e la «1» p ro v e n g a
d e un g ru p o «gl», c o m o e n alg u n a o tra ocasión.
12. «C atálo g o d e los cartu la rio s rea le s» , p. 24 (n .°
27).
13. «C atálo g o d e los c a rtu la rio s reales» p. 81 (n .°
142) T a m b ié n en 1208, p. 85 (n .° 149).
14. «C atálo g o d e los c a rtu la rio s reales» p. 9 0 (n .°
160). Y anguas « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , II, p.
193. P u b licad o s p o r M arich alar, « C o le cc ió n d ip lo m á ­
tica» pp. 101-102.
15. «C atálo g o d e los cartu lario s reales» p p . 134135 (n .° 259).
16. «C atálo g o d e los c a rtu lario s rea le s...» p p . 2 3 6 237 (n .° 4 7 1 ). Y an g u as « D ic c io n a rio d e an tig ü e d a ­
d es» , II, p- 193. E sto m ism o pasaba e n B aig o rri, p. 237
(n .° 4 7 3 ).
17. J . C arrasco P ére z , «La p o b la c ió n ...» p p . 26 4 2 7 0 (n .° 15).
18. J. C arrasco P é re z , «La p o b la c ió n ...» p p . 32 2 325 (n .° 17).
19. J- C arrasco P é re z , «La p o b la c ió n ...» p p . 6 2 8 6 3 0 (n .° 164).
20. « C atálo g o d e l A rch iv o G e n e ra l» X X V I, pp.
6 1 6 -6 1 7 (n .° 1299). Y an g u as « D ic cio n a rio d e a n tig ü e ­
d a d e s» ,, II, p. 193- S e re d u c e a te n d ie n d o al « m iserab le
e sta d o » d e los la b rad o res.
21. « C atálo g o d el A rch ivo G e n e ra l» X X , p p . 4 0 0
(n .° 9 2 0 ). Y an g u as « D ic c io n a rio d e an tig ü e d ad e s» , II,
p. 193.
22. « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» X X V I, pp.
2 8 9 <n.° 589) y 3 5 8 -3 5 9 (n .° 74 4 ), 6 2 9 (n .° 1330)
1 4 0 5 -1 4 0 6 .
23. A le ja n d ro D ie z D íaz, «L erín» p p . 17-18.
24. « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» X X X V I, p.
2 0 0 (n .° 4 7 4 ). Y an g u as « D ic cio n a rio d e a n tig ü e d a ­
d e s» ,, II, pp. 1 93-194.
25. D ic c io n a rio d e 1802, I, p. 4 3 6 , a.
26. « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , X L V III, p.
189 (n .° 3 6 9 ) Y an g u as « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a d es» ,
II, p. 194, re d u c c ió n d e p o b lació n sen sib le.
27. En 1488 son 125, « C atálo g o d e l A rch iv o G e ­
n eral» X L V III, p. 391 (n .° 8 1 3 ) Y an g u as, « D icc io n a rio
d e a n tig ü e d a d e s» , II, p. 194.
28. A le ja n d ro D iez D íaz, «L erín» pp. 14-16.
29. « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» X L IX , pp.
50-51 (n .° 9 6 ) Y anguas, « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a ­
d e s» , II, pp. 19 4 -1 9 5 . V e r ta m b ié n « C a tá lo g o ...» , cit.
X L IX , p. 52 n .° 99.
30. « C atálo g o d el A rc h iv o G e n e ra l» X L IX , pp.
173-174 (n .° 35 2 ), te s ta m e n to d e D o n Luis d e B eaum o n t, 1530.
31. « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» X L IX , p.
2 6 7 (n .° 54 8 ), 2 6 9 (n .° 55 3 ), 2 7 2 -2 7 3 (n .° 55 8 ) 1565.
32. J u lio C a ro B a ro ja , « E tn o lo g ía h istó rica d e N a ­
v arra» , III, p. 6 6 -6 7 .
33- «F .G .» p. 8 6 , 1 (lib ro III, títu lo X II, cap. X).
34. A ltadill, II, p. 608.
35. D ic cio n a rio d e 1802, I, p. 4 3 6 , b. C o m p á re s e
co n la d esc rip c ió n citada.
36. «L erín, p o s te avancé d e la ligne ré p u b lica in e
en avant d e M o n te -Ju rra » , en «L’Illu stra tio n , jo u rn a l
u n iv e rse l» L IX , n .° 1 6 5 2 , 24 d e o c tu b re d e 1874, p.
268.
37. D e ja n d o a u n lad o el d e A ltadill, II, p. 6 0 8 , el
q u e re p ro d u c e M a rtin e n a , « N a v a rra -C a stillo s y p ala­
563
cios» p. 6 2 , q u e se h alla e n el S erv icio G e o g rá fic o d el
E jérc ito .
38. M ado z, X , pp . 2 5 9 , b - 2 6 0 , a.
39. A ltadill, II, pp . 6 0 8 -6 0 9 ; 4 4 6 e d ificio s y 2 .5 2 8
h a b ita n te s e n el casco.
4 0. «La casa navarra» pp. 1 0 9 -1 1 4 sig u ie n d o c ie r­
tas n o tas o b te n id a s p o r D o n V ic to ria n o Ju a risti.
4 1. Se c o n sid e ró , allá hacia 1 9 6 0 , u n signo d e
« su b d esarro llo » .
4 2. II, 6, 56
4 3. 313, 10.
4 4. F .H .A ., IV , p. 180. El te x to d e P lu tarco
« S ert.» 17.
45. I, 4 5 , 6. S ch u lte n , F .H .A ., V. p. 26. Son
«spelu n cae»
46. T a m b ié n a «cuevas reales» c o m o se ha visto.
47. «C o lecció n d ip lo m á tic a d e Irach e» I, p. 14
(n .° 9).
48. F o rtificación fam o sa q u e a p a re ce ta m b ié n en
las su scrip cio n es d e d o c u m e n to s d e Irache: « sé n io r
E n eco Sanchiz d o m in a to r P u n icastri» e n 1032, p o r
e je m p lo . «C o lecció n d ip lo m á tic a d e Ira ch e » I, p. 9 (n .°
5) etc.
4 9. D iccio n a rio d e 1802, I, p. 2 2 4 , a. C astillo d e
S anta B árbara.
50. J. C arrasco P é re z , «La p o b la c ió n ...» p p . 281 282 (n .° 25).
51. J. C arrasco P é re z, «La p o b la c ió n ...» p. 593
(n .° 61).
—
52. « C atálogo d e los ca rtu la rio s re a les» , p p . 5 9 -6 0
(n .° 100). G arcía d e B aztán; lu eg o sigue, p. 61 (n .°
103), 64 (n .° 109), 6 6 (n .° 114), 67 (n .° I 15) o a p a re ­
cen o tra s e n tr e 1193 y 1194. L u eg o hay más.
53. Y anguas, « A d ic io n es» , p. 113.
54. Y anguas, « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d ad e s» , I.
pp. 3 5 1 -3 5 2 .
55. D iccio n a rio d e 1 8 0 2 , I, p. 2 2 4 , a.
56. P lano y d ato s en A ltadill, II, pp. 5 7 1 -5 7 7 .
57. Se señala la ex isten cia d e un palacio. M artin e n a «Palacios cab o d e arm ería» II, p. 9, b lasó n en
A zcárraga, fol. 26, 4.
58. « C o lecció n d ip lo m á tic a d e Irach e» I, p. 43
(n .° 32). T a m b ié n e n p. 47 (n .° 35) d e aq u e l añ o con
m ás seguridad.
59. « C o lecció n d ip lo m á tic a d e Ira ch e » I, p. 124
(n .° 101).
60. Y anguas, « D icc io n a rio d e an tig ü e d a d e s» , I, p.
33.
61. J. C arrasco P é re z , «La p o b la c ió n ...» , pp. 2 8 2 ,
b - 2 3 4 , a (n .° 26).
62. J. C arrasco P é re z , «La p o b la c ió n ...» p. 3 2 8 , a b (n .° 31).
63. J. C arrasco P érez , «La p o b la c ió n ...» p. 593 b
(n .° 62).
6 4. J o s é R am ó n M acua A zcona, «A lio» n .° 3 3 9 d e
« N a v a rra , tem as d e c u ltu ra p o p u la r» (P a m p lo n a , s.a.) p.
4. M adoz II, p. 2 2 6 , b, re g istra tre s lu g ares d e l m ism o
n o m b re e n La C o ru ñ a y Lugo.
65.
Jo sé
R a m ó n M acua, « A lio» pp. 9-1 2 .
66.
Jo sé
R a m ó n M acua, «A lio» pp. 14-15 y g rá ­
fico d e la p. 19.
67.
C on
d e sa rro llo e n el X IX . M ad o z, II, p.
2 2 6 , b le d a « tre sc ie n ta s casas d e b u e n a fáb rica» ; 1364
alm as.
68. P lano y d a to s e n A ltadill, II, p p . 5 4 0 -5 4 1 .
69. R ic a rd o R os G a lb e te , « A p u n te s etn o g rá fico s y
56 4
fo lk ló rico s d e A lio» I, e n « C u a d e rn o s d e E tn o g ra fía y
E tn o lo g ía d e N a v a rra » añ o V III, n .° 23 (1 9 7 6 ) p p .
2 6 0 -2 6 5 .
70. F o to s e n J o s é R a m ó n M acu a A zco n a, «A lio»
fre n te a la p ág in a 17 (ta m b ié n d e l a y u n ta m ie n to ). J.J.
M a rtin e n a , « N a v a rra , castillos y palacios» p. 128. D a to s
e n R ic a rd o R os G a lb e te , « A p u n te s...» cit. pp. 2 6 5 -2 6 6 .
71. H ay u n palacio d e A lio , d o c u m e n ta d o e n 1475
y 1514 q u e p e rte n e c ía a D o n F ran cisco B arrag án en
1637. En 1753 e ra d e D o n F ran cisco A n to n io d e
T o rre s . M a rtin e n a «P alacios cab o d e a rm ería» II, p. 9.
72. R ic a rd o R o s G a lb e te , « A p u n te s...» , cit. pp.
2 6 6 -2 6 8 .
73. R ica rd o R os G a lb e te , « A p u n te s...» cit. p p .
2 7 8 -2 7 9 (em ig ra ció n y p o b la c ió n n o ag ríco la e n 1966),
2 8 0 -2 8 1 (p o b la c ió n y p ro fe sio n e s en 1856), 2 8 5 -2 8 6
(m iseria).
74. V ic e n te G arcía d e D ie g o , « D ic cio n a rio e ti­
m o ló g ico ...» p p . 4 9 9 , b y 9 7 7 , b (n .° 6 1 0 4 ).
75. Irib a rre n , « V o c a b u la rio n a v a rro » , p. 4 6 7 , b.
76. H o ja 2 0 5 d el m ap a a escala 1 :5 0 .0 0 0 del
In s titu to G e o g rá fic o y C atastral.
77. J. C a rra sc o P é re z , «La p o b la c ió n ...» p p . 2 7 0 2 7 3 (n .° 16).
78. J. C a rra sc o P é re z , «La p o b la c ió n ...» pp. 3 2 8 3 2 9 (n .° 32).
79. J. C arrasco P é re z , «La p o b la c ió n ...» , p. 6 2 8
(n .° 163).
80. Y an g u as « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , III,
p. 328.
81. D ic c io n a rio d e 1802, II, p. 3 6 3 , b.
82. M ad o z, X IV , p. 2 0 5 , b. En 2 6 0 casas.
83. P lan o y d a to s en A ltadill, II, p. 6 4 7 .
84. V ic e n te G arcía d e D ie g o « D ic c io n a rio e tim o ­
ló g ico » , p. 3 5 4 , a y 8 3 9 , b (n .° 4 0 0 6 ).
85. G arcía d e D ie g o , p. cit. p. 8 3 9 , a (n .° 4 0 0 1 ).
86. M adoz X , pp. 3 2 2 , b - 3 2 4 , a.
87. « C atálo g o d e los c a rtu la rio s reales» p. 4 0 (n .°
6 1 ) Y an g u as « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , II, p. 292
« u sq u e ad L o d o sam » .
88. « C atálo g o d e los cartu lario s reales» p. 352 (n .°
72 1 ), « C atá lo g o d e l A rch iv o G e n e ra l» , II, p. 140 (n .°
33 4 ) Y anguas « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , II. p.
2 8 2 . S o b re el castillo « C atálo g o d e l A rch iv o G e n e ra l» ,
II, p p . 152 (n .° 36 9 ), 155 (n .° 3 7 8 ) 184 (n .° 45 4 ).
89. « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , V II, pp.
72 -7 3 (n .° 1 6 5 -1 6 6 ). Y an g u as « D ic c io n a rio d e a n ti­
g ü e d a d e s» , II, pp. 73, 177 y 2 8 2 .
90. J. C arra sc o P é re z , «La p o b la c ió n ...» p. 3 2 9
(n .° 34).
91 D ic c io n a rio d e 1802, I, p. 4 5 3 a.
92.
M ad o z, X , p. 3 2 2 , a.
93.
A ltad ill, II, p. 6 1 2 , p la n o e n la p. 6 1 3 .
94.
M ad o z, X , p. 3 2 2 , b d ic e q u e e ra cárcel.
M a rtin e n a , «P alacios cab o d e a rm ería» II, P- 9 señ ala la
ex iste n c ia d e é ste e n el « L ibro d e A rm e ría » . A zcárraga,
fol. 19, 5 d a el b lasón d e « D o n J u a n M e n d o z a y
N a u a rra s S e ñ o r d e L odosa» y 4 0 , 2 «el P alacio d e
L odossa».
95. M ad o z, X , p. 3 2 3 , a.
96. M ad o z, X III, p. 8 6 8 , b.
9 7 . « C o lecció n d ip lo m ática d e Ira ch e » I, p. 33
(n .° 24 )» : «illa v in e a q u e d ic itu r S artacu ta» .
9 8 . « C atálo g o d e los c a rtu la rio s re ale s» , p p . 131132 (n .° 2 5 4 ). Y an g u as « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a ­
d e s» , III. p. 323.
99. O b je to d e n eg o ciacio n es d ificu lto sas, c o m o
o tro s d e fro n te ra . J o s é R a m ó n C a stro , « C arlo s III El
N o b le » (P am p lo n a, 1967) p p . 9 1 , 102.
100. « C atálo g o del A rch iv o G e n e ra l» X X , pp.
2 3 4 -2 3 5 (n .° 546) Y angu as « D icc io n a rio d e a n tig ü e ­
d a d es» , III, p. 324. A ñ o 1393.
101. J. C arrasco P é re z , «La p o b la c ió n ...» p. 3 2 9
< n ° 33).
102. Y anguas, « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d ad e s» ,
III, p. 324.
103. D ic c io n a rio d e 1 8 0 2 , II, p. 3 5 9 , a - b.
104. M ad o z, X III, p. 8 6 8 , a - b.
105. P lan o y explicació n en A ltad ill, II, p p . 6 4 6 647.
106. « C o lecció n d ip lo m ática d e Irach e» I, p. 142
(n .° 121). U n a « c a rre te ra d e C arcaso n a» en Los A rcos
e n «C atálo g o d e los cartu la rio s reales» p. 136 (n .° 26 3 )
A ño 1223.
107. « C o lecció n d ip lo m ática d e Ira c h e » I, p. 29
(n .° 21).
108. « C atálo g o d e los cartu la rio s reales» p. 133
(n .° 2 5 7 ) Y anguas « D iccio n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , I, p.
171. A n te s los hab ían e m p e ñ a d o : « C atálo g o ...» cit. p.
123 (n .° 2 3 6 ) a ñ o 1220.
109. « C atálo g o d e los cartu la rio s reales» p. 2 4 4
(n .° 4 8 9 ) año 1264, S anch o P é re z d e L odosa. O tra s se
a g ru p a con los d e A ndo silla, A blitas, L astaca y P eñ a flo r,
«C atálo g o del A rch iv o G e n e ra l» , I, p. 215 (n .° 45 5 )
a ñ o 1276.
110. J. C arrasco P ére z , «La p o b la ció n ...» p p . 26 2 2 6 4 (n .° 19).
111. J. C arrasco P ére z «La p o b la c ió n ...» pp. 321322 (n .° 16).
112. J. C arrasco P érez , «La p o b la c ió n ...» p. 627
(n .° 158).
113. Y anguas, « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , I,
pp. 173-174.
114. D ic c io n a rio d e 1802, I, p. 194, b.
115. D iccio n a rio d e 1802, I, p. 194-b.
116. M adoz, V. p. 5 4 6 , a-b.
117. P lano y explicació n en A ltadill, II, pp. 566567.
118. M ad o z, V , p. 5 4 6 , b.
119- « C o lecció n d ip lo m á tic a d e Ira c h e » , I, p. 88
(n .° 67). « C atálo g o d e los c a rtu la rio s rea le s» , p. 15 (n .°
10).
120. «C atálo g o d e los ca rtu lario s reales» p. 9 9 (n .°
181). Y an g u as, « A d icio n e s» , p. 21.
121. « C atálo g o d e los cartu la rio s reales» p. 350
(n .° 717).
122. « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» I, p. 92 (n .°
146).
123. « C atálo g o del A rch iv o G e n e ra l» , I, p. 227
(n .° 4 8 9 ).
124. J. C arrasco P é re z , «La p o b la c ió n ...» p p . 2 6 0 2 6 2 (n .° 13).
125. J. C arrasco P é re z , «La p o b la ció n ...» p p . 3 1 9 3 20 (n .° 11).
126. J. C arrasco P é re z , «La p o b la c ió n ...» p. 6 2 6
(n .° 156).
127. Y an g u as, « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , I,
p. 35.
128. M adoz, II, p. 2 9 4 , a.
129. P lano y explicació n e n A ltad ill, II, p p . 54 6 547.
130. M a rtin e n a , «P alacios cab o d e a rm ería» II, p.
9. A zcárraga, fol. 3 0 , 2. A l fol. 6 8 , 4 el b lasó n d e
« S an ch o M a th e o d e A n d o silla» y al 7 8 , I «los d e
A n d o silla e n V illacia».
131. M o re t, « A n n a le s» , II, p. 149, a - b (lib ro
X V , c a p ítu lo II, § V II, n .° 30).
132. G o ñ i G a z ta m b id e , « C atálo g o d e l arch iv o ca­
te d ra l d e P am p lo n a» I, p. 27 (n .° 111). V e r ta m b ié n p.
9 (n .° 34) d o c u m e n to e x tra c ta d o p o r M o re t y p. 27 (n .°
112) d o n a c ió n c u a n tio sa al m o n a s te rio d e 1110.
133. « C atálo g o d e los cartu la rio s reales» p. 156
(n .° 308).
134. « C atá lo g o d e l A rch iv o G e n e ra l» , I, p. 2 1 8
(n .° 4 6 4 ) T a m b ié n e n 1 2 7 7 , c o n las cu ev as d e R esa, p.
2 2 7 (n .° 4 8 8 ).
135. « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , I. p. 389
(n .° 90 5 ).
136. « C atálo g o d e l A rch iv o G e n e ra l» , II, p. 301
(n .° 762).
137. « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , II, p. 4 0 4
(n .° 1023) añ o 1357.
138. « C atálo g o d e l A rch iv o G e n e ra l» , II, p. 4 0 8
(n .° 1034).
139. « C atálo g o d e l A rch iv o G e n e ra l» , III, pp.
3 3 9 -3 4 0 (n .° 870).
140. J . C arrasco P é re z , «La p o b la c ió n ...» pp. 62 6 6 2 7 (n .° 157). T re s hidalgos. V e r ta m b ié n pp. 2 5 9 -2 6 0
(n .° 12) y 3 1 9 (n .° 10).
14 1. Y an g u as « D icc io n a rio d e a n tig ü e d a d es» , III.
pp. 2 9 1 -2 9 3 .
142. « C atálo g o d e l A rch iv o G e n e ra l» , X LI pp.
3 1 9 -3 2 0 (n .° 8 4 3 ). Y an g u as, « D ic cio n a rio d e a n tig ü e ­
d a d e s» , III. p. 291.
143. D ic c io n a rio d e 1802, II, p. 2 9 4 , b.
144.
145.
M ad o z, I, p. 9 8 , b.
P lan o en A ltadill, II, p. 6 4 4 .
146. M ig u el A sín Palacios, « C o n trib u c ió n a la T o ­
p o n im ia á ra b e d e E sp añ a» , 2 .a ed . (M a d rid -G ra n a d a
1944) p. 79.
147. L acarra, « H is to ria p o lítica d e l re in o d e N a v a ­
rra» I, p. 119, re c o n q u ista m u su lm a n a d e 9 6 8 , p. 2 3 7 ,
c o n q u ista defin itiv a.
148. « C atálo g o d e los cartu la rio s reales» , p. 80
(n .° 140). T a m b ié n en 1206, p. 81 (n .° 142).
149. « C atálo g o d e l A rch iv o G e n e ra l» , I, p. 2 1 9
(n .° 4 6 6 ).
150. « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , I, p. 2 2 6
(n .° 48 6 ).
151. « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» II, pp. 307
(n .° 77 7 ), 3 7 6 -3 7 7 (n .° 9 5 1 ), 4 1 9 -4 2 0 (n .° 1063).
152. J . C arrasco P é re z , «La p o b la c ió n ...» , p p . 25 7 2 5 9 (n .° 11).
153. J . C arra sc o P érez , «La p o b la c ió n ...» p p . 3183 1 9 (n .° 9).
154. J . C arra sc o P é re z, «La p o b la c ió n ...» p p . 6 2 4 6 2 6 (n .° 155).
155. « C atálo g o d e l A rch iv o G e n e ra l» X X V III, p.
2 7 2 (n .° 5 4 9 ) y 5 2 6 (n .° 1037). Y an g u as « D ic cio n a rio
d e a n tig ü e d a d e s» , I. p. 77.
156. Y an g u as, « D icc io n a rio d e a n tig ü e d ad e s» , I,
p. 77.
157. D ic c io n a rio d e 1 8 0 2 , 1, p. 137, a le d a 1074.
565
II, p p . 5 5 9 -
5 ¿¡/i
160. A zcárraga, fol. 103, 5. En el fol. 74, 6 las
arm as d e « T h o m a s d e A zag ra d e V illafra n ca p o r se n ­
ten c ia d e C o rte » .
Fig. 5 9 2 - V i s t a aérea de Lerín.
567
568
569
ü ■
570
Fig. 5 9 9 .-C a sa del mayorazgo. Alio
Fig. 6 0 0 -L o d o sa .
571
Fig. 6 0 1 .-C asas de Lodosa.
Fig. 602.-Restos de habitaciones rupestres. Andosi/la.
572
Fig. 6 0 3 .-Iglesia de Aridos illa.
IP S
Fig. 604.-C asa hidalga. Andosilla.
573
574
Fig. 60 5 -B lasón de la casa anterior. Andosilla.
Fig. 6 0 6 ,-C a sa blasonada. Andosilla.
Fig. 6 0 7 .-C a lle de A ndosilla. con casa hidalga con galería
superior.
608
Fig. 608.-C antón. Andosilla.
575
576
611
Fig. 6 0 9 - C a s a coti patio. Andos illa.
Fig. 6 1 0 .-Restos de patio. Andosilla.
Fig. 6 1 1 .-C a lle de Azagra.
577
C A P IT U L O X I
LOS N U C LEO S DE LA Z O N A SU D O E ST E
DE LA M E R IN D A D
1)
2)
Los Arcos.
Lazagurría, M endavia.
La agrupación tardía de los p u eb lo s del
c o n d ad o d e Lerín sirve, sin em bargo, para
e stab lecer un g ru p o d e asen tam ien to s q u e
p re se n ta n caracteres h o m o g én eo s d esd e el
p u n to de vista h istórico y tam b ién m o rfo ló ­
gico. Pueblos d e rib era, con un c e rro d e yeso
p ro p io para ser fortificado, posibilidades de
regadío y d e d esarro llo de una econom ía
agrícola fu e rte , d e n tro d e los esquem as anti­
guos. T o d o s tam b ién crecen d e m o d o consi­
d e ra b le en el siglo pasado y cu e n ta n con una
clase p o b re de jo rnaleros. La habitación en
cuevas se da hasta n u e stra época y, e n co n ­
ju n to , los ele m en to s m e d ite rrá n e o s q u e d a n
m uy destacados. D e n tro de la m erin d ad anti­
g u a d e E stella había o tra p a rte en la q u e estos
e le m e n to s tam b ién se p ercib ían , a u n q u e
acaso con un m atiz d ife ren te . Esta es la que
c o rre sp o n d e a varias pob lacio n es im p o rta n tes
q u e son: Los A rcos, so b re el O d ró n , al Sur
d e M ués; Lazagurría, cerca d e la confluencia
del L inares y el O d ró n y M endavia, próxim a
al E bro, p e ro en la cuenca del O d ró n . U na
a te n c ió n especial m e re c e V iana, m ás al
O este.
N a v a rra se ex ten d ía hasta el siglo X V ,
reb asan d o sus lím ites actuales, hasta la tierra
d e Laguardia y San V icen te de la S onsierra,
q u e q u ed ab an d e n tro de la m erin d ad y que
eran núcleos m uy p o blados en 1350 y
1366 1. P ero ahora hay q u e circunscribirse a
lo q u e es e stric tam e n te N a v a rra hoy.
Si los p u eb lo s de los q u e se trató en el
capítulo a n te rio r p arecen h a b e r ido c o b ran d o
significación tras la R e co n q u ista d e M o n jardín y a p artir del valle d e Y erri, o del te rrito ­
rio v iejo de « D eio » , estos núcleos d e que
ahora se ha de tratar h u b ie ro n d e rec o n q u is­
tarse arran can d o de la B erru eza, com o e n ti­
dad q u e q u e d a so b re ellos al N o rte .
La aparición de un té rm in o de Los A rcos
es bastante rem o ta. En 1113 A lfonso Sán­
chez, rey d e N av arra a la sazón, hizo d o n a ­
ción a Leire de la villa d e A rascués, donación
q u e se firm a de esta m anera: «facta carta in
villa de C o m o ia in illos A rcos» 2. E sto sirvió
a M o re t para re d u c ir «C u rn o n iu m » a este
lugar, q u e sería llam ado d esp u és H o y a de
C ornaba, en térm in o d e T o rre s 3. La form a
« C o rn o in o » q u e da un d o c u m e n to de Irache
de 1120 4, nos acerca m ás al te x to clásico y
no cabe d u d a de q u e la tie rra se rom anizó
in te n sa m e n te . P ero , ¿qué eran «aquellos A r­
cos» d e la escritu ra aludida? P u e d e p ensarse
en algún sistem a co n stru ctiv o de cierta im ­
581
portancia: a c u ed u cto , co n d u cció n de riego,
co m o la de L odosa o algo sem ejan te.
El n o m b re d e Los A rcos es rom ance pala­
d in o y se re p ite e n E spaña d e m o d o insis­
te n te , d e N o rte a Sur. H ay, así, A rcos en
G alicia y en cantidad co n sid erab le, en B u r­
gos, en Soria (A rcos de M edinaceli), en
C u en ca (A rcos de la C antera), en Cádiz (A r­
cos de la F ro n tera), etc. 5. El dim in u tiv o A r­
quillos 6 y o tras form as fem eninas (A rquijas,
cerca, en N avarra) se relacionan con estos
A rcos e n plural q u e p u e d e n te n e r a n te c e ­
d e n te latino 7. D e ja n d o ap arte algunas trad i­
ciones fantásticas, se ve q u e el a sen tam ien to
se precisa más llevando el n o m b re , en época
rem ota.
El Padre M o re t dice q u e en los A rcos
existía un privilegio d e Sancho el de P eñalén
absolviendo a los vecinos de portazgos, p o r
lo bien q u e habían luchado en la batalla de
M endavia, o del «C am po d e la V erdad» el
año 1067; p e ro q u e al ir a re c o n o c e r el
archivo m unicipal había desap arecid o ju n to
con o tro s d o c u m e n to s y un inv en tario hech o
p o r Ju a n Sáez de O rb iso , n o tario de la villa 8.
Sólo qued ab a una copia q u e había sacado
un particular.
P o r la época en q u e aparece en los p rim e ­
ros d o c u m e n to s Los A rcos q u e d a ría aún en
tierra m uy peligrosa y h u b o d e d esarro llarse
poco, a u n q u e hay otras m em orias de su
existencia, a n te rio re s a la concesión del fu ero
d e q u e luego se trata. Así aparece, p o r e je m ­
plo, e n tre 1141 y 1157 en el cartu lario d e
Irache, d o n d e se m en cio n a a un « D o n B oves
d e los A rcos» 9. T a m b ié n en el d e la C atedral
d e P am plona la « T o rre de Los A rcos» en
1147 10. El fu ero es de 1175 y hace re fe re n ­
cia, en p rim e r térm in o , a una fo rtaleza real ya
existen te: «illo m eo castro de Los-arcos» y a
una llanura q u e había d e p o b larse más («illo
plano»). Se establece q u e se haga la p o b la­
ción nueva con g e n te d e las cercanías: de
«Sancto S olé», es d ecir Sansol, T o rre s, Arm añanzas, E reg o rtes y V illanova. Se fijan los
lím ites hasta L odosa 11. C o m o villa aparece
tam bién po co d esp u és, en 1181 12. Los A rcos
se ajusta p u es, a un p ro ce so de «sinoiqu ism o » , c o n ta n d o con u n a población p ro p ia
y o tra vecina disem inada, a n te rio r, p ro ceso
q u e vem os re p e tirse en poblaciones p o s te rio ­
res, com o V iana, aún m ás reglam entado.
582
H ay m ucha d o c u m e n tac ió n m edieval re s­
p e c to a su d esarro llo 13, sus a u to rid ad e s m u ­
nicipales 14, los g o b e rn a d o re s d e su casti­
llo 15. T odavía en 1330 un d o c u m e n to da la
fo rm a latina: «actum apud vilam d e Ar(c)
ubus» 16. H acia 1361 se red actó un te x to con
la fó rm u la p ara to m a r el p e a je allí, en San­
güesa, P am plona y M aya 17, y p o r la m ism a
é poca se ve q u e la prim icia se eq u ip arab a a la
de Lerín 18. En el censo d e 1350 la población
se d e sco m p o n e en un g ru p o g ra n d e d e los
«que m o ran e n el M ercad o » , los del «Q uinnon del C astro » , y los del « Q u in n o n de
R eytegui», c o n sid e rán d o se q u e, adem ás, hay
«M elgar, aldea de los A rquos» 19 com o tam ­
bién lo es V illanueva 20. En 1366 «Los A r­
quos e t sus aldeas» c u en tan con 124 fuegos,
co m p re n d id o s d o ce d e ju d ío s 21. Esto indica
un gran d esarro llo . S egún el P adre M o re t, en
los A rcos hay q u e distin g u ir el an tig u o casti­
llo con el b arrio de Santa O lalla, de la «po­
blación» q u e se hizo d e sp u és 22. U n a p o b la ­
ción co nocida p o r los p e re g rin o s q u e iban a
Santiago y q u e es m en cio n ad a en la fam osa
guía del siglo X II: «A rcus» 23; « p er villam
q u e d icitu r A rcus cu rrit aqua letifera» 24.
C o m o indica Lacarra, el fu n d a m e n to para que
la «C rónica d e T u rp ín » diga q u e tam b ién se
llam aba «U rancia» es d e s c o n o c id o 25 y la
«C rónica» ya se sabe q u e es u n a su p e rc h e ­
ría 26.
El caso es q u e el m unicipio se ro b u ste c e
y, com o en el caso d e G allipienzo y o tro s q u e
verem o s, form a su blasón a base de una
etim ología p o p u lar, q u e re su lte inteligible.
Los arcos antiguos no dicen nada a la im agina­
ción de sus habitantes: no existen. El arco y la
flecha, sí. El sello c é re o de 1273, del q u e hay
un e je m p la r en el a y u n ta m ie n to d e Pam ­
p lona, lleva d e esta su e rte un arco hacia
arriba y la ley en d a q u e sigue: « + : S : C O N CILII : D E: A R C U B U S » . El arco con o tro s
e le m en to s aparece en sello d e 1291 y dos
arcos en o tro s de tipo d istin to 27.
D e ja n d o a un lado los d o c u m e n to s re fe ­
re n te s a ex enciones y trib u to s, q u e son a b u n ­
d an tes 28, co n v ien e re c o rd a r q u e, cuando
o c u rrió la g u e rra con Castilla, Los A rcos ex­
p e rim e n tó un cam bio d e e stru c tu ra, d e su e rte
q u e se d e rrib a ro n las casas d e sus arrabales
para m e jo ra r las fortificaciones, p o r lo q u e
C arlos II le lib e rtó de la m itad d e la fonsad era, en 1380 29.
P o ste rio rm e n te , e n 1463, fue agregada a
Castilla; p e ro esta agregación, q u e d u ró bas­
tan te, no fue reco n o cid a nunca p o r N av a­
rra 30. Los A rcos p a re c e h ab er gozado de
b astan te p ro sp e rid a d d u ra n te la Edad M o ­
d ern a. C u an d o en 1592 Felipe II hizo su
v iaje al N o r te , se asen tó allí en «ciertas casas
principales ord en ad as para su palacio» y el
arch ero C ock, ap u n tó las im p resio n es si­
g u ien tes so b re la población: «La villa d e Los
A rcos, com o se ha dicho, toca al rey n o de
C astilla y es de cu atro cien to s vezinos, poco
más o m en o s, con o tro s cu atro p u e b lo s d e su
com arca y jurisdicción, q u e con una e n tra d a
están m etid o s en N av arra con sus lím ites.
Está en tie rra llana q u e se d e scu b re de
m uy lexos y tien e un castillo y cercado viejo
de v e in te to rre s, q u e h erm o sean la villa, to ­
das de tiem p o antiguo, y tie n e e ste castillo un
alcayde.
T am b ién tien e h e rm o so cam panario con
iglesia y portal, y es la com arca de m ucho
pan, vino y fruta, ca^a y pesca p o r no estar
m uy lexos d e E bro, y a la e n tra d a passam os
p o r m uchas y buenas huertas» 31.
En 1802 se le dan 2.177 hab itan tes 32 y
M adoz le asigna 2 .0 9 5 , en 487 casas útiles y
cu atro a rru in a d a s 33. P ro p o rc io n a lm en te el
a u m e n to p o ste rio r no sigue el ritm o del de
o tro s p u eblos del S ur de la m erin d ad , a u n q u e
sea sensible. En 1888 hay 2 .0 5 6 habitantes y
en 1910, 2 .143 en 472 edificios, de los cuales
4 5 2 , con 2.065 resid e n te s, en la villa 34.
Los A rcos está a la m argen oriental del
O d ró n y a unos 515 m etro s de altura con un
p u n to m áxim o a 523- Se e x tie n d e lo n g itu d i­
nalm en te de N o r te a Sur, siguiendo la rib era
del río 35. P u ed en distinguirse, aparte de las
q u e co n stitu y en los flancos o riental y occi­
d en tal dos largas calles, casi paralelas q u e van
d e un e x tre m o a o tro casi; o tra tam b ién p a ­
ralela a éstas, p e ro m ás co rta hacia el O e ste,
varias q u e las cruzan y hasta siete plazas o
an ch u ro n es. D e la e stru c tu ra m u rad a que
d escrib e C ock en 1592 q u e d a n algunos v esti­
gios.
S egún u n c o n o c e d o r d e la villa, la m uralla
se rastrea «desde d etrás del q u e fue m esón
d e R oiteg u i - c o n los p o rta les del E stanco,
San Jo sé y Santa M a ría - hasta la iglesia
m ism a; d e sd e ahí la m uralla c o n tin u ab a p o r
las «cercas» y seguía p o r d etrás del m esón
C arram u cera hasta la ladera del «castillo» 36.
La « P u erta d e Castilla» aún tie n e un em p a ­
que ren acen tista o algo p o ste rio r 37.
Los A rcos cu en ta, p o r o tra p a rte , con un
c o n ju n to u rb an o de bastante relieve, e n tre
las pob lacio n es navarras con rasgos m e d ite ­
rráneos. H ay en su rec in to herm osas casas de
ladrillo en su m ayor p arte, con soportales,
balcones y hasta tres pisos, q u e o ste n ta n bla­
sones fam iliares.
Palacios con soportales (fig. 612), h u e rto
y galería su p erio r, com o el d e la fo to d e la
fig. 613, de un m o d elo q u e v erem o s re p e ­
tirse m uy al Sur de N avarra. O tras c o n stru c ­
ciones con d o b le galería arq u ead a en los pi­
sos te rc e ro y cu arto, com o la d e la h erm o sa
casa de la fo to d e la fig. 614. P ero no faltan
las casas hidalgas con fachada de p ied ra de
sillar, arco d e e n tra d a de m ed io p u n to y hasta
tres altos, q u e recu erd an las to rre s d e más al
N o rte , au n q u e sean de fecha b astan te tardía,
com o la re p re se n ta d a en la fo to de la
fig. 615. O tro s edificios, m ás m o d esto s,
co m b in an la p ied ra y el ladrillo, del q u e con
frecuencia se hacen los aleros (fo to 616).
En can to n es y callejuelas se p u e d e n dar
perspectivas curiosas, com o la de la fo to 617,
u otras q u e son típicas d e la zona, en los
barrios m ás p o b res (fo to de la fig. 618).
P or ú ltim o, caserones m acizos q u e llegan
a rec o rd a r la a rq u itec tu ra de ciertas p artes de
Castilla la N u e v a y del c e n tro (foto de la fig.
619).
D e b e rec o rd a rse tam b ién q u e ju n to a Los
A rcos q u e d a b a el palacio de Y ániz, q u e M ore t califica de m uy antiguo y en el térm in o
del cual vio una inscripción rom ana 38.
Este palacio es cuna d e m uchos linajes 39.
583
II
La m ayor proxim idad a la fro n te ra con
Castilla, p o r el paso im p o rta n te de L ogroño,
hacía q u e los p u eb lo s d ispersos q u e q u e d a ­
ban e n tre la tie rra de Los A rcos y el E bro, al
O e ste y al Sur estu v ieran siem p re m uy am e­
nazados o en lucha d u ran te la Edad M edia. Al
Sur q u e d a n el lugar de Lazagurría y la villa de
M endavia; al S u d o este, Viana.
Lazagurría es n o m b re d e
d e n te m e n te , au n q u e acaso
P o rq u e en el cartulario de
escrito «Lizagorria» en 1120
tip o vasco evi­
e sté co rru p to .
Irache aparece
40.
El co m p u esto con «lizar» fresn o , p arece
difícil; p e ro «Lazagorria» con a y o p odría
valer tan to com o « arroyo ro jo » ; d e «lats» 41.
El caso es q u e ya antes, en 1024, aparece
com o Lizagorria o «Lizagorria» en d o n ació n a
San Ju a n de la P eña p o r Sancho el M ayor 42.
Luego, en 1194, se tom a com o térm in o ex­
trem o en el rein o , en relación con cierto s
p ro ced im ien to s ju risd ic c io n a les43. Más ad e­
lante aún, en 1216, el abad de San Ju a n de La
P eña e m p e ñ ó al rey la villa, q u e sigue lla­
m ándose «Lizagorria» 44, p ara pasar a ser al
fin aldea de V iana, com prada p o r esta ciudad
en 1368 45. T am b ién en los censos de 1330,
1350 y 1366 aparece com o «Lizagorria» con
co rta población 46; diez fuegos e n el últim o.
D e sp u é s no au m e n tó m ucho. Lazagurría
q u e d a so b re el río Linares y la c o n stitu y e un
alineam iento de casas q u e va d e N o ro e s te a
S udeste q u e sólo se d esarro lló algo a fines
del siglo X IX y com ienzos del X X 47.
M ucho m ás d esarro llo ha ten id o siem p re
M endavia, villa con n o m b re d e aspecto vasco
tam bién. P ero, com o en el caso a n te rio r,
p u e d e q u e e sté alterado. En u n d o c u m e n to
d e 1076 hay m en ció n d e u n a «pieza de Arbeiza», q u e estaba «iuxta p o n te m de M andavia» 4S. E sto nos aleja de una explicación po r
«m endi», m o n te , y p o d ría d arn o s una pista
p e n san d o en «ibi», vado; si «Z albidia» es
vado del caballo, «M ando-ibia» p o d ría ser
vado del m ulo 49.
D e todas form as la grafía «M endabia»
aparece tam bién p r o n t o 50. En 1182 en el
fu e ro d e A n toñana se da a M endavia com o
5 84
una d e las «corseras» reales 51 y en 1206
com o plaza con un « ten e n te» 52. En 1222 el
rey o rd e n ó a sus vecinos q u e c o n stru y e ra n
una presa y acequia en P eña A lba 53. Esta
presa d e b e ser la base del regadío q u e existe
en su térm in o , q u e tie n e tres brazales; el
brazal de la Madre, m ás p egado al E bro en
direcció n N o ro e ste -S u d e ste , el brazal largo
que c o rre paralelo a é ste y el brazal nuevo,
m ás largo, q u e em pieza antes y acaba d e s­
pués. Por o tra p arte, el térm in o d e M endavia
hacia el N o ro e s te , fu era del regadío, tien e
dos largos cam inos atravesados p o r o tro s que
van paralelos y q u e se llam an «pasadas» (de
la V allengua, del P o n tó n , de C alabazas, de
E ncum era, N u e v a ...) 54. La p a rte d e regadío
c u e n ta con m uchas casillas disem inadas y al­
gún edificio d e m ás p o rte , antiguo.
M endavia sufrió varias d estru ccio n es en
las g u erras con Castilla; una en 1379. A ntes,
en los censos de 1330, 1350 y 1366, aparece
bien pob lad a 55. D e los cu a re n ta y un fuegos
q u e da el ú ltim o au m e n tó a m ás de cien,
según un d o c u m e n to d e 1385, en q u e los
lab rad o res y p e c h ero s se p re se n ta n red u cid o s
a diez a causa de las g u erras y m o rta n d ad e s
d e los años a n te rio re s 56. En 1440 y 1450
sufrió nuevos robos y saqueos 57.
M endavia h u b o d e p a d e ce r tam b ién la
p resió n d e los condes d e Lerín y hasta tiem ­
pos m o d ern o s conservó algo de su em p aq u e
d e p u e b lo de fro n tera. U n a p a rte p e q u e ñ a
q u e d a en un alto, la m ayor en llano. M adoz,
q u e le asigna 4 0 0 casas y 1.094 alm as, se
refie re tam bién a la llam ada M e n d e la V ieja,
con una anteiglesia de San A n d rés 58.
M endavia en 1910 ten ía 2.781 habitantes
y había crecid o de m o d o sensible con res­
p e c to a 1888 en q u e co n tab a 2.215. En el
casco había hasta 568 casas con 2 .7 2 0 p e rs o ­
nas; p e ro había asim ism o v e in tin u e v e granjas
con cin cu en ta hab itan tes y o tro s 193 edificios
disem inados. Se señala la existencia del v iejí­
sim o palacio de Legarda y o tro de Im az o
Im as, con co n stru cció n im p o rta n te 59. M e n ­
davia está a u n o s 363 m. so b re el nivel del
m ar; p u e d e d istinguirse un núcleo más anti­
g u o q u e q u e d a al N o r te y o tro m ás o cciden­
tal y m erid io n al q u e p arece d e época más
m o d e rn a 60-^-En la p a rte N o rte h u b o tam bién
una zona de cuevas.
En sum a, p u e d e decirse q u e esta villa se
d e b e a g ru p a r'c o n las estudiadas en el capítulo
a n te rio r. R e sp e c to a los m óviles, e stru c tu ra
básica y d esarro llo del o tro gran c o n ju n to
u rb an o fro n te riz o q u e q u e d a al N o ro e s te de
M endavia, es decir, V iana, ya se d ijo lo fu n ­
dam ental en la p a rte p rim era, capítulo cu arto
§ III.
N O TA S.
1. J. C arrasco P é re z , «La p o b la c ió n ...» , p p . 340342 (n .° 50) y 6 3 3 -6 3 5 (n .° 179). L aguardia en los
cen so s d e 1350 y 1366. Y a m b ié n la tie rra d e San
V ic e n te d e la S o n sierra, pp. 3 4 8 (n .° 71), 6 4 5 -6 4 6 (n .°
2 3 2 ) y los p u e b lo s in te rm e d io s.
2. M o re t, « In v e stig a c io n es...» , p. 32 (lib ro I, cap.
II, § IV , n.° 35).
3. V e r tam b ién M o re t, « A n n a les...» , I., p. 2 4 6 , a,
(lib ro X V II, cap. II § II, n .° 9).
4. « C o lecció n d ip lo m á tic a d e Ira c h e » , I, p. 128
(n .° 105).
5. M adoz, II, pp. 4 7 4 , b - 4 8 6 , a.
6.
M adoz, II, pp. 5 9 3 , a - 594, b.
7.
A rco s d e la F ro n te ra se ha d ic h o c o rre s p o n d e r a
«A rci»; p e ro la in scrip ció n C .I.L ., II, 1180, se lee d e
fo rm a q u e invalida la re d u cció n .
8. « A n n ales...» , II, p. 4 1 , a (lib ro X IV , cap. II, §
V I, n.° 35).
9.
« C o lecció n d ip lo m á tic a d e Ira c h e » , I., p. 181
(n .° 164).
10. « C atálo g o del A rch iv o C a ted ra l d e P am ­
p lo n a» , I. p. 58 (n .° 242).
11. El fu e ro fue p u b lic ad o p o r Y an g u as, « D iccio ­
n ario d e an tig ü e d a d e s» , II, pp. 2 9 1 -2 9 3 . « C atálo g o d e
los c a rtu lario s reales» , p p . 4 0 - 4 1 (n .° 61).
12. «C atálo g o d el arch iv o c a te d ral d e P am p lo n a» ,
I, p. 83 (n .° 344).
13. «C atálo g o del A rch iv o G e n e ra l» , I. p. 139 (n .°
2 6 5 ), 1248.
14. «C atálo g o del A rch iv o G e n e ra l» , I. p. 2 0 3 (n .°
4 2 6 ) 1275; «Los A rq u o s» en d o c u m e n to d e 1 2 7 6 , p.
2 0 9 (n .° 4 3 7 ); re fe re n c ia al sello d el c o n c e jo , p. 2 1 0
(n .° 4 4 1 ); o tras, p. 2 5 6 (n .° 56 2 ), 1291; 2 6 0 (n .° 571)
1293 (etc.).
15. «C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , I. pp. 2 1 8
(n .° 4 6 2 ) 1276; 220-221 (n .° 4 7 0 ), 1277.
16. «C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , I, p. 395 (n .°
920).
17. «C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , II, p. 4 4 8
(n .° 1139).
18. «C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , p p . 3 3 1 -3 3 3
(n .°s 38-39).
19.
20. |. C arrasco P érez, «La p o b la c ió n ...» , p. 354
(n .° 91).
21. I. C arrasco P érez, «La p o b la c ió n ...» , pp. 6 3 0 6 3 2 (n .° 165).
22. V e r ta m b ié n el tra b a jo d e F e rn a n d o V id eg ain
A gós «Los A rco s» , n .° 153 d e « N a v a rra , T e m as d e
C u ltu ra P o p u lar» (P am p lo n a, s.a.), p. 5.
23. «Le g u id e d u p é le rin d e S ain t Ja c q u e s d e
C o m p o ste lla ...» , pp. 6-7.
24. «Le g u id e ...» , c it., pp. 14-15. O tro s te x to s, p.
134 y 139.
25. « P ereg rin a c io n e s a S a n tiag o » , II. p. 146
(« U ra n cia q u e d ic itu r A rcus»),
26. M e n é n d e z P elayo, « O ríg e n e s d e la n o v ela» , I
(B u e n o s A ires, 1945), pp. 2 1 2 -2 1 4 .
27. V id eg ain , «Los A rco s» , p. 6.
28. En Y anguas, « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a d es» ,
II, p. 290.
29. Y an g u as, « D icc io n a rio d e a n tig ü ed a d es» , II,
p. 2 9 0 . In fo rm a c ió n a b u n d a n te so b re el castillo da
V id eg ain , «Los A rco s» , pp. 6-8.
30. V id eg ain , «Los A rco s» , pp. 13-15.
31. E n riq u e C o ck , « Jo rn ad a d e T a ra z o n a ...» , p.
61. En la a n te rio r el a lo ja m ie n to d el rey.
32. D ic c io n a rio d e 1802, I, p. 4 5 6 , a.
33. M ad o z, X, p. 38 7, b.
.34. A ltadill, II, p. 6 1 5 .
35. H o ja 171 d el m ap a c ita d o y p la n o d e A ltadill,
II. p. 616.
36. V id eg ain , «Los A rco s» , p. 8.
37. F o to en V id eg ain , «Los A rco s» , fre n te a la p.
17.
38. M o re t, « A n n ale s...» , I, p. 4 7 , a (lib ro I, cap.
IV , § III, n .° 20).
39. A zcárraga, fols. 4 9 , 4 y 71, 2.
40. « C o lecció n d ip lo m ática d e Ira c h e » , I, p. 127
(n .° 105).
41. M ic h e le n a, « A p e llid o s vasco s» , pp. 120-121
(n .° 39 8 ) d a b a sta n te s c o m p u esto s.
4 2 . « C atálo g o d e los c a rtu la rio s re a les» , p p . 11-12
(n .° 3), C .S .J.P . I, pp. 127-131 (n .° 4 4 ) etc.
4 3 . « C atálo g o d e los ca rtu lario s reales» , pp. 6 7 -6 8
(n .° 116).
585
44. « C atálo g o d e los cartu la rio s reales» , p . 108
(n .° 200).
4 5 . Y anguas, « D iccio n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , II,
p. 183.
4 6. J . C arrasco P é re z , «La p o b la c ió n ...» , p p . 2 7 6
(n .° 18), 331 (n .° 36) y 6 2 8 (n .° 161).
4 7. D e sc rip c ió n y p la n o en A ltad ill, II, p p . 6 0 6 6 0 7 . 71 edificios e n el casco co n 2 8 8 h ab ita n te s. 221 en
1888.
4 8. «C o lecció n d ip lo m ática d e Ira c h e » , I. p. 74
(n .° 56).
49. E n N a v a rra p a re c e h a b e r varios to p ó n im o s
relacio n ad o s co n e ste anim al, M a n d o eg u i, M a n d a p u tz u ,
e tc. «M andagui» o «m andazain» es m u le ro o a rrie ro .
50. « C o lecció n d ip lo m á tic a d e Ira c h e » , I, p. 127
(n .° 105) en 1120.
51. «C atálo g o d e los c a rtu la rio s re a les» , pp. 4 8 -4 9
(n .° 78).
586
52. « C atálo g o d e los c a rtu la rio s re a le s» , p. 81 (n .°
142).
53. « C atálo g o d e ios cartu lario s re a les» , p p . 134135 (n .° 25 9 ). Y an g u as, « A d ic io n es» , p. 2 0 3 .
54. H o ja 2 0 4 d e l m a p a a escala 1 :5 0 .0 0 0 a e l
In s titu to G e o g rá fic o y C atastral.
55. J . C arrasco P érez, «La p o b la c ió n ...» , p p . 2 7 3 2 7 6 (n .° 17), 3 3 0 -3 3 1 (n .° 35), 6 2 7 -6 2 8 (n .° 160).
56. Y an g u as, « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , II,
p. 316.
57. Y anguas A ., p. 203.
58. M adoz, X I, p. 3 7 1 , a-b. C o m p á re s e co n D ic ­
c io n a rio d e 1802, II, pp- 15, b - 16, a. El n o m b re d e
M e n d e , sólo, tie n d e a d e s tru ir h ip ó te sis etim o ló g icas.
59. V éase D ic c io n a rio d e 1802, I, p p . 3 7 4 , b y
4 2 7 , a-b.
60.
P lano en A ltadill, II, p. 6 2 4 .
Fig. 6 1 2 ,-C a sa palaciana. Los Arcos.
Fig. 613--Casa palaciana. Los Arcos.
587
615
Fig. 6 1 4 .-Casa de doble galería. Los Arcos.
Fig. 6 1 5 .-C a sa de piedra. Los Arcos.
Fig. 6 1 6 .-C a sa de piedra y ladrillo. Los Arcos.
Fig. 6 1 7 .-R incón de Los Arcos.
Fig. 6 1 8 .-C a lle de Los Arcos.
617
589
Fig. 6 l9 .-C a se ró n de Los Arcos.
590
INDICE
QUINTA PARTE
Páginas
Capítulo I. La Merindad de Sangüesa...............................................................................................
Capítulo
1)
2)
3)
7
II. Valle de A ranguren.......................................................................................................
El Valle................................................................................................................................
Los pueblos: Tajonar, Zolina, Labiano, G óngora........................................................
Ilundain, Laquidain, Aranguren, Las M utilvas..............................................................
11
13
15
27
Capítulo III. El Valle de Egüés..........................................................................................................
1) El v a lle ................................................................................................................................
2) La villa de Huarte, Burlada, Olaz, Gorraiz, Egüés, Elcano, Echalaz,Elia, Sagaseta,
y los otros pueblos del norte del v a lle ..........................................................................
3) Los núcleos del Sur: Mendillorri, Badostain, Sarriguren,Ardanaz, Azpa,
Ustarroz, Eransus e I b ir ic u .............................................................................................
Capítulo IV. Valle de E lorz...............................................................................................................
1) El v a lle ...............................................................................................................................
2) Los pueblos de Tiebas y Muruarte...................................................................................
35
37
38
48
61
63
65
Páginas
Capítulo
1)
2)
3)
4)
V. Los valles de Lizoain y Arriasgoiti y la villa de U rro z .............................................
El valle de Lizoain
La villa de U rro z ...............................................................................................................
Los pueblos de Lizoain.....................................................................................................
Los pueblos de Arriasgoiti...............................................................................................
71
73
74
79
83
Capítulo
1)
2)
3)
4)
VI. Tres valles y una villa: Unciti, Izagaondoa, Ibargoiti y M onreal..........................
El valle de Unciti...............................................................................................................
El valle de Izagaondoa.....................................................................................................
El valle de Ibargoiti..........................................................................................................
La villa de M o n real..........................................................................................................
95
97
101
102
105
VII. Val de Lónguída y A oiz.............................................................................................
El v a lle ...............................................................................................................................
Liberri, Zuza, Vülaveta, Ayanz, Artajo y Murillo de L ónguida................................
Orbaiz, Itoiz, Olaverri, Erdozain, Olleta, Ezcay, Rala, Gorriz, Zariquieta,
Javerri, Meoz, Villanueva, Uli Bajo y Mugueta.............................................................
4) La villa de Aoiz..................................................................................................................
119
121
122
Capítulo
1)
2)
3)
Capítulo
1)
2)
3)
4)
5)
6)
Capítulo
1)
2)
3)
VIII. Los Urraules, Alto y B ajo .......................................................................................
La determinación de los dos v a lle s ...............................................................................
Elcoaz, Ayechu y su valle, Jacoisti, Ongoz, Eparoz.....................................................
Santa Fe de E p aro z..........................................................................................................
Ezcaniz, Aizcurgui, Irurozqui, Imirizaldu, Ozcoidi, Larequi, Zabalza,
Adoain y los caseríos p ró x im o s....................................................................................
Urraul Bajo: A rtie d a .......................................................................................................
Rípodas, San Vicente, Tabar, G re z...............................................................................
IX. Lum biery el Romanzado, Liédena y Navascués.....................................................
L u m b ie r............................................................................................................................
El R om anzado..................................................................................................................
El “corriedo” de Liédena y Y e s a ..................................................................................
131
134
153
155
157
161
167
172
183
189
191
193
194
4), FJ,1aMÍIí’.Sll'íb4f^íW<l¿Siir«*:,..............................................................................
W5
Capítulo X. El valle de A ibar............................................................................................................
1) Aibar y su valle.................................................................................................................
2) Castillo y villa de Aibar....................................................................................................
3) Pueblos vacíos: Sada y Leache; Eslava y L e rg a ..........................................................
4) Dos pueblos puente: Cáseda y G allipienzo..................................................................
5) Al otro lado del Aragón: Javier y Peña..........................................................................
207
209
211
217
218
222
Capítulo XI. El valle de R o n c a l.......................................................................................................
1) El Roncal, como unidad etnográfica e histórica..........................................................
2) Algunos rasgos fisiográficos............................................................................................
3) Burgui y Vidangoz............................................................................................................
4) Garde, Roncal, U izainqui..............................................................................................
5) Isaba y U ztarro z..............................................................................................................
6) R esum en............................................................................................................................
Capítulo XII. El valle de Salazar.......................................................................................................
1) Algunos rasgos generales.................................................................................................
2) El núcleo de Gallués, con Uscarrés, Iciz e Iz a l............................................................
3) El núcleo de Güesa, Igal y R ip ald a ...............................................................................
4) El núcleo central: Sarriés, Ibilcieta, Esparza, Oronz y E zcaroz...............................
5) Ochagavía, Jaurrieta e Izalzu.........................................................................................
229
231
233
234
239
244
261
281
283
287
289
290
293
Capítulo XIII. El valle de Aézcoa. Burguete, Espinal, Roncesvalles y V alcarlos.....................
1) Algunos rasgos generales del valle de Aézcoa...............................................................
2) Orbaiceta, Orbara, Arive ...............................................................................................
3) Aria y Garralda.................................................................................................................
313
315
316
318
Páginas
4) Villanueva, Garayoa y las A baurreas...........................................................................
5) Burguete, Espinal, Roncesvalles, V alcarlos..................................................................
Capítulo XIV. Valle de A rc e .............................................................................................................
1) Rasgos generales..............................................................................................................
2) Pueblos de la cuenca del U rro b i....................................................................................
3) Pueblos de la cuenca del Irati, y Oroz Betelu..............................................................
319
320
333
335
336
344
Capítulo XV. Valles de Erro y Esteribar..........................................................................................
1) Algunos rasgos generales del valle de Erro. . . .........................................................
2) Los pueblos del v a lle ......................................................................................................
3) El valle de Esteribar . '......................................................................................................
4) Los pueblos del v a lle .......................................................................................................
351
353
354
357
358
SEXTA PARTE
Capítulo I. Merindad de Estella: Introducción............................................................................
1) Merindad, ribera y m ontaña...........................................................................................
2) Las riberas de la vieja merindad de E s te lla .................................................................
Capítulo II. El valle de G o ñ i.............................................................................................................
1) Las cinco villas del valle de Goñi....................................................................................
2) Azanza, Aizpun, Urdanoz, Goñi yM unarriz................................................................
371
373
374
377
379
380
Capítulo
1)
2)
3)
III. Las Am éscoas...............................................................................................................
Generalidades sobre las Améscoas..................................................................................
Los núcleos de Améscoa Baja..........................................................................................
Los de Améscoa A lta .......................................................................................................
397
399
400
404
Capítulo
1)
2)
3)
4)
IV. Los valles de Guezalaz y de Y e rri.............................................................................
Val de G uesalaz...............................................................................................................
Algunos de sus núcleos....................................................................................................
Val de Y e rri......................................................................................................................
Algunos núcleos de este valle..........................................................................................
411
413
414
422
423
Capítulo V. Val de M añeru...............................................................................................................
1) “ La Val de Mayneru”
2) M añeru...............................................................................................................................
3) C ira u q u i............................................................................................................................
4) Guirguillano......................................................................................................................
5) E charren ............................................................................................................................
6) Otros pueblos....................................................................................................................
443
445
446
450
451
454
457
Capítulo
1)
2)
3)
4)
5)
VI. Val de Allin y Val de E g a ..........................................................................................
Val de A llin .......................................................................................................................
Algunos de los pueblos del m u n icip io .........................................................................
El corriedo de Metauten y sus pueblos..........................................................................
Val de Ega.........................................................................................................................
Sus p u e b lo s.......................................................................................................................
471
473
475
476
478
478
Capítulo
1)
2)
3)
4)
5)
VII. Val de Berrueza y Val de L a n a ................................................................................
La Berrueza como te rr ito r io ..........................................................................................
Los pueblos del valle propiamente d ic h o .....................................................................
El valle de Lana.................................................................................................................
Sus p u e b lo s.......................................................................................................................
Zúñiga.................................................................................................................................
483
485
486
491
493
495
Capítulo VIII. El Valle de Aguilar y algunos pueblos lim ítro fe s ................................................
1) Aguilar de Codés y los pueblos de la comarca de Linares..........................................
511
513
Páginas
2)
3)
Capítulo
1)
2)
3)
4)
5)
Pueblos de la zona septentrional.....................................................................................
Pueblos lindantes por el S u r ............................................................................................
IX. Valles de la Solana y S antesteban.............................................................................
La Solana.............................................................................................................................
Los pueblos de la Solana...................................................................................................
El valle de Santesteban.....................................................................................................
Sus p u e b lo s........................................................................................................................
Villamayor y A rroniz........................................................................................................
517
519
529
531
532
540
540
542
Capítulo X. Lerín y los pueblos vecinos del “Condado” .............................................................
1) La Ribera del Ega y L erín ................................................................................................
2) Los pueblos vecinos del “Condado” ..............................................................................
549
551
555
Capítulo XI. Los núcleos de la zona Sudoeste de la Merindad.....................................................
1) Los A r c o s ..........................................................................................................................
2) Lazagurría, Mendavia........................................................................................................
579
581
584
Descargar