LA CASA EN NAVARRA Biblioteca CAJA DE AHORROS DE NAVARRA (£) Caja de Ahorros de Navarra Coordinación, Fernando Pérez Olio Fotografías en bitono, José Esteban Uranga Fotografías en color, José Luis Zúftiga Fotomecánica: Reproducciones LAR. Logroño Impresión: Industrias Gráficas Castuera, S. A. Burlada (Navarra) ISBN: Obra completa 84-500-5257-2.Tomo III 84-500-94154 Depósito Legal: NA 233-1982 JU L IO CARO BARO JA LA CASA EN NAVARRA Fotografías de José Esteban Uranga III CAJA DE AHORROS DE NAVARRA P a m p lo n a , 1982 QUINTA PARTE CAPITULO I LA M ERIN D AD DE SAN GÜESA D e s d e el p u n to de vista geográfico la m erindad de Sangüesa es de una gran c o m ­ plejidad. Resulta enigm ático ya que em piece a las mismas puertas de Pam plona en los valles de A ranguren y Egüés. En esencia, p a re c e h a b e rse c o n s titu id o te n ie n d o en cuenta la estructura física de la red fluvial form ada p o r los afluentes pirenaicos del Ara­ gón y p o r éste en un trayecto considerable. P ero los valles fluviales, de O este a Este y los prepirenaicos del centro y del Sur de la m erindad, se diferencian bastante entre sí y desde distintos puntos de vista. D e O este a Este, d e n tr o de la antigua área vasca, hay, en efecto, sensible diferencia de los valles más próxim os al Atlántico, com o el valle de Erro, y los q u e se van alejando de él y se acercan al Alto Pirineo. D e Aézcoa a Salazar y de Salazar al Roncal, las diferencias son perceptibles a simple vista y en parte parecen c orrespo n­ d e r a las q u e se notan al N o r te de la cordi­ llera y que tam bién marcan las fronteras de la Baja N a v a rra y el país de Soule. D e m odo paralelo, en lo idiomàtico el Roncal se sepa­ raba bastante del valle de Salazar, ya que el dialecto roncalés es de agrupación difícil. Los contrastes con los valles y tierras m eridiona­ les son asimismo m uy grandes; pero, de todas formas, hay unos hechos que han puesto en relación a la g e n te del Pirineo con la de más abajo, q u e son el pastoreo, en su form a tras­ hum ante, y el com ercio de troncos de árboles por almadías que bajaban de N o r te a Sur, llegando del Aragón al Ebro, fuera ya de los límites de la m erindad y del reino. Si en toda N avarra hay un eje antiguo, N orte-Sur, que une a las tierras extremas, éste es el que señala la cañada pastoril que arranca de las alturas del Roncal y llega a la Bardena. Y es posible que esta clase de ca­ minos haya condicionado la división y separa­ ción entre gentes en dete rm in a d a época. Porque, en efecto, resulta muy fluida en otras la frontera del reino de Pam plona, del estado navarro y más aún la determ inación de los dom inios de los reyes 1. D e n tro de ellos lo que parece constituir un prim er núcleo relaciona e v id e n te m e n te la tierra de Pam plona con la de Roncesvalles hacia el N o rte , la de Tafalla hacia el Sur, con una gran expansión al Este hasta Jaca 2. Se dibuja pro n to la segregación de esta ciudad perfilándose un prim er condado de Aragón 3 y d ejando a un lado grandes expansiones de Sancho el Mayor (1005-1035) y los fraccio­ namientos posteriores. La form a del reino, tal com o queda m erm ado en tiem pos d e Sancho el Fuerte (1194-1244) 4, es la q u e condiciona la división seguida po r m erindades, tal com o se conoce a partir de 1346 po r lo m enos, con la novedad de la creación de la de O lite en 9 1407 5. Al establecerse éstas se sigue un principio de capitalidad y son Pam plona, T udela, Sangüesa, Estella y Saint-Jean Pied de P o rt las poblaciones señaladas para el efecto. parece darle un peculiar significado e c o n ó ­ mico y g u e rre ro . P ero, c o m o va dicho, re­ sulta algo raro qu e su jurisdicción llegue a las mismas puertas d e P am plona p o r los valles de Egüés y A ranguren, y en to d o caso hay que pensar q u e la p rim e ra de te rm in a ció n geo g rá ­ fica de las m erindades se hizo te n ie n d o en cue n ta criterios defensivos y g u e rre ro s y no o tro s comerciales o económ icos. El m e rin o tenía atribuciones varias: desde recaudar y g uardar los d e re c h o s reales a cas­ tigar m alhechores y d e fe n d e r las fronteras y núcleos urbanos co n tra los vecinos y e n e m i­ gos de la «sozm erindad» y p o r d e b a jo del m erin o estaba el «sozm erino» y ten ie n te s de m e rin o con funciones parecidas y localiza­ das 6. El q u e la m erindad d e Sangüesa siga la fro n te ra pirenaica con el paso de e n tra d a más im portante, el de Roncesvalles, todos los va­ lles altopirenaicos y la f ro n te ra de Aragón Todas las capitales se hallan, salvo Pam ­ plona, en fro n te ra y todas son fortalezas co­ nocidas, a las qu e confluyen cam inos tam bién conocidos. La m erindad más tardía, la de O lite, es la única q u e parece h aberse consti­ tuido te n ie n d o en cu e n ta o tro criterio. II D e s d e el p u n to d e vista cultural y eco­ nóm ico se observa q u e la m erindad de San­ güesa es de una diversidad m u c h o m ayor que la de Pam plona. P o rq u e hay alguna parte que, aparte de c o rre s p o n d e r más a la N a varra húm eda, se relaciona tam bién más con ella en p u n to a form as de poblados, habitaciones y desenvolvim ientos de estilos. Por o tro lado, los valles alto-pirenaicos tienen un carácter m uy definido, cada uno po r su estilo y, e n cambio, los prepirenaicos p re s e n ta n una fisonom ía que, en c o n ju n to , refleja cierto e stancam iento y aun paraliza­ ción antiguos, agravados en lo qu e va de siglo y aun después. Es, sin e m bargo, en estos valles d o n d e acaso se e n c u e n tre n los tipos de población, co n ju n to s urbanos y edificios ais­ lados m en o s conocidos hasta la fecha y más dignos de estudios particulares. Más al Sur todavía, e n c o n tra re m o s una variación sensi­ ble y form as q u e nos acercan al á m bito del Ebro. T o d o e n espacios m uy cortos. C o n la variación cerca. P o rq u e el contraste e n tre la e xtensión y po b rez a dem ográfica de valles c o m o el de U rraul y zonas lim ítrofes es pa­ ten te a cualquiera qu e haga un re c o rrid o en auto. Las diferencias qu e se notan re c o ­ rrie n d o los cauces de los ríos en dirección N o r t e son sensibles de diez en diez k iló m e ­ tros casi. NOTAS 1. A n to n io U b ie to A rte ta , «Las fro n te ra s d e N a ­ v arra», e n « P rínc ipe d e V iana», nos. 50-51 (1 9 5 3 ), pp. 61-96. 2. V éase m a p a I d e U b ie to , loe, cit. e n q u e se d an los límites d e los siglos V1II-XI. 3. M apa, II, siglo X. 10 4. M ap a V IH de U b ie to . 5. M a p a X I V d e U b ie to . 6. Y an g u as y M irand a, «D ic cion a rio d e an tig ü e d a ­ d es» , II, pp. 3 2 2 -3 2 3 , artícu lo « m e rin o s» . En gen eral, Luis G . d e V ald eavellano , « C u rso d e H isto ria d e las institucio nes españolas» (M adrid , 1973), pp. 5 07 -5 1 1 . C A PIT U LO II VALLE DE A R A N G U R E N 1) 2) 3) El valle. Los pueblos: Tajonar, Zolina, Labiano, Góngora. Ilundain, Laquidain, Aranguren, las Mutilvas. Los pueblos de la m erindad de Sangüesa que qu e d a n m u ch o más cerca de Pam plona qu e de la cabeza de m erindad son tam bién más parecidos a los de la Cuenca y las cendeas q u e a los orientales de la m erindad misma. Llama la atención en ellos, en prim er térm ino, el criterio de regularidad en la dis­ tancia a q u e se alzan unos respecto a otros, que hace p e n sar en una verdadera regulación antigua, ya qu e no en un plan sistemático de asentam ientos. Parece com o si el peso de la capital influyera en la ordenación de los espa­ cios p o r la banda oriental, igual que por las otras. de collazos en poder de personas nobles con derechos de tipo parecido en distintos luga­ res 3. El valle qu e se d e b e estudiar prim ero a este efecto es el de A ranguren, que queda al Sudeste de Pam plona, pegado a la capital; p e ro p e rte n e c ie n d o al cuarto partido de la antigua m erindad de Sangüesa. El nom bre se repite en Alava y Vizcaya y es un com puesto de «aran» — valle y «guren», térm ino que, según A zkue, vale tanto com o límite. En cuyo caso el lugar de A ranguren sería el límite del valle, c o m o Ibarguren el de la vega o valle fluvial 1. Si examinamos la hoja 141 del m apa de España, podem os apreciar claram ente qu e el límite del valle por el Sur está muy bien delimitado por la sierra de Tajonar, la cual lo separa del valle de Elorz 7. Por el Este las alturas son también de cierta consideración, así como sobre el N o rd e ste , puesto q u e e n ­ cima del lugar de A ranguren las hay de más de 800 metros. La delimitación es más co n ­ fusa al N o rte y al Oeste. El valle de A ranguren parece estar ya c o nsiderado com o tal en la carta de 1208 en que se c oncede fueros a los labradores de A ranguren, Iriberri e llundain 2 y en do c u ­ m e n to de 1214 vem os que en Aranguren m ism o, G ó n g o ra e llundain había población En el Diccionario de 1802 el valle de Aranguren aparece com o c o m puesto de los lugares de Aranguren, G óngora, llundain, Labiano, Laquidain, M utiloa la Alta, M utiloa la Baxa, T ajonar y Z o l i n a 4. Los mismos le asigna Madoz 5. En 1802 la población es de 132 casas y 858 personas; en 1845 son 130 los vecinos y las mismas almas. Altadill nos da igual composición, p ero con au m e n to de habitantes (a 991) y de casas (a 230). T o d o en 3.950,27,62 hectáreas 6. Esto explica acaso que en el censo de 1366 el «Valí d’A ranguren» cuente tam bién con los lugares de «Y doy», «Olaz», «M endillorrry», «Ardanaz», «G orrayz», «Sarriguren», «Badoztain» y «Liyamendia» que hoy no se consideran de él 8. T o d o con cincuenta y tres fuegos. 13 El caso es que, e xam inando de n u e v o el c o n to rn o q u e se da al valle en el m ap a refe­ rido, se observa tam bién q u e los p u e blos qu e q u e d a n tradicionalm ente d e n tr o d e él hasta n uestros días son los q u e están al co m ie n zo o en el curso de una p e q u e ñ a c o rrie n te fluvial qu e es la del río Sadar: n o m b re ex tra ñ o que hace rec o rd a r (com o el del Araxes, guipuzcoano y navarro tam bién en su origen) un n o m b re fluvial asiático: el del «Saddarus» 9. N o buscarem os la razón de estas semejanzas. ca rre te ra q u e va de P am plona al Sur, qu e se ramifica en las ventas de N o a in (véase el m apa de la figura 1). Este trazado lo da ya C oello 13. Los pueblos se hallan a distancias m uy cortas unos de otros. D e T a jo n a r a Z o lin a hay dos kilóm etros. Algo más de tres de aquí a Labiano. Algo así c o m o u n o y m e d io de Labiano a G ó n g o ra y distancias similares e n ­ tre los lugares del flanco N o r d e s te . Las M u tilo a s c o n s ti tu y e n un n ú c le o aparte. Se p u e d e imaginar q u e los señoríos, con sus edificios to rreados, eran cortos de recursos en la Edad M edia, c o m o p u e d e d e ­ ducirse del sim ple hecho de dividir e n tre nueve las tres mil n o v e n ta c incuenta hectá­ reas y pico del valle. P ero aún más q u e la e xtensión hay qu e te n e r en cue n ta la p o bla­ ción q u e suma, según los censos. P o rq u e la sum a de los p u e blos actuales del valle en 1366 da: Fuegos Lauiano» M utiloa de luso» Taxonar» A ranguren» G ongora» (jolina» 10 1 5 3 3 1 Faltan Laquidain e llundain q u e en o tro d o c u m e n to aparecen e n otras jurisdiccio­ nes 10. P e ro el valle c o m o tal o los p u e blos aparecen trib u ta n d o en varias fechas diversas cantidades de cahíces d e trigo 11. En Laqui­ dain tenía el rey casas, viñas y otras p e r t e ­ nencias, y lo q u e se pagaba p o r ellas fue red u c id o p o r T e o b a ld o I en 1248 a 43 cahí­ ces y un ro b o de trigo anuales 12. U n m u n d o m uy m o d esto , qu e q u e d a al m argen d e la circulación general de las vías de p e regrinos, sea la q u e en tra p o r Roncesvalles, sea el cam ino de Jaca. H o y tam bién fuera d e la gran 14 López, q u e en su m apa po n e mal la r o tu ­ lación resp e c to al valle, da un cam ino q u e iba po r T a jo n a r hacia el Este. Y el brigadier R am írez Arcas, un itinerario de P am plona a L um bier p o r Sarriguren, la v enta de Arangure n e llundain, para salir a Lizarraga de Izag a o n d o a 14. En cualquier caso el valle q u e d a c o m o un re d u c to en q u e p a recen ha b e r d o m in a d o fa­ milias p u d ien te s en el reino a lo largo de los siglos, familias q u e han d e ja d o edificios que acreditan su potencia. P or o tra parte hay noticias de m o m e n to s en q u e la población bajó sensiblem ente. U n d o c u m e n to del 8 de o c tu b re de 1371 se refiere de m o d o c o n c re to a c ó m o en especial los labradores de la m erindad de Sangüesa estaban « m engoados et po q u ecid o s et e m p o b rid o s p o r las grandes m ortaldades e t p o r las grandes et malas compaynias de guerras q u e hay seydo en el regno, e t son estruytos en lures bienes». A p a rte de ello malas cosechas. Los lugares desaparecen o m e rm a n de población. E ntre ellos A ranguren, Laquidain, «Taxonar» y G ó n g o ra . En T a jo n a r q u e d a n doce personas de cincuenta y seis q u e eran 15. II Para darse cuenta de la configuración del valle y la estru c tu ra de sus pueblos y casas lo m e jo r es bajar de Pam plona al Sur y dejando las M utiloas a un lado, llegar a T ajonar m ism o, d o n d e en 1327 se señala la existencia de ciertos «palacios» que luego p e rm a n e ­ cen 16. Pese a m erm as y vicisitudes, T ajonar conserva vestigios de época bastante lejana. T ajonar, con Z olina y Labiano queda al Sur del valle. Le da no m b re, probablem ente, la sierra de T a jo n a r que separa a este valle del d e Elorz. En 1802 se considera que hay treinta y tres casas útiles y dos arruinadas, con 166 personas 17. En tiem po de Madoz había a u m e n ta d o sensiblem ente, en treinta y seis casas había 204 habitantes y un vecino p o r casa 18. H o y está m uy despoblado; pero es un pu e b lo m uy interesante y digno de visitarse. Hay en él casas góticas muy típicas (figura 22). A lguna arruinada casi y rehecha varias veces, oste n ta la fachada en su parte más estrecha, c o m o se ve en la foto de la figura 21. P u ede pensarse que la puerta es más m o d e rn a que la ventana gótica que la rasga. Hay q u e n otar q u e com o a dorno en lo alto, se aprovecharon tres capiteles románicos (ver tam bién d ib u jo de la figura 2), uno de los cuales se rep ro d u c e en la fig. 24. Bastantes de las casas góticas de T ajonar c o rre sp o n d en al tipo que nos es conocido con la fachada a lo largo. La foto de la figura 20 re p re s e n ta una, a la entrada, m ucho más d e te rio ra d a hoy, en la qu e se abrieron huecos para dos viviendas. La clave lleva un clásico IHS. En otra, tam bién abandonada, con el m ism o sistema de dovelas, hay, en cambio, un blasón con nueve lobos que es parecido al del señor de G ó n g o ra del nobiliario de Azcarrága ,9. Véase la foto de la fig. 25 y los d ibujos de las figs. 3 y 4. Pe ro en otra casa hermosísima, tam bién abandonada, los lobos de la clave son ocho, con seis dovelas p o r banda (fig. 5). Encima un arco conopial con tres estrías y encim a toda­ vía un león ram pante, que, sin duda, es de los Ezpeleta 20 que en el siglo X V tuvieron aquí d o m i n i o 21. O tra casa del m ism o estilo, con patio, es la de la foto de la fig. 22, q u e está debajo de la que llaman de D o ñ a Blanca de Navarra. Esta es una construcción ordinaria, p ero con algún e le m en to gótico, c o m o puede verse en el dibujo de la fig. 6. Entra d e n tro de la serie de las torres con patio y alas hechas en distintos tiem pos y abundantes en la m erindad y en el valle, com o vamos a ver. D e la torre queda una parte. Se incendió y se le puso una cubierta más baja, c o m o se ve en la fig. 7. A este mismo tipo c o rre sp o n d e la más m odesta de la fig. 23. El gótico de T ajonar es, pues, muy ilus­ trativo y nos pone ante la pista de desarrollos m ucho mayores. Hay que subrayar la exis­ tencia de casas muy típicas con patio interior (fig 7). En épocas más m odernas qu e las de las torres y palomares y de las casas góticas, aún se hicieron casas de herm osa concepción, com o la del dibujo de la fig. 8 . En la fachada que da a una vertiente se desplegó cierta riqueza de cantería, m ientras qu e en la del hastial el trabajo fue m enos cuidado. Sin embargo, no hay por estas tierras el d e sa rro ­ llo de la arquitectura dieciochesca qu e se observa en la m erindad de las M ontañas, sino que lo que llama más la atención es siem pre más arcaizante. Algún hecho más hay que observar en Tajonar. En la casa restaurada po r G a bino Barbarin, d o nde hoy vive su hijo, hay una inscrip­ ción gótica que se refiere, sin duda, a su construcción por Leonel y María de Ezpeleta, su m ujer. Ya se ha visto que los Ezpeleta tuvieron dom inio en el pueblo 22 en el que com o en otros del valle de A ranguren hay bastantes tejaroces, lo cual sigue siendo p e r ­ ceptible en valles contiguos de la m erindad. Al Este de T a jonar queda Zolina, q u e es un lugar que en 1802 tenía diez y ocho casas y 179 personas. Pertenecía, com o señorío, al D u q u e de G ranada 23. Esta casa la h e re d ó de los G a rro , que ya 15 Fig. 2.-C asa gálica con capiteles románicos aprovechados. 7 ajanar. 16 Fig. 3 .-B lasón de los Góngora. T ajanar Fig. 4.-O lro blasón de los Góngora. Tajonar. Fig. 5.-Casa con varios cuerpos, lajonar. 17 Fig. 6 .-C a sa torreada. Tajonar. SECCION PLANTA B A JA Fig. 7.-Plano y alzado de una casa gòtica con patio. Tajonar. 18 PLANTA 1 Fig. 8.-Casa del siglo XVII. Tajo/iar. eran señores a fines del siglo X IV y en el X V aparecen com o vizcondes 24. En la lista de los gentiles h om bres de com ienzos del X V I, que da Yanguas, e n tre los de la m erindad de Sangüesa, aparece en prim er térm ino León de G a rro , vizconde de Zolina, viviendo a l l í 25. El e scudo consta de una cruz de gules sobre plata cantonada por cuatro lobos de sable. En la lista de palacios de 1723 aparece ya en propiedad del C o n d e de Javier 26. Estam os ante un señorío navarro típico, de los q u e tam bién volverem os a encontrar ejem plos m uy curiosos en el recorrido por la m erindad y en el m ism o valle. El edificio principal de Zolina, situado en alto y frente a un ayuntam iento de comienzos de este siglo, poco más o m enos, y en estado ruinoso, es un c o n ju n to de casas, pegadas las unas a las otras de las que hay una principal, a m o d o de fachada. Véase dibujo de la fig. 9. U n flanco (fig. 10) indica que en un tiem po se pensó en añadir una gran torre; pero lo que sigue es el c u e rp o más macizo y una casa de piso y planta, qu e hoy parece poco utili­ zada. D a n d o la vuelta, el perfil es el del d ibujo de la fig. 11. La parte trasera con una gran en tra d a para cuadras y la lateral opuesta a la de los dibujos anteriores, p resenta el perfil del dibujo de la fig. 12. E ntrando en el cobertizo y pasando una cuadra grande, se llega a un patio. D ib u jo de la fig. 13. N o pretendam os encontrar aquí reflejo de g ran ­ des concepciones arquitectónicas, p ero sí una agrupación de elem entos que se ajustan a las necesidades agrícolas y que, en suma, dan las estructuras que se definen claram ente en el plano de Linazasoro, Garay y G a la rr a g a 27 (fig. 14). La concepción del c o n junto principal de Zolina nos acerca al m u n d o m ed ite rrá n e o y cuesta un poco pensar que sem ejante tipo de construcciones se halle tan cerca de núcleos con casas de labranza de tipo atlántico. Hay que reconocer, por otra parte, que la estru c ­ tura de Zolina com o pueblo o núcleo u rbano es también distinta a la de otros próxim os, com o el siguiente al Este de la ruta, qu e es el de Labiano, que en 1461 aparece com o un «corriedo» 28. Labiano aparece tam bién en 1424 com o un lugar con palacios que c o m pró Ju an de Alzate, valet de cámara del rey 29. Estos pala­ cios no son casas palacianas en el sentido estricto de la palabra. El pueblo, que en 1802 19 Fig. 9 .-Fachada principal de! palacio de Zolina. Fig. lO .-C ostadn del palacio de Zolina. Fig. 11 .-O tro costado de! palacio de Zolina. Fig. 12.-P arte trasera del palacio de Zolina. 21 t eryyí^ \ — - Fig. 13--Patio del palacio de Zolina. da treinta y cinco casas con 198 personas 30, está constituido p o r la iglesia (distinta a la erm ita d e Santa Felicia, famosa en los c o n ­ tornos) qu e d e ja ante sí un gran a nchurón. A un lado, el izquierdo, q u e d a n dos c u e rp o s de edificios y más abajo dos to rre s con c u e rpos agregados, a p a re n te m e n te , después. U n a de las torres p e rte n e c e hoy a la familia M unárriz y la otra se dedica a pajar, e n un c o n ju n to agrícola a p arejad o en rectángulo. F rente a la to rre de M unárriz 31 q u e d a la escuela, en el flanco d e re c h o del a n c hurón y más apartada u na herm osa casa en ruinas, d e p ied ra de cantería perfectísim a, arco de m e d io p u n to de en tra d a y una reja. Las torres de Labiano, d e n tr o d e su m o ­ destia, rec u e rd an las d e Ib e ro y Echauri y nos hablan del m u n d o m edieval tardío. O tras m uchas de la m erindad, arruinadas o m ed io arruinadas tam b ié n e n tra n d e n tr o d e la m ism a concepción. N o falta, sin em bargo, algún edificio civil con arco, gótico tam bién, q u e tiene la dovela con e m blem as místicos grabados, signos p ro te c to re s m en o s cristianos y un p o d ó n de viñas, cosa q u e se e n c u e n tra en algunas estelas d is c o id e a s 32 (fig. 26). O tras casas más hum ildes p rese n tan cierto interés p o r sus aparejos (figs. 27 y 28). D e Labiano la ca rre te ra y tam bién el río en su curso su p e rio r tienen una inclinación hacia el N o r d e s te y a poco se llega a G óngora; otro p u e b lo de señorío con historia larga com o tal, en el q u e la parte a rq u itec tó ­ nica refleja claram ente su naturaleza jurídica y su vida civil. P or los años de 1368 el rey d e N avarra poseía en G ó n g o ra una hacienda llamada de « R aondo» q u e cedió al p r e p o te n te D o n R o ­ drigo de Uriz 33. En 1389 aparece el palacio con una p o s e e d o ra qu e era D o ñ a M aría M a r­ tínez d e O rtu b ia 34, y en 1487 este m ism o palacio, al parecer, fue rem isionado de cuar­ teles 3S. Su blasón está en el índice de P e d ro de Azcarrága 36. Fig. 1 4 -P la n ta primera de! palacio de Zolina. P or la época p rim e ra de Carlos V, el señor de G ó n g o ra vivía en su señorío, com o cantos otros gentiles h om bres 37; p ero en la lista de palacios de cabo de A rm ería de 1723 aparece c o m o del m arqués del m ism o n om ­ bre 38. T ítu lo concedido en 1695 a D o n Juan C ruzat y G ó n g o ra 39. En 1799 el m arqués era D o n M iguel A n to n io de E z p e le ta 40. indica también que hay un palacio, con dos huertas, y que la iglesia está servida p o r un cura de entrada, de provisión del M arqués de G óngora, com o señor del lugar 42. Es natural que estas descripciones sucintas no den idea de algunos rasgos del asentam iento y de la construcción que hacen de G ó n g o ra uno de los lugares más interesantes y hem osos de las cercanías de Pamplona. G ó n g o ra era lugar al q u e poco después, en 1802, se asignaban once casas con sesenta y un personas; se señala tam bién la existencia de una iglesia parroquial de San Andrés, «con un cura d e n o m in a d o abad» 41. M adoz da la m ism a cifra de casas «ordinarias» a una p o r vecino, con sesenta y cinco almas. Pero En G óngora hay, en realidad, dos grandes construcciones palacianas y de ellas la más interesante acaso’ no sea la m e jo r conservada. •Se trata, en efecto, de un gran edificio de planta irregular constituido p o r varios c u e r­ pos hechos en época algo distinta. 23 Fig. 15 .-Palacio viejo de Góngora. Fig. 1 6 .-Palacio viejo de Góngora. Esquema del patio. Se distingue en p rim e r térm ino, una fa­ chada con e ntrada a un gran patio cerrado p o r un a tapia, alre d ed o r del cual hay varios c ue rp o s de construcciones rectangulares, con tejado a dos aguas y altura parecida, salvo en el caso de una to rre cuadrada qu e qu e d a al fo ndo del patio y a m ano izquierda y que d e b e ser de lo más antiguo; com o otras torres en c o m puestos parecidos (figs. 15 y 16). P e­ gada a ella y d a ndo tam bién po r dos entradas al patio, hay un edificio que consta de un c u e rp o de dos pisos, com o el resto con e n ­ trada p ropia y varios cuartos en el piso pri­ m ero , q u e fueron, sin duda, la vivienda más usada, y o tro patio cuadrado con galería so­ bre colum nas toscanas qu e expresan su ma­ yor m odernidad respecto a la torre. Este pa­ tio descuidadísimo está hecho, sin duda, p o r un m aestro hábil, y el c u e rp o q u e tiene al otro lado es de piedra hasta el térm in o de la planta baja y de ladrillo en el p rim e r alto (figs. 17, 18 y 19). El palacio de G ó n g o ra es una de las grandes sorpresas q u e hay cerca de Pam plona y es triste pensar qu e se halla en estado tan lamentable. El otro, m e jo r c o n ser­ vado, no tiene, ni m ucho m enos, interés pa­ recido, con ser construcción sólida, com o lo es tam bién la de la iglesia (fig. 29). Este palacio m ejo r conservado está cons­ tituido por dos grandes cuerpos rectangulares en forma de L, con un espacio adelante. El F J T ! » ! W ' r n i r n F |ríH ;i.vá-í:ü v ■ SECCION A - B SECCION C - D Fig ] 7.-Sección de! palacio viejo de Góngora. 25 Fig. I ti.-P lanta baja del palacio nejo de Góngora. c u e rp o m e jo r conservado tiene planta b aja y dos pisos, con cinco huecos; dos ventanas laterales, dos balcones y o tra ventana central. A rco de entrada, gran reja a la izquierda. A la izquierda tam bién hay o tro c u e rp o qu e sigue esta fachada con un gran espacio arriba a m o d o de solana. El q u e q u e d a en ángulo, m uy largo tam bién, parece más antiguo, tiene p u e rta con escalera exterior, un arco a la izquierda y encim a de la p u e rta y pocos h u e ­ cos más 43. Fig. ¡9.-Planta alta del palacio de Góngora. Al N o r t e de G óngora, m uy cercanos entre sí, qu e d a n Ilundain, Laquidain y Arangures , pueblos p e queños, conocidos de antiguo com o de labradores. D e ellos el más m eri­ dional es Ilundain que en 1802 no tenía mas de cuatro casas con treinta y tres personas lo q u e hace una densidad d e g e n te en la vivienda bastante grande. Cinco con tre in ta personas da L a q u id a in 45, siendo el m ayor A ra n g u re n con oc h o y sesenta y nueve p e r ­ sonas 46. E ntre Ilundain y Laquidain, Altadill seña­ laba la existencia d e una especie de castillo a rruinado ya, p e ro con sotános, aspilleras, alm enas y algunos m atacanes 47 y en M utiloa, ya volviendo hacia el O e ste, ju n to a P am ­ plona, el palacio de O c h o r e n a 48. En 1647 se declaró palacio cabo de A rm ería e x e n to el de M u tilo a la alta, del qu e era se ñ o ra en 1658 D o ñ a A na J e ró n im a de O llacarizqueta y en 1723 D o n Agustín de S a ra s a 49. Las dos al­ deas que d a n c o m o incluidas en el paisaje de la P am p lo n a su b u rb a n a 50. NOTAS 1. A zk u e, I, p. 370, b. 2. Y anguas y M ira n d a, « D icc io n a rio d e an tig ü e d a ­ d es» , I, p. 45. Ido ate, «C atálo go d e los cartularios reales», p. 85 (n.° 150). 3. Id o ate, «C atálogo d e los cartularios reales», p. 9 9 (n .° 181). 4. I, p. 87, a. 5. II, p. 4 2 9 , b. T a m b i é n M iñ ano . A N T u rtrriT I n C o m n á r e s e en A m o re n a en 1923, p. 329. 7. Al c e n tr o la altura m áxim a co n 668. 8. J. C arrasco P ére z «La p ob lación ...», pp. 4 97 4 9 8 (nos. 377 -39 0). A rd anaz, B adostain, O laz y Sarrig u r e n q u e d a n hoy e n el valle d e Egüés. T a m b i é n M e n dillorri. En el reg istro d e 1280 «Val d ’A ran g u re n » ap arece c o m o u na e n tid ad , p e r o se u n e a p u e b lo s q u e n o p e r t e n e c e n a él. F. Z a b a lo , «El re gistro...», p. 64 (nos. 33 2-33 5). 9. Plinio, « N . H . » , VI (25) 94. 10. «Val d ’E lorz», J. C a rrasco P érez, «La p o b la ­ ción », pp. 4 5 7 (n.° 61). Y lu n d a in con tres fuegos. «Laquidayn» en la C u en ca, a la p. 387 (n.° 87) con o tr o s tres. 11. Y an gu as y M iran d a , «D iccio na rio...», 1. p. 45, «C atálo go del A rch iv o G e n e ra l» , X L V III , p. 119 (n.° 236), 281 (n.° 563), d e 1478; p. 327 (n.° 6 7 7 ), de 1481; p. 4 1 0 (n.° 851) d e 1491. 12. Y anguas y M iran da...», II, p. 173. «C atálogo del archivo g e n e ra l» , I, p. 137 (n.° 261). 13. C o m p á r e s e co n R am írez Arcas, « Itin era rio » , nos. 1 y 4. 14. El n.° 32. 15. «C atálo go del A rc h iv o G e n e r a l» , L, pp. 2762 7 7 (n.° 700). 16. Y ang uas y M iran da, « D iccio n a rio d e a n tig ü e ­ da d e s» , III, pp. 3 66 -3 67 . 17. « D icc ion a rio » d e 1 80 2, II, p. 37 4, b. 18. M a d o z, X I V , p. 56 1, a. 28 19. fol. 12, 4.°. Los lo bos aq uí están so b re argent. Las bandas e n bleu. Sin estrellas. 20. G u e r r a , «E studios d e heráldica vasca», p. 24 8 y lám ina 2. 21. F. de B o rja M e d in a R ojas, «José d e E zpeleta, g o b e r n a d o r d e Mobila. 1 7 8 0 -1 7 8 1 » . (Sevilla, 1980), p. X L V III. 22. U n a familia de los T a jo n a r e s, con blasón se jialla citada en el índice d e P e d r o de Azcárraga, fol. 67, 23. «D iccionario...» d e 1802, II, p. 531, a. 24. Y an g uas y M iran d a , « D ic cion a rio d e a n tig ü e ­ da d es» , III, p. 536. 25. Y anguas « A d icio n e s» , p. 147. Blasón e n P e ­ d r o d e Azcárraga, fol. 22, 1: « V iz c o n d e de Z o lin a q es de los G arro s» . 26. Y. y M. « A d icio n es » , p. 2 46 . M artin en a , « P a­ lacios cabo de A rm ería» II, p. 11. 27. Fo to d el palacio d e Z o lin a e n J e n a r o Iráizoz U n z u é , «La cuen ca » , n.° 123 d e «N a v a rra. T e m a s de cu ltu ra p op u la r» (P a m p lon a, s.a.) f r e n te a la p. 17. 28. «C atálo go del A rchivo G e n e ra l» , X L V III , p. 41 (n.° 80). 29. Y anguas y M iranda, «A d icio nes» , p. 16. 30. «D iccio na rio» , d e 1802, I. p. 399, b. 31. Los « M u n arric es» d e P a m p lo n a e n el índice d e Azcárraga, fol. 57, 3. 32. C o m o signo d e p ro fesión del m u e r to . 33. Y anguas y M iran d a, « A d icio n es» , p. 151. 34. Y anguas, loe. cu. y «C atálo go d e A rch ivo G e ­ neral», X V I I , p. 301 (n.° 735). El palacio - s e d i c e - es «d e gran solar y d e buen linaje d e hijosdalgos». 35. « C a tálo go del A rch ivo G e n e r a l» , X L V III , p. 371 (n.° 772). O t r a re m isió n , seg ún Y anguas, hay de 1494. En los d o c u m e n t o s ap arecen collazos e hidalgos. 36. fol. 12, 4. 37. Y an gu as y M iran d a, « A d icio n e s» , p. 147. 38. Y an gu as y M iran d a, « A d icio n e s» , pp. 248. 39- Y an gu as y M iranda, «D icciona rio d e an tigü e­ dad es», III, p. 371. 40. M artin en a , «Palacios cabo d e arm ería» , II, p. 11 . 41. «D icciona rio...» de 1802, I, p. 305, a. 42. M ad o z, V III, p. 4 4 4 , a. Altadill, «N avarra», II, p. 33 6, se refiere al palacio. 43. F o to d e J e n a r o Iráizoz U n zué. «La cuenca», n.° 123 de « N av arra. T e m a s de cultu ra p opular» (P am ­ plona, s.a.) Al centro. 44. «D iccionario», d e 1802, I, p. 373, b. 45. «D iccionario», d e 1802, I, p. 4 1 3 , b. 46. «D iccionario», d e 1802, I, p. 87, a. 47. «N avarra», II, pp. 336-3.37. 48. «N avarra», II, p. 337. 49. M artinena , «Palacios cabo d e A rm e r ía » , II, p. 11. Yanguas y Miranda, « A diciones», p. 246. 50. «Itinerarios p o r N a v a rra» , I, pp. 133-134. 29 30 Fig. 2 0 .-C a sa gótica reformada. Tajonar. Fig. 2 1 .-C a sa gótica. Tajonar. Fig. 2 2 .-C a sa gótica en Tajonar. Fig. 2 3 -C a sa con torre y patio. Tajonar. 22 23 31 32 Fig. 2 4 --C o lu m n a en la fa chada de una casa, en Tajanar. Fig. 2 5 .-A rco gótico con blasón. Tajonar. Fig. 26.-Emblem.as en u n a puerta. Labiano. Fig. 2 1 .-C a sa de labranza. Labiano. Fig. 2 8 ,-C a sa de labranza. Labiano. Fig. 2 9 -Iglesia y vivienda parroquial. Góngora. 26 27 33 C A PIT U LO III EL VALLE DE EG Ü ES 1) 2) 3) El valle. La villa de Huarte: Burlada, Olaz, Gorraiz, Egües, Elcano, Echalaz, Elia, Sagaseta y los otros pueblos del N orte del valle. Los núcleos del Sur: M endillorri, Badostain, Sarriguren, Ardanaz, Azpa, Ustarroz, Eransus e Ibiricu. El valle de Egüés q u e d a tam bién muy próxim o a Pam plona, al N o r t e del de Aranguren. P ero así c o m o éste cuenta con una linde bastante amplia con la ciudad, el de Egüés sólo linda un poco con ella po r B ur­ lada y tiene a las villas de Villava, y a la de H u a r te segregadas del valle mismo, como lindantes. Sus c o n to rn o s p o r otros lados se han fijado en el transcurso de los tiempos, com o pasa en relación con otras circunscrip­ ciones parecidas. «Val d ’Egues» aparece en el registro de 1280 con los pueblos de «Saguasseta», «Elcano», «Eransus», « H u rrta rro z » , «lolus», a los q u e se añade «Arriascoyti» 1, «Eugues» t a m b i é n 2. En uno de los d o cum entos de 1366 aparecen «A rdanaz», «Olaz», «Yviricu», «A zpa», «Eransus», «Elcano», «Sagasseta», «Egulvati», «Elya», « H u a rt» , «Sarriguren» , «Alfuga M ayor et M e n o r» , «Bruslada», «B adoztayn», «Egues», «G orrayz», «M endillorri», «V starroz», «Ydocin», «Cilleguyeta», «Bessoylla», «Sayllinas cabo M ont Real», «Sengariz», «C iroz», « £ a v a lfa» , «Equissoayn», «Avin^ano» y «Lecaun», «Lespuru et Marsayn» form ando una c irc u n scrip c ió n 3. Pero en otro, sólo «Egues», «Egulvati», «H uart», «Echalaz», «Elcano» y «Sagasseta» 4 porque, com o se verá, otros pueblos agrupados antes pe rte n ec e n a Ibargoiti y otros aún se consideran independientes. El valle tiene como eje una p e q u e ñ a corriente de agua que va de Este a O e ste 5 y desde el punto de vista de la distribución de los asen­ tamientos puede dividirse en dos partes: una septentrional, con Alzuza, Burlada, Echalaz, Egüés, Egulbati, Elcano, Elía, Eransus, Olaz y Sagaseta, y otra m eridional, con Ardanaz, Azpa, Badostain, Sarriguren, U stárroz 6. En los térm inos de estos pueblos hay algún e d i­ ficio, considerado com o simple caserío, de bastante importancia, com o se verá, y en lo antiguo ya se ha visto q u e tam bién quedaba incluida en él la villa de H u a rte , de la que conviene decir algo previam ente. 37 II H u a r te es un p u e b lo p u e n te , a la orilla del Arga en un gran bucle q u e form a éste de su e rte qu e lo limita p o r Este y O e s te frente al p u n to d o n d e confluye el río de Egüés prec i­ sam ente 7. Su n o m b re es significativo, pues vale lo m ism o q u e « e n tre dos aguas». El casco u rb a n o se e x tie n d e a lo largo de dos calles principales qu e conv e rg e n en un p u n to y es bastante com pacto. En tiem pos re m o to s fue p u e b lo con castillo q u e perte n ec ía al o bispo de Pam plona. U n o , D o n R am iro, lo cedió a Sancho el F uerte en 1223, p o r m e r ­ cedes qu e é ste había hecho a la diócesis 8 y después, sin duda, se desarrolló en función de qu e se hallaba en cam ino fre c u e n ta d o y esto explica lo co m p a c to de su caserío y el q u e en 1665 fuera constituido en «bu ena villa», con asiento en C o rtes m ed ia n te el pago de 16.000 reales. Hay p ru eb a s d e que los m erc ad e re s de P am plona tenían allí un p u n to de apoyo. Así, resulta qu e en 1349 uno, natural del p u e b lo , m an d ó traer de París una bellísima im agen d e la V irgen q u e se v e n e ra en la iglesia parroquial 9. H u a rte , qu e en 1366 sólo tenía cinco fuegos, tenía en 1802 n oventa y cuatro casas útiles, och o arruinadas y 558 habitantes 10. El p ro ceso de a u m e n to es m uy grande, si se c o m para con lo o c u rrid o con los otros p u e ­ blos del valle, y hoy la proxim idad de Pam ­ plona le da nuevas razones de crecer. En H u a r te q u e d a n , sin em bargo, algunos restos de casas góticas m edievales y otras de los siglos X V II y X V II I , m uchas blasonadas y alguna de tipo palaciano. T a m b ié n algún edificio público de cierto interés. El peso de la construcción m o d e rn a se d eja sentir aún más en Burlada, qu e era el núcleo más pegado a P am plona del valle. En Burlada se distinguían hasta hace poco, au n ­ q u e en estado ruinoso y sin m u ch o interés, la casa natal d e D. H ilarión Eslava p o rq u e lle­ vaba una placa con m e m o ra tiv a y un edificio gótico de consideración, d e n tr o de la serie constituida p o r los de fachada rectangular con arco al c e n tro y ventanas amaineladas en el p rim e r piso (fig. 46). 38 El e je m p la r de Burlada tiene tam bién un m atacán q u e indica carácter g u e rre ro . Este edificio de Burlada fue d e rrib ad o ju n to con la iglesia de San J u a n aún no hace m ucho. En 1630 el palacio pe rte n ec ía a D o n Sancho de M onreal, q u e o b tu v o cédula de erección de cabo de Arm ería. P e rtenecía en 1723 a D o n Ferm ín de San M artín y en 1759 era h e re ­ d e ro D o n Ignacio San M artín 11. N o aparece en el índice de Azcarraga. Cosa qu e choca a causa de la antigüedad del edificio; sí el a p e ­ llido M onreal 12. Es claro qu e nos re c u e rd a a los de T a jo n a r y otros ya examinados. B u r­ lada tenía un hospital de p e regrinos de fu n ­ dación m uy antigua, p o r q u e en 1187, al constituirse la cofradía de San Salvador, el o bispo de P am plona dio allí tierra para qu e se c o n stru y era una casa de juntas y hospedería. El hospital funcionaba aún a fines del X V I 13. La ca rre te ra qu e va de Villava a H u a r te p u e d e servirnos de e je p rim e ro para hacer el rec o rrid o del valle. T o m a n d o un ramal que va hacia el Sur, bajo el bucle del Arga nos e n c o n tra re m o s a G orraiz. Olaz es u n pu e b lo que form a un a n c h u ró n con algunos restos de casas antiguas. En 1367 se sabe qu e allí tenía el rey palacios, casas, m olinos y viñas y q u e los vendió p o r 1.000 francos de o ro a Ju a n Ruiz de Aibar, al q u e debía m uchos servi­ cios 14. H ay otros d o c u m e n to s en q u e se le llama «Olaz M ayor» para distinguirlo d e otro d e n o m in a d o «Olaz Chipi» o «Chiqui» en d o n d e había un palacio, co n v e rtid o luego en granja, sobre el que hay bastante d o c u m e n ta ­ ción de los siglos X V y X V I 15. Luego parece p e rd e r im portancia, cosa q u e no o c u rre con el palacio vecino de G orraiz q u e está e n un lugar q u e e n 1802 no tenía más de catorce casas 16. P e ro en el q u e q u e d a m uy visible el palacio de cabo de A rm ería c onocido p o r los libros 17. T a m b ié n son conocidos algunos de los palacianos. En 1568 era palaciano D o n Lanzarot de G orraiz q u e dirigió a los del valle d e Egüés en una expedición co n tra San Ju a n de Luz, la cual dio lugar a un pleito. En él inform ó J u a n D iez de San V icente, d u e ñ o del palacio de Elcano, q u e G orraiz capitaneó a Fig. 30-Soldadorena, de Burlada. Palto, sesenta hom bres, incluidos los de su valle y otros de H u a r te y Villava 18. Al tiem po del pleito el señor d e Gorraiz tenía ya unos sesenta años ,9. N o parece, pues, haber sido el q u e dio al palacio actual la «última» forma que tenía hasta antes de la restauración. El caso es q u e su condición se borra después, no apareciendo en la nóm ina de 1723. Más tarde, p o r los años 1760, lo c o m pró el rico m erc ad e r D o n Francisco N avarro y Tafalla, del que lo h e re d ó una herm ana, que pleiteó p o r los cuarteles e n 1784. M artinena dice qu e originariam ente llevaba las armas de Es­ parza 20. Este palacio, com o el de Elcano de que luego se trata, tiene una parte fundam ental de pied ra y una e stru ctu ra alta de ladrillo, qu e se ajustó a la cantería rom piéndola, com o se ve en la foto de la fig. 47. Parece tam bién superpuesto el escudo barroco que qu e d a entre las dos ventanas del balcón de la facha­ d a 21. El ajuste de los arcos o arquería de ladri­ llo, así com o el de los garitones de los cuatro lados, se hizo siguiendo la tradición arago­ nesa ibérica. Pero hay q u e te n e r en cue n ta que, por lo m enos, los garitones se usan también en torres de piedra de muy distinto tipo, desde las de Arciniega y Sestao 22 a la de M oyua en Ve'rgara 23, pasando p o r la de Z o z a y a 24. La unidad en el c o n cepto final se percibe en las otras fachadas (dibujo d e la fig. 31). Pero, si eliminamos esta sup e re stru c tu ra y desarrollamos los e lem entos de piedra que por lo alto se conservan, p o d e m o s imaginar que el cantero que concibió el palacio pensó Fig. 31 -Palacio de Gorraiz. en una solución parecida a la del d ib u jo de la fig. 32, m u c h o más a u stero d e líneas. Al Este de G orraiz y sobre una c a rre te ra q u e d a Egüés, el p u e b lo q u e da n o m b re al valle y q u e se e n c u e n tra en una posición central. Es un núcleo en el q u e se señala la existencia de un palacio cabo d e A rm ería qu e e n 1521 perte n ec ía a Charles d e Egüés y M aría de T a jo n a r y que e n 1723 p e rte n e c ía a D o n V icente Ignacio de M utiloa 25. Azcárraga da el blasón del palacio 26 y lo distingue del de un licenciado Egüés q u e «lleba d e V ertiz y de Egues» 27. En Egüés q u e d a n , c o m o e n casi todos los p u e blos del valle, algunas casas de tradición gótica. P e ro acaso las hay más re ­ presentativas en el p u e b lo qu e q u e d a un po co más al N o r d e s te y al q u e se va po r un ramal: Elcano. U n a reform ada, con reja late­ ral se destaca e n tre varias. Elcano es un p u e b lo q u e e n 1802 contaba con veintidós casas útiles y c iento cuatro personas 28. La iglesia d e la Purificación es conocida p o r su bello alzado gótico, su reja magnífica de tipo gótico florido y p o r su retablo más m o d ern o . N o se conoce ta n to el palacio q u e q u e d a no lejos de ella, en mal e stado de c o n s e r v a c ió n 29. Este palacio, a juzgar po r la fachada q u e da al O e s te , se c o m e n z ó en época en q u e se usaba el estilo gótico y así tiene una p u e rta ojival con nueve Fig. 3 2 .-Esquema ideal de la fachada del palacio de Gorraiz. en su estado original. dovelas. P e ro p r o n to se siguió elevándose con arreglo a criterios más m odernos, de suerte q u e sus m uros se abrieron con tres grandes ventanas cuadrangulares y bastante anchas, en m ed io de dos de las cuales se puso un blasón no ostentoso. Parece que sobre este c u e rp o del p rim e r piso se proyectó ele­ var o tro e n te r o de piedra tam bién, del que se hizo m en o s de la mitad con una ventana m en o r, a la derecha. P ero luego se varió de criterio. Lo elevado con piedra hasta el piso segundo se c o ro n ó con un alero recubierto de ladrillo. Lo q u e no se había term inado se hizo de ladrillo tam bién y de acuerdo con el típico m o d o de hacer la parte alta en palacios y casas de la zona del Ebro, a base de arcadas, unas ciegas y otras abiertas (fig. 33). Pasada la puerta de entrada, el interior es de cierta complejidad; y el c o n ju n to indica que se quiso seguir la idea de form ar un gran patio, com o se ve por la fig. 34. En ella se distingue la parte trasera de la construcción de piedra, form ando com o una torre con sus remates de ladrillo, de dos grandes cuerpos q u e form an una a m o d o de L, con una planta baja y dos pisos con habita­ ciones amplísimas. Se ve que las ampliaciones se pensaron para tener grandes solanas. U na cerrada es patente en lo alto del c u e rp o late- ano, 42 tn H B W H H K FACHADA OESTE FACHADA INTERIOR SUR FA C H A D A NORTE Fig. 3 5 .-Perfiles del palacio de Elcano. 43 Pig. 3 7 .-P la n ta primera de! palacio de Elcano. Fig. 38,-P lanta superior del palacio de Elcano. ral, con cinco grandes huecos, hoy rapados. La gran balconada cubierta, q u e ocupa parte del o tro c u e rp o qu e se hizo con solidez y el c arp in tero no d e jó d e desplegar arte en la zapata, y los b a rrotes de m ad e ra de la balco­ nada (fig. 39, a y b). Parece q u e e n o tro tie m p o h u b o una división del patio en dos rectángulos, a juzgar p o r restos de m u ro s qu e se señalan en el d ib u jo de la fig. 34 con líneas. Egulbati y Sagaseta d e un lado, Echalaz y Elía de o tro son pue b lo s en q u e se conservan casas góticas, del tipo de fachada rectangular, con sus m aineles m e jo r o p e o r conservados, co m o la d e la foto 49, de Sagaseta. El palacio d e Elcano nos p o n e ante una concepción constructiva que, aun q u e a p ro v e ­ cha e le m e n to s de épocas distintas, es la m ism a q u e la de otro s edificios señoriales de la zona. La necesidad de grandes patios in te ­ riores se observa en él c o m o en otro s (figs. 36, 37 y 38). En el p u e b lo , p o r o tra parte, p u e d e n observarse curiosos e le m e n to s cons­ tructivos y decorativos (figs. 40, 41, 42 y 43) y hay casas góticas, típicas (fig. 48). Al N o r d e s te de Elcano, en un alto, se halla el p u e b lo de Alzuza, bastante m odifi­ cado y con urbanizaciones m o d ern a s cerca. En cambio, los que q u e d a n al Este y en la parte más se p tentrional del valle, es decir Fig. 4 0 .-C lavo de puerta. Elcano. 46 Fig. 4 1 -H ierro de la puerta de la iglesia. Elcano. En Echalaz, p o r otra parte, se señala la existencia de una torre de «planta cudrada y regular altura» accesible p o r el ramal de la ca rretera de Aoiz 30. Era del linaje del mismo n o m b re e n 1723 y 1745 y P e dro de Azcarraga da el blasón del palacio de Echalaz de form a parecida a c o m o lo describe Martinena, qu e tam bién da foto de la misma. Se trata de un a to rre clásica, com o las que e n ­ contrarem os hacia el Este, en el valle de Lizoain y otros, con troneras, algún ventanal amainelado y arriba un sistema de piedras y modillones salientes, que hacen pensar que sobre ellos podría haber un cadalso de m a­ dera. El tejado a cuatro aguas, de piñón, parece bastante m o d ern o po r otra parte 32. Ju n to a Echalaz, Elía ha sido siem pre núcleo pequeñísim o de ocho casas en 1802 3 . 47 III E m p e za n d o ahora a re c o n o c e r la parce m eridional del valle, salimos o tra vez de P am p lo n a y p ro n to , en un a ca rre te ra qu e conduce a Badostain, ve re m o s alzarse la si­ lueta d e un edificio q u e llama la atención y q u e inexplicablem ente no se halla en la nó­ m ina d e H u a rte : M endillorri. D e una única «casa» dice el «D icciona­ rio»... de 1802 qu e consta el lugar de M e n ­ dillorri y ésta con diez y siete personas 34. «Caserío» le llama M adoz, con un vecino, diez almas, una e rm ita arruinada y cam ino m alísimo 35. N a d ie rec o n o c e rá aquí el palacio de C abo de A rm ería, qu e con los de Eransus, Echalaz, Egüés, U ztárroz, Elcano y Azpa, se señalan en el valle de Egüés 36. M endillorri qu e aparece ya en el siglo XI adscrito a la mitra, tuvo varios vaivenes. P ero en 1384 parece qu e se proyectaba edificar una to rre p o r el obispo M artín, el cual re c o ­ nocía haber recibido más de 1.000 libras de su clavero J u a n de A bárzuza para este o b je to y el de rep a ra r unos molinos. Los obispos siguieron s e ñ o re a n d o allí a com ienzos del X V . P e ro en 1507 el p ro p ie tario era D o n A rnalt de Larrasoaña, o id o r de C o m p to s, el cual en un d o c u m e n to utilizado p o r Idoate dice haber reedificado «en m anera sum ptuosa» su casa y palacio. C o m o indica el m ism o Idoate, la e stru c ­ tura actual, en c o n ju n to , d e b e c o rr e s p o n d e r a esta reedificación. La idea de un p o d e r se ñ o ­ rial de barones linajudos se disipa un po co el saber q u e el «magnífico» Arnalt d e Larra­ soaña, era m ercader. Los palacianos vivieron allí hasta qu e te r ­ m inó la estirpe del «fundador» del edificio actual. En 1521 era de J u a n de Larrasoaña, q ue tuvo un hija, llamada Ju an a, la cual casó con el licenciado Liédena, su p o s e e d o r en 1570. D e s p u é s pasa a los Vélaz de M e d ra n o ( 1631) 37 qu e lo tenían aún e n 1793. M endillorri tiene, pues, gran im portancia para lijar la cronología d e ciertos e le m e n to s a rquitectónicos de la N a v a rra actual. N o hay p o r q u é dar a las dos torre s d e planta cua­ drada y teja d o de p iñón, a sus palom ares, q u e 48 re c u e rd a n a los de E c h a u n y tantas torres más, a las ventanas amaineladas con arco a p untado, ni tam poco al g ran d e ojival de once dovelas con ventanal c u b ie rto d e tejaroz q u e da al gran patio, más a ntigüedad qu e la qu e fija el d o c u m e n to de A rnalt d e Larra­ soaña (figs. 44 y 45, lámina en color y fotos de las figs. 50 y 51). D e cerca de aquí hay una ca rre te ra directa a B adostain q u e q u e d a al S ud o e ste del valle y qu e es p u e b lo antiguo y el más p o p u lo so de los q u e lo co m p o n e n . En 1201 aparece «Badoztain» habitado po r una clase de g e n te s a las q u e se llamaban «escancíanos» a causa de la pecha qu e pagaban, y a los qu e el rey concedió varios privilegios 38. Hay otros va­ rios d o c u m e n to s en qu e el p u e b lo aparece con referencia a sus labradores, casas y h e re ­ dades 39, a su relación con Roncesvalles 40, etc. El pu e b lo form a un núcleo con espacios abiertos en la encrucijada de varios cam inos y en 1802 tenía treinta y tres casas y 191 h a b it a n te s 41. C o m o en T a jo n a r y o tro s p u e ­ blos cercanos, abun d a n las de la é p oca gótica tardía, más o m en o s reform adas luego. Alguna tiene el arco ojival de e n tra d a a un lado, con mainel tam bién ojival sencillo encim a y luego un c u e rp o superior, a m o d o de torre, con ven ta n a cegada de arco a d in te ­ lado m uy estre ch o (fig. 52). O tr a es de las de fachada en a nchura en q u e sólo se conserva una d e las ventanas amaineladas de ojiva: la p u e rta es ya de m e d io p u n to y sus dovelas están pintadas con cal (fig. 53). H ay otras de m uy b u e n a cantería, en las q u e la clave del arco, ojival y lim piam ente labrado tiene un blasón (fig. 54), o un e scudo con el IH S (fig. 55). Los canteros q u e trabajaron p o r todos estos pueblos tallaban la piedra m uy bien y esto lo acreditan otras fachadas, en las qu e el m ainel se c o m bina con arcos conopiales y el de e n tra d a es escarzano-adintelado con m o ­ dillones a los lados-(fig. 56). T a m b ié n en las p aredes laterales p u e d e n verse prim orosas obras de cantería, ventanas amaineladas en un a p a re jo más tosco (fig. 57). Fig. 4 4 .-L a tera l del palacio de Mendillorri. 49 , Palacio de Mendillorri O tr a carretera que va por encim a de ésta y qu e torciendo hacia el Sur al final, da al valle de A ranguren, pasa prim e ro p o r cerca de Sarriguren y luego tiene un ramal qu e con una p e q u e ñ a curva nos lleva a Ardanaz. jefe de gules cargado con tres sotueres de oro en el índice d e Azcarraga 45. H ay o tro de U z t a r r o z 46. Este se halla d o c u m e n ta d o en 1639, 1723 y 1758 47. T a m b ié n el de Azpa en 1770 4S, así com o el de Eransus, el pu e b lo más oriental del v a ll e 49, del que parece «traia» el de A ranguren 50. U n pu e b lo que tenía categoría de villa en 1467, cuando la Princesa D o ñ a Leonor donó a p e rp e tu o sus pechas a O g e r de G u rp id e 42, m e n o r siem pre qu e Badostain 43, p ero con casas del m ism o tiem po y estilo. T anto Azpa, com o Eransus, c o m o U sta­ rroz son núcleos con cortísim o n ú m e ro de casas, desde antiguo. N u e v e en Azpa 51, ocho en Eransus 52 y cuatro en U stárroz 53 en 1802. Algo más nutrido era Ibiricu de Egiiés, con diez y siete, p e ro sólo sesenta y nueve personas 54 y un palacio con poca d o c u m e n ­ tación conocida al parecer, p ero registrado ya en el índice de Azcárraga 55. Este O g e r de G u rp id e deja un blasón que, según Azcárraga, «trae de G urpegui y de Echayde» 44, p e ro en Ardanaz hay casas góticas con otros blasones (fig. 58) y otros em blem as. En el m ism o estilo, por cierto, que los qu e se enc u en tra n en otro pueblo del m ism o no m b re, y no muy lejano, del valle de Izagondoa, del qu e luego se trata. El valle de Egiiés, en suma, c o n tiene e le­ m entos de población q u e nos evocan los úl­ timos tiempos de la Edad M edia; casas torres, casas palacianas y otras más m odestas de un gótico tardío. T am bién m ansiones con g ran ­ des recintos a m odo de patios. D e aquí a estructuras de tipo m ed ite rrá n e o , estilo los grandes cortijos, hay una distancia. Al Este de Ardanaz quedan Azpa y Ustarroz: dos pueblos con palacios cabo de A rm e ­ ría. Pero acaso ésta se salva, poco a poco, exam inando formas q u e se dan en los valles contiguos de la m erindad situados más al Sur y al Este, mientras q u e los q u e se hallan hacia el N o r te contienen otros elem entos. U starroz aparece com o « H u rtarroz» an­ tes y com o tal palacio con escudo arm iñado y NOTAS 1. F. Z abalo, «El registro...», p. 64 (nos. 336-341). 2. F. Z abalo , «El registro...», p. 108 (nos. 1236). O t r a n ó m in a a las pp. 124-135 (nos. 1680-1685). A ún o tra p. 141 (n.° 1826-1830). 3. J. C arrasco P érez, «La población...», pp. 4574 6 0 (nos. 64-93). 4. J. C arrasco Pérez, «La población...», pp. 500501 (n.° 409 -41 4). 5. Para v e r el c o n to r n o hay q u e rec u rrir a las hojas 1 1 5 -1 1 6 -1 4 1 -1 4 2 del m apa a escala 1 : 5 0 .0 0 0 del Ins­ titu to G eo grá fico y Catastral. 6. P ueb los existentes en « N av arra» II, pp. 356363 y antes, en el «D iccionario» de 1802, I. 7. « N a v a rra » , II, p. 397, plano. 8. Yanguas y Miranda, «D iccio nario d e an tig ü e d a ­ des», II, pp. 69 -7 0, «C atálogo del A rchivo G e n e ra l» , I, p. 103 (n.° 174) con otras referencias. 9. J E. U ranga y F. Iñíguez A lm ech, - A r t e m e d i e ­ val navarro» V (Pam plona, 1973), p. 24 2, láminas 319320. « N av arra», II, pp. 39 7-39 8. 10. «Diccionarios» d e 1802, I, p. 364, b. 11. M artin ena, «Palacios cabo de A rm ería» , II, p. 13. La familia San Martín ha seg uido sien d o la d u e ñ a del palacio hasta su destru cción , y tam b ién d e la casa de Eslava. En efecto esta « B e n ito re n a » , q u e - c o m o d i g o estaba en ruinas ya hace años, tenía c o m o p ro p ied ad otra con dos ventanas góticas llamada « S o id a J o re n a » , q ue, según se decía, había sido caballeriza de los reyes 51 d e N a v a rra . O t r a casa g ra n d e d e B u rla d a e r a la de Iñigo. H ay q u e n o ta r q u e hasta aq uí llegaba el uso del ad o b e . C a rm e la Saint M a rtin , « D o n H ila r ió n Eslava», n.° 176 en «N av arra . T e m a s d e c u ltu ra p o p u la r » (P a m ­ plona, s.a.), p. 3- F o to d e la casa d e Eslava fr e n te a la p. 16. D ib u jo d e « S o ld a d o r e n a » , fr e n te a la p. 17 p o r el in terio r; casa g ótica con patio; in te rio r d e e n tr a m a d o s m uy curioso. D e él se to m a la fig. 30. 12. fol. 28 q u e falta. 13. Lacarra, « P e re g r in a c io n e s a Santiago» II, pp. 113-114. 14. Y ang uas y M iran da, « D iccio n a rio d e a n tig ü e ­ da d e s» , II, p. 47915. Y ang uas y M iran d a, « D ic c io n a rio de a n tig ü e ­ da d e s» , II, pp. 4 7 9 -4 8 0 . C a se río y g ra n j a vitícola d e la D ip u ta c ió n , « N a v a rra » , II, pp. 3 62 -3 6 3 . 16. « D iccionario...» d e 1802, I, pp. 30 8, b -3 0 9 , a. 17. « N a v a rra » , II, pp. 361 (foto) y 362. La fo to de esta página está equivocada. Es la to r r e vieja d e Lesaca. M ad oz , V III, p. 4 5 1 , a, habla d e un palacio an tig u o de nobles. El blasón del s e ñ o r ío d e G o rra iz en P e d ro d e Azcárraga, fol. 18, 3. 18. F lo re n c io Id o a te, « R in c o n e s d e la h isto ria de N av arra» III (P a m p lo n a, 1966) p. 2 78 . («Los d el valle d e Egüés e n la jo r n a d a d e San J u a n d e Luz d e 1558» con fo to del palacio e n tr e las pp. 27 8-27 9). 19. En la lista d e g en tiles h o m b r e s q u e d a Y anguas « A dic ion es», p. 147 Lanzarote d e G o rra iz ap arece vi­ v ie n d o e n el palacio, q u e está ta m b ié n en la lista, del « D icc ion a rio ...» II, p. 501. 20. M a r tin e n a , «Palacios cabo d e A rm e r ía » , II, p. 13. 21. J o a q u í n d e Yrízar, «Las casas vascas», p. 52 (y fig. 26 de la p. 5 I ). 22. Yrizar, plancha V. 23. Yrizar, op. cit., p. 45 (fig. 23). 24. Yrizar, plancha XI I . 25. M a rtin e n a , «Palacios c abo d e A rm e ría » II, p. 12. 26. fol. 56, 6. 27. fol. 73, 2. 28. « D iccio nario ...» d e 1802, 1. p. 23 9, b. 29. A p a re c e e n lalista d e Y anguas, II, p. 501. B lasón e n P e d ro d e A zcárraga fol. 52, 6, con dos p alom as blancas en azul. 30. H u a r te , « A rq u it e c tu r a turística navarra», loe., cit., p. 27, c. 31. fol 83 , 1. El virrey d e S anta Fe y Lima, D o n M a n u el d e G u ir i o r nacido en 1708, en Aoiz, d e sc e n d ía 52 del palacio d e Echalaz y ta m b ié n ten ía c o n e x ió n c o n los P o rtal de H u a rte . En el e s tu d io d e E u log io Z u d a ire , n.° 143, d e « N av arra. T e m a s d e c u ltu ra p o p u la r » , (P a m ­ plo na, s.a.) e n las fotos ce n tra le s e n c o lo r se da la d e la to r re de Echalaz (n.° 4) y la del e sc u d o (n.° 2), y la d e caseró n d e H u a r t e (n.° 5). 32. «Palacios cab o d e A rm e r ía » , II, p. 13 y foto fre n te a la p. 17. 33. «D iccio na rio» d e 1802, I, p. 2 4 3 , b. 34. «D iccionario...» d e 1802, II, p. 18, a-b. 35. M ad oz, X I , p. 37 4, b. 36. Id o a te, «El palacio d e M en d illo rri» en « R in ­ co nes d e la H isto ria d e N a v a rra » , III, pp. 2 2 9 -2 3 4 . M a r tin e n a , «Palacios cab o d e A rm e r ía » , II, p. 1337. Y an gu as y M iran d a, «A d ic io n es» , p. 204. 38. Y an gu as y M iranda, « D icc io n a rio d e a n tig ü e ­ d a d e s» , I, p. 79. Id oate, « C atálo go de cartularios re a ­ les», p. 74 (n.° 129), con más referencias. 39. «C atálo go d el A rchiv o G e n e r a l» , I, pp. 170171 (nos. 3 4 4 -3 4 5 ) en 1264. 40. Id oate, « C atálog o d e cartulario s reales», p. 361 (n.° 738). 41. «D iccio na rio» de 1802, I, p. 145, a. 42. Y an gu as y M iran d a , « D ic cio n a rio d e a n tig ü e ­ d ad es» , I, p. 51. 43. D iez y siete casas útiles, tres arru ina das y n o v e n ta y o c h o p erson as, en el « D iccio n a rio » , de 1802, I, P- 95, b. 44. fol. 9 4 , 4. 45. fol. 4 9, 1. 46. fol. 120, 2. 47. M a rtin e n a , «Palacios cab o d e A rm e r ía » , II, p. 12. 48. M a rtin e n a , «Palacios cab o d e A rm e r ía » , II, p. 13. 49. M a rtin e n a , «Palacios cab o d e A rm e r ía » , II, p. 12. 50. Azcarrága, tol. 46 , 5 y 6. D e gules co n d oce billetes d e o r o p u e sto s en orla. 51. «D iccio nario» d e 1802, I, p. 140, a, sesen ta personas. 52. «D ic cion a rio» de 1802, I, p. 25 3, b, cu a re n ta y tres personas. 53. «D ic cion a rio» d e 1802, II, p. 4 2 1 , a, tre in ta y u n a personas. 54. «D iccio na rio» d e 1802, I, p. 36 9, a. 55. «El palacio d e Ib irizu ’, rectificad o «viricu», fol. 6 0, 4. Fig. 4 6 .-C a sa gòtica, desaparecida. Burlada. 53 49 Fig. 4 7 .-Palacio de G orraiz. antes de la restauración. Fig. 4 8 .-C asa gótica. Elcano. Fig. 4 9 .-C a sa gótica. Sagaseta. 55 Figs. 5 0 y 51 .-Palacio de M endillorri. Fig. 5 2 ,-C a sa gótica torreada. Bada si a i n. Fig. 5 3 .-C a sa gótica. Badostain. 57 Fig. 57 -A parejo gòtico. Badostain Fig. 5 8 .-P uerta gótica. A rdanaz. 59 C A PIT U LO IV VALLE DE ELORZ 1) 2) El valle. Los pueblos de T iebas y M uruarte El terc er valle de la m erindad de San­ güesa q u e linda con la de Pamplona, por la c endea de Galar, es el valle de Elorz, que queda, justam ente, bajo el de Aranguren. D e Sudeste a N o r o e s te es el río Elorz el que lo riega y sus pueblos por la m ayor parte q u e ­ dan ceñidos p o r la sierra de T ajonar de N o ­ roeste a S udeste y la Sierra de Alaiz al Sur. P or el O e s te el límite con la cendea citada no es tan definido, aunque hay alguna altura 1. «Val d ’Elorz» aparece dem arcado en 1280 en tres nóm inas con los pueblos de «Im arcoayn», ■<<G u e re n d y a in » , «Ezperun», « £ u lu e ta » , «T orres», « A ndrequiayn», «H orriz», «O tano» y «Thiebas» 2. Tam bién «Muruarte de Reta» 2. En 1366 algunos de estos pueblos se unen a otros del valle de Arangu­ ren y la lista es in c o m p le ta 4. El diccionario de 1802 nos da una nomina más com pleta, con Andricain, Elorz, Ezpe­ run, G u e re n d ia in , Imarcoain, M uruarte de Reta, N oain, Oriz, O tano, T orres, Yárnoz, Zabalegui y Z u lu e ta 5. Es el m ism o conjunto el qu e se señala en tiem pos posteriores 6. El valle está cruzado de N o ro e s te a Sudeste s iem pre po r la carretera de Pam plona a San­ güesa y en otros tiem pos ya tenía gran signi­ ficado en las com unicaciones de Navarra, se­ ñalándose una serie de antiguas ventas, como las de N o a in , a la entrada, las ventas de T o rre s, las ventas de Elorz, etc. El brigadier Ramírez Arcas daba en su itinerario 4 «de Pam plona a la frontera de Aragón por Cáseda» N oain. Poco antes de llegar al camino real de la izquierda conducía a la venta de Elorz, quedaban O ta n o , Z u ­ lueta, Zabalegui y Yárnoz al m argen y salía a Monreal 7. Partiendo de Pamplona, el prim er pue b lo es pues, N oain, famoso en la H istoria de Navarra y hoy muy cambiado, a causa del aero p u e rto y desarrollos industriales. En otro tiem po era núcleo p e q u e ñ o 8 y su fisonom ía es la de otros m uchos de la zona m edia 9. Siguiendo p o r la carretera hacia Sangüesa se llega a un punto en que está la v enta de Torres y algo después a o tro d e n o m in a d o «Cuarto legua» antes del que hay un corto ramal hacia el N o rte, qu e lleva a Z ulueta, al pie de la sierra de T a jonar y siguiendo a Elorz que es un núcleo algo m ayor qu e al N o rd e ste tiene el caserío de Andricain. Elorz posee algún edificio de interés 10, más por detalles que por conjunto. D e ja n d o a un lado algún vestigio gótico, llaman la atención: una casa con fachada de piedra de manipostería tosca, p ero puerta y ventana central de cantería. En la piedra del dintel «.le­ la puerta de otra casa que va sobre dos pie­ dras como zapatas, se ve un rosetón de piedra con estrella de ocho puntas insc rita ) d e n tro una cruz (figs. 60 \ 61). O tra talla curiosa 63 es la de una ventana con dos círculos a m o d o de ruedas con och o radios a los lados y o tro co n una cruz oviíila en m edio (fig. 62). El valor q u e se daba a estos signos p u e d e infe­ rirse de q u e en la iglesia, una se p u ltu ra q u e es de (17)41, al parecer, tam bién tiene, al pie, dos cruces ovifilas, p e ro éstas en relieve (fig. 63)- En Elorz, p o r fin, hay alguna casa con fachada con arco de m e d io p u n to y bla­ són en la clave de las características de toda esta zona y alguna reja de h ierro de estru c ­ tura de tradición gótica (fig. 64). abandonada. P e ro el núcleo urbano, consti­ tuido p o r una línea d e casas p e q u e ñ a s hechas, al parecer, de un golpe y unas cuadras en frente, es un e je m p lo de planificación m o ­ desta, tardía al parecer. M adoz 15 indica ya q u e las nueve casas q u e había en su época constituían un a m anzana, d e ja n d o aparte el palacio y la casa cural (fig. 59). Si, en vez de coger la ca rre te ra en d ire c ­ ción de Sangüesa, se sigue hacia el Sur por la de Tafalla, se cruza el Elorz y poco d espués hay un ramal qu e lleva al p u e b lo de Imarcoain, en el q u e había uno de los palacios cabo de A rm ería del valle, q u e «traía del de O tazu» 11 o más exactam ente de Yániz. En 1501 era palaciano J im e n o de Yániz ,2. El caserío de Im arcoain es b u e n o y se destacan en él algunas casas góticas del tipo de las de T ajonar y otros pueblos que nos son co n o ­ cidos. Siguiendo el río arriba, q u e d a T o rre s, con un puente: T o rre s de Elorz, con o tro palacio q ue en 1536 p e rte n e c ió aün a un m ie m b ro del linaje de T o rre s y de sp u és al de O lio 13. Al o tro lado del río, Zabalegui, que q u e d a c o m o en lo más h o n d o y llano del valle, núcleo m uy p e q u e ñ o . P e q u e ñ o s son tam bién todos los qu e q u e d a n en la falda de la sierra de Alaiz y a lo largo de una ca rre te ra q u e arranca antes de llegar al ramal de Tiebas, p o r la general que va a Tafalla. P e ro antes todavía, p o r un ca­ m ino y pasando la vía del ferrocarril, en un alto, se e n c u e n tra Oriz. O riz se divisa así muy bien d e sd e lejos, p o rq u e en él destaca un gran caserón: el palacio que tenía las pinturas renacentistas que se trasladaron al M u seo d e Pam plona. Este es un edificio rectangular con cuatro huecos de balcón, de p ied ra en la parte infe­ rior y de ladrillo en los dos altos. N o es de los m ejo res edificios de su m ism o estilo. Por el térm in o pasaba el cam ino real en el q u e había una venta conocida. En 1802 se le asignaban once casas con se te n ta y cuatro personas 14. La iglesia, dedicada a San A drián, q u e d a separada al Sur del pu e b lo y del pala­ cio. T ie n e varios árboles en d e r r e d o r y está 64 Fig. 59.-O riz: I) Palada. 2) S. Andrés. Nueve viviendas en serie. 4) C uadras. Y del palacio dice que tenía sus « fro n to ­ nes a los cuatro costados». En efecto, se p u e d e pensar q u e term in a b a d e m o d o p a re ­ cido al d e G orraiz, a juzgar po r la form a re c o n stru id a g ro se ra m e n te , d e los ángulos. Altadill da veintiún casas y se ten ta y cuatro habitantes y dice q u e el palacio estaba blaso­ nado y fortificado, y qu e había fro n tó n 16. El palacio pe rte n ec ía en 1558 a D o n M artín C ruzat y seguía en el linaje por los años de 1593- U n año antes fue residencia de Felipe U qu e d u rm ió allí dos veces en tre el 19 y el 23 de no v iem b re de 1592 17. En 1723 era del M a rq u é s d e G ó n g o ra 1S. T am bién había palacio en O ta n o y en Yarnoz. Este queda con más interés y re p u ta ­ ción arquitectónica que los otros, p o r q u e se trata de una torre muy bien conservada, que recuerda a la de Echalar. Los m uros dice H u a rte que tienen casi dos m etros de espesor y las barbacanas se conservan bien 22. A un e xtrem o del valle qu e d a esta fortaleza, sobre el río, un vado, un p u e n te y un molino. El blasón lo trae ya Azcarraga 19. El pu e ­ blo q u e q u e d a más al O e s te de los situados a la falda septentrional de Alaiz es G ue re n diain, m uy p e q u e ñ o , con un palacio 20, al que sigue E zperun, d o n d e se registra a los D onamaría 21. Cerca, al Sudeste, ya en térm in o de M onreal, se alza la Higa famosa en la comarca. III Al o tro ex tre m o , en un alto sobre la carretera a Tafalla, con térm ino y municipio propio, la villa de Tiebas, que, com o se ha visto en los censos antiguos, q u e d a incluida en el m ism o valle. U n antiguo cam ino que b o rd ea la sierra de Alaiz la unía con G uerendiain, etc. Tiebas tiene al N o r t e las ruinas de un castillo real y p r o n to aparece com o un núcleo m ayor y de significado distinto al que tienen los pueblos anteriores. Tiebas está condicionada por la existencia de varios caminos. P ero p u e d e decirse q u e el eje lo dan el q u e va a M u ruarte al Sudoeste y el qu e hacia el N o r d e s te va a M onreal 23. N o es un pueblo-calle típico, p e ro sí un pueblo m ercado con espacios internos q u e lo definen com o tal. Es significativo ya el hecho de que en 1263 T e o b la d o II le concediera el fuero de los francos de San M artín de Estella 24 y que en 1283 se le concediera un m ercado los lunes de cada semana, tam bién según el fuero y costu m b re s de E s te lla 25. A parece luego com o p u e b lo muy dividido por rencillas, «pecados», peleas y m uertes, a propósito de presentación de abad 26, incendiado por los castellanos en 1378. Tiebas en 1802 sólo tenía treinta y nueve casas y 220 habitantes 27 y es evidente que cuando p ro sp e ró fue cuando vivió en función del castillo. Entonces se ve q u e los reyes de N avarra vivían allí con frecuencia y hay bas­ tantes docum entos de ellos firmados en T ie ­ bas; acaso en las «casas del rey q u e las claman Thebas» de un d o c u m e n to de 1256 28. H oy la parte alta se halla un tanto d e ­ caída, m ientras que junto a la carretera se desarrolla la actividad característica de n ú ­ cleos cercanos a una capital, con el barrio de las Campanas cerca. En Tiebas no hay m u es­ tras de arquitectura civil interesante, salvo las ruinas del castillo en que d u ran te algún tiem po estuvieron los archivos de N avarra y d o nde parece que con el incendio de 1378 desaparecieron m uchos 29. D e éste quedan en pie fuertes m uros y las bóvedas su b te rrá ­ neas 30. D e Tiebas al Sur aún se considera que quedaba d e n tro del valle M u ru a rte de Reta, muy pegado al valle de Ilzarbe, con la altura de M urugain al N oro e ste . M u ru a rte parece haberse levantado en lugar de fe n d id o por alguna fortificación («m uru(m )») antigua, y se sabe que en 1393 había p e rd id o to d a su p o b la c ió n 31. D espués h u b o de repoblarse y pro n to debió contar con alguna torre de li­ naje bastante fuerte. T am bién con casas de buena cantería del X V III, com o la q u e tiene la puerta de ia foto de la fig. 66. 65 NOTAS 1. H o ja 141 d el m ap a a escala 1 : 5 0 .0 0 0 del In s titu to G e o g rá fic o C atastral. 2. F. Z a b a lo , «El re g istro ...» p. 6 4 (nos. 3 2 3 -3 3 1 ). 3. F. Z a b a lo , «El re g istro » , p. 134 (nos. 16651673). O tra lista, pp . 140-141 (nos. 1 8 1 7 -1 8 2 5 ). 4. J. C arrasco P é re z , «La p o b la c ió n ...» p. 4 5 7 (nos. 54-63). 5. « D iccio n a rio » d e 1 8 0 2 , I, p. 2 4 4 , b. 6. « N a v a rra » , II, pp. 3 6 3 -3 6 6 . 7. « Itin e ra rio d e sc rip tiv o » po. 4.°. 8. D iez y seis casas ú tile s y cin co arru in a d a s en 1802 « D iccio n a rio » d e 1802, II, p. 169. 9. Se señ ala la ex isten c ia d e un p alacio, las arm as de O c h o a d e N o a in , d o s lo b o s d e azu r en c am p o d e plata, las d e A zcarraga, fol. En 1665 e ra d e D o n M iguel d e B alanza, M a rtin e n a « P alacios cab o d e A rm e ría » , II, p. 10. 10. « N a v arra» II, p. 3 6 4 , p lano. 11. A zcarrága, fol. 6 0 , 5. 12. M a rtin e n a , « P alacios cab o d e A rm e ría » , II, p. 10. 13. O tro palacio d e T o rre s , ce rc a d e los A rco s, A zcarrága, fol. 115, 3. 14. « D iccio n a rio » d e 1802, II, p. 2 1 1 , b. 15. X II, p. 3 6 5 , a. 16. « N av arra» II, p. 365. 17. E n riq u e C o c k , « Jo rn ad a d e T a ra z o n a ...» "pp. 6 8 -6 9 , «Su M ag estad se d e tu v o en P a m p lo n a d e sd e v ie rn e s a m e d io d ía q u e llegó hasta lu n es d e sp u é s d e c o m e r, q u e b o lb ió a salir y fué o tra vez a d o rm ir en O riz , casa a p artad a, d o n d e q u e d ó la p rim e ra n o c h e y su g e n te en d e rr e d o r d e él en los p u e b le z u e lo s c o m arc a­ nos y villa d e T ie b a s, q u e ta m b ié n e stá a vista del cam in o a m an o izq u ierd a.» 66 18. Y an g u as « A d ic io n e s...» p. 2 4 6 . 19- fol. 4 1 , 3 . C o m p á re s e co n M a rtin e n a «P alacios cab o d e A rm e ría » , II, p. 10. 2 0 . A zcarrága, fol. 3 6 , 1 d a el b lasó n d e «El Palacio d e G u e re n d y a in cab e U re ta » . 21. «El Sr. d e E zp e ru n » e n A zcarrág a, fol. 2 2 , 2 M a rtin e n a «P alacios cab o d e A rm e ría » , II, p. 10. 22. B lasó n del palacio d e O ta n o , A zcarrága, fol. 51, 5. El a p e llid o « G u e rg u e tia y n tra h e d e O ta ñ o » fol. 51, 6. C u a tro cu a rte le s, c o n lo b o s y flo r d e lis. «El P alacio d e Y á rn o z lleba d e E z p e ru n » , seg ú n el ín d ice d e A zcarrága, fol. 104, 6. T o r r e d e Y á rn o z, H u a rte , « A rq u ite c tu ra tu rística n av arra» , loe. cit. p. 2 8 , c. F oto en « Itin e ra rio s p o r N a v arra» 1, p. 133. 23- « N a v a rra » , II, p. 4 7 9 , p lan o . 24. Y an g u as y M iran d a, « D ic c io n a rio d e a n tig ü e ­ d ad es» 111, p. 3 7 0 , hace re fe re n c ia a to d o lo q u e sigue. El fu e ro , Id o a te , « C atálo g o d e los c a rtu la rio s reales» p. 23 7 (n .° 4 7 2 ), « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , 1, p. 166 (n .° 335). 25. Id o a te , « C atá lo g o d e los c a rtu la rio s reales» p. 2 75 (n .° 553) y « C atálo g o del A rc h iv o G e n e ra l» I, p. 2 3 7 (n .° 514). 26. « C atálo g o del A rch ivo G e n e ra l» X , p p . 135 (n .° 3 2 3 ), 136 (n .° 32 4 ), 145 (n .° 347). 27. « D ic c io n a rio » d e 1 8 0 2 , II, p. 3 7 5 , a. 28. Id o a te , « C atá lo g o d e los c a rtu la rio s re a le s» , p. 2 3 4 (n .° 46 5 ). 29- A le so n , « A n n a les...» IV , pp. 193, b -1 9 4 , a (lib ro X X X , c a p ítu lo X II § 111, n .° 18). 30. « N a v a rra » , I, pp. 8 1 4 -8 1 8 , co n fotos. 31. Y an g u as y M ira n d a, « D ic c io n a rio d e a n tig ü e ­ d ad es» II, p. 4 4 4 . « C a tá lo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , X X , p. 6 8 (n .° 157). 67 68 65 66 Fig. Fig. FigFig. Fig. 6 2 .-D in te l de casa. FJorz. 6 3 .-P iedra sepulcral de FJorz. 6 4 .-R eja de casa. FJorz. 6 5 .-C a sa gálica. Imarcoain. 6 6 -F a c h a d a . M u ru a rle de Reta. 69 C A P IT U LO V LOS VA LLES DE LIZ O A IN Y A R R IA S G O IT I Y LA VILLA DE URRO Z. 1) 2) 3) 4) El valle de Lizoain La villa de Urroz Los pueblos de Lizoain Los pueblos de Arriasgoiti Los valles de Egüés y A ranguren limitan al Este con el de Lizoain, que ya tiene com o e je una c o rrien te fluvial de m ayor im portan­ cia, qu e es el río Erro, afluente del Irati al S udoeste de Aoiz. El valle recibe, al parecer, el n o m b re de un núcleo mayor. P e ro c o m o en otros casos su dete rm in a ­ ción es un poco fluida en los docum entos m edievales, y se ajusta más en épocas p o ste ­ riores en qu e se segrega algún municipio. P or varias razones hay qu e estudiarlo junto con el q u e le q u e d a al N o rte ; el p e ­ q u e ñ o de Arriasgoiti. Lizoain aparece en 1280 com o «Val de Lifoayn» y aún hay la form a Linzoain. C uenta con estos pueblos, según la nómina: «Ozcariz», «R edin», «Leyun», «Li^oayn», «Ler ru z » , « L ifa rra g a » , « I d o a t» , « H u r r o z » , « Surveyllo cabo H u r r o z » , «A rtaisso» y «O cha» 1. O tra lista da «£uat^ u» y «Leguin», «Irasso», «M urillo cabo de H u rro z» y «Ezpilaga» 2. En 1366 e n contram os «Redin», «Ozcariz», «Leyun», «Lerruz», «Yelz», «Ly^oain», « U ro z » , « U rro z » , «Sant M artin d ’Azpa» y «Assie» 3. O tr a lista da «O roz», «Lifarraga» «Y doat», «B eorteguy» y «Janariz» 4. En este c o n ju n to de p e q u e ñ o s núcleos se destaca p o r su población la villa de U rroz o Urroz-villa qu e sum a sesenta y seis fuegos con oficios y a podos refe re n tes a ellos: «bureillero», «cam paner», «archay», zapatero», «escudero», «pintor», « ro d ero » , «gantero», «m ercero», «ferrerò», «m aestro», «carnycero», «amirar» 5. En 1802 q u e d a ésta fuera y se nombran: B eortegui, Janáriz, Laboa, Le­ rruz, Leyún, Lizoain, M endióroz, Ozcáriz, Redín, U roz y Yelz, con no más de 667 personas en t o t a l 6. Sus c ontornos quedan bastante bien precisados por alturas 7. La naturaleza jurídica de los pueblos es varia. En 1258 T e o b a ld o II concedió a Le­ rruz, Lizoain, Redín, Ozcáriz (Ozcuariz) y Leyún que se dicen situados en «la val» que fueran realengos a perpetuidad, sin poderse dar a caballeros o ricos h om bres 8. U ro z ha­ bía sido cedido antes, en 1234, p o r T e o b a ld o I a D o ñ a T o ta Rodríguez, hija de R odrigo Abarca, con otros pueblos a cam bio del casti­ llo y villa de C ortes y algunos bienes más 9 y antes U rroz aparece en relación con un pri­ vilegio dado a los escancianos en 1195 y renovado en 1237 10, tam bién com o p u n to de referencia para establecer ciertas m edidas de grano que se debían utilizar en las ruedas o molinos de Aspurz 11, cosa qu e indica cierta significación comercial, al parecer. Pero en 1287 el g o b e rn a d o r del reino H u g o de Conflánt otorga a U rro z un m erc ad o los m iércoles, y el rey Felipe I confirm a la c o n ­ cesión, que equipara a la del m ercado sem a­ nal de Estella 12. El proceso social y e c o n ó ­ mico diferencial obliga, com o en el caso de H u a rte en relación con el valle de Egüés, a separar un poco el estudio de los pueblos del valle de la villa. 73 II P o r q u e U rro z, c o m o villa separada ya tiene una entidad distinta d e s d e la é p o c a del Príncipe de Viana (que b o rró lo de la «escancianía») y luego aparece con asiento e n C o r ­ tes y blasón p r o p io 13. El año d e 1630, a d e ­ más del m e rc a d o semanal, se le con c ed ió privilegio de feria anual, feria q u e era c o n c u ­ rridísim a a c om ienzos del X I X , haciéndose gran contratación de ganados, muías, caba­ llos, suelas, c o rd o b a n e s y becerrillos, q u e se traían de Francia 14. Esta feria q u e tenía p o r fechas del 10 al 14 de n o v iem b re, era aún n otable a m ediados del siglo X I X , po r el tráfico de ganados 15 y Altadill la c o n sideraba todavía im p o rta n te en las prim eras décadas d e éste 15. C o m o v e re ­ m os, el carácter comercial d e U r r o z parece condicionar en pa rte considerable el o r d e n a ­ m ie n to urbano. P e ro aparte de su im portancia c o m o m e r ­ cado, U rro z tuvo significación c o m o fo rta ­ leza; p o rq u e , en efecto, fue un a d e las plazas desm anteladas p o r o r d e n del C ardenal Cisneros, d e s u e rte qu e a c om ienzos del siglo X I X sólo se conservaba del antiguo rec in to a m u ­ rallado un portal con dos baluartes y un lienzo de m uralla 17. P o d e m o s ver hoy algo de aquel lienzo, así c o m o estudiar un e le ­ 74 m e n to de consideración en la plaza misma. La im p o n e n te iglesia era, sin duda, tal e le m e n to defensivo fundam ental. Así la consideraba H u a r te 18, y es evidente. La iglesia tiene una bó v e d a de cabecera y un tram o p ro c e d e n te del siglo X V . Lo dem ás es a n terio r, según U ra n g a e Iñiguez 19. La huella del significado m ercantil del p u e b lo es todavía mayor. El e le m e n to de carácter urbanístico q u e le da una fisonom ía m uy especial a U rro z es la referida gran plaza central. Esta plaza, teatro de la feria anual, está constituida p o r casas rehechas varias veces a partir del m o m e n to gótico (figs. del d ib u jo 67 y d e la foto 81), por lo m enos. P o rq u e en ella se ven varias con arcos ojivales, e m p e z a n d o p o r una qu e la flanquea, a la izquierda de la iglesia y q u e c o rre sp o n d ía a u n tipo q u e se repite, p e ro q u e e n este caso ha sido o b je to de reform as, rasgándose puertas, balcón y ventanas y colocándose un piso más sobre lo antiguo (fig. 82). En otro s casos, el añadido parece he c h o e n una época en qu e a la casa vieja se le colocó un po rch e (fig. 83), cosa qu e se ha seguido haciendo hasta hoy, e incluso al rec o n stru ir el ángulo qu e q u e d a a la pa rte del fro n tó n (fig. 84). La plaza d e U rro z q u e d a orie n tad a al O e s te del núcleo u rb an o , qu e tiene su parte más com pacta hacia el Este y Sur, en dirección del río, cruzado p o r un p u ente. En este c o n ju n to las calles son cortas y de trazado irregular. N o hay qu e p e rd e r de vista que, a u n q u e U r r o z haya ten id o la im p o rta n ­ cia comercial que se le ha asignado, en 1802 no contaba con más de 107 casas habitadas por 4 6 8 personas, y su única industria era la de fabricar paños ordinarios, de los usados por la g e n te de cam po 20. P ero insistamos sobre la calidad de algu­ nos edificios. En prim er lugar, las casas señoriales góti­ cas de U rroz, aunque en la concepción co­ rrespondan a lo que ya nos es conocido en toda esta zona, llaman la atención por el desarrollo de las dovelas y po r la finura del trabajo de éstas y de las ventanas. A parte del ejem plar reform ado de la plaza (fig. 85. al­ zado y plano, 68), se destaca una casa que alojó a D oña Blanca de Navarra. Esta casa es rectangular y tiene cuatro ventanas amaineladas con arco de m edio p u n to en su único alto y una gran puerta gótica, no al ce n tro sino bajo el segundo ventanal a m ano derecha (fig. 86). FACHADA Fig. 68.-C asa de Doña Blanca. Urroz. Alzado y plantas. 75 Fig. 6 9 .-C a sa gòtica de Urroz. Fig. 70.-Torre con añadido. Urroz. El cuarto a la izquierda parece un poco más distanciado. D e l interior nada p u e d e d e ­ cirse, p o r q u e está c o m p le ta m en te rehecho. En la p u e rta se ve un blasón gótico finam ente labrado (fig. 71) y sobre las ventanas, labras de tipo más popular, c o m o ro se to n e s (figs. 87 y 72) y el I H S en la q u e q u e d a sobre la puerta. D e n tr o de este tipo, sobresale otra casa con la p u e rta tapiada hace m u c h o y qu e pa­ rece de la m ism a m ano, qu e ha desplegado más lujo en la sillería, casi de piedra de cuenta e n su totalidad. Las dovelas, que son once, tie n e n u n o sesenta de longitud. El bla­ són finísimo. A m an o d e recha hay un p e ­ q u e ñ o flanco c o m o m atacán (fig. 69). El inte­ rior tam bién está b a r r i d o 21. O tras casas c o rre s p o n d e n a un tipo m enos fastuoso, p e ro d e la m ism a época, que han sido reconstruidas o se han cam biado en e le­ m en to s d e la fachada (fig. 88). N o te m o s , que en la categoría de palacios cabo de A rm ería en U rro z no está más q u e la «T orre Blanca», que en 1637 poseía un D o n P e d ro de T o rre blanca, en 1 7 2 > D o ñ a Isabel de T o r re Blanca y en 1758 D o n M artín Ibáñez de Ibero, Eusa y T o rre b lan c a 22. Fig. 71 -Blasón de la casa de D .a Blanca. Urroz. - H—tt tt- S—H—4—4—(i—tt-11—U—Ü—ff— Fig. 72.—Esquema de la casa de D.a Blanca. 77 En casas d e tipo m o d e s to , p e r o en las que se e m p le ó la p ie d ra hasta el siglo X V II p o r lo m en o s, se ve alternar los arcos con dovelas, dovelas con arcos hechos de ladrillo y otros sistemas, a dovelándose incluso las puertas rectangulares (figs. 89 y 90). M arca el X V III, co n tra lo q u e o c u rre en g eneral en la M o n ­ taña atlántica, un e m p o b r e c im ie n to sensible en la arquitectura, a u n q u e no falta alguna excepción. D e todas m aneras, la é p o c a de las g randes obras d e cantería pasó. El tipo de la gran casa, casi aislada, con teja d o a cu a tro aguas, arco y reja, se da tam bién en el núcleo u rb a n o d e U rro z (fig. S), a u n q u e no sea c o rrien te , ni m u ch o m en o s y aún p o d e m o s señalar, c o m o cruce e n tre ele m en to s, la existencia de o tro s más m e d ite ­ rráneos: casas con solana de arcos, qu e se r e p ite n y de fo rm a qu e nos re c u e rd a a los eje m p la res más conocidos hacia el Sur de la m erin d ad y tam bién de la d e P a m p lo n a y más a b u n d a n te aún en la de Olite. En U rro z volvem os a e n c o n tra r c o m b in a ­ ciones más o m en o s e structuradas de pied ra de cuenta, p ied ra sin labrar y ladrillo. H ay edificios en los qu e a una vieja to rre -p a lo m a r de piedra se les añade un c u e rp o en qu e q u e d a un a galería de ladrillo, de tipo clásica­ m e n te ibérico (fig. 70). En o tro s casos la construcción parece hecha d e un golpe, c o m o e n el d e la casa e n form a d e L del d ib u jo 73 y la foto 91). A lguna inscripción tardía, tallada sobre un e m b le m a m ístico se e n c u e n tra e n U rro z (fig. 74), y esto nos lleva más al á m bito s e p te n trio ­ nal. Pero, en suma, p u e d e decirse q u e el m o m e n to c u m b re en la construcción, aquí c o m o en los valles de A ra n g u re n y Egüés, en el de Lizoáin m ism o y en o tro s contiguos de qu e luego se tratará, está en el siglo X V y a com ienzos del X V I y q u e estilísticam ente es gótico. 78 El té rm in o de U rro z, d e n tr o del ám bito d e l va lle , es p e q u e ñ o . A lta d ill le da 1.122,19,92 hectáreas más el coto de Marláin 23. P e ro tam poco el valle es muy grande; no ocupa arriba de 3 .8 5 6 ,9 2 ,6 8 24, y los p u e ­ blos son to d o s m uy p e q u e ñ o s; de siete (Leyún) a veintitrés (Lizasoáin) casas a com ien­ zos de siglo 25. H o y la regresión es grande. D e n t r o del valle, al N o r d e s te de U rroz, distanciado d e la c a rretera y con la altura de San M iguel al S udoeste, se halla Lerruz, que es el núcleo más m eridional, c o m p u e sto en 1802 p o r q uince casas útiles y una arruinada, con o c h e n ta y un personas 26. Colocado en ladera, con amplia vista hacia el N o r te , tiene las casas agrupadas con h uertos con tapia. Algunas, con arcos d e nueve dovelas, son del X V I I 1, com o una con inscripción en que el cantero se com ió lo que quiso (fig. 75), hoy vacía. Pero lo más interesante del pue b lo son dos torres con otros cuerpos de construcción form ando un conjunto, aunque m enos sun­ tuoso que el de M endillorri ya visto o los de A rtieda y Ayanz, que luego se estudian, no p o r eso m enos significativo. U na de las torres,-situada más abajo, hacia U rroz, dice la m u je r joven que la habita que se llama «Iturbide», p ero indica que p e rte n e ­ cía a la familia Cabo de Villa-Barbarin 27 y q ue la casa se llamó «Barbaria». El caso es que el c o n junto está constituido por : A) U na torre-palom ar, que qu e d a a la derecha, según Fig. 75 -Inscripción de Lerruz. Fig. 77 -Barbaria, casa torreada, de Lerruz. 80 se mira desde la iglesia (fig. 77). tí) Un cuerpo gótico antiguo, que, com o en Artieda, parece ten e r un tejado rebajado con respecto al antiguo, de ángulo más agudo y cubierto de cajas de piedra probablem ente. C) U na casa a m odo de caserío de fines del X V II o del X V III con m ucha más holgura. D) Unos patios que quedan detrás de ésta y del cuerpo gótico. La puerta de la casa grande y más ancha es de arco de m edio punto, tiene un blasón con dos lobos; pero muy borrosos en parte (fig. 76). T am bién es digna de señalarse la herm osa aldaba de tradición gótica (fig. 78). Las plantas se dan en la fig. 79. La otra torre de Lerruz (fig. 80) se halla en un conjunto de edificios de vivienda o de uso agrícola más m odesto y m o d ern o en gran parte; o, por lo m enos, reconstruido. Fig. 7 8 - Aldaba, de Lerruz. D e todas maneras, la disposición del «pa­ tio» corresponde a las señoriales y estudiadas FACHADA SECCI0N PLANTA 1 Fig. 79.-Casa torreada de Lerruz. Alzados y plantas. 81 F/'g. 8 0.-C asa torre, con patio. Lerruz. y a otras q u e se e n c u e n tra n disem inadas y en gran p a rte arruinadas, p o r esta zona. En una posición parecida a la de Lerruz, al N o r o e s te , q u e d a Yelz, y es curioso o bservar q u e aquí tam bién había un palacio viejo, qu e estaba ya e n el índice d e Azcarrága 28 y qu e e n 1588 p e rte n e c ía a J u a n B a rb o y A na S e­ bastián, pasando luego a otro s apellidos. Cada p u e b lo del valle tiene, p o r lo dem ás, su pala­ cio; lo m ism o B e ortegui, qu e Janáriz, Laboa, Ozcáriz, R e d ín y U ro z 29. El d e B e o rte g u i tenía un e scu d o d e azur con dos lobos d e oro, u n o s o b re o tro , q u e ya está en A zcarrága 30. D e aquí «trae» J u a n de R edín q u e tam bién traía d e Sarriguren 31. P e ro en el puebli hay otros blasones góticos (fig. 92). T a m b ié n está el d e Janáriz qu e tenía un blasón de plata con seis veneras de sinople 32 y un palacio viejo d e Lizoain 33 que 82 no aparece en o tro s sitios. T a m p o c o el de Laboa. Sí el de Ozcáriz, d e o ro con tres fajas de sable y b o r d u ra de gules con once o trece so tueres de o ro 34. T a m b ié n el del se ñ o r de R e d ín 35, de azur con cruz cuartelada d e oro y gules. En g eneral p u e d e pensarse q u e los más antiguos tie n e n o han te n id o to rre s del tipo de las estudiadas y q u e el solar con su n o m b re y su blasón q ueda, a u n q u e el linaje q u e lo posea cambie. U nas veces, p o r q u e term inan las líneas masculinas y sigue la here n c ia po r vía fem enina. O tras, p o r q u e hay com pras, y otras, p o r q u e el linaje cam bia d e solar p r e f e ­ ren te , c o m o en el caso de R edín. P o rq u e ya en 1453 el se ñ o r de R edín adquirió el título y los d e re c h o s de la baronía de Bigüézal, en el R o m anzado, to m a n d o allí asiento 36. Y el palacio de Bigüézal, p o r su parte, tiene su blasón 37. IV Al N o r t e d e Lizoain q u e d a el p e q u e ñ o valle d e Arriasgoiti, d e n tr o de la cuenca del Erro, valle q u e d u ra n te m u ch o ha estado aislado y con una superficie de 2.817,32,87 hectáreas y en qu e aún hacia 1916 se hablaba el vasco. Los núcleos existentes entonces co m o m ayores eran: G aldúroz, Hoz, Urricelqui, Z alba y Z u n z a rre n , q u e era residencia municipal 38. H o y es u n o d e los valles más abatidos p o r el éxodo. Las form as «Arriascoiti» u «Arriascoyti» se registran en 12 8 0 39. P ero entonces apa­ rece la «peita» en general. En 1366 tam bién aparece «Arriascoiti» sólo: luego «£alva» y «fun<;arren» q u e e n tra n d e n tó del valle ac­ tual, con «U rricelqui», «B eorieta», «£aldayz» e «YIloz» 40, algunos despoblados ya hace tiem po. Los pue b lo s están escalonados, de N o r te a Sur, sobre el río, U rricelqui es el más s e p te n trio n a l, v ie n e d e s p u é s Z u n z a rr e n , luego Iloz, desp u és Zalba. Más al N o r t e de U rricelqui, y al O e s te del río, se halla Zaldáiz y al O e s te de Z u n z a rre n , G a l d ú r o z 41. La m ayoría de estos núcleos se hallan en ruinas; cosa lam entable sobre to d o en el caso de Z u n z a rre n , q u e tiene un viejo palacio cabo de A rm ería, con un e scudo con cuarteles: el p rim e ro y el cuarto, d e plata con león rampante de azur y el se gundo y el tercero con dos bandas dentadas d e gules sobre oro 42. Este daba su blasón a otros que lo tenían c o m puesto, c o m o E s t e b a n 43. En 1616 y en 1705 todavía estaba en p o d e r de los Z u n z a ­ rren; en 1723, de un O lóndriz y después pasa a otros apellidos 44. Z u n z a rre n en 1802 sólo contaba con siete casas y cuarenta y cinco personas 45. En 1468 la princesa D o ñ a L eonor dio las pechas, tri­ butos y rentas del m ism o a J u a n Lopiz de Isaba, su secretario, y a los hijos del mis­ m o 46. El pueblo q u e d a bajo una loma y de lejos se distingue la iglesia. D e b a jo de ella las dos torres del palacio, abandonado (figs. 93, 94 y 95). Son parecidas a las d e Olza, Ibero, Echauri, etc., con dos líneas d e palom ares y tejado a dos aguas. U na fachada tiene un cuerpo bajo, abierto p o r puerta gótica y tres ventanas cuadradas p osiblem ente re h e ­ chas sobre otras pequeñas. El c u e rp o bajo, enm arcado por las dos torres, está cu b ie rto de hiedras. El tejado del c u e rp o m ayor (al que da la puerta gótica citada) está hundido. Pero d e n tro del cuadrado flanqueado po r las torres debía haber un patio 47. Hay c onstan­ cia de que había otro palacio en Zaldáiz 48 y aún otro en Z a l b a 49 qu e daba su escudo a Ju an de Zalba, que «llevaba» de Zalba y Celia 50. En Zalba existe un gran edificio qu e a un lado tiene una torre del tipo conocido, con ventana amainelada y saetera en bajo, a la que se añadió tam bién un gran c u e rp o cuadrangular, con tres rejas y un piso y a éste va añadido otro más alto, con h erm oso alero. Zalba tiene otra torre, más parecida a las de Zunzarren, tam bién arruinada y buenas casas, alguna de magnífica cantería con fecha puesta en la piedra de clave de un he rm o so arco de m edio punto, bajo una cruz: 1657 (figs. 96, 97 y 98). D e las diez casas con sesenta y cinco personas de 1802 queda un rec u e rd o que poco a poco d e s a p a r e c e r á 51. 83 NOTAS 1. F. Z a b a lo , «El re g istro ...» , p. 6 5( nos. 3 4 2 -3 5 1 ). 2. F. Z a b a lo , «El re g istro ...» , p. 135 (nos. 16891699). 3- J. C arrasco P é re z , «La p o b la c ió n ...» , pp. 4 6 2 4 6 3 (nos. 118-127). 4. J. C arrasco P é re z , «La p o b la c ió n ...» , p p . 4 9 9 5 0 0 (nos. 3 9 9 -4 0 8 ). 5. En la p rim e ra lista. 6. « D iccio n a rio » d e 1 8 0 2 , I, p. 4 5 2 , b. 7. H o ja 142 d el m apa- a escala 1 : 5 0 .0 0 0 del In s titu to G e o g rá fic o y E stad ístico . 8. Y an g u as y M iran d a , « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a ­ des» II, p. 282. « C a tá lo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , I, p. 162 (n .° 3 2 3 ). Id o a te , « C atá lo g o d e los c a rtu lario s re a le s» , p p. 2 3 4 -2 3 5 (n .° 4 6 6 ). 9. Y anguas y M ira n d a , « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a ­ d e s» , I, pp. 65 y 72. « C a tá lo g o d el A rc h iv o g e n e ra l» , I, p. 109 (n .° 189). 10. Y an g u as y M iran d a , « D ic c io n a rio d e a n tig ü e ­ d ad es» III, pp. 4 7 6 -4 7 7 . Id o a te , « C atá lo g o d e los c a r­ tu lario s re a le s» , p. 6 9 (n .° 118). O tro s d o c u m e n to s pp. 162-1 6 3 (nos. 3 2 3 -3 2 4 ). R e n o v a c ió n , p. 180 (n .° 359). O tr a d e 1 2 3 7 , pp. 18 6 -1 8 7 (n .° 371). 11. « C atálo g o d e los c a rtu la rio s rea le s» , p. 174 (n .° 347) añ o 1236. 12. Y an g u as y M ira n d a « D ic c io n a rio d e a n tig ü e ­ d a d e s» , III, p. 4 7 7 . Id o a te , « C atá lo g o d e los ca rtu la rio s re a le s» , pp. 275 (nos. 5 5 4 -5 5 5 ). 13. Y anguas y M iran d a , « D ic c io n a rio d e a n tig ü e ­ d ad es» III, p. 4 7 7 . B lasón d e A zcarrág a, fol. 72, 3. 14. « D iccio n a rio » d e 1 8 0 2 , II, p p . 4 1 9 , b -4 2 0 , a. 15. M ad o z, X V , p. 2 3 5 , b. 16. « N a v a rra » , II, p. 4 9 3 . D a c o m o fech as d el 11 al 14. M ás u n m e rc a d o m en su al; el 14 d e cada m es. 17. « D iccio n a rio ...» d e 1802, II, p. 4 1 9 , b -4 2 0 , a. 18. H u a rte , « A rq u ite c tu ra tu rístic a n a v arra» , loe. cit. p. 32, a. 19. « A rte M ed iev al n av arro » IV , p p . 174 y 177, (fig. 32). 20. « D iccio n a rio » d e 1 8 0 2 , II, p. 4 2 0 , a. 2 1. U n ancian o , al tie m p o d e d ib u ja r, nos d ice q u e esta casa te n ía q u e v e r co n la « T o rre B lanca» d e U rro z m ism o. E n el índice d e A zcarrág a, fol. 105, 6 , el blasó n d e tal to r re y al 4 8 , 4, el d el palacio d e U rro z . 22. M a rtin e n a , « P alacios ca b o d e A rm e ría » , II, p. 10. 84 23. « N a v a rra » , II, p. 4 9 3 . 24. « N a v a rra » , II, p. 4 1 8 . 2 5 . « N a v a rra » , II, p. 4 1 8 -4 2 0 . 26. « D iccio n a rio » d e 1802, I, p. 4 3 7 , b. 27. En re a lid a d , el lin aje e ra el d e Itu rb id e . En 1611 o b tie n e se n te n c ia d e e x e n c ió n p alacian a D o n S an ch o d e Itu rb id e . Y el e sc u d o e ra d e p la ta con b an d a de g u les a c o m p a ñ a d a d e d o s lo b o s d e sable. M a rtin e n a , «P alacios cab o d e A rm e ría » , II, p. 17. La h o ja del ín d ice d e A zcarrága, d o n d e esta b a , falta. 28. En el ín d ic e, al fol. 2 5 , q u e falta. 2 9 . M a rtin e n a , « P alacio s cab o d e A rm e ría » , II, pp. 16-17. 30. fol. 105, 3. En el fol. 7 6 , 4 d irá q u e son «dos p e rro s d e o ro » . 31. fol. 76, 4. 32. fol. 116, 3. 33. fol. 2 5 , 6. 34. fol. 4 0 , 3. 35. fol. 18, 4, y 76, 4 , J u a n d e R ed ín . 36. T e ó filo d e A rb e iz a , «D . T ib u rc io d e R ed ín » e n « T em as d e c u ltu ra p o p u la r» (P a m p lo n a , s.a.), p. 4. 37. A zcarrága, fol. 4 4 , 3. 38. « N a v a rra » , II, pp. 3 4 7 -3 4 8 . 39. F. Z a b alo , «El re g istro ...» , pp. 6 4 (n .° 34 1) y 135 (n .° 1686). 40 . J. C a rra sc o P é re z , «La p o b la c ió n ...» , p. 463 (nos. 128-1 3 6 ). 41. H o ja 116 a escala 1 : 5 0 .0 0 0 d el m ap a del In s titu to G e o g rá fic o y C atastral. 42. A zcarrága, fol. 5 7 , 2. 4 3 . A zcarrága, fol. 8 5 , 1. 4 4 . M a rtin e n a , «P alacios cab o d e A rm e ría » , II, p. 18, fo to e n las páginas c e n tra le s, e n c o lo r, n .° 4. 45 . « D ic c io n a rio ...» d e 1802, II, p. 5 3 7 , a. 46 . Y an g u as, « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a d e s...» , III, p. 538. A la v ez le d io S agaseta, o p . cit. III, p. 288. 47 . O tra fo to e n « Itin e ra rio s p o r N a v a rra » , I. P. 137. 48 . A zcarraga, fol. 57, 6. 49. A zcárraga, fol. 106, 1. 50. A zcárraga, fol. 106, 6. 51. « D icc io n a rio » d e 1802, II, p. 5 2 2 , a. Fig. 8 1 .-P la za de Urroz. 85 86 Fig. 8 2 .-C asa gótica reformada. Urroz. Fig. 8 3 .-Porches de la plaza de Urroz. Fig. 8 4 .-F rontón de la plaza de Urroz. 87 89 90 91 Fig. 8 9 .-C a sa de Urroz, con arco de piedra. Fig. 9 0 .-C a sa de U rroz con arco de ladrillo. Fig. 91 .-C a sa en ángulo. Urroz. 92 Fig. 92.-Puerta blasonada de Beortegui. 91 92 Fig. Fig. Fig. Fig. 9 3 —V ista general de Z u n za rren . 9 4 —Palacio abandonado de Z unzarren. 9 5 .-T o rre y fa ch a d a de Z unzarren. 9 6 .-C a sa abandonada de Zatba. 95 96 93 94 CAPITULO VI T R ES VALLES Y UNA VILLA: U N C IT I, IZAGAONDOA, IBARGO ITI Y MONREAL 1) 2) 3) 4) El El El La valle valle valle villa de Unciti. de Izagaondoa. de Ibargoiti. de Monreal. Los tres valles q u e q u e d a n al Sur de U rro z y Lizoain y al Este de Elorz son el de Unciti, y más al Este Izagaondoa e Ibargoiti y en tre Elorz e Ibargoiti q u e d a la jurisdicción de la villa de M onreal, qu e viene a ser un c e n tro antiguo para este gru p o , con núcleos que se p a re c e n bastante a los descritos en los valles anteriores. T am b ié n , com o en ellos, se notan los efectos de la despoblación y el abandono. «Val d ’U ncit» en 1366 contaba con «Nasurieta», «A r^orriz», «U ncit», « £ oaquiayn», « C e m b o r a y n » , « C a v a l^ e ta » , « E x u sa g a » , «Sansoayn» y «A rteiz» 1. O tr a lista en q u e se escribe « £ o ra q u ia y n » , incluye « f u a g u » y «Reta», d a n d o treinta y ocho fuegos a to d o el valle 2. A com ienzos de este siglo, en 1910 tenía 749 personas, en siete pueblos y un caserío y 3.192 ,5 1 ,0 7 hectáreas. Los pueblos eran Alzórriz, Artaiz, C e m b o rá in , N a jurieta, Unciti, Z abaleta y Z o r o q u i a i n 3. B ajando p o r una carretera de U rro z al Sur, el prim er pueblo del valle q u e se e n c u e n tra es Artaiz y al O e s te de Artaiz q u e d a Unciti, que era com o el c e n tro municipal, a causa de su posición más céntrica. El diccionario d e 1802 señalaba la exis­ tencia de un palacio de cabo de A rm ería con su to rre fuerte y troneras en el lugar de Artaiz o A rteiz, de Unciti. Este lugar es conocido hoy por su iglesia románica, cercana a la torre que está ruinosa y a la q u e se ha aplicado un frontón. A com ienzos del X IX , Artaiz tenía veinte casas útiles, dos arruinadas y ochenta y tres p e r s o n a s 4. Artaiz fue señorío de D o n R odrigo de Uriz, que lo cambió al rey con Unciti y C em boráin p o r O rdoiz y su palacio 5. En una fachada de la torre, sobre un arco de ventana de forma particular hay tres escudos de armas (fig. 99), que no son el de Uriz, ni tam poco el de Artaiz que tienen los nobiliarios. En Artaiz, aparte de la iglesia y de la torre arruinada, hay otro edificio en muy mal es­ tado, que m erece nuestra consideración. Es la casa de una familia que se apellida Aldunate. Se halla en la misma carretera qu e va hacia Ardanaz. Se com pone de tres cuerpos, uno com pletam ente vacío y sin tejado. O tr o estrecho con una ventana gótica de dos ar­ cos, debajo de la cual hubo una puerta. Por fin, un gran cuerpo de casa, qu e tiene el acceso actual, reja en la planta baja y una ventana y un ventanillo en la alta. Lo in te re ­ sante de este edificio es la disposición in te ­ rior en torno a un patio, del qu e hay tres alas; patio «impluviato», con recogida de aguas en un e xtrem o del e m p e d rad o y galería o balco­ nada cubierta sobre colum nas y m achones. Las columnas tienén capiteles en casos. En otros, no. La balconada ha q u e d a d o destruida 97 F ig■ 9 9 -A rco blasonado de la torre de A rta iz. casi en su totalidad. El c o n ju n to q u e d a indi­ cado en el a punte d e la fig. 100, to m a d o el 27 de s e p tie m b re d e 1976, p e ro r e c o n s tru ­ y e ndo la balconada, tal y c o m o estaba hace años. En la escalera (figs. 101 y 102), hay e le m e n to s góticos y los m ac h o n e s se han rec o n stru id o no hace m u ch o , con ladrillo. El a p arejo de p ie d ra d e rr u m b a d o yace p o r los suelos e im pide, en casos, ver ciertos aspec­ tos de la construcción. Los alzados d e la fig. 103 c o m p le m e n ta n lo dicho. La relación d e la parte sin tec h o con este c o n ju n to hace pensar q u e constituyó un c u e rp o e x e n to y qu e el patio no estaba c o m ­ p leta m e n te cerrado. La casa antigua con patio v e re m o s q u e se da en o tro s p u e b lo s p o r estas latitudes y más al Sur, hacia la V aldorba, en form as m uy clásicas m editerráneas. V aldría la pena de hacer un estu d io sistem ático de todas las casas d e este tipo, a u n q u e m uchas ya estarán en ruinas, c o m o otras al estilo de las to rre s e n um eradas. P o r e je m p lo , en el p u e ­ blo más m eridional del valle p o r esta banda, q u e es Alzórriz, un to rre ó n con aspilleras y alm enas ya aparecía ru in o so a com ienzos del siglo 6. El c o n ju n to de casas d e C e m b o ra in se consideraba c o m o notable; y en e ste p u e b lo U ranga fotografió la pila de b autism o d e la iglesia d e la Visitación, q u e es curiosa, c o m o otras, p o r s e r m u estra d e arte popular, en 98 c onexión con lo q u e se e n c u e n tra en tallas de dovelas, en piedra, o arcas d e m adera; en este caso, las cruces ovifilas q u e h e m o s visto usa­ das cerca, e n Elorz (figs. 107 y 108). O tr a to rre sin e studiar es la de U n c id , d o n d e tam bién estaba la casa consistorial del valle; el diccionario de 1802 refiriéndose al p u e b lo dice qu e «a la parte del N o r t e hay un té rm in o r e d o n d o con una to rre m uy gru esa y elevada, y p ró x im o a ella una iglesia d e rru id a q u e p o r tradición consta h a ber sido d e los tem plarios. J u n t o a la to rre hay un fu erte» 7. Altadill la daba c o m o ruinosa 8. P u e d e pensarse q u e esta to rre ten d ría algo q u e ver con el hecho d e q u e el p u e b lo p e rte n e c ió al fam oso D o n G arcía Alm oravid o A lm orabit, qu e en 1277 huyó a Castilla, desnaturalizándose a causa d e h a b e r seguido el p artido co n tra rio al d e la reina D o ñ a J u a ­ na,siendo sus bienes confiscados 9. M ás tarde D o n Carlos III dio el lugar con o tro s bienes a su h e rm a n o bastardo, D o n Leonel 10. P o s te rio rm e n te estas to rre s no aparecen e n tr e los palacios cabo d e A rm ería. T a m p o c o los registran e n o tro s p u e blos del valle, én q u e , po r lo dem ás, sie m p re se e n ­ c u e n tran restos o más q u e restos d e casas góticas, c o m o o c u rre en Z abal^eta (foto d e la fig. 109), etc. Fig. 101 -Escalera de la casa «A ldunate». Fig. 102.-P a lio de la casa «A ld u n a te» . en A rta iz. FACHADA PLANTA BAJA FACHADA INTERIOR PLANTA I* Fig. 103--F achada. sección y p lantas de « A ld u n a te » . en A rta iz. 100 II El valle de Izagondoa o Izagaondoa está sobre el de Unciti y es mayor. T ie n e una fro n te ra natural de N o r e s te a Sudeste, qu e le separa de L ónguida y el Irati: la sierra de G ongolaz, q u e no es m uy alta. P ero el p u n to de referencia principal es la P e ñ a de Izaga, de 1.352 m etro s, qu e q u e d a p o r el b o rd e m eri­ dional, a u n q u e hay una parte del valle que está aún al Sudeste de e l l a 11. En 1366 se dem a rca la circunscripción de «Val de Y fa g o n d o » con «Y doat», «Li^arraga», «Cuagu», «Larrayneta», «Ardanaz», « R eta», «Yganoz», «U rbicayn», «Turrillas», «M ugueta», «A yzpe», « G u e rg u e ttay n » , «Indurayn», «Ey^ega», «Y ruxo» y «Veroiz» 12. En algún d o c u m e n to ciertos de estos pueblos se agrupan con los de Lizoain. Las nóm inas m o d e rn a s nos dan: Ardanaz, Beroiz, G u e rg u e tiain , Idoate, Indurain, Iriso, Izanoz, Lizarraga, M e n d in u e ta , Reta, Turrillas, Urbicain y Z u a z u 13. La superficie total es de 6 .3 3 4 ’4 3 ’74 hectáreas. T o d o s los pueblos son p e q u e ñ o s y de estru c tu ra parecida a los de los valles a n te r io r m e n te recorridos. Los acce­ sos p o r el N o r t e son más fáciles qu e p o r el Sur y al c e n tro del valle aproxim adam ente qu e d a A rdanaz o A rdanaz de Leguin, com o se le llama, para distinguirlo del de Egüés. Este A rdanaz servía de c e n tro municipal y tiene buenas casas de cantería. Alguna, toda­ vía de é p oca gótica, con arco ojival de trece dovelas y I H S en la clave. O tras, ya con arcos d e m e d io p u n to , tam b ié n labrados con m aestría y con em blem as místicos siem pre en la clave y bajo la ventana qu e c o m p o n e ar­ m o n io s a m e n te con la p u e rta (fotos de las figs. 110, 111 y 112). Al Este de Ardanaz, quedan Iriso y el caserío d e Beroiz; pequeñísim os siem pre. Al O e s te , R eta y Zuazu, éste mayor qu e aquél. En el e x tr e m o septentrional del valle y com o en una bolsa, se hallan Idoate y Liza­ rraga y, m uy cerca de U rroz frente a una garganta, M e n d in u e ta. En dos de los tres p u e blos se registra la existencia de palacios, más o m en o s antiguos: Idoate y M endinueta. Este de más resonancia qu e el prim ero. A pa­ rece «El Palacio de Idoate» en Azcárraga 14, con blasón de plata y tres fajas azules y hay docum entación de 1532, 1745 y 1759, p e r ­ teneciendo a los H u rta d o 15. M endinueta, con noticias rem otas, es hoy un «punto» del valle. D igo punto, p o rq u e hasta hace cosa de diez años era lugar habi­ tado y ya no lo es. M adoz indicaba q u e se com ponía de cuatro casas, con cuatro vecinos y treinta y cinco almas. Cerca de la iglesia del Pilar, coloca una antiquísima torre, y en el térm ino los restos del castillo d e Leguin 16. Estos datos varían poco en 1802; p e ro en el diccionario de la Academia se dice qu e la torre era la de un palacio de cabo de A rm ería y el lugar, cabeza de un vizcondado del m ism o nom bre, que pertenecía e n tonces al conde de B ureta y de Parcent 17. U n tram o de la torre, asentada sobre roca viva y envuelto en malezas, subsiste hoy y parece de la misma época que las de Ayanz. En el siglo X IV (1377) M en d in u eta fue c o n ­ fiscado a D o n Rodrigo de Uriz y el rey lo dio en dom inio señorial a D on Ju a n Ram írez de Arellano, el joven. Pero en 1453 era señor un D on Carlos de Ayanz y en 1496 D o n ju á n de B eaum ont, que había sucedido a Carlos de Ayanz 1S. La impresión de desolación que se recibe aquí se repite en otras partes del valle, hacia el Sudeste del mismo. Se señalan casas pala­ cianas en el e x tre m o Sur (G uerguitiain, 1799). T am bién en Iriso, Turrillas y Zuazu. Azcárraga indica q u e «G uerguetiayn trahe de O tano» 19 y da las armas de «el Palacio de Zuazu» 20 y «el Palacio de Turrillas» 21. T am bién las de «el palacio de Yriso» 22 y el de Reta 23, más conocido, con armas de gules con tres fajas de oro qu e fue de los Bayona desde el siglo X V II (1631) al X V III final (1788) 24. La pérdida de significado político y g u e rre ro de las viejas torres ha ido seguida de una pérdida de signficado de las explota­ ciones agrícolas y pastoriles y hoy el valle de Izagondoa es de los que dan una m ayor im ­ presión de decadencia 25. 101 III Ibargoiti es un n o m b re descriptivo qu e nos habla d e la p a rte alta o d e arriba («goiti») d e un valle, o cuenca fluvial («ibar»); el del río Elorz, q u e en e fecto va p o r él, d e Sudeste a N o r o e s te . Q u e d a al Sur d e los valles de U nciti e Izagaondoa y al N o r t e d e la Vald o r b a y Aibar. P o r la p a rte occidental tiene el té rm in o d e una villa conocida q u e es M onreal y p o r el Este un límite con U rrau l B ajo 26. «Val d e Yvargoyti» aparece e n 1366 con los p u e blos de «Savalfa», «A vin^ano», «C iroz», « E re sp u ru » , «Sengariz», «M arcayn», «Equissoayn» y «Sayllinas» con tre in ta y cinco fue­ gos 27. En o tra nóm ina los pue b lo s q u e p e r ­ ten e c e n a este valle a p arecen m ezclados 28 y e n las p o ste rio re s son: A vinzano, Besolla, Equisoain, Ibarzabalza, Idocin, Izco, Lecaun, Salinas cabe M onreal, Sangáriz y C eligüeta o Z e l i g ü e t a 29. T ie n e 5 .3 2 9 ’4 8 ’56 hectáreas. Los núcleos p a recen h aberse alineado a lo largo d e dos cam inos más o m en o s paralelos: uno, el más im p o rta n te y se p tentrional, q u e d e M o n re a l fuera a Salinas, de allí hacia Idocin y de Idocin saliera a T abar. O tr o , más pegado a la sierra d e Izco, pasando p o r Zabalza y A binzano, q u e tam bién daría a T abar. Así lo m arca el m apa de López de 1772. P e ro R am írez Arcas señala un itinerario (n.° 4) de P am plona a la fro n te ra de A ragón q u e d e s ­ pués de M onreal, con c om unicación con Sa­ linas, Zabalza, Leoz y Sabaiza, va a la venta de Lecáun y de allí a la de Izco. En cualquier caso, hoy, para r e c o r re r el valle lo m e jo r es situarse en la entrada, d e sd e M onreal, ju n to a Salinas de Ibargoiti, al N o r t e del río y Sur de la ca rre te ra general. Este p u e b lo ha d e b id o te n e r siem pre una superioridad ec o n ó m ica sobre los dem ás del valle, a causa d e la explotación d e la sal. M adoz ya indicaba q u e las salinas y el m olino constituían su m ayor riqueza s o b re los dem ás del valle y le daba 293 almas, c u a re n ta veci­ nos y cu a re n ta c a s a s 30. En 1802 eran treinta y siete y oc h o arruinadas con 161 p e rs o ­ nas 31. N o cabe d u d a d e q u e en o tro tie m p o d e b ió te n e r una prosp e rid a d m ayor, a u n q u e a c om ienzos d e siglo tuviera hasta c incuenta y c u a tro casas y 261 h a b it a n te s 32. La feria de ganados, la p rim e ra sem ana de 102 se p tie m b re, tam bién d ebía anim ar al pueblo. H o y s o rp re n d e la cantidad de casas antiguas, p e ro en mal estado, q u e c ontiene. En p rim e r térm in o , las hay góticas d e las d e larga fa­ chada, con arco ojival d e gran d e s dovelas al c e n tro y tres ventanas reform adas (alguna con m u e s tra d e mainel y arcos conopiales) e n el p rim e r piso y una línea larga d e piedras sale­ dizas (figs. 113 y 114). Hay o tras casas con arco de ojiva lateral, ventanas amaineladas de m e d io p u n to y cantería irregular q u e nos ilustran resp e c to a la función de las piedras saledizas q u e q u e d a n encim a de las ventanas, q u e parecen ha b e r servido d e p u n to de apoyo para los m ad e ro s s o b re los q u e se apoya un alero d e regular desarrollo (figs. 115 y 116). La casa de la foto d e la fig. 117 tiene una p u e rta rasgada p o s te r io r m e n te con un blasón m ed io b o rra d o y d e b a jo un le tre ro qu e dice: Z V A S T I Z A B A L Z A 1659. O tra casa en este estilo tiene un balcón en lo q u e fue ventana d e m ainel y o tra cegada s o b re el arco de entrada. Hay fachadas de las estrechas, p e ro m uy arm oniosas, en las q u e el alero tam bién se c onserva en form a prim itiva y con un a inscripción gótica, aparte del I H S d e la piedra de clave. N o son éstos los únicos eje m p lo s góticos. T a m b ié n hay un resto, re h e c h o con ladrillo después, en la casa d o n d e están los teléfonos (fig. 118). A dem ás hay en Salinas casas q u e siguen un plan p a recido al d e éstas, p e r o d e época posterior. El gran arco central, de entrada, es de m e d io p u n to , con su blasón en la clave o sin él, p e ro con ventanas cuadradas más o m e n o s reg u la rm e n te dispuestas encim a (figs. 119, 120 y 121). A veces, d e fachada e s tr e ­ cha (fig. 119) y blasones q u e se rep iten e n la tierra. A veces los m o d elo s son los mismos, blasones no se ven y las casas no conservan m ás q u e la fachada. Alguna casa ruinosa lleva inscripción q u e d e n o ta b a cierta p rosperidad original c o m o la d e la foto d e la fig. 123. J V A N (J)O S E P H d IR IS A R R I Y C A T H A L IN A D B IV R R V N A Ñ O D E + 1749 Fig. 10 4 -T o rre en Equisoain Salinas no es el p u e b lo más decaído del valle. C erca q u e d a un desploblado, Marsain, y un caserío, Equisoain, que, c o m o se ha visto, c u e n ta n en 1366. T a m b ié n antes, en 1362, en q u e aparecen con algún pu e b lo más desaparecido, c o m o Ciroz 33. En Equisoain, qu e está al O e s te de Salinas y al Sur de M onreal, hay una gran to rre con un cuerpo cuadrangular a d h e rid o a ella, p e ro gótico tam bién, con largas saeteras abajo y ventanas amaineladas encima. En 1802 se consideraba q u e aquí había una casa útil, dos arruinadas y seis personas y qu e perte n ec ía p o r com pra al c o n d e de Ayanz 34 (figs. 104, 124 y 125). En realidad la form a de to rre y cuerpo unido nos hace rec o rd a r otras m ansiones m e ­ dievales de los valles ya recorridos. T am bién del de Lónguida, d o n d e está, precisam ente la to rre d e Ayanz. B ajando p o r la carretera al Sudeste, m uy cerca de Salinas está Idocin, que es lugar del concejo. En Idocin se señala la existencia d e un palacio d e cabo de A rm e ­ ría, qu e en 1802 era del D u q u e de G ra n a ­ da 35. En principio parece que fue de D o n Juan de A tondo, gran partidario de Ju an II, agramontés. Su hija, casada con un Pérez de Jaso, fue abuela de San Francisco Javier y de ahí su conexión con los d u ques de G ra n a ­ da 36. En 1930 H u a rte decía qu e «los restos de esta edificación, de color ocre y m anipostería, perm iten apreciar su antigua disposición con patio de armas en el que se desarrollaba el patio que aún subsiste para dar acceso a la torre principal, provista de ventanas gemelas y puerta de m edio punto. La p’a rte superior deja adivinar bajo la caperuza del tejado la desfigurada crestería» 37. En Idocin hay también alguna casa con elem entos góticos, com o, p o r lo dem ás, las hay en todos los pueblos del valle. Más al Sudeste, en Lecáun se registra un palacio de cabo de A rm ería 38, de los Rada y siguiendo esta línea y pasado Sangáriz se halla Celigueta 39, en una encrucijada de caminos y con la torre, sobre un m ontículo al Sur. Esta to rre 103 riene historia larga p o r q u e en la segunda m itad del siglo X III era de D o n G arcía Alm oravid, e n 1415 d e G arcía Lópiz de Roncesvalles q u e la ven d ió a M iguel Laceilla. U ra n g a e Iñiguez c o nsideran q u e el edificio actual, en esencia p u e d e datar del siglo X III au n q u e se halla alterado p o r las garitas late­ rales. uriosa, a u n q u e tam b ié n esté m uy alterada. U ra n g a e Iñiguez la consideran d e finales del X V , con ventanas rasgadas luego. T a m b ié n c o nsideran postizas, no sólo las estatuas, sino el adarve y las alm enas 42. P o r detrás, pese a una escalerilla y o tro s e le m e n to s , conserva aspilleras y una ventana g e m in a d a cegada, y se ve q u e la tendencia a servir de e le m e n to para a p arejar unos c u e rpos más bajos en to rn o a un patio se ha c o n serv a d o (fig. 129). En 18(32 debía te n e r la form a en q u e aparece en las fotos de las figs. 126 y 127. Antes d e la restauración o arreglo m o d e r n o reflejado e n la foto d e la fig. 128. P o rq u e el diccionario de la A cadem ia dice q u e «en una p e q u e ñ a elevación hay un palacio de cabo de arm ería con sus cuatro garitas y torres q u e así c o m o el p u e b lo p e rte n e c e al c o n d e d e Fuerte v e n tu ra 41. Es claro, p o r o tra parte, q u e las estatuas son de la m ism a m ano q u e las q u e se alzan en lo alto de la fachada d e la iglesia. T am bién, sin c o n g ruencia con su arquitectura. El valle e n c o n ju n to es a b u n d a n te en c o nstrucción q u e anuncia la d e o tro de más al Sur, la V aldorba, en q u e se destacan m uchos c o n ­ juntos en piedra seca y form as d e m u ro s que p are c e n m uy arcaizantes, con ten d e n c ia a las curvas y a no d e ja r g ran d e s huecos hacia el exterior. D e la venta de Lecáun un ramal q u e va hacia el S u deste nos c o n d u c e a A bínzano, d o n d e hay o tra to rre q u e no d e ja ele ser IV Al O e s te de él q u e d a separada la villa de M onreal, q u e parece ser una fundación m uy antigua. P o rq u e , en efecto, en 1149 D o n G arcía Ram írez concedió a sus pob lad o re s el fuero de los francos de Estella 43. C o m o en otros casos el asiento se hizo s obre el de un núcleo anterior, llamado «Elo» y está en función d e las pere g rin a c io ­ nes jacobeas y la vía de los pe re g rin o s en su trayecto c onocido qu e se considera fin de jo rn ad a señalado. A ntes d e q u e se diera el tu e r o ya había hospitales d e p e n d ie n te s d e la iglesia d e P a m p l o n a 44. Pero, sin duda, en función de la circulación general el núcleo u rb a n o se constituyó y definió de su e rte qu e en los planos antiguos 45, tanto c o m o e n las vistas aéreas (fig. 105), se ve bien clara su e stru c tu ra d e pueblo-calle, en esencia, si bien es verdad q u e tiene una p a rte p ro te g id a p o r el m o n te (fig. 106), q u e q u e d a al N o r t e de ella, con una plaza y tres calles más q u e dan al río, con un p u e n te y cam ino secundario. 104 C o m o población creada con fines c o m e r ­ ciales, M o n re a l tuvo: 1.° U n barrio de francos. 2.° U n a judería. 3.° U n barrio de g e n te s del país. H o y día se distingue aún el barrio del B u rg o c o m o el de los francos antiguos. T a m ­ bién la «Judetería», q u e fue fortificada y que, c o m o casi siem pre, estaba pegada al casti­ llo 46, del q u e q u e d a n los cim ientos qu e han sido explorados p o r D o n M iguel Zabalza. Pese a su com posición étnica originaria, con el tie m p o M onreal fue p e rd ie n d o el carácter de p u e b lo he te ró clito y así las nóm inas de las casas dan, tanto c o m o la toponim ia, un c o m ­ p o n e n te vasco p re d o m in a n te . Casas « C o n d e a re n a » , «Jaim erena», «Olcorena», «Francesena» y otras de apellidos del p a í s 47, p e ro ju n to a esto de la é p oca de actividades com erciales y m en e stra le s clásicas conservaba n o m b re s c o m o los de la «calle de las Cuchillerías» y «calle de la Bastería», Fig. 1 0 3 .-V is ta aereu de Monreal. N. Fig. 106.-Perfil de Monreal. 105 o tro s enigm áticos («calle de los A rm ad o re s» ) o topográficos (« Z u bialdea») 47. U n a «m icrociudad». M onreal c o m o U rro z, c o m o v e re m o s tam bién q u e o c u rre en Aoiz, fue un c e n tro m ercantil, con m e rc a d o semanal los viernes p o r privilegio d e la princesa D o ñ a L e o n o r 48, desp u és de un incendio q u e d e cie n to cin­ cue n ta casas lo r e d u jo a c i n c u e n t a 49. Sin e m bargo, la plaza no tiene el aire clásico d e la de U rro z 50, y no cabe d u d a de q u e lo m e jo r de la construcción está en el camino-calle. P u e d e observarse, sin e m bargo, q u e así c o m o e n otras poblaciones d e la vía jacobea, com o P u e n te la Reina, hay un d e sarrollo u rb a n o fu e rte hasta el siglo X V II I , cre á n d o se edifi­ cios notables ento n c e s, e n M o n re a l no se da algo parecido. Los re c u e rd o s d e la é p oca gótica q u e d a n reflejados, siem pre, en pu e rta s y ventanas. M a drazo se refiere a su « m o d e rn a p o b r e ­ za» 51. En general p u e d e decirse q u e esto c uadra a todos los núcleos de los valles q u e vam os re c o rrie n d o , e n los q u e , en cam bio, hay a bundancia d e re c u e rd o s m edievales; iglesias rom ánicas y góticas, torre s y casas de cie rto lujo. El e s p le n d o r dieciochesco d e la M o n ta ñ a atlántica no se da aquí. NOTAS 1. J. C arrasco P é re z, «La p o b la c ió n ...» , p. 4 6 0 (n ú m e ro s 9 4 -1 0 2 ). 2. J. C arrasco P é re z , «La p o b la c ió n ...» , p p . 505900 HÍ61-U4 ^ 5 1 ' í 5 9). 3. « N a v a rra » , II, p. 4 8 1 . H o ja s 1 4 1 -1 4 2 d el m ap a a escala 1 : 5 0 .0 0 0 d el m ap a d el In s titu to G e o g rá fic o C atastral. 4. « D iccio n a rio » d e 1802, I, pp. 108, b -1 0 9 , a C o m p á re s e con M ad o z , II, pp. 5 9 6 , b -5 9 7 , a. 5. Y anguas y M ira n d a , « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a ­ d es» , II, p. 487. 6. « N a v a rra » , II, p. 4 8 1 . 7. « D iccio n a rio » d e 1802, II, p. 4 0 7 , b. 8. « N a v arra» II, p. 4 8 3 . 9. Y anguas y M iran d a, « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a ­ des» III, p. 4 7 2 . M o re t, « A n n ales» III, p p . 4 2 0 , a -4 2 1 , a (lib ro X X IV , c a p ítu lo IV 5 II, n.° 8). 10. Jo s é R a m ó n C a stro , « C arlo s III el N o b le , rey d e N a v a rra » , pp. 4 6 9 y 4 7 4 . 11. H o ja 142 d el m ap a a escala 1 : 5 0 .0 0 0 d el In s titu to G e o g rá fic o C atastral. 12. J. C arrasc o P é re z , «La p o b la ció n ...» pp. 4 6 0 46 2 (n ú m e ro s 103-1 1 7 ). 13. « D iccio n a rio ...» d e 1802, I, p. 3 9 0 , b. « N a v a ­ rra» II, pp. 4 0 4 -4 0 7 . 14. Fols. 4 2 , 3 y 9 1 , 4 , «El P alacio d e H id o rr e » , c o rre g id o « Id o a te » . 15. M a rtin e n a , «P alacio s cab o d e A rm ería » II. p. 12. 16. M ad o z, X I, pp. 3 7 4 , b -3 7 5 , a. 17. II, p. 18, b. Y an g u as, « D ic c io n a rio d e a n ti­ g ü e d a d e s» , II, p. 5 0 2 , n o lo incluye. E n tre los g e n tile s h o m b re s d e co m ie n z o s d e l X V I, sí e stá el s e ñ o r d e 106 M e n d in u e ta , c o m o re s id e n te en U rro z , « A d ic io n e s» , p. 147. 18. Y a n g u as, « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» II, .ID O 1 . I-h Í« J a R íJ i n m n n r ) p n 1 « A r li- cio n es» p. 2 0 4 . M a rtin e n a , «P alacios cab o d e A rm ería» II, pp. 11-12. 19. Fol. 51, 6. 20. Fol. 8 4 , 3. 21. Fol. 2 9 , 6. 22. Fol. 59, 1. 23. Fol. 4 5 , 2. 24. M a rtin e n a , « P alacios cab o d e A rm ería » II, p. 12. 25. « Itin e ra rio s p o r N a v a rra » I, p p . 1 4 1 -1 4 3 fotos d e c o n ju n to y d e L izarraga y R eta. 26. H o ja s 142 y 174 d el m ap a a escala 1 : 5 0 .0 0 0 d el In s titu to G e o g rá fic o y C atastral. 27. J. C a rrasc o P é re z , «La p o b la c ió n ...» pp. 4 9 4 4 9 5 (n ú m e ro s 3 9 1 -3 9 8 ). 28. J. C arra sc o P é re z , «La p o b la c ió n ...» p. 4 5 9 . 29. « D icc io n a rio » d e 1802, I, p. 3 6 6 , a. « N a v a ­ rra » , II, pp. 3 9 8 -4 0 1 . 30. M ad o z, X III, p. 6 9 8 , b. 31. « D icc io n a rio » d e 1 8 0 2 , II, p. 2 8 6 , b. 32. « N av a rra » II, p. 4 0 1 . 33. « C atá lo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , IV , p. 165 (n .° 4 0 6 ). 34. « D ic c io n a rio » d e 1 8 0 2 , I, p. 2 5 2 , b. U ra n g a e Iñ ig u ez, « A rte M ed iev al N a v a rro » IV , p. 2 0 lo c o n si­ d e ra n d e los siglos X III-X IV . L ám ina 6. .35. « D icc io n a rio » d e 1 8 0 2 , I, p. 371. 36. M a rtin e n a , «P alacio s cab o d e A rm e ría » II, p. 11. D o n P e d ro d e M a d ra zo , « N a v a rra y L o g ro ñ o » II, pp. 4 8 0 -4 8 1 h ace u n a c o rta d escrip c ió n . 37. H u a rte , « A rq u ite c tu ra tu rística n av arra» , loe., cit. p. 27, d. 38. M a rtin e n a , «P alacios cab o d e A rm ería » , II, p. 10. 39. E n 1214 se d an las fo rm as « S inguariz», «Ciligüeta» e « Izq u o a» o «E izcoa» p o r Izco. Id o a te , « C atá­ logo d e los c a rtu la rio s re a les» , pp. 9 9 -1 0 0 (n .° 181). 4 0. U ra n g a e Iñ ig u ez, « A rte M edieval N a v a rro » IV , p. 19, lám in a I, b. 41. « D iccio n a rio » d e 1 8 0 2 , II, p. 5 3 0 , a. M arti­ n en a « Palacio cab o d e A rm e ría» II, p. 11. 42. « A rte M ed ie v al N a v a rro » IV , p. 19, lám ina 2, a. 43. Y an g u as y M ira n d a , « D icc io n a rio d e an tig ü e ­ d ad es» II, p. 4 0 9 . « C atá lo g o d e l A rch iv o G e n e ra l» I, p. 53 (n .° 36). Id o a te , « C atá lo g o d e los c artu lario s reales» p. 26 (n .° 31). E x tra c to en M o re t, « A n n ales» II, p. 4 3 4 , a-b (libro X V III, cap ítu lo V III § III, n.° 11). 44. V ázquez d e Parga, Lacarra y U ría, «Las p e re ­ g rin acio n es a S antiago d e C o m p o stela» II, p. 430. 45. « N av arra» , II, p. 4 3 3 , plano. 4 6 . A le ja n d ro D iez y D iez, « M o n real y su casti­ llo», n.° 293 d e « N av arra, T em as d e cu ltu ra p o p u lar» , pp. 4 (el B urgo) y 12 (« Ju d etería» ). 4 6 . D iez y D iez, op. cit. p. 4. 47. D iez y D iez, op. cit. p. 3. M adoz X I, p. 5 1 1 , b da c u atro calles y una plaza. 48. Y anguas y M iran d a, « D iccio n ario d e a n tig ü e ­ d ades» II, pp. 4 1 0 -4 1 1 . 49. Y anguas y M iran d a, « D iccio n ario d e an tig ü e ­ dad es» , II, p. 411. 50. F oto en « Itin e ra rio s p o r N av a rra » , I. p. 1.38. O tra d e M on real d e sd e la H iga, p. 140. 51. « N a v a rra y L o g ro ñ o » , II, p. 480. 107 Fig. Fig. Fig. Fig. Fig. 108 107 -P ila bautism a l de Cemborain. 1 0 8 .-P ila b a u tism a l de Cemborain. 1 0 9 .-V e n ta n a lateral. Zabalceta. 1 1 0 .-P u e rta gótica. A rd a n a z. 111 .-P uerta. A rd a n a z. 109 Fig. 112.-P uerta. A rd a n a z. Fig. 1 1 3 --C asa gótica. S alinas de Ibargoiti. Fig. 1 l4 .- C a s a gótica. S alinas de M onreal o de Ibargoiti. Fig. 1 1 5 .-C a sa gótica, reformada. S alinas de Monreal. Fig. 1 1 6 .-V e n ta n a cegada de la misma, con inscripción gótica. Fig. 1 1 7 .-C a sa gótica reformada, con inscripción de 7659. Salinas de Monreal. 112 113 110 111 I 12 Fig. I I8 .-C a s a de base gotica. con pisn de ladrillt), moderrio. S a hnas de lbargoiti. Fig. / 19--C asa con arcn de medio punlo. Salinas de Monreal. Fig. 1 2 0 -P u e r ta con blasön de la casa anterior. Salinas de Monreal. Fig. 121 .-O tra casa con arco de medio punto j blasön. Salinas de M onreal o de lbargoiti. 120 121 113 Fig. Fig. Fig. Fig. 1 2 2 ,-C a sa de fa ch a d a estrecha. Salinas de Ibargoiti. 123 --C a sa con inscripción de 17491 2 4 .-T o rre de Equisoain. 12 5 .-T o rre de Equisoain. 12. 122 114 115 116 Fig. 12 8 .-Torre Je Celigueta. reformada. Fig. 12 9 .-Torre de A bí m a n o. 1 17 CA PIT U LO VII V A L DE LO N G U ID A Y AOIZ 1) 2) 3) 4) El valle Liberri, Zuza, Villaveta, Ayanz, Larrangoz, Artajo y Murillo de Lónguida Orbaiz, Itoiz, Olaverri, Erdozain, Olleta, Ezcay, Rala, Gorriz, Zariquieta, Javerri, Meoz, Villanueva, Uli Bajo y Mugueta La villa de Aoiz Al Este de los valles de Lizoain e Izagaondoa, flanqueándolo éste asimismo por el Sur, q u e d a el valle de Lónguida. El nom bre aparece en textos m uy antiguos, com o tierra en qu e había un señor: «senior Garceis de A rtieda in Longuida» en tre 1020 y 1030 1. C o m o valle en 1271 2 y luego en otros m u ­ chos docum entos. El valle o val de Lónguida cuenta con núcleos de población bastante abundantes; p e ro en 1802 no se les da, en suma, arriba de 163 casas y 1.016 personas 3. M adoz le asig­ naba veinticuatro lugares y dos caseríos; 230 casas y 1.064 almas, con 208 v e c in o s 4. La extensión, según Altadill es de 8.842,03,71 hectáreas 5. P u e d e decirse que la configura­ ción del valle qu e d a un poco alterada, a causa de que d e n tr o de él está incluido com o en isla el térm in o de Aoiz, q u e es villa separada. Pero, p o r lo dem ás, resulta claro que por el Sur tiene un límite orogràfico sensible en la sierra de G ongolaz; que al N o rte , hay sierras altas tam bién, com o las de A rchuba y Zariquieta y q u e al N o r d e s te el te rre n o es fra­ goso. Lo qu e marca de una form a muy neta la localización de asentam ientos, es la red flu­ vial. Baja del N o r t e el Irati, que se une al U rro b i d e n tr o del valle m ism o y que, pa­ sando por el térm in o de Aoiz, llega al ex­ tre m o en q u e se le une el Erro y sigue hacia el S udeste recogiendo caudales pequeños, según se ve en el m apa de la fig. 130. Los asentamientos están en relación con estos cauces grandes y pequeños. Al Sur m e ­ nos distanciados con señoríos conocidos, com o los de Ayanz y Liberri y tierras más feraces. Al N o r te con pueblos en tierra fra­ gosa, algunos decaídos y otros c o m p le ta ­ m ente abandonados. La determ inación de los límites del valle parece estar figurada pronto, sin vacilaciones con respecto a lo que se da como de él después. Fig. 13 0 .- E l valle de Lánguida. 121 Aoiz se separa con 4 4 fuegos ya 8. «Val de Longuida» aparece así e n el re ­ gistro d e 1280 con todos estos pueblos: «M ugueta», « H u li» , «Aianz», «Larrangoz», «Iandoayn», «A rtasso», «Vilava d e L on­ guida», «A cutayn», « C e n b o fa y n » , «M urillo cabo A rtasso » , « E q u ie » , « G u e n d u la y n » , «Rala», «Ezcay», «G o rriz » , «Itoiz», «O rbaiz», «G arbala», « O rd o tfa y n » , «Laverri» 6. O tras listas se refiere n a L um bier d e n ­ tro 9. Resulta, pues, q u e el enigm ático n o m ­ bre parece q u e en un tie m p o m uy antiguo d e b ió darse a u n ám b ito m ay o r q u e el q u e se le fija d esp u és, más c o m ú n m e n te , y qu e es el m ism o en 1802 10, en tie m p o de M adoz 11 y a com ienzos de siglo 12. A lgunos n o m b re s se apartan de la form a conocida hoy: así « O rd o tfa y n » p o r «Erdozáin». Los p u e blos se p u e d e n agrupar en un c o n ju n to de ellos qu e q u e d a n al O e s te del Irati y del U rro b i y o tro c o n ju n to q u e q u e d a al Este en zona m o ntañosa, y co n sid e ran d o la línea del Irati cu a n d o va de N o r t e a Sur. O t r o g ru p o se p u e d e agrupar con los qu e q u e d a n al Sur del E rro y o tro es el de los que se hallan en to rn o al Irati d e sd e q u e confluye al E rro y tom a una dirección N o ro e s te -S u deste, hasta llegar a las cercanías d e Artieda. En lo eclesiástico Lónguida da lugar a uno de los diez y nueve arciprestazgos q u e cons­ tituyen la diócesis de Pam plona. En lo civil, Lónguida en el siglo X V era una «G o z m e rin d ad » y contaba con estos lu­ gares: « A cotain» o « A c u ta in » , «A g o z » , «Aloz», « A rtajo», «Ayanz», «Ecay», «Erdozain», «Ezcay», «G o rriz » , «Itoiz», «Javerri» o « X a v e rri» , « L a rra n g o z » , « L ib e rri» , « M e o z » , « M u g u e ta » , « M u rillo de L o n ­ g u id a » , « O lle ta » , « O r b a iz » , « O la b e r r i» , «Rala», «Uli B ajo», «Villanueva», «Villava» o «Villaveta», « Z a riquieta», «Zuasti» y « Z u ­ za» 7. Las vías de com unicación del valle están condicionadas po r los ríos principales, com o se ve ahora en el m ap a 142 del Instituto G eográfico; y en el de C oello se nota ya la existencia de algo m uy parecido. Ram írez Arcas, e n 1848, señalaba una carre te ra de P am plona a Aoiz, qu e tenía dos cadenas: una en H u a r te y o tra en U rroz. El resto de los caminos dice qu e eran locales y de h e rra d u ra 13; p e ro p o r ellos m arca la posi­ bilidad de realizar varios itinerarios largos. Así, p o r e je m p lo , dice qu e de P am p lo n a a la fro n te ra de Francia p o r Ochagavía hay un cam ino qu e de la v enta de Azpa llega a U rro z, de allí a Villaveta, p u n to hasta el q u e p u e d e n ir carros p o r él. Luego a V illanueva de Lónguida y de allí a M u g u e ta , para pasar a U rrau l A lto y de allí a Salazar. O tro s simila­ res 14. La suerte de estos a sen tam ientos es varia. En el censo de 1366, en que la dete rm in a ció n del valle parece m uy amplia e imprecisa, hay lugares, c o m o Erdozain, en qu e no hay nin­ gún labrador. Lo m ism o pasa e n O lab erri, en Z uza y Liberri. En otro s p u e blos los fuegos dan esto po r o rd e n alfabético: «A cutain», 3. «A rtaxo», 7. «Ayanz», 1. «Ecay», 8. «Ezcuay», 3. «G o rriz » , 3. «Itoiz», 4. «Larran­ goz», 4. «M eaoz», 12. «M u g u e ta » , 4. «M uriello», 1. «O illeta», 3- « O rbaiz», 6. «Rala», 9. «Ulli», 7. «Villava», 4. « Z a re q u ie ta » , 3. II E n tra n d o d e U rro z al valle p o r O c c id e n te con te m p la m o s un paisaje fino con el cauce del E rro flanqueándolo p o r el Sur. Y sobre el río, al lado o p u e s to al de la ca rre te ra núcleos con una silueta elegante q u e re c u e rd a la de algunos fondos de cuadros d e paisajes italia­ 122 nos cuatrocentistas. El p r im e ro es el de Libe­ rri, al q u e se llega p o r un cam ino especial (que le une luego a Zuza) pasando un puente. Liberri es un palacio d e cabo de A rm ería q u e en 1705 p e rte n ec ía a D o n P e d ro Pablo m h Sí B B I F/g. 131 .-C asa torre de Liberri. en su estado antiguo. E nríquez de G u z m á n y a su m u je r D oña Josefa de Alegría y Peralta y tenía un escudo con tres fajas onduladas o entadas de azur. En 1802 era lugar con diez y seis personas 15 y M adoz le asigna dos vecinos, quince almas y dos casas con un torreón-fortaleza y parro­ quia de San Ginés. T o d o d e p e n d ie n te e n to n ­ ces del D u q u e de G ranada de Ega 16. Liberri ha tenido suerte distinta a la de asentam ientos similares (fig. 131)- Fue m an­ d ado restaurar po r su d u e ñ a actual. La restau­ ración q u e d ó e n c o m e n d a al joven arquitecto de Pam plona, D o n Luis Felipe Gaztelu. La torre, q u e estaba desm ochada, la levantaron canteros gallegos, inspirándose el proyecto en la de Ayanz y en e lem entos de la iglesia de Urroz. Según el restaurador, en un d e p ó ­ sito se encontraron restos de almenas anti­ guas. J u n to a la torre había una construcción muy deteriorada, de piedras descom puestas y adobes. Esta se deshizo y a provechando unas puertas y ventanas de casas de Andricain se hizo la casa que queda actualm ente pegada a la torre, m oderna en el resto. Las habitacio­ nes de los caseros se han arreglado. A lred e ­ d o r de la torre se ha puesto césped y no lejos se han construido cuerpos de explotación agrícola. Esto desajustado del am biente. N o cabe duda de que la bondad del te rre n o ha influido en todas estas acciones, m ientras que cerca hay torres parecidas en estado de ruina completa. 123 ! 3 3 -B la só n de Z u za . Siguiendo hacia el S ureste p o r la m ism a orilla del E rro q u e d a algo a p artado d e él, Z uza 17, p u e b lo con alguna casa b u e n a (figs. 132 y 133) y enseguida, el p u n to de c o n ­ fluencia del E rro con el Irati. Y a sobre éste y en la orilla septentrional, muy cerca de la ca rretera general y pasada Villaveta, q u e es una aldea con alguna casa buena, tam bién e n c o n tram o s un lugar m uy digno de estudio en esta zona q u e da los e je m p la res más c u rio ­ sos acaso de arq u itec tu ra señorial del m e ­ dioevo: el d e Ayanz. El blasón del s e ñ o r de Ayanz aparece al co m ie n zo del índice d e D o n P e d ro d e Azcarrága, con tres calderas rojas o gules, en cam po de o ro 18 (figs. 134 y 144). El lugar del m ism o n o m b re era cabeza del señorío, con d a d o luego. En 1802 se habla del palacio, c o m o de única habitación del lugar, con doce personas, más la iglesia d e la C o ncepción, servida po r un cura 19. El palacio es u n o de 124 Fig. 1 3 4 -B lasón de A yanz. los m ejo res edificios rorreados que se con­ servan en el valle de Lónguida, y que puede darnos idea de lo que era el asiento de un señor navarro en el m edievo final. El linaje de Ayanz se recuerda con fre­ cuencia en la historia de N avarra; sobre todo en la segunda m itad del siglo X IV y la pri­ m era del X V 20. El palacio, o los palacios, son m enciona­ dos en d o c u m e n to s varios y por ellos sabe­ mos, p o r eje m p lo , que, en 1539, D o ñ a Ana de D onam aría, viuda de Carlos de Ayanz, con su hijo Luis, los vendieron a Miguel Periz de D onam aría, señor de Arizcuren y Uli 21. H u a rte consideraba que la torre de Ayanz era construcción de fines del siglo X IV , de las qu e q u e d a n más completas, con la barba­ cana íntegra y una cámara abovedada 22. El co m p le jo edificado es más curioso de lo que dan a e n te n d e r sus referencias. En prim er térm ino, digam os algo de la posición, que no es singular d e n tr o del valle. Poco después de qu e las aguas del Erro entren en el Irati, entre Aós y Villanueva de Lónguida, y antes de un bucle de la corriente fluvial, se ve desde la carretera, sobre un llano cultivado, y en posición q u e recu e rd a las de otras torres y palacios de la zona: po r ejem plo la de Liberri, al o tro lado del Erro, o la misma del de Artieda de que luego se hace descripción detallada. El conjunto está constituido p o r un cua­ drilátero irregular que tiene la to rre flan­ queándolo por un lado, a la parte del río. Esta torre conserva parte de la barbacana, p e ro de unos años acá han caído varios e le m en to s de los que la constituían. Son hasta cuatro plan­ tas las que se alzan airosas con troneras y arcos que hacen sospechar que es más re ­ ciente de lo que indicaba H u a rte (lámina en color). La fachada con entrada a la parte d e la torre, tenía también hasta hace poco un p o r ­ tón que se ha tirado, para que puedan e ntrar en el patio tractores y camiones. Hoy, en esquem a, el c o n ju n to de esta fachada es como se hace ver en el d ib u jo de la fig. 135. Fig. 135.-A yanz. Torre y fachada principal. 125 Fig. 136.-P atio de Ayanz. T o d o hace pensar que, en lo fundamental, el c u e rp o q u e sigue a la torre, constituido por planta baja y un alto, com o en Artieda, pero m enos desarrollado, es bastante antiguo, p o r q u e tiene una p u e rta gótica con el blasón indicado antes (fig. 134). En este cuerpo se han rasgado ventanas y se ha puesto una tejavana. A ntes, sin duda, constituyó la vi­ vienda principal. H o y hay cuadras y almace­ nes. El patio cerrado no es m uy grande y todo él se utiliza para fines agrícolas (dibujo de la fig. 1 36). Es vivienda, en cambio, la que forma línea con el p o rtó n roto, constituida por una casa con unidad propia, q u e tiene una puerta de arco de m e d io p unto, rehecho en 1766, c om o reza la inscripción de la dovela (fig. 137). P o r el patio una escalera de piedra ex te rio r da al piso prim ero. Torre de A ya n z. Fig. 1 3 7 .-Inscripción de A yanz. 127 T a m b ié n se d e b ió rehacer, relativam ente hace poco, un c u e rp o q u e tiene e n tra d a p o r la fachada qu e da al Este (fig. 138). Es posible qu e allí hubiera o tra torre, de m en o s ca te g o ­ ría qu e la antes descrita. En to d o caso, el gran c u e rp o de dos plantas que sigue tam bién tiene e le m en to s antiguos, góticos, c o m o una ventana de arco con lóbulos tallados en la dovela (fig. 139). O tr o s huecos son m o d e r ­ nos. La fachada q u e q u e d a e n la parte opuesta, po r el exterior, está c errada del todo y tam b ié n tiene huecos de reja y ventanas rasgadas d espués de hecha. Cerca de d o n d e arranca la to rre p o r este costado hay un gran pozo (fig. 140). La cuarta y última p a rte del cuadrángulo está abierta sólo p o r ventanas y parece ser la más rehecha (fig. 141). La planta se da en la figura 142. C o m o e le m e n to aislado, en mal estado de conservación, q u e d a la citada iglesia (fig. 143), colocada, según se ve en el d ib u jo de la fig. 135. El blasón, en la foto 144, tam bién. M adoz (1846) decía q u e e n to n c e s la to ­ rre, a la q u e da setenta pies de elevación y qu e pe rte n ec ía al c onde, qu e tam b ié n era m arq u é s d e Besolla, m arcaba el carácter del «antiguo feudalism o». P e ro hay q u e confesar qu e el señorío tenía una base e c onóm ica mo128 PLANTA BAJA Fig. ¡ 4 2 ,- A y a n z . P lanta baja. 130 desta, p o r lo qu e él m ism o indicaba. En efecto. A las dos m árgenes del Irati había heredades, qu e se com unicaban con una barca. El te rre n o se reducía a 520 robadas, divididas en 30 de prim era calidad, 60 de segunda y 179 de tercera; o sea 260 cultiva­ bles. Salvo veinte de viña, las demás se de d i­ caban a cereales, que daban cuatro p o r uno; trigo, cebada, avena, maíz, legum bres y algún lino. Sobre esto, pastos. Los tres vecinos que cuenta daban veinticuatro almas 23. fortificación (fig. 145), casas de uno y dos huecos pegadas las unas a las otras, plaza con ayuntam iento de soportales y otras casas del X V III haciendo juego, iglesia en alto. Aparte de eso, otras más rústicas, d e n tr o del estilo del país, algunas form ando bloques q u e dejan patios centrales, con cuerpos de distinta al­ tura y restos de algún to rre ó n (fig. 146). T o d o esto indica q u e el pu e b lo tiene una vida histórica más com pleja qu e otros, lo cual parece com probarse a través de la d o c u m e n ­ tación que hay sobre él desde qu e en 1236 tue declarado realengo, hasta 1574 en que pertenecía a D o n Juan de B e a u m o n t 24. Claro es q u e las familias linajudas basaban su p o d e r en la posesión de m uchos lugares y señoríos y esto ha d ejado su huella hasta nuestros días, com o se va viendo en las casas con títulos de Navarra. Siguiendo el río ade­ lante, al Sur de él y en las estribaciones de la sierra de G ongolaz, nos encontram os con Larrángoz y luego Artajo. Frente a Larrángoz al N o r t e y en la carretera general, M urillo de Lónguida. D e estos pueblos el más intere­ sante es Artajo. Al Sudeste de Artajo, en un ám bito pa re ­ cido y bajo un bucle del río, q u e d a Artieda, de ,que luego se hablará, fuera ya de Lón­ guida. Erdozain en el valle de Lónguida q u e d a al O e ste de Aoiz y en 1802 aparece con catorce casas útiles, dos arruinadas y cincuenta y nueve habitantes 25. Hay allí una casa to rre muy destruida, p ero de la qu e se p u e d e n estudiar rasgos interesantes. A u n q u e se trata de un núcleo pequeño, A rtajo tiene e le m en to s de villa mayor; una calle, con su portillo de salida y resto de III Form an un contraste sensible con estos pueblos de la parte baja y fértil del valle, los que qu e d a n en la zona occidental y más fra­ gosa, escalonados de N o r t e a Sur. El más septentrional, sobre el U rrobi, es Orbaiz; prácticam ente abandonado. P ueblo con un co n ju n to de casas góticas fo rm a n d o callejue­ las, con fachadas de un hueco, el de entrada y el ventanal superior, amainelado, de arcos conopiales o de m ed io p unto, y restos de hornos exteriores, con su tejaroz p ro te c to r a veces (figs. 147 y 148). En 1802 tenía diez y siete casas con se­ senta y nueve habitantes 26. Al Sur de O r ­ baiz, e n tre el cauce de un arroyo que va a d e sem b o c ar al U rro b i y éste, en la misma carretera, está Itoiz, form ando un alinea­ m ie n to de casas frente al cual hay una con to rre reg ularm ente conservada, c o n s titu ­ yendo cuerpo con otro edificio más bajo, con aspilleras a un lado (fig. 149). A estos dos se añade o tra casa de dos pisos. En 1802 a Itoiz sólo se le daban cuatro casas con treinta y ocho personas y éstas que se describen parecen hacer una vivienda 27. Al Suroeste de Itoiz está O laverri, tam ­ bién muy decaído, y d o n d e hay alguna casa con restos góticos (fig. 150) y otra con ins­ cripción de 1762, qu e viene a decir en una piedra que queda bajo la ventana principal: EL D U E Ñ O DESTA C A SA / I Z O H A C E R ESTA PO RTA LA D A . Y en la piedra d e clave del arco de m edio punto de once dovelas, en relieve: « P E D R O / M A R T I /N IAC / O S T E / 1762» (fig. 151). T a m p o co tenía arriba de cinco casas en 1802 iñ. Pero, com o siem pre. 131 daba razón d e la existencia d e una iglesia con culto. Poco más al Sur, Erdozain arrojaba m ayor n ú m e ro d e edificios, au n q u e e n p r o ­ porción la densidad d e la población e ra m e ­ nor, p o r q u e había catorce casas útiles, dos arruinadas y cincuenta y nueve personas 29. H ace ya m u ch o s años q u e U ranga hizo las fotos de Erdozain q u e ahora hay q u e c o m e n ­ tar. R eflejan ya un p u e b lo casi a b a n d o n a d o en el qu e destacan los restos d e una b u e n a edifi­ cación to rre a d a de las típicas palacianas de la tierra, a fines d e la Edad M edia y com ienzos de la M o d e rn a . Es raro qu e no aparezca en el «Libro de A rm ería», p o rq u e se trata d e un edificio de e m p a q u e , a u n q u e tardío, a juzgar p o r los arcos de acceso q u e se conservan, que son d e m ed io p u n to , con e m blem as místicos y nobiliarios 1HS; uno más goticista q u e otro, bajo una ventana de mainel con arcos conopiales y a d o rn o d e bolas o granadas en el rep e c h o , qu e p u e d e ser ya de la p rim e ra mitad del X V I. Los restos de una to rre , con barbacana en el m u ro más alto q u e se c o n ­ serva de ella, flanquean un c u e rp o rec tan g u ­ lar de un solo alto al parecer; d e n tr o d e un patio había o tro c u e rp o rectangular con arco g ran d e abajo y teja d o a dos aguas y otros c u e rpos más d e struidos cerraban el patio en el q u e existe un h ó rre o asimismo. La to rre tenía añadido a o tro lado un últim o c u e rp o más en alto, en c o n ju n to , q u e los dem ás (figs. 152 y 153). En Erdozain hay otras casas con e le m e n ­ tos góticos m uy deshechos, c o m o una que parecía h a ber ten id o dos arcos ojivales y un solo alto pegada a o tro caserón con arco de e n tra d a tam bién ojival, p e ro re fo rm a d o y le­ vantado en dos pisos, con cuatro huecos y fachada q u ebrada, en época posterior. Esta casa tiene un blasón (fig. 154). H abía tam bién otras ruinas (fig. 155), un c e m e n te rio con estelas, alguna de las cuales se conservaba hasta hace po c o (fig. 156). Siguiendo hacia el Sur p o r el río Erdozain q u e d a a O c c id en te O lleta y al Este en la c a rretera d e Aoiz, Ezcay. O tr o p e q u e ñ o n ú ­ cleo con ruinas de cierta n otoriedad. En Ez­ cay se dan tres casas y veintisiete personas en 1802 30. U n a de ellas era el palacio de Ezcay, registrado p o r Azcarrága, con un blasón cuartelado. En los cuarteles p rim e ro y cuarto de o ro llevaba tres palos d e azur. En el 132 se gundo y te rc e ro d e plata, dos lobos a su c olor 31. Este blasón tallado finísim am ente p o r un artista del R en a c im ie n to , se hallaba sobre u n arco ojival d e once dovelas que daba acceso a un edificio de stru id o , c o m o se ve e n las fotos hechas po r U ranga (figs. 157 y 158), q u e tam bién hizo las de las figs. 159, 160 y 161. En o t r o c u e r p o , m e j o r c o n s e r v a d o cuando se hicieron las fotos, sobre un arco gótico tam b ié n se veía un blasón parecido, p e ro qu e en vez de palos tenía fajas, en los cuarteles u n o y cuatro. La disposición del edificio reco rd a b a algo a la de Itoiz en lo de constar de una to rre palom ar y un c u e rp o de un solo alto, a d h e rid o a ella (figs. 160, 161 y 162). En este caso el arco ojival d e e n tra d a está en la superficie q u e form a un c u e rp o hasta el p rim e r alto y p u e d e pensarse qu e a la ventana de mainel con arcos conopiales de la parte qu e luego se alza más c o rre s p o n d e n o tro s dos huecos parecidos, d o n d e luego se rasgaron dos ventanas cuadradas, tal c o m o se indica en el d ib u jo y c o m o son tam bién otras ventanas de paredes deshechas q u e se fotografiaron. Este edificio tenía un gran patio d e ntro. El palacio de Ezcay fue erigido en cabo de A rm ería en 1665 p o r servicio de 2 .500 reales hecho p o r D o n Francisco M o n re a l y Ezcay y personas de estos apellidos siguieron p o s e ­ yé n dolo d espués (1673). En 1746 D o ñ a J o a ­ quina de M onreal Ezcay y su m arido el te ­ niente general D o n J u a n Francisco de Arm endáriz, d e fe n d ie ro n la exención y en 1758 solicitó el rabete el hijo de éstos D o n Ju a n Esteban de A rm endáriz, m arq u é s de Castelfuerte 32. Al Este de Ezcay q u e d a Rala, al pie de la sierra de A rchuba y al S udoeste, G orriz; o tro s dos núcleos p e q u e ñ o s y decaídos en los qu e p u e d e n hallarse restos de la a rq u itec tu ra g ó ­ tica, com o el de la casa de la foto de la fig. 163, hecha po r U ranga en G orriz, d o n d e se ve una fachada con arco, m ainel cegado y ventanas rasgadas sin g uardar relación. El e scudo qu e q u e d a e n tre la p ied ra de clave del arco ojival y el b o rd e de la ventana parece tam bién añadido en tie m p o p o s te rio r a la construcción. T ie n e el cuartel p rim e ro y el cuarto con corazones y el se gundo y te r ­ cero con palos. Z a riq u ieta y Javerri son p o ­ blados m uy apartados de la circulación. El p rim e ro en sitio fragoso y con sólo dos casas en 180 2 33. El otro, tam bién en tierra m o n ­ tuosa, con cinco 34. Sobre la regata que baja de Z a riquieta hacia el S udoeste y cerca de Aoiz, qu e d a M eoz, pue b lo qu e ha sido siem­ pre de m ayor entidad qu e los anteriores, p o rq u e e n 1802 se le asignan diez y siete casas útiles y una arruinada, con ochenta y cuatro personas 35. M eoz form a un núcleo con un anchurón al N o r o e s te y o tro al S udoeste y un conjunto de casas bastantes de ellas relativam ente m o ­ dernas y sin gran línea. N o obstante, algunas son curiosas c o m o c o n ju n to creado en tiem ­ pos sucesivos, com o la de la foto de la fig. 164, con e le m en to s góticos de un lado, patio central con en tra d a p ropia y otros cuerpos para los servicios agrícolas, aparejados de form a q u e se repite una y otra vez hacia el Este y el S udoeste de la m erindad. Las p u e r­ tas grandes de en tra d a a patios, cuadras y otros edificios similares suelen ser com o la del patio de la casa citada o una de la re p re ­ sentada en la foto d e la fig. 165. Produce gran tristeza la foto de la fig. 166 qu e representa la fachada con bu e n arco de una casa, tam ­ bién de M eoz, co m p le ta m en te ruinosa. Más suerte le ha cabido a una herm osa casa de Villanueva de Lónguida: una de las siete Villanuevas de Navarra, en la que en 1802 sólo se señala la existencia de ocho casas con cuarenta personas 36. Se trata de una construcción gótica de larga fachada rec­ tangular, q u e U ranga pudo fotografiar en dos estados; uno el de casa de labor, otro, restau­ rada, c o m o se ve en las fotos de las figs. 167 y 168. Es claro qu e esta casa, que ostenta un blasón con cuatro fajas (fig. 169), era m an­ sión señorial, con un arco de entrada, de ojiva y dovelas grandes, com o las de los de U rroz y hasta seis ventanales en el piso, conopiales. Puede pensarse qu e el cu e rp o p rim ero era el de la parte del centro, con tres ventanales y que p ro n to se le aña d eie ro n o tro cu e rp o a la izquierda con u n o y o tro a la derecha, con dos. Luego se rasgaron algunas ventanas y se modificó acaso algún hueco del bajo. Podría pensarse en una estru c tu ra vieja, com o la que indica el d ibujo de la fig. 170. Más al Este, en las proxim idades de la regata qu e baja de Javerri, está Uli B ajo q u e se distingue de o tro Uli, o Uli Alto q u e está en el valle de Arce; con sólo seis casas y veinticuatro personas en 1802 37. En Uli hay varias casas en mal estado y alguna con bla­ són, colocado en un aparejo de cantería so­ brio, en fachada casi de piedra seca; cosa q u e se da m ucho hacia el Sur y el Este (fig. 171). O tro pueblo hundido es M ugueta en el ángulo Sudeste del valle, sobre un cauce qu e viene de Urraul Alto. En 1802 se le dan tres casas y sólo veintidós personas. T res fuegos en 1366 3S. Las fotos nos hablan d e la ruina de dos de las casas antiguas p o r lo m enos; una gótica clásica, con su patio interior, otra más m oderna, de buena cantería en la parte baja, tam bién con patio. U na de las casas era palaciana (figs. 172, 173 y 174). En el «Libro de Armería» se señala la existencia de casas de este tipo qu e eran, además de las citadas, las de Ecay, G u e n d u lain, Larrángoz, M eoz, M ugueta y O rbaiz 39. El palacio de M ugueta, qu e aparece en el índice de A z c árraga40, «lleba de Eusa», com o el apellido «C enuorayn» 41. Son tres fajas de gules, sobre plata. O b sé rv ese q u e la casa herm osa de Villanueva tiene un blasón con cuatro fajas. 133 IV D e n t r o del valle d e Lónguida, q u e d a c o m o en una isla el térm in o municipal de la villa de Aoiz, q u e es tam bién cabeza de p a r­ tido judicial. Este térm in o no es grande, pu e sto q u e tiene 1.245’6 9 ’39 hectáreas y la población a com ienzos de siglo andaba p o r los 1.326 habitantes, qu e vivían en 229 edifi­ cios conc en tra d o s en una estru c tu ra in te re ­ sante 42. Los au m e n to s en el X I X no fueron m uy grandes, p u e sto qu e el diccionario de 1802 le da 1.040 habitantes en 173 c a s a s 43. En los registros m edievales ya aparece com o un núcleo de cierta im portancia. El n o m b re aparece pro n to . El Padre M o re t 44 extractó ya un d o c u m e n to en Leire, del año 1042, en el que el rey D o n G arcía y su m u je r D o ñ a Estefanía don a b a n a D o n F o rtú n López, el m o n aste rio de San Salvador de Z a lu rrib a r en el té rm in o de Aoiz. D o n F ortún dio al rey un caballo d e gran precio qu e se llamaba «Ozzaburu»: «en vascuence - a ñ a d e M o r e t - suena cabeza fría». Poco más de dos siglos después, en 1244, un d o c u m e n to del A rchivo G e n e ral hace ver q u e el señorío de Aoiz (que se escribe «Aoitz») estaba dividido e n tre una señora, D o ñ a Elvira, el rey D o n T e o b a ld o y la iglesia de Pam plona, haciéndose partición de lo que c o rre sp o n d ía a la se ñ o ra 45. Estam os ante una villa de la que salen algunos linajes con cierta fuerza, q u e llevan su n o m b re 46. El desarrollo del núcleo y el c recim iento y e n riq u e c im ie n to en c uanto a instituciones q u e d e alguna form a, implican privilegio, son hechos de fines de la Edad Media. En 1378 hay m em o ria d e q u e los castellanos incendiaron la iglesia d u ra n te la g u e r r a 47, así c o m o las casas de un M artín G arcía de Aoiz, d o n d e solía alojarse el rey cu a n d o iba al pue b lo y otras más 48. E ntonces Lónguida constituía una «bailia» y había un «Sozm erino». D e ja n d o aparte d o c u m e n to s de concesión d e beneficios so­ b re pechas, etc. hay qu e destacar c ó m o en 1424 Carlos III concedió a todos los habi­ tantes de Aoiz una carta de ingenuidad e hidalguía e n p re m io a su fidelidad y servicios, sobre to d o e n tiem pos de g u e rra 49 privilegio 134 qu e fue confirm ado en 1429 en un d o c u ­ m e n to en qu e se hace alusión a los «fijosdalgo nuevos» 50. El privilegio viene, sin duda, a ro b u ste c e r la posición de los habi­ tantes de una villa q u e de 1366 a 1428, en q u e se hace una fogueración m uy interesante, p e ro m en o s conocida q u e la anterior, había decrecido y tam bién se había e m p o b r e c i­ d o 51. En 1479 con m o tiv o de la paz general firmada en Aoiz, D o ñ a M agdalena, tu to ra de Francisco Febo, concedió a Aoiz varios pri­ vilegios y e n tre ellos un m erc ad o que había de celebrarse el p rim e r jueves de cada m es 52. Aoiz se separa del valle, tiene escudo propio, asiento en C o rtes 53. La vida civil y m ercantil se desarrolla y de 1544 datan unas ordenanzas m unicipales q u e se conservan en el Archivo G e n e ral 54. D e ja n d o a un lado el estu d io del desarrollo u rb an o e industrial de las últimas épocas vamos a fijarnos en la e stru c tu ra de la villa antigua. El Irati c o rre de N o r d e s te a S uroeste flanqueándola. P e ro el casco q u e d a en altura y al Este de él arranca el p u e n te viejo q u e cruza al río de N o r t e a Sur 55. U n cam ino lo unía con la iglesia pa­ rroquial de San M iguel, conocida p o r su ri­ q ue z a artística, y de allí salía la calle del m ism o n o m b re , q u e form aba el flanco Sudoriental, con el ay u n tam ien to en ella, el cual tenía una fachada q u e daba a cierta plazoleta, d e im portancia urbana. P o rq u e , en efecto, de ella arrancan dos calles im p o rta n tes en el c o n ju n to . D e Este a O e ste, siem pre p o r el flanco m eridional, la qu e lleva el n o m b re significativo de Calle N ueva. O tra, de Sur a N o r t e , es la calle de la V irreina. A la mitad de ésta apro x im ad a m en te , sale o tra calle ha­ cia el O e ste, la calle de la Plaza, que, c o m o su n o m b re lo indica, da a la Plaza del M ercado. O tro s ám bitos u rbanos más p e q u e ñ o s son los de las calles de la Villa, de Santa Ana. Para­ lela a la de la V irreina p o r O cc id en te , otra calle más larga qu e las ú ltim a m en te citadas, es la d e Eras. T a n to la de la V irre in a c o m o ésta, dan a la q u e constituye el flanco septentrional del Aoiz antiguo: la calle de Arriba. El casco de Aoiz p o r el Sudoeste se constituía: 1.°) p o r una calle qu e arranca de la N u e v a en direc­ ción Sur q u e se llamaba Calle de la Bajada al Molino; 2.°) p o r una calle del M ediodía, de N o r t e a Sur, que era un flanco occidental, con una anchura d e la que hacia el interior salían unas calles m en o re s, com o la del T unguete. El m olino viejo recogía el agua de un cauce q u e arrancaba del p u e n te casi. Esta estructura aparece notab le m e n te aum entada y alterada en los planos m o d e r n o s 56. En 1975 Aoiz tenía más de 2.000 habitantes 57. Se considera q u e la villa conserva m ucha casa de tradición gótica. T a m b ié n casas hidalgas blasonadas. N o se ha llamado tanto la aten­ ción sobre alguna suntuosa casa barroca, com o la qu e cuenta con gran escalera, linter­ nas y o tro s ele m en to s bien ordenados, en el ce n tro de la villa. Más conocida es la de la familia de Argamasilla de la Cerda, muy res­ taurada. Ejem plo de palacio sencillo de los q u e se hacían a fines del X V II y com ienzos del X V III sobre todo, con fachada de tres h u e ­ cos; puerta central, cuadrada, dos rejas late­ rales, balcón saliente sobre la p u e rta y otros dos sin saledizos laterales, con dos escudos a los lados del balcón central. En lo alto del tejado a cuatro aguas, una especie de torre cuadrada, tam bién a cuatro aguas. U n señor de Santacara, h e rm a n o del C onde de Lerín, se dice qu e construyó a fines del X V una torre que no p u e d e ser esta casa 5S, aunque los linajes vinculados a ella sean los B eaum ont, Erdozain, etc. En las calles se puede hacer, rec u e n to de ele m en to s góticos del tipo que hem os visto q u e en el valle se hallan en estado ruinoso. NOTAS 1. « C artula rio d e San Ju a n de la Peña», edición U b ie to , I. p. 149 (n.° 50). 2. G o ñ i G a z ta m b id e , «C atálogo del archivo cate­ dral d e P am p lo n a» , 1. p. 164 (n.° 687). 3- «D icciona rio...» d e 1802, I. p. 4 54 , a-b. 4. X , p. 370. 5. II, p. 420. 6. F. ¿ a b a l o , «El registro...», pp. 13 5-136 (n ú m e ­ ros 1.700-1.718). C o n alguna variante d e grafía p. 141 (n ú m e ro s 1.836-1.854). 7. Y anguas, «D iccionario...», II, pp. 285-288. 8. J. C arrasco Pérez, «La población...», pp. 4634 65 ( n ú m e ro s 137-160). 9. J. C arrasco P érez, «La población...», pp. 501503 ( n ú m e ro s 4 1 5 -5 0 3 ). O t r a aún, pp. 50 8 -5 0 9 (n ú m e ­ ros 4 8 2-48 7). 10. «D iccio nario» d e 1802, I. p. 4 54 , a-b. 11. X, p. 3 7 0 a. 12. « N a v a rra » , II, pp. 42 1-4 2 7 . 13. « Itinerarios...», p. 135. 14. « Itinera rios...», n ú m e r o s 25-26. 15. « D iccionario» d e 1802, I. p. 45 0, a. Martinena, «Palacios cabo d e A rm e ría » , II, p. 19. 16. X , p. 27 6, a. N o está en la lista d e palacios de cabo de A rm e r ía de Yanguas. Sí e n el índice d e P edro de Azcárraga, fol. 6 5, 3 c on u n blasón d e ondas, co m o el de Uriz, alusivo al sitio. 17. Hay alguna casa bien ten ida con blasón c o m ­ p u esto sobre arco d e m ed io p un to . 18. Fol. 19, 4.°. 19. «Diccionario...» de 1802, I, p. 136, a. 20. Yanguas y M iranda, «D iccion ario de a n tig ü e ­ dades...», I. pp. 75-77, «Adiciones...», pp. 60-61. 21. Yanguas, «Adiciones...», p. 60. A com ien zo s del siglo X V I el señ o r d e Ayanz vivía en el palacio (p. 147). M artinena, «Palacios cabo de A rm ería» , 1 1 , p. 19, hace referencia a d o c u m e n to s d e 1745, 1766 y 1782. 22. « A rq u itec tu ra turística navarra», loe. cit. p. 27, a. U ran ga e Iñiguez « A rte medieval nav arro» , IV, p. 19, lámina 3, a. D an la mism a fecha. V e r tam bién «N avarra», II, p. 423. F o to ex celente, « Itinerarios p or N avarra», I. p. 146. 23. III, p. 196, a-b. 24. Yanguas y M iranda, « A diciones», p. 39. 25. «Diccionario...» de 1802, 1, p. 25 4, b. 26. «Diccionario...» de 1802, II, p. 199, b. 27. «D iccionario» de 1802, I, p. 389, a. 28. «D iccionario» de 1802, II, p. 174, b. T r e in t a y cuatro personas. 29- «Diccionario» de 1802, I, p. 25 4, b. 30. «Diccionario» de 1802, I. p. 27 7 , b. 31. Fol. 49, 5. 32. M artinena, «Palacios cabo de A rm e ría» , II, p. 18. 135 33. « D iccio na rio » d e 1802, II, p. 528, a. D iecin u e v e personas. 34. «D iccio na rio» de 1802, II, p. 515, a. «Xab erri» . 35. «D iccio na rio» de 1802, II, p. 22, a. 36. «D iccio na rio» de 1802, II, p. 4 5 5 , b. 37. «D iccio na rio» d e 1802, II, p. 4 0 4 , b. 38. «D iccio na rio» d e 1802, II, p. 41, a. 39. M artin e n a , «Palacios cabo d e A rm e r ía » , II, p. 19. 40. Fol. 39, 5. 41. Fol. 39, 6. «Eusa» estab a al fol. 14 q u e falta, según el índice. 42. « N a v a rra » , II, pp. 327-331 : plan o e n tr e las pp. 32 8-3 29 . 43. «D iccio na rio» d e 1802, I. p. 8 0, a. 44. M o r e t, « A nn ales» I, p. 7 00 , a (libro X III, capítu lo I, § V, n.° 53). 45. Y an gu as y M iran d a, « D ic cio n a rio d e a n tig ü e ­ d ad es» , I. p. 40. «C atálog o d el A rch iv o G e n e ra l» I, p. 131 (n.° 244). Ido ate , « C atálo go d e los cartularios reales», p. 20 3 (n.° 40 0) co n m ás referencias. 46. B e n ito U rta s u n V illanueva, « A oiz» , n.° 29 0 d e « N av arra, T e m a s d e c u ltu ra p o p u lar» (P am p lo n a, s.a.), p. 8. Y anguas y M iran da, « A d ic io n es» , p. 109, artículo Daoiz. 47. Y ang uas y M iran da, « D iccio na rio d e a n tig ü e ­ d ad es» , I, p. 40. 136 48. «C atálo go del A rch iv o G e n e r a l» , X II, p. 21 (n.° 41): 12 d e e n e r o d e 1379. 4 9. Y ang u as y M irand a, « D icc io n a rio de a n tig ü e ­ d a d e s» , I. p. 41. «C atálog o del A rch ivo G e n e ra l» X X X V I I I , p. 335 (n.° 975). 50. Y anguas y M iran d a, « D iccio n a rio d e a n tig ü e ­ d ad es» , I. p. 41. « C a tálo go del A rch ivo G e n e ra l» X X X V I I I , p. 22 4 (n.° 665). 51. U rta s u n , op. cit. p. 9. 52. Y anguas y M iran d a , « D ic cio n a rio d e a n tig ü e ­ d ad es» I, pp. 4 1-4 2 . «C atálog o del A rchivo G e n e ra l» XLVII1, pp. 2 9 2 -2 9 3 (n.° 593). 53. U rtas u n , op. cit. pp. 10-12. En Azcárraga, fol. 79, 3, blasón d e «La Villa de A oyz q u a n d o se hizo b u e n a villa», U n a c o ro n a e n c a m p o de gules flan qu eada p o r d o s espadas. 54. U rtas u n , op. cit. p. 13. 55. S o b re el p u e n te , U rta s u n , op. cit. p. 21. N o c re o q u e es ro m ánic o, sino m u y p o ste rio r. F o to en relación co n el p u e b lo e n « N a v a rra » , II, p. 329. T a m ­ bién «Itin era rio s p o r N a v a rra » , I. p. 147. 56. V éase, p o r e je m p lo , el q u e d a U rta s u n , op. cit. p. 3. 57. U rtas u n , op. cit. p. 27. 58. U rtas u n , op. cit. p. 2 1. 137 Fig. 14 6 .-C a sa s de A rtajo. 138 Fig. 14 7 .-C alle de Orbaiz. Fig. I4 8 .-C a sa de Orbaiz. 139 149 Fig. Fig. Fig. Fig. 140 1 4 9 .-C a sa torreada de Itoiz. 1 5 0 -P u e r ta de Olaverri. 151 -Inscripción de Olaverri. (1 762). 15 2 .-Restos de la torre de Erdozain. 141 142 155 Fig. 153--O tra vista de la torre de Erdozain. Fig. 15 4 .-C asas de Erdozain. Fig. 155.-R u in a s de Erdozain. 143 J 44 145 Fig. 161 -Puerta de la torre de Ezcay. Fig. 162,-O rdenación p rim itiv a de los huecos de la torre de Ezcay. 146 147 148 167 Fig. 165.-C uadras. Meoz. Fig. 166.-C a sa abandonada. Meoz. Fig. 1 6 7 .-C a sa de V illanueva de Lánguida, antes de la restauración. 149 Fig. 1 6 8 .-C a sa de la fig u r a anterior, después de la restauración. Fig. 1 6 9 -A rco blasonado de la m ism a casa. Willanueva de Lánguida. 150 Fig. 170.-Posible ordenación a n tig u a de huecos en ¡a casa de V illa nuera de Lánguida. Fig. 171 .-C a sa blasonada. U li Bajo. Fig. 172.-C asa gótica en ruinas. M ugueta. I K 'P Fig. 173.-C a sa abandonada. M ugueta. 152 Fig. 1 7 4 -P u erta . M ugueta. C A P IT U LO V III LOS U R R A U L E S: A LTO Y BA JO 1) La determ inación de los dos valles. 2) Elcoaz, Ayechu y su valle, Jacoisti, Ongoz, Eparoz. 3) Santa Fe de Eparoz. 4) Ezcaniz, A izcurgui, Irurozqui, Im irizaldu, Ozcoidi, Larequi, Zabalza, Adoain y los caseríos próximos. 5) U rraul Bajo: Artieda. 6) R ípodas, San Vicente, T abar, Grez. En un corro espacio el río Irati va casi en dirección N o rre -S u r, au n q u e form ando algu­ nos bucles p o r u n valle qu e se llama Urraul Bajo, para distinguirlo de o tro septentrional y m ayor qu e se llama Urraul Alto y que, prácticam ente, tiene com o e je un p e q u e ñ o cauce fluvial, q u e sólo pasa p o r Urraul Bajo en una parte p e q u e ñ a septentrional y al fin, al de sem b o c ar en el Irati m ism o algo al N o r te de Lum bier, principal p u n to de referencia para los habitantes d e los dos valles. «Val d ’U rraul» aparece en un registro de 1280 unido a o tro s valles en una l i s t a 1. En otras está más dibujado, con «Tavar», «Rípodas», «Sant V icent», «M urillo cabo Berroya», «Aycoa», «M iri^aldu», «Ezparoz», «G ur^anos», «A ycurgui», «Ezcaniz», «Orzcoyti», «M ondelga», «Argaiz» e «Irurozqui» 2. En otra, e n fin, los n o m bres se ajustan con relación a lo actual, y así surgen «Ezpa­ roz», «G u r^ a n o z» , «M endela»... T am bién surge «U ssun». En cambio, se desvían «Orzcayti» y « M urifaldu». En 1366 aparecen «A ldunat», «Tavarr», « G u e re z» , «Artanga», « C e rre n q u a n o » , «Racays de Suso», «Racays de J u s o » , « U rtrro z » , «A doayn», «Ezquianiz», « O n g o z » , « A y c u rg u y » , «Larraun», «A rdues», « M u ru » , «H u g a rra » , «O rradre», « D o m e y n n u » , « A p ardues», «U sun», «Murieyllo cabo B erroya», «N apal», «Ymiri^aldu», «B erroya», «Bigüezal», «Orzcoydi», « N a rd u e s» , «Rípodas», «Savalfa» y «Liédena» 3. Posteriorm ente en los registros m edieva­ les ya se distingue una parte septentrional, q ue es el referido Urraul Alto y o tra m e ri­ dional, que es Urraul Bajo; y así están d ib u ­ jados en los mapas antiguos, c o m o el de López. Del nom bre pu e d e suponerse qu e es c o m p u e s to de «urra» avellana, a u n q u e «urre», oro, en com puestos, tam bién da «urra-». Así, «urraburu», la dorada. El sufi­ jo «-ul» aparece en otros n om bres navarros; en algún caso p a re c e q u e se e s c rib ió «Urrault» 4. La circunscripción conocida por el n o m ­ bre de Urraul Alto tiene com o e je un p e ­ q u eño cauce, el del río U re ta o A reta, afluente del Irati que desem boca en él, d e s­ pués de pasar p o r un flanco, el N o ro e s te , de El Rom anzado y de e ntrar en U rraul Bajo. Rípodas queda, así, al final en un bucle e n tre los dos ríos. Urraul Alto aparece al viajero más fragoso, cuanto más al N o r t e avanza. Tam bién, más fresco de am biente. Varios pueblos se asientan sobre el Areta. O tro s sobre afluentes de cortísimo caudal y hacia el Este están los que eran mayores. T a m b ié n es m ucho mayor la parte del valle q u e q u e d a al Este del eje, desde qu e el A reta d eja de ir en dirección Este-Oeste y va de N o r t e a Sur. El valle, en este sentido, en su máxima longitud tendrá unos dieciséis kilóm etros. En lo más ancho hasta catorce, p e ro hacia el N o r te se estrecha. Los pueblos, en general, 155 q u e d a n a corta distancia u n o s de otros, p e ro hay un a p a rte q u e está vacía en espacio de cinco o seis k ilóm etros. Varias alturas son las q u e se to m a n para delim itarlo con bastante claridad (fig. 175). estado ru in o so o cerradas, salvo e n días en q u e v ienen las familias o em igrados d e Pam ­ plona, de las barriadas nuevas, a pasar unas horas los sábados, d o m ingos y días de fiesta. La re p e rc u sió n q u e s e m e jan te estado d e m o ­ gráfico haya te n id o en la población d e s d e el p u n to de vista lingüístico, habría q u e e stu ­ diarla a partir del c o m ie n zo del é x o d o rural, que, c o m o se ve, arranca d e hace n oventa años p o r lo m en o s 6. En el m apa de Luis Luciano B o n a p a rte , el valle d e U rrau l A lto aparece ya dividido en dos partes. En los p u e blos de la parte se p ­ tentrional, A doain 7, A yechu, O n g o z y Elcoaz se conoce el vasco. N o e n Ezcániz, Epároz, O zcoidi y más al Sur. Las referencias m o d e rn a s confirm an esta división, p o rq u e un h o m b re m ayor de Elcoaz re c u e rd a q u e su a buelo sabía vasco y un viejo de no v e n ta años de Epároz no tiene m em oria d e qu e allí se hablara nunca. En el siglo X V II I era la lengua c o m ú n , c o m o indican los d o c u m e n to s eclesiásticos. Fig. 1 7 5 - U r r a u l A lto y U rra u / Bajo. El valle alto constituye un m unicipio, de gran e x te n sió n d e n tro de N a v a rra , 1 4 .0 5 1’2 6 ’54 hectáreas, con a rb olado asi­ m ism o más a b u n d a n te a se p te n trió n . P ero hoy es de los más desp o b la d o s del reino. Se señalaba hacia 1916 un d e scenso con res­ p e c to a 1900 y aún m ayor en com paración con 1888. En la p rim e ra fecha citada, en los diecisiete lugares y las cu a tro casas aisladas más conocidas, vivían 8 9 0 habitantes 5. Esta es una situación floreciente c o m p a rad a con la actual. P o rq u e el 28 de s e p tie m b re nos dicen q u e e n el o to ñ o de 1978, en to d o el valle no había más q u e unas tre in ta y siete familias, de s u e rte q u e gran parte de las casas se hallan en 156 Los p u e blos d e U rrau l Alto, c o m o otros d e valles vecinos q u e no tuvieron m ayor d e ­ sarrollo e c o n ó m ico m o d e r n a m e n te , c o n s e r­ van bastantes casas con e le m e n to s góticos y en ellos p u e d e estudiarse con bastante clari­ dad el tipo d e posibilidades q u e da la casa gótica de planta rectangular, larga y estrecha, para ser com b in a d a o ampliada, hasta llegar a p e rd e r, en apariencia, su form a peculiar. T ra te m o s , antes de dar una sinopsis sobre este p u n to , d e lo o bservable hoy en varios pueblos del valle. II Elcoaz es el lugar situado más al N o r t e en el ramal de la ca rre te ra q u e va a L um bier y que arranca de antes de Rípodas, y e ndo de la parte de Aoiz hacia el Sudeste. amainelada en más estrecha gótico (una en época en que D espués, al N o r t e de Elcoaz, en la tierra que se hace más m o ntañosa, hay caminos que conducen a las A baurreas, hacia alturas que a veces superan los 1.400 m. estando el pueblo a 693 y, p o r lo tanto, bastante más bajo que las A baurreas m ism as 8. Elcoaz está sobre el cauce del río A reta, antes de que éste tom e la dirección de N o r t e a Sur. Esta casa puede ser puesta en serie con otras del m ismo valle, algunas de Uriz, etc. Elcoaz en 1802 aparece con catorce casas útiles y una derruida y setenta y seis p e rs o ­ nas 9 y tiene casas más m odernas con buena cantería (fig. 177). En Elcoaz hay una casa gótica llamada «del he rre ro » utilizada hoy c o m o pajar, con planta rectangular estrecha, com o otras de la tierra y de valles cercanos. U na ventana Fig. 116.-C asa gótica. Elcoaz. la parte superior de la fachada en hastial y puertas de arco la parte más larga) dan fe de la se construyó (fig. 176). Elcoaz tenía todavía hace unos años hasta dieciséis familias de las qu e quedan sólo dos. El jefe de una, h om bre de más d e sesenta años al parecer, nos dice q u e su abuelo ha­ blaba vasco, lo cual parece indicar que era la lengua com ún entre los nacidos hacia 1850. Fig. 111 -Portada. Elcoaz. 157 La form a d e hablar el castellano d e é ste no es la navarro-aragonesa p ro p ia m e n te dicha y el h o m b re p ro n u n cia los to p ó n im o s con ac en to más bien vasco. Irigoain es un alto a la d e re c h a hacia el N o r te . H ay casas con n o m b re vasco, c o m o A pestegui y otros. En Elcoaz había familias ganaderas que utilizaban en su tránsito la cañada d e Ochagavía. D e l p u e b lo iban los reb a ñ o s a Carcastillo en cinco días de m archa. N u e s t r o in te rlo c u ­ to r dice q u e él conoció tie m p o en q u e en Ochagavía había 3 7 .0 0 0 cabezas de ganado y q u e hoy habrá de 7 .000 a 8.000. Q u e d a n por Salazar algunos pro p ie tario s d e 1.500. En Isaba de 2 .5 0 0 y de 2.000. El dice q u e tiene 3.000 y q u e están casi sie m p re e n las B ardenas. C o n re sp e c to a la decadencia del valle indica q u e pue b lo s c o m o Zabalza, e n q u e se recogían 12.000 ro bos d e trigo, hoy tiene un vecino. M ás al Sur q u e d a A yechu qu e en un tie m p o parece ha b e r con stitu id o un valle aparte con otros poblados. El diccionario de 1802 da sólo o n c e casas y se ten ta y dos personas en el núcleo central 10 y M adoz dism inuye la población a diez vecinos y se­ senta almas, lo q u e indica la existencia de familias num erosas 11, cosa q u e un anciano nos viene a confirm ar. chada con arco gótico y e scu d o con IH S; once dovelas. Encima, ven ta n a amainelada con tejaroz o visera. O tras ventanas a la d e re c h a c o rre s p o n d e n al m ism o estilo. La casa debía ser una de las góticas clásicas, alargadas, re fo rm a d a desp u és y ampliada, c o m o se ve p o r u n o d e sus lados. Se llama S oro (figs. 178, 179 y 180). En Ayechu, además, hay otras dos casas del tipo r e c ta n ­ gular, colocadas e n cuesta y unidas p o r la fachada más estrecha, e n hastial, una d e las cuales, la superior, tam bién tiene su arco gótico y su tejaroz (fig. 181). C erca d e A yechu q u e d a el caserío de Jacoiste o Jacoisti, c o m p u e s to po r dos casas tam b ié n de planta alargada, fo rm a n d o una especie de V y varias depe n d en c ias más bajas (figs. 182 y 183). T a m b ié n la casa principal es de arco gótico d e entrada, ventana con m ai­ nel y tejaroz l4. La «peita d e val d ’A he c h o » e n c o n ju n to aparece en 1280 12. P e ro e n 1366, «Val d ’A yechu» se d ib u ja con «Rayssa», «A y e ­ chu», «Jacoyzti» y «A rangozqui», con p o b la ­ ción m uy p e q u e ñ a 13. En realidad, de e n to n c e s acá algún núcleo de estos ha d e saparecido y o tro no pasa de ser una casa d e labranza aislada. A yechu es un p u e b lo q u e q u e d a al Este de la ca rre te ra qu e va d e N o r t e a Sur p o r U rraul Alto, a 694 m etro s, s o b re un barranco (Larráun). Al N o r d e s te se ve un a gran peña qu e se llama Raja (antes Rasa). Está situada en varios altos, con cuestas y se han hecho obras sólidas de consolidación de m uros. La iglesia tiene u n a e n tra d a con arco reb ajado, a d o rn a d o de bolas o granadas. M e jo r q u e en Elcoaz se p u e d e n e n c o n tra r eje m p lo s de casa gótica, con sus e le m e n to s constantes en arcos, ventanas e inscripciones. En A yechu hay, p o r e je m p lo , una gran casa, arreglada m o d e r n a m e n te , con larga fa­ 158 Fig. 178,-Arcn gótico. Ayechu. Fig. ì 8 2 .-C a sa de Jacoisti. 160 H a b lo con un anciano de Jacoisti que se refiere a la vida de hace cincuenta o sesenta años. R e c u e rd a la diligencia q u e iba p o r Loiti a L um bier y c ó m o había alguno qu e iba a Pam plona a caballo; p e ro raro era el que fuera más de dos veces al año. Se refiere tam bién a lo nu trid a q u e era la familia de esta casa y de otras de la tierra, coincidiendo, por lo tanto, con los datos respecto a población y vecindad antiguos. Altadill sigue dando diez personas; p e ro d e s c o m p o n e en cuatro casas el c o n ju n to 15. Al O e s te de O ngoz, Artanga, muy decaído. V o lviendo a la c a rretera central del valle, algo más al Sur, q u e d a O ngoz que, en 1802 aparece con n o v e n ta y nueve personas en diez casas, es decir a razón de diez personas casi p o r edificio 16. Es p u e b lo en cuesta, con una iglesia de la C oncepción en alto, sobre un barranco, a 648 m etro s de altura. La altura m ayor al N o r t e separándolo d e Ayechu es C h u c h u rro n d o , de 1.028 m etros, y al Este, Aldasur con 1.189. un lado (fig. 184). O tras conservan e le m en to s góticos de los conocidos. Arcos de pu e rta con nueve dovelas, IH S y maineles; p e ro no son de las más significativas en la serie q u e se pu e d e constituir con las del valle. T am p o co , algo más al Sur, en Epároz, e n c o n trare m o s casas muy significativas: sí una bonita iglesia rural sobre el río, desde la que, en fre n te , al N ord e ste , se ve la basílica de Santa Fe de la que ahora hay que decir algo. En O ng o z , a un lado de la iglesia, en alto, hay una casa cuadrada con tejaroz no central sino c u b rie n d o un balcón pu e sto tam bién a III Y e n d o p o r la c a rretera del valle de Urraul hacia el N o r t e , Santa Fe q u e d a a la derecha, cruzando el río U r e ta y un poco al N o rd e s te de Epároz, q u e está más alto. En el m ism o lado del río hay un caserón cuadrangular al q u e se d e n o m in a «La Casa N u e v a » , con aire d e venta. Santa Fe ocupa un altozano d o n d e hay una encrucijada de cam inos vecinales. U n o hacia el N o r t e , b o rd e a n d o el río, conduce a O ngoz. O tr o , hacia el N o r d e s te , va a Ezcaniz. O t r o hacia el Sur, a Aizcurgui. Llegando p o r el cam ino de Eparoz, Santa Fe tiene un a apariencia m o d esta de construc­ ción rural, c o m p u e sta p o r un recinto anterior abierto, con puerta cuadrangular abierta, también, y otra más p e q u e ñ a a la izquierda. D espués, a la izquierda se ve un lienzo de pared que corresponde a una vivienda aban­ donada, luego otro que da p o r d e n tr o al claustro y, p o r fin, una torre q u e es lo q u e le caracteriza com o edificio eclesiástico. Pegado a ésta había antes otro edificio que fue casa de erm itaño y que se ha d e stru id o (figs. 185 y 186). El prim er recinto, com o corralada, es rectangular e irregular. La e ntrada q u e d a a la izquierda del m u ro que lo cierra, y d e n tr o llama p oderosam ente la atención un h ó rre o que, aunque ha sido estudiado po r los e tn ó ­ grafos y constituye ejem plar interesante en la 161 Fig. 1 8 5 -S a n ta Fe de F.paroz. E ntrada principal, antes de la reparación. Fig. 18 6 .-S a n ta Fe de Eparoz. C onjunto. serie d e los pirenaicos, am enazaba ruina total. Este h ó rre o q u e d a algo a la derecha, d e ja n d o una anchura e n tr e él y la vivienda referida, d o n d e se conserva una ch im e n ea d e las anti­ guas del país, con gran tiro. Al o tro lado hay una construcción, c o m o cuadra, ruinosa (figs. 187, 188 y 189). 162 Al fo n d o d e esta corralada o rec in to hay u n acceso a o tra vivienda m o d e rn iz a d a hace no m ucho, y al p ortal d e ésta, d o n d e hay una escalerita a un lado y un a cám ara al o tro con p u e rta y un v e n ta n o c o m o el d e las tiendas antiguas d e portal, sólo q u e de p r o p o rc io n e s m uy m odestas (fig. 190). D e este portal se Fig. 1 8 7 .-Hórreo de Santa Fe de Eparoz. Antes de la reparación. Fig. 1 8 8 .-O tra vista del hórreo. Antes de la reparación. 163 164 Fig. 1 9 1 -S a n ia Fe de Eparnz. Claustro. pasa a un terc er recinto constituido p o r un claustro irregular tam bién, en form a de rec­ tángulo, con u n o de los lados m ayores más largo q u e el otro. Se trata d e un claustro rústico, de cons­ trucción desigual. U n a parte sola, la del lado de re c h o e n tra n d o p o r un lado la form a un m u ro abierto p o r diez arcos de m edio punto con pilastras. En este lienzo ahora hay, ade­ más, c o m o d a n d o a un antiguo piso dos ven­ tanas góticas qu e se trajeron de una casa derruida, apro v e c h á n d o se así (fig. 191). A n­ tes había un a subida e x terior a una sala de juntas. El lado largo qu e está en fre n te no tiene arcos sino pilares, o m e jo r dicho, siete m achones sobre los q u e va la obra y estruc­ tura del tejado. Sobre pilares va tam bién el tejado del lado de acceso. En cambio, al fondo, d a n d o al p órtico d e la iglesia, hay tres arcos g randes rebajados. Este conjunto hum ilde es arm onioso y da sensación de gran intimidad. H ay d e n tr o del claustro varios árboles de regular tam año y unas piedras en el centro. La parte techada es muy sencilla, con tejado a dos vertientes. La del lado con arcos al fondo, cerca d e la iglesia, tiene una pu e rta de acceso gótica en un m uro algo convexo. La del lado op u e sto , tam bién al fondo, tiene ahora dos puertas; una sin cerrar con un arco rebajado s o b re el que hay una imagen de la Virgen, puesta recientem ente y o tra lateral, cerrada. La iglesia, queda, pues, al fo ndo del claustro. El ábside hacia el lado de los arcos. U na torre con cuatro arcos al lado opuesto. D a sensación de solidez. A la iglesia p o r el exterior van unidos unos cuerpos pe q u e ñ o s, don d e está la sacristía, en d o n d e hay un retrato del padre Esteban de Adoain. 165 A cerca d e este c o m p le jo c o n ju n to se ha fantaseado no poco. Se ha dicho y re p e tid o q u e e n su o rigen era d e los tem plarios y esta noticia c o rre del diccionario d e 1802 hasta Altadill 17. P arece q u e hay q u e distinguir dos épocas, una antigua d e la q u e q u e d a algo en la iglesia y o tra q u e p u e d e arrancar d e fines del siglo X V , d e cu a n d o hay una bula de e re c c ió n d e la iglesia y cua n d o el c o n ju n to se utiliza con fines múltiples. En 1802 Santa Fe estaba servida p o r un p rio r n o m b ra d o p o r el valle, q u e e ra p a tro n o d e la mism a; y en una parte del c o n ju n to edificado hay todavía u n a sala de juntas para el valle, q u e utilizaron tanto los e le m e n to s civiles c o m o los eclesiásticos e n sus cabil­ dos 18. En Eparoz, nos dice el vecino viejo de Elcoaz, había tam bién una fiesta del valle e n te r o el p rim e r d o m in g o de o c tu b re , o tra el 15 d e m arzo y o tra el p rim e r d o m in g o des­ pués d e C orpus. Las g e n te s tenían fe en q u e a los niños q u e lloraban m u c h o se les quitaba esta tendencia, llevándolos a la basílica y di­ c iendo un a misa. Esto parece q u e está en relación con el culto a Santa Fe y con los orígenes del tem p lo y su posible d e p e n d e n c ia d e Sainte Foi de C onques. Las relaciones d e C o n q u e s con España parece q u e son m uy a n terio res a la existencia allí d e las reliquias de Santa Fe, q u e fueron las q u e d ie ro n m ayor prestigio a aquella ca­ sa 19. U n m o n aste rio de «Concas» existía en el siglo V III y parece q u e fue p ro te g id o p o r C a rlom agno y Ludovico Pío, según consta en d o c u m e n to del año 819. P e p in o II, rey de A quitania, pro te g ió igualm ente a los m o n je s congregados en él. Estos, e n un m o m e n to dado, parecen estar do m in a d o s p o r el d eseo d e p o s e e r reliquias im portantes. El caso es q u e p o r los años d e 855 dos d e ellos, H ildeb e rto y A udaldo, salen ru m b o a España y llegan a Valencia, d o m in a d a p o r los m u su l­ m anes y consiguen sustraer las reliquias de San V icente, m ártir d e Zaragoza, q u e estaban allí. P e ro e n Zaragoza prec isam e n te y ya de vuelta, fu ero n d e te n id o s y tu v ie ro n q u e d e ­ jarlas. V olvieron a C o n q u e s con las m anos vacías. D e s p u é s , el m o n aste rio se ap ro p ió de las reliquias qu e había en o tro d e A gen, q u e co rre sp o n d ía n a una niña d e doce años, m á r­ 166 tir del tie m p o d e Santa Fe («Fides»), M axim iano (286-288): Fue el m o n je Ariviscus el q u e llevó a cabo un v e rd a d e ro ro b o para obtenerlas. Esto hacia el año 866. D e s d e e n to n c e s C o n q u e s a u m e n ta en fama. La santa se erige en patro n a de los q u e tienen la vida p e rd id a y de los cautivos, los cuales, cu a n d o r e c o b ra b a n su libertad, llevaban las cadenas al santuario. Esto tam b ié n s u p o n e relación con tierras del Sur en las q u e se luchaba con los sarracenos. P e ro s e m e jan te relación se afianza cua n d o la abadía se asocia a las peregrinaciones a San­ tiago de C om postela. U n o d e los cu a tro ca­ m inos franceses pasaba, en efecto, p o r C o n ­ ques: el q u e iba de Puy-en-V elay a A ubrac, de allí bajaba al Lot y d e sp u és d e pasar p o r C o n q u e s seguía hacia Moissac. Era el más difícil. C o n q u e s aparece así e n estrecha rela­ ción con el reino de N avarra. El culto a Santa Fe d o m in a a los g u e rr e ro s q u e luchan p o r la R econquista. La invoca, p o r e je m p lo , P e d ro I d e A ragón e n el cerco de B arbastro e n 1101. La organización d e las p osesiones de C o n q u e s más acá de los Pirineos parece que, en gran parte, se d e b e al o bispo de Pam ­ plona, Pierre d ’A n d o u q u e (108 2 -1 1 1 4 ). V a­ rios m o n je s de C o n q u e s c o n s tru y e ro n igle­ sias e n N avarra. D e p e n d ie n te d e la abadía era la iglesia hospital de Roncesvalles. T a m b ié n y con n o m b re significativo n u estra Santa Fe de Epároz q u e ahora nos ocupa 20. Pero, com o va indicado, to d o lo q u e en el c o n ju n to está constituido p o r el á m b ito p rim e ro , d o n d e q u e d a el h ó rre o , c o m o p o r el claustro, sobre el q u e estaba la sala d e juntas del valle, son cosas m u c h o más recientes y de é p oca en que Santa Fe es el c e n tro adm inistrativo de U rraul Alto. El diccionario d e 1802 señala la existencia d e un m olino p ro p ie d a d de la basí­ lica del q u e aún q u e d a la acequia; p e ro señala tam bién que, a u n q u e el p rio r recogiera el fruto, estaba obligado a pagar cierto ré d ito al C o n d e de Ayanz, c e lebrar misa los días festi­ vos y predicar las dom inicas de C u a re sm a y e n otras festividades 21. IV M uy cerca d e ia basílica, al N o rd e s te , está el lugar de Ezcaniz, pue b lo muy decaído, d o n d e había alguna casa gótica del tipo de las estudiadas, y al Sudeste, Aizcurgui, que tam bién es p u ra ruina, d e un c o n ju n to casi pu ram e n te familiar, q u e se ha sostenido hasta nuestros días, sin m ucha variación, p ero que no ha p o d id o resistir la presión m oderna. Aizcurgui a com ienzos de siglo está vivo. Con nueve casas y veintiún m ora d o res 22, lo cual es c o ntrario a las fuertes densidades de habitantes p o r casa q u e se dan en otras partes y con lo an te rio r allí mismo. En 1802 se decía tenía sólo cuatro casas y treinta y ocho p e r ­ sonas, con una iglesia dedicada a San J u ­ lián 23. En 1468 se fecha un privilegio de hidalguía de la familia del m ism o n o m b re 24 y a ella, sin duda, pe rte n ec ió la to rre en ruinas, que tenía adosados edificios y dependencias posteriores, una con un patio del que, cuando se tom ó la foto adjunta, qu ed ab an algunos elem entos. La T o r re de Aizcurgui es más m odesta qu e las del valle de Lónguida, p e ro de la misma época (fig. 192). Más al Sur que Eparoz, en la carretera central del valle, está Irurozqui, con una red de antiguos caminos m uy tupida. En este pueblo antiguam ente estaba el p u n to s e p te n ­ trional de la viña, d e n tro del valle 2S. T a m ­ bién está más bajo: a 569 m etros. Más al Sur todavía Imirizaldu. Los dos son pueblos pequeños, en tierra más llana. En Irurozqui y visible desde la carretera, según se va hacia el N o rte , hay una casa no muy Fig. 192.-Torre de Aizcurgui. 167 168 Fig. 1 9 5 .-C a sa gòtica. Larecjui. grande, p e ro del ripo de las de dos torres, que en otras partes cobra m ayores p ro p o r­ ciones. N o del to d o al ce n tro del cu e rp o que qu e d a e n tre las dos torres, va la p u e rta de m edio p u n to , con once dovelas y encim a una labra heráldica. Los huecos de la parte baja y del prim e r piso se rep a rte n irregularm ente y la piedra de cu e n ta se halla en to rn o al arco de entrada, el blasón y la ventana cuadrada q u e q u e d a encim a (figs. 193 y 194). valle por esta parte. D e Este a O e s te las más notables son U garra (858 m.), a la parte del Rom anzado, M uru (771 m.), M o n te P e q u e ñ o (656 m.) sobre Sansoain, en U rraul Bajo. En la banda oriental de U rraul Alto, quedan, prim ero Ozcoidi, al Este de Imirizaldu; Larequi -al Este de E paroz-, y más arriba, al Este de Ongoz, el caserío de Artanga. En estos núcleos com o Larequi quedan residuos g ó ti­ cos en casas ruinosas (fig. 195). En Irurozqui existía un palacio. En el índice de Azcárraga se distingue «el palacio de yuso de Iru rozqui», con tres palos de gules sobre o ro 26 de «el palacio de Irurozqui de suso» 21. P e ro el blasón de la casa no es ninguno d e los del índice. Azcárraga da tam ­ bién el blasón de un palacio de «Arrielz» 28, que es el m ism o q u e da M artinena en el valle 29; p e ro qu e se suele colocar en el R o ­ manzado. D os pueblos situados en el lado oriental del valle han tenido un poco más de po b la ­ ción. U n o es Zabalza a 658 m etro s y con alturas por el Sur y el Este de más de 700, d o nde hay bastantes bordas, y con «Salvatori» o «Salvatore» al N o r t e (853). Imirizaldu es el p u e b lo más m eridional de U rraul Alto. U nas cuantas alturas limitan al Zabalza en 1802 tenía trece casas y ciento dieciocho personas 30. O c h o fuegos e n 1366. M adoz le asignaba quince casas y vecinos y ciento diez a lm a s 31. Altadill da treinta y un casas y ciento cuatro habitantes 32. H a d e ­ 169 caído m u ch o , p e ro q ueda, c o m o siem pre, algo gótico. El p u e b lo del e x tr e m o oriental de U rrau l Alto, a 751 m e tro s de altura y con m o n te s de más de mil al Sur, al Este y al N o r t e es Adoain, e n un cruce d e cu a tro cam inos, de los q u e dos salen al valle de Salazar, o tro va a A ye c h u y el cuarto al caserío d e G u in d a n o 33. T odavía más al Este q u e d a n los caseríos de C e rre n c a n o A lto y Bajo. A doain tenía en 1802 d o c e casas útiles y un a e n ruina y n o v e n ta habitantes 34. M adoz d a e x a ctam ente la m ism a p ro p o rc ió n de casas y dieciocho vecinos con n o v e n ta y tres almas 35. Altadill le asigna veintisiete edificios y cin c u e n ta y nueve habitantes 36, lo cual indica q u e m u ­ chos d e los edificios eran ya puras d e p e n d e n ­ cias o estaban arruinadas. Las casas están agrupadas irregularm ente; p e ro el c o n ju n to m ayor d e ellas q u e d a for­ m an d o una callecita, tras un p e q u e ñ o p u e n te . Al fo n d o q u e d a la casa llamada «Eneco» 37 q u e es la nativa del P adre E steban d e Adoain. A u n q u e la p u e rta de acceso está constituida p o r un arco de m e d io p u n to (en A doain, en c o n ju n to hay más arcos d e esta clase q u e de otra) la casa es d e tipo gótico alargado, con un piso y encim a de la p u e rta hay un ventanal am ainelado con dos arcos conopiales. La casa pegada a ésta tiene tam bién la fachada en hastial y form a con ella, c o m o u n a L inv er­ tida. O tras son más m o d e rn a s o de o tro es­ tilo. T o d a s m uy h um ildes (figs. 196, 197 y 198 ). Las casas de U rraul A lto son, pues, en suma, d e carácter m o d e s to y el tipo q u e nos interesa más, el gótico alargado, con un alto, es m uy s e m e jan te al d e los valles contiguos, de Salazar y Arce. En A ézcoa y A b a u rre a se exageran ciertas p r o p o rc io n e s en la form a del tejado. Se da más una nota pirenaica. El contraste es claro hasta cierto p u n to con lo qu e o c u rre al m ediodía: e n U rraul Bajo. 170 196 Fig. ¡ 9 6 .-C a sa n a ta l del P. Esteban. Adoain. Fig. 1 9 7 .-C o n ju n to urbano. Adoain. Fig. 1 9 8 ,-C a lle de Adoain. 171 V U rrau l B ajo es de m e n o r e xtensión con m u c h o q u e el Alto: 5 .9 6 0 ’2 0 ’04 hectáreas. Sin e m bargo, sie m p re tuvo más habitantes. Altadill le daba 1.044 y no m arcaba dism in u ­ ción sino un ligero a u m e n to con re sp e c to a 1900: cu a tro más 38. El clima ta m b ié n es algo más cálido. Los po b lad o s son A ld u n a te , Artieda, G re z , N a r d u é s -A ld u n a te , N a rd u é sA n d u rra, R ípodas, Sansoain, San V icen te y T abar. En el A ntiguo R é g im e n el valle n o m ­ braba d ip u ta d o para tratar c u e stio n es c o m u ­ nes con el d e U rrau l Alto, el R o m a n z a d o y Liédena; y e ste d ip u ta d o era el p re s id e n te del c o n ju n to 39. En la línea del Irati, a la m ism a m an o q u e d a n A rtie d a y Rípodas. A rtie d a aparece en el diccionario de 1802 con veintitrés casas y c iento sesenta y tres p e rsonas 40. C o n un a u m e n to sensible en é p o c a más r e c i e n t e 41. Es un antiguo p u n to e n el c o m e rcio alma­ diero. P u e b lo -p u e n te tam bién, fre n te al que el o tro lado del río q u e d a el de G rez. Su posición hace q u e en o tro tie m p o tuviera un significado g ra n d e en la vida, no sólo del valle, sino tam bién e n la de U rrau l Alto, el R o m a n z ad o y Liédena, p o r q u e en la e rm ita llamada de San G re g o rio , d edicada a N u e s t r a S eñora del P ueyo, se c e lebraban las juntas de todas aquellas circunscripciones. A rtie d a está e n llano y cue n ta con algún regadío: a 455 m. d e altura. D e s d e m u ch o s p u n to s de vista, la posi­ ción d e A rtie d a hay q u e valorarla e n función del río, más q u e e n función del valle de U rrau l y así se explica q u e en su té rm in o nos e n c o n tre m o s con un tipo de gran edificio parecido a los q u e se escalonan a lo largo de él e n el valle d e Lónguida, p e ro su p e rándolos e n m agnitud y acaso tam bién e n im portancia social y económ ica. M e refiero al palacio cabo d e A rm ería del q u e se han ocu p a d o varios au to re s r e c ie n te m e n te 42. D e s d e el siglo X I I I, p o r lo m enos, figura e n N a v a rra el linaje d e A rtieda, al q u e p e r t e ­ n e c en varios alcaides, m erinos, capitanes y caballeros conocidos a través d e la d o c u ­ m en ta ció n del A rchivo G e n e ra l d e N a v a ­ rra 43. 172 P e ro en el siglo X V , el señorío d e A r­ tieda lo tuvieron los Uriz o M artínez d e Uriz, q u e se llamaban tam b ié n de A rtie d a o M a rtí­ nez d e A rtieda. E n 1427 un J u a n D u riz o de U riz asistió al ju ra m e n to d e la infanta D o ñ a L e o n o r y en 1439 p r o b a b le m e n te al m ism o se titula se ñ o r del palacio d e A rtieda. J u a n M artínez, s e ñ o r d e A rtieda, fue cham belán del Príncipe d e V iana en 1442 y en 1445 se ñ o r del palacio referido. D e éste es hijo J u a n M a rtínez de U riz, lu g arteniente de su pa d re en L um bier, el año 1453 y aparece c o m o bea m o n tés, en 1465, 1466 y 1469. O tr o s m ie m b ro s del linaje vivieron después: u n o llamado Carlos fue hijo de J u a n 44. El carácter b e a m o n té s y «castellanista» del linaje 45, p u e d e explicar, en parte, el h e c h o de qu e el palacio d e A rtie d a se haya c onservado hasta hoy, m e jo r q u e otras casas y torres. En la lista de los gentiles h o m b re s de c om ienzos del siglo X V I se. habla, sin e m ­ bargo, de un Lope d e Esparza, del q u e eran los palacios d e Esparza y A rtied a y q u e vivía en A rtie d a 46 y p o r los años de 1550 d e c o ró el palacio con tapices traídos d e Flandes. D e sp u é s pasa a los m arq u e ses de Bessolla 47. En el índice de Azcárraga aparece el «Palacio d e A rtieda» 48 y en la lista d e palacios y palacianos de cabo de A rm ería de 1723 está ya c o m o del M a rq u é s d e Besolla, o VessoU a 49. El blasón es de oro, con cinco b u reles de azur y b o r d u ra de plata (así en Azcárraga). En otros, b o r d u ra de gules. En to d o caso, es de los A rtieda, no d e los Uriz, que, c o m o v e re ­ m os, bajan d e más al N o r t e , de tierra más p o b r e y con m en o s posibilidades siem pre. El palacio de A rtie d a d e b e c o rr e s p o n d e r a la é p oca en q u e el linaje adquirió más im­ portancia en el reino. Se halla situado e n un e x tre m o , al Sur, del casco u rb a n o .d e l pu e b lo , sobre un llano qu e term ina, flanqueado de N o r t e a Sur, p o r el Irati 50. La fachada qu e incluye la p u e rta d e acceso al recinto (fig. 199 y lámina e n color), está orientada, así, hacia el río, sobre el q u e , en o tro tiem po, corrían las almadías y q u e en Fig. 1 9 9 -F achada p rincipal del palacio de Artieda. Fig. 2 0 0 .-Palacio de Artieda. Flanco septentrional. 173 •••' v i « t.f'jjßi+r, .. i - y , ■ ~ , ■ > v t à î r -* j ¿ v f ., k t ¿ ■' ÍÉmBrÁm m imÿmM m fÆ â B j V?< TO tr /J a 1il v iw i >* ß M i4 pi-f W Ç /lj r . i l h i ! • * Î 1'. * f f 5r?/ ; * f 1 1’4 v\ff*J/ ,* ■ V - - La î C Ä * • '" / « ¿ j l / , £ î S - k V H A rtieda tenía un g ran p u e n te de siete ar­ cos 51 • La posición del pueblo, d e n tr o de los valles de U rrau l A lto y Bajo, y la salida al Sur de Lónguida, explica, e n parte, la im portancia estratégica del palacio. C olocándose ante la referida p u e rta de acceso, gótica, encim a de la cual debió haber un blasón tallado, arrancado e n un tiem po no lejano, vem os q u e el edificio está constituido p o r un gran c u e rp o q u e da al N o r t e , con una torre grande. O t r o hacia el Sur no tan desa­ rrollado, p e ro tam b ié n con torre. U n gran m u ro d e entrada, sin term in a r y con e le­ m entos más m o d e r n o s y un cuerpo, al fondo, hacia levante, no tan desarrollado, e n don d e hoy existe la vivienda agrícola. La figura 200 representa la fachada q u e da al N o r te , en la que se ven tres ventanas geminadas, en un o rd en q u e se e n c u e n tra en otras casas de la zona y la to rre , m uy bien conservada exteriorm ente, con larguísimas y estrechas tro n e ­ ras. La figura 199 y la lámina en color r e p r e ­ sentan la fachada oriental, con la p u e rta de acceso y la misma torre. En el gran m u ro que cierra el patio se ven hasta tres grandes arcos cegados, que en o tro tiem po d e b ie ro n dar a un amplio recinto interior, señorial, desapa­ recido hoy. Este m uro parece q u e q u e d ó sin term inar po r lo que indican las piedras de arranque o adarajas que hay en la torre, hasta cierta altura. La figura 201 (dibujo) re p re s e n ta el flanco m eridional p o r el exterior. En él se han rasgado ventanas y se ha pu e sto un co­ bertizo. En la torre quedan unas piedras qu e d em uestran que en otros tiem pos el tejado de la parte más baja y larga de este flanco era a dos vertientes com o el actual, p e ro m u ch o más agudo e inclinado. P u ede su p onerse que sería tam bién de lajas de piedra y no de teja. Fig. 2 0 1 .-Palacio de Artieda. Flanco meridional. Artieda. Palacio. 175 Fig. 202,-Palacio de Artieda. Flanco occidental. La figura 202, p o r últim o (dibujo), r e p r e ­ senta la p a rte occidental, trasera, en la q u e un c u e rp o avanza. son d e una familia q u e lleva ciento setenta años en el palacio y e x p lo ta n d o sus ricas tierras. E xam inarem os ahora el rec in to p o r el in­ terio r utilizando los planos y alzados de Linazasoro, Garay y Galarraga (figs. 203 y 204) y las figs. anteriores, más las figs. 205 y 206. E n tra n d o ahora én la to rre principal, la de la fachada p o d e m o s indicar q u e q u e d a po co de su antiguo estado. H ay una planta baja con una cámara q u e la voz po p u lar dice era calabozo. U n p rim e r piso en el q u e se abre el ventanal d e cruz, en una sala qu e d e b ió ser im p o rta n te e n su día. Las zapatas del tec h o se hallan talladas, en parte, con caras de m o n s ­ truos o animales (dibujos d e la fig. 205). O tras están sólo desgastadas. Son tam b ié n curiosas p o r su p ro p o rc ió n las troneras (fig. 206). P e ro de aquí hacia arriba, la to rre es un sim ple palom ar, con escaleras d e m ad e ra m uy e lem entales y rústicas y dos plantas más. La arm adura del tejado, se constituye co n fo rm e al sistema de lima tesa (fig. 2 0 6 bis). Poco cabe decir del in te rio r d e las otras partes. La edificación larga q u e sigue a la to rre principal está dividida e n dos pisos. A b a jo hay cuadras y d e p a rta m e n to s de stin a ­ dos a usos agrícolas, hechos y d e sh ec h o s con el tiem po. El piso va corrido, conservándose los suelos d e ladrillo viejo del país. H a y q u e insistir sobre el hecho de q u e en un tie m p o V e m o s en la to rre d e la fig. 203 un a rra n q u e d e m u ro , m u c h o más bajo, m u ro que, sin duda, haría q u e se cerrara el recinto, p o r la pa rte d e la fachada principal con cám a­ ras o habitaciones, c o m o oc u rre en el resto. Luego vem os (fig. 204) dos ó r d e n e s de p u e rta s góticas q u e dan a una larga planta baja y a o tra superior, sin divisiones antiguas. P ero adem ás q u e d a n unos huecos q u e p a re ­ cen ha b e r servido para so ste n e r las vigas h o ­ rizontales d e una gran arm adura d e m adera q u e tuviera un p o rc h e y encim a un cobertizo, balconada o edificio d e m aterial m e n o s fuerte q u e la piedra. El edificio del fo n d o (flanco occidental) parece po ste rio r, al m en o s visto d e s d e d e n ­ tro: p o r q u e de fuera es más fu erte y q u e ­ brado. En él q u e d a la vivienda d e los a rr e n ­ datarios actuales q u e , según indica la m u je r, FACHADA OESTE Fig. 203 -Palacio de Artieda. F A C H A D A N O R TE iao-^u ¡ S í; »te... - '° l .‘^ao , -'a n .Un! "- ' I ■. ■ ■ -Jr .'ilr.noH .-o.'« rr-,. ; 1 ■ r 3 n 0 n n v. . . .v :. b vü - n . o- o a |SS ■■■A s - s n ■: .. 1 saa-.J :~ - a r c : . E » a í- ?•;: ' . i r . ■ ; >' ' ; . ; a > t t, -i, r . ; j ; . ;, ■ ;, ■ • ' ■: ; ■ i -.- a o . o r In‘ t r o • ■• " ‘:r‘-r I |t ' • • ■ - -¡ ■ - , >s. r e<. a 'o ~ 1 • ' ~ ■. o u •■ ■ - _ ■n : : F A C H A D A IN T E R IO R N O R TE yyypy ^íi/iru:irir w 7 ff*:, .{'i '.í'Vt"r*", TJ' ’>1. r' . ' T >í . 4 »i T ' T ■~r «yrJ. - f ■ ? ' -i Itpnj'rj nn!n|WríiWn^ü«'^l!'!!'!f^ n n i ] ! ,!í!Hínri!TOr!n!íUl LIu S5P- :• ■; ■u n : t¡ ,■ •: no ':j Al •.r.XrrüD L •* . . V ¡ n o .':: r"H *- F A C H A D A IN T E R IO R N O R TE R E C O N S T R U ID A Fig. 20 4 .-Perfiles del palacio de Artieda. 178 Fig. 2 0 5 .-Palacio de A rtieda. Z apatas de ¡a torre principa!. Fig. 2 0 6 - Tronera de la torre de! palacio de Artieda, por dentro. Fig. 2 0 6 bis.-Esquem a de arm adura de lim a lesa. 179 Fig. 2 0 7 .-Palacio de Artieda. Armadura del tejado de la torre principal. Fig. 2 0 7 A rtieda. 180 bis.-Suelo del granero de la casa Orbaiz. Fig. 2 0 1 ter.-A rm a d u ra del tejado de la casa Orbaiz. Artieda. debió h a b e r un c u e rp o exterior, a m o d o de gran balconada, solana o secadero q u e c o rre ­ ría a lo largo de este c u e rp o p o r el interior del recinto, d e form a c o m o se indica en el dibujo de la fig. 2 0 4 o d e otra más o m enos similar. U ranga e Iñiguez e n una breve nota sobre el palacio de A rtie d a lo dan c o m o construido hacia 1400 52. Acaso habría qu e traer la fecha más hacia m ediados del X V , p o r lo m enos en unas partes o, en c o n ju n to , d e s c o m p o n e r el c o n ju n to e n fechas: d e fines del X I V al X V I. En A rtie d a existe adem ás una casa, que pe rte n ec ió al linaje d e O rbaiz 53 y d o n d e ahora hay un bar, qu e p re s e n ta una portada de p ied ra de inspiración sabia, p e ro hecha po r un ca n te ro q u e ha in troducido m otivos populares e n la decoración. En ella son acaso más interesantes algunos e le m en to s cons­ tructivos q u e p u d im o s examinar. T ie n e ésta un piso alto, el segundo, qu e parece q u e d ó siem pre sin term inar, a m anera d e granero. El suelo está co n stitu id o p o r vigas, de unos veinte cen tím e tro s de ancho, y bovedillas de argamasa con trozos d e tejas rotas, de gran solidez, com o se ven en el d ibujo de la fig. 207 bis, sistema q u e nos lleva a un m u n d o muy m editerráneo, com o otro s e le m en to s que vem os p o r esta zona. La solución que se da en algunas a rm a d u ­ ras de tejado a la colocación de c um breras sobre puentes y tirantes, sobre todo en án­ gulos cíe tejados a cuatro vertientes es la de p o n e r una gran zapata y aún sobre ella dos o tres m aderos a discreción, com o se ve en la fig. 207, hecha tam bién en el palacio de Artieda. P or otra parte, en A rtieda nos e n c o n tra ­ mos casas más pequeñas, com o la casa San­ cho, de la q u e ya se ha tratado 54, q u e siendo todavía en parte goticista, nos da un m o d elo de casa con «impluvium » de tradición m uy v itr u v ia n a 55. Pocas veces se encuentra, en efecto, un caso tan antiguo y ejem plar, au n ­ que ya hem os visto cóm o e n to d a la zona que va de Pam plona al Este hay variedad de pa­ tios en edificios de distinta categoría (fig. 208). N o faltan tam poco herrajes curiosos (fig. 209). FACHADA SECCION PLANTA BAJA PLANTA V Fig. 2 0 8 .-C a sa «Sancho». A rtieda. Alzado, p e rfil y plantas. Fig. 2 0 9 —Aldaba. Artieda. 182 VI La posición de A rtied a es estratégica en gran parte, a u n q u e el valor agrícola de la tierra cercana al río y la ca rre te ra le libran de la decadencia de otros pueblos. Al N o r t e y al Este, q u e d a n Sansoain y N a rd u é s. En Sansoain hay m em o ria de un palacio y frente a Artieda, al O e s te , en G rez, había o tro 56, que está en el índice d e Azcárraga 57, com o tam ­ bién está el d e Rípodas 58, q u e d e b e c o rres­ p o n d e r al gran edificio qu e se ve d e sd e la m ism a ca rre te ra general, qu e es un edificio que parece h a ber sido re fo rm a d o po r la fa­ chada, de su e rte q u e el sistema de las torres que lo flanqueaban q u e d ó algo cambiado. Parece que, en principio, debió h a ber com o tres torres, e n tres ángulos c o m o se indica en la fig. 210. En el cuarto, no. Este casón p e rteneció a los Ram írez de B a q u e d a n o en el siglo X V III, g ente más vinculada con la zona occidental, de la m erindad de Estella 59 (o tro perfil en la fig. 211). El diccionario de 1802 señala su e xisten­ cia con once casas más y o c h e n ta y cuatro habitantes en c o n ju n to 60. Frante a Rípodas, al o tro lado del Irati, hacia el O e ste, q u e d a el pueblo de San V icente y al Sur de éste, en el m ism o sector, T abar y A ldunate al e x tre m o suroccidental. Son éstos en q u e tam bién se nota la decadencia de los q u e no se hallan en red de caminos fuerte. En San V icente hay edificios rústicos de piedra seca casi, com o e n toda la zona y las m ontuosas más meridionales. Casas d e piedra de aspecto hosco. Algunas góticas, fo rm an d o alineación con pu e rta ojival y desarrollo mí- Fig. 210-P alacio de Rípodas. 183 nim o del piso, con huecos irregulares, sin alero y gran chim enea. En alguna casa m o ­ d esta s o rp r e n d e el resto d e un e scu d o con águila bicéfala, eco de la influencia imperial e n tr e los b e a m o n te s e s y ad o rn o s m u c h o más m o d e rn o s (1797) y po c o c o m u n e s (figs. 212, 213 y 214). T a m b ié n e n alguna casa d e Tabar. m o d e sta asim ism o, se hace gala de un p e q u e ñ o lujo d e corativo (fig. 215), fechado e n 1690 y con n o m b re d e p ro p ie ta rio difícil de leer: un Yoldi, p o r lo m enos. P or último, en A ldunate e n c o n tra m o s casas abandonadas con larga fachada, con arco ojival al c e n tro y ventanas hechas d e s p u é s sin duda, sin alero p e ro gran chim enea, c o m o las de San V icente (fig. 216). Fig. 211 -E stado antiguo ideal del palacio de Rtpodas. Fig. 2 1 2 .-C asa gótica. San Vicente. 184 ] 85 Fig. 2 16 .-C a sa abandonada. A id uñate. 186 NOTAS 1. F. Z a b a lo , «El re g istro ...» , p. 67 (n .° 4 0 5 , etc.). 2. F. Z a b a lo , «El re g istro ...» , p p . 1 3 6 -1 3 7 (n ú m e ­ ros 1 .7 2 7 -1 7 3 7 ). 3. J. C arrasco P é rez , «La p o b la c ió n ...» , pp. 4 7 1 47 3 (n ú m e ro s 2 4 6 -2 7 6 ). 4. « U rra u l d e S uso» fre n te a « U rra u lt d e yuso» en 1476. Y anguas, « D ic c io n a rio ...» , III, p. 4 7 5 . 5. « N a v a rra » , II, p. 4 8 5 . 8 3 m e n o s q u e e n 1 9 0 0 y 114 m e n o s q u e e n 1888. 6. M ad o z, X V , p. 2 3 3 , a, d a 9 4 0 alm as y 4 8 4 vecinos. 7. H ay algún te x to q u e p a re c e a d e la n ta r la p é rd id a aquí en p o c o s añ o s, a u n q u e , d e to d as fo rm as, es im p re ­ ciso. En u na b iog rafía d el P a d re E steb an d e A doain, q u e nació e n 1808 , se dice q u e d e v u e lta a E u ro p a a los sesen ta y cinco añ o s, e n B ay o n a, volv ió a « a p re n d e r vascuence o h ab larlo co n m ás p ro p ie d a d , a p e rfe c c io ­ narse en e sta m ilen a ria len g u a, q u e e n sus p rim e ro s años a p re n d ió , p o r se r la q u e se h ab lab a e n A doain, a u n q u e no mucho después se p e rd ió su u so ...» . C o m o el fraile m isio n e ro d e jó el p u e b lo en 1828, a los v ein te años, se p o d ría p e n sa r q u e el b a rrid o lin g ü ístico e m ­ p ezó al tie m p o d e la g u e rra civil p rim e ra , p e ro q u e en 1860 aún hab ía h o m b re s d e la g e n e ra c ió n d e l P ad re E steban q u e lo hab lab an . Ild e fo n so d e C iáu rriz. «V ida del S iervo d e D io s P. Fr. E steb an d e A d oain» (B a rc e ­ lona, 1913), p. 355. 8. H o ja 116 d el m a p a a escala 1 : 5 0 .0 0 0 del In s titu to G e o g rá fic o y C atastral. 9. « D iccio n a rio ...» d e 1802, 1, p. 2 4 0 , b. T re c e v ecinos y s e te n ta alm as en M ad o z, V II, p. 4 5 6 , b. 10. I, p. 136, a. 11. M ad o z, III, p. 197, a. 12. F. Z a b alo , «El re g istro ...» , p. 67 (n .° 41 7 ). 13. J. C arrasco P é re z , «La p o b la c ió n ...» , p. 473 (n ú m e ro s 2 7 7 -2 8 0 ). 14. Ja c o iste a p a re c e co m o sim p le caserío en el d iccio n ario d e 180 2 , I, p. 3 9 3 , a, re d u c id o a u n a sola casa en la q u e h a b ita b an o n c e o d o c e p e rso n a s. En M adoz p. 4 9 2 , a «Jacoisti» co n u n v e cin o , d iez alm as y dos casas « d e co n stru c c ió n o rd in a ria d e cal y can to » . H ay q u e llam ar la a te n c ió n so b re la lab ra q u e está en cim a del arco. 15. « N a v a rra » , II, p. 4 8 6 . 16. « D iccio n a rio ...» d e 1802, II, p. 185, a. M adoz X II, p. 277 da o n c e casas y v ecin o s, y o c h e n ta y n u ev e alm as. 17. « N a v a rra » , II, p. 9 3 8 , b. 18. « D iccio n a rio ...» d e 1802, II, p. 3 5 4 , a. 19. « R o u e rg u e ro m á n » (Z o d ia q u e , 1963) pp. 38-40. T e x to de G e o rg e s G aillard , M arie M a d e le in e S. G a u th ie r, Louis B alsan y D o m A n g élico S u rch am p . 20. D e ta lle s en G a stó n D e sja rd in s, « C artu la ire d e l’abb ay e d e C o n q u e s e n R o u e rg u e » (P aris, 1879); A. B o u ille t, « L ib er m ira c u lo ru m S anctae Fideis» (P aris, 1897). V e r ta m b ié n las pp. 8 6 -8 9 d e la o b ra citada antes. 21. « D iccio n a rio ...» d e 1802, II, p. 3 5 4 , a. 22. « N a v a rra » , II, p. 4 8 6 . 23. « D icc io n a rio ...» , d e 1 8 0 2 , I, p. 12, a-b. 24. Y anguas y M iran d a, p. 13. 25. « D iccio n a rio ...» d e 1802, I, p. 38 7 , a. 26. Fol. 3 2 , 4. 27. Fol. 33, 1. 28. Fol. 2 4 , 6. 29. M artin e n a , «Palacios cab o de A rm e ría » , II, p. 15. 30. « D iccio n a rio ...» d e 1802, II, p. 520. 31. M adoz, X V I, p. 4 4 0 , b. 32. « N av a rra » , II, p. 4 8 8 . 33. H o ja 143. 34. « D iccio n ario ...» d e 1802, I, p. 7, a. 35. M ad o z, I, p. 8 4 , a. 36. « N av arra » , II, p. 4 8 5 . 37. F o to e n el fo lleto d e T e ó filo d e A rb eiza, «Esteb a n d e A d o áin » , n.° 50 d e «T em as d e c u ltu ra p o p u lar» (P am p lo n a, s.a.), pp. c en trales. 38. « N av arra » , II, p. 4 8 9 . 39. « D iccio n a rio ...» d e 1802, II, p. 4 1 7 , b. 40. « D iccio n a rio ...» d e 1802, I, p. 114, b. V eintio ch o casas, tre in ta y c u a tro v ecinos y c ie n to c in c u e n ta alm as en M adoz, H ay o tro A rtied a c e rc a d e Sos. 41. A ltadill, II, p. 4 9 1 , d a tre in ta y cinco casas y c ie n to c in c u e n ta y seis h ab itan tes. 42. M a rtin en a , «Palacios cab o d e A rm e ría » , II, p. 15. « Itin e ra rio s p o r N a v arra » , I, p. 148, b u e n a fo to de c o n ju n to . 43. Y anguas y M iran d a, « A d icio n es» , pp. 40-42 (« A rtie d a » ), V e r « D iccio n a rio ...» I, pp. 6 5 -6 6 . 4 4 . Y a n g u a s , « A d i c i o n e s ...» , p p . 3 6 4 - 3 6 5 (« U riz» ). 45 . D o n R o d rig o d e U riz fu e m u e rto p o r o rd e n d e C arlo s II en 1376. Y anguas y M iran d a, « D iccio n a rio d e a n tig ü e d a d e s...» , III, p. 4 7 4 . Se le acusó d e in te li­ g en cia con los castellanos. 46. Y anguas y M iran d a, « A d icio n es» , p. 147. 47. M a rtin e n a , «Palacios cabo d e A rm e ría » , II, p. 15. 48. Fol. 4 0 , I (« A rtie d a en Val d e U rra u l), falta el del fol. 20, arran cad o . 4 9 . Y anguas y M iran d a, « A d icio n es» , p. 247. 50. V éase la citada h o ja 142, c o rre s p o n d ie n te a Aoiz. 51. « D ic c io n a rio ...» , d e 1802, I, p. 114, a-b. Iban los m ástiles hasta T o rto sa . El p u e n te q u e d ó m uy d a ­ ñ a d o con la fam osa crecid a d e 1787. 52. « A rte M edieval N av a rro » , IV , p. 20, lám ina 5, b. 53. B lasón en P e d ro d e A zcárraga, fol. 54, I. 54. Al h ablar, e n g e n e ra l, d e la casa con p atio. 55. « D e arch.» V I, 3, 1-2 56. M a rtin e n a , «Palacios cabo d e A rm e ría » , 11, p. 15. 57. Fol. 36, 4. 58. Fol. 4 3 , 3- B lasón d is tin to al q u e d e sc rib e M artin en a . 59. Y anguas y M ira n d a , « A d icio n es» , p. 2 4 7 . 60. « D iccio n a rio ...» d e 1802, II, p. 2 7 5 , b. 187 C A PITU LO IX LU M B IER Y EL ROM ANZADO, LIED EN A Y N A V A SCU ES 1) 2) 3) 4) Lumbier. El Romanzado. El «corriedo» de Liédena y Yesa. El almiradío de Navascués. AI Este d e U rrau l B ajo y al Sur d e U rraul Alto q u e d a un valle q u e recibe el n o m b re del R om anzado, n o m b re qu e parece te n e r un alto significado lingüístico. P e ro c o m o e n ti­ dad separada del m ism o, q u e en un tie m p o se adscribió tam b ié n a U rraul, está la villa de Lum bier con su té rm in o \ villa q u e se p r e ­ senta con raíces históricas sólo com parables a ¡as de P am plona e n tre Jos núcleos estudiados. m ano, según su n o m b re indígena. D e todas formas, los doc u m e n to s m edievales qu e alu­ d e n a él dan grafías enigmáticas. Así, en 1142 aparece com o «Lom ber» en un texto en que se recuerda que allí estuvo quince días el C o n d e de B a r c e lo n a 8. D espués, en 1274, «Lombier» 9, y en 1198 ya «Lom bierr» 10. En todo caso son formas romances. ¿ Q u é decir más de la antigua? D e s d e antiguo se c onsidera q u e c orres­ p o nde a una entidad citada p o r Plinio, en tre los p u e blos estipendiarios (com o otros vascones): la de los «iluberitani» o «ilum beritani» 2. La reducción ya la dan O ih e n a rt 3 y M o r e t 4, el cual trazó su historia utilizando d o c u m e n to s de su archivo 5 y dio una eti­ m ología del n o m b re afirm ando qu e vale tanto com o «ilum berri» = tierra n e b u l o s a 6, a causa de su posición e n tre ríos. La etim ología es más que dudosa. Sobre esto se volverá. M o re t m ism o indica que, según un d o c u ­ m e n to qu e se hallaba en el c o n v e n to d e las m onjas benitas, h u b o en L um bier una «nueva población» m edieval, q u e aumentó D o n San­ cho el F u e rte y acabó D o n T e o b a ld o I, su sobrino 7. N o m b r e de persona aquitano-pirenaico es «Ilurbe» (?) 11. T am bién en dativo «Ilurberrixo» 12. T e ó n im o , p o siblem ente, «Ilumber» 13 o «Lum ber». Los «iluberitani» serían acaso g entes del m ism o «stock». P e ro el h e ­ cho de que O ih e n a rt diga que en vasco Lum ­ bier es «Irum berri», nos po n e ante una ciu­ dad «Irun», nueva «berri» distinguible d e los «iri», «ili» = pueblo, conocidos y relacionable con «Iruña», «Irun», etc. Los dos datos nos hacen pensar qu e antes h u b o un m o m e n to o un p e río d o largo acaso, en q u e L um bier e x p e rim e n tó gran d e c ad e n ­ cia. A ntes d e esta repoblación, bastante tar­ día, son escasas las referencias a un poblado de cierto tam año, q u e h u b o de ser el p r e r r o ­ Lum bier, com o otras poblaciones p e n in ­ sulares, plantea un problem a arqueológico parecido al qu e plantean en las Galias bas­ tantes núcleos de población cuadrangulares, que recuerdan a cam pam entos rom anos, p e ro q u e p o r el m o m e n to carecen de testim o ­ nios 14. D e todas m aneras, dados los a n te c e ­ dentes, más bien p u e d e su p o n erse q u e fue una p e q u e ñ a población fortificada al estilo de Pam plona, p e ro con un trazado más seguro, q u e recuerda el de ciudades m ayores. H a b rá q u e estudiarlas a la luz de lo q u e sabem os de recintos com o el grande de B u rdeos y los 191 más p e q u e ñ o s de B a yonne y Dax. El pri­ m e ro , d e 375 m. x 275 (a lre d e d o r de diez hectáreas) y el segundo, de 225 m. x 150 (tres hectáreas con 500 m.) 15. La situación de L um bier, s o b re un a e m i­ nencia con el río d e b a jo , ha sido descrita varias veces 16. La posición, e n alto, con el río Salazar al Sur y un p u e n te al Suroeste, es lo q u e destaca p r im e ro el visitante. T a m b ié n es la qu e q u e d a resaltada en la planta del p u e b lo (fig. 217). P ero en éstas se ve m e jo r la co n s­ titución maciza del núcleo con una especie de «cardo» m uy bien m arcado, varias calles q u e en un sen tid o parecido se ajustan más a las irregularidades del c e rro o m acizo y algunas q u e las cruzan, p e ro tam bién irregularm ente. Es claro qu e la e stru c tu ra maciza ha ido au­ m e n ta n d o con las gene ra c io n e s y q u e L um ­ bier d e b ió te n e r en tiem pos m edievales en q u e se le p u e d e n dar a lre d e d o r de 500 habi­ tantes: acaso más, si se considera lo n u m e r o ­ sas q u e podían ser las familias rep re sentadas p o r cada fuego. En los registros d e 1280 L um bier aparece c o m o «Lom birr» o «L om bier», con una casa fuerte, y un m e rc a d o co n o c id o 17. «Lombierr» en 1366 tiene una población c o n sid e ­ rable d e n tr o del c o n ju n to de la tierra. U n a nóm ina m en c io n a hasta n oventa y nueve p e r­ sonas, h o m b re s y m u je res, con oficios 18. La fogueración da treinta y nueve y se coloca en cabeza d e «Val d e Longuida» 19, cosa q u e parece rara. La población de L um bier c o m ­ p u e sta de dos clases, hidalgos de un lado y ruanos francos de o tro , andaba m uy dividida años después, de su e rte q u e en 1396 Carlos III, para rem e d ia r elmal, hizo hidalgos a to ­ dos los vecinos 20. D e tie m p o tam b ié n bas­ tante antiguo son las concesiones de ferias y m ercados, que, con otro s privilegios r e c o n o ­ ció el D u q u e d e Alba en 1512 cu a n d o se le e n tre g ó la v i ll a 21. P o r esta é p o c a e ra población qu e tenía un castillo con alcaide 22 y constituía un almiradío 23 y su e scudo aludía, sin d u d a a la co n d i­ ción de fortaleza q u e se le asignaba; un casti­ llo d e plata acostado en c am po d e azur en jefe d e una estrella y un creciente d e luna en el m ism o color. En 1802 tenía 2 8 0 casas útiles, veinticuatro arruinadas y 1.548 habi­ tantes 24. M adoz da a L um bier 340 casas de cons­ trucción antigua y pocas com o d id a d es, re p a r­ 192 tidas en nu e v e calles, éstas, sí, buenas y e m ­ p edradas, con dos plazas: una para la v enta de frutas y granos; la otra, para la de ganado. H a b ía un m erc ad o todos los lunes y feria el 27 d e m ayo, q u e d ebían c o rr e s p o n d e r a los creados en el siglo X V . Le asignaba una población d e 313 vecinos, es decir, algo más qu e casas, y 1.600 almas. C o m e rc io bastante nutrido, p o rq u e había veintidós tiendas am én d e veinticuatro alfares, alguno d e los cuales aún funciona en el barrio de C horropico. L um bier tenía significado particular e n la arriería. M adoz indica tam bién qu e los arrie­ ros d e tierra de Jaca usaban d e m o d o especial el p u e n te d e Je sú s c o rta d o p o r M ina, d u ran te la g u e rr a de la Indep e n d e n c ia . P e ro la villa qu e d a b a un po co apartada de la c a rre te ra de P am p lo n a a Sangüesa, a la q u e le unía un ramal 25. A com ienzos de este siglo L um bier había crecido bastante, p u e s to q u e Altadill le da 2.011 habitantes en 445 edificios, sólo v e in ­ tio c h o d is e m in a d o s , e n un té r m in o de 5 .8 4 5 ’8 1 ’53 h e c tá r e a s 26. La alfarería había dism inuido a diez hornos; p e r o había hasta seis posadas y una fonda y tráfico de ganados, pieles, vinos, aceites, cereales y m ad e ra 27. La posición de L um bier e n la confluencia del Irati y el Salazar explica la a bundancia de tratos de d e te rm in a d a clase. T a m b ié n el desa­ rrollo u rb a n o en form as significativas. C o m o en otros pueblos de la m ism a cantidad de habitantes y otros m ayores, la calle q u e lo cruza de un lado a o tro , q u e term in a en la c a rretera es la q u e cuenta, de un lado, con edificios más m odern iza d o s y más altos, hasta de tres pisos, cuatro huecos p o r piso, balco­ nes y galerías superiores, tiendas y com ercios con escaparates (fig. 218). Se ve, a veces, q u e e n ella y otras centrales, las casas antiguas han sido reform adas, au n q u e bastantes conservan su e stru c tu ra antigua (fig. 219). Arcos ojiva­ les se c o m binan con balcones m o d ern o s; tam bién los de m e d io p u n to sobre una planta inferior de cantería y con o tro s d e ladrillo (fig. 220). A veces, en la p a rte inferior, p é tre a, hay un arco central y otros dos más p e q u e ñ o s laterales y la altura es m ayor; de tres pisos levantados e n ladrillo, con tres huecos p o r banda; dos d e balcones (fig. 221). En casos, la casa tiene dos g randes arcos d e en tra d a, un piso con dos balcones y o tro s dos con v e n ta ­ nas (fig. 222). En épocas más m o d e rn a s se han co n c eb id o casas con una p u e rta central cuadrada y d o s rejas laterales sobre cantería cuidada con un balcón c o rrid o en el piso p rim ero, d e ladrillo y o tro s tres huecos de ventanas grandes e n el segundo y m e n o re s en el terc ero (fig. 223). Las calles y c a n tones secundarios o más estrechos no d e ja n d e p re s e n ta r m uestras de algunas reform as, a u n q u e en ellos se p u e d e n e n c o n tra r casas m e n o s cambiadas, góticas, al­ gunas de las q u e siguen siendo de labranza (fig. 224). O tras, q u e parecen más complejas; siem pre con la parte d e piedra abajo, la de ladrillo arriba, con ligeros saledizos y arcos de ladrillo a veces (figs. 225 y 226). nación de ladrillo y piedra e n casas señoriales d e aire más m eridional, o herm osas casas de ladrillo en su pro p o rc ió n m ayor (salvo e n la parte más baja d e la planta baja) con ventanas cuadradas en el p rim e r piso y amplia galería con arcadas en la segunda, d e tipo m uy ibé­ rico o navarro-aragonés m eridional (figs. 229, 230. 231 y 232). L um bier abunda en blaso­ nes de familias hidalgas, d e inscripciones reli­ giosas y de buenas puertas talladas. La colec­ ción fotográfica d e U ranga da buena idea de to d o lo dicho (figs. 233, 234, 235). Pero m o d e rn a m e n te ha decaído d e m o d o sensible en lo qu e se refiere a población. La cifra máxima, en efecto, la da en 1860 con 2.013 habitantes. Algo m e n o r es la de com ienzos de siglo, com o se ha visto. Pero de 1930, en que tiene aún 1.933, baja a 1.658 en 1960 y a 1.593 en 19 7 5 28. Esta decadencia demográfica es aún m ayor en los pueblos p e q u e ñ o s de sus alrededores. Algunas calles en cuesta y dete rm in a d o s e le m en to s d e la construcción nos p o n e n ante imágenes q u e nos llevan al cercano m u n d o francam ente pirenaico, d e los valles de Salazar y Roncal (figs. 227 y 228). En otros rincones y angosturas e n c o n tra m o s la c o m b i­ II El R o m a n z ad o es un valle q u e aparece con entidad p ro p ia en los diccionarios y obras geográficas sobre N avarra. En el diccionario de 1802 se nos dice q u e está constituido p o r Adansa, A rboniés, Arielz, B erroya, Bigüézal, D o m e ñ o , Iso, M urillo, N apal, O r r a d r e y U s ú n q u e e n los negocios públicos form aba un c u e rp o con L iédena y U rrau l A lto y Bajo, de s u e rte q u e en los n o m en c láto res q u edaba unido a los U rrau le s 29. M adoz da a A rboniés c om o c e n tro m unicipal 30. Y anguas y M iranda rep ite q u e en ciertos asuntos el R o m a n z a d o se asocia con Urraul A lto y B ajo y con el co rried o d e Liédena, p e ro añade: « O b sé rv ese qu e los habitantes de e ste valle y los del A lm iradío de Navascués, sus vecinos, han hablado siem pre el idiom a castellano o rom ance, a diferencia de U rraul, en q uienes ha prevalecido el vas­ c uence con cierta antipatía hasta el p u n to de m irar con repugnancia la unión d e las familias p o r m e d io de los m atrim onios; e sto da a p resu m ir - c o n c l u y e - qu e el valle R om anzado fue poblado de rom anos o de habitantes del m ediodía de N avarra, y que, a causa d e su distinto lenguaje, le d ieron los vascongados el n o m b re de R om anzado» 31. H a b r á q u e observar q u e la form a es c o m p le ta m e n te r o ­ m ance y q u e en los textos antiguos no parece registrarse con valor administrativo. T a m b ié n qu e los n om bres de los pueblos son a veces rom ances, com o M urillo, otros parecen ro ­ m anceados según norm as q u e se dan e n va­ lles vecinos; así, p o r eje m p lo , A rboniés. D e otros se conoce la form a vasca, c o m o e n el caso de Bigüézal. O tro s son enigmáticos. D e todos estos núcleos parece q u e siem ­ pre el m ayor ha sido Bigüézal, q u e a c o m ie n ­ zos de siglo tenía unos 237 habitantes. O tro s e ra n m uy p e q u e ñ o s, c o m o A dansa con quince. El m ayor llegaba a te n e r sesenta casas y el m e n o r ocho 32. T a n to en Bigüézal, com o en A rboniés, se señala la existencia d e pala­ cios cabo de A rm ería 33 qu e com o tales están en el índice de Azcárraga 34. Bigüézal es un núcleo constituido p o r una 193 calle-camino, una an c h u ra e n tr e la iglesia y otras dos calles secundarias. H ay, e n efecto, una casa señorial vieja d e p ie d ra y c o m o en to d a la zona algún resto g ó tic o d e p ie d ra en p u ertas y ventanas, cosa q u e se rep ite incluso en la construcción más rústica del p u e b lo más p e q u e ñ o , es decir, A dansa (fig. 236). O t r o tan to p u e d e decirse d e D o m e ñ o , d o n d e hay alguna p o rta d a de pied ra con fecha e n el arco d e m e d io p u n to ; fecha bastante vieja (1622), a u n q u e no tan to c o m o la de O r o r b ia o la de M aya (fig. 237) 35. P e ro e n general, el R o ­ m an z a d o y sobre to d o la p a rte m ás fragosa, es tierra d e las q u e más han sufrido del éxodo, d e su e rte q u e de 1860, en q u e tenía 972 habitantes, a 1975 ha q u e d a d o casi d e s p o ­ blado, p u e s to qu e en esta fecha se le asignan 215 36. El d e scenso m ayor arranca, c o m o casi siem pre, d e 1930, o d e la g u e rra civil. III Es curioso a d vertir q u e en gran p r o p o r ­ ción de diccionarios de la lengua española no está la palabra «corriedo». Esto a pesar de q u e ha sido m uy usual en el lenguaje adm i­ nistrativo y familiar todavía en zonas c o m o la de la M o n ta ñ a d e Santander. Esta falta se advierte asim ism o e n los diccionarios etim ológicos. Parece q u e la pa­ labra tiene q u e relacionarse con las derivadas d e « c u rre re » , c o rre r, c o m o «corro», «co­ r re o » , y aun «corral» 37. En esta zona d e N a v a rra d e p r e d o m in io a ntiguo del ro m ance sobrevivió la palabra c o rrie d o para aludir a la u n ió n o c o m un idad d e los p u e b lo s d e L iédena y Yesa, q u e c o m o tal «corriedo» se unía e n ciertos negocios con los U rraules y el R o m a n z a d o 38. Iribarren, p o r su parte, recoge del diccio­ nario d e O choa, d e 1841, la noticia de q u e m u ch o s valles estaban divididos e n corriedos y alm iradíos y q u e tam bién en alguna p a rte se daba la voz c o m o e q uivalente a la de «cendea», d e su e rte q u e se diría - p o r e je m p lo q u e Barasoain es «corriedo» o «cendea» de la V a ldorba 39. En to d o caso, hoy los dos p u e b lo s citados fo rm a n dos ay u n tam ien to s y un te rc e ro d e n ­ tro del área, más a s e p te n trió n , lo constituye el antiguo alm iradío d e Navascués. Liédena es población antiquísim a q u e p o ­ sib le m e n te tiene continuidad d e s d e la época rom ana, en la cual existía allí ya un a villa agrícola c o n o c i d a 40. El P adre M o r e t ya ex­ 194 tractó un d o c u m e n to en qu e Iñigo Fortuniones renuncia al d e re c h o qu e tenía sobre ella, la cual fue d o n a d a p o r el rey Sancho G arcía a Leire, a cam bio de Sansoain. Este d o c u m e n to data de 1104 41 y e n o tro m uy anterior, de 919, aparece c o m o una «villa» 42. D e s p u é s Liédena siguió te n ie n d o q u e ver m u c h o con el m o n aste rio cé le b re y cercano. En 1270 T e o b a ld o II confirm aba al m o n a ste rio las d o ­ naciones antiguas allí y e n otras partes 43. L iédena aparece luego m uchas veces, con su concejo. En los tiem pos m o d e rn o s no p ro sp e ró excesivam ente. Situado al N o r t e de Sangüesa sobre el Irati, antes de qu e afluya al A ragón, el caserío se o rie n ta d e N o r t e a Sur en una cuesta, con la sierra d e Leire al N o r te . La p a rte baja del té rm in o llega al A ragón 44. El p u e b lo se ha constituido en cuesta sobre varios caminos con algunos alineam ientos de casas más m o ­ dernas 45 y la iglesia e n el núcleo más macizo y antiguo. C o m o edificios aislados no hay gran cosa de interés. T a m p o c o e n el o tro p u e b lo del «co­ rrie d o » q u e es Yesa, e n cuyo té rm in o Leire abso rb e la atención de los viajeros. Y esa es un núcleo co m p a c to q u e q u e d a al Sur d e la ca rre te ra d e P am p lo n a a T ierm as, constituido p o r varias calles irregulares y algún anchuró n 46. P u e d e considerarse qu e el p u e n te so­ bre el A ragón q u e q u e d a al S u d o e ste le dio en un tie m p o particular significado, para co­ m unicar al p u e b lo con Javier, Sangüesa y el b o rd e d e N a v a rra con A r a g ó n 47. Fue d u ­ rante m u ch o del m o n aste rio d e Leire y en 1263 éste le fijó la pecha en sesenta cahices de trigo «m eitadenco» y doce dineros sanchetes p o r «opilarinzada» 4S. A ntes, en 1173, un abad le había exim ido, ju n to a o tro s p u e ­ blos, de las pechas de galleta, «delgata» y otros malos usos y les dio el fu ero de Jaca para su gobierno. El texto parece indicar que Y esa y los otros lugares necesitaban d e m a ­ yor población. P or este texto se ve q u e tres­ cientos treinta y un años antes un rey de N avarra había hecho donación a Leire del pueblo: en 9 14 49. Estamos, pues, a nte p u e ­ blos con historia rem o ta d e n tr o del rein o de Navarra. IV D e s d e el p u n to de vista de la planifica­ ción tiene más interés la villa de Navascués, que q u e d a al N o r t e del R o m anzado, al Este de U rraul, al O e s te del valle de Roncal y al Sur de Salazar; el río de este n o m b re divide el térm in o en dos partes, de N o r t e a Sur y pasa al O e s te del casco u rb a n o de Navascués, que q u e d a en un alto 50. N avascués tiene un fuero que, p o sib le m e n te, c o n tribuye a que nos expliquem os su forma. P o rq u e , en efecto, data de la época de Sancho el Sabio, el gran p r o m o to r de u rbani­ zaciones planeadas en las fronteras d e sus dom inios. Este fuero se fecha en 1185 y fue analizado ya p o r M o r e t 51. H a y confirm acio­ nes del fuero. P e ro más significativas que éstas son los privilegios dados e n 1417 po r Carlos III declarando a todos los vecinos que fuesen hijosdalgos, francos e i n g e n u o s 52. Esto coincide con o tro s privilegios similares dados a distintos valles y pueblos de frontera. Pero N avascués no se desarrolló com o otros de tal carácter. En 1802 tenía sesenta y cuatro casas útiles con 373 habitantes 53. Altadill le d a una cifra m u c h o más alta: 320 viviendas y 6 1 0 habitantes. D e todas m an e ­ ras, lo más in te resa n te de N avascués es la planta 54. P o rq u e , en efecto, sobre un c e rro de form a elíptica, o r ie n ta d o de Este a O e ste, la vega junto al río, se alza un c o n ju n to consti­ tuido p o r u n a calle central y más larga, a la que flanquea la iglesia al O e s te , otra calle paralela hacia el N o r t e , una terc era algo más larga p o r el Sur y aún una cuarta irregular por el m ism o lado y con espacios vacíos. Luego hay bordas y edificios disem inados. D e n t r o del núcleo había espacios sin construir y los cantones se distribuyen no del to d o regular­ m ente. P e ro el plan es claro. Navascués hoy es un p u e b lo bastante bien cuidado, a lo m enos en lo exterior, con casas blanqueadas o com b in a n d o el b lanqueo y la cantería o sillar a veces a la m oderna. Se ven fachadas con arcos de m ed io p u n to y otros e lem entos qu e nos son conocidos en los valles m ontañosos próxim os. P ero los te ­ jados aún no se em pinan, com o en el Roncal, p o r encim a de Burgui, qu e q u e d a a su m ism a latitud. Los núcleos que c o rre s p o n d e n al R o m a n ­ zado, además de Navascués, son: Aspurz, poblado de señorío antiguo, en d o n d e había un castillo de cierta fama 55. Racas A lto y Racas Bajo, dos caseríos en la zona occidental y más fragosa, de tosca edificación p étrea (fig. 238), q u e contrasta con los blanqueos de N avascués y tam bién con alguna casa de Aspurz, con fachada de buena cantería (fig. 239). C o n trasta tam bién en su severidad de color el núcleo de Ustés, sobre el Salazar y al N o r t e del térm ino; un p ueb lo -p u e n te , con dos casas grandes d e te ­ jado a cuatro aguas e iglesia con e le m e n to s rom ánicos 56 (fig. 240). U stés tiene fuero de 1 19 5 97 y privilegio de hidalguía de 1498 justificado en q u e sus vecinos guardaban la frontera del reino con gran vigilancia 58. Más de un siglo antes de darse el fuero de U stés, había una casa del rey q u e Sancho Ram írez dio a Leire, con o tro s bienes 59. Al Sur del térm ino de N avascués al Este del 195 R o m a n z ad o , el últim o p u e b lo de N avarra, lindante con A ragón y Salvatierra de Esca, es Castillo N u e v o . P o r su té rm in o pasa un ria­ c h u e lo q u e va al Esca y q u e se llama nada m e n o s q u e G a ro n a 60. El p u e b lo q u e d a e n El núcleo u rb a n o tenía ficios a com ienzos del fue p u e b lo p u e s to e n un alto, a 802 m etros. cua re n ta y nueve e d i­ siglo 61. Sin du d a q u e litigio, d isp u ta d o con los aragoneses. En 1216 u n a bula d e H o n o r i o III confirm aba al rey d e N a v a rra e n su p o s e ­ sión, así c o m o en la de las otras fortalezas de f r o n t e r a 62. La significación d e C a stillo N u e v o ha ido m e rm a n d o . En su caso, com o e n el d e o tro s p u e blos d e la frontera, la posición q u e d a c o m o un re c u e r d o del pa­ sado. NOTAS 1. H o ja s 142 y 174 d el m ap a a escala 1 : 5 0 .0 0 0 d el In s titu to G e o g rá fic o y C atastral. 2. N . H ., III (3) 24. La fo rm a « -ilu m b e rita n i» . 3. D e é ste la to m a el P a d re H a rd o u in , e n su ed ic ió n d e P lin io ; a n o ta , « A b o p p id o q u o d G alli Lombier in N av arra; inco lae V asco n ice IRUMBERRI v o can t, te s te O ih e n a rto pag. 9 0 leucis V II, a P o m p e lo n e » , «C aii Plinii S e cu n d i H isto ria e N a tu ra lis libri X X X V II» , ed. «in u sum S e ren issim i D e lp h in i» I (P aris, 1723), p. 143, n o ta 8. O ih e n a rt, « N o tic ia d e las dos V asconias, la ib érica y la a q u ita n a » , tra d u c c ió n del P ad re Ja v ie r G o ro s te rra tz u (San S eb astián , 1929), p. 73 (lib ro II, c a p ítu lo I). 4. « A n n ales...» ed . cit. I, p. 4 3 , b (lib ro I, cap ítu lo IV , § II, n .° 13). 5. « In v e s tig a c io n e s h is tó ric a s ...» , ed . cit. pp. 6 3 -6 4 (lib ro I, c a p ítu lo II, § X V , n .° 82). 6. « In v e stig a c io n e s...» , cit. p. 105 (lib ro I, cap ítu lo V , § III, n .° 14). 7. « A n n ales...» ed . cit. III, p. 2 6 5 (lib ro X X II, c a p ítu lo II, § II, n .° 7). Y an g u as y M iran d a. « D ic c io n a ­ rio de a n tig ü e d a d e s...» , II, pp. 2 9 4 -2 9 6 , su m in istra d a to s d e sd e Luis H u tin a 1512. El « D ic c io n a rio ...» d e 1802, I, pp. 4 6 8 , b -4 6 9 a, es útil tam b ié n . 8. G o ñ i G a z ta m b id e , « C atálo g o d e l A rc h iv o c a te ­ d ral d e P am p lo n a» I, p. 54 (n .° 224). 10. Id o a te , « C atálo g o d e los c a rtu la rio s re a le s» , p. 2 6 8 (n .° 541) c o n firm a c ió n d e los fu e ro s d e E n riq u e I. C o n firm a c io n e s re p e tid a s e n 1 3 0 7 , p p . 291 (n .° 58 9 ) y 2 9 9 (n .° 6 1 2 ) 10. « C atálo g o d el A rc h iv o G e n e ra l» , I. p. 84 (n .° 124). 11. J u lie n S acaze, « In s c rip tio n s a n tiq u e s d e s P y ré n é e s» (T o u lo u s e , 18 9 2 ), n .° 1 1 9 en T ib ira n . 12. Sacaze, op. cit. p p . 4 6 3 -4 6 4 (n .° 37 5 ), Escuñ ace, valle d e A rán. 13. Sacaze, op. cit. p. 341 (n .° 2 8 3 ). S ain t B éat. 14. A lb e rt G re n ie r , « A rc h é o lo g ie g a llo -ro m a in e » , p rim e ra p a rte (P aris, 19 3 1 ), p p . 2 5 6 -2 5 8 . 15. G re n ie r , op. cit. p p . 4 1 0 , fig. 114; 4 2 5 , fig. 129 y 5 2 6 , fig. 130. 196 16. « N a v a rra » , II, p p . 4 2 7 -4 3 1 , c o n p lan o y foto. M ad o z X , pp. 4 6 5 , b -4 6 6 a. 17. F. Z a b a lo , «El re g istro ...» , p. 67 (n .° 4 1 1 ) « L o m b ie rr» . Lo m ism o e n p. 87 (n .° 87 3 ). M e rc a d o a ia pp. 104 (n ú m e ro s 1 .1 6 8 -1 .1 6 9 ), 176 (n ú m e ro s 2 .5 2 6 2 .5 2 7 ). C asa p. 179 (n .° 2 .5 6 3 ). 18. J. C arra sc o P é re z , «La p o b la c ió n ...» , pp. 4 8 6 4 8 7 (n .° 317). 19. J. C arrasco P érez , «La P o b la c ió n ...» , p. 501 (n .° 4 1 5 ). 20. Y an g u as y M ira n d a , « D ic c io n a rio d e a n tig ü e ­ d a d e s» , II, p. 2 9 4 , d ice fran co s y la b ra d o re s. « C atálo g o d e l A rch iv o G e n e ra l» X X I, p. 4 6 8 (n .° 1.0 6 7 ) dice hid alg o s y francos. 21. Y an g u as y M iran d a, « D icc io n a rio d e a n tig ü e ­ d a d e s» , II, p. 2 9 5 . La co n c e sió n d e d o s ferias, u n a a p rin cip io s d e m ay o , o tra el d ía d e San Lucas fu e h e ch a p o r la p rin c e sa D o ñ a L e o n o r en 1467 e n p re m io a la re siste n cia q u e h ic ie ro n los d e la villa c u a n d o fue c e rc a d a p o r D o n A lo n so d e A rag ó n , p o rq u e seg u ía al P rín cip e d e V iana. 22. « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , X L IX , pp. 119 (n .° 2 4 0 ), añ o 1518; 128 (n .° 2 5 3 ) 1.519. 23. « C atá lo g o d el A rc h iv o G e n e ra l» , X L IX , p. 133 (n .° 2 6 0 ), 1520. A n te s, p. 504 (n .° 1.2 1 1 ), 1.441. 24. « D ic c io n a rio » d e 1 8 0 2 , I, p. 4 6 8 , b. 25. M ad o z, X , p. 4 6 5 , b. 26. « N a v a rra » , II, p. 42 8. 27. « N a v a rra » , II, p. 4 3 1 . 28. « Itin e ra rio s p o r N a v a rra » , I, p. 151. 29. « D ic c io n a rio » d e 1802, II, p. 2 7 6 , a-b. 30. M ad o z, X III, p. 5 5 1 , a. 31. Y an g u as y M ira n d a, « D ic c io n a rio d e a n tig ü e ­ d a d e s» , III, p. 276. 32. « N a v a rra » , II, p. 4 4 8 . 33- M a rtin e n a , «P alacios cab o d e A rm e ría » , II, p. 19. 34. Fols. 4 4 , 4 (« el Palacio d e B ig ü ézal» ) y 57, 5 (« e l P alacio d e A ru o n ie s» ). 35. V é ase p a rte c u a rta ca p ítu lo X I y c a p ítu lo V II d e la te rc e ra p a rte. 36. « Itin e ra rio s p o r N a v a rra » , I, p. 15 L. 37. V ic e n te G a rc ía d e D ie g o , « D icc io n a rio e ti­ m ológico e sp añ o l e h isp á n ico » , p. 7 1 0 , a (n .° 2 .0 4 9 ). 38. Y anguas y M iran d a , « D icc io n a rio d e a n tig ü e ­ d ad es» , II, P- 201. 39. J- M. Irib a rre n , « V o c a b u la rio n av arro » , p. 145, a. 40. V éase p a rte p rim e ra , c a p ítu lo p rim e ro . 41. M o re t, « A n n a le s...» , II, pp. 2 2 2 , b -2 2 3 , a (libro X V I, c a p ítu lo III, § V III, n .° 30. « C atálo g o del A rchivo G e n e ra l» , I. p. 4 4 (n .° 15). 42. M o re t, « A n n a le s...» , I. p. 3 6 7 , a (lib ro V III, cap ítu lo IV § I, n .° 4). E sc ritu ra d e L eire tam b ién . 43. M o re t, « A n n a le s...» , III, p p . 2 9 5 , b -2 9 6 , a (libro X X II , c a p ítu lo V , § IV , n .° 11). « C atálo g o d el A rchivo G e n e ra l» , I, p. 184 (n .° 37 7 ). Id o a te , « C atá­ logo d e los c a rtu lario s rea le s» , p. 2 5 6 (n .° 513). 44. H o ja 174 d e l m ap a a escala 1 : 5 0 .0 0 0 del In s titu to G eo g rá fic o y C atastral. 45. « N a v a rra » , II, p. 4 1 6 , p lano. 46. « N a v a rra » , II, p. 5 0 4 , p lano. 47. H o ja 174 d e l m ap a a escala 1 : 5 0 .0 0 0 del In stitu to G eo g rá fic o y C atastral. 48. Y an gu as y M ira n d a , « A d icio n es» , p. 378. 49- M o re t, « A n n a le s...» , II, p p . 5 0 5 , b -5 0 6 , a (libro X IX , c a p ítu lo IV , § V II, n.° 32). « C atálo g o del A rchivo G e n e ra l» , I, pp. 6 2 -6 3 (n .° 62). 50. H o ja 143 d e l m a p a a escala 1 : 5 0 .0 0 0 del In s titu to G eo g rá fic o y C atastral. 51. « A n n a le s...» , II, p p . 5 3 1 , a-b (lib ro X IX , ca­ p ítu lo V II, § V II, n .° 28). T a m b ié n p o r Y anguas y M iran d a, « D icc io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , II, p p . 4 7 0 4 7 1 . « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , I. p . 7 0 (n .° 85). 52. Y anguas y M ira n d a , « D ic c io n a rio d e a n tig ü e ­ d a d e s» , II, p. 4 7 1 . « C atálo g o d el A G N » , X X X I I , pp. 2 2 9 -2 3 0 , n .° 4 7 2 . 53. « D iccio n a rio ...» d e 1802, II, p. 167. 54. « N av a rra » , II, p. 4 3 4 , p lano. 55. T am b ién tie n e fu e ro d e 1119. Y an g u as y M i­ ran d a, « D iccio n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , I, p p . 7 1 -7 2 . Id o a te , « C atálo g o d e los cartu lario s re ale s» , p. 72 (n .° 125). « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , I. p. 85 (n .° 126); y p u n to d e re fe re n c ia es el p u e n te . « C a tá lo g o ...» , I. pp. 2 9 7 (n .° 6 6 4 ), añ o 1307 y 3 2 8 -3 2 9 (n .° 7 4 7 ), año 1317. S o b re las fo rtificacio n es, p p . 2 3 2 (n .° 50 2 ), 2 34 (n .° 506) d e 1281. 56. La fig. 262. 57. Y anguas y M iran d a, « D ic cio n a rio d e a n tig ü e ­ d ad e s» , III, p. 4 7 9 . « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , I, p. 8 0 (n .° 115). 58. Y anguas y M iran d a, « D icc io n a rio d e a n tig ü e ­ d ad e s» , III, p. 479. 59. « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , I, pp. 10-11 (n .° 8). D o c u m e n to an alizado p o r M o re t, « A n n a le s...» , II, pp. 150 a - 151, b (lib ro X V , c a p ítu lo III, § 1, n .° 1-2). 60. H o ja 143 del m ap a a escala 1 : 5 0 .0 0 0 del In stitu to G eo g ráfic o y C atastral. 61. « N a v a rra » , II, p. 355. 62. Id o a te , « C atálo g o d e los c a rtu lario s re a le s» , pp. 112-113 (n .° 211). 197 217 Fig. 2 1 7 .-P lano de Lumbier. según A ltadill. Fig. 2 1 8 .-C a sa s modernas de la Calle M ayor. Lumbier. Fig. 2 1 9 .-C a sa gótica reformada. Lumbier. Fig. 2 2 0 .-C asas de piedra y ladrillo. Lum bier. T ipo comercial. 198 199 200 Fig. Fig. Fig. Fig. Fig. Fig. 2 2 1 .-C a sa de vecindad de piedra y ladrillo. Lumbier. 2 2 2 .-C a s a con arcos de medio punto. Lumbier. 2 2 3 .-C a sa rica. Lumbier. 2 2 4 - C a s a de labranza. Lumbier. 2 2 5 .-C a lle transversal (del Homo). Lumbier. 2 2 6 -E n cru cija d a . Lumbier. 226 201 202 Fig . Fig. Fig. Fig. Fig. Fig. .-C a lle en cuesta. Lumbier. 2 2 8 .-C a sa con chimenea pirenaica. Lumbier. 2 2 9--C an tón . Lumbier. 230. -C a sa palaciana y casas modestas. Lumbier. 2 3 1 --Casas de piedra y ladrillo. Lumbier. 2 3 2 ,-C a s a con galería de ladrillo. Lumbier. 2 2 7 231 232 203 204 Ftgs. 2 1 3 . 2 3 4 y 2 3 5 .-A reos blasonados. Lumbier. Fig. 2 3 6 —V en tana gótica. Adansa. Fig. 2 3 1 .-P u erta fechada en 1 6 2 2 . Domeño. Fig. 2 3 8 .-C asas de Racas Alto. 237 238 205 Fig. 2 3 9 -P u e rta de cantería. A spurz. 206 Fig. 2 4 0 ,-P u e rta románica. Ustés. C A P IT U L O X EL V A LLE DE A IB A R 1) 2) 3) 4) 5) A ibar y su valle. Castillo y villa de Aibar. Pueblos vacíos: Sada y Leache; Eslava y Lerga. Dos pueblos puente: Cáseda y Gallipienzo. Al otro lado del A ragón: Javier y Peña. D e ja n d o al N o r t e a L um bier y a los p u e ­ blos d e los q u e ya se ha hablado, que parecen constituir un c o n tra fu e rte ro m ance m uy anti­ guo, incluyendo a Sangüesa, cuyo carácter tam bién se ha fijado, q u e d a una zona m o n ta ­ ñosa bastante irregular, en q u e el vasco apa­ rece con densidad m ay o r e n la T o p o n im ia y en la cual hay varios m unicipios diferenciados y separados e n tiem pos distintos: la del valle de Aibar. El n o m b re , relacionado con un castillo, d e n tr o de los dom inios de los reyes más antiguos d e N avarra, se d o c u m e n ta p ro n to . El año 882 se lee en un cronicón re fe re n te a las cosas de P am p lo n a q u e «fractus est castro Aibarria a M o h a m e d ib e n Lup et M ahel» 1. D e s d e e n to n c e s hasta fines de la Edad M edia (y p o r m otivos distintos) el castillo es im p o r­ tante. P rim e ro c o m o defensa del á m bito cris­ tiano fre n te al m a h o m e ta n o , luego com o c o n tra fu e rte del rein o de N a v a rra fre n te al de A ragón, del que, en c o n ju n to , el valle es frontero. D e s d e el p u n to de vista geográfico, toda esta tierra q u e d a en la N a v a rra m edia o r ie n ­ tal, estudiada d e m o d o m inucioso en la m o ­ nografía d e Salvador M e n su a Fernández y tiene com o e je de N o r d e s te a S ud o e ste y Sur, al río Aragón 2: tierra con transiciones climáticas fuertes, con paisajes distintos en cortos espacios, con m uchos e le m en to s de tipo m ed ite rrá n e o y zonas cada vez más d e ­ caídas desde el p u n to de vista dem ográfico. E lem entos qu e en el pasado fu ero n m uy significativos han d e ja d o de serlo hoy; po r ejem plo, las fronteras, q u e d iero n form a a más de un pueblo. P u e d e hablarse tam bién de un e m p o b re cim ie n to gran d e d e la riqueza forestal en los tipos de bo sq u e m ixto d e los qu e hay noticia y que en gran parte d e sap a re ­ cieron en la época de la g u e rra d e la In d e ­ pendencia. C o m o va dicho, Aibar es el ce n tro d e referencia desde antiguo. C o n o c e m o s o tra doc u m e n tac ió n no tan vieja com o la ya aludida sobre su existencia. C on el n o m b re sujeto a varias grafías c urio­ sas. En un d o c u m e n to fechado e n tre 1020 y 1030 aparece cierto «Fortunio G artianis de Agibare» 3, com o h o m b re im portante; «Villa qui vocatur Aiberi» en otro, d udoso, de 1039 4, «Villa q u e dicitur Aibar» e n 1046 5, d o n d e había una pardina llamada Pastoriza q u e hoy es de Sangüesa. Igual en 1061 6. En el m ism o cartulario de San J u a n d e la 209 Peña, d o n d e se d o c u m e n ta n estas grafías, hay repetidas referencias a la «ecclesiam Sancti Jacobi d e Aibar» 7. Es significativa la vincula­ ción con los reyes de A ragón q u e reflejan d o c u m e n to s tales y otro s un p o c o más m o ­ d e rn o s 8. En alguno de estos aparece la grafía «Aigebar» en vez d e «A gibar», c o n c re ta ­ m e n te en u n o de 1069: U n n o m b re vasco, con «ibar» c o m o c o m p o n e n te y co m p u e sto , c o m o Eibar o Elgóibar. La p a rte p rim e ra es d e significación dudosa. En to d o caso, hacia el sur está ya en contacto con la N a v a rra d e las riberas y p u e d e afirm arse q u e , desp u és d e la época ro m a n a y la oscurísim a p osterior, h u b o d e ser tierra d e gran peligro y esto explica, tal vez, la necesidad d e qu e se alim entara su p o b la ­ ción d e g e n te d e más al N o r t e , c o m o parece reflejarlo el siguiente tex to del Padre M o re t, q ue, al año 1056 d e los «A nnales», dice: «A este año p e rte n e c e tam bién, el q u e esta n d o la villa d e A ibar p o c o poblada, se llam aron p o ­ bladores de la valle de Aezcoa. Y el A bad de San J u a n d e la Peña, D o n Blasco, en instru­ m e n to , q u e hay en el m o n aste rio , dice qu e con la licencia del rey D o n R am iro, les do n a to d o el té rm in o d e Santiago d e Aybar, para hacer la población. Las m o ntañas estériles de frutos, suelen dar g e n e ra lm e n te p o b lad o re s a las tierras llanas, más fértiles d e frutos q u e de g e n te , y q u e aquella valle fro n te riza a Francia p o r el m ed io d ía d e R onces-V alles, tierra ás­ pera, peñascosa, q u e esso su e n a el n o m b re de Aezcoa en el idiom a vascongado, baxaron ah o ra pob lad o re s d e Aybar; cuya iglesia de Santiago p e rte n e c ía al m o n a ste rio de San Ju a n , p o r d onación del rey D o n Sancho Abarca año 9 8 6 y la villa al rey D o n R am iro p o r asignación del rey D o n Sancho el M ayor, e n la división d e los reynos» 9. Parece q u e el p rim e r rey d e A ragón era hijo d e una señora de Aibar 10. Aibar aparece c o m o p u n to estratégico im p o rta n te en cantidad considerable de d o ­ c u m e n to s del A rchivo G e n e ral d e Pam plona q u e citan los n o m b re s del c o n d e o se ñ o r d e te rm in a d o q u e lo «tenía»: el « te n e n te » y la «tenencia» 11. T a m b ié n se e n c u e n tra n refe­ rencias sueltas al «valle» 12, q u e luego q u e d a más d ib u ja d o en los libros d e fuegos, au n q u e d e form as varias. «Val d e Ayvar» aparece - e n e f e c to - en u n d o c u m e n t o d e 1 2 8 0 c o n «Eslava», 210 «G uardelayn», «Loya», «Savaiga», « H o s u m belfa», «Ayvar», «Casseda», «Sanguessa la Vieylla», «Izco» y «O latz» 1. En o tra lista algunos d e estos p u e blos se m ezclan, in d eb id a m e n te, con los d e la Vald o rb a 2. En otra, p o r fin, se agregan «Eslava» y «Sangüesa» 15. La d u d a resp e c to a sus lí­ m ites la reflejan asimismo, nóm inas p o s te rio ­ res. En 1366 «Valí d ’Ayvarr» cu e n ta con «Peyna», «Casseda», «A yvarr con St.a Cilla», « B a s s a -o la z » , « G a rd e la y n » , « S av aifa» , «Y esa», «Pitieylla e n A ra g ó n » , «Y zco», « A rth e ta » , «Loya», «Ayessa», «Sanguessa la Vieylla», «G a lly p ie n fo » , «Eslava», «Leach», «A ldea», «Arayz», «Lerrga», «M uriones», « G u e ta d arr» y «X avierr» 16. Es decir, qu e no sólo se incluyen Peña, Cáseda y Gallipienzo, sino tam bién Javier y más al Este, Petilla d e A ragón, enclave cu­ rioso: el e x tre m o d e la N a v a rra m ed ia o rie n ­ tal. Los d o c u m e n to s d e é p oca más m o d ern a , distinguen el arciprestazgo d e Aibar que, co m o casi siem pre, es más amplio, del valle p ro p ia m e n te dicho, en q u e c u e n ta n a Abaiz, Aibar, A rteta, Ayesa, Cáseda, Eslaba, Ezprogui, Gallipienzo, Gardalain, G u e ta d ar, Julio, Leache, Lerga, Loya, (Lumbier), M oriones, Peña, R ocaforte, Sabaiza, Sada, U sum belz, Yzco o Izco y X avier o Ja v ie r 17. Así pues, la im presión q u e da el diccionario d e 1802 de un valle « ro d eado» de m ontañas es bastante inexacta. Si exam inam os un m apa de la re ­ gión 18, p o d e m o s apreciar qu e hay un flanco septentrional, constituido p o r la Sierra de Izco, con núcleos m uy p e q u e ñ o s d e p o b la ­ ción, la cual fue in d u d a b le m e n te vascófona hasta hace no m ucho. H o y allí no se habla nada, p o r q u e no hay nadie. Estos núcleos era n d e O e s te a Este: Sa­ baiza, G u e ta d a r y U sum belz, so b re sus ba­ rrancos respectivos. Más al Este, G ardalain, con sus bordas. En línea más m eridional se alineaban A rteta, Loya, M o rio n e s y Ezprogui. A u n q u e este últim o p u e b lo daba n o m b re al a y untam iento, el núcleo m ayor era el de M o ­ riones 19. El c o n ju n to hidrográfico q u e les servía d e red d e relaciones está bien limitado p o r el Sur, d o n d e se escalonan un a serie de altos c o m o los d e Lerga, Larrasuil, Santa Agata y San M iguel. P o r el O e s te o tro s sepa­ ran este c o n ju n to d e la V ald o rb a y p o r el Este tam bién los hay qu e lo limitan hacia Leache y Sada. D e b a jo de esta gran zona llamada significativamente la Vizcaya o Bizcaya 20 q u e d a n Lerga, Eslava, Ayesa, unida a Ezprogui y más al Sur, s o b re el A ragón, Gallipienzo, con sus grandes térm inos a los dos lados del río, y en fre n te Cáseda, cuyos térm inos tam bién bajan bastante al Sur, a los dos lados del Aragón. Al S udeste d e Cáseda, en tierra fragosa, fro n te ra con Sos, q u e d a por fin Peña y m uy separado, al N o r t e , Javier. D e s d e un p u n to d e vista geográfico y lingüístico, p u e d e decirse qu e los pueblos A u n q u e Aibar estuviera en un tiem po vinculado a los p rim e ro s reyes d e Aragón, que po r vía m ate rn a descendían de allí, fue luego una d e las poblaciones del reino de N avarra qu e q u e d a ro n más condicionadas p o r su condición fronteriza. El castillo es im p o rta n te siem pre, com o va dicho. La Iglesia, tam bién. P e d ro I de Aragón aún tenía e n A ibar un palacio q u e dio a Leire en 1099 21. Sus térm inos lindaban con los de San­ güesa y en ellos po d e ía n pastar los ganados de la g e n te d e esta población 22. En 1271 hay m em oria de la pecha de sus labradores y de los de un barrio q u e era el de «Aibar de Castellón» 23, y en 1331 los frutos, rentas y derechos d e la rectoría d ebían ser bastante g r a n d e s 24. En 1366 había 97 vecinos, de los cuales 35 eran hidalgos, c o n ta n d o con los de Santa Cilia 25. D e s p u é s viene una época muy crítica, d e b id o a las guerras con A ragón y Castilla y tam bién a las civiles. Y a en 1200, cuando se acosa al reino p o r los flancos, los aragoneses e n tra ro n p o r esta p a r t e 26. En 1397 Carlos III en n o b le c ió a los «francos» de Aibar, p o r q u e d u ra n te las guerras con Aragón y Castilla habían sufrido m ucho. Esta m e d id a se hace extensiva a sus des­ cendientes y a los q u e fueran a vivir allí y, de pegados a la Sierra de Izco tenían fisonom ía p ropia parecida a la d e los valles superiores; q ue los situados junto al Aragón p o se en otra m uy distinta, de p u e b lo s-p u e n te , y q u e la villa de Aibar, p o r sí, constituye un caso típico de núcleo creado en función del viejo castillo fronterizo y qu e q u e d a en un valle «propio», con alturas q u e lo flanquean. En el e x tre m o septentrional de su térm in o , sepa­ rándolo de U rraul Bajo, está la altura de «Arangoiti», con n o m b re m uy expresivo, y qu e no d e b e m o s confundir con la c u m b re de la sierra de Lumbier. hecho, está unida a unos privilegios q u e ha­ cen de ella una verdadera carta-puebla, c o n ­ firmada en 14 2 8 27. Aibar está asentado en la p e n d ie n te de un c erro de 594 m. en lo alto del cual que d a n las ruinas del antiguo castillo, que hace m uchos años desapareció. C o m o pasa en otros casos, el núcleo u rb a n o se dispone en cuesta bajo la em inencia; p e ro aquí hay q u e observar tam bién q u e m ira ha­ cia el O este, com o d a n d o espalda a la zona oriental en tiem pos enemiga. El casco u rb an o es com pacto con algunas calles bastante bien alineadas de N o r o e s te a Sudeste, algunas transversales a m o d o de cantones y plazuelas, más o m enos regulares 28. D e la Edad M edia a la época de Felipe IV el vecindario aum enta. M é n d ez Silva le asigna 120 vecinos en 1645 29. En 1802 se le dan 194 casas con 1024 p e r s o n a s 30. M adoz cuenta 213 casas, 260 vecinos y 1360 al­ mas 31. Altadill aum e n ta los edificios a 4 3 0 y los pobladores a 1507 32, p e ro advierte qu e en el térm ino hay hasta 96 edificios disem i­ nados y algunos sin habitar; m uchos d e éstos c o rre sp o n d en a lo qu e se llaman «corrales» y bordas. D e n tr o del pue b lo hay tam bién can­ tidad sensible d e corrales, pajares, cuadras. Lo más interesante del casco u rb a n o es el aspecto general de las casas, q u e se han 211 c o n stru id o d e p ie d ra hasta é p o c a rec ien te y q u e e n tra n d e n tr o d e un tipo q u e fue m uy c o m ú n e n la zona m ed ia m o n ta ñ o s a oriental del reino. H ay e je m p la res d e construcción rústica en p ied ra seca, c o m o los q u e ve re m o s a bu n d a n e n la V aldorba, (fig. 241), y las calles, e n cuesta, tie n e n tam bién p ied ra en el suelo con un regato central, c o m o las de varios p u e b lo s pirenaicos (fig. 242). A veces los viejos m u ro s f u e ro n rasgados p o r balco­ nes y solanas e n épo c a m o d ern a . Las casas más notables c o rr e s p o n d e n a la ép oca del gótico tardío y a la p o s te rio r in m e ­ diata, c o m o e n los valles contiguos d e U rraul e Ibargoid. En alguna d e cantería m uy p e r ­ fecta los arcos am ainelados del p rim e r alto, se co m b in a n con arcos d e m e d io p u n to de las puertas d e acceso, q u e llevan su blasón co­ r re s p o n d ie n te (figs. 243, 244). Las adiciones o m utilaciones m o d ern a s son frecuentes, c o m o se ve en o tro s e je m p la res q u e , en principio, se ajustaban al m ism o estilo (figs. 245, 2 4 6 y 247). 241 Fig. 2 4 1 -C onstrucción rústica. Aibar. Fig. 2 4 2 .-C a lle . Aibar. Fig. 2 4 3 .-C a sa gótica. Aibar. Fig. 2 4 4 .-C a s a gótica. A ibar. Fig. 2 4 5 .-C a s a reformada. Aibar. Fig. 2 4 6.-C asa gótica reformada. Aibar. 242 2 12 213 214 Fig. 2 4 9 ,-A rco blasonado. A ibar. Luego se desarrolla la a rq u itec tu ra p é tre a en edificios que, a u n q u e no sean m uy g ran ­ des, tienen buenos arcos de m e d io p u n to blasonados (figs. 248 y 249), e m blem as m ís­ ticos (fig. 250) y grandes lienzos d e pared (fig. 251). Aibar p rese n ta rasgos a rq u ite c tó ­ nicos qu e nos hacen recordar a una población vecina, d e m ayor m o n um entalidad: Sos. Así, p o r ejem plo, los soportales góticos, poco c o m unes (figs. 252 y 253). Lo más m o d e rn o , com o siem pre, parece más banal a nuestros ojos, au n q u e se p u e d e destacar tam b ié n al­ g ú n caserón nobiliario d e teja d o a cuatro aguas. En Aibar había dos palacios, d e linaje del m ism o no m b re , q u e tenía un e scudo en cam po de oro, sin o tra divisa: el d e suso y el d e yuso y tam bién estaba el palacio d e Sada 33. Fig. 2 5 0 .-P u erta con emblema. Aibar. 215 216 Fig. 25.1.-Arcos góticos. Aibar. III Sada q u e d a al O e s te d e A ibar y a no m u ch a distancia. C o m o A ibar m ism o, es p u e b lo en ladera y d e fisonom ía parecida, au n q u e más m odesta. Es solar del linaje ci­ tado, c onocido d e sd e épocas rem otas, pu e sto qu e en 1395 tenía allí palacios y h e re d a ­ m ientos, au n q u e luego pasa al pa trim o n io de los condes d e Lerín 34. M a rc h a n d o hacia los núcleos d e la zona septentrional nos e n c o n ­ tram os con q u e todos han q u e d a d o d e s p o ­ blados y q u e la Vizcaya e n te ra no es sino una zona forestal. D o n d e en 1916 había cierta vida h um ana en com unidad, hoy ésta ha d e ­ jado de existir, llegándose a núcleos co m o G ardalain y Loya p o r p u ro s caminos foresta­ les, q u e antes r e c o rrie ro n arrieros. Aquí tam bién h u b o palacios d e cabo de armería, co m o el d e G u e ta d a r 35. Las descripciones d e hace sesenta y tantos años, de hace ciento treinta y tantos y de hace ciento setenta y tantos años dan idea de una continuidad rota de rep e n te. Sada tuvo en un tie m p o m ayor población. Pe ro ya en época de M adoz el palacio del M arqués d e Vadillo (que tiene o tro en Aibar) se hallaba d e rru id o 36 y otras casas grandes, reflejo siem pre d e la prosperidad d iecio­ chesca, han seguido te n ie n d o vida, a u n q u e no tan próspera. Al noroeste, Leache es un n úcleo con fisonom ía algo distinta 37: varios anch u ro n e s o plazuelas, una calle a m o d o d e eje, h u e rto s pegados a las casas, to d o e n cuesta y d o m i­ nado p o r la iglesia tiene aspecto más bravio, si cabe, y es más alto. La c o nstrucción de 217 Este a O e ste. En los arm oriales antiguos apa­ rece registrado el blasón del palacio d e Es­ lava, q u e subsistía en 1799 44. En la o r d e n a ­ ción urb an a del territorio, Eslava y Lerga c o n stitu y e ro n dos núcleos defensivos, q u e en un sistem a más general, d e n tr o del viejo r ein o de N avarra, q u e d a b a n e n retaguardia, p e ro in m e d ia ta m e n te detrás d e U ju é , q u e era la fortaleza más conocida e n las m o n ta ñ a s qu e d o m in a n el Ebro. Lerga es un típico p u e b lo calle; p e ro esta calle no se concibió e n fu n ­ ción de la c a rre te ra d e Tafalla a Sangüesa, es decir de O e s te a Este, sino d e un cam ino o varios cam inos q u e bajan del N o r t e , del m o n te y altos d e Lerga y se dirigían hacia el Sur, a U ju é p r e c i s a m e n te 45. piedra, c o m o en las dos villas anteriores. En 1802 había m e d io c e n te n a r d e casas útiles y dos arruinadas 38. Al N o r t e es tierra d e bos­ que. En la zona occidental d e la circunscrip­ ción, y en un e je viario antiguo sin duda, nos e n c o n tram o s con Eslava 39 y más al O e s te con Lerga; villas con térm in o s en q u e a b u n d a la to p o n im ia vasca. Eslava tiene u n a fisonom ía clásica d e pueblo-fortaleza q u e con los años se ha q u e d a d o sin ella. Está en una p e n d ie n te orie n tad a al sur, d o m in a d a p o r altos hacia se p te n trió n (el Ardil, d e 750). Lo más alto del p u e b lo a 558 y lo más bajo a 536 m etros. Arriba, una erm ita con advocación típica de altura: Santa Bárbara. U n riachuelo sirve d e p u n to de referencia lateral. Lerga tuvo tam bién fortificaciones só­ lidas, p e ro ya m uy m altratadas a com ienzos del siglo X I X . En el diccionario d e 1802 se lee esto: «Se conservan los vestigios d e quatro castillos o fortalezas e n los térm in o s de esta villa. Los dos estaban colocados e n unas em inencias a la parte del N o r t e m uy p ró x i­ mas a la población, d e la qual les separa el to rr e n te q u e baxa d e los m o n te s referidos: las ruinas de las otras dos fortalezas se r e c o n o ­ cen en o tro m o n te llamado Indusi en el c e n ­ tro d e los térm inos de la villa y distancia de dos tiros de bala: el sitio del u n o d e ellos es más elevado y d e difícil subida, y e n él se conservan todavía los fosos abiertos qu e c o n ­ tienen agua casi to d o el año. Estos q u a tro castillos d o m in a n el cam ino de las ciudades de O lite, Tafalla, Sangüesa y d e otras villas considerables» 46. Estas fortalezas se m a n te ­ nían a expensas del p u e b lo para lo q u e en 1456 el rey le libertó d e c u a r t e l e s 47. En 1802, m e jo r q u e hoy, al parecer, se veían allí restos d e murallas d e su castillo, im p o rta n te en la Edad M e d i a 40. E ntonces había 359 personas y era señorío de los Alba, por Lerín. Las calles se aparejan curvas, en función del antiguo castillo, c o m o en otras poblaciones ibéricas m ayores. La c a rretera pasa p o r el m ed io de este sistema, d e ja n d o una plaza en m e d i o 41. Eslava es población con fu e ro antiguo: de 1198 42. H u b o d e desarrollarse bajo el d o m i­ nio eco n ó m ico de Leire y después, a m edias, del de los condes de Lerín. En 1490 tenía treinta vecinos 43 y en líneas generales p u e d e decirse que, c o m o planta urbana, es más in te ­ resante qu e c o m o m u estrario arquitectónico. Las casas son del estilo de las q u e e n c o n ­ tram os e n otros p u e blos d e la zona m edia oriental. T a n to Eslava, c o m o Lerga, son p o ­ blaciones q u e m iran hacia el Sur, a u n q u e el eje d e com unicación principal vaya hoy de IV El río A ragón baja d e Sangüesa hacia el S udoeste, con un a zona de riego e n té rm in o de la antigua cabeza de m erin d ad , a la m argen occidental. D esp u é s hace dos bucles en térm ino de Cáseda, con regadío a am bos lados. La villa q u e d a al Sur del río, e n alto, y es un 218 p u e b lo -p u e n te típico; con A ibar al N o r t e en la m ism a línea m eridiana casi. C áseda no está, c o m o Sangüesa, al m ism o nivel del río, sino en un c e rro y a 435 m e tro s d e altura, m ientras q u e los h u e rto s d e la m argen d e re c h a del A ragón se hallan a 382. Esto le ha p rese rv ad o siem pre d e inundaciones, cosa q u e no le ha oc u rrido a Sangüesa, c o m o ya se vio. Cáseda tiene una larga historia jurídica, a partir de la é poca en q u e se le concedió un fuero bas­ tante famoso: en 1129 48. Posee un blasón de los alusivos p o rq u e consiste en un castillo sobre el q u e o n d e a una bandera y d e b a jo de él hay un m o rrió n o casco heráldico con dos estrellas. El casco es «cassida» en latín clásico 49. Y es posible que, po r vía erudita, se llegara a constituir el bla­ són 50 sobre el n o m b re . Parece, sin em bargo, qu e é ste se p u e d e relacionar con algunos a n tig u o s c o n d e s in e n c ia s e m e j a n t e , en «-eda», «-ada», c o m o «Caesada», p u e b lo de los celtíberos, etc. 51. En to d o caso, hoy el térm ino c o n tie n e poca to p o n im ia vasca, al parecer. La planta d e C áseda 52 es bastante re g u la r. P u e d e d e s c o m p o n e r s e d e e sta suerte: 1.°) U n núcleo central de casas en elipse, con su calle circundante en lo más alto. 2.°) O tr o núcleo q u e d e b ió constituir otra elipse en v o lv e n te en principio, p e ro q u e po r el S u d o e ste tiene hoy un flanco recto. 3.°) O tr a masa d e edificios q u e envuelven p o r todos lados a este se g undo c o n ju n to de m o d o más irregular. 4.°) O tro s edificios com o añadidos más tarde al Sudeste. En la silueta de Cáseda destaca la to rre de la iglesia. A n tig u a m e n te h u b o de señalarse sobre ella el castillo. P e ro ya en 1431 estaba en mala situación y el q u e lo tenía escribió p o r e n to n c e s a J u a n II q u e «está situado en m ed io del c o rtijo del lugar, p o r lo cual es poco p ro v e c h o para el tie m p o de g uerra» 53. Es curioso el e m p le o d e la palabra «cortijo» para aludir a un núcleo u rb a n o c o m o tal. En to d o caso, la villa constituye hoy un c o n ju n to d e casas apiñadas qu e ha ido a u m e n ta n d o bastante d e la Edad M edia al siglo X IX . El censo d e 1366 da 101 vecinos q u e se gradúan en 500 almas, poco más o m enos. En 1802 se le asignan 154 casas con 788 personas (164 fam ilias)64. M adoz da 1.600 55. Altadill, 403 edificios, con 26 4 en el núcleo u rbano, que tendría 1.649 almas 56 qu e en 1920 son 1.787. Cifra máxima, al parecer, p o rq u e hace poco tenía 1.290 57. D e todas m aneras el caserío está rem o z án d o se bastante y ha p e r ­ dido incluso algo d e aquel color ocre o grisá­ ceo q u e caracterizaba tan to a todos los p u e ­ blos d e la zona. La posición d e G allipienzo es inversa a la de Cáseda, es decir q u e está al N o r t e del m ism o A ragón, con el p u e n te al Sur, con ligera inclinación Sudeste. Si en C áseda el e le m e n to vasco aparece poco, e n Gallipienzo, q u e tam bién tiene un e xtenso té rm in o hacia el Sur, es abundante. N o ha de chocar, p o r ­ qu e d o c u m e n ta lm e n te se sabe q u e a c o m ie n ­ zos del siglo X V III todavía se hablaba allí el vascuence. Esto lo afirma en 1730 un nativo de la villa qu e le da el n o m b re d e «G alipenzu» 58. «Penzu» ó «pentzu» d e b e ser p e n ­ diente. El e le m en to p rim e ro es más enigm á­ tico. C o m o en el caso de Cáseda, el blasón de la villa se hizo sobre una in te rp re ta c ió n p e ­ culiar del nom bre: a la luz d e una palabra rom ance. G allipienzo tiene, en efecto, en su escudo, un castillo con tres torres, la más alta al centro; sobre ella va un gallo posado, q u e se consideraba sím bolo d e la vig ilan c ia 59. U n a vez más nos enc o n tram o s bajo los efec­ tos de una etim ología popular, que, a la par, resulta funcionalm ente explicable. Pero, si el n o m b re es vasco y «pentzu» o «penzu» es p e n d ie n te, «gali» (no «galli») p u e d e in te r­ pretarse com o derivado de «gari» = trigo 60. U n a cuesta cultivada con el cereal, ab u n d a n te aún hoy. El caso es q u e el pue b lo está en una p e n d ie n te pronunciadísim a, m ira n d o al Sur, y q u e desde él p o r doquier, en el horizonte, se ven cuestas o cerros elevados. El río c orre estrechado y del p u e b lo al p u e n te hay un espacio abrupto. La vida d e Gallipienzo c o m o entidad u r ­ bana ha sido bastante dram ática, p o r lo qu e se alcanza a saber. Se le c oncede el fuero de S obrarbe a la vez qu e a T u d e la y C e rv e ra en 1124 (?) si es q u e no hay d u d a sobre el t e x t o 61. D e s d e e n to n c e s aparece c o m o p u e ­ blo de frontera, con castillo d e cierta im p o r­ tancia 62, com o p u e b lo en cam ino de im p o r­ tancia tam bién en la circulación general, de su e rte q u e en él se d o c u m e n ta un núcleo judío 63, y com o c e n tro agrícola. En 1802 se le dan n o v e n ta casas y q u i­ nientos habitantes. Las n oventa casas consti­ tuían dos núcleos. U n o e ra el más alto y más antiguo al parecer, constituido p o r el barrio de San Salvador, iglesia q u e se arruinó; única parroquia hasta 1640. D e s p u é s de aquella fecha h u b o disputas resp e c to a la autoridad parroquial e n tre esta iglesia vieja y la d e San Pedro, q u e estaba en el barrio más bajo y ya más poblado. El pleito se resolvió d a n d o la 219 m ism a categoría a ambas, con u n solo vicario. P e ro e n 1785 se suprim ió la p a rro q u ia alta, p o r considerarse q u e San P e d r o estaba en sitio más llano y c óm odo. T a m b ié n se am ­ plió 64. A m ediados del siglo X I X , Gallip ien z o había a u m e n ta d o en relación con la fecha an te rio r no más d e cien habitantes y tenía diez casas más. El casco se distribuye en seis calles, varias callejuelas y can to n e s y dos plazas. El p u e n te de cuatro arcos había sido d e sh ec h o d u ra n te la g u e rra civil. D o n Carlos pasó p o r él a efectuar la expedición a Aragón. P e ro ya antes había sido q u e b ra d o : en tie m ­ pos d e Felipe V y en la g u e rra d e la re v o lu ­ ción 65. G allipienzo llega en el censo de 1888 al m áxim o, pues se le asignan 790 habitantes. En 1900 baja a 748 y luego a algo m enos; el núcleo u rb a n o tenía 139 edificios y había disem inados 152, corrales, bordas, etc. 66. D e com ienzos d e siglo a n uestros días G alli­ pienzo ha sufrido un descenso m uy sensible, pues en publicaciones recientes se le dan noventa, habitantes m en o s q u e en 1366. Es decir, doscientos diez 67. Ya se p u e d e c o m ­ p r e n d e r q u e esta caída afecta a la fisonom ía del núcleo u rb an o , en el q u e la p a rte alta se ha vaciado más y más, cre á n d o se u n núcleo nu evo abajo. La foto de la fig. 254, to m a d a d e s d e lo alto hacia el río, hace ver la iglesia baja y los edificios contiguos a ella. En la d e la fig. 255, se p ercibe bien la e stru c tu ra com pacta del caserío en cuesta, d e p ie d ra en su p a rte m a­ yor, con teja d o d e te ja c o m b in a d o con algu­ nas losas. Casas sencillas, p o b r e s e n su m ay o ­ ría. N o faltan las d e estilo g ó tic o con arcos sencillos o am ainelados (fig. 256), y algunas más m o d e rn a s con blasón o con tallas e ins­ cripciones sencillas (fig. 257). T a m b ié n en G allipienzo se registra la existencia de un palacio 68. En to d o caso hoy se ven algunos edificios blasonados y se no ta algún m o v im ie n to de familias q u e llegan d e lejos a c o m p ra r casas con o b je to de utilizarlas para vacaciones, cosa q u e se observa tam b ié n e n o tro s núcleos de esta N a v a rra m edia oriental, tan decaída en los últim os tiem pos, p o r causas h a rto m ec á n i­ cas. Fig. 254--G allipienzo desde lo alto. 220 221 Fig. 2 5 7 .-Inscripción y tallas de G allipienzn. V P o r una razón d e tipo religioso, e x tra o r­ dinaria, en e L e x tr e m o oriental del valle, al N o r d e s te d e Sangüesa, cerca del río A ragón sobre la cañada g a n adera q u e baja d e Leire, hay un núcleo q u e ha c am biado d e signifi­ cado a partir de un a fecha y q u e p ro d u c e la atracción de to d a N a v a rra y d e otras tierras: el d e Javier. Javier, con su castillo co n v e rtid o e n san­ tuario, es lugar de p e regrinación famoso, p o rq u e allí está la cuna del g ran co la b o rad o r d e San Ignacio de Loyola, San Francisco J a ­ vier, o Xavier. El n o m b re , c o m o es sabido, se ha p re s ta d o a una brillante hipótesis q u e va unida, p o r o tro lado, a la d efensa d e la id e n ­ tidad casi absoluta del vasco con el ibérico. En 1948 D o n R a m ó n M e n é n d e z Pidal dio a 222 luz su m em o rab le estu d io «Javier-C habarri», dos dialectos ibéricos» 69. J a v ie r vale tanto c o m o « E cheberri», casa nueva. Es u n a idea c o m ú n m e n te aceptada, a u n q u e haya qu e ha­ cer alguna observación en to rn o a ella, que ahora no viene al c a s o 70. El to p ó n im o se d o c u m e n ta m uy an tig u am en te, u n id o al cas­ tillo. Así, el fu e ro de A rguedas d e 1092 está suscrito po r un c o n d e Sancio Ramiriz, ten e n te de Aibar y «Exaverre» 71. D e s d e e n to n c e s (o d e antes) el castillo de Javier aparece de c o n tin u o en los d o c u m e n ­ tos navarros, con una historia m ovida, p o rq u e se hallaba en zona q u e d u ra n te ciertos lapsos estuvo bajo la jurisdicción de los reyes de A ra g ó n , a u n q u e lu e g o c o n c o n tin u id a d q u e d ó d e n tr o del reino d e N a v a rra y bajo el control d e familias q u e lo h e re d a ro n , a veces por vía fem en in a 72. (obra d e fines del siglo X V ) en un viejo m u ro liso y macizo, q u e oste n ta sobre ella». Resulta, así, q u e en 1223 Ja v ie r estaba en manos de los aragoneses y q u e D o n F er­ nando o F errando, infante de A ragón, lo e m p e ñ ó al rey d e N a v a rra y parece q u e no pudo redim irlo 73. A n te s en 1217 fue o b je to de o tro e m p e ñ o esta n d o en m an o d e un D o n Ladrón, sú b d ito del rey de N a v a rra 74. C) «A g ran d e altura un voladizo soste­ nido en robustos matacanes, defensa d e esta e ntrada en los pasados tiem pos». El linaje de Sada o Aznariz d e Sada pa­ rece h a ber d o m in a d o allí d e 1236 a ya avan­ zado el siglo X V en q u e una D o ñ a Ju a n a Aznariz o A znárez casó con M a rtín de Azpilcueta. D e ellos nació M aría d e Azpilcueta que casó a su vez con J u a n de Jaso, pa d re de San Francisco, y una sobrina de éste casó con J e ró n im o de G a rro , vizconde de Z olina y de los G a rro pasó el castillo y el p u e b lo a los du q u es de G ra n a d a 75, c o m o con d a d o d e J a ­ vier 76. En 1802 se decía «que estaba ro d ea d o de murallas con to rre o n es, y en su c e n tro las piezas d e habitación...». H ay referencia a las convertidas en capilla (la habitación en qu e se decía había nacido el santo) y a antiguas cuadras subterráneas y cuarteles. «Y dife­ rentes troneras en la p a rte más elevada de la muralla, c o m o en el m e d io y co n tra terren o » . Por últim o «la p u e rta principal qu e tiene dos to rre o n es, m ira al S ur y la q u e hay para e ntrar de sd e el patio a las habitaciones es de hierro». 11. H ay algunas acuarelas y dibujos que nos dan idea de su disposición algo de s­ pués y una descripción, hecha p o r persona c o m p e te n te antes d e la restauración, q u e nos lo p rese n ta tal y c o m o existía hace un siglo poco más o m enos. La descripción se d e b e a D o n P e d ro d e M adrazo q u e la publicó en 1886 78 q u e la acom pañó d e una foto del c o n ju n to visto de sd e el Sur, y e n d o de San­ güesa, so b re la q u e está hecha el d ib u jo d e la fig. 259, q u e se explica así: A) « C o n fo rm e se llega d e Sangüesa a Javier este castillo se p re s e n ta al viajero p o r el lado del m ediodía; sírvele d e fo n d o la sierra pelada y grisienta». A la izquierda tiene el caserío d e Javier, q u e califica de ruin y la parroquia. D e la n te hay un p e q u e ñ o jardín con una verja y el cam ino q u e da a la e ntrada principal. B) «H állase ésta con p u e rta d e arco a p u n ta d o d e dovelas d e descom unal tam año D) «A la d e recha descuella un gran to ­ rre ó n poligonal, qu e sólo conserva de su antigua fisonom ía fundal restos de m atacanes cerca de su coronación y adheridos a los ángulos». E) «A la izquierda se levanta el c u e rp o principal del castillo, gran m asa d e cal y canto, de planta asimismo poligonal, sin más accidentes de casa fuerte q u e los tres mataca­ nes, que se destacan muy distantes unos de otros, en su plano central y en sus ángulos. H oy, no reparando en estos accidentes, ni siquiera ofrece aspecto de fortaleza esta c o lo ­ sal m ole, la cual, sin el feo teja d o q u e desfi­ gura su coronam iento, y gu a rn e c id o éste de almenas en toda su extensión, p resentaría en la Edad M edia un c o n ju n to si no magnífico, severo e im ponente». Luego c o m e n tare m o s estas líneas. F) «Sigue a la izquierda o tro vetusto torre ó n , sin fisonomía peculiar». Esta imagen c o n c uerda con la rom ántica de una acuarela debida al M a rq u é s d e Villa A ntonia, qu e p u e d e verse en el libro del Padre R e c o n d o sobre el castillo 79 y con el alzado q u e hizo en 1890 D o n Angel G oicoechea, autor de la restauración. La descripción de M adrazo continúa d a n d o idea d e la fiso­ nom ía del lado opuesto, es decir el N o r te , «que m ira al río y a la sierra». N o da imagen; p e ro p u e d e suplirse con o tra acuarela del M arqués de Villa A n t o n i a 80, qu e ha servido para hacer el d ibujo de la fig. 258. G) «La vista del lado N o r t e , q u e m ira al río y a la sierra, nos p resenta el m u ro del castillo en form a poligonal d e seis planos iguales, sin más accidentes qu e sus garitas de vigía, dos en cada cortina, y una ventana de construcción m o d e rn a al centro. P or los cos­ tados asoman a la izquierda el to rre ó n alto que flanquea la puerta, y a la d e re c h a otros cuerpos salientes, descollando sobre la m ole central otras construcciones, acaso m odernas, sin carácter determ inado. T a m p o c o p o r esta parte tiene el castillo de Javier aspecto de fortaleza en su fábrica, au n q u e sí e n su im ­ plantación, p o rq u e es su base la p e ñ a viva de la colina sobre la cual se e nseñorea». 223 Fig. 258.-C astillo de Javier, antes de la reforma. 224 Ftg. 2 6 0 .—E l castillo de Javier, según un dibujo de Alós. Fig. 26 1 .- E l castillo de Javier, según foto de 1883. 225 Para te rm in a r de c o m p r e n d e r la estru c ­ tura general antigua p o d e m o s re c u rrir a dos d o c u m e n to s gráficos más: 1.°) U n d ib u jo de Alós, publicado en «El Oasis» d e M añé y Flaquer (1876) q u e da idea del flanco o r ie n ­ tal. 2.°) U n a foto d e 1883 del m ism o flanco, p e ro con otras construcciones (figs. 260 y 261). b usto to rre ó n » , s o b re la p e ñ a socavada. G ra n d e s sillares lo soportaban. Este d e b ía ser el más d esm ochado. El q u e hoy visite Javier no rec o n o c e rá casi este c o n ju n to . D e un albergue d e se ñ o ­ res rurales, q u e fue haciéndose y reh a c ié n ­ do se con los siglos según las vicisitudes polí­ ticas y la situación económ ica, se hizo un castillo m edieval, según el criterio en q u e pensaba M adrazo y al lado d e él se c onstruyó un tem plo. Fue la pa tro c in a d o ra d e to d o la D u q u e s a d e V illaherm osa y el arquitecto, D o n Angel G oicoechea. A u n q u e a los e r u ­ ditos d e la é p oca la o b ra les pareció bien, hoy creo q u e nadie estará de acuerdo. El tem p lo aplastaba el c a s tillo 81. A ún lo aplasta y p o r o tro lado la restauración fue excesiva q ui­ tando, c o m o en otros casos, lo q u e p od ría c onsiderarse «verosímil» al c o n j u n t o 82. Es sabido qu e el castillo d e Ja v ie r fue parcial­ m e n te d e m o lid o al té rm in o d e las guerras q u e diero n fin a la in d e p e n d e n c ia navarra. Se sabe que, en efecto, antes d e ellas, tenía una m uralla q u e lo rodeaba, guarn e c id a de alm e­ nas y aspilleras. A la en tra d a d e lo q u e se llama el «castillo viejo» y tam bién sobre la p u e rta principal se ve el blasón aludido de los Azpilcueta, q u e indica algo resp e c to a la fecha en qu e la fortaleza se perfiló. En realidad es una d e las más robustas de la m erindad. D e n t r o del c o n ju n to tiene tam bién interés, c o m o clásica construcción con patio de la zona, la casa abacial 84. T a m b ié n se d e m o lie ro n dos torre s r e ­ d o ndas y o tra to rre fu e rte d elan te del p u e n te levadizo de la entrada. La llamada to rre de San M iguel se reb a jó a la m itad d e su altura y se qu ita ro n todas las alm enas y saeteras y tam bién se d e m o lió un a escalera q u e daba al cam ino d e r o n d a 83. T o d o esto se volvió a hacer. Acaso con dem asiada perfección. En los in teriores se ha o b se rv a d o un criterio «casticista» peculiar, q u e ha hecho que, c o m o en otras partes, se q u ite n los revocos de las paredes, c o m o si la p ied ra al d e scu b ie rto f u era lo «típico», lo «antiguo», lo «verda­ d e ro » . Claro es q u e en un c o n ju n to q u e ha cam biado d e significado radicalm ente hay qu e aceptar m odificaciones de cierto tipo (habitaciones convertidas en capillas, etc.). P e ro hoy q u e d a to d o «unificado» p o r la res­ tauración. En tiem pos d e M a drazo (y si­ g u ie n d o con su descripción) se distinguía aún lo q u e sigue: H) 226 D e n t r o del recinto había un « ro ­ I) U n a plaza d e armas o patio con pozo, c o m o o tro s d e castillos parecidos. J) La capilla q u e en un tie m p o de b ió ser caballeriza. Cerca y al Sudeste d e Cáseda, p e ro con té rm in o unido al de Javier, en tierra más fragosa y en la m ism a raya de A ragón, se halla la villa de Peña, q u e tam bién fue, ante todo, una población castillo. C o m o tal castillo aparece prim e ro . En 1209 lo e m p e ñ ó con otros P e d ro II de A ragón a Sancho el F u e r­ te 85. Hacia 1231 Ja im e el C o n q u is ta d o r seguía con el e m p e ñ o 86. En 1^32 ren unció al mis­ m o 87. El p u e b lo c o m o tal tenía el m ism o fuero q u e C áseda d e s d e el tie m p o d e Alfonso el Batallador, y lo c onfirm ó R a m ó n B ereng u e r IV, c o n d e d e B arcelona y Príncipe de Aragón, e n dicie m b re d e 1150. El fuero bá­ sico pare c e h a ber sido el de D a r o c a 88. A pesar d e fueros y execciones, P eña no pasó de ser un e m b rió n de pueblo. En 1802 tenía sólo oc h o casas útiles, una arruinada, setenta y dos habitantes bajo el señorío del C o n d e de Ayanz. «El p u e b lo y el castillo q u e hay e n él - s e indica a d e m á s - están sobre una p e ñ a m uy elevada, qu e sirve de muralla, y sólo se p u e d e e n tra r p o r dos portales q u e tiene al Sur y O e s te 89. El castillo subsistió y la villa a u m e n tó algo d e población a com ienzos de siglo 90. P e ro de en to n c e s a acá no q u e d a n más qu e ruinas de m u ro s y to rre o n e s 91. La función d e este cas­ tillo y de o tro s próxim os en la rep re sió n del bandolerism o, q u e parece h a b e r sido una plaga grave en estas tierras abruptas y f ro n te ­ rizas d e jó todavía un resto en las cadenas qu e había en sus calabozos a com ienzos d e siglo. notas 1. L acarra, « T ex to s n av arro s d e l C ó d ic e d e R o d a» , loe. cit., p. 2 5 5 . D el m ism o « H is to ria d e l re in o d e N av arra» , 1, p. 77. «A yvari» e n « T e x to s...» , p. 2 3 9 (n .° 17). 2. M en su a, op. cit. (Z arag o za, 1960), p. 9 1 , g rá ­ fico 26. 3. «C .S .J.P .» , I, p. 149 (n .° 50). 4. « C .S .J.P .» , II, p. 35 (n .° 74). 5 « C .S .J.P .» , II, p. 74 (n .° 94). 6. « C .S .J.P .» , II, p. 199 (n .° 159). 7. « C .S .J.P .» , II, pp. 35 (n .° 7 4 ), añ o 1039; 73 -7 4 (n.° 94), año 1046; 199 (n .° 159), añ o 1061. 8. V e r ta m b ié n Ib a rra , « D o c u m e n to s c o rre s p o n ­ d ie n te s al re in a d o d e S an ch o R a m íre z » , p p . 4 (n .° 1), año 1063;, 54 (n .° 21), añ o 1068; 7 0 (n .° 26) año 1069; 139 (n .° 50) año 1080; 2 0 5 (n .° 76) añ o 1092. 9. « A n n ales» , II, p. 7 a (lib ro X IV , cap. I, § II, n .° 1 2 ). 10. J u s to P é re z d e U rb e l, « S an ch o el M a y o r d e N av arra» , (M ad rid , 1950), p. 31. El te x to , en Lacarra, «T extos n av arro s del C ó d ic e d e R o d a » , loe, cit., p. 2 3 9 (n .° 17). 11. «C atálo g o d e los ca rtu la rio s re a les» , pp. 16 (n .° 12), 23 (n .° 2 6 ), 25 (n .° 2 9), 2 9 (n .° 36), 31 (n .° 43), 51 (n .° 83), 52 (n .° 8 4), 54 (n .° 8 8 ), 61 (n .° 103), 64 (n .° 109), 67 (n .° 115), 6 9 (n .° 118), 164 (n .° 32 6 ), 180 (n .° 3 5 9 ), 183 (n .° 36 4 ), 189 (n .° 37 5 ) D e sd e 1092 a 1237. 12. «C atálo g o d e los c a rtu la rio s reales» , p. 79 (n .° 139) añ o 1205. 13. F. Z ab alo , «El re g istro ...» , pp. 6 3 -6 4 (n .° 313322). 14. F. Z a b alo , «El re g istro ...» , pp. 13 3 -1 3 4 (n .° 1 6 4 9-1664: ios c o rre s p o n d ie n te s a A ib ar d e sd e el n .° 1655). 15. F. Z a b alo , «El re g istro ...» , pp. 140 (nos. 1.80 7 -1 .8 1 6 ). 16. J. C arrasco P é re z, «La p o b la c ió n ...» , pp. 4 5 0 4 5 5 , (nos. 8-30). 17. « D ic c io n a rio ...» , d e 1 8 0 2 , 1, p. 10, b. 18. H o ja 174 del d e escala 1 : 5 0 .0 0 0 d ei In s titu to G eo g ráfico y C atastral. 19. A ltadill, II, p p . 3 8 1 -3 8 3 , co n p la n o d e E zprogui en la p rim era . C o m p á re se con « Itin e ra rio s p o r N av arra» , I, pp. 161-1 6 3 . 20. H ay , adem ás, La V izcaya ju n to a S arasate, A ltadill, II, p. 182. El M o n te d e A ib ar, p. 334. O tro M o n te d e R o n cal, p. 4 5 5 ; el b a rra n c o d e l m ism o n o m ­ b re en G u e ta d a r, p. 382. 21. « C atálo g o del A rc h iv o G e n e ra l» , I, p. 4 3 (n .° 13). 22. « C a tálo g o ...» , cit. p. 45 (n .° 17). 23. « C a tálo g o ...» , cit. p. 192 (n .° 396). V e r ta m ­ b ién C atálo g o II, p. 189 (n .° 4 6 8 ) a ñ o 1351 (?). 24. « C a tálo g o ...» , cit. pp. 4 0 5 -4 0 6 (n .° 948). 25. C e n so cit., lo e., cit. Y an g u as, « D ic cio n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , I, p. 24. 26. Lacarra, « H is to ria d el re in o d e N a v a rra » , II, pp. 94. 27. Y anguas, « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , I, p. 24. 28. P lano y vista, A ltadill, II, p. 3 3 4 . 29. « P o b lació n g e n e ra l d e E sp añ a» , ed. cit. fol. 2 0 0 r. E scribe « A h ib ar» . 30. « D iccio n a rio ...» d e 1802, I, p. II, a. 31. M adoz, I, p. 166, a. 32. A ltadill, II, p. 334. 33. M a rtin e n a , «Palacios cab o d e A rm e ría » , 11, p. 17-18. A zcárraga, fols. 9 r y 9, 3 r... 34. Y anguas, « A d ic io n e s» , p. 3 3 1 . P lan o d e A lta ­ dill. II, p. 467. 35. Y a en A zcárraga, fol. 3 8 , 5. M a rtin e n a , o p . cit. p. 18 (seis panelas d e sin o p le en c am p o d e o ro ). 36. M adoz, X III, p. 6 1 2 , a: 105 casas y 5 5 9 h a b i­ tan tes. 37. P lano, A ltadill, II, p. 4 1 4 . 38. D icc io n a rio d e 1802, I, p. 4 2 6 , a. C in c u e n ta y o c h o con 344 h a b ita n te s le d a M ad o z, X , p. 106. 39. En la d o n a ció n d e S an ch o el M ay o r a su h ijo R am iro I (1 0 3 5 ? ), el n o m b re a p a re ce c o m o « S telab a» , C .S .J.P ., I, p. 186 (n .° 66). A n te s d e l fu e ro q u e lu eg o se cita. 40 . D icc io n a rio d e 1802, I, p. 2 6 0 , a. 41 . P lano d e A ltadill, II, p. 373 q u e le d a 157 edificios (37 d isem in ad o s) co n 543 h a b ita n tes: 19 m e ­ nos q u e en 1900. 42 . « C atálo g o d e los cartu la rio s re ale s» , p. 71 (n .° 123). E x trac to e n Y anguas « D ic cio n a rio d e a n tig ü e d a ­ d e s» , I., p p . 3 9 5 -3 9 6 , te x to M arich alar, « C o lecció n d ip lo m ática» , p. 4 6 . V e r ta m b ié n « C a tálo g o ...» , cit., pp. 2 6 2 -2 6 3 (n .° 528) y la co n firm a ció n d e 1274, p. 2 6 6 (n .° 536). C o m o sita en el valle d e A ib ar a p a re ce en 1319, «C atálo g o del A rch iv o G e n e ra l» , I, p. 3 4 4 (n .° 788). 43 . Y anguas, « D iccio n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , 1, p. 396. 4 4 . M a rtin en a , «P alacios cab o d e a rm e ría » , II, p. 18. A zcárraga, fol. 3 5 , 5. 45. P lano d e A ltadill, II, p. 4 1 5 . 4 2 0 alm as e n 9 9 edificios m ás 2 7 d isp erso s. 46. D icc io n a rio d e 1802, I, p. 4 3 5 , b. A ltadill, II, p. 4 1 5 d a el n o m b re d el castillo B u rló n . 47. Y anguas, « A d ic io n es» , p. 193. « C atálo g o del A rch iv o G e n e ra l» X L V II, p. 3 7 5 -3 7 6 (n .° 8 5 6 ). El p u e b lo e n m iseria y p o b re z a p o r la « n o ciu a g u e rra » . 4 8 . A n alizado ya p o r M o re t, « A n n a le s» , II, pp. 3 0 6 a-3 0 8 , b (lib ro X V III, cap. V II, § III, nos. 8-12). S o b re el orig in al co n se rv a d o en C ásed a. Lo p u b lic a el D iccio n a rio d e 1802, I, pp. 4 9 9 -5 0 1 . D e sp u é s L ló re n te , « N o ticias» IV , pp. 35. Z u azn av ar, « E n say o ...» , II, pp. 9 8 -1 0 0 ; Y anguas, « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , I., pp. 2 0 1 -2 0 5 , co n e x tra c to a n te s (pp. 1 9 6 -1 9 9 ). En fin M u ñ o z R o m e ro , « C o le c c ió n ...» , pp. 4 7 4 -4 7 7 . V e r « C atálo g o d e los c artu lario s rea le s» , p. 2 0 (n .° 20). 49. Lo m ism o q u e «cassis». V a rian te dialectal se ­ g ú n San Isid o ro , «E tym .» X V III, 14, 1. 50. S ello en A ltadill, II, p. 353. V e r ta m b ié n Je s ú s L o ren zo O tazu R ipa. « H e rá ld ic a m u n icip al. M e rin d a d d e S an g ü esa I» en « T em as d e c u ltu ra p o p u la r» , n.° 2 8 8 , pp. 14-15. D ic cio n a rio d e 1802, I, p. 2 0 1 , a. 51. P to lo m e o , II, 6 , 57. «It. A n t.» , p. 4 3 6 , 4; 4 3 8 , 11. 52. P lan o en A ltadill, II, p. 354. 227 53. Y anguas, « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , I, p. 199. 54. D ic c io n a rio d e 1 8 0 2 , I, p. 2 0 2 , a. E n 1818 son 890. 55. El artícu lo , V I, p p . 6 2 , b -6 4 , a, es m u y d e ta ­ llado. D istrib u y e las 196 casas e n d o c e calles, d o s plazas y c u a tro caserío s, e n tr e los cu ales d e stac a el d e San A n d ré s, d o n d e h ab ía u n a casa fu e rte , c o n asp illeras y cim ie n to s d e u n a iglesia. La casa m u n icip al se d ice c o n stru id a en 1808. El c o m e rc io p a re c e re g u la r con siete tien d as d e g é n e ro s d iv erso s. H a y fu e n te s p úblicas; p e ro ta m b ién se re c o g e agua d e lluvia e n p o z o s y aljibes. Al p u e n te le d a n u e v e arco s, 7 0 0 pies de lo n g itu d y 14 d e an ch u ra. E stu v o fo rtific ad o d e 1 8 3 6 a 1837 p o r los lib erales y se c o n sid e ra p aso e n el cam in o d e T u d e la a S angüesa. 56. A ltadill, II, p. 353. 57. Je s ú s L o ren z o O ta z u , o p . cit., p. 15. 58. A ngel Irigaray , « D o c u m e n to s p a ra la G e o g ra ­ fía lin g ü ística d e N a v a rra » , e n « G e o g ra fía h istó ric a d e la len g u a vasca (S iglos X V I al X IX )» , p. 100. A fines d el X V I fo rm an la avan zad a m e rid io n a l d e l vasco P eñ a, C ásed a, G allip ien zo . L u eg o U ju é , San M a rtín d e U n x . M an u el d e L ecuona, «El e u sk e ra en N a v a rra fines del siglo X V I» , o p . cit. p. 136. 59. A ldazábal, « C o m p e n d io H e rá ld ic o ...» , p. 98. «Es sím b o lo d e la vigilancia, p o r c u y o m o tiv o fu e c o stu m b re p o n e r su fig u ra en los c am p a n ario s, p ara d e n o ta r la vigilancia d e los su p e rio re s d e la iglesia so b re su g rey » . 60. A ltadill, II, p. 3 8 4 d a la fo rm a « G a rip e n tz u » . 61. P u b licad o e n el D ic c io n a rio d e 1802, II, pp. Z u azn av ar, «E n say o ...» , II, p p . 109, 111; Y anguas « D iccio n a rio d e an tig ü e d a d e s» III, pp. 3 9 7 -3 9 9 ; M u ­ ñ oz R o m e ro , « C o le c c ió n ...» , pp. 4 1 8 -4 1 9 . 62. F ue d a d o así a varios se ñ o re s, c o n sus pechas. En 1375 a un A yanz; e n 1 3 8 0 a R e m iro d e A re lla n o ; en 1450 a Ju a n d e E zp eleta. Y an g uas « D ic c io n a rio de an tig ü e d a d e s» , II, p. 4. J o s é M aría d e H u a rte , « A rq u ite c tu ra tu rís­ tica...» , op. cit., p. 2 7 , d , señala q u e e n las cercan ías d e la villa y p ró x im a a la e rm ita d e S an ta Q u ite ria e stab a «La T o rra z a » , fu n d ac ió n p ro b a b le d e los cab a lle ro s d e San Ju a n . 63. En 1380 la d o n a c ió n a R e m iro d e A rellan o hace re fe re n c ia a la p e c h a d e los ju d ío s. Y an g u as « D ic ­ c io n ario d e a n tig ü e d a d e s» , II, p. 4. 64. D ic c io n a rio d e 1802, I, pp. 2 9 4 , b - 2 9 5 , a. 65. M ado z, V III, p. 2 8 5 , a. 66. A ltadill, II, p. 3 8 4 , p la n o a la p. 383. 67. Je s ú s L o ren zo O ta z u , o p . cit. p. 24. 68. M a rtin e n a , «P alacios cab o d e arm e ría » , II, p. 19. A zcárraga, fol. 53, 4. 69- « E m érita» X V I (1 9 4 8 ) p p . 1-13. R e c o g id o luego e n « T o p o n im ia p re rro m á n ic a h ispana» (M ad rid , 1952), pp. 233 - 250 . 70. C aro B aro ja, « E tn o lo g ía h istó ric a d e N a v a ­ rra» , I, p. 341. 71. Y angu as « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , I. p. 228 54 d a «A yvair» y « X av ie r» . M u ñ o z R o m e ro , « C o lec­ c ió n » , p. 3 3 1 , lo m ism o ; v e r lu e g o L acarra, « N o ta s p ara la fo rm ació n d e las fam ilias d e fu e ro s n av arro s» en « A n u a rio d e H is to ria d el D e re c h o E sp añ o l» X (1 9 3 3 ), pp. 2 5 4 -2 5 6 . « C atá lo g o d el A rc h iv o G e n e ra l» I, p. 43 (n .° 12), « C atálo g o d e los C a rtu la rio s R eale s» , pp. 16-17 (n .° 12). A q u í e sta grafía, 72. La d o c u m e n ta c ió n ha sid o re u n id a p o r F. Es­ calada, « D o c u m e n to s h istó ric o s d el castillo d e J a v ie r y sus m ay o razg o s» (P am p lo n a , 1931). 73. Y an g u as, « D ic cio n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , II, p. 103, E scalada, o p . cit. pp. 1 5 5 -1 5 6 (n .° 4). M arich alar, « C o lecció n d ip lo m á tic a » , p p . 1 8 6 -1 8 6 . « C atálo go d e los c a rtu la rio s rea le s» , p. 135 (n .° 261). 74. « C atálo g o d e los c a rtu la rio s rea le s» , p. 116 (n .° 218). E scalada, op. cit., p p . 1 5 4 -1 5 5 , (n .° 3). M arichalar, « C o lecció n d ip lo m á tic a » , pp. 1 4 5 -14 6. 75. M o re t, « A n n ales» III, pp. 135, b - 138, a (lib. X X , cap. V II) § V, n.°s 15-20; 164, a - 166, a (lib. X X I, cap. I, § V n .°s 15-19). Y an g u as « D ic c io n a rio de a n tig ü e d a d e s» , II, p p . 103 - 104. 76. A zcárraga, fol. 22 d a el e sc u d o d e los v izc o n ­ d e s y co n d e s; p e ro al fol. 119, 6 d a el e sc u d o c o n o c id o co n e sta a d v e rte n c ia «La R aya, A rray za, E ch au ri, X a­ vier, O lo riz , Y m a rc o a y n , C iriza lleb an d e O ta z u y de Y aniz». A z p ilicu eta, al fol. 109, 6 y S ada al 9 1 , 3. El p rim e ro « tra h e d e Y án iz» . 77. D ic c io n a rio d e 1802, 11, p. 5 1 6 , a-b. 78. « N a v a rra y L o g ro ñ o » , II, pp. 4 9 7 -5 0 5 . 79. J o s é M aría R e c o n d o , S.J., « C astillo d e X a­ vier» (B arcelo n a, 1978), p. 2. 80. R e c o n d o , op. cit. p. 46. 81. V éase A ltad ill, I, pp. 2 0 9 y 8 2 0 -8 2 2 . 82. V éase la fo to d e las pp. 7 2 -7 3 en R e c o n d o , op . cit. T a m b ié n , d el m ism o «El C astillo d e Ja v ie r» , n .° 84 d e « N a v a rra . T em a s d e c u ltu ra p o p u la r» . 83. R e c o n d o , o p . cit. p p . 15-16 y 19. 84. R e c o n d o , op. cit. p p . 38-39. 85. Y an g u as, « D icc io n a rio d e a n tig ü e d a d e sd » , 111, p. 25. M arich alar, « C o le cc ió n d ip lo m ática » , pp. 8 9 -9 2 . « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» I, pp . 9 1 -9 2 (n .° 144). «C atálo g o d e los cartu lario s re ale s» , p. 8 6 (n .° 152), etc. 86. Y an g u as, « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , III, p. 29. « C atálo g o d e los c a rtu la rio s re ale s» , p. 151 (n .° 298). T a m b ié n pp. 151-152 (n .° 299). 87. M arich alar, « C o le c c ió n d ip lo m á tic a » , pp. 2 1 3 2 1 4 . « C atálog o d el A rch iv o G e n e ra l» , I, p p . 1 0 6 -1 0 7 , (n .° 182). « C atálo g o d e los c a rtu la rio s re a le s» , pp. 15 3 -1 5 4 (n .° 303). 88. Y anguas « « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» » , II, pp. 6 8 3 -6 8 4 . L acarra, « N o ta s p a ra la fo rm ació n d e las fam ilias d e fu e ro s n a v a rro s» , e n « A n u a rio d e H isto ria d el D e re c h o » , cit. X , pp. 14 5 -1 4 6 . « C atá lo g o d el A r­ ch iv o G e n e ra l» , I, p. 54 (n .° 38). 89. D ic c io n a rio d e 1802, II, p. 2 4 7 , a-b. 90. A ltad ill, II, p. 4 1 2 . 91- M a rtin e n a , « N a v a rra , castillos y p alacio s», p. 37. C A P IT U L O X I EL V A LLE DE R O N C A L 1) 2) 3) 4) 5) 6) El R oncal, como unidad etnográfica e histórica. A lgunos rasgos fisiográficos. B urgui y Vidangoz. G arde, R oncal, U rzainqui. Isaba y Uztarroz. Resumen. D e n t r o d e la antigua m erin d ad de San­ güesa y del p artido judicial q u e le sucedió, hay una serie d e valles qu e q u e d a n en zona pirenaica y que, hasta cierto p u n to , se dife­ rencian d e m o d o sensible e n tre sí y aún más, si cabe, de los de las zonas subpirenaicas y medias. El más oriental y «alto-pirenaico» a la vez d e todos ellos, es el d e Roncal: valle más fam oso q u e otros p o r razones m últiples q ue van d e s d e las naturales, qu e le hacen bellísimo, a las históricas y lingüísticas 1. D e su naturaleza y constitución he tratado bas­ tante en o tra p a rte y no rep e tiré ahora lo que allí dije 2. Sí advertiré q u e c o m o unidad y con el n o m b re q u e lleva u o tro parecido, es conocido d e s d e é p oca m uy re m o ta de la m o ­ narquía navarra; au n q u e p u rg u e m o s la histo­ ria d e referencias a textos sospechosos, com o la «C hronica antigua d e Val de Izarbe», se­ g ún la cual - c o n f o r m e a lo qu e recoge M o re t, ya con r e s e r v a - p o r los años d e 743 un rey de N avarra, G arcía X im én e z , p o b ló de casti­ llos «la valle d e Roncal y tierras finitimas hasta L um bier» 3. C o n más confianza, el m ism o analista se refiere, c o n ta n d o los sucesos del año 785, al papel d e los roncaleses en una batalla dada p o r F o rtu n io G arcía a los m usulm anes, e n el cam po de Erando, acerca de la cual da incluso detalles topográficos y en la q u e m u rió ALv de rra h m a n (?), m u erte que, según la tradición qu e tam bién recoge, se debió a una roncalesa. H e aquí el texto de interés folklórico evidente: « A u m e n tó la gloria d e esta victoria la m u e rte de A b darram en, Rey de C órdova, q u e cayó en la batalla, com o dicen los Reyes en sus cartas. Los roncaleses refieren que p rim e ro fue presso. Y qu e altercando los qu e le p re n d ie ro n , unos p o r quitarle la vida, otros p o r ilustrar más la victoria, c onservando vivo tan gran cautivo, una m u je r roncalesa con ira m ugeril, p o r los estragos hechos en su tierra, afeando a gritos qu e quisiessen p e rd o n a r la vida a aquel p e rro e n em igo del n o m b re de christiano, dirim ió la questión con la espada, corriéndola al rey po r el cuello. Y d e una cerem onia antiquissima en aquel valle, de salir en público las recién casadas con una corona los p rim eros días nupciales, esta dan po r razón po r haber sido p re m io d e h o n o r en m em oria de la qu e m ató al rey, y d e las otras, q u e en gran n ú m e ro siguieron arm adas a sus m aridos, y intervinieron en la batalla» 4. Lo que sigue tam bién tiene interés a n tro p o ló ­ gico: «Y si de algunas se p u e d e fiar esse ro b u sto m inisterio, ellas son criadas e n au­ 231 sencia d e sus m aridos, g anaderos p o r la m a­ y or parte, y assistiendo lo más del año a sus ganados en tierras más benignas, en exercicios de varones fuertes, r o m p e r y talar m o n ­ tes, para engrossar con la ceniza la tierra de suyo estéril, y hacerla dar a h ierro y fuego lo qu e d e g rad o niega; y e n fuerza del exercicio y crudeza del clima, de passo tan brioso y fuerte en el pisar, de tezes tan curtidas y lineam entos ásperos, q u e les d e b ió p arecer descedía el a d o rn o m ugeril del pelo, q u e se cortan casi a raíz, te n ie n d o p o r e m barazo lo qu e el sexo m uelle adora p o r gala y pom pa. Si ya no le c o m e n z a ro n a c ortar p o r e n ­ trar en esta batalla, c o m o dicen, y p arecer más h o m b re s q u e los afem inados de nu e stro siglo, a qu ien e s lleva el cabello tanto cuydado; y d a n d o con el d e s p o jo d e las cabezas seguridad de qu e se les podía fiar el v encer qualq uiera o tra dificultad. 17. En aquella lla­ nura del c am po de Erando, passo ordinario de los ganados d e Roncal, se conserva oy dia una m uy antigua piedra, clavada con un espi­ g ó n de hierro en la tierra; ya m uy gastada d e las aguas y tiem pos, en q u e c o n fu sa m en te se divisan todavía algunos lincam ientos c o m o de cabeza cortada y con corona. Y dicen fue el lugar d o n d e m ata ro n a A b d e rra m e n . Y aun la codicia d e n u estra edad le creyó allí e n te ­ rrado y r e m o v ie n d o y cavando en torno, busco de noche algún a d o rn o d e c u e rp o real. P ero q u e d ó vacío y b urlado e n su trabajo el qu e quiso d e spojos sin riesgo d e batalla; y calificado de necio el q u e p e nsó q u e en tierra enem iga se e n te rra b a n los m u e rto s con p r e ­ seas de codicia. Y q u e haviéndolas ganado con su sangre los v e n c ed o re s las d e x aron para q u e las gozasse un. cavador d espués casi de nueve siglos» 5. La renovación total d e la historia d e los p rim e ro s m o m e n to s del reino vascónico, a la luz de los textos árabes, obliga a colocar to d o el d ra m a en el ám b ito d e las leyendas h is tó r ic a s 6, cosa que, p o r otra p arte, ya se había hecho antes, p o r razones de p u r a crítica 7. P ero esto no q u ita para q u e a lo largo d e la Edad M e d ia y los com ienzos de la M o d e rn a se creara este e le m e n to im p o r­ tante para ro b u ste c e r la «conciencia colec­ tiva» d e los habitantes del valle. El tem a d e las m u je re s g u e rre ra s y venga­ doras e n tra d e n tr o d e un ciclo con raíces m uy antiguas. A q u í se explica d e un m o d o funcio­ nal, con referencia a una población en q u e los h o m b re s son pastores tra shum antes y las 232 m u je re s tie n e n q u e dar cara a los trabajos agrícolas y r e p re s e n ta n el e le m e n to más esta­ ble; un e sq u em a tam bién c onocido p o r los antiguos. D e l blasón colectivo, M o r e t m ism o dice lo q u e sigue: « D e esta batalla to m a ro n los roncaleses el blasón d e su escudo, gra­ v ando en él la cabeza coronada, y en la frente el n o m b re d e A b d e rra m e n : las tres rocas de la portillada y la p u e n te hasta d o n d e se siguió el alcance, q u e d e s d e el cam po d e O last son tres grandes leguas españolas, y la mitad d e sd e las rocas d e g ran d e fragosidad; y fue m u c h o d u ra r de sp u és d e la fatiga d e la bata­ lla. D e este blasón hay m uchos y m uy anti­ guos escudos p o r to d o el valle e n los tem plos y o tro s edificios» 8. A ñade M o re t q u e daban c u e n ta de estos h echos una carta de D o n Sancho el M ayor del año 1015, un d o c u m e n to d e D o n Sancho R am írez de 1143 y m u c h o más tarde o tro de D o n Carlos el N o b l e de 1412. En realidad en su épo c a no q u e d a b a más q u e el tex to de 1412 9, q u e se conservaba e n el archivo del valle, d o n d e lo copió 10, así c o m o o tro s d o ­ c u m e n to s q u e utilizó en las «Investigacio­ nes», d o n d e d a más detalles acerca del bla­ són 11 y p ro c u r a n d o d e fe n d e r su legitim idad histórica fre n te a las dudas d e O ih e n a rt. La existencia d e un blasón colectivo de fecha bastante te m p ra n a da en el Roncal una pauta e n lo q u e se refiere a las hidalguías, tam b ié n colectivas. La fisonom ía del valle se d ib u ja fu erte a la luz d e otro s m u ch o s criterios históricos. A los historiadores antiguos les o c u p ó la cuestión de cuáles fu ero n los térm in o s q u e d e jó Sancho el M ayor a su hijo R am iro, d e n tr o d e lo qu e d u ra n te lapsos m ayores fue N avarra. El A bad d e San J u a n de la P eña d e fe n d ió q u e el valle de Aibar, en el sentido lato ya expresado, y tam bién el d e Roncal q u e d a ro n d e n tr o de las fronteras d e A ra­ g ó n 12, a lo q u e replicó M o r e t largam ente, d e fe n d ie n d o q u e serían tierras sueltas dadas en el rein o del h e rm a n o q u e h e re d ó N a v a rra y sin carácter de f ro n te ra 13: c o m o p r o p ie d a ­ des particulares. D e todas form as esto dio lugar a confusiones y luchas, q u e d u ra ro n hasta 1135 14. D e s p u é s no hay m otivo a confusión. Roncal es el flanco d e d efensa del r ein o p o r parte c o m p ro m e tid a 15. A parece en 1287 c o m o u n a «am irantia», es decir, un alm iradío, c o m o los d e Salazar y Navascués 16: m uchas veces, antes, asociado a pueblos del Pirineo aragonés, c o m o en una donación a Leire d e 1085 17. El carácter del valle, c o m o tierra froteriza, se perfila en d o ­ cu m entos c o m o u n o d e 1332 en q u e se dis­ po n e qu e los labradores q u e viven en él trabajen en los castillos q u e e n él había 18 y luego aparece c o m o tal, en cuentas d e visitas al Pirineo d e 1352 19 y otro s d o c u m e n to s p o r los q u e se ve q u e estaba am enazado p o r bandas d e m alh e ch o re s 20. Es tierra d o n d e se buscaba ganado caballar y de tra n sp o rte 21 y d o n d e se reclutaban soldados para las guerras frecuentes en la época 22. Isaba es p o r e n to n c e s el p u e b lo en que vivían los trib u ta d o res d e to d o el valle 23. T a m b ié n se ve p o r los d o c u m e n to s qu e era tierra a la q u e se recurría, con Salazar y las Bardenas, p a ra c o m p ra r ganado lanar y vacuno 24 y con luchas con los vecinos «bareto n e s» , con los q u e luego llegaron al fa­ m o so ac u erd o qu e da lugar a la conocida ce re m o n ia 25. de C o m o e n o tro s casos, en 1280 «la peita R onqual» se da glo b alm e n te 26,p e ro hay D e n t r o del sistem a d e considerar al valle c o m o e ntidad adm inistrativa y jurídica, el de R oncal p u e d e llamar la atención, en p rim e r térm in o , p o r su tam año, según p u e d e c o m ­ p ro b arse exa m in an d o las hojas 117-118 y 143-144 del m apa a escala 1 : 5 0.000 del Instituto G eográfico Catastral. Las descrip­ ciones antiguas le dan siete leguas cortas de N o r t e a Sur y tres largas de Este a O e s te en lo más ancho 32. Las más m o d ern a s le dan una e xtensión total de más de 3 9.144 hectá­ reas 33. P e ro a la extensión o cantidad hay q u e añadir una calidad qu e hace del valle un té rm in o boscoso y apto para el desarrollo de la ganadería e n época estival, con un e je de m ucha significación económ ica: el del río Esca y sus afluentes. S o b re el Esca al N o r te , está Isaba, qu e tiene el té rm in o mayor. Luego otras cuentas qu e acreditan la trashum ancia com o una «p o r despens d e dos pastores q u e g ua rd a ro n los carneros q u e v e n ie ro n de Ronqual p o r cinco m eses» 27 y o tra similar 28. En 1350 aparecen d e n tr o d e «Vayll d e R o n ­ cal» las villas d e «Vidangos» y «B urguy» 29. Y en 1366 «Ysava», con sesenta y cinco fuegos, «U ztarroz G o y e n a » , con treinta, «Ur^aynquy» con doce, «R o n q u a l» , con veintidós, « G arde», con veintiuno, «Bidangoz», con treinta y «B urguy», con c u a re n ta y uno 30. El perfil histórico-cultural q u e da esta docum entación rem o ta va acusándose a m e ­ dida qu e avanzan los tiem pos, hasta q u e a fines de la Edad M edia p u e d e decirse q u e el valle tiene una estru c tu ra social y jurídica parecida a la q u e conserva después, hasta nuestros días. D e 1543 datan unas ordenanzas c o m ­ puestas para su bu e n g o b iern o , en q u e se hace m u ch o hincapié en los de re c h o s y d e b e ­ res de los vecinos. El espíritu co m u n ita rio de todos los pueblos del valle unidos se observa en ordenanzas tales d e m o d o p a recido al q u e se da en otros valles p ir e n a ic o s 31. Urzainqui, Roncal, Burgui, bastante d ife re n ­ ciado, c o m o verem os. En B urgui se u n e al Esca un río estrecho qu e tiene sobre él a Vidangoz y cerca de Isaba se le une el río q u e pasa ju n to a la villa más septentrional, q u e es U ztarroz, form ado a su vez p o r varios ba­ rrancos. El Esca recibe p o r el Este, al sur del p u e b lo de Roncal, las aguas del río d e G a rd e q u e nace en unas cum bres no lejanas a Fago, provincia de H uesca. En todo el territo rio hay bordas y apriscos pastoriles con m ayor o m e n o r densidad. P ero las siete villas consti­ tuyen núcleos m uy c o n c entrados con posi­ ción particular en relación con el río, sie m p re en la parte baja del valle qu e q u e d a p e rfe c ­ tam ente delim itado po r alturas q u e rebasan los 1.500 m etro s por el N o r t e y los 1.000 p o r el Sur. Cada térm in o municipal p o se e 233 tam bién unos límites orográficos m uy definidos y está a considerable altura s o b re el nivel del mar: 814 m etro s la parte más baja d e Isaba, más alto U ztárroz. D e U rzainqui a B urgui se descie n d e de 732 a 6 29, lo cual influye sensible y a p a re n te m e n te en la fisonom ía del caserío, c o m o vam os a ver. III E n tra n d o hoy en el Roncal, p o r el Sur, p o r la c a rretera q u e sale de Salvatierra de Esca, en Zaragoza, y pasa p o r un desfiladero largo, el p u e b lo q u e se e n c u e n tra p rim e ro es B urgui, situado en la m argen occidental del río y con alturas hacia el Sur. Las noticias más antiguas resp e c to a él hablan: 1.°) D e una iglesia, q u e fue d e Sancho R am í­ rez, rey de A ragón y de N avarra, q u e la d o n ó a Leir<¿ en 1085 34. 2.°) D e casas particulares q u e tenían ciertas p ersonas «in caput d e villa» h abiendo sido la población en te ra, al parecer, d o te de una señora, según d o c u m e n to de d o ­ nación hecha a San J u a n de la Peña, en 1059 59. 3.°) D e un castillo, del qu e se c o n o c en los n o m b re s de algunos « ten entes» 36. 4.°) D e un m olin o real sobre el río, d a d o al vecindario e n 12 4 8 37. Este u o tro apa­ rece c o m o m olino real d e spués, en 1480. C o m o tantas veces ocurre, la igle­ sia ha subsistido, el m olino tam bién. N o el castillo. En 1802 había dos tem plos: u n o de N u e s tra S eñ o ra del C am ino y o tro de N u e s ­ tra S eñora del Castillo, « d o n d e lo h u b o hasta principios del siglo X V I» 38. O t r o e le m e n to antiguo q u e le da fisonom ía especial a B u r ­ gui: es el gran p u e n te q u e q u e d a al Sur del caserío aglom erado, com o en una encrucijada d e c a m i n o s 39, con la iglesia en alto y en ladera (fotos de las figuras 292 y 293). Pese al cam bio sensible del paisaje, B u r ­ gui posee e le m en to s parecidos a los d e otras villas navarras más m eridionales. Las casas q u e form an calles estrechas (fotos y d ib u jo de las figs. 262 y 294-297), son de planta 234 baja y dos altos p o r lo general y p o r lo g eneral tam bién tie n e n una balconada e n el piso segundo. Los suelos están em p e d rad o s. N o faltan aquí y allá e le m e n to s góticos (di­ b u jo de la fig. 263). P u e d e decirse q u e se diferencian algo de las d e los p u e b lo s más se p ten trio n ales del valle en q u e la inclinación d e sus tejados es m en o r. T a m b ié n parece que hay m u ch o e le m e n to q u e indica m o d e rn iz a ­ ciones del siglo X I X , c o m o balcones d e hie­ rro (dibujo de la fig. 264). P e ro en edificios agrícolas aún p u e d e n observarse e n tra m a d o s y estructuras d e m adera, q u e sin d u d a fu ero n m u c h o más a b u n dantes en tie m p o s m e d ie v a ­ les (dibujo d e la fig. 265). El goticism o tardío p u e d e d o c u m e n ta rs e e n algún m o n u m e n to público, c o m o la cruz de 1595 (d ib u jo d e la fig. 266). Sin em bargo, hay o tro s pue b lo s vecinos q u e dan una m ayor im presión «gó­ tica». B urgui tenía en 1802 no v e n ta casas útiles y dieciocho a r r u i n a d a s 40. Altadill le da al casco 151 edificios y luego registra 193 r e d i­ les, cobertizos y chabolas de pastores 41. P e ro la curva dem ográfica es alarm ante, si se c o n ­ sidera q u e en 1818 tenía 530 almas, 735 en 1920 y m o d e r n a m e n te se le dan 394 42. M ás grave es la situación d e V idangoz, q u e q u e d a al N o r o e s te s o b re un afluente del Esca llamado Biniés. Se trata tam b ié n de un núcleo u rbano, colocado sobre el río, con dos p u e n te s 43, siendo su e je principal el cam ino q u e va a U ztárroz, en ladera, con cimas ce r­ canas al Este. La C añada Real baja a P o n ie n te p o r los límites del valle 44. La iglesia q u e d a en a l t o 45, en el c o n ju n to urb an o , no tan c e rra d o c o m o el d e B urgui y las casas, m u ­ chas d e ellas bastante m o d ern izad as o m o ­ dernas (del siglo X I X ) , en g ran pa rte no Fig. 2 6 2 .-C a lle de B urgui. Fig. 2 6 3 -C a sa s de Burgui. 236 237 tie n e n el aire d e las q u e a b u n d a n en las villas más se p te ntrionales del valle (fig. 298). N o faltan, sin em b a rg o , las clásicam ente pirenai­ cas, con g ran d e s chim eneas y algunas góticas, más o m e n o s reform adas. V idangoz, q u e en 1802 da sesenta y cinco casas con 338 p e rs o ­ nas 46 e n tiem pos cios, de los cuales y 324 habitantes. rado: en 1818 el 182 47. de Burgui. 238 d e Altadill tenía 193 edifi­ 96 se hallaban disem inados El descenso se ha acele­ censo da 325 y hoy día, Fig. 2 6 6 .-Cuadras de Burgui. IV Los p u e b lo s q u e q u e d a n so b re el Esca su b ien d o d e B urgui son R oncal (a la m ism a latitud q u e V idangoz) y U rzainqui. A ntes de llegar a R oncal, una c a rre te ra q u e va a A nsó y a Fago, nos d e ja cerca de G a rd e , a unos 751 m etro s de altu ra y so b re un riach u elo (G ardalar). La iglesia de G a rd e aparece en la do n ació n a Leire de 1085, ya citada dos ve­ ces. G a rd e es un pueblo-calle, o rie n ta d o de N o ro e s te a S u d este, con un p e q u e ñ o p u e n te q u e da razón de su escudo p r o p io 48. En G a rd e se acusa m ás el carácter p iren aico de las casas, con tejad o s m ás agudos (foto de la fig. 301) y no faltan las señoriales, con blaso­ nes p ro p io s (fo to de la fig. 302). A lgunos han llam ado b astan te la aten ció n , co m o el de la fo to 303 y d ib u jo d e la fig. 26 7 , con un jin ete q u e rec u e rd a e x tra ñ am e n te los jinetes ibéricos. G a rd e tam b ién ha p e rd id o población de m an era alarm ante. D e 4 0 0 h ab itan tes en 1818 baja a los 279 d e hace unos a ñ o s 49. A ntes, en 1802 es m ayor aún: 451 personas en o c h e n ta y seis casas útiles 50. E ntonces llam aba la aten ció n el palacio d e A tocha, al O e s te d e la villa. M ayor en tid ad tien e R o n ­ cal, so b re el Esca y con unos e le m en to s bási­ cos parecidos a los de B urgui. El n o m b re aparece en fechas lejanas. El año 992 se fecha, en efecto, una donación de Sancho G arcés I de N av arra a San P e d ro d e Siresa en q ue aparece un «Sancio G arcean d i d e R onkali» 51. «G arceandi» p arece se r un G arcía «aundi» o g ran d e y la form a «R onkali» nos acerca a otras rom ances 52. La iglesia tam bién surge e n 1085 con «decanias» 53. La m ayor p a rte del núcleo u rb an o se halla a la m argen occidental del Esca (com o en B urgui). A la izquierda, sin em bargo, hay una altu ra d e n o ­ m inada el C astillo 54. U n p u e n te une a la p a rte d e un lado con la del o tro , y q u e d a un núcleo m en o r de casas al S u d este 55. T a m ­ bién R oncal está en declive en una ladera, con la iglesia en alto, y el d e sarro llo del p u eb lo se hizo en la p a rte baja, d o n d e ya en 1802 se señala la existencia de u n a plaza con el ay u n tam ien to , el p ó sito , la carnicería, la h e rre ría y p o r fin la casa d o n d e el valle celebraba sus juntas. En el barrio q u e estaba al o tro lado del p u e n te , el del C astillo o N u e s tra S eñora del C astillo, había m o lin o y batán, a los q u e han d e b id o su stitu ir unas fábricas de aserrar y electras. En m e n o r p ro ­ po rció n q u e o tro s p u eb lo s R oncal ha dism i­ nuido tam bién d e población. En 1802 se le Fig. 267 .-Piedra tallada de Garde. dan n o v e n ta y dos casas útiles, cu a tro a rru i­ nadas y 4 9 4 p erso n as 56, 743 e n 1920, 541 en 1950 y hace po co 365 57. La situación cen tral del p u e b lo y otras circunstancias han h ech o q u e el c o n ju n to u r­ bano ten g a e je m p la res d e casas g ran d es, p u ­ d ien te s, q u e sie m p re han llam ado la atención del visitante. U n joven a rq u ite c to d e P am ­ plona, M. Iñiguez, ha d esp leg ad o singular habilidad d ib u ján d o las y lev an tan d o sus pla­ nos, tra b a jo q u e m e ha fra n q u e a d o g e n e ro ­ sam ente. Estos e je m p la res q u e d a n d e n tro del c o n ju n to de casas palacianas del país, hechas en los siglos X V II y X V III, a u n q u e p re s e n ­ ten rasgos d e lo q u e p u e d e c o n sid erarse es­ tric ta m e n te pirenaico. H ay en R oncal e je m ­ plos d e a rq u ite c tu ra m ás antigua con e le ­ m e n to s góticos, b ien con la p u e rta principal en la fachada m ás larga, b ien en el costado m ás co rto . Fotos de distintas épocas, com o las d e las figs. 304 y 305, nos hablan de tran sfo rm acio n es q u e han su frid o casas an ti­ guas. La d e la fig. 304 fue to m ad a hace tie m p o p o r el M arq u és d e Santa M aría del V illar. La o tra d esp u és. En ella se ve có m o se han a b ie rto p u e rta s y balcones d o n d e no los había, cóm o los arcos de m ed io p u n to se co n v ie rte n en p u e rta s cuadradas, cóm o las balconadas caen y las chim eneas d e estilo piren aico son sustituidas. U n d ib u jo de Iñi­ guez capta esta nueva situación. P e ro o tro nos da el alzado de una casa de «arran q u e» g ó tic o con la fachada en el lado m ás co rto , tip o q u e ha sido co m ú n y q u e se caracteriza p o r to d o s estos rasgos: 1) A rco gó tico a un lad o ^ c o n v en tan a al o tro . 2) Piso p rim e ro con dos h u eco s, ventanas, a la fachada y algunas laterales. 3) Piso seg u n d o con balconada al c e n tro , q u e da a un desván. La p lan ta baja se divide e n zaguán con escalera y dos cuadras. En la p rim e ra hay una cocina a un lado de la fachada, un d o rm ito rio al o tro , un v estíb u lo y dos cu artos o d o rm ito ­ rios en la p a rte de atrás. El desván tien e tam b ién el h u e c o de la escalera, la e n tra d a y dos partes: d e la n te ra y trasera. E ste tipo d e casa de tradición gótica se ha seguido hacien d o d e sp u és con p u e rta d e arco de m ed io p u n to y a veces la balconada se d esarrolla y encim a del segundo piso hay aún o tro (fig. 306). La posibilidad d e d esarro llo de galerías y am pliaciones p o r d etrás se da con irregularidad (foto d e la fig. 307). En el siglo X IX ha hab id o casas q u e se han cons­ tru id o o d e sarro llad o en altura, com o la de D onázar, estu d iad a p o r el se ñ o r Iñiguez, con p u e rta central, dos ventanillas a los lados y tres altos. El p rim e ro , con tres ventanas y el segundo y te rc e ro con balcón y dos ventanas laterales. El d esarro llo de las dos balconadas de m ad era es m enos cuidado o su n tu o so que en las de épocas m ás antiguas. En R oncal tam bién la disposición d e los teja d o s en rela­ ción con fachadas y balconadas es variable. P ero de e sto será cu estió n d e tra tar al final del capítulo, cu ando se haya term in a d o de exam inar to d o el valle. En R oncal hay tres g randes casas señ o ­ riales. La C asa Sanz, la Casa L ópez y la Casa G am bra. Las tres han sido estudiadas p o r el señ o r Iñiguez (fotos en c o lo r y figs. 308 y 309). La p rim e ra es u n a casa d e plan ta cuadrada con fachada barro ca (fig. 308), p u e rta bien labrada, y dos ventanas a los lados. En el p rim e r piso dos balconcillos a los dos lados de la p u e rta m ás otras dos ventanas. Lo m ism o en el segundo. El te ja d o a cu atro aguas se ro m p e p o r un to rre ó n -lin te rn a q u e q u e d a al c e n tro y q u e es cu ad rad o tam bién. En la planta baja hay un zaguán al c e n tro con la escalera y tres cuadras: una m ayor en fo rm a d e L. En el p rim e r piso, la cocina de gran cam pana q u e d a en la v en tan a del ex­ tre m o d e re c h o , según se m ira d e fuera. N o hay m uchos cuartos. La segunda, es decir, la casa L ópez, tien e una disposición curiosa, condicionada en p arte, p o rq u e está en cuesta (lám ina en co­ lor). Es una casa de planta rectangular, con la fachada en un lado co rto . A bajo tien e un p o rch e con dos arcos, so b re m u ro d e p ied ra y c errad o s com o balcones. La e n tra d a se hace p o r los dos lados y la p u e rta , con tra b a jo de can tería fino, q u e d a a un lado: el izq uierdo, según se en tra. S o b re el p o rch e hay dos balcones y al m ed io el blasón colectivo 58. U n seg u n d o piso con o tro s dos balcones iguales y el teja d o a b ie rto p o r un gran h u eco rec tan ­ gular q u e da al desván. Las dos fachadas laterales, exentas, se d istrib u y e n así. En la q u e q u e d a en alto, a m ano izq u ierd a del q u e se e n fre n ta al p o rch e , hay un arco d e e n tra d a al p o rc h e y ningún h u eco m ás en la planta baja. En la p rim e ra hay dos ventanas y e n la segunda tres. La fachada lateral del lado c o n ­ trario, q u e es la que se ve en la fo to d e la lám ina en color, tien e dos aspilleras y una v en tan a rasgada en la p lan ta baja. C inco v e n ­ tanas en la planta p rim e ra y dos en la seg u n d a con balconada d e m adera con su tejaroz. D e n tro , desp u és del p o rch e , el zaguán late­ ral, con la escalera, dos cuadras p eq u e ñ as con sus p u e rta s a la d e re c h a y u n a m ás larga al fo n d o con el «recarte» detrás. S u b ie n d o , la escalera da a un co rto pasillo. H acia la fa­ chada q u e d a un salón so b re el zaguán y un d o rm ito rio encim a d e una cuadra. S o b re la otra, la gran cocina; paralela a ella, o tro d o r­ m ito rio y detrás, tres habitaciones más. Esto se rep ite apro x im ad am en te en la segunda, d o n d e está el balcón y d o n d e la cam pana circular d e la cocina ocupa b u e n espacio. La terc era casa g ran d e del p u e b lo es la casa de la fam ilia G am bra, q u e está tam b ién en cuesta y q u e se halla co n stru id a p o r varios cu erp o s, de distinta época y reaju stad o s m o ­ d e rn a m en te . En la fachada principal hay una p u e rta d e arco de m edio p u n to tallado, q u e da al zaguán y m ás abajo o tra gótica q u e claram ente c o rre sp o n d e a o tra casa m ás vieja. La fachada ha sido unificada con balcones y balconcillos m o d ern o s, así com o las laterales. El arco de la p u e rta principal lleva en la clave la fecha de 1769 y encim a un blasón. T o d a la p lanta baja se re p a rte en dos zaguanes, una bodega, una cuadra trasera, o tra in te rm e d ia y varios alm acenes o d ep ó sito s. En el p rim e r piso hay salones y alcobas. T a m b ié n en la plan ta segunda, p e ro en ella la cocina ocu p a un gran espacio a la p a rte d e la fachada, con gran cam pana. En la plan ta te rc e ra hay una solana y varias divisiones para alm acenar p ro ­ d u ctos d e la labranza. El teja d o a c u a tro aguas tien e tam bién un to rre ó n d e planta re c ta n ­ gular. Casa Sanz. Ronca/. C asa López. Roncal. U n p o c o m ás al N o r te , en la o rilla del Esca, q u e d a U rzain q u i, con dos núcleos, u n o a un lado y o tro al o tro del río; el m ayor, el oriental. Los m o n te s lo estrech an . En 1802 se le 'd a n sesen ta y cinco casas ú tiles y ocho arruinadas, con 378 p ersonas. A p a rte del p u e n te se reg istra un m o lin o y un batán 59. El d escen so ha sido fu erte. A ltadill d ab a sesen ta y cu atro casas y 2 8 0 p o b lad o re s, q u e e n 1900 eran todavía cato rce m enos 60. La d ism in u ­ ción g ran d e d e b ió iniciarse d e sp u és d e m e ­ diado el X IX , p o rq u e M adoz da 369 al­ m a s 61. P ublicaciones rec ien te s dan 140 62. b u e n a d escrip ció n del diccio n ario d e 1802, en la cú sp id e del cual hay u n a e rm ita d e los santos Ju liá n y Basilisa. A e ste m o n te se le llam aba tam b ié n del C astillo, « q u e según tra ­ dición m uy an tig u a h u b o allí fu e rte , y q u e d o m in a b a a to d a la circu n feren cia» dice el m ism o te x to 65. La existencia d e tal castillo se e n c u e n tra d o cu m en tad a. E n 1277, p o r e je m ­ plo, Sancho R uiz d e L u m b ier p re s tó h o m e ­ n aje p o r él y p o r el castillo d e B u rg u i 66. E ra zo n a d e fro n te ra de A ragón y con los b earn eses. Las luchas d e los d e Isaba con los «bara­ to nes» son m em o rab les 67. Lo q u e d e sd e el p u n to d e vista u rb an o caracteriza m ás a U rzain q u i es q u e es m uelle fluvial; c o n c re ta m e n te un m u elle alm adiero. Sabida es la im p o rtan cia q u e ha te n id o el co m ercio d e m aderas en el R oncal; tem a e stu d ia d o varias v e c e s 63. A ntes del p u e n ­ te, co m o se ve en la fo to de la fig. 310, hecha p o r el m arq u és d e Santa M aría del V illar, solían m o n tarse bastantes. La iglesia q u e d a pegada a la o rilla (fotos d e las figs. 311 y 312) y el caserío se agrupa a lre d e d o r y p a rte en altura. A lgunas casas destacan p o r sus am plias balconadas. O tras son d e e stru c ­ tu ra m ás ce rra d a a u n q u e tam b ié n refo rm ad as en el X IX . La q u e m ás d estacaba era la casa-torre d e la orilla o ccid en tal, q u e c o rre s­ p o n d e a un tip o co n o cid o en la M ontaña: p u e rta ojival de g ran d e s dovelas al c e n tro , v en tan a d e m ainel encim a y tam b ién al c e n tro y dos e n el seg u n d o piso. El te ja d o p ro b a ­ b lem e n te es d istin to al p rim itiv o (fo to d e la fig. 313). 2.° «La iglesia p a rro q u ial ded icad a a San C iprian... está algo m ás a rrib a del m ed io de la población e n tre E ste y O e ste , es m uy espa­ ciosa y tie n e una to rre m uy elevada». N o aparece en la d o n ación a L eire d e 1085. P u ed e afirm arse q u e d e sd e tiem p o s m uy rem o to s la villa d e Isaba es el n ú cleo m ayor en el c o n ju n to de villas roncalesas. S ituada so b re el Esca tam b ién , al lado o rie n tal y so b re un bucle q u e hace el río, su situación es típica, co m o c o n ju n to u rb an o en q u e se com binan p u e n te s, tem p lo y castillo antiguo para dar razón d e un a sen ta m ie n to defen siv o , en el q u e el castillo ha p e rd id o to d a significa­ ción, cu ando en o tra é p o ca d e b ía ser el e le ­ m e n to m ás im p o rta n te casi (fig. 314). Los térm in o s de Isaba son dilatados, co m o va d icho, y la villa está en el e x tre m o S u d o e ste d e ellos 64. Su silueta m ás d e fin id a es la q u e se o b tie n e d e sd e el S u d o este. P o d em o s d e s­ c o m p o n e r esta silueta en los e le m e n to s q u e siguen: 1.°) el «alto m o n te suelto» co m o dice la 244 3.°) « C o n tig u a p o r S ur está la plaza, casa d e ay u n tam ien to , p ó sito y accesorias (sic), la carnicería y h errería» . 4.°) «El río Ezca, en cuyo cu rso hay un m o lin o h a rin e ro y un batán, y el p e q u e ñ o B elabarce bañan la villa». 5.°) Se subraya la existencia de m o n te s q u e ro d ea n d e cerca el asen tam ien to : a) Al N o r te , e n tre el Esca y el río U ztá rro z «A rdibidegainea», « so b re el cam ino d e ovejas» tra d u c e, d e 1302 m etro s, b) Al Sur Izeilucea = « ab eto largo»; A rd ib id e p ik u a, se d ib u ja en el m apa, h o ja 117. c) Al O e s te «S aysehederra» = m o n te h erm o so . A lto d e «Sisederra» en la hoja. 6.°) El diccionario, a p arte d e re fe rirse a la p o b lación disem inada, bordas, erm itas y santuarios indica q u e había un hospital bien d o ta d o y q u e co n sta q u e Isaba tuvo en o tro tie m p o m ayor población, « p o r las ruinas y vestigios de casas y p o r otras m em o rias» . En el día le d a 865 p erso n as rep artid as e n cin­ c u e n ta y o ch o casas útiles; diez y seis a rru i­ nadas 68. La histo ria de Isaba, ta n to d e sd e el p u n to de vista dem o g ráfico co m o d e sd e el a rq u i­ tectó n ico , ha sido m ovida. Sabem os, en p rim e r té rm in o q u e en 1427 fue d e stru id a p o r un in cen d io y q u e el rey p e rd o n ó a sus vecinos d e un trib u to p o r «cu arteles» , c o n sid e ran d o la desgracia. T a m ­ b ién q u e en d icie m b re d e 1429 se habían lev antado c u a re n ta casas y q u e se ten ía p re ­ p arad a «fusta» para otras c u a r e n ta 69. El a u m e n to d e vecin d ario v ien e d esp u és y los censos dan- sensibles oscilaciones: 630 habitantes en 1818, 931 a m ed iad o s del siglo X IX , según M adoz 70. El a u m e n to m ayor se registra a com ienzos d e e ste siglo: 1.008 ha­ bitantes, según A ltadill 71. L uego, d escenso sensible a 726, en la c u e n ta de Jesú s Lorenzo O tazu 72. Las casas tam b ién se cifran de m o d o oscilante. A ltadill indica q u e e n su tie m p o había 540 edificios, 268 d isem inados, seis c o rre sp o n d ie n te s a una v e n ta fam osa, al m o­ lino y a las erm itas y el re sto en el casco 73. A ntes de e n tra r en la descrip ció n de algunas de las casas con v ien e a d v e rtir q u e en Isaba se ven e n p ro p o rc ió n sensible arcos d e e n tra d a góticos, con la p ie d ra de clave tallada con el IH S q u e e n c o n tram o s en m uchos p u eb lo s de la M ontaña, co m o los de los d ib u jo s d e las figs. 268 y 269 q u e d e b e n ser d e los cons­ truidos desp u és del in c e n d io 74. T am b ién , blasones con la cabeza del rey m o ro , con su n o m b re y las peñas a q u e hace refe re n c ia la descripción del P adre M o ret: el de la iglesia lleva la inscripción d e 1588 (figs. 2 70-273). N o faltan inscripciones q u e fechan la casa, com o la de la rectoral (1674) u o tras de tiem pos m ás próxim os al n u estro : 1773, 1815, 1865 (figs. 274-277). En la década de 1920 al 30 p arece q u e se co n stru y ero n algunas casas d e n tro del «estilo vasco» del q u e se tra tó en o tra ocasión, es decir, casas d e la zona h ú m ed a 75. P o r ello conviene que el criterio p u ra m e n te fisiográfico, fácil de uso para d e te c ta r la existencia d e una m odalidad d e «casa p irenaica», se a ju ste tam bién a criterios estilísticos, con se n tid o tem poral. Fig. 2 6 9 .-C la v e gótica. Isaba. Fig. 268,-C lave gótica. Isaba. 245 Fig. 27 0 .-Escudo del valle de Ronca!, iglesia de Isaba Fig. 2 7 2 .-O tro escudo de! Roncal. Isaba. Fig. 271 -Escudo del valle de Ronca!. Isaba. Fig. 2 7 3 -Escudo del Roncal. 7733. Isaba. Fig. 2 7 6 .-Inscripción de 1865. haba. Fig. 2 7 7 .-P iedra con inscripción 1773- 248 Fig. 2 7 9 .-C a sa de Isaba. Las casas d e un aspecto m ás llam ativo son las q u e tie n e n teja d o s m uy em p in ad o s, e n o rm e s chim eneas red o n d as, con su teja d i­ llo p ro p io y a b ertu ras laterales, arcos de e n ­ trad a g ó ticos o de m ed io p u n to y p ared es de p ie d ra sin p in ta r, com o las d e las fotos y los d ib u jo s de las flgs. 2 7 8 y 279. C on frecuencia los arcos ten ían algo de cal alred ed o r. M uchas eran de un alto o dos m ás un desván, con balconcillo o balcón arriba (figs. 280 y 281). A lgunas ya fu e ro n reform adas en lo q u e al teja d o se refiere hace años. Las fotos 317-321 c o rre sp o n d e n a época algo lejana. M ás m o d ern as son las d e 249 250 Fig. 2 8 1 .-Casa de Isaba. 251 asa «Salvatore», haba. NA 28-64 F Fig. 282,-C asas de la calle Garagardoya. Isaba. 254 Fig. 283--Casa de haba. 255 las dos lám inas en c o lo r (Casas «Salvator» y « A rregui»). El Sr. Iñiguez tam b ién ha lev an tad o la plan ta de algunas de las casas m ás sencillas de Isaba, de plan ta rectan g u lar, p e ro con poca d iferen cia e n tre los lados m ás co rto s y los m ás largos. En la fachada se ab re una p u e rta q u e no está en el c e n tro y q u e da a un zaguán. U n v en tan illo q u e ab re tam b ién la fachada da a una cuad ra lateral, m en o s ancha q u e el zaguán y la p a rte del fo n d o la ocu p a o tra cu ad ra con aspilleras. El d e sarro llo en altu ra se o b serv a en casas m ás m o d ern a s al p a re c e r, com o la del d ib u jo d e la fig. 28 2 , de la calle G arag o rd o y a, en cuesta, m uy típica y el d e la fig. 283. En otras el e m p in a m ie n to del teja d o es m en o r; p e ro o ste n ta n e le m e n ­ tos sim ilares en el re sto , co m o las d e las figs. 2 8 4 y 28 5 , q u e tie n e un teja ro z so b re el balcón. En las del siglo X V III se aprecian a veces b u en o s e le m en to s de can tería, co m o en la fechada en 1733, q u e tie n e un vestíb u lo con la escalera y p u e rta s a un d o rm ito rio m ayor, q u e q u e d a so b re la fachada, a la que d a o tro d o rm ito rio tam bién. A trás o tro s dos. En la planta seg u n d a el d o rm ito rio m ayor se c o n v ie rte en cocina. Los o tro s son iguales. L uego hay un desván. Esta p lan ta se rep ite con ligeras m odificaciones; y hay casas que sólo tie n e n un piso y desván, co m o se ve p o r las fo to s a n terio res. Fig. 2 8 4 .-Con junto de casas. Isaba. 256 Fig. 2 8 6 - P e r f il de /nia Fig. 287 -Alzado e interior de una casa de Isaba. 258 Sin em b arg o , en Isaba llam an m ás la a te n ­ ción algunas casas d e te ja d o a dos v e rtie n te s m uy em pinadas, con un d e sarro llo com o el q u e refleja el d ib u jo d e la fig. 286. La d istri­ bución de un in te rio r d e casa g ra n d e se indica en el d ib u jo d e la fig. 2 8 7 ..N o faltan detalles d e b u en a can tería (fig. 288). A ntes d e llevar a cabo u n a b rev e recap i­ tulación o síntesis hay q u e d ecir algo de la más se p te n trio n al d e las villa roncalesas. Es decir U sta rro z o U z ta rro z , com o escribe el diccionario d e 1802. P u eb lo en p e n d ie n te bajo un c e rro en lo alto del cual h u b o una erm ita de San C ristóbal q u e d e b ió arru in arse a fines del X V III. T ie n e el río a flu en te del Esca, en la p a rte baja y el citado diccionario le da una población q u e p arece excesiva: 865 personas en 158 casas útiles y diez y seis a rru in a d a s 76. P ero M adoz todavía da 740 alm as en cu atro barrios y 182 casas 77. D e s ­ ciende la cifra a com ienzos d e siglo a 67 4 , luego da 148 y en fin baja a 427 78. El caserío de U ztárroz apiñado de m o d o p in to re sc o 79, exagera, si cabe, el asp ecto piren aico , p o r el e m p in a m ie n to d e los tejad o s y el uso de cierto s m ateriales, d e su e rte q u e hay casas q u e recu erd an a las del país d e S oule y el B éarn (fotos de las figs. 322-325). T am b ién , las d e cierto s p ueblos del A lto A ragón. En U ztarro z sigue h ab iendo tallas e inscripciones (d ib u jo s de las figs. 289-290). Fig. 288,-D elalle de una ventana. Isaba. 259 Fig. 2 8 9 -Escudo del valle de Roncal. U ztarroz. mtsim Fig. 2 9 1 -Inscripción de 1 8 6 2 . casa de Sancho Garde. U ztarroz. 260 VI H a habido e stu d io so s de la a rq u itec tu ra p opular q u e, sin em b arg o , han p ro cu ra d o destacar las m o d alid ad es propias d e cada valle y tam bién los rasgos g en erales de la arq u i­ tectu ra pirenaica. D o n F e rn an d o G arcía M ercadal señaló en q u é se parecían las casas roncalesas a las de los valles de A nsó, H e c h o , Aisa y B r o t o 80, d e las q u e hizo particular estudio 81. A ntes su h e rm a n o Jo sé 82 y R icardo del A r c o 83 d iero n d escrip cio n es g en erales y L eopoldo T o rre s Balbás 84 ap ro v ech ó y sis­ tem atizó las o b servaciones de éstos. P o r su p arte L eoncio U rab ay en , al e stab lecer una tipología geográfica d e la casa navarra, hizo un g ru p o «pirenaico» con cu atro variedades: la roncalesa, m ás las de los valles q u e q u ed an al O este: Salazar, A ézcoa y B u r g u e te 85. T am bién T h. L efebre realizó in te n to s de cla­ sificación g e o g rá fic o -am b ien ta l 86. P o r su parte, B erg m an n , ag ru p an d o los valles con afluentes al A ragón, d e H e c h o y A nsó, con el del R oncal, hizo una clasificación en tres tipos de casas: 1) 2) 3) La casa de dos pisos con teja d o a dos aguas. La casa d e tres pisos con teja d o a dos aguas. La casa de dos pisos con teja d o a cu a tro aguas 87. P e rso n a lm e n te c re o q u e los e le m en to s m ateriales y co n stru ctiv o s se han m an ejad o de una m an era m ás flexible q u e lo q u e dan a e n te n d e r algunas d e estas clasificaciones. Es e v id e n te, p o r e je m p lo , q u e la frecuencia de tejados agudos es m ayor en U ztarro z o Isaba q ue en B urgui o V idangoz. Es claro q u e la ten d e n c ia a revocar las p ared es e x te rio re s es m ás m o d ern a q u e la d e d ejarlas sin rev o co y q u e lo m ism o o c u rre con la d e h acer ventanas y huecos m ayores o su p rim ir las g ran d es chim eneas centrales. Es claro q u e hay -c o m o en otras p a rte s - épocas e n q u e la p ie d ra de cantería se usa con arreglo a con cep cio n es góticas o p o ste rio re s y q u e luego p ie rd e sig­ nificación. P u ed e afirm arse q u e hay to rre s antiguas y casas señoriales del X V III q u e se parecen a las de zonas m ucho m ás o ccid en ­ tales y aún se p te n trio n ale s y q u e, en cam bio, algunos p u eb lo s en el e m p e d ra d o d e las ca­ lles y en la concepción u rb an a rec u e rd an a los d e valles más m eridionales, co m o el de Aibar, siendo la vegetación lo q u e cam bia más la apariencia general. Los e le m en to s q u e el m ed io p iren aico ha d e b id o aceptar y d esarro llar m ás son los q u e siguen: 1.°) Los tejados d e m ayor inclinación en las zonas más altas: de 4 0 ° a 50°. 2.°) La v e rtie n te de d o b le p e n d ie n te , con teja plana en la zona d e m ayor inclina­ ción y curva e n la m en o r. E ste sistem a va abandonándose. 3.°) Las galerías altas q u e p u e d e n ser de varias clases: a) A biertas en el m u ro , con h u e c o in te ­ rior. b) E xteriores, con un tejaro z relacio ­ nado con el m ism o tejado. c) C on teja d o propio. 4.°) Las g randes chim eneas circulares y con m ucha proyección e x te rio r y cam panas a veces centrales. 261 NOTAS 1. D e sd e el p u n to d e v ista g e o g rá fic o es ú til la d e scrip ció n d e A n to n io S an ju a n C a ñ e te , «La fro n te ra d e los P irin e o s O c c id e n ta le s» , p p . 8 5 -1 0 6 . H ay u n lib ro d e B e rn a rd o E sto rn é s Lasa, « E rro n k a ri» (el v alle d el R oncal) (Z arag o za, 1927) co n d o c u m e n ta c ió n útil. O tra s o b ra s d e v ulgarizació n , c o m o la d e R afael C a m ­ bra, «El valle d e R o n cal» , n .° 27 d e « T em as d e c u ltu ra p o p u la r» . En la m ism a c o le c c ió n el n .° 2 5 7 , d e b id o a J u a n G a rm e n d ia L arrañaga, « V alle d e R o n cal. P aisajes y la b o res» . En la b ib lio g rafía g e n e ra l, a p a rte d e los tra ­ b ajo s so b re los P irin e o s d e K rü g e r, V io la n t y o tro s , hay q u e d esta c a r el d e W e rn e r B e rg m a n n , « S tu d ien zu r v o lk stü m líc h e n K u ltu r im G re n z g e b ie t v o n H o c h a ra g o n u n d N a v a rra » , e n « H a m b u rg e r S tu d ie n zu V o lk stum u n d K u ltu r d e r R o m a n e n » 16 (H a m b u rg o , 1934). 2. « E tn o g rafía h istó ric a d e N a v a rra » , I, p p . 2 8 9 , 2 9 3 , 4 4 1 -4 4 2 . 3. M o re t, « A n n a le s...» , I, p. 168 (lib ro IV , cap. III § II„ n .° 35). 4. M o re t, « A n n a le s...» , I, pp. 2 1 9 b - 2 2 1 , a (lib ro V , cap, III § III, n .°s 13-15. 5. M o re t, « A n n ales» , I, p. 221 a-b (lib ro V , cap. III, § III, n.°s 16-17). 6. Lacarra, « H is to ria d el re in o d e N av arra » I, pp. 39-44. A b d e rra m a n o A b d al R ah m an I a se g u ró sus fro n te ra s p o r los añ o s d e 781 - 782 y los B anu Q asi acep tan se r c lien tes d e los om eyas. 7. M ad razo , « N a v a rra y L o g ro ñ o » , I, pp. 4 9 7 -5 0 5 . 8. M o re t, « A n n a les» , I, pp. 2 2 1 , b - 2 2 2 , a (lib ro V , cap. III, § IV , n .° 18). 9. M o re t, « A n n a le s» , I, p. 572 b (lib ro X II, cap. III § I, n .° 3). A leso n , « A n n a le s» , IV , p p . 3 1 9 b -3 2 0 a (lib ro X X X I, cap. V I, § III, n .° 7). 10. M o r e t , « In v e s tig a c io n e s » , pp. 3 8 0 - 3 8 2 (lib ro II, cap. V il, § I, n.°s 2-5. 11. M o re t, « In v e stig a c io n e s» , pp. 3 8 2 -4 2 7 . 12. Ju a n B riz M artín e z . « H isto ria d e la fu n d ació n y a n tig ü e d a d e s d e San Ju a n d e la P e ñ a » , p. 3 7 9 , a (lib ro II, cap. X X V ). El te x to , pp. 3 7 7 -3 7 8 . 13. « In v estig ac io n es» , p p . 6 0 8 -6 1 1 (lib ro III, cap. II, § I, n.°s 22 -2 6 . 14. C .S .J.P ., I. pp. 1 85-187. 15. U b ie to , «La fijació n d e la fro n te ra n av arro arag o n esa (siglos X I-X II)» e n « E stu d io s en to rn o a la división del re in o p o r S an ch o el M a y o r d e N a v a rra » , pp. 8 5 -9 7 , co n el m apa. 16. C atálo g o d e l A rc h iv o G e n e ra l» , I, p. 241 (n .° 525). 17. « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , I, p p . 4 0 -4 1 (n .° 5). D o n a c ió n d e las iglesias d e V id an g o z, « B u rd asp al» , B u rg u i, d ecan ías d e R o n cal, las iglesias d e R o n cal y G a rd e , co n otras. 18. Y anguas, « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , III, p. 277. «C atálo g o d e l A rch iv o G e n e ra l» , II, p. 6 (n .° 4). 19. « C atálo g o d e l A rch iv o G e n e ra l» , II, p p . 191 (n .° 4 7 6 ), 192 (n .° 4 7 8 ). 20. « C atálo g o d el A rc h iv o G e n e ra l» , II, pp. 193194 (n .° 4 8 2 ), 194 (n .° 4 8 4 ), añ o 1352. 21. «C atálo g o d e l A rch iv o G e n e ra l» , II, p. 2 2 3 2 2 4 (n.°s 56 1 -5 6 2 ). 22. «C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , II, p. 225 (n .° 5 6 5 ), a ñ o 1353. 262 23- « C atálo g o d e l A rc h iv o G e n e ra l» , II, p. 422 (n .° 10 7 0 ), añ o 1357. 2 4 . « C atá lo g o del A rc h iv o G e n e ra l» , III, pp. 2 5 9 2 6 0 (n .° 669). 2 5 . « C atá lo g o d e l A rch iv o G e n e ra l» , III, p. 285 (n .° 731). 26. F. Z a b a lo , «El re g istro ...» , p p . 143 (n .° 1916) y 146 (n .° 1955). A q u í « R o n cal» . 27. F. Z a b a lo , «El re g istro ...» , p. 83 (n .° 793). 28. F. Z a b a lo , «El re g istro ...» , p. 157 (n .° 22 3 1). 29. I-C arrasco P é re z , «La p o b la c ió n » , p. 3 8 3 (n.°s 4 2 -4 3 ). 30. J. C arrasco P é re z , «La p o b la c ió n ...» , p p . 4 7 7 4 7 9 (n .°s 304 - 310). 31. Y anguas, « A d ic io n e s» , pp. 3 2 2 -3 2 3 . E n las pp. 3 2 4 -3 3 0 re co g e d o c u m e n to s so b re el llam ad o tri­ b u to d e las tre s vacas, q u e ha d a d o lu g ar a u n a b ib lio ­ g rafía a b u n d a n te . 32. D ic cio n a rio d e 1802, II, p. 2 7 6 , b. 33. A m o re n a , « S ín te sis...» , p. 38334. « C atá lo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , I, pp. 40 -41 (n .° 8) situ ad o hoy e n té rm in o d e B u rg u i hay un s e ñ o río con palacio a n tiq u ísim o ; el d e U rd a sp a l o B urd asp al, cerca la iglesia d e San Salvador. R e su lta q u e San E u lo g io d e C ó rd o b a ya la v isitó c u a n d o e ra abad D adilano (« D a d ila n e m U rd a sp ale n sis» ), a m e d ia d o s d el siglo IX . El m o n a s te rio fu e d o n a d o a L eire p o r S an cho R am írez, seg ú n el d o c u m e n to ya c ita d o , y p a re c e q u e la iglesia d e B u rg u i y la d e S eg arra d e p e n d ía n d e él. M o re t, « In v estig ac io n es» pp. 3 1 0 -3 1 1 (lib ro II, cap. IV , § II, n .° 17). L uego se c o n v ie rte en se ñ o río y en A zcárraga fol. 3 2 , 6 ap a re c e el blasó n d e «el palacio de B u rd e sp a r en R o n cal» . 3 5 . C .S .J.P . II, p p . 1 8 3 -1 8 7 (n .° 1 5 2 ). A la p. 185 se lee «V u rg i» y « B u rg i» . 36. « C atálo g o d e los ca rtu la rio s reales» , pp. 65 (n .° 110), añ o 1193; 187 (n .° 37 1 ), añ o 1237? « C atá­ lo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , I, p. 2 2 8 (n .° 4 9 2 ), añ o 1277, etc. 37. « C atálo g o d e los ca rtu la rio s reales» , p. 217 (n .° 42 9 ). « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» I, p. 140 (n .° 2 6 6 ) e x tra c to d e Y anguas « D ic cio n a rio d e a n tig ü e ­ d ad e s» , I. p. 150. 38. D ic c io n a rio d e 1802, I, p. 186, a. 39. P lan o en A ltadill, II, p. 352. En la h o ja 143, la o rie n ta c ió n es u n p o c o d istin ta. 4 0 . D ic c io n a rio d e 1802, I, p. 186, a. 4 1 . A ltadill, II, p. 351. 42. Je s ú s L o re n zo O ta z u , « H e rá ld ic a m u n icip al, M e rin d a d d e S an g ü esa» , 1, p. 13. 43. P lan o , en A ltadill, II, p. 501. El e sc u d o m u n i­ cipal c o n u n p u e n te en e fecto . 4 4 . H o ja 143. 45- A p a re c e ya en la d o n a c ió n a L eire, ya citada, h e c h a p o r S an ch o R am írez e n 1085. « C atálo g o del A rch iv o G e n e ra l» , I, p. 41 (n .° 8). 4 6 . D ic c io n a rio d e 1802, II, p. 4 4 8 , b. 47. Je s ú s L o re n z o O ta z u , o p . cit. II, p. 29. 48. P lan o en A ltadill, II, p. 3 9 0 , con el sello m u n icip al. Je s ú s L o ren zo O ta z u , o p . cit., I, p p . 2 5 -2 6 . 4 9 . Je s ú s L o re n z o O ta z u , o p . cit. I, p. 27. 50. D ic c io n a rio d e 1802, I, p. 2 9 9 , a. 51. « C a rtu la rio d e S iresa» , ed . A n to n io U b ie to A rte ta (V alencia, 1960), p. 2 4 (n .° 6). 52. E n el « C a rtu la rio d e l A rch iv o cate d ral d e P am p lo n a» , I. p. 185 (n .° 7 8 0 ), e n un d o c u m e n to d e 1288 se hace re fe re n c ia al « cam p o llam ad o d el R oncal en el té rm in o d e U n castillo » . 53. «C atálo g o d e l A rc h iv o G e n e ra l» , 1. p p . 8 -9 (n.° 8). 54. A n o ta d o e n la h o ja 143. 55- P lano e n A ltad ill, 11, p. 4 5 2 . 56. D iccio n a rio d e 1 8 0 2 , II, p. 2 7 9 , a. 57. Je s ú s L o ren zo O taz u , o p . cit. II, p. 20. 58. P u e n te co n la c ab eza d el re y m o ro . 59. D iccio n a rio d e 1 8 0 2 , II, p. 4 1 6 , b. 60. A ltad ill, II, p. 4 8 3 , p la n o y escu d o . 61. M ad o z, X V , p. 2 3 2 , b. 62. Je s ú s L o re n z o O ta z u , o p . cit., II, p. 27. 63. C aro B aro ja , « E tn o g rafía h istó ric a d e N a v a ­ rra», 111, pp. 3 7 8 -3 8 4 . 64. H o ja s 117 y 118 d e l m ap a citad o . P lan o en A ltadill, II, p. 402 . 65. D ic c io n a rio d e 1 8 0 2 , I, p. 3 8 7 , b. 66. «C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , I, p. 2 2 8 (n.° 492). 67. « C atálo g o d e l A rch iv o G e n e ra l» , III, p. 285 (n.° 731). O rd e n d e q u e los d em á s ro n caleses les ayuden e n ellas, d e 1361. 68. D iccio n a rio d e 1802, I. p. 3 8 8 , a. 69. « C atálo g o d e l A rch iv o g e n e ra l» X X X V II I p. 2 9 0 (n .° 8 6 1 ). P o r o tr o d o c u m e n to d e n o v ie m b re d e 1427 se sabe q u e los v ecin o s q u e d a ro n e n tra n c e d e te n e r q u e m a rch a rse del re in o , « C atálo g o ...» cit. X X X V II, p, 355 (n .° 96 8 ). Y anguas « D icc io n a rio de an tig ü ed ad es» , II, p. 9 8 se re fie re a la « p estile n cia d e fuego». 70. M adoz, IX , p. 4 5 3 , a. E x isten e n to n c e s (1 8 4 7 ) d o s m o lin o s, b atán , fáb rica d e p e in e s, o tr a d e p a ñ o s o rd in a rio s, u n a sierra d e m a d e ra y tabla. Los n o m b re s q u e sig u en d e H u e sc a (Isabal) y d e L érid a (Isa b a rre ) p u e d e n se r co m p a ra d o s co n p ro v e c h o co n el en ig m á ­ tico d e Isaba. 71. A ltadill, II, p. 403. 72. O p . cit. I, p. 29. 73. A ltadill, II, p. 4 0 3 . 74. A lgunas llevan, ad em ás, u n a o d o s rosáceas o u n a m ed ia luna. 75. E sto rn é s, op. cit. p. 90; « A h o ra se e m p ie z a a c o n stru ir viviendas d e e stilo v asco ...» , e n c o n tra ste con las a n te rio re s. 76. D ic c io n a rio d e 1 .8 0 2 , II. p. 4 2 5 , b. 77. M adoz, X V , p. 2 5 1 , a-b. 78. A ltadill, II, p. 4 9 4 y J o s é L o re n z o O ta z u , op. cit. II, p. 27. 79. P lano en A ltadill, II, p. 4 9 4 . 80. «La casa p o p u la r e n E spaña» (M a d rid , 1930), p. 35: en la p. 36 la casa p a rro q u ia l e n el R oncal. 81. G arcía M ercad al, o p . cit. p p . 4 0 -4 3 , c o n d i­ b u jo d e casa d e H e c h o . B u e n a co le c c ió n d e fo to s sin n u m e ra r. 82. Jo s é G a rc ía M ercad al, « D e l llan o a las c u m ­ b re s (P irin e o s d e A rag ó n )» (M ad rid , 1923) pp. 169171, 2 3 6 -2 3 8 , etc. 83. «La casa alto arag o n esa» (M a d rid , 1919). 84. «La v iv ien d a p o p u la r e n E sp añ a», e n «Fol­ k lo re y c o stu m b re s d e E sp añ a» , III, p p . 3 4 8 -3 5 6 . 85. «La casa N a v a rra » , p p . 1 74-181 c o n m ap a y fotos. 86. «Les m o d e s d e vie d an s les P y ré n é e s atlan tiq u e s o rie n ta le s» , pp. 6 2 2 -6 8 3 , las pp. 6 4 1 -6 4 6 e s p e ­ cialm en te. 87. B e rg m a n n , op. cit. pp. 8 - 10. 263 264 266 Fig. 2 9 8 .- V is ta general de Vidangnz. Fig. 2 9 9 .-C asas de Vidangnz. Fig. 3 0 0 ,-C a sa de Vidangnz. Fig. 3 01.-Casa de Garde. 267 302 Fig. 3 0 2 ,-C a sa s de Garde. Fig. 3 0 3 -P ied ra de Garde. Fig. 3 0 4 .-P lazuela de Ronca!, antes de la reforma. 268 269 270 271 272 Fig. 1 0 9 .-C a sa López. Roncal. Fig. M O .- E l puente de U rzaincjui. Fig. 3 1 1 - V is ta de U rza in q u i. 273 274 275 276 277 Fig. 321 .-Campo de Belagua. Fig. 3 2 2 - V i s t a general de U ztarroz. Fig. 3 2 3 - V is ta general de U ztarroz. Fig. 3 2 4 -R in c ó n de U ztarroz. Fig. 3 2 5 -O tra vista de U ztarroz. 321 322 278 279 C A P IT U L O X II EL V A LLE DE SA L A Z A R 1) 2) 3) 4) A lgunos rasgos generales. El núcleo de G allués, con U scarrés, Iciz e Izal. El núcleo de Güesa, Igal y R ipalda. El núcleo central: Sarriés, Ibilcieta, Esparza, Oronz y Ezcaroz. 5) O chagavía, Jau rrieta e Izalzu. El valle d e Salazar, acerca del q u e se ha escrito b astan te en los últim os años \ d e ­ jando aparte los datos fu n d am en tlaes q u e se hallan en las obras aquí m ás usadas sobre N avarra, es co n o cid o com o e n tid a d fisiográfica y adm inistrativa d e sd e épocas rem o tas de la Edad M edia, en q u e h u b o d e te n e r un significado defen siv o m uy fu e rte , para ciertas com unidades. Se c o n sid era g em elo al de R oncal y d e sd e el p u n to d e vista d e la h id ro ­ grafía p u e d e decirse q u e, co m o aquél, está d e te rm in a d o p o r la c o rrie n te de un río, aflu en te del A ragón, con los arro y o s y ba­ rrancos q u e llevan a él sus aguas. E ste río se llam a com o el valle y acaso le dio no m b re. P ero d e sd e el p u n to de vista del clim a p u e d e p ercib irse, so b re to d o al N o r te , una m ayor influencia atlántica q u e en el R oncal, y en los p u e b lo s del S ur se p e rc ib e tam b ién una ligera variación d e clim a, p arecid a a la que se o b serv a en B urgui con relación a las villas roncalesas d e m ás al N o rte . El n o m b re del valle a p rim e ra vista p arece de significado claro, d e sco m p o n ién d o lo en «sala» y «zar» y c o n sid e rán d o lo com o paralelo a «Salaberri». «Sala» y «Salle» en el o tro lado del P irineo son palabras d e uso m uy com ún, p ara indicar m ansiones 2. Sin em b arg o , p u e d e q u e el q u e se haya fijado e ste n o m b re co m o h ay se da, se d e b a a una etim ología p o p u lar relativ am en te m o ­ d ern a, p o rq u e hasta el siglo X IV , p o r lo m enos, se registran form as d istintas y varia­ das, com o: 1.° U n m o n aste rio «Serasiensis» en la carta de San Eulogio 3. 2.° «Saraso» en 9 8 1 , según Id o ate 4. 3.° «Sarasaz» en 1042 5. 4.° M o re t indica - p o r o tra p a r te - q u e el río q u e da el n o m b re al valle es el «Sarasazo» o «Sarasaz» y q u e hasta su é p o ca se usaba la fo rm a «sarazencos» para designar a sus habi­ tantes, y no «salacencos» 6. 5.° En las nóm inas reales del códice de R oda aparece ya «Salerazo», com o tie rra en q u e actúan los «B elescones» o «B elascones», 7 en las p rim eras décadas del siglo X. Se ha d e fe n d id o la tesis d e q u e varios tex to s árabes q u e se re fie re n a los «Sarataniyyin» hay q u e in te rp re ta rlo s com o alusivos a los salacencos 8. H ay q u e a d v ertir, sin em bargo, q u e en textos m uy im p o rta n tes relativos a la «M arca S u p e rio r» , com o el d e A l-U dri, una tie rra llam ada «Sartániya», co m p re n d ía el castillo de A lquezar 9. «Sarasazu» sería un abundancial d e «sarats», sauce, árbol q u e da m uchos to p ó n im o s navarros; en castellano, salceda, sauceda o salcedo («salictum » o «salicetum » en latín). 283 Fig. 3 2 6 - M a p a del valle de S a la za r con sus cañadas ganaderas. 284 H ay q u e a d v e rtir q u e fo rm a parecida, «Sarasso», se d o c u m e n ta tam b ién en el p a rtid o de Jaca en 1054 10. «Sarasaz» aparece en d o c u m e n to d e 1264 11, com o una «tenencia» y antes, tam bién , com o tie rra d o m in ad a p o r p erso n a destacada en la m o n arq u ía navarra. En 1287 se ve q ue, com o el R oncal, co nstituye u n a «am irantia» 12. Se le da una extensión d e 2 1 .7 7 6 ,0 5 hectáreas a las q u e se añaden las 7 .5 4 2 ,6 3 de la selva y m o n te del Irati 13 y su organización adm inistrativa ha e x p e rim e n tad o sensibles cam bios e n el trá n ­ sito de la Edad M ed ia a la Edad M o d ern a. A fines de la M edia es co n ocido com o valle de las m ontañas p o r an to n o m asia 14, p o b lad o p o r bastantes m alh ech o res 15, q u e ap ro v isio ­ naba de acém ilas 16 y d e soldados a los re ­ yes 17. Es tie rra d e vacadas y en ella se da un p e rso n a je m uy característico d e ciertas zonas pirenaicas y alpinas: el « señ o r de cabañas», com o lo eran A rnalt O c h o a de Lavari y o tro s q u e en 1358 fu e ro n p reso s p o r el se ñ o r de Iru m b e rri 18. P e ro adem ás d e ganado vacuno se d o c u m e n ta la existencia del lanar 19. Son conocidas las luchas p o r d isfru te d e pastos de los salacencos con los «baratones» 20 y más todavía con los aezcoanos, de las q u e da c u enta un d o c u m e n to sin fecha segura, p e ro de la época d e Sancho el F u erte, en q u e se dispuso cesasen. La p e n a «pecuniaria» (en el más e stric to se n tid o d e la palabra) de 500 bueyes a los q u e en lo fu tu ro fu eran p rim ero s agresores, d e n o ta la im p o rtan cia q u e ten ía allí el ganado bovino 21. M ás tard e (1 2 3 7 ), com o no o b e d e c ie ro n ni un o s ni o tro s, se les privó del té rm in o p o r el q u e m ás luchaban, q u e era el de Z azaoz y el rey fu n d ó en él Castielnuevo o C asteln o v o 22. Los apeos dan cu en ta d e los p o blados q u e lo co n stitu ían , con alguna variante. La «peita d e Sarasaiz» en c o n ju n to apa­ rece e n 12 8 0 23. «Valí d e Sarazas» en 1350 24. En 1366 consta de «O chagavia», con tre in ta y siete fuegos, «Ezcaroz» con diez y seis, « Y au rrieta» , con diez y o cho, «O ronz» con nueve, «E sparfa» con diez, « H iv ilfeta» con siete, «Sarries» con o cho, «R ipalda», sin nada, «G üesa» con cinco, «Ygal» con trece, «Y fayl» con once, «Y erz» con cinco, «G ayllues» con tres, « U scarres» con siete, y «C anales» sin nada 25. En 1466 siguen siendo quince villas, com o d e sp u és 26, de las cuales O chagavia siem p re es la m ás p opulosa. P ero la nóm ina varía de esta su erte: Esparza, Escaroz o Ezcaroz, G allués, G a rru é s, G ü esa, Ibilcieta, Igal, Izal, Izalzu, Iziz, J a u rrie ta , O chagavia, O ro n z u O ro n o z , R ipalda y U scarrés. Estos núcleos se agrupan del m o d o siguiente, 1.°) U n núcleo con m unicipio p ro p io es el de O chagavia. 2.° O tro es el d e E rra rte a con J a u rrie ta , Ezcároz y Esparza. 3-°) O tro A tabea, con O ro n z y G allués (q u e agrupa a Iciz, U scarrés e Izal) G ü esa (con Igal y R ipalda) y Sarriés (con Ibilcieta) e Izalzu. La división p arece arbitraria 27. La m ayoría de los núcleos se hallan p ró ­ xim os al cauce fluvial y se o rd e n a n tam b ién en función de una ru ta ganadera, d e una cañada e je que em pieza con dos ram ales al N o ro e s te de O chagavia y al E ste d e Izalzu. D e O chagavia baja a Ezcároz, d e ja n d o a J a u ­ rrie ta al Este, d esp u és a O ro n z y d e aquí a Esparza. Luego pasa e n tre Ibilcieta y Sarriés, de allí va a G üesa; G allués e Iciz q u e d a n a dos lados y al fin sale del valle d e sp u és de U scarrés, a U stés y N avascués. El p u e b lo m ás ap artad o de ella, al Este, es Igal y al O e s te Izal, a la altura d e G ü e sa po co m ás o m enos (fig. 326). Esta cañada se d o c u m e n ta en un re c o n o ­ cim ien to de los térm in o s del valle h ech o el 1 de junio de 1379 p o r los «viellos», com o h o m b res de m ayor autoridad y en él tam bién se habla de la tie rra de «Sarasaz» y aun «Sarasat». Los ram ales q u e c o n d u c en a ella y de allí al Sur, ru m b o a la B ard en a son las q u e se llam an «alchom bidea», cam inos d e alza­ da 28. Es difícil precisar si los asen tam ien to s actuales son a n te rio re s o p o ste rio re s a la ca­ ñada o s i . se crearo n sim u ltán eam en te. D e todas m aneras, hay algunas iglesias salacencas conocidas en fecha m uy rem o ta. En la carta de San Eulogio en q u e se alude a su visita a U rdaspal, antes c ita d a 29, hay refe re n c ia al m o n aste rio y abad de Igal y algo m ás de dos siglos d esp u és, en 1085, vuelve a ap a re c er e ste m o n asterio en una do n ació n q u e p ro ­ duce litigio, p o rq u e el rey Sancho R am írez lo da a Leire y un caballero lin aju d o co n sid era q u e e ra de su p a tro n a to . El rey co n firm ó su donación 30. En ella hay referen cia, adem ás, a un palacio de Iciz, a la iglesia d e H u e sa (G üesa) y a un corral en el p u e rto de A bodi. Son fiadores un tío del rey y D o n Iñigo F o rtú ñ ez d e «Sarasaz» 31. Es e v id e n te, p u es, q u e a fines del siglo X I la organización e c o ­ nóm ica del te rrito rio estaba ya b astan te fi­ 285 jada: reyes, m agnates, m o n je s se rep a rtía n b ien es re p re se n ta d o s, so b re to d o , p o r el ga­ nado; las ex p lotaciones eclesiásticas eran ya viejas y es p ro b a b le -c o m o va in d ic a d o - q u e el valle en tiem p o s de in seguridad fu era re fu ­ gio de m ayor población. E sta p arece q u e d e c re c e d e co n tin u o . Id o ate da un estadillo, según el cual en 1786 el valle e n c o n ju n to co n tab a con 3.993 h ab itan tes y en 1930 con 3.443 32. D a to s m ás m o d e rn o s refu e rz a n la im p resió n d e decadencia. Si d e 1900 a 1.960 la población va de 3.5 0 0 a 3 .0 0 0 h ab itantes, a p ro x im a d a m e n te , en 1 9 7 0 se re g istra n 2.6 1 4 y e n 1975 hay 2 .2 7 4 33. P o r o tra p arte, en la Edad M edia final se señalan oscilaciones sensibles, debidas a causas d ife ren te s. En 1366 la totalidad d e los vecinos del valle es d e 184. H acia 1400 se afirm a q u e llegan a 536 y en 1427 hay u n a baja a 327. El valle, co n stitu id o p o r tre s « q u iñ o n es» , tien e com o e x p re sió n d e los in te rese s c o m u ­ nes, u n a «Junta g en eral» q u e se ce le b ra en Ezcaroz en la últim a q u in ce n a d e cada tri­ m estre para co n serv ar, so b re to d o , lo q u e se llam a d o m in io «concellar» o com unal. Esta ju n ta en o tro tie m p o aten d ía tam b ién cues­ tiones m ilitares y, com o se ha visto en rela­ ción con o tro s valles p iren aico s, no sólo había un alcalde m ayor sino tam b ién un «capitán a g u e rra » , eleg id o p o r los tres q u iñ o n es 34. El valle tie n e hidalguía colectiva. B lasón colectivo tam bién. La hidalguía es m ás m o ­ d e rn a q u e la de los roncaleses y baztaneses y se d e b e a q u e los salacencos e stu v ie ro n e n el b an d o d e D o n j u á n II, fre n te a su hijo. D a ta de 1462 y es co n firm ad a e n 1469. C o n ella van exenciones. P e ro los n o bles antiguos lu­ ch aron, com o en el B aztán, c o n tra la s u p re ­ sión d e sus privilegios y en cierto s aspectos la «g en te principal» p ro c u ró seguir d ife re n ­ ciada. El escu d o colectivo se p idió e n 1564, con la o p osición de los hidalgos antiguos. Fue co n ced id o p o r F elipe II, en 1566 y está c o n stitu id o p o r un lobo de sable, ceb ad o en un c o rd e ro de plata, c o rn u d o y p e z u ñ ad o de o ro , en cam po de gules 35. E ste escu d o se ve en algunas casas, a u n q u e no con la a b u n d a n ­ cia con q u e se p ro d ig a el del B aztán o el del R oncal. E xam inem os ah o ra la fisonom ía de cada núcleo u rb an o ; fisonom ía m ás desigual tam ­ bién q u e la de aquellos o tro s dos valles fro n terizo s. Fig. 32 7 .-C asa gótica de Iciz. Interpretación. 286 II E n tra n d o en el valle d e Salazar p o r el Sur, p or el alm iradío d e N avascués, hay, en la c a rretera, un p rim e r núcleo q u e es el de U scarrés. El paisaje es aún « p rep iren aico » y el p u e b lo p arecid o a los d e los valles co n ti­ guos hacia el O e ste. En 1802 se le dan v ein ­ titrés casas y 107 h a b ita n te s 36. D e ellas se consideraban distinguidas las de los C arvajal, Sastre y B arto lo m é. H o y , todavía, en el c o n ju n to , d ecaíd o , hay unas ruinas llam adas del «palacio» y u n a casa-torre. N o aparecen en las nóm inas de palacios m ás conocidas. En el c o n ju n to u rb an o los e le m en to s góticos ar­ m onizan con la iglesia d e estilo rom ánico m uy tard ío 37. Las fotos d e las figs. 332 y 333 nos dan una clásica im agen de c o n ju n to gótico, de casa sencilla, rectan g u lar del tipo estab lecid o en el capítulo segundo de la p a rte tercera. La de la fig. 334 d e o tro s e je m p la res parecidos más m o d ern o s. U scarrés, q u e está a la orilla oriental del río, c o m p re n d e en su té rm in o el d esp o b lad o de C anales q u e -c o m o se ha v isto - aparece en los censos antiguos. C ana­ les estaba al O e s te de U scarrés 38. U scarrés q u ed a a unos 6 3 6 m etro s de altura. c u atro red o n d e les y encim a o tro s dos a d o r­ nos circulares (foto d e la fig. 335). M ás ab u n d an tes son las d e Iciz o Iziz, de tipo p arecido, c o n c re ta m e n te la gótica d e las fotos de las figs. 336, 337 y 338, unida a o tro cu e rp o , en form a de L, q u e a u n q u e ha sido b á rb a ra m e n te tratada, es u n o d e los e je m p la ­ res m ás curiosos del tipo antes citado, e sta ­ blecido en el capítulo II, § de la te rc e ra p arte. P arece q u e la fachada tuvo la p u e rta ojival q u e subsiste al lado izq u ierd o , según se m ira y o tro hueco m en o r al d e re c h o y encim a las ventanas, con arcos tam b ién g ó ticos am ainelados no de dos sino d e tres ojivas. U n a v entana igual hay, cegada, en un flanco. La p a rte trasera se am plió con un c u e rp o q u e no q u ieb ra la línea. P u ed e p ensarse q u e en o rig en se a p a re ja ­ ría com o se indica en el d ib u jo d e la fig. 3 2 7 40. O tra casa gótica curiosa d e Iciz es la de la fo to d e la fig. 339 q u e conserva el arco de en trad a, h a b ién d o sele a b ie rto en el piso p rim e ro ventanas cuadradas re c ie n te m e n te y m ás arriba tie n e una galería de te ja d o p ro p io Poco m ás al N o r te , G allués está a 6 4 0 e Iciz al Este del río, a 675. D e G allués, si­ tuado al O e s te del m ism o río, hay un cam ino que co n d u ce a Izal, m e tid o en m o n te s y ya a 721 m etro s. Seguim os en p u e b lo s en que llam an la ate n c ió n algunas casas góticas tar­ días com o las de U rrau l, Lónguida, etc. G allués e Iciz q u e d a n casi a la m ism a latitud. G allués, cercano a un p u e n te , no tien e hoy a rrib a d e tre in ta y un habitantes; dos m en o s q u e en 1802, cu ando tam b ién se le asignan siete casas tan sólo 39. En G allués hay u n a casa g ó tica bastante curiosa, q u e acaso es o b ra del m ism o c a n te ro que c o n stru y ó o tra d e Iciz. En é sta la p u e rta ojival de e n tra d a q u e d a al c e n tro de la fa­ chada, en u n o d e los lados m ayores. Encim a, una v en tan a am ainelada ro ta p o r el cen tro . A m ano izq u ierd a o tra m e n o r, con tres ojivas y d e b a jo d e ella, p e ro algo m ás a la izq u ierd a o tra m uy larga q u e da a una cuadra. El o tro lado hace ju eg o no regular. En la p ied ra de clave del arco de la p u e rta hay u n a cruz con Fig. 3 2 8 ,-C a sa torre de Iciz. 287 reform ada. E ste c u e rp o se u n e a la izq u ierd a con o tro q u e se c o n stru y ó in d e p e n d ie n te ; to rre con un p alo m ar típico en las casas viejas e hidalgas d e to d a la zo n a m ed ia y e n c o n ­ ju n to da las siluetas d e los d ib u jo s d e las figs. 328, a y b 41. Al N o ro e s te d e G allués, fu era del río, q u e d a Izal, lin d an te con U rrau l A lto. Izal ten ía en 1802 v e in tic u a tro casas y 150 p e rs o n a s 42. Se halla e n u n a ladera y ha bajado d e h ab itan tes 43. T ie n e casas palacia­ nas 44. P e d ro de A zcárraga da el blasón de «el Palacio d e Yzal» 45. H ay allí varias casas góticas blasonadas con escudos distin to s, las cuales c o rre sp o n d e n a tipos q u e ya se han visto en los valles co ntiguos y se verán re p e ­ tidos y aún estilizados en el d e A rce. Las m ás sencillas c o rre sp o n d e al tip o estab lecid o en el capítulo II de la te rc e ra p a rte , de un g o ti­ cism o h u m ild e y severo, com o las d e las fotos de las figs. 342-344. En algunas se o b serv a un uso b astan te sabio d e las ventanas am aineladas, con arcos a p u n tad o s o conopiales. Los d e dovelas a gioso, del gó tico d e visto. e n tra d a son ojivales, con grandes veces y blasón o anagram a reli­ tip o q u e tam b ié n se re p ite en lo los valles vecinos, co m o ya se ha La vieja distinción de clases, q u e p ro cu ró d e sh ac e r la co n cesió n de la hidalguía colec­ tiva, nó se ha b o rra d o en las reliquias a rq u i­ tectónicas del pasado, p o rq u e , a u n q u e hoy todas las casas sean d e lab rad o res y p asto res, so bresalen algunas com o la d e «García-Labari», q u e es típ icam en te palaciana, gótica, con su to rre -p a lo m a r y a d h e rid o s cu erp o s p o s te r io r e s 46 (figs. 329-3 3 0 , 340 y 341). M en o s c o m p le ja la casa « Z u b iri» (fig. 331). El ritm o vital en el e x tre m o Sur del valle parece h ab erse paralizado a fines de la Edad M edia, cosa q u e no o c u rre al N o rte . 'KH 'H U U '] I i M A '" I *■ Fig. 329.-Casa «García-Labari». Iza!. 288 | El seg u n d o g ru p o d e p u e b lo s lo c o n stitu ­ y en G uesa, con Igal y R ipalda; p u e b lo s q ue, en esencia, e n tra n d e n tro del m ism o ciclo. El río a la altu ra de G ü esa c o rre a 657 m. y q u e d a a P o n ie n te del p u e b lo . A la o tra orilla, es decir, e n la occidental, está el p e ­ q u e ñ o c o n ju n to d e R ipalda, n o m b re d e scrip ­ tivo. A rran can d o d e G ü e sa hacia el E ste y siguiendo un a rro y o va el cam ino q u e co n ­ duce a Igal y de allí a V idangoz. Igal está a 6 9 4 m etro s, bajo cum bres. G ü esa en 1802 no da m ás q u e diez y seis casas y 92 h a b ita n te s 47. Es una cabeza de p u e n te 48 en sitio b astan te llano, con zona de cultivo espaciosa a lre d ed o r. P en san d o en la fo rm a « H u e sa » , ya dada, m edieval, p u e d e afirm arse q u e el n o m b re es ro m an ce; d e «fossa», q u e en castellano da «huesa» 49. D e sd e el p u n to d e vista a rq u itec tó n ic o , Igal es más in te resa n te q u e G üesa. Allí seguim os en p len o m u n d o gótico au n q u e ya se ha visto q u e la base del asen tam ien to está en un m o ­ n asterio q u e florecía a m ediados del siglo IX , anexionado luego a Leire 50. Igal en 1802 no co ntaba con m ás d e veintidós casas y 121 p erso n as 51. L uego au­ m e n tó algo co n tra lo q u e o c u rre p o r la zo­ na 52. En Igal hay varias casas góticas, d e tipos varios. U nas hum ildes, com o la d e las figs. 345 y 346. O tras, m ás señoriales, co m o la de la fo to d e la fig. 347, con p u e rta de e n tra d a ojival, una v en tan a am ainelada con arco trebolado, q u e se d iferen cia d e o tra con arcos conopiales. R ipalda se co n sid e ra q u e es un co to re ­ d o n d o y palacio d e cabo d e arm ería, con d o cu m en tació n vieja (1 6 2 1 , 1723, 1745). U n a fam ilia del m ism o n o m b re recib e co n ­ dad o y luego pasa a los V élaz d e M e d ra n o 54. En 1802 se co m p o n ía de dos casas co n vein­ ticinco p erso n as m ás un m o lin o y la iglesia de la A scensión 55. A lgunas casas cam pesinas m ás m o d ern a s d e n tro de sus p ro p o rc io n es exiguas acum ulan e le m en to s m uy fu ertes, d e tip o funcional, com o el h o rn o e x te rio r, las g ran d es ch im e­ neas y las galerías p ro teg id as en el lado del frío m ayor p o r tablas (fig. 348). P e ro en Igal hay tam b ién casas góticas d e b u e n d esarrollo; algún re sto d e to rre (la casa « T o rre a » ), y la casa «A rtuz-M alli» 53. IV El núcleo u rb an o central del valle es el c o n stitu id o p o r Sarriés e Ibilcieta m ás al Sur y O ro n z al N o rte . En realidad p u e d e afir­ m arse q u e la fisonom ía cam bia d e m o d o sen­ sible en Esparza, d o n d e la inclinación d e los tejad o s y o tro s ele m en to s c o n stru ctiv o s nos a d v ierten una m ayor p roxim idad al P irineo. En la h o ja 117 vem os q u e el nivel del río sube d e 6 5 6 m etro s e n Sarriés a 702 en Esparza, q u e en Ezcaroz son ya 746 y en O chagavía 765. Izalzu q u e d a m ás alto aún: a 809. El p u e b lo q u e q u e d a en elevación m á­ xim a d e n tro del valle es Ja u rrie ta: a 942. Las variaciones de la co n stru cció n según la altura son paralelas a las del R oncal, hasta c ie rto p u n to . Así Sarriés todavía tien e casas q u e form an nú cleo co m p acto al E ste del río, so b re la c a rre te ra q u e en algún caso incluso re c u e rd an a las de la m o n ta ñ a atlántica p o r lo poco inclinado del teja d o a dos aguas co m o la m ism a q u e q u e d a a la e n tra d a y lleva el n o m b re del p u e b lo 56; ancha fachada con tres huecos, p u e rta g ran d e cen tral y tres altos. T e ja d o a dos aguas d e suave inclinación com o va dicho. En cam bio, o tro s e le m en to s, com o e m p e d rad o s d e las calles en cuesta y pasadi­ zos p o r un arco so b re calle, p are c e n más pro p io s d e núcleos com pactos m ás m erid io ­ nales 57. P ero en Sarriés ya hay tam b ién casas d e tejad o s a cu atro aguas, d e p iñ ó n y teja plana claram en te pirenaicos 58, q u e no son los m ás ab u n d an tes, sin em bargo. 290 El casco del p u e b lo (fig. 349) se co m p o ­ nía d e diez y siete casas con 109 h abitantes en 180 2 59 y tam b ién está c o n stru id o en fu n ­ ción de un p u e n te q u e q u e d a al O e s te de él y al N o r te d e la d e sem b o c ad u ra d e un co rto cauce fluvial q u e da al Salazar 60, y q u e c o rre paralelo a un cam ino q u e co n d u ce a la vieja e rm ita d e N u e s tra S eñ o ra d e A rquilain. Lo g ó tic o no falta (fig. 350). M uy p o co m ás al N o r te d e Sarriés, Ibilcieta ocu p a u n a posi­ ción inversa. Es decir, q u e q u e d a en la m a r­ g en occidental del Salazar y tie n e un aflu en te de é ste flan q u eán d o le p o r el N o rte : el Zaldaña, q u e d iscu rre p o r angosturas. En Ibilcieta hay tam b ién p u e n te h ech o en función d e un antiguo paso cabañal. En 1802 se le asignan qu in ce casas con tre in ta y och o p e r­ sonas 61. H ay allí m ás casas d e te ja d o a cu atro aguas d e b astan te p e n d ie n te , com o la q u e tien e una p a re d q u e hace de fro n tó n . O tras sólidas d e p ied ra hechas en el siglo X V III, al m o d o co m ú n en la zona m edia, com o la llam ada casa Sarriés 62. La iglesia d e Sarriés aparece en la d o n ación d e S ancho R am írez de 1085; p e ro co m o «Sarres» 63. La d ip to n g ació n en m uchos n o m b re s de esta zona p arece ser un h ech o p ro v o cad o p o r el ro m an ce n av arro-aragonés fre n te al vasco. Los dos m o n te s q u e q u e d a n a los lados del Salazar, B e o te g u ía al Este, con 9 3 8 m e tro s y B e to ta e ñ a al O e ste , con 9 9 4 , m arcan la sepa­ ración de esto s dos p u e b lo s de o tro m ayor y m ás sep ten trio n al: Esparza d e Salazar situado en las dos m árg en es del río tam b ién en fun­ ción de un p u e n te 64. La p a rte m ás n u trid a es la occidental 65. En Esparza hay un trazado más c o m p lejo d e calles y m ás o m enos reg u ­ lar tam b ién c o n n o m b re s d e santos (Santa M aría, San T irso , Santa Lucía), d e orien tació n (N o rte , Sur) d e tam añ o o categoría (M ayor) y descriptivos vascos (M ayatzaldea, R ochapea). D os arroyos con flu y en allí tam b ién con el Salazar. Esparza en el ap eo d e 1366 es un núcleo m uy p e q u e ñ o , com o ya se ha visto, p u e sto q u e no da arrib a de diez fuegos. P ero así com o o tro s m ayores en to n c e s han q u e ­ dado estacionarios, E sparza a u m en ta sensi­ b lem en te d e la Edad M ed ia a la M o d e rn a , de su erte q u e e n el p e río d o final del A ntiguo R égim en, en 1802, se le dan cin cu en ta y nueve casas con 371 perso n as 66: 3 2 0 en 1972. En una m onografía m ás m o d e rn a esta cifra se reb a ja a 232 h ab itan tes q u e vivían en cincuenta y tres edificios, d e los cuales ca­ torce serían d e tres plantas 67. «Esparza» es un abundancial y vale tan to com o «espartal»; de «esparzua», q u e, según L acoizqueta, es tam bién la atocha 68. El barrio o ccidental de Esparza está en ladera, con la iglesia b astan te elevada, a u n q u e p o r encim a hay m ás casas. D e ellas algunas con tejad o s b astan te inclinados. O tras no. H acia el N o r te el caserío se ex tie n d e m ás p o r lo llano. El c o n ju n to u rb an o d e Esparza está m uy rem ozado. Las casas han sido revocadas y restauradas, d e su e rte q u e tie n e n un as­ p ecto d istin to al tradicional m ás observable en los q u iñ o n es del Sur. N o faltan eje m p la res en q u e se ven restos de p u e rta s y ventanas góticas. P o r e je m p lo la casa «S em beroiz» es d e las del tipo d e fa­ chada re c ta n g u la r69. O tras c o rre sp o n d e n a época m ás m o d ern a , con arcos d e m ed io p u n to y b u e n a cantería, com o la casa «Z ubiri» 70. En algunas se ve q u e los c o n stru c to res o p ro p ie tario s prim itivos q u isie ro n recalcar su condición d e p o se so re s d e la hidalguía colectiva, p o n ie n d o el escudo con el « lo b o y el c o rd e ro » . Así en las casas de «E cheverri», «R osanz», «M alitro» y «G uinda» 71. Acaso para h acer fre n te a los viejos palacianos, cu­ yos privilegios arrancan d e re m o ta época m e ­ dieval 72. El palacio de Esparza, viejísim o, q u e al fin p e rte n e c ió a los m arq u eses de B essolla, ten ía un blasón de arg en t con faja de gules, acom pañada de tres lobos d e sable, arm ados y lam pasados en gules, dos en jefe y u n o en p u n ta 73. H o y en la m ism a c a rre te ra se p u e d e v er lo q u e q u e d a de la casa pala­ ciana a la q u e se llama «El Palacio» p o r antonom asia, com o en otras partes. La silueta es pirenaica, la m asa p é tre a está rasgada p o r ventanas y balcones de distintas épocas 74. En la m ayor p a rte d e las casas d e Esparza la planta baja tie n e un zaguán, cuadras y leñera. Los pisos, sean uno o dos, se d istrib u y e n con arreglo a un sistem a co m ú n en la zo n a p ire ­ naica a p artir de una fecha. U n largo pasillo o c o rre d o r los atraviesa d e e x tre m o a e x tre m o y a los lados se abren p u e rta s a las habitacio­ nes distintas d e las cuales la cocina es la q u e n orm alm en te se usa m ás 75. A ún se c o n ser­ van algunos hogares con el fuego al c e n tro 76. Fuera del núcleo q u edan bastantes g ran e ro s de p ied ra sin rovocar, con tejados agudos a dos aguas, com o el d e «Belza» 77. C o m o en el resto del valle, disem inados en el térm in o hay tam bién bastantes bordas. N o m uy dis­ tan te d e Esparza q u ed a O ro n z q u e en algún tex to se escribe O ro n o z , p o r e je m p lo , en el diccionario de 1802, q u e le da veinticinco casas y 133 p e rs o n a s 78. H o y tien e m en o r población 79. Está situado e n una angostura, al Este del río, so b re la carretera. U n p u e n te , al N o rte , m arcaba el cam ino a Ja u rrie ta. Es p u eb lo tam bién m uy b lan q u ead o , con alguna casona dieciochesca d e am plias p ro p o rcio n es: de cinco huecos en la fachada d e tres altos. P o r e je m p lo la casa «Jabala» 80. M ás in terés acaso p re se n ta el c o n ju n to de Escaroz o Ezcaroz, q u e p u e d e co n sid erarse q u e es el p u e b lo m ás se p te n trio n al d e esta zona m edia. S iem pre so b re el río. T a m b ié n en el lado orien tal, con dos p u en tes: u n o q u e lleva a Ja u rrie ta y o tro q u e hace q u e la ca­ rre te ra general pase de aquí a O chagavía. Al lado occidental del Salazar, Escaroz com ienza siendo un p u e b lo calle, p o r el Sur. Luego hay un núcleo m ás c o m p lejo co n d icio n ad o en p a rte p o r los dos p u e n te s 81. H a sido p u e b lo considerable d e n tro del valle, p u e sto q u e en 1802 se le dan 4 7 9 personas en o c h e n ta y dos casas útiles. H ab ía adem ás dos a rru in a ­ das 82. C o m o en o tro s p u eb lo s en el río había un m olino y un batán. Escaroz ha a u m e n tad o d e población. En 1972 se le dan 555 habi­ tantes 83 y tam bién está m uy rem o zad o y con casas blanqueadas o nuevas. Los tejad o s ya son bastante p e n d ie n te s en c o n ju n to y hay bastantes de piñón a cu a tro aguas 84. A pesar d e las reform as, p u e d e n seguirse vien d o casas 291 d e esrilo gótico con el co n sab id o arco d e e n tra d a lateral d e g ran d es dovelas, con la v en tan a am ainelada encim a (figs. 351 y 352). A veces la refo rm a so b re la can tería lleva la fecha, com o en la fig. 353, en q u e hay una p u e rta rasgada en 1848, en fachada gótica, a la q u e luego se ha añadido un piso su p e rio r con balcón 85. T am b ién han sido refo rm ad as casas de can tería m uy p o ste rio re s, com o la d e la fig. 376. En algunas p u e rta s góticas, co m o la d e la casa d e la fo to d e la fig. 352, los em blem as m ísticos se co m b in an con el blasón fam iliar. O tras labras heráldicas son d e una rusticidad absoluta, com o la q u e lleva la fecha d e 1666 (fig. 355). S obresale p o r su p a rte la casa llam ada «M o rea» , gótica de base, co m o lo indica la p u e rta d e en tra d a, p e ro con dos pisos con ventanas q u e no están rasgadas en la can tería d e m o d o rústico, sino q u e p are c e n labradas p o r el c a n te ro q u e alzó los m u ro s 86. M orea es apellido del país. En el p ro to c o lo religioso la casa d e los «M orea» era p re c e ­ dida p o r la d e « Itu rriria » y lu eg o p o r la de «G o y en -Jau reg u i» y aun otras; alguna altera­ ción en este o rd e n dio lugar a p leito , p o r los años d e 16 19 87 (fig. 356). El palacio de « Itu rriria» subsiste con su blasón y el IH S en la d o v ela cen tral del arco d e e n tr a d a 88. Este es el q u e se llam a «palacio de Ezcaroz» p o r an to n o m asia y según el libro de A rm ería del siglo X V I « p o rta d ’E sp arfa y d e O ro n z » . Es c uartelado. E n los cuarteles p rim e ro y cuarto lleva lo q u e c o rre sp o n d e a Esparza, los tres lobos de sable con una faja d e gules, dos en jefe y uno en punta. En los cuarteles segundo y te rc e ro una cruz flo read a de o ro sobre g u l e s 89. En el p u e b lo hay todavía alguna casona m ás del X V III con c ie rto e m p a q u e 90. Fig. 3 3 1 -bis.-Crucero de Ocha gavia. 292 V D e to d o s los p u eb lo s salacencos el más nutrid o , p o p u lo so y p in to re sc o es, sin duda, O chagavía, q u e q u e d a ya al N o r te del valle y con un té rm in o co n sid erab le fro n te rizo . U n d o c u m e n to del 21 d e o c tu b re d e 1248 va refren d a d o p o r T e o b a ld o I «apud Oxagaviam» 91. p ro lo n g ació n la c a rre te ra d e Izalzu y hay adem ás otras transversales b astan te regulares asim ism o. El fro n tó n era o rig in a riam e n te de una p a re d , com o m uchos de N avarra. Al N o r te de O chagavía se alza el m o n te M usquilda d e 1.070 m etro s y en su falda so b re el p u e b lo q u ed a el santuario d e la V irgen 95. Luego aparece ya com o el núcleo m ayor del valle, según se ha visto y com o tal sigue. En 1802 ten ía 1.066 habitantes. P ero d u ra n te la g u e rra d e la R evolución q u e d ó d e stru id o su caserío en la p o rció n m ayor. D e 182 casas no q u e d a ro n m ás q u e veinticinco útiles y hubo de p ro c e d e rse a una rec o n stru c c ió n to ­ tal 92. M adoz indica q u e e n su tie m p o había 210 casas: una m unicipal nueva, o tra antigua, a la q u e se llam aba «el Palacio». T am b ién señala la existencia d e u n a to rre y d e o tro palacio del se ñ o r de E zp eru n 93. La población era de 1.312 habitantes. D e sp u é s bajó. Altadill da 1.077 y 1.097 en 1900. Las casas de O chagavía han llam ado la atención d e los geógrafos y a rq u itecto s d esd e hace tiem po. U rabayen estableció te n ié n d o ­ las e n c u e n ta una variedad d e casa pirenaica salacenca, q u e se distinguiría de la aezcoana al O e ste y la roncalesa al Este 96. La clasifica­ ción p arece dem asiado ro tu n d a . H e m o s de estab lecer una tipología m ás co m p leja, consi­ d e ra n d o , adem ás, q u e el caserío ha sufrido m uchas m odificaciones últim am en te. D e los tejad o s antiguos de tablilla no q u e d a o tro testim o n io q u e el de la iglesia. C o n sid era q u e de los 370 edificios q u e se cuentan hay 288 en el casco y los dem ás disem inados. La plan ta de O chagavía es in te ­ resante. D e N o r te a Sur, p o r u n a vega ro ­ deada de m o n te s c o rre el río Z ato y a al que en un p u n to p o r el E ste se le u n e el río A nduña, q u e v ien e de Izalzu. E ste es el que condiciona m ás la form a d e la villa. En efecto, sólo un flanco c o rto de ella q u e d a so b re el Z atoya, al E ste de su orilla y con un p u en te. El casco en su m ayor longitud se ex tien d e a los lados del A n d u ñ a q u e lleva u n a d ire c ­ ción N o rd e s te -S u d o e ste y so b re el q u e hay tres p u en tes: u n o más viejo. O tro s dos re h e ­ chos. O chagavía tie n e varios barrios con nom bres m uy significativos. El m enos d enso q u ed a a la orilla izq u ie rd a del río y m ás al Sur y se d e n o m in a U rrutia: el n o m b re p arece indicar ale jam ien to del núcleo originario. El o tro nú cleo tie n e una p a rte o rien tal, hacia Izalzu, q u e se llam a Irigoyen (lru g u ñ e antes), es decir la p a rte de arriba. A O c c id en te está la zona llam ada Irib arren : la m ás baja. P ró ­ xim o a la iglesia en alto está el b arrio de A rasanatea, d e la p a rro q u ia o la «abadía». Parece indicar un p ortillo. En el barrio de U rru tia están el fro n tó n y la plaza 54. H ay calles o alineaciones de casas reg u la­ res a las dos orillas. O tra , larga, tie n e com o P ero de los sólidos trabajos d e cantería, an terio res al incendio de la g u e rra de la C o n ­ vención, q u e d a más de un testim o n io . P or ejem p lo , la fo to d e la fig. 357, nos da idea de una fachada con arco de e n tra d a g ó tico d e once grandes dovelas, con anagram a m ístico al cen tro y dos ventanas am aineladas encim a: una de arcos conopiales, o tra d e ojivales, sencillos. V arias casas c u id ad o sam en te sep a­ radas e n tre sí, tien en arcos d e m ed io p u n to de estilo p o ste rio r, en calles con e m p e d ra d o de cantos largos y la p a rte más b aja al c e n tro (fig. 358). D esd e el p u n to d e vista tipológico gen eral m erced a los d ib u jo s y alzados de D o n M. Iñiguez y a las fotos se p u e d e n distinguir: 1.°) Casas de planta rectangular con una bajera, un piso y un desván. En la plan ta baja d e ellas está la p u e rta de e n tra d a a un lado y al o tro una ventana; esto en el lienzo m ás c o rto q u e da a la calle. La p u e rta da al zaguán rectan g u lar, q u e suele te n e r una cuadra en el lado de la v e n ­ tana. Al fo n d o , o tra u otras dos. El desván bajo un tejad o a cu atro aguas, con las dos alas largas laterales, con pocos huecos. En el piso hay un salón a la fachada, un d o rm ito rio y la cocina al fo n d o , o tro d o rm i­ to rio y un tra ste ro y el rec ib im ie n to con la escalera al m edio. D e e ste tip o es la casa del 293 «M aestro v iejo » , levantada p o r Iñiguez y la de la fo to de la fig. 359, a la q u e se le rasgó o tra ventana. O tras d e b u e n a p ied ra d e sillería en la fachada, tie n e n dos ventanas e n el piso en vez de una, arco de e n tra d a lateral y ningún o tro hueco en el b ajo , com o la casa « G oyene» (lám ina en color) 97. El te ja d o a cu atro aguas y la plan ta rectangular, con la fachada en uno de los lados m ás cortos. C on ven tan a m ayor sobre el arco y un ven tan illo la casa «Sarbide» del m ism o tipo, q u e tie n e un lado ex en to , con p u e rta sup lem en taria 98. 2.°) E ste m ism o tipo se desarro lla en casas q u e tie n e n dos ventanas en el p rim e r piso y dos p u e rta s al balcón del desván, com o la d e « A n to n io » , q u e d ib u jó el m ism o Iñ i­ guez, de teja d o a dos aguas. La p u e rta es gótica y la cuadra m u ch o m ás am plia, rec tan ­ gular. Las habitaciones de la plan ta p rim era son tam b ién m ás y de la escalera al fo n d o hay un largo pasillo con p u e rta s de distribución. D os salas a la fachada. A e ste tip o , sólo q u e con te ja d o a cu atro aguas y balcón c o rrid o con una sola p u e rta , c o rre sp o n d e asim ism o la casa « A n d rés» , estu d iad a tam b ién p o r Iñ i­ guez. En ella el hu eco del balcón está re m e ­ tido y la plan ta es rectangular, p e ro más ancha. La d istrib u ció n m uy sencilla. En b u en a p ied ra d e cantería, con balcón de h ie rro y alero m ás rico hay o tro eje m p la r d ib u ja d o siem p re p o r Iñiguez: el de la casa «M ancho». C on balcón c o rrid o en el p rim e r piso, a b ie rto p o r dos p u e rta s y balcones indi­ viduales en los dos huecos del seg u n d o y cantería en p a rte es la casa «R oyo». El teja d o agudo a cu atro aguas tam bién. Esta m ás larga y e stre ch a " . 3.°) Las casas m ás conocidas a través de publicaciones, son las de tip o palaciano de estilo dieciochesco, de fachada d e p ied ra si­ llar, tres huecos p o r banda, p u e rta de e n tra d a ♦- Casa «N icas» (Goyena). Ochagavia. al c e n tro , tres ventanas e n el p rim e r piso y ventanas o tres balcones en el seg u n d o (de m ayor desarro llo el central, fig. 360). En lo q u e m ás se distingue de los palacios d e la M o n tañ a atlántica o d e la zona central es e n el tejad o , m ás agudo y a cu atro aguas. E jem ­ plar típico es el de la casa « F ortuño» ju n to a la casa «M ancho», sobre el río y cerca d e uno d e los p u en tes. Esta es una casa cu adrada de planta, con un zaguán central rectan g u lar q u e da acceso a la escalera, tres cuadras laterales y una m ayor al fondo. En el p rim e r piso hay un recibidor, un salón central con dos alcobas a los lados y en la p a rte d e atrás la cocina, una sala y un d o rm ito rio . En la planta segunda hay un largo pasillo central, dos d o rm ito rio s a la fachada y dos alm acenes al fo n d o , con el h o rn o fren te a la escalera, al m edio. Los balcones los tien e en lo alto. D e estilo p a re ­ cido, sin balcones, es la casa «B ornas». T am ­ bién de p ied ra sillar bien labrada, p e ro con m ucho m enos fondo, d e su e rte que es rec­ tangular, con la fachada en el lado m ayor. T e ja d o tam bién a cu atro aguas 10°. Lujo en la sillería tien e tam b ién la casa «A rrosa», sólo de dos huecos y arco d e e n ­ trada a un lado. La distrib u ció n es com o la de las del tipo 2.°. Parece q u e en esta, serie, así com o en la casa «C o leto » , d e tres huecos y dos altos, p e ro m ás estrecha, in te rv in o la m ano de un m aestro c an tero q u e p u so e sp e ­ cial cuidado en la talla de algunas p ortadas q u e reflejan un co n o cim ien to de lo q u e ha­ cían los grandes m aestros del siglo X V II, a p artir de Felipe III. En O chagavia hay alguna casa con so p o r­ tal com o la de la fo to de la fig. 380, q u e, com o en o tro s casos, lo único q u e le da un carácter d istin to al de casas navarras con ar­ cos, de otras zonas, es el tejad o . N o faltan tam poco casas antiguas rehechas o ajustadas de m o d o irregular, com o la de «A sa», con cu atro huecos d e fachada, q u e en p rincipio d eb ió ser m en o r, estu d iad a tam b ién p o r Iñ i­ guez. O tras, com o la casa de « Z ubiri» 101, se han ajustado a irregularidades del te rre n o y el balcón lateral con teja d o p ro p io es de tipo más p arecid o a los q u e se e n c u e n tra n en zona m enos alta. H ay p o r últim o casas exentas, com o la casa «A tegui», con larga fachada con p ortal al m edio, sin o tro s huecos g ran d es en el bajo y cu atro ventanas irre g u la rm e n te co­ locadas en el piso seg u n d o , te ja d o a dos aguas y p u e rta s laterales 102. En algunas calles 295 se co n serv a la «arteka» (fig. 361) y hay e le ­ m en to s clásicos, com o el c ru c e ro q u e se re ­ p re se n ta en el d ib u jo de la fig. 331 -bis. Al S u d o este d e O chagavía, en la m ism a latitud que Escaroz, q u e d a J a u rrie ta , villa q u e en 1802 aparece con o c h e n ta y seis casas y 514 h a b ita n te s 103, 510 según A ltadill, con 156 edificios, de los cuales 105 q u e d a n en un n ú cleo u rb an o m uy d istin to al d e O chagavía, p o rq u e aquí las casas están b astan te dispersas y aisladas unas d e otras 104. En 1880 J a u rrie ta fue d e stru id a to ta l­ m e n te p o r un incendio, q u e, en gran p a rte se e x te n d ió p o rq u e la m ayoría d e los teja d o s de las casas eran de tablilla, com o q u e d a n to d a ­ vía e n algunas bordas. Para re c o n stru ir el p u e b lo se c e le b ró en San Sebastián un co n c ie rto en q u e particip a­ ro n artistas navarros. G ay arre, de R oncal; Sarasate, de P am plona; A rrieta, d e P u e n te la R eina; G u e lb e n zu , de Pam plona, y Zabalza, de Irurita. T a m b ié n alguno d e fuera, com o el m ae stro B arbieri. P arece q u e d e sd e esta é p o ca se utilizó m ás la te ja plana. En Ja u rrie ta se señalan varias calles a p esar de lo dicho ap arte de las plazas d e la iglesia y del «Pala­ cio» 105. Estas calles c o rre sp o n d e n m ás a nú­ cleos de población: La M ayor, la Llana, La B lanca, San P e d ro , La B aja, L aurtas y travesía d e Z abalea. Las casas d e J a u rrie ta , blancas, con el tec h o ro jo em p in ad o , m uchas a dos aguas sólo 106, conservan m uy p o co d e lo a n terio r. Al E ste d e O chagavía el n ú cleo m ás se p te n ­ trional del valle es el d e Izalzu, p u e b lo q u e e n 1802 tenía tre in ta y nu ev e casas útiles y c u atro arruinadas y 212 habitantes. A ltadill le asigna c u a re n ta y dos edificios e n el casco y tre in ta disem inados, con 180 h ab itan tes 107. Izalzu se d istrib u y e en dos b arrios, u n o al N o r te y o tro al S ur del A n d u ñ a, q u e en tre c h o c o rto es cruzado p o r dos p u e n te s. El b arrio sep te n trio n al se d istrib u y e a lo largo d e la c a rre te ra q u e va d e O chagavía al p u e ­ blo. El o tro en función de los dos p u e n te s y ju n to a u n o de los cuales está la plaza con el fro n tó n . Izalzu com o c o n cejo tuvo p leito s con Isaba en el siglo X IV 108. P e ro no p arece conservar algo de su caserío antiguo. Sin d u d a alguna, todavía en el valle son los p u e ­ blos decaídos d e la p a rte m erid io n al los que conservan las reliquias arq u itectó n icas m ás viejas y los pirenaicos los m ás rem o zad o s, p o r lo m ism o q u e han sufrido m ás de in ce n ­ dios. NOTAS. 1. D e sc rip c ió n ú til d e San J u a n C a ñ e te , «La fro n ­ te ra d e los P irin eo s o cc id e n ta le s» , p p . 107 - 125. M o n o g rafía p o s te rio r d e tip o h istó ric o , d e b id a a M a rtín D u q u e , «La co m u n id a d d e l V alle d e S alazar», (P a m ­ p lo n a, 1963). O tra d e Id o a te , «El valle d e Salazar», n .° 245 d e « T em as esp añ o les» (M ad rid , 1956). O tra p e ­ q u e ñ a d e ,Jo sé M .a J im e n o J u r ío , «V alle d e S alazar», n.° 135 d e « T em as de c u ltu ra p o p u la r» (P a m p lo n a , 1972) y las relativas a varios p e rs o n a je s y p u e b lo s d e l valle q u e lu eg o se citan. 2. V éase p a rte III, cap. III, § III. 3. M o re t, « In v e stig a c io n e s...» , p. 311 (lib ro II, cap. IV , § II, n.° 16). 4. «El V alle d e Salazar», p. 7, b. 5. M o re t, «A n n a les...» , p. 7 0 0 , a (lib. X III, cap. I, § V , n .° 53) d o n a c ió n d e L isabe a L eire. 296 6. M o re t, « In v e stig a c io n e s» , p. 2 9 0 (lib. II, cap. III, § 111, n .° 28). 7. Lacarra, « T ex to s d el c ó d ice d e R o d a» loe. cit. p. 2 3 6 (3 4 ), n .° 12. 8. M a rtín D u q u e , o p . cit. e n la n o ta 1. J im e n o J u r ío , « V alle d e S alazar», p. 7 le sigue. T a m b ié n « Itin e ra rio s p o r N a v arra » II, p. 120. 9. F e rn a n d o d e la G ra n ja , «La M arca S u p e rio r en la o b ra d e A l- U d ñ » , loe. cit. p. 75 (n .° 166). 10. C .S .J .P , II, p. 106 (n .° 111). 11. « C atálo g o d e los cartu la rio s re ale s» , p. 2 4 4 (n .° 4 8 9 ). Lo su sc rib e u n « te n e n te » , G il d e R ada. 12. « C atálo g o d el A rch iv o g e n e ra l» , I, p. 241 (n .° 525). 13. S an ju an C a ñ e te , o p . cit., p. 107. 14. « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , II, p p . 191 (n.° 4 7 6 ), 192 (4 7 8 ), visita d e 1352. 15 «C atálo g o d e l A rc h iv o G e n e ra l» , II, pp. 193194 (n .°s 4 8 2 y 4 8 4 ) 1352. 16. « C atálo g o d e l A rch iv o G e n e ra l» , II, p p . 2 2 3 224 (n .°s 561 - 562), 1353. 17. «C atálo g o d e l A rc h iv o G e n e ra l» , II, p. 225 (n.° 565). 18. « C atálo g o d e l A rch iv o G e n e ra l» , III, p p . 38 (n.° 86). 19. « C atálo g o del A rc h iv o G e n e ra l» , III, p p . 2 5 9 2 6 0 (n .° 669). 20. « C atálo g o d e l A rch iv o G e n e ra l» , III, p. 285 (n .° 731) 1361. 21. « C atálo g o d e los c a rtu la rio s rea le s» , p p . 80-81 (n.° 141). P u b licad o p o r M a rtín D u q u e , «La co m u n id a d del V alle d e Salazar», (P a m p lo n a , 1963), p. 102. C o m ­ párese c o n Y anguas, « D icc io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , III, p. 289. 22. « C atálo g o d e los c artu lario s re a le s» , p p . 182183 (n .° 364). 23. F. Z a b a lo , «El re g istro ...» , p. 67 (n .° 4 1 6 ) tie rra de av ena, p. 7 0 (n .° 4 7 7 ). R e p e tid a e n p. 143 (n .° Í9 1 5 ). 24. J. C arrasco P é re z , «La p o b la c ió n ...» p. 383 (n .° 39). 25. J. C arrasco P é re z , «La p o b la c ió n ...» , pp. 4 7 5 477 (n .° 2 8 9 -3 0 3 ). 26. Y anguas y M ira n d a , « D icc io n a rio d e a n tig ü e ­ dad es» , III, p. 289. 27. « Itin e ra rio s p o r N a v a rra » , II, p. 119, c. A ltadill, II, pp. 3 8 6 -3 8 8 , 3 9 4 , 395 d a b a o tra agru p ació n . 28. J u lio C aro B aro ja, « N o ta s d e E tn o g rafía nava­ rra» en « R ev ista de D ia le c to lo g ía y T ra d ic io n e s p o p u la ­ res» X X V III (1 9 7 2 ), p p . 19-25 en especial. T a m b ién en « E studios vascos V II, B aile, fam ilia y trab a jo » (San Sebastián, 1976), pp. 16 4 -1 7 3 . 29. C a p ítu lo a n te rio r, § III. 30. « C atálo g o del A rch iv o G e n e ra l» I, pp. 40-41 (n.°s 8 y 9). 31. E x trac to en M o re t, « A n n a le s» , II, p p . 150 a 152 a (lib ro X V , cap. III, § I, n .°s 2-4). 32. «El V alle d e S alazar», p. 4 , b. 33. « Itin e ra rio s p o r N a v a rra » , II, p. 121, a. 34. « Itin e ra rio s p o r N a v a rra » , II, p. 120, a. 35. Id o a te , «Los salacencos, su h id alg u ía y su e s­ cu d o » , e n « R in co n es d e la H isto ria d e N a v a rra » , I, pp. 64 -6 8 . P e d ro d e A zcarraga, fol. 107, 4 in d ica «los d e Salazar tra h e n tre c e e strellas d e o ro e n g u le s» , al fol 108, 2 o tr o d e «los d e Salazar», co n c u a tro estrellas. 36. D ic c io n a rio d e 1 8 0 2 , II, p. 4 2 0 , a. 37. « Itin e ra rio s p o r N a v a rra » , II, p. 121 b. C o n ­ ju n to e n M a n u e l Ilarri Z ab ala, « S alacencos d el siglo X V I» , n .° 3 1 6 d e « N a v a rra . T em a s d e c u ltu ra p o p u ­ lar», n.° 1 d e las páginas c e n trale s. I n te rio r d e l p u e b lo en la p o rta d a d e «S alacen co s d el siglo X V III» del m ism o, n .° 3 3 0 d e la m ism a co lecció n y e n «S alacencos d el siglo X IX » , n .° 3 3 2 ; n .° 3 d e las páginas c en trales. 38. En la h o ja 143 a p a re c e el río d e C anales hacia C e rré n c a n o , e n U rra u l A lto . El n ú cleo e sta b a al p ie del m o n te O leg ato . 39. D iccio n a rio d e 1802, I. p. 2 9 5 , b. P lan o en A ltadill, II, p. 386. 40. F o to e n M a n u e l Ilarri Z ab ala, «S alacencos del siglo X V I» , n .° 3 1 6 d e « N a v arra . T e m a s d e C u ltu ra p o p u la r» , la 6 d e las páginas cen tra les. 41. F o to s e n M an u e l Ilarri Z ab ala, « S alacencos del siglo X IX » , cit. fo to s n .°s 1 y 2 d e las páginas cen tra le s. E n «S alacencos d el siglo X V III» se d a c o m o «C asa J o rg e » . 4 2 . « D iccio n a rio d e 1 8 0 2 » , I, p. 3 9 1 , a. 4 3 . J im e n o J u r ío , e n p u b licació n d e 1 9 7 2 , le da 125. «V alle d e Salazar», p. 4. 4 4 . M a rtin en a , «P alacios cab o d e A rm e ría » , II, p. 16, a n o ta uno. 4 5 . Fol. 6 1 , 6. D istin to al d e « Izall» , c o m o Echalas fol. 120, 1. 4 6 . F o to d e c o n ju n to e n «S alacen cos d el siglo X V III» , n.° 1 d e las p áginas cen tra le s. E n «S alacen co s d el siglo X V II» , fo to 3 la casa « Z u b iri» , d e la serie g ótica. 47. D iccio n a rio d e 1802, I, p. 3 1 6 , b. 48. Plano d e A ltadill, II, p. 395. 4 9 . V ic e n te G arcía d e D ie g o , « D icc io n a rio e ti­ m o ló g ico » , p. 3 2 8 , b y n .° 2 8 9 2 (p. 771 a-b). H o y o . V éase la fo to d e c o n ju n to q u e d a J im e n o J u r ío «V alle d e Salazar», fre n te a la p. 17. 50. V ista g e n e ra l e n « Itin e ra rio s p o r N a v a rra » , II, p. 122. 51. D iccio n a rio d e 1802, 1, p. 3 7 1 , b. 52. J im e n o J u río , «V alle d e S alazar», p. 5 le da 140 h ab itan tes. 53- R e p ro d u c id a s en « S alacencos d el siglo X V II» , la p rim e ra e n la p o rta d a y fre n te a la p. 16. La seg u n d a en las páginas c e n tra le s e n co lo r, n .° 5. 54. M a rtin e n a , «P alacios cabo d e arm e ría » , II, p. 15. Y a esta b a e n el m a n u sc rito d e A zcárraga, en un fo lio q u e falta. 55. D ic cio n a rio d e 1 8 0 2 , II, p. 2 7 5 , a. 56. F o to e n «Salacencos d e l siglo X IX » , páginas cen tra les, n.° 5. 57. F o to en «Salacencos d el siglo X V II» , fre n te a la p. 17. 58. V ista g e n e ra l e n J im e n o J u río , «V alle d e Salazar», fre n te a la p. 17 C asa con te ja d o a c u a tro aguas en «S alacencos d el siglo X IX » , fre n te a la p. 17. V éase la fo to de la fig. 3 4 9 p ara el c o n ju n to y la d e la fig. 350, d e u n b ello e je m p la r g ó tico . 59. D icc io n a rio d e 1802, II. p. 3 6 0 , a. 60. P lano en A ltadill, II, p. 4 7 8 . 61. D iccio n a rio d e 1802, I. p. 368. 62. F o to e n «Salacencos d el siglo X V II» , p. 26. 63. « C atálog o del A rch iv o G e n e ra l» , I, p. 41 (n .° 8 ). 64. D e sd e S arriés al N o r te hay q u e c o n su lta r la h o ja 117 d el m ap a q u e g e n e ra lm e n te se usa. 65. P lano e n A ltadill, II, p. 374. 66. D ic c io n a rio d e 1 8 0 2 , I, p. 2 6 1 , a. 67. F rancisco B a rb e r A rre g u i, « E sp arza d e Salazar» , n .° 245 d e « N av arra. T e m a s d e C u ltu ra p o p u la r» , p. 10. 68. « D iccio n a rio d e los n o m b re s e u sk a ro s d e las p lan tas» , p. 171 (n .°s 7 9 5 -7 9 6 ). 69. F o to en «S alacencos d el siglo X V II» fre n te a la p. 16. 70. F o to en «S alacencos d e l siglo X V III» fre n te a la p. 16. 71. B a rb e r A rre g u i, «E sp arza d e S alazar», p. 10. 72. D a to s a b u n d a n te s e n B a rb e r, o p . cit. p p . 13 16. 73. M a rtin e n a , «P alacios cabo d e a rm e ría » , II, p. 15. 74. F o to e n «S alacencos d el siglo X V I» fre n te a la 297 p. 17. 75. B a rb e r, «E sp arza d e Salazar», p. 10. 76. F o to d e in te rio r d e co cin a e n «S alacen co s del siglo X V II» , p. 13. 77. F o to e n «Salacencos d e l siglo X V II» , fre n te a la p. 17. 78. D iccio n a rio d e 1 8 0 2 , II, p. 2 1 2 , b. 79. 130 seg ú n J im e n o J u r ío , «V alle d e Salazar», p. 6. 80. F o to e n «S alacencos d e l siglo X IX » , fre n te a la p. 16. 81. P lano e n A ltadill, II, p. 374. 82. D iccio n a rio d e 1 8 0 2 , I, p. 2 5 8 , b. 83. J im e n o J u río , «V alle d e S alazar», p. 6. 84. V ista g e n e ra l e n la p o rta d a d e l c ita d o fo lle to d e J im e n o J u río . O tra e n « S alacencos d e l siglo X V I» , a las páginas c e n tra le s, n .° 3. 85. C asa d e E sparza, «S alacen co s d e l siglo X V II» , P . 13. 86. F o to e n «S alacencos d el siglo X V II» , fre n te a la p. 17. 87. «S alacencos d el siglo X V II » , pp. 2 1 -2 5 . 88. F otos en « S alacencos d el siglo X V II» , p p . 23-24. 89. M a rtin en a , «P alacios cab o d e a rm e ría » , II, pp. 15-16. En A zcárraga, fol. 71, 1: «El Palacio d e E zcaroz llam ado d e Y tu rriria lleb a d e sp a rz a y O ro n z » . 90. F o to en «S alacencos d el siglo X V II» , p. 16. 91- «C atálo g o d e l A rch iv o G e n e ra l» , I, p. 140 (n .° 2 6 6 ), «C atálo g o d e los C a rt. re a les» , p. 2 1 7 (n .° 4 2 9 ). 92. D iccio n a rio d e 1802, II, p. 172, a. 93. M adoz X II, p. 2 1 4 , b. 94. P lano en A ltadill, II, p. 4 3 7 . 95. F o to s c o lo re a d a s e n el fo lle to d e J im e n o J u río , «O chag avía», n.° 148 d e « N a v a rra , tem as d e c u ltu ra p o p u la r» (P a m p lo n a , 1972). D e sc rip c ió n e n las p p . 5 - 8. 96. «La casa n av arra» , p. 181. 9 7 . F o to e n « S alacencos d e l siglo X IX » , fre n te a la p. 17. 98. F o to e n « S alacencos d e l siglo X V II I» , fre n te a la p. 16. 99- F o to e n « S alacencos d e l siglo X V I» , fre n te a la p. 16, d e b a jo la casa « Iria rte » d e O c h ag av ía tam b ién . E n O ch ag av ía h ab ía d o s palacios: el d e « U rru tia » , p ro ­ p io d e la villa, q u e te n ía u n e sc u d o d e azu r y un c re c ie n te d e p la ta co n e stre lla d e o ro , y el d e « Iria rte » , co n u n e sc u d o d e a z u r y u n c re c ie n te ra n v e rsa d o d e p lata a c o m p a ñ a d o d e tre s e strellas. M a rtin e n a , «P ala­ cios cab o d e a rm e ría » , p. 15. El se g u n d o , en P e d ro d e A zcárrag a, fol. 2 3 , 3100. La casa d e « A re z e -R e ca ri» , d e sillería y tres h u ec o s co n arco ce n tral y te ja d o a c u a tro aguas tien e só lo u n alto. F o to e n «S alacen co s d el siglo X V I» fre n te a la p. 17. 101. F o to e n « S alacencos d el siglo X V III» , fre n te a la p. 16. 102. F o to e n « S alacencos d e l Siglo X V III» , fre n te a la p. 17. 103. D ic c io n a rio d e 1802, I, p. 3 9 4 , b. 104. P lan o e n A ltad ill, II, p. 4 0 9 , c o n las o tras in fo rm ac io n es. 105. E scu d o d e g u le s co n u n águila ex p laz ad a d e o ro , M a rtin e n a , «P alacios cab o d e a rm e ría » , II, p. 15. A zcárraga, fols. 17, 6 y 2 4 , 5. 106. F o to e n « Itin e ra rio s p o r N a v a rra , II, p. 125. 107. P lano en A ltadill, II, p. 4 0 7 en in fo rm ac ió n ta m b ié n e n la p. 4 0 8 . 108. « C atá lo g o d e l A rch iv o G e n e ra l» , II, p. 30 (n .° 6 5 ), a ñ o 1336. Fig. 3 3 2 ,-C a s a gótica. Uscarrés. Fig. 33 3 -Puerta. Uscarrés. Fig. 334--Casas. Uscarrés. 298 333 332 i)' \ ly <*- 334 299 300 33,S 1 * " • v ., • ‘Ci S w k SK-r--i. t 'á f f e Srfc«ÍÉ; F /g . 3 3 5 .-C a sa gótica. Gallués. F /g . 3 3 6 .-C a sa gótica. Iciz. Fig. 3 3 7 .-C a s a gótica. Iciz. flanco. Fig. 3 3 8 ,-C a sa gótica. Iciz. puerta. 339 Fig. 3 3 9 .-C a sa reformada. Iciz. 301 Fig. 3 4 0 .-C a sa «Garcta-Labari». Iza/, Fig. 3 4 I .-C a s a «G arcia-Labari». Izal. Fig. 3 4 2 .-C a sa gòtica. Izal. Fig. 3 4 3 .-C a sa gòtica. Iza!. Fig. 3 4 4 .-C a sa gótica. Izal. 302 303 304 348 347 Fig. 3 4 5 .-C asas de ¡gal. Fig. 3 4 6 .-C a sa gótica. Igal. Fig. 3 4 7 .-C a sa gòtica, ¡gal. Fig. 348,-C asa con horno exterior. 305 306 307 353 354 356 Fig. 3 5 3 -P u e r ta gótica. Fig. 3 5 4 --C a sa reformada. Ezcaroz. Fig. 3 5 5 -P uerta con talla. 16 6 6 . Ezcaroz. Fig. 3 5 6 .-C a sa «Morea». Ezcaroz. 357 Fig. 3 5 7 .-Casa gótica. Ocha gavia. 309 310 311 C A P IT U L O X III EL V A LLE DE A EZCO A B U R G U E T E , E SP IN A L , R O N C E SV A L L E S Y V A LC A R LO S 1) 2) 3) 4) 5) A lgunos rasgos generales del valle de Aezcoa. Orbaiceta, O rbara, Arive. A ria y Garralda. Villanueva, Garayoa y las Abaurreas. Burguete, Roncesvalles y Valcarlos. Al tratar de la repoblación del valle de Aibar, hecha al p a re c e r p o r un abad de San Ju a n de la Peña, p o r los años d e 1056, dice el Padre M o r e t q u e se realizó con g e n te d e «la valle de Aezcoa» y q u e e ste n o m b re significa en vasco «tierra áspera, peñascosa» 1. El caso es qu e el d o c u m e n to se refiere «ad eos qui v e n e ru n t d e Ezcua ad p o p u la tio n e m de Sancti Jacobi d e Aibare» 2. P u e d e q u e «Ezcua» sea un aragonesism o q u e c o n tribuya a explicar no m bres c o m o Esco o Escó, etc. C o m o uni­ dad equ ip a rad a a valle é sta d e Aézcoa, con varias grafías, se halla d o c u m e n ta d a en otros textos. En 1169 Sancho el Sabio concedió fueros a los d e «Aescuoa» 3. En 1205-1206, se da el reg lam ento pa ra solucionar las dife­ rencias e n tre los valles d e A ézcoa y Salazar 4. En 1307 se confirm an sus t u e r o s 5. En el d o c u m e n to tam b ié n se escribe «Aescuoa». En 1308 los aezcoanos son o b je to d e otras exenciones 6. Y aún hay d o c u m e n to s reales con referencia al valle de 1310 7 y 1319 8Más referencias hay todavía en los d e tipo estric tam e n te económ ico, con relación a co­ bro de pechas, c o m o la d e la caballería, qu e debía ser im p o rta n te a juzgar p o r cuentas de 1317 9. En 1280 aparece una c u e n ta global de la «peita d e Aezcoa» 10. En 1366 «A ezquoa» c u e n ta con «A rive», «O rbayceta», «Aria», «G arayoa», «O rb a ra » , «Y riverri», «A beurrea» y «G arralda», pue b lo s todos con bas­ tantes fuegos, c o m parados con las aldeas de más al Sur 11. La situación fronteriza hizo, sin duda, q u e los reyes tuvieran más en c u e n ta a estos súbditos q u e a otros. En 1462, al fin, Ju a n II les concedió la hidalguía colectiva, en consideración a los servicios qu e le hicieron en la lucha con los «rebeldes» y de sp u és se les confirm aron todos los privilegios 12. El escudo es colectivo tam bién (fig. 362). La determ inación del «valle» está c o ndicionada p o r los cursos fluviales. En el e x tre m o n o rte hay dos pueblos, O rb a ic e ta y O r b a ra s o b re el río Irati. Más al Sur, tam bién sobre el río, Arive. H acia el O este, Aria y G a rra ld a q u e ­ dan fuera del cauce del río y al Este Iriberri o Villanueva, G arayoa y A b a u rre a Alta y A baurrea Baja, tam bién fuera. Luego el Irati y el U rro b i condicionan la estru c tu ra del valle de A rce 13. Aézcoa era tam bién un alm iradío, c o m o Roncal y Salazar. Las relaciones con la g e n te de la otra vertien te del Pirineo, m uy cons­ tantes, a u n q u e no s ie m p re buenas. Los «P u e rto s G ran d es» en la fro n te ra con «Cisa» fu ero n concedidos p o r el rey a los aezcoanos en 1462, según el citado d o c u m e n to q u e alude tam bién a las q u em as y ro bos d e q u e fue o b je to el valle d u ra n te las g uerras civiles. La delim itación orogràfica del valle, tanto p o r el N o r te , c o m o p o r el Sur es clara. P e ro d e n tr o tam bién hay alturas im p o rta n te s 14. La fisonom ía de los p u e blos d e A ézcoa es sensi­ b le m e n te distinta a la d e los d e Salazar, in­ cluso los septentrionales 15. 315 II C o m o allí, sin e m bargo, los núcleos más septentrionales son los q u e p a re c e n haberse desarrollado más. El p r im e ro es O rbaiceta, a 765 m e tro s d e altura y e n la m arg e n occi­ dental del río en su p ro p o rc ió n mayor. En 1802 sólo c o n taba con tre in ta y cinco casas y 356 personas 16; p e ro c o n tra lo o c u rrid o en otros núcleos pirenaicos, subió sen sib lem e n te después, de suerte q u e M adoz, q u e le dedica un b u e n artículo, le asigna ya 527 y « se te n ta casas sólidas d e cal y canto con tejado de madera bien repartidas y espaciosas» 17. Se subraya d e lib e ra d a m e n te el h e c h o de q u e p o r los años de 1849 fuera el más c o m ú n el teja d o de tablilla de m ad e ra q u e hoy sólo se e n c u e n tra c o m o supervivencia en algún gra­ n e ro o almacén, en alguna b o rd a tam bién. T odavía a u m e n ta d espués la población. P o r ­ q u e Altadill da 559 almas con 114 casas en el núcleo u rb a n o y sesenta y dos edificios dise­ m inados; en la fábrica de armas había vein­ tiún edificios con treinta o cu p an tes y once edificios con s e te n ta y siete en el barrio de L arráun 18. Luego ha b ajado m u c h o al p a re ­ cer 19. Las casas del núcleo no observan un plan definido y m uchas tienen sus huertas contiguas. D e todas form as se distinguían tres calles principales: San P e d ro , M e n d ic o a y Rochapea. Y un p u e n te , al Este, daba acceso a un núcleo pe q u e ñ o . casa pirenaica p ro p ia d e A ézcoa e n q u e d o ­ m ina la cu b ie rta a dos aguas, más q u e la de a cuatro, con balcón p ro te g id o p o r el alero, en el piso p rim e ro , y casi siem pre blanqueada. Ilustraba la clasificación con una foto d e casa d e G ara y o a 23. P u e d e afirmarse q u e hay p r e ­ dom inancia d e este tipo, o de otro s parecidos (sin balcón, con más huecos, etc.); p e ro no faltan c a sa s 'c o n tejados a cuatro aguas, o a tres y aun « com puestos». El encalado q u e se da c o m o característico es, e n parte, cosa m o d ern a . P o r q u e hay casas de p ied ra d e sillería, con arco d e e n tra d a gótico típico, q u e han sido blanqueadas en épocas recientes sin duda, c o m o la d e la foto de la fig. 366. O tras d e más m o d e r n a factura conservaban aún cu a n d o se fotografiaron los tejados d e tablilla, c o m o la d e la foto de la fig. 367, q u e sería clásica de la zona, a u n q u e sin balcón en la fachada. Y en O rbaiceta, tam bién, nos e n c o n tram o s con los h ó rre o s sobre pilotes de tipo pirenaico q u e han sido o b je to d e tantas averiguaciones d e s d e hace cosa de sesenta años. O rb a ic e ta sufrió un incendio total el 22 de agosto de 1377. El d o c u m e n to q u e se refiere a él lo define c o m o «pestilencia de fuego, q u e D ios ha q u e rid o echar sentencia sobre eillos o p o r lures pecados». El p u e b lo tenía antes treinta casas y veintiséis « h o ­ rn o s» . Y anguas dice q u e esta palabra se re ­ fiere a bordas 20. P e ro c re o q u e se refiere específicam ente a lo q u e ahora se llama « h ó ­ rreo» c o m ú n m e n te e n castellano. Es decir, un g ra n e ro sobre pilotes, q u e , c o m o se verá, existe e n O rb a ic e ta y e n o tro s p u e b lo s del valle con variedad específica. Carlos II de N a v a rra co n trib u y ó con una lim osna a la rec onstrucción 21. A través d e esta d o c u m e n ta c ió n vamos siendo ya algunos rasgos distintivos d e O r ­ baiceta que, además, tuvo su consabido pala­ cio 22. H a b le m o s ahora de las casas e n parti­ cular. U ra b a y en distinguía u n a variedad de 316 Fig. 362.-C íave heráldica. Villanueva de Aézcoa. Las fotos d e las tigs. 368, 369 y 370, no nos dan clara idea de su e stru c tu ra y d e su relación con la c oncepción general de la casa, cosa q u e o c u rre tam bién con los h ó rre o s de otras zonas del país y del N o r t e d e la p e n ín ­ sula en g eneral 24. En to d o el valle abun d a n las casas d e tres plantas. En la p rim e ra q u e d a el zaguán, las cuadras y algún alm acén de útiles. En la se­ g u nda suele h a b e r un pasillo central con ha­ bitaciones a los lados: alcobas, sala y cocina. T a m b ié n en la tercera p u e d e ha b e r alguna habitación. P ero, e n general, c o m o en Salazar y Roncal, está el «sabayao» c o m o se dice en habla rom ance, «sabai» en el vasco de la zona qu e se ha p e rd id o en n uestros días; de 1930 a acá vertiginosam ente. dos ho rn o s d e fundición 25. D e s p u é s d e un p e río d o en q u e se fabricaron bom bas, se hicieron sólo lingotes de hierro q u e con m u ­ cho gasto se llevaban a Trubia. A fines de siglo, 1884, se d e jó de explotar. N o es cues­ tión de tratar de los pleitos, discusiones e q u í­ vocas y conflictos a q u e dio lugar su instala­ ción y sobre todo la cesión de los m o n te s de Aézcoa para su sostenim iento. H a y una o b ra en q u e se dan p o rm e n o re s d e to d o ello, a veces escandalosos 26 y en q u e las ruinas apa­ recen en form a más expresiva q u e en las totos d e hace unos años 27, c o m o la ya dada. O r b a ra es el núcleo q u e q u e d a inm ediato al d e O rb aiceta hacia el Sur. O n c e casas útiles, siete arruinadas y 155 habitantes se le dan en 180 2 28, qu e subieron algo en el siglo X I X ; M adoz cue n ta 240 almas en cuarenta En O rb a ic e ta hay además algo q u e m e ­ casas qu e se distribuían en calles anchas y mal rece q u e le d e d iq u e m o s unas líneas. Los ba­ em p e d rad a s 29. A com ienzos de este siglo hay rrios de Larráun y la te rre ría antigua se agru­ más casas, hasta sesenta y dos; p e ro la p o b la ­ pan con la «Fábrica» y están habitados p o r ción d esciende a 165 h a b ita n te s 30. M o d e r ­ q uince familias. El c o n ju n to (fig. 371) d e la n a m e n te baja a sólo noventa y cuatro 31. O r ­ antigua fábrica d e m uniciones es curioso bara q u e d a a 770 m etros de altura; al O e s te c om o planta industrial planificada en un del río y con un p u e n te hacia el Sur. Se tiem po, con una iglesia y casa curai, q u e tiene señala la existencia de un palacio q u e en d elante una plaza rectangular. U n o d e los 1543 era de D o n Tristán de M auleón. Este lados m ayores de ésta se halla flanqueado p o r tenía blasón con fondo de plata con árbol de el vasto editicio principal d e tachada con dos sinople y un oso de su color «brochante» al pisos y hasta och o huecos en el superior, con tronco, con tres lobos al natural 32. p u e rta d e e n tra d a al c e n tro yteja d o a dos aguas, bastante em pinado. A los dos lados El caserío es parecido al de O rb a ic e ta y tiene otro s edificios d e m e n o r altura. Lo q u e p o r lo q u e se ha dicho de su a u m e n to en el q u e d a en fre n te y ya fuera d e la plaza son siglo X I X , relativam ente m o d ern o . Sin e m ­ restos de viviendas y talleres. Esta tábrica, bargo, en O r b a ra hay una casa d e labor q u e hecha sobre una explotación d e terrería se ñ o ­ tiene aspecto de antigua con un h ó rre o m ag­ rial se e m p e z ó a c o n stru ir en tie m p o de nífico con tres pilotes a un lado y hasta cinco Carlos 111 y fue incendiada e n la g u e rra d e la en otro, com o se ve en las fotos d e las figs. R evolución, en 1794. D e s p u é s se rec o n s­ 372 y 373. truyó e n tre 1800 y 1805, siendo o c upada O t r o eje m p la r tiene so p o rte de tres pilo­ después p o r los franceses. D e s p u é s d e la tes de pied ra p o r banda (fig. 374). g u e rra de la I n d e p e n d e n c ia q u e d ó ab a n d o ­ Es posible que, com o lo indica P eñ a San­ nada, se volvió a explotar hacia 1828 y en tiago en el artículo en q u e los dio a conocer, 1833 la o c u p a ro n los carlistas. algunos to pónim os en q u e aparece la palabra D e s p u é s d e la g u e rra tuvo un m o m e n to «garai», se refieran a la existencia de h ó rre o s de prosp e rid a d reflejado p o r M adoz en el s obre colum nas o pilotes. citado artículo, en q u e aparece en su m o ­ Arive q u e d a poco más al Sur en h o n d o ­ m e n to culm inante. C o n sta b a de la iglesia, nada. El río form a un bucle d e suerte q u e el casa-palacio, pabellones y oficinas, un « fro n ­ p u e b lo en su núcleo m ayor se sitúa sobre él, tón d e hierro», la plaza tam bién tenía aceras con un p u e n te . N o le daba Altadill más d e de hierro estriado, posada, viviendas d e o b r e ­ treinta y cinco edificios con 137 h abitan­ ros, cuartelillo, fu en te de h ierro tam bién, tes 33. Es p u e b lo de raíz m o d ern a , p o rq u e además de salto d e agua de doce m etros, d u ra n te la g u e rra d e la R evolución las once talleres, carboneras, alm acenes d e m ineral y 317 jado a cuatro aguas. N o faltan las q u e p r e ­ sentan balcones corridos en la fachada en hastial; incluso las q u e los tie n e n dobles, en el p r im e ro y el se g u n d o piso. Arive o Aribe es n o m b re q u e d e p e n d e del río Aria, qu e se lo da tam bién al p u e b lo q u e sigue. casas d e q u e c o n ta b a pa d e cie ro n m u c h o y no tenía arriba d e o c h e n ta y cinco personas en 1802 34. H o y tiene 107. Está a 701 m e tro s y el caserío parecido al d e los p u e b lo s an te rio ­ res. S o bre el viejo p u e n te se levantan, a diversa altura, casas aisladas, algunas con te ­ III M a y o r interés ha p r o d u c id o el núcleo de Aria, q u e q u e d a al N o r t e d e Arive, p e ro fuera del cauce del Irati, en un alto q u e alcanza los 868 m etros, a u n q u e en 1802 sólo se le asignan nueve casas útiles, och o arrui­ nadas y c incuenta y tres almas 35. Aria sube de población hasta com ienzos d e este siglo, en q u e Altadill le da 178 habitantes con o c h e n ta y cinco edificios, de los cuales diez y nueve no son habitados p o r el h o m b r e 36. E ntre éstos hay q u e co n ta r los hó rre o s, q u e han sido fichados p o r varios e t n ó g r a f o s 37. Las casas d e Aria, q u e se distinguen c o m o todas las de la zona p o r el teja d o a dos aguas em p in ad o , q u e era de tablilla, suelen te n e r galerías o balconadas laterales, q u e rec u e rd an a las de los caseríos d e la z o n a atlántica. J u n to a alguna de ellas, q u e tie n e n los n o m b re s pro p io s característicos de la tierra vasca en su p ro p o rc ió n m ayor, se hallan estos edificios q u e en el vasco d e la zona, p e rd id o m uy re c ie n te m e n te , se d e n o m in a n «garai» en sin­ gular. Son p ro p ia m e n te agregados a las casas de labranza que, en ningún caso p u e d e n c o nfundirse con las bordas. Leizaola ha dado un plano d e la posición d e las casas «Estebena», «E cheberricoa», «A patecoa», « U rru tia», «R ecaldea», «Jam ar», « A n d re s e n a » , «Iturraldea» y «Elizaldea» y la posición de sus h ó rre o s 38, q u e son m uy sólidos, c o m o se p u e d e ver p o r las fotos d e las tigs. 375 y 376, con serv a n d o algunos las tablillas del tejado, qu e es lo q u e más les diferencia del ya m e n ­ 318 cionado d e Santa Fe de Eparoz, e n U rraul Alto 39. S o b re Aria hay una m onografía e tn o g rá ­ fica de M iren de Y nchausti, publicada en 1971 40. En esta m onografía p u e d e apreciarse c ó m o allí se conserva el n o m b re individual y p e rm a n e n te de la casa y d e su b o rd a 41, cóm o la casa se ajusta a la p lanta rectangular con la distribución ya conocida en q u e el piso p rin ­ cipal se distribuye p o r m e d io d e un largo pasillo 42. Lo q u e más llama la atención es la riqueza de labras místicas y heráldicas muy rústicas en general y bastante m o d e rn a s a veces 43. En los anejos aún se sabe hacer el tejado de tablillas q u e era el tradicional y q u e en to d a la zona se consideraba m e jo r para los días de vendaval o ventisca 44; las tablillas se llaman sim p lem e n te «olak», antes eran de roble y m o d e r n a m e n te se han h e c h o d e haya. Son de fabricación casera 45. Al O e s te d e Aria y de A rive q u e d a Garralda, p u e b lo incendiado más tarde qu e otros; a fines del siglo X I X , en 1898. V olvió a edificarse en la ladera a u n a altura de 843 m etro s más o m enos, ob se rv á n d o se alguna alineación y o r d e n a n d o servicios públicos, tales c o m o fuentes a los dos e x tre m o s, es­ cuelas, etc. T o d o s los tejados se hicieron de teja plana, para evitar el uso de la tablilla q u e era co n frecuencia la q u e causaba los incen­ dios, p o r el paso d e las chim eneas 46. IV Si G a rra ld a tiene un interés c o m o p u e b lo rec o n stru id o a fines del siglo X I X , los q u e qu e d a n en la b a n d a oriental del valle p u e d e n tenerlo m ayor c o m o núcleos d e e stru ctu ra m e jo r conservada. Al Este d e A rive q u e d a Villanueva d e Aézcoa, q u e en 1366 es «Iriberri», es decir q u e el vasco «iri» se da c o m o equivalente a villa. Es p u e b lo e n altura, d e los más altos d e N avarra, pues alcanza los 925 m etros. N o g u a rd a m ayor alineación q u e los otros. P ero tiene alguna reliquia curiosa del pasado. U n a casa en la clave del arco de en tra d a o s te n ta un e scudo q u e es el colectivo del valle, es decir el árbol con el jabalí, de fecha bastante vieja: 1561 (d ib u jo de la fig. 362). Encima, c o m o se ve e n el d ibujo, va la cruz, a un lado una luna invertida con estrella d ebajo y al o tro un círculo con u n a estrella de cinco puntas in s c r ita 47. Este e m b le m a h e ­ ráldico nos habla d e cierta p u janza antigua de Villanueva. En 1802 se le asignan treinta y nueve casas y 326 h a b it a n te s 48. A c om ienzos de siglo había au m e n tad o . Tenía, según Altadill, 126 casas y tre in ta y dos edificios dispersos, con 413 h a b it a n te s 49. El descenso p o s te rio r es sensible. U rtasu n Villanueva le da 221 habitantes 50. P e ro en un tie m p o c o n tó con la m ayor repre sen ta ció n en las juntas del valle: hasta tres d iputados. En V illanueva fue d o n d e se registró en fecha m uy lejana ya la existencia del h ó rre o p i r e n a i c o 51. Al S u d o e ste de Villanueva y S u deste de Arive está G arayoa, p u e b lo más bajo; a 788 m etros. G arayoa tiene c o m o e je un ria­ chuelo, cruzado p o r dos p u entes. H a y así dos núcleos d e casas: el m ayor hacia el Este y las casas se alinean en form a de calles, au n q u e sin o rd e n riguroso. D e s d e co m ie n zo de siglo son d e teja plana. La rec onstrucción d e b ió ser total d espués de la g u e rra de la R evolución, p o r q u e el diccionario de 1802 dice q u e las 245 p e rs o ­ nas q u e vivían en el p u e b lo «habitan e n una sola casa q u e se libertó de los estragos de la últim a g u e rra y en barracas y chozas» 52. En c o ntraste M adoz dice en 1847 q u e «tiene c in c u e n ta casas sólidas d e cal y canto con tejado de madera, espaciosas y con buenas co m o d id a d es interiores, p e ro sin o rd e n al­ g u n o e n tre sí, fo rm a n d o calles anchas, en parte e m p e d r a d a s » 53. Altadill da 110 edifi­ cios d e los cuales once son disem inados, b o r ­ das, y 287 almas, catorce m en o s q u e en 1900 54, y hoy no se dan arriba d e 204 55. En G arayoa, sin em bargo, se han c o n s e r­ vado hasta nuestros días algunas casas q u e p a recen o b e d e c e r a una concepción antigua en la zona, c o m o la re p re sen ta d a en la foto de la fig. 377. En ella no sólo vem os un tejado em p in a d o de tabla, sino una escalera exterior, q u e nos hace recordar a las d e los hórreos, q u e c o n duce al «sabai» o g ranero, m ientras q u e el resto se distribuye en la planta baja. C o m o se ve, la «variedad aezcoana» de la casa pirenaica es algo más c o m ­ pleja d e lo qu e se da a e n te n d e r a veces. La sensación d e « m odernidad» q u e en c o n ju n to dan los núcleos urbanos del valle, d e b id a a las razones dadas y repetidas, se repite en las Abaurreas: Alta y B aja o de yuso y d e suso, dos núcleos muy cercanos e n tre sí. A b aurrea Alta es el p u e b lo en m ayor altura de N avarra, pu e sto q u e está a 1035 m etros. A b a u rre a B aja q u e d a más al N o r t e y a 871 m etros. El n o m b re en censos antiguos, c om o el de 1428, se escribe « A b e u rre a » . Esta palabra aparece en el « F uero d e Viz­ caya», ju n to a las «bidigazas» q u e eran señal de casa o p ro piedad 56. El caso es q u e originariam ente han d e ­ bido constituir un co n c ejo (en 1366) y qu e sólo en 1845 se separaron, p ro sp e ra n d o más la Alta; en el diccionario d e 1802 aparece ésta c o m o arruinada p o r la g u e rra tantas v e ­ ces aludida, e n la q u e se d e s tro z aro n más de cuarenta casas, no subsistiendo arriba de dos. Las 272 personas qu e la poblaban luego vi­ vían en albergues provisionales y lo m ism o parece ocurría en la Baja, d o n d e se dice q u e 143 vivían e n tre las ruinas de otras tre in ta 57. H acia 1845 las casas de A b a u rre a Alta aún seguían ruinosas en p a r t e 58. D e s p u é s au­ m en ta n casas y población; 101 edificios y 329 almas da Altadill a la Alta 59. La Baja daría cua re n ta m ansiones , once bordas y 127 al­ mas 60. La población ha bajado a 264 y 80 habitantes r e s p e c tiv a m e n te 61. La apariencia de p rosperidad q u e e v id e n te m e n te dan estos núcleos e n c u b re algo q u e en sí afecta a to d o 319 cu d o del valle en form a m uy rústica y es­ quem ática, con el árbol estilizado, ya en la seg u n d a mitad del X V III. Estas reliquias nos hacen p e n sar q u e antes los p u e b lo s tendrían fisonom ía m uy distinta; m en o s blanqueos, más pied ra sillar, etc. el P irineo, q u e acaso se «regenerará» p o r el turismo. En realidad las A b aurreas p a recen p u e blos d e chalets 62. En alguna casa d e las A baurreas p u e d e n verse reliquias del pasado, c o m o las de las fotos de las figs. 378 y 379; arcos d e m ed io p u n to , blasonados, o el es­ V El Valle d e A ézcoa linda p o r el O e s te con el de A rce, del q u e se trata a continuación. P e ro hacia el N o r o e s te lo flanquea el té rm in o d e un m unicipio aislado, el de B u rg u e te , el cual se e n c u e n tra cerca de un fam osísim o paso d e la p enínsula ibérica a la E u ro p a c o n ­ tinental; d o n d e se hallan Roncesvalles y Valc a r l o s 63. Los pasos pirenaicos de Aézcoa, c o m o los d e Salazar, y el Roncal, no tie n e n m ayor im portancia en la historia de la circu­ lación general; p e ro el d e Roncesvalles es de im portancia decisiva d e s d e la é p o c a d e la expansión céltica; es así paso obligado en la ro m a n a para com unicar B u rd e o s con Astorga, según los itinerarios 64; q u e fue utili­ zado p o r francos, visigodos, árabes y p e re g ri­ nos después, d e s u e rte q u e , si la c uenca del Irati no marca una línea de com unicación m ayor hacia el N o r te , la del U rro b i q u e se une con él p o r encim a d e Aoiz, señala, en su p a rte superior, un a ru ta d e m u c h o más al­ cance. En esta ruta nos en c o n tram o s, así, con el núcleo d e B u rguete. A fines d e la Edad M e ­ dia e ra c onocido c o m o «El B u rg u e t» 65 y aparece separado d e los valles contiguos, así c o m o V a lc a r lo s 66. En el m ism o siglo X V (1418), el se ñ o r de C a u m o n t con sid e ra qu e un a etapa obligada e n la p e regrinación a San­ tiago era la de B u rg u e te a Larrasoaña 67. D e aquí se iba hacia el S udoeste, d e ja n d o la c uenca del U rro b i, hacia la del Ebro. B u rg u e te es un pueblo-calle, c o m o Lanz o Maya. P e ro tam poco hay q u e p e n sar q u e c onserve m u ch o del p e q u e ñ o «burgo» anti­ g uo, p o r q u e tam bién fue d e stru id o en la g u e ­ 320 rra de la Revolución. C o n sta b a antes d e cua­ r e n ta y tres casas y poco a po co se dice en 1802, «se van reedificando p o r sus habitanres q u e son 193» 68. M adoz lo da c o m o c o m p le ­ ta m e n te rec o n stru id o y sum inistra alguna cu­ riosa inform ación resp e c to a su fisonomía. U nas fuentes - d i c e - dan existencia en su térm in o a varios arroyos y sirven al p u e b lo para su c o n s u m o d e agua, p e ro o tro río, q u e nace en Altabiscar, «pasa hacia el Este y d e él se c o n d u c e n aguas p o r m ed io d e la población con el o b je to exclusivo d e apagar cualquier incendio, a lo q u e está m uy e x p u e sto por ser de tablas los techos de las casas» 69. N o s en c o n tram o s, pues, con el m ism o p ro b le m a q u e en A é z c o a 70. B u rg u e te en 1910 había alcanzado los 451 habitantes y tenía o c h e n ta y seis casas, de las cuales sólo tres estaban dispersas y otras tres q u e d a b an en A rrobi. El pueblo-calle tiene una inclina­ ción N o r d e s t e - S u r o e s t e 71. U ra b a y e n p r e ­ tendió d e te rm in a r tam bién una variedad de casa pirenaica q u e sería la d e B u rg u e te y su zona p recisam ente 72, casa q u e se distinguiría p o r el avance de las pa re d e s laterales sobre la fachada, c o m o se ve e n los d ibujos d e las figs. 363 y 364. La o b ra de cantería se ajusta a los estilos pro p io s de la é p o c a d e la r e c o n s tru c ­ ción: arcos escarzanos, p u e rta s cuadradas; si­ llares más m e n u d o s q u e en tiem pos a n te rio ­ res. En suma, la variedad de casa d e B u r ­ g u e te , o m e jo r dicho las variedades, c o rre s­ p o n d e n no sólo a una vieja razón am biental, sino tam b ié n a criterios estilísticos d e época, c o m o a un a é p o c a tam bién m o d e r n a c o rre s ­ p o n d e la intro d u c ció n d e la teja plana q u e Fig. 363,-C asa de Burguete. 321 hoy m atiza el paisaje allí y en Espinal. A los referidos salientes o espigones se les llamaba «fraileak», según B arandiarán, q u e estu d ió ya hace más d e m e d io siglo la organización de este últim o pueblo, en q u e las casas llevan n o m b re s vascos term in a d o s e n «enea» o «ena». T odavía e n to n c e s había m uchas casas con techo de tablilla d e haya: en B u rg u e te sólo q u e d a b a n cu a tro 73 y casi todas eran de labradores 74. En cualquier caso, p o r el e s tu ­ dio de lo q u e a nota y p o r o tro s d o c u m e n to s, se ve q u e tanto las casas d e B u r g u e te (Auriz o A uritz en vasco), c o m o las de Espinal (Aurizperri y antes A uriz-berri) 75, p u e d e n te n e r tam b ié n fachadas sin «frailes», al m o d o de las de «O statuzarra», la posada vieja de B u r ­ g u e te (dibujo de la fig. 365), o «M ontaiñenea» d e Espinal 76, y q u e la p lanta rectangular se ajusta a un e s q u e m a m uy utilizado d u ra n te los p rim e ro s años del siglo X I X . U n largo pasillo distribuía, en la planta baja y principal, los cuartos a los dos lados, incluida la cocina. Al fo ndo q u e d a b a la cuadra. M ás adelante, en el capítulo X V , se dirá algo más acerca d e Espinal q u e , a u n q u e m uy p ró x im o a B u rg u e te y d e p e n d ie n te en p rin ­ cipio d e Roncesvalles, q u e d a ya e n el valle de Erro. Aquí conv ie n e term inar d a n d o unas indicaciones acerca del p u e b lo del e x tre m o se p tentrional de la N a v a rra p e n insular o his­ pánica, d e n tr o d e la vía a q u e antes se ha aludido: Valcarlos. El c o ntraste con lo p ire ­ naico q u e se ha rec o rrid o en los tres últimos capítulos es absoluto. A u n q u e Valcarlos esté a 4 4 0 m e tro s de altura, es un p u e b lo a tlán ­ tico 77, tanto p o r el aspecto d e sus casas que se asem ejan a las d e la B aja N avarra, com o p o r la disposición de las barriadas q u e lo constituyen, c o m o p o r la vegetación. D e s d e el p u n to d e vista hidrográfico hay q u e p o ­ nerlo tam bién en la zona atlántica, p o rq u e su río va a afluir a la Nive. D e c o m ú n con Aézcoa y B u rg u e te tiene q u e tam bién fue m uy destro z ad o en la gu e rra d e la R evolución, de su e rte q u e en 1802 se indica q u e sólo había q uince casas útiles y Fig. 365,-C asa de Burguete. 322 noventa y cinco sin reconstruir. Los vecinos, 503 personas en c o n ju n to , vivían c o m o p o ­ dían 78. M adoz, q u e indica c ó m o se divide en barriadas rurales con n o m b re pro p io , hace referencia a 128 casas y alguna industria, alcanzando la población la cifra d e 962 al­ mas 79. D e s p u é s Valcarlos ha a u m e n tad o , so­ bre to d o el núcleo situado a lo largo de la carretera q u e a c om ienzos d e siglo tenía as­ pecto m uy p ró sp e ro , p e rc ib ié n d o se la p roxi­ midad a F r a n c ia 80. En o tra época, au n q u e esta proxim idad le daba ya cierto sello, c o m o vamos a ver, el aire d ebía ser m u c h o más severo. Valcarlos aparece en d o c u m e n to s del si­ glo X I V com o p u n to con una to rre fortaleza de cierta im portancia, de la q u e se con o c en los castellanos o a lc a id e s 81. Esta to rre se restauró en 1389 p o r q u e am enazaba ruina 82 y en 1437 aparece con el n o m b re vasco de «Echagaztelu», es decir, casa-castillo 83. O b ­ servem os q u e d e la m ism a épo c a se c o n ser­ van o tro s n o m b re s de casas: algunas ro m a n ­ ces y de tipo más bien galo... En 1388 se registra la existencia d e u n a casa de p r o p ie ­ dad real, llamada «Caballo blanco». O t r a de «Robray» 84. En 1438 la casa « N a b a rro laz» 83. Es p u e b lo con terrerías 86 y los to p ó ­ nimos d e ja n r e c u e rd o d e la é p o c a de su e splendor, así c o m o escorias y algún resto ruinoso. R e s p e c to a la aparición de los dis­ tintos núcleos, los n o m b re s d e las casas y sus características hay un trabajo m uy m inucioso de J.M . Satrústegui 87, p o r el q u e se ve q u e la form ación de Valcarlos está condicionada en parte p o r la fundación d e una serie d e hospi­ tales o albergues de pe re g rin o s en relación con los de Roncesvalles, p e ro d e p e n d ie n te s de Leire y no d e la real iglesia colegial, qu e es fundación m uy antigua, a lre d e d o r de la cual se creó tam bién un p e q u e ñ o núcleo de casas. N o es la ocasión de tratar e x te n s a m e n te de Roncesvalles (Fig. 380) c o m o fundación reli­ giosa d e b id a al obispo de P am plona D o n Sancho de Larrosa allá p o r los años d e 1127 a 1132, fundación con un hospital q u e fue desarrollándose con rapidez y q u e se carga de rec u e rd o s en to rn o a C a rlom agno y R olan­ do 88. Valcarlos aparece en 1271 con dos hospitales d e p e n d ie n te s de Leire, q u e se v e n d e n a Roncesvalles y q u e llevan nombre vasco típico de casa: «Irauzqueta» y «G orosgaray» 89. Poco a poco, linealm ente, se consti­ tuye el núcleo más destacado del p u e b lo q u e q u e d a junto a la iglesia: p o r eso se llama Elizaldea (fig. 381). En principio, Valcarlos d e p e n d e del valle de Erro, del q u e se e m a n ­ cipa en 15 9 2 90. A lo largo de los dos siglos p o steriores se percibe un pro ce so q u e es parecido al q u e o c u rre en otras partes d e la zona atlántica. La «borda» q u e e n tierra p ire ­ naica es un edificio de uso com p le m e n tario , s o b re to d o pastoril, se va co n v irtie n d o en edificio habitado p e rm a n e n te y q u e a dquiere a veces grandes proporciones. Así «Etxetxurikoborda» 91. Es en la p rim e ra mitad del X V III cuando se m arca más esto. Los anti­ guos hospitales y hospederías pierd e n , en cambio, significado y el 25 de abril d e 1793 e n tra n los franceses, el vecindario escapa y al volver en 1796 se e n c u e n tra todo incendiado 92. Se im pone la reconstrucción, c onserván­ dose a veces n om bres de las casas antiguas. La reconstrucción se lleva a cabo sobre m o ­ delos conocidos en la é p oca po r los m aestros canteros y albañiles; e n un sentido p u e d e decirse q u e lo qu e se hace se e m p a re n ta más con lo bajo-navarro q u e con lo qu e q u e d a a pocos kilóm etros al Sur: en B u rg u e te o Espi­ nal 93. Esta relación se observa tam bién en los caseríos q u e se edificaron en el siglo X V III y q u e parcial, o totalm ente, se salvaron del incendio. Las labras de las piedras d e las puertas c o rre s p o n d e n tam bién a la riqueza bajo-navarra en este g é n e ro de trabajos 94. La n óm ina de casas de Valcarlos de 1863 da 156 no m b re s 95. Los viejos ya aludidos y otros de los q u e hay m em oria en d o c u m e n to s m e d ie ­ vales, qu e d a n en algún caso, c o m o en el del caserío «Reclusa» 96. En suma, Valcarlos es un núcleo in te re ­ sante para d e te rm in a r lo q u e es p e rm a n e n te e n ciertos aspectos de la localidad, d e la toponim ia, del régim en d e explotaciones y lo q u e ha estado más su je to a los cam bios no sólo políticos y religiosos, sino tam bién tec­ nológicos a lo largo d e los siglos en q u e se p u e d e seguir su historia. 323 NOTAS. 1. « A n n ales» , II, p. 7, a (lib ro X IV , cap. I § II, n .° 12). 2. C .S .J.P ., II, p. 149 (n .° 136). 3. « C atálo g o d e los c a rtu la rio s re a le s» , p. 3 6 (n .° 52). Y anguas, « D icc io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , I., p. 8. 4. « C atálo g o d e los c a rtu la rio s rea le s» , pp. 80-81 (n .° 141). 5. «C atálo g o d e los c a rtu la rio s rea le s» , p. 2 9 7 (n .° 6 0 6 ). Y anguas « D icc io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , I, p. 96. « C atálo g o d e los c a rtu la rio s reales» , p. 3 0 0 (n .° 6 1 5 ). Y anguas, « D icc io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , I, p. 9. 7. « C atálo g o d e los c a rtu la rio s re a le s» , p. 304 (n .° 623). 8. « C atálo g o d e los c a rtu la rio s re a le s» , p. 3 1 6 (n .° 6 4 6 ). 9. « C atálo g o d el A rc h iv o G e n e ra l» , I, p. 3 3 0 , (n .° 751). 10. F. Z a b alo , «El re g istro ...» , p. 67 (n .° 4 1 5 ). 11. J. C arrasco P é re z , «La p o b la c ió n ...» , pp. 4 7 3 4 75 (n .°s 281 - 288). 12. « C atálo g o d el A rc h iv o G e n e ra l» , X L V III, p. 53 <n.° 101). Y anguas, « D ic c io n a rio d e an tig ü e d a d e s» , 1., p. 9. 13. P ara los p u e b lo s la h o ja b ásica e s la n ú m e ro 116 del m apa a escala 1: 5 0 .0 0 0 d el In s titu to G e o g rá ­ fico y C atastral. P e ro la p a rte o rie n ta l d el valle q u e d a en un tro z o e n la n ú m e ro 117. Lo se p te n trio n a l, en la 91. 14. B e n ito U rta s u n V illan u ev a, « V alle d e A ézcoa», n.° 126 d e « N av a rra . T e m a s d e c u ltu ra p o p u la r» , (P am p lo n a, s.a.), pp. 3 - 5 . San J u a n C a ñ e te , «La fro n te ra d e los P irin e o s o c cid e n ta le s» , p p . 126 - 161. 15. D e sc rip c ió n g e n e ra l e n « Itin e ra rio s p o r N a v a ­ rra» , II, pp. 106 - 113. 16. D ic c io n a rio d e 1802, II, p. 2 0 0 , e. 17. M adoz X II, p. 2 9 1 , b. 18. A ltadill, II, p. 4 4 1 . P lan o e n la p. 4 4 2 . 19. U rta s u n V illan u ev a, «V alle d e A ézco a» , p. 10 le asigna 3 6 6 h ab ita n tes. 20. Y anguas, « D ic cio n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , II, p. 486. 21. « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , X , pp. 3 7 9 380 (n .° 946). 22. A zcárraga, fol. 9 5 , 6: « O rb a y c e ta lleb a d e G a rro y A ézcoa». D e G a rro la cru z d e g u le s c a n to n a d a d e c u a tro lo b o s en n eg ro . E n el se g u n d o c u a rte l, ta m ­ b ié n d e p lata, es esc u d o c o lec tiv o , q u e es el á rb o l c o n el jabalí. U rta s u n V illan u ev a, op. cit. p. 11. 23. «La casa nav arra» , p. 181 y fo to 77. 24. Luis P e ñ a S an tiag o , «El H o r r e o (« g area» ) en N avarra. D o s n u ev o s h ó rre o s en la M o n ta ñ a d e N a v a ­ rra» , e n « A n u ario d e E u sk o F o lk lo re» X X I (1 9 6 5 1966) pp. 6 5 -6 6 , fo to I. El se g u n d o es el d e O rb a ra . 25. C o m p á re s e M ad o z, X II, p p . 291 b - 2 9 2 a co n A ltadill, II, pp. 4 4 2 - 4 4 3 . 26. F erm ín G o ñ i, « A éz k o a , 2 0 0 añ o s d e lu ch a (d e 1784 al a te n ta d o de E.T. A.)» (P a m p lo n a , 1978). R e se ñ a so b re la fábrica a las pp. 4 3 - 51. 27. F erm ín G o ñ i, op. cit. pp. 59 y 72. 28. D ic c io n a rio d e 1 8 0 2 , II, p. 2 0 1 , a. 29. M adoz, X II, p. 2 9 3 , b. 30. A ltadill, II, p. 4 4 3 , co n p lano. 31- U rta s u n V illan u ev a, « V alle d e A ézcoa» p. 11. 324 32. M a rtin e n a , «P alacio s c a b o d e a rm e ría » , II, p. 16. U rta s u n V illan u ev a, o p . cit. p. 11 in d ica la v arian te d e tres o sez n o s. A zcárrag a, fol 8 4 , 3 p o n e tre s lobos. 33. A ltad ill, II, p. 3 4 6 c o n p lan o . 34. D ic c io n a rio d e 1802, I, p. 1 0 0 , b. 35. D ic c io n a rio d e 1 8 0 2 , I, p. 100, b. 36. A ltad ill, II, p p . 3 4 5 -3 4 6 , p la n o e n la p rim e ra . 37. U rta s u n V illan u ev a, o p . cit. p. 10 le d a 106 p e rso n a s y c ita los h ó rre o s. S o b re e sto s h ó rre o s e sp e ­ c ia lm e n te F erm ín L eizaola, « C o n trib u c ió n al e stu d io d e l h ó rre o (« g arai» ) e n la N a v a rra p ire n a ic a » , e n « C u a­ d e rn o s d e E tn o lo g ía y E tn o g ra fía d e N a v a rra » , I (1 9 6 9 ), PP. 363 - 388. 38. Leizaola, o p . cit. p. 3 6 8 , fig. 3. 39. V éase p a rte V , c a p ítu lo V III, § III. 40 . « E tn o g ra fía d e A ria (V alle d e A ézco a)» en « C u a d e rn o s d e E tn o g rafía y d e E tn o lo g ía d e N av a rra» , III (1 9 7 1 ), p p . 3 2 3 - 362. 41 . Y n ch a u sti, op. cit. p p . 3 2 8 - 330. 42 . Y n c h a u sti, o p . cit. p. 3 3 2 , p la n ta d e « A n d re sena». 4 3 . Y n ch a u sti, op. cit. pp. 3 3 4 - 3 3 6 , y fo to s n.° 20. 4 4 . V éase fo to 18, fre n te a la p. 3 5 6 d e la m ism a obra. 4 5 . Y n c h a u sti, o p . cit. p. 333. 4 6 . Y a e n la g u e rra d e la R e v o lu c ió n su frió m u ­ cho. E n el D ic c io n a rio d e 1802, I, p. 3 0 0 , b, ap arece c o n tre in ta y o c h o casas ú tile s y d iez y o c h o arru in ad as; 361 h a b itan te s. S o b re la re c o n stru c c ió n A ltad ill, II, pp. 393 - 3 9 4 , sin p lan o . M ás in fo rm e s e n U rta s u n V illanuev a, o p . cit. p. 10, q u e le da 317 h ab ita n te s. 47 . F o to en J. M . d e B a ra n d ia rán , « P u e b lo d e A u riz p e rri (E spinal)» e n « A n u a rio d e E u sk o F o lk lo re » , V I (1 9 2 6 ), fo to 8, e n tr e las pp. 8 - 9 . 48. D ic c io n a rio d e 1 8 0 2 , II, p. 4 5 6 , b. 4 9 . A ltad ill, II, p. 5 0 2 , co n plano. 50. op. cit. p. 11. 51. B aran d ia rá n , e n el a rtíc u lo c ita d o so b re E spi­ nal, fo to 4 , fre n te a la p. 6. La fo to se la p ro p o rc io n ó A ran zad i. 52. D ic c io n a rio d e 1 8 0 2 , I, p. 2 9 8 , b. 53. M ad o z V III, p. 3 0 7 , b. M iñ a n o IV , p. 2 8 2 , a, se re fie re a 3 6 8 h a b ita n te s e n 1826. 54. A ltadill, II. pp. 3 8 8 - 390. P lan o y b u e n as fotos. 55. U rta s u n V illan u ev a, o p . cit. p. 10. 56. « F u e ro s, p riv ileg io s, fra n q u e z a s y lib e rta d e s d el M .N . y M .L. S e ñ o río d e V izcaya» (B ilb a o , 18 9 7), pp. 167 - 170 (títu lo X X IV , leyes IV y V ). En 1 2 37, ap a re ce « A v e u rre a » e n la liq u id a ció n q u e h ace el rey d e las lu ch as d e los d e e sto s n ú cleo s co n los d e Salazar, a las q u e ya se alu d ió . « C atá lo g o d e los c a rtu la rio s rea le s» , p. 183 (n .° 364). 57. D ic c io n a rio d e 1 8 0 2 , p. 3 a-b. 58. M ad o z, I, p. 4 2 , a. 59. A ltad ill, II, pp. 331 - 3 3 2 , c o n p la n o e n la ú ltim a. 60. A ltadill, II, p p . 333 - 3 3 4 , c o n p la n o e n la ú ltim a. 61. U rta s u n V illan u ev a, op. cit. p p . 9 - 1 0 . 6 2 . F o to s e x p resiv as las d e « Itin e ra rio s p o r N a v a ­ rra » , II, p. 113. 63- E stos d o s p u n to s ya e n la h o ja 91 d el m a p a a escala 1 :5 0 .0 0 0 del In s titu to G e o g rá fic o y C atastral. 64. P a rte I, c a p ítu lo I, § II. 65. « C atálo g o d el A rc h iv o G e n e ra l» , X L V III, p. 2 58 (n .° 509) 1476. 66. « C a tá lo g o ...» , cit. X L V III, p. 3 9 9 (n .° 8 2 8 ), 1489. 67. L acarra, « P e re g rin a c io n e s a S an tiag o » , II. p. 10968. « D ic c io n a rio d e 1 8 0 2 » , I, p. 1 8 5 , b. 69. M ad o z, IV , p. 6 2 2 , b. La lista d e B u rg u e te s, B u rg u e t, B u rg u illo , e n las p p . 6 6 2 , a - 6 6 3 , b. 70. H ila rio Sarasa, «R o n cesv alles. R e se ñ a h istó ­ rica d e su R eal C asa y d e sc rip c ió n d e su c o n to rn o » (P am p lo n a, 1878), p. 2 6 , tra ta n d o d e B u rg u e te indica q u e no te n ía a rrib a d e 4 0 0 h a b ita n te s, en u n a calle única, c o n d o s a rro y o s a los costad o s: «Su a sp e c to es agradable, y no hace m al e fe c to la c o n stru c ció n e x tra ñ a d e sus te ja d o s d e m a d e ra » . R e g istra d o s in ce n d io s recien tes. U n o q u e d e stru y ó diez y seis edificios. O tro , dos m ás la iglesia. 71. A ltadill, II, p. 3 4 8 , co n plano. 72. «La casa n av arra» , p. 181 y fo to s 75 - 76, un a co n c u b ie rta d e tablilla, o tr a d e te ja plana. 73. « P u e b lo d e A u riz p e rri...» , loe. cit. pp. I, 18; la p. 6 esp e c ia lm e n te . 74. B aran d ia rán , op. cit. p. 8. 75. B aran d ia rán , op. cit. p p . 2 y 7. Y an g u as, « A d i­ cio n es» , p. 4 4 d a la fo rm a A u riz-b e rri. 76. B aran d ia rán , op. cit., fo to s 13 y 14, fre n te a la p. 14. 77. H o ja 91 del c itad o m a p a a escala 1 :50.000. 78. D ic c io n a rio d e 1 8 0 2 , II, p. 4 2 6 , a. 79. M adoz, X V , p. 2 6 4 , a. 80. A ltadill, II, p p . 4 9 7 -5 0 1 , p la n o e n la p rim e ra 81. «C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» III, p p . 2 3 2 (n .° 5 9 6 ) torre y fo rtale z a e n 1360; 2 3 5 (n .° 6 0 3 ); 317 (n .° 8 1 3 ), castillo e n 1361; 4 2 2 (n .° 10 7 1 ), g u ard a. 82. « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , X V II, pp. 274 (n .° 6 7 3 ), 2 9 1 -2 9 2 (n .° 713). 83 . « C atá lo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , X L III, p. 53 (n .° 125). Y anguas, « A d ic io n e s» , p. 370. 84 . Y anguas, « A d ic io n e s» , pp. 3 6 9 - 370. 85. « C atá lo g o d el A rc h iv o G e n e ra l» , X L III, p. 234 (n .° 61 7 ). 86. « C atá lo g o d el A rc h iv o G e n e ra l, X V I 1, pp . 6 9 (n .° 151), 136 (n .° 310). 87. « E stu d io d el g ru p o d o m é stic o d e V alcarlos» en « C u a d e rn o s d e E tn o lo g ía y E tn o g ra fía d e N a v a rra » , I(1 9 6 9 ), pp. 115 - 2 1 3 ; pp. 116 - 120. R e su m e n d a ta m b ié n J.M . J im e n o J u r ío , « V alcarlo s, V alle d e C a r­ los», n.° 53 d e « N a v a rra » , te m a s d e c u ltu ra p o p u la r» , P am p lo n a, s.a., pp. 27 - 2988. M in u cio so e stu d io d e L acarra e n « P e re g rin a ­ cio n es a S an tiag o » , II, pp. 95 - 108. R e su m e n e n J . M .a J im e n o J u río , « R o n c e sv a lle s» , n .° 57 d e « N a v a rra , tem as d e c u ltu ra p o p u la r» (P am p lo n a, s.a.). 89. S a trú ste g u i, op. cit. p. 128. 90. S atrú steg u i, op. cit. p. 129. 91. S atrú steg u i, op . cit. fre n te a la p. 130. 9 2 . S atrú steg u i, op. cit. pp. 130 - 131. 9 3 . V éase el d ib u jo d e la casa A rran e g u i. S a trú s­ teg u i, op. cit. p. 135. 94. L abras d e « B o rd e l» e « Ira u z q u e ta » , « S a trú s­ te g u i» , op. cit. pp. 134 - 137. 9 5 . S a trú ste g u i, o p . cit. pp. 2 0 7 - 2 0 9 . 96. S a trú ste g u i, op. cit. pp. 202 - 2 0 6 . 325 326 Fig. 3 6 6 —Puerta gótica. Orbaiceta. Fig. 3 6 7 .-C a sa cotí tablilla en el tejado. Orbaiceta. Fig. 3 6 8 ,-C a lle con hórreo. Orbaiceta. Fig. 3 6 9 .-Hórreo. Orbaiceta. Fig. 3 7 0 .-Hórreo. Orbaiceta. Fig. 371 .-C o n ju n to de la fábrica de armas. Orbaiceta. 370 371 327 328 329 330 381 Fig. 3 7 8 .-P uerta. Abaurrea. Fig. 3 7 9 -Inscripción de 1756. Abaurrea Baja. Fig. 3 8 0 - V i s t a general de Roncesvalles. Fig. 381 .-V ista general de Vaharlos. 331 C A P IT U L O X IV V A LLE DE A R CE 1) 2) 3) Rasgos generales. Pueblos de la cuenca del Urrobi. Pueblos de la cuenca del Irati, y Oroz Betelu. El Valle de Arce es un territo rio d e fiso­ nom ía muy particular; p o r q u e e n vez de estar m arcado p o r u n a serie d e alturas y un río q u e le sirva de eje, con sus afluentes, está cons­ tituido p o r dos cauces fluviales q u e c o rre n más o m en o s paralelos de N o r t e a Sur. U no, el Irati, arranca del valle de Aézcoa, c o m o va dicho. O tro , el U rro b i, nace más al O e ste, en los altos de B u rguete. E ntre m edias q u e d a u na tierra m o n tu o s a con alturas a veces c o n ­ siderables. D e esta suerte los pueblos, q u e en c o n ju n to son p e q u e ñ o s, se sitúan en la cuenca de un río o en la de o tro y algunos bastante altos sob re ellas. El valle c o m o entidad es co n o c id o desde fecha bastante rem ota. En 1269 el rey T eobaldo II c onfirm ó un privilegio o to rg a d o p o r el rey D o n Sancho a los escancíanos de «Val de Arce» 1. La é p o c a d e concesión más c o n o ­ cida d e fueros a valles es la de Sancho el Sabio, q u e ya reinaba cien años antes. En 1366 el rey p edía a los m ie m b ro s de la cofradía del H ospital de Roncesvalles, q u e p e rte n e c ía n a los valles d e «Arci», E rro y E steríbar q u e volvieran a funcionar c o m o ta­ les, p o r q u e las reu n io n e s se habían in te rru m ­ pido a raíz d e un asesinato 2. T ie rra m o n ta ­ ñosa q u e re q u ie re , c o m o las d e Salazar y Urraul, por un lado, y E rro y Aézcoa, de visitas especiales 3; tierra tam bién de g u e r r e ­ ros 4. En un d o c u m e n to eclesiástico de 1275 hay referencia a las cuartas episcopales qu e daban sus iglesias en un térm in o q u e es e q u i­ parable al de c o rriedo 5. En 1280 el valle de Arce es «Val de Arci» y cue n ta con bastantes p u e blos según dos nóminas: « G u rp e g u i» , «Iriverri», «Lusarreta», «Adassa», «G arralda», «G uarayoa», « H u so z » , «Lacave», « N a g o re » , « A rtozqui», « H u rro z » , «A zparren», «O ray», « G orriz», «Ezcay» 6. D e estas listas hay q u e sacar los q u e - c o m o se han visto - c o rre s p o n d e n a A éz­ c o a 7, según ordenaciones más com unes. T a m b ié n es «Val d’Arcy» en 1366, con « £ a z p e » , «O loriz», « G u rp e g u y » , «G orraiz», « U r d a fi» , « O r o z » , « G a ld u ro z » , « O ray», «A rrieta», «A zparren», « N a g o re » , «U soz», «Adaxa», «M uniayn», «Lacave», « U ro a » , « U rd iro z » , «Luxarreta», « £ a n d u e ta » , «V i­ llanueva», « U rrovi», « O c h o » , «Saragueta», «Ezpoz», «Equina» y «A rtozqui» 8. O t r a lista da «U riz», «Ymizcoz» y «Asnos» 9. Las listas de pueblos más m o d ern a s son tam bién irregulares, c o n te n ie n d o n o m b re s de 335 Algunos en alto y sobre cortísim os afluentes del U rrobi. despoblados o de p u e blos q u e no eran del valle. Carlos III, e n su te n d e n c ia a constituir g randes patrim onios para sus d e sce n d ien te s legítimos e ilegítimos, dio a p e rp e tu id a d las rentas reales del valle a su hijo natural G odofre en 1413 10. P e ro c o m o é ste c o n tra jo una d e u d a de 5 .000 libras con el deán de T udela, Sancho de O teiza, el señorío pasó a éste, q u e lo traspasó a un p rio r de San Ju a n , Fr. M artín M artínez d e O lloqui 11. En la c uenca del Irati se hallan: en un afluente hacia el Este y a cierta distancia Arizcuren, Uli y Equiza. Sobre el Irati, Usoz (al O e ste), A rtozqui (al Este), M uniain (al O e ste), A z p a rre n en un afluente oriental, G orraiz, en o tro accidental, y O ro z -B e te lu , núcleo m ayor y separado. Lacabe q u e d a en un alto más p ró x im o al Irati q u e al U rrobi. A ún en otros d o c u m e n to s d e esta época, en qu e el rey hace otras concesiones simila­ res, se llama «Val de Arci» 12 q u e se rep iten más tarde en p ro p o rc io n es varias, c o m o cuando el Príncipe d e V iana en 1453 dio a J u a n M artínez de Uriz incluso las pechas llamadas «ozterate» y «baturratu» 13, privile­ gio q u e confirm ó en la familia la princesa D o ñ a L eonor en 1466 14. Esto de a c u erd o con m apas y descripcio­ nes d e hace unos cuantos años. P e ro en las últimas décadas el valle de A rce es un « c am po de soledad» casi en su conjunto. Altadill indicaba q u e en un té rm in o bastante considerable, 1 4.795’2 8 ’42 hectáreas, había 1.289 habitantes en 508 edificios agrupados en veinticinco núcleos 17. A h o ra se nos dice q u e sólo había 247 en 1975 y q u e la re g re ­ sión arranca de 1860 en q u e aún daba 1.627 1S. La m ism a publicación q u e nos in­ form a de esto indica q u e en 1970, no conta­ ban c o m o entidades de población ni Arce, ni G orraiz, ni G u rp e g u i, ni Lacabe, ni Usoz, q u e lo eran todavía en 1950, y q u e e n tre aquella fecha y 1940 de sap a re cie ro n A rizcu­ re n y Zazpe; O ro z -B e te lu , q u e ha sido desde antiguo el núcleo m ayor, baja asim ism o de 651 habitantes e n 1900 a 336 en 1975. C o m o en la p a rte lindante de Lónguida, de Arce hem os de e x te n d e r una serie de tristes partidas de defunción. Las descripciones de hace m ed io siglo ya daban idea de una e s p e ­ cie d e agonía 19, acentuada en el valle de Erro. El valle de Arce es, c o m o v erem os, sede original de familias im p o rta n tes en la c o rte de N a v a rra y c u e n ta con varios palacios d e cabo de Arm ería. C o m o otros valles d e f ro n te ra tuvo un capitán de g u e rra y todos sus vecinos se consideraban soldados 15. Para o rd e n a r su exam en, d e sd e el p u n to de vista q u e nos o c u p a da re m o s ahora la lista d e los pue b lo s subsistentes (casi todos m uy deprim idos), se­ gún las cuencas y de Sur a N o r t e 16. Así, en la occidental del U r r o b i nos e n ­ con tra m o s con O sa (al Este), N a g o re (al Este), Z a n d u e ta (al O este), Uriz (al O este), U rd íro z (al O e ste), Imízcoz (al Este), Sarag ü e ta (al O e ste), A rriera (al Este), Villanueva o Iriberri (al Este) y Lusarreta (al O este). II S ub ie n d o d e Aoiz al N o r t e y c ogiendo la cuenca del U rro b i, en sus tre in ta kilóm etros, de ja m o s a O rbaiz, d e q u e ya se habló, y e n tra m o s en el valle p o r N a g o re , en la m ism a ca rre te ra y con alguna casa q u e conserva e le m e n to s góticos. D u r a n te m u ch o fue c e n tro d e las juntas de to d o el valle y en u n a casa se custodiaba 336 según la inform ación recogida p o r el diccio­ nario de 1802, un archivo, fusiles, arcabuces, b a n d e ra y un tam b o r de la milicia aludida. En esta é p o c a había veinticuatro casas con 169 personas 20. El núcleo más m eridional del valle es, c o m o va dicho, el d e Osa, p ró x im o a O rbaiz, y más cercano al U rro b i q u e al Irati, a u n q u e Fig. ¡ 8 2 .-Palacio de Arce, conjunto. en esta parte los dos ríos se acercan. O sa tenía en 1802 no más de tres casas útiles y dos arruinadas 21 y q u e d a en un alto. La falta d e «desarrollo» ha hecho que, c o m o en otras zonas vecinas, subsistan los edificios góticos en su pureza, c o m o el d e la foto de la fig. 22. Este «goticism o», q u e refleja una es­ tancación e c onóm ica en tiem pos posteriores, es típico d e la parte m eridional del valle. M ás al N o r t e q u e d a Arce, q u e , c o m o va dicho, ya no se c u e n ta c o m o núcleo d e p o ­ blación. En el m ism o diccionario de 1802 aparece c o m o un lugar del valle del m ism o n o m b re , consistente e n cuatro casas con treinta y un personas y un a iglesia de la C o n c e p c ió n 23. M adoz, q u e da la form a vasca de Arcíbar para el valle en c o n ju n to , se re ­ fiere a cuatro casas, un palacio, cinco vecinos y tre in ta y dos almas 24. Esta situación d e m o ­ gráfica se ha d e te rio ra d o tanto q u e hoy no q u e d a más q u e un h o m b re a cargo del lugar, co n v e rtid o e n p ro p ie d a d particular. Para ir a A rce d e la c a rretera hay q u e pasar un puentecillo sobre el U rro b i y en sitio llano se e n c u e n tra el «palacio vetusto» al q u e alude tam bién Altadill 25, bastante de te rio ra d o . Su­ bien d o luego a la conocida iglesia románica, hay una casa con el tejado hundido. En la c a rretera hundida tam bién, la v enta «bien servida» en otros tiempos. El escudo del «Sr. de A rze», aparece en el índice de P e d ro de Azcárraga, con tres conchas en cam po ve rd e o sinople 26. El di­ b u jo de la figura 382, da una idea g eneral de la silueta del palacio de sd e la iglesia. El d e la figura 383, es un e s q u em a hecho d e sd e d e n ­ tro del patio, elim inando en la fachada p rin ­ cipal y en la lateral los huecos más m o d e rn o s y p ro cu ra n d o señalar la arm onía de los anti­ guos. T a m b ié n se ha ce rra d o la pa rte de la izquierda, c o m o estaba, según d e m u e s tra n m uchos materiales derru m b ad o s. Q u e d a así constituida una construcción hecha a trozos, pe ro con un gran patio interior, c o m o otras de los valles de Lónguida, U rraul, etc. 337 El se ñ o r U rtasu n V illanueva afirma qu e este palacio conserva e le m e n to s del siglo X III. P e ro en ningún caso serán los arcos de m edio punto. Indica q u e se reedificó en el siglo X V y se refiere al blasón de los «Arci» o Arce (de o ro con tres veneras o conchas de plata en triángulo m ayor, dos en e je y una en punta) 27, al q u e tam bién alude M a rtin e n a en su tantas veces citado re c u e n to d e los pala­ cios cabo de A rm ería de N a v a r r a 28. Arce es cosa del pasado. N o tanto Uriz y el p e q u e ñ í­ simo núcleo de Z a n d u e ta , muy próxim os. Uriz está en sitio fragoso. En 1802 se da c o m o c onocido en N a v a rra p o r asiento de casas nobles. H a sta dieciocho en c o n ju n to , con c iento cuatro h a b it a n te s 29. M adoz le asigna treinta y un casas q u e form an un a calle y plaza, con un to rre ó n antiguo en su c e n ­ tro 30. 338 La descripción es un poco sumaria. En realidad Uriz es un p u e b lo en cuesta, q u e d e ja un poco a un lado la c a rre te ra q u e va, U rro b i arriba, hacia B u r g u e t e 31. En principio, en efecto, se e stru ctu ra com o un p e q u e ñ o pueblo-calle. En la parte interior, m eridional, hay a un lado, a la iz­ q uierda, una to rre -p a lo m a r a la q u e sigue una casa d e regular tam año. P o r el o tro hay va­ rias, reg u la rm e n te conservadas, con sus can­ tones (figs. 384 y 385). Algunas góticas, de fachada larga c o m o tantas en la zona (fig. 386). Se sube y la calle se ensancha p o r un lado en el q u e está el fro n tó n d e p elota y algunas casas irre g u la rm e n te dispuestas. P ero la línea de la calle q u e d a siem pre constituida p o r un lado en q u e tam bién hay un cantón. M ás arriba y, e n efecto, en posición central, Fig. 3 8 4 -U r iz . A. Iglesia. B. Torre de U riz. C. Torre baja. Fig. 3 8 5 ,-P la n o de U riz. 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. Torre-palomar de abajo. Frontón. Torre de U riz. Casa con «eztalpe». Iglesia de San Saturnino. Cementerio. Ventas de U riz. Fuente. 339 Fig. 3 8 6 ,-C a sa gòtica. U riz. està la to rre a q u e hacen referencia el diccio­ nario d e 1802, M adoz y M iñano, q u ie n dice es m uy conocida en la provincia 32. La calle poco más arriba se bifurca p o r q u e un a larga y estre ch a casa, gótica tam bién, tiene un lado hacia la cuesta q u e sube a la iglesia de San Satu rn in o y la o tra a un cam ino q u e pasa p o r d e b a jo de un pasadizo de la m ism a casa. La iglesia está en lo más alto y d e sd e la explanada qu e tiene d elan te se ve el p u e b lo hacia el Sur, tal y c om o, d e m o d o e s q u e m á ­ tico se re p re s e n ta en el d ib u jo de la fig. 387. En cam bio en el 384, se ve el p u e b lo desde abajo. Es e v id e n te q u e las dos torres y la iglesia co n stitu y e ro n e n un tie m p o los e le m en to s principales del pueblo. P e ro hace poco la to rre más famosa se ha h u n d id o p o r d e n tro , el teja d o está abierto (dibujo d e la fig. 388) y el p u e b lo en vías de desaparecer, c o m o tan­ tos otros. M u c h a casa hay vacía y otras, c o m o la de las ventas q u e se levantaron al hacerse la carretera, han p e rd id o su función. N o d e ja de s o rp r e n d e r q u e en alguna publicación en q u e se p r e te n d ía dar la nó­ 340 m ina y aun describir las torres navarras, no se halle registrada ésta 32'b,s q u e parece haber dad o cuna al linaje d e U riz, el cual d o m in ó tam bién s o b re A r t i e d a 33. El palacio de Uriz aparece en el índice d e P e d ro d e Azcárraga 34, e n tr e varios c o n blasón similar: d e oro, con tres fajas azules onduladas c o m o veros 35. Son iguales al parecer, las armas del pala­ cio de Solchaga y las del de «Eriztayn» en la Valdorba. T a m b ié n las de Liberri. Las del de Río de Y uso en Aibar son hasta cinco y las de C anales en Roncal tres iguales a las indicadas. Parece claro que, con in d e p e n d e n c ia d e las agrupaciones q u e hacen los h e r a ld is ta s 36, estos blasones se refieren a co rrien te s de agua sobre las q u e estaban asentados los li­ najes con sus casas. El Sr. U rta s u n y V illanueva en su estudio so b re el valle de A rce dice q u e la to rre de Uriz es del siglo X III e n su p rim e ra mitad. La de abajo, p o s te rio r con rasgos del X V . Le da diez m etro s d e lado po r más de q uince de alto y dice qu e el e scudo q u e o ste n ta es el del m e rin o del valle 37. Es de los M artínez de Uriz c o m o palacianos (fotos de las figs. 392 y 393). La o tra to rre parece más sólida y acaso m o d e rn a (d ib u jo d e la fig. 389). J u n to a la torre más central, c o m o se ve e n la foto, hay una típica casa gótica del m o d e lo q u e se establece e n el capítulo se g undo d e la parte tercera. En Uriz hay sistemas d e ven ta n a viejos com o el de la tig. 390. Esta casa p u e d e servir de base para el estu d io d e un tipo que, c o m o ya se ha visto, se dio m u ch o en Lónguida, Salazar, Arce, U rraul, etc. T ie n e un «eztalpe»: palabra vasca que, c o m o otras, aún se usa en Uriz. El vasco se ha p e rd id o d u ­ rante este siglo, habiéndose hablado casi ex­ clusivam ente hasta 1900 38. Fig. 387 -L as dos torres de Uriz. desde arriba. Fig. 38 8 .-Torre de Uriz. 342 Fig. 3 8 9 .-R em ate de la torre de abajo de U riz. 343 o riundos de él han buscado siem pre m edios de vida fuera. D e N ag o re, q u e q u e d a a unos 602 m e ­ tros, se sube a 634 en Uriz. D e s p u é s hay unos kilóm etros sin po b lad o y los pueblos del N o r t e de la cuenca son más altos. D e ellos el más cuidado es A rrieta, q u e en 1802 tenía o c h o casas y se ten ta y cinco personas 39 y q u e c u e n ta con alguna casona d e teja d o a cuatro aguas d e tipo dieciochesco, ju n to a la iglesia, bien tenida. T a m b ié n e ra clásica y de cierto p o r te la v e n ta s o b re la c a rre te ra g e n e ­ ral, d e cuatro aguas y con la fachada e n un lado un po c o más c o rto 40. Esta insuficiencia es c o n stante p o r q u e los «despoblados» antiguos son p o r lo m enos ocho: Adaxa, Asnoz, E quieta o Eguieta, O ray, Sarasa, U loci u O loci, U rdaci, U r o a 43. En el sector q u e nos ocupa, a la altura de A rrieta, sólo q u e hacia el O e s te del río, sub­ siste aún Saragüeta; es p u e b lo e n hond o n a d a , con no más de seis casas con se te n ta personas en 1802 44. D e éstas subsisten varias au n q u e en mal estado. La de las figuras 394 y 395 era, sin duda, un h e rm o so e je m p la r de gótico tardío, pegada a o tro s dos c u e rp o s con p u e r ­ tas d e arco de m ed io p u n to p o ste rio re s y cegados en parte. O tr a (fíg. 396), tiene un blasón y es e v id e n te m e n te p osterior. Al N o r t e de este pueblo, en la m ism a banda y a bastante altura q u e d a el núcleo de Lusarreta, q u e e n 1802 aparece con solas cuatro casas y tre in ta y un personas 45. En la llamada «G ord o ren a » , F erm ín de Leizaola e n c o n tró un h ó rre o agregado d e planta cuadrangular, con arcos, con sem ejanza al de Iracheta e n la V ald o rb a 46. En A rrieta se señala la existencia de dos p a la c io s 41. M a rtin e n a se refiere sólo a u n o q u e aparece en una relación del siglo X V III, p e ro q u e es más antiguo, p o r q u e Azcárraga ya da el blasón d e «el palacio d e Arrieta» 42. H u b o , pues, una é p o c a en q u e en el valle se escalonaban dom inios d e p e q u e ñ o s se ñ o ­ res, pobrísim os señores al parecer, q u e bus­ caron fortuna, p o r lo general, más al Sur, o en la C orte. C o n razón se ha n o tad o q u e los apellidos oriu n d o s del valle tienen bastante difusión en N avarra, lo cual indica q u e los III Los núcleos d e la cuenca del Irati han sufrido casi más q u e los de la del U rro b i; en realidad, la m ayoría eran puras barriadas ru ­ rales de línea severa, en paisaje a b rupto. Los q u e era n antigua sede d e palacios d e cabo de A rm ería han pasado a la categoría de granjas y de granjas a edificios ruinosos en gran proporción. Sólo al N o r t e O ro z -B e te lu tuvo un d e sen v olvim iento m ayor d e sd e antiguo. M archando, c o m o antes, de Sur a N o r t e nos e n c o n tram o s con q u e en A rtozqui había dos palacios: u n o gótico y o tro más m o d e r n o q u e p e rte n e c ió al m arq u e sad o d e Jaureguizar 47. El registro d e palacios cabo d e A rm ería no c o n tie n e a ninguno d e los dos. U n poco más al N o r t e nos e n c o n tram o s con M uniain, en paisaje ro q u e ro , con un a silueta más p o ­ 344 pular 48 y no m u ch o más casco q u e el de las tres casas q u e tenía en 180 2 49. S eparados del río al Sudeste d e estos dos núcleos q u e d a n Arizcuren, con alguna casa gótica tam b ié n y Uli Alto. Fuera del río, más al N o r d e s te , se halla A zparren, en d o n d e había un c o n ju n to edificado q u e parece estaba co n stitu id o po r una to rre bastante b u e n a y o tro s c u e rp o s q u e daban lugar al patio de tipo q u e nos es c o n o ­ cido. Este c o n ju n to se q u e m ó en 19 1 3 50 y c o rre sp o n d ía a un palacio de cabo d e A r m e ­ ría citado en lista de 1799, no en o t r a s 51. Azcárraga da su blasón: de azur, con cruz ancorada de oro, cargada de panela de gules. A veces con fo ndo de plata, cruz y b o rd u ra de o ro 52. En A rce tam bién se registran los palacios de G u rp e g u i, Imízcoz y A m ocain 53. El es­ cu d o del p rim e ro d e azur, con tres cabezas de lobo d e o ro o de plata, está asim ism o e n el registro de A z c á rr a g a 54. En Imízcoz había hace años una to rre y una casa-palacio, los dos d e rru id o s ya 5S, con e scudo e n Azcárraga: de plata con cuatro franjas d e a z u r 56. En cam bio no está el d e Am ocain. Sí, e n fin, dos d e O ro z -B e te lu : u n o «el palacio d e O ro z b e telu de yuso» 57, y o tro «el palacio de O rozb etelu de suso» 58 q u e son citados fre c u e n ­ tem e n te . El d e yuso se conserva e n parte, con algunas saeteras y mirillas góticas y algo del patio. En 1645 tenía un a to rre visible, al parecer. El e scudo es d e o ro con un palo de azur con b o rd u ra de gules y och o o catorce aspas d e oro. Era del linaje de O roz. El o tro es más m o d e r n o y tam b ié n conserva la fa­ chada labrada en pied ra sillar con arco de m edio p u n to y gran zaguán 59. El núcleo m ay o r de la cuenca es - c o m o va d ic h o - el d e O ro z -B e te lu , al q u e dedicó un estudio d o n Leoncio U ra b a y en en 19 16 60, épo c a en q u e era un p u e b lo « p len a m en te vasco» 61, a u n q u e los jóvenes ya lo hablaban po c o y los niños n a d a 62. En estu d io tal hay unas páginas dedicadas a la h a b it a c i ó n 63. O ro z -B e te lu se asienta sobre un bucle q u e hace el Irati, de su e rte que, en vez de estar al Este o al O e s te del núcleo, el río q u e d a al Sur. Las casas se re p a rte n en tres montículos: los p u n to s de referencia principales son el p u e n te , la plaza con el fro n tó n y la iglesia. En 1802 tenía c incuenta y tres casas con 386 habitantes y p a rte de la población traba­ jaba en la terrería del río 64; una fábrica q u e ha ten id o im portancia en el país, c o m o cons­ tru c to ra d e e le m en to s del ajuar y d e la habi­ tación, tales c o m o m orillos, planchas d e c o ­ cina, hierros de hogar 65. La población creció al calor de ésta y d e una papelera. Altadill da 136 viviendas en el núcleo, con 702 habi­ tantes, y n o v e n ta y oc h o casas, ocho en la ferrería y veinte bo rdas 66. La separación del resto del valle se realizó en 1845. H o y el caserío, au n q u e dism inuido, ofrece el aspecto cuidado, con las casas m uy encaladas y de tipo q u e re c u e rd a a lo qu e se halla en zonas nórdicas, p e ro no alto-pirenaicas. T e jad o s de unos 30 grados. En 1916, todavía existían, sin em bargo, algunas casas hum ildes y pajares con teja d o de tablillas, p e ro cada vez se iba a b a n d o n an d o más su uso. U rabayen rec u e rd a qu e J a u rrie ta había ardido al m o m e n to de escribir él y poco antes tam bién B u rg u e te , Espinal y G arralda 67. Señala p r e d o m in io de casas rectangulares, con planta baja destinada a cuadras, piso-vivienda y desván para fo­ rraje, au n q u e las casas grandes («etxandiak») tenían dos pisos. Subraya el e m p le o en alguna casa vieja de e n tra m a d o con piedra porosa («troska») en m uros y tabiques, la abundancia m ayor de tejados a dos aguas y la existencia de alguna casa con m uros laterales qu e sobresalen de la pared de la tachada, con puertas de sillería, arcos de m edio p u n to y adintelados, d e p ie ­ dra. V entanas pequeñas: algunas amaineladas o con parteluz, góticas. La distribución de la planta d e vivienda po r un largo pasillo tam ­ bién es s e ñ a la d a 68. Las cocinas son la parte más im portante. Las antiguas tenían gran cam pana apoyada en cuatro m aderos parale­ los, a los cuatro lados de la habitación, co n s­ truida con el clásico arm azón cónico de m a­ de ra e n tre cru z a d o de varas de avellano rev o ­ cado de yeso, con gran saliente, en to rm a de torrecilla sobre el tejado, con agujeros late­ rales para la salida del hum o. El fuego en m edio de la habitación. H o r n o en form a de m edia cúpula, sobresaliente del m u ro lateral. T o d o lo relacionado con el fuego es im p o r­ tante. El «fogal» tenía un enlosado de m e tr o y m edio en cuadro, con una plancha de hierro de cincuenta a setenta cen tím e tro s en m edio. D o s piedras e m p otradas a unos dos m etros de distancia y sobresaliendo cinco c e n tím e ­ tros del suelo sostenían un hierro largo con el te d e ro y ganchos para colgar cosas. Las teas se usaron c o m ú n m e n te hasta 18 7 0 69 y el ajuar clásico de la zona pirenaica y prepirenaica se usó hasta m u ch o después. 345 NOTAS 1. « C atálo g o d e l A rch iv o G e n e ra l» , I. p. 183 (n .° 375). 2. « C atálo g o d e los c a rtu la rio s re a le s» , p. 2 4 6 (n .° 4 9 3 ). 3. «C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , II, p p . 191 (n .° 4 7 6 ), 192 (n .° 4 7 8 ), a ñ o 1352. 4. « C atálo g o del A rc h iv o G e n e ra l» , II, p. 2 2 5 (n .° 5 6 5 ), año 1353. 5. G o ñ i G a z ta m b id e , « C atálo g o d el A rch iv o C a­ ted ral d e P am p lo n a» , I. p. 168 (n .° 704). 6. F. Z ab alo , «El re g istro ...» , p. 6 6 (n ú m e ro s 389 40 4 ). O tr a lista co rta , p. 136 (n ú m e ro s 1 7 2 1 -1 7 2 6 ) en q u e salen « O ro z» y « M u n iay n » . 7. F. Z a b a lo , «El re g istro ...» , p. 143 (n ú m e ro s 1.8 8 9 -1 .9 0 3 ). 8. J. C arrasco P é re z , «La p o b la c ió n ...» , p p . 4 6 9 471 (n ú m e ro s 2 1 9 -2 4 5 ). 9. J- C arrasco P é re z , «La p o b la c ió n ...» , p p . 507508 (n ú m e ro s 4 7 1 -4 8 1 ). 10. « C atálo g o del A rch iv o G e n e ra l» , X X X , pp. 2 3 3 -2 4 4 (n .° 4 7 5 ). Y anguas, « D ic c io n a rio d e a n tig ü e ­ d ad es» , I, p. 4 8 , dice « se ñ o río p e rp e tu o » . 11. Y anguas, « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , I, p. 48. 12. «C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , X X X , pp. 291 (n .° 6 0 0 ), 2 93 (n .° 6 0 4 ), 2 9 7 (n .° 1.6 1 2 ), 141313. « C atálo g o del A rch iv o G e n e ra l» , X L V II, pp. 214 (n .° 4 8 8 ), 223 (n .° 50 8 ), Y an g u as, « D ic c io n a rio d e an tig ü e d a d e s» , I., p. 48. 14. «C atálo g o del A rch iv o G e n e ra l» , XLV111, pp. 134-135 (n .° 269). 15. D iccio n a rio d e 1 8 0 2 , 1, p. 9 2 , b. 16. V éase la m ism a h o ja ya u sad a en el cap ítu lo a n te rio r del m ap a a escala 1 : 5 0 .0 0 0 , n .° 116. 17. A ltadill, II, p. 338. 18. « Itin e ra rio s p o r N a v a rra » , II, p. 101, a. 19. S an ju an C a ñ e te , «La fro n te ra d e los P irin e o s o cc id e n ta le s» , pp. 144-145. 20. D ic c io n a rio d e 1802, 11, p. 53. 21. D iccio n a rio d e 1802, 11, p. 2 1 5 , b. 22. B e n ito U rta s u n y V illan u ev a, «V alle d e A rce y O ro z -B e te lu » , d e « N a v a rra » . T e m a s d e C u ltu ra P o p u ­ lar» (P am p lo n a, s.a .), op. cit. p. 24 d ice q u e se c o n s e r­ van u n p atio y u n a p o rta d a g ó tica co n a jim e c e s d el siglo X V q u e c o rre s p o n d ie ro n a u n palacio d e h ijo sd alg o . 23. I, pp. 9 2 , b -9 3 , a. 24. 11, p. 4 6 9 , a. 25. « N a v a rra » , II, p. 340. 26. Fol. 2 3 , I- En la lista d e g e n tile s h o m b re s d e co m ie n z o s d el siglo X V I q u e d a Y an g u as « A d icio n es» , p. 148, se indica q u e «el se ñ o r del palacio d e A rci, vive allí». 27. U rta s u n V illan u ev a, « V alle d e A rce» , p. 23. C o m p á re s e con P e d ro d e A zcárraga, q u e p o n e sin o p le, c o m o va d icho. 28. II, p. 16. En 1723 d e D o n A n to n io d e O zcáriz y A rce. 29. « D iccio n a rio » d e 1 8 0 2 , II, p. 4 1 3 , b. 30. X V , p. 2 2 7 , b. O tro s «U riz» en G alicia. 31. E n el m ap a d e C o e llo el tra z a d o d e e sta ca­ r r e te ra está su b ie n d o al N o rte a la d e re c h a d e l U rro b i. En realid ad va a la izq u ierd a. 32. IX , p. 123, b. En 1828. 346 3 2 -b is. A ltad ill, II, p. 3 4 3 se re fie re a u n to rre ó n an tig u o . 33. V éase A rtie d a. Y a se ha v isto la in flu en cia de e sta fam ilia e n el siglo X V . 34. Fol. 6 4 ,3 . En el lib ro d e A rm e ría ta m b ién M a rtin e n a , « P alacio s cab o d e A rm e ría » , II, p. 16. 35. C o m p á re s e co n J.C . d e G u e rra , « E stu d io s de h eráld ica vasca», p. 255. 36. A zcarraga, fols. 64 y 6 5 , d a a C an a le s fajas ro jas. G u e rra , azules. 37. U rtasu n V illan u ev a, «V alle d e A rce» , p.23. La fech a p rim e ra p arec e d e m a sia d o te m p ra n a . El blasón d e l m e rin o en P e d ro d e A zcarraga, fol. 6 8 ,5 . 38. U rta s u n V illan u ev a, «V alle d e A rc e» , p. 12. 39. D ic c io n a rio d e 1 8 0 2 , 1. p. 122, a. 40. F o to s en A ltad ill, II, p p . 3 4 0 -3 4 1 . C o m p á re s e co n las d e U rta su n V illan u ev a, «V alle d e A rce» , e n las pp. c e n tra le s d e la o b ra citada. 41. U rta s u n V illan u ev a, «V alle d e A rc e» , p. 23. 4 2 . «P alacios cab o d e A rm e ría » , II. p. 16. A zcá­ rraga fol. 7 3 ,3 . D e g u le s y u n a taja d e o ro , c o n q u in ce d e lo m ism o. 4 3 . U rta s u n V illan u ev a, «V alle d e A rce» , pp. 6-9. 4 4 . D ic c io n a rio d e 1802, 11, p. 3 5 8 , b. 4 5 . D ic c io n a rio d e 1802, I. p. 4 7 0 , b. 4 6 . F erm ín d e L eizaola, «El h ó rre o d e L u sarreta (valle d e A rce, N a v a rra )» , en « C u a d e rn o s d e E tn o g rafía y E tn o lo g ía d e N av arra» . VI (1 9 7 4 ), pp. 8 7 -8 8 . 4 7 . U rta su n V illanu ev a, «V alle d e A rc e» , p. 24, fo to fre n te a la p. 17. 48. U rta s u n V illan u ev a, «V alle d e A rce » , fo to tr e n te a la p. 16. 4 9 . D icc io n a rio d e 1 8 0 2 , II, p. 4 4 , b. 50. U rta su n V illan u ev a, «V alle d e A rce » , p. 24. 5 1. M a rtin e n a , « P alacios cab o d e A rm e ría » , p. 16. 52. A zcarraga, fol. 2 5 , 4. «El P alacio d e A z p a rre n d e la valle d e A rci o A rce, q u e es u n a m ism a cosa». 53. M a rtin e n a , «P alacios cab o d e A rm e ría » , II, p. 16. 54. A zcarraga, fol. 6 0 ,1 y 107,1 (v arian te). 55. U rta s u n V illan u ev a, « V alle d e A rce» , p. 24. 56. A zcarraga, fol. 6 2 ,6 : «El palacio d e Y m izcoz». 57. A zcarraga, fol. 32, 3. 57. A zcarraga, fol. 32, 3. 58. A zcarraga, fol. 31, 6. C o m p á re se co n M a rti­ n e n a «P alacios ca b o ...» , II, p. 16. 59. U rta s u n V illan u ev a, «V alle d e A rc e » , p. 28. S on los X im e n e z d e O ro z: e sc u d o d e o ro co n cinco c e ñ id o re s o fajas d e sable. 60. « O ro z B e te lu . M o n o g ra fía g eo g ráfica» (M a­ d rid , 1916), « P u b lic ac io n es d e la R eal S o cied ad G e o ­ gráfica» . 61. U ra b a y e n , o p . cit. p. 5. 62. U ra b a y e n , o p . cit. p. 20. 63. U ra b a y e n , op. cit. p p . 6 9 -7 5 . 64. D ic c io n a rio d e 1 8 0 2 , 11, p. 2 1 3 , a. 65. M ad o z, la d a c o m o m uy p ró s p e ra . S eñ ala la in d u s tria d e ta b la d e ro b le p a ra cubas: tab la q u e se llev ab a río ab ajo , h asta el E b ro , T u d e la y A ragón. 6 7 . A ltadill, II, p. 4 4 5 , c o n plano. 6 7 . U ra b a y e n , op , cit. p. 71. 68. U ra b a y e n , op. cit. p p . 6 9 -7 1 . 69. U ra b a y e n , op. cit. p. 73. Fig. 3 9 1 .-C a sa gotica. Osa, Fig. 3 9 2 .-C alle de U riz. 347 393 Fig. 3 9 3 - T o r r e de U riz. Fig. 3 9 4 .-C a sa de Saragüeta. Fig. 3 9 5 .-P u erta de Saragüete/. Fig. 3 9 6 .-P u erta blasonada. Saragiieta. 348 349 C A P IT U L O X V V A LLES DE E R R O Y E S T E R IB A R 1) 2) 3) 4) A lgunos rasgos generales del valle de Erro. Los pueblos del valle. El valle de Esteríbar. Los pueblos del valle. La decadencia e x p e rim e n ta d a p o r el valle de A rce pare c e exagerarse e n el d e E rro y tam bién e n p a rte del d e Esteríbar, q u e q u e ­ dan más a O c c id e n te y e n zona más influida p o r la cercanía del Atlántico; s o b re to d o la del prim e ro . E rro, c o m o entidad o unidad de tip o a d m in is tra tiv o -p o lític o , s u e n a d e s d e é po c a rem ota. En 1248 T e o b a ld o 1 concedió un tu e r o a los labradores d e «Val d e Erro» para q u e pagaran p o r su c u e n ta al m e rin o lo qu e solían dar en c o n c e p to d e cena y otros privilegios ’ . C o m o se ha visto con los habi­ tantes d e A rce y Esteríbar, p e rte n e c ía n los del valle a la cofradía d e Roncesvalles, hacia 1266 2. En 1269 c o n stru y e n El Espinal, e n tre los burgos d e Roncesvalles (es decir, Burguete) y V iscarret, m arc án d o se su té rm in o 3. A ntes ya los d e Roncesvalles llegaban hasta el m ism o valle 4. Se hacen visitas d e él cu a n d o se realizan las d e otro s valles d e m o n ta ñ a de la m erin d ad 5, con los m ism os fines: r e p r e ­ sión del bandidaje, recluta d e soldados, re ­ quisa d e ganados para servicios bélicos, etc. El valle d e E rro, e n 1280, aparece ya con «la población del Espinal», «V iscarret», «Lifo a u n » , «Cilveti», «E rro», « A stigarreta», «A ncioa», «Loifa», «M ezquiriz», « H u r e ta » , « O ro n d iriz » , «Esnos», «A rdaiz», « H u r n ifa » , « G u rb ifa r» , « Ioayde», «Larrango», « H o rossa» y «O rosurguia» 6; bastantes d e estos núcleos se desp u eb la n m ás tard e co n pestes y m ortan dades. «Val d ’Erro» se dib u ja en 1366 con «L’Espinal», «M ezquiriz», «Linfoayn», «O rfaq u o a » , «Biscarret», «Ayncioa», «L oyfu», « O rondiriz», «Esnos», « U rn ifa » , « G u rb ifarr» , «O yayde», «Larrayngoa», «Cillveti», «E rro», «A stigarreta», « O ro c h a O ro se g u y » , «Ardayz», «La Valcarlos» 7. Es decir, q u e se consideraba q u e llegaba hasta la cuenca atlántica y q u e Valcarlos q u e d a b a en su á m ­ bito. Su carácter de fronterizo le hacía e x e n to de ciertos trabajos y prestaciones, c o m o los d e reparación d e fortalezas 8. El e je para los asentam ientos u rbanos indicados es el río E rro con sus afluentes. P e ro una p a rte consi­ d e ra b le de él, p o r el N o r te , no c o n tie n e n úcleo alguno. Y e n d o d e Sur a N o r t e el p rim e r p u e b lo es Ardaiz, fuera d e la c a rre te ra general d e P am plona a Roncesvalles. Luego ya e n é sta se llega a Erro, q u e p u e d e c o n sid e ­ rarse el núcleo central. D e E rro hacia el Sur hay un ramal q u e c o n d u c e a O ló n d riz y d e allí o tro hacia el Este a A incioa y o tro , en fin, al Sur a Loizu. A ntes de llegar a O ló n d riz hay o tro ramal hacia el Este q u e da a Esnoz. La c a rre te ra q u e va d e E rro hacia el O e s te tiene, a su vez, un ramal se p tentrional q u e llega a Cilveti. Luego se llega en dirección SudoesteN o r d e s te a V iscarret y a Espinal. Linzoain q u e d a m uy po co apartado antes d e V iscarret y M ezquiriz e n tre V iscarret y Espinal, tam ­ bién algo al m argen d e la carretera. E rro es 353 Erro, sin e m bargo, tiene alguna particula­ ridad en relación con éstos y co n los de la p a rte oriental. P o rq u e , au n q u e e n E rro hay u n a serie de linajes antiguos p r e d o m in a n te s y sus c o rre s p o n d ie n te s palacios d e cabo de A rm ería, c o m o ve re m o s, a fines d e la Edad M edia, Carlos III el N o b le , c o nstituye un vizcondado, q u e p o se y ó p rim e ro D o n Beltrán de Ezpeleta, de su e rte q u e ejercía la justicia b aja y percibía las rentas. La familia se inclinó al b a n d o del P ríncipe de V iana en parte: p e r o el se g u n d o vizconde fue c ham ­ belán d e J u a n II 14. Este hace q u e el título, q u e pasa a otro s apellidos p o r vía d e m atri­ m o n io , tuviera d e re c h o hasta los últim os tie m p o s del A ntiguo R é g im e n a elegir alcal­ des. En 1802 se dice: «La vizcondesa de Erro, a pro p o sic ió n del valle, elige un alcalde q u e exerce la jurisdicción civil en to d o él», 15. La jurisdicción ec o n ó m ica q u e d a b a a cargo de los d ip utados elegidos p o r el valle y los regi­ d o res d e los pueblos, c o m o se ve en los artículos respectivos. u n valle bastante gran d e , d e 1 1 .1 7 1’4 9 ’62 h e c t á r e a s 9, p o c o p o b lad o siem pre, p o r q u e e n los o n c e lugares q u e lo c o m p o n ía n a co­ m ienzos d e siglo, Altadill d a 2 .3 4 9 habitantes y 471 edificios 10. La d e sp oblación ha sido progresiva d e s d e entonces. En 1975 le asig­ nan sólo 1.031 habitantes 11. G u rbizar, Larraingoa, U r e ta y U rriz a se d e s p o b la ro n de s­ pués d e 1.950 y antes O r o s a y O yaide. O tro s núcleos q u e a p arecen en las listas m edievales, antes 12. En 1802 se registran todavía q uince núcleos con vida más o m e n o s fu e rte 13. P arece q u e d e e n to n c e s a c om ienzos de este siglo h u b o un a u m e n to sensible, p u e s to q u e e n aquella fecha no había más q u e 175 casas y 1.230 personas, y de sp u és d e 1900 se ha vuelto a u n a población m en o r. C o m o v e ­ rem os, hay indicios para s u p o n e r un a p r o s p e ­ ridad relativa, q u e se m anifiesta e n la edifica­ ción, para los siglos X V III y X I X , la cual acerca la fisonom ía d e los p u e b lo s d e este valle a la de los vecinos valles d e la m erin d ad de Pam plona, estudiados antes. II El núcleo más m eridional del valle es, pues, Ardaiz; con doce casas y o c h e n ta y dos personas en 1802 16. H o y sólo con diez y siete. Está e n alto (736 m etros) y c o m o todos los p u e b lo s q u e no han e x p e rim e n ta d o desa­ rrollo c onserva vestigios en las casas, en form a parecida a c o m o los hay e n los valles de más al Este a la m ism a latitud 17. P ero tam bién hay alguna casa de b u e n a sillería de ép oca posterior, c o m o la d e la foto d e la fig. 399, en q u e hay q u e destacar la reja y la inscripción dieciochesca q u e hay e n la v e n ­ tana su p erior s o b re la reja misma. D e Ardaiz a E rro el a m b ie n te cam bia d e m o d o bastante sensible. E rro es hoy un p o b lado blanco, m od ern iza d o , a u n q u e m uy p e q u e ñ o ; con no más d e 131 habitantes. El caserío está a 688 m e tro s d e altura, sobre el río, e n la m arg e n occidental y antes d e q u e fo rm e un gran bucle. En 1802 c o n taba con diez y och o 354 casas, 179 almas 18. D e las casas q u e d a n algu­ nas d e b u e n a c o nstrucción parecidas a las del valle de Ulzama. La iglesia nueva hace co n ­ traste con la vieja en alto 19. La m ayoría de las casas d e E rro son de tejado a dos aguas d e poca inclinación, unas rectangulares, estrechas, otras con tendencia a desarrollar fachadas más anchas, d e dos altos. P e ro no faltan las de teja d o a cuatro aguas, q u e c o rr e s p o n d e n a fines del X V II I o c om ienzos del X I X , salvo el palacio de Erro de suso, refo rm a d o e n 1857, p e ro d e m ucha antigüedad. O t r o era el de yuso, co n blasón distinto 20. O lóndriz, (« O ro n d iriz » e n los censos) está más al Sur y más alto tam bién, e n una llanada a 715 m etros. H o y sólo viven treinta y cu a tro personas e n un c o n ju n to d e veintitantas casas; e n 1802 había en veintiuna, 126 personas 21. O ló n d riz es p u e b lo q u e - c o m o E r r o - está muy rem ozado. T a m b ié n Aincioa 22, situado en u n a altura, p u e s to q u e alcanza los 1.008 m etros. D e ja n d o aparte sim ples caseríos, e n ­ contram os un a agrupación de casas grandes de tejados a dos aguas y fachadas bastante anchas con dos altos, tres huecos, tejado en hastial a dos aguas, alguna con balcón corrido en el piso alto, lo cual o c u rre tam bién en V iscarret y en Esnoz, q u e aún tienen aspecto de la N a v a rra atlántica. O t r o tanto o c u rre en Linzoain, más dise­ m inado. En estos p u e b lo s parece intuirse qu e trabajaron algunas cuadrillas d e c a nteros qu e d e ja ro n casas de un estilo particular. P o r eje m p lo , la foto d e la fig. 400, nos da un magnífico m o d elo de casa de Linzoain, con p u e rta de q uince g randes y finísimas dovelas, fachada en 1674 (fig. 401). Es el m ism o qu e se p u e d e e n c o n tra r más al O e s te , con los «frailes» p ro te c to re s. Podría p ensarse tam ­ bién q u e el m ism o g ru p o hizo una casa qu e d e c o ra la plaza d e V iscarret 23, p u e b lo q u e se llama tam bién V isc arret-G u e re n d iain y q u e q u e d a b a en la ruta jacobea. A ntes d e q u e la ho sp e d ería de Roncesvalles le qu ita ra im ­ portancia, debió servir c o m o p u n to de pa­ rada, pu e s la «G uía» d e A ym eric Picaud, se refiere a «B iscaretum » y «Biscarellus» 24. D e aquí seguía a Linzoain y E rro y luego ya pasaba a Z u b iri en E steríbar y Larrasoaña, c oincidiendo el cam ino con la ca rre te ra c o n stru id a en 1878 de m o d o bastante ajusta­ do 25. G u rbizar, Larrainzoa, U r e ta y U rniza form an hoy u n a pro p ie d a d de la D iputación de N a v a rra y conservan algún resto de edifi­ cio notable, c om o, p o r e je m p lo , el del pala­ cio de U re ta , construcción torreada, no anti­ gua, q u e habla de una restauración de señorío con palacio de cabo de arm ería 26. V iscarret conserva bastante su estru c tu ra de calle condicionada p o r la vía antiquísima. Está alto, a 778 m etros, y más al N o r t e qu e algunos pue b lo s de Aézcoa; p e ro , sin e m ­ bargo, el influjo del Atlántico es sensible. Esto m ism o o c u rre todavía en M ezquíriz, qu e se halla a 770 m etro s situado al Este del río E rro y al Sur del p u e r to d e Espinal, con p e q u e ñ o cam ino d e sd e la c a rre te ra a Francia. A cerca de este p u e b lo q u e ha conservado algo más de vida q u e o tro s hay u n a m o n o ­ grafía de P e rp e tu a Saragüeta, escrita en vas­ co 27, e n la q u e se dedican algunas páginas a la casa y al asentam iento, c o m p u e s to d e cua­ re n ta y tres casas con sus n o m b re s propios; algunas con un sufijo q u e se p ro n u n c ia «oña» («C a u n to ñ a » , p o r ejem plo). El núcleo m ayor con dos calles, de arriba y d e abajo y con veintisiete casas. La población ha dism inuido m ucho de com ienzos d e siglo a acá y el vasco es hablado p o r h o m b re s m ayores más q u e p o r m u j e r e s 2S. H ay tam bién unas cuantas bordas, con n o m b re propio. En general las casas de M ezquíriz tienen tejados de poca inclinación todavía. H ay algunas de tipo más señorial q u e se hallan constituidas po r varios cuerpos; uno con v e rtientes q u e parecen h a ber sido a cua­ tro aguas originariam ente, con añadidos a dos y prolongaciones. Por e je m p lo , «Paxkualena» o «Pashcualena» 29. O tras d e tejado a dos aguas, «frailes» y balcón co rrid o en el piso principal, a la q u e se han añadido agre­ gados y q u e son muy parecidas a las d e los valles c o n ti g u o s hacia P o n i e n t e , c o m o «Etxetxipia» 30. Algunas, acaso más m odernas, se distin­ g u e n p o rq u e el tejado a dos aguas es más agudo. U n a c o m o «Juan M igueleña» del ba­ rrio de « T x o rro n d o » , c o n struida en 1905, tiene la fachada a lo largo de una de las v e rtientes del a l e r o 31. O tr a llamada «Echeberría» o «A rteguía» lo tiene en hastial sobre un alto o piso principal con tres balcones individuales y tres ventanas supe rio re s 32. La casa llamada «Zuria» o « Z u rie n e a » , bastante conocida, a través d e varias publicaciones 33, se distingue p o r una p o rta d a d e p ied ra de sillería fechada en 1737, con tallas en el arco de e n tra d a y la ventana q u e q u e d a encim a, q u e resultan bastante so rp re n d e n te s. Las del arco se advierte q u e au n q u e populares, c o ­ r re s p o n d e n a la é p oca de la inscripción 34, q u e está encim a d e la p ied ra de clave. P e ro la ventana, con su carátula ad o rn a d a en el alféi­ zar de la m ism a o stenta tres arcos góticos inscritos el uno en el o tro q u e no casarían con el resto, si no supiéram os q u e en bas­ tantes obras populares de distintas partes, dieciochescas tam bién, se hallan su p erviven­ cias parecidas (fig. 402). En M ezquíriz hay otras casas con labras curiosas, c o m o la llamada «E spartero» de 1810, con una tosca figura h um ana en el a r c o 35. T a m b ié n e n «A pesui» hay b u e n a 355 m u estra en cantería y labras 36; e n otras casas hay inscripciones c o m o la q u e se ve encim a del balcón d e « B en tarrañ a» , q u e es un c o n ­ ju n to con curiosa galería i n t e r i o r 37. La inscripción dice: LA H I C I E R ­ O N J U A N FE­ R M IN U R R U TIA E Y G N A C IA ZALBA. El llano o la explanada d e B u rg u e te , consti­ tuye u n a entidad geográfica m uy clara que p u e d e c o nsiderarse em p ie za e n Roncesvalles a 952 m etros, sigue e n B u rg u e te a 893 y llega a Espinal p rec isam e n te 41. En un tiem po d e b ió ser b o sq u e tupido, talado e incendiado p o r los pastores. Lugar peligroso d e paso; aún al O e s te d e Espinal hay un té rm in o llamado de «L adronerreca» 42. En M e zq u íriz q u e d a ta m b ié n alguna m u estra de h o rn o q u e sobresale de un m u ro lateral 38 y alguna b o rd a de m adera, con ta­ blas colocadas según lo q u e se ha visto en casas torres del Bidasoa, caserío d e Urdiain, etc. 39. Véase el d ib u jo de la fig. 398. La subida del p u e rto , cru z a n d o el E rro y llegando a una altiplanicie d o n d e q u e d a n p rim e ro Espinal, luego B u rg u e te , justifica bastante la asociación de estos dos pueblos, separándolos de los anteriores. / La foto d e la fig. 399 habla suficiente­ m e n te po r sí misma. Espinal es un pueblo-calle, acerca de cuya fundación y e s tru c tu ra ya se ha dicho algo. Llaman la atención algunos blasones com o el de «Joanes de Beraiz» o «Veraiz» (1612) (fig. 397). El territorio de b ió llamarse «Auritz» en principio; com o el burgo de Roncesvalles ya existía, éste se llamó «A uriz-berri» o «Auritzperri». Espinal q u e d a a 87 1 m etro s y parece q u e la diferencia de altura es suficiente para q u e cam bie este e le m e n to tan visualm ente p e r ­ ceptible qu e es la inclinación del tejado. U n a foto de Espinal, c om parada con o tra de M e z ­ quíriz habla suficientem ente del t r á n s i t o 40. 356 Fig- 3 9 7 -B lasón de la casa de « "Veraiz» o «B eraiz». III «Esteríbar» es c onocido e n la form a vasca íntegra d e sd e antiguo, m ientras q u e Erro, que e n vasco suele llamarse tam bién «Erroibar», aparece siem pre com o Val d e E rro en la d o c u m e n tac ió n histórica rom ance. La dem arcación se da ya en un fuero oto rg a d o p o r Sancho el Sabio a los collazos de Esteríbar, q u e m o raran de O llo q u i a Agorre ta , f u e r o f e c h a d o en s e p ti e m b r e de 1192 43. A lr e d e d o r de 1203 se con c ed e o tro fu ero a los «cazadores» del m ism o valle 44. Es tierra d o n d e se reclutan soldados para servir al rey en F r a n c ia 45 y sus habitantes form an cofradía religiosa en Roncesvalles con los de A rce y E rro 46. Se c o m e te la r e d u n ­ dancia d e llamarle «valle de Esteribar» desde a n t i g u o 47. El Arga e n su curso su p e rio r (desde el nacim iento) es el e je de este valle m uy dilatado d e N o r t e a Sur, q u e c o m p r e n ­ día hasta hace po c o no m e n o s de veintiocho núcleos; m enos, sin em bargo, q u e en 1366 en q u e - c o m o vamos a v e r - se registran cuarenta. La n ó m in a d e «Ezterivarr» en 1280 ya es larga: « A g o r r e t a » , « O s t a r i z » , « E s n o s » , « H u rd a n iz » , « A ld a rre g u i» , « E z q u iro z» , «Seitoayn», « Iru rre » , «A g u e rre ta » , «Larresoyna», « T rie p e g u i» , «Eugui», «Ira g u i» , « H u sse ssi» , « G o rb in d o » , « L e rra n o z » , « A ram endia», «Saigos», «(^uriayn», « G u n d u l a y n » , « E q u ie » , « I r o z » , « O y l l o q u i» , «M endia», «O laverri», «Sarasivarr» 48. En 1366 se e n u m e ran , « £ a baldica», «Y roz», «Euguy», « A ynforiz», «(^uviri», « ^ u ria in » , G u e n d u l a y n » , «V assa g aiz » , « A g o y v a r r» , «Sarassivarr», «Seytoayn», « Y ru re » , «A querreta», «Tirapegui», «Errea», « £ a y » , «O zteriz», «Y llarroz», « U rd a n iz » , « Y llu rd o z » , « G u r in d o » , «Leranoz», «U ssessi», «Yraguy», «Esnoz», «O chavayn», « Y o d o y e ta » , «A gorreta», «Saygos», « B urrin», «Oylloquy», «Jausqueta», «Leyazcue». «Equia», «Lapasti», «Ezquioz», « B e lfu n e g u y » , «U rtassun», «Yvilosqueta» y «A rleta» 49. Los d espoblados se dan aquí, c o m o en E rro, Arce, Salazar, etc., d e m o d o significativo. T a m b ié n hay que señalar q u e del c o n ­ ju n to se separa, e n un m o m e n to , la villa de Larrasoaña, c o m o o c u rre con o tro s núcleos qu e crecen al calor d e la circulación general. La cuenca s u p e rio r del Arga tiene a Eugui c o m o p u e b lo q u e está más al N o r t e , cerca del 357 río. A ella hay qu e añadir Cilveti que, a u n q u e p e rte n e c e al valle d e E rro , está e n un arroyo afluente del Arga. Este p u e b lo es el q u e M o r e t consideraba sede del antiquísim o m o ­ nasterio de San Zacarías qu e fue visitado p o r San Eulogio 50. La localización, c o m o las otras relativas a m onasterios del R oncal y Salazar, es in te resa n te para ver c ó m o se asocia un p e q u e ñ o núcleo agrícola y pastoril pirenaico, una «villa», con fundaciones m onasteriales m uy antiguo, p u e s to q u e florecen e n lugares apartados a m ediados del siglo IX , con c o ­ m unidad de cierta im portancia al parecer. B a jando hacia el Sur, sobre el Arga, d espués d e Eugui está U rtasun y al O e s te d e U rtasu n , Iragui. T a m b ié n al O e s te y no sobre el m ism o río, Usechi y al Sudeste de Usechi, Leránoz. En una curva del Arga, Saigós, y al Este A gorreta, en la carre te ra hacia E rro y sobre la vieja ruta jacobea, en la qu e tenía más significado Z ubiri, es decir un pueblopue n te . La densidad de los núcleos se hace m ay o r más abajo. D e Z u b iri a Larrasoaña q u e d a n a la m arg e n oriental Id o y eta (algo separado), O stériz, Ilárraz y Esquíroz. En la occidental, Im b u lu z q u eta , U r d á n o z y G u rp e gui. N ú c le o s señoriales con restos palacianos e n g ran parte. Al Sur de Larrasoaña, hasta Zabaldica que q u e d a sobre el m ism o Arga, a la m argen oriental, nos e n c o n tra m o s poco separados, p o r la m ism a m arg e n y de N o r t e a Sur a Irure, Setuain y Errea, e n la m ism a latitud q u e Larrasoaña. A q u e r re ta d esp u és, Zay al Sudoeste d e Errea. Ilurdoz y B elzunegui. Al fin, A rleta y O lloqui. En la m arg e n occidental Idoy, G u e n d u la in , Z uriain y A nchoriz. La s u p e r f ic ie del v a lle en to ta l es de 1 5.604’ 19’03 hectáreas, es decir m ayor q u e la del d e E rro y la población q u e daba Altadill d e 2.127 habitantes en 4 9 8 e d if i c i o s 51, era d e 2 .0 1 9 en 180 2 52. A h o ra se le d a n no más d e 1.599 53- IV Si c o m o en otras ocasiones, iniciamos la m archa d e Sur a N o r t e , tanto en Arleta, com o en O lloqui, enc o n tram o s palacios cabo d e armería. En O lloqui, núcleo con sólo cinco casas útiles y dos arruinadas en 1802, pobladas p o r cuarenta personas 54, se co n ­ serva este palacio qu e es un edificio de planta rectangular de dos pisos, el bajo y el p rim ero, con gran p u e rta d e arco para la e n tra d a y el blasón encima. A los lados hay rasgados h u e ­ cos irregulares. Esta fachada larga está r e m e ­ tida e n tre dos to rre o n e s cuadrangulares de tejado a cuatro aguas, de piñón. El d e la izquierda tiene en lo alto una amplia galería. La posición d e O lloqui en la en tra d a m e ­ ridional del valle es significativa. La familia ocupa cargos de im portancia d e s d e el siglo X III p o r lo m enos 55. El palacio se u n e a un m ayorazgo en 1425. El nobiliario d e Azcarraga da el blasón d e «el Palacio d e A rleta» 358 p o r un lado 56. En una ho ja q u e falta se ve p o r el índice qu e estaba el de «el s e ñ o r de O lloqui» 57, e n tre los im p o rta n tes. Los pala­ cianos fuero n d e fe nsores d e sus privilegios hasta la p rim e ra g u e rra carlista, en q u e to d a ­ vía u n o p re te n d ió ser capitán a g u e rr a del valle 58. Estamos en un paisaje qu e es el de la zona m edia; lo cual es válido tam bién para Z a b a l­ dica e Iroz, pueblos de e s tru c tu ra parecida. Es decir, agrupaciones de unas quince casas con su iglesia, más o m en o s desarrollada; algunas dep e n d en c ias y algún edificio d e m a­ yor relieive; sea d e tipo gótico final, sea de época más m oderna. En Iroz p o d e m o s e n ­ co n tra r e n las casas d e labranza, qu e co n tra s­ tan bastante con las d e la p a rte se p tentrional del valle, e le m en to s q u e en su e stru ctu ra r e c u e rd an algunas de valles más m eridionales d e la m erindad; p o rch e s que dan acceso a cuadras y qu e p a re c e n p ensados para hacer patios cerrados, c o m o los d e la foto d e la fig. 404. B elzunegui q u e d a hoy c o m p le ta ­ m e n te d e spoblado, a u n q u e hay noticia y ves­ tigios de su antiguo palacio 59. T a m b ié n hay palacio antiguo d e Ilurdoz; o m e jo r dicho Sagaseta d e Ilurdoz p o r q u e es el m ism o 60. Este p u e b lo , q u e tenía catorce casas útiles y dos arruinadas en 1802 con o c h e n ta y nueve h a b it a n te s 61, cu e n ta con algún e je m p la r tí­ pico de p e q u e ñ a casa gótica d e las q u e tanto hem os visto rep e tid o s en otros valles de la m erindad. V éase c o m o e je m p lo la foto de la fig. 405. P or lo dem ás, este tipo se e n c u e n tra en otros p u e b lo s vecinos. Sin em b a rg o , pa­ rece q u e la o b ra d e cantería de perío d o s po ste rio re s está m e jo r r e p re s e n ta d a según vamos hacia el N o r te . Así, p o r e je m p lo , en A nchóriz q u e d a alguna h e rm o s a fachada p e rfe c ta m e n te labrada al estilo d e los siglos X V II y X V III c o m o la de la foto 406. Ya a la altura d e Larrasoaña casi, al O e s te , en Idoy, llama la atención una p u e rta con inscripción en la p ie d ra d e clave, q u e es lade las fotos 407 y 4 0 8 y q u e dice así: + ESTA C A S A SE H IZ O POR B ELTRAN DE ESAN I MA R IA D E V R TASUN A Ñ D 1757 Encima, bajo la ventana, hay o tra piedra tallada con una cruz al centro, de dos palos transversales y a los lados dos figuras h u m a ­ nas esquem áticas, q u e p a recen ser d e un h o m b re , la d e la derecha, y d e una m u je r la d e la izquierda. E jem plos de talla rústica d e la m ism a épo c a se e n c u e n tra n cerca. Así e n E rre a q u e está en el o tro e x tre m o del valle, al Este y a la m ism a altura y d o n d e se fotografió la p u e rta d e las fotos 4 0 9 y 410, con fecha de 1739, bajo la cruz, en una p ied ra d e clave, con dos dovelas laterales tam bién labradas. En esta zona, qu e es la central del valle, e n c o n tram o s cierta densidad de casas palacia­ nas e n to rn o a la villa de Larrasoaña, q u e se e n c u e n tra significativamente en una gran lla­ na 62. Larrasoaña aparece en d o c u m e n to s m uy antiguos. M o re t indica q u e el año 1072 San­ cho d e Peñalén e n c o m e n d ó la educación de su hija U rrac a al abad del m o n aste rio d e San Agustín d e Larrasoaña, D o n Aznar, d á n d o le unas majadas. Es decir q u e el m o n aste rio parece que tenía c o m o base d e s u ste n to una eco n o m ía pastoril 63. Parece q u e su agrega­ ción a Leire es m uy antigua y q u e e n d o c u ­ m en to s d e aquel m o n aste rio aparece «Sanctae M arine e t Sancti A ugustini d e Larrass o a in » ( 1 0 8 7 ) . T a m b i é n « L a r r a s o a y n » , (1174) 64. P e ro la pronunciación q u e se ha conservado d e b e ser tam bién antigua, p o r q u e la guía d e los pe re g rin o s da a «Ressogna» c o m o p u n to in te rm e d io e n tre V iscarret y P am plona 65. Al calor de cofradías y hospita­ les d e peregrinos, crece un núcleo de p o b la ­ ción q u e es creado «buena villa» en 1202, de suerte que en 1329 se celebran allí cortes g e n e r a l e s 66. En 1314 se distingue «Larra­ soaña la vieja» c o m o entidad definida 67. T am bién hay referencias a Larrasoaña com o valle con entidad propia distinta a Esteríbar, d e 1353 6S- P o r esta época hay tam bién m e ­ m oria d e a m o jo n a m ie n to y, después, de com pras d e bienes y del palacio d e Esnoz, de una vecindad en A riz a le ta 69. Larrasoaña no tenía en 1802 arriba de treinta y dos casas útiles y trece arruinadas, con 153 a lm a s 70. M adoz rebaja las casas a veinte y da 150 h a b it a n te s 71. Altadill sube los edificios a treinta y cuatro y los habitantes a 195 72. El plano qu e da es m uy ilustrativo. Larrasoaña es un pueblo-calle típico: c o m o Lanz, Maya, B u rguete, etc., o rie n ta d o en su longitud de N o r d e s te a S udoeste, con el A rga al Sur. La iglesia q u e d a a la e n tra d a p o r el lado N o r d e s te y cerca tiene un m olino qu e aparece en d o c u m e n to s antiguos. D e s ­ pués, hasta un a n c h u ró n que constituye la plaza, hay una calle recta d e casas compactas con sus huertas detrás, p o r los dos lados y tras la plaza sigue otro tram o d e calle. C erca del m olino hay un p u e n te sobre el Arga. En Larrasoaña hay casas q u e conservan e le m en to s del final del gótico; ventanas amaineladas, com o la de la foto de la fig. 433. P e ro lo q u e más ab u n d a son casas d e planta rectangular con tejado en hastial y dos pisos, q u e re c u e rd an m u c h o a las d e los puebloscalle de la zona del Bidasoa, c o m o Ituren; con u n o o dos huecos p o r banda, con balcón a veces e n el desván c o m o se ve e n la foto de 359 la fig. 412. T a m b ié n hay casas d e m ayor p o r te q u e tie n e n el alero tallado sobre la fachada, d e p ied ra d e sillería e n pa rte y del siglo X V III al parecer. A lguna fachada c o m o la d e la foto 413 es característica. P or últim o, no faltan las casonas d e más d e sarrollo de fachada, con arco d e e n tra d a central, tres huecos p o r piso y hasta tres altos, c o n ta n d o un desván com p le m e n tario , con la fachada e n tr e «frailes» c o m o se ve en la foto de la fig. 414. En la plaza hoy existen edificios m o d e r ­ nos y alguna casa bien tenida, d e dos a cuatro huecos, con balcón co rrid o en el piso princi­ pal y blasón e n m ed io 73. C o m o en tantas otras ocasiones, este tipo d e núcleos urbanos d e pueblos-calle contrasta con los p e q u e ñ o s a g rupam ientos m en o s desa­ rrollados q u e conservan su aire más adusto. Al N o r o e s te de Larrasoaña, fuera d e la carretera, q u e d a Im b u lu z q u eta , lugar en q u e existe un edificio palaciano con un c u e rp o central y dos torres a los lados, que, a u n q u e no es medieval a juzgar p o r la o b ra de c a n te ­ ría, conserva los rasgos más im p o n e n te s d e la a rq uitectura palaciana m edieval, c o m o p u e d e verse en la foto d e la fig. 415. O tro s lugares de Esteríbar p o se y ero n p a ­ lacios d e m e n o r p o rte , p e ro conocidos. A parte d e los citados p o r o r d e n alfabético hay qu e contar los d e A g o rreta 74, A q u e rre ta 75, Arizaleta, qu e «traía» de Yaniz 76, Ido- yeta, Eugui 77, O steriz, Saigos 78, U rdaniz 79, U rta s u n 80 y Z u r i a i n 81. C o m o e ntidad u rb an a q u e e n tra d e n tro d e la categoría d e p u e b lo - p u e n te m uy anti­ g u o hay q u e colocar a Z u b iri, con n o m b re topográfico («zubi = p u e n te , «iri - p u eblo»), con el núcleo p o b la d o al O e s te del río y catorce casas más, una a rru in ad a en 1802; o c h e n ta y cuatro personas 82. En esta época ya se alzarían algunas de las g randes casas q u e hoy existen, c o m o la d e la foto d e la fig. 416, qu e es una clásica casona del tipo A, estable­ cido en el capítulo terc ero de la tercera parte, con arco central, tres huecos en el piso pri­ m e ro con los dos balcones a los lados y unos huecos más ra ra m e n te aparejados arriba, bajo el teja d o a cu a tro vertientes. M ayor d e s a rro ­ llo en altura tienen la d e la foto de la fig. 417, q u e tam bién c o rr e s p o n d e a la arq u itec tu ra rica d e fines del X V III y c om ienzos del X I X , de la m o n ta ñ a atlántica a la zona media. En Eugui, el p u e b lo más se p te n trio n al del Arga hay bastantes casas m o d e rn a s y el c o n ­ ju n to d a idea tam bién de clima atlántico, au n q u e esté relativam ente alto: 643 m etros. P ueblos m eridionales del valle, c o m o Zabaldica, q u e d a n a unos 500 m etros. La d ife re n ­ cia d e altura y de latitud influye e n el paisaje, d e su e rte q u e p o r encim a de Larrasoaña se nota un cam bio parecido al qu e hay pasando d e O stiz al N o r t e , en las cuencas del Ulzam a y el M ediano. NOTAS 1. « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , I. p. 136 (n .° 257). R e fe re n c ia Y anguas, « A d ic io n e s» , p. 128. 2. « C atálo g o d e los c a rtu lario s re a le s» , p. 2 4 6 (n .° 4 9 3 ). 3. «C atálo g o d e los c a rtu la rio s reales» , pp. 2 5 4 255 (n .° 511). 4. «C atálo g o d e los c a rtu lario s re a le s» , p. 3 7 0 (n .° 757). 5. « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , II, p p . 191 (n .° 4 7 6 ), 192 (n .° 4 7 8 ), 1352. 6. F. Z ab alo , «El re g istro ...» , p. 6 6 (n .° 3 7 5 -3 8 8 ), C o m p á re s e co n p. 142 (n .°s 1 8 7 8 -1 8 8 8 ). 7. J. C arrasco P é re z , «La p o b la c ió n ...» , pp. 4 6 7 4 6 9 (n .° 2 0 1 -2 1 8 ). V e r ta m b ié n p. 5 1 0 (n .° 502). 8. Y angu as, « A d ic io n e s» , p. 128. 9. H o ja 116 ya citad a, e sp e c ia lm e n te . Los té rm i- 360 nos d el N o rte , c o n b o rd a s y ch o zas e n p. 91. 10. A ltad ill, II, p. 366. 11. « Itin e ra rio s p o r N a v a rra » , II, p. 9 0 , a. 12. B e n ito U rta s u n V illan u ev a, « V alle d e E rro » , n.° 2 1 9 d e « N a v arra , tem as d e c u ltu ra p o p u la r» (P a m ­ p lo n a , s.a.), p p . 6 - 9 . 13. D ic c io n a rio d e 1 8 0 2 , I, p. 2 5 7 , b. 14. S o b re esta fam ilia v éase el a rtíc u lo E z p e le ta d e Y an g u as « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , I. pp. 471 494. 15. D ic c io n a rio d e 1802, I, p. 2 5 7 , b. 16. D ic c io n a rio d e 1 8 0 2 , I. p. 9 5 , b. 17. U rta s u n V illan u ev a, «V alle d e E rro » , p. 7 se re fie re a u n a fu e n te p ú b lic a d e e stilo o jiv al y a la casa « P atan a» (p. 17). 18. D ic c io n a rio 1 8 0 2 , I. p. 27. 19- F o to s e n U rta s u n V illan u ev a, «V alle d e E rro » , p o rta d a « Itin e ra rio s p o r N a v a rra II, p. 90. 20. U rta s u n V illan u ev a, « V alle d e E rro » , p. 17. M a rtin e n a , «P alacios cab o d e a rm ería» II, p. 12. A zcárraga, fol. 103, 3 y 4 d a « el P alacio d e E rro d e suso» y «el p alac io d e E rro d e yuso » . 21. D ic c io n a rio d e 1802, II, p. 180, b. 22. F o to s e n U rta s u n V illan u ev a, «V alle d e E rro » , páginas c e n trales. En A in cio a había u n palacio d e sa p a ­ recid o al d e c ir del m ism o U rta s u n , o p . cit. p. 17. 23- F o to e n « Itin e ra rio s p o r N a v a rra » , II. p. 91. 24. «Le g u id e d u p é le rin d e S a in t-Jacq u e s d e C o m p o sté lle » , pp. 4 y 6 d el te x to latino. 25. L acarra, « P e re g rin a c io n e s a S an tiag o » , II, p. 110. 26. E stá en A zcárrag a « el S or. d e U re ta » , fol. 13, 2. C ru z tre b o la d a d e o ro , so b re g u le s, c a n to n a d a d e cu a tro v e n e ra s d e plata. M a rtin e n a , « P alacios cab o d e a rm ería» , II, p. 12. En L arrain g o a y U rn iz a o tro s. F o to en U rta s u n V illan u ev a, « V a lle d e E rro » , fre n te a la p. 17. S o b re re sto s pp. 17 - 18. 27. « M e zk iritz (E rro ib a r)» , e n « C u a d e rn o s d e E t­ nología y d e E tn o g ra fía d e N a v a rra » , X I (1 9 7 9 ), p p . 5 36. 28. S arag ü eta, o p . cit. pp. 8 - 1 1 . 29. S atag ü eta, op. cit. fo to 2 , fre n te a la p. 32. 30. S arag ü eta, op . cit. fo to .3. 31. S arag ü eta, op . cit. fo to 332. S arag ü eta, op . cit. fo to 6. 33. S arag ü eta, op . cit. fo to 9. 34. E S T A P O R T A L A D A H I Z O IV A N ID LA R R A Z A Ñ O 1737 35. S arag ü eta, op . cit. fo to s 11, 12. 36. S aragüeta, op . cit. fo to s 13, 14 y 15. 37. S arag ü eta, op . cit. fo to s 17 y 18. 38. S arag ü eta, op. cit. fo to 23- H o r n o d e « Z u ria» o « Z u rie n e a » . 39- S arag ü eta, op. cit. fo to 21. « M an u elañ a» en « T x o rro n d o » . 40. « Itin e ra rio s p o r N a v a rra» , II, p. 93. 41. « Itin e ra rio s p o r N a v a rra » , II, p p . 9 4 - 95. 4 2. En la h o ja 116. 4 3 . « C atálo g o del A rc h iv o G e n e ra l» , I. p. 75 (n .° 98). Y anguas, A. pp. 131 - 132. 44. « C atálo g o del A rch iv o G e n e ra l» , I. p. 87 (n .° 131). 45. « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , II, p. 225 (n .° 5 6 5 ), 1353. 46. « C atálo g o d e los c a rtu la rio s rea les» , p. 2 4 6 (n .° 4 9 3 ), 1266. 47. G o ñ i G a z ta m b id e , « C atálo g o d el A rch iv o C a te d ra l d e P am p lo n a» , p. 2 3 6 , n .° 9 9 9 . 48. F. Z a b a lo , «El re g istro ...» , p. 65 (n .°s 35 2 374). V e r ta m b ié n pp. 136 (n .° 1 7 1 9 -1 7 2 0 ) y 142 (n .°s 1855 - 1876, co n algu n a diferen cia). 49- J. C arrasco P é re z , «La p o b la c ió n ...» , p p . 4 6 5 4 6 7 (n .°s 161 - 2 0 0 ). C o m p á re s e c o n p p . 5 0 9 - 5 1 0 (n .°s 4 8 8 - 502). 50. « A n n a le s» , I. p p . 2 5 4 b - 2 5 5 b. T e x to d e la p. 2 5 6 , b. V e r ta m b ié n R isco, « E sp añ a S a g rad a» , X X X I I , pp. 2 2 1 , b - 2 2 4 , a. 51. A ltad ill, II, p. 375. 52. D ic c io n a rio d e 1 8 0 2 , I. p. 2 7 2 , a. T re in ta y d o s p u e b lec ito s. 53. « Itin e ra rio s p o r N a v a rra » , II, p. 8 6 , b. 54. « Itin e ra rio s p o r N a v a rra » , II. p. 8 6 , b. 55. Y anguas, « A d icio n e s» , p p . 23.3 - 2 3 4 . 56. fol. 4 1 , 2. 57. fol. 15. 58. M a rtin e n a . «P alacios ca b o d e a rm e ría » , II, p p . 13 - 14. F o to fre n te a la p. 17. 59. M a rtin e n a , Palacios d e c a b o d e a rm e ría » , II, p. 14. A zcárraga, fol. 4 4 , 3, «el Palacio d e b e lin e g u i» (tac h ad o y c o rre g id o « b elç u n e g u i» ). 60. A zcárraga, fol. 38, 2. «el palacio d e llu rd o s» . 61. D ic c io n a rio d e 1802, I, p. 3 7 4 , a. 62. «L arra» es d e h e sa , pastizal, « la rra ñ a » , era. 63. « A n n a les...» , II, p. 58, a-b, (lib ro X IV , cap. III, §, I, n.° 28). 6 4 . L acarra, « P e re g rin a c io n e s a S an tiag o » , II, pp. 111. 65. «Le g u id e d u p è le rin d e S a in t-Jacq u e s d e C o m p o ste lle » , p. 6. «Le R o sso n h e » en el itin e ra rio d e C a u m o n t, p. 134. « L arrasoaynna» e n d o c u m e n to d e 1318. « C atálo g o d e los c a rtu la rio s reales» , p. 314 (n .° 6 43). 66. Y anguas, « D icc io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , II, p. 178. D o c u m e n to m u n icip al d e 1307, « C a tá lo g o del A rch iv o G e n e ra l» , 1, p. 2 9 2 (n .° 64 9 ). 67. « C atálo g o del arch ivo ca te d ra l d e P a m p lo n a » , pp. 237 (n .°s 1001 y 1004) y 2 4 0 (n .° 1014), é ste d e 1315. 68. « C atálo g o del A rch iv o G e n e ra l» , II, p. 225 (n .° 565). 69. Y anguas, « A d ic io n e s» , p. 188. 70. D icc io n a rio d e 1 8 0 2 , I, p. 4 1 8 , b. 71. M adoz, X , p. 88, a. 72. A ltadill, II, p. 4 1 3 , co n p lan o 73. F o to e n « Itin e ra rio s p o r N a v arra » , II, p. 86. 74. A zcárraga, fol. 13, 5, «el S .°r. d e A g o rreta » . 75. A zcárraga, fol. 102, 4 , «el palacio d e A q u er r e ta » . 76. A zcárraga, fol. 59, 3. 77. A zcárraga, fol. 4 4 , 5 «el palacio d e E ug u i» . 78. A zcárraga, fol. 6 5 , 2, «el palacio d e Saygos». 79- A zcárraga, fol. 9 8 , 2 «el palacio d e U rrd a n iz» . 80. A zcárraga, fol. 9 1 , 5, «el P alacio d e H u rta su n » , an tes, fol. 3 3 , 3, sin h. 81. A zcárraga, fol. 56, 5, «el Palacio d e Z u ria in » , to d o s cita d o s p o r M a rtin e n a , «P alacios c a b o d e a rm e ­ ría» , II, pp. 13-14. 82. D ic c io n a rio d e 1 8 0 2 , II, p. 5 3 3 , b. 361 362 363 364 4Ü7 406 Fig. 4()4 .-C a sa con porches. Iroz. Fig. 4 0 5 .-C a sa gótica, llurdoz. Fig. 4 0 6 .-F achada. Á nchoriz. Fig. 4 0 7 .-P ortada, tdoy. 365 Fig. 4 0 8 .—Inscripción de 1757. Idoy. Fig. 4 0 9 .-P u erta de 1739- Errea. Fig. 4 1 0 .-Inscripción de 1739. Errea. Fig. 411 -V e n ta n a gótica. Larrasoaña. Fig. 4 l2 .- C a lle de Larrasoaña. 366 367 368 416 Fig. 4 1 3 .-C a sa de Piedra sillar. Larrasoaña, Fig. 4 1 4 .-C a sa del siglo XVI I I . Larrasoaña. Fig. 4 1 5 .-C a sa palaciana. Im buluzqueia. Fig. 416.-C asa de Zubiri. 369 Fig. 4 1 7 .-C a sa s de Z u b iri. 370 PARTE VI C A P IT U L O I M E R IN D A D DE ESTELLA . IN T R O D U C C IO N : 1) 2) M erindad, ribera y montaña. Las riberas de la vieja merindad deEstella. La m erin d ad d e Estella, es, sin duda, la consecuencia d e la creación de un núcleo u rb a n o q u e a d q u ie re im portancia a p o c o de ser cre a d o y q u e se constituye en capital de un te rrito rio d e carácter bastante variado. En to rn o a la capital, a Estella, e n to d a dirección, se hallan una serie de valles. Algo más al Sur unos p u e b lo s d e ribera bastante dife ren te s y al O e s te tierras que, en un m o m e n to dado, dejan de ser navarras para agregarse a Alava. En la zona de los valles hay, p o r o tra parte, u n a p o rc ió n occidental q u e h u b o de p e r d e r el vasco en tiem pos bastante lejanos y otra, la septentrional, o la más cercana a la ciudad, en q u e el vasco se conservó hasta d iferen tes fechas del pasado siglo. D e s d e el p u n to de vista d e la fo rm a de la localidad y de la construcción, claro es q u e las diferencias son tam bién sensibles. A lgunos de los valles tam bién tienen un carácter especial q u e los diferencia de m o d o notable de la generalidad. Tal es el caso del valle d e G oñi, c o n stituido p o r una altiplanicie en la q u e la hidrografía tiene m uy poca im­ portancia, o lo q u e se llama el valle d e Mañe ru , q u e tiene p o c o d e valle en realidad. Las transiciones son bruscas, los c o ntrastes rápi­ dos y una vez más en N avarra nos e n c o n tra ­ m os con q u e la unidad política o adm inistra­ tiva no refleja unidad fisiográfica. El c o n c e p to d e m erindad parece qu e hay q u e subordinarlo al de «m erino»; la palabra m ad re es «m ajorinus» o «m aiorinus», un tí­ tulo con varias acepciones en principio, p e ro de las cuales la q u e más p u e d e servirnos ahora es la d e las «Partidas» de A lfonso X, c uando se refiere a los q u e p o n e el rey para «hazer justicia sobre algún lugar sennalado, assi c o m o villa o tierra» 1. La m e r i n d a d n a v a rr a , c o m o v a m o s v iendo, es una amplia circunscripción. A ve­ ces se habla de «merinia» 2 y existe el cargo de «sozm erino» 3. Es curioso advertir c ó m o este c o n c e p to e ra familiar todavía para el Padre Larram endi q u e da la palabra vasconizada de «m erioa» para m erin o y «m erio m e n dea» para m erindad, con una caída de «n» intervocálica muy c o m ú n 4. D e s p u é s se b o ­ rra, c o m o en tantas otras ocasiones. C o m o en la m erin d ad d e T u d e la y e n la de O lite, tam bién la pa rte m eridional d e la de Estella se re p a rte d e ja n d o de c o n siderar la existencia de valles fluviales con orografía 373 acusada y te n ie n d o en c u e n ta un c o n c e p to del qu e ya se ha hablado; el de «R ibera» 5 que, e n su im precisión, se sigue utilizando en N avarra, incluso para m arcar c o n tra ste psi­ cológico e n tr e el habitante d e la M on ta ñ a , el «m o n ta ñ é s» , y el d e la R ib e ra o «rib e reñ o » . La ex p resió n es vieja, p e r o más p ro p ia m e n te habría d e hablarse d e «riberas». II H ay, en efecto, un d o c u m e n to en q u e se dan los fuegos d e los p u e blos q u e c o n stitu ­ yen la «Ribera» de la m erin d ad d e Estella, de 1330, en el q u e q u e d a n incluidos todos estos, d e n s o s sin dud a: « A n d io n » , «L arraga», «B ervinfana». « M iranda», «Falces», «Fu­ n e s » , « M ir a g lo » , « C a s a n u e v a » , « V illanueva», «A fagra», «San A drián», «A ndossieylla», «Carear», «Lerin», «Sesm a», «M end a v ia » , « L i f a g o r r i a » , « A l m u n f a » , «El B usto», «Luquiayn», «B arbarin», «A rroniz», «A reyllano», «D icastieyllo», «Ayllo», «Leorin», «A verin», «Echavarri», «V illatuerta», «O tey^a», «Baygorri», « A rtaxona», «Taffaylla» 6. Esta «Ribera» llega al E b ro p e ro tiene dos ejes, de N o r t e a Sur, e n las del Ega y el A r g a 7, pasados los valles y u n a serie de p u e blos al O e s te , e m p e z a n d o p o r la Solana. Es curioso com pararla con la del «m onedage» de 1350, en l a q u e están tam bién los p u e b lo s d e más al O e s te , de V iana y Laguardia, etc. 8. En 1366, se separa bien «La Solana», con « H a r r o n i z » , « A r e illa n o » , « D ic a s tie illo » , «Ayllo», « M o re n tin » , «A verin», «M uniayn», «Baygorri», «Leorin», «A yegui», «Echaverri», y «Carapuz» 9, de la «Val d e Santesteban» y otras; en la «Ribera» se colocan: « O te ifa » , «V illatuerta», «Larraga», «Bervinfana», «M iranda», «Falces», «Peralta», «Fu­ nes», «M iraglo», «A fagra», « A ndosiella», «Sant A drián», «C arqarr», «Lodosa», «M endavia», «Liyagorria», «El B usto», «Sesm a», «Lerin», «Los A rrq u o s y sus aldeas», luego otro s pueblos de más al O e s te 10. Son siem ­ p re varias «riberas». Es difícil d e te rm in a r qué sentido etnográfico prim itivo han ten id o los hechos contrastados d e vivir en valles o en riberas. N o cabe du d a de q u e la zona de los valles del N o r t e y d e la pa rte m edia ha sido, en 374 c o n ju n to , el re d u c to del vasco. N o cabe duda, tam poco, de q u e en los p u e b lo s de rib e ra del lado más occidental aún se c o n s e r­ van n o m b re s vascos con carácter más o m e ­ nos claro, p e ro con do m in io de lo rom ance; Lazagurría y M endavia serán dos eje m p lo s curiosos. P e ro en los tiem pos o scuros d e la R e c o n q u ista navarra d e la pa rte occidental, cu a n d o se llega a rec o n q u ista r C alahorra y el Ebro, estos p u e blos q u e q u e d a n sobre el gran río y d e b a jo d e los valles y m o ntañas parecen haber sido ya rom ances en esencia. Luego la población se hace densa. En 1330 sólo en la «R ibera» citada y en tre in ta y siete poblacio­ nes hay 7.105 fuegos, cifra q u e c o n tra sta con las p o steriores, de 1350 y 1366 m u c h o más bajas 11. H a y núcleos g randes c o m o A rta jo n a con 1171 q u e bajan a 191 en 1366. Lerin de 549 baja a 218, etc. 12. En c o n ju n to , au n q u e sobre to d o en la pa rte se p tentrional, pegada a los valles hay pue b lo s de pocos fuegos, p u e d e decirse q u e los núcleos de las riberas son más densos y más distantes e n tr e sí q u e los de los valles y además c o n c en tra d o s o c o n g lo m e ra ­ dos. P ue d e , pues, decirse en síntesis q u e el navarro m edieval de la «Ribera» es un h o m ­ b re más «urbano» q u e el navarro m edieval de los valles, q u e vive en núcleos p e q u e ñ o s, en form a de aldeas p o r lo general o en p u e ­ blos-calle. Lo q u e e sto re p re s e n ta e n la form a de los asentam ientos ya se indicará en m u ­ chos casos; y lo q u e ha influido en la vida del lenguaje y de las c o stu m b re s en g eneral es obvio. El navarro d e habla vasca ha sido e n la Edad M e d ia poco amigo d e las c o n c en tra c io ­ nes urbanas. La ten d e n c ia a la urbanización dada e n é p oca ro m a n a vuelve, c o m o se ha indicado en los capítulos p rim e ro y segundo de la p rim e ra parte; y vuelve e n pa rte p o r presió n gu b e rn a tiv a (real) y con influjo de g e n te d e fuera, a u n q u e e n el e x tre m o Sur haya habido u n a continuidad u rb an a mayor. H ay q u e señalar, p o r últim o, q u e la c o n e ­ xión ec o n ó m ica de los valles con las riberas en la m e rin d ad no se señala de un m o d o tan neto y preciso c o m o la q u e se ve siem pre e n tre los altos valles pirenaicos y la ribera del A ragón hasta la B a rd e n a y el Ebro. A q u í no se dan las grandes rutas trashum antes, ni el c o m ercio de m adera a lo largo d e los ríos alm adieros, ni otros rasgos q u e c onectan la m erin d ad d e Sangüesa con la de T u d e la, la alta m o n ta ñ a y el valle del Ebro. Las co n e x io ­ nes son más oscuras. NOTAS 1. P artid a II, títu lo IX , ley 2 3 , «Los c ó d ig o s e sp a ­ ñ o les c o n c o rd a d o s y a n o ta d o s...» II, p. 3 7 4 , a-b. Y anguas « D iccio n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , II, pp. 322 - 323. « F u e ro G e n e ra l» , lib ro III, títu lo IV , ley IV (p. 59, a), ed. cit. D u C an g e, G lo ssa riu m ...» IV , cois. 3 5 1 -3 5 2 , s. v. « m a jo rin u s» . 2. « C atálo g o del A rch iv o G e n e ra l» , I, p. 241 (n .° 525), 1287. V éase la voz m e rin d a d y las d e m á s en el ín d ice d e m a te ria s d el m ism o « C a tá lo g o ...» , to m o s I, X V I, pp. 155 a - 157, a. 3. « C atálo g o del A rch iv o G e n e ra l» , I. pp. 2 9 8 2 9 9 (n .°s 6 6 6 y 6 6 8 ), 1307. 4. « D ic c io n a rio trilin g ü e ...» , II, p. 8 6 , a. 5. V e r ta m b ié n p a rte octava, c a p ítu lo p rim e ro . 6. J. C arrasco P érez, «La p o b lac ió n ...» p. 2 2 7 303 (n .°s 1 - 36). 7. Los p u e b lo s del A rga pasan a la m e rin d a d d e O lite , c o m o se verá. T a m b ié n los del C id aco s. 8. J. C arrasco P é re z , «La p o b la c ió n ...» , p p . 307 3 5 7 , lu eg o se señalan los valles. 9. J. C arrasco P érez, «La p o b la c ió n ...» , pp. 592 594 (n .°s 59 - 70). 10. J. C a rrasco P érez, «La p o b la c ió n ...» , pp. 6 1 6 6 3 2 (n .°s 146 - 165). 11. J. C arrasco P érez, «La p o b la c ió n ...» , p. 119. 12. J. C arrasco P érez, «La p o b la c ió n » , p. 120. 375 C A P IT U L O II EL VA LLE DE G O Ñ I 1) 2) Las cinco villas del valle de Goñi. Azanza, Aizpun, Urdanoz, Goñi y Munarriz. En el e x tre m o N o r d e s te d e la m erindad de Estella y c o n s titu y e n d o en p a rte u n a alti­ planicie ro d e a d a de alturas, se hallan las cinco villas del valle d e G oñi, que, en sí, es un valle de caracteres m uy peculiares d e n tr o de la variedad de circunscripción q u e se llaman «valle» o «val» en te rrito rio navarro. Estas villas se d istribuyen hoy en una especie de ca rre te ra d e circunvalación con una extensa llanura al centro. En o tro tie m p o se m arcan más dos cam inos de N o r t e a Sur y uno occidental, o tro oriental. «G oi» es un e le m e n to q u e aparece en m uchos to p ó n im o s y q u e q u ie re decir parte alta o su p e rio r 1. El n o m b re del valle de « G o ñ i» , p o r varias razones, ha de te n e r qu e ver con este ele m en to . P o rq u e en p rim e r té rm in o e n d o c u m e n to s m edievales del X IV aparece la grafía « G o y n n y » 2. Más rara y enigm ática es la de « G o n n in » 3. A ntes, en 1280, «G oyni» 4. En se g undo lugar, el valle de G o ñ i en sí, está muy alto en relación con los q u e le rodean. En efecto, es una entidad administrativa y ec o n ó m ica q u e d e sd e el siglo X I V p o r lo m en o s se llama de las «cinco villas del valle de G o ñ i» . E xam inando sus límites, el trazado de las carreteras y su d é b i­ lísima red lluvial, se ve claro c ó m o p o r los cuatro costados está ro d ea d o de alturas; más grandes y cerradas al O e ste, algo más débiles al N o rte. En general, rebasan los mil m e ­ tros 5. Los pueblos q u e d a n en los p u n to s más bajos, qu e pocas veces son inferiores a los 800 m etros y a una distancia parecida e n tr e sí, salvo el m ism o de G o ñ i q u e está algo más separado, hacia el N o rte . En cualquier caso, y e n d o de Estella o de Pam plona, hay q u e subir p u e rto s ásperos y zigzagueantes para e n tra r en el valle. A rra n ­ cando del N o rd e s te , d e las orillas del A raquil (a 423 m etros po r Anoz) se sube p r o n to p o r encim a d e los 900. Y de tierra de Estella, de los alre d ed o re s de M uez, a 528, tam bién se llega p r o n to a cotas de 900. Las tierras más cultivadas son las más bajas y próxim as a los p u e blos q u e se hallan en un p ro c e s o d e de c a ­ dencia absoluto. El valle, en c o n ju n to , consta de 4 .2 6 0 ’0 7 ’50’ h e c tá r e a s 6 y cada p u e b lo tiene una p ro p o rc ió n distinta d e ellas con arbolado; robles y hayas, q u e de com ienzos de siglo a hoy han dism inuido m ucho. H ay térm inos «faceros» de pueblos colindantes y con valles vecinos. (Fig. 418). 379 G o ñ i aparece e n 1802 c o n 180 habitan­ tes 9. A izpún c o n 100 10, Azanza c o n 2 0 6 11, M u n árriz con 310 12 y U r d á n o z con 143 13. Es decir, q u e al final del A ntiguo R é g im e n el valle tenía 948 habitantes. P o r los años en q u e D o n Ju lio d e Altadill com piló los datos para su G eografía, más d e un siglo después, tenía 784 y la m e r m a la señala con re sp e c to a 1900 en q u e contaba con 8 0 4 y 1886 en q u e se fijaba en 846 ,4. El valle tiene un m o m e n to «fuerte» a fines del siglo X V II I , lo cual se c o m p ru e b a claram ente e n la arquitectura, c o m o se verá. M adoz da los estados siguientes: Fig. 4 1 8 .- E l Valle de G oñi. v ecin o s Pese a la frialdad del clima, a la p o b rez a aparente de la tierra y a lo no m uy dilatado de la m ism a el valle de G o ñ i ha ten id o una vida bastante m ovida hasta el siglo X I X . En 1280 aparecen p e c h an d o juntos «G o y n i» , « H u rd a n o z » y «A izpun». « A m unarriz» y «Asan^a» p o r separado 7. En el apeo de 1366 los pue b lo s com o «cinquo villas (et G uessallaz») dan: Goynny U rd a n o z A yzpun Açança M unarriz 1) 2) 3) 4) 5) A izpún Azanza Goñi M unárriz U rd á n o z 16 34 16 64 30 h a b ita n te s 82 193 160 265 137 15 16 17 18 19 837 Es decir, q u e d e sd e la term inación de la p rim e ra g u e rra civil a diez años de sp u és de q u e concluyera la segunda, la p oblación no había cam biado m ucho. Sí o tro s e le m e n to s básicos d e la vida hum ana. P o rq u e el príncipe B o n a p a rte en su m apa d e 1863 p o n e a todos los vecinos del valle c o m o vascófonos y ha­ blando un subdialecto altonavarro-m eridional. fuegos 15 14 12 11 19 8 S e ten ta y un fuegos, q u e serían otras tantas casas familiares. Esta p r o p o rc ió n h u b o de m a n te n e rs e bastante a lo largo d e los siglos, com o o c u rre en o tro s valles y cendeas d e la zona central de N avarra, d o n d e fuegos, casas y habitantes han m a n te n id o un equili­ brio raro hasta nuestros días. P e ro G o ñ i m ism o pare c e q u e ya ento n c e s estaba en el límite «fuerte» de la vascofonía y lo q u e q u e d a b a más al sur q u e d a b a en una z ona de desaparición 20. Al paso q u e va, en el valle p r o n to no se oirá voz h u m a n a e idiom a conocido. II S u b ie n d o de Anoz, del N o r d e s te , al valle de G o ñ i y d e ja n d o un ramal, el p rim e r p u e ­ blo es Azanza, q u e está situado al pie d e unos 380 altos q u e lo flanquean p o r el Este 21. En 1802 se le da n 2 0 6 habitantes p e ro no se dan casas 22. M adoz le asigna 193 habitantes y 34 casas «d e b u e n a fábrica» 23 y Altadill 168 habitantes y 46 c a s a s 24. H o y no q u e d a n arriba d e och o familias m utiladas y hay m u ­ cha casa en ruinas. El n o m b re del p u e b lo p ien so q u e es abundancial de col o b erza («aza») y qu e p u e d e c o m pararse con los castellanos de Berzosa, q u e se r e p i t e 25, B e rc e d o y otros. Azanza d e s d e la p rim e ra m itad del siglo X I V fue núcleo que, adem ás de pastos y bosques, e xplotaba la p ie d ra y losa d e la Sierra de Sarvil, lo cual le c o n c e d ie ro n p o r 300 sanchetes, D o n Felipe d e E vreux con su m u je r D o ñ a Juana; p e ro los reyes se rese rv aro n el v e n d e r en la com arca los d e re c h o s de los m ism os pastos, losa, p ied ra y leña 26. Parece, pues, q u e el c o n s u m o de la losa c o m o material d e c o nstrucción es viejísimo, así c o m o la práctica de hacer corrales de piedra. El m o n te Sarvil o Saravil q u e d a fuera del límite del valle hacia el valle de Echauri, q u e está debajo. Los pue b lo s q u e lo apro v e ­ chaban eran Echauri, Ibero, Izcue, M uniain, Ciriza y Azanza p o r el o tro lado. H a b ía y hay bordas y guardas rurales (d e re c h o de costería). Las casas de Azanza están en la ladera y a m ed ia altura q u e d a una iglesia ro b u sta con añadidos y no lejos de ella una to rre todavía en pie. Se ve q u e el p u e b lo ha usado de las c ubiertas d e p ied ra en lajas n o rm a lm e n te , au n q u e e n las casas g randes a veces se usó la teja en trozos m ayores o m en o re s, d e sd e el siglo X V III. Las peculiaridades qu e p u e d e n notarse en el valle se sintetizan en lo q u e cabe ver en Azanza, en q u e c o m o siem pre, un núcleo in te resa n te lo da lo m edieval tardío y o tro lo dieciochesco. En Azanza, e n efecto, hay una torre-palacio casi desh ec h a y o tra to rre gótica en m e jo r estado. T odavía q u e d a n , además, bastantes edificios con lajas de piedra (fig. 419) en el tejado y las huertas con cercos de piedra curvos abundan c o m o e n o tro s p u e blos del valle, c o m o se ve en la foto de la fig. 4 2 0 en q u e a la izquierda aparece una de las torres, siendo tam bién la iglesia un edificio con aire de fortificación c o m o en tantos otro s p u e ­ blos. E n Azanza, tam bién, hay una casa vacía, d e tres viviendas, hecha c o m o otras varias g randes del valle a fines del siglo X V II I . En un a p ied ra q u e estaba sobre la p u e rta princi­ pal y q u e ahora c onserva el d u e ñ o e n su in te rio r se lee: ESTA C A S A H I Z O A C E R F R A N C IS C O J A V IE R ID G O Y A Y M A N U E L A ID J I M E N E Z A Ñ O ID 1794 El apellido G o y a a b u n d a p o r esta tierra. La casa es sobria de líneas, p e ro tiene interés c o m o las hechas en serie en los valles se p ­ tentrionales contiguos. Al O e s te d e Azanza, sobre un afluente del Araquil, q u e d a Aizpún. «A izpún» es un n o m b re q u e parece c o m p o n e rs e d e «aitz» «atx», peña. Pero el c o m p o n e n te final es dificultoso de i n t e r p r e t a r 27. En las antiguas nóm inas d e tributaciones sale « A zpun» (en 12 80) 28. Luego «A yzpun» 29, con doce fue­ gos en 1366. «Pun» en algunos to p ó n im o s rom ances sale en formas tales c o m o «Villa de Pun» 30, «Villapuni» en Valdegobia. En Aizpún vuelve a rep e tirse la im agen de decaim iento actual con cierta riqueza m e ­ dieval y dieciochesca. A la e n tra d a del p u e ­ blo, en la carretera, hay edificios sólidos, severos, p e ro no muy destacables (fig. 421). En cambio, o tro con to rre gótica y palom ar y una parte rectangular más baja es franca­ m en te notable (foto de la fig. 422). A ún hay otra casa en que un c u e rp o antiguo en form a de to rre m odificado se c o m bina con o tro c u e rp o de fachada con b u e n a cantería y gran arco central de e ntrada (foto de la fig. 423). En fin q u e d a un gran palacio de líneas muy sobrias al estilo de los de la c e n d e a de Olza 31. (fig. 424). H ay q u e c o n je tu ra r q u e h u b o un m ae stro c a ntero o una cuadrilla d e éstos q u e , e n el m ism o m o m e n to en q u e en el Baztán y otro s valles septentrionales trabajaron para p e rs o ­ nas enriquecidas en el c o m ercio y otras acti­ vidades, en distintas pa rte s de E spaña y d e A m érica, hicieron estas casas palacianas, más o m e n o s hidalgas, p e ro no siem pre d e los linajes más a n tiguam ente conocidos e n el país. U rd á n o z q u e d a al S u d oeste de Aizpún. Es un p u e b lo con la iglesia ligeram ente más alta q u e el resto, con casa rectoral al lado. C o n no 381 más de catorce casas. A lguna g ra n d e q u e re c u e rd a a las de fines del X V III de A izpún y vestigios d e u n a to rre con palom ar q u e d e b e c o rr e s p o n d e r al antiguo palacio de U rd á n o z q u e d u ra n te el siglo X V I p e rte n e c ió a una ram a d e los G o ñ i y q u e todavía e n 1723 es d e G raciosa d e G oñi, luego p o r alianza d e los D iez d e U lz u rru n y de los L a r r e a 32. Este palacio d e U rdánoz aparece en el índice de Azcárraga 33. T a m b ié n los dos d e G o ñ i arrui­ nados desde hace m ucho; p o r q u e el dicciona­ rio d e 1802 dice: «en un sitio de su térm in o , q u e form a c o m o un a pirám ide, se ven vesti­ gios de fosos, garitas y casas. Llámase G o ñ ic o G astelua, castillo d e G oñi». M ás abajo añade: « O tr o palacio hay tam bién a rruinado de los ascendientes del d u q u e de G r a n a d a 34. U n o era el llamado «Palacio V iejo», el o tro , el llamado «Palacio de San M iguel». En el ín­ dice de Azcárraga hay cuatro blasones. U n o de «el Palacio d e G o n n i» 35. O t r o del «Pala­ cio de G o ñ i 36. U n te rc e ro d e «el Palacio de San M iguel en G oñi, fecho p o r el e m p e ra d o r Carlos» 37 y po r últim o el de «M artín de G oñi» 38. El palacio d e San M iguel e ra la casa Larraya o Larrainnagusia, erigida en palacio en 1517 39. H a y alguna inform ación vieja q u e c o rre s p o n d e al m i s m o 40. P or lo dem ás en G oñi, q u e es el pu e b lo más se p tentrional del valle, hay algunas casas con e le m e n to s g ó ti­ cos 41. T e rm in a m o s el rec o rrid o en el núcleo más denso. M unárriz es un p u e b lo q u e en 1802 todavía se den o m in a, tam bién, «A m unarriz» 42. El n o m b re « A m unna» es m uy c o ­ rriente en la Edad M e d i a 43 y hace m u ch o q u e al estudiar el sulijo «-iz» lo c onsideré aprovechable para fijar la relación del sufijo con n o m b re s d e p e r s o n a 44. Altadill le daba sesenta y cu a tro casas con 223 h a b it a n te s 45. H a b ía dism inuido m u ch o d esde 1802 en q u e se registran 310 p e rs o ­ nas 46. D e n tr o del valle tenían un e statuto especial, p o rq u e ya en 1253 T e o b a ld o II le c onfirm ó los lu ero s y e x e n c i o n e s 47, y más tarde siguió la causa de J u a n II c o n tra el Príncipe d e Viana, po r lo q u e el rey, en 1457, le concedió p e rp e tu a libertad d e p e ch a e hizo a todos los vecinos «puros e claros infanzones». P o r el d o c u m e n to q u e los eleva a esta categoría se ve q u e en M unárriz había una fortaleza q u e fue d e fe n d id a p o r los veci­ nos y q u e el p u e b lo q u e d ó casi to ta lm e n te d e s t r u i d o 48. P o r o tro d o c u m e n to d e 1451 se 382 ve tam bién q u e los p u e b lo s p ró x im o s seguían b a n d o co n tra rio y le hostilizaban 49. En M unárriz p u e d e decirse q u e , c o m o en o tro s p u e b lo s del valle, hay tres clases de edificios, a te n d ie n d o a fechas: 1.°) T o r re s d e piedra, a m o d o d e palo­ m ares, c o n c u e rp o s añadidos p o s te ­ riores. T ip o d e fines d e la Edad M edia; acaso p o s te rio re s a la d e s­ trucción a q u e se hace referencia en el d o c u m e n to d e 1457. 2.°) Casas bajas, renacentistas tardías o barrocas. 3.°) Casas g randes d e varios pisos, de fines del siglo X V II I , c o m o las ya citadas de Azanza. D e torres hay b u e n o s eje m p la res, aun q u e no sean tan sobresalientes c o m o los d e otros valles. P or e je m p lo , la de la fig. 425, q u e r e ­ c u e rd a a las de Echauri y zonas colindantes. Hay otros edificios en m u ch o p e o r es­ tado, q u e c o rre s p o n d e n a esta m ism a c o n c e p ­ ción de to rre -p a lo m a r de infanzones anti­ guos, c o m o se p u e d e ver en las lotos d e las figs. 4 2 6 y 427; sobre to d o en la prim era. D e s p u é s y pese a haber sido del ban d o agram o n té s que, en última instancia, fue el q u e p e rd ió al tie m p o de la anexión 50, M unárriz tuvo m o m e n to s de p rosperidad evidente, co m o se ve en algunos edificios. Al tipo se g u n d o indicado c o rre s p o n d e n un edificio público y o tro privado, p o r lo m enos. H ay una casa del C o n c e jo o p o r m e jo r decir del p u e b lo , q u e tiene un a fa­ chada irregular con un arco de trece dovelas, dos ventanas a los lados y encim a tres, con un blasón a m an o d e re c h a d e la central, e n q u e se lee: «SO I DEL L U G A R D E M U N A R R I Z Y SU S V E C I N O S I M O R A D O R E S » . H o y se halla m uy refo rm a d a (foto de la fig. 428). T a m b ié n hay una he rm o sa casa a b a n d o ­ nada, con arco de trece dovelas asimismo, colocado a un lado, pu e s tiene dos ventanas a m an o d e re c h a y sólo o tra a la izquierda, con sillería q u e no parece h aberse concluido, un blasón y la inscripción siguiente: SOI IB J U A N / J O S E F A S C A R / ATE I SU S D ES /. 51 (fotos de las figs. 4 2 9 y 430. P o s ib le m e n te la casa concejil y ésta son de la m ism a m ano. H u b o en este p u e b lo , e n el siglo X V III, un m o m e n to d e tardío e s p le n d o r q u e hay q u e averiguar a qu é fue d e b id o y al q u e siguió la decadencia, in in te rru m p id a desde m ediados del X I X a acá. Así se rep ite en m ayor p ro p o rc ió n q u e en otros pue b lo s cercanos el tipo de casa de grandes plantas, alzada y fachada, d e tiñes del X V III, c o m o la de la foto de la fig. 431. Esta tiene fecha de 1790 y un e scu d o con la disposición siguiente: Fig. 4 1 8-bis.-Escudn de casa de M u n á rriz. O tr a casa de este tipo (foto de la fig. 432) tiene un a fachada lateral c o n una curiosa dis­ tribución de huecos. Y aún las hay de más amplias d im ensiones y distribución de huecos algo irregular q u e c o rre s p o n d e n a una m ism a épo c a (fotos 433 y 434). En fin, hay una casa q u e destaca p o r la magnífica p ied ra de sillería, las rejas y el blasón q u e ado rn a n su fachada, q u e tiene el caballete del tejado en hastial al estilo de los caseríos atlánticos y un ala lateral c o n p ied ra de c u e n ta tam bién, una reja más p e q u e ñ a y el c om ienzo de un arco. Está habitada (fig. 435), y parece del siglo X V III: acaso a n te rio r a las ya m encionadas. El aban d o n o en qu e está sum ido el p u e ­ blo fue causa de qu e en la é p o c a en q u e D o n J. E. U ranga lo recorrió para fotografiar lo más notable q u e en él salta a la vista, p u d ie ra ver en m ayor abundancia q u e hoy los tejados hechos d e grandes lajas d e piedra, c o m o los de las fotos 4 3 6 y 437. T a m b ié n estructuras curiosas en los agregados y d e p e n d en c ias (fo­ tos 4 3 8 y 439). Este valle de G o ñ i tan e x ­ traño d e n tro del pa n o ra m a geográfico nava­ rro, po r su hidrografía poco precisa, p o r su altura en m edio d e tierras más bajas, po r su vegetación y clima 52, resulta tam bién enig­ mático a causa d e las huellas q u e q u e d a n de una historia social y e c o nóm ica qu e en nada c o rre s p o n d e con el decaim iento actual. NOTAS 1. M ich elen a, « A p e llid o s vascos», p. 9 6 n.° 284. 2. J. C arrasco P é re z , «La p o b la c ió n ...» , p. 5 8 7 , a (n .° 26). 3. J. C arrasco P é re z , op. cit. p. 3 7 0 (n .° 186). 4. Z a b a lo , «El re g istro ...» , p. 78 (n .° 66 6 ): « p e ita d e G o y n i» . 5. El cro q u is se h a h e c h o so b re las h o ja s 114 y 115, 140 y 141 del m ap a 1 :5 0 .0 0 0 6. A ltadill, II, p. 583. 7. F. Z ab alo . «El re g istro ...» , p. 78 (n .° 66 6 ). 8. J. C arrasco P é re z, «La p o b la c ió n ...» p p . 5 8 7 , a 5 8 8 , a (n .°s 2 6 - 3). « D icc io n a rio d e 1 8 0 2 , I. p. 3 0 5 , b. 9. « D ic c io n a rio ...» , d e 1802, I, p. 3 0 5 , a. 10. « D ic c io n a rio ...» , cit. i, p. 12, b. 11. « D ic c io n a rio ...» , cit. I, p. 137, a. 12. « D ic c io n a rio ...» , cit. II, p. 4 1 , b. 383 13. « D ic c io n a rio ...» , cit. II, p. 4 1 1 , b. 14. II, p. 583. 15. I, p. 176, b. 16. III, p. 2 0 7 , b. 17. V III, p. 4 4 5 , b. 18. X I, p. 6 8 2 , b. 19. X V , p. 2 2 2 , b. 20. V in so n , «E ssai...» I, p. 321 (n .° 330). 21. H o ja 140 d e l m a p a a escala 1 :5 0 .0 0 0 . 22. « D ic c io n a rio ...» d e 1 8 0 2 , I, p. 137, a. 23. M ad o z, III, p. 2 0 7 , a. 24. II, p. 584. 25. M adoz, IV , p p . 2 8 3 , b - 2 8 4 , b. 26. « C atálo g o d e l A rch iv o G e n e ra l...» , I, p (n .° 9 3 9 ). Y anguas, « D icc io n a rio d e a n tig ü e d a d e s p. 326. 27. M ich elen a, « A p ellid o s v asco s...» , p. 41 (n .° 21) no lo trae. Sí varios e n «A izp» « A zp». 28. Z ab alo . «El re g istro ...» , p. 78 (n .° 66 6 ). 29. C arrasco , «La p o b la c ió n ...» , p p . 3 7 0 (n .° 188), 587 (n .° 28). 30. « C a rtu la rio d e San M illán » , p. 55 (n .° 4 5 ), 948. 31. V e r ta m b ié n fo to d e « Itin e ra rio s p o r N a v a ­ rra» , I, p. 85. 32. M a rtin en a , «P alacios cabo d e arm e ría » , II, p. 4. 33. fol. 9 2 , 5, el «P alacio d e U rd á n o z » . 34. D ic c io n a rio d e 1 8 0 2 , I, p. 305. 35. A zcárraga, fol, 104, 1. 36. D istin to . L ino es d e o ro c o n cru z llana ro ja con cin co p an ele s d e p lata. El o tr o ro jo c o n tres ru ed a s d e o ro u n a so b re o tra. A é ste , a v eces, se le p o n e o rla d e o ro co n aspas rojas. 37. A zcárraga, fol. 7 9 , 4. 38. S e ñ o r del palacio d e Salinas e n 1488. V éase Y anguas « A d icio n es» , p p . 151 - 152. 384 39. Y an g u as, « A d icio n e s» , p. 188. 4 0 . P a re ce q u e e n 1715 to d av ía su b sistía la fa­ c h a d a co n el e sc u d o y q u e al la d o h ab ía u n palacio n u ev o . En 1685 el an tig u o e sta b a h a b ita d o y re c ib ía el n o m b re d e «P alacio d e l c a b a lle ro d e la R ev e la c ió n de San M ig u el» . A lu sió n a D . T e o d o sio d e G o ñ i y su ley en d a . J u lio C a ro B a ro ja , «La le y e n d a d e D o n T e o ­ d o sio d e G o ñ i» e n « R ito s y m ito s e q u ív o co s» (M ad rid , 1974) p. 162 e sp e c ia lm e n te . V e r ta m b ié n M a rtin e n a , «P alacios c a b o d e arm e ría» II, p. 4. 41. P lan o d e A ltadill, II; p. 5 8 3 . La iglesia v ieja tie n e ta m b ié n a sp e c to d e fo rtificació n . F o to e n « Itin e ­ rario s p o r N a v a rra » , o. p. 87. 4 2 . « D ic c io n a rio ...» , d e 1802, II, p. 4 1 , a. 43. M ic h ele n a , « A p e llid o s vasco s» , p . 4 5 (n .° 4 4). 4 4 . C a ro B a ro ja , « M a te ria le s...» , p p . 102 - 106. M ich e le n a. « A p e llid o s...» , p. 109 (n .° 34 7 ). 4 5 . A ltad ill, II, p. 584. 46. D ic c io n a rio d e 1 8 0 2 , II, p. 4 1 , b. 4 7 . « C a tá lo g o d e los ca rtu la rio s re a le s» , p. 225 (n .° 4 4 6 ). Y an g u as, « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» II, p. 4 3 6 . 4 8 . « C a tá lo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , X L V II, p. 4 2 2 (n .° 9 6 3 ). Y an g u as « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» II, p p . 4 3 6 -4 3 7 , co n re fe re n c ia a co n firm a c io n e s, etc. 4 9 . « C a tá lo g o d el A rch iv o G e n e ra l» X L V II p. 127 (n .° 290). 50. O b s é rv e s e q u e e n 1511 p ag ab a u n a p e c h a al je te d e l b a n d o D o n Luis d e B e a u m o n t: Y an g u as « A d i­ cio n es» p. 214. T a m b ié n q u e C arlo s V h ace palacio a la casa d e L arrain ag u sia e n 1517, q u e sin d u d a ta m b ié n e ra b e am o n te sa. 51. La F y la E van unidas. 52. « Itin e ra rio s p o r N a v a rra » , I. p p . 87 - 89. Fig. 4 1 9 .-C a sa con lajas de piedra en el tejado. Azanza, Fig. 4 20.-V ista genera! de Azanza. 385 386 387 425 Fig. 4 2 5 .-Torre-palomar de M unarriz. Fig. 4 2 6 -T o r r e de M unarriz. Fig. 4 2 1 .-C a sa con palomar. M unarriz. Fig. 4 2 8 ,-C a sa m unicipal de M unarriz. 388 389 Fig. 4 2 9 .-C a s a blasonada. M unarriz. Fig. 4 3 0 ,-D eta lle de la casa blasonada. M unarriz. Fig. 4 3 1 --C asa de fin es del siglo XVI I I . M unarriz. Fig. 4 3 2 .-C a sa dieciochesca. M unarriz. 390 431 ■■■■■i ■\ .J>, r .: 432 391 u n a rm . Fig. 434.-C asa de M u narr iz. 392 Fig. 4 3 5 .-C a sa de M unarriz. Fig. 4 16.-C asa con lajas de piedra en el tejado. M unarriz. 393 394 439 Fig. 4 3 7 --Otra casa con lajas de piedra en el tejada. M unarriz. Fig. 4 3 8 .-Puerta con tejaroz. M unarriz. Fig. 439 -Puerta de cuadra. M unarriz. 395 C A P IT U L O III LA S A M ESCO A S 1) 2) 3) Generalidades sobre las Améscoas. Los núcleos de Améscoa Baja. Los de Améscoa Alta. El n o m b re d e A m éscoa, A m ézcoa o las Am ézcoas, está asociado a las leyendas que, a partir de un m o m e n to de la Edad M edia final, se elaboran en to rn o a los orígenes de la m o n arq u ía navarra. D e ac u erd o con ellas, la institución m onárquica dataría de poco de s­ pués de la invasión m usulm ana. Estas leyen­ das hacen a un p rim e r rey de la tierra señor de A bárzuza y A m ézcoa precisam ente. El P adre M o re t las recogió a p u n ta n d o d ó n d e surgen y relacionándolas con textos de algún m ayor valor 1. N o hace falta recurrir a testim onios le­ gendarios y p ro blem áticos para te n e r idea justa d e qu e el territo rio está d e te rm in a d o c o m o entidad bien definida para el h o m b re en fechas rem otas de la Edad M edia, fechas en q u e los pue b lo s q u e lo constituyen apare­ cen tam bién con algunos de los rasgos q u e los distinguen todavía. Así, en una donación de Sancho d e Peñalén al m onasterio de Irache del año 1067 se habla de la «villa quod vocitant H e rd o iz a in regione cui n o m e n est A m eskoa» 2. H o y es despoblado. Los p u e b lo s tam b ié n aparecen a veces, sin referencia a la tierra, en d o c u m e n to s de fines del siglo X I y com ienzos del X II en el m ism o cartulario. Así, «Aranarax» y Eulate 3. T a m ­ bién hay referencias a la tierra en colecciones diplom áticas de otras iglesias, c o m o la c a te ­ dral de Pam plona. En 1126 se r e g i s t r a - p o r e je m p lo - una donación a Santa M aría del m onasterio d e Santa M aría d e U rra, en A m éscoa 4. P or o tra parte, Eulate, Larraona y «Aranarach» ya aparecen fo rm a n d o g r u p o en d o ­ c u m e n to de 1336, en q u e se le d e fie n d e de ciertos colectores o «cogidores» d e rentas 5. En una división comarcal de 1291, según la da V icente Bielza de O ry en su im p o rta n te m onografía «Tierra Estella», estos pueblos se consideran c o m o «A ranna» 6. P e ro de sp u és se incluyen en A m ézcoa o A m éscoa e n la form a q u e nos es conocida hoy. «La «Peita de A m éscoa» se da global­ m e n te en 1280 7. En 1366 «Val d e Am escoa» aparece con « A rtafa», «G oyllano», « V a q u e d a n o » , « H u rra » , « O rd o y z » , « £ u d a yri», «V arindano», «Efala», «Sant M artin», «Eulate», «Aranarach» y «L arrahona», con c iento tres fuegos en total 8. N o hay, pues, la distinción e n tre A m éscoa Baja y Alta, q u e parece d educirse de otros d o c u m e n to s y q u e tiene un fu n d a m e n to geográfico. A lo largo de la fro n te ra se p tentrional de la m erindad hay un macizo m o n ta ñ o so bas­ tante ancho y sólo p o b lad o po r pastores, sin núcleos urbanos, ni p,equeños, ni grandes. Es 399 La gran e xtensión q u e ocupan las sierras q u e q u e d a n al N o r t e sin poblaciones lijas asentadas, hizo siem pre q u e fueran c o n sid e ­ radas peligrosas d e s d e el p u n to d e vista de la seguridad hum ana. U n a ru ta antigua parece h a b e r arrancado d e la e n crucijada de Estella hacia el N o r te , p o r la m argen del U re d e rra , llegando p o r el p u e rto d e B a q u e d a n o al raso de Urbasa. O t r a seguía p o r el B iarra hacia el O este. La relación d e los pue b lo s d e las A m éscoas con las dos es clara. T a m b ié n lo es la de los antiguos linajes d o m in a n te s de ellos. En suma, m ientras q u e el valle de G o ñ i q u e d a c o m o aislado en el flanco oriental de la m erin d ad , las Am éscoas han sido sie m p re un p u n to d e paso, d e cierta im portancia bélica, c o m o se vio en la p rim e ra g u e rr a carlista 12. C u a n d o la pa rte del valle de A rana d e jó de ser N avarra, las Am éscoas q u e d a ro n com o f ro n te ra peligrosa con el reino de Castilla. Sus habitantes fu ero n o b je to d e ataques y «afruentas»; en consideración a la vida peli­ grosa y sacrificada qu e llevaron, e n 1466 se les concedió una reducción de cuarteles, co m o a los vecinos d e otros valles fro n te ri­ zos, con la idea de fo m e n ta r el a u m e n to de la población 13. Más tarde, en 1476, se dio pri­ vilegio de hidalguía a los de G o llano en p arti­ cular p o r el m ism o m otivo, favoreciéndose tam bién m ucho, c o m o se verá, al linaje de B a q u e d a n o 14. S ub ie n d o p o r el U r e d e rr a hacia el N o rte , se llega a una angostura, d o m in a d a p o r unas rocas. D e s d e la c a rre te ra es relativam ente fácil llegar a la cim a en d o n d e e n tre zarzas y arbustos se ven todavía los cim ientos de una ap re tad a población q u e debió estar consti­ tuida p o r casas de p e q u e ñ o tam año, rectan­ gulares y protegidas p o r algún sistema d e fe n ­ sivo. Este c o n ju n to es el q u e ya conoció el Padre M o re t, llam ándole «A m é sco a Zarr»: «Y en la Valle de A m escua Alta, y Baxa, fuera d e los p u e blos d e esse n o m b re , hay ruinas de o tro en sitio m uy enriscado, e inaccesible p o r la aspereza, y llaman los natu­ rales Améscoa Z arr. q u e vale A m é sco a la vie­ ja» 15. C o m o p u n to de referencia para la visita se p u e d e tom ar la piscifactoría, o «el truchero» 16. Sin duda, é ste fue un p u n to defensivo en é p oca oscura m edieval, sea el q u e sea su origen. Ya d e n tr o d e la tierra qu e nos ocupa, un ramal nos conducirá a Artaza, q u e es un núcleo de treinta y cinco casas bastante juntas, al b o rd e de un barranco. S o bre Artaza hay alturas d e 800 y luego de más d e 1000 m etro s y las llamadas «Limita­ ciones de las Am éscoas» q u e son una p r o p ie ­ el co n stitu id o p o r las sierras de Andía, al Este, q u e flanquea al valle de G o ñ i, y la de Urbasa, de e xtensión m ayor 9 hacia el O e s te y con una baja incluso al Sudoeste. E n tre este m acizo y o tro q u e se e x tie n d e al Sur, la sierra de Santiago d e Lóquiz, po r tierra angosta c o rre un río de O e s te a Este d e n o m in a d o U yarra; en las mapas Biarra o Viarra. Este río se u n e con o tro q u e viene de U rbasa, en dirección N o rte -S u r, p o r o tra garganta; es el U re d e rra . Ya unidos y con este últim o n o m ­ b re afluyen al Ega antes de q u e llegue a Estella. Sobre la m argen se p te n trio n al del Biarra y a los dos lados del curso s u p e rio r del U r e d e r r a en declives de distinto grad o , q u e ­ dan los p u e blos de las A m éscoas, divididos en dos grupos, según va dicho; A m éscoa Alta y A m éscoa Baja. La p rim e ra c o m p r e n d e a A ranache, Eulate y Larraona. La segunda a Artaza, B aqu e d a n o , B aríndano, Ecala, G ollano, San M artín, U rra y Z u d a ire ,0. Los pueblos de la A m éscoa Alta lindan con Alava, p o r Contrasta, q u e antes p e rte n e c ió a N avarra, y q u e tiene un n o m b re m uy e x p re ­ sivo de tipo rom ance. El d e A m ésco a hay q u e considerarlo relacionable con «am etz», carbailo o qu ejig o 11, y es vasco puro. 400 dad com unal, adm inistrada p o r cierta junta qu e se re u n ía e n el p rad o de A ristubelza, d o n d e había una casa 17. U n cam ino hacia el Este c o n d u c e a U rra, q u e está en un repliegue del m onte, y d o n d e , com o va dicho, h u b o un viejo m onasterio. H o y no hay arriba d e cuatro edificios. En 1802 se señala q u e U rra con ta b a con un palacio c o n dos torres d e o b ra antigua, p e ro qu e «el se ñ o r q u e se titula de U rra, ninguna jurisdicción exerce en el p u e b lo q u e consta de v einte p e rsonas 1S. El palacio está en el índice d e Azcárraga 19 y tanto en 1619, c o m o en 1723 los q u e lo poseían llevaban el n o m ­ bre del lugar 20. Este palacio ha subsistido. Está consti­ tuido, en efecto, po r dos torre s d e planta rectangular, con tejado a cuatro aguas y las conocidas repisas d e palom ar a lo alto. E ntre las dos torres c orre un c u e rp o más bajo, rectangular, q u e se r e m o d e ló s u p e rp o n ié n ­ d ole una magnífica obra d e p ied ra sillar no concluida. N o exactam ente al c e n tro d e ella se abre la p u e rta principal, con un fro n tó n triangular o aguzado, po c o c om ún, de tradi­ ción renacentista, con el blasón incluido (lig. 440). H ace años los arrendatarios del señorío co m p ra ro n las tierras y las r e p a r t i e r o n 21. Al N o r o e s te d e Artaza, en un cruce q u e d a o tro núcleo m uy p e q u e ñ o constituido p o r catorce casas en la m ism a cuesta q u e sube al p u e rto y c on la iglesia en lo más alto, G ollano. G ollano es conocido po r una torre, palacio cabo de arm ería, q u e hace tie m p o está catalogada e n tre las más conocidas del país, a u n q u e am enaza ruina 22, c o m o o b ra del siglo XV . Parece q u e p u e d e precisarse algo más. El linaje de B aquedano, es decir, otro pue b lo de la zona, del q u e luego se dirá algo, aparece p u ja n te desde m ediados del siglo X I V po r lo m e n o s 23. Pero es en el siglo X V y con m otivo de las luchas civiles e n tre el Príncipe de V iana y su padre, cuando éste, Ju a n II, lavorece a sus m iem bros. Fig. 4 4 0 .-Palacio de Urra. 401 P rim e ro , a J u a n H e r n á n d e z d e Baquedano, qu e r e d u jo a varios p u e b lo s a la o b e ­ diencia del rey recibiendo varias gracias p o r ello e n 1456 24. En 1461 éstas se am pliaron con los qu in to s y h e rbajes d e las sierras de Andía y Encía. La posesión d e éstos d u ró hasta el siglo X V III 25. J u a n H e r n á n d e z d e ­ fendía tam bién las fronteras de los alaveses, c o m o se verá. P ariente de este tue un sacer­ d o te q u e ya p o r los años de 1456 era canó­ nigo en T udela, vicario general d e P am plona en 1469 y, aparte de ello, o c u p ó varios car­ gos en la corte, siendo p r o to n o ta rio del reino en 1494. A ún parece q u e vivía en 15 0 0 26. Este h o m b re im p o rta n te o b tu v o en 1467 un p riv ile g io 27, c o n firm ado en 1476, c o nce­ dién d o le exención de cuarteles, ju n to con los de G ollano, para q u e p u d ie ra d e fe n d e r m e jo r el p u e b lo , q u e estaba en frontera; y en él se indica que, haciendo gran gasto, había e le­ vado una fortaleza, q u e era muy útil c o m o defensa de la dicha frontera. A la fortaleza se le dio un curioso d e re c h o d e «ám bito». En efecto, los q u e se acogiesen a ella hasta d o s­ cientos pasos a lrededor, c o n ta n d o d e sd e el cantón d e la Caba, no podían ser presos, ni d e tenidos, ni dañados en sus bienes p o r hurtos, robos, m u ertes u otros c rím enes, por graves qu e fuesen, ex c ep to el d e lesa m ajes­ tad, en p rim e ra especie y m u e rte p e s a d a 28. La torre, pues, parece datar de poco antes del privilegio de 1467 y las luchas con los fro n te riz o s tenían un fo n d o in te re s a d o , p u e s to q u e se disputaban ante to d o el dis­ frute de los m o n te s de Encía, según indica el d o c u m e n to d e 1476. P ro n to la to rre fue refugio de m atadores, siendo atacada. Ya se le llama «palacio» p o r la H e rm a n d a d , en 14 8 8 29. En 1493 aparece c o m o u n o de los p u e rto s secos del reino 30, con un servicio religioso o r e c t o r í a 31. La historia p o s te rio r del linaje es una de las qu e ilustran m e jo r la lucha secular (que se repite en otras partes d e Navarra) e n tre los d e sce n ­ d ientes d e los nobles m edievales y los veci­ nos d e los p u e b lo s d e los a lrededores, qu e p r e te n d e n liberarse de presiones y privilegios vetustos. El caso es q u e p o r los años de 1788, D o n Jo sef Ignacio d e Eulate, rec to r de G o ­ llano, en una relación enviada a la A cadem ia de la Historia, q u e ésta a provechó en el diccionario d e 1802, decía: « tiene un palacio cavo de arm ería, con sus q u a tro torre s en las 402 q u a tro esquinas, y o tra to rre e n m e d io qu e d o m in a a lo dicho, to d o d e p ied ra de sillería, con su foso en la misma, con la m ayor segu­ ridad y decencia, y su cam pana con barios p e rtre c h o s de guerra, c o m o son: m osquetes, culebrinas, cotas d e malla para b a ro n e s de a pie y a cavallo, bestidos de yerro, m o rriones, una cadena para levantar el p u e n te levadizo d e dicho fosso, p u e rta y balcón d e yerro, piedras d e m olino de biento, un o ratto rio d e c e n te con su titular d Sn A nt° abad en su puerta» 32. Esto p e rte n e c ía a un M a rq u é s de F uerte G ollano, título m o d e rn o , p u e s to q u e se dio a D o n Jo s é B a q u e d a n o en 1741 33; é ste lo tenía ya en 1723 y antes, en 1566, D iego R am írez de B a q u e d a n o acreditó su exención c o n tra el vecindario del valle q u e p r e te n d ía pagase cuarteles 34. Parece, sin e m ­ bargo, q u e las luchas m ayores de los amescoanos c o n tra el linaje se refieren, sobre todo, a los señores de los palacios de Ecala y San M artín de A m éscoa o A m ézcoa, c o m o se verá luego. Para concluir con la to rre de G ollano, q u e aparece en las fotos de las figs. 442-443, háy qu e indicar q u e D o n Ju lio de Altadill p u d o todavía dar idea c o m p le ta de ella en un di­ b u jo en q u e aparecen las cuatro to rre s re ­ d ondas q u e la flanqueaban 35. Según se a p re ­ cia c o m p a ra n d o el d ib u jo con las fotos, en sesenta años el d e te rio ro ha sido absoluto. U n poco al N o r te , ru m b o al p u e rto está B a q u e d a n o , la cuna del linaje 36 q u e tanto pugnó. El sitio es estrecho, cerc a n o al « N a ­ c edero» y bajo el p u erto. R á p id a m e n te se sube de unos 6 0 0 a 1.000 m etros. B a q u e ­ dan o es un c o n ju n to de c u a re n ta y tres casas. D e aquí, ba ja n d o al S udoeste, se llega a Z u d a ire ; es el c e n tro d e la zona, d o n d e está el ayuntam iento. El n o m b re parece relacio­ narse con «iri» = p u e b lo , si se tiene en c u e n ta la grafía, antes dada, de «Cudayri». R e s p e c to al p rim e r e le m e n to p odría incluso p ensarse en «zuda» = acequia, (com o azud), d o c u m e n ta d o por Iribarren tanto en Lodosa c o m o en A i b a r 37. Esta hipótesis se p u e d e apoyar en dos hechos. El p rim e ro es el de q u e L arram endi aceptó q u e en el vasco de su é p oca existía u n a palabra relacionada con «azuda» y en su obsesión quiso incluso q u e fuera la original 3S. El se g u n d o es q u e el molino de Z u d a ire tu e fam oso d u ra n te la Edad M edia, c o m o lo p ru eban los m ism os d o c u m e n to s q u e a luden a gracias concedidas a los B a q u e d a n o 39. A com ienzos d e este siglo el m olino, q u e tenía unas c onducciones de agua m uy bien hechas y q u e constaba de varias m uelas d e piedra, labricaba to d a la harina d e A m é sco a B aja y el m o lin e ro rec o ­ gía el trigo y repartía la harina con una reata de m achos, a d o rnados con collares de cam ­ panillas. En él había tam bién un a v enta fa­ mosa. T o d o ha desaparecido. La v enta de Baríndano subsistió, en cambio. En el flanco occidental nos e n c o n tram o s con San M artín y Ecala; o tro s dos dom inios antiguos d e los B aquedano. Las nóm inas de palacios dan, en efecto, los de San M artín y E c a la 40. En 1802 se dice, to m á n d o lo de la relación d e 1788 antes citada, q u e en San M artín hay, en efecto, un palacio de cabo de armería, q u e p e rte n e c ía al m arq u é s d e And í a 41; tenía una to rre a l t a 42. L apuente M a r­ tínez la c onsidera c o m o de principios del siglo X V ; señala q u e es de planta rectangular y tres pisos. Al Este tiene algún hueco de ventana, al O e s te saeteras en la pa rte inferior y alm enas arriba. T e n ía tam bién cubos d e fe n ­ sivos a los cuatro lados, unidos p o r pared a m o d o de m u r a l la 43. En San M artín fotografió U ranga una talla en piedra (fíg. 444) qu e pa­ rece reflejar una escena pastoril. La o bstinada p re te n s ió n d e un D o n Jo s é Ram írez d e B a q u e d a n o d e llamarse se ñ o r de San M artín p r o d u jo grandes pleitos e n tr e él y los vecinos del pueblo. A com ienzos del rei­ nado d e Felipe IV, é ste ganó uno, siendo el p r e te n d ie n te m ultado. U n hijo suyo o b tu v o , sin em bargo, el título de M a rq u é s d e San M artín y el p u e b lo volvió a pleitear hasta que, o tra vez, se le dio la razón. El m a rq u e ­ sado no p ro sp e ró y al nieto d e D o n Jo sé, D o n D iego, se le hizo M arqués d e Andía, en com pensación en 1695 44. D e esta suerte, si la influencia antigua de los B a q u e d a n o q u e d ó reflejada en las torres de G ollano y San M ar­ tín, la obstinación de rep re sen ta n te s del li­ naje e n el X V II dio lugar a q u e se c o n s tru ­ yera, en lo alto d e la sierra de U rbasa, o tro «palacio» qu e subsiste y q u e se hizo con fines de custodia de la sierra (de su e rte q u e tenía incluso cárcel) 45 (dibujo de la fig. 441). R e c u e rd a algo a los q u e m an d a ro n hacer los m agnates del Baztán y Bértiz, tam bién en la é p o c a de Felipe V, au n q u e es m en o s e s­ belto. Es c onocido c o m o el palacio d e U r ­ basa. T ie n e un c u e rp o central de fachada con dos pisos; el bajo, q u e está ab ie rto p o r tres arcos rebajados qu e dan a un soportal, y el p rim e ro con tres balcones con repisa indivi­ duales. E ntre el balcón izquierdo y el central, Fig. 441 .-Palacio de Urbasa. 403 m o za d o p o r u n m a d e r e r o d e O lazagutía qu e lo c o m p ró e n nu e stro tie m p o 46. según se m ira a la fachada, hay un g ran blasón con c o ro n a de m arqués. Encim a c o rre un am plio alero. Este c u e rp o se halla flanqueado p o r dos a m o d o d e to rre s cuadradas con tres pisos y rasgadas p o r dos balcones tam bién con repisa y dos ventanas e n los dos altos y otras dos bajas en la to rre de la derecha. El tejado d e estas to rre s es a cu a tro aguas. En el interior hay un gran patio y la e s tru c tu ra trasera es parecida, sin e le m e n to s suntuarios. El llamado palacio de U rb a s a tenía tam bién significado religioso, asociado a la basílica del Santo C risto d e las Agonías. Ya había en la sierra un a erm ita d e sd e 1594 con abadía-ca­ pellanía. P e ro en 1705 to d o pasó a este pala­ cio d e los B a q u e d a n o q u e d e d ic a ro n a capilla el ángulo Sudeste del edificio en c o n s tru c ­ ción. Fue D o n F ern an d o Ram írez d e B a q u e ­ dano, el se g u n d o m arq u é s de Andía, el q u e o b tu v o esto. Pese a su aspecto, el palacio de U rb asa fue utilizado d e s d e p r o n to c o m o un gran edificio pastoril y retugio d e los q u e cruzaban la sierra; con cuadras e n la planta baja, g randes pajares en los altos. Era tam ­ bién co n o c id o c o m o v e n ta hasta q u e fue r e ­ La intención con q u e se co n stru y e un edificio es una. El de stin o d e lo construido, otro. N o sie m p re a largo plazo. P ro n to , para m uchos, la razón d e q u e se haya levantado resulta ininteligible. En poco tie m p o todo to m a aire de lejanía. En 1845, c u a n d o el palacio d e U rb asa no tenía siglo y m e d io d e existencia, q u e d a de s­ crito d e esta s u e rte en el diccionario de Madoz: «En un a de las c u m b re s d e esta c ordi­ llera hay un palacio con cu a tro to rre s de fábrica antigua, pro p ie d a d del m arq u é s de Andía, en el cual existe una capilla, bajo la advocación del Santo C risto de las Agonías (sic), servida p o r un capellán, q u e celebra misa los días festivos; c o m o es p u n to solitario y casi intransitable d u ra n te el invierno, los viajeros hallan alivio y hospitalidad en dicho castillo, d o n d e tam b ié n en tie m p o s re m o to s había un alcalde n o m b ra d o p o r el exp re sa d o m arqués, para decidir los altercados q u e o c u ­ rrían e n tr e los gana d ero s 47. II Los pueblos d e la A m éscoa Alta q u e d a n a poca distancia uno de otro, de Este a O e ste, en la fuerte p e n d ie n te del macizo serrano de U rbasa y con el de Lóquiz e n frente, tras el río. El más oriental, Eulate, está a 730 m e ­ tros. D e allí a A ranache se sube a 785. Larraona q u e d a a 774 48. Eulate tenía 304 ha­ bitantes, según el diccionario de 1802 49, q u e señala la existencia de o tro palacio de «harta antigüedad y grandeza, con dos to rre o n es, p e rte n e c ie n te a los h e re d e ro s de D o n J u a n Alvarez de Eulate». Parece q u e personas con este apellido lo poseían desde m u ch o tie m p o atrás, p o rq u e constan e xenciones d e 1524 y 1603 y en 1723 era de D o n Jo a q u ín de Eulate. En 1818 seguía el linaje 50. Este pala­ cio tuvo la mala fo rtu n a de ser incendiado en 404 1835. Las ruinas han subsistido hasta nu e stro tiem po, c o m o se ve p o r las fotos de las figs. 445, 446 y 447. Se trataba de una c o nstrucción cúbica, flanqueada p o r to rre o n e s d e sección circular, y ventanas p e q u e ñ as en la parte baja. Los lienzos d e pared del c u e rp o m ayor estaban abiertos p o r ventanas gran d e s e n el p rim e r piso. La p u e rta principal era de arco de m e ­ dio p u n to con trece dovelas y en la clave se veía el e scudo d e Eulate con dos lobos, sin más. Este e scudo tiene variantes. P o rq u e en el índice d e Azcárraga son dos lobos blancos en c a m p o de azur, con un a orla con aspas de o ro d e gules 51 y en el q u e se sup e rp u so , c o m o se ve en la foto d e la flg. 30, hay, adem ás, una cruz d e Santiago, q u e , sin duda, añadió un santiaguista del linaje. U n o se sabe q u e ingresó e n 1641. O rro , e n 1666 52. El palacio, e n suma, no tuvo nunca u n a función fuerte c o m o la d e las torres d e los Baquedano, ni es un edificio con aire m ed io se ñ o ­ rial, m ed io agrícola, c o m o el de Urbasa. En A ranarache había otro, p e rte n e c ie n te al linaje d e Albizu, con d o c u m e n ta c ió n de 1675, 1723 y 1758 53. Es u n a casa señorial, deshabitada. T ie n e fachada rectangular con dos puertas, u n a con arco, la o tra d e dintel, buena labra en jambas de éstas, así c o m o de las ventanas, p ied ra de cu e n ta en los ángulos y revoco d e argam asa y cal. El e scu d o 54 y unos arquitos q u e q u e d a n parecen c orres­ p o n d e r a lo más antiguo, q u e sería del tinal de la Edad M edia. O tr a casa d e bastantes p r o p o rc io n e s es d e los G arcía de Eulate; en la fachada tiene blasón d e C egam a-A lciturri 55. En ella parece q u e se conservan m u ebles y otras curiosidades 56. El p u e b lo más occidental es Larraona, c o m p u e s to d e unas c in c u e n ta casas con la iglesia e n alto. Esta sirvió de fortaleza, com o se p u e b a p o r un d o c u m e n to d e 1417 en el q u e los vecinos se refieren a sus luchas con los d e C o n trasta y con el se ñ o r de Lazcano y sus g e n te s 57. P o r lo q u e va escrito se ve qu e d u ran te siglos e ste te rrito rio estuvo d o m in a d o p o r preo c u p a c io n e s defensivas y olensivas y q u e a causa d e ellas se desarrollaron casas fuertes y torres. A u n q u e d espués ha sido teatro de luchas e n las q u e los habitantes to m a ro n parte m uy activa, pues, p o r e je m p lo , en la p rim e ra g u e rr a civil se arru in aro n d e fe n ­ d ie n d o a rd o ro s a m e n te la causa carlista, aban­ d o n a n d o a veces casas y ajuares, la c o n struc­ ción se fue haciendo más ajustada a las exi­ gencias d e la vida cotidiana de pastores, agri­ cultores y m enestrales. Las casas no tienen n o m b re p ro p io , c o m o en otras zonas anti­ g u a m e n te vascófonas 58. Se distinguen en dos grupos: las de los agricultores o ganaderos propietarios, amplias, con agregados y d e ­ pendencias y las d e los jornaleros antiguos, más am o n to n a d as y sin espacios pro p io s en torno. Las antiguas tenían huecos p e q u e ñ o s d e fe ndidos p o r rejas o b a rrotes d e hierro. A veces las rejas tienen un valor suntuario, com o o c u rre en bastantes pueblos d e la tierra de E s t e l la 59. Galerías y balcones corridos eran poco abundantes. Los tejados más co­ m unes aún son los de dos aguas con poca inclinación: 35o60. N o faltan las q u e tie n e n fachada en hastial. La sillería se e m p le ó de m o d o parecido a c o m o se hizo en zonas circundantes hasta el siglo X IX . Algunas puertas son de arco de m edio p u n to , c o m o la del estanco viejo de San M artín 61. O tras de e stru c tu ra cuadrada o adintelada. N o faltan aleros de cierto vuelo, au n q u e en general no son de más de sesenta c e n tím e tro s 62. El sistem a constructivo es parecido al de las casas de las zonas d e más al N o r t e , e m ­ pleándose m u ch o la m adera d e roble 63. Las p aredes exteriores se cubrían d e argamasa y se encalaban, salvo en lo q u e era d e p ie d ra de c u e n ta 64. C o n respecto al interior hay q u e destacar qu e e n algunas casas la cocina ha e stado e n la planta baja, c o m o ocurría en la casa d e Ruiz de G alarreta, d e San M a r t í n 65, q u e d e b e datar del siglo X V I 1. Estaba, pues, cerca de las cuadras y tras el zaguán. En el piso p ri­ m e ro q u e d a b an cuartos-alcoba y en el desván los cuartos para los pastores en tránsito, el pajar: palom ar y galería 66. T a m b ié n está en la planta baja la cocina de la casa del zapatero de San M artín 67. Pero en casas más m o d ern a s y de jornaleros la cocina q u e d a en el piso p rim e ro 68. En c o n ju n to , esta tierra no se diferencia m u ch o en la construcción de las q u e tiene contiguas hacia el Este; es decir, los p u e blos septentrionales del valle de Y erri, con los q u e ha estado asociada históricam ente. 405 F ig. 4 42.- T o m de Crollano. 406 Fig. 4 4 4 -T a l/a en puerta de San M artín. Fig. 4 4 5 .—Torre de F.ulate. 407 Fig. 4 4 6 ,-T orre de Fu/ale 408 Fig. 4 4 7 .-Puerta y blasones de la torre de Filiate. NOTAS. 1. « A rm ales», I, p. 143 (lib ro IV , c a p ítu lo 1, § III, n.° 16) e « In v e stig a c io n e s» , pp. 4 7 1 - 4 7 3 (lib ro II, cap. IX § I, n .°s 8 - 10). 2. « C o lecció n d ip lo m á tic a d e Ira ch e » , I. p. 52 (n .° 39). 3. « C o le c c ió n d ip lo m á tic a d e Ira c h e » , I. p p . 133 134 (n .° 111). V e r ta m b ié n , p. 2 0 5 (n .° 188), añ o 1175. 4. « C atálo g o d el arc h iv o c a te d ra l d e P am p lo n a» I, p. 35 (n .° 143). T a m b ié n p. 39 (n .° 163). 5. « C atálo g o d e c a rtu la rio s rea le s» , p. 341 (n .° 699). 6. P am p lo n a, 1 9 7 2 , m apa tr e n te a la p. 128. 7. F. Z a b alo , «El re g istro ...» , p. 79 (n .° 6 9 7 ). 8. J. C arrasco P é re z, «La p o b la c ió n ...» , pp. 36 4 366 (n .°s 1 4 8 -1 5 8 ). U n a re fe re n c ia g lo b al a la p. 6 0 3 (n .° 133). 9- H o ja s 113-114 y 1 3 9 -1 4 0 del m ap a a escala 1 :5 0 .0 0 0 d el Inst. G e o g . y C atastral. 10. D ic c io n a rio d e 1802, I. p. 6 8 a-b: « A m ésc o a la A lta» y « A m ésco a la B axa». 11. M ic h e le n a , « A p e llid o s vasco s» , p p . 39 - 4 0 (n .° 46). 12. V éase la d e sc rip c ió n d e D o n F e rn a n d o F er­ nán d ez d e C ó rd o v a , «M is m e m o rias ín tim as» I (M a­ d rid , 1884), pp. 2 0 6 - 2 1 9 ; p a so d el g e n e ra l V ald és del 19 d e A bril al 24. 1835. V ic to ria carlista. 13. « C atálo g o d el A rc h iv o G e n e ra l» , X L V 1II, p. 138 (n .° 2 7 7 ). Y ang u as, « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a ­ d es» , I, p. 34. Se re fie re a los p u e b lo s d e A m ésco a Baja. 14. « C a tá lo g o ...» , cit. X L V III, pp. 2 6 2 - 2 6 3 (n .° 519). 15. M o re t, « In v e stig a c io n e s» , p. 4 7 2 (lib ro II, cap. IX , § I, n .° 9). 16. L uciano L a p u e n te M a rtín e z , «Las A m éscoas» n.° 131 d e N av arra, T e m a s d e C u ltu ra P o p u lar, (P a m ­ p lona, s.a.), p. 31. 17. L ap u en te M a rtín e z , «Las A m é sc o a s» , p. 5. D e este m ism o a u to r hay u n a m o n o g ra fía im p o rta n te y m inuciosa, « E stu d io e tn o g rá fic o d e A m é sco a » , en « C u a d e rn o s d e E tn o lo g ía y E tn o g rafía d e N a v a rra » , III (1 9 7 1 ), pp. 5 -8 8 , q u e sigue en núm s. sucesivos. Lo im p o rta n te aq u í es lo q u e c o n tie n e éste. 18. D ic c io n a rio d e 1802, II, p. 4 1 7 , a. 19. fol. 9 4 , 6. D e o ro co n tre s cald eras d e sable. 20. M a rtin e n a , «P alacios cab o d e a rm e ría » , II, p. 5. 21. L a p u e n te M a rtín e z , «Las A m ésco as» , p p . 30 31. En « E stu d io etn o g rá fic o d e A m ésco a» loe. cit. hay u n a fo to d e él. 22. H u a rte , « A rq u ite c tu ra tu rístic a N a v a rra » , loe. cit. p. 2 7 , d. 23. A lv aro d e B a q u e d a n o , alcaid e d e L abraza en 1356. « C atálo g o d el A rc h iv o G e n e ra l» , II, p. 305 (n .° 7 7 2 ), etc. 24. « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , X L V II, pp. 3 9 8 -3 9 9 (n .° 3 0 8 ), Y an g u as, « D ic c io n a rio d e a n tig ü e ­ d a d e s» , I. pp. 8 8 -8 9 . 25. « C atálo g o d e l A rch iv o G e n e ra l» , X L V III, p. 32 (n .° 64). L uego m u ch o s m ás d o c u m e n to s h asta 1491. 26. B io g rafía en L a p u e n te M a rtín e z , «Las A m é s­ coas», pp. 15-16; en los d o c u m e n to s d el A rch iv o G e ­ n eral a p a re c e c o n m u ch a frec u e n c ia e n sus d istin to s carg o s e s te D o n F e rn a n d o o F erra n d o . 27. « C atá lo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , X L V III, p. 159 (n .° 31 8 ). E ste ya alu d e a la to rre . 28. « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» X L V III, pp. 2 6 2 - 26.3 (n .° 519). Es el q u e e x tra c ta Y an g u as « D ic­ c io n ario d e a n tig ü e d a d e s» , II, pp. 12-13. En él se ve q u e el rey h ab ía v isitad o la fo rtaleza. C o n firm a c ió n en las C o rte s , p. 2 6 8 (n .° 531). O tra d e 1480, p. 3 1 7 (n .° 656). 29. « C atá lo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , X L V III, p. 392 (n .° 813). 30. « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , X L V III, p. 4 2 4 (n .° 880 ). L uego tam b ién . 31. « C atálo g o del A rch iv o G e n e ra l» , X L V III, pp. 5 0 5 -5 0 6 (n .° 1.028). 32. C o p ia d o e n mi « E tn o g rafía h istó rica d e N a v a­ rra» , III, p. 56. D ic c io n a rio d e 1802, 1, p. 3 0 4 , b. 33. Y anguas « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , III, p. 372. 34. M a rtin e n a , «P alacios c ab o d e a rm e ría » , II, p. 5. .35. A ltadill, I, p. 791. 36. B lasón en P e d ro d e A zcárraga, fol. 4 0 , 6: «V aquedano». 37. « A d ic io n e s al v o c ab u la rio n a v a rro » , p. 182. 38. « D icc io n a rio trilin g ü e » , 1, p. 122, a. «azugá», « azu ra» , « atzura». 39. «El m o lin o d e la Val d e A m ésco a» , « C atálo g o del A rch iv o G e n e ra l» X L V III, p. 32 (n .° 64) 1461. S o b re su actividad m o d e rn a , L ap u e n te M a rtín e z , «Las A m ésco as» , p. 29. 4 0 . M a rtin e n a , «P alacios cab o d e a rm e ría » , II, p. 5. 4 1 . « D ic c io n a rio d e 1 8 0 2 » , II, p. 2 9 9 , b. 4 2 . « E tn o g rafía h istó ric a ...» , cit. 111, p. 55. 43. «Las A m ésco as» , p. 14. 4 4 . L a p u e n te M a rtín e z , «Las A m é sc o a s» , pp. 18-21. 45. L a p u e n te M a rtín ez , '«Las A m ésco as» , p. 20. 4 6 . L a p u en te M a rtín e z , «Las A m ésco as» , pp. 2 0 21. F o to en « Itin e ra rio s p o r N av a rra » , I, p. 100. 4 7 . M ad o z, 11, p. 2 8 5 , a; a rtícu lo A n d ía y U rb asa. 48. H o ja 139 ya citada. 49. I, p. 2 7 3 , b. 50. M a rtin e n a , «P alacios cab o d e arm ería» II, p. 6. Y anguas « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , II, p. 501 y « A d icio n es» , p. 2 4 6 . 51. fol. 105, 3. «el Palacio d e E u late» . 52. L a p u e n te M artín e z , «Las A m ésco as» , p. 13. 53. M a rtin e n a , «P alacios c a b o d e a rm e ría » , II, p. 6. D ic c io n a rio d e 1 8 0 2 , I, p. 8 6 , a. 54. A zcárraga, fol. 55, 4; « A lu izu e n tie rra de E stella tra h e d e Sarasa». 55. «El Palacio d e C eg am a en la p ro v in cia» está en A zcárraga, fol. 54, 5. 56. L a p u e n te M artín ez , «Las A m ésco as» , pp. 2 6 27. 57. L a p u e n te M a rtín e z , «Las A m é sco a s» , p. 26. 58. Se sigue aq u í a L a p u e n te M a rtín e z , « E stu d io e tn o g rá fic o ...» , cit. loe. cit. pp. 43 - 58. 59- L a p u e n te M a rtín e z , « E stu d io ...» , cit. fo to 7, re ja d e u n a casa d e Ecala. 409 60. L ap u e n te M a rtín e z , « E sru d io ...» , cit. p. 4 6 , fig. 61. 62. 63- L a p u e n te M a rtín e z , « E stu d io ...» , cit. fo to 8. L a p u e n te M a rtín e z , « E stu d io ...» , cit. p. 4 7 . L ap u e n te M a rtín ez , « E stu d io ...» , cit. p. 4 8 , fig. 64. L a p u e n te M a rtín e z , « E stu d io ...» , cit., p. 46. 1. 2. 410 65. 55, fo to 66. 55. 67. 68. L a p u e n te 9. L a p u e n te M a rtín e z , « E stu d io ...» , cit. p p . 50 - L a p u e n te L a p u e n te M a rtín e z , « E stu d io ...» , cit. p. 55. M a rtín e z , « E stu d io ...» , cit. p. 57. M a rtín e z , « E stu d io ...» , cit. p p . 54 - C A P IT U L O IV LOS V A LLE S DE G U E S A L A Z Y DE Y E R R I 1) 2) 3) 4) Val de Guesalaz. A lgunos de sus núcleos. Val de Yerri. A lgunos núcleos de este valle. Al Sur del Valle d e G oñi, del macizo m o n ta ñ o s o de U rb a sa y A ndía y de las Am éscoas, hay tres valles de desigual tam año y carácter, q u e son, d e Este a O e s te , los de Guesalaz, Y erri y Allín, d e n tr o d e los cuales hay algún m unicipio separado. El central, es decir, el d e Y e rri fue histó ric a m e n te el más famoso; p e ro los tres tie n e n un a personalidad acusada d e n tr o d e la T ie rr a d e Estella. E m p e ­ cem os p o r el más oriental. B ajando de las alturas del valle de G oñi, hacia el Sur, hay una serie d e p u e b lecitos qu e se escalonan en posición pin to re sc a y sobre c o rrien te s fluviales no m uy g randes q u e dan ai río Salado y q u e co n stitu y e n el valle de G uesálaz 1. Este no se halla indicado c o m o tal e n el registro d e 1280, au n q u e aparezcan aislados algunos de sus pueblos; incluso bas­ tante antes, siendo algunos fam osos en la historia d e N avarra. P o r e je m p lo , M u e z y V iguria q u e aparecen en la llamada « C a m ­ paña d e M u e z» , llevada a cabo p o r A b derram án 111 d u ra n te los m eses d e junio y julio del año 9 2 0 2. En Viguria había p o r e n tonces castillo o fortaleza, así c o m o en M uez m is­ m o 3. Esto confirm a la a ntigüedad d e los p e ­ q u e ñ o s núcleos agrícola-pastoriles con forta­ leza q u e c o n s ta n te m e n te nos e n c o n tram o s en los valles navarros. «Guessallaz» separado de las «cinquo vi­ llas» d e G oñi se co m p o n ía e n 1366 de « Y f u r f u » , «M uniain», «Saillinas d ’O r o » , « G u e m b e » , « B id au rre» , « A rg u in an o » , «Y tu rg o y en » , «Y ruysso», «M uez», «Biguria», « A r f o z » , « M u z q u i» , «G a risso a y n » , « Y ru rre » , «Lerat», «C urindoain» y «Eztenoz» 4. Algunos n o m b re s han cam biado sensi­ b le m e n te d e grafía, c o m o Irujo 5. En 1802, se le asignan, en total, 2915 habitantes y diez y seis pueblos q u e e n o rd e n alfabético son: A r g u í ñ a n o , A rz o z , E s t é n o z , G a r i s o a i n , G u e m b e , Irujo, Irurre, Iturgoyen, Izurzu, Lerate, M uez, M uniain, M uzqui, Salinas de O ro , V idaurre y V i g u r i a 6. Estos p u e blos eran de los c o m u n e s en la zona m o n ta ñ o s a en co n ju n to , p o r q u e tenían d e q uince o v einte a sesenta y tantas casas, separándose c o m o m u ­ nicipio aparte Salinas d e O r o con 117 y 444 habitantes en tiem pos de Altadill 1. D e s d e el p u n to d e vista de las com u n ic a ­ ciones, d e N o r t e a Sur d e n tr o del valle se p u e d e n establecer dos ejes. U n o será el d e la 413 c a rre te ra q u e v iene del valle d e G o ñ i (M unárríz) e n cuesta abajo, d o n d e q u e d a G u e m b e . O t r o , m ás i m p o r ta n t e , q u e a rr a n c a d e Echauri, d e zona pam plonesa, y sube rápida­ m e n te a las alturas de Izurzu, d e s d e las q u e hay un a vista magnífica hacia el Este. Esta ru ta tiene un ramal hacia M uniain y bajada luego a Salinas. El c e n tro del valle lo consti­ tuye un cruce del q u e van cam inos en varias direcciones, acabando en un p e q u e ñ o núcleo o rebasándolo algunos kilóm etros. Así hay uno hacia el O e ste, luego al N o r t e q u e va a M uez e Iturgoyen, y o tro hacia el E ste-Su­ d este q u e de M uzqui, p o r un a altura, pasa a Val d e M a ñ e ru y G uirguillano. La belleza del Valle de G uesálaz es im­ p resionante, p o r la cantidad de paisajes q u e p o dríam os definir c o m o «clásicos». H o y el em balse d e Alloz le da nuevos perfiles y le separa bastante del valle d e Yerri. En c o n ju n to , el valle de G uesalaz tiene unas 7 .7 7 7 ’2 5 ’80 hectáreas y es d e los q u e p ie rd e n población de m o d o c o n tin u o , desde hace sesenta años o más. II Si se va al valle de Guesálaz d e sd e Estella, el p rim e r pueblo-^que se e n c u e n tra ru m b o a P am plona es M uez precisam ente; e n tre él y Salinas q u e d a una llana q u e M o r e t ya identi­ fica c o m o el cam po de la batalla antigua: «Casi a la mitad d e aquella llanura q u e p o r cuatro millas de largo y tres de ancho se dilata e n tre M uez y Salinas d e O r o , hay un cam po de más igual llanura y algún ensanche m ayor, q u e porMa copia de juncos, q u e allí nacen llaman V a ld e ju n q u e ra » 8. M uez se destaca con su iglesia y algún gran caserón de cinco huecos de fachada, con dos altos, encalado y o tro s sin encalar. En 1802 se le dan 242 habitantes, sin n ú m e r o de casas y se indica q u e existe, p e ro casi arrui­ nado, un palacio de cabo de arm ería, qu e p e rte n e c ía al C o n d e d e G u e n d u la in 9. H ay d o c u m e n tac ió n acerca d e él de 1557, e n qu e lo poseía un m ie m b ro del linaje d e Arbizu. Luego pasa a los M eneos 10; p e ro c o m o el «Palacio de M uez» está en el índice de Azcárraga 11 con un blasón de gules c o n dos fajas de o ro fileteadas d e azur, b o rd u ra d e azur, con begantes d e oro. En M uez, c o m o en o tro s p u e blos vecinos, nos e n c o n tra m o s construcciones de p ied ra de aire m uy arcaico, sin revoco alguno y poco m o r te r o en el aparejo, q u e rec u e rd a casi a los de piedra seca (foto de la fig. 473). Al lado de sem e jan te s constru cciones con pocos huecos 414 y éstos p e q u e ñ o s, hay, c o m o va dicho, casas gran d e s de los siglos X V III y X V III con pied ra de c u e n ta en p u e rta s y ventanas, rev o ­ cos d e varios colores y tonos y rejas bien labradas (figs. 476, 477, 478, 4 7 9 y 480). N o faltan reliquias de una arq u itec tu ra m edieval bastante tosca; restos de torres con ventanas de m ainel y p u e rta s estrechas de arco adintelado d e tres piezas (figs. 476, 477 y 478). U ranga da c o m o fotografiada en M uez la fig. 481 que se halla en una ventana refo rm a d a y q u e r e p r e ­ senta a una pareja humana. Ella, a la derecha con rueca y huso y él a la izquierda. Podrían ser repre sen ta cio n e s de Adán y Eva, con una cruz inscrita en círculo en m edio. M uez q u e d a a 528 m etros, y de allí a rran­ can varios cam inos, a distintos pue b lo s del valle. U n o , al N o r o e s te , a Iturgoyen; o tro al N o r t e , a Iru jo , A rg u iñ a n o , V id a u rr e y G u e m b e ; o tro es el constituido p o r la ca rre ­ tera a P am p lo n a y pasa p o r Salinas, en direc­ ción N o r d e s te . Al Este va el vecinal a Arzoz. En la banda m eridional q u e d a n Esténoz y M uzqui p rim e ro y luego Lerate, Irurre y Garisoain. H acia el N o r t e las alturas son m ayo­ res y los p u e b lo s del Sur, c o m o G arisoain tam b ié n están más altos q u e M uez. Salinas de O r o es un p u e b lo bastante alto. 678 m etro s en algún lado. Al N o r o e s te tiene una altura d e 925 en form a d e cerro. P or d e b a jo c o rre el río Salado y al o tro lado, al Sureste, hay o tra altura d e 943. El río pasa a unos v einte m e tro s más abajo del p u e b lo y ju n to a él hay un p in to re sc o risco de 687. El río va d e N o r d e s te a S uro e ste y llega al pantano, cerca d e Esténoz. El núcleo de población p u e d e decirse qu e está co n stitu id o p o r dos partes. U n a m ayor y o tra q u e se llama «barrio d e arriba» caracte­ rizada p o r la «calle re d o n d a del barrio de arriba». En lo alto, sobre los dos barrios, está el c e m e n te rio y algo m en o s alto, p e ro en posiciói d o m in a n te tam bién, q u e d a b a el pala­ cio. D e é s te dice el diccionario d e 1802 qu e e ra del D u q u e de G ranada, q u e estuvo m u ­ rado en lo antiguo y q u e poseía capilla y e n tie rro e n la parroquia, sin o tra p r e m in e n ­ cia 12. H o y no subsisten d e él más q u e unos pocos m u ro s inform es cubiertos de hiedra. Según m e indicó un h o m b re ya talludo, el 15 de s e p tie m b re de 1977, la d e strucción m ayor ocurrió hacía treinta años, es decir en 1947. La foto de la fig. 482 y el d ib u jo de la fig. 4 4 8 dan idea de su e structura, q u e reco rd a b a la de o tro s palacios de la zona media, sobre to d o d e la V aldorba. T a m b ié n é ste tenía lajas d e p ied ra en el tejado, c o m b in a d o co n tejas, dos to rre s q u e sobresalían del c u e rp o p o r un lado y otras (no sé si dos) 13 al otro. La iglesia de San M iguel dice el citado diccionario de 1802 q u e tam bién fue castillo; cosa q u e ya se ha visto q u e o c u rre e n o tro s pueblos. Salinas no es un núcleo q u e p rogrese, aun cuando parece más vivo q u e hace diez o doce años. Las calles form an recovecos, hay eras escalonadas y las casas tienen, e n casos, b u e n a rejería, c o m o e n o tro s p u e b lo s del valle y en los valles de más al Sur, m uchos arcos y en ellos, c o m o o c u rre en esta zona, las dovelas están pintadas con círculos d e cal (fig. 449). N o faltan eje m p lo s curiosos de cantería en ventanas (fig. 450) y e n puertas (fig. 451); eje m p lo s q u e reflejan una tradi­ ción recibida en el Renacim iento. E n tre Salinas y M uez, en un llano culti­ vado q u e d a Viguria. En el c enso d e 1366 Viguria aparece c o m o lugar d e Y erri o de Fig. 44 8 .-Palacio de Salinas de Oro. 415 Fig. 449.-Dovelas pintadas con círculos de cal. Salinas de Oro. Fig. 4 5 0 . - Ventanas. Salinas de Oro. Fig. 4 5 1 .-P uerta. Salinas de Oro. Guesálaz, con B 15. Es difícil d e te rm in a r el significado del n o m b re 16. Está algo apartado de las carreteras, al S u d oeste d e Salinas, a 586 m. d e altura. El diccionario de 1802 dice q u e tiene un palacio p e rte n e c ie n te al M a r­ qués d e M o n te h e rm o s o , «sin q u e p o r este h e re d a m ie n to goce el p o s e e d o r de privilegio o p ree m in e n c ia en el lugar» 17. La tachada, de sillería, es sobria. Su d e c o ­ ración se o b tie n e p o r m edio de líneas rectas q u e se marcan con piedra de color un poco más claro. La p u e rta y el balcón central se destacan po r algo más de labra, así c o m o los En la lista de palacios q u e da Yanguas, de 1723, é ste se halla adscrito ya al m ism o tí­ tulo, y el e scudo de la fachada está c o ro n a d o p o r un a c o ro n a de m arqués. El linaje original es el de Viguria y de éste se halla el blasón al c e n tro del escudo c o m p u e s to de la lachada y en un a p u e rta q u e da al patio d e detrás (fig. 452) 1S. El palacio era conocido, com o o tro s del país, con el n o m b re vasco de «Jaureguizarra» (fig. 453 y lámina en color). Está c o n stituido p o r varios cuerpos, h e ­ chos en épocas d iferen tes y q u e form an un c o n ju n to macizo e n apariencia. El c u e rp o fo rm a d o p o r la fachada d e sillería con sus dos torres es el más conocido. En c o n ju n to , el piso principal tiene seis huecos, con una v e n ta n a a la izquierda, dos a la d e re c h a y tres balcones: uno m ayor s o b re la gran puerta, q u e no está en el c e n tro sino bajo el tercer hueco, a la izquierda. S o b re el balcón m ayor va el escudo. Fig. 452.-h.uuan de Viguria. 41 7 Pig, 4 5 3 -F la n c o del palacio de V iguria. Palacio de V iguria. FiZ- 4 5 4 .-P a rte lateral del palacio de V iguria. 419 Fig. 45 5 .-Parte trasera del palacio de Viguria. otros balcones y ventanas del piso principal, las cinco ventanas del piso segundo, y las de las torres. T a m b ié n la p a rte alta de éstas se destaca con p ied ra más clara y dos bolas de tipo herreriano. El lado izquierdo (d ib u jo d e la fig. 453) nos hace ver un c u e rp o alto: más alto q u e el de la parte central de la fachada en relación con la to rre y o tra to rre más vieja. T o d o con pocos huecos. Sigue a esta to rre vieja en ángulo, un c u e rp o bajo, o tra to rre y o tro c u e rp o bajo antiguo con dos herm osas rejas (dibujo de la fig. 454). Este constituye otro flanco largo, con una reja más en el lado o p u e s to al de la fachada principal, un patio c errado, con una p u e rta c u a drada sobre la q u e hay un e scudo y un recinto con cubierta, m uy largo, a m o d o de cuadra. V ie n d o este flanco de lejos (d ib u jo de la fig. 455) se aprecia qu e el patio tiene al fondo un edificio antiguo, c o n stru id o c o m o otros de la zona en planta rectangular y q u e a éste, po r delante se le añadió el g ran c u e rp o d e la fachada, flanqueada p o r sus dos to rre s de cantería perfecta. D e s d e antes, pues, d e la batalla d e V a ld e ju n q u e ra hasta é p o c a m o ­ d e rn a ha habido un castillo más u n palacio 420 posterior. El núcleo restante es p e q u e ñ o ; unas veintiún casas agrupadas del tipo de las de M uez y Salinas. T a m b ié n en Viguria hay algunas con ar­ cos, en los q u e las dovelas se han p in ta d o con cuadrados de cal, cosa q u e pare c e h a ber c u n ­ dido en fecha relativam ente m o d e r n a (dibujo de la fig. 456). Fig. 4 5 6 -D n v e la s p in ta d a s con cuadrados de cal. V iguria. Al Sur d e V iguria q u e d a n Estenoz al O e s te y Arzoz al Éste; m ayor el segundo, y más al Sur de los dos, M uzqui, c o n ju n to de sesenta edificios y no más d e sesenta y cinco Fig. 4 5 9 --P la n ta de la casa de M u zq u i. habitantes a com ienzos d e este siglo 19. M uzqui q u e d a e n alto y en cuesta a 587 m etros. En el diccionario d e 1802 aparece c o m o M úzquiz, con 120 h a b it a n te s 20. P e ro los censos antiguos dan M uzqui. C o n tres fuegos e n 1366 21. Hay q u e destacar, sin e m bargo, la form a «M uezquiz» (1234) 22, q u e p e rm itiría relacionarlo con M uez. T ie n e fuero del tie m p o d e Sancho el Sabio (1196), c o n o c id o d e sd e antiguo 23. Fig. 4 5 8 .-Inscripción de la casa de M u z q m . La iglesia de M uzqui está en lo más alto. En el p u e b lo destaca una casa to rre a d a hecha de varios cue rp o s consecutivos, del tipo de las d e patio ab ie rto p o r la fachada (d ib u jo d e la fíg. 457). Esta casa tiene a la e n tra d a del 421 Garisoain tiene planta u rb an a más definida, con un p u e rto al Este p o r el q u e sube la ca rre te ra a G uirguillano. En el núcleo se dis­ tin g u e n tres p e q u e ñ a s calles y dos anc h u ro e s a m o d o d e plazas. patio en un arco, una divisa con las letras al revés (fig. 458) q u e se repite e n o tro edificio y q u e no es fácil d e e n te n d e r, e m p e z a n d o p o r la palabra IESV 24. La casa central, s o b re la q u e q u e d a la torre, c o n teja d o a cuatro aguas, tiene un a b u e n a fachada, e n la q u e está el m ism o escudo. U n plano de la distribución es el de la fig. 459- En cam bio en Irurre, q u e tiene encim a un alto s o b re el pa n ta n o había las ruinas de un castillo. En la p a rte se p te n trio n al del valle, los p u e blos se pegan m u c h o al m acizo m o n ­ tañoso. D e Salinas al Este un cam ino antiguo parece haber dad o n o m b re y función al nú­ cleo de V id a u rre , q u e es un pueblo-calle, q u e hacia el N o r t e tiene a G u e m b e y al O e s te a Arguiñano. Más al Sur Irujo form a tam bién una p e q u e ñ a calle. En M uzqui hay o tra casa q u e se decía p e rte n ec ió a la familia d e Azpilcueta; tam bién alguna con restos d e v e n ta n a amainelada. Claves con IH S y más blasones. Los pueblos de la b a n d a m eridional del valle son d e p ro p o rc io n e s parecidas. P e ro Ill El n o m b re de Val de Y erri o b e d e c e a la transform ación del d e un territo rio c onocido desde los com ienzos de la R econquista. En efecto, ya el P adre M o r e t d e te r m in ó clara­ m e n te q u e la « T ierra de D eyo» (« D e y e rri» o «D ey-erri» en vasco) es la m ism a de la q u e se habla e n el cronicón de D o n Sebastián y de San Millán, con referencia a los p rim e ro s tiem pos de la R econquista, d iciendo el p ri­ m e ro q u e ésta, así c o m o la B errueza, siem pre q u e d a ro n en p o d e r de los cristianos 25. En los cronicones el territorio es llamado «D egius» 26. En cartularios c o m o el d e San J u a n de la P eñ a es «D eio» y se con sid e ra e q u ip a ­ rable en im portancia al de P am p lo n a 27. Estos d o c u m e n to s indican tam bién qu e e n la época a n te rio r a la fundación de Estella y a la de otras dem arcaciones se consideraba á m bito m ayor q u e el del valle de Y e rri actual 28. En él estaba el castillo de San Esteban, c e n tro im portantísim o de la defensa v a s c ó n ic a 29; qu e es San Esteban de M o n jard ín . En to d o caso, de «D ey-erri» se hizo Y e rri convir­ tiendo el «de» en preposición. El arciprestazgo d e Y erri c o m p re n d ía to­ dos los valles ya estudiados, más el d e Allín, Estella, y al Sur, hasta Legardeta 30. H a y d o ­ c u m e n to s d e 1333 en qu e se ve c ó m o en él q u e d a b a n incluidas las iglesias d e Salinas de 422 O r o y C irauqui 31; cifican cuáles sean de Y erri, M a ñ eru , así c o m o las d e la p e ro en otro s ya se e sp e ­ las primicias d e los valles San Esteban y B errueza, Solana 32. Esta com arca tan señalada no aparece, sin e m bargo, c o m o tal en el registro d e c o m p to s d e 1280. Sí los pueblos, algunos agrupados, sin c o h e re n c ia geográfica; así, p o r eje m p lo , «S oracoiz», co n «A v a r f u f a » , «Lorca» y «Echarrin» 33 q u e es E charren d e Val de M a ñ e r u o E charren d e G uirguillano. En 1366 «Val de Y erri» aparece c o m o muy lleno de núcleos d e población, en este orden: «V illanueva», « R ie fu » , « A rifalleta», « G u e ra n o » , «L efaun», «A rraztia», «U ruynela», «A ysquona», «U gar», «A varfu^a», « C u riq u o a y n » , « G o r o f ia y n » , « E ra u l» , « M u ru » , «B eriain», « M u ru g a rre n » , «Caval», «Asna», «M urieillo», «Aylloz et Laquarr», «L orrqua M ay o r» , «Lorqua M e n o r» , «Erend a fu » , «Yviricu», «A rifalla», lo cual daba doscientos ve in tio c h o f u e g o s 34. En 1350 el valle está m e n o s bien l i m i t a d o 35. U n p e ­ q u e ñ o e je es el río Iranzu; al N o r t e las alturas, la m o n ta ñ a co n barreras fuertes. Al Sur, la linde es más débil. E n tre el Salado y el U r e d e r r a q u e d a n los flancos oriental y occi­ dental, respectivam ente. La población es bastante densa, p o rq u e en 1366 se señalan los fuegos dichos con núcleos m ayores c o m o Abárzuza, q u e tenía hasta c u a re n ta y nueve. / / II /I En c o n ju n to el valle de Y erri tiene 1 1.205’9 0 ’07 hectáreas y en los veintiún lu­ gares q u e se le dan se sum aban 4.082 habi­ tantes e n 1888. D e s p u é s s u b ie ro n a 4.207 en 1900 y más tard e b ajaro n 36. A bárzuza q u e d a aparte. El a u m e n to en c o n ju n to es sensible d esde el catastro d e 1787 en q u e se le daban 3.139 h a b it a n te s 37. P u e d e decirse q u e el valle está limitado p o r un anfiteatro de m o ntañas al N o r te , al Este y al O este. Varios p u e blos q u e d a n en la falda d e éstas. O tr o s en la pa rte más llana al Este d e la cual q u e d a hoy el p a n ta n o de Alloz, a a lre d e d o r de 500 m etro s de altura. En la pa rte m eridional hay p u e blos más ba­ jos, c o m o A ra ndigoyen a 467. El río Salado lo limita p o r el Este y el Iranzu c orre al O este. Iniciando la visita al valle e n tra p r o n to e n su térm in o , en el b o r d e occidental p o r carre te ra a San Sebastián. En rin. de sd e Estella se p o r una cuesta d o n d e sube la ella q u e d a Bea- U n p u e b lo llamado Bearin es c onocido de sd e m uy antiguo, a través d e d o c u m e n to s navarros. Y a en el siglo X II tenía pleito sobre el té rm in o de R e g u e con Lizarra, pleito q u e se resolvió p o r junio de 1188 a tavor de B earin 38. A ntes hay re c u e rd o de un ye rm o en su m ism o t é r m i n o 39. En 1366 aparece c o m o p e rte n e c ie n te a Val d e Y erri con cua­ tro f u e g o s 40. Este p u e b lo no se desarrolló m u c h o en siglos. En 1802 se le asignan se­ ten ta y un perso nas y se dice q u e está en cuesta, junto a un encinar q u e q u e d a b a al O e s t e 41. M adoz le da o c h e n ta y cinco habi­ tantes y veintiocho c a s a s 42. Los restos de ellas q u e d a n hoy ju n to a un d e p ó sito de aguas, al O e s te y en alto. Altadill dice hace unos sesenta años que, «B earin es un p u e b lo nuevo en su totalidad p o r traslación a la lla­ nura d e s d e la falda en q u e estuvo asentado, y la cual ha q u e d a d o aban d o n ad a (en vez de rep o blarse d e sp u és de un gran incendio), b uscando sus po b lad o re s la carretera, el te­ r re n o f ro n d o s o y las aguas q u e a nte su vista tenían al pie d e la antigua posición q u e o c u ­ paban» 43. En realidad, el p u e b lo sigue es­ tando en cuesta y parece datar de 1904. O b e d e c e a u n a urbanización q u e se hizo gra­ cias al apoyo de unas familias q u e , según nos Fig. 4 6 0 .-P la n o de Bearin. d ije ro n allí el 9 d e s e p tie m b re de 1977, habían hecho fo rtu n a en Filipinas: las d e Lizarraga y Belzunce (fig. 460). Hay dos casas con fecha de 1904, una con pied ra d e dintel, en q u e se lee: AÑO 1904 J.P. Es la n ú m e r o 40, g ran d e d e cinco huecos y escudos. Las armas de Pagóla, al parecer. P ero é sta no es d e las q u e se ajustan al p a tró n g eneral q u e hace de B earin un típico p ueblocalle con 25 n ú m ero s hacia arriba, q u e luego siguen hacia abajo. La planificación es m uy sencilla. Las casas de 12 m etro s de an c h u ra p o r 8,80, se hicie­ ron con arreglo a un tipo d e la época. Algu­ nos vecinos llevaron su viejo e s c u d o 44. Son de tres huecos y dos altos. El m o d e lo básico 423 Fig. 461 .-C a sa en serie. Bearin. parece el de la n ú m e ro 13 (fig. 461). P ero sobre él se hicieron modificaciones. U nas tienen, c o m o las nú m ero s 9 y 15, una p u e rta g ra n d e lateral, a la derecha. O tras, c o m o las n ú m ero s 17 y 19, la p u e rta g ra n d e a la iz­ quierda. A lguna o ste n ta cantería, c o m o la n ú m e ro 26. Y no faltan a ditam entos d e un piso (n ú m e ro 11) o d e balcón c o rrid o (n ú ­ m e ro 15). Los revocos tam bién son distintos; pe ro , en c o n ju n to , Bearin conserva bastante unidad, a u n q u e p o r las partes traseras tam ­ bién haya alguna casa ampliada. Lo curioso de estas traseras es q u e p rese n tan la pied ra sin revoco y tratada c o m o se trataba tradicional­ m e n te en el país m u ch o antes. Las ventanas 424 originales d ebían ser c o m o la d e la fig. 462. La iglesia, en bajo, lleva un a inscripción relacionable con el p ro ce so d e construcción d e B earin a c om ienzos d e siglo. D ice así: EL P U E B L O D E B E A R I N E N A G R A D E C I M I E N T O A LOS SRES. L I Z A R R A G A Y B E L Z U N C E S Q U E C O S T E A R O N ESTA YGLESIA EN 1894 Y D O N A R O N PARA P A R R O Q U IA EN 1914 D E D I C A R O N ESTE R E C U E R D O . B earin, en suma, es un p u e b lo curioso c o m o m u estra d e una c om binación d e crite ­ rios de c im o n ó n ic o s y técnicas tradicionales. P o rq u e el c a ntero q u e labró la casa de Pagóla y alguna más seguía tra b a ja n d o c o m o los de cien y aun doscientos años antes. En ella colocó el escudo (fig. 463). Fig. 4 6 2 .-V e n ta n a en serie. Bearin. Sub ie n d o p o r la m ism a ca rre te ra hacia el N o r t e se en tra en té rm in o de A bárzuza, q u e constituye m unicipio aparte, a u n q u e esté d e n tr o del valle; A bárzuza es núcleo im p o r­ tante d e n tr o d e él, con significación c o m e r ­ cial d e sd e antiguo. P o rq u e Sancho el M ayor en 1028 concedió libertad d e c o m p ra a sus p o b l a d o r e s 45. En un tie m p o (1194) pasa a d e p e n d e r del m onasterio d e Iranzu, q u e hoy q u e d a al N o r t e d e su té rm in o y q u e tam bién tuvo jurisdicción sobre 1biricú y o tro s p u e ­ blos del valle 46. O tro s d o c u m e n to s del siglo X l l hacen ver qu e había allí p ro p ie tario s de varias casas y hacienda, q u e tam bién las d o n a ­ ron a tem plos, c o m o la catedral de P a m p lo ­ na 47; y hay m em orias varias sobre su iglesia, en cuyo pórtico se techan algunas escritu­ ras 4S. La propiedad d e los reyes era allí de im portancia en su tiem po, c o m o se ve p o r donación de Sancho el F uerte al o b isp o de Pam plona, en 1 198 49. Abárzuza es un p u e b lo q u e a u m e n tó bastante del siglo X V III a c om ienzos del X X . Altadill le da 891 habitantes y asigna 210 viviendas al c o n ju n to del m unicipio y 163 al casco urbano, una parte del cual q u e d a sobre la c a rretera 50. La c ontratación era bas­ tante grande, de suerte q u e daba vida hasta a tres posadas. En A bárzuza la población se rep a rte en calles irregulares, señalándose al­ gu n a casa señorial del siglo X V III, de un tipo q u e abunda bastante en toda la tierra de Estella 51. Siguiendo de Abárzuza al N o r t e p r o n to se llega a una curva de la carretera, sobre la qu e algo apartado q u e d a el p u e b lo de Ibiricu y en o tro ramal, hacia el Este, Irúñela. P ero, si de A bárzuza m ism o vam os d ire c ta m e n te hacia el Este, a poca distancia nos e n c o n tra ­ m os con Arizala, núcleo p e q u e ñ o , p e ro de c ierto interés, en el q u e e n 1738 había un palacio de cabo de arm ería del m arq u é s de M o n te sa y vizconde de Eza 52. Fig. 4 6 3 .-Armas de Pagóla. Bearin. En Arizala hay tam bién varias casas sóli­ das. U n a d e ellas, al llegar d e la p a rte de Abárzuza, está m uy pintarrajeada. A un lado tiene una p u e rta y dos escudos. La p u e rta indica c ó m o todavía p o r los años de 1864 los canteros de la tierra trabajaban só lid am en te y 425 Fig. 4 6 4 -Aparejo de puerta. 1864■ Arizala. D Fig. 4 6 5 -E sq u em a de fachada. A riza la . Fig. 4 6 6 .-C u a d ra s. A rizala. siguiendo sistemas m uy e n boga un siglo antes (fig. 464). En u n a calle varias casas típicas del X V III navarro de la zona (fig. 465). En una p e q u e ñ a se lee, sin e m bargo, la inscripción q u e sigue: EST A MI C A S A Y O M A R T I N ID AÑO R R ED IFIQ U E AZCONA 169Z C o n un e scudo abajo, en el arco. O t r o encima. En Arizala, c o m o en otro s pueblos p e q u e ñ o s, el fro n tó n está en relación con la iglesia en la q u e e n el altar de la izquierda del m ayor hay un a efigie d e San Isidro L abrador con un a reja de lanza: del X V III. O t r a casa sólida es la de los Lizarraga. A sociados a algunas casas de éstas hay cuadras con e stru c tu ra a u tó n o m a de tipo q u e se rep ite en otro s p u e b lo s d e la zona (fig. 466). Al N o r d e s te de Arizala q u e d a A zcona y todavía más arriba, en la m ism a dirección, Arizaleta. D e stac a A zcona p o r su situación en un ce rro , en el alto del cual se halla el tem p lo p o s t-h e rre ria n o de N tra. Sra. d e M endigaña con categoría de basílica de la q u e se celebra la advocación el 8 d e se p tie m b re. M ás baja está la iglesia de San M a rtín con u n gran to rre ó n , a m o d o d e fortaleza 53. D e Arizala, a 538 m., se su b e p o r un a c a rre te ra local a unos 600. A zcona aparece en 1280 c o m o «Aizcona» 54. En los c o m p to s del siglo X I V «Aysquona» y «Ayzcona» 55, con trece fuegos y en el Val de Y erri. En 1802 se le asignan 191 habitantes y unas cosechas regulares d e g rano y vino 56. T a m b ié n había olivos hasta hace poco. M adoz le asigna c u a re n ta y dos casas y 263 almas, lo q u e s u p o n e un raro a u m e n to para la p rim e ra mitad del X IX . D ice, c o m o rareza tam b ié n a mi juicio, q u e hay gran d e s p ro p o rc ió n e n tre la vida de los ho m b re s, q u e no es m uy larga y la de las m u je re s, q u e casi siem pre llegan a la se n ectud 57. A zcona e ra p u e b lo con un antiguo cam ino d e h e rra ­ dura, p o r el q u e pasaban los arrieros q u e bajaban d e la B u r u n d a a tierra de Estella p o r negocios d e vino; el vino de A zcona era rep u ta d o . Este cam ino iba de Salinas de O r o a Estella. Altadill le daba s e te n ta y cinco edificios con 289 m o ra d o re s 58. T o d a v ía en las casas, c o m o se verá, hay lagares y bodegas q u e acreditan la antigua fama. En A zcona estaba e n el siglo X V la capitanía del valle, en relación con un linaje del q u e a h o ra hay q u e decir algo. El edificio civil más im p o rta n te de Az­ cona es el palacio del m ism o n o m b re , q u e p e rte n e c e al linaje en cuestión, con o c id o d e sd e el siglo X IV p o r lo m en o s 59. E n tre los q u e libraron a Carlos II d e la prisión en q u e le tenía el rey d e Francia, estuvo J u a n M artínez de Azcona, y en re­ com pensa, el rey le dio «los palacios» q u e tenía en la villa de Azcona, con sus térm inos, entradas y salidas, de re c h o s hereditarios, etc. P ero esto e ra en realidad una d evolución de bienes confiscados po r desobediencia, al pa­ dre del susodicho, q u e fue D o n G o n z a lo de Azcona. La m erced es de 1360 y el suceso de la liberación en 1357 60. D e s d e e n to n c e s apa­ recen m uchos A zcona c o m o h o m b re s d e g u e ­ rra y g o b e rn a d o re s de castillos navarros. T o ­ davía en 1723 este palacio era d e un D o n J o s é de A zcona 61 y los actuales p o se ed o re s, q u e llevan el apellido, ya no e n p rim e r té r­ mino, conservan d o c u m e n to s tales c o m o pri­ vilegios en p e rg a m in o , e je c u to ria s, etc., desde fines del siglo X I V 62. M adoz dice q u e el palacio es de funda­ ción antigua y q u e se cree data d e la Edad M e d i a 63, lo cual es verdad; p e ro lo antiguo q u e d a al interior, tras un patio. Lo q u e se ve de fuera es un edificio con dos to rre s en la form a q u e se les dio en los siglos X V II y X V III a las casas palacianas en distintas p a r­ tes de Navarra. La fachada tiene diez y oc h o m etro s y m edio de ancho. El lado d e re c h o , veinticuatro con cua re n ta y cinco, más o tro m ed io m e tro rem etido. Este c u e rp o sólido, de p ie d ra de c u e n ta y cantería revocada, d e b e datar del X V III, si se atiende al m o d o de labrar m arcos de ventanas, cornisas, etc. En la parte de la d e re c h a hay dos rejas buenas y dos ventanas rasgadas p o s te rio rm e n te . El lado izquierdo tiene cuatro huecos e n lo más alto y cinco en el p rim e r piso. T re s más p u e rta en la planta baja (fig. 467). Esta construcción d e tres cue rp o s, uno central y los laterales, se co m b in a con un cuarto c u e rp o m u ch o más antiguo e irregular en sus ele m en to s, d e ja n d o al m e d io un patio m uy m ovido, con escalera e x te rio r en el c u e rp o viejo, un po z o y suelo d e guijarros 427 Fig. 4 6 7 -Palacio de Azcona. Fig. 4 6 8 -P a tio del Palacio de Azco 428 (fig. 468). En una p u e rta qu e q u e d a bajo la escalera hay un blasón de Azcona, con dos calderas 64 (fig. 469). D e n t r o tam bién se ha de scu bierto o tro e scudo tallado. En to rn o a A zcona q u e d a b an varios n ú ­ cleos p e q u e ñ o s con casas palacianas. c o m o la de la foto de la fig. 485, etc. Al Este de Arizaleta q u e d a Riezu, al q u e se p u e d e llegar p o r un cam ino vecinal. P e ro existe una c a rre te ra más usada q u e arranca d e la de Estella a San Sebastián bastante al N o r t e de Ibiricu. M uy cerca pasa p o r Lezáun, q u e es el p u e b lo más septentrional del valle. Luego baja a Arizaleta prec isam e n te y d e allí descri­ b ien d o una curva a Riezu y de allí a M uez. T a n to Lezáun c o m o Reizu son pueblos en q u e existen herm osas casas señoriales, con fachadas de p ied ra de sillería, severas, algunas con rejas d e muy b u e n a forja. En Riezu se sñalaba la existencia d e un palacio. Palaciana es desde luego, la casa d e la foto d e la fig. 486. ¡Gran contraste con las chozas pastoriles de la sierra cercana! (fig. 487). D e b e haber sido c onstruida po r un m aestro qu e d e jó otras huellas de su saber en la tierra; acaso en G uirguillano y algún o tro p u e b lo d e Val d e M añeru, c o m o verem os. P or la parte m eridional el valle d e Y erri tiene una serie de pueblos d e c o rto vecinda­ rio. P e ro en su zona media, al Este de A zcona q u e d a uno q u e se llama Villanueva. Villanueva d e Y erri parece haberse c o n stru id o con cierto plan en un cruce, de su e rte q u e se distribuye en tres cortas calles, q u e van d e Este a O este, y una q u e va d e N o r t e a Sur. E ntre Arizala y Villanueva q u e d a Ugar, d o n d e había palacio, así c o m o más al Sur en Lácar, qu e en el índice de Azcárraga aparece com o «la torre Palacio de Lacar en tierra de Estella», con un escudo fajado de plata y sinople 66. En 1788 hay un palacio en Bearin. O tr o en A ndéraz. D e s d e 1639 existen los palacios de Arizaleta y G urbizar, reconocidos c o m o de cabo de arm ería 65. Arizaleta posee varias casas en las q u e lo más curioso son algunos e le m e n to s decorativos, c o m o la v e n tana re­ nacentista blasonada de la foto de la fig. 484. R estos d e casas góticas, reform adas después, O tro s pueblos m eridionales c o m o Arandigoyen, G rocin y M u ru tam bién lo tenían 67, así c o m o Lorca, q u e q u e d a en la linde con Val de M añeru en tierra de viñedos bastante tem plada. «El palacio d e Lorca» 68, no parece haber d e ja d o huella gran d e vetusta. Pero el pueblo, c o m o o tro s del valle y de la tierra de M a ñ eru , se rem o z ó m u ch o en el siglo X V I I 1 final. Lorca q u e d a encim a de la c a rre te ra de Pam plona a Estella y d e b ió asentarse en un camino, en orientación N o rd e s te -S u doeste. La e n tra d a p o r el N o r t e form a una calle y a un lado, hacia la carre te ra actual, q u e d a la iglesia, sólida. Según se avanza, hay la continuación de la vía y una plaza, con el 429 o i f l i [ i f O i ¡ A O Fig. 4 7 0 .-C a sa s de Lona. lA 'L V iZ V A ñ o l8 £ 0 Fig. 4 7 1 -Inscripciones de Lorca. 430 frontó n. D e s p u é s u n a bifurcación con un ra­ mal hacia el Sur, con altura m ayor, y o tro qu e baja; con viejos cam inos de sp u és los dos. En la plaza hay un g ran caserón q u e lleva sobre la e n tra d a e n arco la inscripción de 1782, con em blem as religiosos (fig. 470). En él, c o m o e n otras casas g randes d e esta parte, hay aldabas del tipo d e m edia luna m uy h e r­ m o sa m e n te trabajadas y q u e p u e d e n c o rre s­ p o n d e r a la fecha d e construcción del c o n ­ junto, con cinco balcones y cinco huecos arriba. En Lorca hay otras casas d e esta época, una de 1789. T a m b ié n alguna fechada, al parecer en 1830 (la de Alvizu) (fíg. 471). N o d eja d e p re s e n ta r alguna e le m e n to s curiosos de cantería, c o m o una q u e tiene balcón sobre un arco (fíg. 472). En Lorca, p o r últim o, hay alguna casa con revoco sim ulando p ied ra pintada (cosa qu e se e n c u e n tra en otros p u e blos de la zona); tam ­ bién clavos de p u e rta lujosos y o tro s hechos en el siglo X IX en form a más industrial. Al salir hay una venta. U n ám bito de transición que aún es más perceptible en el vecino valle de M a ñ eru , c o m o vamos a ver. * -------- Fíg. 4 7 2 ,-V e n ta n a y balcón. Lorca. 431 NOTAS. 1. H o ja s 140-141 del m a p a a escala 1 :5 0 .0 0 0 d el In s titu to G eo g rá fic o y C atastral. 2. E. L év i-P ro v e n fa i, « H is to ire d e l’E sp ag n e m usulm ane» II (P aris, 1950), p p . 3 9 , 4 1 -4 4 b atalla d e V a ld e ju n q u e ra el 2 6 d e julio . M a p a d e la p. 44. 3. « U n a cró n ic a a n ó n im a d e A bd al-R ah m an III A l-N asir» , ed . y tra d u c c ió n d e E. L é v i-P ro v e n fa l y E. G a rc ía G ó m e z (M a d rid -G ra n a d a , 19 5 0 ), p p . 13 3 -1 3 5 <n.° 36). 4. J. C arrasco P érez , «La p o b la c ió n ...» , p p . 5885 9 0 (n .°s 31 - 47). 5. « Iru ssu m » en d o c u m e n to d e 1054. « C o lecció n d ip lo m á tic a d e Irac h e» , I. p 17 (n .° 12). En o tro « Iru sso » y allí ta m b ié n « v ilu lle q u e n u n c u p a tu r M o h ez» , p. 16 (n .° 11). 6. D iccio n a rio d e 1 8 0 2 , I, p. 3 1 6 , b. A q u í hay alg u n a eq u iv o ca ció n y e r r o r d e grafía. C o m p á re s e co n A ltadill, II, pp. 585 - 589. 7. A ltadill, 11, p. 6 4 2 . 8. « A n n ales» , 1. p. 3 7 6 (lib. V lll , cap. IV § IV , n.° 25). 9. D iccio n a rio d e 1802, II, p. 4 0 , b. 10. M a rtin e n a , « P alacios c a b o d e a rm e ría » , II, p. 3. 11. fol. 4 3 , 5. 12. D ic c io n a rio d e 1802, II, p. 2 8 6 , a. M a rtin e n a , «Palacios cab o d e a rm e ría » , II, p. 3. 13. A zcárraga, fol. 9 6 , 6 d a el b lasó n d e u n p alacio d e O ro , q u e ta m b ié n e sta b a e n G uesálaz. 14. La v e n ta n a se g u n d a d e la tig. 33 en p a rte es d e m o rte ro . 15. C arrasco , «La p o b la c ió n ...» , p. 3 7 2 (n .° 194) aquí d e Y erri, e n la p. 5 8 9 (n .° 4 0 ) d e G u esálaz. C o n c u a tro fuegos. 16. El ap ellid o « V iguri» p o d ría h acer p e n sa r e n un c o m p u e s to c o m o « O b e c u ri» , « E n ecu ri» . La fo rm a c o ­ rre s p o n d e a d ialecto s o c c id e n ta le s y m erid io n ale s. 17. D iccio n a rio d e 1802, II, p. 4 5 0 , b. 18. Y anguas, « A d ic io n e s...» , p. 2 4 4 . E n to n c e s m arq u esa. En 1601, d e S an ch o d e V ig u ria; en 1619 y 1642, d e D ie g o d e V iguria. E sc u d o b u re la d o d e a rg e n t y sable. M a rtin e n a , «P alacios d e cab o d e arm e ría » , II p. 3. A zcárraga, fol. 6 3 , 6 «el P alacio d e B ig u rria» . 19. A ltadill, II, p. 589. 20. D iccio n a rio d e 1802, II, p. 52, b. 21. J. C arrasco P é re z , «La p o b la c ió n ...» , p. 5 8 9 , b, (n .° 42). V e r tam b ié n p. 372 (n .° 196). 22. « C atálo g o d e los c a rtu la rio s re a le s...» , p p . 162 - 163 (n .°s 323 - 32 4 ) « M u ezq u i» . 23. « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l...» , I, p. 83 (n .° 121). 24. E sta casa nos d ic e n q u e p e rte n e c e a D o n A n ­ d ré s M o re n o , d e P am p lo n a. 25. « A n n ales» , I. p p . 140, b - 141, a (lib. IV , cap. I §, n.°s 8 - 1 1 . 26. « C h ro n ic o n S eb astian i» , § 14, « E sp añ a Sa­ grada» X III, p. 4 8 5 . 27. A sí « reg n a v it in P a m p ilo n ia e t in D e io » , C .S .J .P , I., p. 4 8 (n .° 14) añ o 9 2 8 . 28. C .S .J.P ., I., p. 8 0 (n .° 26) a ñ o 9 8 9 . 29. C .S .J.P ., II, p. 194 (n .° 156) « ...d e Sancti S tep h an i d e D e io » , 1060. 432 30. M ap a d e A ltadill, I, p. 3 7 6 y el m a p a e n tr e las PP. 3 7 8 - 379. 31. « C a tá lo g o d e l A rc h iv o C a te d ra l d e P am ­ p lo n a » , I. p. 2 8 8 (n .°s 1205 - 1206). 32. « C a tá lo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , II, p. 4 2 9 (n .° 10 8 8 ) 1357. 33. F. Z a b a lo , «El R e g istro ...» , p. 82 (n .° 77 5). 34. J. C a rrasc o P é re z , «La p o b la c ió n ...» , p p . 583 587 (n .°s 1 - 25). 35. J. C a rrasc o P é re z , «La p o b la c ió n ...» , p p . 3 6 6 3 6 9 c o n G u esá laz , etc. 36. A ltad ill, II, pp. 6 6 6 - 6 6 7 . 37. D icc io n a rio d e 1 8 0 2 , 11, p. 5 1 8 , b. 38. « C atálo g o d e los c a rtu la rio s...» , pp. 53 (n .° 87) y 54 (n .° 8 9 ), Y an g u as, « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a ­ d e s» , I. p. 11339- « C a tá lo g o d el A rch iv o G e n e ra l...» , I, p. 66 ( n .° 72). 4 0 . C arra sc o , «La p o b la c ió n ...» , p. 585 (n .° 15) y a n te s p. 3 6 6 - 3 6 7 , (n .° 159)4 1 . « D ic c io n a rio » d e 1 8 0 2 , I, p. 156, a. 4 2 . M ad o z, IV , p. 9 5 , a. 4 3 . « N a v a rra » , II, pp. 6 7 0 - 6 7 1 . 4 4 . En la 2 0 « C h risto b a l d e A n d u eza» .. 4 5 . « C atálo g o del A rch iv o C a te d ra l d e P am ­ p lo n a » , I, p. 3 (n .° 8). D o c u m e n to p u b lic a d o p o r L acarra, « D o c u m e n to s p a ra la H is to ria d e las in s titu ­ c io n e s n av arras» , e n « A n u a rio d e H is to ria d el D e re c h o E spañol» X I (1 9 3 4 ), pp. 4 8 7 -4 8 8 . P é rez d e U rb e l. « S an c h o el M ay o r d e N a v a rra » , pp. 3 7 8 - 3 7 9 . 4 6 . « C a tá lo g o d el A rch iv o C a te d ra l» , cit. I, p. 92 (n .° 3 8 3 ) a ñ o 1194. 4 7 . « C atálo g o d el A rch iv o C a te d ra l...» , cit. I. p. 9 9 (n .° 4 1 6 ). 48. « C atá lo g o del A rc h iv o C a te d ra l» , cit. 1. pp. 27 - 28 (n .° 113) d o c u m e n to d e 1111 d a ta d o «in p o rtic u d e A v a r^ u fa » , etc. 4 9 . « C a tálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , I. p. 84 -85 (n .° 125). Y anguas, D .A . III, pp. 23 - 2 4 , etc. 50. A ltad ill, II, p p . 52 9 - 5.32, c o n p lan o e n la p. 530. 51. A zcárraga, fol. 37 d a el b lasó n d e « A b a rz u za d e M o ra z u a » . 52. M a rtin e n a , «P alacios cab o d e a rm e ría » , II, p. 7. A zcárraga, tol. 17, 1 «el P alacio d e E za». A l folio 117, 4 , «El S or. d e Eza tra h e d e Eza, A g ra m o n te , M a u le o n y Sarassa». 53. M ad o z, III, p. 2 1 1 , b, in d ica q u e lo fue. 54. Z a b a lo , «El R e g istro ...» , p p . 78 (n .° 6 6 9 ), 83 (n .° 7 7 7 ), 153 (n .° 2 1 2 1 ), 158 (n .° 2 2 5 0 ). 55. C arra sc o , «La p o b la c ió n ...» , pp. 3 6 8 (n .° 171), 5 84 (n .° 8). 56. « D ic cio n a rio ...» d e 1802, p. 139, b. 57. M adoz, III, p. 211, b. M iñ an o , I, p. 3 4 8 , a, d a só lo 191 h a b ita n tes. 58. N a v arra , II, p. 6 7 0 . 59. Y an g u as, « A d ic io n e s» , p p . 61 - 6 2 . M a rtin e n a , «P alacios cab o d e a rm e ría» , II, p. 7. 6 0 . A le so n , « A n n a le s...» , IV , p p . 4 0 -4 1 (lib ro X X X , cap. III, § IV n .°s 15 y 17. 61. Y an g u as, « A d icio n e s» , p. 2 4 5 . T a m b ié n e n 1581 es D o n J o s é y e n 1744 D o n J u a n F ran cisco d e A zcona. 62. D . V ic e n te H e rn á n d e z B ale n z a te g u i m e in d icó el 9 d e se p tie m b re d e 1977 q u e alg u n o s le hab ían sid o ro b ad o s. O tro s d e v u e lto s, p e ro aú n tie n e b asta n te s curiosos. 63. M ad o z, III, p. 2 1 1 , b. 64. S o b re o ro : E n A zcárraga, fol. 3 9 , 3. 65. A zcárraga d a los b laso n es d e «el Palacio d e B e a rin e n T ie rr a d e E stella» (fol. 4 8 , 5), «el Palacio d e A n d e re z » (fol. 38, 3) p e ro el d e A riz ale ta (fol. 107, 6) e s « C ab e Z u b iri» . E ste d e Y e rri v e n ía d e Y aniz. 6 6 . fol. 6 2 , 3. E n 1723 e ra d e D . J o s é A n to n io d e B aq u e d an o . 67. M a rtin e n a , «P alacios c a b o d e arm e ría » , II, p. 7. A zcárraga, fol. 8 1 , 6. «El P alacio d e A ra n d ig o y e n tra h e d e A zn ariz» , 81 , 4 , «el P alacio d e G ro c in » c o m o el d e B eraiz; « M u ru , cab e A barzuza» al fol. 35, 6. 68 . A zcárraga, fol. 119, 3- 433 Fig. 4 7 3 .-C a sa con aparejo de piedra. M uez. Fig. 4 7 4 -R e s to de Torre. M uez. Fig. 4 7 5 .-E dificio arcaico de piedra. M uez. Fig. 4 7 6 .-C asa de M uez. 434 435 F/g. 4 7 7 .-C asas de M uez. Fig. 478,-C asa de Muez. 436 Fig. 4 7 9 .-C a sa de M uez. Fig. 480.-C asa con rejas. Muez. 437 Fig. 481 -P iedra de ventana. M uez. Fig. 4 8 2 .-Palacio de Salinas de Oro. Fig. 4 8 3 .-Palacio de V iguria. 438 439 440 441 C A P IT U L O V V A L DE M A Ñ E R U 1) 2) 3) 4) 5) 6) «La V al de M ayneru» M añeru. Cirauqui. G uirguillano. Echarren. Otros pueblos. En la pa rte oriental de la m erin d ad de Estella, limitada p o r el Arga y en un te r r ito ­ rio situado e n tr e la capital y el valle de Izarbe, se enc u en tra , haciendo ju eg o con éste hasta cierto p u n to , un a circunscripción de fisonom ía no h o m o g én e a , qu e es la consti­ tuida p o r «La Val d e M ay n eru » , o «Val de M a ñ e ru » , d o n d e nos e n c o n tram o s tam bién pue b lo s de tipo bastante distinto e n tre sí; unos nos hacen pensar en algo c o m ú n hacia el N o r te . O tr o s en algo más c o rrie n te hacia el Sur, en tierras aún no recorridas. H ay q u e advertir q u e la dete rm in a ció n física d e valle en el caso no es clara. En realidad se trata de un c o n ju n to de pueblos algunos m ayores qu e se asientan en las cerca­ nías p e ro no a las orillas del curso inferior del río Salado, qu e lo limita p o r el O e s te , al S u d oeste y el Sur, antes d e unirse con el Arga; el A rga m ism o, q u e constituye el flanco oriental, de N o r t e a Sur y unas alturas regulares q u e lo separan de Val de Guesálaz p o r el N o rte . A lgún p u e b lo está cerca de c o rrie n te fluvial p e q u e ñ a y los q u e q u e d a n en la p a rte se p tentrional son pueblos d e m o n ta ­ ña 1. En 1802 se le dan los p u e b lo s d e Arguiñáriz, Artazu, C irauqui, Echarren, G orriza, G uirguillano, M a ñ eru , O r e n d a in , Soracoiz y 2.983 almas. Aniz, U r b e y Z u b u r r u tia habían desaparecido y las juntas se hacían e n Sora­ coiz 2. P o s te rio rm e n te se consideró un a en ti­ dad municipal en qu e q u e d a b an G uirguillano y los dem ás núcleos p e q u e ñ o s, d e ja n d o aparte a M añeru, C irauqui y A rtazu 3. El n o m b re de «M añeru» es enigmático. Hay q u e relacionarlo, acaso, con una palabra antigua «m anna» q u e se hallaba expresada en otras, alusivas a esterilidad o falta d e suce­ sión; «malera» es estéril en castellano 4. P ero en el d e re c h o navarro y en otro s «m añeria», precisam ente, era el d e re c h o q u e tenían los señores solariegos y el rey, de h e re d a r a los villanos y p echeros q u e m orían sin hijos. La palabra «m añeria» sale en d o c u ­ m en to s refe re n tes a la B u ru n d a (1208), O te iz a de la Solana (1315) y V illamayor (1324) 5. P u e d e considerarse q u e acaso el to p ó n im o se refería a un territo rio en qu e regía la «m añeria entera» o un d e re c h o de reversión 6. La relación con no m b re s vizcaí­ nos del tipo d e «M añaria», «M añarikua», etc., es difícil de s e g u i r 7. T a m b ié n es difi­ cultoso seguir la pista tras vocablos d e la baja latinidad, com o «m agnarius», «m agnerius», «m aynerius...» 8; au n q u e las grafías m e d ie ­ vales p odrían dirigirnos a la últim a c o m p a ra ­ ción. D e ellas la más antigua q u e conozco es la form a «M angero», q u e nos da e n 1046 un d o c u m e n to d e la reja d e San Millán 9; he indicado q u e p odría relacionarse con el «m angerium » q u e d a D u C ange, p e ro tam ­ bién dije qu e m e parecía m uy lejana 10 e n lo q u e se refiere a localización. 445 II Si en tra m o s e n el valle p o r la p a rte de P u e n te la Reina, siguiendo más o m en o s la ruta de los peregrinos, la población p rim e ra con q u e topam os es M a ñ eru p rec isam e n te y después, a m uy poca distancia, distinguire­ m os la altiva silueta de o tra población grande: Cirauqui. En u n o y o tro caso p o d e m o s p e n sar q u e estam os en un té rm in o d e transición en el q u e los caracteres m e d ite rrá n e o s son m uy ostensibles. P e ro los dos pueblos son m uy d iferen tes e n tre sí. En 1280 aparece « M a y nneru» e n tre los d e la m erindad d e E s t e l l a 11. O t r a fo rm a es «M ayneru» 12 o «Val d e M a y n eru » 13. Los co m p to s del siglo X I V v ienen a colocar d e n ­ tro del «Val de M ay n n eru » a varios p u e blos q u e luego se agrupan d e m o d o distinto: «Ci­ rauqui», «A nniz», « M a y n eru » , «Soracoiz», « A rg u in ariz» , « G o rrifa » , « E c h a rre n » , « G u irg u illa n o » « O rd a in » , « A rta fu » y « C u u ih u rru d a » 14. Esta ord en a c ió n se sigue después. En realidad, c o m o he dicho, la noción del valle resulta un poco am bigua para establecer unidad territorial. Y en 1366 M a ñ e ru no contaba más de diez fuegos y C irauqui tenía ya treinta y siete; incluso Aniz estaba más poblado, con trece 15. P e ro sin d u d a «M a­ ñeru» tenía una personalidad destacada y an­ tigua. M a ñ eru p o se e un privilegio de la é p o c a de Sancho el Sabio (1193) r e d u c ie n d o sus p e ­ chas. A parece en 1290 c o m o p e rte n e c ie n d o al señorío del hospital de San Ju a n , d e su e rte q u e recibió ciertas garantías resp e c to a fue­ ros, c o stu m b re s y posible enajenación; p e ro en 1555 se libertó de las pechas q u e pagaba al m ism o p o r 8 0 0 ducados, q u e dio al c o n ­ v e n to del crucifijo d e P u e n te la R eina 16. P u e d e decirse q u e el p u e b lo actual tiene pocos e le m e n to s d e esta é p oca y q u e los q u e existen se hallarán m uy ocultos. M a ñ e ru se e n c u e n tra m uy cerca d e C irauqui a 4 5 6 m e ­ tros d e altura, con elevaciones hacia el N o r te ; la m ayor, en té rm in o d e G uirguillano, de 806, y o tra más cercana, en el d e C irauqui, d e 752 17. P or el Sur del té rm in o pasa el río Salado y está el alto de Santa C ruz, d e 512 m e tro s y p o r el p u e b lo pasa un riachuelo q u e da al Salado. 446 Es e v id e n te q u e el vasco se ha hablado en M a ñ e ru en épocas relativam ente recientes. U n d o c u m e n to del tie m p o d e Felipe II lo p o n e en el límite m eridional d e la zona de p u e b lo s «bascongados» del o b isp a d o de Pam plona. En 1778 seguía en él, p o c o más o m enos. En 1863 ya q u e d a b a fuera 1S. A ú n al Sur d e M a ñ e ru hay to p o n im ia vasca, qu e valdría la p e n a de estudiar. M a ñ e ru tenía en tiem pos d e M adoz 216 casas y 1104 almas 19 y p u e d e p ensarse q u e el r e p la n te a m ie n to d e la población c o rre s p o n d e al siglo X V III en su m ayor parte. El dicciona­ rio de 1802 dice, e n efecto, q u e «hace siglo y m e d io era un lugar reducido» y q u e a la sazón era villa exenta, con 1.020 p e rsonas 20. Esta indicación nos p o n e c o m o inicio del cam bio sensible e n 1650 y p u e d e decirse q u e el exam en del p u e b lo en sí m ism o confirm a la afirmación. M a ñ e ru es p u e b lo co m p a c to (fig. 488). Los edificios qu e le dan prestancia son de fines del siglo X V II o del X V III (fotos de las figs. 507, 508 y 509). Esto no quita para que, en ciertos e le m e n to s no ar­ q u ite ctónicos sobre to d o en herrajes, haya signos de un curioso arcaísmo. Así la r e p e ti­ ción de águilas bicéfalas e n cerraduras de puertas, (figs. 489 y 490). T a m b ié n se rep iten aldabas con m edias lunas, c o m o en o tro s m u ch o s p u e blos de tierra de Estella y b u e n a clavetería (fig. 491). Fig. 4 8 8 .-P la n ta de Mañeru. H o y día el p u e b lo q u e d a fuera de la ca rre te ra general. H a s ta hace no m ucho, ésta pasaba p o r la Calle M ayor, q u e sigue siendo su e je principal. P e ro su o rd en a c ió n o b e d e c e a criterios curiosos, a un a repartición d e ca­ lles y espacios q u e se in te rp re ta n de esta suerte. Llegando de Pam plona, hay un flanco constituido p o r la Calle de la Luna. En el e x tre m o o p u e s to c o rre la Calle del Sol. Sig­ nificativos d e sd e el p u n to d e vista eco n ó m ico son los n o m b re s d e Calle del C o r r e o y Calle de la Pescadería. P e ro te n d re m o s q u e contar con que, bajo la iglesia, c o rre n la calle d e la Esperanza y más hacia fuera la de la C aridad, unidas p o r la de la Fe. T odavía e n esta o r d e ­ nación teologal de la vida urbana, nos e n ­ c o n tra re m o s con q u e la calle q u e c o n d u c e al c e m e n te rio se llama Calle Forzosa y q u e o tra sinuosa q u e va p o r encim a de la M ayor se d e n o m in a Calle de San ta B árbara. A una razón clara d e tipo utilitario o b e d e c e la exis­ tencia de una calle ancha q u e se llama Calle de la F u e n te y d e las plazas o anch u ro n e s destacarem os la d e los Fueros en q u e hay un h e rm o s o edificio municipal con inscripción qu e dice «( ? ) D E LA VILLA IB M AÑERU». Fig. 491 .-Clavo de puerta. Mañeru. 447 Llegando de la p a rte d e Pam plona, se pe rc ib e c ó m o h u b o un a o rd en a c ió n urbana, con casas hechas en serie, con arcos d e e n ­ trada, del tipo clásico e n la región en del siglo X V III. La iglesia de cantería, magnífica, dedicada a San P edro, es neoclásica y refleja, tam bién, la p rosperidad dieciochesca. detalles resulta m u c h o más afín a las d e la Z o n a M edia, cosa q u e no ha d e chocar dada su posición límite e n la N a v a rra d e los valles. Y c o m o ejercicio práctico es curioso c o m p a ­ rar su estru c tu ra o rd enada, según va dicho, de un m o d o qu e p o d ría d e n o m in a rs e «ba­ rroco», con la d e C irauqui a po q u ísim a dis­ tancia. U n criterio para establecer la é p o c a de bastantes casas nos lo da la qu e q u e d a frente a ella en una anchura, al lado izquierdo según se sube de la p a rte d e la e n tra d a referida, casa q u e lleva el n ú m e ro 8 y q u e o ste n ta unas llaves talladas y la fecha d e 1738. Esta casa d e p e n d e d e la iglesia misma. En vez d e arco tiene p u e rta cuadrangular. C u ad ran g u lar es tam bién la p u e rta de otras casas, algunas de las cuales en vez d e o s te n ta r inscripción con apellido o fecha lleva sentencia religiosa q u e se rep ite en pue b lo s distintos (dibujos de la fig. 492 a, b, c). Así, u n a c o nstituida p o r u n a «m itad» de fachada de un tipo q u e nos es m uy conocido, llevará en el dintel esta inscripción: D E T O D A PALABRA O C IO S A D A R A EL H O M B R E C U E N T A R IG U R O S A M A T H . CAP. 18. VERS. 7 21 Es un a in te rp re ta c ió n del versículo qu e d e b e de estar relacionada con algunas cam pa­ ñas misionales. Las casas de e stru c tu ra c o m o la de 1738 se repiten, a veces con balcones en vez de ventanas y se han d e b id o seguir c o n s tru y e n d o en plen o siglo X I X ; e n el X X a algunas se les han q u ita d o los revocos, siguiendo una m o d a bastante ridicula q u e ha afeado muchas iglesias. U n a casa q u e p u e d e considerarse m o d e lo d e las d e este tipo es la llamada del «Roncalés» (de apellido Salazar), q u e oste n ta un blasón c o m p u e s to 22 (fig. 493). En la calle de la Caridad destaca otra casa con dos labras heráldicas y un vitor. La labra q u e q u e d a sobre éste y la p u e rta de e n tra d a tiene un letrero q u e dice A R M A S D E LOS V R S VAS. Parece palacio anti­ guo 23 (fig. 494). En M añeru, c o m o en to d a la zona, hay casas con b u e n a cantería (fig. 495), rejas h e r­ mosas y herrajes. En c o n ju n to , la población parece una población d e «ribera». En sus 448 Fig. 4 9 2 .-C a sa s de Mañeru: a) con inscripción. San Mateo. 18. b) de 17 3 8 . c) otra palaciana. Fig. 493. Blasón de la casa del «Roncales». Mañeru. 1 v- M V -V ü \J u— a— [¡— ip-»— — p -yy— r~ D D <d a 0 a Fig. 4 9 4 -E sq u em a del palacio de Ursúa. Mañeru. Pig. 4 9 5 .-Puerta. Mañeru. III El n o m b re de C irauqui se ha in te rp re ta d o c o m o «viboral» o sitio de víboras 24, p e n ­ sando sin d u d a en «zirau», «zirauna», q u e tam bién es c ulebra ciega. P e ro c o m o he indi­ cado en o tra ocasión 25, un d o c u m e n to de 1046 se refiere a «C iroqui» 26. Esto parece c o n te n e r un sufijo « -o k i» , q u e parece indicar lugar 27. R e sp e c to al p rim e r e le m e n to «ziro», o «z ir-» , p u e d e indicar un ab u lta m ie n to 28, lo cual c o rre s p o n d e ría a la m ism a form a del asentam iento, e n un c e rro regular y d e sta ­ cado, q u e alcanza los 4 9 8 m etros, m ientras q u e en la ca rre te ra próxim a se baja rápida­ m e n te a 465 y 42 1 29. La diptongación es antigua y se realiza del siglo XI al X III. En el registro d e c o m p to s d e 1280 C irau ­ qui aparece con esta m ism a grafía 30. « C irau ­ qui» en los registros del siglo s i g u i e n t e 31. O tr o s d o c u m e n to s a n terio res dan ya el n o m ­ bre así y en ellos C irauqui aparece c o m o c o n cejo (1205) 32 que, a lo largo del siglo X III, lleva a cabo bastantes transacciones de tipo e c o n ó m ico con particulares. En 1205 el rey cam bia G u e m b e y A rguiñano p o r C irau­ qui. En 1272 el c o n cejo c o m p ra h e re d a d e s reales a J o h a n Sánchiz de M o n t a g u t 33. En 1307 Luis H u tin confirm ó sus fueros y re ­ paró desafueros hechos p o r sus an te c e so ­ r e s 34. En 1320 Felipe el Luengo hizo d o n a ­ ción del p a tro n a to d e la iglesia, ju n to con el d e otras al obispo y capítulo d e Santa M aría de P a m p l o n a 35, donación c onfirm ada en 1331 36. P e ro después, cu a n d o se crea el c o n d a d o d e Lerín, en 1425, C irauqui pasa a ser un a de las poblaciones q u e lo constituían 37 y d e s­ pués, todavía c o m o villa, aparece con cin­ cue n ta y cinco vecinos en 1495, lo cual ya indica la existencia d e un núcleo regular. El desarrollo urb an o , sin e m bargo, refleja q u e a lo largo de los siglos siguientes se rem o z ó la construcción y q u e se hicieron m uchos edificios privados y públicos, q u e tam bién los viejos am urallam ientos se rasga­ ron y q u e se ex te n d ió hacia abajo. C irauqui e n esto sigue la m ism a ley q u e o tro s p u e blos navarros d e altura, p e ro no llega a de ja r vacía la pa rte alta, para au m e n tar la baja, c o m o Gallipienzo. En tiem pos d e M adoz, C irauqui era una villa de 1711 almas, con dos parroquias (San R o m á n y Santa Catalina), 264 casas co n stitu ­ y e ndo calles, m uchas en p e n d ie n te , dos m o ­ linos harineros y dos aceiteros, siete cererías y chocolaterías 38. H u b o , pues, un desarrollo en el siglo X I X , p o r q u e Altadill le daba 1189 habitantes, p e ro indicaba q u e e n censos a nte­ riores tuvo hasta 328 más: es decir 1.517. La baja indicaba q u e era sostenida y alarm an­ te 39. El n ú m e r o de casas era d e 42 0 , m uy pocas disem inadas. Es decir q u e a pesar de las dos g uerras civiles, q u e tuvieron m ucha vio­ lencia en la tierra, no h u b o despoblación c om o en algunas otras partes d e la m erindad. Sí desaparición absoluta de la lengua ve rn á ­ cula en la p rim e ra mitad del siglo. según va dicho, hay m uchos edificios de los siglos X V II y X V III. El A y u ntam iento, con un soportal d e cinco arcos, flanqueado p o r otro edificio con dos, lleva esta inscripción, parecida a la de otros edificios concejiles (flg. 510): S O Y DE LA Y LU STRE VILLA DE Z Y R A V Q U l U n edificio qu e sirve para establecer c ro ­ nología es el qu e tiene esta o tra inscripción: AÑO P A S C O A L ID V R BE 1673 P or todos c o n ceptos C irauqui es una villa con aire m e d ite rrá n e o en sus líneas g e n e ra ­ les. V ista de sd e la ca rre te ra de P am plona a Estella, e n lo alto del ce rro , a la izquierda se alza la torre de San R o m á n d o m in á n d o lo todo. Más baja, a la derecha, la de Santa Catalina. Colocados en el p u n to más alto, se observa q u e sobre San R o m á n hay dos calles con bodegas q u e dan al e x te rio r y q u e el casco u rb an o se desarrolla hacia el o tro lado, es decir al Sur y al Este especialm ente. En la plaza de arriba. En c o n ju n to , pues, en C irauqui parece haber e le m en to s arquitectónicos más viejos q u e en M añeru y el caso u rbano en sí habla de una fase gótica en la concepción d e la vivienda rota luego, c o m o en otras partes, po r la concepción renacentista a la q u e sigue la barroca. B ajando se p u e d e decir q u e hay hasta tres plazuelas, más o m en o s irregulares, escalona­ das y q u e distribuyen la red viaria, q u e tiene no m b re s religiosos, alusivos a las iglesias (ca­ lle de San R o m á n y calle de Santa Catalina) o a un santo tan del país c o m o San Fermín. O tras calles llevan n o m b re s refe re n tes a su posición (calle del M ediodía) o a su función (calle de los Carros). Más abajo del arco de la m uralla q u e se conserva hay una preciosa casa con su reja central sobre la p u e rta de entrada, de d im e n ­ siones espléndidas (fig. 511), qu e p u e d e p o ­ nerse c o m o e je m p lo de casa urbana con esta especie de desarrollos «unilaterales» que, con frecuencia, se ven en los p u e blos nava­ rros, d o n d e de re p e n te parece qu e hay un edificio hecho en función d e un alero, un blasón, una reja, una ventana o una p u e rta q u e captan toda nuestra atención. P e ro en C irauqui hay escondidas otras casas de b u e n a piedra de cuenta (fig. 512). El caserío de C irauqui está apiñado y c onserva algo de la m uralla antigua. T a m b ié n casas con e le m e n to s góticos (ventanas amaineladas, etc.). P ero c o m o en to d a la zona, IV Más al Este, pasado el Salado, hay un p u e b lo q u e es p ro v ec h o so co m p a rar con éstos: Lorca, p e ro ya q u e d a en otro valle. D en - tro de éste, en cambio, tras unas alturas, en tierra más q u e b ra d a q u e d a n varios núcleos más p e q u e ñ o s p e ro m uy curiosos, cada cual 451 p o r su estilo, en los q u e e m pieza a percibirse claro el carácter m ontañés; incluso en algunas casas c o n más fuerza q u e e n tierras más se p ­ tentrionales. El p rim e ro d e estos pueblos es G uirguillano 40. «fundi» con un a n tro p ó n im o delante, tam ­ bién se usa e n n o m b re s topográficos d e o tra clase, lo cual o c u rre en castellano asim ism o c u a n d o se habla d e «altozano», «m ajano», etc. G uirguillano aparece c o m o «G uirguilla­ no» y «Guirgillano» en 1280 41. En el c e n ­ so de 1366 co n tres fuegos d e labradores, es «Guirguillano» c o m o hoy 42, e n el valle de M añeru. Lo d e valle es m uy relativo, p o r q u e el p u e b lo está en alto, con una h o n d o n a d a g ran d e hacia el E s te -N o ro e s te d o n d e q u e d a el barranco de Echarren, y o tra p e q u e ñ a al O e s te y Sudeste, p o r d o n d e c o rre un arroyo. G uirguillano q u e d a a 628 m etros, m ie n ­ tras q u e E charren está a 562. H a c ia el N o ­ roeste, cerca, tiene una altura d e 751 (San Cristóbal) y al Sur A chichuri o Axixuri llega a los 80 6 . El p u e b lo , lle g a n d o del E ste (fig. 496) tiene, en p rim e r lugar, un edificio aislado q u e es la casa de U rru tia (d ib u jo d e la fig. 497 y foto de la fig. 513), con fachada en hastial, cosa q u e se da ya en otro s edificios sueltos de pueblos d e esta zona y los lindan­ tes. T ie n e un blasón (fig. 498). R e c uérdese la casa del general O lio, d e Ibero. D e s p u é s hay un fro n tó n y u n a casa c o m p u e sta del siglo X V III. P or una calle q u e va paralela a la carretera, en cuesta, se sube a la iglesia; esta calle ofrece un aspecto p in to re sc o con casas D a d a la posición, p o d ría c o n je tu ra rse q u e el n o m b re q u e registra el tex to más antiguo, tiene q u e ver con «gurges» y con «gurgulio» y «gurgulionius»... garganta y derivados, p o r q u e el sufijo « -an u s» , a u n q u e en princi­ pio se usó m u ch o para form ar n o m b re s de 452 con arcos (dibujo de la fig. 4 9 9 y foto d e la fig. 514). La iglesia o pa rro q u ia d e San P e dro tiene un atrio, y desde la plazuela hay varias > bajadas en direcciones distintas, con casas dispuestas d e m o d o irregular, con hu e rto s con tapia. Llegan hasta ellas los olivos. C o m o siem ­ pre, nos enc o n tram o s aquí nuevas m uestras de q u e d u ran te el siglo X V III h u b o cierta prosperidad y se rec o n stru y e ro n o c o n s tru y e ­ ron bastantes casas. P o rq u e , a u n q u e en algu­ nas hay puertas con arcos d e ladrillo pobres, en otras en piedras d e clave o dintel se dan techas expresivas. Fig. 4 9 7 -F achad a y patio de la casa llam ada « U rru tia » . G u irg u Ulano. 0 a & a & X La p rim e ra casa q u e llama la atención, según va dicho, es la de la familia U rrutia. Los habitantes actuales tienen la idea d e q u e data de hace trescientos años, lo cual nos p ondría hacia 1677. P e rso n a lm e n te pensaría q u e es posterior. D e todas form as la fachada de tres huecos está concebida c o m o la d e un caserío vasco señorial, con dos escudos. U n o a la izquierda, com o indica la fig. 498. O t r o a la derecha, con un águila. Esta casa tiene tres balcones y dos rejas bajas, es de sillería, con una cenefa bajo los balcones. El c u e rp o se constituye en cuatro crujías. U n a tachada la­ teral con tres balcones da a la carretera, la opuesta, con desnivel sensible, tiene d e p e n ­ dencias. Más curiosa es la disposición de la parte trasera (fig. 497, b) con dos cuadras laterales, con puertas y una e n tra d a p o r el portal y o tra de salida. a a ..a a X <0, ^37 Fig. 498-E scudo de la casa «U rrutia». Guirguillano. Fig. 499 -Calle. Guirguillano. 453 A E M A * i A PWI S I M A S I n PECA A V E M R I A PVß I 5 I M S i n PEC/DO c o n c e bi DA D Ai O De 1778 F/g. 5 0 0 ,-C a sa de G uirguillano. C O nc[E~¡ U IDA A ñ O £ 1780 Fig. 5 0 1 .-C a sa con inscripción de 1780. G uirguillano. La casa q u e q u e d a c o m o fre n te a la de U rrutia, con declive, tiene una fachada con dos huecos, arco de o n c e dovelas y rem a te de ladrillo o alero cerám ico, de influencia m e ri­ dional. El c u e rp o lateral lleva una inscripción q u e dice: «Ave M aría Purísim a sin pec ad o concebida. Año de 1778» (fíg. 500). dovelas (n.° 18 de un a calle baja), en la q u e el c a n te ro pa re c e q u e se ha co m id o la v de Ave (fig. 501). H a pu e sto «conceuida» con u y ha fechado en 1780. A lguna inscripción más hay de esta é p o c a y carácter parecido, tapada con hiedra, con arco d e trece dovelas tam ­ bién. G uirguillano, pues, c o m o M a ñ eru e n su estilo, c o m o Lorca en el suyo, se rem oza en el siglo X V III y ad q u ie re su fisonom ía actual, digna de ser conservada (fotos de las figs. 515, 516, 517 y 518). Inscripción parecida tiene o tra de es­ tructura análoga (fig. 501) en lo q u e se refiere a la fachada con dos huecos, arco de trece V G uirguillano tiene una posición central resp e c to a los lugares d e Arguiñáriz y Echarre n y cuatro granjas o asentam ientos más pe q u e ñ o s: G orriza, O r e n d a in , Soracoiz y Zabala; con cam inos a cada u n o de estos p u n to s qu e c o nstituyen hoy una entidad municipal co m o va dicho y que, c o m o se ha visto tam ­ bién, se hallan d o c u m e n ta d o s e n é p o c a m e ­ 454 dieval, en qu e en alguno d e ellos se levanta­ ron torre s conocidas. D e éstas la más in te r e ­ santes es la d e E charren. «E charren» o «E charren d e G uirguillano» se llama tam bién «C h a rre n -c h u lo » , p o rq u e está en una h o n d o ­ nada, d e b a jo de G uirguillano. N o es el q u e aparece e n 1280. En 1366 sí aparece en Val de M a ñ e ru con siete vecinos 43. Q u e « E c h a rre n » sea c o n tr a c c ió n d e «E chebarren» conviene a la posición, de « e x tre m o inferior» 44 y e n lo d e hacer «cha» de «eche» tam p o c o hay d ific u lta d 45. Pero hay textos antiguos, al parecer, q u e le llaman tam bién «Echabarri» y aun «C habarri», lo cual resulta enigm ático y p o d ría ser una p r u e b a más de q u e p o r tierra d e Estella se daban form as dialécticas vascas q u e r e c u e r­ dan a las vizcaínas y alavesas, más q u e a las alto-navarras («barri» en vez de «berri», «uri» o «uli» en vez d e «iri», etc.). «E charren» es co n o c id o p o r la existencia de un palacio antiguo: pues aquél del qu e trata Yanguas, sin saber si estaba aquí o en E charren d e Araquil, es, p o r datos q u e él m ism o aporta, éste. En 1480 era su señor un Ju a n de E rendazu y en 1488 Sancho de Az­ cona. En 1543 el m ism o palacio y los té rm i­ nos del lugar de «Echarren» o «Echabarri» o «C habarri», confinantes con Z arapuz, eran pro p io s de la e n c o m ie n d a de San J u a n de A berin y ésta c o n tinuaba p o s e y én d o lo en 1715 46. D e todas m aneras el palacio debió estar vinculado d u ra n te m ucho al linaje de A zcona 47. Se halla m en c io n ad o en el diccionario de 1802, d o n d e «Echarren» aparece c o m o lugar del valle de M a ñ eru , asentado e n u n ho n d o ; «se ve en el p u e b lo - d i c e - un palacio q u e d e n o ta antigüedad, y su d u e ñ o tiene capilla, e n tie rro y p u e sto p r e fe re n te en la iglesia, q u e es d e la advocación d e San R om án» 48. Madoz ya da a E chárren c o m o fo rm a n d o m u n i­ cipio con G uirguillano, con c u a re n ta y cuatro casas y 260 almas 49. En relación con el pue b lo el palacio q u e d a en la parte baja. La iglesia en alto 50. U n fro n tó n al m edio. La silueta general, desde Guirguillano (dibujo de la fig. 502), es típica y la del palacio, muy original e n tre los de la m ism a época. Se c o m p o n e de un c u e rp o con dos g ran ­ des cubos a los lados, en u n o de los cuales había un m irador abierto, hoy con ventanas. Este c u e rp o tiene p rim e ro una p u e rta q u e da a grandes bodegas o sub te rrá n e o s above­ dados. Parte d e estas bodegas con sus «lagos» se hun d iero n , d e suerte q u e el piso se ha elevado al rehacerse con los e sco m b ro s de lo caído. D e sp u é s hay una reja preciosísim a (tig. 520), una tro n e ra y sobre la pu e rta de e n ­ trada de nueve dovelas hay un m atacán de piedra. Luego, o tra reja p e q u e ñ a y un hueco en alto y otra to rre r e d o n d a (dibujo d e la fig. 504 y fotos de las figs. 519 y 521). Fig. 50 2 .-Silueta de Echarren de Guirguillano. Fig. 5 0 3 .-C onjunto del palacio dt Echarren de Guirguillano. Fig. 5 0 4 -F a c h a d a p rin c ip a l del palacio de Echarren de G uirguillano. La p u e rta gótica da acceso a un patio irregular, después d e franquear un zaguán con un arco escarzano, cosa q u e se rep ite en otros palacios viejos (fig. 505). Al fondo queda una torre, qu e rec u e rd a las aisladas o c o m b i­ nadas de otras partes de Navarra. El patio q u e d a un po c o en cuesta y la p a rte habitada co m o vivienda está en el ala derecha, según se entra. Las construcciones q u e co n stitu y e n el ala izquierda tienen altura distinta, con tres niveles de tejados. F uera del ala habitada q u e d a u n a gran era, con un a pared. En E charren hay tam b ié n algunas casas en las q u e se observa m uy tardío e m p le o de 456 cantería e n puertas y ventanas c o m o una qu e o s te n ta la inscripción siguiente: JO A Q IN ZUGASTI A Ñ O 1892 O tr a casa tiene un a pu e rta , más antigua, c on un dintel raram en te a p arejad o (fig. 506). Son form as, pues, q u e se derivan d e la cantería «rústica» en el sentido q u e la e n ­ c o n tra m o s en Serlio y o tro s a u to res renancentistas. Fig. 5 0 6 ,-P u erta s de Echarren de G uirguU lano. Fig. 505 -S ilu e ta de la puerta de entrada del palacio de Echarren de G u irg u illa n o por dentro. VI En los otro s núcleos del m unicipio p u e ­ den rastrearse restos de construcciones anti­ guas. P or eje m p lo , en O re n d a in , se señalaba en 1802 la existencia de la to rre d e un pala­ cio muy « d e rro tad o » 51, q u e antes q u e d a descrito en las «pruebas» para en tra r en la o rd e n de Santiago de D o n Ju a n Bautista de O r e n d a in , m arqués d e la Paz, q u e era origi­ nario d e él 52. P e ro e n tra n d o en el valle po r el Arga abajo, tras la garganta q u e em pieza en Belascoain, al N o r o e s te de P u e n te la R eina y so bre un bucle del río q u e d a o tro p u e b lo qu e constituye m unicipio: Artazu. A rtazu o b tu v o fuero, o to rg a d o po r Sancho el Fuerte, en junio de 1196, junto con M úzquiz, O r e n d a in y Z u rin d a in 53. Más tarde se ve q u e los reyes tenían allí pa trim o n io 54. P ero A rtazu, c o m o M a ñ eru , debió c recer de m o d o sensible en la Edad M oderna. D e todas m aneras, en 1802 no hay arriba de 192 personas 5S. M adoz da 368 en setenta casas, lo cual indica un a u m e n to g ran d e e n la prim era mitad del siglo X I X 56. Este es apreciable c o n te m p la n d o el casco del pueblo, q u e tiene una calle central d e Este a O e s te , con anchurones en los ex tre m o s y en el ce n tro , otras dos laterales y las casas en n ú m e ro de un c e n te n a r poco más o m enos irregular­ m e n te distribuidas en ellas 57. C o m o p u e d e verse p o r las fotos 522, 523, 524, 525, 526 y 527, h u b o un m o m e n to en q u e en Artazu se c o n s tru y e ro n casos d e p ie ­ dra m uy sólidas, d e dos y tres huecos p o r piso, a veces hasta de tres, a u n q u e lo más normal sea q u e tengan dos. Las pu e rta s te ­ nían arcos de m ed io p u n to de cantería fuerte, d e once dovelas, adornadas en casos p o r e m ­ blem as religiosos. O tras no. U nas veces la piedra q u e d a b a al aire, otras se revocaba o blanqueaba. N o faltan blasones, c o m o siem ­ pre. Artazu, en suma, da tam bién idea de un núcleo de transición. 457 NOTAS 1. H o ja s l 4 0 y 141 p a ra el N o rte , 1 7 2 -1 7 3 p ara el Sur. 2. D iccio n ario d e 1802, II, p. 3, b. 3. A ltadill, II, pp. 5 8 9 - 592. 4. G arcía d e D ie g o , « D ic c io n a rio ...» , p. 8 4 6 , a (n .° 4 1 1 8 ). E jem p lo s m ed ie v a le s en « D ic cio n a rio d e la len g u a castellana» IV (M ad rid , 1734), p. 4 9 2 , a - b. 5. Y an gu as, « D icc io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , II, pp. 300 y 602 - 6 0 3 . 6. Luis G . d e V ald eav ellan o , « C u rso d e h isto ria dé­ las in stitu cio n es esp añ o las» , 3 .a e d ., pp. 2 5 3 , 3 2 7 , 343, para Castilla. 7. L. d e E leiza k le , «L istas a lfa b é tic a s...» , en R .I.E .V ., XXI I I (1 9 3 2 ), pp. 4 3 2 -4 3 3 . 8. D u C an ge, « G lo ssa riu m ...» , IV , col. 327 - 328 y 617 - 618. 9. C .S .M ., p. 141 (n .° 130). 10. C aro B aro ja, « E tn o g rafía h istó ric a ...» , I, p. 314. D u C an g e, « G lo ssa riu m ...» , IV , col. 411. 11. Z ab alo , «El re g istro ...» , p. 78 (n .° 672). 12. Z ab alo , op. cit. p. 80 (n .° 734). 13. Z ab alo , o p . cit. p. 83 (n .° 777). P e ro a n te s en 1 0 9 9 -1 1 2 2 , «V alle de M a n ie ro » , L acarra», « C o lecció n d ip lo m ática de Irach e » , I, p. 132 (n .° 109). 14. J. C arrasco P érez, «La p o b la ció n » , p p . 373 b 376 b (n .°s 2 1 1 -2 2 1 ). 15. J. C arrasco P érez, o p . cit. pp. 5 9 0 b, 592 a (n.°s 48-58). 16. Y anguas, « D ic cio n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , II, pp. 3 0 0 -3 0 1 . F u e ro , « C atálo g o d e los c a rtu la rio s re a­ les...» , p. 62 (n .° 106) D o c u m e n to d e 1290, id, p. 2 7 6 (n .° 556). 17. H o ja 140 d el m ap a a escala 1 :5 0 .0 0 0 . 18. M an u el d e L ecuona, «El e u sk e ra e n N a v a rra a fines d el siglo X V I» en « G e o g ra fía h istó rica d e la len g u a vasca», I, pp. 126 - 137. 19. M adoz X I, pp. 2 0 5 , a-b. 20. D iccio n a rio d e 1802, II, p p . 2, b - 4, a. 21. E n la e n tra d a d e la iglesia d e C ira u q u i se rep ite. 22. En la calle M ay o r, 37, fre n te a la d e S anta B árbara ap arece un e sc u d o co n la e stre lla y las copas, sólo. 23. En el « D iccio n a rio d e 1 8 0 2 , II, p. 5, b, se alu d e a un palacio cu y o s p alac ian o s te n ía n e n la iglesia asien to p re fe re n te en tie m p o s p asados; e ste d e re c h o e stá c e d id o p o r c o n co rd ia s a la villa. T a m b ié n es d a to cu rio so el d e q u e « A n tig u a m e n te se fab ricab an e n ella cantidad d e en caxes d e to d as clases». E n el tie m p o la in d u s tria e sta b a e n d ecad en cia. R e sp e c to a palacios, A zcárraga, fol. 80, 6, indica «el Palacio d e M a ñ e ru trah e d e G ro c in » . M a rtin e n a , «P alacios cab o d e a rm e ­ ría», p. 9 indica q u e se d o c u m e n ta e n 1 6 3 7 , e n q u e había tam b ién el d e A rg u iñ áriz, q u e e stá e n A zcárraga, fol. 53, 5. 24. A ltadill, II, p. 567. 25. C aro B aroja. « E tn o g rafía h istó ric a ...» , I, p. 314. 458 26. C .S .M ., p. 140 (n .° 130). 27. M ich elen a, « A p e llid o s vascos», p. 136 (n .° 481). 28. C o m p á re se co n « ziro » . A zk u e, « D ic c io n a rio » , II, p. 4 4 9 , b. 29. H o ja 140 d e l m ap a a escala 1 :5 0 .0 0 0 . 30. Z a b a lo , «F.1 re g istro ...» , p. 7 8 (n .° 67 3 ): V er ta m b ié n pp. 153 (n .°s 2 1 2 2 -2 1 2 5 ), 158 (n .° 2 2 5 3 ). 31. J. C a rrasco P érez, «La p o b la c ió n ...» , pp. 373 <n.° 21 1 ), 591 (n .° 57). 32. « C atálo g o d e los c a rtu la rio s reales...» p. 80 (n .° 140). 33. « C atálo g o ...» cit. p. 2 6 3 (n .° 530). « C atálo g o d el A rchivo G e n e ra l...» , I, p. 194 (n .° 40 3 ). 34. « C a tá lo g o ...» , cit. p. 2 9 2 (n .° 592). 35. « C atálo g o d e l A rch iv o G e n e ra l...» , 1, p. 348 (n .° 97). 36. « C atá lo g o d e l A rch iv o G e n e ra l...» , I. p. 405 (n .° 9 4 6 ). A cep tació n , p. 4 0 7 (n .° 95 1 ). 37. « C atálo g o d e l A rch iv o G e n e ra l» , X X X V I, p. 2 0 0 (n .° 47 4 ) y X X X V II, p. 51 (n .° 110); co n m o tiv o d e l m a trim o n io d e C h arle s d e B e a u m o n t y d e D o ñ a. J u a n a h ija d e l rey. Y an g u as, « D icc io n a rio d e a n tig ü e ­ d a d e s» » , I, p. 2 2 5 ; « A d ic io n e s» , pp. 102 - 10338. M ad o z, V I, p. 4 1 4 , a - b. 39. A ltadill, II, p. 568. 4 0 . A ltadill, II, p p . 5 8 9 -5 9 0 , co n p lan o e n la ú l­ tim a. 41. Z ab a lo , «El re g istro ...» , pp. 82 (n .° 774), 156 (n .° 2 2 1 2 ), 161 (n .° 23 1 3 ). 42. J. C arrasco P é re z , «La p o b la c ió n ...» , p. 875 (n .° 2 1 8 ), 59 0 (n .° 50). 43. C arra sc o , «La p o b la c ió n ...» , p. 375 (n .° 2 1 7 ) y 5 9 0 (n .° 49). 44. M ic h e len a , « A p e llid o s v asco s...» , pp. 6 6 - 67 (n .° 133). 45. M ich elen a, o p . cit. pp. 87 - 8 8 (n .° 236). 46. Y an g u as, « A d ic io n es» , p. 118. 47. En la n ó m in a d e palacios d e 1723 q u e d a el m ism o Y an g u as, o p . cit. p. 245 a p a re ce un palacio d e E c h a rre n en el valle d e Ega q u e p e rte n e c e ría a D o n Francisco d e A zco n a y E c h a rre n ; d e b e se r é ste , p o rq u e el p ro p ie ta rio actual nos dice q u e e n e sc ritu ra s q u e p o se e se le d e n o m in a « palacio p a trim o n ial d e E c h a rre n A zcona». M a rtin en a , «P alacios cab o d e a rm e ría » , II, p. 9. 48. « D ic c io n a rio d e 1 8 0 2 » , I, p. 2 3 1 , a. E sto se to m a d e u n in fo rm e d e 1788. 4 9 . M adoz, V II, pp. 4 4 1 , b - 4 4 2 , a. 50. C on e sca le ra a tres lados. 51. D ic c io n a rio d e 1802, II, p. 2 0 8 , b. A zcárraga, fol. 74, 1. « A n tó n d e O re n d a y n lle b a d e L azcano». 52. Ju lio C a ro B a ro ja , «La h o ra n a v a rra » ..., pp. 3 5 9 -3 6 3 . 53. « C atálo g o d el A rchivo G e n e ra l» , I, p. 83"Tn.° 121). Y an g u as, « D icc io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , II, pp. 4 4 5 - 4 4 6 , etc. 54. «C atálo g o d e l A rch iv o G e n e ra l» , 1, p. 109 (n .° 189)- Y anguas, ¡«D iccionario d e n tig ü e d a d e s» , I, pp. 65 y 72. T e o b a ld o I c e d e a u n a m u je r sus d e re c h o s allí y en o tra s villas e n tr e las cu ales e stá n « O rin d o a in » y « Z u rin d o a in » . O b sé rv e se la p é rd id a d e la o. 55. 56. 57. m áxim o 3 8 8 en D icc io n a rio d e 1802, I, p. 113, b. M adoz. II. p. 6 0 2 a- b. A ltadill, II. p. 5 5 1 , p lano. In d ica un ascen so e n 1888 (4 6 2 h a b itan tes), lu eg o d e sc e n so a 1900. 459 460 509 Fig. 5 0 1 -M a ñ e ru , carretera antigua. Fig. 5 0 8 .-C a sa típica del siglo X V I I I . M añeru. Fig. 5 0 9 .-C a sa palaciana. M añeru. 461 462 Fig. 5 1 0 .-A yu n ta m ie n to . C ira u q u i. Fig. 51 l.- C a s a con rejas. C ira u q u i. Fig. 5 1 2 .-C a sa de piedra de cuenta. C ira u q u i. Fig. 513 -C a sa « U rru tia » . G uirguillano. 512 513 463 464 Fig. 514.-C alle de Guirguillano. Fig. 5 1 5 .-C a sa con aparejo de piedra. G uirguillano. Fig. 5 1 6 .-C a sa ruinosa. G uirguillano. Fig. 5 1 7 -F achada de piedra de cuenta. G uirguillano. Fig. 5 1 8 .-C a sa típica del V a l de M añeru y zona de G uirguillano. 517 518 522 Fig. 5 1 9 -F achada del palacio de Echarren de G u irg u illano. Fig. 5 2 0 .-R e;a renacentista del palacio de Echarren de G uirguillano. Fig. 521 .-Torreón reformado del palacio de Echarren de G uirguillano. Fig. 522.-Casas de Artazu. 467 468 525 Fig. 5 2 3 .-C a sa de A rta zu . Fig. 5 2 4 .-C a sa s de A rta zu . Fig. 5 2 5 .-P u erta de A rta zu . 469 Fig. 5 2 6 .-F achada blasonada. A rta zu . Fig. 5 2 1 .-C a sa de A rta zu . C A P IT U L O VI V A L DE A L L IN Y V A L DE EG A 1) 2) 3) 4) 5) V al de Allín. A lgunos de los pueblos del m unicipio. El corriedo de M etauten y sus pueblos. V al de Ega. Sus pueblos. Saliendo d e Estella, hacia el N o r o e s te y siguiendo el curso del U r e d e r r a d e S ureste o N o r o e s te , hasta q u e se in te rn a en las Arnéscoas, hay un valle q u e p o r el O e s te q u e d a c e rra d o p o r unas im p re sio n a n te s alturas ro ­ cosas o escarpes y p o r el Este tam bién resulta m uy bien delim itado orogràficam ente. D e m o d o c o m ú n se le llama Valdellín o Valdeallín. P e ro esto parece contracción d e Val de Allín q u e es el n o m b re con q u e aparece en los re p e rto rio s geográficos. separados en dos entidades municipales. U na, la del Valle de Allín p ro p ia m e n te dicho, con A m illano, A ra m e n d ia , A rbeiza, A rtab ia , Echávarri, Eulz, G aldeano, Larrión, M u n e ta y Z u b ie lq u i 6. O tra, la de M e ta u ten , con este p u e b lo más Arteaga, G anuza, O llo b arren , O llogoyen y Zufía 7. En realidad, estos últi­ m os núcleos, aun q u e q u e d a n d o m in a d o s p o r el escarpe de Lóquiz, p o s e e n p e q u e ñ o s a rro ­ yos q u e van d ire c ta m e n te al Ega sin tributar al U re d e rra . «Val d ’Aynin» es entidad en 1280, a la q u e han de asignarse los p u e b lo s de «Echavarri», « M u n u e ta » , « A ram endia», « G u a n u fa » , « O l l o g o y e n » , « O y llo v a r r e n » y « M e ta u ten» 1. En o tra nóm ina aparece c o m o «Val d ’.Ayn» 2. A ún luego sale el más reconocible «Ayllin» 3, q u e se rep ite 4. Por o tra parte, algún p u e b lo d e Val de Allín, com o A rbeiza, q u e d a al Sur del Ega m ism o, au n q u e cerca d e la confluencia del U re d e rra . «Val d ’Allin» consta d e estos p u e b lo s en 1366: « G a n u fa » , «O illogoyen», «Oillovarre n » , «A rteaga», « A rrb e y fa » , «(^ubielque», «A ra m e n d ia» , « M u n e ta e t Sant M artin» , «A rtavia», «Echaverri», «A m illano», «M etauten», «G aldiano», « £ u fia » , «Eulz», «Larriun» 5. La c uenca del « U re d e rra » es el eje, c o m o va dicho, d e un valle definido. Mas los p u e b lo s citados q u e han pervivido se hallan El paisaje, condicionado sobre to d o p o r el largo escarpe, es m uy curioso. D e pue b lo s q u e están a q u in ientos y pico m etro s, r o d e a ­ dos de tierra de labor, se sube a mil y pico en p oca distancia. La zona m eridional, la del té rm in o d e M e ta u ten , ofrece perspectivas más amplias y e n la septentrional las rocas se alzan más sobre los poblados, q u e tienen en to rn o laderas y p e n d ie n te s con p rad o s y m o n te y m atorral. Esto oc u rre , p o r e je m p lo , en u n o d e los pueblos más se p ten trio n ales del valle: A rtabia o A r t a v i a 8 o A ram endia, 473 Fig. 5 2 8 ,-V is ta general de A ram endta. A llin . A. B. C. D. E. F. Escarpes de Lóquiz. Sarzaleta (1 .0 9 5 m .). Primera línea de vegetación. M onte de robles y encinas. Segunda línea de robles y encinas. Iglesia de San Sebastián y pueblo. T ierra de labor <500 m.). 474 tierra apta para los frutales d e tipo m e d ite ­ rrá n e o (alm endros, m elo c o to n e s, etc.) y en la q u e había algún regadío 10. Los cam inos eran de h e rradura, condicionados los m ayores p o r la proxim idad a Estella: uno, hacia las A m éscoas y el N o r t e otro ; hacia el O e s te los principales. más al S u deste y alejado del U r e d e r r a (fig. 528). El valle con la tierra facera tiene 4 .2 2 7 ’3 3 ’75 hectáreas y el m unicipio d e M etauten 2 .3 8 0 ’4 2 ’50. El diccionario d e 1802 q u e le llama Valle de Lin lo con sid e ra c o m ­ p u e s to d e dos c o rriedos con oc h o pue b lo s cada uno, divididos po r el c o to re d o n d o de Larrazuri y le da 1490 habitantes 9. Lo estim a II Saliendo de Estella hacia el N o r te , hacia las A m éscoas, se dejan al O e s te dos pue b lo s del valle q u e están al b o r d e del Ega: u n o es Z u b ie lq u i y el o tro Arbeiza. P u e d e decirse q u e los dos están situados en función del río y de un p u e n te . El p u e n te d e b e ser muy antiguo. «Elki» e n vasco antiguo significa sa­ lir 11. Z u b ie lq u i es, pues, la salida del p u e n te . Algo m ayor es Arbeiza, al Sur del río, lin­ d ante ya con el valle d e San Esteban. En A rbeiza hay un a casa palacio, q u e se erige e n tal el año d e 1665 y q u e p e rte n e c ía a D o n L orenzo Sam aniego y Jaca y D o ñ a J o ­ sefa Yániz y Zufía. El privilegio se debió, com o tantos otro s de la época, a un donativo q u e hicieron de 800 ducados para la guerra. T u v o este palacio pleitos con el valle (la viuda en 1683). En 1723 aparece c o m o de D o n P e d ro M orrás y del rey «p o r confisca­ ción» 12. En 1727 es de D o n Jo a q u ín de A rteaga y Z ufía y de sp u és de D o n j u á n Sim ón (1762) y D o n J o a q u ín d e A rteaga (1797) 13. El edificio q u e hoy existe c o rre s p o n d e a la é p o c a en qu e aparece el tal palacio y es un a casona de b u e n a p ied ra de cuenta, d e las q u e hacían los c a nteros de la tierra e n los siglos X V II y X V III. Al N o r t e d e Z u b ie lq u i, separado de los dos ríos y con la altura de Belástegui al Sur, q u e d a Eulz, en p e n d ie n te . Este p u e b lo , un p o co s o m b río p o r su orientación, estuvo in­ te rv e n id o e n su h acienda p o r los Beaum o n t 14. Altadill indica q u e había unas ruinas de castillo q u e se decía p e rte n e c ía n a la casa de Alba 15, lo cual hay q u e asociar con el dato anterior. El p rim e r pueblo sobre el U re d e rra , a 4 5 6 m etros d e altura y en tierra con viñas es Larrión, considerado c o m o c e n tro del valle, con casa de ayuntam iento. En 1802 tenía o c h e n ta y nueve habitantes 16 y a u m e n tó a 14 1 con cu a re n ta y cinco casas en el siglo 17. Larrión es tam bién un p u e b lo -p u e n te , q u e ha p e rd id o algo de su fisonom ía vieja con el a um ento. H acia el O e s te y los escarpes q u e ­ dan M u n e ta y A ram endía, dos p u e blos p e ­ queños: A ram endía, en p e n d ie n te , o r ie n ta d o al Este con la iglesia en alto y el caserío apiñado y casas d e dos y tres altos 18. T a m b ié n M u n e ta se distingue más p o r la posición q u e p o r el caserío, q u e es c o rto 19. Al N o r t e de M u n e ta y pe g a d o tam bién a las rocas está G aldeano, núcleo algo m ayor a 548 m etros. Altadill le daba sesenta y dos casas con 228 p e r s o n a s 20. En G a ld e an o parece h aberse asentado una familia q u e to m ó el n o m b re del p u e b lo y q u e d ebía ser una ram a del linaje prolífico de los Yániz o Yáñiz. En el índice d e Azcárraga se halla su blasón con la indicación siguiente: «el Palacio de G aldiano trahe de los Yaniz» 21. Es en efecto, el m ism o d e éstos 22 y del palacio de Azpilcueta del Baztán 23. Esta familia, con el apellido de G arcía de G aldiano ya figura en el siglo X IV . P e ro la exención d e la casa palacio es de 1622 y desp u és sigue en el linaje a lo largo del siglo X V III 24. La casa q u e parece c o rre s p o n d e r a este palacio tiene una p o rta d a q u e se r e p ro d u c e en la foto d e la 475 Sur p o r esta b a n d a m ism a se llega a Amillano, con lo q u e se hace el circuito del m unicipio d e Val de Allín. fig. 530, qu e es típica de T ie rra Estelia. P or los e le m e n to s decorativos d e la pu e rta , p o r el e scudo y p o r la v e n ta n a q u e q u e d a encim a de é ste p u e d e pensarse q u e es an te rio r a la fecha en q u e se o b tu v o la exención, aun cua n d o la reja lateral, típica tam bién, c o m o se va viendo, es más m oderna. A m illano no tiene arriba de seis casas, y e n 1802 no tenía arriba de tre in ta y cinco p e rsonas 26. Echavarri era m ayor; con 184 27; o c h e n ta y un viviendas con 223 habitantes, según Altadill 28. La aparición del n o m b re en la fo rm a indicada d e sd e antiguo, u n ida a la de otro s q u e luego se indicarán, parece señalar q u e form as vascas dialectales d e tipo occi­ dental, c o m u n e s e n Vizcaya y Alava, llegaban a la m erindad d e -Estelia e n su flanco occi­ dental. Al N o r d e s te de G aldeano, sobre el río y con un p u e n te , q u e d a Artavia o Artabia, p u e b lo con o c h e n ta y dos personas en 1802 25, c o n ju n to de m ed io c e n te n a r de casas p oco más o m enos, algunas sólidas, con la iglesia en lugar dom in a n te , y un a plaza fo r­ m an d o el centro. En un e x tre m o del p u e b lo hay un a casa q u e pare c e h a b e r sido a m o d o de torre. H ay e n Echavarri una casa palaciana, q u e acaso da razón p rim e ra del n o m b re , c o m o «casa nueva» 29. Su iglesia p e rte n e c ía a la m itra d e Pam plona q u e la p e r m u tó con la o rd e n d e San J u a n d e J e ru s a le m 30, lo cual acaso da razón del o rig e n del escudo. D e Artavia, c ruzando el río, se p u e d e llegar a Echavarri, bajo las peñas del m ism o n o m b re , q u e alcanzan más de mil m etro s de altura, p e ro q u e no son tan im p resionantes c o m o el escarpe de Lóquiz y b a ja n d o hacia el III Para llegar al «corriedo» de M e ta u te n lo m e jo r es seguir la ca rre te ra q u e va a lo largo del Ega, d e s d e Estelia y luego u n o d e los ramales hacia el N o r o e s te , q u e pasa cerca de Z ufía 31 a 506 m etros, q u e en un tie m p o era el c e n tro municipal. En 1802 e ra el núcleo más p o b lado 32, frente a M e ta u te n con sólo sesenta y seis 33. P or la razón q u e sea, M e ­ tauten creció bastante en el siglo X I X , pues Altadill le da 700 habitantes en 1910, ha­ b ie n d o alcanzado los 764 en 1900. H a b ía 150 edificios y setenta y seis albergues y v e intiocho disem inados para usos agrícolas 34. M e ta u te n está c o n stituido p o r dos calles no del todo definidas y varios anch u ro n e s con casas m en o s sólidas q u e las d e los p u e ­ blos de más al N o r t e y al Este e n c o n ju n to , a u n q u e no falten tres o cuatro d e cierto em p a q u e . Se señala allí la existencia d e dos palacios cabo de armería. En 1666 adquirió la categoría esta la casa d e D o n J u a n Matías de Albizu, caballero de Calatrava q u e hizo un servicio de doscientos ducados al rey. En 1726 solicita reb a te la m arq u e sa d e Villama- 476 yor, D o ñ a M anuela de Albizu y Villam ayor y en 1744 su nieto D o n J o s é M e d ra n o y Albizu, c o n d e de T o rru b ia 35. El o tro palacio es un p o c o p o s te rio r c o m o tal. D o n A n to n io M orrás, A lbizu y B aquedan o dio 4 .0 0 0 reales para conservación de las murallas de P am p lo n a y o b tu v o p o r eso la m erced en 1675. D e s p u é s o b tie n e n nuevos rebates sus d escendientes. El escudo, de plata con un a banda de sinople, b o rd e a d a de g u ­ les 36. D e M e ta u te n hay un cam ino m ayor hacia el N o r o e s te q u e a po co se bifurca. El ramal q u e sube más hacia el N o r t e llega a G a n u z a y d e allí sube a la sierra p o r un p u e rto muy pino, G a n u z a está a 593 m etros. En 1802 tenía 105 p e r s o n a s 37. Altadill le asigna treinta y dos casas, catorce albergues o c o ­ rrales y 154 h a b i t a n t e s 38. La planta tiene cierto o r d e n con tres callecitas longitudinales y un a transversal, y las rocas d o m in a n el c o n ju n to , presidido p o r la iglesia, d e m o d o im presionante. En G a n u z a hay m e m o ria de un palacio viejo, q u e e n 1538 e ra de J u a n R e m íre z de G anuza, el cual p leiteó c o n tra el rec ib id o r d e la m erindad. D e s p u é s personas q u e llevan o tro s apellidos volvieron a plei­ tear. El e scudo era d e azur con oc h o castillos de plata 39. P e ro su b ie n d o p o r el p u e rto de Lóquiz, m uy al b o rd e de los escarpes, hay un edificio q u e tiene interés p o r su función: la e rm ita d e Santiago de Lóquiz, q u e aparte de su significado religioso tenía sala d e juntas y c e n tro d e r e u n ió n co n g ran cocina. O rigina­ ria m e n te p a re c e h a ber e stado bajo la advoca­ ción d e San Cucufat. A partir d e 1630 cambia d e advocación. T o d o s los años el día de San M iguel, es decir el 29 d e se p tie m b re, se reu n ía allí la ju n ta encargada de adm inistrar la sierra, co n re p re s e n ta n te s d e los p u e b lo s d e los valles q u e q u e d a n a lre d e d o r de ella y q u e tienen d e re c h o a su uso: la «Junta de D ieces de Santiago d e Lóquiz» 40. Esta e rm ita es un edificio d e planta rec­ tangular, con tejado a dos aguas. T ie n e la v e rtien te q u e d a a la fachada m u ch o más ancha q u e la otra. U n a p u e rta d e e n tra d a no situada e n el c e n tro d e un c u e rp o a p a re n te ­ m e n te am pliado, q u e explica la irregularidad. T re s huecos en alto. A los lados tiene c o n ­ trafuertes g r u e s o s 41. El ramal q u e de M etauten va más hacia el O e s te lleva a O llogoy en y cerca del q u e va a G a n u z a q u e d a O llobarren; dos núcleos m uy p e q u e ñ o s, d e diez y ocho y d e diez y seis casas en tiem pos de Altadill, con o c h enta y cinco y se te n ta y cuatro habitantes 42. Los dos pue b lo s están en u na posición muy pintoresca y en O llo b a rre n los escarpes form an c o m o dos flancos, al O e s te y al N o r t e (fig. 529)- A rteaga q u e d a más al Este y en la llana. T a m p o c o tenía más d e diez y seis casas. Fig. 5 2 9 -V ista general de Ollobarren. Allín. 477 IV El río Ega, q u e va e n dirección del O e s te hacia el Este con cierta inclinación al N o r t e para llegar a Estella y cam biar luego de ru m b o d e N o r t e a Sur, pasa, antes d e llegar al Val de Allín, p o r un a serie d e térm inos de p u e b lo s q u e e n lo antiguo constituían el Val de Ega; Abáigar, Ancín, Etayo, Learza, Lega­ ría, M endilibarri, M urieta, O c o y O le ju a po r o r d e n alfabético; en 1802 vivían en ellos 1268 personas y los pueblos, salvo Learza q u e no era realengo, constituían la cofradía d e San B a rtolom é d e O c o 43. p u e b lo s d e « M urieta», «A ncin», «A vaygarr», « O lley sso a » , « E tayo», « M e n d iliv e rri» , «Lar^a», « O q u o » y «El B usto» 4S. E ste aparece c o m o agregado y el c o n ju n to d e s e te n ta fuegos rep a rtid o s d e m o d o bas­ tante h o m o g é n e o . Los p u e b lo s A ncín, M e n ­ dilibarri y M u rie ta se e x tie n d e n al S ur del c urso o e n el curso del Ega al salir é ste de la B errueza. U n p u n to d e refe re n c ia im p o rta n te al Este del Valle es M o n ja rd ín , q u e , con Villamayor, q u e d a al Este de O le ju a y tanto O l e ­ jua, c o m o Etayo y Learza se apartan algo del cauce fluvial y tienen ligeras alturas al M e ­ diodía, q u e los separan d e térm inos d e m u n i­ cipios con núcleos más g randes y distantes, fuera ya d e la zona de los valles 46. Val de Ega constituye una especie d e semicírculo con el río al N o rte . La separación de la B e rru e z a p o r el O e s te se hace p o r la Sierra de D o s H e rm a n a s, el A lto del Angel d e la G u a r d a y otro s q u e marcan la c uenca del O d ró n . Esta com unidad de p u e blos c o m o tal apa­ rece en la Edad M edia actuando d e m o d o c o n ju n to con las de los valles vecinos más occidentales, es decir, los de Lana y la Berrueza. Así en 1317 se autorizó a los habi­ tantes d e los valles d e B errueza, Ega y Lana para p oblar en el p rim e ro San Cristóbal de B errueza, con o b je to de d e fe n d e r to d o el territorio de las amenazas a q u e estaba so m e ­ tido p o r ser fronterizo, dán d o se a los p o b la ­ d ores el fu ero de V i t o r i a 44. «Val d’Ega» en 1366 aparece con los V El p rim e r p u e b lo q u e hay q u e reseñar saliendo d e Estella, p e ro d e ja n d o la c a rre te ra general al N o r te , es Abáigar. U n núcleo al q u e flanquea un ro b le d o hacia el Este y q u e tiene las tierras d e cultivo al Este y Sur, sin fo rm a m uy definida, condicionada, sin e m ­ bargo, p o r el cruce de varios cam inos 47. Abáigar constaba a c om ienzos d e siglo de unas o c h e n ta casas con 332 personas agrupa­ das 48, lo cual d e n o ta c re c im ien to sensible en el siglo, p o r q u e e n 1802 se le asignaban sólo 156 49. Allí había un linaje antiguo relacio­ nado con el de los A rbizu y Lodosa 50 y había u n palacio, con poca d o c u m e n tac ió n , sin e m ­ 478 bargo. La im presión g eneral es d e clima más cálido q u e el de Allín. T a m b ié n q u e el de Lana. M ayor interés acaso tiene el p u e b lo q u e sigue, sobre el Ega: M urieta. U n p u e b lo con p u e n te al Sur y con cierta alineación d e Este a O e ste. P o d ría pensarse en u n a planificación inicial con un a sola e n tra d a p o r el Este, un espacio m ayor a po c o del q u e saldrían dos calles paralelas q u e se volverían a unir en o tro espacio m ayor al O e s te , sobre el q u e q u e d a rían otro s edificios más irre g u la rm e n ­ t e 51. H ay d o c u m e n to s q u e a luden a la re­ construcción d e su casa rectoral en 1345 52; y el n o m b re p a re c e relacionado con los de M u ru , M urillo, M oriones, etc. Es decir, q u e aludiría a alguna fortificación o muralla. U n po co al S u d o e ste y en la orilla o p u e s ta del Ega q u e d a Legaria, núcleo q u e tam bién tiene p u e n te sobre el río Ega, al N o r te . Está cons­ tituido p o r casas agrupadas con espacios in­ term edios, p e ro sin ninguna form a de calle o alineación 53. Legaria es un p u e b lo hecho villa de rea ­ lengo en 1266, c o m p u e s to ya de varias casas y con unas ruedas, es decir m olinos, q u e el rey dio a sus habitantes a condición d e qu e los m ejo rara n y le pagaran 1.000 sueldos al año. T a m b ié n e n to n c e s había unos hu e rto s reales 54. Sin duda, el desarrollo agrícola su p e rio r del valle de Ega con respecto a los más nórdicos ya se notaba. En Legaria había un palacio del qu e solicitó el reb a te D o n J u a n Matías de H ita e n 1694. Este seguía p o s e ­ y é n d o lo en 1723 y luego fue de su hijo Francisco Lorenzo, q u e hizo la consabida so­ licitud e n 1758. T e n ía un e scudo de gules con cinco cruces treboladas de oro, en so­ tuer 55. S iguiendo el Ega arriba el p u e b lo más occidental del valle es Ancín, m unicipio al q u e se u n e el núcleo de M endilibarri, q u e estaba c o m p u e s to de diez y oc h o viviendas de las 101 d e la totalidad. Ancín es o tro p u e b lo - p u e n te al N o r te del río, en ladera, con las casas m uy agrupadas en to rn o a dos anchuras 56. Las casas son d e b u e n a c o n s tru c ­ ción, revocadas, con p ied ra de cu e n ta al n a tu ­ ral, algunas m odernas, pues c o m o o tro s n ú ­ cleos de esta zona no ha sido de los q u e han m erm ado. En una situación de m ayor d e te rio ro se p re s e n ta O co, q u e q u e d a muy po c o distante de Legaria al Sur y qu e se c o n sid erab a c o m o lugar c é ntrico del valle. O c o en 1802 aparece sólo con c in c u e n ta personas. P e ro e n su té r­ m ino q uedaba, al Este, la erm ita de San B a r­ tolom é. Era ésta la sede d e u n a cofradía o h e rm a n d ad a la q u e p e rte n ec ía n todos los eclesiásticos y vecinos d e los p u e b lo s del valle, con excepción de Learza. T o d o s los años se n o m b ra b a un alcalde, q u e se tu rn ab a en los ocho pue b lo s y u n m a y o rd o m o q u e e ra el encargado de recaudar las d erram as c o b ra ­ das para gastos c o m u n e s 57. O c o e ra tam bién realengo desde 1250; p e ro luego pasó a D o n B eltrán Vélaz de G u e v a ra (1351) y más tarde aún a D o n Tristán de M auleón, señor de R ada (1492), qu e lo vendió con Etayo y el d e sp o b la d o de G ra n a d a a D o n F e rn an d o de B a q u e d a n o po r 2 .420 f l o r i n e s 58. D esp u é s aparece asentado allí «el Palacio d e O q u o en tierra de Estella» 59, q u e es el q u e en 1723 p e rte n ec ía a un D o n Francisco de A lduncin y d espués a D o n P e d ro A n to n io d e M aruri (1745). T e n ía un escudo d e plata con cinco cotizas d e azur. P e ro en 1723 había o tro palacio de D o n P e dro Valcárcel o Balcarcel 60. H oy día O co, p u e b lo de sólida co n s­ trucción de piedra con casas clásicas de tres huecos y dos altos, o d e dos huecos y dos altos, c o m o se ve en las fotos 532 y 533, tiene un lam entable resto de u n o de los antiguos palacios, constituido p o r la m agní­ fica fachada de piedra d e cantería, r e p r o d u ­ cida en la foto de la fig. 531. Sobre el arco de la p u e rta de e n tra d a d e q uince dovelas se ve un blasón c o m p u e s to en el q u e a un lado están las cotizas y al o tro la luna invertida de los Yániz y otras familias d e p e n d ie n te s. Al Sur de O c o q u e d a Learza, q u e es tam bién un núcleo p e q u e ñ o 61, q u e está agregado a Etayo, q u e está más al Este y más alto q u e otro s p u e b lo s del valle: a 595 m e t r o s 62. T a m b ié n fue pue b lo en el q u e e je rcie ro n influencia varios señores, pese a q u e en un tie m p o fue declarado realengo 63. Al Este de Etayo q u e d a O lejua, «Oleysoa» e n d o c u ­ m en to s antiguos 64, d o n d e Azcárraga registra «el palacio de O lexo en Valdega» 65. U n p u e b lo apiñado en el q u e había varias balsas, d e se te n ta y un casas y 185 personas en 1910 66. 479 NOTAS 1. F. Z ab alo , «El re g istro ...» , p p . 79 (n .°s 7 0 3 709). 2. F. Z ab alo , «El re g istro ...» , p. 154 (n .°s 2 1 4 6 2 1 5 2 ). La fo rm a «E ch av erri» se da. 3. F. Z ab alo , «El re g istro ...» , p. 159 (n .°s 2 2 6 1 2 2 6 7 ). A qiií «E chauri» p o r « E chavarri». 4. F. Z ab alo , «El re g istro ...» , p. 162 (n .° 2 3 4 3 ). 5. J. C arrasco P érez , «La p o b la c ió n ...» , p p . 5965 9 8 (n .°s 73 - 93). 6. A M i l l , II, pp. 5 3 4 - 540. 7. A ltadill, II, pp. 6 2 9 - 632. 8. B u en as fo to s e n L uciano L ap u e n te M artín ez , « S ierra d e L óq uiz», n .° 3 0 6 d e « N a v a rra , tem as d e c u ltu ra p o p u lar» (P am p lo n a , s.a.), a las páginas c e n tra ­ les. 9. D iccio n a rio d e 1802, I, pp. 4 5 0 b - 4 5 1 , b. 10. j C o m p á re se cb n M ad o z, II, p.2 2 6 a-b. 11. i A zkue, I, p. 2 3 5 , a. 12. Y an gu as, « A d ic io n e s» , p. 244. 13. M a rtin en a , «P alacios cabo d e a rm ería » , II, pp. 4-5. H ay tam b ién e n el valle un palacio d e A rteaga. 14. Y anguas, « A d ic io n e s» , p. 132. 15. A ltadill, II, p. 537. 16. D iccio n a rio d e 1 8 0 2 , I, p. 4 2 1 , a. 17. A ltadill, II, p. 539. M ad o z, X , p. 9 0 , b, sólo v einticin co. 18. N o v e n ta y siete h a b ita n te s en 1802. D ic c io n a ­ rio ¡I, p. 85, b. 19. Sólo tre in ta y cin co p e rso n a s e n 1802. D ic c io ­ n ario II, p. 42. 20. A ltadill, II, p. 538. 195 e n el D ic c io n a rio d e 1802, p. 2 9 3 , b „ 21. fol. 79, 6. 22. fol. 4 9 , 4 y 71, 2. 23. fol. 109, 6. 24. M a rtin en a , « P alacio cab o de a rm e ría» , II, p. 4. 25. D iccio n a rio d e 1 8 0 2 , I, p. 112, b. 26. D ic c io n a rio d e 1 8 0 2 , I, p. 6 9 , b. v e in tiú n edificios y c u a re n ta o c u p a n te s e n A ltadill, II, p. 536. 27. D iccio n a rio d e 1802, I ,.p . 2 8 3 , b. 28. A ltadill, II, p. 537. 29. A zcárraga, fol. 70, 3, d a el b lasó n d e «el Palacio d e los E c h e v e rría d e tie rra d e E stella». En el ín d ice m ás m o d e rn o , se d a la re fe re n c ia a «E chavarri». 30. « C atálo g o del A rchivo ca te d ra l d e P am p lo n a » , I, pp. 3 1 9 -3 2 0 (n .°s 1 3 3 3 -1 3 3 5 ). 31. El e x tre m o m e rid io n a l d el valle q u e d a e n la h o ja 172 d el m ap a a escala 1 :5 0 .0 0 0 , q u e se usa. 32. 128 p e rso n a s le d a el D icc io n a rio d e 1802, II, p. 53 4, a. 33- D ic c io n a rio d e 1802, II, p. 2 2 , a. 34. A ltadill, II, p. 6 3 0 , c o n p lano. 35. M a rtin en a , «P alacios ca b o d e a rm e ría » , II, p. 5. A zcárraga fol. 55, 4, «A lvizu e n tie rra d e E stella tra h e d e Sarasa». Es d ec ir, q u e tie n e la « p ie n te leva­ diza» d o b le , e n azu r so b re arg en t. 36. M artin en a , «P alacios cab o d e a rm ería » , II, p. 5. 37. D iccio n a rio d e 1802, I, p. 2 9 7 , b. 480 38. A ltadill, II, p. 6 3 1 . 39- M a rtin e n a , «P alacio s cab o d e a rm e ría » , II, p. 4. 40. L uciano L ap u e n te M a rtín e z , « S ierra d e Ló­ q u iz» , pp. 8 - 13. 4 1 . F o to e n las páginas c e n tra le s d e « S ie rra de L óquiz». 4 2 . A ltadill II, p. 6 3 1 . El D ic c io n a rio d e 1 8 0 2 , II, p p . 182, b - 183, a d a s e te n ta y c u a tro a O llo b a rre n y o c h e n ta y u n a a O llo g o y en . 43. D ic c io n a rio d e 1802, I, p. 2 3 6 , a. 44. « C atálo g o d e l A rch iv o G e n e ra l» , I. p. 331 (n .° 754). Y anguas, « D ic cio n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , I, p. 135. 4 5 . J. C arrasco P érez , «La p o b la c ió n ...» , p p . 6 0 2 6 0 3 , (n .°s 123 - 132). 46. H o ja s 139 - 140 (u n o s e x tre m o s tan sólo) y 171 y 172. 47. P lano e n A ltadill, II, p. 52948. A ltadill, p. 529. 4 9 . D ic c io n a rio d e 1 8 0 2 , II, p. 1. b. 50. A zcárraga, fol. 106, 2: « A b ay g ar tra h e d e A rb izu y L odosa». 51. P lan o e n A ltadill, II, p. 6 3 6 . 117 ed ificio s o cu p a d o s p o r 392 h ab itan te s. E sc u d o m u n icip al co n el p u e n te , p. 6 3 5. 52. « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , II, p. 118 (n .° 27 6 ). 53. P lan o e n A ltadill, II, p p . 6 0 7 . O c h e n ta y o c h o ed ificio s, h ab ita d o s p o r 321 p e rso n a s e n 1910. 54. El d o c u m e n to , re g istra d o en « C atá lo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , I, p. 178 (n .° 36 2 ), e x tra c ta d o p o r Y an g u as, « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , II, p. 184, lo e stá ta m b ié n , co n re fe re n c ia a lo d ich o , en M o re t, « A n n ales» , III, p. 2 8 7 (lib ro X X II, cap. IV , § IV , n .° 13). 55. M a rtin e n a , «P alacios cab o d e a rm e ría » , II, p. 8. Y an g u as, « A d ic io n e s» , p. 2 4 5 . E stá e n A zcárrag a fol. 30, 5, «el Palacio d e L egaría». 56. P lano e n A ltadill, II, p. 544. 57. D icc io n a rio d e 1802, II, p. 171, b. 58. Y anguas « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , II, p. 4 7 7 . « C atá lo g o d e l A rch iv o G e n e ra l» , II, p. 163 (n .° 4 0 0 ) etc. 59- A zcárraga, fol. 108, 6. 60. M a rtin e n a , «P alacios ca b o d e a rm ería » , II, p. 8. Y an g u as, « A d ic io n e s» , p. 245. 61. C u a re n ta y d o s p e rso n a s e n 1802, seg ú n el D ic cio n a rio , I, p. 4 2 6 , a. 62. P lano en A ltadill, II, p. 579. S e te n ta y cinco casas co n 2 5 2 h a b ita n te s, o n c e d isem in ad as. 6 3 . Larga e x p o sic ió n d e v icisitu d e s e n Y anguas, « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , I, pp. 4 6 7 - 4696 4 . Y an g u as, « D icc io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , p. 480. 65. fol. 6 9 , 3. 66. A ltadill, II, p p . 6 3 8 - 6 3 9 , p la n o e n la p rim era . 481 Fig. 5 3 2 .-C a sa de Oco. Fig. 5.ì 3 .-C asa de Oco. 482 C A P IT U L O V II VAL DE B E R R U E Z A Y VAL DE LA N A 1) 2) 3) 4) 5) La Berrueza como territorio. Los pueblos del valle propiam ente dichos. El valle de Lana. Sus pueblos. Z úñiga. Saliendo d e Val d e Ega hacia el O este, p o r Ancín, se e n tra en o tro valle d e bastante fama e n la H istoria, q u e es el d e La Berrueza; en realidad se trata de un territo rio bastante c o m p le jo al que, en un tiem po, se le asigna­ ban más p u e blos q u e p o s te rio rm e n te . Ya se ha visto antes c ó m o e n texto m edieval anti­ g u o y autorizado se le c onsidera c o m o un p rim e r bastión de la R econquista. La «B erroza» aparece c o m o tal en el « C h ro n ic o n Sebastiani» 1. En otro s d o c u ­ m en to s m edievales, con referencia a tiem pos p o ste rio re s se alude al territorio, en el q u e había m onasterios y p ro p ie d a d es reales, lla­ m ándole «V erroza» 2. U n a donación de San­ cho el d e P eñalén al m o n aste rio d e Irache indica - p o r e je m p lo - q u e el m o n aste rio de San J u s to d e M u é s estaba «in territo riu m U e rro z a » 3. Este m ism o aparece luego c o m o valle. En el censo de 1366 los p u e b lo s d e «Val d e B errueza» son «Piedram illera», «Burguieillo», «M endaza», « E strem blo», «Suruslad a » , « M u é s » , « A z e d o » , « D e s s in a n a » , « O t i n n a n o » , « M ir i f u e n t e s » , « H u b a g o » , « E z t u y n ig a » , « U x a n a v i ll a » , « C a b r e d o » , «Sant P e d ro » , «Esquidi», «Labraba», «Torralva», «D e sso io » , «Fazuelo» 4. Basta con exam inar un m apa para darse c u e n ta d e q u e en este caso la palabra «Val» está usada de m o d o un tanto laxo. P e ro su uso se d o c u ­ m en ta e n otros textos. Antes, en 1317 apa­ rece e n el fuero de población de San C ristó ­ bal d e B errueza, al q u e se hizo referencia en el capítulo a n t e r i o r 5 y hacia 1200 hay un ajuste del obispo de P am plona con los abades del valle de la B errueza, sobre cuartas epis­ copales 6. El arciprestazgo d e igual n o m b re es aún mayor, p o r q u e c o m p r e n d e los valles d e Ega, Lana y S antesteban 7. Así, pues, la de te rm in a ció n d e los p u e ­ blos q u e c o m p re n d ía el valle es variable y la grafía del n o m b re tam bién 8. M o re t insistió m u ch o en la cantidad de castillos y santuarios antiguos q u e se hallan en aquél ám bito, lo cual p robaría una p o b la ­ ción muy antigua 9 vinculada en efecto a la R econquista. Lo q u e es e v id e n te es q u e con resp e c to al valle d e Ega y tam bién al de Lana, q u e q u e d a al N o r te , la B e rru e z a es u n a tierra q u e ha e x p e rim e n tad o la rom anización m uy antiguam ente, c o m o lo indican los n o m b re s de los p u e blos y de m uchos o tro s térm inos. La diptongación del m ism o n o m b re es r o ­ m ance. O tr o s n o m b re s lo son tam bién, c o m o A cedo, Piedram illera, T orralba. O tro s se han 48 5 d e b id o d o m in a r d e s d e é p o c a bastante r e m o ta d e la R econquista, m ientras que, al N o r t e , el vasco h u b o d e hablarse c o m ú n m e n te hasta c om ienzos del siglo X I X 12. «B erroza» pa­ rece significar «jaral», a u n q u e tam b ié n « b e ­ rro» es tierra labrada d e nuevo, seto y zar­ za 13. ro m a n c ea d o p r o n to , c o m o M endaza, U bago, etc., sea el q u e sea su origen. P o d e m o s hacer u n a o rd en a c ió n de ellos distinguiendo los q u e q u e d a n en la cuenca del Ega, de aquellos más m eridionales en c o n ju n to , q u e se e n c u e n tra n e n las del río O d r ó n y su afluente occidental, el Linares, con M ués sobre el p rim e ro y D e s o jo e n un subafluente del m ism o, c o m o p u e blos más m eridionales 10. R e c o rrie n d o esta zona y o b ­ servándola d e sd e alturas, c o m o la c u m b re de San G r e g o rio d e Sorlada, se c o m p r e n d e bien su significado en g uerras de m ovim iento, com o la p rim e ra g u e rra civil y tam bién en tiem pos re m o to s en q u e hacia el N o r t e se divisan varias cadenas d e m ontañas macizas y hacia el Sur otras tierras más llanas, abiertas y calientes. Aun el valle d e Lana, del q u e luego se trata, q u e d a al Sur de los referidos macizos m o n tañ o so s de gran esp eso r y escasísima p o ­ blación, con m uy poca diferencia d e altura y separado de la B errueza po r lomas no muy g randes 11, de algo más de setecientos m etro s en su máximo; en cam bio, de Lana al N o r t e las elevaciones pasan d e los mil m etros, y esto no quita para q u e los límites e n tre Lana y B e rru e z a hayan sido d u ra n te m u ch o una fro n te ra lingüística sensible. P o rq u e - c o m o va d ic h o - al Sur de ellos el ro m a n c e ha Los d o c u m e n to s sobre castillos y m o n as­ terios a q u e alude M o re t, y a los q u e se harán referencias concretas luego, para d e fe n d e r q u e fue u n o de los bastiones de la m o n arq u ía navarra, indican q u e varios d e los núcleos conocidos actualm ente, q u e no con stitu y e n un m unicipio unido, se c rearo n al calor de fundaciones m onasteriales q u e hasta ciertas fechas tuvieron d o m in io sobre varios de ellos, considerados c o m o otras tantas villas. En o tro s casos cre c ie ro n al am paro de un castillo con significado estratégico. C u a n d o los reyes d e N a v a rra p e rd ie ro n la jurisdicción sobre Alava y cu a n d o ciertos te ­ rritorios, q u e fuero n o rig inariam ente nava­ rros, pasaron a la c o ro n a de Castilla, el flanco occidental de la B e rru e z a pasó a te n e r m ayor im portancia defensiva. T a m b ié n algunos p u e b lo s q u e d a ro n con f ro n te ra p o r la banda N o r t e y se rem odelaro n c o m o luego se verá. 11 A h o ra vam os a iniciar el re c o rrid o e n ­ trando p o r el Val d e Ega a esta tierra famosa, p o r Ancín. El p rim e r p u e b lo con q u e nos e n c o n tra ­ rem o s es A cedo. A ntes, sin e m bargo, hay q u e decir algo del a sen tam iento d e G ra n a d a q u e es la sede del título ducal d e este n o m ­ bre: G ra n a d a de Ega, a la d e re c h a del río. Se trataba d e un edificio palaciano, con no más de seis personas en 1802 14 y varios c u e rp o s añadidos 15. El n o m b re d e G ra n a d a aparece ya e n la Edad M edia, c o m o sede d e un pala­ cio con su m onte. Carlos III el N o b le lo d o n ó en 1408 al señor de O ñ a te , su «chambarlén», P e d ro Vélaz d e G u e b a r a 16. Luego, 486 en 1492, aparece c o m o un «desolado» de D o n T ristán de M auleón, se ñ o r de R ada 17, q u e lo vendió con Etayo y O c o a D o n Fer­ nan d o de B a q u e d a n o p o r 2 .420 florines. El ducado es m uy p o sterio r; d e 1729. El edificio del palacio se halla en una p e q u e ñ a altura o colina a la orilla izquierda y a pocos pasos del Ega y tiene u n ida la iglesia de San Miguel. A lr e d e d o r hay tierra labran­ tías; p e ro el m o n te d e G ranada, aun a m edia­ dos del siglo X I X , se c o n sideraba c o m o «casi im p e n e tra b le , p o r lo p o b lad o q u e está - d ic e M a d o z - d e toda clase d e leña, ro b u sto s enci­ nales, bojes, burizotes y espinos». A la orilla del río había ch o p o s c o rp u le n to s 18. Estos «cotos red o n d o s» o «cam pos re­ d o n d o s» , es decir te rre n o s vedados e n form a circular 19, han dado origen, sin duda, a m u ­ chas casas palacianas, a rrancando de un a ex­ p lotación agrícola pastoril en tierras fragosas. La «acotación», c o m o fo rm a d e la apropia­ ción, ha de estudiarse e n esta tierra con e je m p lo s m uy curiosos. La aparición de A c e d o c o m o villa rea­ lenga c o n A sarta y V illam ayor data ya de 1238 20. En 1325 las mismas villas aparecen en o tro d o c u m e n to de red u c c ió n d e pechas, juntas 21. Es un núcleo q u e q u e d a al Sur del río, a 531 m etro s d e altura, con cam pos de labor a lre d e d o r y en tierra llana. T e n ía un casco d e n o v e n ta y nueve edificios y 273 habitantes 22 a c om ienzos d e siglo. Form aba m unicipio con M endaza, q u e hacía de capital, Asarta y U bago. G ra n a d a y E stem blo se c o n ­ sideraban sim ples granjas d e n tr o d e la unidad municipal. El n o m b re d e A c e d o parece rela­ cionarse con «aceda» variante de «acedera», con « a c ederón» y otros derivados de «aceta­ ría» 23. Es decir, qu e es un abundancial de planta, c o m o B erc ed o , Salcedo, etc. El p u e ­ blo es sede d e un a c o n ocida casa palaciana, q u e poseía un e scudo d e o ro con cinco pica­ zas de su color en s o tu e r 24. Era palacio anti­ g u o e n su origen, p o r q u e e n 1492 ya p e r t e ­ necía a M artín Sanz de A c e d o 25 y c o n tinuó d u ra n te siglos en p o d e r d e g e n te del m ism o apellido; D o n D iego Jo s é de A cedo en 1723. D o n J o s é M a nuel en 1757. Luego del C o n d e d e Río Cabado. El apellido e m igró a E x tre ­ m adura, d o n d e es c onocido D o n G abriel A zedo d e la B errueza, natural de Jarandilla, a u to r d e las « A m enidades, florestas y recreos de la provincia de la V era, Alta y Baxa, en la E xtre m ad u ra » , o b ra curiosa, im presa en M a­ drid, e n 1667 y dedicada a « D o n D ie g o de A zedo y Albizu, se ñ o r del Palacio y T o r r e de A zedo, e n N avarra» 26. P o sib le m en te fue en é p oca de éste cu a n d o el palacio q u e subsiste, a u n q u e bastante mal cuidado, adquirió los rasgos q u e o s te n ta en la foto d e la fig. 541 27. Se trata de un edificio de planta rectan­ gular, p e ro bastante ancho, d e p ied ra sillar en la planta baja y el piso p rim e ro , d e ladrillo en el superior, de tejado a cuatro aguas. En la fachada a los dos lados del arco d e la puerta, no hay más q u e dos saeteras m uy bajas. En cam bio, en el p rim e r piso hay al c e n tro un balcón con dos huecos y a los lados dos grandes ventanas con rejas salientes. El piso su p erior de ladrillo tiene once arcos e n fo rm a clásica d e galería, com o las q u e a b u n d a n en tierra más m eridional, de los cuales hoy sólo están abiertos cuatro. D o s al c e n tro con o tro balcón de hierro, corrido, q u e coge hasta tres arcos, con el del m edio cerrado. El escudo de la pied ra d e clave del arco de e n tra d a no es el descrito, sino otro c o m puesto. U n a fachada lateral, hacia el lado izquierdo tiene e n la planta y el p rim e r piso tres huecos y la pa rte superior constituida p o r otros once arcos d e ladrillo. Este tipo J e fachada y d e concepción de la casa rica y noble, se repite, c o m o se ve en la foto d e la fig. 542, e n la q u e la galería su p e rio r tiene trece arcos abiertos y la sillería es m enos rica. El balcón, más m o d e rn o sin duda. M u c h o más rústico es el aspecto de la casa de la foto de la fig. 543, rectangular, estrecha, con h u e ­ cos d e fachada irregulares y abiertos p ro b a ­ b le m e n te d o n d e había o tro s p e q u e ñ o s y con un balcón lateral de m adera al piso segundo. Al S ud o e ste d e A c e d o q u e d a E stem blo q u e era señorío de Alba y palacio d e arm ería tam bién en 1770 28. U n edificio con seis personas sólo en 180 2 29. Los o tro s dos n ú ­ cleos unidos, Asarta y M endaza, q u e d a n aún más al Sur, u n o al O e s te y o tro al Este. Los dos sonaron algo c o m o tea tro de ac­ ción en la p rim e ra g u e rra civil 30. M endaza qu e d a al O e s te de la llamada Sierra de D os H e rm a n a s, q u e tiene unos altos, los d e las D os H e rm a n a s de 854 y 856 respectiva­ m ente. H acia el N o rte , el R o b le d o se eleva a 738 m etro s y el p u e b lo está en llano a 639. M endaza parece haber sido un núcleo de población d e cierta im portancia d u ra n te el siglo X IV . En 1385 y en consideración a q u e de más de cien labradores p e c h ero s había pasado a te n e r sólo diez, y m uy p o bres, a causa d e guerras y peste, el rey les p e rd o n ó la mitad d e la p e cha d u ra n te diez años. Era tierra d e cercal, p o r q u e la p e cha no reducida consistía en un a cantidad e n d in e ro y cin­ c u e n ta cahíces d e «pan m e ita d e n c o » 31. M e n d az a es un p u e b lo d e planta longitudinal, q u e se e x tie n d e de N o r t e a Sur 32. El caserío se rep a rte , con hu e rto s cercanos p o r varios cam inos y anchurones. 487 Las casas en tiem pos d e Altadill eran c iento once, con 332 ocupantes. En una de las erm itas de M endaza se celebraban las juntas del valle 33. P or lo dem ás, tanto este p u e b lo c o m o el d e Asarta, asentado en una p e n d ie n te suave con un encinal encim a, tiene bastantes casas nuevas o rem ozadas, au n q u e Asarta es m enor; cua re n ta y nueve edificios y 137 almas en un t i e m p o 34. El o tro núcleo con vida vecinal de esta circunscripción es U bago, q u e q u e d a en ladera, al N o r t e de la Sierra de C ábrega y sobre el río O d r ó n , cerca de d o n d e se le u n e el Maraña. El n o m b re de U bago es ilustrativo resp e c to a c ó m o hay una form a latina, «opacus» = som brío, q u e algo más al N o r t e dará, sin duda, el n o m b re de O p a c u a y aquí tiene un tra tam ie n to c o m o en «ubaga», u m b ría en ro m ance navarro 35. El sitio justifica el nom bre. U b a g o tiene fuero q u e le dio, a la par q u e a M irafuentes, T e o baldo 1 en 1236. Este fu ero hacía a sus habi­ tantes realengos, de su e rte q u e no pud iese n ser dados a señor, vendidos o trocados y q u e no tuviese p o d e r sobre ellos el p r e s ta m e ro ni ningún rico h o m b re 36. A pesar d e eso, c o m o en o tro s casos, las pechas fu ero n concedidas a algún m agnate en cierta ocasión: a D. P e d ro de N a v a rra aún en 1511 37. El caserío no ofrece gran cosa en particular. Al N o r te de U bago y al Sur del río M araña q u e d a M irafuentes, q u e en los d o ­ cu m e n to s citados es todavía «M irifuentes», n o m b re descriptivo c o m p u e s to d e «mille». T a m b ié n se halla en llana ro d e a d a de m ontes, a 651, con un casco u rb a n o longitudinal de Este a O e s te 38. Encima, más alto (746 m etros) y bajo la p e ñ a G allet está N azar, fre n te a M endaza, p u e b lo qu e aparece en el fuero d e los Arcos, c o m o aldea d e aquella villa. El texto da la grafía «N acart» o «N a^art»; e sto en 1 175 39 y pa re c e q u e de allí d ebían bajar a p oblar al Sur. La form a p u e d e considerarse todavía vasca, y acaso c o m p u e s ta d e «arte» o «art» (com o en o tro s m uchos textos navarros m e ­ dievales). Es posible pensar q u e e n tre el siglo X I y el X II sobreviniera la m ayor p é rd id a del idiom a e n p u e blos del valle y q u e de sp u és se fijaran las form as conocidas hoy. N azar es p u e b lo q u e tam bién sirvió de base a las o p e ­ raciones d e la p rim e ra g u e rra civil; es un núcleo más de m ontaña, con las casas d e s p e r ­ 488 digadas en varios gru p o s, con sus hu e rta s a lre d e d o r y q u e , c o m o casi todos los p u e b lo s en alto, decae d e s d e com ienzos d e siglo en qu e tenía 233 habitantes en sesenta y siete albergues 40. M ás interés c o m o núcleos tie­ nen los tres q u e se hallan e n la p a rte oriental del valle; Piedram iliera, Sorlada, al Sur de Piedram illera y con las c u m b re s de San G r e ­ gorio y el A ngel d e la G u a r d a al Sur y una llana, q u e es el «valle» p o r naturaleza, y M ués e n el desfiladero del O d r ó n , e n tr e la sierra d e C á brega y San G r e g o rio y m irando ya a la tierra más llana d e Los Arcos. Sorlada aparece p r im e ro con un n o m b re enigm ático, al q u e se le han da d o etim ologías fantásticas. En el cartulario del m o n aste rio de Irache hay un d o c u m e n to del año 1058 en q u e Sancho el d e P eñalén d o n a a este m o ­ nasterio o tro sitio al pie d e la roca de Piniana «iuxta villulam q u e fe rtu r Suruslata» 41. El n o m b re d e «Piniana» alusivo a la p e ñ a («pinna»), indica c ó m o el sufijo «-ana» se aplica a veces a no m b re s descriptivos. Y «Su­ ruslata» da el n o m b re del lugar c o n la t a n te rio r a la sonorización q u e ya se da e n los d o c u m e n t o s del X I V . « S u rru s la d a » e n 1327 42, «Sorruslada» en 1378 43 o «Suruslada» en 1366, c o m o va indicado antes. S egún los d o c u m e n to s qu e rec o g e n estas grafías, el p u e b lo había sido a fines del siglo X III d e D o n F o rtú n A lm orabit, q u e lo v e n ­ dió a un cam biador de Pam plona, P ere de Tors, en 1299. D e s p u é s se liberó del señorío y pasó a ser realengo con B urguillo, p o r q u e pagaron una cantidad. Burguillo desapareció c o m o entidad p o r la gran p e s te y Sorlada in co rp o ró sus térm inos 44. Los casales, m oli­ nos y sernas vinieron a constituir un m unici­ pio del q u e el núcleo parece h aberse planifi­ cado más q u e otros. Sorlada está en declive bastante pro n u n ciad o . T ie n e planta rec tan ­ gular o rie n tad a de N o r t e a Sur y p u e d e d e ­ cirse q u e disp o n e c o n ta n d o con un a calle q u e sirve de eje, varios cantones transversales y o tra calle más corta paralela a la del m edio, con algunas plazuelas, o a n c h u ro n e s q u e le quitan el aire de regularidad urb an a más p e rfecta q u e e n c o n tra re m o s en algún núcleo próxim o. P or e je m p lo , T orralba. Este núcleo u rb a n o tenía n o v e n ta y cu a tro casas, d e ja n d o aparte dos y algunos establecim ientos o al­ bergues fuera. H o y lo habitan 258 p e rs o ­ nas 45. Sorlada tiene algún gran caserón de teja d o a cuatro aguas y otras casas sólidas con depe n d en c ias contiguas. En S o d a d a se regis­ tra la existencia d e un palacio de cabo de arm ería, q u e e n los siglos X V II y X V III p e rte n ec ía al linaje d e Subiza, algunos de cuyos m ie m b ro s fu ero n a M éjico. Este pala­ cio rec o rd a n d o , sin duda, el viejísim o señorío al q u e se ha aludido, llevaba el blasón de «los alm orávides», es decir d e oro con tres palos de azur 47. La m ayor fama se la dio a Sorlada el tem plo d e San G re g o rio O stiense, situado en posición maravillosa. U n a posición m en o s p intoresca ocupa P iedram illera (fig. 534); o tro p u e b lo q u e acredita vieja rom anización de la zona. Según d o c u m e n to s locales, los naturales del p u e b lo han creído q u e el h o m b re se d e b e a q u e está asentado e n ’d o n d e se han las piedras a milla­ res’ 48. P ero ésta no pasa de ser u n a e tim o lo ­ gía popular; y las form as ’m illiarius’, «milliaria» son so b ra d a m e n te conocidas, asociadas a «petra» (no en plural aquí). P iedram illera tiene una e stru c tu ra u rb an a muy sólida y definida y es más in te resa n te p o r ella q u e p o r los edificios q u e la constituyen. Los a n te c e d en te s históricos no son sufi­ c ie n te m e n te claros c o m o para indicar cuál fue el o rigen de esta planificación, tam bién lon­ gitudinal, de Este a O e ste, con una plaza, y varias calles no regulares, p e ro suficiente­ m e n te marcadas y definidas 49. M ués es o tro núcleo in te resa n te q u e se halla sobre el O d r ó n , en el llam ado «co n ­ gosto» 50. A veces se le ha c o n fu n d id o con M uez. P ero ya en escrituras viejas, de hacia 1064, aparece el n o m b re con s. Así, e n la donación del m o n aste rio d e San J u s to , «in villa nom inata M ués», q u e hizo a Irache San­ cho el d e Peñalén 51. H ay en ella referencia a viñas, huertos, vergeles y molinos, y, c o m o en otras escrituras relativas a la B errueza, se ve q u e las fundaciones m onasteriales d e s e m ­ pe ñ a n un papel considerable en la c o n stitu ­ ción de los asentam ientos hum an o s y p u e ­ blos. M ués es un p u e b lo de planta longitudi­ nal, q u e se e x tiende d e N o r t e a Sur, con cierta alineación y con la iglesia en un p u n to céntrico. Se considera dividido en dos ba­ rrios. El M ayor y el del C orbo. T re s p u e n te s a lo largo del río condicionaban bastante la planta urbana, distinguiéndose en altura p r ó ­ xima una erm ita 52. En M ués había un palacio de los M irafuentes, llamado «casa de la M enora», q u e desapareció 53. D e todas formas, q u e d a n casas in te r e ­ santes y en ellas detalles arquitectónicos c u ­ riosos y a veces de arcaísmo muy grande. Es decir, resto de construcciones torreadas de aparejo medieval muy antiguo, casas más Fig. 5 3 4 -A p u n te de Piedramillera. Berrueza. 489 m o d e rn a s con arcos d e m e d io p u n to y b u e n a rejería, c o m o suele e n c o n trarse con cierta frecuencia en todos los pue b lo s d e la m erindad e incluso algunas labras heráldicas y sim­ bólicas d e m ucho carácter. U n id a a M ués está la casa palacio de Cábrega, q u e en 1723 p e rte n e c ía al m arq u é s del m ism o nom bre. P ero aparece m u ch o an­ tes del título y en 1511 era lugar q u e pagaba p e cha al mariscal D o n P e d ro d e Navarra, c o m o otros del v a l l e 54. El diccionario de 1802, siguiendo lo q u e dice un a relación anterior, lo define c o m o g ran ja señorial, villa en lo antiguo, «hoy palacio o casa fu erte, y cabeza del m a rq u e sad o d e este título» 55. N o había más de diez personas; p e ro la iglesia de San M iguel tenía su servicio, con un cura vicario. Esta to rre (véase d ib u jo de la fig. 535 y fotos de las figs. 544 y 545) 56, es un edificio d e planta rectangular y teja d o a dos aguas, con planta baja y hasta tres pisos. En la fachada el piso su p e rio r lleva c u a tro ventanas góticas amaineladas y la p u e rta de entrada, q u e no q u e d a al centro, es tam b ié n gótica. En el piso p rim e ro hay otras cu a tro ventanas, p e ro cuadradas y rasgadas e n é p o c a p o s te rio r a la erección de la m ole. T a m b ié n e n el s e g u n d o hay rasgados otro s tres ventanales m ayores, en sim etría con tres d e las cuatro ventanas, con m aineles d e arriba. H ay algu­ nos c u e rp o s m o d e rn o s adheridos. A c om ienzos d e siglo eran o c h o con diez y siete habitantes 57. P o sib le m en te C ábrega recibe n o m b re de la sierra q u e le dom ina, con alturas d e 682 m etro s y m o n te bajo. El n o m b re parece ro m a n c e antiguo, de los c o m ­ p u e sto s d e «capra»; y no el único en la tierra. Más al O e s te nos e n c o n tra m o s con C a b re d o , q ue, c o m o se ha visto, se halla incluido en «Val de B errueza» en el censo de 1366; p e ro después, con o tro s q u e q u e d a n cerca, se agrupa en el llamado valle de Aguilar. Fig. 5 3 5 .-Palacio de Cabrega. Berrueza. 490 III En 1281 aparece ya una «cofradía d e la tierra de Lana» con b u e n o s fueros y c o stu m ­ bres q u e se p r o m e te m a n te n e r, a condición de q u e no reconozca o tro señorío q u e el del rey, fijándose una serie de d e re c h o s y d e b e ­ res 61. C o m o valle, en escritura d e Irache con fecha no precisa, e n tre 1099 y 1 122 62. El valle de Lana, a u n q u e lindante con la B e rru e z a y separado de esta tierra p o r m o n ­ tañas no m uy altas, es c o m o entidad g e o g rá ­ fica un valle m u ch o más definido (fig. 546) y se diferencia tam bién bastante en lo e tn o g rá ­ fico y lingüístico. El n o m b re es e q uivalente a los vascos c o m p u e sto s d e «landa» 58 y a to­ pó n im o s franceses c o m o La Lanne, La Lande, etc. ’Landa es un a palabra de origen galo qu e significa espacio, tierra, llana 59, q u e da tam ­ bién n o m b re s c o m o el de las Landas y m u ­ chos to p ó n im o s vascos. «Lanna» se d o c u ­ m e n ta tam bién en latín m edieval 60. " ...... '\ \\ ****. «Lana» c o m o entidad tam bién aparece en el registro de 12 8 0 63. H ay en él m ención rep e tid a de las cuevas d e Lana, c o m o recinto fuerte. U n a cue n ta indica la c o m p ra d e ma­ dera para hacer allí una casa 64. Se equiparan \ \ li• ^ M u ra te , I -Larraína Contraría. \ © V '* / r \ b ...... \ A \ \ • Alda - Vicente d< Arana. >'V§¡ ¡ . p, \ N 'A V ; CaíhUo ,* ü lfo am - \ A r»** ' v t * v I v I- ;• > <s> la Re m e /a ¿y' / ; t¡- \ L A --N A / # “ ítv j t/j ¿larri. ^ G¿ls tía in \j} —- ' . i ^ Oía ■• V " \.\**** *V A A t d ** Qrtí'SC ' i' Jr •■-X i ■\— ■ '*N £ an & C ru2.de C a m p cxo\ ; '■ VA —V'v' A LTA > \ V'-'N- Oteo f y^v A r sir à A M £ Z ¡C 0 A V A . / - f ... Ac. ¥ FVg. 5 3 6 .-E / valle de Lana y los contiguos. 491 a castillos 65 y se m en c io n a a P e ro G a rfeiz d ’Ianiz c o m o el qu e poseía la rete n en c ia fce. En el censo d e 1366 el «Val de Lana» c u e n ta con los pueblos d e «Villoría», «Galbarra», «G astiayn», « N a rrc u e » e «Y riverri M ayor» 67, q u e son los q u e se dan siem pre de sp u és 68. T ie n e una superficie, en c o n ju n to d e 5 . 4 6 l T 6 ’07 h e c t á r e a s 69. Por la p a rte del N o r t e y Este se e x tie n d e el m acizo d e Loquiz q u e le separa de la A m ésco a y d e Val de Allín (figs. 538 y 539). D e s d e el m o m e n to en q u e se c o nvierte Fig. 53 7 -P e rfil del valle de Lana y los macizos septentriona­ les. I) Rio Ega, 2) G a stia in {valle de Lana). 3) A m a b a (1 .2 3 3 m.), 4) C am ino de C ontrasta, 5) M urube (1 .1 2 8 m.), 6) C am ino de Opacua, 7) Urbasa. 2 ¿a 10 /4 c *-C o 3 i > T )U .~ t> } 33 _ . C ] £l F/g. 538.-E l valle de Lana y Améscoa Alta. 492 A.*>■"*. ^ A/a’ícíuT ^2 S c >3 M J . H S 6„hi.,, 16 C.K- -- en un valle fro n te rizo co n el reino d e Castilla su p e q u e ñ a población es o b je to d e cuidados, de privilegios. Así los dados en 1281 se c onfirm an e n 1331 70 y 1462 71. D e s p u é s hay otros d e 1511 72 y e n 1665 los d e sce n d ien te s del valle o b tie n e n privilegio d e nobles, en cualquier p u e b lo en q u e vivieran 73. Val de Lana p o se e un curioso e scudo colectivo, c o m o ios d e Baztán, Roncal, etc. Sólo q u e éste se inspira e n el d ib u jo d e u n a lápida romana. La foto de la fig. 558 re p ro d u c e uno d e estos escudos, de u n a casa d e G astiain 74. La población ha sido siem pre p e q u e ñ a. Si en 1566 había cincuenta fuegos p u d ien te s, en 1802 no sube arriba d e 583 personas y en 1910 da 739, con 3 4 3 .edificios en los cinco p ueblos; 95 simples albergues 75. IV Los núcleos se e n c u e n tra n bastante p r ó ­ xim os el u n o al otro. El acceso más c o m ú n se hace d e A c e d o de la B errueza, hacia el N o r te , cru z a n d o el Ega. U n po co antes de llegar a G a lbarra hay un p e q u e ñ o ramal hacia el Este, q u e da a Viloria. D e G albarra o tro hacia el N o r t e da a Ulibarri, q u e está en un alto, c o m o d o m in a n d o la e n tra d a del valle. Se sigue d e G a lbarra y hay o tro ramal para N a rc u e; al final, al O e s te q u e d a Gastiain, separado p o r alturas sensi­ bles del valle d e Arana, q u e fue en tie m p o N a varra y luego pasó a ser Alava, con C o n ­ trasta y el territo rio d e C am pezo. Los no m b re s de los pue b lo s son vascos de aspecto, salvo el de Viloria; un a villa de O ria o A urea, n o m b re q u e c o rr e s p o n d e a santa muy v e n e ra d a e n cierto tie m p o 76. A lguno p re s e n ta curiosa fluctuación e n tre lo oriental y lo occidental; en algunos textos Ulibarri es Iriberri; «uri», «uli» y aun «ulli» p o r «—iri» y «barri» p o r «berri» indican la p e n e tra c ió n de lo alavés-vizcaíno, q u e se rep ite e n «Ullibarri-A rana» al N o ro e s te . E n tra n d o en el valle p o r la B errueza, el p u e b lo p rim e ro es G albarra, según va dicho, núcleo q u e ha servido d e residencia al ayun­ tam iento. Al c o m e n z a r el siglo tenía 139 habitantes e n tre in ta y nu e v e casas 77, qu e luego llegaron a algo más. El n o m b re se relaciona con «galbarr», q u e a su vez se e m p a r e n ta con «calvero», etc. 78. Es un p u e ­ blo bastante transform ado, a 587 m etro s de altura. Al Este, Villoría, una «Villa A urea», es decir d e una m u je r q u e se llamaba sí, fue el núcleo más populoso y situado en p e n ­ dien te a 613 m etros, con un cam ino hacia las A m éscoas p o r la sierra. Viloria aparece d o ­ m inada p o r su iglesia robusta, com o tantos o tro s pueblos. El c o n ju n to de las casas es m o d e s to en este p u e b lo c onocido p o r sus yeguadas, con pastores y carboneros. Véase la foto de la fig. 546. Hay alguna casa, sin em bargo, de silueta peregrina, c o m o la de la foto de la fig. 549, con escalera, p e q u e ñ o po rch e y un alto de e n tra m a d o en el que cam pea el e scudo del valle. O tras casas hu­ mildes tam bién tienen blasones (foto de la fig. 550). P o r o tra pa rte en Viloria ha habido ri­ que z a de herrajes, d e la q u e ha q u e d a d o m uestra hasta nuestros días, c o m o se ve e n la p u e rta claveteada de la foto de la fig. 547, en el llamador de la foto 548 y en el d ibujo de la fig. 539. P or su posición Ulibarri es el p u e b lo más p in to re sc o del valle, a 687, m ira n d o al M e ­ diodía y bajo la altura de Irasabela q u e muy p róxim a se alza a 1081. Todavía algo más al N o r te está la R e in e ta con 1115. El p u n to de m ira de sd e la iglesia. Ulibarri en 1950 no albergaba arriba d e n o v e n ta y cinco p e rs o ­ nas 79. H o y ha dism inuido. Sin em bargo, en Ulibarri hay b u e n o s eje m p la res de casas m ontañesas, q u e d e n o ta n cierta prosp e rid a d para las g e neraciones del siglo X V III o fines del X V II, c o m o p u e d e verse exam inando las fotos 551 y 552 y el 493 Fig. 5 3 9 -A ldaba de V iloria. 494 d ib u jo de la fig. 540. La foto 551 parece que r e p ro d u c e u n a fachada re fo rm a d a con algún e le m e n to goticista, c o m o la v e n ta n a q u e q u e d a encim a d e la p u e rta d e acceso. En tiem pos m o d e rn o s e n U libarri se han cons­ tru id o agregados utilizando la m adera, c o m o el re p ro d u c id o en la foto de la fig. 553, qu e está deshaciéndose, p e ro qu e d e n o ta una ten d e n c ia a hacer p o rch e s y e n tra m a d o de aquel m aterial q u e se e n c u e n tra en otro s p u e b lo s del valle, desarrollada e n m ansiones más antiguas. N a r c u e está situado tam bién al pie del macizo m o n ta ñ o so , m irando hacia el Sur y a 588 m e t r o s 80. H o y va d ecayendo tam bién. Parece que, en cam bio, Gastiain conserva algo de su antigua vitalidad. El n o m b re aparece c o m o «Gastiayn» y p u e d e pensarse q u e en él e n tra c o m o c o m p o n e n te «G astea» o «G aztea» q u e se d o c u m e n ta c o m o a n tro p ó n im o a p o d o o s o b re n o m b re en la N a v a rra m e d i e v a l 81. 555, 557, 558, 559 y 560). Religiosas en ocasiones, c o m o la rep ro d u c id a en la foto de la fig. 561. Hay tam bién cierto lujo e n h e ­ rrajes de puertas claveteadas y en rejas (figs. 562 y 563); lo q u e abunda de m o d o e x tra o r­ dinario son los escudos con el blasón colec­ tivo, c o m o los de las fotos 558 y 559 y o tro s con e m blem as místicos. Es curioso señalar q u e en el valle no hay ningún palacio de cabo de armería. Sí, en cambio, y en térm in o d e Gastiain, un a erm ita en la qu e se celebraban ciertas juntas y q u e albergaba a la cofradía de San Sebastián 83, bastante famosa, p o rq u e en ella estaban e m ­ potradas una serie d e lápidas rom anas, de m u ch o interés, algunas desaparecidas, otras llevadas al M u seo d e Pam plona. A lguna d e ­ bió servir de base para el e scudo aludido. H o y la ermita, q u e d e b e ocupar el sitio de algún poblado antiguo, ha sido rehecha. Gastiain q u e e n el siglo X IV final tenía v einte fuegos, todos de hidalgos, contaba con una población de 193 almas y sesenta y un casas a com ienzos de siglo. En 1950 eran 204 82. Y en c o n ju n to se nota el a u m e n to o ampliación d e los edificios, a u n q u e a veces se ha h e c h o con m ateriales p o b res y de m o d o no equ ilib ra d o (véase la foto de la fig. 556). Gastiain, q u e fue incendiado en una de las luchas con los p u e blos de Alava fro nteros, recibió en 1462 e n p re m io o c om pensación, el térm in o de un po b lad o q u e se llamaba Ulibarriguchia o Iriberriguchia, es decir, la villa nueva peq u e ñ a, n o m b re con el q u e se le distinguió de Ulibarri 84. P e ro en tiem pos m o d ern o s, p o r razones de tipo económ ico, ha ten id o m u ch o trato con los vecinos p u e ­ blos de Alava, O rb iso y Santa Cruz d e Cam pezo y su cam ino de m o n ta ñ a e ra c o n c u rrid o p o r arrieros y trajinantes. En G astiain había un p u e rto seco, d o n d e se c obraban tablas y peajes 85. N o faltan casas curiosas, c o m o la llamada del «C apitán» q u e tiene un a p a rte lateral entram ada, con p o rc h e y dos galerías d e m a­ d e ra (foto de la fig. 554). T a m p o c o sólidas fachadas con arcos, con labras en la pied ra de clave. Blasones familiares o colectivos (figs. V Al S u d o e ste del valle de Lana y con el flanco m eridional regado p o r el Ega, lindando al O e s te con el p u e b lo alavés d e O rbiso, q u e d a Z úñiga, un p u e b lo q u e m e re c e a te n ­ ción p o r m u ch o s co n c ep to s 86. En p rim e r lu­ gar, se advierte q u e el n o m b re , d e origen vasco y descriptivo, e x p e rim e n tó un a varia­ ción e n bocas de habla rom a n c e, p asando de E ztúñiga a Zúñiga, según los d o c um entos. O rig in a ria m e n te tenía q u e relacionarse con «istun», «iztun», desfiladero, y valdría tanto c om o sitio de la angostura o c o n g o s t o 87. Z úñiga, en 1278, se acogió a la m o n arq u ía ante G u e r in d e A m plepuis, m e rin o de la reina D o ñ a Ju an a, q u e le o to rg ó fueros 88. N ó te s e q u e es e n la m ism a fecha en q u e se c o n c ed e o tro fu ero a p u e b lo d e frontera, q u e tam bién to m a p o r señores a los reyes: 495 G enevilla, d e q u e se trata e n el capítulo q u e sigue. U n siglo después, e n 1379, el rey da el s eñorío d e Z ú ñiga rese rv án d o se algo, a D o n D ie g o López de Z ú ñ ig a y a su hijo 89. La familia resultó d e d u d o sa fidelidad, acaso p o r hallarse en la frontera, y algún m ie m b ro de ella fue d e sp o ja d o del señorío en el siglo X V 90. Más tarde y tras fu ertes violencias, o b tu v o el ser c o n siderada villa realenga y b u e n a villa d e sd e 1482 91. A pesar de e sto nunca h a sido un núcleo m uy grande. En 1802 se le dan 231 h a b it a n te s 92. M adoz le asigna cincuenta casas q u e fo rm a n u n a plaza y tres calles, con solas 152 a l m a s 93. Z ú ñ ig a en 1910 aparece con 344, de los cuales sólo once estaban fuera del núcleo de n oventa y cuatro edificios 94. H a sta hoy ha c onservado su planta medieval, q u e p u e d e pensarse se concibió al tie m p o d e dársele el fuero. Está constituida p o r un a calle central y dos laterales, más o m en o s paralelas a ésta. A la entrada, po r el Sudeste hay un a anchura. Luego una calle transversal con salidas abier­ tas a las dos calles. En la calle central tam bién hay unos anch u ro n e s y al m ed io d e su longi­ tud hay un c antón q u e va d e N o r d e s te a S ud o e ste , con o tra salida al exterior. El flanco N o r o e s te es, e n cam bio, c o m p le ta m e n te ce­ rra d o y al N o r d e s te hay o tra salida y co n s­ trucciones más irregulares, c o m o se ve e n el plano a d ju n to 9S. Z ú ñ ig a es, pues, un a p e q u e ñ a «bastida» q u e se distingue de otras planificaciones c e r­ canas, c o m o las q u e v e re m o s en el valle de Aguilar, p o r su c oncepción más cerrada. Las casas son de piedra, sin ninguna concesión a lo lujoso o suntuario, a u n q u e e n el índice de A zcárraga se señalan la existencia d e «el Pa­ lacio d e Eztuñiga» 96 y de las arm as «de los de Eztuñiga» 97 q u e son las mism as y las q u e su m a ria m en te describe M o re t, c o m o blasón de los d u q u e s d e Béjar, q u e lo tenían c o m o Z úñigas y q u e lo p u s ie ro n en las p u ertas d e la villa d e G r a ñ ó n 98. Z ú ñ ig a es hoy conocida c o m o población en q u e se realiza una e x periencia c o o p e ra ti­ vista; p e ro c o m o c o n ju n to u rb a n o planificado m e re c e ser ate n d id o y cuidado, c o m o otros q u e vam os a ver existen al S ud o e ste , e n el valle de Aguilar. NOTAS 1. «E spaña Sagrada» X , p. 4 8 5 (a p é n d ic e V II, § 14). 2. C .S .J.P ., I, p. 186 (n .° 6 6) hacia 1035. 3. « C o lecció n d ip lo m á tic a d e Ira c h e » , I, p p . 44 (n .° 33) 1064? 4. J. C arrasco P é re z , «La p o b la c ió n ...» , p p . 5 9 8 602 (n .°s 100 - 122). 5. « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , I, p. 3 3 1 , (n .° 754). Y angu as, « D icc io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , I, p. 135. 6. « C atálo g o d el A rch iv o C a te d ra l d e P a m p lo n a » , 1, p. 9 8 (n .° 410). 7. D ic c io n a rio d e 1802, I, p. 175, a. 8. « In B e rro z a S an ctu m G e o rg iu m cu m suis villis, a tq u e S an ctu m C ip ria n u m seu S an ctam L eo cad iam cu m o m n i e o ru m p e rtin e n tia » e n la d o n a c ió n a N á je ra , d el rey D o n G arcía, 1054. « C o le c ció n d ip lo m á tic a m e d ie ­ val d e la R io ja » , II, p. 4 4 , n .° 13. 9. M o re t, « In v e stig a c io n e s» , p. 5 7 1 , (lib ro III, cap. I § 1, n .° 3). 496 10. H o ja s 139 y 171 d el m a p a a escala 1 :5 0 .0 0 0 d el In s titu to G e o g rá fic o y C atastral. T a m b ié n u n p e ­ q u e ñ o tro z o d e la 172. 11. V éase el c ro q u is, to m a d o d e la « M e m o ria ex p licativ a d e la h o ja n .° 139, « E u la te » , d e l « M ap a G e o ló g ic o d e E spaña» (M a d rid , 1933), c a rta III. 12. C o m o in tro d u c c ió n g e n e ra l, F e rn a n d o V id eg a in A gós, «V al d e B e rru e z a » , n .° 165 d e « N a v a rra , tem as d e c u ltu ra p o p u la r» (P am p lo n a, s.a.). 13. A zk u e, I, p. 157, a. 14. D ic c ib n a rio d e 1802, 1, p. 3 1 0 , b. 15. C in c o c o n sie te p e rs o n a s seg ú n A ltad ill, II, p. 629. 16. « C a tá lo g o d el A rc h iv o G e n e ra l» , X X V II, p. 555 (n .° 1247). Y an g u as « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a ­ d e s» , II, p. 14. « M o n te s d e G ra n a d a » . 17. « C atálo g o d e l A rch iv o G e n e ra l» , X L V III, p. 4 1 6 (n .° 8 6 3 ). Y an g u as, « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a ­ d e s» , II, p. 14. 18. M ad o z, V III, p. 4 6 7 , b. 19. C o to , d el latín « ca u tu s» , G a rc ía d e D ie g o , « D iccio n a rio e tim o ló g ic o ...» , p. 6 7 3 b (n .° 1558). 20. C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , I. p. 124 (n .° 227). « A zed o » co n su iglesia, 1239, I, p. 127 (n .° 23 4 ). 21. « C a tá lo g o ...» , cit. 1. p. 3 6 8 (n .° 8 4 9 ). Y anguas D .A ., 1. p. 70. 22. A ltadill, 11, p. 6 2 7 . 2 3 . G a rc ía d e D ie g o , « D ic c io n a rio e tim o ló ­ g ic o ...» , p. 570, a (n .°s 8 8 - 89). 24. M a rtin en a , «P alacios ca b o d e a rm e ría » , 11, p. 6. Así en A zcárraga, fol. 54, 6 , «el Palacio d e A zed o » . 25. P e d ro G arcía d e A ced o , g u a rd a d el p e a je d e A ced o e n 1352. «C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , II, p. 192 (n .° 4 7 9 ). 26. G a lla rd o , « E n say o ...» , 1. col 3 5 3 (n .° 321). 27. V e r tam b ién e n las páginas c e n tra le s del fo ­ lle to d e V idegain, «V al d e B e rru e z a » . 28. M a rtin e n a , «P alacios c a b o d e a rm e ría » , 11, p. 6. 29. D ic c io n a rio d e 1802, I, p. 271. 30. V éase, p o r e je m p lo , « M e m o ria h istó rica d e la c o n d u c ta m ilitar y p o lítica d el te n ie n te g e n e ra l D. M a r­ celin o O raa» (M ad rid , 18 5 1 ), p p . 44 - 4 9 . 31. Y anguas, « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» . 11, p. 317. 32. P lano en A ltadill, 11, p. 6 2 7. 33. V id eg ain , «V al d e B e rru e z a » , p. 12. 34. A ltadill, II, p. 628. 35. G arcía d e D ieg o , « D ic c io n a rio e tim o ló g ic o » , p. 8 8 3 a (n .° 46 9 2 ). 36. « C atálo g o d e los ca rtu la rio s re a le s» , p p . 174 175 (n .° 348). Y anguas « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a ­ d es» , II, pp. 327 - 3 2 8 , 111, p. 4 6 8 , etc. 37. Y anguas, « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» . III, p. 320. 38. P lano e n A ltadill, II, p. 6 3 2 , se se n ta y siete casas en el casco y 2 0 6 h a b itan te s. A lgunas m ás d e sh a ­ bitadas. U n palacio d e ca b o d e a rm e ría d el m ism o n o m b re . M a rtin e n a , «P alacios cab o d e a rm e ría » , II, p. 6. A zcárraga, fol. 4 1 , 1 « d e los M irafu e n tes» . 39. T e x to en Y anguas, « D ic c io n a rio d e an tig ü e ­ d ad es» , II. p. 293. 40. P lano en A ltadill, II, p. 6 3 7 . 41. « C o lecció n d ip lo m á tic a d e Irac h e» , p. 22 (n .° 16). 42. « C atálo g o d e los c a rtu la rio s re a les» , p.327 (n .l> 6 6 9 ). T a m b ié n en 1378, p. 3 6 6 (n .° 749). 43. « C atálo g o d e los c a rtu la rio s re a les» , p. 365 (n .° 748). 44. R e sú m e n e s am p lio s d e los d o c u m e n to s en Y anguas, « D iccio n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , III, p. 332334. 45. P lan o y cifras e n A ltad ill, II, p. 6 4 9 . 4 6 . F o to s e n « Itin e ra rio s p o r N av a rra » , 1, p. 107. 4 7 . M a rtin e n a , «P alacios cab o d e a rm e ría » , II, p. 6, c o m o d e é sto s e n A zcárraga, fol. 9 , 1. 48. V id eg ain , «V al d e B e rru e z a » , p. 8. 49. P lano d e A ltadill, II, p. 6 4 1 . 121 ed ificio s y 3 7 8 h a b ita n te s en 1910. En a u m e n to d e sd e co m ien zo s del siglo X IX e n q u e ap arec e co n 305. D ic c io n a rio d e 1802 p. 253. 50. V ista g e n e ra l ilu stra tiv a e n « Itin e ra rio s p o r N a v a rra » , I, p. 106. 51. « C o lecció n d ip lo m á tic a d e Ira c h e » , I, p. 4 4 ( n.° 33). 52. P lano en A ltadill, II, p. 6 3 4 q u e le d a 106 e d ificio s, c o n 2 4 3 h a b ita n te s e n 1 9 1 0 , in c lu id a la g ra n ja d e C áb reg a. 53. V id eg ain , «V al d e B e rru e z a » , p. 12. 54. Y anguas, « A d ic io n e s» , pp. 8 8 y 2 4 5 . M a rti­ n en a, « P alacio s cab o d e arm e ría » , II, p. 6. 55. I, p. 188, a. 56. F o to en la p o rta d a d el fo lle to d e V id eg ain «V al d e B erru e z a » . 57. A ltadill, 11, p. 6 3 5 . 58. A zk u e, 1. p. 5 2 2 , b, d a «lan d a» . 59. G a rc ía d e D ieg o , « D icc io n a rio e tim o ló g ic o » , p. 82 5 a ( n .° 37 4 6 ). 60. D u C an g e, « G lo ssariu m ...» IV , col. 42. 61. « C a tá lo g o d e los c a rtu la rio s re a les» , p. 2 7 4 , (n .° 552). Y anguas, « D ic cio n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , 11, pp. 170 - 17 1. 62. « C o le c ció n d ip lo m á tic a d e Ira c h e » , I, p. 133 (n .° 111), «illa v alle q u e d ic itu r Lana». 6 3 . F. Z ab a lo , «El re g istro ...» , pp. 7 9 (n .°s 7 0 0 70 1 ), 83 (n .° 789). 64. F. Z ab a lo , «El re g istro ...» , p. 85 (n .° 81 9 ). 65. F. Z ab a lo , «El re g istro ...» , p. 8 6 (n .° 8 6 1 ). 66. F. Z ab alo , «El reg istro ...» , p. 158 (n .° 2 2 4 0 ). En 1277 es G arcía S ánchez d e los A rcos, « C atá lo g o del A rch iv o G e n e ra l» , 1, p. 222 (n .° 47 3 ). 67. ). C a rrasco P érez, «La p o b la c ió n ...» , p. 598 (n .°s 9 3 - 98). 68. D ic cio n a rio d e 1802, 1, p. 4 0 7 , b. 69. A ltadill, 11, p. 596. 70. « C atálo g o del A rch iv o G e n e ra l» , I, p. 4 0 1 , (n .° 9 3 7 ), Y anguas « D ic cio n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , 11, pp. 1 70-171. 71. « C atálo g o del A rch iv o G e n e ra l» , X LV II1, pp. 5 0 - 5 1 (n .° 96). 72. « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , X L IX , p. 67 ( n." 131). 73. Y anguas « D icc io n a rio d e an tig ü e d a d e s» , 11, p. 171. 74. D e e ste e sc u d o da c u e n ta el D iccio n a rio d e 1802, I, p. 4 0 8 , a. 75. D iccio n a rio d e 1802, I, p. 4 0 7 , b. A ltadill, II, p. 595. 76. ¿Es la S an cta O ria d el p o e m a d e B e rc e o u o trai1 V éase « P o e ta s castellan o s a n te rio re s al siglo X V » . B .A .E ., L V II, pp. 137, a - 144, a. La m a d re d e e sta san ta se llam aba « A m u n n a » , e str., 4 , 3, o p . cit. p. 137. c. 77. A ltadill, II, p. 597. S ó lo o c h e n ta y n u ev e h a b ita n te s e n el D iccio n a rio d e 1802, 1, p. 2 9 4 , a. 78. A zk u e I, 3 1 9 b. 79. O c h e n ta y o c h o co n c in c u e n ta y d o s edificios en A ltad ill, II, p. 598. En el D iccio n a rio d e 1802, II, p. 4 0 4 , b, s e te n ta y siete. 80. T re in ta edificio s, o c h e n ta y seis p e rso n a s. A l­ tadill, II, p. 598. N o v e n ta y d o s e n el D ic c io n a rio d e 1802, II, p. 55, b. 81. M ich elen a, « A p e llid o s vascos», p. 94 (n .° 2 7 0 ), hace re fe re n c ia a c o m p u e s to s d e « g azte » , jo v en . En los d o c u m e n to s su rg en 82. A ltadill, II, p. 598. E stad o s d e 1950 d a Lap u e n te M artín ez , « S ie rra d e L ó q u íz» , pp. 2 0 - 21. 83. D iccio n a rio d e 1802, I, pp. 3 0 1 , a y 4 0 8 , a. 84. « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , X L V III, p. 84 (n .° 172). Y anguas, « D ic cio n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , II pp. 5 - 6. 497 85. « C atálo g o d e l A rc h iv o G e n e ra l» X L V II, p. 4 2 4 (n .° 8 8 0 ). A ñ o 1493. 86. T a m b ié n e n la c itad a h o ja 139. 87. C a ro B aro ja, « E tn o lo g ía h istó ric a d e N a v a ­ rra» , I. P. 4 1 1 ; en 1203 a p a re ce c o m o « U z tu rn ig a» en la « C o lecció n d ip lo m á tic a d e Ira c h e » , I, p. 2 4 3 (n .° 227). 88. « C atálo g o d e los c a rtu la rio s re a le s» , p p . 271 272 (n .° 547). Y anguas, D .A . III, p. 538. 89- « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , X II, p. 3 1 6 (n .° 8 0 5 ). Y anguas, « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , III, p. 538. 90. H is to ria fam iliar e n Y anguas, « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , III, pp . 5 4 0 - 542. 91. H ay m e m o ria d e p é rd id a s d e p o b la c ió n en d o c u m e n to d e 1467, « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» X L V III, pp. 156 ( n.°s 3 1 2 - 3 1 3 ) . 498 9 2 . D ic c io n a rio d e 1802, II, p. 5 3 7 , a. T a n to é s te c o m o Y an g u as la h acen d el v alle d e la Solana. 9 3 . M ad o z, X V I, p. 6 7 9 , a. 9 4 . P lan o en A ltad ill, II, p. 6 7 8 y d a to s e n la sig u ien te. 95. D el M ap a d e la D ip u ta c ió n F oral, o p lan o to p o g rá fic o d e N a v a rra , 139 (7 - 6). 9 6 . Fol. 7 2 , 2. 9 7 . fol. 113, 2. 9 8 . M o re t, « In v e stig ac io n e s» pp. 7 2 9 - 7 3 0 (lib ro III, cap. IX , § I, n .° 12), tra ta n d o d e las c ad en as d e N av arra. M a rtin e n a , «P alacios ca b o d e arm ería» II, p. 8 se lim ita a in d ic a r la e x iste n c ia d e u n palacio e n Z ú ñ ig a, sie m p re e n la Solana. Fig. 542.-C asa palaciana. Acedo. 499 543 Fig. 543 .-C asa de Acedo. Fig. 5 4 4 -P a la c io de Cabrega. Fig. 5 4 5 .-Palacio de Cabrega. 500 501 546 Fig. 5 4 6 ,-P la zu ela de Vitoria. Lana. Fig. 5 4 7 -P u erta claveteada. Vi/oria. Lana. Fig. 5 4 8 -L la m a d o r. Vitoria. Lana. Fig. 5 4 9 .-C a sa de Vitoria. Lana. Fig. 5 5 0 —Blasón. Vitoria. Lana. 502 503 504 553 Fig. 551 .-C a sa de U lib a rri de Lana. Fig. 5 5 2 ,-C o n ju n lo de U libarri de Lana. Fig. 5 5 ì.-P a tio con porche de madera. Ulibarri de Lana. 505 Fig. 5 5 4 .-C a sa del « C a p itá n » . G a stia in . Lana. Fig. 555 -Blasón. Gastiain. 506 Fig. 5 5 6 .-C a sa blasonada. G a stia in Fig. 557 -Blasón. Gastiain. 507 50 8 56.1 562 Fig. 5 5 8 .-B lasón colectivo del valle. G a stia in . Fig. 5 5 9 .-B lasón colectivo del valle. G a stia in . Fig. 5 6 0 ,-B la só n . G astia in . Fig. 561 .-P u erta con emblema místico. G a stia in . Fig. 5 6 2 .-R eja . G a stia in . Fig. 5 6 3 .-Puerta con clavos. Gastiain. 509 C A P IT U L O V i li EL VALLE DE A G U IL A R Y A L G U N O S P U E B L O S L IM IT R O F E S 1) 2) 3) A gu ilar de Codés y los pueblos de la cuenca del Linares. Pueblos de la zona septentrional. Pueblos lindantes por el Sur. A com ienzos del capítulo an te rio r se ha visto c ó m o en el censo de 1366 se incluyen en la B e rru e z a más pueblos q u e los q u e se le dan d espués a esta tierra. La m ayoría d e ellos son los q u e en tiem pos p o ste rio re s aparecen constitu y e n d o el llamado «valle de Aguilar», q u e tam poco es u n a unidad geográfica muy clara. P o rq u e , p o r una parte, q u e d a n d e n tro de él cuatro del curso su p erior del Linares, qu e son, d e Este a O este: Espronceda, Torralba del Río, A zuelo y Aguilar d e C odés, qu e es el q u e da el n o m b re general. P or o tro lado q u e d a D e s o jo , e n un valle de o tro afluente del O d ró n . Al N o r t e de la sierra de C o d é s están C a b re d o y G enevilla, qu e ha­ brían de asociarse m e jo r con M arañón. Y más al O e s te La Población y M e an o 1. Aún en este co m p le jo c o n g lo m e ra d o p u e d e n in­ cluirse algunos otros núcleos q u e en 1366 tam bién se consideran p e rte n e c ie n te s a la B errueza. El n o m b re de A guilar se rep ite e n Es­ paña. M adoz registra u n a cantidad de to p ó ­ nim os m uy considerable, qu e se refiere n a villas, lugares, dehesas, cortijos así llamados q u e se e n c u e n tra n d e Asturias a Andalucía y d e C ataluña a E x t r e m a d u r a z. C o ra m in a s considera qu e Aguilar, tanto c o m o Aguilera (y, en consecuencia, otro s to p ó n im o s relacio­ nados con éstos) se derivan d e «aquila», águila 3. En textos latinos clásicos hay n o m ­ bres de lugar qu e p odrían relacionarse tam ­ bién con éstos. El lugar llamado «Aquilaria», situado en Africa, al q u e se refiere César, tenía, según él m ism o indica, dos promonto­ rios 4. C o m o «nidos de águila» se p u e d e n considerar los Aguilares, q u e e n los textos m edievales son todavía «Aquilare» o sim­ p le m e n te «Aquilar» 5. T o d o s los pue b lo s e n u m e ra d o s en tra n muy te m p ra n a m e n te e n el área rom ance. M uchos tam bién se ve q u e f u e ro n reorgani­ zados, poblados o rep o blados en fechas co­ nocidas, c o m e n z a n d o p o r Aguilar m ism o, qu e tiene fu e ro c o n c ed id o po r Sancho el Fuerte en abril d e 1219 6- D e s d e este m o ­ m e n to se ve q u e el p u e b lo d e f ro n te ra ad­ q u ie re una im portancia q u e refleja los n u m e ­ rosos d o c u m e n to s en q u e se regula su vida y e stru c tu ra urbana 7. D e ellos hay q u e d esta­ car: 1.°) La concesión del fu ero d e V iana en 1269, c o n m ercado todos los m a r­ tes 8. 513 2.°) La traslación d e la población d e Al­ dea del R ío a su térm in o , p a ra q u e form ara u n solo p u e b lo y té rm in o 9 e n 1271. 3.°) La fortificación con cubos y m uros o rd en a d a p o r Carlos II en 1373, en vista d e qu e Aguilar se había d e s p o ­ blado m u ch o y la adscripción de A zuelo a su m unicipio para r o b u s te ­ cerlo. edificios con 4 8 4 personas. La planta era la d e un p u e b lo calle, com pacto, sin cantones casi, c o m o se ve en el d ib u jo a d ju n to (fig. 564) 13. La silueta, con la sierra d e C o d é s al N o r te , es clásica y se conservan algunos c u ­ bos d e la m uralla antigua. La calle, q u e fue u n a p a rte im p o rta n te del antiguo cam ino de frontera, está constituida p o r casas d e dife­ r e n te p o rte , d e dos altos p o r lo general y no más d e un hueco m uchas veces, c o m o se ve e n la foto de la fig. 567. Los d e Aguilar dieron solares para q u e los d e A zuelo levantaban sus casas. Esto se c o n ­ firmó en 1392. U n a tem pestad había d e s tr o ­ zado una torre d e pied ra de su cerrazón 10. D e s p u é s Aguilar recibe nuevas m erc ed e s p o r los daños qu e e x p e rim e n ta c o m o p u e b lo fronterizo y du ran te algún tiem po q u e d ó en p o d e r d e E nrique IV, d e Castilla. P ero luego volvió a p o d e r d e los reyes de N avarra 11. Hay, sin em bargo, algunas de dos y aún d e tres; éstas de tipo palaciano, del c o rrie n te en los siglos X V II y X V II I , con balcones salientes en el piso más alto, el se gundo 14. En la plaza de la iglesia abierta o rasgada en u n o de los extrem os, adh e rid a al tem p lo se levantó un a tosca edificación con p o rch e s qu e esboza la idea d e un a «plaza mayor» c o m o se ve e n la foto 568 y el d ib u jo d e la fig. 565 15. En suma, e n Aguilar, de form a más r e d u ­ cida, se observa el m ism o he c h o q u e p o s te ­ rio rm e n te ve re m o s q u e se da e n Viana, p e ro m ucho más am pliam ente desarrollado. U n a reagrupación de p e q u e ñ o s núcleos a n te rio ­ res, u n a especie de sinoiquism o, condicio­ nado p o r intereses estratégicos, defensivos. D e s d e la época rem o ta el sello municipal de Aguilar o stenta un águila. El blasón tam ­ bién 16. Este se halla e n el índice d e Azcárraga y es el m ism o del palacio d e Arielz 17. Aguilar es, c o m o va dicho, el p u e b lo q u e q u e d a más al e x tre m o del curso s u p e rio r del Linares. D e sp u é s nos e n c o n tram o s e n el valle o «sozm erindad» tres p u e blos q u e d e Este a O e s te son A zuelo, T orra lb a y E spronceda, d o n d e el río tuerce hacia el Sur. N o cabe d u d a de q u e estos intereses c o n ­ dicionaron la fo rm a de la villa, q u e al final del A ntiguo R égim en tenía 307 habitantes 12 y q u e desde la anexión d e N avarra p e rd ió parte d e su viejo significado. A com ienzos d e siglo el casco u rb an o estaba constituido p o r 154 Es evidente q u e el se gundo de estos m u ­ nicipios, qu e c o m p r e n d e el lugar de O tiñ an o , C U C H I Dril" v 0 n 0 D t D ! - Fig. 5 6 4 -P la n o de A guilar de Codés. 514 * Fig. 5 6 5 -P la z a de A g u ila r de Codes. tam bién tiene un núcleo u rb an o q u e c o rre s­ p o n d e a un plan fundacional. H a c ia 1264 T e o b a ld o II - e n e fe c to - concedió el fuero de T o rra lb a 18 d a n d o a los q u e fueran a poblarla los m ism os d e re c h o s q u e a los francos d e la rúa de San M artín d e Estella, fijando el pago de dos sueldos de fo n sadera p o r cada casa 19. El rey se reservó el d e re c h o d e repartición de los solares, y la p ro p ie d a d d e h o rn o s y m oli­ nos y la población se hizo p r o n to nutrida, de suerte q u e se sabe q u e e n el siglo X I V tenía arrabales. En 1379, con m otivo d e la lucha 515 co n el rein o d e Castilla, se d e s tru y e ro n algu­ nas d e las casas d e tales arrabales para fortifi­ car m e jo r la villa 20. P o d e m o s considerar, pues, esta fecha c o m o m uy significativa e n la constitución del casco u rb a n o existente, q u e d e sp u és h u b o de sufrir d u ran te las g uerras e n tre el Príncipe de Viana y su padre, en las q u e los d e T o rra lb a se declararon p o r el p rim ero. Esto les valió un privilegio de «bu e n a villa» da d o p o r el m ism o en 1456, q u e luego fue confirm ado, para atraerlos*, p o r D o ñ a L eonor en 1466 21. T orra lb a tenía 339 habitantes a fines del siglo X V III 22. M adoz dice q u e está constituida p o r cua­ tro calles con se ten ta y tres casas, q u e tenía o c h e n ta y siete vecinos y 357 almas 23 en su época. P or lo tanto, de m ediados del siglo X I X a com ienzos de é ste a u m e n tó la p o b la ­ ción y el caserío. D e s p u é s ha crecido algo, p e ro bastante d e n tro del viejo recinto, q u e se conserva bien. T o rra lb a está en un c e rro elíptico, c o m o otras pueblas fundadas p o r reyes d e N a varra d e tam año m ayor, y constituida p o r tres ca­ lles más largas, qu e van de N o r o e s te a Su­ deste. En vez d e dos iglesias, tiene sólo una, al Sur, y p o r la pa rte septentrional las atra­ viesa así, c o m o a una más corta qu e las tres referidas, un solo cantón. Al Sur de la iglesia hay un espacio a m o d o de plaza y el caserío es com pacto. En 1910 se le dan 483 habi­ tantes con 196 viviendas; p e ro había o c h e n ta diseminadas, y el m unicipio con ta b a e n su térm ino, además, el lugar d e O tiñ a n o con 130 habitantes y una c u a re n te n a d e casas, e n tre las qu e destaca un edificio de c o rte neoclásico c o n o c id o c o m o «la casa del obispo». T orralba q u e d a sobre el río Linares, c o m o va dicho, y O tiñ an o , más al N o r te , sobre el O d ró n . Sobre el Linares tam b ié n están, al O e s te d e T orralba, A zuelo y al Sudeste, Espronceda. A zuelo es un p u e b lo con n o m b re tam bién rom ance, au n q u e d e o rigen p o c o claro 25. La planta del p u e b lo no d e ja de te n e r interés (fig. 566) y no faltan e n él casas de sólida 516 construcción c o m o p u e d e verse e n la fo to de la fig. 569 2e- T a n to A zuelo c o m o E s p ro n ­ c ed a son p u e b lo s d e m ontaña, au n q u e sea d e un tipo distinto a la q u e q u e d a u n o s k iló m e ­ tros más al N o rte . E sp ro n ce d a es u n n o m b re tam b ié n r o ­ m ance, d e significado d u d o s o 27. El título de villa lo tiene d e sd e 1323 en q u e Carlos el Calvo lo concedió. P re viam ente sus vecinos habían pasado a ser vasallos del rey, en la clase de francos, h a b ie n d o sido antes lab rad o ­ res d e G onzalo M artínez de M o r e n t i n 28. Luego rec ib ie ro n el fu ero d e V iana 29. D e s ­ pués sigue la suerte d e las otras villas de frontera, hasta q u e é sta viene a p e r d e r signi­ ficado. T u v o m e n o r desarrollo q u e A guilar y T o rra lb a y no se nota q u e se ajustara a plani­ ficación, aunque sí hay q u e señalar un au­ m e n to sensible a fines del siglo X I X , q u e se observa en la construcción hecha s o b re el río y q u e e n algún m o d o justificaría el n o m ­ bre 30. En el índice d e Azcárraga, al darse el blasón d e una familia de allí, se escribe «los Ruyzes de Pronceda» 31. El q u in to p u e b lo q u e q u e d a en esta banda un poco al S udeste de E s p ro n c e d a es D e so jo . El n o m b re tam bién es ro m ance y p u e d e c o n ­ siderarse relacionado con «sojo», «soyo» y derivado de «solum ». O , tal vez, relacionable con «desolatus». En 1802 son 2 5 6 personas las q u e lo c o m p o n e n 32. En esencia, se trata de un pueblo-calle con un a plaza al centro, o r ie n ta d o d e Sudeste a N o r o e s te , de su e rte q u e la com unicación con E sp ro n ce d a q u e ­ daba a aquella parte y los caminos a Los Arcos y Sansol en la opuesta. D e s o jo au­ m enta, c o m o E spronceda, sobre to d o a fines del siglo X I X 33. En o tra é p o c a los habitantes traficaban con la sal d e las salinas de Estella qu e llevaban a Alava y trib u ta b a con el valle d e Aguilar. En D e s o jo existía un palacio d e cabo de arm ería q u e en 1718 p e rte n e c ía a D o n j u á n M anuel d e A rana y Daoiz; e ra del m ayorazgo de este segundo apellido y tenía un blasón en c am po d e gules con un árbol d e sinople 34. N o aparece ya en la n ó m in a de 1723- Fig. 5 6 6 -P la n o de Azuelo. II Los pueblos q u e form an el «valle» de Aguilar aún en tiem pos d e M adoz, son, ade­ más d e éstos, C a b re d o , G enevilla, La Pobla­ ción y M a r a ñ ó n 35; todos fro n te ro s con Alava. La Población, en lo alto de un risco, e n un sistema fluvial distinto, p e ro con cam ino an­ tiguo de altura, q u e lleva a Aguilar, es el más occidental. Los o tro s q u e d a n al N o r t e de las sierras y en la cuenca del Ega. D e s d e el p u n to d e vista histórico y e n relación con el prim i­ tivo estado d e los reyes d e P am p lo n a y luego d e N avarra, el núcleo más im p o rta n te fue el d e M arañón, q u e es el p u e b lo d e N a v a rra más pegado a Alava, con un desfiladero al O e s te q u e dio n o m b re al p u e b lo alavés de Angostina; es decir, un congosto o angostura. M arañón tiene al S u d o e ste la Sierra d e Toloño y el pico d e La Población y al Sur la Sierra d e Aguilar. El n o m b re es tam bién ro m a n c e y m uy significativo. « M arañón», q u e es palabra con varias a c e p c io n e s , significa, p r i m o r d i a l ­ m ente» «abundancia d e malezas, qu e hacen impracticables los m o n te s y otros sitios». P or extensión es e n re d o 36. Se considera q u e la palabra viene d e «vorago», «voraginis» 37, qu e da sinfín de form as dialectales 38. M ara­ ñón es aum entativo evid e n te d e m araña y aun el paisaje del térm in o d o n d e se asienta pa­ rece justificar el n o m b re , muy usual en la toponim ia am ericana d e origen español. P e ro el asentam iento, c o m o castillo d e gran im ­ portancia e n tre los d e la N a v a rra real, apa­ rece en cantidad considerable d e d o c u m e n to s antiguos qu e co n tie n en suscripciones d e sus «tenentes» o «dom inatores». Así, p o r e je m ­ plo, e n c o n tra re m o s al «sénior Santio F ortungonis d e M aragon» e n tr e 1020 y 10 3 0 39 o «Sancio F o rtu n io n is d e M a ra n io n e » e n 10 5 6 40, o «sénior d o m n o M arcelle, dom inator M aranioni» e n 1065 41. Algo d espués aparecen los te n e n te s c o m o testigos en las concesiones de fueros o cartas pueblas de distintas villas y v a lle s 42; y antes d e 1134, Alfonso el Batallador c oncede fueros a los p o b ladores de M ara ñ ó n m ism o 43. P or o tra parte, al conc ed e rse fuero a Aguilar se especifica q u e se trata d e «Aguilar de Y u so M araynnon»; esto e n 1269 44. Es perceptible q u e M arañón pierde de sp u és su im portancia c o m o p u n to clave. En 1393 pa­ rece qu e frente a los doscientos vecinos qu e tenía años antes, no c o n taba más de veinte 45 y más tarde fo rm ó una sola jurisdicción con La Población y o tro barrio o lugar llamado M eano, q u e existe al O e s te d e ésta 46. H o y M a ra ñ ó n no p re s e n ta m uchos signos a parentes de su antigua fortaleza. Es un p u e ­ blo q u e cuenta con un núcleo m ayor y más com p a c to al N o r t e del Ega, d o n d e está la iglesia y casas disem inadas al Sur. El núcleo m ayor tiene plaza central y otros anch u ro n e s 518 y dos calles d e po c o desarrollo. M a ra ñ ó n tenía 222 habitantes en 1910 y se ten ta y cinco casas en el casco. El resto e ra n asenta­ m ientos de trabajo disem inados 47. Las casas antiguas son sólidas y pétreas. En M arañón hay un palacio «titulado cabo d e armería» dice M adoz 48, q u e es el único del valle de Aguilar, con el de D e so jo . En 1524 se reconocía su exención y estaba en p o d e r d e un H e r n á n G ó m e z . Hay d o c u m e n ­ tación sobre el m ism o d e 1637 y en 1658 era d e D o n Francisco de M a ra ñ ó n y G o ñ i 49. El blasón está d ib u ja d o e n el índice d e Azcárraga y consiste en tres adarves alm enados de cinco m erlones, puestos u n o sobre o tro 50. La Población fue conocida en o tro tie m p o c o m o «La Población d e M arañón» y p u e d e qu e se c o nstituyera c o m o d e p e n d e n c ia y avanzada d e aquel castillo. Se halla en lo alto casi de un m o n te a 961 mts. d e altura. El té rm in o se usó en la Edad M e d ia para re fe ­ rirse a otras partes. Así «La Población vieja de P u e n te la Reina» 51. La Población fue incendiada en las guerras d e m ediados del siglo X V I (1450) y estuvo algún tie m p o en p o d e r de C a s tilla 52. Lo qu e hoy q u e d a de a ntiguo son unas casas e n cuesta 53 y lo más notable es un vestigio de cierto hospital de p ereg rin o s, con dos arcos e m p a reja d o s y lige­ ra m e n te apuntados, e n los que, e n las dovelas más bajas se grab a ro n los atributos de los p e regrinos m ism os, c o m o se ve en la foto de la fig. 570. En el arco d e la d e re c h a del e sp ec tad o r hay un s o m b re ro y un a calabaza. En el de la izquierda una concha y un bastón. En las piedras d e clave, letras q u e se refieren al carácter del edificio. Sin duda, este cam ino alto m arca una ru ta secundaria en las vías jacobeas d e N a v a rra 54. El n o m b re de M e a n o es posible q u e tenga q u e ver con m ed ia n o , p u e s to qu e e n el « F uero G e n e ral» se utiliza el té rm in o «meanedo» c o m o equivalente a m e d ia n e ro o árbi­ tro, y tam b ié n «m eyo» y «meya» p o r m ed io y m edia 55. M ed ia n o , c o m o to p ó n im o , existe e n N avarra. M e an o s y M e an a e n otras p a r­ tes 56. Es u n p u e b lo de altura q u e llegó a te n e r más habitantes qu e La Población 57 y q u e q u e d a e n cuesta, bajo los riscos, con casas escalonadas d e construcción sólida y c on eras y corrales y algún po rch e , c o m o se ve en la foto d e la fig. 571. M ás interés tie n e Genevilla, situada al m e io r poblar» 62. Es pro b ab le , e n c o n s e c u e n ­ cia, q u e la o rd e n a c ió n visible (fig. 573) date de ento n c e s, a u n q u e tam bién hay q u e te n e r en cue n ta q u e d espués G enevilla cayó en gran postración. En 1418, d e cien fuegos, había q u e d a d o reducida a treinta y Carlos III, q u e rie n d o fo m e n ta r la población, le p e rd o n ó ciertos pagos 63. En 1424 sus vecinos fuero n erigidos e n francos y nobles, cosa q u é se hacía con los de pue b lo s d e f ro n te ra 64 y más aún con valles en te ro s, c o m o ha habido oca­ sión d e ver. N o r t e d e la Sierra de C o d é s y d e la P e ñ a de Y oar, q u e es un núcleo longitudinal o rie n ­ tado d e Este a O e s te , en qu e se adivina un prim itivo plan elíptico, c o m o el d e Torralba. Llegando del Este, se e n c u e n tra el c om ienzo d e dos calles q u e d e ja n al m e d io la iglesia y un a plaza, calles cruzadas p o r p e q u e ñ o s can­ tones. Al 'S u d o e s te hay o tro núcleo m e n o r q u e pare c e añadido a la p rim e ra estructura. El c o n ju n to a com ienzos d e siglo constaba d e se te n ta y cinco casas; 315 habitantes en 1910, adem ás había agregados y albergues pastoriles 58. Las casas de G enevilla e n su p a rte más com pacta están unidas e n tre sí, son d e teja d o a dos aguas con v e rtie n te sobre la fachada y detrás tie n e n corrales; e n general, son d e dos altos, com o las de o tro s puebloscalle y no falta alguna con e n tra m a d o de m a d e ra y voladizo e n el p rim e r alto, del tipo q u e todavía se ve tam bién en otros pueblos vecinos de Alava y e n La Rioja. Véase la foto de la fig. 572. El p u e b lo del lado se p tentrional q u e q u e d a e n tre M a ra ñ ó n y Genevilla, más p e ­ g ado a la Sierra y a bastante altura, es Cabredo. O t r o n o m b re ro m ance con m u c h o eco e n la toponim ia española, e n la q u e abundan Cabrales, C abreiras, C abreras, C abreiros, Cabrejas, Cabrerizos y hay tam bién C abrero, etc. 65. C a b re d o es un p u e b lo o rie n ta d o tam ­ bién de Este a O e ste, con una larga calle qu e le sirve de e je y q u e sube a La Población. Está constituido p o r otras dos calles más y las dos principales se u n e n al O e s te 66. C a b re d o sufrió los m ism os daños q u e e x p e rim e n ta ro n los pueblos vecinos d u ran te las luchas del siglo XV. En 1430 fue tom ado p o r los caste­ llanos y en 1450 volvió a sufrir 67. H ay una parte d e su caserío qu e parece haberse c o n ­ cebido c o n fo rm e a un plan en q u e cada casa tenía poca anchura de fachada, una p u e rta gótica en el bajo y dos altos con un hueco cada u no, c o m o se ve en la foto de la fig. 574. e n q u e las modificaciones d e las puertas y los huecos (con aparición d e balcones) son evidentes. Genevilla es p u e b lo con fu e ro del siglo X III. A p arece p rim e ro c o m o «Uxanavilla» u «Osanavilla». Este n o m b re es d e los q u e ilustran la c o stu m b re de acuñarlos p o n ie n d o la palabra villa e n se gundo lugar y el antrop ó n im o en prim e ro . En el caso se trata de un n o m b re fem enino, el de «Uxana» 59, q u e aparece en los cartularios. La iglesia de «San Julián de Uxanavilla» aparece ya c o m o límite en el fu ero d e B e rn e d o , d e 1182 60. El fu ero d e «Uxanavilla», d o n d e es calificado de « b u e n lugar» data del 9 de julio d e 1279 61. En 1300 se da licencia para q u e sus m o ­ radores rea ju ste n la población. Según el d o ­ c u m e n to q u e la co n tie n e, los de «Uxanavilla» habían in fo rm a d o al g o b e rn a d o r de N a v a rra qu e el lugar de su asiento les hacía estar «flacam ent et n o n de b u e n a guisa, et q u e en el P ueyo q u e ha n o m b re Riba se podrían En otra p a rte las casas son más bajas, con p u e rta y ventana e n la planta baja y dos o tres huecos en el piso principal. Véase la foto de la fig. 575. En C a b re d o había una to rre o castillo y se consideraba c o m o plaza f u erte 68. I II Al Sur d e la tierra considerada estricta­ m e n te «valle d e Aguilar» hay un alinea­ m ie n to d e p u e b lo s q u e no d e ja n d e te n e r interés y q u e se hallan p ró x im a m e n te a la m ism a latitud. D e Este a O e s te son: El Busto, Sansol, T o r re s del R ío (Linares), A rm añanzas 519 (sobre el m ism o río Linares), B argora y Aras 69. Su fisonom ía difiere ligeram ente de la d e los anteriores, p o r q u e en c o n ju n to tie­ nen aspecto más m e d ite rrá n e o . Son pue b lo s asentados en área ro m a n c e m uy antigua y p u e d e p ensarse que, si se acepta qu e la Berrueza, incluido el valle de Aguilar, fu ero n u n a base d e R econquista, estos p u e b lo s se­ rían los p rim e ro s q u e e x p e rim n ta ro n los efectos d e ella. El p rim e ro d e los citados es El B usto, n o m b re q u e alude a u n lugar pastoril, para ganado vacuno y q u e se re p ite m u c h o e n la toponim ia española, sobre to d o en el N o­ roeste; p e ro q u e tam bién se da en B urgos y Palencia 70. En un tie m p o d e b ió usarse c o m o n o m b re c om ún, según lo acreditan d o c u ­ m en to s escritos en latín, del rein o d e A stu ­ rias 71. En N a v a rra es conocida la «bustaliza» o «bustalicia» y en d o c u m e n to s d e 1800 to ­ davía el «busto» es el r e b a ñ o d e vacas de no más de 8 0 0 cabezas 72. C o n este to p ó n im o hay q u e asociar el n o m b re del p u e b lo alavés, no m uy lejano, d e B arriobusto... El B usto tiene hoy po c o de pastoril y sí m u c h o de agrícola, a u n q u e conserva dehesas para el ganado. El núcleo u rb a n o lo consti­ tuían a com ienzos d e siglo c u a re n ta y siete casas con 167 almas, en 1910 73. M ás interés tienen los núcleos de Sansol y T o rre s del Río q u e q u e d a n m uy cerca el uno del otro. Sansol al Este del barranco y T o rre s al O e s te y en alto. El n o m b re de Sansol, parece ser u n a co rru p c ió n bastante vieja del d e San Zoil o San Z oilo m ártir, cuyas reli­ quias f u e ro n pedidas p o r el o bispo d e P a m ­ plo n a W ilesindo a San Eulogio. Esto ya lo sostuvo el P adre M o r e t y p a re c e acreditarlo el q u e la p a rro q u ia está dedicada a aquel santo 74; p e r o la erección d e la iglesia y la colocación de las reliquias del santo p u e d e ser p o s te rio r a esta fecha re m o ta del 861. Sansol fue un a aldea q u e en el fu e ro d e Los Arcos en 1175 aparece, e n efecto, com o «Sancto Solé» 75, así c o m o surgen los térm i­ nos d e T o rre s y Arm añanzas. Su c recim iento parece tardío, ya qu e en el apeo d e 1366 hay cinco fuegos y en 1802 se le dan 169 p e rs o ­ nas 76. A com ienzos d e siglo la cifra se eleva a 311 en o c h e n ta y cuatro edificios c o n un casco u rb a n o bastante alineado en calles y cantones rectos 77. D e n tro d e su té rm in o hay u n a antigua 520 g ran ja del m o n aste rio d e Iranzu, llamada gráficam ente «La M ongía», q u e c u e n ta con un edificio considerable, qu e en 1802 apa­ rece con catorce habitantes 78. Q u e el p u e b lo en g ran p a rte es d e c im o ­ nónico lo acredita el hecho d e q u e M adoz le da cua re n ta y un casas, es decir, m en o s de la m itad q u e le asigna Altadill 79. En general, en to d a esta zona se obse rv a u n c recim iento paralelo. P e ro en él destaca u n o de los pala­ cios de inspiración renacentista q u e hay en N avarra. El qu e se ve en la foto d e la fig. 576. D e n t r o del c o n ju n to d e palacios nava­ rros y riojanos, c o m o los q u e se e n c u e n tra n sobre todo e n la zona m eridional de N avarra, con p u e rta central, dos grandes ventanas con reja a los dos lados, cinco balcones en el p rim e r piso y cinco ventanas en el segundo (com o los d e C intruénigo, Corella, Tafalla), éste ocupa un lugar destacado, p o r su a rm o­ nía y sobriedad d e pro p o rc io n es. T o rre s del Río o T o rre s de Sansol es un p u e b lo q u e tam bién tenía un palacio d e cabo d e arm ería 80, qu e poseía u n blasón con cinco castillos en g u l e s 81. C o m o va dicho, aparece en el fuero d e Los Arcos; después, debió te n e r unos años en q u e la m ayoría d e la población d e p e n d ía de un señor; p e ro en 1341 todos se hicieron realengos y recibieron un fu e ro 82, q u e es el d e Viguera. T o rre s es un p u e b lo situado en un cerro, flanquead o p o r la ca rre te ra de P am plona a Logroño. T ie n e al río al Este en la confluencia d e un afluente qu e se llama M ariñanas. D e b ió c re ­ cer al calor d e las peregrinaciones, p o r q u e es estación conocida en la ruta jacobea más im ­ p o rta n te 84. El casco u rb an o pa re c e estar constituido d e m o d o no regular, con una calle e je de N o r t e a Sur, y sobre dos p u entes. Se cue n ta n aparte de la M a y o r once calles más, alguna con n o m b re qu e refleja ampliación (calle N u ev a) y otras q u e se refiere n a iglesias; la fam osa del Sepulcro, San A ndrés, Iglesia. Este c o n ju n to a com ienzos de siglo lo cons­ tituían 139 casas, h ab ie n d o e n el térm in o hasta 171; 463 almas en 1910. La población tam b ié n había a u m e n tad o a lo largo del siglo X I X 85. Algo al N o r o e s te d e T o rre s está A rm a ­ ñanzas, n o m b re qu e tam bién aparece en el fu e ro de Los Arcos 86, c o m o n úcleo q u e ya existía, con otro s q u e han desaparecido. En d o c u m e n to s po ste rio re s aparece c o m o «Armaynanzas»; el n o m b re es de difícil in te r­ pretación. Es un núcleo en encrucijada de caminos y una plaza central 87, con 145 edifi­ cios a c om ienzo de siglo, de ellos doce dise­ m inados. T a m b ié n e x p e rim e n tó a u m e n to en el siglo X I X , p o r q u e pasa de 295 habitantes en 1888 a 366 en 1910, lo cual q u e d a refle­ jado e n la construcción. En cambio, la villa d e B argota q u e q u e d a cercana al O e s te sufrió despoblación e n los p rim e ro s años del siglo X X . Está sobre el río d e su n o m b re o M ariñanas y el n o m b re pa­ rece aludir a altura. Se repite en relación con un co n v e n to q u e tuvieron p rim e ro los te m ­ plarios, luego los sanjuanistas e n tre P u e n te la Reina y M a ñ e ru y q u e aba n d o n ad o servía de refugio de m alhechores, p o r lo q u e se o rd e n ó su destrucción en 1724 88. B a rg o ta d e b e ser un c o m p u e s to de «Barga» cuesta, palabra q u e se c ree de origen céltico 89 y q u e da lugar a to p o n im ia hispana, del tipo d e Barga, la Barga, Bargas 90 o V a r­ gas 91 e n tierra de B urgos, Logroño, etc. Barg o ta valdría tanto c o m o «cuesta alta» («oto» u «ota» d e «altas», c o m o « otero» de «altarium»). En realidad el p u e b lo q u e d a en una cuesta, m ientras qu e A rm añanzas está a 498 m etros. Es un p u e b lo macizo, p é tre o , con 576 almas en 1888 y 620 en el censo de 1910. En c o n ju n to tenía 228 edificios, p e ro o c h e n ta y cu a tro eran establecim iento rurales disem inados 92. D e s p u é s c o m e n z ó a decaer. En el c o n ju n to d o m in a d o p o r la iglesia, hay casas d e origen gótico y algunas de rru m b ad a s e n la alineación p o r calles. En una calle lla­ m ada d e J u a n Lobo, se dice q u e subsiste la casa d o n d e vivió el clérigo n igrom ante Jo a n es d e Bargota, p e rs o n a je folklórico d e la zona y d e las lindantes, q u e h u b o d e vivir a c o m ie n ­ zos del siglo X V I. T a m b ié n o tra de la q u e se decía había c o n tru id o en una noche 93; es una casa ojival, q u e tenía v e n tana amainelada, con solas dos habitaciones, y siete m e tro s cuadra­ dos. En un e scudo picado aparecía un a gallina con sus polluelos 94. Más al O e s te q u e d a Aras o T re s Aras, n o m b re q u e no hay p o r qué d e ja r d e relacionar con «ara» altar 95 y q u e parece h a ber dado origen a topónim os tam bién hispánicos; con d e te rm in a tiv o o sin él 96. Es p u e b lo q u e q u e d a a 6 3 8 m etro s, al N o r t e de V iana y sobre un río p e q u e ñ o que baja de Aguilar, q u e se un e antes con otro qu e baja del A lto d e Astray. C onstituye un núcleo de casas q u e no form an núcleos com pactos c o m o las de Bargo ta y qu e han recibido más cuidados. H abía hasta 128 m ansiones y 104 albergues rurales para 512 almas hacia 19 10 97. Si se exam ina un co rte o perfil geológico de N o r t e a Sur, p o r la línea m eridiana de Torralba, q u e casi es la m ism a d e Aras, o la de Arm añanzas 98, p u e d e percibirse m uy in­ tuitivam ente el contraste q u e hay e n tre los térm inos de estos pueblos y los más s e p te n ­ trionales. T a m b ié n se explica el significado histórico del llamado valle de Aguilar y d e la B errueza, c o m o antiguas tierras d e resisten­ cia. U n contraste parecido hallarem os al tra­ tar d e otros valles m eridionales de la antigua m erindad de Estella. N OTAS. 1. H o ja 171 d e l m ap a utilizado. 2. M adoz, 1. pp. 136, a - 148, b. 3. « D iccio n a rio crític o e tim o ló g ic o » , I, p. 6 1 , b. 4. «B ell. C iv .» , 11, 2 3 , I. P e ro ta m b ié n se esc rib e « A n q u ilaria» . 5. A sí el rio ja n o d e la d o n a c ió n a San M illán d e 1063. C .S .M ., pp. 186 - 187. 6. « C atá lo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , 1. p. 100 (n .° 168). H ay u n e s tu d io d e V a leria n o O rd ó ñ e z , «A g u ilar d e C o d é s» , n .° 178 d e « N a v a rra. T e m a s d e c u ltu ra p o p u la r» , (P a m p lo n a , s.a.). 7. B u e n re s u m e n d e la d o c u m e n ta c ió n p o ste rio r e n Y anguas, « D ic c io n a rio d e an tig ü e d a d e s» , I. pp. 22 24. 521 8. « C atálo g o d e los c a rtu la rio s re a le s» , p. 2 5 2 (n .° 506) y « C atálo g o d e l A rc h iv o G e n e ra l» , I, p. 181 (n .° 370). 9. « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , I. p. 192 (n .° 398). 10. « C atálo g o d e l A rc h iv o G e n e ra l» , X IX , p. 313 (n .° 6 9 1 ). A n te s, e n 1356 hay u n d o c u m e n to so b re su fo rtificació n , « C a tá lo g o ...» , cit. II, p. 3 1 3 (n .° 793). 11. « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , X L V III, p. 134 (n .° 2 6 8 ), p re m io a la lealtad , e n 1466. T a m b ién pp. 136 - 137 (n .° 27 3 ). C o m o « so z m e rin d a d » a p a re ce el valle e n 1482, p. 3 3 4 (n .° 6 9 4 ), etc. 12. D ic c io n a rio d e 1802, I, p. 9 , a. 13. P lano e in fo rm a c ió n e n A ltad ill, II, p. 534. 14. F o to e n las páginas c e n tra le s d e la o b ra d e V alerian o O rd ó ñ e z . 15. F o to s e n las p ág in as c e n tra le s d e la o b ra d e V alerian o O rd ó ñ e z , « A g u ilar d e C o d é s» . 16. F o to d el sello en la o b ra d e V a le ria n o O r d ó ­ ñez, « A g u ilar d e C o d é s» , p. 25. 17. Fol. 2 4 , 4 y 6. 18. M adoz X V , pp. 58, a - 6 0 , a, re g istra v e in te to p ó n im o s iguales. 19. «C atálo g o d e los c a rtu la rio s re a le s» , p p . 2 4 2 24 3 (n .° 4 8 6 ). Y an g u as « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a ­ d e s» , III, p. 377. F u e ro s c o n firm a d o s p o r Luis H u tin en 1307; «C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , I. p. 2 9 5 (n .° 658). 20. En 1350 a p a re c e c o n tre in ta y c u a tro fu eg o s, varios clérigos y oficios. J. C a rra sc o P é re z , «La p o b la ­ ció n ...» , p. 354 (n .° 85). En 1 3 6 6 co n v e in tisie te , id ., p. 601 (n .° 119). 21. El te x to e n te r o d el p riv ileg io d e 1 4 66 en Y anguas, « D iccio n a rio d e an tig ü e d a d e s» . III, pp. 3 8 0 388. 22. D iccio n a rio d e 1802, II., p. 386, b. 23. X V , p. 58, b. 24. P lan o e n A ltad ill, II, p. 651 y d a to s e n ésta y la sig u ien te. F o to d e la «casa d el o b isp o » e n V id eg ain , «V al d e B erru eza» fre n te a la p. 17. En té rm in o d e T o rra lb a se señala la e x isten cia d el palacio d e C abañas. M a rtin en a , «Palacios cabo d e a rm e ría » , 11, p. 9. A zcárrag a fol. 100, 4, «el Palacio d e C avañas, e n c im a d e T o rra] va». 25. A ú n se e sc rib e « F azuelo» en 1430 (« C atá lo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , X L IX , p. 4 7 9 (n .° 1140). P u e d e relacio n arse co n «faz» y «haz» e n d im in u tiv o . 26. P lano algo d is tin to e n A ltad ill, II, p. 561. 27. La fo rm a « E sp o ro n c e d a » , sin e m b a rg o , hace p e n sa r en « e sp o ró n » y e n « sp o ro » , q u e d a esp u e la , « esp u e ra » , « esp o ra» . « E sp o ró n » v ale ta n to c o m o « es­ p o ló n » , G arcía d e D ie g o , « D icc io n a rio e tim o ló g ic o ...» , p. 9 9 0 , b (n .° 6 2 8 6 ). 28. « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , I. p p . 3583 5 9 (n .°s 822 y 8 2 5 ). Y an g u as, « D icc io n a rio d e a n ti­ g ü e d a d e s» , I, p p . 397 - 398. 29. « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , I. p. 3 6 3 (n .° 8 3 6 ), 1324. Y anguas « D icc io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , I. pp. 3 9 8 - 4 0 3 . T a m b ié n « C a tá lo g o ...» , I. p p . 3 6 8 - 3 6 9 (n .° 850). 30. P lano e n A ltad ill, II. p. 578. D a 2 7 3 h a b ita n ­ tes e n 1888, 352 e n 1910, co n 138 ed ificio s, d e los cuales e ra n v iv ien d as 130. En el D ic c io n a rio d e 1 8 0 2 , I. p. 2 6 2 , a so n 2 0 7 p e rso n a s. En M ad o z, V II, p p . 5 8 3 , b, 584, a, son cin c u e n ta y o c h o casas só lo y 2 2 7 h a b ita n ­ tes. 522 31. Fol. 100, 6 e s c o m p u e s to d e Y ániz. A g u ilar y M arañ ó n . 32. D ic c io n a rio d e 1802, I, p. 2 2 1 , a. 33. P la n o e n A ltadill, II. p. 5 7 0 . O c h e n ta y tres ed ificio s e n el casco, 128 en c o n ju n to , 3 7 0 h a b ita n te s e n 1910 fre n te a 2 9 3 e n 1888. S e te n ta y cin co casas y 3 1 0 h a b ita n te s en M ad o z, V II, p. 3 8 0 , b. 34. M a rtin e n a , «P alacios cab o d e a rm e ría » , II. p. 8. N o e stá en A zcárraga. 35. M ad o z, I, p. 1.37, a. 36. « D icc io n a rio d e la le n g u a castellana» IV (M a­ d rid , 1734), p. 4 9 3 , b. 37. G a rc ía d e D ie g o , « D ic c io n a rio e tim o ló g ic o » , p. 3 6 3 , a, y 1056. b - 1059, a (n .° 7 2 7 6 ). 38. M ad o z X I, p. 2 0 9 , b re g istra M ara ñ a e n P o n ­ te v e d ra y L eó n , M ara ñ ó n e n C iu d ad R eal. 39. C .S .J.P ., I. p. 149 (n .° 50). 40. C .S .J.P ., II, p. 141 (n .° 126). 4 1 . C .S rM ., p. 194 (n .° 184). O tro s m u c h o s luego. 42. « C atálo g o d e los c a rtu lario s re a le s» , p p . 18 (n .° 15) 1110; 2 9 (n .° 36) 1 157; 39 (n .° 59), 1174; 41 (n .° 6 1 ), 1176; 4 2 (n .° 6 4 ), 1177; h o m e n a je s d e 1277, « C atálo g o d e l A rc h iv o G e n e ra l» I, p. 2 2 2 (n .° 4 7 4 ). 43 . « C atálo g o d e los c a rtu la rio s reales» , p. 21 (n .° 22), « C atá lo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , I. p. (n .° 29). T e x to e n Y anguas « D icc io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , II, pp. 3 0 1 -3 0 2 y M u ñ o z R o m e ro , « C o le c c ió n ...» , p p . 4 95 - 498. 44. « C atálo g o d e los ca rtu la rio s re ale s» , p. 252 (n .° 506). 45. Y an g u as, « D ic cio n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , II. p. 301. 4 6 . Y an g u as, « D ic cio n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , II. p. 302. 4 7 . P lano en A ltadill, II, p. 6 2 3 . 48. M ad o z, X I, p. 2 0 9 , b. 49 . M a rtin e n a , «P alacios c ab o d e a rm e ría » , II, pp. 8 - 9. 50. Fol. 7 5 , 4 «el P alacio d e M a ra ñ ó n ju n to a C a b re d a » , (sic). 51. « C atálo g o d e los c a rtu la rio s reales» , p. 2 4 (n .° 27), a ñ o 1141. 52. Y an g u as « D icc io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , II, pp. 721 - 722. 53. P lano e n A ltadill, II, p. 6 0 3 , q u e e n la p. 6 04 d a a e ste casco 171 h a b ita n te s en o c h e n ta y n u e v e casas 54. L acarra, « P e re g rin a c io n e s a S an tiag o » , II, P147, n o ta 4 6 . Las le tra s se re p a rte n así: C lav e iz q u ie rd a C lav e d e re c h a IH S S .a M .a O SPI TAL L acarra lo c o n sid e ra c o m o d e fin e s d e l si­ g lo X V . 55. V éase « F .G .» . El g lo sa rio d e B ará ib a r s.p. Y an g u as « D ic cio n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , II. p. 314. 56. M adoz, X I, p p . 3 2 6 , b - 3 2 7 , a. P a ra M ed ian a, M e d ia n o , e tc ., p. 3 3 2 , a - b. 57. A ltad ill, II, p p . 6 0 4 - 6 0 5 . 58. P lan o en A ltadill, II, p. 582. 59. Se e n c u e n tra e n c a rtu lario s n av a rro s y rio janos. 60. « C atálo g o d e los c a rtu la rio s re a le s» , p. 4 7 (n .° 76). 61. « C atálo g o d e los cartu lario s re a les» , p. 2 72 (n .° 548). Y an g u as « D icc io n a rio d e a n tig ü ed ad es» ,. II, pp. 6 - 7 . A n te s a p a re ce c o m o p ro p ie d a d d el s e ñ o r d e V izcaya y su h e rm a n o , e n 1277. « C atálo g o d e l A rch iv o G e n e ra l» , I. p. 2 2 9 (n .°s 4 9 4 - 4 9 5 ). 62. « C atálo g o d e los cartu la rio s reales» , p. 2 8 4 (n .° 573). C o n fo rm a c ió n d e Luis H u tin , p. 2 9 6 (n .° 603). 63- « C atálo g o d e l A rch iv o G e n e ra l» X X X 11. pp. 3 2 0 - 321 (n .° 6 7 5 ). Y an g u as « D ic cio n a rio d e an tig ü e ­ d a d e s» , II, p. 7. Es « U sanavilla» todavía. 64. Y anguas « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , 11, p. 7. 65. M ad o z, V , pp. 51, b - 59, a. 6 6. P lano e n A ltadill, II, p. 565 q u e le da 162 edificios y 362 alm as e n 1910. 6 7. «C atálo g o d e l A rch iv o G e n e ra l» X X X IX , p. 536 (n .° 1517) y X L V I, p. 5 1 9 (n .° 1308). Y anguas, « A d icio n es» , p. 88. 68. « C atálo g o d e l A rch iv o G e n e ra l» X X X IX , pp. 10, (n .° 11), 43 (n .° 104), 4 8 (n .° 119), 92 (n .° 24 7 ), 162 (n .° 4 4 8 ), 273 (n .° 7 6 5 ), e tc., 1430. 69. T a m b ié n e n la h o ja 171. 70. M ad o z, IV , p p . 6 8 1 , a - 6 8 2 , a. 71. «E spaña Sagrada» X X X V II, pp. 322 y 341. Y a p o r los años d e 8 2 3 . 72. Y an gu as, « D icc io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» . I. p. 152. 73. P lano e n A ltadill, II, p. 5 7 8 y d ato s en la página an terio r. 74. M o re t, « A n n a les» , I, p. 2 6 6 b (lib ro V I, cap. 11, §, n .° 27). S im o n et, « H isto ria d e los m o z á ra b e s d e E spaña» p. 4 2 1 . 75. Y an gu as « D icc io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» . II. p. 292. 76. D ic c io n a rio d e 1802, II, p. 351. 77. P lano en A ltadill, II, p. 6 4 5 . 78. D ic c io n a rio d e 1802, II, p. 34, a. 79. M adoz, X III, p. 7 4 8 , b. 80. M a rtin en a , «P alacios cab o d e arm e ría » , II, p. 9. 81 . A zcárraga, fol. 115, 3, «el P alacio d e T o rre s c e rc a d e Los A rco s» . 82. « C atá lo g o d e los c a rtu la rio s re a le s» , p p . 3 4 4 345 (n .°s 7 0 6 - 70 7 ) y 347 (n .° 710). 83. V e r ta m b ié n , « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ­ ral» , II, p p . 70-71 (n .°s 1 6 0 -1 6 1 ) y Y an g u as « D ic cio n a­ rio d e a n tig ü ed a d es» , III, p p . 3 8 8 - 389. 84. Lacarra, « P e re g rin a c io n e s a S an tiag o » , II, pp. 1 4 7 -1 4 8 , q u e cita u n d o c u m e n to d e Ira c h e , d el siglo X II en q u e hay re fe re n c ia s a tie rra s « su p e r T o rre s in cam in o S ancti Ja co b i» . 85. P lan o e n A ltadill, II, p. 6 5 3 . 3 7 8 h a b ita n te s en 1888. 86 . « ...a u t d e A rm añ an zas, vel d e E re g o rte s e t d e V ilan o v a» , Y an g u as « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , II, p. 2 9 2 . H ay palacio d e cab o d e a rm ería. M a rtin e n a , «P alacios cab o d e a rm íera » , II, p. 9. A zcárraga, fol. 118, 3 «del Palacio d e A rm ay n anzas» . 87. P lano en A ltadill, II, p. 550. 88. Y ang uas, A d icio n es» , p. 72. 89. G arcía d e D ieg o , « D icc io n a rio etim o ló g ic o ...» pp . 100, b - 6 1 9 (n .° 9 3 4 ) *barica o *berica. 90 . M ad o z, IV , p. 2 5 , a-b. 91 . M ad o z, X V , p. 6 1 2 , a. 92. P lano e n A ltadill, II, p. 563. 93 . F o to s en el lib ro b a sta n te fan tá stic o d e D o n A g ap ito M artín ez A legría, «La batalla d e R o n cesv alles y el b ru jo d e B arg o ta» (P am p lo n a, 1929), pp. 194 - 199. 94. D e sc rip c ió n d e D o n A ngel D íaz d e C e rio , en el lib ro c ita d o d e M a rtín e z A legría, p. 2 0 0 , n o ta I. 9 5 . V ic e n te G arcía d e D ie g o , « D icc io n a rio e ti­ m o ló g ico » , p. 6 0 1 , a (n .° 64 5 ). 96. V ario s A ra y A ras e n M ad o z, II, pp. 3 6 8 , a - b y 4 5 0 , a - 45 1. b. 97. P lan o en A ltadill, II, p. 548. 98. V e án se los c o rte s III - 111 y IV -IV d e la « M e m o ria exp licativ a d e la h o ja n .° 171 V iana» del M ap a g e o ló g ico d e E spaña (M a d rid , 1933). 523 567 Fig. 5 6 7 .-C a lle p rin c ip a l de A g u ila r de Codés. Fig. 5 6 8 .-Soportales de la iglesia de A g u ila r de Codés. Fig. 5 6 9 --C a sa noble de Azuelo. 524 525 Fig. 5 7 0 -P u e r ta s del hospital de peregrinos de La Población Fig. 571 .-C onjunto de Meano. 526 Fig. 5 7 2 .-C a sa con voladizo. Genevilla. Fig. 5 7 3 - V is ta de Genevilla. 527 Fig. 5 7 4 - V is ta de Cabredo. Fig. 5 7 5 .-C asas de Cabredo Fig. 5 7 6 .-Palacio de Sansol. 528 C A P IT U L O IX VALLES DE LA SO LA N A Y S A N T E S T E B A N 1) 2) 3) 4) 5) La Solana. Los pueblos de La Solana. El V alle de Santesteban. Sus pueblos. V illam ayor y Arróniz. V olviendo ahora hacia el Este y p a rtien d o de Estella m ism a ru m b o al Sur, nos e n c o n ­ tram os con o tra tierra de transición d e bas­ tante reconancia histórica y q u e c o rre s p o n d e a dos entidades geográficas y administrativas, qu e son los valles de La Solana y de Santesteban. El prim e ro , al Este del s e g u n d o \ qu e es c onocido asim ism o c o m o valle d e Santesteban d e La Solana. La Solana es n o m b re rom ance q u e se repite en España; d e Asturias y S a n tander a T o le d o y E xtrem adura, pasando p o r Avila. A veces lleva un dete rm in a tiv o , va en plural (Solanas) o en dim inutivo (Solanillas) y no faltan los m asculinos c o rre s p o n d ie n te s (So­ lano y Solanos) 2. «Solanum » es voz latina po p u lar usada para designar un lugar o parte en q u e da el sol 3, c o m o «solarius». Podría pensarse q u e el n o m b re de «Egusquiza» es el eq uivalente vasco. La de te rm in a ció n geográfica es, c o m o en otros casos, variable. Los n o m b re d e los p u e ­ blos q u e se dan en 1802 c o m o p e rte n ec ie n te s a La Solana son éstos, p o r o r d e n alfabético: A berin, A rellano, A rínzano, Ayegui, Irache, M o re n tin , M uniain, O te iz a y Villatuerta, con Zúñiga, que, c o m o va dicho antes, está en tre el valle de Lana y la B e r r u e z a 4. Ya verem os có m o algunos de esos núcleos están agrupa­ dos en un municipio. En o tra época «La Solana» era una cir­ cunscripción q u e se extendía m u ch o más, al parecer, p u e sto q u e en 1366 contaba con los pueblos d e « H a rro n iz » , «A reillano», «Dicastieillo», «Ayllo», «M o re n tin » , «A verin», «M uniayn», «Baygorri», «Leorin», «Ayegui» y « £ a ra p u z » , con cuatrocientos fuegos 5. Los p u e blos situados más al N o r t e tienen el aspecto clásico d e pueblos d e valle d e la zona media. Los más m eridionales son e n ti­ dades m ayores y con o tra fisonomía. Es el Ega de N o r t e a Sur, p o r el flanco oriental el q u e m arca los límites (O teiza no se incluye). Los arroyos B u e n o y Salado van p o r el O e ste, q u e d a n d o espacio sensible sin núcleos en tre La Solana y Los Arcos, Sesma y Lerín 6. P u e d e pensarse q u e en el á m bito m arcado e n p rim e r lugar hay p u e blos q u e conservan el vasco hasta más tarde q u e los m ayores del Sur, a u n q u e e n ellos haya toponim ia vasca antigua, en m ay o r abundancia qu e más al O e ste. El espacio q u e hay e n tre Baigorri y Lerín, A rróniz o Alio y Sesma parece darnos 531 un a antigua frontera. En La Solana y Santesteban nos e n c o n tra m o s varios pue b lo s con n o m b re s term in a d o s en «—in», c o m o A berin, B arbarin, Luquin, M o re n tin , q u e en textos m edievales tie n e n la term inación « -ain», tan f re c u e n te en la to p o n im ia navarra. Así «Luquiain» o «M o re n ta in » , c o m o se verá. En to d o caso e n ellos el c o m p o n e n te a n tro p o n i­ m ico parece claro (de «Barbarus», «Lucius», etc.). P o r o tra parte, la separación d e algunos p ueblos, c o m o Dicastillo, es convencional y en o tro s casos, c o m o Villatuerta, en la Edad M edia q u e d a n adscritos a lo q u e se llama «La R ibera», es decir la ribera del Ega, lo cual o c u rre asim ism o con O teiza, que, para distin­ guirla d e otro s lugares llamados así es c o n o ­ cida p o r O te iz a de la Solana precisam ente. T a m b ié n «O teiza cabo Estella» o San Salva­ d o r d e Oteiza. II T o m a n d o com o base la o rd en a c ió n de 1802, q u e es la qu e dan tam bién Yanguas 7 y M adoz 8, el p u e b lo del q u e tratarem os pri­ m ero , y e n d o d e N o r t e a Sur, es Villatuerta. El n o m b re se c o m p o n e con «tortus», en el sentido d e torcido. La form a «Vila T orta» nos la da un d o c u m e n to de 1248, aproxim a­ d a m e n te 9. «Villatorta» e n 1069 10. En 1234, T e o b a ld o I c onfirm ó a los la­ brad o re s del pueblo el costerío o d e re c h o a n o m b ra r guardas de cam po y c obrar las m ul­ tas 11. En 1342 o tro rey lo c o m p r ó a D o n Sancho Sánchez de M e d ra n o con derechos, tam bién «palacios» y otras posesiones. Esto se hizo con ayuda del c o n c ejo de la villa, q u e se solía reu n ir «cabo del p u e n te » y q u e co n ­ tribuyó con 6 .0 0 0 sueldos sanchetes 12. H ay m e m o ria de un incendio causado p o r los castellanos en 1378 13 y de o tro de 1450, en q u e la población bajó de o c h e n ta vecinos a veintitrés 14. Pasó el p u e b lo de se ñ o r en se ñ o r y existen escrituras a b u ndantes q u e d e m u e stra n q u e el té rm in o e ra rico en ce­ reales sobre to d o 15, c o m o lo ha seguido siendo. Villatuerta es una población consti­ tuida p o r dos núcleos, situados a los dos lados de un arroyo q u e va de N o r t e a Sur, q u e arranca de Iranzu y qu e se u n e al Ega al Sur del p u e b lo , en Legardeta. U n e a las dos partes el p u e n te q u e ya se ha visto servía de p u n to de r e u n ió n concejil a m ed ia d o s del siglo X IV , p u e n te con dos arcos. La parte q u e q u e d a al Este era la m ayor y más alta (439 m etros). 532 A hora se co n stru y e m u ch o hacia la ca­ rretera. En la parte oriental, al e x tre m o Su­ deste, se halla la calle del Sol. Al Este, la de San V e r e m u n d o y al Sur, la del Salvador. En este barrio q u e d a la parroquia. En cam bio, en el o tro se halla u n a calle considerada M ayor. T o d o el c o n ju n to tenía 180 edificios y 674 almas hacia 1910 16. El a u m e n to con relación a la mitad del siglo X IX e ra grande, p o rq u e M adoz da a la villa setenta y cinco casas y 4 0 6 habitantes 17. El a u m e n to p o s te rio r es sensi­ ble. Pero, sin e m bargo, el c o n ju n to da oca­ sión a observaciones de interés. En Villatuerta, acaso más q u e e n pueblos cercanos c o m o M a ñ e ru y C irauqui, se p e r ­ cibe el influjo de sistemas de construcciones m erid io n a le s o m e d ite rrá n e a s . H a y , así, construcciones rústicas y tam bién casas q u e tienen una pa rte de piedra, o tra de adobe, algunos e le m e n to s de ladrillo e n p u e rta s y ventanas y techos con cañizo y palitroques q u e sobresalen y se ven e n aleros 18. Se ven tam bién aleros cerám icos y de yeso, c o m b i­ nados en form as distintas 19. Pero, p o r o tra parte, la cantería se trató bien y c o n p r o c e ­ dim ien to s parecidos a los q u e se observan en o tro s p u e blos de tierra de Estella 20. Así, en la p u e rta de la casa cural y e n otras e n q u e hasta el siglo X I X p ro b a b le m e n te se hicieron piedras de dintel con algún resto de g o ti­ cismo. V illatuerta es un pue b lo d e transición, c o m o lo son o tro s próxim os, e sté n e n zona considerada de valle o e sté n en ésta de rib e ­ ras m ás o m e n o s determ inadas. Fig. 577 .-C uadra de Villatuerta. a) madera y cañizo, b) adobe, c) piedra, d) ladrillo. Fig. 5 7 9 .-Elementos constructivos. V illatuerta. Fig. 5 8 0 .-P u erta y estrella en casa de V illatuerta. A lre d e d o r de la p a rro q u ia de la A sunción de V illatu erta hay un resto d e c e m e n te rio co n v e rtid o en jardín y varias estelas fu n era ­ rias. En una se ve la estrella de seis p u ntas y d e n tro un círculo con una cruz inscrita 21. «piezas» q u e el abad de San Ju a n d e la P eña cam bia p o r un solar con el de Irache m ism o 25. O tras m em orias de p ro p ie tario s hay de tie m p o poco p o ste rio r: 1103, p o r e je m p lo 26. N o sólo de tierras, sino tam bién de casas 27. D e todas m aneras, el paisaje es ya m uy m e d ite rrá n e o , ab u n d an d o el v iñ ed o y el olivo, q u e tien e p o r tie rra de E stella su línea m ás se p te n trio n al, au n q u e ya va d ecay en d o su cultivo. D e s p u é s hay b a sta n tes m em o ria s de O te iz a q u e con la p este de 1422 dism inuyó de vecindario q u e d a n d o bastantes casas va­ cías. C o n to do, la red u cció n le d e jó en cin­ c u e n ta vecinos. En 1450 fue in cendiado p o r los p artid ario s del Príncipe de Viana, o to r ­ g án d o le privilegios p o r e sto Ju a n II en 1456 28. D e sp u é s se ha hecho núcleo im p o r­ tante, a u m en tan d o m ucho en el siglo X IX , p o rq u e en 1802 se le asignan 462 p erso n as 29 y en 1888 ten ía 1145. A lgunos m enos d e s­ pués, con 270 casas en el casco 30> En esta p a rte q u e q u e d a al E ste del Ega y al S udeste de V illatu erta se halla asentada la villa de O teiza, a la q u e se agrega el antiguo señ o río de B aigorri. O te iz a es n o m b re q u e se rep ite en tre s p u e b lo s navarros, y q u e parece significar «argom al» 22. E ste, el d e la ce n d ea de A nsoain y el de B értiz. En el de la Solana se d o c u m e n ta un antiguo m o n aste rio de San Salvador 23, q u e aparece en un tiem p o com o d e p e n d ie n te de Irache. P ero ya e n 1074 v e ­ m os q u e en la villa el rey ten ía un o s m ez q u i­ nos q u e dio a Irache 24 y en 1076 había allí Este a u m e n to hizo q u e, en gran parte, tenga aspecto m o d e rn o o d ecim onónico. D e sd e el p u n to de vista c o n stru ctiv o las notas q u e destacam os en V illatu erta se re p ite n en O te iz a y de allí hacia el Sur. Sin em bargo, al 535 Sur de la villa tam b ién q u e d a un vestigio de las épocas señoriales, q u e nos hace rec o rd a r form as d e organización sociales y económ icas q u e nos son conocidas ya. M e refiero al señ o río de B aigorri, q u e está c o n stitu id o p o r un térm in o ex te n so lim itado al O e ste p o r el Ega y q u e p o r O rie n te linda con térm in o s de Larraga. Las casas q u e c o n stitu y e n el núcleo m ayor se hallan en alto sobre el río y de él d e b e h a b e r to m a d o el n o m b re to d o el té r ­ m ino q u e equivale a río ro jo o c o lo rad o 31. B aigorri p arece h a b e r e m p ezad o siendo villa, con iglesia y c o n c ejo de la q u e hay bastante d o c u m en tació n m edieval, e m p e z a n d o p o r los fueros de 12 3 4 32. P ero en 1416 el vecinda­ rio, de estar c o n stitu id o p o r tre in ta vecinos, q u e d ó red u c id o a nueve 33 y en 1468 era desp o b lad o q u e la princesa L eonor dio a un vecino de Estella, llam ado Ju a n Elias, en re ­ com pensa a servicios p resta d o s 34. D e sp u é s pasó, sin duda, a los condes de Lerín, y a la casa de A lba co m o h e re d e ra de éstos. Estaba el señ o río c o n stitu id o p o r un b o s­ q u e y m o n te de una legua y m edia de ancho y m ás de largo, en q u e había encinas, tam bién pastos para ganado y vacuno y lanar (2.385 hectáreas). Lo g o b e rn a b a un alcaide q u e d e­ bía ser natural del rein o y ten ía varios g u a r­ das, q u e eran a la par lab rad o res y cultivaban trigo, cebada y avena. T o d o s los ponía el co n d e de Lerín. El palacio e ra d e cabo de arm ería y consta e n d o c u m e n to s d e 1637 y 17 7 0 35. H o y día se halla e n e sta d o b astan te ru i­ noso. Es un edificio rectangular, con la fa­ chada principal c o n stitu id a p o r tres cuerpos. El del c e n tro , m u ch o m ás ancho q u e los laterales, tie n e una gran galería o solana con tres colum nas de p ied ra y balcón. En la p arte baja y no al c e n tro , se abre una p u e rta cua­ d rad a de ladrillo. El c u e rp o q u e q u e d a a la izq u ierd a es de p ied ra sillar, sin hu eco alguno y el de la d e re c h a , d e m an ip o ste ría con p u e rta y ventanas irreg u lares 36. En B aigorri hay tam b ién una iglesia d e rru id a 37. Es p o si­ ble q u e la o b ra m ayor del palacio se rem o n te a la época en q u e se in te n tó e x p lo ta r m ás las tierras del co n d ad o de Lerín; es decir, cu ando se co n stru y ó una p resa en el Ega, para una acequia de riego q u e d eb ía dar agua a seis mil robadas de tierra. E sta acequia se c o n stru y ó e n tre 1540 y 1548, p e ro luego fue d e stru id a p o r una crecida fu erte 3S. La d escripción q u e hace M adoz del palacio es curiosa: «...hay un palacio con o ra to rio público, de antigua fá­ brica, pocas co m o d id ad es y desagradable as­ p ecto, d o n d e habitan los co lonos y lab rad o ­ res; en lo m ás alto una e rm ita q u e actual­ m en te sirve para los guardas». D ice tam bién, q u e consta de siete buenas m ajadas para el Fig. 581 -Palacio de Baigorri. 536 ganado y q u e el b o sq u e q u e no sólo co n ten ía encinas, sino robles, hayas y o tro s árboles, fue d e stru id o en p a rte d u ran te la g u e rra de la In d ep e n d e n c ia y la p rim era g u e rra civil 39. H ay q u e re c o n o c e r q u e hoy existen edificios m u ch o m ás «desagradables» a la vista que este viejo palacio, q u e p o r alguno de sus rasgos p o d ría ser co m parado con c o rtijo s del Sur (d ib u jo s de la fig. 581). En 1977, los re n te ro s a d q u iriero n , sin em bargo, 2 7 .0 0 0 robadas de tie rra a la d u q u e sa de A lba p o r 10 7 .5 0 0 .0 0 0 pesetas 40. En la m argen o rien tal del Ega, el p u eb lo q u e q u e d a m ás al N o rte , pegado a Irache, es A yegui, p o r lo cual no chocará q u e en el cartu lario de aquel m o n asterio aparezca con frecuencia. T a n to A yegui com o Irache son de fácil acceso, p o r esta r e n la c a rre te ra general. La voz «ai» p arece significar declive 41. El n o m b re de A yegui p o d ría explicarse p o r ella. En 1060 Sancho de P eñalén hizo donación «de ipso loco q u o d d icitu r Aiegi» a Irache 42. Es una donación q u e se refiere form ularia­ m e n te a to d o cu an to po d ía te n e r una villa o un fu n d o antiguo. D e sd e e n to n c e s los veci­ nos vivieron bajo la au to rid ad m onasterial; en 1083 se hace un co n v en io e n tre el abad V e re m u n d o y los vecinos so b re las labores q u e ésto s debían llevar a cabo 43. P ero en tiem p o s p o ste rio re s las diferencias e n tre el m o n aste rio y el p u e b lo fu ero n fu ertes 44 Ayegui no se d esarro lló m u ch o nunca. En 1802 cu en ta con 222 alm as 45. A com ienzos de siglo eran 300 en el casco y 182 en el arrabal llam ado M albarrio. A yegui se d istingue p o r su gran plaza, q u e d e ja un lado sin cu b rir, y tien e algún edificio notable del siglo X V III 46. Fue época aquella en q u e el m o n aste rio de Irache volvió a flo re ce r y cu ando se lev an taro n ciertas p artes c o m p lem en tarias, q u e no han m e re ­ cido la aten ció n de los q u e lo han d escrito com o c o n ju n to m o n u m en tal. Sin em bargo, com o e je m p lo s de a rq u ite c tu ra dieciochesca tien en interés. Al S udeste de A yegui, so b re el Ega, q u e d a el lugar d e A rinzano, q u e form a ay u n tam ien to con los de M uniain, m ás al O e s te A berin y el caserío de E chávarri. La fo rm a «Echávarri» d e n o ta u n a vez m ás la influencia de dialectalism os vascos o c c id e n ­ tales e n tie rra de Estella, pegada a la capital y se acred ita e n tiem p o s b astan te rem o to s, p o rq u e a prin cip io s del siglo X II y antes se escribe «Essauarri» o «Exauarri» 47. Echavarri no tie n e hoy en tid ad . A rinzano en 1802 se da com o sim ple se ñ o río de D o n M iguel Pérez de Rada, con no m ás d e diez y seis p erso n as 48, a u n q u e tam b ién fu era p u e ­ blo co n ocido en la Edad M edia. «A rinqano» en 1056 y « A rinqanum » e n 1064 (?) 49. Esta term in ació n m ás arcaica la e n c o n tram o s tam ­ bién en el caso de A rellano: «A relanu» en 107 1 50, «A rellano» ya en 1146 51, «A rellanum » en 1 193 52, con variantes o rep e tic io ­ nes p o ste rio re s; p o r e jem p lo : «A relano» en 1213 53 y 1218 54. H ace m u ch o q u e p lan teé la posibilidad de q u e los de e ste tipo fueran no m b res de antiguos «fundi», hechos sobre un «nom en» o «cognom en». P ero resulta q u e aquí, en la Solana y S an testeb an , en espacios cortos, se re p ite n las desinencias en « -an u s» , « -an u m » al lado de otras q u e tam ­ bién c o n sid eré con valor análogo. Y no sólo esto. A quellos a que m e refiero ah o ra se p rese n tan en form as varibles. «M uniain», p o r un lado; p o r o tro « A b erin » , «B earin», «Luq u in » , « G ro c in » , « M o re n tin » . P o r o tra parte, en la zona q u e nos ocupa ha habido una curiosa fluctuación en las grafías, q u e d e b e c o rre s p o n d e r a vacilaciones fonéticas, q u e se d iero n en un tiem po, e n tre « -ain » , « -in » e incluso « -e n » . P o rq u e A berin en 1072 se escribe «A u erien » 5S, flu ctu an d o con «A uerin» en 1 105 56 y en 1 149 57. « M o re n ­ tin», aparece co m o « M o ren d ien » e n 1119, ju n to con «L eorien» en vez de «L eorin» 58. P ero luego surge «M orendian» 59 y e n 1217 « M o rentian» 60, q u e aun d esp u és es «M orentiayn» y «M o ren tain » 61. La fluctuación es paralela a la q u e hace «Luquiain» 62 o «Lucheain» de Luquin. En cam bio en el caso de Z u ru c u ain vem os q u e ha prevalecido la d esin en cia «-ain» sobre « -in » o « -e n » ; « £ u ric o in » e n 1 120 63 y « C uricuen» e n 1190 64. Lo m ism o o c u rre con B earin, fre n te a «B earien» 65 o « B eherin» 66 y G ro cin fre n te a «G orocian» 67 o « G o ro cin», p o ste rio r 68 C h o q u e de dialecto vasco occidental, con o tro orien tal, ch o q u e tam bién del rom ance p en in su lar, castellano, con el gascón de los habitantes de E stella en gran p arte. En to d o caso, los p u e b lo s de La Solana c o n tie n e n curiosos vestigios d e la ép o ca se­ ñorial. U n o de los m ás destacados es la to rre 537 de A rellano, rep ro d u c id a en la foto de la tig. 583. D e sd e el siglo XI consta q u e allí hubo un señ o río d e la fam ilia R am írez o R em írez d e A rellano, q u e d e sem p e ñ a un papel im ­ p o rta n te e n la h istoria de N avarra, so b re to d o en el siglo X IV y a co m ien zo s del X V 69. Y a en 1269 aparece un Sancho R em í­ rez de A rellano siguiendo a T ie rra Santa a T e o b a ld o II, co m o señ o r de la casa de B idaurre ta y T ie rras de la Solana 70; el p len o se ñ o ­ 538 río so b re A rellano, data, sin e m b arg o de 1365 y en 1406 la villa era de D o n C arlos de B eau m o n t, p e ro fue restitu id a a un C arlos de A rellano en 1412. La to rre d e b e d a ta r de fines del X IV y está aislada. La fam ilia A rellano se e x te n d ió 71 y en el p u e b lo hay, ad e­ m ás, alguna casa sólida de las q u e se hacían en la tie rra en el siglo X V II o e n el X V III, co m o la de la fo to de la fig. 584, e n la q u e hay q u e señalar ya el uso del alero cerám ico N■ O. Fig. 5 8 2 .-M o n te jurrà. M u n ia in y Oteiza. ------------ 1------------ E.. p ro p io de la N a v a rra m erid io n al o m e d ite ­ rránea. El palacio de A rellano en 1723 e ra de D o n V e re m u n d o R am írez de A rellano y en 1802 d e un h o m ó n im o 72. P ero hay, adem ás, palacios en A rinzano, A yegui, E chavarri y M o re n tin 73. D e to d o s ellos da el blasón P e d ro d e Azcárraga; uno «de los A rinzanos de C alah o rra p o r s e n te n ­ cia» 74, «El Palacio de los E chaverris de tierra de Estella» 75, y «el Palacio de M o re n tin » 76. El linaje de los M o re n tin , M o re n ta in o M ar­ tínez de M o re n tin , se e x te n d ió p o r el rei­ no 77. La Solana, en sum a, es una tierra de tra n ­ sición q u e d e sd e el p u n to de vista orogràfico e stá d o m in ad a p o r la fam osa m o n ta ñ a de M o n te ju rra , q u e se eleva a 1.045 m etro s so b re p u e b lo s situados a algo m ás d e 500. D e M o n te ju rra al Sur los perfiles se hacen m e ­ nos a b ru p to s. Los p u eb lo s de la Solana se y A berin, y al S u d o este de O teiza, en el p u n to de transición p recisam en te. La « fu n ­ ción» q u e e n este llam ado valle e je rc e el M o n te ju rra , la e je rc e en el valle c o n tig u o el « M o n ja rd ín » , q u e tuvo resonancia bélica m a­ yor en los tiem p o s de la p rim e ra R eco n q u ista navarra. En efecto , hacia el año 907 Sancho G arcés I deb ió c o n q u ista r San E steb an de D e y o q u e había p e rte n e c id o antes a los B anu Q asi 79. Su figura es tam bién ilustrativa. hallan en un espacio de trán sito , q u e ha sido m uy im p o rta n te e n las luchas civiles del siglo X IX . La figura del d ib u jo 582 e stá sacada de un cro q u is q u e d u ran te la seg u n d a g u e rra civil hizo el te n ie n te c o ro n e l de E stado M a­ yor, D o n Luis M o re n o y q u e se publicó en «La Ilustración E spañola y A m ericana» en 1876 78. La vista de una p a rte de la Solana e stá to m ad a d e sd e el S udeste de M o n te ju rra , cerca del Ega, al S udeste tam bién de M uniain III Ya se ha visto antes cóm o la advocación a San E steban da n o m b re a o tro s valles nava­ rros de m ás al N o rte . Este d e la m erin d ad de Estella que q u e d a a O c c id en te d e La Solana aparece com o tal en d o c u m e n to s m uy anti­ guos, com o se va a ver. P ero p rev ia m e n te el n o m b re del santo se d e b ió dar a una iglesia qu e estaba en lugar fortificado, de vigilancia de lo q u e era la tierra d e «D eio» o « D egio», iglesia en la q u e p arece h a b e r existido incluso sede episcopal. C u an d o se dice q u e los reyes d e la zona rein ab an «in P am pilonia e t D eio» 80, p o r los años de 92 8 , había allí, en efecto, un obisp o llam ado G alin d o q u e pa­ rece asentarse «in C astro Sancti Stefani» 81. Luego aparecen los q u e lo regían m ilitar­ m en te. Así, en 1060, «sénior Sancio F ortunionis d e Sancti S tephani d e D eio » 82. P ero antes, en 1033 Sancho el M ayor dio el casti­ llo al m o n aste rio de I r a c h e 83. D e sp u é s el castillo es co n o cid o con o tro n o m b re ; el de M o n ja rd ín , q u e c o rre sp o n d e a un g u sto m e ­ dieval; co m p árese con M o n g iard in o en Ligu­ r i a 84. P u ed e afirm arse -c o m o ya se ha h e­ c h o - q u e, así co m o M o n te ju rra con sus altu ­ ras de más d e mil m etro s es el p u n to de refe re n c ia m ás destacada d e La Solana, M o n ­ jard ín lo es, a su vez, del valle d e S anteste540 ban, a u n q u e se halla al O e ste d e él. La altura d e 890 m e tro s destaca com o un co n o aislado y los p u eb lo s del valle se e x tie n d e n hacia el S u d este y el N o rd e s te con cierta diferen cia de aspecto. La e rm ita de San E steban su b ­ siste; p e ro no el castillo más q u e en ruinas. Su d estru cció n con stitu y e ep iso d io co n ocido d e la p rim e ra g u e rra civil. El artículo de M adoz so b re el m o n te dice q u e se llam a así «por la h erm o sa vista q u e p re se n ta n la d iv er­ sidad d e flores q u e p ro d u ce la naturaleza en u n a d e sp eja d a llanura q u e se e n c u e n tra en la m ism a c u m b re; al O e ste del castillo de su n o m b re» . Indica tam b ién q u e é ste se había c o n stru id o so b re unos peñascos, y q u e se subía al recin to am urallado p o r escalera la­ brada en la roca viva. D e n tro había una casa capaz y la iglesia con la efigie d e San E steban y la Santa C ruz de M o n jard ín . T o d o ello se había conservado hasta 1836 en q u e los carlistas lo o cu p a ro n y lo fortificaro n d e nu ev o p o n ie n d o artillería q u e p u d iera disp arar so b re la c a rre te ra . D e s ­ p ués de ciertas acciones v ino el a b a n d o n o 85. P e ro aún en la seg u n d a g u e rra civil fue o cu ­ pado a lte rn a tiv a m en te p o r carlistas y liberales y a com ienzos de siglo sus m urallas y o tro s ele m en to s se con serv ab an b ien 86. IV El valle d e S an testeb an com o ral aparece en d o cu m e n to s del siglo X III. En 1264 los labradores q u e lo p o b laban fu ero n exim idos d e un p e ó n sem anal p o r lab rad o r 87. T a m b ié n a parece en 1324 8S. La d e te rm in a ció n de qué p u e b lo s c o rre sp o n d e n al «valle» resulta, com o en otras ocasiones, algo flu ctu an te y los n o m b re s cam bian d e grafía. En el reg istro de 1280 q u e no da m uchas referen cias a valles d e esta m erin d ad , se señala la existencia de «Val d e Sant E stevan» d o n d e se incluyen p u e b lo s con los n o m b re s q u e siguen: «Igusq u ifa » , «A zq u eta» , «Laveaga», « A d arreta» , «H u rb io la» y «L uquien» 89. T ras éstos siguen o tro s d e fuera. En o tra nóm ina están «Villam ayor», «B arbarin» y «Etayo» 90. La «Val de S an testeb an » , c u e n ta en 1366 con «A zq u eta» , «Laveaga», « U rb io la» , «Luqiayn», «Y g u zq u ifa» , «V illam ayor» q u e, en efecto , es el n ú cleo m ayor con cu a re n ta y nu ev e fuegos 91. Son p u eb lo s q u e q u e d a n al Sur del Ega y S u d o este d e Estella, m uy cerca d e la capital, y q u e en el diccionario d e 1802 van unidos al m ayor de A rróniz. Por o r ­ d e n alfabético son así: A rró n iz, A zqueta, B arbarin, Igúzquiza, Labeaga, L uquin, Santa G em a, U rb io la y V illam ayor 92. El p rim e ro y el ú ltim o son villas, de b astan te población, A rróniz so b re todo. Los o tro s son lugares y A zqueta, Igúzquiza, Labeaga y U rb io la fo r­ m an un ay u n tam ien to q u e tie n e su c e n tro en Igúzquiza. En é ste se halla, com o «coto re ­ d o n d o » , Santa G em a q u e tenía un m o n aste ­ rio. Esta circunscripción se halla al N o r te de M o n ja rd ín , so b re el Ega, con un costado al Este. C erca d e la c a rre te ra g en eral, saliendo d e Estella, está Igúzquiza, p u e b lo q u e p o r los años d e 1414 e ra del señ o río d e Ju a n Vélaz de M e d ra n o , un caballero de m ucha in flu e n ­ cia en la zona y en la c o rte , alcaide tam b ién del castillo de M o n jard ín . A é ste h u b o de su ced erle F errán de V élaz de M e d ra n o y luego o tro s del linaje 93. La fam ilia era m uy c o nocida ya en el siglo X III. P e ro luego el se ñ o río del p u e b lo pasó a o tro linaje. En 1685 solicitó la inscripción del de Igúzquiza e n tre los palacios de cabo d e a rm ería D o n Jo sé P in eiro d e Elio y en 1723 era del m ar­ q ués de B esolla 94. Las arm as son las d e M e­ drano; una cruz tre b o lad a y vacía d e o ro en cam po d e gules, acom pañada en el cantón d e re c h o de u n a m an o so ste n ien d o un pájaro de plata. En la b o rd u ra de plata la inscripción: «A ve M aría, G ra d a plena, D o m in u s tecu m» 95. En to rn o al o rig en de la fam ilia c o rre n algunas leyendas genealógicas d e las q u e se crean a fines de la Edad M edia. P ero el palacio, q u e es lo más digno d e verse q u e tie n e Igúzquiza, com o o tro s p u e b lo s de este tipo, es p o ste rio r. Se trata d e un edificio rectangular con dos to rre s a los lados, com o tantos otro s. El c u e rp o in fe rio r es d e p ied ra d e sillería y al m ed io tien e una p u e rta con arco d e m ed io p u n to y g randes dovelas. A los lados y b astan te separadas, hay dos ventanas cuadradas, con reja. U na sencilla cornisa de p ied ra separa esta p a rte d e la su p e rio r, hecha to d a ella de ladrillo. Parece q u e en su origen e stu v o rasgada p o r cu atro balcones, q u e le darían un aspecto más señorial; p e ro luego ésto s se c o n v irtie ro n en sim ples ventanas, c e rra n d o con m an ip o stería su p a rte inferior. H ay tam b ién unos ventanillos irregulares ras­ gados en la fachada y so b re los antiguos balcones seis huecos re g u la rm e n te aparejados q u e d e b e n dar ventilación a un desván. La cornisa del alero es d e ladrillo a p arejad o con m ás vuelo q u e el q u e en general se da a esta clase d e cornisas en co n stru ccio n es más hu­ m ildes d e la zona. Las dos to rre s se indivi­ dualizan, d e sd e la plan ta baja, en q u e la sille­ ría sobresale ya un poco. T am b ién las dos cornisas. T a n to la in fe rio r de p ied ra, com o la su p e rio r, de ladrillo; el c u e rp o m ás alto arranca de encim a del teja d o , com o en o tro s palacios d e la zona. El teja d o d e las to rre s es a cu a tro aguas. Igúzquiza tenía en la iglesia, todavía en 1802, u n a serie d e tro feo s m ilita­ res d e los q u e no se sabía el o rigen; p e ro p ro b a b le m e n te se relacionaban con el señ o ­ río y el palacio 96. P o r lo dem ás, es un p u eb lo c o n stitu id o p o r cu a tro callejas q u e confluyen a una plaza cen tral, q u e a p rin cip io d e siglo tenía sesenta y cinco casas y 256 h ab itan ­ tes 97. T u v o fam a d u ra n te la seg u n d a g u e rra civil p o r una sim a q u e está en su térm in o , en la 541 llam a «V ista alegre». L uquin co n tab a con n o ­ v en ta y och o edificios en el casco re fe rid o y 340 o cu p an tes, to d o d o m in a d o p o r la m ole de la iglesia. El antiguo castillo palaciano hace m ucho q u e se arru in ó 10°. Y a se ha visto cóm o el n o m b re e x p e rim e n ta variaciones. En el índice d e A zcárraga todavía aparece p o r dos veces «el palacio d e Luquiayn» 101 q u e p arece h ab erse cread o com o tal en 1509, a favor d e un M artín F ernández. L uego sigue a p arecien d o en aquel siglo (1569) y d esp u és com o p ro p ied ad de g e n te s con div erso ap e­ llido 102. Los p u eb lo s d e A zqueta, Labeaga y U rbiola, con V illam ayor fu e ro n in co rp o rad o s a la co ro n a en 1494 103. q u e se d ijo q u e el cabecilla R osas Sam aniego a rro jó a alguno de sus enem igos 9S. E sto se p u so en duda. En los o tro s p u eb lecito s del c o n cejo no d e ja d e h a b e r b u en o s y sólidos edificios palacianos. A zq u eta, con U rbiola, fu ero n cedidos en 1319 p o r el o b isp o de P am plona al rey, ju n to con M o n jard ín , Villam ayor y L uquin A zqueta, U rbiola y Labeaga son núcleos p e q u e ñ o s; p e ro en el segundo q u e d a la fachada de una m agnífica casa palaciana, q u e re p re se n ta la fo to de la fig. 585. En L uquin, con ay u n tam ien to separado y de m ayor densidad d e p oblación, hay o tro palacio conocido. El p u e b lo c o n stitu y e un a m o d o d e rectángulo con plaza al c e n tro y algún edificio separado en el cru ce de cu atro cam inos antiguos. T ie n e un barrio q u e se Sin d uda, V illam ayor tuvo razones para au m e n tar m ás d e sd e un principio. V El n o m b re d e V illam ayor ex p resa q u e el núcleo d e b e ser de fundación m edieval. Se re p ite m ucho en España. M adoz registra hasta tre in ta y tres 104. El h ech o d e q u e sea un n o m b re co m p le ta m en te ro m an ce en m e­ d io de p u eb lo s con n o m b re vasco, p arece indicar m ayor m o d ern id ad . D e todas form as, se ve q u e su fundación es antigua, relacio­ nada con el castillo d e M o n jard ín . El año 1238, T e o b a ld o I confirm ó a esta villa a la vez q u e a las de A cedo y A sarta su carácter d e realengas, lo cual p arece indicar q u e había un fu e ro a n te rio r con ceb id o en este sen tid o 105. Esta jurisdicción tem p o ral p arece q u e se a lteró , p o rq u e b astan te tie m p o d esp u és se ve q u e p e rte n e c ió al o bispado d e P am plona 106 hasta 1319 y luego pasó al rey o tra vez. Los labradores q u e vivían allí hiciero n un c o n ­ c ie rto con éste, p ara ex p lo tar, e n tre otras cosas, el p asto d e la d eh esa real q u e había ju n to al castillo, en q u e tam b ién apacentaban ganados reales 107. D esp u és se insiste. En 1246 h u b o un p ro ceso in stru id o a instancia del o b isp o d e P am plona c o n tra T e o b a ld o I so b re violencias en la p rese n tac ió n d e p á rro ­ 542 cos y u surpación en la jurisdicción eclesiásti­ ca 10S, al q u e d e b ió seguir el aju ste referid o . V illam ayor, q u e tien e una silueta in co n ­ fundible, co m b in ad a con el c e rro y el castillo, no se d esarro lló en una fo rm a planificada visible. En la villa había se te n ta y siete casas; m ás doce en el castillo. La población au m e n tó algo en el siglo X IX y bajó a com ienzos de éste. Se co n sid era, sin em bargo, q u e hay un e je principal, la C alle M ayor y tres m ás, las d e Santa M aría, San A ndrés y el C alvario, m ás u n a plaza 109. Las casas m ás notables d e V illam ayor son rectangulares, con la fachada en u n o d e los lados m ás largos, hacia el S ur o el E ste, con tres huecos e n la planta baja y o tro s tres de ventanas en el piso p rim e ro y el segundo. M uchas son d e p ie d ra y argam asa, con p ied ra d e c u e n ta en m arcos d e p u e rta s y ventanas, com o las d e o tro s p u eb lo s d e la zona. La o tra villa q u e trad icio n alm en te se adscribe al valle es la d e A rróniz. En realidad, se trata d e un nú cleo u rb a n o c o m p le ta m e n te d istin to en su e stru c tu ra y d esarro llo , q u e p o r casi todas sus características hay q u e agrupar m e jo r con los d e las riberas q u e con los d e los valles. A rróniz está a 562 m etro s d e altura, m i­ ran d o al Sur. P o r el N o r te tie n e unas p e q u e ­ ñas alturas; la de Santa C ruz al N o ro e s te , de 643 m e tro s y la d e C a n ta elm o n te d e 773. La e rm ita d e M en d ía en las estrib acio n es de ésta so b re el p u e b lo . La to p o n im ia es m ixta. H ay en el térm in o , incluso al Sur, n o m b re s vascos com o U n cilu a y Picavea; G arcíb ar al Este. N o m b re s enigm áticos, tam b ién , co m o el ci­ tado d e C a n ta elm o n te q u e se e m p a re ja con el de o tra em inencia próxim a, C antabárana, ya en té rm in o de Alio. El n o m b re d e la villa co n sid e ro q u e d e b e relacionarse con un antro p ó n im o antiguo. E n tre las inscripciones de Segovia hay una q u e d a el c o g n o m en de « A rro » , g en itiv o «A rronis» 11°. En A rróniz se han e n c o n tra d o im p o rta n tes restos ro m a­ nos, em p ezan d o p o r el m osaico q u e se ha­ llaba en p a rte en el M u seo A rq u eo ló g ico N acional y en p a rte en el M u seo d e N av arra y q u e d e b e c o rre s p o n d e r a una lujosa vi­ lla 111. El n o m b re d e A rróniz aparece escrito «A rroni^» en d o cu m e n to s de la m itad del siglo X I, en los q u e tam b ién hay referen cia a una fam ilia q u e lo llevaba y al M o n a ste rio de Santa M aría q u e d e b ió p e rte n e c e r a ella y pasó a Irache 112. Poco d esp u és aparece sus­ c rib ien d o un d o c u m e n to , tam b ién en Irache, un «S énior L ope F o rtu n io n e s d o m in a to r A rróniz» 113. Es decir q u e tam b ién es p u n to estratég ico im p o rta n te en el rein o , a u n q u e ya haya o tro s m ás peligrosos al Sur. La fam ilia d e los M e d ra n o p a re c e hab er ten id o p o s te ­ rio rm e n te algún do m in io so b re la villa p o r d o n ació n real, q u e luego es m odificada m e ­ d ian te c o m p r a 114. Esta en 1343. A rróniz c rece y en 1366 tie n e c in c u e n ta vecinos, es d ecir so b re los 250 habitantes. La fuerza del vecin d ario fue suficiente p ara p leite a r y ganar en el p le ito a los M e d ra n o en 1341 so b re una cu estió n de pastos 115. D e sp u é s é ste dism i­ nuye a c u a re n ta y cu atro fuegos y en la g u e rra con C astilla el casco fue q u e m a d o , d e stru id o y d e sp o b la d o , p o r lo q u e en 1379 recibió algunas ex enciones d e C arlos II 116. En 1397 las pechas se dan a C harles de B e au m o n t; su fam ilia las co b ra b a en 1511. El vecin d ario creció y en 1495 estaba co n sti­ tu id o p o r o c h e n ta y c u a tro vecinos 117. U n nú cleo c o n sid e rab le p ara la época. El ritm o d e cre c im ien to sigue d esp u és. En 1802 se dan 875 h abitantes divididos en estados de hidalgos y lab rad o res y p e rte n e c ía al co n d e d e L erín, q u e n o m b rab a alcalde p ara lo civil y juez p ara lo crim inal m . M adoz, q u e le d edica un b u e n artículo, da 280 casas y 1430 h abitantes, lo cual indica o tro au m e n to sensible. C o n sid e ra q u e el casco u rb an o tien e form a triangular y q u e se halla c o n stitu id o p o r tres barrios q u e son: 1.° el q u e lleva el significativo n o m b re d e b arrio n uevo, q u e m ira al Este; 2.° el de C re ta , cara al Sur; 3.° el de M iralin, al O e ste. C o m o rasgos distintivos alude tam bién a la casa consistorial, con gran sala de juntas y vasto balcón en la fachada, al atrio de la iglesia d e San Salvador y a su to rre d e p ied ra co n stru id a en 1806, so b re cu atro arcos. Se­ ñala la existencia d e tres abrev ad ero s de «aguas d u ras» , para el ganado y d e la «Balsa» con agua d e las q u e usaban los vecinos para b e b e r, etc. E ra ésta una co n stru cció n oval, de m uros d e p ied ra con sola una p u e rta . T en ía una re ja q u e im pedía la e n tra d a a los anim a­ les y escaleras. Estas y otras notas daban a A rróniz el carácter de una típica villa d e la N av arra m eridional, e x p o rta d o ra d e granos, vino y aceite 119. En los c u a re n ta años siguientes A rróniz siguió a u m e n tan d o y en 1888 tenía 1.690 habitantes; 1.858 en 1910. El au m e n to dio rasgos especiales al co n ju n to . S iguiendo m o­ d elos de casas urbanas de la época, se re fo r­ m aro n los espacios de calles y plazas, com o se ve en la fo to de la fig. 586, en q u e a un lado aparece el ay u n tam ien to a q u e hace re fe re n ­ cia M adoz, y a la izq u ierd a casas de fines del siglo pasado refo rm ad as ya en éste. La silueta d e A rróniz es in co n fu n d ib le y el plano con sus plazas, calles en declive, con la iglesia, la Balsa, las encrucijadas 120, nos p o n e ante una concepción urbana q u e co n strata con la de los m ism os lugares del valle de S antesteban, d e q u e se ha tra tad o antes. N o faltan casas hidalgas de b u en a co n stru cció n (fig. 587). P e ro en tram o s en ám b ito m uy d istinto. 543 NOTAS. 1. « D iccio n a rio ...» d e 1 8 0 2 , II, p p . 3 5 6 , a - b y 3 6 5 , a. 2. M adoz, X IV , pp. 4 2 3 , b - 4 2 6 , a. 3. V ic e n te G arcía d e D ie g o , « D ic cio n a rio e tim o ­ ló g ico ...» , 9 8 5 , a (n .° 6 2 0 6 ). 4. D ic c io n a rio d e 1 8 0 2 , II. p. 3 6 5 , a. 5. J . C arrasco P é re z, «La p o b la c ió n ...» , p p . 592 594 (n .° 59 - 70). 6. H o ja 172 del m ap a a escala 1 :5 0 .0 0 0 d e l In s ti­ tu to G e o g ráfico y C atastral. 7. « D iccio n a rio d e an tig ü e d a d e s» , III, p. 515. 8. X IV , p. 4 2 4 , b. 9. « C atálo g o d e los cartu la rio s re a le s» , p. 2 1 5 (n .° 424). 10. « C o lecció n d ip lo m átic a d e Ira c h e » , I. p. 56 (n .° 42). 11. «C atálo g o del A rch iv o G e n e ra l» , I. p. 111 (n .° 193). Y anguas « D iccio n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , III, pp. 515 - 516. 12. « C atálogo d el A rch iv o G e n e ra l» , II, p p . 8 6 87 (n .° 199). Y anguas « D icc io n a rio d e a n tig ü e d ad e s» , III, p. 515. 13. « C atálo g o del A rch iv o G e n e ra l» , X II, p. 4 9 9 (n .° 263). Y anguas « D icc io n a rio d e a n tig ü ed a d es» , III, p. 517. 14. Y an gu as, « D icc io n a rio d e an tig ü e d a d e s» , III, p. 517. 15. El a rtícu lo d e Y an g u as « D ic c io n a rio d e A n ti­ g ü e d a d e s» , III, p p. 5 1 5 -5 2 0 es m uy c o m p le to . 16. P lan o e n A ltadill, II, p. 6 6 3 y a rtíc u lo a las pp. 662 - 665. 17. M adoz, X V I, p. 2 9 1 , a. S ó lo 251 h a b ita n te s seg ú n el D iccio n a rio d e 1802, II, p. 4 6 0 , b. 18. D ib u jo s d e las flgs. 160 y 161. 19. D ib u jo s d e la fig. 162. 20. S o b re to d o en los d e sp iec e s d e las p u e rta s prin cip ales d e las casas, inclu so d e las m o d estas. 21. D ib u jo d e la fig. 163. 22. M ich elen a, « A p ellid o s v asco s» , p. 144 (n .° 509). 23. «C atálo g o del A rch iv o ca te d ra l d e P am p lo n a» I. p. 148 (n .° 6 2 1 ), a ñ o 1256. 24. « C olección d ip lo m á tic a d e Ira c h e » , I. p. 7273 (n .° 55). 25. «C o lecció n d ip lo m ática d e Ira c h e » , I. p. 7 6 77 (n .° 58). En 1099 cam b ia el « ag ru m q u o d d ic itu r A rkakassa», ta m b ién allí, p. 97 (n .° 74). 26. « C o lecció n d ip lo m á tic a d e Ira c h e » , I. p. 104 (n .° 82). 27. « C o lecció n d ip lo m á tic a d e Ira c h e » , I, pp. 143 - 144 (n .° 123) e n tr e 1122 y 1131. 28. Y anguas « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» . II, pp. 4 9 8 - 499. 29- D ic c io n a rio d e 1802, II, p. 2 1 8 , a. 30. A ltadill, II, p. 6 3 9 . N o d a el plano. 3 1 . M ic h e le n a , « A p e llid o s v a s c o s » , p . 101 (n .° 308). 32. «C atálo g o d e los cartu la rio s reales» , p. 161 (n .° 321). In fo rm ació n am plia en Y an g u as, « D ic cio n a ­ rio d e a n tig ü e d a d e s» , I, p p . 7 9 - 80. 33. « C atálo g o d e l A rch iv o G e n e ra l» , X X X II, pp. 51 (n .° 94) 52-53 (n .° 97). 544 34. « C atá lo g o d e l A rch iv o G e n e ra l» , X L V III, p. 175 (n .° 345). 35. M a rtin e n a , «P alacios cab o d e a rm e ría » , II, p. 9. 36. V éase el d ib u jo d e la fig. 164. 37. F o to s e n las p ág in as c e n tra le s en el o p ú sc u lo d e A le ja n d ro D iez D íaz, « L erín » , n .° 3 3 4 d e « N a v a rra , tem as d e c u ltu ra p o p u la r» (P a m p lo n a , s.a.). In fo rm a ­ c ió n a las p p . 2 6 - 30. 38. D ic c io n a rio d e 1802, I, p. 145, a. 39. M ad o z, III, p. 3 0 2 , a. Los p o b la d o re s era n v e in tio c h o (cin co vecin o s). Los g a n ad o s m ás d e 6 .0 0 0 cabezas d e lan ar y cab río , b a sta n te v acu n o , algo d e g a n a d o m u la r y d e c erd a. S o b re 2 0 .0 0 0 ro b a d a s d e trig o , 5 .6 0 0 d e c e b ad a y av en a y algunas le g u m b re s. 4 0 . D iez D íaz, « L erín » , p. 30. 4 1 . M ic h ele n a , « A p e llid o s vascos», p. 38 (n .° 16). 4 2 . « C o lecció n d ip lo m á tic a d e Ira c h e » , I. p p . 25 27 (n .° 18). O tra d e « A u ru b ilitu » d e « A lhegi» d e 1072, pp. 64 - 6 6 (n .° 49). 43. « C o lecció n d ip lo m á tic a d e Ira c h e » , I, pp. 83 84 (n .° 6 4). C o m p ra d e p a rtic u la re s e n 11 04 , p p . 107 108 (n .° 84). B elin , e n A yegui en 1106, p. 109 (n .° 86). C asal e n A yegui, 1111, p p . 116 - 117 (n .° 93). O tra s p ro p ie d a d e s, 1209, pp. 2 6 3 - 2 6 4 (n .° 247). 4 4 . Ja v ie r Ib a rra , « H isto ria d el m o n a s te rio b e n e ­ d ic tin o y d e la U n iv e rsid a d lite ra ria d e Ira c h e » , P am ­ p lo n a, s.a. (1 9 3 8 ). 45. D ic c io n a rio d e 1802, I. p. 136, b. 4 6 . P lan o y d a to s e n A ltadill, II, p p . 5 5 6 - 557. 4 7 . La p rim e ra fo rm a e n 1099, « C o lecció n d ip lo ­ m ática d e Ira c h e » , I. p. 9 9 (n .° 75). La se g u n d a a la p. 101 (n .° 78, sin fechar). 4 8 . D ic c io n a rio d e 1802, I. p. 101, a. 4 9 . « C o lecció n d ip lo m á tic a d e Ira c h e » , pp. 19 2 0 (n .° 14), 41 - 4 2 (n .° 31). 50. « C o lecció n d ip lo m á tic a d e Ira c h e » , I. p. 63 (n .° 48). 51. « C o lecció n d ip lo m á tic a d e Ira c h e » , I, p. 170 (n .° 15). 52. « C o le c c ió n d ip lo m á tic a d e Ira c h e » , I, p. 2 3 4 (n .° 218). 53. « C o lecció n d ip lo m á tic a d e Ira c h e » , I. p. 292 (n .° 275). 54. « C o lecció n d ip lo m á tic a d e Ira c h e » , I. p p . 3 1 6 - 317 (n .° 301). 55. « C o lecció n d ip lo m á tic a d e Ira c h e » , I. p p . 6 9 70 (n .° 52). 56. « C o lecció n d ip lo m á tic a d e Ira c h e » , I, p. 108 (n .° 85). 57. « C o lecció n d ip lo m á tic a d e Ira c h e » , I, p p . 174 - 175 (n .° 156). « A u e rie n » e n 1150, pp. 175 - 176 (n .° 157). 58. « C o lecció n d ip lo m á tic a d e Ira c h e » , I, p p . 123 - 124 (n .° 101). 59. « C o lecció n d ip lo m ática d e Ira c h e » , I, p p . 2 7 0 , 2 5 7 - 2 5 8 (n .°s 2 4 2 - 253). 6 0 . « C o lecció n d ip lo m á tic a d e Ira c h e » , p p . 2 5 7 2 5 8 (n .°s 242). 6 1 . « C o lecció n d ip lo m á tic a d e Ira c h e » , I. p p . 307 - 3 0 8 (n .° 291). 62. « C o le c c ió n d ip lo m á tic a d e Ira c h e » , I, PP- 154 - 155 (n .° 132), d o c u m e n to d e 1137 d a «L ucheain» (L u q u eain ), « L u q u ien » e n 1185, p. 2 2 3 (n .° 20 5 ). 63. «C o lecció n d ip lo m á tic a d e Ira c h e » , I. p p . 125 - 126 (n .° 103). 64. « C o lecció n d ip lo m á tic a d e Ira c h e » , I. p. 2 4 0 (n .° 224). 65. « C o lecció n d ip lo m á tic a d e Ira c h e » , I. p p . 159 - 160 (n .° 138). 66. « C o lecció n d ip lo m á tic a d e Ira c h e » , I. p. 2 0 8 (n .° 190). 67. « C o lecció n d ip lo m á tic a d e Ira c h e » , I. p. 271 (n .° 253). 68. « C o lecció n d ip lo m ática d e Ira c h e » , I. p. 332 (n .° 319). 69. R e su m e n e n Y an g u as, « D ic cio n a rio d e a n ti­ g ü e d a d e s» , III, pp. 8 - 1 1 . 70. M o re t, « A n n a le s...» , II I, p. 3 4 0 , a (lib ro X X II, cap. V II, § 19). T e x to so sp e ch o so . 71. A zcárraga, fol. 8 1 , 1, d a u n b lasó n co n este epígrafe: «Los d e A re lla n o lleb an d e A re lla n o y L una». A rellan o es p a rtid o d e p la ta y gules. 72. M a rtin e n a , «Palacios cabo d e a rm e ría » , II, p. 8. 73. M a rtin e n a , «Palacios cab o d e a rm e ría » , II, p. 8. 74. Fol. 117, 3. 75. Fol. 70, 3. 76. Fol. 4 8 , 3. 77. Y anguas, « A d ic io n es» , pp. 2 1 2 - 21378. A ñ o X X , n.° 9, 8 d e m arzo d e 1876, pp. 160 161. E xplicación a la p. 155, a - b. 79. L acarra, « H isto ria p o lític a d el re in o d e N a v a ­ rra» , I, p. 110. 80. C .S .J.P ., 1. p. 4 8 (n .° 14). 81. C .S .J.P ., I, p. 50 (n .° 14): « d o m m u s G a lin d o e p isc o p u s sim ilite r in P am p ilo n a e t in D e iu » . 82. C .S .J.P ., II, p. 194 (n .° 156). 83. « C o lecció n d ip lo m ática d e Ira c h e » , I, p p . 9 10 (n .° 6). 84. H ay q u e a d v e rtir d e to d a s fo rm as, q u e la e tim o lo g ía d e la p alab ra « jard ín » es c o m p lic a d a y q u e su u so n o se d o c u m e n ta m u c h o e n te x to s antig u o s. 85. M ad o z, X I, p. 5 0 4 , a - b. 86. A ltadill, I. pp. 795 - 7 9 6 co n foto. 87. « C atálo g o d e los c a rtu la rio s re a le s» , p. 2 3 9 (n .° 479)- « C atálo g o del A rch iv o G e n e ra l» , I. p. 169 (n .° 342). Y an g u as « D ic cio n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , III, pp. 31 9 - 320. 88. « C atálo g o d e los c a rtu la rio s re a le s» , p. 322 (n .° 660). 89. F. Z a b a lo , «El re g istro ...» , p. 159 (n .° 2 2 7 1 22 7 6 ). 9 0. F. Z a b alo , «La p o b la c ió n ...» , p. 154 (n .° 2 1 3 7 - 2 145). O tra lista sin sep ara c ió n , p. 79 (n .° 6 8 4 - 693). 91. J . C arrasco P é re z , «La p o b la c ió n ...» , p p . 5 9 4 595 (n .°s 71 - 77). 9 2. D ic c io n a rio d e 1 8 0 2 , II, p. 3 5 6 , a. 9 3. Y anguas, « A d ic io n es» , p p . 2 0 0 - 2 0 2 . 94. M a rtin e n a , « P alacios cab o d e arm e ría » , II, p. 8. 95 . E n A zcárraga, fol. 30, 1, la cru z m aciza, sin la m an o y el p á ja ro . La in sc rip c ió n sin la p a la b ra Final; «el palacio d e M e d ra n o » . 9 6 . D ic c io n a rio d e 1802, I. 9 7 . P lan o y d a to s e n A ltad ill, II, p p . 592 - 593. 9 8 . D ib u jo e n «La Ilu stra c ió n E sp añ o la y A m e ri­ cana» añ o X X , n .° 10, 15 d e m arzo d e 1876, p. 184. E x plicación a la p. 179, c. 99. « C atálo g o d e los c a rtu la rio s re a les» , p p . 317 (n .° 6 4 8 ), 3 1 8 - 3 1 9 (n .° 6 5 2 ). Y an g u as, « D iccio n a rio d e an tig ü e d a d e s» , II, pp. 5 1 8 - 519. 100. P lan o y ex p licació n e n A ltad ill, II, p p . 6 2 0 62 1 . 101. Fol. 3 0 , 3 y 9 8 , 5. 102. M a rtin e n a , «P alacios cab o d e a rm e ría » , p. 8. Y anguas « A d ic io n es» , p. 195. 103. Y an g u as, « A d ic io n es» , p. 64. 104. M ad o z, X V I, pp. 183, a - 186, a. 105. « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , I.pp. 124 125 (n .° 227). Y an g u as, « D icc io n a rio d e a n tig ü e d a ­ d es» , I, pp. 6 9 - 70. A n te s ya M o re t, « A n n a le s» , III, p. 178, a (lib ro X X I, cap. II, § V I, n .° 26). 106. « C atálo g o d e los c a rtu la rio s re ale s» , pp. 317 (n .° 6 4 8 ), 3 1 8 - 3 1 9 (n .° 65 2 ). 107. « C atálo g o d e los c a rtu la rio s reales» , p p . 322 - 323 (n .° 66 0 ). Y an g u as « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a ­ d e s» , III, p p . 4 9 8 - 4 9 9 . A ñ o 1324. M u c h o s d o c u ­ m e n to s d e 1320 - 1321 e n el « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , I, pp. 3 4 7 -3 5 2 (n .°s 7 9 5 , 7 9 6 , 7 9 7 , 7 9 9 , 8 0 3 , 8 0 4 , 8 0 5 , 80 6 ). 108. « C atálo g o d el A rc h iv o C a te d ra l d e P am ­ p lo n a » , I, p. 131 (n .° 552). A ju ste d e 1319, p. 2 4 7 (n .° 1044). 109. P lan o y d a to s e n A ltadill, II, pp. 6 6 0 - 6 6 2 . En 1888 se le asignan 2 3 9 h a b itan te s. S ó lo 2 0 0 en 1910. M a d o z , X V I, p. 183, a - b, le d a c u a re n ta casas solo, c o n 2 2 7 h ab itan tes. 110. C .I.L . II, 2 7 3 5 . 111. V éase p a rte p rim e ra , cap. V I, § IV . 112. « C o lecció n d ip lo m á tic a d e Ira c h e » , I, PP- 20 - 21 (n .° 15). 113. « C o lecció n d ip lo m á tic a d e Ira c h e » , I, p. 42 (n .° 31), añ o 1064? O tra s e n pp. 45 (n .° 33), 4 6 (n .° 34), 4 8 (n .° 35), 4 9 (n .° 36), éstas sí d e 1065 y 1066. 114. « C atálo g o d e los c a rtu la rio s re ale s» , p. 347 (n .° 711). « C atálo g o d e l A rch iv o g e n e ra l» II, p. 8 9 (n .° 20 3 ). Y an g u as « D ic c io n a rio d e an tig ü e d a d e s» , I, p. 62. 115. El lin a je lu eg o se e x tie n d e p o r España. 116. « C atálo g o d e l A rch iv o G e n e ra l» , X II, pp. 332 - 33.3 (n .° 845). 117. Y an g u as, « D ic c io n a rio d e an tig ü e d a d e s» , I, pp. 61 - 6 3 ; b u e n artícu lo . 118. D ic cio n a rio d e 1802, I, pp. 122, b - 123, a. 119. M ad o z, III, p p . 2 2 , b - 2 3 , a. 120. En A ltadill, II, p. 5 5 2 , a rtíc u lo h asta la p. 556. 545 Fig. 5 8 3 .-Torre del linaje de Arellano. 546 547 Pig. 5 8 7 .-C a sa hidalga. A rróniz. 548 C A P IT U L O X L E R IN Y LOS PU E BLO S V E C IN O S D EL «C O N D A D O » 1) 2) La R ibera del E ga y Lerín Los pueblos vecinos del «C ondado» El c o n c ep to de «R ibera» aparece u tili­ zado e n el reg istro d e 1280 en form as m uy significativas. En realidad, se tra ta p rim e ro de zona en que hay q u e m a n te n e r castillos: «castillos d e R ib era» , su jeto s a vigilancia e inspección 1. La «R ibera» p o r antonom asia p arece ser la del E bro, en la q u e se distingue la p a rte «d’ayllent E bro» 2. P e ro tam b ién hay la d e Sangüesa, es d e c ir la del río A ragón 3. El c o n c ep to se utiliza e n tierras de la m erindad de E stella d e sd e el m o m e n to e n q u e el d e valle no es aplicable y e n el q u e el curso d e un río p a re c e e le m e n to significativo m a­ yor. Estas «R iberas de Estella» se hallaban m u ch o m ás pobladas q u e los valles. Los n ú ­ cleos co n c en tra d o s e ra n g ran d e s 4. P o d em o s distinguir: 1) Al N o rd e s te , el A rga llega a ser lí­ m ite del llam ado Val d e M añ eru , p o r el q u e c o rre n arroyos co rtísim os y al q u e afluye el río Salado (de G uesálaz) según va dicho. 2) L uego viene la rib e ra estellesa p o r antonom asia, q u e es la del Ega al salir de la zona de Estella, hacia el S ur y q u e tie n e varios núcleos m ayores y separados del río de N o rte a Sur, de V illatu erta a San A drián. A éstos hay q u e añadir algún nú cleo en aflu en ­ tes p e q u e ñ o s del Ega. 3) La rib e ra del E bro, p ro p ia m en te d i­ cha. 4) La d e algunos ríos secundarios que dan a é ste p o r O c c id en te (O d ró n , Linares, etc.). El p rim e r p u e b lo que aparece en el «Li­ b ro del m onedage» d e E stella, de 1350 es V illatu erta, con cin cu en ta y cu atro p ersonas, algunas con o f ic io s 5. En 1366 e n «La R i­ bera» con tre in ta y seis fuegos 6. Es decir, q u e ya e n tra d e n tro d e la categoría de p u e ­ blos g ran d es, fu era d e los valles, a u n q u e tam b ién aparece incluido en el valle d e la Solana, com o va visto. Luego siguen otras p oblaciones m ayores y más m erid io n ales, de las q u e se tratará p articu larm en te. El seg u n d o p u e b lo q u e se c o n sid era de «R ibera» es «O tey^a», q u e es b astan te p o ­ blado tam bién e n 1350 7. En 1366 da tre in ta y cu a tro fuegos 8. T am b ién se suele incluir en la Solana, com o va dicho y es co n ocido com o O te iz a d e la Solana, fre n te a o tro s h o m ó n i­ m os. P ero de O te iz a en adelante p u e d e seguir el equívoco, p u e sto q u e en 1366 q u ed an incluidos en la Solana hasta «A yllo» y «D icas­ tillo» 9. N o ya Lerín, q u e es el n ú cleo del q u e 551 ah o ra hay q u e tra ta r y q u e q u e d a al Sur de B aigorri. El n o m b re del p u e b lo es de tip o de los q u e ya hem os e n c o n trad o m ás al N o rte d e la m erin d ad , con d esinencia e n «in» q ue, e n el caso, no es flu ctu an te com o en o tro s. A veces se escribe «Leryn» y eso es to d o 10. Es p ro b ab le q u e, com o en los casos d e «B arbarin», «L uquin», « M o re n tin » , etc., se tra te de un a n tro p ó n im o que se refiera a una vieja po sesió n p erso n al 11, p e ro no está d o c u m e n ­ tado. D e b e h ab er sido población que se res­ cata en el e m p u je q u e hace caer a M o n jard ín y q u e llega a C alahorra. L erin aparece con esta m ism a grafía en un d o c u m e n to algo p o ste rio r a 1141 12. En 1206 con un castillo del q u e era te n e n te P ero G arceiz 13. D e hacia 1211 datan sus fueros, e n q u e se ajusta q u e los vecinos deb ían hacer las labores del castillo 14. El castillo sigue siendo d esp u és d e los im p o rta n tes e n el rein o , com o lo atestiguan suscripciones de 1222 15 y otras p o sterio res. La abundancia d e vecindario hace, sin duda, q u e hacia 1263 las discordias fueran grandes, cuando se p rese n tab a n candidatos al cargo d e abad de la iglesia, de su e rte que el co n cejo decidió o to rg a r el p a tro n a to d e la m ism a a T e o b a ld o II, p o r esta fecha o algo desp u és 16. N o estam os ya, ni m ucho m enos, ante una aldea o un lugar de señ o río , de los q u e nos son más conocidos, sino ante un núcleo con población com pleja. Lerín aparece com o p u eb lo de la R ibera d e la m erin d ad d e E stella e n 1330 y con población ab u n d an te 17. T am b ién en 1350 18. En 1366 da 215 fuegos d e p u d ie n te s y no p u d ien tes, incluidos cu atro fuegos d e ju ­ díos 19. V arios factores d e b ie ro n co n trib u ir a a u m e n tar su im p o rtan cia económ ica y su sig­ nificado m ilitar. T a m b ié n a p o n e rle e n situa­ ciones peligrosas. Los d o c u m e n to s indican que el valor de las pechas era co n sid erab le d e n tro del reino; q u e, p o r e je m p lo , en 1406, ascendían a 1.000 sueldos carlines blancos, 1.000 robos d e trigo, 1.000 de cebada, y 2 0 0 cahíces de p an m eitad en co 20. El rey, q u e las poseía, las había dad o en 1394 p o r vida, a R ui López de A balos, cam arero del rey de C astilla, q u e se hizo su « h o m b re lige» 21. D esp u és (tam bién antes), ap arecen dife­ re n te s personas a las q u e se hace gracia de 552 p arte d e estas pechas, con adm inistración de judíos, lo cual explica acaso el au m e n to de p oblación h e b re a 22. Lerín va co b ra n d o cara al Sur y S u ro e ste un significado p articu lar en relación con la fro n te ra con C astilla q u e q u e ­ daba a la p arte d e L odosa, p o r el E bro. Sufre m ucho e n la g u e rra d e 1 3 7 8 -1 3 7 9 c o n tra C astilla m ism a y en la d e 1430 23. En 1425 C arlos III co n stitu y ó el co n d ad o d e Lerín cu ando su h ija natural, D o ñ a Ju an a, se casó con D o n Luis d e B e a u m o n t 24. Esta alianza d io lugar a un sinfín de d esastres en los años siguientes, p o rq u e el c o n d e de Lerín fue jefe d e uno de los dos bandos o partid o s e n q u e se dividió el rein o , el b ea m o n tés, y N av arra se vio e n v u elta e n una g u e rra civil en q u e Lerín d e se m p e ñ ó un papel im p o r­ tante. El co n d ad o p rim itivo incluye tam b ié n a Sesm a, C irauqui, Eslava y Sada. P ero luego llegó a agrupar, p ara asuntos judiciales que co n tro lab a el co n d e, a A lio, A ndosilla, Cárcar, D icastillo, M endavia y S e s m a 25 en un to d o com pacto. R esu lta d e esta su e rte q u e hay una acu­ m ulación de p o d e r eco n ó m ico y bélico en unas m anos y e n fo rm a acaso desco n o cid a hasta en to n c e s; de otra, se crea la base de un m alestar social e n tre g ran p a rte d e los p o b la ­ d o res de este gran feu d o , divididos. Lerín no m enos q u e o tro s pueblos, pese a ser la cabeza del condado. S ufrió así d e un fiero asalto antes de 1468 en q u e se d e stro z ó m u c h o 26. En 1495 la población había d esce n d id o de m o d o sensi­ ble, con resp e c to a la d e 1366: constaba de 137 vecinos cristianos y 61 judíos 27. Esta abundancia del e le m e n to h e b re o ha q u e d a d o re c o rd a d a incluso en coplas y dictados tó p i­ cos conocidos aún hoy día 28. A p esar de la acción de los B e a u m o n t y del m ás fam oso co n d estab le d e Lerín, (habría allí, sin duda, una p a rte d e g e n te fiel al m onarca) e n ú ltim o té rm in o la población fue cread a « b u en a villa» p o r D o n Ju a n de Labrit, en 1507, p e rd o n á n d o le la pecha, q u e e n to n ­ ces era m e n o r q u e lo q u e había sido, y d án ­ do le un m ercad o franco los lunes d e cada sem ana 29. D e sp u é s, los condes d e Lerín fu e­ ron 30 restitu id o s e n to d o s sus b ien es, q u e pasaron a la casa d e A lba, la cual ha ten id o pro b lem as con la población hasta n u estro s días 31; fu ero n al p a re c e r, esp ecialm en te gra­ ves en el siglo X V III. En u n a descrip ció n del p u e b lo , fechada en 1788, q u e se halla e n la A cadem ia d e la H isto ria y q u e se d e b e a D o n M anuel d e L arram endi, q u e no ap ro v ech ó del to d o el a u to r del artículo del diccionario de 1802, p arece q u e se indica q u e había allí un reg ad ío más antiguo y q u e e n tre 1540 y 1548 se hizo el d e B aigorri, ro to e inutilizado d e sp u és 32. V aldría la p e n a d e p recisar la fecha en q u e se hizo el regadío de Lerín, com o se fijaron las d e la creación de algunos de los de Ebro. En to d o caso, q u e d a d e n tro del té r­ m ino, sin te n e r q u e hacer uso d e paso p o r tie r ra s d e o tr o m u n ic ip io , p a ra h a c e r «azut» 33. La p resa está d e n tro d e él y el térm in o m unicipal, considerable: 9 .6 8 4 ,0 5 ,1 0 hectáreas 34. El Ega c o rre a la p a rte occidental d e éste en su orilla y fuera del sistem a de acequias, al lado Este, hay alguna noria. El gran regadío e m p ieza algo m ás a rrib a d e d o n d e está asen ­ tad a la villa y d e sd e q u e em pieza hasta que acaba, de N o rte a Sur, hay una franja q u e q u e d a so b re to d o al E ste del río y q u e se ve d ib u ja d o e n las hojas 172 y 205 del m apa a escala 1:50.000 del In stitu to G eo g ráfico y C atastral, en q u e se aprecia la posición d e la acequia m ay o r y d e la p resa principal (si­ g u ien d o la descrip ció n d e 1788). En 1802 este reg ad ío se co n sid erab a q u e regaba 4 .8 0 0 robadas y q u e ten ía un lo ngitud de 9 .0 0 0 varas. C o n el secano daba una p ro d u cció n q u e se detalla, b astan te im p re sio n a n te 35. Los riegos de Lerín d e b ie ro n sistem atizarse - c o ­ m o in d ic o - cu ando el p u e b lo se co n sti­ tuyó en cabeza d e u n feu d o fam oso y de influencia decisiva e n la H isto ria d e N avarra. U n a o rd en a c ió n o rem o d elació n del p u e b lo que es la q u e le da su form a actual, tam b ién parece d e esta fecha m edieval, no m uy re ­ m ota. Lerín se halla asen tad o en un c e rro de 442 m etro s en su m ayor altura, p e ro q u e p o r la p a rte m erid io n al y o rie n tal, fu era del casco, tien e algunas m ayores. La silueta clásica del c e rro es la q u e se o b tie n e desde el N o ro e s te y el O este: la q u e da el d ib u jo ad ju n to , (fig. 588) inspirado en u n o q u e apareció en «L’Illu stratio n » en 1874, con m otivo d e la segunda g u e rra civil 36. Lerín no es «fortaleza-m ercado», sino «fortaleza-regadío». P ero e n lo alto del c erro no se aglom eran una serie de casas a m o n to ­ Fig. 5 8 8 -S ilu e ta de Lerín. nadas sin o rd e n a p a re n te , sino que el plan u rb an o es nítid o , com o se ve en varios planos antiguos y e n la fo to a érea de la fig. 592 37. D e S u d o e ste a N o rd e s te c o rre una larga calle recta, q u e es la M ayor. P ero ésta es atrav e­ sada p e rp e n d ic u la rm e n te p o r otras d e trazado tam b ién m uy re c to y b astan te regular. M adoz, que lo describe com o p u e b lo si­ tu ad o so b re una roca d e yeso b astan te e le ­ vada, c o m p u e sto d e 294 casas, con 1.165 alm as, le da diez y siete calles y una plaza y señala la excelencia de la casa del ay u n ta­ m ie n to y d e la cárcel. T am b ién , los efectos de la D esam o rtizació n e n los edificios religio­ sos 3S. D e sp u é s Lerín au m en tó . A ltadill le daba 465 edificios más n o v e n ta y seis a lb e r­ gues; sólo quince casas q u ed ab an disem inadas y en 1910 ten ía 2 .6 3 0 habitantes fre n te a 2.2 2 7 en 188 8 39. Tal a u m e n to influye en el aspecto general del p u eb lo , m uy rem ozado. P e ro en él, aparte de varias casas d e c ie rto in terés, hay algo q u e se e n c u e n tra en otras poblaciones navarras situadas en cerro s de e ste tipo; es decir, una zona de cuevas artificiales q u e han servido de habitación hasta hace no m u ch o y que se halla m arcada en la citada h o ja 205 com o fo rm an d o tres g rupos; el de las cuevas d e G racia al N o ro e s te , el de las cuevas de Balsa, al N o rd e s te , y el de las cuevas de Vélaz al Este, con la Y ese ra y el c e m e n te rio próxim os. H ace ya m ucho q u e U rabayen d ijo algo acerca de la habitación en cuevas en N avarra, cuevas con una d istrib u ció n q u e de suyo es significativa 40. P o s te rio rm e n te se han allegado m ás m ateriales d e e stu d io , a u n q u e tam b ién ha habido una cam paña d e d estru cció n sistem á­ tica d e las cuevas a rtific ia le s41, q u e tie n e n a n te c e d en te s m uy rem o to s. En efecto , hay textos clásicos q u e aluden a p u eblos ibéricos q u e vivían en cuevas, in­ cluso a poblados e n te ro s co n stitu id o s por éstas, e n tiem pos históricos. P lutarco, en la vida d e S e rto rio , habla d e los caracitanos, allende el T a jo , q u e co nstituían un p u e b lo no asen tad o e n casas, com o las de las ciudades y aldeas más com unes, sino en cuevas o rie n ta ­ das hacia se p te n trió n , e n un m o n te excavado, con m uchas concavidades. S chulten dice q u e 554 la C araca m en cio n ad a p o r P to lo m e o 42 y el cosm ógrafo de R a v e n n a 43, e n la reg ió n d e C o m p lu tu m , d e b e c o rre s p o n d e r a T aracena d o n d e ex isten hoy todavía cuevas 44. D e cuevas q u e servían d e refugio en tie m p o d e g u e rra a los aquitanos en la cam ­ paña del año 56 habla F lo r o 45. P o s te rio r­ m en te , en la Edad M edia ya, algún tex to se refiere a g e n te q u e vivía e n cuevas en la N a v a rra m edieval, todavía m ediatizada en parte p o r el Islam 46. Las cuevas de Lerín no son d e las m ejo res com o habitación ru p e s tre y en ellas vivía la g e n te más p o b re del p u e b lo , en el q u e, com o en o tro s de esta zona so m e tid a a un vasto rég im en señorial de tipo q u e q u e d a m uy cerca de lo feudal, se fo rm ó una clase de « p ro le taria d o agrícola», q u e re c u e rd a algo ya a las q u e se crean en A ndalucía, so b re to d o e n las cam piñas, con la R eco n q u ista y que d u ran luego siglos. La fo to d e la fig. 593 da una idea del e x te rio r d e un g ru p o de cuevas de éstas, cuando ya em p e z a ro n a d esh ab itarse. Las casas más co m u n es de Lerín re c u e rd an las de o tro s p u eblos g ran d es del E bro. Son es­ trechas, con uno o dos huecos en la p a rte baja, lo m ism o e n el p rim e r piso, rasgado a veces p o r balcones en el siglo X IX y con ventanas e n el segundo. N o faltan las que tie n e n galerías de arco de ladrillo en lo alto: p e ro hasta el p rim e r piso e ra n casi siem p re de piedra. A lgunas, com o la de la foto de la fig. 594 de la calle M ayor, co n serv an un p o rch e y tien en arco de piedra. Las calles laterales p rese n tan hoy sensible variación. En casos han sido to ta lm e n te rem ozadas, aña­ d ién d o les m irad o res, com o se ve en la fo to de la fig. 595 y p in tán d o las d e blanco y o tro s colores. En casos, tam bién co n serv an las facha­ das d e piedra: de ca n te ría sólida en p u e rta s y ventanas com o se ve en la fo to de la fig. 596: siem p re d e dos huecos y dos altos p o r regla. Lerín - p o r o tra p a rte - p o see e je m p la res b u e ­ nos d e a rq u itec tu ra de ladrillo de tip o m e d ite ­ rrá n e o , co m o la casa p a rro q u ial e n la plaza, q u e se ve en las fotos 597 y 598. Lerín, en sum a, es un p u e b lo en el q u e lo m e d ite rrá n e o pa­ rece q u e co b ra un especial realce, a u m e n tán ­ d ose las notas q u e ya se ha visto q u e se dan algo m ás al N o rte , en los p u e b lo s de la Solana y d e Val de M añeru. II L erín tie n e a A lio al N o ro e s te , a Sesm a al O e ste, a L odosa y S artaguda al S u d o este y a C árcar y A ndosilla al Sur. Estos m unicipios p re se n ta n bastantes p u n to s d e sem ejanza en algunos aspectos. P e ro se diferen cian tam ­ bién b astan te en otros. Los más s e p te n trio ­ nales p o se en térm in o s m unicipales largos y alargados d e N o r te a S ur y el núcleo u rb an o en la p a rte N o rte . S o b re A lio q u e d a todavía D icastillo q u e, com o va d icho, fue incluido en el C o n d ad o , p o r lo cual ah o ra co n vendría v o lv er o tra vez hacia el N o rte , exam inando este p u e b lo y el de A lio, q u e se e n c u en tra n en dos cursos fluviales, d e m uy po co caudal q u e dan al Ega. T a n to en D icastillo com o en A lio se rastrea aún alguna to p o n im ia vasca; p e ro a b u n d a m ás la castellana. D icastillo es un p u e b lo q u e se alza en las estribaciones m erid io n ales d e M o n te ju rra , a 554 m etro s de altura, con gran llana hacia el Sur y m ucho viñedo. « D e io C a ste llo » d o c u m e n ta d o e n tr e 1040 y 1046 47 c o rre sp o n d e a D icastillo, sin duda. La fo rm a d e com posición del n o m b re es paralela a la de los de C arcastillo y U ncastillo. El colocar el n o m b re co m ú n en segundo té rm in o en vez de p rim e ro , se da tam b ién en algunos casos e n relación con «villa» (G en evilla) o «castro» (P unicastro) 48. El castillo de «D eio» en este caso es d istin to al d e «Santeste b an de D eio » y el n o m b re p ru e b a q u e la tie rra de «D eio » o «D egio» llegaba hasta aquí. T odavía en D icastillo hay un té rm in o lla­ m ado «El C astellar» q u e p ro b a b le m e n te co­ rre sp o n d e a la fortificación p rim itiv a 49. El núcleo u rb an o , com pacto, se e x te n d ió al pie. En 1330 aparece co m o «D icastieyllo» con bastantes p e r s o n a s 50. V ein tid ó s fuegos en 1366 51. D u ra n te largo tiem p o el castillo h u b o de te n e r una función en la vida local y a fines del siglo X II aparece con frecu en cia el te n e n te , en suscripciones de d o c u m e n to s reales 52. Fue lugar de se ñ o río a fines del siglo X III 53. D u ra n te algún tie m p o q u e d ó en p o d e r de un M ed ran o . En 1496 D o n ju á n de L abrit le hizo realen g o y un año antes con­ taba con sesen ta vecinos 54, es d e c ir q u e ha­ bía a u m e n tad o p ese a las g ran d e s crisis. D icastillo es un p u e b lo co m pacto de es­ tru ctu ra, q u e , com o to d o s los de la zona, creció bastante en el siglo X IX . En 1802 se le dan 763 habitantes 55 fre n te a 1.256 en 1888 y 1.276 en 1910, en q u e en el casco se contaban 307 viviendas 56. Las casas antiguas eran de p ied ra y del tipo com ún en la zona m edia todavía 57. U na transform ación distin ta y algo más co m p leja es la de la villa que q u e d a cerca de ésta, algo más al Sur: Alio. El n o m b re d e «A lio» aparece en una es­ c ritu ra de Irache de hacia 1064 58 tal com o se escribe hoy. En o tra d e 1119 es «A lo», sin e m b arg o 59. La relación d e e ste n o m b re con los de Alloz y Allin es posible. En d o c u ­ m en to s se escribe tam b ién «A illo» 60 o «A yllo». Así en el censo d e 1330 de la m erindad de Estella, en q u e aparece m uy n u trid o de población 61, en 13 5 0 62 y 1366 63 d o n d e salen v ein tid ó s fuegos. Se han hech o varias especulaciones fantásticas en to rn o al n o m bre. Sea el q u e sea su o rig en , A lio se d istingue d e o tro s p u eblos vecinos p o rq u e está en llano, incluso al fo n d o de una h o n d o ­ nada en q u e se reco g en varias p eq u eñ as co­ rrien tes. U na v e rd a d e ra «hoya» 64. A lio fue p u e b lo q u e tu v ie ro n en señ o río varios p e rso n a jes de la c o rte d e N avarra, hasta q u e llegó a q u e d a r incluido en el C o n ­ d a d o de Lerín. P ero con los condes sucesivos m an tu v o pleito s ya d e sd e 1580 65. El m unici­ pio, ro b u ste c id o dem o g ráficam en te, tien e un m o m e n to cu m b re a m ediados del siglo X V I, un d escen so en épocas p o ste rio re s hasta 1800, d esp u és un alza v ertiginosa hasta 1831, baja con la p rim e ra g u e rra y vu elta a subir más todavía en 1854, para oscilar y bajar se n sib lem e n te de 1914 a 1959. Las cifras más significativas son éstas: 1553, 840 habitantes; 1646, 640; 18 18, 1.3 0 5 66; 1854, 1.932; 1900, 1.925; 1932, 1.992; es el m o m e n to m áxim o 67. El casco u rb an o q u e a com ienzos d e siglo ten ía 550 casas se d esarrolla de N o r te a Sur so b re to d o con dos largas calles y otras trasversales, con la c a rre te ra al O e s­ te 68. H ay u n a gran plaza con ayu n tam ien to , m uy característico del país: soportal con cinco g ran d es arcos reb ajad o s, cinco balcones 555 en el p rim e r piso, cinco ventanas cuadradas e n ei seg u n d o , gran escudo m unicipal, colo­ cado un po co a la izquierda, y o tras cinco v en tan as en el piso su p e rio r o te rc ero . La a rq u ite c tu ra p é tre a c o rre sp o n d e aún m ás a la zo n a m ed ia q u e a la m eridional. En el con­ ju n to se c o n sid era q u e en el c e n tro hay ca­ sas « fu ertes» , d e tam año g ran d e, p ied ra sillar y m am postería, escudo, adem ás las casas de las calles largas, con balcones y huecos en anchura m en o r, y las d e los can to n es y calles transversales m enos holgadas y ventiladas. En A lio la b o dega y el «lago» eran e lem en to s im p o rtan tes. P o r lo dem ás, la d istrib u ció n de la planta baja, con cuadras oscuras, el p rim e r piso con cocina y alcobas, el seg u n d o con g ran e ro , etc., no es d ife re n te a la q u e se e n c u e n tra en o tro s p u e b lo s de esta zona 69. En A lio hay, com o va dicho, algunas casas de m ayor capacidad e im p o rtan cia y la m ás co­ nocido es la llam ada «del m ayorazgo», q u e se dice fu ndada en 1592 p o r D o n M artín López d e R oyo, a rcip reste de la Solana y b e n e fi­ ciado de Alio, a d m in istrad o r de los C o n d es de Lerín. E sta casa está co n stitu id a p o r un gran c u e rp o rectangular flan q u ead o p o r dos to rres a la p arte de la huerta. Es to d a ella de piedra oscura. Las to rre s sobresalen de la fachada p o ste rio r, son cuadradas, de tejad o de p iñón y tien en palom ares de tradición g ó tica o m e ­ dieval, a u n q u e en el piso p rim e ro y segundo las ventanas son g ran d es y cuadrangulares. La fachada p o ste rio r q u e d a d e n tro de una e sp e ­ cie d e rec in to y consta de una gran galería su p e rio r con cinco arcos de m ed io p u n to q u e co rre p o r el p rim e r piso y o tra inferior. La fachada tie n e gran e n tra d a a escalera sun­ tuosa, con arco y ventanas en rejadas. La casa conserva m u eb les antiguos e incluso u n re ­ trato del fu n d ad o r del m ayorazgo p in ta d o en 1605. Luego aparece com o palacio d e cabo de arm ería 70. La foto de la fig. 599 da idea de la fachada trasera con las dos to rres. O tra casa fu erte es la de los «T horres» de com ienzo del X V III 71. M ucho m ás vieja es la casa p ro p ied ad de D o n B e rn a rd o M artínez, una antigua to rre gótica. O tras tam b ién p e rte n e ­ cen hoy a perso n as q u e son de las fam ilias q u e las lev antaron 72. C o m o en Lerín y o tro s p u e b lo s cercanos, el agua utilizada para guisar y b e b e r e ra la de lluvia, recogida e n unas c o n stru ccio n es a las qu e el diccionario d e 1802 llam a «alvercas». En c o n ju n to , A lio es un p u e b lo m uy ca­ racterístico d e la zona, q u e, de hace un siglo a esta p a rte , ha e x p e rim e n tad o g ran d es cam ­ bios sociales. Las fam ilias q u e fu ero n m ayores p ro p ietarias han d esap arecid o e n gran p a rte , T re s fu en te s servían tam b ién para usos co m u n es y aun para regar algunas h u ertas; p e ro el cultivo e n casi su c o n ju n to e ra de secano, la cosecha a b u n d a n te si no le afecta­ ban las sequías. T a m b ié n e ra a b u n d a n te el 556 la p e q u e ñ a p ro p ie d a d se m ultiplicó; p e ro a veces las sucesiones p ro v o ca ro n el m in ifu n ­ dio y la d ism inución del v o lu m e n d e vi­ vienda, d e sap a re cie ro n bastantes oficios a rte ­ sanales y la insuficiencia de los recu rso s hacía q u e, com o en o íro s p u eb lo s, h u b iera una m endicidad b astan te organizada d u ra n te las décadas p rim eras del siglo X X . Luego han surgido nuevos oficios y n uevos em p leo s de las casas y la em igración ha sido m uy fu e r­ te 73. D e A lio hacia el Sur había un viejo ca­ m ino a Sesm a y de allí a Lodosa. H o y la c a rre te ra tam b ién com unica a las tres villas. Y o no veo q u e haya razón alguna q u e im pida p en sar q u e el n o m b re d e Sesm a esté relacionado con las voces castellanas, sesm o, sexm o, y su fem enino: de «sex» a través de un «sexim us» 74, algo dividido e n seis partes. En tie rra d e B urgos los sesm os son cierto s apro v ech am ien to s com unales d e los m unici­ pios, q u e p ro b a b le m e n te , en su o rig en , se dividían e n seis suertes. En N a v a rra la palabra «sesm o» se utiliza en tie rra de M u rch an te para refe rirse al d e re ­ cho a u n a sexta p a rte del agua de riego 75. P u ed e p ensarse q u e Sesm a fue una tierra, fu n d o o villa dividida en seis p a rte s, con am plia e x ten sió n 76. La población es n u trid a en 13 3 0 77. T am b ién en 13 5 0 78. En 1366 da v e in tic u a tro fuegos, q u e no p are c e n indicar au m e n to 79. Lo más ex trañ o es q u e se in d iq u e q u e en 1495 la villa ten ía 110 vecinos 80. En 1802 el diccionario, q u e le d edica un b u e n artículo, le asigna 1.004 a lm a s 81, 1.090 a m ediados del X IX 82. La descripción de M adoz d e p e n d e de la an terio r. En las dos se indica q u e Sesm a se e x tie n d e escalonada en diversos rellanos de un sistem a d e colinas, a m o d o d e g radería, de 225 pasos d e largo y 485 d e ancho, con un barranco en la p a rte in fe rio r cruzado p o r dos p u e n te s d e piedra. g anado lanar. Sesm a tie n e u n aire m ás m ed i­ te rrá n e o , si cabe, q u e Alio. En la p a rte m ás alta del p u e b lo había ruinas de un castillo, y al Sur del té rm in o otras (el C astillar) más im p o rta n tes y resto s de co nducciones de agua. D e n tro del p u e b lo m ism o hay algún edificio q u e re c u e rd a el antiguo p o d e r d e los condes de L erín, del q u e el v ecin d ario p u d o liberarse hasta c ie rto p u n to , m ed ia n te varias transacciones, co n serv an d o usos curiosos en la fo rm a d e elegir sus au to rid ad es hasta fines del siglo X V III. Sesm a es p u e b lo q u e tam ­ bién creció en el siglo X IX , d e su e rte q u e en 1888 se le daban 1.466 alm as, y 1.669 en 1910, con 570 viviendas. P ero hay q u e ad­ v e rtir q u e de éstas sesenta eran albergues de cam p o y 153 casetas, cubiles, chozas y a b ri­ gos de viña 83. El casco, con 357 edificios p arece haberse o rd e n a d o te n ie n d o en cu en ta un e je d e N o r ­ d e ste a S u d o este q u e es el d e la calle p rin ci­ pal hoy, y varios cam inos q u e dan a é sta p o r el Sur. M ás al Sur, so b re el E bro ya, q u e d a Lo­ dosa. La palabra lodo, m ezcla de tie rra y agua, v ien e de la latina «lutum » 84. P ero «lutosus» da « lodoso», es d ecir b arro so , en distintas hablas h isp á n ic a s85. Es a d je tiv o de tres declinaciones, clásico, y «lutosa» ha p o ­ d id o dar «Lodosa» p e rfe c ta m e n te . En B urgos hay L odoso; tam b ién e n Lugo, d o n d e existe L odos asim ism o 86. La palabra p u e d e d arnos, p u es, la clave de la e stru c tu ra del térm in o , q u e ya aparece m en cio n ad o en el fu ero d e Los A rcos de 117 6 87 y q u e d u ra n te algún tie m p o h u b o de p e rte n e c e r al m o n aste rio de la O liva q u e en 1350 lo cedió al rey, h ab ien d o sido antes de un «cam biador» d e T u d e la, llam ado X e m e n d e Lerga. En el d o c u m e n to de d o n ació n se ve q u e p o r e n to n c e s había un castillo 88, q u e con la villa m ism a fue dad o en 1368 al vizconde d e C ardona, a p e rp e tu id a d y luego a sus sucesores 89. L odosa aparece en los censos de 1330 y 1366 con p o b lación no m uy nutrida; e n el ú ltim o con sólo ocho fuegos 90. Parece q u e el d esarro llo m ayor se realiza en la Edad M o d e rn a , p u e sto q u e en 1802 tie n e ya 1.207 alm as 91 y d e e sta cifra pasa a m ediados del siglo X IX a 2 .2 8 3 92. El a u m e n to , com o en casi todas las pob lacio n es cercanas al E bro, es g ran d e d esp u és, p o rq u e e n 1888 se dan 2 .9 5 0 y 3-372 en 1910 93. P u e d e p ensarse q u e e ste cre c im ien to m o d e rn o ha sido c o n d i­ cio n ad o p o r el g ran regadío q u e se e x tie n d e b ajo el E b ro q u e aquí no es fro n te ra e n tre N av arra y L ogroño. El río form a, en efecto, un bucle e n tre A lcanadre y S artaguda y Lo­ dosa tie n e su regadío en la m arg en d e rech a d e él. D e sd e hace tie m p o se co m p o n ía de tres partes: 1.°) U n a p resa situada al Su­ d o e ste y a m edia legua del casco d e la villa d aba alim en to al reg ad ío m ayor, d e 3.651 robadas de viñas, olivares y hu ertas. 2.°) D os norias situadas en la p a rte in ferio r daban agua a otras 1708 fanegas, lev antando el agua a tre in ta y seis pies y m ed io . 3.°) O tra p resa había al Sur, con o tra noria q u e levantaba el agua a tre in ta y cu atro pies y regaba cien fanegas de v erd u ras y frutales. T am b ién para el riego de las calles y la in d u stria q u e había ya en el X V III (aguar­ d ien te s, so b re todo). El castillo, el regadío y el p u e n te cons­ tru id o a p artir de 1750 dan la base d e la e s tru c tu ra u rb an a de L odosa, q u e está en llano y q u e tie n e un casco longitudinal con dos largas calles paralelas, orien tad as de N o ­ ro este a S u d este y otras transversales más irregulares. En L odosa se distinguen: la calle M ayor y una calle A ncha. U n B arrio N u ev o . U nas calles del Sol, de la P eñ a y del A ire. D o s d e las cuevas d e A rriba y A bajo resp ec­ tiv am en te y otras con n o m b res religiosos (San Ju an ) o d e o tra ín d o le (M igueletes). A u n q u e se c o n sid erara adscrita al C o n ­ d ad o de Lerín, Lodosa a fines del A ntiguo R ég im en estaba bajo la jurisdicción del co n d e d e A ltam ira del q u e q u e d a n restos de un palacio 94. M ás in te re sa n te es el q u e las habitaciones ru p e stre s q u e han subsistido hasta este siglo fueran llam adas «casillas d e los m o ro s» , q u e M adoz dice eran och en ta, construidas y ha­ bitadas p o r vecinos d e la villa; com o en Lerín, están en el c e rro d e yeso q u e do m in a el c o n ju n to . T a m b ié n se atribuía a los m o ro s la ru in a del a cu ed u cto ro m an o q u e hay en su térm in o ; lo cual no im pedía q u e, p o r o tra p a rte , se d ije ra q u e p o r él habían pasado los Santos E m e te rio y C e le d o n io a C alahorra, cu ando los p re n d ie ro n para recib ir luego el m artirio 95. A p arte d e las cuevas, en el casco u rb an o d e L odosa hay q u e a d v e rtir la existencia de 557 altas fachadas con solanas en la p a rte su p e rio r y secaderos de p im ien to s en ellas, q u e dan un curioso aspecto y to n o ro jo a las calles d u ­ ran te ciertas épocas del año so b re to d o , com o se ve e n las fotos d e las fígs. 6 0 0 y 601. C o n stru c c ió n sencilla, d e ladrillo en gran p arte. Fuera, en el cam po, hay m uchas casas de labranza m ás g ran d es, q u e rec u e rd an ya las d e zonas d e m u ch o m ás al Sur, incluso de la M ancha y A ndalucía, con aire d e p e q u e ñ o s co rtijo s; es d ecir, con un rec in to m uy cerrad o sin huecos casi al e x te rio r, con bastantes en cam bio al in te rio r, p u e rta s o p o rto n e s para los carros y vivienda más o m enos d e sa rro ­ llada, com o se indica en los croquis de la fig. 589. L odosa está a sólo 324 m etro s de altura fre n te a Sesm a, q u e está a 432. O tro p u eb lo q u e q u e d a al S u d este de Lodosa, so b re el E bro tam bién y d e n tro de esta área, es Sartaguda, a 382 m etros. El n o m b re es rom ance y p u e d e com pararse con el de Sartajada en T o le d o 96. El e le m e n to q u e va en seg u n d o lugar es «acutus», com o en m uchos to p ó n i­ m os. En los d o cu m e n to s antiguos p u e d e ju s­ tificarse esta idea. S artaguda es «Sartacuta» en d o c u m e n to d e 1063 97■ En o tro en q u e M artín P érez y sus herm an o s hacen donación d e su h ered ad en el p u e b lo a Sancho el F u e rte se hace referen cia a q u e allí ten ían cuevas e n tre otras cosas m ás 9S; e sto en 1222. P o ste rio rm e n te es señ o río de los M edrano. P ero m ás tarde aún se sabe q u e el rey de N av arra tenía allí una casa y palacio " , q u e en tie m p o de C ar­ los III fue dad o al alférez C harles d e B eaum o n t, al q u e se lo d isp u tó el m ariscal M artín de Lacarra, q u e q u e d ó con él 10°. Sartaguda aparece en el censo de 1350 con v e in tin u e v e personas so lam en te 101. P ero en 1495 estaba d espoblada, a causa de las g u erras civiles y en 1508 los reyes la v e n d ie ro n a D o n Juan de A rellano 102. Fig. 589.-Casas de Lodosa. 558 339,4 338,7 S a fio tti <Jo Fig. 5 9 0 .-Plano de Sarlaguda. 559 D e sp u é s Sartaguda no creció com o otros p u e b lo s del E bro. El co to antiguo conserv ó su castillo so b re un c e rro , con la iglesia al lado. En él tam bién se form ó un regadío que d e p e n d ía del principal de Lodosa, de 861 fanegas. La villa tam bién p u d o te n e r un rega­ dío p ro p io d e 900 y un m olino; p e ro en 1802 no se le dan m ás de 199 p erso n as 103. M adoz las aum enta a 346, en n o v en ta casas que form an cinco calles y una plaza 104. Señala la existencia de una barca para pasar el Ebro. M ás adelante Sartaguda aparece con 584 habitantes en 1888 y 998 en 1910; en 224 edificios, de ellos cu aren ta albergues y una casa disem inados 105. Sin em bargo, el plan u rb an o p arece ser el m ism o ex p resad o p o r M adoz. Sartaguda está co nstituida p o r un cuadrado. Al O e ste hay un alineam iento de casas más próxim as al río q u e flanquean una plaza rectangular q ue, p o r el N o rte y el Sur, tien e otras dos líneas de edificios y p o r el Este cu enta con la edificación m ás com pacta, co nstituida p o r dos calles longitudinales, la segunda con algunos anchurones. Sería cu­ rioso saber la fecha de esta ord en ació n que recu erd a a otras m ás desarrolladas, rectilí­ neas, de d iferen tes p u eb lo s navarros del E bro (fig. 590). D e ja n d o ah o ra las orillas de é ste y vol­ vien d o a las del Ega, antes d e q u e confluya con él, al Sur d e Lerín y a la m ism a latitud, de Sartaguda, q u e d a o tro p u e b lo del antiguo condado, q u e es C árcar, cuya silueta es m e­ m o rab le si se va allí p o r la c a rre te ra q u e va al E ste d e l Ega d e L e rín a San A d riá n (fig. 591). Fig. 591 -S ilu e ta de Carear. 56 0 C árcar es un to p ó n im o q u e, p o r un lado, nos re c u e rd a a o tro s navarros q u e term inan e n «ar» (Lácar, p o r ejem p lo ) y p o r o tro p re ­ sen ta una base antiquísim a «car» d e am plia expansión. A caso «cara» o «gara», e incluso «caba» tie n e q u e v er con ella. En u n a escri­ tura d e Irache d e hacia 1122-1131 se habla d e un lugar con un castro q u e se llam aba «C arcarasseda» y se ad v ierte q u e se refiere a «quedam placea su p er castrum Stella» 106. «Car» p arece aludir a alturas fortificadas en idiom a ibérico. C árcar aparece com o «C ara­ cas» en un d o c u m e n to tam bién d e Irach e de 1061 107, lo cual hace p en sar q u e en e ste caso «Careara» tam b ién se refiere a castillo o fo r­ tificación. El castillo de C árcar es conocido d esd e fechas rem otas. T am b ién las cuevas. En 1222 un D o n P e d ro D íaz ven d ió al rey la villa d e «C arearas» con su castillo y cueva p o r 3 5 .000 sueldos 108. A veces el castillo lo tien e el m ism o q u e es te n e n te del d e Lerín 109. La población es n u trid a tan to en 1330 110, com o en 1350 111. En 1366 da cu a re n ta fuegos 112. P ero antes sufrió de una d estru cció n cuando las guerras d e Castilla de 1277, p o r lo cual sus habitantes se v ieron im posibilitados para pagar la p echa q u e daban al rey. A lo largo del siglo X V C árcar pasa a m anos d e d ife re n te s señ o res y p o r fin q u e d a en p o d e r del co n d e sta b le D o n Luis de B e a u m o n t113. C árcar es u n a villa q u e q u e d a so b re la vega del río en u n e je q u e va d e N o ro e s te a S udeste a 431 m etro s en su p a rte m ás alta. En 1802 se le asignan 1.288 habitantes. C o m o o tro s m uchos p u eb lo s, p rese n tab a in­ dicio de cam bio d e asen tam ien to ; en una llanura próxim a al p u e n te del Ega, dice el diccionario de aquella fecha, se conserva el no m b re de Villa V ieja y en el c e rro cortad o q u e la do m in a se ven cuevas trabajadas con arte, y se d e scu b re n sepulcros q u e d e m u e s­ tran hab er m u d ad o de sitio la villa, o hab er sido m ayor en los siglos pasados 114. Segui­ m os, p u es, en zona con habitación ru p estre . P ero, ap arte d e este núcleo viejo , se indicaba tam bién q u e había existido o tro , al N o r te del térm in o cerca de la erm ita de N u e s tra S eñora d e G racia, reedificada en 1748: «en lo anti­ g uo se llam ó N u e s tra S eñ o ra del R egadío por estar en la cercanía de las h u ertas, y en sitio q u e tuvo población, según los vestigios de fábricas y axuares caseros q u e se d e scu b re n fre c u e n te m e n te ; con efecto , a co rta distancia y en la cim a del c e rro se co n serv a u n té rm in o con el n o m b re d e las Cabas q u e en tiem p o s pasados tu v o su g o b e rn a d o r» 115. M adoz, q u e tran scrib e esta inform ación, indica q u e el p u e b lo e n su tie m p o ten ía 1.278 h ab itan tes y 2 5 0 casas d istrib u id as en siete calles y dos plazas 116. En 1888 eran 1415 h ab itan tes y en 1910, 1670 en 4 3 6 edificios, m ás o c h e n ta y cu atro albergues disem inados. El casco, c o m p leto , tie n e unas calles rectas y largas al E ste, o tra tam b ién larga, p e ro no tan rec ta al c e n tro y o tra m ás irre g u la r al O e ste. U n a transversal b astan te a se p te n trió n , q u e las cruza y otras vías m ás irregulares. El n o m b re d e plaza del A rrabal indica una am pliación y o tro s se red ie re n a su im p o rtan cia (M ayor), posición (M edia y A lta), o uso (P ortal), así co m o a ele m en to s q u e las caracterizaban: O lm o , O n tanilla, Ja rd ín , H o sp ita l, M o n te. U n a lle­ vaba n o m b re p ro p io (D o ro te a ) 117. C árcar, en sum a, ofrece asp ecto p arecid o a las villas vecinas en su co n stru cció n y p u e d e p en sarse q u e el au m e n to d e una clase d e trab ajad o res del cam po q u e tuvo lugar en el siglo X V III le dio gran p a rte d e su fisionom ía. H ay m em o ria d e q u e en 1763 a p e tic ió n d e los lab rad o res se hizo la parcelación de p a rte del té rm in o m o n tu o so , d á n d o se a cada fam ilia tres robadas de tie rra in cu lta para q u e la ro tu ra se n 118. El p u e b lo m ás m erid io n al del q u e hay q u e tratar ahora, en la cu en ca del Ega, es A ndosi11a: al S u d este d e C árcar y a m uy p o ca d istan ­ cia. El n o m b re aparece com o el d e un castillo con un « ten e n te» en 1087: «S én io r S cem eno G arceiz, d o m in a to r A ndoxella» 119. En 1214, com o té rm in o en q u e p o seía b ien es u n a dam a p u d ie n te , N a rb o n a d e Subiza 120. En 1349, el «abad» 121. T ie n e fu e ro c o n c ed id o p o r San­ cho el F u e rte e n 1210 122 y en d o c u m e n to de 1277 el castillo es m ás b ien calificado de « to rre » , en cu sto d ia d e u n L ope G on zález de A ndosilla 123. C o m o «A ndossieylla» aparece en el censo d e 1330, con p o b lació n n u tri­ d a 124. T a m b ié n en 1350 12s. En 1366 sum a cu a re n ta y cinco fuegos, con cinco hidal­ gos 126. A u m e n ta a sesen ta y seis vecinos cristianos y o n ce ju d ío s en 1495 127 y de m an o d e M o sén P ierres d e P eralta q u e la cam bió a C arlos III p o r B erbinzana, pasó a los reyes y d e ésto s al C o n d e d e Lerín. Se tra ta d e u n p u e b lo típico d e la zona. M adoz le asigna 2 5 0 casas d e b u e n a fábrica y c o m o ­ didad, co n 1.284 almas. D ice, tam b ién , q u e en su ép o ca se distinguía u n arrabal e n cuyo e x tre m o se hallaba la e rm ita q u e llevaba el significativo n o m b re d e N u e s tra S eñ o ra d e la C erca, al pie d e un to rre ó n q u e la g e n te hacía «del tie m p o d e los m o ro s» . C o n ta b a con una aldea d e seis casas llam ada V egilla (V iguilla) y dos d esp o b lad o s (La R o m areta y V agueria). El Ega daba lugar a un reg ad ío b astan te g ran ­ d e 128. A ndosilla es tam b ién un núcleo u rb an o trazad o en longitud d e N o r te a S ur, con una calle m uy larga y otras q u e no lo son ta n to e irregulares. C reció m u ch o en la seg u n d a m i­ tad del X IX , p u e sto q u e en 1888 ten ía 1.892 h abitantes y 1.924 en 1910, con 525 casas en el casco y 1.796 p erso n as en ellas 129. Las casas o b e d e c e n a esta especie d e c re c im ien to co m ú n a to d o s los p u e b lo s q u e se van re se ­ ñan d o en este capítulo. T a m b ié n se agrupan en form as com unes. U n palacio antiguo se reg istra com o allí e x iste n te 13°. P ero e n A n­ dosilla hay m uchas casas hidalgas d e sólida co n stru cció n , a u n q u e sean de ladrillo. T a m ­ bién resto s im p resio n an tes d e habitación ru ­ p e stre , com o se ven en la fo to d e la fig. 602. La iglesia d o m in a el c o n ju n to d el p u e b lo , con m uchas notas m ed ite rrá n e a s (fig. 603). Los g ran d e s casero n es d e cinco huecos, con su blasón, c o m o los d e la fo to d e las figs. 60 4 , 605 y 60 6 , a ltern an con casas d e d o s y aun un hueco, q u e a veces tie n e galerías d e arco de ladrillo y alero d e lo m ism o, co m o la d e la fo to de la fig. 607. Los can to n es y calles transversales tie n e n un aspecto m uy m erid io ­ nal (fo to de la fig. 6 08) y no faltan casas hidalgas con balcones antiguos y p atio s con arcos (fo to s de las figs. 6 0 9 y 610). T o d o d e n o ta q u e estam o s cerca del E bro. D e n tro d e la antigua m erin d ad y del p a r­ tid o d e E stella q u e d a todavía en el E b ro y m uy cerca del p u n to e n q u e el Ega se u n e con é ste el p u e b lo d e San A drián y m uy po co m ás al S u d e ste el d e Azagra. Los dos, cerca­ nos a C alahorra. Los dos son p u eb lo s d e fro n te ra antigua y con un d e sarro llo p a re c id o a los d e los a n te ­ riores: p u e b lo s d e « reconquista» tam bién. San A drián tie n e u n a histo ria m edieval acci­ d en tad a. A p arece p rim e ro co m o iglesia fa­ m osa p o r sus m ilagros en u n a escritu ra d e 561 1084 suscrita p o r D o n G arcía O rd ó ñ e z de N á x e ra y la infanta d e N a v a rra D o ñ a U rra ­ c a 131. M ás tard e es o b je to d e d isp u ta e n tre los obispos d e C alahorra y P am plona q u e ­ d a n d o en jurisdicción del seg u n d o , según d o c u m e n to s d e 1110 132. P e ro d e sp u és San A drián es co n o cid o p o r la fortificación con « ten e n te» en d o cu m e n to s del siglo X III. Así e n 1232 123 y en 1276, esta vez asociada a la d e Falces 134. C o m o p u e b lo con población judía en 1329 135. A lo largo del siglo X IV se m ultiplican las referencias d o cu m en tales al castillo, que en 1356 aparece e n tre los q u e rec ib ie ro n ballestas y cintos ad q u irid o s a un m o ro d e T u d ela, llam ado H a m e t A lhudali 136. H ab ía en to rn o a él viñas y otras p ro ­ p ied ad es reales 137 y ex isten incluso las cuentas de la o b ra d e c arp in tería h echa allí en 1357 p o r Sancho d e B e o rie ta 138. Parece q u e p o r la villa se hacía c o n tra b an d o de sal, según un d o c u m e n to d e 1361 139. Sin em bargo, en 1366 no aparece con m ás de ocho fuegos 140. Al final del siglo X V hay un au m en to . En 1495 hay veinticinco vecinos (o fuegos) de cristianos y u n o de ju dío y está b ajo el p o d e r del co n d estab le de L erín, d e sp u és d e una serie d e accidentes y d e hab er p e rte n e c id o al linaje de B ergara 141. En 1434 Ju a n II había lib e rta d o al p u e b lo de la m itad d e to d o cuartel y ayuda real a cam bio d e q u e m an tu v iera un b u e n estado «los m uros del c o rtijo » es d ecir del recinto, para q u e sus habitantes p u d iese n e n cerrarse d e n tro en tie m p o d e peligro. T a m b ié n Ies dio la plaza del castillo para q u e d e n tro d e ella edificasen sus casas 142. Esta especie d e rem o d elació n ha influido d e m o d o p o d e ro so en la e stru c tu ra del p u e ­ blo hasta la época m o d ern a. En 1802 San A drián ten ía 492 habitantes 143. En M adoz aparece con 101 casas de m ediana fábrica y no m ás d e 397 alm as 144, de su e rte q u e es de los p u eb lo s con m ayor c re c im ien to en la se­ g u n d a m itad del siglo X IX , p o rq u e , si en 1888 c u e n ta con 841 hab itan tes, en 1910 alcanza los 1134, con solas 172 viviendas 145. El c re c im ien to hizo ro m p e r p a rte c o n sid era­ ble d e las estru c tu ras antiguas, cosa q u e tam ­ bién o c u rre en relación con Azagra. Este n o m b re es p u ra m e n te árabe, según A sín Palacios y vale ta n to co m o «la p eñ a» , lo cual le va bien , com o v erem o s 146. Azagra 562 h u b o d e ser rec o n q u ista d a al tie m p o en q u e se realizó la seg u n d a tom a d e C alahorra, es d ecir p o r los años d e 104 5 147, q u e es cu ando d e fin itiv am e n te q u e d a en p o d e r cristiano. D e sp u é s el castillo o to rre d e A zagra aparece con frecu en cia en las nóm inas de ten e n tes. Así en 1205 con un M artín C h i­ p i a 148. M ás tard e, en 1276, co m o t o r r e 149. En 1277 hay refe re n c ia no sólo a la to rre , sino tam b ién a las cuevas 150. D el siglo X IV hay m ás d o c u m e n tac ió n , acerca d e alcaides q u e resid e n allí con sus com pañías 154. C o m o o tro s p u e b lo s citados, ap arece con población n u trid a en 13 30 152, 13 5 0 153 y 1366, en q u e se le asignan se se n ta y tres fuegos, de los cuales diez y nu ev e eran de hidalgos 154. Esta a p a re n te p ro sp e rid a d sufrió graves q u e b ra n to s en tiem p o s p o ste rio re s, a causa d e luchas fro n terizas y tam b ién de accidentes naturales. En efecto , en 1411 el v ecindario, q u e tiem p o s atrás había llegado a ser de o c h e n ta a cien vecinos, q u e d ó red u c id o a tre in ta , viejos y p o b re s en su m ayoría, p o r ­ q u e el E b ro hacía g ran d es daños e n su té r­ m ino y los p u e b lo s vecinos (C alahorra) a p ro ­ vechaban sus hierbas y c o rta b an leña. P o r eso se les p e rd o n ó p o r diez años p a rte d e la pecha y los cuarteles 155. En 1430 el rey encargó al p u e b lo q u e rep arase el castillo y d e sp u és el se ñ o río es­ tu v o en p o d e r d e fam ilias rivales sucesiva­ m en te 156. A zagra es p u e b lo q u e reb asa los 1.000 habitantes al final del A ntiguo R égim en 157. M adoz le da 1149 en 336 casas d e regular c o n stru cció n , situadas en llano, «al pie de un peñ asco so b re el cual existe u n antiguo casti­ llo q u e se c re e fabricado en tie m p o d e los sarracenos»; el castillo de los m o ro s clásico del q u e p o d ríam o s llam ar «F o lk lo re d e la co n stru cció n » . D e sc rib e tam b ién los cultivos con su p a rte d e riego 158. D e sp u é s A zagra siguió c re c ie n d o alcan­ zando los 1.789 h ab itan tes en 1888 y 2.075 en 1910 con 390 edificios; o n ce sólo d isem i­ nados. El plano nos d a una larga planta de N o r te a S ur casi, con una calle algo curvada con h u e rta s al O e ste , la p e ñ a al E ste y varias calles estrechas y can to n es d e no m u ch a lo n ­ gitud. El castillo d e «La Peña» subsistió hasta 1874. La p e ñ a m ism a se d e sm o ro n ó varias veces h u n d ie n d o algunas casas próxim as, lo cual obligó a d e stru irla e n p a rte 159. La cons­ tru cció n antigua es d e p ied ra e n la p a rte in fe rio r y d e ladrillo en los pisos. H ay m u ­ chas casas estrechas y altas, com o en los pu eb lo s vecinos y algunas casas hidalgas (fig. 611). T a m b ié n un palacio 160. A lo largo del E bro, hacia el S u d este, fu era de la m erin d ad , se e n c u e n tra n asen tam ien to s parecidos. NOTAS 1. F. Z ab alo , «El re g istro ...» p. 6 0 (n .° 26). 2. F. Z a b alo , «El re g istro ...» p. 9 6 (n .° 1041); « q u erey llas d e T u d e la e t d e la R ib era» (n .° 1040). 3. F. Z a b alo , «El re g istro ...» p. 62 (n .° 301) «... e scriv an o d e Sanguessa e n la R ib e ra q u a n d o escriv ia las m alfetias d e p a rte d ’A rag o n » . 4. J. C arrasco P érez, «La p o b la c ió n » , m ap a d e la p. 231. 5. J. C arrasco P érez , «La p o b lac ió n ...» p. 307 (n .° 1). 6. J. C arrasco P érez , «La p o b la c ió n ...» p. 6 1 6 (n .° 147). 7. J. C arrasco P é re z , «La p o b lac ió n ...» p p . 30 7 3 08 (n .° 2). 8. J. C arrasco P érez , «La p o b la c ió n ...» p. 6 1 6 (n .° 146). 9. J. C arrasco P érez , «La p o b la c ió n ...» p. 593 (n .° 6 1 -6 2 ).' 10. «L erín» en « C o lecció n d ip lo m á tic a d e Irach e» I. p. 284 (n .° 2 6 7 ) en 1212. «L eryn» e n 1336, «C atá­ logo del A rch iv o G e n e ra l» II, p. 2 4 (n .° 50 y 51). 1 1. C ab e p e n sa r, sin e m b a rg o , q u e la «1» p ro v e n g a d e un g ru p o «gl», c o m o e n alg u n a o tra ocasión. 12. «C atálo g o d e los cartu la rio s rea le s» , p. 24 (n .° 27). 13. «C atálo g o d e los c a rtu la rio s reales» p. 81 (n .° 142) T a m b ié n en 1208, p. 85 (n .° 149). 14. «C atálo g o d e los c a rtu la rio s reales» p. 9 0 (n .° 160). Y anguas « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , II, p. 193. P u b licad o s p o r M arich alar, « C o le cc ió n d ip lo m á ­ tica» pp. 101-102. 15. «C atálo g o d e los cartu lario s reales» p p . 134135 (n .° 259). 16. «C atálo g o d e los c a rtu lario s rea le s...» p p . 2 3 6 237 (n .° 4 7 1 ). Y an g u as « D ic c io n a rio d e an tig ü e d a ­ d es» , II, p- 193. E sto m ism o pasaba e n B aig o rri, p. 237 (n .° 4 7 3 ). 17. J . C arrasco P ére z , «La p o b la c ió n ...» p p . 26 4 2 7 0 (n .° 15). 18. J. C arrasco P é re z , «La p o b la c ió n ...» p p . 32 2 325 (n .° 17). 19. J- C arrasco P é re z , «La p o b la c ió n ...» p p . 6 2 8 6 3 0 (n .° 164). 20. « C atálo g o d e l A rch iv o G e n e ra l» X X V I, pp. 6 1 6 -6 1 7 (n .° 1299). Y an g u as « D ic cio n a rio d e a n tig ü e ­ d a d e s» ,, II, p. 193- S e re d u c e a te n d ie n d o al « m iserab le e sta d o » d e los la b rad o res. 21. « C atálo g o d el A rch ivo G e n e ra l» X X , p p . 4 0 0 (n .° 9 2 0 ). Y an g u as « D ic c io n a rio d e an tig ü e d ad e s» , II, p. 193. 22. « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» X X V I, pp. 2 8 9 <n.° 589) y 3 5 8 -3 5 9 (n .° 74 4 ), 6 2 9 (n .° 1330) 1 4 0 5 -1 4 0 6 . 23. A le ja n d ro D ie z D íaz, «L erín» p p . 17-18. 24. « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» X X X V I, p. 2 0 0 (n .° 4 7 4 ). Y an g u as « D ic cio n a rio d e a n tig ü e d a ­ d e s» ,, II, pp. 1 93-194. 25. D ic c io n a rio d e 1802, I, p. 4 3 6 , a. 26. « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , X L V III, p. 189 (n .° 3 6 9 ) Y an g u as « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a d es» , II, p. 194, re d u c c ió n d e p o b lació n sen sib le. 27. En 1488 son 125, « C atálo g o d e l A rch iv o G e ­ n eral» X L V III, p. 391 (n .° 8 1 3 ) Y an g u as, « D icc io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , II, p. 194. 28. A le ja n d ro D iez D íaz, «L erín» pp. 14-16. 29. « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» X L IX , pp. 50-51 (n .° 9 6 ) Y anguas, « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a ­ d e s» , II, pp. 19 4 -1 9 5 . V e r ta m b ié n « C a tá lo g o ...» , cit. X L IX , p. 52 n .° 99. 30. « C atálo g o d el A rc h iv o G e n e ra l» X L IX , pp. 173-174 (n .° 35 2 ), te s ta m e n to d e D o n Luis d e B eaum o n t, 1530. 31. « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» X L IX , p. 2 6 7 (n .° 54 8 ), 2 6 9 (n .° 55 3 ), 2 7 2 -2 7 3 (n .° 55 8 ) 1565. 32. J u lio C a ro B a ro ja , « E tn o lo g ía h istó rica d e N a ­ v arra» , III, p. 6 6 -6 7 . 33- «F .G .» p. 8 6 , 1 (lib ro III, títu lo X II, cap. X). 34. A ltadill, II, p. 608. 35. D ic cio n a rio d e 1802, I, p. 4 3 6 , b. C o m p á re s e co n la d esc rip c ió n citada. 36. «L erín, p o s te avancé d e la ligne ré p u b lica in e en avant d e M o n te -Ju rra » , en «L’Illu stra tio n , jo u rn a l u n iv e rse l» L IX , n .° 1 6 5 2 , 24 d e o c tu b re d e 1874, p. 268. 37. D e ja n d o a u n lad o el d e A ltadill, II, p. 6 0 8 , el q u e re p ro d u c e M a rtin e n a , « N a v a rra -C a stillo s y p ala­ 563 cios» p. 6 2 , q u e se h alla e n el S erv icio G e o g rá fic o d el E jérc ito . 38. M ado z, X , pp . 2 5 9 , b - 2 6 0 , a. 39. A ltadill, II, pp . 6 0 8 -6 0 9 ; 4 4 6 e d ificio s y 2 .5 2 8 h a b ita n te s e n el casco. 4 0. «La casa navarra» pp. 1 0 9 -1 1 4 sig u ie n d o c ie r­ tas n o tas o b te n id a s p o r D o n V ic to ria n o Ju a risti. 4 1. Se c o n sid e ró , allá hacia 1 9 6 0 , u n signo d e « su b d esarro llo » . 4 2. II, 6, 56 4 3. 313, 10. 4 4. F .H .A ., IV , p. 180. El te x to d e P lu tarco « S ert.» 17. 45. I, 4 5 , 6. S ch u lte n , F .H .A ., V. p. 26. Son «spelu n cae» 46. T a m b ié n a «cuevas reales» c o m o se ha visto. 47. «C o lecció n d ip lo m á tic a d e Irach e» I, p. 14 (n .° 9). 48. F o rtificación fam o sa q u e a p a re ce ta m b ié n en las su scrip cio n es d e d o c u m e n to s d e Irache: « sé n io r E n eco Sanchiz d o m in a to r P u n icastri» e n 1032, p o r e je m p lo . «C o lecció n d ip lo m á tic a d e Ira ch e » I, p. 9 (n .° 5) etc. 4 9. D iccio n a rio d e 1802, I, p. 2 2 4 , a. C astillo d e S anta B árbara. 50. J. C arrasco P é re z , «La p o b la c ió n ...» p p . 281 282 (n .° 25). 51. J. C arrasco P é re z, «La p o b la c ió n ...» p. 593 (n .° 61). — 52. « C atálogo d e los ca rtu la rio s re a les» , p p . 5 9 -6 0 (n .° 100). G arcía d e B aztán; lu eg o sigue, p. 61 (n .° 103), 64 (n .° 109), 6 6 (n .° 114), 67 (n .° I 15) o a p a re ­ cen o tra s e n tr e 1193 y 1194. L u eg o hay más. 53. Y anguas, « A d ic io n es» , p. 113. 54. Y anguas, « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d ad e s» , I. pp. 3 5 1 -3 5 2 . 55. D iccio n a rio d e 1 8 0 2 , I, p. 2 2 4 , a. 56. P lano y d ato s en A ltadill, II, pp. 5 7 1 -5 7 7 . 57. Se señala la ex isten cia d e un palacio. M artin e n a «Palacios cab o d e arm ería» II, p. 9, b lasó n en A zcárraga, fol. 26, 4. 58. « C o lecció n d ip lo m á tic a d e Irach e» I, p. 43 (n .° 32). T a m b ié n e n p. 47 (n .° 35) d e aq u e l añ o con m ás seguridad. 59. « C o lecció n d ip lo m á tic a d e Ira ch e » I, p. 124 (n .° 101). 60. Y anguas, « D icc io n a rio d e an tig ü e d a d e s» , I, p. 33. 61. J. C arrasco P é re z , «La p o b la c ió n ...» , pp. 2 8 2 , b - 2 3 4 , a (n .° 26). 62. J. C arrasco P é re z , «La p o b la c ió n ...» p. 3 2 8 , a b (n .° 31). 63. J. C arrasco P érez , «La p o b la c ió n ...» p. 593 b (n .° 62). 6 4. J o s é R am ó n M acua A zcona, «A lio» n .° 3 3 9 d e « N a v a rra , tem as d e c u ltu ra p o p u la r» (P a m p lo n a , s.a.) p. 4. M adoz II, p. 2 2 6 , b, re g istra tre s lu g ares d e l m ism o n o m b re e n La C o ru ñ a y Lugo. 65. Jo sé R a m ó n M acua, « A lio» pp. 9-1 2 . 66. Jo sé R a m ó n M acua, «A lio» pp. 14-15 y g rá ­ fico d e la p. 19. 67. C on d e sa rro llo e n el X IX . M ad o z, II, p. 2 2 6 , b le d a « tre sc ie n ta s casas d e b u e n a fáb rica» ; 1364 alm as. 68. P lano y d a to s e n A ltadill, II, p p . 5 4 0 -5 4 1 . 69. R ic a rd o R os G a lb e te , « A p u n te s etn o g rá fico s y 56 4 fo lk ló rico s d e A lio» I, e n « C u a d e rn o s d e E tn o g ra fía y E tn o lo g ía d e N a v a rra » añ o V III, n .° 23 (1 9 7 6 ) p p . 2 6 0 -2 6 5 . 70. F o to s e n J o s é R a m ó n M acu a A zco n a, «A lio» fre n te a la p ág in a 17 (ta m b ié n d e l a y u n ta m ie n to ). J.J. M a rtin e n a , « N a v a rra , castillos y palacios» p. 128. D a to s e n R ic a rd o R os G a lb e te , « A p u n te s...» cit. pp. 2 6 5 -2 6 6 . 71. H ay u n palacio d e A lio , d o c u m e n ta d o e n 1475 y 1514 q u e p e rte n e c ía a D o n F ran cisco B arrag án en 1637. En 1753 e ra d e D o n F ran cisco A n to n io d e T o rre s . M a rtin e n a «P alacios cab o d e a rm ería» II, p. 9. 72. R ic a rd o R o s G a lb e te , « A p u n te s...» , cit. pp. 2 6 6 -2 6 8 . 73. R ica rd o R os G a lb e te , « A p u n te s...» cit. p p . 2 7 8 -2 7 9 (em ig ra ció n y p o b la c ió n n o ag ríco la e n 1966), 2 8 0 -2 8 1 (p o b la c ió n y p ro fe sio n e s en 1856), 2 8 5 -2 8 6 (m iseria). 74. V ic e n te G arcía d e D ie g o , « D ic cio n a rio e ti­ m o ló g ico ...» p p . 4 9 9 , b y 9 7 7 , b (n .° 6 1 0 4 ). 75. Irib a rre n , « V o c a b u la rio n a v a rro » , p. 4 6 7 , b. 76. H o ja 2 0 5 d el m ap a a escala 1 :5 0 .0 0 0 del In s titu to G e o g rá fic o y C atastral. 77. J. C a rra sc o P é re z , «La p o b la c ió n ...» p p . 2 7 0 2 7 3 (n .° 16). 78. J. C a rra sc o P é re z , «La p o b la c ió n ...» pp. 3 2 8 3 2 9 (n .° 32). 79. J. C arrasco P é re z , «La p o b la c ió n ...» , p. 6 2 8 (n .° 163). 80. Y an g u as « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , III, p. 328. 81. D ic c io n a rio d e 1802, II, p. 3 6 3 , b. 82. M ad o z, X IV , p. 2 0 5 , b. En 2 6 0 casas. 83. P lan o y d a to s en A ltadill, II, p. 6 4 7 . 84. V ic e n te G arcía d e D ie g o « D ic c io n a rio e tim o ­ ló g ico » , p. 3 5 4 , a y 8 3 9 , b (n .° 4 0 0 6 ). 85. G arcía d e D ie g o , p. cit. p. 8 3 9 , a (n .° 4 0 0 1 ). 86. M adoz X , pp. 3 2 2 , b - 3 2 4 , a. 87. « C atálo g o d e los c a rtu la rio s reales» p. 4 0 (n .° 6 1 ) Y an g u as « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , II, p. 292 « u sq u e ad L o d o sam » . 88. « C atálo g o d e los cartu lario s reales» p. 352 (n .° 72 1 ), « C atá lo g o d e l A rch iv o G e n e ra l» , II, p. 140 (n .° 33 4 ) Y anguas « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , II. p. 2 8 2 . S o b re el castillo « C atálo g o d e l A rch iv o G e n e ra l» , II, p p . 152 (n .° 36 9 ), 155 (n .° 3 7 8 ) 184 (n .° 45 4 ). 89. « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , V II, pp. 72 -7 3 (n .° 1 6 5 -1 6 6 ). Y an g u as « D ic c io n a rio d e a n ti­ g ü e d a d e s» , II, pp. 73, 177 y 2 8 2 . 90. J. C arra sc o P é re z , «La p o b la c ió n ...» p. 3 2 9 (n .° 34). 91 D ic c io n a rio d e 1802, I, p. 4 5 3 a. 92. M ad o z, X , p. 3 2 2 , a. 93. A ltad ill, II, p. 6 1 2 , p la n o e n la p. 6 1 3 . 94. M ad o z, X , p. 3 2 2 , b d ic e q u e e ra cárcel. M a rtin e n a , «P alacios cab o d e a rm ería» II, P- 9 señ ala la ex iste n c ia d e é ste e n el « L ibro d e A rm e ría » . A zcárraga, fol. 19, 5 d a el b lasón d e « D o n J u a n M e n d o z a y N a u a rra s S e ñ o r d e L odosa» y 4 0 , 2 «el P alacio d e L odossa». 95. M ad o z, X , p. 3 2 3 , a. 96. M ad o z, X III, p. 8 6 8 , b. 9 7 . « C o lecció n d ip lo m ática d e Ira ch e » I, p. 33 (n .° 24 )» : «illa v in e a q u e d ic itu r S artacu ta» . 9 8 . « C atálo g o d e los c a rtu la rio s re ale s» , p p . 131132 (n .° 2 5 4 ). Y an g u as « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a ­ d e s» , III. p. 323. 99. O b je to d e n eg o ciacio n es d ificu lto sas, c o m o o tro s d e fro n te ra . J o s é R a m ó n C a stro , « C arlo s III El N o b le » (P am p lo n a, 1967) p p . 9 1 , 102. 100. « C atálo g o del A rch iv o G e n e ra l» X X , pp. 2 3 4 -2 3 5 (n .° 546) Y angu as « D icc io n a rio d e a n tig ü e ­ d a d es» , III, p. 324. A ñ o 1393. 101. J. C arrasco P é re z , «La p o b la c ió n ...» p. 3 2 9 < n ° 33). 102. Y anguas, « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d ad e s» , III, p. 324. 103. D ic c io n a rio d e 1 8 0 2 , II, p. 3 5 9 , a - b. 104. M ad o z, X III, p. 8 6 8 , a - b. 105. P lan o y explicació n en A ltad ill, II, p p . 6 4 6 647. 106. « C o lecció n d ip lo m ática d e Irach e» I, p. 142 (n .° 121). U n a « c a rre te ra d e C arcaso n a» en Los A rcos e n «C atálo g o d e los cartu la rio s reales» p. 136 (n .° 26 3 ) A ño 1223. 107. « C o lecció n d ip lo m ática d e Ira c h e » I, p. 29 (n .° 21). 108. « C atálo g o d e los cartu la rio s reales» p. 133 (n .° 2 5 7 ) Y anguas « D iccio n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , I, p. 171. A n te s los hab ían e m p e ñ a d o : « C atálo g o ...» cit. p. 123 (n .° 2 3 6 ) a ñ o 1220. 109. « C atálo g o d e los cartu la rio s reales» p. 2 4 4 (n .° 4 8 9 ) año 1264, S anch o P é re z d e L odosa. O tra s se a g ru p a con los d e A ndo silla, A blitas, L astaca y P eñ a flo r, «C atálo g o del A rch iv o G e n e ra l» , I, p. 215 (n .° 45 5 ) a ñ o 1276. 110. J. C arrasco P ére z , «La p o b la ció n ...» p p . 26 2 2 6 4 (n .° 19). 111. J. C arrasco P ére z «La p o b la c ió n ...» pp. 321322 (n .° 16). 112. J. C arrasco P érez , «La p o b la c ió n ...» p. 627 (n .° 158). 113. Y anguas, « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , I, pp. 173-174. 114. D ic c io n a rio d e 1802, I, p. 194, b. 115. D iccio n a rio d e 1802, I, p. 194-b. 116. M adoz, V. p. 5 4 6 , a-b. 117. P lano y explicació n en A ltadill, II, pp. 566567. 118. M ad o z, V , p. 5 4 6 , b. 119- « C o lecció n d ip lo m á tic a d e Ira c h e » , I, p. 88 (n .° 67). « C atálo g o d e los c a rtu la rio s rea le s» , p. 15 (n .° 10). 120. «C atálo g o d e los ca rtu lario s reales» p. 9 9 (n .° 181). Y an g u as, « A d icio n e s» , p. 21. 121. « C atálo g o d e los cartu la rio s reales» p. 350 (n .° 717). 122. « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» I, p. 92 (n .° 146). 123. « C atálo g o del A rch iv o G e n e ra l» , I, p. 227 (n .° 4 8 9 ). 124. J. C arrasco P é re z , «La p o b la c ió n ...» p p . 2 6 0 2 6 2 (n .° 13). 125. J. C arrasco P é re z , «La p o b la ció n ...» p p . 3 1 9 3 20 (n .° 11). 126. J. C arrasco P é re z , «La p o b la c ió n ...» p. 6 2 6 (n .° 156). 127. Y an g u as, « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , I, p. 35. 128. M adoz, II, p. 2 9 4 , a. 129. P lano y explicació n e n A ltad ill, II, p p . 54 6 547. 130. M a rtin e n a , «P alacios cab o d e a rm ería» II, p. 9. A zcárraga, fol. 3 0 , 2. A l fol. 6 8 , 4 el b lasó n d e « S an ch o M a th e o d e A n d o silla» y al 7 8 , I «los d e A n d o silla e n V illacia». 131. M o re t, « A n n a le s» , II, p. 149, a - b (lib ro X V , c a p ítu lo II, § V II, n .° 30). 132. G o ñ i G a z ta m b id e , « C atálo g o d e l arch iv o ca­ te d ra l d e P am p lo n a» I, p. 27 (n .° 111). V e r ta m b ié n p. 9 (n .° 34) d o c u m e n to e x tra c ta d o p o r M o re t y p. 27 (n .° 112) d o n a c ió n c u a n tio sa al m o n a s te rio d e 1110. 133. « C atálo g o d e los cartu la rio s reales» p. 156 (n .° 308). 134. « C atá lo g o d e l A rch iv o G e n e ra l» , I, p. 2 1 8 (n .° 4 6 4 ) T a m b ié n e n 1 2 7 7 , c o n las cu ev as d e R esa, p. 2 2 7 (n .° 4 8 8 ). 135. « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , I. p. 389 (n .° 90 5 ). 136. « C atálo g o d e l A rch iv o G e n e ra l» , II, p. 301 (n .° 762). 137. « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , II, p. 4 0 4 (n .° 1023) añ o 1357. 138. « C atálo g o d e l A rch iv o G e n e ra l» , II, p. 4 0 8 (n .° 1034). 139. « C atálo g o d e l A rch iv o G e n e ra l» , III, pp. 3 3 9 -3 4 0 (n .° 870). 140. J . C arrasco P é re z , «La p o b la c ió n ...» pp. 62 6 6 2 7 (n .° 157). T re s hidalgos. V e r ta m b ié n pp. 2 5 9 -2 6 0 (n .° 12) y 3 1 9 (n .° 10). 14 1. Y an g u as « D icc io n a rio d e a n tig ü e d a d es» , III. pp. 2 9 1 -2 9 3 . 142. « C atálo g o d e l A rch iv o G e n e ra l» , X LI pp. 3 1 9 -3 2 0 (n .° 8 4 3 ). Y an g u as, « D ic cio n a rio d e a n tig ü e ­ d a d e s» , III. p. 291. 143. D ic c io n a rio d e 1802, II, p. 2 9 4 , b. 144. 145. M ad o z, I, p. 9 8 , b. P lan o en A ltadill, II, p. 6 4 4 . 146. M ig u el A sín Palacios, « C o n trib u c ió n a la T o ­ p o n im ia á ra b e d e E sp añ a» , 2 .a ed . (M a d rid -G ra n a d a 1944) p. 79. 147. L acarra, « H is to ria p o lítica d e l re in o d e N a v a ­ rra» I, p. 119, re c o n q u ista m u su lm a n a d e 9 6 8 , p. 2 3 7 , c o n q u ista defin itiv a. 148. « C atálo g o d e los cartu la rio s reales» , p. 80 (n .° 140). T a m b ié n en 1206, p. 81 (n .° 142). 149. « C atálo g o d e l A rch iv o G e n e ra l» , I, p. 2 1 9 (n .° 4 6 6 ). 150. « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , I, p. 2 2 6 (n .° 48 6 ). 151. « C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» II, pp. 307 (n .° 77 7 ), 3 7 6 -3 7 7 (n .° 9 5 1 ), 4 1 9 -4 2 0 (n .° 1063). 152. J . C arrasco P é re z , «La p o b la c ió n ...» , p p . 25 7 2 5 9 (n .° 11). 153. J . C arra sc o P érez , «La p o b la c ió n ...» p p . 3183 1 9 (n .° 9). 154. J . C arra sc o P é re z, «La p o b la c ió n ...» p p . 6 2 4 6 2 6 (n .° 155). 155. « C atálo g o d e l A rch iv o G e n e ra l» X X V III, p. 2 7 2 (n .° 5 4 9 ) y 5 2 6 (n .° 1037). Y an g u as « D ic cio n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , I. p. 77. 156. Y an g u as, « D icc io n a rio d e a n tig ü e d ad e s» , I, p. 77. 157. D ic c io n a rio d e 1 8 0 2 , 1, p. 137, a le d a 1074. 565 II, p p . 5 5 9 - 5 ¿¡/i 160. A zcárraga, fol. 103, 5. En el fol. 74, 6 las arm as d e « T h o m a s d e A zag ra d e V illafra n ca p o r se n ­ ten c ia d e C o rte » . Fig. 5 9 2 - V i s t a aérea de Lerín. 567 568 569 ü ■ 570 Fig. 5 9 9 .-C a sa del mayorazgo. Alio Fig. 6 0 0 -L o d o sa . 571 Fig. 6 0 1 .-C asas de Lodosa. Fig. 602.-Restos de habitaciones rupestres. Andosi/la. 572 Fig. 6 0 3 .-Iglesia de Aridos illa. IP S Fig. 604.-C asa hidalga. Andosilla. 573 574 Fig. 60 5 -B lasón de la casa anterior. Andosilla. Fig. 6 0 6 ,-C a sa blasonada. Andosilla. Fig. 6 0 7 .-C a lle de A ndosilla. con casa hidalga con galería superior. 608 Fig. 608.-C antón. Andosilla. 575 576 611 Fig. 6 0 9 - C a s a coti patio. Andos illa. Fig. 6 1 0 .-Restos de patio. Andosilla. Fig. 6 1 1 .-C a lle de Azagra. 577 C A P IT U L O X I LOS N U C LEO S DE LA Z O N A SU D O E ST E DE LA M E R IN D A D 1) 2) Los Arcos. Lazagurría, M endavia. La agrupación tardía de los p u eb lo s del c o n d ad o d e Lerín sirve, sin em bargo, para e stab lecer un g ru p o d e asen tam ien to s q u e p re se n ta n caracteres h o m o g én eo s d esd e el p u n to de vista h istórico y tam b ién m o rfo ló ­ gico. Pueblos d e rib era, con un c e rro d e yeso p ro p io para ser fortificado, posibilidades de regadío y d e d esarro llo de una econom ía agrícola fu e rte , d e n tro d e los esquem as anti­ guos. T o d o s tam b ién crecen d e m o d o consi­ d e ra b le en el siglo pasado y cu e n ta n con una clase p o b re de jo rnaleros. La habitación en cuevas se da hasta n u e stra época y, e n co n ­ ju n to , los ele m en to s m e d ite rrá n e o s q u e d a n m uy destacados. D e n tro de la m erin d ad anti­ g u a d e E stella había o tra p a rte en la q u e estos e le m e n to s tam b ién se p ercib ían , a u n q u e acaso con un m atiz d ife ren te . Esta es la que c o rre sp o n d e a varias pob lacio n es im p o rta n tes q u e son: Los A rcos, so b re el O d ró n , al Sur d e M ués; Lazagurría, cerca d e la confluencia del L inares y el O d ró n y M endavia, próxim a al E bro, p e ro en la cuenca del O d ró n . U na a te n c ió n especial m e re c e V iana, m ás al O este. N a v a rra se ex ten d ía hasta el siglo X V , reb asan d o sus lím ites actuales, hasta la tierra d e Laguardia y San V icen te de la S onsierra, q u e q u ed ab an d e n tro de la m erin d ad y que eran núcleos m uy p o blados en 1350 y 1366 1. P ero ahora hay q u e circunscribirse a lo q u e es e stric tam e n te N a v a rra hoy. Si los p u eb lo s de los q u e se trató en el capítulo a n te rio r p arecen h a b e r ido c o b ran d o significación tras la R e co n q u ista d e M o n jardín y a p artir del valle d e Y erri, o del te rrito ­ rio v iejo de « D eio » , estos núcleos d e que ahora se ha de tratar h u b ie ro n d e rec o n q u is­ tarse arran can d o de la B erru eza, com o e n ti­ dad q u e q u e d a so b re ellos al N o rte . La aparición de un té rm in o de Los A rcos es bastante rem o ta. En 1113 A lfonso Sán­ chez, rey d e N av arra a la sazón, hizo d o n a ­ ción a Leire de la villa d e A rascués, donación q u e se firm a de esta m anera: «facta carta in villa de C o m o ia in illos A rcos» 2. E sto sirvió a M o re t para re d u c ir «C u rn o n iu m » a este lugar, q u e sería llam ado d esp u és H o y a de C ornaba, en térm in o d e T o rre s 3. La form a « C o rn o in o » q u e da un d o c u m e n to de Irache de 1120 4, nos acerca m ás al te x to clásico y no cabe d u d a de q u e la tie rra se rom anizó in te n sa m e n te . P ero , ¿qué eran «aquellos A r­ cos» d e la escritu ra aludida? P u e d e p ensarse en algún sistem a co n stru ctiv o de cierta im ­ 581 portancia: a c u ed u cto , co n d u cció n de riego, co m o la de L odosa o algo sem ejan te. El n o m b re d e Los A rcos es rom ance pala­ d in o y se re p ite e n E spaña d e m o d o insis­ te n te , d e N o rte a Sur. H ay, así, A rcos en G alicia y en cantidad co n sid erab le, en B u r­ gos, en Soria (A rcos de M edinaceli), en C u en ca (A rcos de la C antera), en Cádiz (A r­ cos de la F ro n tera), etc. 5. El dim in u tiv o A r­ quillos 6 y o tras form as fem eninas (A rquijas, cerca, en N avarra) se relacionan con estos A rcos e n plural q u e p u e d e n te n e r a n te c e ­ d e n te latino 7. D e ja n d o ap arte algunas trad i­ ciones fantásticas, se ve q u e el a sen tam ien to se precisa más llevando el n o m b re , en época rem ota. El Padre M o re t dice q u e en los A rcos existía un privilegio d e Sancho el de P eñalén absolviendo a los vecinos de portazgos, p o r lo bien q u e habían luchado en la batalla de M endavia, o del «C am po d e la V erdad» el año 1067; p e ro q u e al ir a re c o n o c e r el archivo m unicipal había desap arecid o ju n to con o tro s d o c u m e n to s y un inv en tario hech o p o r Ju a n Sáez de O rb iso , n o tario de la villa 8. Sólo qued ab a una copia q u e había sacado un particular. P o r la época en q u e aparece en los p rim e ­ ros d o c u m e n to s Los A rcos q u e d a ría aún en tierra m uy peligrosa y h u b o d e d esarro llarse poco, a u n q u e hay otras m em orias de su existencia, a n te rio re s a la concesión del fu ero d e q u e luego se trata. Así aparece, p o r e je m ­ plo, e n tre 1141 y 1157 en el cartu lario d e Irache, d o n d e se m en cio n a a un « D o n B oves d e los A rcos» 9. T a m b ié n en el d e la C atedral d e P am plona la « T o rre de Los A rcos» en 1147 10. El fu ero es de 1175 y hace re fe re n ­ cia, en p rim e r térm in o , a una fo rtaleza real ya existen te: «illo m eo castro de Los-arcos» y a una llanura q u e había d e p o b larse más («illo plano»). Se establece q u e se haga la p o b la­ ción nueva con g e n te d e las cercanías: de «Sancto S olé», es d ecir Sansol, T o rre s, Arm añanzas, E reg o rtes y V illanova. Se fijan los lím ites hasta L odosa 11. C o m o villa aparece tam bién po co d esp u és, en 1181 12. Los A rcos se ajusta p u es, a un p ro ce so de «sinoiqu ism o » , c o n ta n d o con u n a población p ro p ia y o tra vecina disem inada, a n te rio r, p ro ceso q u e vem os re p e tirse en poblaciones p o s te rio ­ res, com o V iana, aún m ás reglam entado. 582 H ay m ucha d o c u m e n tac ió n m edieval re s­ p e c to a su d esarro llo 13, sus a u to rid ad e s m u ­ nicipales 14, los g o b e rn a d o re s d e su casti­ llo 15. T odavía en 1330 un d o c u m e n to da la fo rm a latina: «actum apud vilam d e Ar(c) ubus» 16. H acia 1361 se red actó un te x to con la fó rm u la p ara to m a r el p e a je allí, en San­ güesa, P am plona y M aya 17, y p o r la m ism a é poca se ve q u e la prim icia se eq u ip arab a a la de Lerín 18. En el censo d e 1350 la población se d e sco m p o n e en un g ru p o g ra n d e d e los «que m o ran e n el M ercad o » , los del «Q uinnon del C astro » , y los del « Q u in n o n de R eytegui», c o n sid e rán d o se q u e, adem ás, hay «M elgar, aldea de los A rquos» 19 com o tam ­ bién lo es V illanueva 20. En 1366 «Los A r­ quos e t sus aldeas» c u en tan con 124 fuegos, co m p re n d id o s d o ce d e ju d ío s 21. Esto indica un gran d esarro llo . S egún el P adre M o re t, en los A rcos hay q u e distin g u ir el an tig u o casti­ llo con el b arrio de Santa O lalla, de la «po­ blación» q u e se hizo d e sp u és 22. U n a p o b la ­ ción co nocida p o r los p e re g rin o s q u e iban a Santiago y q u e es m en cio n ad a en la fam osa guía del siglo X II: «A rcus» 23; « p er villam q u e d icitu r A rcus cu rrit aqua letifera» 24. C o m o indica Lacarra, el fu n d a m e n to para que la «C rónica d e T u rp ín » diga q u e tam b ién se llam aba «U rancia» es d e s c o n o c id o 25 y la «C rónica» ya se sabe q u e es u n a su p e rc h e ­ ría 26. El caso es q u e el m unicipio se ro b u ste c e y, com o en el caso d e G allipienzo y o tro s q u e verem o s, form a su blasón a base de una etim ología p o p u lar, q u e re su lte inteligible. Los arcos antiguos no dicen nada a la im agina­ ción de sus habitantes: no existen. El arco y la flecha, sí. El sello c é re o de 1273, del q u e hay un e je m p la r en el a y u n ta m ie n to d e Pam ­ p lona, lleva d e esta su e rte un arco hacia arriba y la ley en d a q u e sigue: « + : S : C O N CILII : D E: A R C U B U S » . El arco con o tro s e le m en to s aparece en sello d e 1291 y dos arcos en o tro s de tipo d istin to 27. D e ja n d o a un lado los d o c u m e n to s re fe ­ re n te s a ex enciones y trib u to s, q u e son a b u n ­ d an tes 28, co n v ien e re c o rd a r q u e, cuando o c u rrió la g u e rra con Castilla, Los A rcos ex­ p e rim e n tó un cam bio d e e stru c tu ra, d e su e rte q u e se d e rrib a ro n las casas d e sus arrabales para m e jo ra r las fortificaciones, p o r lo q u e C arlos II le lib e rtó de la m itad d e la fonsad era, en 1380 29. P o ste rio rm e n te , e n 1463, fue agregada a Castilla; p e ro esta agregación, q u e d u ró bas­ tan te, no fue reco n o cid a nunca p o r N av a­ rra 30. Los A rcos p a re c e h ab er gozado de b astan te p ro sp e rid a d d u ra n te la Edad M o ­ d ern a. C u an d o en 1592 Felipe II hizo su v iaje al N o r te , se asen tó allí en «ciertas casas principales ord en ad as para su palacio» y el arch ero C ock, ap u n tó las im p resio n es si­ g u ien tes so b re la población: «La villa d e Los A rcos, com o se ha dicho, toca al rey n o de C astilla y es de cu atro cien to s vezinos, poco más o m en o s, con o tro s cu atro p u e b lo s d e su com arca y jurisdicción, q u e con una e n tra d a están m etid o s en N av arra con sus lím ites. Está en tie rra llana q u e se d e scu b re de m uy lexos y tien e un castillo y cercado viejo de v e in te to rre s, q u e h erm o sean la villa, to ­ das de tiem p o antiguo, y tie n e e ste castillo un alcayde. T am b ién tien e h e rm o so cam panario con iglesia y portal, y es la com arca de m ucho pan, vino y fruta, ca^a y pesca p o r no estar m uy lexos d e E bro, y a la e n tra d a passam os p o r m uchas y buenas huertas» 31. En 1802 se le dan 2.177 hab itan tes 32 y M adoz le asigna 2 .0 9 5 , en 487 casas útiles y cu atro a rru in a d a s 33. P ro p o rc io n a lm en te el a u m e n to p o ste rio r no sigue el ritm o del de o tro s p u eblos del S ur de la m erin d ad , a u n q u e sea sensible. En 1888 hay 2 .0 5 6 habitantes y en 1910, 2 .143 en 472 edificios, de los cuales 4 5 2 , con 2.065 resid e n te s, en la villa 34. Los A rcos está a la m argen oriental del O d ró n y a unos 515 m etro s de altura con un p u n to m áxim o a 523- Se e x tie n d e lo n g itu d i­ nalm en te de N o r te a Sur, siguiendo la rib era del río 35. P u ed en distinguirse, aparte de las q u e co n stitu y en los flancos o riental y occi­ d en tal dos largas calles, casi paralelas q u e van d e un e x tre m o a o tro casi; o tra tam b ién p a ­ ralela a éstas, p e ro m ás co rta hacia el O e ste, varias q u e las cruzan y hasta siete plazas o an ch u ro n es. D e la e stru c tu ra m u rad a que d escrib e C ock en 1592 q u e d a n algunos v esti­ gios. S egún u n c o n o c e d o r d e la villa, la m uralla se rastrea «desde d etrás del q u e fue m esón d e R oiteg u i - c o n los p o rta les del E stanco, San Jo sé y Santa M a ría - hasta la iglesia m ism a; d e sd e ahí la m uralla c o n tin u ab a p o r las «cercas» y seguía p o r d etrás del m esón C arram u cera hasta la ladera del «castillo» 36. La « P u erta d e Castilla» aún tie n e un em p a ­ que ren acen tista o algo p o ste rio r 37. Los A rcos cu en ta, p o r o tra p a rte , con un c o n ju n to u rb an o de bastante relieve, e n tre las pob lacio n es navarras con rasgos m e d ite ­ rráneos. H ay en su rec in to herm osas casas de ladrillo en su m ayor p arte, con soportales, balcones y hasta tres pisos, q u e o ste n ta n bla­ sones fam iliares. Palacios con soportales (fig. 612), h u e rto y galería su p erio r, com o el d e la fo to d e la fig. 613, de un m o d elo q u e v erem o s re p e ­ tirse m uy al Sur de N avarra. O tras c o n stru c ­ ciones con d o b le galería arq u ead a en los pi­ sos te rc e ro y cu arto, com o la d e la h erm o sa casa de la fo to d e la fig. 614. P ero no faltan las casas hidalgas con fachada de p ied ra de sillar, arco d e e n tra d a de m ed io p u n to y hasta tres altos, q u e recu erd an las to rre s d e más al N o rte , au n q u e sean de fecha b astan te tardía, com o la re p re se n ta d a en la fo to de la fig. 615. O tro s edificios, m ás m o d esto s, co m b in an la p ied ra y el ladrillo, del q u e con frecuencia se hacen los aleros (fo to 616). En can to n es y callejuelas se p u e d e n dar perspectivas curiosas, com o la de la fo to 617, u otras q u e son típicas d e la zona, en los barrios m ás p o b res (fo to de la fig. 618). P or ú ltim o, caserones m acizos q u e llegan a rec o rd a r la a rq u itec tu ra de ciertas p artes de Castilla la N u e v a y del c e n tro (foto de la fig. 619). D e b e rec o rd a rse tam b ién q u e ju n to a Los A rcos q u e d a b a el palacio de Y ániz, q u e M ore t califica de m uy antiguo y en el térm in o del cual vio una inscripción rom ana 38. Este palacio es cuna d e m uchos linajes 39. 583 II La m ayor proxim idad a la fro n te ra con Castilla, p o r el paso im p o rta n te de L ogroño, hacía q u e los p u eb lo s d ispersos q u e q u e d a ­ ban e n tre la tie rra de Los A rcos y el E bro, al O e ste y al Sur estu v ieran siem p re m uy am e­ nazados o en lucha d u ran te la Edad M edia. Al Sur q u e d a n el lugar de Lazagurría y la villa de M endavia; al S u d o este, Viana. Lazagurría es n o m b re d e d e n te m e n te , au n q u e acaso P o rq u e en el cartulario de escrito «Lizagorria» en 1120 tip o vasco evi­ e sté co rru p to . Irache aparece 40. El co m p u esto con «lizar» fresn o , p arece difícil; p e ro «Lazagorria» con a y o p odría valer tan to com o « arroyo ro jo » ; d e «lats» 41. El caso es q u e ya antes, en 1024, aparece com o Lizagorria o «Lizagorria» en d o n ació n a San Ju a n de la P eña p o r Sancho el M ayor 42. Luego, en 1194, se tom a com o térm in o ex­ trem o en el rein o , en relación con cierto s p ro ced im ien to s ju risd ic c io n a les43. Más ad e­ lante aún, en 1216, el abad de San Ju a n de La P eña e m p e ñ ó al rey la villa, q u e sigue lla­ m ándose «Lizagorria» 44, p ara pasar a ser al fin aldea de V iana, com prada p o r esta ciudad en 1368 45. T am b ién en los censos de 1330, 1350 y 1366 aparece com o «Lizagorria» con co rta población 46; diez fuegos e n el últim o. D e sp u é s no au m e n tó m ucho. Lazagurría q u e d a so b re el río Linares y la c o n stitu y e un alineam iento de casas q u e va d e N o ro e s te a S udeste q u e sólo se d esarro lló algo a fines del siglo X IX y com ienzos del X X 47. M ucho m ás d esarro llo ha ten id o siem p re M endavia, villa con n o m b re d e aspecto vasco tam bién. P ero, com o en el caso a n te rio r, p u e d e q u e e sté alterado. En u n d o c u m e n to d e 1076 hay m en ció n d e u n a «pieza de Arbeiza», q u e estaba «iuxta p o n te m de M andavia» 4S. E sto nos aleja de una explicación po r «m endi», m o n te , y p o d ría d arn o s una pista p e n san d o en «ibi», vado; si «Z albidia» es vado del caballo, «M ando-ibia» p o d ría ser vado del m ulo 49. D e todas form as la grafía «M endabia» aparece tam bién p r o n t o 50. En 1182 en el fu e ro d e A n toñana se da a M endavia com o 5 84 una d e las «corseras» reales 51 y en 1206 com o plaza con un « ten e n te» 52. En 1222 el rey o rd e n ó a sus vecinos q u e c o n stru y e ra n una presa y acequia en P eña A lba 53. Esta presa d e b e ser la base del regadío q u e existe en su térm in o , q u e tie n e tres brazales; el brazal de la Madre, m ás p egado al E bro en direcció n N o ro e ste -S u d e ste , el brazal largo que c o rre paralelo a é ste y el brazal nuevo, m ás largo, q u e em pieza antes y acaba d e s­ pués. Por o tra p arte, el térm in o d e M endavia hacia el N o ro e s te , fu era del regadío, tien e dos largos cam inos atravesados p o r o tro s que van paralelos y q u e se llam an «pasadas» (de la V allengua, del P o n tó n , de C alabazas, de E ncum era, N u e v a ...) 54. La p a rte d e regadío c u e n ta con m uchas casillas disem inadas y al­ gún edificio d e m ás p o rte , antiguo. M endavia sufrió varias d estru ccio n es en las g u erras con Castilla; una en 1379. A ntes, en los censos de 1330, 1350 y 1366, aparece bien pob lad a 55. D e los cu a re n ta y un fuegos q u e da el ú ltim o au m e n tó a m ás de cien, según un d o c u m e n to d e 1385, en q u e los lab rad o res y p e c h ero s se p re se n ta n red u cid o s a diez a causa de las g u erras y m o rta n d ad e s d e los años a n te rio re s 56. En 1440 y 1450 sufrió nuevos robos y saqueos 57. M endavia h u b o d e p a d e ce r tam b ién la p resió n d e los condes d e Lerín y hasta tiem ­ pos m o d ern o s conservó algo de su em p aq u e d e p u e b lo de fro n tera. U n a p a rte p e q u e ñ a q u e d a en un alto, la m ayor en llano. M adoz, q u e le asigna 4 0 0 casas y 1.094 alm as, se refie re tam bién a la llam ada M e n d e la V ieja, con una anteiglesia de San A n d rés 58. M endavia en 1910 ten ía 2.781 habitantes y había crecid o de m o d o sensible con res­ p e c to a 1888 en q u e co n tab a 2.215. En el casco había hasta 568 casas con 2 .7 2 0 p e rs o ­ nas; p e ro había asim ism o v e in tin u e v e granjas con cin cu en ta hab itan tes y o tro s 193 edificios disem inados. Se señala la existencia del v iejí­ sim o palacio de Legarda y o tro de Im az o Im as, con co n stru cció n im p o rta n te 59. M e n ­ davia está a u n o s 363 m. so b re el nivel del m ar; p u e d e d istinguirse un núcleo más anti­ g u o q u e q u e d a al N o r te y o tro m ás o cciden­ tal y m erid io n al q u e p arece d e época más m o d e rn a 60-^-En la p a rte N o rte h u b o tam bién una zona de cuevas. En sum a, p u e d e decirse q u e esta villa se d e b e a g ru p a r'c o n las estudiadas en el capítulo a n te rio r. R e sp e c to a los m óviles, e stru c tu ra básica y d esarro llo del o tro gran c o n ju n to u rb an o fro n te riz o q u e q u e d a al N o ro e s te de M endavia, es decir, V iana, ya se d ijo lo fu n ­ dam ental en la p a rte p rim era, capítulo cu arto § III. N O TA S. 1. J. C arrasco P é re z , «La p o b la c ió n ...» , p p . 340342 (n .° 50) y 6 3 3 -6 3 5 (n .° 179). L aguardia en los cen so s d e 1350 y 1366. Y a m b ié n la tie rra d e San V ic e n te d e la S o n sierra, pp. 3 4 8 (n .° 71), 6 4 5 -6 4 6 (n .° 2 3 2 ) y los p u e b lo s in te rm e d io s. 2. M o re t, « In v e stig a c io n es...» , p. 32 (lib ro I, cap. II, § IV , n.° 35). 3. V e r tam b ién M o re t, « A n n a les...» , I., p. 2 4 6 , a, (lib ro X V II, cap. II § II, n .° 9). 4. « C o lecció n d ip lo m á tic a d e Ira c h e » , I, p. 128 (n .° 105). 5. M adoz, II, pp. 4 7 4 , b - 4 8 6 , a. 6. M adoz, II, pp. 5 9 3 , a - 594, b. 7. A rco s d e la F ro n te ra se ha d ic h o c o rre s p o n d e r a «A rci»; p e ro la in scrip ció n C .I.L ., II, 1180, se lee d e fo rm a q u e invalida la re d u cció n . 8. « A n n ales...» , II, p. 4 1 , a (lib ro X IV , cap. II, § V I, n.° 35). 9. « C o lecció n d ip lo m á tic a d e Ira c h e » , I., p. 181 (n .° 164). 10. « C atálo g o del A rch iv o C a ted ra l d e P am ­ p lo n a» , I. p. 58 (n .° 242). 11. El fu e ro fue p u b lic ad o p o r Y an g u as, « D iccio ­ n ario d e an tig ü e d a d e s» , II, pp. 2 9 1 -2 9 3 . « C atálo g o d e los c a rtu lario s reales» , p p . 4 0 - 4 1 (n .° 61). 12. «C atálo g o d el arch iv o c a te d ral d e P am p lo n a» , I, p. 83 (n .° 344). 13. «C atálo g o del A rch iv o G e n e ra l» , I. p. 139 (n .° 2 6 5 ), 1248. 14. «C atálo g o del A rch iv o G e n e ra l» , I. p. 2 0 3 (n .° 4 2 6 ) 1275; «Los A rq u o s» en d o c u m e n to d e 1 2 7 6 , p. 2 0 9 (n .° 4 3 7 ); re fe re n c ia al sello d el c o n c e jo , p. 2 1 0 (n .° 4 4 1 ); o tras, p. 2 5 6 (n .° 56 2 ), 1291; 2 6 0 (n .° 571) 1293 (etc.). 15. «C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , I. pp. 2 1 8 (n .° 4 6 2 ) 1276; 220-221 (n .° 4 7 0 ), 1277. 16. «C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , I, p. 395 (n .° 920). 17. «C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , II, p. 4 4 8 (n .° 1139). 18. «C atálo g o d el A rch iv o G e n e ra l» , p p . 3 3 1 -3 3 3 (n .°s 38-39). 19. 20. |. C arrasco P érez, «La p o b la c ió n ...» , p. 354 (n .° 91). 21. I. C arrasco P érez, «La p o b la c ió n ...» , pp. 6 3 0 6 3 2 (n .° 165). 22. V e r ta m b ié n el tra b a jo d e F e rn a n d o V id eg ain A gós «Los A rco s» , n .° 153 d e « N a v a rra , T e m as d e C u ltu ra P o p u lar» (P am p lo n a, s.a.), p. 5. 23. «Le g u id e d u p é le rin d e S ain t Ja c q u e s d e C o m p o ste lla ...» , pp. 6-7. 24. «Le g u id e ...» , c it., pp. 14-15. O tro s te x to s, p. 134 y 139. 25. « P ereg rin a c io n e s a S a n tiag o » , II. p. 146 (« U ra n cia q u e d ic itu r A rcus»), 26. M e n é n d e z P elayo, « O ríg e n e s d e la n o v ela» , I (B u e n o s A ires, 1945), pp. 2 1 2 -2 1 4 . 27. V id eg ain , «Los A rco s» , p. 6. 28. En Y anguas, « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a d es» , II, p. 290. 29. Y an g u as, « D icc io n a rio d e a n tig ü ed a d es» , II, p. 2 9 0 . In fo rm a c ió n a b u n d a n te so b re el castillo da V id eg ain , «Los A rco s» , pp. 6-8. 30. V id eg ain , «Los A rco s» , pp. 13-15. 31. E n riq u e C o ck , « Jo rn ad a d e T a ra z o n a ...» , p. 61. En la a n te rio r el a lo ja m ie n to d el rey. 32. D ic c io n a rio d e 1802, I, p. 4 5 6 , a. 33. M ad o z, X, p. 38 7, b. .34. A ltadill, II, p. 6 1 5 . 35. H o ja 171 d el m ap a c ita d o y p la n o d e A ltadill, II. p. 616. 36. V id eg ain , «Los A rco s» , p. 8. 37. F o to en V id eg ain , «Los A rco s» , fre n te a la p. 17. 38. M o re t, « A n n ale s...» , I, p. 4 7 , a (lib ro I, cap. IV , § III, n .° 20). 39. A zcárraga, fols. 4 9 , 4 y 71, 2. 40. « C o lecció n d ip lo m ática d e Ira c h e » , I, p. 127 (n .° 105). 41. M ic h e le n a, « A p e llid o s vasco s» , pp. 120-121 (n .° 39 8 ) d a b a sta n te s c o m p u esto s. 4 2 . « C atálo g o d e los c a rtu la rio s re a les» , p p . 11-12 (n .° 3), C .S .J.P . I, pp. 127-131 (n .° 4 4 ) etc. 4 3 . « C atálo g o d e los ca rtu lario s reales» , pp. 6 7 -6 8 (n .° 116). 585 44. « C atálo g o d e los cartu la rio s reales» , p . 108 (n .° 200). 4 5 . Y anguas, « D iccio n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , II, p. 183. 4 6. J . C arrasco P é re z , «La p o b la c ió n ...» , p p . 2 7 6 (n .° 18), 331 (n .° 36) y 6 2 8 (n .° 161). 4 7. D e sc rip c ió n y p la n o en A ltad ill, II, p p . 6 0 6 6 0 7 . 71 edificios e n el casco co n 2 8 8 h ab ita n te s. 221 en 1888. 4 8. «C o lecció n d ip lo m ática d e Ira c h e » , I. p. 74 (n .° 56). 49. E n N a v a rra p a re c e h a b e r varios to p ó n im o s relacio n ad o s co n e ste anim al, M a n d o eg u i, M a n d a p u tz u , e tc. «M andagui» o «m andazain» es m u le ro o a rrie ro . 50. « C o lecció n d ip lo m á tic a d e Ira c h e » , I, p. 127 (n .° 105) en 1120. 51. «C atálo g o d e los c a rtu la rio s re a les» , pp. 4 8 -4 9 (n .° 78). 586 52. « C atálo g o d e los c a rtu la rio s re a le s» , p. 81 (n .° 142). 53. « C atálo g o d e ios cartu lario s re a les» , p p . 134135 (n .° 25 9 ). Y an g u as, « A d ic io n es» , p. 2 0 3 . 54. H o ja 2 0 4 d e l m a p a a escala 1 :5 0 .0 0 0 a e l In s titu to G e o g rá fic o y C atastral. 55. J . C arrasco P érez, «La p o b la c ió n ...» , p p . 2 7 3 2 7 6 (n .° 17), 3 3 0 -3 3 1 (n .° 35), 6 2 7 -6 2 8 (n .° 160). 56. Y an g u as, « D ic c io n a rio d e a n tig ü e d a d e s» , II, p. 316. 57. Y anguas A ., p. 203. 58. M adoz, X I, p. 3 7 1 , a-b. C o m p á re s e co n D ic ­ c io n a rio d e 1802, II, pp- 15, b - 16, a. El n o m b re d e M e n d e , sólo, tie n d e a d e s tru ir h ip ó te sis etim o ló g icas. 59. V éase D ic c io n a rio d e 1802, I, p p . 3 7 4 , b y 4 2 7 , a-b. 60. P lano en A ltadill, II, p. 6 2 4 . Fig. 6 1 2 ,-C a sa palaciana. Los Arcos. Fig. 613--Casa palaciana. Los Arcos. 587 615 Fig. 6 1 4 .-Casa de doble galería. Los Arcos. Fig. 6 1 5 .-C a sa de piedra. Los Arcos. Fig. 6 1 6 .-C a sa de piedra y ladrillo. Los Arcos. Fig. 6 1 7 .-R incón de Los Arcos. Fig. 6 1 8 .-C a lle de Los Arcos. 617 589 Fig. 6 l9 .-C a se ró n de Los Arcos. 590 INDICE QUINTA PARTE Páginas Capítulo I. La Merindad de Sangüesa............................................................................................... Capítulo 1) 2) 3) 7 II. Valle de A ranguren....................................................................................................... El Valle................................................................................................................................ Los pueblos: Tajonar, Zolina, Labiano, G óngora........................................................ Ilundain, Laquidain, Aranguren, Las M utilvas.............................................................. 11 13 15 27 Capítulo III. El Valle de Egüés.......................................................................................................... 1) El v a lle ................................................................................................................................ 2) La villa de Huarte, Burlada, Olaz, Gorraiz, Egüés, Elcano, Echalaz,Elia, Sagaseta, y los otros pueblos del norte del v a lle .......................................................................... 3) Los núcleos del Sur: Mendillorri, Badostain, Sarriguren,Ardanaz, Azpa, Ustarroz, Eransus e I b ir ic u ............................................................................................. Capítulo IV. Valle de E lorz............................................................................................................... 1) El v a lle ............................................................................................................................... 2) Los pueblos de Tiebas y Muruarte................................................................................... 35 37 38 48 61 63 65 Páginas Capítulo 1) 2) 3) 4) V. Los valles de Lizoain y Arriasgoiti y la villa de U rro z ............................................. El valle de Lizoain La villa de U rro z ............................................................................................................... Los pueblos de Lizoain..................................................................................................... Los pueblos de Arriasgoiti............................................................................................... 71 73 74 79 83 Capítulo 1) 2) 3) 4) VI. Tres valles y una villa: Unciti, Izagaondoa, Ibargoiti y M onreal.......................... El valle de Unciti............................................................................................................... El valle de Izagaondoa..................................................................................................... El valle de Ibargoiti.......................................................................................................... La villa de M o n real.......................................................................................................... 95 97 101 102 105 VII. Val de Lónguída y A oiz............................................................................................. El v a lle ............................................................................................................................... Liberri, Zuza, Vülaveta, Ayanz, Artajo y Murillo de L ónguida................................ Orbaiz, Itoiz, Olaverri, Erdozain, Olleta, Ezcay, Rala, Gorriz, Zariquieta, Javerri, Meoz, Villanueva, Uli Bajo y Mugueta............................................................. 4) La villa de Aoiz.................................................................................................................. 119 121 122 Capítulo 1) 2) 3) Capítulo 1) 2) 3) 4) 5) 6) Capítulo 1) 2) 3) VIII. Los Urraules, Alto y B ajo ....................................................................................... La determinación de los dos v a lle s ............................................................................... Elcoaz, Ayechu y su valle, Jacoisti, Ongoz, Eparoz..................................................... Santa Fe de E p aro z.......................................................................................................... Ezcaniz, Aizcurgui, Irurozqui, Imirizaldu, Ozcoidi, Larequi, Zabalza, Adoain y los caseríos p ró x im o s.................................................................................... Urraul Bajo: A rtie d a ....................................................................................................... Rípodas, San Vicente, Tabar, G re z............................................................................... IX. Lum biery el Romanzado, Liédena y Navascués..................................................... L u m b ie r............................................................................................................................ El R om anzado.................................................................................................................. El “corriedo” de Liédena y Y e s a .................................................................................. 131 134 153 155 157 161 167 172 183 189 191 193 194 4), FJ,1aMÍIí’.Sll'íb4f^íW<l¿Siir«*:,.............................................................................. W5 Capítulo X. El valle de A ibar............................................................................................................ 1) Aibar y su valle................................................................................................................. 2) Castillo y villa de Aibar.................................................................................................... 3) Pueblos vacíos: Sada y Leache; Eslava y L e rg a .......................................................... 4) Dos pueblos puente: Cáseda y G allipienzo.................................................................. 5) Al otro lado del Aragón: Javier y Peña.......................................................................... 207 209 211 217 218 222 Capítulo XI. El valle de R o n c a l....................................................................................................... 1) El Roncal, como unidad etnográfica e histórica.......................................................... 2) Algunos rasgos fisiográficos............................................................................................ 3) Burgui y Vidangoz............................................................................................................ 4) Garde, Roncal, U izainqui.............................................................................................. 5) Isaba y U ztarro z.............................................................................................................. 6) R esum en............................................................................................................................ Capítulo XII. El valle de Salazar....................................................................................................... 1) Algunos rasgos generales................................................................................................. 2) El núcleo de Gallués, con Uscarrés, Iciz e Iz a l............................................................ 3) El núcleo de Güesa, Igal y R ip ald a ............................................................................... 4) El núcleo central: Sarriés, Ibilcieta, Esparza, Oronz y E zcaroz............................... 5) Ochagavía, Jaurrieta e Izalzu......................................................................................... 229 231 233 234 239 244 261 281 283 287 289 290 293 Capítulo XIII. El valle de Aézcoa. Burguete, Espinal, Roncesvalles y V alcarlos..................... 1) Algunos rasgos generales del valle de Aézcoa............................................................... 2) Orbaiceta, Orbara, Arive ............................................................................................... 3) Aria y Garralda................................................................................................................. 313 315 316 318 Páginas 4) Villanueva, Garayoa y las A baurreas........................................................................... 5) Burguete, Espinal, Roncesvalles, V alcarlos.................................................................. Capítulo XIV. Valle de A rc e ............................................................................................................. 1) Rasgos generales.............................................................................................................. 2) Pueblos de la cuenca del U rro b i.................................................................................... 3) Pueblos de la cuenca del Irati, y Oroz Betelu.............................................................. 319 320 333 335 336 344 Capítulo XV. Valles de Erro y Esteribar.......................................................................................... 1) Algunos rasgos generales del valle de Erro. . . ......................................................... 2) Los pueblos del v a lle ...................................................................................................... 3) El valle de Esteribar . '...................................................................................................... 4) Los pueblos del v a lle ....................................................................................................... 351 353 354 357 358 SEXTA PARTE Capítulo I. Merindad de Estella: Introducción............................................................................ 1) Merindad, ribera y m ontaña........................................................................................... 2) Las riberas de la vieja merindad de E s te lla ................................................................. Capítulo II. El valle de G o ñ i............................................................................................................. 1) Las cinco villas del valle de Goñi.................................................................................... 2) Azanza, Aizpun, Urdanoz, Goñi yM unarriz................................................................ 371 373 374 377 379 380 Capítulo 1) 2) 3) III. Las Am éscoas............................................................................................................... Generalidades sobre las Améscoas.................................................................................. Los núcleos de Améscoa Baja.......................................................................................... Los de Améscoa A lta ....................................................................................................... 397 399 400 404 Capítulo 1) 2) 3) 4) IV. Los valles de Guezalaz y de Y e rri............................................................................. Val de G uesalaz............................................................................................................... Algunos de sus núcleos.................................................................................................... Val de Y e rri...................................................................................................................... Algunos núcleos de este valle.......................................................................................... 411 413 414 422 423 Capítulo V. Val de M añeru............................................................................................................... 1) “ La Val de Mayneru” 2) M añeru............................................................................................................................... 3) C ira u q u i............................................................................................................................ 4) Guirguillano...................................................................................................................... 5) E charren ............................................................................................................................ 6) Otros pueblos.................................................................................................................... 443 445 446 450 451 454 457 Capítulo 1) 2) 3) 4) 5) VI. Val de Allin y Val de E g a .......................................................................................... Val de A llin ....................................................................................................................... Algunos de los pueblos del m u n icip io ......................................................................... El corriedo de Metauten y sus pueblos.......................................................................... Val de Ega......................................................................................................................... Sus p u e b lo s....................................................................................................................... 471 473 475 476 478 478 Capítulo 1) 2) 3) 4) 5) VII. Val de Berrueza y Val de L a n a ................................................................................ La Berrueza como te rr ito r io .......................................................................................... Los pueblos del valle propiamente d ic h o ..................................................................... El valle de Lana................................................................................................................. Sus p u e b lo s....................................................................................................................... Zúñiga................................................................................................................................. 483 485 486 491 493 495 Capítulo VIII. El Valle de Aguilar y algunos pueblos lim ítro fe s ................................................ 1) Aguilar de Codés y los pueblos de la comarca de Linares.......................................... 511 513 Páginas 2) 3) Capítulo 1) 2) 3) 4) 5) Pueblos de la zona septentrional..................................................................................... Pueblos lindantes por el S u r ............................................................................................ IX. Valles de la Solana y S antesteban............................................................................. La Solana............................................................................................................................. Los pueblos de la Solana................................................................................................... El valle de Santesteban..................................................................................................... Sus p u e b lo s........................................................................................................................ Villamayor y A rroniz........................................................................................................ 517 519 529 531 532 540 540 542 Capítulo X. Lerín y los pueblos vecinos del “Condado” ............................................................. 1) La Ribera del Ega y L erín ................................................................................................ 2) Los pueblos vecinos del “Condado” .............................................................................. 549 551 555 Capítulo XI. Los núcleos de la zona Sudoeste de la Merindad..................................................... 1) Los A r c o s .......................................................................................................................... 2) Lazagurría, Mendavia........................................................................................................ 579 581 584