El Manómetro - Club de buceo Gran Azul

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BOLETÍN MENSUAL
Boletín número 108. Abril 2010
1.- Artículo del mes:
EL MANÓMETRO, tan sencillo como imprescindible.
2.- Colaboración:
Protecciones en las botellas: redes y culotes.
Enviado por el Centro Tecnológico del Metal
3.- Producto recomendado.
ORDENADOR SUUNTO VYPER. Con simulador integrado.
4.- Consejos prácticos:
–
–
MALESTAR AL FINAL DE LA INMERSIÓN
CINCHAS DE LAS MÁSCARAS
5.- Especies:
–
–
Ficha nº 215: SAMA MARROQUÍ
Ficha nº 216: SAMA DE PLUMA
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1.- ARTÍCULO DEL MES:
EL MANÓMETRO, tan sencillo como imprescindible.
S
u bajo coste económico ha relegado al manómetro a una especie
de segunda fila en cuanto a equipo del buceador. Un gran error: este
pequeño y “básico” elemento nos ofrece información de vital
importancia para el correcto desarrollo de cualquier inmersión.
Resulta por tanto fundamental que sepamos elegirlo, entenderlo y
cuidarlo; puesto que de otro modo no servirá de nada llevarlo con
nosotros.
Dedicamos a continuación un artículo especial al manómetro, para
que todos le demos la importancia que sin duda se merece.
PARA QUÉ SIRVE UN MANÓMETRO
Aunque muchos no le presten la atención que se merece, el manómetro es un
elemento imprescindible del equipo del buceador.
Para apoyar esta afirmación, basta con tener en cuenta para qué se utiliza: el
manómetro nos da a conocer la cantidad de gas que contiene nuestra botella, o
dicho de otro modo: el aire del que disponemos en cada momento de la
inmersión.
Por lo tanto, es el elemento básico para saber si podemos o no continuar con
nuestra inmersión.
Se conecta al primer cuerpo del regulador mediante un latiguillo o tubo de alta
presión e indica la presión mediante una aguja que se mueve en una esfera
graduada, donde la zona de reserva (hasta 50 atmósferas) está marcada en rojo
Algunas publicaciones y fabricantes, se refieren al manómetro sumergible con el
término inglés SPG (Sumersible Pressure Gauge).
EL TUBO DE BOURDON
El pasado siglo XIX el ingeniero francés Eugene Bourdon desarrolló el sistema que, aún en nuestros días, es el más
utilizado para la medición de la presión (tanto en el buceo como en el resto de aplicaciones industriales).
Consiste en un pequeño tubo doblado que tiene la particularidad de que no cuenta con una sección perfectamente
circular, sino más bien algo achatada. Así, si lo sometemos a una presión interna manteniendo un lado fijo, la sección
tenderá a adoptar una forma menos achatada o más circular, que es la que mejor distribuye la carga. Esto provoca la
deformación del tubo, como si estuviésemos desenrollándolo, moviendo el extremo libre.
Esa deformación depende directamente de la presión ejercida, lo que nos permite acoplar una aguja con o sin un
mecanismo reductor, que traslade ese movimiento a una lectura capaz de indicarnos la cantidad de gas de la que
disponemos.
Este tubo de Bourdon no necesita baterías, es muy fiable y funciona aunque se inunde su caja.
Para su uso en la práctica del buceo, el equipo está compuesto por una caja externa de latón o plástico, que contendrá
internamente el tubo de Bourdon. Habitualmente se construyen utilizando un elevado número de espiras, para
amplificar así el movimiento y poder acoplar la aguja. La otra forma de hacerlo es utilizar menos espiras y conectar el
tubo a un mecanismo reductor que a su vez estará conectado a una aguja para lograr el resultado deseado.
Además y con el objetivo de facilitar la lectura bajo el agua, los manómetros utilizados en buceo suelen llevar un acople
giratorio que se realiza insertando entre el manómetro y el latiguillo un spool, con dos ranuras exteriores, donde se
colocan un par de juntas tóricas muy pequeñas. El objetivo es que puedan girar libremente, al tiempo que mantienen la
hermeticidad.
A pesar de que se han desarrollado métodos electrónicos más sofisticados para la medición de la presión (sensores
capacitativos, piezoresistivos...) que sin duda pueden ofrecernos lecturas muy precisas, lo cierto es que el tubo de
Bourdon, este método “tradicional” por así decirlo, sigue siendo lo más utilizado. Los motivos son claros:
– Gran fiabilidad.
– Fácil lectura. Sólo se utiliza una aguja y, con mirar la posición relativa de la misma podremos ver claramente el
nivel de gas en la botella.
Además aparece claramente marcada una zona en color rojo con la que se nos indica de forma inequívoca que
estamos llegando a los peligrosos niveles de reserva.
– Resulta mucho más económico.
– No precisa de baterías.
– Funciona aunque se inunde su caja ante una posible pérdida de hermeticidad.
– Estándarizado: todos los buceadores saben leer estos manómetros y pueden comprobar el estado de la botella
de cualquier compañero (algo que no sucederá con los equipos electrónicos, que suelen tener diseños
particulares según el modelo en concreto).
Además de todo esto, conviene tener en cuenta que existen manómetros con base
fosforescente, algo sumamente útil para facilitar su lectura en las inmersiones
nocturnas.
Otros manómetros se comercializan en formato consola, junto con otros instrumentos
como el compás, el profundímetro, la brújula... aunque muchos descartan esta opción
por resultar algo “aparatosa”. De hecho la tendencia es más bien toda la contraria:
intentar minimizar el volumen del manómetro y de su carcasa.
EL PROTECTOR
La gran mayoría de los manómetros de buceo se comercializan con un protector externo
de goma. Este protector resulta ideal para evitar posibles roturas producidas por caídas o
golpes del manómetro.
Además, sirve para moldear puntos de enganche donde poder fijarlo al chaleco.
Sin embargo, muchas personas prefieren suprimir este elemento, por varios e
importantes motivos:
– Evitar enganches.
– Evitar una posible corrosión (similar a la que producen los culotes de goma en
las botellas).
EVITAR FUGAS
No cabe duda de que, cuando hablamos de alta presión, una fuga es siempre un problema de importancia, teniendo en
cuenta las consecuencias que ésto puede tener:
– Peligrosa descompresión de los gases en un evento de rotura del latiguillo o del tubo.
– Pérdida violenta del contenido de la botella.
Para evitar estos problemas, tradicionalmente se recurre a la solución más sencilla: uso de orificios calibrados. Esta
solución se basa en el hecho de que la cantidad de gas que puede atravesar un orificio es limitada, según el tamaño de
dicho orificio. En el caso del aire, cuando la presión absoluta es aproximadamente el doble antes de pasar que después
de hacerlo (lo que siempre ocurre en buceo), sucede que el flujo se encuentra “estrangulado” y la cantidad de gas que
sale depende fundamentalmente del tamaño del orificio y la presión de suministro.
La Norma Europea EN250 establece un tope máximo de 40 litros/minuto, de manera que los equipos y conexiones
deberán estar preparados para evitar flujos superiores a dicho tope.
En caso de que falle el tubo de Bourdon, debemos contar con algún sistema que garantice el venteado del gas con
seguridad. Una de las formas más comunes de hacerlo es mediante un agujero en la caja, que debe sellarse con un tapón
de goma para permitir la salida del gas cuando la presión es mayor dentro que fuera de la caja, pero que en ningún caso
permita la entrada de agua durante la inmersión.
EL LATIGUILLO
El latiguillo es el encargado de unir el manómetro con la toma de alta presión en la
primera etapa del regulador y, mediante éste, a la botella.
A pesar de su poco tamaño, el latiguillo debe soportar grandes presiones y por ello, es
fundamental que sea construido de manera muy concienzuda.
Por lo general, consta de 3 capas concéntricas:
– La más interna: en contacto directo con el gas.
– La del medio: se encarga de soportar la carga mecánica provocada por la
intensa presión.
– La externa: aporta resistencia a la abrasión, al tiempo que añade acabado y
protección ante los agentes externos. En esta última capa aparecerá impresa
información de vital importancia: presión máxima de trabajo, rotura, marca
del fabricante...
Los latiguillos suelen tener una medida estándar de 81 cm. (excepto para el buceo técnico, que suele usarse un latiguillo
más corto, de 61 cm. a fin de fijarlo a la anilla lateral izquierda del chaleco).
Van fijados en la zona frontal, de manera que podamos ver las lecturas fácilmente, sin necesidad de sacarlo de donde
está colocado.
Resulta fundamental que garanticemos la fijación del latiguillo, puesto que un latiguillo suelto y colgando supondrá un
peligro constante para el buceador (alto riesgo de enganche), sin mencionar el alto riesgo de que un golpe dañe el
equipo de manera irreparable.
EL USO CORRECTO
Por supuesto, de nada servirá tener el equipo más seguro del
mundo si no sabemos utilizarlo correctamente.
Muchas veces no prestamos la importancia que se merece al
manómetro y lo pasamos por alto a la hora de comprobar
nuestro equipo.
Así, mientras montamos el equipo, es absolutamente necesario
que miremos cómo trabaja el manómetro y que comprobemos
el estado de la carga.
Otro tema de gran importancia es el de la correcta apertura de la válvula de la botella. Esto, que parece tan básico, es
uno de los problemas más comunes durante una inmersión: la válvula no se abre correctamente y esto causa una falsa
lectura del manómetro. Si no abrimos lo suficiente, no fluirá la cantidad de gas necesaria y esto provocará un descenso
de la presión de todo el circuito de alta (manómetro y regulador).
Conviene tener la costumbre de mirar el manómetro con cierta regularidad a lo largo de cada inmersión.
Por otro lado, comentar la absoluta necesidad de llevarlo siempre bien amarrado en cada inmersión, para evitar golpes
y/o enganches.
Además, cada vez que lo utilicemos deberemos lavarlo con abundante agua dulce, para eliminar cualquier posible resto
de salitre. Lo dejaremos secar a la sombra.
Si tenemos que guardarlo durante largo tiempo, lo haremos en un sitio seco y fresco y siempre envuelto en un paño o
gamuza, para evitar que se raye.
2.- COLABORACIÓN.
Protecciones en las botellas de buceo: redes y culotes
La botellas de buceo es un depósito cilíndrico de acero (también las hay de aluminio), cuyo exterior se encuentra
protegido con una pintura para evitar la corrosión.
La botella esta protegida por una red anti rozaduras, que evita que salte la pintura con cualquier golpe.
Asimismo las botellas de buceo van protegidas en su ojiva inferior por un culote de material plástico que tiene dos
funciones la de ofrecer verticalidad al cilindro y la de protección contra impactos.
El problema surge con la acumulación de agua salada que
absorbe la red, esta agua escurre en el culote y allí queda
almacenada, ya que el agujero inferior esta normalmente
obstruido por el nudo de la malla o bien no ofrece
suficiente ángulo de evacuación.
Esta acumulación salina en la base exterior de las
botellas, después de muchas inmersiones, provoca un
deterioro. La pintura protectora empieza a desaparecer y
la corrosión acaba incidiendo en el acero de la botella. En
estos casos y si no se repara la botella a tiempo, la
corrosión afecta al espesor de la botella y es riesgo de
explosión seria elevado.
Si bien una vez al año y de manera obligatoria las
botellas deben ser inspeccionadas en su totalidad, es decir
libres de elementos que impidan visualizar íntegramente
la superficie del cilindro, (Inspección Visual Anual o
Inspección Periódica Trienal) en los Centros de
Inspección Autorizados. El centro de inspección esta
obligado a rechazar las botellas que presentan más del
20% de superficie exterior con corrosión. (REAL
DECRETO 2060/2008, de 12 de diciembre).
Muchas veces sucede que es en el momento de la Inspección cuando se detecta un deterioro en la ojiva inferior de la
botella, ya que es invisible en una botella protegida con culote.
Desde el Centro de Inspección de Botellas, Centro
Tecnológico del Metal Murcia, recomendamos una vez al
mes desmontar el culote y red de la botella de buceo,
endulzar y secar las partes. Hacer más agujeros en el culote
es también una buena solución, como se puede observar en la
fotografía. Lavar la red en lavadora con agua fría y
suavizante también es una opción.
Centro tecnológico del Metal
www.ctmetal.es
Pol. Ind. Oeste Avda. Descubrimiento P 15 Apdo. 502
30169 San Ginés (Murcia)
Telf.: 96 889 70 65
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