la mortalidad de las abejas y su relevancia actual

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BEEINFOrmed N° 1_2014
LECCIONES DEL PASADO
LA MORTALIDAD DE LAS ABEJAS
Y SU RELEVANCIA ACTUAL
Durante muchos milenios en la historia humana, la miel era el único endulzante que conocía la humanidad. La
importancia culinaria y económica de la abeja es una razón por la que no hay escasez de registros históricos
sobre la mortalidad de las abejas. Los conocimientos adquiridos en los antecedentes patológicos de las abejas
pueden ayudarnos a entender el debate actual sobre las causas de la mortalidad de las abejas de manera más
equilibrada. Y la historia del cuidado de las abejas en Bayer en las últimas décadas ilustra lo que esta empresa
fitosanitaria ha estado haciendo para preservar estos insectos tan beneficiosos y de vital importancia.
Por qué la historia patológica es importante
La importancia de la investigación histórica para la comprensión de las enfermedades animales
fue enfatizada en un innovador libro publicado en Londres en el lejano 1871. El autor, George
Fleming, fue Presidente de la Sociedad Médica Veterinaria Central y miembro del Royal College
of Veterinary Surgeons (Real Colegio de Veterinarios). En la introducción a su obra épica sobre
“Plagas animales: su historia, naturaleza y prevención” de 1490 a. C. a 1800 d. C., Fleming
expresó lo siguiente acerca de la importancia de la investigación patológica:
“Un registro de las enfermedades epizoóticas basado en la historia y la observación
precisa es ciertamente una obra de gran importancia para las ciencias médicas y
la civilización […]. El patólogo comparativo no puede permitirse el lujo de prescindir
de la historia de las enfermedades más que el sanador de los humanos […] o en la
medida que conozca el pasado, él estará en una mejor posición para controlar el
presente y prever el futuro”.
George Fleming (1833–1901) por
B. Hudson
Y al citar a Hecker (Annalen, 1828), Fleming hace una declaración de notable importancia para el debate actual sobre las causas
de mortalidad de las abejas: “Los hombres observaban los fenómenos con asombro, e incluso antes de tener una percepción
exacta de la naturaleza de los mismos, ellos pronunciaban sus opiniones, que al estar divididas en bandos fuertemente opuestos,
las defendían con el fervor de los fanáticos”. Él podría haber estado escribiendo acerca de la controversia actual sobre los
factores reales que afectan la salud de las abejas.
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Talla del antiguo Egipto de un apicultor con colmenas
Escultura de una colmena en forma de cúpula, Dinamarca 1823
Obstáculos históricos
A pesar de la importancia incuestionable de la
historia patológica de los animales, cualquier
estudio de las numerosas fuentes históricas
pronto tropieza con graves obstáculos. Desde
la antigüedad hasta el siglo XVIII, la fe ciega y
las supersticiones nublaban las mentes de los
hombres cuando trataban de atribuir una causa a
una enfermedad específica, ya fuera de personas
o animales. Con escasos conocimientos de las
ciencias veterinarias, el hombre antiguo y medieval
mayormente consideraba que las enfermedades
de los animales se debían a un castigo divino o
a espíritus malignos. Su “explicación divina de
las plagas animales” (Fleming) nos ha dejado
registros históricos que con frecuencia describen
las calamidades que provocaban tales plagas,
vagamente describen los síntomas, y casi siempre
atribuyen los males a alguna deidad enojada. En
consecuencia, el historiador de hoy en día no
puede hacer mucho más que citar los escasos
datos sobre la mortalidad de las abejas desde
los primeros días de la apicultura en el Antiguo
Egipto hasta la Era de la Ilustración del siglo XVIII.
Como en muchos otros campos de la ciencia, la
Ilustración finalmente dirigió la luz reveladora de la
ciencia sobre los anales oscuros de la patología
animal. Un verdadero pionero del estudio objetivo
de las enfermedades animales, el médico y filósofo
italiano Bernadino Ramazzini (1633-1714), sentó
las bases para las observaciones precisas en este
campo de las ciencias veterinarias.
5000 años
90% de los alimentos del mundo
De los 100 cultivos que proporcionan el
70 se benefician de la polinización de las
abejas y otros insectos.
El único endulzante de la humanidad
Durante muchos milenios, la miel fue “el único endulzante disponible
para las primeras civilizaciones de África, el Medio Oriente y Europa”
(vanEngelsdorp et ál., 2009). Con este fin, las abejas fueron domesticadas por los antiguos egipcios antes de 2600 a. C. En el siglo VII a. C., los
antiguos griegos también se dedicaban a la apicultura, y sus habilidades
apícolas pasaron a los romanos alrededor de 150 a. C. El arte de la apicultura luego se difundió por todo el Imperio Romano y se convirtió en
una práctica generalizada a comienzos de la Europa medieval. Fueron
los emigrantes descendientes de los apicultores europeos medievales
quienes llevaron las abejas y el arte de la apicultura por todo el mundo.
Al ser el único endulzante disponible en Europa hasta que se desarrolló
la tecnología para refinar el azúcar de la remolacha azucarera y la caña
de azúcar, la miel era un producto de importancia económica, un papel
que sigue teniendo hoy en día, pero por motivos diferentes. Sin duda la
más importante contribución de las abejas a la economía mundial de
hoy en día es como polinizadores. Los estudios han demostrado que 52
de los 115 principales productos alimenticios mundiales dependen de
la polinización de las abejas y otros insectos, lo que beneficia directa o
indirectamente al 35 % de nuestra dieta humana (Klein et ál., 2007).
Durante casi cinco mil años, las abejas han hecho un gran aporte a nuestro bienestar, un hecho
que también justifica la abundancia de registros históricos de la mortalidad de las abejas.
LA MORTALIDAD DE LAS ABEJAS Y SU RELEVANCIA ACTUAL
3
Casa de piedra de colmena, en Irlanda
Evento prehistórico de extinción
El caso más antiguo conocido de la extinción masiva de abejas
fue en tiempos prehistóricos. Una subfamilia de las abejas,
la Xylocopinae, fue prácticamente erradicada hace unos 65
millones de años, cerca del límite K-T, entre el Cretácico y el
Paleógeno. En un artículo publicado en la revista académica
Plos One en octubre de 2013, Sandra Rehan y su equipo de
biólogos de la Universidad de New Hampshire describen
cómo utilizaron los análisis de la relación evolutiva de las
moléculas para demostrar que esta extinción masiva acabó
con los dinosaurios no aviares y muchas plantas con flores. Y
fue a mediados y fines del período Cretácico que las abejas
habían desarrollado una relación coevolutiva con las plantas
eudicotiledóneas, una gran subdivisión del grupo de plantas
dicotiledóneas que abarcan las plantas más cultivadas y
muchos árboles. Se cree que el evento de extinción masiva
del Cretácico-Paleógeno puede haber sido provocado por
un cambio devastador en el clima mundial, probablemente
debido al impacto masivo de un cometa o asteroide.
Curiosamente, la mayoría de los eventos de mortalidad de las
abejas medievales registrados por Fleming también pueden
ser vinculados con las condiciones adversas del tiempo,
aunque, naturalmente, a una escala mucho menor.
Las mortalidades medievales
La primera mención que Fleming hace de la mortalidad de las
abejas en la Europa medieval es en Irlanda en 950 d. C., cuando
los Anales de Ulster reportan una “mortalidad de abejas”.
Lamentablemente, no se proporciona más información sobre
este incidente. En 992, nuevamente en Irlanda, las fuentes
de Fleming son más útiles, ya que “una gran mortalidad en
los hombres, el ganado y las abejas en Irlanda” (Anales de
Ulster) fue precedida por “un invierno largo y crudo, y un
verano extremadamente seco seguido por una hambruna. Los
cultivos de trigo se vieron afectados por la roya […] y el forraje
era generalmente de mala calidad”. Dichas condiciones del
tiempo también habrían tenido un efecto adverso sobre las
plantas con flores. Como menciona Fleming, “las abejas se
mantuvieron en gran parte en Irlanda en este tiempo, y eran
Colmenas antiguas de Puertomingalvo, en España
una gran fuente de riqueza para el pueblo”. En 1035 la Crónica
de Œfele informa que un invierno muy crudo y un verano
extremadamente seco provocaron “una inaudita pérdida entre
los animales, y esto, sumado a la destrucción de las abejas,
afectó a la totalidad de Baviera”. El tiempo en Inglaterra,
en junio de ese año, estaba tan frío que destruyó todos los
cereales y las frutas. La conexión climática es nuevamente
más clara en 1124 cuando los Anales de Ulster registran
un eclipse de sol, el 3 de agosto, “que fue seguido por una
gran pestilencia entre los bueyes, las ovejas, los cerdos y las
abejas. Incluso se perdieron las cosechas”. En el Court Rolls of
a Norfolk Manor, hay un registro increíblemente detallado de
las enfermedades animales que se produjeron en la Inglaterra
del siglo XIV, durante un período de 63 años correspondiente
a los reinados de Eduardo III, Ricardo II y Enrique IV. Varias
veces se menciona una pestilencia (enfermedad) que afectaba
a las abejas. En 1380, por ejemplo, se perdieron hasta diez
colmenas y, durante 20 años, se registraron pérdidas en el
apiario casi todos los años. Al regresar a Irlanda, descubrimos
una mortalidad de abejas inducida por las condiciones del
tiempo en 1443, cuando Annals of Ireland informa de “un año
tempestuoso de lluvias después de mayo, que […] provocó
mucho daño tanto a las abejas como a las ovejas”.
Aún estos registros históricos no científicos de la Europa
medieval indican una causalidad clara: el mal tiempo que
provocó una disminución en la producción de néctar y que,
a su vez, tuvo un impacto negativo en la productividad de la
colonia. Esto está totalmente en línea con la investigación de
hoy en día. Como señalan vanEngelsdorp et ál. en su estudio
de 2009 sobre los factores que afectan a las poblaciones
controladas de abejas,
…”Las condiciones del
tiempo tienen un efecto
muy real en el bienestar de
la colonia. La mortalidad
severa y a menudo inexplicable de las colonias en el
pasado ha sido atribuida a
los períodos prolongados de
frío, lluvia o tiempo caluroso”.
Las diferentes condiciones
del tiempo pueden tener
un impacto en el bienestar
de una colonia de abejas
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Bernardino Ramazzini, 1633 a 1714, médico y fisiólogo
Observaciones científicas
La mortalidad de las abejas en América
La mortalidad de las abejas, registrada con precisión por
Bernadino Ramazzini en Lombardía en 1690, puede atribuirse
claramente a las condiciones adversas del forraje: “Las fuertes
lluvias, que de manera casi incesante habían continuado hasta
fines de junio, fueron seguidas por un período de sequía de
casi dos meses […] acompañado por un gran calor”. Después
de observar los efectos de estos extremos en las condiciones
del tiempo en los animales de todas las especies, que
“murieron en grandes cantidades”, como informa Ramazzini,
“otros animales sufrieron debido a las plantas enfermas.
Incluso las abejas, que no extraían dulzura de los cálices de
las flores, sino un veneno amargo, murieron o abandonaron el
país”. En 1717, hubo una “gran mortalidad entre las abejas y
las carpas en Silesia”, en un año que Fleming describe como
generalmente frío, con una primavera fría y húmeda. En el año
1780, hubo una erupción en el Monte Vesubio y el Monte Etna,
y en Sajonia se registró una enfermedad o “putrefacción”,
que afectó a los huevos de las abejas de 1780 a 1783. Esta
putrefacción altamente destructiva de los huevos reapareció
entre las abejas en Sajonia, de 1796 a 1803.
El primer registro de envío de abejas a las Américas desde
Inglaterra data de 1621. Para 1650 se informa que casi todas
las granjas de Nueva Inglaterra tenían una o dos colonias
de abejas, pero hay evidencia de que la cantidad de abejas
controladas por los colonos americanos disminuyó después
de 1670. En su “History of American Beekeeping” (Historia
de la apicultura de América) (1938), F. C. Pellett supone que
la causa fue la loque americana (American Foulbrood, AFB),
una enfermedad bacteriana de la cría de abejas, causada
por la bacteria Gram-positiva Paenibacillus larvae. A fines del
siglo XIX y principios del siglo XX, la AFB y EFB se habían
convertido en un “verdadero flagelo” en muchas partes del
país, como lo indicó H. A. Surface en un estudio de 1916.
La mortalidad de las abejas en la América del siglo XX es
de particular interés para el historiador patológico porque el
Trastorno del colapso de la colonia (Colony Collapse Disorder,
CCD) salió a la luz por primera vez en los EE. UU. en 2006.
Como señalan vanEngelsdorp et ál., “factores tales como las
enfermedades por AFB y EFB probablemente desempeñaron
un papel importante en la disminución de las colonias de
abejas en los EE. UU. hace más de un siglo. Sin embargo,
su papel en la disminución general actual es probablemente
mínimo”. En el estudio de 2009, los autores concluyen que:
“La enfermedad se manifestó en 1796 después
que las abejas habían sufrido mucho por el invierno
crudo y largo, y una primavera inusualmente fría
y hambrienta. Esto continuó durante primaveras
similares, en que las irregulares condiciones del
tiempo y las tormentas severas dañaron las vides”.
(Die Faulbrut oder Bienenpest, Dresden, 1804)
Este es un claro indicio de que las larvas de abejas habían
sido afectadas por la loque europea (European Foulbrood,
EFB), una enfermedad causada por la bacteria Gram-positiva
Melissococcus plutonius. La gran obra de Fleming nos lleva
al comienzo del siglo XIX, en el que los registros históricos
de la mortalidad de las abejas se habían vuelto mucho más
extensos e informativos.
“Los ácaros Varroa, junto con el complejo de
virus asociado con el parasitismo de ácaros, son
probablemente una de las principales causas de las
considerables pérdidas invernales documentadas
por muchas naciones del norte en los últimos
años […]. Los fitosanitarios modernos con menor
toxicidad aguda pueden tener efectos subletales
que son más difíciles de cuantificar. Otros factores,
tales como la reducción del forraje de las abejas, el
clima, el estrechamiento de la reserva genética, las
reinas débiles, y los factores socioeconómicos tienen
todos efectos medibles en las poblaciones de abejas
domesticadas”.
LA MORTALIDAD DE LAS ABEJAS Y SU RELEVANCIA ACTUAL
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Una cita normalmente atribuida a Winston Churchill:
“Aquellos que no aprenden de la historia están condenados a repetirla”
nos muestra por qué tiene sentido estudiar todos los factores que pueden
contribuir a la mortalidad de las abejas. Y como Fleming correctamente
señaló, el grado en el que conocemos el pasado, nos pone en una mejor
posición para controlar el presente y prever el futuro.
Estos aclamados científicos apícolas apoyan firmemente
la multicausalidad en la explicación de la mortalidad de
las abejas. Según el Monitor de la Sequía de EE. UU. (US
Drought Monitor), este año el 80 % del estado de California
se encuentra bajo una sequía “extrema” o “excepcional”
por tercer año consecutivo, y esto, según el Departamento
de Agricultura de EE. UU., ha hecho que los cultivos de miel
de California disminuyan “bruscamente de 27,5 millones
de libras en 2010 a 10,9 millones de libras el año pasado”.
Las epidemias sin explicación
Muchas de las epidemias de abejas registradas en detalle
en el pasado más reciente aún siguen sin explicación. En
1903, se perdieron 2000 colonias debido a una desconocida
“enfermedad en desaparición”, en el Valle Cache de Utah.
Significativamente, sin embargo, el invierno anterior había sido
duro y la primavera fría. Entre 1995 y 1996, los apicultores en
Pensilvania perdieron el 53 % de sus colonias, sin que se haya
identificado causa alguna. Una de las epidemias más infames
se produjo en la Isla de Wight, una pequeña isla frente a la
costa sur de Inglaterra, cuando tres epidemias diferentes entre
1905 y 1919 acabaron con el 90 % de las abejas de la isla.
Como señalaron los apicultores, “muchas de sus colonias de
abejas estaban muriendo, y numerosas abejas se arrastraban
desde la colmena y no podían volar” (Neumann y Carreck,
2010). Los apicultores suponen que esta condición fue
causada por una enfermedad nueva y altamente infecciosa,
especialmente porque había informes de la “Enfermedad de la
Isla de Wight”, que afectó a las abejas en toda Gran Bretaña.
La “Enfermedad de la Isla de Wight”
y el CCD
Muchas décadas después, una investigación más detallada
sobre esta epidemia (Bailey y Ball, 1991; Adam, 1968) llevó
a la conclusión de que la enfermedad en realidad había sido
causada por una combinación de factores, “en particular la
infección por la parálisis crónica de la abeja (completamente
desconocida en ese momento), junto con el mal tiempo
que inhibió al forraje, y un exceso de colonias de abejas
con respecto a la cantidad de forraje disponible”. Como
señalan Neumann y Carreck, “la reciente preocupación por
el CCD tiene mucho en común con el histórico episodio de
la “Enfermedad de la Isla de Wight”, y se pueden aprender
muchas lecciones.
La preocupación inicial sobre las pérdidas de
colonias en un área en particular, los EE. UU., ha
atraído la atención de los medios a nivel mundial.
Por otra parte, las pérdidas de colonias en todo
el mundo se atribuyen al CCD, pero ese término
fue acuñado específicamente para describir un
conjunto de síntomas definidos de forma precisa
(vanEngelsdorp et ál., 2009), y no a las pérdidas de
colonias per se. En realidad, las colonias de abejas
pueden morir de muchas maneras, y el CCD es solo
una de ellas”.
Mientras continúa el debate sobre las causas del CCD y
otros incidentes de mortalidad de las abejas melíferas, es
conveniente recordar las lecciones de la historia patológica y
tratar de no sacar conclusiones precipitadas.
Condiciones del tiempo clave para reducir las pérdidas invernales en 2013/14
En julio de 2014, la red independiente de protección de las
abejas COLOSS anunció los resultados preliminares de un
estudio internacional para investigar las pérdidas de colonias
de abejas en el invierno de 2013/14. Se obtuvieron datos
de Israel, Argelia y 19 países europeos. Este estudio es
estadísticamente significativo debido a los muchos países
que abarca y a la cantidad de apicultores que respondieron.
En total, 17.135 apicultores que controlan más de 376.754
colonias le suministraron a COLOSS los datos de la
mortalidad invernal. Las pérdidas invernales en 2013/14
variaron entre el 6 % en Noruega y el 14 % en Portugal, y
mostraron marcadas diferencias regionales en la mayoría
de los países. Las pérdidas invernales promedio para los 21
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países fueron del 9 %, la cifra más baja desde que este grupo
de trabajo internacional comenzó a recopilar datos en 2007.
Solo a los efectos de hacer una comparación, las pérdidas
invernales promedio para el mismo período en Inglaterra y
Gales fueron de 7,85 % y las pérdidas invernales en los EE.
UU. en 2013/2014 disminuyeron un 24 % con respecto al año
anterior. También, la mayoría de las provincias canadienses
tuvieron pérdidas significativamente menores que en 2013. El
coordinador del Grupo de trabajo de monitoreo y diagnóstico
de COLOSS, el Dr. Romée van der Zee del Centro Holandés
para la Investigación de las Abejas, comenta lo siguiente
acerca de los resultados del estudio: “La contribución de
los muchos factores que se correlacionan con la pérdida de
colonias parece depender en gran medida de las condiciones
del tiempo. Las colonias construyeron sus nidos de cría
tarde debido a la primavera relativamente fría en 2013. Esto
puede haber disminuido la cantidad de ciclos reproductivos
del ácaro Varroa parasitario, produciendo un menor número
de ácaros. El buen tiempo en el verano luego proporcionó
excelentes oportunidades para el forrajeo”. Una vez más, las
condiciones del tiempo han jugado un papel clave para influir
en los niveles de mortalidad de las abejas.
Prueba de productos para protección de
cultivos
En 1917 Bayer creó un Departamento para la Protección de
Plantas y Control de Plagas (Department for Plant Protection
and Pest Control) independiente. Ese mismo año, la compañía
compró una propiedad, Gut Paulinenhof, cerca de su sede
central en Leverkusen, porque se necesitaban invernaderos
y campos para las pruebas de los nuevos productos para la
protección de plantas. En 1940, Bayer adquirió otra finca,
Gut Höfchen, y 180 hectáreas de tierra cerca de Leverkusen,
donde estableció la primera estación experimental del
mundo, dedicada exclusivamente a realizar las pruebas de los
productos para la protección de plantas. El apiario construido
para las pruebas de abejas en Gut Höfchen representa una
evidencia del compromiso temprano de Bayer con la seguridad
de las abejas de sus productos para protección de plantas.
Y no fue solo en Alemania que Bayer probó los productos
para la protección de plantas desde todas las perspectivas
posibles. En 1941, se estableció una estación de pruebas en
Japón; en 1962, Bayer compró una finca cerca de Monheim,
sobre el río Rin de Leverkusen, para este tipo de pruebas; y en
1964, Bayer estableció otro centro de pruebas en Kaha cerca
de El Cairo. De los 3.000 millones de euros que Bayer ahora
invierte anualmente en I+D, se gastan importantes sumas de
dinero en las pruebas de los productos para la protección de
plantas para garantizar, entre otras cosas, su seguridad para
los insectos beneficiosos.
Control de los ácaros Varroa
La mayoría de los científicos de la salud de las abejas
coincidirían en que el ácaro de la abeja, la Varroa destructor,
sigue siendo la mayor amenaza para la apicultura de hoy en día.
El ácaro Varroa es un parásito relativamente nuevo que afecta
a la abeja de occidente, después de haber sido introducido
en Europa en la década de 1970, y en América del Norte en
la década de 1980, proveniente de Asia. Desde entonces,
se ha extendido a la mayor parte del mundo, a excepción
de Australia, en un tiempo relativamente corto. Varroosis, la
enfermedad inducida por el ácaro Varroa, afecta tanto a las
abejas adultas como a la cría, y este parásito también afecta
la salud de la abeja mediante la difusión de unos 20 virus
que pueden dar lugar a abejas deformes que les faltan patas
o alas. Las infestaciones no tratadas de los ácaros Varroa
pueden, en última instancia, matar a las colonias de abejas.
Al notar los efectos devastadores que este parásito podría
tener en la salud de las abejas si no se controlaba, Bayer
comenzó a desarrollar medicamentos eficaces para el
tratamiento de las colonias de abejas infestadas. El primer
producto lanzado fue Perizin®, que se registró en 1986
como el primer medicamento para el tratamiento oral de las
colmenas sin cría. Esto fue seguido en 1991 por el registro
del Bayvarol®, y en 2001 el de CheckMite+®, ambos en forma
de tiras formuladas para su uso en el tratamiento tópico de
las colonias con crías. Los diferentes ingredientes activos,
coumafos (Perizin® y CheckMite+®) y flumetrin (Bayvarol®), y
las diferentes formulaciones permiten que estos tratamientos
LA MORTALIDAD DE LAS ABEJAS Y SU RELEVANCIA ACTUAL
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puedan integrarse a una amplia gama de programas de control de plagas.
Cuando se realiza una aplicación correcta, estos tratamientos pueden
controlar eficazmente las infestaciones del ácaro Varroa en las colonias
de abejas melíferas. Más recientemente, Bayer ha continuado con el
desarrollo de soluciones innovadoras para hacer frente al ácaro Varroa,
y actualmente está desarrollando la tecnología Varroa Gate (Puerta de
Varroa) para prevenir la infestación inicial y la reinfestación de colmenas
limpias.
Tecnología Varroa Gate (Puerta de Varroa)
Programa para el Cuidado de las
Abejas de Bayer
Bayer ha estado investigando y desarrollando
productos específica-mente diseñados para
promover la salud de las abejas durante casi 30
años. En 2011, Bayer tomó la decisión estratégica
de establecer su Programa para el Cuidado de
las Abejas. Como resultado, se han inaugurado
dos Centros para el Cuidado de las Abejas hasta
el presente, uno en Alemania en 2012 y el otro,
que atiende a América del Norte, en abril de este
año. En el pasado reciente, Bayer ha intensificado
sus colaboraciones externas para desarrollar
nuevas soluciones para la salud de las abejas y
proporcionar información y apoyo a las diversas
partes interesadas. Esta cooperación, según
Bayer, es esencial para el desarrollo de soluciones
sostenibles para mejorar la salud de las abejas.
Las abejas se rozan contra el producto químico anti ácaros en el orificio de entrada
cuando vuelven a la colmena, y así lo llevan adentro con ellas. Los suministros frescos
del producto químico son inmediatamente liberados desde el núcleo de la tira plástica
a su superficie, asegurando una protección a largo plazo.
Autor
Dr. Julian Little, Equipo para el Cuidado de las Abejas de Bayer
Julian ha trabajado en ciencias botánicas y producción de cultivos durante más de veinte años.
Con un doctorado en Fitopatología molecular de la Universidad de Gales, se unió a RhônePoulenc como bioquímico de las plantas en el Reino Unido y Francia, y luego en la gestión de
proyectos de investigación en Aventis CropScience.
Julian se pasó a las ciencias de la comunicación en 2002, y actualmente es gGerente de
Comunicaciones y Asuntos Gubernamentales de Bayer CropScience Reino Unido. Con sede
en Cambridge, él se ocupa de los medios de comunicación, así como de las consultas políticas
y públicas sobre el tema de la producción agrícola, fitomejoramiento innovador, junto con las
cuestiones más generales relacionadas con el uso de fitosanitarios y una agricultura sostenible.
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8
Fuentes que se mencionan en el texto:
Adam B (1968): “Isle of Wight” or acarine disease: its historical and practical perspectives”. Bee World, vol. 49
Bailey L, Ball BV (1991): “Honey bee pathology”. Academic Press, London, UK
vanEngelsdorp D, Meixner MD (2009): “A historical review of managed honey bee populations in Europe and the United States, and the factors that may affect them”. Journal of Invertebrate Pathology
Fleming G (1871): “Animal Plagues: Their History, Natury and Prevention”
Hecker JFC (1828): “Annalen der gesammten Heilkunde”
Klein AM, Vaissière BE, Cane J, Steffan-Dewenter I, Cunningham SA, Kremen C, Tscharntke T (2007): “Importance of pollinators in
changing landscapes for world crops”. The Proceedings of the Royal Society of London
Neumann P, Carreck NL (2010): “Honey bee colony losses” (2010). Journal of Apicultural Research
http://www.researchgate.net/journal/0021-8839_Journal_of_Apicultural_Research
Rehan S, Leys R, Schwarz MP (2013): “First Evidence for a Massive Extinction Event Affecting Bees Close to the K-T Boundary”.
PLoS ONE
Impresión
PUBLICADO EN SEPTIEMBRE DE 2014 POR
Bayer Bee Care Center
(Centro para el Cuidado de las Abejas de Bayer)
Alfred-Nobel-Straße 50
40789 Monheim am Rhein, Alemania
[email protected]
DISEÑO E ILUSTRACIONES
ageko . agentur für gestaltete kommunikation
IMPRENTA
HH Print Management Deutschland GmbH
ILUSTRACIONES
Bayer CropScience: p. 2, 4 abajo, 6 abajo
Shutterstock: p. 3 abajo, 6 arriba, 7 arriba
FOTOS
Bayer CropScience: p. 2 derecha, 7 abajo
Fotolia: 3
Shutterstock: p. 1 arriba, 6, 7, 8
Royal College of Veterinary Surgeons: p. 1 abajo
Pintura mural de la tumba de Pa-bu-Sa, 630 a. C.:
p. 2 izquierda
Geneva_ Cramer & Perachon, 1717: p. 4 arriba
www.twitter.com/bayerbeecare
www.facebook.com/bayerbeecarecenter
www.youtube.com/user/bayerbeecarecenter
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