PDF (Del Banco a Barranquilla)

Anuncio
f^f^
«-Ar*
Tflr*
Tflr*
Tflr*
Tflr*
Tflr*
Tflr*
Tflr'flr*
Tflr*
Tflr*
T O ^ " " Ú ^ •"tír*
Tflr*
*"^^
'V*
CAPITULO XIX
DEL BANCO Á BARRANQUILLA
El Banco.—Los jefes liberales muertos en la Humareda.—La Humareda.—
Principia el Bajo Magdalena.—El brazo de Loba.—Magangué.—Tacaloa.—La batalla de Tenerife.—Hermógenes Maza.—Calamar.—Las tardes en el Magdalena.—The Muddy Magdalcne.—Las cercanías de Barranquilla.—Recapitulación de las distancias.
A cinco leguas y media de Tamalameque está el Banco, en
la orilla derecha del Cesar, que en este mismo sitio desemboca
en el Magdalena. La población, situada en una colina de poca
altura, que la defiende de los derrames del Cesar, tiene algunas
casas de teja, si bien la mayor parte son de paja, y presenta
un aspecto aseado, bello y simpático. A la llegada del vapor se
precipita sobre la cubierta una nube de traficantes en busca de
panelas y tabaco de Ambalema, y en solicitud de realización de
una variedad de artículos de producción del pueblo, que dan idea
del carácter industrioso de sus pobladores, y de que allí habrá
de desarrollarse en el porvenir una suerte mejor. Conservas de
dulce, bizcochos de maíz, turpiales y sinsontes, escobas y sombreros de palma, totumas con labrados de flores y pájaros, barnizadas de diversos colores, artículos de loza porosa de barro,
como tinajas, ollas, callanas, vasijas pequeñas y esteras de chíngale, constituyen la masa principal de ellos. Estas últimas, fabricadas con el junco de las ciénagas del Cesar—de las cuales
la de Zapatosa ocupa una extensión considerable,—forman un
artículo de valor no despreciable, que va á surtir los menajes
La Humareda
205
del alto y del bajo río, y llegan á Bogotá en cantidades notables.
Las hay de todos tamaños y colores, desde una vara en cuadro
hasta tres y cuatro de largo, y una y media ó dos de ancho. El
tamaño más común es de dos y media varas de largo y una y
cuarto de ancho, y se venden á un precio medio de $ 6 á $ 9
docena, según su calidad y labores. Quizás pasan de mil docenas
las que allí se expenden anualmente, pues forman el elemento
principal de la cama de los habitantes del río, desde el boga acomodaticio hasta el más exigente ricacho. Si para su fabricación
se introdujese alguna maquinaria que ayudase el trabajo de las
mujeres, abaratando su valor, no hay duda que el consumo llegaría á cantidades diez ó doce veces mayores.
Subiendo á la plaza del pueblo encontré, en el centro de ella,
una muestra de cultura y delicadeza de sentimientos, que llamó
vivamente mi atención. En ese lugar habían sido sepultados, el
día 15 de Junio de 1885, los restos de Pedro José Sarmiento,
Daniel Hernández, Fortunato Bernal, Bernardino Lombana y
Plutarco Vargas, Generales del ejército federalista, muertos en
la sangrienta hecatombe del día anterior en la playa del Hobo,
frente á la Humareda. Vencida la causa á que habían ofrendado
su vida, era de temer, en la embriaguez desatentada de las pasiones políticas, algún ultraje á los restos de esos campeones. Pero
no: las señoras del Banco tomaron bajo su protección esos huéspedes indefensos; rodearon sus sepulcros con una decente verja
de madera, y plantaron flores en ese triste recinto. Amigas ó nó
de la memoria de esas víctimas, sólo sintieron el respeto debido
á la desgracia de los que ofrecieron cuanto tenían en holocausto
á sus convicciones y á su fe.
LA HUMAREDA
Al pasar por Tamalameque el vapor se detuvo frente á un
hobo, árbol que crece en toda la orilla del río y que da su nombre
á la playa en donde se efectuó en 1885 el reñido combate bautizado con el nombre de La Humareda: entre los pasajeros se encontraban algunos que habían sido actores en él, y naturalmente
206
La Humareda
pude obtener algunos detalles acerca de ese trance funesto de
lucha fratricida.
El ejército federalista del Norte y del Atlántico, reunido,
desalentado con la pérdida de sus posiciones en Santander y Boyacá y con los desastres repetidos, ya definitivos para sus armas,
en el Tolima, Cauca, Antioquia y Panamá, acababa de sufrir un
terrible rechazo en los muros de Cartagena. Para completar lo
desesperado de su situación, un ejército conservador acumulado
en esta última ciudad, con refuerzos recibidos de Antioquia por
la vía de Ayapel, y del Cauca por la de Panamá, y otro que
amenazaba desde Ocaña y El Carmen con invasión sobre El Banco
y Mompós, situado yá en Tamalameque, sólo dejaban abierta la
vía del Magdalena á favor de la posesión de los vapores del río.
Sirviéndose de ellos, y probablemente con el objeto de cambiar
el campo de los Estados de la Costa, yá difícil de conservar, por
el de Santander, en donde esperaba encontrar grandes recursos
de opinión y mejores climas para sus soldados; aquel ejército,
digo, reanimado con el regreso de un jefe prestigioso—el General Camargo—resolvió abandonar al enemigo su base de operaciones en Barranquilla y romper en Tamalameque uno de los
eslabones de la cadena que principiaba á estrecharse sobre él.
En cinco vapores y una draga, antes destinada á la limpia
del lecho del río, movió sus fuerzas hacia el Banco, el 11 de Junio
en número de dos mil hombres, número que el General Reinales,
uno de los jefes del ejército conservador, con amplia ocasión de
haberlo conocido, estimó en menos.
En Tamalameque, cuatro leguas arriba de este lugar, estaba
situado el enemigo, á órdenes del General Quintero Calderón, y
sus fuerzas se componían de tres batallones de voluntarios y
milicias, reforzados en esos mismos días por el 23 de Línea y
una batería de artillería, que por el río, en el vapor Emilia Duran,
condujo desde Honda el General Reinales. Este ejército probablemente no pasaba de 1,200: establecido sobre la playa, en un
sitio en que el río se estrecha, cubrió su frente con empalizadas
de grandes árboles, dejando huecos para su artillería y pozos
Las últimas palabras
207
para rifleros en medio del bosque, á sus costados, defendidos,
además, por caños y ciénagas de difícil acceso.
El choque hubiera podido evitarse: los vapores habrían podido pasar por el frente, limitándose á contestar los fuegos de la
ribera, y la fuerza conservadora pudo retirarse hacia el interior;
pero unos y otros estaban deseosos de venir á las manos, y el
desafío fue aceptado por ambas partes. Los buques se movieron
del Banco á las nueve de la mañana del 14; fondearon al
frente de las trincheras, y el fuego de artillería y fusilería empezó por ambas partes con furia á las nueve. A las doce ordenó
el General Camargo un desembarco por los dos extremos de la
línea enemiga; orden cuya interpretación originó un sentimiento
de susceptibilidad por parte de los jefes que debían cumplirlas,
y los condujo á precipitarse todos, con pocas precauciones, al
asalto de trincheras defendidas con un ardor igual al del ataque.
En pocos momentos habían perdido los federalistas siete jefes
importantes de sus tropas y gran número de soldados; pero el
campamento enemigo fue tomado con casi todos sus defensores,
cañones, armas y municiones. Seiscientos muertos y casi otros
tantos heridos—la tercera parte de los combatientes—quedaron
en el campo. Era una victoria de Pirro.
Según refiere un testigo ocular—el señor Rudesindo Cáceres—las últimas palabras del General Pedro J. Sarmiento fueron
éstas: "Muero satisfecho por haber cumplido mi deber".
Al simpático Daniel Hernández, á pesar de lancinantes dolores de una herida en el estómago, no le desamparó hasta el último instante su sonrisa habitual.
Al recibir Luis Lleras, de abajo arriba, sobre la trinchera,
el bayonetazo en el pecho que le causó la muerte: "¡Qué fatalidad!" exclamó por última vez.
Herido en el estómago por una bala de cañón Bernardino
Lombana, decía á los amigos que deseaban proporcionarle alivio:
"Mi herida es mortal; pero aún tengo tiempo para fumar un cigarrillo".
208
La última impresión
Al recibir Fortunato Bernal el primer balazo que le atravezó el corazón: "No es nada—dijo—¡Adelante!", cuando otro balazo puso término final á su marcha.
Mostráronme los sitios adonde arribaron los vapores á efectuar el desembarco de sus infanterías; el lugar en que el terreno
fue disputado en combate de arma blanca; la dirección por donde, en uno y otro extremo de la línea, los asaltantes buscaron
al fin el medio de flanquear las trincheras; el árbol á cuya
sombra fue sepultado el cadáver de Gratiniano Obando, á la
orilla misma del río; el puesto en que el vapor María Emma
alumbró con su llama, durante la noche, esa escena de horror.
Embebido en la vivacidad de esas relaciones, llegó un instante en
que me pareció oír levantarse de esa playa inhospitalaria el clamor de los heridos, bajo un sol de fuego y sin esperanza de auxilio humano; creí ver sobre la ribera arenosa la fúnebre línea
de tantos cadáveres; sentí llegar las sombras de la noche anunciando á los agonizantes el único descanso para sus dolores en
el regazo de la muerte. Olvidé cuál era el lado á que en un principio se inclinaban mis simpatías, y la imaginación sólo me representó, de una y otra parte, conciudadanos, hermanos míos todos,
llevados á ese teatro de furor desencadenado por el destino ciego
é incomprensible que preside á la formación de las naciones. Creí
oír, al través de la distancia, el lamento que se levantaba del
fondo de tantos hogares huérfanos y enlutecidos.
—¿ Hasta cuándo—pregunté á la Providencia—durará el reinado de esa fatalidad horrible, que parece envolver en dolores y
lágrimas el alumbramiento de las ideas que la pobre humanidad
cree dirigidas á la fundación de la paz y del amor?—¿Cuándo
llegará á fundirse en un solo sentimiento de libertad y concordia la aspiración desordenada hacia el bien, en cuyo término sólo
encontramos hoy los demonios de la ambición y del odio?.. .
De Bodega Central al Banco se recorren veinticuatro leguas, divididas así:
E l Brazo de Loba
De
De
De
De
De
De
Bodega Central á Puerto Nacional....
Puerto Nacional á La Gloria
La Gloria á Regidor
Regidor á San Pedro
San Pedro á Tamalameque
Tamalameque al Banco
209
5 leguas.
7%
—
1
—
2
—
3
—
5%
—
24
leg^uas.
Como llevo dicho, en el Banco se aparta del curso Sur-Norte
la mayor parte (se calcula que las siete décimas) de las aguas
del Magdalena, y se dirige por el brazo de Loba hacia el Occidente en busca de las del Cauca, y aquí empieza lo que hemos
convenido en llamar Bajo Magdalena. Una recta que se prolongue
del Banco hacia el Oriente, tropezará á menos de diez leguas con
la frontera de Venezuela, en la cumbre de la sierra de Motilones; otra que se extienda cuarenta al Occidente, terminaría en
Punta-Arbolete, sobre el Atlántico, en los límites del Cauca y
Bolívar. Por consiguiente, el Banco tiene hacia el Norte los valles
del río Cesar, ricos en ganados; al Sur las sabanas de Tamalameque y los fértiles terrenos de la isla de Papayal, en cuyo caño
del mismo nombre desemboca el río Moja; al Oriente, á muy
corta distancia, las tierras frías de la cordillera Oriental, y al
Occidente, la prodigiosa red navegable que el Cauca, el brazo de
Loba, el San Jorge y los brazos de Mojana, Perico y Sicuco forman sobre las sabanas de Ayapel y Corozal. El porvenir de este
pueblo es, pues, brillante.
Enderezando la proa al Occidente, el vapor se lanza por el
brazo de Loba; tropieza á dos y media leguas con las piedras de
JuarM Sánchez, frente al pueblo del mismo nombre, y á las cuatro leguas con el pueblo de Barranca de Loba. Cuatro leguas
adelante se aparta, á la derecha, el caño Sicuco, que corta en dos
la grande isla de Mompós, y algunos centenares de metros más
abajo entra el primer brazo del Cauca por la orilla izquierda. No
sé si es preocupación mía, ó si el fenómeno habrá sido observado
por otros viajeros; pero en este punto he creído siempre percibir
210
Situación faboravle del Banco
un fuerte olor de pantanos en descomposición, una atmósfera de
miasmas palúdicos concentrados, que no he sentido en ninguna
otra parte del Magdalena.
A cosa de veinte leguas arriba de este sitio, el Cauca se
divide en dos brazos principales: al Occidente, el de Mojana, que
va á recibir las aguas del río San Jorge, desprendido de la cordillera Occidental, río que se divide también en cuatro brazos ó
caños antes de su confluencia; y hacia el Oriente ó lado derecho
continúa la masa principal del Cauca. Ocho leguas abajo del pueblo de Barranca de Loba tributa al Magdalena el brazo de
Guamal del Cauca, y se encuentra el pueblo del mismo nombre
sobre este río. A las seis leguas entra el brazo de Perico, del
Cauca, en donde se encuentra el pueblo de El Retiro; una legua
más abajo, la masa principal del San Jorge, y en seguida, á las
cuatro leguas, se llega á la importante población de Magangué.
En las veintinueve leguas que median entre el Banco y Magangué hay muchas poblaciones pequeñas á una y otra orilla del
brazo de Loba. Las principales, y sus distancias entre una y
otra, son las siguientes:
Del Banco á Barranca de Loba
De Barranca de Loba á Guamal
De Guamal á Barbosa
De Barbosa á Magangué
4 leguas.
12 —
6 —
7 —
29 leguas.
Aparte de éstas se encuentran las de Juana Sánchez, Pinillos, La Cruz, El Retiro y otros caseríos pequeños, cuyo nombre
no recuerdo. Toda esa región, bastante poblada, está provista de
dehesas abundantes en ganados. Los derrames del río, en sus
avenidas, traen del Alto Magdalena abundantes cantidades de
hierba de para que, depositándose en las tierras bajas, han cubierto naturalmente con esta vegetación los playones por leguas
enteras, con gran beneficio para los pobladores y sus ganados,
los cuales, gracias á este forraje muy alimenticio, tierno y abundante, han debido de mejorar notablemente en calidad. Sin em-
Magangué
211
bargo, en ninguna parte, ni en Magangué, se ven señales de
agricultura algo adelantada; ni la chimenea de un trapiche, ni
buenas corralejas, ni labranzas de cacao ó de tabaco: nada, excepto pequeñas plataneras, maizales de muy corta extensión, corrales
mal conservados y algunos frutales en las inmediaciones de las
casas de campo (pajizas todas), siendo el mango el más común
de ellos. No se encuentran señales de esos magníficos bosques
de naranjos que se veían en la ladera de Margarita, por el brazo
de Mompós, cuyas frutas eran de una calidad no sobrepujada por
ninguna otra en América ni en Europa.
Magangué es una población importante, que requiere yá defensas contra las avenidas del río. Diques de tablas y pilotes de
madera incorruptible, sostenidos por terraplenes de tierra, no
serían muy costosos, darían suelo firme á sus labranzas y mejorarían inmensamente las condiciones del clima; pero requieren
una considerable extensión á lo largo del Magdalena y del último
brazo del San Jorge, que rodea el suelo adyacente por el Oeste.
Una legua hacia el Norte de Magangué devuelve el río Sicuco sus aguas al Magdalena, y dos ó tres más adelante el brazo
de Mompós, en el sitio llamado Boca de Tacaloa, ocupado á la
izquierda por el pueblo de este nombre, y á la derecha por el
de Pinto, ambos en territorio de Bolívar. La playa de Tacaloa es
el sitio más frecuentado por los caimanes que he visto en el río.
En una tarde serena, antes de hundirse el sol, vi una vez más
de doscientos en un circuito de menos de dos fanegadas. A pesar
de verse reunidas allí por primera vez las aguas de tres ríos
caudalosos, no se nota diferencia en el volumen del río. Su anchura no pasa de 800 metros, pero su profundidad es yá mucho
mayor. Podría dar entrada hasta aquí á buques de mar de 2,000
á 2,500 toneladas.
Vienen en seguida los puertos de Tacamocho, Zambrano, Jesús
del Río y Tenerife, á distancias de siete y media, ocho, dos y media
y dos leguas, respectivamente. Del segundo y el terreno de éstos
parten caminos al interior de las sabanas de Corozal, principalmente hacia el Carmen, que es el centro agrícola y comercial de
212
Tenerife
esta región, y en donde se recoge la mayor parte del tabaco cosechado en ella. Ordinariamente se pasa por estos pueblos, á la
bajada, durante la noche, pues en los dos primeros días de viaje
se duerme en Puerto Berrío y en las inmediaciones de Bodega
Central; saliendo de aquí por la mañana, la noche empieza cerca
del Banco. Si se logra pasar con luz las piedras de Juana Sánchez,
la navegación continúa toda la noche; si al contrario, se pernocta
antes de pasarlas, y el viaje continúa al amanecer. A mí me tocó
siempre pasarlas durante la noche, por lo cual no puedo dar noticia del aspecto que presentan; pero observé en ellas movimiento de pasajeros y de carga y descarga de bultos, lo que me hace
suponer que su actividad comercial es importante.
Tenerife es el sitio del célebre combate fluvial dado por Maza
el 25 de Junio de 1820 contra el Coronel español Vicente Villa,
combate que aseguró la posesión de todo el río Magdalena á los
patriotas.
A consecuencia de la derrota de la flotilla española en Barbacoas, cinco meses antes, los restos de ésta, reforzados por el
Brigadier Ruiz Porras desde Santamarta, ocupaban la fuerte posición del Banco, que es la llave del Bajo Magdalena, cubriendo
con baterías de artillería los peñones que dominan el río, y desde
este punto rechazaron las fuerzas sutiles independientes que en
prosecución de su triunfo habían descendido hasta allí; pero,
habiendo bajado Córdoba por el Cauca hasta Magangué, y situádose así á la espalda de los peninsulares, éstos abandonaron esa
posición formidable y bajaron á situarse en Tenerife. El historiador Restrepo describe así la célebre victoria de Maza:
"El Teniente-Coronel Hermógenes Maza se unió en Mompós, el 22 de Junio, á la fuerza de Córdoba, llevando siete pequeñas embarcaciones de
guerra y algo más de cien fusileros. De común acuerdo resolvieron atacar
inmediatamente la escuadrilla española, muy superior en fuerza. Componíase ésta de once buques bien tripulados, armados con cañones de grueso
calibre y regidos por buenos oficiales de la marina española; por el contrario, las embarcaciones llamadas de guerra de los patriotas sólo tenían
pedreros, que ni aun montados estaban, sino atados con sogas sobre
maderos. Sin embargo, los dos jóvenes oficiales, Córdoba y Maza, con una
La batalla
213
audacia que rayaba en temeridad, no dudaron un momento que vencerían
á los realistas: así, dejando á Mompós, navegaron río abajo hacia Tenerife.
"Antes de avistar á los enemigos, el Comandante Córdoba desembarca guiando una columna de infantería para arremeter á los españoles,
que sabía ocupaban la fuerte posición de Tenerife. Maza, con sus pequeños buques, parte á las cinco de la mañana del 25 de Junio y navega
contra los enemigos con la intrepidez que siempre le caracterizó en la
guerra de la Independencia. Los realistas no aguardaban el ataque, y
fueron sorprendidos. Mientras dan sus disposiciones para la defensa, llegan los buques de los patriotas arrastrados por la corriente; el humo y
la confusión impidieron á los españoles reconocer cuan débiles eran las
fuerzas de los independientes. Estos corren al abordaje de los buques
enemigos. Vuélase el de mayor fuerza, regido por el Comandante Don
Vicente Villa, bien fuera porque éste le puso fuego para libertarse del
deshonor ó vergüenza de caer en manos de los rebeldes, bien porque se
incendiara la pólvora por alguna casualidad. Los demás fueron tomados
en breve y degollados más de doscientos hombres de infantería que los
guarnecían, pues solamente se hicieron veintisiete prisioneros....
"Nueve buques de guerra con su armamento, fusiles y municiones
cayeron en poder de los p a t r i o t a s . . . .
"Un solo buque había escapado de la refriega, pero en Sitionuevo
fue tomado por fuerzas sutiles, armadas en Barranquilla por el Almirante
Brion, que regía José Padilla (1). Córdoba ocupó á Barranca sin resistencia alguna. Apoderóse allí de un abundante tren de obuses, cañones, balas
y otros aprestos militares que el Gobernador de Cartagena, Don Gabriel
de Torres, enviaba á Mompós....
"Con el inesperado acontecimiento de Tenerife, los españoles huyeron
de todas partes á encerrarse en C a r t a g e n a " . . . .
Despejado así el Magdalena, Santamarta y Cartagena, ocupadas aún por fuerzas españolas considerables, volvieron al seno
de la patria: Santamarta, el 11 de Noviembre, después del encarnizado combate de la Ciénaga en el día anterior, en el que
Padilla y Maza, á órdenes del General José María Carreño, hicieron prodigios de valor; Cartagena, algunos meses más tarde,
por haber sido suspendidas las operaciones del sitio durante más
(1) El Almirante Padilla. Si bien nunca recibió en vida esta graduación, la gratitud del pueblo colombiano se la ha conferido después de su
muerte.
214
Calamar
de cuatro meses, á virtud del armisticio de Trujillo, celebrado
entre Bolívar y Morillo el 21 de Noviembre de 1820. Con todo,
nada pudo resistir al arrojo singular de Padilla, quien, habiendo
introducido en la bahía sus fuerzas sutiles, abordó y destrozó
bajo los cañones enemigos de la plaza la escuadrilla española,
se apoderó de los buques que por dos ocasiones pretendieron llevar á ésta provisiones, obligó á rendirse por hambre los castillos
de Bocachica, y fue el alma de los ataques contra la ciudad, cuya
rendición (en Septiembre de 1821) no fue menos gloriosa que el
sitio sostenido por sus habitantes en 1815.
A Tenerife siguen los pueblos de Nervití, Heredia, Buenavista y Calamar. Este último, en el punto de partida del caño
del Dique, desprendido aquí del cañón del Magdalena en busca
del mar vecino á Cartagena.
El caserío de Calamar ha emigrado sucesivamente en los
últimos sesenta años de Barrancavieja a Barrancanueva, y de
aquí al sitio actual, en donde la fortuna parece haberle sido
más próspera, á juzgar por algunas casas de cal y canto, almacenes mejor provistos y alrededores algún tanto libres de la maleza y rastrojeras que tanto afean los pueblos del Magdalena,
sin exceptuar á Magangué. Sin embargo, el área se ve rodeada
de caños de los derrames del río, poco tranquilizadores en los
grandes inviernos. La prosperidad de este pueblo depende de la
solidez que se dé á.los trabajos de canalización del Dique; pero
ahí está el busilis: en esos trabajos no ha presidido hasta ahora
ningún plan científicamente concebido, ni menos perseverantemente ejecutado; de suerte que en ellos han consumido inútilmente inmensas sumas.
Calamar es un punto de conexión de las líneas de vapores
que parten de Barranquilla y Cartagena hacia el interior, lo que
comunica á sus calles y almacenes una actividad poco conocida
en la generalidad de la del río.
Las 311^ leguas de distancia entre Magangué y Calamar se
descomponen así:
Ultima tarde ene I río
De
De
De
De
De
De
De
De
Magangué á Tacaloa
Tacaloa á Zambrano
Zambrano á Jesús del Río
Jesús del Río á Tenerife
Tenerife á Nervití
Nervití á Heredia
Heredia á Buenavista
Buenavista á Calamar
215
6
leguas.
9%
2%
2
3%
2
2%
3%
31% leguas.
Las 311/^ leguas que nos faltan aún para llegar á Barranquilla se hacen con más rapidez y confianza, ordinariamente de
noche. En la última comida á bordo suele el Capitán festejar á
los pasajeros con un pudding inglés y algunas botellas de champaña ; de sobremesa, ó tomando el café en la proa, se disfruta en
ocasiones del magnífico espectáculo que presenta la coincidencia
de la puesta del sol y la salida de la luna.
No hay una nube en el cénit, las brisas de mar llegan hasta
nosotros, el sol desciende rojo, espléndido, como en un trono de
nubes de oro y de púrpura, y sus resplandores proyectan al través del bosque las formas de los árboles, como titanes rodeados
de llamas que extienden sus brazos en desesperación; empiezan
á brotar las estrellas sobre un cielo de plata, y luego avanza la
sombra cubriendo con un cendal de misterio lo que momentos
antes reverberaba de luz.
Pero en ese instante asoma en la parte opuesta del horizonte
un resplandor dulce y tímido, semejante al preludio de una oración; la bóveda celeste parece teñirse con tintes semejantes á
los del pudor de una virgen; aparece en la penumbra el primer
segmento de una corola de plata, ante el cual cree uno ver reanimarse la naturaleza soñolienta, y las olas adormecidas del río
se tornan en un inmenso espejo, circundado por el marco de
sombra que al rededor le forma el bosque impenetrable. Entonces
cesa la charla de los pasajeros, absortos en la contemplación de
216
The muddy Magdalene
ese grande espectáculo; el espíritu vuela á las regiones de lo infinito, y por algunos instantes se experimenta una emoción deliciosa que nada en las obras del hombre pudiera engendrar.
En una de esas ocasiones el Capitán del vapor, hijo de las
riberas del Ohío, á quien el recuerdo de las bellezas de su patrio
río no impide apreciar las del nuestro, rasgueando una guitarra,
nos dio en gratísimo recitado las impresiones de algún rudo poeta
americano en su lengua natal. Helas aquí:
THE MUDDY MAGDALENE
In the wilds of fair Colombia, near the equinoctial line,
Where the summer last for ever and the sultry sun doth shine,
There is a charming valley where the grass is allways g^een,
Through which flows the rapid waters of the Muddy Magdalene.
On whose banks stand ruined cities where the Spaniards dwelt of oíd;
And revelled on the luxury of a bloody gotten gold;
But their reign hath passed away, and o'er their graves the grass is g ^ e n ,
Still your waters ere go rippling on oh! Muddy Magdalene.
You've the tiger in your jungle, and the caimán fierce and free.
And the deadly serpent coiled beneath the shapely mango tree.
The broad-leaved wainving plantain and pointed sugar cañe,
On your margin you have golden fruits oh! Muddy Magdalene.
In ages past and gone ere The white man hither drew.
No back disturbed your waters, save the indian's light canoe.
Now you've lordy steamers passing swiftly by your banks of green,
Whose prows disdain your currents strong oh! Muddy Magdalene.
The snow on oíd Tolima by the avalanche is riven.
And down in torrid regions through the mountains gorges driven,
Rushes wildly down in torrents, through the valleys green
To mingle with the waters of the Muddy Magdalene.
The forest on your banks by the floods and earthquake tom
Are maddy on your bosom to the migthy Ocean borne.
May you still roll on for ages and your grass be allways g^reen.
And your waters aye be cool and sweet oh! Muddy Magdalene.
Frente a Barranquilla
217
Algún bardo colombiano ha vertido al español estas estrofas,
populares entre los capitanes, ingenieros, pilotos y aun empleados inferiores de los buques del río. La traducción dice:
AL TURBIO MAGDALENA
En Colombia, hermosa reina de un imperio tropical.
Donde el sol va siempre en triunfo y el verano es inmortal.
Hay un valle delicioso, viva imagen del Edén,
Que fecunda con sus aguas el revuelto Magdalén.
En sus bordes quedan rastros del poder del español.
Hondas huellas del gigante que alumbrara siempre el sol;
Pero yá ni los sepulcros de sus sátrapas se ven.
Ni la sangre que te dieron, ¡oh revuelto Magdalén!
Por tus breñas ronda el tigre, por tus playas el caimán,
Y tus mangos primorosos, á la sierpe sombra dan.
Y el banano y la áurea caña de tus brisas al vaivén
Se retratan en tus aguas, ¡oh revuelto Magdalén!
Otro tiempo cuando el blanco no asomaba por aquí.
Sólo el indio en su canoa resbalaba sobre ti.
Hoy vapores soberanos con bufido de desdén
Ensordecen tus raudales, ¡oh revuelto Magdalén!
Cae á veces del Tolima el alud desolador,
Y en las cuencas de los montes, escondiéndose traidor,
Derretido al sol de fuego, derrumbando su sostén.
Rueda súbito en torrentes al revuelto Magdalén.
Lluvias, rayos, terremotos, acostumbran desgajar
Tu magnífica diadema de floresta secular;
Pero el sol restaura siempre cada joya de tu sien
Y eres siempre fresco y dulce, ¡oh revuelto Magdalén!
El vapor se desliza por delante de las poblaciones del Cerro
de San Antonio, Piñón, Mata de Caña, Remolino y Sitio nuevo,
todos pertenecientes á la orilla oriental ó derecha (Estado del
Magdalena), pueblos importantes por su agricultura y su comercio. En la orilla del río, al frente de las poblaciones, se ve el principio de diques de tablas y pilotes de madera para defensa con-
218
Los árboles de la rivera
tra las avenidas; el bosque empieza á notarse más distante; los
ganados y las cercas de madera abundan; las rozas de maíz, los
árboles frutales, casas de mejor aspecto, son de más frecuente
aparición.
A la izquierda la llanura es baja y permite extender la vista
á largas distancias: las poblaciones de Soledad, Sabanalarga y
Santo Tomás, están distantes del río; pero se ven numerosos
cultivos. A la derecha se levantan las montañas colosales de la
Sierra Nevada, cuyas cimas llegan á más de 5,000 metros de
altura; abundan las ciénagas, pero se observa que detrás de ellas
hay terrenos altos donde pueden refugiarse los ganados en caso
de inundación; la palma de Sara ó de Saray, elegante, vistosa,
domina en el paisaje, y parece que la propagan y cultivan, principalmente porque sus hojas dan techo á las casas de los campos
y de los pueblos.
La vegetación es magnífica en ambas orillas. El mango de
follaje brillante y tupido en copa redonda; el plateado cantagallo;
el madroño, de ancho ramaje, verde profundo en el anverso de las
hojas, con visos bermejos en el reverso; el gigante caracoli, rey
de la selva, que se complace en las frescas orillas de las quebradas;
el magnolia (importado, según creo, de los bosques de La Florida, en la América del Norte), que rebosa de juventud y alegría
y es hoy el orgullo de los jardines en el Mediodía de Europa;
pero sobre todo, representante de la belleza tropical, nuestro almendrón,—tan distinguido por su almendra exquisita como por
su follaje sin igual—de hojas grandes de verde claro, que se
torna en rojo encendido á la mitad del verano, y en violeta oscuro
á los comienzos del invierno, con lo cual, visto en lontananza,
toma la apariencia de un ramo gigantesco de flores. A la izquierda empiezan á divisarse las torres de la iglesia y de la
bomba del acueducto; á la derecha se prolonga una llanura que,
quizás por el color oscuro de la vegetación, parece á un nivel
inferior al del río, cubierta de palmeras, confundiéndose en la
penumbra con la línea del mar, cuya resaca se alcanza á sospechar en un gemido profundo traído por instantes en alas de los
vientos.
Llegada
219
Pasamos yá por el frente de la ciudad, edificada en la parte
más honda de la sabana: el pito de la máquina del vapor la saluda con silbido estridente, llegamos á la boca del Caño de abajo,
y nos despedimos de esa serie de paisajes magníficos que, durante tres días, hemos venido contemplando. Dejamos, pues, con
pesar esa vida de contacto íntimo con la naturaleza potente de
nuestra zona, y recordando la invocación de Espronceda en el
Diablo Mundo, la recitamos como un adiós:
Tú las hogueras del sol alimentas.
Tú revistes los cielos de azul.
Tú la luna en las sombras argentas.
Tú coronas la aurora de luz.
Gratos ecos al bosque sombrío.
Verde pompa á los árboles das.
Melancólica música al río,
Ronco grito á las olas del mar.
Estamos en Barranquilla. Hemos recorrido en setenta y dos
horas, de puerto á puerto (de Caracoli al muelle del ferrocarril
de Bolívar), las doscientas seis leguas que separan estos dos
extremos, y las hemos vencido en cuarenta y cuatro horas de vapor. Con máquinas un poco más poderosas en los vapores, que
permitiesen una rapidez de diez y seis millas por hora, á la bajada,
esta distancia sería recorrida en dos días, así:
Primer día, en doce horas de vapor, de Yeguas á la
Boca de Opón
Segundo día, doce horas de vapor, de Opón á Barranca de Loba
Noche del segundo día, doce horas de vapor de Barranca de Loba á Calamar
Mañana del tercer día, cinco horas de vapor, de Calamar á Barranquilla
Total
63 leguas.
60
id.
61
id.
21
id.
205 leguas.
220
Distancias
La subida pudiera hacerse, á ocho millas por hora, en ochenta horas de vapor y cuatro días y medio de viaje efectivo; pernoctando en la tercer jornada en la Boca de Opón, y en la cuarta
en Nare, ó tal vez en Puerto Niño; lo que no tendría nada de
imposible, pues yá se han hecho algunos viajes en poco más de
cinco días: entre ellos el segundo del vapor Vengoechea en Marzo de 1866, y uno del vapor Montoya en Noviembre de 1886.
Concluido el ferrocarril de Girardot, el viaje de Bogotá a
Barranquilla sería obra de tres días á la bajada, y seis ó siete á
la subida. Las familias de Bogotá podrían mudar temperamento
á la orilla del mar con más comodidad que en Anapoima ó Tocaima.
Con vapores directos de Sabanilla á Nueva York, que hiciesen siquiera quince millas por hora (los nuevos de la carrera
entre Nueva York y Liverpool ó el Havre, caminan á razón de
diez y ocho millas por hora, esas seiscientas leguas se harían
en cinco días y medio, y Bogotá quedaría á diez ú once días de
Nueva York, y á diez y seis ó diez y siete de los puertos europeos.
¡Cuánta ventaja para las operaciones comerciales no daría esta
economía de tiempo!
Daré un resumen de las distancias entre los principales puntos de escala de Honda a Barranquilla.
De Honda á la boca del río de La Miel
(Buenavista)
De Buenavista á Puerto Berrío
De Puerto Berrío á Carare
De Carare á la Boca de Sogamoso
De Boca de Sogamoso á Boca de Lebrija..
De Boca de Lebrija al Banco
Del Banco á Magangué
De Magangué á Calamar
De Calamar á Barranquilla
21 leguas.
24
id.
15
id.
15%
id.
30
id.
25
id.
29
id.
31% id.
21% id.
212% leguas.
Descargar