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Martínez-Caro La observación de una enferma que presentó un síndrome de hiponatremia, en el curso de una insuficiencia cardíaca congestiva (i.c.c.) por lesión valvular múltiple con fibrilación auricular, tratada con diuréticos y di:::ta pobre en sal, plantea el problema del origen de esta situación electrolítica. La hiponatremia en el curso de la i.c.c. es una eventualidad relativamente frecuente y se suele considerar como producida por el abuso de los diuréticos mercuriales junto con una dieta carente de sodio. La sintomatología en estos casos suele ser de una marcada adinamia mientras que paradójicamente persisten los edemas y la disminución de la diuresis e incluso franca oliguria. Da la impresión de que el cuadro inicial de retención sódica propio de la i.c.c. que motivó el empleo de diuréticos y dieta hiposódica se hubiera trocado, al producirse la disminución del sodio sérico, en una retención principalmente hídrica. La administración de NaCl en estas circunstancias puede ser incluso perjudicial L 11. 13 · ya que las reservas de sodio en el organismo pueden estar aumentadas 7 · 12 • Todo ello hace que se deban aceptar dos mecanismos diferentes en la hiponatremia de los enfermos de J.c.c.: a) la hiponatremia en sentido absoluto (falta de Na en el organismo) que, teóricamente al menos, se compensaría dando sodio; y b) la hiponatremia relativa, debida a retención de agua, con hipoosmolaridad de los diversos compartimentos (intra y extracelular) e incluso con aumento del sodio total. Este ultimo mecanismo ha Octubre ]')5') LA IllPONATREMIA EN LA !NSUFIC:IENC:IA sido muy discutido, sin que por el momento se haya logrado discriminar de modo absoluto la génesis íntima de esta retención hídricas. Parece ser que los enfermos en estas condiciones toleran la administración de grandes cantidades de agua 3 , aunque no siempre esto suceda así, como señalan Jaenike y Waterhouse i. La hipotonía celular es quizá el elemento más importante a considerar en el mecanismo de la hiponatremia del enfermo con i.c.c. El clínico ante un enfermo en estas condiciones -edemas, adinamia, hiponatremia y signos de descompensación circulatoria- debe considerar lo que hay de carencia real de sal y la cuantía de esta hipotonía intracelular. Este factor celular ocupará un papel primordial en la génesis del cuadro clínico que nos ocupa, ya que si las células mantienen su tono osmótico, es difícil que acontezca la depleción sódica, más si tenemos en cuenta el papel regulador de la sodemia que tienen los reservorios sódicos de los huesos, según señala J aenike 4 • 7 · 13 • La importancia práctica de estas consideraciones es evidente: sería erróneo estar dando sal a un enfermo que tiene suficientes reservas de sodio. Con su administración favoreceríamos la retención hídrica sin variar prácticamente la situación básica. Por el contrario, favoreciendo las diuresis hipotónicas (incluso con diuréticos mercuriales 4) se logrará· ir concentrando los medios intra y extracelulares. Por esta razón vemos con tanta frecuencia el hecho de que en enfermos de i.c.c. sometidos a una vida rigurosamente similar y con un balance equilibrado en las ingestas, varíe la sodemia de unos momentos a otros. La explicación estaría en estas oscilaciones del tono intracelular cuyas razones íntimas no son siempre fáciles de interpretar. Enferma L. G. S., de 48 años, soltera, natural de Lácar. Ingresa en nuestro servicio el 17-II-1959 con la siguiente historia: A los 12 años, anginas. Hace 14 años comenzó con CARDÍACA 233 CONGESTIVA disnea de esfuerzo y reposo y edemas. Desde entonces, con alternativas, evolución hacia la cronicidad de su descomoensación cardíaca. Al ingreso está muy disnéica, con gran anasarca, ascitis a tensión, hepatomegalia. Arritmia completa por fibrilación auricular. Soplo sistólico en focos mitral y tricúspide, doble soplo en foco aórtico. Roce pericárdico. Agrandamiento cardíaco de grado marcado. Derrame pericárdico y pleural (cuyo líquido es muy rico en proteínas: 4,6 g. por mil). Pesa a su ingreso 53 Kg. La diuresis inicial es muy escasa. Los días 17 y 18 de febrero digitalización con l mg. de digitoxina. Se le inyecta una ampolla de Novurit intravenoso. Los días 18, 19, 20 y 21 se le administran 750 mg. diarios de clorotiazida. Con este tratamiento mejoró bastante subjetiva y objetivamente. El día 10 de marzo pesaba 45 Kg. La diuresis en este tiempo oscilaba alrededor de los 1.000 e.e. Los días 13 al 17 de marzo recibió un tratamiento intenso con prednisona (60 mg. diarios). Aumentó de peso (47 Kg.) y la diuresis descendió de 800 a 160 ce. El día 20 de marzo pesaba 49 Kg. Por ello, los días 21, 22 y 23 de dicho mes se le administraron diariamente 2 ce. de Novurit. Las diuresis fue en esos tres días de 1.600, 1.600 y 1.160 ce., respectivamente. El peso descen.:lió a 46 Kg. Se inicia entonces una dieta de Kemper (arroz sin sal y fruta) desde el 27-III al 2-IV. Junto con ello se le administran 2 ce. de Novurit los días 30 y 31 de marzo y el 1 de abril. Se producen entonces lus siguientes hechos: a) desde el día 30 de marzo, ictericia de grado moderndo (bilirrubincmia: 6,3 mg. %; Me Lagan 2,7 uu.; Kunkel, 10 uu.). b) hipotensión: la T.A. baja desde la cifra habitual de 14,5/9 a l l /6. e) gran adinamia y abatimiento. d) la cifra de electrolitos (ver tabla I) es: Na, 123 __.1/o/~ ' _No ,, " 1 1 1 1 1' t t t "t Fig 1 1ill11 ,. t ~ t t t t t 1 ) ~•• , •• NaA_, t~.p-... ,,.. ,."'~ -~...... ._... ,,i Vol. 111 E. O. DE LANDÁZURI, M.ª CASAL, M. ASIRÓN Y E. MARTÍNEZ-CARO Tabla Cl, mEq1L. K mEq/L. Na mEq/L. R.A. mEq/L. 19-11 1-IV 6-IV 9-IV 14-IV !2,5 74,3 105,8 98,5 88,8 4,8 3,4 133,2 138,9 136,9 32,2 28,7 32,6 5 136 25,8 4 123 25,7 mEq1L; Cl, 74,9 mEq;L; K, 4 mEq/L; reserva alcalina, 25,7 mEq/L. La uremia era de 0.65 g. por mil. Durant'e los días 2, 3, 4, 5 y 6 de marzo se le da sal con la comida, así como prednisona (30 mg./24 h.) y vitaminas del complejo B con aminoácidos. En estos días la diuresis sigue siendo ,de 700 ce., apreciándose una franca retención hídrica con orinas sin sodio (6-IV), y un aumento de su ascitis. En vista de ello y de la persistencia de la hiposodemia (133,2 mEq/L el 6-IV) con una cloremia de 105,8 mEq/L, se suprime nuevamente la sal de la dieta. Paradójicamente aumenta la diuresis, la sodemia y la soduria, a la par que desaparece la ictericia. Los valores electrolíticos del día 9 de abril son: en sangre, Na = 138,9 mEq/L; K = 4,8 mEq/L; Cl = 98,5 mEq/L; reserva alcalina = 28,7 mEq/L En la orina de las 24 horas: Na= 15,7 mEq; K = 72,9 mEq; Cl = 12 mEq; el cociente Na/Cl es de 1,26. Progresivamente los valores de la sodemia siguen aumentando. El 27-IV tiene Na 150 mEq/L y 3,9 mEq de potasio. Posteriormente la cifra de sodio oscila alrededor de 139 mEq/L, con valores que llegan a 134 mEq/L (30-VII) coincidiendo con una nueva situación de decaimiento a causa de un proceso respiratorio agudo. 2.' etapa (11-III al 1-IV): Se inicia una nueva descompensación que se trata con dieta sin sal, diuréticos mercuriales y clorotiazida, desembocando en un cuadro de depleción sódica, ictericia, intenso decaimiento con persistencia de los edemas. 3.' etapa (2-IV al 6-IV) se administra sal con dieta 6 • 10 , sin que mejore su cuadro general. Empieza a retener más lí- 5_,. 12-V 30-VII 102,9 102,6 100,8 4,5 4,7 3,9 150 144 29,9 4,3 140,6 25,6 134 28,3 25,4 quidos, aumentandri la ascitis que había disminuído en la anterior etapa. 4.ª etapa (7-IV al 9-IV): Se suprime la sal y empieza a orinar más y a eliminar más Na. La sodemia aumenta. 5.ª etapa (10-IV al 26-VI): Con la misma dieta sin sal (aceite y patatas) se administran diuréticos del tipo de la hidroclorotiazida y ClK (de 1 a 3 g. diarios). Se logra una recuperación general y electrolítica. 6.ª etapa (26-VI al 30-VII): Persiste la circulatoria. Sigue con la dieta sin sal. Coincidiendo con una bronquitis disminuye de nuevo la sodemia y empieza a disminuir la diuresis. e~tabilización Consideramos que la presente observación clínica vendría en apoyo de la tesis de Rubin y Braveman 9 , según la 150 Podemos, pues, resumir la evolución de esta enferma entre el 17-II y el 30-VII en las siguientes etapas (figs. 1 y 2): l.ª etapa (17-II al 10-III): digitalización y diuresis mercurial. Mejoría. 27-IV 140 !JO no ANASA.!IC.&. . + + DIURESIS 1000 e Oicis !7 íl Et~ 10-Ul o(---.-- r 1-IV 6-[V 3" 1130 ( ( 745c e 755 ( ( !OOOu e ¡~· a 01ffA + • L.~.±_ Tratamiento •• t . 5c t novurtl cloroliaz1da A hidrodorrliaadn sal~ AU4U.liA • diqilal ti 26·IV 9·1V 4~ 6ln sa! _________.,. 4----con sti!__,. ______ sin >rcfP.náo F1g. 2 Octubre 1959 LA HIPONATHEMIA EN LA INSUFIC!Ei'ICIA CAIUlÍACA cual la hiponatremia en el curso de tratamiento de la i.c.c con diuréticos mercuriales no se debe en términos absolutos a una carencia de sodio, sino al descenso de la tensión osmótica de los líquidos intra y extracelulares por una redistribución anómala del sodio. Los depósitos de sodio de los huesos serían suficientes para compensar dicha carencia si fuese solo un problema de balance negativo. Precisamente en nuestro caso la hiponatremia surgió cuando la enferma apenas había tenido una respuesta diurética a los mercuriales y cuando, por otra parte existía una ictericia (¿hepatitis tóxica?) que era índice de la afectación general de la paciente. La administración de sal (10 g./día) fue perjudicial, y hubo de ser suprimida. La naturaleza de esta alteración intracelular que condiciona su hipotonía permanece desconocida (Jaenike y Waterhouse 1). Es posible que se deba a alteración de las uniones entre las proteínas intracelulares y los cationes a causa de las modificaciones del pH o a alteración de las estructuras de esas moléculas proteicas. Hasta qué punto los mercuriales pueden ser responsables de estas alteraciones es una cuestión a discutir. En nuestro caso, por asociarse a una ictericia, sería presumible. Pero en otros 4 se ha llegado a corregir esta hiponatremia precisamente administrando diuréticos mercuriales. CONGESTIYA distribution in extra and intracelular fluids may be at the start of this synclrome. BIBLIOGRAFÍA l. ELKINTON. J. BLUEMLE, /. R.. H. D. SQUIHES )' L. W. Uin, /nvest. :ll: 901, 1952. 2. FEHENZI, G. W. )' TALSO, P. J. The Medica{ Clinics of North America. Saunders, Philadelphia, Enero, 19.~7. pp. 67-74. 3. CORIIAM, L. W.. D. E. LESTER. A. V. WüLF y H. 11, SHULTZ, Ann. hu. Med. 27: 57S, 1947. 4. JAENIKE, J. R. Y CH. \VATERHOUSE. Am. J. M ed. 26: 862,' 1959. 5. LEAF, A. y A. R. MAMBY. J. Clin. lnvest. 31: 60, l 9S2. 6. McLESTEI\. J. S. y ll. L. HoLLEY. Ann. In;, Med. 36: 562-' 1952. 7. i\ÜJORE, F. D., I. s. EDELMAN, J. M. ÜLNEY, A. H. JAMES, L. BRooKs y G. 1VI. WrLsoN. Metabolism. 3: .334, 1954. 8. PELLEGRINO, E. D. y S. J. FAIUJEH. Clin. Research, 6: 259, 1958. 9. RuBIN, A. L. y lí'. S. BHAVEMAN. Circw lation. 13: 655, 1956. lO. ScHROEDEH, H. A. J. A.M. A. Hl. 117. 1919. J J. Unrccmo . J. F. y D. G. CALENDA. Ann. lnt. Merl. 39: 12B8, 19S:l. 12. WAHNER, G. F., E. L. DonsoN, C. 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