DIRECCIÓN DE COMUNICACIÓN MINISTERIO DE CIENCIA E INNOVACIÓN GABINETE DE PRENSA Discurso de agradecimiento con motivo de la entrega de los Premios Nacionales de Investigación 2008 Madrid, 1 de junio de 2009 Majestades, Sra. Ministra, Autoridades, Colegas, Familiares, Amigos, Señoras y Señores: Decía Cervantes “que de un gran valor no se puede esperar menos que un grande agradecimiento”, aunque también aconsejaba ser prudentes a la hora de manifestarlo, como obliga esta ocasión en la que tanto nos honra recibir de manos del Rey los premios de investigación otorgados por el Ministerio de Ciencia e Innovación. Gracias que quisieran, en este caso, expresar el sentido que les dio Boticceli en la “Alegoría de la Primavera” con el triple movimiento de dar, recibir y devolver. Gracias extensibles a tantas personas como han hecho posible que llegásemos hasta aquí: empezando por el ámbito familiar y afectivo -esencial en la vida de cada uno de nosotros-, y continuando por los maestros, compañeros, discípulos y cuantos nos sirvieron de modelo y estímulo a seguir. Gracias también a quienes propusieron nuestras candidaturas y las avalaron internacionalmente, así como a los miembros de los distintos jurados de estos premios, que CORREO ELECTRÓNICO [email protected] Página 1 de 6 Este discurso está sujeto a cambios de última hora por parte del orador www.micinn.es MINISTERIO DE CIENCIA E INNOVACIÓN Albacete, 5 28071 - MADRID TEL: 91 603 75 09 ejercieron el difícil arte de elegir. Y gracias a la Señora Ministra, que además nos transmitió la felicitación del Gobierno, por lo que dichos galardones representan. En este sentido, si como creían los pitagóricos, los números son la clave de las leyes armónicas del mundo, el cinco es vínculo entre lo uno y lo diverso, pues ya Aristóteles vio en términos de quintaesencia la relación del hombre con el cosmos. A ese número, un tanto rebelde, se acogen hoy la Medicina, la Biología, las Ingenierías, el Derecho y las Humanidades. Un pentagrama que remite a su vez, simbólicamente, a los cinco medallones que cuelgan como espejos de esas disciplinas, bajo los nombres de Gregorio Marañón, Santiago Ramón y Cajal, Leonardo Torres Quevedo, Pascual Madoz y Ramón Menéndez Pidal. Una mano de oro que simboliza el pasado tendido hacia un presente desde el que debemos proyectar el porvenir científico en su más alto grado de excelencia. Pues todo es uno y lo mismo: ramas de un árbol que hunde sus raíces en el suelo y que se abre hacia lo alto buscando en el aire la luz del conocimiento. Brazos que se extienden conformando un tejido de indisolubles lazos. El que, por ejemplo, trazó Torres Quevedo entre Ingeniería, Aeronáutica y Matemáticas, dejando sobre las cataratas del Niágara un “Spanish aerocar”, que todavía recuerda su nombre y el de su nación, al igual que el dirigible llamado “España”, pero que ocupó además en la Real Academia el sillón que dejara vacío Pérez Galdós. Prueba de una alianza representada a su vez por Marañón, quien, junto a sus avances en la Endocrinología, se aplicó al análisis psíquico y fisiopatológico de los personajes históricos y literarios. Aunque fue Ramón y Cajal quien nos dio la clave de toda investigación, cualquiera que sea el objeto de su búsqueda, al decir que consiste en “Ver las cosas por primera vez”. Esto es, readmirarlas sin reminiscencias librescas ni tópicos recibidos; idea que, por cierto, confesó haber tomado del novelista Pérez de Ayala. Mirada inocente, pero inquisitiva, que, como la de enseñar desenseñando, requiere una larguísima tarea de CORREO ELECTRÓNICO [email protected] Página 2 de 6 www.micinn.es MINISTERIO DE CIENCIA E INNOVACIÓN Albacete, 5 28071 - MADRID TEL: 91 603 75 09 aprendizaje, que debe sin embargo cuestionarse siempre para buscar nuevos caminos a la invención. Tarea solitaria, paciente y silenciosa, alejada del ruido exterior, y que, junto al necesario contraste o la colaboración en equipo, lleva, como es el caso del jurista Pascual Madoz, el signo de la clasificación y el orden implícitos en un Diccionario geográfico estadístico-histórico de España y sus posesiones de ultramar. Obra monumental para la que siguió los principios neoclásicos de: método, investigación, examen, crítica y comprobación. Al hilo de tales argumentos, no parecerá necesario invocar aquí el nombre de Darwin como inspirador de las teorías lingüísticas del “estado latente” de Menéndez Pidal, pues sus estudios filológicos sobre los orígenes del español o sobre la Literatura como base para una historia de la civilización española no necesitan mayor aval científico que el que ellos mismos comportan. El dominio de la lengua, marca mayor de la dignidad del hombre según la tradición humanística, es el que sirve para acceder luego con despejo al resto de los saberes. Siempre, claro está, en diálogo constante con otras lenguas con las que se enriquece o a las que se traduce, y que reclama además la especificidad del lenguaje propio en el que cada ciencia o arte se desarrolla. Así ocurre, por ejemplo, a la hora de transmitir, a escala mundial, el avance en las biocerámicas para su aplicación traumatológica. Pues estamos hablando de un viaje de ida y vuelta, que va del laboratorio al hospital tratando de mejorar la calidad de vida y en el que los biomateriales del futuro podrán remediar cada vez más, en la medida de lo posible, el deterioro de la fábrica del cuerpo. Y no digamos del esfuerzo conceptual que se requiere cuando se trata de investigar el cerebro y, en él, los mecanismos neuropáticos del dolor o el análisis de experiencias sensoriales, como la del frío; indagación que abre “nuevos desafíos éticos”. Los mismos que permiten hablar de una verdadera cuestión de estado, cual es, actualmente, la de “la ingravidez de la ley”, para que el peso de la misma no se transforme “en proyección publicitaria sin la necesaria aplicación”. La antigua retórica, en fin, convertida en “democracia deliberativa”, que exige un verdadero esfuerzo nacional, con el fin de hacer una defensa del imperio de la ley como ideal de convivencia humana. CORREO ELECTRÓNICO [email protected] Página 3 de 6 www.micinn.es MINISTERIO DE CIENCIA E INNOVACIÓN Albacete, 5 28071 - MADRID TEL: 91 603 75 09 Por otro lado, junto al principio de utilidad, esas y otras ciencias también buscan el mismo garante de belleza que la Música, la Literatura, la Filosofía o las artes en general, plasmado, por ejemplo, en aquellas formas, “las más bellas y maravillosas” de la evolución sin fin que describe El origen de las especies. Pues, en definitiva, a todos nos atañe una misma búsqueda: la que nos lleva a remontar las miserias humanas para buscar el remedio a la capacidad invasiva y destructora de los tumores -ya sean físicos, morales o políticos-, a la zaga de nuevos conceptos biológicos, como los degradomas, que implican, a su vez, nuevas estrategias y nuevas tecnologías. Gracias a ello, nos enteramos, por ejemplo, de que la patología que sufrieron Hamlet y tantos otros enfermos de amor a lo largo de los siglos, por exceso de bilis negra, tal vez “estaría constituida mayoritariamente por proteasas que se concentran en las zonas de invasividad tumoral”. Y para todo ello se necesita un arte de ingenio, o de ingeniería, que requiere además aplicación práctica y proyección social, aunque a veces, para conseguirlo, haya que renunciar a la labor personal, en aras de que el trabajo científico de los más jóvenes se homologue internacionalmente. En un momento de psicosis apocalíptica, cuando la crisis modela nuestras conductas, restringe presupuestos, achica proyectos y todo se cuestiona desde la inseguridad de un porvenir incierto, quizás sea necesario devolver a la palabra su étimo de juicio (pues crisis viene del griego krinein, que significa juzgar). Desde esa perspectiva, crítica y juiciosa, tal vez podamos analizar mejor el fenómeno y solucionarlo con todos los medios a nuestro alcance. Y es en dicho panorama donde creemos los aquí premiados que el apoyo a la investigación debe cobrar un relieve especial, como un valor seguro que va más allá de lo efímero y falso, o de la utilización ideológica y partidista de los hechos científicos e históricos. Pues, pese a todos los problemas, incluidos los económicos, que el investigar comporta, estamos afortunadamente ya muy lejos de la época dibujada en El árbol de la ciencia por un novelista que se doctoró en Medicina con una tesis sobre El dolor, estudio psicofísico. En esa novela de aprendizaje, Baroja dibujó el retrato de una Universidad propia de “un país pobre, que se aísla”, y en el que la inmovilidad de las CORREO ELECTRÓNICO [email protected] Página 4 de 6 www.micinn.es MINISTERIO DE CIENCIA E INNOVACIÓN Albacete, 5 28071 - MADRID TEL: 91 603 75 09 cátedras condujo al estancamiento y a la fosilización de las ideas. Recordemos cómo en ella el catedrático de Fisiología, enfático y altisonante, a cuyas clases asistía el protagonista de la novela, era un senador que se pasaba las tardes provocando el sueño de los abuelos de la patria y…, por la mañana, el de los alumnos en el aula. Escuela de escepticismo que produjo sin embargo, gracias a “los tónicos de la voluntad”, de los que hablaba Cajal, y al impulso científico de la Junta para Ampliación de Estudios o del Centro de Estudios Históricos, maestros señeros, como los mencionados. Símbolo de una reacción contra la falta de laboratorios, bibliotecas y contactos internacionales, tan necesarios para el progreso de una ciencia que despejara las tinieblas de la ignorancia Porque investigar es verbo activo de la primera conjugación, que vale tanto como invadir y penetrar, o como inquirir y hallar. Acción propia del hombre erguido que dibujaran, entre otros, Ovidio y Séneca, y cuyas huellas van siempre hacia adelante. Pues ese vestigio que deja al pisar es precisamente del que derivan investigar, investigador, investigable e investigación, como prueban Santillana o el Comendador Griego. En hallar lo que buscamos, en “buscar por rastro et con diligençia espiar: et atalayar”, decía ya en 1490 Alonso de Palencia que consistía el investigar. Pero, para ese apasionante viaje, hace falta que las instituciones públicas y privadas apoyen con todos los recursos a su alcance la formación de nuevos investigadores y las condiciones de trabajo de los ya iniciados, con el fin de que la cadena creativa no se interrumpa ni oxide. En un mundo tan competitivo como el actual y en el que tantos grados le quedan todavía por alcanzar a la ciencia española, esta, ya puede presumir, sin embargo, de haber mejorado notablemente durante las tres últimas décadas, situándose en un lugar cada vez más digno en el contexto europeo y mundial. Este Palacio Real de factura borbónica, erigido junto a una antigua fortaleza árabe y sobre los escombros del antiguo Alcázar, es un buen paradigma de cómo la arquitectura no solo puede convertirse en suma de naturaleza, arte y ciencias, sino en un libro abierto que la Historia va escribiendo con distintas manos sobre la espalda del Tiempo, y no siempre con renglones progresivos. El Oriente, que le da sobrenombre, puede servir CORREO ELECTRÓNICO [email protected] Página 5 de 6 www.micinn.es MINISTERIO DE CIENCIA E INNOVACIÓN Albacete, 5 28071 - MADRID TEL: 91 603 75 09 como símbolo de la actividad que hoy celebramos y que no es otra que la búsqueda incansable del alba de la verdad. A sabiendas de que todo saber es limitado y fundamental el principio de incertidumbre. Recordemos al respecto las palabras de Hawking, corrigiendo una conocida metáfora de Einstein: “Dios no solamente juega a los dados, sino que, a veces los echa donde nadie puede verlos”. Pero debo terminar, pues ya parece me avisa Calderón con unos versos de la comedia Amor, honor y poder, estrenada cerca de aquí, en el Salón Dorado: “No te vea el Rey y piense, viendo la humildad que tratas, que lo que es sobra del gusto viene a ser del honor falta”, y, en nombre de los premiados, olvides darle… las gracias. Carlos Belmonte Martínez, Carlos López Otín, María Vallet Regí, Francisco Javier Laporta San Miguel y Aurora Egido Martínez CORREO ELECTRÓNICO [email protected] Página 6 de 6 www.micinn.es MINISTERIO DE CIENCIA E INNOVACIÓN Albacete, 5 28071 - MADRID TEL: 91 603 75 09