Discurso (pdf 51.083 KB) - Ministerio de Economía y Competitividad

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DIRECCIÓN DE COMUNICACIÓN
MINISTERIO
DE CIENCIA
E INNOVACIÓN
GABINETE DE PRENSA
Laudatio de la Ministra de Ciencia e Innovación, Cristina
Garmendia, en la ceremonia de investidura de
Bernardo Hernández González y de Nicholas
Negroponte como Doctores Honoris Causa por
la Universidad Camilo José Cela
Madrid, 4 de noviembre de 2010
Rector Magnífico,
Autoridades,
Claustro de la Universidad,
Miembros de la Comunidad Universitaria,
Señoras y señores:
Es para mí un honor participar en esta solemne ceremonia y tener la oportunidad de
pronunciar la Laudatio de Bernardo Hernández González y Nicholas Negroponte.
Lo es porque la investidura de nuevos doctores honoris causa nos reconcilia con
algunos de los mejores valores universitarios pero, sobre todo, porque el perfil de los
nuevos doctores muestra una vocación de apertura de la Universidad hacia la
innovación y el emprendimiento que considero imprescindible.
La Universidad Camilo José Cela inviste hoy como doctor honoris causa a dos
personas cuyo trabajo habría sido, no ya incomprendido, sino imposible hace apenas
unas décadas.
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Produce cierto vértigo recordar que conceptos como “trabajador del conocimiento” o
“industria del conocimiento” no fueron usados antes de que Peter Drucker y Fritz
Machlup los emplearan en torno a 1960. O que nadie habló de la “sociedad
postindustrial” antes de que Daniel Bell o Alain Touraine lo hicieran a principios de los
70.
Y produce satisfacción ver cómo, en manos como las de Nicholas Negroponte y
Bernardo Hernández, esas ideas se han convertido en proyectos transformadores para
la economía y la Sociedad en su conjunto:
• en centros universitarios como el MIT Media Lab, que aplicando la investigación más
rigurosa viene redefiniendo desde 1985 las fronteras tecnológicas de lo posible;
• en empresas como Idealista.com, Tuenti o StepOne, que han generado nuevos
modelos de negocio en España y abierto puertas a numerosos emprendedores;
• y también en iniciativas sociales para acercar la tecnología a los que más lo necesitan,
contribuyendo a evitar que se produzca una verdadera “brecha digital”.
Basta echar un vistazo a los listados de doctores honoris causa de las principales
universidades españolas en las tres últimas décadas —por no hablar de los de la
Universidad Central de Madrid en los década de los 60 y los 70—, para comprender
que nuestros homenajeados de hoy son una excepción a celebrar.
Una excepción que encierra un mensaje importante sobre los valores que la
universidad contemporánea debe cultivar, difundir entre sus alumnos y proyectar a la
sociedad.
Sólo podremos conseguir que nuestras universidades formen a profesionales y a
ciudadanos con vocación de transformación, de emprendimiento y de innovación, si la
Universidad en su conjunto abraza estos valores. Si los hace suyos en sus prácticas de
enseñanza, investigación y transferencia de conocimiento.
La ceremonia de hoy es por tanto muy importante para esta Universidad, que al
incorporar a su claustro de doctores a Bernardo Hernández González y de Nicholas
Negroponte hace honor a su intención de ser una “Universidad del siglo XXI”.
Pero lo es también para la Universidad española en su conjunto porque, en la mejor
tradición académica, cada universidad es en realidad LA Universidad. Y en el acto de
hoy es LA Universidad la que manda a la sociedad un mensaje de compromiso con la
innovación y con el emprendimiento.
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Es bien conocido que el filósofo José Ortega y Gasset, en su obra sobre La “Misión de
la Universidad”, habló de la difusión de la cultura como una tercera misión que debía
considerarse, junto con la enseñanza y la investigación, como propias de la
Universidad.
Hoy hablamos, de forma más amplia, de transferencia de conocimiento y de fomento
del emprendimiento, como esas “nuevas misiones” irrenunciables del sistema
universitario.
Hacemos bien en reinterpretar a Ortega en términos contemporáneos, pero no
debemos olvidar un aspecto inherente a la idea de “difusión de la cultura”: Y es que
solo se puede difundir aquello que se tiene.
En otras palabras, el mejor apoyo para consolidar la universidad española como motor
transferencia de conocimiento y de emprendimiento, es conseguir que todos los
miembros de la comunidad universitaria desarrollen esos valores.
En el caso de la Universidad Camilo José Cela, cuentan desde el día de hoy en su
claustro con dos nuevos doctores que, por su formación y por su trayectoria, van a ser
de gran ayuda para ayudarles a avanzar en esta importante tarea. Y, sin duda, su
ejemplo será de utilidad para otras universidades españolas.
Señoras y señores:
Ortega y Gasset cuenta con otra obra, sin duda menos conocida que la “Misión de la
Universidad”, pero muy oportuna en un día como hoy: se trata de “La Meditación de la
Técnica”. Un tratado del año 1939 que se considera pionero en los estudios filosóficos
de la tecnología y en el que, hace ya 70 años, afirmaba que el cambio tecnológico
sería uno de los “temas de nuestro tiempo”.
Es oportuno recordarlo por cuanto hoy premiamos a dos personas que, tanto en su
actitud personal como en su ejercicio profesional, no solo han comprendido la
dimensión que las nuevas tecnologías estaban teniendo en nuestra sociedad; sino que
han liderado algunos de esos procesos en los que cambio tecnológico y transformación
social se confunden.
Pero, sobre todo, es oportuno recordar a Ortega porque defendió la tecnología como
una dimensión esencial del ser humano, rompiendo con el supuesto enfrentamiento
entre el humanismo y la técnica.
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La ciencia, la tecnología y la innovación son sin duda actividades inherentes al ser
humano, pero también —y esto es igualmente importante—, actividades que tienen
una gran capacidad para cambiar nuestro día a día, para redefinir los retos que
podemos plantearnos como sociedad, y para extender a cada rincón del planeta el
bienestar que nosotros disfrutamos.
Tanto Bernardo Hernández González y de Nicholas Negroponte son, también en este
sentido, un magnífico ejemplo para esta Universidad.
Señoras y señores:
Quiero terminar leyéndoles una breve cita que figura en la introducción de la Estrategia
Estatal de Innovación que el Gobierno aprobó el pasado mes de julio.
No lo haré —no se asusten— porque pretenda recordar la importancia, que es mucha,
de las políticas de innovación del Gobierno. Lo haré porque se trata de una cita que
refleja bien el reto de avanzar hacia una cultura de innovación, al que antes hacía
referencia.
Y lo haré, sobre todo, como homenaje a los dos nuevos doctores. Porque aunque el
autor de la cita es Nicholas Negroponte, son palabras que retratan bien el carácter y el
pensamiento de ambos.
Dice así:
“La innovación es ineficiente. Con frecuencia, es indisciplinada, siempre lleva la
contraria y es iconoclasta; se realimenta con la confusión y la contradicción. En pocas
palabras, ser innovador es todo lo contrario de lo que la mayoría de los padres quieren
para sus hijos, los consejeros delegados para sus compañías y los jefes de estado
para sus países. Los innovadores son insoportables. Y, sin embargo, sin innovación
estamos condenados –por aburrimiento y por monotonía- a la decadencia.”
Muchas gracias.
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