ANOREXIA NERVIOSA Curioso no comer para vivir Bernardo Luis Rovira - Eduardo Chandler Rovira , Bernardo Anorexia nerviosa : curioso no comer para vivir / Bernardo Rovira y Eduardo Chandler ; con la colaboración de Rosa Labanca ... [et.al.]. - 1a. ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Centro AB, 2011. 196 p. ; 20x14 cm. ISBN 978-987-26976-0-0 1. Anorexia. 2. Enseñanza Superior. I. Chandler, Eduardo. II. Labanca, Rosa, colab. III. Título. CDD 616.852 620 711 Fecha de catalogación: 08/06/2011 1ª edición: junio de 2011 © 2011 por Dr. Bernardo Rovira y Dr. Eduardo Chandler www.centroab.com.ar Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento ya sea electrónico o mecánico sin autorización por escrito de los autores. Impreso en Argentina ISBN 978-987-26976-0-0 Queda hecho el depósito que previene la Ley 11.723. Diseño de tapa: Alejandra Rovira Ruiz Diseño gráfico: Susana Strauss, www.webypapel.com.ar Anorexia Nerviosa Prólogo La inefable anorexia Un equipo de profesionales guiados por los Dres. Bernardo Rovira y Eduardo Chandler, se asoman a una enfermedad tan desesperante como misteriosa y, con admirable síntesis, se abocan a un episodio que irrumpe con frecuencia y destroza el orden familiar. Un desorden, más que una enfermedad previsible, engendra perplejidad. Parece una burla de lo psicológico y de las razones y sinrazones del conocimiento médico. Freud, obviamente, vinculó esta irregular enfermedad a la libido. Pero la anorexia escapa. Parece exigir del médico más sabiduría que conocimiento clínico y psicológico. El o la adolescente-niño/a enfrenta con su mirada al médico sin comprender la preocupación de éste. Dice sentirse bien. Los padres enloquecen y transfieren a la balanza hogareña la medida cotidiana de ese enigma destructivo. En cuadros de Breughel el Viejo hay figuras de hambre medieval. Pero hambre es imposibilidad. Anorexia es una extraña decisión. Es voluntad. Sin dudas hay un parentesco con el suicidio en su esencia de autodestrucción del cuerpo. ¿Hay desprecio del cuerpo? ¿Hay rebeldía como sacrificio del cuerpo? ¿Hay rebeldía contra los otros, la familia, los amigos, la sociedad? 7 Bernardo Rovira - Eduardo Chandler ¿Anorexia es des-encarnadura y bulimia lo contrario? Ambos protagonistas de estas patologías avanzan hacia lo mismo por diferentes sendas. ¿Qué cuerpo se destruye? El cuerpo de la libido, el cuerpo que exige entrar en la vida adulta por la puerta libidinal. El otro motivo de la autodestrucción corporal: demoler el asomo de las formas y conseguir disminuir el poder de seducción. En todo caso hay una razón (¿neurótica?) que se preocupa e interviene anormalmente sobre la evolución corporal. Una razón crítica o rebelde, tal vez más que autodestructiva. Nuestro país, América latina y toda la cultura occidental, vive un tiempo de ruptura. Tiempo de tecnolatría, de globalización, de cosificación. La atención sobre el cuerpo como exigencia y clave de la existencia es una realidad indudable. En las puertas que van del ámbito familiar al mundo, todo adolescente percibe ese paso con angustia. La anorexia de nuestro tiempo tiene que ver con la aceptación o el rechazo del propio cuerpo: el clima de moda, de consumismo y de prestigios mediáticos, creó en las adolescentes un íntimo debate acerca de ese cuerpo que hay que poner a la moda o rechazarlo. La expresión de la bulimia o la anorexia son armas para expresar la depresión ante la imagen inalcanzable o para propiciar la rebeldía contra los códigos sociales o familiares. De repente, inesperadamente, una familia que se presume normal o hasta feliz, empieza a vivir el terrible y largo episodio del niño-adolescente que decide “no entrar en la competencia” y encuentra en la negación o en la exageración alimentaria, el arma para su deserción vital. Los padres lo vivirán como un lento suicidio inexplicable insoportable. Una demoníaca negación de la vida. Una presencia de intolerable autodestrucción. Este libro nos acerca a esta enfermedad misteriosa y preferentemente juvenil. Enfermedad de apellido griego, esto es antiguo, como lo señalan los autores en esta esclarecedora obra. Pero hay 8 Anorexia Nerviosa también enfermedad que tiene que ver con la desculturización y la subculturización modal de un tiempo de mutaciones que no sabemos muchas veces asimilar sin que ellos, los adolescentes en el umbral de la vida, puedan aceptar ese misterioso juego. Anorexia, mística de la no vida. Mística sin dioses. Pretensión de vida sin cuerpo. Este libro afronta un tema bastante corriente pero muchas veces trágicamente insuperable. La intención de autoaniquilación se puede explicar. Pero lo inexplicable es la obstinación, esa pasión tanática que desesperará al médico y a la familia. ¿Dónde, en qué extraña región del ser, se origina esa fuerza que torna irreductible la determinación de ese niño-adolescente? Los autores responden con una inquietante paradoja: “un curioso no comer para vivir…”. Abel Posse Buenos Aires, septiembre de 2008 9 Anorexia Nerviosa Agradecimientos Con nuestro profundo agradecimiento a nuestras familias, sin cuyo apoyo y cariñoso aliento imposible se nos haría recorrer estos caminos. A nuestros maestros, generosos con sus enseñanzas y, muy especialmente, a nuestras pacientes, fuente de aprendizaje permanente. Muchas gracias, también, a nuestro escritor Abel Posse, quien, con la profundidad de su pensamiento, enriquece nuestras reflexiones. Los autores y colaboradores Personalmente siempre recordaré con cariño y admiración las enseñanzas del Prof. Dr. Otto Dörr Zegers, el que, con la generosidad de los maestros, me brindó las bases de estos cuadros: herramientas con las que pude comenzar el largo trayecto de la comprensión psicopatológica a principios de los ‘70. Bernardo Luis Rovira 11 Anorexia Nerviosa Introducción Dr. Bernardo Luis Rovira Dr. Eduardo Chandler El hombre es una armonía de tensiones opuestas, como lo es el arco o como lo es la lira. Fragmento 51, Heráclito En la antigua Grecia, un historiador, Diógenes Laercio, relata la historia de Heráclito de Efeso llamado “El oscuro”. Heráclito vivió alrededor del siglo VI a. J.C., era el hijo mayor de un rey y abdicó en favor de su hermano, pues despreciaba las obsecuencias y la corrupción que había entre los hombres de la corte y se dedicó a la meditación filosófica. Eligió vivir como un ermitaño en alguna oscura cueva de Grecia y transmitía sus conocimientos en forma de cortas y enigmáticas sentencias cuya profundidad, aún hoy, nos conmueve. En una de ellas nos señala una de las características centrales del ser humano: “una armonía de tensiones opuestas”. En esa pequeñísima frase, como proveniente de un oráculo, Heráclito logra definir una característica esencial de nuestra existencia: el esfuerzo permanente que debemos realizar para conseguir mantener, en un equilibrio armónico, a nuestra biología, a nuestra psicología y a nuestro mundo de relaciones… es decir, 13 Bernardo Rovira - Eduardo Chandler a esa totalidad que definimos con la palabra: personalidad. Mantener ese equilibrio requiere de un adecuado funcionamiento psicofísico, tal que nos permita armonizar el esfuerzo con el descanso, nuestras exigencias con nuestros logros, nuestros requerimientos con las posibilidades, los apetitos con la saciedad, los deseos con las necesidades…, etc. La base del equilibrio es ese esfuerzo realizado para mantener la armonía; el buen resultado: la salud, el fracaso: la enfermedad. Muchos siglos más tarde, en el año 1000 de nuestra era, Avicena* define la buena salud como un estado de armonía y la compara con una pieza musical, señalando que, cuando dicha armonía se rompe, da lugar a una anormalidad, a una manifestación que señala la presencia de una patología. En nuestra especialidad médica vemos cómo, en muchas oportunidades, se siente ese equilibrio amenazado –cuando no perdido– y surgen una serie de sensaciones dolorosas, como angustia, ansiedad, tristeza, vacío interior, soledad dolorosa, autodesvalorización… y el individuo recurre a conductas con las que cree que reencontrará la armonía interior. También, a título de ejemplo, mencionemos el fumar para tapar un vacío interior, o el alcohol para evitar la sensación de timidez, o el comer para calmar la ansiedad, o el ayuno para recuperar seguridad… Todas estas conductas están destinadas a aliviar el dolor que provocan esos sentimientos, no a resolver los desajustes que lo generaron. Los trastornos en la conducta alimentaria, considerados en general, son clasificados en tres grandes grupos: Anorexia, Bulimia y una serie de estados, con pobre definición, englobados en los llamados Trastornos no Especificados por no cumplir con la totalidad de los criterios sintomatológicos de las dos primeras. En este libro intentaremos conocer, en profundidad, a uno de los trastornos en la conducta alimentaria, tal vez el más enigmático, * Médico persa, profesor de la universidad de Isfajan, por entonces una de las de mayor prestigio académico a nivel mundial. 14 Anorexia Nerviosa que se desarrolla a partir de la búsqueda de recuperar el equilibrio personal perdido alterando un hecho cotidiano: el comer. Todos los trastornos en la conducta alimentaria se nos presentan como el paradigma de lo multideterminado, ya que en su génesis y desarrollo juegan un importante papel factores sociales, familiares, biológicos y psicológicos; cada uno de ellos necesario, ninguno por sí solo suficiente como para generar estas enfermedades. Dichos factores se encuentran en un dinámico equilibrio y en proporciones diferentes para cada cuadro en particular, lo cual hace que, aún dentro del mismo diagnóstico, cada paciente se presente con características propias en cuanto a su psicopatología, a su inserción social y a la visión de las normas culturales en las que se encuentra inmerso. Se trata de enfermedades que pertenecen a la cultura occidental, siendo prácticamente desconocidas en el oriente no occidentalizado; en general la padecen mujeres jóvenes y de raza blanca (por lo cual, para facilitar la lectura, nos referiremos en general a las pacientes), que viven en zonas del planeta en donde el alimento es un bien ofrecido y que no se presentan en aquellos lugares en donde hay que trabajar duro para alimentarse (como ejemplo podemos recordar la ceremonia anual en la cual se le pagaba al Aga Kahn su peso en oro, demostrando que más valioso era cuanto más pesaba). Son cuadros que se padecen en comunidades en donde los valores estéticos cobran real importancia, en las cuales se ha desarrollado un gran culto a la apariencia y donde el concepto de belleza femenina está ligado a la figura magra. Sociedades en las que se ha hecho una “industria” del adelgazamiento y se alienta a las jóvenes a tener determinada silueta para lograr “éxitos” a todo nivel. Esa silueta, al mismo tiempo, les asegura que no serán excluidas ni abandonadas y pareciera garantizar el libre acceso a la felicidad. Son culturas en las que la delgadez se interpreta como derivada de una conducta racional y controlada y la palabra “gordo” se encuentra cargada 15 Bernardo Rovira - Eduardo Chandler de un significado descalificador. Debemos señalar que la alimentación actual parece no buscar tanto nutrir al cuerpo, sino al modelo estético dictado por los medios, estereotipo de la moda que se presenta como garantía de aceptación por los pares. Sociedades que parecen esperar de la mujer un ser independiente pero sumiso; autosuficiente y de excelente desempeño; eternamente joven pero madura; buena madre y esposa; efusiva amante y casta al mismo tiempo… factores que en las pacientes se encuentran sobrevalorados y, por eso mismo, ejercen una fuerte presión sobre ciertos aspectos inmaduros de su personalidad. Por este motivo, muchos autores describen a estos trastornos como “síndromes asociados a la cultura”. Son culturas donde la publicidad abusa de un cuerpo femenino delgado altamente sensualizado, donde los medios asaltan metódicamente la intimidad de los individuos apelando a supuestos placeres y apetitos, como si la felicidad pareciera estar en tenerlo todo y la libertad consistiera en no renunciar a nada. Cuadros que comienzan en la adolescencia (del latín: crecimiento), “esa ola del crecimiento humano, que arroja a un niño a la orilla de la edad adulta, tan indefenso como tras un segundo nacimiento” (Stanley Hall, 1904)… y “donde nada de lo humano le es indiferente” (J. J. Rousseau, 1770). La adolescencia es un período caracterizado por lo cambiante. Cambiante en las formas del cuerpo, en el trato social, en el crecimiento emocional…, suma de factores que implican la aparición de fuertes sensaciones nuevas; cambios que no siempre resulta fácil o posible integrar armónicamente en el desarrollo de la personalidad. La adolescencia comienza con la pubertad, hecho marcado por lo biológico: menarca de la mujer, primera eyaculación del varón y finaliza con el comienzo de la adultez, cuyo punto es difícil de precisar cronológicamente, sobre todo en nuestra socie16 Anorexia Nerviosa dad, donde parece que hay que ser eternamente joven. Es una etapa de marcada fragilidad, en la cual se producen heridas y cicatrices que, aunque más adelante sean tapadas por la coraza caracterológica, no se borrarán1. Una pionera y destacada psicoanalista infantil, fundadora de la Asociación Psicoanalítica Argentina, Arminda Aberasturi, subrayaba que, en su trayecto, el adolescente debe superar tres duelos: •El duelo por la pérdida del cuerpo infantil, que lo enfrenta a una situación de cambios cotidianos en las formas, en el modo de funcionamiento y en la aparición de nuevas sensaciones y de desconocidos requerimientos. Cambios a los que asiste como espectador de lo que ocurre en su propio organismo. •La pérdida del rol y la identidad infantiles. Rol que le permitía reclamar cuidados y protección, pedir ayuda, sentirse amparado. Ahora se encuentra obligado a renunciar a la dependencia y aceptar responsabilidades que, las más de las veces, desconoce. •El duelo por los padres de la infancia, que ahora se distancian y por momentos se confunden, que a veces lo tratan como a un niño y en otras le exigen como a un adulto. El adolescente se siente débil y se rebela, entra en crisis durante las cuales se opone a toda ley, porque siente que aquel que representa la ley no le permite vivir. Los grupos pasan a reemplazar a la familia y los padres, a sus ojos, dejan de ser los valores de referencia. Actualmente debemos sumar que nos encontramos con adolescentes que viven en un mundo en donde las inquietudes parecen agotarse en lo inmediato, en lo cotidiano, en los cuales la única pregunta parece ser: ¿para qué sirve?, tal como nos señala Lipovetsky en “La era del vacío”2. Adolescentes en un 17 Bernardo Rovira - Eduardo Chandler mundo donde todo parece efímero, no ya lo “efímero de la existencia”, sino lo efímero de los valores, valores que se desdibujan para adaptarlos a cada ambición personal; lo efímero de las relaciones, en un tiempo donde el noviazgo fue sustituido por relaciones informales, sin compromiso, de una noche, y el casamiento por la convivencia “a prueba”; lo efímero de los ídolos, que se olvidan a mayor velocidad que la que llevó el vértigo de su creación. Hasta el equipo electrónico, el automóvil o el celular, ya son viejos a la hora de haberlos adquirido… todo se siente efímero. Por otro lado, tal como nos dice Françoise Dolto, destacada psiquiatra y psicoanalista francesa, el adolescente no tiene la impresión de ser necesario a la sociedad y se siente bajo una fuerte presión: debe hacer una correcta elección de carrera, recibirse con buen promedio, obtener los mejores resultados en todo lo que emprenda… Siente la vida como compleja y, por momentos, intolerable. La adolescencia abarca una etapa de fuertes emociones, donde un torbellino de sentimientos pone a prueba a un delicado equilibrio y obliga, a cada adolescente, a encontrar una síntesis que le permita seguir adelante. Como nos recordaba Baudelaire: la adolescencia es ese fértil período de la existencia donde “dentro del corazón de cada uno surgen dos sentimientos contradictorios: el horror por la vida y el éxtasis por ella”. La aparición de un trastorno en la conducta alimentaria nos muestra un doloroso fracaso del adolescente, una falla en su capacidad de ir integrando, armónicamente, en su personalidad, los cambios que aparecen en esa etapa del desarrollo y lo llevan a adoptar una falsa solución, una salida enferma, a su crisis de identidad. Estos trastornos que se presentan en la alimentación requieren, además, que esa persona posea condiciones biológicas determinadas que le permitan adaptarse, más allá de lo normal, 18 Anorexia Nerviosa a las transgresiones alimentarias a que somete a su cuerpo y, además, características psicológicas muy particulares, con rasgos llamativamente estables y uniformes, que presentan y comparten todos aquellos enfermos con igual diagnóstico. En la actualidad incluimos, dentro del capítulo de T. C. A., a los siguientes cuadros: Bibliografía 1. Dolto, Françoise: “La causa de los adolescentes”. Editorial Seix Barral. Buenos Aires, Argentina, 1993. 2. Lipovetsky, Gilles: “La era del vacío”. Editorial Anagrama. Barcelona, España, 1986. 19 Anorexia Nerviosa Capítulo 1 Anorexia Mental o Nerviosa Curioso no comer para vivir Dr. Bernardo Luis Rovira Dr. Eduardo Chandler Algunas referencias en la historia de la medicina Ya en los primeros escritos médicos encontramos referencias a esta enfermedad. Es Hipócrates1, maestro de los médicos, nacido en Grecia, más precisamente en la isla de Cos, que vivió entre los años 460 y 375 antes de JC, quien en el punto 10 del capítulo 2 de su libro “Aforismos”* nos refiere: “El que pretenda nutrir los cuerpos impuros, sepa que tanto más los ofende cuanto más intenta alimentarlos. Cuerpos impuros llamamos a aquellos en quienes reina el odio a la comida y displicencia, sin que adviertan el decidido mal que eso les provoca.” Nuestras pacientes, hoy, manifiestan su displicencia, es decir su profundo desagrado, en la forma como rechazan todo * Aforismo: sentencia breve que resume toda una doctrina. 21 Bernardo Rovira - Eduardo Chandler argumento que intente mostrarles que el ayuno es un camino de riesgo, que conduce a la muerte, y ponen todo su esfuerzo en hacer comprender al mundo que es el mejor recurso que su Yo ha encontrado para liberarse de esa sensación de impureza que surge de su organismo. Esa es la forma que les permitirá apagar la demanda de ese apetito que les despierta culpa y que no han logrado integrar armónicamente en su personalidad en desarrollo. Sacarse ese mal mediante el no comer, vencer los apetitos que nacen de su físico, eso es lo que les brinda seguridad y las lleva a recurrir al ayuno como a un ritual de purificación, como un triunfo del espíritu sobre las necesidades de su cuerpo. Varios siglos más tarde, alrededor del año mil de nuestra era, en el sofisticado reino de Persia, primero en un palacio de la ciudad de Bukhara, luego en la –por entonces muy prestigiosa– universidad de Isfahán, un joven médico y filósofo conocido históricamente como El príncipe de los médicos, Abú Alí al Hosayn ibn Abd Alláh ibn Sená (980-1037), llamado Avicena en occidente, relata el ayuno que se imponían algunas jovencitas del harén de las vírgenes, con el fin de perder sus formas y así evitar ser las elegidas por el Sultán esa noche, pues al amanecer serían ejecutadas… Con frecuencia, actualmente, vemos que el inicio de la enfermedad está signado por las sensaciones que les despiertan las primeras aproximaciones al sexo opuesto; se ven blanco de una seducción que les genera emociones de embeleso y les provoca una conmoción interna que las perturba. Descubren que la forma de su cuerpo atrae, que despierta deseos en el otro, y eso a ellas las conmueve al punto de temer un descontrol, viéndose entonces obligadas a evitarlo. No quieren ser la elegida de esa noche. La solución que encuentran es perder esas formas, poseer un cuerpo no atractivo y, si es necesario, vivir sin cuerpo. Avicena, siendo profesor de Medicina en la universidad de Isfahán, escribió la más completa obra de clínica médica de la 22 Anorexia Nerviosa época: Al-Qanun fi’l tibb (Canon de la medicina), obra en doce tomos publicada en idioma árabe en Roma en el año 1593, traducida al latín alrededor de 1653 en Milán, y que, a partir de entonces, integró la bibliografía de diversas universidades de Europa y Asia durante varias generaciones de estudiantes y profesionales. En el período comprendido entre los principios del siglo XI y fines del 1600, coincidiendo con la Edad Media y la desaparición del reino de Persia por la invasión turca, no se encuentran referencias médicas del cuadro anoréxico; encontramos, sí, varios relatos históricos, en general religiosos, con descripciones de mujeres con conductas ligadas, probablemente, a “ideales” anoréxicos. Recordemos, como ejemplo, a Santa Catalina de Siena, quien vivió en el siglo XIV negando toda importancia al alimento como necesario para vivir, comiendo nada más que unos pocos bocados de pan y algunas hierbas crudas desde sus dieciséis años hasta su muerte. Conductas similares nos refieren relatos de la vida de Santa Clara de Asís, Santa Teresa de Avila y Santa Rosa de Lima. A mediados del siglo XIX transcurrió por su difícil y dolorosa existencia Elisabeth de Austria, también conocida como la emperatriz Sissi, quien dedicó sus esfuerzos a mantener una figura esbelta, contraria a lo aceptado para esa época. En un momento de la historia en que el modelo normal era el de un cuerpo femenino regordete, producto del buen comer y de la vida sedentaria, Sissi luchó por alcanzar un ideal de delgadez que no debía llevar su peso a más de 50 Kg, siendo su altura de 1,72 m. Vivía, además, haciendo ejercicios (hasta tenía un pequeño gimnasio en su recámara) y cultivando modos y gustos atípicos para su época y medio social, por lo cual podemos conjeturar que, al igual que las anoréxicas actuales, ella luchaba denodadamente por lograr un sentimiento de identidad personal que le era esquivo. Es a partir de fines del siglo XVII que la anorexia vuelve a ser descripta por médicos coincidiendo con la publicación en occidente de los libros de Avicena. Por entonces, en 1689, Richard 23 Bernardo Rovira - Eduardo Chandler Morton publica en Londres “Phthisiologia: Or, a Treatise of Consumptions”, denominando al cuadro de anorexia con el nombre de “Consunción nerviosa”* considerando, en un primer momento, que era originada por “la tristeza y los cuidados ansiosos” y, más adelante, como una “perversión de la mente”. Realiza allí la primera descripción médica en occidente del cuadro clínico, y relata dos casos, el primero de los cuales correspondía a la joven hija de un tal señor Duke, quien se enfermó en julio de 1684, a los 18 años de edad. Refiere Morton, en relación a la joven en cuestión: “no recuerdo haber visto en mi práctica a alguien con un grado semejante de consunción. Era como un esqueleto, sólo piel sobre el hueso, pero sin existir fiebre sino, al contrario, una frialdad del cuerpo entero (…). Sólo su apetito estaba disminuido y su digestión era penosa, con mareos que le aparecían de vez en cuando”. Esta joven, tratada en la misma casa de Morton, rechazaba toda indicación médica que ella sospechara que le ayudaría a recuperar peso y termina falleciendo, a pesar de los esfuerzos del médico, luego de uno de sus desmayos. Morton, en su clásica descripción de esta enfermedad, refiere lo siguiente: “mientras las partes carnosas del cuerpo estaban evidentemente consumidas en estas enfermas nerviosas, la fiebre, la tos, las dificultades respiratorias y otros signos de enfermedad médica faltaban”, subrayando que no se encontraban manifestaciones de enfermedad clínica alguna. Atribuye estos trastornos a “violentas pasiones de la mente” y propone llamar al cuadro “Phtysis Nervosa”, destacando como sus características centrales: el ayuno, la consiguiente consunción, la amenorrea y la hiperactividad. Advierte también acerca de las dificultades que pueden surgir a la hora de tratar este mal –tanto más cuanto más crónico es– y señala una característica que tiene total vigencia actual: el beneficio que la enfermedad otorga a la paciente al verse convertida en el centro de atención * Consunción: enflaquecimiento sin causa. 24 Anorexia Nerviosa de todos quienes la rodean y por la preocupación que despierta en ellos2. A Morton también se debe el haber realizado la primera descripción de una Anorexia Nerviosa masculina en un joven de 16 años. En esta descripción, hace referencia al hijo de un ministro de la iglesia, de apellido Steele y gran amigo suyo, quien presentó una pérdida total del apetito atribuida a estudiar muy duramente y también a pasiones de su mente. Durante dos años este joven, a quien se lo veía “morir de pena”, mostró, según el relato de Morton, una atrofia generalizada, sin acusar tos, fiebre, ni síntoma alguno de perturbación de sus pulmones o de otras vísceras. Tampoco evidenciaba “flojedad o diabetes o algún otro síntoma como una evacuación preter-natural”. 25 Bernardo Rovira - Eduardo Chandler Continúa diciendo Morton en su referencia: “Por lo tanto yo juzgué su consunción como nerviosa, con su origen en el hábito total de su cuerpo y surgiendo del sistema de nervios alterado. Comencé intentando su cura mediante antiescorbúticos, bitter y otros procedimientos, tanto naturales como artificiales, pero sin ningún beneficio. Por lo tanto, cuando encontré que los métodos usados no respondían a nuestras expectativas, le aconsejé abandonar sus estudios e ir en busca de aire de campo, cabalgar y observar una dieta láctea por un largo tiempo. Mediante el uso de esto, recuperó su salud en gran medida, aunque no está perfectamente liberado del estado de consunción”. Luego de Morton, Gull, Lasègue y otros contribuyeron a las primeras observaciones de esta enfermedad en varones, pero todos coincidieron en que –tal como vemos actualmente– la AN es un mal que predomina en la mujer joven3. Casos similares fueron detalladamente descriptos en 1767 por Robert Whytt, neurólogo y profesor de Teoría de la Medicina en la Universidad de Edimburgo, por De Valangin, miembro del Real Colegio de Médicos de Londres, en 1768 y por Naudeau, en 1789, en Francia. En 1857, Briquet4 publicó observaciones –a las que incluyó dentro de la Histeria– en las que se refiere a algunas pacientes con rechazo de alimentos, vómitos postprandiales y amenorrea, que evolucionaban hacia desnutriciones graves. Destaca entre ellas tres grupos, en el primero de los cuales las enfermas se negaban a comer con pretextos físicos, en el segundo aquejaban repugnancia por los alimentos y en el tercer grupo las pacientes comían, pero vomitaban después. Señala la presencia de amenorrea y la ausencia de alteraciones orgánicas observables en las autopsias. Por su parte, un colaborador de Charcot, Louis Victor Marcé, médico parisino del asilo Sainte-Anne, conocido por sus estudios sobre las psicosis puerperales habla, en 1860, de un delirio hipocondríaco caracterizado por el rechazo de alimentos, que se 26 Anorexia Nerviosa instala en mujeres jóvenes consecutivamente a cuadros de “mala digestión”. Decía Marcé: “jóvenes niñas que sufren una forma de delirio hipocondríaco consecutivo a las dispepsias y caracterizado principalmente por el rechazo de alimentos”… “estas ideas evolucionan a un estado de delirio parcial… el estómago es bien capaz de digerir y sólo sufre de falta de comida”. Y agrega: “Es la idea delirante… en la cual se apoya la esencia de este mal; las pacientes no son dispépticas, son insanas”5. La denominación actual de esta enfermedad proviene de fines del siglo XIX. En momentos curiosamente coincidentes, Charles Lasègue, en Francia, y William Gull, en Inglaterra, describen el cuadro al que terminan denominando Anorexia, “Mental” el primero y “Nervosa” Gull5. En 1873 y ya hacia el final de su brillante carrera, Charles Lasègue, médico del hospital La Pitie y Profesor de Medicina de París, informó sobre ocho pacientes, mujeres jóvenes de entre quince y veinte años de edad, que presentaban una severa desnutrición consecutiva a su voluntario rechazo de la comida –aunque sin llegar a dejar de comer totalmente– y diferenció a este síntoma de la pérdida de apetito del enfermo depresivo, señalando que, en este último caso, dicha pérdida de apetito era el resultado de una inapetencia que no dependía de su voluntad. En el año en que aparecen las Neurosis en la psiquiatría y, entre ellas, el paradigma de la Histeria, Lasègue habla, en sus escritos sobre estas enfermas, de “inanición histérica” y denomina formalmente al cuadro Anorexia Histérica primero –dedicándole la descripción probablemente más acabada que existe de la época– para llamarla, finalmente, Anorexia Mental, término propuesto por Huchard y que se usa actualmente en Francia e Italia. En esos escritos describe los síntomas básicos que aparecen en las pacientes que él tuvo oportunidad de observar: los primeros momentos de la enfermedad, los conflictos psíquicos con los cuales estaba relacionada la aparición del cuadro en 27 Bernardo Rovira - Eduardo Chandler estas enfermas, su repugnancia por todo alimento, en algunos casos, y la aversión solamente a determinados alimentos en otros, destacando también ciertas dificultades a nivel de los vínculos interpersonales. En un principio, él consideraba a los síntomas iniciales como manifestaciones histéricas a nivel del tracto digestivo, por ejemplo: vómitos, dolores de estómago, hematemesis, etc., razón por la cual decidió llamar a esta enfermedad “anorexia” y no “emaciación” histérica. No obstante, y en la medida en que el conocimiento de la enfermedad va avanzando, esta última afirmación de Lasègue da cuenta de que él se va alejando de la concepción de que el cuadro pertenecía al campo de las neurosis, atribuyéndole una condición de “perversión de la mente”, tanto en un sentido neurológico como en un sentido “moral”. Finalmente, traza un puente de similitud entre ambas enfermedades –histeria y anorexia– en lo que respecta a la gran influencia que la sintomatología tiene sobre quienes la acompañan, es decir, su familia y allegados. A esto llama él “factor moral”. No obstante, si bien es cierto que ambas enfermedades movilizan intensamente la reacción familiar, en el caso de la histeria la familia tarda en aceptar la condición de enferma de la paciente –quien, por su parte, le reclama atención– mientras que la joven anoréxica niega cerradamente estar enferma, condición que la familia no duda en denunciar. Así, Lasègue pasa de la denominación de “Anorexia Histérica” a la de “Anorexia Mental”. A propósito de la etiología histérica refiere Lasègue: “Después de muchos meses (de evolución de la sintomatología anoréxica), es en ese momento en que se va a dibujar la perversión mental, que es de ella exclusivamente, casi característica, y que justifica el nombre que yo he propuesto, a falta de uno mejor, de Anorexia Histérica”. Destaca Lasègue su observación sobre la hiperactividad de estas jóvenes y sobre el hecho de que vivían contentas estando como estaban, mientras que su estado no mejoraba. Preguntaba él a sus enfermas, una vez recuperadas, porqué no comían y la 28 Anorexia Nerviosa respuesta que con más frecuencia obtenía era: “no podía; era demasiado fuerte para mí; por lo demás yo estaba muy bien”. Por entonces, William Gull, médico de la familia real británica, presenta, en 1874, en Transactions of the Clinical Society of London, bajo el título de “Anorexia Nervosa –Apepsia Histérica, Anorexia Histérica–”, un caso familiar de la enfermedad a la que llama Apepsia Histérica primero y Anorexia Nervosa después, nombre con el que se la denomina, actualmente, en los países de habla inglesa, en Alemania, en Rusia y en nuestro país. Hacia fines del siglo XIX, varios autores hacen referencia a estas patologías. Sigmund Freud, en el “Manuscrito G” (1895), refiere que: “la neurosis alimentaria paralela a la melancolía es la anorexia, que parece representar una melancolía en presencia de una sexualidad rudimentaria y donde la pérdida de apetito equivale, en términos sexuales, a la pérdida de libido”6. Si recordamos que Freud remarca el castigo que el Superyó –ese espacio psicológico que contiene las normas y los ideales– prodiga al Yo en el melancólico, podemos plantearnos un paralelismo entre ese trato y el castigo que el Ideal del Yo de la anorexia descarga sobre su cuerpo7. 29 Bernardo Rovira - Eduardo Chandler En varias oportunidades, en escritos posteriores, Freud menciona a la anorexia como una sintomatología vinculada a la patología histérica. En “El hombre de los lobos” intenta una explicación más acabada relacionándola con la fase oral del desarrollo al decir: “Toda vez que se produce un deterioro de la pulsión de nutrición (...) ello nos señala que el organismo no ha conseguido un dominio sobre la excitación sexual (...), expresa la desautorización de lo sexual mediante una anorexia”8. En la clínica, vemos hoy cómo éstas jóvenes no logran integrar los requerimientos que sienten que nacen en su cuerpo y recurren entonces a la renuncia de las pulsiones a través del ascetismo. Al mismo tiempo, por una peculiar regresión, la anorexia manifiesta su dificultad para diferenciar sus impulsos, los que quedan englobados en el capítulo hambre. El apetito, deseo forjado por la cultura sobre los requerimientos biológicos, desaparece; lo que persiste es el hambre, imperativo somático al que hay que sofocar. Todos estos autores coinciden, en sus descripciones, en que se trata de un cuadro que se presenta generalmente en mujeres jóvenes con conflictos emocionales, quienes disminuyen intencionalmente la ingesta, dejan de menstruar y aumentan notablemente su actividad física. Advierten también que el síntoma se acentúa en la medida en que se transforma en el centro de atención familiar. La paciente denota satisfacción con su situación y se muestra contenta con su estado y, tal como advierte el genial neurólogo del hospital de la Salpetrière, Jean Martin Charcot, precursor en 1889, siguiendo las advertencias de Lasègue, del tratamiento por aislamiento de la enferma: “la inanición se fortalece en la misma medida en que la insistencia del medio aumenta”. Recomienda que la paciente sea aislada de la familia y que la visita sólo tenga lugar cuando los progresos hayan sido considerables9. Estos autores refieren que observaron algunas pacientes con claros rasgos histéricos, en tanto otros casos presentaban 30 Anorexia Nerviosa características obsesivo-compulsivas y, para mayor dificultad en la comprensión de los fenómenos en estudio, hubo algún caso que comenzó como una anorexia y desembocó en una esquizofrenia10. Desde entonces a la actualidad, se ha intentado llegar a una razonable clasificación, lo que llevó a controversias que aún continúan. Vemos así que las dificultades nosográficas acompañaron al cuadro clínico desde un comienzo y se acrecentaron aún más cuando se asoció la amenorrea, presente en la anorexia, con la caquexia descripta por el patólogo alemán Morris Simmonds, en 1914, atribuida a la insuficiencia del lóbulo anterior de la hipófisis. En ese año, este médico de la Universidad de Hamburgo, informó sobre el hallazgo, en la autopsia, de lesiones destructivas en la glándula pituitaria de una mujer emaciada que había muerto luego de un embarazo y el parto11. Hasta entonces había sido un hecho aceptado, en general, que la Anorexia Nerviosa era debida a factores psicológicos, pero luego de la publicación de Simmonds, el enfoque cambió y las teorías etiológicas se inclinaron por la vertiente somática y cualquier caso de malnutrición se atribuyó al panhipopituitarismo. Esto produjo una vaguedad creciente respecto de qué se incluía dentro del concepto de Anorexia, hasta que Harold Sheehans, un médico ginecólogo inglés que describió la necrosis hipofisaria postparto, manifiesta no haber encontrado atrofia de dicha glándula en las autopsias realizadas en pacientes anoréxicas. Por entonces, esta enfermedad retorna al campo de la psiquiatría. En 1910, Pierre Janet, otro psiquiatra francés también discípulo de Charcot y estudioso de la Histeria, consideró a la Anorexia Mental como un trastorno puramente psicológico. La ubica dentro de las neurosis y distingue dos subtipos de Anorexia: una forma obsesiva y otra histérica. De acuerdo con este autor, los pacientes del tipo obsesivo rechazarían la comida debido al miedo a comer y a adquirir madurez psicosexual, 31 Bernardo Rovira - Eduardo Chandler dado el disgusto que sienten acerca de su cuerpo, y a pesar de tener sensación de hambre. La forma histérica de esta enfermedad, forma menos común, sería propia de aquellos casos en los que sí había pérdida completa de apetito. La ubicación nosográfica de esta patología ha presentado dificultades desde siempre, por eso es que creemos muy valiosa, a modo de ejemplo, la historia que nos brinda Ludwig Binswanger, distinguido médico psiquiatra y doctor en filosofía, nacido en Suiza en 1881, en el caso Ellen West12. Describe él a una paciente con un alto nivel intelectual y muy buen rendimiento en sus actividades, que comenzó, poco antes de sus 20 años, con miedo a engordar e imposibilidad de comer frente a otras personas, haciéndolo exclusivamente a solas. Poco a poco, la forma de su cuerpo, la imagen que ella percibía de sus formas, se fue convirtiendo en el centro de sus preocupaciones; su aislamiento social fue progresivo, su actividad se desvaneció y sólo pensaba en su cuerpo, las calorías y los laxantes. Llegó a odiar su cuerpo, ya convertido en centro de su atención. Ella, que había sido tan activa, tan sociable. Ella, inteligente escritora, brillante estudiante y exitosa deportista. Ella, que ahora sólo pensaba en su cuerpo, la comida, las calorías… Fue estudiada, primero, por Emil Kraepelin –figura central de la psiquiatría mundial a comienzos del 1900– quien hizo el diagnóstico de Melancolía, aunque no presentaba la inactividad que acompaña a ese cuadro. Luego por un psicoanalista –cuyo nombre no quedó registrado– quien descartó el diagnóstico de esquizofrenia por la ausencia de defecto y la trató como “una constitución psicopática con mala evolución a nivel físico”, remarcando que esa mala evolución sólo se manifestaba a ese nivel: físico. En tercer lugar fue entrevistada por Eugene Bleuler, quien pone énfasis en el quiebre de la línea históricovital y nos habla de un proceso correspondiente a una esquizofrenia, aclarando que sería una forma monosintomática de ésta. Por último fue estudiada por el ya mencionado Binswanger, 32 Anorexia Nerviosa quien también diagnostica una esquizofrenia, por la edad de comienzo y por su forma de inicio procesual, aunque destaca que no presenta la evolución deficitaria que se encuentra en dicha enfermedad13. En épocas más actuales, Hilde Bruch14 (1973, 1978) ha sostenido la idea de que la inanición en la Anorexia Nerviosa representa una lucha de la jovencita por lograr autonomía. Sus trabajos, así como los de Selvini15, Russell16 y Crisp han tenido mucha influencia en este sentido en los últimos veinte años. Dando un testimonio más de la multideterminación y de las muy ricas interrelaciones etiológicas presentes en la Anorexia Nerviosa, señala B. Brusset17 (1990), ahondando el enigma respecto de un síntoma particularmente discutido, que: “la amenorrea, testimonio de un síndrome endócrino complejo que se puede atribuir a una suerte de reposo de la hipófisis, suele preceder al adelgazamiento y, por tanto, no puede considerarse su consecuencia directa…”, interpretándolo entonces como una manifestación histérica. En la clínica, nosotros hemos observado dicho síntoma, la amenorrea, presentarse con anterioridad a una significativa pérdida de peso; la vimos en aquellas pacientes que multiplicaron, a límites poco imaginables, la actividad física como forma de lograr disminuir la sensación de hambre y conseguir la ansiada delgadez. Interpretamos la ausencia de menstruación como correspondiente a lo que se denomina “amenorrea de las deportistas”, cuya génesis se encuentra ligada a ese excesivo y exigente incremento de la actividad. Estas referencias no pretenden ser un repaso completo del recorrido de la enfermedad a través de diferentes etapas históricas, sino un simple intento de recordar que no se trata de una entidad sólo de nuestros tiempos y que, si bien fue considerada una curiosidad clínica hasta hace cuarenta o cincuenta años, su frecuencia –tal vez en parte debido a mejores diagnósticos– ha crecido en forma continua y llamativa en las últimas décadas. 33 Bernardo Rovira - Eduardo Chandler Hayan sido, según las distintas épocas, tratadas como enfermas, veneradas como Santas, perseguidas por ser poseídas por el demonio y representantes del mal o encerradas por considerarlas alienadas, las anoréxicas fueron siempre las víctimas en estos trastornos tan enigmáticos como multideterminados. Bibliografía 1. Hipócrates: “Aforismos”. Editorial Alta Fulla, “Mundo Científico”. Barcelona, España, 1986. 2. Richard Morton dice al respecto: “la consunción nerviosa es una enfermedad que debilita el cuerpo sin aparente fiebre, tos o acortamiento de la respiración. Pero se acompaña de pérdida de apetito y mala digestión, a las que siguen una debilidad lánguida de la naturaleza y una desaparición de las carnes, desaparición que aumenta de día en día (…). Creo que la causa que más constituye esta enfermedad es, por lo que he observado, las pasiones violentas de la mente (…) Este trastorno es crónico, como otros trastornos nerviosos, pero muy difícil de ser curado a no ser que se busque ayuda del médico rápidamente, al principio del mismo (…) Pero al principio, el trastorno halaga y engaña al paciente, por lo que, en la mayoría de los casos, el médico es avisado demasiado tarde”. 3. Russell, Gerald: “Anorexia Nervosa through time”. Handbook of Eating Disorders: Theory, Treatment and Research. Ed. John Wiley and Sons, 1995. 4. Briquet, P. :“Traite Clinique et Therapeutique de L´Hysterie”. Editorial Baillière. París, 1859. 5. Marcé, Louis Victor: “Note sur une forme de délire hypochondriaque consécutive aux dyspepsies et caracterisée principalement par le refus d´áliments”. Handbook of Eating Disorders: Theory, Treatment and Research. Ed. John Wiley and Sons, 1995. 6. Freud, Sigmund: “Manuscrito G”. 1895. Obras Completas, Vol. I. Editorial Biblioteca Nueva, Madrid, 1948. 34 Anorexia Nerviosa 7. Freud, Sigmund: “Esquema de Psicoanálisis”, 1935. Dice allí: “El Superyó, considerado otrora una instancia postedípica inflexible, sufre durante la adolescencia una reorganización considerable. La vida sexual reaparece en la pubertad, podríamos decir que tiene una segunda floración. La sexualidad se presenta difásica, sucede en dos oleadas. Muchas funciones de adaptación y control pasan al Ideal del Yo, que alcanza su estructuración definitiva durante la etapa final de la adolescencia; su función está ligada a la renuncia a la satisfacción de la pulsión”. 8. Freud, Sigmund: “Historia de una neurosis infantil”. Obras Completas, Vol. II. Editorial Biblioteca Nueva, Madrid, 1948. 9. Guillemot, A. y Laxenaire, M.: “Anorexia Nerviosa y bulimia. El peso de la cultura”. Editorial Masson, Barcelona, 1994. 10 y 11. Freedman, A. M.; Kaplan, H. I.; Sadock, B.: “Tratado de Psiquiatría”. Salvat Editores. Barcelona. 1982. 12. Rollo May: “Existencia”. Editorial Gredos. Madrid, 1972. 13. López Ibor, Juan José: “La angustia vital”. Editorial Paz Montalvo. Madrid, 1969. 14. Bruch, Hilde: “Eating Disorders. Obesity, Anorexia Nervosa and the Person Within”. Editorial Routledge and Kegan. London, 1974. 15. Selvini Palazzoli, Mara: “La Anorexia Nerviosa”. Revista Argentina de Psicopatología. Volumen LII, Nº 8, 1992. 16. Russell, Gerald: “Anorexia Nervosa through time”. Handbook of Eating Disorders: Theory, Treatment and Research. Ed. John Wiley and Sons, 1995. 17. Brusset, Bernard: “La Anorexia. Inapetencia de origen psíquico en el niño y en el adolescente”. Editorial Planeta, Buenos Aires, 1985. 35 Anorexia Nerviosa Capítulo 2 Cuadro clínico “La mujer joven presentaba sus ropas extravagantes colgando de su anatomía, su pulso era lento y débil, su temperatura dos grados por debajo de lo normal, su intestino estaba cerrado, su pelo parecía el de un cadáver: seco y lacio, su cara y extremidades: cenicientas y frías, el hueco de sus ojos era lo único vívido en ella; era una criatura que comía diariamente cantidades que cabían sobre una moneda y siempre se mostraba preocupada en sólo Dios sabe qué cosas1. Dr. Bernardo Luis Rovira Frente a la consulta de aquella mujer joven, casi niña, que impresionaba por su delgadez, al tiempo que afirmaba que “aún no estaba lo suficientemente flaca”, a pesar de haber restringido su alimentación significativamente y de evitar, por sobre todas las cosas, el comer “aquello que le gustaba, que le provocaba placer, más allá del hambre que sentía” –hambre que combatía con hiperactividad, que incluía quince minutos de gimnasia cada dos horas, con la reducción de las horas de sueño, con la ingesta permanente de carotenos y la consiguiente hipervitaminosis A… etc.– nos llevó a plantearnos las diferencias entre hambre y apetito. La palabra “anorexia” (del griego: an: sin, orexis: apetito) significa, precisamente, sin apetito, aún conservando el hambre. 37 Bernardo Rovira - Eduardo Chandler Desde el punto de vista intrapersonal, tal como nos lo señala Jürg Zutt2, debemos considerar al hambre como un hecho instintivo, imperativo requerimiento somático, que nace de lo biológico, y que no requiere de un aprendizaje previo. Está regido por una necesidad y subordinado a demandas de nuestro cuerpo, elemento que es común al hombre y a los animales, reclamo que nos lleva a comer algo, comer “cualquier cosa” con tal de saciarlo. El cuerpo humano, a su vez, posee los mecanismos capaces de determinar sus necesidades en cuanto a calidad, cantidad y ritmo de la ingesta, con el solo requisito de que el alimento esté disponible. El hambre es lo que lleva a buscar ese “algo que comer” para lograr la supervivencia del individuo. Dicho impulso puede alcanzar un nivel tan extremo que se llega a matar para satisfacerlo. Por otro lado está el apetito (orexis), que comparte con el hambre nada más que el hecho de estar referido a la alimentación, pero que no reviste el carácter de necesidad; es un signo de salud y bienestar que es estimulado y cuidado, no es un impulso destinado a “comer cualquier cosa”, sino que se trata de un impulso que busca dar cabida a un deseo y encontrar el placer que el alimento elaborado provee. Entre la autonomía del hambre y el comer del hombre adulto actual se han interpuesto todos los aprendizajes que la especie humana ha adquirido para lograr la supervivencia. Así es que cuando la humanidad pasó de lo crudo a lo cocido, cuando empezó a elaborar el nutriente, la cultura comienza a edificar, sobre el hambre, lo que se llamó el “arte culinario” y aquí lo que cambió fue la cuota de placer que se brindaba con esa comida, más allá de la calidad y del valor nutritivo que se aportaba. El nutriente deja de ser, entonces, un elemento destinado solamente a cubrir una necesidad y pasa a ser una elaboración capaz de brindar placer. Se habla de un “horrible y torturante hambre”, pero de un “maravilloso y buen apetito”… El hambre depende, fundamentalmente, de una necesidad que nace en lo biológico, 38 Anorexia Nerviosa el apetito está llevado por un deseo, es la búsqueda de ese plus de placer que el arte culinario agregó al nutriente y, por tanto, está ligado a lo cultural. En las sociedades en las cuales el alimento es un bien ofrecido, no dudaríamos en afirmar que el hombre come más por el placer que el arte culinario le brinda, que por las reales necesidades nutricionales que su organismo requiere. Es esa búsqueda de placer la que guía la conducta alimentaria y que distinguimos como “apetito”. Por otro lado, vemos que la alimentación actual no busca tanto nutrir al cuerpo, sino al modelo estético imperante, modelo que no coincide necesariamente con las formas naturales de cada persona. Vemos que las publicaciones de consumo masivo, cierta TV y campañas de prevención (que por sus contenidos terminan siendo de promoción de la enfermedad), ofrecen prolijas 39 Bernardo Rovira - Eduardo Chandler descripciones de los síntomas de Anorexia y Bulimia, como si se tratase de una galería de productos en venta y muestran a las personas que enfermaron y luego se recuperaron, como si fuesen heroínas o ejemplos a seguir. Creemos que –así presentada– se vigoriza la función que la enfermedad cumple como solución o salida a un conflicto adolescente preexistente, en el cual el vacío de identidad es un problema central. En estas condiciones puede dar comienzo este equívoco camino de rechazar el cuerpo que a cada uno le corresponde normalmente tener, porque no se parece al estereotipo esperado, garantía de aceptación por parte de los pares Bibliografía 1. Allbutt, T. C. & Rolleston, H. D.: “A system of medicine”, pág. 398. Mac Millan, London, 1908. 2. Zutt, Jürg: “Psiquiatría Antropológica”. Editorial Gredos. Madrid, 1973. 40 Anorexia Nerviosa Capítulo 3 Personalidad previa El cuerpo que soy? El cuerpo que tengo? Mi cuerpo está, precisamente, a mitad de camino de esos dos extremos. No “soy” mi cuerpo, ni lo “tengo”. Constituye la transición del yo al objeto mundano. W. Luypen (“Fenomenología existencial”. Ediciones Carlos Lohlé, Bs. As., 1979) Dr. Bernardo Luis Rovira La anorexia no es una entidad “nueva” y, si bien fue considerada una curiosidad clínica hasta hace unos cincuenta años, su frecuencia ha ido en aumento en las últimas décadas. Paralelamente a este incremento, fue disminuyendo la edad de comienzo y la ubicación social de las enfermas. Con anterioridad era excepcional en menores de quince años, las cuales residían en grandes urbes y pertenecían a hogares prósperos económicamente, hoy la patología se presenta en mujeres cada vez más jóvenes y se padece en todas la clases sociales. Es una enfermedad que se da casi exclusivamente en el sexo femenino; en general suele presentarse en niñas durante el período que va desde la pubertad hasta los 20 años, occidentales y 41 Bernardo Rovira - Eduardo Chandler de raza blanca, que viven en zonas del mundo en donde el alimento es un bien ofrecido y que presentan características de personalidad muy particulares, que las distinguen de sus pares. Niñas que se han caracterizado por ser dóciles, sumisas y obedientes. Con una llamativa autoexigencia y que, en ningún momento de su historia, han presentado problemas de conducta. Siempre se mostraron autosuficientes, prolijas y seguras de sí mismas, niñas a quienes nunca hubo que señalarles que cumplan con sus tareas, tanto escolares como personales, ya que lo habían hecho antes que sus mayores lo advirtieran. Adolescentes que presentan un nivel intelectual superior a la media, lo que les ha permitido ser exitosas estudiantes, en general abanderadas de su curso, y destacarse en cuanta tarea han emprendido. Nos relatan que, desde pequeñas, su autovaloración se ha encontrado ligada a su buen rendimiento, aclarando que más valiosas se sentían cuanto más alto era el resultado de su esfuerzo. Entre las características más destacadas de su personalidad, encontramos que han desarrollado un ideal de sí mismas, cada día más exigente, de perfección. Si pensamos a ese ideal del yo como un sitio en el psiquismo que nos señala un camino de aspiraciones, en ellas se nos muestra como una búsqueda de perfección permanente, donde no existe lugar para los apetitos nacidos del cuerpo. Ese ideal del yo que, normalmente, nos marca un rumbo a seguir, en ellas actúa con rigidez y se convierte en una exigencia extrema con la que hay que cumplir. La vanidad, ese sentimiento que lleva a que alguien se sienta más orgulloso de sí mismo al ver el orgullo que sus actos despiertan en los ojos de los demás, pasa a ocupar un importante lugar en su existencia. Con frecuencia, vemos que realizan con éxito distintas actividades: interpretar con virtuosismo un instrumento musical, por ejemplo, pero no son llevadas por el placer que les provoca interiormente lo que hacen, sino que lo 42 Anorexia Nerviosa realizan para lograr disfrutar del orgullo que eso genera en sus mayores. Su autoestima se nos presenta, entonces, como dependiente del reflejo de sus actos en la mirada de los demás. Así, una paciente de diecisiete años al momento de la consulta, con un hablar rápido y un lenguaje rico, relata su historia, repleta de anécdotas sobre actividades y buenos rendimientos: abanderada en los colegios primario y secundario, muy buena deportista, destacándose en natación (representó a su provincia en campeonatos nacionales), tenis, hockey, gimnasia rítmica, etc., siempre se mostró muy competitiva. Estudió inglés y piano, “aunque mucho no me interesaba, pero sí le encantaba a mi madre que yo lo hiciera y a mí me fascinaba ver el placer que a ella le producía”. Agrega que se siente muy orgullosa porque se manejó de manera muy independiente desde chica: “…nunca nadie tuvo que decirme que estudie o arregle mis cosas, lo hacía sola, desde pequeña…”. “Siempre quise ser la primera, no estar entre las primeras, aunque nunca me sentí plenamente preparada para algo ni suficientemente satisfecha con lo que lograba”. Al decir de sus padres, estas niñas “son hijas ideales”. En nuestra práctica, las pacientes con diagnóstico de anorexia, provienen de hogares de un nivel socioeconómico en donde nunca ha faltado el alimento, presentando una instrucción de enseñanza media o superior. Pertenecen a familias estables, muy preocupadas por las formas, que cuidan las apariencias y presentan cierto grado de dificultad para vincularse afectivamente con el otro y que tienden a sobrevalorar los factores estéticos y el buen rendimiento, tanto intelectual como deportivo, en detrimento de las manifestaciones afectivas. En la descripción de su familia, nuestra paciente refiere: “mi madre es muy linda, indecisa, muy cerrada, con muchas dificultades para demostrar cariño (a todos los de casa nos cuesta y da vergüenza manifestar los afectos), tenemos una relación donde no discutimos para no crear un mal ambiente. Ella siempre vivió muy preocupada 43 Bernardo Rovira - Eduardo Chandler por dar una buena imagen de familia”. Esta evitación de la confrontación, que señala claramente, caracteriza todas sus relaciones actuales. “…mi padre, falleció a los 43 años, luego de una operación del corazón, cuando yo tenía 9 años”. Lo recuerda como: “muy serio, callado, muy responsable, de meterse poco con las cosas de la casa. Su muerte fue en Buenos Aires, lo acompañaba mamá, nosotros estábamos en nuestra provincia. Mamá no quiso que fuéramos al velatorio y nos dijo que papá había dejado el mensaje que teníamos que seguir con nuestra vida normal como si él viviera”. 44 Anorexia Nerviosa Capítulo 4 Comienzo de la enfermedad Dr. Bernardo Luis Rovira Un doble clima de exigencia precede a la aparición de los síntomas de la enfermedad. Una es de orden social, presión que todos, de distintas formas, ejercemos y de la cual al mismo tiempo somos víctimas, y la otra es de orden familiar, con epicentro en las exigencias de la crianza que la niña –futura anoréxica– ha sobrellevado. Estos dos tipos de presiones preparan el terreno para que –agregada la condición individual necesaria– aparezca el cuadro clínico que todos conocemos. Pero existe una tercera exigencia, que es la que las jóvenes que enferman ejercen sobre sí mismas. Esta implacable autoexigencia es heredera, en buena medida, de las dos anteriores –particularmente del ambiente de la crianza– y más específicamente de la relación con lo que ha sentido como expectativas de su madre, a las que ha ido incorporando en su propio ideal, conformando un rígido e implacable Ideal del Yo. Sobre esto nos extenderemos más adelante. Nuestras jóvenes pacientes son traídas a la consulta, en general, en contra de su voluntad. No consideran que su no comer 45 Bernardo Rovira - Eduardo Chandler sea una enfermedad, sino que lo exhiben como lo que es en realidad: la forma que encontraron para intentar recuperar su equilibrio interior amenazado. Presentan un llamativo adelgazamiento debido a su restricción voluntaria y consciente de la ingesta. Muestran una actitud de férrea distorsión hacia sus necesidades, con búsqueda patológica de delgadez, lo que las lleva a desatender el hambre, las advertencias y las amenazas. Esta distorsión incluye la negación de la enfermedad, si hablamos de enfermedad refiriéndonos al adelgazamiento y al desconocimiento de las necesidades nutritivas; por el contrario, es notable la complacencia que muestran hacia la pérdida de peso y la manifestación de agrado ante el rechazo de los alimentos que le son ofrecidos, que se muestran con una sonrisa de triunfo. 46 Anorexia Nerviosa No siempre es fácil obtener información precisa sobre ciertos hechos previos a la eclosión de la enfermedad, como por ejemplo el momento exacto en el que se manifestaron los primeros indicios sintomáticos, qué factores determinantes preexistieron, etc. Muchas veces el cuadro anoréxico aparece en una paciente que ha tenido sobrepeso –o bajo peso– por años y que recién después inicia su ayuno patológico. Disparan el deseo anoréxico de adelgazar ciertas situaciones emocionales que la vida presenta, por ejemplo el primer noviazgo, un cambio de escuela, el comienzo de estudios universitarios, una decepción, un duelo o separaciones particularmente dolorosas. A veces, cuando se pueden detectar los factores precipitantes del cuadro actual, desconcierta su aparente trivialidad. El peso previo a la aparición de la enfermedad puede corresponder al sobrepeso premenárquico, fenómeno que produce una irreal sensación de “estar gorda”. Nos ha sorprendido comprobar con frecuencia que la joven comienza su ayuno –sobre el que luego perderá el control– impulsada por su propia madre, que ha sido quien primero se alarmó porque su hija estaba “gordita”. En otros casos, el primer descenso de peso es un hecho accidental pero que despierta elogios, lo que, en una personalidad insegura, dependiente y muy necesitada de aprobación, potencia fuertemente la ligadura corporal al afecto… y la suerte queda echada. Los pródromos, que anuncian el inicio de la enfermedad, se muestran con la aparición de ansiedad inmotivada, desconocida en estas personalidades que, hasta entonces, se han mostrado muy estables. El temperamento de la joven se torna irritable y las comidas familiares, que siempre fueron ocasiones de reunión, se transforman en momentos de gran tensión y peleas. El cambio en su manera de ser lleva a que se comporte de manera intolerante con el medio y nace, asimismo, una insatisfacción creciente consigo misma, pareciendo que nada llega a satisfacerla. 47 Bernardo Rovira - Eduardo Chandler Con ese estado de ánimo, de gran fragilidad y desconocido por ella y por sus familiares, llega el “momento clave”, señalado por Sheila Mc Leod1, donde la palabra significante de un tercero, de alguien que es importante afectivamente para la paciente, y que hace algún comentario sobre su figura, produce un fuerte impacto emocional y marca el comienzo de la enfermedad. Hemos verificado que dicho comentario suele ser, en nuestro medio: “qué linda, qué gordita que estás”, lo que parece actuar como una frase disparadora de la decisión que se despierta en la paciente y que le indica que el camino a seguir es adelgazar, para recuperar la paz que siente estar perdiendo día a día. El excelente rendimiento intelectual y los éxitos deportivos, caminos por los que conseguía asegurar la admiración del otro, dejaron de ser suficientes para encontrar esa paz perdida. Nota que el rendimiento es un factor objetivo, que se da en el mundo de relación, pero que ahora aparecen elementos que surgen de su interior y que son imposibles de integrar a la imagen de sí por ella esperada. Comienza a huir de la seducción del otro. Ese lenguaje, destinado a hacer sentir, la perturba y cualquier comentario favorable sobre su aspecto recibe una respuesta hostil y prefiere, entonces, aislarse. Los controles aumentan, la ansiedad difusa se transforma en ansiedad fóbica y es su propio cuerpo la fuente de los estímulos que le generan pánico. Se opera en ella una especie de torsión violenta, que nace en el interior de un sentimiento de miedo, cuyos orígenes se adjudican al cuerpo. 48 Anorexia Nerviosa Se inicia un exorcismo desesperado que la lleva a invertir el sentido del tiempo, aun a nivel somático y, como refería Freud, “ser de nuevo, como en su infancia, también en lo que atañe a las tendencias sexuales, su propio ideal… ¡he ahí la felicidad buscada!”2. Aparece el horror por los apetitos humanos y la desestimación del hambre. Ya sabe qué es lo que tiene que hacer: no comer. Surge el cuadro como una “solución de compromiso”, como una transacción de un Yo frágil y amenazado que se siente incapaz de integrar, a partir de su función sintética, los impulsos originados en el cuerpo. Su primer intento es controlar, si fracasa: extinguir, y, por último, prescindirá del cuerpo. La Inversión del sentido vital La enfermedad se nos presenta como un proceso*, en el sentido de Karl Jaspers3, que interrumpe el curso vital del sujeto y en estas pacientes, todo el destino de su existencia invierte su sentido. Parecen preguntarse cómo pueden parar el curso de la vida. Se preguntan, al igual que Narciso frente al lago: ¿Cuándo el tiempo abandonará su huida y permitirá que ese fluir descanse? (André Gide: Le traite du Narcisse). Es el momento en el que se pasa de comer para vivir a no comer para poder seguir viviendo. Nace la búsqueda de un vivir sin apetitos –ahora identificados como hambre–. Comienza la huida del peso actual, y el peso anhelado siempre está unos kilos más abajo, independientemente del número –que ha perdido su sentido– y de la imagen corporal, que nunca es lo suficientemente delgada como para no sentir. * Karl Jaspers remarca dos tipos de evolución de las enfermedades psíquicas: por desarrollo, cuando las características psicológicas han ido evolucionando de forma esperable y comprensible en la historia del sujeto, y por un proceso, que marca un brusco, inesperado e incomprensible, corte en la línea existencial del paciente. 49 Bernardo Rovira - Eduardo Chandler Sus esfuerzos se suman y concentran en encontrar un peso que les devuelva la tranquilidad que ya no tienen, peso que siempre es menor al de ese momento. Las enfermas anoréxicas no se ven gordas, sino “no tan delgadas como desean estar”. Buscan desesperadamente lograr un cuerpo sin cuerpo, en esencia un cuerpo que no sienta lo que éste siente; no advierten que ese mundo emocional que les toca vivir depende de su edad, de su etapa evolutiva, y no de la forma de su cuerpo. Por eso es que no existe un número de la balanza que las tranquilice, que les devuelva la paz y la seguridad que sienten perdidas. Pasan de que el comer sea un acto social y placentero, a un comer solitario y que no les brinde placer, porque, por un lado, les molesta, las avergüenza que las vean comer, y por otro, evitan los alimentos que puedan despertarles placer. En esta imposibilidad de sentarse a la mesa para compartir la comida con los demás, subrayando los trastornos que aparecen dentro de los hábitos alimentarios de la anorexia es que, desde un enfoque antropológico, Jürg Zutt centra la descripción psicopatológica de esta enfermedad4. De cocinar para comer, pasan a cocinar para no comer, con el doble objetivo de, por un lado, dar de comer a los demás y, por otro, fortalecer su capacidad de resistir las tentaciones que le pudieran despertar comidas tan sabrosas como las que ellas mismas pueden elaborar. Frecuentemente relatan, por ejemplo: “…a veces me encanta salir a comer afuera, no por comer, sino por ver comer a los demás”. “Ahora también me encanta cocinar, lo hago muy bien, no para comer yo, sino para que coman los demás”. Es el pasaje de la belleza como algo deseable a la belleza temida. Temida porque despierta el deseo del otro, atrae al sexo opuesto, da cabida al comienzo de la seducción y le hace sentir que ella no podrá afrontar las supuestas sensaciones que eso le puede despertar. Nos trae el recuerdo del relato de la mitología griega en donde la ninfa Syrinx es convertida en caña, perdiendo las 50 Anorexia Nerviosa formas de su cuerpo, para escapar a la seducción del dios Pan, que la embelesaba, al tiempo que ella sentía que no iba a resistir las sensaciones que dentro de su cuerpo se despertaban5. Buscan desesperadamente lograr un cuerpo sin cuerpo, sin materia, lo cual parece tener conexión franca con su rechazo de la llegada de la pubertad, de la madurez somática y genital, con todas las implicancias que este hecho tiene. Pretenden una existencia “ideal” a través de lograr un cuerpo sin formas; rechazan la figura que pueda despertar el deseo del otro y un cuerpo que le reclame satisfacer necesidades y apetitos, tensiones éstas que parecen no poder tolerar y deben sofocar. Este cuerpo adelgazado, que representa y garantiza a esa existencia ideal, responde así a las demandas de un Ideal de sí misma que no logra integrar, armónicamente, los requerimientos que, en su evolución, reclama su organismo. 51 Bernardo Rovira - Eduardo Chandler Es el pasar de sentir el piropo como un halago a enojarse frente al piropo. El piropo (del gr.: piros: fuego y os: percibir), es un dicho al pasar que no tiene la intención de poseer a nadie; tan sólo busca despertar una chispa en la emoción de quien lo escucha, que se refleje en su mirada. Pero en éstas pacientes, esa emoción que se despierta, esa referencia a alguna característica de ella, las perturba y enoja. El escuchar un comentario favorable sobre su aspecto, borra la sonrisa de orgullo que nos mostraba y aparece un gesto de desagrado y enojo. Relatan, por ejemplo: “…a mis quince años, mi cuerpo comenzó a convertirse en algo importante en mi vida; yo había crecido mucho, era muy alta. Había tenido mi primera menstruación unos meses antes. Un compañero de colegio quería que sea su novia, pero yo lo rechacé, pues vivía para sacarme diez en el estudio y para hacer deportes. Entonces me pareció que tenía algún kilo de más, que debía de adelgazar para mejorar mi performance en atletismo. De a poco, empecé a interesarme por los regímenes y por la cocina. De dietas yo conocía porque, desde que me acuerdo se hicieron en casa, primero por la enfermedad de mi padre y luego para el no engordar de mi madre. Creía que debía tener los muslos más finos y el abdomen más chato. Hacía mucha actividad, casi no dormía, comía nada. Mi cuerpo se volvió el centro de mi vida”. Pasan del sentir la necesidad de satisfacer los impulsos a la necesidad de sofocarlos. La satisfacción de los impulsos parece estar vedada, como si les despertara una sensación de impureza no digna de ellas. Dejan de vivir en sociedad y se aíslan para vivir. A partir del comienzo de la enfermedad tienden a aislarse; dejan, poco a poco, de relacionarse con amigas y compañeras de colegio, como si necesitaran disminuir estímulos y permitir que su cabeza sólo piense en dietas, calorías y formas… Refiere: “Para esta época me empezó a molestar mi físico; no me gustaba, me alejaba de las playas o piletas, me incomodaba que vieran mi cuerpo, me parecía que el del año anterior había sido más de nena, más fácil de llevar; no sé bien cuál era la diferencia, pero era grande. Era el 52 Anorexia Nerviosa mismo cuerpo, pero yo lo sentía diferente. Ahora me daba vergüenza mostrarlo, comencé a taparlo con ropas de talles más grandes y de a poco dejé de salir con amigas y me concentré en el estudio y las calorías”. Inversión del Sentido Vital De: Pasan Comer para vivir Comer social y placentero Cocinar para comer Desear la belleza Halago ante el piropo Necesidad de satisfacer impulsos Vivir en sociedad A: No comer para vivir Comer solitario-displacentero Cocinar para no comer Temer la belleza Enojo ante el piropo Necesidad de sofocar impulsos Aislarse para vivir Hasta en las imágenes especulares que nos ofrece la literatura, vemos una inversión: En el lago en donde Narciso se miraba embelesado, ellas buscarían una mirada que les muestre que su imagen no despierta el deseo del otro6. En el espejo en el que la madrastra de Blanca Nieves buscaba la confirmación de su belleza, ellas esperan descubrir que son las menos bellas de la comarca. El espejo sin imagen, que horrorizaba al personaje de “El Horlá”, sería el triunfo de poder vivir sin cuerpo, como un puro espíritu. El Retrato de Dorian Gray, garantía del eterno presente joven y bello, sería vivido como una tortura irritante y permanente. Bibliografía 1. Mc Leod, Sheila: “L’Anorexie” en: L’ Evolutión psychiatrie. Vol. 1, N 49, 209-215, 1984. 53 Bernardo Rovira - Eduardo Chandler 2. Freud, Sigmund: “Introducción del narcisismo”. Amorrortu Editores, T. XIV. Buenos Aires, 1984. 3. Jasper, Kart: “Psicopatología General”. Editorial Beta. Buenos Aires, Argentina, 1966. 4. Zutt, Jürg: “Psiquiatría Antropológica”. Editorial Gredos. Madrid, 1973. 5. El dios Pan, cuyo nombre significa “totalidad”, porque era el más bueno de los buenos, era la “totalidad de lo bueno”; de ahí el dicho: “es más bueno que Pan”. Se caracterizaba, además, por ser el más feo: su figura era mitad hombre y mitad animal, de orejas puntiagudas y cuerpo cubierto de pelos, pero al mismo tiempo era un excelente músico, al punto de ser el que con mayor virtuosismo interpretaba cualquier instrumento musical en el Olimpo. Dios de los pastores y los rebaños y capaz de enamorarse con extrema facilidad, una tarde Pan se encontró con la cuidadora del bosque, Syrinx (del griego: “sacrificada por amor”), la que le despierta una pasión intensa y una fuerte atracción. El dios comienza a interpretar, en su instrumento, una música que embelesa a Syrinx. La ninfa, atrapada por el encanto de la melodía, sólo atina a huir al sentirse cada vez más poseída por la seducción. Pan la persigue y, en el momento en que iba a abrazarla, ella ruega a los dioses que la conviertan en junco a orillas del río Landón: quería perder su cuerpo, porque era lo único que ese hombre conocía de ella. Con asombro, Pan se encuentra abrazando a una caña en la cual se había convertido su amada y se queda escuchando cómo el viento, al soplar, entraba en ella y producía el milagro del sonido. Con pena y enojo, Pan 54 Anorexia Nerviosa corta la caña en trozos de distinto tamaño; con cera las pega y se marcha soplando en su interior, arrancándole melodías llenas de dulzura y dolor para conservar el diálogo con esa ninfa que amaba. Pan guardó dicho instrumento –-llamado Siringa en honor a ese amor o Flauta de Pan, recordando a su creador– junto a otros, en una cueva y cuenta la leyenda que, cuando a dicha cueva entra una mujer joven y virgen, suena la siringa, recordando a aquella ninfa que eligió perder su cuerpo antes que perder su virginidad. 6. Resumidamente el mito de Narciso relata que: “…al inclinarse sobre el margen del lago Stigia, descubrió el reflejo de su imagen sobre la superficie del agua. La figura que sus ojos perciben lo cautiva y, fuertemente embelesado, queda fijado a ella por una eternidad…” El mito parece mostrarnos distintas posibilidades de relación: la primera estaría ligada a que los ojos de Narciso se encontraron enamorados de su propia y muy bella imagen, más bella aún a medida que más tiempo se miraba; una segunda, podría interpretarse como que aquello que atraía y poseía a Narciso era el embeleso que le despertaba esa mirada de admiración que recibía desde el lago, admiración que crecía cuanto más tiempo permanecía frente a ella. Una tercera, que nos habla más de aquello que llamamos “relación narcisista” y que resume las dos anteriores, es la que nos presenta, magistralmente, Oscar Wilde en su pequeño relato “El discípulo”. Allí, una joven doncella, cuidadora del bosque, camina por el borde del lago Stigia y, al probar el sabor del agua, descubre que se encontraba salada; observa al lago y ve que se encuentra llorando, comprende entonces que el sabor del agua era por sus lágrimas. –“¿Por qué lloras Lago?” –le pregunta la doncella. –“Porque ha muerto Narciso” –responde sollozando el Lago. –“Claro, era tan bello Narciso…” –agrega la doncella. El lago queda largo rato en silencio y luego, en un murmullo dice: –“¿Era bello Narciso?… lo que a mí me encantaba era ver el reflejo de mi figura en sus ojos, cada vez que se asomaba a mi margen…”. Todas estas posibles interpretaciones nos resumen las características que distinguen aquella manera de relacionarse del ser humano que reconocemos en los vínculos “narcisistas”: el embeleso frente a la propia imagen reflejada en el otro, la admiración que observamos que se despierta en la mirada del que nos mira y, por último, el desconocimiento mutuo de ese otro que participa en la relación. 55 Anorexia Nerviosa Capítulo 5 Fenomenología Dr. Bernardo Luis Rovira A partir de ese “momento clave”, que nos señala Mc Leod, comienzan a manifestarse una serie de conductas destinadas a conseguir, como destino final, una existencia libre de apetitos, esos requerimientos que la joven anoréxica siente que nacen en su cuerpo; cuerpo que, a su vez, ha cambiado en sus formas, en la manera de sentir y en el trato social que recibe. En el ámbito de la comida y el comer, la primera manifestación de la enfermedad es, generalmente, hacer alguna dieta con la cual la joven espera perder uno o dos kilos que, según su parecer, tiene en exceso y a los que considera la causa de todos sus malestares anímicos. Esta primera propuesta suele ser escuchada con atención, ya que proviene de “una chica inteligente, responsable y que se ha comportado como corresponde desde pequeña”, lo cual nos explica el que sea un familiar, con mayor frecuencia la madre, quien la lleva a una primera consulta con nutrición. Iniciada la dieta indicada, llama la atención la prolijidad y perfección con que la joven la cumple, consiguiendo perder rápidamente los dos kilos que se había propuesto pero mostrándose decidida a seguir perdiendo 57 Bernardo Rovira - Eduardo Chandler peso. Dice, por ejemplo: “vi que podía y pensé que me iba a sentir más segura bajando un poco más y, como yo sé que soy una chica que cuando hace las cosas le gusta que le salgan perfectas, decidí hacer algo con la comida, una dieta que no pueda fallar y lo perfecto era hacerlo comiendo NADA”… y de ese modo –podríamos agregar– impedir el desarrollo de ese cuerpo, buscando alcanzar una imagen que le devuelva su seguridad interior. La restricción anoréxica no parece ser, al comienzo, diferente del dietar común en el que se excluye cualquier comida que engorde. Es en la actitud de estas pacientes, derivada de su negación de la necesidad normal de comer, donde encontramos el indicador que nos hará sospechar el diagnóstico. Ellas luchan por no tener hambre y defienden esta posición hasta las últimas instancias. En contraste, la joven dietante común no oculta que está haciendo un doloroso sacrificio al que, en realidad, desearía no tener que someterse. Además, en éstas, la dieta es emprendida bajo la presión que un cierto sobrepeso objetivo impone y con la intención consciente de lograr una figura socialmente más aceptada y atractiva. En las anoréxicas, por el contrario, la motivación es completamente distinta y el descenso de peso no conduce a mejores vínculos, sino que provoca una creciente retracción social y, frecuentemente, un extremo aislamiento. Completando lo dicho más arriba, cuando describíamos los detalles de la inversión del sentido vital, diremos que las anoréxicas muestran una curiosa contradicción entre su negativa a comer y el estar, al mismo tiempo, leyendo y pensando en alimentos, calorías y regímenes. Son jóvenes que se preocupan permanentemente por la comida y que suelen coleccionar recetas y libros de cocina, dedicándole mucho tiempo a todo lo relacionado con el arte culinario, al que practican evitando estoicamente probar lo que preparan. Controlan así el hambre –que no confiesan tener– reasegurándose a sí mismas con ese autocontrol y mostrándoselo a los demás como ejemplo de virtud. Llegan a elaborar platos de atractiva presentación, por la rara combinación de nutrientes 58 Anorexia Nerviosa y por su particular y rico sabor. Cocinan, pero no para comer ellas, sino para dar de comer a otros –preferentemente a su madre– y, como nos decía una paciente: “para saber que no voy a ceder a la tentación frente a platos tan ricos”. Aparece una creciente desconfianza sobre la preparación, por parte de otras personas, de los alimentos que ellas van a consumir: vigilan entonces cómo son elaboradas cada una de esas comidas, y, cuando este control ya no les resulta suficiente, son entonces ellas mismas quienes, siguiendo recetas “confiables” que se ocupan de obtener de diversas fuentes, preparan sus comidas. Deciden eliminar determinados alimentos, en primer lugar las carnes rojas, refiriendo que es “por sus calorías y porque, si las como, me siento sucia, impura…”, quizás asociándolo, inconcientemente, a los “pecados de la carne”. Relata una paciente que no quería volver a comer carne, porque: “se puede vivir sin ella; antes no comía otra cosa que no fuese carne. …Mi familia me exige que vuelva a comerla, pero para mí ellos están comiendo cadáveres”. Refieren, por ejemplo, que el comer es como un acto de maldad, que la obesidad es la manifestación externa de esa impureza y el ayuno un camino de purificación. La conciencia de la paciente parece revivir, como nos señala Paul Ricoeur1 “el simbolismo más arcaico del mal, mal que es concebido como ‘suciedad’, como algo que infecta desde afuera y la conciencia de sí misma recurre a un lenguaje muy concreto: mancha, suciedad, impureza…, impureza de la que hay que desprenderse con rituales purificadores…”. Nace la culpa frente al acto de haber comido y, siguiendo a Ricoeur, “con la culpa crece esa exigencia denominada escrúpulo. Una conciencia escrupulosa es una conciencia apasionada por una perfección cada vez mayor, otorgando la misma importancia a las cosas pequeñas que a las grandes. El escrupuloso no llega jamás a satisfacer todas sus exigencias, ni cada una de ellas”. El escrúpulo señala la entrada de la conciencia moral en su propia patología2. 59 Bernardo Rovira - Eduardo Chandler La joven anoréxica suprime entonces grasas, aceites, hidratos de carbono y no consume bebidas con azúcares ni golosinas. Su dieta se reduce a vegetales en ensaladas casi sin condimentar y tartas de variadas verduras, cuidando de quitarles la masa que las contiene. En casi todos los casos vemos que incluye cantidades importantes de alimentos ricos en carotenos, lo que se traduce en una coloración anaranjada de la piel, coloración muy notable en palma de las manos y planta de los pies, por la acumulación de vitamina A en todo el organismo. Siempre nos ha llamado la atención que ninguna de nuestras pacientes sabe, conscientemente, que una de las primeras manifestaciones de la hipervitaminosis A es la disminución de la sensación de hambre… Evita todas aquellas comidas que, hasta entonces, le provocaban placer: “trato de no enfrentarme con lo que me gusta, porque sé que corro el riesgo de perder mis controles”. Habitualmente, a estas enfermas, les lleva mucho tiempo consumir cada comida, pues, entre otras conductas, cortan los alimentos en trozos muy pequeños. Una paciente nos decía: “así les quito el gusto que tienen” y, con habilidad, la desparramaba sobre el plato para que los demás no advirtiesen lo poco que había comido. Estas situaciones suelen llevar hasta el límite la paciencia y la tolerancia de quienes intentan ayudarla, generándose discusiones y peleas que terminan con la amarga interrupción de la comida. Comienza con extrañas conductas en el ámbito de la comida, no se sienta a la mesa sino para alentar a sus familiares a que coman para que no se debiliten, ella prefiere comer parada en la cocina, sola, sin que nadie la vea, “no me gusta que me vean comer porque siento que me controlan, siempre quieren que coma más o que coma otras cosas…”. La paciente se impone metas relacionadas con el peso y el talle que, una vez alcanzadas, no le brinda la satisfacción esperada, obligándola a fijar un nuevo objetivo en unos kilos menos. El descenso de peso progresa, ese ayuno autoimpuesto, en un medio en donde no falta el alimento, se fortalece y, al mismo 60 Anorexia Nerviosa tiempo, comienza a surgir el miedo a recuperar el peso perdido, miedo que crece a medida que el número de la balanza desciende. Sus intereses, en “ese mundo tan rico que tenía antes llegó a ser poseído por la imagen de mi cuerpo”. Todos sus esfuerzos son puestos al servicio de controlar sus apetitos. Sus pensamientos se van reduciendo a gramos, calorías y talles… El pensar permanentemente en todo lo relacionado con los alimentos depende, en estas pacientes, de factores ligados a sus temores a recuperar el peso perdido –temores que la llevan a recurrir a un control obsesivo– y a cambios en su psiquismo producidos por la inanición a la que se han sometido. Respecto a éste segundo aspecto, es ilustrativa la experiencia realizada por Keys y col.3 en la década de 1940, cuando se sometió a un grupo de voluntarios sanos a una dieta restrictiva durante seis meses; a medida que perdían peso, fueron apareciendo cambios psíquicos: preocupaciones permanentes que los llevaron a hablar, pensar, planear y soñar con comidas, coleccionar recetas, perder su capacidad de concentración en todo aquello no relacionado con la alimentación, fallas en la memoria de fijación, pérdida de interés en lo que hasta entonces los entusiasmaba, tristeza e inestabilidad emocional, insomnio, retracción social, desinterés sexual y dificultades para pensar equilibradamente. Dichos cambios desaparecieron al recuperar el peso perdido, destacándose que varios de ellos comieron excesiva y descontroladamente durante la etapa de recuperación nutricional. Poco a poco y a medida que la restricción alimentaria se incrementa, se va apagando el interés por las relaciones interpersonales, el aislamiento crece y desaparecen las actividades sociales habituales. Tienden a evitar el encontrarse con grupos de amigas, y aquellas cosas que compartían con ellas van perdiendo importancia: las salidas, las fiestas y las relaciones con adolescentes varones no las atrae, por el contrario, más seguras se sienten cuanto a menos estímulos externos se exponen y, al mismo tiempo, cuantas menos formas tiene su cuerpo. 61 Bernardo Rovira - Eduardo Chandler Nace la huida de la seducción: cualquier comentario sobre la belleza de su figura es rechazado, pues genera ese intenso miedo al deseo del otro y fortalece su decisión de esforzarse por lograr unos kilos menos. Su mundo de intereses y de relaciones va cerrando el horizonte progresivamente; todo se reduce a una búsqueda de conseguir vivir sin cuerpo y en donde solamente tienen cabida su intelecto, las obligaciones y el excelente desempeño esperado. Sus conductas, tal como nos señala Hilde Bruch4, van construyendo barrotes, aparentemente valiosos –dorados, no de oro– que terminan encerrándolas en una llamativa jaula. Se aíslan socialmente y tienden a vivir en su propio encierro; a este aislamiento es al que se refiere Francis Tustin5 cuando lo compara con ciertos estados experimentados por niños autistas, aunque los diferencia de estos últimos al considerar que las anoréxicas tienen una “cápsula de autismo”, resultado de “una defensa frente a un conflicto neurótico y del cual el cuadro anoréxico es su expresión física”. Paralelamente a ese aislamiento, comienzan a desarrollar una serie de conductas destinadas a aumentar, por un lado, el gasto calórico y, por otro, a disminuir la sensación de hambre. Así aparece la hiperactividad física: interminables caminatas, horas de gimnasia, ejercicios físicos repetidos, etc., todas actividades que realizan en soledad. Ellas pretenden “quemar calorías” y descubren que el multiplicar la actividad muscular les produce una sensación de saciedad, desconociendo que dicha hiperactividad genera un aumento del ácido láctico que en parte se elimina por el estómago, aplacando la sensación de hambre. Dicen, por ejemplo: “veo que después de hacer esa gimnasia, en el mejor de los casos, tengo sed, pero nunca tengo hambre”. En muchas pacientes, la hiperactividad precede a las conductas de ayuno y puede desplegarse en distintas áreas de la vida cotidiana: intensifican los esfuerzos destinados al mejor rendimiento escolar, dedican más horas al entrenamiento 62 Anorexia Nerviosa deportivo y se imponen tareas permanentes… Esa intensa actividad estimula un incremento de la producción de endorfinas (opioides endógenos) que convierten a la joven en una especie de “adicta” a dicha hiperactividad. En estas pacientes hemos observado, con frecuencia, la desaparición de la menstruación, aún antes de que el descenso de peso sea significativo, pudiéndose atribuir esa amenorrea al incremento de la actividad (y de las endorfinas) como se puede observar en algunas deportistas. Tal como nos señala Bernard Brusset6 la amenorrea precede así al adelgazamiento y, en general, persiste largo tiempo después de la recuperación del peso, no siendo eficaces los tratamientos hormonales que sólo pueden favorecer la aparición de ciclos artificiales. Hilde Bruch7 agrega que la hiperactividad cumple una diversidad de funciones en estas enfermas: complementa el ayuno, dando cuerpo a la fantasía de “perfeccionar” su adelgazamiento, permite descargar tensiones irresueltas, pero también organiza el mundo psíquico, manteniendo alejadas las fantasías derivadas de los instintos insatisfechos. Respecto a la imagen corporal, recordemos que fue Schilder8 quien, en 1935, conceptualizó la expresión “imagen corporal” como “la imagen de nuestro propio cuerpo que formamos en nuestra mente, o sea la forma en la cual nuestro cuerpo se nos aparece o se nos representa”. La necesidad de definir este concepto, muy utilizado en la clínica de los trastornos de la conducta alimentaria, surgió en el ámbito de la Neurología, a raíz de la observación de pacientes con lesiones en el sistema nervioso central, quienes experimentaban a su cuerpo como distorsionado. El concepto de imagen corporal es plástico y está construido en base a la constante integración de las diversas experiencias interoceptivas, sensoriales y psíquicas de la persona. En nuestras enfermas, el componente afectivo es esencial en la construcción de una autopercepción corporal distorsionada, pues la no aceptación de sí misma se traduce en el rechazo de un cuerpo nunca 63 Bernardo Rovira - Eduardo Chandler suficientemente delgado como para que su rigurosa autoexigencia lo apruebe. En base a los aportes de Paul Schilder quien, con un criterio eminentemente neurológico, destacó la importancia que tiene la motricidad para la construcción de la imagen dinámica del cuerpo humano, pensamos que la hiperactividad corporal de las anoréxicas, tan buscada y defendida por ellas, tiene relación con el refuerzo del registro de las fronteras corporales del self, profundamente amenazado en cuanto a que la dispersión de la identidad personal es el mayor peligro subyacente en este trastorno. Pensando así, podemos entender la importancia del componente terapéutico mediado por los movimientos, como por ejemplo la gimnasia, la expresión corporal, la danza, etcétera. Dice Bruch: “Ninguna anoréxica que yo he tenido oportunidad de ver se había propuesto alcanzar este estado de lamentable desnutrición, sino que todo lo que había querido era alcanzar un mayor sentimiento de bienestar consigo misma”. En las pacientes con anorexia, el cuadro psicopatológico más frecuentemente asociado es el trastorno por ansiedad fóbica, centrado en el temor a perder el control a todo nivel, no sólo respecto de la alimentación. Los mecanismos represivos y evitativos se incrementan entonces, sumándose, paulatinamente, una serie de manifestaciones obsesivas respecto al cumplimiento de planes, horarios y tareas que deben ser estrictamente respetados, a lo que se van agregando rituales en el orden, en el comer, etc. Esta sumatoria de conductas, va limitando el mundo de relaciones e intereses de la paciente y, a la vez, favorece un cambio en su humor, el que tiende a tornarse irritable. La paciente se vuelve intolerante consigo misma y con los demás, con mayor frecuencia con su madre. El grado de tensión interior creciente, sumado a la autoexigencia que se ha incrementado y al descenso de los recursos orgánicos debido a la desnutrición. Esto explica la aparición de 64 Anorexia Nerviosa dificultades en la concentración, que llevan a una disminución en el rendimiento acostumbrado, lo que provoca enojos y peleas consigo misma y una mayor autodesvalorización. En su mundo emocional, estas pacientes comienzan a valorar, como principal demostración de cariño, a todas las manifestaciones de preocupación que despiertan en quienes las rodean y que la hacen sentir cuidada y atendida. Parecen no poder captar el significado propio y natural de las palabras afectuosas, ni de otras manifestaciones de cariño. Dicen, por ejemplo: “tan sólo me siento querida cuando siento que se ocupan de mí”. Son situaciones a tener en cuenta durante la evolución del tratamiento, dado que, a medida que van recuperándose expresan, por ejemplo: “siento que ya no me quieren, porque ya no se ocupan de mí”. Esto puede llevar a la reaparición de conductas ya superadas a nivel de la comida, con el fin de recuperar la sensación de ser queridas, al ver nuevamente incrementada la preocupación de los demás. La expresión de la “depresión” en la Anorexia Nerviosa Una cuestión psicopatológica que ha sido frecuente motivo de interés es si existe depresión en estas pacientes. El interrogante motivó un trabajo que realizamos en el año 2000, en el cual estudiamos la presencia de sintomatología depresiva severa en los Trastornos de la Conducta Alimentaria. Se conformaron cuatro grupos, con igual número de integrantes cada uno, de la misma edad, sexo y condición sociocultural: el primero integrado por Anoréxicas, el segundo por Bulímicas, el tercero por pacientes con Trastornos no Especificados y, el cuarto, por un grupo testigo que no presentaba sintomatología referida a la alimentación. El estudio mostró que presentaban sintomatología depresiva, severa a moderada: 65 Bernardo Rovira - Eduardo Chandler 48% de pacientes con Anorexia, 74% de pacientes con Bulimia, 63% de pacientes con Trastornos en la Conducta Alimentaria no Especificados, y 56% de las personas incluidas en el Grupo Control. El encontrarnos con la baja puntuación presente en las pacientes con anorexia, que sería más baja aún si consideramos que el mayor score aparecía en los ítems “pérdida del peso”, “disminución del apetito” e “insatisfacción con la autoimagen”, correspondiente a una sintomatología propia del cuadro anoréxico y no dependiente, en éste caso, del registro depresivo, despertó en nosotros una serie de interrogantes. Clínicamente las pacientes anoréxicas que estudiamos no manifestaban tristeza ni inhibición psicomotriz (por el contrario, en general mostraban una notoria hiperactividad), tampoco tenían ideación suicida, sintomatología que se presenta en la enfermedad depresiva, subrayando que los cuestionarios autoadministrados, con los que complementamos el examen, corroboraron estos datos observados en la clínica. Dentro del registro de lo depresivo, en las pacientes con anorexia es preciso destacar: el incremento de la sensibilidad e irritabilidad que muestran, el descontento con sus logros –independientemente de la admiración que ellos despiertan en quienes la rodean– la incapacidad para sentir placer, su aislamiento progresivo, la falta de proyectos vitales y la pérdida de interés por todo aquello que no esté relacionado con calorías, dietas, regímenes, etc. Los afectos predominantes que registramos fueron el orgullo –proporcional al grado de éxito logrado en la sofocación de los apetitos– y la vergüenza, producto de la decepción al considerar que fallaban frente a sus propias exigencias, lo cual provocaba un marcado descenso en su autoestima. Entre ese orgullo y esa vergüenza oscilaba el mundo emocional de estas pacientes. 66 Anorexia Nerviosa El predominio de estos dos elementos hallados: orgullo y vergüenza, la sensación de fracaso al ser halagadas, su intensa búsqueda de perfección y las características de la personalidad previa, con un destacado rendimiento intelectual y deportivo, nos llevó a plantearnos la psicopatología subyacente a la conducta de la anoréxica a partir de una inadecuada relación entre el Yo y su Ideal. Ideal del Yo que se ha ido conformando, a partir de mecanismos identificatorios, por la incorporación en la personalidad de expectativas y pautas de conducta captadas del medio. Personalidad que se ha ido desarrollando en un ambiente en donde es marcadamente valorado el conseguir el máximo rendimiento, tanto escolar como deportivo, mostrando siempre una buena imagen en lo social y en el aspecto personal de cada integrante. La anoréxica, cuando niña, fue muy dependiente de la aprobación de la mirada de sus mayores, especialmente de su madre. Sentía orgullo ante el orgullo que la confirmaba en esa mirada, quien valoraba cada logro intelectual o deportivo que su hija le ofrecía, como si la representara concretamente a sí misma. Esta necesidad de ser aprobada por la mirada exigente y difícil de satisfacer de objetos reales de la infancia, se va tornando –instalado el período de estado de la enfermedad– en una arrogante actitud acompañada de ideas irreductibles que condicionan su conducta restrictiva. Bibliografía 1. Ricoeur, Paul.: “Introducción a la simbólica del mal”, Ediciones Megalópolis, La Aurora, Buenos Aires, 1976. 2. Ricoeur, Paul.: “El simbolismo más arcaico del “mal” es el concebido como suciedad, como una mancha que infecta desde afuera. La conciencia de sí mismo recurre a un lenguaje muy concreto: mancha, suciedad, impureza… y se apela a los ritos de purificación. Con el tiempo, la simbólica del 67 Bernardo Rovira - Eduardo Chandler pecado en la literatura babilónica, hebrea, griega, opone a la imagen del contacto impuro la de una relación herida: primero entre un hombre y un Dios, luego entre un hombre y otro hombre y, por último, de un hombre consigo mismo. La idea de culpa representa la forma extrema de interiorización, posee un acento netamente subjetivo, es individual y referido a sus propios valores, es la conciencia de haber sido inculpado e incriminado por ese tribunal interior que denominamos: conciencia moral. La culpa es la autoobservación, la autoacusación y la autoconducción por una conciencia desdoblada” agregando que: “mientras el pecado pertenece a una realidad colectiva, la culpa tiende a individualizarse. La culpa es un veredicto de un tribunal interior que supervisa, juzga y condena. La culpabilidad anuncia una acusación sin acusador, un veredicto anónimo. Es el inicio de una patología específica, cuyo punto de inflexión sería el escrúpulo”. 3. Keys, A. et al.: “The biology of human starvation”. Minneapolis, University of Minnesota Press, 1950. 4. Bruch, Hilde: “La jaula dorada. El enigma de la anorexia nerviosa”, Ed. Paidos, España, 2002. 5. Tustin, Francis: “Barreras autistas en pacientes neuróticos”. Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1989. 6. Brusset, Bernard: “La Anorexia”. Ed. Nueva Paideia. Barcelona, 1985. 7. Bruch, Hilde: “Eating disorders. Obesity, Anorexia Nervosa and the Person Within”. Routledge and Kegan, London, 1974. 8. Schilder, Paul: “Imagen y apariencia del cuerpo humano”. Ed. Paidos, Buenos Aires, 1958. 68 Anorexia Nerviosa Capítulo 6 Sintomatología somática Dr. Bernardo Luis Rovira Dr. Eduardo Chandler Desde el comienzo de la restricción alimentaria vemos la aparición de manifestaciones somáticas, producto del esfuerzo del organismo para evitar al máximo su gasto calórico y, de alguna manera, lograr la subsistencia aun con un tercio, o menos, de las calorías necesarias. Así vemos la aparición de lanugo, vello fino que, a modo de rudimentario abrigo, paulatinamente va cubriendo tronco y extremidades. Es similar al que encontramos en los bebés recién nacidos –de ahí su denominación– y estaría destinado a disminuir la pérdida de calor. Efectivamente, las pacientes manifiestan una mayor sensibilidad al frío, la que se va intensificando a medida que el peso desciende, hecho que las obliga a usar ropas mucho más abrigadas que las que la temperatura ambiente requiere. Además, ellas eligen prendas de mayor talle que el que correspondería a su cuerpo, pues necesitan “tapar sus formas”… aunque esas formas ya se hayan perdido. La circulación periférica disminuye: el cuerpo parece haber decidido guardar la mayor cantidad de irrigación sanguínea 69 Bernardo Rovira - Eduardo Chandler posible para sus órganos vitales y suprimir todo lo accesorio, por lo cual la piel se encuentra seca y fría, las manos y los pies se presentan azulados, las uñas están quebradizas y el cabello se afina, se muestra sin brillo, crece menos y se cae con facilidad, llegando a mostrar zonas de alopecía. La actividad intestinal es menor, por lo que la constipación es habitual; esta constipación genera una marcada preocupación en las pacientes, quienes interpretan que es por eso que no tienen “la panza chata” y, con frecuencia, recurren a laxantes que terminan complicando severamente el cuadro. El corazón atenúa su actividad paulatinamente y la bradicardia se sitúa alrededor de 40 latidos por minuto; aparece una marcada hipotensión arterial, con una presión sistólica que varía entre los 50 y 80 mm. 70 Anorexia Nerviosa A partir del comienzo del cuadro, tanto debido a la hiperactividad física que mencionamos, como también consecuencia de la restricción alimentaria (que incluye la eliminación de ácidos grasos insaturados, necesarios para la síntesis de estrógenos) y de la pérdida progresiva de peso, comienzan a presentarse trastornos en el ciclo menstrual: disminución en la cantidad de sangrado y ciclos cada vez más irregulares, hasta llegar a la pérdida de la menstruación. Amenorrea que nos marca un punto de inflexión importante en la evolución clínica pues, entre otras cosas, la masa ósea de la paciente depende de la presencia de estrógenos y, además, esos huesos, en la adultez, dependerán de cómo transcurrió la osificación durante la adolescencia. A su vez, la reaparición de la menstruación es el signo clínico más valioso, aún más que el número de la balanza, y es lo que más fielmente nos muestra una buena evolución en la recuperación de la paciente. A nivel del funcionamiento del sistema endócrino, es importante subrayar la disminución de la actividad tiroidea, disminución también ligada a bajar el gasto calórico del organismo. Destaquemos que se trata de un hipotiroidismo funcional y que, la administración de hormonas tiroideas destinada a corregir dicha alteración, en general, empeora el cuadro anoréxico. Todas estas manifestaciones orgánicas que hemos mencionado: hipotiroidismo, amenorrea, bradicardia, hipotensión, constipación, acrocianosis, lanugo, etc., pueden ser interpretadas como una forma de defensa del organismo frente a la disminución de los aportes nutricionales, a fin de seguir viviendo con un monto de calorías que no alcanza al tercio de lo requerido normalmente. Estudios sobre la disfunción autonómica cardíaca en pacientes con anorexia que, con la importante colaboración del Dr. Salvador Guinjoan, realizamos los integrantes del equipo asistencial de Trastornos de la Conducta Alimentaria del Departamento de Salud Mental del Hospital de Clínicas de la Universidad de 71 Bernardo Rovira - Eduardo Chandler Buenos Aires, nos muestran que a mayor delgadez, existe mayor predominio del sistema parasimpático sobre el simpático, lo que nos aporta un dato más sobre las estrategias a las que el organismo recurre para defenderse y ahorrar al máximo el gasto calórico. Recordemos que el sistema nervioso autónomo es, en gran medida, responsable de las alteraciones observables a nivel de la termorregulación, la motilidad vascular, la frecuencia cardíaca y la presión arterial. El estudio mencionado* se realizó sobre dos grupos de pacientes con trastornos alimentarios: uno conformado por enfermas con anorexia y otro por pacientes bulímicas. Los resultados obtenidos fueron comparados con una muestra integrada por jóvenes sanas, de la misma edad, peso y condición sociocultural que las pacientes. Nuestra conclusión fue que el predominio del sistema parasimpático sobre el simpático era significativamente mayor en las pacientes con diagnóstico de anorexia y, por el contrario, no presentaba variaciones en los otros dos grupos. Dichos resultados demostraron que las pacientes anoréxicas tienen alteraciones particulares, como, por ejemplo una menor estimulación simpática del corazón tanto durante el reposo en posición supina como de pie, responsable de que su frecuencia cardíaca sea menor. El hallazgo de una actividad simpática disminuida, tanto en reposo como durante la bipedestación, puede explicar la presencia relativamente rara de trastornos cardiovasculares en la anorexia nerviosa, pese a los factores predisponentes derivados de la desnutrición que le son inherentes. Aquellos casos en que se ha presentado una muerte súbita, por paro cardíaco, han estado vinculados, en general con el descenso del nivel de potasio en sangre debido al uso indebido de diuréticos. * “Actividad autonómica cardíaca en pacientes con trastornos alimentarios”. Premio APSA al mejor trabajo científico del XX Congreso Argentino de Psiquiatría y V Congreso Internacional de Salud Mental. Mar del Plata, Argentina, 22 al 25 de abril de 2004. 72 Anorexia Nerviosa De acuerdo con los criterios diagnósticos del DSM IV, consideramos requerimientos necesarios para reconocer a una enferma como anoréxica nerviosa, a las siguientes manifestaciones somáticas y conductuales: 73 Anorexia Nerviosa Capítulo 7 Psicodinamia Dr. Bernardo Luis Rovira Dr. Eduardo Chandler El camino de la comprensión psicopatológica de la anorexia nerviosa puede hacerse, y de hecho se hace, a partir de diferentes enfoques. Cada uno de ellos nos aportará instrumentos teóricos y un monto de información susceptible de integrarse en una imagen más compleja y abarcadora. El atarnos tan sólo a uno de esos enfoques, como único criterio de verdad, nos arrastra a un reduccionismo que limita la visión del cuadro, al dejar afuera todo aquello que no se encuentre clasificado en sus categorías. En publicaciones a partir del año 1930 y hasta la actualidad, pueden reconocerse dos principales tendencias psicodinámicas sobre el origen de la anorexia nerviosa: primero, las hipótesis, hoy descartadas, que consideran como síntoma principal al componente oral del trastorno y su significado simbólico de embarazo y segundo aquellas, más modernas, que se relacionan con fallas evolutivas en la construcción de la personalidad de los pacientes, de las cuales resultan severas insuficiencias en el funcionamiento del Yo, que llevan a que esté impedida la creación de un self cohesivo e integrado. 75 Bernardo Rovira - Eduardo Chandler Un torrente de preguntas surgen en nuestra mente frente al cuadro anoréxico: ¿por qué esa inversión del sentido vital de la existencia?, ¿qué lleva a tener que recurrir a un esforzado control autoimpuesto de las ingestas?, ¿cómo nació esa desmedida autoexigencia que aspira a no tener necesidades físicas y no depender de nada?, ¿qué llevó a estas jóvenes a hacer de la virtud una necesidad y mostrarnos que, para ellas, el mayor virtuosismo es no necesitar… ni de la comida?… Todos estos interrogantes nos llevaron a intentar una comprensión del cuadro a partir de los elementos psicológicos que interactúan en su desarrollo, y esto a la necesidad de plantearnos una serie de esquemas teóricos que nos permitieran ordenar nuestras observaciones. Al estudiar un grupo de pacientes con esta patología, encontramos que esa dificultad para integrar los cambios surgidos en la adolescencia está relacionada con dos características de la estructura de su personalidad: por un lado, una deficiente función sintética de su Yo y por otro, una estructura superyoica en donde el Ideal del Yo se presenta con una exagerada rigidez y en el cual las aspiraciones de corregir errores devinieron en exigencias de perfección. Esta exigencia lleva a que nada alcance a la joven para sentirse “suficientemente perfecta” y a imponerse, entonces, una nueva meta de un peso cada vez más bajo… como creyendo que en ese esquivo horizonte encontrará, por fin, la autoaceptación que no logra vivenciar. La anoréxica busca sojuzgar al cuerpo pues éste, con sus apetitos, ofrece humillantes y atemorizantes pruebas de su humana debilidad y esto es lo que ese Ideal del Yo no tolera. De esta manera, el férreo control de las necesidades físicas, de los deseos y de los impulsos, provee y mide, a la vez, la tan necesitada sensación reafirmatoria de perfección que la enferma anoréxica cree que alcanzará si logra vivir sin las necesidades de su cuerpo. Su orgullo aumenta a medida que desciende su peso, descenso que testimonia su capacidad de controlar sus apetitos. 76 Anorexia Nerviosa Su autoestima depende hoy de la medida en que logra renunciar a sus deseos y necesidades, como ineludible prueba de virtud ofrecida a su insaciable Ideal del Yo. Para estas enfermas, donde debería estar el objeto está el Ideal del Yo1. Se puede decir que la relación de dependencia y búsqueda de aceptación que antes tenia la niña –futura anoréxica– con la imagen de su madre, en la enfermedad la tiene con su Ideal del Yo. Freud2 señaló, en 1914, que el desarrollo del Yo implica un distanciamiento del narcisismo primario, y que esto sucede por medio del desplazamiento de la libido a una construcción donde se depositan los ideales que cada ser tiene sobre sí mismo, y que denominó Ideal del Yo. Ideal del Yo que se ha ido conformando, a partir de mecanismos identificatorios, por la incorporación en la personalidad de expectativas y pautas de conducta captadas del medio. En las pacientes con anorexia nerviosa encontramos que su personalidad se ha ido desarrollando en un ambiente en donde es marcadamente valorado el conseguir el máximo rendimiento, tanto escolar como deportivo. Ambiente en general integrado por personas muy cuidadas en su aspecto personal, atentas a las formas y a lo estético, en quienes el cuidado de lo aparente es proporcional a su dificultad para vincularse afectivamente y en las cuales la expresión de los sentimientos se presenta entorpecida, motivo por el que tienden a no valorizar lo emocional del ser humano. Su personalidad presenta una estructura narcisística cuya construcción –realizada sobre la base de identificaciones maternas– comienza tempranamente y termina de formarse recién hacia fines de la adolescencia3. El Ideal del Yo, heredero del Narcisismo Primario, aspira a recuperar el Nirvana de ese estado ultratemprano y la perdida ilusión infantil de omnipotencia, con la vivencia de plenitud que de ello se deriva4. Nuestras pacientes nos muestran esto en ese afán de lograr una perfección sin fallas. Ese Ideal del Yo, que deviene rígido, nos está señalando que ha existido una falla en la relación diádica madre-hija en el período 77 Bernardo Rovira - Eduardo Chandler preedípico, con la consiguiente obstaculización en el desarrollo normal de las siguientes etapas evolutivas. Esto predispone a que, en su resurgimiento adolescente, el Yo tome un curso regresivo, buscando la completud narcisista perdida. En su anhelo de lograr la existencia ideal de un ser perfecto, asexuado y sin necesidades ni deseos corporales, la anoréxica se ha desidentificado de la madre (dotada de un cuerpo al cual el suyo propio se asemeja ahora) y se ha identificado con una imagen idealizada, quedando así finalizada la obra del Ideal del Yo, ideal que exige a la anoréxica vivir sin pulsiones, aunque para ello sea necesario vivir sin cuerpo. La autoevaluación se hace comparando lo logrado con lo esperado, es el Yo enfrentado a su Ideal del Yo. Ideal que, en nuestras pacientes, se presenta en extremo exigente y por lo que se despierta en ellas un permanente estado de insatisfacción, pues los resultados nunca son lo suficientemente perfectos como ellas creen que deberían ser. La evaluación negativa así resultante se traduce en insatisfacción y autodesvalorización a nivel personal y en vergüenza en la relación con los demás. Poco a poco, todas las energías son volcadas a cumplir con ese anhelo de perfección nunca alcanzado. Cuando cumplen con lo esperado en una tarea, no sienten placer, no lo pueden disfrutar; tan sólo consiguen no sentirse mal, pero no disfrutan de sus logros. Una paciente nos decía: “siento que he cumplido con lo que correspondía y esperaba de mí, el no hacerlo como espero me deprime y me enoja conmigo”. ¿Por qué este conflicto se manifiesta tan marcadamente a nivel de la comida?: el estar satisfaciendo un apetito es algo que no le corresponde, menos aún si eso le despierta un mínimo de placer; es algo que no se encuentra relacionado con el esfuerzo y es repudiado por su Ideal. Por otro lado, es un requerimiento de su cuerpo, común al hombre y a los animales y que pertenece al mundo de la supervivencia material. Son impulsos 78 Anorexia Nerviosa sobre los cuales el hombre fue edificando supuestos placeres; impulsos que derivan de la misma fuente: la conservación del cuerpo y la conservación de la especie. Pero en la anorexia, no corresponde dejarse llevar por ellos, hay que extinguirlos, están relacionados con lo animal. Decía la mencionada paciente: “no encaja en lo que yo espero de mí”, “no puedo depender de esas cosas”. Esta necesidad de ser aprobada por una mirada exigente y difícil de satisfacer se va tornando –instalado el período de estado de la enfermedad– en dependencia de un autoconcepto que no contempla ya la opinión de terceros y en una arrogante actitud acompañada de ideas irreductibles que condicionan la conducta restrictiva. Su autoestima depende hoy de la aprobación que ella misma se otorga en la exacta medida en que logra renunciar a deseos y necesidades, como inconfundible prueba de virtud no carnal. Todo esto nos llevó a preguntarnos cuál era la relación que existía entre esta sintomatología anoréxica y la vida instintiva y a desarrollar un esquema referido a esa energía vital o fuerza instintiva que nace de la biología, que es común a todos los seres vivos y que ha recibido distintas denominaciones: instinto de conservación, elam vital, pulsión, libido, etc., y cuyo fin primordial es mantener la vida desde el nacimiento. 79 Bernardo Rovira - Eduardo Chandler Si consideramos que durante los primeros años esa pulsión está destinada a mantener la vida del niño como ser individual, vemos que su principal manifestación es el hambre. Más adelante, al llegar a la adolescencia, dicho torrente pulsional se divide en dos: uno sigue al servicio de la subsistencia individual y se manifiesta por el hambre, el otro caudal está destinado a la subsistencia de la especie y está representado por la sexualidad. En dicha bifurcación parecen “fracasar” las pacientes anoréxicas, al no lograr integrar, armónicamente, estos cambios en su personalidad. Allí parece nacer la necesidad de sofocar esos impulsos con conductas que se manifiestan abiertamente a nivel de la comida. La inanición es un camino que les despierta seguridad al sentir que pueden mantener bajo control los requerimientos nacidos en el cuerpo. Dicha dificultad para integrar los cambios se apoya en una falla en la función sintética del yo y desemboca en una regresión, aún a nivel físico, buscando recuperar un cuerpo que no sienta lo que éste siente. La frase “no estoy suficientemente flaca” se refiere a: “mi cuerpo sigue sintiendo lo que yo no puedo soportar”. Va más allá de las formas y el peso. Esa dificultad en la síntesis de los cambios parece estar relacionada con fallas en la segunda individuación. Vemos que el padre varón, eficiente en sí mismo en cuanto a su desempeño personal, presenta trabas para poner los límites necesarios en la crianza de sus hijos. Con la hija, futura anoréxica, esto se relaciona en parte con ese comportamiento hiperresponsable que ella ha mostrado hasta ese momento y quizás también, por un secreto temor a no ser querido por ella. En general son padres que participan poco en la educación de sus hijos, no por estar físicamente ausentes, sino por no participantes, lo que deviene en que no se logre contribuir a la creación de ese espacio que los límites y las normas generan, y que es necesario para que la personalidad adolescente encuentre un escenario adecuado para emprender la segunda individuación descripta por Peter Blos5. 80 Anorexia Nerviosa Bibliografía 1. Brusset, B; Levobici, S; Diatkine, R; Soulé, M.: “La Expresión Somática. La Anorexia Mental de las adolescentes”. Tratado de Psiquiatría del Niño y del Adolescente. Biblioteca Nueva, Madrid, 1990. 2. Freud, Sigmund: “Introducción del narcisismo”. Amorrortu Editores, T. XIV. Buenos Aires, 1984. 3. Chasseguet-Smirgel, Janine: “El Ideal del Yo”. Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1991. 4. Freud, Sigmund: “Introducción del narcisismo”. Amorrortu Editores, T. XIV. Buenos Aires, 1984. 5. Blos, Peter: “La Transición Adolescente”. ASAPPIA. Amorrortu Editorial. Buenos Aires, 1996. 81 Anorexia Nerviosa Capítulo 8 La Anorexia Nerviosa según el análisis del Psicodiagnóstico Rorschach Lic. Miriam G. Remo Lic. Marcela Alvarez Los Tests son pruebas para estudiar la conducta de cada persona en respuesta a categorías que han permitido estandarizarlas; los Tests proyectivos llevan al sujeto a proyectarse frente a cada estímulo desde lo más particular de sí, por lo tanto lo percibido se transforma en apercibido. El Test de Rorschach ha significado un valioso aporte para la Psiquiatría y la Psicología. Su conocimiento nos ha permitido profundizar en los dinamismos de las estructuras de la personalidad. Convocadas por este libro, trataremos de conocer a nuestras pacientes a la luz de esta técnica, la primera que se ha creado como test proyectivo. Estudiamos un grupo de pacientes, con un promedio de edad de 19 años, la menor de 16 y la mayor de 25 años; todas presentaban un cuadro de Anorexia Mental, cumpliendo los criterios del DSM IV. Llevaban de seis meses a cuatro años de evolución de su enfermedad. 83 Bernardo Rovira - Eduardo Chandler Los Psicodiagnósticos fueron administrados por diferentes profesionales del Departamento de Salud Mental del Hospital de Clínicas José de San Martín, a quienes les agradecemos su colaboración. En Psicología se habla de proyección, siguiendo a Laplanche y Pontalis1, indicando los siguientes procesos: “El sujeto percibe el medio ambiente y responde a dichos estímulos en función de sus propios intereses, aptitudes, hábitos, estados afectivos duraderos o espontáneos, esperanzas, deseos, etc.… De un modo más profundo: las estructuras, o rasgos esenciales de la personalidad se muestran en el comportamiento manifiesto. Tal es el hecho que se encuentra en la base de las técnicas llamadas proyectivas”. Reseña histórica Este Test se publicó por primera vez, en 1921, presentado en un pequeño libro de 174 páginas, con el título de “Metodología y resultados de un experimento diagnóstico de la percepción (interpretar formas casuales)”. Lo acompañaba una serie de diez láminas con varios colores, a predominio de los distintos tonos de grises. Su autor, Hermann Rorschach, médico psiquiatra y psicoanalista, fue miembro fundador y vicepresidente de la Sociedad Psicoanalítica Suiza en 1919. Hijo de un pintor, encontramos en su biografía que de joven lo llamaban “Klex” (mancha de tinta), no pudiéndose afirmar con seguridad si tal apodo tenía que ver con lo artístico de su padre o derivaba de una actividad que ocupaba a los jóvenes de ese tiempo que era jugar con “Klecksografías”, manchas de tinta. Siendo médico, trabajó con Eugene Bleuler y con C. G. Jung en Zurich, donde las ideas de Sigmund Freud ya habían sido incorporadas. 84 Anorexia Nerviosa La aplicación de su test generó, durante los primeros años, incomprensión y resistencia, pero él continuó administrándolo y enriqueciendo la técnica, hasta su fallecimiento a los 38 años. Ewald Bohm2 nos refiere: “Hermann Rorschach fue un hombre excepcionalmente dotado para el arte, con sólidos conocimientos de la historia de las religiones, del folklore y de la psicopatología, con un notable talento para los idiomas y que falleció desilusionado y deprimido, sin sospechar siquiera el éxito inaudito que alcanzaría su obra, la que constituyó el primero y fundamental de los métodos llamados proyectivos y que hoy se halla difundido por todo el mundo y reconocido como el mejor de todos ellos”. Rita Singer3, es la referente temática en Psicología y Psiquiatría en la Biblioteca de la ciudad y de la Universidad de Berna y se ocupa del Archivo de Rorschach. En su artículo “Genial y simple: El Test con las manchas de tinta”, ella rescata algunas cartas, recibidas por su viuda: “Acepte mis más sinceras condolencias por la pérdida de su marido, que lamentablemente no conocí (pero) del que sé que era un ser humano excelente y un destacado servidor de la ciencia” (Sigmund Freud); “Su marido era la esperanza de la psiquiatría suiza para toda la generación. No hay ningún otro que se hubiera podido comparar con él…” (Eugene Bleuler). La genialidad del autor estuvo en generar un instrumento donde la interpretación de las manchas de tinta no sólo va a estar dada por la percepción sensorial objetiva, sino también por los procesos dinámicos de la vida anímica. El análisis de las respuestas permite sacar conclusiones acerca de aspectos de la personalidad, tales como: inteligencia, afectividad, fantasías, carácter, talentos y enfermedad. “De las manchas de tinta que se tiran sobre un papel que se dobla a la mitad y luego se desparrama entre ambas hojas, como lo describió Rorschach, él seleccionó formas simples; las manchas tienen una disposición que obedece a ciertas condiciones del ritmo, del espacio, etc”. 85 Bernardo Rovira - Eduardo Chandler Bruno Klopfer4 nos relata que: “se llevaba un tiempo experimentando con manchas de tinta, pero lo que lo distinguió a éste es que produjo un cambio desde el contenido de las respuestas del sujeto, más o menos imaginativas, a ciertas características formales de las producciones conceptuales. El interés ya no descansa en lo que el sujeto ve y sí en cómo particularmente maneja el material de estimulación”. “El juego recíproco entre las características estructurales del material estimulante y la estructura de la personalidad del sujeto, refléjase en ciertas categorías formales que describen las características de las formaciones conceptuales y que son establecidas por el Psychodiagnostik, como fundamento de un método objetivo para el diagnóstico de la personalidad”. En un intento de merecida revalorización de este instrumento, tan fundamental para el estudio de la personalidad, retomamos la definición que tiene de esta técnica Isabel Adrados5: “El test revela la organización básica de la estructura de la personalidad, incluyendo características de afectividad, sensualidad, vida interior, recursos mentales, energía psíquica y trazos generales y particulares del estado intelectual del individuo. Es decir nos informa sobre el potencial y el real rendimiento intelectual, su tipo, riqueza y características de pensamiento, su grado de flexibilidad o rigidez, de trivialidad o de originalidad del pensamiento, su creatividad, la eficacia de su percepción, la prueba de realidad, la dinámica personal, la expresión y el manejo de los afectos y la agresión, los mecanismos de defensa predominantes, grado y tipo de conflictos y de conciencia de ellos, conductas reales de la persona, tipo e intensidad de los vínculos que establece, existencia o no de angustia y modo de enfrentarla, posibilidad de somatizaciones y de actuaciones, impresión diagnóstica y, lo que es más importante, pronóstica”. Evaluación psicodiagnóstica Reunidos todos los informes, intentamos encontrar elementos de coincidencia en este grupo de pacientes que comparten el 86 Anorexia Nerviosa diagnóstico de Anorexia Nerviosa. Para ello valoramos, en un primer momento, los elementos cuantitativos. Algunos datos se desprenden luego de volcar los valores expresados de cada uno de los tests en un histograma de barras, teniendo un gráfico por cada estudio psicodiagnóstico. Lo primero que llamó nuestra atención fue el encontrar un marcado predominio de la columna de forma (F), que ocupa el lugar central del gráfico. El porcentaje normalmente esperado de las respuestas de Forma es de 20 a 50%. En el 72% de los protocolos analizados alcanza un promedio del 75% y, en uno de ellos, la columna de Forma llegó al 90%. La presencia de este determinante expresa la capacidad o incapacidad del Yo para resolver situaciones nuevas, las modalidades de su accionar y la fortaleza o debilidad que posee para 87 Bernardo Rovira - Eduardo Chandler discriminar y organizar los estímulos provenientes del mundo externo y de sí mismo. El alto porcentaje que muestran los protocolos estudiados, estaría denunciando un excesivo esfuerzo defensivo de control del Yo, de disociación o represión, el cual no logra sintetizar, armónica y plásticamente, los impulsos y las emociones, como tampoco la satisfacción y la expresión de las mismas. No podemos dejar de pensar que toda la energía utilizada en estos controles es en menoscabo de otros aspectos del funcionamiento mental, que en la clínica se presenta como una gran inexpresividad emocional y una mayor insuficiencia del Yo en sintetizar los impulsos y las emociones. Como resultado de estas excesivas defensas, se establece una gran distancia entre la vida afectiva y el contacto con su mundo interno, no logrando expresar aspectos creativos más personales. Vemos que todo lo anterior se refleja, en nuestras pacientes, del siguiente modo: personalidades muy rígidas y controladas en sus emociones, poco espontáneas, al punto de mostrarse impersonales, esforzándose cada vez en pensar en cómo poner distancia frente a circunstancias que les puedan generar acercamientos o cierto compromiso afectivo mayor. En dos casos en que el porcentaje de Forma se presentaba disminuido, nos encontramos con pacientes donde el funcionamiento de su Yo ha sido arrasado por la emergencia de contenidos inconcientes; en uno de los casos fracasa frente a lo emocional, no puede controlar las respuestas que ponen en marcha su mundo afectivo y en el otro presenta dificultades en percibir la realidad tal cual es, dado que la fantasía presiona con tal fuerza que perturba en exceso la función crítica del Yo. Otra circunstancia que se presentó, y nos llamó la atención, es el bajo porcentaje de respuestas de textura. Este determinante (Fc) se espera como respuesta a las tonalidades grises de las manchas y nos da idea de superficie (textura). En el 70% de los protocolos administrados se encuentra ausente este determinante y en el 30% restante no alcanzó el 88 Anorexia Nerviosa porcentaje esperado, que es de dos o tres respuestas de Fc como mínimo. Alicia Martha Passalacqua y otras5, teorizan de esta manera su significado: “Fc es el determinante que se refiere al contacto a nivel de las relaciones objetales básicas, a la necesidad que se tiene del otro, pero con un grado de madurez de la dependencia, ya que hay mayor aceptación y reconocimiento de la dependencia y por lo tanto se puede controlar más racionalmente. También las Fc revelan el conocimiento de lo que sucede en el ambiente y nos indican el “tacto” y la flexibilidad para manejarse con los demás. Buenas texturas hablarían de buenos vínculos, de pensar en el otro aunque esto no se vea en la conducta, e indican la existencia de vínculos profundos”. La falta de Fc nos señala que existe una dificultad para reconocer y aceptar las necesidades afectivas y lleva a un incremento de la intelectualidad, que pasa a gobernar la conducta. Nos indica que la necesidad de afecto probablemente haya sido desplazada, disociada, quizás debido a experiencias de frustración prolongada en sus primeros vínculos, quedando, entonces, obstaculizada la capacidad de establecer relaciones objetales en las que los afectos estén incluidos. Esa deprivación afectiva se ha vivido como peligrosa, creando inseguridad y ansiedad, que en los próximos vínculos lleva a tratar de protegerse negando y reprimiendo el reconocer que necesita del afecto de los demás. Para Klopfer la ausencia de Fc se puede deber a frustraciones tempranas en la relación madre–hijo y/o ser indicio de un defecto básico en la personalidad y su organización, lo que obstaculiza la adaptación e impide las relaciones interpersonales cercanas o tiernas… Si tenemos una alta columna de F, que es índice de control, sin estar matizada por la textura, que indica sensibilidad, ello nos muestra una gran rigidez, una falta de flexibilidad y de profundidad emocional en las relaciones. 89 Bernardo Rovira - Eduardo Chandler La ausencia absoluta de cualquier tipo de texturas (Fc, cF o c) nos habla de una dependencia no mentalizada y, por lo tanto, actuada o puesta en el cuerpo sin aceptarla o reconocerla, disociada. Esta ausencia de texturas también se observa en adicciones, enfermedades psicosomáticas, psicopatías y en personas que son dependientes de grupos como modo de cubrir su necesidad de vínculos. Esta misma observación surgió en un trabajo realizado por la Cátedra de Técnicas de Evaluación y Exploración Psicológica III, USAL: “El Psicodiagnóstico de Rorschach en pacientes hospitalizados y ambulatorios con trastornos en la conducta alimentaria.”6: “Los vínculos: necesidades de dependencia que no se expresan sino a través de la actuación; características simbióticas que truncan los procesos de individuación. En el análisis de las texturas observamos que está ausente, lo que resulta bastante elocuente, ya que a pesar de la pobreza de los protocolos, el descenso de los otros Determinantes Esperables es menor. Los fenómenos especiales Abordaremos el análisis de los factores imponderables, según refiere el primero en sistematizarlos: Ewald Bohm, que son de gran importancia y se consignan, luego de finalizada la prueba, como “fenómenos especiales” que se refieren a los aspectos cualitativos. Los protocolos de nuestras pacientes presentaron un gran número de ellos. Vamos a tomar aquéllos que más nos llamaron la atención por su gravedad o por la reiteración de los mismos fenómenos especiales en varios de los tests que se administraron. Contaminación: se presenta en forma atenuada, uniendo dos o más conceptos; no se realiza en forma superpuesta, a 90 Anorexia Nerviosa pesar de existir una tendencia a mezclar, pero las partes aparecen diferenciadas y en la verbalización se discrimina la respuesta. Como ejemplos: “Un murciélago con nariz de chancho, bicho raro”, en la lámina I, o también, en esa misma lámina: “Dos personas con alas, medio extrañas, enfrentándose con la mano arriba y con vestido largo”. En la lámina II: “Acá hay un animal que tiene como la pata de un gorila y la cabeza de un pájaro, que empuja lo que puede ser el tronco de un árbol”. En otro protocolo, también en la II: “Parece una araña, como un caparazón con alas… Te digo cualquier cosa…”. Este fenómeno nos señala un pensamiento poco claro, con dificultades para integrar las partes, poniéndose en evidencia la presencia del mecanismo de disociación y la incapacidad para efectuar una síntesis. Estos serían los ejemplos encontrados frente al fracaso de la función Yoica que presentamos con anterioridad. Lo mismo ocurría con el siguiente. Confabulaciones: este fenómeno se presenta cuando el sujeto hace una interpretación partiendo de un detalle de la mancha, que puede o no estar bien visualizado, para estructurar una respuesta abarcando mayores proporciones que, por lo general, no tiene buena calidad formal. Por ejemplo, en la lámina III: “Dos personas, con corazones unidos”. Combinación confabulatoria: aquí se relacionan diferentes elementos aislados de la mancha (con buena calidad formal), que aparecen en la verbalización de la respuesta, con una falla en su asociación (de ahí el desarrollo confabulatorio). Como ejemplos: en la lámina I: “Acá veo dos duendes que llevan a una persona, la persona medio que se niega, como que no quiere ir, como volando que la llevan por las alas de los duendes”. También en la III: “Dos personas, las está separando un corazón, el sentimiento de 91 Bernardo Rovira - Eduardo Chandler ellas y esta mancha fea podría ser que también los separa. Pechos y genitales masculinos”. O de otra paciente “Dos personas, corazones unidos”. Un último ejemplo, en la lámina VIII: “Están construyendo. Dos osos tomándose de la mano de algo”. Este fenómeno revelaría una confusión en los procesos lógicos del pensamiento; se observa la realidad a través de un aspecto parcial, a partir del cual luego se infiere la totalidad de la situación, por esto la realidad que se construye está distorsionada. Nos muestra el mecanismo de omnipotencia del pensamiento, en donde se construye una hipótesis frondosa (se edifica la respuesta a partir de un solo dato). Son sujetos que tienden a mentir frente a la imposibilidad de reflexionar claramente. También nos resultó llamativa la presencia de los siguientes fenómenos especiales, dado que se encontraron en cada uno de los protocolos y dentro de cada uno de ellos se repetía un número significativo de veces: 1. Crítica del objeto El entrevistado critica lo que percibe y su no parecido con el objeto real, justificando que la mancha no se parece, que no está bien estructurada o que tiene un mal diseño: Lámina IV: “Un bicho, pero raro”. Lámina IV: “Se parece al de la Bella y la Bestia, se parece a la bestia, tiene pies de payaso o es deformado, tiene cabecita chiquitita, es una persona”. Lámina VII: “Acá veo otra cara, un ojo, una nariz, una boca, es un bicho raro, tiene un gorro, le sale algo para afuera”. Lámina X: “Esto, la cara de un pato, el pico, el cuerpo, lo veo raro, tiene piernas, no patitas, tirando a piernas de persona”. 2. Crítica del Sujeto La crítica ahora va dirigida directamente a sí mismo. En muchas oportunidades surgen los dos fenómenos de crítica, tanto del objeto como del sujeto. En ocasiones, las del objeto 92 Anorexia Nerviosa encubren, justifican o son una racionalización de las críticas del sujeto. Frente a la imposibilidad de dar una buena respuesta, lo que encubre con el fenómeno es su propia inhibición. Lámina I: “Un insecto, no sé cual es, ese que tiene alas, una abeja, un tábano, tiene tres alas, las antenitas, la cola”. Lámina VI: “No se me ocurre nada, pareciera un insecto”. Lámina VIII: “No sé qué es, veo patitas, un piquito, un cuerpo… algo”. En estos fenómenos de Crítica del sujeto también se hace presente otro fenómeno que es el de Interrogación. Lámina VI: “Este de acá es un animal, no sé… ¿Cuál es? Tiene manos y patas, cuatro patas, cara, cola, cuerpo. No le falta nada. Esta completito, Un perro no es, por ahí anda”. En este último ejemplo se agrega otro fenómeno, el de la conciencia de interpretación, en este caso disminuida, y el sujeto busca la respuesta que presupone tiene cada lámina. Teniendo en cuenta la presencia de los Fenómenos de Crítica del Objeto, de Crítica del Sujeto, como también de alteraciones en la Conciencia de Interpretación, ya pierda la distancia y busque una respuesta determinada, o cuando nos esté haciendo saber, todo el tiempo, que recuerda que esto es una mancha, se presenta la Conciencia de Interpretación aumentada o en forma de Interrogación. En todos esos fenómenos el sujeto nos muestra una profunda inseguridad, un juicio hecho sobre su persona donde la desvaloración es el resultado final, y, por lo tanto, su autoestima es muy baja. Nos hace saber de lo hiperexigente y autocrítico que es consigo mismo. Dada la presencia de estos fenómenos en una forma aumentada, tenemos que pensar que cada una de estas pacientes presenta una alteración en la instancia psíquica que critica y censura, es decir el Super Yo –encargado de las normas– y del Ideal del Yo –encargado de los ideales–. 93 Bernardo Rovira - Eduardo Chandler 3. Respuestas con uso del diminutivo Es otro fenómeno que se presenta en forma aumentada; implicaría una orientación inmadura. Se asocia con la apatía, la falta de iniciativa y el sentimiento de debilidad provocado por el excesivo control interno de las conductas agresivas. Este es un fenómeno que señala la expresión de debilidad del Yo frente al Super Yo. Vemos, en la lámina V: “dos cabitos de peras”. Y en la lámina VI: “Acá parece ¿cómo se llama?, un cetro, todo oscuro y una manito agarrando el cetro”. “Este de acá un oso o un coala de atrás, yo lo veo de espalda, está sentado y yo le veo las orejitas de atrás”. “Esto de acá, sólo esto, un sapo que tiene las antenitas, ese corte transversal”. Y, también, en la IX: “Acá hay dos monitos”. 4. Shock al vacío Este fenómeno podría caracterizar al grupo de pacientes estudiadas y las definiría en un aspecto de su dinámica inconsciente con más claridad. Fue observado en primer lugar por M. Orr, y luego descrito por Loosli-Usteri, que considera como tal a “toda reacción estuporosa frente a las láminas VII y IX”. Se encontraron, particularmente, una serie de fenómenos en la lámina VII, tales como: Respuestas de Defecto, Crítica al Objeto, Respuesta de Par, de Diminutivo, Conciencia de interpretación disminuida, Autorreferencias, Respuesta de Dos, Detalle con espacio en blanco, Detalle con tendencia a la global con uso del espacio en blanco, pérdida de la calidad formal (F- , F+-), respuestas de animales, de objetos, todo esto en lugar de la respuesta vulgar y esperada: dos mujeres, a partir de la configuración que ha tomado la mancha en ésta lámina. Lámina VII: “Esto es un recipiente todo, lo blanco, pero que está roto en el fondo, tiene una pérdida”. Lámina VII: “Un sillón, el respaldar, pero le falta la… en el lugar del asiento la parte donde te sentás está rota, no, le falta terminar”. 94 Anorexia Nerviosa Lámina VII: “Una lámpara”. Lámina VII: “Nariz, boca sin ojos”. Lámina VII: “Veo como el hocico de un gato”. Lámina VII: “Otra cara, se asemeja a un elefante, hay ojo y trompa”. Lámina VII: “Acá veo dos caras de personas que se están mirando, una nariz y una boca; los ojos no los veo, pero si un espacio más grande que para un ojo, pero no importa. Tiene puesto un gorro o algo, acá el cuello y todo esto no pertenece. Todo podría estar apoyado acá, en una mesa para sostener esto, y que no se caiga, que le dé equilibrio”. Lámina VII: “Dos conejos”. Ofelia Vázquez, una estudiosa del Psicodiagnóstico en la Argentina, nos da el sentido dinámico que tiene la lámina en dos oportunidades: “Lo que cada persona revela en esta lámina es su sentir respecto a la madre de la infancia, el juicio que tiene de ella; lo que de ella tiene, a su vez, por identificación”8. “No me refiero a la madre biológica, sino a lo femenino en la relación más personal con cada uno de nosotros”7. Es decir, la imagen materna que cada cual fue construyendo dentro de sí, en su desarrollo. Todo esto en respuesta a una mancha que, según su bella descripción, es: “Cóncava como una mano abierta, vaporosa como si fuera a difundirse, a punto de desmoronarse de puro inestable, extrañamente abisagrada abajo, decididamente abierta por arriba, brillante en su cavidad a fuerza de blanca, ¿qué tiene esta figura que evoca a la mujer, a la joven mujer que conocimos cuando niños, a aquella madre todavía vital, secreta, inalcanzable, omnipotente, lectora de nuestros pensamientos, juez arbitrario de nuestros actos?”8. Teniendo en cuenta los aportes, producto de la experiencia de la autora, sumados a los de los precursores en la interpretación más dinámica, estaríamos en condiciones de decir que la presencia de este Shock, particularmente en esta lámina VII, daría cuenta de la expresión de emociones muy primitivas que parten de la 95 Bernardo Rovira - Eduardo Chandler relación con la figura materna, lo cual le impediría organizar la respuesta esperada como producto de una buena experiencia inicial. Como resultado de lo vivido, reactivado por la lámina, dará una serie de Fenómenos Especiales, donde, por el contenido de alguna de las respuestas, se proyectará lo fallido de aquella experiencia. “Un sillón, el respaldar, pero le falta la… en el lugar del asiento la parte donde te sentás está rota, no, le falta terminar”. Resumiendo, luego de este trabajo, estaríamos en condiciones de presentar como elementos que se repiten en los Psicodiagnósticos Rorschach de nuestras pacientes con Anorexia: Altos porcentajes de F. Ausencia o disminución del determinante Textura. Contaminaciones leves. Confabulaciones. Combinaciones Confabulatorias. Crítica del Objeto. Crítica del Sujeto. Respuestas con el uso del diminutivo. Shock al Vacío. Determinantes y fenómenos especiales que se presentan con una frecuencia tal que podríamos pensar que son distintivos de estos cuadros, mostrando elementos que fundamentan esa alteración en el funcionamiento del Yo en su función sintética y una excesiva rigidez del Súper Yo en cuanto a sus Ideales de perfección, tales como se ven en la clínica. Bibliografía 1. Laplanche, J.; Pontalis, J. B.: “Diccionario de Psicoanálisis”. Editorial Labor S.A. Tercera Edición revisada bajo la supervisión del Dr. J. Laplanche, 1981, Barcelona, España. 96 Anorexia Nerviosa 2. 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Además, las circunstancias determinan el grado de vulnerabilidad del individuo sobre el cual un factor se destaca como el desencadenante aparente que dispara el desarrollo de la enfermedad. Es decir: 99 Bernardo Rovira - Eduardo Chandler Presentación en la consulta En la Anorexia Nerviosa, la paciente es traída a la consulta por un familiar, en general su madre, ya que ella no es consciente de su enfermedad. Dicha enfermedad suele comenzar con una dieta cuyo fin es perder peso y que progresivamente se va haciendo más y más estricta. La paciente presenta también una particular distorsión de su imagen corporal, distorsión que es patognomónica de la anorexia nerviosa, ya que a pesar de la extrema delgadez resultante, persiste en ella la necesidad de perder peso por no verse aún lo suficientemente delgada. A la inspección se presenta, lúcida, muy adelgazada, con aspecto aniñado, coloración pálido-amarillenta de la piel (especialmente en palmas y plantas de los pies), la que también se percibe seca. El cabello está seco, ralo y desvitalizado, a veces se observa la presencia de lanugo en tronco y extremidades y las uñas están quebradizas. La masa muscular se encuentra disminuida y el tejido adiposo subcutáneo está consumido, observándose asimismo hipotrofia mamaria y abdomen aplanado. En ocasiones se comprueba la existencia de acrocianosis, que describiremos luego. Presentan amenorrea como consecuencia de la alteración de la composición corporal debida a la desnutrición, la que provoca pérdidas en los tres compartimientos corporales principales: graso, muscular y óseo. No obstante, la amenorrea también puede ser secundaria al stress emocional, tal como sucede en aquellos casos en los cuales la enfermedad presenta un comienzo que es previo al mencionado cambio en la composición corporal. La gravedad del cuadro clínico de la anorexia nerviosa está determinada por la magnitud de la desnutrición ya que la mayoría de los cambios físicos dependen de la inanición autoimpuesta, pudiendo –o no– revertir con el tratamiento nutricional. 100 Anorexia Nerviosa Integran también el cuadro clínico una progresiva irritabilidad, insomnio y aislamiento, tanto social como familiar. También suele observarse cierta obsesión por la preparación de los alimentos, así como un llamativo conocimiento acerca de sus características, su valor energético, etc. similar al que suelen presentar las personas sometidas a inanición. Estos conocimientos son utilizados por la paciente para justificar su actitud hacia la comida. Uno de los primeros alimentos que dejan de comer son las carnes rojas, argumentando que no son saludables por su contenido en grasa y colesterol. Así, a medida que transcurre la enfermedad, van limitando cada vez más los alimentos y también recurren a argumentos de naturaleza digestiva (pesadez, molestias indefinidas, constipación) para justificar tales restricciones. Tienden a suprimir las comidas elaboradas prefiriendo las “naturales” y poco condimentadas, con aumento relativo de los vegetales, algunas frutas, lácteos descremados, gelatinas y alimentos dietéticos cuidadosamente seleccionados. 101 Bernardo Rovira - Eduardo Chandler Si bien el volumen de las comidas que consumen es escaso, las distorsiones perceptivas que padecen hacen que lo refieran como excesivo. Tienden a masticar y deglutir muy lentamente y a separar los componentes que integran las comidas, lo que afecta la microestructura alimentaria. Asimismo, podemos observar que prefieren comer en soledad. En el siguiente cuadro se resumen los signos y síntomas somáticos a los que nos hemos referido. SIGNOS SINTOMAS Bajo peso Agitación - irritabilidad - insomnio Inanición Amenorrea Piel seca, amarillenta Constipación Caída de cabello, lanugo Intolerancia al frío Erosión del esmalte dental Fatiga Edemas Hipotensión Bradicardia Hipotermia Acrocianosis Hipotrofia mamaria Complicaciones físicas de la inanición Las complicaciones médicas juegan un rol muy importante en la anorexia nerviosa. Es fundamental tener en cuenta el estadio y la dinámica de la patología, así como las comorbilidades que se pueden presentar. Aparato cardiovascular Las alteraciones cardiovasculares constituyen una de las principales causas de muerte en la AN. El corazón presenta una progresiva disminución del volumen, especialmente de la masa 102 Anorexia Nerviosa ventricular izquierda, con adelgazamiento de las paredes y reducción de las cavidades, adquiriendo una posición más vertical debida a la reducción de la grasa pericárdica. Estos cambios en la estructura cardíaca se acompañan de bradicardia e hipotensión, fenómenos que pueden justificar la internación de la paciente. La disminución de la demanda de oxígeno y la reducción del volumen sanguíneo mantienen adecuados la función sistólica y el volumen minuto. Las extremidades pueden estar frías y cianóticas (acrocianosis) debido a la hipotensión, a la disminución del volumen circulatorio y a la vasoconstricción. La vasoconstricción periférica tiene la función de mantener un volumen circulatorio útil, así como de sostener la tensión arterial en valores funcionales y conservar el calor corporal, siendo todas estas, respuestas adaptativas. La suma de hipotensión, déficit alimentario y alteraciones electrolíticas pueden disminuir la eficiencia miocárdica hasta llegar a la insuficiencia cardíaca, la cual puede sospecharse ante la aparición de taquicardia no explicable por otras causas. Es también un hecho de observación frecuente el prolapso de la válvula mitral, consecuencia del disbalance entre el tamaño valvular y el volumen ventricular. Las alteraciones electrocardiográficas que pueden observarse en estas pacientes consisten en: bajo voltaje del trazado, prolongación del intervalo QT, alteración del intervalo QRS, depresión del segmento ST, alteraciones de la onda T (con aplanamiento o inversión) y una onda U prominente. Finalmente señalaremos que, en ciertas condiciones, la realimentación puede desencadenar fallo de bomba, fenómeno relacionado con hipofosfatemia. Aspectos endocrinológicos Los cambios hormonales asociados a la anorexia nerviosa están directamente asociados a la desnutrición. 103 Bernardo Rovira - Eduardo Chandler La amenorrea, por pérdida de la pulsatilidad del factor liberador de gonadotrofinas (GnRH) es uno de los signos sobre los que se apoya el diagnóstico de anorexia. Se asocia con niveles basales disminuidos de gonadotrofinas, secundarios a una pobre estimulación de LHRH –probablemente mediado por la hipoleptinemia– lo que da lugar a un hipogonadismo hipogonadotrófico y niveles bajos o indetectables de estradiol. Hay un regreso, así, al patrón hipofisario prepuberal, especialmente en lo referido a los valores de LH y LHRH. Es un requerimiento necesario que se sobrepase cierto umbral de peso y de grasa corporal para que se produzca una pulsatilidad normal de la hormona liberadora de gonadotrofinas, aunque el mecanismo subyacente para esa asociación sea aún desconocido. La leptina (proteína que es producto de la expresión del gen ob en los adipocitos) es una hormona que intervendría en la regulación de las funciones reproductivas. Los niveles de leptina se encuentran disminuidos en los pacientes con anorexia nerviosa, hecho vinculado a que, en dicha situación clínica, disminuye la masa grasa corporal. La reanudación de la menstruación suele suceder a la ganancia de peso, aunque en algunos casos la amenorrea persiste a pesar de haberse alcanzado un peso normal. Este curioso fenómeno ha sido atribuido a un bajo porcentaje de grasa corporal, a un consumo inadecuado de grasas y al stress hipotalámico. También señalaremos que en la anorexia nerviosa puede producirse un hipotiroidismo adaptativo, caracterizado por los siguientes registros bioquímicos: disminución de T4, T3 disminuida o normal, T3 reversa elevada y niveles normales de TSH. Otro hallazgo es el hipercortisolismo (cortisolemia y cortisol libre urinario elevados). La CRF (hormona liberadora de corticotrofina) aumenta en relación con la disminución del apetito, ya que interviene en su regulación, además de vincularse con la presencia de depresión. 104 Anorexia Nerviosa Otro fenómeno que merece ser destacado es que la pubertad y la menarca suelen retrasarse, lo cual produce disminución de la talla. También se han descrito la elevación del nivel basal de hormona de crecimiento (GH), así como su aumento durante la fase de sueño de ondas lentas, lo cual probablemente se trate de una respuesta compensadora a la hipoglucemia y a la hipoaminoacidemia. Finalmente señalaremos que el IGF1 (insulin growth factor) se encuentra disminuido, lo que podría contribuir al aumento de la hormona de crecimiento (GH). Aparato Respiratorio Señalaremos brevemente que, cuando la pérdida de peso es importante, ésta puede condicionar la aparición de neumotórax por pérdida de elasticidad pleural. También es un hecho observable que la función pulmonar puede estar severamente perturbada por alteración en la contractilidad del diafragma, fenómeno que es reversible si se resuelve la desnutrición. Sistema Hematopoyético e Inmunidad Dos tipos de anemia suelen observarse en estas pacientes: una forma normocítica normocrómica debido a que la malnutrición produce hipoplasia de la médula ósea, o bien anemia ferropénica (hipocrómica) debida a la baja ingesta de hierro o al sangrado digestivo (por gastritis erosivas, esofagitis y abuso de laxantes). Ante esta situación clínica, es conveniente investigar sangre oculta y ferritina sérica. Más raramente puede presentarse anemia megaloblástica, debida a déficit de B12 o de ácido fólico. Respecto de otras variables hematológicas, destacaremos que la leucopenia es un hecho frecuente y que la concentración de hemoglobina puede encontrarse elevada como consecuencia 105 Bernardo Rovira - Eduardo Chandler de la deshidratación. Por esta razón, al rehidratar al paciente puede producirse un descenso de la concentración de hemoglobina y del hematocrito. La sideremia puede conservar valores normales, pero la transferrina habitualmente se encuentra descendida. En pacientes sumamente emaciados puede encontrarse trombocitopenia. A pesar de la leucopenia y de la disminución de los niveles de inmunoglobulinas y de complemento, la inmunocompetencia está intacta en la mayoría de los casos de anorexia nerviosa, por lo cual es raro observar infecciones serias u oportunistas. Sin embargo, cuando estas pacientes desarrollan un estado infeccioso, éste suele revestir suma gravedad, por no desarrollar fiebre o leucocitosis. En estos casos es de importancia la medición de la eritrosedimentación y de la proteína C reactiva. Los linfocitos T4 suelen estar disminuidos. Aparato Digestivo A este nivel, los síntomas referidos con más frecuencia son: inapetencia, constipación, pesadez postprandial, disfagia y plenitud gástrica, justificada por el aumento de la colecistoquinina, factor de saciedad, y por disminución de la apertura pilórica. Una observación frecuente es la disminución del vaciado gástrico, hecho que conlleva a sensaciones de plenitud aun ante la ingesta de pequeñas cantidades de alimento. El hepatograma frecuentemente muestra que las enzimas hepáticas están aumentadas, hecho conocido como “hepatitis por desnutrición” (de existir un aumento de la bilirrubina indirecta debe considerarse la posibilidad de un síndrome de Gilbert* –el 5% lo presenta– el que se exacerba con el ayuno). La motilidad intestinal se encuentra disminuida, dando lugar a distensión abdominal, flatulencia y constipación. Se ha * Síndrome de Gilbert: hiperbilirrubinemia congénita, de tipo no conjugada que suele exacerbarse por la restricción del ingreso energético. 106 Anorexia Nerviosa descrito también la presencia en estas enfermas de íleo paralítico, síndrome de la arteria mesentérica superior, pancreatitis (por realimentación), colon catártico por abuso de laxantes con destrucción de los plexos mientéricos, colitis necrotisante, hemorroides y prolapso rectal. Riñón, Fluidos y Electrolitos Requieren cuidado las alteraciones del equilibrio hidroelectrolítico, hecho que se torna particularmente riesgoso cuando se combinan la pérdida de peso con el empleo de vómitos, laxantes y/o diuréticos. La deshidratación que observamos en nuestras pacientes se debe a la pérdida de líquido por las conductas purgativas que en algunas enfermas se asocia a la disminución de su ingesta. La hipoperfusión renal –producto de la hipovolemia– y la vasoconstricción llevan a la disminución del filtrado glomerular y al incremento de los productos nitrogenados en sangre (urea, creatinina y ácido úrico). Se transita el camino hacia la insuficiencia renal. La depleción de volumen produce la activación del sistema renina-angiotensina que ocasiona hiperaldosteronismo secundario cuya consecuencia son los edemas periféricos. Otra causa de edema puede ser la hipoalbuminemia. Por su parte, la hipofosfatemia como complicación de la realimentación puede desencadenar una situación de insuficiencia renal aguda. A nivel de las alteraciones electrolíticas más frecuentes hallamos: hipokalemia (<3.5 mEq/l), aumento del bicarbonato (>28 mEq/l) y alcalosis metabólica hipoclorémica que pueden indicar la presencia de vómitos y/o el consumo de diuréticos. La hipokalemia puede tener consecuencias severas tales como taquiarritmias, íleo paralítico y neuropatía tubulointersticial. Esta última se encuentra frecuentemente asociada a una alteración de la capacidad de concentración renal (diabetes insípida nefrogénica) como 107 Bernardo Rovira - Eduardo Chandler resultado de la pérdida o disminución de la sensibilidad a la acción de la hormona antidiurética a nivel del túbulo colector. La deficiencia de potasio debe sospecharse ante la presencia de pérdida de fuerza muscular, parestesias, poliuria, polidipsia y nicturia. Cuando la paciente utiliza como recurso purgativo el abuso de laxantes exclusivamente, hay tendencia a la acidosis metabólica hiperclorémica. Con gran frecuencia estos cuadros no son puros ya que el vómito puede ir acompañado simultáneamente tanto de abuso de laxantes como de diuréticos. La hiponatremia (<135 mEq/l) es de observación frecuente y es debida al consumo excesivo de agua, el que puede estar provocado por un cuadro psiquiátrico de potomanía o, con mayor frecuencia, por la intención de falsear el peso corporal sumándose a una secreción inadecuada de hormona antidiurética. En casos extremos se puede llegar al grave cuadro de intoxicación acuosa con convulsiones y coma. La traducción clínica de las conductas purgativas crónicas suele adoptar la forma de desorientación, miastenia, hipotensión ortostática y sequedad de piel y mucosas a consecuencia de los disturbios hidroelectrolíticos. También puede observarse el pseudo síndrome de Barter, caracterizado por alcalosis metabólica, hipokalemia, hipocloremia, poliuria y deshidratación. La hipomagnesemia (<1.50 mEq/l) puede provocar calambres musculares, espasmos intestinales, hipokalemia y arritmias. Deshidratación y niveles altos de oxalato de calcio en orina serían responsables de la litiasis renal. Sistema musculoesquelético y metabolismo mineral Los factores que intervienen en la disminución de la densidad mineral ósea (DMO) son: la desnutrición auto impuesta, el hipogonadismo, el hipoestrogenismo, el hipoandrogenismo y la amenorrea, encontrándose estos presentes en la Anorexia Nerviosa. 108 Anorexia Nerviosa La desnutrición genera disminución de peso corporal (IMC) con pérdida de masa magra y masa grasa que producen una caída del 50% en los niveles de factor trófico del hueso (IGF-1). El peso corporal actúa como un factor trófico del hueso, atribuible al estímulo biomecánico. Por lo tanto existe una fuerte correlación entre el IMC y la baja densidad mineral ósea; la recuperación del peso perdido está asociada a un aumento de la formación de IGF-1 así como de la densidad mineral ósea. La pérdida de masa ósea es una de las complicaciones más serias y frecuentes que acompaña a la amenorrea y a la desnutrición en las enfermas anoréxicas. Un 50% de las personas que padecen AN presenta densidad mineral ósea 2DS por debajo de lo normal y tanto el hueso cortical como la trama trabecular se encuentran alterados. La pérdida de masa ósea en mujeres jóvenes puede ocurrir aun después de períodos cortos de enfermedad anoréxica (6 meses). Dado que la pérdida de masa ósea, puede persistir después de la recuperación del peso, las mujeres con historia de anorexia nerviosa estarían expuestas a un mayor riesgo de fracturas a largo plazo. La pérdida de masa ósea probablemente es causada por una serie de factores: falta de estrógenos, deficiencias vitamínicas y de macronutrientes, hipercortisolemia y un efecto inhibidor directo de la desnutrición sobre la formación de hueso y la función osteoblástica, alterando el pico de masa ósea, lo que es causa de osteopenia, eventualmente severa. La hipocalcemia (<8.6mg/dl) puede ser debida a deficiencia de calcio pero también a la alcalosis, pudiendo estar asociada a cambios en el ECG. El diagnóstico diferencial de tetania por hipocalcemia debe ser distinguida de la debida a hiperventilación. La hipofosfatemia (<3.5mg/dl) puede ocurrir como complicación de la realimentación pero también por abuso de diuréticos. Cuando alcanza niveles de severidad suficientes, la hipofosfatemia puede tener consecuencias fatales, produciendo 109 Bernardo Rovira - Eduardo Chandler descompensación cardiopulmonar, arritmia, acidosis metabólica, polineuropatía, delirio y alteración de la capacidad de transporte de oxígeno. También a causa del bajo peso se puede observar debilidad e hipotonía muscular marcada, con atrofia de fibras musculares tipo I y II y miopatía proximal, la que se pone de manifiesto por la imposibilidad de subir escaleras y/o peinarse. Una manera sencilla de diagnosticarla es pedirle a la paciente que se coloque en cuclillas y se incorpore sin ayuda. Metabolismo Los estados de hipoglucemia son de hallazgo frecuente en los pacientes con bajo peso, aunque generalmente dicha situación se mantiene asintomática. La termorregulación puede estar afectada por una disfunción hipotalámica que produce tendencia a la hipotermia e intolerancia al frío. Como consecuencia de ayunos prolongados, puede existir alteración en el metabolismo de la glucosa con disminución de la tolerancia a la misma, así como aumento de los ácidos grasos libres y de los cuerpos cetónicos circulantes. La hipercolesterolemia es de observación frecuente en la anorexia nerviosa y podría ser debida a la disminución de los requerimientos de ácidos biliares, al hipotiroidismo compensador y al déficit estrogénico. Frecuentemente se observa hipercarotinemia y deficiencia de zinc, aparentemente carentes de relevancia clínica. Piel, Mucosas y Faneras En la Anorexia Nerviosa son de frecuente observación la caída de cabello, la piel seca, la coloración amarillenta de palmas de las manos y plantas de los pies debida a la hipercarotinemia, uñas quebradizas, etc. Con menor frecuencia se observa la presencia de vellos finos, tipo lanugo y queilosis. 110 Anorexia Nerviosa Sistema Nervioso Un grado de desnutrición de suficiente intensidad puede determinar la aparición de hipotrofia o atrofia cerebral, así como de dilatación de los ventrículos cerebrales y profundización de los surcos corticales cerebrales y cerebelares, hallazgos verificables mediante técnicas de tomografía computada (TC) y/o resonancia magnética nuclear (RMN). Hasta el momento no ha sido descrito un correlato clínico de las mismas y dichas alteraciones anatómicas revertirían totalmente con la recuperación del peso. La malnutrición con severas pérdidas ponderales provoca polineuropatías por déficit. Por otra parte, la extrema delgadez deja los nervios periféricos más expuestos a compresiones, apareciendo parestesias, en especial en el trayecto del nervio mediano o peroneo. A nivel funcional, pueden encontrarse fallas en la memoria visual, en la recuperación de la información y alteraciones cognitivas en la capacidad de atención y memoria. Algunos autores observaron fracaso en la concentración y en la velocidad de reacción a la percepción, pero sin disminución de la inteligencia. Otros síntomas son: cefaleas, insomnio y convulsiones, éstas últimas probablemente debidas a alteraciones en el metabolismo del calcio, sodio, glucosa y/o relacionadas con la uremia. En los pacientes que sufren convulsiones debe hacerse el diagnóstico diferencial con otras patologías haciéndose indispensable la realización de estudios electroencefalográficos (EEG) y TC. Así, en el EEG es posible observar una actividad enlentecida en las frecuencias dominantes. Durante el sueño puede presentarse fase REM acortada como en los estados depresivos mayores. Sistema Reproductivo A pesar de que las pacientes con amenorrea frecuentemente presentan infertilidad, eventualmente pueden llegar a embarazarse dando lugar a una serie de vicisitudes particulares desde el punto de vista médico. También se ha descrito en las AN una 111 Bernardo Rovira - Eduardo Chandler mayor tasa de abortos, probablemente causados por alteraciones en las fases folicular y lútea. Determinaciones de laboratorio En las enfermas anoréxicas es conveniente conocer los datos del hemograma, glucemia, uremia, uricemia, creatininemia, hepatograma, colesterol total y sus fracciones, cortisolemia, T3, T4, TSH, proteinograma, ionograma, LHRH, FSH, LH, estrógenos, electrocardiograma, ecocardiograma, densitometría ósea y composición corporal. Mortalidad Las principales causas de muerte en estas pacientes son las taquiarritmias ventriculares (debidas a disturbios electrolíticos, principalmente hipokalemia e hipofosfatemia), el síndrome de realimentación y las infecciones en aquellas pacientes inmunocomprometidas. Tratamiento clínico nutricional Este trastorno de la conducta alimentaria caracterizado por una desnutrición auto provocada ego-sintónica, negación de la enfermedad y ambivalencia hacia el cambio suele implicar, en las pacientes, un rechazo al tratamiento con elevada tasa de abandonos y recaídas frecuentes. El tratamiento comprende dos fases: 1) recuperación del peso y normalización de la conducta alimentaria y 2) prevención de recaídas La mayoría de los pacientes refiere deseo de cambiar, sin embargo buscan ser tratadas en sus propios términos (con tratamientos dirigidos por ellas mismas) pretendiendo una recuperación de peso mínima o aun inexistente. 112 Anorexia Nerviosa El éxito del tratamiento consiste en superar la actitud de restringir su alimentación, aunque las evidencias disponibles sobre las intervenciones terapéuticas son escasas y los pocos estudios controlados que han sido publicados presentan problemas metodológicos. Tomando en conjunto la experiencia clínica y los datos de los estudios controlados, las correlaciones sugieren que la cronicidad y la edad adulta de comienzo se asocian con peor pronóstico. A pesar de las limitaciones actuales del conocimiento, nuevas áreas de investigación encierran la promesa de identificar los factores de riesgo así como aquéllos otros que sostienen la conducta anoréxica. La anorexia nerviosa es una condición heredable (56 a 70% de heredabilidad) y existe consenso acerca de que la vulnerabilidad genética es multigénica y modulada por influencias ambientales. Esta vulnerabilidad genética determinaría rasgos de personalidad como el perfeccionismo, la evitación del daño y el neuroticismo temprano. En la anorexia nerviosa el trastorno está dirigido o impulsado por una idea sobrevalorada centrada en el miedo a engordar y que se sostiene más allá de los límites de la razón, con exclusión de actividades sociales y otras necesarias para el desarrollo del crecimiento personal (tomando las características de “una pasión que consume”). La restricción alimentaria se vuelve una condición y una recompensa al mismo tiempo, no habiéndose aclarado sus mecanismos de producción, a los que se cree vinculados a la actividad mu del sistema opioide. La estimulación del receptor mu del sistema opioide intermedia la señalización del sistema de gratificación, cuyo umbral puede ser descendido por la restricción alimentaria. La elección de la forma de tratamiento se realiza de acuerdo al estado físico y psicológico de la paciente. La atención debe ser, preferentemente, de tipo ambulatorio, reservando la internación (domiciliaria o institucional) solamente para aquellos casos que 113 Bernardo Rovira - Eduardo Chandler así lo exijan. Los criterios de internación están expuestos en el capítulo de tratamiento. El objetivo del tratamiento, en lo referente a la situación somática es, específicamente, la recuperación ponderal y la resolución de las complicaciones médicas asociadas. La realimentación debe ser progresiva, apoyada en el tratamiento psicológico y nutricional simultáneos. Es especialmente importante obtener una buena relación con la paciente, tratando de fomentar en ella la intención de mejorar su afección. Puede recurrirse a la estrategia de pactar la obtención de pesos mínimos, para no generar alarma en la paciente. El peso que coincida con la recuperación de las menstruaciones es un punto de referencia generalmente aceptado por ellas. Entre las técnicas posibles es de utilidad indicar la redacción de un autorregistro alimentario. En base a estos datos se debe tratar de hacer retomar un patrón horario regular de comidas aumentando progresivamente el valor calórico total de acuerdo a las posibilidades de la paciente. Considerando lo descripto anteriormente debemos ser cuidadosos con la recuperación de peso. Es preferible esperar que la paciente avance en los otros aspectos de su vida para luego poder mejorar el peso corporal de forma muy gradual, dándole la posibilidad de soportar estos mínimos aumentos de peso brindándole acompañamiento y comprensión de las consecuencias de este proceso, muy difícil de ser aceptado en los comienzos. Se debe trabajar firme y pacientemente, requiriéndose una fuerte alianza terapéutica basada en la confianza de la enferma y de su familia en el equipo tratante. Es preciso aclarar que el rol del nutricionista no es simplemente dar una dieta de mayor contenido energético. Debe evitarse amenazar a la paciente con lo que puede ocurrirle a causa de la enfermedad y desarrollar un trabajo basado en la comprensión cabal del trastorno y en el conocimiento completo de la paciente, de su familia y de las relaciones entre ellos. Esta 114 Anorexia Nerviosa es la mejor forma de colaborar con el psicoterapeuta en la facilitación de su tarea. El interrogar sobre sentimientos de displacer, hambre, aburrimiento, gordura, hinchazón o algún particular estado emocional, consigue eventualmente acceder a situaciones emocionales más profundas. Esto permite aumentar el grado de conexión interna y trabajar en la organización de las comidas y de su vida en general. Es necesaria la psicoterapia especializada –según se explica en el capítulo correspondiente– al mismo tiempo que el tratamiento nutricional, ya que un adecuado estado de nutrición es condición requerida para el éxito de la asistencia psicológica. La mejoría de estos cuadros es, en la casi totalidad de los casos, lenta y nunca está exenta de un considerable grado de dificultad. Bibliografía Beumont, P. J. V.: “Treatment of anorexia nervosa”. Lancet, 1993; 341: 16351640. Fischer, M.: “Medical complications of anorexia and bulimia nervosa”. Adolescent Medicine, 1992; 3: 487-501. 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Tal como se señala en este libro, el abordaje de esta enfermedad debe hacerse en equipo interdisciplinario y entrenado en lo referente a las vicisitudes del trabajo en conjunto, pues esta patología presenta situaciones de avance y retroceso, que someten al grupo terapéutico a tensiones y desencuentros. Por este motivo, los códigos operacionales y de comunicación intraequipo deben estar claramente pautados a priori. Toda vez que el médico ginecólogo sea el primer contacto de la paciente, se efectuará la derivación oportuna para su tratamiento interdisciplinario en un equipo conformado por psiquiatras, psicólogos, médicos clínicos y especialistas en Nutrición. 119 Bernardo Rovira - Eduardo Chandler Derivar a la paciente es orientarla hacia esta concepción terapéutica, mediante la que se intentará resolver la situación médicopsicológica que se ha planteado, con una visión integral e integradora. Volviendo al primer contacto del ginecólogo con la enferma anoréxica, es trascendente observar el grado de aceptación de la situación alimentaria por parte tanto de la adolescente como de su familia. Además, es preciso ser cuidadoso en el acto de derivación, pues son jóvenes muchas veces muy sensibles a todo lo que entiendan como una forma de abandono2, 3. Primera etapa en la intervención del ginecólogo Es una instancia de orden preventivo, en la cual se informa a la paciente y a su familia sobre todo aquello que sea pertinente a la probable enfermedad incipiente y se observa de cerca su evolución. Si la patología está ya instituida, el ginecólogo cumple entonces un rol protagónico, pues es quien está a cargo de dar la voz de alerta e iniciar un movimiento terapéutico concertado. Los síntomas propios de la enfermedad pueden, inicialmente, estar desdibujados o tener una manifestación solapada. Otras veces –aunque menos frecuentemente– las enfermas llegan a la consulta con signos claros que, no obstante, no despiertan conciencia en ellas. Por otra parte, el adolescente –en general– suele tener dificultades para verbalizar sus dificultades personales y sus conflictos, lo cual contribuye a enmascarar aún más el síntoma. Por ello, el enfoque de este problema debe ser siempre personalizado e integral, teniendo presente que estamos ante un proceso de orden multifactorial en el cual encontramos factores predisponentes (familiares, socioculturales, etc.), precipitantes (una situación traumática) y perpetuantes (efectos fisiológicos y emocionales que desencadenan la restricción alimentaria)3. 120 Anorexia Nerviosa El interrogatorio: El ginecólogo debe estar alerta frente a toda anomalía en la conducta alimentaria que, aunque sea de presentación banal, no se resuelve sino que se intensifica en el tiempo. Destacamos la importancia del diagnóstico precoz. Un elemento presente desde el comienzo mismo de la enfermedad y al cual el ginecólogo puede tener relativo acceso, es la alteración de la imagen corporal, fuente de gran sufrimiento en la enferma, pues provoca una dolorosa auto desvalorización centrada en su figura. De ahí la “corrección” que ella intenta con su búsqueda de adelgazamiento. Otras veces, si bien la amenorrea es el motivo de consulta y es presentado como un fenómeno aislado por la paciente, aparece algún comentario –especialmente si se realiza un interrogatorio minucioso y detenido– acerca de, por ejemplo, dolores abdominales postprandiales sin explicación clara. La investigación de alteraciones en otras variables vitales, como el sueño, o la presencia de cansancio asociado con calambres musculares durante el día o bien cuando hay hábitos de vida que han experimentado cambios, nos pondrá sobre aviso. El caso, por ejemplo, de un excesivo entrenamiento físico o de gimnasia intensiva que motiva largas horas de gasto energético sin reposición de las calorías consumidas, debe alertar al ginecólogo. La inestabilidad emocional es otro indicador importante, frecuentemente expresado por quien acompaña a la paciente, en general su madre. La presencia de una desacostumbrada irritabilidad, con eventuales crisis de llanto, debe acompañarse de una discreta investigación referida a modificaciones en los hábitos alimentarios. Las cefaleas y los mareos pueden ser otro marcador de alerta, al igual que la existencia de vómitos –los que no son referidos espontáneamente por la paciente y suelen ser desconocidos por sus familiares–. Estas jóvenes muestran tendencia a la retracción social respecto de sus pares, en una edad de la vida donde lo que cabe 121 Bernardo Rovira - Eduardo Chandler esperar es la actitud contraria. Tienen también dificultades para conectarse con lo emocional (de lo cual no se quejan, sino que suelen justificarlo) y suelen evitar todo contacto sexual. Estos elementos también pueden aparecer ante la mirada del ginecólogo. Es de destacar que la paciente, lejos de mostrar preocupación por estos hechos, dice sentirse muy bien. En el interrogatorio de los antecedentes ginecológicos, se debe investigar la edad de la menarca, la edad ginecológica (que es el tiempo que media entre la primera menstruación y el momento de la consulta) y el ritmo menstrual (desde la menarca y en especial durante el último año). También preguntaremos por la fecha de la última menstruación. Indagaremos sobre el inicio de relaciones sexuales, si han existido –en general las jóvenes con Anorexia Nerviosa no las han tenido– y si las hubo, qué método anticonceptivo usó. Cuando la edad y la circunstancia lo permita, interrogaremos también sobre antecedentes de embarazo y de eventual interrupción provocada o espontánea del mismo. Un aborto puede ser el desencadenante de un trastorno en la conducta alimentaria (aunque no habitualmente de una AN). Si bien suele ser difícil el interrogatorio sobre la existencia de abuso sexual, se debe estar atento ante la menor sospecha en este sentido en una adolescente con irregularidades en sus hábitos alimentarios. Señalemos que, entre los trastornos en la conducta alimentaria, no es la AN el que suele presentar este antecedente en particular. Clínicamente, la paciente puede presentarse con una pubertad demorada o amenorrea primaria, si la patología alimentaria existe desde la premenarca. Si la enfermedad se instala en la postmenarca, el síntoma será entonces una oligoamenorrea progresiva hasta llegar a la amenorrea secundaria, o bien ésta puede instalarse abruptamente. Debemos saber que la alteración menstrual precede, en ciertos casos, a la imagen corporal distorsionada2, 3, 4. 122 Anorexia Nerviosa El Examen Físico: Debe realizarse con la paciente en ropa interior, para poder examinar adecuadamente su cuerpo. Pesarla, medirla y volcar en las tablas de crecimiento estos datos, permite fijar el percentilo correspondiente. Luego percentilaremos y, si tenemos un registro 4 meses anterior al actual, podremos calcular la velocidad de crecimiento. En los cuadros anoréxicos severos de comienzo prepuberal puede detenerse el crecimiento, resultando así una baja talla final, pero si hay recuperación del peso antes del cierre de los cartílagos de crecimiento, puede producirse entonces un catch-up y alcanzar la joven, finalmente, una talla adulta normal. También calcularemos la relación del peso y la talla. Debemos precisar el peso habitual, el peso actual y calcular la pérdida de peso total. También clasificaremos a la paciente según los estadíos de W. A. Marshall y J. M. Tanner, para desarrollo mamario (telarca) y del vello pubiano (pubarca). Se debe, asimismo, constatar la cronobiología de los eventos puberales. El examen físico lo iniciaremos por el cuello, tórax y abdomen, finalizando en los miembros. Observaremos la presencia de lanugo y descartaremos edemas en los miembros inferiores. Se valorará también la temperatura de manos y pies, buscando la existencia de hipotermia o de trastornos circulatorios. Al alcanzar el estadío II a III de Tanner, la adolescente normal presenta la mayor velocidad de crecimiento. Aproximadamente 3 meses después de alcanzar el pico de mayor crecimiento, es cuando hace su aparición la primera menstruación, normalmente esperada por toda jovencita y fuertemente rechazada por muchas anoréxicas quienes la viven con desagrado. Luego de esto, la velocidad de crecimiento se desacelera, pero la adolescente alcanzó, para este momento, el 90 al 95% de su talla final. Poco después del pico de máxima velocidad de crecimiento, se inicia un incremento de la grasa corporal. Aumentan los adipocitos en número y tamaño y se deposita tejido adiposo en hombros, mamas, abdomen, glúteos y muslos, 123 Bernardo Rovira - Eduardo Chandler dando al cuerpo longilíneo de la adolescente, un aspecto ahora redondeado y acorde a la clásica forma del cuerpo femenino adulto. Repasando algunos detalles ya vistos pero de valor conceptual, recordamos que se denomina masa magra a la masa muscular + la masa esquelética. El peso corporal es igual al valor resultante de sumar la masa magra + la masa grasa. En la prepubertad la relación masa magra / masa grasa es de 5/1 y en el momento de la menarca pasa a ser 3/1. Respecto de la evaluación del peso, recordemos que ésta debe ser efectuada durante un cierto período de tiempo para poder efectuar la curva correspondiente. El peso es un elemento orientador del estado nutricional, pero debe complementárselo previamente con la determinación del índice de masa corporal. Los valores altos sugieren que hay aumento de la masa grasa. También se utiliza un nomograma para medir la masa corporal, que correlaciona el peso y la talla. Datos de laboratorio: Solicitaremos una rutina en sangre donde podremos comprobar, con frecuencia, la existencia de anemia ferropénica y /o de leucopenia. También se estudiará la función hepática y además el ionograma suele revelar con frecuencia disbalances hidroelectrolíticos, como hipokalemia, hipocalcemia, hipomagnesemia e hiponatremia dilucional por sobreingesta de agua. Complementaremos estas determinaciones con un examen de orina. Si la paciente presenta ciclos eumenorreicos u oligomenorreicos, debemos constatar si estamos frente a un ciclo ovulatorio o anovulatorio, determinando los valores de progesterona plasmática entre los días 21 a 23 del ciclo. En este último caso, debemos estudiar el eje hipotálamo-hipófiso-gonadal y tiroideo. Si la paciente consulta por una pubertad demorada, debemos valorar los caracteres sexuales secundarios según los estadíos de Tanner y la cronobiología de los eventos puberales. 124 Anorexia Nerviosa Constataremos permeabilidad vaginal y descartaremos malformaciones del conducto mulleriano. El diagnóstico de retraso puberal se diagnosticará si hallamos: ausencia del botón mamario a los 13 años 6 meses, progresión insuficiente de los caracteres sexuales secundarios y retraso en la edad dentaria. Si el interrogatorio establece ausencia de menarca después de los 16 años, estamos frente a una amenorrea primaria. Debe siempre investigarse, como de valor orientador, la edad de aparición de los eventos puberales y de la menarca en la familia. En la Anorexia Nerviosa, lo que observamos es una amenorrea hipoestrogénica hipogonadotrófica, estando en discusión aún si la etiología de esta amenorrea con disfunción hipotalámica es de orden primario, por modificaciones de los neurotransmisores, o es secundaria al descenso de peso y la deficiente nutrición. La desnutrición lleva a una alteración endocrina y reproductiva. Se estima que la grasa corporal debe alcanzar un 17% del peso corporal total para que exista un ritmo menstrual, y un 22% del mismo para mantener los ciclos ovulatorios. En la adolescencia, la pérdida del 10% al 15% del peso ideal representa 1/3 del tejido graso y puede inducir amenorrea secundaria2, 3, 4. Es decir, que en la Anorexia Nerviosa nos encontramos frente a un cuadro clínico complejo por interacción de distintos factores: •Alteración de los neurotransmisores: se ignora si estas modificaciones son un problema primario o secundario a la mala nutrición.3, 4, 5, 6, 7, 8 1. La serotonina y la noradrenalina están disminuidas. 2. La dopamina, que está aumentada, inhibe la secreción pulsátil de GnRH y suprime la LH. El neuropéptido Y, que controla en el hipotálamo la ingesta de alimentos, está aumentado. 3. La corticotrofina (CRF) que tiene un efecto inhibidor del apetito, está elevada. 4. Las betaendorfinas y la colecistoquinina (CCK), neuropéptido inductor de la saciedad, están aumentadas. 125 Bernardo Rovira - Eduardo Chandler Como consecuencia de esta alteración hipotalámica estos pacientes presentan disfunciones a nivel de los siguientes ejes:5,7,8,9,10,11 Eje hipotálamo-hipofiso-ovárico: retoma el perfil prepuberal. Hay una disminución de la secreción hipotalámica de GnRH. La valoración hipofisaria mostrará primero una pérdida de los pulsos nocturnos de LH y el dosaje de gonadotrofinas muestra una FSH normal o baja y una LH baja; la prueba de LH-RH ofrece una respuesta adulta o prepuberal y hay una alteración de la glicosilación de gonadotropinas, es decir que tienen menor bioactividad. El ovario no tendrá desarrollo folicular y mostrará una pobre secreción estrogénica5. Eje hipotálamo-hipófiso-tiroideo: se registra una disminución de la T3, con TSH y T4 normales, y una elevación de la T3 reversa, producto de la adaptación al estado de desnutrición. Se constata un cuadro hipometabólico, compensatorio de los fenómenos catabólicos de estas pacientes. Clínicamente semejan un síndrome hipotiroideo: piel seca, bradicardia, estreñimiento, intolerancia al frío y extremidades frías. La prolactina se encuentra en niveles normales o está disminuida. •La pérdida de peso produce una menor conversión de androstenediona a estrona en el tejido graso y así existiría un menor efecto estrogénico. •La disminución del tejido graso induce la menor secreción de leptina, la cual, producida por los adipocitos, disminuye con el ayuno y aumenta con la ingesta y es quien envía la señal al hipotálamo cuando el tejido graso disminuye. La leptina en la anorexia nerviosa está muy disminuida.5,10,11,12 •El stress y la hiperactividad aumentan el nivel del factor hipotalámico liberador de corticotrofina (CRF) y de los opiáceos endógenos, que inhiben el factor hipotalámico liberador de gonadotrofinas. Por efecto del aumento de la CRF se eleva el cortisol pero mantiene un ritmo circadiano y disminuyen los andrógenos suprarrenales, especialmente la DHEA (dehidroepiandrosterona). 126 Anorexia Nerviosa •La hormona de crecimiento (GH) está aumentada en la AN, hecho que induce la disminución de la IGF1 (Insuline Growth Factor). Este aumento de la GH y la disminución de la IGF1 es un fenómeno secundario a la mala nutrición y se revierte con la recuperación nutricional6. •La melatonina presenta niveles nocturnos elevados en pacientes con amenorreas hipotalámicas. •La hormona antidiurética se encuentra normal o levemente descendida, pero las pacientes muestran una dificultad en concentrar o diluir la orina. •En la AN se observa una mayor sensibilidad a la insulina. En pacientes anoréxicas, la alteración en el metabolismo de los hidratos de carbono puede causar hipoglucemias severas, que comprometen la vida. Determinación de la edad ósea: se obtiene por una radiografía de mano y muñeca izquierda y se compara con las fotos del atlas de Grewlich y Pyle. Se correlacionan las imágenes comunes y se determina la edad ósea de la niña, la que debe confrontarse con su edad cronológica. La edad ósea puede diferir en + ó – 2 años con respecto a la edad cronológica. La menarca acontece a los 13 años 6 meses de edad ósea, siendo éste un dato de enorme valor. Ecografía del aparato genital: Este estudio es de enorme importancia, pues permite valorar el nivel estrogénico por la relación del volumen del cuerpo y del cuello uterinos, la línea endometrial y el volumen ovárico. Se estudia particularmente el estroma ovárico y la presencia, número, ubicación y volumen folicular, y la interpretación de estos estudios permitirá valorar el grado de función de la masa folicular lo que es de utilidad en el diagnóstico y en el seguimiento de la evolución durante la recuperación. 127 Bernardo Rovira - Eduardo Chandler La densitometría ósea de control: al inicio del tratamiento, es fundamental. Se solicitará este estudio en columna lumbar y cuello de fémur en pacientes con más de 6 meses de amenorrea. Es en la adolescencia donde la masa ósea tiene su pico de máxima formación, siendo esta etapa donde se constituye la reserva ósea. En la adultez y senectud hay una lenta y progresiva disminución de dicha reserva. Si la enfermedad anoréxica aparece en edad temprana, se produce una disminución en la formación de la masa ósea, que luego es de difícil recuperación, y la enferma presentará, en su edad adulta, signos importantes de osteopenia u osteoporosis. Desde el punto de vista ginecológico preocupa tanto la osteoporosis como la pérdida del período menstrual12,13,14,15. En la niñez y en la adolescencia se alcanza el pico máximo de masa ósea. En la mujer la masa ósea se duplica entre los 9 y los 15 años de edad7. La silenciosa disminución de la densidad mineral ósea, es una de las más severas complicaciones de la anorexia nerviosa. Dicho valor puede disminuir hasta en un 10%, siendo, este indicador severo de osteoporosis en la edad adulta, difícil de revertir. La adolescencia es la etapa en la cual se produce la mayor reserva mineral ósea; en ella se adquieren entre un 45 y un 55% del calcio óseo adulto. Esa reserva máxima del hueso ocurre cuando se conjuga una correcta nutrición, una adecuada actividad física y una normal función endócrina y de la unión de estos tres factores dependerá la máxima reserva ósea alcanzada. Es decir, que si la enfermedad anoréxica ocurre en la adolescencia, observaremos el temido incremento de la reabsorción ósea17,18. A partir de la tercera década de la vida comienza la pérdida de masa ósea, por lo tanto, si partimos de un déficit inicial, veremos un serio compromiso en la adultez7,8,9,10. 128 Anorexia Nerviosa Paciente de 16 años de edad con Anorexia Nerviosa. Sometida a tratamiento hormonal sustitutivo, presenta pobre respuesta al mismo evidenciando niveles de osteoporosis, lo cual marca la severidad del pronóstico. Si nos detenemos brevemente en ciertos detalles de la osteoporosis en la Anorexia Nerviosa, notaremos que es debida a diversos factores intercurrentes12,13,14,19: 129 Bernardo Rovira - Eduardo Chandler •Incremento de la hormona de crecimiento (GH) que produce el descenso de IGF1 y de IGFBP3. •Descenso del Indice de Masa Corporal y del tejido graso, lo que induce un descenso de las leptinas. •Déficit de GnRh que produce un descenso de la secreción estrogénica, lo cual induce el incremento de la interleuquina I (que actúa sobre los osteoclastos) y de la interleuquina II (que induce la reabsorción)3,5,9,15. •Descenso de los andrógenos suprarrenales, en particular el DHEA, que retrocede a la osteoporosis. •La alteración metabólica de la Vitamina D, que se asocia con baja ingesta alimentaria y de Calcio. En síntesis, las causas que favorecen la disminución de la formación de la reserva ósea son: la disminución del peso corporal, la hipercortisolemia, la disminución del DHEA y de la vitamina D, el incremento del ejercicio y el hipoestrogenismo secundario al déficit de GnRH, con disminución de IGF 1 y de las leptinas16,17,18,19. La severidad de la osteopenia en la Anorexia Nerviosa, es mayor que en los pacientes con amenorrea hipotalámica y su evolución depende de factores nutricionales, de la duración del proceso de desnutrición y del déficit estrogénico20. La masa magra es considerada un predictor de la pérdida ósea en mujeres con Anorexia Nerviosa, pues es en el tejido graso donde se produce la conversión de androstenodiona a estrona, que tiene mayor actividad biológica y en la formación de hueso21. Diagnósticos diferenciales: Entre los procedimientos destinados a esclarecer la presencia de entidades diferentes a la Anorexia Nerviosa pero responsables de síntomas que pueden prestarse a confusión, podemos considerar: Rx de Cráneo, con incidencias de frente y perfil, centrada en la Silla Turca, para descartar tumores hipofisarios. 130 Anorexia Nerviosa Rx de Cráneo de frente y perfil, orientada a descartar la existencia de tumores con otras localizaciones, por ejemplo, craneofaringiomas, astrocitomas, etc. Resonancia Nuclear Magnética, valiosa cuando la pérdida de peso es muy brusca y se acompaña de cefaleas, mareos, vómitos y alteraciones de la visión (diplopías o pérdida parcial o total de la misma), situación en la cual es preciso realizar el diagnóstico diferencial con un tumor supraselar. Una vez que el ginecólogo verifica, con los estudios solicitados, el diagnóstico de Anorexia Nerviosa que la clínica sugería, se impone la derivación al equipo interdisciplinario especializado en trastornos en la conducta alimentaria, derivación que suele despertar resistencias en la paciente. También –y este momento clínico es particularmente oportuno– el ginecólogo, con sus intervenciones personales, puede contribuir a generar en la paciente y en su familia una mayor conciencia de la verdadera enfermedad existente, induciendo a relacionar el trastorno menstrual con la pérdida de peso y con el desorden alimentario. El intento de abordar en este momento y contexto el trastorno de la imagen corporal que la paciente muestra, suele ser infructuoso, y requerir de intervenciones específicas ya en el marco de la psicoterapia profunda. El ginecólogo, como primer detector de una Anorexia Nerviosa y puente entre la paciente y el equipo especializado, siempre debe medir con agudeza el momento en el que puede realizar la mencionada derivación, lo cual dependerá de cada situación particular, de acuerdo a la urgencia psiquiátrica o nutricional existente. Segunda etapa en la intervención del ginecólogo Se inicia cuando la paciente, habiendo aceptado la verdadera enfermedad existente, se incorpora al trabajo terapéutico con el equipo específico. 131 Bernardo Rovira - Eduardo Chandler El ginecólogo ocupará ahora un lugar no protagónico, manteniendo con el equipo consultado un intercambio periódico de información acerca de la evolución de la paciente y toda vez que deba realizar un control de los aspectos endócrino-ginecológicos de la enferma, deberá reforzar las indicaciones impartidas por el equipo, transmitiendo en todo momento su unión con él en una coherencia sin fisuras. Esto es de central importancia, debido a que estas pacientes, con sus actitudes disruptivas, suelen poner a prueba la coherencia interna del equipo. Se destaca la importancia de valorar la empatía que pueda existir entre la paciente y un miembro determinado del equipo, pues esto permite contar con un interlocutor particularmente válido ante la adolescente. Se logrará así un mejor acceso a la joven enferma, en un tratamiento que suele tener avances y retrocesos. Tercera etapa en la intervención del ginecólogo Esta etapa final llega cuando mejora en la paciente la distorsión perceptiva de su imagen corporal y está modificando las conductas que indujeron el descenso de peso. Desde la clínica, la ganancia de peso y el equilibrio del medio interno nos alientan a comenzar con el tratamiento hormonal de reemplazo, decisión que debe ser cuidadosamente valorada por el equipo todo y posteriormente consensuada con la paciente2. El equipo integrado por el psiquiatra, el psicólogo, el clínico y el nutricionista determina el momento del re-ingreso protagónico del ginecólogo para el mencionado tratamiento endocrinológico y de la osteoporosis. La recuperación de la menstruación se produce cuando se alcanza el 90% del peso corporal ideal. Para mantener ciclos regulares se estima necesario que la grasa corporal constituya el 17% del peso total y para sostener ciclos ovulatorios, el tejido graso debe corresponder al 22% del peso corporal. 132 Anorexia Nerviosa A pesar de lograr el peso corporal ideal, no todas las pacientes anoréxicas recuperan su ciclo menstrual, sino que un 15% de ellas permanece en amenorrea, necesitando tratamiento sustitutivo durante algunos ciclos y luego la utilización de inductores de la ovulación. Finalmente un 5% de ellas no recupera el ciclo y permanece en amenorrea hipoestrogénica hipogonadotrófica, y debe ser tratada con terapia hormonal de reemplazo por tiempo prolongado. El tratamiento debe remedar los pasos de una pubertad normal, induciendo una pubertad fisiológica que deberá acompañarse de un proceso madurativo psicológico y de una adecuada reinserción social. Bibliografía 1. American Psychiatric Association. “Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (Revised)”. Fourth Edition. American Psychiatric Press, 1994. 2. Gidwani, G. P.; Rome, E. S.: “Eating Clin.” Obstet. Gynecol. 40: 601615, 1997. 3. de la Parra, I.; García, A M.; Oizerovich, S.; Vazquez de la Cueva, T.: “Trastornos de la Conducta Alimentaria. Anorexia nerviosa - Bulimia nerviosa”. Manual de Ginecología Infanto Juvenil, 2° Edición. Ed. Ascune, 208-304, 2003. 4. Arrighi, A.; de la Parra, I.; Retamosa, E. et al.: “Amenorrea por descenso de peso y Anorexia Nerviosa”. Revista de la Sociedad de Obstetricia y Ginecología de Buenos Aires 65: 1196, 1996. 5. 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Vol. III, N° 4: 5-7, 2000. 135 Anorexia Nerviosa Capítulo 11 Diagnóstico y ubicación nosográfica Dr. Bernardo Luis Rovira Diagnóstico En el extraño camino que desemboca en el “no comer para vivir”, el hambre es el temido enemigo que se debe combatir. El ayuno asociado a dietas hipocalóricas, la hiperactividad física, la disminución de horas de descanso, la sumatoria de distintas estrategias para mejorar los controles –cuyo mayor ejemplo se muestra en el cocinar para no comer– y la aparición progresiva de conductas del registro de lo obsesivo, se fueron haciendo, día a día, más manifiestas en el mundo de nuestras pacientes. Intentamos poner límites, aunque sea de forma imprecisa y necesariamente incompleta, a esta patología: descartamos los cuadros clínicos de indudable etiología orgánica, tales como los trastornos endócrinos y neoplásicos. También el no comer del depresivo, donde existe una franca inhibición del hambre. Y la de aquel esquizofrénico que delira con una condición divina que le permite prescindir del alimento, o que teme ser asesinado y la comida puede ser un buen vehículo del veneno amenazante. Dejamos de lado, además, los adelgazamientos consecuencia de 137 Bernardo Rovira - Eduardo Chandler conductas ascéticas ofrecidas en sacrificio o de ayunos forzados por la falta de alimentos. En todos estos casos la pérdida del apetito es un elemento secundario, no esencial en el sentido fenomenológico, dentro del cuadro sintomatológico. Nos encontramos frente a una patología que se da en un medio generoso en alimentos, en una persona que no presenta manifestaciones correspondientes a enfermedades clínicas que puedan llevar a una pérdida del apetito y de peso. Estamos delante de un cuadro donde lo nuclear reside en esa lucha por contener ese impulso que la paciente identifica como “hambre”, impulso que teme que la desborde y le haga perder el control de los requerimientos que nacen de su organismo; dicho síntoma, principalísimo por cierto, conduce al incremento de las conductas ascéticas ligadas al esfuerzo de lograr la perfección, con la consiguiente pérdida de peso y la centralización de la experiencia en el cuerpo, tal como se nos muestra en el período de estado. Algunos autores la llamaron Anorexia Primaria, para diferenciarla de las anteriores, denominación innecesaria y que ha contribuido a incrementar la confusa delimitación de la enfermedad, tal como lo señala Tolstrup1. Se trata de una enfermedad de intrincada psicopatología, donde el síntoma más llamativo: no comer sofocando el hambre, viene a ser el resultado final de una compleja interrelación de factores psicológicos, biológicos y socioculturales. Siempre resulta tedioso, y es al mismo tiempo imprescindible, recorrer el árido terreno de la descripción clínica. Hacer el diagnóstico de Anorexia Nerviosa es más sencillo que definirla, y fue la necesidad de contar con criterios unificados lo que llevó a la elaboración de distintos parámetros a través del tiempo2,3. Así, desde hace varios años, se utilizan los criterios diagnósticos establecidos en la décima versión de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE 10)4 y los correspondientes al Manual de Diagnóstico y Estadístico (DSM IV)5 de la American Psychiatric Association, en cuya cuarta edición se requiere, para establecer 138 Anorexia Nerviosa la existencia de Anorexia Nerviosa, el cumplimiento de los siguientes requisitos: A) Rechazo a mantener el peso corporal igual o por encima del valor mínimo normal esperado para edad y talla. Debemos recalcar que el descenso de peso es el resultado de una restricción voluntaria y conciente de la ingesta, con una abierta negativa a alimentarse y la eliminación de todo placer que la comida elaborada pueda brindar. B) Intenso miedo a recuperar el peso perdido, por temor a engordar, a pesar de estar por debajo de su peso normal. Miedo que se asocia a temer descontrolarse, “comer y no poder parar”, y terminar en la temida obesidad, “me convertiré en un muñeco Michelin”, lo que despierta una serie de conductas del registro de lo obsesivo destinadas a perfeccionar los controles. C) Una alteración en la manera en que se vivencia el peso y la forma del cuerpo, con una desmedida influencia del peso y de la figura corporal en la evaluación de sí mismo, y una férrea negación de la gravedad del bajo peso actual y negación del peligro que implica el bajo peso corporal. En esa búsqueda de “vivir sin cuerpo” se encuentran con que nunca el peso y la forma del cuerpo llegan a satisfacer sus expectativas, nunca es tan delgado como ellas lo esperan, nunca se ven suficientemente flacas… Aparece la negación de las necesidades nutricionales y la convicción, día a día más firme, que se puede vivir sin comer. Su autovaloración se apoya en su delgadez. Delgadez que es, a su vez, demostración del control que logra sobre los apetitos humanos y manifestación de virtud. Como señala Fieghner3, se muestra muy satisfecha con la pérdida de peso y orgullosa ante el rechazo de los alimentos, presentando una llamativa contradicción entre la negativa a comer naturalmente y, al mismo tiempo, estar pensando en alimentos, calorías, regímenes…, con una permanente preocupación por libros de cocina, coleccionando e inventando platos con mezclas especiales. 139 Bernardo Rovira - Eduardo Chandler A) En las mujeres postmenárquicas: amenorrea; es decir ausencia de por lo menos tres ciclos menstruales consecutivos. Varios factores confluyen para que la menstruación desaparezca, entre ellos el bajo peso, la eliminación de ácidos grasos polinsaturados, la hiperactividad física y la necesidad de “ahorro” de calorías del organismo. La reaparición del ciclo menstrual es un signo valioso en la evolución del tratamiento dado que nos señala una recuperación del funcionamiento armónico del organismo. A estos criterios diagnósticos se pueden agregar3 una serie de manifestaciones somáticas, tales como: lanugo, bradicardia con acrocianosis, mayor sensibilidad al frío, debilidad y espasmos musculares, piel seca con uñas y pelos quebradizos; y alteraciones en la conducta, tales como: gran susceptibilidad al comentario acerca de que tienen buen aspecto, progresivo aislamiento social, marcado incremento de la actividad física, evitación de las relaciones amorosas propias de la edad y el presentar una reacción hostil frente a la seducción y, tal como lo señala Zutt6 como signo esencial de esta patología, imposibilidad de comer en grupo y sentada a la mesa. Ubicación nosográfica En un principio se consideró a la anorexia nerviosa como un síndrome adscripto a una enfermedad psiquiátrica conocida y de la cual constituía una variante sintomática: la histeria, la neurosis obsesiva, la enfermedad maníaco depresiva, la esquizofrenia, los cuadros psicosomáticos, los trastornos límite de personalidad, las perversiones, fueron las entidades más frecuentes en ocupar el decorado de la escena en donde se desarrollaba la anorexia. Ninguno de estos enfoques satisfacía plenamente el marco requerido y, lentamente, fue dominando la idea de que la anorexia era una entidad autónoma, bien individualizada y con reglas psicopatológicas propias7,8. 140 Anorexia Nerviosa Dentro del marco de las neurosis encontramos a la anorexia desde las primeras descripciones: Gull, Lasègue, Janet y el mismo Freud, en sus primeros trabajos se refieren a la anorexia como una forma de conversión por sofocación del erotismo oral, tesis que fue retomada en varias oportunidades en el último siglo. Israël9 señala que existen tantas pautas en común con la histeria que puede admitirse que se trate de una variedad, de una histeria hasta cierto punto especializada. No es una histeria “pública”, que moviliza a todo el medio, es privada y sólo concerniente a la enferma y su entorno más próximo. Señala que el aguijoneo que la familia ejerce sobre la comida mantiene el infantilismo y permite que todos, enferma y familiares, puedan evitar los problemas adolescentes, en particular el enfrentamiento de una sexualidad “normal”. Aquellos trabajos que incluyen a la anorexia como una variante histérica, dentro de una histeria “localizada” cuyo particular objeto en juego es un objeto alimentario, objeto oral, subrayan a: la facilitación somática, la capacidad de seducción, la angustia ente situaciones de abandono, la necesidad de ser el centro de atención y la inhibición sexual, presentes en dichas pacientes, como características destacadas del cuadro. También, dentro de los cuadros neuróticos, la encontramos dentro del campo de las fobias, aquí lo destacado es el miedo a perder el control, a recuperar el peso perdido y convertirse en una obesa. La obesidad es considerada como manifestación de una personalidad con fallas, no perfecta ni virtuosa. La virtud es proporcional a la delgadez, la “defensa” empleada es la restricción y el alimento el principal peligro. Algunas pacientes se presentan más obsesivas, rumiando todo el tiempo acerca de la comida y el peso, utilizando el ayuno como castigo, siendo muy notable el miedo a perder el control y en las que predominan las fantasías oral sádicas y canibalísticas. Como enfermedad psicosomática, la anorexia fue descripta por la intrincada interacción de factores psicológicos y somáticos 141 Bernardo Rovira - Eduardo Chandler en toda su evolución1,10,11,12, subrayándose algunas características psicológicas que presentan estas pacientes: dificultades en la asociación, ausencia de recuerdos infantiles, pobreza de fantasías, trastornos en la asociación entre proceso primario y secundario, carencia del rol preconciente; todo lo que nos aproxima al pensamiento operatorio descripto en los enfermos psicosomáticos13. En oposición a este enfoque debemos tener en cuenta que los trastornos somáticos presentes en la anorexia son de orden funcional y no lesional, tal como en los cuadros psicosomáticos clásicos; siendo el síntoma más espectacular el adelgazamiento, secundario a la restricción voluntaria de la ingesta y no a un trastorno fisiológico. La amenorrea sería el trastorno psicosomático sensu strictu, como lo señala Jemmet, pero ella es funcional. Dentro de las psicosis es ubicada por Mara Selvini Palazzoli14, como una “paranoia intrapersonal”, es decir con un “perseguidor” interno, aclarando que utiliza el término psicosis en forma amplia e indefinida, como sinónimo de enfermedad mental grave, más allá de su específico diagnóstico clínico. Incluir a la anorexia nerviosa en el campo de las esquizofrenias, implica ampliar excesivamente el concepto de ésta al apoyarse en: edad de comienzo, la analogía que se puede establecer del período prodrómico de la anorexia, con su creciente ansiedad inmotivada, y el trema esquizofrénico. Además considerarla un proceso, aunque restrictivo y no modificativo, que provoca un quiebre en la línea vital de la paciente y describir el aislamiento como autismo. Hoy nos mostraríamos reacios a ese enfoque, pues el aislamiento de la anorexia no se corresponde con el autismo esquizofrénico, ni la evolución que presenta, el buen rapport, la actividad viva y el pensamiento sin fallas a dicho cuadro. Por último la depresión es otro cuadro en el que se incluye con facilidad a la anorexia. Recordemos que, en la mayoría de los casos, se encuentran antecedentes de depresión mayor en 142 Anorexia Nerviosa familiares directos y que, siguiendo la evolución de anoréxicas recuperadas, se comprueba que un significativo porcentaje, algo más del 20%, presentan episodios depresivos alrededor de la cuarta década de la vida15. Podemos considerar que si bien hay particulares síntomas depresivos en cerca del 70% de las pacientes anoréxicas, éstos derivan de una particular estructura superyoica en donde un ideal del yo extremadamente rígido convierte en exigencias extremas a sus aspiraciones, lo que puede llevar a describirla como una variante clínica de la fase depresiva. Pero la hiperactividad que demuestran, la ausencia de autorreproches y la evolución del cuadro, nos invitan a considerarla una enfermedad psíquica especial. En la actualidad debemos considerarla una enfermedad independiente, autónoma, con reglas propias y características psicopatológicas particulares, en donde interactúan dinámicamente, factores de orden de lo psicológico, de lo biológico y del ámbito sociofamiliar. Patología que surge en la adolescencia, en personalidades que se encuentran en los inicios de su desarrollo, por lo que nos vemos impedidos de incluirlas en los trastornos de personalidad, dado que no cuentan con la edad requerida y, si bien presentan rasgos descriptos en personalidades histriónicas, o evitativas, o narcisistas, o incluso borderline, no sólo no cumplen con todos los criterios necesarios, sino que dichos rasgos no son estables y permanentes en su desarrollo. Podemos describirla como un fracaso en la adolescencia caracterizado por una inapetencia de origen psicológico, con sofocación del hambre, que lleva a una progresiva pérdida de peso. Desde el punto de vista fenomenológico podemos describirla como un proceso restrictivo, no defectual, que tiene su punto de partida en lo que dimos en llamar “Inversión del sentido vital”. Desde el encuadre psicodinámico encontramos una falla en el desarrollo yoico con una deficitaria función sintética, que impide la integración adecuada y armónica de todos los cambios: 143 Bernardo Rovira - Eduardo Chandler físicos, emocionales, de relación social, que surgen en la adolescencia, frente a un Ideal del Yo rígido, con una desmesurada exigencia de perfección, y en donde los impulsos originados en el cuerpo no tienen cabida. Bibliografía 1. Tolstrup, K. “La anorexia nerviosa, una enfermedad psicosomática típica de la pubertad y la adolescencia”. Triángulo, Vol. XXI, Nº 2/3: pág. 85 a 88, Sandoz S. A., Basilea, Suiza, 1982. 2. Crisp, A., Palmer, R., Kalucy, R. S., Howcommons, I. S. “Anorexia Nervosa, a prevalence study”. British Journal of Psychiatry, 218, 1976. 3. Fieghner, J. P., Robbins, E., Guze, S. “Diagnostic criteria for use in Psychiatric Research”. Arch. General Psychiatry, 26, Nº 1, 1972. 4. Organización Mundial de la Salud. “CIE 10, Trastornos Mentales y del Comportamiento. Descripciones Clínicas y pautas para el Diagnóstico”. Editorial Meditor, Madrid, 1992. 5. Asociación Americana de Psiquiatría. “DSM IV. Manual diagnóstico y estadístico”. Editorial Masson, Barcelona, 1995. 6. Zutt, J. “Psiquiatría Antropológica”. Editorial Gredos, Madrid, 1973. 7. Bruch, Hilde. “Four decades of eating disorders”, Cap. II Hand-book of Psychotherapy for anorexia and bulimia. The Guilford Press, N. York, 1995. 8. Bruch, Hilde. “Conversations with anorexics”. Basic Book Inc., N. York, 1988. 9. Israël, L. “La hysteria, el sexo y el médico”. Editorial Toray-Masson, Barcelona, España, 1979. 10. Bruch, Hilde. “Eating disorders”. Routlege and Kegan. London, 1973. 144 Anorexia Nerviosa 11. Halmi, K. “Anorexia nervosa and Bulimia”. Psychosomatics, Vol. 24, Nº 2. Chicago, febrero de 1983. 12. Schütze, G. “Anorexia Mental”. Editorial Herder. Barcelona, 1983. 13. Jeammet, Ph. “L’anorexie mentale”. Enc. Medico-chirurgicales. Psychiatrie, 37350 A10-A15, 2. París, 1984. 14. Selvini Palazzoli, Mara.: “La Anorexia Nerviosa”. Revista Argentina de Psicopatología. Volumen LII, Nº 8, 1992. 15. Toro, J. Vilardel, E. “Anorexia Nerviosa”. Martínez Roca Editores. Barcelona, 1987 145 Anorexia Nerviosa Capítulo 12 El tratamiento de la Anorexia Nerviosa Dr. Eduardo Chandler “...los ojos no pueden ser curados independientemente de la cabeza, ni la cabeza independientemente del cuerpo, este cuerpo, a su vez, no puede ser curado si no lo es conjuntamente con el alma. Al estar enfermo el todo, cada parte por separado no logrará alcanzar la curación. Que nadie te persuada que cuides de su cuerpo, mientras no te haya confiado su alma”. (Platón: “Cármides, o de la sabiduría moral”) I. Breve historia del tratamiento de la Anorexia Nerviosa El abordaje terapéutico de la anorexia se ha realizado, a través de la historia, a partir de distintos enfoques y estrategias, basados en cómo se jerarquizaba cada grupo de síntomas y por la concepción etiológica que fundamentaba el diagnóstico. Podemos agrupar a los tratamientos en aquellos que centran su acción en la alimentación, otros que valorizan los componentes psicológicos que subyacen a la sintomatología alimentaria 147 Bernardo Rovira - Eduardo Chandler y un tercer grupo, que incluye terapéuticas biológicas y farmacológicas. Sobre los primeros, en los cuales el principal esfuerzo estaba puesto en la recuperación del peso, nos advierte Hipócrates en su libro de Aforismos, ya citado en esta obra, cuando dice que cuanto más se intenta forzar la alimentación, mayor resistencia se desarrolla en estas pacientes. Cierto es que no debemos perder de vista que el enfrentar a un joven ser humano, que suspende su comida por convicción propia, y ver cómo su cuerpo se va consumiendo, despierta una enorme inquietud en quienes lo rodean, llevándolos, muchas veces, a intentar una alimentación forzada, a pesar de las resistencias que se generan en el sujeto. En el repaso histórico que hacen, por ejemplo, Gerald Russell y Bernard Brusset, se ve que, a través de los últimos siglos, varias fueron las técnicas empleadas para esa realimentación forzada, destinada a recuperar el peso perdido. Quizás, la que hoy consideraríamos como la más insensata, es la que propone en 1826 J. Guisllain en su “Tratado sobre la alienación mental y sobre los hospicios de alienados”1 con la implementación del “sillón basculante con abrebocas de llave”. La evaluación de los factores psicológicos que intervienen en la génesis de la enfermedad y la implementación de técnicas destinadas a corregirlos, podemos encontrarlas en los escritos de un médico suizo, conocido con el apelativo de Paracelso (1493 – 1541), quien señaló –con una claridad asombrosa para su época– que los trastornos psíquicos debían de ser tratados con métodos psíquicos, los que, a su entender, eran: la sugestión, el razonamiento y la animación del paciente. En la historia más reciente de los tratamientos de la Anorexia Nerviosa, fue Huchard2 quien retomó esa idea, afirmando, casi con las mismas palabras, que “a una enfermedad psíquica hay que oponerle un tratamiento psíquico”. Obviamente, él ya concebía a la Anorexia como un trastorno de base psicológica. 148 Anorexia Nerviosa Años más tarde, Lasègue en Francia y Gull en Inglaterra, realizan las descripciones clínicas más detalladas de esta enfermedad y la incluyen, definitivamente, dentro del campo de la psicología. Siguiendo los mismos criterios, son Charcot y Déjerine quienes sistematizan el tratamiento psiquiátrico de la AN, sumándole el aislamiento de la enferma en un ambiente firme y continente, favorecedor de una alianza terapéutica produc3 tiva basada en la comprensión y la autoridad . Dicho aislamiento ya había sido empleado por Marcé, en 1860, quien afirma que el delirio hipocondríaco –pues consideraba a la Anorexia como resultado de dicho delirio– “debía ser atendido fuera de la habitación y de las circunstancias habituales del enfermo, confiando a extraños su cuidado”. Esa era, según él, la forma adecuada para lograr “el necesario ascendiente moral” y para que pudiesen ser atendidos “sus sufrimientos estomacales y la resistencia que el enfermo opone al tratamiento”4. En 1874 William Gull, con similar criterio, aconsejaba además no tener en cuenta lo que la enferma prefiriese hacer, sino “mantenerla abrigada y alimentarla a intervalos regulares y frecuentes”, actividad que sería realizada por personas que tuviesen “control moral” sobre ella. Sostenía que sus parientes y amistades eran los peores asistentes. Poco después Charcot (1889), y Mitchell y Weir (1907), instaron no solamente a separar a la paciente de sus familiares, sino a alimentarla en estado de aislamiento. Este modelo de tratamiento alimentario fue luego suplementado con extractos hormonales diversos (tiroideos, ováricos y de lóbulo anterior de hipófisis), intentando corregir supuestos déficits endócrinos. Llegado el siglo XX, se fueron ensayando –con resultados variables y la mayoría de las veces con poco o ningún seguimiento de control– desde psicofármacos de todo tipo y tratamientos de shock (insulina, por ejemplo, en la década del 149 Bernardo Rovira - Eduardo Chandler sesenta), hasta las psicoterapias más variadas, como la cognitivo–conductual con hiperalimentación, las psicoterapias familiares, la terapia psicoanalítica con enfoques teóricos diversos, etcétera. En 1930, J. F. Venables hablaba de la lucha del médico contra la paciente “por cada bocado de alimento”. En 1952 Sifneos y más adelante, en 1973, Crisp, proponen métodos quirúrgicos tales como el trasplante de lóbulo anterior de hipófisis, la leucotomía y la lobotomía frontal parcial. En 1959, Wall retoma el antiguo consejo de Huchard y Déjerine de aislar a la paciente de su familia –recurso que consideraban válido solamente para cuadros de reciente aparición– asociando este aislamiento con terapias convulsivantes y psicoterapias de socialización dentro del pabellón. Luego, diversos autores propusieron procedimientos que, ya sea en su forma original o modificada, se usan aún hoy: internación con reposo más o menos estricto, alimentación forzada bajo severa vigilancia, etcétera. A lo largo del siglo veinte y en la medida en que se fue afianzando en los médicos la convicción de que se encontraban ante una enfermedad mental de expresión somática5, fueron ensayados, siguiendo líneas de pensamiento inspiradas en un mayor o menor grado de empiria, tratamientos psiquiátricos diversos para la Anorexia Nerviosa. En todo lo publicado y más allá de la concepción teórica y del abordaje terapéutico empleado, aparece un fenómeno común, observado en toda época, que es la exasperación que produce –tanto en los médicos como en el personal que los ayuda– la batalla de voluntades con estas pacientes. Así es que pueden reconocerse, en muchos de los relatos que tratan sobre los intentos de ayudar a estas enfermas, las manifestaciones de lo que en psicoanálisis conocemos como contratransferencia negativa, lamentablemente actuada, con frecuencia, por los profesionales que quedan entrampados en esa aparente lucha de 150 Anorexia Nerviosa poderes con las anoréxicas. Creemos que estos sentimientos negativos contribuyen a la confusión entre lo urgente y lo importante y llevan a centrar los esfuerzos terapéuticos en la negativa a comer, descuidando el verdadero problema de fondo, que es el de la psicopatología personal, familiar y social en juego en cada caso. Autores de distinta inclinación teórica y metodológica, como David Garner (1985)6 y el ya mencionado Brusset7, han estudiado estas temibles dificultades. En nuestra experiencia, en estas situaciones, se impone la contención y supervisión del equipo, siendo la modalidad que nosotros preferimos la del grupo Balint. Un método estricto en base a reposo en cama más sonda nasogástrica y medicación sedante, con el eventual agregado de terapia electro-convulsivante y leucotomía prefrontal, ha sido probado en distintas partes de Europa, pero en la actualidad prácticamente se han abandonado estos modelos de tratamiento coercitivo8 –o por lo menos están muy cuestionados–. Tampoco el reposo absoluto en cama con alimentación estricta y privaciones de todo privilegio, mostró ser más efectivo para recuperar el peso corporal de las anoréxicas nerviosas, que otros métodos más flexibles donde la paciente recibe psicoterapia como eje fundamental de su tratamiento. Tal como hemos señalado reiteradamente en este libro, actualmente se considera a la Anorexia Nerviosa como una enfermedad multideterminada, en donde se conjugan factores psicológicos, facilitaciones biológicas, dinámicas familiares particulares y sociedades con determinadas características. Cada uno de estos factores es necesario para la aparición del cuadro y ninguno por sí solo es suficiente para generarlo. Esta multideterminación nos señala que, tanto el estudio como el tratamiento, debe realizarse dentro de un enfoque multi e interdisciplinario, con la participación integrada de profesionales de varias especialidades médicas: psiquiatras y psicólogos, nutricionistas, clínicos, ginecólogos, etcétera9. 151 Bernardo Rovira - Eduardo Chandler II. Generalidades sobre el tratamiento En nuestra experiencia, el tratamiento de las jóvenes anoréxicas es, en la mayoría de los casos, satisfactorio. Considerando el tratamiento de manera abarcativa, señalaré dos aspectos de importancia central: 1. Las condiciones personales que debe reunir el profesional que se ocupa de estas pacientes, mostrando flexibilidad, buena disposición y genuina preocupación. 2. El hecho de que tanto la persona enferma como quienes la acompañan en su familia, comprendan que todos ellos participan como piezas centrales en el tratamiento en curso. 1. Las condiciones que debe reunir el profesional que se ocupa de estas pacientes El tratamiento de un TCA –y especialmente en el caso de la AN de reciente instalación– implica una interacción intensa y prolongada entre paciente y terapeuta. Es por esto que las condiciones que éste debe reunir influyen de manera vital sobre el desarrollo y el desenlace de dicho tratamiento. Se debe estar advertido acerca de los sentimientos de desesperanza y ser capaz de enfrentar la frustración y el enojo que estas pacientes generan. Hemos visto claudicar a profesionales bien formados, a la hora de atender pacientes anoréxicas. Es preciso no ser invasor, así como poder transmitir empatía y tolerancia hacia las emociones dolorosas, sosteniendo los desafíos que implica la contratransferencia. Siempre es difícil que estas pacientes desarrollen un sentimiento de confianza en el terapeuta, pero tal logro es imposible si éste no es sincero sobre cada detalle del tratamiento que propone. La actitud personal hacia el ansia de delgadez de las pacientes es importante, por lo cual una terapeuta muy preocupada/o por su peso, no va a poder trabajar bien con ellas. Por otra parte, tampoco la hostilidad ó la crítica –como resulta obvio– resultarán de alguna utilidad. 152 Anorexia Nerviosa 2. El compromiso de la paciente y de su familia como colaboradores Es importante que, una vez consolidado el diagnóstico de Anorexia Nerviosa, el equipo explique claramente el propósito del trabajo terapéutico que se plantea realizar. Es también esencial asociar a los familiares en el tratamiento para que no lo saboteen y conviene verlos con la paciente presente. En estas entrevistas iniciales se esclarecerán algunos aspectos centrales de la enfermedad y se responderán todas las preguntas posibles, excepto las que puedan resultar más intrusivas para la intimidad psíquica de la paciente. El tratamiento forzado encuentra su justificación sólo en contados casos, generalmente ante pacientes anoréxicas jóvenes, muy rebeldes a dejarse atender y con su salud física muy comprometida. Desafortunadamente, esta conducta terapéutica constituye muchas veces una declaración de impotente exasperación por parte del terapeuta, atrapado en una batalla de voluntades con su paciente. De acuerdo a la complejidad del cuadro, el esquema de tratamiento de la Anorexia Nerviosa exige –bien vale repetirlo– la asociación de diversas especialidades terapéuticas y una estrategia programada según cada caso. Es decir que el abordaje será interdisciplinario y personalizado, atendiendo a la totalidad de la persona, en sus aspectos biológico, emocional, familiar y social. Cuanto más escotomizado y parcial sea ese abordaje, más resonante será el fracaso observado. Es inconcebible hoy en día pensar en tratar a estas enfermas con un criterio solamente centrado en sofocar el síntoma de la restricción alimentaria. Lo mismo podemos decir respecto de colocar a una anoréxica adelgazada en un diván de psicoanalista sin atender las expresiones somáticas evidentes. Estas expresiones, con el transcurso del tiempo, llevan a situaciones dramáticas que dañan tanto a la enferma como al buen nombre del método al que se recurrió en una inadecuada orientación terapéutica. 153 Bernardo Rovira - Eduardo Chandler Debajo del síndrome alimentario yacen severas dificultades en la estructuración de la personalidad. En este sentido, es contundente el hecho señalado por distintos autores de que, con el tratamiento adecuado, la mayoría de las enfermas se recupera. Phillipe Jeammet, psicoanalista francés experto en el tratamiento de estas pacientes, nos dice: “es particularmente impresionante cuando el abandono completo de la conducta sintomática, devela lo latente y revela, a plena luz, las dificultades de la personalidad subyacente” (…) “en lo que se refiere a la Anorexia Nerviosa… después de un lapso prolongado, mayor de cuatro años, alrededor del ochenta por ciento de los casos tratados por equipos especializados, no tiene ya trastornos en el comportamiento alimentario propiamente dicho”10. La psicoterapia de profundidad, de base psicoanalítica –o bien el mismo psicoanálisis (en aquellos casos cuidadosamente seleccionados)– es el camino que puede, finalmente, llevar a la resolución de esas dificultades en el desarrollo de la personalidad a las que hemos hecho referencia. El siguiente esquema intenta graficar lo antedicho: 154 Anorexia Nerviosa III. La Primera entrevista Evaluación de la paciente En nuestra práctica, dos profesionales experimentados en el reconocimiento y el tratamiento de esta enfermedad –un médico especialista en nutrición y un psiquiatra– realizan en forma integrada el primer examen de la paciente, dedicándole también un tiempo siempre generoso al familiar que la acompaña y que suele ser quien ha solicitado la consulta. La razón de este proceder se relaciona con la importancia de efectuar un diagnóstico preciso, ya que no toda mujer joven que ha adelgazado o que restrinja su alimentación padece de Anorexia Nerviosa. Por este motivo, es de fundamental importancia descartar otros cuadros clínicos cuya sintomatología incluya el descenso de peso, tales como patologías endócrinas o gastrointestinales, o bien condiciones de naturaleza psiquiátrica, como los síndromes depresivos. Ya desde el primer contacto con la paciente comienza a determinarse el vínculo terapéutico y, por lo tanto, la adhesión de la joven al tratamiento; por esto es necesario mantener una actitud contenedora, cálida y comprensiva. Resulta además esencial investigar la actitud anoréxica y los rasgos de la personalidad de base y tener muy en cuenta estos datos como elementos de primer orden que nos permitirán arribar a un diagnóstico presuntivo fundamentado. Luego de esa primera entrevista, el médico nutricionista queda encargado de realizar todos los exámenes clínicos y nutricionales pertinentes y paralelamente nosotros profundizamos los estudios de personalidad y la evaluación de la dinámica familiar. Pero siempre que la situación clínica lo permita, postergamos las entrevistas extensas y estructuradas si detectamos resistencias significativas, las que son bastante frecuentes. En estos momentos iniciales siempre reconocemos la importancia que para la paciente tiene el estar flaca y sentirse bajo control, pero al mismo tiempo le explicamos los costos y riesgos que ese “beneficio” implica. 155 Bernardo Rovira - Eduardo Chandler IV. Estudio de la Personalidad y Entrevistas Familiares A partir de una historia clínica sistematizada, realizamos el estudio de dos ejes: uno transversal, que nos permite hacer una detallada descripción del cuadro sintomatológico actual y otro longitudinal, minuciosa descripción biográfica destinada a comprender cada uno de los elementos que participaron y generaron la eclosión de la enfermedad. El estudio psicodiagnóstico inmediato posterior resulta esencial, pues nos brinda tempranamente valiosa información sobre las características de la personalidad de base, los mecanismos defensivos a los que la paciente recurre y la conflictiva inconciente subyacente. Respecto al grupo familiar, realizamos una o más entrevistas con todos los miembros de la familia y, con cierta frecuencia, incluimos a aquellas otras personas que están muy allegadas a la paciente. De estas entrevistas preliminares extraemos la información necesaria para determinar la intervención terapéutica más conveniente a este nivel. V. Psicoterapia Individual. Técnica y artesanía11 En el tratamiento de estas pacientes, ocupa un epicentro privilegiado la psicoterapia, difícil arte en el cual el vínculo humano suele sellar, aun mediante pequeños detalles, el destino de un paciente y donde la relación cotidiana suele estar signada, ya desde el comienzo, por el doble estigma de la difícil comunicación y la fragilidad. En nuestra experiencia, la psicoterapia individual de base psicodinámica, realizada por un profesional entrenado es, en la casi generalidad de los casos, la mejor opción para comenzar el tratamiento de las dificultades psicológicas subyacentes al síndrome alimentario. 156 Anorexia Nerviosa Bruch y Selvini, por ejemplo, han sido duramente críticas con las interpretaciones psicoanalíticas que se brindaban al comienzo del tratamiento moderno de la AN, en las cuales se entendía a esta enfermedad como un rechazo a las fantasías de embarazo oral. Bruch, en una comprensión cuya exactitud hemos podido verificar reiteradamente, entiende a la AN como una búsqueda de identidad personal por medios anormales, por lo tanto destrabar el desarrollo de la personalidad que sería normal, es para ella el objetivo esencial del tratamiento. Esta autora enfatiza la importancia de que la paciente se sienta cerca de los hallazgos del terapeuta, en los cuales éste basará sus intervenciones. Ella habla de un abordaje que precise hechos y preste mucha atención a los sentimientos, sensaciones e ideas de la paciente. Recomienda iniciar la psicoterapia dándole a la paciente una explicación dinámica del significado de su enfermedad, en el sentido de que la preocupación acerca del comer y el peso sirven como cobertura para dificultades en su identidad subjetiva12. Desaconsejamos otorgar a los síntomas alimentarios un lugar de privilegio en la temática de las sesiones por dos motivos: 1. Dichos síntomas están siendo atendidos por otros profesionales del equipo. 2. Puede convenir no prestarles demasiada atención, por el eventual incremento del beneficio secundario que ellos generan. Lo que sí privilegiamos en este abordaje individual, es la comprensión de esos síntomas, es decir, centramos nuestra atención en sus raíces históricas y en sus causas actuales (factores de mantenimiento). En estas pacientes, encontramos habitualmente una marcada ausencia de interés en comprometerse –al menos en el momento de la consulta– en un tratamiento ambicioso en lo que a autoconocerse se refiere. Por este motivo, iniciamos la psicoterapia dándoles, en palabras sencillas, una explicación limitada al probable significado de su enfermedad, en el sentido de que sus 157 Bernardo Rovira - Eduardo Chandler preocupaciones acerca del comer y el peso sirven como cobertura para dificultades emocionales más profundas, aún desconocidas para ellas. Es importante, entonces, que la anoréxica pueda ver su resistencia a comer no solamente como el “tener” pasivamente una enfermedad llamada Anorexia Nerviosa, sino como un medio que le permite lograr algo, que no consiguió de otras formas. Una vez realizado este esclarecimiento, se nos abre un camino de tránsito menos duro en la búsqueda del esquivo insight. También se trabaja su necesidad de sentirse perfecta, sus dudas sobre sí misma, su autodesprecio, su creencia de que su autoestima depende de la aprobación de otros y su desconfianza básica a pesar de su aparente necesidad de agradar. El objetivo a mediano plazo, será conocer los psicodinamismos causantes de los síntomas, lo que permitirá iniciar un proceso abierto a progresos ulteriores, hecho posible mediante el paulatino aumento de la capacidad de un Yo que se encuentra perturbado en su funcionamiento. Pero no puede forzarse esta tarea en una persona que aún colabora con marcada ambivalencia y cuya capacidad de introspección está saboteada por la expresión somática de sus conflictos en síntomas a la vez dramáticos y urgentes. Además, estos síntomas convocan la atención de quienes la rodean, tanto familiares como profesionales, generando un indudable beneficio secundario. El profesional que realiza la psicoterapia individual no se ocupará de otros aspectos del tratamiento de sus pacientes, tales como el abordaje de las familias o los procedimientos psicoeducacionales, pero sí deberá estar, al igual que los demás miembros, en constante comunicación con el resto del equipo. Transferencia y contratransferencia La actitud activa, participativa, interesada y sobre todo comprensiva del terapeuta, ayuda a la paciente, una vez establecida la suficiente alianza de trabajo, a que intente detectar su acontecer mental interno, en especial sus fantasías (no tan ausentes 158 Anorexia Nerviosa como se cree) y pueda, paulatinamente, verbalizarlo en sesión. Un logro importante es que pueda ver que sus conductas contradicen a su proclama, porque mientras ella rechaza cualquier clase de cuidado, sus actitudes alimentarias y su aspecto físico fuerzan la atención y la intervención de los demás. Esta misma “demanda paradojal”13 se repetirá en su relación con el terapeuta y con el equipo todo. En la intimidad de las sesiones, la actitud restrictiva de la anoréxica suele generar vivencias contratransferenciales difíciles de soportar, pues las intervenciones del terapeuta suelen ser –al igual que lo es la comida que le es ofrecida– sistemáticamente rechazadas. Resulta así muy común que experimente desesperanza respecto de ser capaz de darle algo bueno a su paciente, en el sentido concreto de que algo de él –a modo de alimento– llegue a ser incorporado por ella. Es que la restrictividad anoréxica no se limita al ámbito alimentario, sino busca controlar el temido acercamiento personal con sus objetos y con su mundo emocional y esto se repite, como es de esperar, en el vínculo terapéutico. Así, el síntoma anoréxico “protege” la integridad del self y cualquier experiencia de proximidad y compromiso que pueda darse en la vida cotidiana –hasta un simple abrazo– resulta, para estas jóvenes algo intolerable. Con alguna frecuencia, estas pacientes, casi niñas y de aspecto frágil, despiertan el deseo de protegerlas, deseo que puede, erróneamente, expresarse en una menor “incisividad” terapéutica. Pero en general, el trabajo comprometido del terapeuta es lo único que puede inspirar confianza a un paciente, permitiéndole comprender el significado de lo que está sucediendo dentro de sí y en el vínculo transferencial y, por extensión, en sus relaciones de objeto en general. El logro de una relación de esta calidad, suele iniciar una fase de trabajo nueva y esperanzada, en la cual tenga lugar la única protección verdadera que se puede ofrecer a un paciente en psicoterapia: la de un tratamiento bien hecho. 159 Bernardo Rovira - Eduardo Chandler El problema del “desgaste profesional”14 Para trabajar con estas pacientes es necesario aceptarlas. Ocasionalmente observamos expresiones de cierta reserva –o bien de franco rechazo– en algunos profesionales que, en el marco de una institución, tienen que ocuparse de ellas. Esta actitud se debe tanto al dramatismo en la presencia de lo somático, como a determinadas particularidades de la personalidad de la anoréxica y/o a la falta de resonancia empática de esos terapeutas. Ya comenzada la terapia, las ocasionales fallas en la comprensión de lo que está ocurriendo en el vínculo entre ambos, favorece la aparición de vivencias y actuaciones contratransferenciales negativas. Como bien señala Jeammet, lo más específico de la anoréxica es la contratransferencia que induce, tanto con su aspecto físico como con su conducta. El terapeuta dispuesto a tratar pacientes anoréxicas, se encuentra ante un muro pétreo que amenaza con hacer pedazos a quien intente atravesarlo. Los embates a la autoestima del profesional, la desconfianza en él y en su método, los súbitos empeoramientos y los ataques al encuadre, pueden llevar al desfallecimiento del profesional, al repliegue de su interés por la paciente y a la claudicación de sus esfuerzos para abrirse paso a través de la trama cerrada de ideas fijas detrás de la cual se esconde la persona enferma. Esas ideas expresan a un Ideal del Yo arcaico y corporal y condicionan intensamente sus conductas, lo que lleva al profesional, en algunos casos, a transformar en acto su malestar, instrumentando abordajes agresivos –como forzarlas a comer– que resultan contraproducentes, pues lo único que refuerzan es la determinación de la paciente a no comer, determinación que consolida una esquiva identidad subjetiva. Este cuadro, descripto como Síndrome de desgaste o Burn-Out, es el responsable del cansancio, el desinterés y las dudas de algunos profesionales acerca de su capacidad para la tarea clínica, lo cual, junto con la impotencia y la frustración, puede inducir el sentimiento de rechazo hacia estas pacientes. Esto resulta doblemente 160 Anorexia Nerviosa peligroso pues, además de quedar ellas sin tratamiento, se refuerza su sensación de haber triunfado sobre el amenazante enemigo quien, finalmente doblegado, “no pudo vencerla…” (según Brusset, estas enfermas “sólo ceden ante el cadáver psíquico de quien intentó rescatarlas”… el terapeuta ahora y la familia antes que él). Contribuyen al desgaste las frecuentes dificultades que deben enfrentar los profesionales –tanto del área médico-nutricional como de la salud mental– en el contacto cotidiano con los familiares de estas pacientes, habitualmente ansiosos, preocupados, demandantes, impotentes y culposos. En este sentido, además de los ya mencionados grupos Balint, las reuniones multifamiliares regulares son de suma utilidad para brindarles la contención y el esclarecimiento necesarios. VI. El Complemento Psicofarmacológico La separación rígida de los abordajes biológico, psicológico y social que alguna vez pudo tener el tratamiento de la mayoría de los problemas psiquiátricos, es algo a la vez artificial e inconducente. Esta observación se verifica plenamente en los trastornos en la conducta alimentaria, en los cuales los diversos factores etiológicos actúan en forma particularmente interdependiente. “El mejor medicamento para la Anorexia es el alimento”, escuchamos decir con mucha frecuencia a los especialistas en nutrición, pero para que la paciente acceda a esta instancia terapéutica, obviamente natural, es necesario lograr ciertos cambios en su actitud. Se han ensayado, para contribuir a este logro, virtualmente todos los psicofármacos conocidos. Se prueban, asimismo, los que son constantemente desarrollados, pero por el momento, poco puede esperarse de ellos en términos de eficacia y especificidad en el tratamiento de la anorexia nerviosa. Ninguno de ellos “cura”; sí son útiles para atenuar determinada sintomatología, como la ansiedad, la angustia, ciertos estados depresivos, los trastornos 161 Bernardo Rovira - Eduardo Chandler en el sueño, etc., facilitando así los distintos abordajes psicoterapéuticos. Además, la prudencia debe acompañar a la prescripción de psicofármacos, debido a sus eventuales efectos adversos, algunos de los cuales pueden ser más marcados en personas desnutridas. Del espectro psicofarmacológico, nosotros utilizamos en ciertos casos algunos antipsicóticos en muy bajas dosis, con la finalidad de atenuar la ideación patológica fijada al cuerpo y el tenaz rechazo a comer que la enferma presenta. Lograr esto también puede favorecer el vínculo en la psicoterapia y la adherencia de la paciente al tratamiento. La ansiedad es un síntoma frecuentemente presente en la anorexia desde su etapa inicial hasta el umbral de la emaciación, donde se la ve disminuir junto con otros signos de actividad psíquica. Por otra parte, esa ansiedad aumenta ante todo aquello que –como sucede con los tratamientos invasivos– signifique para la enferma recuperar el peso que logró perder. Entre estos “enemigos” que ella enfrenta, se encuentra en primer lugar la comida. La ansiedad que el tener que comer le despierta puede ser combatida con benzodiacepinas de corta duración o con Tioridazina o Aripiprazol, administradas una hora antes de comer. La sedación así obtenida puede, además de facilitar su alimentación, contener la urgencia imperiosa de algunas pacientes de realizar ejercicios luego de haber comido. La sintomatología depresiva acompaña a la AN desde el comienzo –y aún precede a su aparición– pero la enfermedad depresiva y la anorexia nerviosa son dos entidades autónomas y diferentes. Nosotros hemos profundizado en otro trabajo nuestras consideraciones acerca del fenómeno depresivo en la enferma anoréxica (ver capítulo 5), pues si bien las enfermas anoréxicas tienen baja autoestima, aislamiento y desinterés, hemos concluido que dicha sintomatología depresiva era más atribuible a una descompensación narcisística, producto de la tensión entre el Yo y el Ideal del Yo, que a una depresión clásica. 162 Anorexia Nerviosa Si bien la indicación de antidepresivos en ausencia de depresión no es, a primera vista, algo claramente justificado, se han usado y se utilizan en muchos casos de AN. De estos fármacos, los de estructura tricíclica tradicional no demostraron utilidad y algunos de sus posibles efectos secundarios son particularmente indeseables en estas pacientes. En cambio, nuestra experiencia con IRSS, dentro de los modernos antidepresivos –especialmente con Escitalopram– nos ha demostrado que mejoran el humor. Con Escitalopram, en particular, hemos observado también una mayor velocidad de acción y buena tolerancia. La Fluoxetina, por su parte, al disminuir el apetito, tranquiliza a la enferma al devolverle cierta sensación de control. Dicha disminución del apetito no debe –aunque parezca una afirmación paradojal– ser temida, en relación con los efectos beneficiosos que pueden obtenerse, como la resocialización de la paciente, la facilitación del vínculo terapéutico y una reducción de su temor a comer y a recuperar así, paulatinamente, el peso perdido. VII. La psicoterapia grupal15 Las jóvenes que enferman de AN presentan dos tipos de dificultades que complican su tratamiento en grupos: 1) Sus rasgos de personalidad. 2) Su estado nutricional, lo que genera determinadas actitudes y comportamientos en los demás integrantes. Entre las dificultades debidas a su carácter previo reconocemos la rigidez, la tendencia a la retracción, la gran ansiedad y las alteraciones anímicas. Además, las actitudes de rebeldía y el oposicionismo, así como cierta sensibilidad de corte paranoide ante cualquier observación que se les haga, terminan de complicar la situación. Por otra parte, su estado de desnutrición suele provocar la obsedación de su pensamiento en torno al peso y la silueta corporal. 163 Bernardo Rovira - Eduardo Chandler Presentan también dificultades para reconocer y expresar sentimientos, así como una tendencia a entrar en competencia con las demás pacientes. Sin embargo, en los casos menos comprometidos en cuanto a su psicopatología –especialmente en cuanto a los rasgos paranoides– la terapia grupal puede ser una alternativa terapéutica coadyuvante para disminuir el aislamiento y la retracción de estas pacientes. Siempre que se ensaye un trabajo en formato grupal, creemos conveniente observar la homogeneidad en lo referente a no mezclar hombres con mujeres o pacientes bulímicas con anoréxicas, lo cual complica el trabajo al favorecer la mencionada competitividad y las dificultades en el compartir experiencias. En nuestra experiencia, la indicación de un encuadre psicoterapéutico grupal es una alternativa asistencial que sólo ocasionalmente puede aplicarse como complemento de la psicoterapia focal individual –por lo menos al comienzo del tratamiento– en un intento de lograr los primeros insights, con la consecuente egodistonización de los fenómenos debidos a la enfermedad. No es fácil de instrumentar debido a los cuidados especiales en el orden somático que las pacientes anoréxicas –no así quienes sufren patologías de descontrol alimentario– requieren. Estos cuidados generalmente nos han obligado a estructurar un setting individual y personalizado. En el caso de intentar un trabajo de terapia grupal, se cuidará la estructuración de dicho setting y la selección de las pacientes –en el sentido de promover la ya mencionada homogeneidad del grupo– y las características de la terapia serán la abreacción y la reflexión acerca de la modalidad de relación de objeto intra y extragrupal que la paciente presenta. El objetivo de esto es mejorar el establecimiento y la calidad de los vínculos, en lo cual desarrolla un papel de importancia el sentimiento de seguridad personal. La práctica de ejercicios de relajación y el trabajo con la distorsión de la imagen corporal son también de fundamental importancia. Podemos así esperar resultados en una acción en 164 Anorexia Nerviosa conjunto con la psicoterapia individual y el indispensable trabajo con la familia, ya sea de carácter psicoeducativo o psicoterapéutico propiamente dicho. Como conclusión de carácter general se desaconseja el formato grupal –por lo menos como único recurso psicoterapéutico– en pacientes AN emaciadas, sea ese formato ambulatorio o bajo internación, por no resultar sensiblemente efectivo. Preferimos los abordajes individuales, que en nuestro programa se realizan mediante un componente conductual y cognitivo en el ámbito nutricional, tarea que es realizada por profesionales especializados en nutrición y otro componente psicoterapéutico simultáneo, psicodinámico y focal, a cargo de terapeutas bien entrenados. VIII. Terapias corporales y terapias a través del arte16 Estas actividades terapéuticas complementarias tienen una amplia difusión en los equipos interdisciplinarios que tratan TCA. Consisten en sesiones semanales de aproximadamente una hora y media de duración, en las cuales las pacientes, en un clima de comunicación grupal revisan la historia de su imagen corporal, reflexionan acerca de cómo desarrollar actitudes de cuidado hacia su cuerpo e intentan lograr una mejor conexión con él. Buscamos así acceder a la imagen corporal, es decir a la imagen inconsciente que la paciente tiene de su cuerpo, trabajando con el esquema corporal, que es consciente y que interpreta y da objetividad a la imagen, rescatándola de su condición de fantasía no comunicable. El esquema corporal es de orden colectivo en la especie y la representa, en forma específica, a través del contexto espacial y temporal cambiante. La imagen corporal, en cambio, es una representación subjetiva que la persona construye de sí misma y se relaciona con su historia personal. 165 Bernardo Rovira - Eduardo Chandler Se utilizan diferentes recursos, en los cuales el cuerpo tiene diverso grado de protagonismo. Podemos citar, entre estas prácticas, a la expresión corporal, el dibujo, la pintura, la escritura, el trabajo artístico con diversos objetos, la música, etc. Los elementos involucrados, denominados “objetos mediadores”, intervienen entre la paciente y la imagen inconsciente que ella tiene de su cuerpo. En el dibujo, por ejemplo, el “mapa” corporal define formas y fronteras, espacio interno y espacio externo, la silueta y sus deformaciones, las zonas que han cobrado extraordinaria importancia respecto de aquellas que la han perdido, etcétera. Además, en cada una de estas actividades, se incluye el tratamiento de temas vinculados con aspectos socioculturales actuales que guardan estrecha relación con los TCA, como la presión por lograr un peso corporal muchas veces inadecuado y la influencia de los medios masivos de comunicación ponderando una silueta femenina estereotipadamente delgada y con tanta frecuencia antinatural. Al ser la actividad de orden grupal, el intercambio que esto permite facilita y enriquece la tarea compartida. Se avanza desde lo individual a lo grupal para luego, a partir de los contenidos revelados en el seno del grupo, enriquecer los respectivos tratamientos psicoterapéuticos individuales, ya en curso o de próximo inicio. La valoración de las producciones por parte del grupo y de los profesionales, refuerza la autoestima de sus miembros. IX. El Abordaje familiar Grupos Multifamiliares17 Una serie de factores contribuyeron a indicarnos que existía la necesidad de crear un espacio asistencial de características propias, en una órbita intermedia entre el tratamiento individual 166 Anorexia Nerviosa de la paciente y su familia. El factor precipitante de esta decisión fue, principalmente, la frustración y la desesperación que observábamos, especialmente en los padres de las pacientes, quienes requerían información sobre la naturaleza y características de los trastornos que sufrían sus hijas. Concentramos entonces nuestro esfuerzo en ofrecerles esclarecimiento, remarcando su papel –tanto en lo concerniente a la aparición del trastorno cuanto como acompañantes de su familiar enfermo– en el proceso de tratamiento y recuperación que estaba comenzando. Antes de la creación de nuestros grupos, en el año 1995, observábamos con frecuencia que los padres y hermanos de las pacientes llegaban a la psicoterapia familiar que se les había indicado realizar confundidos, mal informados y sin saber bien por qué habían sido enviados ahí, ni qué les podría aportar el concurrir. Además, la mayoría de ellos llegaban defendidos, anticipando una temida culpabilización por la enfermedad de la paciente. Nuestra respuesta a esto fue crear un ambiente de sostén donde la angustia ceda el paso a la palabra. Los grupos multifamiliares nos han permitido atender diversos requerimientos que surgen con la enfermedad. Los interrogantes de los familiares giran en torno al trastorno que la joven padece, por lo cual intentamos esclarecer estos aspectos y ayudarlos a comprender la naturaleza, el curso evolutivo y los objetivos del tratamiento iniciado. Buscamos también detectar y atenuar los sentimientos de culpa, pues si bien las características de la personalidad de los padres y la estructura y dinámica del grupo familiar que ellos han construido constituyen uno de los pilares que sostienen estos trastornos, existen otros puntos de apoyo, sin los cuales la enfermedad no se hubiese desarrollado. De lo expuesto por una familia determinada, surgen instantáneamente lazos identificatorios con otras familias que cursan o han cursado por las mismas dificultades, con lo cual se establecen 167 Bernardo Rovira - Eduardo Chandler redes comunicacionales que permiten compartir experiencias, inquietudes, dificultades y necesidades, en lo referente a mejorar la convivencia con sus hijas enfermas, contribuyendo así a su recuperación. Resulta claro entonces, que estas reuniones poseen dos componentes: el primero de orden informativo y bidireccional, donde familiares y profesionales se informan entre sí acerca de diferentes aspectos de estos pacientes y el segundo, de orden emocional, donde los familiares expresan sus sentimientos respecto de las situaciones que les toca vivir. Se intenta así lograr la articulación de la información con las vivencias en juego. Finalmente diremos que las familias participantes que luego debieron ser derivadas a terapia familiar, vieron facilitada su disposición a concurrir a la misma, con el claro beneficio que de esto se deriva. Psicoterapia propiamente dicha del grupo familiar Recuerda Hsu18 que autores clásicos como Bruch (1982); Crisp (1980); Garfinkel y Garner (1982), Minuchin (1974-1978) y Selvini Palazzoli y sus col. (1977-1978), han preconizado el empleo de la terapia familiar para el tratamiento de la AN. En la perspectiva sistémica de Minuchin y sus colaboradores, por ejemplo, se enfatiza la utilidad de trabajar la dimensión interpersonal más que la intrapersonal y el objetivo es cambiar la modalidad de la dinámica familiar, la que estaría reforzando la conducta alimentaria patológica de la paciente. La estructura familiar puede ser conceptualizada en términos de jerarquía, subsistemas y límites o fronteras y dicha estructura gobierna las transacciones entre los distintos miembros de la familia. En el caso de la familia de la joven anoréxica, ellos creen que la estructura familiar dificulta el crecimiento y desarrollo de la joven y las transacciones intrafamiliares por ellos señaladas incluyen: sobreprotección, rigidez, falla en la resolución de los 168 Anorexia Nerviosa conflictos e inclusión de la joven enferma en conflictos no resueltos de sus padres. La modificación de los modelos de interacción familiar imperantes, produce cambios significativos en los síntomas de la hija enferma. Señala Hsu que Minuchin y sus colegas describieron técnicas para promover una mejor comunicación intrafamiliar buscando definir fronteras, diseñar subsistemas, establecer responsabilidades complementarias, focalizar de manera selectiva cuestiones estratégicas, etc. Ocasionalmente utilizan una sesión de almuerzo familiar para develar los modelos anormales de transacción dentro de la comida, buscando transformar –diríamos desandar– la cuestión personal de la paciente en la disfunción familiar que la originó. Más recientemente, los colegas de Minuchin han utilizado también terapia individual como un agregado a la terapia familiar, enriquecimiento que nosotros vemos con agrado, dada la naturaleza eminentemente individual de algunos de los objetivos propuestos. En este abordaje individual complementario se busca ayudar a la paciente con sus cuestiones familiares y con sus dificultades en la separación-individuación. Se estimula en ella: 1. Que cambie la forma en que su familia la trata. 2. Que minimice su rol en interacciones improductivas con la familia. 3. Que reconozca y acepte los aspectos de su familia que no pueden modificarse. 4. Que mejore su vida social fuera del ámbito familiar. También refiere Hsu que, en una comprensión inteligente, Selvini Palazzoli cree que los reclamos de la familia a la paciente para que ésta cambie sólo pueden, paradojalmente, estimular su miedo al cambio y reforzar el modelo o estilo de interacción familiar que ya existe y sus intervenciones apuntan a reemplazar viejos modos operacionales. La Psicoterapia familiar fue más útil para las AN de aparición en edades más tempranas y de evolución relativamente 169 Bernardo Rovira - Eduardo Chandler reciente respecto del momento en que fueron abordadas terapéuticamente. Las de aparición más tardía no tuvieron mejores resultados que con la Psicoterapia individual como único recurso. X. Una cuestión especial: la indicación de internación Criterios de internación Luego de la primera entrevista se debe decidir si internar o no a la paciente anoréxica. Podemos clasificar los criterios de internación en: A) Criterios de urgencia B) Criterios no urgentes (internación programada) A) Criterios de urgencia De orden médico biológico: •La urgencia médica de internar a una paciente AN suele presentarse en el curso del tratamiento ambulatorio y no necesariamente al comienzo del mismo. Es decir que puede requerirse la interrupción del tratamiento ambulatorio en curso si la enferma baja de peso por debajo del valor que los profesionales en nutrición aconsejan para ella. •Que existan antecedentes recientes de síncopes, episodios de hipoglucemia y trastornos electrolíticos con o sin eventual repercusión cardíaca (especialmente descenso del potasio sérico por debajo de 2.5 m Eq/l) De orden médico psiquiátrico: •Cuadros de tipo depresivo o de otra comorbilidad psiquiátrica. Son frecuentes las referencias al riesgo suicida en pacientes anoréxicas, pero en nuestra experiencia con Anorexias Primarias (es decir restrictivas puras y no en las “no-restrictivas” 170 Anorexia Nerviosa que presentan ocasionales descontroles y de cuya entidad como verdaderas anorexias humildemente dudamos) esta contingencia es muy poco frecuente. En estos casos, la internación en un ambiente psiquiátrico apunta específicamente a ofrecer una solución a la crisis que se ha planteado, superada la cual el tratamiento seguirá su curso específico. De orden social: •Incontinencia familiar. •Que la enferma viva sola o alejada del centro asistencial. B) Criterios no urgentes La indicación de internar a una paciente pero sin urgencia, se realizará después de haberla evaluado detenidamente, tarea clínica relevante que estará siempre a cargo de profesionales especializados. La mayoría de las enfermas anoréxicas que nosotros hemos internado revestían criterios de urgencia, pues se encontraban con muy bajo peso –y en descenso– habiendo sido refractarias a los tratamientos ambulatorios implementados hasta ese momento. Dentro de los criterios que no revisten urgencia señalaremos: Criterios médicos: Se refieren a la existencia de un compromiso somático severo, pero de lenta instalación, tanto a nivel nutricional como general (cardiovascular o metabólico): •Pérdida de peso mayor al 30% del peso teórico de acuerdo a sexo, edad y talla, a lo largo de los últimos seis meses. •Alteración de los parámetros vitales: hipotensión, bradicardia, hipotermia. •Desequilibrio electrolítico. •Infecciones intercurrentes. Criterios familiares: familia no continente, con conflictos o ausencias que imposibilitan la atención regular de la paciente. 171 Bernardo Rovira - Eduardo Chandler Criterios psiquiátricos: •Marcada ansiedad. •Depresión severa que se prolonga. •Desadaptación familiar y social, que se manifiesta por relaciones sumamente ásperas, con peleas permanentes. •Ideas de suicidio reiteradas. Según ya hemos mencionado, también está indicado internar a una paciente cuando su tratamiento ambulatorio no resultó eficaz. Tal como fue señalado ya en las primeras observaciones, hoy referentes clásicos (Hsu, Crisp, 197919), las pacientes que responden a la psicoterapia ambulatoria recuperando peso, evolucionan mejor en el largo plazo. En nuestra práctica, todos los componentes terapéuticos: el biológico, el psicológico y el familiar se articulan y refuerzan entre sí ya desde la primera consulta, sin postergar las urgencias que simultáneamente existen en esas tres áreas. Insistimos en que es esencial para esto que el equipo sea experimentado, verdaderamente interdisciplinario y esté integrado en sus tareas. Objetivos de la internación La tendencia a internar pacientes anoréxicas ha disminuido en todo el mundo desde fines de la década del ’90, a medida que el tratamiento ambulatorio se fue tornando más precoz, competente y económico. No obstante, es algo universalmente aceptado en nuestros días que, ante la indicación específica de tratamiento interdisciplinario bajo internación, ésta no debe demorarse. Es una regla de valor absoluto que cuanto antes se instale el tratamiento interdisciplinario, mejor pronóstico tendrá el cuadro anoréxico. En cuanto a la posibilidad de alcanzar aspectos etiológicos, es poco probable que el tratamiento bajo internación sea de franca utilidad. Problemas de larga data relacionados con la identidad subjetiva y con sentimientos irreductibles de baja autoestima, requieren un abordaje psicoterapéutico profundo, prolongado, 172 Anorexia Nerviosa individual y, por lo tanto, ambulatorio. La internación en principio sirve –como ya hemos señalado– para detener una descompensación somática antes de que se torne irreversible. En nuestros inicios internábamos a las pacientes en unidades de cuidados intensivos, donde el personal está particularmente entrenado en cumplir estrictamente las indicaciones médicas y sufre una menor identificación con los pacientes. Hoy hemos reconsiderado este criterio y preferimos servicios especializados en tratar trastornos alimentarios (escasos en nuestro medio). La mayor dificultad para asistir a estas pacientes en centros no especializados en trastornos alimentarios es, en nuestra opinión, la falta de entrenamiento específico del personal. Hemos visto actuaciones hostiles de los profesionales y del personal de enfermería ante pacientes anoréxicas admitidas en unidades no especializadas; por ejemplo hacer comentarios condenatorios, forzarlas a comer o aumentar sin autorización el ingreso calórico diario. También hemos observado rechazo a la paciente anoréxica o no considerarla una persona que sufre “una enfermedad de verdad”. La internación en un centro adecuado provee, además, un ambiente tranquilizador que puede dar seguridad a la paciente, así como le permite distanciarse de un medio familiar pleno de ansiedad y de tensiones. Pero lo que no debemos olvidar es que, si bien podemos modificar la situación nutricional de una enferma logrando que incorpore más comida y podemos también influir en su conducta alimentaria instalando a su lado cuatro a seis veces por día a personal que le administre la dosis de alimento que necesita, en ninguno de los dos casos estaremos corrigiendo su actitud restrictiva y evitativa. Podemos alimentarla pero no podemos hacer que desee comer. Esta sofocación del deseo se debe, como ya hemos dicho, al miedo que ella siente a perder el control sobre sus impulsos, miedo que ha sido desplazado al ámbito alimentario. Por esto es que consideramos esencial la intervención del psicoterapeuta, en pos de una profundización 173 Bernardo Rovira - Eduardo Chandler progresiva de la tarea psicológica. Esta tarea se verá coadyuvada por el empleo mesurado y criterioso de los psicofármacos correspondientes. A modo de adenda Breves consideraciones sobre el tratamiento de la paciente crónica: Lo que persigue a muchas enfermas, cual sombra, es el riesgo de la temida cronificación. En esa dirección apuntan las recaídas luego de la internación (Hsu, 197919; Russell, 198720) observándoselas en no menos de la mitad de las pacientes dentro del primer año del alta. Es por esto que nosotros insistimos, en un acuerdo total con Jeammet, en que la psicoterapia profunda siempre debe intentarse a continuación del tratamiento bajo internación. Tal como advirtió Dally, ya en 196921, en nuestra experiencia actual, aproximadamente un tercio de las pacientes que son externadas muestran, si no cierta búsqueda activa de delgadez debida a una severa autocrítica centrada en su figura y peso corporal, por lo menos una actitud psicológica que traduce una tendencia aún vigente en el sentido de buscar pesar menos. Asimismo las pacientes en las que se ha demorado la asistencia integral son las que muestran mayor dificultad para recuperarse o bien son las que nunca mejoran sustancialmente. Desaconsejamos el tratamiento agresivo de las enfermas anoréxicas crónicas pues, tal como ha señalado ya Crisp, en 1989, en un trabajo no publicado, dicha actitud terapéutica puede precipitar su depresión o aun su suicidio. Tal vez la mejor estrategia sea buscar, en un abordaje integral, que la paciente acepte mejorar en lo posible su “estado energético saludable” (términos que preferimos emplear en vez de referirnos directamente al peso corporal). 174 Anorexia Nerviosa Hsu propone mantener la esperanza aún en los casos más refractarios, pues la compresión empática, la flexibilidad, la perseverancia y la habilidad terapéutica pueden lograr una mejoría aún en una situación aparentemente irresolubles. Aunque lamentablemente esta afirmación esté lejos de constituir un fenómeno frecuente, hemos observado que se cumple ocasionalmente. Lograr crear un ambiente vincular en el cual estas pacientes puedan sentirse entendidas y tengan la oportunidad –tal vez la primera– de reflexionar, junto con un terapeuta empático, sobre sus temores y conflictos sin estar bajo la presión de “aumentar” de peso, puede ser el pilar de un cambio que hasta ese momento fue considerado imposible. Bibliografía 1. Brusset, B.: “La Anorexia”, Editorial Planeta, Buenos Aires, 1985. 2. (Idem 1) 3. (Idem 1) 4. Marcé, L. V. (1860): Note sur une forme de délire hypochondriaque consécutive aux dyspepsies et caracterisée principalement par le refus d’aliments (cita de J. Silverman, en: “Handbook of Eating Disorders: Theory, Treatment and Research”. John Wiley & Sons Ltd., 1995). 5. Brusset, B; Levobici, S; Diatkine, R; Soulé, M.: “La Expresión Somática. La Anorexia Mental de las adolescentes”. Tratado de Psiquiatría del Niño y del Adolescente”, Biblioteca Nueva, Madrid, 1990. 6. Garner, D.: “Iatrogenesis in AN and BN”, International Journal of Eating Disorders, 4, 1997. 7. (Idem 5) 8. (Idem 5) 175 Bernardo Rovira - Eduardo Chandler 9. Chandler, E.; Rovira, B.: “El Abordaje Interdisciplinario de los Trastornos en la Conducta Alimentaria”, Revista de la Asociación Médica Argentina, 1, Vol. 114, 7-16, 2001. 10. Jeammet, Ph.: “El Abordaje Psicoanalítico de los Trastornos en las Conductas Alimentarias”, Psicoanálisis con Niños y Adolescentes, 6, 1994. 11. Chandler, E.: “El abordaje psicoterapéutico de la Anorexia Nerviosa: técnica y artesanía”. Revista de Psicología de la Pontificia Universidad Católica Argentina, Tomo I, Volumen 1. Buenos Aires, 2005. 12. Bruch, H.: Eating Disorders”, Routledge & Kegan, London, 1974. 13. Garner, D.: “Iatrogenesis in AN and BN” , International Journal of Eating Disorders, 4, 1997 14. Meerof, M.: “Enfermedad laboral del Médico. Síndrome de Tomas y BurnOut”, Revista de la Asociación Médica Argentina, Vol. 110, 2, 1997. 15. Ichazo, A.; Graciotti, P.; Rovira, B.; Chandler, E.: “Psicoterapia grupal en pacientes con Trastornos en la Conducta Alimentaria”. Publicado en la Revista de las Segundas Jornadas de Intercambio y Reflexión sobre distintos abordajes en el tratamiento de trastornos de la conducta alimentaria. Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Año 1996. 16. Sáez, G.; Cosentino, S.; Morillas, S.; Cambiagui, S.; Conte, G.; Petrochelli, L.; Seijo, D.: “Aportes de una experiencia de terapia corporal en Trastornos de la Conducta Alimentaria”. Trabajo presentado en el Tercer Encuentro de Especialistas en Trastornos de Alimentación, organizado por la Red Argentina Interdisciplinaria de Conducta Alimentaria. Bariloche, Argentina, 14 -16 de Septiembre de 2000. 17. Chandler, E.; Rovira, B.; Della Valle, M. E.: “Grupo Psicoeducacional Multifamiliar (GMF) en la Prevención y el Tratamiento de los Trastornos en la Conducta Alimentaria”. Vertex, Volumen XII, Suplemento I, Buenos Aires, 2001. 18. Hsu, L. K. George: “Eating Disorders”, The Guilford Press, New York, 1990. 176 Anorexia Nerviosa 19. Hsu, L. K.George; Crisp, A. H.; Harding, B.: “Outcome of anorexia nervosa”, Lancet, 1979. 20. Russell, G. F. M.; Szmukler, G. I.; Dare, C.; Eisler, I.: “An evaluation of family therapy in anorexia nervosa and bulimia nervosa”. Archives of General Psychiatry, 44, 1047-1056 (149, 201). 21. Dally, P. J.: “Anorexia nervosa”. Heinemann, London, 1969. 177 Anorexia Nerviosa Capítulo 13 ¿Es posible una prevención de la Anorexia Nerviosa? Dr. Eduardo Chandler Un trastorno en la conducta alimentaria es un doloroso fracaso del adolescente, que lo lleva a adoptar una falsa solución, una salida enferma, a su crisis de identidad. I. Factores etiológicos y prevención Poco o nada refieren los autores clásicos sobre prevención. Releyendo a Bruch, Russell, Hsu, Garfinkel, etc., vemos que es poca la atención que han brindado a este problema. Alguno de sus discípulos sí lo han hecho: Janet Treasure, por ejemplo, en su libro “Aprender a comer”1, si bien se refiere a la Bulimia Nerviosa, muestra un interés acentuado en el aspecto preventivo. En los años siguientes y en forma paulatina, ese interés por la prevención de los trastornos en la conducta alimentaria fue creciendo, tal como puede apreciarse en los aportes de autores 179 Bernardo Rovira - Eduardo Chandler diversos. Muchos de estos aportes pueden encontrarse en el International Journal of Eating Disorders (Wiley & Sons, Inc.). Hemos visto que se suman, para producir un trastorno en la conducta alimentaria, una familia, con una estructura y un funcionamiento especiales, una hija con una cierta constitución biopsíquica y una historia infantil determinada que se ha desplegado en un ambiente social favorecedor. De la combinación necesaria, oportuna y suficiente de todos estos factores, depende el desarrollo del trastorno. El factor personal y el predominio femenino Intentando despejar una confusión que vemos a diario, incluso en nuestros colegas, siempre hemos enfatizado el hecho de que las jóvenes que enferman de Anorexia Nerviosa no quieren parecerse a las modelos de moda –cada vez más niñas– por delgadas que éstas sean, pues su utilización como objeto de consumo, muchas veces asociado a significados eróticos, las horroriza. En la adolescencia femenina el componente biológico irrumpe, ofreciendo el necesario sustrato corporal en el cual la joven podrá encontrar un terreno propicio para expresar las dificultades en su personalidad en desarrollo. En el varón, en cambio, la pubertad aparece como una época de transformaciones que, si bien a ninguno deja indiferente, tampoco alcanza la dimensión intensa y múltiple que tiene en la mujer, a la cual toda una “industria del adelgazamiento” espera con avidez no exenta de cierta perversión. Nos referimos al campo de los alimentos dietéticos y “light”, al de la indumentaria y la moda y al terreno de algunas especialidades médicas dedicadas a la cosmética corporal. También acechan a la niña púber que traspasa el umbral de la adolescencia los riesgos de cierta oferta sexual. No es que a los varones en desarrollo no los esperen siniestros peligros, pero éstos están más ligados a otros aspectos que no se 180 Anorexia Nerviosa relacionan tanto con la imagen corporal y con el peso. Droga, violencia y alcoholismo son los ejemplos, tal vez más dramáticos, de los peligros que acechan, en forma especial, al varón. El riesgo de las dietas innecesarias: Las niñas de las sociedades desarrolladas crecen, actualmente, en un ambiente que practica el “culto de la delgadez”2 y aborrece la gordura. Estos poderosos pseudovalores impactan y condicionan de manera particular a las personalidades en formación, quienes depositan masivamente en su imagen corporal la precondición social para ser aceptadas. Es ésta una situación de gran riesgo. La alteración del peso natural que una dieta innecesaria produce, entraña peligro en la medida en que puede constituir la puerta de entrada a un trastorno en la conducta alimentaria, siendo imposible saber, a priori, quién, de cruzar tal pórtico, pueda volver atrás. En el caso de las jóvenes que reúnen las necesarias condiciones premórbidas, el adelgazamiento forzado por esas dietas provee anhelados sentimientos de seguridad y de autocontrol. Es una sensación de haber logrado crear un nuevo espacio personal, donde la influencia de los demás no llega; es encontrar una privacidad que refuerza la decisión de continuar restringiendo su alimentación. Esta restricción alimentaria va centrando sus intereses y su vida toda, tornándose una actividad sobrecontrolada semejante a la que observamos en los pacientes obsesivos, y que las encierra en un mundo nuevo, ordenador y pleno de un estimulante sentido vital. Un mundo nuevo que presta identidad… pero a un interés usurario. A esta etapa inicial, que tiene lugar en un marco social complaciente, Selvini3 la llama “la luna de miel de la anorexia”. El factor social y familiar. La facilitación socio-cultural Cuando hablamos de facilitación socio–cultural, nos referimos a que la mujer actual quedó habilitada, por presiones de distinto 181 Bernardo Rovira - Eduardo Chandler tipo, como un miembro más de la lucha competitiva en distintas áreas del diario vivir, antes tradicionalmente reservadas a los varones. Es así como, ya desde niña, la joven se ve exigida para ser buena alumna –si no la mejor–, para destacarse en los deportes (en un mundo que valora lo competitivo en vez de privilegiar el hecho de participar como un fin en sí mismo), para estar informada –en vez de ser formada, valorando aquello que aprende–, etc. Así, vemos que estas nuevas exigencias sociales se suman a las ya tradicionales expectativas personales, familiares y también sociales, con las que la mujer debe cumplir: ser bonita, vestir bien, atender a un esposo y ser madre devota, entre otras cosas. Uno piensa que esta tracción despiadada, al estilo del suplicio de Tupac Amaru, descuartiza al psiquismo de cualquiera. Son también factores sociales perturbadores la temprana sexualización de la mujer y el paradojal retraso en su emancipación psíquica, que extiende la adolescencia bastante más allá de los veinte años. A estas exigencias las propias mujeres se someten y contribuyen así a sostener, en el plano corporal y a modo de símbolo definitivo, un eco reverberante: ser flaca, más allá de la tendencia natural de cada organismo. Este discutible “valor” estético de la cultura occidental actual, tan dominada por fuertes intereses económicos, propicia así la idealización de un boceto publicitario de cuerpo de mujer estereotipado, sin formas ni volumen, al que sólo se puede llegar alterando la naturaleza biológica de la persona. Reiteremos que existe, desde hace años, en la Capital Federal, el Gran Buenos Aires y prácticamente en todas las grandes ciudades del país, un auge de la “industria del adelgazamiento”, la que ha prosperado notablemente gracias a la lucha no solamente contra el sobrepeso, sino también contra los complejos que las personas tienen con sus formas corporales cuando éstas no se ajustan al modelo de delgadez instalado como ideal social. 182 Anorexia Nerviosa Es la nuestra una sociedad que busca ávidamente vivir el hoy, con un desdibujamiento negador del mañana y una desestimación hostil del pasado, de sus raíces y de sus protagonistas, los ancianos. “Yo, aquí y ahora”, podría ser la consigna actual vigente, brotada del peor de los narcisismos y en este contexto no tiene cómoda cabida el concepto de familia tal y como tradicionalmente ha sido entendido. El aislamiento generacional y otros males asociados, como los adultos que no quieren ser viejos y los niños empujados por intereses perversos hacia roles sensualizados inadecuadamente tempranos contribuyen, entre otras razones, a la transformación degradante de la familia. La familia clásica, hasta no hace mucho bastión de valores, tiende a transformarse en una especie de grupo de emparejados, donde los límites se pierden y en el cual cuesta distinguir a la adolescente de su madre, quien compite con la naturaleza oportuna de su hija valiéndose de inoportunas vestimentas juveniles, maquillajes de moda y cirugías diversas. La joven se ve, así, lanzada a la arena de un rol social desdibujado y ambiguo, donde la tradición hace crisis y su esencia ordenadora de identidades y funciones es reemplazada por la incertidumbre. II. Los distintos niveles de prevención. Nuestra experiencia Prevención Primaria: Los efectos devastadores de la Anorexia Nerviosa se extienden más allá del ámbito personal y afectan profundamente a la familia de la paciente y a la sociedad en su conjunto, lo cual justifica plenamente nuestra convicción de que el problema de la prevención, especialmente el de la prevención primaria, debería ser considerado muy seriamente. La prevención primaria hace referencia a toda acción ejercida sobre los factores predisponentes y de riesgo, con el fin de evitar la aparición de una enfermedad en un sujeto todavía sano. El principal recurso que usamos para lograr este objetivo es la 183 Bernardo Rovira - Eduardo Chandler educación, tanto de la población en general como de los grupos en particular peligro. En el caso de la Anorexia Nerviosa, un aspecto central de esta tarea de prevención es la detección de aquellas jovencitas que presentan los rasgos de personalidad que hemos señalado como predisponentes y en quienes debe resultar sospechoso el empleo de dietas innecesarias. Otra estrategia, ya a nivel masivo, podría ser incluir, en los medios de comunicación, modelos femeninos de siluetas diversas. La delgadez es uno de los diseños corporales que, siendo natural, no expresa enfermedad (delgadez “constitucional”); lo que debe condenarse es la propuesta de esa silueta como el objetivo a lograr por todas las mujeres, cuando lo que debería ocurrir es la aceptación de las diversas formas con las que la naturaleza diseña al cuerpo humano. Este es el mensaje que, a nuestro criterio, es necesario dar a la juventud. En nuestras charlas con padres y docentes, hemos privilegiado incansablemente aquello que es sano y natural, los factores de riesgo existentes y los signos tempranos de la enfermedad, señalándoles posibles caminos a seguir ante la detección temprana de algún signo sospechoso. Nos parece fundamental que la educación contribuya al desarrollo de una personalidad donde la formación, más allá de la información, permita que se vayan integrando los cambios emocionales que acontecen en la evolución subjetiva. Deberíamos dar una importancia mayor a aquellas actividades que facilitan la expresión de afectos y sentimientos, tales como las artes plásticas, la música y el teatro, pero no con el objetivo de que el niño o el joven consiga destacarse sobre sus pares por los rendimientos logrados, sino brindando un espacio en donde pueda, simplemente, volcar su mundo emocional. También sería necesario planificar tareas gimnásticas y de expresión corporal, destinadas a disfrutar de los movimientos del cuerpo y no tan sólo buscando preparar a los jóvenes para la competencia4. 184 Anorexia Nerviosa Prevención secundaria: Está referida a los intentos por frenar el desarrollo de un trastorno ya existente e incluye su reconocimiento temprano y el combatirlo también precozmente. En el área de los Trastornos en la Conducta Alimentaria (TCA), la prevención secundaria es una aspiración más realista que la prevención primaria. El reconocimiento temprano de un TCA requiere primero la identificación acertada de los grupos en riesgo elevado y la adecuada interpretación de los primeros signos y síntomas que puedan aparecer en alguno de sus miembros. Las intervenciones precoces deben estar orientadas a desarticular todas aquéllas condiciones, tanto personales como familiares, que han propiciado la aparición del trastorno5. Se intentará detectar especialmente a las “chicas en riesgo”: bailarinas de danzas clásicas, aquellas jóvenes que practican deportes competitivos, las que tienen relación con la industria de la moda o la gastronomía y quienes, además de otras características personales y familiares, muestren en su desempeño una conjunción de gran autoexigencia, perfeccionismo e insatisfacción personal. Esto las lleva a sentir una indeclinable necesidad de lograr una sensación de completo control sobre sí mismas y, como ese control no puede ser logrado en áreas de la vida donde intervengan otras personas, lo intentarán conseguir en un ámbito íntimo, y su cuerpo lo es, de manera muy concreta. Nuestros esfuerzos a nivel de la prevención se han centrado, especialmente, en informar y asesorar a aquellas personas que se encuentran en la mejor situación para detectar los signos tempranos. Estas figuras son, además de los diversos profesionales de la salud, los familiares, amigos y docentes de las jóvenes; todos ellos mantienen un contacto íntimo y cotidiano con ellas. La intervención temprana es importante, dado que los cuadros de larga duración son los de peor pronóstico, y una enfermedad de relativa reciente aparición, responde mejor al 185 Bernardo Rovira - Eduardo Chandler tratamiento, el cual no requiere ser tan enérgico como en la enfermedad ya firmemente instalada. III. ¿Cómo ayudar a quienes comienzan a mostrar síntomas sospechosos? Al divulgar esta información en nuestra tarea de prevención, buscamos que las personas allegadas a las jóvenes que se encuentran en riesgo o que ya han comenzado con síntomas de la enfermedad, puedan reconocer tempranamente la situación planteada y dispongan de estrategias de intervención eficaces. Signos tempranos de anorexia nerviosa. La joven: 1. Manifiesta una preocupación inusual por su peso. 2. Piensa en forma extrema: “si no soy flaca, seré obesa”. 3. Sigue dietas rigurosas o “come raro”. 4. Clasifica los alimentos en “buenos” y “malos”. 5. Usa ropa holgada. 6. Adelgaza mucho sin explicación ni preocupación por ello. 7. A medida que adelgaza critica su cuerpo. 8. Se aísla de sus amigas. 9. Se excusa de comer en familia. 10.Tiene menstruaciones irregulares o ausentes. 11.Cambió su carácter: presenta depresión, irritabilidad e insomnio. 12.Busca ser perfecta, especialmente en su rendimiento escolar y físico. 13.Va al baño seguido y sin motivos aparentes. 14.Tiene cólicos y diarreas inexplicables. 15.Hace actividad física exagerada. 16.Tiene su autoestima baja. 17.No tolera a los demás. 18.No soporta que le hagan observaciones. 186 Anorexia Nerviosa Y en presencia de los signos descriptos: Reflexione sobre sus sospechas para estar bien seguro. Enfrente la situación sin demoras ni dudas. Acérquese con calidez y comprensión. Hágale saber que Ud. está preocupado y que está ahí para ayudarla. Comuníquele lo necesario sobre salud y recuperación. No ponga el acento en los aspectos físicos. Contacte a alguien adecuado, a quien la enferma no rechace. Infórmese sobre lugares confiables para consultar. Omita la alimentación forzada y los reproches. No se desanime si ella rechaza la ayuda al principio. Es necesario tener paciencia. La recuperación es lenta. Es decir: ¡ R - E - A - C - C - I - O - N - E ! Y siempre hemos insistido en lo que consideramos una premisa básica para prevenir sin perseguir: No debemos buscar culpables, sino encontrar causas, para corregirlas en la medida de lo posible. La enfermedad es algo que le pasa a la persona y no algo que ella quiere que suceda. IV. ¿Es posible organizar una prevención eficaz? En nuestras actividades de prevención, realizadas a lo largo de los últimos años en distintos ámbitos, hemos observado frecuentemente y con preocupación, la existencia de una disociación en muchas jóvenes a quienes estaba destinado nuestro trabajo. Ellas, por un lado, mostraban una franca aceptación del mensaje que recibían en relación con la alimentación sana, los distintos diseños naturales del cuerpo humano, etc., pero, por otro lado, la gran mayoría confesaba seguir recurriendo a dietas autoadministradas. Las jóvenes actuales no escuchan, o bien 187 Bernardo Rovira - Eduardo Chandler escuchan y no aceptan lo que se les transmite, o lo aceptan, pero no pueden sustraerse a ser reclutadas en los movimientos masivos en pos de la ilusoria silueta delgada. Repitiendo nuestras propias palabras (ver cap. 2), insistimos en señalar que la alimentación actual, en nuestra sociedad, parece seguir los dictados del ideal estético imperante y no de las necesidades del organismo para conservar la salud. Decíamos allí que muchas publicaciones de consumo masivo, cierta televisión y algunas campañas de prevención, ofrecen prolijas descripciones de los síntomas de los trastornos en la conducta alimentaria, como si se tratase de una galería de productos en venta y muestran a las personas que enfermaron y luego se recuperaron, como si fuesen heroínas o ejemplos a seguir. Concluíamos que, de esa manera, dichas enfermedades, más que ser presentadas como el peligro que realmente constituyen, lo son como tentadoras soluciones ofrecidas, o salidas enfermas ante el fracaso de la adolescencia, cuando cierta inconsistencia de identidad adquiere características patológicas. Si bien es cierto que la condición imprescindible para que una joven enferme de un trastorno en la conducta alimentaria, es que sufra determinadas perturbaciones psicológicas personales (claramente descriptas en el capítulo sobre personalidad previa), estimular la autoestima del adolescente con base en el logro de una silueta y un peso estereotipado y antinatural, es inducir a una distorsión de esa naturaleza6, a la vez que significa injuriar su psiquismo. Los jóvenes, a esas edades, son particularmente sensibles al sentimiento de exclusión, que es precisamente la amenaza que subyace, más o menos disimuladamente, en el tipo de mensaje publicitario de: “si no usás tal cosa” ó “si no mostrás tal silueta, no existís”. Esto mismo sucede cada vez que las jóvenes –aún las de contextura normal– no encuentran talles ofrecidos para ellas en las tiendas que venden ropa… supuestamente fabricada para cuerpos normales. Entonces, la salida de adelgazar se presenta como una solución a su alcance, y también a su alcance son puestos los diversos medios para lograrla. 188 Anorexia Nerviosa En una encuesta que realizamos en el año 2000, investigamos la actitud de ochenta y cuatro adolescentes mujeres, de edades entre los 14 y los 19 años, quienes no sufrían de un trastorno en la conducta alimentaria, y verificamos que la mayoría de ellas (el 54%) optó por iniciar una dieta, luego de no encontrar ropa adecuada a su talle en las tiendas de sus marcas preferidas. Debería asimismo haber un saneamiento en los medios de comunicación social, pidiéndoles que asuman por fin su verdadera responsabilidad, sin sucumbir incondicionalmente a intereses comerciales. Esto también se aplica a aquellas industrias que obtienen sombríos beneficios fabricando ropa de talles no basados en la realidad. Todos ellos deben entender que, si bien es cierto que la demanda masiva del mercado refleja la idealización que las propias adolescentes han hecho de la delgadez como precondición para lograr aceptación social, al establecimiento de ese ideal han contribuido y contribuyen, en la sociedad actual, quienes crean imagen y opinión, facilitando la aparición de este curioso no comer para vivir. Desvelados tantas veces por nuestra impotencia en la acción eficaz de prevenir estas epidemias que la misma sociedad facilita y de las cuales después se lamenta –sin dejar de estimularlas– nos viene a la memoria una reflexión del célebre médico y etólogo austríaco Konrad Lorenz, quien, en oportunidad de recibir el premio Nobel de Medicina del año 1973, señaló lo siguiente: 189 Bernardo Rovira - Eduardo Chandler Bibliografía 1. Schimdt, U.; Treasure, J.: “Aprender a comer”. Biblioteca de Psicología, Psiquiatría y Salud. Martínez Roca, Barcelona, 1996. 2. Slade, P.: “Prospects for Prevention”, en: Handbook of Eating Disorders: Theory, Treatment and Reserch. Ed. John Wiley and Sons, 1995. 3. Selvini Palazzoli, M.: “Muchachas anoréxicas y bulímicas”, Ed. Paidós, Buenos Aires, 1999. 4. Rovira, B.: “Depresión y conductas suicidas en la Adolescencia” (Trabajo presentado en el Curso Intensivo de Depresión en adolescencia y juventud. Centro de Investigaciones Epidemiológicas, Academia Nacional de Medicina, 22 y 23 de abril de 1994). 5. Chandler, E.: “Escisión y Contexto en la Anorexia Nerviosa”. Actualidad Psicológica; 288:12-15; Buenos Aires, 2001 6. Chandler, E.: “La distorsión de la imagen corporal en los trastornos alimentarios: enigma clínico y desafío terapéutico”. Actualización en Nutrición (Revista de la Sociedad Argentina de Nutrición), vol. 7, n° 4, pp. 38-48. Buenos Aires, diciembre de 2006. 190 Anorexia Nerviosa Reseñas Curriculares AUTORES DEL LIBRO Dr. Bernardo Luis Rovira: Médico Psiquiatra (Universidad de Buenos Aires) Psicólogo Médico (Universidad de Buenos Aires) Jefe del Programa de Trastornos en la Conducta Alimentaria. Departamento de Salud Mental, División Psiquiatría de Enlace. Hospital de Clínicas de la Universidad de Buenos Aires. Dr. Eduardo Chandler Médico Psiquiatra (Universidad de Buenos Aires) Psicoanalista (Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires) Miembro del Programa de Trastornos en la Conducta Alimentaria. Departamento de Salud Mental, División Psiquiatría de Enlace. Hospital de Clínicas de la Universidad de Buenos Aires. COLABORADORAS Dra. Rosa Labanca Médica Nutricionista. Docente de la Universidad de Buenos Aires. Docente Adscripta de la Cátedra de Nutrición de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires. Representante argentina en la Internacional Association for Study of Obesity (IASO) 191 Bernardo Rovira - Eduardo Chandler Dra. Beatriz Pereyra Pacheco Médica de Planta de la Cátedra de Ginecología del Hospital de Clínicas de la Universidad de Buenos Aires. Ex Presidenta de la Sociedad Argentina de Ginecología Infanto Juvenil. Coordinadora del Consultorio de Ginecología Pediátrica del Hospital de Clínicas de la Universidad de Buenos Aires. Lic. Miriam Remo Licenciada en Psicología. Miembro del Programa de Trastornos en la Conducta Alimentaria. Departamento de Salud Mental, División Psiquiatría de Enlace. Hospital de Clínicas de la Universidad de Buenos Aires. Lic. Marcela Alvarez Licenciada en Psicología. Miembro del Programa de Trastornos en la Conducta Alimentaria. Departamento de Salud Mental, División Psiquiatría de Enlace. Hospital de Clínicas de la Universidad de Buenos Aires. 192 Anorexia Nerviosa Indice Prólogo. La inefable anorexia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Agradecimientos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Capítulo 1. Anorexia Mental o Nerviosa. Curioso no comer para vivir . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Capítulo 2. Cuadro clínico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Capítulo 3. Personalidad previa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Capítulo 4. Comienzo de la enfermedad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Capítulo 5. Fenomenología . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Capítulo 6. Sintomatología somática . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Capítulo 7. Psicodinamia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Capítulo 8. La Anorexia Nerviosa, según el análisis del Psicodiagnóstico Rorschach . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Capítulo 9. Aspectos clínicos de la Anorexia Nerviosa y su abordaje desde la vertiente nutricional . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Capítulo 10. Aspectos ginecológicos en la Anorexia Nerviosa . . Capítulo 11. Diagnóstico y ubicación nosográfica . . . . . . . . . . . . . Capítulo 12. El tratamiento de la Anorexia Nerviosa . . . . . . . . . . Capítulo 13. ¿Es posible una prevención de la Anorexia Nerviosa? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Reseñas Curriculares . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7 11 13 21 37 41 45 57 69 75 83 99 119 137 147 179 191 193 Esta edición de 2.000 ejemplares se terminó de imprimir en el mes de junio de 2011, en Verlap S.A., Comandante Spurr 653, B1872AME Avellaneda, Prov. de Buenos Aires.