WORLD POKER TRIP Bolivia Argentina Por Jonathan Salamon COCHABAMBA ...llevo en Bolivia varias semanas Jonathan Salamon nació en Francia, tiene 26 años y juega al poker desde los 17, se recibió de arquitecto, trabajó dos años y, a pesar que de las cosas iban bien, entendió que la felicidad no tiene rumbo, ni precio, ni tiempo… dejó su trabajo y compró un pasaje para Brasil. Y como el cash game siempre fue su especialidad decidió que jugar al poker podría financiar el viaje al 100%. Entonces nació el World Poker Trip, un viaje al mejor estilo Che Guevara recorriendo Sudamérica en moto, visitando casinos, poker rooms, garitos de los más extraños. Eligió POKERFACE para contarnos el itinerario y publicar en cada edición su diario de viaje. Aquí la primera entrega. conocí a un gran amigo que se convirtio en guardaespaldas: Berni. Luego de una larga espera recibo el llamado de mi contacto de poker, me invita a jugar. La partida es en un barrio lindo de Cochabamba, por lo que no corro riesgos. Viernes, 22 horas, llego con Parkinson (mi moto) a una calle vacía y tranquila. Portones cerrados detrás de los cuales se entreven casas lujosas, jardines bien cuidados y grandes coches. Toco timbre y me presento ante un joven, me pide que lo siga. Frente a la casa, algunas 4x4 y un auto deportivo. La casa típica del gusto de la burguesía boliviana. Fachada con bow windows, un pequeño techo de tejas sostenido por columnas dóricas. En el interior mucho mármol, mesas con manteles de encaje, cuadros con marcos dorados, el lustre y las maderas se repiten hasta la indigestión. Aquí se marca la diferencia con el resto de la población, un gusto inmoderado por elementos de cultura extranjera. Poco importa que las columnas sean griegas, los bow windows ingleses, los manteles belgas, el techo japonés, lo que cuenta es mostrar a los demás que se tiene dinero. Me adentro en el salón. El tipo que me acompañaba, el croupière, me presenta al jefe. Un boliviano de unos sesenta años (con el que hablé por teléfono) que me ubica en el último lugar libre. Como suele suceder, la llegada de un pequeño blanco de ojos celestes produce sorpresa. Ya comienzo a acostumbrarme. Me preguntan cosas, cuento mi viaje alrededor del mundo (omito decir que vivo del poker, en general no es una buena idea comentarlo). Los tipos se muestran agradablemente sorprendidos, me integran rápidamente, y comienzo a jugar. 56 Es una partida muy grande. Es muy raro encontrar una mesa privada con dos croupières profesionales. Los montos son equivalentes a los que jugaba en Francia. Salvo que aquí, en Bolivia, en donde el salario medio es catorce veces inferior, estoy en un High Stakes. Y como en todos los que he jugado en suelo sudamericano (Salta, Tucumán, Ciudad del Este), me preparo para encontrar dos tipos de jugadores: el pez gordo y los sharks. Desde las primeras manos reconozco los peces. Han pasado los cuarenta años, están bien instalados en la vida, el poker es para ellos una actividad social como cualquier otra, que les permite olvidar el laburo. Si pueden ganar dinero, tanto mejor, pero no es su motivación principal. Lo que les interesa son las emociones del juego: bluffear, sorprender a un buen jugador, bad beatear, o pasar un buen momento con amigos. Cada uno tiene su perfil en relación con la personalidad. Los jubilados prudentes, los ambiciosos jefes de empresa que bluffean demasiado, los abogados, juristas y otros profesionales que juegan un poker “escolar”, muy correcto pero previsible. Son perfiles caricaturizados, Son las ocho de la manana y anuncio que demandarán sencimi partida. Es en ese momento que todo llas adaptaciones. No me comienza a complicarse. preocupo demasiado. La gran sorpresa es que aún no he identificado un shark. Ningún jugador joven venido de Internet, técnicamente muy bueno, ningún jugador de live, intuitivo y psicológicamente aguerrido. Luego de dos horas de juego, llego a la conclusión de que no hay ni un buen jugador. Me siento como el lobo en medio de un rebaño de nueve ovejas. Es medianoche, ya he triplicado mi monto de partida y me chupo los dedos. Sólo un golpe de mala suerte (un enorme poso AA vs. AA < QQ por 850 ciegas) lo pierdo, pero no me amedrenta. Hago una verdadera masacre. Cuando despunta la mañana he multiplicado mi stack por veinte y pasé de 50 a ¡1000 ciegas! Son las ocho de la mañana y anuncio mi partida. Es en ese momento que todo comienza a complicarse. Intentan convencerme de quedarme un poco. Una reacción natural, he arrasado con la mesa y tienen esperanza de recuperar algo. Como aún es temprano y no quiero despertar a Bernie, además tengo la intención de volver a jugar con ellos, acepto, incluso a pesar de comenzar a sentir cansancio. Minutos más tarde, abro 77 (tengo 1000 ciegas). El jefe (200 ciegas) paga desde el inicio de la mesa. Todo el mundo se va, salvo un mal jugador prudente (tiene 800 ciegas). El Jefe completa. Flop: As de corazones, 7 de corazones, 9 de tréboles, (poso 16). ¡Bingo! Check y el jefe sube. Es un jugador tight y esta acción es para mí una excelente noticia: el flop le ha servido, tiene probablemente un As y voy a sacarle mucho. Normalmente, un trío de 7 sobre semejante board es una mano muy poderosa que vale la pena para un all in, pero tengo un mal presentimiento. ¿Es su manera de lanzar las fichas? ¿La rapidez con la que relanza? ¿Algo en su mirada? ¿Una postura? ¿Una tensión en el aire? Francamente, no tengo idea, y sin embargo, una pequeña alarma acaba de sonar. Decido sólo pagar. Turn: Rey de diamante (pozo 271) Prudente apuesta 100. Es poco en relación a la talla del pozo, pero para él, es enorme. River: 2 de corazón (pozo 666) o Paraguay Prudente parece complicado por el color que cae. Piensa una decena de segundos, pero apuesta igual 140. Otra vez es una pequeña apuesta en relación al pozo, pero sigue siendo enorme para él. Cuando el color entra y él apuesta igual tan caro, ya no puede tratarse de un doble par lo que tiene. “Tenés 99, ¿no?” Lo veo saltar de su silla literalmente. “eh..., no, jaja” Lo agarré tan de sorpresa que no tuvo siquiera la lucidez de encontrar una excusa. Luego de dos buenos minutos de reflexión, pago con esfuerzo. Jefe muestra AK, Prudente 99. Tiro mi 77 despechado. Veo el gigantesco pozo de 946 ciegas alejarse. Decido que es tiempo de partir. Junto mis fichas: 600 ciegas. No es tan mal resultado. Pero no puedo evitar sentirme repugnado. Me levanto, el croupières se levanta también y me pide que lo siga : “Escucha Jonathan, no podemos pagarte ahora. Todos los jugadores juegan a crédito, no tenemos efectivo”. Mmmm, esto huele mal... Discutimos, insisto. Luego de 20 minutos, cede. Van a pagarme la mitad hoy y la otra mitad en la próxima partida. El simple hecho de que hayan mentido algunos minutos antes diciéndome que no tenían efectivo y que luego, repentinamente, decidieran pagarme la mitad, no es una buena señal. Podría insistir pero son las 9 de la mañana, estoy cansado y solo contra diez. No me queda otra. Me pagan lo convenido. Con mis 300 ciegas vuelvo a lo de Bernie. Bernie no me recibe solo. Me presenta a una pequeña bomba recién salida de un clip de rap que ha recogido la noche anterior... Le cuento mi increíble velada pero omito el em- “No te vamos a pagar” “¿Qué? ¿Porbrollo final. Después de qué? El tipo ni se molesta en disimudormir un poco, me propone festejar yendo a comprar lar: “Porque nadie te conoce, mi teléfono nuevo. Vamos al sur de la ciudad, el mercado a cielo abierto más grande de Sudamérica. Vamos al barrio chino, especializado en celulares... ¡robados! Nos lleva una buena hora ubicarnos en ese laberinto. Preguntamos a varios peatones que nos ponen enseguida en guardia: “cuidado, es peligroso por ahí, ¡cuiden sus bolsillos!”. Pfff, nada puede pasarme con Bernie al lado. El barrio chino, está lleno de bolivianos. Vendedores ofrecen Iphone 5 y otros Samsung Galaxy S4 a un tercio de su precio normal. Me detengo delante de uno de ellos y su Galaxy mini S2. Casi nuevo, cámara que funciona, todas las aplicaciones: US$100. Un excelente negocio. Bernie lo mira también, me dice que parece estar en condiciones. Pago, el vendedor me da el celular y se sumerge entre la multitud. Lo perdí de vista en dos segundos. Perú 58 i bien desapareció, los otros vendedores se acercan y me preguntan: “¿Precio?” Un vendedores rechazado llega y con una sonrisa me pregunta: “¿Cuanto por tu chinito?” Ese S2 chino, vale alrededor de US$30. La inscripción de la marca se borra con facilidad. El día anterior a la segunda partida de poker, recibo un llamado del Jefe. La pesadilla continúa: ”esta es una partida entre amigos, no pagamos a desconocidos. No deberías haber jugado con nosotros”. “¿Qué? Ahora, si ustedes hubieran ganado mi dinero, no se hubieran privado de tomarlo, ¿no? Tu eres el organizador de la partida, tu debes ser la garantía”. “¿Qué insinúas? ¿Que debo pagarte de mi propio bolsillo?” “Sí. Me niego a dejarme robar de esta manera”. “¿Qué? ¡¿Me tratas de ladrón?! No me faltes el respeto pequeño idiota. Esta discusión está terminada. Mañana voy a recuperar mi guita. No sé cómo son las cosas en Bolivia, pero en Francia, cuando a uno lo roban, existen leyes a las que se pueden recurrir”. “Mañana no habrá partida. No se te ocurra venir. Y no se te ocurra llamar a la policía atrevido de mierda”. Me corta y quedo mudo. “Atrevido de mierda”. Un insulto creativo y original, que no podré olvidar... Me doy cuenta de a poco... creí que era el lobo entre las ovejas, pero la única oveja fui yo. Jefe y Prudente eran cómplices, los croupières estaban afilados para sacar las cartas en el momento indicado. Me dejé dominar. Mi orgullo recibe un golpe tremendo. Después de languidecer algunos minutos, retomo mi espíritu. El primer sentimiento es potente: odio. Este hijo de puta va a pagarme, voy a vengarme. Lo hablo con Bernie, está casi más enojado que yo, lo siento hervir. Me propone ir juntos, pero verlo tan excitado me hace retomar mi calma: me niego. Dejo atrás rápido las soluciones violentas, soy demasiado tierno para eso. Envío un SMS a Jefe y al croupière: “Si no tengo mi guita a las 20hs., voy a la policía”. Pido consejos a jugadores de poker franceses a través de Internet. Sorpresa. Todos, sin excepción, me dicen que me largue, y sus argumentos son sólidos: estoy solo y soy fácil de ubicar. Es mejor no confrontar con gente poderosa. Al fin de cuentas no sé quienes son realmente, cómo se han enriquecido, ni de lo que son capaces. Es duro de aceptar: un joven extranjero viajando solo en moto en un país con leyes inestables. Soy el blanco perfecto para la estafa... En el poker existen situaciones inexorables en las que sea cual sea la acción que se efectúe, siempre saldremos perdedores. Las llamamos setups. La única manera de sortearla es retirarse a tiempo. En la vida también nos sucede a veces de encontrarnos en situación de setup. Saber reconocer esos momentos, ser capaz de percibir que la relación de fuerzas está en nuestra contra y no dejarse enceguecer por nuestro ego puede permitirnos detener las pérdidas antes de que sea demasiado tarde. Llegué a América del Sur con una sonrisa en la boca, a la vez cándido y muy seguro de mí mismo. Me costó algunos centenares de dólares y una pequeña humillación poder abrir los ojos. No es un costo elevado finalmente cuando imaginamos aquello de lo que pude haber escapado...Miércoles por la mañana, me despido de Bernie. La peor semana de mi viaje acaba de terminar. Dejo Cochabamba con la cola entre las piernas. Ahora mejor olvidar. Esta noche estaré en La Paz, la capital de Bolivia. Una nueva aventura comienza... o Brasil