CORPUS BARGA, EL PERIODISTA DEL ZEPPELÍN Resumen

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Escritura y Pensamiento
IX, N° 19,2006, PP. 101- 111
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En 1930, el ya connotado periodista Corpus Barga fue uno de los tres periodistas que·estuvieron en el viaje inaugural de la ruta Europa- Sudamérica de la famosa nave "Graf Zeppelín", orgullo de la aviación de Alemania. La crónica del viaje fue seguida con expectativa por la gran novedad
y porque el estilo del reportero era muy apreciado por sus lectores. La ponencia recoge las razones de la afición de Corpus Barga por los viajes aéreos y en general su admiración por la aviación en la primera etapa de su
vida periodística.
Palabras clave
Corpus Barga y la aviación; El vuelo en el Graf Zeppelín; Crónicas de viaje.
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Resumen
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Cuando España se preparaba para celebrar los 500 años de lo que
llamaron después "Encuentro de Dos Mundos" un grupo de periodistas fuimos invitados a una reunión gremial que formaba parte de
aquellos festejos. Y tuvimos la oportunidad de juntamos con veteranos colegas españoles, algunos muy mayores, que averiguaban con
curiosidad sobre nuestros periodismos.
La verdad es que para la mayoría fue una novedad conocer
que el famoso Corpus Barga, don Andrés Corpus García de la Barga
y Gómez de la Serna, había vivido y trabajado en Lima dirigiendo la
Escuela de Periodismo de la Universidad de San Marcos y por casi
veinte años.
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JUAN GARGUREVICH REGAL
No conocían mucho su obra pero coincidían en algo: lo llamaban "el periodista del Zeppelín", debido a que las crónicas que escribió durante su viaje en el célebre aparato alemán lo elevaron a la
popularidad de una época en que los periódicos eran el medio principal de información y entretenimiento y los grandes cronistas eran
seguidos con pasión por los lectores.
Corpus Barga era uno de aquellos periodistas y en especial
desde su famoso viaje de París a Madrid con el héroe de la aviación
francesa, el teniente Romanet.
Fue un feliz encuentro de personalidades notorias. Bemard
Bamy de Romanet era un héroe de la Gran Guerra (que acababa de
terminar con la firma del Tratado de Versalles) miembro de honor de
la famosa escuadrilla de "Las Cigueñas" que los alemanes llegaron
a temer por su audacia y efectividad. Solo Romanet se había apuntado 18 aviones derribados recibiendo por ello medallas, honores y,
sobre todo, aclamación popular.
Corpus Barga, por su parte, era corresponsal en París del diario "El Sol" y otras publicaciones, como "La Nación" de Buenos
Aires y sus despachos, que contaban de la guerra, cautivaron a sus
paisanos y lo convirtieron en un periodista influyente.
No fue sorpresa que se eligiera a ambos cuando la Asociación de Prensa de París decidió enviar saludos de paz a las asociaciones de prensa de otros países, comenzando por España. Romanet
pilotearía y Corpus Barga portaría el mensaje.
El viaje era peligroso porque había necesidad de aterrizar
varias veces a cargar combustible y además viajarían tres en el frágil biplano de construcción francesa: adelante el piloto y en el otro
agujero, apretujándose, el mecánico y el periodista.
"Se viajaba sin brújula" recordó Barga años más tarde al hacer un relato más amplio. "Medio cuerpo al aire, eran aviones de
guerra, muy primitivos. Bueno, pues aquella noche en la que, por
cierto, me presentaron a Maurice Barrés, De Romanet me dijo que
yo no tenía ninguna obligación de acompañarlo y yo le dije: 'Mire
usted De Romanet, si usted va, yo le acompaño".
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Fue un viaje largo y accidentado que permitió a Barga observar desde lo alto el paisaje español y describirlo con extremo detalle
acompañado de reflexiones, en un estilo denso pero ameno que conservaría hasta el final de su vida.
Leamos solamente este fragmento, a modo de ejemplo, escrito poco después del viaje y como producto de sus observaciones
desde la carlinga del aeroplano:
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Barga era ya un veterano entusiasta de la aviación y muchas
de sus crónicas de la guerra, entre 1914 y 1919, estuvieron dedicadas al tema de los combates aéreos. Y escribió como Epílogo a su
relato del año 19 lo siguiente:
"... Supongamos que en el año 2000 se ha resuelto el problema de
la aviación, el polimotor ( ..) Cuando en este fantástico año 2000
se considere que en el año 1919 se navegaba en la atmósfera de
las nubes y de los vientos sin la seguridad de la brújula ni del
motor, con un mapa pequeñito para ir estableciendo puntos de
referencia con la tierra, y vendido el descenso al azar del terreno,
cuando considere todo esto el navegante aéreo del año 2000,
pensará en el avión de 1919 como el viajero del expreso piensa
hoy en la diligencia que daba tumbos en alguna cuesta o la asaltaban los bandoleros.
El avión es todavía la "diligencia" del aire ... "
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"Una de estas playas normandas -de la Normandía Alta- está
cogida entre dos acantilados como entre dos gendarmes. Tiene,
desvenciJado sobre el mar, un lecho de piedras enormes y pulidas
por las aguas. Cuando se retira la marea pone al descubierto una
hoja de arena reluciente, admirable falsificación del acero. Esta
hoja se afila en la espuma que hacen las olas al llegar, revueltas,
turbias, de un mar esmeralda. Por el horizonte, al pie del cielo
pálido y debajo de la rayita negra del humo, pasan menudamente
los buques ... "
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104
JUAN GARGUREVICH REGAL
Ambos fueron recibidos como héroes en Madrid, e incluso
agasajados por el rey Alfonso XIII, que quiso escuchar de sus propios labios el gran relato. Y Romanet hizo todavía algunos viajes más
a manera de promoción del diario "El Sol". 1
La Cierva y su raro autogiro llaman inmediatamente la atención de Corpus Barga y estuvo entre los primeros en asistir a las
pruebas, que después, en 1933, describiría así:
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"... El ensayo se hizo en un aeródromo desolado, que así eran todavía los aeródromos en Francia. Por la tarde, una tarde destemplada, plomiza, lluviosa, desanimadora. Estuvimos allí, enfangados y
refugiados en nuestros impermeables, algunos militares, los técnicos franceses y cuatro periodistas. Solamente uno español. Entonces en París no había españoles de derechas. De los otros, yo el
único hombre libre, feliz e independiente para saltarme a la torera
el apellido de Cierva y asistir al ensayo del autogiro con todo fervor. Tenía cierta obligación conmigo mismo. Era yo el único español que había hecho en avión el viaje París-Madrid. Me entusiasmaba la aviación por la aviación, si ciencia ni práctica ninguna.
Volar como andar: la quimera del hombre libre. Lo que el autogiro, precisamente, entre todos los aviones, viene a realizar hoy.
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Aquella primera tarde de pruebas en París no lo realizó. La tosca
máquina se despegó pesadamente, paradójicamente del suelo, y a
poco se cayó y quedó rota. Cierva no se alteró, no levantó ni bajó
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Romanet se dedicó luego a promocionar la aviación en su país, estableciendo varios
récords mundiales de velocidad entre 1919 y 1920, llegando a volar a más de 300
km. por ahora. Cuando entrenaba para participar en una competencia europea se
estrelló y murió en Essone, en setiembre de 1921. Había cumplido 27 años. Su
muerte fue muy sentida en España y Francia y Corpus Barga escribió la crónica de
su funeral para "El Sol" de Madrid.
En ese mismo año 1921, en noviembre, murió en Lima y también trágicamente, el
Teniente José Romanet, que instruía a los alumnos de la entonces "Escuela de Aviación de Maranga" y que había llegado a Lima trayendo varios aviones recién adquiridos por el gobierno. No sabemos si eran parientes.
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Cuando Corpus Barga elogiaba a los aviadores, Alemania intentaba
reponerse de las duras restricciones impuestas por el Tratado de
Versalles que incluían la prohibición de fabricar aviones de guerra y
en general trababa el desarrollo de una industria aeronáutica.
Pero la "Zeppelín Company" logró que le otorgaran nuevamente el permiso para comenzar un servicio de transporte civil y
comercial.
Aquellos célebres navíos aéreos tomaron el nombre de su inventor y promotor, el Conde F erdinand Graf (Conde) von Zeppelin,
un acaudalado aristócrata prusiano que planteó su idea tan lejos
como 1874 y la puso en marcha cuando se inventó un método barato para producir aluminio.
Luego de muchas pruebas, dificultades y accidentes, en 1908
fue fundada la Compañía Zeppelín ("Luftschiffbau Zeppelín") y
comenzó la construcción de aquellas enormes naves de entre 200 y
300 metros de largo, ahusadas como proyectiles, que se sostenían
por estar llenas de gases más ligeros que el aire y portaban una barquilla, o góndola, para carga o pasajeros. Motores laterales las impulsaban y alcanzaron hasta casi 200 kilómetros por hora volando a una
altura de 300 metros.
Pero luego de una primera etapa fructífera y de popularidad
como método seguro de transporte de pasajeros se inició la Primera
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Guerra y los zeppelines fueron utilizados para observación primero y
después como bombarderos. Varios llegaron hasta Londres y lanzaron bombas en ataques nocturnos pero fueron derribados en su
mayoría por su extrema fragilidad ante las defensas de tierra.
Al finalizar la guerra, los zeppelines fueron repartidos entre
los vencedores como reparación de guerra e incluso uno fue construido especialmente para los Estados Unidos.
Cuando en 1925 fueron levantadas todas las restricciones
para la aviación comercial alemana, la empresa construyó y lanzó el
"Graf Zeppelin", bautizado en julio de 1928. Era una nave enorme,
impresionante, de 235 mt. de largo, 33 de altura y 35 de circunferencia en su parte más gruesa, que en octubre hizo su primer viaje transatlántico con pasajeros. En 1929 dio la vuelta al mundo en proeza
que fue parcialmente financiada por el magnate William Randolph
Hearst (que puso como condición que el viaje debía comenzar y terminar en Nueva York dando una vuelta alrededor de la Estatua de la
Libertad).
El triunfo alemán fue aclamado en el mundo y las fotos del
Graf Zeppelín sobrevolando las más importantes ciudades estuvieron
en prácticamente todos los periódicos que lo comenzaron a llamar
"el plateado trotamundo de los cielos". Por donde pasaba se reunían
multitudes para ver el espectáculo formidable de aquel gigante del
aire que encendía la imaginación de los amantes de los viajes, el
peligro y los grandes retos. Como el reportero Corpus Barga, por
ejemplo.
Corpus Barga en el Graf Zeppelín
"La Nación" de Buenos Aires había encargado a Barga la organización de la oficina de corresponsalía en Berlín, y el prestigioso periodista estaba allí, a comienzos de 1930, cuando supo que el "Graf
Zeppelín" haría un viaje inaugural a Sudamérica con la posibilidad de
llegar a Buenos Aires. Llamó a la empresa, reservó el ansiado espacio (solo se admitía 24 pasajeros) y luego telegrafió a "La Nación".
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El gran diario argentino aceptó encantado y pagó la exorbitante suma
de tres mil dólares que costaba ese boleto, además de asegurarle el
retorno y el pago de los telegramas.
Los despachos, mezcla de noticia y crónica, fueron publicados
en "La Nación"de Buenos Aires, entre el 18 y el 27 de mayo de
1930. Y el primero comienza así:
"Está reunido en Friedrichshafen el primer lote de viajeros del
GrafZeppelín. No daré nombres. Leedlos en los telegramas de las
agencias. Aquí cada cual pierde realmente su personalidad y se
convierte en hijo del aire. Se pierde hasta la noción exacta del
sexo, pues nos miramos los viajeros unos a otros en busca de las
tres pasajeras anunciadas, y sólo aparecen dos ... (..)
.. .El Gran Zeppelín es tan grande que, al primer golpe de vista, en
el cobertizo donde éste está, no se le ve. Se le busca como a un
alfiler perdido y está sobre las cabezas, ocupando todo el techo.
Parece un gigantesco monstruo de acuárium este pez volador. Desafio del hombre a lo más grave de la naturaleza: la ley de gravedad. El avión es un pájaro de cuidado pero el Graf Zeppelín,a
pesar de sus dimensiones, no es más que un juego gracioso con la
gravitación universal. Se nos ha dicho que el dirigible ha sido
construido para flotar siempre... (..)
.. No se viaja en zeppelín. Se viaja al zeppelín, que es un mundo
aparte. Deben ver así nuestro viaje los que se quedarán en tierra y
nos colman de atenciones ... (. ..)
Acaba de subir el GrafZeppelín, como si subiera en ascensor la
Torre de Pisa. La primera subida foe de 150 metros. La impresión
es que el público se hunde de coronilla, dejándose olvidados los
pañuelos en el camino que siguen las cabezas. Los últimos pañuelos se hunden también en las praderas ... "
Solo aceptaron a dos periodistas más, un alemán de la empresa editora "Ullstein", un norteamericano de la gran cadena de
Hearst y el español, como corresponsal de "La Nación" con la
exclusiva para toda Sudamérica. Viajaba también un intelectual
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asturiano acaudalado, Emilio Herrera, que después publicó una
narración del gran viaje con estilo de crónica clásica.
Pronto, Barga comenzó a telegrafiar sus impresiones del viaje
con el estilo que tanto gustaba a sus lectores:
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"Encontramos limpio de nubes el Estrecho de Gibraltar. El mar
tomado aquí por la cintura, entre Europa y Africa. Se hace espumas, tumbado al sol. El Graf Zeppelín contorneo el Peñón.
Parece que lo está festejando. Nos salen al paso dos hidroaviones españoles de Ceuta y ahora el Graf Zeppelín es el festejado.
Los hidroaviones revolotean. El Zeppelín flota. El Peñón se
queda incólume. Todo en tierra son ruinas de las Columnas de
Hércules ... "
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El viaje de Corpus Barga debía terminar en Brasil, y cuando
los pilotos no le dieron seguridades de que lograrían bajar en Río de
Janeiro decidió bajar en Recife y abordar un hidroavión que precisamente partía hacia la capital argentina. Por un retraso coincidió en el
aire con el Zeppelín.
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Y así, día tras día, el periodista enviaba breves textos a Buenos Aires, cuando por problemas de clima, la nave tuvo que planificar una parada en Recife, la capital del estado de Pernambuco, antes de marchar hacia Río de Janeiro:
"Navegamos sobre Pernambuco, iluminado, que parece el escaparate de una joyería. Alhajas brillantes sobre fondo negro. El
Graf Zeppelín da vueltas en busca del aeropuerto. Se cruzan
apuestas entre los pasajeros sobre si lo encontrará o no .. (..)
.. .Lanza su mirada desde el zeppelín un reflector y se ponen en
marcha los motores. Ya estamos sobre el aeropuerto. Le cruzan
los torrentes de reflectores puestos en el suelo. En medio, un
mástil erguido se dan un baño de luz. El GrafZeppelín reconoce
bien el campo y da todavía una vuelta para colocarse en posición conveniente... "
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"He tenido el segundo encuentro en el cielo con el GrafZeppelín.
Esta madrugada, sobre Río de Janeiro, antes de continuar viaje a
Buenos Aires en hidroavión. He podido despedirme de la aeronave, que había pasado durante la noche sobre la ciudad para volver de día.
Muchas esperas he tenido que sufrir como periodista. Ninguna tan
extraordinaria como ésta, en el cielo de Río de Janeiro, buscando
a la luz del alba un punto negro en el horizonte. Río de Janeiro
dormía, cansada de esperar al dirigible. Sólo las colinas continuaban despiertas y vigilantes escrutando el horizonte también.
De pronto una colina se ruborizó. Acababa de percibirse por el
Sur algo deslizándose sigiloso entre las nubes. El Graf Zeppelín
llegaba cauteloso ante las colinas. Iba a acercarse, sin embargo,
cuando detrás de ellas salió, radiante, el sol a darle el alto. Se vio
al GrafZeppelín retroceder horizontal. El dirigible, frente al Sol,
parecía un aparato fotográfico enfocando a un personaje. Luego
el zeppelín se puso a brillar otra vez como el acero, y dando una
vuelta, se fue a despertar al aeropuerto, cubierto aún con las sábanas de niebla... "
Sí entonces, sólo seis días después de partir de Sevilla Corpus
Barga llegó a Buenos Aires y fue asediado y entrevistado por el
periodismo local por haber tenido el privilegio de hacer el viaje que
todos ambicionaban.
Más tarde, Barga escribió repetidamente sobre la travesía y
amplió detalles e impresiones, añadió anécdotas y describió mejor a
los tripulantes y los pasajeros. No pudo hacerlo durante el viaje porque el contrato estipulaba qu~.los radiotelegrafistas solo aceptarían
envíos muy cortos. Barga escribiría después:
" ... Aun contando con los despachos de treinta palabras, parecía
imposible poder enviar una gran información cada día. Sin embargo, la información ganó con semejante sistema de cuentagotas. Resultó original dividida en observaciones abundantes y
concretas. En el periodismo, como en todo, las dificultades mejoran la obra".
11 o
JUAN GARGUREVICH REGAL
Pudo añadir Barga que las dificultades también incentivan el
ingenio. Preocupado por no haber podido enviar despachos, vio que
el dirigible se acercaba a Cabo Verde, metió sus despachos en un
sobre, improvisó un paracaídas y los lanzó con una nota en la que
aseguraba que "La Nación" recompensaría a quien los telegrafiara
a Buenos Aires. Casi milagrosamente alguien lo hizo y la crónica llegó a su destino.
Finalmente el "Graf Zeppelín" llegó a Buenos Aires recién en
junio de 1934 y solo por breves horas, aunque sobrevoló la ciudad
ante la expectativa general pues era un gran espectáculo.
En 1936 fue puesto en servicio un dirigible más grande, el
"Hindenburg" , protagonista de la tragedia que acabó con la historia
de los zeppelines comerciales. En Nueva York, en mayo de 1937, se
incendió y destruyó completamente a poco de llegar. Ya se acercaba
la guerra y nunca más un Zeppelín cruzaría el Atlántico.
Corpus Barga volvió a Europa a sus quehaceres periodísticos,
participó en el bando republicano en la Guerra Civil haciendo gestiones precisamente para conseguir aviones y abandonó España, con
Antonio Machado, cuando los nacionales franquistas casi habían
vencido. Inició entonces la etapa de su vida que culminó en el Perú
en 1975.
Añadiremos para terminar, que seguramente a Corpus Barga
le gustaría saber que en Recife todavía están la torre de acero y el
enorme hangar que los alemanes construyeron especialmente para
recibir al Graf Zeppelín y que mantienen como monumentos porque
la llegada de la gran nave área ha sido quizá lo más importante que
le ha pasado a esa lejana ciudad brasileña. Son las únicas instalaciones que existen en el mundo para recibir dirigibles.
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CORPUS BARGA. Los pasos contados. Madrid, Visor. 2002.
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